Gleek Latino
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Primer15
Image hosted by servimg.com

Image hosted by servimg.com
Image hosted by servimg.com
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Coment10
Últimos temas
» Ayudenme a encontrarlos
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyLun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T

» Busco fanfic brittana
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyLun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66

» Busco fanfic
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptySáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken

» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyJue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604

» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28

» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyDom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28

» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyVie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604

» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyLun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es

» Que pasó con Naya?
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMiér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es

» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyJue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es

» No abandonen
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMiér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303

» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyVie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303

» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyLun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli

» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyDom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic

» brittana. amor y hierro capitulo 10
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMiér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic

» holaaa,he vuelto
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyJue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMiér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyMiér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 EmptyLun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Encues10
Sondeo

Musical Favorito Glee 5x15 Bash

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba1011%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba1019%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 19% [ 7 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba1011%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba1024%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 24% [ 9 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba1027%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 27% [ 10 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba108%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Topeba10 8% [ 3 ]

Votos Totales : 37

Image hosted by servimg.com
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 Gleeka10
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios

Disclaimer
Image hosted by servimg.com
·Nombre: Gleek Latino
·Creación: 13 Nov 2009
·Host: Foroactivo
·Versión: GS5
Glee
Image hosted by servimg.com
Publicidad

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

+2
marthagr81@yahoo.es
monica.santander
6 participantes

Página 1 de 5. 1, 2, 3, 4, 5  Siguiente

Ir abajo

Finalizado [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 01, 2017 7:46 pm

Esta adaptación es de uso exclusivo de  la pagina gleelatino.forosactivos.net.. no se autoriza  a ser tomada para ser subida a otra plataforma. a no ser por mi persona....

UN TOQUE DE GRECIA

Argumento

.
Una egoísta y hermosa diosa griega Santana, es expulsada del Olimpo después de seducir a la amante de Zeus, y sólo puede ganar su reingreso si encuentra una mujer que la ame por su bondad y generosidad, no por su belleza. Cuando la mortal Brittany, quien se está recobrando de una operación de la vista y está virtualmente ciega, necesita una enfermera a domicilio, Santana asume ese papel, esperando que ella sea su boleto de regreso a casa.
Mientras defendía a Brittany de un adversario desconocido, el instinto protector de Santana emerge. Al mismo tiempo, los dioses rivales hacen todo lo posible para condenarla al fracaso. E incluso si Santana puede ganar el amor de Brittany, ¿lo desperdiciará para volver a casa, o se enamorará de la única mujer que realmente capta su verdadera esencia?

Historia Original escrita por: Tina Folson.


Última edición por marthagr81@yahoo.es el Sáb Mayo 06, 2017 6:58 am, editado 30 veces
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 01, 2017 7:47 pm

PROLOGO


Brittany pisoteó a través de la arena blanca con su pequeña cubeta de plástico roja y se dirigió hacia el agua. Sólo por el hecho que Michael era dos meses mayor que ella, pensaba que podía mandarla. Ahora quería que ella fuera a buscar agua para que él pudiera construir un castillo de arena. Y, por supuesto él se llevaría todo el crédito por ello. Tenía que mostrarle a su pequeño primo, lo que podía hacer con su agua. Ella la vertería sobre él, en lugar de echarla en la arena. Eso le enseñaría a no tratarla como su esclava personal.
Y después de ese verano, ella comenzaría la escuela y se haría de sus propios amigos y no tendría que jugar más con él. ¡Toma eso, Michael!
Brittany se metió en el agua poco profunda y sumergió la cubeta en ella, llenándola hasta el borde. Mientras se enderezaba, un movimiento llamó su atención. Varios metros más lejos en el océano, la aleta de la cola de un enorme pez se hundió bajo la superficie. Se tambaleó hacia atrás asustada. La cubeta resbaló de su control. Esta se hundió, y con la siguiente ola fue llevada lejos de su alcance. Maldijo con la única palabra con la que escuchó alguna vez maldecir a su tía Eleni,
— ¡Mierda!— Y de inmediato puso su mano sobre su boca, rogando que nadie la hubiese escuchado. Lanzó una mirada nerviosa por encima de su hombro, pero por suerte no había nadie cerca. Según Eleni, las niñas de cinco años de edad no debían usar tales palabras.
Un chapoteo en el agua la hizo girar a su derecha. Y entonces lo vio. Estaba descansando en una de las grandes rocas que sobresalían del agua. Al igual que una criatura marina, estaba allí tomando sol. Antes sólo había visto a lobos marinos en el zoológico, y no se parecía a ninguna criatura de esas. No, ella parecía una... sirena.
Pero eso no era posible, ¿verdad? Las sirenas eran mujeres y no hombres.
Brittany se metió a través de las olas, para conseguir mirar más de cerca al extraño hombre.
— ¿Eres una sirena?, — preguntó en voz alta, agitando los brazos para que el la viera. Al instante el se incorporó, le dio una mirada de asombro, y saltó de nuevo al agua.
— ¡Espera, no te vayas!, — ella gritó. No tenía intención de asustarlo.
De repente, sintió que nuevas olas corrían a sus pies y perdió el equilibrio. Cayó de espaldas, y la corriente la arrastró hacia aguas más profundas. Pateó con las piernas para mantener la cabeza fuera del agua, pero tenía miedo... más del que alguna vez hubiese tenido.
Antes de que la corriente pudiera llevarla hacia abajo unos brazos la agarraron y la levantaron. Brittany se secó el agua de sus ojos y miró a su salvador. Era el hombre sirena... había regresado.
Ella le dio una gran sonrisa, y al instante olvidó su miedo.
— ¿Eres una sirena?— Brittany le preguntó de nuevo y lo miró. La parte superior de su cuerpo era el de un hombre, pero justo debajo de la superficie del agua se podían ver las escamas de un pez y una gran aleta en movimiento como si pateara el agua.
Ella se rio entre dientes.
— No, pequeña, no soy una sirena.
— ¿Cuál es tu nombre?— Eleni le había dicho que era de mala educación hacer preguntas extrañas, pero no le importaba.
— Yo soy Poseidón. ¿Cuál es el tuyo? — Brittany. Y tengo cinco años. — Ella levantó la mano y le mostró los cinco dedos para que supiera a ciencia cierta, que tan crecida estaba ya.
— Bueno, Brittany, ahora que somos amigos, ¿me puedes hacer una promesa?, — su mirada era de complicidad, de la misma forma en que su tía siempre se veía cuando le decía un gran secreto.
— Sí, — susurró ella y acercó la cabeza más hacia él.
— Prométeme que nunca le dirás a nadie que me has visto. A nadie, porque se supone que soy invisible.
— Pero no es así. Te puedo ver, — protestó ella.
Poseidón sonrió.
— Sí, y eso es un poco sorprendente. Entonces, ¿qué te parece si te ofrezco algo a cambio?
Brittany había escuchado bien. ¿Un regalo? ¿Un nuevo juguete?
— ¿Está bien?
—Tú me prometes que no le dirás a nadie que me has visto, y yo te dejaré jugar con mi hija un día. ¿Trato hecho? Ella era una dura negociadora.
— ¿Cuándo?
— ¿Cuándo qué?
— ¿Cuándo jugaré con ella?
Poseidón frunció el ceño.
— Cuando ella pase su faceta de muchacha mala.
— ¿Es mala?, — le preguntó, y se cuestionó si él sería tan terrible como Michael.
— No es tan mala, sólo un poco traviesa. Te gustará. Ella es muy linda también. Y tú puedes ser justo el tipo de chica que ella necesite, — la tentó Poseidón.
Brittany frunció los labios y consideró la propuesta de Poseidón.
— Entonces, está bien. Voy a jugar con ella.
—Esa es mi niña.
Él metió la mano en el agua. Cuando la sacó nuevamente, tenía su cubeta roja.
— ¡Oh, la encontraste! — Ahora podría empapar a Michael con agua después de todo.
Un momento después, ella estaba sentada sobre la arena mojada, las olas chapoteando a sus pies y la cubeta en sus manos. El hombre se había ido.
— Brittany. — La aguda voz de su tía casi perforó el tímpano de Brittany. Ella se volvió y vio a su tía Eleni correr hacia ella, Michael sobre sus talones. — ¿Dónde has estado? ¡He estado muy preocupada!
Brittany se levantó y echó sus brazos alrededor de las piernas de su tía.
— No te preocupes, él me sacó del agua cuando caí.
Eleni la tomó por los hombros y la hizo mirar hacia arriba.
— ¿Te caíste al agua? ¿No te dije que te mantuvieras alejada de las olas? ¿Un hombre te sacó? ¿Dónde está? ¡Oh, no! Ella no había tenido la intención de romper su promesa. Simplemente se le escapó.
— Lo siento. — Bajo la mirada fija de Eleni, sintió que sus lágrimas empezaban a brotar.
— ¿Dónde está? — La voz aguda de Eleni la hizo temblar. Un momento después, una lágrima rodó por la mejilla de Brittany, mientras su resistencia se derrumbaba.
— Se fue.
— ¡O me lo dices ahora, Brittany Susan Pierce, o te voy a encerrar en el sótano hasta que me digas la verdad!, — advirtió Eleni, bajando la voz como siempre lo hacía cuando estaba enfadada.
Brittany apretó los labios y cruzó los brazos delante de su pecho.
— Está bien. Pero si él me reclama la próxima vez, le diré que me forzaste. Él era un hombre sirena.
La fuerte risa de Michael la interrumpió.
— Eres una mentirosa. Todas las sirenas son chicas.
— ¡No!, — protestó Brittany.
Eleni la levantó en sus brazos.
— No existe tal cosa. Tienes que dejar de inventar esas cosas.
— Él era real. Hablé con él. Me dijo que si yo soy una niña buena, me dejará jugar con su hija.
¿Por qué no le creía Eleni? Michael tiró la falda de Eleni.
— ¿Qué?
— Ella está mintiendo, está mintiendo.
— Ya está bien, Michael. Ve a construir ese castillo de arena, y déjame hablar con tu prima un minuto.
A regañadientes, Michael tomó su pala de plástico y se regresó hacia donde estaba jugando antes en la arena. Eleni dio una suave sonrisa a Brittany.
— No existen hombres que sean mitad pez, mitad hombre. Estabas soñando otra vez.
— No, no lo estaba. Él me habló. Dijo que su nombre era Poseidón, y él era bueno.
Ahora lo había dicho y había roto su promesa. Eleni era la culpable. Ella la había obligado a hacerlo. Ahora, ella no podría jugar con la hija de Poseidón. Brittany suspiró. No importa, trató de consolarse, si ella era realmente una niña tan traviesa, de todas formas no querría jugar con ella.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 01, 2017 7:47 pm

CAPITULO 1
Veintitrés años más tarde.


¿Cuál sería el castigo esta vez? ¿Un año en Hades por sucumbir ante la amante de turno de Zeus? Parecía ser un intercambio justo, pensaba Santana. Podría ser peor. Ella podría ser restringida de cualquier actividad sexual durante una década… lo cual sería un asco por no decir menos. ¡Cualquier cosa, pero no eso! Nunca sobreviviría. Ya de por sí estar confinada a no saciar sus impulsos sexuales durante una semana era insoportable, una década sería una verdadera tortura. Por lo menos en Hades, podría revolcarse con algunas almas desesperadas, y el año pasaría en un delicioso libertinaje. Podía lidiar con el calor y el hedor, y sin duda, el otro hermano de su padre, Hades, no le haría la estancia muy incómoda. Siempre y cuando Santana mantuviera sus manos lejos de la esposa de Hades. Ahora, esa era una belleza, como nunca había visto. A pesar de sus pensamientos, Santana mantuvo la cabeza agachada y evitaba su mirada, dispuesta a no enojar más al rey de los dioses. Ella se encogió de manera convincente, mientras Zeus levantaba el brazo y enviaba otro rayo hacia el cielo azul.
Un sonido tan fuerte como las pezuñas de mil caballos cortó a través de las nubes blancas que colgaban sobre el Olimpo. De seguro su tío dio una impresionante demostración allí mismo, en la terraza de su casa con vistas al mundo de los mortales de Grecia. Era mejor jugar al siervo arrepentido con Zeus. No había manera de que ella pudiese salir de ese lío ilesa. Ni siquiera su padre Poseidón podría ayudarla ahora, no es que Santana quisiera pedirle ayuda a su viejo. Lo único que conseguiría sería un sermón. Además, en su estado actual, su tío Zeus no querría escuchar a nadie, y menos aun a su hermano.
Cualquiera que fuera el castigo que debía Santana, valdría la pena. Por los dioses, cómo los muslos pálidos de Dánae se habían envuelto alrededor de ella cuando la había cogido. Sus pezones de color rosa habían sido pequeños picos erectos sobre sus voluptuosos pechos que habían rebotado hacia arriba y hacia abajo, de lado a lado con cada embestida que le había dado. Por todos los dioses, se lo había entregado a ella… varias veces. Ella había gritado su placer a los cielos y profesó que ella era mejor amante que Zeus, y por los dioses que ella había saboreado ese elogio de la misma manera que había engullido los jugos que habían emanado de su palpitante concha.
Ella la había ordeñado tantas veces, que había colapsado en sus brazos, incapaz de mover otro miembro. Y así era exactamente como Zeus la había encontrado: en su cama, desnuda culo al aire, y con sus dedos todavía dentro de ella. Hablando de in fraganti.
Ella no iba a salirse de ésta, tratando de persuadirlo. Santana respiró hondo y se llenó los pulmones con el dulce aroma de ambrosía, que llegaba hacia ella desde dentro del palacio. Echó un vistazo a los espectadores, que se habían reunido a su alrededor. No les había tomado mucho tiempo juntarse... una palabra a la persona adecuada y las noticias se habían esparcido como pólvora. A Zeus le gustaba el público tanto como a cualquier dios, sobre todo cuando estaba listo para repartir castigo.
— ¿Me has oído?
Retumbó la voz de Zeus a través del aire cálido y la golpeó como un huracán que barre al mar. A diferencia de cualquier tormenta sobre los océanos del mundo, ésta era una que Santana no podía calmar, ni siquiera con sus poderes como diosa del mar y de los marineros. Santana levantó la cabeza para encontrarse con la mirada de su tío, pero se cuidó de no mostrar su rebeldía.
— Por supuesto, Zeus.
Zeus no se parecía en nada a como los mortales lo representaban en sus libros y pinturas. No era un hombre viejo con barba blanca. No, el dios de todos los dioses era un hombre viril, que se veía no mayor de treinta y cinco años de edad mortal, con un rostro cincelado tan bello como el David de Miguel Ángel, y tan fuerte como el granito que el famoso artista había utilizado. Lamentable, Santana reflexionó. Hacía que la competencia por alguna concha decente en el Olimpo fuera dura. Y sólo con las mujeres Zeus encendía su encanto y derretía a cualquier mujer hacia su cuerpo perfecto... o bajo el mismo, el cual era la posición preferida de todas las mujeres cuando estaban cerca del dios.
Una vez más, una ráfaga de aire llegó hacia Santana, amenazando con alterar su equilibrio.
—Entonces, elije.
¿Elegir? ¿Entre qué quería Zeus que eligiera? Ella habría hecho bien en escuchar esta vez, pero los discursos de su tío podían seguir por horas, ¿y cuál sería el punto de hacer caso cuando no podía cambiar el resultado de todos modos? Sin embargo, esta vez una sensación de hundimiento se extendió en el estómago de Santana como si estuviera a punto de jugarse la vida.
—Eh, yo...— balbuceó.
Un gruñido enojado fue la respuesta de Zeus.
—La opción uno o dos. Te dejo una opción, pero sólo porque mi hermano ha intercedido por tu indulgencia. Personalmente, yo te aplastaría con mis propias manos. Francamente, muchacha, estoy harto de ti. ¿Quieres que te recuerde todas las cosas que has hecho?
La memoria de Santana estaba trabajando muy bien. No era necesario ningún recordatorio, ella sabía muy bien sobre la ira de Zeus, mientras su castigo aún pendía de un hilo.
— La casa de Ares todavía apesta hasta este día, después que tiraste un barril de pescado en su atrio y dejaste que se pudriera allí. Santana lo recordaba demasiado bien. Era justo lo que se merecía el bastardo... había sido una venganza porque Ares destruyó cualquier oportunidad que hubiera tenido con la diosa Febe al difundir maliciosos (y por supuesto totalmente falsos) rumores sobre las proezas sexuales de Santana… o la falta de ellas. Cualquier dios que se precie, hubiera reaccionado de la misma manera.
— Ni qué hablar de la forma en que sedujiste a la ninfa Métope, la noche antes de su boda. ¿No hay nada sagrado para ti?
Pues, la delicada criatura se lo había pedido... le había prácticamente rogado que la tomara. Querida Diosa, por favor, muéstrame cómo hacer feliz a mi marido, había orado. Así que Santana había asumido esa responsabilidad para enseñarle una cosa o dos. Bueno, tal vez tres.
— ¡Ahora elije antes de que cambie de opinión!
Santana miró a la multitud a su alrededor, tratando de encontrar una cara amiga entre ella. Alguien tenía que ayudarla. No podía pedirle a Zeus que repitiera las dos opciones. Si el sabía que Santana había estado soñando despierta mientras él estaba diciendo su sermón, habría mucho más que el infierno para pagar, y todas las elecciones serían eliminadas. No, lo que eligiera ahora en última instancia, sería mejor que lo que Zeus dictara si se enfadaba aún más. Santana vio a Eros y a Hermes, dos de sus mejores amigos entre la multitud. Tal vez podrían ayudarle a tomar una decisión sin que Zeus se diera cuenta. Como siempre, la túnica de Eros colgaba a través de su pecho musculoso, el material fluía elegantemente hasta las rodillas, cubriendo sus fuertes muslos. Su arco y el carcaj colgados sobre su hombro. Él nunca iba a ninguna parte sin ellos. Medía más de un metro noventa de estatura, su cabello era castaño oscuro, muy corto. Su amigo Hermes, también era alto y fuerte y como de costumbre llevaba sus sandalias aladas que lo llevaban a cualquier lugar, estaba de pie junto a él. Era un hombre astuto y podía confiar en que le ayudaría a salir de un dilema. Con un movimiento apenas perceptible de la cabeza, Santana preguntó a sus dos amigos.
Ambos movieron sus manos en frente de su cuerpo, mostrando un dígito. De su puño, Eros emergía un dedo. ¡Perfecto! Su amigo le había entendido. La mirada de Santana siguió a la mano de Hermes. Dos dedos se extendían del puño de su amigo. ¡Por los dioses! ¿Esos dos no estaban de acuerdo? ¿Y ahora qué? ¿Debería escoger a Eros, el que nunca había intentado dispararle con una de sus flechas a pesar de que se lo merecía? No es que funcionaran en un dios, pero dolían como Hades durante una semana. ¿O debía confiar en Hermes, quien siempre había cubierto su espalda cuando lo necesitaba, pero que de vez en cuando le jugaba algunas bromas desagradables? ¿Cuál de sus amigos, tenía el mejor interés en mente? ¿Eros o Hermes? Otro rayo indicó la impaciencia de Zeus y le dijo a Santana que su tiempo había terminado.
— Uno. Tomo la opción uno. Santana atrapó una malvada sonrisa de Eros y la mirada decepcionada de Hermes, antes de que Zeus resonara,
— Muy bien, entonces. ¿Así que piensas que estás lista para el desafío?
Santana se tragó el nudo en la garganta.
— ¿Desafío?
Instintivamente, Santana empujó los hombros hacia atrás para estar lista para la batalla. Respiró hondo para tomar oxígeno extra, re-energizando su cuerpo. Si había un desafío que cumplir, estaba lista. ¿Qué tan difícil podía ser?
— Francamente, pensé que elegirías ir a Hades en su lugar.
Oh, mierda. Ella se podría haber divertido en el inframundo. No era de extrañarse que Hermes hubiera sugerido esa opción. Ambos podrían haber estado juntos, dado que Hermes conocía el río Styx y el camino hacia el inframundo. Cada vez que Hermes escoltaba otra alma en el Hades, la podría haber visitado y divertido. Maldita sea, ¿por qué no lo había escuchado a él?
Santana miró a Eros haciendo muecas, y se preguntó ¿qué diablos?, sólo para conseguir una retorcida sonrisa como respuesta. ¿Qué, por el amor de Olimpo, había elegido en su lugar? Un mal presentimiento surgió de la nada. Con la respiración contenida, miró a Zeus, evitando sus ojos y en su lugar miró su boca. Hubo una pausa que pareció una eternidad antes de que Zeus finalmente continuara.
— Es un decreto entonces. Santana, serás expulsada al mundo humano y sólo podrás volver, cuando hayas encontrado a una mujer mortal que te ame, no por tu belleza, sino por tu bondad y generosidad.
La risa de Zeus se hizo eco contra el palacio, y luego rodó por las colinas en Grecia. En su estado de shock, Santana apenas escuchó lo que los mortales percibían como un trueno. No podría haber escuchado bien. ¿El mundo de los mortales? ¿Y bajo esas condiciones? ¿Zeus se había vuelto loco?
— Eso debería de mantener ocupada a esa cabrona hasta el próximo siglo—, se oyó el susurro de un espectador.
— Como si cualquier mujer pudiera llegar a ver más allá de su apariencia… no hay chance por Hades, — respondió otro, y se echó a reír.
¿No lo sabían? Santana estaba agraciada con la belleza de su madre: el pelo oscuro como la noche, ojos marrones como el mas delicioso de los manjares y una nariz clásica. Junto con un cuerpo perfecto, no había nada físico que Santana pudiera mejorar. No había día que pasara, en el cual no recibiera una mirada de “ven y házmelo” proveniente de una mujer... diosa o mortal. O miradas burlonas de los dioses u hombres que la veían como una clara competencia, por el afecto de sus mujeres.
Pero parecía que su buena apariencia podría convertirse en un obstáculo en su búsqueda para volver a casa. Santana lanzó a Eros una mirada enojada. ¿Por qué demonios su amigo... mejor dicho ex-amigo… le habría dado ese mal consejo? La sonrisa de satisfacción de Eros lo decía todo: tenía un plan secreto. Tenía que retorcerle el cuello al dios del amor, tan pronto como Zeus se hubiera ido, y después se enteraría de los motivos de Eros. Lastimarlo primero, preguntarle después.
— También te despojo de todos tus poderes divinos, mientras residas en la tierra, — continuó Zeus. — Cualquier dios que te ayude con tu desafío, será castigado. El gran dios dejó que su mirada barriera sobre la multitud, deteniéndose más de unos segundos sobre Eros y Hermes. — Esto también va para los dioses que no se reunieron hoy aquí. Bueno, eso se hacía cargo de Dioniso. El cuarteto era prácticamente inseparable. Pero mientras él no había estado presente en la sentencia de Santana… y muy probablemente de juerga en algún lugar del mundo humano... Dioniso seguramente vendría en su ayuda si era necesario.
En el Olimpo, la amistad significaba mucho más que el parentesco, teniendo en cuenta que con toda la endogamia que había, prácticamente todo el mundo estaba emparentado. Tanto Hermes como Dioniso eran sus primos, mientras que Eros era un tío abuelo segundo (y si Santana pudiera elegir, no sería nada después de la maniobra que acababa de hacerle, dándole un consejo tan desastroso).
— Además, — dijo Zeus. ¿Acaso el viejo dios aún no había terminado? ¿Qué más podría añadir que no hiciera esto peor de lo que ya estaba? — ...cualquier dios que interfiera con los esfuerzos de Santana para conseguir el amor de una mortal a través de su bondad y generosidad, tendrá... — Zeus hizo una pausa dramática. Con el silencio que siguió, podría haberse oído la lágrima de una virgen caer al suelo… no es que hubiesen vírgenes que quedaran en el Olimpo, gracias al insaciable libido del propio Zeus. — ... su recompensa. Aplausos saludaron el anuncio de que cualquiera era libre de joder a Santana. Su tío era un cabrón enfermo. Muchos de los olímpicos estaban reunidos, todos con sus largas túnicas sueltas, algunas en blanco, otras en colores más alegres. La mayoría de los rostros que miraban a Santana le eran familiares. Vio a Artemisa, que estaba vestida con su ropa de caza, suaves botas de cuero que acariciaban sus largas y musculosas piernas. Santana llamó su atención y le guiñó un ojo. Cuando estuviera de regreso después de su sentencia, haría una jugada con ella. Sería divertido, sobre todo porque sabía que su molesto medio hermano Orión, también la codiciaba. Ahora, eso sí sería un digno desafío: ¿cuál hermano la llevaría primero a la cama? Ahora que Santana había recibido su castigo, reconsideró su evaluación de Dánae, la actual amante de Zeus. Analizando nuevamente la situación, ella no había sido un grandioso revolcón después de todo. Al menos ella no valía la pena el tipo de venganza rigurosa que Zeus le había dado. Todo lo que había hecho era estar allí con las piernas abiertas. Incluso ni siquiera le había chupado su coño. Ella estaba con la idea de regresar y hacerla chupárselo, para que por lo menos el castigo sea acorde al delito. Pero, por supuesto, no era posible. Zeus se aseguraría que Santana no fuera a ninguna parte, que no fuera montaña abajo hacia la Grecia de los mortales. Y él mantendría a raya a su amante a partir de ahora... hasta que perdiera interés y siguiera con otra. Lo que probablemente sucedería incluso antes de que Santana regresara de la Tierra.
— Así sea. — Zeus dio la vuelta y caminó por la terraza hacia su opulento palacio de mármol blanco.
— Hacia Grecia entonces, — murmuró Santana para sí misma.
Zeus se dio la vuelta y le dio una sonrisa desagradable.
— ¿Grecia? Tú no vas a Grecia.
— Pero, ¿dónde, si no...
— Te irás a Estados Unidos.
El corazón de Santana dio un vuelco. ¿Estados Unidos? ¿La tierra de la mala televisión, el consumismo, y la gente obsesionada con la belleza? ¿Cuáles eran las probabilidades de encontrar a una mujer allí que pudiese amarla, que no fuera nada más que por su belleza? Mientras que Santana a menudo se aventuraba por Grecia e Italia para algunas aventuras eróticas, durante las cuales, por supuesto, tenía que ocultar el hecho de que ella era una diosa, siempre había evitado las Américas. No tenía ningún interés para ella.
Por supuesto, Zeus sabía ese hecho muy bien. Un momento después, Zeus se había ido, y los espectadores se habían dispersado. Santana miró hacia donde Eros y Hermes estaban parados y notó la sonrisa de Orión justo detrás de ellos. El dios de los cazadores era un real dolor en sus huevos. No se podían ver. Santana lo honró con una mirada poco digna, pero incluso ahora, Orión apenas podía contener su alegría antes de que él se diera la vuelta y se alejara.
Sus dos amigos trataron de mantenerse positivos.
— No te preocupes, puedes manejarlo, — dijo Eros.
Santana dio un puñetazo en el estómago al dios del amor.
— Eso es por darme consejos tan brillantes.
— Eh, yo tenía buenas intenciones.
— Debiste haberme escuchado a mí en su lugar, — dijo Hermes con una sonrisa satisfecha en su rostro.
— Pero no, pensaste que yo te estaba engañando. Ahora, ¿yo haría eso?
— Sí, lo harías, y lo has hecho, — dijo Santana, haciendo caso omiso del forzado tono inocente de su amigo.
— No esta vez. Hades habría sido fabuloso. Como si él necesitara que se lo dijeran.
Hades podría tener una mala reputación entre los mortales, pero una diosa astuta como Santana, podría haberlo hecho funcionar.
— Tal vez deberías haber escuchado a Zeus primero, en lugar de soñar despierta otra vez. — Eros acariciaba su arco. — O tal vez no deberías haber cogido a Dánae en primer lugar.
— La retrospectiva siempre es mejor, pero eso no me va a ayudar ahora. Entonces, ¿cuál es el plan? ¿Cómo podemos salir de esta?, — preguntó Santana y dio a sus amigos una mirada expectante.
— ¿Podemos?, — respondieron Eros y Hermes, al unísono. — Tú estás por tu cuenta en este caso, — proclamó Eros. Hermes asintió con la cabeza. — Lo mismo digo.
— Traidores.
Santana no tuvo la oportunidad de seguir castigando a sus amigos. Un instante después, sintió un fuerte desgarrón a través de su cuerpo, trasladándola fuera de la montaña.
— Eros, la venganza es una perra, — gritó, pero no estaba segura si el dios del amor la había oído. Grandioso, Zeus ni siquiera le dio tiempo de empacar para el viaje.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 01, 2017 7:48 pm

CAPITULO 2

— ¿Una mujer ciega? ¿Ese es tu brillante plan?— Santana negó con la cabeza a su amigo Dioniso, quien asintió con vehemencia.

— Por supuesto. Tiene un sentido perfecto. Una mujer ciega no te querrá por tu belleza, porque no te puede ver. Ahora sólo tienes que elegir a una, y estarás camino de regreso a casa.
El dios del vino y el éxtasis, tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro. Su aspecto moreno, se igualaba con el cabello de Santana y su piel bronceada. Dioniso era un dios hermoso, Santana tenía que admitirlo… por lo menos para cualquier mujer que le gustara el aspecto oscuro y amenazante. El culo desnudo de Santana aún le dolía por su aterrizaje forzoso en un jardín de piedra detrás de una casa antigua. Si había sido idea de Zeus como una broma, tirarla ahí desnuda y sin ningún medio de obtener ropa, Santana no veía el humor en ello.
Por lo menos Dioniso había oído su llamado de forma inmediata, al igual que cualquier dios podía escuchar el llamado de un mortal en busca de ayuda, si lo llamaban por su nombre. Él había escuchado la historia de Santana y actuó. Después de suministrarle un conjunto de ropa decente, Dioniso volvió a desaparecer.
Santana se sentía mejor ahora que ella estaba vestida, y por suerte el gusto por la moda de Dioniso, era impecable, como lo era su ojo para el tamaño. Los jeans le quedaban como anillo al dedo, abrazando apretadamente el trasero de Santana. Mientras caminaba a través de esta nueva y extraña ciudad, con mapa en mano como una turista desafortunada, siguió las instrucciones de Dioniso, notó que más de una mujer admiraba el ajuste de sus jeans... tanto delante como detrás. Bueno, ella no se quejaba. Caminó a través de esa pequeña ciudad con calles empedradas, callejones estrechos, casas antiguas de madera y ladrillos con sus amplios balcones ornamentales y pintorescos patios interiores, para encontrar el lugar donde Dioniso la esperaba. Pero todo era demasiado lindo para su gusto… donde sea que ella estuviera.
Santana bajó la vista, hacia el mapa en sus manos. A la derecha Charleston, eso es lo que decía. Y si eso no lo explicaba, leyó la placa del edificio donde Dioniso se apoyaba: Escuela para Ciegos de Charleston.
— Vamos, — sugirió Dioniso.
Santana puso su mano sobre el brazo de su amigo para detenerlo.
— No puedes simplemente entrar allí. Es una escuela.
— Sí, pero es una escuela para ciegos. Nadie nos verá.
Santana tenía que admitir que por un lado, el plan de Dioniso era ingenioso. Si pudiera encontrar a una mujer ciega para tener un romance, se enamoraría de ella sin estar consciente de su buena apariencia, y el desafío de Zeus se cumpliría. Ella estaría en casa en corto tiempo. Pero llegar penosamente a una escuela para ciegos y tomar ventaja de una vulnerable mujer, iba incluso más allá de lo que Santana estaba dispuesta a hacer. Vacilante, Santana entró al patio cercado de la escuela y contempló la escena delante de ella. Los niños entre las edades de cinco a no más de diecisiete años, estaban reunidos en la zona del césped. Algunos estaban sentados en los bancos, otros permanecían en grupos, hablando en voz alta. Ella no podía ver a ningún maestro. ¿Dónde estaban todos? ¿No tendría que haber al menos una persona a quien le tocaba cuidar a los niños? Santana dejó que su mirada barriera sobre algunas de las muchachas mayores.
— No es posible que esperes a que yo... — Santana comenzó y tragó saliva. — Son niñas. Tu padre dijo claramente “mujer”, no “niña”. No voy a…
— Me gustaría que no lo llamaras así. Yo ni siquiera lo llamo padre. Vaya padre que ha sido hasta ahora, —Dioniso empezaría con uno de sus sermones. — Todo lo que quiere de mí, es que lo presente con mujeres hermosas. ¿Te imaginas? ¿Mi propio padre? Y comenzó cuando él todavía estaba con mi madre, como si... Santana se desconectó de las divagaciones de su amigo. Había escuchado todo eso antes: cómo Zeus había traicionado a la madre de Dioniso... que técnicamente no era ni siquiera lo correcto, dado que la madre de Dioniso, Sémele había apenas sido una amante más… y cómo se sentía abandonado, y, al mismo tiempo, usado por él, y cómo había influido en las relaciones de Dioniso con las mujeres. Completamente psicótico, si alguien se lo preguntaba.
— ¡Dioniso, concéntrate!
— ¡Tú no eres la única que tiene problemas, Santana!
Santana le lanzó una mirada impaciente.
— Pero el mío es un poco más urgente en estos momentos. Y esto... — Hizo un gesto hacia los niños ciegos. —...esto no va a funcionar, así que vámonos de aquí.
— Sí, pero no sin una mujer para ti, — Dioniso acordó. — ¿Qué y llevarla con nosotros? ¿Cómo secuestrarla? Esto es grotesco, incluso para tus estándares, — replicó Santana.
Dioniso golpeó la palma de su mano en la frente de Santana.
— Por supuesto que no, idiota. Vamos a observarla, seguirla y averiguar dónde vive. Y luego encontrarás un pretexto para acercarte a ella y conocerla. La tendrás jadeando por ti en poco tiempo. El plan era perfecto. Pero Santana no tenía ganas de palmear a su amigo en la espalda por su ingeniosa idea. Se sintió disgustada por ella.
— Muy bien, entonces, — continuó Dioniso. — ¿Cuál de estas pequeñas potrancas te apetece?, — señaló a un grupo de tres chicas que parecían tener cerca de diecisiete años. Una de ellas tenía el pecho plano y aún no estaba bien desarrollada. Las tres tenían rostros frescos, que acreditaban su juventud. En el Olimpo, cualquier chica mayor de catorce años se consideraba una mujer, siempre y cuando sus tetas estuvieran suficientemente desarrolladas. Dos de las tres chicas sin duda cumplían con los criterios. Aun así, eran niñas, no mujeres.
— Vamos, elige una, — instó Dioniso de nuevo.
¿Qué tan bajo pensaba que Santana se hundiría? Pero antes que pudiera decirle a Dioniso que olvidara la idea, oyó un grito desde atrás.
— ¡Pedófilo! El grito llenó el patio, un momento antes de que un bastón golpeara contra la pantorrilla de Santana.
— ¿Qué carajo? — Susurró ella y se dio la vuelta para mirar a su atacante. El bastón pertenecía a un muchacho que no tenía más de diez años. Mientras que él estaba ciego, no parecía tener ningún problema en saber dónde había que golpear otra vez a Santana, y con rapidez repitió el asalto.
— ¡Detente!, — gritó Santana.
— ¡Pedófilo! ¡Ayuda! — Gritó el niño otra vez, que ahora atraía más la atención de sus compañeros de clase. Liderados por los gritos del muchacho, varios de ellos se acercaron a ella y a Dioniso.
— Mierda, — dijo Dioniso. — Esto no es bueno. — ¿Eso crees?
Más niños los rodearon, y de repente todos empezaron a gritar y gritar. Palabras como pedófilo, idiota, y secuestrador, volaban libremente por todo el patio. Ella y Dioniso, se defendieron de los golpes furiosos de sus bastones.
— Muy bien, ahora viste en lo que nos has metido, — se quejó Santana. Santana sintió otro doloroso golpe en el muslo, seguido por uno en el culo antes de oír la voz autoritaria de un adulto.
— ¿Qué diablos está pasando aquí?
Santana miró en dirección a la voz y vio a uno de los maestros que miraba desde una ventana. La mujer la miró directamente a ella. Maldita sea, obviamente no era ciega.
— Pedófilo, — varios de los niños gritaron de nuevo.
— Policía, — gritó otro.
— ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Corre! — Dijo Santana a su amigo que estaba en medio de la lucha contra el despiadado ataque de un par de muchachos de doce años de edad.
Los niños no deberían tener permiso a acercarse a esos instrumentos letales que empuñaban en esos momentos… esos bastones. Santana tenía que salir de allí, antes de que alguien pudiera dar una descripción exacta de ella y entregarla a las autoridades, acortando su estancia en esta hermosa ciudad del Sur. Santana pasó corriendo junto a Dioniso, lo agarró por el brazo y tiró de él lejos de los dos pequeños asaltantes. A lo lejos, ya sonaba una sirena de policía. ¿Quién había dicho que el Sur era tranquilo? Intercambió una mirada desesperada con Dioniso y se lanzó en una carrera a toda velocidad por la puerta de la escuela.
— Por aquí, — ordenó Dioniso. Santana le siguió por una estrecha calle lateral. Tropezó con un adoquín que faltaba, pero se contuvo a tiempo y siguió corriendo. La sirena se acercaba y estaba ahora a menos de una manzana de distancia. Dioniso se metió en un callejón, Santana cerca sobre sus talones. Después de media cuadra, su amigo giró a la izquierda hacia un cementerio con descuidada vegetación. Musgo español colgaba de los sauces llorones, y yuyos agraciaban las tumbas antiguas. La luz del sol que se filtraba reflejando las tumbas, formaba una inquietante atmósfera.
Respirando pesadamente, Santana siguió el ejemplo de Dioniso y se dejó caer contra una lápida. Su pecho se hinchó con el inesperado ejercicio. No estaba acostumbrada a correr. Como diosa del mar era una excelente nadadora, y extrañaba el agua, pero en tierra firme no era más que del montón. Para poder en verdad relajarse ahora, ella daría cualquier cosa por sentir las olas del mar romper contra su cuerpo.
— Estuvo cerca. — Exhaló Santana y se limpió una gota de sudor de la frente. Había tenido suficiente de Dioniso por hoy. Seducir a una mujer era una cosa (y una cosa que a Santana no le causaba problemas), pero ir tras de una ciega, y una que apenas tenía algo de mujer en ella, era algo que ni siquiera ella como una diosa, podía soportar.
Claro, los dioses no eran precisamente conocidos por su trato humano hacia los mortales, pero, ¿seducir a una adolescente ciega? Sólo el más depravado de los dioses caería tan bajo. Y a pesar de su crueldad, incluso Santana establecía la distinción en alguna parte.
— Necesito un trago.
— Me parece una idea excelente, — estuvo de acuerdo Dioniso. No era el dios del vino por nada.
— Sin ti, — ladró Santana.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Sáb Abr 01, 2017 9:26 pm

ohhhhh,.. que castigo tan bueno se llevo santana jajaja
jajaja morí con lo de las niñas,.. san si que la tiene fácil para conseguí a la niña que tiene que cuidar!!!
con lo que me gustan las novelas con temática de mitología griega!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por micky morales Sáb Abr 01, 2017 9:42 pm

pobre santana siempre le pasan las cosas por calenturienta, a esperar su esperado encuentro con brittany!!!!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 03, 2017 10:14 pm

3:) escribió:ohhhhh,.. que castigo tan bueno se llevo santana jajaja
jajaja morí con lo de las niñas,.. san si que la tiene fácil para conseguí a la niña que tiene que cuidar!!!
con lo que me gustan las novelas con temática de mitología griega!!!

Bueno, espero que esta sea de tu agrado....
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 03, 2017 10:17 pm

micky morales escribió:pobre santana siempre le pasan las cosas por calenturienta, a esperar su esperado encuentro con brittany!!!!

jajajj a veces esa calentura la mete en mas problemas de los que se merece...... jajajja
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 03, 2017 10:49 pm

CAPITULO 3

— Nunca debí haberte dejado que me convencieras para venir aquí,
Brittany suspiró y le dio a Quinn una mirada de frustración.
— Sólo los solteros más desesperados llegan a este antro para encontrarse a alguien.
Y ella no se clasificaba como muy desesperada... todavía no, de todos modos. Su amiga tomó un sorbo de su bebida adornada con un paraguas.
— No lo arruines. Tuve mis últimas cinco citas aquí.
— Ese es mi punto.
Brittany levantó su bolso de la mesa. Sin interrumpir el estudio de los hombres en la sala oscura, Quinn puso su mano en el brazo de Brittany, deteniéndola de levantarse.
— Ni siquiera pienses en irte. ¿Qué vas a hacer en casa? ¿Trabajar hasta medianoche? No. Tú necesitas una noche de diversión para desconectarte, dejar de pensar en las cosas.
¡Me atrapó! ¿Cómo era que Quinn siempre sabía cuáles eran mis planes? ¿Era ella psíquica, o qué?
— No tengo tiempo para desconectarme. La apertura está a sólo siete semanas, y ni siquiera estamos a mitad del camino con las remodelaciones. Y el banco está presionándome permanentemente.
Había días en que apenas sabía por dónde empezar con todas las cosas que tenía que hacer. El ejecutar un proyecto de remodelación, resultó llevar más tiempo y ser más frustrante de lo que nunca había imaginado. Menos mal que era muy buena en hacer múltiples tareas, de lo contrario habría tirado la toalla hace mucho tiempo.
— Convertir la casa en un hostal tipo Bed & Breakfast no es una tarea para una persona. Te lo dije antes que empezaras, — reprendió Quinn, frunciendo el ceño. — No había nadie a quien pedirle ayuda, ¿o sí? ¿O prefieres que se lo hubiera pedido a Michael?
Brittany no quería una respuesta a su pregunta retórica, pero sabía que iba a recibir una de todas maneras. Podía contar con eso, tres, dos...
— Lo necesitas como un agujero en la cabeza. Ese hombre es tóxico. Es una pena que no se pueda elegir a la familia. — Su amiga frunció los labios y negó con la cabeza.


— Tal vez tóxico es una palabra un poco demasiado dura. No es tan malo como lo hacen parecer, — Brittany lo defendió.
Sus palabras eran un mero reflejo. No le gustaba hablar mal de las personas que no estaban presentes para defenderse, aunque se lo merecieran. Pensándolo bien, tal vez un buen chisme con su mejor amiga, echaría fuera toda la frustración acumulada en sus huesos cansados y le ayudaría a relajarse.
— ¿En serio? ¿Y qué parte de tu querido primo es sano? ¿La parte en la que él le robó a su tía ciega cuando ella aún estaba viva, o cuando trató de abrir líneas de crédito en tu nombre? O, espera, ¿será tal vez la parte donde él vendió tu coche delante de tus narices y tuviste que tomar el autobús a la escuela? — Puso Quinn su dedo debajo de la barbilla, en un gesto pensativo fingido.

Bueno, sería un chisme. ¿Por qué lucharlo, cuando sabía que aún estaba conmocionada por la última maniobra de Michael en la lectura del testamento de Eleni, donde había amenazado con demandar por lo que él pensaba que era suyo?
— Eso me trae recuerdos, — reconoció Brittany. Lamentablemente, no muy buenos.
Haber crecido con su primo Michael después de que sus padres habían muerto juntos en un accidente de barco, no había sido fácil.
—La tía Eleni estaba tan enojada con él cuando se dio cuenta de que le estaba robando. Fue entonces cuando cambió su testamento. Dijo que no recibiría un centavo de ella.
— Y no lo hizo. Ahora la casa es toda tuya... Interrumpió a Quinn.
— En realidad del banco… los impuestos de herencia me están matando. Con esa enorme hipoteca que tuve que sacar sólo para pagar los impuestos, no tengo más remedio que hacer del lugar un Bed and Breakfast. ¿Qué otra cosa se supone que haga? ¿Venderlo?
— Esa es una idea.
— No, Quinn, no es una opción. No voy a renunciar a la casa. Eso es todo lo que tengo.
Era su casa y lo único que le hacía recordar a sus padres.
— Realmente he pensado en esto. He hecho todos los cálculos, y cuentas. El plan de negocio es sólido. Si no lo fuera, el banco nunca me habría dado el préstamo para remodelar. Te estoy diciendo que va a funcionar.
— Bueno, al menos de esa manera Michael nunca pondrá sus manos sobre él. — Quinn se tomó el último sorbo de su ostentosa bebida.
— En realidad, podría. — Brittany todavía recordaba su sorpresa al escuchar las cláusulas del testamento de Eleni.
— ¿Cómo es eso? — Su amiga le dio una mirada confusa. — Tú lo heredaste. De seguro espero que no lo estés por poner a él en tu testamento.
Claro, Brittany podría ser acusada de ser demasiado bondadosa, ¿pero estúpida? No, nunca nadie la llamaría así. Ella podía fácilmente analizar un contrato de negocios, al igual que un estudiante de décimo grado podía diseccionar una rana: con la suficiente curiosidad como para asegurarse de que nada se le escapara. A pesar de que sólo había tomado unas pocas clases de leyes y de contratos en la universidad, había aprendido una o dos cosas. Lo suficiente como para saber cuándo debía contratar a un abogado y cuándo debía manejar las cosas por sí misma.
— Bueno, no es realmente algo que pueda controlar. El testamento de Eleni tenía una cláusula de contingencia. Es una cosa de familia. — Brittany cortó la protesta de su amiga. — Si algo me pasa a mí sin que yo tenga hijos, él será el heredero contingente.
Quinn dejó escapar un grito ahogado.
— ¿Ella puede hacer eso?
Brittany asintió con la cabeza. A ella no le había gustado escuchar la cláusula cuando se había leído el testamento ante ella y Michael, una semana después de la muerte de Eleni. Sin embargo, después de discutirlo con su propio abogado, se dio cuenta de que luchar en contra de su voluntad le costaría todo el dinero que había heredado.
— Ella puede hacerlo y de hecho lo hizo. Supongo que la familia significaba más para ella de lo que todos asumimos. Incluso si eso significara que mi podrido primo podría poner sus manos en su dinero después de todo. Porque para mí el tener hijos, como ambas sabemos, no ocurrirá en un futuro cercano. Por mucho que quisiera tener una familia, tenía que ser capaz de mantener una primero. Y eso significaba iniciar un negocio viable y poner toda su energía en ello para hacer que funcionara. Incluso si eso significaba esperar para tener hijos durante unos pocos años. Todavía tenía suficiente tiempo para procrear. A los veintiocho años de edad, ella no estaba completamente fuera de juego.
Quinn rodó los ojos.
— Sería de gran ayuda si fueses a una cita de vez en cuando.
Brittany no tenía ninguna objeción a tener citas, sólo con el material disponible. Y entrar en una relación sólo por el hecho de no estar sola, ya era demasiado patético. Ella estaba buscando a la persona perfecta, no a la primera persona mujer u hombre que se le presente. Bueno, tal vez buscando era una palabra demasiado fuerte. Ella no estaba buscando activamente. En realidad, ¿dónde encontraría el tiempo en esos momentos con todas las cosas que tenía que hacer?
— No necesito otro sermón. Ya te lo he dicho, tan pronto como el hostal esté abierto, empezaré un nuevo capítulo en mi vida. Buscaré una persona decente… un material digno para el matrimonio. Te lo aseguro. Hasta entonces, no tengo tiempo de perder en citas con la clase de individuos que probablemente me encuentre aquí.
Por más que se sintiera solitaria al llegar a una casa vacía, prefería hacer eso a tener una cita con un mal hombre o mujer de nuevo. Ya había aprendido la lección.
— No puedes dejar que tus malas experiencias te detengan para el resto de tu vida. Pensé que ibas a comenzar un nuevo capítulo. — Quinn dio un giro provocativo de su muñeca.
— Lo estoy. Y ni Ralph, ni Eric tienen nada que ver con esto.
— ¿Tampoco Simon, Mark o Justin?, — preguntó Quinn en tono de burla.
— Claro, si tú lo dices.
Brittany dio un gran trago a su bebida.
— ¿Qué quieres, Quinn? Su amiga se inclinó sobre la mesa.
— Quiero que reconozcas que no puedes juzgar a todas las personas con la misma medida, simplemente porque algunos idiotas te hicieron daño. No es justo. Brittany quería interrumpir, pero Quinn levantó la mano. —No, tengo que decir esto. Debí haberlo dicho hace años. Es tiempo de hacer borrón y cuenta nueva. Tienes que darle a alguien una oportunidad. Hazte un favor y olvídate de esos idiotas. Ellos no se lo merecen. Del dicho al hecho….
— Yo no soy como tú, Quinn.
— Cariño, le sucede a todas. ¿Tú crees que nadie me ha engañado a mí?
Brittany se encogió de hombros.
— Yo sé que es un hecho que ninguno de tus novios te cambió por una mejor cita para la fiesta de graduación, sólo porque te salieron granos.
— Ralph era un sinvergüenza, te concedo eso, pero esos granos se veían horribles.
Quinn trató de reprimir su risa. Brittany no pudo evitar reírse de sí misma. Todo había sido ridículo. Y cuando sus granos habían desaparecido de nuevo un par de semanas más tarde, Ralph pronto había vuelto arrastrándose. Pero para ese entonces ya se había dado cuenta de lo poco que valía él. Lo que había sido importante para él, eran las apariencias y la de ella no había encajado en su mundo perfecto. Dios no lo permita que su foto de graduación mostrara a su novia con acné. Así que Brittany había decidido que nunca más saldría con otro muchacho guapo como Ralph. Unos meses más tarde volvió a lo mismo... y la flechó otro tipo que era demasiado guapo para su propio bien. El hecho de que Eric constantemente se regocijara en el resplandor de la admiración de otras mujeres y estuviera tan pendiente de los cumplidos, ni siquiera era lo peor. El problema era que sentía que todas las mujeres igualmente bellas, debían de tener un pedazo de su perfecto cuerpo. Para cuando Brittany se dio cuenta de lo mujeriego que era, su novio se había acostumbrado tanto a sus acciones que sentía que no había absolutamente nada de malo en lo que estaba haciendo. Después de un tiempo un patrón había comenzado a emerger… mientras mejor se veía un hombre, más desastrosa terminaría la relación. ¿Podía evitar el hecho de que le gustara un hombre con un gran físico y una cara bonita? Por primera vez, Brittany se preguntaba si eso la hacía a ella superficial. ¿Estaba mintiendo a Quinn y a sí misma cuando dijo que le gustaba una persona con cerebro y que valiera la pena? Oh diablos, ella probablemente no era mejor que esos tipos. Nada había cambiado en realidad desde la escuela secundaria. Ella todavía se enamoraba de un rostro hermoso y lamía sus heridas de batalla unas semanas más tarde. ¡Estúpida!
— Confía en mí, nunca caeré con otro chico bonito, — prometió Brittany, una promesa que hizo más para sí misma que para Quinn. Mientras miraba a su amiga, de repente notó un cambio en su rostro. Un destello de interés cruzaba sus hermosos rasgos.
— Bien, tenemos una apuesta. Por lo tanto, probaremos tu resistencia con la siguiente tipa o tipo caliente que entre, —los ojos de Quinn estaban pegados en la puerta. Brittany levantó la barbilla.
— Está bien. Te demostraré que ya no soy susceptible a una cara bonita. He cambiado.
— Oh, deliciosa, — murmuró Quinn. — Aquí viene Sexo con piernas.
Brittany se sentó de espaldas a la puerta y no podía ver a quién se estaba refiriendo Quinn, pero no estaba preocupada.
— Para ti, cualquiera que respira es Sexo con piernas. No es un gran obstáculo para pasar.
Quinn resopló y se abanicó.
— Para nada cierto, y éste está buenísima. No mires ahora, pero creo que se dirige hacia acá. — Se pasó la mano por el pelo.—Bueno, este es el plan. Voy a llamar su atención y luego te la entregaré. ¿Cómo me veo?
Brittany sonrió. Como siempre, su mejor y vieja amiga, lucía perfecta. Su cabello rubio desordenado era ligeramente ondulado, y su rostro estaba mejorado con sutil maquillaje. Se veía perfectamente natural y perfectamente hermosa.
— Preciosa, como siempre.
Brittany no tenía ni celos ni envidia de los atractivos de su amiga. Ser la mejor amiga de una de las muchachas más populares de la escuela secundaria y luego de la universidad, le había traído muchos beneficios. Pero eso no era ni siquiera lo mejor. Quinn era tan cercana de Brittany como cualquier hermana lo sería.
— Me está mirando, — continuó comentando Quinn. —Definitivamente viene hacia acá. Brittany, prepárate.
Nunca había visto a su amiga tan nerviosa. Cuando se trataba de personas ligando, Quinn tenía mucha experiencia y siempre parecía calmada. Sin embargo, el rubor rosa en las mejillas de su amiga, le decía que estaba cualquier cosa menos calmada. La curiosidad de Brittany, le ganó. Si alguien podía hacer sonrojar a su amiga, tenía que tener algo muy especial. Brittany giró en el taburete y se congeló. La morena piel acaramelada iba abriéndose camino entre la multitud con un paso tan determinado, que a Brittany le hizo recordar a una adicta a las compras en dirección a un bolso de Gucci en liquidación. Era increíblemente fantástica. ¡Estaba tan jodida! Si sólo el cerebro de Brittany pudiera hacer que los músculos de su mandíbula funcionaran, ella podría ser capaz de parecer poco afectada por la morena. Como estaban las cosas, su boca estaba abierta como una puerta de la escuela el día de graduación, haciéndola sentir como una total idiota. La chica bajita y, aunque oculta bajo un conjunto de ropa casual, su cuerpo se exhibía para que todos lo vieran. Con cada paso, los vigorosos pechos se flexionaban, extendiendo su camisa polo. Su cuerpo parecía demasiado natural para eso, como si hubiera sido esculpida así. Bronceada. Sexy. Y en camino hacia su mesa, la mirada fija en Quinn.
Brittany sintió el calor elevarse en su cuerpo y trató de abanicarse con las manos. Ella no había visto nada tan atractivo desde que ella y Quinn habían pasado sus primeras verdaderas vacaciones en una playa en Grecia. El calor en el club se volvió sofocante.
Se abanicó con más fuerza, y un segundo después ella golpeó su copa con la mano y ésta se inclinó sobre ella. En un intento desesperado por evitar que se derramara, empeoró las cosas. Un cubito de hielo errante salió volando de la copa, mientras ella lo enderezaba y rápidamente cayó en su escote. Y ahí estaba, justo en su nuevo sostén de Victoria Secret que presionaba sus senos perfectamente formados, pero de tamaño medio para mostrar sus atributos de una manera más ventajosa. ¡Mierda! Ahora había llamado la atención sobre sí misma, lo cual era lo último que hubiese querido hacer.
Brittany nunca debería haber escuchado a Quinn y en su lugar se hubiera traído su camisa cuello alto en lugar del top que hacía que sus senos casi se derramaran sobre él. No se atrevió a levantar la cabeza para cerciorarse si la chica galante había visto el accidente, ella sabía que sí, y se estaba muriendo de la vergüenza. Brittany trató de salvar lo que pudo de su dignidad y trató de alcanzar el cubo rápidamente.
— ¿Puedo?
Su voz melódica la sacudió y la sobresaltó de su acción. Ella levantó la cabeza para mirar a la morena y al instante sintió palpitar su corazón. Estaba a sólo unos centímetros de ella, su cabello oscuro en perfecto contraste con su cara bronceada, como si pasara horas en el sol cada día. Sus penetrantes ojos marrones como el atardecer, brillaban con picardía. Antes de que el cerebro de Brittany pudiera siquiera procesar lo que le había pedido, su mano se extendió hacia el cubo de hielo todavía atorado entre sus pechos y lo liberó. Sus dedos rozaron su piel expuesta, y podría haber jurado que sintió cómo su piel emitía chispas con su toque. Hipnotizada la miró mientras tomaba el cubo de hielo y lo hizo desaparecer en su boca.
— Mmm, refrescante, — comentó y su mirada barrió por encima de su cuerpo, como si la estuviera midiendo para un vestido. No había ni un solo centímetro de sus curvas, que pareciera escapar de su lectura. Si el calor que subía a la cabeza era una indicación, ella diría que estaba roja como un tomate demasiado maduro.
— ¿Quieres bailar?, — le preguntó.
No, no quería bailar con ella y sentir esos brazos alrededor de ella o esas manos tocándola. Cuanto más lejos se mantuviera de alguien como ella, mejor para Brittany. Y, además, la chica acababa de demostrar su punto: después de llegar directamente hacia Quinn, al instante cambió de marcha cuando su atención se desvió hacia las tetas de Brittany a causa de su torpe movimiento. Si eso no tenía “superficial” escrito por todas partes, ella no sabía lo que era.
— Por supuesto que ella quiere bailar, — oyó a Quinn responder por ella.
Brittany instantáneamente dirigió a su amiga una mirada de regaño, pero Quinn ni siquiera la miró. Continuó sonriéndole a la morena.
— ¿Entonces, vamos?, — le preguntó de nuevo y esta vez tomó su mano en la suya.
Todos los nervios de su cuerpo reaccionaron a ella, mientras una corriente eléctrica se extendía por Brittany. Se dio cuenta al instante que el resistirse, le tomaría toda la energía que tenía. Y ella tenía que resistir. Esa morena era del tipo de mujer que le haría palpitar su corazón, aumentar su pulso, y al final, la heriría. Una mirada hacia sus hermosos ojos, confirmó que ella sabía que sus encantos estaban funcionando con ella. Había visto esa mirada autocomplaciente en otras personas antes hombres y mujeres. Le decían que sólo estaba interesada en la conquista, lo que ella quería o necesitaba no importaba. Sólo que esta vez no caería en eso, se prometió mientras la dejó que la levantara de la silla. Sus pies tocaron el suelo mientras ella la depositó, pero bien podría haber sido una nube... así es como ella se sentía, mareada por su cercanía. Ella luchó con la sensación sacudiendo la cabeza. El brazo de la chica se fue instantáneamente alrededor de su cintura mientras la dirigía hacia la pista de baile.
Presionó sus dedos a través de la tela de su top y sólo intensificó el calor que sentía irradiando de ella. ¿O era la forma en que la miraba, con la intensa mirada de una cazadora mirando a su presa? Por suerte, esta presa sabía contra lo que se encontraba. Su caza no tendría éxito. En la pista de baile, la tomó en un apretado abrazo. Los músculos de sus muslos se frotaban contra ella con cada movimiento que hacía. El olor del mar la rodeaba, y ella sintió como si fuera transportada a la playa, con el olor de la arena, la sal y el viento en el aire.
Brittany sintió que su nerviosismo se propagaba. Estar tan cerca de un paquete tan atractivo de feminidad, hizo que sus células cerebrales se desintegraran en una masa pegajosa.
Mientras se sacudían al ritmo de la música, su mano se acercó a acariciar su cuello, y un escalofrío recorrió su espalda. Un momento después, ella la atrajo aún más cerca y rozó sus labios por su mejilla. ¡Maldición, la tipa era de los que se movía rápido! Tenía que ponerla en su lugar antes de que tuviera alguna idea. No le haría las cosas más fáciles. Incluso Ralph no había llegado a la primera base hasta después de la segunda cita, y a pesar de ser mariscal de campo de la escuela secundaria y la dura competencia con una de las animadoras, no había ejercido presión sobre Brittany de ceder. Claro, había sido su primera vez, pero incluso en esos días hacía a sus citas esperar por lo menos hasta el final de la noche antes de permitirse un beso. Y esta tipa ni siquiera llegaría a ese punto, se juró. No sólo tenía que probarse eso a sí misma, sino que también estaba muy consciente que Quinn las miraba. Mientras ella trató de alejarse con la esperanza de ganar un poco de autocontrol sobre sus furiosas hormonas... y ellas estaban haciendo estragos, todas, las diez millones de ellas... sus labios se acercaron a su oído. Su cálido aliento envió un escalofrío a lo largo de su piel. Cuando llegó a sus pechos, sus duros pezones se convirtieron en pequeños capullos dolorosos, que se irritaban contra su apretado sostén. Su voz era el más suave susurro, pero sus palabras eran tan cursis como podían ser.

— Hueles bien.
Brittany no tenía ninguna respuesta a su obvio halago. Un momento más tarde, sus labios mordisquearon su oreja, y luego viajaron más bajo, rozando su cuello que ella... oh, tan amablemente… inclinó para darle un mejor acceso. La sensación de cosquilleo se extendía sobre su piel, cuando estuvo a punto de besarla, su boca impidió formar alguna frase coherente. Ella se puso rígida, tratando de evitar que su cuerpo reaccionara a ella, y haciéndose hacia atrás puso un poco de distancia entre ellas.
— Lo siento, pero eres tan tentadora, — se disculpó..., pero cuando sus ojos la miraron no mostraron ningún arrepentimiento. Supuso. — Normalmente no soy tan directa, pero tú eres diferente. — Había una mirada un tanto desconcertada en su cara. — Mi nombre es Sant... San, — tartamudeó.
— Brittany, — contestó ella secamente. No había necesidad de darle más ánimo. Por su aspecto, no necesitaba ninguno.
— Qué hermoso nombre. Es griego, — comentó ella y la atrajo hacia sí. El calor se extendió a través de la parte inferior de su espalda mientras la apretaba contra ella. Su cuerpo era duro y al mismo tiempo reconfortante. Y totalmente pecador... si ella interpretaba correctamente la expresión y postura de su cuerpo, mas los movimientos de pelvis contra su estómago. Reconoció la humedad en su ropa interior a pesar de que ella trató de ignorarla al principio. Pero su destreza física era abrumadora y hacía latir su corazón frenéticamente. En el momento en que la música de repente se detuvo, Brittany agradeció el respiro. Ella la miró y se dio cuenta el deseo ardiente en sus ojos. La mirada que le dio envió un hormigueo por todo su cuerpo que llegó hasta su vientre.
Sin decir una palabra, ella la llevó de regreso a su mesa y la ayudó a sentarse en su taburete, levantándola fácilmente con las manos sobre su cintura.
— ¿Puedo traerles a ti y a tu amiga, una bebida fresca?, — preguntó San.
— Piña colada, —respondió Quinn. La morena asintió con la cabeza sin siquiera mirarla. En cambio, mantuvo los ojos fijos en Brittany.
— ¿Y para ti?
— Lo... lo mismo, por favor.
Maldita sea, su voz sonaba profunda, y sabía exactamente lo que estaba sintiendo: un grave caso de lujuria. Había sólo un remedio conocido para ella. Un remedio que estaba decidida a ignorar.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Lun Abr 03, 2017 11:04 pm

ohhh definitivamente me gusta!!!
muy productivo el primer encento entre las dos jajaj
a ver como termina la noche!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 04, 2017 12:24 am

3:) escribió:ohhh definitivamente me gusta!!!
muy productivo el primer encento entre las dos jajaj
a ver como termina la noche!!!

Que bien.... bueno vamos a ver si es realmente productivo....... por lo menos ya se encontraron la una a la otra. los caminos se han cruzado ahora a ver las pruebas del destino...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 04, 2017 12:25 am

CAPITULO 4

Santana saludó al camarero.
— Dos piñas coladas.
Las cosas iban mejor de lo que había esperado. La ciudad donde Zeus la había desterrado, resultó ser un lugar bullicioso con más que suficientes restaurantes y bares, justo el tipo de lugares donde las mujeres hermosas se podrían encontrar en grandes cantidades. Estaría de regreso a casa en poco tiempo, sin las estúpidas ideas de Dioniso. Santana había estado en el mundo de los mortales antes, muchas veces de hecho, pero la mayoría de sus visitas se habían limitado a Europa. Ella sabía cómo funcionaban las cosas en la Tierra... en teoría. Todos los dioses lo sabían. Si no lo hacían, eran simplemente ignorantes, teniendo en cuenta las herramientas de observación a su disposición. Todos sus poderes divinos se habían ido… ella lo sabía, porque había tratado de tele-transportarse a otro lugar y no pudo. Aun el hacer aparecer algunos artículos menores como un plato de comida o una copa de vino, estaba fuera de su alcance. Zeus había pensado en todo. Por suerte, Dioniso le había dado dinero y la llave de un apartamento de soltero que acababa de adquirir.
Santana había encontrado el club haciendo lo que mejor hacía: siguiendo a las mujeres bonitas. A pesar de que las dos bellezas que había estado siguiendo se habían reunido al instante con dos hombres en el interior del club, no se había decepcionado. Había un montón de aventuras a disposición para elegir. Al principio, se había fijado en la rubia pelo corto y despeinado. ¡Qué bombón! De inmediato caminó directo hacia ella. Pero cuando su amiga se había derramado la bebida, de inmediato se acercó a ella y cambió de dirección.
Brittany. Ella no era tan hermosa como su amiga, pero había algo fascinante en ella. En el instante en que vio sus ojos azules, se había encontrado a sí misma mirando hacia las profundidades de un océano, que nunca había visto antes. Y reconoció el fuego en ella, un fuego cuyas llamas quería avivar aun más. La forma en que su cuerpo había respondido a ella, casi la había espantado, pero aun así se había quedado. Había estado a punto de meterla en una de los cuartos que estaban en el pequeño club y cogerla hasta que perdiera el sentido. En su lugar, se llevó a la boca el cubo de hielo que se estaba derritiendo y se lo devoró, haciéndole saber sus intenciones.
Le hubiera gustado seguir las gotas de hielo derretido que corrían por entre sus tetas perfectas y lamérselas. Pero ella sabía suficiente acerca de que en Estados Unidos tenía que ser más discreta en público. Más tarde, cuando estuviera a solas con ella, seguiría ese delicioso camino. Ir a buscar las bebidas de Brittany y su amiga hasta la barra, le dio la oportunidad para enfriar su cuerpo caliente y poner su furiosa excitación bajo control. Y, además, era amable llevarle una bebida a una mujer, e incluso más amable era llevarle una a su amiga, en quien ya no estaba ni remotamente interesada. De acuerdo con los términos de su sentencia, la mujer tenía que enamorarse de ella por su bondad y generosidad. Podía hacer ambas cosas. No podía ser tan difícil. El barman colocó dos copas delante de ella. Santana le pagó.
— ¿Con cuál te vas a...?, — preguntó el hombre, haciendo un movimiento de empuje con la mano.
— Realmente hay sólo una opción. — Santana sonrió, pensando en las infinitas posibilidades frente a ella.
El camarero respondió con una sonrisa conocedora.
— Debería ser fácil, Quinn es alguien segura, si me preguntas...
— No ella. Su amiga, —Santana le corrigió. No tenía ningún interés en la rubia pelo corto. La serena belleza de Brittany, era lo que le intrigaba. El barman le dio una mirada de incredulidad.
— ¿Ella? Sí, buena suerte con ella. Ante la mirada inquisitiva de Santana, el barman continuó, — sólo la he visto por aquí un par de veces, y nunca se queda con ninguno de los muchachos que trataron de levantarla. Es una puritana. Dudo que incluso te dé su número de teléfono.
Santana se rio entre dientes. ¿Qué haría con un número de teléfono?
— Mira y aprende.
Con un gesto al barman, tomó las bebidas y se dirigió a la mesa donde la mujer de pelo rubio que hacía que latiera con fuerza su corazón y vibrara su entrepierna, la estaba esperando. ¿Y qué si era un poco más difícil de conseguir que la otra rubia bajita? Haría valer la pena su tiempo aun más. Una vez que jadeara en sus brazos, gritara su nombre en el éxtasis y profesara su amor por ella, no importaría más. La música estaba baja, mientras ella se acercaba a ellas. Estaban hablando intensamente la una con la otra, con las cabezas casi chocándose. Sabía que estaban hablando de ella. Obviamente ella había dado una gran impresión. Santana se rio para sí misma y dio unos pasos más cerca, pero las mujeres aún no se habían dado cuenta de su presencia.
—... parece estar encaprichada contigo.
Alcanzó a oír las palabras de la rubia bajita. Brittany hizo un gesto desdeñoso con la mano.
— Es sólo una guapa tonta.
¿Guapa tonta? ¿De qué estaba hablando?
— Vamos, ¿me estás diciendo que no te enamorarás de ese bocado? ¡Por favor!
Quinn mostró su incredulidad cual libro abierto.
— ¿Enamorarme? ¿Estás loca? Deberías conocerme mejor que eso. La morena tiene escrito “superficial” por todo el cuerpo.
¿Superficial? Santana resopló. Parecía que tendría un montón de trabajo por hacer. ¿De verdad creía que no tenía dos células cerebrales rozándose entre sí? Si ese fuera el caso, estaba preparada para el reto. A pesar de que ella no tenía tiempo que perder con una mujer a la que sería muy difícil convencer de sus encantos, quería intentarlo, por alguna inexplicable razón. Santana plantó una amplia sonrisa en su rostro, poniendo ambas bebidas ostentosas frente a las mujeres.
— Aquí tienen, damas, dos piñas coladas.

Ambas detuvieron al instante su conversación. Brittany, incluso se ruborizó. Santana buscó en su memoria un tema inteligente para demostrar su inteligencia. Recordó un letrero que había visto en una atracción turística en la ciudad y, teniendo en cuenta que la historia era uno de sus lados fuertes, decidió impresionarla con su conocimiento.
— Fort Sumter parece ser una buena atracción para los turistas aquí. ¿Han ido?
Brittany levantó una ceja, claramente sorprendida por su elección del tema. Bien, si ella podía mantenerla alerta, tenía una oportunidad. Varias horas y cientos de años de historia después, Santana sintió que debía darse ella misma unas palmaditas en la espalda. Había involucrado a Brittany y a su amiga Quinn en una discusión tras otra sobre historia, y encontró que ambas eran bien instruidas. Brittany se había reído a carcajadas de sus inteligentes bromas, que ella por primera vez había hecho sin doble sentido. Cada vez que ella se había reído, sintió una extraña sensación de calidez que se extendía por su pecho. La mujer tenía una manera de infectarla con su abierta sonrisa, que hacía que todo su cuerpo se encendiera de emoción. Incluso había logrado poner su mano sobre su brazo de vez en cuando, y ella no la había alejado. Era evidente que se había aflojado y se había dado cuenta que su primera evaluación de ella era incorrecta. Si hubiera sabido que una conversación inteligente podía excitar a una mujer, con franqueza, hubiese probado esa ruta antes. Mientras Santana estaba fuera del club y llamaba un taxi, sabía que tenía que hacer un avance ahora. Cuando el taxi se detuvo finalmente, Quinn abrazó a su amiga.
—Buenas noches, cariño.
Luego se volvió hacia Santana y le tendió la mano.
— Fue un placer conocerte, San. ¿Te importaría llevar a casa a Brittany? Ella sólo vive a unas cuantas cuadras de aquí.
Su sonrisa era de complicidad, y Santana asintió con vehemencia. Perfecto, acababa de entregarle a Brittany en bandeja. Junto a ella, Brittany dejó escapar un poco de aire.
— Eso no es realmente necesario. Conozco la zona bastante bien.
Santana se dio cuenta de las miradas que intercambió con su amiga, le decían que ella estaba menos que satisfecha con Quinn en esos momentos. Pero no podía permitir que esta oportunidad de oro se deslizara por sus dedos.
— Por favor, permíteme, Brittany. No sería una dama, si permitiera que una mujer hermosa como tu caminara hasta su casa por su cuenta en medio de la noche. Me sentiría mucho mejor si me permitieras acompañarte a tu puerta y asegurarme que llegues segura a tu casa.
Hubo un momento en que su corazón casi se detuvo, cuando temió que Brittany se lo negaría. Su ceño se frunció sugestivamente, pero luego asintió a regañadientes.
— Bien.
Tan pronto como Quinn desapareció con el taxi, Santana se puso a caminar con Brittany por una tranquila calle. Afuera en el aire fresco, era más consciente de la fragancia de Brittany, que la envolvió de inmediato. Se llenó los pulmones con su delicioso aroma y sintió un extraño anhelo de atravesar su cuerpo. Había algo en esta mujer que la atraía hacia ella. A pesar de que no era más que una mortal, ninguna diosa en el Olimpo había tenido un efecto similar sobre ella. Y, ciertamente, ninguna de las mujeres mortales con las que alguna vez había estado, la habían movido como ella lo hacía. Tal vez este exilio forzado no era tan malo como ella había pensado.
— Estamos aquí, — escuchó de repente decir a Brittany.
¿Qué? ¿Había estado caminando a su lado como un tronco en silencio por cuadras y cuadras, soñando como una niña estúpida?
— ¿Ya llegamos?
— Sí, como Quinn dijo, queda a sólo un par de cuadras.
Santana miró el barrio a su alrededor. En uno de los lados de la calle, había una hilera de grandes casas históricas, mientras que el otro lado estaba enmarcado por agua. Cuando se volvió a Brittany, ella ya estaba abriendo la puerta de una gran mansión. Se puso en acción.
— Brittany, yo...
Ella miró por encima del hombro.
— Buenas noches, San, gracias por caminar conmigo a casa.
— Espera. ¿No me vas a invitar?
¿No había hecho lo suficiente para convencerla de que ella no era sólo una cara bonita? Sin duda, sólo necesitaba una pequeña pista de ella que no iba a rechazar una invitación.
— No. — Su respuesta fue contundente, algo a lo que no estaba acostumbrada.
— Pero pensé que habíamos tenido una noche muy agradable.
— Lo hicimos, pero la noche ha terminado.
Si eso no era un rechazo en seco, no sabía lo que era. Santana dio un paso más y puso su mano sobre su brazo. Bajando la voz, le suplicó:
—No quiero que la noche se termine.
La quería a ella en sus brazos, quería sentir sus dulces labios sobre su piel. Más que nada, necesitaba sentirla cerca de ella. Había algo que la atraía hacia ella, y la idea de dejarla, incluso por una noche, parecía extraño. Ella la sintió tomar aliento antes de retirar su mano. La pérdida la afectó físicamente. Había algo en sus ojos, un destello de... ¿podría ser? ...arrepentimiento, antes de hablar.
— Oye, San. Lo siento si te he dado esta noche una idea equivocada. Me divertí mucho, de verdad. Pero...— hizo una pausa y suspiró. —... no eres el tipo de persona que estoy buscando. Una aventura es lo último que necesito justo…
— No quiero una aventura, — interrumpió ella.
La mirada que le dio, le dijo que ella no le creía.
— Necesito a alguien de confianza, a alguien con quien pueda contar. Y ambas sabemos que no eres de ese tipo. Buenas noches.
Luego giró rápidamente y desapareció dentro de la casa, cerrando la puerta detrás de ella.
¿Brittany la había ignorado? ¿Ella la dejó ahí parada como una estúpida colegiala? ¿Quién se creía que era? ¿Alguien especial? ¿Se consideraba a sí misma superior a ella? ¿Ella pensaba que ella no era fiable? ¿Ella no podía contar con ella? ¿Cómo iba a saberlo? Ni siquiera le había dado una oportunidad. ¿Pensaba ella que sólo porque podía hacer que su coño latiera con desesperación, podía tratarla con tanto desdén? ¿No acababa de pasar horas involucrada con ella y su amiga en una conversación inteligente? ¿Acaso no le había demostrado que ella era algo más que una cara bonita? ¿Y ese era el agradecimiento que recibió de ella, dejándola fuera en el frío... en realidad, cálida y húmeda noche… sin ni siquiera un beso de buenas noches? Bueno, si ella no la quería, había muchas otras mujeres en la ciudad, y le demostraría a ella y a sí misma, que podía hacer que cualquiera de esas mujeres se enamorara de ella. No necesitaba a Brittany.
La mano de Santana instintivamente se fue hacia su entrepierna. Todavía estaba tan humeda que su ropa incomodaba a su hinchada piel. ¿Cómo podía tener ese efecto en ella? Juraba que aún podía olerla, y no le gustaba ni un poco. Ella estaba a cargo y no esa mujer. Por los dioses, uno de estos días conseguiría su justa recompensa por hacer enojar a un dios.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Mar Abr 04, 2017 9:26 am

Ohhhhhh... Jajaja la tienen complicada san!!!!
Va por todo san o espera????
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por micky morales Miér Abr 05, 2017 9:05 am

jajajajajaja pobre san, aunque britt ni un besito de buenas noches?????? [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 918367557
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 05, 2017 9:18 am

3:) escribió:Ohhhhhh... Jajaja la tienen complicada san!!!!
Va por todo san o espera????


jajjaja sip, creyo que Brittany seria presa facil, pero se equivoco.... pero la rubia le ha pegado por que sabe que es la indicada...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 05, 2017 9:23 am

micky morales escribió:jajajajajaja pobre san, aunque britt ni un besito de buenas noches?????? [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 1206646864 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 918367557

jajjaj pues no la va a tener facil. Brittany ya aprendio de sus errores. pero la rubia es la solución al castigo de Santana, asi que esta tendra que sacrificarse o poner mas empeño en sus encantos....
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 05, 2017 9:23 am

CAPITULO 5

Brittany dejó que la pesada puerta de entrada de su casa... y pronto hostal Bed and Breakfast... se cerrara detrás de ella. No haber invitado a pasar a San, había sido la cosa más difícil que había hecho en mucho tiempo. La morena la afectaba. No sólo tenía buena apariencia, sino también parecía inteligente y bien educada. Sin embargo, se había dado cuenta de que estaba muy consciente de sus encantos, y las chicas así eran peligrosos. Había una cierta arrogancia en ella, que le daba miedo. Y luego, por supuesto, estaba la forma en que su cuerpo reaccionaba al suyo. Cada vez que casualmente la había tocado, había estallado en llamas. Si ella le hubiese permitido besarla, habría caído en la cama con ella sin tener en cuenta las consecuencias. Y las consecuencias habrían sido muy graves: habría caído por una cara bonita que la hubiera dejado devastada después de algunas semanas o meses. Ella nunca habría sido capaz de proteger su corazón. Se habría metido en esa relación y descuidado todo lo demás. La decepción habría venido después. No, ella no podía hacer frente a eso ahora mismo. Por mucho que quisiera sentir sus brazos alrededor, no era la mujer adecuada para ella. Necesitaba a alguien sólida, estable, y no a alguien que hiciera latir su corazón con sólo una mirada o una caricia. Cosas como esas se apagaban rápidamente.
La lujuria no era una buena base para una relación. Ella no era como Quinn, que podía darse el gusto de tener relaciones de una sola noche y terminar en una sola pieza. A veces deseaba ser un poco más como su amiga. Si lo fuera, habría sentido el calor de esa morena y la pasión esta noche, algo que había eludido en los últimos seis meses, mientras había cuidado de Eleni en la última etapa de su cáncer. Sus pensamientos acerca de Eleni la catapultaron de regreso a la realidad, y le recordaron el dolor y la reciente pérdida que había tenido que enfrentar. Brittany no había querido que su tía pasara los últimos meses de su vida en un hospital, por lo que había decidido cuidarla en su casa. Toda la energía y el tiempo de Brittany, se había dedicado a hacer las cosas más cómodas para Eleni. Durante esos meses, ella había puesto su propia vida en espera. No le había importado. Ella era joven y tenía toda su vida por delante. Amaba a su tía y le debía mucho. Una mujer de menos valor no habría renunciado a sus propios sueños con el fin de criar a su sobrina huérfana y a su sobrino. Brittany contuvo las lágrimas que querían emerger y suspiró mientras empujaba al interruptor de la luz.
El foco del vestíbulo parpadeó, y luego se quemó con un corto silbido.
— ¡Genial!
Mientras se abría camino en la oscuridad, sólo esperaba que los contratistas no hubieran dejado sus herramientas en el suelo en cualquier lugar como el día anterior. Estiró los brazos delante de ella, para sentir cualquier obstáculo mientras ponía un pie delante del otro. Después de un par de pasos, llegó a la imponente escalera que conducía a los pisos superiores y se agarró del suave pasamanos de caoba. Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad mientras caminaba lentamente por las escaleras. La tenue luz que entraba por la pequeña ventana sobre la puerta de entrada, le ayudó a llegar a la plataforma del segundo piso sin ningún problema. Pasó la mano por la pared a su derecha y encontró el interruptor de la luz. Un momento después, las luces del pasillo se encendieron. Brittany miró a su alrededor. El lugar era una grave zona de desastre. En lugar de salir esa noche, habría sido mejor hacer un balance de lo que todavía era necesario hacer. La segunda planta albergaba las salas públicas de la casa: las salas de estar, que eran tan grandes como salones de baile, el comedor, el área de recepción y una cocina con despensa grande atrás. En el momento, muchas de las paredes habían sido removidas y se veían sólo los postes para reparar la pudrición por hongos que se había acumulado a lo largo de los años.
Una vez que las renovaciones se completaran en esa planta, las habitaciones y los baños serían remodelados. Se suponía que todo debía estar terminado en un plazo de seis semanas. Sin embargo, mirando a su alrededor, Brittany tenía serias dudas en cuanto a las promesas del contratista. Si él y su equipo no apuraban su ritmo considerablemente en la próxima semana, la fecha de inauguración para el Bed and Breakfast tendría que ser retrasada. Y podría causar un problema importante. La temporada alta turística se acercaba, y ya tenía reservas para la mayoría de las habitaciones, y muchas solicitudes más que llegaban diariamente. Retrasarse en la apertura no sería una opción, sobretodo porque necesitaba el dinero para hacer el siguiente pago de la hipoteca. Brittany suspiró y se dejó caer sobre el sofá en el área de la recepción, creando una nube de polvo a su paso. ¿Había asumido mucha responsabilidad con las renovaciones y el Bed and Breakfast?
Cuando llegó el momento de la verdad, ella no tenía experiencia en hospitalidad. Pero renunciar a la casa no era una opción. Ella había crecido ahí junto con su tía y su primo después de la muerte de sus padres, y tener que venderla le habría roto el corazón.
Después de que Eleni había echado de la casa a Michael y le había dicho que no volviera nunca más, habían estado sólo ellas dos hasta su muerte. No, ella tenía que aferrarse a su casa el tiempo que pudiera. Prefería compartirla con huéspedes que abonaran una tarifa, que dársela a un nuevo dueño por completo. Por lo menos podría vivir en una parte de la casa. Después de que se concluyeran las renovaciones, se mudaría a un estudio grande a un lado de la tercera planta. Mientras tanto, ella dormía en una de las únicas dos habitaciones para huéspedes terminadas. Brittany cerró los ojos por un momento, tratando de bloquear las montañas de trabajo que todavía tenía por delante. Si quería conseguir una ventaja para mañana, realmente debería hacer algo de papeleo. Se levantó del sillón lleno de polvo, cuando escuchó sonar al antiguo reloj de pie en el pasillo dando la hora. Era tarde. Tal vez hacer algo de papeleo, no era tan buena idea después de todo. Ya era hora de dormir.
Después de refrescarse con una versión abreviada de su ritual de baño de todas las noches, se deslizó bajo las sábanas. El material suave acariciaba sus piernas desnudas, encendiendo algunas sensaciones que había sentido en la pista de baile. Se preguntó cómo se sentiría tener las manos de San tocando su piel desnuda, viajando hacia arriba de sus piernas y explorándola. La mera sugerencia en su mente, la hizo humedecerse. Ella respiró hondo, recordando su olor. Tenía olor a playa y a océano. Algo tan familiar. Siempre le había gustado el mar. Cada vez que necesitaba superar problemas difíciles, había corrido a la orilla del mar, bañando sus pies en las olas y fijando su vista hacia las profundidades. Algo en ese lugar siempre la había llamado. Mientras se retorcía debajo de las sábanas, el tejido moviéndose en contra de su cuerpo se sentía como las olas del océano y la arrullaron para dormirse. *** Un chirrido llegó a ser percibido por Brittany y la sacó de sus sueños. Se sentó en la cama, envuelta en la oscuridad. El reloj digital en la mesita de noche indicaba tres y diecisiete de la madrugada Apenas había dormido un par de horas. Ahí estaba el ruido de nuevo. Ahora que estaba despierta, no habría manera de que ella fuera capaz de dormirse nuevamente, a menos que pudiera detener el maldito sonido… si se enteraba de lo que era.
Con un frustrado jadeo, ella estiró las piernas fuera de la cama. Sin molestarse en buscar sus zapatos, caminó descalza por la habitación y espió por la puerta hacia el pasillo. El sonido se hizo más fuerte. Presionó el interruptor de la luz, pero no pasó nada. Había estado funcionando muy bien antes de que ella se hubiera ido a la cama.
Brittany maldijo al contratista en voz baja. No sería la primera vez que alguna de las nuevas instalaciones eléctricas hiciera un cortocircuito, debido a que el subcontratista no se había molestado en actualizar los amperios suficientes en la caja de fusibles. Bueno, había una factura que no iba a pagar hasta que el muchacho remediara la situación. Por lo menos tenía cierta influencia. El dinero hablaba. El entarimado de madera se sentía áspero debajo de sus pies mientras avanzaba hacia el sonido. La luz de la luna entraba por una de las puertas abiertas de los dormitorios y proporcionaba un poco de orientación. El polvo parecía danzar en la tenue luz con los movimientos de remolino que ella causaba. Se preguntó si alguna vez se iría a deshacer de la suciedad en la casa. Parecía haberse deslizado en cada grieta, en cada habitación. Con el siguiente paso, Brittany golpeó un obstáculo y se dio en el dedo gordo del pie.
— ¡Ay! ¡Malditos idiotas! — Sus maldiciones hacían eco a través de la casa vacía. El extraño sonido la hizo estremecer con su camiseta puesta. No se había molestado en ponerse el pantalón de pijama, porque el termómetro estaba en los treinta grados centígrados y el ventilador instalado encima de su cama no funcionaba. Ella ya le había dicho al contratista que lo arreglara pronto, de lo contrario no podría sobrevivir el calor del verano.
Se agachó para recoger el objeto, un martillo, antes de que continuara en su búsqueda del inquietante sonido. Y allí estaba otra vez: un sonido como si alguien estuviera rasguñando contra una superficie dura, un chirrido que ponía de punta los vellos de su cuello. Con más cautela que antes, se movió hacia adelante, hacia la zona donde se encontraba su estudio privado. Ya se había construido un nuevo muro, dando una clara separación entre las habitaciones privadas de la casa y las habitaciones de los huéspedes en el tercer piso. La puerta del estudio estaba abierta. Podría haber jurado que la había cerrado cuando se había ido a dormir horas antes. Apretando el martillo con más fuerza en su mano, Brittany abrió la puerta por completo y se asomó a la oscuridad. El sonido claramente provenía del nuevo vestidor. Algo estaba allí. O alguien. El corazón le martillaba en su pecho y su respiración se volvió más errática. La adrenalina se disparó por sus venas. ¿Habría entrado alguien a esconderse, mientras los contratistas estaban haciendo su trabajo durante el día? ¿O es que los contratistas habían dejado una puerta o una ventana abierta por la cual un ladrón podría haber entrado?
La casa estaba llena de valiosas reliquias, y cualquier ladrón se sacaría la lotería si se escapaba con ellas. Ella había guardado todo en grandes baúles antes de que comenzara la renovación, de modo que ninguno de los trabajadores pudiera verse tentado a robar objetos de valor, o peor, romper alguno de ellos. Pero en lugar de almacenarlos fuera del sitio, todos los objetos de valor estaban encerrados en la casa. Brittany levantó el martillo sobre su cabeza mientras se acercaba al armario.
Vacilante, extendió el brazo y tomó el picaporte de la puerta.
— Estoy armada. ¡Será mejor que salga, o disparo! — Bueno, unas cuantas mentiras la llevarían bien lejos. Ella sólo podía esperar que fuera algún muchacho que huiría en cuanto la viera. No hubo respuesta, pero el rasguño continuaba. Conteniendo la respiración, lista para golpear con su martillo, dio la vuelta a la perilla y abrió la puerta en un movimiento brusco. Una fracción de segundo más tarde, algo chocó contra sus piernas, haciéndola dar un grito y caer hacia atrás.
— Miauu.
Brittany se sostuvo contra la pared antes de que pudiera caerse y exhaló bruscamente. La suave piel de un gato se agitaba entre sus tobillos, haciendo cosquillas en su piel desnuda. Aliviada, se agachó.
— Eh, gatito, gatito. Me has dado un susto.
El gato ronroneaba contento. Brittany puso el martillo en el suelo.
— ¿Cómo llegaste aquí?
A pesar de la tenue luz, Brittany reconoció al gato como el de su vecino.
— ¿Los niños te han jugado una broma de nuevo y te encerraron aquí?
Los tres pequeños bribones que vivían al lado, le habían jugado un montón de bromas al pobre gato en su corta vida. Ella tomó al animal y lo apretó contra su pecho.
— Vamos a llevarte a casa, ¿eh?
Con una respiración más estable, Brittany volvió a entrar en el pasillo. Cerró la puerta del estudio detrás de ella y bostezó. Podía dejar al gato a través de la entrada de la cocina y estar de regreso en su cama en menos de dos minutos. Dormir sonaba maravilloso en ese momento. Sosteniendo al gato con un solo brazo, llegó a la barandilla de la escalera. Un crujido le advirtió demasiado tarde. Bajo su mano, la madera se astilló. Brittany perdió el equilibrio y se resbaló. Las garras del gato de inmediato se hundieron en su otro brazo. Ella se sacudió por el dolor, liberando el gato al caer hacia adelante. Con las dos manos, trató de suavizar su caída, pero nada pudo detener su descenso por las escaleras. Ella se desplomó, las piernas y los brazos golpeaban los escalones, la barandilla y la pared en una sucesión rápida, sin disminuir la velocidad de su caída. Su grito nunca abandonó su garganta, pues cayó de cabeza hacia el suelo de mármol. La oscuridad se apoderó de ella al instante.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Miér Abr 05, 2017 11:01 am

Dios espero que no tenga secuelas por la caída...y sobretodo este bien!!!!
Quiero un segundo encuentro de san y britt... A ver si cambia el concepto de san... Las apariencias engañan a veces!!! A veces jajaj
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 05, 2017 7:38 pm

3:) escribió:Dios espero que no tenga secuelas por la caída...y sobretodo este bien!!!!
Quiero un segundo encuentro de san y britt... A ver si cambia el concepto de san... Las apariencias engañan a veces!!! A veces jajaj

Oh, yo creo que si va a ver secuelas, una caida de esa magnitud,, pero es posible que estas cosas malas que le pasan a Britt, tengan un lado positivo no solo para ella sino para alguna morena por ahi...

Yo tambien espero ese segundo encuentro......
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 05, 2017 7:54 pm

CAPITULO 6

Santana se volvió en su asiento en el salón, que estaba prácticamente vacío, dado que era apenas medio día. Le dio una mirada de desesperación a Dioniso.
— Bueno, Hermes no es de ninguna ayuda, y ni siquiera me hagas comenzar con Eros. Él me llevó a esta situación, en primer lugar.
Su amigo sonrió descaradamente.
— Lo que te hizo llegar a esta situación, es tu gusto por las mujeres que pertenecen a otros hombres.
— Trata de encontrar a una mujer que no esté ya tomada por Zeus. Es bastante duro, te lo digo yo, — replicó Santana.
— Sólo han pasado cuatro semanas desde que…, — le dijo el dios del vino y el éxtasis.
— ¿Sólo? — Resopló enfadada Santana. — ¿Sabes cuánto tiempo es cuatro semanas cuando estás atascado en el mundo humano sin todos los lujos de casa?
Su amigo hizo un movimiento hacia abajo con su mano.
— No tan fuerte. No desearás llamar la atención, ¿verdad? Te recuerdo que estoy arriesgando mi cuello al venir aquí y ayudarte en contra de las órdenes de Zeus... por segunda vez, si tengo que añadir.
— Sí, sí, y te lo agradezco, — respondió Santana rápidamente. — Necesito tu ayuda. Hasta el momento, lo único que he conseguido aquí es que toda la población femenina de Charleston esté babeando por mí, como si fuera una especie de celebridad. Alguien me preguntó si yo era una de los Chippendale. ¿Sabes tú qué es eso?
Dioniso sonrió.
— ¿No creo que se refieran al sofá?
Santana apretó los labios y le dio una abrupta sonrisa.
— No, ellas no estaban hablando de muebles, a menos que cuente el número de veces que me han hecho ofertas en el sofá de un café.
Su amigo le hizo un ademán con la mano y se echó a reír.
— Por lo tanto, creo que el problema no es que no puedas encontrar a una mujer dispuesta.
— Todas están dispuestas… demasiado dispuestas, si me lo preguntas.
Y bajo otras circunstancias a Santana no le importaría ni un poco. El tipo de promiscuidad que reinaba en la Tierra en el siglo veintiuno, le sentaba muy bien.
— Nunca te has quejado de atraer la atención femenina antes. — Dioniso siguió sonriendo mientras sus ojos seguían a una camarera que pasaba.
— Y, créeme, una vez que esto haya terminado, nunca me quejaré de nuevo. Pero por ahora, necesito algo más. ¿Alguna sugerencia? — Santana dio a su amigo una mirada expectante.
Dioniso se encogió de hombros.
— Deberías haber acepado mi idea de la mujer ciega.
Santana levantó la mano en señal de protesta.
— No. Eso es demasiado bajo, incluso para tus estándares.
— Lo que sea. Entonces dime lo que has intentado hasta ahora. Tal vez pueda encontrar un ángulo que no hayas pensado todavía.
— Dos vasos de Cabernet, — anunció una voz femenina.
Santana volvió la cabeza para mirar a la joven camarera, mientras ella colocaba las bebidas delante de ellos.
— ¿Hay algo más que pueda ofrecerles?, — preguntó, y pestañeó en dirección a Santana. Santana dejó que su mirada la barriera. Era joven, bonita y sus activos de mujer se mostraban en forma prominente. Esperó a que sus hormonas entraran en juego, que la lujuria estallara y que la sangre bombeara en su cuerpo con la visión de la atractiva mujer. Le dio otros segundos, pero no pasó nada. Su corazón latía tan regularmente como antes, y su cuerpo se mantuvo en su estado relajado. Su cuerpo no estaba interesado. Santana le indicó que se retirara. No había necesidad de darle más ánimo... no era una candidata idónea. Y en ese momento podía sentir cómo la estudiaba de la cabeza a los pies, como si estuviera comprando un corte de carne de primera. Sin embargo, su registro la dejó totalmente frío.
— Podría comer un pequeño snack un poco más tarde, — dijo Dioniso y le guiñó un ojo.
La camarera trasladó su atención al amigo de Santana, y por las miradas que intercambiaron, Dioniso conseguiría su buena ración de acción horizontal más tarde.
— Te veré a la salida, — prometió el dios del vino.
— Disfruten de sus bebidas, — dijo ella y se alejó lentamente del alcance del oído.
Santana hizo un movimiento de la cabeza hacia la chica que se alejaba.

— ¿Ves lo que quiero decir? — Eso ha sido con lo que he tenido que lidiar en las últimas cuatro semanas... y peor.

Su amigo se humedeció los labios.
— Oh, sí, está perfectamente claro. Es una dificultad manifiesta. ¿Te importaría que cambiáramos de lugar?
— ¡No es divertido!
Santana tomó un trago de su bebida, sin siquiera disfrutarla.
— Por lo tanto, dame un resumen de lo que has probado hasta ahora. No hay necesidad de repetir lo que no está funcionando.
Dioniso la miró, la curiosidad destellaba en sus ojos. Santana aclaró su voz. Esto no sería fácil. No tenía problema en contarle a su amigo todos los detalles de sus hazañas sexuales, pero era menos cómodo hablarle acerca de sus fracasos.
— Así que, al principio fui a unos cuantos bares, pero, francamente, era siempre lo mismo. Bailo con una mujer, y tenemos algo de acción, pero lo único que quiere es levantarse a alguien. A ella no le importa si soy agradable por comprarle un trago, abrirle la puerta ni nada de eso. En el momento en que alguna de ellas me mira, empieza a babear.
La mayoría de las mujeres habían sido bastante patéticas. Babear había sido lo menos que habían hecho.
— Demasiado bella para tu propio bien, ¿eh? Santana hizo caso omiso a la puñalada. — Una de ellas incluso me dijo que era un superficial y sin cerebro, una bella tonta, que no tenía nada aquí. — Señalándose la cabeza.
— ¿Tú? ¿Sin cerebro? ¿Te dijo eso, y aun así te acostaste con ella?— Dioniso sacudió la cabeza con incredulidad.
— Ella en realidad no me lo dijo a mí.
Santana recordaba a Brittany, la belleza de pelo rubio que había conocido en su primera noche en Charleston.
—Se lo dijo a su amiga, y yo la escuché.
Su amigo se echó a reír.
— ¿Y no cambió de opinión después de que se lo hiciste? La mente de Santana volvió a la escena embarazosa en la que prácticamente le había cerrado la puerta en la cara, sin ni siquiera permitirle besar sus seductores labios rojos.
— No la llevé a la cama. ¿Qué tan bajo crees en realidad que caería?,— lo cual no había detenido a Santana de pensar en ella. — Nunca dormiría con una mujer que tan descaradamente me considera intelectualmente inferior. — No sólo eso, también la había clasificado como poco fiable. Pero, por los dioses que lo hubiera querido hacer... y aún lo quería. Su rostro había quedado grabado permanentemente en su memoria. Cada noche, la perseguía en sus sueños. Y esos ojos, su profundidad, su oculta sensualidad. Nunca había visto nada por el estilo, ni siquiera en una diosa. Cómo un simple mortal podría tener tal atracción en ella, una diosa, no podía explicárselo. Tal vez era porque Zeus la había despojado de sus poderes.
— ¡Yo soy una diosa, por el amor de Olimpo! Puedo conseguir mujeres que me admiren y me adoren.
— Eh, eh, — la interrumpió Dioniso. — ¿Qué pasa con la ira? Parece que te picó como una avispa. Santana bebió un sorbo de su vino, ganando más tiempo antes de responder:

— La mujer era insolente, irrespetuosa, y completamente fastidiosa. Sin mencionar que era tan sexy como para tirarla y cogerla hasta que perdiera el sentido ahí mismo en la pista de baile.
— ¿Era bonita?
— Por supuesto que era bonita. No estoy manejando una obra de caridad.
Cortó la risa de su amigo con una mirada fría.
— Tengo una idea. Busca una mujer fea. Ella estará agradecida y te considerará la chica más amable del mundo y se enamorará de ti simplemente porque te fijaste en ella.
— Traté eso también.
— ¿Y?
— Nada. El mismo resultado. Incluso las feas caen sobre sí mismas en el momento que me ven y me dan esa mirada vacía que me dice que sólo ven la superficie. Ni siquiera me dan la oportunidad de demostrarles a ellas, que no soy superficial.
— Tal vez sólo un poco superficial, — sugirió Dioniso.
El brazo de Santana salió disparado y agarró la camisa de Dioniso, tirando de él a mitad de camino de su asiento tan rápido, que su amigo sólo pudo responder con una mirada sorprendida y su boca abierta.
—No soy superficial y te lo demostraré a ti y a esa maldita mujer.
Aflojó su agarre, y Dioniso de inmediato se dejó caer en su asiento, esforzándose en acomodar su camisa.
— Querrás decir aquellas malditas mujeres, en plural, ¿no?
— Por supuesto, ¿qué dije? ¿A qué Hades se estaba refiriendo su amigo? Le mostraría a todas esas mujeres y, especialmente, a Brittany. Ella lo habría hecho ya, pero por desgracia no la había visto en ningún otro lugar en la ciudad. Y Charleston no era grande, pero sin importar donde hubiese ido, los restaurantes y bares que había visitado, merodeando las tiendas que habían, no la había vuelto a ver. Incluso había vuelto a su casa con la esperanza de que iba a salir y podía pretender toparse con ella. Sin embargo, salvo por algunos trabajadores, no había visto a nadie en la casa.
Brittany no se encontraba por ninguna parte. Casi como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
— Nada, sólo pensé que no había entendido bien, supongo.
Santana rezongó para sí misma, apenas dándose cuenta de la respuesta de su amigo. Ya había perdido cuatro semanas y no tenía nada que mostrar. Las mujeres en este pequeño pueblo sureño, estaban enamoradas de ella, pero por las razones equivocadas.
— ¿Te calmaste? — La estúpida pregunta de Dioniso le puso nuevamente los pelos de punta, pero Santana necesitaba su consejo, y si quería volver a casa, sería mejor que no explotara otra vez.
Controló su ira.
— Está bien. Necesitamos una estrategia. Un enfoque completamente diferente, — reflexionó Santana. — Yo podría cambiarte la cara, quizás hacerte ver un poco menos atractiva.
— Tú me tocas la cara, y yo reorganizaré otras partes de tu cuerpo, y estarás cantando en el coro de los niños para siempre. Como medida de protección, la mano de Dioniso de inmediato se dirigió a su entrepierna.
— Era una sugerencia. ¿Has oído hablar de lluvia de ideas? Estoy lanzándote ideas. Te has vuelto demasiado sensible las últimas semanas. Será mejor que busquemos la forma de que regreses a casa antes de que enojes a alguien y comiences la Tercera Guerra Mundial.
Tomó un sorbo de su copa.
— ¿Has probado con mujeres mayores? Tal vez una viuda, alguien con una pérdida reciente. Podríamos ver los obituarios. O podrías pedir a Hermes una lista de los maridos que recientemente ha transportado sobre el río Styx, — sugirió Dioniso.
— Mórbido. — Su desaprobación de una sola palabra fue recibida con un encogimiento de hombros.
— Jóvenes entonces. Una chica de la escuela secundaria.
— ¿Te refieres a las que babean por bandas de chicos y estrellas de cine?
Santana levantó una ceja simulando interés.
— Ah, ya veo el punto. — Dioniso tarareó para sí mismo.
— Tal vez...— levantó su dedo y rechazó su idea.
— No. Tal vez no.
Santana vació su vaso y miró a su alrededor por la camarera, pero ella no estaba a la vista. Hizo un gesto con su vaso vacío hacia la barra donde el camarero... el mismo que había trabajado la noche que había conocido a Brittany allí, estaba limpiando vasos. El camarero asintió y le sirvió otra copa.
— ¿Estás tomando mucho tan temprano?
A Dioniso le gustaba hablar. ¿Qué importaba que todavía fuera mediodía?
— Oye, tengo que relajarme un poco. Las últimas cuatro semanas han sido agotadoras.
— Claro, dormir con una mujer diferente cada noche suena bastante agotador para mí.
Santana lo fulminó con la mirada.
— No he tenido relaciones sexuales con ninguna mujer en las últimas cuatro semanas.
La mirada de asombro en el rostro de su amigo no tenía precio y casi valía la pena la agonía de las últimas semanas.
— No es de extrañarse que estés con los nervios a flor de piel.
Desde la primera noche, cuando Brittany ni siquiera había tratado de llegar a conocerla, ella no había sido capaz de sacarla de su mente. Había perdido todo el interés en otras mujeres y no se había acostado con una sola de ellas. Y las ofertas habían sido abundantes. Pero todo en lo que Santana podía pensar, era en el olor embriagador de Brittany, su cuerpo ágil, y la suavidad de su pelo sedoso. Y esos hermosos ojos azules que se habían abierto, luego que se habían suavizado más tarde cuando su interés se había convertido en excitación, al mismo tiempo que su sangre se había disparado hacia su entrepierna con la anticipación de unirse a ella. Nunca se había sentido así de excitada tan rápidamente. Fuere con una mortal, o una diosa. Si sólo hubiera estado un poco más oscuro en el club y no hubiera sido capaz de distinguir sus rasgos tan claramente, tal vez ella no se hubiera inmediatamente formado… erróneamente... su opinión sobre ella. Sólo el pensar en ella hacía que su coño se hinchara a proporciones incómodas. No podía contar el número de veces que había encontrado alivio en sus propias manos, imaginándola frente a ella, desnuda, con la piel brillante, con los labios húmedos por sus besos.
— Tú tomas cabernet, ¿verdad?
La voz del barman interrumpió sus reflexiones. No se había fijado que el tipo se acercaba.
— Lo siento, Clarice está tomando un descanso.
Colocó una copa limpia en frente de Santana.
— Gracias.
Santana tomó la copa y miró a Dioniso, que todavía tenía una expresión divertida en su rostro.
— Te he visto por aquí un par de veces, — dijo el barman — Supongo que te la levantaste a la amiga de Quinn esa noche, ¿verdad? Las vi salir juntas. ¿Brittany está mejor? Santana levantó las cejas.
— ¿Qué quieres decir con mejor?
— Después de su accidente. Su amiga vino aquí un par de semanas atrás y lo mencionó.
— Accidente
Santana hizo eco, mientras un agudo dolor se extendía en su pecho. Ella se apretó la mano contra su esternón. Manchas oscuras aparecieron delante de sus ojos, y los cerró. Su aliento se precipitó fuera de sus pulmones.
— ¿Santana? — penetró la voz de Dioniso.
— ¿Qué pasa?
Santana se obligó a abrir sus ojos.
— Brittany. Ella me necesita.
Pero la verdad era que Santana la necesitaba a ella, y no podía explicarse por qué.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Miér Abr 05, 2017 8:41 pm

me divierte dioniso haciendo le bromas a san jajaj
definitivamente le afecto demasiado a san el rechazo de britt?!!!
a ver como quedo britt??? y que hace san???
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por micky morales Miér Abr 05, 2017 9:25 pm

pobre britt que secuelas abra tenido su accidente?????
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Abr 07, 2017 12:06 am

3:) escribió:me divierte dioniso haciendo le bromas a san jajaj
definitivamente le afecto demasiado a san el rechazo de britt?!!!
a ver como quedo britt??? y que hace san???

Dionisio esta pasandoselo de lo Lindo a costa de Santana.
Bueno veremos como el accidente sufrido por Britt puede o no juntarlas de nuevo...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Abr 07, 2017 12:07 am

micky morales escribió:pobre britt que secuelas abra tenido su accidente?????

ojala las secuelas no sean permanentes y no le causen tanto daño y no me refiero al daño fisico que eso de por si ya es bastante...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Abr 07, 2017 12:14 am

Capítulo Siete


A Brittany nunca le habían gustado los hospitales. Después de que había estado encerrada en uno durante cuatro semanas, le gustaban mucho menos. Había tenido suerte: la caída podría haberle roto el cuello. En su lugar, ella había salido con varios huesos rotos, una conmoción cerebral, y dos desprendimientos de retina.

El trauma de la caída y su cabeza golpeándose contra el suelo de mármol en la base de la escalera, había causado que las retinas se desprendieran de sus ojos, lo que la llevó a una virtual ceguera. El oftalmólogo volvió a unir ambas retinas en dos operaciones, y ahora comenzaba el juego de la espera.

— Tu ojo izquierdo se está recuperando bien, — dijo el Dr. Zimmerman al lado de su cama en el hospital.

Ella movió la cabeza, pero su visión era tan borrosa como lo había sido hace una semana atrás después de la segunda operación. Con su ojo izquierdo, podía distinguir formas y colores, pero no podía reconocer rostros. Todo estaba distorsionado, como si estuviera mirando a través de un ladrillo de vidrio de siete centímetros de espesor.

Su ojo derecho no presentaba ningún signo de que la operación hubiera funcionado. Ella entrecerró los ojos, pero su visión no mejoró. Todo lo que podía ver era una persona de baja estatura con una bata blanca. Sólo su voz dejaba adivinar su identidad y edad, en algún lugar arriba de cuarenta años.

— Dr. Zimmerman, todavía no puedo ver nada con el otro ojo, — se quejó, su voz se mezclaba con preocupación.

Todas las noches desde que había recuperado la conciencia, el temor de no volver a ver se apoderaba de ella, enviándola a una recaída tras otra.
Brittany envolvió el cordón de sus pantalones de pijama alrededor de su dedo, haciéndolo un nudo, y luego liberándolo con el próximo movimiento.

Cuántos nudos había hecho en las últimas semanas, no lo sabía, pero tenía que ser más de los que cualquier marinero hubiera hecho alguna vez. Mantener las manos ocupadas con algo… cualquier cosa… le ayudaba a mantener la cordura.

— Señorita Pierce, sé que está impaciente. — Sintió la suave palma de la mano del médico en su brazo, apretándola para tranquilizarla. — Pero estas cosas llevan su tiempo. He tenido casos como el suyo antes, y con mi experiencia lo mejor que puede hacer es seguir adelante con el tratamiento, evitar cualquier tensión, y ser paciente. Esto no puede ser apresurado. Si no hay mejora en los próximos dos meses, le inyectaré en los ojos aceite de silicona. Va a ayudar a estabilizar sus lentes y asegurar que las retinas permanezcan unidas.

— ¿Y si no funciona? — Brittany se tragó las crecientes lágrimas y trató de deshacer mentalmente el nudo en su estómago… sin tener éxito.

— Entonces trataremos con eso. Usted sólo ha tenido dos operaciones hasta el momento. Hay mucho más que podemos hacer. Una cosa a la vez. Prométame
que será paciente.

Al pedido insistente del Dr. Zimmerman, ella asintió con la cabeza lentamente.

— Y debería conseguir a alguien que le ayude en casa.

— Es más fácil decirlo que hacerlo. — Vivía sola en una casa enorme que estaba siendo objeto de una renovación importante. Tomarlo con calma y buscar
ayuda, sería prácticamente imposible.

— ¿Por qué no decirle a un amigo que se mude con usted por un tiempo?

— Ya se me ocurrirá algo, — respondió Brittany.

Pedir ayuda no era algo que le gustara hacer, ni siquiera si se trataba de la ayuda de sus amigos. Pero ese no era problema del médico, era de ella.
Se oyó un ruido en la puerta.

— Ah, ya veo que tienes un amigo aquí de visita. Iré a preparar tus documentos para el alta y te daré una cita de seguimiento. Saldrás de aquí antes de esta noche. — Le tomó la mano y la apretó para tranquilizarla.

— Gracias, Dr. Zimmerman.

Tan pronto como el médico salió de la habitación, otra figura apareció a la vista. La forma era borrosa y muy lejana para identificarla.

— ¿Quinn?

— Hola, Brittany, — una voz de hombre la saludó.

El corazón de Brittany se hundió.

— Michael.

Ella no tenía la fuerza para tratar con él ahora. Después de que no había llegado de inmediato a verla cuando fue admitida por primera vez, ella pensó que estaba fuera de la ciudad nuevamente haciendo otro acto de desaparición. Por desgracia, no era tan afortunada. Si él estaba ahí ahora, sólo podía significar una cosa: necesitaba dinero.

— Vine tan pronto como me enteré. — La voz de Michael se acercó a medida que hablaba, y ella vio su movimiento en el cuarto hasta que se detuvo
junto a su cama.

— No tenías que molestarte, — ella presionó.

La hacía sentirse vulnerable e indefensa, el hecho de que ella no podía leer la expresión de su rostro. El colchón se hundió al lado de ella, mientras él se sentaba. A Brittany no le gustaba su cercanía. Michael estaba tramando algo, podía sentirlo. El aire picaba bastante con la tensión.

— No voy a quedarme al margen y pretender que no somos familia cuando me necesitas. Puedes contar conmigo, debes saberlo.

Las palabras sonaron sinceras, pero sin ver sus ojos, ella no podía estar segura. Michael siempre había tenido una manera de sonar genuino cuando era todo lo contrario. La única cosa que nunca había sido capaz de ocultar era la frialdad de sus ojos.

— Gracias, Michael, pero no necesito ninguna ayuda.

— Brittany, no seas tonta, no puedes hacerte cargo de todo por ti misma. Me mudaré y te ayudaré.

De repente una puerta se cerró.

— No lo creo. — La voz de Quinn provenía de la puerta, antes de que ella se acercara. Su pelo rubio la hacía fácil de reconocer. Brittany suspiro de alivio: la caballería había llegado.

— Esta es una conversación privada entre familia y la última vez que me fijé, no eras de la familia, — replicó Michael en un tono sarcástico. La suavidad de
la conversación anterior había dejado su voz, y el verdadero Michael salió a relucir.

Tal como lo recordaba.

— Y la última vez que yo me fijé, todavía eras un ladrón.

Su querida amiga siempre podía sostener su posición, y Quinn y Michael no se podían ver. Él se levantó, y Brittany reconoció ambas figuras enfrentándose entre sí. Pero Brittany no quería que empezaran una pelea en el hospital. Alguien probablemente podría salir lastimado.

— Basta, a ambos. No quiero ninguna pelea aquí.

— ¿Qué, crees que tu amiga te ayudará? Te lo dije, yo me encargaré de las cosas. Fue una estupidez de Eleni que cargaras con toda la responsabilidad de la casa.

Brittany suspiró.

— Puedo manejarlo.

— No, no puedes, — protestó Michael.

— Ella puede, y ella lo hará, — interrumpió Quinn.

— Mantente fuera de esto, Quinn. Brittany, éste es el trato. Te ayudaré a construir el Bed and Breakfast a cambio de un interés en la propiedad.

Ella lo sabía. No acababa de ofrecer su ayuda por la bondad de su corazón.

Por supuesto que quería algo a cambio. Él siempre lo hacía. Incluso cuando era un niño había sido así. ¿Cuánto querría su querido primo, por su ayuda en esta ocasión? Tal vez sería más razonable ahora, que había tenido tiempo para calmarse después de la lectura del testamento de Eleni. Tal vez estaba dispuesto a aceptar lo que ella le había ofrecido entonces, una pequeña parte de las ganancias por alguna ayuda ocasional con el Bed and Breakfast, cuando quisiera tomar tiempo libre. La curiosidad le hizo preguntar.

— ¿Cuánto?

— No…. — Quinn se quedó boquiabierta.

— Cállate, — la detuvo Michael, con voz aguda. Un segundo más tarde, se dirigió a Brittany otra vez. — Te ayudaré, pero tengo que vivir también. Tomaré un
cincuenta por ciento de la propiedad.

El corazón de Brittany se hundió.

— No.

— No seas estúpida. Estás prácticamente ciega. Tienes una hipoteca del tamaño del Monte Hood y un contratista que te engaña a cada paso. Eso no va a pasar si yo estoy a cargo.

Brittany sintió que su presión arterial aumentaba. No sólo quería la mitad de lo que era suyo, también quería controlarlo todo. Y prefería que el contratista la engañara, antes que Michael.

— Mi respuesta es no. Eleni me dio la casa por una razón: para conservarla. Ella no confiaba en ti, y, francamente, yo tampoco ¿Crees que no sé qué harás tan pronto como estés en la escritura?

— He cambiado. Las cosas son diferentes ahora, — afirmó Michael. El tono suave en su voz había vuelto.

Brittany respiró hondo. ¿Y si había cambiado? Tal vez él no jugaba más. Ella no lo había visto desde el funeral. La gente podía cambiar, pero lo dudaba. ¿Y si todo era una mentira, al igual que le había mentido a ella y a Eleni antes? Siempre había sido capaz de decir cuando él estaba mintiendo al mirarlo a los ojos.

Desafortunadamente, ella no podía confiar en esa habilidad ahora.

Como si supiera lo que estaba pensando, continuó.

— No he hecho una simple apuesta desde hace seis meses. Incluso estoy asistiendo a Jugadores Anónimos. Puedes comprobarlo. Por favor, Brittany. Yo soy de la familia. Te puedo ayudar.

Brittany apretó sus manos en las sienes, tratando de evitar el dolor de cabeza que se acercaba. Ella no quería tomar ninguna decisión en ese momento.

— No puedo. No ahora. Tengo que pensar.

— Está bien, piénsalo. Pero te lo digo, me necesitas.

Michael giró y salió de la habitación, sus pesados pasos resonaban en la cabeza.

— No estarás hablando en serio, para dejarlo que se meta en esto, ¿verdad?— Las palabras de Quinn, le recordaron que su amiga todavía estaba ahí.

— No lo sé. No sé nada en este momento.

Las lágrimas que no pudo contener, comenzaron a rodar por sus mejillas.

— ¿Qué voy a hacer? No puedo vivir por mi cuenta ahora. Apenas puedo ver algo. ¿Cómo podré asegurarme de que los contratistas estén haciendo lo que deben hacer, cuando no puedo ni siquiera hacer mi propio desayuno?

Con un par de pasos, Quinn estuvo a su lado y puso sus brazos alrededor de ella, abrazándola con fuerza. Se sentía bien saber que había alguien a quien le importaba.

— No te preocupes, cariño, te voy a ayudar. Me iré a vivir contigo hasta que
estés mejor.

— ¿Lo harás? — La esperanza se elevó del estómago de Brittany y viajó hasta su pecho. Nunca le habría pedido ayuda, pero ella podía escuchar la sinceridad de Quinn en su voz.

— Por supuesto que lo haré. Por lo tanto, no te preocupes de eso ahora.

Una nueva ola de lágrimas apareció, esta vez señalaban alivio.

— Muchas gracias. Tú no tienes…

— Shh. Tú harías lo mismo por mí. — Quinn la liberó de su abrazo.

— Voy a empacar algunas de mis cosas. Me comunicaré con mi oficina para asegurarme de que Leo sepa dónde encontrarme y lo que se necesita hacer en los próximos días… tal vez incluso pueda trabajar desde tu casa por un tiempo. Te recogeré cuando estén listos para darte el alta.

Cuando Quinn mencionó a su jefe, Brittany recordó algo importante.

— ¿Y la feria en la Costa Oeste?

Quinn trabajaba para una pequeña industria que fabricaba semiconductores mayormente para la industria de consolas de juegos.

— No es problema. Leo irá. No necesitan a ambos. Mientras uno de nosotros represente a la empresa, estará bien. Alguien tiene que defender el fuerte aquí de todos modos. Estoy segura de que las órdenes empezarán a llegar desde el primer día en la feria de Los Ángeles, y voy a tener que asegurarme de que sean atendidas rápidamente.

— Eres fantástica. No sé qué haría sin ti.

Brittany vio el movimiento de los rizos rubios de Quinn.

Ya se te ocurrirá algo, y saldrás adelante. Como siempre lo haces.

***
Unas horas más tarde, Brittany estaba sentada en la cama del hospital y se abotonó su cárdigan.

— Me gustaría cambiarlo, pero Leo no puede viajar. Le están enyesando la pierna en estos momentos, — dijo Quinn. Había llegado a su oficina justo cuando su jefe era transportado en una camilla. Había resbalado en una baldosa suelta en el baño de los hombres y se rompió el tobillo.

Brittany oyó el lamento en la voz de su amiga y quería tranquilizarla.

— Entiendo, de verdad. No te preocupes. Tienes que ir y representarlo en la feria, eso es lo más importante en este momento. Ya se me ocurrirá algo.

Qué iba a hacer sin la ayuda de Quinn, no lo sabía. Pero ella no quería ser una carga para su amiga.

— Déjame por lo menos ayudarte a encontrar otra cosa para ti. Hablé con la enfermera, y me dijo acerca de esta agencia privada de cuidado de salud que contrata a personal para atender a las personas que necesitan ayuda en casa, —sugirió Quinn. — Ellos te ayudarán con todo lo que necesites, una especie de ama de llaves combinada con enfermera. Incluso te ayudarán a ducharte si lo necesitas.

Brittany levantó la mano en señal de protesta.

— No estoy tan inválida todavía. Creo que me puedo duchar yo sola. ¿Qué tan difícil es encontrar tu camino en un cubículo de metro y medio por metro y medio?

— Sólo te lo digo. No estaba sugiriéndote que necesitaras ayuda con eso.

Pero al menos sabrás que estas personas están preparadas para hacer lo que necesites que hagan. Y sus precios son muy razonables también.

Quinn estaba íntimamente familiarizada con la situación financiera de Brittany. De hecho, en las últimas semanas, se había hecho cargo de pagar y monitorear sus cuentas.

— ¿Puedo pagarlo? — le preguntó Brittany a su amiga.

— Estarás bien.

Brittany oyó una pizca de duda en la voz de su amiga y sabía que Quinn no quería preocuparla.

— ¿Qué tan grave es?

Ella casi podía sentir temblar a Quinn, antes de responder.

— Había una carta del gerente del banco. Se enteró de tu accidente y está preocupado por el préstamo. Él quiere que lo mantengas al tanto sobre cuándo vas a abrir el Bed and Breakfast. He hecho una cita para que puedas decirle cuál es el estado.

Brittany negó con la cabeza.

— Como si yo supiera. No tengo idea de cuánto han avanzado las renovaciones, mientras yo estuve aquí. Quién sabe si hicieron algo de lo que les pedí que hicieran.

La mano de Quinn le tocó el brazo.

— Cariño, te preocupas demasiado. Les di todas las instrucciones, y por lo que se puede ver, hicieron algunos progresos. Verás que mucho del trabajo en el segundo piso se ha hecho. La cocina está terminada.

Brittany se encogió de hombros.

— Bueno, al menos eso es algo. — Pero ella no estaba segura de que hubieran seguido sus instrucciones. Su contratista ya le había dado bastantes problemas cuando ella había sido capaz de inspeccionar todo a fondo. ¿No intentaría ahora salirse con la suya con más trabajo de mala calidad ya que sabía que estaba prácticamente ciega y que ni siquiera podía ver los defectos?

Ya era bastante malo que él pensara que ella… una mujer… no tenía idea de lo que estaba hablando, cuando en realidad era ella la que siempre se había encargado de todas las reparaciones de la casa, cuando Eleni todavía estaba viva.

Sabía unas cuantas cosas acerca de las reparaciones y no era ajena a usar un martillo. La ausencia de un hombre en la casa, había requerido que ella y Eleni aprendieran a encargarse de pequeñas reparaciones por ellas mismas.

— Por lo tanto, ¿llamo a la agencia? — Sonó la voz de Quinn en su oído.

— Sí, por favor, aquí está mi celular. Me gustaría hablar con ellos.

Un golpe en la puerta las interrumpió. Se abrió un momento más tarde, y entró una persona de blanco. Por la forma redonda, la identificó como una de las enfermeras que había estado cuidando de Brittany durante las últimas semanas.

— ¿Todo listo, entonces? ¿Es hora de ir a casa, Brittany? — Preguntó la enfermera Claudia.

— Sí, estoy lista.

La enfermera hizo entrar algo con ruedas en la habitación, y Brittany sabía que era una silla de ruedas. El protocolo del Hospital dictaba que los pacientes debían irse en silla de ruedas. Mientras ella sentía que era humillante ser vista en una silla de ruedas, por lo menos le impediría tropezar con peligros ocultos y hacer el ridículo para que todo el mundo la viera.

Ella no había salido del hospital en cuatro semanas, y ahora el mundo exterior parecía aterrador. Pero no había tiempo para vacilar. La enfermera Claudia le ayudó en la silla de ruedas.

— ¿Profesionales de Cuidado de Salud en el Hogar? Sí, esperen, le pasaré a mi amiga. Ella tiene que contratar a un profesional de cuidado de salud. Gracias.

Brittany sintió a Quinn presionar el teléfono celular en su mano.

— Aquí tienes. Sólo diles lo que necesitas, y lo arreglarán para ti. Iré a buscar el coche y las encontraré a ambas en la entrada principal en pocos minutos.

Quinn salió de la habitación. La enfermera Claudia, empujaba la silla de ruedas en el pasillo un instante después.

— Hola, sí. — Brittany inspiró. — Tengo que contratar a alguien para que me ayude.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 1 de 5. 1, 2, 3, 4, 5  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.