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Mensaje por micky morales Miér Sep 30, 2015 8:36 pm

guardadito se lo tenia y es varon!!!!! bueno, pues me alegro!!!!
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Mensaje por Caritovega Vie Oct 02, 2015 6:12 pm

micky morales escribió:guardadito se lo tenia y es varon!!!!! bueno, pues me alegro!!!!
reguardado se lo tenia :3 yo tbm me elegro Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 saludos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 1206646864
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Mensaje por Caritovega Vie Oct 02, 2015 6:21 pm

CAPÍTULO 3

Yo estaba muy nerviosa cuando, el segundo
día de Navidad, nos dirigimos al
aeropuerto. Esta vez no era como en el
verano. Yo ya había volado antes y, además,
conocía a Brittany mucho mejor. Pero
América era algo nuevo para mí. Sólo sabía de
allí lo que había visto en televisión.
Para poder conocer el país y a su gente, me
hubiera gustado, después, mucho después,
volar hasta allí y conducir por la Route 66 con
una caravana alquilada o un auténtico camión
americano. Como otras muchas de las cosas
que iban asociadas a Brittany, no me podía ni
creer la forma en la que iba a conocerlo por
primera vez.
Como había hielo y nieve en la carretera,
esta vez fuimos al aeropuerto con el Volvo y
no con el Jaguar. Resultaba fantástico tener
muchos coches y poder elegir cuál se utilizaba
según el tiempo que hiciera.
—¿Por qué no vamos a un hotel? —
pregunté por enésima vez, mientras
esperábamos la salida.
Brittany apartó la vista con aspecto
nervioso.
—Porque he alquilado una casa. —Luego
me hizo cosquillas—. Y ahora cállate de una
vez. No te comportes como una niña.
—Soy una niña —dije, mientras intentaba
sujetarle las manos—. Es la primera vez que
viajo a América. Es una experiencia infantil
para mí.
—Entonces sé una niña, pero no una cría
—contestó.
—Pero en un hotel nos atenderían mucho
mejor —añadí.
—No mejor que donde vamos —dijo ella
—. Todos los días vendrá una chica a limpiar
y arreglar la casa. Además, hay un servicio
que te hace la compra si quieres cocinar, cosa
que sí deseo hacer. Y para eso necesito una
cocina y en un hotel no la tengo.
—¿Y cómo es? —pregunté.
Ella se mostró satisfecha.
—Déjate sorprender, porque no te lo voy a
contar ahora.
—Por favor, Brittany…, ¿cómo es? —
supliqué.
—Eres terrible —dijo ella—. Es una casa
como todas. ¿Cómo si no?
—Pues tú eres una ordinaria —repuse,
molesta.
—Ya lo sé. —Brittany se mostró aún más
satisfecha—. Pero no quiero estropearte la
sorpresa. Lo único que te puedo decir es que
es muy hermosa.
Sobre todo, lo que sí era seguro es que
habría resultado muy cara, pero ahora yo no
quería pensar en eso. Claro que nunca me lo
hubiera podido permitir sin Brittany, pero ella
había llegado a la conclusión de que yo me
tomaba todos aquellos lujos como algo muy
natural. Resulta muy fácil acostumbrarse a
esas cosas.
—El único problema que hay con Aspen es
lo que se tarda en el vuelo y el cambio de
horario —dijo Brittany, cuando ya estábamos
sentadas en el avión, en primera clase por
supuesto. Seguro que ella nunca había ido en
clase turista—. Siempre me lo pienso dos
veces antes de volar allí, pero, cuando me
acuerdo de la nieve en polvo y de sus
maravillosos paisajes, repito de nuevo. —Se
rió—. ¿Cómo puede resistirse alguien a un
lugar cuyo lema publicitario es: Fresh air
served daily? Me hubiera gustado haberlo
podido inventar yo.
—Ahí se ve lo que hace la publicidad —
dije, con una sonrisa, y la miré—. Seguro que
te ha agradado por eso.
—Sí, si perteneces a mi gremio —contestó
— nunca sabes realmente lo que puedes
provocar. Existen miles de estadísticas que
han estudiado la influencia que ejerce la
publicidad en el comportamiento de los
clientes, pero, aun así, nunca se sabe nada de
un modo preciso, porque no hay forma de
mirar dentro de la cabeza de las personas.
¿Por qué se compra un producto? ¿Por la
publicidad o porque te lo ha dicho la vecina?
Es imposible saberlo de verdad.
—Pero lo cierto es que los que te encargan
el trabajo piensan que la publicidad ejerce una
influencia —afirmé.
—Eso es cierto —agregó—. Y mientras
siga teniendo tantos contratos como los que
hay ahora, es algo en lo que no voy a pensar
mucho. A pesar de que, por supuesto, con
cada nueva campaña hay que pensar en la
forma de llegar a los clientes potenciales. En
todo caso, siempre esperamos que nuestro
trabajo tenga un significado. —Lanzó un
suspiro.
—Por eso prefiero ser periodista —dije yo
—. Uno sabe que su trabajo tiene un
significado, y no hay que echar mano de las
estadísticas para confirmarlo.
—¿Estás segura? —preguntó, alzando las
cejas—. ¿Qué es lo que es tan importante en
el periodismo? De hecho, hay veces que tengo
mis dudas cuando leo ciertos artículos.
—Bueno —respondí—, existen muchos
tipos de periodismo. Mi modelo es Antonia
Rados. Es maravillosa. Y sus artículos
siempre están bien fundados y documentados,
y son interesantes e independientes. No acepta
órdenes de nadie. A mí me gustaría llegar a
hacer lo mismo alguna vez.
Brittany me miró con una expresión extraña
en el rostro.
—Antonia Rados es reportera de guerra —
dijo—. Podía haber recibido algún disparo o
ser alcanzada por una bomba. Cuando me
acuerdo de sus crónicas desde Bagdad, bajo
una lluvia de bombas… —Se estremeció.
—Sí, claro. Es algo muy atractivo. No
resulta ser un trabajo tedioso en la oficina. —
La miré—. Oh, perdona, con eso no quería
decir que tu trabajo sea aburrido sólo porque
tú trabajes en una oficina.
—Bueno, muchas gracias —contestó,
burlona. Luego se puso otra vez seria—.
¿Desde cuándo sientes tanta ansia por las
aventuras? Yo pensaba que eras algo tímida.
—Sí, soy tímida —repuse—, pero desde
hace un tiempo —dije, mientras mantenía mi
mirada en ella— siento el deseo de vivir
aventuras.
Brittany debía de saber a lo que me refería,
pero no dijo nada.
—¿Cuándo llegamos? —pregunté.
—Estaremos en Denver a las tres de la
tarde —dijo—. Luego haremos escala para ir
a Aspen. El vuelo hasta allí dura poco más de
una hora.
—¿A las tres? —Miré mi reloj—. Faltan
dos horas. ¿Se tarda tan poco en llegar?
—Bueno, eso sólo si vas en la nave
Enterprise de Star Trek —dijo, con una
sonrisa—. Debes restar la diferencia horaria.
Me refiero a las tres de la tarde, hora local.
Según nuestro horario estaremos en Aspen
sobre la medianoche, pero allí serán las cuatro
de la tarde.
—¡Cielos! —contesté.
—Sí. —Sonrió—. Y luego tienes que
permanecer despierta hasta que sea la hora de
irse a dormir. Hay que luchar contra el jet-lag.
—Señaló mi muñeca—. Lo mejor es que
cambies ya la hora y así te resultará más fácil
acostumbrarte al nuevo horario.
Atrasé ocho horas mi reloj. En aquel
momento eran las cinco de la madrugada, lo
cual, era imposible, porque a esa hora yo
estaba acostada en mi cama y dormía de
forma plácida y profunda.
—¿Cuánto tiempo hace falta para adaptarse
al nuevo horario? —pregunté—. Porque allí
no vamos a estar muchos días.
—Sí, es un problema —contestó Brittany
—. Pero ayuda cuando se pasa mucho tiempo
fuera, al aire libre y al sol. Eso es lo que te
ocurre cuando estás esquiando, y lo llevas
muy bien. Cuanta más claridad haya, más
despierto está uno.
—Bueno, la verdad es que ya siento
curiosidad —dije yo.
—Ya lo verás —respondió—. La cosa
funciona muy bien. Claro está que lo mejor
sería una estancia más larga, pues al cabo de
una semana ya estás adaptada al horario. Por
desgracia, no tenemos tiempo para eso. —Me
miró—. Pero tú puedes quedarte más días si
lo deseas.
—¿Sin ti? —La miré, atónita—. ¿Qué haría
yo?
Brittany me contempló como si yo hubiera
dicho algo sorprendente, luego se volvió y
miró al pasillo para llamar a la azafata.
Yo hubiera jurado que la había visto tragar
saliva. ¿Qué ocurría? ¿Qué había dicho?
Estaba muy claro que yo nunca querría
quedarme en Aspen si ella no estaba allí. Nada
podía resultarme atractivo puesto que, para
mí, lo maravilloso era ella. ¿Acaso no lo
sabía? Con ella yo sería feliz en cualquier
sitio. Sin ella no lo sería, estuviera donde
estuviera.
Llegó la azafata y Brittany le pidió un café.
—¿Café? —pregunté—. ¿No te tomas un
whisky?
Me miró de nuevo con una expresión
extraña. Al parecer, hoy lo decía todo mal.
—Hoy no —dijo—. Tú también deberías
tomarte un café para mantenerte despierta.
El vuelo, en comparación con el primero
que había hecho a Grecia, era largo de verdad,
pero por fin llegamos a Denver. La escala en
el aeropuerto fue incluso más rápida que hacer
transbordo en una estación de ferrocarril y
pronto estuvimos sentadas en un avión con
destino a Aspen. Poco a poco se iba
acercando la medianoche, según nuestro
horario europeo, pero no tuve ni la más
mínima oportunidad de sentirme cansada,
porque todo era muy excitante. Además,
siguiendo los consejos de Brittany, había
tomado mucho café. Y fuera el sol brillaba en
el cielo azul. Yo me preguntaba cómo iría
todo. Ahora no se podía dormir en Aspen y
cuando en nuestras casas fuera el momento de
ir a la cama allí sería otra vez de día.
*********************************************************************
Bueno ahí les dejo el cap de hoy, les comento que no voy actualizar
como antes, lo haré un día si y un día no, así sucesivamente! ya que los días que no actualizo serán en los cuales estaré adaptando otra historia !!
Besos y abrazos:
Posdata: ya vieron la foto que subio Nay a instagram es de una cadenita de oro con el nombre de su hijo Josey Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por micky morales Vie Oct 02, 2015 8:32 pm

no he visto la foto todavia, lastima que no actualices diario pero si es por otra historia esta mas que bien, de verdad estoy desesperada por saber todo sobre brittany!!!!!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por Caritovega Sáb Oct 03, 2015 9:26 pm

CAPÍTULO 4

Cuando llegamos a Aspen me asusté. El
aeropuerto estaba en medio de las montañas,
lo mismo que la ciudad. Y todo me parecía
muy pequeño. En cambio, el avión,
comparado con el salta-islas del Egeo, era
mucho más grande.
—¿De verdad pretende aterrizar ahí? —le
pregunté a Brittany, algo temerosa.
Brittany se rió.
—No tengas miedo, las Montañas Rocosas
no se tragan a las personas. O sólo lo hacen en
raras ocasiones. Pero hay una leyenda que
dice que existen montañas que son una
excepción.
Yo la miré.
—Me estás tomando el pelo —dije.
—Sí. —Sonrió para tranquilizarme—. El
piloto conoce su oficio, no es la primera vez
que lo hace.
—¿Cómo lo sabes? ¿Lo conoces? —
pregunté, escéptica, mientras echaba un
vistazo hacia abajo. Las montañas se nos
acercaban, amenazadoras.
Ella se rió.
—Pronto llegaremos. Todo irá bien.
Al instante se escuchó un aviso de la
azafata para que nos ajustáramos los
cinturones de seguridad.
Durante el aterrizaje cerré los ojos pero, tal
y como había dicho Brittany, todo fue bien.
Cuando llegamos a la terminal, de nuevo
quedé muy sorprendida.
—¡Esto es como el salvaje Oeste! —
exclamé—. ¿Es, de verdad, un aeropuerto?
—A las pruebas me remito —afirmó
Brittany, sonriente—. Todo Aspen parece una
ciudad del Oeste. Esto no es nada —dijo ella
—. Ése es el atractivo principal de la ciudad.
—Ah —dije yo. Me di la vuelta sobre mi
propio eje—. No pensaba que fuera tan
pequeña. Se oye hablar tanto de Aspen. Yo
creí que habría montones de personas y que
sería más grande.
—Eso es lo más agradable —dijo ella—. La
ciudad en sí no tiene más de seis mil
habitantes. Un pueblo, podría decirse. Los
turistas son muchos más, pero ha conservado
intacto su carácter de pequeña ciudad
americana. A pesar de la gran cantidad de
visitantes, nunca he visto una cola delante de
un remonte. Aquí lo tienen todo muy previsto.
—Yo había oído decir que Aspen era el
Saint Moritz americano. Por eso pensé que
sería más… glamuroso.
—Bueno, Saint Moritz tampoco es
demasiado grande —afirmó ella—, pero en
Aspen hay otra actitud frente a la vida. Por
eso vengo aquí.
—¿Has estado en Saint Moritz? —
pregunté.
—Sí —respondió, mirando a su alrededor
—. Por supuesto.
La verdad es que me podía haber ahorrado
la pregunta.
Ella alzó la mano como si quisiera saludar a
un conocido, pero el que se nos acercó y nos
saludó, vestido con una camisa a cuadros
propia de un leñador, fue el hijo del dueño de
la casa.
—Las llevo para allá —nos informó. Por lo
menos yo entendía el idioma. No era como
aquella vez en Grecia, donde el inglés que se
hablaba precisaba de bastante práctica para
poder entenderlo—. ¿Han recogido el
equipaje?
—No, pero ya llega —dijo Brittany,
mientras señalaba a las maletas que salían en
ese momento.
Nos acercamos a la cinta. El vaquero de las
Montañas Rocosas preguntó cuáles eran
nuestras cosas y las sacó fuera.
Nosotras lo seguimos. Delante de la puerta
había aparcado un gran camión.
—Por favor, ladies, suban —dijo el joven
con mucha amabilidad. Le sujetó la puerta a
Brittany—. Ma´am…
Yo me preguntaba qué diferencia existiría
en el idioma norteamericano entre «ma´am»,
que me sonó como «madame», y «lady».
Tenía que preguntárselo a Brittany, porque
quizás ella lo sabía.
El trayecto no fue largo. La casa estaba
situada dentro de la ciudad, a sólo unos
bloques del centro, y sin embargo su
aislamiento era total.
Y tenía unas maravillosas vistas sobre las
montañas. De nuevo me quedé sin palabras.
Todo estaba blanco y en el punto más
hermoso estaba la cabaña de leñador, es decir,
que la choza estaba en medio de la nada. Era
una gran casa de madera de varios pisos, al
estilo del salvaje Oeste, aunque seguro que sus
lujos no los habían conocido antes en el Oeste
americano.
El joven metió las maletas en la casa, le
entregó las llaves a Brittany y se despidió.
—El SUV lo tiene usted detrás de la casa,
tal como nos encargó —dijo—. Ya lo conoce.
Si necesita algo llámeme y estaré aquí en
cinco minutos. Si le falta algo también se lo
puede decir a la chica de la limpieza.
—Nunca ha faltado nada —aseguró
Brittany con una sonrisa—. Gracias.
Él se dio un toque en su sombrero de
vaquero.
—Entonces le deseo una buena estancia,
Ma´am. —Se marchó.
—¡Madre mía! —Yo estaba en el centro de
la habitación, que parecía ser la única que
había en el piso de abajo—. ¿Qué es esto?
—Una casa, como ya te dije —afirmó,
sonriente.
—Yo pensaba que sería una casita con un
par de habitaciones o algo por el estilo. Nunca
me podría haber imaginado una casa así —
dije.
Brittany sonrió.
—Arriba tiene cuatro dormitorios.
—Pero nosotras sólo somos dos —apunté,
algo irritada.
Ella rió y se dirigió a la chimenea.
—Por desgracia no he podido obligarles a
que quiten las que sobran —contestó.
Brittany estaba acostumbrada a tener
muchas habitaciones. En su propia casa
pasaba algo parecido. Pero para mí resultaba
exagerado. ¿Iría aquello en consonancia con
su forma de ser?
—La chimenea es enorme —dije.
—No es nada especial para América —
contestó—. Adoran las chimeneas.
Yo la miré. Seguro que sería muy
romántico por las noches, cuando el fuego
crepitara en la chimenea y por los grandes
ventanales se viera nevar en el exterior.
Aunque el romanticismo…, humm…, no era
precisamente la especialidad de Brittany. Pero,
quizás… aquí… Yo esperaba que ella pudiera
ser un poco más romántica.
—Vamos arriba —dijo— y desharemos las
maletas. —Se puso la mano ante la boca para
esconder un bostezo—. Se podrá tomar todo
el café que se quiera pero, aun así, para
nosotras seguirá siendo la una de la
madrugada.
Una vez arriba, se dirigió a una de las
habitaciones y colocó allí su maleta.
—Ésta es la que yo elijo siempre —dijo,
con una sonrisa de cansancio—. Tú puedes
elegir la que quieras entre las otras tres.
Búscate una.
Escogí la que pillaba más cerca de ella.
Quería estar tan a su lado como me fuera
posible. Luego volví a su dormitorio.
—Aquí la vista es aún más hermosa —dije
—. Menuda casa.
—Arriba del todo es… —Se interrumpió—.
Los paisajes de aquí son irrepetibles —
continuó—. Incluso hay desiertos delante de
las montañas cubiertas de nieve.
—¿De verdad? ¿Las dos cosas a la vez?
¡No me lo puedo creer!
—Ya veremos si nos da tiempo —dijo— y
te lo puedo enseñar.
Me eché a reír.
—Hay una canción country, Rocky
Mountain Mama, que me recuerda mucho a
esto.
—Pon la radio —indicó—. Seguro que
escucharás algo parecido. Aquí la ponen todo
el rato y en todos los sitios.
—¿Te gusta la música country? —pregunté.
—Cuando estoy aquí, sí —dijo—. En casa
me gusta menos.
—Es lo mismo que ocurre con el café
griego cuando se toma en casa —afirmé yo.
—Sí, claro —respondió—. Nunca había
pensado en eso. —Bostezó de nuevo y se
puso la mano delante de la boca. Creo que me
voy a tomar unas pastillas de cafeína o no
podré aguantar. —Abrió el bolso y sacó algo
de él.
—Y luego iremos fuera, a la nieve —dijo,
mientras se dirigía al lavabo—. Voy a
enseñarte los alrededores.

Capítulo 5
Aspen era tal como Brittany había descrito.
Estaba allí, un pueblo del salvaje Oeste
americano entre montañas cubiertas de nieve,
una pequeña ciudad con muchos turistas, que
durante las Navidades poblaban sus calles y su
estación de esquí.
A pesar de eso, los vendedores de los
comercios eran igual de amables y atentos que
la gente que caminaba por las calles. Daba la
impresión de que nosotras éramos las únicas
visitantes y de que ellos estaban encantados
por nuestra visita.
—Ocurre lo mismo en casi toda América —
dijo Brittany—, a excepción de las metrópolis
gigantescas, como Nueva York. Esto es muy
distinto a Alemania.
—Eso sí que lo puedes decir —contesté,
sorprendida—. Ahora entiendo por qué
prefieres venir aquí antes que quedarte en
casa. Enseguida te sientes bienvenida, a pesar
de estar tan lejos de casa y aunque la gente
hable otro idioma.
—A veces pienso que ellos hablan más con
el corazón que con el cerebro —dijo Brittany
algo pensativa—. Justo al contrario que
nosotros.
—Es una pena —añadí yo y la miré—.
¿Qué te dice tu corazón? Me gustaría saberlo.
Caminamos por la calle principal,
disfrutando de la atmósfera invernal que, a
pesar de las muchas personas, irradiaba cierto
sosiego. La nieve amortiguaba mucho los
ruidos y transmitía una sensación de lentitud.
—Tú lo dijiste, te gusta el country —dijo de
repente Brittany—. Entonces es
imprescindible que compremos algo adecuado
para ti.
Quise protestar, pero me empujó hacia el
interior de una tienda. Cuando miré a mi
alrededor, me di cuenta de que allí uno podía
disponer de todo lo necesario para adquirir el
aspecto de un vaquero, auténtico o falso.
Brittany se dirigió a una estantería y cogió
un sombrero.
—Seguro que esto te hace falta —dijo entre
risas y me lo colocó.
Lo siguiente fue ir a una estantería repleta
de camisas.
—Con cuadros o sin cuadros, ésa es la
cuestión —declamó a lo Shakespeare, pero de
una forma muy personal.
Brittany miró a nuestro alrededor.
—¿Qué número de zapato calzas?
—¿Para qué? —pregunté, turbada.
—Botas —respondió—. Necesitas botas:
unas de esas de puntas tan afiladas con las que
puedes ensartar a alguien.
—¿Se pueden usar para andar? —pregunté.
—Durante un rato sí es posible, pero sólo
por poco tiempo. Para mí constituye todo un
misterio que la gente de aquí puedan llevarlas
puestas todo el tiempo.
—Lo más probable es que, desde muy
pequeños, los pies ya les crezcan adoptando
esa forma —bromeé.
—Puede ser —admitió. Levantó un par de
botas tan puntiagudas que casi no me lo podía
creer. Tenían la puntera recubierta de plata—.
¿Qué tal te irían éstas? —preguntó.
—Creo que en realidad no… —dije,
insegura.
Me puso en los brazos una camisa y las
botas.
—Pruébatelo. Tenemos que empezar por
algún sitio.
Perpleja, me dirigí a los probadores y me
cambié. La camisa era bonita, sin cuadros,
pero tenía unos pespuntes en los hombros y
bordados superpuestos. Las botas eran…
Había que acostumbrarse a ellas. Me tambaleé
un poco cuando salí del probador con ellas
puestas.
—Tienes buen aspecto —comentó Brittany
con mirada experta—. ¿Te gusta?
—No estoy acostumbrada —repliqué—.
Por lo general no me pongo estas cosas.
—Ya lo sé, pero te van bien. —Sonrió.
—No voy a poder andar mucho con estas
botas. Me aprietan los dedos.
—Coge un número mayor —contestó—.
Así irás mejor. —Me miró de nuevo de arriba
abajo—. La camisa te queda muy bien —dijo
—. ¿O prefieres otra?
—No, ésta me gusta. —Me quité las botas
y me probé otras de un número más. Me iban
mucho mejor—. ¿Tengo que llevarlas puestas
siempre que camine por Aspen? —pregunté.
—No. —Sonrió—. Tan sólo hoy por la
noche, cuando salgamos a bailar.
—¿Vamos a ir a bailar? —pregunté,
perpleja.
—Bueno, si es que se puede llamar bailar a
lo que practican en esos garitos para vaqueros
—dijo Brittany—. Pensé que podría resultarte
interesante. Hoy ya no podemos ir a esquiar.
—No sé bailar —dije, con turbación.
—No se van a dar ni cuenta —replicó
Brittany—. Es una simple diversión. Y
también tienen un toro mecánico.
—¿Un toro mecánico? —Me sentía
realmente perpleja.
—Sí, si quieres puedes montarte para ver
cuánto tiempo aguantas arriba.
—Gracias, pero renuncio —contesté.
—Míralo primero —insistió Brittany—, es
muy entretenido.
—Quizá para los espectadores —contesté.
—Eso seguro —dijo Brittany, con una
sonrisa—. Vamos a casa. Tengo que
cambiarme de ropa. Y luego iremos a Sally´s
Saddle Ranch.
Una vez que se hubo cambiado, pensé si yo
no hubiera debido invertir un poco más de
tiempo en la elección de mi ropa. Brittany
tenía un aspecto fantástico. En raras ocasiones
llevaba vaqueros, y la verdad es que le
sentaban muy bien. Lo mismo que yo, ella
también llevaba camisa, botas y sombrero,
todo ello de estilo vaquero, pero, bueno, aun
así no tenía pinta de ser una chica del lugar.
—¡Guau, Brittany :O! —exclamé, al verla salir
de la habitación—. Pienso que estás
sencillamente… —titubeé, sin saber si iba a
aceptar mi cumplido. Hasta ahora nunca lo
había hecho— …maravillosa —concluí.
Ella sonrió.
—Gracias —dijo—. Vámonos antes de que
me quede dormida. —Descendió por la
escalera.
Al menos no había replicado nada ni se lo
había tomado como una exageración, y eso ya
era algo. La seguí y no tardamos mucho en
llegar al Sally´s Saddle Ranch.
Al entrar al local sentimos como si nos
hubiéramos desplazado a una serie de
televisión. Un largo mostrador, cerveza,
personas con sombreros vaqueros armando
jaleo, música country y el toro mecánico, que
pude ver desde la puerta. De repente, en una
parte del local se hizo el silencio.
—¿Aquí hay que saludar ahora con un
«Howdie Partner»? —le pregunté a
Brittany, medio en broma medio en serio. No
estaba muy segura.
—No creo que sea necesario —contestó
Brittany, con una sonrisa de satisfacción.
—Me siento un poco intranquila —dije yo.
—¿Una cerveza o bailamos? —preguntó
Brittany—. ¿Qué prefieres primero?
—No lo sé. —Me sentía abrumada—.
Todavía estoy distraída mirándolo todo.
—Puedes subirte al toro mientras lo piensas
—comentó.
La miré con una expresión de espanto.
—¿De verdad quieres que monte ahí?
—Sólo si tú lo deseas —dijo ella.
En aquel momento un hombre se subió al
toro y el aparato comenzó a moverse. Al
principio iba muy despacio. El toro se movía
hacia delante y hacia detrás; luego alzó los
cuartos traseros y más tarde los delanteros.
Era muy parecido al columpio del parque de
juegos infantiles que había en la esquina de mi
casa.
El hombre reía, se mantenía firme y no
hacía mucho esfuerzo para seguir los
movimientos de aquel lomo artificial. Algunos
amigos suyos, apostados alrededor del toro,
comenzaron a jalear y a animarlo. Casi sin
previo aviso, la velocidad fue en aumento y
eso sí se pudo apreciar en la expresión de su
rostro. Ahora ya tenía que sujetarse con
firmeza.
Durante unos segundos todo fue bien, pero
luego el artefacto comenzó a encabritarse. La
parte trasera empujó con fuerza hacia delante
y luego lo hizo la delantera. Al mismo tiempo
el tronco artificial se movió con brusquedad a
izquierda y derecha. El jinete no aguantó
mucho. Voló a lo alto y se cayó del
encabritado aparato.
Alrededor había unas colchonetas sobre las
que aterrizó. Cuando se levantó, sus colegas,
entre risas, le pusieron una cerveza en la mano
y festejaron su «victoria» con vítores.
—No, gracias —me dirigí a Brittany—. No
voy a montar de ninguna de las maneras.
—Pero es divertido —dijo ella—. Y él no
ha hecho otra cosa que pasárselo bien.
—Si te parece tan fantástico, ¿por qué no lo
haces tú? —contesté.
—Yo… —Dejó de hablar y sonrió—.
Vamos a bailar.
Fuimos a la pista de baile y Brittany señaló
a la gente que había allí.
—Haz lo mismo que ellos —dijo.
Existen dos formas de bailar. Unos bailaban
juntos y otros separados, como una especie de
Square Dance, es decir, cada uno bailaba
como le daba la gana, sin seguir pautas ni
pasos. Yo intenté imitarlos, pero no era tan
sencillo como parecía.
—Ven —dijo Brittany, riendo, y me cogió
entre sus brazos—. ¿Sabes bailar el vals? La
mayoría de las canciones tiene un compás de
tres por cuatro.
Yo estaba tan sorprendida que me quedé
petrificada. Ella comenzó a bailar y me hizo
seguirla. Era muy bonito eso de estar entre sus
brazos y sentirse guiada por ella.
—En realidad no sé bailar el vals —dije,
después de unos segundos.
—Pues lo haces muy bien —contestó,
sonriéndome.
¡Oh, cuánto la quería! Cuando ahora
miraba sus risueños ojos, notaba sus brazos en
mi espalda, sus caderas que me dirigían con
suavidad en la dirección correcta: ya no me
podía imaginar que la cosa pudiera ser de otra
forma.
Al terminar la canción country, ella se
quedó de pie.
—¡Ahora sí que necesito una cerveza! —
exclamó, algo acalorada.
Yo me sentía también muy acalorada, pero
no tenía muy claro si era a causa del baile.
Fuimos hacia el bar y pedimos unas
cervezas. Colocaron unas enormes jarras ante
nosotras. Bebí un sorbo y casi lo escupí.
—¿Esto es cerveza? —pregunté,
horrorizada.
Brittany se rió y bebió un gran trago.
—Debes guiarte por tu gusto particular: si
no te gusta, no tienes más que dejarla ahí.
Yo no era una entusiasta de la cerveza,
pero aquel brebaje me impediría, con mucho,
convertirme en una verdadera adicta.
Brittany me sonrió de nuevo.
—Espera a probar el café americano
mañana por la mañana —dijo, con una
mueca.
—¡Oh, Dios! ¿Es tan malo?
Ella volvió a hacer otra mueca.
—Es peor.
Yo la miré, allí de pie, con el sombrero
vaquero echado hacia atrás, casi en el cuello,
y con un pie sobre la barra del suelo, y pensé
que, de haber existido en aquella época,
seguro que hubiera vivido en el salvaje Oeste.
Una mujer con un aspecto propio de aquel
lugar entró en el bar y pidió una cerveza.
Nos miró mientras esperaba y luego dijo:
—Hey, Britt, ¿ya has vuelto?
Necesité unos segundos para darme cuenta
de que se dirigía a Brittany. Nunca había oído
que alguien la llamara «Britt». Miré a
Brittany.
A ella no le pareció bien que la mujer le
dirigiera la palabra.
Titubeó un buen rato antes de reaccionar.
—Hola, Ray —dijo, con cara impasible.
Ray hizo una mueca, tomó su cerveza, me
miró de arriba abajo, luego se dirigió de nuevo
a Brittany y le dijo, con suficiencia:
—Bueno, pues que te lo pases bien. —
Luego se dirigió al toro mecánico.
Brittany bebió y no dijo nada. Yo la miré de
nuevo.
«Por lo que parece, a Aspen no ha venido
sólo a esquiar», pensé.
Miré a Ray mientras desaparecía entre la
multitud. Tenía el mismo aspecto que un
auténtico vaquero. ¿No me había asegurado
Brittany que no le gustaban de ese tipo?
No era la primera vez que yo sentía celos
con Brittany. Era lo mismo que me había
pasado en el Egeo con el tal Spyros, pero
ahora me ocurría con una mujer. Intenté
reorganizar mis sentimientos. Ella no había
mostrado ningún interés por Ray, pero estaba
claro que había habido algo entre ellas. Y yo
no sabía cómo llevaba esas cosas Brittany.
No me atreví a preguntarle, pues no sabía
cómo iba a reaccionar. Todo era muy
hermoso y no deseaba que se enfadara
conmigo.
Brittany bebió otro trago más de su enorme
cerveza y luego la dejó en el mostrador.
—Creo que hoy vas a tener que renunciar a
montar en el toro —dijo—. La cafeína
tampoco me ha ayudado mucho. Para
nosotras ahora es como si fueran las cuatro de
la madrugada.
Toda aquella excitación me había hecho
olvidar el cansancio, pero ahora que lo
comentaba, pude sentirlo muy bien.
—Voy a echar de menos el toro —dije,
burlona.
Ella también intentó sonreír, pero tenía un
aspecto cansado.
—Espero que no llores en sueños por eso
—dijo, en plan de burla.
Abandonamos el local y regresamos a
nuestra lujosa mansión.
Brittany se fue de inmediato hacia arriba y
yo la seguí. Me metí en mi habitación y me
dispuse a dormir.
De repente la noté detrás de mí y me
abrazó.
Me eché hacia atrás para sentir mi cuerpo
contra el suyo.
—Brittany… —suspiré.
Sus manos se adelantaron para
desabrocharme la camisa; luego me
acariciaron los pechos: me di cuenta de cómo
se excitaban.
—Desnúdate —me susurró al oído.
Lo hice con rapidez y me metí en la cama.
Cuando ella se echó a mi lado me di cuenta de
que ya estaba desnuda.
Se tumbó sobre mí, me besó, me acarició y
se deslizó hacia abajo en dirección a los
muslos; metió sus manos entre mis piernas.
Por un momento se quedó tumbada, callada, y
sólo pude escuchar su reposada respiración en
mi oreja.
Tuve que sonreír. Se había quedado
dormida sobre mí. Sentí su cuerpo que, en el
sueño, era pesado y blando. Era maravilloso.
La rodeé con mis brazos con todo cuidado
para no despertarla.
—¡Brittany, te quiero tanto! —susurré,
aprovechando que no me podía oír. Por fin
me había decidido a decírselo.
La abracé con fuerza y me quedé dormida,
mientras Brittany seguía echada sobre mí.
***************************************************
Y que llegaron las Brittana a los EE:UU,
bueno aquí les dejo el cap ya que mañana sera un día muy
ocupado para mi y no podre actualizar!! Nos leemos el lunes,
besos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por micky morales Sáb Oct 03, 2015 9:37 pm

al fin alguien del pasado de brittany a ver si hay algo de emocion, celos tal vez!!!!!
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Mensaje por Caritovega Lun Oct 05, 2015 10:37 pm

micky morales escribió:al fin alguien del pasado de brittany a ver si hay algo de emocion,  celos tal vez!!!!!
haha puede que hallan celos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 saludos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 1206646864
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Mensaje por Caritovega Lun Oct 05, 2015 10:43 pm

CAPÍTULO 6

A la mañana siguiente, cuando me desperté,
estaba sola. Brittany se había ido. Una
lástima, porque ahora las dos hubiéramos
estado bastante espabiladas para…
Salté de la cama y fui a mirar por la
ventana. Me deslumbró la blancura más
blanca que había visto en toda mi vida. Justo
delante de la casa había nieve-polvo sobre una
pendiente y un prado, porque seguro que en
verano aquello era un prado, y parecía
esperarnos.
Busqué el baño y lo encontré. Entonces me
di cuenta de dónde había sacado Brittany
algunas de sus ideas para el lujoso baño que
tenía en su casa. Me duché y bajé.
Ella estaba en la cocina. ¿Dónde iba a
estar? Delante de ella, en el fuego,
chisporroteaban unos huevos en la sartén y
sobre la mesa había una bandeja con bollos,
además de dos platos para el desayuno y un
vaso lleno de zumo de naranja.
Al entrar me comentó:
—También hay cereales, si te apetecen.
Me dirigí a ella y le di un beso en la mejilla.
—Lo primero de todo es dar los buenos
días —dije, sonriente.
Ella también sonrió.
—¿Quieres bacon (tocino ahumado) con los huevos?
¿Revueltos o fritos?
Me volvió a sorprender su faceta de ama de
casa. Parecía muy absorbida en su papel,
aunque aquello encajaba muy poco con su
forma de actuar en el resto de sus actividades.
—¿Al final me subí ayer en el dichoso toro?
—pregunté, en plan de broma—. Este
desayuno me hace pensar que sí.
—Los yanquis piensan que es lo normal —
dijo—, y yo creo que, al menos la primera
mañana, debemos seguir sus costumbres. —
Se dirigió a la mesa y repartió la tortilla en los
dos platos—. Siéntate, no se vaya a enfriar.
—Nunca me he puesto unos esquís —dije,
algo turbada—. No sé si voy a poder
disfrutarlo.
—Seguro que sí —replicó—. En cuanto
desayunemos, iremos a la Buttermilk
Mountain, donde nos espera tu profesor de
esquí.
—¿Buttermilk Mountain? —pregunté—.
¿De veras se llama así?
—Sí —contestó, mientras se terminaba su
desayuno—. Y es una pista muy indicada para
los principiantes.
«¿Cómo sería esquiar sobre una ‘montaña
de suero’?», me pregunté.
—Pero eso no va a ser nada para ti —dije.
—Hay algunas bajadas agradables —
contestó—. No son demasiado complicadas,
pero primero es necesario acostumbrarse a la
nieve. En el gimnasio de casa he estado
haciendo prácticas de esquí estas últimas
semanas, pero, de todas formas, la primera
vez que se baja no hay que excederse. —Me
miró durante unos segundos. Luego dudó y
habló entre carraspeos—. Humm…,
además…, con respecto a lo de anoche… Lo
siento…, no quería.
Tuve que sonreír.
—Estabas cansada —dije—. Y yo también.
No tiene importancia. —La miré y luego bajé
la cabeza—. Al contrario, ha sido muy bonito
dormir debajo de ti.
Ella carraspeó de nuevo y se levantó.
—Voy arriba y me cambio de ropa. Acaba
con toda tranquilidad. —Salió de la cocina.
Yo la seguí con la mirada y sonreí. Para ella
resultaba muy embarazoso eso de haberse
quedado dormida. Era tan tierna…
Me dediqué a los bollos unos instantes más
y luego subí al piso de arriba.
—¿No me habías amenazado con el café
americano? —grité, para que me oyera desde
su habitación.
—No quise hacerte pasar por eso —
respondió, también a gritos—. Me he traído
café del nuestro. El de aquí no se puede
tomar. —Salió vestida con ropa de esquiar—.
Claro que, si te apetece, en la pista puedes
tomarte uno. Seguro que vas a tardar meses
en olvidar su sabor. Ése fue el error que
cometí la primera vez que vine aquí —
exclamó, con aire divertido.
—En tal caso, prefiero renunciar —dije
entre escalofríos. Luego la miré—. Magnífico
traje —aseguré. Es verdad que el traje me
parecía estupendo, pero me lo parecía mucho
más lo que iba dentro de él.
—Tenemos que ir a comprar algo para ti —
repuso, sin darle la menor importancia a mi
comentario—. De lo contrario te vas a
congelar. —Pasó por delante de mí y bajó la
escalera.
Yo la seguí mientras me ponía la chaqueta.
—Vamos con el SUV —dijo.
—¿Qué significa eso? —pregunté—. Nunca
había oído esa abreviatura.
—Sports Utility Vehicle —tradujo—. Jeep,
camión, combi, furgoneta, todoterreno,
limusina de lujo…, todo en uno. Mi Land
Rover a su lado es un coche pequeño.
—Ah.
—Usarlo en la ciudad me parece un poco
bobo —dijo—, a pesar de que, si se pueden
permitir ese lujo, son muchos los americanos
que tienen uno. Pero aquí, en las montañas, es
muy práctico, fuerte y cómodo.
Abandonamos la casa y fuimos hacia abajo,
donde estaba el SUV.
—Ford Explorer —dijo Brittany—. Me lo
había imaginado. Es bueno de verdad.
Brittany debía de conocer aquel modelo.
Nos subimos en él. Era un coche increíble.
Por fuera tenía el aspecto de un camión, muy
grande y potente, pero lo que más me
sorprendió es que, cuando estuve dentro de él,
tuve casi la misma sensación que tenía al
sentarme en el Jaguar de Brittany, sólo que el
SUV era mucho más alto.
Brittany condujo y el crujido de la nieve
bajo las ruedas me produjo una sensación de
irrealidad. Aquello no podía ser verdad. Ya
me había ocurrido muchas veces mientras
estaba con ella, pero no me podía
acostumbrar.
Primero nos dirigimos a una tienda de
Aspen para comprar todo mi equipo de esquí.
Luego fuimos a la Buttermilk Mountain.
Estaba a unos pocos kilómetros. Brittany
estacionó el Explorer en un gran aparcamiento
y luego se acercó a una cabaña de madera.
Entró y preguntó por el profesor de esquí, y
poco después se nos acercó una mujer joven y
sonriente.
—Soy Jules —dijo— y os ruego que no me
llaméis Julia, aunque alguien os lo sople al
oído. —Sonrió con simpatía y nos miró,
primero a Brittany y luego a mí—. ¿Cuál de
las dos va a hacer el curso?
Brittany me señaló.
—Ella.
Jules se dirigió a mí.
—Entonces vamos arriba con el remonte.
—Que te diviertas mucho —dijo Brittany,
tras lanzar una breve mirada sobre Jules y
luego sobre mí—. Luego nos veremos en la
zona de après-ski. Voy a hacer un par de
descensos.
Yo no podía hacer otra cosa que seguir a
Jules y dejar que Brittany se fuera.
Después de subir con el remonte, Jules me
enseñó lo básico del esquí, lo primero caer y
volver a levantarse, además de esa complicada
forma de subir por una pendiente nevada con
el paso en forma de V. Cuando fui capaz de
mantenerme en pie, ya pude deslizarme por
una pequeña colina de varios metros. Me
resultó demasiado complicada la coordinación
entre los esquís, los palos y todos los
músculos del cuerpo que tuve que utilizar.
Cuando, con muchas penas y esfuerzos,
conseguí subir de nuevo la colina, escuché un
ruido y enseguida vi a Brittany, que con un
solo impulso se colocó a mi lado entre una
nube de nieve.
—Bueno, ¿cómo va? —preguntó entre
risas.
—Pues, ya que me lo preguntas, te
responderé que esto es muy penoso —dije.
La había echado mucho de menos. Y,
cuando apareció de repente, mi corazón se
desbocó, y no precisamente a causa del
esfuerzo que me suponía esquiar. Parecía tan
saludable y vivaz, tan risueña y relajada, con
las mejillas rojas por el aire frío: era la
personificación de la belleza de la vida.
Se apoyó en sus bastones.
—Es maravilloso —dijo—. De una vez a la
otra casi olvido lo fantástica que es la nieve de
esta zona.
Jules se acercó a nosotras.
—Se las arregla muy bien —le dijo a
Brittany—. Es una buena alumna.
Brittany sonrió, divertida.
—Siempre lo es —afirmó.
Casi me puse colorada. ¿Hacía falta decir
eso?
—Voy a bajar otra vez —dije, mientras me
volvía.
Cuando hube descendido y escalado de
nuevo la colina, vi que Brittany y Jules
seguían con su charla. ¿Acaso Jules era otra
conocida, igual que Ray? Brittany no había
dejado entrever si se conocían de antes, pero
eso no tenía por qué significar nada.
—Yo voy a seguir un rato —dijo Brittany
cuando llegué arriba. Nos hizo un gesto de
despedida a Jules y a mí, y luego, con un
airoso impulso, se lanzó colina abajo. Un poco
más allá la colina tenía más pendiente y sus
vuelos eran más amplios y elegantes.
Yo suspiré.
—Nunca lo conseguiré —le dije a Jules.
Jules se rió y miró a Brittany, y luego a mí.
—Es buena —contestó.
Yo suspiré de nuevo.
—Lo es en todo. En casi todo. —«Sólo hay
una pequeña cosa en la que no es tan
competente: en el tema de los sentimientos»,
pensé.
—Entonces tendrás que practicar un poco
más —dijo Jules—. Todavía ha de pasar
algún tiempo hasta que puedas ser tan buena
como ella.
Respiré profundamente.
—Yo también lo creo así —repuse y me
aparté para volver a reconquistar la colina de
los novatos.
Cuando Jules y yo finalizamos las clases,
me dirigí a la zona de après-ski, donde había
quedado con Brittany. Era un refugio dotado
de bar, situado más arriba de las pistas. Allí
me dejé caer en un sofá. Casi me sentía
desfallecer.
Se acercó una camarera, a la que pedí un té
caliente con limón, esperando que, a
diferencia del café americano, aquello pudiera
resultar potable.
No había ni rastro de Brittany. Lo más
probable es que quisiera aprovechar la luz
solar hasta el último segundo. No se lo podía
tener en cuenta. Tan sólo esperaba no
quedarme dormida antes de que ella llegara,
para evitar que se hiciera muy evidente de
nuevo el retraso horario.
Me bebí el té mientras echaba un vistazo a
las pistas. Sobre el blanco de la nieve se
destacaban los coloridos trajes de esquí, pero
cada vez había menos deportistas. La zona de
après-ski se fue llenando poco a poco de
gente.
—Anda, ¿todavía estás viva?
Miré hacia arriba. Jules estaba ante mí,
sonriente. Sin la ropa de esquí tenía un
aspecto muy delicado.
—Sólo un poco —contesté, y lancé un
suspiro.
Se sentó a mi lado en un sillón y también
miró a las pistas.
—Siempre pasa eso después del primer día.
Mañana tendremos que luchar contra tus
agujetas, pero pasado mañana ya todo irá muy
bien.
—Eres muy optimista —dije. Miré hacia
fuera y me pareció ver a Brittany. Bajaba de
nuevo con airosos impulsos. Esperaba que ella
también sintiera algunas agujetas por la noche,
más que nada por eso de no sentirme tan sola.
—Es verdad que esquía muy bien —dijo
Jules, que había advertido mi mirada y la
seguía—. ¿También practica en vuestro país?
—Ha estado entrenándose antes de venir —
dijo.
—Es muy sensato por su parte —dijo Jules.
Luego se reclinó en el sillón—. ¿Estáis juntas
desde hace mucho tiempo?
Mi taza tintineó cuando la solté de repente
sobre el plato.
—¿Cómo? —La miré, atónita—. ¿Por…
por qué lo preguntas?
Jules sonrió.
—Por cómo la miras —respondió—. La
amas.
—Yo… Yo no sé si… —dudé, pues la
verdad es que no sabía si a Brittany le
parecería bien que hablara de ese tema.
Jules se inclinó hacia mí.
—No se lo diré a nadie —dijo en voz baja,
en un tono de broma—. Tenemos que ser
solidarias.
La miré con más atención. Puede que fuera
la primera lesbiana americana con la que me
tropezaba. La verdad es que en Alemania
tampoco conocía a muchas.
—¿Ella… ella ha estado más veces aquí?
—pregunté.
Jules sacudió la cabeza.
—No, no ha estado aquí porque no es una
novata… Para avanzadas como ella la
Buttermilk Mountain no resulta demasiado
atractiva.
Me quitó un peso de encima. Eso quería
decir que no se conocían.
—Pero la he visto más veces en Aspen —
continuó Jules—. El año pasado, creo, y me
gustó mucho.
La miré y no supe qué responder.
Jules sonrió un poco.
—Si te pudieras ver la cara ahora… —dijo,
al tiempo que me colocaba la mano sobre mi
brazo—. No tengas miedo. Ahora sé que está
contigo y eso para mí es tabú.
Me sentí algo superada y no pude ni
moverme.
—¿Os lo pasáis bien?
Era la voz de Brittany. Miré hacia arriba.
¿Cómo había llegado tan deprisa? Estaba de
pie detrás de nosotras y se fijó en la mano de
Jules, que aún seguía sobre mi brazo. Al
parecer Jules no tenía intención de quitarla, así
que me aparté de ella.
—Los ascensores de gran velocidad son
fantásticos, ¿verdad? —dijo Jules y sonrió a
Brittany.
—Sí —replicó Brittany—. Uno llega arriba
cuando apenas acaba de subirse en ellos.
«Ah, había sido por eso…», pensé.
—Acabamos de ver cómo bajabas por la
colina y nos hemos quedado impresionadas
con tus golpes de cadera —siguió Jules con su
charla.
«¿Eso es lo que tú llamas ‘tabú’?», pensé,
fascinada.
—¿Ah, sí? —dijo Brittany—. Por desgracia
ya ha oscurecido. Me hubiera gustado esquiar
un rato más, aunque aún no he superado del
todo el jet-lag. —Bostezó con disimulo y,
aunque era una buena explicación, lo cierto es
que no parecía muy convincente.
¿Estaba celosa? Hasta el momento nunca le
había dado ocasión. En todo caso, era más
probable que fuera yo la que me sintiera
celosa de ella…, pero, ¿ella de mí? Con eso
no había contado.
—¿Nos vamos? —preguntó, casi sin mirar
a Jules.
—Hasta mañana —le dije a Jules y me
levanté.
—Hasta mañana —contestó ella con una
ligera sonrisa.
*****************************************************
Y le dedicamos a Brittany y a Santana la
canción celos de Fanny Lu Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 :3
les comento que se me daño la batería a mi portatil Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 4065562827
pero no se preocupen que cada que pueda actualizo
NOS LEEMOS! besos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 918367557
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por monica.santander Mar Oct 06, 2015 11:33 pm

Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 Britt celosa!!!! me encanta!!
Saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por micky morales Mar Oct 06, 2015 11:56 pm

vaya al fin la dura pierce muestra algun sentimiento!!!!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por Caritovega Miér Oct 07, 2015 9:24 pm

Gracias a las personitas que le dedican tiempo a esta historia Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
CAPÍTULO 7

Brittany caminó muy deprisa por el
aparcamiento en dirección a nuestro lujoso
jeep. No podía seguirla…
Cuando nos subimos y arrancó, le pregunté:
—¿Estás enfadada? No he hecho nada.
Jules y yo sólo estábamos charlando. Ella
también es…
—Ya lo sé —repuso Brittany—. Lo adiviné
al verla hoy por primera vez.
—¿Eso lo ves en las mujeres? —pregunté.
Yo no llegaba tan lejos, porque, aun cuando
hacía alguna que otra especulación al respecto,
la verdad es que siempre era con poco acierto.
—No en todas —dijo Brittany—, pero sí en
muchas.
—Lo cierto es que vosotras dos sois
bastante mejores para eso que yo —suspiré.
—¿Vosotras dos? —preguntó Brittany.
—Bueno, Jules lo supo de inmediato —
contesté.
—Lo sabía —replicó Brittany en un tono
seco. No estaba entusiasmada. Ella podía,
pero, claro está, las demás no. A ella le
hubiera gustado mucho decidir quién lo era y
quien no. Era muy típico de su obstinada
postura.
—Pero, al fin y al cabo, no es tan grave,
¿no es cierto, Brittany? —pregunté, con una
cierta inseguridad—. Quiero decir que
nosotras no hemos hablado sobre… sobre el
tema.
—¿Sobre qué, entonces? ¿Sobre mí? —
Brittany me miró.
—No, no hablamos de ti para nada —le
aseguré enseguida. Tenía la impresión de que
iba a explotar en cualquier momento—. Sólo
sobre ella y sobre mí.
—¿Sobre ella y sobre ti? —Me volvió a
mirar—. ¿Tenéis una cita esta noche o algo
parecido?
No tuve más remedio que sentir cierta
satisfacción.
—No hace falta que te pongas celosa —
dije.
—¿Celosa, yo? —Brittany estalló en una
carcajada, mientras torcía por una calle—.
¡Yo nunca estoy celosa!
—¿Nunca? —pregunté, estupefacta.
—No —dijo ella, al parecer tan sorprendida
como yo—. Esas pretensiones posesivas me
parecen dignas de risa.
«Ah, ¿lo son para ti? ¿Estás totalmente
segura?», pensé para mi interior. Entonces la
cosa adquiría un matiz muy distinto, que ella,
por supuesto, no iba a admitir. La mirada que
le dirigió a la mano de Jules daba a entender
que le hubiera gustado hacerla cachitos con un
hacha.
No dijo nada más hasta que llegamos a
casa. Una vez allí, subió rápidamente las
escaleras para cambiarse de ropa. Yo también
fui a mi habitación, ya que, tan pronto como
se estaba bajo techado en un sitio que no
estuviera cerca de la temperatura de
congelación, el dichoso traje te hacía sudar en
un instante.
Según nuestro horario, volvía a ser
medianoche y, dado que la noche anterior
había sido tan corta, noté que mi cansancio se
había reforzado con el poco habitual esfuerzo
del día. Me hubiera apetecido mucho irme a la
cama de inmediato.
Brittany apareció de repente en la puerta de
mi habitación, cambiada y con un aspecto
mucho más lozano que el mío.
—He encargado unos bistecs al servicio de
compras —dijo—. Están abajo en la nevera.
¿O prefieres comer otra cosa?
Ella no renunciaba a cocinar durante las
vacaciones, aun cuando fuera tarde, aunque,
de hecho, allí no era tan tarde.
—No sé si voy a aguantar mucho tiempo
despierta —dije—. Casi me estoy quedando
dormida. Me aterroriza pensar en las agujetas
que tendré mañana. ¿Tú no notas nada? —La
miré.
—Sí, claro —contestó—. Pero también
tengo algo para combatirlas —dijo, con una
sonrisa—. Ven, te lo voy a enseñar.
Me picaba la curiosidad. Fui tras ella
escaleras arriba. Hasta entonces nunca había
ido más arriba del piso en el que dormíamos y
por allí no parecía que hubiese nada. Al llegar
a lo alto de la escalera, Brittany abrió una
puerta y salió al tejado. De un nicho lateral
sacó un pequeño aparato en el que oprimió un
botón. Un poco más allá de nosotras se abrió
una cubierta y debajo apareció un hueco
circular.
—¿Qué es eso? —pregunté. No tenía ni
idea de lo que era.
—Un jacuzzi hot tub, lo llaman ellos aquí.
Pero soy más profana y prefiero llamarlo
whirpool —explicó Brittany.
—¿Aquí fuera? —pregunté, sin dejar de
tiritar, ya que no llevaba puesta la ropa de
esquiar.
—Te sorprenderá —contestó—. Es el
mejor remedio contra las agujetas. —Apretó
un botón—. Ahora se calentará mientras
bajamos a la cocina a preparar la comida.
Cuando subamos, estará caliente y nos
podremos meter en él.
—¿Desnudas? —pregunté—. Yo quiero un
traje de neopreno para el camino.
Brittany se echó a reír.
—Puedes desnudarte en el borde y meterte
enseguida. No es tan malo. El agua está muy
caliente. —Me hizo una seña—. Vamos abajo
para poder volver cuanto antes y
despreocuparnos de nuestras agujetas.
—Bueno, lo dejo en tus manos —dije,
escéptica—. Espero que ya lo hayas probado.
—Sí, lo he hecho en varias ocasiones —
dijo y, sin más, desapareció hacia abajo.
Me dejó, como siempre, con la palabra en
la boca, pues me hubiera gustado preguntarle
si lo había hecho sola o con alguien. Incluso
aunque ella asegurara que no estaba celosa,
por más que lo que había ocurrido hoy daba la
impresión de todo lo contrario, yo sí lo estaba.
No quería tener pretensiones posesivas con
respecto a ella, entre otras cosas porque yo
sabía que Brittany las hubiera rechazado de
inmediato, y no sólo por sus afirmaciones de
hoy, pero tampoco la quería compartir con
nadie. Y con ella en el whirpool, eso yo no se
lo iba a permitir a otra mujer.
Suspiré. No resultaba sencillo. Yo no sabía
nada de su pasado y, si alguna vez le había
puesto la vista encima a Ray, eso era algo que
yo tampoco sabía. ¿Podría preguntarle sobre
ese tema sin que se echara a reír? Aunque eso
no era lo peor que me podía revelar su risa.
Lo peor es que quizá se enfadara y se
mantuviera reservada, que yo no pudiera
acercarme a ella y que fuera conmigo tan fría
como una estatua de hielo. Eso era algo que
yo no quería vivir.
Quizá no era tan mala idea lo del whirpool.
Yo sabía que con el agua caliente no habría
hielo que aguantara mucho tiempo sin
fundirse.
Cuando llegué a la cocina los bistecs ya
estaban en la sartén y Brittany se dedicaba a
tostar un poco de pan.
—Hoy estoy cansada para hacer grandes
cosas en la cocina —dijo—. Pensé que lo más
sencillo serían unos filetes.
Sacó una rebanada de pan de la tostadora,
la puso en una cesta y luego me la pasó.
Luego repartió la carne en dos platos, se hizo
con un par de frascos de salsas y nos fuimos
hacia arriba.
Llegamos al tejado y ya humeaba el
whirpool.
—¿Qué, no te parece muy prometedor? —
preguntó, sonriente—. ¿Piensas todavía en
quedarte congelada? —Hizo un movimiento
en dirección a la piscina—. Entra y luego te
daré tu plato.
Me acerqué, me deshice a toda velocidad
de los zapatos, los calcetines y los pantalones,
y me metí en la piscina. La ropa de la parte de
arriba me la quité ya dentro del agua. Mis
cosas quedaron algo mojadas, pero mereció la
pena.
Ella se acercó y me dio los platos. Luego se
desvistió con rapidez y se metió a mi lado en
la piscina. Miró hacia arriba, al cielo, que con
los vapores del agua había adquirido el
aspecto de un paisaje algodonoso.
—Esto siempre me resulta fantástico —dijo
en voz baja—. Es como estar sentada en el
centro de la Vía Láctea.
Tenía razón, a mí también me lo pareció.
Le pasé su plato y comimos dentro de la
piscina.
—¡Ah…! —suspiró, mientras dejaba a un
lado el plato y extendía los brazos para
apoyarlos en el borde de la piscina. Luego me
miró—. Mañana no habrán desaparecido del
todo las agujetas pero, gracias a esto, serán
más leves —dijo, sonriente.
—Incluso aunque no desaparezcan, ha
merecido la pena —contesté. Me deslicé hacia
ella y me acurruqué entre sus brazos.
Brittany me miró y me besó con dulzura en
los labios. Luego se recostó de nuevo y las
dos miramos el cielo nocturno.
Sentí su cercanía. Sentí que estaba sentada
a mi lado, que estaba conmigo, con mi cabeza
en su hombro y, aparentemente, sin querer
otra cosa más que a mí. Como si no bastara a
la una con la otra, juntas bajo las estrellas,
envueltas en los vapores de la Vía Láctea. Y
sentí que el resto del mundo no era más que
un lejano recuerdo.
Era todo muy romántico. Incluso hubiera
llorado de alegría. Estuvimos sentadas durante
un buen rato y luego Brittany se inclinó hacia
mí y comenzó a besarme. Su mano acariciaba
mi pecho, mis costados, el trasero, y luego
avanzó por mi muslo. No hizo nada más. Sólo
me acarició dentro del agua caliente y
burbujeante, bajo el estrellado cielo invernal,
me besó con ternura y luego volvió a
reclinarse hacia atrás.
—Ah, Brittany… —murmuré, feliz, y me
acurruqué entre sus brazos—. Se está tan bien
aquí…
Ella rió en voz baja.
—Y tú que tenías miedo de congelarte…
—No, la verdad es que una no se puede
congelar. —Me vi obligada a sonreír. Una vez
más miré a la inmensidad del cielo—. ¿Te
puedo preguntar algo, Brittany?
—¿Dime? —Su voz sonaba algo cansada.
Tenía los ojos cerrados.
—¿Ha estado aquí… Ray?
—¿Ray? —Volvió su cara hacia mí y
arrugó la frente—. ¿Por qué Ray?
—Bueno…, yo pensaba… Cuando se
dirigió a ti en Sally´s. —Me interrumpí.
Hubiera sido mejor callarme.
Ella me miró durante unos segundos.
—No, sólo estuvimos abajo —dijo después.
Luego titubeó—. Ésa no fue mi mejor noche
—remató su frase.
—¿Qué quieres decir con eso?
«¿Por qué preguntas?», pensé. En realidad
no quería saber nada al respecto. Me pude
imaginar el punto culminante, pero preferí no
hacerlo.
—Pues que yo había bebido más de la
cuenta —dijo Brittany—. Y ella… lo
aprovechó. Yo no había previsto que
ocurriera…
Ésta sí que era una nueva variante. En mi
rostro apareció una mueca.
—¿Quieres decir que te forzó contra tu
voluntad? —Me eché a reír—. ¡No me lo
puedo ni imaginar! —Eso de que Brittany
hiciera algo que no deseara me parecía
impensable.
—Yo tampoco —replicó ella, enfadada—,
pero eso fue lo que pasó.
—Pequeña y dulce ratita Britt —dije con
una mueca.
—No soy pequeña —repuso Brittany,
molesta.
—Pero sí al lado de Ray —dije yo—. Ella
está muy… crecidita.
—Musculosa, eso es lo que quieres decir —
corrigió de mala gana—. Fue Miss
Bodybuilding de Colorado.
—Ése es el aspecto que tiene todavía —
dije, con una especie de cacareo—. Casi no
me puedo imaginar cómo debe de ser hacerlo
con ella… —Me callé, porque no quería
imaginarme a Brittany en la cama con otra
mujer. Eso me hacía sentirme intranquila.
—Como con Arnold Schwarzenegger si
fuera mujer —dijo Brittany. Sus labios
hicieron un movimiento brusco y no pude
saber si se sentía divertida o violenta. Al cabo
de unos segundos se rió—. No, eso sería
injusto para Ray —continuó—. Me llevó
literalmente… en sus brazos —dijo, riéndose
más aún—. Escaleras arriba.
Yo la miré, estupefacta.
—¿Te llevó a la cama?
—Sí —dijo Brittany—. Aquella noche yo
casi no podía ni andar.
De nuevo se calló, como si, de repente, se
hubiera dado cuenta de que era mejor
olvidarlo todo.
Yo nunca la había visto bebida y casi no lo
podía ni imaginar. Siempre se dominaba y
controlaba. Sólo bebía whisky porque le
gustaba, quizá también porque la relajaba un
poco, pero seguro que no lo hacía para
emborracharse. Al menos nunca lo había
hecho en mi presencia. Aquella noche tuvo
que ocurrir algo que la obligara a tirar por la
borda todo su dominio. Parecía no querer
hablar del tema.
De todas formas, Ray había tenido suerte.
Y eso que no era, ni por asomo, el tipo de
Brittany. En cualquier otra ocasión no se
hubiera dejado acompañar a su casa por
alguien así.
—Mira. Mira hacia arriba —susurró de
repente en voz baja—. ¿No es maravilloso?
Yo seguí con los ojos el movimiento de su
brazo apuntando hacia el cielo y lo vi. Eran
fuegos artificiales. Abundantes luces de
colores que estallaban en el cielo nocturno y
relegaban a un segundo plano el brillo de las
estrellas.
—Pero si aún no es Nochevieja —repliqué
sorprendida.
—Aquí lo hacen mucho durante todo el
invierno, no sólo a finales de año —dijo
Brittany—. Ya ni me acordaba.
El whirpool estaba muy caliente. Las dos
estábamos más juntas de lo que nunca antes
habíamos estado y nos limitamos a mirar las
estrellas hasta cansarnos.
Para no separarnos, nos fuimos juntas a su
habitación, nos acariciamos en su cama sin
desear otra cosa que aquellos dulces mimos,
nos acurrucamos una junto a la otra y nos
quedamos dormidas.
********************************************************
Ja la condenada de Britt no acepta que esta celosa :3

Espero les guste el cap de hoy, saludos y besos =D

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Mensaje por monica.santander Jue Oct 08, 2015 9:52 pm

jaja es testaruda!!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Jue Oct 08, 2015 10:31 pm

si eso no fueron celos yo soy lady gaga!!!!!!
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Mensaje por Caritovega Vie Oct 09, 2015 8:36 pm

monica.santander escribió:jaja es testaruda!!!
Saludos
hahahaha si Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por Caritovega Vie Oct 09, 2015 8:39 pm

micky morales escribió:si eso no fueron celos yo soy lady gaga!!!!!!

hahaha me hiciste el día con tu comentario Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por Caritovega Vie Oct 09, 2015 8:46 pm

CAPITULO 8

—Hoy vamos en taxi —dijo Brittany entre
dos bocados, mientras desayunábamos.
—¿En taxi? —pregunté, sorprendida—.
¿Qué pasa con el SUV?
—Se queda aquí aparcado —respondió, e
hizo una mueca tan extraña que no tuve más
remedio que preguntarme si habría planeado
algo.
Poco después del desayuno sonó una
bocina delante de la puerta. Nos dirigimos
fuera y allí esperaba un taxi. El Ultimate
Taxi estaba a un lado, pero, como es
sabido que los norteamericanos tienden a la
exageración, parecía muy posible que aquí,
para estimular un poco el negocio, a cualquier
cosa le llamaran Ultimate Taxi.
El coche ya resultaba un tanto raro a causa
de su aspecto exterior, pero la mayor sorpresa
me esperaba al entrar en él. Aquello no tenía
mucho que ver con un taxi.
—Jon es una celebridad aquí —dijo
Brittany, mientras nos sentábamos—. El taxi
es de 1978 y desde entonces han subido a él
todos los personajes famosos que han venido
a Aspen, desde Clint Eastwood a Pierce
Brosnan. Jon tiene una página de Internet y
fotos con casi todos los que han montado en
su coche.
Era impresionante lo que me estaba
comentando, pero yo no podía concentrarme
del todo en sus palabras. Aquel taxi era una
verdadera sorpresa. Por dentro era como una
discoteca, con rayos láser que se reflejaban en
una minibola de discoteca, que colgaba del
techo del coche. Todo era de colores y muy
estridente. El conductor tenía a su lado un
teclado, una batería electrónica y algunas
cosas más.
Brittaany sonrió al ver mi expresión.
—Toca mientras conduce —me dijo.
—¿Qué?
—Aquí en Aspen todo el mundo conoce su
taxi —dijo Brittany—. No tiene accidentes.
—Me lo creeré cuando regresemos —
repliqué, escéptica.
El conductor se dirigió a Brittany.
—¿Quiere transmitir este viaje a su casa,
para la familia o los amigos? —preguntó.
—No, gracias. —Brittany me miró—. ¿O
quieres hacerlo tú? Es lo último que ha
instalado. El viaje se transmite en directo por
Internet y así otras personas pueden participar
en él.
—¿Papá, mamá y los niños están en Aspen
y abuelito y abuelita, desde casa, pueden ver
cómo viajan en taxi? —pregunté, perpleja.
—Sí, así es como ocurre realmente —dijo
Brittany.
—¿Y dónde vamos, entonces? —pregunté.
—A ningún sitio. Si coges este taxi vas sin
rumbo fijo, sólo a dar una vuelta.
El conductor nos entregó dos extrañas gafas
de sol. Brittany se colocó las suyas y yo, no
sin titubear, seguí su ejemplo. No eran unas
gafas de sol normales. Modificaban la
percepción, más incluso que un caleidoscopio
psicodélico; en realidad, eso es lo que era
aquel taxi. Yo sólo veía los colores del arco
iris.
—OK —dijo Jon Barnes; su nombre
completo lo encontré escrito por todas partes
en el taxi—. Let´s drive, vámonos. —Arrancó
y, al mismo tiempo, una de sus manos hizo
sonar algo de jazz en el teclado.
Yo lo miré y Brittany se rió.
—Esto no es nada. Espera un poco.
Al regresar a casa me daba vueltas la
cabeza.
—¡Es increíble! —exclamé—. ¡Conduce
con los codos y, simultáneamente, toca la
flauta para acompañar a Pink Floyd, que sale
atronando por los altavoces, y dirige un
espectáculo en 3D de láser!
—Sí, es único —dijo Brittany, risueña—.
Cuando lo escuché por primera vez casi no
me lo podía creer. Pero ya tienes la foto y así
siempre sabrás que no fue un viaje provocado
por el LSD. —Volvió a echarse a reír.
Yo miré la foto que tenía en la mano. Nos
mostraba a las dos en la parte de atrás del taxi,
con aquellas extrañas gafas apoyadas sobre la
nariz y rodeadas por una decoración chillona.
En aquel viaje en taxi lo normal era que
consiguieras una foto tuya.
Estaba dispuesta a conservarla, porque era
la única foto que tenía en la que estábamos las
dos juntas. Tampoco tenía ninguna de ella
sola, aunque me hubiera encantado. A
Brittany no le gustaban las fotografías.
—Ha sido un viaje fantástico —dije,
impresionada—. Todavía me hacen chiribitas
los ojos.
—Eso te va a volver a ocurrir —dijo
Brittany, mientras se me acercaba. Sus ojos
brillaban un poco, pero no era por el viaje en
taxi. Me cogió entre sus brazos y me besó.
Luego me llevó hasta la piel de oso que había
delante de la chimenea.
Tardamos un poco más de lo normal en
irnos a esquiar…
*********************************************************************
Buenas noches aquí les dejo el cap de hoy, espero les guste y gracias
por seguir esta adaptación eso me motiva a seguir adaptando historias Brittana!
Les hago una preguntilla no han notado que el fandom Brittana a estado como apagado? bueno en fin yo soy Brittana Shipper forever Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 saludos!
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Mensaje por micky morales Vie Oct 09, 2015 11:12 pm

si lo he notado y no se pq, solo si nosotros las olvidamos desapareceran, de lo contrario siempre estaran ahi!!!!!
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Mensaje por monica.santander Sáb Oct 10, 2015 7:38 pm

Yo también lo he notado por eso hay que mantener este foro vivo!!!
Saludos
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Mensaje por Caritovega Dom Oct 11, 2015 7:59 pm

micky morales escribió:si lo he notado y no se pq, solo si nosotros las olvidamos desapareceran, de lo contrario siempre estaran ahi!!!!!
si lose, no se pero para mis las Brittana son parte esencial de mi vida así que jamas de los jamaces las olvidare Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por Caritovega Dom Oct 11, 2015 8:00 pm

monica.santander escribió:Yo también lo he notado por eso hay que mantener este foro vivo!!!
Saludos
de acuerdo contigo hay que mantener el foro vivo Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por Caritovega Dom Oct 11, 2015 8:06 pm

CAPÍTULO 9

El tiempo pasó muy rápido y de nuevo nos
vimos sentadas en el avión de regreso a casa.
—Voy a echar de menos esa enorme
chimenea —comenté—. Es muy acogedora.
¡Y el whirpool del tejado! —Me eché a reír y
luego me puse un poco colorada, porque lo
habíamos utilizado en varias ocasiones y no
sólo para aliviarnos las agujetas.
—Cada vez que voy a Aspen, al volver me
planteo la posibilidad de construirme en casa
una chimenea como ésa —dijo Brittany—,
pero luego la encuentro muy exagerada. La
que tengo está muy bien, aunque no sea tan
grande.
—Ya es bastante grande —contesté yo—.
Pero el jacuzzi en el tejado estaría muy bien.
—Sí, a lo mejor tengo que encargar uno —
dijo Brittany.
—Eso siempre lo puedes hacer.
Me miró.
—Sí —dijo luego, en un tono de voz
sorprendentemente bajo—, eso siempre lo
puedo hacer.
«¿He dicho algo malo?», pensé. Al menos
es lo que me pareció. Brittany miró hacia
delante en silencio.
—¿Brittany? —pregunté—. ¿Pasa algo?
Ella volvió de nuevo la cabeza hacia mí.
—No —dijo—, nada de nada. Sólo que
estoy un poco cansada de esquiar y de tanto
aire fresco.
—Fresh air served daily —repetí el lema
publicitario de Aspen—. Eso es una gran
verdad. Y la nieve es el doble de fría. Nunca
había experimentado un aire tan fresco.
—Ayer esquiaste muy bien —dijo con una
sonrisa—. Y eso que sólo has dado unos
pocos días de clase.
—Jules ha sido una buena profesora —
contesté—. Has sido muy amable al venir
conmigo, a pesar de ser tan aburrido para ti.
—No fue aburrido —dijo ella—. De lo
contrario no lo hubiera hecho.
Me acordé de mis torpes movimientos,
mientras Brittany se deslizaba por la montaña
de una forma tranquila y elegante. De no ser
por mi presencia, ella hubiera podido hacer
otro tipo de descensos.
—Practicaré —afirmé—. Por si volvemos
en las próximas Navidades.
Ella me miró.
—¿Las próximas Navidades?
¡Se me había escapado! Por lo que yo la
conocía, no le gustaba preparar las cosas con
tanta anticipación. Yo no me podía imaginar
mi vida sin ella, pero ella… Yo no sabía lo
que podía pensar. Nunca se me habría
ocurrido preguntarle cómo imaginaba que
sería nuestro futuro juntas, porque hubiera
sido demasiado peligroso para mí. Prefería
soñar con que esto continuaría hasta la
eternidad. Por el momento parecía que sí.
—Yo… quiero decir… —tartamudeé—,
como dijiste que tú acostumbrabas a venir en
Navidades…
Pero si tienes pensado algo distinto para las
próximas… —balbuceé.
«Dios mío…», me dije.
—Las próximas Navidades —dijo ella,
pensativa. Luego sonrió—. Sí, ¿por qué no?
Las próximas Navidades.
Bueno, gracias a Dios, no había sido tan
malo. Nunca sabría a qué atenerme con
exactitud y no podía prever de antemano
cómo reaccionaría, pero en los últimos
tiempos se mostraba muy afable, eso sí tenía
que admitirlo. A veces, por la noche, si se
hallaba entre mis brazos, tenía la sensación de
sujetar a un gatito que no deseaba más que
acurrucarse contra mí.
En ocasiones, cuando yo no podía dormir,
la observaba mientras ella lo hacía: era una
sensación maravillosa. Su sueño era
intranquilo pero, con sólo acariciarla, se
tranquilizaba, suspiraba y se volvía hacia mí
sin despertarse.
—Brittany… —le susurré al oído y le di un
leve y casi imperceptible beso en los labios—.
Lo eres todo para mí. —Ella no quería oír ese
tipo de cosas mientras estaba despierta, pero,
cuando dormía, me pertenecía totalmente y yo
podía darle todo mi amor y hacerle las caricias
que quisiera.
*********************************************************************
Primero que nada quiero agradecer enormemente a Micky y Monica que son fieles seguidoras de este Fic eso me hace re feliz Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 en segundo lugar lo se el cap de hoy es muy corto así que por ello mañana actualizo también y tercero para socializar un poco comenten sus top 7 de artistas musicales favoritas
Las mías son: Thalía, Naya R (Aunque solo halla sacado un tema llamado Sorry no sorry, amo su voz es tan ahsjajghag) la  banda Girl 5 Harmony, Lady gaga, Demi, Selena G y Miley Cyrus y las suyas ?
nos leemos mañana Bye Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
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Mensaje por micky morales Lun Oct 12, 2015 12:33 pm

De nada, siempre a la orden, a santana se le chispoteo lo de las proximas navidades pero no tuvo mayor importancia, por suerte. Bueno, Naya Rivera, Lea Michele, Taylor S, Christina Aguilera, Miley C, Adele, Lana del Rey etc etc etc
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por monica.santander Mar Oct 13, 2015 12:21 am

Hola!!!!
La verdad que estuvo cortito!!
No tengo preferido, escucho de todo un poquito!!!
Saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"

Mensaje por Caritovega Mar Oct 13, 2015 9:15 pm

Bueno de ante mano les comento que el cap de hoy esta re corto Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2884812151 lo siento pero tuve que hacerlo así y se que les dije que ayer iba a subir pero no pude, estaba haciendo mis trabajos de la U.. pero ya mañana les subo otro cap Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087
************************************************************************
CAPÍTULO 10
—Nadie diría que estamos en invierno —dijo
mi madre cuando regresé a casa—. Estás
morena como en verano. Y los demás aquí
tan blancos que parecemos enfermos.
—Le preguntaré a Brittany si te puedes
venir la próxima vez —contesté. Tenía muy
mala conciencia. Yo llevaba una vida
maravillosa y ella, a la que yo debía agradecer
que me trajera al mundo, no tenía nada.
—No hace falta —dijo mi madre—. Sólo
molestaría. Cuéntame: ¿qué tal por Aspen?
—No sé por dónde empezar —repuse—.
Allí no sólo están las bajadas de esquí más
pronunciadas que yo haya visto jamás:
también tienen Ultimate Taxis, bares de
country y unos fantásticos fuegos artificiales.
Aquello es maravilloso. Y los americanos son
muy agradables.
—¿Y ya sabes esquiar? —preguntó.
—Saber es mucho decir. —Suspiré—. He
recibido algunas clases pero, comparada con
Brittany, soy una nulidad. Esquía como si
hubiera formado parte del equipo olímpico.
—¿Y qué no sabe hacer ella? —preguntó,
con una sonrisa.
—La verdad es que no hay muchas cosas
que no sepa hacer —respondí, sonriendo a mi
vez.
«Excepto mostrar sus sentimientos», pensé
para mí. No era necesario que mi madre lo
supiera. Claro está que ahora mostraba más
sus sentimientos que al principio. Era muy
hermoso cuando estábamos juntas, y no sólo
en la cama. A veces se reía, como si sintiera
algo más. Pero nunca decía nada ni quería
escuchar nada, y eso constituía un problema
cada vez mayor para mí. No obstante, yo
esperaba que ella, con el tiempo, levantara
aquella prohibición y expresara por fin sus
sentimientos, y me permitiera también hacerlo
a mí. Ella sentía algo por mí: eso podía leerlo
en sus ojos cuando me miraba. No era el
témpano que aparentaba ser. Pero yo evitaba
reaccionar ante lo que me decían sus ojos. Por
el momento ya era suficiente para mí, porque
era más de lo que yo podía pedir en un
principio. Ella precisaba tiempo y yo se lo iba
a dar. Quería ofrecerle todo el tiempo del
mundo y pasar con ella el resto de mis días.
Ella era mi mundo.
*********************************************************************Saludos, besos y abrazos Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 918367557
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Mensaje por monica.santander Miér Oct 14, 2015 12:58 am

Hola!!! Muy lindo Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 2145353087 Fanfic Brittana "una isla para dos" - Página 6 1206646864
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