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[Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo - Página 2 Primer15
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Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 12:21 am

3:) escribió:hola morra,..

me encanta Kinsey,... me gusta la química con britt!
va bien la mueva a mistad entre las dos!!!

nos vemos!!!



Hola lu, jajaaj y a mi al vrdd jaajajajaja xD JAjajaja y como no¿? osea digo yo xD ajjaajajajaja. Vamos bn, osea van bn ajjaajaj, q sigan así jajaajajaja. Saludos =D




JanethValenciaaf escribió:Adoro a kinsey, pobre de la sra. Maribel, por eso es muy dura con su hija, esos hombres siempre nos lastimaran.



Hola, y yo! ajajajajajajaja. Mmmmm si puede que tenga algo que ver =/ Jajajajaajaajajjaaj xD ajajajaja si vrdd... xq¿? ajajajajaj. Saludos =D





marthagr81@yahoo.es escribió:Kinsey que puedo decir es el confidente de santana hasta su consejero tambien. la quimica de santana y Brittany a arrancado pero sus momentos creo pronto aceleraran........ las dos tienen mucha mierda en sus vidas. pero el elefante blanco en la habitacion es el matrimonio de Bram.



Hola, jajajaja si, no¿? ajajajajajaja. Jajajajajajaj difícil que no surja entre ellas, no¿? jajaajajaja, mientras todo vaya bn, no molesta, no¿? O si que si =/ Mmmm toda, pero toda la razón ¬¬ Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 6

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 12:24 am

Capitulo 6


Si había un cementerio hermoso, ese era el White Haven Memorial Park.

Se mantenía virgen y protegido por una elegante verja de hierro forjado, que se extendía por varios kilómetros, fuera de Marsh, la Carretera en la frontera, entre la zona residencial de Pittsford y Fairport.

No había lápidas, sólo pequeños marcadores, junto a la hierba verde.

Si uno no supiera que era un cementerio, uno podría haber asumido que era simplemente un magnífico parque, salpicado de antiguos y majestuosos árboles y racimos esporádicos de flores de colores, con una hermosa fuente brotando en el centro.

El día era un poco sombrío y todavía fresco, incluso para principios de junio, que parecía apropiado para una visita al cementerio.

Brittany aminoró la marcha de su coche, a lo largo del sinuoso camino pavimentado, siguiendo una ruta que se había aprendido muy bien, en los últimos nueve meses. Se deslizó hasta detener el coche en el parque, y se sentó por un momento o dos, simplemente mirando hacia la extensión de césped perfectamente cuidado.

Michael Pierce había muerto el agosto anterior de un masivo ataque al corazón.

Aunque hacia casi un año ya, Brittany todavía tenía dificultades con el hecho de que nunca más volvería a verlo, y le resultaba difícil aceptar que ya no estaba disponible para dar sus consejos.

Él era el único miembro de la familia que parecía entenderla.

Sabía que sonaba a cliché, pero era cierto.

Ellos eran muy parecidos, por lo que tendían a estar de acuerdo en la mayoría de las cuestiones.

Había trabajado duro para tener éxito, así como dinero, y nunca se había dado por vencido. A través de los años, tristemente viviendo junto a la mamá de Brittany, que no hacía más que envolverse en su imagen y riqueza.

No sabía de qué manera habían iniciado su relación, ni si alguna vez sus padres habían estado enamorados uno del otro.

Con el paso del tiempo sus padres se habían ido distanciando, pero se habían mantenido juntos, más como compañeros que como un matrimonio… y Brittany se preguntó si eso era porque ya no se gustaban en sus últimos años.

No tenía idea de por qué nunca se divorciaron.

Eso era algo que nunca sabría.

Se bajó del coche, cogió la pequeña bolsa Ziploc, su bolso y se dirigió hacia los últimos marcadores hasta que llegó a la suya.

Frunció el ceño mientras estaba ahí, mirando el pequeño ramo de margaritas blancas que adornaban su trama.

Obviamente eran frescas, aportando un toque de belleza al día, que de otra manera sería aburrida.

Sabía que su madre sólo había estado ahí una o dos veces, desde la muerte de Michael, por lo que las flores eran un pequeño misterio. Se puso en cuclillas, se sorprendió al encontrar la hierba seca, y se sentó.

—¿Quién trajo las margaritas, papá?—preguntó en voz baja.

La brisa sopló delicadamente.

A veces juraría que oía su voz viajar en ella.

Cogió unas hojas sueltas de hierba de su marcador y una vez más, pasó los dedos por las letras cinceladas. Recogió un puñado de alpiste, de la bolsa Ziploc, y roció uniformemente a su alrededor.

Dudaba que nadie más, en su familia, tuviera alguna idea de que le encantaba observar las aves.

Era su propia conexión especial con él ahora.

En lugar de traer flores, que es lo que casi todo el mundo hacía, le trajo alpiste, de modo que incluso cuando no tuviera visitantes humanos, él tendría animales.

Se sentó cómodamente y parloteó, contándole sobre su vida. Era algo que hacía varias veces al mes, algo parecido a una sesión de terapia para ella.

No creía que a su papá le importara.

—Las chicas vienen a almorzar hoy—su voz le dijo exactamente cómo se sentía al respecto—Qué triste para mí. Ellas quieren ver la nueva casa del lago. Espero que sea fácil para mí. No estoy segura de que sea su “estilo”—hizo las comillas en el aire para demostrar el sarcasmo—Probablemente no sea lo suficiente artificial para ellas. Pero a mí me encanta, papá. A ti también te gustaría. Es tranquilo, hermoso y estar en el agua es tan increíblemente relajante. He estado trabajando en el patio trasero, en el interior. El anterior propietario lo tenía todo en rojos y dorados, ya sabes, ese estilo oriental. Ugh. Demasiado pesado para mí. He estado pintando, y probando algunas cosas nuevas, que he estado leyendo acerca de ese libro que me regalaste por mis cumpleaños, el año pasado. ¿Te acuerdas? El salón ha quedado fantástico. Te encantaría. Y el color lava en las paredes da calidez, en tonos terroso. Sin duda no fue un proceso fácil, pero creo que lo hice bien. Se ve bastante bien. Se parece mucho a tu guarida. Ya sabes, acogedor e invitador, ¿como si quieres sentarte y leer un libro o algo? Dawn va a odiarlo. Ya sabes cómo es. Ella va a decir que parece una guarida, en lugar de una sala de estar, y que no es apropiado para los invitados de una cena—suspiró, sintiendo el miedo.

Sabía que no debía estar tan preocupada por lo que otras personas pensaran, pero parecía que siempre estaba buscando la aprobación de los demás.

Al parecer, era su maldición en la vida.

—Pero a Santana le gusta. Mucho.

Esa frase sólo trajo una sonrisa a su cara, y pudo realmente escuchar la voz de su papá, coloreada con una sonrisa de los suyos.

¿Santana? ¿Quién es Santana?

Siempre había dejado su trabajo para saber quiénes eran los amigos de Brittany, y tenía su propia opinión de cada uno de ellos.

Él habría querido a Santana, Brittany estaba segura de ello.

—Ella es mi nueva vecina. Vive al lado de nuestra casa del lago, y es muy dulce. Nos hemos convertido en buenas amigas. Me convenció para jugar en su equipo de voleibol este verano. ¡En la arena! No había jugado desde hace mucho tiempo, pero, ¡me he sentido muy bien! Mis piernas están aún doloridas.

Podía oír su carcajada.

—Un poco fuera de forma, ¿calabaza?

—Sí, un poco. Pero Santana estaba dolorida, también. Fue el primer entrenamiento de la temporada y todo eso, así que no me hicieron sentir muy a gusto. Le ha gustado la sala de estar, papá. Mucho. Lo consiguió, ¿sabes? Ella consiguió sentir lo que yo esperaba que sintiera al verlo. Fue muy guay. Me hizo sentir como si realmente aprendí algo, durante el tiempo que estuve en la escuela, como si supiera lo que estaba haciendo.

Se quedó en silencio durante un rato, viendo como la suave brisa barría gradualmente las nubes del cielo.

El sol seguía mirando a través de ellas, como si tratara de decidir si era seguro hacer su aparición en toda regla.

—Parece que va a aclarar, papá. Supongo que debería volver y hacer algo de apropiado como bocadillos para mis visitantes—suspiró ante la perspectiva de la tarde—Kayla y Dawn no hacen nada. Es un poco raro. Cuando ella está cerca, Kayla casi absorbe su personalidad. Al igual que el mundo necesita de dos amaneceres—se estremeció ante la idea—Desearía que Kayla viniera sola. Esa es la única vez que actúa como ella es—se encogió de hombros, dando un profundo respiro de aire limpio y fresco.

Se besó los dedos y llevó hacia el marcador de la tumba de su papá.

—Vendré otra vez pronto, papá. Te echo de menos.

Se puso de pie, sacudiendo la hierba y la suciedad de su trasero, arrugó la bolsita y se la metió en el bolsillo, esperando que las lágrimas que empañaban sus ojos, cada vez, se retiraran.

Se inclinó una vez más para enderezar las margaritas, preguntándose de nuevo, quien las podría haber traído. Luego caminó lentamente hacia su coche, sacudiendo la cabeza con disgusto por el hecho de que estaba a punto de tener que recibir a sus amigas, para mostrarles su nueva casa del lago.

En ese momento, el sol se abrió por completo, como si se riera de ella.





—Es muy bonito..., Britt.

Sólo Chamber Dawn podría hacer un sonido para complementar su pobre alago.

Se puso de pie, en la sala de Brittany, observando las paredes, los muebles, el arte, girando en un círculo lento.

Su desaprobación estaba escrita por toda su perfecta cara, a pesar de que sus labios decían todo lo contrario.

—Mm hmm. Muy bonito... —repitió.

Brittany tuvo que luchar para no hacer rodar sus ojos.

Dawn era la hermana mayor de Sam. Con su cuerpo bronceado, el cabello rubio oscuro y grandes ojos verdes, enmarcados por pestañas y cejas.

Era increíblemente hermosa.

Necesita toda la ayuda que podía conseguir pasa soportarla.

Dawn trataba a las otras personas como si no fueran tan dignos de la vida como ella.

Era sin duda la hija de Claire.

Si Brittany no estuviera relacionada con ella, nunca, nunca habría tenido ningún tipo de contacto con ella.

—Bueno, estoy muy contenta con la forma en que me ha quedado—dijo, tratando de no dejar que Dawn la molestara.

Esta es mi casa, maldita sea.

¿Por qué me importa lo que piensas?


—Es un poco... informal ¿no crees? ¿Es eso lo que has querido hacer?

Aquí vamos, pensó Brittany, cómo lo haría su papá, probablemente mirando y riéndose cuando llegara a la misma idea.

—Quiero decir, ¿qué pasa si tienes invitados para cenar o, Dios no lo quiera, una fiesta? ¿No quieres tener un espacio un poco más… formal?

Reprimió el impulso de sacarle la lengua a su cuñada.

Dawn se encogió de hombros y llevó su Chardonnay a la terraza. Eso era todo lo que tenía que decir acerca de la sala de estar, de la cual Brittany estaba tan orgullosa.

Se puso de pie, en el centro de la sala, sosteniendo su propia copa de vino y tratando de no parecer completamente abatida, que era cómo realmente se sentía.

Dawn había tenido exactamente la reacción que esperaba, así que no estaba segura de por qué le molestaba tanto.

Brittany Trató de no hacer un show de la decepción en su rostro, mientras se quedó ahí sola con Kayla, esperando que su amiga, más antigua, diera su opinión como la de Dawn.

—No sé, Britt. Creo que…—los ojos azules de Kayla se movieron lentamente por la habitación, fijándose en cada detalle—Se siente algo de...cálido. Invitador.

El cumplido hizo que Brittany se sintiera tan feliz que decidió ignorar el hecho de Kayla había esperado hasta que su cuñada estuviera fuera del alcance de su oído, para dar su opinión.

—Gracias, Kay. Me gusta, también.

Kayla y Brittany se habían graduado de la Misericordia juntas y se conocían desde que tenían doce años. Habían sido inmediatamente cercanas, y Kayla era de Brittany la única constante a lo largo de la escuela.

Ella sabía más de los secretos de Brittany que nadie, incluyendo a su papá.

Sus familias eran muy parecidas, y se habían enfrentado a muchos de los mismos problemas.

Al igual que Brittany, Kayla también batalló con su deseo de ser ella misma, y no lo que pensaba su familia que debía ser. Desafortunadamente, Brittany estaba segura que Kayla estaba perdiéndose.

Parecía que como Brittany, Kayla tendía a inclinarse a ser más como Dawn, diciendo cosas que sabía que irían a favor de ella, con la esperanza de permanecer en el lado correcto, pero lo estaba haciendo más y más a menudo.

Estaba segura de que su cuñada se había dado cuenta también, y le gustaba jugar con Kayla, mirándola desde una esquina con su mirada burlona, porque lo que Dawn decía era lo que ella realmente pensaba o sentía.

Fue doloroso para ella, así como para Kayla.

Hubo innumerables de veces en la que quería gritarle para que abriera los ojos y viera lo que realmente estaba sucediendo.

Kayla nunca lo hizo, por ello, le entristecía.

Lo único que la salvaba era que de vez en cuando, Kayla podía mirar, y decir algo dulce o expresar un pensamiento similar, algo verdadero, como su comentario sobre la sala de estar, y Brittany sabría que ella todavía estaba ahí.

Brittany le tocó el brazo y sonrió.

—¿Quieres un poco más de vino?

—No, estoy bien.

Sonrió y siguió a Dawn a la terraza, mientras Brittany se terminaba su copa, con la esperanza de adormecerse lo suficiente como para aguantar el resto de la visita.

Cuando finalmente se unió a ellas en la terraza, se rió de la vista en el patio trasero.

La vista hacia el agua era como la de una foto.

Enseguida desvió la mirada para ver a Santana, que venía de la dirección contraria, corriendo hacia su casa.

Al parecer, había estado persiguiendo a Kinsye, desde hacía algún tiempo.

El tono de su voz confirmó esa suposición.

—¡Maldita sea, Kinsey! Cuando te ponga las manos encima...

Brittany se alegró de que dejara la frase sin terminar.

Santana lo estaba buscando con el más mínimo placer.

Dejó rápidamente su copa de vino y para el horror de su arrogante cuñada, salió rápidamente por las escaleras hacia el patio, aplaudiendo con fuerza.

—¡Ven aquí, Kinsey! ¡Aquí, muchacho!

Para sorpresa de todos, Kinsey se detuvo en su carrera. Alzó sus orejas, y volvió la cabeza en la dirección de Brittany.

—Eso es. Ven aquí, guapo. Vamos—se puso en cuclillas, llamándole.

Kinsey se metió la cola entre las piernas y corrió a toda velocidad hacia ella. Puso sus patas delanteras sobre las rodillas y procedió a lamerle por toda la cara con su lengua.

—Oh, Dios mío—oyó murmurar a su cuñada disgustada.

—Buen chico. Eres un buen chico—lo acarició con atención, mientras lo sostenía firmemente del cuello esperando a que su dueña se acercara, sin aliento, despeinada, y muy cabreada.

—Parece que compraste una casa, con una vecina de clase baja, querida cuñada—Dawn murmuró en voz baja.

Brittany palideció ante el comentario, orando que Santana no lo hubiera escuchado.

—Gracias, gracias, gracias—dijo Santana, poniendo sus manos en las rodillas, sus pulmones aun palpitando—Saltó la puerta y al parecer no lo había atado con suficiente fuerza. Estaba fuera antes de que tuviera tiempo para pensar.

Sacudió la cabeza con tristeza, la preocupación en sus ojos afirmaba, claramente que no era divertido, que estaba seriamente preocupada.

—Creo que tenemos que construirle una pequeña caseta, con una puerta para perros, así no tendrás que seguir persiguiéndolo cada vez que se escape.

Santana la miró parpadeando.

—Sabes, eso no es una mala idea.

—Por supuesto que no lo es.

Se sonrieron la una a la otra.

El repentino sonido, de una garganta, les recordó que no estaban solas.

Brittany cerró los ojos un instante.

El movimiento no se le escapó a Santana. Cogió Kinsey en brazos, no muy dispuesta a renunciar a él, y se dirigió a sus invitados.

—Santana López, esta es mi cuñada, Chamber Dawn, y mi amiga, Kayla Prince. Santana vive al lado.

Santana, sonriendo, extendió la mano y estrechó la mano de cada una de ellas, a través de la barandilla.

—Encantada de conocerlas.

—Y este chico malo es Kinsey—Brittany sonrió cariñosamente erizando la piel del perro.

—¿No tienen una ley de correa por aquí?—Dawn preguntó como un punto importante.

Santana sonrió con fuerza.

—Sí. Se escapó accidentalmente.

—Mm.

Kayla sonrió a Kinsey y se inclinó sobre la baranda de la terraza para rascarle la cabeza.

—Él es adorable.

Santana sonrió agradecida.

—Bueno, hay algo que no te da toda la razón, y el caso es que obedece más a la vecina que a su mamá.

Brittany se rió e hizo un comentario acerca de su buen gusto.

Dawn puso los ojos en blanco.

Santana decidió disfrutar de sus vacaciones, intentando escapar de Dawn con suficiente rapidez.

La estaba haciendo sentir muy incómoda, si seguía mirándola.

Tomó suavemente a Kinsey de los brazos de Brittany, mirándola a los ojos azules.

—Gracias de nuevo—dijo en voz baja—Te debo una—mirando hacia arriba y levantando un poco la voz, asintió con la cabeza—Mucho gusto. Disfruten de la visita.

Dawn tuvo la decencia de esperar a que Santana estuviera fuera del alcance del oído, antes de que comentara:

—Bueno. Eso fue... interesante.

Hubo algo en su tono de voz y Brittany sintió el repentino impulso de saltar en defensa de su nueva amiga.

—Santana es genial. Es escritora. Está trabajando en una novela.

—¿Escritora? ¿Estás segura?—su cuñada arrugó la frente como si quisiera recordar algún pequeño detalle—Se ve tan familiar... Estoy seguro de que la he visto antes. López... López...

—Ella es genial—reiteró Brittany.

—¡Oh, Dios mío!—exclamó Dawn—¡Ella es la maestra!

—¿Qué maestra?—Kayla y Brittany preguntaron al mismo tiempo.

—La maestra de la escuela de los niños. La que despidieron hace un par de meses.

—¿Ella fue despedida?—la pregunta salió de la boca de Brittany, antes de que pudiera atraparla.

Dawn estaba absurdamente contenta de tener la suciedad de la nueva amiga de Brittany y tuvo el gran placer de no dejarlo pasar.

—Al parecer, intercambió notas de amor con una estudiante. Una chica estudiante. Uno de los padres trajo las cartas a la directora. Fue un escándalo.

Brittany se sentía mal del estómago.

—Estoy segura de que había una explicación lógica—dijo, irritada por el regocijo en la voz de Dawn.

—¿Quién sabe? Se fue tan rápido que nadie tuvo la oportunidad de hacerle preguntas. Ý eso la hace parecer terriblemente culpable, ¿no es así?

Brittany tenía ganas de cambiar de tema.

Dawn estaba disfrutando y para Brittany era demasiado, no quería saber nada más de sus opiniones sobre Santana.

—¿No vamos a entrar? Tengo el almuerzo listo.

Las condujo a través de la puerta, haciendo una pausa para mirar hacia atrás, en la dirección de su vecina. Algo dentro de ella no podía permitirse creer la historia de Dawn.

Había algún tipo de explicación.

Estaba segura de ello.








**************************************************************************************************************************






—Wow—comentó Santana en voz alta mientras dejaba a Kinsey abajo.

Una vez que estuvieron a salvo dentro de la casa, después de comprobar el pestillo de la puerta.

—¡Qué perra, ¿eh, amigo?! Debemos hacer que se crucé con Diane. Tal vez tendríamos suerte y que se matarían la una a otra.

Estaba segura de que la temperatura había bajado unos diez grados en la terraza de su vecina.

Negó con la cabeza mientras se sentó de nuevo en el mostrador para recoger lo que había dejado cuando Kinsey había decidido salir corriendo.

No podía entender cómo alguien tan dulce y amable como Brittany podía soportar estar cerca de una persona tan superficial y grosera.

¿No lo ve?

¿Acaso no creía que se merecía algo mejor?


Miró hacia el espacio de un minuto, dejándose llevar por ese pensamiento.

—Eh—dijo hablando sola.

¿Qué, si creo que ella se merece algo mejor?

Kinsey se sentó junto a su silla, ladeando la cabeza, las orejas puntiagudas la animaron como si realmente la estuviera escuchando.

Cogió un bolígrafo y garabateó varias notas, describiendo el personaje que había nombrado Kristen.

Tomó la idea de una mujer joven, que carecía de la confianza y autoestima necesaria.

Creó una historia de fondo, que hablaba de Kristen con una dominante mamá, un papá ausente, y la importancia de las apariencias, en cuanto al nombre de la familia y de la imagen.

Pobre Kristen, apenas podía pensar por sí misma, y mucho menos elegir una dirección en la vida. Era una buena chica e hizo lo que le dijeron, sin dudar, y muchas veces sin ninguna consideración de cómo realmente se sentía.

Se las arregló para escapar a la universidad, pero algo sucedió ahí, algo a cerca de algún tipo de escándalo, que hizo que se viera obligada a volver a casa, antes del fin de su segundo semestre.

Cuando su novio de la secundaria, Raymond, le propuso que se casaran, sabía que debía decir que sí, sin importar el hecho de que no estaba enamorada de él.

Eso nunca tuvo la más mínima importancia.



"Por lo tanto, eso es todo, ¿eh? Realmente vas a hacerlo. Eres muy joven para casarte."

La voz de Meg parecía incómoda, pero Kristen trató de fingir que no se daba cuenta, mientras esperaban en la nupcial tienda a la vendedora.

Meg la conocía muy bien, y muchas veces Kristen sintió que era su mejor amiga, que podría ver dentro de su alma, que podía ver exactamente lo que estaba pensando.

Ella acepto lo que esperaba, dejándose convencer con una sonrisa en su rostro.

"Raymond es un hombre maravilloso. Soy muy afortunada, Meg"

Esta la miró fijamente hasta que Kristen se movió incómoda.

"¿Lo quieres?”

"Por supuesto que lo quiero", respondió ella, indignada.

"¿Sabes lo que quiero decir? ¿Estás enamorada de él?"

Kristen abrió la boca para responder, pero no salió nada y la cerró de nuevo.

Las dos amigas se sostuvieron la mirada, lo que pareció una eternidad, sabiendo que la respuesta era demasiado obvia.

"¿Ms. Stoddard? Estamos preparadas para ti. "dijo la vendedora cuando la muchacha sonrió ampliamente y le hizo señas para que la siguieran.





Santana parpadeó rápidamente, bajo la luz menguante, como si despertara de un trance.

Se sorprendió por la oscuridad, que había crecido en la casa, y se sorprendió cuando miró el reloj de la pared.

Cuatro horas habían pasado desde que se sentó para empezar a escribir.

Kinsey estaba acurrucado, como una bola, en el extremo del sofá, roncando suavemente y ella se echó a reír ante el hecho de que él se había dormido antes de ser alimentado.

Al parecer, la carrera lo había cansado demasiado.

Después de grabar las ocho páginas en su ordenador portátil, se enderezó, orgullosa de ese logro.

Por lo general, sólo podía trabajar un par de horas seguidas, por un total de unas tres páginas. Pero, las cosas fluían, y el carácter de Kristen se estaba desarrollando muy bien.

Era hermosa, triste y Santana quería salvarla.

Esperaba que sus lectores se sintieran de la misma manera.

Antes de darse unas palmaditas a sí misma, su estómago gruñó en voz alta, recordándole que se había saltado el almuerzo y que era hora de cenar.

Se puso de pie lentamente, estirando sus músculos por haber estado durante varias horas en la misma posición.

Kinsey levantó la cabeza para mirarla, irritado por el poco ruido que hacía.

—No me mires así. Todavía está en mi lista negra.

Él bostezó ampliamente, diciéndole exactamente lo mucho que le importaba su lista negra.

—¿Quieres algo de comer?

Sus oídos se animaron, como sabía que lo harían. Se deslizó lentamente del sofá, donde se extendía como solo él lo hacía, y la siguió hasta la cocina, para verla tirar de algunos de los ingredientes de la despensa y de una nevera.

Oyó un ligero golpe en la puerta lateral, justo mientras dejaba a Kinsey un cuenco.

Sonrió ante el ladrido de Kinsey, cuando reconoció a Brittany para que la dejara entrar

—Hola. Vamos, entra.

Brittany miró alrededor de la cocina.

—¿He interrumpido tu cena? Lo siento. Puedo volver en otro momento—hizo un movimiento hacia la puerta, pero Santana la agarró del brazo.

—No, no. Por favor. Estaba a punto de hacer un poco de queso a la parrilla. ¿Por qué no te unes a mí?—la miró con escepticismo—No quieres que cenamos solos ¿verdad? Además, te prometí que íbamos a cocinar para ti.

Eso hizo que Brittany sonriera.

—Bueno, la verdad iba a comer sola, también, y realmente no estaba deseando hacerlo.

—Muy bien. Toma asiento.

Sacó un taburete de la barra del desayuno, y con un gesto hizo que Brittany se sentara, mientras ella cocinaba.

Brittany se había cambiado de ropa, y ahora parecía mucho más cómoda con esos viejos y desgastados jeans y una camiseta blanca.

—¿Mucho queso o un poco?

—¿Es una broma? Mucho.

Sacó la sartén y comenzó a hacer la cena.

—Quería disculparme por el comportamiento de antes, de mis amigas—Brittany cambió de tema incómodamente.

—Ah, ¿sí? ¿Qué significa eso?

—Bueno, Dawn no siempre es... tan atento como debería ser.

—¿En serio? No me había dado cuenta.

—Joder.

Santana se echó a reír.

—El ciertamente no ganó el premio de Miss Simpatía.

—No, supongo que no. Sólo quería decirte que lo siento.

—Mm. Está bien. No es gran cosa—puso dos rebanadas de mantequilla, en el pan al lado de la mantequilla, en la sartén caliente—¿Dijiste que Dawn era tu cuñada?—preguntó mientras ponía un vaso alto de leche frente a Brittany.

—Es la hermana de Sam.

—¿Y es siempre tan perra con las personas que acaba de conocer?

Brittany se quedó callada por un momento, antes de responder en voz baja.

—No siempre, no—se mordió el labio inferior, y se miró las manos.

Sabiendo que había hecho que se sintiera mal, la ira de Santana se disipó y decidió dejarlo ir, por el momento.

—¿Y cómo es la otra? Kayla, ¿verdad?

—Si. Fuimos juntas a la escuela.

—¿La escuela secundaria o la universidad?

—Las dos cosas. Pero se quedó en la universidad y se graduó. Trabaja para una agencia de publicidad en la ciudad.

Sonaba un tanto orgullosa de Kayla y celosa a la vez. Ese pensamiento le resultó de lo más interesante a Santana.

—¿Diseño gráfico?

—Ventas.

Santana asintió con la cabeza, moviendo de un tirón los sándwiches, y sonriendo al ver el perfecto brownness de oro con pan.

—¿Esta es la primera vez que han visto tu nuevo lugar?

—Así es.

—¿Qué piensan?

—Exactamente lo que yo pensaba que pensarían—respondió con una mueca amarga.

—¿Significa...?—deslizó una plato con su bocadillo frente a ella.

—Dawn dijo que la sala era demasiado informal.

Santana hizo una mueca.

—¿Qué demonios se supone que significa eso? Es una casa en el lago, por el amor de Cristo. Informal es lo que debe ser.

—Sólo significa que no es lo que Dawn habría hecho.

—¿Y? ¿Por qué importa lo que piense Dawn?

Se miraron la una a la otra, como si Brittany pudiera absorber la pregunta, mientras masticaba lentamente, y a continuación, tragó.

Santana volvió a intentarlo.

—Es un ambiente fantástico, Britt. Has hecho un gran trabajo en él.

Brittany asintió con la cabeza y tomó otro bocado.

Santana puso sus codos sobre la mesa y la miró fijamente.

—Es tu casa. ¿A quién le importa lo que los demás piensen?

—¿De verdad crees que es una habitación estupenda?

Su voz sonaba como la de una niña, y Santana tuvo que hacer su mayor esfuerzo en no envolverla en un abrazo grande y cálido...

—Por supuesto. Damw no sabe de qué demonios está hablando.

Brittany sonrió entonces, y Santana sintió absurdamente complacida con ella.

—Gracias, San—dijo en voz baja, dando otro mordisco.

—Cuando quieras.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Mayo 08, 2016 1:26 pm

hola morra...

detesto a la cuñada de britt,..
no me digas que san cae otra ves con lo de alumna/maestra?
me gusta que san le levante e animo,..

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Dom Mayo 08, 2016 7:02 pm

Bueno, solo espero que esta vez Britt este ahi para que Santana le cuente que paso con esa alumna!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 7:09 pm

3:) escribió:hola morra...

detesto a la cuñada de britt,..
no me digas que san cae otra ves con lo de alumna/maestra?
me gusta que san le levante e animo,..

nos vemos!!



Hola lu, y yo ¬¬ =o eso parece, no¿?... o eso nos hace pensar esa ¬¬ Aiiii si es tan tierna! jaajajajaja. Saludos =D




micky morales escribió:Bueno, solo espero que esta vez Britt este ahi para que Santana le cuente que paso con esa alumna!!!!




Hola, toda la razón XD jajaajajaja lo importante esk son historias distintas y de por si tiene que se distinto, vrdd... vrdd¿? =/ jajaajajaja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 7

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 7:13 pm

Capitulo 7


—Me siento como si no te he visto en días—Brittany sonrió a través de la mesa a Sam.

—Lo sé, cariño. Lo siento. Las cosas han sido una locura en la oficina.

El atractivo rostro de su marido mostraba unas ojeras debajo de los ojos.

—Te ves tan cansado. ¿Estás durmiendo lo suficiente?

—Por supuesto que no. ¿Qué piensas?

Su voz fue más dura de lo necesario, para ser una burla, Brittany hizo una mueca.

La camarera apareció con sus bebidas, lista para tomar sus pedidos.

Sam estaba innecesariamente brusco, lo que era obvio por la expresión en su rostro. Ella trató en vano de compensarlo utilizando un tono dulce extra.

Sam recogió su whisky, lo hizo girar una vez, y luego lo bebió todo de un solo trago.

—No sé cuánto tiempo más podré seguir con lo que estaba previsto—murmuró, más para sí mismo que para Brittany—Me siento como un maldito zombi.

Levantó el vaso vacío y lo movió en dirección a la barra, en silencio y con rudeza para solicitar una recarga.

Brittany se vio impotente, sin ganas de continuar hablando.

—¿Puedes tomarte un poco de tiempo libre? Tal vez un par de días de descanso ayudaría. ¿Estar conmigo en el lago y relajarte un poco? Apenas has estado.

Resopló.

—¿Me estás tomando el pelo? Britt, no tienes ni idea de lo que ha estado sucediendo en la empresa. Las cuentas están cambiando, como arena, los abogados están luchando por ellas. Papá ha estado amontonando más y más mierda para mí. Un tiempo de vacaciones ahora está fuera de toda cuestión.

El tono condescendiente y recortado de su voz hizo que se callara.

Odiaba esa actitud, odiaba cuando hablaba con ella como si no tuviera la menor idea sobre el mundo laboral. Habían discutido sobre eso en el pasado, pero decidió que hacerlo en ese momento sería inútil.

Comprendió que estaba estresado, así que se limitó a asentir con la cabeza, dejar pasar unos momentos de silencio, y trató de cambiar el tema.

—Tengo mi primer partido de voleibol esta semana. ¿Tal vez si tienes tiempo, podrías venir a vernos? No es hasta las siete y es sólo en la playa.

Sam gruñó sin comprometerse, cuando la camarera dejó la bebida hacia abajo.

Brittany se negó a ser arrastrado por su mal genio.

—El equipo está muy bien. Lo estoy disfrutando mucho. Ha pasado mucho tiempo desde que jugué.

Él levantó la mirada de su vaso, y se encontró los ojos de Brittany.

Casi podía ver el hilo de sus pensamientos, en su hermoso rostro. Volvió a mirar hacia abajo, a su bebida, luego su rostro se suavizó considerablemente.

Aspiró profundamente y exhaló muy lentamente.

—Eso está muy bien, cariño—sonrió mientras trató de no mostrar la sorpresa que sentía por su cambio de actitud—Solías ser muy buena, por lo que recuerdo. No sé si voy a ser capaz de hacerlo, pero lo intentaré. ¿Qué día?

—El miércoles.

Él asintió con la cabeza, tomando un sorbo más pequeño de su bebida en esta ocasión.

—Siento que he sido un idiota, Britt. No lo he dicho en serio.

—Sé que no lo haces, Sam. Lo sé. Estoy un poco preocupada por ti, eso es todo. Estás trabajando tan duro, que me temo que vas a explotar.

—He pensado en lo mismo. No va a ser mucho más largo. Sólo tengo que estar en ello durante unos meses más.

Brittany asintió, sintiéndose menos asegura de lo que había esperado.

—Está bien. Voy a tratar de ser paciente.

—Gracias, cariño—parecía aliviado—Entonces, háblame de tus compañeros de equipo.

Había pasado tanto tiempo desde que había tenido el tiempo para sentarse juntos, tener una buena cena, y hablar, que estaba momentáneamente aturdida por la idea de tener una simple cena, sin que interrumpieran su conversación con su marido.

Él le sonrió y ella sospechaba que Sam sabía exactamente cómo se sentía.

Antes que nada, eran amigos.

Buenos amigos.

Se preocupaban el uno del otro y, lo importante, que en realidad se gustaban entre sí.

—Bueno, ya conoces a Santana. Es una jugadora increíble, muy buena compañera de juego. Es una goleadora y creo que hemos formado una buena pareja en el equipo. Somos un buen equipo. Su mejor amiga Quinn es otra gran golpeadora. Es más potente.

—¿He conocido a Quinn?

—No, todavía no, pero estoy seguro de que lo harás. Conoce a Santana desde hace mucho.

—¿Es ella la novia de Santana?

Brittany parpadeó.

—¿Qué?

—Quinn. ¿Sí es la novia de Santana?

—Um, no.

—Sabías que Santana es gay, ¿verdad?

—Sí, pero ¿cómo lo sabes tú?

—Tengo mis fuentes—respondió, con una sonrisa alrededor de su tenedor.

Brittany lo pensó por un segundo, no sabía por qué pero la inquieto. Negó esa la sensación alejándola y continuó.

—Quinn tiene a su pareja Rachel, y juntas tienen una pequeña hija de dos años, adorable.

—Eh. ¿Hay alguien en este equipo de los tuyos?—mantuvo el tono ligero, sonriendo con la esperanza de ocultar el temor que sentía.

Él vio un destello de la cara de algo transversal en Brittany, pero se había ido demasiado rápido para poder identificarlo.

—Sí, tonto. Yo, por mi parte—sonrió irónicamente—Y Artie. Juega como tú.

Se echó a reír al recordar cayendo a la arena una y otra vez.

—¿En todo el equipo?

—Por todo ello.

Se rieron, aliviando la tensión ligera.


—Él es muy dulce. Y luego está Blaine. Él es nuevo, pero está constantemente mejorando y creo que va a ser muy bueno con el tiempo.

—A natural, ¿eh?

—Por supuesto—dio unos golpecitos con el dedo en los labios—Estoy olvidando alguien Oh, sí. Emily. Ella no habla mucho. No estoy segura de que me guste.

—¿Por qué no?

—No lo sé. Sólo una de esas cosas. Me mira con cara de pocos amigos.

—No seas tonta, Britt. ¿Qué más se puede pedir?—sus ojos brillaban de manera sincera—Eres una chica muy agradable.

Ella sonrió, avergonzada.

Este Sam era con el que se había casado, no el estresado ejecutivo de negocios mal agestado del comienzo de la cena.

A pesar del éxito de sus padres y la imagen de su familia, que debían proyectar a la comunidad, Sam había sido siempre dulce y con los pies en la tierra.

Esa fue la razón principal por la que Brittany estaba tan preocupada, por las largas horas que había estado trabajando y por la repentina presión puesta sobre él, por parte de su papá.

En el fondo, no creía que Sam realmente quisiera hacerse cargo de la empresa, pero sabía que él haría lo que pudiera con el fin de complacer a su papá.

Él y Brittany eran muy parecidos en eso.

Sam haría lo que se esperaba de él, pero bajo la tensión que había estado, en realidad estaba alterando su personalidad, a menudo haciéndolo insolente, abrupto, e incluso insultante.

Ella estaba decidida a agarrar esta idea del hombre con quien se había casado, mientras pudiera, porque estaba segura de que no iba a durar mucho tiempo.





Se quedó ahí, mirando el techo durante mucho tiempo, completamente despierta, la mente de hilatura.

Aunque Sam se había relajado considerablemente durante la cena, una onda de tensión continuó fluyendo a través de él.

Tratando de aliviar su mente, Brittany se había centrado en lo bueno que era, finalmente tenerlo en casa por la noche, por primera vez en semanas, en lugar de permanecer en Buffalo o Pittsford.

Parecía apreciar su entusiasmo.

Apenas habían conseguido entrar por la puerta de la casa del lago, antes de que comenzara a desvestirla.

Sus manos eran insistentes, tenía la boca exigente y ella sabía que era algo que necesitaba.

Apenas había tenido tiempo para llegar a las escaleras antes de que le ahuecara el trasero, para levantarla del suelo y llevarla arriba a su dormitorio, su lengua ya estaba totalmente enterrada en su boca.

El sexo con Sam generalmente era bastante agradable, aunque nunca estremecedor.

Consideró algo que debía hacer por él, casi llegando a utilizar la antigua y absolutamente política frase "deber conyugal”.

Era cierto que ella había escuchado a las mujeres, como su cuñada, hablar de lo mucho que despreciaban dormir con sus maridos y cómo tenían mucho mejor sexo cuando estaban solas, pero por cada Dawn, había otra mujer con la reacción opuesta.

Siempre había tenido envidia de sus amigas, que tenían un sexo fabuloso con su marido y ella no entendía por qué no era una de ellas.

No era como Dawn, ella no odiaba dormir con Sam.

Él por lo general, era un amante bastante atento. No era perfecto, tenía que fingir el orgasmo, más de una vez, con el fin de escapar de su tenaz intento de hacerla venir, pero él no era de ninguna manera egoísta en la cama.

Había empezado a pensar que debía ser ella, y aquello le daba un poco de miedo.

Había notado un cambio en él, recientemente también.

Si tenía que identificarlo, diría que fue cuando su papá le pidió que comenzara a tomar las riendas del negocio familiar. La frecuencia de su vida sexual había disminuido considerablemente después de eso, que en realidad no era por ella.

Brittany simplemente lo atribuyó al nuevo Sam.

Ese que estaba bajo estrés y lo dejó así.

Sin embargo, en los últimos tiempos, cuando habían hecho el amor, Sam se había ocupado de él y sólo él.

Le parecía que, por su parte, se tomaba todo y no daba nada, algo muy raro en él.

Brittany había oscilado entre el alivio de la cantidad corta de tiempo que llevaba a cabo su "deber", y no preocupaba saber que si a Sam le apetecía compartir cama con ella o no.

Esa noche, él había actuado por su cuenta, y ella intentó no tensar cada músculo de su cuerpo.

Había cerrado los ojos y había hecho todo lo posible para moverse con Sam.

Mientras él había empujado dentro de ella, bombeando furiosamente, con sus ojos cerrados con fuerza, con el ceño fruncido de la concentración, aunque no estaba segura de que realmente estuviera tan concentrando.

Sus cuerpos estaban tan cerca cómo podrían estar, pero sus mentes estaban en planetas completamente diferentes.

No sabía dónde estaba su marido, pero estaba segura de que no estaba en la cama con ella.

Cuando termino, se había separado de ella, jadeando y sudoroso. Había rodado sobre su espalda con un suspiro y en pocos minutos, había empezado a roncar.

Ella siguió mirando al techo, tratando de decidir si debía seguir culpando, de este problema, a la cantidad de horas de trabajo y estrés de Sam, o si era el momento de mirar más de cerca las cosas, para profundizar si debían hablar de ello.

No era completamente inconsciente, sabía que tenía sus propios problemas.

Sabía que en el fondo no debía culparlo de todo a él, pero ella no estaba segura de estar lista para mirarse en el espejo y realmente ver lo que había detrás.

Sam resopló, y rodó sobre su costado, lejos de su esposa.

Ella miró a su espalda, sus ojos errantes sobre su piel blanca como la leche, su mente pensando en cómo había sido encerrado en su oficina, durante mucho tiempo.

Pasó sus dedos ligeramente, a través de sus anchos hombros, con un profundo suspiro.

Luego deslizó las manos entre sus muslos, explorando y acariciando, buscando su liberación.

Llegó al clímax en silencio a su lado.

Mientras él dormía.







Eran apenas las seis y media de la mañana, cuando Sam Evans maniobró su vehículo, Mercedes plateado, a través de la cabina del peaje de Nueva York State Thruway, en dirección oeste, hacia Buffalo.

Odiaba esta hora del día, odiaba estar atrapado en su coche durante casi dos horas.

Tenía demasiado tiempo para pensar, algo que había estado tratando de evitar últimamente, ya que no le gustaba la dirección de sus pensamientos.

Por eso había optado por quedarse en Buffalo, con tanta frecuencia. El tiempo a solas, en el coche, era demasiado desalentador.

Volvió a pensar en la noche anterior y en la mañana.

La cena con Brittany había sido agradable, una vez que él había pateado a su mal humor.

Había sido una gran ayuda sacarlo con ella.

Ella siempre había sido así.

Sabía cómo cambiar el tema o como morderse el labio para no romperse frente a él, que por lo general se lo merecía.

Había continuado hablando de su nuevo equipo de voleibol y lo emocionada que estaba de jugar.

Una vez más, lo había alejado de las cuestiones del trabajo, algo que había agradecido. Y ella parecía muy feliz de tenerlo en casa... su voz había sido un poco coqueta y había un brillo en sus ojos.

Lo había tomado, erróneamente, como señal de lo que siempre anhelaba ver, algo que cada vez era menos frecuente desde que se habían casado.

Se habían dirigido a casa y de inmediato la había desnudado, y besado con avidez.

Hizo una mueca al recordar el resto de la noche.

Parecía ser una habitual ocurrencia, cada vez que hacían el amor, algo que casi nunca pasaba.

No hizo ningún sonido, ella apenas podía contener su deseo de estar en otro lugar.

Una pequeña parte de él estaba avergonzado de su propia conducta últimamente, su incapacidad para hacer absolutamente nada para ayudar a encontrase mejor.

Dios no permita que quiera hablar de ello.

En cambio, él simplemente tomó lo que quería, lanzándose dentro de ella, y luego se había quedado dormido.

Estaba dispuesto a reconocer que se había convertido en un amante tan indiferente, como su mujer.

Si no está dispuesto a probar, ¿por qué habría de hacerlo?

Su conducta era totalmente pueril y él lo sabía.

Tampoco podía quedarse sin hacer nada al respecto.

Cuanto más pensaba sobre el estado de su matrimonio, más enojado y amargado se sentía.

Miró al móvil, sobre en el salpicadero, y vaciló.

Después de sólo un ligero debate interno, marcó el número que estaba avergonzado de admitir que sabía de memoria.

Incluso a esa hora temprana, alguien atendió su llamada.

—Hola—respondió una voz femenina agradable y familiar.

Su tono sonaba íntimo y afectado incluso en el altavoz

—Buenos días, Mercedes. Soy Sam.

—Buenos días, Sam. ¿Qué pasa?

—Me gustaría verte esta, si es posible.

—Por supuesto, Sam.

—Genial.

—¿En mi casa?

—Si, por favor.

—¿A qué hora?

—¿A las dos?

—A las dos entonces, Sammy.

—Eso está bien.

—Adiós.

—Adiós.


Apretó el botón para desconectar la llamada.

Simultáneamente, se sentía culpable por su propia falta de honradez y emocionado por ver a Mercedes.

Inminente.

El pensamiento de la joven dispuesta a hacer mucho más, se retorcía debajo de él y llamándolo por su nombre, le excito a tal punto que casi era doloroso.

Pisó el acelerador, pasando a un camión de dieciocho ruedas, a toda velocidad aumentando su excitación.








************************************************************************************************************







La mañana era hermosa y clara en el lago, y Brittany tomó su té en la terraza para respirar el aire puro y escuchar el chapoteo del agua.

El aire estaba un poco frío, pero el sonido era calmado y se dejó arrastrar sobre él, calmando algo del estrés de sus preocupaciones.

Sam se había levantado, duchado, vestido, y marchado camino a su trabajo muy temprano. Había estado distante y tranquilo, durante todo el desayuno, que ella había preparado.

El Sam que había visto la noche anterior se había desvanecido, tal como ella había sospechado.

Se negó a detenerse en los crecientes problemas de matrimonio, aunque en realidad, sabía que debería haberse concentrado más en ellos.

Evitarlos, era el camino equivocado para manejar un dilema, pero eso es lo que siempre había hecho.

Esto era muy difícil de tratar, por lo que sólo... no.

De alguna manera, el hecho de saberlo, no parecía ayudar o facilitar su intento de cambiar las cosas.

A menudo se sentía frustrada por su propia terquedad.

Sabía que la mejor manera de evitar un problema era centrarse en algo completamente diferente.

Así que, esa mañana, contempló su casa, la única cosa en su vida que la hacía feliz, lo único con lo que ella sentía algún tipo de placer. Fue adentro y decidió que su próximo proyecto sería el dormitorio principal.

Infierno, pensó.

Si me voy a pasar la mayor parte de mi tiempo sola, al menos puedo decorar lo que me gusta.


Como era su modus operandi, se acercó una silla y se sentó en la puerta, simplemente a estudiar la sala, para conseguir una sensación del tamaño, alcance, posibilidades... tratando de imaginar lo que le gustaría que fuera, cómo le gustaría que se viera desde la puerta del lugar, cuando alguien lo viera por primera vez.

Era un gran rectángulo con un baño principal a la izquierda.

Esa habitación, después de haber sido recientemente remodelada, estaba en muy buenas condiciones, le encantaba mucho, para su sorpresa, no necesitar ninguna ayuda.

Su bañera de hidromasaje, la bañera y suelos de baldosas de cerámica blancos eran precisamente lo que haría con ese lugar.

La habitación en sí, sin embargo, era muy sosa: de color blanquecino en las paredes, molduras de color blanco, con unas mini-persianas de color blanquecino.

La madera del suelo era del único que redime, lo único que no mantenía ningún cater.

Brittany ya había decidido que le gustaba la idea de variar tonos morados, y ya lo había utilizado como un acento de color en el baño.

Le gustaba la idea de llevar esto en la recamara para atar las dos salas de juntas, de modo que examinó el espacio cuidadosamente, previendo lo que pensaba que podría funcionar y descartando las ideas que no parecían encajar.

Mientras estaba ahí sentada, recordó haber visto una habitación en la que había caído enamorada, uno de los muchos diseños y mejoras para el hogar, de las revistas que se había comprado en su adicción.

Se levantó de un salto y corrió escaleras abajo, abrió los armarios inferiores, de un estante de la sala de estar, y gimió al ver que tenía como veinticinco o treinta revistas.

Sacó todas, las colocó en el suelo, y fue revisando una página tras otra hasta que gritó con alivio, cuando finalmente encontró la que estaba buscando.



Miró el reloj, sorprendida, al darse cuenta de que había pasado dos y horas y media, desde que había empezado su búsqueda.

Sus piernas se quejaron, cuando se levantó del suelo. Cuidadosamente marcó la página correcta, en la revista. Se desperezó lentamente, permitiendo a la sangre reintroducirse en sus miembros privados.

Con una imagen clara en la cabeza, sobre la manera en que quería ver su habitación, salió a la terraza a tomar fresco.

Todavía no era estaba claro, pero la temperatura había aumentado considerablemente, y el sol caía cálidamente.

Podía ver a tres barcos a la deriva, perezosamente en el agua, cañas de pescar que sobresalían en el aire.

Apoyó los antebrazos en la barandilla de la terraza, y los vio mecerse suavemente en las olas, dejando que la paz del lago la abrazarla.

El silencio fue interrumpido por el estruendo de metales procedentes de su derecha.

Miró en esa dirección y vio a Santana, de pie con las manos en las caderas, y un montón de suministros que había tirados en el suelo, al lado de su garaje.

La observó durante varios minutos, mientras miraba el montón, y luego hacia el lado del garaje, a continuación, otra vez a ella. Entró en la casa, pero reapareció unos minutos más tarde con una caja de herramientas y una gran hammer.

Brittany sonrió mientras su curiosidad pudo más que ella.

—¿La construcción es una adición?—gritó con una sonrisa irónica.

Santana se volvió y sonrió, feliz de ver a su vecina.

—Así es. Decidí cumplir mi sueño de toda la vida, de ser una casera, así que estoy añadiendo un departamento.

—¿Necesitas ayuda?—preguntó esperanzada, mientras se acercaba.

—Cuatro manos son mejor que dos, o eso me han dicho.

—He oído lo mismo. ¿Qué tipo de vivienda vamos a hacer?

Brittany miró la pila, que consistía en seis grandes estacas de acero y un rollo considerable de cercas de alambre, todo verde.

—El tipo cercado. Seguí tu consejo y me he decidido a hacer una especie de caseta por Kinsey. Como una perrera, pero un poco más grande, más o menos como su fuera su propia zona de juegos en miniatura. De esta manera, puede estar fuera todo el maldito día, si quiere, y no voy a tener que preocuparse por encontrar su pequeño cuerpo aplastado en la carretera.

—¿Y cómo lo hace sentir acerca de esta cosa de la perrera?—Brittany bromeó.

—Bueno, verás, eso es lo bueno de esta relación. Soy el humano y, por tanto, el jefe. Él no tiene nada que decir y lo sabe.


La perrera de ninguna manera sería extravagante.

El equipo que Santana había elegido era similar a los elementos que había que comprar si uno estuviera buscando una cerca para el jardín o proteger un arbusto.

Para un perro pequeño como Kinsey, con sus patas cortas y rechonchas, sabía que sería perfecta. Sólo necesitaba algo para contenerlo, lo suficientemente alto, para que no pudiera saltar sobre ella, y algo lo suficientemente resistente para no derribarlo si saltaba.

La cerca que había elegido era adecuada y se sentía bien por ello.

Ambas mujeres estaban sorprendidas por lo bien que trabajaban juntas, especialmente Brittany.

Pensó en cómo ella y Sam rara vez hacía proyectos en torno a la casa, ya que nunca parecían estar en la misma longitud de onda. Nunca fue capaz de ver su visión de las cosas, y se sentía frustrada por sus caminos excesivamente perfeccionistas.

Por lo general, terminaban en la garganta del otro, por lo que había decidido evitar ser ese tipo de parejas.

Brittany hacia la decoloración, Sam hacia el trabajo de reparación, y eso parecía ser la solución adecuada.

Pero las cosas eran diferentes con Santana.

Era como si sólo fueran una mente.

Le entregaba las herramientas a Santana antes de que se la pidiera.

Santana asintió con la cabeza antes de que Brittany incluso terminara sus sugerencias.

Debido a la ausencia de conflicto, el sentido de la realización parecía mucho más fuerte, cuando finalmente se enderezó y estudio el producto terminado.

—No está mal, Srta. López. No está mal en absoluto.

—No podría haberlo hecho sin usted, Sra. Evans. Y gracias.

—Es un placer.

—¿Vamos a presentarle al rey su nuevo castillo?

—Por supuesto.

Santana fue a buscar a Kinsey, que miró de cerca con cautela. Incluso habían construido una puerta primitiva de fácil acceso, pero desde la valla tenía sólo cuatro metros de altura, Santana simplemente se inclinó sobre ella y la colocó en su lugar.

Él paseaba un poco, olfateando el suelo, levantando una pierna varias veces, a regañadientes marcándolos como cosa suya.

Después de tres o cuatro minutos, se sentó directamente en el medio de la zona, frente a las mujeres, y simplemente se quedó mirando a su dueña.

Santana apretó los labios, junto con la preocupación y Brittany tuvo que reprimir una carcajada.

—Oh, él no es feliz conmigo. No le gustó nada.

—¿Eso crees?—Brittany bromeó.

—Ves cómo sus oídos están de vuelta y él me mira, pero no ¿en serio? ¿Al igual que no me merezco esa mirada? Eso es lo que puedo decir. Aquellos son signos seguros.

Brittany estaba sonriendo por la obvia angustia de Santana.

—Signos seguros de ¿qué?

—Está enojado conmigo.

Brittany presionó su dedo en los labios, la risa que amenaza con estallar, y se limitó a asentir.

Santana cogió el visto bueno y se quedó ahí, asistiendo con la cabeza.

—Oh, sí. Él está molesto—se volvió hacia Brittany, levantando una ceja al ver la expresión en su rostro—¿Te ríes de mí?—el tono de su voz era ligera, era muy consciente del humor dela situación.

—Sabes—Brittany respondió cuando pudo dejar de reír—He oído hablar de una persona que es azotada, pero la idea de ser poochy-batida es totalmente un nuevo concepto para mí.

Santana se quedó en silencio durante unos segundos.

Cuando por fin habló, se esforzó por "baja la voz y sonar amenazadora”. En cambio, salió más como" tratando de no estallar en una carcajada histérica”.

—¿Estás diciendo que estoy gobernada por mi perro?

—Bueno, déjame pensar un minuto—se dio un golpecito con el dedo contra sus labios, mirando hacia el cielo—Um, sí. Yo diría que eso es exactamente lo que pienso.

Santana dejó caer la cabeza, sacudiéndola vergonzosamente, con la voz llorosa.”

—¡Es cierto! ¡Es cierto! Mi perro es mi vida. Soy una patética ser humano. Por favor, ayúdame.

Las dos rompieron a reír.

Kinsey, obviamente, no estaba divertido, mientras seguía mirándolas a ellas, sólo servía para hacerlas reír más fuerte.

Una vez que dejaron de reírse, observaron más de cerca la perrera, sólo para asegurarse de que no necesitaba ningún ajuste final.

—Hm. No sé si me gusta esto—Santana estaba cerca de la pared del garaje, donde había impulsado una estaca en el suelo.

Estaba a un metro y media de distancia, dejando un espacio entre el juego y la pared.

—Está tan cerca cómo se pude, pero me temo que él puede abrir el paso por aquí. Él es muy inteligente.

—Apuesto a que hay algún tipo de soporte thingie para eso—Brittany ofreció—¿Sabes lo que quiero decir? Al igual que una pieza en forma de herradura de alambre o algo parecido, de la que pueda tirar para tener más sitio y no se rompa.

Santana asintió mientras visualizaba el elemento que Brittany le había descrito.

—Creo que debería hacer un viaje a Chase-Pitkin. ¿Quieres venir conmigo?




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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 08, 2016 8:05 pm

hola, bueno parece que ya se coloco la palabra fin sobre el matrimonio de Bram, Gracias a Dios, y ahora la parte dificil, una vez que la tension sexual se resuelva entre britt y santana, le queda a esta decidirse- la amistad esta yendo mas alla.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Mayo 08, 2016 8:47 pm

hola morra,..

mmmmm,... mucho trabajo, falta de tiempo, estrés y mercedes,. va a ser mas facil que lo friege...
pobre Kinsey que maldad con el,...
a ver que hacen ahora juntas,...

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 11:43 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:hola, bueno parece que ya se coloco la palabra fin sobre el matrimonio de Bram,  Gracias a Dios,  y ahora la parte dificil, una vez que la tension sexual se resuelva entre britt y santana, le queda a esta decidirse- la amistad esta yendo mas alla.



Hola, si que si... y me alegro la vrdd XD Jajajajajaja bn ai jaajjaajajaja, ufff si que difícil... osea no la vrdd jajaajajajaj xD Así pasa con ellas, solo dar el primer paso y listo jajajajaja. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,..

mmmmm,... mucho trabajo, falta de tiempo, estrés y mercedes,. va a ser mas facil que lo friege...
pobre Kinsey que maldad con el,...
a ver que hacen ahora juntas,...

nos vemos!!!



Hola lu, jajajaja todos los factores están ayudando a las brittana jajajaajajajaja. JAjajajaaj el quiere ser libre como el viento jajajajajaja. Algo increíble, no¿? jajajajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 8

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 08, 2016 11:44 pm

Capitulo 8


Chase-Pitkin tenía su versión local, de Rochester de Home Depot.

Había uno en casi cada barrio y se disponía de toda clase de equipos de madera, jardinería, muebles, etc.

Definitivamente habían sentido el efecto desde que Home Depot llegó a la zona, unos años antes, pero para sorpresa de muchas personas del pueblo, Chase-Pitkin logró mantener su posición y permanecer en el negocio.

A pesar del hecho de que Home Depot era una cadena nacional, y que tenía mejores precios en muchos artículos, Chase Pitkin tenía cientos de personas locales como empleados, y Santana trataba de darles su apoyo siempre que podía.

Poder ir con Brittany, en este viaje, fue una agradable sorpresa.

Cuando Santana se despertó esa mañana, y decidió construir una perrera para Kinsey, no esperaba tener ayuda o compañía y ciertamente no tan encantadora compañía.

Se dio cuenta de que cuanto más tiempo pasaba con su vecina, más tiempo quería pasar con ella.

Era divertida e inteligente, y no había disfrutado simplemente estar con alguien en un largo, largo tiempo.

La única persona que estuvo cerca fue Quinn, y habían sido su mejor amiga durante más de diez años. Sentía un poco de cosquilleo, que la hacía feliz, cuando pensaba que podía llegar a ser tan buenas amigas.

—Está bastante vacío—comentó Brittany al entrar en la Caza Pitkin—Supongo que eso cambiará en un par de semanas, una vez que la escuela acabe y empiece oficialmente el verano, ¿eh?

Santana sintió una aguda punzada por su pérdida cuando pensó en sus amigas maestras.

Echaba de menos su antiguo puesto de trabajo, más de lo que quería admitir.

No había pensado en ese ambiente desde entonces, con la emoción y anticipación de los estudiantes y profesores, ellos estarían contando sus días.

Los estudiantes pensando en divertirse, dormir hasta el mediodía, y vagar frente a la televisión, el ordenador o la PlayStation.

Los profesores estarían soñando con su primera escapada, desde las vacaciones de Pascua, casi babeando con las expectativas.

Quinn a menudo le preguntó si echaba de menos la enseñanza y ella siempre le respondía con un gesto desdeñoso con la mano y una mirada que decía: ¿Me estás tomando el pelo? ¡No seas tonta!

Era una gran mentira.

Suspiró en silencio mientras caminaban por los pasillos, pensando que todos hacemos nuestras propias camas y luego tenemos que mentir por ello.

Además, ¡estoy escribiendo una novela!

¿Cuántos de mis amigos maestros pueden decir eso?


—Aquí vamos.

La voz de Brittany rompió su pensamiento, y Santana parpadeó.

—Lo siento, ¿qué?

—Algo como esto es lo que estaba hablando. Pienso que estos funcionarán—levantó algunos soportes semicirculares que parecían lo que necesitaban—Creo que va a ser perfecto—agarró un par de paquetes en descuento.

—¿Necesitas algo mientras estamos aquí?

—Bueno...—los ojos de Brittany vagaron hacia la zona de pinturas—Estoy en el proceso de reformar el dormitorio principal, al menos en mi mente.

Sonrió encantadoramente y Santana sintió que no tenía otra opción sino devolverle la sonrisa.

—¿Te importaría mucho si…?—bajo su voz mientras señalaba con suerte en la misma dirección.

—No, en absoluto—sonrió—¿Qué tienes pensado?

Brittany le contó la historia de esa mañana, y cómo había mirado a la habitación, y luego pasado por montones y montones de revistas hasta localizar lo que quería.

Santana decidió entonces, que le encantaba escuchar a Brittany hablar de sus visiones de diseño.

Era muy estructurada y estaba segura de lo que quería.

Era muy similar, a la forma en que ella desarrollaba una historia en la cabeza o en el esquema en el papel, antes de empezar a escribir.

Le explicó que no había sido capaz de decidirse a tirar las revistas de diseño, que tenía guardadas, y Santana recordó haber visto unas cuantas esparcidas por la casa, durante su visita.

Ella tenía libros de investigación y materiales, artículos sobre escritura que significaban lo mismo para ella.

Los ojos azules de Brittany brillaban de entusiasmo, mientras caminaban, le contó lo que había pensado sobre los cojines decorativos berenjena, la alfombra que había visto en el catálogo de Pottery Barn, que tenía la combinación correcta de varios tonos púrpura, y su deseo de pintar una pared, en la habitación de un profundo y rico color ciruela, aunque estaba recelosa de la primera pincelada.

—¿Y qué?—Santana se burlaba de su renuencia—¿Qué es lo peor que podría pasar?

—¿Lo peor que podría pasar? Podría parecer una completa y total mierda

—Una vez más, ¿y qué? Es pintura. Se puede pintar sobre ella.

—Lo sé, pero...

—Pero, ¿qué?

—No quiero que la gente piense que no sé lo que estoy haciendo, incluso si no lo hago.

Santana entrecerró los ojos, tomando nota de la genuina preocupación en sus ojos.

—Britt. Tienes un serio problema ¿Qué pensara la gente?, ¿te importa?

—Sí, lo creo.

Entonces tomó el brazo de Santana y la atrajo a la pantalla a color, evitando limpiamente el tema.

Juntas, recogieron lo que le parecía a Santana una enorme pila de muestras de cuadrados de pintura en innumerables matices de púrpura.

Se rió ante la idea de Brittany de probar a todos fuera del suelo o en la cama, que era exactamente lo que pensaba hacer con ellos. Luego miró un cuadrado de pintura y resopló.

—¿Monster Mash? Son…

—¿Me tomas el pelo? Quiero saber cuánto se le paga a alguien para poner esos nombres tan ridículos—cogió otro—Bueno, supongo que es introspección.

Brittany frunció el ceño.

—Um... ¿verde?

—Púrpura.

—Mierda. Bueno, ¿qué hay un Caperucita Roja?

—Si eso no es rojo, hay algo seriamente malo con las personas en Glidden.

—Es de color rojo.

—Mi turno. Maestra.

—¿Maestra? ¿Al igual que en director de orquesta?

—Eso es lo que dije.

—¿Azul?

—No. Púrpura.

—Mierda. Bueno, aquí hay una. Malabar.

—Esa es una barra de chocolate, ¿no es así? Tiene que ser de color marrón.

—No. Cereza. Estas pensando en una Mallomar.

—Eh. Está bien, aquí vamos. Flair.

—Naranja.

—Púrpura.

—Maldita sea.

Santana la observó por el rabillo del ojo, sonriendo y esperando... esperando...

—¡Hey!

Y tenemos el despegue, pensó con una sonrisa.

—Eran todos de color púrpura.

—Bueno, sí. Sí, lo eran—se rió mientras Brittany le dio un manotazo, con la muestra en las tarjetas que tenía en la mano.

—Palo de golf"—dijo uniéndose a la risa.

Siguieron en su alegría, poniendo los ojos en el casi todo lo discernible entre Sutil Heather y Verano Orchid, cuando una voz femenina los interrumpió.

—¿Brittany? ¿Brittany Pierce? ¿Eres tú?

Santana la miró fijamente, pero la voz de la mujer que procedía de detrás de ella las interrumpió.

Era un sonido bastante agradable, lleno de alegría, y Santana se sorprendió al ver a su amiga enrojecerse.

Había leído la descripción más de una vez en los libros, pero en realidad nunca lo había visto suceder hasta ese momento.

Brittany se quedó pálida como un fantasma.

Realmente pensó que Brittany podría estar sintiéndose enferma ahí, en mitad del pasillo.

Se volvió a la fuente de la voz y se encontró con una atractiva y sonriente rubia, que le resultaba vagamente familiar, aunque no podía ubicarla.

Era más baja que Santana, con la piel blanca y ojos verdes deslumbrantes acentuados por sus muy pestañas y cejas rubias.

Estaba vestida casualmente en vaqueros y una camiseta blanca, con unas llaves colgando de los dedos cónicos y largos.

—Kitty—Brittany habló con su voz apenas audible y se aclaró la garganta— Kitty. Hola.

—Wow. Te ves...

Kitty dio a Brittany una evaluación visual y Santana levantó una ceja, sorprendida de sentir el inicio de unos celos.

—Te ves fantástica.

—Gracias—asintió con la cabeza, sin dejar de mirar vagamente, y sintiendo náuseas—Tú también.

—Dios, ¿qué posibilidades había de volver a encontrarnos? ¿Vives ahora por aquí?

—Tenemos una casa de verano en el lago—respondió en voz baja.

—Eso está muy bien. Es hermoso, ¿eh?

—Sí.

La conversación se tambaleó, con Kitty mirando con aprensión a Brittany, y de la ojiazul saltando sus ojos en torno a la cintura de Kitty a sus zapatos y viceversa.

Santana intervino rápidamente.

—Hola. Soy Santana López—le dio la mano y Kitty la tomó, con una sonrisa agradecida.

—Kitty Wilde.

—Encantada de conocerte, Kitty. ¿De qué conoces Brittany?

Los ojos de Kitty derivaron de nuevo a Brittany.

—Oh. Um. Fuimos juntas al colegio por un tiempo. Parece que fue hace mucho tiempo—se rió nerviosa.

Entonces su expresión pareció cambiar ligeramente y volvió su atención completamente en Santana, por primera vez.

—¿Y ustedes?—Kitty se esforzó, pero sin éxito, por sonar como una pregunta completamente inocente.

Bueno, ¿no es esto interesante? Santana pensó, preguntándose exactamente lo que estaba pasando entre las dos mujeres.

—Somos vecinas.

—Oh. Ya veo—Kitty asintió, sin ver nada.

Santana se volvió hacia Brittany, preguntándose si alguna vez iba a hablar de nuevo.

Finalmente levantó la vista, pero a Santana y no a Kitty.

—Nosotras deberíamos continuar con algunas cosas.

—Fue genial volver a verte. Cuídate, ¿de acuerdo?

Sin decir una palabra, tomó los soportes de las manos de Santana, y se dirigieron hacia las cajas registradoras.

Santana y Kitty se quedaron mirándose, torpemente, durante varios segundos, si estar seguras de qué hacer.

Antes de que pudiera decir una palabra, otra mujer se acercó desde detrás de Santana, y tocó a Kitty en su brazo. Era alta y delgada, con el pelo castaño y una cara amable.

—¿Encontraste los disolventes de pintura?

Su voz devolvió a Kitty al presente, y parpadeó varias veces. Sonrió a la castaña, pero sus ojos tenían un dejo de tristeza en ellos.

—Um, sí. Estaba justo aquí—señaló a su izquierda, y luego miró a Santana—Fue un placer conocerte, Santana.

—Lo mismo digo—le respondió.

Observándola de pie, con la mano de la castaña estaba en la parte baja de la espalda de Kitty.

Santana se apresuró a ponerse al día con Brittany.






Estaban a mitad de camino a casa, antes de que el color comenzara a resurgir, bajo la piel de Brittany.

Estaba completamente en silencio, y se limitó a mirar hacia fuera, a través de la ventana.

Santana no era el tipo de persona a la que se molesta por el silencio, pero empezó a sentirse incomoda, e inquieta, así que se esforzó por romperlo.

—¿Britt? ¿Estás bien?

—Mm hmm.

—¿Quieres hablar de ello?

—No.

—¿Estás segura?

—Mm hmm.

Bueno, esto funciona muy bien, Santana pensó, entonces decidió tomar un enfoque diferente.

—Pierce, ¿eh? ¿Es tu apellido?

Brittany se volvió y la miró por primera vez, desde que habían salido de la tienda.

—¿Qué?

—Ella te llamo Brittany Pierce.

—Oh. Si. Es mi apellido de soltera—volvió a mirar por la ventana.

—Te das cuenta de que ahora me veré obligada a hacer interminables referencias ¿no?

—¿Perdón?

Esta vez, cuando miró a Santana, hubo un destello de diversión en su rostro.

—Ya lo sabes. Britney Spearce. Sólo una de mis cantantes favoritas. Dios, tuve un flechazo con ella—dejó su voz a la deriva en sueños.

La esquina de la boca de Brittany tembló levemente, y Santana sonrió, viendo que estaba empezando a salir de su transe.
—Me temo que no hay manera de que ahora pueda saber que tu apellido era Pierce y no hacer referencias a ello. Es totalmente imposible.

—Bueno, si recuerdo bien a Spearce, ¿significa eso que puedo llamarte mi fans número uno, ¿no?—preguntó Brittany, fastidiando a su amiga—Tendrías que ser mi fans más fiel.

—¿Fans?—Santana gritó de horror—¡Ah! ¿Cómo te a llamarme fans? Sabes que sería mucho más

—Sólo para tus ojos. Para todos eres un fans—inclinó la cabeza hacia un lado como si contemplara algo.

—Hmm. Sí, está bien. Creo que puedo vivir con el bienestar de eso. Estoy de acuerdo con eso.

Santana se quejó y murmuró para sí misma, lo que hizo a Brittany se riera.

El sonido trajo gran alivio para los dos y Santana se libró de su preocupación.

Mientras se detenía en el camino de entrada y metía el coche en el garaje, se volvió hacia Brittany.

—Hey, ¿señorita Spearce?

—Sí, señorita fans número uno.

—Si alguna vez decides que necesitas hablar de Kitty, estoy aquí, ¿de acuerdo?

Los ojos de Brittany se suavizaron.

El agradecimiento estaba escrito claramente en el azul de sus ojos.

—Lo tendré en cuenta.




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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 09, 2016 12:38 am

ahhh el pasado de Britt vuelve a revolver y sacar trapos sucios. pero por lo menos en gusto podemos decir que evoluciono de 0 a 100, San le esta demostrando que la opinion sobre tu vida NO IMPORTA, ES TU VIDA, ERES TU LA QUE LA VIVES, y muy validas esas palabras.
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Mensaje por monica.santander Lun Mayo 09, 2016 1:30 am

mmmmmmmmmm muchos secretitos en esta historia!!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087
Saludos
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Mensaje por 3:) Lun Mayo 09, 2016 2:23 pm

hola morra,..

kitty y britt????? mmm que paso ahi???
si que se divierten cuando estan juntas,..!!

nos vemos!!!
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Mensaje por JanethValenciaaf Lun Mayo 09, 2016 8:53 pm

Mmmmmm la señorita que estaba con kitty era marley verdad
Saludos y súper estresada con los exámenes :-(
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Mensaje por 23l1 Lun Mayo 09, 2016 9:56 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:ahhh el pasado de Britt vuelve a revolver y sacar trapos sucios.  pero por lo menos en gusto podemos decir que evoluciono de 0 a 100, San le esta demostrando que la opinion sobre tu vida NO IMPORTA, ES TU VIDA, ERES TU LA QUE LA VIVES, y muy validas esas palabras.



Hola, mmmm si que si, no¿? =/ Jajajajajajajajajajajajaja xD jajajajajaajjaajaja. Toda la razón, toda toda jajajajajaaj, bn ai por san! jajajajaajajaj. Saludos =D





monica.santander escribió:mmmmmmmmmm muchos secretitos en esta historia!!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087
Saludos



Hola, si no¿? esperemos y todo termine bn para las brittana... jajajajaajjaaj. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,..

kitty y britt????? mmm que paso ahi???
si que se divierten cuando estan juntas,..!!

nos vemos!!!



Hola lu, jajajaj eso parece jajajajajaja, algo importante o eso dan a entender, no¿? Jajajajajaja esk como no¿? si es la quimica entre ellas jajajajaja. Saludos =D





JanethValenciaaf escribió:Mmmmmm la señorita que estaba con kitty era marley verdad
Saludos y súper estresada con los exámenes :-(



Hola, eso parece, no¿? todo da la razón que si xD Tu también¿? o lo dices por mi¿? xq si es así, si que lo estoy xD ajajajajaj. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 9

Mensaje por 23l1 Lun Mayo 09, 2016 9:58 pm

Capitulo 9


Cenar en casa de Quinn y Rachel era algo que Santana esperaba a cada momento.

Rachel era una maga absoluta en la cocina, cocinando delicias culinarias que eran saludables y deliciosas al mismo tiempo.

Eso era algo que Santana calificaba como imposible, al menos en su cocina.

El manejo en la cocina no era una de sus mejores cualidades, ni era aficionada a ella. Prefería ser alimentada por amigas como Rachel, personas que realmente conocían su camino alrededor de una cocina, y se compadecían de ella.

Sólo cuando había cumplido los treinta, Santana había empezado a darse cuenta de ello.

Nadie le dijo, cuando era joven ni cuando se hizo mayor, que no debía permitir que sus relaciones importantes se fueran a la deriva porque había estado demasiado absorta en cosas como el trabajo.

Su amistad con Quinn significaba demasiado para dejar que eso sucediera.

Cuando las cosas habían vuelto caóticas en sus vidas, las dos mujeres hicieron un pacto para garantizar que se mantendrían en contacto, incluso cuando la vida las volviera locas.

Cenar juntas era una manera regular de ayudar a cumplir con esa promesa.

Así, una vez a la semana o dos, Santana cenaba con la familia de su mejor amiga.

Mientras conducía, pensó en cómo pasar el tiempo con Beth, era otro de los beneficios de sus cenas.

Aunque Santana era la madrina de la niña y podría verla en cualquier momento que quisiera, nunca le parecía suficiente.

Sabía que los niños crecían rápido, que si ella parpadeaba, la podría perder.

En un minutos, ella tiene dos años… y yo soy la persona más cool que conoce, aparte de sus mamás. Al siguiente, tiene diez… y no me deja abrazarla delante de sus amigos.

Santana se prometió a sí misma que, mientras pudiera, pasaría cada segundo con Beth, cuando aún fuera lo suficientemente cría para ser vista.

Temía que algún día Beth elegiría a sus amigos sobre ella.




Quinn y Rachel tenían un hogar modesto, pero hermoso, en Victor, entre Canandaigua y Rochester.

Sólo le llevó unos quince minutos llegar ahí, en lugar de los cuarenta y cinco que tardaba desde la ciudad, por lo que tener una cena, con ellas, una noche en la semana era factible.

Se detuvo en la entrada, observando, con aprobación y un poco de celos, que Rachel había estado trabajando en el jardín... Apenas eran junio, pero sus perennes mostraban en una amplia variedad de colores brillantes, por lo que su vida hogareña en ese sector, era mucho más atractiva.

—Dame de comer—Santana ordenó al entrar en la casa de sus queridas amigas.

La cocina olía divino, con el delicioso aroma de ajo flotando en el aire.

—No te preocupes, cariño. Que te alimentaré—Rachel besó a Santana en los labios mientras hábilmente quitaba la botella de merlot de sus manos—Hola, amor.

—Hola, preciosa—dijo Santana.

Quinn había elegido muy bien, y a Santana le gustaba recordarle, cada vez que podía, que Rachel era impresionante, y si Santana no hubiera pensado en ella, como una hermana, muy bien podría haber tenido una o dos fantasías sobre ella.

Su aspecto era el clásico, ojos oscuros seductores y sexy.

Sus oscuros rizos naturales, le llegaban más allá de los hombros, pero con el nacimiento de Beth, se había encontrado con que no tenía tiempo para arreglárselo y había sido más fácil cortarlo un poco. Aun así, era grueso y se deslizaba a lo largo de sus hombros, con su color marrón cacao.

Tenía una maravillosa figura, plenamente femenina, y no había perdido un ápice de su atractivo, después de Beth. Incluso durante su embarazo, había permanecido muy hermosa y sexy.

—Hey, ¿qué te dije acerca de andar comiéndote con los ojos a mi esposa?— preguntó Quinn desde la puerta.

—Lo siento. No puedo evitarlo. Lo he intentado. Pero es imposible no echar una ojeada. Si te atropella un autobús mañana, ella es mía.

Rachel negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, sonriendo con sólo el menor atisbo de vergüenza.

—Toma esto y ve a sentarte. Necesito otra media hora más o menos. Vaya par—Rachel la echó fuera de la cocina, entregándole a Santana la botella de vino que había tomado de su mano hacia tres minutos antes.

Quinn cogió un sacacorchos y dos copas de la encimera, y las dos amigas se dirigieron a la sala de estar, donde Beth estaba sentada en el suelo, absorta en un vídeo.

Santana le entregó la botella a Quinn, luego se arrastró detrás de la niña y la envolvió en sus brazos, provocando esa risa adorable de la niña.

—Que estamos viendo—preguntó, sentada al estilo indio al lado de ella.

—Koos de Boo—Beth respondió, sus ojos verdes clavados en la pantalla.

El chico de la serie llevaba camisa con rayas de rugby verde, y se enfrentaba horriblemente con el fondo azul brillante en la pantalla, pero él no pareció darse cuenta, tampoco Beth, y se puso a cantar alegremente, ayudando a los perros azules, a encontrar el elemento que estaba insinuando.

Beth se unió a ellos sin perder el ritmo, cantando un poco fuera de tono.

Quinn dio a Santana un vaso de vino.

—¿Qué hay de nuevo?

—No mucho, la verdad. Brittany me ayudó a poner una cerca para Kinsey.

—¿Una cerca?

—Sí, una especie de perrera. Como un gran parque infantil, en el rincón cerca del garaje. Para mantenerlo fuera de problemas.

—¿Le gustó?

—Lo odia.

Quinn se rió.

—Ese perro es peor que un niño.

Santana le acarició el pelo rubio y sedoso a Beth.

—Sí, pero es casi tan suave.

—¿Qué tal la escritura?

—Se trata de un libro, Quinn—sonrió—Dilo. Puedes decir 'libro'.

Quinn puso los ojos en blanco.

—Libro. ¿De acuerdo? ¿Cómo está la cosa del libro?

Quinn sabía lo importante que era para su amiga escribir y le gustaba comprobar su progreso, de vez en cuando, para asegurarse de que estaba desalentada sin escribir.

—Es bueno. Se mueve a lo largo. Realmente no estoy segura de lo que esté pasando todavía, pero la semana pasada he podido avanzar mucho. He estado totalmente sumergida. Me sentí tan bien. Estuve perdida en la historia, por más de cuatro horas. Increíble.

—Bueno, Rach se muerde las uñas para verlo, así que muévete.

—Pronto—Santana sonrió.

Rachel había demostrado ser una excelente prueba, como lectora para ella, en el pasado.

Era inteligente, le encantaba una buena historia, era genial, con la ortografía y la puntuación, y no tenía miedo de señalar cuando algo no funciona o no fluía.

Santana le había pedido a principios de año, si haría pruebas en el libro para ella. Rachel había sido increíblemente amable y halagada, y Santana se sintió muy confiada de dejar en manos de Rachel su escritura.

—Entonces, ¿qué hay de nuevo con ustedes?

Quinn tomó un sorbo de vino, y Santana estaba segura que vio algo parecido a una sombra sobre el rostro de su amiga.

—No mucho. Lo mismo de siempre.

Fue sólo un parpadeo, pero Santana lo descubrió y preguntó con un movimiento de cejas.

—¿Quieres intentarlo de nuevo?

—¿Qué?

—¿Qué te preocupa?

—¿Qué quieres decir?

—¿Qué, vamos a jugar de nuevo a este juego?

Quinn odiaba cuando su amiga jugaba al no puedo quedarme callada sin preguntar.

—Quinn. ¿Crees que no te conozco como un libro?

Ante la repentina expresión de nerviosismo de su amiga, Santana miró hacia la cocina y bajó la voz.

—¿Qué te pasa?

Quinn suspiró, estudió el contenido de su copa de vino, nublando sus ojos verdes, y empujó su pelo rubio detrás de la oreja. Lanzando una mirada a su hija, para asegurarse de que estaba suficientemente absorta en su programa, su mirada finalmente se encontró en su amiga.

—Rach está lista para otro bebé—dijo en voz baja.

—¡Eso es genial!—Santana sonrió con entusiasmo.

Ante la completa falta de tal entusiasmo, en la cara de su mejor amiga, se corrigió.

—¿No es genial?

Quinn suspiró de nuevo, echando una mano en el aire.

—No lo sé, San. Quiero decir, me encanta ser mamá. De verdad. Y quiero tener más niños. Pero... —bajó la voz aún más, muy consciente de la proximidad de su hija.

Santana se deslizó lejos de la niña, y más cerca de Quinn.

—Apenas tengo a Rach para mí y eso va a empeorar si tenemos otro bebé. Beth es finalmente lo suficientemente mayor, para que se entretenga viendo un video y mantenerla ocupada por un corto tiempo, para que nosotras realmente podamos hablar la una con la otra como adultas. He echado tanto de menos eso… y ahora que lo tenemos, lo quiere tirar todo por la borda y volver al punto de partida.

—Quinn...

—Lo sé. Sé que estoy siendo totalmente egoísta. Y soy consciente de no poder evitarlo—se dejó caer en la esquina del sillón—Apenas tenemos sexo, San. Dios, solíamos hacerlos un par de veces a la semana. Ahora, si tenemos la energía suficiente para una vez al mes, tenemos suerte.

Se sentí miserable y su mejor amiga sonrió cálidamente.

Santana era una de las únicas personas que sabían, que el mayor temor de Quinn era el legendario lecho de muerte de las lesbianas.

La idea de que ella lo sufriera la asustaba.

—¿Has hablado con Rachel sobre esto?—le preguntó con suavidad.

—¿Sobre el sexo?

Santana contuvo una risita.

—Bueno, sí, eso. Pero quiero decir todo. De cómo te sientes acerca de otro bebé.

—Otro bebé, en este momento—corrigió Quinn—Hemos tocado muy poco el tema.

Santana arqueó una ceja y miró hacia otro lado.

—Muy poco… Creo que tienes que tocar de nuevo. Y pronto.

Quinn asintió a sabiendas e hizo una mueca.

—Soy mala para eso.

—Lo sé. Pero, cariño, Rachel tiene casi treinta y cinco años. No va a querer que esperar mucho más tiempo para otro niño. Necesitas hablar de esto. Ahora. Si no lo haces, te vas a pudrir y sólo te quedara resentimiento. Y no quieres que el resentimiento esté en tu relación. Las dos lo sabemos. Habla con ella.

Quinn apoyó la cabeza en el respaldo de la silla y dio un gran trago de su vino.

—Tienes razón. Voy a hablar con ella.

—Bien.

—Oh que sabía mujer.

Santana soltó un bufido.

—Sí, esa soy yo. Puedes decírselo al amor de mi vida, cuando este de pie a mi lado.

—Sucederá, cariño. Aparecerá aparecer tarde o temprano.

—Bueno, será mejor que se de prisa de una puta vez. Una no se está tan joven, ya sabes—tomó un sorbo de vino, y miró hacia la televisión durante unos segundos, mientras la niña cantaba.

Quinn se levantó para volver a llenar los vasos.

—Así que hiciste un corralito para Kinsey hoy.

—Así es.

—Y Brittany ayudó.

—Así es. Se acercó cuando estaba empezando a poner las cosas y me ofreció sus servicios, así que nos mantuvimos ocupadas. Trabajamos muy, muy bien juntas. Oye, ¿qué es eso que cuenta?

—Ofreció sus servicios, ¿eh?—Quinn movió las cejas burlonamente.

—Desafortunadamente, no esos servicios.

—Tal vez la Sra. De tu vida está más cerca de lo que crees, ¿eh? ¿Tal vez en la puerta de al lado?

Santana soltó un bufido.

—Sí, claro. Obviamente estás olvidando una cosa muy importante. ¿Cuál es la palabra? Déjame… mmm… creo... Oh, sí. Un marido.

—Es una pena.

—Y que lo digas. Aunque hoy ha pasado una cosa extraña, mientras estábamos en la tienda.

Le contó el encuentro con Kitty, y cómo extrañamente Brittany se había comportado.

—Su cara me suena. Creo es de alguna jugadora de alguno de los equipos de voleibol contra los que hemos jugado o algo así. Estoy segura de que la he visto antes.

—¿Familia?

—Por supuesto. Su novia vino a buscarla después de que Brittany se escapara.

—¿Dijo algo después?

—¿Britt? No. Se quedó muy intranquila y estaba como un poco cortada. Traté de conseguir que se abriera, pero no hablo. La situación con Kitty la asustó totalmente.

—Eh. Sí que es extraño.

Estuvieron en silencio durante un minuto antes de que Quinn sonriera.

—Tenerla a tu lado debe vencer a la mierda de la vieja Lady Cavanaugh, ¿eh?

Santana se echó a reír.

—Tienes toda la razón.

—Y es más divertido de ver.

—Mucho. Mucho más divertido de ver.

—Ella tiene un gran culo.

—Dios mío, sí.

Se quedaron en silencio por un minuto, hasta que se miraron fijamente y empezaron a reírse, como en su época nostálgica de la universidad.

Entonces Rachel anunció que la cena estaba lista, y las dos amigas tuvieron que crecer de nuevo.




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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JanethValenciaaf Lun Mayo 09, 2016 10:47 pm

Yo digo que las dos si estamos súper estresadas por esos malditos exámenes..............
Quiero que quinn acepte tener otro hijo...
Saludos...
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Mayo 10, 2016 12:01 am

parece que el reloj biologico de santana tiene cosas que decir pero creo que no es el momento
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Mensaje por 3:) Mar Mayo 10, 2016 12:02 am

hola morra...

el sexto sentido de quinn va muy serca en la respectiva de san y britt!!!
a ver cuanto dura el marido de britt en la ecuación!

nos vemos!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Mar Mayo 10, 2016 2:12 am

JanethValenciaaf escribió:Yo digo que las dos si estamos súper estresadas por esos malditos exámenes..............
Quiero que quinn acepte tener otro hijo...
Saludos...



Hola, aaaaa jajajajajaj si, toda la razón malditos, PERO necesarios estudios xD te queda mucho a ti¿? =o seria bueno, no¿? osea otro bebé faberry! ajajajajaj. Saldos =D





marthagr81@yahoo.es escribió:parece que el reloj biologico de santana tiene cosas que decir pero creo que no es el momento



Hola, jajaajajajajajaj eso parece, no¿? jajajaajaja pero de san¿? =O xq¿? Saludos =D





3:) escribió:hola morra...

el sexto sentido de quinn va muy serca en la respectiva de san y britt!!!
a ver cuanto dura el marido de britt en la ecuación!

nos vemos!!




Hola lu, mmmm si q si, es muy sabia quinn no¿? jajajaajajajaja. Esperemos y nada, osea ya chao! ajajajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 10

Mensaje por 23l1 Mar Mayo 10, 2016 2:14 am

Capitulo 10


Hacía frío, y estaba nublado, antes del inicio de su primer partido de voleibol.

Brittany llegó a la playa muy temprano, sabiendo que necesitaría hacer una gran cantidad de estiramientos.

A pesar de que había estado practicando con el equipo, todavía se consideraba a sí misma bastante oxidada.

No quería sufrir ninguna lesión grave.

Además, necesitaba todo el tiempo posible, para calmar las mariposas revoloteando en su estómago.

Estaba terriblemente nerviosa.

Se habían colocado tres tribunas, justo en la playa, cada una con una torre de madera en la que el funcionario correspondiente haría de árbitro.

La arena era suave.

Parecía limpia y acogedora.

Recordó la advertencia de Santana, de no fiarse de ello.

A pesar estar limpia y lisa, seguía siendo arena de playa y siempre podía haber objetos extraños enterrados.

—Dios mío—murmuro una oración—Si puedes, me gustaría mucho que no pisar vidrios rotos.

Cuando se sentó en la arena para estirar sus músculos, se dio cuenta de que había varios jugadores, que parecían ser tan nuevos como ella, y se preguntó quienes estarían jugando.

Había un par de mujeres, que golpeaban una pelota, de un lado a otro, entre ellas, con suficiente competencia como para parecer que sabían lo que estaban haciendo, pero no tanto como para parecer amenazantes.

Las dos jóvenes, en la mitad del patio, eran otra historia.

Una de ellas estaba gruñendo, con ira, cada vez que golpeaba la pelota en el suelo.

Uff. Espero que no juguemos hoy contra ellas, pensó con temor.

Santana le había asegurado que la liga era estrictamente recreativa, y que estaban ahí para divertirse.

Eso, por supuesto, no era garantía de que sus competidores pensaran lo mismo.

Apartó los ojos de la mujer gruñendo, y se concentró en sus estiramientos de hombros y espalda. Ambos podrían ser áreas problemáticas para ella, ya que lo habían sido en el pasado, y lo último que quería era salir con una lesión durante su primer partido.

Cuando pensaba que ya había estirado lo suficiente, se estiró un poco más, sólo para estar segura, y esperó a que sus compañeros de equipo llegaran.

Quinn fue la primera.

—Hola, extraordinaria jugadora—saludó con una gran sonrisa.

—No me des mala suerte—la regañó.

Quinn rió.

—No te preocupes, cariño. Vas a jugar muy bien.

Se apartó un mechón de su pelo rubio corto, detrás de la oreja, y sacó de su bolsa de deporte una botella de agua de color amarillo brillante, sellada con el logotipo de Kodak.

—¿Dónde están Rachel y Beth?

—Nuestra sección de animadoras estará aquí en poco tiempo. Toda la tarde, es un poco largo para Beth, así que Rach la traerá más tarde. Así podrán quedarse hasta el final, y Rach puede ver cómo lo hacemos. Prefiere ver el final que el principio.

—No la culpo. ¿Ella no juega?

—Ya no.

Brittany detectó un dejo de tristeza en la voz de Quinn.

—Siempre ha tenido algunos problemas en las rodillas y fue a peor durante el embarazo. Su médico le sugirió, suavemente, que renunciara al juego y buscara algo que castigara menos sus articulaciones.

—Vaya fastidio.

—Eso seguro. Era una buena jugadora. Se la echa de menos.



Continuaron estirando, durante varios minutos, discutiendo cómo si las lesiones comunes de rodilla fueran algo normal en mujeres atletas.

Artie y Emily aparecieron poco después, tras haber topado el uno con el otro en el aparcamiento.

Artie llevaba, pantalones cortos a cuadros en tonos azules y verdes y blancos, camiseta con un pequeño logo, ilegible en el pecho izquierdo.

Emily estaba vestida de rojo, pantalones cortos de lycra, que acentuaban sus largas y bien formadas piernas, Brittany movió sus ojos antes de que se quedara atrapada mirando.

Su camiseta de color amarillo pálido en forma suelta. Las gafas deportivos de sol ocultaban sus ojos, lo que era un poco más desconcertante para Brittany, que no podía decir si Emily la estaba mirando o no.

Unos tres minutos más tarde, Blaine se unió a ellos.

Parecía que había salido directamente de una revista.

Su traje de baño, color naranja brillante, mostraba sus musculosas piernas y sus ojos verdes con una camiseta que se aferraba a sus enormes hombros, como si estuviera mojada.

Se sentó junto a Brittany en el círculo y todos charlaron sobre su respectivo día.

—Bueno, ya era hora—Quinn reprendió en broma cuando Santana se acercó.

—Lo siento. Perdí la noción del tiempo—dijo Santana sin aliento.

Tenemos el equipo más guapo en la playa, Brittany pensó, suprimiendo una risita avergonzada cuando se sentó en la arena y observo a su amiga.

Santana llevaba pantalones cortos de algodón negros y una camiseta de manga larga estampada en la parte delantera con la palabra "Provincetown" en letras finas y blancas.

Su pelo oscuro estaba recogido en una coleta, aunque varios mechones de pelo se le escapaban. Sus mangas estaban dobladas hasta en centro de los antebrazos, revelando sus músculos y el comienzo de un verano broceado.

Brittany la miró a la cara, sintiendo una inmediata sacudida, al darse cuenta de que Santana también la estaba mirando. Rápidamente miró hacia abajo y se puso a mover la arena de los pies.

—Hola, vecina. ¿Estás lista?

Brittany asintió.

—Creo que sí. Lo sabremos muy pronto, ¿no?

Santana reconoció el nerviosismo en su voz, se puso en cuclillas junto a ella, y coloco una mano cálida, en la espalda.

—Relájate. Vas a estar bien. Esto debe ser divertido, ¿recuerdas?

Su tranquilidad sonó dulce, y Brittany sintió que su hoja de ansiedad bajaba una o dos puntos.

—Diversión. Cierto—asintió con la cabeza—Estoy contigo.

—Bueno—sonrió, agarró la mano de Brittany y tiró de ella para que se pusiera de pie—Vamos.

Se unieron al resto del equipo, que ya se había trasladado a su zona para hacer calentamientos.

Se pasaron el balón, aflojaron los brazos y dedos. Luego se alinearon para hacer un poco de saltos.

Brittany se situó junto a la red, estudiando a sus compañeros de equipo uno a uno.

Después de un rato, vio a Emily retroceder y regresar al banco, donde hizo sus últimos estiramientos.

Recordó que Santana le había dicho lo difícil que era encontrar una liga femenina de voleibol sobre arena. Simplemente no era tan interesante, y por ello en su mayoría las ligas eran masculinas o mixtas.

Dijo que en la mayoría de las ligas mixtas, un equipo formado por mujeres estaba permitido, pero un equipo formado sólo por hombres no lo estaba.

Brittany se estremeció al darse cuenta de que el equipo que estaba a punto de jugar incluía a la mujer gruñona, y que eran todos hombres, excepto una.

Todos parecían muy jóvenes.

Pensó que ninguno de ellos parecía tener más de veintidós años. El único jugador que tenía más años, era la chica, y la boca de Brittany se abrió cuando vio a su salto vertical.

Santana de repente se acercó a Brittany, alcanzando su brazo izquierdo hacia arriba y detrás de la cabeza, estirando sus tríceps.

—Joder. Estos chicos no parece que se estén divirtiendo, ¿verdad?

—Estaba esperando que dijeras que ya habías jugado con ellos antes, y que parecen más intimidantes de lo que realmente son.

—Lo siento, cariño. Son nuevos este año.

Oyó de nuevo el gruñido y vio a la mujer tirar la pelota hacia la arena, rugiendo con satisfacción.

—Y un poco demasiado serios, si me lo preguntas.

—Esto debería ser divertido—comentó Artie con sarcasmo, uniéndose a las dos mujeres al ver a sus oponentes—¿Qué son, seis adolescentes?

—Chicos universitarios apuesto—agregó Emily, acercándose a ellos con el ceño fruncido—No me gusta jugar contra los universitarios. Son pendejos.

Quinn y Blaine terminaron su calentamiento y se unieron a los otros cuatro.

Quinn asumió el papel de entrenador y sacó a los jugadores en un apiñamiento sólo con el sonido de su voz.

—Está bien, escuchen. Estos cabrones van a ser difíciles. Pero eso es todo lo que son. Pequeños cabrones que piensan que lo saben todo. La mala noticia para ellos, es que saben todo sobre el poder y no saben nada acerca de la habilidad y la consistencia. Es por eso que vamos a ganarles. No nos dejemos intimidar. Ya jugábamos a este juego cuando ellos todavía estaban en la escuela primaria, así que los vamos a mandar de nuevo a clase, y enseñarles una cosa o dos. Manteneos alerta. No dejemos de moveros. ¿De acuerdo?

Su charla pareció despertar el equipo, llenándose de confianza.

Se juntaron en un círculo. Hicieron una ovación rápida y el juego ya estaba en marcha.



Cuando Rachel y Beth llegaron, el partido estaba en la mitad del segundo juego.

Habían ganado el primer juego, pero había sido una lucha y estaban agotados, seis de ellos empapados en sudor.

Las cejas oscuras de Rachel se levantaron por la sorpresa. Era inusual para el primer partido, de la temporada, fuera tan intenso.

El cansancio ya había hecho mella, y les separaban ocho puntos.

—¡Limpio!—Quinn gritó, al ver que el otro equipo había lanzado el balón por encima.

Artie lo recibió con facilidad y lo envió con gracia, a Brittany en la primera fila.

Se fijó en Santana, pero el enfoque de la mujer de cabello oscuro estaba apagado y el monstruo de dos metros, en el otro lado de la red, no dejaba de gritar con deleite y a sus compañeros.

—Lo odio—Santana murmuró mientras se alejaba de la red, sintiéndose derrotada.

Brittany la agarró del brazo, acercándose, para hablarle rápidamente en su oído.

—Escúchame. Está sólo a un paso afuera y te está bloqueando por el interior. Ponte un paso más cerca de la red, de lo que estás, y golpea por la línea en lugar de por el centro de la cancha. Nadie está cubriendo esa zona.

Vio como Santana absorbía la información, y luego lidiaba consigo misma.

Se deslizó por la red, acercándose más, lo que obligaba a Emily a jugar una fracción de segundo más tarde, de lo habitual. Cuando un saque golpeaba la red, se daba como tanto muerto, y se llamaba salida lateral.

Así fue como Brittany lo recordaba.

Pero al parecer, esa norma había cambiado.

Una bola de red en el saque era ahora legal, para su sorpresa.

No sólo parecía que se perdía un punto, con el cambio de esa regla, pero la gente que había estado jugando, por más de diez años, se le hacía difícil tenerlo en cuenta.

Como testimonio de ese hecho, el pase de Emily no fue muy bueno, pero Brittany consiguió llegar a ella y servírselo a Santana otra vez.

Este tiempo, era un enfoque perfecto.

El monstruo de dos metros quería bloquearla de nuevo, gruñendo amenazadoramente, pero Santana mantuvo la calma cómodamente. Hizo lo que Brittany había sugerido, clavando limpiamente el balón hacia abajo.

Sonó el silbato.

Punto.

Santana gritó alegremente, en una imitación inconfundible de su bloqueador.

Brittany no pudo evitar sonreír.

—Bonito Set—comentó Santana.

—Bonito golpe—Brittany respondió, golpeando la mano levantada de Santana—Ahora hay que prestar atención. Probablemente tendrán que bloquear ahí y dejar algo más de espacio abierto.

Santana sonrió con una sonrisa deslumbrante y Brittany sintió que su estómago hacía flip-flop.

Cinco minutos antes, Santana se había sentido miserable y ahora estaba sonriendo.

La parte egoísta de Brittany quiso tomar el crédito por eso... y lo hizo.

Quinn pidió tiempo muerto para descansar.

Todos los miembros del equipo tomaron sus botellas de agua o Gatorade y bebieron profundamente.

—Dios, me alegro de que no salta mucho—comentó Artie, limpiándose la cara con una toalla—Nos hemos pasado a estas alturas.

Estaba cubierto de arena de pies a cabeza, al igual que Blaine.

Los seis estaban empapados.

—Buen trabajo, San—Quinn la elogió.

Saludó a Beth, que estaba ocupada construyendo un castillo de arena.

—Mantén los ojos bien abiertos. Sobre qué lugar están dejando sin cubrir.

—Britt fue lo suficientemente amable para señalármelo—Santana sonrió a Brittany.

—Bueno, entonces funcionó. Estamos consiguiendo enojarlos. No creo que les de igual perder, contra un equipo, en su mayoría de mujeres. Sin ánimo de ofender, chicos.

—No hay problema—Artie respondió.

—Ten cuidado con el tipo de la camisa roja—Emily sugirió, señalando al hombre gruñendo con los ojos—Él acaba de llegar a la primera fila. Lo he visto jugar por el interior. Él no es muy consistente, pero si obtiene un conjunto perfecto, su pique es tan rápido que ni siquiera se ve hasta después de que rebote.

Quinn asintió y llamó la atención de Blaine.

Él después de Brittany era el más alto y el jugador más fuerte, por suerte quiso estar en la primera fila durante la próxima rotación.

—Es todo tuyo, cariño.

—En realidad no es mi tipo... —le respondió con una sonrisa irónica.

Quinn le dio una palmada juguetona.

—Hey, él tiene un pene, ¿no?

—Buen punto.


Hicieron su alegría cuando sonó el silbato, marcando el final del tiempo muerto, y volvieron a la cancha.

Estaban de nuevo en apenas siete minutos, después de haber abandonado el segundo juego-set, por doce puntos.

Se sentían abatidos cuando empezaron el tercer set. La oposición del otro equipo era poco menos que insoportable. Argumentaban, cada llamada de atención del árbitro, de forma completamente miserable.

Eran descuidados en sus aproximaciones y aterrizajes.

Bajaban peligrosamente debajo de la red, sacando de quicio a Quinn y a Artie. No tenían espíritu deportivo alguno, y jugar con ellos simplemente no era divertido en absoluto.

Pero eran buenos.

Santana estaba cerca perdiendo los nervios.

Brittany se dio cuenta del ardiente disgusto en su rostro. Estaba siendo bloqueada de izquierda a derecha y la ponían nerviosa a la hora de golpear.

De hecho, había pedido a Brittany que, durante un tiempo, sirviera el balón a Blaine, para poder recomponerse.

Reflejando su última conversación en la cancha, Brittany se acercó a Santana para hablarle.

—No puedes ir a través. Debes rodearlo y será tuyo.

Santana asintió con la cabeza, apretando su mandíbula y tragando saliva mientras se preparaba para recibir.

Se arrancó por la red y Artie recibió. Su recepción fue mucho mejor, Brittany presintió un cosquilleo de alivio cuando el saque se dirigió hacia él.

Significaba que conseguiría un bonito pase fácil, lo que aumentaría, en gran medida, las posibilidades de conseguir una buena jugada con Santana y Blaine.

Puso la pelota en Santana, quien siguió el consejo de su vecina, golpeando alrededor de sus bloqueadores. No fue un golpe muy fuerte, pero lo consiguió, así como el fallo del bloqueador gruñón y eso le gustó.

Recibió el balón y se lo envió a su compañero. Lo puso a la perfección para el hombre del gruñido, que subió de una forma impresionante, casi a cámara lenta, bloqueando a Santana y a Blaine.

Brittany no vio su balanceo de brazos en absoluto.

En realidad, no vio el balón, en absoluto, hasta que lo golpeó de lleno en la cara.

No recordaba caer, pero cuando todo lo que vio fue el cielo.

Todo lo que podía oír era el rumor de la sangre en sus oídos. Parpadeó rápidamente y todo se volvió oscuro.

La siguiente cosa que supo, era que todo el equipo estaba inclinado sobre ella.

El rostro de Santana era en lo único en lo que podía concentrarse, la preocupación claramente estaba grabada en ella. Rozó suavemente flequillo de Brittany.

—Rach—Quinn gritó—Hielo.

Bueno, pensó Brittany, Lo he oído.

Las orejas están trabajando de nuevo.

Eso es una buena cosa.

—¿Britt?—preguntó Santana—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

—¿Quieres que te diga cuál es la matrícula de mi coche?—respondió Brittany.

Santana sonrió con alivio, y Brittany se encontró pensando en aquella hermosa sonrisa.

—Me siento como una idiota. Lo siento.

—¿Por qué? Esa pelota habría bajado a cualquiera de nosotros. Vamos a ponerte un poco de hielo para reducir la hinchazón.

Una bolsa de hielo apareció de la nada. Santana puso una mano en el lado de la cabeza de Brittany, y apretó la bolsa de hielo sobre el ojo y la mejilla, con la otra apretó ligeramente cuando Brittany se estremeció por el frío, su pulgar acariciando suavemente la sien de Brittany.

—Hey, ¿podemos terminar el juego?—dijo una voz desconocida.

Brittany observó, con fascinación, como la cara de Santana se endureció, las aletas de su nariz y sus labios se convirtieron ligeramente en una línea delgada y recta.

—Em, ¿podrías sostener esto por un momento?—hizo un gesto con la bolsa de hielo.

Emily tomó su lugar, sorprendiendo a Brittany con su suave tacto.

Santana se puso en pie y desapareció.

—¡Santana, no lo hagas!

Los gritos de Quinn brillaron a través de Brittany, que no podía ver más que unas piernas moverse. Levantó la cabeza para ver lo que estaba pasando.

Eso fue un gran error.

El mundo se inclinó sobre ella y apretó los ojos cerrándolos, gimiendo mientras se volvía a recostar.

—¿Qué está pasando, Emily?

Emily lanzó al cabeza para mirar.

—Ese fue el gran hombre gruñón que quiere terminar el partido. San fue a cantarle unas cuantas verdades en su cara. Quinn y Blaine, afortunadamente, estaban cerca para alejarla, si se descontrolaba el asunto.

Había una sonrisa clara en su voz, que trajo una sonrisa a la cara de Brittany también.

Sólo podían escuchar fragmentos y pedazos de lo que se decía.

Oyeron la voz de Santana gritando cosas como "divertido, que mierda" y "espíritu deportivo”.

La idea de Santana saltando a su rescate hizo que se sintiera caliente.

—Está bien, Quinn está tirando de ella—le informó Emily. Entonces se echó a reír, con una risa de sorpresa—El hombre en realidad parece que se siente mal. Al igual que un niño que acaba de ser regañado—su voz tenía un tono de diversión.

—Creo que debería salir de la cancha—dijo Brittany, retirando la bolsa de hielo en su cara.

De repente se sintió estúpida y avergonzada por todo el asunto.

—¿Estás segura?

—Uh-huh. Tienen que terminar y hacer tres puntos.

Emily resopló.

—Pero, ¿te golpearon en la cabeza no?

Quinn, Artie y Blaine todos se unieron a ellas.

Santana estaba a la defensiva, y era difícil mantenerla en su lado de la red.

El rostro de Santana estaba rojo y sus ojos brillaban.

—¿Cómo estás?—preguntó.

Brittany, estaba visiblemente calmada, con la sustitución de Emily a su lado.

—Mi héroe—Brittany bromeó.

—Ella quiere moverse fuera de la cancha para que podamos terminar el partido—dijo Emily.

—Así podremos ganar el set—corrigió Brittany.

—Eso es lo que yo llamo espíritu de equipo—Quinn rió, tomando el brazo de Brittany, para ayudarla a levantarse.

—Whoa. Okay. Espera—Brittany estaba entre Quinn y Santana, agarrándose fuertemente a las dos y esperando que el mareo disminuyera.

No pasó mucho tiempo.

—Está bien. Eso está mejor.

Las tres caminaron lentamente hacia donde estaba Rachel, y se sentó en una silla de playa, con su ceño fruncido por la preocupación.

Beth se acercó corriendo, mirando a Brittany, mientras se acomodaba en la arena, con su bolso del gimnasio, apoyada detrás de la cabeza para que pudiera ver el juego.

—¿Tienes mucho daño?—la niña preguntó con preocupación, cayendo de rodillas junto a Brittany.

—Sí, pero sólo un poco.

Entrecerró los ojos grandes y verdes, mientras inspeccionaba la herida. Se inclinó hacia delante, su fino pelo rubio cepillado estaba en el rostro de Brittany, y le dio un beso tan dulce, en el pómulo, que hizo crujir su corazón, provocando la salida de lágrimas.

—¿Mejor?

—Mucho mejor—susurró Brittany, realmente tocada—Gracias, Beth.

—Tú eres la cosa más dulce del mundo—dijo Santana a la niña, con el rostro radiante de orgullo—¿Lo sabes?

Beth se limitó a sonreír, y se deslizó de nuevo, hacia sus juguetes en la arena.

Santana tomó la mano de Brittany colocando la bolsa de hielo en ella, presionando suavemente en la cara.

—Sólo veinte minutos más, ¿de acuerdo? Rach, mantendrás un ojo en ti, ¿verdad?

—Patéenles el culo—ordenó a Brittany.

—Sí, señora.

Brittany gruño suavemente, y luego Santana se fue corriendo de nuevo a la cancha.

Brittany se fijó en que Rachel la había estado observando todo el tiempo.

La morena parecía demasiado divertida para su propio bien.







—Este es un coche muy bonito—comentó Santana, asintiendo con incertidumbre mientras conducía el Volvo de Brittany desde la playa a su casa.

Después de mucha persuasión, y más que un poco de insistencia, el plan había sido resuelto.

Conduciría el coche de Brittany y Quinn el de Santana, mientras que Rachel las seguía para recogerla y llevarla a su casa.

En una noche de voleibol normalmente, sin incluir lesionados, el equipo salía a tomar unas copas para celebrar su victoria o fruncir el ceño por su pérdida.

En esa noche, como nunca, el equipo había acordado, en su conjunto, que a pesar de que habían ganado, no podían salir de fiesta sin Brittany.

Ella había protestado, como se esperaba, pero se decidió que definitivamente irían la semana siguiente, ganaran o perdieran.

También estaban algo preocupados por una posible conmoción cerebral.

Ella juró que estaba bien, sólo un poco confusa, y se negó a ir a urgencias.

Santana y Quinn estaban de acuerdo, con su evaluación, pero Santana era reacia a dejarla sola, al menos por un tiempo.

Cuando Brittany mencionó que Sam iba a pasar la tarde en Buffalo, Santana se ofreció a llevarla a casa, para conseguir que se sintiera cómoda, y sentarse, con ella, durante el tiempo necesario, hasta asegurarse que no se durmiera hasta que estuvieran seguras de que estaba bien.



Una vez llegaron, se detuvieron en el camino de entrada a casa, mientras veía a Brittany cómodamente el asiento de pasajero.

—Sam quería que me comprara un Cross Country. ¿Sabes a cuáles me refiero?

—¿Es la camioneta que parece un SUV? Son muy buenas.

—Él cree que sí, también.

—Y no es así.

—Para mí, sigue siendo una camioneta. En mi opinión, conduces una camioneta o un minivan y todo el atractivo sexual se va por la ventana.

Santana se rió entre dientes, mientras miraba el camino, donde estaba Rachel en su minivan.

Pensó en lo mucho que Quinn había luchado para no comprar una, por exactamente la misma razón que Brittany tenía.

Sin embargo, después de conducir durante dos días, había caído enamorada de ella y cantaba sus alabanzas, cada vez que tenía la oportunidad.

Decidió mantener ese comentario de Brittany para sí misma.

Saltó del coche y se acercó a abrirle a Brittany la puerta, antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo por sí misma.

—Mi señora—le dijo con su mejor acento británico—Hemos llegado. ¿Me permite que la acompañe?—le tendió una mano.

—San, estoy bien—dijo con una risa silenciosa—En serio. No tienes que hacer esto.

A pesar de sus protestas, deslizó su mano en la de Santana, sintiendo el cosquilleo cálido de su piel.

Sus ojos azules se encontraron con los de oscuros de Santana, en un silencioso gracias, y Santana se encogió interiormente ante el profundo color púrpura, que comenzaba a mostrar alrededor de su ojo, pensando en lo tierna que parecía.

Entonces, sonrió ante la idea de Brittany con un ojo morado.

—En serio—dijo, como si Santana no la hubiera oído la primera vez.

—Me preocupo. ¿De acuerdo?

Quinn llegó corriendo por el patio para dar las llaves a su amiga.

—¿Cómo vamos?

—Estoy bien—Brittany le aseguró—Aunque estoy aquí con la Dra. López, que parecer se un buen dolor en el culo.

Quinn miró a Santana, fingiendo seriedad.

—Ella no tiene ni idea de cómo está.

—No tengo idea—Santana dijo sin expresión.

—Sí, muy graciosas, las dos—Brittany apretó la mano a de Santana—Vamos, doc., llévame dentro. Me siento un poco mareada.

—Voy a poner Kinsey en su sitio, ¿de acuerdo? Puedes usar mi llave—Quinn ofreció.”

—Eso sería genial, Q. Gracias.

—Llámame si necesitas algo. Y vendré en un instante.

—Gracias, Quinn—dijo Brittany con sinceridad—Y dale las gracias a Beth por mí. Dale que su beso me hizo sentir un millón de veces mejor.

—Lo haré.

Los ojos de Quinn se reunieron a los de Santana, en un trance silencioso.

Después de más de una década de estrecha amistad, las dos se podían leer una a la otra, con sólo mirarse.

Santana le dijo con sus ojos que estaría bien.

Quinn estaba satisfecha con eso y se fue.

Santana y Brittany saludaron a Rachel, estacionada frente a la casa de Santana, luego entraron a la casa de Brittany.

—¿Cómoda?

—Inmensamente.

Acercó un vaso de té helado, sobre una montaña en la mesa de café, para que Brittany pudiera alcanzarla.

Estaba tendida en el sofá de cuero, con una camiseta rosa limpia y pantalones cortos blancos con peluches.

Olía a talco de bebé.

Los bordes de su golpe estaban húmedos tras haberse lavado la cara, mientras su cabello colgaba alrededor de sus hombros.

El ligero adormecimiento en sus ojos, la hizo adormecerse, y Santana pensó que era simplemente adorable a más no poder, incluso con la magulladura desagradable, no estropeaba el panorama general.

Mientras bebía de su propio vaso, examinando sus opciones de asientos y deseando poder tomar una ducha rápida. Brittany levantó las piernas un poco y señaló el extremo del sofá con la barbilla.

—Toma asiento.

—Estoy llena de arena—le advirtió Santana.

—Siéntate.

¿Voy a discutir con una orden directa?

Creo que no.
, pensó Santana.

Se sentó, obediente, hundiéndose en la piel deliciosamente suave, y Brittany llevó los pies en su regazo y eso fue todo.

Santana no tenía intención de volver a moverse de nuevo.

No eres más que una tonta, por una bonita chica, se reprendió.

Una hermosa, y casada chica.

—Hey, pensé que Sam iba a venir al partido.

Tomó un sorbo de su té, tratando de pensar en cualquier cosa menos en la suave piel de las pantorrillas firmes, que descansaban contra su pierna.

Brittany suspiró suavemente y una nube oscura pasó sobre su cara. Tomó un sorbo de su copa.

—Sí, iba a hacerlo. Al parecer, se quedó atascado en la oficina. Una vez más—hizo una mueca al recordar el mensaje de correo de voz, que le había dejado en su móvil.

Le habría gustado que estuviera ahí, para verla jugar, pero obviamente, una vez más, había tenido cosas más importantes que hacer que pase tiempo con su esposa.

Como de costumbre, Santana la observó con atención, preocupada por su repentino cambio de comportamiento.

—¿Estás bien?

—Si. Ni siquiera sé más, San.

—Dime.

Volvió a suspirar, sopesando los pros y contras, de abrirse con aquella mujer.

Estaba segura de que el golpe en la cabeza la había dejado débil, por lo que decidió que tenía que hablar con alguien, totalmente imparcial, de lo que pasaba en su familiar.

Lo había estado pensando durante mucho tiempo, pero nunca había dicho nada. Decir las palabras lo haría más real, y no sabía si estaba lista para ello.

Levantó la vista y se encontró con la mirada suave y marrón de su vecina, una mujer que se estaba convirtiendo rápidamente en la mejor amiga que había tenido, y eso le hacía sentir segura.

Respiró hondo, preparándose para el impacto del sonido que las palabras tendrían, y habló.

—Creo que está engañándome.

Ya está.

Lo dije.


Esperó que las paredes se vinieran abajo, pero se mantuvo en silencio, el suave chapoteo del agua era el único sonido.

Sintió una sensación de casi aliviado.

—Oh, vaya—dijo Santana suavemente—¿Estás segura?

Se frotó su ojo sano, asintiendo con la cabeza lentamente.

—No soy estúpida. Debe pensar que lo soy, pero no. He llamado a la oficina de Buffalo en varias ocasiones, por la noche, cuando se supone que debe estar ahí, y solo salta la centralita o su correo de voz, pero nunca lo localizo. Lo he intentado en su móvil, pero él afirma que la recepción va misteriosamente mal, y que no recibe mis llamadas. Siempre está hablado de lo duro que está trabajando, pero he oído mencionar a su padre que está preocupado por su falta de atención—tomó otro sorbo de té, con cuidado para no mirar a Santana—Casi nunca tenemos sexo, y cuando lo hacemos, siento como si fuera por mí.

Ninguna de mis amigas tiene relaciones sexuales.

Fue el primer pensamiento de Santana.

No estaba segura de qué decir o hacer, y que se encontró un poco sorprendida por la falta de ira, en la voz de su amiga.

Brittany no parecía muy enojada, sólo triste y sorprendentemente aliviada, así que era algo que había estado pensando desde hacía bastante tiempo

—¿Qué vas a hacer?—finalmente preguntó, con voz suave.

Brittany miró a su copa como si buscara la respuesta.

—No tengo ni idea.

Se sentaron en silencio durante varios minutos, cada una perdida en sus pensamientos.

Santana se dejó caer un poco más en el cuero, apoyó los pies descalzos sobre la mesa de café, y descansó su mano suavemente sobre Brittany, como muestra de apoyo.

Intentó no prestar atención a lo bien que se sentía al tocar la piel de la joven mujer entre sus dedos.

Mientras miraba a la cara de Brittany, se dio cuenta que su vecina parecía más cansada que triste, y sabía que debía mantener la conversación, con el fin de mantenerla despierta, al menos durante un tiempo más.

Sam era un tipo definitivamente fuera de sus límites, pero quería animar a su amiga.

—Hey, ¿cómo va la decoración?

El rostro de Brittany iluminó ligeramente.

—Muy bien. Creo que por fin tengo todos los pequeños detalles pensados para el dormitorio principal. Y adivina lo que hice.

El brillo de sus ojos había vuelto y Santana sabía inmediatamente que esta era la pasión de su amiga.

Le resultaba entrañable y halagador que decidiera compartirlo con ella.

—¿Compraste nueva pintura?

—No. Todavía no.

—¿Has empezado a rascar la pared?

—No—se echó a reír.

—Me rindo.

—Me rompí pintado la pared. Esa pared.

Santana frunció el ceño y sacudió la cabeza.

—Esa pared, ¿qué pared?

—La pared de color púrpura.

—La pared de color púrpura.

Brittany negó con la cabeza, y le dio un codazo para que recordara.

—¡Oh! ¡Las muestras de pintura para la pared! ¿Pintaste la pared de color púrpura? ¿Púrpura?

—Así es.

La cara de Brittany estaba radiante, positiva. Santana la encontró intoxicante con sólo mirarla.

—Al final qué, ¿púrpura oscuro? ¿Igual que los morados que estuvimos viendo?

—Así es.

—Al igual que, ¿morado como tu ojo?

—¡Hey! Cállate—le dio una patada a Santana juguetonamente—Se llama profundo berenjena.

—¿Y? ¿Estas satisfecha con ello?

—Es un color increíblemente sensual. Me encanta.

—Ooo, sensual, ¿verdad? Yo diría que es más bien apropiado para un dormitorio, ¿no?—Santana meneó sus cejas con fingida aflicción.

—¿Sí? ¿Quieres verlo?

Brittany le sostuvo la mirada de sorpresa de Santana, sin lugar a dudas estaba coqueteando de nuevo, superando a Santana en su propio juego.

—Mañana.

Brittany sonrió, saboreando su victoria, a pesar de que sus ojos parecían nadar un poco fuera de foco.

—Profundo Berenjena, ¿Eh?

—Uh-huh. El tipo de ventas, que me atendió, fue genial. ¿Sabías que hay una cosa llamada imprimación tintada?

—¿Tintada? Pensé que era imprimación en blanco.

—No tiene por qué serlo. Está teñido, y así la pintura cubre mejor. Estaba en lo cierto. Se ve muy rica y suave. Tuve que pintar menos capas y mucho menos esfuerzo del que esperaba.

—Entonces, ¿es seguro asumir que tu más reciente viaje a Chase-Pitkin fue mejor que la anterior?

Santana sabía que era un delicado tema, para su amiga recién llegada y más, con un golpe en la cabeza.

Quería que pudiera hablar más abiertamente, pero su comportamiento era demasiado tentador para resistirse a insinuar su pregunta.

Quería aprovechar la oportunidad y ver si podía encontrar más información sobre la misteriosa Kitty.

—Dios, eso se siente bien—Brittany murmuró, casi para sí misma, cerrando los ojos.

Santana frunció el ceño, preguntándose a qué se refería, entonces casi jadeó en voz alta cuando miró hacia abajo.

Para su horror, estaba masajeando suavemente los músculos de la pantorrilla de Brittany con sus dedos.

En respuesta, Brittany estaba empujando su trasero hacia abajo en los cojines.

Se obligó a parar, pero sus manos se negaron a obedecer. A cambio, se decidió seguir hablando.

—Entonces, ¿no hay patrones de miedo que te envíen corriendo a la salida de nuevo?

Brittany se echó a reír, con los ojos todavía cerrados.

—Kitty. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí?

—Parecía feliz de verte.

Brittany resopló.

—Aunque tú no parecías muy feliz de verla, ¿verdad?

—Teniendo en cuenta que la última vez que la vi, ella estaba haciendo estragos en mi corazón, no.

—¿Perdón?

¡Whoa!

¿Qué demonios?
, pensó Santana.

Brittany cautelosamente, tocó su ojo hinchado, hizo una mueca, y luego suspiró.

No había querido entrar en ese tema.

Nunca había hablado de ello con nadie, pero el efecto de ser golpeada en la cabeza, la dejó sintiéndose casi borracha, y no podía dejar de andar diciendo cosas que no debería.

Y la verdad era que le debía una explicación a Santana, por lo que había sucedido ese día.

Volvió a respirar hondo.

—Kitty y yo... no era esto... teníamos algo.

—¿Algo?—Santana parpadeó.

—Sí, algo—replicó más bruscamente de lo que había pretendido—No sé cómo le dicen—sostuvo la mirada de Santana—¿Qué?—espetó con expresión de total asombro.

—Nada. Nada. Sólo estoy...—su voz se fue apagando.

—¿Sorprendida?

—Bueno. En una palabra, sí.

Brittany se encogió de hombros.

—Sí, bueno.

Se quedó en silencio, absorbiendo el hecho de que Brittany había tenido "algo" con una mujer.

De repente, inexplicablemente, y de forma inesperada, todas sus percepciones de su amiga habían cambiado.

Deseaba presionar sobre el tema, para obtener más información.

Obviamente, era un tema delicado, pero no quería que terminara así la conversación.

Brittany no parecía estar muy dispuesta a ofrecer más, o al menos por el momento.

Por mucho que Santana quería explorar, decidió respetarla, y dio marcha atrás, al menos por un rato.

Se quedaron ambas en silencio.

—¿Cómo está tu cabeza?—preguntó finalmente.

—Todavía estoy un poco atontada. Creo.

Santana se rió entre dientes, mirando sus manos que aún viajaban como si tuvieran pequeñas mentes propias.

Se trasladaron por los fuertes músculos de Brittany, masajeando sobre sus tobillos, y luego se asentaron en sus pies, amasando, frotando, y presionando con fuerza en el arco, hasta que Brittany gimió, retorciéndose ligeramente.

—¿Demasiado fuerte?—preguntó Santana.

—No Perfecto—susurró—Tienes unas manos increíbles.

El tono de su voz de la ojiazul era baja y sexy, e hizo que Santana tragara saliva, mientras oía sonido de los latidos de su corazón golpeando en la cabeza.

Tuvo un repentino destello de Brittany, con esa voz ronca y áspera, diciendo su nombre en su oído mientras violada su cuerpo con las manos, la boca y lengua.

La mente de Santana le gritó, advirtiéndole de que las cosas estaban yendo demasiado lejos, y que Brittany simplemente estaba disfrutando de su atención física.

Negó con la cabeza un poco, luego deslizó una uña por la planta del pie de Brittany, lo que la hizo que saltara de la sorpresa y tirara el momento a la basura.

—Hey—se quedó sin aliento, un poco molesta.

—Sólo me aseguro de que estás despierta—respondió inocentemente, palmeando la pierna de Brittany en un gesto que le dijo desear levantarse.

Para ella era necesario levantarse rápido.

—Estoy despierta—bostezó Brittany—No me quiero ir, pero lo estoy.

Santana miró el reloj, habían pasado tres horas desde su lesión.

—¿Todavía estás mareada o desorientada?

—Me siento bien. En serio. Un poco de un dolor de cabeza, pero creo que estoy bien.

Santana estudió su rostro por la sinceridad y la encontró.

—Yo también. Aun así, No quiero que estés sola. ¿Qué tal si voy a sacar a Kinsey, vuelvo aquí para pasar un poco más de tiempo? ¿Te parece bien?

Brittany sonrió dulcemente desde el sofá.

—No tienes que quedarte, pero no voy a rechazar tu oferta. Me gusta cuando estás aquí.

La honestidad entrañable de su declaración calentó el corazón de Santana, y ella le sonrió.

—¿Volverás?

—Volveré.



Una vez fuera, Santana respiró hondo, varias veces, en la noche fría, moviendo sus manos errantes mientras cruzaba hacia su casa.

Jesús, López, también podrías arrancándole la ropa con los dientes.

¿Qué diablos te pasa?


Poniendo los ojos, se distrajo de su auto desprecio por los estridentes ladridos entrecortados de su perro.

Se inclinó sobre la pequeña valla y lo recogió.

—Oye, amigo—susurró cariñosamente, aceptando sus besos.

Abrió la puerta y lo puso en el suelo de la cocina. Su peluda cola blanca agitó continuamente mientras juguetonamente le regañaba por llegar tan tarde a la cena.

Se habría sentido mal si realmente no fuera tan condenadamente lindo, con sus pequeños labios negros en forma de O.

—Lo sé, lo sé. Lo siento.

Kensey la miro esperando una explicación y Santana se sintió como si hablar con un papá irritado.

—Lo habría hecho cuando llegamos aquí antes, pero Britt se lesionó y nos preocupaba que pudiera tener una conmoción cerebral, por lo que me ofrecí a quedarme con ella un poco.

Kinsey la miró con suspicacia mientras comía.

—Para mantenerla despierta, sabes. Sólo para asegurarme de que estaba bien. Deja de mirarme así.

Apartó la mirada con aire de culpabilidad, y se ocupó de los platos que había dejado en el fregadero, del desayuno, con la mente vagando de nuevo a la anterior conversación.

—Tuvimos algo. Y eso sólo podía significar una cosa... ¿no?

La frase -Tener algo- era una evasiva bastante común, ¿no?

Brittany y Kitty habían sido amantes.

Brittany había estado con otra mujer.

—¿Y qué?—dijo Santana en voz alta, molesta por el camino que su mente estaba tomando, pero no pude evitarlo.

Una gran cantidad de mujeres habían estado con otras mujeres.

¿No era una gran cosa si Brittany tenía…?

Sonrió mientras sintió un calor familiar extendido por todo su cuerpo, seguido de un ligero cosquilleo en el estómago.

Siempre había pensado que había algo increíblemente sexy y erótico en una mujer "hetero", que de vez en cuando bateaba en el otro equipo.

Se echó a reír, sacudiendo la cabeza para librarse de la idea, y entró en el dormitorio para cambiarse de la ropa, sacarse la arena, y tomar infusión.

Algún día, voy a conseguir que me cuentes todo sobre Kitty.

Con todo detalle.


—Vamos—llamó y agarró su correa—Vamos air a ver a tu novia, y asegurarnos de que no ha comenzado sin nosotros.



Santana estaba segura de que no haberse ido más de veinte minutos, pero cuando abrió la puerta de la terraza abierta de Brittany, no pudo hacer otra cosa que sonreír cariñosamente.

Brittany se había quedado dormida, su respiración profunda y regular.

Uno brazo estaba colocado descuidadamente sobre su cabeza y colgaba, sobre el extremo del sofá. El otro estaba sobre su estómago. Una pierna la tenía inclinada, por lo que su parte inferior del cuerpo parecía la letra 'p'

Santana se detuvo y la estudio por lo que pareció mucho tiempo.

Vio algo diferente, que le tomó varios minutos averiguar por qué. Finalmente se dio cuenta de que parecía infinitamente más relajada.

Nunca pensó en su joven amiga, como una mujer tensa, de no haber sido por el tan dramático cambio mientras dormía.

¿Qué te tiene tan estresada? pensó, deseando poder hacerlo mejor.

Se inclinó para desenganchar la correa de Kinsey y lo dejó vagar.

—No te metas en problemas—advirtió en voz baja mientras se puso a trabajar con su ordenador.

Se debatió entre si despertar a su amiga o llevarla arriba. Apoyó su mano en la frente de Brittany, y luego en sus mejillas.

La sentía perfectamente normal, fresca y suave.

Exhaló un suspiro de alivio que no tenía, y se dio cuenta de que se había estado conteniendo.

Tiró de la manta, en la parte posterior del sofá, y la colocó suavemente sobre el cuerpo dormido. Sin pensar, se inclinó hacia delante y le dio un beso tierno en la frente.

Se sonrojó de vergüenza cuando se puso de pie y reconoció lo que había hecho.

Ten cuidado, López.

Te estas metiendo en un profundo...


Hizo una mueca al oír la voz en su cabeza, preguntándose por qué no estaba presa del pánico, ante la posibilidad de enamorarse de una chica hetero.

La miró con nostalgia, pero sabía que regresar a ese lugar ya no era una opción.

Entrecerró los ojos mientras observaba a Kinsey que saltó, sobre el cuero, y se hizo una bola colocándose en el hueco de la rodilla de Brittany, y de forma posesiva apoyó la cabeza en su muslo.

Santana estaba segura de que le estaba sacando la lengua.

—Pequeño bastardo—murmuró.

Encontró una segunda manta, y supuso que podría usarla para sí misma, miró a través de la habitación, y se acomodó en las sillas de gran tamaño.

Frunció los pies, y apoyó la cabeza en su mano, observando a su amiga mientras dormía, sintiendo una mezcla de frustración, excitación, afecto y tristeza.




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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Mayo 10, 2016 9:21 am

jajaajj el cachorrro tiene mas accion que su mami santana y se burla de ella. bueno al fin le cayo el 20 a Britt la farsa de matrimonio que tiene, lo peor Sam ni la estima ni la respeta simplemente se revuelca con mercedes que es a quien pertenece quimica elemental, ahora a ver si britt tiene los gumaros para ir tras santana, por que es una cobarde una muy grande y rubia cobarde
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Mar Mayo 10, 2016 1:27 pm

hola morra,..

entre acciones y confecciones,..."cariño" a san no le va a alcázar el agua del mar para unirse ahí jajaj
bueenoo una mujer "hetero" es linda,... ahora san sabiendo lo que "hubo" entre britt y kitty,.. a ver que pasa,..
ese niño es mas perspicaz que la madre y le gana a san jajaj

nos vemos!!!
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Mensaje por monica.santander Mar Mayo 10, 2016 5:57 pm

Veremos como sigue San ahora que confirmo que Britt tuvo un algo con Kitty!!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JanethValenciaaf Mar Mayo 10, 2016 7:45 pm

Si señor, esa brittany lo tenia bien escondido..........
Ese Sam si que no tiene vergüenza, engañar a su esposa.....
Saludos, mañana empiezo con los exámenes ordinarios de trigonometría y geometría y también física
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