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[Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO Primer15
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Finalizado [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 11, 2017 1:25 am


La gestante subrogada de la Millonaria López

SINOPSIS


Una millonaria quiere tener un hijo... Santana López  es una mujer de negocios que tiene toda su vida planeada, y se está aproximando a la etapa en la que debería tener un hijo. ¿El único problema? Acaba de romper con su pareja.

Brittany S. Pierce es una mujer bella e inteligente y con los genes adecuados para ser el vientrede alquiler de Santana. Pero cuando ésta se muda a la casa de la millonaria, la ardiente atracción que nace entre ellas comenzará a distorsionar los límites de su acuerdo comercial.

Brittany  deberá recordar que Santana  no es su princesa - y que sólo está gestando su bebé


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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 11, 2017 1:26 am

Capítulo Uno

Brittany pulsó el botón del ascensor y se frotó los ojos, mientras esperaba a que la pantalla digital cobrara vida; no lo hizo, como la mayoría de las mañanas. Gruñendo, se volvió hacia las escaleras y bajó los tres pisos a pie.

En circunstancias normales, habría pospuesto comprobar el correo si el ascensor no funcionaba, pero la situación era grave, y la noche anterior se había acostado pronto pensando que la noche pasaría más rápido y podría recoger su correo antes.

Brittany se obligó a sonreír cuando Marcel, el guapo mexicano que vivía dos pisos más abajo, le sonrió y, sin ningún tipo de reparo, la miró de arriba a abajo. Sabía que ofrecía una insólita imagen para el genio de las matemáticas que había estado intentado ligar con ella durante los últimos seis meses; llevaba unos pantalones muy cortos y una camiseta sin mangas. No había previsto encontrarse con nadie, y aquella mañana no le importaba lo más mínimo.

Últimamente, siempre estaba obsesionada con el correo.

-Hola, Marcel- masculló con una sonrisa, esperando resultar cortés; pero, al estar aún soñolienta, sonó como un graznido.

Por suerte, Marcel no consideró apropiado seguirla. Finalmente, llegó a su buzón, suspirando, y murmurando una rápida plegaria, lo abrió. Y allí estaba.

El sobre que había estado esperando, junto con otro que en aquel momento no le importó demasiado. Sería perfecto si en él no decía: "Brittany Pierce, vete a la mierda".

Rápidamente rasgó el lateral, con la garganta seca, y sacó unas hojas de papel. El corazón le golpeaba el pecho y le dolía la cabeza, y sus manos temblaban mientras leía las primeras líneas con la adrenalina recorriendo a toda velocidad su torrente sanguíneo.

…Nos complace informarle… ha sido aceptada en el programa...

-¡Oh Dios mío!- chilló, dando saltos y apretando la carta contra su pecho, sonriendo como una idiota y sintiendo que el corazón le iba a estallar de un momento a otro.

-¿Todo bien, señorita Pierce?

Brittany se giró hacia el portero, el Sr. Jackson, extasiada de tener a alguien -a cualquiera - con quien compartir la noticia.

-¡Me han aceptado en uno de los programas de historia más prestigiosos de Harvard!-

Rodeó con los brazos el cuello del anciano, abrazándolo con fuerza y haciendo que se le cayera la fregona al suelo. Tras apartarse, un poco avergonzada, se secó una lágrima y comenzó a subir los tres tramos de escaleras.

Tan pronto como cerró la puerta de su pequeño estudio, la emoción se apoderó de ella. Sollozó, rió y leyó y releyó la carta de aceptación.

Diez años atrás, nunca se habría imaginado que pudiese acabar allí, sosteniendo aquel papel en la mano, en aquel apartamento de Boston, con un porvenir brillante y prometedor. Entonces, era una de siete hermanos que vivían en una casa minúscula que se estaba viniendo abajo, y hacían dos comidas diarias a base de alimentos rancios. Ahora, era ayudante de investigación en la Universidad de Harvard.

Brittany tenía una insaciable sed de conocimiento, de logros, de éxitos, de todo.

Cuando era pequeña, nunca había llegado a creer que fuera capaz de conseguir todo aquello. De ella se esperaba que acabara la escuela secundaria - o no - y que se casara y tuviera un montón de niños, como su madre y sus primas por ambas partes de la familia. Pero, por algún motivo, Brittany había pensado que toda aquella expectación era bastante mundana.

Cuando se topó con un grupo de universitarios que hablaban sobre complicados temas de gestión, supo lo que quería. Aquella había sido su primera interacción con el saber, y lo quería para ella. Quería ser como ellos, saber cosas complicadas y tener un trabajo y su propia casa, y ser algo más que una ama de casa y madre de cinco hijos.

Brittany se miró al espejo y parpadeó, contemplando sus enormes ojos azules que siempre le habían parecido demasiado grandes para su cara. Sus pestañas, fastidiosamente gruesas y largas, siempre le ponían de mal humor cuando llevaba puestas las gafas. Su pelo rizado era sorprendentemente dócil, su piel reluciente y clara, y tenía las mejillas rojas debido a la emoción.

-Es un día estupendo.

Sonriendo, miró el otro sobre que había recogido del buzón y vio el familiar sello. También era de la Universidad de Harvard. ¡La beca!

Sintiéndose optimista, lo abrió, segura de que nada podía salir mal. Era su día. Leyó la carta, sonriendo e incapaz de entender las palabras durante unos segundos; tragó saliva.

Su teléfono sonó en ese mismo momento, y se sintió agradecida por la momentánea distracción de la desdicha y el desamparo que se filtraban en sus huesos.

-Hola, Q.

-Me alegro de que estés despierta; quería saber cómo estabas. ¿Ya ha acabado contigo la ansiedad?

Brittany rió. Su mejor amiga, Quinn, otra ayudante de investigación de Harvard, era sumamente amable y considerada.

-Me han aceptado en el programa.

-Oh Dios mío, Brittany. ¿En serio?- chilló extasiada.

Brittany rió de nuevo, sintiéndose mejor.

-Sí, en serio. Pero no me han dado la beca, lo que es…- se detuvo, con el corazón en un puño.

-Ohhh.-

Quinn se quedó callada. Ambas sabían que ser aceptada en el programa era inútil a menos que tuviera la beca.

-No pasa nada. Todo saldrá bien. Encontrarás la forma, Brittany. Siempre lo haces.

Brittany suspiró.

-Sí, pero se me está acabando la magia. ¿Sabes qué? Formar parte del programa, aunque no me pueda permitir hacerlo por mi pésima situación financiera - rió sarcásticamente – ya es todo un logro.

-Por supuesto.

Tras colgar, Brittany llevó la carta de aceptación y la de denegación de la beca a la nevera y las colgó con dos imanes. Una de ellas quedaba muy bien, mientras que la otra le recordaba la realidad de su pobreza y ambición al mismo tiempo.

***
Brittany caminaba por el pasillo que albergaba las oficinas de RRHH de Harvard, y, mordiéndose el labio, se dijo a sí misma una vez más que lo resolvería de alguna forma. Dicen que querer es poder, y Dios sabía que lo quería con todas sus fuerzas.

Entró en una de las oficinas en la que había una anciana de pelo encanecido que parecía haber pasado la mitad de su allí, y cuando Brittany explicó su situación, le dijo que no podía hacer nada para ayudarla.

Brittany salió de allí aún más decidida.

-Lo conseguiré. Voy a conseguirlo. Sólo tengo que pensar en otra manera. Tengo que hacerlo- se dijo a sí misma, presa del pánico, pero negándose a aceptar su paralizante ansiedad.

Pasó cerca del escritorio de Rachel Berry, una empleada de recursos humanos que también había solicitado formar parte del prestigioso programa.

-Hey, Rachel, ¿has recibido noticias de tu aceptación?

Rachel hizo una mueca y se encogió de hombros.

-No me han aceptado, ¿y a ti?


Brittany se sintió como un monstruo, pero no pudo hacer otra cosa que responder.

-Sí, pero no importa porque no voy a poder hacerlo.

Rachel, una chica bajita y pelinegra con gran nariz y gafas, se quedó sin aliento.

-No digas eso. ¡Te han aceptado! Tienes que hacerlo.

-No conseguí la beca, Rachel- admitió Brittany calladamente, sintiéndose miserable pero adorando a aquella chica por no comportarse con malicia como lo hubiera hecho mucha otra gente en su situación. Había una grave escasez de buenas personas en el mundo, aquellos que se alegraban de verdad por la felicidad de otros, y Brittany valoraba ese tipo de almas. Se propuso hablar con Rachel más a menudo, tal vez salir juntas, llegar a conocerla mejor, ser amigas.

¡No seas tan emotiva!

Rachel acercó otra Brittany a su escritorio e invitó a Brittany a sentarse.

-Vamos a averiguar si hay otra forma u otras posibilidades de financiación. Me alegro mucho de que te hayan aceptado, Brittany, no puedes dejar pasar una oportunidad como esa.

Brittany frunció los labios, agradecida, cuando unas fuertes risas procedentes de la mesa de al lado, le hicieron dar un respingo.

-Parece que hoy están de buen humor- murmuró. -Normalmente, parece que todo esté muerto aquí abajo.

Rachel sonrió.

-Hay una millonaria buscando un vientre de alquiler; aquí, en la universidad. Y a la mayoría le parece sumamente divertido.

-¿Para qué?

-Ya sabes, para tener un hijo.

Brittany hizo una mueca.

-¿Una tipa rica está buscando un vientre de alquiler para tener un hijo? ¿En Harvard? ¿Por qué aquí?

-Por lo visto quiere a alguien inteligente.

Brittany miró a su alrededor y cogió su bolso.

-Es ridículo, la verdad. ¿Por qué alguien inteligente accedería a tener un bebé para renunciar luego a él?

La mirada de Rachel se iluminó y miró fijamente a su compañera.

-Brittany…

Brittany esperó, observando los ojos que la miraba como si tuviera una mosca en la frente.

-¿Qué ocurre?

-Brittany... esa mujer está ofreciendo medio millón de dólares. Podría ser lo que necesitas…

***
Brittany estaba sentada en su pequeño escritorio, garabateando apuntes e ideas en su cuaderno de notas. De momento, la única opción que tenía era el Programa de Subrogación López, escrito en tinta roja en su académica letra. Tragó saliva, intentando encontrarle sentido, y ni pudo evitar sentir que Dios le había dado la oportunidad de conseguir lo que quería, pero a un precio muy grande.

Tendría que alquilar literalmente su útero durante unos meses - nueve, para ser exactos. Lo único que tenía que hacer era conseguir que la aceptaran, dejar que le inocularan ovulo fecundado de aquella mujer - sin intimidad de ningún tipo - y entregar el bebé que tan desesperadamente deseaba. A cambio, conseguiría su sueño. El dinero era más que suficiente para cubrir el coste del programa.

Incluso podría poner el depósito para un apartamento pequeño. Era muy arriesgado, pero los beneficios eran extraordinarios. Podría solucionarle la vida - como por arte de magia.

Pero no podía deshacerse de aquel malestar; siempre había estado en contra de tener hijos, debido a su ambición. Lo único que quería hacer era trabajar, estudiar y ser alguien. Tener un bebé no entraba en sus planes. Aunque en aquella situación no tendría que quedárselo, lo que era una ventaja. Sólo se trataba de ofrecer su útero y, por supuesto, su cuerpo. Sacudió la cabeza intentando aclararse la mente. No quería pensar en los tecnicismos, porque sólo hacían que todo fuera más complicado en su cabeza. Intentó convencerse a sí misma de los pros del Programa de Subrogación López.

No era degradante, porque sería seleccionada en base a su inteligencia. Era respetable.
Pensó en llamar a Quinn y debatirlo con ella, pero algo la detuvo. Aquello era algo enorme. Era una tremenda inversión, no sólo de tiempo y esfuerzo, sino de carne y hueso - literalmente - para mejorar su futuro académico.

Cerró los ojos e inhaló con fuerza.

Santana López tenía valor. Había oído hablar de ella; también le había visto una vez de lejos, cuando asistió a un evento en Harvard. Y había escuchado a las mujeres que le rodeaban hablar emocionadas de lo bella que era.

Bajita - metro cincuenta y cinco, cuerpo moreno, bien proporcionado enfundado en un
Vestido a medida que le sentaba a la perfección-, de cabello grueso y oscuro, y penetrantes ojos color avellana. A Brittany le parecía guapa, por supuesto, pero ella no tenía tiempo para nadie. No sentía inclinación para malgastar horas enviando mensajes a alguien, o hablando por teléfono, o quedando para tomar un café y entablar conversaciones acarameladas. Tenía cosas más importantes que hacer con su tiempo. Al haberse programado a sí misma para ignorar al sexo en general y sus avances, no había prestado demasiada atención a Santana López.

Pero ahora estaba intentando recopilar información sobre ella y, al acabar la segunda copa de vino tinto que se había servido para calmar los nervios, se acercó más el portátil y escribió "Programa de Subrogación López" en el buscador.

Apareció el sitio web destinado a buscar a una joven inteligente para darle un hijo, y Brittany puso el cursor sobre el botón de "Inscribirse". Cerró los ojos y rezó una rápida plegaria.

Hizo clic, introdujo sus datos en el formulario y le dio a “enviar”.

Después, se reclinó en su asiento y, curiosamente, no sintió ansiedad ni temor ni preocupación alguna. Era la única solución. Iba a participar en el programa - su vida dependía de ello. Podía hacerlo. Sólo hacía falta que aquella mujer la eligiera.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 11, 2017 1:27 am

Capítulo Dos

Santana apartó a un lado los informes y empujó su silla hacia atrás, y se acercó con aire decidido al amplio ventanal de su oficina. Su rostro tenía una expresión sombría; se metió las manos en los bolsillos del vestido y se quedó mirando en la distancia.

Estaba enojada por el deslucido esfuerzo de su equipo y los resultados de la búsqueda. Parecía como si todo hubiera ido mal desde el momento en que lanzó aquel programa, y no sabía por qué no podía arreglarlo como arreglaba todo lo demás en su vida. Las solicitantes eran o completamente distintas a los perfiles de sus solicitudes, o no le convencían.

Había recibido solicitudes de mujeres de todo el país, con doctorados, médicos e ingenieras, pero algo no le cuadraba. No sabía qué estaba buscando exactamente. Pensaba que iba a resultar más fácil. Lo único que pedía era que la mujer fuera inteligente, con buena salud y sin antecedentes de abuso de drogas, pero se dio cuenta de que era un conjunto de requisitos inapropiados para encontrar a la mujer que fuera a dar a luz a su bebé.

Estaba buscando otra cosa - pero no sabía qué.

Había aceptado, a regañadientes, al menos a diez mujeres a falta de mejores opciones. Pero, o no tenían buena salud, o ella se había echado atrás cuando su equipo médico les había dado el visto bueno. Era un asunto muy serio; aquella mujer iba a pasar sus genes a su bebé, y no podía elegir a cualquiera.

Lástima que no había llegado a entender la gravedad de su propio programa. Por primera vez en su vida, no estaba preparada para enfrentarse a los riesgos e incertidumbres.

Se había dado cuenta de ello cinco semanas atrás, mientras consultaba las notas sobre sus planes y objetivos anuales - no los de su organización, sino los de su vida personal. Había estado tan absorta en expandir su empresa a escala nacional, que no había reparado en que era incompatible con uno de sus objetivos personales; tener un hijo.

Tenía treinta años, una excelente edad para reproducirse. Quería que su hijo estuviera en la universidad cuando ella se acercara a los cincuenta, no cuando tuviera 70. Quería disfrutar de las cosas buenas de la vida y, según unas investigaciones, treinta era la edad ideal para llevar aquello a cabo. Su implacable determinación por expandir su empresa también había acabado con su compromiso de un año de duración. Estaba molesta, pero no se sentía devastada. No había funcionado. Marley Rose, hija única de un magnate ruso del transporte, no era la mujer adecuada para ella.

Tener una relación y comprometerse, eran también dos de sus objetivos. La ruptura del compromiso le había enseñado algo sobre ella; había estado tan concentrada en lograr sus metas, que a veces ignoraba cosas más importantes - como la calidad de sus objetivos. Y se había propuesto pensar más en aquello a partir de entonces.

Tal vez por eso le estaba resultando tan difícil encontrar a la candidata adecuada. Era una persona a la que le gustaba que las cosas sucedieran rápido, y le desconcertaba pensar que aquello era algo que podía fracasar si se apresuraba. Durante la última década, había transformado su empresa de tecnología en uno de los principales conglomerados de seguridad cibernética del país, algo que reforzaba su fe en sus propias habilidades.

Los requisitos que deseaba en la mujer que fuera a dar a luz a su hijo, eran inteligencia, creatividad y fortaleza física. Tal vez hubiera otras variables que debía tener en cuenta para que la búsqueda fuera un éxito. Algo único; algo especial. No sabía lo que era, pero no iba a detener el programa ahora. Traer un bebé al mundo por medio de un vientre de alquiler iba a funcionar mucho mejor que tenerlo con una mujer con la que se casara.

Aquello le otorgaba más control sobre la vida del niño, su crianza, educación, todo. Santana estaba obsesionada con el control, y le venía de perlas ser la única que tomaría decisiones sobre la vida del bebé.

Su secretaria hizo sonar el intercomunicador y Santana suspiró, regresando a su escritorio.

-Que entre en dos minutos.

Necesitaba ordenar sus pensamientos. Se sentía abatida, un sentimiento al que no estaba acostumbrada. Las veinte mujeres que había entrevistado aquel día habían sido una pérdida de tiempo, y no tenía muchas esperanzas en la última candidata.

Lentamente, tomó su informe y escuchó llamar a la puerta. Cuando la mujer se acercó y le saludó, ella no levantó la mirada, pero le hizo un gesto con la mano para que tomara asiento mientras repasaba su informe. Universidad de Harvard. Ayudante de investigación. Impresionantes cualificaciones. Espectaculares resultados deportivos. Y entonces pasó a las últimas hojas que habían sido añadidas por su propio equipo: una
comprobación de antecedentes a través del registro policial e investigadores privados. Había tenido una infancia muy modesta, pagaba sus impuestos, nunca había sido detenida, y no había tenido ninguna relación durante los últimos cuatro años.

Santana frunció el ceño y levantó la vista, y observó el rostro con forma de corazón de la mujer que tenía enfrente, enmarcado con una media melea de cabello rubio y rizado que le llegaba mas allá de los hombros, y tan poco pretencioso y adorable que hizo que mirara otra vez.

-¿Brittany Pierce?

Brittany sonrió de forma profesional y asintió con la cabeza.

Santana depositó el informe sobre la mesa y se fijo en sus intensos ojos azules. Los ojos de aquel color eran menos comunes que los chocolates casi negro; ella los tenía color avellana y a veces negros, y sería perfecto que su bebé tuviera la oportunidad de
heredar aquellos ojos - algo que no había considerado antes, pero que ahora le dio que pensar. Sus ojos eran grandes y redondos, con gruesas pestañas; tenía la piel brillante y resplandeciente, lo que reflejaba una estupenda salud. Volvió a la realidad cuando notó que la mujer desviaba la mirada... incómoda.

Carraspeó y se sintió inquieta por su propia reacción ante aquella mujer de mirada increíblemente hermosa.

-Srta. Pierce, por favor, dime algo sobre ti.-

Era una forma de hacerla hablar, de ver cómo era. Y mientras ella lo hacía, se fijó en su lenguaje corporal y en el tono de su voz, y en que no apartaba la mirada. Le resultaba
fascinante el hecho de que una chica de un pequeño pueblo, que había crecido en la pobreza, se hubiera convertido en aquella sensacional mujer tan segura de sí misma.

La mayoría de las solicitantes, aunque consumadas profesionales, habían evitado su mirada, se habían comportado nerviosamente, tartamudeado y balbuceado, pero no Brittany. Era cautivadora.

-¿Cuáles son tus motivos para inscribirte en el programa?

Brittany hizo una pausa. En su opinión, era una pregunta injusta, pero le estaba ofreciendo un puesto y debía responder. Era como cualquier otra entrevista de trabajo. Se contrataban sus servicios a cambio de una compensación económica.

-Acabo de ser aceptada en un programa de historia de Harvard, pero me han denegado la beca que solicité. Por eso estoy aquí. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para conseguir el aporte financiero que necesito para alcanzar mis metas.

Metas.

Santana se inclinó hacia adelante.

-¿Tienes muchas metas?

Brittany le miró a los ojos y, por primera vez, notó que eran de un color chocolate oscuro – pero no chocolate fijo, eran de un color fascinante intenso, oscuro y resplandeciente. Eran alucinantes y, aunque la oficina no estaba exageradamente iluminada, llameaban como un fuego ardiente, inquietante e indagador.

-¿No tenemos todos varias metas en la vida?

Ella tomó aliento y sostuvo su mirada.

-Tal vez. Pero, ¿te motivan a diario?

-Sin ningún tipo de duda.

Santana dio la entrevista por terminada. Quería que aquella mujer fuera la gestante.

-Parece que tenemos algo en común.-

Quería que su hijo o hija tuviera sus ojos y sus labios, y su inteligencia, pero, además, se sentía fascinada por su presencia.

-¿Qué te parecería vivir conmigo durante la duración del proyecto?

Proyecto.

A Brittany no le ofendió su metódica visión de la subrogación; por alguna razón se sentía mejor sabiendo que era un acuerdo profesional.

- ¿Qué quieres decir con vivir contigo?

Su expresión recelosa hizo que su corazón diera un vuelco, haciéndole pensar en otras cosas, en otras posibilidades que no había mencionado pero que aquella mujer había creído sus intenciones.

-El acuerdo sería estrictamente profesional. Se te proporcionará alojamiento en mi casa, lo que podrás organizar con mis representantes una vez que mi equipo médico te apruebe.

Brittany entró en pánico. No sabía que tendría que vivir con una extraña – una extraña ridículamente rica y apuesta cuyo bebé gestaría ella. Se sintió un poco engañada, y le dio la impresión de que aquella mujer tenía intenciones ocultas, aunque aquello podría deberse a su naturaleza desconfiada. Brittany Pierce no confiaba en nadie.

-No entiendo. No sabía que era una de las condiciones del programa.

¿Qué sentido tiene que viva aquí cuando tengo mi propio piso y puedo pagar la
renta?

-Hay ciertas cosas… que se esperan de ti durante el proyecto.

-¿Perdona?- exclamó Brittany en un tono de voz alto, observándole, furiosa.

Con un poco de retraso, Santana se dio cuenta de lo que había dicho y cómo lo había interpretado ella.

-No- dijo de repente. -No que querido decir eso. En absoluto. Lo que se espera de ti es...- le entregó una carpeta y Brittany la tomó cautelosamente.

-Aquí está todo detallado.-

Ella la abrió y leyó las primeras líneas.

Lo que no debería comer. Lo que debería comer. Lo que debería evitar. Qué cantidad de qué se le permitiría consumir. Con qué frecuencia se ejercitaría con un entrenador personal. Cómo se desplazaría al trabajo. Qué vehículo le sería asignado. El nombre de su chófer personal…

-¿Chófer? No necesito un chófer.

-Viene con el puesto. Una vez que te quedes embarazada, tu seguridad y salud serán mis máximas prioridades.

Brittany se detuvo con el corazón a cien. Embarazada. Aquella locura se estaba convirtiendo en realidad. Estaba delante de una bella millonaria, una mujer que irradiaba energía, vitalidad y fuerza, y ella tendría que gestar su bebé. Se iba a quedar embarazada; le iba a engordar la barriga y el bebé se iba a mover dentro de ella - el bebé de Santana. La entrevista de repente adquirió un matiz muy íntimo, como si estuviera vinculada a aquella morena por una fuerza invisible. Desvió la mirada, reprendiéndose mentalmente por sentirse así, e intentó alentarse a sí misma para escapar de aquel repentino estrés. Aún no la había contratado; sólo le estaba proporcionando una idea de lo que conllevaba el programa.

-En ese caso… respondiendo a tu pregunta anterior… no me importa vivir contigo durante la duración del embarazo.

-Estupendo- exclamó Santana, con la sangre corriendo por sus venas y sintiéndose entusiasmada por primera vez desde que comenzó la búsqueda.

-Mis representantes se pondrá en contacto contigo, Brittany. Muchas gracias por tu
tiempo.

***


Santana volvió a llamar a su secretaria, que le informó de que todavía no tenían todos los resultados.

Para entonces, ni siquiera le importaba si Brittany Pierce no tenía una salud perfecta. Era la elegida. Había entrevistado a otras mujeres durante los últimos dos días, pero descubrió que busca sus agallas y su confianza en todas las candidatas. Su equipo de médicos - aquellos cabrones incompetentes – no tenían ninguna prisa por procesar los análisis para poder dar la búsqueda por concluida.

Una hora más tarde, alguien llamó a la puerta de su despacho, y el representante del equipo médico que había contratado especialmente para el proyecto, entró y se aproximó al escritorio de Santana, deslizando un documento sobre él.

-El informe detallado de la Srta. Pierce.

Santana lo abrió y frunció el ceño.

-No esperarás que lea todo esto. Dime si es apta o no.

El doctor retrocedió ante aquel injusto ataque de furia.

-Es completamente apta, Srita. López. De hecho, la ecografía ha mostrado que sus ovarios están excepcionales sanos, la concepción no debería suponer ningún problema.

Santana suspiró, inhaló y exhaló el aire de forma relajada por primera vez en los dos últimos días. Asintiendo con la cabeza, despidió al hombre y llamó a su secretaria para darle instrucciones con el fin de que informara a Brittany Pierce de que había sido aceptada. No tendría que hacer nada en su piso

- sólo quedarse sentada y dar órdenes mientras el servicio de mudanzas empaquetaba sus cosas.

Dedicó la siguiente hora a repasar su historial médico y a pensar en ella. Le intrigaba el tipo de mujer que era, y admiraba sus motivos para llevar a cabo su programa. La mayoría de las candidatas no habían estado muy seguras de sus motivaciones para ser madres subrogadas, lo que le hizo sospechar que sólo les importaba el dinero. Para Brittany, también se trataba de dinero, pero lo iba a utilizar como trampolín para lograr sus metas. En muchos aspectos, era como ella, haciendo todo lo posible por conseguir lo que quería. Santana también se había creado aquella vida por sí misma, perseverando, luchando, esforzándose. Había empezado de cero y, en el fondo, quería darle a Brittany un empujón para que hiciese realidad sus sueños.
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Mensaje por micky morales Vie Ago 11, 2017 7:20 am

super interesante, a ver que tal la convivencia!!!! [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 1206646864 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 2145353087 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 918367557
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Mensaje por JVM Vie Ago 11, 2017 6:40 pm

Interesante como siempre.... Britt entro en un dilema con dar a su hijo por cumplir un sueño sin embargo espero que conociéndose conserve las dos cosas
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Mensaje por mayre94 Sáb Ago 12, 2017 1:22 pm

Holaaaa!!... me gusto mucho, es un fic que promete demasiado, con un tema fresco!! desde que esta pagina se empezó a apagar... es una de las pocas historias que ha capturado toda mi atención!! genial!! muchas gracias espero tu actu! saludos :)
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 2:03 am

micky morales escribió:super interesante, a ver que tal la convivencia!!!! [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 1206646864 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 2145353087 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 918367557

Hello, espero que cumpla con las expectativas.....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 2:07 am

JVM escribió:Interesante como siempre.... Britt entro en un dilema con dar a su hijo por cumplir un sueño sin embargo espero que conociéndose conserve las dos cosas

jajaj me gusta que super analices los capitulos
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 3:17 am

mayre94 escribió:Holaaaa!!... me gusto mucho, es un fic que promete demasiado, con un tema fresco!! desde que esta pagina se empezó a apagar... es una de las pocas historias que ha capturado toda mi atención!! genial!! muchas gracias espero tu actu! saludos :)

hola, gracias por el comentario...... promete de demasiado???? puede......el fin es que cumpla con las expectativas de las que lo lean....
En cuanto a lo de la pagina, bueno creo que las que nos mantenemos activas hacemos que aun perdure, es una lastima que muchas personas tengan aun un usuario activo y no hagan uso de el, y algunas lectoras no tienen registro alguno y no pueden comentar o evidenciar el hecho de estar activas, incluso algunas lectoras que toman cuentas de otras [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 304001509 a verdad°°°°°¡¡¡¡¡¡¡

saludos.


CHICAS YA TENGO ACTIVO NUEVAMENTE LOS EMOJIS Y LA OPCIONES PARA DAR FORMATO AL TEXTO ASI QUE EDITARE CUANDO TENGA TIEMPO.... POR SU ATENCIÓN
Y APOYO ... MUCHAS GRACIAS...-

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 3:21 am

Capítulo
Tres


Brittany estaba nerviosa y emocionada; no sabía cuál de las dos emociones era la dominante, pero no le importaba. La habían contratado. Había estado negociando los términos con los abogados de Santana, algo que le dijeron que debía hacer, y la propia Santana la había llamado para decirle que se mostrara exigente, que lo esperaba de alguien que se estaba sometiendo a un proceso tan importante para ella.

Así que había intentado establecer algunos términos. Era difícil pensar en algo cuando los abogados estaban empeñados en darle todo lo que quería.

Pidió una oficina en casa de Santana para poder estudiar y redactar su trabajo de investigación, y le dijeron que sí. Después le preguntaron qué coche quería, y ella dijo que le parecía bien cualquiera, pero le dijeron que no, que tenía que especificar.

Fue difícil, pero lo consiguió. Por alguna razón, los abogados se habían negado de manera obstinada a proporcionarle el pequeño coche que la habían obligado a especificar. Tenía la sensación de que todo aquello era protocolo, y que en el fondo tenían instrucciones de darle un Bentley todo terreno, dos guardaespaldas y un chófer, y una asignación mensual tan generosa que se preguntó qué demonios iba a hacer con ella. No iba a tener que pagar alquiler durante los siguientes nueve meses - es decir, si conseguía concebir aquel mes.

Ya había acudido al hospital cinco veces y la habían inseminado durante la ovulación. Esperaba, aunque también tenía miedo, que funcionara.

Haciendo una mueca, Quinn salió del dormitorio seguida de seis hombres fornidos que embalaban las pertenencias de Brittany.

-Están locos susurró, y Brittany rió.
-Q, me alegro de que no te hayas tomado a mal todo esto.

Quinn sonrió.

-Siempre has sido ambiciosa, y esto es exactamente lo que querías. Es ideal.

Echó un vistazo a los transportistas y, tras asegurarse de que no la escuchaban, se inclinó hacia Brittany

-He buscado su empresa en Google. Taylor Swift la usa, y Arnold Schwarzenegger. Cuesta tanto que te podrías comprar una casa con lo que cobran.

Brittany rió y sacudió la cabeza.

-Santana es un forofo de la calidad; sólo quiere lo mejor para todo.

Sus ojos se desorbitaron cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir.

-Y tú eres lo mejor, Brittany.

Brittany sonrió y se sonrojó.

-Para nada. Aún no me creo que no sea un sueño. Quiero decir, fíjate en todo lo que ofrece. Es súper generosa, y, seamos sinceras... podría haber elegido a alguien mucho mejor que a una chica desgarbada u común de Harvard para gestar a su hijo.

-No eres desgarbada o común, eres voluptuosa. A algunas personas les encanta eso.

-Quiero decir que podía haber elegido a una modelo.

-Pero no quería una modelo. Quería inteligencia. Esa mujer quiere tus genes, Brittany. Es un precio muy pequeño para lo que obtiene a cambio.

***
Brittany avanzó por el pasillo del hospital y vio a los representantes del Programa de Subrogación López, que tenían aspecto más de guardaespaldas; colocándose a ambos lados de ella, la condujeron a una oficina en la planta baja, una espaciosa habitación que parecía más una suite de lujo que una clínica. Se detuvo de golpe al contemplar un rostro familiar en el asiento frente al escritorio del médico. Santana se levantó, se giró con elegancia, se aliso el vestido y le sonrió.

-Hola, Brittany. ¿Qué tal estás?

Brittany se quedó sin palabras. Era la primera vez que la veía desde la entrevista, y su presencia le golpeó con toda su fuerza. Era real, y estaba allí, y a ella la habían inseminado con un ovulo de aquella mujer. Le dio un vuelco el corazón y su vientre se retorció con una sensación que parecía ser...

excitación. Mierda.


-Muy bien, gracias. ¿Y tú?

Ella volvió a sonreír, y el corazón de Brittany comenzó a latir violentamente. No había sido tan encantadora el día de la entrevista; se había mostrado casi inaccesible, y no estaba segura de que le gustara aquel cambio de actitud. Ya se estaba excitando estúpidamente por el hecho de tener su ovulo inyectado en su vagina.

-Emocionada, y nerviosa. Supongo que igual que tú- añadió.

-Sí, claro, lo mismo.-Exclamó ella con una horrorizada risa.

Santana sonrió. Era adorable, y con su blusa roja y falda negra que revelaba sus piernas, parecía más una estudiante de secundaria que una intelectual. Santana esperó a que se acomodara en la Brittany de al lado, y fijó su mirada en el médico, que estaba hablando por teléfono. No estaba acostumbrada a tanta espera. Quería las cosas hechas y las quería ya. El médico estaba tardando demasiado, y aquello no era algo por lo que quisiera esperar. Captó un movimiento a su derecha y miró a Brittany, que se estaba restregando las manos en la falda.

-¿Estás bien?

-Sí, sólo que… me va a estallar el corazón- dijo, con una sonrisa agitada.

-No estés nerviosa. Todo va a salir bien.

Brittany suspiró y la miró a los ojos, un poco desconcertada por su proximidad.

Vas a vivir con ella. Acostúmbrate.

-¿Qué pasa si no funciona?

Santana la observó. No esperaba que fuera tan honesta, y tenía el corazón en un puño cuando intentó disipar sus temores confiándoselos a ella – la fuente de su nerviosismo.

-¿Quieres decir… si no estás embarazada?

-Sí- susurró ella.

-No me siento distinta, no creo que esté...

-Lo volvemos a intentar el próximo mes. No pasa nada.

Brittany frunció los labios.

-¿No tienes prisa para poner esto en marcha?

-Sí, pero sé que estas cosas llevan su tiempo. No soy una insensata, Brittany. Estoy segura de que si tardas a quedarte embarazada, será para mejor.

Brittany la miró boquiabierta, incapaz de apartar sus ojos de ella.

Oh, no. Por favor, no seas tan real, tan auténtica.

Quería que se mostrara distante y metódica, porque empezaba a pensar en su estancia en su casa como unas vacaciones durante las cuales no se esperaría que conversara demasiado con ella, sino que simplemente estaría allí, comiendo sano y haciendo un poco de ejercicio mientras Santana esperaba que diera a luz.

El doctor carraspeó y ambas se volvieron a mirarlo. Brittany apretó los puños, y Santana dirigió su mirada hacia aquellas manos en su regazo. Se sintió furiosa consigo misma; aquella joven estaba muy estresada y ella era la causa. Le hubiera gustado consolarla de alguna forma, pero la única manera en que sabía consolar a una mujer era comprándole diamantes y pieles caras. Por alguna razón, no creía que Brittany fuera el tipo de mujer con quien funcionaban ese tipo de tácticas.

-Los informes están en camino. Tardarán unos minutos.

Santana suspiró con impaciencia y Brittany se recostó en su asiento, incómoda, nerviosa y un poco avergonzada. Aún quedaba un día para que le viniera el período, pero le habían hecho un análisis de sangre y ahora estaban allí esperando a averiguar si estaba embarazada.

Ni en sus más descabelladas fantasías - si es que alguna vez se había imaginado en una situación en la que estuviera esperando los resultados de un embarazo - hubiera concebido aquel panorama: sentada con dos extraños, y dos guardaespaldas al fondo de la consulta, mientras esperaba. Era como una película - una película de terror.

-¿Han embalado los transportistas tus pertenencias?

Brittany se giró ante aquel intento de conversación superficial. No le pegaba. Había imaginado que era de otra forma.

-Sí, lo han llevado todo a tu casa hace cosa de una hora.

Santana ya lo sabía. Conocía todos los detalles del desarrollo de aquel proyecto, pero se alegraba de que hablara con ella en lugar de dejarse abrumar completamente por la ansiedad.

-La espera me está matando- admitió tímidamente, sonrojándose. A Santana no le interesaba su estado de ánimo. Sólo quería su útero y un óvulo.

-A mí también.

Aquello la hizo reír.

-Bueno, pues...- el médico echó un vistazo a su portátil y se inclinó hacia adelante.

Brittany se quedó inmóvil, y notó la tensión que se expandía desde su izquierda, donde Santana estaba sentada. La desconocida de la podría estar embarazada.

-Vaya, no me lo esperaba.- El médico sonrió. -Está usted embarazada. Enhorabuena.

Brittany abrió mucho los ojos y tragó saliva; con el corazón a cien y la cabeza dándole vueltas, apenas podía sentir sus manos.

-¿Es broma?- murmuró, y escuchó la risa de Santana.

-Vaya.- Tenía los ojos brillantes y la miraba como si fuera mágica.

-Vaya, vaya.

-Es muy raro que funcione a la primera, pero así ha sido.

Santana ignoró al médico y sonrió a Brittany, contemplando su rostro.

-Está pasando- le dijo ella.

El momento era extrañamente íntimo, gratificante y aterrador.

-Así es- respondió Santana, sacudiendo la cabeza.

Brittany se acarició la parte inferior del abdomen de forma inconsciente, pero los ojos de Santana se posaron en su mano. Le falló la sonrisa, y su corazón martilleó de emoción por la incontrolable necesidad de hacer lo propio. Pero no podía permitírselo.

Resultaría extraño.

Inapropiado.

Cuando miró de nuevo al hermoso rostro en forma de corazón de la mujer que iba a gestar su bebé, le dio un vuelco el corazón. De pronto, tuvo la sensación de que aquello no iba a ser solamente un proyecto independiente de nueve meses de duración. El torbellino de sentimientos protectores y posesividad que sentía hacia aquella mujer que llevaba en su interior a su hijo, hizo que se apoderara de ella la necesidad de cuidar de ella. Era una actitud cariñosa y a la vez violenta, y aquella extraña mezcla le confundía.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 3:22 am

Capítulo Cuatro


Santana observó a Brittany sentada a su lado en la limusina; miraba en dirección opuesta, presionando su cuerpo contra el lateral del interior del vehículo, como si intentara mantenerse lo más apartada posible de ella. Tenía una mano apoyada sobre el vientre y Santana pensó que probablemente fuera un gesto involuntario. Estaba tan sorprendida como ella de que hubiera funcionado al primer intento. La emoción le estaba volviéndola loca. Frotándose la frente con una mano, contempló su perfil. La tenue luz iluminaba su rostro de marcados ángulos, parecía menuda, bonita y vulnerable. Y no muy emocionada.

Pensó en hablar con ella. Cuando conversaba, tenía una enorme facilidad para ser completamente honesta, pero en aquel momento no estaba segura de sus propios sentimientos. La noticia la había tomado desprevenida, y la sensación resultante era todavía más sorprendente. Se sentía anonadada, aturdida, y aquello no le gustaba nada.

Brittany cambió de postura y se inclinó hacia adelante, al detenerse el vehículo brevemente delante de unas enormes puertas de hierro forjado. De repente, se volvió hacia Santana, que la seguía contemplando.

-¿Esta es tu casa?- preguntó con un hilo de voz.

-Sí- respondió Santana con cautela, deseando que dejara de estar nerviosa y se sintiera cómoda.

-Es enorme- dijo ella con una mueca.

Santana reprimió una sonrisa.

–Dado que vamos a compartir vivienda, decidí comprarla.

Brittany se quedó boquiabierta.

-¿Has comprado este castillo porque dos personas tenían que compartir casa?

Santana rió ante su expresión.

-Es broma.

-Oh.

Ella sonrió, sonrojándose, y dirigió de nuevo la mirada a su regazo.

-Es un gran cambio.

-Te va a encantar. Estarás cómoda y bien cuidada, y yo estaré cerca por si me necesitas.

Santana salió de la limusina cuando ésta se detuvo. Brittany aún estaba estupefacta por la inesperada situación. Nada tenía sentido. Se había imaginado ese mismo momento con aquella mujer, pero no sabía que iba a resultar ser tan auténtica, amable y comprensiva. Estaba claro que quería que se sintiese cómoda, pero la desconcertaba que una mujer de su prestigio y posición se esforzara tanto para que se relajara.
Santana sujetó la puerta y le tendió la mano

-Vamos.

Brittany se detuvo, mirando su mano. Era un poco extraño, como si le ofreciera la mano a su jefa. No encajaba muy bien con todo aquel escenario de jefa-empleada.

Tampoco encaja que estés embarazada de ella.

Colocó su mano en la de Santana y sintió una extraña y cálida sensación recorriéndole el brazo. Santana tomó aliento. La mano de Brittany era menuda y estaba fría, la aferró con firmeza, ayudándole a salir del vehículo. Al dejarla ir, fue Santana quien sintió la pérdida. Apretó la mandíbula y se dijo a sí misma que estaba cansada, que aquella situación era un importante hito en su vida, y que al día siguiente volvería a ser ella misma. Esperando ese momento con ansias, la condujo al interior de la casa y cerró la puerta.

Brittany se detuvo en el vestíbulo, contemplando el altísimo techo con claraboyas, y tragó saliva. Por primera vez, estaban solas. Por primera vez, fue consciente de lo que implicaba la frase vivir con ella. Eran sólo ellas dos; sin guardaespaldas, ni abogados ni médicos, sólo Santana y el bebé en sus entrañas – que era de ella.

-¿Te gustaría ver la casa?

Brittany la miró, dándose cuenta por primera vez de bajita que era. Tenía los hombros un poco anchos, y su presencia llenaba más que el espacio físico que ocupaba su cuerpo.

-¿Me la vas a mostrar tú?

-Por supuesto.

Caminaron por la planta baja mientras le hablaba sobre la cocina, la piscina, el gimnasio y la sala de cine que había en el sótano y que tenía capacidad para 200 personas; no le contó que había sido una decisión impulsiva. Había planeado que su secretaria le enseñara la casa, pero al ver lo nerviosa que estaba, cambió de idea. Cuando llegaron a la amplia escalera que conducía a la primera planta, le ofreció su mano de nuevo y Brittany no dudó antes de aceptarla.

La belleza de aquella casa la tenía fascinada, así como la amabilidad de la morena de la que había supuesto que era una niña rica y malcriada. Malcriada no, pero niña rica sí que era. Nunca se hubiese imaginado que alguien podría tener todo aquel lujo a su disposición.

-Este es mi dormitorio.- Se dirigió hacia unas enormes puertas dobles y se detuvo para abrirlas.

Brittany no se movió. Era una especie de transgresión. Santana se giró.

-Y este es el tuyo.

Abrió unas puertas idénticas y Brittany se encontró con un cuarto parecido al que acababa de ver. Se quedó inmóvil. Los dormitorios estaban a pocos metros de distancia. Y al entrar en la habitación, se dio cuenta de que se había equivocado en cuanto a las similitudes de ambos cuartos. Aquel era muy femenino, estaba claro que
lo habían alterado y personalizado porque se notaba un olor fresco a abrillantador.

-Es preciosa. Gracias…

Santana carraspeó y se apartó a un lado.

-Hay una cosa más que te quiero enseñar.

Subieron otro tramo de escaleras y entraron a una sala ante la que Brittany se quedó sin aliento. Una de las paredes era todo cristal, con vistas a varios acres de jardines bien cuidados e iluminados. Una cascada - un enorme cascada - estaba decorada con luces de un amarillo resplandeciente. Y, allí mismo, delante de aquella maravillosa vista, había un espacioso escritorio.

-¿Estás de broma?- exclamó.

-Esta es tu oficina, para que estudies, trabajes, o pases tiempo a solas, lo que quieras.

-Es una locura- susurró ella, con la mirada fija en los ventanales.

Santana se quedó mirándola y observó el asombro de su expresión, su gratitud; y su corazón dio un vuelco. En silencio, la condujo al piso de abajo, al comedor, y Brittany vio a dos mujeres preparando la mesa. De pronto, reparó en que estaba hambrienta, y Santana le ofreció una silla para que se acomodara antes de que una de las mujeres empezara a servir una comida de 5 platos.

Brittany permaneció en silencio durante la cena, abrumada, con los ojos fijos en el plato. Santana la observaba de forma constante, inquieta, únicamente porque así parecía sentirse ella.

-¿En qué piensas?- dijo en voz alta sin pararse a considerar la pregunta.

Brittany la miró a los ojos y sacudió la cabeza.

-Son demasiadas cosas para procesar.

-¿El qué?

Se mostró tan amable y tan interesada en conocer su respuesta, que no pudo quedarse callada; aún no había aprendido el arte de la pretensión.

-En el transcurso de un sólo día, tengo un nuevo hogar, una experiencia completamente distinta haciendo algo tan mundano como cenar, y estoy embarazada. Tengo la sensación de estar atrapada en un sueño… que parece tener elementos de pesadilla… o no… y sólo soy… Perdona, estoy divagando.

Santana tomó su mano y la apretó con fuerza, viendo cómo daba un respingo de sorpresa. La miró fijamente.

-No sabes lo importante que es esto para mí; ni cuánto me están dando. No es ninguna minucia, Brittany; es algo enorme. Me vas a dar un bebé, y te mereces todo lo que pueda ofrecerte.

Brittany observó la intensa mirada de sus ojos.

Emoción.

Y supo que debía dejar de preocuparse. Todo iba a salir bien. Tenía que tomárselo con
calma y pasar el menos tiempo posible en su compañía. Porque, bajo aquel fuerte agarre, le temblaba la mano, y su tacto la hacía estremecer. No sabía si era porque estaban solas o porque habían creado un lazo afectivo durante las últimas horas, o tal vez se debía a que no había estado con ninguna persona en cuatro años, pero se sentía enormemente atraída por ella. Y quería dejar de sentirse así, porque aquello era un negocio, y no podía permitirse fastidiarlo.


Por lo que movió su mano bajo la suya, y Santana lo entendió y la soltó, devolviendo su atención al plato, mientras Brittany acababa el postre apresuradamente, intentando ocultar que se sentía irremediablemente excitada por aquella apuesta empresaria que estaba sentada junto a ella y cuyo hijo, en ese momento, se estaba alimentando de su propio torrente sanguíneo y creciendo a cada segundo.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 3:25 am

Capítulo Cinco


Brittany bostezó y observó la piscina desde los ventanales de la planta baja. Aún era muy temprano, pero le gustaba levantarse pronto; aunque no se sentía con mucha energía, porque no había dormido nada. Se pasó la noche dando vueltas en la cama, sobresaltándose con frecuencia - probablemente por todo lo que había pasado durante el día anterior. Acarició su vientre de nuevo, incapaz de creer que todo aquello era real y que estaba ocurriendo. Sonrió, orgullosa de sí misma por encontrar la manera de hacer sus sueños realidad.

Aunque segura que su familia se escandalizaría si se enteraban. No le importaba. Estaba haciendo lo que debía hacer, y lo que creía que era correcto, y aquello era lo único que importaba. La supervivencia había sido lo más importante para ella hasta donde alcanzaba a recordar; y eso era de lo que se trataba aquello. Debía hacerlo, o tendría que abandonar sus aspiraciones; cosa que no podía permitirse.

Un sonido de pasos interrumpió su ensueño, y se giró. A pesar de esperar verle en su propia casa, se sorprendió momentáneamente.

-Buenos días- saludó Santana con una sonrisa.

Brittany dejó que su mirada vagara rápidamente por su rostro recién lavado, su vestido, sus radiantes ojos ligeramente hinchados de dormir. Aquello la hizo sonreír, y le pareció entrañable poder aprender algo acerca de Santana. Tenía los ojos hinchados por la mañana; hizo una nota mental.

Santana rió.

-Me alegra ver que estás disfrutando de tu primera mañana aquí.

Brittany se sonrojó y apartó la mirada.

-Sólo estaba...

-¿Qué tal has dormido?
Brittany hizo una mueca.

-Fatal.

Santana se mostró preocupada.
-¿Por qué? ¿Te faltaba algo? ¿Estaba la habitación demasiado fría?

-No, no. Creo que ha sido porque era un sitio nuevo, y la cama nueva y todo nuevo. Además, tenía mucho en lo que pensar.

Santana asintió con la cabeza.

-Te acostumbrarás.

-Sí.- Ella sonrió abiertamente. -Lo sé. Me alegro de estar aquí y de que estemos haciendo esto.

-Yo también- dijo Santana.

-¿Quieres desayunar?

Brittany se sentó a una mesa exterior y observó cómo la gobernanta les servía el desayuno a ambas. Una vez más, se trataba de comida extravagante; y, también una vez más, era demasiado. Odiaba pensar que se pudiese malgastar tanta comida.

-Brittany, no te he presentado a nuestras gobernantas, la señora Sue y la señora Jones. Te ayudarán en todo lo que necesites, y si tienes que ir a algún sitio, el chófer está a tu disposición. Sólo tienes que decírselo a una de las gobernantas y ellas lo prepararán todo.

-De acuerdo- dijo Brittany, un poco abrumada. -¿Cuándo estarás de vuelta?

Santana entrecerró los ojos, con la taza de café a medio camino de su boca. Brittany se puso roja como un tomate y su cuchara repiqueteó en el plato.

-Lo siento. No quería decir… ha sonado un poco extraño. Sólo quería saber...

Santana se recuperó al instante.

-No pasa nada. Nunca me habían hecho esa pregunta...- dijo, con una carcajada que hizo reír a Brittany.

-Lo siento mucho.

-No te preocupes. Ha sido una experiencia estimulante.- Se rió de nuevo.

-Háblame del programa de historia en el que estás inscrita.

Brittany se sintió agradecida por el cambio de tema y le contó algunos detalles, sorprendida de que le escuchara atentamente y le diera su opinión.
-¿De qué trata tu investigación?
Brittany suspiró, bostezó y se frotó los ojos.

-¿Sabes qué?- Santana se puso en pie. -Continuaremos con la charla durante la cena. Échate una siesta y trata de recuperar el sueño perdido. Brittany la miró boquiabierta.

-¿Vamos a… cenar juntas?

Santana frunció el ceño.

-Claro. Sólo estamos nosotras dos, ¿no?

***

Brittany apoyó la cadera sobre el borde del escritorio de su nueva y espectacular oficina, y se cruzó de brazos mientras le escuchaba. Santana hablaba con energía y autoridad; era un placer escuchar su voz.

Cuando regresó del trabajo, un poco antes de lo que ella esperaba, se había dirigido directamente a su oficina y le había vuelto a preguntar por su investigación.

Le halagaba que se acordara y que le importara, y que intentara involucrarse; por lo que le explicó lo que quería saber, y Santana le estaba dando su opinión.
Gracias a sus comentarios, se le ocurrieron al menos dos nuevas variables que podía añadir a la investigación.

-Voy a tener que usar tu cerebro más a menudo- bromeó, y Santana lanzó una risotada.

-Me encantará servirte de ayuda.-

Se quitó el abrigo que estaba sobre el vestido y enderezó su portátil, tratando de observarla de forma discreta. Estaba recién duchada y llevaba un sencillo vestido verde de verano que le marcaba los pechos y caía en suaves ondas sobre sus muslos. El cabello ondeaba alrededor de su rostro mientras hablaba, dándole un aspecto entrañable. Era muy expresiva y movía mucho las manos para hablar. Había merecido la pena volver pronto del trabajo.

-¿Cómo te enteraste de la existencia del programa, Brittany?

Brittany sintió mariposas en el estómago al oírle pronunciar su nombre, y se volvió hacia ella, apoyándose en el escritorio.

-Fui a hablar sobre otra beca con RR.HH. y una de mis amigas lo mencionó de pasada porque...- se rió. –Te lo tengo que contar... les pareció ridículo... o mejor dicho... gracioso, que estuvieras buscando un vientre de alquiler.


-¿En serio?-

Santana sonrió, feliz de contemplar su risa, más que de otra cosa.

-Sí. En recursos humanos me dijeron que no podían ayudarme, y pensé que debería hacer esto. Me pareció lo adecuado; quiero decir, fue difícil aceptar que podía hacerlo, pero lo hice.

-Y yo me alegro de que así fuera.

-Mmmm.-

Brittany sonrió, y se tensó al ver su mirada descendiendo hacia su vientre.

-¿Cómo llegaste a Harvard?

Brittany tuvo que tomarse un segundo para regresar a la tierra. Había estado contemplando su vientre con tal anhelo que le fue difícil no sentir una punzada de excitación.

-Era una gamberra, siempre queriendo hacer lo que todo el mundo me decía que no hiciera. Tuve problemas y decidí que quería estudiar. Y el destino me llevó allí.

-Y el trabajo duro.

-Sí, mucho trabajo duro.

-¿Tu familia te dijo que no estudiaras?

Brittany lanzó una carcajada.

-Creían que estaba siendo demasiado ambiciosa. Que debería ser peluquera...- hizo una mueca. -Es decir... no hay nada de malo en ello, pero, seamos serias, ¿eso es lo que quieres para tu hija? La vida te puede ofrecer mucho más. Y por eso no tenemos relación, ¿sabes?. Tienen la sensación de que no me conocen; mi hermana me dijo eso.- Brittany fingió otra carcajada para ocultar el dolor de su recuerdo. -Por eso apenas nos vemos. Y yo estudio y tengo trabajos a tiempo parcial para poder pagarme las clases. Pero este programa de historia de Harvard…- suspiró. -Es una oportunidad importantísima, y voy a poder participar gracias a esta subrogación.


Brittany intentó controlar las lágrimas que amenazaban con derramarse de sus ojos.

Santana sostuvo su mirada, queriendo consolarla y sin saber hacer nada mejor que quedarse allí sentada apoyándola con su presencia silenciosa.

-Háblame de tu familia- dijo Brittany, cambiando de tema. Se sentía muy a
gusto con Santana después de aquella charla.

Santana se encogió de hombros.

-Es más o menos como en tu caso.- Y rió. - No tenemos relación. Mi familia y yo no tenemos mucho en común, y siempre estoy trabajando, así que no tengo oportunidad de hacer un esfuerzo, aunque supongo que tampoco quiero.

-Te entiendo perfectamente.

-Sí, siempre hay mucho que hacer, y he luchado mucho para estar donde estoy. Y esa es la razón por la que quería que participaras en el programa.

Brittany frunció el ceño.

-¿De verdad?

Ella se cruzó de brazos.

-Me di cuenta de que eres una luchadora, como yo. Y de que deseas algo con desesperación. Me vi a mí misma en ti, y pensé... es perfecta. Tiene las mejores razones para hacerlo. Y me obsesioné con contratarte desde el momento en que te vi.

Brittany sonrió y lanzó una risita cuando ella se rió.

-No puedo creer que estemos hablando así.

-¿Así, cómo?

Brittany suspiró.

-Pensé que iba a ser más solitario, ¿sabes? Que me dejarías a mi aire para alimentarme y hacer ejercicio.- Ella respondió a su sonrisa con una risa. -Y que no haría nada mientras tú ibas a trabajar como una famosa magnate.

Santana rió con más ganas.

-En realidad, yo también esperaba que fuera así, pero me gusta pasar tiempo contigo.


Brittany se sonrojó.

-Gracias, a mí también.

-Podemos ser amigas, ¿no?

Brittany sonrió.

-Por supuesto
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 13, 2017 3:53 am

Capítulo Seis


Dos semanas más tarde, Brittany se alegró de que llegara el fin de semana para quedarse en casa y organizar la habitación. Estaba arrastrando un pequeño taburete cuando escuchó un grito detrás de ella.

-¿Qué demonios estás haciendo?

Brittany se echó la mano al pecho, se giró y miró boquiabierta a la fuente del sonido.

-En serio, Santana, me has asustado.

Pero Santana no se rió, sino que frunció el ceño y la miró enfadada, como si habría matado al gato.

-¿Qué estás haciendo?- repitió, y Brittany se enderezó, sintiéndose confusa.

-¿Que qué estoy haciendo?

-Estás arrastrando un taburete de roble. Estás embarazada de casi ocho semanas.

A Brittany le sorprendió la furia que se reflejaba en sus ojos. Ahora que estaba más cerca, se dio cuenta de que no bromeaba y de que no estaba de humor para sonreír.

-Tengo que poner unas cosas encima del armario y no llego.-

-Pues te compro un puñetero armario nuevo, o tres si no tienes suficiente espacio para tus cosas. No arriesgues la vida de mi hijo de esa forma.

A Brittany le ardían las mejillas. Nunca la había visto así. Las dos últimas semanas habían sido un torbellino entre instalarse, trabajar y comprar cosas que necesitaba acompañada por dos guardaespaldas. Se había divertido con Santana durante el desayuno y la cena, y los fines de semana, y no había imaginado que podría enfadarse de aquella manera.

-Sólo lo estaba arrastrando- se defendió con voz débil.

Santana la observó con los ojos brillantes de ira.

-No lo hagas. Es importante. Lo que tienes dentro de ti - mi hijo - es muy importante, y quiero que respetes ese hecho y que actúes de forma adecuada.

Luchó contra las emociones que se apoderaban de ella. Estaba aterrorizada.

¿Y si le pasaba algo al bebé, y si… le pasaba algo a ella?

Nunca se lo perdonaría, y no soportaría verla sufrir. De alguna manera, las dos últimas semanas le habían hecho ver a Brittany como algo más que una gestante subrogada; era su amiga y su confidente, y quería tenerla a su lado.

Brittany la miraba boquiabierta. Sabía que para ella era importante tener el bebé, pero no entendía cómo alguien podía estar tan vinculada emocionalmente a un niño que ni siquiera habían nacido. Era algo nuevo para ella.

Un poco ofendida por su enfado, pensó por un momento en reprenderle. Al fin y al cabo, podía hacer lo que quisiera sin que le dieran ninguna orden. Pero su enojo se disipó tan rápido como había aparecido, porque aquella morena sólo tenía miedo. Lo pudo ver en su rostro; estaba aterrorizada por la posibilidad de que hubiese lastimado al bebé.

-Lo siento- dijo. Su expresión se suavizó, y ella dio un respingo cuando puso la mano junto a su rostro.

-Lo siento. Lo siento mucho, Brittany.-

Le acarició la mejilla, deleitándose con la suavidad y el aroma de su piel.

Brittany no podía respirar ni pensar debido a su caricia y el hecho de que se estaba disculpando con el corazón en la mano. Se olvidó de por qué habían estado discutiendo, y lo único que importaba era que aquella morena estaba allí y le preocupaba lo que hacía, aunque fuera sólo por el bebé.

-No pasa nada- dijo ella con voz débil y, para su sorpresa, Santana deslizó la otra mano a lo largo de su mandíbula.

-Ten cuidado, por favor. Esto es muy importante para mí. Es lo más importante que he hecho en mi vida. Te juro que habría dejado el trabajo sólo para arrastrar este taburete por ti. Cualquier esfuerzo es poco para asegurarme de que tú y el bebé estéis bien.

Brittany asintió, fascinada porque una mujer como aquella pudiese mostrarse tan apasionada.

Cuando por fin retiró las manos, Brittany apartó el taburete a un lado.

-Santana

-¿Sí?

-Sé que sientes pasión por el bebé, pero… estás todo el día en el trabajo. Viajas a menudo, lo dijiste tú misma... ¿cómo piensas cuidar de él?

Santana inhaló bruscamente.

-Encontraré la manera- dijo, con fervor. - Deseo este bebé con toda mi alma. No tienes ni idea de lo mucho que significa para mí lo que estás haciendo. Encontraré la manera.
***

Brittany se sentó en el sofá junto a Santana mientras ésta veía las noticias, con un cuenco de sandía en las manos. Le observaba de reojo, recordando su enfado, con la familiar excitación que sentía en el vientre cada vez que la tenía cerca.

Le gustaba cómo se movía, cómo respiraba; incluso le había gustado cómo se había enojado unas horas antes. Dejó la sandía en la mesita y se sorprendió cuando Santana la cogió, como si compartir su comida fuera lo más normal del mundo. Se había equivocado al juzgarla como una consentida e inabordable niña rica que estaría demasiado ocupada para pasar un rato con ella. Había esperado que fuera así, y hasta lo había deseado; estaba acostumbrada a vivir sola y disfrutaba de su propia compañía.

Pero Santana siempre estaba allí. Cerca. Ni siquiera trabajaba muchas horas. Aquello era lo más sorprendente de todo. Le daba miedo pensar que podría ser por ella. Pero no era por ella. No quería considerar aquella posibilidad, porque no podía ser cierto. Así de sencillo.

Brittany contempló su mandíbula y sus labios carnosos mientras sujetaba el cuenco con un aire distraído, y el corazón le dio un vuelco. Estaba excitada - increíble e irremediablemente excitada por la presencia de aquella mujer. Se la imaginó deslizando los dedos sobre su vientre, tocándolo y acariciándolo porque llevaba a su hijo dentro. Con las manos aferrándose a sus pechos de la misma forma que asía el cuenco, apretando y comprimiendo su carne.

Su respiración se aceleró y se le secó la boca. El corazón le latía con fuerza al recorrer con la mirada su cuello de piel bronceada. Se imaginó envolviendo sus labios alrededor de ella, mordiéndole, arrastrando los dientes a lo largo de su cuello y hasta el centro de sus pechos. Sus manos ansiaban acariciar esa piel que asomaba por el escote de su camiseta. Estaba temblando, con los muslos tensos y las entrañas calientes, rezumando un fuego líquido que se filtraba fuera de ella humedeciendo los pantalones de licra que llevaba puestos. Se retorció en el sitio, intentando moverse de forma discreta para no llamar su atención.

Sin éxito.

Santana giró la cabeza en su dirección mientras masticaba una porción de sandía. Observó fijamente su rostro, inmóvil, con el ceño fruncido al ver que ella esquivaba su mirada. Respiraba con dificultad, más deprisa ahora que la había pillado mirándola.

-¿Qué ocurre?- preguntó con dulzura, y Brittany sonrió.

-Nada- dijo, cambiando de postura y subiendo las piernas hasta el pecho.

La miró atentamente mientras ella concentraba su mirada en la pantalla del televisor, como si estuvieran retransmitiendo el documental más interesante del mundo. Santana echó un vistazo a la pantalla; no era más que un anuncio. Reprimió una sonrisa y sus ojos se deslizaron por el lateral de su redonda cadera, la parte de su cuerpo de la que más le costaba alejar la mirada. Cuando se retiró el cabello del rostro, en un intento por controlar su preciosa melena rizada, Santana rechinó los dientes. Su cuerpo se enardeció a la vista de aquellos pequeños dedos, tan delicados, tan frágiles. Era increíblemente hermosa. Había algo en la forma en que respiraba que la hacía desmarcarse.

No se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido, y por un momento lamentó haber dado con ella en aquella situación, mientras buscaba a alguien para gestar a su hijo, una relación completamente desapegada e indiferente, semejante a una transacción comercial a cambio de dinero. Apartó la vista de ella, concentrándose en el televisor.

Pero te estaba mirando.

Reprimió otra sonrisa y le tendió el cuenco de forma casual.

-¿Te ha gustado lo que has visto?

Brittany se detuvo con la mano en el cuenco, con la punta de sus dedos tocando ligeramente los suyos. De forma inconsciente, retiró rápidamente la mano con el cuenco, dando la impresión de habérselo arrebatado de las manos.

-¿Perdona?

La observó con su intensa mirada de color caramelo.

-¿Te ha gustado lo que mirabas?

Brittany enrojeció, resopló, y frunció los labios cuando Santana rompió a reír.

-Estás de broma.

-Lo pregunto en serio, Brittany. Te has tomado tu tiempo. ¿En qué estabas pensando?

Brittany no pudo evitar sonreír, pero sus mejillas y orejas estaban calientes de vergüenza. Y para empeorar las cosas, le temblaron visiblemente las manos cuando levantó el tenedor intentando actuar como si no pasara nada. Antes de darse cuenta de que aquel tenedor... había estado en su boca.

-No tiene gracia.

-Dios.

-¿Qué?

Santana rió.

-Sí que la tiene.

Brittany deseó que se abriera el suelo y la tragara; estar en cualquier sito menos allí. O tal vez bajo su ardiente y sexy mirada que había reavivado su anhelo con tentaciones ilícitas…

-Me voy a mi habitación- anunció de repente, levantándose, pero Santana la detuvo sujetándola por la muñeca.

Brittany la miró, sintiendo una extraña complacencia de estar allí, de pie, tan cerca de aquella mujer , y Santana inclinó la cabeza hacia atrás y le devolvió la mirada. Desde aquel ángulo, su cuello se veía más apetecible, y la simetría de su rostro resultaba abrumadoramente hermosa, con la fuerte nariz ligeramente elevada en el centro, suplicando ser besada.

El buen humor de Santana se desvaneció y la observó contemplando sus facciones. Lo sabía - había sentido su ávida mirada, su hambre desenfrenada, pero no tenía cabida allí. De igual forma que su atracción por ella. Debía combatirla, abandonarla, ignorarla.

-Brittany, lo último que quiero es hacerte sentir incómoda.

Brittany abrió la boca para decir no te estaba observando, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. No podía mentir, ni siquiera para salvar su orgullo.

-Estaremos juntas al menos ocho meses más, ¿verdad? Voy a estar en casa. Tú estarás aquí. Y pasaremos tiempo juntas. Tenía la esperanza de poder bromear de vez en cuando.

Brittany bajó la mirada. Era el momento de acabar con aquello de raíz.


-No tienes que pasar tiempo conmigo- soltó de golpe en tono frío.

Santana ejerció presión sobre su muñeca y Brittany acabó sentándose de nuevo en
el sofá.

-Lo siento- dijo ella de forma automática.

Santana suspiró y tragó saliva.

-Estoy acostumbrada a vivir sola, y se suponía que esto iba a ser una incomodidad, el tenerte ocupando mi espacio, pero tu compañía me resulta muy amena.

Brittany rió.

Santana sonrió al ver la calidez de su mirada acogedora… sensual. ¿Era consciente de lo seductora que resultaba, incluso enfundada en una camiseta vieja y pantalones de pijama? Era la mujer más sexy que había estado en su casa. Era tentación y pecado, y no tenía ni idea de su propia atracción.

-Explícame...- comenzó lentamente -cómo es que no tenías pareja cuando te conocí.

Brittany se sonrojó de nuevo.

-¿Por qué estás tan empeñada hoy en hacerme sentir incómoda? El estrés no es bueno para el bebé, ¿sabes?- bromeó.

Santana sonrió, contagiada por su risa, que hizo que su corazón palpitara con una emoción que nunca había sentido antes. Tal vez fuera el hecho de que llevaba a su hijo en sus entrañas, o sencillamente que era demasiado encantadora.

-Dime. ¿Cómo es posible que alguien como tú no tenga una relación?

Ella frunció los labios.

-Es una pregunta extraña. Si respondo en el contexto que sugieres, pensarás que soy una narcisista repelente.

-No es cierto. Sé que no eres nada vanidosa.

Brittany la miró a los ojos, inclinándose hacia atrás, preguntándose cómo demonios había acabado sentada junto a ella con el muslo casi tocando el suyo.

Ah, sí. Lo recordaba. Santana la había obligado a depositar sus posaderas allí.

-He estado demasiado ocupada estudiando y trabajando.

Santana asintió lentamente.

-Y luchando.

Brittany sonrió.

-Sí.

-Supongo que no estarás tan ocupada en un par de meses Tendrás tiempo para hacer todo lo que quieras.

-Supongo. Pero nunca he querido una relación, en el sentido de que…- se detuvo. -No me gusta nadie lo bastante como para perder mi tiempo.

Santana sonrió, sintiéndose inundada por una delirante felicidad. Era preciosa y tenía estándares, e iba a ser la madre de su hijo. Aquel rango y posición iban a permanece con ella toda su vida. Ella no lo sabía, pero podría mantenerla de por vida y aún así no sería capaz de pagarle lo que estaba haciendo por ella.

-¿Y tú, señorita te-voy-a-hacer-sentir-tan-incómoda-que-querrás-vomitar?-

Santana rió y ella continuó.

-¿Cómo es posible que alguien como tú,- y pronunció "tú" en un tono de voz más alto y con los ojos desorbitados – de buen ver, atractiva, sensible y... forrada de dinero aún esta soltera?

Santana suspiró.

–He estado comprometida hasta hace cuatro meses.

La sonrisa de Brittany desapareció.

-¿De verdad?

Santana observó su expresión; parecía desconsolada, pero aquello no tenía sentido.

-Sí, he estado comprometida con una mujer maravillosa, durante un año, y no le estaba proporcionando la atención ni el tiempo que necesitaba, así que se acabó.

Brittany tragó saliva.

-¿Habrías tenido el bebé con ella?

Santana se encogió de hombros.

-En realidad no pensé en ello hasta que empecé a repasar mi plan de los diez años…

-¿Tu qué?

Santana sonrió tímidamente

-Tengo unos objetivos, por escrito; como un documento. Y estaba encargándome de los anuales y olvidándome de mi plan de diez años. Y vi que este año debía tener un bebé.

-¿Estás de broma?

-No, lo digo en serio- aseguró ella, reprimiendo la risa. -Es una cosa que suelo hacer. Soy una maníaca del control.

Brittany asintió, tratando de entenderla, de entender su singularidad, su dulzura. ¿Por qué todo lo que hacía le provocaba un vuelco en el corazón como si hubiera visto la cosa más entrañables del mundo? Y entonces se acordó del bebé. El bebé que no le pertenecía. Pero, por mucho que lo negara y creyera que solamente era de Santana, no había vuelta atrás.

Estaba embarazada de ella. Ella. Santana. Sintió todo el respeto y adoración que tenía por ella concentrándose en sus entrañas, donde una parte suya estaba creciendo. Su corazón se encogió de dolor y parpadeó repetidamente, inclinando el rostro hacia un lado para ocultar las repentinas lágrimas.

-Eh- Santana tomó su barbilla entre los dedos y le obligó a girar la cabeza. - ¿Estás bien? ¿Te duele? ¿Qué ocurre?

Duele, sí, pero no como tú crees. ¿En qué estaría pensando? ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo pude creer que no iba a establecer un vínculo con el bebé? Porque no sabía que la madre sería esta maravillosa mujer que me hace sentir segura y protegida…

-Estoy cansada.

Santana la observó en silencio, consciente de que no era toda la verdad.

-Aún no has cenado.

-No tengo hambre.

-Brittany…

-Cenaré más tarde en mi cuarto.

Santana tomó una respiración profunda, se puso en pie, y la cogió en brazos.

-¡Oye!- exclamó ella, aferrándose a sus hombros como si en ello le fuera la vida. -¿Qué haces?

-Estás cansada y te voy a llevar a tu habitación para que descanses.

-¡Puedo andar!- Estaba horrorizada, y se retorció, pero Santana la agarró con más fuerza.

-Para, Brittany.

Brittany la miró boquiabierta, con los ojos entrecerrados.

-Peso demasiado.

Ella resopló y sacudió la cabeza.

-Sí, pesas muchísimo.

Subió en silencio las escaleras y Brittany no tuvo más remedio que quedarse quieta, aferrándose a su cuello. Sus ojos recorrieron su perfil: su cuello, sus carnosos labios, su fuerte nariz que parecía aún más atractiva de lado.

Santana apretó la mandíbula e intentó no inhalar, porque su aroma dulce y afrutado llenaba sus fosas nasales. Sus pequeñas manos aferradas a su cuello le hicieron imaginarse otros momentos que no podrían suceder. Tenía los senos aplastados contra su pecho, y sintió cómo su propio cuerpo cobraba vida.

Estaba excitada, humeda, y ni siquiera la había besado. Redujo la velocidad de sus pasos, tratando de alargar aquel delirantemente ilícito momento. Se preguntó por qué no podía bromear o decir algo y hacer que se disipara la densa electricidad que había entre ellas.

Entró en su dormitorio y la depósito delicadamente sobre la cama. Desvió la mirada mientras cubría su cuerpo con la colcha, y salió del cuarto sin decir palabra. Se detuvo al otro lado de la puerta, el rostro contraído con un agonizante anhelo, y se pasó las manos por el largo cabello, respirando profundamente para calmar la feroz respuesta que provocaba en su cuerpo la mujer que no era más que un vientre de alquiler. La mujer que estaba cobrando por su tiempo y esfuerzo para la creación de algo que ella quería. Con un último suspiro, se alejó de la habitación y bajó las escaleras, preguntándose cómo demonios iba a ser capaz de mantenerse alejada de ella durante los siguientes ocho meses, si no podía sobrevivir ocho minutos sin excitarse cuando
estaba cerca.

***

Brittany apartó el planto tan pronto como la gobernanta lo puso delante de ella, y se cubrió la boca, alejándose a toda prisa de la mesa del comedor en dirección al dormitorio de invitados.

Santana la siguió y la encontró arrodillada en el suelo del cuarto de baño y vomitando en el inodoro. Se agachó junto a ella de inmediato, sujetándole el cabello y acariciándole la espalda.

-Brittany, vamos al médico

Brittany negó con la cabeza, poniéndose en pie para lavarse la boca.

-¿Puedes abstenerte de seguirme al baño la próxima vez? Me haces sentir terriblemente incómoda.

-Estoy preocupada por ti.

Brittany se dio la vuelta, enojada, pero se detuvo al ver su expresión. Estaba preocupada, tenía el ceño fruncido y una vena hinchada en la sien.

-Perdona. No me gusta que me veas así. No hace falta que estés aquí.

-Sí que hace falta. Estás empeorando. Deberíamos ir al médico. Por favor.

Brittany gimió, alejándose de ella.

-Santana, sólo son náuseas matutinas. No sé si te enteraste ayer, pero cuando estabas haciendo una montaña de ello en la clínica, el médico no estaba preocupado en absoluto, porque estoy embarazada y con el embarazo vienen las náuseas.

-Estás embarazada de 11 semanas, Brittany. Debemos tener cuidado. Toda precaución es poca.

-Santana, por favor.- Volvió a sentarse a la mesa, hambrienta pero consciente de que no sería capaz de comer más que unos cuantos bocados. –Por favor, llévese este pollo- le pidió a la gobernanta, que rápidamente retiró el plato. -Y el de Santana también, por favor.

La mujer miró a Santana en espera de confirmación. Brittany vio el silencioso intercambio. ¿Obligando a la señora de la casa a renunciar a su pollo?

La gobernanta necesitaba el permiso de la jefa.

-Haz lo que dice.- dijo.- Todo lo que diga. En todo momento.

Brittany se quedó helada ante el tono autoritario de su voz, respetuoso pero firme. Acababa de declarar a Brittany como portadora de la última palabra en la casa. Se sentía aturdida, y su corazón latía con fuerza cuando se sentó a su lado y le sonrió.

-¿Crees que podrás tolerar un poco de pan sin salir corriendo?

Ella asintió, mirándola mientras elegía un trozo de pan. Santana luchó de nuevo con las tempestuosas emociones que la estaban volviendo loca. Había sido una contienda permanecer alejada de Brittany – no agarrarla por la cintura y besar su vientre y su cuello y su boca, y decirle que aquello empezaba a ser para ella algo más que una simple transacción económica. Desde el día que la había llevado en brazos a su habitación, había hecho todo lo posible por trabajar hasta tarde y mantenerse alejada de ella.

Todavía bromeaban, y Santana seguía coqueteando y ella riéndose, pero tenía que hacer un esfuerzo físico para no acercarse a ella. Era como una droga, y Santana ya estaba enganchada, y aunque había demostrado una tremenda prisa al principio del embarazo, ya no sentía lo mismo. Porque el nacimiento del bebé significaba que ella se iría - de regreso a su vida y a sus objetivos.

El bebé era su objetivo, no el de Brittany. Ella tenía sus propios sueños y Santana no podía ser un obstáculo. Tenía que dejarla ir y, en su mente, no faltaban treinta semanas para la llegada del bebé... faltaban treinta semanas para la marcha de Brittany, y aquel conflicto la hacía sentirse muy desdichada.__
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por 3:) Dom Ago 13, 2017 11:24 am

Hola mar....me gusto la nueva historia ya me puse al día!!
Ya ahí mas que solo el bebe que las va a empezar a juntar.. San no se le despega ni por nada jajak...que se prepare en los primeros meses y el cambio de hormonas jajaja
3:)
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Mensaje por monica.santander Dom Ago 13, 2017 12:42 pm

Hola!!!! Al fin me puse al dia!!!!! Me encanta la historia!!
Saludos
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Mensaje por JVM Dom Ago 13, 2017 2:56 pm

Pues las cosas avanzando mas que bien, además que bueno que se estén llevando mas que bien .... Y pues la atracción mas que evidente haber cuanto tiempo duran resistiendo
Jajajaja y San súper preocupona hasta con el vómito jajaja
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Mensaje por mayre94 Dom Ago 13, 2017 6:01 pm

Holaaa, espero estés bien.. muchas gracias por tu actu.. me gusta mucho este fic es genial!.. jajaja y a lo que me refería con que promete mucho es que es una historia que se ve que trae un tema muy bueno, que nos dará varias emociones y que estará super.. a eso me refería :P... me encanta la relación entre las Brittana sobre todo porque ninguna de las dos es indiferente a la otra... <3 espero tu actu muchas gracias! saludos :P
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Mensaje por micky morales Mar Ago 15, 2017 9:50 pm

Sabia que terminarian sintiendo algo mas, esto ya no esta siendo una transaccion comercial!!!!! [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 1206646864 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 918367557 [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López.  Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO 1163780127
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Mensaje por monica.santander Vie Ago 18, 2017 11:51 pm

Hola!!!! Actualizaras pronto????
Saludos
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Sep 12, 2017 2:54 am

Hola saludos a todas, primero disculpandome, pero tuve un accidente laboral hace mes y algo, tengo unas fracturas en los dedos de la mano izquierda, hoy me lograron quitar el yeso pero me colocaron una ferula, los huesos del tercer falange de mis tres dedos aun no han sanado como deberian. espero comprendan, hoy hice un gran esfuerzo para poder subir estos cap. si hay errores ignorenlos pero no se me da bien escribir todavia ya que tengo poca movilidad.. y entenderan que la salud publica es una mierda..Saludos.. ya luego del drama lo que interesa los cap....




Capítulo Siete

Brittany se sentó en su espaciosa oficina y luchó contra las náuseas. Había decidido quedarse en casa porque no quería vomitar en el trabajo, y no deseaba que sus compañeros supieran que estaba embarazada. Además, tenía que ocultar a toda costa el hecho de ser el vientre de alquiler elegido por el Programa de Subrogación López.

Dejó la puerta abierta en caso de que tuviera que salir corriendo de nuevo. Tomó un sorbo del té de jengibre que le había traído una de las gobernantas, y esperó a que se le pasaran las náuseas. Después de un rato, se sintió mejor y comenzó a trabajar en su portátil.

Un sonido repetitivo a sus espaldas la distrajo, y se dio la vuelta en la silla giratoria, esperando a que volviera a suceder. Cuando no se repitió, se levantó lentamente y, descalza, salió al pasillo.

-¡Oh, Dios mío!- exclamó, llevándose la mano al pecho cuando se encontró de bruces con la gobernanta. -Qué susto me ha dado, Sra. Jones.
-Lo siento muchísimo, señora. No sabía que iba a salir.

Tratando de calmarse, Brittany tomó una respiración profunda antes de preguntar. -¿Qué está haciendo? He escuchado un ruido, por eso he salido a ver de qué se trataba.

-Era yo.

Brittany esperaba una explicación más larga.

-¿Por qué está en esta planta? Aquí no hay nada que hacer.

-La Srita. López me ha pedido que permanezca a cinco metros de usted por si se pone mala.

Los músculos de Brittany se relajaron como si le hubieran inyectado un tranquilizante. Una cálida y deliciosa sensación de euforia la envolvió. La atención y preocupación de aquella morena.- Se tocó el vientre y tragó saliva, sintiendo cómo se disipaba la euforia. No era por ella. Llevaba un cargamento precioso para Santana, y el único valor que tenía existía en función del bebé.

-De acuerdo.- Se dio la vuelta para alejarse, pero acabó girándose de nuevo. -¿Le importa quedarse quieta y no caminar? Es un poco molesto. Estoy acostumbrada a trabajar sola.

-Claro, señora- dijo la señora Jones, avergonzada por haberla distraído.

Brittany sonrió intentando resultar amable y regresó a su escritorio. Tras sentarse, se pasó los dedos por el cabello y contempló las impresionantes vistas. Los jardineros trabajaban con el césped y las flores, y era muy terapéutico observarlos llevando a cabo su tarea. Se acarició el vientre, pensando en el aspecto que tendría el bebé. Esperaba que fuera un niño.

Alguien que se pareciera a Santana. Alguien que sonriera como ella y tuviera sus ojos. Un cálido torrente de amor se derramó en su interior y miró su vientre con espanto. No tenía derecho a ponerse sentimental con relación al bebé. No tenía nada que ver con ella - era de Santana. Y no debía encariñarse con él.

El bebé de Santana, sólo de ella, entonó durante un rato, y se concentró en su trabajo durante cinco minutos antes de que tener que salir a toda prisa en busca del cuarto de baño.
***
A la mañana siguiente, tuvo que quedarse otra vez en casa, y trató de calmar los nervios diciéndose a sí misma que aquellas molestias a corto plazo iban a generarle gratificaciones a largo plazo. Podría sumarse al programa durante el siguiente curso, y todo mejoraría a partir de entonces. O eso esperaba.

Desayunó con Santana - o al menos lo intentó, ya que tuvo que abandonar la mesa con frecuencia, disculpándose cada vez.

-¿Por qué te disculpas?

Brittany sacudió la cabeza.

-Porque... olvídalo. Es por educación. Te estoy destrozando el apetito con todo esto.

-No es cierto- ella se inclinó hacia delante y le tocó la frente, sosteniendo su mirada. -Estás un poco caliente. ¿Estás segura de que las náuseas es lo único que te ocurre?

-Sí- respondió ella, sintiendo un hormigueo por todo el cuerpo y en especial entre las piernas, aunque sólo le estuviera tocando la frente.

Santana notó el repentino rubor de sus mejillas y se obligó a retirar la mano. Estar cerca de ella era emocionante porque estaba embarazada con su hijo, pero también le excitaba de otra manera. Estar a solas con ella le hacía querer aproximarse más, tocar su vientre, abrazarla cuando se sintiera indispuesta. Era una locura, y consideró seriamente la posibilidad de asistir a sesiones de terapia para solucionar su problema. Aquella forma antinatural de tener un hijo le estaba afectando a la mente, y quería solucionarlo cuanto antes para poder pasar los próximos siete meses sin destruir la amistosa camaradería que tenía con ella.

-Intentaré volver pronto del trabajo.

Brittany la miró.

-¿Por qué? Estoy bien, en serio.

-Me siento mejor sabiendo que estoy cerca.

Brittany rió, sintiendo de nuevo aquella cálida - e inoportuna – euforia inundándola.

-Tienes a tu personal detrás de mí todo el día; te avisarán si algo va mal.

Santana sonrió.

-Te lo han dicho.

-Claro que sí. Estaba empezando a pensar que algo paranormal me seguía por toda la casa.



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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Sep 12, 2017 2:58 am




Capítulo Ocho


Santana regresó temprano aquel día y se dirigió al segundo piso, donde Brittany estaba trabajando en su oficina. La gobernanta desapareció al instante, nada más verle llegar, y ella se colocó junto a la puerta, contemplando su espalda, sus brazos, el brillo de su piel bajo la gloriosa luz del sol que se filtraba a través del ventanal. Después de un rato, sintió que estaba interfiriendo con su espacio personal y dio un paso atrás, cuando Brittany se giró con expresión exasperada.

-Sra. Jon… ¿Santana?

El corazón de Santana dio un vuelco ante su repentino cambio de expresión; se le iluminó el rostro y sus ojos resplandecieron. Se alegraba de verle.

-Hola. Siento interrumpirte.

-No pasa nada- dijo ella simplemente, todavía sonriendo, incapaz de superar el hecho de que había regresado a casa temprano para ver cómo estaba.

-¿Qué tal el trabajo?

Santana asintió coloco sus manos detrás de su espalda, caminado hacia ella y observando sus pertenencias – las gafas, un bolígrafo y un bloc de notas, una botella de agua.

-¿Cómo te encuentras?

Ella hizo una mueca.

-Más o menos igual.

Santana asintió y se inclinó para enderezar el bloc de notas. Al ver sonreír a Brittany, frunció el ceño.

-¿Qué?

-¿Tienes TOC?

Santana rió y le atrapó la nariz entre sus dedos, dándose cuenta tardíamente del afecto que conllevaba aquel gesto, cuando la expresión de Brittany se endureció e inhalo con fuerza.

-Puede que sí.

Trabajó en su oficina durante el resto del día con la puerta abierta, atenta a cualquier sonido que implicara arcadas y una carrera al baño. Cada vez que ocurría, se detenía junto a la puerta, dándole espacio mientras ella le lanzaba miradas enojadas por estar vigilándola.

Aquella noche, yacía en su cama, mirando fijamente a la puerta abierta. Nunca dormía con la puerta de su cuarto abierta; siempre se mostraba cautelosa, incluso en su propia casa, pero no se sentía incómoda. Le había pedido a Brittany que dejara la puerta de su dormitorio abierta y que le llamara si necesitaba ayuda; al fin y al cabo, se encontraba mal debido a su obsesión por tener un hijo. Era muy valiosa para Santana, y ni siquiera entendía la gravedad de todo aquello.

***
En lugar de remitir, las náuseas matutinas empeoraron, y Brittany se sentó en el suelo del cuarto de baño sollozando, secándose las lágrimas y tratando de no hacer ruido; no sirvió de nada.

-¡Hey!- Santana se acercó a toda prisa y la tomó en brazos.

-No, estoy bien. Es sólo...

-Shhhhh.-

La estrechó con firmeza, asustada al ver una expresión de agonía en su bonito rostro.

-¿Qué ocurre? Dime.-

La depositó en el sofá y se arrodilló sobre la alfombra, mirándola a los ojos. Ella no quería mirarle y continuaba llorando e intentando reprimir sus sollozos.

-Shhhh.

Le acarició la espalda.

-Sra. Jones, necesitamos agua- dijo en un tono de voz normal, y como si hubiera estado esperando la orden, la gobernanta apareció con un vaso en la mano. Santana lo acercó a los labios de Brittany.

–Dale un trago.

Brittany se atragantó e hipó entre sorbos y al final se sintió más calmada.

Santana no sabía qué decir. Los ojos azules de Brittany estaban inundados de lágrimas, sus pestañas empapadas, y la nariz ligeramente hinchada de tanto llanto. Le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja con un tierno gesto.

- ¿Qué ha pasado?

Ella sacudió la cabeza en respuesta, evitando su mirada.

-Brittany, ¿te encuentras bien?- El temor se apoderó de Santana. -¿Está bien el bebé?


Brittany alzó la mirada.

-Sí, el bebé está bien.

Santana inhaló bruscamente, aliviada.

-¿Te duele algo?

-No, estoy cansada de vomitar. Es como si mis entrañas estuvieran del revés, y estoy agotada, sólo quiero que termine todo esto.

-Lo hará.

Tomó su mano y se la llevó a la boca, sin pensárselo dos veces, ni siquiera cuando ella dejó de sollozar y su mano se tensó.

-Todo irá bien. Estamos juntas en esto.

Brittany entrecerró los ojos.

-¿Estamos juntas en esto? Ten al bebé tú y haz frente a este festival de vómitos, y a las migrañas inducidas por la deshidratación, y a las estúpidas...- se atragantó y volvió a sollozar. -...emociones que no me dejan en paz...

Santana rechinó los dientes y se puso en pie.

-Vamos.

Ella la miró boquiabierta, como si estuviera loca.

-¿A dónde?

-Ven conmigo.

-Pero...-

lloriqueó, contemplando la ternura de su expresión, tratando de no decirse a sí misma que todo aquello era por el bebé: porque podría no estar allí; las gobernantas la seguían por todas partes y cuidaban de ella, y Santana no tenía por qué aguantar su histérico llanto. Pero estaba allí, confortándola y sujetando su mano y besándosela, y ahora estaba esperando a que colocara su otra mano en la suya.

Hizo lo que le pedía y la emoción la superó de nuevo, haciendo que nuevas lágrimas se deslizaran por sus mejillas mientras la ayudaba a levantarse y la conducía a la puerta principal.

-¿A dónde vamos?- Se detuvo, intentando liberar su mano.

-A dar una vuelta en coche, para tomar un poco el aire. Te sentirás mejor.

Brittany estaba demasiado aturdida para discutir, pero cuando Santana abrió la puerta y vio el deslumbrante Lamborghini en la calzada de acceso, volvió a detenerse.

-¡Yo no me subo en esa cosa!- exclamó.

A Santana le sorprendió la expresión ofendida de su rostro.

-¿Por qué no?

-Porque voy a vomitar en esos asientos de cuero y lo voy a arruinar todo.

Santana se detuvo y rompió a reír.

-Brittany, por el amor de Dios. Sube.

-Te lo digo en serio.- Se secó las lágrimas con rabia. -No me voy a subir a esa cosa.

-No importa. Te vas a sentir mejor.

-Seguro que me mareo.

-Conduciré despacio.

Brittany sollozó de nuevo y observó cómo la miraba. Parecía como si no le preocuparan los asientos, y a ella le apetecía mucho salir de casa. Era una casa preciosa, pero no estaba acostumbrada a estar atrapada en su interior. Al estar lejos del trabajo y de toda interacción social, seguramente se estaba sintiendo peor en cuanto a las náuseas.

Santana se maldijo a sí misma cuando mil formas distintas de tentaciones ilícitas se le pasaron por la mente. Brittany era adorable. Ponía morritos inintencionadamente cuando lloraba, con el labio inferior temblando y los sublimes ojos llenos de inocencia. Y tenía un aspecto sensacional, sin una pizca de maquillaje, con los labios hinchados de tanto llorar.

-Estás preciosa, por cierto.


Brittany hizo una mueca y liberó su mano de un tirón.

-No intentes halagarme.

Se deslizó en el asiento delantero del coche y Santana sonrió, dirigiéndose al otro lado y sentándose junto a ella.

Brittany vio su reflejo en el espejo del parasol y lanzó un grito ahogado.

- Oh, Dios mío.- Se restregó la cara con las manos y se atusó el cabello, y Santana se percató de que no tenía ni idea de lo increíblemente sexy que estaba en aquel momento. Enfundada en una camiseta verde sin mangas, un pantalón gris de pijama y unas chanclas rosas, tenía un aspecto vulnerable e ingenuo. Pero no era ninguna de esas cosas; era inteligente, y fuerte, y no era para nada vulnerable.

-No me creo que no pueda parar de llorar- dijo, mientras se alejaban de la casa y atravesaban las gigantescas puertas de hierro forjado.

-No pasa nada. Nadie te va a juzgar.

-Más les vale- murmuró, y le oyó reírse.

Brittany cerró los ojos, escuchó la tenue música y sintió el aire fresco de la mañana en su rostro. Respiró profundamente, aplacando las náuseas. La montaña rusa de emociones desapareció en la distancia en algún momento mientras estaba allí sentada, disfrutando del silencio, contenta de tenerlo con ella - contenta de estar gestando a su hijo.

Abrió los ojos, pero no miró a Santana, sino a los árboles a ambos lados de la carretera. Dondequiera que estuvieran, era precioso y nunca había estado allí antes; era un lugar tranquilo, y todo era puro y fresco aquella mañana.

-Es muy bonito- comentó, tras lo que parecieron horas y Santana no dijo nada, concentrada en la carretera y de vez en cuando lanzando rápidas miradas a la mano que yacía sobre su rodilla. Se moría de ganas de asirla con fuerza mientras conducía, al mismo tiempo que se avergonzaba de aquella juvenil tentación. Aquello no era de lo que trataba su acuerdo. No formaba parte del contrato que había firmado. Ya había transgredido los límites auto establecidos en varias ocasiones - tocándola, cargando con ella en brazos, abrazándola. Se suponía que debía protegerla, no desearla de aquella manera.

-Estoy aquí, Brittany. Puedes hablar conmigo de cualquier cosa que te preocupe. Sea lo que sea. Me gustaría pensar que somos amigas.

Brittany se volvió hacia ella, sonriendo, y el corazón de Santana dio un vuelco. Miró de nuevo a la carretera, apretando la mandíbula. Anhelaba estrecharla entre sus brazos y decirle que aquello no estaba funcionando, que estaba perdiendo el juicio, que le importaba más de lo que debería. Pero no dijo ninguna de esas cosas, porque conocía el motivo de Brittany para estar allí.

Puede que se le estuvieran ocurriendo extrañas ideas sentimentales porque estaba embarazada con su bebé, pero estaba decidida y sabía cuáles eran sus prioridades. No le importaba nada de aquello. Lo único que quería era tener los fondos necesarios para participar en aquel prestigioso programa el próximo año.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: La Gestante Subrogada de la Millonaria López. Cap. 25 (FINAL) Y EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Sep 12, 2017 3:01 am

VEAN EL VIDEO AUNQUE SE QUE ALGUNAS NO SHIPPEAN A VAUSEMAN




Capítulo Nueve


Brittany gimió y abrió los ojos. Otra vez. Ni siquiera podía dormir en paz. Los dos últimos días habían sido especialmente horribles debido a las náuseas, y tuvieron que ponerle un gotero de glucosa porque estaba tan deshidratada que apenas podía caminar. Con la boca seca, se obligó a incorporarse y cogió un vaso de agua de la mesita de noche. La puerta de la habitación estaba abierta y podía ver la del cuarto de Santana, también abierta, justo enfrente de la suya. Cuando fue a tenderse de nuevo, el corazón le dio un vuelvo al verla. En su cama. Junto a ella. Dormida profundamente, todavía enfundada en vestido a medida que acariciaban muy bien sus curvas y que había llevado al trabajo aquel día. Brittany respiró con laboriosas boqueadas y luchó contra las lágrimas que le quemaban el interior de los párpados. Odiaba las emociones más que nada; siempre esperando para hacerla llorar.

No podía creerlo - estaba allí, a un paso, con su apuesto rostro relajada y de aspecto juvenil debido al sueño. Tenía miedo de respirar y de moverse, porque el momento era tan surrealista que le aterrorizaba que desapareciera. Su mano yacía a cinco centímetros de su cadera. Una mano de fuertes y largos dedos. Se le hizo un nudo en el estómago y sus pechos se tensaron. Tenía los labios entreabiertos, y Brittany inhaló con deseo, envuelta en la necesidad de tocarlos, de tenerlos en los suyos, sobre su cuerpo - por todas partes. Su anhelo era abrumador, y tensó todo su cuerpo, tomando largas y silenciosas bocanadas de aire mientras se recostaba de lado para contemplar su cara. El aroma de su perfume llegó a su nariz y lo inhaló con profundidad, subiendo las rodillas hasta el pecho, sintiendo aumentar el cosquilleo entre sus piernas. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos. ¿Y si no se hubieran conocido a través del programa de subrogación? ¿Y si la hubiera conocido en otro lugar y la hubiese invitado a salir? - ¿Se habría tomado la molestia de aparcar su fanática carrera por el éxito para darle una oportunidad?

Lo habría hecho si supiera cómo era. Si hubiese llegado a conocer aquella parte de Santana. Aquella maravillosa y atenta parte de ella que ni siquiera se molestaba a cambiarse de ropa cuando estaba preocupada por ella. Todavía estaba un poco sorprendida por haberla encontrado en la cama junto a ella, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Estaba cómoda, y no creía que fuera inapropiado.

Porque te estás enamorando de ella.

Retrocedió ante aquel pensamiento. No, eran las hormonas que la ponían sentimental y caliente.

Pero hay algo más, argumentó su subconsciente. Nunca nadie la había cuidado de aquella manera. Incluso si era por el bebé, no tenía que esforzarse tanto, y no era tan tonta como para creer lo contrario. Simplemente era una mujer sumamente atenta, que hacía lo que estaba a su alcance para que estuviese cómoda en su casa; que no creía que la retribución económica fuera suficiente para compensar lo que le daba.

Su hijo. Alguien como ella. Un minúsculo bebé que jugaría en sus brazos y viajaría con Santana y haría los deberes ayudado por aquella morena. Vas a ser una madre maravillosa, le dijo mentalmente, y aquello hizo que la deseara aún más.

Se imaginó su boca sobre la suya y se preguntó cómo la besaría. ¿Sería tierna? ¿Sería brusca? ¿Reflejarían sus besos el poder y la fuerza que irradiaba su persona?

De pronto, quiso experimentar su pasión; su brusquedad. Quería que se apoderara de su cuerpo - quería sentir sus manos sobre ella, arañando, acariciando, apretando. Se la imaginó entre sus piernas, con la pelvis estrellándose contra la suya, su boca en sus pezones, dejándolos húmedos con su saliva; con su lengua hundiéndose en su boca y volviendo a deslizarse sobre sus senos. Suspiró y se estremeció, sintiendo que llegaría al orgasmo sólo con imaginarse el momento.

Temblaba de deseo, y Santana yacía allí, dormida, ajena a la naturaleza de sus pensamientos, sin saber cuánto deseaba que la tocara, lo mucho que significaba su tacto para ella. Deseó enterrar el rostro en su pecho - había pasado demasiado tiempo; no recordaba la última vez que había confiando en alguien tanto como para buscar consuelo entre sus brazos.

Sus padres nunca habían estado presentes de forma emocional, y no tenía una relación estrecha con sus hermanos. Aquella mujer, con su poder y autoridad estampados en sus facciones, con la forma en que se preocupaba por ella y se esforzaba por hacerla feliz, ostentaba el poder de sanar sus asoladas entrañas. Era una estúpida por creer aquello, pero no podía evitarlo.

El anhelo irradiada de ella. Quería su cuerpo desnudo presionando contra el suyo. Quería que su feminidad arrasadora perforara el ávido espacio entre sus piernas, pero también quería reclinar la cabeza sobre su pecho y olvidarse del mundo. Y, temerosa, pero con entusiasmo, fantaseó sobre cómo sería formar parte de su vida, ser su pareja, la madre de su hijo en el verdadero sentido de la palabra.
***
Brittany dio las gracias al chófer, cuando éste le abrió la puerta. Cuando empezó a viajar con él al trabajo, había intentado bajarse del coche por sí sola , ya que no le costaba nada, pero el chofer se mostró tan ofendido que pensó que tal vez existiera algún protocolo sobre la apertura de puertas y que estaba despreciando alguna norma ancestral al hacerlo ella misma. Así que aquella vez simplemente esperó en su asiento como una imbécil mientras él se dirigía rápidamente a abrirle la puerta.

Miró el reloj al entrar en casa; era un poco pronto. Santana no llegaría hasta dentro de otras dos horas. Acariciando su vientre todavía plano, se dirigió al salón y saludó a la
gobernanta.

-¿Quiere comer algo, Srta. Pierce?

-Mmmm. Si hay, un poco de fruta. Cenaré con Santana más tarde.

Se sentó en un sillón y encendió el televisor, complacida de que las náuseas hubieran remitido hacía tiempo. Sólo habían sido insoportables durante dos semanas, y ahora que estaba embarazada de casi cuatro meses, eran la menor de sus preocupaciones.
Ahora padecía de un trastorno peor. Deseo sexual. Por Santana. Sólo por Santana. El hecho de que estuviera embarazada de ella sólo contribuía a que se sintiera más necesitada y desesperada. Había cierta intimidad en aquel hecho; estaban conectadas a todas horas, y lo único que quería era su cuerpo unido íntimamente al suyo.

Se pasaba el tiempo fantaseando con aquella sensual boca sobre su cuerpo. Cada vez que Santana hablaba, ella se regodeaba secretamente en su boca. No mejoraba las cosas que siempre estuviera cerca; ni que riera mucho cuando estaban juntas, ni que bromeara, ni que se negara a cenar con nadie que no fuera ella.

De repente, se acordó de que tenía que llamar a Quinn porque no había ido a trabajar aquella mañana, y agradeció la distracción mientras marcaba su número.

-Hey, Quinn. ¿Te encuentras mejor?

-Acabo de salir de la ducha. Me siento mucho mejor ahora que me he quitado la mugre de encima.

Brittany rió.

-Me alegro.

-¿Cómo está la madre?

Brittany hizo una mueca.

-No me gusta ese título para Santana, Quinn- le dijo.

-Venga. ¿Todavía está emocionada por tener un ser humano que sólo va a berrear, hacer caca y vomitar?

-Sí, bastante emocionada. Y eso no ayuda a mi situación actual.

Quinn lanzó una carcajada.

-¿Todavía estás loquita por sus huesos?

Brittany se quedó sin aliento.

-No es cierto- aseguró, con una horrorizada risotada.

-Por favor, Brittany. Sólo hay que oírte hablar de ella. Te conozco mejor que tu madre.

-No lo dudo, pero no es tan sencillo- bromeó.

-Brittany, esa mujer es lo más sexy que he visto en mi vida...

-¡Oye!

Quinn rió.

-¿Ves? se te hace la boca agua. Estás incluso celosa.

Brittany frunció los labios.

-Es que es demasiado... buena.

-Brittany, es normal que te atraiga. Lo que no sería normal es que no lo hiciera - eso sí me preocuparía, pero no quiero que sufras.

-Yo tampoco.

Después de charlar durante unos minutos más, colgó, y el teléfono volvió a sonar al instante. Una sonrisa iluminó su rostro mientras contestaba.

-Hey, Santana.

-Brittany, ¿has llamado al médico para la cita de la próxima semana?

-Mmmm, sí.

-Muy bien.- Suspiró. -Gracias.

-No hace falta que me des las gracias- dijo ella con una risa. Santana encontraba una excusa para llamarla cada hora. Y todas las veces le preguntaba por cosas sin importancia y permanecía al teléfono durante al menos cinco minutos.

-Estoy en casa, por cierto- le informó, tomando un plato de fruta de manos de la señora Jones y dándole las gracias.

-¿Ya estás en casa? ¿Por qué? ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí. Me encuentro genial.

Descontando esta obsesión sexual que corre por mis venas y me hace desear tener tu cuerpo desnudo encima de mí.

-He acabado pronto y he decidió venir a casa.

-¿Con el chofer?- preguntó intencionadamente.

-Sí, Santana. Con el chofer. Estoy segura. No te preocupes.

-¿Quieres cenar fuera?.

Brittany se quedó en silencio, intentando no pensar que era una cita. Vivía con ella, comían juntas todo el tiempo, pero nunca le había preguntado si quería salir a cenar fuera.

-Mmm...

Santana notó su incomodidad y se obligó a retractarse. Lo había dicho sin pensar y era evidente que la había incomodado.

-O puedo pedir comida para llevar y vemos esa película nueva que comentabas el otro día. "Tú antes de algo, o de mí".

Brittany rió.

-"Yo antes de ti". Y me gusta la idea.-

La posibilidad de estar a solas con Santana, compartiendo sofá y comida en una sala de cine débilmente iluminada en su propia casa, era mucho mejor que cenar en un lugar abarrotado y rodeados de desconocidos. Necesitaba la oportunidad de fantasear sobre los labios de aquella morena sobre ella. Vivía para eso.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Sep 12, 2017 3:13 am



Capítulo Diez

Santana se alegró de haberle propuesto aquel plan. Miraba a Brittany continuamente de reojo, mientras ella bebía zumo con una pajita, completamente absorta en la película. En su interior, se libraba una enorme batalla. Deseaba seguir mirándola cuando la luz de la pantalla iluminaba su rostro, acentuando sus pronunciados pómulos, pero, al mismo tiempo, quería observar su vientre.

Brittany lo acariciaba constantemente. No era consciente de ello; era un gesto claramente involuntario. Lo hacía cada pocos minutos, amorosamente, como si se hubiese acostumbrado a hacerlo cuando Santana no estaba y ya fuera una costumbre. Su corazón le daba un vuelco de emoción cada vez que veía aquel gesto. Y le dolía no poder acercarse y hacer lo propio.

Se pasó los siguientes quince minutos comiéndosela con los ojos, para luego dejar que su mirada vagara por todo su cuerpo. Sus pechos colmados, su curvilínea figura tan sexy y atractiva, y su delicada piel. Estaba deseando que se le empezara a notar el embarazo; aunque no podría tocarle la barriga; aunque no podría sentir su piel bajo las manos ni sus labios sobre los suyos. Su anhelo era constante, y estar tan cerca de ella era peligroso para su control.

Siempre se había enorgullecido de su autodominio, pero ahora se tambaleaba. Decidió volver a trabajar hasta tarde. Pero no conseguiría permanecer alejada de ella. Esperaba con ilusión el momento de desayunar y cenar con ella, y pasar el fin de semana leyendo o dando una vuelta en coche. Se había convertido en parte de su vida, una rutina que anhelaba y apreciaba y que nunca quería abandonar.

Durante los últimos dos meses, había aplazado al menos diez reuniones para las que habría tenido que viajar. Primero, se dijo a sí misma que Brittany estaba enferma y que no podía dejarla sola, pero ahora Brittany se encontraba perfectamente, y aún así era incapaz de tomar un vuelo que le alejaría de ella. Estaba enganchada. Y sabía que era enfermizo. Ojalá la atracción se debiera únicamente al hecho de que la tenía cerca y era atractiva, y que siempre estaban solas. Aquellas circunstancias le hacían desearla. Pero además llevaba a su hijo en sus entrañas, y aquello la hacía única. La hacía especial. Siempre sería la madre de su hijo, incluso después de irse, incluso después de continuar con su propia vida.

Brittany giró la cabeza y la pilló observando la mano que tenía apoyada sobre el vientre. La apartó tímidamente, ajena al hecho de haber estado acariciándolo.

-¿Te aburres?

-En absoluto- respondió Santana, dedicándole una sonrisa.

Brittany se volvió hacia la pantalla cuando ella hizo lo mismo, pero su mente seguía dando vueltas. Sabía lo que quería. Quería poner su mano donde había estado la suya. Quería sentir a su hijo creciendo. Se mordió el labio, incapaz de concentrarse en la película. No debería; ya habían cruzado demasiados límites. Tenía que dejarlo pasar.

Santana tomó una respiración trémula y trató de calmar su lujuria. Brittany vestía una blusa verde y una falda negra, se había arreglado para ver la película, aunque fuera en el sótano. Llevaba un labial en tono coral y rímel, y tenía un aspecto inocente y provocativo a la vez.

-Santana

-¿Sí?

-¿Quieres tocarme el vientre?

Santana se quedó helada, con el corazón a cien. Captó su mirada cómplice y tragó saliva, asintiendo con la cabeza.

-Sí.

Brittany se mordió el labio y sonrió. Se acercó a ella y se levantó un poco la blusa para dejar su abdomen al descubierto.

El corazón de Santana dio un salto al contemplar su tersa e inmaculada piel. No sabía qué le excitaba más - tocar su vientre y sentir donde estaba su bebé, o acariciar su piel.

Colocó la mano sobre su abdomen y escuchó una rápida inhalación.

Estaba tan cerca... Con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, Brittany sujetó la blusa y sintió el tacto protector de su fuerte mano sobre su vientre, firme y dominante. Cuando acarició su piel, sostuvo su mirada. Aquel conmovedor momento quedaría grabado en su mente para siempre. La emoción se apoderó de ella.

-He querido hacer esto desde que te mudaste.

Brittany tomó una respiración profunda, sin apartar la vista, intentando no
mirar su boca.

-Deberías haber preguntado- le susurró.

El corazón le latía con fuerza, y su enardecido cuerpo deseó que continuara con sus caricias. Su tacto era posesivo y desprendía un calor que alcanzaba en línea recta su ombligo.

-Pensé que sería inapropiado- murmuró, y bajó la mirada hasta sus labios. En cuanto lo hizo, notó un cambio de energía. Ya no se trataba del bebé, sino de ellas dos. Su orgullo y voluntad se hacían cenizas; la deseaba.

Esperó, con la mano inmóvil sobre su vientre, y el instinto tomó el relevo. Estaba loca por aquella mujer. La tenía allí, a su alcance, y la deseaba, y sabía que ella le deseaba a ella. Sus dedos se deslizaron lentamente hacia la cinturilla de la falda, recorriendo su borde mientras sostenía su mirada. Para su sorpresa, Brittany no se apartó.

Sino que se acercó más de forma instintiva, temblando bajo su tacto. Santana tomó una respiración profunda e introdujo los dedos bajo la falda, deslizando la mano sobre su monte de Venus, por encima de las bragas. Brittany gimió, y aquello fue su perdición. Santana inclinó la cabeza y capturó su jadeante boca en la suya. Brittany continuó gimiendo en ella, y Santana dejó de controlarse cuando una intensa lujuria la superó. Sus labios acariciaron los contornos de su boca con lentitud, con delicadeza, y la mano de Brittany se deslizó por el lateral de su cuello.

Santana gimió y, abandonando toda moderación, la tumbó sobre el sofá y cubrió su cuerpo con el suyo. Sintió un subidón cuando sus manos se enredaron en su cabello y le palpó los pechos. Hundió la lengua en su boca y aquella tentadora mujer gimió ingenuamente. Atrapó su lengua con los dientes y presionó la rodilla entre sus muslos, separándolos, intentando apartar su peso de encima de ella a la vez que la mantenía lo más cerca posible.

Brittany se sentía atrapada en un sueño; un sueño en el que todo era apresurado y maravilloso. Su vientre se aplastaba contra el suyo, y Santana la agarró del muslo para levantarlo. Ella rodeó su cintura con la pierna, elevando las caderas hasta tocar su cuerpo. Sus labios estaban hambrientos y, cuando le mordió la lengua, ella gritó.

-Santana- jadeó, y ella la liberó al instante, arrastrando los labios por su cuello hasta el hombro.

Mordió un bocado de su carne y tiró, y ella le clavó sus cortas uñas en el cuello.

-No pares- resolló.

Sus palabras resonaron en sus oídos. Inhaló su aroma. El sabor de su piel llenaba su boca. Se aferró a sus caderas y tiró de las bragas hacia arriba, para dejar sitio a sus manos. Cuando apretó, ella elevó el cuerpo, presionándolo contra su mano. Cuando le quitó la falda de un tirón, no se resistió. Estaba deseosa y necesitada, y Santana metió las manos por debajo de la blusa y le ayudó a sacársela por la cabeza. Cuan do volvió a tumbarse, sus miradas se encontraron. La película continuaba, iluminándolas con su luz cambiante al transcurrir las distintas escenas.

Llevaba un sujetador de encaje negro, que contrastaba maravillosamente con su piel. Sin pensarlo, se inclinó y le besó la punta de la nariz.

-Eres jodidamente sexy. Susurró febrilmente, y atrapó su boca en la suya una vez más, esta vez de forma más lenta y profunda, mientras sus manos recorrían todo su cuerpo. Deslizó la boca hasta sus senos, retiró las copas del sujetador, y liberó sus turgentes pechos. Brittany gimoteó y tiró del bajo de su camiseta. Santana se incorporó de golpe, se la quitó, y volvió a tenderse con cuidado sobre ella.

-¡Oh, Dios!- exclamó Brittany cuando sus pechos aplastaron sus senos.

Le empujó y cambiaron de posición, de manera que ella quedara encima. Cuando se sentó a horcajadas sobre sus muslos, Santana tiró de sus bragas hacia abajo.
Brittany dio una sacudida y la mano de Santana se movió entre sus piernas de forma territorial, deslizando los dedos por su labia.

Ella dejó caer la cabeza hacia atrás, jadeando, y Santana contempló aquella imagen extasiada. Con el sostén bajo los pechos y las bragas alrededor de las rodillas. Santana jugueteó con el suave vello del ápice de sus muslos y abrió su sexo de nuevo, observando su rostro, deseando que aquel momento no acabase nunca. Tenía los dedos empapados del líquido de su lujuria, y se inclinó hacia adelante para morderle un pezón con delicadeza.

-Estás muy mojada.

Brittany bajó la mirada, sonrojándose, y se detuvo un momento, antes de deslizar sus manos sobre sus hombros desnudos y ofrecer su boca para recibir otro beso.

Santana introdujo un dedo en su interior y ella se quedó sin aliento, estremeciéndose en su abrazo y moviendo las caderas para sentirla más adentro. Santana empujó el dedo y lo volvió a sacar, para volverlo a meter de nuevo, sintiendo cómo sus entrañas se tensaban firmemente a su alrededor.

Rodeando su cintura con un brazo, la acercó más a ella, acelerando el movimiento del dedo. Hundió la lengua dentro de su boca, y ella emitió pequeños sonidos de placer.

-Déjame probarte- le oyó decir, sin darse cuenta del significado de sus palabras.

La tumbó de nuevo en el sofá y agarró sus muslos, atrayéndola más hacia sí y separando y elevando sus piernas, y ella se sobresaltó cuando su boca se cerró sobre el palpitante y empapado espacio entre sus muslos. Brittany levantó las caderas, dejando caer la cabeza hacia atrás, dando sacudidas hasta que Santana entrelazó sus manos con las suyas.

Santana mantuvo la mirada fija en ella mientras acariciaba su sexo con los labios. Sacó la lengua para lamer su clítoris una y otra vez, y sintió cómo se convulsionaba debajo de ella. Sus pechos se balanceaban con cada sacudida, y ella hundió la boca entre sus pliegues, haciéndola gritar y gemir. Tras liberar una de sus manos, introdujo un dedo en su abertura.

Brittany se estremeció, chillando, jadeando y zarandeándose. Tensó las piernas a ambos lados de sus hombros, intentando hacerle parar, aunque fuera lo último que deseaba.

Las ondas de placer siguieron llegando, haciendo que se agitara con cada lamida que la atormentaba cada vez más, a medida que se aproximaba al orgasmo. La barbilla y parte de cara de Santana la rozaba y su lengua la torturaba, succionando el sabor de su sexo.


-Santana- gimió cuando ella apartó la cabeza y se quitó el cinturón.

Santana vio que no le rehuía, sino que se quedaba allí acostada, con las piernas abiertas, esperando, e intentó apresurarle tirando de la bragueta. Se la abrió ella mismo, sin aliento, y bajo la boca hasta su pezón, succionándolo con delicadeza. Ella le sujetó la nuca suavemente contra su pecho, mientras Santana chupaba. El dolor de senos que había soportado durante los últimos tres meses, tomó una forma diferente. Sentía unas punzadas deliciosas que no quería que acabaran. Cuando Santana se apartó, echó mano a su bragueta y la vio por primera vez.

Al descubierto. Su pubis completamente libre, depilada, palpitante e hinchada. Brittany la envolvió en su mano y la miró con ojos desencajados. Sin pensar, sin preocuparse.

-Te deseo...- dijo con anhelo, sintiendo que era lo más natural.

Santana tomó su boca en la suya, mordisqueando suavemente sus labios.

-Dame tu lengua.

Ella obedeció y Santana la atrapó con los dientes, succionando y mordiendo mientras sostenía la base de su vagina y descendía sobre ella.

Un fuerte golpe en la puerta de la sala hizo que Brittany diera un brinco.

-¡Un momento!- exclamó Santana en un tono de voz que no fue un grito, pero que resonó con autoridad. Santana se separó de ella, recobrando la cordura. Había perdido completamente el norte, y lo acababa de encontrar.

Cogió una manta del sofá y la colocó sobre los hombros de Brittany cuando ésta se incorporó, abrochándose después la bragueta sin decir palabra, y se dirigió a la puerta.

Brittany se quedó allí sentada, inmóvil y aterrorizada. Sintió aumentar su ansiedad al empezar a procesar lo que acababa de pasar. Santana. El sabor de sus labios aún estaba en su boca. Le había lamido los pechos y saboreado su orgasmo.

-¡Oh, Dios mío!

-Me voy arriba. Tengo que hacer unas llamadas- informó Santana desde el umbral antes de desaparecer.

El corazón de Brittany dio un vuelco. Su voz había sonado completamente falta de emoción.

El hecho de que casi hubiesen tenido sexo no significaba que su relación avanzara. No debió haber ocurrido - lo complicaba todo.

Estaba claro que Santana había llegado a esa conclusión antes que ella.

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Mensaje por JVM Mar Sep 12, 2017 12:56 pm

Hey primero que nada espero que te recuperes pronto y cuidate! ... Y gracias por los capítulos
Y bueno ya se estaban tardando, era obvio que algo tarde o temprano pasaría ... Pero que habrá hecho que San se fuera así??? Espero que hablen porque Britt ya esta pensando cosas que tal vez no son :/
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Mensaje por micky morales Mar Sep 12, 2017 8:11 pm

gracias por volver, lamentable lo de tu mano, espero que mejores pronto, yo creo que lo de ellas ya no es por el baby, hasta pronto, mejorate!!!!!!
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