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BRITTANA  Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN Primer15
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Activo BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Jue Mar 16, 2017 11:56 am



SPNOSIS


SE BUSCA


Hembra humana soltera para unirse con un were-puma soltera, encantadora y adinerada
para una noche de diversión romántica… y tal vez más.


Yo: Líder de mi clan. Alta, sensual y de mente abierta.

Tú: Una deliciosa virgen curvilínea que esté muy familiarizadacon lo que va a encontrarse en la noche. No debe tener miedo de una pequeña cola. Prefiero a una mujer que estéabierta a explorar su naturaleza animal. Además deinteresada en paseos nocturnos por el bosque.

Mi atractivo incluye protegerte de lo peor que el mundo sobrenatural tiene para ofrecer.

¿Lista para una aventura? Llámame.

No destinado a Vampiros y doppelgangers.

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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por Tati.94 Jue Mar 16, 2017 1:39 pm

"No destinado a vampiros y doppelgangers"

Jajaja te sigo. Otra vesz lo digo (escribo) Se ve bien. Interesante.
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por JVM Jue Mar 16, 2017 5:26 pm

Diferente la historia, me gusto... Espero los primeros capítulos!
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por 3:) Jue Mar 16, 2017 8:06 pm

esta interesante,..
me gusta,.. el primer cap!!!
3:)
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por micky morales Jue Mar 16, 2017 8:10 pm

excelente, aqui esperando!!!!! BRITTANA  Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN 1206646864 BRITTANA  Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN 2145353087 BRITTANA  Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN 918367557
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Vie Mar 24, 2017 10:10 am


CAPITULO 1




Midnight Liaisons —dije mientras acunaba el teléfono de la oficina en mi oreja—. Soy Brittany. ¿En qué puedo

—Hola —susurró nerviosamente el hombre en el otro extremo del teléfono—. Estoy buscando... compañía. Esta noche. Tal vez una pelirroja.

Hice una mueca. No había manera de no entender lo que estaba buscando, ya que claramente había declarado “pelirroja” de una manera bastante obvia (y entrecortada). Teníamos al menos una
llamada de este tipo al día, y me había convertido en una veterana en desviar la repugnancia de las personas mal informadas que llamaban.

—Midnight Liaisons es un servicio de citas, señor. No un servicio de acompañantes. Ahora, por favor, nunca vuelva a llamar.

Hubo una pausa en el otro extremo de la línea.

—Oh —dijo—. Bueno, eso está bien. ¿Cómo puedo acceder a su página web para ver los perfiles de citas? No me da una contraseña.

—La contraseña es su número de identificación de la Alianza —dije, mi voz desenvueltamente agradable por años de responder llamadas telefónicas cuestionables—. O puedo verificar sus credenciales y conseguir que inicie una conexión temporal. Si puede decirme quién es su líder de manada, estaría más que feliz de hacer la revisión de antecedentes…

—¿Mi qué?

Definitivamente un civil en la línea. Un “natural”, como a mi jefa le gustaba bromear en la oficina. Decidí hacerme la tonta de todos modos.

—Si no tiene un líder de manada... ¿tal vez su maestro? —Si este hombre estaba familiarizado con la sociedad no-muerta en modo alguno, captaría la indirecta.

—¿Eh?

—¿Aquelarre? ¿Rey Hada? —No me pude resistir—. ¿Gran Señor?

—¿De qué está hablando, señora? —El hombre en el otro extremo de la línea había perdido la paciencia. Había desaparecido el tonozalamero, reemplazado por el típico y corriente de cliente enojado.

Salvo que definitivamente él no era uno de nuestros clientes.

—Lo siento —dije con mi voz más dulce—. Pero Midnight Liaisons tiene una clientela exclusiva. Nuestro servicio de citas está solamente abierto a referencias de clientes actuales. Tenga un buen día, señor…

—A ver sólo un minuto —comenzó el hombre, pero le colgué el teléfono de todos modos. Las posibilidades de que llegará a ser un cliente eran casi nulas, a menos que tuviera la suerte de encontrarse con un vampiro en busca de un nuevo amigo.

Desde el fondo de la habitación, Sara se rió disimuladamente mientras tecleaba en su escritorio.

—Siempre te tocan las raras.

—Por supuesto que sí —dije, girando en mi silla para mirarla. La mirada de Hanna estaba pegada a su pantalla, pero tenía una sonrisa en el rostro—. Recibimos llamadas raras debido a que el nombre de la
empresa suena como el de un servicio de acompañantes. Y me tocan porque tú no estás contestando el teléfono.

—Estoy ocupada —dijo ella, pero torció la boca.

—Parte de tu trabajo es contestar el teléfono —repliqué, exasperada—. ¡Yo soy la gerente de la oficina! Si alguien no debería tener que contestar el teléfono, esa soy yo.

—Pero eres muy buena en eso. — Hanna me apaciguó con una sonrisa—. No tengo la mitad de paciencia que tú tienes con los raros.

Resoplé.

Hanna sólo se rió. Dado que es mi hermana menor, se salía con la suya en casi todo. Hojeó la pila delgada de perfiles sobre su escritorio.

—Midnight Liaisons es un nombre estúpido, pero ¿de qué otro modo podría llamarse un servicio de citas que atiende exclusivamente a lo paranormal?

—¿Coitos para Colmillos? ¿Sumisos con Collar Antipulgas? —dije sarcásticamente, girándome de nuevo hacia mi pantalla para quitar la ventana emergente y brillante que me recordaba registrar la llamada
en la base de datos—. ¿Carne Fresca para Perezosos?

Hanna hizo un pequeño ruido de consternación.

—Eres demasiado dura con ellos. No todo el que tiene cola es un imbécil.

Hice una mueca. Eso fue imprudente de mi parte.

—Lo siento —dije, manteniendo mi voz alegre y juguetona—. Sabes que no quise decir eso. El horario es extraño, los clientes son aún más extraños, pero me gusta estar aquí.

Era cierto, mi trabajo era bien pagado, manejaba la oficina como si fuera mía, y lograba vigilar a mi hermana menor veinticuatro horas al día, garantizando su seguridad. La vida era buena, aunque un poco extraña.

Mi trabajo era crear nuevos perfiles y emparejar clientes, además de dirigir la oficina. El trabajo de Hanna era comprobar con nuestros clientes para verificar que las citas siguieran en pie, dar seguimiento después de la cita para asegurar que todos se divirtieron, y actualizar los perfiles con
estatus “exclusivo” si era necesario. Ese era el trabajo más fácil en nuestra pequeña oficina. Por lo general ella terminaba en cuestión de horas y luego ponía su computadora en modo de juego, pasando el resto del día jugando Warcraft.

Al otro lado de la habitación, Hanna contuvo el aliento.

—Oh, mierda.

Me giré para mirarla de nuevo.

—¿Qué pasa?

—Perfil #2674, eso es lo que pasa —dijo con ansiedad.

Oh, Dios. Ni siquiera tenía que acceder al perfil para saber quién era.

—¿Qué hizo Rosie ahora?

Rosie cancelaba citas regularmente, era agresiva como el infierno, y había causado más de un problema de chicos, y no sólo de la variedad de pulgas y garrapatas. A algunos chicos les gustaba eso; esperaban que una chica lobo fuera feroz y agresiva.

Todos en nuestra oficina la odiaban.

—¿Qué hizo ahora? —repetí, anticipando la llamada de reclamación que seguro llegaría.

—Canceló una cita con un cambiador gato a través de la página web.

— Hanna se pasó los dedos a través de su corta melena castaña y esponjada, dispersando los finos cabellos a través de sus mejillas—. No te preocupes, puedo manejarlo.

Fijé la mirada en la postura rígida de Hanna con preocupación, observando sus brazos en busca de cualquier revelador brote de pelaje.

Cuando Hanna entraba en pánico, realmente entraba en pánico, y era mi trabajo tranquilizarla y encargarme de la situación. Su vida dependía de ello.

Hice mi voz tranquilizadora.

—¿Por qué es ese un problema de “oh, mierda”? Rosie siempre les cancela a los gatos.

Teníamos una serie de quejas en su expediente de 1.5 Km de largo. Si alguien cancelaba una cita, se les cobraba una tarifa por inconvenientes. Sin embargo, nuestra jefa, Giselle, siempre renunciaba a
sus tarifas, y Rosie abusaba del privilegio. Yo sospechaba que Rosie y Giselle tenían algún tipo de acuerdo oculto además del contrato estándar, pero no iba a preguntar.

La única razón por la que Rosie todavía era admitida en el servicio de citas era porque el grupo de miembros mujeres de la Alianza era muy pequeño en comparación con el de miembros masculinos.

Especialmente tan atractivas y dispuestas a salir como Rosie. No podíamos darnos el lujo de perderla; era un buen negocio. Por lo tanto,

pusimos una nota en su perfil de que prefería citas caninas con la esperanza de disuadir a algunos clientes. No disuadía a muchos.

—Pero este no es cualquier cambiador gato —dijo Hanna mientras me dirigía a su escritorio. Sus ojos iban de un lado a otro en la pantalla—. Es una cuenta nueva. Una de las Lopez . Y su cuenta está marcada con una bandera. Una bandera significaba que alguien era poderosa y peligrosa, y que no
lo cabreáramos o la jefa nos haría cosas terribles. También significaba que Giselle se había saltado el proceso de configuración regular y había creado esta cuenta ella misma. Tenía interés personal en su éxito.

Habíamos aprendido desde hace mucho tiempo a no fastidiarla con las cuentas marcadas con bandera. No, si valorábamos nuestro trabajo.

—Oh Dios —susurré—. ¿Tengo que llamar a Giselle por la cancelación?

Giselle era la sirena que había comenzado Midnight Liaisons; era un poco inflexible. No estaría contenta cuando se enterara que Rosie había jodido una cuenta marcada con bandera.

—Diablos, no —dijo Hanna mirándome como si me hubiera crecido otra cabeza. Se inclinó sobre el teclado y empezó a teclear frenéticamente—. Puedo manejar esto. Sólo dame un minuto.

— Hanna —advertí, preocupada por su reacción—. Tenemos que ser cuidadosas cuando se trata de cuentas marcadas con bandera.

Déjame llamar a Giselle y ver cómo quiere manejar la situación.

—De ninguna manera. Voy a arreglar esto —dijo mientras tecleaba furiosamente, con la mirada fija en la pantalla—. Dame cinco minutos y puedo fingir una falla en la base de datos y borrar todos los registros de las últimas veinticuatro horas…

—¡Hanna! Caramba, ¡no! —Traté de agarrar sus muñecas, pero mi hermana menor era más rápida que yo—. No toques la base de datos.

Vas a limpiar cada registro individual que ha sido actualizado desde la última copia de seguridad. No toques nada. Voy a llamar a Giselle.

Volví a mi escritorio y hojeé mi directorio interno. Giselle estaba de vacaciones, así que necesitaba su número de celular. Odiaba la idea de llamarla y molestarla mientras estaba fuera, pero odiaba aún más la idea de que me despidiera. Y estaba segura de que despediría a alguien si descubría que de alguna manera habíamos arruinado una cuenta marcada con bandera. Marqué.

—Soy Giselle —dijo una voz ronca.

—¡Gis! ¡Hola! Yo…

—Estoy en Las Vegas en este momento, y tú no —continuó la grabación—. Y no puedo atender el teléfono en este momento. Estoy un poco... atada. —Una risa sensual—. Si esto está relacionado con el trabajo, puede esperar hasta que vuelva. De lo contrario, deja un mensaje.

El correo de voz pitó. Colgué. Había cometido el error de dejar un mensaje una vez y ella me había regañado y amenazado mi trabajo.

Sabía que era mejor no hacerlo de nuevo. Cuando uno de los novios ricos de Giselle se la llevaba de fin de semana, no le gustaba ser molestada.

De vuelta al principio, entonces.

—Si perdemos la cuenta, estamos en serios problemas, Britt —dijo Hanna —. Va a despedirme.

Temía que tuviera razón. No sólo Giselle tenía una relación susceptible (léase poco clara) con el clan Lopez., sino que también tenía poca tolerancia hacia los humanos. La única razón por la que empleaba en su negocio a chicas tranquilas y “normales” como Hanna y yo era porque podíamos trabajar todas las horas del día y teníamos prohibido salir con la clientela. El círculo de amigos de Giselle estaba limitado por cosas como la luz del día y una luna llena.

Hanna volvió su mirada de preocupación hacia mí.

—¿Qué vamos a hacer?

Me trasladé a la parte trasera de la oficina y me incliné sobre el escritorio de Hanna decidida a tomar el control de la situación.

—Está bien. Vamos a resolver esto. Abre el perfil de Rosie. A ver si registró a donde iría en su cita con Lopez esta noche. Midnight Liaisons monitoreaba estrictamente las actividades de los
clientes. La fecha, hora y lugar de una cita eran registrados y detallados, tanto para su protección como la nuestra. Nunca se sabía cuando una guerra entre especies iba a estallar porque alguien había
salido con alguien más perra. Literalmente.

Los dedos de Hanna golpearon ligeramente el teclado, y luego silbó.

—Bien, lo registró. Cena en Un Peu de Goût y un par de noches en el Worthington después.

—Cena y una fiesta privada, ¿eh? —Rosie se movía en círculos más rápidos que la mayoría de las chicas, humanas o no. Aun así, tenía buen gusto, y el restaurante era caro. Al menos estaba consiguiendo que este chica la tratara bien.

El teléfono en mi escritorio sonó de nuevo. Automáticamente fui a contestarlo.

—Midnight Liaisons. ¿Puedo ayudarle?

—Sí —dijo el hombre en la línea con una voz ronca falsa—. Me gustaría tener una cita esta noche. Una pelirroja.

Él otra vez. Ahora no era el momento. Puse los ojos en blanco y colgué el teléfono, luego volví al escritorio de Hanna.

—Abre la cuenta de Lopez de nuevo.

El teléfono sonó.

Ya estaba empezando a irritarme. Rara vez teníamos tantas llamadas tan seguidas, y casi nunca se producían antes del anochecer, que era nuestro período de intensa actividad debido a los vampiros que se despertaban. Dado que era media tarde, significaba que el raro estaba
probablemente volviendo a llamar.

Era hora de solucionar esto. Me dirigí de nuevo a mi escritorio.

—Dame un momento, Hanna, y resolveremos esto. —El teléfono sonó por segunda y tercera vez antes de que lo descolgara y contestara con mi voz más baja—. Midnight Liaisons. Si sigue llamando, maldito pervertido, voy a llamar a la policía y decirles que está solicitando sexo en nuestro
negocio.

Una risa profunda retumbó a través del auricular, sin duda no del último' hombre. El calor inundó mi cuerpo ante el sonido líquido, y sentí a mi cara enrojeciendo ante la sensación.

—¿Llama a todos sus clientes pervertidos —preguntó la mujer—, o sólo estoy de suerte?
Me mordí el labio.

—Lo siento. Pensé que era… no importa. ¿En qué puedo ayudarlo, señora?

—Tengo un pequeño problema —dijo con una voz deliciosa, agradable y suave—. Tenía una cita muy importante esta noche y ella acaba de cancelarme.

Mi corazón se hundió.

—¿Cuál es su número de perfil, señora?

Me lo dio y lo ingresé al sistema, aunque ya sabía lo que revelaría. La cita de Rosie.

El perfil del cliente se abrió. Líder del clan Lopez. —oh, diablos— y muy VIP en nuestro servicio. No había foto en la base de datos, y su historial era breve, el número de su perfil completamente nuevo. No había utilizado nuestro servicio antes de establecer la cita con Rosie. Mi interlocutor súper seductor al parecer se llamaba Santana Lopez..

Apostaba a que era absolutamente hermoso. Alta, morena y bien parecido, para coincidir con sus genes de puma. Un rostro sensual para armonizar con la voz pecaminosa. Y un montón de músculas.

—Tranquilícese, cariño. —Hizo una pausa y luego dijo en voz baja—. ¿Ve mi problema?

Eso me hizo volver a la tierra. Dejé de imaginarme los abdominales del cliente y presioné el ratón, con las mejillas calientes.

—Veo que Rosie Smith canceló su cita, correcto —dije—. Y no soy su cariño.

—Rosie accedió a pasar la semana conmigo —dijo, sus palabras tranquilas, como si no pudiera imaginar que hubiera un problema—. Es vital que tenga una acompañante hasta el domingo.

Irritación pasó a través de mí. La desfachatez de los cambiadores siempre menospreciando a los humanos.

—Pues bien, señora, me permito sugerirle que la próxima vez examine el perfil de su cita un poco más de cerca. Si se hubiera fijado en el historial de citas de Rosie, habría visto que tiene unos cuantos malos hábitos, como aceptar citas con cambiadores gato y luego dejarlos plantados en el último minuto. Un poco de investigación simple podría haber evitado esta pena. —Al darme cuenta que mi tono era un poco antipático, agregué un “señora”.

Se rió con su garganta ante mi áspero sermón.

—Va a tener que perdonarme por no estar demasiado familiarizado con su sitio web. —Su voz vibró en mi oído—. No estoy acostumbrada a buscar mujeres en línea.

No, apostaría que no. Si era la mitad de sexy que su voz, caerían sobre élla de forma regular.

—No obstante —continuó—, tenemos que arreglar esto. ¿Está Giselle? ¿Debo hablar con ella?

Ignoré las dos últimas preguntas. Obviamente, élla estaba en buenos érminos con mi jefa. Obviamente, esta era una mala noticia para mí.

—No puedo obligar a Rosie a salir con usted, señora.

—Llámeme San—dijo, la inflexión en su voz transformándose en persuasión. Lo que hizo temblar mis muslos traidoramente—. Y si Rosie no va a salir conmigo, necesito que me encuentre otra cita.

Me animé.

—Puedo hacer eso. —Pan comido. Poniendo el teléfono contra mi hombro, comencé a teclear, ingresando su número y la cita de hoy en el generador de perfiles—. Deme sólo un momento y buscaré en la base de datos. Estoy segura de que podemos encontrar a alguien en poco tiempo.

—No vampiros —dijo—, o cualquier tipo de no-muerto. —Luego hizo una pausa—. ¿Cuál es su nombre?

Escribí sus criterios de búsqueda en el sistema con el ceño fruncido. La cosa de “no-muertos” limitaba mucho mi búsqueda. Las mujeres cambiadoras eran raras, y si omitía hombres y no-muertos, podríamos tener un problema para conseguir a alguien para esta noche, por no hablar de la próxima semana.

—Mi nombre es Brittany. Pierce —dije distraídamente, cruzando los dedos mientras esperaba que los resultados del perfil aparecieran.

Justo cuando le di mi nombre, tocaron la puerta de la oficina y un hombre magnífico entró, con un par de lentes de sol ocultando sus ojos. Me quedé boquiabierta. Era hermoso, alto, rubio y bronceado. Su traje era caro, sonrió y sus dientes blancos como perlas brillaron ante mí.

Incluso desde mi escritorio, podía oler el denso almizcle de su colonia.

Un poco fuerte, pero típico de los tipos seguros de sí mismos.

Hanna se levantó de inmediato y se fue al cuarto de archivos, como siempre hacía cuando un cambiador entraba al edificio. Olí el olor talcoso del perfume con el que se roció sus puntos de pulso, el olor fue abrumador y empalagoso cuando se combinó con la colonia del extraño. El hombre debía haber venido para la creación de un nuevo perfil.

Giselle prefería que manejara a esos en persona, levanté un dedo hacia mi cliente, indicando que necesitaba un momento.

Él asintió con la cabeza y se sentó justo frente a mi escritorio, mirándome con interés.

Sentí aumentar el calor en mis mejillas y presioné la tecla Enter unas cuantas veces más, sólo para distraerme. Aparenta estar ocupada, aparenta estar ocupada.
—¿Brittany.? —la mujer en el teléfono sonaba divertida, y tuve que devolver mi atención a la llamada telefónica—. Eso es muy largo para una chica moderna. ¿Es usted un vampiro?

Intensamente incómoda, hojeé algunas carpetas en mi escritorio, evitando el escrutinio del hombre frente a mí.

—Si fuera un vampiro —dije suavemente—. Sería una tostada quemada en estos momentos ya que es mediodía. —La luz del sol entraba por la ventana detrás de mi escritorio, y todo el frente de la oficina en el centro comercial era ventanas—. Soy humana. Lamento decepcionarlo.

—Oh, no estoy decepcionado —dijo en una voz baja que hizo que los dedos de mis pies se curvaran.

Entre la llamada telefónica y el hombre frente a mí, que se veía totalmente interesado en mi conversación, iba a morir de vergüenza.

Los resultados de mi búsqueda finalmente aparecieron y la computadora produjo un sonido para mí. Gracias a Dios.

Un solo perfil malo apareció en mi pantalla.

—Parece que le hemos encontrado una buena pareja, San —dije, desplegando la labia comercial—. Lorraina Murphy resulta estar libre esta noche, y está muy interesada en salir con todo tipo de
cambiadores, de acuerdo a su perfil.

Hizo un ruido retumbante de asentimiento.

—¿Y qué es ella?

—Una cambiadora —dije evasivamente.

—¿De qué tipo? —presionó.

—Aviar.

Una pausa incómoda.

—Va a tener que ser más específica que eso.

Contuve un suspiro, sabiendo a dónde se dirigía esto.

—Arpía.

El hombre frente a mí, sonrió.

Hubo una pausa en el teléfono, como siempre pasaba cuando el perfil de arpía salía a relucir. Luego, en voz muy baja, dijo:

—No voy a salir con una arpía, Brittany..

No podía culpar al hombre. Las arpías tenían mala fama. Daban a las psico-novias un nuevo significado. Tendían a desquiciarse por pequeñas cosas, y a continuación las cosas se ponían realmente feas. Mierda contra la pared, no es broma.

—Tenemos un doppelganger en archivo —dije con desesperación—. Jean puede presentarse como hombre o mujer, dependiendo de sus necesidades.

El teléfono se quedó en silencio.

Entonces.

— Brittany., ¿estás casada?

Dios, su voz sonaba más sexy que nunca.

Di que sí. Miente y di que estás casada.

—No —suspiré—. No lo estoy.

No me atrevía a mirar al hombre frente a mí, lástima que no me pudiera ocultar debajo de mi escritorio.

—¿Estás viendo a alguien?

—No. —Mi vida personal es demasiado complicada para siquiera pensar en traer a un novio a la mezcla. Preocupada, miré a la puerta de entrada de la sala de presentación, pero no vi a Hanna Esperaba que ella estuviera bien.

—Entonces parece que eres mi cita, ¿no?

—¿Qué? —espeté, e inmediatamente después le arrojé la norma de rechazo—. La Alianza Paranormal no permite citas de humanos/cambiadores, a menos que sea permitido por un visado
especial.

—Tengo abogados. Déjame los detalles a mí.

—Señora Lopez. —dije, desesperada—, no salgo con clientes.

El hombre frente a mí, se sentó recto y se inclinó hacia delante, como si su interés se hubiera despertado. Murmuró:

—Eso es una verdadera pena.

Mi cara, posiblemente, no podría volverse más roja. No. Humanamente. Posible.

—Haz una excepción o déjame hablar con Giselle. —al mujer al teléfono no iba a aceptar un no por respuesta, y enfoqué toda mi concentración de nuevo en élla.la Estaba empezando a ponerme un poco irritada por sus despóticas exigencias.

—Giselle no está disponible.

—Entonces, parece que sólo tenemos una opción.

Mierda. Giselle me iba a despellejar viva si salía con un cliente. Estaba prohibido. Perdería mi trabajo. Por otra parte... Me quedé mirando la bandera en su perfil. Iba a perder mi trabajo de cualquier manera, ¿verdad? Tal vez si salía con el señora Lopez, podría convencerlo de mantenerlo en secreto. Giselle nunca tendría que saber que habia frustrado su cuenta, y tomaría unas copas con el hombre y
luego le decepcionaría fácilmente. Parecía lo suficientemente agradable.

Suspiré.

—Creo que está cometiendo un error, Sra. Lopez.

— San.

—Sigue siendo un error.

—¿Por qué? Tienes un nombre muy bonito, una voz sexy, y estás libre esta noche —dijo, su tono halagador—. Eres, al menos un miembro auxiliar de la Alianza, si estás trabajando para Giselle, por lo que no será nada difícil de explicar, como por qué me sale una cola a veces. Y ya crees que soy un pervertido, ¿recuerdas? Así que no habrá ninguna sorpresa.

¿Eso era una broma? Mi protesta salió como un chillido seco. Esta era una mala idea.

—Tengo que decir que estoy esperando con impaciencia nuestra cita —continuó San —. Tendré la oportunidad de poner cara a esa dulce lengua tuya.

Me sonrojé otra vez. Maldita sea.

Pensando mucho, miré más allá a la sala de archivos y vi a Hanna .

paseándose, frotándose los brazos. Esa era una mala señal. En este momento ella tenía mucho estrés encima: la jodida cuenta, la ira de Giselle, y el cambiador de la sala. Un nudo de pánico se formó en mi garganta cuando Hanna cerró de golpe la sala de archivos. Muy mala señal. Ya que era mi trabajo evitar que Hanna se agitara, eso significa deshacerme del cambiador que se sentaba frente a mí.

Y para hacer eso, tenía que conseguir que el otro cambiador colgara el teléfono.

Me aparté de mi escritorio, tratando de obtener una analogía de privacidad.

—Sólo cenar —murmuré en el receptor, cediendo a pesar de mis recelos. No podía mirar al hombre que estaba al otro lado de mi escritorio mientras aceptaba la demanda de Hanna. Todo en mí, gritaba que era un gran error, pero tenía que hacer algo. Hanna staba a segundos de perder el control—. No toda la semana. Y no iré al hotel con usted.

—A menos que quieras —agregó.

Puse los ojos en blanco ante su arrogancia.

—No querré. Confíe en mí.

—Ya veremos —dijo, muy confiado—. Nos encontraremos en el restaurante a las siete y media. Hasta entonces, dulce Brittany.. — Colgó el teléfono.

Dejé el teléfono con alivio. Uno de los problemas zanjado, faltaba otro.

El hombre frente a mí, sonrió.

—Hola, soy Sam —dijo, tendiéndome su mano.

—¿Era élla? —gritó Hanna ., su voz ahogada por la puerta—. ¿Estoy ya despedida?

Me aclaré la garganta y le dirigí al hombre frente a mí una mirada de disculpa.

—¿Me disculpa un momento?

—Por supuesto —dijo con un guiño.

Corrí a la sala de archivos y cerré la puerta detrás de mí.

Inmediatamente, puse una mano en mi boca, sintiendo náuseas por el perfume intenso y empalagoso. Mis ojos se humedecieron.

—Jesús, Hanna. Si rocías más esa cosa, él pensará que tenemos un jardín de rosas aquí.

—Es un cambiador —dijo entre dientes y pulverizó otro chorro en el aire—. Sólo estoy siendo cuidadosa. Por lo tanto, ¿estoy despedida?

—No del todo —dije, abanicando el aire. La sensación de vergüenza y nerviosismo no me dejaría, no importaba lo duro que tratara de calmarme—. He arreglado las cosas.

Hanna parecía confundida.

—¿Qué quieres decir con que “arreglaste” las cosas?

—Voy salir con Santana Lopez. esta noche. Tomando el lugar de Rosie.

La mandíbula de Hanna se abrió por completo.

—¿Qué? No se nos permite salir con los clientes. Eres normal, no paranormal. No tienes la documentación apropiada. —Ella sacudió la cabeza, mirando la puerta cerrada detrás de mí para asegurarse de que nuestro invitado no iba a entrar—. Eso es muy amable de tu parte, hermanita, pero Giselle perderá los estribos si se entera.

—No lo diré si tú no lo haces —dije—. Para el momento en que ella regrese de sus vacaciones, estará ya resuelto.

Ella sacudió la cabeza, su pelo corto y fino volando sobre sus hombros.

—No seas loca, Britt.. Puedo solucionar este…

Agarré su brazo y la pellizqué, como solía hacer cuando éramos niñas. —Si borras un archivo de la base de datos, te juro verteré agua sobre la placa base de casa. ¿Me entiendes? —Ante su mirada fija, continué—: Soy la gerente de la oficina. Déjame manejar esto.

Me sacó la lengua en respuesta, y supe que había ganado.

—¿Vas a estar bien? —preguntó bruscamente, cambiando de tema—. ¿Tiene que ir?

—Estoy bien —dije, mientras se frotaba los brazos de nuevo—. Todo está bajo control.


—Mierda. —Quería extender mi mano hacia ella de nuevo, pero sabía por experiencia que sólo agravaría las cosas.

—Yo me ocuparé de este tipo. Tú quédate aquí y te cubriré hasta que te sientas mejor, ¿de acuerdo?

Tenía los labios apretados en una línea firme, y asintió con la cabeza.

—Derriba algo para tener una excusa para quedarte aquí y limpiar. Pero no el frasco de perfume. Mi almuerzo no resistirá si lo pulverizas otra vez.

Una vez más, Hanna dio un tenso asentimiento.

Le marqué un pulgar hacia arriba y me deslicé fuera de la habitación.

—Muy bien —dije, con mi mejor sonrisa—. Ahora, si tan solo pudiera ver su identificación de la Alianza, podré abrir su perfil.

Me llevó cuarenta y cinco minutos configurar la cuenta de Sam. Por lo general consigo configurar más rápido sin dejar de ser amable y habladora, pero Sam era un charlatán y un ligón para echar de una
patada. Trabajé de manera constante, echando miradas furtivas a la puerta cerrada de la sala de archivos. No había ni un solo sonido, lo que me preocupaba un poco, pero no podía mostrarlo. Sam estaba decidido a conquistarme. Rechacé sus avances y mantuve las cosas estrictamente profesionales, enviando su solicitud para una cita a una pequeña y bonita were-zorro que pensé que
podría adaptarse a él. Una vez Sam tuvo su perfil en papel impreso y rechazado su último piropo, no había nada más que él tuviera que hacer, salvo marcharse. Seguí trabajando durante unos minutos
después de que saliera, por si acaso se decidía a volver, pero no lo hizo.

A continuación, salté fuera de mi escritorio y corrí hacia la sala de archivo y abrí la puerta.

Un elegante lobo gris yacía en el suelo, la cabeza entre sus patas. La ropa de Hanna estaba descartada en el suelo, mezclada con algunos archivos caídos.

—Oh, Hanna —la reprendí.

El lobo gimió.

Cogí su camisa desgarrada, examinándola para ver si era remendable.

No lo era. Poniendo los ojos en blanco, volví a mi escritorio y abrí mi cajón inferior, luego levanté un gran sobre de manila para revelar una pila de camisas de emergencia. Cogí una rosa y cerré el cajón otra vez.

Vivir con un hombre lobo significaba tener gran cantidad de ropa desgarrada. En los seis años desde que Hanna se había transformado, había aprendido a adaptarme a sus necesidades.

Pero eso no significaba que yo no pudiera quejarme con ella al respecto. Volví a la sala de archivo y dejé caer la camisa de color rosa delante de ella.

—La última de un color normal —bromeé—. Si cambias una vez más, tú opción se reducirá a las camisetas de Bob Esponja que encontremos en el estante de liquidación.

Ella me gruñó, sus labios caninos curvándose hacia atrás en un gruñido. Sonreí y le arrojé la camiseta.

—Sólo un pequeño incentivo adicional.



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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por micky morales Vie Mar 24, 2017 11:07 am

Bastante interesante, a ver como va esa extraña cita!!!!
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Mensaje por JVM Vie Mar 24, 2017 9:00 pm

Jajajaja no le quedó de otra que ser la cita de San .... Haber si acepta ir con ella al hotel ..... Y espero que no haya problema con que salgan.
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Mensaje por 3:) Vie Mar 24, 2017 9:10 pm

ahi que salvar la empresa no jajaja,..
a ver como va la cita con san!!!
a ver que a hanna no se le ocurra transformarse!!
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Mensaje por ana_bys_26 Dom Abr 02, 2017 6:18 am

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Capitulo 2
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Estuve dándole vueltas todo el día a qué ponerme para mi cita. Una parte de mí quería llevar algo que fuera tan sexy como un funeral. Dado que el Sra.Santana López estaba estaba estaba pensando en echar un polvo, quería que élla entendiera tan pronto como me viera que no iba a anotar esta noche. Necesitaba algo que gritara “fuera de los límites”, puritano, y posiblemente Amish.

Sin embargo, mi parte femenina se rebelaba al no potenciar lo mejor de mí.San estaba era probablemente atractiva y segura. Yo, mientras tanto, no había tenido una cita en seis años.

Fue lo primero que cambió en mi vida después de que Hanna , estaba se transformara, y gustosamente lo había dado por zanjado. Proteger a Hanna estaba se había convertido en mi vida, y todo giraba en torno a ella.

Y sin embargo... ahí estaba yo, a punto de tener una cita. Sólo yo y un suerte llevársela a la cama. Tragué saliva. Nada de presión. Para empeorar las cosas, íbamos a un restaurante de lujo. Tenía que parecer que pertenecía a ese lugar, verme atractiva y segura.

Después de todo, tenía que estar en guardia alrededor de la Sra. López estaba estaba. Tenía que estar sumamente segura de mí misma, y tranquila, como el infierno. Balones a la pared, no tomar prisioneros, no interesada en una mujer fuerte que era humana y normal, y no que tuviera además una
hermana mujer lobo.

Después del trabajo, me pasé una hora revisando mi armario. La mayoría de mi ropa era práctica, y nada parecía muy adecuado para una cita. Terminé poniéndome un vestido con vuelo, sin mangas, de
color negro, con bordes de satén aguamarina. Era bonito y femenino.

La falda era más corta de lo que recordaba y el escote lo suficientemente marcado como para mostrar escote generoso, y probablemente fuera por eso que se había pasado en mi armario sin usar, por mucho tiempo, con las etiquetas todavía puestas. En realidad no era del todo seductor, pero para alguien como yo, nunca hubo una ocasión para usarlo.

Me puse un par de pulseras y unos pendientes de aro, y retiré mi pelo largo, lacio, rubio, superfino en un moño en lo alto de mi cabeza. Yo no tenía tiempo para secarlo hasta dejarlo esponjoso. Después de todo, no estaba tratando de impresionar al señora López estaba ¿verdad?

Y sólo porque no estaba tratando de impresionarlo, añadí una segunda capa de brillo de labios.

Antes de salir por la puerta, pulvericé sobre mi ropa un chorro de Febreze y las había dejado secar con una hoja de perfume floral para el caso de que el olor a hombre lobo distintivo de Hanna estaba se quedara en mí.

No lo podía oler porque era humana, pero casi todos los cambiadores tenían una nariz diez veces más aguda que la mía, y había tenido varios sustos. Mis sandalias de tiras negras habían estado al aire, en el porche por la misma razón.

Un Peu de Goût estaba en el corazón de Sundance Square, en el centro de Fort Worth, donde se atiende a una clientela de negocios y turistas que buscan gastar dinero en la cena. El último restaurante al que había ido era el Burger King, así que estaba nerviosa.

Mi hermana estaba en casa durmiendo la mona después de su cambio más reciente. Siempre hacía estragos en ella, así que dejé el coche con ella y tomé un taxi hasta el restaurante. Me quedé mirando por la ventana mientras nos dirigíamos hacia nuestro destino, tratando de no ponerme demasiado ansiosa, el bolso apretado cerca de mi pecho como una pelota de fútbol transportada en territorio enemigo.

Cuando entré en el restaurante, mis tacones resonaron con fuerza en las baldosas de mármol, llamando la atención del maître. Esto fue un error grande y gordo. Debería haber llevado algo con un dobladillo más
largo, o un escote menos pronunciado. O simplemente haber anulado la cita. Si Giselle se enteraba de que estaba saliendo con uno de los clientes, incluso a petición suya, sería despedida de mi puesto de
trabajo, no importa cuán importante fuera la cuenta.

Los humanos eran una moneda de diez centavos por docena, incluso los que no se alteraban por las inclinaciones extrañas del jefe o de las solicitudes de los extraños clientes. La comunidad de la Alianza era
exclusiva, y todos los clientes eran ricos y poderosos. Algunos tenían mucho dinero, gracias a su longevidad, y algunos simplemente tenían un carisma natural que atraía a los humanos hacia ellos.

Un par de humanas afligidas como Hanna estaba y yo, bueno, tal vez sólo yo, estaban fuera de su clase. Si ella tuviera que elegir entre los empleados humanos leales y los clientes, Giselle siempre elegiría a los clientes.

—¿Sí, señorita?

Sonreí al maître, con la esperanza de que no pudiera sentir mi nerviosismo.

—Estoy aquí para reunirme con el Sra. Santana López estaba —dije sin aliento—. Tenemos una reserva para cenar.

El maître ni siquiera miró hacia abajo a su lista. Él me dirigió una sonrisa forzada, conocedora.

—la López estaba estará aquí dentro de poco, señorita. Puede esperar en el bar.

—Oh —dije, un poco sorprendida de que mi cita no hubiera llegado todavía—. Claro. —Dejé que dirigiera al interior.

Cuando me acerqué a la barra, comencé a sentirme un poco irritada por la ausencia del Sra. López estaba , que no podía molestarse ni en llegar a tiempo. Si se trataba de algún tipo de movimiento pasivo-agresivo para poner al insignificante humano en su lugar, no era divertido. Con una pequeña mueca, pedí un mojito y me senté en mi banqueta a esperar.

El mojito era caro pero sabroso e hizo cosas maravillosas para relajar mis nervios. Me bebí la mitad de mi copa antes de que me obligara a reducir la velocidad. No quería estar borracha en el momento en que el
hombre llegara al restaurante.

Pasaron diez minutos, y jugué con la lima en el borde de mi vaso.

¿Dónde estaba? Tal vez no se presentaría. Tal vez había llamado a la agencia de nuevo y le había dicho a Hanna estaba que no iba a presentarse. Sabía lo que la Alianza buscaba en una mujer, en especial los
cambiadores. Todos sus perfiles de citas decían lo mismo, musculosa, fuerte y agresiva. Llamativa. Entusiasta. Moralmente ambigua. La mayoría de las mujeres cambiadoras perseguían a los hombres y mujeres tan apasionadamente, como ellos respondían. Incluso las mujeres vampiros eran criaturas elegantes y delicadas.

¿Yo? Era un chiste de escritorio para el glamour. Una rubia tímida encerrada en unos apretados pantys que iba a cortarle la circulación.

Me había echado un vistazo, reído, y pedido quedar con la arpía, después de todo. Molesta por el pensamiento, le di un mordisco a la lima y succioné el líquido. Después de diez minutos más, esta tipa podría considerarse a sí mismo sin cita. No iba a esperar aquí toda la noche como una patética perdedora. Puse la cáscara del limón en una servilleta y me tragué de golpe el resto de mi bebida.

Para el momento en que pasaron siete minutos más, lo entendí. Ya era suficiente. El Sra. López estaba no iba a venir a nuestra cita improvisada. Una parte de mí suspiro de alivio. Por lo menos Giselle no tendría nada por lo que estar molesta otra vez, y había cumplido todas mis obligaciones.

Dejé un par de dólares para el camarero, apretando mi bolso bajo el brazo, y a continuación me aparté de la barra, y la vi.

Descansaba cerca, apoyado en la barra como si fuera la dueña del lugar. Se volvió hacia mí, una cerveza medio llena en la barra junto a élla. Era obvio que había estado allí algún tiempo, y tan obvio que había estado observándome, sin tomarse la molestia de presentarse. Imbécil.

Una lenta sonrisa curvó sus labios, y mi corazón tartamudeó. Había visto mujeres hermosas, y había visto hombres atractivos. Pero nunca había visto a una mujer que fuera tan poderosamente femnina como ésta.
Me resultaba difícil respirar.

No eran los ojos soñadores y sexys con oscuras pestañas. No eran esos penetrantes irises grises que me evaluaban como si pudiera verme desnuda. No era el impresionante ancho de sus hombros o la angosta
cintura, o la espesa cascada de desaliñado cabello negreo sobre sus bronceads hombros. Nada de eso hacía que mi respiración se evaporara lo bastante como la seguridad que él desprendía. Fue la forma tan fácil en que mostró el gran mujer con la sonrisa torcida que tironeó sus labios y definió sus increíbles pómulos.

Esta mujer iba a ser un problema.

El salón se quedó borroso en los bordes, y las estrellas negras brillaban delante de mis ojos mientras él cruzaba la sala a mi encuentro. Todo en élla era movimiento sin esfuerzo, y elegante, como un depredador
acechando a su presa.

Se inclinó hacia mí, y pude sentir su aroma limpio almizclado.

—Necesitas respirar Brittany

Respirar. Cierto. Inhalé profundamente y mi visión se aclaró.

Me sonrió de nuevo, esa sonrisa suave y perezosa.

—Eso está mejor.

Luché contra la urgencia de borrarla de su cara, molesta porque élla me hubiera hecho esperar mientras había estado aquí todo el tiempo.

Hizo un gesto hacia el mar de mesas cubiertas con manteles de lino blanco.

—¿Nos sentamos?

Eso dependía de su respuesta.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí mirándome?

Su sonrisa se hizo más amplia.

—Me atrapaste —admitió—. Quería observarte por unos minutos. ¿Es eso tan malo?

—Fue muy incómodo para mí —dije fríamente—. Creía que me había dado plantón.

Me tomó la mano en la suya y se la llevó a la boca para un beso. Sus labios rozaron mi piel, enviando un escalofrío a través de mi cuerpo.

—Me disculpo —dijo, pareciendo decirlo en serio—. Eso fue imprudente por mi parte.

Traté de retirar mi mano de la suya.

No me liberó.

Levanté una ceja.

—Señora López estaba , sabe que a los humanos no se les permite tener citas en la Alianza. En nombre de mi compañía, no quería dejarla varado esta noche, pero podría perder mi trabajo por esto. Así que si me quedo, Giselle nunca debe saber sobre esto.

Su pulgar acarició la palma de mi mano.

—Por supuesto que no. Lo último que quiero es que te metas en problemas a mi costa. Por favor, quédate, pedí el menú de degustación. —Me engatusó.

Nunca había estado en una cena de degustación, con sus múltiples golosinas de lujo, todas ellas diseñadas para demostrar las habilidades culinarias del chef y la imaginación. Sería divertido, y parecía sincera.

Retiré mi mano y asentí.

—Está bien. Me quedaré.

—Gracias. —En la mesa, sacó la silla mientras el camarero rondaba cerca, luego se sentó frente a mí y tiró la servilleta en su regazo con un ademán.

El mesero abrió una botella de costoso vino y, mientras cada uno tomaba un sorbo, dije:

—Siento que debería señalar mi primera regla de las citas, Sra.López Sólo porque me dé vino y comida no quiere decir que estoy obligada a tener sexo con usted. Así que ir al Worthington después de cenar no va
a suceder.

Sonrió, claramente sin ofenderse en lo más mínimo.

—No soñaría con ello, Srta. Brittany . Si pago por la cena, el único placer que espero es su compañía.

Me quedé mirando a su 1.98 cm de Feminidad al otro lado de la mesa. Élla lucía divertida, como si le gustara un reto. Esto podría llegar a ser algo muy, muy peligroso en una forma que no había esperado.

Cambié de tema, tratando de poner una pared entre nosotros.

—¿Así que por qué quería verme en el bar, Sra.López ? Sólo en caso de que tuviera verrugas y una espalda jorobada, ¿así podría hacer un rápido escape?

—Quería ver si la voz y el nombre hacían juego con el cuerpo.

—¿Y? ¿Luzco como una para usted?

—Lo haces —dijo élla—. Suave. Deliciosa. Cálida. Curvilínea. —Sus ojos brillaron mientras se inclinaba sobre la mesa—. Apuesto a que tienes el mismo sabor.

Oh. Dios. Un sonrojo instantáneo atravesó mis mejillas.

—Esa es la primera vez —dije, recuperándome rápidamente—. Por lo general me han dicho que el les recuerda a una anciana agarrando a su tejido.

—Ellos han estado equivocados.

Alerta roja. Alerta roja. Todas las hormonas a la superficie.

—Sra.López …

—San —dice interrumpiendo—. El diminutivo para Brittany —Me dio una avergonzada mirada—. Antigua familia sureña.

Finalmente sonreí.

—No estoy a punto de darte un mal rato por tu nombre. Estás hablando con una mujer nombrada en pos de una de las más grandes adúlteras en la Biblia. Mi hermana afortunadamente no fue nombrada Ramera de Babilonia.

Se rió, sus plateados ojos se regocijaron y arrugaron en las esquinas.

Levantó su copa de vino y la elevó hacia mí.

—Dos nombres muy inusuales para dos personas muy normales. Somos la pareja perfecta,Brittany Pierce .

No estaba segura de qué tan normal era élla, pero choqué mi copa contra la suya de todos modos. No estaba acostumbrada a escuchar mi nombre completo todo el tiempo, así que cuando bajamos nuestras
copas, dije:

—Mis amigos me llaman Britt Apretó mis manos entre las suyas, cálidas.

—Pero no quiero ser tu amigo.

Su piel contra la mía era increíblemente distractora. Sentí los callos en sus palmas, sentí el fuerte agarre de sus cálidas y grandes manos, sus uñas rascando ligeramente la parte posterior de las mías en un ausente y cómodo gesto.

Oh, dios. Eso me gustó mucho, demasiado para mi propio bien.

Lamiendo mis labios nerviosamente, pregunté:

—¿Qué hay en el menú de degustación esta noche?

Sonrió.

—No tengo idea. Simplemente le pregunté al maître qué era bueno y eso fue lo que recomendó.

El mesero llegó y nos separamos, a pesar de que la mano de San parecía permanecer sobre la mía.

—Un amuse-bouche para el monsieur y la mademoiselle —dijo el camarero, un indicio de acento tejano coloreaba su francés. Dejó dos pequeños platos—. Un patisserie con caviar y crème fraiche —dijo, entonces se fue.

San metió el amuse-bouche en su boca. Después de un momento su expresión cambió y masticó más despacio.

Miré la preparación en mi plato.

—¿Cómo está?

Masticó por un momento más, luego tragó con dificultad.

—Interesante.

Bueno, esa fue una rotunda aprobación. Miré el mío, y asentí que había terminado cuando el mesero llegó para llevarse los platos. Regresó un momento después con dos brillantes tazas de una resplandeciente sopa amarilla-anaranjada.

Mis ojos se ampliaron ante la cosa marrón flotando en mi sopa.

—Sopa de mariscos y calabaza —anunció el mesero—, con huevo de codorniz en el nido.

Oh, Dios. El mesero se fue y le eché un vistazo a mi taza, luego a San .

Estaba mirando su comida con una extraña mirada en su rostro.

—¿Es eso un verdadero nido de pájaros? —pregunté—. ¿Se supone que tenemos que comerlo?

—No lo sé —admitió, luego golpeó su cuchara contra el huevo—. Sé que soy un were-puma, pero esto es ridículo.

Me reí y tomé un largo trago de vino, no tenía más ganas de comer el mío de las que tenía élla.

—Tal vez no soy tan aventurera como debería cuando se trata de comida —admití—. ¿Qué es lo siguiente en el menú?

—Queso —contestó, bajando la mirada al pedazo de papel.

—¿Por qué la cara? Eso no suena tan mal.

—Una sabrosa mezcla de quesos de cabra y de… yak —dijo, sin dejar de leer.

—Er… oh. —Tomé otro sorbo de mi vino—. Al menos, el vino es muy bueno.

San lucía disgustada.

—Lamento que no estés disfrutando la comida.

—Ni siquiera hemos empezado la comida —bromeé—. El plato principal probablemente es algún desafortunado animal exótico servido en una cama de algas. Algas francesas.

Se rió, luego me miró.

—Hay un bar deportivo al lado. ¿Quieres ir por una hamburguesa?

—¿Y dejar mi nido de pájaros atrás? —Pretendí proteger mi plato, resistiendo la urgencia de partirme de la risa. Ante su sonrisa, bajé mi copa de vino y me puse de pie—. Vamos.

Élla tiró un fajo de billetes sobre la mesa.


* * *

En el bar deportivo, agarramos una cómoda cabina y ordenamos. Mientras esperábamos por nuestras hamburguesas, cayó un incómodo silencio. Sentarse frente a élla en una acogedora cabina en una oscura
esquina se sentía mucho más íntimo de lo que lo había hecho sentada rígidamente en un lujoso restaurante francés.

Junté mis manos, tratando de pensar en algo para romper el silencio, pero nada vino a mi mente. Mierda. No había tenido una cita en tanto tiempo que no sabía sobre qué hablar. ¿Fútbol? No sabía si él era un
gran aficionado a los deportes. ¿El clima? No, eso era simplemente estúpido…

—¿Te hago sentir incómoda? —preguntó, malinterpretando mi torpeza.

—No soy muy buena para las pequeñas charlas. O las citas. No tengo citas.

Lucía fascinaao.

—No puedo imaginar por qué no. Cuéntame sobre ti entonces.

Me congelé. Hablar sobre mí significaba hablar sobre Hanna y no podía hablar sobre ella.

—No hay mucho qué contar —dije en una voz dura. ¿Era esto unainvestigación para obtener información? ¿Iba a vendérselo a la manada de lobos?—. Soy una chica muy aburrida.

Sacudió su cabeza, esa hermosa sonrisa destellando en su rostro.

—Sinceramente dudo que cualquiera con un nombre como el tuyo pudiera ser aburrida.

Me quedé callada.

—Tú realmente no eres buena con las pequeñas charlas —bromeó. Dispara, ¿sobre qué podía hablar que no lo alertara de nuestro secreto?

—Me… gusta leer.

Me sonrió sobre el plato de papas fritas que el mesero había puesto frente a nosotros.

—¿Quién no lo hace?

Bueno, ¿cómo no podría gustarte una mujer que dice eso?

—Realmente eso es todo. Ahora, tu turno. Dime algo que te guste.

Atrapé un destello de blancos dientes.

—Me gustan las mujeres. Suaves y curvilíneas mujeres.

Rodé mis ojos.

—Eso no cuenta.

—¿Por qué no?

—Porque es un hecho… como si dijera que me gustan los mujeres con los pechos grandes. —Acerqué por una papa frita—. Eso es como decir que te gusta respirar o comer.

—Suena como que somos la pareja perfecta —dijo perezosamente—. Me gusta comer, amo respirar —se inclinó sobre la mesa—, y tengo unos Pechos muy grande.

Me atraganté con una papa frita.

—No es agradable. —Tosí, tratando de recuperar el aliento—. Usted juega sucio, señora.

Tomó una papa y me señaló con ella antes de meterla en su boca.

—Tu turno.

—Realmente no hay nada más que decir.

Arqueó una ceja hacia mí.

—Nadie tiene una vida tan aburrida. Tengo la impresión de que tienes algo que esconder, Srta. Brittany.

Por qué, sí, .San Cuando tenía diecinueve, mi hermana menor comenzó a salir con un hombre lobo. Él la mordió y la convirtió, y tuve que dejar la Universidad para cuidar de ella mientras se acostumbraba
al creciente pelo y cola. Y desde que la manada de lobos la quiere de vuelta, mantenemos un perfil bajo en caso de que tengamos que dejar la ciudad de nuevo. Oh, y me gustan las películas de comedias de
chicos de la fraternidad. ¿Y tú?


Terminé de masticar mi papa, fingiendo pensar en ello. Necesitaba algo soso y mediocre, para inclinar la conversación de vuelta a territorio seguro. ¡Ajá!

—Me gusta la contabilidad.

Era una de las frases garantizadas para asustar a una mujer. La mayoría de las mujeres dirían que les gustaba tener citas, o bailar o enroscarse en casa con una película. Me gustaban los libros de contabilidad
generales y hacer las cuentas de los libros de otros.

Hizo una inclinación de cabeza felina que era un poco desconcertante, recordándome que él era ligeramente poco más que humano, con toda su sensualidad.

—¿Contabilidad? ¿Como contaduría?

Esperé a que sus ojos brillaran con desinterés.

—Lo encuentro divertido.

Se acercó por otra papa frita.

—Entonces, ¿te gustan las matemáticas? ¿El reto que significan?

Esa no era la aburrida mirada a la que estaba acostumbrada, o peor, la irónica burla. Me sorprendí, y le di una autentica sonrisa.

—Es como el aspecto del control, ser el que está a cargo. Al principio lo odiaba, pero luego se convirtió como en un rompecabezas para mí, descubrir cómo balancear los libros y encontrar los números correctos
que hacen que todo encaje.

—Yo disfrutaba manejando la oficina de Giselle. Me hacía pensar que podía tener mi propio negocio algún día, así que lo consideraba una buena práctica.

—¿Alguna vez has pensado en empezar tu propio negocio?

—Algún día —dije, incomoda de nuevo. No quería hablar sobre mis sueños y esperanzas personales con élla.

—Puedes empezar tu propio negocio contable. Te contrataré para que hagas los libros de mi compañía.

—Pasaré, gracias.

Me sonrió de vuelta y mi corazón cambió drásticamente.

—La oferta sigue en pie. Eres bienvenida a poner tus manos en mis libros en cualquier momento.

Era increíble como élla podía hacer algo tan benigno como la contabilidad en algo excitante. Me giré hacia mi bebida, un refrescante mojito, y tomé un trago, sintiendo una repentina necesidad de valor
líquido.

Sonrió y se inclinó hacia atrás, estudiándome como a un delicioso asado que estaba a punto de devorar. Pero luego la sonrisa se desvaneció y sus hombros formaron una tensa línea.

Alguien se deslizó en la cabina a mi lado.

—Bueno, hola —dijo un hombre en una baja y reverberante voz.

Eché un vistazo sorprendida, volviéndola rápidamente atrás reflexivamente. La mandíbula de San se apretó en una dura línea.

—¿Qué tenemos aquí? —El hombre me dio una picara sonrisa, mostrando unos grandes y torcidos dientes.

Él tenía cabello salvaje y grueso que sobresalía de su cabeza, y una camisa de cuello alto arrugada colgada de su enorme figura. Había algo salvaje sobre él que no podía decir con seguridad, pero reconocí la forma en la que sus fosas nasales olfateaban el aire para capturar mi olor.

Cambiador.

Mi pulso latió en mis oídos y me tensé, pensando en Hanna . Mierda. Mierda. Mierda. Este hombre podría ser un lobo, y por lo tanto peligroso.

El hombre inclinó su cabeza, la alocada sonrisa nunca dejó su rostro, sus ojos sobre San .

—¿Quién es tu amiga? ¿Es de fuera de la ciudad?

Esperé, temerosa de respirar, para que él encontrara el olor de 2 en mí. Para revelar mi secreto.
Los ojos de San se estrecharon en una claramente mirada de pocos amigos, a pesar de que la agradable sonrisa se mantuvo en su rostro.

—Vete, cuper. Este es un asunto personal, no de la manada.

cuper se inclinó aún más cerca de mí. Lo empujé, sin preocuparme en lo más mínimo por ser grosera.

—Aléjate de mí.

Sin inmutarse, cuper agarró mi mano. Él me olfateó y sus ojos se ampliaron. Miró de vuelta a San con un gesto de complicidad.

—¿Ella no es una were en absoluto, no es así?

Tomé otro trago de mi mojito, el alivio enfrentando a la ansiedad. Hanna estaba a salvo… pero ahora tenía toda una nueva serie de problemas. San se suponía que había estado saliendo con una sobrenatural a
través de la agencia, pero yo era normal. Esto seguro que iba a ir de vuelta a mi jefe. Mierda.

Mientras bebía, cuper se acercó y tocó mi oreja. Me sacudí bruscamente, derramando toda mi bebida sobre la mesa.

San se acercó y arrancó la mano de cuper de mí.

—Si la tocas de nuevo, romperé todos tus dedos —dijo con voz aburrida, pero sus ojos estaban chispeando con desagrado—. ¿Entendido?

—Tsk tsk —dijo cuper en una burlona voz—. Es tonto molestarse por la basura humana, Beauregard.

Los ojos de San se estrecharon en ranuras y podía sentir la rabia irradiando de élla.

Un movimiento en falso y estos dos pelearían. Santana parecía listo para destruir al hombre y cuper no parecía tener una pizca de sentido en su cuerpo. Él simplemente continuó sonriendo y mirándome, su mirada moviéndose sobre mi cuello y mi cabello recogido como si quisiera tocarme.

—Ella es linda para ser una normal, Santana . Sin embargo, no es lo que yo llamaría tu tipo. —Me miró de arriba abajo una vez más, sus ojos un tanto interesados, luego de volvió a San —. ¿Así que dónde está
Dani,?

Tenía un nudo en mi estómago.

Oh, Dios. ¿ estaba involucrada con alguien? ¿O incluso casada?

—No lo sé —dijo sus palabras con un descuidado acento—. No soy su guardián.

Verifiqué su dedo, ninguna señal de una línea de bronceado del tamaño de un anillo. Bien. No que me importara, claro.

—Puedo ver que no soy deseado aquí. — cuper se puso de pie y sonrió—. Sabes que no se supone que salgas con humanos. Creo que esa regla fue creada por tu propia pequeña Alianza. Es gracioso que seas élla que rompe las reglas.

San miró directo hacia mí y le respondió a cuper

—No es de tu incumbencia con quién salga. Cuando necesite el permiso de alguien, lo pediré.

—Haz lo que quieras. —El cambiaformas hizo una mueca en mi dirección—. Sin embargo, los otros van a encontrar esto muy interesante. — cuper me guiñó un ojo—. Nos vemos, pollo.

El silencio cayó mientras él se giraba y se iba. Santana apretó sus manos, observando a cuper como si quisiera saltar y desgarrar la garganta del tipo. El otro hombre no miró hacia atrás, mientras se tomaba su dulce tiempo dando vueltas al otro lado del restaurante y desaparecer de la vista. El mesero se detuvo para limpiar la mesa y dejarme una nueva bebida. Santana no dijo nada.

Fui la primera en romper el silencio. Había cientos de cosas sobre las que quería preguntar.

—¿Pollo?

Santana respondió a regañadientes.

—Pollo es el término cuper para los no-sobrenaturales. Le gusta decir que ellos saben a esa ave.

—Eso es bastante perturbador.

—Está tratando de ser duro. Su manada está llena de idiotas a quienes les gusta mangonear a tantas personas como pueden. Ellos se niegan a unirse a la Alianza.

Bueno, eso explicaba por qué ellos habían estado como perros y gatos.

También me hacía querer vomitar. Pensar que él había estado sentado a mi lado… tratado de tocarme… pensar que él habría podido oler a Hanna si no hubiese sido cuidadosa. Bebí un sorbo apresurado de mi
mojito, mis manos temblando. Y luego me atoré, mi garganta demasiado apretada para tragar apropiadamente.

—¿Estás bien? —dijo Santana , el acento retirándose de su voz—. Lo siento si él te asustó.

Sacudí mi cabeza.

—No, estoy bien. Mi bebida sólo fue por el camino equivocado. Así que, ¿quién es Dani ?

Suspiró.

—Mi ex —admitió—. No la he visto en meses.

—Las noticias deben viajar despacio.

—Sí. No hablamos mucho con la manada de lobos. —Élla no parecía querer extenderse en el tema.

Gracias a dios por eso.

—¿Qué clase sobrenatural es Dani ? ¿Were-mofeta? —pregunté, mi tono dulce.

Sus labios temblaron de risa.

—No, solo una were-puma que estuvo alrededor por mucho tiempo.

¿Nunca has salido con alguien así?

Le di una mirada.

—No puedo decir que mi pequeño libro negro está lleno de werepumas.

Se rió.

—Estoy deleitado de ser el primero.

Todo mi cuerpo se tensó. Pero eso era tonto. Santana no podía saber que era virgen.

—Antes de que lo olvide —dijo Santana sacando su billetera. La hojeó y luego me dio una pequeña tarjeta color salmón—. Firma esto.

La tomé y la giré, leyendo. Un montón de pequeñas letras deslizaban a través de ella por ambos lados.

—¿Qué es?

—Tu visa. —Ante mi mirada perpleja, me dio una sonrisa—. Dice que
estás legalmente aprobada para salir en la Alianza Paranormal.
Por lo que había escuchado, esta clase de permisos tardaban una
eternidad.
—Entonces, ¿por qué le dejaste creer a cuper que yo no tenía una?
Levantó su bebida.
—Tal vez te quiera toda para mí.
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Mensaje por 3:) Dom Abr 02, 2017 9:03 am

Dentro de todo estuvo buena ma cena jajaja
Va a ver otra salida???
Por lo menos san ya dejo claro que la quiere para ella sola!!
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Mensaje por micky morales Dom Abr 02, 2017 11:33 am

san sento las bases, para ella sola, tal vez..... hasta pronto!!!!
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Mensaje por JVM Dom Abr 02, 2017 5:36 pm

Jajaja que bueno que cambiaron la cena puras cosas raras estaban comiendo... Y el tipo ese me da mala espina.
Pero mientras San sea envidiosa con Britt creo que todo estará bien y pues haber como termina esta cita y espero que haya mas ;)

Esperó actualices pronto!!!
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Mensaje por Tati.94 Vie Abr 07, 2017 1:44 pm

Jajaj espero que salgan otra vez.
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Dom Abr 23, 2017 5:05 am

Capitulo 3


Varias bebidas y una comida deliciosa y normal más tarde, caminábamos fuera del restaurante, sonriendo. Apoyé mi mano en el hueco de su brazo, habiendo bebido lo suficiente, y tenido la
suficiente conversación para permitírmelo.

Me encontré a mí misma demasiado a gusto junto a Santana. Eso era un error de cabo a rabo, pero cuando me sonrió, me temblaban las rodillas, y más aún la resolución.

No paraba de repetirme que élla era un ser sobrenatural. Eso significaba malas noticas para Hanna, y por lo tanto, para mí. Sencillamente era lo que debía evitar. Citas.

Santana significaba Alianzas políticas, las cuales no podía ni siquiera comenzar a entender, enemigos mortales (con súperpoderes todos ellos), y todo tipo de problemas. Como humana al margen de estos
temas, sabía lo justo del funcionamiento de la Sociedad Secreta, pero había niveles de los cuales no debería saber nada. Todo lo que sabía de élla hasta ahora, era que se convertía en un voraz, puma come-mujeres a la luz de la luna llena.

Sospechosa, miré hacia el cielo. No había una luna llena. Bien.

Todo acerca del desarrollo de nuestra cita me dijo que huyese, y huyese muy rápido. Pero élla era encantadora, divertida, y muy, muy sexy. Escuchó todo lo que dije con una mirada interesada en su rostro. Podría hablar de los extraños planes de Giselle en la oficina, y sabía que lo entendería, porque era parte de la Alianza. Se veía seductoramente libre, más aún cuando se rió de mis anécdotas.

Además, aprendí un poco acerca de élla. Santana era la hija mayor de su familia y tenía tres hermanas más jóvenes. Su padre murió cuando tenía dieciocho años, y su madre vivía en California con su segundo esposo, un were-león. Amaba a su clan. Era el jefe de la Alianza Paranormal y poseía una gran empresa de seguridad formado por cambiadores.

Élla era… agradable. Me gustaba. Aunque no debería gustarme, tampoco. Hanna estaría en peligro si yo permitiese que mis sentimientos hacia alguien, especialmente un ser supernatural, se interpusiese entre
nosotras. Yo era su escudo contra el mundo.

Perdida en mis pensamientos, yo estaba callada mientras salíamos del restaurante. Ninguno de los dos hablaba, pero élla aún seguía sujetando mi brazo en el suyo, posesivamente. Había una parada de taxis bajando la calle, pero empezó a alejarse de la parada de taxis y se dirigió hacia el estacionamiento privado del restaurante. Ahí se disipó mi feliz y casi burbujeante humor. Me detuve.

—Me parece que es hora de volver a casa.

—¿Quieres ir a tomar una copa en alguna parte? —Su mano se deslizó por encima de mi hombro. Sujetándome de nuevo. Su mano era muy cálida y se sentía muy bien contra mi piel desnuda, pero yo no podía permitirme estas debilidades.

—No voy a ir a un hotel contigo.

Sus labios se torcieron.

—No voy mentir, me encantaría tenerte en mi cama. Pero estaba pensando más en la línea de tomar algo, una copa. O café, si lo prefieres.

Claro, y yo estaba tarareando Dixie.

—Nop, gracias. —Me aparté y me volví hacia la parada de taxis.

Cuando un coche se detuvo, Santana me abrió la puerta.

Antes de que pudiera entrar, inesperadamente, élla cerró la puerta.

Irritada, le di un golpe en el brazo.

—¿Pero qué…?

—Shhh —dijo, volviéndose hacia mí. Tenía los ojos entrecerrados, como los de un gato, brillando en un color verde amarillento, reflejando la luz.

Lo miré con la boca abierta por la sorpresa. Parecía que estuviese olfateando el aire, como si buscase la ubicación de algo. Quería preguntarle qué le pasaba, pero me acordé de su petición de silencio, y
decidí hacerle caso.

Élla parpadeó y el brillo antinatural desapareció de sus ojos, volviendo sus pupilas a un tamaño normal, una vez más. Entonces me miró.

—No tomes el taxi.

—¿Por qué? —Observé el taxi que estaba a la espera, nerviosa.

Élla tiró de mí hasta rodearme con un abrazo protector, arrastrándome hasta la acera.

—El conductor del taxi olía como... si estuviese borracho.

Al oírle hablar, me sonó a completo embuste. Me acordé de la forma en que sus ojos habían brillado, como si hubiera una presa para cazar.

—Huh-huh.

—Yo te llevaré a casa. ¿A cuánto queda de aquí?

—A más o menos veinte minutos —le dije.

—¿Vives con alguien más?

—Sí, con mi hermana —dije, volviendo la cautela—. ¿Por qué?

—Bien. —Me dio su teléfono—. Llámala y dile que llegarás en veinticinco minutos, y si no, que llame a la policía.

Eso parecía lo suficientemente seguro como para fiarme de élla. Tomé su teléfono y marqué el número de mi casa.

respondió al segundo tono. Podía oír su juego en la computadora de fondo.

—¿Hola?

—Soy yo —le dije, mirando a Santana de reojo. Me miró con calma, con las manos en los bolsillos. Al menos, no parecía que me estuviese espiando—. Todavía estoy con el Sra. Santana. Me va a llevar a casa, llegaré en veinticinco minutos.

—Bien —dijo lentamente, no podía asegurar si había captado la ansiedad en mi tono. Tenía que contarle acerca de los otros lobos que había visto esta noche, y las referencias veladas que le había hecho. Tal
vez fuese necesario moverse de nuevo.

—Dile que si no estamos a tiempo, llame a la policía —dijo, malinterpretando mi silencio.


39



Jessica Sims Midnight Liaisons #1


Lo repetí de nuevo en el teléfono, sintiéndome un poco como un bicho
raro y excesivamente paranoica. En cambio élla estaba tranquila y
relajada.
—Creo que no hace falta que te diga que Giselle acaba de llamar y te
ha dado instrucciones para después —dijo Hanna
, recitando la excusa
que habíamos acordado en caso de que la cita fuese mal y tuviese que
salir huyendo rápidamente. Ella bajó la voz hasta el susurro—. Debe ser
muy guapa.
Oh, señor. ¿Y si mi were-puma había oído eso? Le miré de reojo y vi
como su boca se torcía en una sonrisa.
—Muy guapa. —Estuvo de acuerdo élla.
Casi muero de vergüenza.
—Mira, veinticinco minutos, ¿de acuerdo? ¿Vas a estar atenta?
—Claro —aseguró, bostezando—. Voy a poner en marcha un reloj de
arena, o algo por el estilo. Diviértanse, ustedes dos.
Colgué el teléfono y lo devolví, disgustada. Hanna
no se lo estaba
tomando en serio, y Santana
acababa de oír toda la conversación, gracias
a su audición sobrenatural.
—Tenemos veinticinco minutos —anuncié.
—Sip —dijo—. Estaremos allí en quince.
—Estás muy segura de ti misma.
—Sí lo estoy —admitió—. Sé lo que quiero, y consigo lo que quiero —dijo,
mientras me traspasaba con la mirada.
La ignoré.
—Muy bien, entonces. Voy entrar en el coche cuando me digas lo que
oliste ahí atrás.
Vaciló.
—Un cambiador. Sé que no quieres ser vista conmigo, así que pensé
que sería mejor si te llevo en mi coche.


40



Jessica Sims Midnight Liaisons #1


Eso tenía sentido, y me sentí aliviada de que éllla hubiese sido tan rápido
para comprenderlo.
—Gracias.
Simplemente me sonrió.
El coche de Santana
era un Viper. Casi me derrito al verlo, y al Ayudante
de Cámara le pasaba tres cuartos de lo mismo, con una expresión
parecida a la mía, parecía reacio a entregarle las llaves del coche a la
dueña.
Pasé la mano por el techo mientras élla abría la puerta para dejarme
entrar. El interior era pequeño, pero elegante, justo lo que yo esperaba
para este tipo de coche. Era increíble que una mujer alto como Santana
alivió un poco. Este coche era un seguro anti violaciones en las citas,
sencillamente no había sitio suficiente para hacer nada.
Se deslizó en el coche junto a mí y se detuvo, los ojos brillando con ese
color extraño de nuevo por un momento.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Negó con la cabeza.
—Nada, sólo soy un poco paranoico.
El regreso a casa fue muy breve. Yo había pensado no darle mi
dirección, Hanna sabía que me estaba llevando de regreso, y
teníamos su información en el archivo del trabajo. Si había una cosa
que la Alianza no permitía, eran asesinos y delincuentes. Eran
extremadamente cuidadosos para guardar las apariencias, y alguien
que no podía seguir las reglas básicas de la sociedad normal se solía
"desechar" muy fácil, y rápidamente.
Algo así como la mafia, pero un poco más peludo y con menos ajo.
Unos quince minutos más tarde, nos detuvimos en la entrada de la
pequeña casa que alquilábamos Hanna
y yo en la periferia. Vi su figura en
las cortinas mirando por la ventana. Vio el coche y levanté la mano
para hacerle saber que era yo.
Ella asintió y cerró las cortinas de nuevo, dándonos privacidad a Santana
y
a mí.

Yo quería quedarme con élla durante unos minutos más, pero parte de mí
estaba agitada. Mi mente estaba rumiando la aparición de cuper
noche, mis pensamientos estaban llenos de lobos y sobre la seguridad
de Hanna
... y yo no podía dejar de pensar en la sonrisa de Santana
, y
cuando sus dedos habían acariciado mi mano antes.
Pero yo había aceptado mi rol de protectora de mi hermana hace
mucho tiempo, y no había espacio para un hombre en mi vida, sobre
todo uno con una cola.
Santana
me pasó un brazo por detrás de mis hombros y me tensé, pero élla
sólo agarró un mechón de cabello que se había escapado de mi moño.
Con sus dedos rozando mi cuello en pequeños movimientos que
enviaban escalofríos por toda mi espalda.
—Me lo he pasado maravillosamente esta noche —dijo.
Madre mía, élla era increíble. Su cabello negro
como la tinta en la oscuridad, con sus ojos centelleando.
—Escucha, Santana

Puso un dedo sobre mi boca, silenciándome antes de que pudiera
hablar.
—Shh —dijo, sin importarle en lo más mínimo mi enfado—. La semana es
joven, Brittany
. Aún queda un montón de tiempo. Tengo hasta el
sábado antes de que las cosas se vuelvan desesperadas.
—No te entiendo.
Inclinó la cabeza, los ojos brillando en la luz de la luna.
—¿Cómo?
—Llama a la agencia y concreta una cita, cualquiera. Y cuando decide
que no quieres salir con una arpía, un vampiro, un doppelganger, o
cualquier otra cosa que pueda tener un historial, pides un sustituto. A mí.
—Alcé mis manos en el aire—. Y ahora estás diciendo que está bien,
porque tenemos tiempo hasta el sábado. ¿Qué tiene que ver el sábado
con todo esto?
Me miró fijamente, y luego se echó a reír.
Crucé los brazos sobre mi pecho, sintiéndome herida y avergonzada.

—¿Qué es tan malditamente gracioso?

—Pensé que lo sabías. Pensaba que alguien en la línea de tu trabajo adivinaría... —Sonrió—. Tengo que decir que esto le da un nuevo matiz a la situación.

—¿De qué estás hablando? —Se apoyó en la cerca, con lo que mi pulso empezó a martillear. Me eché para atrás instintivamente.

—Voy a entrar en celo —dijo.



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Mensaje por ana_bys_26 Dom Abr 23, 2017 5:52 am

Capitulo 4

Me retraje ante su declaración.

—¿Qué tú qué?

Volvió a coger el mechón de pelo de nuevo, jugando con élla.

—En celo. Por así decirlo.

—Yo… yo… —Parpadeé, tratando de ordenar mis pensamientos Tratando de lucir indiferente, le di
un rápido vistazo hacia abajo a su sexo. Bueno, ahora. O realmente estaba en
celo, o excitada .

—Todos usamos el término y estás en lo correcto, solo las hembras entran en celo. —Su boca se torció—. Una de las hembras puma de mi clan está por entrar en celo en unos días. Su necesidad afecta a todos
así que ocurren peleas entre los que no están en pareja para reclamarla y las políticas del clan se vuelven realmente complicadas por estos días. Normalmente ella se iría de la ciudad si no tuviera una pareja, pero… no puede esta vez. —Su cara se endureció.

—Oh. —Exhalé, pensando con fuerza. Mi mirada se posó rápidamente en la sensual curva de su boca, el pequeño trozo de su lengua que tocaba sus labios. Oh, Dios—. Entonces… ¿Por qué no se juntan la
hembra y tú?

—Es complicado —dijo y se deslizó un poco más cerca de mí—. Y yo te quiero a ti.

—Oh —repetí, retirándome. La parte trasera de mi cabeza se golpeó fuertemente contra la ventana empañada del Viper. Quizás era tabú para él cortejarla. Yo no sabía mucho sobre Alianzas políticas, o pumas en general, pero ellos tenían su propia jerarquía—. ¿Es por eso que… Rosie…?

Élla asintió y llevó suavemente su mano a mi cabello, quitando el broche que mantenía mi apretado moño en su lugar y liberando así los rubios mechones que se desparramaron hasta mis hombros.

—He estado queriendo hacer eso toda la noche —dijo, recorriendo micabello con sus dedos y luego masajeando mi cuello, como un gato masajeando sus patas. Su voz era un gruñido bajo—. Tu cabello es
infernalmente sexy. ¿Cuán largo es?

—Hasta mi cintura —dije sin voz, mi respiración se aceleró hasta coincidir con la suya, mis ojos clavados en su rostro—. ¿Así que estabas usando el servicio de citas para encontrar a alguien porque estabas en celo?

Élla levantó su mano, con una gran cantidad de mi cabello en ella y lo dejó deslizarse entre sus dedos como si fuera seda. Claramente el inicio de ronroneo en el fondo de su garganta.

—A mí Rosie no me importa. Tu servicio de citas era la única opción disponible para conseguir una cita de último minuto a la que no le importaría lo que soy, así que pagué la ridícula cuota y armé un perfil
esperando que eso se cumpliera.

Quité mi cabello de entre sus manos.

—Nuestro negocio no es ridículo. Nosotros proveemos a aquellos que tienen necesidades muy especiales.

—Es un trabajo peligroso y Giselle lo sabe. Lo que es peor es que no le importa. —Sus ojos marrones buscaron los míos—. Es una tonta por contratar humanos para hacer un trabajo delicado. Vas a cruzar alguna línea de la que no tienes idea y entonces todos terminarán en problemas.

—¿Ah sí? —Coloqué con rudeza mi cabello sobre mis hombros. Sus ojos siguieron el movimiento y mi cuerpo sintió un pinchazo de conciencia—. ¿Del mismo modo en que tú has cruzado una línea al salir con una
humana?

—Algo así —gruñó, inclinándose.

Planté mi mano en su rostro y la empujé.

—Ha elegido a la chica incorrecta para tu celo.

Su sonrisa se curvó contra mis dedos.

—¿Qué es lo que te hace decir eso?

—Soy virgen. —Nadie se había metido en mis bragas en veinticinco años y esta petulante chica no iba a ser la primero.

—Lo sospechaba —dijo.

Había abierto mi boca para preguntar por qué cuando capté algo de reojo. Una sombra pasó tras la ventana del piso de arriba, bloqueando la luz.

—Hay alguien en mi habitación. —Me recliné, observando desde el tablero.

Hanna nunca iba a mi habitación. Estaba demasiado asustada de que su aroma contaminara mi ropa.

Sus ojos estaban clavados intensamente sobre mí.

—¿Estás tratando de distraerme?

Pero luego Hanna espió desde la ventana de la planta baja, en la sala, y la sombra volvió a pasar nuevamente por la ventana de mi cuarto. Mi corazón comenzó a repiquetear, y por el rabillo del ojo vi a Santana tensarse.

—Sostén esto —dijo, dándome sus llaves y el celular y saltó del auto.

—Espera —dije abriendo mi puerta—. ¿Adónde vas?

—La sacaré de allí —dijo—. Quédate en el auto. —Desapareció hacia la parte lejana del auto y fuera de mi vista.

Me quedé observando la ventana de mi habitación, esperando que la forma reapareciera así sabría que no estaba loca y temiendo eso al mismo tiempo. Quedarse sentada en el auto no tenía sentido. Salí del
Viper y marqué el teléfono de la casa, mis manos temblaban con tal fuerza que me resultó difícil hacerlo. Tuve que tratar dos veces antes de lograr hacer la llamada.

—Hola —dijo Hanna, confundida.

— Hanna, ¿estás allí con Santana? ¿Está allí contigo? —Estaba balbuceando tan rápido que sonaba incoherente.

—¿ Santana? Pensé que estaba contigo. ¿Por qué estás llamando desde la entrada?

—No importa. Solo sal de la casa, ahora. Ven y encuéntrame en el frente.

—No estoy vestida…

—¡ Hanna, solo hazlo! —Terminé la llamada y escruté cada ventana.

¿Dónde estaba el intruso? ¿Dónde estaba Santana? No estaba a la vista.

Y tampoco estaba mi hermana. Maldición. Si no salía iba ir a buscarla.

Eché las llaves de Santana en el capó mientras corría… y tropecé con el zapato de una mujer.
Confundida, miré hacia abajo. Estaba el otro zapato, junto con un par de pantalones y una camisa similar a la que Santana había usado para nuestra cita.

Mi mente no lo procesó al instante.

El sonido del cristal rompiéndose me hizo mirar hacia arriba y vi una enorme y aleonada sombra desapareciendo tras la ventana del piso de abajo.

¿Había... había Hanna cambiado para ir tras Hanna? Escuché el rugido del gato dentro, y el grito de Hanna.

Mierda.

Corrí hacia ella, la urgencia de proteger a Hanna me sobrepasaba, casi cegándome con el miedo. Mi hermana me necesitaba…

Mientras mi mano tocaba el pomo de la puerta, los arbustos al lado de la casa crujieron. Me di la vuelta, llevada hacia ese lugar en contra de mi voluntad. Mi bolso no era pesado, pero lo usaría como arma en caso de necesidad. Di algunos pasos hacia los arbustos.

—¿ Santana? ¿Eres tú?

Un gruñido bajo y sobrenatural llegó hasta mis oídos.

¿Era Santana… en su forma felina? Di otro paso hacia los arbustos y luego me detuve. ¿Me reconocería si estaba en su forma felina? ¿Era este posiblemente el movimiento más estúpido jamás realizado?

Di un paso hacia atrás y decidí tomar otra táctica.

— —grité con toda la fuerza de mis pulmones—. ¡ Santana!

—Aquí — Hanna, su voz distante y extraña.

Me di la vuelta y observé la visión más hermosa del mundo, el pequeño cuerpo de Hanna estaba acurrucado en los brazos de Santana. Estaban del lado más alejado del Viper, habían salido de nuestro pequeño patio trasero en el lado más alejado de la casa. Fui saltando hacia ellos.

—¡ Hanna! ¡Gracias a Dios!

Mi hermana estaba en su pijama, su cuerpo rígido por el terror, sus hombros hundidos de una forma que reconocí, tratando de hacer su cuerpo más pequeño esperando fuertemente así curvar su cuerpo para
enmascarar su aroma. Mientras corría hacia ellos me di cuenta de que Santana estaba completamente desnuda. La amplitud de sus sólidos hombros y las estrechas caderas y… Oh, chico.

—Hola —exclamé, mi voz temblaba, pero mi temor por Hanna rápidamente superó mi embarazo ante la desnudez de Santana

—. ¿Qué ocurrió? ¿Está bien?

—Está bien —dijo Santana, aun sosteniéndola contra élla—. Cuando entré por la parte trasera de la casa en mi forma puma la asusté y se desmayó.

Claro que lo había hecho. Probablemente había pensado que habían venido por ella o había estado al borde de hacer otra transformación.

Hanna me dio una pequeña sonrisa de vergüenza y se acarició los brazos, como si estuviera tratando de evitar otro cambio involuntario.

Podía entender eso. También me sentía un poco débil.

—¿Quién estaba en nuestra casa?

Su mirada se oscureció.

—Nadie a quien pudiera encontrar. Cuando subí a revisar el lugar estaba vacío. Era como si nadie hubiera estado allí, salvo por el olor que había… —dijo frunciendo el ceño para sí.

—¿Qué tipo de olor?

—Como a carne podrida —agregó Hanna —. No sabía qué era lo que estaba pasando, solo que la casa apestaba. Estaba sacando la basura cuando me llamaste.

Señalé hacia los arbustos ubicados del lado contrario de la casa de donde ellos habían venido.

—Creí haber escuchado algo por allí, pero no pude oler nada.

—Voy a ver. — Santana dejó a Hanna inmediatamente en el suelo y cruzó el
patio.

Observé sus nalgas contraerse bajo la luz de la luna mientras élla caminaba hacia los arbustos. Fue difícil forzarme a quitarle la vista de encima, pero la preocupación por mi hermana me llevó de vuelta a ella
y me di la vuelta, tocando su brazo y examinándola con la vista fija.

—¿Estás bien?

—Solo tratando de mantenerme —dijo con la voz temblorosa—. Me sorprendió. Yo… espero que no me haya olido.

—Estoy segura de que estará bien —dije, mintiéndole para reconfortarla.

Para asegurarme, escondí mi mano disimuladamente tras mi espalda y la restregué en mi vestido en un intento por quitar su olor.

Ella miró sobre mi hombro y se atragantó.

—Está de vuelta.

Me volteé. La sangré rugía en mis oídos mientras me quedaba viendo a la mujer caminando vigorosamente a través del jardín, pura piel bronceada músculos en movimiento y completa, absoluta desnudez. Y
a juzgar por su casual y grácil postura, no le importaba estar desnuda.

—Oh, estoy en tantos problemas —suspiré, viéndolo moverse. Luego levanté los pantalones de Santana
y se los tendí con los ojos cerrados para no ver nada más y ser tentada.

—Estoy bien, en serio —protestó Hanna a mi lado en el Viper. El viento estaba fuerte y frío afuera, así que me senté en el asiento del conductor mientras esperábamos a Santana —. Te estás preocupando demasiado.

—Siempre me preocupo por ti. Además, te desmayaste. —Pasé una mano por su brazo desnudo, en busca de pelaje delator—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

—Estoy bien —dijo, quitándose mis manos de encima como lo haría con una madre sobreprotectora—. Solo me sobresalté. Cuéntame sobre tu cita. —Una sombra cruzó su rostro—. Élla no preguntó sobre mí, ¿cierto?

—La cena estuvo muy buena. El restaurant era hermoso. Te hubiera gustado. —Si ignoras el episodio del auto, la incursión de un hombre lobo y a mi cita diciéndome que está por entrar en celo.

—Tu cara está roja —dijo—. Te gusta, ¿no es cierto?

Me enfoqué en el jardín el frente, evitando su mirada.

—No seas tonta. Solo salí con él esta única vez. No va a ir a ningún lado. Sabes que no puede.

—Te gusta —repitió lentamente—. Y a ti no te gusta nadie. Huh.

La ignoré, revisando de nuevo la casa en busca de Santana. Élla había insistido en revisar el lugar una vez más en su forma de puma. Al no lograr nada, cambió nuevamente e hizo un par de llamadas mientras
Hanna y yo esperábamos en su auto.

Todas mis sugerencias de ir a la casa se encontraron con un pequeño gruñido.

—¿Deberíamos llamar a la policía? —pregunté luego de bajar la ventanilla.

Negó con la cabeza hacia mí.

—No creo que lo que estaba en tu casa fuera humano. No podemos notificar a la policía, eso comprometería a los miembros de la Alianza que viven en el vecindario.

A mí me importaba muy poco la Alianza. Quería volver al interior de mi casa y ver qué había desaparecido o había sido tocado o movido.

Santana dio una vuelta hacia el auto, poniéndose sus pantalones y ajustando su cinturón.

—Olí una mezcla de cosas. Como hombre lobo y algo más.

Hanna se puso rígida a mi lado y el temor contrajo mi corazón.

—Nosotras no podemos oler nada —dije—. Tú eres el que tiene la nariz de cambiador.

Me dio una mirada vergonzosa.

—Claro. Sigo olvidándome.

—¿No es seguro volver a entrar? —pregunté nuevamente—. Tú has entrado a la propiedad tres veces.

Negó con la cabeza y alcanzó su camisa.

—Uno de los tigres en el clan Merino sabe ciencias forenses. Se pasará pronto para espolvorear la casa y buscar evidencia. —Estiró su mano hacia mí—. ¿Las llaves de la casa por favor?

Agarré mi bolso con más fuerza.

—¿Por qué?

—Así Mike puede revisar la casa mientras llevo ustedes dos a un hotel.

De ninguna forma. No con el aroma de Hanna por todo el lugar.

Santana continuó:

—Mike insistió en que dejemos la escena del crimen intacta y eso es lo que vamos a hacer. Puedo entrar y traerles un poco de ropa una vez que él de su aprobación.

La mano de Hanna se cerró contra la mía ansiosamente y supe lo que estaba pensando. Si Santana
se metía a la casa y revolvía entre sus cosas encontraría el aroma a lobo en todas sus cosas, o peor, encontraría la ropa que había usado la última vez que se había transformado: Una camiseta destrozada y un par de shorts que olían por el cambio.

—Estamos bien —solté rápidamente—. No necesitamos ropa. Sólo vayámonos.

La ceja de Santana se elevó y le dio un vistazo a Hanna en su pijama.

—De acuerdo —dijo lentamente—. Les compraré algunas ropas y revisaremos las cosas en la mañana. ¿Les parece bien?

A mí aún no me gustaba el pensamiento de un extraño rebuscando en nuestra casa, especialmente uno con la nariz de un cambiador.

—A veces cuidamos del perro de nuestra vecina —mentí para explicar el olor perruno que seguramente había en la casa—. Dile a Mike que me llame si viene una mujer con un perro a la mañana.

Una sonrisa apareció en la esquina de la boca de Santana.

—Le diré.

Sin otra razón para andar con rodeos, le entregué las llaves.

Élla se alejó para saludar al carro que se detuvo.

Mike resultó ser un enorme hombre con pequeños y cortos rizos negros y una expresión animada, a pesar de ser casi la medianoche y estar congelado afuera. Él y Santana hablaron por un par de minutos, luego
Santana le mostró la puerta principal y entraron. Apreté mis manos con fuerza para detenerme de correr dentro y rociar la casa con algún aerosol para ocultar aromas o aún mejor, ahuyentar al hombre fuera de
la casa.

—Estoy segura de que está bien —dijo Hanna, tratando de aliviar mi preocupación—. Sabes que soy cuidadosa. Y si Santana no notó nada antes…

Al menos yo tenía ropa. La pobre Hanna solo tenía su pijama.

Santana volvió unos momentos después y salí a su encuentro. Élla se movió a mi lado como si perteneciera allí y comenzó a frotar mis hombros.

—Mike va a estar fuera por varias horas, por lo que me va a dejar tus llaves por la mañana.

—Está bien. Hanna y yo nos quedaremos en la oficina —dije.

—No puedes dormir en la oficina —argumentó Santana, poniendo su cálido brazo a mi alrededor. Élla hizo un gesto hacia Hanna, aún acurrucada en el auto, con sus piernas escondidas bajo ella—. Luce un poco asustada. ¿No preferirías quedarte en una agradable y cómoda habitación de hotel?

Le eché un vistazo a mi hermana. Era una delicada y frágil persona, tan diferente a mí con mi alto y robusto cuerpo. Esta noche parecía aún más pequeña, mirando hacia la casa con ojos preocupados,
esperando que Mike descubriera su secreto y arruinara su vida. Estaba temblando, también.

Suspiré.

—Ella podría necesitar una buena noche de sueño. Gracias. Nos quedaremos en el hotel.

Asintió y me empujó contra élla, metiéndome bajo su barbilla y acunando mi cuerpo contra el suyo.

Me puse un poco rígida, pero élla sólo pasó sus manos con gentileza arriba y abajo por mi espalda. Se sentía hermoso y relajante, y finalmente me relajó un poco.

Desafortunadamente, acurrucarse con un mujer no era la mejor forma de deshacerse de élla.


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Mensaje por micky morales Dom Abr 23, 2017 8:49 am

Que linda y protectora es Santana, quien estaria en la casa de Brittany y para que?????
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Mensaje por 3:) Dom Abr 23, 2017 10:35 am

San ya dejo claro que no va a dejar muy fácil a britt y mucho menos ahora..
Quien estuvo en la casa????
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Mensaje por Tati.94 Dom Abr 23, 2017 10:58 am

Jajaj lo del celo me hiso reír. Me parece casi imposible que Santana no oliera a Hanna. A menos que si se diera cuenta y no haya dicho nada.
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por JVM Dom Abr 23, 2017 1:56 pm

San ya dejo claro que no dejará escapar a Britt tan fácil además ahora que confirmo que es virgen y que solo podría ser de ella menos. .... Espero no descubran a Hanna y si lo hacen que la morena las cuide y proteja sobretodo ahora con lo que paso
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Mensaje por ana_bys_26 Sáb Mayo 06, 2017 6:02 am

Capitulo 5


En el hotel, Santana nos consiguió la habitación contigua a la suya. La habitación era encantadora, las mantas dobladas, y suaves batas colgando en la parte de atrás de la puerta del baño. Me sentí
adormilada con tan sólo mirar la grande y lujosa cama.

—Estaré en el otro lado si me necesitas —dijo Santana, de pie en la puerta que unía los dos cuartos—. Duerman bien, damas.

Con un guiño hacia mí, cerró la puerta.

Tan pronto como se fue, me dejé caer en el borde de la cama y suspiré.

—Dios, desearía que no estuviese tan caliente. Eso haría todo esto mucho más fácil.

Hanna tocó su oreja, indicando que su audición de cambiador podría escuchar nuestra conversación.

Oh, bueno. No es como si hubiese hecho un buen trabajo escondiéndolo de todos modos.

Ella se movió hacia el closet y lo abrió, explorando el contenido. Luego se volvió hacia mí y susurró:

—¿Hay mantas adicionales?

—¿Por qué? —susurré de vuelta.

Ella se señaló a sí misma.

—Todavía huelo como lo que fuera que estaba en la casa —susurró ella, su voz apenas audible—. Necesito bañarme y sacarme el hedor. Pero si lo hago…

Olería como ella de nuevo. Y si duermo junto a ella toda la noche, olería como ella, también, porque no tenía otra ropa para dormir.

¿Debería bajar y conseguir una tercera habitación? de seguro estaría curioso si lo hiciera, y tendríamos que ser más precavidas que nunca. A menos… ¿ya había descubierto que Hannaera un hombre lobo?
Descarté la idea. Me habría cuestionado al respecto de inmediato si lo hubiese hecho, o pedido hablar con Hanna. Nuestro secreto todavía estaba a salvo.

Hanna temblaba ligeramente mientras miraba hacia la cama, sabiendo que no podía entrar en ella y relajarse. Sabiendo que nuestra estadía aquí no era un completo indulto, que en el cuarto de al lado estaba una mujer que podía revelar todo por lo que habíamos trabajado tan duramente en ocultar.

Mientras la observaba, ella frotaba sus hombros.

Estaban cubiertos de carne de gallina, una señal segura de que estaba a punto de cambiar debido al estrés.

Hice un gesto con la mano para conseguir su atención, luego señalé hacia la puerta que unía los cuartos.

—Voy a dormir con Santana —gesticulé—. Toma esta cama.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y olvidó susurrar.

— Britt, qué…

La corté con un rápido gesto de mi mano, luego susurré:

—¡No de esa forma! —Me acerqué a ella para explicar mi plan—. Simplemente voy a decirle que roncas y que no voy a poder dormir. Es perfecto, porque si duermo en la misma cama que élla tendré el mismo
aroma, y no sospechará nada.

Era un plan perfecto, pero no era por lo que quería dormir junto a élla.

Quería hacerlo porque la sola idea me hacía temblar de la emoción.

— Britt, no —susurró Hanna en protesta—. ¿Qué si es una canalla?

Sacudí mi cabeza.

—No es una canalla —susurré de vuelta—. Es agradable. No hará nada. —Decidí no mencionar lo de estar en celo.

No lucía convencida, pero la vi mirar a hurtadillas de nuevo a la cama, y suspiró.

—Puedo dormir en el piso —comenzó, pero el rodar de mis ojos la cortó.

Se sentó al pie de la cama, y me dio un débil pulgar hacia arriba que devolví. Cuando ella estaba recién duchada y envuelta en una bata de baño, apagué las luces, luego cerré la puerta detrás de mí, dando un paso hacia el vestíbulo.

Un alto y falso ronquido comenzó a alzarse desde el cuarto, así que tome una profunda respiración y llamé a la puerta de Santana.

La abrió unos momentos después, su pelo revuelto y en sujetador Mi mirada fue inmediatamente a los pantaloncillos de cintura baja de cuadros para dormir alrededor de su cintura.

—Hola, de nuevo —dijo.

Tiré mi cabeza hacia arriba, sorprendida mirando.

—Oh. Hola.

—¿Pasa algo?

No, en lo más mínimo, pensé mientras el calor se extendía por todo mi cuerpo. Hice un gesto hacia nuestro cuarto.

—Odio preguntar, pero mi hermana ronca y pensé que podría dormir contigo.

Alzó una ceja.

—Dormir en la misma habitación que tú —corregí rápidamente—. Podemos poner almohadas entre nosotros o algo. Y nos dará una oportunidad para… hablar.

—Puedo conseguir otra habitación —comenzó.

—Preferiría quedarme contigo —dije—. No es una insinuación. Me siento más segura contigo en la habitación, si eso está bien.

Se apartó para dejarme entrar.

—Claro.

Siempre una caballera, Santana inmediatamente me ofreció un juego de pijamas de repuesto, tomé una rápida ducha y cepillé mis dientes con el cepillo de cortesía. Cuando salí, la habitación estaba vacía, con una nota de que Santana se había ido para conseguir almohadas adicionales de la recepción.

Volvió poco tiempo después. El sonido del cerrojo de la puerta fue lo único que me hizo saber que había regresado; aparte de eso, se movió tan silencioso como un gato. Ja.

Yo ya había preparado la cama para su regreso. Almohadas estaban apiladas en el medio y me había envuelto en unas mantas, dejándole la sabana y el edredón. Sus labios se contrajeron a la vista, pero no dijo nada. Simplemente puso las almohadas adicionales y apagó la luz.

—Pensé que íbamos a hablar —le recordé.

El otro lado de la cama se hundió con el peso de Santana cuando se echó a reír.

—Mi boca funciona igual de bien en la oscuridad, Brittany. Imaginé que la tuya también.


Ahora eso era un evidente doble sentido. Mi corazón se aceleraba con nervioso entusiasmo.

Extrañamente, estaba un poco falta de aliento ante su persecución. ¿Empujaría a un lado las almohadas y me tomaría en sus brazos? ¿Besándome sin sentido?

Me retorcí un poco ante el pensamiento y me obligué a no pensar en tales cosas. Le dije que esto sería inocente, y él había estado de acuerdo. ¿Por qué estaba fantaseando con él embelesándome? Me di
la vuelta, dándole la espalda Santana, e intenté relajarme. Era una tarea casi imposible, mi cuerpo estaba completamente consiente del hombre que yacía tan cerca de mí.

Intenté pensar en algo que decir. Después de todo, la idea de estar aquí era que quería hablar con él, ¿cierto? Así que necesitaba hablar.

Un brazo serpenteó y agarró mi cintura, tirando de mí en la cama. A pesar de la pared de almohadas que esperaba encontrar, me deslicé a través de las sábanas y choqué contra sus pechos.

—Shhh —dijo suavemente en mi oreja, su aliento cálido. Calientes serpientes de deseo se enroscaron a través de mí.

—Así que dime —susurró en voz baja en mi oreja—. ¿Quién querría matar a Hanna? —Su pulgar empezó a acariciar mi brazo en un distractor y estremecedor diseño.

Me calmé en sus brazos, sorprendida por la fiebre que se apoderó de mi piel. Me tomó un momento recuperarme, y luego me di cuenta de lo que élla estaba preguntando. Montones y montones de personas probablemente querían matar a Sara, pero no podía decirle eso. Fingí ignorancia.

—¿A qué te refieres?

—Quienquiera que estaba en tu casa. —Me atrajo más cerca hasta que mi espalda acarició su frente. El aliento dejó mis pulmones ante el calor que me inundó. Sus brazos me envolvieron, y me acurrucó junto a élla, me sentí como la más pequeña y delicada mujer del mundo en lugar de mi uno setenta y cinco centímetros.

Estaba bastante cerca del cielo.

—¿El intruso? —pregunté—. Nadie que conozca a Hanna quiere matarla.

Eran todos esos lobos que no conocían los que eran el problema.

Podía sentir su cálido aliento contra mi oreja y cuello.

—¿Algún ex novio o amante enojado?

Me quedé en silencio, el único ex novio que ella tenía era uno muerto.

Sabía que estaba muerto porque yo le había disparado.

—Ningún amante enojado —dije—. Hanna no está viendo a nadie. ¿Piensas que ella era el objetivo?

Podía sentir su pecho moviéndose con cada respiración. Su mano se deslizó fuera de mi brazo hacia mi cintura, luego a través de la curva de mis caderas en un abrazo muy íntimo.

—¿Estaría alguien detrás de ti, entonces?

Estaba haciendo condenadamente difícil concentrarme. Luché por poner en orden mis pensamientos y sacudí mi cabeza.

—No a menos que haya hecho enojar a la mafia de la contabilidad.

Somos personas peligrosas, ya sabes.

—Shhh. Mantén tu voz baja —dijo élla, luego mordió el lóbulo de mi oreja con suavidad.

Esa caricia juguetona hizo estallar todo mi cuerpo, y flexioné mis caderas contra las suyas instintivamente. Un pequeño gemido se elevó en mi garganta.

Escuché su gemido en mi oreja, y su mano extendida se flexionó a través de mi vientre.

—¿Te gusta eso? —murmuró, y repitió la acción. Sus dientes marcaron el borde del lóbulo de mi oreja, y sentí su lengua moviéndose rápidamente contra mi arete—. ¿Debería decirte lo sexy que te ves luciendo nada más que mi pijama? —Mordisco, mordisco.

Querido Dios, esta es la mejor cosa que jamás había sentido. ¿Por qué demonios seguía siendo virgen? Mi mano cubrió la suya, mis dedos latían al compás con los suyos, amasando la carne de mi estómago
también. Sentí su sexo contra mi culo y comencé a tener algunos pensamientos muy atrevidos.

Pero no podía. Quité su mano de mi vientre y podría haber llorado.

—No voy a dormir contigo, San

Se echó a reír mientras yo intentaba mover mi cabeza. Élla estaba tendido sobre mi cabello aún húmedo.

—¿Quién dice que tenemos que dormir?

Sacudí mi cabello y él se movió, inclinándose sobre mí en lugar de a mi lado. Su aliento se desplegó a través de mi cuello. A pesar de que estaba libre ahora, no hice ningún intento por moverme, emocionada y temblorosa. ¿Qué haría?

Para mi sorpresa, Santana se inclinó sobre mí y mordió mi clavícula. Muy suave para ser la mordida de un vampiro en la carótida, pero definitivamente sentí el roce de los dientes en la base de mi cuello, y
luego el sensual deslizamiento de su lengua sobre mi carne.

Se sentía tan bien que no era capaz de contener un gemido de placer, y cuando su lengua golpeó sobre un lugar sensible de nuevo, mi mano se enroscó en su cabello para mantenerlo en su lugar, animándolo a
repetirlo. Con cada golpe de su lengua, un gemido de placer se deslizaba de mi garganta.

—Shhh —susurró contra mi oreja antes de mordisquear otra vez—. Vas a despertar a los vecinos.

A través de la pared, pude oír el falso ronquido ruidoso de Hanna Me congelé.

¿Qué estaba haciendo? Quería agradecerle a Hanna por el obvio recordatorio, y golpearla en la cabeza por la interrupción. Tan ardiente como era Santana era un cambiador, y fuera de límites en más formas de las que él podía imaginar. De igual manera, solo quería a alguien para saciar sus necesidades mientras estaba en celo.

Mi hermana probablemente estaba marcada de por vida, escuchándome besarme con Santana . Mi mano fue a su cara y la alejé.

Sentí el bufido de diversión de Santana contra mis dedos, pero entendió el mensaje y se echó hacia
atrás, regresando a su lado de la cama.

Allí, agarró mi mano, luego presionó un beso en mi palma.

—Hablaremos en la mañana, Brittany . Duerme un poco.

—Buenas noches —susurré de vuelta. Me quedé allí, despierta y respirando con fuerza por largos minutos. Mi cuerpo todavía vibraba y mis piernas se sentían curiosamente líquidas. Sólo por uno o dos
mordiscos en el cuello y oreja.

Me quedé dormida imaginándome a mí y a Santana en algunas situaciones atrevidas, esperando no decir su nombre en mi sueño.
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Activo Re: BRITTANA Midnight Liaisons 01 capitulo 28 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Sáb Mayo 06, 2017 6:49 am

Capitulo 6


Cuando desperté y entorné los ojos debido a la luz de sol que se abría paso a través de la ventana, el lado de la cama de Santana estaba frío y él se había ido. Una nota estaba situada cerca de una pila
de ropa junto con mis llaves. Me senté y cogí la nota. No es que estuviera ansiosa por saber de élla.
Nope.

Suprimí la sombra de decepción que me invadió al no poder ver a Santana esta mañana. Como si me importara saber cómo luciría. Si tendría ese tipo de barba de la tarde. O si tendría esos lindos mechones
despeinados en su cabello cuando despertó, o esa mirada somnolienta que volvía mis piernas gelatina. Nope. No me importaba.

Su letra era fluida y garabateada. Pero de alguna manera íntima. Con sólo mirarla me recorrió un cálido hormigueo.


Brittany .

Mike no encontró nada inusual en la casa. De igual forma iré a verificar
yo mismo. Vigilaré la casa para asegurarme que nada —ni nadie—
regrese. Por favor, si puedes mantente alejada por unas cuantas horas
más, hasta que sepa que es seguro. Bajé a la tienda de regalos y les
conseguí algo de ropa. Adiviné las tallas. Espero que estén bien. Hay
algo de dinero en el bolsillo para el taxi, usa mi tarjeta de crédito si lo
necesitas. Tienes mi número celular. Llámame más tarde y podremos
hacer planes. No te dejaré escapar tan fácilmente.



Suspiré.



En una forma genuinamente masculina, había adivinado incorrectamente nuestras tallas. La camiseta y pantalones deportivos de los Cowboys Dallas que había conseguido para Hanna eran aproximadamente dos tallas más grandes. Su delgada forma prácticamente nadaba en aquella ropa deportiva. Pero ella sólo barboteaba acerca de cuán considerado era Santana

Mis ropas, siendo yo más alta y de mayor talle de corpiño que Hanna , eran demasiado estrechas. La camiseta era indecente y los pantalones de correr eran tan cortos que bien podrían haber sido capris. Me los puse de todos modos. Y usé mi vestido corto por encima como una túnica.

—Lo bueno es que Giselle nunca está en la oficina —dijo Hanna, arremangándose la camiseta—. De lo contrario habría tenido un infarto de habernos visto vestidas así pra trabajar.

La suerte no estaba de nuestro lado. No habíamos hecho nada más que llegar a la pequeña oficina de enlaces a contarles a las chicas del horario nocturno (Ryder y Marie) acerca de nuestro lamentable asalto de morada cuando Giselle apareció de repente, hecha toda visión en un cortísimo vestido rojo y con su oscuro cabello ondulado cayendo en cascada sobre sus hombros.

Tragué con fuerza ante la visión de mi jefa.

—Giselle —dije con voz débil—. Has vuelto pronto. —Bien, mierda. Esto sólo complicaba las cosas.

— Brittany —chilló con un marcado acento—. Quiero verte en mi oficina. Ahora. —Ni se molestó en vernos a las cuatro apiñadas en el escritorio de Hanna

Todos mis sentidos estaban en alerta. Alisé mis ropas. Giselle de alguna forma debía haberse enterado de mi cita con Santana y sólo había venido a la oficina a darme una paliza. Mierda.

Hanna me miró con ojos desorbitados cuando pasaba. Pero no salió disparada hacia el cuarto de archivo. El resto de las chicas en la oficina no eran cambiadoras. Y Giselle era una sirena. Las sirenas tenían muchas cosas a su favor. Pero el sentido sobrenatural del olfato no era una de ellas. Esa era la razón por la que habíamos podido trabajar aquí por tanto tiempo.

Sin embargo, Giselle no era la jefa más comprensiva. Tenía horarios extraños, esperaba que sus empleados se mantuvieran a estándares aún más altos que los de ella, y tenía un montón de extrañas rarezas que yo había desestimado como basados en supersticiones. Y también tenía un puñado de extraños caprichos que calificaría como prototipos basados en su lado sobrenatural. Pero no era ninguna tonta. Podría reprendernos por no vestir formal por un día, pero al final eso no afectaría nuestra forma de atender teléfonos o a los clientes. Su ira tenía que ser a causa de mi cita.

Me había dejado llevar por la atractiva cara de Santana y mis propias furiosas hormonas. Estúpida, estúpida, estúpida.

Tan pronto como entré en la lujosa oficina con vista panorámica de Giselle, cerró la puerta tras de mí. Su oficina estaba por mucho mejor amueblada que el resto del edificio, las sillas eran elegantes y macizas, y obras de arte colgaban de las paredes.

Nosotras sólo teníamos un horrible cartel de motivación.

Se tomó su tiempo en cruzar desde el otro lado de la habitación y sentarse en su escritorio. Con una tímida mirada coqueta en su rostro, comenzó:

—¿Por qué no me cuentas qué está pasando, Brittany ? —Su voz era cantarina y deliberadamente dulce.

Lo que en definitiva no era buena señal.

Tiré del dobladillo de mi vestido y esperé que no hubiera notado que por debajo los pantalones tenían un logo deportivo en la cadera.

—Sólo me encontré con el Sra. López para decirle que no saldría con élla. Intenté llamarte, pero no estabas disponible.

Giselle sacó su teléfono celular. Golpeteó la pantalla un par de veces con el dedo pulgar y luego me lo tendió. Miré la fotografía que ella había puesto y acercado. Santana y yo, sentados en la mesa del
restaurante. Mis ojos estaban cerrados y la expresión de mi rostro era de éxtasis mientras Santana me alimentaba con algo.

Oh, vaya.

Ella se inclinó y me arrancó el teléfono de la mano.

—¿Es que acaso la primera regla de trabajo no es nunca salir con los clientes? ¿No te he explicado que los humanos y la Alianza no se mezclan nunca?

Tragué saliva.

—Lo sé. —Oh, Dios. Iba a perder mi trabajo.

—Y sin embargo, desobedeciste mis reglas. —Me señaló—. Su marca está toda sobre tu cuello. ¿Sabes cómo me enteré de esto?

—No. —Me toqué el cuello y me ruboricé. El lugar en dónde élla me había mordido no tenía una marca visible. Aunque se sentía algo caliente para mí ¿Las sirenas tenían visión de rayos X?

Ella se cruzó de brazos.

—No tenía menos de cuatro, cuatro, llamadas la noche anterior. La comunidad de hombres lobo está muy molesta y está amenazando con boicotear mi servicio si no preparo a más seres humanos. Han hecho llamadas a otros líderes importantes y ya tengo a un VIP que ha cancelado su cuenta. No solamente la Alianza entera está molesta. Sino que están furiosos porque “Yo”. —Ella se clavó un dedo en el pecho—. He autorizado una visa para un ser humano. Peor aún, no les extendí la misma oferta a los otros líderes tal como hice con el líder del clan López

Me llevé las manos a la frente y con lentitud repasé toda la perorata que Giselle me había soltado.

—¿Podrías repetir lo que dijiste?

—Si un clan de weres puede salir con humanos, todos pueden salir con humanos, o eso es lo que me han dicho. Así que como puedes ver, tengo un problema. —Giselle me miró con disgusto—. Un gran problema que tú has creado. Mis mejores clientes, con las cuentas más grandes quieren saber qué hace de los were-pumas tan especiales como para recibir un tratamiento especial sobre los clientes habituales. Estamos hablando de una humana virgen con papeles y linaje.

—Espera —interrumpí. Me estaba haciendo parecer un perro—. ¿Humana virgen con linaje?

Dio una mirada con que me decía que debía guardar silencio.

—Se conocen por Derechos Patrimoniales que adquieren a una mujer humana que ha sido aprobada y declarada apta para la Alianza. ¿Qué se supone que les diga a estos hombres importantes? —Entrecerró sus ojos hasta volverlos ranuras.

Retorcí mis manos sobre mi regazo y esperé que no se hubiera dado cuenta.

—Sólo me encontré con élla porque…

—¿Por qué?

¿Podría decirle la verdad, que Hanna había estado espantada y yo distraída con otro cliente y que la respuesta había escapado de mi boca antes de que hubiera pensado en ella realmente? Por último,
admití la verdad.

—Intenté llamarte, pero apareció tu contestadora y supe que no querías ser molestada, por lo que tuve que tomar una decisión. Me pidió que saliera con élla y pensé que una minúscula cita no haría daño.

La boca de Giselle formó una dura línea.

—Pensaste mal. Ahora debo echarte a la calle junto con tu hermana.

Mi corazón se encogió. Giselle nos pagaba muy bien a las dos. Si éramos despedidas sería toda una odisea tratar de conseguir empleos que pagaran tan bien como este. Y aquí estábamos a salvo porque
sabíamos dónde estaban las manadas y lo que hacían. Sabíamos que los were-pumas vivían arriba en Little Paradise a las afueras de Fort Worth. Sabíamos también que las manadas de lobos vivían al otro lado de Metroplex. Teníamos fichas de cada cambiador soltero de la zona que usaba el servicio. Lo cual hacía a Hanna más segura sabiendo qué lugares y a quién evitar.

Si éramos despedidas tendríamos que dejar la ciudad y comenzar todo de nuevo. Teníamos algo de dinero, pero no suficiente para una mudanza a través del país dentro de un territorio ciego. ¿Y si nos
mudamos a Portland o San Diego y los were allí eran más pesados que los de aquí?

—Por favor no nos despidas a Hanna o a mí —rogué—. Necesitamos este trabajo.

Sus ojos eran duros a medida que se centraban en mí.

—¿Eres leal a mí y a mi compañía?

—Sí. —Cualquier cosa con tal de mantener mi trabajo.

—¿Harás lo que sea necesario para recuperar mi buena voluntad?

Unos cuantos turnos extras no remunerados merecerían la pena.

—Lo qué tú quieras. Mi agenda está abierta.

Giselle se reclinó en su silla.

—Bueno. Casi debiera agradecerle a ese were-puma por haberte marcado —dijo con aire ausente, mirando fijamente mi cuello. El trozo de piel ardiendo bajo su escrutinio—. Su marca te hace infinitamente más deseable para los demás ahora que has sido reconocida como propiedad de alguien más.

Esa no era la respuesta que había estado esperando.

—¿Perdón?

Su perfecta boca se curvó en una sonrisa.

—Tú, mi pequeña suculenta humana virgen. Asistirás a otra cita. Varias de ellas, en realidad.

Santana debió haber llamado y hecho arreglos más temprano. Esto hizo que mi estómago diera un salto de alegría, pero lo reprimí. Tenía que pensar en Hanna, no en mis hormonas.
—la señora López es encantador, pero…

—No vas a salir con la señora López —espetó ella—. Ya hemos acabado con el clan López , a menos que tramiten el servicio y paguen las cuotas.

Fruncí el ceño.

—No estoy entendien…

—Este es un servicio de citas. Y sabes tan bien como yo que las mujeres deseables son muy solicitadas. —Giselle se levantó por encima de mí—. Y como dije, desde anoche he recibido llamadas de cuatro importantes titulares de cuenta. No eran conscientes que teníamos disponible una mujer humana autorizada, mucho menos una virgen. —Sus labios se curvaron en una sonrisa—. Les dije que se trataba de una nueva oferta, por supuesto. Y desde que tienes la bendición de un líder de clan, no sólo es que estés autorizada y con el correspondiente papeleo sino que también eres muy deseable. —Caminó alrededor de su escritorio y se acercó a la silla en la que yo me encogía.

—Tú, mi bollito de masa hervida asistirás a estas citas con estos hombres, o tritones, hombres lobos, nagas o lo que sea que se decida. Ellos pagarán un cargo extra por salir con nuestra dulce humana virgen de pelo muy rubio. —Su boca se curvó con un gesto implacable—. Y los mantendrás interesados en mi servicio de citas o sino tu dulce culo virginal se irá a la calle, ¿me doy a entender?

Cada cita implicaba mayor peligro para Hanna, pero no podía darme el lujo de perder mi trabajo, tampoco.

—¿Qué implicarían con exactitud estas citas?

—Nada de sexo —dijo sin rodeos—. La mayor parte de tu atractivo es que eres virgen. Es algo raro de ver en humanas crecidas en estos días.

Jugarás a la dulce y tímida ruborizada virgen y los mantendrás interesados. Sólo entonces podrán conservar su empleo, tú y esa pequeña perra Hanna

Me puse de pie, a gusto porque estando parada era diez centímetros más alta que ella.

—No llames perra a mi hermana, Giselle.

—Pero, ¿no es eso lo que ella es, Brittany ? Una pequeña perra.

Me le quedé mirando con la boca seca. ¿Estaba insinuando lo que yo creía que era?

—Tú y tu hermana creen que son tan inteligentes, tan engreídas creyendo que le ocultan un secreto a su jefe. —Sus ojos eran helados—. Nada sucede en este negocio sin que yo no lo sepa. ¿Comprendes?

Todo lo que se necesita es sólo una llamada a la manada de lobos y esto será todo para ella. ¿Lo comprendes ahora? Ella sabía. No sabía como lo hacía, pero con absoluta certeza lo sabía.

Mis piernas se sentían débiles. Todo por lo que habíamos trabajado tan duro… y ahora Giselle sabía con exactitud lo que Hanna era.

—Lo comprendo —dije aturdida.

—Bien. Ahora vete y habla con tu hermana, si quieres. —Giselle hizo un movimiento para que me largara—. Mira a ver si quiere que vayas a esas citas, o si quiere explorar ese lado salvaje que ha estado reprimiendo. —Su expresión era toda dulzura y luz—. He oído que la manada de lobos es muy amigable con las chicas.

Había visto, y tenido, experiencia de primera mano de cómo de amigable. La mayoría de las mujeres que salían con un hombre lobo no salían una segunda vez. Eran exclusivistas, irritables, posesivos, y les
gustaba luchar. En resumen, actuaban como los lobos que eran.

Hizo un movimiento con la mano hacia mí.

—Ya hemos acabado. Vete. Hazme saber cuándo hayas tomado una decisión.

—¿Tomar una decisión? —Reí amargamente—. Las dos sabemos cuál es mi respuesta, Giselle. No voy a dejar que nadie toque a mi hermana, incluyéndote a ti.

Sus ojos brillaban con avaricia.

—¿Así que…?

—Si hago esto, no puedes contarle a nadie sobre el… problema de Hanna. Si lo haces, todas las apuestas quedarán invalidadas.

La sonrisa de Giselle era amplia,

—Querida, es mucho más beneficioso para mí guardar su secreto. Está seguro conmigo mientras juegues con mis normas.

—Tengo una regla adicional —dije, pensando rápido—. Los lobos son un motivo de ruptura —dije en una voz dura. Captarían el aroma de Hanna de inmediato y sabrían que un hombre lobo desconocido estaba ahí fuera en algún lado. Después no les llevaría mucho tiempo darse cuenta de que era Hanna Se encogió de hombros.

—No veo porqué estoy negociando contigo, pero permitiré esto. De cualquier modo, no hacemos muchos negocios con lobos.

Dejé su oficina, cerrando la puerta detrás de mí, una sensación enfermiza apretándome el estómago. Giselle sabía todo. Alguien tenía que habérselo contado; no podía haberlo descubierto por su cuenta.

Eso significaba que alguien más conocía el secreto de Hanna y se estaba callando.

¿Quién más iba a aparecer y tratar de chantajearnos? El pensamiento me provocaba náuseas.

Hanna esperaba junto a mi escritorio, su cara blanca y preocupada. Inmediatamente, mi resolución se intensificó. Saldría con cualquier pájaro, gato o rata cambiadora que Giselle desenterrara, y lo haría con
una sonrisa. Y una vez tuviera dinero suficiente en el banco, nos iríamos en medio de la noche y empezaríamos de cero.

Aunque no podía contarle a Hanna lo que Giselle sabía. Estaría paralizada de miedo y completamente incapaz de trabajar. Así que le di una sonrisa alegre que ocultaba el hecho que tenía ganas de llorar.

—Giselle estaba loca por Santana , pero como se ha sentado un precedente, quiere que salga en unas pocas citas más. Nada grande.

—¿Sí? ¿Estás segura? —Su expresión era de clara sorpresa. Luego una lenta sonrisa se expandió por su cara—. ¿Es por Santana ? Te gustaba de verdad. ¿Vas a salir con él de nuevo?

Agité la mano en un gesto despreocupado.

—Igual sí, igual no. Sabes tan bien como yo que eso no puede ir a ninguna parte.

Vaciló, claramente confundida por mi reacción, luego tragó.

—¿Qué hay de… ya sabes? —Rozó un dedo debajo de su nariz, indicando aroma.

—Seremos muy, muy cuidadosas —dije firmemente—. Como siempre somos.

El teléfono sonó, interrumpiéndonos.


—Apuesto que es la señora López —dijo ella—. Llamó dos veces mientras estabas en la oficina de Giselle.

Claro que lo había hecho. Quería asegurarse que estábamos quedando para el resto de la semana. Estando en celo, quería cubrir sus apuestas. Recordé cómo de bien había sido estar acurrucada contra élla en la cama la noche anterior, después recubrí ese breve, tentador pensamiento con la fría cara de Giselle y la demacrada y preocupada de Hanna .

Nunca funcionaría.

Levanté el teléfono y puse mi voz de negocios.

—Midnight Liaisons. ¿Cómo puedo ayudarle?

—He estado pensando en tus orejas toda la mañana —dijo, luego bajó la voz un poco—. Pensando en la dulce curva de tus lóbulos, y como me gustaría volver a mordisquearlos esta noche otra vez.

Un calor se desplegó en la boca de mi estómago. Dios, élla sabía exactamente qué decir para hacerme temblar.

—No puedo. Estoy trabajando.

—Has estado trabajando desde las siete de la mañana. No me digas que estarás trabajando a las, digamos, ¿ocho esta noche?

—Estoy haciendo un turno doble —dije inmediatamente.

—¿A qué hora termina tu turno?

El vestido rojo de Giselle destelló en el rabillo de mi ojo mientras atajaba por la oficina. Me congelé.

—Si quieres verme otra vez —espeté—, tendrás que programarlo a través del servicio de citas.

—¿Qué…?

Colgué antes de que pudiera terminar y enterré la cara en mis manos.

La seguridad de Hanna estaba antes que mi corazón, y si echar a Santana era lo que tenía que hacer para mantenerla segura, lo haría.

Repetí eso para mí una y otra vez, esperando que eso hiciera que el dolor de mi pecho se marchara.

Santana no era el tipo que abandona fácilmente. Apareció en la oficina unas horas después, con un enorme ramo de flores en su mano.

Mantuve su mirada, apretando mis manos para no hacer algo femenino como alisarme el pelo.

—No deberías estar aquí. No puedo verte a menos que vayas a través del servicio.

—El servicio —dijo Santana arrastrando las palabras—, es exactamente el por qué estoy aquí. ¿Dónde está Giselle?

Fruncí el ceño e hice un gesto a su oficina.

-Hay detra

asintio y llamó a la puerta. Un momento después, desapareció dentro. Me di la vuelta, buscando a Hanna ; su oído súpernatural podría servir para espiar su conversación. Pero, había desaparecido tan pronto como había visto a Hanna

Santana se quedó dentro de la oficina de Giselle durante una hora y media. No es que lo estuviera calculando. O escuchando en la puerta, no es que pudiera oír nada. Tranquila charla de conversación continuó todo el tiempo en el que él estuvo dentro, amortiguado por la ocasional carcajada ronca de Giselle. El sonido de la grave retumbante risa de Santana hizo mis rodillas débiles.

Oye, estaba encantada de que estuvieran pasando un buen rato junto.

Santana emergió de la oficina de Giselle sin flores y me dio la perezosa, confiada sonrisa a la que ya me estaba acostumbrando.

—Hola otra vez —dijo, inclinándose hacia mi escritorio, donde intenté parecer ocupada. Estuvo de pie enfrente de mí, directamente en mi línea de visión.

Me levanté y agarré una gran pila de archivos.

—Estoy realmente ocupada, San .

—¿No tienes la más mínima pizca de curiosidad sobre lo que hablé con Giselle?

Abrí el archivador y tiré una pila de Q en una carpeta de J. ¿A quién le importaba? Ya lo arreglaría más tarde.

—Muy bien, entonces. ¿De qué hablaron?

—Tú y yo viéndonos. Giselle está de acuerdo con ello; no estás en ningún problema. De hecho, vamos a salir esta noche.

Metí con un plop otro conjunto de archivos aleatoriamente en el cajón.

Si sólo supiera la verdad: no estaba en un problema por el simple hecho de que estaba siendo chantajeada.

—Genial —dije, tratando de forzar entusiasmo en mi voz—. No puedo esperar.

La verdad es que, la pequeña parte egoísta de mí estaba entusiasmada con salir con él otra vez. La parte práctica, pensando-enmi-hermana estaba preocupada.

Y todo mi yo estaba preocupado por Giselle.

—¿Y el resto de la semana? ¿Hasta tu celo?

—Arreglado, si estás dispuesta a aguantarme —dijo con una sonrisa.

No tenía elección.

—Estoy segura de que lo manejaré —dije en una voz que intenté hacer suave y burlona—. Eres bastante difícil de ver, pero lo intentaré y sufriré por una buena causa.

Una lenta, malvada sonrisa se extendió por su cara. La cálida sensación revoloteaba en mi estómago con el pensamiento de ver a Santana otra vez tan pronto. Creció cuando se acercó a mí y puso su mano en mi brazo. Olía increíble, calentado por el sol. Quería chuparlo y probarlo.

Me ruboricé con el pensamiento.

—Esta noche a las ocho —dijo, estirándose para tocar el suave final de mi larga cola de caballo—. Cena. Lleva tu cabello suelto, por favor. Para mí.


Giselle emergió de su oficina, un amago de ceño fruncido cruzando su bonita cara con la vista de nosotros dos de pie tan juntos. Me eché hacia atrás y me choqué contra el armario de archivos. Uy.

Santana miró a Giselle, luego cogió mi mano y presionó un leve beso en el dorso.

—Te recogeré aquí —dijo, y dejó la oficina con un rápido asentimiento y sonrisa hacia Giselle.

Uh. Giselle. Me quedé congelada contra el armario de archivos y no me moví hasta que Santana desapareció de la vista y la campana de la puerta delantera sonó contra el cristal.

Luego Giselle se deslizó hacia delante como una serpiente con una presa a la vista.

—Vas a salir con élla a las ocho.

La tensión de mis hombros se hizo más fácil.

—Lo sé.

Cogí la hoja de información que tenía con dedos cautelosos.

—Para llegar a tiempo, tendrás que estar vestida y preparada a las dos.

¿Adónde íbamos a ir a cenar? ¿Timbuctú?

—¿Dos?

Su sonrisa era brillante.

—Tienes una cita con un cliente a las dos y media. Otro a las cinco.

Después verás a Santana a las ocho para apaciguarlo.

Iba a amontonar mis citas una detrás de otra, para sacar el mayor provecho de su nuevo juguete, yo. Inmediatamente me sentí sucia pero aparté la sensación a un lado. Había accedido a hacer esto, incluso a pesar de que me hiciera sentir usada.

—Bien —dije, tomando una profunda respiración. Luego pregunté—. ¿Ropa?

Me dio una tarjeta de negocios rosa del bolsillo de su vestido (¿dónde tenía bolsillos en esa cosa?).

—Vas a ver a mi amiga Francesca en Saks en la Gallería. Te arreglara con algo de ropa decente. —Giselle estudió mi apariencia—. Veamos si también puede hacer algo con tu pelo y maquillaje. Queremos inocente pero seductor.

—Bien —dije, tomando la tarjeta de ella. Por el rabillo del ojo, vi a Hanna saliendo de la sala de archivos, y casi tan rápido volver dentro al ver a Giselle.

—¿Así que con quién voy a salir? —Forcé una sonrisa.

—¿Recuerdas a el señor Sam Evans? Estaba aquí ayer. Estuve en blanco un momento, después jadeé.

—¿El chico caliente? ¿Were-puma? —Al parecer estábamos desbordantes de calientes were-pumas últimamente.

—Podía parecerlo —dijo con aires de suficiencia—. Él es tu cita de las dos y media.

Bueno, esto podía no ser tan terriblemente espantoso. Sam era un hombre hermoso, y me pareció agradable. Cómodo, a pesar de su demasiado radiante blanca sonrisa.

—¿Quién es el de las cinco?

—Su nombre es Garth —dijo con una mirada de placer, como si justo hubiera visto signos de dólar destellando en sus ojos—. Es muy rico. De mediana edad, nunca ha estado casado. Compositor de música country. Le gustan el béisbol y los camiones. Va a ser un buen partido.

¡Puaj!

—Suena adorable —dije—. ¿Y es…?

¿Alto? ¿Bajo? ¿Gordo? ¿Desesperado? ¿Sordo? ¿Mudo? Dios, esperaba que fuera mudo.

—Naga.

Palidecí.

—¿Serpiente?

Odiaba las serpientes.


—Serpiente —coincidió—. Y tú vas a decirle que amas las serpientes. ¿Entendido?

—Amo las serpientes —parloteé en una efusiva, idiotizada voz—. Serpientes, béisbol y música country. Son mis favoritos.

—Buena chica —dijo Giselle, palmeándome la mejilla como si fuera un perro.
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Mensaje por micky morales Sáb Mayo 06, 2017 7:22 am

que porqueria!!! espero que Santana termine con este jueguito de citas de Giselle para Britt!!!!
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Mensaje por 3:) Sáb Mayo 06, 2017 9:35 am

que zorra esa vieja,.. busca la conveniencia del negocio,..
a ver si san pide exclusividad cuando se entere de que britt se ve con otros,..
a ver si descubren quien quiere matarlas a hanna y britt??
3:)
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Mensaje por JVM Sáb Mayo 06, 2017 7:43 pm

Fuck maldita vieja... Aprovechándose de Britt y en parte todo esto se dio por San el papeleo que hizo y la marca ... Haber como toma que su rubia salga con otros..... Ojala que Britt sea honesta con ella. .
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