Gleek Latino
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Primer15
Image hosted by servimg.com

Image hosted by servimg.com
Image hosted by servimg.com
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Coment10
Últimos temas
» Ayudenme a encontrarlos
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyLun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T

» Busco fanfic brittana
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyLun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66

» Busco fanfic
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptySáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken

» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyJue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604

» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28

» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyDom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28

» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyVie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604

» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyLun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es

» Que pasó con Naya?
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMiér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es

» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyJue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es

» No abandonen
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMiér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303

» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyVie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303

» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyLun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli

» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyDom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic

» brittana. amor y hierro capitulo 10
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMiér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic

» holaaa,he vuelto
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyJue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMiér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyMiér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 EmptyLun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Encues10
Sondeo

Musical Favorito Glee 5x15 Bash

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba1011%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba1019%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 19% [ 7 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba1011%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba1024%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 24% [ 9 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba1027%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 27% [ 10 ]
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba108%[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Topeba10 8% [ 3 ]

Votos Totales : 37

Image hosted by servimg.com
[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 Gleeka10
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios

Disclaimer
Image hosted by servimg.com
·Nombre: Gleek Latino
·Creación: 13 Nov 2009
·Host: Foroactivo
·Versión: GS5
Glee
Image hosted by servimg.com
Publicidad

[Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

+2
marthagr81@yahoo.es
monica.santander
6 participantes

Página 4 de 5. Precedente  1, 2, 3, 4, 5  Siguiente

Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Abr 21, 2017 8:35 pm

Capítulo Veintisiete


Brittany se había despertado en la cama de Santana. Ella la había acunado en sus brazos toda la noche como si hubiera temido que algo malo le pasara si la dejaba ir. Si no hubiera estado tan conmocionada por los acontecimientos de la noche, ella habría estado en el séptimo cielo por haber conocido a una mujer que se preocupaba como ella lo hacía.

Pero como iban las cosas, todavía estaba en shock. Primero el incidente en la ducha, luego el accidente con el ventilador del techo. No, no era un accidente. Santana no creía que fuese un accidente, y una vez que había plantado la sospecha en su mente, no podía quitársela de encima. ¿Alguien realmente quería dañarla, o era sólo otra de los fallas de Charlie por no hacer su trabajo correctamente? ¿Podría ser que los atajos del contratista tuvieran la culpa, o había algo más siniestro detrás de estos problemas?

Brittany estaba en la cocina, apoyándose contra la isla de la cocina. A pesar de que Santana le había pedido que se sentara en el jardín y descansara, no podía estar inactiva en este momento. Necesitaba algo con qué ocupar su mente, mientras que ella estaba arriba con dos de sus amigos para ver la ducha y el ventilador de techo.

Si tan sólo pudiera ocuparse con algo mientras esperaba. Pero Santana había insistido en que le permitiera manejar esto. Por el tono de su voz, había deducido que le resultaba mejor si ella no estaba ahí durante la investigación de por qué el ventilador de techo se había caído y por qué el agua no se había cerrado.

—¿Señorita Pierce?— Ella giró al oír una voz femenina detrás de ella.

—Soy Alice, la esposa de Greg.

—¿Alice?

Brittany rebuscó en su mente acerca de por qué la esposa de Greg la visitaría. Sabía que era algo que ella había hablado con él ayer. Pero por un momento, su mente se quedó en blanco.

—Greg se quedó hoy en casa enfermo pero me dijo que quería verme—. La mujer hizo una pausa. —Acerca del puesto.

—Oh, por supuesto. Por favor, pase.

Ahora ella recordaba. A pesar de lo que había sucedido la noche anterior… tanto lo bueno como lo malo, la vida continuaba. Todavía tenía responsabilidades, y una de ellas era hacer que este negocio funcionara. Y sin el personal no sería capaz de empezarlo.
Brittany extendió su mano en dirección a Alice. La mujer le estrechó la mano.

—Escribí mi currículum ayer por la noche.

Alice extendió una hoja de papel en su dirección.

—No debió haberse molestado.

—Ah, ¿qué quiere decir con eso, que ya contrató a alguien para el puesto?— Su voz estaba mezclada con la clase de pánico que sólo una persona desesperada podía tener.

Brittany inmediatamente se arrepintió de su comentario poco diplomático y explicó: —No, no. No lo he hecho. No puedo leer. ¿Su esposo no le mencionó que estoy casi ciega?

Hubo un suspiro de alivio.

—Oh, gracias al Señor—. Entonces Alice parecía haberse dado cuenta de lo que había dicho. —Quiero decir, no porque usted esté ciega, sino sobre el trabajo. Lo siento. Quiero decir, siento escuchar que está ciega. Quiero decir... —Sus balbuceos fueron testimonio de su nerviosismo.

Brittany se acercó a ella y le dio unas palmaditas en el brazo de Alice.

—No, está bien. Necesita un trabajo, y yo necesito un ama de llaves y cocinera para el Bed & Breakfast.

—Lo siento, realmente no fue mi intención…

—Alice, por favor, no se disculpe más. Ya que no puedo leer su currículum vitae, ¿por qué no me dice de qué ha trabajado antes? Me parece recordar que escuché que había trabajado para la señora Winterbottom.

Alice exhaló.

—Sí, limpié la casa de la señora Winterbottom por más de diez años. Y luego ella murió hace dos años. ¿Usted probablemente escuchó? De neumonía. Por eso, cuando sus herederos cerraron la casa y la vendieron, conseguí un trabajo en una panadería en la calle Broad, pero la cerraron tan sólo unos meses después. Luego encontré otro trabajo de limpieza con la vieja señorita Carlisle, pero sus hijos la pusieron en un hogar de ancianos. Fue una verdadera vergüenza.

Brittany asintió con la cabeza. Había oído hablar de la señorita Carlisle, pero no la había conocido personalmente.

—¿Cocina y hornea?

—Claro que sí.

—El cocinero tiene que hacer el desayuno y luego hornear galletas para el té de la tarde. No hay cena. ¿Cree que sería apta para eso?

—Espere aquí—. Por un momento, Alice desapareció de la cocina, luego regresó con una bolsa en la mano. Buscó dentro de ella y sacó algo. Cuando abrió una tapa, el dulce aroma de alimentos recién horneados, llegó a la nariz de Brittany.

—Tome, pruebe esto. Lo hice anoche—. Alice puso un trozo de pastel en su mano.

—¿Qué es?

—Pruébelo y verá.

Brittany le dio un tentativo mordisco, luego dejó que el sabor del chocolate derritiéndose se extendiera por su boca.

—Mmm, brownies—. Ella masticó, por un momento olvidándose de todo a su alrededor. Ese era el mejor brownie que jamás había probado. Tragó, y luego se aclaró la voz.

—Está contratada.

—Oh, gracias, señorita Pierce, no se arrepentirá.

—¿Puede empezar mañana? Todavía hay mucho que organizar antes de abrir.

—Por supuesto. Estaré aquí a las 7 de la mañana.

Alice se volvió, pero Brittany se lo impidió.

—Y, ¿podría dejar el resto de los brownies aquí?

—Por supuesto, señorita Pierce.

—Gracias, Alice, y por favor llámame Brittany.

—Señorita Pierce—, se oyó la voz de uno de los trabajadores desde la puerta, — Santana la quiere arriba.

Brittany respiró hondo y se armó de valor. Ahora iba a saber cuál era la causa de los incidentes de anoche.

***
Santana se frotó el puente de la nariz con los dedos. Apenas había dormido porque había estado demasiado preocupada de que algo más le pasara a Brittany. Quería protegerla… no sabía por qué. En lugar de hacer el amor con ella de nuevo cuando la había llevado a su propia cama después de que el ventilador de techo se había estrellado en la suya, simplemente la había tenido en sus brazos toda la noche. ¿Cuándo le había sucedido eso alguna vez? Esto no era como ella. Cuando pasaba tiempo en la cama con una mujer, estaba allí para tener sexo, puro y simple.

¿Y qué había hecho ella? ¡La había abrazado! Era mejor que sus amigos no escucharan eso, o se burlarían de ella. Por extraño que pareciera, Santana quería hacerlo de nuevo. Quería pasar la noche siguiente con Brittany en sus brazos, abrazándola, consolándola. Algo andaba muy mal con ella, al no contar con sus poderes divinos.

Santana volvió su atención a Hermes y al plomero que había traído para ver la ducha. Después de perder el tiempo con los grifos, el hombre había desarmado todo y miró hacia adentro. Entonces inspeccionó la puerta de la ducha. Unos pocos gruñidos y balbuceos más tarde, el fontanero le había dado su veredicto.

—¿Está seguro?—, preguntó Santana.

El hombre puso sus puños en las caderas.

—Claro que estoy seguro. ¿Quiere decirle a la señora, o se lo digo yo?

Santana cerró los ojos. Ya el electricista, otro amigo de Hermes, había revisado el ventilador del techo y tenía ya su evaluación. Y ahora esto.

—Yo se lo diré—. Él asintió con la cabeza hacia Hermes, enviando a uno de los trabajadores por ella.

—¿Qué vas a hacer ahora?— Hermes le preguntó mientras esperaban.

Por suerte, su amigo había tenido el buen sentido de usar unos pantalones cargo que escondían las alas de sus sandalias. A pesar de que verlo con sandalias, se veía más bien ridículo.

—¿Qué puedo hacer? Ella me necesita más que nunca.

—¿Así que te gusta?

Santana miró hacia otro lado.

—No es tu maldito asunto.

Hermes, simplemente se encogió de hombros y continuó:

—Viendo que ella no fue capaz de dormir en su propia cama ayer por la noche, ¿llegaste a tener alguna acción?

Santana agarró a Hermes por su camisa antes de que el dios mensajero pudiera reaccionar.

—¿Qué parte de no es tu maldito asunto, tengo que traducirte al griego?

—Santana—, se oyó la voz de Brittany desde la puerta.

Al instante quitó su mano de Hermes y se acercó a ella, tomándola de la mano con la suya.

—Ven, Brittany.

—¿Han mirado todo?

Santana asintió con la cabeza.

—Sí. El plomero ha revisado la ducha, y el electricista desarmó el ventilador—. Vaciló.

—¿Y?

Santana sintió su ansiosa energía. Miró a Hermes, y luego al plomero, sin encontrar la forma de decírselo.

—No hay nada malo en la ducha—, espetó el plomero. ¿Acaso no habían acordado que Santana le diría la inesperada noticia?

—Pero…

—No pude encontrar nada malo—, continuó el hombre. —Sí, claro, los grifos están un poco duros, pero creo que sólo entró en pánico.

Un gesto se extendió por el rostro de Brittany.

—¿Y la puerta? No podía abrirla—. Le apretó más la mano de Santana.
—Un poco pegajoso, claro. Ajustaré las bisagras un poco para usted.

—Santana—, le suplicó, —dile que tuviste problemas para abrir la puerta también. Díselo.

—Ya se lo dije.

—Lo siento—, dijo el fontanero de nuevo, —pero no pude encontrar nada malo en la puerta.

Santana, vio cómo el rostro de Brittany cambió. Una mirada angustiada brilló en su rostro.

—¿Y el ventilador?

Hermes se aclaró la voz.

—El electricista no pudo encontrar nada fuera de lugar con el ventilador tampoco. Piensa que sólo fue un accidente.

—¿Pero no le mostraste las aspas, Santana? Eran de metal y estaban pintadas para parecer madera. Eso no puede ser correcto—. Su tono suplicante se filtró por debajo de la piel de Santana, y se maldijo por plantar preocupación en ella la noche anterior.

—Estaba equivocada. Tal vez fue por el susto de anoche, y no me fijé bien, pero eran de madera. Era tu viejo ventilador, no uno nuevo—. Santana trató de deshacerse de su malestar por la situación. Ella misma había pensado lo contrario, la noche anterior. Había estado convencida de que el ventilador era completamente nuevo y estaba hecho de metal. Cómo podría haber cometido tal error, sólo pudo haber sido el resultado de su estado drogada de amor… no, drogada de lujuria.

Apartó a Brittany lejos del plomero y de Hermes, sintiendo la necesidad de privacidad.

—Brittany, ambas estábamos ocupadas con otras cosas anoche—, le susurró, sólo para que ella lo oyera. —Creo que ninguna de las dos estábamos pensando con claridad. Ambas perdimos los estribos. Los accidentes ocurren, y con todo el trabajo que se está realizando en la casa, algunas cosas van a salir mal—.Estaba tratando no sólo de convencerla, sino también a sí misma. Algo todavía se sentía mal al respecto, pero no podía darse cuenta de qué. No había manera de disputar sus hallazgos o falta de ellos, sin llamar al plomero y al electricista, incompetentes.

—Sin embargo, ayer por la noche, tú estabas allí. Viste lo que pasó—. Parecía a punto de llorar, y le desgarraba el corazón. Ella la tomó en sus brazos, pero un momento después ella se alejó.

—Crees que estoy histérica, ¿no?

Santana no sabía cómo responderle. El pensamiento nunca había pasado por su cabeza. En su lugar, se preguntaba si ella misma se estaba volviendo loca, teniendo en cuenta que había juzgado mal los acontecimientos de anoche. Antes de que pudiera encontrar las palabras para explicarle esto, ella salió de la habitación.

—¡Brittany!— Pero ella no se detuvo y continuó caminando.

Quería correr tras ella, pero Hermes puso su mano sobre el antebrazo.

—Espera. En el estado de ánimo en que está, ella no te escuchará de todos modos.

—¿Desde cuándo sabes algo acerca de las mujeres?— Disparó Santana, no enojada con Hermes, sino consigo misma.

—No hay necesidad de insultarme. Sólo estoy tratando de ayudar.

—¿Ah, sí? Bueno, si estás realmente tratando de ayudar, entonces ¿por qué no tratas de averiguar por qué tuve problemas para cerrar la llave del agua que estaba demasiado caliente, y por qué fue difícil abrir la puerta de la ducha? Y mientras estás en eso, dime por qué pensé anoche que el ventilador cayó por sí solo y por qué las aspas se sentían como si fueran de metal, no de madera.

Sin esperar la respuesta de Hermes, se fue detrás de Brittany. Cuando la alcanzó, la encontró en el pasillo del segundo piso, mientras un hombre negro joven subía las escaleras.

—¿Señorita Pierce?—, preguntó.

Santana miró al hombre y lo reconoció. Oh, maldita sea, la mierda estaba a punto de salpicar. Y él estaba de pie justo en frente de ella.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por micky morales Vie Abr 21, 2017 8:44 pm

Todo se confabula contra santana, pero de una u otra forma Britt no pde quedarse sola!!!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Vie Abr 21, 2017 9:12 pm

muchas cosas juntas para que parezcan accidentes,..
las casualidades en la vida no existen,..
san si se entera quien fue los va a matar.. muy lentamente!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 22, 2017 12:42 am

micky morales escribió:Todo se confabula contra santana, pero de una u otra forma Britt no pde quedarse sola!!!

ESPERO LA MATEN EN EL INTENTO..... MAS NADIE LE CREE...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 22, 2017 12:44 am

3:) escribió:muchas cosas juntas para que parezcan accidentes,..
las casualidades en la vida no existen,..
san si se entera quien fue los va a matar.. muy lentamente!!!

ESAS NO SON ACCIDENTES NI CONSIDENCIAS. SON ATENTADOS, INTENTOS DE ACABAR CON SU VIDA... ESPERO NO LLEGUE A DAÑARLA MAS DE LO QUE YA ESTA. ESPEREMOS LAS ACTUALIZACIONES MAÑANA...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por JVM Vie Abr 28, 2017 6:03 pm

:o me había atrasado y o por dios que cosas han pasado....
Michael un idiota que al menos no consiguió lo que le ordenaron y bueno obviamente no han sido accidentes todo esto esta planeado y tiene un fin ojala San junto con su amigo descubran las cosas a tiempo y que no le pase nada a ninguna de las brittana!
JVM
JVM
-
-

Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 1:15 am

JVM escribió::o me había atrasado y o por dios que cosas han pasado....
Michael un idiota que al menos no consiguió lo que le ordenaron y bueno obviamente no han sido accidentes todo esto esta planeado y tiene un fin ojala San junto con su amigo descubran las cosas a tiempo y que no le pase nada a ninguna de las brittana!

jajajja no te creo para nada... pero no tiene la mas minima importancia..... ADIOS.... [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 3287304868 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 3287304868 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 3287304868 [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia.  Cap. 34, 35, 36 y 37 - Página 4 3287304868
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 1:18 am

Capítulo Veintiocho


Brittany miró a la alta y oscura silueta acercándose a ella.

—¿Sí? Soy la señorita Pierce.

El hombre se acercó, sus botas raspaban contra el polvo del piso de madera. Sería mejor que esto no fuera otro vendedor tratando de convencerla de que necesitaba un folleto de marketing caro o un lujoso cartel en el frente. En este momento no podía tratar con eso, cuando lo único en que podía pensar era si se estaba volviéndose loca. Había tenido pánico en la ducha, sí, pero después de que ella había sido incapaz de cerrar el agua caliente. Y ahora todo eso la hacía sonar como si estuviera histérica, o que se lo había inventado todo. Incluso Santana. Ni siquiera ella le creía ahora.

—La agencia me envió—. No captó las palabras del hombre en un principio.

—¿Qué agencia?

¿Había olvidado otra cita?

—Profesionales de Cuidado de Salud en el Hogar. Estoy aquí para empezar mi trabajo—, explicó.

Brittany negó con la cabeza.

—Debe haber un error.

—¿Por qué no dejas que me ocupe de esto?

Se oyó la voz de Santana desde las escaleras. Ella miró hacia su dirección, enfocando la silueta.

—Te ves cansada. Te llevaré algo de comer y beber al jardín.

Pero Brittany no estaba de humor para escucharla en esos momentos. Sentarse en el jardín no calmaría su mente.

—Está bien Santana. Puedo manejar esto—.

Sus palabras salieron más cortantes de lo que había sido su intención. Ella sabía que Santana no se lo merecía, pero no pudo evitar de reaccionar de esa manera. Había aceptado la evaluación del plomero sin protestar, sin apoyarla. Al menos eso fue lo que ella sintió.

—¿Qué quiere la agencia? Como puede ver, ya enviaron a alguien la semana pasada

Ella señaló hacia Santana. ¿O es que Santana había pedido una transferencia? Tan pronto como el pensamiento cruzó por su mente, sintió una puñalada incómoda en su pecho. ¿Iba a dejarla? Se había levantado temprano esta mañana. ¿Y si ella había llamado a la agencia para terminar su empleo con ella?

—¿La semana pasada?—, preguntó el hombre, su voz sonaba confusa. —Pero apenas recibimos la llamada ayer por la tarde.

—No. Lo siento, pero estoy segura de que alguien en su oficina debe de haber mezclado todo esto. Me dieron de alta del hospital hace una semana, y la agencia envió a Santana un día después.

—Señorita Pierce, eso es imposible. Nosotros recibimos la llamada ayer, y…

—Yo sabría si hubiera llamado a la agencia ayer, créame.

—Pero—, comenzó el hombre nuevo.

—Como puede ver, tiene que haber habido algún malentendido en la oficina—, interrumpió Santana.

Brittany asintió con la cabeza.

—Siento que lo hayan molestado, pero yo…

—¿En qué fecha fue dada de alta del hospital, señorita Pierce?—, interrumpió la voz lacónica del hombre.

Dejó escapar un suspiro exasperado. Muy bien, ella lo aguantaría por otro minuto.

—El 29.

—Señorita Pierce, hoy es 30, por lo que llegó a casa ayer, y solicitó un enfermero para hoy.

—No sé quién eres, pero hoy no es 30, hoy es el 6—, respondió ella.

—¿Qué?— La voz del hombre dio un grito de asombro.

—Claramente, está una semana retrasado. Así que váyase por favor—,añadió Santana.

Hubo una breve pausa, antes de que el hombre respondiera, señalando a Santana,

—Señorita Pierce, puedo preguntar: ¿quién es esta mujer que dice ser su enfermera en su casa? Estoy seguro que nunca la he visto en la agencia, y créame, conozco a todo el mundo allí.

El corazón de Brittany se detuvo. Un momento después, ella luchó para respirar. Esto no podía estar sucediendo.

—Brittany, está claro que el hombre es un fraude. Saquémoslo de aquí—.Santana puso la mano sobre su brazo.

—No soy un fraude. Tome. Esta es mi identificación—. Ella lo vio empujar un pedazo de papel hacia ella. Tenía que saber lo que decía.

—¿Charlie? ¿Dónde estás?— Dijo en voz alta. Él apareció momentos después.

—¿Qué puedo hacer por usted?— Le preguntó Charlie.

—¿Podrías decirme qué dice la identificación de este hombre?

—Jonathan Matthews, Profesional de Cuidado de Salud Certificado, luego, algunas fechas, y el nombre de la empresa: Profesionales de Cuidado de Salud en el Hogar.

—Gracias Charlie, eso es todo—. Ella se apoyó contra la pared y miró en dirección a Santana.

—Señor Matthews, ¿está seguro de que ésta mujer no trabaja para Profesionales de Cuidado de Salud en el Hogar?

Ella casi se ahoga con sus propias palabras.

—Estoy seguro.

—Brittany, te lo puedo explicar—, dijo Santana mientras colocaba su mano sobre su brazo. Ella se la quitó de encima. Le había mentido. Santana no era quien había dicho que era. Las palabras de Michael volvieron a ella. ¿Había estado en lo cierto su primo, por una vez?

—¿Quién eres tú?— Ella dio un paso lejos de Santana. Había entrado a su casa, una
desconocida, y no sólo se había quedado en su casa, ella la había dejado acostarse en su cama. Y no sabía nada de ella. ¿Qué quería? ¿Qué plan malvado había planeado?

—Por favor, tenemos que hablar… solos, sólo tú y yo. Puedo explicártelo todo.

¿Solas?

—¿Qué tan estúpida crees que soy? ¿Crees que estoy tan loca como para aceptar estar a solas contigo?— Ella trató de empujar hacia atrás el recuerdo de sus intimidades de la noche anterior. Santana sabía cuando veía una cosa buena, le había dicho entonces. Era tan obvio ahora lo que había querido decir con eso.

— ¿Quién eres? ¿Algúna estafadora de mujeres solas y vulnerables, las haces confiar en ti para poder aprovecharte de ellas?— Lo cual no lo hacía ni un ápice mejor que Michael.

—No, Brittany, no. Nunca tuve ninguna intención de hacerte daño—, afirmó Santana, su voz tan agitada como la suya. Bueno, al menos era una buena actriz, porque ésta era toda una actuación.

Y ella había sido tan estúpida. Y esta vez ni siquiera había sido una cara bonita, Santana todavía no tenía rostro para ella, sólo una silueta cuyas facciones no podía distinguir. Y en este instante, estaba agradecida por ello. Al menos no tendría ningún recuerdo de su cara. Tal vez sería más fácil olvidarla.

—¡Fuera! Sal ahora mismo y a tus amigos contigo—, gritó ella, sabiendo que sus lágrimas no se quedarían atrás.

—Te necesito y me necesitas.

—No. Yo no necesito a alguien como tú. Una mentirosa y una tramposa. Y por lo que sé, una psicópata. Es mejor que te vayas antes de que llame a la policía y haga que te arresten.

—Por favor, no hagas esto. Dame la oportunidad de explicarte—.Santana se acercó, pero Brittany la alejó.

—Ésta es tu oportunidad: explícamelo ahora, aquí mismo.

—No delante de otras personas.

—¡Ja! Yo lo sabía. Crees que me puedes engatusarme cuando estemos solas. ¿Qué tan estúpida crees que soy? Puede ser que sea lenta en descifrarte, pero estoy aquí ahora, y no cometeré el mismo error dos veces—. Bueno, a veces lo hacía, pero juró que esta vez no lo haría. No, esta vez ella sabía que resultaría muy mal.

—Me voy ahora, pero créeme, estaré de vuelta cuando estés lista para hablar.

—No me amenaces—. Brittany se apoyó en la barandilla, con las rodillas cerca de doblarse.

—No es una amenaza. Es una promesa. Vendré otra vez, y escucharás lo que tengo que decirte. Sola.

Con estas palabras, dio media vuelta y Santana bajó corriendo las escaleras. Unos segundos más tarde, cerró la puerta de la entrada. Las rodillas de Brittany se debilitaron, y se habría caído, si el enfermero no la hubiese agarrado y dado su apoyo.

—Realmente no puedo terminar de expresar cuánto lo siento, señorita Pierce, pero no tengo ni idea de lo que pasó. No entiendo cómo pude haber perdido una semana entera sin recordarla. Algo está muy mal aquí. Y, francamente, teniendo en cuenta que esta mujer llamada Santana fue capaz de infiltrarse aquí y pretender ser yo, creo que deberíamos hablar con la agencia e informar a la policía.

A mí me drogaron, porque no hay manera de que no recuerde una semana entera.

—Señor Matthews…

—Jonathan—, la corrigió.

—Jonathan, no sé lo que pasó. Pero yo no quiero tratar con la policía en estos momentos. ¿Puede entender eso?

Lo único que quería era olvidar, no recordar cómo Santana la había engatusado.

Él asintió con la cabeza.

—Entiendo. Pero vamos a llegar al fondo de esto.

Tengo que saber lo que sucedió durante esa semana. Mientras tanto, ¿por qué no le preparo un café y se sienta por un momento?

***
Santana levantó la vista hacia las nubes. El cielo se veía amenazante, y ya podía oler el aroma de la lluvia en el aire. Pronto se vendría a cántaros. El viento ya había tomado velocidad y azotaba los árboles que adornaban la empedrada calle. Dioniso tendría una reprimenda tan pronto como Santana encontrara su triste trasero. ¿Qué se le había metido, dejando que el enfermero se le escapara de sus garras tan prematuramente? Justo cuando todo había comenzado a estar en su lugar correspondiente.

Ya que era de día, Santana prescindió de buscar a Dioniso en sus establecimientos de bebidas habituales y se dirigió directamente al estudio, donde su amigo le había permitido permanecer durante esas primeras semanas en Charleston. Al parecer, Dioniso mantenía apartamentos de soltero en muchas ciudades terrenales para mayor comodidad. Supuso que un simple palacio en el Olimpo, no era suficiente para el bebedor y mujeriego.

Santana abrió bruscamente la puerta del apartamento de Dioniso, levantándola de su bisagra. Al menos todavía tenía su poder físico, que sería muy útil cuando golpeara a Dioniso con sus puños.

—Borracho, incapaz, hijo de un dios…

Santana detuvo su maldición cuando vio a Dioniso en el suelo de la sala, ensangrentado y golpeado.

—¡Mierda!

Santana se agachó junto a su amigo. Él no tenía que sentir el pulso… Dioniso era inmortal, y si bien él podía sentir dolor y sufrir heridas, no podía morir. Por lo menos ese hecho lo sabía con certeza.

Santana deslizó sus brazos por debajo del cuerpo inerte de su amigo y lo levantó del suelo. Mientras lo llevaba a su cama, lo sintió moverse. En el momento en que cuidadosamente lo puso sobre las sábanas, Dioniso se obligó a abrir un ojo.

El otro permaneció cerrado, estaba demasiado hinchado y sangriento para permitirse cualquier movimiento.

—Gracias a los Dioses, que eres tú—, se presionó a decir, con la voz ronca y débil.

—No hables—, le ordenó Santana. Entró en el cuarto de baño y tomó una toalla, la mojó con agua tibia, antes de regresar con Dioniso.

Cuando se sentó en el borde de la cama y comenzó a limpiar la sangre incrustada en el rostro de su amigo, examinó el resto de su cuerpo golpeado. Su ropa estaba desgarrada en algunos lugares, manchada de sangre en otros. Tenía los puños ensangrentados, como también en su rostro, lo que confirmaba que había peleado con alguien y había recibido algunos buenos golpes.

Santana maldijo entre dientes. ¿Por qué Dioniso siempre tenía que meterse en peleas de bares? ¿Cuál era el encanto? ¿Realmente tenía que probar que él era un luchador superior? Santana pensó que probablemente sin querer, alguien lo había insultado, y el sensible dios del vino se vio afectado por lo que tuvo que defender su honor. Por supuesto, él nunca le admitiría a nadie que una palabra equivocada podía hacerle daño tan fácilmente como un puño bien colocado. Demasiado orgulloso para su propio bien.

Al momento en que Santana escurrió la toalla ensangrentada por tercera vez, las heridas de Dioniso estaban limpias. Ya habían comenzado a cerrarse y repararse, pero tendrían que pasar horas hasta que él estuviera como nuevo.

Dioniso parpadeó con un ojo abierto.

—No los vi venir.

—¿Estás tratando de decirme que no iniciaste otra pelea en el bar?— Santana levantó una ceja, incrédula.

—Juro por la diosa Artemisa, que fui atacado—.

Dioniso trató de levantarse a una posición sentada y se estremeció. Su mano se dirigió a sus costillas, que parecían tener moretones.

—Debería llamar a Asclepio que me cure. Esto duele.
Santana le indicó que no. Un poco de dolor le haría bien. No había necesidad de llamar al dios de los curanderos para arreglar algunas contusiones.

—No hay tiempo. Si no te hubieras emborrachado y no hubieras dejado que te golpearan, ese enfermero no se te hubiese escapado.

—¡Ah, mierda!—, susurró Dioniso. Levantó la cabeza y miró directamente a Santana, el lamento era evidente en su expresión. —¿Qué pasó?

—Eso es lo que te estoy preguntando—, replicó Santana y se levantó. —Él se presentó en la casa esta mañana y me descubrió.

—Escucha, Santana, tienes que creerme. Esta no fue una pelea de bar. Tres hombres vinieron por mí, salieron de la nada. Yo nunca los había visto antes. Esta no fue una pelea normal. Ellos sabían mis puntos débiles. Ellos lo sabían—.

La sinceridad en la voz y los ojos de Dioniso, hicieron que Santana se detenga. ¿Alguien
lo había atacado porque estaba escondiendo al enfermero?

—¿Estás seguro?

Dioniso asintió con la cabeza, y Santana se percató de cómo el movimiento parecía lastimar su cabeza.

—Alguien les dijo cómo golpearme. Sólo otro dios lo hubiera sabido.

Santana asintió con la cabeza. Cada dios tenía al menos un punto débil. Si se apuntaba a él, era bastante fácil para un mortal vencer a un dios fuerte como Dioniso. El mortal sólo necesitaba saber dónde estaba el lugar oculto. Y sólo otro dios sabría dónde estaban esos puntos débiles.

—¿Sentiste la presencia de algún dios cerca?

Si otro dios había estado en la vecindad, Dioniso lo habría sentido. Los iguales se reconocen entre sí. Por desgracia, Santana no podía sentir el aura de sus amigos de la forma en que habría podido hacerlo si hubiera tenido sus poderes.

—No. Quien dirigió a los matones se quedó lo suficientemente lejos, mientras yo todavía estaba consciente, así que no pude percibirlo. A pesar de que tengo un par de ideas en cuanto a quién podría estar detrás de esto… especialmente si la persona estaba tratando de llegar a ti, en lugar de simplemente divertirse golpeándome.

Y habría un gran número de dioses a quienes les encantaría dar una paliza a Dioniso. Sin embargo, su amigo estaba en lo cierto, esto tenía que ver con Santana y su búsqueda.

—No debí haberte involucrado en esto—, dijo Santana, dispuesta a pedir disculpas a su amigo. Era una sensación totalmente nueva. Nunca en toda su vida se había disculpado por alguna cosa.

—Demasiado tarde. Ahora es algo personal. Nadie envía un puñado de matones detrás de mí y se sale con la suya. Créeme, encontraré a quien sea que esté detrás de esto.

Santana asintió con la cabeza. Tenía sus propias sospechas acerca de quién estaba interesado en que ella no ganara el desafío de Zeus.

—Orión—, ella y Dioniso pronunciaron el nombre del culpable al mismo tiempo.

—No se puede elegir a la familia—, confirmó Santana.

—Pero puedes escoger a tus amigos.

Santana le dio unas palmaditas en el hombro a Dioniso, con las que lo hizo temblar de dolor.

—Lo siento.

—Así que dime como están las cosas. ¿Cómo te va con la seducción de la mujer ciega?

—¿Seducción?— Gruñó Santana, sin estar segura de quién estaba seduciendo a quién. Ella se había enamorado totalmente de Brittany, y la idea de que ella ahora la odiara, hacía que su pecho se contrajera dolorosamente. —Ella me tiene en la palma de su mano. Y ahora, piensa que soy una psicópata.

Dioniso se echó a reír.

—Bueno, si eso es todo, estoy seguro de que lo podremos arreglar.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 1:20 am

Capítulo Veintinueve


—Te dije que era un tipo gigoló pero mujer, pero no quisiste escucharme, ¿verdad?— La voz de Michael crispaba sus nervios.

¿Cuánto tiempo más iba a hurgar en sus heridas antes de que él estuviera convencido de que ya había hecho suficiente daño como para hacer que se sintiera aún peor de lo que ya lo estaba?

Brittany hizo un movimiento de la mano para cortarle el paso.

—¡No es asunto tuyo! Hago lo que me plazca. Yo no le rindo cuentas a nadie, y menos a ti—

. Ella no tenía ni idea de cómo se había enterado de lo que había sucedido, pero estaba ahí, haciéndole perder la paciencia sólo un día después de que ella había arrojado a Santana fuera de su casa.

Michael dio un paso más cerca, demasiado cerca para su comodidad.

—No vas a calcinar mi herencia, te lo advierto.

Ella respiró hondo.

—¡No es tu herencia, es mía!

—Con tu tendencia a meterte en estúpidos accidentes, será mía algún día.

Los latidos del corazón de Brittany se duplicaron con su insinuación. ¿La estaba amenazando? ¿Iría realmente tan lejos? ¿Su propia familia?

—¿De qué accidente estás hablando?

Hubo una breve pausa antes de contestar:

—¿Qué, ya te olvidaste que te caíste por las escaleras y te golpeaste la cabeza?

No, no lo había olvidado, ni había olvidado el incidente en la ducha y el ventilador de techo que se cayó. ¿Sabía Michael acerca de esos accidentes también? O peor aún, ¿tendría algo que ver con ellos? El pensar que su primo llegaría tan lejos para conseguir lo que quería, hizo que los latidos de su corazón se aceleraran.

Seguramente, ni siquiera él podría ser tan malo.

—Eso fue un accidente. ¿A qué otros te estás refiriendo?

Ella pudo darse cuenta del tono de burla en su voz cuando continuó,

—¿Necesitas más?

¿La estaba amenazando?

—Escupe, ¿a qué otros accidentes te refieres?

—¿Qué estás paranoica? ¿O, finalmente te has vuelto loca como tu madre?

El golpe fue bajo, y le pegó duro. Todo lo demás quedó en el olvido por un momento, pero no el temor de sucumbir a una enfermedad mental. ¿Se había inventado realmente lo que había sucedido en la ducha? ¿Habría sido sólo su imaginación, que no podía cerrar el agua y abrir la puerta de la ducha? Y si ese había sido el caso, tal vez Santana sólo había intentado seguirle la corriente cuando ella estaba tan presa del pánico y el estrés. O peor aún, pensó que podría aprovecharse de la situación para llevarla a la cama. Y lo había hecho. Se había metido en su cama. Se había aprovechado de su vulnerabilidad. Y ella la dejó.

—Oh, conozco esa expresión en ti— la voz de Michael detuvo sus pensamientos. —La vi muchas veces cuando éramos niños. Está de vuelta, ¿no? Estás viendo todas esas criaturas de nuevo, ¿no?

Brittany levantó la barbilla desafiándolo.

—No es cierto. Y no tienes derecho a plantear esto. Yo era una niña con una imaginación activa. No hay nada malo con eso—.

Tenía que luchar y poner buena cara, aunque no lo creyera ni ella misma. No, ella no estaba viendo criaturas de otro mundo en ese momento, pero era evidente que había empezado a imaginarse cosas y estaba volviéndose paranoica.

—Imaginación activa, un carajo. ¡Estabas loca! Y no estás nada cuerda ahora. Nadie en sus cabales podría pensar en convertir este lugar en un Bed & Breakfast por su propia cuenta. Una persona en su sano juicio, hubiera pedido ayuda. Pero no, pensaste que podías hacerlo todo por tu cuenta. La avaricia se apoderó de ti. Simplemente no quieres compartir, ¿verdad?

—Te estás describiendo a ti, Michael, no a mí. Tú eres el único codicioso. Tú eres el que robó y engañó. No me confundas contigo—.

Poco a poco, sintió que su fuerza regresaba. Mientras más escandalosas eran sus acusaciones, más fácil se hacía para ella rechazarlas y luchar contra él. No le permitiría desviar la conversación nuevamente a su estado mental.

—Te he dicho que he cambiado. Pero estás en una posición muy alta y poderosa para dar a alguien una segunda oportunidad. Hago una cosa mal y pago por ella el resto de mi vida. No hay redención en tu corazón, ¿verdad?

Se dio cuenta de que estaba tratando de agarrarse de lo último que le quedaba, y la llenó de una sensación de calma. Por último, sintió la fuerza regresar. Su voz estaba tranquila cuando ella respondió:

—¿Una cosa? Hiciste cientos de cosas mal. No lo hagas sonar como que esto lo hiciste una sola vez. Engañaste a Eleni y me has engañado a mí, toda la vida. ¿Y ahora quieres que te perdone y acabe por creer en tu palabra sólo por decirla?

—Estás loca si piensas que en tu condición puedes continuar con esta estúpida empresa y creer que tendrás éxito. Estás ciega, literal y figurativamente. ¿Has pasado por alto ese hecho?

Brittany se tragó su miedo de la palabra “ciega”. Cómo odiaba eso. Pero ella no le permitiría tomar la delantera otra vez.

—No estaré ciega para siempre. Esta es una situación temporal. Me estoy curando—.

Esperaba que ella no estuviese mintiendo. Esa tarde sabría más. Ya era hora de su cita de control con el Dr. Zimmerman.

—¿Y mientras tanto? ¿Quién va a ejecutar las renovaciones? ¿Quién se asegurará de que el contratista no te engañe? No tienes a nadie más de confianza que a mí.

—¿Confianza? Dudo que conozcas el significado de esa palabra—, le espetó ella.

Había jugado con cualquier confianza que hubiese tenido en él durante los últimos años. No quedaba nada. Ella le había dado una segunda, tercera y cuarta oportunidad, pero había jugado con todas esas también. ¿Por qué no podía admitir eso y dejarla en paz de una vez por todas?

—Es malicioso decir eso. Te estás convirtiendo en una perra. No pudiste echar un polvo, ¿eh? Bueno, ¿quién te querría de todos modos? ¿Quién querría cargar con una minusválida?

—¡Fuera! ¡Fuera de mi casa y no vuelvas! Llamaré a la policía esta tarde, y si te acercas en un radio de quinientos metros a mí o a la casa, haré que te arresten.

—Estás cometiendo un gran error, Brittany. Te lo advierto.

—Dije: fuera.

Oyó pasos que se acercaban. Al parecer, su acalorada discusión atrajo la atención de los trabajadores.

—¡Te arrepentirás de esto!—

Michael le advirtió en un tono tan frío, que le hizo helar la sangre en sus venas. Ella podía percibir bastante maldad en él.

—¿Hay algún problema, señorita Pierce?— La voz de Greg provenía de la puerta.

Brittany se tragó el disgusto.

—¿Puedes encargarte de que este hombre salga de mi casa?

—No es necesario—, la cortó Michael—me voy. Pero esto no se acaba aquí.

Cuando la puerta se cerró detrás de su primo, dejó caer los hombros. Sus peleas siempre habían sido feas, pero ésta había sido la peor, lejos. Y había confirmado por ella misma lo que siempre había sospechado: Michael era malo por dentro y por fuera. Y no importaba cuántas oportunidades le diera, nada iba a cambiar su curso de acción. Él no se detendría ante nada para conseguir lo que quería. Hoy, después de su cita con el médico, ella iría a la policía y vería qué podían hacer.

—¿Por qué no busco a Alice para que le haga una taza de té? Jonathan todavía está haciendo compras para usted.

Brittany asintió con la cabeza.

—Gracias, Greg.

Un momento después, su esposa subió las escaleras.

—Qué molesto. Ese muchacho tiene un poco de enojo en él. ¿Es su novio?

—Mi primo.

—No se puede elegir la familia—, murmuró. —¿Quiere unas galletas?
Estarán listas en pocos minutos.

Sólo ahora, Brittany notó el olor del alimento horneado penetrar a través de la casa. Galletas era justo lo que necesitaba ahora.

—¿Qué estás mirando, Greg? ¿No tienes trabajo que hacer? —Alice reprendió a su marido.

—Nada, nada—, murmuró. Brittany lo sintió vacilar antes de salir arrastrando los pies de la habitación.
***
Brittany se sentó en una de las salas de tratamiento del consultorio del Dr. Zimmerman, mientras Jonathan esperaba afuera en la zona de recepción. El médico ya la había examinado, hizo algunas pruebas, y luego se excusó para consultar con uno de sus colegas. Eso había sido hace diez minutos. Cruzó las manos sobre el regazo, observando cuán húmedas estaban las palmas de sus manos. Con cada minuto que pasaba, su nerviosismo aumentaba. ¿Por qué se tardaba tanto? ¿No se daba cuenta de que esta espera era una tortura para ella?

Después de todo lo que había sucedido en los últimos días, necesitaba una buena noticia. Una verdadera buena noticia. La decepción volvió de nuevo en ella cuando pensó en Santana. Era una estafadora, alguien que le puso una trampa. Toda su ayuda, su bondad, su preocupación, sólo había sido un acto para engatusarla en forma lenta pero segura. Y había caído en la trampa. Le había creído todo. De hecho, había creído que a Santana le importaba ella. Pero era una mentira.

Cuál había sido exactamente su plan, probablemente nunca lo averiguaría, pero estaba convencida de que había estado allí para quitarle todo lo que tenía. Como uno de esos matrimonios estafadores de los que había oído hablar en la televisión: hombres y mujeres, que pretendían enamorarse de las viudas ricas y luego les quitaban todo su dinero. ¿Y no había sido ella un blanco fácil? Prácticamente ciega, sola y necesitada. ¿Qué artista de la estafa podría resistirse?

A pesar de la fea lucha con Michael, había dicho una cosa que era cierta: que necesitaba ayuda. Y si bien Jonathan, su nuevo enfermero, era bueno en sus responsabilidades, no la iba a ayudar con la gestión de las renovaciones. ¿Y por qué habría de hacerlo? No era su trabajo.

Santana la había consentido. Obviando que era una estafadora, ella realmente se había encargado de sus necesidades. Esos tres días que había pasado relajándose en el jardín, le habían ayudado a recargarse y renovar sus fuerzas. Y la forma en que había manejado a Charlie y se había asegurado de que corrigiera esas cosas que había arruinado, sin cobrarle extras, no habría sido capaz de lograrlo por su propia cuenta.

Pero todo había sido calculado. Santana no lo había hecho porque le gustaba o se
preocupaba por ella, sino porque quería algo de ella. Fue un error. Y Brittany lo sabía, intelectualmente. Por desgracia, cuando escuchaba a su corazón, le decía que Santana no era del todo mala, que sus sentimientos hacia ella no eran falsos.

Cuando Santana le había hecho el amor, había sentido exactamente eso: amor. Una conexión profunda, más que pasión o lujuria. Y la forma en que la había abrazado la noche después de que el ventilador se había venido abajo, ninguna persona la había sostenido así. Santana se había preocupado de que le pasara algo. Ella lo había sentido.
¿O era parte del acto? ¿Habría ella provocado esos accidentes para que ella en su miedo la buscara? ¿Así podría interpretar a la héroe y salvarla? Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al pensarlo. No, ella no quería creerlo. Y, además, el plomero y el electricista no habían encontrado ningún tipo de falla en relación con el ventilador, ni en la ducha. Sus amigos lo habían confirmado. ¿Sus amigos? ¿Y si le había mentido para cubrirse? Podrían haber sido sus cómplices.

Su corazón latía rápidamente marcándola cual tatuaje en su pecho. No, no era bueno pensar en todo eso y seguir obsesionándose con cosas que nunca sería capaz de entender. Tenía que tapar el pasado, cerrarlo y olvidarse de Santana. Había hecho eso antes, y podía volverlo a hacer.

Brittany inspiró un par de veces para estabilizarse, inhaló y exhaló el aire. Esto pasaría, olvidaría esa decepción al igual que había olvidado otras malas experiencias. Ella sería fuerte.

Para cuando la puerta de la sala de examen se abrió y el Dr. Zimmerman entró, Brittany había hecho a un lado todos los pensamientos negativos de su mente.

—Siento que haya tomado tanto tiempo—, dijo y cerró la puerta detrás de él.

Cuando se aclaró la voz mientras se acercaba, Brittany sintió su pecho contraerse. Un mal presentimiento se le ocurrió de la nada.

—Señorita Pierce, he hablado con mi colega, el Dr. Norbert, y ambos hemos llegado a la misma conclusión—. Hizo una pausa. —No hay una manera fácil de decir esto. Lo que pude ver a través del lente hoy es, por desgracia, bastante concluyente...

—Dr. Zimmerman, por favor, sólo dígame cuánto tiempo me tomará sanar. Si tarda más de lo previsto en un primer momento, voy a lidiar con ello. Sólo deme un marco de tiempo para que pueda planificar—.

Brittany necesitaba una respuesta firme. Si su progreso era más lento que a primera vista, tendría que considerar el contratar a otra persona para supervisar las renovaciones.
Cuando el médico le tomó la mano y la apretó, la adrenalina se disparó a través de su sistema. Algo no estaba bien.

—Lo siento, pero la operación fue un fracaso. El tejido es demasiado frágil para permitir la reinserción de sus retinas. No está funcionando. Los bordes están arruinados donde se utilizó el láser. El líquido ha empezado a juntarse entre el nervio óptico y las retinas. Sólo acelerará el proceso.

—¿Qué proceso?— Brittany sintió su respiración salir en cortos jadeos.

—Señorita Pierce, las retinas se están desprendiendo de nuevo. Las manchas que ve en estos momentos se harán más grandes y dentro de unas semanas, la poca vista que tiene se habrá ido para siempre.

Su mundo se detuvo. Nada se movía. Lo único que podía oír era el sonido de su corazón latiendo. Fuerte, como un tambor en sus oídos. Cada latido era como una pequeña explosión. Y cada explosión la adormecía aún más.

Para siempre.

La palabra resonaba en sus oídos.

Ciega para siempre.

Ella se agarró del apoyabrazos, tratando de levantarse de su silla. Sus movimientos fueron automáticos, robóticos, un mero reflejo de su cuerpo. Se sentía como si estuviera parada junto a ella, viéndose cómo intentaba ponerse de pie con las piernas temblorosas. Como si fuera a cambiar algo. Huir de la sala de examen no iba a cambiar las noticias.

—…otra operación—, penetró la voz del médico en las tinieblas de su cabeza, —...sólo un diez por ciento de posibilidades de tener éxito...

La habitación empezó a girar a su alrededor, luego, una sombra la cubrió.

—Señorita Pierce—. La voz del médico parecía consternada.

Sus rodillas se doblaron, y todas sus fuerzas la abandonaron. Mientras la oscuridad se acercaba, ella luchó, pero perdió. Lo último que sintió fue el brazo del doctor sosteniéndola.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 1:21 am

Capítulo Treinta


Hermes encontró la puerta entreabierta del estudio de Zeus. No era frecuente que visitara a su padre, pero había veces en que incluso se aventuraba en la boca del lobo sin ser convocado. Este era uno de esos momentos. Y por primera vez, le diría a su padre justo lo que pensaba de sus acciones, acciones que en última instancia, estaban poniendo en peligro la vida de los mortales.

Como dioses, tenían responsabilidades que no debían tomarse a la ligera. Bromas y travesuras a un lado, poner en riesgo voluntariamente vidas de inocentes, sólo para enseñarle una lección a otro dios… y sin duda Santana necesitaba una… era irresponsable e iba demasiado lejos. Sin duda, tenía que haber otra manera de castigar a Santana por invadir el territorio de Zeus, en lugar de robarle sus poderes, poderes que se necesitaban ahora. No mañana, ni en una semana o un mes. Antes de que Hermes tuviera la oportunidad de empujar la puerta de par en par, oyó reír a Zeus. La risa de otro hombre se mezcló con la suya. Hermes se heló.

Zeus no estaba solo. Tenía un visitante. Y el visitante no era otro que Poseidón. Toparse con Poseidón en el Olimpo, no habría sido una sorpresa si él estuviera ahí para rogarle a Zeus el retorno de Santana, pero al escuchar las risas joviales entre los dos hermanos, Hermes sospechaba que Poseidón no estaba ahí para ayudar a su hija.

Hermes se asomó a través del pequeño espacio entre la puerta y el marco y dejó que su mirada se paseara sobre los dos dioses. Sus túnicas parecían un poco desaliñadas, y el dulce aroma de ambrosía pesaba en el aire. Por lo que se veía, su padre y su tío habían estado en eso durante horas. Lo cual era bastante inusual… ya que los dos no se llevaban bien. La rivalidad entre hermanos era una peste.

Entonces, ¿qué los habría traído a esa reunión familiar? La sospecha de Hermes llegó al instante. Recordó que el único momento en que Zeus y Poseidón habían estado en términos amistosos, era cuando habían tenido un objetivo en común, o mejor aún: un enemigo en común, del mismo modo que cuando habían derrocado a su padre, Cronos.

El plan de Hermes para enfrentar a Zeus directamente, acababa de irse al traste. Un enfoque más sutil sería más eficaz. Estaba allí para ayudar a Santana, y oponerse a Zeus en su estado actual, sólo empeoraría las cosas.

—No importa—, se rio entre dientes Zeus, —a mí me gustaría ver cuando se ponga enferma de amor y con el corazón destrozado.

¿Qué? Hermes prestó más atención.

—¿Quién dice que se pondrá enferma de amor? Tal vez encuentre a la mujer adecuada y, finalmente, aprenda lo que es el amor. Eso no significa que tenga que ser de un solo lado—, fue la respuesta de Poseidón.

Zeus soltó un bufido.

—Sé que amas a tu hija, pero ¿has visto cómo trata a las mujeres? Creo que esta es una apuesta que vas a perder, hermanito.

¿Una apuesta? ¿Los dos dioses estaban apostando por el resultado del castigo de Santana?

—No tan rápido, Zeus, nada está perdido aun. Santana se enamorará, te lo prometo, y ganará su camino de regreso aquí. Y si tiene suerte, ella incluso podría enamorarse también. Mi hija no es del todo mala. Sólo necesita un poco de ayuda.

Hermes se rascó la cabeza. ¿Por qué Santana necesitaba enamorarse? El desafío era claramente que una mujer mortal se enamorara de ella.

—La cual nadie se la dará, ni siquiera sus supuestos mejores amigos.

Poseidón interrumpió:

—Sólo porque tú cambiaste las reglas a mitad del juego y no le dijiste a nadie.

—Inteligente, ¿no? Nadie sabrá cómo ayudar a Santana, porque nadie sabe que ella es la que tiene que realmente enamorarse, no la mujer.

—A excepción de Eros, por supuesto—, admitió Poseidón.

¿Eros era parte de esto? Hermes dejó escapar una maldición. Un segundo después, la puerta se abrió de golpe. Hermes vio cómo el brazo de Zeus se movía en el aire, mientras el dios movía la puerta con sus poderes. Vaya, lo habían agarrado escuchándolos a escondidas.

—Vaya, si ese no es uno de mis muchos hijos.

—Padre, me alegro de verte—, respondió Hermes con una sonrisa forzada.

Zeus lo cortó con un movimiento impaciente de su mano.

—¿Por cuánto tiempo?

—Lo suficiente para darme cuenta de que están haciendo trampa. Incluso
para sus estándares, eso es despreciable.

Zeus se levantó con un movimiento rápido y un instante después estaba a pocos centímetros de Hermes.

—Y tú, hijo mío, no harás nada al respecto.

—No me voy a quedar de brazos cruzados mientras gente inocente será perjudicada por sus acciones—. Hermes se mantuvo con voz firme a pesar de las tácticas de intimidación que le aplicaba su padre.

—¿De qué Hades estás hablando?

—La tormenta, por supuesto. Estás consciente de la tormenta que se acerca, ¿no?—

Hermes lo fulminó con la mirada.

—Por supuesto que sé de la tormenta—, le respondió, su desdeñosa voz como si hablara con un niño pequeño. —¿Quién crees que la ha hecho aparecer?

Hermes dio un paso atrás y lo miró con incredulidad. Captó la mirada de Poseidón.

—¿Y tú Poseidón, estás de acuerdo con eso? ¿No es el océano tu dominio, y no el de Zeus?

Poseidón se encogió de hombros.

—Tú conoces mejor a Santana que la mayoría de nosotros. ¿Qué harías tú en nuestro lugar? La muchacha no madura. Ella cree que puede jugar con los sentimientos de toda la gente. Tenemos que darle una lección.

Hermes negó con la cabeza.

—¿Y eso es lo que a ustedes dos se les ocurrió? ¿Están ambos en su sano juicio?

Zeus, gruñó peligrosamente.

—Te aseguro que sabemos lo que estamos haciendo. Y ahora, puesto que has escuchado nuestro pequeño plan, serás parte de él.

—¡No!

—Oh, sí.

—No me harán parte de sus despreciables planes. Le diré a Santana lo que tiene que hacer. Le diré que no es su amor el que necesita para ganar, sino que ella misma tiene que enamorarse. Ella es mi amiga, y tú no podrás impedirme que la ayude.

Hermes giró para irse. La puerta se cerró de golpe delante de su nariz.

—Oh, sí, sí puedo. Le dices una palabra a Santana de esto, y te despojaré de tus poderes divinos.

Hermes no se volvió.

—No serías capaz—.

Pero él ya sabía la respuesta a eso. Su padre era capaz de cualquier cosa.
***
Hermes conectó su puño contra la nariz de Eros. La cabeza del dios del amor, se batió antes de ser capaz de enderezarse de nuevo.

—¿Por qué demonios hiciste eso?

El golpe estaba destinado a Zeus, pero dado que esa no era una opción, con Eros sería suficiente, sobre todo porque él era parte de la farsa.

—Un verdadero amigo de Santana, no habría actuado en contra de ella.

Hermes echó su brazo hacia atrás para lanzar otro golpe, pero Eros, levantó la mano en defensa.

—Antes de que hagas eso otra vez, ¿te importaría oír mi versión?

—En realidad, no.

—Está bien—, Eros accedió y golpeó la cara de Hermes antes de que pudiera entender lo que estaba sucediendo.

—¿Y ahora?

—Si lo pones de esa manera.

—Me lo imaginaba—. Eros hizo una breve pausa. —Vaya que puedes dar un buen golpe. ¿Has estado haciendo ejercicios?

Hermes sonrió.

—Sólo un poco. No es que duela menos el tuyo.

—El tiro con arco desarrolla los músculos—. Eros enderezó su túnica. —De todos modos, admito que al principio yo era parte del plan—. Él levantó las manos cuando Hermes alzó el puño otra vez. —Pero eso cambió. Al principio, todo era como Zeus se lo había anunciado a todo el mundo. Santana tendría que encontrar una mujer que la amara por su generosidad y amabilidad. Y se suponía que debía hacer que Santana eligiera el justo castigo.

—Espera. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que ella se iría con tu recomendación y no con la mía?

Eros se echó a reír.

—¡Por favor! La has engañado más veces de lo que podemos recordar. Por supuesto que ella confiaría en mí. Y además, estoy seguro que Zeus hubiera pensado en otra cosa, si algo hubiese salido mal. Al principio, yo estaba bien con todo esto, pero luego cuando vi que no había manera en el Hades que Santana pudiera ganar el desafío, me decidí a ayudarla.

—¿Cómo?

—Estaba planeando flechar a una de esas mujeres con mi flecha. Por desgracia, Zeus se enteró de mi plan y me paró el carro.

—¿Te paró el carro?

Eros asintió con la cabeza.

—No puedo disparar ninguna flecha, hasta que Santana no haya cumplido con su reto. Y para empeorar las cosas, fue cuando Zeus decidió cambiar las reglas. De pronto decidió que sería mucho más eficaz si Santana se enamoraba. Y por supuesto él no se lo dijo.

—Bastardo.

—Por suerte, Zeus no es tan inteligente como él piensa que es.

Hermes levantó una ceja.

—De alguna manera me haces esperar que esta historia tenga un final feliz.

Eros le sonrió de oreja a oreja.

—Zeus sólo me ha prohibido disparar flechas, pero se olvidó de poner control a mi arco y flecha, por lo tanto, alguien más lo puede hacer por mí.

Hermes tenía ganas de saltar de alegría. Aquí estaba la solución, justo en frente de él.

—Bueno, ¿qué estamos esperando? Yo lo haré.

—Estoy mucho más adelantado que ti. Convencí a Orión que le disparara a Santana con mi flecha. Todo está puesto en marcha.

—¿Orión? ¿Cómo te las arreglaste para hacerlo?

—Orión es tan crédulo en estos días. Debe ser porque en lo único en que piensa es en la forma de llevarse a la cama a Artemisa. No te preocupes, no causará ningún problema.

—Pero ¿por qué no me dijiste que lo hiciera por ti?

Eros, meneó la cabeza.

—¿Y qué, arriesgarte al castigo de Zeus si se enteraba? No. Pensé que sería mejor que Orión cargue con el muerto si se corría la voz.

—Movida inteligente.

—Ves, todo está bien ahora.

—Pero la tormenta. ¿Sabías acerca de la tormenta?

Eros asintió con la cabeza.

—Me temo que no hay nada que podamos hacer ahora. Sólo espero que Zeus haga lo correcto al final y calme la tormenta por sí mismo si Santana no obtiene sus poderes a tiempo. Como Zeus la hizo aparecer, él tiene el poder para hacerla desaparecer.

Hermes dejó que su mirada se extendiera hasta la tierra y se dio cuenta cómo las nubes de la tormenta se desplazaban cada vez más cerca de la costa de Carolina.

—Yo no estaría tan seguro de ello. Sabes la seriedad con la que Santana toma sus obligaciones. No me sorprendería si Zeus no moviera un dedo para calmar la tormenta. ¿Qué mejor castigo que declarar a Santana un fracaso, tanto en el amor como en el trabajo?
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 1:47 am

Capítulo Treinta y Uno


Santana puso su pie entre la puerta y el marco antes de que Jonathan, el nuevo enfermero de Brittany, pudiera cerrar la puerta en sus narices.

—No me iré hasta que la haya visto.

Jonathan abrió nuevamente la puerta y apoyó sus manos en las caderas. Pero Santana no se intimidó. Nada lo haría. Estaba ahí para hablar con Brittany, y por Zeus, que tenía que hablar.

—Ella no quiere verla. ¿No entiende eso en su dura cabeza?

—Tiene que escucharme.

—¿Para que pueda decirle más de sus mentiras? ¿No la ha herido lo suficiente?

—¿Herirla? No estoy aquí para hacerle daño—. No, ella estaba ahí para decirle la verdad a pesar de que los dioses juraban mantenerse ocultos en todo momento. No se les permitía dejar que los mortales conocieran su existencia. Era la manera en que Zeus lo quería, porque creía que la adoración de los dioses daría lugar a favoritismos y más puñaladas por la espalda, de las que ya había en el Olimpo. Los mortales tenían que mantenerse creyendo que los dioses griegos no existían.

—Váyase ahora, o llamaré a la policía.

—Esa no es tu decisión.

—¿En serio? Tal vez entonces debería reportar el hecho de que mientras usted estaba aquí jugando a ser una enfermera, yo perdí una semana de mi vida sin saber lo que pasó, ni recordarlo. ¿No cree que eso es bastante extraño?

Los ojos de Jonathan se entrecerraron. La amenaza era clara, pero a Santana no le importaba. Ella sabía exactamente lo que le había sucedido a Jonathan. Ningún daño le había ocurrido. Todo lo que Dioniso había hecho, era mantenerlo fuera del camino y distorsionar su sentido del tiempo, para que no supiera en realidad que había pasado una semana yendo de bar en bar. Y debido a que Jonathan no sabría cuánto tiempo había pasado, no tendría ningún recuerdo de sus acciones durante ese tiempo tampoco. Era un truco que muchos dioses aplicaban y lo consideraban totalmente inofensivo.

—Sólo déjame hablar con ella. Si quiere echarme después de eso, entonces siéntete libre de darme una patada por el culo a la salida.

—Tentador, pero no—. Él dejó escapar un suspiro exasperado. —¿No puedes darle un descanso a esa mujer y seguir adelante? Ella no necesita más emociones en estos momentos. Ya es bastante malo lo que tiene que enfrentar.

—Por favor, puedo mejorarlo.

—¿Así que estás jugando a ser una oftalmóloga ahora también?

—¿Qué?

—Ella quedará ciega de forma permanente, morena, por lo que déjala en paz. Ve a buscar a otra víctima.

¿De forma permanente? Las palabras resonaron en la cabeza de Santana. ¿Su Brittany perdería la vista para siempre? Una tensión repentina en el pecho lo hizo luchar para recuperar el aliento. Cuando se encontró con su voz de nuevo, las palabras salieron de forma automática.

—Ella me necesita ahora más que nunca.

Al tratar de empujar lejos a Jonathan, un grito llegó del piso de arriba. Brittany. Intercambió una mirada con Jonathan, y ambos corrieron por las escaleras, Santana iba dos pasos por delante.

***
Brittany sintió la barandilla de su balcón privado ceder, mientras se inclinaba contra él. Sus manos no alcanzaron nada para sostenerse y prepararse a sí misma, pero no fue capaz de desplazar el peso del cuerpo hacia atrás.

El pánico se apoderó de ella mientras se caía hacia delante, las manos se agitaban hasta que hicieron contacto. Instintivamente, ella envolvió ambas manos alrededor de la varilla de metal que encontró. Su vida no se apareció fugazmente delante de sus ojos. Ella sólo tenía un pensamiento: iba a morir sin haber sentido nunca el verdadero amor. No era justo. Sus pies colgaban en el aire, mientras estaba suspendida desde el balcón del tercer piso. El viento que había aumentado durante el día, azotaba en su contra. Sabía que debajo de ella había unos arbustos. ¿La sostendrían y amortiguarían su caída? ¿O era la altura suficiente para romperse el cuello? No era así como ella quería morir. No estaba bien. Sus hombros le ardían, y la fuerza en sus brazos estaba menguando. Ella necesitaba ayuda. ¿Había gritado?

No podía recordarlo.

—¡Ayúdenme!—

Ella gritó. El usar el aliento extra que necesitaba para gritar, aminoró su energía. Sintió que sus manos se humedecían. No, tenía que aguantar, no podía dejarse caer. Sólo por un momento más. Alguien tenía que haberla oído. Un trabajador o tal vez Jonathan. ¡Alguien, cualquiera, por favor! La humedad se acumulaba entre los dedos y la barra de metal. Su mano izquierda resbaló. Se estiró tanto como pudo para agarrarse de la varilla de nuevo, pero el metal sólo llegaba a la punta de sus dedos.

A lo lejos, escuchó a alguien en la escalera, y luego una puerta se abrió.

—¡Brittany!—

Ella reconoció su voz, pero tenía que estar soñando. Tal vez ya había caído y estaba muerta, porque ella no podía estar ahí. Entonces sintió una mano fuerte agarrarla de su muñeca.

—Te tengo, Agapi mou—.

La calidez de su mano renovó sus fuerzas.

—Tómala del otro brazo—, le ordenó Santana a alguien que Brittany no podía ver.

Un instante después, sintió una mano envolverse alrededor de la otra muñeca.

—La tengo—.

Era Jonathan.

—Ahora, poco a poco, vamos a levantarla. Con cuidado—, instruyó Santana.

Juntos lograron levantarla por encima del borde del balcón y fuera del peligro. En el momento en que sintió el suelo debajo de ella, dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. Luego, unos brazos fuertes se envolvieron a su alrededor. Ella hubiera reconocido esos brazos en cualquier lugar.

—Brittany—, Santana le susurró al cabello y la apretó más cerca de su cuerpo.

Era tan fácil olvidarse de todo en sus brazos. Ella estaba a salvo.

—Santana—.

Brittany levantó la cabeza, tratando de distinguir sus facciones. Cuando sus labios descendieron sobre ella y la besó, ella no la rechazó, sino que le respondió con abandono. Podría haber muerto, pero estaba viva porque Santana la había salvado. Se merecía un beso, a pesar de todas las mentiras y engaños. Y ella se lo merecía también. Necesitaba eso, necesitaba abrazar la vida ahora.

Su beso fue diferente a los anteriores. Ella sabía que Santana había tenido mucho
miedo también.

Alguien se aclaró la voz con fuerza, y un momento después, Santana separó sus labios de ella.

—Casi te pierdo—.

Sus palabras daban calidez a su corazón. Ella le importaba.

—Tú me salvaste.

—Supongo que esto significa que no quieres que la eche—, comentó Jonathan secamente.

Brittany negó con la cabeza.

—No, Santana y yo tenemos que hablar. Gracias, Jonathan, gracias por ayudar a salvarme—. Ella estiró su mano y estrechó la mano de Jonathan. —Debo haber puesto demasiado peso en la barandilla.

—Lo dudo mucho—, protestó Santana. Ella la soltó y se alejó. —Le echaré un
vistazo.

Unos momentos más tarde, Santana maldijo.

***
Santana tocó el borde liso de la barandilla que quedaba. No se había roto, simplemente debido a su desgaste, no, había sido cortada limpiamente a través del barrote. Tan pronto como alguien se inclinara en contra de ella y pusiera cualquier tipo de peso en ella, se rompería de inmediato. Estos eran demasiados accidentes.

—Esto no fue un accidente.

Detrás de ella, escuchó a varias personas juntarse en la habitación, obviamente, alertados por los gritos de Brittany antes. Giró del balcón y vio que Jonathan había llevado a Brittany de nuevo hacia el dormitorio.

¿Había puesto en peligro a Brittany haciéndola el objeto de su deseo? ¿Llegaría su medio hermano realmente tan lejos para hacer que la prueba de Santana fallara? Incluso hasta para Orión, esto parecía demasiado drástico. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que le había sucedido a Dioniso, estaba bastante claro que Orión se había asegurado de que Jonathan escapara. Sólo otro dios habría sabido dónde encontrar a un mortal, y sólo Orión tenía en verdad algún motivo para querer que Santana fracasara. No, Orión estaba claramente implicado.

—...la barandilla se rompió. La atrapamos justo a tiempo—, explicó Jonathan a los trabajadores.

Murmullos se oían por la multitud. Santana vio a Alice de pie en la puerta, con el rostro preocupado.

—¿Podría por favor traerle algo de beber a Brittany, Alice?

La mujer asintió con la cabeza.

—¿Café?

—Ella necesitará algo más fuerte que eso.

Para cuando Alice estuvo de regreso con una copa de brandy, Brittany estaba sentada en el borde de su cama. Todavía estaba temblando del susto que había pasado. Santana se estremeció al pensar que podría haber llegado demasiado tarde. Ella cerró los ojos, deseando que sus pensamientos desagradables se alejaran.

—Aquí tienes, Brittany—, dijo Alice mientras le entregaba la copa. —Qué terrible accidente. Quizá sea hora de que despidas al contratista.

—Gracias, Alice.

Santana se volvió hacia Alice.

—El contratista no tiene nada que ver con esto.

Esto no fue un accidente. Alguien cortó a través de la madera por lo que se rompería si alguien se apoyaba contra ella. Ha habido también demasiados de los supuestos accidentes en esta casa. En primer lugar la ducha, luego el ventilador de techo estrellándose en la cama de Brittany, ahora esto.

Con sus palabras, se dio cuenta de que Alice se ponía pálida.

—Oh, Dios mío—. Entonces ella se apresuró a salir de la habitación.

Brittany levantó la cabeza. Su voz estaba tranquila cuando habló.

—El accidente que hirió mis ojos también fue en esta casa.

Un choque recorrió el cuerpo de Santana.

—Dime lo que pasó.

—¿Es esto realmente necesario?— interrumpió Jonathan. —Brittany no está con el estado de ánimo adecuado para volver a contar su terrible experiencia.

Santana no le hizo caso y se sentó a su lado en la cama, tomando la mano de Brittany con la suya.

—Me caí por las escaleras.

—¿Así nada más?

Ella sacudió la cabeza.

—Me desperté en medio de la noche y oí un ruido. Pero fue sólo el gato de al lado que, accidentalmente, se quedó encerrado en un armario. Traté de dejarlo salir, pero el foco estaba quemado, y me tropecé y caí por las escaleras.

¿Había alguien que quería dañarla incluso antes de que Santana hubiera entrado en su vida? Esto eliminaría a Orión como sospechoso y Santana tendría que volver a empezar. Antes de que pudiera expresar su opinión, oyó el ruido de una puerta abriéndose. Alice se quedó parada y le dio un codazo a su esposo Greg para que entrara. Ella le susurró algo entre dientes. Algo estaba pasando.

—Greg, este no es el momento para preocupar a Brittany acerca de las renovaciones—, criticó al trabajador, sin querer que Brittany tuviera que hacer frente a cualquier otra cosa en esos momentos. Ella estaba en shock y no sería capaz de tomar ninguna decisión.

En lugar de arrastrar los pies fuera de la habitación, Greg tomó un paso tentativo hacia adentro.

—No se trata de la renovación.

—Ahora no—.

Santana se volvió hacia Brittany, cuyo cuerpo aún temblaba.

Santana llevó la copa de brandy a los labios de Brittany.

—Aquí tienes, Brittany, toma un sorbo.

Santana vio de reojo que ni Alice ni Greg habían salido de la habitación.

—¿Algo más?—

Lento pero segura estaba perdiendo la paciencia.

—Díselo a ellas, Greg, tienen derecho a saberlo—, instó Alice a su marido.

Greg dio un paso más en la habitación.

—Lo siento, pero realmente yo no sabía quién era ese hombre hasta que lo vi aquí ayer—, divagó el trabajador.

Santana levantó la vista.

—¿De qué estás hablando?

—Bueno, ese hombre. Me siguió un día y quería que yo hiciera algo por él.

¿Orión? ¿Orión había estado en la casa? Santana al instante se puso en alerta.

—Adelante.

—Dijo que iba a pagarme un buen dinero, y ya que Alice había perdido su puesto de trabajo, de seguro me tentó. Él quería que yo...— Greg sacudió la cabeza como si estuviera sacudiendo un mal recuerdo.

Santana sintió a Brittany agitarse a su lado.

—Greg, ¿de qué estás hablando?—, preguntó.

Tragó saliva.

—Él me pidió que pusiera un ventilador de techo el cual podía ser activado con un control remoto.

—¿Qué?— Contestó Santana. —¿Tú hiciste eso?

Los ojos de Greg se abrieron como platos.

—No, por supuesto que no. Le dije que no lo haría. Yo me negué. Pensé que era una petición muy extraña, y sospeché de él.

—¿Y por qué no advertiste a Brittany al respecto?—

Santana ya estaba de pie, lista para moler a palos a Greg.

—Quería hacerlo. Pero esa noche me enfermé, vomité hasta mis entrañas y no pude levantarme de la cama todo el día siguiente. Estuve cerca del delirio y me olvidé de todo al respecto. Sólo lo recordé cuando vi al hombre de nuevo. Y ni siquiera sabía que había pasado algo con alguno de los ventiladores aquí. Sólo cuando Alice me dijo hace un momento sobre el ventilador de techo que se había estrellado... fue entonces cuando me di cuenta de lo que estaba tratando de hacer y que había encontrado a otra persona para hacerlo.

Brittany se levantó y dio un paso hacia Greg.

—¿Quién? Greg, ¿quién era? ¿Quién era ese hombre?

—El hombre con el cual sostuvo una discusión ayer, su primo.

Sólo un sonido gutural salió de la garganta de Brittany.

—¿Michael?
***

Brittany apenas sintió cuando Santana le pasó el brazo por la cintura y la sujetó. Michael, de su misma sangre, quería dañarla. Ella lo había sospechado, pero la confirmación la golpeó más fuerte de lo que esperaba. El único familiar que le quedaba, quería hacerle daño. ¿No era suficiente que ella estuviera sola en el mundo, con una deuda que se incrementaba cada día y una ceguera permanente en el horizonte cercano?

—¿Estás seguro?—, preguntó Santana.

—Sí. Y la forma en que me miró cuando me vio, me asustó—, contestó Greg. —Yo soy un cobarde. Él me dio esa mirada, ya sabe, como que si llegaba a decir algo, me haría daño a mí o a Alice. Y yo realmente no sabía lo que estaba planeando de todas maneras... era sólo un control remoto... eso fue todo lo que quería. No lo sabía.

Todo estaba tan claro ahora. Todos los accidentes en los cuales había estado, desde que ella había heredado la casa, tal vez incluso el que le había robado su vista, Michael estaba detrás de todos y cada uno de ellos. Y el hecho de que Michael fuera tan estúpido como para siquiera tomar a uno de sus propios trabajadores para ayudarle, lo decía todo: no sólo era un malvado, era demasiado estúpido para darse cuenta de que ella lo descubriría con el tiempo. Todo por una cosa.

—El testamento—, dijo, y buscó la fuerza en el cuerpo de Santana. Ella la atrajo
más cerca.

—¿Qué testamento?—, preguntó Santana al instante.

—El testamento de Eleni. Hay una cláusula de contingencia. Si muero sin dejar hijos, Michael hereda todo. Él lo sabe. Él sabe que si muero ahora, conseguirá la casa.

Ahora que lo había dicho en voz alta, ella sabía que era verdad. Desde el principio, Michael había intentado llegar a la herencia. Al principio, él había tratado de persuadirla, tratando de convencerla de que Eleni obviamente no había tenido la intención de excluirlo. Luego había tratado de negociar. Y, por último, la había amenazado.

Santana la atrajo hacia su pecho.

—Lo siento mucho, Agapi mou—.

Le dio un beso en su cabello, y por un momento ella se permitió relajarse. Por un momento, se sentía segura en sus brazos. Sin embargo, esa seguridad sería sólo temporal.

—No te hará daño nunca más, te lo prometo—. La voz de Santana era firme y decidida.

—Tenemos que ir a la policía—.

Después de recibir la mala noticia en el consultorio del médico, ella no había tenido la fuerza para visitar la comisaría para presentar una orden de restricción contra él. Pero era algo de lo que tenía que encargarse ahora mismo. Brittany se echó hacia atrás para mirarla y vio a Santana sacudiendo la cabeza.

—No. Mis amigos y yo trataremos con él a mi manera. Si lo dejas en manos de la policía, seguirá estando libre. ¿Qué pasa si no hay suficiente evidencia? Tú misma sabes que el electricista no pudo encontrar nada malo con el ventilador. No tenemos nada, aparte de la declaración de Greg. Sin ánimo de ofender, Greg, te creo, pero yo no soy la policía.

No, no era la policía... tampoco era de la familia. Todo la inundó nuevamente: traición, engaño. Él era el hombre que le había mentido.

—¿Quién eres tú, Santana?—

Ella aún no sabía lo que quería, o por qué había regresado. Con la mano, inmovilizó su barbilla.

—Te lo explicaré todo tan pronto como me haya ocupado de Michael. Tengo que pedirte que confíes en mí hasta entonces. No voy a hacerte daño. ¿Me crees?

Ella dudó. Le había salvado la vida. Santana nunca le había hecho daño físicamente. Pero, ¿confiar en Santana? Ella no pudo responder a su pregunta.

—¿Qué le harás a Michael?— Incluso ahora, la idea de que Santana le hiciera daño a su primo, la hacía sentirse incómoda. A pesar de lo que le había hecho, ella no tenía el
corazón para hacerle daño.

—No te preocupes, Brittany, no le haré daño físico, pero cuando yo haya terminado con él, me temerá tanto, que nunca tratará de tocarte un pelo otra vez.

Brittany nunca la había oído hablar de esa manera, con tanta autoridad y determinación. Ella asintió con la cabeza... no quería saber los detalles sobre cómo intentaba dar un gran susto a Michael.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 3:40 am

Capítulo Treinta y Dos


Santana se aferró a los hombros de Hermes mientras navegaban por el aire, impulsado por las sandalias con alas de Hermes. Las nubes habían oscurecido el cielo y el sol se había ocultado. Volaron en medio de la tormenta que había tocado tierra al anochecer. La lluvia los empapó en cuestión de segundos. El mal tiempo hizo que fuera poco probable que pudieran ser detectados por mortales. Nadie estaría afuera en esa tormenta.

Santana no podía dejar de envidiar a su colega dios: sus sandalias aladas eran un artilugio grandioso, si sólo Hermes pudiera volar un poco más rápido.

—¿Estas sandalias tienen un límite de velocidad?—, preguntó Santana.

—¿Límite de velocidad? No. ¿Por qué lo preguntas? —, respondió Hermes, su voz difícil de oír a causa del viento que soplaba al pasar por los oídos de Santana.

—Porque conduces como una anciana—. Incluso el pequeño automóvil rojo deportivo de Brittany, era más rápido de lo que volaba Hermes.
Un momento después, Santana estuvo a punto de perder su agarre de Hermes, cuando el dios pateó las sandalias a una velocidad mayor e hizo que el mundo por debajo de ellos se viera borroso.

—¿Todavía crees que estoy manejando como una anciana, o es lo suficientemente rápido para ti?— Hermes se rio e hizo un rizo, por lo que de manera temporal voló al revés, antes de nivelarlos nuevamente.

—Ahora nos estamos entendiendo. Vamos rápido. No quiero que el cabrón se escape.
—¿Qué piensas hacer con él?

—Por desgracia, le tuve que prometer a Brittany que no lo heriría… físicamente, eso es. Pero hay otras maneras.

Hermes, volvió la cabeza y le sonrió.

—Muchas maneras.

Las luces de la ciudad estaban por debajo de ellos, brillando en la oscuridad. En la distancia estaba el agua, las olas se impulsaban por los fuertes vientos. Cuando él las miró, Santana no sintió la misma atracción por ellas como lo hacía normalmente. Algo había cambiado. Cualquier cuerpo de agua en general, la atraía como un imán. No esa noche. Esa noche lo que le atraía era la idea de volver a estar con Brittany, para tomarla en sus brazos y confesarle la verdad. Y estaba muerta de miedo, la idea de que confesarle la verdad podía separarla de ella. ¿Y si ella la rechazaba? ¿Y si pensaba que estaba loca? ¿Y por qué no lo haría?

Los mortales no sabían nada sobre los dioses. Hace miles de años que habían dejado de creer en ellos, lo único que se mantenía era un mito. Y Zeus había encontrado que era mejor para los dioses trabajar en las sombras, lejos de los ojos dudosos de los mortales. Le parecía bien que la mayoría de los mortales sólo creía en una divinidad... y Zeus, por supuesto, tomó ese rango para sí mismo. Otros dioses habían desaparecido del mundo de los seres humanos, y cuando los seres humanos le oraban a dios, le rogaban a Zeus. Así, Zeus había cimentado su poder en la tierra, mientras prohibía a todos los otros dioses que se mostraran a los mortales.

Por ello algunos dioses se habían llegado a aparecer en la tierra en sus formas mundanas sin revelar su condición de dioses. Dioniso y Eros lo hacían con bastante frecuencia, Hermes, en menor medida.

—Allá abajo, ¿ves ese edificio de apartamentos venido a menos?—, gritó Hermes sobre el viento y señalando a un edificio de dos pisos que había tenido épocas mejores. —Ahí es donde está metido.

—Por fin—.

Exhaló Santana, aterrizando en un balcón. Estaba dispuesta a repartir castigo, y ya tenía una idea bastante buena de lo que quería hacer con el pequeño sabandija.

La luz era tenue, cuando Santana entró en el apartamento seguido por Hermes. El olor del humo lo golpeó. Detectó un olor dulce a base de hierbas, reconociendo al instante la marihuana.

Hermes inhaló.

—Bien, bien. Es posible que tengas dificultades para hablar seriamente con él.

—¿Me puedes secar?—, le preguntó Santana, odiando la manera en que sus ropas mojadas se pegaban a ella.

Hermes hizo un movimiento con la mano y un momento después, la ropa de Santana estaba tan seca, como lo había estado antes de su vuelo.

—Gracias—.

Santana echó un vistazo a la habitación. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, se dio cuenta de que la habitación estaba vacía. ¿Lo habían perdido?

—Dijiste que lo habías sentido aquí.

—Él está aquí, no te preocupes—, respondió Hermes con confianza. —Mis habilidades de rastreo nunca me han fallado. Vamos a ver el resto de esta pocilga.

A Santana no le importaba salir y dejar la sucia sala de estar. El mobiliario era viejo y gastado, y el orden claramente no era uno de los puntos fuertes de Michael. Cómo podía tener parentesco con Brittany, que era extraordinariamente ordenada y organizada, era un misterio.

Un pasillo oscuro los llevó a tres puertas. Una de ellas era la puerta de entrada al apartamento. La puerta a su derecha estaba abierta. Hermes, asomó la cabeza en el baño. —Vacío—, fue su evaluación un segundo más tarde.

Santana inclinó la cabeza hacia la otra puerta y puso la mano en la perilla de la puerta. Con un golpe, abrió la puerta y se topó con algo.

—¡Ay!— Dijo una voz masculina. A continuación, una maldición.

Santana se abalanzó hacia la cocina y encontró a Michael tapándose la nariz.

En el momento en que puso sus ojos en Santana, Michael gritó aún más fuerte.

—¡Qué mierda!

Pero al mismo tiempo, Hermes entró en la pequeña sala, bloqueando la única ruta de salida. Si Michael hubiera querido correr, el plan no funcionaría.

Santana evaluó rápidamente el espacio. Había una ventana, era pequeña, pero incluso Michael no sería lo suficientemente estúpido como para saltar desde el
segundo piso.

—Hola, Michael—, lo saludó Santana.

Sentía que la satisfacción se extendía por su pecho, cuando notó que un delgado hilo de sangre corría de la nariz de Michael. Claro, ella le había prometido a Brittany no herir a su primo, pero este había sido prácticamente un accidente. No contaba.

—¿Cómo llegaste aquí? Fuera de mi casa o llamaré a la policía—. Sus ojos se trasladaron hacia un teléfono celular tirado en el mostrador de la cocina. Santana se lo arrebató antes de que Michael pudiera hacer un movimiento.

—Hermes, deshazte de esto—, le ordenó a su amigo mientras le pasaba el teléfono.

Un segundo después, oyó un sonido a metal triturado. Santana siguió la mirada de Michael que se concentró en la palma de Hermes ahora sosteniendo las
piezas de metal hecho añicos del teléfono de Michael.

—¡Uy!—. Sonrió Hermes. —Lo siento, sabes que no deberías darme ese tipo de cosas. Ya sabes lo torpe que soy.

Michael tragó saliva.

—Ahora que hemos establecido que no es necesario que la policía esté presente en nuestra pequeña charla, volvamos al principio. Te dije, hola, Michael—, dijo Santana.

Había establecido ahora que estaba a cargo ahí.

—¿Qué quieres de mí?— Graznó Michael.

Santana se dirigió a Hermes.

—¿Tienes la sensación de que él realmente no entiende que hablamos en serio?

Su amigo asintió con la cabeza.

—Sí.

—Tal vez deberíamos mostrarle primero, que ni siquiera debería pensar en jugar con nosotros, ¿qué te parece?—, continuó Santana su conversación con Hermes, como si Michael no estuviera allí.

—Creo que es una excelente idea. Tal vez conozco el lugar adecuado para que el mensaje le llegue. ¿Has oído hablar del río Styx? —Hermes se dirigió a su víctima
.
Una expresión de ignorancia cruzó el rostro de Michael.

—Parece que la geografía no es tu fuerte—, comentó Santana. Se estaba divirtiendo ahora. Una vez que hubieran terminado con él, Michael nunca se atrevería a acercarse a Brittany otra vez.

—Entonces tienes suerte, porque sé cómo llegar allí—. Hermes sonrió. — Ahora sólo tendrás que llegar a la entrada más cercana del Hades.

—¿Hades?— Los ojos de Michael se agrandaron por un segundo. —¿Qué es
el Hades?

—Ustedes los mortales lo llaman infierno.

—¿El infierno? ¡Ustedes están locos! Sólo lárguense de mi casa y déjenme en paz—, gritó. —Vayan a jugar sus bromas estúpidas a otra persona.

Santana agarró el hombro de Michael, luego le dio la vuelta y le retorció los brazos detrás de su espalda.

—Hermes, ¿vamos a volar o nos vamos a o teletransportar?

—No es demasiado lejos, así que creo que puedo tele-transportarnos a los tres. Pero será un poco agitado.

—Vamos—, ordenó Santana.
***
Michael sintió una sacudida a través de su cuerpo. Un momento después, todo quedó a oscuras, pero él sabía que no se había desmayado, porque la gigoló de Brittany seguía sosteniendo sus brazos hacia atrás. Sentía la tensión en sus hombros, ya que la mujer hombre había decidido, obviamente, causarle un poco de dolor.

Cómo carajos se habían metido esos dos matones en su apartamento, y para el caso, ¿cómo siquiera lo habían encontrado? Ni siquiera Brittany sabía dónde vivía en la actualidad, y le gustaba de esa manera. Los dos tipos de seguro no eran de la policía, de la mafia más bien, teniendo en cuenta sus métodos.

Tenía que darle el crédito a Brittany, ella se había encontrado una buena protectora. Tal vez ella la había subestimado. ¿Brittany había hecho las paces, luego que la había echado?

Santana y su amigo Hermes, sí, que nombres más ridículos tenían, esos dos le deben haber dado algo, sino, ¿por qué no podía ver nada y sentía su cuerpo tirado en cien direcciones diferentes, casi como si estuviera cayendo en una secadora?

Pero no había sentido ninguna inyección o visto ningún tipo de aerosol con el que pudieran haberlo drogado.

¿O era la droga que se había fumado antes la que estaba haciendo efecto? Mierda, esa cosa nunca había tenido tal tipo de efecto en él. ¿Le había puesto algo más a la droga su distribuidor? Justo en el momento en que necesitaba mantener todos sus sentidos, para tratar de sacar a esos idiotas de su apartamento antes de que lo lastimaran.

Un momento después, otra sacudida atravesó su cuerpo, y Michael sintió tierra firme bajo sus pies. Él no se había dado cuenta de que se había sentido como si flotara, hasta que se había terminado. ¡Qué viaje! Esta sería la última vez que compraba marihuana de alguien que apenas conocía.

Las luces bailaban delante de sus ojos, y voces llegaban a sus oídos.

—Parece que está volviendo en sí—, escuchó la voz de Santana en la distancia.

Michael escuchó la lluvia y sintió la humedad metiéndose en sus ropas. Sus ojos se acostumbraron. Estaban de pie bajo un toldo en un muelle, y delante de ellos estaba el cartel brillante de un barco casino. ¿Cómo demonios habían llegado hasta allí? Estaba claro para Michael ahora de que él debió haberse desmayado. Ah, mierda, ¿qué otra cosa esos dos harían con él? ¿Tuvieron que llevarlo a su mejor lugar de tentación, su propio infierno personal? ¿Un casino, de entre todos los lugares?

—Este es el trato, Michael. Vamos a caminar por allí sin causar ninguna perturbación, o mi amigo aquí tendrá que hacerte lo que le hizo a tu teléfono. ¿Nos entendemos?

Michael asintió con la cabeza de forma automática en respuesta a la amenaza de Santana. ¿Qué otra cosa podía hacer? Si se había desmayado en el camino hasta ahí, ¿cómo tendría la fuerza para combatir a esos dos hijos de puta? Además, había dos de ellos, y los tipos eran grandes.

Santana y Hermes no lo detuvieron, mientras caminaban por la puerta con él, uno a cada lado, lo suficientemente cerca para agarrarlo y abofetearlo si trataba de correr. No, él tenía que tratar de engañarlos de alguna manera. Cuando entraron en la sala de juego, el sonido de las campanas y silbatos asaltaron sus sentidos. Las luces brillaban en las filas de las máquinas tragamonedas. Unos constantes “bing, ping, ding”, sonaban en la sala grande. Las máquinas prácticamente zumbaban, atrayéndolo a que se sentara y a que acariciara las teclas, tentándolo con sus colores brillantes y luces intermitentes.

—¿Estás seguro de que sabes cómo llegar al Hades desde aquí?—, Santana preguntó a su amigo.

—Por supuesto. Cada casino tiene un portal directo al mismo. El tío Hades pensó que sería apropiado—. Hermes se echó a reír.

Michael no encontraba divertida la broma. Demonios, ni siquiera era una broma. Lo que los dos estaban hablando, Michael no podía entenderlo. Toda la charla del Hades. Primero, Santana había dicho que el Hades significaba infierno, ahora el otro tipo lo llamaba: tío Hades. Claramente le estaban tomando el pelo, tratando de confundirlo. Ni siquiera podían seguir sus propias mentiras. Y Michael todavía no sabía lo que querían, a pesar de que podía adivinarlo.

El casino estaba lleno, aunque fuera por la tarde. Michael había pasado muchas noches ahí, tratando de ganar a lo grande, sólo para encontrarse en las mañanas que la suerte no le había sonreído. Pero sabía que, algún día podría sacarse la grande y todas sus preocupaciones se habrían acabado. Finalmente, podría vivir con lujos, de la forma en que Brittany lo hacía... sin merecerlo. No era justo que Eleni le hubiera dado la casa para ella sola.

Michael apenas observó hacia dónde se dirigían, mientras se fijaba en sus escasas probabilidades. La sala de juego estaba detrás de ellos ahora, y habían entrado en un corredor claramente perteneciente a los empleados solamente.

Cuando se detuvieron frente a una puerta de la habitación marcada como “caldera”, Michael miró hacia arriba.

—Debí haberlo adivinado—, se rio entre dientes Santana, apuntando al letrero. —Él tiene sentido del humor, ¿no?

¿De quién carajos estaban hablando esos dos ahora? Hermes le dio un codazo a Michael.

—Después de ti.

Se abrió la puerta por sí misma. Tenía que ser un truco. Hermes o Santana habían presionado un botón en alguna parte, probablemente, uno de esos botones que abren las puertas para personas discapacitadas. Michael no caería en esa trampa barata, se prometió a sí mismo mientras ponía un pie en el umbral. En el momento en que entró en el cuarto oscuro, olía a aceite y alguna otra cosa que no podía reconocer, Michael se preguntó por qué ambos no lo habían golpeado en su apartamento. ¿Por qué traerlo ahí en primer lugar? ¿Era una de las tácticas de sus actos de intimidación? Pero mantuvo la boca cerrada, siguió esperando una oportunidad para escaparse que se le presentara. En todo caso, era paciente.

Sintió una mano en la espalda, empujándolo más adentro de la habitación. Entonces la puerta se cerró detrás de ellos. Michael sólo escuchó el sonido de la caldera trabajando y la respiración de los dos tipos detrás de él. Se preparó para los golpes que vendrían en cualquier momento. Allí era donde le darían una paliza... ¿y luego?

—Unos cuantos pasos más hacia delante—, le ordenó Hermes.

Delante de él sólo estaba la pared.

—No puedo ir más—, protestó Michael y se detuvo. Otro empujón por la espalda, y Michael chocó contra la pared. Se echó hacia atrás.

—Relájate—. La voz de Hermes detrás de él estaba sorprendentemente tranquila y relajada. ¿Qué demonios? —Respira.

Un momento después, la pared cedió y su cuerpo se deslizó a través de ella… sí, a través de la maldita pared de hormigón. Michael entró en pánico. Ahora sabía a ciencia cierta que esos cabrones lo habían drogado. ¿Qué habían utilizado? ¿LSD? ¿Ácido? ¡Mierda!

Segundos más tarde, estaba libre de la pared, después de haber empujado a través de ella. Santana y Hermes estaban detrás de él. La sala de calderas se había ido. Delante de él había algo que nunca había visto antes: un río subterráneo, de color rojo sangre y en llamas.

Michael sintió el vil olor con mayor intensidad ahora. Y provenía del río delante de él. Oh, no, él no iría a ninguna parte cerca de esa vía fluvial traicionera.

—¡Puaj!

—Ese olor que estás tratando de identificar es el azufre—, susurró Hermes detrás de él.
¿Podría ese imbécil leer sus pensamientos?

—Bienvenido a mi mundo.

Michael se apartó y se volvió hacia los dos matones que lo habían secuestrado. Tenía que luchar contra ellos, ahora.

—Malditos imbéciles. Sáquenme de aquí. No sé cómo hicieron esto, pero no es gracioso.

—La intención nunca fue ser graciosos—, respondió Santana con un tono tranquilo. —¿O es que te parece que estoy bromeando?

—¿Qué es esto? ¿Con qué me drogaste?

Michael sintió su ritmo cardíaco aumentar. Tenía que salir de ese maldito infierno.

—Nosotros no te dimos ninguna droga. Y confía en mí, el trozo de hierba que fumaste no habría sido capaz de hacerte alucinar. Sólo tienes que abrir los ojos y mirar a tu alrededor—, Santana lo invitó y extendió los brazos hacia el ardiente río.

—Esta es la realidad... una realidad que tendrás que vivir si no dejas de lastimar a
Brittany.

¡Ah, mierda! Santana lo sabía. ¿O lo había descubierto, o lo acababa de adivinar? Michael tenía que desmentir la acusación.

—No le he hecho ningún daño a Brittany—.

La mentira salió de sus labios con tanta facilidad como un trago de cerveza se deslizaría por su garganta. Había estado mintiendo durante toda su vida. Ya era una reacción automática para él. No había razón para detenerse ahora.

Santana dio un paso hacia él, su figura cerniéndose amenazadoramente por encima de Michael.

—Yo sé lo que has hecho, y me aseguraré de que nunca intentes algo más—. Entonces giró su cabeza hacia su amigo. —Hermes, creo que está listo para una vista previa de lo que va a pasar con él, si vuelve a perjudicar a Brittany otra vez.

A Michael no le gustaba el sonido de la voz de Santana. Negar lo que había hecho no le ayudaría ahora. Él sabía que tenía que negociar.

—No fue mi idea—. Bueno, lo era, ¿pero qué mejor manera que culpar a alguien más?

Santana volvió la cabeza hacia él. Sus ojos se estrecharon.

—Estoy escuchando.

—Ese tipo, me ofreció dinero. Y yo lo necesitaba. Quiero decir, mi tía me sacó de su testamento. Yo no tenía dinero. Brittany tiene todo. No es lo justo…

—Deja de culpar a Brittany—, silbó Santana con los dientes apretados.

Mal movimiento.

—No, no, por supuesto que no. Es ese tipo. Él no quería que ustedes dos se volvieran todas melosas. Él es el que quiere hacerle daño—.Bueno, no era exactamente lo que el tipo había dicho, ya que todo lo que él quería, era evitar que haya una relación entre Santana y Brittany, pero ¿cómo Santana descubriría la verdad?

—¿Quién es él?

Michael se encogió de hombros.

—Yo no lo sé. Él nunca me dijo su nombre.De verdad—.

Fue la primera frase honesta que había salido de sus labios durante toda la noche. Era verdad, el hombre nunca había mencionado su nombre. Ahora que lo pensaba, le pareció bastante extraño.

—¿Qué aspecto tenía?—, continuó el interrogatorio Santana.

—No sé.

—Piensa, y piensa rápido. Se me está acabando la paciencia.

Michael se estremeció a pesar del calor que subía desde el río ardiente.

— Alto, pelo castaño.

—Eso no es muy descriptivo.

—Estaba vestido muy raro—, añadió Michael, ahora desesperado por detener todo esto.

—¿Raro?

—Sí, como si él se iba al bosque, para cazar o algo así. Quiero decir, en el centro de la ciudad, eso es…

—Orión—, Santana y Hermes dijeron al unísono.

¿Ellos conocían al tipo? Demonios, esto no era una buena noticia. ¿Le habían tendido una trampa? Esto no tenía ningún sentido.

—Ni siquiera Orión trataría de matar a un mortal sólo para vengarse de mí. Oh, creo que trató de introducir una brecha entre Brittany y yo, y te usó para ello, pero el resto, todos los accidentes, los causaste tú—. Santana se volvió a Hermes. —Dale un recorrido por el Hades, y tráelo de vuelta con vida. Tengo cosas de las cuales hacerme cargo.

Entonces Santana le dio una mirada a Michael.

—Si alguna vez te cruzas en mi camino o en el de Brittany de nuevo, volverás al Hades... de forma permanente. Échale una buena mirada a tus alrededores. La elección es tuya.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 29, 2017 4:31 am

Capítulo Treinta y Tres


Brittany oyó los pasos en la escalera y se sentó delante en el sofá. La persona vaciló en el pasillo antes de entrar en la sala de estar. Ella vio el contorno de su figura. Su forma de andar mientras se acercaba, le era familiar. A pesar de su mala vista, la reconoció al instante.

—Santana.

Había esperado durante horas que volviera, las ideas de duda agolpándose en la cabeza sin cesar. Sus emociones se confundían, luchando unas con otras. En un momento estaba dispuesta a perdonar a Santana a pesar de su decepción, y en el siguiente quería echarla por un tubo y decirle que no volviera nunca. Por qué había regresado, ella aún no la entendía. ¿Y qué quería de ella?

Santana se detuvo delante del sofá y se dejó caer, en cuclillas delante de ella. Tomó sus manos entre las suyas.

—Brittany, ¿cómo te sientes?

—Mejor. Estoy mejor ahora.

—Te prometo que Michael nunca volverá a hacerte daño.

La respiración de Brittany se aceleró, y su corazón latía en su garganta.

—¿Le hiciste daño?

Santana negó con la cabeza.

—Te prometí que no lo haría, aunque no fue fácil para mí mantener esa promesa en particular. Él se merecía una buena paliza.

Un alivio se extendió sobre ella.

—¿Admitió haber causado estos accidentes?

—Lo hizo... después de que lo convencí que estaría a su favor decir la verdad por una vez.

—Lo amenazaste—.

Fue una mera declaración. Ella sabía que Santana lo amenazaría, con qué, no le importaba saberlo.

—¿Qué te hace estar tan segura de que no va a intentarlo de nuevo?

Santana se llevó sus manos a la boca y le besó los nudillos. Debería de haber apartado las manos, pero el contacto se sentía bien.

—Él sabe que yo estaré aquí para protegerte, y me teme lo suficiente como para mantenerse alejado. Te deshiciste de él. Eso es lo que querías, ¿no?

Brittany asintió con la cabeza.

—Sí. Ha causado bastantes problemas. Es mejor para todos nosotros. Pero...— Ella dudó.

Santana había dicho que estaría aquí para protegerla, pero ¿por qué y por cuánto tiempo?

—¿Qué pasa?—

Santana se movió más cerca, con la cabeza ya a sólo unos centímetros de distancia de ella.

—Vas a estar aquí, pero... ¿por qué? Santana, ¿qué es lo que quieres de mí?—,

Brittany contuvo la respiración. Ella necesitaba saber. Se aclaró la voz.

—Todo esto podrá sonarte muy fantástico y extravagante, pero te aseguro que todo lo que voy a decirte es la verdad. ¿Me prometes mantener la mente abierta?

¿Qué diablos quiso decir con eso? ¿Cómo que su explicación podía ser extravagante? ¿Era una agente secreto que había venido a protegerla? ¿Algún guardaespaldas que su tía había contratado antes de su muerte porque sospechaba que Michael podría intentar algo?

—¿Estás bien?—

Ella sabía que su voz estaba cargada de dudas, pero ella le daría una oportunidad. Le había salvado la vida... más de una vez, de hecho... y merecía que lo escuchara sin prejuzgar.

—Yo no soy de aquí.

—Ya lo sé. Eres de Grecia—. ¿O era una mentira también?

—Bueno, no exactamente. Soy griega, pero no soy de Grecia, no la Grecia que conoces—. Se sintió vacilar, como si no supiera cómo continuar.

—¿Qué otra Grecia hay?

—Estás familiarizada con la mitología griega, ¿no?—, le preguntó.

—Claro, pero ¿qué tiene eso que ver con el lugar de donde eres? ¿Y por qué es siquiera importante? Sólo quiero saber quién eres y qué quieres de mí.

Santana puso otro beso en sus manos.

—De donde yo vengo es importante, porque explica quien soy. Brittany, sé que pensarás que estoy loca cuando te diga esto, pero por favor, cree una cosa: nunca voy a hacerte daño.

En su corazón, sabía que ella decía la verdad. Santana la había protegido, había cuidado de ella. Había estado allí cuando necesitó de ella. No, Santana no estaba allí para hacerle daño. ¿Pero para qué estaba aquí?

—Lo sé.

—Brittany. Mi nombre es Santana, pero mi apellido no es López. No tengo apellido. Soy simplemente Santana, hija de Poseidón y Anfítrite, el que calma las tormentas, el dios del mar y de los marineros.

Brittany se levantó, apartando sus manos para liberarse de las suyas.

—De todas las cosas despreciables que podrías hacer, ¿tenías que burlarte de mí? ¿Cómo pudiste?—

¿Cómo podía ser tan cruel con ella? Atormentarla con alusión a las criaturas que ella solía ver, dioses y monstruos, hadas y gnomos. Y de todos ellos hablar de Poseidón, el dios que la había salvado de ahogarse cuando era una niña pequeña. Sólo había una persona viva que lo sabía.

—Michael te dijo eso, ¿no? Debí haberlo sabido. Estuviste confabulada con él todo el tiempo—.

Trató de alejarse de Santana, pero cuando se levantó él la tomó de los hombros.

—Brittany, acabo de decirte que me he encargado de Michael. Te estoy ayudando a ti, no a él. ¿Por qué piensas de otra manera? Trató de salir de su agarre y giró, pero ella no lo permitió.

—Suéltame.

—No hasta que me digas por qué de repente crees que estoy del lado de Michael.

—Yo te diré por qué. Porque me estás enfrentando con las cosas que he visto. Michael es la única persona que sabe sobre eso. Él es el único que podría habértelo dicho.

Santana se impacientó.

—¿Decirme el qué?

—Que yo veo criaturas—, gritó. —Que he visto criaturas que sólo existen en los mitos: hadas, dioses. Michael es el único que sabe que yo he visto dioses y a otras criaturas, cuando todo el mundo sabe que no son reales.

—Pero son reales. Los dioses… existen, al igual que las hadas y las ninfas. Hablo con ellos todo el tiempo. Son mis amigos.

Brittany se quedó boquiabierta ante la seriedad de su tono. ¿Eran sus amigos imaginarios? ¿Podría ser?

—¿Dices que los ves?

Ella asintió con la cabeza.

—Por supuesto que sí.

¿Santana era como ella? ¿Tenía sus mismos problemas? Se le hizo un nudo en el pecho. Ella había pasado por esto antes, pero había logrado que las criaturas desaparecieran. No tenía el corazón de darle la espalda a alguien que necesitaba su ayuda. Y si tenía los mismos síntomas que una vez había sufrido ella, claramente necesitaba su ayuda. Pero tenía que saber más, antes de que pudiera estar segura de que no mentía.

—¿Dices que esas criaturas existen?

Santana asintió con vehemencia.

—Sí, eso es lo que he estado tratando de decirte. Los dioses, las hadas, todos ellos. Por supuesto, nadie puede verlos. Yo puedo, porque soy uno de ellos.

—Quiero saber más sobre ellos. ¿Qué ves cuando los ves? ¿Qué aspecto tienen?

—Si ellos están en la tierra no sabrías en realidad que no son como los mortales, excepto que yo puedo ver su energía flotando a su alrededor.

—¿Como una bruma o una neblina?—, preguntó. Era exactamente lo que había visto en las criaturas.

—Sí, exactamente así. Es su aura.

Ella asintió con la cabeza. Sí, Santana era un alma perdida. Sus síntomas eran como los que ella había tenido.

—¿Cómo luce Poseidón?—

Tenía que asegurarse de que ella sabía cosas que no podría haberle contado Michael, ya que incluso su primo no sabía todos los detalles.

—¿Mi padre? Él no luce tan mal a pesar de su edad—. Santana se rio entre dientes. —Pero no me parezco en nada a él, excepto por supuesto, mi mitad inferior se convierte en una gran aleta cuando estoy en el océano, al igual que Poseidón, pero sólo allí. Así que no tendrás que preocuparte por ello: en tierra firme, tengo mi cuerpo humano.

Brittany recordó cómo había visto a Poseidón. Por supuesto, Santana podría haber sabido cómo lucía el dios, ojeando un libro sobre la mitología. Eso era probablemente de la misma manera en que ella había fabricado la visión también.

No probaba nada. Sólo la sinceridad en la voz de Santana lo hacía. Creía lo que decía. Ella realmente creía que había visto a estas criaturas míticas.

—Ahora entiendo, Santana.

—¿Así que me crees entonces?—

Su voz sonaba llena de alivio. Ella asintió con la cabeza. Tenía que seguirle la corriente para que aceptara su ayuda.

—Te creo cuando dices que ves a los dioses y a todas las otras criaturas. Pensé que las había visto también. Pero me las arreglé para cerrar los ojos y alejarlos. Puedes hacer lo mismo. Te puedo ayudar.
***
Santana no podía creer lo que oía. ¿Ella pensaba que estaba loca? ¿Lista para
el manicomio?

—Brittany, no me estoy imaginando esto. Yo soy una diosa, y Poseidón es mi padre.

—Yo sé lo real que estas apariciones podrían parecerte. Eran igual para mí también. Cuando yo tenía cinco años, Poseidón me rescató de ahogarme en el océano. Pero no era real. Sólo me lo imaginé.

—Agapi mou, no lo imaginaste. Te creo cuando dices que Poseidón te rescató. Esa es una de las cosas que hace. Puede tener un temperamento violento a veces, pero es conocido por salvar a niñas de ahogarse. Estoy sorprendida de que fueras capaz de verlo. Los dioses son normalmente invisibles para los humanos. Debes tener un don especial.

Brittany negó con la cabeza.

—No es un don, es una enfermedad. Y salí adelante, al igual que lo harás tú.

Santana alzó su barbilla con la mano y la atrajo hacia sí.

—No eres ninguna enferma mental. Y yo tampoco.

—Santana, acéptalo y te podrás curar, al igual que yo.

—Escúchame, por favor. Fui castigada por ser una muchacha mala. Zeus, me despojó de mis poderes divinos y me desterró al mundo mortal. No me devolverá mis poderes, hasta que le haya probado que me haya ganado el amor de una mujer. Tu amor. He venido bajo el disfraz de una enfermera porque necesito que te enamores de mí, así podré ganar mis poderes. Es por eso que estoy aquí. Lo siento por engañarte, pero te necesito.

Apretó la boca con la suya y la capturó con su labio superior.

—Brittany—,susurró entre besos ligeros como plumas: —Yo necesito tu amor—. Cuando lo dijo, se dio cuenta de que no sólo quería tener su amor para que le devuelvan sus
poderes, sino, necesitaba su amor para sí misma.

Santana quería su amor, para sentirlo extenderse en su corazón, para capturarlo, atesorarlo y aferrarse a él.

—Ámame, por favor.

Sus labios se abrieron bajo los suyos, y se le escapó un suspiro.

—Santana, por favor, te puedo ayudar.

—Ayúdame a amarme, a creer en mí. Todo lo que te estoy diciendo es la verdad. Por favor, confía en mí—.

Nunca le había rogado a nadie en su vida, pero ahora no importaba. Caería de rodillas, si eso la llevaba a ganar su amor. Santana caminaría hasta el final de la tierra y volvería por ella, si hiciera que ella la amara. La mano de Brittany se acercó para acunar su mejilla. Se volvió hacia ella y le besó la palma.

—Sí. Santana, bésame, y haremos que entre las dos nos olvidemos de todo.

—No de todo—, respondió de nuevo, —sólo las cosas malas.

Ella moldeó sus labios a los de ella y la besó, suavemente al principio, mostrándole lo preciosa que era para ella. Pero entonces su deseo despuntó a la superficie. Santana quería a esta mujer como nunca había querido a nadie más, ni a una diosa, ni a una mujer mortal.

Santana la levantó en sus brazos.

—¿Qué estás haciendo?— Su voz era profunda, adornada por la misma pasión que ella sentía por ella.

—Te voy a llevar a la cama, y luego haré el amor contigo hasta que ambas nos desmoronemos, porque hoy casi te pierdo. Y tengo que borrar ese recuerdo de mi mente.

Antes de que pudiera responderle, Santana le mostró con sus labios cual profunda era su necesidad de olvidar. Verla colgada del balcón, casi la había matado. Nunca
antes había sentido el tipo de desesperación que se había apoderado de ella en ese momento, y nunca más quería sentir nada tan doloroso.

Santana se la llevó a su dormitorio y la colocó sobre la cama. Cuando ella tiró de la ropa, se apoderó de sus manos.

—No, por favor, déjame que te desnude. Será un placer.

Ella suspiró feliz y se relajó en las sábanas.

—Cuando me ayudaste a vestirme esa primera vez, dime lo que estabas pensando entonces.

Desabrochó el botón de sus pantalones cortos y deslizó el cierre.

—Me estaba creyendo la mujer más afortunada sobre la tierra. Y yo tenía una excitación. Probablemente me habrías despedido si hubieras visto la reacción de mi cuerpo.

Sus mejillas se colorearon de un hermoso tono rojo.

—¿Tienes un fuergo correrte por el cuerpo ahora?

Ella se rio entre dientes.

—¿Por qué no me lo dices tú?—

Tomó Santana su mano y la guio hacia su ingle, donde su humedad amenazaba con volverse cada vez mas visible y palpable por las costuras de sus jeans. Sus dedos recorrieron su arriba y abajo antes de que la palma de su mano se posara sobre su entrepierna. Una calidez se inundó a través de ella.

—Siempre estoy excitada para ti, Agapi mou, mi amor. No ha habido un momento desde que te conocí, que no quisiera tenerte en mis brazos y hacerte el amor.

—¿Por qué?

—¿Por qué? Porque eres bella, y eres audaz y valiente. Nunca te rindes, eres fuerte y decidida. Eres una luchadora, y eres justa. Y tú eres generosa. Cuando la esposa de Greg necesitaba un trabajo, le ofreciste uno, a pesar de que apenas podías darte el lujo de pagarle. Y a pesar de la traición de Michael, no querías hacerle daño. Tienes un buen corazón, ¿lo sabías?—

Nunca había conocido a nadie como ella, y Santana la admiraba.

—Pero mírame, soy un desastre. Me estoy quedando ciega, y no hay nada que los médicos puedan hacer. Y no sé si alguna vez pueda hacer que este Bed & Breakfast funcione.

Santana llevó un dedo a sus labios.

—Deja de preocuparte. Ahora estoy aquí, y yo te ayudaré. Todo va a estar bien. Te lo prometo.

Luego la besó.
***
Brittany se relajó en su beso. ¿Era realmente una diosa como afirmaba? Por supuesto que no; después de todo, los dioses no existían. Pero, ¿le importaba? En realidad no. Le había salvado la vida, se había encargado de Michael, y ahora la hacía sentir segura y querida. No le haría daño. Y la necesitaba. Ella la podía ayudar. Una vez que aceptara que lo que veía no era real, le ayudaría a hacer que las criaturas desaparecieran, al igual que lo había hecho por ella misma. Todo iba a estar bien. Y una vez que estuviera mejor, tenía que averiguar quién era en realidad. ¿Y qué importaba realmente quién era ella? Su propio primo era una mala persona, y lo había conocido toda su vida. No sabía nada de Santana, aparte de que era buena y que ella la quería. Tal vez era una tontería confiar en ella, pero no podía negarlo. Esa noche se olvidaría de sus dudas y sólo haría lo que su corazón le pedía: amarla.

Mientras la tormenta azotaba contra la ventana, ella se sentía segura en los brazos de Santana. La despojó de su ropa con movimientos suaves y pacientes, movimientos de una mujer que estaba segura de sí misma, segura de que lo que estaba desenvolviendo era de ella para tomarlo. Cada vez que descubría más al desnudo su piel, besaba en la zona como si la saludara y hacía un mapa para poder explorarla.

—Eres más hermosa que cualquier diosa que haya visto nunca—. Soltó el aliento en contra de su ombligo. —Me gustaría poder hacerte una diosa, pero prometo que te trataré como a una.

Ella se rio en voz baja. Sí, estaba tan loca como alguna vez lo había estado ella. Así que ella le siguió la corriente.

—¿Cómo tratarías a una diosa?

—Estás a punto de averiguarlo.

Un momento más tarde, la cubrió con su cuerpo desnudo, el borde de su perla humeda se deslizó sobre su monte de rizos, rozando muy ligeramente contra su clítoris.

—Creo que me gusta ser tratada como una diosa—. Ella levantó la pelvis a su encuentro.

—Puedo sentir eso—. Santana se presionó, más fuerte esta vez.

—Te he extrañado las dos últimas noches.

Su declaración la llenó de calidez. Santana no tenía que decirle todas esas cosas, ya la tenía en la cama; no necesitaba más seducción. Sin embargo, para ella decirle que la había echado de menos, significaba algo. Se sentía bien y se sentía honrada.

—Yo también te extrañé.

Su respuesta fue un beso lleno de pasión y deseo. Santana inclinó su cabeza y con sus labios la tomó, devorándola. Brittany probó la sal del mar en su beso y olió la arena. Era como si una brisa del mar la envolvía cuando las manos que recorrían su cuerpo, la acariciaban, la exploraban, y conquistaban su cuerpo y alma. Ni las manos ni la boca de ninguna otra persona, alguna vez la habían hecho sentirse así de libre y querida.

Brittany acarició la suave piel en la parte posterior de su cuello y la sintió temblar. La idea de que se veía tan afectada por su tacto como ella lo estaba por el suyo, hizo latir su corazón en un staccato violento. Sus caderas se movían sin descanso contra ella, causando que su coño se resbalara contra su sexo, encendiendo una avalancha de calor en su interior. Brittany se apartó de su beso, sólo para pedirle lo que quería.

—Te necesito ahora.

Ella no podía esperar más. La necesidad de sentirla dentro de ella, llenándola, amándola, se hizo demasiado grande como para ignorarlo.

—Me tienes—, le susurró contra sus labios mientras Santana echó hacia atrás las
caderas y alineó dos dedos en la húmeda entrada de su cuerpo. Poco a poco, se deslizó dentro de ella, palmo a palmo, las paredes de su estrecho canal extendiéndose por ella, invitándola más profundo hasta que la había capturado todo.

Entonces se detuvo y exhaló.

—Me tienes—, repitió. —Soy toda tuya.

Los labios de Santana se fusionaron con los de ella en el mismo momento en que se retiró de su vagina, y luego empujó de nuevo. Y una vez más.
***
Santana encontró su ritmo, y poco a poco y de manera constante bombeó dentro de ella. Quería que esto durara, estaban haciendo el amor por primera vez después que ella había confesado su identidad. Era como si esta fuera la primera vez que realmente le hacía el amor como ella misma, sin engaños, sin pretensiones.

Brittany la había aceptado a pesar de sus dudas. Nada más importaba ahora. La había recobrado después de que ella había pensado que todo estaba perdido, después de que casi la había perdido para siempre. Queriendo olvidar los recuerdos dolorosos, con su boca volvió a devorarla, bebiendo de su dulce sabor, disfrutando de la sensación de sus dedos bailando sobre su piel. Dondequiera que ella la tocaba, su cuerpo se encendía en una tormenta de fuego hasta que su cuerpo entero fue un infierno rugiente, tan caliente que pensó que se incineraría.

Con cada empuje, ella la tomaba más en su cuerpo, su estrecho canal apretándose en torno a los dedos de Santana, como un puño cerrado. Pero ella no quería terminar, todavía no. Quería prolongar esta conexión física con ella, disfrutar de ella durante tanto tiempo como pudiera. Y quería darle hasta la última gota de placer del que ella fuera capaz. Lo necesitaba, ella se lo merecía. Quería que olvidara todos esos dolorosos recuerdos que llevaba, las decepciones que había sufrido.

Por primera vez en su larga vida, no quería nada para sí misma y todo para ella. Si pudiera traer alegría y satisfacción en su vida, tal vez incluso la felicidad, ella estaría feliz también.

Santana cambió de ángulo y se salió de ella.

—¿Qué pasa?— Preguntó ella, un indicio de pánico en su voz.

—Nada, Agapi mou. Pero quiero que esto dure para ti, y si me aprietas con tanta fuerza, terminaré antes de que te pueda hacer terminar a ti.

—Pero...

Ella puso su dedo sobre sus labios.

—Importa.

Brittany se relajó de nuevo en la almohada, y Santana se posicionó entre los muslos separados. Llevó su mano a su concha, encontrando su clítoris al instante. Estaba completamente hinchado. Movió el dedo contra él y provocó un no tan sutil gemido de Brittany.

—¿Te gusta eso?

—Sí.

—Bien—.

Santana tomo abrió sus labios vaginales con sus dedos se guió hacia su clítoris. Estaba
mojado con sus jugos y se deslizó fácilmente en contra de su pequeño botón duro.

—Oh, Dios, sí—, gruñó ella...

—Puedes llamarme Santana... creo que estamos más allá de todas las formalidades—, bromeó.

Una risa suave fue su respuesta antes de que otro gemido ahogado saliera de su garganta mientras ella continuaba deslizando su clitoris contra clítoris, arriba y abajo. Primero suave y lento, luego más rápido y con más presión. Y todo el tiempo mantuvo su control. Los músculos de su cuello y los hombros se expandían por contenerse, pero valía la pena. Cada gemido sin aliento, le daba más satisfacción de lo que podía haberse imaginado.

—Por favor, ahora, entra Santana—. Su deseo era urgente, y no dudó. Con un movimiento rápido, se metió de nuevo en ella, montándola más fuerte que antes, llegando más adentro. Sentía cada célula de su cuerpo, sentía una fusión de algo más que su carne. Se sentía más cerca de ella de lo que nunca se había sentido con otro ser.

En el momento en que sus músculos se apoderaron y se contrajeron en torno a sus dedos, su control se rompió en mil pedazos, y se dejó ir. Santana estalló en su interior, su
coño disparó sus fluidos ella a borbotones calientes y ansiosos. Y con cada ola de su orgasmo, Santana terminaba otra vez. Cuando las explosiones en su cuerpo desaparecieron, enterró el rostro en su cuello y acarició con besos su piel.

—Por los dioses, nunca he sentido algo tan increíble—, confesó.

Su mano se hundió en el pelo.

—Te amo—. Su susurro fue tan suave que casi no lo oyó.

Santana levantó la cabeza con una sacudida.

—¿Qué acabas de decir?

—Te amo.

—¿Me amas?—

¿Ella la amaba? ¿Brittany la amaba?

—¡Tú me amas!—

Santana gritó, con ganas de que todo el mundo lo escuchara.

—¡Brittany!—

Sintió que su corazón explotaba, como si estuviera demasiado lleno para mantener lo que había dentro. Capturó sus labios y la besó como una loca, como una mujer hambrienta
que acababa de descubrir que había comida y agua y no podía terminar de satisfacerse.

Un fuerte ruido las interrumpió. Santana volvió la cabeza y vio una rama golpeando la ventana repetidas veces. La tormenta había crecido en fuerza y azotaba la costa y a esa ciudad.

¡La tormenta!

Santana había olvidado todo sobre ella. Se salió de Brittany y se sentó.

—La tormenta—.

Ella tenía que calmarla. Y con el amor de Brittany, sabía que podía. Había cumplido el reto de Zeus y debía tener sus poderes.

—Caracola—, gritó mientras abría la palma de su mano.

Pero nada apareció. Su mano permaneció vacía.

—Caracola—, repitió, pero no pasó nada.

El pánico viajó por su espalda desnuda. ¿Por qué no podía hacer que apareciera una
simple caracola?

—¿Qué estás haciendo?— Brittany se sentó a su lado.

—No está funcionando. ¿Por qué no está funcionando? —

Santana estaba hablando a sí misma.

—¿Pero qué es lo que no funciona?— La confusión se mezclaba con su voz.

Santana se volvió hacia ella.

—Debería haber recuperado mis poderes. Debería ser capaz de calmar la tormenta ahora, pero ni siquiera puedo hacer aparecer una caracola. No lo entiendo—.

Se pasó la mano por el cabello húmedo y sintió a Brittany presionar un beso en su hombro. Pero el toque no fue suficiente para calmar su angustia. Si sus poderes no estaban de vuelta...

—Santana, olvídate de eso. No tienes que demostrarme nada. Te amo y no me
importa quién eres.
Santana la miró y reconoció la sinceridad en su rostro... decía la verdad, que la amaba.

—Pero, de eso se trata. Si me amas, sin importar qué, entonces debería tener mis poderes divinos de vuelta.

Alisó las manos sobre sus hombros tensos, alternativamente, masajeándolos y besándolos. Sus suaves labios y sus dedos tiernos se sentían como el cielo, cuando afuera de la casa rugía la tormenta, creando un infierno en la costa.

—Deja de pensar—, le instó. —No todo se puede explicar racionalmente. Cualesquiera que sean tus poderes, si los tenías antes, volverán. Sólo tienes que darle tiempo.

—Pero no hay tiempo—.

Se levantó y se acercó a la ventana. Todo lo que podía ver era lluvia incesante.

—La gente va a morir. Tengo que salvarlos. Es mi deber.

El susurro de las sábanas le dijo que Brittany había salido de la cama. Un momento después, se puso de pie a su lado y le tomó la mano. Su voz era suave y calmante cuando habló.

—No puedes salvar a nadie si no te salvas a ti primero. ¿No lo sabes? Eres un alma perdida. Tienes que encontrar tu camino a casa antes de que puedas ayudar a otra persona.

Volvió el rostro hacia ella. Sus palabras eran tan similares a las que su padre le había dicho. ¿No había dicho algo acerca de buscar su casa y olvidarse de la tormenta?

—Pero toda la devastación que habrá. Tengo que hacer algo.

Brittany llevó la mano hasta su cara y la besó.

—Santana, acepta que eres una mujer. La mujer a la que amo. Calmar la tormenta está fuera de tus poderes.

Santana lanzó otra mirada a la ventana y a la tormenta más allá de ella. Había fracasado. Sin embargo, mientras se arrepentía de su fracaso, otra parte de su corazón se alegraba. Había ganado el amor de Brittany.

—¿Me amas de verdad?

—Sí.

Santana oró por las vidas que se perderían, y prometió que iba a recompensarlo un día, cuando tuviera de regreso sus poderes para hacerlo. Pero Zeus no le había devuelto sus poderes, y por ahora, no era más que una humana. Y la mujer junto a ella le había ofrecido su corazón, y por los dioses, ella quería su corazón, y quería su amor.

Santana se volvió hacia ella y la rodeó con sus brazos.

—Quiero tu amor, más de lo que jamás pensé que podría desear nada en este mundo.

Cuando Santana la besó y la llevó de regreso a la cama, dejó que todo lo demás se
desvaneciera. Sólo existían ellas dos, envueltos en un capullo de deseo, pasión y afecto. Sus manos la exploraban, sus labios la adoraban. Ella era su diosa, aun si ella no fuera más una diosa. Aun si Zeus le había abandonado y la había varado en la Tierra, Santana estaba feliz por primera vez en su vida. Feliz por una sola razón: Brittany la amaba.

Nunca había entendido lo que otros querían decir cuando hablaban sobre el amor, pero ella lo entendía ahora. El amor de la mujer que ahora le instaba a su cuerpo a poseerla , a tomarla, a comerla, a montarla, era lo único que le importaba a Santana ahora. Mientras ella la amara, mientras pudiera hacerla feliz, su mundo sería perfecto. Santana no tenía
necesidad de ser una diosa, porque ella la hacía sentirse como una mujer. Una mujer, que le pertenecía y que había encontrado su hogar.

—Yo soy tuya, agapi mou—, le susurró al oído y subió en ella, tomándola con más fuerza esta vez. Su cuerpo se unió al suyo, y sintió como si estuviera flotando en una nube. El éxtasis la llevó más alto, el deseo y la pasión alimentaron su ascenso. Su piel chisporroteaba por el contacto con sus manos y sus labios. Y su caderas se clavaba en ella, una y otra vez, nunca cansándose, nunca deteniéndose, ansiosa por complacerla y entregarse a ella.

En sus brazos se sentía entera y completa. Con sus besos aplacó su deseo. Cuando su canal se apretó en torno a sus dedos, se rindió a su amor y dejó que su clímax la inundara. Su clitoris palpitaba, llenándola con su esencia, mientras sus labios soltaban lo que su corazón había sabido desde hace un tiempo.

—Te amo, Brittany. Te amo con todo mi corazón—.

Las palabras se sentían bien, dejando su lengua con facilidad a pesar de su novedad.
Vio sus ojos llenarse de lágrimas ante su confesión y le besó las lágrimas no derramadas.

—Acostúmbrate a que te diga eso, porque es verdad y se siente bien.

Antes de que pudiera besarla de nuevo, sintió una descarga de electricidad golpearla y dispararse desde la parte superior de la cabeza a través de todo su ser.

Su cuerpo se convulsionó por el impacto. Con dificultad, se las arregló para rodar a su lado para no lastimar a Brittany. El dolor paralizante duró sólo unos segundos antes de que desapareciera. Sólo quedó el conocimiento de lo que había sucedido.

—Santana, ¿qué pasa?— Llegó la voz de pánico de Brittany a sus oídos.

Sus poderes estaban de vuelta. Podía sentir el océano que la llamaba, pidiendo su ayuda. Y oyó los gritos de las personas amenazadas por la tormenta. Santana le tomó la mano y la apretó para tranquilizarla.

—Todo está bien, mi amor—.

Entonces ella se levantó y extendió la mano.

—Caracola—.

De la nada, una hermosa y bien formada caracola coloreada de coral apareció en su palma.

Con dos pasos, llegó hasta la ventana y la abrió. El viento y la lluvia también soplaban hacia adentro, pero ella se mantuvo firme a pesar de los elementos arremetiendo contra su cuerpo desnudo. No había tiempo que perder. Santana puso la concha en sus labios y sopló. La melodía fue simple, pero el océano la reconoció y se apaciguó.
***
Brittany vio a Santana de pie delante de la ventana abierta, sosteniendo algo en su cara. La melodía que ella creó, pasó por encima del ruido de la tormenta. Se sentía como si el sonido convenciera y persuadiera a los vientos y las nubes.

La energía extraña que emitía Santana, ahora era algo que ella había visto antes. No, no visto en realidad, sino sentido. Cada vez que ella había visto a uno de los dioses o criaturas de otros mundos, había sentido esa misma energía zumbando de ellos.

Brittany sacó las piernas de la cama. Lo que estaba ocurriendo justo frente a ella era imposible, pero sabía que no estaba soñando. En el momento en que llegó a la ventana abierta, la lluvia había cesado y el viento que había azotado antes a los árboles, se estaba retirando.

Se apartó de la ventana y miró fijamente a Santana. Cuando se había desesperado antes de no tener sus poderes, ella simplemente había tratado de calmarla, con la esperanza de que ese episodio de alucinación pasara. No le había creído una palabra de lo que le había dicho. Todo lo que ella quería era ayudarla a sanar. Sin embargo, Santana no necesitaba ninguna ayuda.

—Oh, Dios mío, eres una diosa, ¿no? Tal y como lo habías dicho.

—¿Estás tratando de decirme que no me creías antes?—

Había sorpresa en la voz de Santana.

Un lado de su boca se inclinó hacia arriba.

—Por supuesto que no te creí—.

¿Había pensado realmente que alguien en su sano juicio podría creer sus afirmaciones fantásticas?

—Entonces ¿por qué siquiera me aceptaste de vuelta si pensaste que yo estaba mintiendo?

—Simplemente pensé que estabas tan loca como yo. Pero...

Santana estalló en una carcajada y la levantó en sus brazos, haciéndolos girar a ambas en un círculo.

—¿Pensaste que estaba loca? ¿Y me amas de todos modos? Y ahora, ¿todavía me amas a pesar de que soy una diosa?

Pasó las manos por su pelo. Si ella era una diosa, ¿por qué diablos quería estar con ella?

—La pregunta es: ¿todavía me amas tú ahora que recuperaste tus poderes?

Santana rozó los labios de Brittany.

—Te voy a enseñar lo mucho que te amo—.

Santana la cargó la corta distancia hasta la cama y la bajó.

—Sin embargo te daré una pequeña advertencia. Ahora que tengo mis poderes, no me canso muy fácilmente.

—Oh, Dios.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por micky morales Sáb Abr 29, 2017 8:16 am

Al fin santana se enamoro, ojala pda estar con brittany y no regresar con los dioses!!!!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por 3:) Sáb Abr 29, 2017 9:39 am

Muy buena jugada de zeus con el cambio de reglas jaja
A ver si san cumple y no deja a britt ya que recupero sus poderes....
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 32
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por Tati.94 Sáb Abr 29, 2017 3:23 pm

Que bien, recuperó sus poderes!! Y brittany la acepta. ¿Que significa lo que Santana le dice a Brittany, parece un sobrenombre agape mou o algo asii?? Si lo explicó en algun momento, se me olvido.
Tati.94
Tati.94
*******
*******

Femenino Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 29
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por JVM Dom Abr 30, 2017 6:07 pm

Jajajajaja Rompiste mi corazón jajaja.... Neta sorry sabes que amo tus historias y aunque tarde siempre las leeré y serán de mía favoritas!

Todo fue un plan al final pero que le dio la mejor recompensa a San aunque al principio pareciera que era lo peor que podría pasarle.... Y que mejor que ser amado y amar .... Ahora tiene mas de lo que alguna vez imagino y deseo, espero siga cuidando a Britt y haber ahora que hace tendrá que regresar o se podrá quedar ahi!?????

JVM
JVM
-
-

Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:11 am

micky morales escribió:Al fin santana se enamoro, ojala pda estar con brittany y no regresar con los dioses!!!!

Ojala puedan estar juntas, Santana solo necesita la aprobación de los Dioses..
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:12 am

3:) escribió:Muy buena jugada de  zeus con el cambio de reglas jaja
A ver si san cumple y no deja a britt ya que recupero sus poderes....

Oh, estas casi cerca de lo que pasara.......
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:14 am

Tati.94 escribió:Que bien, recuperó sus poderes!! Y brittany la acepta. ¿Que significa lo que Santana le dice a Brittany, parece un sobrenombre agape mou o algo asii?? Si lo explicó en algun momento, se me olvido.

Ya era hora que regresaran sus poderes, asi no estaba tan indefensa,---
Bueno significa amor mio... creo que en estos 3 cap. que subire lo menciona tanto en griego como en español...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:15 am

JVM escribió:Jajajajaja Rompiste mi corazón jajaja.... Neta sorry sabes que amo tus historias y aunque tarde siempre las leeré y serán de mía favoritas!

Todo fue un plan al final pero que le dio la mejor recompensa a San aunque al principio pareciera que era lo peor que podría pasarle.... Y que mejor que ser amado y amar .... Ahora tiene mas de lo que alguna vez imagino y deseo, espero siga cuidando a Britt y haber ahora que hace tendrá que regresar o se podrá quedar ahi!?????


ya lo descubriremos, aqui las actualizaciones...
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:16 am

Capitulo Treinta y Cuatro


Santana sintió una mano sobre su hombro, sacudiéndolo suavemente. ¿Brittany estaba tratando de despertarla para hacer el amor otra vez? Francamente, a ella no la objetaría.

—Agapi mou—, susurró ella y abrió los ojos y se despertó con un sobresalto.

—Supongo que esas palabras de cariño no eran para mí—, dijo Eros a un lado de la cama.

—Tienes un gran descaro al venir aquí—, susurró en voz baja Santana, echando una mirada a Brittany a su lado en la cama. Ella todavía estaba dormida, y Santana quería que siguiera estando así.

Bajó las piernas de la cama y se puso de pie, agarrando por el hombro a Eros en el próximo instante antes de arrastrarlo hasta el baño. Sólo después de que cerró la puerta detrás de ellos, pudo hablar de nuevo.

—Tienes que darme algunas explicaciones—. Santana levantó el puño.

Eros levantó sus brazos en defensa.

—Antes de que me golpees como lo hizo Hermes, escúchame.

—Tienes dos minutos. Y para darte una advertencia justa, recuperé mis poderes, así que más vale que estés preparado para una buena paliza si no me gustan tus explicaciones.

Eros le dio una mirada de exasperación.

—¿Por qué es que todos ustedes creen que pueden vencerme siempre que se sienten frustrados por algo? Soy tan grande como el resto de ustedes y tengo el mismo paquete de músculos.

Santana cruzó los brazos sobre su pecho.

—Un minuto y medio.

—Muy bien, ¿ese es el agradecimiento que recibo? ¿Por qué me molesto?

—¿Gracias? ¿Por qué? ¿Por sabotearme y ayudar a Orión a mis espaldas? — Se burló Santana.

—¿Te importaría cubrirte?—, preguntó Eros con una mirada al cuerpo desnudo de Santana.

Santana arrebató una toalla del toallero y la envolvió alrededor de su cuerpo.

—Basta de rodeos.

—Así que tienes tus poderes. Supongo que eso significa que estás enamorada de Brittany.

Santana entrecerró los ojos.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Lo que acabo de decir. Estás enamorada de Brittany, es por eso que tus poderes están de vuelta.

—Mis poderes están de vuelta, porque Brittany me ama. Por supuesto, le tomó un poco de tiempo a Zeus el devolvérmelos, pero están de regreso.

Eros, meneó la cabeza.

—Él no te regresó tus poderes debido a que Brittany te ame, sino porque tú la amas a ella.

—¿No lo escuchaste?

—Lo hice, pero por desgracia Zeus cambió las reglas del juego para ti.

—¿Qué?— El pánico corrió por Santana. ¿Qué había hecho Zeus?

—Bueno, esto es lo que pasó. Eso sí, sólo que no me golpees o nunca conseguirás que te cuente toda la historia—.

Cuando Santana no respondió, Eros siguió.

—Zeus y Poseidón tuvieron la idea de darte una lección, por lo que...

—¿Mi padre estaba en esto?

Eros se encogió de hombros.

—¿Puedes culparlo? Eras una mocosa total, persiguiendo a todas las faldas. ¿Estás siquiera consciente de cuántas veces tu padre tuvo que calmar a algún esposo o padre enojado?

Santana se encogió. Ella había sido bastante mala, ahora que pensaba en ello. Pero todo eso había quedado atrás. A partir de ahora, sólo Brittany existía para Santana. Ella era la única mujer que quería.

—Ya veo que sí recuerdas—, comentó Eros, con sequedad... —cuando me enteré de su plan, honestamente, pensé que era bueno.

Santana respiró hondo, lista para cubrir a Eros con su puño. Pero el dios del amor levantó la mano.

—Espera. Sí, pensé que era un buen plan. Pensé que si podías ser amable con las mujeres, por una sola vez, te enseñaría algo: la humildad. Yo debí haber sabido que no funcionaría. Así que, después de un par de semanas, me compadecí de ti. Iba a darle a una de esas mujeres con mi flecha, de modo que una se enamorara de ti.

Santana prestó atención. ¿Eros estaba de su lado?

—Desafortunadamente, Zeus se enteró de ello. Así que me quitó el poder de disparar las flechas. Te digo, es una mierda. Ahora el trabajo se está acumulando y voy a tener que hacer unos cuantos turnos bastante largos para ponerme al día.

—Pobre alma—, dijo con sarcasmo Santana.

Eros ignoró su comentario.

—De todos modos, ahí es cuando Zeus decidió manipular el juego y cambiar las reglas. Él y tu padre, pensaron que sería mucho más eficaz si eras tú la que tenía que enamorarse y no la rubia. Y lo que es peor aún, decidieron no decirte nada al respecto.

—¡Hijo de un dios!— Maldijo Santana. Zeus tenía más artimañas de lo que esperaba.

—Fue entonces cuando tuve la idea con Orión. Sabía que quería sabotearte, pero Orión no sabía sobre el cambio de la regla tampoco. Como yo no podía disparar más flechas, pensé que Orión podría hacerlo.

—¿Le disparó a Brittany una flecha para hacer que se enamorara de mí?—

Santana se sintió desinflada. ¿Era esa la razón por la que la amaba?

Eros, meneó la cabeza.

—Orión te disparó a ti.

—¿A mí?—

¿Por qué Orión le había disparado a ella?
—Sí, lo convencí de que si te convertía en una cachorra enferma de amor, las mujeres correrían de ti. Nadie quiere a una melosa.

—Yo no soy una melosa—. Santana levantó el puño otra vez.

—Nadie dice que lo seas. Simplemente estaba engañando al idiota de tu hermano.

—Medio hermano—, corrigió a toda prisa Santana.

—Así que, como puedes ver, todo funcionó. Tú te enamoraste de Brittany. Zeus te devolvió tus poderes. Fin de la historia. Es hora de volver a casa.

—No me iré a casa. Estoy en casa—. En el momento en que lo dijo, Santana recordó lo que su padre le había dicho la noche en el Fort Sumter, que iba a encontrar su casa. La había encontrado con Brittany.

—No creo que lo entiendas. Eres una diosa de nuevo. Es hora de volver.

—Y no creo que tú me entiendas. La amo, y yo me quedaré. Gracias por la ayuda. Lo siento, te juzgué mal. Pero si no te importa, me gustaría volver a la cama—.Y tener a Brittany en sus brazos, despertar con ella en la mañana, y hacerle el amor de nuevo. Pero ella no dijo eso, era personal y sólo entre ella y Brittany.

—¿Tengo que explicártelo? Eres una diosa de nuevo. Mis flechas no funcionan en los dioses.

—¿Y? Yo estoy enamorada de Brittany, por lo que, obviamente, la flecha funcionó en mí—. ¿Realmente importaba por qué se había enamorado de ella? Por un momento, Santana se preguntó si todo era un fraude, pero rechazó la idea. ella la amaba, sin importarle nada.

—Porque Orión te disparó mientras estabas sin tus poderes. Ahora que los tienes de nuevo, el efecto desaparecerá.

—¿Qué efecto?— A Santana no le gustaba la dirección que la conversación estaba tomando. Una punzada de duda, se deslizó en el pecho.

—El efecto de mi flecha. Pronto te darás cuenta que no estás enamorada de ella. No significará nada para ti. Los dioses no se ven afectados por la magia de mis flechas. Dejarás de quererla.

Santana dio un paso atrás, chocando contra la pared de azulejos. ¿Dejará de quererla? ¡No! No era posible. No, ella amaría a Brittany para siempre, ella lo sabía. —No.

Eros le puso una mano en el antebrazo.

—Lo siento. En verdad que sí. Pero tienes que dejarla ahora.

¿Dejar a Brittany? ¿Cómo podría? Ella la amaba. Ella le rompería el corazón. Y Brittany la necesitaba, ahora más que nunca. ¿Quién cuidaría de ella si se iba? Santana tragó saliva, pero el nudo en la garganta no aflojó. ¿Y si se quedaba? ¿Si lo que Eros había dicho era verdad?

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Tienes que confiar en mí. Tienes que irte ahora.

Santana negó con la cabeza.

—No. Yo me quedaré. Vamos a ver si se pasa, y digo que si realmente desaparece como tú dices, entonces me iré. Y sólo entonces.

La mirada grave de Eros, le dio a Santana un fuerte apretón en su estómago.

—Santana, no lo entiendes—. Él exhaló. —No sólo no sé exactamente si va a tomar dos o tres horas, o dos días o tres hasta que desaparezca, pero debido a que alguien que no fui yo te disparó, la flecha estaba contaminada.

Santana se quedó mirando a Eros.

—¿Qué significa eso?

—Tu memoria de ella y de su tiempo contigo, desaparecerán de un momento a otro. Es posible que despiertes a su lado mañana y ni siquiera sepas quién es.

Las rodillas de Santana se doblaron, y se deslizó hasta el suelo.

—¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?

La mano de Eros en su hombro, no fue ningún consuelo. Santana se la quitó de encima.

—Voy a hacerle daño si me quedo. No la amaré más. Ni siquiera la reconoceré—. No podía hacerle eso a ella. La amaba demasiado como para verla sufrir. Era mejor si la dejaba ahora. Tal vez lo superaría, se olvidaría de ella rápidamente. Esperaba que lo hiciera.

—Perdóname, Brittany— le susurró, aunque ella no la escuchó
.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:17 am

Capítulo Treinta y Cinco


Brittany se acurrucó más en las tibias sábanas. Todo su cuerpo zumbaba agradablemente con las secuelas de hacer el amor con Santana. Nunca se había sentido mejor en toda su vida. Y, finalmente, una gran preocupación había desaparecido de sus hombros. Ella no era una enferma mental. Las criaturas que había visto, incluso Poseidón que la había salvado de ahogarse... eran reales. Y si eran reales, significaba que su madre no había estado loca tampoco.

Todo tenía sentido ahora. Ella había heredado el don de ver seres de otros mundos de su madre. Y ahora se había enamorado de una diosa.

Santana.

Se dio la vuelta al otro lado de la cama, tratando de acercarse a ella. Pero la cama estaba vacía. Brittany se incorporó de un salto y escuchó los sonidos de la casa. Podía oír los ruidos débiles que venían desde el segundo piso. Rápidamente, bajó las piernas de la cama y encontró su bata de baño.

Mientras caminaba a lo largo del pasillo del segundo piso, oyó un presentador de noticias en el televisor.

—Los meteorólogos no han sido capaces de explicar el fenómeno hasta el momento, pero está claro que la tormenta tomó un giro brusco anoche y se desvió de la costa. El radar fue incapaz de seguir la ruta de la tormenta...

Brittany se dirigió a la cocina, donde escuchó a alguien moviendo ollas y sartenes.

—¿Santana?

—Buenos días, Brittany—, Alice la recibió con alegría.

—Buenos días, Alice. ¿Has visto a Santana?

—No. No hay nadie aquí, excepto yo—. Se oyó el ruido de la puerta principal. —Oh, tal vez ese sea ella ahora.

Brittany dio un paso atrás en el pasillo, mientras alguien subía por las escaleras.

—Santana—, dijo en voz alta.

—No, soy yo, Jonathan—, respondió la voz. —Lo siento, vine un poco tarde esta mañana. Estaba viendo las noticias sobre la tormenta. Muy raro, ¿no? Que se desvaneciera así como así.

Brittany asintió con la cabeza. Santana había hecho eso. Ella estaba orgullosa de Santana, pero por supuesto, nunca podría contarle a nadie lo que había hecho.

—Buenos días, Jonathan.

—Buenos días. Oh, lindo, ¿quién le trajo las flores?

—¿Qué flores?

—Las que están en el aparador. Parece que hay una tarjeta con ellas—, explicó Jonathan.

Brittany escuchó a Alice salir de la cocina.

—Ya estaban allí cuando llegué aquí esta mañana.

—¿Puedes leerme la tarjeta?—

Instintivamente sabía de quién eran las flores. Y seguramente Santana sabía que no podía leer la tarjeta, así que no escribiría nada demasiado íntimo en ella, a sabiendas de que alguien tenía que leérsela. Tal vez sólo había tenido que irse para hacerse cargo de algo y volvería pronto.

Jonathan pasó a su lado. Ella oyó el crujido de un sobre abriéndose.

—Brittany, todo lo que dije anoche es cierto, pero no puedo quedarme.
Perdóname. Santana —, dijo Jonathan.

¿Ella la había dejado? Una mano helada se apoderó de su corazón y le apretó la última gota de sangre de ella. Sus pulmones luchaban por aire, pero no podía conseguir nada. Cerró los ojos, en busca de consuelo en la total oscuridad, tratando de dejar fuera el resto del mundo. Santana se había ido. Sus palabras tenían una finalidad que ella entendía.

Sintió la mano de Jonathan en el codo, sosteniéndola.

—Lo siento—, dijo en voz baja. —Sé que le gustaba ella.

Gustar, ni siquiera se acercaba a lo que sentía por Santana. Ella le había abierto su corazón. Brittany tomó una bocanada de aire. Con él llegó el primer sollozo, pero ella lo contuvo. No, no podía permitirse llorar, no ahí, no en frente de Alice y Jonathan.

—Le traeré una taza de café—, dijo Alice desde la cocina, la pena en su voz dio la puñalada final a la compostura de Brittany.

***
Santana se alejó de la piscina de agua y de las imágenes que se mostraban en su superficie. No podía ver a Brittany llorar hasta quedarse dormida, por segunda noche consecutiva. Le dolía demasiado. Ya la noche anterior, ella había querido correr hacia ella y consolarla, decirle que volvería a ella, si sólo dejara de llorar.

Pero se había frenado, sabiendo que no podía darle lo que necesitaba. Se merecía una persona, que le sería fiel para el resto de su vida, y que ella no podía garantizarle eso.

—¿Qué pasa hija?—, se oyó la voz de su padre detrás de ella.

Santana giró sobre sus talones.

—¡Todo está mal!

—¿No crees que eso es un poco melodramático?

—No te he perdonado a ti ni a Zeus, por lo que hicieron—. De hecho, Santana estaba aún hirviendo de ira. Ira no por su propio dolor, sino por el dolor que Brittany tenía que pasar ahora. Su propio dolor, se lo merecía. Ya era hora de que ella pagara por todos los pecados de su juventud y de su insensibilidad. Pero no era justo dejar que Brittany sufriera por ello.

—Nosotros sólo tratábamos de darte una lección, una que, si se me permites añadir, necesitabas desesperadamente. Todas tus acciones fueron tuyas.
Santana fulminó con su mirada a su padre. Pero la expresión de Poseidón no se tornó enojada. En cambio, su rostro se mantuvo en calma, lo que irritó aún más a Santana.

—He aprendido la lección, te lo aseguro. Pero tú y Zeus han ido demasiado lejos esta vez. Brittany es inocente. Ella no se merece sufrir.

—¿Ella sufre?

Santana cruzó la distancia para enfrentarse cara a cara con su padre.

—Ella llora todas las noches, no come, no tiene ninguna esperanza—, dijo entre dientes.

—Tal vez debería hacer algo al respecto—, dijo inocentemente Poseidón.

Santana entrecerró los ojos.

—¿Qué estás diciendo?

—¿Supongo que ella está sufriendo por ti?

A su padre no le gustaba la acusación más que nada porque era cierto. Brittany sufría porque ella la había dejado. La dejó con apenas una palabra, sin una explicación, y en medio de la noche. Como la ladróna que era, la ladróna que le había robado su corazón y luego lo había arrojado a un lado. Por los dioses, cómo se odiaba por ello.

Sin otra palabra, dio media vuelta y se dirigió hacia el palacio.

—Hija—, la llamó Poseidón después, —tienes que confiar en lo que sientes. Sólo tú sabes lo que es. Nadie más.

¿Qué sabía su padre en cuanto a lo que sentía? Su corazón estaba siendo escurrido veinticuatro horas al día. No había ni un momento desde que había regresado del mundo mortal, que no sintiera el agudo dolor punzante que cortaba su corazón en pedazos. Ni siquiera en la noche ella conseguía indulto. No había dormido desde que había dejado los brazos de Brittany. Siempre que trataba de cerrar los ojos, las imágenes de Brittany inundaban su mente, intensificando el dolor en su corazón.

¿Cuánto tiempo más haría falta para que las flechas de Eros perdieran su efecto? ¿No había dicho Eros que era sólo cuestión de horas? Máximo tres días, dijo. Bueno, tal vez estaba siendo castigada un poco más. Sí que se lo merecía. Y ella estaba plenamente dispuesta a recibir más castigo si sólo significaba que Brittany volviera a ser feliz.
Tenía que hacer algo por ella, para ayudarla.

***
El dios de la medicina, Asclepio, sólo levantó una ceja al oír la pregunta de Santana.

—Seguramente sabes que necesitas una buena razón para sanar a alguien. De lo contrario, todo el mundo esperaría ser sanado de cualquier dolencia y no habría ninguna enfermedad en el mundo mortal.

—Esta mujer es especial. Ella necesita de nuestra ayuda. Debido a los dioses, ya ha sufrido demasiado, y es justo que le den algo a cambio que la ayude a restaurar su esperanza en la vida—. Santana miró el bastón en la mano del dios.

Una serpiente enroscada alrededor de ella, chasqueaba la lengua sacándola de vez en cuando. Sabía que si Asclepio lo quería, podía curar cualquier enfermedad.

—Ah, de modo que es la mujer de la que todo mundo habla en el Olimpo.

Santana no ocultó su sorpresa.

—¿Qué quieres decir?

El dios sanador se echó a reír.

—Por fin una mujer mortal te ha puesto de rodillas.

La evaluación era correcta, pero Santana no estaba de humor para discutir sus sentimientos con él o con cualquier otra persona sobre esa materia.

—No importa lo que diga todo el mundo. ¿Me ayudarás?

—¿Ayudarte? Pensé que querías que yo la ayudara.

—Ayudarla a ella, es ayudarme a mí.

—Ya veo. Como sabes, nada es gratis, ni siquiera aquí en el Olimpo. ¿Qué tienes para ofrecerme a cambio?

Santana no había pensado en ello. No tenía nada que el dios sanador pudiera desear. Cundió el pánico dentro de ella. Si no podía ofrecerle algo a Asclepio de gran valor, no le devolvería la vista a Brittany. Desesperadamente, Santana revisó en su mente para tratar de encontrar cualquier cosa de su propiedad que fuera de valor.

Se quedó en blanco.

—¿Qué quieres?—, le preguntó con desesperación. —Te daré lo que quieras, lo que esté en mi poder.

—¿Cualquier cosa?—, preguntó Asclepio. —Justo lo que pensaba—. Una sonrisa torcida se deslizó sobre sus labios. —Parece que podría ganar mi apuesta, después de todo.

—¿Tu apuesta?

—Tu amigo Hermes se ha convertido en todo un corredor de apuestas desde que regresaste. Tengo un gran tesoro apostado en ti.

—¿Qué por Hades es lo que está pasando?— ¿Ellos estaban haciendo apuestas sobre ella?

—Bueno, yo no puedo decírtelo, por supuesto. De lo contrario, podría ser acusado de manipular la apuesta. Pero te diré que, voy a conceder tu deseo y le daré a la mujer su vista de regreso. Y si gano mi apuesta, no me debes nada. Si pierdo, tomaré lo que quiera de ti.

Santana nunca había sido una mujer de juegos de azar, y sin saber de qué era lo que se trataba la apuesta, no tendría manera de saber, si había algo, qué le debería al dios sanador. Pero no importaba. Asclepio había aceptado curar a Brittany... era lo único que importaba. Lo que sea que quisiera de ella en el futuro, valdría la pena. Santana no tenía que pensarlo. Su decisión estaba clara.

—De acuerdo.
***
Brittany sintió una ráfaga de luz en su rostro, como si alguien estuviera iluminándola con un foco. Por mero reflejo, cerró los ojos, sólo para abrirlos un segundo más tarde. El impacto de lo que vio la tiró de espaldas contra la pared.

Ella gritó.

Al instante, Jonathan salió corriendo de la cocina.

—¡Brittany! ¿Qué pasa? ¿Estás herida?

Ella lo miró, sus ojos lo recorrieron desde la cabeza hasta los pies. Su piel era del color del chocolate con leche, pero sus ojos eran una mezcla de gris y azul.

—Tienes los ojos grises—, fue lo primero que salió de sus labios.

La mandíbula de Jonathan cayó.

—Puedes verme.

Brittany giró en un círculo lento y vio sus alrededores. Podía ver todo: el revestimiento de madera en las paredes, los corredores de buen gusto en el piso de madera lisa, las imágenes que habían sido colgadas. Incluso podía leer los nombres de los artistas.

—Puedo ver—, repitió. —Jonathan, puedo ver—. Ella corrió hacia él, abrazándolo antes de que ella corriera a la cocina. Alice estaba allí, acercándose hacia ella.

—¿Brittany?—, preguntó ella, con voz incrédula mientras sus miradas se encontraban. —Oh, Dios mío—, jadeó.

Cuando Alice la abrazó, las lágrimas corrían por el rostro de Brittany. Ella estaba feliz y al mismo tiempo más infeliz que nunca. La única persona con la que realmente quería festejar con sus ojos, no estaba ahí. Y nunca volvería. Sus ojos nunca verían lo que quería ver: Santana.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:44 am

Capítulo Treinta y Seis


El puño de Dioniso se conectó con la nariz de Orión en un golpe limpio.

—Eso es por enviarme a los tres matones para patearme el culo—.

Él asestó un gancho de derecha debajo de la barbilla de Orión, un instante antes de que el dios de los cazadores pudiera alzar sus brazos en defensa.

—Y eso es por joder a Santana.

—Espera—, Santana lo interrumpió por la espalda, —déjame algo—.

Se había transportado a donde Dioniso se encontraba justo a tiempo, para ver a su amigo golpear a su medio hermano. Pero ella también quería agarrarlo. De hecho, fue buscando pelea.

Dos días antes, Asclepio le había devuelto la vista a Brittany. Santana había pensado que eso la haría sentirse mejor, pero no fue así. Sí, ella estaba feliz cuando vio cuán extasiada estaba Brittany cuando había vuelto a ver. Pero entonces ella la había visto en la noche, y había llorado hasta quedarse dormida de nuevo, al igual que las noches anteriores. Nada había cambiado. Ella seguía siendo infeliz, y la idea de que ella le había hecho esto, que ella era la causa de su dolor, le dio ganas de cortar su propio corazón.

A falta de eso, se conformaría con una paliza a manos de uno de sus compañeros dioses, el que quiera tomar el cebo. Y Orión era justo el tipo de persona, que lo llevaría a eso.
Dioniso se hizo a un lado.

—Adelante.

Orión se paró firme, con sus puños listos. Perfecto. Dioniso ya lo había irritado. No había ninguna necesidad de provocarlo. Santana se plantó de lleno frente a su medio hermano y esperó el primer golpe. Llegó en cuestión de segundos y mucho más fuerte del que Santana hubiese esperado. No importaba. El puñetazo en la cara fue la primera cosa real que había sentido en días. Por lo menos, la distrajo del dolor en su interior.

—¿Es eso todo lo que tienes?—, preguntó Santana mientras se limpiaba la sangre de su labio. —Golpeas como una viejecita.

La respuesta de Orión fue un gancho vicioso en la nariz. El dolor se esparció por la cabeza de Santana.

—Defiéndete, idiota—, exigió Orión.

Santana sonrió. Ella no tenía intención de defenderse del siguiente golpe tampoco. Ella necesitaba más, hasta que finalmente se sintiera entumecida y no recordara a cada momento de su vida, lo miserable que había hecho a Brittany. Poco a poco, levantó sus puños en la cara.

—Eso está mejor—, comentó Orión y golpeó.

Pero en lugar de que los brazos de Santana bloquearan los puños de Orión, los dejó caer, le dio un camino libre para golpear. El golpe aterrizó en su mentón, haciéndole girar bruscamente su cabeza hacia un lado. Sintió que la sangre llenaba su boca y escupió.

—¿Qué carajo?— Siseó Orión y dio un paso atrás.

—Eso es suficiente—, interrumpió Dioniso antes de que él se volviera a Santana. —¿Por Hades, qué es lo que te pasa?

Santana no le hizo caso y en lugar se preparó con sus brazos hacia Orión.

— No creo que hayamos terminado.

—Oh, ya hemos terminado. Sea cual sea tu juego, hermanito, no lo jugaré más.

—No es un juego. Es una lucha justa.

Orión la fulminó con la mirada.

—No es una lucha justa si no estás ni siquiera intentándolo. Si estás buscando a alguien para que te dé una paliza porque te odias, busca en otra parte.

Luego giró sobre sus talones y se tele-transportó del claro.

—¿Qué fue eso?

Santana se volvió y vio a Dioniso recostado contra el tronco de un árbol, con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Qué fue qué?— Santana levantó su barbilla desafiándolo, a pesar del dolor en su mandíbula.

—¿Por qué dejaste que te golpeara?

Santana no pudo evitar la amargura de su risa.

—Porque me lo merecía. ¿Quieres terminarlo? Vamos, sé un amigo.

Dioniso negó con la cabeza.

—Aún no te has olvidado de Brittany, ¿verdad?

—No es tu maldito asunto.

—Eh, yo no soy el enemigo. Y no me importa cuánto me provoques, no pelearé contigo.

—Haz lo que quieras—.

Si no podía conseguir lo que necesitaba ahí, tal vez Hermes le haría el favor. Santana giró para irse.

—Ninguno de los otros lo harán tampoco. Además, nadie quiere verse como la mierda, cuando vayan a la fiesta de Brittany esta noche.

Santana se paró en seco.

—¿Brittany va a tener una fiesta?

—Te lo diré más tarde. Pero sólo si me dices por qué estás tan abatida.

—No hagas preguntas cuando ya sabes las respuestas.

—Está bien. Entonces ¿por qué no vas tras ella ya que no puedes, obviamente, olvidarte de ella?

Santana dejó escapar un jadeo entrecortado.

—¿Eros no te lo ha dicho?

—Claro que lo ha hecho. ¿Y qué?

—Entonces, ¿por qué siquiera me lo preguntas? El efecto de su flecha se desvanecerá, y no la amaré más. Ni siquiera sabré quién es y que alguna vez la amé. La engañaré con otra mujer, la trataré mal, y luego la dejaré. Sabes lo que era antes de esto. Ella no se merece eso.

—¿Has estado de regreso por cuánto, cuatro días, cinco?

Santana se encogió de hombros. Había perdido la cuenta. Los días se había mezclado con los siguientes. ¿Realmente habían pasado cinco días ya? Sin embargo, todavía la recordaba tan vívidamente como el momento en que la había dejado.

—¿Y tú crees que aún la amas?

—Sí—. Tanto como antes. Sus sentimientos no habían disminuido.

—¿Alguna vez consideraste el hecho de que Eros podría estar equivocado?

Santana levantó una ceja. Un diminuto rayo de esperanza se deslizó hasta su pecho.

—¿Qué pasa si te enamoraste de ella sin la ayuda de su flecha?

—Pero él me disparó.

—Técnicamente, Orión te disparó con una flecha de Eros. Pero si Brittany y tú estaban destinadas la una para la otra, no habrías necesitado su flecha para que te enamoraras. Te hubieras enamorado sin su ayuda.

—¿Quieres decir...— Santana no se atrevió a completar su pensamiento.

—Por lo tanto, el efecto no desaparecerá.

Santana miró a Dioniso, mientras sus palabras se hacían eco en su cabeza. ¿Y se había enamorado de ella porque eran almas gemelas? ¿Y no había dicho Eros que el efecto desaparecía después de unas horas o tres días a lo sumo?

— Dioniso, ¿cómo se me ve la cara?

—Como una mierda.

—¿Crees que puedes ayudarme a arreglar eso?— Santana le dio una sonrisa de medio lado.

—Soy un dios, no un mago—. Entonces Dioniso se echó a reír. —Pero lo voy a intentar.

***
Brittany miró el comedor ostentosamente decorado. Al lado de las paredes, se habían colocado varias estaciones de comida y bebida, pero el centro de la habitación había sido despejado para que la gente pudiera circular. Mañana, llegarían los primeros huéspedes, pero esa noche había invitado a la ciudad para que celebrara la apertura con ella.

Ella no se había olvidado de nadie, mucho menos de los trabajadores que habían ayudado a terminar las renovaciones a tiempo. Después que Santana se había ido, uno de sus amigos se había ofrecido a seguir ayudándola. Y todos los demás, habían seguido su ejemplo. Poco a poco, se había dado cuenta de que ninguno de ellos, eran mortales.

Muchos de ellos eran dioses menores, algunos de ellos eran héroes… como los hijos de un dios y un mortal, eran llamados… e incluso algunas hadas. Con su ayuda, el trabajo estuvo hecho en un tiempo récord. Brittany no preguntó cómo lo hicieron y estaba segura de que en algún momento u otro, la magia había participado.

Muy a menudo sus pensamientos se habían desviado a Santana y a lo que había perdido, pero sabía que tenía que continuar con su vida. Las personas dependían de ella, y no los defraudaría, a pesar de lo triste que se sentía por dentro. Pero se prometió que no pensaría en ello por más tiempo. Ella había recuperado su vista, y el Dr. Zimmerman lo había llamado un milagro. Él la había examinado y declarado que incluso el tejido de la cicatriz de las operaciones, había desaparecido.

Nunca había visto nada igual.

Brittany sospechaba a quién tenía que agradecérselo. A pesar del hecho de que ella la había dejado, Santana había hecho algo por ella que ninguna otra persona podía. Ella estaba agradecida por ello. Trató de no especular por qué la había dejado, pero en las horas oscuras de la noche, era difícil no pensar en ella y lo que la había hecho irse.

Ella prometió que esa noche comenzaría una nueva vida. Esa noche no iba a llorar. Brittany estudió la multitud en el comedor. Ella había dado a Alice el día libre y había contratado personal para la noche, para que ella pudiera disfrutar con el resto de los invitados. Jonathan también estaba allí, pero después del día que el Doctor Zimmerman la había declarado sana, él había dejado de trabajar para ella.

Ya no lo necesitaría más.

Incluso el director del nuevo banco se había presentado. Ella le había efectuado un recorrido por las habitaciones, recientemente renovadas, y se había quedado impresionado. Ella captó los ojos del Sr. Morton mientras la saludaba con la mano, mientras estaba hablando con uno de los vecinos de la cuadra.

Brittany se acercó.

—Espero que esté disfrutando, Sr. Morton. Hola, Beth, es bueno que haya podido venir —, saludó a su vecina.

—Qué lugar tan agradable. Siempre supe que podías hacerlo—. Dijo Beth.

—Y hacerlo todo por tu cuenta, eso es impresionante. ¿No lo cree, Sr. Morton?

Morton asintió con la cabeza.

—Pero no lo hizo completamente sola. Tengo entendido que la prometida de la señorita Pierce ayudó mucho con el trabajo.

Brittany tragó saliva. Ella se había olvidado de la reunión que habían tenido y el hecho de que Santana había afirmado ser su prometida.

—Sí, sí, lo hizo. ¿Más vino?

Ella necesitaba llevar la conversación a otro tema antes de que la curiosidad acerca de su supuesta prometida se extendiera.

¿Estás comprometida?—Preguntó Beth, quedándose boquiabierta. Nadie me lo ha dicho. ¿Por qué nadie me dijo eso? ¿Dónde está? ¿Vas a presentármela?— Beth no podía dejar de hablar,mientras su cabeza se balanceaba de lado a lado como si estuviera buscando entre la multitud, tratando de encontrar quien era la prometida de Brittany.

—Oh, no podrá venir esta noche—, respondió Brittany a toda prisa.

La próxima semana inventaría una historia y le diría a Beth que habían terminado. Habría un chisme... Beth era una de las principales chismosas del barrio… pero todo se olvidaría.

—¿Está segura?—, preguntó Morton, —creí verla en esta sala hace sólo unos minutos.

El corazón de Brittany se aceleró. ¿Había visto a Santana allí?

—Debe estar equivocado, Sr. Morton. Ella me lo habría dicho si podía venir después de todo—, mintió.

Morton tenía que estar equivocado. Después de todo, sólo había visto a Santana una vez, y sólo durante unos pocos minutos durante los cuales sin duda, habría llamado más su atención Brittany que su compañera.

De reojo, vio a Alice tratando de llamar su atención.

—Perdone, señor Morton, creo que Alice está buscándome—. Aliviada de no tener que seguir la conversación, Brittany se fue hacia Alice.

—No quiero molestar, pero parece que la gente está devorándose los aperitivos. ¿Hay más? —, señaló Alice hacia una de las mesas. Y tenía razón, la fuente estaba casi vacía.

—Déjame ver en la cocina.

—Iré con usted—, se ofreció Alice.

—No, Alice, disfruta de la fiesta. No entrarás a la cocina esta noche, y eso es una orden.

Brittany pasó entre la multitud y salió de la habitación. La cocina estaba vacía. Abrió el refrigerador y miró dentro. La empresa de servicio de banquetes, había dejado varias bandejas más, pero no quedaban ninguno de los aperitivos más populares.

—Caray.

—¿Pasa algo?

Una voz se oyó desde atrás. Brittany se dio la vuelta. Reconoció al hombre como uno de los amigos de Santana, quien había ayudado en la casa después de que Santana se había ido.

—Lo siento, no creo siquiera saber tu nombre—, se disculpó.

—Hermes—, dijo y sonrió. —¿Puedo ayudarte en algo?

Su aura lo identificaba como un ser inmortal.

—Hermes. ¿No serías, eh...?—

Ella hizo un movimiento hacia arriba con la cabeza, indicándole el cielo. Le guiñó un ojo, luego, puso el dedo en sus labios.

—Sé que puedes guardar un secreto. Entonces, ¿qué es lo que necesitas?

—¿No serías capaz de encontrar un poco más de esos aperitivos?

—¿De los que tienen higos?—, preguntó.

—Esos mismos.

Hermes, extendió su brazo. Un momento después, un plato lleno con pequeños y deliciosos aperitivos apareció en su palma. Brittany lo miró con asombro, pero después de todo lo que había pasado, no le sorprendió más.

—¿Por qué no llevo yo esto a los invitados y tú sales al balcón a relajarte un poco? Te ves cansada.

—Pero tengo que circular—, protestó Brittany, a pesar de que se sentía agotada.

Hermes, la empujó hacia la puerta de la terraza.

—Relájate un poco. Ellos están muy ocupados comiendo y bebiendo, para siquiera darse cuenta de que te has ido.

—Gracias.

Brittany salió al oscuro balcón. El aire estaba tibio. Ella levantó la cabeza y miró hacia el agua, la luz de la luna se reflejaba en su superficie. No había nubes en el cielo estrellado. Era hermoso. Llenó sus pulmones con la brisa del mar.

—Buenas noches, Brittany.

Su corazón se detuvo.

—Santana—. Había vuelto.

Antes de que pudiera darse vuelta para mirarla, ella estaba detrás, sus manos sujetando firmemente sus hombros, para evitar que se diera vuelta.

—No, no me mires. Tenemos que hablar primero.

Ella estaba tan cerca, que quería apoyarse en ella, sentir su cuerpo fundiéndose en el de ella. ¿Pero estaba de vuelta para quedarse, o sólo había venido a explicarle por qué la había dejado en primer lugar? ¿La dejaría otra vez?

—Lo siento, Brittany. Te he hecho daño. Te debo una explicación.

Tragó saliva. Entonces, sólo había regresado para aliviar su propia conciencia. Brittany se puso rígida bajo su agarre. ¿Le diría ahora que ella nunca la había amado?

—No me debes nada—. Ella no quería oír la verdad. Lo único que quería era aferrarse a los recuerdos felices que tenía con ella. —Por favor, vete—. Antes de que acabara con aquellos recuerdos para ella.

—No, Brittany. Por favor, escúchame. Sé que he sido una idiota, dejándote cuando más me necesitabas.

—Estoy bien ahora—.

Era mentira. Sí, no estaba ciega ya, pero aun así la necesitaba. Su corazón se sentía vacío sin ella.

—Yo no lo estoy. No estoy bien sin ti. Soy miserable sin ti.

Brittany se enderezó. ¿Santana no era feliz sin ella?

—Pero...

—Tengo que decirte lo que pasó. El dios del amor, Eros, mi amigo, me disparó con una de sus flechas, para que me enamore de ti.

—Contra tu voluntad. Entonces sólo me amaste por eso—.

Ella deseó que nunca le hubiera dicho eso, ella la había amado, pero no quería amarla. ¿Qué tan cruel podía ser la vida?

—Espera. Esa no es toda la historia. Sí, disparó para ayudarme, porque Zeus había cambiado las reglas de mi castigo. Lo que te dije aquella noche era la verdad. O al menos yo pensaba que lo era. Fui castigada por Zeus. Él me sacó mis poderes y me exilió. Tenía que encontrar una mujer que encontrara los rasgos que creí que no tendría: bondad y altruismo. Rasgos que, sólo tú Brittany, despertaste en mí.

Santana suspiró.

—Brittany, no sabes cómo era yo antes de conocerte. Yo era una mujeriega. Engañaba, trataba a las mujeres como objetos. Yo no era una buena mujer. No la mujer que te merecías.

Este era el discurso de: “no eres tú, soy yo”. ¿Por qué tenía que volver?

—No quiero oír nada más.

—Tienes que hacerlo. Brittany, he cambiado. Me has cambiado. Tú, agapi mou, me has hecho una mejor persona. Me enseñaste a cuidar de alguien que no fuera yo misma—. Vaciló antes de continuar. —Hay algo más que no te he dicho todavía. Nos hemos visto antes... antes de tu accidente. Me rechazaste cuando nos conocimos por primera vez, no porque no te gustara cómo me veía, sino a causa de la clase de mujer que yo era. Pero no pude olvidarte. Lo siento, no tuve el coraje para decirte quién era, pero estaba demasiado asustada de que simplemente me patearías el trasero si sabías quién era—. Lentamente la giró en sus brazos.

Cuando Brittany se dio vuelta para verla y se enfrentó a ella, finalmente vio a la morena a la que le había dado su corazón. Su rostro estaba iluminado por la luna. La adrenalina atravesó su cuerpo.

—Tú. ¡Eres tú!

No era de extrañarse que algo le hubiera parecido tan familiar en su olor y su cuerpo la primera vez que había entrado en su casa y en su vida. Santana era la chica del bar, la chica que ella había llamado una guapa tonta, a la que había rechazado tan cruelmente, porque ella había creído que era superficial. Era incluso más guapa de como ella la recordaba. Esto no podía ser real. Había logrado colarse en su vida sin decirle quién era.

—¡Me engañaste!— Ella se enojó y se apartó fuera su control. —¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Estaba desesperada, Brittany. Yo te quería, y no me dabas una oportunidad. Francamente, hiciste bien al rechazarme, cuando nos conocimos en el bar. Yo era una arrogante imbécil. No me merecía tu amor. Pero lo quería, por los dioses, cómo deseaba tu amor—. Su mirada estaba encantada de repente. —Lo que no me di cuenta fue que todo el tiempo, mientras yo estuve tratando de hacer que te enamoraras de mí, terminé yo enamorada de ti en su lugar.

De repente, sonrió, pero ella todavía estaba hirviendo de ira.

—Te colaste en mi vida. Como una ladróna.

—Nunca quise lastimarte. Sé que se puede ver así ahora, pero quería protegerte. No podría haberlo hecho si me echabas fuera. No ves, no podía decirte quién era yo o me hubieras apartado de tu vida. Pensaste que yo no era de confiar. Quería demostrarte que estabas equivocada. No tenía intención de lastimarte.

Sus palabras eran sinceras y así lo era la expresión de sus ojos. Instintivamente, ella sabía que Santana decía la verdad. Brittany sintió que su ira se calmaba. Sin embargo, la había herido al final.

—Me dejaste.

Cerró los ojos por un segundo como si le causara dolor el mirarla.

—La noche que me fui, Eros se presentó. Me dijo lo que Zeus había hecho. ¿Recuerdas
cuando estaba tan confundida porque no podía hacer aparecer una caracola incluso aunque ya habías declarado tu amor por mí?

Brittany asintió con la cabeza.

—Pero recuperaste tus poderes más tarde.

—Pero no hasta que confesé mi amor por ti. Ves, lo que Eros me dijo esa noche fue que Zeus había cambiado los términos de mi castigo sin decirme. Yo tenía que enamorarme. No tú.

El entendimiento llegó a Brittany.

—Y una vez que tuviste tus poderes, te fuiste. Ya no me necesitabas más—. Le dolía saber que una vez que ella tuvo lo que quería, la había dejado.

Santana levantó su barbilla con los dedos.

—No, agapi mou. Yo no quería irme, pero cuando Eros me dijo que me había disparado con su flecha, él también me dijo que ahora que era una diosa de nuevo, el efecto desaparecería. No tenía opción. No quería despertar de repente y no conocerte. No podía hacerte daño de esa manera.

—¿No me conoces? No lo entiendo.

—Habría perdido todo recuerdo de nuestro tiempo juntas. Me hubiera olvidado de ti, y de que te amaba.

—Pero ahora estás aquí... y es evidente que aún me conoces—. Que todavía la amara, era otra cuestión.

Ella sonrió.

—Y todavía te amo. Porque Eros estaba equivocado. Su flecha no me hizo enamorarme de ti. Tú lo hiciste.

Su corazón se aceleró vertiginosamente, pero su cabeza la forzó a cuestionarlo de todas maneras.

—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? Todavía podría desaparecer, y entonces vas a dejarme de nuevo—. No podía pasar por eso otra vez.

—Lo sé desde aquí—. Santana tocó el lugar donde estaba su corazón. —Todavía te amo. Y siempre te amaré. Soy miserable sin ti. No he dormido, porque necesito tus brazos alrededor de mí para conciliar el sueño. Te necesito, Brittany. Por favor, acéptame de vuelta.

¿Estaba diciendo en realidad estas cosas o era un sueño?

—¿Cómo puedo estar segura de que esto es real?

—Te lo demostraré.

—¿Cómo?

—Por ti, renunciaré a todo: mis poderes, mi inmortalidad. Ámame, cásate conmigo, y llenaremos la casa con nuestros hijos.

Rebuscó en su bolsillo antes de que sacara algo de él. Cuando levantó la mano, vio el anillo que tenía. Una esmeralda brillante, brillaba a la luz de la luna. Brittany la miró fijamente. Esto no podía ser cierto.

—Pero tú eres una diosa. ¿Por qué renunciarías a eso sólo para estar conmigo?

Santana la atrajo más cerca.

—Porque eres más importante para mí que cualquier otra cosa. Te amo. Sé mi esposa.

Esta vez, su corazón se apoderó de su cabeza.

—Sí.
***
Santana oyó su única palabra de respuesta, y su corazón dio un salto mortal. Deslizó el anillo en su dedo, y luego le tomó la cara entre las palmas de sus manos.

Quería decir algo para reconocer su respuesta, pero ella se quedó sin habla. Sin mediar palabra, rozó sus labios a los de ella y la besó.

Por los dioses, cómo la había extrañado. Por esa mujer iría a los confines de la tierra y de regreso. Nada era demasiado sacrificio para ella.

Santana envolvió con sus brazos alrededor de ella y la atrajo hacia sí. Su lengua se deslizó entre los labios entreabiertos y se sumergió en ella, saboreándola otra vez, familiarizándose de nuevo a sí misma con las deliciosas cavernas de su boca. Ella le respondió con la misma pasión como lo había hecho aquella noche, cuando habían estado juntas.

Todas las preocupaciones se desprendieron de ella, como piel muerta. Brittany la había aceptado de vuelta, le había perdonado por lo que le había hecho a ella. Y ella le pagaría por su generosidad, colmándola con su amor por el resto de sus vidas.

Santana dejó sus labios y la miró. Sus ojos se encontraron. Finalmente, ella la vio como era. Santana no se cansaba de mirar la profundidad de sus ojos y ver su amor reflejado en ellos.

—Dime que me amas—, le susurró.

Sus labios se curvaron hacia arriba.

—Te amo, Santana.

Su corazón se llenó de calidez y orgullo. Había ganado la mujer, que era correcta para ella.

—Mañana voy a hablar con Zeus y le diré que voy a renunciar a mis poderes.

—Creo que será mejor que hablemos esta noche, morena—, dijo una voz estruendosa detrás de ellas.

¡Ah, mierda! Tanto para tener una noche tranquila en los brazos de Brittany.
marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Mayo 06, 2017 6:57 am

Capítulo Treinta y Siete


—Entonces, ¿esta es la mujer de quien se trata todo el alboroto?— Zeus dejó que su mirada se paseara sobre Brittany. Santana instintivamente tiró de Brittany hacia ella.

No le gustaba la forma en que Zeus la examinaba. A ningún otro hombre le permitiría mirarla de esa manera.

—Tranquila Santana, no tengo ningún interés en ella—. A pesar de las palabras, Santana no la soltó. Al dios de los dioses no podía confiársele ninguna mujer.

Zeus era una figura impresionante en su ropa de mortal. Había cambiado su túnica blanca por un par de ajustados pantalones de cuero negro y una camisa blanca que estaba abierta prácticamente hasta sus bien esculpidos abdominales. Su enorme pecho estaba rociado con pelo castaño claro, y sus músculos se flexionaban con cada movimiento que hacía.

Santana miró a Brittany y se sintió aliviada al ver que a ella no parecía afectarle la belleza física de Zeus.

—Asumo, que eres Zeus—, dijo al dirigirse al dios directamente.

—Y tú eres la mortal que cree que ama a esta impetuosa aquí presente.

El brazo de Brittany se apretó alrededor de la cintura de Santana, pero ella no respondió.

—Muy bien. Sabes, por supuesto Santana, que tu solicitud de renunciar a tu condición de diosa está fuera de cuestión—. La voz de Zeus era calmada, como si simplemente estuviera hablando del tiempo. —No tengo ninguna intención de concedértelo, por lo que también podrías olvidarte de eso.

Santana enderezó los hombros.

—Voy a hacer tal cosa. Brittany y yo nos pertenecemos, y voy a vivir con ella. Aquí, en el mundo mortal. Dale mis poderes a otra persona. Yo no los quiero. Quiero ser mortal, y pasar el resto de mi vida con la mujer que amo—. Miró a Brittany y le dio un beso en la frente.


—Qué bonito. ¿Sabe cómo eres Santana? ¿Está consciente de tus aventuras amorosas?— Zeus se burlaba de ella.

Antes de que pudiera emitir una respuesta, Brittany habló.

—Santana me ama. Confío en ella.

Zeus levantó una ceja.

—Es valiente, ¿verdad? Y bonita también. Tal vez me interese después de todo—. Dejó una sonrisa lasciva enrollarse en sus labios.

Santana gruñó y empujó a Brittany hacia sus espaldas.

—Si la tocas, te destruiré.

—¿Desafías a tu dios por ella? ¿Te arriesgas a mi castigo?

—Puedes hacer lo que quieras de mí, pero nunca la tocarás—, advirtió Santana con los dientes apretados. Sus manos en puño dispuesta a defenderla, sin importar el castigo.

Durante un largo momento de tensión, cruzaron miradas con Zeus. Entonces, de repente, el dios de los dioses se echó a reír. Una risa retumbante que llenaba la noche.

—¡Poseidón! ¿Dónde en el Hades estás tú?— Llamó Zeus.

Un instante después, apareció Poseidón junto a Zeus, vestido menos provocativamente que su hermano mayor. Se había puesto un traje oscuro.

—¿Estaba en lo cierto, no?— El padre de Santana se dirigió a Zeus sin presentarse.

—Tengo miedo de decir que lo estás. No creía que tu hija lo lograra, pero soy el primero en admitir cuando me equivoco. Ella la ama.

Santana miró a su padre, quien finalmente la saludó.

—Estoy orgullosa de ti, hija. Y de haber traído a una mujer tan bonita a la familia, te felicito.

Brittany dio un paso al lado de Santana. Al instante envolvió su brazo alrededor de ella.

—No te preocupes—, añadió su padre, —Zeus sólo quería probarte. Él no me creyó cuando le dije que estabas verdaderamente enamorada.

Santana dejó escapar el aliento que había estado conteniendo desde que Zeus había aparecido en la terraza.

—Padre, es bueno verte.

—Me acuerdo de ti—, dijo Brittany mirando a Poseidón. Dio un paso hacia él, y Santana la dejó ir, aunque a regañadientes.

Poseidón abrió los brazos.

—Y yo me acuerdo de ti. Tuve una buena sensación en aquel entonces, y yo sabía que ibas a ser la muchacha adecuada para mi hija. Sólo tomó un tiempo conseguir que las dos estuvieran juntas—. La envolvió en un abrazo y la besó en la parte superior de la cabeza.

—¿Puedes devolverla, padre?— Santana sentía presión en el pecho a pesar de saber que el abrazo de su padre no era sexual.

Poseidón la liberó.

—Vas a tener que trabajar en los pequeños celos de Santana.

Santana tomó a Brittany en sus brazos.

—Lo sé, padre, pero eso es un desafío para otro día.

Brittany la miró y sonrió.

—Nunca tendrás motivos para estar celosa.

—Sé que no, agapi mou—.

Ella capturó sus labios y la besó. Los otros dos dioses mayores se aclararon la voz. A regañadientes, Santana soltó los labios de Brittany.

—Más tarde—, le susurró sólo para que ella la oyera.

—Todavía queda la cuestión de que quieres renunciar a tus poderes—, continuó Zeus.

Santana se puso tensa.

—Sí.

—Como ya he dicho, no puedo concederte ese deseo...

—Pero pensé que sólo me estabas probando—. La confusión se extendió dentro de Santana.

—Es cierto, pero eso no significa que voy a concederte tu deseo.

Santana apretó su abrazo en Brittany.

—No la voy a dejar.

—Nadie está pidiéndote eso. Ni siquiera soy tan cruel ante el verdadero amor. Santana, te ordeno que sigas siendo la diosa del mar y de los marineros. Sin embargo, vivirás aquí en el mundo mortal, y no creas que no voy a estarte vigilando. Si te equivocas, te castigaré. Tu unión con la mortal Brittany, tiene nuestra bendición, y todos tus hijos serán héroes. Podrás elegir a uno de tus hijos...o hijas... para que te suceda como un dios, una vez que él o ella tengan la edad suficiente, a quien le transferirás tus poderes.

Era más de lo que Santana hubiese esperado. Santana apartó a Brittany y cayó de rodillas.

—Te doy las gracias, Zeus.

—Pero...— Brittany interrumpió.

Los tres dioses la miraron.

—Si Santana sigue siendo una diosa, ella es inmortal, y yo no lo seré. Voy a crecer vieja y arrugada—. Miró a Santana. —Y tú dejarás de amarme.

—¿Te importaría explicárselo tú mismo, Santana?— Zeus se rio entre dientes.

Santana miró los ojos de duda de Brittany y se levantó.

—Agapi mou. Mientras sea una diosa, tomarás de mi inmortalidad. Seguirás siendo tan joven como yo—.

Pudo ver sus ojos inundarse de alivio.

—Ahora que nos hemos hecho cargo de eso, vi algunos deliciosos bocaditos por allí—, Zeus hizo un gesto hacia el comedor.

—Oh, por favor—, dijo Brittany a toda prisa, —tomen algunos de los alimentos antes de que se terminen.

Santana intercambió una sonrisa con Zeus y su padre, antes de volver a mirar a Brittany.

—Zeus no estaba hablando de la comida, mi amor.

Le tomó dos segundos a Brittany, entender su significado. Sus mejillas se colorearon de un encantador tono rojo.

—Oh.

—Espero que nos visites pronto. Tu madre quiere conocer a la novia.

Santana asintió con la cabeza a su padre y le sonrió a Brittany.

—Necesitamos unos días por nuestra cuenta, pero después de eso, te lo prometo, iremos a visitarlos.

Y ahora mismo, no quería nada más que tomar a Brittany, salir de allí y desquitarse por la larga separación. Su padre se dio cuenta de la mirada que le dirigió a Brittany, una mirada que le decía a todo el mundo lo que quería hacerle una vez que estuvieran solas.

—Zeus y yo entretendremos a los invitados, ya que parece que ustedes dos no van a participar en la fiesta—. Poseidón se rio entre dientes.

—Oh, padre, tal vez podrías hacerme un favor. Hay un cierto gerente de banco allí, que necesita una lección de modales.

Los ojos de Poseidón brillaron.

—No digas nada más. Creo que sé a quién te refieres—. Luego, siguió a Zeus a través de las puertas francesas hacia el comedor.

En el momento en que estuvieron solas, Santana tomó a Brittany en sus brazos.

—Vamos arriba.

—Nunca lograremos pasar en medio de la multitud sin ser detenidas.

—Ahí es cuando ser una diosa llega a ser muy práctico. Apóyate en mí—.

Una fracción de segundo más tarde, el balcón había desaparecido y estaba en el centro de la habitación de Brittany.

Miró a su alrededor, luego hacia ella.

—¿Qué fue eso?

Santana sonrió.

—Tele-transportación.

—Creo que podría acostumbrarme a eso.

Sus labios se cernieron sobre su boca.

—Y yo puedo acostumbrarme a esto—. Sus labios descendieron sobre ella, fundiéndose en un beso profundo.

Santana inclinó la cabeza para que su boca pudiera tener una conexión más profunda y sintió que le respondía con la misma urgencia. Sus brazos se prendieron alrededor de su cuello, abrazándola fuerte, y sus suaves pechos se aplastaron contra sus pecho llenos.
Le encantaba la sensación de tenerla, de su perfecto cuerpo moldeándose a ella.

—¿Estás segura de dejar que Zeus y Poseidón entretengan a los invitados?

—Mmm Mmm—, murmuró y arrastró sus tibios besos a lo largo de su cuello.

—¿Qué pasa si la gente averigua quiénes son?

—Te preocupas demasiado—. Santana la llevó hacia atrás hasta llegar a la cama. Le mordisqueó los labios. —Durante las próximas veinticuatro horas, no quiero que te preocupes de nada más que hacer el amor. Porque muero de hambre, y tú tienes un aspecto delicioso, sobre todo...— Hizo una chasquido en sus dedos, haciendo desaparecer su ropa. —...desnuda.

Brittany se quedó boquiabierta, cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

—No es justo.

Santana le guiñó un ojo y chasqueó los dedos de nuevo. Sus propias ropas desaparecieron, y ella la abrazó contra su piel desnuda.

—Ahora estamos a mano.

—¿Me puedes enseñar eso?

—No estoy segura de que quiera enseñarte eso. Quién sabe cómo vayas a utilizarlo. Es un instrumento demasiado peligroso para que lo tengas en tus manos.

Un momento después, ella le dio un suave empujón y cayó sobre la cama, cayendo Brittany arriba de ella.

—Creo que voy a tener que jugar con otras herramientas entonces—, ella se movió. Su mano se fue más bajo, por el pecho, luego hacia abajo en el estómago antes de llegar a su centro de placer, que palpitaba fuerte y pesadamente, a la espera de su toque.

Cuando su mano se envolvió en torno a su vagina, su corazón latió en la garganta.

—Puedes jugar conmigo en cualquier momento que desees, siempre y cuando yo haga lo mismo.

—Suena como un trato justo.

Ella la apretó, y un ahogado gemido salió de su garganta.

—¿Has dicho algo?

—No, Agapi mou. Finalmente me quedé sin palabras.

—Te amo.

Y ella también la amaba, era su diosa personal.

FIN

marthagr81@yahoo.es
marthagr81@yahoo.es
-*-*
-*-*

Femenino Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 42
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Un toque de Grecia. Cap. 34, 35, 36 y 37

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 4 de 5. Precedente  1, 2, 3, 4, 5  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.