[Resuelto]FanFic Brittana: Compañeras II: Carretera Del Infierno (Adaptada) Cap 34 y 35 Fin

Capitulo 33

—¿Te duele?

—He tenido peores heridas—dijo Santana.

—Eso no fue lo que pregunté.

Santana sonrió.

—Bueno, sí, duele horrores.

Brittany se acercó y la besó.

—¿Ahora eso fue tan difícil?

—Sí.

Brittany rió en voz baja mientras se acurrucaba más cerca de Santana, asegurándose de no golpear su brazo lesionado.

Después de entregar a Patrick Doe a Finn Hudson, quien esperaba en la funeraria de Puckerman, fueron a la oficina para informar de todo a Will. Sus apuntes e informe del caso tendrían que esperar.

Las dos estaban demasiado agotadas.

No hubo ninguna discusión cuando se fueron, como Santana había dicho "nos vemos en el equipo", Brittany lo hizo. Estaba muerta de hambre y sabía que Santana también debía estarlo, por lo que se detuvo por unos burritos y tuvieron un almuerzo tardío.

Comieron en silencio, sentadas en el sofá de dos puestos, Lady Tubbington ronroneando continuamente iba de un regazo al otro. Al parecer, le habían dejado sola por mucho tiempo y estaba haciéndoselos saber.

Pero el cansancio se había impuesto y Santana se puso de pie, tomando la mano de Brittany y cojeando por el corto pasillo hasta el dormitorio.

Brittany quería una ducha, pero estaba demasiado cansada. Cayó en la cama al lado de Santana, donde ahora se acurrucaba junto a su forma dormida.

Cerró sus ojos, pero el sueño no llegaba, incluso tan cansada como estaba.

La incertidumbre del mañana se alzaba y odiaba que potencialmente estuviesen pasando su última noche juntas durmiendo. Finalmente, dejó que la suave respiración de Santana le relajara, sus dedos ligeramente entrelazados y sus párpados pesados.

Ella cedió al sueño.

A través de la brumosa niebla del sueño, Santana se percató que una cálida y húmeda lengua jugueteaba con sus pezones, pasando de uno al otro.

Gimió, sintiendo cómo su cuerpo estaba excitado. Incluso en el sueño, Brittany podía obtener una respuesta de ella. Abrió sus ojos lo suficiente como para ver que el sol estaba desapareciendo del cielo y luego los cerró nuevamente cuando los dedos de Brittany se movieron más abajo.

Abrió las piernas, dejando que Brittany hiciera lo que quisiera. La rubia dejó su pecho, sentándose a horcajadas sobre su muslo, acariciándose contra Santana mientras sus dedos encontraban su objetivo.

La morena volvió a gemir, arqueando sus caderas más arriba. Se extendió ahuecando la cadera de Brittany con su mano derecha, moviéndose contra la suave piel de su trasero redondeado.

Sintió la humedad de Brittany contra su muslo mientras se complacía a sí misma, al tiempo que sus dedos se movían lentamente…profundamente…dentro y fuera de Santana y su pulgar rozaba su clítoris con cada golpe.

Las pausadas y deliberadas caricias se volvieron más rápidas con cada pasada, las caderas de Brittany mantuvieron el ritmo de sus dedos mientras se frotaba a sí misma contra Santana.

Estaban jadeando juntas, sus gemidos mezclándose.

Santana abrió sus ojos, encontrándose con los de Brittany, deseando memorizarlos, guardando la imagen de esos ojos hambrientos y oscurecidos por la pasión, mientras llegaban juntas al clímax.

Brittany colapsó encima de ella y con su brazo sano Santana le abrazó mientras su respiración regresaba a la normalidad.

Una vez más, se quedaron dormidas, sus cuerpos todavía humedecidos por el sudor y el deseo.

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Capitulo 34

Santana se paseó a través de la tranquila casa rodante, sintiendo sorprendentemente mejor su tobillo después de casi 18 horas en cama.

Esas horas en cama, sin embargo, hicieron poco para apagar su agotamiento y la ducha de la mañana no había ayudado mucho.

Bostezó mientras vertía agua sobre el hielo y luego sonrió cuando sintió que
Lady Tubbington se frotaba contra su pierna.

—¿Tienes hambre?—preguntó agachándose para recogerla.

Besó su carita, amando el ronroneo constante que siempre emanaba de Lady Tubbington. La bajó nuevamente, entonces notó que la fuente de alimentos estaba casi llena.

—Veo que tu otra mamá ya te ha alimentado.

Hizo una pausa mientras esas palabras hacían efecto en ella.

No, no había otra mamá.

Solo era ella.

Brittany sólo era un accesorio temporal en sus vidas. Uno que, temía, estaba llegando a su fin.

Figgins le había enviado un correo electrónico.

Quería una videoconferencia. Eso significaba que tenía otra asignación para ella.

Habían tenido una breve conversación en la mañana con Finn que había terminado con su promesa de que completaría su informe y se lo enviaría las siguientes 48 horas.

Así que una videoconferencia significaba que estaba enviándole a otra asignación. Era algo que no le había mencionado a Brittany.

Brittany se había ido al amanecer con la promesa de reunirse con ella más tarde en el día.

Tenía sus propios informes que hacer.

No habían hablado de la inminente partida de Santana, pero también estaba en la mente de Brittany. Se había dado cuenta de eso por la manera en la que Brittany le había besado al despedirse.

Demonios, podía saberlo por la manera en la que Brittany le había hecho el amor.

Se preguntaba si la ojiazul había sentido la renuencia de Santana por irse, por la manera en la que se había aferrado a la rubia en la puerta.

Casi habían dormido toda la tarde y noche, levantándose sólo para ducharse y ordenar su pizza de costumbre antes de caer nuevamente en la cama a media noche. Pero su pasión anuló su agotamiento y se deleitaron la una con la otra haciendo el amor, sus manos y bocas complaciéndose la una a la otra hasta que el sueño les reclamó nuevamente.

Santana despertó con el cálido cuerpo de Brittany acurrucado fuertemente contra ella, sus brazos aún entrelazados. La sensación de satisfacción, el verdadero placer de tener a Brittany a su lado, fue algo abrumador, intenso.

Y eso significaba que había perdido el control.

Lo sabía, por supuesto.

Sabía que no debía involucrarse tanto, sabía que no debía enamorarse de ella.

Pero se enamoró.

Estaba fuera de su control.

Siempre había estado con Brittany.

E iba a romper su corazón dejar esta ciudad.

Se preguntaba si su partida rompería dos corazones.

Un pitido suave en su portátil le dijo que Figgins había accedido a su sesión. Se sentó en su sillón reclinable y trajo a la vida a su ordenador portátil, escribiendo rápidamente su contraseña para la conexión de vídeo.

Figgins le saludó con una amplia sonrisa.

—Agente López, confío en que hayas dormido un poco—dijo él.

—18 horas, sí.

—Bien ¿Y tú brazo?

—Está bien—dijo ella.

Era jodido tomar una ducha, pero realmente no había mucho dolor. Mucho menos que su tobillo.

—Grandioso. Entonces espero que estés lista para partir. Tengo una asignación.

Asintió con la cabeza.

—Claro—dijo mientras Lady Tubbington saltaba grácilmente desde el suelo hacia el brazo de su silla.

Trató de moverla fuera del alcance de la cámara, pero no pudo.

—¿Qué demonios es eso?—preguntó él—¿Un gato?

—Sí.

[i]—¿Tú? ¿Tienes un gato? ¿Qué demonios te pasa?

—¿Y por qué no puedo tener un gato?

—Sin ánimos de ofender Santana, pero no pareces una persona que tiene mascotas. Bueno, tal vez un Rottweiler o un Doberman, pero definitivamente no un gato.

Santana frunció el ceño.

—No hay nada de malo con tener un gato. Además, no la busqué intencionalmente. La encontré en una parada en Utah. Una hambrienta y pequeña gatita. Así que la llevé conmigo.

—Wow. Así que tienes un lado tierno. Increíble.

Santana ignoró su comentario.

—¿Qué pasa con esta asignación? ¿No tienes a alguien más que se haga cargo? Me vendría bien un par de días—dijo ella con la esperanza de retrasar su partida.

—Realmente depende de Utah. El Parque Nacional Canyonlands. Encontraron un cuerpo descompuesto. Lo enviaron a Salt Lake City para la autopsia y la identificación.

—¿Y? ¿Asesinato?

—Eso o suicidio. No había ningún bolso, ni objetos personales que se encontraran en el cuerpo. Fue encontrado en una zona rural donde se requiere permiso para ir de excursión o acampar. Él no tenía ninguno.

—¿Y tú quieres que vaya?

—Bueno, había pensado en enviar a alguien desde Denver, pero ya sabes, con los recortes presupuestarios y todo eso, tú eres lo más cercano.

—Finn tiene un maldito equipo de donde elegir—dijo ella.

—Es cierto. Pero Hudson es el agente de alto nivel después de Collie. No confiaría en ninguno de los otros para hacer un solo. Esa es tu especialidad. Además imaginé que estarías lista para salir a la carretera. Has estado atrapada ahí casi un mes.

Ella se mantuvo inexpresiva incluso cuando asintió con la cabeza.

—Está bien. Envíame los detalles.

—Tengo el archivo listo para enviártelo. Tienes que salir tan pronto como sea posible. He incluido el nombre de un especialista forense de Salt Lake. Está esperando tu llamada. Él accedió a reunirse contigo allá afuera para ir sobre la escena.

—¿Por cuánto tiempo ha estado ahí el cuerpo?

—No hay manera de estar seguros todavía. El guardabosque supone que de dos a tres semanas.

Ella suspiró.

—Esta bien. Alistaré el equipo y lo pondré en funcionamiento. Me llevará toda la mañana.

—Contacta a Unique Adams cuando llegues ahí. Ella tiene un lugar donde podrás estacionarte.

—Estaré en contacto.

—Buen viaje—dijo él mientras la pantalla se oscurecía.

Ella la miró fijamente durante unos segundos, sus dedos corriendo en silencio a través del pelaje de Lady Tubbington.

¿Y ahora qué?

Le habían dado la asignación prevista. En cualquier caso, Figgins esperaba que saliera hoy.

Lo cual era factible.

Bastaría una hora más o menos para alistar el equipo y poder comenzar su viaje. Luego detendría el vaciado de los tanques y volvería a llenar con agua fresca. Una parada para combustible. Una parada para reponer los suministros, que la verdad sea dicha, eran muy escasos para comenzar.

Debería ser capaz de estar en camino para el mediodía.

—Mediodía, Tubbi—susurró.

Acercó a la gatita a su rostro y la besó.

—Decirle a Brittany es algo que no estoy deseando hacer.

Pero debía decirle.

Así que pasó la siguiente hora asegurando el interior del equipo, poniendo las cosas en su lugar para el desplazamiento y asegurando las computadoras en su oficina.

Amontonó la ropa sucia en la lavadora pequeña y la puso a funcionar, con la esperanza de no quedarse sin agua antes que se realizaran todas las tareas.

Finalmente, no pudo posponerlo más.

Agarró sus llaves y se fue, haciendo el corto recorrido hacia el pueblo utilizando el ya familiar camino Red Rock Loop.

Echó un último vistazo a los hermosos lugares que rodeaban Sedona, tratando de memorizar los colores, los olores. Sabiendo que esos recuerdos saldrían a la superficie a menudo y los examinaría, quería guardarlos de manera segura.

Pero ¿cómo iba a decir adiós a Brittany?

No tenía ni idea.







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Brittany estaba leyendo su informe cuando Quinn arrojó un trozo de papel arrugado hacia ella.

—Parece que tienes un visitante, Britt.

Levantó la vista, viendo la familiar camioneta de Santana deteniéndose al lado de su viejo Jeep. No pudo evitar la sonrisa que cubrió su rostro y no trató de ocultarla.

Pero tan pronto como Santana abrió la puerta, tan pronto como sus ojos se encontraron, su sonrisa se desvaneció.

Santana se iba.

—Hey. No te esperaba tan temprano.

—Sí. Lo sé—hizo un gesto hacia el exterior—¿Podemos hablar?

—Claro.

Los pies de Brittany se sintieron como plomo mientras caminaba alrededor de su escritorio y salía por la puerta abierta de la entrada. Miró a Quinn descubriendo que las miraba con interés.

Siguió a Santana hacia afuera y permaneció en silencio mientras la pelinegra se apoyaba en su camioneta con un profundo suspiro. Brittany la estudió, viendo una gran variedad de emociones cruzar sus ojos.

A pesar de que ambas sabían que esto vendría, parecía que era tan difícil para Santana decir adiós como lo era para Brittany.

—¿Cuándo?—preguntó Brittany finalmente.

—Ahora. El equipo está listo.

Brittany asintió y trató de forzar una sonrisa en su rostro.

—Bueno, supongo que de todos modos ya estás lista para salir a la carretera. No estás acostumbrada a estar tanto tiempo atrapada en un lugar.

—No Britt, no estoy lista—Santana se empujó fuera del camión y pasó una mano nerviosa por su cabello—Tenía la esperanza de que tuviésemos más tiempo—agarró la mano de Brittany y la apretó—Figgins llamó esta mañana. Tengo que ir hasta Utah…Canyonlands.

—Ya veo.

—Tal vez...bueno, tal vez se trate de un viaje rápido, tal vez podría regresar aquí—dijo Santana.

Por un momento, el estado de ánimo melancólico de Brittany se desvaneció, una parte de ella esperanzada de que tal vez se vieran otra vez.

Pero la realidad reapareció.

Cualquier tiempo que pasaran juntas siempre sería temporal.

—O tal vez esa asignación terminará y tendrás otra aún más lejos. Tratemos de no fingir que seremos capaces de vernos, Santana.

—No estoy lista para decir adiós.

—Yo tampoco, pero la realidad es que tenemos que hacerlo—aclaró su garganta—Tengo mucho que agradecerte—dijo levantando su mano cuando Santana trató de protestar—Tú me sacaste de mi depresión. Me hiciste sentir viva otra vez. Nunca te olvidaré, San.

Santana mordió su labio y miró hacia otro lado y Brittany se sorprendió al ver que la morena estaba luchando por controlar sus emociones.

—No pensé que sería tan difícil—dijo Santana.

Brittany se deslizó entre sus brazos, envolviendo los suyos alrededor de los hombros de Santana, abrazándola con fuerza.

—Oh, San, yo tampoco—susurró—Voy a extrañarte.

Se separaron, sus bocas a sólo respiraciones de distancia la una de la otra.

Santana vaciló como si supiera que Quinn y los otros estaban viéndolas. A Brittany no le importó. Se acercó más, sus labios encontrando los de la morena con facilidad, memorizando su sabor, su suavidad, su boca diciendo su propio adiós.

Sintió que las lágrimas humedecían sus ojos cuando se apartó. Parpadeó varias veces.

—Sabes, podrías enviarme una foto de Tubbi de vez en cuando—la mención del nombre del gatito trajo un nuevo conjunto de emociones a la superficie—Permíteme saber cómo está creciendo y todo eso.

Santana asintió.

—Sabes que odio ese nombre ¿verdad?

Brittany sonrió.

—No, te encanta.

Sus ojos se mantuvieron conectados durante un largo rato y luego Santana también sonrió.

—Sí, me encanta—apretó la mano de Brittany nuevamente, luego la soltó completamente—Debo irme.

—Sí. Por favor...por favor cuídate. No voy a estar ahí para cuidar tu espalda.

—Y voy a extrañar eso—se detuvo en la puerta de su camioneta—Cuídate, Britt.

—Lo haré.

Santana se alejó sin decir más y Brittany se quedó ahí, mirando como salía de su vida tan rápidamente como había entrado.

Se cruzó de brazos y se apoyó en su Jeep, mirando hacia la montaña Thunder, viendo... no las rocas rojas, sino las imágenes de Santana mientras entraba y salía de la vida de Brittany con tanta facilidad, era casi como si siempre hubiese estado ahí, haciendo que la rubia se preguntara cómo podría existir sin ella.

¿Cuánto tiempo permaneció ahí?

No lo sabía.

El tiempo suficiente para que Quinn saliera y viera cómo estaba.

—¿Britt? ¿Estás bien?

Giró la cabeza hacia un lado, tratando de sonreír y fallando.

—Sí, voy a estar bien.

—¿Se ha ido?

La miró a los ojos, notando la preocupación en ellos.

—Sí. Se está yendo.

Quinn asintió con la cabeza.

—Es por eso que te ves triste nuevamente.

—¿Nuevamente?

—La primera vez que llegaste aquí, tus ojos...siempre parecían estar tan tristes. Desde que Santana estuvo por aquí, bueno, eras feliz. No había tristeza en ellos.

Solo se le quedó mirando, sin decir nada.

—Pero ha regresado—dijo Quinn en voz baja.

Brittany apartó la mirada, regresando a la montaña Thunder.

—Sin embargo, por una razón completamente diferente.

Quinn se apoyó en el Jeep junto a ella, sin decir nada más. Finalmente, golpeó su hombro ligeramente.

—Entonces ¿te enamoraste de ella o qué?

La ojiazul le dedicó una media sonrisa.

—¿Qué te hace pensar que ahora podemos empezar a hablar de mi vida personal?

Quinn se encogió de hombros.

—Pensé que podrías necesitar a alguien con quien hablar. Ya sabes, cosas de chicas.

Brittany sonrió nuevamente y luego entrelazó su brazo con el suyo, apoyando la cabeza en su hombro.

—Creo que tal vez me enamoré de ella.

Brittany la sintió asentir.

—Eso parece—hizo una pausa, como si estuviera considerando cuidadosamente sus siguientes palabras—Creo que tal vez no fuiste la única.

Brittany cerró sus ojos.

No, probablemente no.

Y podría decirse a sí misma que Santana probablemente hacía esto en cada parada que hacía, pero Brittany no creía eso.

Podía verlo en los ojos de Santana cuando hacían el amor.

Podía verlo cada vez que Santana le miraba.

Y lo supo esa noche, cuando Santana le persiguió con los pies descalzos, porque no quería que se fuera.

Ella lo supo entonces.

Pero nada de eso importaba.

Santana la estaba dejando.

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Capitulo 35

Santana estaba sentada detrás del volante, mirando hacia el desierto.

Los 4 espacios deslizantes estaban guardados, los soportes de nivelación estaban hacia arriba, el motor estaba inactivo, sin embargo, ahí estaba sentada, con las manos agarrando el volante con fuerza.

—Estúpida, estúpida, estúpida—susurro y respiró profundamente—Estúpida.

Miró a Lady Tubbington quien estaba sentaba en el asiento del pasajero, mirándola fijamente.

—No quiero dejarla—se recostó en el asiento, soltando el volante—Reglas, Lady Tubbington. Hay reglas. Nunca, jamás te enamores de ellas. Regla número uno. Existe por una razón—levantó sus manos—Esta razón. Porque no puedo dejarla.

Se puso de pie, caminando por los pequeños confines de la casa rodante, era mucho más pequeña con los espacios deslizantes cerrados.

—¿Qué voy a hacer? ¿Qué demonios voy a hacer?

Se quedó mirando a Lady Tubbington quien le observaba con cada movimiento.

Pasó las manos por su cabello, tratando de decidir.

Por supuesto, ella y Brittany no habían hablado de nada. Su relación había surgido tan rápidamente, la atracción había sido tan fuerte, realmente no había ninguna oportunidad de alejarse de ella.

Había seguido su curso natural.

¿Y ahora se suponía que solo debía hacer las maletas, marcharse y fingir que no había significado nada para ella?

Bueno, no podía hacerlo.

Había tenido un montón de aventuras, algunas cortas y algunas con meses de duración.

Pero siempre había sido capaz de marcharse.

De hecho, tenía dificultades para recordar los nombres y los rostros de las mujeres que habían pasado por su vida.

No esta vez.

No podía hacerlo.

Rápidamente agarró del auricular de la consola y llamó a Figgins. Caminaba de un lado para el otro impaciente, esperando que él contestara.

—Figgins.

—Soy yo.

—¿Ya de camino?

—No. Tengo que hablar contigo.

—Está bien ¿Qué pasa?

—Bueno, he estado pensando.

—Oh, grandioso…—dijo secamente—…Eso nunca es una buena señal.

—Muy gracioso, Figgins. A veces olvido de tienes sentido del humor.

—Bueno, lo intento.

—Sí—hizo una pausa y luego—Necesito un compañero.

—¿Tú? Odias tener compañeros.

—Lo sé. Pero en este caso, me di cuenta que trabajo mejor con un compañero. Ya sabes, alguien con quien intercambiar ideas—dijo paseándose nuevamente ya que hubo un largo silencio.

—Está bien—dijo él lentamente, arrastrando las palabras—Entonces ¿a quién tienes en mente?

Otra vez ella vaciló.

—Brittany Pierce.

—Oh, Santana, por favor dime que no te involucraste con ella.

Ella sonrió.

—No, por supuesto que no ¿Qué crees que soy? ¿Estúpida?

—Bueno...

—No, Figgins. Es sólo que... hemos trabajado bien juntas. Ella es la mejor compañera que he tenido. Creo que haríamos un buen equipo.

—¿Y ella viajaría en el equipo contigo?

—Es lo suficientemente grande para dos personas. Y el sofá de dos puestos se despliega en una cama—agregó ella con la esperanza de apaciguarlo—Por supuesto, aún no se lo he preguntado. Ella podría decir que no.

—¿Y esto es estrictamente profesional?

—Por supuesto. Absolutamente—mintió sabiendo que él le mataría si…cuando…se enterara.

Él se echó a reír.

—¿En serio piensas que te creo, Santana?

—Tú me conoces Figgins, nunca hay nada personal.

Él suspiró.

—¿Supongo que no quieres darme tiempo para pensar en esto?

—No. Me gustaría que se fuera conmigo ahora.

—Está bien, vamos a ver si lo entiendo ¿ni siquiera has hablado de esto con ella? ¿Qué te hace pensar que estará de acuerdo?

—Porque es una buena policía de Los Ángeles, con entrenamiento de élite. Sus habilidades se están perdiendo aquí.

Al menos eso era cierto.

—Está bien, Santana. Período de prueba. Nivel básico.

—¿Nivel básico? Vamos Figgins, ella tiene más de diez años de experiencia.

—No en el FBI. Ella no ha recibido nuestro entrenamiento.

—Yo tampoco.

—Santana, no trates de comparar tu entrenamiento militar con el de LAPD Y recibirá credenciales temporales.

—Jesús, Figgins ¿es una aprobación super secreta o algo así?

—Sólo puedo tirar algunas cuerdas.

—Siempre dices que puedes tirar todas las cuerdas que necesitas. Dale el nivel medio, no el básico. Ella encajará a la perfección con tus equipos, Figgins. Es tan disfuncional como el resto de nosotros. Demonios, sacó su arma contra su capitán—le recordó.

—Sí y esperemos que no le hagas enojar hasta el punto que lo haga contra ti.

Ella sonrió.

—Gracias, Figgins ¿Me enviaras un correo electrónico con su cuenta de información y sus credenciales de acceso?

—Voy a ver qué tipo de acreditación puedo darle. Cuando te instales en Utah, quiero una videoconferencia con ella. Quiero saber a quién diablos acabo de contratar.

—Te encantará. Llamaremos.

Ella colgó, sabiendo que tenía una maldita sonrisa tonta en el rostro, pero no pudo evitarlo.

Se sentó nuevamente en el asiento del conductor, esta vez su agarre en el volante era ligero y sin esfuerzo como si ya no temiera marcharse.

—Ahora veamos si Brittany quiere irse con nosotras—dijo haciendo una pausa para rascar a Lady Tubbington detrás de la oreja.

Seguía sonriendo mientras dirigía el enorme equipo hacia la vía de servicio y hacia el parque Red Rocks.

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Capitulo 36 - Fin

Brittany echó agua sobre su rostro, tratando de lavar la evidencia de sus lágrimas.

Sí, sabía que sería difícil cuando Santana se marchara.

Lo que no sabía era cuán difícil sería.

Miró sus ojos en el espejo, reconociendo la tristeza en ellos.

Nunca se le ocurrió que Santana se llevaría su corazón con ella cuando se marchara. Y ahora Brittany fue dejada atrás preguntándose lo que pudo haber sido.

¿Era Santana la elegida?

Brittany había salido lo suficiente como para saber que todavía estaba buscando esa persona que llenaría su alma por completo.

Erin no había sido esa persona y Brittany no se había sentido satisfecha al fingir que lo era, aunque después de su muerte Brittany había tratado de aferrarse a la creencia de que habían tenido una relación amorosa y duradera.

¿Santana podría ser esa persona?

¿Brittany acababa de permitir que se marchara sin decirle lo mucho que había llegado a significar para ella?

¿Acaso Santana tenía alguna idea de cuán profundos habían sido los sentimientos de Brittany?

Sí, suponía que lo sabía.

Pero ¿qué podía hacer Santana?

Ella tenía un trabajo.

Tenía una asignación.

Al menos ella había ofrecido regresar.

Tal vez debió haber animado a Santana para que lo hiciera. Podría regresar después de su asignación y juntas podrían averiguar dónde estaban. Por supuesto, se marcharía nuevamente y tendrían que despedirse nuevamente.

—¿Britt?

Se dio la vuelta y se quedó mirando la puerta cerrada, sus cejas fruncidas. Entonces se movió, saltando para abrir rápidamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que en este momento estarías al otro lado de Flagstaff.

Santana estudió su rostro y Brittany maldijo sus lágrimas anteriores. Volteó su cabeza pero Santana tomó su rostro haciendo que le mirara.

—Estabas llorando—afirmó innecesariamente.

Brittany se encogió de hombros.

¿Qué podía decir a eso?

Santana entró en el cuarto de baño y cerró la puerta, dándoles privacidad. Se apoyó en la puerta observándola.

La mente de Brittany estaba revoloteando, mientras trataba de leer la mirada en los ojos de Santana.

—¿Por qué sigues aquí?—preguntó finalmente.

—¿Por qué lloras?

Brittany tocó su pecho.

—Yo pregunté primero.

Santana asintió.

—Lo suficientemente justo. Recibí una llamada de Figgins. Traté de disuadirlo, pero él me obligó a tener una compañera.

El corazón de Brittany revoloteó mientras sus ojos se clavaban en los de Santana.

—Ven conmigo—susurró—Se mi compañera.

Brittany sintió la opresión en su pecho y se apoyó en el lavabo.

—¿Sólo así?

—¿Quieres?

—¿Sólo hacer las maletas y marcharme? ¿Ahora mismo?

—Ahora mismo.

Querido Dios.

¿Santana realmente le estaba pidiendo que se fuera con ella?

¿Podría simplemente dejar su vida aquí sin previo aviso?

Su cabeza daba vueltas mientras Santana le miraba expectante. Al parecer, la morena tomó su silencio como indecisión, no como un impacto.

—Sólo es un periodo de prueba—dijo Santana rápidamente—Si no te gusta, podrías regresar. Imagino que Will conservaría tu puesto por un tiempo.

Brittany se encontró con la mirada de Santana, permitiendo que todo encajara…las palabras de Santana, la mirada en sus ojos, la oferta que había extendido.

Santana la quería en su vida.

Quería que se marchara con ella.

—¿Y viviríamos…?—dijo Brittany aclarando su garganta—¿…Viviríamos en la casa rodante?

Santana asintió.

—Sé que es pequeña, pero, bueno, el sofá de dos puestos se convierte en una cama. No quiero que asumas que nuestra relación sería…

—¿El sofá de dos puestos?—preguntó interrumpiéndola—¿Quieres que duerma en el sofá?

Santana se apartó de la puerta.

—No. Te quiero en mi cama. Nuestra cama. Pero se me ocurrió que esto podría parecer como si te quisiera por los beneficios sexuales. No se trata de eso. Hicimos un buen equipo, somos buenas compañeras. Podemos mantener esto estrictamente profesional, si eso es lo que quieres—agarró su mano apretándola suavemente—Pero sinceramente, no quiero irme sin ti.

Brittany liberó su mano y se alejó, queriendo hablar, queriendo asegurarse que ambas estaban en la misma página. Beneficios sexuales o no, quería asegurarse que Santana sabía cuan emocionalmente comprometida estaba.

—Estaba llorando porque habías salido de mi vida—dijo respondiendo a la pregunta anterior de Santana—No quería que te marcharas, pero por supuesto sabía que tenías que hacerlo. Y me sentí tan vacía—respiró profundamente—Cuando Erin murió, al menos la culpa me llenó. Como sabes, hizo más que llenarme. Me consumió—admitió—Permitiste que dejara mi culpa en mi propio tiempo. Me hiciste ver cómo realmente se sentía preocuparse por alguien. Aun así, me dejaste y sentí que mi corazón se rompía.

—No quiero romper tu corazón, Britt. Quiero sanar tu corazón. Por primera vez en mucho tiempo, sé lo que se siente amar. Quiero…necesito…que estés en mi vida.

Brittany se quedó sin aliento.

Oh, Dios, ella mencionó la palabra amor.

¿Se atrevería a creer en las palabras de Santana?

Se encontró con los ojos de Santana, buscando la verdad.

—¿Amor?—susurró.

Santana sostuvo su mirada.

—Lo siento ¿Demasiado pronto para hablar de eso?

Brittany rió nerviosamente, su cabeza daba vueltas.

—No ¿Por qué crees que mi corazón se estaba rompiendo?

Santana también sonrió, alcanzándola y tirando de ella para acercarla.

—¿Y? ¿Vendrás conmigo?

—Siempre y cuando no me hagas dormir en el sofá...sí—dijo cediendo a su deseo de besar a Santana, sus bocas se encontraron.

Su beso fue uno de júbilo, amor, satisfacción. Ya no era el último beso de despedida, más bien el primero… Brittany esperaba…de una vida larga y aventurera juntas.

Una vida en la carretera.

Con una gata.

Sonrió contra los labios de Santana, alejándose finalmente.

—¿Y? ¿Qué asignación tenemos?

Santana agarró su mano y la condujo fuera del cuarto de baño.

—Encontraron un cuerpo de 3 semanas en un cañón en el fondo de un precipicio.

—¿Nuevamente precipicios? No te va muy bien con los precipicios, Santana.

—¿Caí en uno y ahora tengo un problema?

—¿Caer? Cariño, si sólo hubieses caído. Entonces no hubiese tenido que cuestionar tu cordura.

Santana se detuvo en seco, sus ojos ardiendo.

—¿Qué?

—Me llamaste cariño—susurró—Creo que me gusta cuando haces eso. Me hace sentir…

—¿Amada?

Santana asintió.

—Si. Amada.

—Bien.

Brittany ignoró las miradas curiosas de Quinn y Will mientras apretaba la mano de Santana.

—Porque lo eres. Y te quiero.

Santana sonrió.

—Yo también te quiero.

Brittany rió.

—Me alegra que hayamos aclarado eso—dejó que sus dedos se deslizaran fuera de la mano de Santana—Permíteme decirles lo que está pasando.

Brittany vio cómo se alejaba con ese familiar y confiado caminar que tenía, aunque con una ligera cojera por su inflamado tobillo.

Santana hizo una pausa para hablar brevemente con Quinn y Will antes de salir. Entonces ellos voltearon mirándola expectantes.

Brittany se acercó, incapaz de borrar la sonrisa de su rostro.

—Ella me ofreció un trabajo.

Will asintió.

—¿Te vas, entonces?

Brittany agarró su mano grande y callosa, sosteniéndola con fuerza.

—Por mucho que me encantaría estar aquí, no puedo sin ella. Se ha convertido en...bueno...ella es muy importante para mí—lo miró a los ojos—Le permití entrar en mi corazón—susurró.

Miró rápidamente a Quinn, luego nuevamente a Will.

—Creía que nunca encontraría esto.

Él asintió con la cabeza nuevamente.

—Sólo quiero lo mejor para ti, Britt. De todos modos siempre dije que tus talentos se estaban desperdiciando aquí.

—Me diste una oportunidad, Will. Todo lo que tengo ahora, es por ti.

—No, yo solo…

—Me aceptaste cuando nadie más lo hizo. Nunca olvidaré eso. Nunca me olvidaré de ti—lo abrazó, apretándolo firmemente antes de colocar un rápido beso en su mejilla—Gracias.

Se volteó hacia Quinn, dándole juguetonamente un puñetazo en el brazo.

—Y tú…—dijo con una sonrisa—…Gracias por ser mi amiga. Sé que fue duro. Sobre todo al principio.

—Diablos, sí. Te tenía miedo—dijo con una sonrisa. Entonces llegó hasta ella, sorprendiéndola al darle un abrazo—Te voy a extrañar y se que Rach también, se sentirá triste de perder a una amiga.

Brittany le devolvió el apretón.

—También las voy a extrañar.

Se separaron, ambas un poco avergonzados por la muestra de afecto.

—Si pudieras mantener un ojo en mi casa. Luego vendré por mis cosas.

—No hay problema. Yo me ocuparé de ella.

Brittany dio un paso atrás, sabiendo que Santana estaba esperando.

—Debo irme. Estaré en contacto—dio un último apretón a la mano de Will y luego se dirigió hacia el sol brillante.

Santana estaba apoyada en el equipo, observándola. Brittany hizo una pausa, dejando que su mirada se deslizara por su cuerpo, deteniéndose cuando sus ojos se encontraron.

Lo que vio ahí hizo que su corazón se oprimiera, dejándole sin aliento.

¿Cómo creyó alguna vez que podría permitir que esta mujer saliera de su vida?

—¿Todo listo?

Brittany asintió, subiendo los tres escalones hacia el equipo.

Cuando Santana cerró la puerta, Brittany se movió hacia sus brazos.

—Estoy tan enamorada de ti—murmuró contra sus labios.

Santana la soltó, apartando suavemente con sus dedos el cabello que estaba sobre el rostro de Brittany.

—Y yo estoy enamorada de ti—susurró Santana—No podía irme sin ti.

Los ojos de Brittany se cerraron, amando la suave presión de la caricia de Santana.

Como le había dicho a Will, nunca pensó que encontraría esto.

Respiró profundamente, alejándose finalmente de la caricia de Santana.

Tenían que llegar a unos precipicios.

Brittany sonrió, permitiéndose otro beso rápido.

—Está bien, entonces. Vamos a poner manos a la obra.

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Prólogo

La agente del FBI Santana López viaja con la ex ayudante del sheriff, Brittany Pierce.

Ahora López es ascendida por su desempeño en Sedona a la categoría de “agente especial” y Brittany, por su parte, es contratada como “agente” del FBI en calidad de prueba durante un período de seis meses.

Otro asesino en serie para que el dúo de López y Pierce desentrañen.

En esta ocasión centrarán su búsqueda en pleno Desierto de Mojave, uno de los sitios más calientes del planeta.

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Capitulo 1

—¿Vas a quedarte quieta? Te juro que eres peor que una niña.

Santana hizo una mueca cuando Brittany retiró otro punto de sutura.

—¿Necesito recordarte que no eres médico ni enfermera?

Brittany levantó la vista, mirándole con incredulidad.

—Tienes más cicatrices de las que puedo contar y una inclinación a saltar por los precipicios y ¿te quejas de mis conocimientos de enfermería?

—¡Duele!

—Eres una bebé—murmuró Brittany mientras le quitaba otro.

—Y dos precipicios no lo hacen una inclinación—respondió la morena—Además, este no fue mi culpa.

—¿No? Sigues con la historia de la cascabel ¿verdad?

—Te lo estoy diciendo, fácilmente tenía dos metros de largo.

Brittany sonrió, luego se acercó y la besó.

—Entonces me alegra que hayas saltado. Simplemente estoy agradecida de que no hubiera un cactus desagradable en la parte inferior como en Sedona—le dio una palmadita en el brazo—Listo. Vamos a ver si podemos pasar un mes sin tener que hacer esto nuevamente.

Santana miró la herida en su brazo, ya sano. No había sido un enorme un corte y si Brittany no hubiera estado alrededor, no se habría molestado en ir al médico.

Pero Brittany estaba alrededor y luego de diez puntos de sutura, estaban en el camino nuevamente.

Eso había sido 9 días atrás cuando habían abandonado los cañones de Utah, dirigiéndose hacia el clima más frío de Colorado mientras esperaban su siguiente asignación.

Miraba con una sensación de satisfacción cuando Brittany levantó a Lady Tubbington y la besó antes de poner a la gatita negra que estaba ronroneando en el regazo de Santana.

No sabía cuánto tiempo más podría referirse a ella como una gatita, estaba creciendo demasiado rápido.

Pasó los dedos por el suave pelaje, reflexionando sobre las últimas seis semanas desde que habían salido de Sedona. Todavía le sorprendía la facilidad con la que ella y Brittany se habían asentado en su nueva vida juntas.

Trabajaban bien como equipo.

Eso había sido evidente desde el caso de Patrick Doe en Sedona.

Figgins le había dado el visto bueno para añadir a Brittany a su equipo a pesar de sus reservas y su compañerismo continuó floreciendo.

Pero era su vida personal, aquí en la casa rodante, lo que le había sorprendido.

Habían sido capaces de separar las dos cosas cuando estaban en compañía de otros. Era sobreentendido, hasta ahora, asumir sus roles profesionales sin muchos desacuerdos.

Pero una vez de regreso aquí, volvían a ser nuevamente la Santana y Brittany que eran amigas y amantes, aún aprendiendo a convivir en este pequeño espacio que compartían con un gato mimado.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes que Figgins nos envíe a otra asignación?—preguntó Brittany mientras comenzaba a preparar la cena.

—Es difícil de decir. Una vez pasó tres semanas ¿Por qué?

—Realmente tengo que regresar a Sedona y hacer algo con mis cosas. No es que haya mucho, pero necesito más ropa.

Santana miró los vaqueros desgastados que llevaba y se quedó mirando fijamente. Algo en el balanceo de las caderas de Brittany la había hipnotizado desde el principio. Levantó la vista con aire de culpabilidad cuando la rubia aclaró su garganta.

—¿Estás mirando mi culo? ¿En serio San?

Santana sintió el rubor en su rostro y se echó a reír.

—¿Qué? ¿No puedo hacerlo? ¿Y te he dicho que me encanta que me digas así?

La expresión de Brittany se suavizó y se acercó, inclinándose para besarla suavemente. Se alejó con una sonrisa y entonces apartó cariñosamente el cabello que caía sobre la frente de Santana.

— Puedes mirar mi culo cuando quieras. Te amo ¿lo sabes?

Santana asintió.

—Yo también.

La mirada de Brittany sostuvo la de ella un momento más y luego regresó a la cocina.

A la mente de Santana llegaron imágenes de ese momento, a principios de la tarde, cuando regresaron de esa corta caminata, sólo para descubrirse en la cama, satisfaciendo la necesidad sexual que se había apoderado de ellas mientras estaban fuera.

Caricias inocentes, ligeros roces de una mano, miradas persistentes y finalmente un beso…todo había reavivado el fuego que parecía permanecer siempre debajo de la superficie.

Santana tuvo que contenerse a sí misma para no tomar a Brittany ahí mismo en el árbol donde le había tenido aprisionada. A la ojiazul no le habría importado, lo sabía, ya sus manos se habían deslizado bajo la camisa de Santana con un propósito.

Los ojos de Brittany habían estado llenos de un ardiente deseo cuando Santana se apartó de ella, casi arrastrándola de regreso a la casa rodante para su encuentro vespertino.

Sus reflexiones llegaron a su fin cuando un suave pitido en la consola le dijo que Figgins estaba llamando.

Se colocó los auriculares antes de contestar.

—Santana López—dijo ella.

—Espere por favor—era la voz animada y gratamente automatizada de la secretaria que ahora Figgins utilizaba.

—Por supuesto—dijo ella casi esperando que la computadora le respondiera.

—¿Santana? Espero no interrumpir nada.

—Ahora Figgins ¿qué demonios podrías estar interrumpiendo?

—Oh, Santana…—dijo él con una sonrisa tranquila—…Sé que hicimos un trabajo apresurado consiguiéndole a Pierce sus credenciales, pero su expediente finalmente cayó en mi escritorio.

—¿Y?

—¿Y asumo que fuiste tú quien se quedó con la foto que estaba en él?

—Sí ¿Y?—preguntó mirando a Brittany quien fingía no escuchar la conversación.

—¿Y vas a decirme que esto es estrictamente un acuerdo profesional?

—Por supuesto, Figgins. Conozco las reglas en este tipo de cosas ¿Crees que me rebelaría contra eso?—sonrió a Brittany quien había dejado de fingir que no estaba escuchando y que ahora se había dado la vuelta y se había apoyado en el mostrador, mirándola descaradamente.

—Ni siquiera voy a responder a eso, Santana. Hagamos la videoconferencia. Es tiempo que la conozca cara a cara. Además, tengo algunas noticias. Cinco minutos.

La llamada terminó y Santana se quitó el auricular dirigiendo una tímida sonrisa a Brittany.

—Videoconferencia. Él quiere conocerte oficialmente.

—¿Estamos en problemas?

—No. Reglas son reglas y él sabe que rompo la mayoría de ellas. Estoy segura que es sólo curiosidad, eso es todo—abrió su portátil conectándose rápidamente—Cinco minutos.

—Entonces pospondré la cenar. Solo iba a preparar hamburguesa vegetariana con papas fritas.

Santana arrugó la nariz.

—Podríamos pedir una pizza.

Brittany hizo una mueca.

—Establecí un límite de tres veces a la semana. Además, creo que estamos un poco fuera del alcance de la entrega de pizza. Gracias a Dios—agregó.

Era una continua batalla entre ellas… Santana tratando de ver cuántas veces a la semana podía conseguir su amada pizza y Brittany tratando de hacerle comer algo más variado.

Antes de poder replicar, dos pitidos rápidos indicaron que Figgins se había conectado a su sesión. Sonrió cuando su rostro apareció.

—Hola Figgins, te ves bien.

—Gracias, Santana. Tu también.

Santana sostenía a Lady Tubbington en su regazo.

—Ya has conocido a Tubbi, por supuesto—dijo acariciando el pelaje de la gatita.

—Sí, tu pequeño tigre ¿Qué tal si conozco a tu nueva compañera?

Santana le indicó a Brittany que se uniera a ella en el sofá de dos puestos.

—Brittany, ven a conocer al jefe.

Brittany sonrió fácilmente.

—Agente especial Figgins, un placer conocerle finalmente.

—Asistente Pierce—dijo con una inclinación de cabeza—¿O debería decir Agente Pierce? Bienvenida al equipo.

—Gracias.

—Debo felicitarla. No he tenido nada más que elogios de las autoridades en Canyonlands. Incluso el respeto de López. Es la primera vez. Le doy el crédito por mantenerla a raya.

—He descubierto que ella ladra pero no duerme—dijo Brittany.

—¿Tienen que discutir sobre mí como si no estuviera aquí?—preguntó Santana, fingiendo molestia.

—Bueno, gente especial López, simplemente es raro que te mande en una misión y no reciba una docena de quejas sobre ti. Sobre todo de nuestro propio equipo—añadió él con una sonrisa.

Sus cejas se elevaron.

—¿Agente especial López?

—Sí. Al parecer nuestro grupo, finalmente, ha merecido reconocimiento. Ellos han subido nuestro rango a verdaderos agentes—sonrió con satisfacción—Tenemos más influencia que ellos y finalmente tenemos la misma importancia. Y también tengo un nuevo nombramiento. Director de Operaciones.

—Director ¿huh?

Él asintió con la cabeza.

—Tenían que presentarse con algo. Eso es lo único que ha cambiado. Brittany técnicamente sigue en período de prueba, por lo que su nombramiento no cambiará por seis meses. Y te informo que tuve que mover algunos hilos por eso. Aparentemente no estaban impresionados por su formación en LAPD—miró a Brittany—Sin ánimo de ofender.

—No me siento ofendida.

—¿Encuentras satisfactorio el arreglo? Estoy seguro que es un poco apretado ahí para las dos…—sus ojos se desviaron hacia el regazo de Santana—…Y el gato.

—Nos las hemos arreglado bien—dijo Brittany con apenas un atisbo de sonrisa—Si no nos lleváramos tan bien, probablemente hubiese sido difícil.

—Sí, bueno, fue un arreglo bastante apresurado. Y una sorpresa. López nunca fue del tipo de compañeras. Me sorprendió que solicitara una ahora.

Santana sintió que un ligero rubor cubrió su rostro cuando Brittany la miró con ojos sospechosos.

Le había dicho a Brittany que Figgins era quien le había insistido en tomar una compañera, no al revés.

—¿En serio? Bueno, entonces eso explica por qué es tan mandona—dijo Brittany, sus ojos interrogantes.

Santana aclaró su garganta.

—¿Ya hemos tenido suficiente cotilleo? Supongo que tienes una misión.

—Por desgracia, sí. ¿Dónde están? ¿Todavía en Utah?

—Estamos al sur de Colorado. En las afueras de Durango.

—Necesito que se dirijan al oeste. Hace dos semanas, un cuerpo decapitado fue encontrado a doce millas al este de Barstow, California, a lo largo de la I-40—dijo sin rodeos—Mujer no identificada, desnuda. Estaba envuelta en una lona de plástico de color marrón y fue abandonada en el desierto. Un automovilista se detuvo diciendo que ‘un neumático la encontró’.

—¿Y el conductor estaba limpio?

—Completamente. Ayer fue encontrado un segundo cuerpo, en las afueras de los límites de Parque Nacional Joshua Tree. Igual que la primera. Desnuda. Sin cabeza.

—Está bien, ayúdame con mi geografía ¿Supongo que están muy cerca el uno del otro?

—Joshua Tree conecta con I-10 en su frontera sur—suministró Brittany—Pero la parte norte estaría más cerca de la I-40. Los dos están en el desierto de Mojave, aunque creo que Joshua Tree entra por el sur del desierto…del desierto de Colorado.

—Por supuesto, olvidé que eres de LA—dijo Figgins—Estás más familiarizada que yo con esa área. El segundo cuerpo fue encontrado a lo largo de la I-10 cerca de lo que ellos llaman la zona de descanso de la Ciudad Cactus…cerca de Indio…de acuerdo a lo que me han dicho es un punto de parada importante para los viajeros. Así que los dos sitios no están tan cercanos.

—Así que otro asesino en serie—dijo Santana—Grandioso.

—No sé si alguna de ustedes está familiarizada con la investigación del FBI de unos asesinatos en serie en la carretera. Tienen una enorme base de datos a los que les daré acceso. Se centra principalmente a lo largo de I-40, al este de Oklahoma City. La base de datos abarca todos los cuerpos encontrados, abandonados, a lo largo de una carretera interestatal. Hay más de cuatrocientos, si eso te da alguna idea.

—Así que obviamente son múltiples asesinos—dijo Brittany.

—Sí. Podría haber decenas. Pero obviamente, los dos cuerpos encontrados en el desierto de la carretera del infierno están relacionados. Te dará la oportunidad de jugar con tus algoritmos nuevamente, Santana.

—¿Camioneros de larga distancia?—preguntó Santana—Eso parece obvio. Ellos casi exclusivamente, utilizan las carreteras interestatales.

—Lo más probable.

—¿No tienen ahora la mayoría de los camiones GPS de seguimiento? ¿Así sus empresas puedan mantenerse al día con ellos?—preguntó Brittany.

Figgins asintió.

—Sí. Sin embargo, hay miles de empresas y obtener acceso a sus registros requiere citaciones si no están dispuestos a ofrecer la información. Sin mencionar a las pequeñas empresas que no tienen GPS de seguimiento. Y luego están los propietarios individuales de camiones que son contratados desde afuera. Es una búsqueda sin fin.

—¿Así que la base de datos es sólo para información?

—Ellos han sido capaces de vincular algunos asesinatos y han detenido a algunos. Muy pocos. Les enviaré por correo electrónico los enlaces y podrán echarle un vistazo por ustedes mismas.

—Está bien. Así que ¿a quién contactamos?

—El Departamento del Sheriff del Condado de Riverside está investigando el cuerpo de Cactus City. Tienen una subestación y un médico forense en Indio quien realizó la autopsia. El Departamento del Sheriff del Condado de San Bernardino está investigando el cuerpo que encontraron cerca de Barstow. El forense del condado se encargó de la autopsia. Les enviaré por correo electrónico los dos archivos.

—¿Y las dos víctimas no tienen identificación?—preguntó Santana.

—Sí. Una tiene entre 18 y 22 años de edad. La otra, entre 25 y 30.

—¿Ambos Departamentos saben que vamos?

—Sí. Y por lo que sé, están felices de entregarles el asunto. En lo que a ellos respecta, es un caso sin resolver.

—¿Así que no tenemos recursos?

—Me temo que no tendrán al departamento del sheriff a su entera disposición, como ocurrió en Sedona. Para la investigación, estamos por nuestra cuenta. Ellos les ayudarán por supuesto, con apoyo si es necesario. Pero ambos son condados extensos, no sólo en cuanto a población sino también en millas cuadradas. No se dan abasto. Los cuerpos fueron encontrados en zonas remotas y despobladas en el desierto. Han hecho una revisión a través de personas desaparecidas, pero sin un rostro, es bastante inútil. Francamente, no hay mucho con que seguir adelante.

—Y por supuesto pensaste en mí—dijo Santana—Gracias, Figgins.

—Bueno, pensé que estabas aburrida tomando en cuenta lo rápido que resolvieron el caso Canyonlands. Por cierto, he hablado con Kurt, tu chico en Quantico. Me dijo que le llamaras si necesitabas añadir alguna búsqueda en la base de datos. Él trabajó en el diseño del mismo. Dijo que puedes incorporar en él lo que ahora utilizas para tus algoritmos.

—Eso es lo que dijo ¿huh?

Figgins sonrió.

—No. Él lanzó toda esa parafernalia técnica pero eso es lo que deduje de ello.

Santana asintió.

—¿También estamos por nuestra cuenta con la casa rodante? ¿O tienes un lugar en mente donde podamos estacionarla?

—Lo siento, pero no lo tengo. Hay tierras federales por los alrededores, pero todo es tan remoto, no tengo idea de dónde quieras estar. Cuando encuentres un lugar, házmelo saber. Puedo hacer arreglos por ti, incluso en zonas protegidas.

—Está bien, Figgins. Saldremos en la mañana.

Él asintió con la cabeza.

—Una cosa más. Hudson está armando su propio equipo. Está tomando a Jack de la antigua unidad de Collie, los otros son nuevos. Lo tengo en espera con éste caso.

—Vamos, Figgins. Sabes que yo no…

—No es una opción, agente especial López. Si estas jóvenes terminan siendo locales, no eres exactamente a quien queremos que hable con los medios de comunicación.

Santana rodó los ojos.

—¿Vas a enviar a todo un equipo para que maneje a los medios de comunicación? Es prácticamente todo lo que hicieron en Phoenix, deben ser buenos en eso.

—Finn Hudson es bueno en eso. Además, estoy esperando que esto sea de bajo perfil. Las víctimas no identificadas, no tienen familiares exigiendo respuestas. Hudson y su equipo necesitan algo con lo que mojarse los pies.

—¿Supongo que no esperarás que yo me encargue de eso?

—Por alguna extraña razón, le gustas a Hudson, a pesar de las quejas que tuvo de ti. Es la primera vez. Así que pensé tomar ventaja de eso.

—No quiero un novato de un equipo siguiéndome. Trabajo sola.

—Entonces ¿por qué insististe que necesitabas un compañero?

Santana miró tímidamente a Brittany, luego volvió a mirar a Figgins.

—Está bien. Bien—admitió.

Figgins se echó a reír.

—Como he dicho, Hudson está en espera. Aún no los he desplegado. Voy a esperar tu primer informe antes de decidir qué hacer, pero tengo que ponerlos en acción.

—Está bien—dijo con una inclinación de cabeza, sabiendo que era la manera como Figgins le decía que Finn se uniría a ellas en unos pocos días.

—Bienvenida al equipo, Brittany. Trata de mantenerla a raya. Buen viaje.

Él se despidió antes que cualquiera de ellas pudiera responder…como era su costumbre.

Santana cerró la laptop, ahora avergonzada por estar a solas con Brittany.

Figgins había volado por completo su cubierta.

—¿Algo que quieras explicar?

Santana negó con la cabeza.

—Creo que Figgins lo cubrió casi todo ¿no crees?—se puso de pie pasando nerviosamente sus dedos por el cabello, tratando de encontrar las palabras para explicarle por qué había mentido.

—¿Así que pensaste que necesitabas una excusa para que viniera contigo?

—¿No era así? Si te hubiera dicho que no quería dejar Sedona sin ti ¿habrías renunciado a tu trabajo y habrías venido conmigo?

—No estoy segura. Cuando me encontraste llorando en el baño me preguntaba cómo podía dejar que salieras de mi vida tan fácilmente—se encogió de hombros—No sé lo que hubiera hecho. Sólo sé que estaba sufriendo porque te marchabas.

—Bueno, fue lo único en lo que pude pensar. Te quería conmigo, pero sabía que necesitabas un propósito. Unirte al equipo parecía tener sentido. Trabajamos bien juntas.

—Sí ¿Y Figgins estuvo de acuerdo con eso?

Santana tomó las manos de Brittany y la puso de pie.

—Su equipo es de ex-militares, pero lo convencí de que tu entrenamiento en el LAPD era suficiente—apretó con fuerza los dedos de Brittany—Siento haberte mentido, Britt. Pero no podía irme sin ti.

Brittany inclinó la cabeza y arqueó sus cejas.

—Saqué mi arma contra mi capitán ¿Él lo sabe?

—Sí, por supuesto ¿Quién crees que recolectó tus archivos?

La rubia sacudió su cabeza con una sonrisa.

—Lo que hizo que me despidieran en el LAPD probablemente ayudó para que me contratara el FBI. Increíble.

Santana vaciló.

—¿Estás enojada? Quiero decir, con todo el asunto.

— Por supuesto que no—dijo Brittany—La verdad es que creo que fue tierno.

—Tierno ¿huh? Bueno, ahora parece un poco tonto. Quiero decir, simplemente debí haber dicho lo que sentía y hubiésemos podido hablar de ello.

—¿Pero?

—Pero tenía miedo que me rechazaras—admitió con sinceridad—De esta manera, si decías que no, sería por el trabajo y no por nosotras.

Brittany estaba estudiándola y Santana hizo todo lo posible para no moverse con incomodidad bajo su mirada.

Le había parecido una buena idea en ese momento.

Ahora, se sentía un poco vulnerable por todo.

La mirada de Brittany se suavizó y se acercó, entrecruzando sus manos detrás del cuello de Santana. La besó suavemente, luego trasladó su boca hacia su oído.

—Te amo—susurró antes de alejarse—El pensamiento de que tú y Tubbi estuvieran saliendo de mi vida me estaba matando. Así que me alegra que le pidieras a Figgins una compañera. Y estoy aún más feliz de que yo sea esa compañera.

Santana cerró sus ojos y abrazó a Brittany con fuerza, sintiéndose tan completa como siempre se sentía con ella.

Había pensado que…después de la muerte de Dani… había perdido toda posibilidad de encontrar un poco de felicidad en su vida.

Pero Brittany le llenó, en alma y corazón.

Sólo había sido la mitad de una persona antes de Brittany.

La rubia era esa parte que siempre le había faltado.

Se había recuperado después de Dani.

Y eso había ocurrido porque, aunque había amado a Dani, nunca había sido de esta manera.

Nunca lo había sentido tan profundamente en su alma como ahora.

Si algo le pasaba a Brittany, no creía que sobreviviría.

Y eso le asustaba terriblemente.

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Capitulo 2

Brittany se movió silenciosamente a través de los árboles, a lo largo del mismo camino que ella y Santana habían tomado ayer.

El amanecer ya estaba ahuyentando las sombras y notó lo mucho que su rutina de la mañana había cambiado desde que había conocido a Santana.

En Sedona, siempre tuvo una compulsión muy profunda y arraigada de correr por el sendero y llegar a su roca plana antes del amanecer, como si de alguna manera fallara al no estar ahí a tiempo para saludar la salida del sol y dar la bienvenida al nuevo día.

Entonces sabía que era una necesidad, que era cómo sobrevivía mental y emocionalmente.

Así era como disminuía la culpa que cargaba.

Todo eso cambió cuando Santana entró en su vida.

Todavía sentía que necesitaba este tiempo a solas…y de hecho Santana le animaba a tenerlo…pero no se sentía tan obligada a encontrar un lugar para ella en las mañanas para sus sesiones de Tai Chi y reflexiones, como había ocurrido en el pasado.

Ya no era una necesidad para sobrevivir.

Ahora se daba cuenta que lo necesitaba sencillamente para gozar de la soledad y para tomarse el tiempo de dar gracias por la paz en su vida. Esto le daba tiempo para mirar dentro de sí misma y reconocer los cambios en ella.

Hoy escalaba a lo largo del sendero, la gran altitud hacía que su respiración fuera laboriosa y tropezó con una roca, sosteniéndose a una rama. Hizo una pausa, buscando el lugar que habían encontrado ayer, un punto en el sendero que le llevaría a un espacio abierto y le proporcionaría una vista a las montañas...y a la salida del sol.

Trató de no sentirse culpable por no regresar al equipo y ayudar a Santana en la preparación para la movilización. Había planeado ayudarla esta mañana, pero la morena había dicho que podía hacerlo fácilmente y casi le había empujado por la puerta con un beso y un “por favor ten cuidado” Brittany no pudo evitar la sonrisa que surgió en su rostro.

Santana nunca lo admitiría, pero sospechaba que la pelinegra necesitaba su tiempo a solas tanto como Brittany. Por lo general, la morena corría en las noches mientras Brittany se encargaba de la cena, así como escalaba en las mañanas mientras Santana se encargaba del desayuno.

Era una práctica que ahora se había convertido en un hábito, el cual parecía satisfacer a ambas.

Siguió adelante, encontrando la entrada en los árboles después de agacharse bajo un pino que colgaba. Aunque aquí, ciertamente era hermoso, extrañaba las vistas sin obstáculos y los amaneceres brillantes de Sedona, la tierra encendida de color a su alrededor mientras ella levantaba sus brazos al nuevo día, bañando su piel de tonos rojizos.

Cerró sus ojos, imaginando uno de los cientos de amaneceres que había visto, sin sorprenderse por la claridad del mismo en su imaginación.

Respiró profundamente, sin importarle los altos pinos Ponderosas que bloqueaban su vista. De hecho, el dulce aroma se sumaba a la quietud de la mañana mientras ésta volvía a la vida con el canto de los pájaros y las ardillas parlanchinas.

Finalmente, esos sonidos pasaron a un segundo plano mientras ella cambiaba de forma, practicando los movimientos que surgían espontáneamente mientras se desplazaba a través de su rutina, enfocándose en su interior lentamente, incluso su respiración había ahuyentado todos los pensamientos de su mente.

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Capitulo 3

—Cristo, esto está en el medio de la nada—dijo Santana mientras miraba a través del parabrisas el interminable desierto de Mojave.

Arena, cactus y un puñado de arbustos creosota extendiéndose por millas en cada dirección, la forma descomunal de las montañas a lo lejos simplemente chocaba en el horizonte.

—¿Quién diablos vive aquí?

—Los moradores del desierto—dijo Brittany—Algunas personas les gusta esto.

—¿Dónde diablos vamos a estacionar el equipo?

—Voto por Joshua Tree. He estado ahí unas cuantas veces escalando. Tiene buenos lugares para acampar, tanto en la parte norte como en la parte sur.

—Si acampamos cerca de donde el cuerpo fue encontrado…en el tramo sur…será jodidamente lejos de Barstow—dijo Santana.

Brittany había pasado algún tiempo en el desierto cuando vivía en LA, pero no fue hasta después de la emboscada que se aventuró más allá de Joshua Tree y el Mar Salton.

Sabía que encontrarían un lugar donde acampar…y agua…en el Parque Nacional, pero sí, estaba muy lejos de su primer cuerpo.

—¿Qué te parece esto?—sugirió la rubia—Vamos primero a Barstow. Encontramos al policía local que Figgins dijo nos mostraría el lugar. Luego, visitamos al médico forense del condado y revisamos el informe de la autopsia. Podríamos estacionar en algún lugar para pasar la noche.

—¿Y después vamos a Joshua Tree?

—Sí. No creo que seamos capaces de establecernos en un solo lugar como hiciste en Sedona.

—Está bien—coincidió Santana—Busca el correo electrónico con el nombre del jefe de policía que debemos contactar. Llámalo y hazle saber que estamos a una hora de Barstow.

Brittany asintió, quitándose a Lady Tubbington de encima para poder abrir su ordenador portátil. La gata saltó y se movió hacia la parte posterior del equipo, encontrando su lugar favorito en el sofá de dos puestos.

Brittany volvió su atención al correo electrónico, mirando a Santana ocasionalmente.

Algo estaba pasando con Santana y no estaba muy segura de que era. Sabía que era un alivio para la morena dejar Canyonlands.

Una vez que se alejaran de las personas y volviesen a estar solas, ella volvería nuevamente a su viejo yo.

Pero ahora…desde que Figgins había llamado…se había distanciado un poco ella. Era como si cada milla que les llevara más cerca de Barstow aumentara su aprehensión.

Quería averiguar que estaba pasando en esa hermosa cabeza, pero no quería presionarla. Sabía que el pasado de Santana le afectaba, sabía del escudo protector que levantaba a su alrededor.

Pero ese escudo había caído en Sedona.

Ahora le sorprendía que Santana estuviera levantándolo nuevamente.




—¿Eso es todo?—preguntó Santana con las manos en sus caderas mientras miraba el lugar que él había señalado.

La mirada de Brittany siguió la de Santana, viendo nada más que rocas y arena. El calor del sol de mediodía calcinaba el ya crujiente desierto… la temperatura aún era sofocante, incluso para septiembre.

Brittany estaba acostumbrada al desierto alrededor de Sedona donde septiembre finalmente traía un alivio al calor del verano.

—Sí, eso es todo.

—¿Y la cinta de la escena del crimen?

—La quitamos hace una semana—dijo el oficial escupiendo una línea de jugo de tabaco a un par de metros de distancia de la bota de Santana.

Brittany vio la expresión en el rostro de Santana y rápidamente dio un paso al frente antes que la morena le quitara la cabeza al hombre—Oficial Burke, los investigadores de la escena del crimen ya evaluaron el área ¿no?—preguntó mirando como él concentraba su fajo de tabaco en su labio inferior.

—Oh, sí. Después de levantar el cuerpo…o lo que quedó de él…tomaron un montón de fotos y algunas muestras del suelo o algo así—escupió nuevamente—No había nada aquí. Ni sangre, ni nada—se encogió de hombros—Te apuesto 100 dólares a que ella no era más que una lagartija de carretera.

Las cejas de Santana se dispararon.

—¿Lagartija de carretera?

—Una prostituta. Es como la llaman los camioneros. Permanecen alrededor de las paradas de camiones, tocándoles la cabina en la noche.

—¿Abordando clientes?

—Sip. Mi hermano es un camionero. Él dice que a veces esas chicas no aceptan un no por respuesta—esta vez escupió lejos de Santana mientras recorría con sus ojos a las dos—¿Realmente son del FBI?

—Realmente—dijo Brittany mientras los ojos del sujeto se detenían en su pecho.

Anteriormente se había quitado la camisa y se había quedado solo en una camiseta blanca ajustada.

Echó un vistazo a Santana, preguntándose si tendría más preguntas para él, pero negó con la cabeza dándoles la espalda, su mirada recorrió el desierto.

—Bueno, Oficial Burke, gracias por mostrarnos el lugar. Encontraremos el camino de regreso.

—Si necesitan algo más, sólo dense una vuelta por la estación—él se quitó el sombrero cortésmente y luego escupió una vez más antes de alejarse.

—Déjà vu—murmuró Santana mientras su coche se alejaba—Un cuerpo desechado y sin evidencias.

—Sí. Inquietantemente familiar—dijo Brittany limpiando el sudor que amenazaba con rodar por su mejilla—Al menos en Sedona teníamos senderos.

Santana sacó de su mochila el ahora familiar GPS y marcó su ubicación, luego miró a Brittany, ésta consultó obedientemente las notas en su teléfono celular donde había apuntado la ubicación del informe que Figgins les había enviado por correo electrónico. Se las mostró a Santana quien asintió.

—Este es el lugar.

—¿Dudaste de él?

—¿Acaso tu no?—preguntó Santana mientras caminaba en círculo explorando el suelo del desierto.

Brittany esperó pacientemente. Había pasado por esta rutina con Santana en Sedona y sabía que ella sólo quería ser exhaustiva.

—¿Por qué decapitarlas?—le preguntó a Brittany como si se tratara de una prueba o como si Santana simplemente deseara su opinión.

—Para impedir la identificación sería la respuesta lógica—dijo Brittany—Pero dejó los dedos, así que no le preocupan las huellas dactilares.

Santana asintió.

—Entonces ¿por qué?

—¿Un trofeo?

Santana sonrió y asintió con la cabeza.

—Algunos asesinos en serie conservan baratijas, una prenda de vestir, una fotografía, algo de cada víctima para poder regresar y revivir la matanza.

—Conservar la cabeza es un poco extremo. Por no mencionar el olor y la descomposición.

—Sí. Si es un camionero, no conservará la cabeza en el camión con él. Tiene que tener un lugar en alguna parte, en algún lugar remoto.

—Si él las está decapitando, también tiene que tener un lugar para llevar a cabo su crimen en privado. Tampoco harías algo así en un camión.

—Entonces tal vez no es un camionero.

—¿Un lugareño?

Santana se encogió de hombros.

—Tal vez no está conservando la cabeza—dijo Brittany—Tal vez las está desechando en otro sitio.

—¿Por qué tomarse la molestia de cortar la cabeza si luego va a desecharla?

—Bueno, hemos aprendido de Patrick Doe que los asesinos en serie les gusta jugar con la policía. Tal vez eso es todo lo que está haciendo.

—Y tal vez las está conservando como trofeo—dijo Santana—Visitemos al médico forense.

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Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 4

El forense del condado se encontraba en Apple Valley, a 35 millas de Barstow.

En lugar de dejar el equipo en Barstow y conducir la camioneta, Santana quería estar más cerca de Joshua Tree así entrarían en la pequeña ciudad en la casa rodante, remolcando el camión detrás de ellas.

Brittany se sentó hacia atrás y observó cómo Santana manejaba el equipo con la pericia de un experto, maniobrando a través del tráfico mientras el GPS les guiaba hacia la oficina del forense.

Sin embargo, estacionar, no fue tan sencillo.

—Odio las ciudades—murmuró Santana mientras rodeaba el estacionamiento y salía nuevamente hacia la calle.

—¿Estacionas ilegalmente? Tenemos placas del gobierno—sugirió Brittany.

—Figgins odia cuando hago eso—dijo Santana con una sonrisa—Suena como un plan.

—Te gusta presionar sus botones ¿no?

—¿Qué? ¿Te refieres ahora que Collie está fuera de escena?

Brittany había notado que Santana rara vez mencionaba el nombre de Collie desde su asesinato. A pesar de que declaraba que su relación de amor-odio era sobre todo odio, Brittany sospechaba que Santana extrañaba a Collie más de lo que aparentaba.

Por supuesto, Collie había sido agregado a una larga lista de compañeros y miembros de equipo que Santana había perdido con los años.

—¿Figgins siempre ha estado a cargo? Quiero decir ¿él te reclutó?

—Él también es un ex militar. Ellos formaron dos unidades, para comenzar. Él iba a dirigir una de ellas, pero el sujeto al frente de la operación cayó muerto de un ataque al corazón a los 52 años. Decidieron que Figgins se hiciera cargo y le ascendieron un nivel a agente especial. Tenemos más espacio y libertad de acción que los agentes típicos, pero ellos quisieron mantenernos en un segundo plano—explicó Santana.

—¿Aún hay dos unidades? Sólo mencionaste el equipo de Collie. Ahora el de Finn Hudson.

—Él tiene otra unidad que permanece más o menos en la costa este. Nunca he trabajado con ellos—detuvo el equipo cerca de una acera sin señales para estacionar—¿Servirá esto?

Brittany sonrió.

—Sí. Perfecto.

—Grandioso. Y nos aseguraremos de decirle a Figgins que fue tu idea cuando recibamos una multa.

—¿Dr. Bryan Ryan?

—Sí, sí ¿Y usted es?

—FBI. López y Pierce—Santana le mostró su insignia del FBI así como Brittany.

El Dr. Bryan parecía estar en sus 40 años con una cabeza llena de cabello rubio.

—¿FBI?

Él las miró de pies a cabeza, ambas estaban vestidas con vaqueros y botas, aunque Brittany se había puesto la camisa nuevamente, cubriendo la ajustada camiseta.

—¿Están seguras?

Santana arqueó una ceja.

—Sí, bastante segura ¿Está seguro que usted es el Dr. Bryan?

Brittany dio un paso adelante y tomó su mano sacudiéndola vigorosamente.

—La agente especial López y yo estamos aquí por la autopsia que hizo hace un par de semanas.

—He hecho un montón de autopsias, señorita. Va a tener que ser más específica.

—Sin cabeza, femenina, encontrada al este de Barstow—dijo Santana.

—Oh. Esa. Sí. Sí que me acuerdo. Jane Doe 23, creo.

—¿23? ¿Seguro?—preguntó Brittany.

—Algunos más, otros menos. El desierto puede ser brutal si no estás preparado. Por supuesto, el desierto no se los lleva a todos—dijo él mientras le seguían hacia una oficina—Arma de fuego, arma blanca, estrangulamiento. Accidente de coche de vez en cuando…—continuó él mientras les señalaba las sillas de visitantes—Algunos serán identificados en el transcurso del año, así que realmente no nos quedan tantos cuerpos sin identificar ¿Puedo preguntar por qué el FBI está interesado en esto?

—Asesino en serie—dijo Santana.

—No en este condado—dijo él sacudiendo su cabeza—Sin duda hubiera escuchado de otra víctima semejante a ésta, si hubiera una en otros distritos—rascó su cabeza—Sin embargo recuerdo algo similar hace como siete, ocho, tal vez diez años. Parecía que hubiésemos tenido una racha de víctimas sin cabeza. Eso es algo que no se olvida.

—Al que nos estamos refiriendo es reciente. Condado de Riverside—dijo Brittany—Cerca de la frontera sur de Joshua Tree. Justo la semana pasada.

—¿Oh? Entonces ese es el área del Dr. Tanaka ¿Indio?

—Sí.

—Me sorprende que no me hayan consultado. Pero él es bueno. Un raro, pero competente.

Santana escondió su sonrisa.

Para este hombre, raro sería alguien en los igual que él.

En cambio, se inclinó hacia delante.

—¿Podemos ver el archivo, por favor?

El Dr. Bryan miró de una a otra.

—FBI y todo, pensaba que ya habían hackeado nuestro ordenador y echado un vistazo.

—Hay ciertos protocolos que seguir—dijo Santana mirando a Brittany, esperando un poco de ayuda.

Estaba lista para recibir el archivo y salir de ahí.

—Dr. Bryan, si el archivo es electrónico, una copia sería de gran ayuda. Sólo puede enviarlo a nuestro correo electrónico y dejaremos de interrumpirle—dijo Brittany.

Él le sonrió, el tipo de sonrisa que le darían a un niño que había hecho una pregunta tonta.

—La copia oficial está en la computadora. Ellos insisten en eso. Mi copia, sin embargo, se mantiene segura en el archivador. Como debe ser.

—¿Y las dos copias son diferentes?—supuso Santana.

—Bueno, una de las secretarias toma mis notas y las introduce al archivo de la computadora—les ofreció una sonrisa astuta—No me fío de los malditos equipos. Uno nunca sabe todo lo que hay en el salvaje mundo de la Web. Realmente no estoy seguro de confiar en todo el proceso…una secretaria, muy probablemente sin educación universitaria, está escribiendo algo tan importante como un informe de autopsia. No señor. Probablemente ni siquiera sabe deletrear correctamente la mitad de las palabras.

Santana suspiró y agarró el puente de su nariz.

—Britt—dijo en voz baja—Haz algo.

Brittany aclaró su garganta.

—Dr. Bryan, si pudiéramos echarle un vistazo a su copia en papel, entonces quizás podríamos compararlo con la versión electrónica, eso sería de gran ayuda. Tal vez incluso hacer una copia de su archivo. Queremos ser exhaustivos—dijo con una sonrisa.

Él asintió con la cabeza.

—Pueden tener una copia del mío, claro. Pero tienen que ubicar a una de las secretarias para que les dé una de la computadora.

—Grandioso, no hay problema—dijo Brittany mientras le echaba un vistazo a Santana.

—¿Recuerda si ella tenía tatuajes o Piercings?—preguntó Santana.

—Eso debe estar en mis notas. No lo recuerdo—dijo él buscando entre sus llaves.

—¿Y era caucásica?

—Sí—dijo él abriendo uno de los archivadores y hojeando lo que parecían ser archivos clasificados por color—Aquí está. Sí, Jane Doe 23—se lo entregó a Brittany—La cabeza fue quitada post-mortem. Se encontró trauma sexual. Éste caso era extraño ya que ella tenía una extraña mezcla de drogas en su sistema.

—¿Cómo es eso?

—Altas dosis de fenobarbital, lo cual se utiliza para la eutanasia de animales. Ayuda a dormir. Y cocaína, si mal no recuerdo.

—¿Causa de muerte?

—No habían lesiones evidentes en el cuerpo que pudieran haber causado la muerte. Tenía marcas de ligaduras en las muñecas y los pies, lo que indicaba que había sido atada. La cantidad de fenobarbital en su sistema, bueno, tomando en cuenta su peso, asumiría que era suficiente para matarla, sin embargo no estoy seguro. Obviamente es utilizada en animales que pesan mucho menos que un ser humano.

—Enumeró como causa de muerte una sobredosis de drogas—dijo Brittany mientras revisaba el archivo.

—Sí.

—¿Pero está diciendo que el fenobarbital no era suficiente para matarla?—dijo Santana.

—Con la mezcla de drogas que tenía en su sistema ¿quién sabe?

Los ojos de Santana se estrecharon.

—¿Está diciendo que colocó sobredosis de drogas porque no había nada concluyente para determinar la causa de muerte?

—¿Qué está insinuando, agente López?

—¿Murió de una sobredosis de drogas, murió por el fenobarbital o es inconcluso?

—¿Realmente hace una diferencia? Lo he enlistado como un homicidio. Su cabeza había desaparecido.

—Por supuesto que hace una diferencia—dijo Santana en voz alta—Un abogado defensor se lo habría comido por esto.

—Jovencita, ya he tenido mi parte de abogados defensores, muchas gracias. No me asustan.

—Dr. Bryan, si conseguimos un sospechoso que viva el tiempo suficiente para ir a la corte, usted tendrá que demostrar la causa de muerte. Sin ninguna sombra de duda—añadió ella.

—Disculpe—interrumpió Brittany mientras leía el archivo—Dos pequeñas marcas de quemaduras en la base de su cuello, por encima del hombro—levantó la ceja—¿Arma aturdidora? ¿Una Taser?

—No recuerdo—extendió su mano—Déjeme ver eso.

Brittany la miró, ofreciéndole una leve sonrisa. Santana se la devolvió.

¿Cómo no hacerlo?

La situación era casi cómica.

—Sí. Ya estaba apareciendo la costra, pero sí, la Taser podría haber hecho esas marcas—él sonrió—También pudo haber sido un vampiro.

—Oh Dios mío—murmuró Santana.

—Estoy bromeando, por supuesto—dijo el Dr. Bryan con una risita—Quedémonos con el arma aturdidora. Eso sería más fácil de probar para su abogado defensor—añadió mientras le sonreía a Santana.

—La Taser no suele dejar marcas—dijo Brittany—A menos que se utilice a muy corta distancia ¿Cuál es su opinión?

—A juzgar por el tamaño de la herida, diría que fue en varias ocasiones y a muy corta distancia, sí—él miró a Santana—El arma aturdidora, no el vampiro.

Santana suspiró como si hubiera tenido suficiente de esta conversación con el peculiar Dr. Bryan. Se puso de pie, instando a Brittany a hacer lo mismo.

—¿Puedo tener una copia?—dijo Brittany, señalando el archivo que ahora sostenía.

—Por supuesto. Vamos al frente, haré que una de las señoras les saque una copia. Si quieren que les envíen el otro archivo por correo electrónico, ellas pueden hacerlo también—él sonrió—O al menos eso me han dicho.

Lo siguieron por el camino por donde habían llegado. Santana golpeó juguetonamente el hombro de Brittany y se acercó más.

—¿Te gustaría tomar el ángulo del vampiro? Eso podría ser divertido.

—Silencio—susurró Brittany dándole un codazo a Santana y alejándola de ella.

Sus ojos se encontraron por un momento y Santana vio la misma diversión en los de Brittany. Le sonrió cariñosamente antes de entrar en su rol profesional.

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