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Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 Primer15
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Mensaje por Julietta St. James Sáb Ago 24, 2013 6:15 pm

Capitulo 8:
Mi mamá no me preguntó sobre eso cuando la llamé desde el concesionario de autos y le pedí que viniera a recogerme, pero estoy segura de que mi cara dijo suficiente. Cuando llegó, simplemente le dije que no encontré nada que me gustara y nos dirigimos a casa en completo silencio. Después de eso, agarré un montón de bocadillos y luego me encerré en mi habitación por el resto del día.
Estoy segura de que mi mamá y Santana probablemente piensen que Jesse y yo nos habíamos metido en una gran rencilla amorosa o algo así, pero no me importaba. No quería hablar de Jesse con ellas. No es como si me escucharan o me creyeran si les dijera la verdad. No. Sólo sería la pobre, pequeña, inocente y nerviosa Rachel porque realmente le gusta a un chico.
Cuando los B’s me llamaron más tarde esa noche no podía dejar de pensar en lo que Jesse dijo, así que cuando Blaine finalmente contestó el teléfono, le pregunté si era verdad. Bueno, algo así—: Oye, ¿Es de mala calidad mi colección de video juegos?
La respuesta de Blaine vino tan rápido que fácilmente me sobresaltó.
—Claro. ¿Por qué?
—No. En serio.
—Sí en serio, Berry. Es muy defectuoso. Ni siquiera tienes Call of Duty o algo.
— ¿Así que no te gusta Skateboard Pro 2000?
—Ugh, es el peor. Desearía poder eliminar ese estúpido deporte por existir y forzarnos a ser objeto de tal debilidad.
Agarré el auricular con tanta fuerza con mi mano que casi esperaba que se destrozara en pedazos. Sólo porque Blaine odiaba Skateboard Pro 2000 no significaba que Jesse tenía razón. Simplemente quiere decir que necesitaba ampliar mis horizontes en la X-box.
—Si mi colección de juegos apesta tan mal, ¿por qué siempre vienes a pasar el rato a mí casa?
—Oigan, chicos —llamó Blaine—. Rach quiere saber por qué pasamos tanto rato en su casa.
Estuve quieta por un segundo, y luego Brody y Blake cantaron al unísono—: ¡Santana!
— ¿Mi hermana?
—Duh —dijo Blaine—. Puede ser miserable, pero eso no quiere decir que no pienso en verla salir de la ducha en estos días.
—Eres enfermo —bromeé, pero me sentí mucho mejor. Claramente Jesse se equivocó acerca de los B’s. Y si se equivocó con eso, quizás también significaba que estaba equivocado con los asesinatos.
—De todos modos, tenemos que irnos —dijo Blaine—. Desearía que estuvieras aquí, Berry. De verdad te encantaría.
—¡Sí! —gritó Brody desde el fondo.
—¡Vamos a tener que encontrar una manera de que crezcas un par para el verano que viene!
Bueno. Pueden haber sido un grupo de egoístas, pero por lo menos eran consecuentes.
Esa pequeña normalidad me hizo relajar un poco, pero seguía teniendo un ojo abierto en la casa cruzando la calle. El auto de Jesse aún seguía desaparecido. Él había esperado de mal humor en el concesionario antes de que mi mamá llegara, pero no nos siguió a casa y no ha regresado todavía.
Cuando Jesse no había llegado a casa por la medianoche, comencé a sentirme mal. No había sido agradable con él y obviamente se molestó por ello. Esperé toda la noche, no podía dormir. Incluso dejé de mirar a escondidas por la ventana después de un tiempo, y escalé hacia el techo necesitando un poco de aire.
Alrededor de las 4:30 a.m. un par de faros venían brillando por la calle y me sumergí de nuevo a mi habitación. Apagué mi televisor y cubrí el despertador, así toda mi habitación quedó negra. Entonces, con un pequeño agujero en mi persiana, miré a Jesse salir de su auto. Él hizo exactamente lo mismo que hacía cuando entraba. La luz encendida en su habitación unos minutos después y luego se apagó. Nada que ver. Ningún comportamiento extraño. Y ahora que se encontraba en casa, me di cuenta que era casi el amanecer y que finalmente podría dormir.
—Rach, sigues viva, ¿cierto?
Me desperté con el sonido de la voz de Santana, que siempre es desagradable, pero no estaba tan antagónica como de costumbre. Gemí algo que sonaba cerca a—: Vete.
—No podemos, hermanita. Mamá me dijo que no te moleste, pero si te quedas mucho tiempo en tu habitación, vendrá, y confía en mí no quieres que ella venga. Sigue usando la palabra pubertad.
Gruñí algo completamente ininteligible esta vez.
—Si te ayuda, te traje el desayuno, doble ración de helado de caramelo hecho de azúcar y mantequilla.
Me senté y Santana se sentó en mi cama sosteniendo dos bolitas de helado y dos cucharas. Cuando intenté tomar uno, lo escondió detrás de su espalda. —Esto no viene sin un precio —dijo—. Me vas a decir exactamente lo que ocurrió ayer. Rodé mis ojos y arrebaté el helado de las manos de mi hermana.
Suspiró y le dio un mordisco a su propio helado y luego preguntó—: En serio Rachel, ¿qué ocurre? Porque a Jesse le gustas. Realmente, realmente le gustas. Viene más de tres veces al día a preguntar por ti. Incluso te ha traído nuevas rosas porque olvidaste ponerlas en agua y se marchitaron.
Mira, ¿ves? —Santana señaló al ramo en mi tocador—. Esas vinieron ya en un florero.
— ¿Viene más de tres veces al día? ¿A qué hora?
—Casi a la una. Intenté preguntarle qué pasó pero no me lo dijo. Rachel, parecía alterado.
— ¿Alterado-enojado? —pregunté.
—Más bien alterado-frustrado —dijo Santana—. No creo que Jesse se enoje.
— ¡Ja! Santana no entiendes. Él no es el mismo a tu alrededor que a mi alrededor. Tiene problemas. Está seriamente loco. La forma en que me mira, y me toca todo el tiempo… —Sentí que mi cara se calentaba. El sonrojo definitivamente no iba a ayudarme en mi caso—. Es como si estuviera conteniéndose de amarrarme como un cerdo y arrastrarme hacia los bosques.
—Vamos, Rach, eso es un poco duro, ¿no crees? Sólo es un chico. Simplemente nunca has tenido un chico interesado en ti antes.
—No, ¡eso no es todo! Escucha, cuando estábamos en el concesionario de autos, comenzó a hablar de todas esas chicas. Pero no sólo hablaba de ellas. Es como si estuviera obsesionado. Como si entendiera que pasó porque su cerebro funciona de la misma manera.
—¿Qué chicas?
—Esas dos chicas que murieron. De las que mamá habló con la tía de él en la cena.
—Oh ellas. En realidad son tres chicas ahora. Y dicen que sin duda es un asesino en serie.
— ¿Qué?
—Ha estado en las noticias de hoy —dijo Santana.
Cuando prendí la televisión, Santana frunció el ceño. —Espera. ¿Estás diciendo que piensas que el cerebro de Jesse funciona como una chica de quince años? —preguntó.
—No, estoy diciendo que él piensa como un asesino en serie.
Contuve mi respiración cuando cambié el canal para ver CNN y vi que el nuevo asesino en serie de Detroit había salido en las noticias nacionales. Olivia Harvey de dieciséis años de edad, de South Lyon fue encontrada en el parque esta mañana, golpeada y apuñada 41 veces.
—Por lo menos, no luce tan parecida a ti. —La voz de Santana me sorprendió tan mal que salté—. ¿Has visto la última? Esa chica parecía que podría ser tu gemela.
—Gracias, Santana. Porque eso me hace sentir mucho mejor. —
Silencié el televisor, pero no podía apartar los ojos de la pantalla—. ¿Así que dictaminaron a todos los asesinos en serie?
—Tuvieron que hacerlo. El asesino dejó fotografías con el cuerpo de las primeras dos chicas.
Santana no notó que el aliento se me escapó. Siguió hablando.
—Mamá estuvo viendo las noticias esta mañana y dice que tienen algunos perfiles expertos. Él dijo que el asesino reclamaba sus víctimas.
— ¡Dijo que pasaría! —susurré—. Santana, ¡él lo sabía!
— ¿De qué estás hablando? —preguntó, finalmente tomando atención.
— ¡Jesse! ¡Él sabía! Ayer me dijo que otra chica iba a morir, y no sólo eventualmente. Dijo que iba a morir anoche. ¡Incluso me lo prometió!
—Bueno, eso no es una cosa muy importante. Quiero decir, las dos murieron los dos sábados pasados. Es por eso que lo apodaron el Acuchillador de los Sábados por la Noche.
—También me dijo que el asesino dejaría un mensaje, así podrían conectar los asesinatos.
—Huh. Bueno esa es una especie de golpe de suerte.
—No es suerte.
— ¿Cómo podría no ser suerte?
Mi mente daba vueltas con un millón de diferentes pensamientos. La sensación de malestar que tenía en mi estómago el día anterior volvió. Tanto así que tuve que dejar mi helado. —No lo sé, pero él lo sabía. Te juro que Jesse lo sabía.
Santana me miró como si yo fuera la que estaba loca y luego se rió. — ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?
— ¿Qué exactamente digo?
—Rach, estás acusando a Jesse de matar a tres chicas, o ¡de ser un asesino en serie!
Santana comenzó a reírse de nuevo, e intenté reírme con ella, pero no pude. Cuando vi que vio mi cara, se controló. —No puedes hablar en serio —dijo—. ¿Un asesino en serie? De verdad crees que Jesse, el chico sexy de diecisiete años cruzando la calle, quién te trae rosas, en realidad ¿podría matar a alguien?
Tuve que pensar en ello, ¿Lo pensaba? ¿De verdad creía que Jesse podría hacerlo? Me encontré asintiendo con la cabeza.
Santana rodó sus ojos. —Bueno, tengo que decir que te asustó un poco ayer, pero ahora eres tú la que está loca. Así que él es un poco adelantado, lo que, seré sincera, me encantaría si él viniera a mí así pero eso no lo hace un psicópata.
Santana me llamaba loca, pero mientras más pensaba en ello, se me hacía más fácil de creer. —Piensa sobre ello —dije—. Los asesinatos comenzaron después de que Jesse se mudó a Michigan. Y dices que a él realmente le gusto ¿no? ¡Y las chicas muertas lucen igual que yo! Además, el asesino está obsesionado con apuñalar a sus víctimas y no hay duda de que Jesse sabe cómo manejar un cuchillo.
—Si tú lo dices.
— ¡Sé lo que vi! Y ayer habló sobre conocer los puntos vulnerables del cuerpo humano en orden para poder apuñalarlos la mayor de veces posibles antes de que mueran. Su tía dijo que él sabe primeros auxilios y esas cosas. Y sabes lo fuerte que es.
—Sacar buenas notas en biología y saber defensa personal no es un crimen.
—¡Me atacó en la calle el otro día!
—¿Te atacó?
—¡Sí! ¡Me atacó! Sólo para asustarme. Sólo para mostrarme que puede.
Santana seguía obviamente sin convencerse.
—Es inteligente. Como, muy inteligente. Sabe cosas de mí que no debería, entra a mi habitación, él….
—¿Entró a tu habitación?
—Más de una vez. Mira lo que le hizo a mi video juego.
Encendí Skateboard Pro 2000, pero no tuvo el efecto deseado. Santana leyó la lista de puntaciones y chilló—: Oh mi Dios, Rachel, ¡eso es tan dulce! ¿No moriste cuando viste eso?
—Pero, ¿cómo lo hizo? ¿Y cuándo? No es como si lo invitara. Además, no llegó a su casa anoche. Lo sé, porque me pasé toda la noche esperándolo.
Eso hizo que Santana hiciera una pausa. — ¿Acechas mucho, Rach? —dijo con una sonrisa.
—¡Lo digo en serio!
—Puedo verlo. —Santana finalmente perdió la paciencia conmigo—. Eres un bicho raro. Recuérdame que nunca tendré una conversación de chicas contigo otra vez.
—Nadie te lo pidió en primer lugar.
Santana comenzó a salir y se detuvo en la puerta para mirarme. —Jesse es dulce, divertido, y completamente maravilloso. Y por alguna razón, le gustas. ¡Eres una idiota! No te dejaré arruinar esto porque eres una maldita mojigata.
—Muérdeme. —Fue mi brillante respuesta.
—Como sea. Voy a hablar con Jesse —se quejó Santana.
— ¡Espero que deje tu cuerpo mutilado en el parque! —dije después de ella.
Finalmente salí de mi habitación, pero sólo anduve dentro de la casa. No había manera de salir a la calle y arriesgarme a ver a Jesse. Por alguna razón, fue un alivio que mi papá volviera a casa esta noche. Pasamos la tarde viendo cualquier canal de televisión que no tuviera noticias, y hablamos sobre los tipos de autos que podrían gustarme. Él tampoco me preguntó por Jesse, pero a diferencia de mi madre, no parecía importarle mucho, y era agradable.
Cuando me fui a la cama, encontré una nota en mi almohada junto con una flor sacada del florero de mi tocador. En una fuerte escritura decía:
Lo que queda detrás de nosotros, y lo que queda delante, es poca cosa comparada con lo que queda dentro de nosotros.
—Ralph Waldo Emerson.
La nota no fue firmada, pero yo sabía que era de Jesse. Traté de decirme a mí misma que se la dio a Santana para que me la diera a mí, pero Satana me la hubiera entregado, me habría mirado leerla, y luego haría un gran alboroto. No hay manera que hubiera sido capaz de simplemente ponerlo en la almohada para que lo encontrara más tarde, incluso si Jesse le hubiera dado instrucciones exactas.
Fui a mi ventana, suspirando cuando la encontré cerrada y luego volví mi atención a la nota. Sabía que quería decir con la cita, pero no estaba exactamente segura lo que Jesse me intentaba decir. ¿Me pedía que mirara dentro de él? Porque cuando lo hice, todo lo que vi fue un posible homicida maníaco.
¿O es que el “nosotros” se refiere a él y a mí? Lo que hay detrás de nosotros podría ser ayer, y lo que está delante podría ser… me estremezo al pensar. De cualquier manera no hay definitivamente nada dentro de nosotros o entre nosotros o a nuestro alrededor o en cualquier parte porque no hay un nosotros.
Quería arrugar la nota y tirarla lejos, pero no pude. Había algo en ella. Al igual que había algo en el florero con rosas en mi tocador que no podía arrojarle blanqueador sin importar cuántas veces había pensado en hacerlo. Tomé la rosa de mi almohada y la puse de nuevo con las demás después de aspirar su aroma. Luego con cinta adhesiva pegué la nota en el espejo de mi tocador e intenté no pesar en ello cuando me fui a dormir.
Mis sueños esa noche fueron los peores que tuve en todo el verano.
Después de todo con Jesse, y las cosas de asesino en serie, y los sueños, tenía una insalubre cantidad de tensión acumulada dentro de mí.
Así que pude haber estado actuando un poco loca a las 07:00 a.m. Irrumpí en la habitación de mi hermana y comencé a hurgar en sus cajones. No intentaba exactamente ser graciosa y tampoco Santana cuando me dio una gran cantidad de insultos cuando despertó. —Perdón —mascullé—. Pero hay un juego en el parque a las 7:30 a.m. y quiero llegar antes de que escojan los equipos.
— ¿Y estás saqueando mi tocador porque….?
—Porque cuando jugué fútbol frisbee la otra noche en la fiesta era un millón de veces más fácil moverse en una blusa y unos shorts que en unos pantalones sueltos y un suéter. Por no mencionar que tenía codazos en los pechos.
—Claro —concordó con un bufido—. Eso es porque los Neandertales con los que siempre juegas finalmente se dieron cuenta de tus pechos.
—¿Vas a ayudarme a encontrar algo o no? —espeté, tirando un montón de ropa al suelo.
—Bien, bien. Jesús. ¿Te importa?
Santana actuó como si fuera una prueba enorme salir de la cama, pero me di cuenta de su sonrisa mientras se deslizaba en la puerta abierta del armario. —¿Tienes un sujetador deportivo?
—Por supuesto.
—Entonces toma. —Santana me tiró una blusa blanca—. Úsala y toma los pantalones Adidas rosados. Segundo cajón, lado izquierdo. Tal vez te queden algo grandes, pero tienen un cordón ajustable. Obtienes una gota de sangre sobre ellos y me tendrás que comprar otros nuevos.
—Como sea.
Santana suspiró y finalmente sonrió. —Trabajo de diez a cuatro hoy. —Santana trabaja en Old Navy—. Ven a verme y te ayudaré a recoger algunas cosas. Incluso te conseguiré mi descuento de empleado.
—Quizás, si tuviera alguna forma de llegar ahí —me quejé, todavía molesta por abandonarme el sábado.
—Estoy segura de que Jesse estaría más que feliz por darte un paseo.
—Un viaje al infierno en el Expreso Acuchillador de los Sábados por la Noche.
—¡Ni siquiera es sábado, fenómeno! —gritó después de que me cerró la puerta.
—¡Ella tira, ella anota! —Gritó Sam, dándome un máximo de cinco—. Y esto es juego, ¡perdedores!
Me sentí realmente, realmente bien soltar toda la tensión, ira, y frustración dentro de mí, y como resultado, he matado en la cancha esta mañana. Seguro cuando me mostré con la ropa de entrenamiento de Santana  los chicos me dieron una mierda por no estar disponible para jugar ahora porque era una chica, pero había estado por ahí por tres horas y no había estado en el equipo perdedor ni una vez.
Mi teoría acerca de la ropa de Santana era correcta también. Me sentía mucho más fresca, más cómoda y mi pecho sólo había sido asaltado una vez esta mañana. Cuando me golpearon, incluso pararon el juego por un minuto para asegurarse de que estaba bien. No necesitaba eso, pero definitivamente necesita tomar la oferta de Santana en ayudarme a comprar.
Me caí de un banco, me quité el casco y limpié el sudor de mi cara mientras capturaba mi aliento. Cuando drené una botella de agua, este chico Mike, que acababa de marcar el gol de la victoria, se sentó a mi lado.
—Puedes parecer una chica ahora Berry, pero todavía tienes el juego.
—Claro que lo hago —bromeé—, y si no fuera tan fácil anotar podría llegar a utilizarlo algunas veces. Este fue apenas un entrenamiento.
La sonrisa de Mike creció tanto como su cara. —Chica, si buscabas a alguien para anotar, todo lo que tenías que hacer era decirlo. No tienes idea de lo fácil que puede ser.
Gemí por centésima vez en el día, las insinuaciones no paraban.
Golpeé a Mike en el brazo y grité, no sólo a Mike, sino a todos los presentes—: ¿Realmente voy a tener que escuchar esta mierda cada vez que juguemos a partir de ahora? ¡Son como un grupo de perros salvajes!
Entre risas alguien gritó—: ¡Un cachorro bullmastiff! ¡O un pitbull!
— ¡Deséalo, Abrams! —dijo otra persona.
Otro chico agregó—: ¡Más como un chihuahua!
Gemí de nuevo y una sombra cayó sobre mí. Levanté la vista para ver a Sam Evans sonriéndome. —Admítelo Berry. Te gusta jugar con nosotros más que con los B’s.
— ¡Nunca! —Me reí—. Sólo me gusta jugar con ustedes porque significa que tienen que ganar de vez en cuando.
—Hablas mucho de palizas para ser alguien usando una cola de caballo —dijo Sam, ofreciéndome una mano—. Tú y yo, uno-a-uno en algún momento. Vamos a ver quién queda llorando.
—Acepto.
Cuando recogía mis cosas me di cuenta de una familiar figura delgada, alta apoyada contra un brillante BMW cerca del borde del parque. Cuando me llamó la atención, levantó su dedo índice e indicó que vaya hacía él. Sí, claro.
Rápidamente miré hacia otro lado, pero sabía que en el minuto que estuviera sola, Jesse vendría por mí, así que hice algo que nunca antes había hecho en mi vida.
—Oye Sam, ¿Vas a casa?
—Sí, ¿qué pasa?
Le di a Sam una sonrisa mucho más confidente de lo que me sentía.
— ¿Te importaría tomar el camino más largo? ¿Caminar con una chica a casa?
—Uh… —Sam miró confundido y muy sorprendido, pero por lo menos no parecía disgustado—. Sí —dijo un poco inseguro—. Por supuesto.
Nos dirigimos hacia el otro lado del parque, hacia la dirección de mi casa. E hice todo lo posible para no mirar detrás de mí, donde sabía que se encontraba Jesse, probablemente seguía mirando, completamente furioso.
—Gracias —dije para romper el incómodo silencio que había entre Sam y yo.
—No hay problema. ¿Qué pasa?
—Es estúpido en realidad. —Me reí nerviosamente—. ¿Has oído todo el asunto del asesino en serie suelto?
—Sí, he escuchado sobre eso. —Sam me miró con curiosidad—. ¿Te tiene asustada?
—Algo así. En cierto modo encajo con el perfil de las chicas muertas, ¿sabes? Mi papá está un poco loco por eso. Me hizo prometer que no saldría a ninguna parte sola. También estoy bastante segura que estaré atrapada todos los sábados por la noche hasta que el tipo esté atrapado.
—Creo que tu papá nunca ha visto tu gancho de derecha.
Sonreí ante eso. Al menos alguien pensaba que podía manejarlo. —Podría ser peor, creo —dije, encogiéndome de hombros—. Podía haberme encerrado en mi habitación y clavar las ventanas.
Sam se rió y luego cambió completamente de tema. —Así que… ¿quién era el tipo con quién fuiste al restaurante el otro día?
Bufé y negué con la cabeza. Chicos.
— ¿Qué? —preguntó Sam a la defensiva.
—Nada. Es exactamente lo mismo que él me preguntó.
— ¿Ah, sí?
—Tan pronto como nos sentamos. Pensó que tú y yo nos veíamos amistosos. —Hice un gesto de comillas con los dedos.
Sam se veía divertido con eso, pero no lo dijo. En cambio, repitió la pregunta—: Así que, ¿quién es? No me di cuenta que estabas viendo a alguien.
—Su nombre es Jesse —expliqué cuando mi cara se puso devastadoramente roja—. Se mudó a la casa enfrente a la mía. Y, uh, sí, no lo estoy viendo.
— ¿Estás segura? Porque te miraba como si fueran… amistosos.
— ¡Oh por dios!
Sam se rió. —Cálmate, Berry. Simplemente te estoy molestando.
—Tú y todos los demás durante toda la maldita semana pasada.
— ¿Realmente puedes culpar a la gente?
—No es como si ustedes nunca hubieran visto una chica antes.
—Vamos, sabes que eres diferente. La gente va a hablar.
— ¿Diferente? —pregunté sobresaltada—. No soy diferente.
Sam me miró de arriba a abajo con una ceja levantada.
—Sigo siendo la misma persona —dije—. Sólo paso esto —hice un gesto a mi ropa—, es sorprendentemente cómodo y mucho más fácil para jugar.
—Seguro —dijo Sam, reprimiendo una risa—. Pero es algo más que la ropa. No creo que te haya visto antes sin alguno de los B’s presente. Te estás diversificando.
—Pura necesidad. Los B’s están en el campamento. Tú intentas pasar todo el verano con nada más que un Xbox y mi hermana para que te haga compañía.
—En realidad —dijo Sam, considerando la posibilidad—. No me importaría…
—Ugh. Ahórrame el sentimiento de ver a Santana, ¿de acuerdo?
—Me parece bien. Pero aun así. El ir a las fiestas…
—Larga historia.
—Salir con chicos.
—Te dije que no estoy saliendo.
—Coquetear con chicos para que te acompañen a casa…
Mi mandíbula casi se cayó de mi cara. —Yo no… eso no es… —Mi voz se fue apagando. No tenía idea de cómo acabar la oración. Miré alrededor frenéticamente y estuve aliviada al ver que casi llegábamos a mi casa.
Sam  se rió y le golpeé el brazo con tanta fuerza que estuvo a punto de tropezar en sus patines.
— ¿Quieres cortar eso? —grité—. Toda la cosa de molestar a Rachel es realmente molesta.
Sam continuó riéndose hasta que llegamos a mi entrada. —Oye —se detuvo y puso sus manos arriba en derrota—, nunca dije que ser diferente era una cosa mala. Lo que sea tu acuerdo, te queda bien.
Oh hombre, iba a sonrojarme de nuevo, podía sentirlo. Qué vergüenza.
Entonces Sam me golpeó de vuelta, más en broma de lo que yo lo había golpeado pero aún lo suficientemente fuerte para casi botarme. —Sólo para que no te tomes el juego tan fácil —dijo—. Ninguno te mostrará algo de piedad sólo porque te estás volviendo un poco sexy.
Ahora sólo rodé mis ojos. —Ahora puedes irte. —Apunté a mi casa—. Ya no tienes ninguna utilidad para mí.
Me sorprendí al no notar el BMW estacionado en el frente cuando patinaba por la calle. Y definitivamente no me gustaba el hecho de que cada vez que ignoraba a Jesse, él sentía la necesidad de golpear algo.
Sam miró a Jesse por un minuto, luego me miró más serio que en la mañana. —Se cuidadosa con ese tipo —dijo. No podía ocultar la sorpresa por la advertencia de Sam—. Lo vi en X-treme la noche del sábado. Sólo digamos que no es tímido con las mujeres.
—Oh, no tengo ninguna duda de eso —dije secamente.
Así que se enojó conmigo, fue a un club y estuvo con tantas chicas como le fue posible. No es realmente sorprendente.
—De todos modos, ¿cómo entraste a X-treme? —pregunté—. No tienes dieciocho años.
Sam guiño. —Tengo mis maneras.
—¿ID falso?
—Deberías invertir en uno y venir con nosotros alguna vez. Ya sabes, desde que estás diversificando en todo. Puedes pasar por dieciocho años.
— ¿Bailar? ¿Estás bromeando? Creo que me quedo con el hockey.
—Bueno, entonces te veo el miércoles por la mañana.
—Sí. —Entonces algo ocurrió en mí—. Oye ¿Sam? Por curiosidad, ¿alguna de las chicas con las que Jesse enganchó era castaña?
—En realidad, sí.
Y Santana piensa que estoy loca. ¿Y si esa castaña era Olivia de South Lyon?
Sam me sacó de mis pensamientos cuando dijo—: Después de verlos en el restaurante, asumí que eras tú. Casi lo golpeo cuando me di cuenta que no era así. —Sam miró hacia atrás otra vez, donde Jesse seguía golpeando viciosamente—. Como que me alegro de no hacerlo.
—Fue una opción más sabia de lo que piensas. —Me reí—. Sin embargo gracias por la reflexión, y gracias por traerme a casa.
—No hay problema. Nos vemos más tarde, Rach.
Por un instante, miré con asombro cuando Sam se fue patinando lejos. Creo que esa es la primera vez que me llama por mi nombre. Tal vez había algo diferente en mí. —Estás pasando mucho tiempo con Santana— me susurré a mí misma y luego me apresuré a mi casa antes de que Jesse pudiera detenerme.
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Hola! Perdón por tardar tanto :*  Gracias por comentar y leer (: Aquí les dejo el nuevo capitulo… Ojala les guste. Dejen sus comentarios y opiniones; Yo actualizo lo mas pronto posible. Nos leemos luego BYE! By: Julietta St. James (;


Última edición por Julietta St. James el Miér Ene 01, 2014 9:12 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Wafialex Dom Ago 25, 2013 6:26 am

Me gusto el capitulo :) actualiza pronto
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Mensaje por yani_sanchel Lun Sep 30, 2013 12:06 am

Hola estuve algo desaparecida XD pero me encantó este cap ya kiero leer el próximo porfa actualiza pronto !! Bueno nos vemos n.n
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Mensaje por Vane-gLeek Miér Ene 01, 2014 6:57 am

No puedo creer que recién recién me tope con este fic! por el amor de dios actualizaloooooo! DIOS EN SERIO QUIERO SEGUIR LEYENDO  Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 2145353087  ESTA REALMENTE BUENISIMO!!!!!
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Mensaje por Julietta St. James Vie Ene 03, 2014 9:23 pm

Capitulo 9:
La mañana del miércoles, esperaba a que Jesse apareciera en el parque como lo había hecho el lunes, ya que había hecho todo lo que esté a mi alcance para evitarlo. A veces es bueno estar equivocada. Tengo que tener un buen cazador sin juego. Pues bien,  excepto por la parte en la que Sam le dijo a todo el mundo que tenía que tener una niñera a causa de ser posible carnada de un asesino en serie.
Lo de niñera es un comentario aparte, sin embargo, tengo que admitir que me sentí aliviada cuando unos chicos que viven más cerca de mí, se ofrecieron a llevarme a casa. No quería pedirle a Sam otra vez y tenerlo pensando que me gusta. Pero también sabía que Jesse probablemente estaría en su garaje calculando cuando llegué a casa, y no quería estar sola cuando eso se presenté.
La escolta resultó ser innecesaria. El garaje de Jesse se encontraba abierto como siempre, pero me sorprendí al ver que él no se hallaba allí.
Entonces me di cuenta de que su auto tampoco estaba allí y mi corazón saltó de gozo en mi pecho.
Había estado encerrada en la casa tanto últimamente, escondiéndome de Jesse, que a pesar de que sólo había jugado hockey en el último par de horas, no me atrevía a salir. Caí al césped en frente de mi casa, me quité los patines, y me quedé allí disfrutando del aire fresco.
Me podría haber quedado así durante horas, excepto que por alguna razón, el garaje abierto de Jesse parecía estar gritándome. El auto se había ido, la casa se veía completamente oscura y tranquila, y el garaje quedó abierto. Me pedía que fuera a echar un vistazo. No es que sea una gran fisgona ni nada, pero Jesse me había asustado en serio. Pensé que estaría más segura si podía averiguar algo, cualquier cosa sobre él. Además, si podía encontrar algo realmente espeluznante para mostrarle a Santana, ella podría eliminar sus esfuerzos por emparentarnos.
Me llevó diez minutos tomar las agallas de ir hasta allí, pero una vez que lo hice, me encontré en una especie de fascinación. Me hizo darme cuenta de lo desesperada que estaba de saber más acerca de Jesse.
Se podría pensar que alguien que conduce un BMW lo va a querer aparcar en el garaje, pero Jesse nunca lo hizo —probablemente porque no había lugar para él con todo el equipo del gimnasio y las pilas sobre pilas de cajas. Me parecía como si Jesse y su tía no tenían intención de quedarse en el barrio por mucho tiempo. Apenas se habían tomado la molestia de desempacar.
Leí las etiquetas de algunas de las cajas. Al principio parecían normales—fotos, libros, ollas de barro, decoraciones de Navidad. Pero luego empecé a ver cajas etiquetadas FBI, asesinato en primer grado, huellas dactilares, sustracción de menores, las leyes federales, los procedimientos locales de aplicación de la ley... —¿Qué?
Eso fue raro. Quiero decir, que no sabía lo que había esperado encontrar aquí, pero como de repente se me pusieron los pelos de punta, supongo que una parte de mí no había creído que iba a encontrar nada extraño.
Sabía que debía marcharme, pero había un armario metálico de altura situado en una esquina y yo simplemente no pude evitarlo. Abrí el armario y miré con incredulidad. Cuchillos—muchos de ellos, y todos de diferentes tipos.  Jesse tenía de todo, desde un machete a una navaja suiza, y colgaban todos allí brillante y agudo, como si estuvieran en exhibición en un museo.
Decidí que definitivamente era hora de irme, cerré la caja, me di la vuelta y grité cuando encontré a Jesse de pie en la entrada de su garaje. Él no dijo nada. Se quedó allí de pie con sus manos metidas ocasionalmente en sus bolsillos, mirándome con los ojos entrecerrados.
También se encontraba, me di cuenta, entre cualquier ruta de escape de su garaje y yo.
—Jesse —jadeé tan pronto como mi corazón empezó a latir de nuevo. Me forcé a mantenerme lo mas calmada posible—. Vaya, me has asustado. No te he oído subir.
—Eso es porque no subí. Me acerqué. —La voz de Jesse era inexpresiva, con el rostro todavía cauteloso.
—Pero, ¿Dónde está tu auto?
—Técnicamente, es el auto de mi tía. Ella lo conduce de vez en cuando.
—Oh. —¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Rachel, eres idiota!
Esperé a que dijera algo, pero no lo hizo. No se movió. No dijo nada. Se quedó allí. Era una tortura.
—Así que... —Tragué saliva—. ¿Has ido a dar un paseo o algo así? ¿Pasear por el barrio un poco?
—Fui a tu casa. Santana me encontró esperando en el porche cuando se fue. Me dijo que podía esperar dentro. — Jesse finalmente se quitó las manos de los bolsillos, sólo para doblarlas sobre el pecho—. No sabía que ibas a tratar de venir a verme primero.
—Oh... sí... bueno... — ¡Piensa, Rachel! ¡Piensa!—. Estaba en mi patio y me pareció oír un gato maullando. —Sí, eso es bueno—. No se veía como si estuviera en casa, y tenía miedo de que esté atrapado aquí dentro.
—Fue amable de tu parte estar tan preocupada.
—De todos modos no lo encontré. Tengo que acabar de oír cosas. Lo siento. Supongo que me iré ahora.
Di un paso hacia adelante y hacia los lados, planeando dar a Jesse un espacio muy amplio, pero en mi segundo movimiento, Jesse dio un paso a juego, colocándose justo delante de mí otra vez. — ¿Cuál es la prisa? — preguntó casualmente.
—No hay prisa —le dije con nerviosismo—. He estado jugando al hockey durante el último par de horas. Estoy cansada y tengo algo así como una necesidad de ducha.
Di otro paso y de nuevo Jesse me correspondió, pero esta vez se había adelantado un poco. Unos pasos más y estaría al alcance de su mano. Me quedé inmóvil y así lo hizo.
Tal vez si discutía con él... —Jesse.
—¿Rachel?
Nos miramos el uno al otro—mirándolo fatigosamente, mirándome amablemente inquisitivo.
Cuando ya no pude seguir el silencio, suspiré. —No vas a dejar que me vaya, ¿verdad?
La cara de Jesse se levantó entonces, como si este pensamiento nunca se le habría ocurrido. Se apartó y agitó su mano, haciendo un gesto para que yo fuera su invitada. Definitivamente no me gustaba la idea, pero pensé que probablemente no conseguiría otra posibilidad, así que salí corriendo.
Jesse me agarró tan rápido que ni siquiera vi cómo lo hizo. En una fracción de segundo tenía los pies sobre el suelo y me arrastraba dentro de su casa. Le di una patada y un puñetazo tan fuerte como pude, pero me tenía por detrás y yo no podía hacer ningún buen contacto.
Mientras Jesse luchaba para lograr abrir la puerta detrás de nosotros, me las arreglé para darle una patada tan fuerte que me dejó. Corrí hacia la parte delantera de la casa, pero Jesse me tomó cerca de la base de la escalera y me arrojó por encima de su hombro.
Me gusta pensar que le tomó gran esfuerzo arreglárselas para meterme en su habitación. Quiero decir, luché—apuesta a que luché. Incluso estoy bastante segura de que él tendría algunas contusiones después. Pero Jesse parecía saber exactamente cómo aferrarse a mí, y era simplemente más fuerte.
Antes de que lo supiera, me había dejado caer sobre su cama y fue a pararse frente a la puerta. Fui directamente a la ventana, pero a diferencia de mi casa, no hay ninguna azotea para subir hacia fuera, solamente una gota del segundo piso. Di vueltas alrededor y le di un bocado que haría sonrojar a un marinero.
Jesse se recostó contra la puerta, disfrutando inmensamente. —Rach, cálmate. Sólo quiero hablar contigo.
—Entonces, trata de usar un teléfono, ¡fenómeno!
—Nunca tomarías mi llamada. Al igual que no vas a abrir la puerta cuando yo voy.
—¡Me pregunto por qué!
Me sentía tan enojada, que agarré lo primero que podría alcanzar — una lámpara de su mesita de noche— y lo tiré sin dudarlo. Jesse tuvo que luchar para agacharse de ella. Le sorprendió que se la haya tirado, pero en vez de enojarse como yo esperaba, miró a la lámpara rota y suspiró. —Rachel, vamos, basta. Sólo quiero hablar.
Recogí su despertador, arrancándolo de la pared y lo lancé en su cara. No lo esquivó lo suficientemente rápido esta vez, y lo marcó muy bien en el lado de la frente.
Jesse se llevó la mano a la cabeza como si le doliera y tranquilamente dijo—: Está bien. Vamos a hacer esto de la manera difícil.
Alcanzando la siguiente cosa que podía agarrar, le grité—: ¿Quieres decir que lo hemos estado haciendo de la manera más fácil?
Una de las esquinas de la boca de Jesse se frunció en una sonrisa y luego en un instante me tenía clavada de bruces al suelo. —Me encanta tus agallas —me dijo, tirando de mis brazos detrás de la espalda—, sin embargo, es inconveniente en este momento.
No me sentía de humor para sus elogios. Empecé a gritar tan fuerte como pude y traté de librarme, pero mis brazos gritaron en protesta.
—Si te quedas quieta no te hará daño —dijo Jesse con calma después de que se quedó sin aliento—. Y puedes también dejar de gritar. No hay nadie en casa para escucharte. Ni aquí, ni en ninguna de las casas de al lado, o en tu casa al otro lado de la calle.
—¿Entonces solamente debería quedarme aquí y tomarlo? —le grité.
Golpeé aún más duro y grité, sorprendida por el dolor que disparó a través de mis hombros.
—Cuidado Rachel, puedes dislocarte el brazo así. Es necesario que permanezcas inmóvil.
No tuve más remedio que dejar de luchar.
—Ahí —dijo Jesse con orgullo. Aunque, si él estaba orgulloso de mí por calmarme, u orgulloso de sí mismo por obligarme a someterme, no lo sabía—. Ahora, ¿vas a ser razonable?
—¡Suéltame!
—Si lo hago, vas a tratar de huir y quiero hablar contigo.
—¡No quiero hablar contigo! ¡No puedes tratar a la gente así!
—No me has dejado ninguna opción. Voy a volverme loco esperando por ti Rach.
—Claramente.
—Me gustas. Mucho.
—Bueno, ¡estás haciendo un gran trabajo para ganar mi corazón psicópata!
—Ya lo he notado. Dime cómo hacerlo bien, y te voy a aflojar.
—No puedes. Es imposible. Así que, ¿por qué no te vas a secuestrar a alguien que lo aprecie? Santana es tan estúpida como tú estás loco. Estoy segura de que no le importaría.
—No quiero a Santana. Te quiero a ti.
Incluso a pesar de lo enojada que me sentía, esa declaración me hizo sonrojar. Es que nadie —y me refiero a nadie— alguna vez me ha escogido a mí sobre Santana antes.
—Pero ¿por qué? —le pregunté antes de que pudiera detenerme—. Santana es más bonita y popular. Además, probablemente no se pregunta si eres el engendro de Satanás.
Jesse hizo caso omiso de la grieta Satanás. —¿Aparte de mi debilidad por las castañas? —Se rió entre dientes y luego, suspiró—. Rach, realmente preferiría tener esta conversación cara a cara. Si te dejo, ¿hablaras conmigo, o vas a empezar a tirar cosas de nuevo?
En ese momento, yo estaba bastante segura de que Jesse  no me iba a trinchar —al menos no hoy— así que decidí ceder y dejar que me diga lo que fuera que quería decir. Pensé que cuanto antes lo hiciera, más pronto podría salir de aquí.
—Está bien. Si quieres hablar, entonces habla. Voy a comportarme siempre que te mantengas alejado de mí. ¡Y nada de tus suaves acaricias/mirada latente/mierda de voz sexy tampoco!
Jesse se rió mientras se levantó de encima de mí, pero no parecía confiar en que yo no huyera. Se sentó apoyado contra la puerta de su dormitorio.
Después de balancear la rigidez de mis brazos, subí sobre su cama, que fue empujada en la esquina lejana de su habitación, y me puse firme contra las dos paredes.
Jesse se sentó allí con una mirada en su rostro, como si estuviera tratando de averiguar exactamente cómo proceder. Bueno, estando segura de que no le iba a ayudar con la conversación, tomé la oportunidad de revisar su habitación. Tenía sábanas a cuadros, un par de carteles en las paredes de bandas —me molestó que tuviera el mismo gusto por la música que yo— una estantería llena de CDs, DVDs, videojuegos y novelas de bolsillo. A primera vista, parecía perfectamente normal, así como su garaje, pero al igual que el garaje había algunas diferencias sutiles. Por un lado, se veía limpio. No quiero decir que se encontraba más recogido que mi habitación—que admito está un poco descuidada, aunque definitivamente no es la "pocilga" que mi mamá dice que es— me refiero a que su habitación estaba limpia. No había ni un solo calcetín sucio, su cama había sido hecha con esmero, y las cosas en su estantería se alfabetizaban. En serio, en orden alfabético.
Lo cual me lleva a mi siguiente problema. La colección de DVD de Jesse se formaba por películas como Silence Of The Lambs, American Psycho, Seven, y toda la colección de TV de Bones. No reconocí a ninguno de los libros, pero a juzgar por los títulos que leí, todas las novelas eran de crimen. Y, por supuesto, allí estaba su bella colección de videojuegos a partir del buen Assassins Creed. Me dio un escalofrío y fui con mi inspección, deteniéndome cuando vi el CB radio en su cómoda. Random.
—Es un escáner de la policía —dijo Jesse, asustándome tan mal que golpeé mi cabeza contra la esquina detrás de mí.
Casi me había olvidado que Jesse St. James se encontraba en la habitación, había estado tan tranquilo. Cuando levanté mis ojos, los suyos se hallaban fijos en mí. Era evidente que había estado observándome analizar su cuarto. Me pregunté si él sabía lo que yo pensaba sobre eso. Esperaba que no. —¿Un escáner de la policía? —repetí sólo para romper la tensión en la habitación—. ¿Es eso incluso legal?
—Depende de que uso le das.
—Y ¿para qué lo usas? ¿Evadiendo a la policía después de que trinchas a chicas con uno de los cuchillos en tu garaje?
Los ojos de Jesse se estrecharon mientras consideraba contestarme, pero cuando habló, dijo—: No te gusto.
No era una pregunta, pero esperaba una respuesta. Cuando no le di ninguna, preguntó—: ¿Me odias?
Parecía sinceramente curioso, así que me sentí mal por no responder esta vez. El problema era que yo no estaba segura de cómo responder.
Odio no me parece la palabra correcta.
Los segundos de silencio hicieron tictac sucesivamente. Cuando Jesse finalmente habló otra vez, dijo—: No te entiendo. —Y se veía como si no estuviera feliz de admitir eso—. Tú no eres como las otras chicas. Tú no...
Jesse luchaba por las palabras ahora, pero no parecía disgustado con exactitud, sólo frustrado. —Nunca nadie me respondió de la manera que lo haces.
Traté de no burlarme de eso demasiado mal, ya que sabía que en algún lugar profundo dentro de Jesse había, de hecho, sentimientos. De todos modos hice una suficiente reacción para que los ojos de Jesse dirigieran una indirecta de cohibición. —¿Sabías que soy de Beverly Hills?—me preguntó de repente.
Pensé en no responder de nuevo, pero se sentía tacaño y algo en la manera en que Jesse miraba en ese momento me hizo incapaz de ser una idiota. A regañadientes, dije—: No es sorprendente.
Jesse trataba de ocultar sus emociones, pero me di cuenta que se sintió aliviado cuando hablé. —Las cosas son diferentes. Las personas son diferentes. —Vaciló de nuevo y dijo—: Soy rico, soy bien parecido, y mi tía es una novelista muy famosa, así que sé mucho de la gente adecuada.
Me sorprendió como con total naturalidad, Jesse soltó todo esto. No se jactaba, simplemente explicaba algo. Fuera lo que fuese, yo no ganaba popularidad. Creo que Jesse podría decirlo, también, porque sonrió un poco y él mismo explicó más. —En el mundo en el que suscité, eso es lo que importa. La gente no se preocupa por tu personalidad. La mayoría de ellos ni siquiera se molestan en conocerte. Todo es cuestión de lo que piensan que les puede dar.
—Encantador.
Jesse se encogió de hombros de mi sarcasmo. —Así es la vida. Al principio no creía que fuera a ser diferente aquí. Todas las chicas que he conocido eran todas iguales. Incluso Santana, por lo menos un poco. Cuando la encontré por primera vez, todo lo que vio fue el BMW y la sonrisa.
—En realidad, lo que vio fueron tus entrenamientos extremadamente calientes en el garaje cada mañana.
Con un suspiro, golpeé mi mano sobre mi boca. Eso no se suponía que iba a salir de ella.
Jesse se rió una vez, pero me ahorró la humillación de burlas. —Pero tú no —dijo, con mucho tacto, moviéndose a lo largo de la conversación—. La primera vez que te conocí vi...
—¿Un perro asesino armado con pistola que, misteriosamente, sabía mi nombre? —ofrecí, sorprendiendo a los dos cuando sonreí.
Jesse rompió en una amplia sonrisa. —No eres como las otras chicas, Rachel —repitió—. No eres como nadie que haya conocido.
Crucé los brazos con fuerza en mi pecho y apreté mi mandíbula cerrada. Me negué a que Jesse me engatusara a olvidar que me mantenía aquí bajo coacción.
Él  se pasó una mano por el pelo, frustrado porque me callé de nuevo. —No sé cómo actuar contigo —confesó—. La mayoría de las chicas son fáciles, pero no puedo averiguar lo que quieres.
—Eso es porque yo no quiero nada de ti.
Le advertí que no lo hiciera, pero me miró por debajo de sus largas pestañas y me dio la voz a un susurro suave. —Me gustaría que lo hicieras.
—Lo siento. —Me forcé a mí misma a no tirar de mi ropa. Su habitación se está convirtiendo en demasiado caliente—. No sé qué decirte. ¿Excepto que invadiste mi espacio personal, irrumpiendo en mi habitación y, uh, atacándome y manteniéndome rehén? Todos los modos excelentes de asegurarse que nunca pasara.
Pero de repente, ya no me sentía tan enojada por todas esas cosas.
—Por lo menos no rompiste mi nariz.
Irónicamente, darme cuenta de que no me enfadé me hizo ponerme muy, muy enojada. —Sólo porque tenías mis brazos atrapados detrás de mi espalda —gruñí.
—Lo siento por eso, Rach. Nunca lo habría hecho si no hubieras tirado cosas a mi cabeza.
Me encogí de hombros ante su tono seco. ¿Qué esperaba, la simpatía por la nueva protuberancia en la frente? —Lo siento. Es mi reacción natural al ser secuestrada.
Jesse suspiró pesadamente. —Yo no quería hacer esto. —Dejó caer su mirada fija a su regazo y comenzó a recoger los hilos de alfombra de pelusa horrible marrón que cubría su dormitorio—. Es degradante tener que obligarte a hablar conmigo de esta manera.
—¿Entonces por qué lo haces?
Jesse se encogió de hombros y los dejó caer, su máscara de confianza se disolvió finalmente. Se veía igual. —Porque vale la pena si puedo conseguir que escuches lo suficiente como para que no me odies más.
Sorprendentemente, yo casi preferiría al Jesse espeluznante lleno de sí mismo. Al menos sabía cómo sentirme acerca de él. Este nuevo Jesse tan vulnerable era mucho más confuso. Quizás Santana tenía razón. Tal vez fue una locura pensar que Jesse era capaz de matar gente. Pero entonces, se limitó a secuestrarme. Tal vez me manipulaba de nuevo.
Suspiré. —No es que te odie.
Jesse me miró de nuevo por debajo de las gruesas largas pestañas, casi atreviéndose a esperar. Vaya, él sabía tirar en los sentimientos de una chica. En serio, ¿por qué tenía que ser tan caliente?
—No confío en ti —le dije rápidamente—. No eres normal. No bromeé sobre eso. En serio me estás asustando.
—Así que no te gusto —aclaró Jesse—, pero no me odias.
Me encogí en la dureza de la verdad, pero Jesse se recuperó a su estado normal. —Puedo vivir con eso —dijo.
—Bien. ¿Así que me puedo ir ahora?
Empecé a levantarme y Jesse se puso en pie. —No del todo.
—¿Por qué no? ¿Piensas mantenerme encerrada aquí para siempre?
Jesse sonrió. —Sólo hasta que desarrolles el síndrome de Estocolmo.
—Pero acabas de decir que podrías vivir con que no me gustes.
—Bueno, me refería a que podía trabajar con ello, porque aquí está la cosa, creo que estás mintiendo.
—¿Perdón? —Me sorprendió tanto su afirmación que no me di cuenta de que había hecho su camino a través de la habitación hacia mí, hasta que fue demasiado tarde. Di un paso atrás y caí sobre la cama otra vez. Mirándolo, trepé hasta la esquina y tiré con fuerza las rodillas hasta el pecho.
Cuando Jesse se subió a la cama después de mí, me di cuenta de que la esquina no era la mejor idea—él me tenía completamente atrapada.
—Si crees que no te gusto —dijo—, porque estás nerviosa. Además, cuando te toco, no estás exactamente corriendo y gritando.
Para probar su punto, Jesse agarró lentamente mi mano. No me gustaba que esté tan cerca de mí, y me estremecí cuando tomó mis dedos.
Tenía razón, sin embargo. No me aparté. Y totalmente podría hacerlo porque apenas se aferraba a mí mientras pasaba el pulgar sobre la palma de mi mano. Pero no lo hice.
—¿Lo ves? —Llevó mi mano a sus labios y me besó los dedos.
Pellizqué mis ojos cerrados y aspiré con fuerza. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras sentía a Jesse colocar mi mano contra el lado de su cara.
—Eres como yo —susurró Jesse, rompiendo la regla de no usar su voz sexy. Volvió la cabeza y besó el interior de mi muñeca—. No tienes más que miedo.
Él tiró suavemente mi mano, sus labios trazaron mi brazo mientras tiraba de mí hacia él.
—Rachel, mírame.
No podía abrir los ojos. Me sentía extrañamente mareada. Todo mi cuerpo temblaba a pesar de que me sentía increíblemente caliente. —Detente —suspiré.
Jesse retiró obedientemente sus labios de mi piel, pero todavía se aferraba a mi mano. —Vas a ceder tarde o temprano —dijo, enviando con la voz escalofríos aún más a través de mí—. Entre más pronto dejes de luchar contra ello, más pronto verás que no tienes nada que temer.
Cuando dejó de hablar, abrí los ojos. No debería haberlo hecho. Los ojos que encontré mirando hacia mí eran sinceros y hambrientos.
La mirada de Jesse se quedó en mi boca, haciéndome aspirar el aliento. Luego deslizó su mano alrededor de la parte trasera de mi cuello y empezó a guiar suavemente mi cara hacia la suya. Mi cuerpo obedeció sin mi permiso. Al segundo en que sus labios rozaron los míos, un pánico desnudo se estableció en mí —¡Dije basta! —jadeé, empujándolo lejos.
Jesse retrocedió un poco aturdido, y al ver una abertura, reaccioné instintivamente. Me eché hacia atrás y pateé los pies lo más que pude en el estómago de Jesse, golpeando el viento de él. —Eso fue por secuestrarme, idiota —dije, y luego volé a través de la calle a la seguridad de mi propia casa.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
HOLA ;D Ya se que tarde muchísimo en actualizar desde la ultima vez $: Pero empieza un año nuevo y mejor tarde que nunca; Aquí les dejo en capitulo, ojala les guste, que hay mucho St. Berry <3 Comenten si siguen leyéndome y déjenme sus opiniones y sugerencias (; Intentare actualizar pronto, si ustedes quieren… Nos leemos BYE! By: Julietta St. James 
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Mensaje por Wafialex Sáb Ene 04, 2014 3:49 am

Muy buen capítulo actualiza prontooo porfa
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Mensaje por Vane-gLeek Lun Ene 06, 2014 9:22 pm

Ay! No te das una idea lo feliz que me puso ver el fic actualizado!!! DE VERDAD, MUCHAS GRACIAS!  Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 2145353087 Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 2145353087 Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 2145353087 Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 2145353087 ESPERO QUE SIGAS ESCRIBIENDO Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14) - Página 2 1206646864  
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por Julietta St. James Vie Mayo 16, 2014 7:53 pm

Capitulo 10:


Dieciséis. No se sentían diferentes a los quince. ¿Y el 4 de julio? Seguía siendo el cumpleaños más patético. Empezó igual que siempre desde que tuve la edad suficiente para no estar en la guardería en verano.
Mamá y papá entraron a mi cuarto a las siete de la mañana, cantando un muy desafinado feliz cumpleaños. Mamá se sentó al borde de mi cama y me envolvió con sus brazos. —Saldré un poco más temprano del trabajo así podemos ir a la autoescuela antes de que cierre. ¡Tendrás tu licencia antes de que termine el día!
Podría estar emocionada por eso si tuviese un coche para conducir, pensé. Pero no lo dije. Forcé una sonrisa y dije—: Gracias mamá.
—Y nosotros iremos a buscarte un auto mañana por la mañana — dijo papá, empujando a mamá para darme un abrazo él—. Pero mientras tanto, estaré en casa a las seis y saldremos con tu hermana por una cena de cumpleaños y luego veremos los fuegos artificiales. ¿Qué te parece?
Patético. Tampoco dije eso. —Suena bien.
—Ten un buen día, amor —dijo mamá, besándome la frente y levantándose—. Trata de no romper ningún hueso por hoy.
—Tuyos o de quién sean —bromeó papá. Eso me hizo sonreír de
—No te preocupes papá. No tengo a nadie con quien pelear hoy. Los chicos del parque juegan los lunes, miércoles y sábados.
—Feliz cumpleaños muchachita.
Luego de que mis padres se fueran, traté de volver a dormir pero no pude. Me sentía demasiado deprimida. Realmente odio la autocompasión, así que fui a dar una vuelta con el skate para ponerme en marcha. Una buena descarga de adrenalina por lo general me hacía sentir mejor.
Excepto que hacía realmente calor, así que no duré mucho. Puedo tolerar el sudor si estoy en un partido, pero vagar por un vecindario desierto no lo vale.
Cundo volví, me sorprendió ver a Santana en la mesa, ya duchada y vestida. —¿Qué haces ya levantada?
—Brittany vendrá a buscarme en un rato.
—¿Vas a trabajar? —pregunté. Quizás hoy no tendría por qué ser un completo desperdicio. De verdad quería comprar ropa. Especialmente desde que el jersey que vestía se pegaba a mi espalda. —Quizás podría llevarme también, y podrías… —ugh, era doloroso decirle esto—, ya sabes, lo que dijiste. Ayudarme a elegir ropa nueva.
Los ojos de Santana se hicieron tan grandes que casi salieron de su cabeza a su tazón de cereales.
—Olvídalo —dije rápidamente cuando sentí la sangre colorear mis mejillas—. No importa.
 
—No, no, Rach, ¡podemos! ¡Te ayudaré! Pero ahora no puedo. No voy a trabajar. Le prometí a Britt que iría con ella a Lansing. Tienen una parrillada familiar. Vamos a irnos todo el día.
—Oh.
Cuando me giré para subir las escaleras, Santana me detuvo. —Pero estaré de vuelta a las cinco. Podemos ir entonces.
La cara de excitación de mi hermana me asustaba. Nunca se emocionaba por pasar tiempo conmigo. —No puedo —dije—. Mamá me va a llevar a la autoescuela y luego tenemos que ir a la cena en familia y a los fuegos artificiales.
—Oh, sí. —Su entusiasmo ya se había ido—. ¿Es hoy, no?
Genial.
—Sin ofender —dijo—, pero es el decimosexto cumpleaños más patético del mundo.
¿Tenía que restregármelo así? Ya me sentía bastante deprimida. Era difícil no mostrarlo. Me encogí de hombros y me dirigí a las escaleras de nuevo.
—¿Rachel? —Me giré—. Vayamos mañana —sugirió—. Podríamos tomarnos el día e ir a las tiendas. Estoy segura de que mamá y papá nos prestaran el auto. Incluso te dejaré conducir.
Santana me sonrío —una sincera, honesta sonrisa. Quizás la primera real que me había dado alguna vez, pero llena de pena y me hizo sentir peor. —Sí, vale, quizás —dije, sabiendo que no iría pero no queriendo herir sus sentimientos.
Para cuando salí de la ducha, tenía la casa para mí sola. Nada como el sonido de una casa vacía para sobrellevar un mal día. La programación del día lo hizo peor, y rápidamente me di cuenta de que todos tenían razón sobre mis videojuegos. No es que quisiera empezar a asesinar gente ni nada, pero Skateboard Pro 2000 se volvió viejo.
Suspirando, apagué la X-box y me retiré a la ventana para observar a Jesse ejercitarse. Me dije a mí misma que no volvería a hacerlo, pero era  incapaz de mantener esa promesa. Sí, el chico me había arrastrado a su habitación pateando y gritando, pero era raro. En realidad no quería lastimarme. Creo que sólo trataba de explicarme por qué era un fenómeno.
Parecía como si supiese que lo era y estuviera casi inseguro sobre eso. No podía sacarme ese rostro vulnerable, desesperado de la cabeza. Además, no me forzó a quedarme quieta cuando presionó mi mano con su cara. Mi brazo todavía cosquilleaba en donde sus labios me habían tocado. ¿Y cuando sus labios tocaron los míos por ese breve segundo? Ni siquiera fue lo suficientemente largo para que contara como un verdadero beso, pero igual, no podía olvidarlo.
 
No ayudaba que Jesse me ignorara completamente desde entonces. Prácticamente no había mirado mi casa desde que salí corriendo de la suya. Sé que es lo que quería, pero ahora que lo había conseguido me molestaba. ¿Se enojó conmigo por patearlo? Porque eso sería tan injusto, ¡me secuestró!
Mientras más pensaba en Jesse, más aire fresco necesitaba. Salí a encestar algunas canastas en el camino de entrada. No soy la mejor en baloncesto, pero el hockey no sirve para liberar la ira tan bien si no hay nadie a quien golpear.
Me di cuenta de que me convertí en un blanco fácil para otro ataque, pero no me importó. Me negué a esconderme hoy. Luego de que Jesse terminara su entrenamiento, desapareció en su casa y no salió. Ni siquiera miró en mi dirección antes de entrar. Imbécil.
No que necesariamente quisiera su atención, pero ya que mis amigos no estaban, mis padres trabajaban, y mi hermana rechazó la oportunidad de darme un cambio de imagen, el hecho de que mi psicótico acosador, quien sabía que era mi cumpleaños, no quisiera verme, era un golpe bajo.
Si no hubiera sido por el chico de UPS que apareció en ese momento, podría haber ido y preguntado a Jesse cuál era su maldito problema, incluso si terminaba siendo degollada y arrojada al río Detroit.
—¿Tengo un paquete para una tal Raquel Berries?
—Esa soy yo —dije. Y me di cuenta de cómo me había llamado—. ¿Raquel Berries? —gruñí, sabiendo de quién era el paquete sin siquiera tener que verlo—. Idiotas.
—¿Ese es tu verdadero nombre? —preguntó el chico de UPS mientras firmaba por la caja.
—No. A mis amigos les gusta burlarse de mí.
—Oh. Bueno,
—Gracias. —
Esperé hasta que el camión se marchase para ver lo que mis amigos idiotas me habían conseguido en el campamento. Casi me asustaba mirar.
Si se trataba de un grupo de sudorosos suspensorios iban a morir. Me sorprendió tanto la tela blanca y roja en mis manos, que la caja cayó olvidada al piso. No era la campera de las alas rojas lo que me sorprendió, era el autógrafo personalizado del diez veces presente en el salón de la fama de la NHL7, Steve Yzerman, en ella lo que hizo temblar mis rodillas.
“Para Rachel, ¡felices dieciséis! Con amor, Steve Yzerman”.
Leí la inscripción una y otra vez sin poder creerlo mientras me hundía en la vereda. Todavía me sentía tan sorprendida que aterricé en la caja y la aplasté. Cuando la saqué de debajo, vi una nota en el fondo.
 
Rachel,
¡Nunca creerás quién fue nuestro entrenador invitado hoy! Le dijimos sobre cómo no pudiste venir porque te faltaba un escroto y que nos ibas a matar por conocerlo ya que es tu ídolo, y el tipo nos dio esto. ¡Él es lo más! ¡Más te vale que nos consigas un gran auto, ya que nos lo debes completamente!
¡Feliz cumpleaños!
Brody, Blaine y Blake
PD: Yo fui el que le contó sobre ti. ¡Pienso que eso merece el privilegio de sentarme en el asiento delantero de por vida! – Blake
No podía creerlo. ¿A quién le importa si me llamaron Raquel Berries? Los. Mejores. Amigos. Del. Mundo. Ya no estaba enojada. De hecho, sentía que iba a llorar. No lo hice, por supuesto, pero el resto de mi día pasó volando.
Ya no me importaba ni conseguir mi auto, ni tener que cenar y ver los fuegos artificiales con mi familia. Ni siquiera importaba que Santana me hubiera regalado un maldito vestido, o el hecho de que nos hubiera abandonado apenas llagamos al parque dejándome sola con mis padres. Al final, mi cumpleaños, como que apestó, pero no fue el peor que tuve.
Las cosas mejoraron al día siguiente también, porque papá se levantó temprano y fuimos a buscarme un auto. Llevó horas, pero me ayudó a conseguir un gran trato y cuando todo estuvo dicho y hecho, era la orgullosa dueña de un Jeep Wrangler. Negro azabache, puertas y capota removibles… los B estarían muy apretados pero no me importaba. Estaba enamorada.
Incluso Santana se desmayó un poco cuando me detuve en el camino de entrada esa tarde. —Ooh, ¡brillante! —canturreó—. ¡Pongámonos lindas y salgamos por ahí, Rach! Podríamos recoger a Brittany y Quinnl. ¡Sería tan divertido!
—¡De ninguna forma! —dijo papá rápidamente—. Es sábado. No van a ningún lado.
—¡Pero papá!
No estoy segura de por qué la orden llenó a Santana de pánico. Yo, por una vez, lo había esperado —siendo el sábado por la noche la hora feliz de los asesinos en serie y eso. Y además, ¿salir con sus amigas? ¿En qué universo pensó que eso pasaría?
Santana se lanzó a un gran berrinche. Me miró en busca de ayuda, pero simplemente me encogí de hombros. —Son las preliminares de la UFC
—¿Las qué? —preguntó.
Se lo expliqué como si fuera lenta. —¿Las preliminares de la Ultimate Fighting Challenge?
—¡Ugh! —se burló con obvio disgusto—. No tienes remedio.
Papá y yo nos echamos a reír cuando entró pisoteando en la casa.
 
Santana se encerró en su cuarto con el teléfono inalámbrico por una hora y media, pero eventualmente se unió a nosotros en la sala, suspirando a cada rato mientras se pintaba las uñas. —Pensé que iban a ver una pelea —dijo, frunciéndole el ceño a una repetición del SportsCenter en la tele
—No empieza hasta dentro de una hora —dije.
—¿Y sólo se van a sentar ahí y mirar charlas deportivas hasta que empiece?
—Sip —dijimos papá y yo al unísono.
Santana suspiró y pasó a los dedos del pie. Cuando se quedó sin uñas, dijo—: Rachel, dame tus pies.
—No lo creo.
—Está bien. Tus uñas entonces.
—¿Qué uñas? —pregunté. Las mías se encontraban mordidas hasta la cutícula.
—Bien. Déjame peinarte.
—¿Por qué?
—Porque estoy encerrada como una prisionera una noche de sábado y desesperadamente aburrida, y sólo quiero ver como quedaría.
Mi hermana había estado tratando de darme un cambio de imagen prácticamente toda la vida. Nunca pensé que vería el día en el que cedería, pero algo de la mañana anterior —cuando había querido ir de compras conmigo— se me había quedado pegado. No lo sé. Era casi como, bueno, como si le gustara. Como si quisiera ser mi hermana y no sólo mi malvada hermana. Fue lindo de su parte querer hacer mi cumpleaños un poco mejor.
Sabiendo cuán duro debía serle estar encerrada básicamente por ningún motivo, sentí como que le debía algo a cambio. En vez de “piérdete, perdedora”, la miré y dije—: Lo que sea. —Después de todo, tuvo razón sobre la ropa, y no era como si alguien fuera a verme esta noche. No podía doler dejarla hacerlo por una vez, ¿cierto?
En realidad, dolió bastante. Tan pronto como acepté, Santana chilló y me arrastró a su habitación. Hubo mucha cantidad de restregar y tirar y pinchar y empujar involucrados, y luego sacó unas pinzas y fue a por mis cejas. Nunca imaginé que esa cosa de “la belleza duele” fuese literal.
Cuarenta minutos más tarde, Santana declaró que lo único que faltaba era que me pusiese el vestido que me había regalado. Era un vestido de verano con tirantes, hasta la rodilla. —Casual, pero clásico. — Lo había llamado.
Nunca antes había usado un vestido. Le dije que no iba a empezar ahora, pero insistió, diciendo que si no me quedaba me daría el recibo y lo podría cambiar por algo más.
Tras ceder y ponerme la maldita cosa, Santana me llevó a su cuarto a mirarme en su espejo de cuerpo completo. No había permitido que me mirara hasta ahora y tenía miedo.
No lucía tan mal como pensé. Había sido sutil con el maquillaje y el peinado. Todavía me veía como yo, sólo que en una versión más pulcra. Al menos eso fue lo que pensé, pero cuando Santana me arrastró abajo para mostrarles a mis padres, hubieras pensado que me había transformado en Julia Roberts o algo por estilo.
Mamá se emocionó tanto que pensé que se largaría a llorar. Papá en cambio, luego de estar bastante aturdido, frunció el ceño. —Santana—dijo, con un débil suspiro—, ¿es realmente necesario?
—¡Papá! —jadeó Santana.
E incluso mamá se puso en su contra. —En serio, Steve, sé bueno. Se ve hermosa. Rach, te ves fantástica.
Mamá y Santana esperaron a que papá concordara con ellas, pero el sólo se masajeó las sienes como si tuviera un repentino dolor de cabeza.
Casi como el destino quisiera salvar a papá, el timbre eligió ese preciso instante para sonar. Mi mamá contestó y cuando me llamó, mi corazón falló. ¿Quién podría venir a verme? Por primera vez desde que se habían ido, me sentía feliz de que los B no estuvieran aquí. Si ni siquiera mi propio padre podía manejar verme así, no había forma de que ellos pudieran. Probablemente me deshonrarían.
Mamá me llamó otra vez, y papá y Santana fueron a ver quién era, pero no me moví. La única persona que ahora podría estar en la puerta era Jesse. El señor Acuchillador de los Sábados por la Noche en persona. No iba a dejarlo verme toda arreglada y linda como una especie de virgen llevada al altar como un sacrificio.
—Hola, señor Berry. —Escuché decir a alguien.
Reconocí esa voz instantáneamente y me sorprendió tanto escucharla en mi casa que olvidé el vestido que llevaba. —¿Sam? —pregunté, girando en la esquina hacia la sala de estar.
Mi papá le había estado sonriendo a Sam mientras estrechaba manos. Lo conoce bastante bien, ya que había jugado al golf con su padre por años. Pero cuando Sam me vio, soltó la mano y sus cejas se elevaron. Muy arriba. Hizo que mi papá frunciera el ceño en respuesta.
Detrás de Sam estaban Mike y Sebastian. —¿Berry? —preguntó Sebastian, casi cayéndosele el chicle de la boca, su mandíbula colgando abierta.
—Oh, ¡por el amor de Dios! —gruñó papá—. ¿Ves? ¿Ves cuál es mi problema, Karen? ¿Cómo puedes alentar esto?
De repente, el estrés de papá cobró sentido para todos. Mamá suspiró.
—¿Qué hacen aquí? —le pregunté a Sam rápidamente antes de que mamá dijese algo acerca de la pubertad.
—Un par de nosotros nos vamos a juntar para ver las preliminares de la UFC —contestó. Trataba de mantenerse concentrado—. ¿Te apuntas? —Finalmente, no pudo soportarlo y rió—. ¿Qué es eso, Berry?
Señalaba a mi atuendo. —Nada —suspiré—. Me lo iba a quitar. Mi hermana me agarró antes de que pudiera subir las escaleras. —Oh, no, no lo harás. Acabo de pasar cuarenta y cinco minutos haciéndote ver fabulosa. Puedes ir así.
—No voy a ir a la noche de lucha en un vestido.
—Nah, está bien, Berry —dijo Sam, conteniendo la risa—, te ves… —Tenía problemas encontrando una palabra. Tras él, Sebastian y Mike seguían mirándome como si me hubiera crecido un tercer brazo. Cuando Sam finalmente dijo—: Linda. —Ellos rieron disimuladamente. —Entonces —dijo Sam—, vamos. La primera ronda empieza en diez.
—¿Hay lugar para una más? —preguntó Santana.
—¿Para Santana? —Sam sonrió—. Siempre.
Me reí del intento de coqueteo de Sam con mi hermana y me volví hacia ella. —¿Tú quieres ir a la noche de lucha?
—Quiero hacer lo que sea que me saqué de esta casa ahora. Aparte, quiero ver la reacción de todos a mi trabajo.
Miré a papá. Todavía se veía bastante gruñón. —Lo siento, Sam —dijo—. Mis chicas no tienen permiso para salir los sábados por la noche en este momento.
—Oh, sí, señor Berry, entiendo toda la cosa sobre el asesino en serie. Por eso traje a los chicos conmigo. —Sebastian y Mike hincharon el pecho cuando Sam los señaló, tratando de verse duros—. Somos tres.
Iremos directamente allí,  Santana y Rachel nunca estarán solas, y habrá padres en casa. Luego las traeremos directamente de vuelta. Prometo que nunca las perderé de vista.
No es que no apreciara el intento de fuga, pero me sorprendía que los chicos estuvieran dispuestos a hacer el esfuerzo.
Papá sacudió la cabeza obstinadamente. —No lo creo…
—¡Mamá!
Santana miró a mamá desesperadamente y, para mi sorpresa, ésta le respondió con una mirada conocedora. —¿Steven? ¿Puedo hablar contigo en la oficina?
Oh, genial. Ahora mamá será tan mala como Santana con la cosa de emparejarme.
Cuando mis padres se fueron, Sam se echó a reír. —Vaya, no bromeabas cuando dijiste que tu papá estaba asustado con lo del asesino en serie.
—Sí, y no están ayudando en nada quedándose boquiabiertos, idiotas —dije—. ¿Demasiado babosa?
Por una fracción de segundo, Sam pareció sorprendido, pero rápidamente hizo una mueca. —No te halagues a ti misma, Berry. Se necesita más que un vestido para excitarme.
Ahí fue cuando mis padres regresaron. Mamá se veía presumida.
Papá vencido. —¿Habrá supervisión adulta? —preguntó, y Sam asintió—. ¿E irán directamente allí? —Volvió a asentir.
Papá se mantuvo durante unos segundos, incluso cuando era bastante claro que había perdido la pelea. Finalmente, suspiró. —Las quiero en casa a medianoche —nos dijo a Santana y a mí—. Y llévate el teléfono de tu hermana. Quiero que me llames cada hora.
Mientras papá seguía con sus instrucciones, me pregunté cuánto era por el asesino y cuánto por el vestido.
—¿Y tienes el spray de pimienta que te di?
—Steve —dijo mamá, poniéndole fin al discurso—. Estarán bien.
Sam puso el brazo sobre mis hombros. —Cuidaremos de ella, señor Berry.
Papá frunció más el ceño y miró a Santana. —Esto es culpa tuya — acusó. Definitivamente era el vestido—. Es tu responsabilidad.
Santana entendió el significado, al igual que yo. —No te preocupes, papá —dijo orgullosamente—. Sé lo que hago.
Papá miró el brazo de Sam y murmuró—: No eres la que me preocupa.
Luego de que papá se fuese de nuevo, Sam preguntó—: ¿Qué fue todo eso?
Lo miré como si fuera idiota y quité su brazo.
Santana rodó los ojos y dijo—: Es la niña de papá. Está teniendo un momento duro adaptándose a la nueva y mejorada Rachel.
—No es el único —murmuró Sebastian.
Le di un codazo en el estómago tan fuertemente como pude en mi camino a la puerta, forzándolo a inclinarse. —¿Qué tan duro fue eso, pervertido?
De camino, Santana convenció a Sam para que pasáramos por casa de Quinn. Traté de decirle que Quinn, quien era incluso más popular que Santana, nunca aceptaría ir a una noche de pelea con unos juniors, pero insistió. Por supuesto, Sam no discutiría si eso significaba aparecerse con ambas,  Santana y Quinn.
Cuando llegamos, Santana me arrastró fuera del auto. —¿Para qué me necesitas?
—Porque incluso si no quiere venir, me gustaría que te viese. No creía que pudiera hacerte ver linda.
Santana golpeó la puerta, esperó dos segundos y se dejó entrar. —¡Quinn! —gritó a la casa oscura—. ¡Estamos aquí!
—¿Qué quieres decir con “estamos aquí”?
Ahí fue cuando se encendieron las luces y alrededor de cien mil personas salieron gritando—: ¡Sorpresa!

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HOLA ;D Tarde mucho en actualizar, Lo siento! No se si alguien siga leyéndome s: Lo comprobare con esta actualización inesperada xd Comenten si siguen leyéndome y déjenme sus opiniones y sugerencias (; Si ustedes quieren y siguen este Fic… Nos leemos. (En el siguiente capitulo se narra la fiesta sorpresa para Rachel *-*)
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por Wafialex Dom Mayo 18, 2014 5:08 am

Porfis sí continuarlo, tenías mucho sin actualizar
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por franciscagleek Vie Mayo 23, 2014 8:11 pm

ooooh!!!! lo ameeee T.T
porfaa actualiza ;)
esta muy bueno tu fic
lo amo desde el principio <3
franciscagleek
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por Julietta St. James Mar Jun 03, 2014 5:36 pm

Wafialex escribió:Porfis sí continuarlo, tenías mucho sin actualizar
Hola (: Que emoción me da saber que aun hay gente leyendome *o* Muchas gracias por comentar; Prometo actualizar mas seguido ((: SALUDITOS.
franciscagleek escribió:ooooh!!!! lo ameeee T.T
porfaa actualiza ;)
esta muy bueno tu fic
lo amo desde el principio <3
Hola :3 Que bueno que te gusta *0* Es un honor que me leas y que te guste tanto :D Te aseguro que voy a actualizar con mucha mas frecuencia; Ver comentarios me motiva C: SALUDITOS. 


Capitulo 11:
Sorprendida no comenzaba a cubrirlo. Era tan inesperado que ni siquiera supe lo que pasaba hasta que mi hermana se volvió hacia mí con cara expectante diciendo—: Sé que no querías una fiesta, pero te veías tan triste ayer, ¿Cómo no iba a hacerlo?
—¿Me hicieron una fiesta sorpresa? —le pregunté, todavía sin creérmelo bastante.
—Tuve que hacerlo. Son tus dulces dieciséis. No podía dejar que fuera sólo la cena y los fuegos artificiales con tus padres. ¿Qué clase de hermana mayor sería?
A medida que la conmoción se desvanecía, me di la vuelta. Sam, Sebastian, y Mike habían llegado a la puerta detrás de mí y me observaban con expresiones bastante divertidas. —¿Sabían sobre esto? —pregunté.
—No nos dijiste que era tu cumpleaños —dijo Sam, sonriendo.  Sebastian, y Mike parecían tan orgullosos de haber mantenido en el secreto—. Santana me encontró en los fuegos artificiales anoche.
Volví a mirar a Santana, incrédula. —Pero no sólo invité a todos mis amigos —dijo, a la defensiva—. ¿Ves? Tengo a Sam ayudándome a obtener a tus amigos aquí también.
Finalmente, miré alrededor de la habitación y de seguro todos los chicos del parque se encontraban allí. Incluso Puckerman. Y se veían muy emocionados de que me hubiesen sorprendido por mi cumpleaños. Era un poco abrumador. Quiero decir, sabía que éramos amigos y todo, ¿pero una fiesta sorpresa? ¿Y Sam, Sebastian, y Mike pasando por todos los problemas para tenerme aquí? No me di cuenta que era tan querida.
—¿Y? —preguntó Santana nerviosamente. Creo que tenía miedo de que estuviera enojada con ella—. ¿Qué te parece?
Seguía mirando al mar de gente sonriéndome y sentí este bulto extraño en mi garganta. —Creo que ha sido bastante genial por tu parte, San —admití. Y luego, porque sentía como si estuviéramos acercándonos peligrosamente a una especie de momento-unión de hermanas, añadí—: A excepción de la parte donde me engañaste para meterme en un maldito vestido.
Todo el mundo se echó a reír. —Y es por esto que amamos a Rachel—dijo Sam, cepillando la mano sobre mi cabeza y erizándome el pelo.
Esa debió haber sido la señal para que la fiesta comenzara, porque todo el mundo dejó de prestarme atención y comenzó a mezclarse. Golpeé la mano de Sam y se rió de nuevo. —Feliz cumpleaños, Berry —dijo, y luego desapareció entre la multitud.
Tan pronto como se fue, comencé mentalmente a contar. Cinco... Cuatro... Tres...
—¡Oh, Dios mío, Rach, Jesse tenía razón sobre ti y Sam! Son tal para cual.
Le di demasiado crédito. La próxima vez tendría que empezar por el tres.
—Uh, Jesse no dijo que fuésemos el uno para el otro, sino que éramos muy amistosos. Y, sí, tenía razón, somos amigos.
—Pero podrían ser algo más. Estoy segura de ello. No creo siquiera que tomase mucho.
—Creí que era todo sobre Jesse —argumenté sólo por motivar la
—Pero, Rachel, ni siquiera te gusta Jesse, y tienes razón, es un poco escalofriante.
Eso me sorprendió. —¿Por qué lo dices?
—Fui a invitarle esta mañana a la fiesta y lo encontré enterrado en una pila de libros acerca de trastornos de personalidad. Le pregunté si quería ayudarme a planear la fiesta y dijo que estaba demasiado ocupado. Cuando le pregunté qué hacía, dijo: "Averiguando cómo hacer que Rachel caiga por mí”.
—¿Qué?
—Lo sé, ¿cierto? Pienso que habría sido súper-romántico si no estuviese leyendo un libro sobre sociópatas cuando lo dijo.
No sé qué me pareció más inquietante, que Jesse tratara de averiguar  cómo hacer que cayese por él, o que buscara consejos de Hannibal Lecter.
—Pero Sam —continuó Santana, regresando mi atención de nuevo—, es perfecto. Es cierto que no es tan Zac Efron como lo es Jesse, pero sigue siendo bastante lindo y súper-popular. Además ya se gustan el uno al otro. Sólo necesitan un empujón en la dirección romántica.
Suspiré y Santana comenzó a hacer pucheros. —¿Por favor?
—Puedes tratar todo lo que quieras, pero no funcionará. Sam y yo sólo somos amigos.
Santana lo tomó como luz verde para jugar a los casamenteros. Chilló y salió corriendo vertiginosamente. Cuando desapareció, suspiré de nuevo.
—Vaya, parece determinada.
La declaración fue hecha con tanta naturalidad que respondí de forma automática. —Cuando Santana entra en modo casamentero, simplemente no se la puede detener.
—¿Así que cómo hago para colarme en su lista de candidatos viables? ¿Y amablemente podrías señalar mi competencia?
Eso me hizo girar. —¿Finn? —pregunté, sorprendida de ver al mujeriego de la fiesta de la semana pasada. Su rostro se iluminó considerablemente cuando lo llamé por su nombre.
—Te acuerdas —dijo—. Me alegro.
Me sonrió tan cursimente que no le pude encontrar en lo más mínimo impresionante. Una vez señaló Jesse cuán jugador era este tipo, era fácil de ver.
Sonreí ante la idea de Jesse casi peleándose con Finn la semana pasada. Me sentía tan enojada, pero retrocediendo, lo que hizo fue realmente muy dulce.
¿Jesse? ¿Dulce? ¿De verdad dije eso?
 
—Me alegro de haberte encontrado —dijo Finn, colocándose a sí mismo en mi línea de visión de forma que tuviese que mirarle—. Realmente no tuvimos la oportunidad de hablar la última vez.
—¿Cómo me has encontrado, de todos modos? Santana no sabe quién eres.
—¿Así que preguntaste por mí?
Finn lucía tan contento con esto que era casi divertido estallar su burbuja. —No. Santana me preguntó sobre ti después de que nos viera
—¿Y qué le dijiste?
Me encogí de hombros. —Lo que sabía. Que eras algún chico llamado Finn.
Hablando de Santana. ¿Dónde diablos había ido? Con seguridad pensé que ya habría vuelto arrastrando a un temeroso Sam tras ella.
Empecé a buscarla entre la multitud. En lo más profundo de mi cerebro registré que Finn me pedía algo, pero no pude responderle porque divisé a Jesse en la habitación. Hablaba con una chica que reconocí de la escuela, pero parecía estar prestándole la misma atención a ella que yo a Finn.
No sé por qué di por sentado que Jesse no estaría aquí. Santana dijo que lo había invitado. Mi corazón aleteó ansiosamente. O tal vez fue mi estómago retorcido sobre sí mismo a la vista de él. Tan difícil de saber con Jesse. Ambas reacciones eran igual de probables.
—Veo que el gran hermano está aquí de nuevo —gruñó Finn, asustándome. Me había seguido y ahora miraba a Jesse tan duramente que tuve que sonreír.
Jesse nos sintió observándolo y levantó la vista. La falta de vida que vi en sus ojos me confundió. Oh, me miró fijamente, igual que siempre, pero no había chispa, ni rastro de deseo, o incluso el peligro que por lo general solía haber. Bueno, no hasta que vio a Finn. Entonces hubo mucho peligro. Él y Finn parecían un par de pitbulls enjaulados listos para desgarrarse las gargantas entre sí.
No es que sea naturalmente vengativa ni nada, pero no pude resistirme a la idea tan simple que me llegó. —Bueno, me preguntaste quién era tu competencia —le dije a Finn, luego le sonreí a Jesse tan dulcemente como pude.
Pensé que a Jesse no le importaría que estuviera usándolo, desde que era un intento por deshacerme de Finn. Era un tipo muy fuerte y no hacía falta ser un genio para ver lo que hacía. Pero cuando le saludé amistosamente y gesticulé las palabras—: Hola Jesse. —Se sorprendió. Me devolvió la sonrisa y comenzó a venir.
¡Oh, genial! No quise realmente animarlo. Ahora lo mejor que podía hacer era esperar a que se mataran el uno al otro, lo que terminaría con la fiesta y me permitiría regresar a casa para ver la pelea de la UFC.
Sin embargo, antes de tener que lidiar con ese problema, Santana regresó arrastrando a Sam. —¡Rach, aquí estás! He estado buscándote por todas partes. —Me dio una mirada que sugería que no estaba contenta de verme allí parada con otro tipo.
Sam miró a Finn curiosamente también, pero no fue tan sutil con sus pensamientos como Santana. —¿Otro hombre con el que no estás saliendo, Berry?
—¿Persiguiendo a mi hermana por ahí como un perrito faldero, Holcomb? —respondí de vuelta.
—Oh, chicos —dijo Santana sonriendo. Nadie podría haberse perdido cómo se interpuso entre Finn y yo, y por consiguiente cómo me empujó hacia Sam—. ¿Quién es tu amigo, Rachel?
Tras presentarles a regañadientes, Santana dijo—: Así que, Finn, ¿Cómo es que nunca te he visto por la escuela?
—Soy un senior en Stevenson High, Livonia.
—Oh. ¿Así que a quién conoces de Canton?
—Bueno, me gustaría conocer a Rachel mejor —dijo—. Prácticamente me robó el corazón cuando le rompió la cara a ese tipo en el lago la semana pasada.
Con eso, Sam se echó a reír. —Sí, tiende a hacer eso.
—¿El qué, robar corazones o golpear personas? —preguntó Finn.
Le eché un vistazo a Sam, sorprendentemente curiosa de su respuesta, pero sólo le sonrió con complicidad a Finn y dijo—: Buena suerte con esta. —Dejando caer su brazo por encima de mi hombro.
Santana tenía que estar amando esto.
—Hablando de golpear gente —murmuré.
Sam se alejó de mí, levantando las manos en señal de rendición. —Está bien. Tranquila, Berry. Sólo estoy jugando.
—Tu último pasatiempo favorito. Pero hablaba de la pelea. ¿Podemos proseguir con el plan o qué? Estoy segura de que hay una gran pantalla por aquí en alguna parte.
Más como una pequeña sala de cine. Los padres de Quinn eran propietarios de una de las casas más grandes en Canton. Lo que hizo que la casa del lago con el barco y las motos de agua luciera poco impresionante.
—¿Qué pelea? —preguntó Finn.
Sam respondió antes que yo. —Las preliminares de la UFC.
—¿Son esta noche?
—Sí —dije—. Y nos las estamos perdiendo, ¿Así que por qué no van los dos a ver si podemos encenderla?
 
Finn empezó a decir algo, pero Sam me dio un saludo burlón y dijo—: La chica del cumpleaños ha hablado.
Le di mi propio saludo especial mientras Finn era arrastrado en busca de Quinn. Antes incluso de que estuviesen fuera de mi vista, Santana se aferró a mi brazo, saltando arriba y abajo. —¿Viste eso? ¡Coqueteaba contigo totalmente!
—Eso no fue coqueteo. Eso fue Sam haciendo lo que mejor hace, darme mierda.
—No creo, Rach. Es obvio subconscientemente, Sam está por ti. Pero escúchame, si vamos a hacer que esto suceda, realmente tienes que deshacerte del hombre musculoso. ¿Qué hace aquí, de todas formas?
—¿Cómo voy a saberlo? No es como si lo haya invitado. Ni siquiera sabía acerca de esta estúpida fiesta.
La cara de Santana cayó y al instante me sentí como un idiota. Lo que era sorprendente, porque normalmente no me sentía mal por ser grosera con Santana. Pero lo que fue aún más sorprendente es que pedí disculpas.
—Lo siento —dije, sorprendiéndonos a ambas—. No quise decir que la fiesta fuese estúpida. Estoy molesta por Finn. Oh, bueno, ya sé. ¿Por qué no vas a encontrarle a alguna chica para mantenerlo ocupado?
—Oh. Buena idea. Ahora, no más coqueteo con nadie más.
—No estaba… —Fue inútil. Santana ya se había ido.
Por el lado positivo, ya no estaba. Y Sam tampoco. Y lo mejor de todo, FInn igual. Me dejé caer en una butaca vacía con un suspiro agotado, y cerré los ojos, disfrutando del tiempo a solas. Pero sólo tuve un momento de paz.
—Te dejaste el pelo suelto.
Sólo una voz podía hacer que mi corazón aumentara la velocidad y levantara los pelos de mi cuello al mismo tiempo. Abrí los ojos y Jesse me miraba con esa familiar azul-profunda penetrante mirada.
—Santana me arregló —murmuré, maldiciéndome por sonar tan nerviosa como de repente me sentía.
Jesse se sentó en el brazo del sillón, observándome de tal forma que me hizo sonrojar. —Me gusta —dijo—. Mucho.
Extendió la mano para tocar mi cabello y retrocedí con tanta violencia que lo sobresaltó. En un instante su cara se volvió agria. —¿Cuál es tu problema? —espetó.
—¿Mi problema? —Oye, si alguien se cabreaba conmigo, yo lo hacía con él también, pregúntale Puckerman. No lo puedo evitar. Supongo que ni los posibles asesinos psicópatas eran una excepción a mi manejo de la ira.
—Tú eras la que me sonreía amistosamente hace un minuto.
—Eso no significa que quiera que me toques. ¡Caray, Jesse! Sólo hice eso para molestar a Finn y que me dejara en paz.
Jesse reprodujo la escena en su mente y pude ver el momento exacto en el que se dio cuenta de que era cierto. Su ira había desaparecido, y, al igual que hace un minuto con Santana, de repente me sentí como una especie de idiota mundial. Excepto que no sólo dañé un poco sus sentimientos, los rechacé.
Me dio esa despreciante, amarga mirada que me hizo sentir tan atormentadamente culpable que no pude dejarlo marchar. Cuando empezó a alejarse, salté y agarré su muñeca. —Jesse, espera. Lo siento, ¿de acuerdo?
Jesse me miró, pero se calmó al instante en que le toqué. Pude sentir la forma en que sus músculos se relajaron bajo mis dedos. Cuando bajó la vista hasta mi mano le solté, pero intenté sonreír sinceramente. Probablemente parecía más una mueca.
Me miró por un largo instante como si fuese doloroso y luego perdió cualquier debate interno que había estado teniendo. —Aquí —dijo hoscamente. Sacó un pequeño regalo envuelto desordenadamente de su bolsillo—. Feliz cumpleaños.
—¿Un regalo? —Me había conseguido un regalo. Me sentía conmocionada y sorprendentemente halagada—. Jesse, no deberías haberte…
—Simplemente acéptalo —dijo, regresando al modo ira—. No creo que mi ego pueda manejar otro rechazo de tu parte.
Ahogué un grito. Me sorprendió que me hubiese entendido mal. Por lo general, me leía como a un libro abierto.
—No, no quise decir eso así. Estoy sorprendida. No tenías por qué darme algo.
—¿Sorprendida? ¡Eres la persona más testaruda que he conocido jamás! —Su rostro comenzaba a ponerse rojo, estaba tan frustrado—. Rachel, no debería ser sorprendente que quiera hacer algo bueno por ti en tu cumpleaños. No entiendo por qué me odias tanto.
Para ser tan misterioso, no podía ocultar sus emociones. Este vulnerable, consciente de sí mismo chico que conocí en su dormitorio regresó, y trataba de luchar contra mis rechazos constantes. Psicosis o no, algo en su cara, y no sólo porque fuese hermosa, me dio ganas de hacerle sentir mejor.
—Me ha chocado un poco —dije lo más suavemente que pude—. Estoy tratando aquí. —Elevé la mano y Jesse dejo caer vacilantemente el paquete en ella. Mientras arrancaba el papel, me obligué a ser extra educada. No que fuese muy buena en ello, como mi madre siempre andaba señalando—. Fue muy amable de tu parte, Jesse. Gracias.
Me sorprendió lo que encontré en mi mano. Jesse me había dado una pequeña navaja suiza del ejército, rosa, para llavero. —No te defenderá de un asesino en serie —dijo—. Pero puede venirte bien, y todo el mundo necesita un buen llavero para tu primer juego de llaves.
No pude evitar la sonrisa que se deslizó por mi cara. El rosa era el contraste perfecto para mi Jeep negro brillante, y, en realidad, el regalo era sorprendentemente reflexivo.
—Vi el Jeep estacionado frente a tu casa esta noche. Es tuyo, ¿no?
Mi sonrisa se hizo aún más grande.
—Es una belleza —dijo Jesse—. Pero no creo que tus amigos estén muy contentos cuando vean el espacio para las piernas en el asiento
Mis ojos destellaron en Jesse y tras un instante, sonreí. —Entonces que caminen.
Jesse y yo nos reímos, pero en cuanto me di cuenta de que actuábamos como personas normales, me negué a hablar de nuevo. No podía evitarlo. Cuando ya no pude mirar a Jesse, regresé la atención a la navaja. Empecé a sacar todos los aparatos y pinzas, un palillo de dientes, tijeras, lima de uñas, y por último, una pequeña cuchilla. Pensé en los diferentes cuchillos del garaje de Jesse. Éste no parecía peligroso como los que tenía. Éste era lindo.
—Sé que no es un jersey autografiado ni nada —dijo Jesse, sonando asombrosamente consciente de sí mismo—. Iba a conseguir pases de temporada para los Red Wings, pero mi tía me sugirió comenzar desde más abajo.
Sonreí, pensando que Jesse bromeaba sobre los pases de temporada, pero cuando levanté la vista no pude realmente asegurarlo. Empecé a decir “Es perfecto", pero luego me di cuenta de lo que había dicho. —¿Cómo hiciste para saber sobre el jersey?
Jesse se encogió de hombros. —Te miraba desde mi cuarto. Me imaginé que la sudadera estaba autografiada cuando casi perdiste el conocimiento.
—¿Me espiabas? —pregunté, olvidando que Jesse era sorprendentemente sensible. También ignorando el hecho de que le había estado espiando prácticamente todos los días. En un intento de suavizar el golpe, le dije—: Me sorprende que no vinieras a saludar.
Jesse pateó la alfombra debajo de su zapato. —Quería, pero dejaste bastante claro la última vez que hablábamos que no disfrutas de mi compañía. —Su voz era repentinamente amarga de nuevo.
—Eso no es justo, Jesse. Me secuestraste. Me arrastraste a la fuerza en tu casa y me encerraste en la habitación. ¡Me sentía aterrorizada! Era como dijiste, pudiste hacerme cualquier cosa que quisieras. Obviamente no podría haberte detenido.
El rostro de Jesse palideció. —¡No piensas eso! —Se quedó sin aliento. No llegué a entender su reacción. Era como si ni siquiera hubiese considerado la posibilidad de que tuviese miedo de él—. No te habría herido, Rach.
Se veía tan absolutamente horrorizado por ese pensamiento que me costó admitir la verdad. —No se sintió de esa manera. 
Jesse empezó a ponerse verde, y la única cosa que pudo decir fue—: Lo siento
Lo decía en serio. Sin duda lo sentía. No lo comprendía, pero me hizo sentir mejor. Tenerle menos miedo de alguna manera. Tal vez fui un poco ruda con toda la acusación del Acuchillador de los Sábados por la Noche. Nadie tan triste como por el hecho de darme miedo podría ser el asesino.
Bueno, no podía dejarlo viéndose y sintiéndose de esa forma, así que me alejé de la multitud y me senté en las escaleras. Le hice señas a Jesse para que me acompañase. Era renuente a hacerlo, pero cuando cedió finalmente, se sentó tan cerca que no dejó espacio entre nosotros. Lo dejé pasar. —Jesse —suspiré—. No es que te odie, porque no, no es eso.
—¿Entonces?
—No sólo me pones nerviosa, me asustas hasta la mierda. No bromeaba cuando dije que hay algo mal contigo. Estás muy avanzado, no pareces tener ningún concepto del espacio personal, y haces cosas como entrar en mi habitación y secuestrarme. Le gente, la gente normal, no hace las cosas de esa manera.
Jesse frunció el ceño, así que me apresuré a decir—: Pero no te odio.  Lo digo en serio. Si pudieras simplemente bajar el nivel, probablemente podríamos ser amigos. ¿Como ahora? Esto no es tan malo.
Jesse se animó con la tenue esperanza que le acababa de dar. —Puedo hacerlo —prometió.
La determinación en su voz me pilló con la guardia baja. Cuando hicimos contacto visual, algo pasó. No creo que ninguno se diera cuenta de lo cerca que estábamos entre sí, pero de pronto se vio atrapado en un momento que no pudo resistir, y yo en uno del que no podía escapar.
Esto es todo, pensé mientras la respiración de Jesse comenzó a acelerarse. Mi primer beso. No había forma de detenerlo. Creo que él lo intentó porque susurró mi nombre, como si no pudiera evitarlo, cuando empezó a inclinarse, casi como si me rogara que rompiese la conexión. Pero no podía.
Al final fue Santana la que nos regresó. —Rachel —gritó desde el otro lado de la habitación. Su voz hizo añicos el momento entre nosotros. —Rach, ¿dónde estás? Tu estúpida pelea está comenzando. ¿Alguien ha visto a la chica de cumpleaños?
Casi salté de mi piel y le llevó a Jesse un segundo sacudirse de su aturdimiento. No estaba segura de si estar decepcionada o aliviada. Es decir, ¿realmente quería que mi primer beso fuese con alguien que me daba miedo? ¿Alguien que muy bien podría estar matando a chicas inocentes en su tiempo libre? ¿Alguien al que realmente le gustaba, y que seguía y seguía intentándolo duramente a pesar de mis desprecios? No tenía ni idea.
—¿Dijo lucha? —preguntó Jesse, rompiendo mis pensamientos.
Me alegré por el tema seguro y asentí. —Sí.
—¿Las preliminares de la UFC? —preguntó Jesse entusiasmadamente de esta manera realmente adorable—. ¿Te gustan las peleas?
—Debí suponer que eras un gran fan de la UFC —dije—. Por tal y como golpeas el saco de tu garaje.
—Tuve la oportunidad de entrenar con Georges St. Pierre el año pasado. Me metió bastante en ellas.
Jesse se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero déjame decirte, entrenar con Georges St. Pierre no es no gran cosa. —¡De ninguna maldita manera! ¡Eso es increíble! —Me levanté y comencé a arrastrarle a través de la casa en busca de la pelea. Ahora entiendo por qué me encanta tanto verte trabajar.
Jesse se detuvo bruscamente y levantó una ceja. Me tomó un segundo para averiguar cuál era su problema, pero entonces mi mandíbula cayó. —No lo hice. —¡No acababa de decir eso en alto!
—Sabes, Rachel —dijo Jesse, sin molestarse en ocultar lo mucho que disfrutaba de este momento—. No tienes por qué observarme desde tu dormitorio. Eres bienvenida a unirte en cualquier momento. Estaría encantado de mostrarte algunas cosas.
No podía pensar en nada que decir. Me quedé allí, luchando contra el impulso de enfermar hasta que Jesse ya no pudo contener más la risa. —Vamos —dijo, tirando de mi mano—. Te comentaré el detrás-de-las-escenas.
Cuando llegamos a la sala de grabación, en la cual Sam ya estaba repantingado, seguía sintiéndome más allá de mortificada. Luego, para empeorar las cosas, tanto Santana como Sam inmediatamente se centraron en la mano. O, con más precisión, en cómo seguía aferrada a Jesse.
—He encontrado a otro fan de la UFC —expliqué, soltando la mano de Jesse como si fuera una patata caliente.
No pude leer la expresión de Sam, pero la mirada en el rostro de Santana fue de sorpresa y molestia. Después de echarme un rápido vistazo, sonrió enormemente. —¡Jesse! ¡Estoy tan contenta de que lo hicieras!
Santana le saludó con un abrazo y de alguna forma se las arregló para colocarse entre los dos cuando lo soltó. —¿Así que sabes sobre lucha? —le preguntó. Cuando se encogió de hombros, tejió su brazo con el de él—.¡Bien! Porque estoy tan perdida. Necesito a alguien que me lo explique.
Jesse me lanzó una mirada inquisitiva, pero simplemente rodé los ojos con simpatía. Sabía por qué Santana actuaba toda coqueta con él, pero no quería explicarle su plan de casamentera. Especialmente no con Sam sentado justo aquí.
Por supuesto, resultó que no tuve que explicarle nada a Jesse, porque cuando Santana le arrastró al sofá con ella, "accidentalmente" me chocó, empujándome directamente a Sam. La habría matado si no estuviera completamente preocupada por el hecho de que ahora estaba en el regazo de Sam. Um, sí, eso no fue un poco torpe ni nada.
—¿Alguien coló un barril y no me enteré? —Se rió Sam mientras me deslizaba en el asiento vacío junto a él—. Porque estoy bastante seguro de que por lo general tienes más coordinación que eso, Berry.
—No me caí, imbécil. —Me apoyé en Sam para mirar a Santana—. Me empujaron.
—Caray, Rachel. Fue un accidente. Lo siento. ¿Importa tanto?
Bien, así que no fue un accidente. Santana no era exactamente la reina de lo sutil y era obvio para Jesse lo que acababa de hacer. Lo sabía, porque la miraba más duramente de lo que jamás había visto. Y eso ya es mucho decir, teniendo en cuenta todas las veces en las que le había llamado psicópata a la cara.
Pero al menos, Sam parecía completamente ajeno a todo. —Sí, ¿qué te pasa esta noche, Berry? Estás de tan mal humor. Siéntate y relájate
Sintiéndome algo derrotada —simplemente no del todo bien— me hundí en el sofá con un largo suspiro. El problema de esto fue que Sam había apoyado el brazo en el respaldo y cuando me recosté, mi cabeza se posó en él. Ahora bien, para alguien que no lo supiera mejor, podría interpretarse como que estaba abrazada a él, pero volverme loca y moverme me haría quedar como un idiota, así que me quedé donde estaba y dejé que Sam lo moviese. Extrañamente, no lo hizo.

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Les dejo un nuevo capitulo (; Ojala les guste; Hay mucho St. Berry, pero creo que también hay algo de Samchel (: Disfrútenlo. Déjenme sus comentarios y opiniones. Yo los leo muy pronto. Besos :3
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por franciscagleek Miér Jun 04, 2014 8:30 pm

+.+ casi mueroo!
esa santana 77 por que tenia que interrumpir ese momento??? xD
yo queria que se besaran T.T
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igual me gustaria samchel pero prefiero que se quede mil veces con jesse <3 <3
amo tu fic :D
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por Wafialex Jue Jun 05, 2014 12:36 am

Jesse y rachel <3
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Activo Serial Hottie (Xover) Capitulo 12 (ACTUALIZACIÓN 19/06/14)

Mensaje por Julietta St. James Jue Jun 19, 2014 6:42 pm

Capitulo 12:
No pasó mucho tiempo antes de que la sala de grabación se llenara con entusiastas observadores de lucha. Incluso Santana había chillado en miedo o repugnancia cada vez que había un golpe asombroso. La única persona incapaz de ser absorbida en la lucha era suya verdaderamente. Así es, yo. La persona que pidió encenderla en el primer lugar.
Y, ¿sabes por qué no puedo relajarme y disfrutar? Sam, ese es el por qué. Sam y su estúpido brazo que aún no se había molestado en mover. Quiero decir, dejándolo allí era básicamente como ponerlo a mí alrededor. Ya sabes, algo así.
La estúpida cosa tenía que estar dormida por ahora, así que ¿Por qué no lo había movido? ¿Significaba eso que Sam quería su brazo a mí alrededor? ¿Quería el brazo de Sam alrededor mío? ¿Qué pensaría Jesse sobre esto? Y, ¿Por qué en la Tierra me importaba lo que Jesse pensara de esto?
Si Santana tenía razón y Sam me gustaba, entonces debería estar feliz por eso. ¿No debería? Quiero decir, él es la mejor—más segura—opción. Excepto que Jesse no es una opción, es un psicópata. ¿No es así?
Y, de nuevo, ¿Cómo en el mundo Jesse consiguió entrar en este debate? Esto se suponía que era sobre Sam y su estúpido brazo. Salvo que Jesse y yo habíamos hablado y era casi normal, así que ahora me sentía completamente curiosa de hablar con él de nuevo.
Ya sabes, sólo ver si podía ser semi-normal dos veces seguidas. No porque me gustara o algo así. Está bien, voy a admitir que estaba obsesionándome con esto, pero al menos no fue por mucho tiempo. Solamente habíamos tenido la pelea por tal vez diez minutos, cuando Quinn entró en la sala de grabación y apagó la televisión, alegando que la pelea arruinaba la fiesta. Ignoró todas las airadas protestas giró en algún estúpido remix de baile de alguna, incluso más estúpida, canción pop. Luego, tomó al tipo aceptable más cercano y comenzó a bailar con él. Varias de las otras chicas hicieron lo mismo y pronto lo que antes se asemejaba a una noche de pelea ahora parecía más una fiesta de baile. En serio, todo lo que necesitaba era una máquina de humo y una luz estroboscópica.
Santana se levantó para unirse a la fiesta y Jesse se levantó con ella.
Creo que iba a invitarme a mí a bailar porque me miraba directamente a los ojos cuando empezó a tender su mano, pero antes de que pudiera decir algo, Santana deslizó su brazo por el suyo y dijo—: Vamos, Jesse. ¿Por qué no me muestras cómo bailan en California?

Ese destello familiar de odio barrió el rostro de Jesse tan rápido que Santana se lo perdió. Yo no, sin embargo, así que asentí con la cabeza (alentadoramente, esperaba) y modulé—: Sólo ve.
Jesse no parecía feliz, pero dejó que Santana lo llevara.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Sam cuando ya se habían ido.
—Nada —dije—. Santana sólo metía su nariz donde no le incumbe y esta vez va a estallar en su rostro si no tiene cuidado.
—¿Santana entrometida? —Sam se rió—. ¿En cuáles asuntos, exactamente?
—Míos, por supuesto, como siempre. Y en los de Jesse. Y ahora en los tuyos también.
—¿Míos? —preguntó Sam—. ¿Cómo está Santana entrometiéndose en mis…?
La voz de Sam se fue apagando mientras se daba cuenta de que éramos las únicas dos personas que aún se encontraban sentadas en el sofá y que no estábamos sentados exactamente en extremos opuestos. Me reí cuando me miró, un poco pálido.
—¿Lo captaste todo ahora, Einstein? —bromeé—. Estoy bastante segura de que les dijo a todos su plan, también. ¿Observaste como todos están convenientemente ignorándonos?
Sam miró, sorprendido. Estábamos sentados solos en el único sofá en una habitación repleta de gente y sorprendentemente nadie nos molestaba. Demasiado sorprendente. Algunos nos observaban mientras trataban de fingir que no. Y luego, estaba Smythe, quien no fingía. Hizo gestos sugestivos cuando pasó a captar nuestra atención.
—¿Ves? —le dije a Sam, dándole a Smythe una sugerencia con un gesto groseros de la mano—. Todos tratan de averiguar lo que pasa con nosotros y, lamento decir que, tú estás empezando a hacerme preguntar con todo el coqueteo y los mimos. En serio, ¿Eres para mí o algo así?
La mandíbula de Sam cayó floja casi al mismo tiempo que se daba cuenta que su brazo aún se encontraba envuelto en el respaldo del sofá detrás de mí. Cuando sus ojos se abrieron enormes y lentamente sacó su brazo de vuelta a la seguridad, me eché a reír. —Relájate Evans, sólo estoy bromeando. —Me reía tan duro que lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos—. Quiero decir, no es la parte de Santana tratando de engancharnos, ella está haciendo eso totalmente. Pero no tengo miedo de que estés tratando de poner los movimientos en mí. Oh, hombre, ¡Deberías ver tu cara ahora!
Le di a la pierna de Sam una palmadita mientras daba un salto y entonces, me eché a reír todo el camino hacia el patio trasero de Quinn donde podía conseguir un poco de aire.
Tenía la esperanza de un poco de paz y tranquilidad, pero había tanta gente afuera como dentro. A diferencia del lago la semana pasada, donde había todo ese viento que viene de la aguas, todavía seguía realmente caliente afuera esta noche, así que la piscina parecía ser un lugar bastante frecuentado. Al menos, la mayoría de los niños que nadaban pertenecían a la multitud de Santana—mis amigos eran más del  tipo de futbolito y cheespuffs8—así que aparte de los ocasionales deseos de cumpleaños, me dejaron en paz.
Me senté en el columpio del patio y vi un montón de suspensores tratando de impresionar a las chicas en bikini, haciendo volteretas hacia atrás desde el trampolín.
—¡Ahí estás!
Había tenido tal vez dos minutos de libertad. —Es por eso que no hago fiestas —gemí mientras Finn se sentaba en el columpio a mi lado y me daba un vaso rojo de plástico. Coca cola dietética. Asqueroso—. ¿No te abandoné una vez ya?
Finn se echo a reír como si estuviera bromeando—excepto que, sí, no lo hacía—y entonces comenzó disertando sobre estupideces sin sentido. Así que fue un pequeño milagro cuando el teléfono celular de mi hermana sonó.
—No me llamaste cuando llegaste allí —me saludó mi papá cuando contesté el teléfono.
—Lo siento, papá. Me distraje un poco. Sabes lo que Santana me hizo, ¿No?
—Sí. Lo siento por eso, nena. Quería darte un mano a mano, pero Santana y tu madre me habrían matado.
Suspiré. —Si te hace sentir mejor, hubiera preferido estar en casa viendo la pelea contigo.
—Lo sé. —Rió entre dientes mi papá—. Pero no te preocupes. Estoy grabándolo por ti.
—Dulce.
—Bueno, debería dejarte volver a tu fiesta ahora. Sólo quería asegurarme de que estás bien.
—Estoy bien. Sin asesinos en serie presentes. Y, sí, antes de que preguntes, los padres de Quinn están en casa. Tampoco hay droga, sin alcohol, y un montón de chicas bonitas aquí que me distraen a todos los chicos, del hecho de que estoy usando un estúpido vestido.
—Muy gracioso. Sólo recuerda: casa antes de la medianoche.
Sentí el impulso de suspirar de nuevo. —Desearía que hubieras dicho diez —me quejé, haciendo que mi papá riera otra vez.
—Sobrevivirás. Lo prometo.
—Sí, sí. Adiós papá.
Me reí para mis adentros mientras colgaba el teléfono, sorprendida de que mi papá me hiciera sentir un poco mejor. La sensación no duró mucho, sin embargo, porque Finn aún se encontraba allí haciendo preguntas tontas como: —Oye, ¿Ese es el nuevo iPhone? ¿Puedo verlo?
—Si te callaras —dije y le entregué el celular. No lo hizo.
—Eso fue bastante suave con tu papá —dijo, con los ojos pegados al teléfono de Santana. Estaba tan mal como ella. En serio, no entiendo la obsesión con los teléfonos celulares.
—¿Qué fue suave?
—Lo que dijiste acerca de no chicos prestándote atención cuando realmente ha habido tantos que no creí que tendría la oportunidad de hablar contigo en absoluto.
—No soy tan afortunada —me quejé.
Finn se rió de nuevo y me regresó el teléfono de Santana. —Aquí, programé mi número allí para ti, así que si te pierdo otra vez, puedes llamarme.
—Sí, está bien, seguro.
Una vez más, Finn se perdió mi sarcasmo y siguió diciéndome cuan caliente me veía en mi bonito vestido nuevo.
Estaba tan desesperada por ignorarlo que decidí afrontar la bebida sin azúcar que tenía en la mano, pero mientras llevaba el vaso a mis labios, sentí una mano frotar mi hombro. El toque me puso la piel de gallina, lo que significaba solamente una cosa.
Miré por encima de mi hombro y Jesse se encontraba allí. Estaba de espaldas a mí, hablando a un par de chicas, pero estaba segura de que su toque había sido intencional. No era raro, sin embargo, fue como si no quisiera interrumpirme, sólo quería que supiera que estaba allí. Lo extraño era cuan confortante me era su presencia.
No estoy segura de cuándo sucedió, pero realmente no me sentía asustada de Jesse nunca más. Ahora sólo sentía curiosidad. Necesitaba deshacerme de Finn para que pudiera hablar con él de nuevo. —Hombre, se está haciendo tarde —dije con un falso bostezo que se volvió real, esta fiesta me agotaba—. Creo que me voy a buscar a mi hermana.
Empecé a ponerme de pie, pero Finn pasó su brazo alrededor de mis hombros.                 —¿Estás lista para irte? Podría llevarte a casa si lo deseas.
Sí. Como si eso fuera a suceder.
Me senté de nuevo con un suspiro. Finn era como una sanguijuela. Cada vez que me alejaba, se aferraba con más fuerza. —Ahora que lo pienso —dije, tratando una táctica diferente—. Dudo que pueda ir a cualquier parte, cumpleaños de chica y todo. Probablemente hay un montón de velas que se supone que debo soplar en alguna parte. Será mejor ir a averiguar.
El brazo de Finn sobre mi hombro me sujetaba lo suficientemente fuerte para hacer a mi temperamento arder. —Tengo una mejor idea —dijo.
Entonces, era demasiado estúpido para tomar mis insultos, pero no demasiado estúpido para reconocer que estaba a punto de ser abandonado de nuevo—. Si necesitas un descanso, estoy seguro que podemos encontrar un lugar agradable y tranquilo para relajarse hasta que lo necesites. Doy un buen masaje de espalda.
Um, ew.
Solamente tengo tanta paciencia para empezar, y Finn la había utilizado oficialmente toda con esa belleza de comentario. Mi mano se cerró alrededor de mi vaso plástico. Tan pronto como me deshiciera de esta soda, él seriamente iba a conseguirlo.
Llevé el vaso a mis labios para resoplar, pero antes de que pudiera, fue eliminado limpiamente de mi mano y aterrizó por todas partes en Finn. Por supuesto, sabía quién lo había hecho, pero no creí que fuera prudente para Finn averiguar la verdad, así que fingí ser la culpable. —¡Oh, Finn! ¡Lo siento mucho! —jadeé. Mi actuación puede haber sido un poco por encima—. ¿Estás enojado?
Finn miraba molesto mientras se limpiaba la ropa, pero aún trataba de sonreír. —Nah, está bien —dijo. Se rió mientras se ponía de pie—. Te diré qué. Voy a ver si puedo limpiar un poco, entonces te traeré una nueva bebida. Tal vez una RedBull, algo con una patadita en ella.
—Buena idea.
—Regresaré. No vayas a ninguna parte.
—No lo haré —prometí. Y yo tampoco. No tenía que hacerlo. Tan pronto como se fue, Jesse tomó su asiento.
—¿No hay nada en tu vestido nuevo, no? —preguntó, obviamente muy satisfecho consigo mismo.
—No, tu objetivo fue perfecto. Pero no debiste haber hecho eso. Si Finn te hubiera visto, se hubiera ido balístico.
Jesse rodó los ojos, claramente no se preocupaba por la idea de tener una pelea con Finn, a pesar de que Finn era más grande que él. —Regla de fiesta número uno, Rach. Nunca bebas algo que alguien te entregó a menos que lo abras por ti misma.
Jesse mágicamente produjo una lata sin abrir de Dr. Pepper, la que acepté con entusiasmo. Me había remontado la mitad de ésta antes de darme cuenta de su significado. —¿Crees que Finn puso algo en esa bebida? —pregunté, un poco conmocionada por la sugerencia.
—Nunca se sabe. —Jesse se encogió de hombros—. Además, no me gusta ese tipo.
Me resistí a la tentación de sonreír y traté de sonar fuerte cuando dije—: Eso no fue muy amable de tu parte.
—En realidad, pensé que fue extremadamente generoso.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Estuviste o no, a punto de darle un puñetazo? —Jesse echó una mirada a mi rostro y sonrió—. Le hice al tipo un favor. Salvarlo de la vergüenza de ser golpeado por una chica.
—Todavía. Realmente iba a disfrutar golpeando esa herramienta.

Jesse y yo nos reímos mucho y cuando nos calmamos me devané los sesos por algo que decir. Temía que si las cosas se tranquilizaban, esto se volvería incómodo. La pasábamos tan bien este momento. No quería arruinar eso. —Buenas noticias —le dije—. Mi papá está grabando las preliminares para mí, así que no nos las perdimos después de todo.
—¿Nos? —Hizo eco Jesse, con recelo. Su duda me hizo sonrojar.
—Sí, bueno, ya sabes… sólo quería decir…
Jesse siguió mirándome, fingiendo que no sabía de lo que hablaba. —¿Sólo querías decir…? —pidió.
Me iba a hacer decirlo. El idiota. Tanto por no dejar que las cosas se vuelvan incómodas. Yo invitándolo a venir y ver la pelea era básicamente como invitarlo, y él lo sabía totalmente. Nunca en mi vida he llegado cerca siquiera a pedirle a un chico salir y estaría dispuesta a apostar que Jesse sabía eso también. Quería cambiar de tema sólo para fastidiarlo, excepto que sería realmente divertido ver las peleas con alguien que está actualmente entrenando con los luchadores. Además, podía ser agradable pasar algún tiempo con Jesse que era, en realidad, por elección.
Miré a Jesse de nuevo. Sip, aún está mirándome. Esperando con mucha paciencia para que, oficialmente lo invite a pasar rato conmigo. Excepto que, a juzgar por la expresión de su rostro, en realidad, no creo que quisiera oírlo con el fin de verme retorcerme. Creo que necesitaba escucharlo para ver si realmente lo quería decir.
Lo pensé muy rápidamente y decidí que lo quería decir. Sólo, no estaba segura de poder sacarlo. No seas una cobarde, Rachel. Respiré hondo y solté el aire en un bufido. —Realmente me gustaría que vinieras y veas la pelea conmigo mañana, ¿De acuerdo?
Me encogí, esperando que Jesse se riera a cuan irritada sonaba. Cosa que hizo inmediatamente. —Hablas en serio, ¿Verdad? Quieres salir conmigo.
Sentí el calor subir a mi rostro, así que lo fulminé con la mirada. —Todavía me reservo el derecho a cambiar de opinión si te pones sicópata conmigo otra vez.
Se echó a reír. —Bueno, entonces. Es una cita.
¿Es una cita? Lo había dicho en broma, pero dudaba seriamente que se refiriera de esa manera. Apenas, podía contenerse de tocarme cuando pensaba que lo odiaba. No podía ni siquiera imaginar lo que sería si pensaba que estaba bien. —Ahora que pienso en ello —dije, mi estómago  derrumbándose sobre sí mismo—. No creo que sea una buena idea. No importa.
—Rachel, te prometí que no me pondría sicópata contigo.
—No eres tú quien me preocupa. Bueno, no solamente tú. Si vienes actuando todo obsesionado-enfermo de amor-acosador como lo haces… —
Jesse frunció el ceño ante mi elección de palabras, pero oye, a veces la verdad duele—. Lo siento, pero lo haces —dije—, y en serio, dudo que mi papá pueda manejarlo. Sobre todo en estos momentos. Él exactamente no tomó el estúpido cambio de imagen de Santana con gracia. Casi no me deja salir de la casa a mi propia fiesta de cumpleaños.
Jesse se olvidó de mi insulto y se rió. —Bueno, no puedo realmente culparte por eso. No te hubiera querido dejar ir tampoco.
Extendió la mano y distraídamente tiró un mechón de mi cabello entre sus dedos. Me sorprendí cuando no me inmuté en alejarme de él. —Te ves hermosa esta noche —dijo—. Realmente me gusta como tu cabello cae alrededor de tu rostro, así.
Enrolló mi cabello alrededor de su dedo y luego lo dejó caer contra mi mejilla. Entonces, tomó un momento para mirarme de la cabeza a los pies y frunció el ceño en el pensamiento. —Curiosamente, puedo prescindir del vestido. Luce genial, pero me gustas más cuando estás completamente en tu zona de comodidad, incluso si eso es sólo una camiseta y vaqueros. No hay nada más sexy que tu confianza.
No podría haber ocultado mi conmoción si mi vida hubiera dependido de ello. Nunca nadie dijo la palabra sexy en frente de mí, mucho menos usarla como una forma de describirme.
—En realidad —dijo Jesse, sonriendo ante la expresión en mi cara—. Tu inocencia es bastante sexy, también.
Deseaba que hubiera dejado de usar esa palabra. Esto me ponía increíblemente nerviosa, y mis nervios sólo parecían alentar a Jesse. Lo cual era lo que pasaba ahora mismo. Se había girado hacia mí, poniendo un brazo en el respaldo del columpio detrás de mí, y estaba oficialmente inclinándose. —Peligrosamente sexy. —Y ahí esa palabra de nuevo—. Me hace querer hacer… cosas…
—Um, ¿cosas? — ¿Cosas tipo Acuchillador de los Sábados por la Noche? ¿O cosas tipo chicos adolescentes hormonales?
—Cosas divertidas —me aseguró Jesse. Como si eso respondiera mi pregunta.
La mirada de Jesse se mantuvo revoloteando de ida y vuelta entre mis ojos y mi boca. Está bien, esto es todo, me dije a mí misma. Ahora él va a besarte. Si no quieres, es mejor que lo detengas ahora. Sí, ¿como si hubiera podido hacer algo para detenerlo? Me encontraba congelada y rígida. No podía pensar. No podía moverme. No podía ni respirar. Todo lo que sabía era que, por cada parte de mí que gritaba que huyera de él, habían ya muchas partes de mí que directamente lo querían.
Esperé, conteniendo la respiración y temblando lo suficiente que Jesse tuvo que haberlo sentido, pero no hizo ningún movimiento, no podía entender. ¿Por qué no sólo lo hace? Era evidente que quería, y yo no emitía ninguna vibra mantente-lejos-de-mí en este momento. Al menos, no lo creo.
De alguna manera, Jesse sabía exactamente lo que pensaba. —No ahora, Rach. Aún no estás del todo lista.

Dejé escapar el aliento que había estado conteniendo. ¿Alivio? ¿Decepción?
Alivio.
Definitivamente alivio.
Bueno, más alivio que decepción.
—No te preocupes —continuó Jesse—. Cuando estés lista, no voy a titubear.
Jesse se echó hacia atrás, permitiendo que el estado de ánimo se aligerara de nuevo. Se rió y dijo—: Pero probablemente voy a encerrar a tu hermana en un armario primero. ¿Has notado cómo ha estado en todas partes esta noche?
Esto me hizo reír, y me sentía más que feliz de tener la tensión lejos. —Por supuesto que sí —dije—. Está haciendo un gran esfuerzo por mantenerte lejos de mí.
—¿Por qué? Pensé que ella estaba de mi lado.
—Antes —le aseguré.
—¿Antes?
Asentí con la cabeza. —Ella está sobre ti. No lo tomes como algo personal. Santana es muy voluble. Además, realmente se cansó de mí  peleando con ella por ti y ha pasado a alguien que piensa que no voy a resistir tanto.
Muchacho era la cosa incorrecta que jamás debía decir. Los ojos de Jesse se estrecharon fuertemente. —¡Está tratando de instalarte con Señor-somos-sólo-amigos-incluso-aunque-voy-a-dejarlo-ir-a-casa-y-abrazarnos-en-el-sofá-juntos! —acusó, indignado.
—Algunas personas lo llaman Sam —solté, molesta con su actitud—. Y no nos abrazamos.
Los ojos de Jesse rodaron hasta la cima. —Por favor. Te sentaste en su regazo.
—¡Me empujaron! Y eso fue tu culpa de todas formas. Fueron tus estúpidos celos en el restaurante lo que le dio a Santana la idea en primer lugar.
—Eso fue completamente justificado —argumentó Jesse—. Compartías las papas del tipo cuando se suponía que fuera conmigo.
De acuerdo, eso era cierto. Y fue completamente grosero de mi parte, eso es algo por lo que lo había hecho. —Lo que sea —dije, moviendo la mano con desdén—. ¿Por qué discutimos por esto de todos modos?
La ira de Jesse se desvaneció y fue sustituida por una extraña desesperación. —Porque te vas a enamorar de él, Rachel. Los he visto a los dos juntos y Santana tiene razón. Si está realmente intentando engancharte chicos, él no va a necesitar mucho convencimiento y no te le resistirás.
Jesse parecía tan preocupado de que Sam me fuera a robar de él, que casi me echo a reír. Era una especie de adorable. Dejé caer mi actitud y bromeé—: Te resisto bastante bien, ¿no?
—Por ahora. Pero no puedes mantenerlo por siempre.
Eso sonaba un poco como una amenaza, por lo que en un intento de mantener la luz del estado de ánimo, dije—: A menos que, como dices,  Santana convenza a Sam de que me gusta y me barra los pies antes de que lo manejes.
—¡Sam, no puede tenerte! —explotó Jesse, su temperamento finalmente consiguiendo lo mejor de él—. ¡No lo permitiré!
Tomó ese rastro sico-acosador de nuevo, así que me escabullí de él tan lejos como pude. —¿Estás bien, Jesse? Tal vez deberíamos mantener las conversaciones cortas por ahora. Trabajar nuestro camino hasta ser amigos.
—Rachel, ¡Espera! —Jesse agarró mi muñeca antes de que pudiera irme—. Lo siento. —Tomó una respiración profunda, dispuesto a calmarse—. Lo siento —dijo de nuevo. Se veía tan frustrado que le tomó un tiempo difícil encontrar las palabras—. Yo… es que Sam… tú no… si él necesita a Santana para señalarle cuan especial eres, entonces no te merece.
No sabía que decir. Probablemente era la mejor cosa que nadie había dicho nunca de mí. Definitivamente la más romántica. Me sonrojé y ni siquiera me importaba.
Jesse soltó mi muñeca y en su lugar puso una de mis manos entre las suyas. —Rach, no creo que entiendas lo mucho…
—¡Rachel! —gritó Santana, apareciendo de la nada—. ¿Estás tratando de ser el peor invitado-de-honor?
Sam se encontraba con mi hermana. La dejó hablar y sólo se conformó con mirarme con curiosidad. Su mirada se deslizó a Jesse y pasó de cuidado a sospecha.
Volví a mirar a Jesse justo a tiempo para verlo hundirse de nuevo en la derrota. Miró sus manos vacías y me di cuenta de que había arrancado la mía al segundo que había escuchado la voz de mi hermana. La decepción de Jesse me hizo desear que hubiera alguna forma en que pudiera ponerla de vuelta. Por no hablar, ahora no tenía ni idea de qué había estado a punto de decir. Y quería saberlo. Quería saber mal. Muchas gracias, Santana.
—¿Por qué estás escondiéndote aquí? —preguntó Santana.
—No me estoy escondiendo de nadie. ¿Me ves escondida? Aunque, probablemente debería estar escondida de Finn.
—Bueno, deja de hacerlo de todos modos. Es hora del pastel. Tienes que venir a soplar las velas.
Gemí. —Ugh. ¿Pueden sólo hacerlo sin mí? A todo el mundo que le importa que esté en esta fiesta.
Santana levantó las manos en el aire. —En serio. ¿Por qué me molesto? —Lanzó una mirada desesperada a Sam—. ¿Un poco de ayuda aquí?
Sam se echó a reír y me extendió su mano. —Absórbelo, Berry. Quince minutos más. Soplas algunas velas, comes un trozo de pastel y luego, te llevaré a casa.
Dejé que Sam me pusiera de pie y Jesse inmediatamente hizo lo mismo. Le di una mirada de “¿Qué puedes hacer?” y luego me dirigí hacia el interior. Conseguí más de un metro antes de que Sam me jalara para detenerme. —Espera un minuto.
Jesse se detuvo al sonido de la voz de Sam, pero antes de que cualquiera de nosotros pudiera preguntar qué pasaba, Santana enlazó su brazo en el de Jesse. —Vamos, puedes ayudarme a encender las velas —le dijo. Un poco demasiado entusiasta.
Jesse me miró mientras Santana lo arrastraba adentro. Me retaba a que detuviera mi hermana, salvarlo e incluso reclamarlo, pero no podía.
También fui arrojada por el hecho de que Sam me detenía por alguna razón. Incluso más extraño, no me había agarrado por el hombro o la coleta o algo—había agarrado mi mano. Y aún la sostenía.
—¿Cuál es el problema? —pregunté, quitando mi mano.
—No hay problema, exactamente.
Sam estaba totalmente en algo. Miró hacia la casa donde todo el mundo se reunía justo al otro lado de la puerta corredera de cristal.
Esperé con expectación, y cuando se giró hacia mí, dijo—: Relájate como por dos minutos, Berry.
—Amigo. Realmente no creo que pueda manejar más sorpresas esta noche, así que si están haciendo algo ahí, sólo llévame a casa ahora.
—Nah, no es nada de eso. Sólo quería hablar contigo. —Sam se encogió de hombros torpemente—. Hablé con Santana.
—¿Sí? —Solté una carcajada—. ¿Te hizo más estúpido? Porque tiene ese efecto en la gente.
No entendí la sonrisa que Sam me dio por eso, pero sonrió, luego dijo—: Creo que estamos a punto de averiguarlo.
Y entonces, de repente, Sam Evans me besaba.
¡SAM EVANS!
¡Besando!
¡A MÍ!
No estaba segura de cómo sucedió, o por qué, pero sus labios estaban más que definitivamente en los míos. Al principio, me confundió tanto que no podía moverme. Pero entonces, Sam empujó mi labio superior con el suyo, instando a mis labios a abrirse, y mi cuerpo se encontraba en tal estado de conmoción que no podía hacer nada sino seguir órdenes.

Puede que haya estado haciendo mal, pero le devolví el beso. ¡Sam! Mi primer beso fue con Sam Evans. Hacía que mi cabeza diera vueltas. Pero no en la forma en que los primeros besos se supone que hacen girar la cabeza, estoy bastante segura. De otra manera besar estaría muy sobrevalorado.
No tengo ni idea de cuánto tiempo estuvimos allí besándonos, pero después de que había terminado, sentí como una eternidad antes de que nadie dijera nada. Sam se apartó y me miró con una expresión cuidadosa, esperando por algún tipo de respuesta—cualquier tipo de respuesta—de mí. No la recibió. Sólo podía estar de pie, boquiabierta ante él.
Eventualmente, arrugó la nariz y dijo—: Extraño, ¿cierto?
—¿Eso crees? —jadeé—. ¿Por qué hiciste eso?
—No lo sé. Parecía una buena idea en ese momento.
—Felicidades. Santana te hizo más estúpido.
—Lo que sea. Eres la que lo sacó antes. Te culpo. —Sam se rió—. Ni siquiera había pensado en ello antes.
—Te dije que mi hermana trataba de engancharnos y, ¿Pensaste que era una buena idea?
—Bueno, no. No al principio. Pero luego hablé con Santana, y no lo sé. Ella le dio sentido. Algo así como la idea de una novia que pueda sostenerla como propia en un juego de uno-contra-uno y que le encantaría ver una pelea conmigo. Pensé que no podría doler darle una oportunidad.
Excepto que había dolido. Sam Evans había robado mi primer beso. Robado y arruinado—no es que pareció darse cuenta de ello. Nunca pensé que hubiera sido el tipo de chica que se preocuparía  por algo como eso, pero me sentía sorprendidamente molesta. No iba a permitir a Sam ver cómo me sentía, sin embargo, así que negué con la cabeza, casi con lástima, y murmuré—: Vamos, idiota. Necesito algo de pastel.
Entré a la casa de Quinn con la esperanza de encontrar a Jesse, pero no pude conseguir pasar el muro de gente boquiabierta ante Sam y yo. Le di a Sam una mirada de esto-es-tu-culpa-preocúpate, pero al él le encanta torturarme, así que todo lo que hizo fue tirar un brazo alrededor mío, sonreír a nuestra audiencia, y decir—: ¿Alguien dijo que había pastel?
Rápidamente apagué mis velas, corté un pedazo de pastel, y luego hice que Sam me llevara a casa. Todavía quedaban veinte minutos antes del toque de queda, así que supuse que Santana haría un escándalo, pero en realidad no lo hizo. De hecho, estaba tan dispuesta a acogerme que no podía dejar de ser sospechoso.
La encontré sentada en las mismas escaleras en que Jesse casi me había besado más temprano. Cuando me vio, saltó sobre sus pies y dijo—: ¿Lista para irnos? —Antes de que incluso tuviera que preguntar. Entonces, se dio por vencida como escopeta automática y no dijo una palabra de camino a casa excepto para agradecer a Sam por su ayuda. Se abalanzó sobre mí en cuanto llegué a la casa, sin embargo. Empezó a decir algo supongo que sobre Sam—pero entonces mi mamá entró a la habitación emocionada de escuchar detalles sobre la fiesta.
—¿Por qué no le dices, ya que mi vida es más tu negocio que el mío, de todos modos? —susurré a Santana. Sorprendí a todos nosotros con cuan venenosa soné, supongo que aún me sentía más que un poco molesta—. Me voy a la cama.
No sé por qué, pero casi esperaba que fuera a encontrar a Jesse en mi habitación cuando llegué allí y estuve defraudada cuando no lo vi.
Cerré mi puerta como una advertencia para que Santana se mantuviera alejada y, luego fui a mi ventana. El auto de Jesse no había regresado todavía. Suspiré.
Jesse había desaparecido de la fiesta antes de que tuviera la oportunidad de encontrarlo y sabía que tenía que estar loco. Esperé por un rato, deseando que hubiera llegado a casa y pudiera explicar. Quería que él supiera que no había nada entre Sam y yo. Más que eso, necesitaba que supiera la verdad.
No sé por qué, pero he herido constantemente sus sentimientos desde que lo conocí—a veces intencionalmente—pero esta vez no podía soportar la idea de que le había hecho daño. No había forma de que hubiera visto lo que pasó. Pero, tal vez, lo había visto. Y después de que había dicho que Sam no me merecía, ver ese beso tuvo que doler. Especialmente cuando él pudo haberme besado primero y se contuvo.
Esperé por más de una hora, pero Jesse nunca llegó a casa y caí en un sueño intranquilo.

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Hola, vengo con el nuevo capitulo ;D Sepan que rompe un poco mi corazón, por las circunstancias; Cuando lo lean sabrán a que me refiero ); Gracias a los que me siguen leyendo, y gracias por comentar. Déjenme sus comentarios y sugerencias. Nos leemos pronto. Besos♡
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Mensaje por Galummer Vie Jun 20, 2014 1:48 am

Aqui me tienes a la una de la mañana poniendome al corriente con tus últimos seis capítulos, ¡Amo tu fic!, espero que lo actualices pronto.
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Mensaje por franciscagleek Lun Jun 23, 2014 2:57 pm

llore, llore
por que sam!!! :'(
tenia que ser mi jesse <3 y por que no volvio a casa :o
amo tu fic
actualiza pronto
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Mensaje por Julietta St. James Vie Jul 11, 2014 7:36 pm

Galummer escribió:Aqui me tienes a la una de la mañana poniendome al corriente con tus últimos seis capítulos, ¡Amo tu fic!, espero que lo actualices pronto.
Hola :D Que bueno que te has puesto al corriente Galu es un placer que me leas; Estaré actualizando seguido, lo prometo (; SALUDITOS
franciscagleek escribió:llore, llore
por que sam!!! :'(
tenia que ser mi jesse <3 y por que no volvio a casa :o
amo tu fic
actualiza pronto
Hola! :3 Lo siento mucho yo también hubiera preferido que fuera Jesse , pero todo pasa por algo z; Gracias por leer. SALUDITOS

Capitulo 13:
Joe Louis Arena, sede de los Detroit Red Wings, es el hielo que nunca he tenido el privilegio de bordear. Así es como supe que estaba soñando. De modo que cuando una figura oscura en un jersey rojo y blanco con una máscara de portero apareció, esperaba que fuera alguien viniendo a darme algunos consejos.
A medida que la figura se acercaba, me di cuenta de que no estaba teniendo un sueño. Esta era una pesadilla, y el hombre que venía a mí era el Acuchillador de los Sábados por la Noche. Traté de escapar, pero de repente me encontraba atada al palo de mi red. El Acuchillador levantó su cuchillo a mi cara y lo deslizó hasta mi garganta. Rió con una risa profunda y amenazante cuando empecé a gritar, pero en lugar de cortar a través de mi piel dejó caer su cuchillo y empezó a besarme. Cuando se apartó la máscara de hockey se había ido y miraba a los ojos risueños de Sam Evans.
—Guau, Berry —dijo—. Realmente apestas besando. Parece que vas a necesitar mucha práctica.
Detrás de Sam, se formaba una larga fila de Acuchilladores de los Sábados por la Noche, cada uno esperando su turno para torturarme con besos. Empecé a gritar y golpear, pero no podía escapar y el Acuchillador Sam me besó una y otra vez.
La tortura no terminó hasta que lo golpeé tan fuerte que me desperté en el suelo enredada en un montón de sábanas. Apenas tuve tiempo de averiguar dónde estaba antes de que mi padre irrumpiera en mi dormitorio en calzoncillos, agarrando un hierro número nueve. Santana y mi mamá vagaban detrás de él, pareciendo igualmente asustadas. —Lo siento —dije, levantándome del suelo—. Fue sólo un sueño.
—Un sueño bastante intenso —se quejó Santana.
Mi madre bostezó, pero sonrió con simpatía. —¿Quieres hablar de ello?
Um, no. Definitivamente no quería hablar de un sueño en el que la  principal forma de tortura era besar. Sobre todo no con mi madre.
—Estoy bien —dije, rogando que no me ruborizara—. Vuelvan a la cama. Lamento haber asustado a todo el mundo.
Mamá logró decir un “buenas noches” a través de un pesado bostezo, y mi papá comprobó doblemente la seguridad de la ventana de mi habitación sin decir una palabra. No sabía que la había estado bloqueando desde el día en que me di cuenta que Jesse podría entrar a través de ella. —¿Todo a prueba de asesino en serie? —pregunté, pero mi broma cayó plana cuando mi padre no pudo reunir una sonrisa.
La mirada en el rostro de mi papá me dijo que tenía un montón de sus propias pesadillas sobre el Acuchillador de los Sábados por la Noche. Y estaba bastante segura de que las suyas no terminaban en un beso.
—Estoy bien —le aseguré cuando parecía a punto de acampar el resto de la noche a los pies de mi cama—. Vuelve a dormir, papá.
—Te quiero, nena —susurró, besando mi frente.
Las declaraciones de amor definitivamente no son lo mío, pero de todos modos me atraganté con un—: Yo también, papá.
Tan pronto como mis padres se habían ido miré a Santana, preguntándome qué hacía todavía en mi habitación.
—¿De qué trataba tu sueño? —preguntó.
—De nada —le dije rápidamente. De ninguna manera quería entrar en esto con ella.
—¿Se trataba de Jesse?
—Dame un descanso, Santana. No voy a hablar contigo ahora mismo. Son las cuatro y media de la mañana. Vuelve a la cama.
—No puedo dormir —dijo, ignorando mi molestia—. No eres la única que tiene pesadillas acerca de Jesse esta noche.
—No soñé con Jesse. —Por una vez—. Espera. ¿Por qué tenías pesadillas con Jesse?
Santana miró por la ventana al otro lado de la calle y luego se hundió en mi cama. —Lo siento, no te escuché antes, cuando trataste de decirme que Jesse estaba loco.
—Jesse no está loco, ¿y no te disculpaste ya conmigo realmente? ¿Qué demonios ha pasado?
—Esta noche, después de que te vio con Sam juntos, se enloqueció tanto.
Santana puede ser tan tonta. —Por supuesto que sí.
—Golpeó su puño a través de la pared de la sala de estar de Quinn.
—Gran cosa. —Me encogí de hombros—. He golpeado con mi puño la pared de la cocina y la pared de la sala de estar. ¿Y recuerdas esa vez que pateé la puerta de mi dormitorio?
—No lo entiendes. Me sentí muy mal por él porque le gustas, y Sam en cierto modo te ganó y…
—Oye, oye, Sam no ganó nada. Te dije que sólo…
—… y parecía tan molesto, así que fui a hablar con él y él-él-él me agarró fuerte.
—… somos amigos; espera. ¿Jesse te lastimó?
Santana frunció el ceño. —Bueno, no —admitió—. Pero me agarró fuerte y me atrapó contra la pared. Se veía tan enojado. Y tenías razón acerca de él. Es realmente el asesino y ahora tú eres la próxima en su lista y todo es mi culpa.
—Guau. Así que así es como soné como cuando acusé a Jesse de ser un asesino en serie. Tienes razón. Estaba loca.
—Rachel, sus palabras exactas fueron: “Tu egoísmo acaba de matar a tu hermana”.
Quería decirle a Santana que estaba loca, pero me encontré a mí misma sonriendo en su lugar. ¿Cómo sabía Jesse? ¿Cómo sabía que me enojé tanto esta noche? Porque él me conoce, pensé. Santana me sacudió, literalmente me sacudió por los hombros, de mis pensamientos. —Rachel, admitió justo delante de mí que te iba a matar.
—No creo que eso sea lo que…
—¿No lo ves? —me interrumpió Santana—. Nunca quiso venir en pos de ti antes porque le gustabas. Pero ahora que estás con Sam, no puede tenerte, así que va a venir tras de ti.
Era difícil no reírse de ella. —Voy a volver a dormir. Habla conmigo mañana, cuando estés siendo menos estúpida —le dije, aunque había estado pensando ese tipo de cosas exactamente hace apenas unos días.
Me dormí, ya que no tenía ganas de ir al parque después de que todos los chicos fueran testigo de Santana lavando el cerebro de Sam anoche. Por no hablar de que me cansé de haber estado acostada despierta durante horas preocupada por Jesse después de que Santana me dijera lo enojado que había estado.
Santana se encontraba sentada en mi cama con los prismáticos de mi papá, mirando la casa al otro lado de la calle, cuando me desperté. Miré el reloj y me sorprendí al ver que eran ya las nueve y media. Salté de la cama a mi ventana y empujé a Santana  fuera del camino para echar un vistazo por mi cuenta. Perderme el partido de hockey era una cosa, ¿Pero perderme el entrenamiento de Jesse? Dime acerca de arruinar mi día.
—No te molestes —me dijo Santana—. Ya entró en la casa.
Eché un vistazo al reloj. —Pero nunca trabaja por menos de una hora.
Santana se encaramó de vuelta a mi lado, mirando a través de los prismáticos. —Eso es porque probablemente se rompió la mano.
—¿Qué?
—Deberías haberlo visto esta mañana. Es como dijiste… estaba totalmente desquiciado. Golpeó la bolsa hasta que sangraba. ¡Mira!
Santana empujó los prismáticos hacia mí y cuando di una hojeada, efectivamente, había brillantes manchas rojas en el saco de boxeo. Pero las manchas no me perturbaron de la manera que lo hicieron en Santana —Jesse no sería el primer boxeador en hacer sangrar sus nudillos— pero me hicieron sentir lástima por él. Jesse debió sentirse peor de lo que pensaba.
Tenía que arreglar las cosas. Tenía que ir allá y explicarme.
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó Santana cuando me levanté y me puse algo de ropa.
—¿Qué te parece? Voy a ir allí.

—¿Qué? —exclamó Santana—. ¿Por qué?
—Um, ¿Tal vez para disculparme?
—¿Disculparte? ¿Con Jesse? ¿Por qué?
—¿Tal vez por romper su corazón? ¡Sabes lo mucho que le gusto! Estaba tratando muy duro anoche y tú incitaste a Sam, un tipo al que odia con todas sus ganas, en mi dirección. Pensándolo bien, no voy a pedirle disculpas. Tú lo harás.
Agarré a Santana por el cuello y comencé a arrastrarla hacia la puerta.
—¡No! —gritó con tanta fuerza que la solté—. Rachel, no puedes ir allí. Tenías razón. Está loco.
—Tiene un mal genio —concordé—. Y es un poco torpe socialmente. Pero no está loco. En realidad, tenías razón esta vez, por mucho que me duela admitirlo.
—¡No! ¡Rachel, no! Nunca me escuchas acerca de algo en tu vida. Nunca. ¿Por qué empezar ahora?
—Debido a que no es un asesino.
Empecé a arrastrar a Santana de nuevo, pero se defendió y trató de empujarme a mi ventana. —¡Lo vi! —dijo.
—¿Viste a Jesse matar a alguien?
—Lo vi hacer la cosa del cuchillo. ¿Ves el gabinete de metal? Está lleno de cuchillos. Él-él-fue tan rápido. Lamento no haberte creído antes.
—Así que lanza cuchillos —dije—. Es un pasatiempo. Uno extraño, es cierto. Pero ya hemos establecido que es un poco extraño. Voy a ir allí. ¿Vienes o no?
Me hallaba casi en la puerta cuando de repente Santana jadeó. —¡Espera un minuto! Alto ahí, señorita.
Me detuve ante la sospecha en la voz de mi hermana. Cuando volví a mirarla daba golpecitos con el pie, con los brazos cruzados con fuerza sobre el pecho.
—¿Desde cuándo te importan los sentimientos de Jesse?
—No lo hago —dije rápidamente, pero el enrojecimiento de repente en mis mejillas probablemente le dijo a mi hermana que estaba mintiendo.
—¡Mentirosa! ¿Qué pasó entre ustedes dos anoche? —exigió Santana saber.
Parecía a punto de luchar conmigo en el suelo en busca de respuestas.
—Nada.
—Tonterías. Cada vez que te vi, ustedes estaban juntos.
—No es mi culpa. Ya sabes como es Jesse. No podía deshacerme de él más de lo podía deshacerme de ti o Finn.
Los ojos de Santana se estrecharon mientras trataba de decidir si creerme o no. Bueno, no iba a permanecer rondando hasta que decidiera hacerme sangrar todos mis secretos —es bastante mala, no me extrañaría que lo hiciera— así que opté por usar el momento para distraerla de una vez por todas.
—¿Podemos olvidarnos de Jesse? Me voy a llevar mi jeep nuevo afuera para un largo y agradable viaje y encontrar esas tan llamadas galerías comerciales que dijiste. Iba a preguntarte si querías venir y ayudarme a comprar, pero si prefieres sentarte aquí y espiar a los vecinos, está bien.
—¿Qué? —Santana se animó, exactamente como pensé que lo haría—. ¿Realmente me dejarás ayudarte a elegir algo de ropa?
Me encogí de hombros. Iba a causarme dolor físico el admitir mi próxima oración. —En cierto modo me gustó la forma en que me veía anoche. —Bueno, eso lo hizo. La mandíbula de Santana cayó al suelo—. No es que voy a dejarte comprarme un montón de vestidos —dije rápidamente—, pero ambas sabemos que no puedo escoger un nuevo vestuario por mi cuenta, y realmente no creo que tenga más opciones. En cierto modo, le he mencionado tal vez comprar algo de ropa nueva a mamá y ella me hizo tomar esto.
Me acerqué a la cómoda y saqué un fajo de billetes enrollados de mi cajón de calcetines. Los ojos de Santana se abrieron con entusiasmo. —Creo que tenía miedo de que me gastara todo mi dinero en un auto nuevo y luego continuar por ahí vistiendo con... bueno, la ropa que tengo ahora.
¿Jesse quién? ¿El Acuchillador de los Sábados por la Noche qué? Santana es simplemente demasiado fácil de distraer.
—¡No tienes ni idea de cuánto tiempo he querido hacer esto! —gritó ella. Prácticamente me arrastró por las escaleras—. ¿Sabes lo bonita que eres en realidad? Te voy a mostrar, Rach. Y te prometo que te va a gustar. No tenemos que exagerar ni nada. Tu aspecto es más de una sutil belleza. No va a ser malo, te lo prometo. Y cuando haya terminado, tendrás a todos esos chicos con los que te la pasas con espuma en la boca.
—Uh, la mayoría de ellos lo hacen de todos modos. No es exactamente atractivo.
—Pero ahora van a estar babeando por ti.
Me eché a reír. —Sí, claro.
Santana siguió divagando sobre cómo durante años hasta ahora quería hacerme darme cuenta de mi potencial como chica y bla, bla, lo que sea, todo el camino hasta la galería comercial. Pero estaba feliz, y lo crean o no, yo estaba más o menos divirtiéndome.
—Lo veto —dije mientras Santana sacaba una camisa morada de un gancho. Por lo menos, creo que era una camisa… difícil de decir con todos esos volantes. Miré a mí alrededor en toda la ropa con volantes brillantes, y arrugué la nariz—. De hecho, vamos a ahorrarnos un poco de tiempo y veto esta tienda entera.
—No puedes vetar una tienda entera, Rach.
—Oh, sí puedo.
—Eso es totalmente abuso de tu poder.
—Y tratar de hacer compras en esta tienda es un abuso del tuyo. Estuvimos de acuerdo en que no íbamos a exagerar.
—Pero esto se vería tan lindo en ti. Vas a probártelo.
—Voy a conseguir un batido —dije sobre mi hombro, ya saliendo de la tienda y de nuevo en el centro comercial—. Alcánzame cuando hayas vuelto a la realidad.
Cuando Santana me encontró, estaba sentada en una mesa en la feria de comidas sorbiendo lo último de un batido de chocolate. —Te tomó bastante tiempo.
—Para tu información, me detuve en el puesto de periódicos en el camino.
Levanté las cejas ante la bolsa que colgaba de su muñeca que no había estado allí antes. Estaba segura de que contenía una horrible cosa-vestido-camisa púrpura con volantes. —Bueno, alguien tenía que probárselo —musitó Santana—. Era fabuloso y con cuarenta por ciento de descuento.
—¿El quiosco de prensa? —Me reí—. Lo dudo. Como si alguna vez iba a creer que te detendrías en un puesto de periódicos, incluso si no estuvieses en un centro comercial.
Santana frunció el ceño y luego arrojó el periódico sobre la mesa delante de mí. No me importaba que acabara de comerme mis palabras. Estaba ya sorbiendo la historia principal en la primera página.
—¿El alcalde de Detroit implementa toque de queda en toda la ciudad? —Empecé a leer la historia—. El cuerpo de quince años de edad de Crystal Chambers fue descubierto en Maplewood Park en Garden City esta mañana, aumentando el número de muertos en la cadena de asesinatos en serie a cuatro. Sin nuevas pistas, los funcionarios estatales, así como las fuerzas del orden están instando a los ciudadanos a tomar precauciones adicionales de seguridad.
—A ninguna persona menor de dieciocho años se les permite salir sin supervisión de un adulto después de las 10 pm los fines de semana —se quejó Santana—. El alcalde está instando a todas las ciudades de los alrededores para hacer lo mismo. Canton ya es en cierto modo patético. Apuesto a que vamos a estar bajo llave al final del día.
—Creo que es inteligente.
—Pero ninguno de los cuerpos fueron encontrados en Detroit.
—Eso no significa que las chicas no fueron tomadas de allí.
—Lo sé —suspiró Santana—. Es sólo que, ¿El toque de queda en toda la ciudad podría extenderse a la totalidad del área metropolitana? Eso significa que es grave. No tienen ninguna pista. Simplemente no pueden encontrar a este sujeto, y no saben cómo mantener a la gente segura.
Seguía leyendo el resto del artículo; por suerte había una foto del alcalde de Detroit, y no de la más reciente víctima. No necesitaba otra cara igual a la mía para atormentarme. Levanté la mirada cuando Santana dijo—: Tengo miedo por ti, Rachel.
—Voy a estar bien, Santana —dije en serio—. No es como si fuera a ir a buscar problemas. Quiero decir, ¿cuáles son las probabilidades? Hay más de cinco millones de personas que viven en el área metropolitana de Detroit. Siempre y cuando no esté pasando el rato en cualquiera de los callejones oscuros o estacionamientos 7/11, el Acuchillador de los Sábados por la Noche nunca siquiera sabrá que existo.
—A no ser que viva al otro lado de la calle.
—¿Así que estamos de vuelta a esto? —dije, con un suspiro—. Lamento haber alguna vez sacado el tema. San, Jesse no es el Acuchillador de los Sábados por la Noche. Sólo lo dije porque me molestaba que me estuvieras tratando de hacer salir con él.
—¿Pero qué si tenías razón? El tipo es un poco escalofriante, ¿no? —Cuando no pude negarlo, Santana prosiguió—. Piensa en ello. Se mudó a Michigan justo antes de que los asesinatos comenzaran a suceder. Tiene una cosa por los cuchillos. Está obsesionado contigo y te ves igual que todas las chicas muertas. Además, no volvió a casa hasta casi las seis de la mañana. Lo sé, porque después de que nos despertaras a todos anoche me di cuenta de que él no se encontraba en casa, así que lo esperé.
—Y me llamas una acosadora —me quejé. Creo que habíamos tenido esta conversación exacta antes, sólo que ahora nos habíamos cambiado los puntos de vista—. Si no lo has notado, Jesse nunca llega a casa antes del amanecer los fines de semana, y si tuvieras padres que te permitieran salirte con la tuya, sabes que harías lo mismo.
—¿Cómo puedes pasar por alto las coincidencias? Sé lo mucho que Jesse te asusta. Tienes pesadillas con él tan horribles que te hacen caer de la cama.
Esta conversación ya me molestaba, pero cuando me acordé de mi sueño me enojé. —Ese sueño de anoche no se trataba de Jesse… ¡era sobre Sam!
—¿Sam? —Santana, su cerebro cableado para el chisme, dejó el otro tema por completo—. ¿Por qué tendrías pesadillas con Sam?
—Nada. No hay razón. ¿No se supone que estamos de compras? —Volé de mi asiento y salí de la feria de la comida.
—¿Porque te besó? —exigió Santana, alcanzándome y aferrándose en mí de modo que no pudiera escapar—. Oh, Dios mío, ¿fue tan malo? Fue malo, ¿no? ¿Qué tan malo fue?
—¿Quieres que le dé a la brillante tienda otra oportunidad? —pregunté. Lamentaba tener que sacarlo a relucir.
—¿Así de mal? —Hablando de espuma por la boca—. ¡Deee-talles! —se quejó—. Hablamos sobre Sam Evans. Es, como, la fantasía de todas las chicas de tu año.
—Oh sí, estoy segura de que cada chica sueña con ser besada sólo para tener al tipo apartándose y diciéndote que fue extraño.
—¿Él hizo qué? —Para su crédito, Santana se veía muy molesta en mi nombre.
—Bueno, fue extraño —dije—. Te dije que éramos sólo amigos.  Deberías haberte quedado fuera de esto.
Es una buena cosa que pasamos a un tipo en traje de perrito caliente gigante en ese momento, y que el chico totalmente se riera de mí, porque estoy segura de que todo el relleno en su traje amortiguó el golpe cuando le di un puñetazo y me sentí realmente mucho mejor después de golpear a alguien.
Santana miró al perrito caliente gigante a nuestros pies. Estaba atrapado ahora en su espalda agitando los brazos en el aire. —Caray Rachel, no hay necesidad de que saques todo el manejo de la ira en perdedores del centro comercial. Fue sólo un beso.
—¡Oye! —protestó el hombre en el suelo.
—No fue sólo un beso. Fue mi primer beso.
Sabía que eso haría que Santana se sintiese mal. Si bien yo no era necesariamente el tipo de chica que fantaseara acerca de mi primer beso, Santana lo era totalmente. Se tapó la boca con la mano, jadeando en horror como si hubiera sin ayuda arruinado mi vida.
—Sí —le dije, más o menos echando sal en la herida a propósito. Suponía que estaba todavía muy molesta con ella—. Así que, uh, gracias por arruinarlo.
El hombre atrapado en el suelo volvió a reír. —Amigo —dije, y le di una patada. Lástima que no le doliera; maldito estúpido traje de espuma—. Estás haciendo salario mínimo vestido como una salchicha gigante. Tengo serias dudas de que estés recibiendo ninguna acción tampoco.
Chico Salchicha murmuró algo entre dientes. Estoy bastante segura de que no me decía que tenía una picazón, pero antes de que pudiera golpearlo hasta quedar sin sentido, se ahogaba en Coca-Cola Light. —Así se hace, San —dije, más impresionada con mi hermana de lo que creo que nunca había estado en mi vida. No sabía que pudiera ser tan genial.
—Nadie habla con mi hermanita así —le dijo al perdedor estúpido en el suelo.
—Um, en realidad, un montón de gente me habla de esa manera.
—Cállate, Rachel —dijo Santana, enganchando su brazo con el mío—. Estás arruinando nuestra salida dramática.
—Nos vemos, chico salchicha. Espero que el traje te dé una erupción —le dije mientras Santana me alejaba antes que la seguridad pudiera echarnos o algo así.
Una vez que volvimos a nuestras compras, Santana se disculpó por arruinar mi primer beso, y luego no descansó hasta que tuviera todos los detalles. Después de que obtuvo toda la historia empezó a hacer una lista de los posibles tipos que lo “remplazarían”.
Sorprendentemente, tuve un montón de diversión comprando con mi hermana ese día. Seguí vetando la mayor parte de su ropa mientras parloteaba sobre cómo tenía que pasar mi mala experiencia y no dejar que me impidiera que me gustasen los chicos. De hecho, le presté atención a algunos de sus consejos de citas, porque tenía intención de “seguir adelante” como había sugerido. Simplemente no tenía intención de hacerlo con cualquiera de los chicos en su lista de tipos aceptables.

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Hola! Espero les guste el capitulo, aunque Jesse esta ausente. Déjenme sus comentarios y sugerencias. Los leo pronto. Besos♡
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por franciscagleek Vie Jul 25, 2014 6:47 pm

<3 actualiza pronto
esta muy bueno :)
cada vez que me meto a la pagina me pongo nerviosa de ver un capitulo nuevo :s
me gusta mucho tu fic
besos <3
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Activo Re: Serial Hottie (Xover) Capitulo 13 (ACTUALIZACIÓN 11/07/14)

Mensaje por Galummer Dom Jul 27, 2014 10:52 pm

Cada vez me envicio más a tu fic, tengo varias sospechas sobre el asesino, espero que actualices pronto.
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