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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 2:07 am


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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:01 pm

En el siguiente estaran del 3 al 5 espero sus comentarios cuidense
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:12 pm

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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:13 pm

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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:14 pm

CAPITULO 5


Me quedé en el hospital durante una semana entera. Cada noche, me dormía al suave rasgueo de una guitarra. Cuando me despertaba en mitad de la noche, nunca era una habitación de hospital vacía, si la oscura y misteriosa alma se había quedado. Ella se sentaba en las sombras y tocaba una nana que decidí que me pertenecía.
Cada día, Sam venía inmediatamente después de su práctica de fútbol con la comida que le había pedido de contrabando dentro de su chaqueta de cuero. Trabajábamos en su tarea, y luego veíamos televisión y comíamos lo que había traído. Estar con Sam me hacía sonreír. Amaba cada momento que pasábamos juntos. Sin embargo, en la noche cuando el alma se sentaba en mi habitación y tocaba para mí, la música parecía llenar los lugares solitarios. Tenía una necesidad por el alma que no entendía. Mi deseo por ella me asustaba y me fascinaba. Mi última noche en el hospital su voz se unió al rasgueo de la guitarra. Le puso letra a mi nana:
La vida que recorro uniendo las manos
me hace tomar cosas que no entiendo.
Camino este oscuro mundo desconocido
que tienen por verdadero, olvidando el que conocí una vez,
hasta ti.
La vida que recorro eternamente era todo lo que sabía
Nada más me retenía aquí en esta tierra,
Hasta ti.
Siento el dolor de cada corazón que tomo
Siento el deseo de remplazar todo lo que he llegado
a odiar.
La oscuridad me abraza, pero la luz aún dibuja
mi alma vacía.
El vacío en el que solía usar dolor, para llenar el agujero
ya no me controla, ya no me llama.
Gracias a ti”.

A medida que mis párpados caían, y el sueño se apoderaba de mí, mi corazón sufría por el dolor en sus palabras. Eran palabras que sabía que significaban más para ella, que lo que yo comprendía. La canción con la que ella había llenado mis noches, era mucho más profunda que todo lo que había conocido.
Rachel corrió hacia mí en el momento en que Sam abrió la puerta delantera de la escuela y la mantuvo mientras yo caminaba al interior. La emoción en su rostro hizo que sus ojos marrones brillaran. Sonreí, esperando que me explicara la causa de su alegre comportamiento una mañana de lunes. Mi vuelta a la escuela no causaría esta respuesta. Se detuvo y miró a Sam. Ella se aclaró la garganta.
—Um, te veré en unos minutos. —Se excusó con una sonrisa y se dirigió hacia mi casillero para llevar mis libros.
—Está bien, se ha ido. Ahora, dime qué te tiene de tan buen espíritu esta mañana.
Entrelazó su brazo con el mío y se acercó a mi oído.
—Santana López está aquí. Como, en nuestra escuela. Como, inscrita en nuestra escuela. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé quel fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todos los Estados Unidos en lugar de sólo en el suroeste. ¡GAH! ¡Puedes creer que está aquí! ¿En nuestra escuela?
Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria, nuestro pequeño y pintoresco pueblo costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.
No pude evitar sonreír ante la emoción de Rachel, incluso aunque no tenía idea de quién era Santana López. Nunca había oído hablar de ella o de su banda antes. Seguí la vertiginosa expresión de Rachel, cuando mis ojos se encontraron con el alma. Anoche había combatido el sueño para ver si aparecía en mi dormitorio y me cantaba para dormir. No había venido. Verla ahora me hizo querer dar un suspiro de alivio.
La idea de que podía no volver a verla otra vez, me había asustado. Le sonreí sabiendo que debía actuar como si ella no estuviera allí pero no podía. En algún lugar del camino había llegado a confiar en su presencia. Sus ojos azul oscuro estaban satisfechos y menos encantadores de lo que recordaba. Quería caminar hacia ella y decir algo, pero no podía en esta sala llena de gente. Ella asintió con la cabeza como respondiendo a una pregunta, pero sus ojos no dejaron los míos. Una sonrisa tensa se formó en su rostro, sustituyendo la sonrisa de satisfacción que yo había recibido. Entonces, como a cámara lenta, dirigió su atención a la chica rubia, a su lado, riéndose y sosteniendo una revista y un bolígrafo para que ella lo tomara.
Observé, como perdida en un extraño sueño, cómo ella sonrió y asintió con la cabeza al oír las palabras de la chica. Ella firmó la revista que ella empujó en sus manos y se la devolvió. Oí a Rachel diciendo algo a mi lado, pero sonaba como si estuviera a kilómetros de distancia. Algo no iba bien. Di un paso hacia ella, incapaz de mirar hacia otro lado. Me sonrió, con su sexy sonrisa torcida que producía un perfecto hoyuelo. De repente, su sonrisa parecía de disculpa mientras, una vez más, se volvía hacia mí y tomaba algo de las manos de otra chica y firmaba en ello. Me quedé inmóvil, tratando de procesar lo que mis ojos veían.
—Está bien, Brittany, vas a tener que salir de esto. Sam está viniendo y si nota que estás mirando a Santana López como si quisieras devorarla, va a ser un problema. Quité los ojos del alma y contemplé a mi amiga. —¿Qué? —Me las arreglé para preguntar a través de las preguntas pululando en mi cabeza. Rachel sonrió y negó con la cabeza. —Por Dios, chica, estás peor que yo. Por lo menos yo no me di un golpe cuando la vi en la oficina más temprano. Por supuesto, ella no parecía realmente preocupada por tu reacción. Lo que es una buena cosa, teniendo en cuenta que puedes parecer un poco acosadora.
Negué con la cabeza sin comprender. —¿Qué? —Pregunté de nuevo.
—Descubrí la gran noticia. —dijo Sam, detrás de mí, y yo sabía que tenía que voltearme para mirarlo, pero, justo ahora, no podía. Todo el mundo podía ver el alma. Nada tenía sentido. Cerré los ojos y respiré hondo y después los abrí para notar que Rachel me miraba, con una expresión divertida en su rostro.
—¿Lo ves a ella? —Pregunté en un susurro. Su mirada parpadeó con cautela detrás de mí, donde sabía que Sam estaba de pie, y luego se lanzó hacia donde se encontraba el alma.
Una vez que sus ojos volvieron a los míos, asintió lentamente con la cabeza.
—Um, sí, pero ¿De qué “ella” estamos hablando? —Preguntó en un susurro. Miré rápidamente hacia el lugar donde el alma todavía hablaba a los estudiantes y firmando cosas. Rachel se acercó a mi oído—. Eso es Santana López, todo el mundo lo ve ¿Tomaste algunos medicamentos para el dolor importantes esta mañana? Porque estás actuando de manera extraña Santana López. El alma, mi alma ¿Era “Santana López” cantante? Una mano se posó en mi hombro y me volví poco a poco para enfrentar a Sam. Su preocupado ceño fruncido era idéntico al de Rachel. Negué con la cabeza para despejarme y forcé una sonrisa.
—Mamá me hizo tomar algunas de mis pastillas esta mañana y creo que están jugando con mi cabeza. —Mentí, aferrándome a la excusa que Rachel me había dado. Sam sonrió y deslizó su brazo protector alrededor de mis hombros.
—Ah, bueno, yo cuidaré de ti. Vamos, vamos a tu primera clase. Ya tengo tus libros. —Caminé al lado de Sam, aliviada, pero aún decepcionada de no estar caminando al lado del alma. Me quedé esperando para ver si me despertaba de esa sensación de sueño extraño y escuchaba el alma tocando suavemente en mi habitación.
Llegué a Literatura Inglesa antes de darme cuenta de que Sam había estado guiándome a la misma. Ella me dio la vuelta para mirarlo de frente.
—Si me necesitas, mándame un mensaje de texto y estaré aquí en un segundo, ¿De acuerdo? —Asentí con la cabeza y me dio un beso rápido antes de volverse y me dejó en la puerta de mi salón de clases. Entré, luchando contra la necesidad de volver atrás y ver la multitud de personas alrededor del alma, a quien llamaban Santana López. Me senté en el primer pupitre al volver en mí y empecé a abrir mi libro, cuando un cálido cosquilleo recorrió mi cuerpo.
Sobresaltada, miré hacia arriba. Santana se dirigía hacia mí. Me atreví a echar un vistazo sobre los otros chicos de la clase. Todos los ojos se posaban en ella. Esto tenía que ser algún tipo de sueño de locos. Ella se sentó detrás de mí y luché contra el impulso de temblar por la cálida sensación que su cercanía parecía estar causándome. Esto no había ocurrido antes.
—No creo que nos hayamos conocido. Soy Santana López. —Su familiar y suave acento no sonaba como si estuviera soñando.
Me giré para mirarlo. Si hubiera tomado calmantes esta mañana estaría convencida de que estaba colocada. No había excusa para esta alucinación.
—No entiendo. —dije simplemente. Una sonrisa de disculpa tiró de sus carnosos labios. ¿Eran sus labios más llenos ahora que eran de carne y hueso?
—Lo sé, y lo siento. ¿Sería mucho pedirle que me lo detallaras? Si esto era real, entonces sería muy bueno si pudieras explicarme cómo, de repente, ella podía ser vista por el resto del mundo vivo. Mejor aún ¿Por qué todos creían que es una estrella de la musica? No dijo nada pero sus ojos nunca dejaron los míos. Alguien pasó y le pidió un autógrafo y ella negó con la cabeza, sin apartar sus ojos de mí. Todo el mundo en la sala parecía estar observándonos. Hablando con ella, aquí, no me daría ninguna respuesta. Aparté mis ojos de su cálida mirada y me di la vuelta en mi asiento. Si no me despertaba pronto, entonces me preocuparía sobre una mejor explicación que “lo siento”.
—Calma, calma. —La voz del señor Brown aplazó el murmullo excitado y las risas ocasionales—. Es muy emocionante, me doy cuenta, tener a una, —El Sr. Brown agitó una mano en dirección de Santana —, joven, entre nosotros, cuyo talento a muchos de ustedes les gusta. Sin embargo, este momento es para aprender de la belleza que la Literatura Inglesa tiene para nosotros.
Podemos soñar y desmayarnos por el Sita. López durante nuestra hora de comer.
—Ahora, vamos a seguir adelante con nuestro estudio de Shakespeare. Nos hemos referido a el brevemente este año ya que este no era su primer contacto con Shakespeare y creo que es importante centrarse en algunos otros famosos dramaturgos. El dramaturgo griego Esquilo, fue muy influyente en sus obras. De hecho, varias fuentes antiguas le atribuyen entre setenta y noventa obras. Creo que el viernes les pedí a todos que leyeran el capítulo en su libro sobre Esquilo, y puesto que era fin de semana ¿Puede alguien aquí decirme algo que aprendiera de su lectura? —El Sr. Brown juntó las manos sobre el pecho, para descansarlas sobre su vientre redondo.
La sala permaneció en silencio. Preferí pasar mi fin de semana tratando de ponerme al día con toda mi pérdida escolar y la lectura de Esquilo no había sido muy importante. Además, concentrarse en este momento sería difícil.
—Sólo seis de sus tragedias se han conservado intactas: Los Persas, Siete contra Thebes, Los Suplicantes, y la trilogía conocida como La Orestiada, que consta de tres tragedias: Agamenón, Las Coéforas y El Euménides. —La voz de Santana llegó a lo largo de la habitación y el Sr. Brown miró hacia ella sorprendido.
—Siete, Sita. López. Se te olvidó Prometeo Encadenado.
—La autoría de Prometeo Encadenado se disputa. Se cree que es la obra de un autor posterior. —Celebró la voz de Santana en tono de aburrimiento.
El Sr. Brown enderezó su corto y ancho cuerpo y se quedó mirando abajo, hacia Santana, con una suave sonrisa apareciendo en su rostro. —
Porque, sí, lo es, pero esa información no está dentro de su libro de texto. Miró al resto de la clase sonriendo, como si alguien le hubiera llevado docenas de donas. —Parece que nuestra musical amiga está bien educada. Escuché una risa silenciosa detrás de mí y miré por encima de mi hombro para ver los ojos de Santana en los míos. ¿Había leído mi mente?
¿Tenía súper poderes? Me alejé de ella y cerré los ojos, tratando de conseguir que las preguntas alojadas en mi cabeza sobre lo que Santana López hacía, se apartaran el tiempo suficiente para prestar atención en clase.
—Muy bien, muy bien, de verdad. Ahora, como se indica en su plan de estudios para el año, todos habrán comprado copias de La Orestíada: Agamenón, Las Coéforas, El Euménides. Vamos a comenzar nuestro estudio de Esquilo con la lectura de su obra, Agamenón ¿Quién trajo su libro a clase como solicité el viernes? —Baje la mirada, a mi libro de texto y un cuaderno. Sam no había conseguido la edición de bolsillo de mi casillero—. Ah, y nuestro nuevo estudiante me sorprende una vez más. —Levante la vista para ver al Sr. Brown asintiendo con la cabeza hacia el escritorio de Santana —. ¿Ese es el libro en su escritorio o no Sita. López?
—Sí señor. —Respondió Santana y me estremecí involuntariamente. Me pareció oír otra suave risa que venía de detrás de mí—. Bueno, entonces ¿Podría empezar a leer por mí? Ya que parece que el resto de los estudiantes en esta sala, que de hecho estuvieron aquí el viernes, parece que sufren pérdidas de memoria.
Santana se aclaró la garganta y comenzó a leer. —Queridos Dioses, me he librado de todo el dolor, el largo que veo mantener, todo un año despierto…apoyado en mis brazos, en cuclillas en el techo de Atreo como un perro. Conozco las estrellas por memorias, los ejércitos de la noche, y hay en la delantera los que nos traen la nieve o los cultivos de verano, nos traen todo lo que tenemos —nuestros grandes reyes del cielo, los conozco, cuando se levantan y cuando caen…y ahora veo la luz, la señal del fuego saliendo de Troya, gritando Troy es tomado. Por lo tanto, ella ordena, llena de grandes esperanzas.
La clase pasó muy rápido con la hipnótica voz de Santana al mando de la sala. El ring de la campana me hizo saltar. Sacudí la cabeza tratando de salir del trance en el que su lectura me metió. Me puse de pie y cogí mis libros, sabiendo que Sam estaría en la puerta, esperándome, listo para coger los libros para mi próxima clase. Me tomó un esfuerzo supremo no mirar atrás a Santana .
El sonido de las chicas risueñas y los fans aduladores me permitió llegar a Sam sin descomponerme y volverme a echarle un vistazo.
—¿Una clase divertida? —Sam enarcó las cejas y asintió con la cabeza hacia donde sabía que Santana se rodeaba de admiradoras femeninas. Me encogí de hombros. —En realidad no. Tragedias Griegas, ya sabes, lo de costumbre. —Sam me disparó una de sus sonrisas fáciles antes de llegar a mis libros.
—Me alegro de haber hecho mi movimiento antes de que Santana López se presentara. —dijo, con una voz en broma, que sonaba forzada.
No miré hacia ella. —¿Qué quieres decir? —¿Acaso notó el rubor en mis mejillas cuando dijo el nombre de Santana ? Dios, esperaba que no.
—Parece que no puede apartar los ojos de ti. No es que la pueda culpar. —Me pasó el brazo por los hombros y me atrajo como si necesitara aferrarse a mí. Al instante la culpa me inundó. La forma en que me estremecía y me fundía cuando estoy cerca de Santana , no era justo para Sam. Un tirón extraño dentro de mí, convirtió todo alrededor y me hizo agarrarme al brazo de Sam en busca de apoyo. Tal vez esto era un sueño después de todo. Era casi como si algún dominio de hierro estuviera tratando de obligarme a detenerme y dar marcha atrás.
—¿Estás bien? —La voz de Sam tenía preocupación. Sabía que el pensaba que había perdido mi mente. Nada acerca de la manera en que actuaba era cuerdo. Le sonreí tranquilizadoramente. —Estoy bien. —Incapaz de luchar contra el tirón invisible, miré hacia atrás y mis ojos inmediatamente encontraron a Santana , rodeada de chicas y chicos, pero sus ojos miraban directamente sobre mí. Incluso desde esta distancia, podía sentir el calor de su intensa mirada.
—Ella parece ser un tema caliente. —Murmuró Sam, mientras su mirada seguía la mía. Sacudí la cabeza de vuelta, furiosa conmigo misma por ceder y buscarle. La preocupación en la voz de Sam lo decía todo. Necesitaba controlarme.
—Realmente no hago todo lo de la cosa de cantar. Sinceramente, ni siquiera tengo una pista de lo que canta o la banda en la que está. Sam besó la parte superior de mi cabeza. —Me gustaría que la estrella hubiera escuchado eso. —Pareció relajarse a mi lado.
—Eso no es cierto, Brittany. Tú disfrutas de tu pequeño concierto privado cada noche mientras duermes.
Me quedé inmóvil sujetando el brazo de Sam más fuerte. ¿Qué diablos fue eso? ¿Acababa Santana de hablar en mi cabeza? ¡Dios, esto tenía que ser un sueño! Se volvía más loco por momentos. Me desprendí del brazo de Sam y me pellizqué tan duro como fue posible.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó, con una mirada de confusión en su rostro. Mi cara se puso caliente. En cuestión de minutos estaría de color rojo brillante. No estoy segura si era por el hecho de que Santana acababa, de alguna manera, de hablarme en el oído aunque estuviera al otro lado del pasillo, o por el hecho de que me pellizcaba en el pasillo como una loca.
—Relax, Brittany, nadie me escucha aparte de ti. Quita el encantador sonrojo de tu rostro. Tu amigo, quien parece pensar que le perteneces, va a pensar que estás loca. Me di la vuelta, esta vez necesitando ver dónde estaba. Era la voz de Santana la que había oído. Tan claramente como si estuviera de pie a mi lado, inclinándose hacia mi oído. Santana no encontraba justo a mi lado. Seguía donde yo recordaba: de pie en el extremo opuesto del pasillo, escuchando a una chica pelirroja, estudiante de primer año, que parecía estar en las nubes por la atención de la estrella . Su mirada dejó la de ella y se encontró con la mía. Me guiñó un ojo y me dio su sonrisa maliciosa antes de mirar atrás a la muchacha a su lado. Me tragué el miedo corriendo a través de mí y me alejé de ella. ¿Me habría realmente hablado desde el otro lado del pasillo sin que nadie lo hubiera escuchado?
—¿Estás bien, Brittany? —La voz de Sam rompió mi momento de pánico y me las arreglé para forzar una sonrisa y un guiño.
—Sí, pensé que me había olvidado de algo, pero no lo hice. Sam se rió entre dientes. —¿El medicamento sigue jugando contigo? — Preguntó con una voz que ayudó a traerme de vuelta a la normalidad.¿ Ella era normal. Ella era real. —Um, sí, creo que sí. —Si tan sólo hubiera tomado medicamento para el dolor esta mañana, tal y como seguía diciendo, entonces podría culpar de todo esto a los productos químicos. Pero sabía la verdad. No había tomado nada. Me estoy volviendo loca por mi cuenta.
***
—Hablé con Sam durante el discurso y le sugerí que nosotros cuatro fuéramos a ver una película esta noche para celebrar tu regreso a la escuela —dijo Rachel desde el otro lado de la mesa de la cafetería. Había estado tan perdida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que se había sentado frente a mí.
Miré hacia arriba. —Eso suena como una gran idea. Rachel frunció el ceño, inclinó la cabeza y se acercó más a mí. — ¿Estás bien? Forcé una sonrisa y asentí con la cabeza. Convencer a mí mejor amiga de que no me volvía loca internamente, iba a ser difícil. Como era de esperar, levantó las cejas y me dio el “no te creo” con los ojos mientras se echaba hacia atrás. Por suerte, Puck eligió ese momento para unirse a nosotras, por lo que ella no tenía la oportunidad de probarme más.
—Esta noche después de la práctica de fútbol de Sam, todos vamos a ir al cine para celebrar la recuperación de Brittany. Puck me miró con cara de preocupado. —¿Estás para eso? Asentí con la cabeza. —Claro, me siento mucho mejor. Tengo que salir y hacer algo normal.
La sonrisa de Rachel regresó. —Entonces, está arreglado. Ahora, todo lo que queda es decidir qué película vamos a ver. —Los ojos de Rachel se quedaron mirando algo por encima de mi cabeza—. Uf, no me extraña. — dijo en tono de disgusto. Eché un vistazo hacia atrás para ver lo que ella encontraba tan irritante. Kendra entró con el brazo metido dentro del codo de Santana , sonriendo tímidamente hacia ella, mientras que hablaba con ella. Era evidente que disfrutaba de su atención. No sería la primera en ser víctima de sus atenciones. Kendra hacía un completo paquete de perfección, si dejabas aparte su personalidad. Volví la cabeza hacia atrás, esperanzada de poder cubrir las emociones agitadas en mi estómago. La visión de ella, del brazo de ella, me puso un poco enferma.
—Sería Kendra la que consiguiera la estrella. —dijo Rachel, en un tono de disgusto, antes de tomar un bocado de su ensalada.
—Espero que no sean celos lo que estoy escuchando en tu voz. Teniendo en cuenta que sería un golpe a mi ego. —dijo Puck en broma y Rachel lo fulminó con la mirada.
—Por supuesto que no. Ojalá Santana López no haya decidido dar su atención, a esa perra asquerosa. Hay un montón de otras chicas hermosas en esta escuela que serían mucho mejores opciones.
Puck se rió entre dientes. —¿Cómo quién? Rachel se encogió de hombros. —No lo sé. Simplemente alguien que no sea Kendra. —Puck se rió en voz alta y meneó la cabeza.
—¿Qué me perdí? —Preguntó Sam, mientras se sentaba a mi lado.
—Nada, —Le respondí un poco demasiado rápido. Puck asintió con la cabeza hacia donde Santana y Kendra se sentaban en una sola mesa—, parece que Rachel cree que cualquiera sería una mejor opción para la estrella, que Kendra.
Sam asintió con la cabeza. —Es probable que tenga razón. Sin embargo, mientras no se detenga a comer con los ojos a mi chica, no me importa a quién le da su atención.
Rachel alzó las cejas en sorpresa hacia mí. —¿En serio ha estado comiéndote con los ojos?
Rodé mis ojos. —No. —Mi rápida respuesta ni siquiera sonó creíble para mis propios oídos.
—Sí, lo ha hecho. —dijo Sam, alcanzando mi mano debajo de la mesa. Me dio un apretón suave, como para tranquilizarme. Suspiré y me relajé. No tenía sentido discutir con ella. Sabía que Santana me observaba con más frecuencia que cualquier otra persona. No me había dado cuenta de la forma posesiva en que me sentía hacia ella, hasta que había visto a Kendra conseguir su atención. Podía ir a cantar a Kendra para dormir con su guitarra y su música de belleza inquietante. Oí una baja risa y me volví para mirar a ambos, Sam y Puck, cuyas bocas estaban llenas de comida. Me quedé inmóvil y miré hacia atrás, a la mesa donde Santana parecía tener una conversación privada con Kendra. Sus ojos dejaron los de ella y me dio una mirada divertida antes de volver a la perfecta rubia a su lado.
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:38 pm

En esta parte como prometí les pongo del 6 al 10 y ya esta a la mitad la historia, se que es una forma diferente de subir un fan fic asi que esperare, hasta ver como van las cosas para subir el resto.
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:44 pm

CAPITULO 6


—Tengo entendido que éste es tu primer juego de fútbol. —dijo mi madre, sonriendo desde el lavado de la cocina, donde se encontraba de pie, escurriendo fideos en forma de lazos. Me encogí de hombros. —Supongo. Alzó la mirada para verme. —¿Y saldrás con el mariscal cuando termine? —Comencé a responderle, cuando un alma entró a la cocina por las puertas cerradas que dan al patio. Me puse rígida. Había pasado un largo tiempo desde que un alma había vagado por nuestra casa. El alma parecía joven. Su cabello colgaba por su espalda en largas ondas rubias. Parecía que flotara alrededor de su cintura. Comencé a hacer lo acostumbrado y actué como si no la hubiese visto, pero se detuvo directamente frente a mí y empezó a estudiarme detenidamente. Sus ojos parecían translúcidos y sus pestañas eran increíblemente largas, pero tan rubias que parecían casi indetectables. Su cabeza se inclinó a un lado mientras se acercaba hacia mí, como si yo fuera algún tipo de experimento científico que le llamaba la atención.
—¿Cariño? —La voz de mamá me despertó de mi trance. Quité mi mirada del alma, lo cual era un poco difícil ya que se encontraba tan cerca de mí que podía estirar la mano y tocarla.
—Um, sí, lo siento. —Mamá ya no parecía divertida. Me frunció el ceño, con el colador de fideos en las manos ya olvidado.
—¿Te encuentras bien, Brittany? Tal vez deberías quedarte en casa y descansar. Toda una semana de clases debió haber sido difícil después de todo lo que has pasado. —Me forcé a mí misma a no temblar cuando una fría mano tocó mi cabello.
—Es lindo. —El musical sonido de la voz del alma me sorprendió. Salté lejos de ella.
—¿Brittany? —Tomé una gran bocanada de aire para calmarme, y forcé una sonrisa que esperaba fuera normal.
—Estoy bien, solo un poco nerviosa. Necesito terminar de arreglarme antes de que Rachel y Puck lleguen. Mamá asintió y su sonrisa regresó. —De acuerdo, entonces. Supongo que los nervios son entendibles cuando uno va a tener una cita con un chico tan guapo. —Guiñó e intenté mantener mi sonrisa falsa antes de girarme y salir de la cocina. Cerré la puerta de mi habitación y me giré para ver si el alma me había seguido.
—¿Estás buscándome? —La musical voz provino detrás de mí. Me volteé, sorprendida y dejé salir un audible chillido.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunté, confundida. ¿Por qué las almas habían comenzado a hablarme? Dejó salir una risita que sonó similar al repique de las campanas.
—Ya está fijado. —dijo simplemente y caminó más cerca de mí. Tendí ambas manos al frente como si eso evitaría que se acercara.
—No te acerques más. —dije, dándome cuenta que, por primera vez en mi vida, me sentía completamente aterrorizada de un alma. Frunció el ceño. —No eres muy amigable.
Dejé escapar una pequeña risa. —¿Qué? ¿No soy amigable con una fantasma que flota en mi casa y comienza a tocarme? Bueno, disculpa mi mala educación, pero esto es un poco perturbador. Su ceño parece tomar una expresión comprensiva. —Ah, sí. Bueno, supongo que solo asumí que ya estabas acostumbrada a nosotros. Así que sabía que podía ver almas. —¿Quién eres? —Pregunté de nuevo, deseando que mi voz sonara firme en vez de, sin lugar a dudas, temblorosa. No respondió, pero volvió a estudiarme detenidamente—. Necesito arreglarme para salir antes de que mis amigos lleguen. Si no tienes ningún propósito al estar aquí, entonces, ¿Podrías encontrar otra casa por la que vagar?
Su risa cantarina llenó la habitación nuevamente.
—No vago por las casas de las personas. —Como si yo hubiese dicho la cosa más tonta que alguna vez hubiese escuchado—. Está fijado. —dijo de nuevo, sonriendo ampliamente.
Empecé a preguntarle a lo que se refería cuando, una vez más, me quedé sola en mi habitación. Me giré en círculos, esperando verla caminando por allí, pero se había ido.
Necesitando escuchar la normalidad que era escuchar el canto desafinado de mi madre mientras preparaba la cena, fui y abrí la puerta de mi habitación. Necesitaba ver a Santana . Quería respuestas. Antes de Santana , las almas no hablaban conmigo. Me había gustado de esa manera. Me gustaría mantenerlo de esa manera. No me agradaba la idea de que las almas caminaran hacia mí, me tocaran y me hablaran. Podía lidiar con su presencia, pero prefería ignorarlas y, en respuesta, ser trataba como todos los demás. Di otra rápida vuelta en mi habitación y en silencio cerré la puerta. Caminé al otro lado del cuarto, poniendo distancia entre la puerta y yo. Lo último que necesitaba era que mi mamá escuchase lo que estoy a punto de hacer.
—Santana . —dije en voz alta. Me había hablado desde el otro lado de un pasillo lleno de gente. Me imaginaba que podía escucharme en cualquier lugar. Pero igual no era ninguna experta en las señales de las almas. Nunca había sentido la necesidad de contactar alguna. Esperé, pero nada sucedió. Me giré para revisar detrás de mí. —¿Santana ? —dije nuevamente, sintiéndome estúpida. La habitación se mantuvo vacía. Con un suspiro de derrota, volví hacia la puerta y la abrí. Necesitaba dejar de jugar con lo sobrenatural y arreglarme.
* * *
—¡Vaaaaamos PIRATAS! —Rachel anima altísimo desde su asiento a mi lado. Íbamos ganando por dos touchdowns y la multitud comenzó a celebrar locamente. Al juego solo le faltaban cuatro minutos para terminar y no había visto a Santana por ningún lado. Aparentemente, Kendra no lo había visto tampoco, ya la había estado observando mientras animaba en el campo de futbol. Seguía buscando entre la multitud, por ella. Por supuesto, sus razones de querer verla eran completamente distintas a las mías. Sin mencionar el hecho de que las de ella no eran ni de cerca tan importantes.
Con cada ceño en su rostro, supe que no había visto a la elusiva Santana López. Necesitaba encontrarlo antes que el juego terminara. Salir con Sam a celebrar la victoria más tarde sería obstaculizado por las preguntas sin respuestas en mi cabeza.
—¿Podrías dejar de buscar en la multitud a la estrella y mirar a tu novio? —Siseó Rachel en mi oído. Debía haber sabido que me descubriría. Fruncí el ceño. —No estoy buscando a la estrella de. El fútbol simplemente me aburre. Rachel rió y rodó sus ojos. —Solo tú saldrías con el mariscal ardiente y luego admitirías que te aburre el fútbol. Me encogí de hombros y luego volví mi atención a la acción que ocurría en el campo. En el momento en que mis ojos se fijaron en Kendra, vi como su rostro se iluminaba mientras veía a alguien abajo en las gradas. No podía verla desde donde me encontraba, pero sabía que había llegado. Esa sería la única razón por la que Kendra cambiaría su irritada expresión por una de encanto total. Miré hacia Rachel y Puck, quienes se encontraban observando el juego. La expresión de Kendra no era algo a lo que prestaban atención.
Busqué mi bolso. —Voy a comprar algo de tomar, ¿Quieren algo? — Pregunté, deseando que dijeran que no. No quería ser apresurada. Necesitaba encontrarme a solas con Santana y obtener algunas respuestas.
—No, el juego ya casi termina y vamos al Grill a celebrar. Podemos tomar algo allí. Deslicé mi bolso sobre mi hombro. —Tengo sed ahora. Nos vemos en el campo cuando todo esto termine. —Rachel busca a mí alrededor por entre la multitud. No tenía que preguntar para saber que buscaba a Santana . Por suerte, ella no se había aparecido a la vista. Rachel me miró nuevamente y se encogió de hombros.
—De acuerdo —Me giré y caminé rápidamente antes de que viera a Santana o decidiera que quería algo de la tienda. Santana se encontraba de pie mirando el juego en el campo con los brazos cruzados, como si estuviese aburrido. Sus ojos se encontraron con los míos en el momento en que aparecí por la esquina. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. No tenía tiempo para lidiar con sus astutos comentarios sobre yo queriendo encontrarla.
—Necesito hablar contigo a solas, ahora. —dije susurrando mientras pasaba a su lado y me dirigía hacia el oscuro estacionamiento. No me giré para ver si me seguía. Podía sentir su presencia. Una vez supe que nos encontrábamos fuera de la vista de todos, me giré para mirarla—. ¿Quién es ella? —Demandé.
Santana frunció el ceño. —Se más específica, por favor. Suspiré y cerré los ojos contra la distracción que su voz siempre me significaba. Costaba concentrarme, viéndolo a la luz de la luna. —El alma que vino a mi casa y me tocó y habló conmigo. Me dijo “está fijado” dos veces.
Santana se tensó visiblemente y se acercó a mí. —¿Qué? —Preguntó con expresión sorprendida en su rostro.
—Un alma vino a mi casa. Me tocó y habló conmigo. Las almas nunca me hablaban, antes de que llegaras. Incluso entró a mi habitación. —
Murmuré, con miedo de que alguien pudiese escucharme. —¿Dijo “está fijado”? —Preguntó, con voz tensa. Podía darme cuenta que trataba de controlar su temperamento, simplemente, no sabía por qué se molesto. Asentí, mirándolo de cerca. Caminó más dentro en la oscuridad y luego subió su mirada enojada al cielo. —No jodas conmigo. —dijo en voz alta y fuerte. Retrocedí, sin estar segura de a qué le gritaba. Se quedó de pie con la espalda hacia mí, tomando profundas bocanadas de aire, y esperé, deseando no haberlo traído sola aquí en la oscuridad.
Lentamente se giró. Incluso en la oscuridad, claramente podía ver sus ojos azules. Me recordaban a brillantes zafiros reflejando los rayos del sol.
—Voy a estar vigilando. —Su voz sonaba aún más intensa que antes. Di un paso atrás, aterrorizada por el creciente brillo en sus ojos, saliendo desde la profundidad de su pecho—. Si se acerca a ti, o cualquier otra… alma se acerca a ti, adviérteles que vas a decirme. ¿Entiendes? —Me encontraba asustada. No de Santana , pero de… algo. —¿Quién es ella? —Pregunté de nuevo.
En su rostro se reflejó una mirada torturada antes de girarse lejos de mí. —Alguien que ha venido a enmendar algo malo. —Caminé más cerca de ella, necesitando saber más, pero sacudió su cabeza en protesta y luego desapareció. Me quedé de pie, sola en el estacionamiento. Debido a los recientes acontecimientos, no me gustaba estar aquí afuera, sola. Aun sabiendo que Santana se encontraba lo suficientemente cerca, que vendría si lo llamaba. Las celebraciones se escuchaban desde el campo, señalando que el juego había terminado.
Mis preguntas todavía no tenían respuestas. Caminé rápidamente de vuelta al estadio iluminado, frustrada con Santana y su determinación por ser evasiva, incluso cuando ella mismo parecía ser la causa de mi vida hecha desastre. El campo lleno de piratas celebraba mientras caminaba por entre las masas de estudiantes y padres. Comencé a buscar a Rachel y a Puck.
Una risa familiar llamó mi atención y me giré para ver a Kendra con sus manos en el pecho de Santana mientras ella bajaba la mirada hacia ella con una sonrisa en su rostro. Me congelé. Ella parecía contenta y despreocupada con la atención de la animadora rubia, cuando hace solo momentos se encontraba maldiciendo hacia el cielo y diciéndome que amenazara a cualquier otra alma parlanchina que tuviera contacto conmigo. La urgencia de acercarme a Kendra y jalarla por los cabellos hasta que estuviera a unos buenos tres metros lejos de Santana , era difícil de resistir. Sus ojos se apartaron de los de Kendra y me encontraron. Asintió como saludando antes de volver su mirada a la chica en sus brazos. Tragué la sensación de traición y retiré mi mirada lejos de ambas. Santana no me pertenecía, así que, en realidad, no me traicionaba. Ese recordatorio no me hizo sentir para nada mejor. En ocasiones, parecía como si Santana López y el alma fueran dos seres completamente distintos. Confiaba en el alma. Santana López me confundía.
—¡Brittany! —La voz de Rachel se escuchó por entre las voces de celebración. Me giré, sin estar segura de poder enfrentarla en estos momentos. Miré de nuevo hacia el estacionamiento, pensando en alguna manera de poder escapar. Pero mi casa ya no parecía segura. La hermosa alma rubia me había asustado—. ¿Brittany? —Llamó Rachel, de nuevo, y volví mi atención nuevamente a la multitud, sabiendo que debería ir hacia ella. Sam estaría esperándome. Sin embargo, esa yo que conseguiría, no era la que merecía. No celebraba por la victoria. En vez de eso, me encontraba aterrorizada de lo desconocido.
—Ve con ellos. Estoy aquí. Te encuentras a salvo. —La voz de Santana llegó fuerte y clara por entre las voces de la multitud. Justo como antes, nadie más pareció escucharlo. Busqué su familiar rostro entre aquellos de las personas a mí alrededor.
—¡Jesús, Brittany, estás sorda! ¿Dónde has estado? Vámonos. — Rachel tomó mi brazo y comenzó a jalarme por entre la gente que celebraba. Le permití llevarme y forcé una sonrisa. Sam lo esperaría de mí. Rachel y Puck lo esperarían de mí. Iba a terminar diagnosticada de loca si no me controlaba. —¡Allí está! —Me gritó Rachel al tirarme hacia Sam. Ella acababa de salir de los vestuarios, recién bañado y con un par de vaqueros descoloridos y un jersey limpio. Tomé una gran bocanada de aire y plasmé una sonrisa en mi cara. Ella miró en mi dirección y lo saludé con la mano. Sonrió ampliamente y corrió hacia mí. Antes de poder darme cuenta, me levantaba y presionaba contra su pecho. No tuve tiempo de prepararme para cuando sus labios cubrieron los míos. Sus brazos a mi alrededor eran cuidadosos debido a que mis costillas todavía sanaban. El me recordaba la calidez y la seguridad.
Subí mis manos hasta su pecho, esperando poder aferrarme a el un poco más y pretender que de verdad me encontraba a salvo. Sus manos se deslizaron por mi cabello e inclinó mi cabeza hacia atrás al profundizar más el beso. Lo tomé completamente. Necesitaba este sentido de normalidad.
Esta falsa sensación de seguridad. Sam era real y representaba todas las cosas seguras. Necesitaba esa conexión con el mundo. En este momento necesitaba lo que me ofrecía. Sin embargo, bailando peligrosamente en el fondo de mi mente, había pensamientos de otra boca, lo que parecía revolver cosas aún más intensas dentro de mí. Cerré mis ojos con más fuerza, intentando luchar con el deseo de tener los brazos de Santana presionándome más cerca, con sus perfectamente esculpidos labios contra los míos. Esto era seguro. Sam era saludable para mí.
Rompió el beso y se separó solo un poco, me di cuenta que su respiración era irregular, no como la mía. El parecía aturdido. —Eso fue aún mejor de lo que había imaginado. —dijo, sin aliento. La punzada de culpa que me había estado embargando, desde que Santana se había metido bajo mi piel, me recordó que esta era la decisión correcta.
—De acuerdo, ustedes dos necesitan o conseguir un jodido cuarto, o salir a la superficie por aire para poder ir a buscar algo de comer. Muero de hambre. —La divertida voz de Puck entró al pequeño mundo en el que nos habíamos perdido por entre la multitud de gente.
Sam me guiñó y deslizó su brazo alrededor de mi hombro. —Vamos a comer. —dijo, sonriendo como un pequeño niño al que le acaban de dar caramelos. Me aferro a el por lo que representaba en mi vida, no porque lo deseara, pero aparté eso de mi mente. Pensar en el asunto solo hacía que la culpa aumentara.
* * *
—Después del juego de esta noche no veo cómo los Scouts4 pueden mantenerse apartados. —dijo Puck, sonriendo desde el otro lado de la mesa frente a Sam y yo. Sam rió. —Un juego no derrotará a los Scouts de la universidad, sabes eso. Puck llevó una papa frita hasta su boca. —Un par más como ese y descenderán. —dijo, seguro de sí mismo.
El pulgar de Sam acarició mi mano. Había comenzado a sostenerme la mano cada vez que nos encontrábamos juntos. Era dulce. —Oh, qué asco ¿Tenían que venir aquí? Es decir ¿Por qué no simplemente se lleva a la chica pulpo a un hotel y nos dejan comer en paz? —dijo Rachel en voz molesta, mientras me daba una expresión de conocimiento. Alcé la mirada, para ver a Santana entrar por la puerta con una muy pegada Kendra a su lado. Alcancé mi soda y decidí estudiar la tarjeta de comercio puesta debajo del vidrio encima de la mesa—. Creo que la única manera en que pueda estar más cerca de ella, es si envuelve las piernas a su alrededor y ella se ve en la obligación de cargarla. —dijo Rachel en tono de asco.
Puck rió. —De acuerdo, Rachel, deja tranquila a la pobre chica. Parece que la estrella tiene sus manos llenas tratando de evitar que la viole. No necesita que andes haciendo comentarios sarcásticos. —Rachel rió tontamente y descansó su cabeza en el hombro de Puck.
—¿Qué la viole? Me gusta esa. Desearía haberla pensado. —Puck sacude su cabeza mientras lleva otra papa frita a su sonriente boca. Sam suspiró. —Tiene muchos problemas que hacen que actué como lo hace. —Lo miré y me di cuenta que parecía más preocupado que divertido. Rachel rodó los ojos. —Tú lo sabrías. Saliste con ella como por tres años.
Sam bajó la mirada hacia mí. —Sí, lo hice, pero solo porque la única chica que quería, parecía que yo no le gustaba completamente. Sonreí y apreté su mano. —Era estúpida. —Era verdad. Conocer a Sam me enseñó que juzgar a otros no era solamente malo, sino que provocaba que me perdiera amistades con personas especiales. Sus ojos se tornaron serios y se inclinó, pero se detuvo justo antes de que sus labios tocaran los míos. —Eres brillante. Quizás solo un poco lenta en la aceptación, pero brillante de todas maneras. —Sus labios tocaron gentilmente los míos. De nuevo, me sentí segura. Un profundo gruñido me sorprendió y brinqué hacia atrás, mirando a Sam para ver si había estado gruñendo. El confundido ceño en su rostro me dijo que no había sido el. Su pulgar acarició mi labio inferior y el gruñido comenzó nuevamente. Definitivamente no era Sam quién hacia esos sonidos de animales—. ¿Estás bien? —Preguntó suavemente.
—Lo siento, pensé que habías dicho algo. —Expliqué, forzando una sonrisa. Sonrió y dejó caer su mano de mi rostro. El gruñido disminuyó y miré alrededor de la habitación. Santana se encontraba sentada en la mesa de la esquina junto a Kendra, quien parecía estar hablando animadamente con otra animadora al lado de ellos. Sus ojos oscuros me miraron con un brillo posesivo. Había sido ella. Ella había gruñido. ¿Cómo hacía eso? Podía sentir la mirada de Rachel y no quería que me estuviese haciendo más preguntas. Me concentré de nuevo en mi comida y lancé una papa frita en mi boca. Sam y Puck habían vuelto a hablar del juego, así que tuve tiempo de enfocarme de nuevo en mis amigos y no en Santana . Sam se inclinó de nuevo contra el sillón y liberó mi mano,
deslizando la suya detrás de mis hombros y luego gentilmente apretándome contra el.
Rachel sonrió. —Así que ¿Cuándo vamos a escoger vestidos para el Baile de Bienvenida? —Me preguntó. Fruncí el ceño hacia ella. Sam y yo no habíamos hablado del baile de bienvenida. Estábamos saliendo exclusivamente, pero no me había dicho nada sobre llevarme al baile. Ya había decidido quedarme en casa a ver películas viejas y comer palomitas de maíz. La mirada de Rachel iba de mí hacia Sam, como valorando la situación—. Le preguntaste, ¿Verdad? —Preguntó en tono irritado. Sam giró su cabeza y me miró.
—Solo asumí que estaba arreglado ¿Se suponía que debía preguntar?
—La mueca de preocupación en su rostro era adorable. Le sonreí, esperando tranquilizarlo. No me gustaba preocuparlo. Parecía muy sensible emocionalmente.
—Sam, siempre se supone que debes pedirle ir al baile a una chica. Asumirlo es algo malo. —El tono de corrección de Rachel me hizo reír. El ceño de Sam se suavizó y deslizó su dedo debajo de mi barbilla, y gentilmente acarició la línea de mi mandíbula con su pulgar.
—Brittany, ¿Te gustaría hacerme el honor de ser mi cita para el Baile de Bienvenida? La posibilidad de no ser capaz de sostenerte en mis brazos toda la noche es desgarradora. Rachel suspiró desde el otro lado de la mesa. —De acuerdo, eso fue hermoso. ¿Por qué no me preguntaste así? —Le preguntó a Puck. Puck le lanzó a Sam una mirada irritada. —Gracias, amigo. La próxima vez que decidas demostrar tu lado romántico, ¿Podrías hacerlo a solas?
Me reí y Sam continuó mirándome. Asentí y se inclinó para besarme. Me preparé mentalmente para el gruñido, y en el momento en que lo escuché, bajo el enfadado en mis oídos, sonreí.
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cerrado Re: Adaptación Fan fic Brittana Existence Actualizacion

Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:44 pm

CAPITULO 7

En el momento en que intenté abrir la puerta y la encontré cerrada con llave, supe que tenía problemas. La nota de mi madre en el mostrador diciéndome que ella y Roger habían ido al cine envió un escalofrío de miedo a través de mí. No quería estar sola en casa. No le había pedido Rachel que viniera a pasar la noche conmigo, porque había planeado dormir en la cama con mi madre. Entré en mi habitación y escaneé cada centímetro de su cuerpo buscando un cabello largo y rubio. No había señales del alma extraña. Eché un vistazo al cuarto de baño y pensé en cuánto quería una ducha. Entrar allí, y encender la ducha y cerrar la cortina me asustaba. Seguía recibiendo visiones de las películas de terror que había visto, donde cosas malas pasaban cuando alguien se daba una ducha. Nunca sería capaz de tomar una ducha sin que mamá estuviera en casa. Tal vez ni siquiera entonces. ¡Oh, mierda! ¡Me iba a convertir en una chica increíblemente apestosa! Si trataba de convencer a mi mamá de que entrara al cuarto de baño conmigo, para así poder tomar una ducha, ella pensaría que estoy loca. Me dejé caer en mi cama y dejé escapar un suspiro de derrota.
—¿Qué está mal? —Preguntó una voz desde mi puerta. Me levanté rápidamente, gritando. Sin embargo, esta murió casi de inmediato cuando vi a Santana apoyada en el marco de la puerta, observándome.
—Santana. —Tomé una respiración profunda para calmar mi acelerado corazón.
—Lo siento, no me di cuenta de que te sentías tan alterada por esto. — dijo, frunciendo el ceño y entrando en la habitación. Volví a sentarme en mi cama y solté una carcajada profunda.
—Bueno, discúlpame si almas extrañas aparecen en mi casa, hablando conmigo y tocándome y asustándome un poco. —Le lancé una mirada acusadora—. Entonces, te pregunto sobre ello y tú maldices en la oscuridad y te pones toda enojada.
—Lo siento por eso. No debería haberte asustado de esa manera. —No había ninguna duda respecto al tono de preocupación de su voz.
—Bueno, ¿Puedes decirme lo que está sucediendo, quién es ella? —
Pregunté. Negó con la cabeza e, inmediatamente, dirigió su mirada lejos de mí.
—No, eso es lo único que no puedo hacer por ti. Pídeme cualquier cosa en el mundo, Brittany, y me aseguraré de que sea tuyo, pero eso no lo puedo hacer. —Su voz sonaba intensa y dolorosa, al mismo tiempo. Me decepcionó, pero sabía que empujarla en el tema no tenía sentido.
—¿Por qué estás aquí, entonces? —Le pregunté, recordando cómo, hace menos de una hora atrás, la había dejado en la esquina de una cabina, con Kendra acurrucada contra su costado. Se puso de pie y se acercó a la ventana y miró hacia afuera.
—Hasta que no sepa que todo está bien... hasta que me ocupe de lo que debe hacerse, voy a pasar las noches aquí en tu habitación. —Se volvió hacia mí con una expresión determinada—. Tengo que protegerte. —Hizo un gesto hacia la puerta—. Si quieres tomar esa ducha, me aseguraré de que estés completamente a salvo, mientras lo haces. Por supuesto que sí, quería esa ducha. Empecé a levantarme y después me senté de nuevo, mirándola.
—¿Puedes leer mi mente? —Esta no era la primera vez que él sabía lo que pensaba.
Me sonrió con malicia.
—No exactamente. Es más bien como que puedo sentir tus miedos con tanta fuerza que los puedo oír. —Asentí con la cabeza y pensé en la vez en que me había reído entre dientes de la manera que sólo yo podría haberlo oído, y fue como si me hubiera escuchado en la cafetería pensando en ella y Kendra. Le devolví la mirada.
—Me oíste en la cafetería cuando seguías con Kendra, no tenía miedo entonces. —Arqueó las cejas ligeramente. —¿No tenías? —Mi cara se puso caliente y me di vuelta y salí de la habitación antes de que ella pudiera verme sonrojada. Comencé a cerrar la puerta del baño, pero me volví y miré las paredes sabiendo que un alma podría entrar en cualquier momento. Devolví la mirada al pasillo, donde Santana descansaba en mi cama. Ella no podría ver si el alma entraba en el cuarto de baño. Su cabeza se volvió de inmediato hacia mí. Lentamente una sonrisa maliciosa se formó en su boca.
—Me encantaría acompañarte en el baño mientras te duchas, y, si en verdad fuera tan mala como piensas que soy, haría exactamente eso. Sin embargo, puedo sentir a cualquier alma intentar entrar en esta casa incluso antes de que lo haga. Estaría allí antes de que cualquier otra entrara. Estás a salvo conmigo aquí. —Terminó con un guiño. Cerré la puerta con rapidez antes de que dijera otra cosa que me avergonzara.
***
Me puse un par de pantalones de chándal y una camiseta sin mangas, en lugar de mi vestimenta de noche habitual. Si iba a tener compañía mientras dormía, tenía que usar ropa. Mi corazón se aceleró ante la idea de Santana estando en mi dormitorio, en mi cama y tomé varias respiraciones profundas para calmar mis pensamientos y emociones.
—Brittany, cariño ¿Estás en el baño? —Llamó mamá desde el pasillo. Abrí la puerta y miré más allá de ella, a la cama donde Santana todavía descansaba.
—No puede verme ni oírme. Cálmate. —Miré a mi madre, sonriendo en la puerta.
—¿Tuviste un buen rato con Sam?
—Sí, ganamos el partido y después salimos con Rachel y Puck al Grill. Fue muy agradable. —dije pensando en él besándome y una vez más, mi mente volvió a la increíblemente, sexy mujer no humano en mi habitación, a la que parecía que no podía mantener al margen de mi cabeza.
Mamá se echó a reír.
—Agradable, ¿Eh? Pobre chico, no tiene ni idea de que eres un hueso duro de roer. Ah, bueno, eso es bueno por ahora. Un día, el chico correcto va a llegar y te quedarás fascinada, no serás capaz de ver con claridad. Disfruta de los otros hasta entonces. —Besó mi mejilla y se dirigió hacia su habitación.
Cuando entré en mi habitación, miré lo que parecía ser un durmiente Santana. Cerré la puerta de la habitación con suavidad, no queriendo despertarlo. Abrió los ojos y miró hacia mí, sonriendo.
—¿No hay posibilidad de que me dejes dormir en la cama también?
Negué con la cabeza y me reí.
—No, no la hay. —Suspiró y se sentó.
—Ya lo había adivinado, pero esperaba un momento de piedad de la “hueso duro”. —Fruncí el ceño, odiando que hubiera oído a mi madre. Realmente no quería que Santana supiera que tenía dudas de estar enamorada de Sam. Era mejor así. Me fui a mi armario en busca del saco de dormir que había comprado para ir de camping el verano pasado.
—No duermo, Brittany, te tomaba el pelo. —Me di la vuelta y fruncí el ceño.
—Bueno, supongo que tiene sentido… para las almas normales. Ellas no tienen cuerpos, pero tú sí, entonces tú no lo haces. Es como si pudieras elegir si quieres ser humano o alma. Eso no es normal, ¿Verdad? —Le pregunté, sin saber nada de cómo funcionaba. Lo único que sabía era que no funcionaba de la manera que siempre me habían enseñado. La Escuela Dominical lo tenía todo mal.
Él se rió y se sentó en el sofá al lado de mi ventana.
—No soy precisamente un alma. Eso es todo lo que puedes saber. —
Tomó la guitarra que no había notado, parada en la esquina detrás de la silla.
—Vete a dormir, Brittany. Estás a salvo y necesitas descansar. — Comenzó a tocar la guitarra y me volví a mi cama y saqué la colcha antes de caer en el interior. Las luces se apagaron y miré a Santana. —No hay necesidad de dormir con las luces encendidas. Puedo ver de cualquier manera. —Explicó. Asentí con la cabeza y me obligué a cerrar los ojos. Quería hacer más preguntas, pero sabía que no iba a responderlas esta noche. El sonido de la música comenzó a calmarme. La voz baja de Santana se unió a la guitarra y me perdí en el sonido y la seguridad de su presencia…
“No estabas destinada para el hielo, no te hicieron para el dolor. El mundo que vive dentro de mí no era el mundo que estabas destinada a contener. Estabas destinada para los castillos y la vida bajo el sol. El frío corriendo a través de mí debería haberte hecho correr.
Sin embargo, te quedas. Aferrándote a mí, sin embargo, te quedas, extendiendo la mano que empujo lejos. El frío no es para ti, sin embargo te quedas, te quedas, te quedas. Cuando yo sé que no es correcto para ti.
El hielo llena mis venas y no puedo sentir el dolor, sin embargo, estás ahí como el calor que me manda a gritar de miedo. No puedo sentir el calor, necesito sentir el hielo. Quiero tener todo dentro y adormecido hasta que no pueda sentir el cuchillo.
Tu calor amenaza con derretir todo y sé que no puedo soportar el dolor si el hielo se derrite. Así que te empujo lejos y grito tu nombre y sé que no puedo necesitarte sin embargo, me lo das de todos modos y corro, deseando que corrieras también.
Sin embargo, te quedas. Aferrándote a mí, sin embargo, te quedas, extendiendo la mano que empujo lejos. El frío no es para ti, sin embargo te quedas, te quedas, te quedas. Cuando sé que no correcto para ti. La oscuridad es mi escudo. La tiro aún más cerca.
Eres la luz de la que me escondo, la luz que aborrezco. Eres la luz de esta oscuridad y no puedo permitir que te quedes. Necesito la oscuridad a mí alrededor como si necesitara el hielo en mis venas. El frío es mi sanador. El frío es mi lugar seguro. No eres bienvenida con tu calor, no perteneces a mi lado.
Te odio pero me encantas, no te quiero, pero te necesito. La oscuridad siempre será mi capa y tú eres la amenaza para dar a conocer mi dolor, así que vete. Vete y borra los recuerdos.
Tengo que hacer frente a la vida que ha significado para mí. No te quedes y arruines todos mis planes. No puedes tener mi alma, no soy un humana. El recipiente vacío que habito no tiene la intención de sentir el calor que traes. Te aparto y te rechazo.
Sin embargo, te quedas.”
***
El sonido de mi madre cantando fuera de tono y el olor del tocino me despertó. Me estiré y entrecerré los ojos con el brillo del sol de la mañana. La noche anterior lentamente volvió a mí y me senté en la cama y miré hacia la ahora silla vacía. Eché un vistazo alrededor de la habitación y me di cuenta que me encontraba sola. ¿Me había dejado? Confiaba en ella para mantenerme a salvo. Me levanté, necesitando abrir la puerta y estar cerca de mi madre. Estar sola no figuraba en mí lista de cosas “por hacer”. Me volví y vi la guitarra en un rincón, y un poco de desahogo regresó, sabiendo que una parte de él permanecía aquí. Sin embargo, una guitarra no era ella, así que corrí escaleras abajo.
—Bueno, buenos días, Glory. —dijo mi madre desde la estufa. Puso un trozo de tocino en la parte superior de una toalla de papel.
—Buenos días. —Le dije en una voz áspera por el sueño profundo en el que había estado. El aclarado de una garganta femenina me sorprendió y me volví para ver a Santana sentada en el sofá, mirándome.
—Creíste que me fui. Te dije que no lo haría. —dijo con una sonrisa.
Dejé escapar un suspiro de alivio y sonreí débilmente.
—Aquí, cariño, toma un panqueque. Antes de que se enfríen y toma un poco de tocino. El café está fresco si quieres un poco —Se echó a reír—. Parece como si necesitaras recogerme.
Sonrío y fui a tomar yo misma un plato.
—Huele bien. —dijo Santana, desde su lugar en el sofá. Fruncí el ceño, preocupada por ella, por no poder comer.
Se rió entre dientes.
—Está bien, Brittany, no necesito de los alimentos. Se trata de un beneficio. —Me serví una taza de café y le eché azúcar y leche antes de dirigirme a la mesa—. Te ves como si hubieras dormido bien. —dijo, evaluando mi apariencia. Me sonrojé pensando en mi pelo sin peinar, que no me había cepillado, debido a la precipitada fuga de mi habitación vacía—. Ni siquiera pensaste en cepillártelo. Me gusta, es sexy. —Rodé los ojos y me hundí en la silla, y tomé un mordisco.
—Así que, ¿Cuáles son tus planes esta mañana, cariño? —Preguntó mamá desde la cocina. La miré mientras arreglaba su plato.
—Um, voy a comprar un vestido para el baile de bienvenida con Rachel, Puck y Sam. —Santana se rió entre dientes.
—Así que, ¿Sam llevará un vestido? —La miré y luego me volví hacia mi madre cuando se sentó a la mesa frente a mí.
—Oh, así que ¿Sam te pidió que fueras con él? Eso es emocionante. Puedes llevar la tarjeta visa. Sólo asegúrate de que no conseguir nada rojo o amarillo. Esos colores no son buenos con tu cutis. — Asentí con la cabeza y le di otro mordisco.
—Azul, azul suave. —dijo Santana, en voz baja, como si estuviera pensando en ello, más que decirlo. Mantuve los ojos en mi comida.
—Tengo una cita con el ordenador hoy día. Mi último manuscrito está casi terminado. Estoy emocionada acerca de esto más de lo que he estado con todos los demás. —Su voz había adquirido el tono alegre que sólo tenía cuando hablaba de su escritura.
—O, mejor aún, de un rosa muy pálido. —dijo Santana y me puse rígida. Sus palabras se sentían como una caricia y tomaba todas mis fuerzas no temblar. Se rió, y luego se levantó y caminó hacia la puerta. Quise preguntarle a dónde iba, pero no pude con mi madre sentada aquí.
***
—Finalmente, podemos ir a por comida. Muero de hambre. —Puck dejó escapar un suspiro de alivio con el bolso del vestido de Rachel colgando encima de su hombro.
—Como sea, no fue tan malo. Quiero decir que nos las arreglamos para encontrar los vestidos perfectos en menos de cuatro horas. Diría que fue bastante impresionante. —Rachel sonrió con aire de suficiencia. Puck se rió entre dientes.
—No, tú tomaste cuatro horas. Brittany tenía el suyo elegido después de una hora. Sam ya ha tenido tiempo para llevarlo al coche y obtener para sí mismo un taco mientras esperábamos por ti. Sam levantó las dos manos.
—Déjame fuera de ésta. —Él deslizó un brazo alrededor de mi cintura y se inclinó para besar la parte superior de mi cabeza. Estar con él era tan fácil.
—Vamos a alimentarte Puck, por todo tu duro trabajo. —dije en broma y Rachel se rió.
—¿Qué fue todo su duro trabajo? Sentarse en una silla diciendo: “Ese es magnífico, consíguelo” ¿A cada vestido que me probé?
Me eché a reír y Puck se encogió de hombros.
—¿Qué? ¿No puedo pensar que eres hermosa, sin importar lo que te pones? —Rachel sonrió hacia él y deslizó su brazo alrededor de su cintura.
—Te amo. —dijo sin ninguna vacilación. Me sentí un poco incómoda en los brazos de Sam. Tenía la esperanza de que no se hiciera ilusiones, porque esas no eran palabras que yo estaba dispuesta a utilizar en cualquier forma.
—Yo te amo más. —dijo Puck, devolviéndole la sonrisa.
—Consigan una habitación. —dijo Sam en tono de broma y alivió mi tensión. Parecía ser siempre capaz de hacer eso por mí. Vi cómo un alma caminó alrededor, estudiando a la gente como si estuviera perdida. Eso sucedía demasiado, a veces. Siempre me he preguntado si se trata de nuevas almas, confundidas en cuanto a lo que les había sucedido. Siempre me ponía triste. El alma me miró y le di una pequeña sonrisa, pero rápidamente me di la vuelta. No quería que vinera hacia mí y me hablara. No me sentía de humor para hablar con almas en este momento.
—Por lo tanto, Brittany ¿Dónde quieres comer? —Preguntó Sam y miré a Puck que pronunciaba, “mexicana” para mí. Sonreí y me volví hacia Sam.
—Tacos suenan bien. —Sam se rió entre dientes—. ¿Estás segura?, puedo ver y leer labios, también, a pesar de que Puck parece pensar que no puedo.
—No, en serio, quiero comida mexicana. Salsa y chips suenan bien.
—Mexicana entonces.
Todos dimos la vuelta y nos dirigimos hacia el restaurante mexicano situado en el interior del centro comercial. La sensación de hormigueo, de que alguien me observaba, me hizo mirar hacia atrás. El alma que había notado antes nos había seguido y se quedó a varios metros de distancia, mirándome. Me di cuenta por su expresión perdida, que era un alma normal. Del tipo con las que había tratado toda mi vida. Me di la vuelta como si no la hubiera visto. Ignorarla, era lo mejor. De esa manera iba a continuar, en lugar de perder el tiempo conmigo. No había nada que pudiera hacer por ella ahora.
***
Por favor, que esté en mi habitación, por favor que esté en mi habitación. Cantaba en mi cabeza mientras caminaba hacia arriba pasando el cuarto de mi madre donde la oí escribir con fuerza en su computadora. Entré y casi suelto un suspiro de alivio al ver a una muy divertida Santana descansando cómodamente en mi cama.
—Te dije que estaría aquí ¿Por qué dudas de mí? —Me encogí de hombros y pensé en el hecho de que no había estado conmigo en todo el día. —¿De verdad quieres que esté a lo largo de toda tu cita? —Preguntó y sonreí y negué con la cabeza—. No lo creía. Además, te encontrabas entre amigos y en público. Todo está bien. Me aseguraba de eso. —Habló en un tono casual, como si no estuviéramos hablando de seres sobrenaturales. Asintió con la cabeza hacia el vestido colgando en mi armario—. De color rosa pálido. Me gusta.
Me sonrojé, pensando en el hecho de que sólo me había probado vestidos de color rosa pálido. La forma en que me había sentido cuando sugirió rosa pálido se fue repitiendo en mi mente y no podía pensar en cualquier otro color para probarme. Agaché la cabeza y fui a buscar mi ropa para dormir.
—Kendra estará vestida de rojo. —dijo con sencillez y un súbito estallido de celos me sobresaltó. ¡Maldita sea! ¿Por qué me importa? ¿Y por qué tienes que decirme lo que llevaría puesto? Kendra era la última persona en la tierra de la que yo quería oír hablar. Ella podía oír o sentir mis pensamientos. Conseguir una cerradura para mis emociones sería muy bueno ahora.
—Eso es genial. Estoy segura de que estará impresionante. —Me las arreglé para decirlo con sólo una pequeña cantidad de veneno goteando mis palabras.
—Odio el color rojo, casi tanto como el pelo rubio. —dijo con un tono divertido. Empecé a responder, pero me contuve. No le creía, pero ¿Cuál era el punto de decirle? No era como si no pudiera verlas, a ella y a Kendra, juntas, todo el día, todos los días. Era como si constantemente apuntaba con un puño a través de mi estómago cada vez que la tocaba o le susurraba al oído. Me volví, de espaldas a ella, y me acerqué a mi cofre para encontrar las joyas a juego. Era mejor que pensar en Kendra en un vestido rojo con las manos de Santana por todos lados.
El calor apretaba contra mi espalda causando que un escalofrío corriera por mi cuerpo. Llegué a la orilla de la cómoda para no perder el equilibrio y caer al suelo. Sabía que Santana se encontraba detrás de mí. A pesar de que no lo entendía, sabía que sólo su contacto podría causar esta reacción fuerte. Dejé que mi cabeza cayera de nuevo en el calor sólido de su pecho.
—Ella no significa nada para mí. —La voz de Santana envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Brittany. —dijo, con urgencia, contra mi oreja. Abrí los ojos para mirar hacia ella, con ganas de ver el azul de sus ojos. Sus labios rozaron la punta de mi oreja e hizo un sendero hasta mi cara. Ambas manos se apoderaron de mi cintura tirando de mí con fuerza, contra su cuerpo—. Tú me tientas. No puedo caer en la tentación. No estoy hecha para ser tentada pero, Brittany S. Pierce, me tientas. Desde el momento en que vine por ti me atrajiste. Todo acerca de ti… —Una de sus manos que se posaba en la parte izquierda de mi cintura, se trasladó hasta acariciar suavemente mi brazo—. Tú me vuelves loca de necesidad. De deseo. No lo entendía al principio. Pero ahora lo sé. Es tu alma llamándome. Las almas no significan nada para mí. No se supone que deban. Pero la tuya se ha convertido en mi obsesión. —Bajó la cabeza a mi hombro y me besó en la curva de mi cuello. Su mano se movió por debajo de mi camisa y el calor de la palma de su mano descansaba sobre mi vientre desnudo. Un pulso de calor se apoderó de mí y me apretó fuertemente contra ella para que no me cayera—. Quiero matar a ese chico cada vez que veo sus manos sobre ti. —Besó el camino hasta mi cuello y arqueé mi cuello en respuesta a darle un mejor acceso. Nada se había sentido así. Su tacto era como una droga—. Quiero arrancar los brazos de su cuerpo para que no te pueda tocar de nuevo. —Un gruñido bajo, familiar vibraba en mi espalda—.
Pero no puedo tenerte, Brittany. No estás hecha para mí. —Su voz sonaba torturada. Quería consolarla. Ella me reclamó también. De alguna manera, había entrado en mi mundo y se había convertido en el centro del mismo. Era todo lo que quería. Comencé a decirle lo mucho que significaba para mí cuando me levantó y me puso con cuidado sobre la cama, cerniéndose sobre mí. Llegué a él deseando sentir su cuerpo contra el mío de nuevo pero ella se alejó.
—Por favor. —Susurré Santana cerró los ojos con fuerza como si estuviera adolorida.
—No puedo, Brittany. Nos destruiría a las dos. —Y entonces ella se desvanecido.
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:45 pm

CAPÍTULO 8


Sam besó mi mejilla antes de dejarme en la puerta de mi clase de literatura. Había comenzado a viajar con él a la escuela todos los días. Cada mañana había sido un poco más difícil alejar la presencia de Santana y entrar en la realidad de Sam. Después de dormirme con la voz de Santana cantándome en el oído toda la noche, parecía anhelar su presencia aún más. Ahora existía una intimidad entre nosotros. Después de tener sus manos en mi cuerpo y sus labios contra mi piel, nada había sido lo mismo. Se había acostado a mi lado ayer por la noche y me sostuvo contra ella mientras dormía. Necesitaba a Santana. Las palabras que me susurró al oído durante la noche me aseguraban que él me quería, también. Ella me necesitaba, pero dejaba que una barrera invisible se interpusiera entre nosotros. Caminé hacia mi escritorio y me di cuenta que el de atrás estaba vacío.
Era el lugar de Santana. Estaría aquí pronto. Me senté en mi escritorio y me concentré en dónde nos habíamos quedado el viernes. Cada vez que veía a alguien entrar por la puerta desde mi visión periférica, levantaba la vista para ver si era Santana. La voz risueña y la cabeza de Kendra entraron por la puerta, detrás de ella, Santana cargaba sus libros.
Mi estómago se contrajo dolorosamente, obligándome a mirar hacia otro lado. Ella había dicho que no le gustaban las rubias, pero la forma en que la miraba, decía completamente lo contrario. Miré hacia el libro abierto en frente de mí, sin comprender ninguna de las palabras. Esperaba que Santana se sentara detrás de mí. Nunca lo hizo. El Sr. Brown entró al salón silbando y le sonrió a la clase.
—Ah, qué bueno es ver caras tan felices esta mañana ¿No es la Literatura Inglesa una alegría? ¿Qué mejor manera de despertar? —Preguntó en un tono jovial. Se giró y escribió la tarea de esta semana en el pizarrón.
Quería mirar hacia atrás y ver en dónde estaba Santana, pero me negué. Podía sentirla observándome, sin duda alguna esperando a que lo buscará. Bien, no le daría esa satisfacción. Además, probablemente jugaba con los largos mechones rubios que decía odiar. Había susurrado que ella me quería a mí. Que yo era lo único que alguna vez había necesitado.
—¿Puede alguien decirme uno de los últimos temas más importantes que hemos aprendido mientras estudiamos Las Euménides5? —Deseando desesperadamente alejar mi mente de Santana, levanté mi mano en el aire. El Sr. Brown sonrió y asintió con la cabeza—. Bien, señorita Pierce .
—El conflicto entre lo viejo y lo nuevo, entre el salvajismo y la civilización, entre lo primario y lo racional. —Le contesté y el Sr. Brown aplaudió con las manos.
—Muy bien. Ahora, ¿Un ejemplo de este tema? —Él miró por la habitación y levanté mi mano de nuevo. El Sr. Brown levantó sus cejas, sin duda sorprendido ante mi repentino deseo de participar en clase—. ¿Brittany?
—La progresión de viejos a nuevos dioses. Zeus derrocó a las generaciones más antiguas de los dioses y entre las antiguas deidades fueron las Furias. Las Furias se convirtieron en Parias. —Me detuve, sin querer decir más.
—Muy bien, muy bien. Ahora, ¿Alguien que no sea Brittany puede por favor explicarme que tuvo que ver Apolo en esto? —El aula quedó en silencio y alguien rió—. Kendra, tal vez tú puedas ayudarnos con la respuesta. —El Sr. Brown dirigió su ceño hacia la aparente fuente de la risa.
—No, señor, tengo una vida fuera de la escuela. No todos pasamos nuestro tiempo extra estudiando y dando tutorías con el fin de conseguir un novio.
Hubo otra explosión de risas y el Sr. Brown inclinó la cabeza hacia un lado. —No creo que esa sea la respuesta correcta, Kendra, recibirás una nota baja por la participación de hoy. Ahora, alguien puede decirme, ¿O tendré que pedirle a la señorita Pierce que nos ayude una vez más?
—Apolo es un símbolo para el hombre, lo racional, lo joven, y lo civilizado. Las Furias representan a la mujer, la violencia, lo viejo y lo primitivo. Esquilo captura un momento místico en la historia, una en que el mundo entre un pasado salvaje y arcaico y el orden nuevo y audaz de la civilización griega, los dioses jóvenes del Olimpo y la racionalidad. La dificultad de la lucha entre estos dos mundos es dramatizada por el ciclo de la violencia en la casa de Atreo y el enfrentamiento entre Apolo y las Furias.
Nadie se rió después que Santana terminó. No había duda en mi mente, ella había dicho eso por mí. Esta vez me volví y la encontré exactamente donde la esperaba. Sentado detrás de Kendra cuya expresión era de dolor, como si alguien le hubiera dado una bofetada. Me guiño un ojo y me mostró su perfecto hoyuelo. No podía borrar la sonrisa de mi cara.
—Muy bien hecho, Sita López. Ahora, esperemos que el resto de ustedes aprovechen esta pieza de literatura así como Brittany y Santana, porque hoy nos embarcaremos en un viaje más allá de este mundo creado por Esquilo. El tener la respuesta de Santana, más elaborada que la mía, dio a entender que el saber las respuestas no tenía nada de malo, me ayudó a mantenerme enfocada en el debate del Sr. Brown. Sin embargo, Santana siempre estuvo al frente de mi mente.
***
Al final del día fui a mi casillero y saqué los libros que necesitaba para hacer la tarea. Dos manos cálidas se deslizaron alrededor de mi cintura.
—Te extrañé. —Sam susurró en mi oído, giré mi rostro hacia él y sonreí.
—Yo también te extrañé, ¿Pero no deberías estar en práctica? Se encogió de hombros. —Iba camino hacia allá cuando pensé en ti de pie en tu casillero y lo fácil que sería tomar una desviación para verte.
—Estoy feliz de que lo hayas hecho. Ahora, regresa al campo antes de que el entrenador te haga correr por llegar tarde. —Se inclinó y me besó suavemente en los labios.
—Te veré por la noche. —Volviendo a correr hacia las puertas delanteras. Me quedé mirándolo hasta que se perdió de vista, después suspiré y me giré para cerrar mi casillero. Hoy había sido agotador y sólo quería ir a casa.
Un escalofrío se deslizó por mi columna y me congelé. No era un escalofrío como los de Santana. Era otra clase de escalofrío. Del tipo que recordé de antes. El miedo hizo que mi corazón latiera violentamente dentro de mi pecho. Tomé dos respiraciones profundas antes de girarme lentamente. El alma de la rubia me miraba desde el otro lado del pasillo.
Estudiándome como lo había hecho la última vez que la había visto. Tragué para evitar las nauseas causadas por el miedo, casi me ahogo. Estoy en un pasillo vacío. ¿Por qué no me había ido con Sam? Retrocedí hacia las puertas principales pero éstas estaban demasiado lejos para hacerme sentir segura. Ella se echó a reír, el sonido tintineante envió escalofríos por mis brazos. Cada paso que tomaba hacia atrás, ella lo daba hacia adelante.
—Déjame en paz. —Hice una mueca ante la debilidad de mi demanda. Era obvio que me sentía aterrorizada. Arqueó las cejas con sorpresa. —No puedo. —Mientras se acercaba. Pensé en girarme y echarme a correr, pero sabía que podía atraparme con bastante facilidad.
—Vete o le diré a Santana. —dije, con poca convicción en mi voz. Su risa tintineante sonó nuevamente.
—Ella está ocupada con la rubia. No entiendo por qué está deteniendo esto. —dijo cuándo sólo la separaban unos pasos de mí. Atraje mi mochila más cerca de mi pecho y luché contra el impulso de gritar.
—Santana. —Susurré a pesar del terror apretando mi garganta, con la esperanza de que, de alguna manera, me escuchara. La rubia miró a su alrededor con pánico, pero sólo por un momento. Entonces su sonrisa angelical regresó.
—Como te dije, está ocupada. —Estiró una mano para tocarme y me estremecí, esperando la sensación fría de sus manos. —Yo no lo haría si fuera tú. —La voz de Santana hizo que me volviera débil por el alivio. Sus brazos me envolvieron y me recargué contra ella.
—Deja eso. Esta no es decisión de nadie. —Sus ojos inquietantemente bellos la fulminaron con la mirada, con una ferocidad que me dejo helada—. Nunca fue tu decisión. Las reglas son como siempre han sido. Tendrán que hacerlo.
Sus brazos se apretaron alrededor de mí. —Vas a marcharte y mantenerte alejada de ella. Si te acercas a ella otra vez, no te lo perdonaré tan fácilmente. —Un destello de miedo cruzó por sus ojos y dio un paso atrás y luego desapareció.
Mis piernas quedaron inertes con alivio. Santana me estrechó más cerca para no caerme al suelo. —¿Te tocó? —Preguntó con una voz fría que no había estado esperando.
Negué con la cabeza, sin saber si era capaz de hablar. Eché mi cabeza hacia atrás. Ella miraba hacia el pasillo. Podía oír un sonido bajo en su pecho mientras gruñía al pasillo vacío.
—Vamos, te llevaré a casa. Le permití mantener su brazo alrededor de mí cintura, para estabilizarme, mientras me guiaba por el estacionamiento. Se detuvo delante de un Jeep negro sin techo y abrió la puerta del pasajero. No tenía idea de que tenía un vehículo, pero, tampoco debería de sorprenderme. Me cargó hasta el asiento como si fuera un niña y caminó alrededor del auto, para subir en el asiento del conductor.
—¿Cómo lo supiste? —Pregunté una vez que estábamos fuera del estacionamiento de la escuela. Se volvió hacia mí.
—Escuché tu miedo… y entonces oí mi nombre y la desesperación en ella era… —Se detuvo y miró hacia la carretera. Esperé en silencio a que terminara, pero permaneció en silencio.
—¿Era qué? —Pregunté en un susurro.
Dejó escapar un suspiro de frustración. —Aterrador. Cuando supe que tenías miedo… escuchar el miedo fue diferente a todo lo que he sentido.
Estoy dispuesta a terminar la existencia de cualquier cosa que te estuviera haciendo daño. Entonces la vi y supe que era algo que no podía controlar sin, sin… hacer algo que sería insoportable para mí, pero más soportable que la alternativa. Escuché sus palabras, pero no tenían sentido. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza, con ganas de entender y se acercó para tomar mi mano entre las suyas.
—Brittany, por favor, no preguntes por lo que no te puedo dar. Puedo darte todo excepto las respuestas a esas preguntas. Cerré los ojos y volví mi cara hacia otro lado. Quería odiarla por no decirme quién era o qué era. Quería entenderla, entender esto, pero ella no quería o no podía decirme nada. Cuando el Jeep se detuvo frente a mi casa, agarré mi mochila y me bajé. Necesitaba distancia. Nada de esto tenía sentido y quería entenderlo.
Me giré para cerrar la puerta y vi a Santana junto a su Jeep con una expresión de derrota. Me detuve. La necesidad de llamarla era tan fuerte, pero resistí y cerré la puerta suavemente. No podía comprender por qué se negaba a explicarme lo que me sucedía. Quería odiarla, pero tenía una parte de mi alma y no había nada que pudiera hacer para evitar mis sentimientos hacia ella. Su aparición en mi vida había empezado con toda esta locura. Había ofrecido darme cualquier cosa en el mundo, excepto las respuestas que quería y necesitaba. Tiré mi mochila debajo del mostrador de la cocina y me dejé caer sobre un taburete. Esta noche Sam vendría y trabajaríamos en su discurso de esta semana. Sería una cosa normal, de adolescentes.
Pretendería que no vivía en un mundo de actividad paranormal. Tal vez cocinaría la cena para él. Todo muy normal, todo muy real. Terminé de cortar las quesadillas cuando sonó el timbre. Cogí el plato y lo coloqué sobre la mesa de la cocina mientras caminaba hacia la puerta. Sam sonrió y entró. —Lo que sea que huele es celestial. Por favor, dime que es para mí, porque me muero de hambre. —Me puse de puntillas y lo besé castamente en los labios antes de regresar a la cocina para tomar bebidas de la nevera.
—Hice quesadillas esta noche. ¿Quieres crema agria o guacamole? — Le pregunté, girándome para mirarlo.
—Crema agria. —Respondió. Todo demasiado normal. Ninguna alma rubia tratando de asustarme hasta la muerte. Sólo mi novio y yo, trabajando en nuestros deberes.
—Está bien, comemos primero y luego empezamos con tu discurso sobre… ¿De qué se trata esta semana? —Le pregunté, mientras dejaba las bebidas, la crema agria y el guacamole en la mesa.
—La importancia de un título universitario. —Respondió, sonriendo con la quesadilla camino a su boca. Me senté frente a él. —Debería de ser bastante fácil. Sam asintió y le dio otro mordisco a la quesadilla. Un movimiento me llamó la atención. Sorprendida, empecé a ponerme de pie, lista para correr cuando Santana entró en la habitación. La vi pasar, sintiendo la tristeza abrumarme. Había sido grosera esta tarde y de todos modos había regresado. Secretamente, me había preocupado de que no regresara esta noche después de la forma en que me alejé de ella. Miré a Sam, quien tomaba un trago de su bebida.
—Mm, tengo que ir arriba y tomar algo, digo, hacer algo. Ya vuelvo, eh, come hasta que estés lleno. —Él sonrió y le dio otro mordisco. Me dirigí hacia las escaleras y entré a mi habitación, inmediatamente mirando hacia la cama para descubrirla vacía. En lugar de estar sobre mi cama, la encontré en la silla con la guitarra en sus manos.
—Hola. —Le dije, sin estar segura de qué decir. Su sonrisa y hoyuelo me hicieron temblar.
—Hola. —Respondió mientras comenzó a tocar la guitarra. Me quedé quieta por un momento y la escuché tocar la melodía que le había oído cantar en la noche, cuando pensó que dormía. Me senté en la cama y la vi tocar. Era una contradicción. Un alma que no era una alma, pero que hacia cosas que un alma podía hacer. Una estrella que se suponía debía estar en una banda en la que nunca estaba. No había pensado en nada de esto antes.
—Santana, ¿Por qué estás aquí? Si cantas en una banda, quiero decir, ¿Qué te trajo aquí? —Sonrió con tristeza y bajó la mirada hacia la guitarra en sus manos.
—Sí, canto con la banda cuando tienen conciertos. Cold Soul aún no es famosa. Puedo entrar y salir fácilmente, Brittany, lo sabes. Mantenerme al día con mi otra vida es bastante fácil. —Por supuesto que lo tenía todo bajo control. Era la mujer orquesta: ella roba corazones de la escuela, cantante en una banda, la habilidad de ser un fantasma y mi guardaespaldas. Sus ojos azules me miraron—. ¿Por qué estás aquí cuando el Sr. Maravillas está abajo? —Preguntó, dejando de tocar.
Me encogí de hombros. —No lo sé, pensé que podías necesitarme. —Le dije, odiando la forma en que sonaban las palabras. Dejó la guitarra y se puso de pie. La vi mientras se ponía de rodillas frente a mí. Me quedé hipnotizada mientras trazaba la línea de mi mandíbula con el dedo y luego suavemente mis labios. El deseo se apoderó de mi cuerpo con tanta fuerza, que cogí un puñado de la colcha en que me sentaba.
—Te necesito. Nunca dudes de mi necesidad por ti. Pero ahora no es el momento de explorar mi necesidad. Tienes un chico enamorado en la planta baja que necesita de tu ayuda en su tarea. —dijo suavemente, mientras se colocaba de pie apartándose de mí, dándose la vuelta para desaparecer. Me quedé en la habitación vacía y tomé varias respiraciones para estabilizar mi corazón antes de regresar a la planta de abajo para ayudar a Sam con su tarea. Me di cuenta que mis manos temblaban cuando cerré la puerta de mi habitación. Si tan sólo su tacto me hacía reaccionar con tanta fuerza ¿Cuánto me afectaría sus labios sobre los míos? Cerré los ojos ante la necesidad que corrió por mí.
***
Más tarde, esa noche, después de mi ducha, me dirigí a mi habitación y encontré a Santana ya sentada en la silla de la esquina tocando su guitarra. No me miró.
Decepcionada de que no parecía querer terminar lo que habíamos comenzado antes, tiré de la colcha de la cama y me deslicé en ella. Quería preguntarle por qué se había ido, pero no parecía querer hablar conmigo. ¿Había visto a Sam darme un beso de buenas noches? ¿Le molesto? No había oído el gruñido familiar que normalmente significaba que Santana había visto a Sam besarme. Ya no me hacía sonreír. Me partía un poco el corazón. No me gustaba la idea de hacerle daño.
—Santana. —Le susurré en la oscuridad, pero no miró hacia mí. Su voz se unió a la música y luché contra la necesidad de cerrar los ojos y quedarme dormida ante la comodidad que su voz parecía inducir. Lo observé, silenciosamente pidiéndole que me mirara. ¿La había lastimado?
—Cierra los ojos, Brittany, y deja de preocuparte por mí. La vida en que me he puesto, es mía, para soportarla. No tienes ninguna razón de preocuparte si me causas dolor. Haces exactamente lo contrario de lo que temes.
La miré, sin saber a qué se refería en hacer lo contrario. —En cuanto a los besos, tienes razón, no me gusta verlo. Si decido verlo, es mi culpa. —Levantó la cabeza de la guitarra en sus manos y me miró fijamente—. La emoción que él evoca en ti no es fuerte. Sólo hay consuelo, no pasión, corriendo por tus pensamientos cuando te sostiene. — Su atención volvió de nuevo a la guitarra en sus manos.
—¿Me abrazarás esta noche? —Pregunté. Sus hermosos ojos me miraron con tanta emoción que me dejaron sin aliento.
—No hay nada que desee más, pero esta noche mi fuerza es débil. No puedo sostenerte en estos momentos. Lo quiero demasiado. Por favor, Brittany, esta noche sólo duerme.
Lo vi tocar su guitarra hasta que mis ojos se volvieron pesados. Santana tenía razón. Sam era mi refugio. Mi roca para la normalidad. Él era un amigo. Era Santana quien me consumía.
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:46 pm

CAPITULO 9


—¡No se parece para nada a nuestro gimnasio! ¡GAH! ¿Qué tan fantástico luce este lugar? —Rachel se giró para vernos, sonriéndonos, extremadamente contenta por la decoración del gimnasio. Tenía razón. Habían hecho un excelente trabajo convirtiendo el gimnasio en una estrellada noche oceánica.
—Es impresionante. —Estuve de acuerdo, mientras el brazo de Sam me acercaba más a él.
—¿Tienes ganas de bailar? —Me preguntó, mientras la música cambió a una canción lenta de Lady Gaga, Just Dance. Negué con la cabeza y miré en dirección a las mesas.
—¿Podemos sentarnos en una? No estoy segura de que mi costilla esté lista para este tipo de movimientos. —Me dirigió hacia las mesas, mientras Rachel agarraba a Puck y lo arrastraba a la pista de baile. Me reí de la expresión de dolor de Puck y me volví para decirle algo a Sam, cuando me di cuenta de que su atención se concentraba en la entrada. Había una mueca en su rostro. Santana acababa de entrar. Se veía impresionante en un par de pantalones vaqueros, una camiseta negra y botas militares. Me tomó un momento apartar mis ojos de ella y notar que Kendra se pegaba a su lado. Estaba fundida y vertida en el vestido rojo que llevaba puesto. En realidad, no era un vestido en absoluto, sino algo que tenía pintado sobre su cuerpo.
Los celos se encendieron en mi pecho a la vista del brazo de Santana alrededor de su cintura. Miré hacia arriba, a Sam, quien seguía mirando a la pareja con disgusto.
—¿Estás bien? —Le pregunté y él apartó su mirada de Kendra y Santana. Asintió con la cabeza, se detuvo y me estudió un momento. —Tienes algunas clases con Santana y has estado hablando con ella unas cuantas veces, ¿No es así? —Asentí, sin saber de qué se trataba, así que esperé por más—. Algo en él me inquieta. Kendra tiene algunos problemas que la hacen inestable y estoy empezando a preocuparme de que Santana no sea el tipo de persona que ella necesita. Parece oscura y siniestra. Mis celos fueron olvidados y se remplazaron por la ira ¿Sam pensaba que Santana no era suficientemente buena para Kendra, la perra del pueblo?
Me las arreglé para mantener una furiosa ráfaga de risa y miré hacia la pista de baile deseando de alguna manera poder escaparme. Tenía que calmarme.
—¿Qué? Te ves molesta. No me malinterpretes, Kendra no me gusta, Brittany. No se trata de eso. —Tomó mi otro brazo y me atrajo hacia él paramirarlo. Su anterior expresión de hostilidad hacia Santana había desaparecido. Ahora parecía preocupado y por primera vez no me importaba calmar su preocupación.
—Mírame. No la quiero. Tú eres todo lo que quiero. Te amo, Brittany. No es así con Kendra. Simplemente no quiero que le hagan daño. Tiene…
—Problemas, sí, te he oído. —dije, interrumpiéndolo antes de que lo olvidara e hiciera una escena. Tomé una respiración profunda, recordándome a mí misma que me lo tomaba como algo personal debido a mis sentimientos por Santana—. Mira, si Santana López tiene algún interés en Kendra, entonces ella debe tener suerte. Por lo que sabemos, ella es: inteligente, honesta, talentosa y compasiva. Fulminé con mi mirada a Sam quien parecía estar asimilando mis palabras. Quería decir algo más y seguir defendiendo a Santana pero sabía que había dicho suficiente.
—Necesito algo de beber. Enseguida regreso. —dije antes de girarme y alejarme. Era grosero, pero necesitaba poner un poco de espacio entre mi ira y Sam.
Rachel me saludó cuando pasé por donde bailaban ella y Puck. Forcé una sonrisa, pero seguí caminando. El vestido ceñido de Kendra llamó mi atención y me volví para verla envuelta alrededor de Santana, riendo y bailando de la manera que lo hacen las parejas, en cuestión de segundos.
Los celos anudaron mi estómago debido a la forma en que Santana la sujetaba y la tocaba de maneras en que nunca me había tocado a mí. No me dirigí hacia la mesa de los refrescos. En su lugar, me dirigí a las puertas traseras. Necesitaba alejarme de Sam y Santana. Hice una pausa en la puerta. Estar a solas en la oscuridad no podía ser una buena idea.
La risa de Kendra resonó en mis oídos y me decidí en ese momento, prefería hacer frente a la delicadamente escalofriante alma rubia que ver a Santana sosteniendo a Kendra. La brisa de la noche se había enfriado en las últimas semanas. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura y caminé hacia el campo de fútbol abandonado. Las emociones agitándose dentro de mí me dieron una sensación de valentía. Seguí andando, lejos de la música y las risas. Volví a pensar en el verano pasado, en el rancho de mi tía y lo fácil que las cosas habían sido. Había pasado mi tiempo montando caballos y ayudando a mi tía con la muerte de mi tío. Mamá me había sugerido que la fuera a visitar para que no estuviera sola. Había estado de acuerdo en ir, pensando que podría ayudar estar lejos de este pueblo y de los recuerdos de Artie. Lo había hecho, en un sentido. Después de unas pocas semanas, me había dado cuenta de que Artie y yo nunca estuvimos destinados a estar juntos. Otra ventaja de estar en el rancho había sido las almas errantes que parecían ser escasas. Había sido un breve respiro de mi vida. Sin embargo, las últimas semanas del verano, esperaba con interés volver a casa. Miré hacia atrás en el gimnasio y pensé en todas las cosas locas que habían sucedido desde mi regreso.
—¿Por qué no estás adentro bailando con tu cita? —La voz de Santana rompió el silencio, me giré y la vi recostada contra la pared de cemento del estadio. Me encogí de hombros y agaché la cabeza, mientras estudiaba mis pies. No quería que viera el dolor o la envidia en mis ojos. Ya era bastante malo que probablemente ya lo supiera—. Se ve muy triste sentado en una mesa solo, —dijo Santana, en la noche silenciosa. Un parpadeo de culpa profunda en mi estómago, no era suficiente para enviarme adentro. Me encogí de hombros otra vez y no me encontré con su mirada penetrante. Se rió, el bajo y sexy sonido envió un escalofrío a través de mí—. Así que, ¿Te has decidido a intentar la cosa de ignorarme de nuevo, para ver si me voy?
—Preguntó con un toque de humor en su voz. Me mordí el labio para sonreír y negué con la cabeza.
—Sé que no funciona contigo.
—¿Por qué estás aquí, Brittany? ¿Qué pasa? —Preguntó en voz baja. De mala gana lo miré. Se veía tan increíblemente hermosa de pie con los brazos cruzados delante de su pecho. El pelo oscuro, que se curvaba en los extremos, parecía bailar en la brisa.
—Nada que te concierna. —Mentí. Él inclinó la cabeza hacia un lado y me dedicó una sonrisa maliciosa.
—¿En serio?
Asentí con la cabeza. —En serio. Sus manos cayeron a los costados mientras se alejaba de la pared dando un paso hacia mí. —¿Verme bailar con Kendra no te molesta? — Preguntó en un ronco susurro. Sacudí la cabeza y miré hacia otro lado, negándome a retroceder ante su cercanía. Sus ojos me devoraron tan intensamente como si estuviera realmente tocándome. Mi corazón empezó a golpear con fuerza contra mis costillas y lo miré.
Sus ojos se movieron de mi vestido, a mi cara. —Sabía que el rosa pálido te sentaría. La mayoría de las chicas no pueden llevarlo, pero en ti, es perfecto.
Tragué saliva, atemorizada de que mi corazón estuviera a punto de explotar, justo en mi pecho. No quería pensar sobre la manera en que su mirada hacía que cada célula de mi cuerpo cobrara vida.
—Crees que no te quiero tocar de la misma manera en que toco a Kendra. Tienes razón. —Sus palabras cayeron como agua helada sobre mí y di un paso atrás, lejos de ella, como si acabara de abofetearme. El latido de mi corazón disminuyó y tomé una rápida bocanada de aire, asustada, por un momento, de no ser capaz de respirar. Su mano se acercó, agarró la mía y me levantó contra él. —Cuando toco a Kendra, mentalmente, me atemoriza tener que seguir fingiendo estar interesado en ella.
Dejé de tratar de retirar mi mano de la suya y me quedé mirándolo. Esto sonaba como algo que yo quería oír.
—Cuando no puedo controlar mi necesidad de ti y me permito tocarte, se enciende un monstruo en mi interior sobre el que tengo miedo de perder el control. Tú me haces sentir cosas que nunca he sentido antes. Algo pasa —hizo una pausa y bajó la mirada de mis ojos a mis labios—, cuando estoy cerca de ti de esta manera, —tocó mis labios con la yema de su dedo y temblé. Cerró los ojos como si le doliera—, y cuando reaccionas de la manera en la que lo haces, siento el zarpazo dentro de mí, por tener lo que quiero.
Abrió los ojos y me miró con una intensidad que me hubiera asustado si no confiara en él completamente.
—Tú eres lo único que más quiero en el mundo, sin embargo lo único que no puedo tener. Porque tenerte completamente sería imposible. No puedes ir donde yo voy. —Se detuvo y acunó mi rostro entre sus manos—. El propósito de mi existencia es no tener una pareja. Es ser solitaria y fría. Hasta ahora, ha sido todo lo que he conocido. Luego te convertiste en el designio y todo cambió. —Dejó caer las manos de mí y se alejó, mientras una dolorosa desesperación nublaba sus ojos—. Vete, Brittany. Corre, por favor, corre. No soy la que crees que soy. No soy “inteligente, honesto, talentoso y compasivo” y oírte decir esas palabras en mi defensa, sentí como un líquido caliente a través de mis venas frías. Quieres saber lo que soy y no puedo decírtelo. Si lo supieras, no tendría que pedirte que corras. Ella gruñó y se alejó de mí, huyendo hacia la oscuridad. No podía dejarla ir. Corrí tras ella y se volvió bruscamente. Su mirada enojada me sorprendió y me congeló. La ira pareció irse inmediatamente y una expresión de tortura se apoderó de sus rasgos perfectamente cincelados. Jadeé al ver la transformación.
—No me importa lo que eres, —le dije, dando un paso hacia ella—, no me puedes asustar y no voy a salir corriendo. ¿Qué es lo que dice la canción que me cantas? ““Sin embargo te quedas. Aferrándote a mí, pero te quedas, extendiendo la mano que yo alejo. El frío no es para que permanezcas, sin embargo tú, tú te quedas. Cuando sé que no es adecuado para ti”. —Le repetí sus palabras en la oscuridad. Su rostro se encogió por el dolor.
—Vete, Brittany. Ahora. No me puedo controlar más. —Susurró en la oscuridad.
Di otro paso hacia ella. Un gruñido surgió de su pecho y se apoderó de mí en un movimiento rápido. Su boca encontró la mía al instante. Sus dientes mordieron mi labio inferior y luego golpeó suavemente su lengua sobre la mordedura. Mi primer sabor de ella hizo girar mi mundo. De alguna manera sabía que sería así. Agarré en mis puños la camiseta de Santana. Necesitaba mantenerla aquí contra mí, finalmente, permitiendo lo que había estado anhelando. Sus brazos se apretaron a mí alrededor y oí un jadeo en la oscuridad, pero no estoy segura de si era de ella o mío. Mi propósito estuvo completo. No había nada que quisiera o deseara más que esto. Había una oscuridad tirando de nosotros, no podía comprender qué era exactamente peor, incluso a través de la bruma de placer, supe que se encontraba allí.
Santana arrastró varios besos por mi cuello y murmuró palabras que no entendí. Solté su camiseta para poder apoderarme de su rostro, atrayendo con deseo su boca de nuevo a la mía. Sus manos lentamente corrieron por mi espalda y se deslizaron por mis costillas. Mi respiración se atascó, mientras sus pulgares rozaron la parte inferior de mi sujetador. Santana alejó su boca de la mía, jadeando ruidosamente. Me estremecí al verla tan necesitada como yo por esto.
—No puedo Brittany. Quiero esto tan malditamente fuerte. Pero no puedo. —En un abrir y cerrar de ojos estuve sola, sentada en el pasto frío en el centro del campo de fútbol. Mi respiración era entrecortada y la cabeza me daba vueltas. ¿Dónde estaba Santana? Mis ojos lo buscaron desesperadamente en la oscuridad. ¿Por qué tenía que dejarme? La sensación de euforia desapareció con ellal y mi cuerpo dolía por su pérdida.
—¿Brittany? —Una preocupada voz llamó desde detrás de mí. No me giré, porque reconocí la voz de Sam. Había venido a buscarme y aquí estaba yo sentada en mi vestido rosa pálido, comprado para otro chico, en medio de un campo de fútbol abandonado. Tal vez comenzaba a volverme loca. Se arrodilló delante de mí con temor y preocupación en su hermoso rostro.
—Dios, me has asustado. Vine afuera, te busqué y te vi cayéndote o desmallándote… ¿Estás bien? lo siento, Brittany, no quería molestarte. Por favor, por favor, perdóname. —Sostuvo mis manos entre las suyas, sin embargo, el calor de su cuerpo no podía penetrar en el frío que se filtraba a través de mí. Lo miré fijamente, sabiendo que tenía que decir algo. Pero ¿Qué podía decir?
—Está bien. Simplemente no me encuentro bien. Mi cabeza. —Me toqué la cabeza para el efecto—. Lo siento, pero sólo quiero ir a casa. —Se levantó y me ayudó a levantarme, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura como un medio de apoyo. Caminamos en silencio a través del campo y del oscuro estacionamiento. No estoy segura de si se sentía enojado o herido, pero ahora sólo necesitaba estar sola. Mi mente no era capaz de envolverse alrededor de lo que había sucedido y yo sabía que en el fondo tenía la esperanza de que Santana estaría en mi habitación esperando por mí. No volvimos a hablar durante todo el viaje de vuelta. Odiaba el silencio, pero no había manera de explicar lo que había sucedido. Cuando se detuvo en mi entrada, apagó el auto y luego me miró.
—Espero que puedas perdonarme por haberte hecho sentir mal. — Dejó salir un suspiro de disgusto—. Aquí estoy, todo preocupado por la vida personal de Kendra y termino perjudicando a la única mujer que he amado por mi estupidez. —Se detuvo y sacudió la cabeza—. Aún no estás curada de algo que te causé. Nunca te quejas sobre ello, pero sé que aún estás superando todavía los efectos de tu caída. No sé si voy a ser capaz de perdonarme por dejar que mi estúpida boca te molestara tanto que… —hizo una seña con la mano como si fuera hacia el campo de fútbol que se encontraba a millas de distancia—…te vas sola y triste a causa de la tensión que te infligí.
No podía dejarlo culparse a sí mismo por lo que pasó más. Me obligué a eliminar mi estado de bruma y tomé su mano.
—Sam, escúchame. Lo que ha pasado esta noche no es tu culpa. Todavía no estoy segura de lo que me pasó, pero nadie tiene la culpa, excepto yo. No tienes nada, y lo digo enserio, nada que ver con eso. La pequeña llama de alivio en sus ojos no era lo suficientemente fuerte para compensar su expresión torturada. Puso mi mano en su boca y la besó.
—Te amo, Brittany S. Pierce —Había estado diciendo esas tres palabras mucho esta noche. Sabía que no podía decir las palabras que él quería oír. Sam era especial para mí, pero no lo quería, al menos no de la forma en que él me quería a mí. Hice lo único que podía pensar, me incliné y lo besé suavemente en los labios, y luego giré y me bajé del auto. Me dirigí a la puerta sin mirar atrás.
Mi habitación se sentía vacía, pero, de alguna manera, sabía que sería así. Algo había ocurrido esta noche. No sabía lo que era, pero sabía que era importante. Me acerqué a la silla donde Santana pasaba sus noches y me acurruqué en ella. No vendría esta noche. Necesitaba estar cerca de ella y esta parecía ser la única manera. El silencio parecía cortar a través de mí como un cuchillo y lágrimas tibias corrieron por mi cara. Extrañaba su voz llenando mi habitación con calor. No quería que me dejara. El temor que se hubiera ido dolía mucho, obstaculizando mis vías respiratorias. El alma rubia que me había asustado ya no me parecía importante. La ausencia de Santana hacía doler mi pecho. No pude aguantar el silencio más, así que comencé a cantar suavemente en la oscuridad.
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Mensaje por awong_snix Jue Mayo 22, 2014 9:47 pm

CAPITULO 10

Ella no volvió. Pasé todo el fin de semana encerrada en mi habitación esperándola, pero nunca vino. Me levanté, el lunes en la mañana, muy temprano y me vestí con tal desesperación que casi corrí fuera de la casa hasta llegar a la escuela.
Cuando mi madre preguntó: —¿Sam no te llevará hoy? —Me detuve con mi mano en la perilla, insegura de cómo responder. Dejé que sus llamadas fueran a mi correo de voz el fin de semana. Después de escuchar sus suplicantes mensajes, finalmente lo llamé y le aseguré que me encontraba en la cama, enferma. Él esperaba llevarme a la escuela esta mañana. Me obligué a mi misma a sentarme y comer mi desayuno mientras esperé diez minutos más, a que Sam llegara. De alguna manera, me las arreglé para aparentar paciencia, hasta que entré por la puerta principal de la escuela. No pude sentirlo. Ella no estaba aquí. El puchero en los labios rojizos de Kendra me aseguró que no se escondía de mí.
Simplemente, no estaba aquí. Cada clase que pasaba sin ellal, se sentía como un agujero negro expandiéndose cada vez más en mi mundo. Sam me miraba con una mezcla de preocupación y frustración que sabía que trataba de ocultar. Una vez que la última campana sonó, salí de la biblioteca y me dirigía a casa. Necesitaba que ella estuviera allí. Pero no estaba. Estuvo ausente por dos días más. Para cuando entré a la clase de Literatura Inglesa el jueves, la sentí.
El cálido hormigueo creció más de lo acostumbrado después de cuatro días de ausencia. Miré hacia el final de la habitación y allí se encontraba ella, dándole a Kendra su sonrisa torcida mientras trazaba su mandíbula con la punta de su dedo. Río, y ella se acercó más y le susurró algo al oído que causo que echará su cabeza hacia atrás y se carcajeara. Ella miró en mi dirección y sonrió triunfalmente. Mi mirada viajó de ella a Santana, quien parecía no prestarme atención en absoluto. Ella la observaba con una sonrisa seductora. Me besó y me dejó sola, confundida, y luego desapareció por cuatro días.
Actuaba como si nada hubiera pasado. Lo miré fijamente, deseando que me notara, que reconociera mi presencia. No lo hizo. Incapaz de observar más la situación, me di la vuelta y salí de la habitación. Sam se encontraba afuera de la puerta, dónde lo dejé. Hablaba con Justin y me miró con una sonrisa de sorpresa.
—Hola, ¿Olvidaste algo? —Preguntó, alargando su mano. Negué con mi cabeza, con miedo de que el enorme agujero que Santana hizo en mi corazón fuera visible para todo el mundo. Me acerqué a Sam y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Sus brazos me rodearon al instante.
—Hablaremos después, hombre. —Le escuché decirle a Justin sobre mi cabeza.
—¿Qué pasa? —Susurró a mi oído, mientras continuaba abrazándome. Quería llorar porque no lo amaba. Sam me amaba y sería fácil enamorarme. Nunca me lastimaría de la manera en que Santana acababa de hacerlo. Él era tan bueno y honesto. ¿Por qué no lo amaba a él? Me apreté fuertemente contra su cuerpo, con miedo de que pudiera escuchar mis pensamientos y me alejara en cualquier momento. Sin embargo, Sam no podía escuchar mis temores.
Me acercó más y comenzó a frotar pequeños círculos en mi espalda con su mano. Las lágrimas brotaron de mis ojos y odié llorar en sus brazos por otro chico. Sam se merecía alguien que pudiera amarlo. En una ocasión lo odié, porque pensé que él creía ser demasiado bueno para mí. Ahora, me odiaba a mi misma porque sé que él era demasiado bueno para mí. No lo merezcía, me aferré a él de todos modos. Quizás no lo amaba, pero lo necesitaba. Él no tenía idea de que mis entrañas se sentían como si hubieran sido arrancadas de mi cuerpo, debido a que alguien o algo me rechazó.
—Sr. Brown, Brittany no se siente bien. Necesita ir a enfermería. Me aseguraré de llevarla y traerle un justificante. —Le explicó Sam a mi maestro mientras me abrazaba.
—Bien, ¿Tú la llevarás entonces? —La voz del Sr. Brown sonó preocupada.
—Sí, señor. —La puerta se cerró y el pasillo se convirtió en silencio. No quería ir a enfermería, pero sabía que no podía quedarme en el pasillo todo el día, dejando que Sam me abrazara. A pesar de que sabía que si yo le pedía eso, él lo haría. Di un paso atrás para levantar mi mirada a su rostro. Su cara era una máscara de preocupación mientras secó una lágrima de mi mejilla. —¿Qué pasa, Brittany? —preguntó en voz baja.
Me las arreglé para sonreír un poco. —Creo que el malestar se acaba de ir. Me siento bien otra vez. Esta semana fue miserable. —Admití, necesitaba agregar algo de verdad en lo que decía. Él asintió y me jaló de regreso a sus brazos. —Lo siento. No puedo soportar verte llorar. Me mata. —dijo en voz baja y me apretó contra él. Sam era mi vínculo con el mundo real y mi fuente de consuelo, especialmente ahora que mi corazón se sentía roto sin posibilidad de repararse. Lo que me asustó más fue el hecho de que mi corazón había sido roto por alguien que ni siquiera conocía.
Fui a enfermería, pero sólo me quedé allí el tiempo suficiente para que Literatura Inglesa terminara. Una vez que mi clase de Algebra II estuviera a punto de comenzar, le aseguré a la enfermera Tavers que me sentía mucho mejor y quería ir a clase. Algebra II pasó a ser la única clase que no compartía con Santana o Kendra. Podía sobrellevarlo. Sam estaría conmigo en Historia Universal, así la presencia de Santana sería más fácil de ignorar. Puse un pie en el pasillo y la inquietante advertencia en mi cabeza de que alguien me observaba hizo que los vellos de mi brazo se erizaran. Miré a los lados del pasillo vacío, pero no había nadie. El miedo parecía atorarse en mi garganta y me obligué a tomar una calmada respiración antes de dirigirme hacia Algebra II con mi pase de la enfermera Tavers. Caminé más rápido de lo normal, esperando ver a más personas. Estar sola en el pasillo me traía recuerdos aterradores.
Especialmente ahora, ya que no estoy segura de si Santana vendría a mi rescate. Ella ni siquiera me miraba, así que ¿Por qué vendría hasta aquí si un alma me persiguiera? La sensación de ser observada se intensifico mientras más cerca llegaba al final del pasillo. ¿Por qué Algebra II tenía que estar al final del pasillo? Miré por encima de mi hombro y el pasillo seguía vacío. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y me eché a correr. No podía verla, pero sabía que se encontraba allí.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Mantuve mis ojos en la puerta del salón de clase. Todavía parecía estar muy lejos, sin embargo, sabía que si gritaba podían escucharme. El frío se hizo más fuerte y el aire se volvió más pesado, haciendo que fuera difícil respirar. Necesitaba dejar de correr para forzar el oxigeno a entrar en mis pulmones, pero no me dejaría en paz por mucho tiempo.
Una puerta se abrió justo cuando mi visión comenzó a ser borrosa por mi falta de oxigeno y aire, mis pulmones ardían. El frío desapareció. Bajé mis libros y puse mis manos en mis rodillas, jadeando por más aire, relajándome y tratando de calmar mi corazón. Los pasos acercándose me sorprendieron y levanté la mirada, lista para correr nuevamente cuando vi a Santana alejarse.
Lo que sea que me siguió huyó por su culpa. Afortunadamente para mí, no notó que a Santana no le importaba mantenerme a salvo. Mi corazón ya no se aceleraba por miedo, pero dolía por el rechazo. Tomé mis libros del piso y observé la silueta de él, alejándose, una vez más, antes de dirigirme a mi clase.
* * *
—Si no estás lista para comenzar con mi discurso, no tengo prisa. — Sam se inclinó y susurró en mi oído. Ordenamos pizza y estábamos abrazados en el sofá viendo televisión.
La verdad era esa, no me sentía de humor para trabajar en su discurso. Todo lo que realmente quería hacer era disfrutar de la calidez de estar en sus brazos. Estar sentados en el sofá, sintiendo los brazos de mi novio, me ayudaba a mantener el miedo en control. Cuando Sam se marchara, tendría que ir a mi dormitorio sola. La idea de enfrentarme a mi habitación después de mi experiencia de hoy, en el pasillo, me aterrorizaba. Ver a Santana alejarse de mí, como si él fuera un chica sin ninguna preocupación en el mundo, mientras yo jadeaba en busca de aire, me dejó con un sentimiento de desesperación. Alargué mi brazo y tomé la mano de Sam en la mía. Él estaba aquí. Claro que no me protegería contra las almas psicóticas. Sólo Santana podría detener eso… aquello… la cosa que fuera ella. Pero Santana no se encontraba aquí. Sam era todo lo que tenía y quería absorber su presencia todo el tiempo que pudiera.
Sam sostuvo mi mano con la suya y permanecimos en silencio. No estoy segura de qué veíamos. Él reía en voz alta algunas veces y el sonido me hacía sonreír. Disfruto verlo feliz. Algunas veces olvido lo que es ser feliz. El timbre de su teléfono interrumpió mis pensamientos y salté. Estaba en el borde esta noche. Sonrió. —Es mi teléfono, no la alama de incendio. Jesús, estás nerviosa esta noche. —Busco el móvil en su bolsillo y lo sacó.
—¿Hola? —Hizo una pausa—. Estoy con Brittany justo ahora… lo sé, pero estoy ocupado… No hemos terminado todavía. —Sam me miró disculpándose—. De acuerdo, estoy en camino. —frunció el ceño, mientras cerraba su teléfono.
—Era mi papá. Necesita que vaya con él a dejar el coche de mamá con el mecánico. Van a arreglarlo mañana a primera hora. No puede irse a la cama hasta dejar el auto y después tiene que trabajar un doble turno en la estación.
Me senté recta y forcé una sonrisa. Mi madre no llegaba en casa aún y el pensamiento de estar sola me hizo querer acurrucarme como una bola y llorar. —Oh, bueno, umm, entonces ve. Trabajaremos en el discurso mañana.
Él frunció el ceño y deslizó una mano en mi cabello, frotando su pulgar contra mi oído. —Pareces tensa. No me gusta dejarte inquieta. Sonreí y me encogí de hombros. —Probablemente necesite dormir un poco.
Mentí, esperaba que lo creyera. Se inclinó y me besó suavemente. Deslicé mis manos detrás de su cuello y profundicé el beso. Sam tomó mi rostro en sus manos y ladeó su cara para acomodarse perfectamente. Me sumergí en la comodidad de su cercanía y calidez. Sabía que necesitaba dejarlo ir para ayudar a su papá, pero me aferré. Dejarlo ir significaba que estaría sola. Me apreté contra él, sin pensar en cómo mi necesitad de compañía podía ser malinterpretada con pasión. Un gemido salió del pecho de Sam y me presionó suavemente contra el sofá y me cubrió con su cuerpo.
Nunca habíamos dejado que las cosas fueran tan lejos antes. Santana estaba allí, en algún lugar en el centro: una fuerza invisible que me hacía distanciarme de Sam. Sería un error permitir que las cosas vayan aún más lejos. Que Sam creyera que podemos dar un paso más allá en nuestra relación no sería justo para ninguno. Santana siempre estaría en mi mente. Sam merecía algo más que ser el segundo. Incluso ahora, mientras se presiona contra mí y su respiración suena agitada, no siento nada salvo seguridad.
Su mano se desliza por debajo de mi camisa y sé que es hora de detenernos. Justo cuando roza la parte inferior de mi sujetador rompo el beso.
—No. —Susurré y su mano se retira lentamente. Su respiración sonaba entrecortada y pude sentir su corazón latiendo contra el mío. Lentamente se sentó y extendió su mano para levantarme también. Pasó una mano a través de su cabello rubio y se rió temblorosamente.
—Wau. —dice, sonriendo. No estoy segura de qué decir, porque “Wau” no era lo que yo sentía—Lo siento, me dejé llevar. —Se disculpó, bajando la mirada hacia mi camisa, la cual estaba levantada, justo encima de mi ombligo. La tiré hacia abajo y le sonreí tranquilizadoramente. No era como si acabara de tratar de violarme.
—No te disculpes. Necesitábamos parar. Tu papá está esperando. Sam asintió, su expresión seguía siendo un poco vidriosa, y se puso de pie. Tomó su chaqueta, agarró sus libros y llaves.
—¿Estarás bien hasta que tu mamá llegue a casa? —Preguntó. Quise reír por la respuesta a esa pregunta. En su lugar, asentí y sonreí. No era como si pudiera decirle que un alma perturbada quería matarme por razones que yo no entendía.
La puerta cerrándose detrás de Sam dejó un fuerte peso sobre mi pecho. Pensé en salir afuera y quedarme en el jardín, para así ver las otras casas iluminarse y las personas dentro de ellas. De alguna manera, ver a las otras personas sonaba seguro. Caminé y me detuve en frente de la puerta. Podría quedarme aquí hasta que mamá llegara a casa. Si cualquier cosa se presentaba, podía correr hasta la calle y gritar. Por supuesto, todo el mundo pensaría que estoy loca, pero llamaría la atención.
—No creo que esas medidas drásticas sean necesarias. Ve a la cama, Brittany, estaré aquí. —Me giré hacia el sonido de la voz de Santana. El alivio y la ira se apoderaron de mí al mismo tiempo. Quería lanzar mis brazos alrededor de ella, pero también quería darle un puñetazo en su perfecta nariz.
—Preferiría que no lo hicieras. Sólo ve a la cama. —Su tono frío me hirió más que el miedo. No me miraba, en su lugar veía una revista de deportes que Sam olvidó. Sus botas se apoyaban sobre la mesa mientras reclinaba su silla. Las lágrimas ardieron en mis ojos, pero no lloraría frente a ella. Esa era una humillación que me rehusaba a darle. En su lugar, subí las escaleras corriendo.
El agua caliente apartó mis lágrimas mientras estuve en la ducha más tiempo del necesario. Allí mis sollozos fueron camuflados. Una vez que las lágrimas dejaron de caer y todo lo que quedó fue un gran hueco, cerré el agua, salí a la alfombra blanca y envolví una toalla a mí alrededor. Estudié a la chica frente al espejo. Sus ojos rojizos e hinchados.
Ninguna cantidad de agua podía lavar la tristeza que reflejaba. Ella estaba aquí y yo me encontraba a salvo. Era algo que agradecer. No tenía el coraje para preguntarle por qué había venido. No quería que me viera llorar. No quería que supiera que pasé media hora llorándole. ¿Quizás robó mi corazón o tomó mi alma? No podía estar segura, pero me rehusé a que tomará mi orgullo, también.
Apreté la toalla más fuertemente y me dirigí a mi habitación. Entré, sabiendo que estaría vacía. Santana no quería estar cerca de mí. Una pequeña parte tenía la esperanza de encontrarla sentad en la silla de la esquina con la guitarra en sus manos. Lágrimas nuevas brotaron de mis ojos. Necesito controlar esta agonía o lo que sea que es. Alargué mi brazo buscando mi suéter, pero no me atreví a usar cualquier cosa que me recordara a Santana y las noches que pasó cantándome para dormir. En cambio, saqué mi camisa de dormir y la deslicé sobre mi cabeza. Era rosa pálido. Sonreí tristemente, notando que nunca había pensado en eso antes. De inmediato me la quité y la deje caer en el suelo. No podía usarla, tampoco. Abrí mi armario y saqué una camisa de Sam que tenía y me la puse. Todavía podía sentir a Sam y eso me dio el poder para ser capaz de ignorar a Santana y abrazar a Sam con mis acciones, incluso si mi corazón pensaba de manera diferente. Caminé hacia mi cama y me recosté, pensando en la música que no podría escuchar. El silencio hacía eco a través de la casa, pero sabía que no seguía sola. Ella observaba. No quería cerrar mis ojos, esperanzada de que viniera a sentarse en su silla y tocara música para mí. El único sonido que pude escuchar fue el lento goteo del grifo en el baño y el asentamiento de la casa.
Si Santana no estuviera en la planta baja, cualquier pequeño sonido me hubiera hecho saltar y correr hacia la puerta. Sin embargo, con ella vigilándome, era capaz de cerrar mis ojos y ser arrullada por el silencio. La música vino en mis sueños. La inquietante y dulce música llenó el agujero de dolor en mi corazón. Sonreí, buscando la fuente del sonido, pero no encontré nada. Fue sólo un sueño hermoso.
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