ONE SHOOT: ``Muñeca Rota´´

- ¿Ocurre algo?

Las suaves sabanas de satén se escurrieron entre sus piernas bronceadas al levantarse del sitio que ocupaba
junto a su amante.

- No - se dignó a contestar ella.

Ni una palabra de más le dirigió.

Tomó entre sus suaves y delicadas manos, las prendas de encaje esparcidas por la habitacion, rodeando la cama de doseles labrados.

A pesar de su alocado corazón, su cara no mostraba ningun atisbo de nervios.

"¡Claro que me pasa algo!..." - Idiota -murmuró por lo bajo.

No quizo devolver su rostro y admirar la exagerada belleza de aquél rubio insufrible.

"Mi rubio insufrible"

Deseó que se la tragara la tierra. Un nudo se estaba formando en su garganta, amenazando con ahogarla. El picor de sus ojos se estaba agudizando, y repitió mentalmente la tabla de multiplicar para olvidarse de las ganas de llorar.

Dios mío. No podía continuar.

Cada vez que se acostaba con él, era más de lo mismo.

La fría relación basada en unicamente sexo le asfixiaba, atoraba, y amargaba. Llegó a pensar que estaba presentando un cuadro menopáusico de tantos cambios de humor, pero lo descartó inmediatamente por absurdo. Apenas y rebasaba los 23 años de edad.

Le vió de reojo. Todavía se encontraba recostado, pero su rostro estaba decorado en una mueca de frustración.

Mordió su lengua, cuando siguió la busqueda de sus ropas. ¿Acaso le escucho?. Sintió como él se incorporaba, guiando sus pasos al cuarto de aseo, justo cuando ella descubrió un zapato de tacón.

Quinn respiró hondamente, aflojando la presión que ejercía en la ropa interior que tenía en manos, cuando la puerta sonó al cerrarse.

Tiró todo sobre el mullido colchón. Sin cuidado, se las puso encima. Analizando su propia actitud.

¿Debería decirle?

Aquello que tanto le atormentaba desde que lo notó.

En ella estaba claro. Podía, pero era el miedo a su reacción.

Se había vuelto tan dependiente de él, que un día a solas, se volvió una tortura. No podría soportar la culpa si por ello le perdiese.

El martirizante dolor de incesante vacio. Cuando lloró e incluso gritó, todavía permanecía alli.

Oh sí. Ella lloró, cada noche, cuando fingía estar dormida, luego del encuentro carnal que parecía nunca acabar.

Y se culpaba.

Era una tonta.

No, eso era poco.

Era una idiota.

Solo a ella le ocurría.

Y cuando ambos se encontraban vestidos, todavía en el cuarto del hotel, le entró un ataque de honestidad, que se fue tan rapido, como en el mismo momento que llegó.

Desayunaron en silencio. Los cubiertos sonando al impactarse contra los platos de porcelana

Quería decir algo, pero al parecer las palabras se atoraban en su garganta. Perdió el apetito, y solo quedó mirando fijo el plato.

Luego lo miró a él.

Tanta perfeccion debía ser un crimen. Tanto magnetismo sexual tiene que ser multado, encerrado, y sin dejarlo salir.

No todos podrían observarle sin sentirse inferior. Pero era algo que inmediatamente te atraía. Lo lejano. Lo prohibido.

Y ella, no podía negarse a sí misma. Era un gusto para la vista.

Le perteneció, por muchos meses, aquél cruel, despiadado, y mortal pecado de toda mujer. Su orgullo se infló.

Una aguja lo pinchó como un globo. ¿Por qué la aguja de la realidad tenía que ser así?.

Cuando iban saliendo del ascensor, tras dejar la habitación, él le miró, y tuvo miedo.

Miedo en que adivinara sus pensamientos, miedo a que le hablara. Miedo a que le tocara.

Por que ella muy bien sabía que no podría frenarse.

Antes de tomar sus rumbos, cada instante le pareció eterno, un suplício al que era sometida.

Quería largarse de allí cuanto antes.

Y su voz ronca le llegó.

Paralizandose, dió media vuelta, para enfrentarse a esos ojos mercurio que nunca dejaban de sorprenderla.

- ¿Ocurre algo? - volvió a preguntar.

- Sí -

Ese había sido su caprichoso corazón, siempre hablando de más.

- ¿Qué cosa?

Un olor familiar le llegó a sus fosas nasales. Su cuerpo entero se estremeció involuntariamente. Cada parte de su piel se erizó esperando el contacto de su amante. No llegó.

Era así, y debía enfrentarlo. Ella estuvo de acuerdo, cuando él explicó los terminos de su trato. Nada de besos, ninguna caricia fuera de la habitación, y sobre todo; lo de ellos no era amor.

Irónicamente, ella que era fiel a las normas, no pudo mantener una.

- Algo me preocupa -encogió sus hombros como si nada. Su garganta se secó.

Si, y le preocupaba mucho.

- ¿Qué cosa? - Gruñó. Se estaba irritando y ella lo sabía.

Que te amo, lloriqueó su corazón, agrietandose de dolor.

- Sam -murmuró, como una muñeca rota, ignorando los gritos desgarradores de su interior-... Nada, olvídalo -

Él pareció desconcertado, pero a ella no le importó.

Se retiró del sitio, dejando a un silencioso rubio con ojos fijos en su espalda.

Por aquél día era suficiente.

Amaba a Sam Evans.

Pero preferiría morir antes de no tenerlo.


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Bueo espero que les alla gustado

escribes muy bien me encanto este one-shot aunque el final fue triste fue muy bueno

Emm... gracias :D

Mi otra cuenta fue borrada, pero yo soy la escritora de este shoot...

Les agradesco sus comentarios y estoy pensando en hacer una segunda parte, pero no lo se .-.

Me encantoo Vicoo' has FanFic!! :DD Saludooos'h!! O.o cuenta eliminada?? OMG!