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[Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

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Finalizado [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Abr 22, 2016 2:34 am

Prólogo


La doctora Santana López no confía en nadie más que en sí misma.

Realizó su carrera de medicina y se posicionó en uno de los principales centros de trauma de Baltimore.




Brittany Pierce tenía apariencia, una carrera, una familia amorosa y amigos leales.

Sin embargo, su vida sentimental era deficiente.

Perseguida por muchos pretendientes, ella nunca encontró lo que estaba buscando hasta que una noche de nieve en una calle de Maryland...





***********************************************************************************************************************************

Hola, aquí el prólogo de la siguiente historia.

Gracias por leer y comentar!

Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):


Wallbanger: https://gleelatino.forosactivos.net/t22310-resueltofanfic-brittanawallbanger-2-rustynailed-adaptada-final

El Affaire López: https://gleelatino.forosactivos.net/t22380-fanfic-brittana-el-affaire-lopez-4-algo-raro-y-preciso-adaptada-epilogo

A los 17: https://gleelatino.forosactivos.net/t22434-resueltofanfic-brittana-a-los-17-adaptada-cap-43-final

Tras el Telón de Pino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22474-resueltofanfic-brittana-tras-el-telon-de-pino-adaptada-cap-36-final

Sin Condiciones: https://gleelatino.forosactivos.net/t22505-resueltofanfic-brittana-sin-condiciones-adaptada-cap-47-final

Blonde Girl: https://gleelatino.forosactivos.net/t22520-fanfic-brittana-blonde-girl-adaptada-prologo#538737

Ajuste de Cuentas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22532-resueltofanfic-brittana-ajuste-de-cuentas-adaptada-cap-12-fin

Pídeme lo que Quíeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22535-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-adaptada-prologo#539712

Mi Mujer: https://gleelatino.forosactivos.net/t22564-fanfic-brittana-mi-mujer-3-confesion-adaptada-cap-35#542092

Sorpréndeme: https://gleelatino.forosactivos.net/t22576-resueltofanfic-brittana-sorprendeme-adaptada-epilogo#543891

Palabras para Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22583-resueltofanfic-brittana-palabras-para-ti-adaptada-epilogo

Un Vuelo con Escalas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22590-fanfic-brittana-un-vuelo-con-escalas-adaptada-cap-33-final#544923

Secretos del Pasado: https://gleelatino.forosactivos.net/t22595-resueltofanfic-brittana-secretos-del-pasado-adaptada-epilogo

En tus Brazos y Huir de Todo Mal: https://gleelatino.forosactivos.net/t22602-resueltofanfic-brittana-en-tus-brazos-y-huir-de-todo-mal-ii-pasion-adaptada-epilogo

Parejas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22615p195-resueltofanfic-brittana-parejas-adaptada-cap-41-final#547481

La Chica de Servicio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22617-resueltofanfic-brittana-la-chica-de-servicio-3-rindete-adaptada-epilogo-santana

A su Manera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22622-resueltofanfic-brittana-a-su-manera-adaptada-cap-50-final

Pídeme lo que Quiéras 4: Y yo te lo Darpe: https://gleelatino.forosactivos.net/t22630-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-4-y-yo-te-lo-dare-adaptada-epilogo

Angel de Fuego: https://gleelatino.forosactivos.net/t22633-resueltofanfic-brittana-angel-de-fuego-adaptada-cap-39-fin

Después de Todo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22642-fanfic-brittana-despues-de-todo-adaptada-epilogo

Pintando la Luna: https://gleelatino.forosactivos.net/t22644-resueltofanfic-brittana-pintando-la-luna-adaptada-epilogo

La Luna de Media Noche: https://gleelatino.forosactivos.net/t22647-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-media-noche-adaptada-epilogo

Amor en Espera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22651-resueltofanfic-brittana-amor-en-espera-adaptada-epilogo

Storms: https://gleelatino.forosactivos.net/t22657-resueltofanfic-brittana-storms-adaptada-epilogo

Fue un Beso Tonto: https://gleelatino.forosactivos.net/t22660-resueltofanfic-brittana-fue-un-beso-tonto-adaptada-epilogo

La Luna de Santana: https://gleelatino.forosactivos.net/t22664-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-santana-adaptada-epilogo




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SE QUE ESTÁN SACANDO MIS ADAPTACIONES, POR "MI" PARTE Y "MIS" ADAPTACIONES NO ME MOLESTA, PERO AL MENOS NOMBREN AL FORO... SI SUBEN OTRO CAPITULO Y NO LO NOMBRAN, "EN CADA CAPITULO QUE SUBAN", VOY A BORRAR MIS ADAPTACIONES Y DENUNCIAR LA ADAPTACIÓN. Saludos =D




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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Abr 22, 2016 5:46 am

hola, sabes que me gustan todos tus adaptaciones y esta no seria la excepcion, asi que comienza otra vez las ansiedades ajajajajajajajjaja todo lo que provocan tus adaptaciones. Saludos y siempre debo agradecerte por tu esfuerzo. Saludos.
marthagr81@yahoo.es
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Mensaje por micky morales Vie Abr 22, 2016 8:15 am

que bien, aqui como siempre esperando tus magnificas adaptaciones!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Vie Abr 22, 2016 2:05 pm

hola morra,...

esperando el primer cap!!!
y ya sabes soy tu drupi en todas tus historias jajaja

nos vemos!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Abr 22, 2016 10:45 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:hola, sabes que me gustan todos tus adaptaciones y esta no seria la excepcion, asi que comienza otra vez las ansiedades ajajajajajajajjaja todo lo que provocan tus adaptaciones. Saludos y siempre debo agradecerte por tu esfuerzo. Saludos.



Hola, eso es bueno, espero y siga así jajajajaajja. Bn ai! jajajajaaja. Jajajajajajaaj vamos por ello ajajajajaja. Todo por ustedes ajjajajaa. Saludos =D




micky morales escribió:que bien, aqui como siempre esperando tus magnificas adaptaciones!!!!



Hola, jajajaajaj que bueno que sigas jajajaajajjaaja y que te gusten! espero y siga así jaajajaj. Saludos =D




3:) escribió:hola morra,...

esperando el primer cap!!!
y ya sabes soy tu drupi en todas tus historias jajaja

nos vemos!!




Hola lu, jajaajaj aquí lo traigo! ajajajajaja. Jajajajajjajaajajajajajajjaaj xD jaajajajajajajajajajajajajajajaajajaj xD morí jaajajajajajajaja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) cap 1

Mensaje por 23l1 Vie Abr 22, 2016 10:47 pm

Capitulo 1


El humo del tubo de escape del motor del autobús escolar flotaba en el frío aire del mes de enero.

El frío era un efecto secundario, de la masiva tormenta, que actualmente golpeaba el área de Baltimore.

Seis centímetros de nieve mullida blanca cubrían toda la superficie adherente.

A medida que el mercurio continuaba cayendo a un solo dígito, todos los residentes de la zona se esforzaban en mantenerse en el interior de sus casas, aunque los entrenadores y jugadores del Bayview de Secundaria no tenían la misma suerte.

De pie en la entrada de la escuela secundaria, Brittany Pierce se frotaba las manos.

No se había anticipado a la severidad de la tormenta.

Por la seguridad de su equipo, deseó haber seguido el consejo de la junta escolar y cancelar el partido contra el pueblo rival de Jefferson.

Como entrenadora terca y dedicada, del equipo de las muchachas del equipo universitario, no quería decepcionar a las jóvenes cancelando la final del campeonato.

Desde su primer partido, las chicas querían llegar a las eliminatorias estatales. El partido había terminado, y el equipo en vez de estar festejando su triunfo, se concentraba en el clima exterior.

Durante el tiempo que habían estado en el interior, una tormenta de invierno rugía en el exterior.

Cuando el equipo de Bayview barrió a los Bulldogs de Jefferson, la ira de la madre naturaleza siguió afuera.

Sólo podía pensar en meter a su equipo victorioso en el autobús y llegar a casa.

Miró hacia el cielo, en la noche oscura, para ver copos de nieve caer pesadamente.

Silenciosamente deseó que la junta hubiera cancelado el partido del sábado.

Baltimore era conocida por sus fuertes nevadas, y la tormenta exterior parecía no tener fin. La verdad es que tampoco había querido cancelar el partido.

De hecho, había disfrutado ganando al equipo de Becky Jackson.

Vencer a los Bulldogs de Jefferson, en su All-State Center, sirvió para darse cuenta que podían ser capaces de entrenarse a equipo más importantes.

Habían sido más rápidas en aprovechar las pérdidas de balón y escapadas.

Las dos centrales no habían tenido demasiado impacto en el juego. En cambio, Hanna Marin, armadora señor, jugó el partido de su vida. Anotando una carrera de veintiocho puntos y diez robos.

La rubia había sido el catalizador de su equipo.

Cuando una ráfaga de aire frío golpeó su rostro, Brittany se volvió y vio una figura corriendo por la puerta. Volvió los azules al cielo lleno de nieve, pensando que no podía esperar a llegar a casa.

Esta noche, se quedaría sentada en su sofá, bajo una manta, con un libro y una taza caliente de café moca cerca.

El zapateo de las botas, sobre la alfombra de la entrada, fue el aviso de la llegada del conductor a la escuela. Una sonrisa apareció en su rostro mientras Burt Hummel, el conductor del autobús, se limpiaba la nieve de la cabeza. Dio una palmada, a sus manos enguantadas, y arrastró los pies en dirección a ella, con movimientos lentos debido al tiempo y a su edad.

—¿Mucho frío Burt?—Brittany bromeó.

Burt era el conductor favorito, tanto de los estudiantes como del personal. Solía bromear diciendo que había aceptado aquel trabajo para salir de las garras de Carol.

Durante años Brittany había oído hablar de la famosa Carol, pero no había llegado a conocerla. Al parecer tenía una actitud muy humilde con los niños de la escuela secundaria.

Rápido con su consejo o palabras de sabiduría, era respetado por los estudiantes, personal y padres. Había habido un par de veces en las que había tenido que intervenir para disolver peleas entre los estudiantes.

Era un veterano de la guerra de Vietnam que podía con todo.

La semana pasada, había tenido que intervenir para detener una pelea desagradable entre dos chicos altos por una chica.

—Sra. Pierce hace bastante malo fuera. ¿Y el frío? Todavía me duele el pecho—se encogió de hombros y se frotó el pecho—Deberíamos irnos tan pronto como nos sea posible.

El conductor del autobús le devolvió la sonrisa a la atractiva maestra.

Le gustaba la manera amistosa con la que la Sra. Pierce trataba a todos. Era muy respetada por el profesorado y los estudiantes. Nunca había utilizado sus atributos femeninos para conseguir lo que quería, aunque a casi todos los varones, en el campus, les encantaría ser objeto de su afecto.

A pesar de los diversos comentarios que había oído, sobre la atractiva maestra, ésta no les daba importancia. Le agradaba tratar con aquella mujer de espumosa sonrisa, ojos azules y cabello rubio.

Aunque amaba a su mujer Carol, le agradaba ver la sonrisa de la Sra. Pierce cada vez que podía.

Se atrevía a adivinar que, la joven profesora de Biología, tenía a muchos hombres jóvenes detrás de ella, y no precisamente interesados en sus logros académicos.


—Voy a buscar a Finn y a las chicas. Nos lo tomaremos con calma. No me gusta este clima—dijo Brittany.

Se volvió hacia el vestuario para conseguir que su equipo se pusiera en movimiento.

Vestida con un jersey con cuello en v, de color azul que resaltaba el color de sus ojos, unido a unos pantalones ajustados negros, a juego con unas botas de vestir con un tacón que le daba un aspecto de lo más atractivo. Llevaba una larga chaqueta de cuero negra sobre los brazos.

El canal del tiempo, había pronosticado nieve durante el día, pero la furiosa tormenta del exterior, no estaba en el pronóstico.

Llamó con fuerza a la puerta del vestuario, y la abrió unos centímetros.

—¡Vamos señitas! ¡Que es sábado. No creo que lo quieran pasar conmigo o con entrenador Hudson!—soltó la puerta, que se cerró, y entró en el gimnasio.

Finn Hudson, su entrenador asistente, estaba hablando con Becky Jackson, la entrenadora del equipo de Jefferson.

Brittany suspiró.

Tendría que prepararse para una nueva conversación con Becky. La entrenadora del equipo contrario había estado pidiéndole, durante años, que salieran. Brittany había hecho todo lo posible para evitar ser grosera con aquella mujer.

Becky miró Brittany acercarse a ellos.

—Bueno, supongo que hemos pagado el no poder resolver las torceduras del equipo durante las últimas semanas. Tus chicas nos lo han hecho ver.

Jefferson realmente sólo se había acercado una sola vez en su juego.

—Hanna y Michelle han intensificado su juego.

Su equipo había estado muy bien.

Sus dos mejores jugadora, Michelle Stanley y Hanna, la habían impresionado con su liderazgo.

En un primer momento, Michelle había tratado de tomar las riendas ella sola. Pero después de ser rechazada, dos veces, por el centro de Jefferson, comenzó a pasar y conseguir que sus compañeras de equipo se implicaran.

A medida que el juego avanzaba, fueron capaces de meter la pelota, en la clave, para que Michelle pudiera anotar diez puntos.


Mirando hacia atrás, los ojos de Brittany buscaron a Finn.

Tenían que ir saliendo a la calle.

—¿Ha jugado Hanna Marin para el equipo universitario antes?

Becky estaba haciendo todo lo posible para mantener a Brittany dentro de la conversación.

Brittany la miró como si estuviera loca, sabiendo que sólo estaba haciendo tiempo para volver a enviarla a salir.

—Ha estado lesionada el último par de años. Pero este último año ha sido muy bueno—Finn saltó de nuevo, ayudando a Brittany.

Sabía que su compañera de trabajo que no quería hablar con la entrenadora Becky, a pesar de que estaba disfrutando de su incomodidad, con la situación.

—Finn, tenemos que ponernos movernos. Burt tiene el autobús en marcha, y la nieve está empezando a bajar de nuevo.

Brittany vio al entrenador asistente ocultar la sonrisa en su rostro, sintiendo que Becky la observaba.

Se volvió intentando escapar de la situación.

Finn se alejó con ella, que le dio un codazo, en el costado, maldiciendo en silencio.

—Eso por ponerme en esa situación.

— Entrenadora Pierce—escuchó la voz de Becky llamándola.

Finn soltó se rio entre dientes.

Brittany se volvió hacia la mujer y Finn continuó hacia la salida.

—Entrenadora Brittany—sin darse cuenta, el espacio entre ellas se vio reducido—Realmente me gustaría invitarte a cenar.

Brittany miró por encima del hombro para ver si alguno de sus alumnos o padres podían oírlas.

—Becky, mira, realmente creo que eres una buena persona, pero no me gusta mezclar mi trabajo y la vida social.

Había hecho todo lo posible para rechazar a la mujer, sin ofenderla.

Becky no era su tipo.

No quería citas con mujeres con las que ni tan si quiera podía mantener una conversación.

Su vida social consistía en sus amigos: Quinn Fabray y Maxine Kendall, su amiga una vez y compañeros de la universidad.

Por un corto periodo de tiempo había estado saliendo con Maxie. Al final, Brittany sintió que estaban mejor sólo como amigas.

Por lo general, solía coincidir con sus amigas jugando a softbol, durante los meses de verano, y saliendo los fines de semana. Solía salir más cuando no estaba en la escuela.

Durante la temporada de baloncesto, rara vez se aventuraba a salir con el dúo dinámico, un apodo para sus amigos cuando ella no podía salir.

—Espero que lo entiendas—dirigió su mirada hacia Finn, que estaba apoyado en la pared de ladrillo viendo el espectáculo.

—¿Se ha enfadado?—preguntó a su compañera y amiga.

—Lo dudo. Ya es una niña grande—se dirigió ahora a sus jugadoras—¡Vamos chicas!

Finn se apartó de la pared y se puso delante de ella.

Durante los últimos tres años, Finn Hudson había trabajado como su asistente técnico. Se habían conocido en el gimnasio, durante su primer año en Bayview.

Finn era ex militar y enseñanza por primera vez.

Estaba teniendo problemas para adaptarse a las demandas para un profesor de sexto grado.

Ambos se hicieron amigos de inmediato.

La familia de Brittany se había mudado varias veces durante toda su niñez, terminando finalmente en Washington DC, cuando su papá, un hombre de carrera en la marina, obtuvo un puesto en el Pentágono.

Finn le recordaba a su papá.

Desde que se había conocido, hacía ya seis años, se hicieron muy cercanos, tanto que incluso escucharon rumores sobre su posible emparejamiento.

El verano pasado, Finn y Allison se habían casado.

Había pedido a Brittany fuera el padrino.

Según Quinn Fabray, su mejor amiga, estaba muy elegante con un esmoquin.

Para ella, pedirle que fuera su asistente de entrenador, cuando se había hecho cargo del equipo, hacía ya tres años, había sido una elección muy sencilla.



Las jóvenes caminaron rápidamente hacia el autobús seguida por Brittany.

De pie, en la parte superior de las escaleras, le hizo un guiño a Burt y empezó a contar cabezas.

Miró a Finn y levantó dos dedos.

Se puso de pie para contar.

Confirmó su número con un movimiento de cabeza.

Se ajustó su chaqueta de cuero alrededor de su cintura y volvió a entrar en la escuela. En el vestíbulo, Hanna Marin estaba inclinada mirando su bolsa de lona. Parecía como si hubiera estado llorando, por el enrojecimiento de los ojos y las marcas de las lágrimas.

Colocando una mano sobre el hombro de la jugadora, Brittany hizo un gesto a Hanna para que fueran a los vestuarios. La rubia menor se secó la cara con el antebrazo, agarró su bolsa y siguió a la entrenadora.

Sus pasos eran pequeños en comparación con las largas zancadas de la entrenadora.

Brittany entró primero, sin detenerse a los bancos vacíos, si no que continuó para comprobar las alcobas, asegurándose de que nada pudiera escuchar su conversación. Hizo un gesto a la joven para que tomara asiento en el banco de madera.

Las lesiones habían plagado la carrera de Hanna y, finalmente, en su último año, estaba sana.

—¿Estás bien?—la voz de Brittany era suave y relajante.

El partido de hoy, había sido el mejor de su carrera.

Las lágrimas no eran el resultado de su estupendo partido.

Después de llevar enseñando varios años, había aprendido la manera de llegar a los estudiantes para que hablaran.

Dejando caer su voz, a un nivel tierno y cariñoso, como usaría una mamá para su hija, se acercó a Hanna. Vio como la joven sacudía la cabeza mientras fluían sus lágrimas.

—¿Estás herida?

Otra sacudida.

—¿Quieres hablar de ello?

Observó la mezcla de emociones jugar en el rostro de la persona mayor.

—A veces es útil hablar acerca de las cosas que nos están molestando.

Le tembló el labio inferior y Brittany hizo una mueca, pensando que parecía doloroso.

Hanna vaciló.

—¿Alguna vez has tenido a alguien que te importaba tanto, pero que a su vez esta persona no cree en ti o no se preocupa de la misma manera?

Brittany procesó la pregunta que su jugadora estaba haciendo.

Su familia siempre había sido de apoyo.

Era la única chica de una familia de cuatro hijos, que nunca tuvo que preocuparse de que sus hermanos o sus padres no creyeran en ella.

Cuando se lesionó la rodilla, en su segundo año de universidad, su hermano Artie estaba a su lado trabajando con ella durante su rehabilitación.

Después de aquella lesión, nunca fue capaz de jugar de la misma forma, por lo que tuvo que cambiar sus prácticas deportivas. Jugaba a softbol con un grupo de amigos pero se vio obligada a dejar el mundo de los deportes de competición.

—No puedo decir que tenga ese problema. Mi familia es muy solidaria. Hizo una pausa, podía ver que la joven estaba sufriendo.

—¿Quién no cree en ti, es una persona que no necesitas en tu vida?

Sabiendo que sus palabras no estaban ayudando a la joven, se puso de pie y recogió a la joven rubia en un abrazo.

—Verás cómo todo se soluciona. Sé que ahora puede doler, pero en seis meses, cuando llegue el verano, te olvidarás de todo y seguirás con tu vida.

Sentía la cabeza de la rubia contra su hombro.

—¿Me sentiré mejor? ¿Lo prometes?—Hanna dijo con voz apagada.

—Hanna, todavía eres muy joven, acabas de empezar a convertirte en un adulto. Te lo prometo—se echó hacia atrás para ver la cara de la joven—Eres es una mujer hermosa, joven y talentosa, sea quien sea, es un tonto—aquello hizo que la joven mostrara una leve sonrisa—Tómate tu tiempo, pero tenemos que salir de aquí. No creo que ninguno de nosotros quiere ser atrapado, en Towson, durante la noche.

Hanna se rio entre dientes y se limpió la cara.

Le revolvió el cabello y salió por la puerta.

Se encontró con la entrenadora Becky.

—Brittany. Pensé que ya os habríais ido—Becky sonrió mientras apoyaba un portapapeles en su pecho.

—Lo intento.

¿Podría este día ser peor?

—He tenido un pequeño problema con una de las jugadoras.

Miró hacia la puerta para ver a un muy preocupado Finn Hudson caminar hacia ellas.

—Hey... Michelle—Finn le informó que faltaba una de las jugadoras.

—Tengo a Hanna—Brittany respondió—Ya nos veremos, entrenadora.

Brittany pasó junto a Becky a sabiendas de la mujer caminaba a su lado.

Siendo testigo de su malestar, de nuevo, Finn se estremeció interiormente ante la capacidad de compañera de no mostrar su disgusto por aquella mujer.

Brittany llamaba la atención.

Era una mujer hermosa, con el pelo rubio que le llegaba un poco más allá de los hombros, con unos ojos azules que brillaban cuando estaba feliz.

Sabía que de vez encunado había tenido alguna que otra cita, pero no había habido nadie especial desde que la había conocido.

Cuando él empezó a salir en serio con Allison, ésta quiso conocer a Brittany.

Finn pensó que estaba celosa de su relación con la entrenadora jefe.



Flasback


Después de salir a cenar con Brittany, Finn le preguntó a Allison que pensaba de Brittany.

Esta se rio y dijo que realmente le gusta, y que no estaba preocupada porque él pasara tiempo con ella.

La miró durante un momento.

Aquella no era la reacción que esperaba.

Allison no se lo explicó hasta que llegaron a su casa.

—Sabes que es ella es gay, ¿verdad?—Allison le preguntó, mientras la acompañaba hasta la puerta.

La mirada en el rostro de su entonces novio palideció ante su incredulidad.

—Pero si ella es…

—¿Atractiva? ¿Sexy?—lo interrumpió, encogiéndose de hombros—Es lo que hay dentro Finn. No su imagen exterior. La otra única persona que se ha dado cuenta es la Chef, la rubia que se acercó a nuestra mesa para preguntar cómo estaba nuestra comida.

—¿En serio?

—Totalmente.

Allison dejó que Finn abriera la puerta y esperó un momento en el umbral.

—¿Te molesta que a Brittany le gusten las mujeres?

—Umm...—el profesor reflexionó sobre sus pensamientos por un momento—No, no me importa. Ella es sólo Brittany. Realmente nunca pensé en ella de otra manera. Es mi amiga. Realmente no me importa con quién se acueste.

—Bien.

Allison le agarró la mano y tiró de él al interior de su departamento.



[b]Fin Flashback[/i]




Meses después, cuando Finn conoció a Charlie, el muy extravagante hermano de Allison, se dio cuenta de lo importante que era su respuesta a aquella pregunta.

—¿Hanna viene?

En el momento en que habló, la pequeña rubia apareció desde el vestuario, con una gorra de trineo en la cabeza, tapándose los oídos. La jugadora pasó junto a los entrenadores y se acomodó en el asiento justo detrás suyo.

Brittany miró a la persona mayor, sabiendo que este no era su lugar habitual, en el autobús del equipo, Hanna solía sentarse más atrás con Michelle.

La entrenadora levantó los ojos hacia la forma desgarbada en el pasillo frente a ella.

—Ya estamos todos Burt. Vayamos a casa—Brittany bajó los ojos y rezó en silencio para que pudieran llegar a casa con total seguridad.







****************************************************************************************************************




Una brisa suave se serpenteaba, mientras la luz del sol brillante se deslizaba sobre la mujer acostada boca arriba en la playa.

Pasando sus dedos en la arena, junto a la toalla debajo de ella, sintió los granos cosquillear sobre sus dedos y por su piel. La tierra dura, en su espalda, era irritante, pero estar bajo el sol valía la pena.

En momentos como este, podía saborear la tranquilidad con la luz del sol de un paraíso tropical.

Si simplemente tuviera la compañía de una mujer hermosa de compartirlo….

Su mente inmediatamente imaginó la cabeza de una mujer echada hacia atrás mientras besaba su garganta, sus hombros, bajando hasta los pesados pechos y pezones tensos, en espera de su boca los saboreara.

Sonrió a la fantasía de querer estar en el medio de una de esas novelas románticas cursis.

Mujeres en medio de un paraíso tropical, teniendo sexo alucinante, durante horas, o tal vez era una película porno.

Sintió la humedad entre sus muslos.

El silencio que la rodeaba, era interrumpido, solo por el suave sonido del canto de los pájaros en los árboles. El signo revelador de una novela romántica de mala calidad.

Ahora lo que realmente necesitaba era conocer a una mujer hermosa.

Un pequeño ruido llamó su atención, seguido por el suave murmullo de su nombre.

—¡Santana!

Arrastrando su mano perezosa por la arena y miró hacia la luz cuando la sombra de una mujer apareció a su lado. El movimiento de su mano seguía llegando a la mujer haciendo señas hacia ella.

Segura de poder hacerlo.

Una sonrisa pasó por encima de sus labios mientras los humedeció con la punta de la lengua.

Tenía el pelo oscuro.

Se dio cuenta que la mujer era una morena cuando alcanzó a tocar el hombro desnudo de la mujer.

¿Más cerca?

Más cerca.

Quería deslizar su mano por el pelo de la mujer para acercar la boca de la extraña.

Saborear la dulzura de sus labios, tocar la suavidad de su piel.

Deslizó las manos y la boca a través del suave y plano estómago. Acariciar los pezones duros y saborearlo como agua en el desierto.

Quería tener sexo, alterar su vida y escapar de todas las relaciones que había tenido.

Escapar y olvidar la crisis desgarradora que su ex la hizo pasar.

Escapar para olvidarse de su familia.

Desaparecer de su vida solitaria en los brazos de una mujer suave, que la cuidara y amara.

Quería llegar al clímax una y otra vez, mientras esta mujer se aferrara a ella gritando su nombre.

—¡Doctora López!

El grito la sacó de su mente inconsciente, despertándola de un profundo sueño, de un sueño semi erótico.

Junto a ella, delante del sofá del salón, estaba la jefa de enfermeras de la planta, Spencer Hastings.

—¡Doctora!

La voz de Spencer penetró a través del paisaje de ensueño, mientras se perezosamente se despertaba.

—¡Doctora!

Una vez más la llamada vibró a través de sus sentidos.

Con un movimiento de su pelo negro, Santana finalmente se despertó.

La mujer de pelo castaño, la miró con los brazos cruzados esperando con impaciencia que la médica despertara.

Las luces fluorescentes generales caían.

Santana volvió en sí y puso su mano para bloquear el resplandor de las luces.

Su sueño tropical era una farsa.

Estaba en el trabajo.

Otra fantasía arruinada por la realidad de ser la Jefe de Residentes, en la sala de emergencias.

Reconoció por la expresión en el rostro Spencer, que iba a ser un largo turno.

—¡Estás viva!—Spencer bromeó.

La enfermera sabía que la Dra. López se había quedado dormida, hacía sólo unas horas, cuando la tormenta había empezado.

Después de la pausa de la mañana, la sala de urgencias estaba al borde del infierno provocado por la tormenta que rugía fuera. El Condado de Jessup y el Departamento de Transporte de Maryland no habían declarado el estado de emergencia.

¿Quién sabe lo que estaban pensando los políticos?

Spencer dio a la médica un pequeño empujón en el brazo.

Los ojos oscuros de Santana la miraron alertada.

Llevaba trabajando con Santana desde hacía ya ocho años, y recordaba el primer día que sus ojos oscuros la miraron en sala de emergencias.

Acababa de salir de la escuela de medicina, y parecía una niña asustada.

No era tan mayor como los otros internos, pero mostraba una gran madurez con sus apenas veinticuatro años.

A través de conversaciones y pequeños comentarios, Spencer supo que Santana se había graduado, en la escuela muy temprano e inmediatamente se había matriculado en la universidad. La vía rápida a la escuela de medicina, comenzó su residencia tan pronto como pudo.

En cuestión de semanas, sabía que la morena sería una médica.

Una adicta al trabajo y mérito adicional por naturaleza, Santana nunca parecía superada por las largas horas y turnos dobles. Siempre se ofrecía a hacer cualquier turno, en caso de ser necesario.

De hecho, Spencer no podía recordar la última vez que la médica había tenido tiempo libre.

Cuando algunos residentes no llegaban más allá de las primeras seis semanas, por no hablar de los años de formación que estaban obligados a pasar, la joven bien equilibrada no sucumbió al agotamiento o depresión.

La única vez que la vio vacilar, a la buena doctora, había sido hacía ya cuatro veranos, cuando una extraña mujer se presentó en la sala de emergencia pidiendo ver a Santana.

El resplandor de la ira que apareció en el rostro de Santana, hacia la otra mujer, todavía le provocaba escalofríos a la enfermera jefe.

Sabía que la morena era una persona muy privada, y rara vez hablaba de su vida familiar o personal. Bien respetada y fácil de trabajar, Santana era la favorita del personal y de los internos.

—Vamos bella durmiente. Tenemos entradas.

Spencer se aseguró de informar a Santana, antes de salir de la sala de estar.

Como a cámara lenta, la mujer dormida balanceó sus pies del sofá de cuero de imitación, deslizándolos sobre las baldosas de vinilo blanco y gris cuadradas.

Bajó la cabeza, mirando las manchas de color azul y rojo, salpicado como una pintura de Jackson Pollock.

Tenía que despertarse y rápido.

Estirando sus brazos sobre su cabeza, sintió la liberación de la tensión cuando su columna sonó. El sonido parecería que pudiera infringirle algún tipo de dolor, pero simplemente sintió alivio, mientras su espalda se aflojaba.

Después de años trabando en el Hospital Jessup, debería saber mejor que nadie que no debía dormirse sobre aquellos cojines implacables.

En su residencia, se especializó en Medicina de Urgencias, y acertó en su primera elección, el Jessup Community Hospital, una rama del programa de la Universidad de Maryland.

Después de su residencia, le ofrecieron un puesto de asistente en el prestigioso hospital de Maryland.



Poniéndose de pie, agarró el estetoscopio de la mesa, se dirigió a la cafetera y se sirvió una taza alta de java. La olió, reflexionando si realmente quería saber cuánto tiempo llevaba hecho. El olor de granos tostados la llevó de nuevo a su primer año en la universidad cuando se aficionó al café.

Acababa de cumplir dieciséis años, y lo prefería con leche y azúcar.

Ahora, casi veinte años después, lo tomaba solo.

Como profesional médico, sabía que debería cambiar a descafeinado pero iba en contra de la finalidad del líquido oscuro. Aprendió a usar la grapa del desayuno como una muleta durante sus años escolares. Había pasado con rapidez sus estudios de secundaria y universitarios, aterrizando en la Universidad de Maryland, en la Escuela de Medicina, a la edad de diecinueve años.

Sus compañeros de clase se burlaban pensando que era una adolescente rara y torpe, aunque fuera más inteligente que la mayoría de ellos. Sin embargo, cuando se trataba de estudiar en parejas o grupos, Santana era la estudiante más solicitada.

Se centró en la práctica de la medicina, sin que ninguna burla interfiriera en su objetivo.

Emancipada de sus padres, a los dieciséis años, justo antes de la muerte de su papá, aprovechó su determinación y habilidades para poder aprender a sobrevivir.

Durante la mayor parte de su licenciatura, y a pesar de ser todavía mejor de edad, rara vez se metía en problemas. Vivía sólo con becas para cubrir sus estudios, por lo que nunca había tenido casi dinero para diversión.

En ocasiones, el olor a pino le recordaba a los dormitorios vacíos durante las vacaciones.

Estos eran solitarios.

Aquellos tiempos difíciles cuando cinco dólares parecía como una fortuna.

Su cuenta bancaria rara vez superaba los cincuenta dólares.

Pasó la mayor parte, de su tiempo libre, en la biblioteca de la escuela. En las fiestas, solía ir a la estación de tren para observar a la gente.

Era su forma de entretenimiento gratuito.

Tratando de adivinar las historias detrás de los viajeros. Un escape fácil de su realidad, viendo a las familias ir y venir. Los viajeros se juntaban o despedían de sus familiares o amigos, con besos y abrazos.

Los observaba como un voyeur, imaginando cómo serían sus vidas. Tal vez ella tendía una vida similar algún día.

Tener una relación donde no la frenaran.

Amor y confianza eran algo que nunca había tenido, ni en la relación con sus padres y con su antigua amante.

De nuevo volvió a su actual consuelo, una taza de café caliente.

Durante las Navidades, sus compañeros de trabajo le habían pedido que les cambiara los turnos.

Lo hizo sin pensarlo dos veces.

No tenía nada mejor que hacer en las fiestas.

Para ella sólo era un día más de trabajo.

Con la taza en la mano, abrió la puerta de vaivén al pasillo principal. Las imágenes tomando el sol en la playa, rápidamente desaparecieron al recordar la cantidad de nieve acumulada en el exterior.

—¿A dónde fuiste esta vez doctora López?—Sue, la recepcionista de piel clara y ojos verdes le preguntó, bajo el fuerte sonido de las sirenas de las ambulancias, que entraban en la bahía de emergencia.

—¡South Beach!—respondió con una gran sonrisa.

Pasando los dedos por su cabello negro, cerró los ojos por un momento, reviviendo su sueño.

Sonriendo ante la idea de una hermosa mujer acariciando su espalda, fue sorprendida por un codazo de Spencer, que la llevó de nuevo al centro de la sala de emergencias.

Miró el reloj, y desvió la mirada hacia la nieva del exterior.

Una larga noche estaba por delante.

—La próxima vez que vayas ahí llévame contigo. En Beats Baltimore es invierno todos los días. ¡Aquí vamos!—su dedo señaló hacia las puertas de entrada de emergencia cuando dos técnicos sanitarios rugieron arrastrando una camilla.

—¿Estamos preparados?—preguntó Santana, esperando que hubiera algún cirujano de guardia.

—El cirujano está en el camino. Llamó desde el coche. Creo que se ha quedado atascado en la 295.

Sue podía ver el destello de alivio en su rostro, mientras se dirigía hacia la sala de trauma.

Su bata blanca aleteaba abierta cerrándose con sus movimientos. Tomando un pequeño respiro, entró en la habitación.

Rachel Berry, la EMT y una de sus amigas más cercanas de Santana, estaba sentada a horcajadas sobre el paciente, con sus manos bombeando en su pecho, mientras su compañero, Mason McCarthy empujaba la burbuja de aire para su ventilación.

La sangre cubría el vendaje en la frente del paciente.

—¿Qué tenemos niños?—preguntó Santana cuando captó los ojos verdes de Mason.

Si fuera hetero consideraría al EMT como un hombre guapo.

El profundo gesto de concentración, en la cara de Rachel, era un signo revelador de una mala noticia.

—Bien mamá—Mason comenzó, pero la mirada de ricos ojos color marrones de su compañera, detuvo su comentario sarcástico—Tienes un hombre de sesenta y ocho años. Trauma en la cabeza con un posible ataque al corazón. Dejó de respirar en el campo. Resucitado dos veces en el camino y parece que no puede estabilizarse.

—¿Tenemos su historia o hay un miembro de la familia aquí?—preguntó Santana mientras sus ojos recorrían el monitor del corazón y sus oídos recogían la información vital, cuando la enfermera los recitó.

—No. La escena sigue siendo un lío. Demasiadas víctimas. Trajimos a los más críticos en primer lugar—habló la voz cansada de Rachel.

—¡Fuera!—Santana ordenó a la EMT de pelo castaño, mientras el personal preparara las sondas de la víctima—Carga.

Todas las manos se levantaron.

Con las paletas de desfibrilación en la mano, esperó a asegurarse que todas las manos estaban fuera de la víctima. Su cuerpo esbelto se cernía sobre el hombre mayor.

Pensó en la familia que estaría esperándolo.

Llevaba un anillo de matrimonio bien empañado en su mano anular izquierdo.

No podía dejarlo ir.

El impacto de las paletas, en el pecho desnudo de la víctima hizo que su cuerpo subiera y bajara. Miró el monitor, un clip leve apareció, seguido por una serie de pequeños pero constantes pulsos.

Una vez estabilizado al paciente, Santana continuó su examen.

Pasó los dedos a lo largo de su caja torácica y abdomen, su principal preocupación eran las hemorragias. Cuando pasó sobre la parte superior del abdomen, se detuvo y se retractó de su camino.

Encontró signos de hemorragia interna que esperaba que no hubiera, gritó.

—Él tiene que ir para arriba. Avisen a cirugía.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D



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SE QUE ESTÁN SACANDO MIS ADAPTACIONES, POR "MI" PARTE Y "MIS" ADAPTACIONES NO ME MOLESTA, PERO AL MENOS NOMBREN AL FORO... SI SUBEN OTRO CAPITULO Y NO LO NOMBRAN, "EN CADA CAPITULO QUE SUBAN", VOY A BORRAR MIS ADAPTACIONES Y DENUNCIAR LA ADAPTACIÓN. Saludos =D




Última edición por 23l1 el Miér Abr 12, 2017 12:14 am, editado 1 vez
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Sáb Abr 23, 2016 12:02 am

hola morra,..

me gusto el primer cap,...
y saber como es el trabajo de cada una,...
lo pero del trabajo que puede tener san es ver morir a un niño,... ( experiencia propia cuando estudiaba medicina),...
a ver como termina el día de cada una,..

nos vemos!!!
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Mensaje por monica.santander Sáb Abr 23, 2016 1:22 am

Muy7 pero muy interesante!!!!
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Mensaje por 23l1 Sáb Abr 23, 2016 3:17 am

3:) escribió:hola morra,..

me gusto el primer cap,...
y saber como es el trabajo de cada una,...
lo pero del trabajo que puede tener san es ver morir a un niño,... ( experiencia propia cuando estudiaba medicina),...
a ver como termina el día de cada una,..

nos vemos!!!



Hola lu, vamos bn entonces¿? jajajaja ya vamos sabiendo de ellas, no¿? =O ... Esperemos y bn jaajjajaaja. Saludos =D





monica.santander escribió:Muy7 pero muy interesante!!!!



Hola, jajajaj vamos bn entonces jajajajaa, espero y siga así xD jaajajajja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 2

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 23, 2016 3:19 am

Capitulo 2


Con los nudillos blancos curvados sobre el asiento de atrás, Brittany miró a Finn que se había trasladado más cerca de Burt, con el fin de ayudar al conductor del autobús.

La parte de atrás del autobús se deslizó y un coro de gritos llenó el aire.

Brittany se inclinó sobre el asiento.

Su atención se centró en los rostros asustados de sus jugadoras. Una de las estudiantes de primer año realmente estaba llorando.

—Señoritas, por favor mantengan la calma. Estaremos en casa pronto y entonces todos podemos olvidar este viaje.

Se volvió y miró a los limpiaparabrisas aleteando salvajemente, aunque no parecían ayudar a despejar la nieve.

Finn le lanzó una mirada de preocupación.

Burt soltó una palabrota y giró bruscamente el gran vehículo de color amarillo.

Había un número múltiple de luces rojas y vehículos de emergencia, en el camino por delante. El autobús frenó intentando luchar contra el potente motor.

Un destello de luces, desde el lado izquierdo del autobús, llamó la atención a los ocupantes por sorpresa. Un gran Cadillac Escalade negro pasó de largo, demasiado cerca del gran vehículo de pasajeros, a gran velocidad.

—¡Loco hijo de puta!—Burt gritó al conductor del coche.

En ese momento, el conductor vio a los vehículos de emergencias, por delante, y cambió rápidamente de carril, cortando el camino del autobús.

—¡Frena!—Finn gritó con voz alta y llena de miedo.

Todos los ojos se dirigieron a la parte delantera del autobús, viendo al SUV deslizarse a través de la carretera cubierta de nieve.

Las carreteras heladas y la alta tasa de velocidad provocaron que el SUV girara, haciendo una serie de piruetas y finalmente golpea la barandilla en la mediana de la derecha.

El vehículo negro se salió de la división central, rebotando en el carril de en frente del autobús. Con el rugido del motor diesel y los frenos de los neumáticos chirriando, Burt luchó para frenar el autobús de doce toneladas hacia.

Brittany vio pasar la escena frente a ella, a cámara lenta.

Burt condujo el bus hacia la derecha, en su esfuerzo por evitar la colisión.

Un lateral del autobús chocó contra el parachoques delantero del lado del pasajero del Escalade. Sonidos de crujidos metálicos y gritos de adolescentes llenaron el aire mientras los pasajeros se tambalearon de sus asientos.

Brittany aterrizó contra la estructura metálica de las ventanas.

Sus dientes se sacudieron contra su mandíbula superior.

Sintió que de dolía todo el cuerpo.

Estaban en serios problemas.

El humo burbujeó desde el extremo frontal del SUV hasta el interior del autobús.

Las chispas y el metal contra el metal raspado volaban del lado del acompañante cuando el vehículo se estrelló contra la barrera ferroviaria de tres niveles.

Burt giró el volante hacia la izquierda, con tanta fuerza, que su cabeza se golpeó contra la ventana de su izquierda.

La sangre empezó a derramarse por su rostro.

El giro envió, de nuevo, al autobús al carril izquierdo de la carretera, de dos carriles.

El lado del autobús acabó contra la barrera de cemento, a unos seis metros de los vehículos de emergencias.

Tomando una respiración profunda, confirmó que se habían detenido.

A continuación se desplomó, en el asiento del conductor, agarrándose el pecho.

Sus ojos azules miraban cómo un gran número de personal de emergencias, corrió hacia el lugar del accidente.

De pie con las piernas temblorosas, Brittany miró la cara atónita de Finn, mientras se arrodillaba junto a Burt.

—¿Finn?—Brittany le gritó a su espalda.

Él asintió con la cabeza e hizo un gesto hacia las jugadoras. Rápidamente se volvió, para ver las caras desencajadas y asustadas de sus jugadoras.

—¿Hanna?—la entrenadora puso una mano en el hombro de la joven—Estás sangrando.

Los grandes ojos azules de Hanna estaban llenos de lágrimas.

—Sra. Pierce.

Hanna extendió la mano para tocarle la cara, pero la entrenadora y profesora de Biología la detuvo.

Brittany sabía que tenía una buena contusión y llevaría las marcas negras y azules, durante unos días.

—Estoy bien. ¿Y tú?

Hanna se aferró a su hombro derecho.

—¿Te duele?

Hanna asintió sabiendo que sus lágrimas eran más de miedo que del dolor.

—Déjame ver cómo está el resto del equipo.

La conmoción, en la parte delantera del autobús, agarró su atención.

Técnicos de emergencias médicas estaban atendiendo a Burt. Vio la salida de emergencia, en la parte trasera del autobús, que se abría. Un oficial de policía de pie en el pasillo había dado paso al resto de los técnicos de emergencias médicas.

Vio sangre en la ventana rota junto a Tabitha Timmons. Tabby estaba sentada sosteniendo su mano izquierda en el regazo. Unas lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas.

Brittany tomó el pañuelo de su cuello y envolvió la mano de la joven.

—Tabby Hey—se situó frente a la pecosa jugadora.

—Duele—la jugadora lloró, apoyando un hombro contra la entrenadora.

—Mantén la presión en ella. Al igual que en la clase de primeros auxilios. ¿Lo recuerdas? Ahora recibirás ayuda. Sólo sé fuerte por un rato.

—Quiero ver a mi mamá—la chica gritó y comenzó a sollozar.

Sin saber qué decir para consolar a la estudiante, se encontró con Hanna pie junto a ella.

—Me sentaré con ella—Hanna le informó.

Continuó por el pasillo comprobando al resto de las jugadoras. Se detuvo a mitad de camino, cuando vio a Michelle Stanley sosteniendo su pierna, gimiendo de dolor.

Su mandíbula estaba tensa, mientras sus manos se envolvían alrededor de su muslo superior.

El olor a combustible y humo golpeó sus sentidos, mientras miraba por la ventana. Afuera, en el contexto de la caída de nieve, vio como varias chispas de metal, saltaban de la estructura metálica del negro Escalade.

Los bomberos se gritaban los unos a los otros, mientras el caos frenético de la escena se desarrollaba.

—¡Necesitamos que todo el mundo salga de aquí!

El alto funcionario de piel oscura gritó desde la parte trasera del autobús.

Sus ojos conmovedores llegaron a Brittany, el único adulto de pie en la parte trasera del autobús. Su mirada se dirigió a la camioneta y de nuevo a Brittany.

—Está bien, de una a una—Brittany se dirigió a sus jugadoras—Lo han hecho cientos de veces. Si necesitáis ayuda, sólo quedaros quietas.

Vio como Hanna llevó a Tabby a la parte trasera del autobús, ayudando a su compañera de equipo hacia la salida.

Contó las cabezas que se habían quedado sentadas.

Todavía había seis personas en el autobús.

Burt y Finn habían sido sacados por la puerta delantera.

—Señora, tiene que bajar. ¡Ahora!

Los ojos del oficial, delante de ella, hablaron de la situación peligrosa que se estaba desarrollando al otro lado.

—No hasta que estén todos fuera—se mantuvo firme—Está perdiendo el tiempo, señor. Saldremos todos.

—¡Señora!—el policía insistió.

—Mi papá es contraalmirante y no voy a dejar a mi equipo atrás. ¡Entendido!

La inflexión en su voz reflejó sus años creciendo en un hogar Naval.

El oficial de policía retrocedió, centrando su atención en las estudiantes heridas en el autobús.

Brittany estaba en el asiento de delante de Michelle, mientras le colocaba un inmovilizador. Se volvió y corrió por el pasillo a su asiento.

Necesitaba el maletín de emergencia.

—¡Entrenadora, no me dejes!—la voz frenética de Michelle llenó el interior del autobús.

Encontró el maletín en el suelo, y se apresuró a regresar al lado de su jugadora.

Para cuando volvió, vio a los técnicos sanitarios sacar rápidamente a Michelle del autobús y trasladarla a una ambulancia.

Brittany finalmente salió del vehículo ayudada por el oficial al que se había enfrentado.

—¿Almirante?—preguntó con una ceja levantada en cuestión.

—Y tres hermanos—le dedicó una sonrisa y escuchó el pequeño escape de un silbato.

Su papá era un director financiero jubilado.

El rango de Almirante fue usado porque lo necesitaba en ese momento.

—Esta es una mujer con la que no puedes meterte—Lyle Sands comentó a sus compañeros de trabajo.

Él, en realidad, sentía lástima por las jugadoras si es que alguna vez cabreaban a esta mujer.

Brittany encontró a Finn en una acalorada conversación con el teniente Eckhart del departamento de bomberos. El teniente señaló hacia la camioneta y luego al autobús.

—Señor Hudson, tenemos que dividir a los estudiantes. Simplemente no hay manera de que podamos disponer del mismo hospital para recibir a todos los heridos. He hablado con el Dr. López en Jessup. Aceptaron al conductor del autobús. Condado está recibiendo al conductor del SUV.

—Finn, él está ahí. Uno ER no puede tratar a las víctimas. Iré con Michelle a Jessup. Tú ve al Condado. A partir de ahí ya iremos viendo—Brittany se cerró la chaqueta más fuerte, alrededor de su cuello.

Cada vez estaba habiendo más frío y discutir con el teniente no estaba ayudando.

—Gracias, señorita. Es posible que desee que le revisen su barbilla mientras está en Jessup. Pregunte por el doctor López para coordinar todo lo que necesite entre los hospitales.

Brittany tocó distraídamente su barbilla.

Había olvidado el corte y la contusión, con todo lo que había sucedido.

—Una vez ahí, atenderán a las chicas y podremos avisar a sus padres.

Con un plan puesto en marcha, Brittany se dirigió hacia la ambulancia donde Michelle estaba siendo tratada.

Ella juró que la EMT femenina le había dado un ligero repaso. Con la atractiva entrenadora, dentro de la ambulancia, Dani se quedó fuera de las puertas del autobús, esperando a ser necesarios sus servicios.

La sangre seca en la barbilla de la mujer no le restaba nada a su belleza.

Cabello de color rubio barría su cara por efecto del viento. Sus altos pómulos estaban rojos por el color de las bajas temperaturas. Ahora estaba sentada, cogida de la mano de la adolescente, susurrando palabras de aliento y fuerza.

Fuera de las puertas de la ambulancia, estaba a la espera de tener la oportunidad de hablar con aquella mujer. Después de oír algunas palabras, sabía que se dirigían a Jessup.

Ella había sido asignada al Condado y no quería perder la oportunidad de conocer a la mujer.

—Matt. ¿Te cambiarías conmigo?—pidió a su compañero de trabajo mientras cerraba las puertas.

Él miró a sus pacientes y negó con la cabeza.

—Retrocede Dani. Te juro que eres peor que un chico.

La ambulancia arrancó y se dirigió a Jessup.

Las sirenas estaban en plena marcha mientras la ambulancia se alejaba del lugar del accidente, con Brittany aferrada a la mano de Michelle.

El MT sonrió a la entrenadora, mirando sus manos. Brittany aflojó su agarre, dejando que el hombre le pusiera una vía a la joven. Dejando escapar un profundo suspiro, se apoyó contra el costado de la ambulancia.

Cerrando los ojos, el destello del autobús golpeando al vehículo la seguía persiguiendo.

Deberían haber cancelado el partido.

Deberían haber cerrado la carretera hacia abajo.

Los pensamientos corrían por su cabeza, como un tren a punto de descarrilar.

Levantó sus manos, apoyando su rostro contra ellas.

El dolor de su lesión en la barbilla la hizo estremecerse.

—¿Quieres que te mire eso?—el EMT le preguntó al ver la mueca de dolor.

—Esperaré a que me lo miren en Jessup—giró la cabeza y miró por la ventana, a los copos blancos de nieve que continuaban cayendo.

Tratando de vaciar su mente, de los acontecimientos que habían sucedido en los últimos sesenta minutos, pensó en su papá.

Él estaría orgulloso de ella.

No dejar el barco hasta que todas las jugadoras estuvieran fuera.

No había manera de que el policía la sacara del autobús con sus jugadoras ahí dentro.

Una pequeña risa escapó de sus labios al pensar en lo que Quinn le diría, una vez escuchara la historia.

Seguro que tendría que escuchar a la ojiverde de la Policía de Baltimore.

Incluso la influencia de su amiga Quinn, no habría conseguido sacarla de ese autobús hasta que sus chicas estuvieran a salvo.

—¿Viste lo que pasó?—preguntó el EMT, mientras quitaba el manguito de presión arterial del brazo de Michelle.

—El SUV perdió el control. Nos cortó el paso, en nuestro y Burt...—sus ojos se empañaron de lágrimas, no derramadas, pensando en el conductor—Burt trató de mantener el control del bus, pero el SUV chocó contra la pared y volvió a entrar en nuestro camino—cerró los ojos.

Perdió el patrón de pensamiento, durante un momento, cuando se dio cuenta que podía haber sido mucho peor.

—¿Estaba usted en el otro accidente?

—No, llegué a la escena justo después de su accidente. Creo que Rachel y Mason se llevaron al conductor de inmediato. Puedo preguntarles cuando lleguemos a Jessup.






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—¿Quién es el siguiente?

Revisó la pizarra que servía como sistema nervioso central, en la sala de emergencias.

Santana miró hacia arriba para ver al recepcionista con dos teléfonos contra sus oídos.

La fuerte tormenta de la noche, estaba pasando factura a todo el personal.

Muchas enfermeras y médicos no habían podido hacer el viaje, a través de la tormenta, para llegar al trabajo.

Se dio cuenta que la nieve seguía cayendo y se preguntó cómo volverían a sus casas. Los servicios de emergencia del condado habían presionado a los burócratas para que finalmente lo declararan como “estado de emergencia” y se cerraran las carreteras.

Sólo se permitía el paso a través de las carreteras al personal médico y las fuerzas de protección.

Una vez que declarado el estado de emergencia, el procedimiento estándar era que los Servicios de Emergencia debían enviar a los casos de trauma, a partes iguales, entre los dos centro hospitalarios de la zona, es decir, a Jessup y a el Condado.

Limpió los datos de su último paciente del tablero, esperando a ver qué era lo siguiente en su lista.

Incluso el mejor de su personal administrativo, Sue, cuya conducta habitual nunca se había visto afectada por el ambiente caótico, estaba colgando de un hilo.

Sus largos y delgados dedos se movían rápidamente por las teclas de su ordenador, tratando de obtener toda la información que necesitaban.

Escuchó fuertes voces, que provenían de la sala de espera, mientras observó cómo la cara de un paciente era empujada contra la mampara de cristal.

Dejó caer la carta sobre la mesa y se dirigió a la fuente de aquella conmoción.

Su atención inmediata se centró en una mujer rubia y casi tan alta como ella, vestida con uniforme de policía, que tenía a un paciente contra la pared, sujetándole un brazo por la espalda, lo suficientemente alto como para dislocarle el hombro, si el oficial no tenía cuidado.

Su compañero estaba a su lado intentando razonar con el paciente, a sabiendas de que no sería fácil.

—¡Deja tu mierda machista en la calle Xena!—la voz de Santana retumbó sobre los policías que discutían—Ya tengo suficientes problemas esta noche.

Los dos oficiales se miraron atónitos, mientras la médica cubierta de sangre se acercaba.

El hombre fue retirado inmediatamente de la ventana de plexiglás.

—¿Cuál es su problema, Oficial Fabray?—preguntó mientras se acercaba lo suficiente para leer el nombre, en el uniforme de la mujer rubia, cortado justo por encima de la línea del cuello—Seguro terminas con un esguince en la muñeca.

Fabray arqueó las cejas hacia la médica sin sentido del humor.

—Haré que alguien lo lleve a radiología, y así no dañarás más al sospechoso, en mi sala de emergencia—se dio la vuelta y miró al sospechoso esposado.

Miró a Sue que asintió con la cabeza, y se llevó a los dos policías hacia su escritorio.

Los oficiales lo siguieron hacia el escritorio, con sus sombreros bien ajustados sobre sus cabezas y sonriendo.

—Esa mujer te llamó Xena—Wade Adams, en un ataque de risa.

—Ella está un poco despistada. Soy más como Gabrielle—Quinn silbó entre dientes.

Se sentía como si acabara de ser castigada por la Hermana María Margarita, su maestra de segundo grado.

—Con ojos de color verdes—Wade intervino, mostrando sus brillantes dientes, en contraste con su piel oscura.

Los oficiales se rieron mientras escoltaban a su cargo a un área de espera privada.

—¡Cortina 3!—le gritó a Sue, al pasar junto al mostrador de admisiones, agarrando la tabla que le dejaba.

Había tenido suficiente con los oficiales de la ley.

Dame un respiro, pensó en silencio.

Se llevó una mano alrededor de su cuello dándose cuenta de la cantidad de sangre que cubría su ropa. Con un suspiro, se dirigió a los vestuarios para cambiarse.

No tenía tiempo para esta mierda.



Agarrando una nueva vestimenta, de la bandeja, se quitó la parte superior e inferior sucia y se puso las ropas limpias. Después de una parada rápida, en ropa interior, fue al cuarto de baño para aliviar su vejiga, y se apoyó en el fregadero, mirando su reflejo en el espejo.

Esto tenía que ser el cambio más difícil de su carrera.

Su pelo negro de punta iba de mal en peor, podría haber estado de moda.

Las mejillas hundidas y los círculos oscuros, bajo los ojos, eran signos evidentes de su falta de sueño.

Se salpicó la cara con agua fría, hasta que sus ojos marrones le devolvieron la mirada.

Se preguntó que más le esperaba esa noche.

Necesitaba dormir.

Necesitaba una vida fuera de aquellas paredes bloques de cemento.


“Mi trabajo es mi vida.”


Su mantra por el último par de años.

No me extraña que no tenga vida social y mi última relación terminara mal.

Decidió buscar un nuevo mantra.

Su última relación, un completo desastre que supuso la cohabitación con Dani Farmer, una EMT que trabajaba para el condado, había terminado hacía unos meses.

La paramédica había coqueteado sin parar hasta que finalmente Santana había accedido a salir a una cita con ella. La encantadora rubia paramédica consiguió llevarla a la cama en la primera cita. Avergonzada, después de dieciocho meses, y dos confirmaciones de infidelidades después, Santana puso fin a la relación.

Cuando Dani contaba que su última conquista había sido a la Dra. López.

Ésta se ponía furiosa.

Si ella quisiera salir con toda la población de pacientes o de personal, lo haría por su cuenta, no indirectamente a través de su exnovia.

Su vida social, antes de Dani, consistía en haberse visto con varias mujeres, de forma intermitente, durante unos meses.

Nunca había estado demasiado involucrada.

Nadie había despertado su interés, el tiempo suficiente, para pensar en la posibilidad de una relación a largo plazo. Incluso en la escuela secundaria y la universidad, había estado tratando de averiguar dónde encajaba.

Pasó muy rápido por la escuela primaria.


Se graduó de la escuela secundaria a los quince años. La universidad había sido una pesadilla.

Debido a la diferencia de edad, con sus compañeros de clase, nunca recibió una segunda mirada. En el momento en que tenía diecinueve años, Santana sabía que prefería a las mujeres.

Era difícil, para una adolescente desgarbada, conseguir una cita en la universidad, aún más difícil para una lesbiana.

Vivió la mayor parte de su carrera académica como un patito feo.

Decidió practicar la natación.

Cada mañana, se aventuraba a la piscina del campus. En poco tiempo, se cortó el pelo, haciéndolo más manejable. Su cuerpo empezó a formarse en curvas.

Antes de darse cuenta, que casi no reconocía su imagen en el espejo.

Empezó a salir.

Nada serio, más o menos como si fuera una liberación de tensión.

Le gustaba salir con mujeres, pero nunca pasar demasiado tiempo con ellas.

Solía haber un poco de chispa, pero no el “factor sorpresa” que estaba buscando. Después de unas agradables cenas y necesidades básicas satisfechas, solía romper con ellas.

Debido el poco tiempo que pasaba con ellas, casi nunca sabían a qué se dedicaba. La mayoría de las mujeres, cuando se enteraban que era médico, enseguida trataban de aprovecharse de ello y de su dinero.

No era millonaria.

Vivía muy modestamente.

Su casa era una casa que necesita reparaciones, situada en una zona agradable de Baltimore.

Con Dani, “granjera encantadora” como la llamaban, fue diferente.

Ella se había colado por Santana.

En algún lugar, en los primeros seis meses de noviazgo, Dani había cambiado. Solían tener conversaciones sobre el futuro, y sobre la carga de trabajo de Santana.

Después de varios meses, en verano pasado, se dio cuenta de que Dani ya no estaba tan cerca.

Dejaron de dormir juntas.

Dani dijo que era debido a los malos horarios de Santana, que trastocaban su sueño, por lo que se trasladó a la habitación de invitados. Pronto se convirtió en la rutina de saludarse cuando una se iba y la otra llegaba a casa.

Santana empezó a centrarse más en el trabajo y menos en su relación. Dani estaba más centrada en una enfermera de la Unidad Pediátrica.


En la cuarta semana de julio, Santana cambió su horario y salió más temprano para sorprender a Dani. Después de un mal turno, en el hospital, sintió la necesidad de volver a conectar con su novia.

Nada más entrar por la puerta, oyó ruidos calientes y pesados procedentes de la habitación de invitados. Tumbada sobre la cama de matrimonio, Dani estaba con su nueva novia. Las piernas de la enfermera Peds estaban alrededor de la cabeza de Dani. Los gritos de pasión que provocaba Dani, en su nueva novia, fueron más de podía soportar.

Inclinó la cabeza, debería haber escuchado a Rachel, su mejor amiga y EMT, que había trabajado con Dani. Tendría que haber recordado el consejo de su amiga, de no involucrase seriamente con Dani. Encontrar a la EMT y a la enfermera en la agonía de la pasión fue la gota final.

Los rumores que circulaban por todo el hospital, y que se había negado a escuchar, sobre su carismática y atractiva novia, cayeron como una losa.

Rachel había trabajado con Dani durante un unos cuantos años, sabía cómo era, y había tratado de advertir a Santana para que tuviera cuidado.

Rachel le había insistido, demasiadas veces, sobre las actividades adicionales de Dani.

La enfermera Dani estaba al tanto de la relación entre Santana y Dani, y gritó cuando vio a la médica, de pie a los pies de la cama. Una acalorada discusión se produjo, con Dani sosteniendo una sábana contra su cuerpo desnudo.

La enfermera hizo una salida rápida, recogiendo su ropa y salió por la puerta.

Cuando Dani trató de seguirla, Santana tiró de la sábana.

Quería que Dani soportara la vergüenza por lo que estaba haciendo, pero ésta sostuvo la sábana, apretada contra su pecho, mientras llamaba a la otra mujer que huía.

En ese momento, Santana se dio cuenta de lo cansada que estaba.

Se dio cuenta de que quería que su novia se fuera.

Preferiblemente desnuda.

Finalmente, soltó el agarre y dejó libre a la mujer.

—Sólo lárgate—Fueron las últimas palabras que le dirigió.


De pie en la puerta, vio cómo Dani subió a su coche con la enfermera y se fue.

Las sábanas de algodón egipcio habían sido un regalo de cumpleaños de Dani, un regalo que ya no tenía ningún valor.

Dani le había roto el corazón.

Esa misma tarde, se había llevado todas sus cosas, mientras ella esperaba en su porche trasero, viendo los fuegos artificiales, llorando y bebiendo hasta terminar totalmente borracha.

En las semanas siguientes a la ruptura, Santana recuperó el tiempo perdido, saliendo con cualquier persona que se le ponía delante.

Cuando comenzó a salir con una enfermera, Elaine, del servicio de cardiología, la aventura ocasional se convirtió en un caso de acoso completo.

Elaine solía “dejarse caer” la sala de urgencias todo el tiempo, tratando de pasar todo su tiempo con Santana. Su posesividad y celos empezaron a interferir con el trabajo de Santana, y el cuidado de los pacientes. Al final, no le quedó más remedio que presentar una denuncia ante el departamento de Recursos Humanos.

Justo antes de Acción de Gracias, oyó que Elaine había sido despedida por su falta de rendimiento. Decidió no volver a salir con ningún miembro del hospital.

No había vuelto a tener una cita desde el incidente con Elaine.

Paranoia y desconfiada, decidió que su mejor apuesta era permanecer desesperadamente sola. Había pasado bastante tiempo desde que se había acostado con alguien.

No era extraño que sus sueños se estuvieran volviendo más y más eróticos.

Tenía que salir y encontrar a alguien para terminar con ello.

Sólo sexo anónimo, sin ningún tipo de compromiso.



Echó un vistazo a su reloj, la noche todavía era joven y la sala de espera aún estaba llena.

Tenía que empezar a moverse.

Se había tenido que cambiar tres veces de ropa.

No podía esperar a que su turno terminara.

La noche estaba siendo demasiado larga.

Cogió una nueva tabla de la ranura, en la pared, junto a la puerta. Abrió la puerta de madera, de una sala común con cuatro camas.

Miró a la chica que estaba llorando.

La chica tendría unos dieciséis o diecisiete años.

Justo lo que no necesito.

Santana no era muy paciente con las mujeres que lloraban, y ésta parecía no terminar.

Acostada en la cama más cercana a la ventana, la joven parecía estar mirando hacia el exterior, donde la nieve seguía cayendo.

—Hola. Soy la Dra. López. ¿Está usted...?—miró la tabla para buscar el nombre de la paciente.

El diagnóstico era “fémur izquierdo roto”, Stanley, Michelle. Cogió la radiografía de encima de la cama, mirándola contra la luz de fondo, que empezó a parpadear durante un par de segundos.

Ahora tenía toda la atención de la adolescente.

—¿Tus padres están aquí?

—No. Nos estábamos de camino a casa desde un partido de baloncesto. Algún idiota nos cortó el paso y se estrelló.

El comentario venenoso y la ira de la adolescente la tomaron por sorpresa.

Esta joven tenía más que una pierna rota.

—¿Ganaron el partido?

—Sí.

La pregunta fue contestada por la rubia, totalmente agotada, que entró en la habitación.

—Personalmente, me hubiera gustado perder el partido a tener herida a alguien.

Santana dejó de mirar a su paciente, para volverse hacia la figura que había entrado en la habitación.

La mujer tenía unos treinta años, y era muy atractiva. Su pelo rubio largo estaba recogido en una coleta, que le llegaba hasta los hombros. Tenía un corte en la barbilla y una hinchazón debajo de los ojos.

Seguro que también habría tenido un día de lo más estresante.

—Por la radiografía puedo ver una rotura. Posiblemente un pedazo de su hueso—pasó la punta de su pluma sobre la línea en el fémur destacando la rotura.

La mujer se acercó para ver la radiografía.

El dulce aroma de cítricos y flores llenó los sentidos de Santana. Supuso que la fuente de ello, era simplemente el perfume de la mujer o su champú.

Se volvió para ver la preocupación en los ojos azules de la mujer a su lado.

—¿Podré volver a jugar de nuevo?—la voz de la joven sonó muy débil, a la espera de la respuesta de la doctora.

—Sí, pero no este año. Lo siento. Pero parece que el de hoy ha podido ser tu último partido de la temporada—sabía que no era lo que su paciente quería oír, pero rara vez lo era—Lo siento mucho—se trasladó al lado de la cama y puso su mano en la pierna sana—Tu mamá—hizo un gesto hacia la mujer al final de la cama—Puede que quiera que un especialista revise las radiografías de mañana o el lunes.

—Discúlpeme—la mujer miró a Santana.

Sus ojos eran de color azul y parecían bailar sobre el rostro de Santana, perforando su alma.

—Soy su entrenadora, no su mamá—le explicó, esperando que la médica no pensara que tenía edad suficiente para tener una hija de diecisiete años.

—Pido disculpas. Sólo pensé que usted era uno de los padres—dejó de hablar antes de volver a meter la pata—Ha sido un día largo, entrenadora—le tendió la mano—Santana López.

—Brittany Pierce. ¿Dra. López?

Brittany vio como la morena doctora asentía.

—El Teniente Eckhart me dijo que preguntara por usted. Nos vimos implicados en un accidente de tráfico. El equipo. El bus. Oh mi Dios—Brittany se llevó la mano izquierda a la frente.

Santana se fijó, enseguida, que la mujer no llevaba ningún anillo de boda, en su dedo anular, mientras escuchaba una serie de palabras que volaban de los labios fruncidos de la entrenadora.

Parecían muy besables, y Santana estaba teniendo ciertos problemas para concentrarse en lo que le estaba diciendo.

—Espera, espera.

Levantó las manos, mientras la morena continuaba vomitando grandes cantidades de información, durante ese corto lapso de tiempo.

—Habla más despacio. ¿Qué necesitas?—pregunto mientras su mente corría.

¿A mí?

Seguro que estaría feliz de…


Sacudió esos pensamientos, nada profesionales, de su cabeza, y levantó los ojos oscuros para satisfacer el color azul ahora celestes de la entrenadora.

¿Con qué rapidez cambiaban de color?

Todavía eran azules, pero un color más ligero, más penetrante, como si fueran las nubes de una tormenta.

—Tengo que conseguir enviar todo esto al hospital de Condado—Brittany levantó una pila de papeles.

Los suaves ojos de la médica miraron la pila.

—Por supuesto.

Asintió y le indicó a Brittany que la siguiera, mientras le abría la puerta a la mujer de cabello rubio. Mientras caminaban por el suelo de baldosas blancas del pasillo, estudió a la entrenadora.

Era un poco más alta que ella.

Santana estaba más delgada, por las largas horas de trabajo y por no comer adecuadamente. El café y la adrenalina se habían convertido en su rutina, frente a sentarse y tener una comida o un aperitivo.

La entrenadora parecía saludable y en forma.

Con una estrecha cintura y una masa muscular amplia, en un cuerpo atlético pero muy femenino.

—¿Eres la única entrenadora o son más?

—Sí, Finn, que es mi entrenador asistente. Se fue con las otras chicas a Condado. ¿Hay algún teléfono que pueda usar? Sé que no podemos usar los móviles aquí dentro, pero tengo que conseguir localizar a los padres…

Fue interrumpida por la risa suave de la figura a su lado.

Brittany se detuvo y puso una mano en la cadera.

—No veo el humor en esto.

—Sra. Pierce ¿se da cuenta que ha dicho más de treinta palabras seguidas sin respirar?—hizo una pausa y miró a los ojos azules clavados en ella—Va a ser mucho más eficaz, si para un momento y toma un respiro. Por favor dígame que usted no enseña Inglés.

—Biología.

El susurro de una respuesta vino de la profesora - entrenadora.

La respuesta hizo que las comisuras de los labios de Santana giran hacia arriba.

Sus ojos se encontraron de nuevo.

Santana podía sentir el calor que subía por su cara, y recorría todo su cuerpo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que Dani se había mudado?

¿Cuándo fue la última vez que había sentido algo parecido?




Llegaron a la mesa de admisiones, que parecía estar en un caos total.

—No es bueno. Ven por aquí. Vamos con el Plan B.

Mantuvo abierta la puerta de las escaleras y subió al siguiente piso. Al otro lado del pasillo de las escaleras y tres puertas más a la izquierda, una placa con el nombre Dra. S. López colgaba junto a la puerta.

Deslizando la llave sobre la perilla, se volvió y abrió la puerta de madera maciza de roble, revelando una gran oficina cómoda. Junto a la ventana había un gran escritorio, hecho de madera de cerezo, así como un unas estanterías, a juego, donde se alojaban numerosos libros de tapa dura y aglutinantes de la información médica.

Completando el set, había una mesa redonda pequeña con cuatro sillas, cerca de la puerta con la última AMA en el centro. En virtud de la gran ventana, había numerosas plantas que podrían haber sido muestras de agradecimiento de familias o pacientes.

Caminó hacia el aparador donde había una pequeña máquina de café y una jarra de agua. A lo largo de la pared, había un gran sofá acolchado que seguramente sería usado por la médica.

—Hay una máquina de fax ahí, detrás de la pared. También un pequeño cuarto de baño, por si lo necesita. Siéntase libre de utilizar el teléfono y el sofá si lo desea. Si quiere café, este no es malo. Sabe cómo el cielo en comparación con el chapoteo de la cafetería.

—No quiero molestar.

Brittany se sentía como una intrusa en el espacio personal de la médica.

—Esta noche ha sido dura para todos. Creo que mi Secretario de Admisión está a punto de matar a alguien, así que por favor, me siento mucho más segura con usted aquí.

No dudó en dejar que la entrenadora atractiva usar su oficina privada.

En los años, que llevaba en el hospital, nunca se sintió en la obligación de dejar a nadie en su oficina.

Admítelo López, crees que es atractiva. Heterosexual, pero muy atractiva.

Suspiró, sabiendo que sus pensamientos eran ciertos.

—Siéntese como en su casa. Creo que hay un sándwich club en la nevera si está desesperadamente hambrienta. Lo siento, eso es todo lo que tengo que ofrecer—el localizador en la cadera de Santana empezó a sonar—Mierda—murmuró mientras miraba la lectura. La buscaban en urgencias—Me tengo que ir.

Se despidió de la otra mujer, se dirigió escaleras abajo con el sonido de una ambulancia entrando en la bahía.

—¡Herida de bala en la cabeza!—gritó un EMT por el pasillo, tan pronto como Santana llegó a su lado.




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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Sáb Abr 23, 2016 5:47 am

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 23, 2016 6:47 am

hola, me encantan los capitulos son mas largos que los habituales, estoy fascinada.
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Mensaje por Susii Sáb Abr 23, 2016 9:32 am

Uuuuh$-$ esto esta muy bueno! Quiero mas@-@
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Mensaje por micky morales Sáb Abr 23, 2016 10:38 am

Buenisimo todo lo que va de la historia, aunque esas mujeres en torno a Brittany lucen como muy desesperadas, pero ya conocio a la que interesa realmente solo falta que se convensa que podrian verse muy bien juntas!!!!!
micky morales
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Mensaje por 3:) Sáb Abr 23, 2016 1:21 pm

hola morra,...

intenso el choque,..
el primer encuentro y san ya quedo en la nube jajaj
muy formal todo en el entorno de britt,..

nos vemos!!!
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Mensaje por 23l1 Sáb Abr 23, 2016 7:31 pm

monica.santander escribió:[Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo 1206646864 [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo 1206646864 [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo 918367557



Hola, jajajaaj si son las caritas que causan las brittana jajajajaja. Saludos =D




marthagr81@yahoo.es escribió:hola, me encantan los capitulos son mas largos que los habituales, estoy fascinada.



Hola, jajajaja si, si que lo son xD jajajajajajaja, bueno espero y siga así jajajaja. Saludos =D





Susii escribió:Uuuuh$-$ esto esta muy bueno! Quiero mas@-@



Hola, jajajajaja espero y siga así entonces jajajajjaja. Aquí el siguiente cap! Saludos =D





micky morales escribió:Buenisimo todo lo que va de la historia, aunque esas mujeres en torno a Brittany lucen como muy desesperadas, pero ya conocio a la que interesa realmente solo falta que se convensa que podrian verse muy bien juntas!!!!!



Hola, vamos bn entonces jajajajaja. Jajajajajajaja eso parece jajajajajaja. JAjajajajajaja osea como, no¿? jajajajajaja. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,...

intenso el choque,..
el primer encuentro y san ya quedo en la nube jajaj
muy formal todo en el entorno de britt,..

nos vemos!!!



Hola lu, uyy si =/ JAjajajajajajaja esk como no¿? jajjajjajajaja xD Es profe, no¿? jajajaja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 3

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 23, 2016 7:33 pm

Capitulo 3


Después de devolver el teléfono a su soporte, Brittany se pasó las manos por el pelo en señal de frustración.

Hizo una mueca cuando tocó un punto sensible por encima de su oreja derecha.

Debía haberse golpeado bastante fuerte contra la ventana.

¿Qué decía su papá?

Que tenía la cabeza muy dura.

Finalmente había hablado con Finn, obteniendo noticias de Allison. Estaba muy agradecida en Jessup, siendo tratada como una reina, en lugar de en Condado, donde Finn fue acusado de ser un pedófilo.

El personal del hospital había estado haciendo preguntas acerca de su relación con el equipo.

¿Por qué estaba solo con todas aquellas menores de edad?

En su mayor parte, las chicas estaba asustadas, sus lesiones eran mínimas.
La pierna rota de Michelle era la peor lesión del equipo. La había puesto en una cama de hospital, en una suite privada.

Su papá, Geoff Stanley tenía mucho poder en la ciudad, y había sido capaz de llegar al hospital a pesar de que las carreteras estaban cerradas.

Además de la información, recibida de Allison, Tabby había necesitado seis puntos de sutura en la mano y estaba en un dolor extremo.

Hanna se había dislocado el hombro, y se lo habían colocado, en su lugar, en la sala de emergencias. La joven se había desmayado del dolor y la habían tenido que sedar.

La principal preocupación de Brittany era Hanna.

Sabía que la señora Marin era mamá soltera y trabajaba en más de un sitio.

Esperaba que pudiera llegar al hospital.

Las carreteras, en toda el área de Maryland, habían sido cerradas justo después del accidente.

Brittany estaba agradecida por haber estado en la I-195 y I-95 no. Aquella carretera hubiera dado todavía más problemas.

Los padres desesperadamente buscaban formas de recuperar a sus hijas, después de averiguar que estaban sanas y salvas. La mayoría un poco golpeadas y magulladas, pero en su mayor parte sanas.

Excepto Burt.

Se preguntó qué había pasado con el conductor del autobús. Se lo habían llevado tan rápidamente de la escena del accidente.

No estaba segura de a qué hospital había sido enviado.

Recordó a una EMT diciendo algo sobre enviar al conductor a Jessup. Esperaba que él estuviera a salvo, aunque no parecía estar bien en el accidente.

Su esfuerzo heroico los salvó de ser gravemente heridos, el autobús podría haberse volcado o salido fácilmente de la carretera, si no hubiera sido por su pericia al volante.

Tal vez le preguntaría a la Dra. López para ver si él estaba en Jessup.

La Dra. López había sido muy amable con ella. Asegurándose de que estuviera bien cuidada.

Sonrió por un momento.

No había sentido demasiada calidez en la voz de la médica, aunque su tacto le había puesto la piel de gallina.

Una vez más, estaba agradecida por estar en Jessup y no en Condado, donde Finn estaba aguantando ser criticado.

Después de contactar con todos los padres, decidió llamar a su mamá.

El timbre de la línea sonó de nuevo en su oído. Al tercer tono, la llamada fue atendida.

—¡Britty!

La voz frenética de Whitney Pierce llegó a través del receptor.

—Mamá, estoy bien.

Sintió una oleada de mareo, por un momento.

Se agarró al borde de la mesa de madera mientras esperaba que la extraña sensación pasara.

—Un pequeño rasguño en el mentón, nada grande. Algunas de las chicas no tuvieron tanta suerte.

Pasó a explicarle lo ocurrido.

—¿Cariño cómo irás a casa?

Brittany se volvió para mirar por la ventana.

La nieve se había aligerado pero todavía seguía cayendo.

Realmente no había pensado en eso.

Su coche estaba en el aparcamiento de la escuela secundaria, seguramente con una capa de nieve en la parte superior del mismo.

—Puedo ver si Q está de servicio. Ella podría ser capaz de venir a buscarme por la mañana.

Desvió los ojos hacia el sofá de la oficina.

Parecía cómodo.

Pensó en el infierno que estaría pensando Finn, sentando en aquellas sillas de plástico duro.

—Bueno, quédate ahí si no puedes llegar a casa. Oh, tu foto del anuario y algunos de los vídeos del torneo de las vacaciones han sido publicadas.

Brittany se encogió de hombros.

Pensó en la foto.

No era una de sus mejores.

Cualquiera de sus amigas las vería y se reirían.

Se preguntó si podría desaparecer.

Su cabello estaba muy abultado.

No recordaba cuándo había sido tomada la foto, pero sabía que tenía que haber sido algún día de mucha humedad.

Terminada la llamada con su mamá, se puso de pie y se dirigió al aparador.

¿De verdad quiero otra taza de café?

La médica tenía razón, era mucho mejor que el líquido negro de la cafetería.

En su espacio privado, Santana López no revelaba mucho sobre sí misma.

Sólo unos pocos artículos personales estaban esparcidos por la oficina. Un diploma de la Escuela de Medicina del Estado de Maryland colgada en la pared, debajo de él, un título de licenciatura de la Universidad Estatal de Lima, en Ohio.

Pasó la mano por el año de graduación.

Un cálculo matemático rápido, decidió que la médica se veía muy bien para su edad.





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La enfermera Spencer Hastings entró en la habitación de suturas y recibió una sonrisa amable de la Dra. López, mientras cosía la cabeza de un pandillero nervioso.

—Spencer, ¿me puedes hacer un favor?

Santana bateó sus suaves ojos oscuros a la enfermera, que conocía desde hacía años, sabiendo que podía contar con ella.

—¿Has visto esto?

La respuesta era lo que Santana esperaba, así que en un rápido destello, un kit de utensilios apareció delante suya y del paciente.

—Lo he visto Spencer. ¿Qué es eso que estoy cosiendo al Sr. Biggy?

Con el comentario, el hombre negro joven mostró su parrilla de plata a la enfermera corpulenta.

Santana rio ante la reacción de la enfermera por los dientes del paciente.

—Tengo un invitado especial usando mi oficina. ¿Puedes comprobarlo?

Escuchando la petición para ir a la consulta de la médica, la enfermera la miró como si estuviera loca. Cuando Santana la miró fijamente, levantando una ceja, la enfermera le despidió con un gesto de la mano.

—Sólo para que lo sepas. No voy a estar haciendo recados personales para ti.

—Ella estará a la altura. No puede estar sin saber lo que está pasando—Santana prestó atención a su paciente—Debería mantenerte alejado de los problemas—golpeó su dedo sobre la herida en la frente del adolescente—Tuviste suerte esta vez.

Santana había tratado a Biggy en más de una ocasión.

El Dr. Martínez quería entregar al adolescente a la policía.

Después del incidente, en el área de tiraje con la policía, Santana no quería más problemas esa noche. Biggy era un buen chico, sólo estaba viviendo con opciones muy limitadas.

Su mamá, adicta al crack, había dejado a Biggy al cargo de sus tres hermanos. Él hizo todo lo posible para mantenerlos juntos y fuera de problemas. Pero debía ganarse la vida en las calles, haciendo lo que tenía que hacer para mantener un techo y comida en la mesa de sus hermanos.





Spencer pulsó una serie de dos botones del ascensor. Su zapato blanco golpeó impacientemente contra la baldosa.

¿A quién habría dejado usar su oficina, la Dra. López?

Esta noche estaba siendo una locura, pero a pesar de ello, nunca había dejado a otra persona utilizar su espacio personal de trabajo.

Cuando llegó al segundo piso, del ala administración, se dio cuenta del extraño silencio en comparación con el caos de la sala de emergencias.

Golpeó ligeramente en la puerta de madera, y asomó la cabeza para ver al invitado sentado, en el escritorio, con el teléfono pegado a la oreja.

Reprimió una sonrisa.

El invitado había resultado ser una mujer.

Una mujer muy atractiva.

Se aclaró la garganta, cuando la mujer alzó los ojos.

Tan pronto como puso los ojos sobre la invitada, comprendió por qué a Santana le había ofrecido su oficina.

Santana era muy inteligente a la hora de tratar y diagnosticar pacientes. Pero cuando se trataba de su vida personal, la morena actuaba sin sentido.

Dani, era un inútil pedazo de basura que arrastró a Santana y su reputación sobre las brasas durante los últimos seis meses.

Había estado jugando con su doctora preferida.

No podía esperar para coger a la EMT en la calle en alguna parte.

La cogería y abofetearía en la cara.

—¿Señorita?—esperó a que la visitante la reconociera—Soy Spencer Hastings—enfermera jefe observó cuando la mujer sonrió, a modo de saludo—La Dra. López me pidió que viniera para ver cómo está. ¿Necesita algo?

—No, pero gracias por preguntar. He podido localizar a todos los padres de mis estudiantes, y enviar por fax los formularios de consentimiento para Condado. Por favor diga a la Dra. López la agradecida que estoy porque me dejara usar su oficina.

—No puedo recordar, en los años que ha estado aquí, que ella haya permitido a alguien que use su espacio. Consiguió esta oficina a los dos años de empezar a trabaja aquí. ¿Considérese afortunado señorita?

Hizo la pregunta que estaba deseando hacer.

Brittany puso de pie y le tendió la mano a modo de saludo.

—Pierce. Brittany Pierce, soy profesora y entrenadora del equipo de baloncesto que se vio implicada en el accidente de autobús.

Spencer se acercó a la otra mujer, tomando la mano que le ofrecía.

Había estado en la oficina un par de veces. Un puñado de fotografías y algunos objetos personales estaban esparcidos alrededor de la oficina. Se fijó en las fotos alineadas a lo largo de la estantería. En su mayoría fotografías del personal y amigos de la médica.

Cogió la foto en que salían Rachel y Santana en el lago.

Estaban vestidas con ropa de sport, gafas de sol metimos en la parte superior de la cabeza de Santana, con Rachel plantando un beso juguetón en la mejilla de la médica.

Era bien sabido que la Dra. López prefería a las mujeres. Al principio había una gran cantidad de comentarios, por parte del personal del hospital, pero terminaron una vez empezaron a trabajar con la médica.

Todos la respetaban.

—Créeme, lo sé. Mi entrenador asistente se encuentra en el hospital Condado en una silla de plástico duro al lado de un teléfono público.

Las dos empezaron a reír cuando Brittany giró la cómoda silla de oficina, en un movimiento nervioso mientras permanecía de pie detrás de ella.

Spencer hizo un gesto de aprobación de la mujer valiente por la silla de Santana.

Podía ver por qué la médica había ofrecido su oficina a esta mujer.

Tal vez si las cartas estaban en lo cierto, la médica podría encontrar un poco de suerte en su vida personal.

Brittany pensó lo que la enfermera la acabada de decir.

—¿La doctora López lleva trabajando aquí diez años? No parece tan mayor.

Dejó de hablar al darse cuenta de que la enfermera con el pelo castaño y los ojos marrones la estudiaba.

—Sí, lleva aquí ocho años. Ella no es un pollo de primavera. Esa mujer sabe mucho. He estado con ella desde el primer día en que puso un pie en la sala de emergencias. Estaba totalmente asustada.

Brittany se rio, de todo corazón, con la visión de la jefa de enfermeras le estaba dando, aunque captó su sabia mirada.

—Me resulta difícil imaginar a la doctora asustada.

Brittany se unió a Spencer delante de la estantería.

La foto de la doctora con una mujer linda besándola en la mejilla era hermosa.

Había un brillo en sus ojos y una cierta mirada traviesa.

Se la veía feliz.

Se preguntó si la mujer de la foto era algo más que una simple amiga. Su gaydar había comenzado a hacer ping, fuertemente, cuando entró en la habitación de Michelle Stanley y vio la figura impresionante mirando la radiografía.

—A veces, ella todavía lo está, cuando se trata de la vida fuera de este edificio—Spencer dijo mientras dejaba la foto en el estante—No estoy segura si la Doctora tendrá algo de tiempo libre esta noche. Parece ser una noche completa para todos nosotros. Las autoridades han cerrado los caminos y Condado no está aceptando más pacientes. Sólo quedamos nosotros—le explicó con orgullo, la carga de atender a tantos pacientes como fuera posible.

Ellos nunca cerraban las puertas.

—Es posible que desee aprovechar el sofá. No creo que pueda irse a ningún lado por un tiempo.

—Gracias enfermera Hastings—le dijo, mientras la mujer salía.

Cogió la foto y suspiró.

Parecían estar en una relación.

Examinando la foto más cerca, se preguntó dónde fue tomada.

El fondo le recordaba a la zona alrededor de la cabaña de Maxie.

Seguramente su mamá aprobaría una relación con una médica.

No importaba con quién saliera con Brittany.

Whitney Pierce rara vez aprobada las relaciones de su hija.

Tal vez su mamá reaccionaría de forma positiva, si empezara a salir con una médico.

En la mayoría de las demás fotos, pudo ver caras conocidas del personal del área de emergencias.

Una muy hermosa Santana estaba vestida con un vestido ajustado, de color salvia, con su brazo envuelto alrededor de un muy apuesto hombre de pelo oscuro, vestido con un esmoquin. Un cartel que anunciaba, Campaña de Derechos Humanos, colgaba detrás de ellos con una fecha de hacía dos años, en la parte inferior derecha de la foto.

El hombre le resultaba familiar, pero no podía ubicarlo.

Echó un vistazo a los números digitales rojos del reloj.

Once treinta.

¿De dónde había ido el día?

Miró a la nieve que caía y luego hacia el sofá.

Al parecer no iría a ninguna parte pronto.

Se quitó los zapatos y se tumbó en el sofá.

Cerró los ojos.

El accidente brilló en el ojo de su mente.

Se enderezó en el sofá.

¿Cómo iba a dormir?

¿Sus jugadoras tendrían el mismo problema?


Frotándose los ojos azules lo intentó de nuevo.

Tirando de su chaqueta sobre el pecho, se acomodó en el sofá y cerró los párpados, rezando para que aquellas visiones se alejaran de su mente.






*************************************************************************************************************





La luz del pasillo se filtraba a través de la habitación oscura, cuando Santana entró en su oficina.

Según el reloj digital, el día estaba cerca de amanecer, aunque el sol parecía no querer salir esa mañana.

Su atención se dirigió a la forma acurrucada en el sofá.

Una cazadora de cuero cubría a la profesora como una manta. Maldijo, debería haber enviado una manta a su invitada. Fue al armario y localizó una toalla limpia. Se acercó a la figura durmiente, que cubrió sobre la cazadora.

No era mucho, pero era mejor que nada.

Retiró la silla de la mesa. Se quitó las zapatillas, levantó las piernas sobre la superficie plana de la madera de cerezo. Cerró los ojos, se echó hacia atrás, apoyándose en la silla de cuero y rápidamente se quedó dormida.






Un grito llenó la oficina, sacando a Santana de su sueño.

Desorientada por un momento, perdió el equilibrio en la silla, hacia atrás, cayendo sobre su espalda.

—Oomph.

Un chillido estridente escapó de los labios de la médica. El grito la había sobresaltado, y su reacción instintiva la había llevado al suelo de su oficina.

Lentamente miró a su alrededor.

Todo estaba correctamente.

El cuerpo de la entrenadora se balanceaba adelante y atrás, liberando pequeños suspiros mientras lo hacía.

Sabía que la entrenadora Pierce había estado involucrada en un accidente de ayer.

Al caer la tarde, se dio cuenta que había tratado a los heridos más graves, causados por el accidente de autobús. Brittany y los estudiantes habían resultado con las lesiones menos graves.

Cuando los gritos se hicieron más fuertes, Santana se acercó de rodillas a la otra mujer que, al parecer, estaba experimentando un ciclo REM bastante malo.

—¡Hey! ¡Sra. Pierce!

Se sentó en el borde del sofá y tiró del brazo de la entrenadora. Esta se dio la vuelta, con los ojos muy abiertos por el miedo. Se lanzó a los brazos de Santana y su cuerpo se vio envuelto en un abrazo.

Sostuvo a la mujer asustada en sus brazos, frotándole las manos por la espalda para mayor comodidad. El cuerpo de la entrenadora se sacudía de miedo, mientras Santana susurraba palabras para calmar sus pesadillas.

Así continuaron hasta que la entrenadora pareció empezar a calmarse.

Sentada ahí con Brittany en sus brazos, Santana le siguió acariciando la espalda, tratando de memorizar el paisaje suave. La culpa tiró de su conciencia, ya que estaba disfrutando del momento y de la sensación de aquel cuerpo caliente y suave presionado contra el suyo.

Se echó hacia atrás para estudiar a la otra mujer que parecía estar todavía dormida.

Tenía los ojos cerrados, pero Santana podía visualizar sus azules y tormentosos iris.

Acomodada contra el resto del brazo, Brittany se acurrucó contra su pecho, recibiendo un sentimiento desconocido de la paz a través de su cuerpo.

Santana disfrutó de la sensación y se relajó.

Se quedó dormida en el instante en que cerró los ojos.






Un zumbido lejano se infiltró a través del sueño que estaba disfrutando, el ruido persistente se unió a la ligera vibración contra su cadera.

Volviendo a sentir todos sus sentidos completos, sintió un peso contra su pecho.

El rostro blanco de la otra mujer estaba presionado contra la curva de su pecho. No le importaba la presencia de Brittany, pero sabía que la mujer estaría avergonzada de su actual posición.

Tratando de no despertarla, levantó las caderas un poco para crear espacio.

La profesora inmediatamente tiró de ella, deslizando su muslo entre las piernas de Santana, presionando contra su núcleo.

¡Jesús!

Santana se mordió el labio inferior.

Su libido se disparó, sintiendo a la atractiva mujer, envuelta alrededor de su torso, empujando contra ella sin proporcionar ningún tipo de alivio. Un jadeo debió habérsele escapado porque Brittany abrió sus ojos clavándolos en los negros suaves de Santana.

El destello en los ojos de la profesora desapareció rápidamente cuando se dio cuenta de cómo estaba colocada.

—¿Ahí? Estoy… ¿Cómo?

—Estabas teniendo una pesadilla—se movió cuando Brittany separó su cuerpo de ella—Sólo vine a asegurarme de que estabas bien, y bueno, el cansancio se hizo cargo del resto.

Estiró su brazo, tratando de conseguir que la circulación volviera a la extremidad.

Brittany se sentó, llevando sus manos al cabello para ahuecarlo. Sus ojos se dirigieron a la ventana, hacia la luz que brillaba a través de ella. Su mirada cayó sobre la silla de la oficina, volcada detrás del escritorio.

—¿Que ha pasado?—preguntó mientras se volvía hacia su compañera de asiento.

—Estaba durmiendo en la silla y me caí—sintió el aumento de calor en sus mejillas.

—¿Estás herida?

—Sólo mi orgullo—pasó la mano por su cadera, agarrando el localizador de su lado. Bostezó y miró a la lectura—Tengo que hacer una llamada—se puso de pie y su espalda y rodillas empezaron a sonar, como si fueran a romperse—Te he traído algo de ropa limpia para que te pongas, si quieres.

Apilado en el centro de la mesa había un conjunto de ropa del hospital, de color verde.

—¿A qué hora volviste?

—Hacia las cuatro. No está mal, he podido dormir tres horas—sus ojos miraban hacia el reloj digital—Si puedo llegar a casa, tengo un par de días libres para poder descansar—se acercó a la mesa y cogió el teléfono—Soy la doctora López.

Escuchó la voz en el otro extremo.

Sus ojos se desviaron hacia la otra mujer, que todavía estaba en su sofá.

—Gracias. Se lo haré saber.

Se rio y colgó el teléfono.

—Parece que eres una persona muy popular. Hay un policía y un papá buscándote. No estoy segura de si estás en problemas o no señorita, pero es posible que quieras ver quién te está esperando en el vestíbulo.

Se volvió hacia la ventana mirando los picos blancos que cubrían el paisaje.

Por una vez, estaba agradecida por tener un SUV.

Se volvió hacia Brittany.

¿Sería verdad?

La profesora, obviamente tenía a gente preocupada por ella y que la esperaban. Un par de horas de mimos, hacia esa mujer, le serviría como una imagen duradera en su memoria.

—Bueno, si yo no te veo, buena suerte con la temporada, entrenadora.

—¿Ah, sí?—Brittany se levantó, deslizando al suelo la toalla blanca, que la había estado cubriendo—Umm… gracias Dra. López. No sabes lo mucho que me has ayudado—se agachó para recogerla, a la vez que Santana había lo mismo.

Sus cabezas chocaron, cada una dando un pequeño gemido.

—Esta fue una mala idea—Santana dijo mientras se llevaba una mano a la frente.

Brittany dobló la bata blanca y se la entregó.

—Me alegro de que tú y tu equipo estéis bien—cogió la bata y la guardó en el armario al lado del baño—Si necesitas algo, no dudes en llamarme—agarró el estetoscopio de la mesa y se dirigió a la puerta de la oficina—Ha sido un placer conocerte, Brittany.

—Santana, Dra. López—Brittany la llamó cuando ésta salía por la puerta—Todavía tenemos un par de partidos más, esta temporada, si te apetece.

Puso los ojos en blanco, sabiendo lo que ninguna persona, en su sano juicio, podría disfrutar viendo un partido de una escuela de niñas “venir a vernos jugar.”

—Lo pensaré—dijo mientras miraba a la barbilla de la profesora—Me hubiera gustado haberte revisado eso antes—se acercó y le tocó la herida—Quién te hizo esta cura debe volver a la escuela.

—Lo hice yo—Brittany admitió—Urgencias era una locura, y no quería molestar a nadie, simplemente con esto.

—No habría sido una molestia. Es posible que te quede una cicatriz—sacó su luz pluma de su bolsillo—Siéntate—era una orden más de una solicitud—¿Cómo te lo hiciste?

Dirigió a la ojiazul hacia la silla. Acercó la pequeña luz y la dirigió a los ojos. Le cogió las manos y las pasó a lo largo de los lados del cráneo de Brittany.

Esta retrocedió cuando Santana tocó un punto sensible.

—¿Te golpeaste en la cabeza?”

—Contra la ventana.

Le confesó.

Se sentía bien.

El mareo en el accidente no había vuelvo a tenerlo.

—Estaba un poco mareada en el accidente, pero yo...

—Deberías haber dicho algo. Podrías tener una ligera conmoción cerebral—la reprendió—¿Te espera alguien en casa?

Su cara se ruborizó.

Su preocupación profesional por el bienestar de la mujer podría haber sido malinterpretada.

—Nop. Mis padres viven en Silver Springs. Tengo un par de hermanos y algunos amigos, pero no hay nadie en casa—sonrió burlándose de ella—¿Y tú?

—¿Qué?—dio un paso atrás, al ver aquellos relucientes ojos azules mirándola.

—He visto algunas de tus fotos y te veo bien con la morena.

Santana miró las fotos en su escritorio.

—Quiero decir, pareces feliz.

—¿Ah, sí?—dijo Santana mientras se recordaba aquel día, en que ella y Rachel estaban en Deep Creek de acampada con un grupo de amigos—Esa es Rachel. Somos buenas amigas. Ella podría estar abajo. Incluso creo que trabajó en tu accidente de ayer por la noche.

—Burt—Brittany susurró el nombre del conductor—El conductor del autobús. Se lo llevaron al primero. ¿Crees que podría saber cómo está? Prácticamente nos salvó la vida.

Brittany comenzó a temblar pensando en el accidente.

—Hey Hey…—Santana la envolvió en sus brazos, de nuevo—Voy a ver cómo está el conductor del autobús. Las chicas están bien. Un poco maltratadas, pero con el tiempo sanarán.

La calidez del abrazo era embriagadora, mientras sus manos recorrían la longitud de la espalda de Brittany.

¿Qué estoy haciendo?

Esta mujer ha llegado más cerca de mí, en las últimas doce horas, de lo que nadie había hecho en mucho tiempo.


El corazón le latía fuertemente en su pecho.

Necesitaba que su cerebro empezara a trabajar de nuevo. La privación del sueño había paralizado su cerebro.

En los años en Jessup, nunca había cruzado la línea profesional con un paciente. Ir en contra de las normas morales y éticas podría arruinar carreras y vidas.

Una lección que aprendió en una vida anterior.

Sin embargo, la atractiva mujer en sus brazos, hacía querer olvidar el juramento que había hecho.

—Iré a comprobar el estado de Burt—separó su cuerpo del de Brittany, con un gemido de decepción, cuando su brazo rozó el pecho de la entrenadora—Si no te veo, ten cuidado al ir a casa. Si sientes dolor de cabeza o vuelven los mareos, te sugiero que veas a tu médico.

La profesora asintió con la cabeza.

Santana no quería ser médico en ese momento.

Quería conocer a esta hermosa mujer sentada frente a ella.

Sus ojos se encontraron de nuevo. Intenso, era la única palabra que podría utilizar para describir los sentimientos que estaba teniendo.

—¿Tienes los ojos más hermosos e interesantes que he visto? ¿Son de color azul celeste?

Se dio cuenta de que había expresado en voz alta sus pensamientos.

Brittany se sonrojó y se alejó.

—Gracias. Algunos de las chicas dicen que mis ojos tienen mal aspecto—se rio nerviosamente—Me alegro de que no pienses de esa manera.

—Yo… no es muy profesional. Por lo general no dejo que los pacientes usen mi oficina.

—Yo no soy tu paciente—Brittany intervino.

—Esa es una línea muy fina—se puso de pie—¿Por qué no recoger tus cosas? Mientras iré a ver si puedo encontrar algo de información sobre Burt. Dejaré la información en el mostrador de admisiones.

Se alejó de Brittany.



Una ola de decepción rodó por todo el cuerpo de la profesora, mientras observaba a la morena alejarse.

Quería conocer a la hermosa e intrigante médico, que había sido demasiado complaciente.

Recogió sus cosas, y las colocó en una pila ordenada en la mesa de cerezo. Hizo una parada rápida en el pequeño cuarto de baño, en la oficina, encendió la luz y se quedó sin aliento cuando vio su imagen en el espejo.

Una gran moretón amarillo/azulado recorría a lo largo de la longitud de su cara, desde debajo de la línea del cabello hasta su mandíbula. En su barbilla tenía una tira estéril aseada. Su cabello se agitaba en todos los ángulos y de pie punta, en la parte de atrás.

Ahora sé por qué corría.

Abrió el grifo, salpicando su cara y tocando con cautela la decoloración.

Fuera de su bolso, cogió un cepillo y trató de domesticar los pelos en un estilo algo más presentable. Se soltó la coleta, que llevaba antes, dejando su pelo en una larga melena.





**********************************************************************************************************************************





Santana encontró a Sue trabajando en el escritorio de administración cuando se aventuró de nuevo al piso urgencias.

Esperó mientras terminaba su llamada telefónica.

Cuando sus ojos cansados inyectados en sangre volvieron hacia ella, ésta ofreció una sonrisa reconfortante.

—¿Te irás pronto a casa?

—Creo que será más fácil encontrar una cama aquí.

—Hey Doc— Sue la llamó antes de que Santana pudiera escapar. En sus largos dedos sostenía un trozo delgado de papel—Te han dejado una nota.

—¿Sí?

—No me gusta ser tu servicio de mensajería—su sonrisa se ensanchó mientras recogía la línea que sonaba.

Se apartó de la mesa y la desdobló lentamente.

La letra era limpia y clara.

Sus ojos recorrieron el nombre en la parte inferior.


Santana,
Vete a casa y consigue un poco de tu merecido descanso. Me gustaría invitarte a cenar.
Llámame.
Brittany.




El número de teléfono estaba escrito debajo de su nombre.

Sonrió y de repente ya no se sentía tan cansada.






***********************************************************************************************************




—Así, ¿que lo qué era esa nota misteriosa?—Quinn Fabray preguntó mientras sacaba su vehículo de policía, por la calle recién despejada.

Quinn Fabray y Jesse St. James habían esperado a Brittany en el vestíbulo del hospital.

Quinn los estaba llevando a su casa o a casa de sus padres.

El Sr. Stanley despotricaba sobre la demanda que había sido presentada contra el sistema escolar por negligencia. Aquello ponía en peligro la salud de si hija y su beca de baloncesto universitario.

—Conocí a alguien—Brittany reprimió una leve risita.

Se sentía como uno de sus alumnos.

—No me digas—Quinn dijo, mientras giraba el coche patrulla en la estación de policía. Miró a su acompañante—¿Algún detalle que quieras compartir?

—Por favor, Quinn, no tengo detalles que compartir. Tuve que dejarle una nota en la recepción. Ella puede que no quiera llámame—le confesó.

No creía ganas de sufrir su rechazo.

Si la llamaba, sería porque su intuición era correcta. Si no, así no tendría que enfrentar el rechazo.

Aparcaron el vehículo en un lugar despejado en el garaje.

—Cuéntame lo que quieras, pero por favor, dime que no fue la Dra. López—Quinn dijo mientras salía del coche.

La expresión del rostro de Brittany lo dijo todo.

—Mierda—dijo Quinn.

—¿Por qué?

—Tranquila, ella no le interesa—Quinn tenía que explicarle a Brittany su incidente en la sala de emergencias—Ella me llamó Xena.

—¿Xena?—levantó una ceja como cuando sus estudiantes se estaban portando mal—¿Estabas haciendo algo que no deberías?

—Soy policía. Hago lo que es necesario.

—Seguro.

Brittany había oído muchas historias de Quinn Fabray, como para saber cómo era su amiga.

—¿Dónde estaba Jasse?

—Forjando relaciones—Quinn sonrió para explicarle el comportamiento de su compañero.

—Que Dios nos ayude.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 23, 2016 8:49 pm

hola, la verdad, la historia me tiene ya atrapada, y como te comente me encantan los capitulos por que son mas extensos de lo habitual, me gusta que aunque santana es medico sea tan cálida. Espero que haga la llamada y acepte la invitacion de Brittany-
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Mensaje por micky morales Sáb Abr 23, 2016 11:05 pm

Me encanta esta historia, espero de verdad que santana no lo piense mucho y llame a britt!!!!!
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Mensaje por 3:) Sáb Abr 23, 2016 11:17 pm

hola morra,...

interesante,..
britt teniendo privilegios jajaja
la cuestión ahora,... la llama ???
me encanta esta historia!!!

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Susii Sáb Abr 23, 2016 11:17 pm

Que San la llame!! $-$ y que la pasen bin$-$
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Mensaje por 23l1 Dom Abr 24, 2016 12:29 am

marthagr81@yahoo.es escribió:hola, la verdad, la historia me tiene ya atrapada,  y como te comente me encantan los capitulos  por que son mas extensos de lo habitual, me gusta que aunque santana es medico sea tan cálida.  Espero que haga la llamada y acepte la invitacion de Brittany-


Hola, vamos mas que bn entonces jajajajajaja. Jajaajajajaja otro punto a favor, no¿? jajajjaja. Es la mejor! Tu, yo, Britt y todas lo esperamos jajajaja. Saludos =D





micky morales escribió:Me encanta esta historia, espero de verdad que santana no lo piense mucho y llame a britt!!!!!



Hola, ajjaajaj que bueno! vamos bn entonces jajaajjaajaja. Pienso igual! ajajajajajaja. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,...

interesante,..
britt teniendo privilegios jajaja
la cuestión ahora,... la llama ???
me encanta esta historia!!!

nos vemos!!!



Hola lu, si no¿? Jajajjajaajaj que suerte jajajajaajja. Mmmm espero y si al vrdd ¬¬ Vamos bn y espero y siga así jajajaja. Saludos =D




Susii escribió:Que San la llame!! $-$ y que la pasen bin$-$



Hola, siii!!!!!!!!!!! siiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!! ajajajajjja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 4

Mensaje por 23l1 Dom Abr 24, 2016 12:32 am

Capitulo 4


Santana condujo su SUV por las calles y carreteras secundarias de Baltimore.

La mayoría de las carreteras habían quedado al margen de los vehículos.

Puso el pequeño SUV, en modo tracción a las cuatro ruedas, y se dirigió por el callejón que corría detrás de su casa. Pulsó el botón de la puerta del garaje y se deslizó sobre la nieve.

Tuvo que empujar la puerta principal con un hombro para poder abrirla contra el peso de la nieve.

Crecer en Ohio, suponía ver una gran cantidad de nevadas.

Cogió su bolsa de noche, que por lo general lleva de ida y vuelta entre el hospital y su casa.

Se aseguró de que no se mojara por la nieve.

Lo último que quería era que la nota que había dejado, en la parte superior, se mojara y perdiera los números. Los había memorizado, pero quería mantener la nota.

Luchó sobre la nieve hasta el porche de atrás.

Pisoteando sus pies calzados con botas, en el porche trasero, abrió la puerta de su casa.

No era gran cosa.

El porche de atrás llevaba a un cuartito en la entrada de la cocina, la sala de estar, corría a lo largo de la casa y una pequeña sala de estar formaba el frente de la casa.

Arriba tiene dos dormitorios y un baño.

Había otro baño en el sótano que ponía.

Había comprado la casa en una zona barata, que ahora estaban intentando revitalizar el barrio. Su cocina era una demo de un programa de vivienda que se había celebrado en el centro de convenciones de hace tres años.

Un trabajador del centro de convenciones se la había vendido. A pesar de que ambos habían regateado durante mucho tiempo, al final había conseguido una cocina de gourmet a precio de un mendigo.

Agarró el receptor, fuera el soporte de pared, y marcó el número mientras se quitaba la chaqueta y botas.

Desenvolviendo el pañuelo de su cuello y miró el reloj en el microondas.

Diez y media, calculó el tiempo de sueño en su cabeza.

Si localizaba a Brittany, podía saber si la profesora querría reunirse alrededor de las seis y media para cenar. Su siguiente turno era miércoles, así que tenía unos días para recuperar el tiempo de sueño.

El zumbido en el otro extremo de la línea no fue respondido.

Mierda.

Cuando la voz de Brittany intervino, tuvo que dejar un mensaje.

—Hola Brittany, soy Santana, umm la doctora López. Recibí tu nota. Fue una sorpresa muy agradable. No estoy segura de cuál es tu horario, pero si estás libre esta noche, tenía pensado pasarme por Johnny Diner. Ahora estoy bastante agotada, así que voy a tomar una siesta. Si deseas venir, sería genial. Llame si no puedes. ¿Mi número es?

Y dejó el número de su móvil en el mensaje.

Esperaba que la profesora al menos le devolviera la llamada.

Comprobó el termostato y se dirigió a la cama. Rezó en silencio para que aceptara su oferta.










La pequeña campana por encima de la puerta de entrada sonó, como Santana empujó la puerta.

Haciendo una pausa, de un segundo, para que sus sentidos disfrutaran de las vistas familiares y olores de la cafetería.

Su boca comenzó a salivar por el olor de tocino que chisporrotea en la parrilla.

Le gustaba Johnny porque siempre estaba abierto.

Los propietarios, Will y Emma Schuester vivían al lado del restaurante. Johnny, el homónimo del restaurante era el abuelo de Emma. Su sueño todavía vivía en medio de la pareja.

Emma estaba apoyada en la encimera de formica, que corría a lo largo de la cocina. Los ojos de la mujer mayor se levantaron automáticamente ante el sonido la campana de la puerta. La sonrisa que se formó en su cara no era la típica sonrisa ensayada del propietario de un restaurante.

—¡San! ¿Visitando a sus viejos amigos en una noche tan fría?—Emma envolvió a Santana en sus brazos y le dio un abrazo lleno.

Santana se rio de la pequeña peliroja.

—Ha pasado mucho tiempo. Tienes que venir más a menudo—ayudo a la joven a quitarse el abrigo—Mírate todavía demasiado flaca. Necesitas comer más. Ponga un poco de carne en esos huesos.

—Yo también te extrañé Emma—dijo mientras colgaba su abrigo en un gancho de metal, cerca de la entrada de la cocina.

En una mesa, lejos de las ventanas, Brittany estaba sentada con una humeante taza de café delante de ella.

—He quedado con una amiga—hizo un gesto hacia Brittany.

—Ella acaba de llegar. Es muy linda—Emma tomó el brazo de Santana—No parece ser como tu última novia.

Emma y Dani solían ir de vez en cuando a desayunar a Johnny.

Dani odiaba a la dueña.

Santana le guiñó un ojo a Emma, mientras se desenganchaba del brazo de la propietaria.

Confiaba en el juicio de Emma.

Le había dado de comer, demasiadas veces, cuando la joven había sido estudiante, y apenas podía permitirse una taza de café.

Recordaba, casi llorando, cuando Emma le había servido un plato de panqueques frente a ella. Nunca había olvidado la generosidad de aquella mujer, que se había asegurado de que no muriera de hambre.

—Hola—dijo mientras se deslizaba en la mesa de Brittany.

La contusión en la barbilla de Brittany era de un azul profundo con toques de amarillo.

—Ouch—señaló a su propia barbilla en referencia a la lesión de Brittany.

—Hola. Y sí, me duele. No estoy bromeando—afirmó cuando vio la sonrisa arrastrándose en el rostro de Santana.

—¿Cómo está tu cabeza?

—¿Estás siendo un médico? ¿Porque pensé que me encontraba con un amigo?

—Lo siento—levantó las manos—No haré más preguntas médicas para el resto de la noche.

—Mejor—Brittany dijo mientras tomaba un sorbo de café—Tienen el mejor café.

Brittany la había estudiado por un momento.

La interacción con la rubia mujer y la morena médico, preguntándose sobre su tipo de relación.

—Por su saludo, voy a suponer que eres una cliente frecuente de este elegante establecimiento.

—Solía venir mucho cuando estaba en la escuela. Pasé muchas noches en esa mesa con una taza de café y un libro de medicina—señaló a la mesa de la esquina—Emma es la dueña y ella me ayudó mucho. Yo no era una chica punk. Nunca causé ningún problema.

—¿Cuántos años tienes?—Brittany había estado esperando la respuesta en toda la noche.

—Treinta y dos. ¿Y tú?

—Veintinueve. Llevas en Jessup ocho años.

Santana asintió.

Brittany hizo rápidamente las cuentas en su cabeza.

—¿Cuántos años tenías cuando te convertiste en Residente en Jefe?

—Veinte y ocho—observó como Brittany luchaba por entenderlo—Terminé la escuela secundaria cuando tenía quince años. Había un poco de mierda, rodeando mi familia, así que no empecé la universidad hasta que los dieciséis. Me licencié en tres años y fui a la escuela de medicina.

—¿Sabías que querías ser médico?

—Más o menos.

Se recostó cuando Emma colocó una taza de café frente a ella. El menú en frente de las mujeres se mantuvo intacto.

—Danos un par de minutos más.

Emma se alejó de ellas.

—Nunca me interesó ninguna otra cosa. ¿Y tú? ¿Siempre has querido ser profesora?

—El principio no, pero pensé en la gente que yo admiraba. Mis maestros fueron las primeras personas que vinieron a la mente. Poca paga, poca recompensa, pero ellos continúan haciéndolo.

—Mi papá era profesor—Santana oyó la amargura en su voz.

No se dio cuenta de que todavía tenía fuertes sentimientos acerca de la profesión.

Hacía mucho tiempo que no había hablado de su papá.

Podía sentir su estómago apretarse.

Estaba cansada de tener que empujar los recuerdos de a donde pertenecía.

—¿Inglés?—Brittany rio.

—Matemáticas—Santana sintió el pesar por dejar que el bit de información sobre su padre se deslizara.

—¿Se retiró?

—Está muerto—cogió el menú de la mesa.

No tenía la intención de dejar que sus emociones interfirieran en la conversación.

No había pensado en su familia en mucho tiempo.

No tenía sentido hacerlo ahora.

—Lo siento.

—Yo no lo hago—respondió con todo duro—Me emancipé de mis padres cuando tenía quince años—explicó viendo la reacción de la otra mujer, ante su declaración—No quiero hablar de ello. No sé por qué te lo he mencionado.

Santana estaba enfadada por dejar que ese tipo información saliera.

—¿Qué me recomiendas?—Brittany dijo, al darse cuenta de que la morena no estaba cómoda con la conversación.

Cogió el menú y la miró, por encima del menú manchado, desgastado y sucio de grasa.

—Lo siento.

Sintió la retirada de Brittany.

—Te contaré la historia, pero no hoy. ¿Ok?

—Me parce bien. Además, esto no cuenta como la cena. Tenía la esperanza de que poder cocinar para ti.

—Si me estás ofreciendo una comida casera, acepto tu oferta—cogió el menú de la mujer rubia—Normalmente desayuno aquí, así que la tostada francés está muy bien, es bastante más grande que las de Texas.

—Suena muy bien—Brittany dijo mientras se inclinaba sobre la mesa y apretaba la mano de Santana.

Esta dio un suspiro de alivio cuando aquellos cálidos dedos tocaron los de ella.

No quería asustar a Brittany.

Esta era su primera cita.

Emma tomó sus pedidos y continuó hablando a través de su comida.




Dos horas más tarde, las mujeres se sentaron en el stand, donde Emma les volvió a llenar las tazas de café.

Cuando Brittany le indicó que se detuviera, sonrió a la propietaria.

—A este paso, estaré toda la noche en vela, y mañana tengo clases.

—Tal vez tengas un día de nieve—Emma se rio entre dientes.

—Me gustaría, o hacer novillos.

—No tienes que ir, después del accidente—Santana bromeó, pero vio el destello de preocupación en el rostro de Brittany—¿Estás teniendo problemas?—pensó en las pesadillas en su oficina.

—Esa es una pregunta paciente médico—movió un dedo hacia su acompañante—Y nunca vas a ser mi médico.

—¿Por qué? ¡Ella es una gran doctora!—Emma la regañó.

Santana se encogió de hombros.

Sabía que había una línea muy fina entre la paciente y la médica.

—Hay líneas no voy a cruzar Emma—sonrió a Brittany mientras hablaba con la mujer entrometida, un par de mesas más allá—¿Qué hay de tu próximo partido?

—Wow eso va a ser otra cosa. Michelle está lesionada. Hanna está lesionada. Ahí van dos de mis mejores jugadoras. Mi delantera tiene varios puntos de sutura. Dudo seriamente que cualquiera de nosotras quiera volver a poner un pie, en un autobús escolar, a corto plazo. Jugaremos pero no será un bonito espectáculo.

—Me gustaría ver el partido, entrenadora. No disfruté de esa experiencia cuando era estudiante.

—Cierto, te graduaste temprano—Brittany recordó—¿Te dejaron en el banquillo?

—No, ser una cría demasiado alta fue una experiencia totalmente diferente.

Recordaba cómo se habían reído de ella cuando era sólo una niña.

Fue una experiencia que nunca se la deseó a nadie.

Excavando en su bolso, Brittany sacó una pequeña agenda tri-color, con la mascota de los Senadores de Bayview impresa audazmente en un lado.

Deslizo varias hojas, escaneando la agenda rápidamente. Se dio cuenta de que sólo tenía unos pocos partidos por delante.

—Hay un partido del jueves—le entregó el calendario a Santana.

—No tengo muchas opciones.

Santana miró las fechas.

Le tocaba trabajar la mayor parte del resto de los partidos. Echó un vistazo a las fechas, señalando el día de San Valentín, que sería dentro de un par de semanas.

Tal vez le preguntaría si querría ir a cenar en ese día tan especial.

Si consigo no estropear esta noche.

Sus pensamientos sacudieron su cabeza. Su trayectoria, con respecto a la citas, no era nada positiva.

—Es probable que pueda ir a este partido del martes.

La fecha era dentro de dos semanas.

Probablemente podría salir del trabajo antes de que el partido hubiera terminado.

—Déjame ver—Brittany miró la fecha—Glenn Bernie en casa. Será un buen partido.

Brittany la decepcionó, un poco, ya que al parecer no quería volver a vela hasta dentro de dos semanas.

Sólo conocer a alguien y simplemente querer llegar a conocerlos, en realidad nunca antes había una prioridad para ella. Hoy, después de recibir el mensaje de Santana, había cancelado sus planes de quedarse en la casa de su papá para cenar.

Cuando se cuestionó, si salía con Santana, sonrió y se encogió de hombros.

No podía recordar la última vez que había cancelado una cena familiar por una cita.


Llama si no puedes venir.



Santana había dicho en su mensaje.

Se preguntó si la doctora estaba preocupada por ser cazada.





El próximo martes, pensó Santana.

Trataría de pasar ese tiempo lo mejor posible.

Por alguna razón, quería pasar más tiempo con esa mujer. Había tenido dificultades para dormir después de su turno, porque no podía dejar de pensar en la profesora.

Cuando finalmente cayó en un profundo sueño, recordó la sensación de aquella rubia en sus brazos. Y cómo por la mañana, esos ojos azules la habían mirado con total confusión.

El hermoso rostro de Brittany se veía empañado por el moretón amarillo verdoso desagradable en la barbilla.

Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había llamado la atención.

Sentado frente a la mujer, en lugar de disfrutar de su compañía, estaba pensando en lo que haría durante esos diez días hasta el partido.

Aquello le parecía un largo camino por recorrer.

—¿Puedo llamarte?—preguntó Santana de manera burlona.

Sabía que Brittany tenía que trabajar a la mañana siguiente, y no quería interferir con su horario.

—Por supuesto—le ofreció una sonrisa rápida—Debería irme. Tengo pruebas de grado. Se lo prometí.

Una rápida mirada al reloj de la pared confirmó que eran las nueve.

Habían estado acaparando el stand en Johnny durante casi dos horas.

—Yo me encargo—Santana dijo mientras agarraba por nota de Emma—Yo invito—explicó mientras sacaba su billetera de su bolsillo trasero.

Cogió unos cuantos billetes y los dejó sobre la mesa.

—La próxima vez invitaré yo—Brittany se deslizó de la mesa.

Iba vestida con unos vaqueros desgastados y un jersey de color caramelo.

—Pensé que ibas a cocinar para mí—dijo mientras se deslizaba junto a la otra mujer—Si es que tu oferta sigue en pie.

—Desde luego, pero puede ser que sea una cocinera horrible.

—Me arriesgaré.

Poco a poco se abrieron paso hacia el perchero. Santana cogió la chaqueta del gancho, mientras Brittany hizo un gesto a la cazadora de cuero.

La mujer de ojos oscuros la ayudó a ponérsela, saboreando, por un momento, la sensación de los hombros de Brittany bajo sus dedos.

—Gracias por venir.

—Gracias por invitarme.

Vaciló.

Quería pasar más tiempo con la médica pero mañana era día escolar.

—¿Vives en el barrio?

Santana sonrió.

—¿Qué?—pregunto Brittany.

—Demasiado cerca—se explicó—Compré una casa vieja, en una subasta, cuando el ayuntamiento estaba deshaciéndose de toda la chusma para rehabilitar el barrio. Está a unas cinco calles andando.

Brittany se sorprendió de que un profesional como Santana caminara y viviera en un barrio como Mt Vernon.

—Te llevaré en mi coche. No me sentiría bien si te dejara ir a casa cambiando.

—Gracias, eso sería genial.

Santana estaba eufórica.

Podía pasar un poco más tiempo con Brittany.

Esta no cuestionó por qué la médica eligió vivir en el interior de la ciudad de Baltimore, mientras que la mayoría de los profesionales huyeron hacia oros barrios más seguros.

Quizá sea muy cuidadosa con su dinero.

Santana había comprado una casa en malas condiciones, que había decidido renovar a su gusto.

La mayor parte de la renovación la había hecho ella misma.

Sólo había contratado a un contratista para la electricidad y la fontanería. Derribó las paredes y las volvió a levantar.

El proyecto le llevó casi cinco años, pero la recompensa había valido la pena.

—¿Así que te lleva a casa?

Brittany tiró de su pelo hacia atrás para poder ponerse bien el cuello de la chaqueta, mientras se dirigía hacia la puerta.

De repente se detuvo y se volvió a Emma.

—La comida y el servicio han sido fantásticos.

Saludó a la dueña y se dirigió hacia la puerta, haciendo sonar la campana mientras salía.

—Me gusta—Emma le dijo a Santana, mientras miraba a la rubia deslizarse en el asiento del conductor de un Jeep Cherokee rojo.

—A mí también.

—No lo estropees—Emma la regañó.

Santana, siguiendo el ejemplo de Brittany, se dirigió hacia el coche aparcado en la calle.




El interior del Jeep estaba helado.

Brittany se frotó las manos mientras observaba el remolino de su aliento frente a ella.

Tal vez debería haber dejado puesta la calefacción.

Aunque éste no era un barrio como para dejar el coche en marcha. Sus ojos siguieron a Santana a través de la puerta del restaurante, con una sonrisa en su rostro.

Se estaba riendo de algo Emma le estaba diciendo.

La observó mientras abrió la puerta y deslizó su cuerpo alto, en el asiento del pasajero, cerrando rápidamente la puerta detrás de ella.

—Hace frío—Santana se frotó las manos.

—Deberías subir la cremallera de tu chaqueta—le dijo, con sus ojos centrados en el pecho de la morena.

Pudo ver el pezón duro bajo su camiseta, debajo de la chaqueta. Sintió una fuerte oleada de calor recorrer su cara y su centro. Desviando la mirada, se encontró con los ojos de Santana que la estudiaban divertida.

—Vas a coger un resfriado.

—Sí, doctora—sonrió, sabiendo que había pillado a Brittany.

Aquello la hizo sentir bien.

Estiró una mano y tocó la barbilla de Brittany.

—Esto está bastante bien. Espera hasta que se ponga en tono morado y verde.

—Muy bien, así lo pondré compaginar con el color de mi ropa—Brittany puso el coche en marcha y miró a la rubia.

—¿Qué camino?

Con instrucciones rápidas, circularon las cinco calles hasta la casa de Santana. Aparcó justo delante de la misma.

—Wow, esto se ve muy bien—Brittany dijo mientras miraba la hermosa casa de dos pisos.

El porche era grande y sobre todo libre de nieve. El camino había sido liberado con una pala, pero el resto estaba cubierto de blanco. Unas luces dispersas iluminaban las ventanas en toda la casa.

Era capaz de distinguir algunos detalles.

Todo el frente de la casa estaba hecho de grandes piezas de piedra arenisca.

Seis peldaños de piedra llevaban a una puerta de roble grande con una ventana de cristal. Las ventanas de la segunda planta eran del mismo diseño.

Un gran ventanal estaba al lado de la puerta, revelando una sala de estar con un sofá mullido y una mesa antigua. Al ver algunas plantas, en la repisa de la ventana, pudo darse cuenta de que las plantas en la oficina de la médica no eran regalos.


—¿Quieres un tour rápido?

No quería presionarla, así que si Brittany tenía que llegar pronto a casa o si se sentía incómoda, podría decidirlo ella misma.

—Claro, si no te importa—tiró de la manilla de la puerta antes de Santana pudiera arrepentirse de la oferta.

El salir del coche, Santana trató de recordar el estado de su casa.

Había llegado a casa, esa misma mañana, justo después de su turno, y se había quedado dormida.

Se despertó para su cita con Brittany en Johnny.

No sabía lo que iba a encontrar.

—No hay promesas sobre la limpieza. La criada lleva fuera desde el año 2000.

Subió los escalones de la entrada, feliz porque su vecino Joey Rose había limpiado el camino con pala.

Rápidamente abrió las múltiples cerraduras con su llave y abrió la puerta para que Brittany entrara.

—Tengo temporizador para encender las luces—se volvió hacia un pequeño panel blanco para pulsar el código de seguridad—De esta manera parece que alguien está en casa.

—Me encanta el trabajo de cristal—Brittany estudió la artesanía integral.

El suelo de madera corría a través de la puerta de entrada y hacia las otras habitaciones, otro toque que añadía la belleza de la casa.

—Fui a West Virginia para conseguirlas de una casa que estaban derribando. Las ventanas de peltre son uno de los diseños originales de este tipo de casas. No hay forma de conseguirlas en Depot.

—Seguro.

Pasó la mano por la escalera de roble a juego. Estaba toda ella perfectamente barnizada.

A la derecha del vestíbulo había un comedor con grandes ventanales, y plantas de laurel. Justo enfrente de la puerta principal estaba la escalera, a la izquierda un pequeño pasillo que llevaba a un desnivel donde se encontraba la sala de estar con chimenea. Un televisor de pantalla plana estaba colocado frente a un sofá de cuero. Una alfombra bereber amarillenta suave cubría el suelo.

—Me gusta sentarme en el suelo. Los suelos de madera me encantan, aunque esta sala y los dormitorios, en la planta alta, tienen alfombra.

—¿Con ese sofá tan grande y prefieres sentarte en el suelo?—Brittany cuestionó.

—Es una cosa de comodidad—le confesó.

En un momento en su vida, apenas tenía una silla y una mesa. La silla era tan horrible que prefería sentarse en el suelo.

Todavía lo hacía hoy en día.

—¿Quieres algo de beber?—pasó junto a la Brittany, en su camino hacia la cocina.

Brittany la siguió, estudiando todos los detalles de las remodelaciones que Santana había hecho.

Prácticamente lo había remodelado ella misma.

Cuando dio un paso arriba, en la cocina, se sorprendió.

Parecía la cocina de un diseñador.

Para alguien que no solía cocinar, aquello era muy sorprendente. Había una cocina de isla, con un quemador de gas, que recorría en diagonal toda la cocina. Un gran número de armarios, junto con una despensa, cubrían toda la pared. Una ventana, sobre el lavabo, daba una gran vista del patio trasero.

Era evidente que se trataba de una cocina diseñada por un chef.

—Me encantaría tener esta cocina—Brittany comentó.

—La conseguí en una oferta. Había un espectáculo en la ciudad. Hice algunos contactos y tuve la oportunidad de llegar a un acuerdo sobre ella. Algo que no suele suceder a menudo—la mirada que recibió la hizo dar más explicaciones—Que tenga suerte, quiero decir.

—Tal vez tu suerte está cambiando.

Extendió la mano y le tocó la manga. Justo cuando estaba a punto de continuar, su teléfono móvil sonó con fuerza.

Retrocediendo unos pasos, Brittany miró su teléfono. Sonrió y levantó el teléfono a la oreja.

—Hola. Veo que sobreviviste.

Había visto el nombre de Finn en la pantalla.

—Dios ojalá hubiera ido yo a Jessup y no quedarme atascado en el condado—Finn se quejó—No llegué a casa hasta por la madrugada.

—Allison me llamó para hacerme saber que estaba bien, y me informó sobre el estado de las chicas.

—Sí, ella me dijo. Todo el mundo está bien, por lo que sé. A la señora Marin le costó mucho tiempo poder llegar al hospital. No recibí una llamada de ella, así que asumiré que Hanna está bien.

—Es bueno saberlo. Estaba preocupada por ella. Entonces, ¿qué pasa?


Se apoyó en el mostrador de la cocina, mientras Santana abría la nevera y sacaba una botella de agua.

Le mostró la botella como preguntando si Brittany quería algo más. Esta le indicó que esperara un momento. Escuchó a la persona en el otro extremo de la línea, negando con la cabeza.

La conversación fue breve, y cuando terminó Brittany miró como fuera un gato que se hubiera trabado un canario.

—¿Qué pasa?

—¿Tienes algo de vino?—preguntó mientras se acercaba.

Santana tragó saliva mientras los dedos de Brittany tocaron su antebrazo.

—Parece que la escuela ha sido cerrada por las inclemencias del tiempo.

A Santana le tomó unos segundos darse cuenta de lo que la profesora le estaba diciendo.

Dejó el agua donde estaba y sacó una botella de Pinot Grigio. En el mostrador tenía un buen Merlot reposando.

—¿Rojo o blanco?—preguntó mientras sostenía una botella en cada mano.

Brittany tomó la botella de blanco examinando la etiqueta. Luego hizo lo mismo con el rojo.

—¿No es una canción de Billy Joel? ¿Botella de tinto, una botella de blanco? Creo que es el estribillo de una canción—observó como Brittany ponía la parte posterior del blanco en el frigorífico bajo cero.

—El rojo es bueno—dijo mientras le entregaba la botella a Santana—¿Necesitas ayuda?—preguntó mientras le tocaba la mano.

—¿Qué tal si lo sirves y yo voy encendiendo el fuego?—ofreció el sacacorchos y unos vasos.

Tocó el hombro de Brittany con la mano.

Aquello le gustaba.

En lugar de tener que despedirse, podrían disfrutar juntas del resto de la noche.

—Si quieres que retire tu coche del camino de entrada, puedo. Solo tengo que dejarlo en la parte trasera. Estará más oculto.

—¿No te importaría? Le tengo mucho cariño, y si algo le sucede…—confió, tendiéndole las llaves.

Sus dedos se tocaron, enviando una descarga de electricidad a través de ellas.

Santana no pudo contener la sonrisa.

—¿Por qué estás sonriendo?—Brittany preguntó.

—Por ti.

Se acercó y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Brittany.

Deseaba a la hermosa mujer que estaba de pie en su cocina, y necesitaba mantener su libido bajo control.

Envolvió sus brazos alrededor de la cintura sin presionarla.

—Gracias por venir a cenar conmigo. Britt.

Sintió que los brazos de Brittany también se deslizaron alrededor de su cintura, Santana levantó la mano para tocarle la cara. Sus dedos trazaron la mandíbula de la mujer morena, deteniéndose en os labios.

Buscó algún tipo de vacilación, por parte de la otra mujer, antes de inclinarse y sustituir sus dedos por sus labios.

Una exploración lenta y suave comenzó cuando sus labios se tocaron. Buscó la importancia en esta nueva sensación.

El beso comenzó lentamente.

Sintió que Brittany se acercaba y presionaba su muslo entre la uve de sus piernas.

Deseaba aquello.

Cuando abrieron la boca, se produjo el intercambio de un beso largo y lánguido.

Santana dio un paso atrás, rompiendo el hechizo.

El corazón le latía con tanta fuerza, en su pecho, que no le quedó más remedio que serenarse.

No quería jugar todas sus cartas.

Esta era su primera cita, si es que se podía considerar como una cita.

Los ojos de Brittany estaban llenos de preguntas y preocupación. Si con tan sólo mirar esos azules podía volver loco a su corazón de tanto palpitar, Santana sólo podía imaginar lo que sería cuando la tocara.

—Voy a empezar el fuego y luego moveré tu coche—balbuceó mientras dejaba que sus dedos tocaran a la otra mujer.

Después de un rápido apretón, se retiró a la sala de estar para encender la chimenea de gas. Una película de transición de llamas azules y blancas envolvió la chimenea.

Deslizándose en su abrigo, salió al porche, dejando que el clima invernal enfriara la temperatura de su cuerpo. Empujando las manos en los bolsillos del abrigo, bajó corriendo los escalones de la entrada hacia el vehículo.

Al golpearse las rodillas contra el volante, maldijo, mientras se deslizaba el asiento hacia atrás.

Tendría que recordar volver a dejarlo como estaba, para Brittany.

Arrancó el vehículo.

Tomó cuidadosamente la curva cerrada mientras maniobraba el Jeep por el camino de acceso a la entrada de su casa y al garaje. Acercó el Jeep tan cerca de la casa como pudo, tratando de mantener las huellas de esta mañana, en su entrada al garaje.

Las huellas de pie, que habían hecho anteriormente, ya estaban llenas de nieve fresca.

Tal vez debería enviar a Brittany casa, antes de que el tiempo empeorara.

Si no, tal vez la profesora se quedaría atascada durante la noche.

Lo pensó un segundo, desando que su segundo pensamiento se cumpliera.


La puerta trasera daba a un cuartito junto a la entrada de la cocina. Se quitó las botas, todavía con restos de nieve, colgó su chaqueta y se aventuró en la cocina.

El corcho de vino estaba sobre en el mostrador.

Dejó las llaves de Brittany sobre la mesa. Oyó los suaves sonidos de música procedentes de la radio del salón. Se acercó descalza por la cocina hasta la sala de estar, y se apoyó en la jamba de la puerta, observando a Brittany mirar sus CDs.

—Ese está muy bien—dijo asustando a Brittany, ante el sonido de su voz—Lo siento, no era mi intención asustarte.

—Está bien, no te he oído entrar—movió unos CDs en sus manos, viendo el diverso surtido de música—Espero que no te importe—sostuvo los discos en la mano.

—De ningún modo.

Le gustó el hecho de que Brittany hubiera puesto un cd con los éxitos de K-Ci y Jo-Jo.

Su estado de ánimo se tranquilizó.

Un poco de música romántica, vino, un incendio y una mujer hermosa.

Estaba viviendo una fantasía.

—¿Quieres bailar?—Brittany preguntó cuándo una canción más lenta empezó a sonar.

Se acercó a Santana y la agarró de la mano, antes de que ésta pudiera responder. Se abrazaron, en el centro de la sala de estar, moviéndose lentamente a ritmo de la música, con sus manos entrelazadas, en alto, cerca de los hombros de Santana.

Esta llevó sus manos a la cintura de la rubia.

Brittany apoyó una mano en la espalda de Santana.

—Esto es gusta. Nunca había bailado en mi sala de estar.

—Cuando era pequeña, mi mamá obligaba a mis hermanos a bailar conmigo para enseñarnos—se inclinó y apretó la mejilla contra el hombro de Santana—¿Tú eres?—no terminó su pregunta, en cambio, volvió la cabeza y la besó en el hombro.

La música continuó mientras se balanceaban adelante y atrás.

La mano de Santana se trasladó a la parte baja de la espalda de Brittany, haciendo pequeños círculos.

Le gustó la sensación de esta mujer en sus brazos.

—Tienes que estar agotada—Brittany murmuró mientras acariciaba, con mano, la espalda de Santana.

Se apartó un poco para mirarla a la cara.

Santana le acarició el pelo suavemente, luego se inclinó hacia Brittany colocando un pequeño beso en los labios.

—Estoy bien—la atrajo más y continuó hablando—He visto a miles de pacientes y estoy muy contenta de que no fueras uno de ellos. Siempre recordaré esta tormenta. Estoy tan feliz de que vinieras a Jessup.

—Hace dieciocho horas yo estaba pasando por el peor día de mi vida. Mi equipo estaba en un accidente. Mi mejor jugadora se rompió una pierna. Burt estaba malherido. Ahora creo que todo estaba destinado a suceder.

Reduce la velocidad, disminuye la velocidad, Santana repitió en su cabeza.

Volvió a deslizar las manos en la cintura de Brittany. Los brazos de la profesora estaban alrededor de su cuello. Se mantuvieron así, con la mirada fija la una en los ojos de la otra.

—Nunca me había sucedido algo así antes—Brittany susurró.

Se inclinó hacia delante y hundió la cara en el cuello de Santana. Esta la abrazó más fuerte, saboreando su perfume.

Bailaron en silencio hasta que la canción terminó.

Santana no pudo contener la sonrisa cuando Brittany se inclinó y la besó. Entrelazó sus dedos con los de Brittany y la llevó hasta el sofá.

El fuego estaba desprendiendo un poco de calor, pero a todos los efectos, era sólo decorativo. Se sentaron en la esquina del sofá con la mejor vista de la chimenea.

Las llamas azuladas lamían la cortina metálica de protección.

Disfrutaba de la calidez de Brittany junto a ella, con sus dedos aún entrelazados.

—¿Alguna ex novia o novio que deba tener en cuenta?—preguntó Santana mientras llevaba su mano libre alrededor de los hombros de Brittany.

—Unas amigas. Nunca tuve un novio. He estado fuera desde que tenía catorce años, al menos para mí. Le di la noticia a mi mamá cuando tenía dieciséis años. A mi papá un año después.

—Eras muy joven para saberlo.

—Así es como me sentí. Es la forma en que siempre me he sentido. Estábamos viviendo en Jacksonville, Florida, justo al lado de la base. Mi papá estuvo destinado ahí, durante un par de años. Cuando fue trasladado a DC, me sentí morir.

—Por una chica.

—Sí, una chica latina, como tú, muy bonita, con grandes ojos castaños y una gran sonrisa. Estaba bastante desarrollada ahora que lo pienso.

—¿Si te que te gustan las latinas?

—Sí, me gustaban sus ojos marrones. Sus conmovedores ojos marrones, mientras más oscuros mejor.

Se inclinó hacia delante y tomó la copa de vino de la mesa. Se la ofreció a Santana y cogió la otra.

—Un brindis.

—Por el destino.

—Por las nuevas amistades.

—Me gusta—sonrió mientras levantaba su copa a los labios.

Le gustaba la sensación del calor de Brittany a su lado.

Brittany chocó su copa contra Santana, agradeciendo a la tormenta por no tener que trabajar mañana.

No habría manera de que pudiera dormir esta noche.

Había pasado demasiado tiempo sin sentirse atraída por nadie. Aquí sentada junto a esta maravillosa y dulce mujer se sentía muy feliz.

Pensó lo atractiva que estaba Santana, mientras el pánico y la histeria las había rodeado la noche anterior.

Lo bien que la había tratado.

Sentada junto a la médica, se dio cuenta de que no era sólo su apariencia, lo que le atraía, sino también la fuerza y confianza que envolvía a la médica.

Ni una sola vez, con todas las actividades a su alrededor, hicieron que perdiera la calma. De su conversación, sabía que había un poco de inquietud respecto a su familia, de la que al parecer no le gustaba hablar.

Se preguntó qué la médica se habría independizado de sus padres a una edad tan temprana.

—¿Y tú? ¿Algún esqueleto en tu armario?

—Hay unos pocos. En cuanto a exnovias, salí de una relación medio-seria el verano pasado.

—¿Qué pasó?

—La sorprendí en la cama con otra mujer.

—Jesús.

—Por lo menos fue en la habitación de invitados—se encogió de hombros.

No había mucho que pudiera hacer Dani.

—Luego, durante un tiempo, tuve una acosadora en el trabajo. No fue muy agradable. Tuve que presentar una queja en su contra.

—¿Trabajabas con ella?

—Era una enfermera de planta.

Sintió que Brittany se relajaba un poco más, mientras el fuego y la cercanía de los cuerpos creaban un ambiente acogedor.

Se quedaron durante un rato en silencio, escuchando sólo el ruido ocasional de la chimenea o la nieve, que caía desde el techo rompiendo el silencio.

Brittany dejó que su cabeza descansara sobre el hombro de Santana. Envueltas en la calidez de los brazos la una de la otra, disfrutaron del momento.

No había prisa.

No se oía el bullicio de la sala de urgencias.

No había buscas o teléfonos sonando, sólo dos mujeres disfrutan de sus propias compañías.

—¿Tiene planes para mañana?—preguntó en voz baja, con la mejilla apoyada en la cabeza de Brittany.

—Tengo que preparar ciento treinta pruebas a grado. Si me quedo aquí esta noche, sé que podré hacerlo mañana por la tarde. Por la noche iré a cenar a casa de mis padres—se incorporó un poco, mirando a los ojos de Santana.

—Eres bienvenida a venir a cenar. Una más persona no será un gran problema.

Santana sintió la pérdida de los colores de la cara.

Esta sólo era su primera pseudo cita y ya estaba siendo invitada a conocer a la familia, no sabía qué hacer.

Se movió incómoda en el sofá.

Podía sentir las gotas de sudor que se habían formado en la frente y labio superior. Su estómago se rodó, mientras debatía la posibilidad de conocer a los padres de Brittany.

—Puedes dejarlo pasar—rescató a Santana de su debate interno—Hay días en que ni tan siquiera yo quiero ir.

—Tal vez en otra ocasión.

Dio un suspiro de alivio.

Quería conocer a Brittany, un poco más, antes de que poder conocer a su familia.

—Te estoy asustando—oyó la risa en la voz de Brittany mientras sentía el cuerpo de la morena moverse.

—Si hay una cosa que sé, es que tenemos una gran diferencia de opinión sobre la familia—Santana comentó.

—Me gusta la mía. ¿No te gusta la tuya?—preguntó.

Sintiendo que Santana preferiría no hablar más sobre el tema de la familia, lo dejó pasar. Sabía que había alguna razón para ello, pero tendría que esperar a que ella misma se lo contara. Estaba claro que Santana no había tenido la más mínima vida familiar.

Se había independizado de sus padres.

Su papá había muerto.

Decidió que era mejor no insistir en el tema.

Soltándose del agarre de los dedos de Santana, se puso de pie.

Santana la miró impresionada.

—¿Te vas?

La decepción del fin de la noche se oía en la voz de Santana.

—Me gustas—se inclinó hacia la médica, dejando que sus labios rozaran los de Santana.

Esta puso una mano en la parte posterior de su cuello y la acercó más, aumentando la intensidad del beso.

Brittany colocó las manos en los muslos de Santana para que no caerse sobre la morena. Las lenguas bailaban y Brittany podían sentir que sus rodillas empezaban a balancearse.

Tomando aliento, Brittany encontró su voz.

—Si me quedo, vamos a continuar con lo que estábamos haciendo—le acarició la cara.

Santana apretó la mejilla en su palma.

—Lo sé—la voz suave y sexy respondió.

—No estoy lista—le dio una débil sonrisa—Espero que lo entiendas.

—Oh—fue su única respuesta.

De repente, Brittany se estaba siendo completamente y brutalmente honesta con ella.

No quería tomarse las cosas a la ligera.

Santana sintió que su pecho se paraba un momento.

Vio la mirada de la ojiazul.

—Lo entiendo. De verdad.

Se sintió mal por la retirada de Brittany, pero no quería un rollo rápido en la cama. Quería algo más que una cita con sexo rápido y arrepentirse al día siguiente.

—¿Tú lo haces?—Brittany la miró de nuevo a los ojos.

—Yo lo hago.

Sabía Brittany tenía razón.

Sería mejor para ellas, si se tomaban un tiempo para llegar a conocerse mejor. Lo último que quería era arrepentirse por haber tomado una mala decisión con esta mujer.

—Me gustaría verte antes del martes. Si te parece bien.

—Eso realmente me gustaría—dio un paso atrás, cuando Santana dio un paso—¿Puedo llamarte después de la cena con mis padres?

—Suena bien—dijo mientras la observaba prepararse para irse a su casa.

La acompañó hasta la puerta de atrás, la abrió, sin importarle si el calor se escapaba en la noche de enero. Quería asegurarse de que Brittany fuera capaz de sacar su Jeep sin problemas.

Cuando Brittany levantó la mano y se despidió, Santana se quedó triste.

El martes sería un día muy largo por recorrer.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Dom Abr 24, 2016 6:31 am

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Abr 24, 2016 6:37 am

so cute!!!!!!!!!!, que ternuras.
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