[Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo

Capitulo 35 - Úlitmo

—¿Qué está pasando?—Brittany preguntó cuándo Kitty y Santana se arrojaron en el sedán y cerraron las puertas—¿Está Kurt bien?

—Está bien—Kitty respondió, de repente cansada más allá de lo creíble.

Lo único que quería era volver con Marley.

—¿Consiguieron a LongJohn?

—Sí, y hemos sido jodidas—Santana dijo enojada mientras encendía el coche y se alejó de la acera en un rápido movimiento—Puckerman tomó la primera oportunidad con el sospechoso y la evidencia.

—Lo cual significa…—Kitty añadió oscuramente—, Que nunca conseguiremos nada de cualquiera de eso.

La ojiazul miró de una a otra a las mujeres en el asiento delantero del vehículo a toda velocidad.

El nivel de furia y frustración era incendiario.

—¿Qué hay del grupo de trabajo y la investigación?

La morena rió con amargura.

—Mi conjetura es que será aplazado, mientras los federales juegan juegos tratando de conseguir de este tipo, LongJohn, quienquiera que resulte ser, a dar nombres o conducirlos al siguiente chico que lo haga. Con un verdadero perpetrador en vivo, y uno que está conectado lo suficiente como para ser intermediario de ventas de estos videos sexuales, Puckerman probablemente imagina que tiene una ventaja más caliente que cualquier cosa que podamos subir a través de Internet. Al menos por ahora—aclaró, tratando de mantener su ira en la bahía mientras consideraba sus opciones. Puckerman podría haberle puesto obstrucciones por el momento, pero la investigación no estaba muerta.

Todavía había una red de pornografía para romper, y una fuga en algún sitio para tapar.

Y el asesino de Jeff para encontrar.

—¿Y los niños?—Brittany preguntó en voz baja—¿Dónde encajan en este plan?

Hubo un silencio incómodo, a continuación la morena contestó:

—Con el tiempo, la red de pornografía será expuesta ya sea durante el barrido de los federales si alguna vez hacen un caso o por uno de nosotros a nivel local. Alguien va a llegar a ellos.

—¿Eso podría llevar meses, no es así?—Brittany estaba luchando para entender cómo podrían permitir a la política de esta batalla jurisdiccional por afectar el bienestar de estas víctimas inocentes, pero sabía en su corazón que nunca habría ningún sentido para ello.

—La agenda de Puckerman es acabar con el sindicato del crimen organizado que controla las drogas, el crimen organizado, prostitución, protección lo que sea—Kitty dijo resignadamente—De una manera u otra afecta a miles, y el gobierno federal no está particularmente interesado en salvar a unos cuantos.

—¿Pero entonces qué pasa con los pornógrafos?—Brittany insistió—¿Van a salirse con la suya?

—No—Santana respondió con firmeza—Delitos Especiales ha estado siempre detrás de los tipos que están comercializando niños. Esta búsqueda en Internet era una forma de llegar a ellos, pero no es la única manera. Sabemos más acerca de cómo funciona el círculo ahora, solamente tendremos que volver a las calles y hacerlo de la manera que siempre lo hacemos.

Estaba pensando en lo que Rachel le había dicho de las jóvenes prostitutas que habían participado en la fabricación de películas sexuales.

Ella y Mike tendrían que dar con ellos.

Recordó también la oferta de la castaña para ser contratada en una de las películas.

Puedes superarlo, López. Lo has hecho antes.

Santana dejó escapar un suspiro de frustración.

—Todavía tengo algunas pistas.

—Tienes más que eso—Kitty respondió con un toque de su fuego de costumbre.

La morena la miró bruscamente.

—¿Qué quieres decir?

—Tengo la descarga de vídeo de esta noche—Kitty dijo, levantando su computadora portátil—Todo eso. Hay información que puedo conseguir de eso. No podría ser capaz de decirle una dirección de calle, pero dado el tiempo suficiente, probablemente te puede dar una sector de ubicación. Va a ser un lugar para empezar.

—Probablemente estarás desempleada para mañana, Kitty—Santana le recordó—Si Puckerman consigue algo de este tipo, probablemente va a trabajar ese ángulo con preferencia a cualquier otra cosa que podríamos obtener de Internet.

—Te lo dije—Kitty respondió de manera uniforme—, Yo no trabajo para Puckerman. Alguien detrás de esta operación pornográfica, o alguien trabajando con quien sea que está dirigiéndolo, intento matarme. Pusieron mi amante en el hospital. No he terminado con esto todavía.

—No—Santana añadió, pensando que este alguien era probablemente la misma persona que mató a su anterior compañero—, Yo tampoco.






—Que mierda—Mike se quejó—A pesar de que deberíamos haberlo visto venir. Nunca se puede confiar en los federales.

Kurt se frotó las muñecas, tratando de borrar las ligeras hendiduras de los puños que se habían hecho.

También estaba tratando de borrar las imágenes que aún sostenía de la escena en el monitor.

—¿Estás bien?—Quinn preguntó con preocupación, mirando por encima de la parte posterior del asiento delantero en él—No fue mi intención ajustarlas tan apretado. El hábito.

—No—él dijo rápidamente—, Estoy bien. Sólo encabronado. Sé que el tipo sabe cómo toda esta parte de la operación funciona. ¿Viste el equipo que él tenía en esa habitación? Él es una estación retransmisora. Apuesto que vuelve a remasterizar esas transmisiones y hace productos al por mayor de alta calidad. Él probablemente tiene listas de clientes, por Dios Santo.

—Bueno, si lo hace—Mike gruñó—, Los federales lo encontrarán en aproximadamente un año. Sabes malditamente bien que si tuvieran a alguien que en realidad pudiera hacer el tipo de vudú que tú y Kitty han estado haciendo, lo habrían utilizado para empezar en vez de venir a ti.

—Tal vez—Kurt sonrió irónicamente ante el cumplido velado de Mike—Entonces por qué quitarnos ahora, cuando hemos finalmente conseguimos algo con que trabajar.

—Debido a que no quieren gastar tiempo y recursos en ambos lados de la operación—Quinn dijo cínicamente—Todo lo que querían era una clave, alguien que ellos podrían torcer que los llevaría dentro de la organización. Probablemente convertirán a este tipo y lo enviaran de vuelta a trabajar. Él podría estar de vuelta en el negocio de obscenidad infantil en un día o dos. Excepto que esta vez estará alimentando información a los federales mientras vende piel a otros tipos como BigMac10. Así es como se hacen los casos federales. Informantes internos. Ratas en el vertedero de basura.

Mike miró a la joven junto a él bruscamente.

Chica inteligente y buena en la crisis, también.

Kurt suspiró.

—Lo sé, créeme. He visto las ruedas de Justicia girar, y la mayoría de las veces es a la inversa. Qué colosal desperdicio.

—Sí, tal vez—Mike murmuró casi para sí mismo—Tal vez no. Sabemos algunas cosas que no sabíamos antes.

Y conociendo a Santana López, no vamos a dejar que esto continúe.






—¿Ha dicho algo?"—Kitty preguntó en voz baja, moviéndose cuidadosamente a través de la poca iluminada habitación junto a la cama, donde Blaine esperaba.

—No—Blaine respondió suavemente, levantándose—Ella sólo ha estado durmiendo.

Deslizó los dedos suavemente sobre la mano de Marley donde yacía inmóvil sobre las sábanas, deteniéndose por un momento en el anillo de boda que había colocado ahí.

—Kurt está bien—añadió, sus ojos moviéndose a la cara todavía de su amante.

—Lo sé—Blaine respondió—Me llamó desde la oficina. Dijo que probablemente estarías viniendo hacia aquí. Voy a ir a recogerlo ahora y llevarlo a casa.

—Bien—dijo con cansancio, acomodándose en la silla junto a la cama—Está bien, Blaine, pero todo el asunto fue feo. Por no decir sin sentido.

—Él sonaba agotado—Blaine estuvo de acuerdo—Y a ti se te nota. No creo que considerarías ir a casa por unas horas, ¿no?

Sacudió la cabeza, con una leve sonrisa en su rostro.

—No.

—Está bien, entonces—Blaine deslizó sus dedos por el cabello de su amiga, dejando que sus dedos se apoyaran en la mejilla—Trate de no preocuparte.

—Claro.


Cuando la puerta se cerró, se inclinó hacia adelante y tomó la mano de Marley.

—Hey—murmuró suavemente—Te amo. Voy a estar aquí.







Santana se apoyó contra la pared de la ducha y dejó que el agua caliente golpeara sobre su cuerpo, esperando que expulsara algo de la tensión de su cuerpo y la desilusión de su conciencia.

La puerta se abrió y Brittany entró.

—¿Te importaría la compañía?

—Nada me gustaría más—respondió, tratando de alcanzar el champú—Date la vuelta. Voy a lavar tu cabello.

La rubia le dio la espalda, descansando sus caderas contra sus muslos e inclinó la cabeza hacia atrás para que su amante pudiera trabajar la espuma por el cabello.

Mientras los dedos fuertes masajeaban el cuero cabelludo, ella se quejó:

—Dios, es criminalmente bueno.

—Tú te ves criminalmente bien—murmuró, inclinándose hacia delante hasta que sus pechos presionaron contra la espalda blanca y su pelvis se movió contra la parte trasera.

Por primera vez en horas, se dio cuenta de que no estaba pensando en nada en absoluto, nada más allá de la forma en el tenue roce de sus pezones sobre la piel de la rubia iniciando un pulso latiendo entre sus piernas.

Movió sus manos jabonosas del cabello de su amante y deslizó las palmas de las manos sobre la parte superior de los hombros de la rubia, a continuación, por sus brazos.

—Te amo.

Brittany cerró los ojos, consciente del hormigueo donde la morena la había tocado. Alcanzando por esas manos inteligentes, las colocó en sus pechos, jadeando cuando dedos dispuestos se cerraron sobre sus pezones.

—Oh Dios.

Apoyó la espalda contra la pared, sosteniendo en sus brazos a la rubia, todavía de nuevo al frente, trabajando sus pezones, masajeando sus pechos, rozando sus dedos suavemente por su vientre y luego volviendo a subir.

—Me pones tan caliente, —susurró, sus labios cerca de la oreja de la rubia—Me pones tan mojada sólo de pensar en tocarte.

—No sólo...pienses—Brittany respondió, sus piernas temblando—Toca—alcanzando detrás de ella con una mano, insinuó entre sus cuerpos, trabajando su palma hacia abajo del abdomen de la morena, sintiendo los músculos tensarse bajo su caricia.

Cuando llegó al espacio entre los muslos de su amante, deslizó un dedo a cada lado de su clítoris, apretando constantemente hasta que gimió contra su cuello.

—Porque estoy más allá de caliente ya.

—Cuidado...vas hacer que me corra—Santana advirtió, su voz baja y apretada.

Brittany pareció no escuchar y siguió exprimiendo su cuerpo hasta que se sacudió contra su mano, un puño de placer amenazando con estallar dentro.

—Oh, mierda...

—Uh huh—Brittany jadeó, su mano libre en la muñeca morena, dirigiendo su mano entre sus propias piernas.

Gimiendo en la primera presión de los dedos, giró la cabeza, sus dientes capturando la piel en la base de la garganta de la morena.

Mientras trabajaba implacablemente hacia el orgasmo, la morena empujó más profundo entre los muslos hasta que estaba dentro de ella, encerrada por el suave agarre de los músculos firmes.

Entonces la tomó con rapidez, con fuerza, conduciendo los golpes que resonaron de la sangre palpitando ferozmente en sus profundidades la furia de sus empujes impulsados por los agudos gritos de estímulo de Brittany.

Estremeciéndose, apenas respirando, cerró sus rodillas mientras se corría para no caerse, apoyando el cuerpo de su amante cuando la rubia se puso rígida, luego convulsionando en sus brazos.

Eventualmente lograron terminar de ducharse, ambas tranquilas.

Cuando estuvieron paradas juntas desnudas, secándose con la toalla, Brittany dijo:

—¿Qué demonios fue eso?—a la oscura mirada incrédula, agregó—, La última cosa en que estaba pensando cuando me uní a ti ahí era en el sexo. No estaba segura después de ver el horrible vídeo cuando pensaría en ello de nuevo. Entonces, estoy prácticamente lista para correrme al segundo en que me tocaste.

—Adrenalina—Santana respondió, alcanzando un viejo par de pantalones cortos de deporte. Poniéndoselos, continuó—Eso pasa después de ese tipo de operación el miedo y la tensión salen así a veces.

—¿Qué hacías cuando estabas soltera?

—Cuando todavía estaba bebiendo, bebía. Después que lo dejé, iba al gimnasio. De vez en cuando—se encogió de hombros, sonriendo avergonzadamente—, Encontraba compañía.

—Hmm,—reflexionó, deslizándose en su bata—Veré que vengas directamente aquí si se presenta la ocasión en el futuro.

—Ese era mi plan—Santana respondió, acercándola.

—¿Qué más estás planeando...acerca...de todo esto?—preguntó, enhebrando sus brazos alrededor de su cintura.

—Vuelvo al servicio regular en un día más o menos. Voy a tener otros casos, Puckerman cancelará este grupo de trabajo...y seguiré haciendo lo que estoy capacitada para hacer hasta que hagamos esto bien, por Jeff, por Marley, por aquellas jóvenes chicas.

—Sí—murmuró—, Hasta que se haga justicia - para todos ellos.

Sinopsis

En un mundo de sombras de secretos, mentiras, y agendas ocultas, La Sargento Detective Santana López y su amante, la Doctora Brittany Pierce, se unen una vez más en la difícil búsqueda de la justicia.

Santana es ayudada en su lucha para descubrir una red de pornografía y exponer sus conexiones a un traidor dentro del departamento de policía por un equipo variopinto de policías y civiles dedicados.



Kitty Wilde, una detective cibernética comprometida a vengar la lesión devastadora de su amante quien camina por la delgada línea entre la justicia y venganza.


Quinn Fabray, una joven oficial de policía que descubre un talento inesperado para el trabajo encubierto.


Y Rachel, una prostituta que desarrolla una pasión inesperada por los policías.

En última instancia, esta investigación secreta corre el riesgo no sólo de sus carreras, sino también puede equivaler a una de ellas su vida.

Capitulo 1

La doctora Brittany Pierce despertó, desnuda, con la mejilla contra el hombro de su amante.

Habían dormido con la ventana abierta en el dormitorio de su departamento del primer piso, y una leve brisa agitaba las cortinas en la ventana.

Estaba oscuro.

¿Cinco de la mañana?

Pronto la alarma se apagaría y otro día comenzaría, pero era todo lo que quedaba inconcluso lo que la perseguía.

Su última conversación con su amante detective de la policía justo antes de que cayeran en la cama, agotadas físicamente y emocionalmente paralizadas, volvió a ella.

—¿Qué va a pasar ahora?

—Voy a estar de vuelta en servicio regular en un día más o menos, y voy a tener nuevos casos de los que preocuparme—Santana apoyó la mejilla contra su cabello y cerró los ojos—Sucede así en el trabajo policial. Se trabaja el culo y luego no puedes hacer el caso debido a un tecnicismo, o haces el caso, pero el criminal negocia y se reduce a nada.

—¿Así que estás dejando pasar esto?—preguntó sorprendida.

Débilmente, la morena negó con la cabeza.

—Puckerman cancelará este grupo de trabajo, probablemente ya hizo la llamada. Pero voy a seguir haciendo lo que estoy capacitada para hacer, hasta que hagamos esto bien, por Jeff, Marley, por aquellas jóvenes chicas.

Jeff Cruz había sido socio de Santana en la Unidad de Crímenes Especiales del Departamento de Policía de Filadelfia hasta que él y otro policía habían sido asesinado hace tres meses.

Su asesino seguía en libertad, sus homicidios sin resolver.

Marley Rose había sido abatida sólo horas antes por un conductor golpeándola y derribándola, dándose a la fuga en un intento frustrado para matar Kitty Wilde, su amante y consultora informática civil en el grupo de trabajo.

Ella yacía en la unidad de cuidados intensivos en el Hospital Universitario en estado crítico.

Jeff, Marley, esos adolescentes sin nombre, víctimas todos.

—Voy a seguir haciendo en lo que estoy capacitada en hacer hasta que hagamos esto bien...

Hacer lo correcto.

Eso es lo que hacía su amante.

Brittany se estremeció y se apretó más.

—¿Britt?—Santana le besó la cabeza, con una mano a la deriva arriba y abajo de su brazo en una lenta caricia—¿Qué te molesta?

—Estoy muy enojada por Marley siendo herida, y Kitty sufriendo, y Kut poniendo su vida en peligro. Y tú trabajan todo el día, cuando está apenas fuera del hospital. Es tan...injusto.

La morena la rodeo con un brazo, apoyó la barbilla encima de su cabeza y reflexionó en voz alta.

—Sé que Noah Puckerman y todo su equipo de trabajo de justicia está atado de alguna manera con Jeff Cruz y Jimmy Hogan siendo asesinados. Eso puede ser una coincidencia. Puckerman podría pensar que sólo puede desconectar esta operación y que nosotros vamos a tener que estar fuera, pero está equivocado.

Su corazón latía dolorosamente.

—¿Qué vas a hacer?

—Sólo cavar un poco más—Santana fue evasiva, tanto por costumbre y por el deseo de no alarmarla—Sé Kitty ganó no se alejará de lo que ocurrió con Marley, y yo prefiero mantenerla ocupada haciendo controles informáticos para mí que preocuparme de que este corriendo alrededor cogiendo gente por la garganta.

—Ella está en agonía, San. Se siente culpable por lo sucedido y está aterrorizada de perder a su amante. Hasta que Marley se recupere, ella va a ser muy volátil.

—Voy a mantener un ojo en ella—prometió.

La rubia se limitó a sonreír. Como si alguien pudiera controlar a Kitty.

—¿Qué vas a hacer hoy?—Santana preguntó perezosamente, girando para estirarse contra el cuerpo blanco, corriendo las dos manos arriba y abajo por la espalda de su amante—¿Hmm?

—Volver a la rutina—la voz de Brittany era ronca y lenta. Puso una mano sobre el pecho de su morena, frotando el pulgar a través de un pezón. Sonrió
cuando ésta se quedó sin aliento—Las vueltas en el mañana, clínica...ahh...por la tarde. Pensé... esto es bueno...detenerme para ver...—inclinó la cabeza hacia atrás, con los ojos nebulosos—A menos que intentes hacer bueno lo que has comenzado, Detective…

Santana sonrió y deslizó una mano entre ellas, sosteniendo el pecho de su rubia mientras balanceaba la pierna un poco más alto.

—Lo hare.

—Oh, gracias a Dios—Brittany sintió la boca carnosa en su cuello, sintió los dientes contra su piel, y se sintió ponerse pesada y húmeda—Cuando me tocas...—perdió su pensamiento cuando los dedos se cerraron alrededor de su pezón, enviando corrientes de placer rayando a lo largo de sus fibras nerviosas.

Su estómago se apretó con entusiasmo.

—¿Qué?—Santana apretó la protuberancia duro, retorciendo con mucha suavidad, su cabeza de repente ligera con el sonido de un gemido silencioso—Cuando te toco... ¿qué?

Encontró los ojos oscuros, trató de centrarse en ellos a través de la bruma de deseo, necesitando algo para evitar entregarse a la pasión demasiado pronto.

—Me haces...olvidar...todo. Oh Dios... detente... por un segundo.

—¿Demasiado?—Santana murmuró, facilitando su agarre en el pezón tenso.

—Demasiado bueno. Vas a hacer que me corra.

—No acabas de decir...—los ojos de Santana se abrieron cuando unos dedos se deslizaron entre sus muslos, deslizándose certeramente en todo el duro dolor de su propio deseo.

Sintió un tirón a lo largo de su longitud y todo su cuerpo se contrajo.

—Ohh... Jesús, eso no se hace a menos que quieras que me corra de inmediato.

—No ahora mismo—Brittany la acarició suavemente—Pero pronto.

El cerebro de Santana ya estaba nadando. Movió sus dedos por el abdomen de la rubia, agarrando a través del pelo de seda entre sus piernas, mirando suavemente sobre su clítoris.

—Eres tan hermosa.

—Bésame mientras haces correrme—Brittany respiró contra su boca.







A sólo unas cuadras de distancia, una mujer de cabello rubio y ojos color verde sentada junto a una figura todavía en una habitación iluminada por el resplandor de máquinas que supervisaban la esencia de su vida frágil amante en lecturas impersonales y sonidos apagados.

Se inclinó hacia delante, con los codos sobre las rodillas, sin darse cuenta de los calambres en los hombros y los muslos, Kitty tomó la mano de Marley Rose con ternura entre las suyas.

Poco a poco, cuidadosamente, dio la vuelta a la banda de bodas de platino pesada en el dedo Marley, el mate a ella misma, y observó con desesperada intensidad los párpados pálidos por debajo de las cejas delicadas para detectar signos de despertar.

Las enfermeras habían lavado la sangre de su lindo cabello castaño, pero podía verla todavía.

Verla en su cara, en el pelo, agrupada en la calle con la cabeza mientras yacía tan quieta en la carretera.

Había algo de inflamación en el cerebro.

Ella podría despertar en una hora, o un día o una semana. No dijeron, que nunca podría despertar en absoluto, pero eso era todo lo que podía oír.

—Marley—susurró con las lágrimas rayando sus mejillas—Lo siento mucho, bebé. Lo siento mucho.







6 a.m. Hora de salida.

Rachel se echó hacia atrás en una cabina en un restaurante de toda la noche en la esquina de Reyes y Locust y suspiró.

Todas las otras chicas se habían ido a casa, pero se había quedado sólo un poco más de tiempo.

Estúpida. Ella no venir.

Había sido una noche larga y no una particularmente rentable.

Si quería hacer el alquiler, necesitaba hacer algo más que la acción de mano y de los trabajos de mamadas ocasionales en callejones oscuros.

Tendría que coger para ello.

Y no lo había hecho.

No desde la noche en que vio a Anna Marie desnuda sobre un colchón sucio en un hotel sucio, viéndose tan frágil e indefensa. Viéndose tan patética y tan muerta.

Había mirado a Anna Marie, y se había visto a sí misma.

No era particularmente temerosa a morir. Había cosas peores que eso. Pero no se había escapado de una clase de infierno, solo para terminar en otro como víctima.

—Hey.

Miró a los ojos verdes de Quinn, recordando la noche en que la joven policía había puesto su vida en peligro por ella.

—Hola, novata. Te ves como una mierda.

Quinn Fabray consiguió esbozar una sonrisa, pero sus ojos estaban apagados por la fatiga.

—¿Ya has comido?

—Casi—mintió, porque quería una excusa para quedarse—¿Compramos?

—Por supuesto—Quinn sonrió esta vez de verdad—Pides por nosotras, ¿de acuerdo?

Sintiéndose segura, arqueó una ceja.

—¿Qué te pasa, de todos modos? ¿Algo sucedió?

—Sólo una mala noche.

—¿Fueron por esos pervertidos de Internet?

Quinn asintió.

—¿Los atraparon?

—Atrapamos al chico que queríamos—la voz Quinn era dura con ira—Pero los putos federales lo llevaron justo debajo de nosotros. Hemos venido con las manos vacías.

—Eso es una mierda—dijo con vehemencia—Por lo que aún no sabes dónde están filmando las películas pornográficas o de dónde consiguen a esos chicos.

—No—Quinn golpeó el tenedor sobre la mesa con desaliento—Y ahora estoy probablemente consiguiendo regresar de nuevo a un escritorio en alguna parte.

—¿Y ahora qué?—buscado los ojos verdes, en busca de la verdad y el miedo que encontraría lo que estaba esperando.

Más miedo de que ella no lo haría.

La mirada verde se suavizó, y casi se estiró para tocarla.

—Tendremos el desayuno, entonces yo te acompaño a casa. ¿Suena bien?

Su garganta se sentía extrañamente apretada.

—Seguro, por qué no.





Cuarenta y cinco minutos más tarde se encontraban en frente de una casa al sur de Bainbridge, donde tenía un pequeño departamento.

—Entonces, te veré más adelante—dijo Quinn, sin hacer ningún movimiento para irse.

Se apoyó en la barandilla de madera desvencijada en el pequeño porche mientras la castaña sacó una llave del imposiblemente pequeño bolso que colgaba de una larga cadena alrededor de su cuello.

Su recogió top de algodón era demasiado delgado y demasiado apretado, diseñado para mostrar sus pechos, y ella se dio cuenta.

Rachel alzó la vista y captó la mirada de la rubia moviéndose sobre ella. Los hombres miraban su cuerpo todo el tiempo, a veces con calentura en sus ojos, y sus miradas la deban fría. El calor en los ojos Quinn la hizo ruborizarse.

—Si ellos te van a pegar en un escritorio en alguna parte, supongo que tal vez no vaya a verte.

La rubia negó con la cabeza, su estómago apretado de repente.

—Eso no importa. No voy a ninguna parte, sin importar dónde me entierren.

Por primera vez, Rachel se dio cuenta de cómo eran de malas las cosas para la novata, gracias a ella.

Rápidamente, sin pensarlo, dio un paso a través del pequeño espacio y apoyó los dedos en la mejilla de la rubia.

—Realmente lo siento mucho.

Sorprendida, Quinn se enderezó, su pecho rosando a la castaña.

—No es tu culpa. Lo dije en serio cuando dije que lo haría de nuevo.

Sus pezones se contrajeron rápidamente con el toque de la camisa de la rubia contra su pecho. Asustada, soltó su mano y retrocedió, preguntándose
si ésta lo había sentido.

—Nadie te lo pidió.

—Sí, sí—Quinn sonrió—Me tengo que ir. Nos vemos.

—Como sea—contestó.

Pero permaneció en la puerta observando hasta que la rubia se perdió de vista, su cuerpo todavía zumbando.

Capitulo 2

Exactamente a las siete y media, Brittany abrió la puerta de la oficina interior a la sala de espera y le indicó a su primer paciente para entrar.

La Oficial Quinn Fabray estaba todavía en la ropa que había llevado la noche anterior durante la incursión del grupo de trabajo.

—¿No te has ido a la cama?

—Mike y yo tuvimos un montón de papeleo que hacer. Para el momento en que habíamos limpiado hasta ya era tarde...principios... uh, hoy ya.

—Podemos cambiar la fecha si tú…

—No—Quinn hizo un esfuerzo para sentarse más derecha y trató de despejar la nube de agotamiento de su cerebro—Necesito hacer esto. Con el grupo de trabajo muerto, voy a ser reasignada—hizo una mueca—Y quiero volver a la calle. Si tengo esta cosa colgando sobre mi cabeza, te van a enterar en alguna parte.

—¿Has hablado con Santana?

—¿Acerca de qué?—Quinn parecía confundida.

—Tal vez ella te puede ayudar con esta situación.

La ojiverde se quedó mirándola, luego rió brevemente.

—No funciona de esa manera, Dra. Pierce. No tomas tus problemas con nadie, especialmente no a una detective como López.

—¿A quién hablarías entonces?¿Amigos? ¿Un amante?

La ojiverde vaciló.

—¿Tiene esto algo que ver con mi evaluación?

—No, esto sólo tiene que ver contigo.

Un músculo de la mandíbula la rubia más baja se movió y apretó los dientes para detenerlo.

Ella pensó en las finales de las conversaciones nocturnas por debajo de las farolas tenues y los desayunos de la mañana.

Ella pensó en el callejón oscuro y el extraño descomunal.

—Tengo una amiga.

Brittany esperó.

—La mujer de la que le he hablado... la mujer que estaba en el callejón esa noche. Hablamos a veces.

—Cuál es su nombre?

—Rachel—Quinn esbozó una sonrisa. Sus ojos se encontraron con los de la doctora—La conocí en el trabajo hace un tiempo y luego la vi en mi sector. Ella es una prostituta.

Recordó lo que la ojiverde le había hablado de llegar sobre la mujer, siendo agredida en el callejón.

—“Él tenía una mano alrededor de su cuello y el otro debajo de la falda. Sus muslos desnudos, pálida, fantasmal bajo la luna. Vi su cara por primera vez entonces. Había sangre en su cara ...Ella había estado gritando, jadeando. Creo para que él se detuviera. Ahora estaba...lloriqueando. Tenía miedo de que iba a matarla."

—¿Y eso te preocupa

La ojiverde encontró su mirada.

—Sí—hizo una pausa—Todo el tiempo.

—¿La has dicho eso?

—Por supuesto que no—Quinn sonrió—Ella me diría que tomara un paseo y no regresara.

—Ella suena bastante independiente—observó, teniendo en cuenta la fácil a tensión del cuerpo apretado y características tensos de la ojiverde hablando de su amiga.

¿Más allá que una amistad?

—Cabeza dura y mal genio—la voz de Quinn se había suavizado.

—Estamos a punto de salir de tiempo, Oficial. Tu…

—¿Podría llamarme Q o Quinn?

Sorprendida, asintió.

—Por supuesto. Q, ¿cuáles son tus planes para la futuras sesiones?

—¿Tengo que decir eso ahora?—no había querido venir, sólo lo había hecho
porque se había visto obligada.

Ahora…

Los ojos azules eran suaves.

—Vuelve en cualquier momento, Q.






En la ciudad, Santana entró en la sala de la brigada en el tercer piso del recinto decimoctavo y se abrió paso a través del laberinto de escritorios de metal llenos de gente y desordenadamente coloco la silla hacia su escritorio en la esquina izquierda.

Aminoro mientras se acercaba, una ceja levantada por la sorpresa.

—¿Qué pasa con el nuevo traje?

Él miró hacia abajo, y luego la miró a los ojos.

—Tengo dos.

—Uh huh—cogió una pila de carpetas, echó un vistazo a ellas, y los arrojó a un lado.

No estaba interesada en casos fríos, o nuevos para el caso. Estaba interesada en dos asesinatos sin resolver. Jeff Cruz y el intento de asesinato de Kitty Wilde.

Tenían que estar relacionado, porque ambos tenían el olor de un trabajo interno.

—Vamos a dar un paseo.

Sin decir palabra, la siguió al pasillo, escaleras abajo, y hacia fuera en el estacionamiento trasero.


Unos minutos más tarde estaban disparando hacia el sur por la I-95.

—¿A quién le informaste sobre los planes para el ataque?—preguntó sin preámbulos.

—Qué? Joder, nadie—su voz era indignada.

—Eso deja a Brittany, Quinn, Kitty, Kurt, o Puckerman—lo miró, su expresión era remota—¿Cuál es el soplón?

—No fue nadie en el equipo—respondió rotundamente.

—Estoy de acuerdo—su voz era baja y plana, la forma en que conseguía cuando ella hervía de rabia—Hay algo que no sabes—dijo al fin—Tina Cohen-Chang de homicidio me dijo que el capitán Schuester estuvo con su capitán a puertas cerradas, y luego ella y su pareja estuvieron fuera de la investigación de los asesinatos de Jeff y Jimmy.

—Eso huele mal.

—Sí—aflojó el acelerador—No quiero pensar que es él, pero...

—Sería una pu... ah, una tonta para confiar en él en este momento—se tocó el paquete de tabaco de manera irregular, preguntándose si ella alguna vez lo dejaría fumar en su paseo—Pero podría ser alguien más arriba en el Departamento.

—Tal vez. O alguien con acceso a los registros del departamento.

—¿Cómo?

—No lo sé, pero alguien sacó todas las pruebas de los informes de Clarke Griffin sobre Jeff y Jimmy.

—¿Los robaron?

Desaceleró, hizo un cambio de sentido a través de la vía, y se dirigió hacia el norte.

—Ellos hackearon su equipo, es lo que parece.

—Y tenemos nuestros propios chicos genios de las computadoras, y uno de ellos tiene un interés personal—Mike se giro en el asiento y estudió el perfil fuertemente labrado de la morena—¿Estás pensando sobre ejecutar una investigación en la sombra por tu propia cuenta, ¿verdad? ¿Ir detrás de la fuga en el departamento?

—Se une todo, Mike. La red de pornografía, la Justicia investigando, os videos de sexo, Jimmy Hogan interno- todo esto—agarró el volante con fuerza, aunque su rostro no reveló nada—Quién sabe, este caso podría incluso sacudir sobre Zamora y el resto de la familia del crimen organizado.

—Podríamos conseguir ser colgados y exprimidos, también.

—¿Quién ha dicho nada acerca de nosotros?

Él resopló.

—Somos socios, sargento. ¿Correcto?

Miró al policía descuidado en el traje azul limpio y suspiró. Casi demasiado bajo para que él escuchara, gruñó:

—Correcto.






—El Haldol debe estar bien para la agitación—comentó Brittany mientras firmaba en las notas de progreso del residente y consultó su reloj.

Tenía una hora antes de la clínica.

Justo fuera de la unidad de cuidados intensivos, vio a un himbre de cabello negro caminando en su dirección.

Desacelerando en el asentimiento del hombre, dijo:

—Hola. Soy Brittany Pierce. Nunca fuimos presentados correctamente anoche, cuando Marley ingreso.

—Blaine Anderson—el pelinegro le tendió la mano.

Se dio cuenta de que había débiles círculos bajo los ojos. La sonrisa era suave y genuina, pero sus ojos verdes eran preocupados.

—¿Cómo está Marley? Estaba a punto de ir a verla.

—No despierta todavía—Blaine miró brevemente a las puertas dobles de acero principales en la unidad de cuidados intensivos—Si pudieras hablar con Kitty... No puedo hacer que se valla, y está a punto de colapsar.

—Por supuesto.

Los dos se separaron y un momento después, entró en el pequeño cubículo donde Marley Rose estaba.

—¿Kitty?

—Brittany—la voz de Kitty era ronca, sus ojos estaban oscuros huecos, los normalmente vibrantes violetas cepillados de negro con dolor.

Agachándose, puso ambas manos en la cara de la ojiverde, ahuecando su mandíbula.

—Tienes que dormir un poco. Cuando se despierte, ella no puede verte así. Preocuparla sobre ti no le ayudará a ponerse mejor.

—Temo salir. ¿Qué sucede si...—miró hacia otro lado, temblorosa.

—No una sala de guardia que mis residentes utilizan en el siguiente piso. Santana durmió ahí más de una vez. Puedes darte una ducha y dormir un poco, y estarás a cinco minutos de distancia—la empujo sobre sus pies y deslizó su brazo alrededor de la cintura de la mujer muscular cuando se tambaleo—Voy a hablar con la enfermera de Marley y le dará el número de ahí. Voy a estar segura de que te llamaran al segundo si hay algún cambio.

Kitty quiso protestar, pero ella seguía escuchando las palabras de la ojiazul.

Preocuparla sobre ti no le ayudará a ponerse bien.

Con cuidado, bajó el carril de acero que corría a lo largo del lado de la cama y se inclinó para besar a Marley.

—Voy a estar de regreso bebé. Te amo mucho.

Brittany habló con el personal, encontrando batas para Kitty en el vestuario junto a la unidad de cuidados intensivos, y se dirigió con la ojiverde hasta la sala de residente.

—Nadie te molestará aquí.

—Está bien, seguro. Gracias—en el momento en que estaba sola, Kitty se quitó la ropa con la que había estado durante más de un día, se metió en un baño de agua fría durante dos minutos, y luego se derrumbó desnuda sobre la cama.

Estaba dormida al instante.

Parecía que sólo fueron unos minutos cuando sonó el teléfono.

Capitulo 3

—Sí—Kitty grazno atontada.

—Es el Dr. Evans, Sra Will…

—¿Ella está bien?—se empujó a sí misma en posición vertical, buscando a tientas en el extremo de la cama estrecha por la ropa que Brittany la había
Dejado—Esta ella…

—Ella está estable. No está despierta, pero está empezando a mostrar un poco de movimiento determinado. Podría ser en cualquier momento.

—Estaré ahí.



Tres minutos más tarde estaba esperando junto a la cama de Marley una vez más.

—Bebé, soy yo[/i]—susurró, rozando sus dedos sobre la mejilla pálida de su castaña—Te amo.

Lo había dicho mil veces en las últimos cuarenta horas.

Era lo único que se le ocurría decir.

Era lo único que importaba en su vida.

—Yo…

Los parpados de la castaña se agitaron, y ella contuvo la respiración.

—¿Marley? Bebé?—parpadeó, porque pensaba que podría estar soñando.

Ojos azules, el azul cristalino de las aguas claras del océano, encontraron los de ella.

Aspiró una bocanada de aire, y luego llego a los dedos temblorosos de la mano que se movía débilmente a través de las sábanas blancas hacia la de ella.

—¿Kitty?

—Justo aquí—miró a su alrededor, preguntándose si debería llamar a alguien. Pero nada en el mundo podría hacer que se moviera del lado de su castaña—Vas a estar bien. Estás en el hospital, pero vas a estar bien.

—¿Tú?

—¿Qué, amor?—se acercó más. Temblaba tanto que pensó que sus piernas podrían caerse—No puedo...

—¿Estas tu...toda...—Marley tragó dolorosamente—Toda…¿bien?

—Oh Dios—se rió, un borde de las lágrimas salvajes en su voz—Estás aquí... eso es todo lo que necesito.

La castaña suspiró y cerró los ojos, su corazón de tropezó con súbita aprensión.

—¿Marley?

—Ella solo duerme—Sam Evans, el cirujano de trauma, dijo en voz baja desde la puerta—Va a estar dentro y fuera de esa manera por un tiempo. Tuvo suerte.

—Suerte—se volvió a mirar a su amante, tan frágil, tan preciosa. La rabia quemaba como ácido en su estómago—Sí.







Cuando el localizador de Santana sonó por tercera vez en menos de una hora y media, vio en la lectura con una mueca.

—Creo que nuestro tiempo se ha acabado. Ese es el número del capitán de nuevo. Voy a volver a salir esta noche, a ver si puedo extorsionar a algunos de mis fuentes.

—¿Qué tal la puta que mencionaste, el otro día?

Se puso rígida y no dijo nada.

Aunque la descripción era cierto, rara vez pensaba en Rachel como una de las mujeres marginales, abatidas mujeres quienes vendían sus cuerpos con aparente descuido indiferente por su propio destino final.

Rachel no era así, todavía no.

Seguía con sus ojos limpios y espíritu, aún luchando contra las fuerzas que confabularon para arrastrarla hasta abajo.

—Voy a dejar que mire en algunas fotos.

Su tono era cortante y corta.

—Tal vez ella puede identificarlas por nosotros.

Mike se aclaró la garganta.

—Tenemos algunos cuadros mejores que podía mirar, tal vez. Fotografías recientes.

—¿Qué?—se detuvo en el aparcamiento detrás de un carro y se volvió en su asiento para mirarlo con sólo el más leve indicio de sospecha.

—¿Kitty no dijo que estaba grabando ese pequeño Festival de mierda anoche? Hay dos chicas ahí, que sabemos están involucradas con seguridad.

—Y un chico—dijo en voz baja—Jesús, Mike.

Desenganchó el teléfono celular de su cinturón. Dudaba que alguien pudiera estar cerca, pero trató primero con el número de Wilde Seguridad.

Una voz masculina respondió al cuarto timbre.

—Kurt, es Santana.

—Hey—su voz era plana, cansado.

—¿Cualquier noticia sobre Marley?

—Aún no.

Empujó su simpatía por el amigo de Marley y su ira contra el asalto a un lado. Lo mejor que podía hacer era encontrar al que estaba detrás de él.

—¿Tienes la computadora de Kitty ahí? El que ella usó anoche para monitorear la transmisión en vivo del video de sexo.

—Por supuesto. Estaba a punto de llamarte. He conseguido una buena impresión del hombre—El tono de Kurt era animado por primera vez —Tenía que extraer las imágenes desde varios puntos de vista parciales y hacer una simulación por ordenador para obtener el compuesto, pero es lo
suficientemente bueno para ir a través de las bases de datos-NCIP, Fuerzas Armadas, el DMV-para empezar.

—Está bien—dejó escapar un suspiro—Hazlo.

Saltó del coche, activo la alarma, y se dirigió hacia la entrada de nuevo a la comisaría a un ritmo rápido.

—¿Dónde está el fuego—Mike sin aliento mientras corría a su lado.

—Mira, es probable que tomamos al quien quiera que sea que estaba corriendo el programa de pornografía infantil por sorpresa anoche. Ellos van a estar endureciendo la seguridad de Internet ahora, especialmente si saben que Justicia tiene a uno de sus chicos de nivel medio—empujo con sus hombros la puerta de emergencia trasera en el primer piso y se dirigió hacia los ascensores—Podrían estar reorganizando toda la operación, también, modificando al personal, cambiando a las chicas, reubicando el estudio ahora. Tenemos que llegar a conseguir algo lo más que se pueda o lo más rápido que podamos.






—¿Quieres decirme cómo lograste venir con las manos vacías de una operación que se suponía estabas coordinando, sargento?—la voz del capitán Will Schuester era nivelada, pero su cara de caoba era de un tono más oscuro de lo habitual con irritación apenas contenida.

—Estaba esperando que Ud. me lo dijera, señor—los ojos de Santana eran
grises oscuro como la noche y su voz aún más fría.

—Siéntese, sargento.

—Estoy bien, señor.

—No era una petición—no había levantó la voz, pero sus formidables hombros estaban agrupados por la tensión—Tu papeleo es todavía incompleto. Sin evaluación psicológica. Podría tirar del puesto de campo y sentarte detrás de un escritorio hasta que te crecieran raíces.

—Hudson debe haber olvidado enviar el informe—respondió Santana.

—Buen intento, López. Hudson dice que tienes una reunión final antes de que él firme.

Ella apretó los dientes.

—Creo que hubo una falta de comunicación.

—Estoy seguro—inclino la barbilla hacia la silla—Ahora sienta tu culo.

Santana se sentó. A pesar de su preocupación de que Schuester podría estar detrás de la fuga que había llevado al ataque contra la vida de Kitty, él era su oficial al mando, y él tenía todas las cartas.

Schuester suspiró.

—¿Has venido lejos con cualquier cosa, desde la operación en absoluto?

—¿Aparte de un civil en el hospital?—rara vez daba a conocer todos los detalles de sus investigaciones a nadie, ni siquiera a su capitán—No mucho. Sabemos que hay una red de pornografía en Internet que emiten vídeos de sexo en vivo en la zona. El chico que los federales arrebataron de nosotros anoche, es una parte de ello.

—¿Conectado con el crimen organizado?—Will preguntó casi con impaciencia—Sería grande si pudiéramos atar a Zamora y su tripulación a esto.

—No hay nada sólido—lo observó por alguna señal de que su interés fuera algo más que la de un policía de querer limpiar la ciudad y avanzar en su propia carrera al mismo tiempo.

Si fuera el hombre dentro de la mafia, sus preguntas pueden delatarlo.

—¿Tienes algo trabajando en las calles que pudiera dar frutos?

—Materia blanda. Nada caliente—se inclinó hacia delante de manera casi imperceptible—Mire, capitán. Si me das un poco de espacio para trabajar esto, sé que puedo romper algo abierto. Todavía tengo a todo el equipo. Sabemos casi tanto como los federales, y ellos no tienen los contactos que yo.

Él se echó hacia atrás en su silla de cuero, la única concesión a la comodidad en la habitación, y juntó sus sorprendentemente elegantes manos frente a su pecho.

Sus pesados párpados parecían casi cerrados.

—No tengo ninguna autoridad para aprobar ese tipo de operación.

No dijo nada.

—Creo que podría tomar a Hudson otra semana o más para terminar tu informe—dijo Schuester—Hasta que él haga eso, no puedes entrar en la rotación regular.

Sabía que él le estaba dando la luz verde no oficial para mantener la caza de los líderes de la red de pornografía, y cualquier otra cosa que pudiera aparecer.

No oficial significaba sin protección, también.

Él estaba fuera del bucle e inexplicable.

Ella estaría sola, sin la aprobación del departamento. Si estuviera sucio, esa era una manera perfecta para ponerle en la trampa.

Gran parte del camino que Jimmy Hogan se había establecido. Un policía trabajando fuera era más fácil de eliminar.

—Estoy segura de que él quiere verme otra vez o dos, sí señor.

Necesitaba la libertad para proseguir con el caso, y esta era la única forma en que lo conseguiría.

—Sargento—añadió el capitán antes de que se diera la vuelta—, Puede tener un hombre o dos para ayudar.

—Mike—dijo de inmediato, haciendo caso omiso de la débil expresión de sorpresa en el rostro de Schuester. Con firmeza, dijo—Y la uniformada Quinn.

—Voy a ver eso—casi había llegado a la puerta cuando escuchó las palabras en voz baja—Buena suerte, sargento.

No respondió mientras daba un paso a través y cerró la puerta.

Mike esperaba afuera.

—¿Qué dijo?

—No aquí—miró su reloj. Cinco y media.

Hace seis meses se habría dirigido inmediatamente al Tenderloin con la esperanza de encontrar algunos de sus informantes confidenciales que apenas se arrastraban de la cama y salir a la calle para el inicio de su noche.

Se quedaría fuera cayendo en los bares, hablando con sus elementos de información, observando, escuchando, tomando el pulso de la ciudad, hasta que la noche se redujera en el amanecer.

Noche tras noche.

Esa había sido su vida.

Pero no lo era ahora.

No podría ser ahora.

—Voy a estar en el Kitty, a las nueve de esta noche. Llama a Kurt y Quinn y diles que nos encontraremos ahí, si quieres entrar en esto. Eso es todo lo que te puedo dar ahora.

Él movió el cambio en su bolsillo y pensó en la pila de archivos en su escritorio. Casos fríos, casos viejos que habían quedado atrás.

Ninguna pista.

No hay sospechosos.

Sin hay esperanza de cerrarlos.

Podría sentarse en su culo y hacer llamadas telefónicas por los próximos tres años y retirarse con treinta años.

Buena pensión, buenos beneficios para la salud. O podría quedar con Santana, quien parecía atraer el peligro como polillas al fuego.

Estudió a la mujer morena, cabello negro, intensa mirada a su lado, una dura policía de la calle cuya única agenda era la justicia.

Un policía es un policía.

—No tengo nada cociéndose en este momento—se encogió de hombros—Voy a ir a lo largo.

Capitulo 4

Brittany salió del ascensor y miró alrededor del vestíbulo.

Santana parada con un hombro contra una columna, hablando en su teléfono celular. Llevaba un traje de gabardina gris y una camisa blanca. Un cinturón negro delgado rodeaba su cintura. La funda del hombro no era visible debajo de la chaqueta adaptada cuidadosamente, pero sabía exactamente donde estaba al lado izquierdo de la morena, justo debajo de su pecho.

Rápidamente, se abrió paso entre la gente dando vueltas por delante del mostrador de información.

—Esto es una sorpresa—buscó su mano mientras le besaba la mejilla—Estoy tan feliz de verte.

La morena entrelazó sus dedos y la empujó suavemente fuera de la trayectoria del flujo constante de visitantes del hospital.

—¿Hay alguna posibilidad de que puedas alejarte por un tiempo?

—Tengo un poco más de dos horas antes de que necesite ver a los pacientes en mi oficina—inclinó la cabeza, buscando los ojos marrones, apreciando el calor que encontró ahí—¿Qué es lo que tienes en mente, detective?

—Supongo que no hay ninguna posibilidad de que podamos enrollarnos en torno a la sala de guardia por un tiempo?—Santana dio un paso más cerca hasta que su cuerpo y la tocó ligeramente.

Respiró sorprendida y luego vio la diversión parpadeando en la cara de su amante.

—No deberías molestarme mientras trabajo, querida.

—Estaba bromeando sólo en parte—la voz de Santana cayó un registro mientras trazaba sus dedos sobre su antebrazo—Pero supongo que te gustaría cenar en lugar.

—Me gustan ambas—murmuró—Pero creo que enrollarnos alrededor en alguna parte debe esperar hasta más tarde.






—¿A dónde vamos?—preguntó.

— Howell.

—Estas bromeando. ¿En el calor del momento como este?—se volvió en su asiento para estudiarle el rostro—¿Es esta una ocasión especial?

La morena negó con la cabeza.

—Nope. Sólo pensé que te gustaría esto.

—Oh, me gusta—le apoyó la mano en el muslo, corriendo suavemente sus dedos arriba y hacia abajo en los músculos tensos—Gracias.

—¿Por qué?—Santana preguntó con curiosidad mientras se ponía en el pequeño aparcamiento de grava contiguo a la centenaria mansión que albergaba el restaurante Howell.

—Por lo general no dejas de trabajar tan temprano.

Santana se sonrojó.

No estaba acostumbrada a que nadie sea capaz de decir lo que estaba pasando con tan fácilmente como la rubia.

No era que le importaba; era sólo que seguía sorprendiéndola.

—No he terminado, exactamente. Voy a explicarte durante la cena.

Una vez que habían ordenado y estaban solas, dijo:

—Voy a volver a salir por unas horas esta noche.

—¿Quieres venir por el departamento cuando hayas terminado?—Brittany todavía encontró necesario preguntar, sin saber cuánto puede esperar en este momento de su relación.

—Sí, si no te importa que pudiera llegar tarde—cada vez que tenían esta conversación, estaba ansiosa.

Cada relación que alguna vez había tenido habían sufrido y finalmente fracasado debido a quien era.

Debido a la policía que era.

La rubia levantó una ceja.

—San, sé que tienes que trabajar. Yo sé lo que haces. No necesitas disculparte por ello invitándome a cenar.

—No estoy...—se quedó en silencio mientras el camarero trajo su primer plato—No es eso. No totalmente. Quería verte. Yo...Te echo de menos. Jesús, te acabo de ver esta mañana, pero te echo de menos.

La rubia se inclinó sobre la mesa y le tomó la mano.

—No quiero que te sientas culpable por ser quien eres. Te amo. Y amarte significa amar a la policía en ti. Se eso.

Le llevó la mano a los labios y besó en la palma de la mano suavemente.

—Sólo quiero hacer todo bien.

—Bueno, lo estás haciendo muy bien hasta ahora—Brittany sacó cuidadosamente su mano, ya que el calor de los dedos estaba haciendo que fuera difícil para ella pensar—¿Estás trabajando en un nuevo caso?

—Uh...—rápidamente calculo, tratando de medir cuanto debería decir—Oficialmente, no estoy trabajando en nada. Schuester quiere que vea a Hudson otra vez o dos antes de que él me libre para reanudar mi derecho pleno.

—Oficialmente—el estómago de Brittany se apretó—¿Y no oficial?

—Extraoficialmente. He tenido luz verde para continuar buscando en la red de pornografía—había oído la voz de ansiedad que la rubia había tratado de ocultar—Mucho de esto podemos hacerlo desde Kitty, con los rastros de los ordenadores, tal y como lo hemos venido haciendo. No tienes de que preocuparte.

—San, querida—dijo en voz baja—Voy a tratar lo mejor para entender y apoyarte. Realmente lo digo. Pero no puedes esperar que no hay me preocupe.

—Te prometo que todo estará bien—buscó la mano de Brittany de nuevo—Trata de creer eso.

—¿Me dejas que te ayude?

El primer impulso fue decir que no, pero se obligó a sacar las palabras.

—Sí. Lo más probable es que vamos a necesitar tu aportación para los perfiles.

—Bueno. No me gusta lo que sucedió, también, y quiero ayudar.

Se frotó la cara enérgicamente con la mano libre.

—Dios, esta relación de negocios es difícil.

Su rubia se rió, sus ojos de repente chispeantes.

—Te amo, Santana López.

—¿Qué he hecho?

—Y esa es una de las grandes razones del porqué. Me das lo que necesito, sólo porque tú eres tú.






Después de que Santana dejara a Brittany en el hospital, ella hizo una parada rápida y luego se dirigió al norte de la Ciudad Vieja y el almacén reformado que era la oficina central, tanto de Seguridad Wilde y la casa de Marley y Kitty.

Una vez dentro, encontró a Kurt Hummel, socio de negocios de la ojiverde, estudiando un monitor de la computadora.

Al mirar en su dirección, podría decir de inmediato que él había estado trabajando sin dormir durante al menos dos días.

—Hola, Santana.

—Kurt—miró a su alrededor—¿Quinn y Mike no están aquí todavía?

—No—una voz detrás de ella respondió.

Se volvió y vio a Kitty caminando hacia ella. La consultora de seguridad, quien llevaba sus exclusivos pantalones vaqueros azules, camiseta blanca y botas marrones desgastados, parecía más o menos dos veces tan mal como el castaño.

Aún así, estaba feliz de ver que los ojos verdes eran más claros de lo que habían sido en días.

—Kitty. Es bueno verte—le tendió la mano en señal de saludo—¿Cómo está Marley?

—Estuvo despierta durante unos minutos esta tarde—Kitty sonrió mientras le estrechaba la mano—Voy a volver al hospital pronto, pero cuando Kurt dijo que vendrías, quería estar aquí.

Antes de que pudiera responder, una pequeña serie de sonidos indicaba una actividad de las cámaras perimetrales. Se volvió hacia su izquierda y echó un vistazo a otra serie de los monitores.

Mike y Quinn se mostraban subiendo los escalones de la puerta principal. Transcurrió otro minuto, y luego se unieron al grupo.

—Al igual que en los viejos tiempos—retumbó Mike.

Quinn, también en pantalones vaqueros, una camiseta negro y botas de moto, se acercó a Kurt y miró por encima del hombro a la computadora.

—Dulce—murmuró ella, una nota de emoción en su voz.

Se acercó a Kurt.

—¿Te puede salir de ese programa en ejecución o tienes que cuidar de él?

Él sacudió la cabeza.

—No. Si tenemos un excito, se congelará la trama.

—Está bien, entonces, escuchen—dijo consiguiendo la atención de todo el mundo—Vamos a tomar un poco de café y evaluar la situación.


Se trasladaron a la sala de conferencias en la parte de atrás, tazas de café llena, y se establecieron alrededor de la mesa con cubierta de granito.

—Tenemos una semana o más para terminar lo que empezamos con la investigación de la red de pornografía en Internet—afirmó. Miró a las personas reunidas alrededor—Tengo dos objetivos principales: el primero es averiguar cómo y dónde ellos consiguen a las chicas, donde las están escondiendo, y quién está detrás del negocio de video.

La mano derecha de Kitty se apretó en un puño.

—Qué sobre…

—El segundo—continuó, imperturbable—, Es averiguar quién filtró la información de la redada de anoche y ordenó el golpe a Kitty. Cuando sepamos eso, sabremos quien puso a Marley en el hospital.

—¿Cómo vamos a trabajarlo?—preguntó Mike.

—A partir de dos direcciones—respondió—Kitty y Kurt trabajarán el ID de los ordenadores de los jugadores en el video porno. Quinn, trabajaras las salas de chat y ver si hay algo que va por ahí que nos podría llevar a un nombre.

La ojiverde más alta asintió, su expresión atenta.

—Kitty—se encontró con los ojos calientes leyendo la necesidad de acción, de venganza, en su mirada púrpura—Necesito que hagas algo de piratería informática.

—¿En dónde?

Vaciló, mirando una vez a la rubia más alta. La joven oficial le devolvió el escrutinio constante.

—En el departamento de policía.

Mike murmuró en voz baja:

—Fóllame.

—Alguien allanó los ficheros maestros de la Unidad de la Escena del Crimen y descarrilo la investigación sobre la muerte de dos agentes de policía—dejó escapar un suspiro—Estoy apostando a que esa persona era la misma persona quien tocó por tu golpe, Kitty.

—Necesitamos investigación en la calle—dijo Mike en el silencio que siguió—Todo este equipo de computadoras sacudiendo oh-uh, investigando, está bien, pero necesitamos nombres, clientes potenciales, algo que perseguir.

—Esa es la segunda ala de nuestra operación. Tú y yo trabajaremos eso, Mike—miró su reloj al igual que el sonido repetitivo de la seguridad del sistema volvió a sonar.

—Sistema muestra sector uno—Kitty ordenó y un monitor montado en un soporte de pared destello el rellano delante de la entrada principal.

Quinn se quedó sin aliento.

Una castaña bajita y delgada en pantalones vaqueros bajos y un top ajustado a la piel se puso de pie mirando a la cámara.

El audio recogió su voz.

—Estoy aquí, ¿así que vas a abrir o qué? Hey, ¿López? Jesús.

—Ese sería mi CI—comentó rotundamente—Mejor déjenla entrar antes de que comience a tomar la puerta de separación