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FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Sí, mi novia me regaño, no te pongas de su lado, fue una tonteria..., pero bueno ella se preocupa mucho, es un encanto
Regalarte uno? Ya veremos, yo vi el que Britt le regalo a San y esta muy bien, quizas lo compre para mi, aunque una amiga, me ha recomendado otro, asi que no sé :P
Pobre Curro
El capitulo estuvo ¡wanky!, por fin se dio algo entre las dos, lo hicieron y en un sitio normal y corriente.
Zapatillas de Bob Esponja? jajajaja, yo tengo un peluche de Bob Esponja que me calienta cuando mi novia no esta :P
Besos linda, espero pronto otro capitulo
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola :)monica.santander escribió:Tenias razon bastante interesante el capitilo jajaaja!!!!!
La que le espera a San!!
Saludos
Lo dicho, esta historia esta llena de "cosas interesantes'' espero que te guste el siguiente cap... Gracias por leer y comentar!
Hola..micky morales escribió:Eso fue muy " caliente "
Mas que caliente diria yo... WAnky!
Gracias por leer y comentar...
Hola :DElita escribió:Oh si! Brittany es una pervertida directa!
Ella va directa a la accion :) me gusta!
Buenoo.. un poco!
Tratare de comentar, no prometo nada!
Muy directa y no se va por las ramas, va directa a la accion porque es eso precisamente lo que quiere ;) Ya veremos si no comentar tendras problemas conmigo...
Gracias por leer y comentar :*
Holaaa... :)Jane0_o escribió:Just Wanky!
Wanky, Wanky!! Si señor.. jejejeje gracias por leer y comentar ;)
Hey, que tal...iFannyGleek escribió:En este capítulo Brittany si me cayo bien, es que en los pasados me cayo mal, y pues bueno ¡espero tu actualización! :)
Nueva lectora?? genial... Me alegro de que te agrade ahora Brittany, es un tanto especial pero no es mala persona, en un rato subo el cap... Gracias por leer y comentar!!
Holiss :3Marta_Snix escribió:Sí, mi novia me regaño, no te pongas de su lado, fue una tonteria..., pero bueno ella se preocupa mucho, es un encantoRegalarte uno? Ya veremos, yo vi el que Britt le regalo a San y esta muy bien, quizas lo compre para mi, aunque una amiga, me ha recomendado otro, asi que no sé :PPobre CurroEl capitulo estuvo ¡wanky!, por fin se dio algo entre las dos, lo hicieron y en un sitio normal y corriente.Zapatillas de Bob Esponja? jajajaja, yo tengo un peluche de Bob Esponja que me calienta cuando mi novia no esta :PBesos linda, espero pronto otro capitulo
Si me pongo de su parte, tienes que decirle cuando estas mal... JUM' Porfis regalame unoooooooooo XD.. Me da penita con Curro el podra casi no tiene fuerzas :(
Oh si, WANKY WANKY, esas dos son pura pasion... Jjajajajja San es especial y veo que no es la unica que le gusta Bob Esponja Seguro tu novia se pone celosa,
Gracias por leer y comentar, Besos para ti tambien linda :*
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Pero Britt le regalo dos artilugios... el otro es el mismo?? o es otro tipo-???
Que biiiiien! XD Esto de que las relaciones sexuales sean más poderosas que las palabras
Sigue pronto porfa!
Que biiiiien! XD Esto de que las relaciones sexuales sean más poderosas que las palabras
Sigue pronto porfa!
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola..Tat-Tat escribió:Pero Britt le regalo dos artilugios... el otro es el mismo?? o es otro tipo-???
Que biiiiien! XD Esto de que las relaciones sexuales sean más poderosas que las palabras
Sigue pronto porfa!
Son dos vibradores, pero uno es mas discreto, tiene forma de lapiz labial y lo puede usar y llevar a donde quiera XD el otro es exclusivamente para la casa XD
Gracias por leer y comentar!! :)
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hey chicas, como estan???
Aqui les dejo otro capitulo, Espero que lo disfruten...
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Capitulo 7
Desnuda y con su esbelto cuerpo sobre el mío, intento recuperar el control de mi respiración. Lo ocurrido ha sido ¡fantástico! Le acaricio la cabeza, que reposa sobre mi cuerpo, con mimo y aspiro su perfume. Es tan atractiva y me gusta. Noto su boca sobre mi pecho y eso también me gusta. No quiero moverme. No quiero que ella se mueva. Quiero disfrutar de ese momento un segundo más. Pero entonces, ella rueda hacia el lado derecho de la cama y me mira.
—¿Todo bien, San?
Digo que sí con la cabeza. Ella sonríe.
Instantes después veo que se levanta y se marcha de la habitación. Oigo la ducha. Deseo ducharme con ella pero no me ha invitado. Me siento en la cama sudorosa y veo en mi reloj digital que son las siete y media.
¿Cuánto tiempo hemos estado jugando?
Minutos después aparece desnuda y mojada. ¡Apetecible! Me sorprendo al darme cuenta de que coge las bragas y se las pone.
—Anoche perdisteis el partido de fútbol contra Italia. ¡Lo siento! Os mandaron a casita.
Brittany me mira y añade:
—Sabemos perder, te lo dije. Otra vez será.
Sigue vistiéndose sin inmutarse por lo que le acabo de decir.
—¿Qué haces? —le pregunto.
—Vestirme.
—¿Por qué?
—Tengo un compromiso —responde escuetamente.
¿Un compromiso? ¿Se va y me deja así?
Irritada por su falta de tacto, tras lo que ha ocurrido entre nosotros, me pongo la camiseta y las bragas.
—¿Vas a repetir con mi jefa? —le suelto, incapaz de morderme la lengua.
Eso la sorprende.
¡Ay, Dios! Pero ¿qué he dicho?
Sin mover un solo músculo de su cara se acerca a mí, vestida únicamente con las bragas.
—Sabía que eras curiosa, pero no tanto como para leer las tarjetas que no son para ti —me dice, escrutándome con su mirada.
Eso me avergüenza. Acabo de dejar constancia de que soy una fisgona. Pero sigo mostrándome incapaz de contener mi lengua.
—Lo que tú pienses me da igual —le digo.
—No debería darte igual, pequeña. Soy tu jefa.
Con un descaro increíble, la miro, me encojo de hombros y respondo:
—Pues me lo da, seas mi jefa o no.
Me levanto de la cama y camino hacia la cocina.
Quiero agua, ¡agua! No champán con olor a fresas. Cuando me vuelvo está detrás de mí.
—¿Qué haces que no te vistes y te vas? —le pregunto sin inmutarme y levantando una ceja.
No responde. Sólo me mira, desafiante, con los ojos entornados.
Furiosa la empujo y salgo de la cocina.
Camino de vuelta a mi habitación y siento que viene detrás de mí.
—Vístete y vete de mi casa —le grito, volviéndome hacia ella—¡Fuera!
—San… —oigo que me dice en voz baja.
—¡Ni San, ni leches! Quiero que te vayas de mi casa. Pero, vamos a ver: ¿para qué has venido?
Me mira con un gesto que me impulsa a partirle la cara. Me contengo. Es mi jefa.
—Vine a lo que tú ya sabes.
—¡¿Sexo?!
—Sí. Quedé en que te enseñaría a utilizar el vibrador.
Dice eso y se queda tan tranquila. ¡Flipante!
—Pero ¿es que me crees tan tonta como para no saber cómo se utiliza? —vuelvo a gritarle, presa de los nervios.
—No, San —comenta con aire distraído, mientras me sonríe—. Simplemente quería ser la primera en hacerlo.
—¿La primera?
—Sí, la primera. Porque estoy convencida de que a partir de hoy lo utilizarás muchas veces, mientras piensas en mí.
Esa seguridad arrogante me mata y, torciendo el gesto, replico, dispuesta a todo:
—Pero ¡serás creída! ¡Presumida! ¡Vanidosa y pretenciosa! ¿Tú quién te crees que eres? ¿El ombligo del mundo y la mujer más irresistible de la Tierra?
Con una tranquilidad que me desconcierta, responde mientras se pone el pantalón:
—No, San. No me creo nada de eso. Pero he sido la primera que ha jugado con un vibrador en tu cuerpo. Eso, te guste o no, nunca lo podrás obviar. Y aunque en un futuro juegues sola o con otras mujeres, siempre… sabrás que yo fui la primera.
Escucharla decir aquello me excita.
Me calienta.
¿Qué me pasa con esa mujer?
Pero no estoy dispuesta a caer en su influjo.
—Vale, habrás sido la primera. Pero la vida es muy larga y te aseguro que no serás la única. El sexo es algo estupendo en esta vida y siempre lo he disfrutado con quien he querido, cuando he querido y como he querido. Y tiene razón, señorita Pierce. Le tengo que dar las gracias por algo. Gracias por no regalarme unas insulsas rosas y regalarme un vibrador que estoy segura que me resultará de gran ayuda cuando esté practicando sexo con otras mujer. Gracias por alegrar mi vida sexual.
La oigo resoplar. Bien. La estoy cabreando.
—Un consejo —me replica, contra todo pronóstico—. Lleva el otro vibrador que te he regalado siempre en el bolso. Tiene forma de barra de labios y reúne toda la discreción para que nadie, excepto tú, sepa lo que es. Estoy segura de que te será de gran utilidad y que encontrarás sitios discretos para utilizarlo sola o en compañía.
Eso me descoloca. Esperaba que me mandara a freír espárragos, no aquello.
Malhumorada, me dispongo a sacar a la arpía mal hablada que hay en mí, cuando me coge por la cintura y me atrae hacia ella. La miro y, por un momento, me siento tentada a darle una bofetada. Pero no. No puedo hacer eso. Es la señorita Pierce y me gusta mucho. Entonces, me coge de la barbilla y me hace mirarla a los ojos. Y antes de que pueda hacer o decir nada, saca su lengua y me la pasa por el labio
superior. Después me succiona el inferior y cuando siento la evidencia de su excitación contra mí, murmura:
—¿Quieres que te folle?
Quiero decirle que no.
Quiero que se vaya de mi casa.
¡La odio por cómo me utiliza!
Pero mi cuerpo no responde. Se niega a hacerme caso. Sólo puedo seguir mirándola mientras un deseo inmenso crece con fuerza en mi interior y yo ya no me reconozco. ¿Qué me pasa?
—San, responde —Susurra, en tono suave.
Convencida de que sólo puedo contestar que sí, asiento y ella, sin miramientos, me da la vuelta entre sus brazos. Me hace caminar ante ella hasta el aparador de mi habitación. Me planta las manos en él y me inclina hacia adelante. Después me arranca las bragas de un tirón y yo gimo. No puedo moverme mientras siento sus manos en mi culo. Se quita el pantalón y las bragas con una mano, mientras con la otra me masajea las nalgas. Cierro los ojos, mientras imagino lo que me va a hacer. No sé qué estoy haciendo. Sólo sé que estoy a su merced, dispuesta a que haga lo que quiera conmigo.
—Separa las piernas —susurra en mi oído.
Mis piernas tienen vida propia y hacen lo que ella pide mientras me acaricia el trasero con una mano y con la otra se enreda mi pelo para tenerme bien sujeta.
—Sí, pequeña, así.
Y, sin más, con una fuerte embestida me penetra con dos dedos y oigo un ahogado gemido en mi cuello. Eso me aviva. Luego, me da un azotito exigente. ¡Me gusta!
Me agarro al aparador y siento que las piernas me flojean. Ella debe notar mi debilidad porque me agarra por la cintura con las dos manos de modo posesivo y comienza a arremeter con una intensidad increíble dentro y fuera de mí. Una y otra vez. Una y otra vez.
En aquella posición y sin tacones, me siento pequeña ante ella, es más, me siento como una muñeca a la que mueven en busca de placer. De pronto, las embestidas paran de ritmo y su mano abandona mi cadera y baja hasta mi vagina. Con su mano libre mete los dedos en mi hendidura y me busca el clítoris. Eso me hace jadear y a ella también, su mano la estimula a ella también.
—Otro día —me dice—, te follaré mientras te masturbo con lo que te he regalado.
Le digo que sí. Quiero que lo haga.
Quiero que lo haga ya. No quiero que se vaya. Quiero… quiero…
Sus embestidas se hacen cada segundo más lentas y yo me muevo nerviosa, incitándolo a que suba el ritmo. Ella lo sabe. Lo intuye y pregunta cerca de mi oreja con su voz ronca.
—¿Más?
—Sí… sí… Quiero más.
Una nueva embestida hasta el fondo. Jadeo por el placer.
—¿Qué más quieres? —añade, mientras aprieta los dientes.
—Más.
Grito de placer ante su nueva penetración.
—Sé clara, pequeña. Estás húmeda y caliente. ¿Qué quieres?
Mi mente funciona a una velocidad desbordante. Sé lo que quiero, así que, sin importarme lo que piense de mí, suplico:
—Quiero que me penetres fuerte. Quiero que…
Un grito escapa de mi boca al sentir cómo mis palabras la avivan. La siento jadear. La vuelven loca. Sus embestidas fuertes y profundas comienzan de nuevo y yo me arqueo dispuesta a más y más, hasta que llega el clímax. Segundos después, ella explota también y suelta un gemido de placer mientras me penetra por última vez. Agotada y satisfecha, me agarro con fuerza al mueble. La siento apoyada en mi espalda y eso me reconforta.
Al cabo de un rato me incorporo y suspiro mientras me doy aire. Tengo calor. En esa ocasión soy yo la que se marcha directa a la ducha, donde disfruto en soledad de cómo el agua resbala por mi cuerpo.
Me demoro más de lo normal. Sólo espero que ella no esté cuando salga. Sin embargo, cuando lo hago la veo apaciblemente sentada en la cama con la copa de champán en la mano.
Mi gesto es un poema. Me doy cuenta de que mi ceño está fruncido y mi boca, tensa.
La miro. Me mira y, cuando veo que ella va a decir algo, levanto la mano para interrumpirla:
—Estoy cabreada. Y cuando estoy cabreada mejor que no hables. Por lo tanto, si no quieres que saque la Cruella de Vil que llevo dentro, coge tus cosas y márchate de mi casa.
Me toma de la mano.
—¡Suéltame!
—No. —Tira de mí hasta dejarme entre sus piernas—. ¿Quieres que me quede contigo?
—No.
—¿Estás segura?
—Sí.
—¿Vas a responder continuamente con monosílabos?
La carbonizo con la mirada.
Frunzo mis ojos y siseo con ganas de arrancarle aquella sonrisita de cabrona de la boca:
—¿Qué parte de «Estoy cabreada» no has entendido?
Me suelta. Da un trago a su copa y, tras saborearla, susurra:
—¡Ah! Las españolas y vuestro maldito carácter. ¿Por qué seréis así?
Le voy a… Le voy a dar un guantazo.
Juro que como diga alguna cosa más le estampo la botella de etiqueta rosa en la cabeza, aunque sea mi jefa.
—De acuerdo, pequeña, me iré. Tengo una cita. Pero regresaré mañana a la una. Te invito a comer y, a cambio, tú me enseñarás algo de Madrid, ¿te parece?
Con un gesto serio que incluso el mismísimo Robert De Niro sería incapaz de poner, la miró y gruño:
—No. No me parece. Que te enseñe Madrid otra española. Yo tengo cosas más importantes que hacer que estar contigo de turismo.
Y vuelve a hacerlo. Se acerca a mí, pone sus labios frente a mi boca, saca su lengua, recorre mi labio superior y añade:
—Mañana pasaré a buscarte a la una. No se hable más.
Abro la boca estupefacta y resoplo. Ella sonríe.
Quiero mandarla a que le den por culo, pero no puedo. El hipnotismo de sus ojos no me deja. Finalmente, mientras tira de mí en dirección a la puerta
dice:
—Que pases una buena noche, San. Y si me echas de menos, ya tienes con qué jugar.
Poco después se va de mi casa y yo me quedo como una imbécil mirando la puerta.
Aqui les dejo otro capitulo, Espero que lo disfruten...
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Capitulo 7
Desnuda y con su esbelto cuerpo sobre el mío, intento recuperar el control de mi respiración. Lo ocurrido ha sido ¡fantástico! Le acaricio la cabeza, que reposa sobre mi cuerpo, con mimo y aspiro su perfume. Es tan atractiva y me gusta. Noto su boca sobre mi pecho y eso también me gusta. No quiero moverme. No quiero que ella se mueva. Quiero disfrutar de ese momento un segundo más. Pero entonces, ella rueda hacia el lado derecho de la cama y me mira.
—¿Todo bien, San?
Digo que sí con la cabeza. Ella sonríe.
Instantes después veo que se levanta y se marcha de la habitación. Oigo la ducha. Deseo ducharme con ella pero no me ha invitado. Me siento en la cama sudorosa y veo en mi reloj digital que son las siete y media.
¿Cuánto tiempo hemos estado jugando?
Minutos después aparece desnuda y mojada. ¡Apetecible! Me sorprendo al darme cuenta de que coge las bragas y se las pone.
—Anoche perdisteis el partido de fútbol contra Italia. ¡Lo siento! Os mandaron a casita.
Brittany me mira y añade:
—Sabemos perder, te lo dije. Otra vez será.
Sigue vistiéndose sin inmutarse por lo que le acabo de decir.
—¿Qué haces? —le pregunto.
—Vestirme.
—¿Por qué?
—Tengo un compromiso —responde escuetamente.
¿Un compromiso? ¿Se va y me deja así?
Irritada por su falta de tacto, tras lo que ha ocurrido entre nosotros, me pongo la camiseta y las bragas.
—¿Vas a repetir con mi jefa? —le suelto, incapaz de morderme la lengua.
Eso la sorprende.
¡Ay, Dios! Pero ¿qué he dicho?
Sin mover un solo músculo de su cara se acerca a mí, vestida únicamente con las bragas.
—Sabía que eras curiosa, pero no tanto como para leer las tarjetas que no son para ti —me dice, escrutándome con su mirada.
Eso me avergüenza. Acabo de dejar constancia de que soy una fisgona. Pero sigo mostrándome incapaz de contener mi lengua.
—Lo que tú pienses me da igual —le digo.
—No debería darte igual, pequeña. Soy tu jefa.
Con un descaro increíble, la miro, me encojo de hombros y respondo:
—Pues me lo da, seas mi jefa o no.
Me levanto de la cama y camino hacia la cocina.
Quiero agua, ¡agua! No champán con olor a fresas. Cuando me vuelvo está detrás de mí.
—¿Qué haces que no te vistes y te vas? —le pregunto sin inmutarme y levantando una ceja.
No responde. Sólo me mira, desafiante, con los ojos entornados.
Furiosa la empujo y salgo de la cocina.
Camino de vuelta a mi habitación y siento que viene detrás de mí.
—Vístete y vete de mi casa —le grito, volviéndome hacia ella—¡Fuera!
—San… —oigo que me dice en voz baja.
—¡Ni San, ni leches! Quiero que te vayas de mi casa. Pero, vamos a ver: ¿para qué has venido?
Me mira con un gesto que me impulsa a partirle la cara. Me contengo. Es mi jefa.
—Vine a lo que tú ya sabes.
—¡¿Sexo?!
—Sí. Quedé en que te enseñaría a utilizar el vibrador.
Dice eso y se queda tan tranquila. ¡Flipante!
—Pero ¿es que me crees tan tonta como para no saber cómo se utiliza? —vuelvo a gritarle, presa de los nervios.
—No, San —comenta con aire distraído, mientras me sonríe—. Simplemente quería ser la primera en hacerlo.
—¿La primera?
—Sí, la primera. Porque estoy convencida de que a partir de hoy lo utilizarás muchas veces, mientras piensas en mí.
Esa seguridad arrogante me mata y, torciendo el gesto, replico, dispuesta a todo:
—Pero ¡serás creída! ¡Presumida! ¡Vanidosa y pretenciosa! ¿Tú quién te crees que eres? ¿El ombligo del mundo y la mujer más irresistible de la Tierra?
Con una tranquilidad que me desconcierta, responde mientras se pone el pantalón:
—No, San. No me creo nada de eso. Pero he sido la primera que ha jugado con un vibrador en tu cuerpo. Eso, te guste o no, nunca lo podrás obviar. Y aunque en un futuro juegues sola o con otras mujeres, siempre… sabrás que yo fui la primera.
Escucharla decir aquello me excita.
Me calienta.
¿Qué me pasa con esa mujer?
Pero no estoy dispuesta a caer en su influjo.
—Vale, habrás sido la primera. Pero la vida es muy larga y te aseguro que no serás la única. El sexo es algo estupendo en esta vida y siempre lo he disfrutado con quien he querido, cuando he querido y como he querido. Y tiene razón, señorita Pierce. Le tengo que dar las gracias por algo. Gracias por no regalarme unas insulsas rosas y regalarme un vibrador que estoy segura que me resultará de gran ayuda cuando esté practicando sexo con otras mujer. Gracias por alegrar mi vida sexual.
La oigo resoplar. Bien. La estoy cabreando.
—Un consejo —me replica, contra todo pronóstico—. Lleva el otro vibrador que te he regalado siempre en el bolso. Tiene forma de barra de labios y reúne toda la discreción para que nadie, excepto tú, sepa lo que es. Estoy segura de que te será de gran utilidad y que encontrarás sitios discretos para utilizarlo sola o en compañía.
Eso me descoloca. Esperaba que me mandara a freír espárragos, no aquello.
Malhumorada, me dispongo a sacar a la arpía mal hablada que hay en mí, cuando me coge por la cintura y me atrae hacia ella. La miro y, por un momento, me siento tentada a darle una bofetada. Pero no. No puedo hacer eso. Es la señorita Pierce y me gusta mucho. Entonces, me coge de la barbilla y me hace mirarla a los ojos. Y antes de que pueda hacer o decir nada, saca su lengua y me la pasa por el labio
superior. Después me succiona el inferior y cuando siento la evidencia de su excitación contra mí, murmura:
—¿Quieres que te folle?
Quiero decirle que no.
Quiero que se vaya de mi casa.
¡La odio por cómo me utiliza!
Pero mi cuerpo no responde. Se niega a hacerme caso. Sólo puedo seguir mirándola mientras un deseo inmenso crece con fuerza en mi interior y yo ya no me reconozco. ¿Qué me pasa?
—San, responde —Susurra, en tono suave.
Convencida de que sólo puedo contestar que sí, asiento y ella, sin miramientos, me da la vuelta entre sus brazos. Me hace caminar ante ella hasta el aparador de mi habitación. Me planta las manos en él y me inclina hacia adelante. Después me arranca las bragas de un tirón y yo gimo. No puedo moverme mientras siento sus manos en mi culo. Se quita el pantalón y las bragas con una mano, mientras con la otra me masajea las nalgas. Cierro los ojos, mientras imagino lo que me va a hacer. No sé qué estoy haciendo. Sólo sé que estoy a su merced, dispuesta a que haga lo que quiera conmigo.
—Separa las piernas —susurra en mi oído.
Mis piernas tienen vida propia y hacen lo que ella pide mientras me acaricia el trasero con una mano y con la otra se enreda mi pelo para tenerme bien sujeta.
—Sí, pequeña, así.
Y, sin más, con una fuerte embestida me penetra con dos dedos y oigo un ahogado gemido en mi cuello. Eso me aviva. Luego, me da un azotito exigente. ¡Me gusta!
Me agarro al aparador y siento que las piernas me flojean. Ella debe notar mi debilidad porque me agarra por la cintura con las dos manos de modo posesivo y comienza a arremeter con una intensidad increíble dentro y fuera de mí. Una y otra vez. Una y otra vez.
En aquella posición y sin tacones, me siento pequeña ante ella, es más, me siento como una muñeca a la que mueven en busca de placer. De pronto, las embestidas paran de ritmo y su mano abandona mi cadera y baja hasta mi vagina. Con su mano libre mete los dedos en mi hendidura y me busca el clítoris. Eso me hace jadear y a ella también, su mano la estimula a ella también.
—Otro día —me dice—, te follaré mientras te masturbo con lo que te he regalado.
Le digo que sí. Quiero que lo haga.
Quiero que lo haga ya. No quiero que se vaya. Quiero… quiero…
Sus embestidas se hacen cada segundo más lentas y yo me muevo nerviosa, incitándolo a que suba el ritmo. Ella lo sabe. Lo intuye y pregunta cerca de mi oreja con su voz ronca.
—¿Más?
—Sí… sí… Quiero más.
Una nueva embestida hasta el fondo. Jadeo por el placer.
—¿Qué más quieres? —añade, mientras aprieta los dientes.
—Más.
Grito de placer ante su nueva penetración.
—Sé clara, pequeña. Estás húmeda y caliente. ¿Qué quieres?
Mi mente funciona a una velocidad desbordante. Sé lo que quiero, así que, sin importarme lo que piense de mí, suplico:
—Quiero que me penetres fuerte. Quiero que…
Un grito escapa de mi boca al sentir cómo mis palabras la avivan. La siento jadear. La vuelven loca. Sus embestidas fuertes y profundas comienzan de nuevo y yo me arqueo dispuesta a más y más, hasta que llega el clímax. Segundos después, ella explota también y suelta un gemido de placer mientras me penetra por última vez. Agotada y satisfecha, me agarro con fuerza al mueble. La siento apoyada en mi espalda y eso me reconforta.
Al cabo de un rato me incorporo y suspiro mientras me doy aire. Tengo calor. En esa ocasión soy yo la que se marcha directa a la ducha, donde disfruto en soledad de cómo el agua resbala por mi cuerpo.
Me demoro más de lo normal. Sólo espero que ella no esté cuando salga. Sin embargo, cuando lo hago la veo apaciblemente sentada en la cama con la copa de champán en la mano.
Mi gesto es un poema. Me doy cuenta de que mi ceño está fruncido y mi boca, tensa.
La miro. Me mira y, cuando veo que ella va a decir algo, levanto la mano para interrumpirla:
—Estoy cabreada. Y cuando estoy cabreada mejor que no hables. Por lo tanto, si no quieres que saque la Cruella de Vil que llevo dentro, coge tus cosas y márchate de mi casa.
Me toma de la mano.
—¡Suéltame!
—No. —Tira de mí hasta dejarme entre sus piernas—. ¿Quieres que me quede contigo?
—No.
—¿Estás segura?
—Sí.
—¿Vas a responder continuamente con monosílabos?
La carbonizo con la mirada.
Frunzo mis ojos y siseo con ganas de arrancarle aquella sonrisita de cabrona de la boca:
—¿Qué parte de «Estoy cabreada» no has entendido?
Me suelta. Da un trago a su copa y, tras saborearla, susurra:
—¡Ah! Las españolas y vuestro maldito carácter. ¿Por qué seréis así?
Le voy a… Le voy a dar un guantazo.
Juro que como diga alguna cosa más le estampo la botella de etiqueta rosa en la cabeza, aunque sea mi jefa.
—De acuerdo, pequeña, me iré. Tengo una cita. Pero regresaré mañana a la una. Te invito a comer y, a cambio, tú me enseñarás algo de Madrid, ¿te parece?
Con un gesto serio que incluso el mismísimo Robert De Niro sería incapaz de poner, la miró y gruño:
—No. No me parece. Que te enseñe Madrid otra española. Yo tengo cosas más importantes que hacer que estar contigo de turismo.
Y vuelve a hacerlo. Se acerca a mí, pone sus labios frente a mi boca, saca su lengua, recorre mi labio superior y añade:
—Mañana pasaré a buscarte a la una. No se hable más.
Abro la boca estupefacta y resoplo. Ella sonríe.
Quiero mandarla a que le den por culo, pero no puedo. El hipnotismo de sus ojos no me deja. Finalmente, mientras tira de mí en dirección a la puerta
dice:
—Que pases una buena noche, San. Y si me echas de menos, ya tienes con qué jugar.
Poco después se va de mi casa y yo me quedo como una imbécil mirando la puerta.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Me encanta la historia pero queria preguntar algo, sera Brittany capaz de sentir verdadero amor por Santana o para ella solo sera sexo y mas nada? pq a pesar de lo cabreada que pueda estar San, a ella si la veo capaz de enamorarse de Brittany!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Vale, te regalaré uno, pero tendrás que venir a por él.
Bueno el Bob Esponja me lo regalaron en las Navidades pasadas como broma, pero es grande y es muy suave, me gusta mucho y dosmir abrazado a él cuando necesito calor es muy bueno, mi novia...bueno ella ya sabe que yo prefiero tenerla a ella en la cama, pero que se le va a hacer...tendre que tener un "amante" cuando ella no esta jajajaja
Vaya con el capitulo, las chicas no se cansan y Britt convence a San aunque la tenga cabreada, aunque bueno es dificil resistirse a esa rubia, si San busca alguien con la que jugar con el regalo, yo me apunto :P
Ya quiero ver que pasa a las una, estas chicas cada vez que se encuentran pasa algo Me encanta la historia, gracias por adaptarla
Besos linda
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Para Brittany la palabra "NO" no existe.cierto?
Ella es tan.. sexosa... todo lo arregla asi.. aunque me guste (el sexo claro) creo que es algo.. mm... grotesca, insencible tal vez!
No me gusta que San sea el juguete sexual >:c
Ella es tan.. sexosa... todo lo arregla asi.. aunque me guste (el sexo claro) creo que es algo.. mm... grotesca, insencible tal vez!
No me gusta que San sea el juguete sexual >:c
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Pobre san se esta enamorando y britt solo la esta usando,
Aunque espero que britt se enamore tambien
Saludos
Aunque espero que britt se enamore tambien
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Me gustaria que San le diejiera que NO de veradad en algun momento!!
Quisiera saber de la reaccion de Britt entonces!!
Saludos
Quisiera saber de la reaccion de Britt entonces!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola..micky morales escribió:Me encanta la historia pero queria preguntar algo, sera Brittany capaz de sentir verdadero amor por Santana o para ella solo sera sexo y mas nada? pq a pesar de lo cabreada que pueda estar San, a ella si la veo capaz de enamorarse de Brittany!
Buena pregunta XD Bueno tendras que esperar y ver como se va desarrollando la historia, hasta a esta Britt le puede pegar duro el amor XD Gracias por leer y comentar!
Holii :3Marta_Snix escribió:Vale, te regalaré uno, pero tendrás que venir a por él.Bueno el Bob Esponja me lo regalaron en las Navidades pasadas como broma, pero es grande y es muy suave, me gusta mucho y dosmir abrazado a él cuando necesito calor es muy bueno, mi novia...bueno ella ya sabe que yo prefiero tenerla a ella en la cama, pero que se le va a hacer...tendre que tener un "amante" cuando ella no esta jajajajaVaya con el capitulo, las chicas no se cansan y Britt convence a San aunque la tenga cabreada, aunque bueno es dificil resistirse a esa rubia, si San busca alguien con la que jugar con el regalo, yo me apunto :PYa quiero ver que pasa a las una, estas chicas cada vez que se encuentran pasa algo Me encanta la historia, gracias por adaptarlaBesos linda
QUE? Estas muy lenjos no es justooooo...
Vaya broma, eso no es nada de broma es un lindo detalle aunque sea una esponja XDD No creo que a tu novia le guste oirte decir eso
Si, Brittany tiene un poder de convencimiento demasiado efectivo, Gracias a ti por leer y comentar linda :*
Holaaaa :DElita escribió:Para Brittany la palabra "NO" no existe.cierto?
Ella es tan.. sexosa... todo lo arregla asi.. aunque me guste (el sexo claro) creo que es algo.. mm... grotesca, insencible tal vez!
No me gusta que San sea el juguete sexual >:c
No, realmente no! XD Pero vele el lado bueno, siempre pide las cosas ''Por favor'' Jejjejee como negarle algo si es tan linda??? *w* Amabas son sexosas a quien no le gusta el sexo??? pero eso de ''Solo sexo'' no en todos los casos es igual.. veremos si este es el de las chicas...
Holaa... :)Jane0_o escribió:Pobre san se esta enamorando y britt solo la esta usando,
Aunque espero que britt se enamore tambien
Saludos
Bueno, a simple visto eso parece pero San no se ha resistido, Brittany le puede y aunque quiere no es capaz de decirle que no, pero ambas disfrutan del sexo no solo es Britt sino tambien San... Por algo Britt se fijo en San creeme.. ;)
GRacias por leer y comentar!
Hola... :)monica.santander escribió:Me gustaria que San le diejiera que NO de veradad en algun momento!!
Quisiera saber de la reaccion de Britt entonces!!
Saludos
Puedo que lo tenga y que quiera el problema estan en que.. tendra la voluntad para hacerlo??? Ya veremos que suscede jejejeje
Gracias por leer y comentar!
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Chicas aqui otros dos caps... SI, han leidobie XD Como soy MUY buena les voy a dejar dos capitulos como regalo de fin de semana jejejejej Bueno, espero que se de su agrado ahii me deja sus comentarios, sugerencias etc......... Se cuidan!!!
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Capitulo 8
Estoy dormida como un tronco cuando oigo el sonido de la puerta de mi casa al abrirse. Salto de la cama ¿Qué hora es? Miro el reloj de mi mesilla. Las once y siete. Me tumbo de nuevo en la cama. No quiero saber quién es hasta que, de pronto, una pequeña bomba cae sobre mí y grita:
—¡Hola, titaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Mi sobrina Luz.
Maldigo en silencio, pero luego miro a la pequeña y la agarro para besarla con amor.
Adoro a mi sobrina. Pero cuando mis ojos se cruzan con los de mi hermana, mi mirada dice de todo menos bonita. Veinte minutos después y recién salida de la ducha, entro en el comedor en pijama. Mi hermana está preparando algo de desayuno mientras mi pequeña Luz, espachurra entre sus brazos al pobre Curro y ve los dibujos de la televisión.
Entro en la cocina, me siento en la encimera y pregunto:
—¿Se puede saber qué haces en mi casa un sábado a las once de la mañana?
Mi hermana me mira y pone un café ante mí.
—Me engaña —cuchichea.
Sorprendida por sus palabras, me dispongo a contestarle, pero ella baja la voz para que Luz no la oiga y prosigue:
—Acabo de descubrir que el sinvergüenza de mi marido ¡me engaña! Me paso media vida a régimen, yendo al gimnasio, cuidándome para estar siempre estupenda y ¡ese desgraciado me engaña! Pero no, esto no va a quedar así. Te juro que voy a contratar al mejor abogado que encuentre y le voy a sacar hasta los higadillos por cabrón. Te juro que…
Necesito un segundo. Tiempo muerto. Levanto la mano y pregunto:
—¿Por qué sabes que te engaña?
—Lo sé y punto.
—No me vale esa respuesta —insisto cuando la pequeña entra en la cocina.
—Mami, voy al baño.
Raquel asiente y dice:
—Oye, no te olvides de limpiarte con papel, ¿vale?
La pequeña desaparece de nuestra vista.
—Ayer Pili, la madre de la amiguita de Luz —continúa—, me confesó que descubrió que su marido la engañaba cuando éste comenzó a comprarse él mismo la ropa. Y justamente, Alfredo hace dos días se compró una camisa ¡y unos calzoncillos!
Eso me deja patitiesa. No sé qué decir. Efectivamente, se dice que uno de los síntomas para desconfiar en un hombre es ése. Pero claro, tampoco se puede decir que eso sea una tónica general en todos. Y menos en mi cuñado. Que no, que no me lo imagino.
—Pero, Raquel, eso no quiere decir nada mujer…
—Sí. Eso quiere decir mucho.
—¡Anda ya, exagerada!—río para quitarle importancia.
—De exagerada nada, cuchufleta. Me mira de forma extraña… como si quisiera decirme algo y… cuando hacemos el amor, él…
—No quiero saber más—la interrumpo. Pensar en mi cuñado en plan caliente no me apetece.
Entonces, mi sobrina irrumpe en la cocina y pregunta:
—Tita… ¿por qué este pintalabios no pinta pero tiembla?
Al escuchar eso creo morir. Rápidamente miro a la pequeña y veo que trae en las manos el vibrador en forma de pintalabios que Brittany me ha regalado. Salto de la encimera y se lo quito. Mi hermana, como está en su mundo, ni se entera. Menos mal. Me guardo el jodido pintalabios en el primer sitio que encuentro. En las bragas.
—Es un pintalabios de broma, pichurrina. ¿No lo has visto?
La pequeña suelta una risotada y yo me parto. Bendita inocencia. Mi hermana nos mira y mi sobrina dice:
—Tita, no te olvides de la fiesta del martes.
—No lo haré, cariño —murmuro, mientras le acaricio la cabeza con ternura.
Mi sobrina me mira con sus ojitos castaños, tuerce la boca y dice:
—He discutido otra vez con Alicia. Es tonta y no la pienso ajuntar en la vida.
Alicia es la mejor amiga de mi sobrina. Pero son tan diferentes que no paran de discutir, aunque luego no pueden vivir la una sin la otra. Yo soy su intermediaria.
—¿Por qué habéis discutido?
Luz resopla y pone sus ojitos en blanco.
—Porque le dejé una película y ella dice que es mentira —cuchichea—. Me llamó tonta y cosas peores y yo me enfadé. Pero ayer me trajo la película, me pidió perdón y yo no la perdoné.
Sonrío. Mi canija y sus grandes problemas.
—Luz, sabes que siempre te digo que cuando quieres a una persona hay que intentar solucionar los problemas, ¿no? ¿Tú quieres a Alicia?
—Sí.
—Y si te ha pedido perdón por su error, ¿por qué no la perdonas?
—Porque estoy enfadada con ella.
—Vale, entiendo tu enfado, pero ahora debes pensar si tu enfado es tan importante como para dejar de ser amiga de una persona a la que quieres y que encima te ha pedido disculpas. Piénsalo, ¿vale?
—De acuerdo, tita. Lo pensaré.
Segundos después la pequeña desaparece en el interior de mi piso.
—¿Se puede saber qué te has guardado en el pantalón? —pregunta Raquel.
—Ya lo he dicho. Un pintalabios de broma —río al recordar que está dentro de mis bragas.
Convencida o no, acepta lo dicho y no pide más explicaciones. Eso me alegra. Media hora después, tras haber despotricado todo lo habido y por haber contra mi cuñado, mi hermana y mi sobrina se van y me dejan tranquila en casa.
Miro el reloj. Las doce y cinco minutos.
Entonces recuerdo que Brittany me vendrá a buscar y maldigo. No pienso salir con ella. Que salga con la que tuvo la cita anoche. Voy a mi habitación, cojo mi móvil y, sorprendida, me doy cuenta de que tengo un mensaje. Es de Brittany.
«Recuerda. A la una paso a buscarte.»
Eso me enfurece.
Pero ¿quién se ha creído esta que es para ocupar mi tiempo? Le respondo:
«No pienso salir.»
Tras enviárselo, suspiro aliviada, pero mi alivio dura poco cuando el teléfono suena y leo: «Pequeña, no me hagas enfadar». [/i]
¿Que no la haga enfadar?
Esta chica es de todo, menos bonita. Y, antes de que le conteste, mi móvil pita de nuevo.
[i]«Por tu bien, te espero a la una.»
Leer aquello me hace sonreír.
¡Será impertinente…! Así que decido responderle: «Por su bien, señorita Pierce, no venga. No estoy de humor».
Mi móvil inmediatamente pita de nuevo.
«Señorita López, ¿quiere enfadarme?»
Boquiabierta, miro la pantalla y respondo: «Lo que quiero es que se olvide de mí».
Dejo el móvil sobre la encimera, pero suena de nuevo. Rápidamente lo cojo.
«Tienes dos opciones. La primera, enseñarme Madrid y disfrutar del día conmigo. Y la segunda enfadarme y soy tu JEFA. Tú decides.»
Me atraganto. Su abuso de autoridad me enardece pero me excita.
¿Seré imbécil?
Con las manos temblorosas, vuelvo a dejarlo sobre la encimera. No pienso contestarle. Pero el móvil pita de nuevo y yo, curiosa de mí, leo lo que pone: «Elige opción».
Enfadada, maldigo por lo bajo.
Me lo imagino sonriendo mientras escribe aquello. Eso me enfada aún más. Suelto el teléfono. No pienso contestar y tres segundos después vuelve a pitar. Leo: «Estoy esperando y mi paciencia no es infinita».
Desesperada, me acuerdo de todos sus antepasados. Y al final contesto: «A la una estaré preparada».
Espero su respuesta, pero no llega. Convencida de que me estoy metiendo en un juego al que no debería jugar, me preparo otro café y, cuando miro el reloj del microondas, veo que marca la una menos veinte. Sin tiempo que perder, corro por la casa.
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Capitulo 8
Estoy dormida como un tronco cuando oigo el sonido de la puerta de mi casa al abrirse. Salto de la cama ¿Qué hora es? Miro el reloj de mi mesilla. Las once y siete. Me tumbo de nuevo en la cama. No quiero saber quién es hasta que, de pronto, una pequeña bomba cae sobre mí y grita:
—¡Hola, titaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Mi sobrina Luz.
Maldigo en silencio, pero luego miro a la pequeña y la agarro para besarla con amor.
Adoro a mi sobrina. Pero cuando mis ojos se cruzan con los de mi hermana, mi mirada dice de todo menos bonita. Veinte minutos después y recién salida de la ducha, entro en el comedor en pijama. Mi hermana está preparando algo de desayuno mientras mi pequeña Luz, espachurra entre sus brazos al pobre Curro y ve los dibujos de la televisión.
Entro en la cocina, me siento en la encimera y pregunto:
—¿Se puede saber qué haces en mi casa un sábado a las once de la mañana?
Mi hermana me mira y pone un café ante mí.
—Me engaña —cuchichea.
Sorprendida por sus palabras, me dispongo a contestarle, pero ella baja la voz para que Luz no la oiga y prosigue:
—Acabo de descubrir que el sinvergüenza de mi marido ¡me engaña! Me paso media vida a régimen, yendo al gimnasio, cuidándome para estar siempre estupenda y ¡ese desgraciado me engaña! Pero no, esto no va a quedar así. Te juro que voy a contratar al mejor abogado que encuentre y le voy a sacar hasta los higadillos por cabrón. Te juro que…
Necesito un segundo. Tiempo muerto. Levanto la mano y pregunto:
—¿Por qué sabes que te engaña?
—Lo sé y punto.
—No me vale esa respuesta —insisto cuando la pequeña entra en la cocina.
—Mami, voy al baño.
Raquel asiente y dice:
—Oye, no te olvides de limpiarte con papel, ¿vale?
La pequeña desaparece de nuestra vista.
—Ayer Pili, la madre de la amiguita de Luz —continúa—, me confesó que descubrió que su marido la engañaba cuando éste comenzó a comprarse él mismo la ropa. Y justamente, Alfredo hace dos días se compró una camisa ¡y unos calzoncillos!
Eso me deja patitiesa. No sé qué decir. Efectivamente, se dice que uno de los síntomas para desconfiar en un hombre es ése. Pero claro, tampoco se puede decir que eso sea una tónica general en todos. Y menos en mi cuñado. Que no, que no me lo imagino.
—Pero, Raquel, eso no quiere decir nada mujer…
—Sí. Eso quiere decir mucho.
—¡Anda ya, exagerada!—río para quitarle importancia.
—De exagerada nada, cuchufleta. Me mira de forma extraña… como si quisiera decirme algo y… cuando hacemos el amor, él…
—No quiero saber más—la interrumpo. Pensar en mi cuñado en plan caliente no me apetece.
Entonces, mi sobrina irrumpe en la cocina y pregunta:
—Tita… ¿por qué este pintalabios no pinta pero tiembla?
Al escuchar eso creo morir. Rápidamente miro a la pequeña y veo que trae en las manos el vibrador en forma de pintalabios que Brittany me ha regalado. Salto de la encimera y se lo quito. Mi hermana, como está en su mundo, ni se entera. Menos mal. Me guardo el jodido pintalabios en el primer sitio que encuentro. En las bragas.
—Es un pintalabios de broma, pichurrina. ¿No lo has visto?
La pequeña suelta una risotada y yo me parto. Bendita inocencia. Mi hermana nos mira y mi sobrina dice:
—Tita, no te olvides de la fiesta del martes.
—No lo haré, cariño —murmuro, mientras le acaricio la cabeza con ternura.
Mi sobrina me mira con sus ojitos castaños, tuerce la boca y dice:
—He discutido otra vez con Alicia. Es tonta y no la pienso ajuntar en la vida.
Alicia es la mejor amiga de mi sobrina. Pero son tan diferentes que no paran de discutir, aunque luego no pueden vivir la una sin la otra. Yo soy su intermediaria.
—¿Por qué habéis discutido?
Luz resopla y pone sus ojitos en blanco.
—Porque le dejé una película y ella dice que es mentira —cuchichea—. Me llamó tonta y cosas peores y yo me enfadé. Pero ayer me trajo la película, me pidió perdón y yo no la perdoné.
Sonrío. Mi canija y sus grandes problemas.
—Luz, sabes que siempre te digo que cuando quieres a una persona hay que intentar solucionar los problemas, ¿no? ¿Tú quieres a Alicia?
—Sí.
—Y si te ha pedido perdón por su error, ¿por qué no la perdonas?
—Porque estoy enfadada con ella.
—Vale, entiendo tu enfado, pero ahora debes pensar si tu enfado es tan importante como para dejar de ser amiga de una persona a la que quieres y que encima te ha pedido disculpas. Piénsalo, ¿vale?
—De acuerdo, tita. Lo pensaré.
Segundos después la pequeña desaparece en el interior de mi piso.
—¿Se puede saber qué te has guardado en el pantalón? —pregunta Raquel.
—Ya lo he dicho. Un pintalabios de broma —río al recordar que está dentro de mis bragas.
Convencida o no, acepta lo dicho y no pide más explicaciones. Eso me alegra. Media hora después, tras haber despotricado todo lo habido y por haber contra mi cuñado, mi hermana y mi sobrina se van y me dejan tranquila en casa.
Miro el reloj. Las doce y cinco minutos.
Entonces recuerdo que Brittany me vendrá a buscar y maldigo. No pienso salir con ella. Que salga con la que tuvo la cita anoche. Voy a mi habitación, cojo mi móvil y, sorprendida, me doy cuenta de que tengo un mensaje. Es de Brittany.
«Recuerda. A la una paso a buscarte.»
Eso me enfurece.
Pero ¿quién se ha creído esta que es para ocupar mi tiempo? Le respondo:
«No pienso salir.»
Tras enviárselo, suspiro aliviada, pero mi alivio dura poco cuando el teléfono suena y leo: «Pequeña, no me hagas enfadar». [/i]
¿Que no la haga enfadar?
Esta chica es de todo, menos bonita. Y, antes de que le conteste, mi móvil pita de nuevo.
[i]«Por tu bien, te espero a la una.»
Leer aquello me hace sonreír.
¡Será impertinente…! Así que decido responderle: «Por su bien, señorita Pierce, no venga. No estoy de humor».
Mi móvil inmediatamente pita de nuevo.
«Señorita López, ¿quiere enfadarme?»
Boquiabierta, miro la pantalla y respondo: «Lo que quiero es que se olvide de mí».
Dejo el móvil sobre la encimera, pero suena de nuevo. Rápidamente lo cojo.
«Tienes dos opciones. La primera, enseñarme Madrid y disfrutar del día conmigo. Y la segunda enfadarme y soy tu JEFA. Tú decides.»
Me atraganto. Su abuso de autoridad me enardece pero me excita.
¿Seré imbécil?
Con las manos temblorosas, vuelvo a dejarlo sobre la encimera. No pienso contestarle. Pero el móvil pita de nuevo y yo, curiosa de mí, leo lo que pone: «Elige opción».
Enfadada, maldigo por lo bajo.
Me lo imagino sonriendo mientras escribe aquello. Eso me enfada aún más. Suelto el teléfono. No pienso contestar y tres segundos después vuelve a pitar. Leo: «Estoy esperando y mi paciencia no es infinita».
Desesperada, me acuerdo de todos sus antepasados. Y al final contesto: «A la una estaré preparada».
Espero su respuesta, pero no llega. Convencida de que me estoy metiendo en un juego al que no debería jugar, me preparo otro café y, cuando miro el reloj del microondas, veo que marca la una menos veinte. Sin tiempo que perder, corro por la casa.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 9
¿Qué me pongo?
Al final, me calzo unos vaqueros y una camiseta negra de los Guns’n’Roses que me regaló mi amiga Marley. Me sujeto el pelo en una coleta alta y a la una suena el telefonillo. ¡Qué puntual! Convencida de que es ella, no contesto. Que vuelva a llamar. Diez segundos después lo hace. Sonrío. Descuelgo el telefonillo y pregunto distraída:
—¿Sí?
—Baja. Te espero, linda.
¡Olé! Ni buenos días, ni nada.
Tras besar a Curro en la cabeza, salgo de mi casa deseosa de que mi aspecto con vaqueros no le guste nada de nada y decida no salir conmigo. Pero me quedo a cuadros cuando llego a la calle y la veo vestida con unos vaqueros y una camiseta color beige junto a un impresionante Ferrari rojo que me deja patidifusa. ¡Si lo ve mi padre!
La sonrisa vuelve a mi boca. ¡Me encanta!
—¿Es tuyo? —pregunto, acercándome hasta ella.
Se encoge de hombros y no contesta.
Asumo que es alquilado y me enamoro a primera vista de aquella impresionante máquina. Lo acaricio con mimo mientras siento que ella me mira.
—¿Me dejas conducirlo? —le pregunto.
—No.
—Venga, vaaaaaaaaaaaa —insisto—. No seas aguafiestas y déjame. Mi padre tiene un taller y te aseguro que sé hacerlo.
Brittany me mira. Yo la miro también.
Ella resopla y yo sonrío. Finalmente niega con la cabeza.
—Enséñame Madrid y, si te portas bien, quizá luego te permita conducirlo. —Eso me emociona y prosigue—: Yo conduciré y tú me dirás dónde ir. Así que, ¿dónde vamos?
Me quedo pensando un rato, pero en seguida le contesto:
—¿Qué te parece si vamos a lo más popular de Madrid? Plaza Mayor, Puerta del Sol, Palacio Real, ¿lo conoces?
No responde, así que le doy unas indicaciones y nos sumergimos en el tráfico. Mientras ella conduce, disfruto del hecho de ir en un Ferrari. ¡Qué pasada! Subo la música de la radio. Me encanta esa canción de Juanes. Ella la baja. Vuelvo a subirla. Ella vuelve a bajarla.
—Vamos a ver, ¡que no escucho la canción! —protesto.
—¿Estás sorda?
—No… no estoy sorda, pero un poquito de música alta dentro de un coche no viene mal.
—¿Y también tienes que cantar?
Esa pregunta me toma tan de sorpresa que respondo:
—¿Qué pasa? ¿que tú no cantas nunca?
—No.
—¿Por qué?
Tuerce el gesto mientras lo piensa… lo piensa… y lo piensa.
—Sinceramente, no lo sé —contesta, finalmente.
Sorprendida por aquello, la miro y añado:
—Pues la música es algo maravilloso en la vida. Mi madre siempre decía que la música amansa las fieras y que las letras de muchas canciones pueden ser tan significativas para el ser humano que incluso nos pueden ayudar a aclarar muchos sentimientos.
—Hablas de tu madre en pasado. ¿Por qué?
—Murió de cáncer hace unos años.
Brittany toca mi mano.
—Lo siento, San —murmura.
Le hago un gesto de comprensión con la cabeza, y, sin querer dejar de hablar de mi madre, añado:
—A ella le encantaba cantar y a mí me pasa igual.
—¿Y no te da vergüenza cantar delante de mí?
—No, ¿por qué? —respondo, encogiéndome de hombros.
—No lo sé, SAn, quizá por pudor.
—¡Qué va! Soy una loca de la música y me paso el día canturreando. Por cierto, te lo recomiendo.
Vuelvo a subir la música y, demostrándole la poca vergüenza que tengo, muevo los hombros y canturreo:
Tengo la camisa negra, porque negra tengo el alma.
Yo por ti perdí la calma y casi pierdo hasta mi cama.
Cama cama caman baby, te digo con disimulo.
Que tengo la camisa negra y debajo tengo el difunto.
Finalmente, veo que la comisura de sus labios se curva. Eso me proporciona seguridad y continúo canturreando, canción tras canción. Al llegar al centro de Madrid, metemos el coche en un parking subterráneo y lo miro con tristeza mientras nos alejamos de él. Brittany se da cuenta de ello y se acerca a mi oído.
—Recuerda. Si eres buena, te dejaré conducirlo —susurra.
Mi gesto cambia y un aleteo de felicidad me cubre por completo cuando la oigo reír. ¡Vaya! ¡Sabe reír! Tiene una risa muy bonita. Algo que no utiliza mucho, pero que las pocas veces que lo hace me encanta. Tras salir del parking, me coge de la mano con seguridad. Eso me sorprende y, como me agrada, no la retiro. Caminamos por la calle del Carmen y desembocamos en la Puerta del Sol. Subimos por la calle Mayor y llegamos hasta la plaza Mayor. Veo que le maravilla todo lo que ve mientras continuamos nuestro camino hacia el Palacio Real. Cuando llegamos está cerrado y, como las tripas nos comienzan a rugir, le propongo comer en un restaurante italiano de unos amigos míos.
Cuando llegamos al restaurante, mis amigos nos saludan encantados. Rápidamente nos acomodan en una mesita algo alejada del resto y, tras pedir los platos, nos traen algo de beber.
—¿Es buena la comida de aquí?
—La mejor. Will y Emma cocinan muy bien. Y te aseguro que todos los productos vienen directamente desde Milán.
Diez minutos después, lo comprueba ella mismo al degustar una mozzarella de búfala con tomate que sabe a gloria.
—Muy rico.
Pincha un nuevo trozo y me lo ofrece. Yo lo acepto.
—¿Lo ves? —trago—. Te lo dije…
Asiente. Pincha de nuevo y me vuelve a ofrecer. Vuelvo a aceptarlo y entro en su juego. Pincho yo y le ofrezco a ella. Ambas comemos de la mano de la otra sin importarnos lo que piensen a nuestro alrededor. Acabada la mozzarella, se limpia la boca con la servilleta y me mira.
—Tengo que hacerte una proposición —me dice.
—Mmmm… Conociéndote, seguro que será indecente.
Sonríe ante mi comentario. Me toca la punta de la nariz con su dedo y dice:
—Voy a estar en España durante un tiempo y después regresaré a Holanda. Me imagino que sabrás que mi padre murió hace tres semanas… Me quiero encargar de visitar todas las delegaciones que mi empresa tiene en España. Necesito saber la situación de las mismas, ya que quiero ampliar el negocio a otros países. Hasta el momento era mi padre quien se ocupaba de todo y… bueno… ahora el mando lo llevo yo.
—Siento lo de tu padre. Recuerdo haber oído…
—Escucha, San —me interrumpe. No me deja profundizar en su vida—. Tengo varias reuniones en distintas ciudades españolas y me gustaría que me acompañaras. Sabes hablar y escribir perfectamente en holandés y necesito que, tras las reuniones, envíes varios documentos a mi sede en Holanda. El jueves tengo que estar en Barcelona y…
—No puedo. Tengo mucho trabajo y…
—Por tu trabajo no te preocupes. La jefa soy yo.
—¿Me estás pidiendo que deje todo y te acompañe en tus viajes? —le pregunto, boquiabierta.
—Sí.
—¿Y por qué no se lo pides a Quinn? Ella era la secretaria de tu padre.
—Te prefiero a ti. —Y al ver mi gesto añade—: Vendrías en calidad de secretaria. Tus vacaciones se aplazarían hasta que regresáramos y después podrías cogerlas. Y, por supuesto, tus honorarios por este viaje serán los que tú marques.
—¡Ufff…! No me tientes con mis honorarios o me aprovecharé de ti.
Apoya los codos sobre la mesa. Junta las manos. Deja caer la barbilla sobre ellas y murmura:
—Aprovéchate de mí.
El labio me tiembla.
No quiero entender lo que ella me está proponiendo. O al menos no quiero entenderlo como yo lo estoy entendiendo. Pero como soy incapaz de callar hasta debajo del agua, le pregunto:
—¿Me vas a pagar por estar conmigo?
Al decir aquello me mira fijamente y responde:
—Te voy a pagar por tu trabajo, San. ¿Por quién me has tomado?
Nerviosa, el estómago se me cierra y vuelvo a preguntar. Esta vez en un susurro, para que nadie nos oiga:
—¿Y mi trabajo cuál se supone que será?
Sin inmutarse, clava sus impresionantes ojos en mí y aclara:
—Te lo acabo de explicar, pequeña. Serás mi secretaria. La persona que se ocupe de enviar a las oficinas centrales de Holanda todo lo que hablemos en esas reuniones.
Mi mente comienza a dar vueltas pero, antes de que pueda decir nada más, me coge de la mano.
—No te voy a negar que me atraes. Me excita sorprenderte y más aún oírte gemir. Pero créeme que lo que te estoy proponiendo es totalmente decente.
Eso me excita y me hace reír. De pronto, me siento como Demi Moore en la película Una proposición indecente.
—En los hoteles, ¿habitaciones separadas? —pregunto.
—Por supuesto. Ambas tendremos nuestro propio espacio. Tienes para pensarlo hasta el martes. Ese día necesito una respuesta o me buscaré a otra secretaria.
En ese momento llega Will con una impresionante pizza cuatro estaciones y la coloca en el centro. Después se va. El olor a especias me abre el estómago y sonrío. Ella me imita y a partir de ese momento no volvemos a mencionar la conversación. Se lo agradezco. Tengo que pensarlo. Así que nos limitamos a disfrutar de una estupenda comida.
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Estan de suerte, vean mas abajo....
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 10
Tras salir del restaurante, Brittnany vuelve a cogerme de la mano con un gesto posesivo, y yo me dejo llevar. Cada vez me gustan más las sensaciones que me provoca, a pesar de que estoy algo desconcertada por su proposición.
Una parte de mí quiere rechazarla, pero otra parte quiere aceptarla. Me gusta Brittany. Me gustan sus besos. Me gusta cómo me toca y sus juegos. Caminamos en busca de la sombra por los jardines del Palacio Real mientras hablamos de mil cosas, aunque de ninguna en profundidad.
—¿Te apetece venir a mi hotel? —me pregunta de repente.
—¿Ahora?
Me mira. Recorre mi cuerpo con lujuria y susurra con voz ronca:
—Sí. Ahora. Estoy alojada en el hotel Villa Magna.
El estómago se me contrae. Ir a una habitación con Brittany supone ¡lo que supone! Sexo… sexo… y sexo. Y, tras mirarla unos segundos, le digo que sí con la cabeza, convencida de que es eso lo que quiero con ella. Sexo. Caminamos de la mano hasta el parking.
—¿Me dejarás conducir?
Me mira con sus inquietantes ojos azules y acerca su boca a mi oído.
—¿Has sido buena?
—Buenísima.
—¿Y vas a volver a cantar?
—Con toda seguridad.
La oigo reír, pero no contesta. Cuando llegamos al parking y paga el ticket, vuelve a mirarme y me entrega las llaves.
—Tus deseos son órdenes para mí, pequeña.
Emocionada, doy un salto a lo Rocky Balboa que vuelve a hacerla sonreír. Me pongo de puntillas y la beso en los labios. Esta vez soy yo quien le agarra de la mano y tira de ella en busca del Ferrari.
—¡Uooooooooo! —grito, emocionada.
Brittany se monta y se pone el cinturón.
—Bien, San —me dice—. Todo tuyo.
Dicho y hecho.
Arranco el motor y pongo la radio. En seguida, la música de Maroon 5 llena el interior del vehículo y, antes de que ella toque el volumen, la miro y murmuro:
—Ni se te ocurra bajarlo.
Pone los ojos en blanco, pero sonríe. Está de buen humor. Salimos del parking y me siento como si fuera una guerrera amazónica con aquel impresionante coche entre mis manos. Sé dónde está el hotel Villa Magna, pero antes decido darme una vueltecita por la M-30. Brittany no habla, simplemente me observa y aguanta estoicamente el volumen de la radio y mis cánticos. Media hora después, cuando me doy por satisfecha, aminoro la marcha y salgo de la M-30 para dirigirme al hotel Villa Magna.
—¿Contenta por el paseo?
—Mucho —respondo, emocionada por haber conducido semejante coche.
Sus manos me cosquillean las piernas y noto que se paran sobre mi monte de Venus. Hace circulitos sobre él y me humedezco al instante. Escandalizada, quiero cerrar
las piernas.
—Espero que dentro de media hora estés todavía más contenta —me dice.
Eso me hace reír mientras noto sus manos juguetonas apretando mi sexo a través del vaquero. Eso me pone más y más, y, cuando llegamos a la puerta del Villa Magna y nos bajamos del coche, me agarra de la mano, me quita las llaves y se las entrega al portero. Después tira de mí hasta llegar a los ascensores. Una vez en su interior, el ascensorista no necesita preguntarnos nada: sabe perfectamente dónde nos tiene que llevar. Al llegar a la última planta, se abren las puertas del ascensor y leo: «Suite Royal».
Al entrar, respiro el lujo y el glamur en estado puro. Muebles color café, jardín japonés… Entonces me doy cuenta de que hay dos puertas en la suite. Las abro y descubro dos fantásticas habitaciones con enormes camas king size.
—¿Por qué utilizas una suite doble?
Brittany se acerca a mí y se apoya en la pared.
—Porque en una habitación juego y en la otra duermo —murmura.
De pronto, unos golpes en la puerta llaman mi atención y entra un hombre de mediana edad. Brittany lo mira y dice:
—Tráiganos fresas, chocolate y un buen champán francés. Lo dejo a su elección.
El hombre asiente y se marcha. Yo todavía estoy en estado de shock mientras observo el placer de lo exclusivo. Nos alejamos unos metros de la puerta y caminamos por la habitación. Yo me dirijo directamente a una terraza. Abro las puertas y salgo.
Pronto siento a Brittany detrás de mí. Me coge por la cintura y me aprieta contra ella. Después baja su cabeza y siento sus labios repartir cientos de dulces besos por mi cuello. Cierro los ojos y me dejo llevar. Noto sus manos por debajo de mi camiseta y cómo éstas se agarran con fuerza a mis pechos. Los masajea y comienzo a vibrar. Ha sido entrar en la habitación y ya siento que me quiere poseer. La apremia la prisa. La apremia hacerlo ya.
—Brittany, ¿puedo preguntarte algo?
—Sí.
A cada segundo que pasa me siento más húmeda por las cosas que me hace sentir.
—¿Por qué vas tan de prisa?
Me mira… me mira… me mira y, finalmente, dice:
—Porque no quiero perderme nada y menos aún tratándose de ti. —Un jadeo sale por mi boca y ahora es ella quien pregunta—: ¿Llevas el vibrador en el bolso?
Al recordarlo maldigo en silencio.
—No —respondo.
Ella no contesta y, sin que yo me mueva, noto que me desabrocha el botón del vaquero y me baja la cremallera. Introduce su mano bajo mis bragas, traspasa mi húmeda hendidura, posa un dedo sobre mi clítoris y comienza a moverlo. Lo estimula.
—Dije que siempre lo llevaras encima, ¿lo recuerdas?
—Sí.
—¡Ah, pequeña…! Debes recordar los consejos que te doy si quieres que podamos disfrutar plenamente del sexo.
Asiento, totalmente subyugada, cuando su dedo se para y lo saca lentamente de debajo de mis bragas. Quiero pedirle que continúe. En cambio, me acerca el dedo a la boca.
—Quiero que sepas cómo sabes. Quiero que entiendas por qué estoy loca por volver a devorarte.
Sin necesidad de nada más, muevo el cuello y meto su dedo en mi boca. El sabor de mi sexo es salado.
—Hoy, señorita López —vuelve a murmurar en mi oído—, pagarás por no haber traído el vibrador y haber frustrado uno de mis juegos.
—Lo siento y…
—No. No lo sientas, pequeña —murmura—. Jugaremos a otra cosa. ¿Te atreves?
—Sí… —suspiro, más excitada a cada instante que pasa.
—¿Estás segura?
—Sí…
—¿Sin límites?
—Sado no.
La oigo sonreír, cuando vuelven a escucharse unos golpes en la puerta. Brittany se aparta de mí y, al volverme, veo que un camarero nos trae una preciosa mesa de cristal y plata con lo que había pedido. Brittany descorcha el champán, sirve dos copas y, acercándome una, brinda conmigo.
—Brindemos por lo bien que lo vamos a pasar jugando, señorita López.
La miro. Me mira.
Siento cómo mi cuerpo reacciona ante la palabra «juego». Si viera esa mirada suya en Facebook no dudaría en darle al «Me gusta». Al final sonrío, choco mi copa contra la suya y asiento con toda la seguridad que puedo.
—Brindo por ello, señorita Pierce.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Cada vez mas interesante
El fic
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos
El fic
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Te amo!! Gracias por los tres capitulos, me han encantado y me has hecho muy feliz.
Si es justo, no puedo enviartelo por correo, el gasto de envio seria enorme, yo te lo compro, tu vienes por el, es lo justo.
Sobre lo de mi novia, no tiene porque enterarse :P, aunque no, no le haría ninguna gracia
Me encanta esta Britt, tan autoritaria, y San que es incapaz de negarle nada, y con su sobrina mori de risa, un pintalabios de mentira jajaja, ¿sera verdad que a la hermana le ponen los cuernos?
Ya quiero leer el siguiente capitulo y ver de que nuevo "juego" se trata
Las canciones son de españoles, me encanta, las de Malu y ahora Juanes, cada vez que nombran a algunos que conozco me pongo la musica mientras sigo leyendo, aunque bueno, me se las canciones, son famosas aqui y de hace muy poco jajaja
Besos linda
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Esto esta cada vez mejor! espero pronta y desesperada actualizacion!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Juego??? jajaja la que le espera a San jajaja!!
Quiero masssssssss capitulossssss!!
Gracias y hasta la proxima!!
Quiero masssssssss capitulossssss!!
Gracias y hasta la proxima!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
ARIA MI QUERIDA ARIA me gusta el FF me lei los capitulos que me faltaban es que estoy enferma tengo una gripe horrorosa pero al punto la actitud de Britt me gusta asi toda autoritaria es genial y Santana como se deja llevar por esa rubia que la esta volviendo loca me encanta espero tu proxima actualización nena besos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Holaa!
Bueno conectarme y ver tantos capítulos es sencillamente genial *-*
Me han gustado todos, Brittany con ese carácter tan dominante me encanta y como Santana se intenta resistir a ella pero no puede y siempre acaba cediendo.
Solo puedo decir que quiero más, con lo interesante que se quedó en la habitación del hotel, con las fresas...
Estaré esperando el (o los :3) siguientes capítulos.
Besos desde España :D
Bueno conectarme y ver tantos capítulos es sencillamente genial *-*
Me han gustado todos, Brittany con ese carácter tan dominante me encanta y como Santana se intenta resistir a ella pero no puede y siempre acaba cediendo.
Solo puedo decir que quiero más, con lo interesante que se quedó en la habitación del hotel, con las fresas...
Estaré esperando el (o los :3) siguientes capítulos.
Besos desde España :D
Silfide**** - Mensajes : 176
Fecha de inscripción : 04/06/2013
Edad : 30
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola...Jane0_o escribió:Cada vez mas interesante
El fic
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos
Entonces te encantara este capitulo XD .. Gracias por leer y comentar, Saludos a ti tambien!!
Holii :3Marta_Snix escribió:Te amo!! Gracias por los tres capitulos, me han encantado y me has hecho muy feliz.Si es justo, no puedo enviartelo por correo, el gasto de envio seria enorme, yo te lo compro, tu vienes por el, es lo justo.Sobre lo de mi novia, no tiene porque enterarse :P, aunque no, no le haría ninguna graciaMe encanta esta Britt, tan autoritaria, y San que es incapaz de negarle nada, y con su sobrina mori de risa, un pintalabios de mentira jajaja, ¿sera verdad que a la hermana le ponen los cuernos?Ya quiero leer el siguiente capitulo y ver de que nuevo "juego" se trataLas canciones son de españoles, me encanta, las de Malu y ahora Juanes, cada vez que nombran a algunos que conozco me pongo la musica mientras sigo leyendo, aunque bueno, me se las canciones, son famosas aqui y de hace muy poco jajajaBesos linda
Baahhh solo me lo dices cuando te conviene
Olvida lo del vibrador mujer, eres imposible y medio tramposa.. :@ Ohhh eso no le gustaria a ella jajajaj que mala eres, Bueno si, Britt es mandona a veces pero solo cuando quiere jugar y San se hace la dificil ahi si se pone algo mandona.. Ya veras mas adelante si hay cuernos o no... Muy curiosa la nena jajajaj no comas ansias que ya te dejo el cap
Gracias por leer y comentar linda, besitos para ti :*
Hola...micky morales escribió:Esto esta cada vez mejor! espero pronta y desesperada actualizacion!
Jajajajaj que bueno que te este gustando cada vez mas la historia porque tienes mucha razon, en unos minutos dejo el cap... Gracias por leer y comentar!
Hola :Dmonica.santander escribió:Juego??? jajaja la que le espera a San jajaja!!
Quiero masssssssss capitulossssss!!
Gracias y hasta la proxima!!
San tiene que prepararse de todas las manera con Brittany... en este cap veras porque!
Gracias por leer y comentar, saludos!
Holaaa Keiri Keiri!!!Keiri Lopierce escribió:ARIA MI QUERIDA ARIA me gusta el FF me lei los capitulos que me faltaban es que estoy enferma tengo una gripe horrorosa pero al punto la actitud de Britt me gusta asi toda autoritaria es genial y Santana como se deja llevar por esa rubia que la esta volviendo loca me encanta espero tu proxima actualización nena besos
Oh linda, que mal que estes enferma espero que te mejores :*
LOca y algo mas jejejeje ya veras en este cap de lo todo lo que Britt puede llegar a influir en la morena! Gracias por leer y comentar, besos!! MEjorate pronto...
Holaaa!!Silfide escribió:Holaa!
Bueno conectarme y ver tantos capítulos es sencillamente genial *-*
Me han gustado todos, Brittany con ese carácter tan dominante me encanta y como Santana se intenta resistir a ella pero no puede y siempre acaba cediendo.
Solo puedo decir que quiero más, con lo interesante que se quedó en la habitación del hotel, con las fresas...
Estaré esperando el (o los :3) siguientes capítulos.
Besos desde España :D
Un pequeño relagalito de mi parte :3
Que te puedo decir de la rubia?? Es todo un caso muy interesante, por mas que San quiera resistirse le es imposible, la rubia le puede y mucho! Gracias por leer y comentar, Saludos desde NY ;)
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
buenas noches chicas, Como les vas??? Aqui les dejo el siguiente capitulo, espro que lo disfruten y que les guste, AVISO: Esta muy ''Interesante'' asi que para las que son sensibles les reconmiendo una ducho bien FRIA!!! XD
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Capitulo 11
Entre risas, insinuaciones y tocamientos nos bebemos casi toda la botella de champán mientras estamos en la bonita y enorme terraza de la suite. Madrid está a mis pies y me encanta mirar a mi alrededor. Todavía le doy vueltas a la proposición que me hizo en el restaurante.
¿Debería aceptarla o rechazarla por lo que significa?
Me encuentro algo achispada. No estoy acostumbrada a beber y menos aún champán. Brittany habla con alguien por el móvil y la observo. Vestida con esos vaqueros de cintura baja y la camiseta beige me pone a cien. Es fuerte y atlética. La típica mujer de ojos claros y pelo largo que, si la ves, no puedes evitar mirarla. Me sorprendo al ver que no lleva ningún tatuaje. Hoy casi todas las mujeres de su edad tienen uno. Aunque casi que me alegro, porque, con lo que me gustan a mí los tatuajes, se lo estaría chupando todo el día.
Recorro con lascivia su cuerpo. Me detengo en la parte superior de sus vaqueros y entonces me doy cuenta de que tiene desabrochado el primer botón. Me pone. Me excita. Me incita. Me provoca. Instantes después, suelta el móvil y se dirige hacia la cubitera. Me mira y sonríe. Calor. Tengo mucho calor. Sirve unas últimas copas y deja la botella vacía boca abajo. Se acerca a mí, me entrega mi copa y murmura besándome la frente:
—Pasemos al dormitorio.
Los nervios de nuevo se apoderan de mí y siento que mi sexo se contrae. Voy a ponerme los tacones pero ella dice que no, así que le hago caso.
Ha llegado el momento que llevo deseando, anhelando e imaginando desde que la vi esperándome en la puerta de mi casa con el Ferrari.
Cuando entramos en uno de los preciosos y espaciosos dormitorios, clavo mis ojos en la enorme cama. Una king size. Brittany se mueve por la habitación y, de repente, una sensual música nos envuelve. Se sienta y apoya una mano en la cama. Con la otra sujeta la copa y le da un trago.
—¿Estás preparada para jugar, pequeña?
Mis partes bajas se contraen por la anticipación y siento cómo me humedezco. Viéndola así, tan sexy, tan atractiva… Estoy dispuesta para todo lo que ella quiera y consigo responder:
—Sí.
La veo asentir.
Se levanta. Abre un cajón.
Saca dos pañuelos de seda negros, una cámara de vídeo y unos guantes. Eso me sorprende y me asusta al mismo tiempo. Pero, incapaz de moverme, me quedo parada a la espera de que se acerque a mí. Lo hace. Pasa su lengua con provocación por mi boca y me aprieta el trasero con su mano.
—Tienes un culito precioso. Estoy deseando poseerlo.
Asustada, doy un paso atrás.
¡Nunca he practicado sexo anal!
Brittany entiende mi callada respuesta. Da un paso hacia mí. Me agarra de nuevo del trasero y mientras vuelve a apretarme contra ella murmura, excitándome:
—Tranquila, pequeña. Hoy no penetraré tu bonito trasero. Me excita saber que seré la primera, pero quiero hacerte disfrutar y, cuando lo hagamos, será poco a poco y
estimulándote para que sientas placer, no dolor. Confía en mí.
Trago el nudo de emociones que tengo atascadas en mi garganta con la intención de decir algo.
—Hoy jugaremos con los sentidos —prosigue—. Pondré esta cámara sobre aquel mueble para grabarlo todo. Así luego podremos ver juntas lo ocurrido, ¿te parece?
—No me gustan las grabaciones… —consigo decir.
Esboza una cautivadora sonrisa. Los ojos le brillan y me mira desde su altura.
—Tranquila, San. La primera interesada en que no se vea por ahí nada de lo que tú y yo hacemos soy yo, ¿no crees?
Lo pienso durante unos instantes y llego a la conclusión de que tiene razón.
Ella es el rica y poderosa. Quien tiene más que perder de las dos. Acepto y ella deja la cámara sobre el mueble que había dicho y veo que pulsa un botón. Se acerca de nuevo hacia mí.
—Te taparé los ojos con este pañuelo. ¡Tócalo!
Lo toco y siento la suavidad de la tela. Seda.
—Lo que vas a sentir cuando te tenga desnuda en la cama es la misma suavidad que has sentido al tocar el pañuelo.
Escuchar eso me activa de nuevo. Asiento.
—Me encantan tus ojos —murmuro, sin poder contenerme—. Tu mirada.
Brittany me mira unos segundos y, sin hacer referencia a lo que acabo de decir, prosigue:
—Además de taparte los ojos, como sé que te fías de mí, te ataré las manos y las sujetaré al cabecero para que no puedas tocarme. —Cuando voy a protestar me pone un dedo en la boca y añade—: Es su castigo, señorita López, por haber olvidado el vibrador.
Eso me hace sonreír y miro los guantes con curiosidad. Se los pone y me toca los brazos. La suavidad que siento me encanta. No noto sus dedos. Sólo noto la suavidad que aquellos guantes me proporcionan.
Sin hablar, se sienta sobre la cama y me mira. Rápidamente entiendo lo que quiere y lo hago. Me desnudo. Me quito el vaquero y la camiseta. Repito la misma operación que el día anterior. Me acerco a ella vestida con el sujetador y las bragas y siento cómo de nuevo apoya su frente en mi estómago y posa su boca sobre mis bragas. La sensación atiza mi clítoris y lo siento vibrar. Se quita los guantes y los deja sobre la cama. Me agarra la cintura con sus manos y me sienta a horcajadas sobre ella. Me mira y susurra mientras siento su calor y excitación entre mis muslos y su aliento sobre mis pechos:
—¿Estás preparada para jugar a lo que yo quiero?
—Sí —respondo aguijoneada por el deseo.
—¿De verdad?
—De verdad.
—¿Para lo que sea? —murmura acercándose a mi boca.
Poso mis manos en su largo cabello y le masajeo la cabeza.
—A todo excepto a…
—Sado —puntualiza, y yo sonrío.
Me desabrocha el sujetador y mis turgentes pechos quedan libres ante ella. Con avidez, se los lleva a la boca. Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su lengua y sus dedos y eso me impulsa a gemir.
—Ofréceme tus pechos —pide con voz ronca.
Sentada a horcajadas sobre ella, me los agarro con las manos y los acerco a su boca.
Cuando va a chuparlos se los alejo y ella me da un azote en el trasero. Ambos nos miramos y las chispas que hay entre los dos parece que vayan a provocar un cortocircuito. Brittany me da otro azote. Pica. Y, no dispuesta a recibir un tercero, le acerco mis pechos a la boca y los toma. Los mordisquea y los succiona mientras yo se los entrego.
Miro hacia la cámara.
Me parece increíble que yo esté haciendo eso, pero ni puedo ni quiero parar. Esa sensación me gusta. Brittany y su arrolladora personalidad pueden conmigo y en un momento así estoy dispuesta a hacer todo lo que ella me pida.
De pronto, siento sus dedos hurgar por debajo de mis bragas y eso todavía me calienta más.
—Ponte de pie —me dice.
Le hago caso y veo que ella se escurre y se sienta en el suelo entre mis piernas. Lentamente me quita las bragas y, cuando me las saca por los pies, me los separa, posa sus manos en mis caderas y me hace flexionar las rodillas. Mi sexo. Mi chorreante vagina. Mi clítoris y toda yo quedo expuesta ante ella.
Su exigente boca sonríe y me incita con la mirada para que pose mi vagina en su boca. Lo hago y exploto y jadeo nada más notar su contacto. Brittany me agarra por las caderas y me hace apretar mi vagina contra su boca. Me siento extraña. Perversa en aquella postura.
Brittany está sentada en el suelo y yo me encuentro sobre ella, moviendo mi sexo sobre su boca. Me gusta. Me enloquece. Me fustiga. Noto cómo el orgasmo crece en mí mientras me agarra por la parte superior de mis muslos y me devora con devoción. Su lengua entra y sale de mí para luego rodear mi clítoris y conseguir que jadee mientras me lo mordisquea con los dientes. Mil sensaciones toman mi cuerpo y me dejo hacer. Soy suya. Mi cuerpo es suyo. Me lo hace saber con su posesión. Y cuando coge mi clítoris con cuidado entre sus dientes y noto que tira de él grito y enloquezco.
El calor de mi vagina se extiende por todo mi cuerpo. Entonces, siento que ese ardor queda localizado en mi cara y creo que me voy a correr.
—Túmbate sobre la cama, San —me dice, parándose.
Con la respiración entrecortada lo hago. Quiero que continúe.
—Ponte más arriba… más. Abre las piernas para que yo pueda ver lo que deseo. —Hago caso y jadea enloquecida—. Así, pequeña… así… enséñamelo todo.
Se quita la camiseta beige y la tira en un lateral de la cama. Su abdominales son impresionantes. Después los vaqueros y, mientras abro las piernas y veo cómo observa la humedad que le enseño, me fijo en que los guantes están a mi lado. Con seguridad, coge uno de los pañuelos de seda y se sienta a horcajadas sobre mí.
—Dame tus manos, por favor.
Se las doy.
Las une y las ata por las muñecas.
Me besa y después me estira las manos atadas por encima de la cabeza y ata el pañuelo a una varilla del cabezal. Respiro con dificultad. Es la primera vez que me dejo atar las manos y estoy nerviosa y excitada. Cuando ve que me tiene bien sujeta acerca su cara a la mía y me besa primero un ojo y después el otro. Instantes después, pone ante mí el otro pañuelo oscuro y me lo ata en la cabeza. No veo nada. Sólo oigo la música swing e imagino lo que sucede.
Desnuda y expuesta totalmente a ella, siento su boca en mi barbilla. La besa. Quiero moverme pero no puedo. Las ataduras me impiden hacerlo. Su boca baja por mis pechos.
Se entretiene en mis pezones hasta endurecerlos de nuevo y después utiliza sus dedos para excitarlos. Su recorrido sigue bajando hasta llegar a mi ombligo y mi respiración vuelve a acelerarse. Noto cómo su boca llega hasta mi vagina, la besa y me abre más las piernas. Sus dedos juegan en mi hendidura y siento que resbalan por mi humedad. Su boca vuelve a posarse en mí. Me chupa. Me succiona y yo jadeo mientras me abro de piernas totalmente para que tome todo lo que quiera de mí.
—Me encanta cómo sabes… —la oigo decir tras saquear durante unos pequeños segundos mi hinchado clítoris.
Tras decir aquello siento su respiración entre mis muslos hasta que un reguero de dulces besos comienza a bajar hacia mis tobillos. La cama se mueve. La oigo alejarse y escucho de repente que la música suena más alta. Respiro más agitada. Deseo que siga, pero me asusta el hecho de no saber qué ocurrirá. Instantes después, siento que la cama se mueve y, por los movimientos, percibo que se está poniendo los guantes. Acierto. Sus manos enfundadas en los guantes comienzan a recorrer despacio mis piernas.
Jadeo… jadeo… jadeo…
¡Sólo puedo jadear!
Cuando me dobla las piernas y me separa las rodillas… ¡Oh, Dios! Su boca, de nuevo exigente, se posa en mi sexo en busca de mi hinchado clítoris. Lo mordisquea y yo grito. Lo estimula con la lengua y yo jadeo. Siento que de nuevo lo coge entre sus dientes pero esta vez no tira de él. Esta vez, apresado entre sus dientes, le da toquecitos con la lengua y vuelvo a gritar. La presión que sus manos ejercen sobre mí, acompañada de los movimientos de su boca, me vuelve loca.
Jadeo… jadeo… jadeo e intento cerrar las piernas.
No me lo permite.
Sus dientes ahora me mordisquean uno de mis labios internos y yo creo morir. Me arqueo, gimo enloquecida y abro más las piernas. Su juego me gusta y me excita. Deseo más y ella me lo da. De pronto, siento que en mi vagina introduce algo. Es suave, frío y duro. Lo introduce con cuidado, lo rota y lo saca y vuelve a repetir la operación. Me siento enloquecer de placer y mis caderas se levantan en busca de más. Su boca vuelve a mi vagina mientras mete una y otra vez aquello dentro de mí.
Durante unos minutos, mi cuerpo es su cuerpo. Soy su esclava sexual. Deseo que no pare y, cuando saca de mi interior lo que me ha metido y su boca vuelve a posarse en busca de mi hinchado clítoris, grito de satisfacción al notar que tira de él. Me gusta. Su mano enfundada y suave pasea ahora por mi trasero. Me coge de las nalgas y me aprieta contra su boca. Voy a explotar, mientras uno de sus dedos juega en mi orificio anal. Hace circulitos sobre él y yo pido más.
El objeto que antes me volvió loca se pasea sobre el orificio de mi ano. Me excita pero no lo mete. Sólo lo pasea, como si quisiera indicarme que algún día ya no se limitará sólo a pasearlo por allí. De pronto, un orgasmo toma todo mi cuerpo y me convulsiono por la satisfacción, mientras siento que ella me suelta las piernas.
—Me encanta tu sabor, pequeña —repite mientras aprieto mis muslos.
Avivada por el deseo más increíble que nunca pudiera imaginar, toda yo ardo. Me quemo. Noto que la cama se hunde y siento su poderoso y esbelto cuerpo a cuatro patas sobre el mío.
—Abre las piernas para mí.
Su voz pidiéndome aquello en aquel momento es música celestial para mis oídos.
Su cuerpo encaja con el mío. Siento su sexo húmedo contra el mío.
—Pídeme lo que quieras —me dice.
¡Dios! ¡¡¡Qué frase!!! Me pirra cuando la dice.
Mi impaciencia me hace moverme en la cama. No respondo y ella exige:
—Pídeme lo que quieras. Habla o no continuaré.
Parapetada tras el pañuelo, respiro con dificultad.
—¡Penétrame! —consigo decir ante su orden.
La oigo sonreír. Noto sus manos sobre mi vagina. ¡Calor! Me toca y me abre los labios vaginales para introducir algo suave y blando en mi vagina. Siento como se coloca sobre mi y suelta un suspiro. Me arqueo. No se mueve, pero siento el latido de su corazón dentro de mí cuando me susurra al oído:
—¿Te gusta así?
Asiento. No puedo hablar. Tengo la boca tan seca que casi no puedo articular palabras.
—¿Te has corrido con lo ocurrido anteriormente?
—Sí.
—¿Has sentido placer?
—Sí…
La oigo resoplar.
—Perfecto, pequeña… Ahora me toca a mí.
Contengo un gemido mientras siento que mi cuerpo vuelve a arder. Me pellizca suavemente los pezones.
—Estas húmeda y dispuesta… Me encanta.
Siento que la cama se mueve de nuevo. Y sin sacar lo que a colocado en mi interior y dentro de ella también se pone de rodillas sobre la cama. Me sujeta las caderas con las manos y comienza un bombeo infernal. Dentro… fuera… dentro… fuera.
Fuerte… fuerte…
Me da la sensación de que me va a partir en dos, pero por el placer.
—¿Te gusta que te folle así? —me pregunta entre susurros.
—Sí… sí…
Dentro… fuera… dentro… fuera.
Mi cuerpo vuelve a ser suyo. No quiero que pare.
Oigo sus gruñidos, su respiración entrecortada a escasos metros de mí. Su intensidad me puede y, a pesar de que sus manos, ahora sin guantes, me aprietan las caderas, no me quejo y abro mis piernas para ella. Me corro. Sin poder ver la escena, me la imagino y eso me vuelve más loca todavía. Soy como una muñeca entre sus manos y paladeo la plenitud de su posesión. Entonces se inclina sobre mí y, tras una salvaje embestida final, oigo su gruñido de satisfacción.
Instantes después y aún con las respiraciones entrecortadas, me da un beso fuerte y posesivo. Cuando se separa de mí saca el objeto de mi vagina, me desata las manos. Después las coge con mimo y me besa las muñecas. Me retira el pañuelo de los ojos y nos miramos.
—¿Todo bien, pequeña?
Ensimismada y algo dolorida por la penetración tan profunda, asiento.
¡Vaya, Un juguete!
—Sí.
Me doy cuenta que yo sólo digo sí… sí… sí… pero es que no puedo decir otra cosa excepto «¡sí!». Jamás había utilizado un juguete, este es un tanto interesante. Ambas sentimos. Me gusta.
Ella sonríe. Se levanta de la cama. Se quita el juguete de su vagina y se marcha hacia el baño.
—Me alegra saberlo.
Su rara frialdad en un momento como aquél me desconcierta. La veo desaparecer y miro la habitación. Mis ojos se paran en la cámara de vídeo. Me muero por ver lo grabado. Encojo las piernas y me levanto. Camino desnuda hacia el baño. Escucho la ducha.
¡Quiero ducharme!
Brittany me ve entrar en el baño. Está junto a un neceser y, al verme reflejada en el espejo, se molesta y lo cierra.
—¿Qué haces aquí?
Su voz me paraliza. ¿Qué le pasa?
—Tengo calor y quería ducharme.
Con el ceño fruncido responde:
—¿Te he pedido que te duches conmigo?
La miro extrañada.
Pero ¿qué le ocurre?
Sin contestarle y enfadada, me doy la vuelta. ¡Que le den! Pero entonces siento su mano húmeda sujetando la mía. Me suelto y gruño:
—¿Sabes? Odio cuando te pones tan grosera. Ya sé que lo nuestro es sólo sexo, pero no entiendo que estés bien conmigo y, de pronto, en una fracción de segundo, todo cambie y te vuelvas una insensible. Pero, bueno, ¿por qué me tienes que hablar así?
Brittany me mira. Veo que cierra los ojos y finalmente me acerca a ella. Me dejo abrazar.
—Lo siento, San… Tienes razón. Disculpa mi tono de voz.
Estoy enfadada.
Intento soltarme pero ella no me deja. Me coge en volandas, me lleva hasta el interior de la enorme ducha, me suelta y dice mientras el agua nos moja:
—Date la vuelta, por favor –Susurra muy cerca de mis labios.
Veo sus intenciones y me niego, furiosa.
—¡No!
Ella sonríe. Tuerce la cabeza y murmura cogiéndome de nuevo entre sus brazos:
—De acuerdo.
Al estar en volandas sobre ella siento su sexo contra mis piernas. La miro y ella acerca su boca hasta la mía. Rápidamente me echo hacia atrás.
—¿Qué haces?
—La cobra.
—¿La cobra? —repite, sorprendida.
Su cara de desconcierto me hace gracia. Mi mala leche se disipa.
—En España se llama «hacer la cobra» cuando alguien te va a besar y te retiras —le aclaro.
Eso la hace reír y su risa de nuevo puede conmigo. Inconscientemente rodeo su cintura con mis piernas.
—Si te beso, ¿me harás la cobra de nuevo? —me pregunta, sin acercarse a mí. Toma el juguete que había usando hace un rato y se lo coloca dentro.
¿De dónde lo ha sacado?
Pongo cara de pensar, pero cuando siento el juguete murmuro:
—No… si me follas.
¡Dios! ¿Qué he dicho?
¿He dicho follar? Si mi padre me escuchara, me lavaría la boca con jabón durante un mes entero.
Según suelto la frase toda yo me siento mediocre, pero ese sentimiento me lo quita de un plumazo Brittany cuando la veo sonreír y, con una mano, coge el juguete y lo pasea por mi vagina. Perversa. En ese momento me siento perversa. Mala. Malota. Me apoya contra la
pared y yo me sujeto a una barra de metal.
—¿Qué me has pedido, pequeña?
Mi pecho sube y baja de lo excitada que estoy con ver su mirada y repito:
—¡Fóllame!
Mis palabras le gustan. La excita. Lo veo en su mirada.
Le gusta utilizar ese término y la pone más cachonda. Más bestia.
Sin precauciones, bajo el chorro de la ducha siento cómo mi carne se abre al introducir ese maravilloso y mojado juguete en mí. ¡Sí! Es la primera vez que su piel y mi piel se restriegan mojadas y es maravilloso. Alucinante.
Mi perversión aumenta. Y cuando siento que su clítoris rosa y se restriegan contra mí, me agarro a sus hombros con la intención de marcar el movimiento. Pero Brittany, como siempre, no me deja. Pone sus manos en mis nalgas, las agarra con fuerza y, tras darme un leve azote que hace que la mire a los ojos, me mueve en busca de nuestro placer.
El sonido de nuestros cuerpos al chocar unido al del agua me consume. Cierro los ojos y me dejo llevar mientras nuestros jadeos retumban en el precioso baño.
—Mírame —exige—. Si te gustan mis ojos, mírame.
Abro los ojos y los clavo en ella.
Veo su mandíbula en tensión, pero su azulada mirada es la que me hechiza. El esfuerzo que siento en su rostro y su boca entreabierta me excita más. Entonces cambia el ritmo de las embestidas y yo grito y echo la cabeza para atrás.
—Mírame. Mírame siempre —vuelve a decir.
Con los ojos vidriosos por el momento, me agarro con fuerza a sus hombros y la miro. Me dejo manejar mientras su mirada me habla. Me pide a gritos que me corra. Me exige que se lo haga ver y, cuando no puedo más, le clavo las uñas en los hombros y un grito agónico pero lleno de placer sale de mi boca.
—Sí… así… córrete para mí.
Mi vagina se contrae y mis espasmos internos consiguen lo que quiero. Darle placer. Lo veo en sus ojos. Lo disfruta. Tras una embestida brutal con ella también se corre, saca el juguete de mi interior y la oigo soltar el aire entre los dientes, mientras me muerde en el hombro por el esfuerzo hecho.
El agua recorre nuestros cuerpos mientras jadeamos por lo ocurrido. Lo nuestro es sexo en estado puro. Y reconozco que me gusta tanto como a ella. Brittany abre un poco más el agua fría. Eso me hace gritar y, como dos tontas, comenzamos a jugar bajo la ducha del hotel.
--------------------------------------------------------------------------------
Capitulo 11
Entre risas, insinuaciones y tocamientos nos bebemos casi toda la botella de champán mientras estamos en la bonita y enorme terraza de la suite. Madrid está a mis pies y me encanta mirar a mi alrededor. Todavía le doy vueltas a la proposición que me hizo en el restaurante.
¿Debería aceptarla o rechazarla por lo que significa?
Me encuentro algo achispada. No estoy acostumbrada a beber y menos aún champán. Brittany habla con alguien por el móvil y la observo. Vestida con esos vaqueros de cintura baja y la camiseta beige me pone a cien. Es fuerte y atlética. La típica mujer de ojos claros y pelo largo que, si la ves, no puedes evitar mirarla. Me sorprendo al ver que no lleva ningún tatuaje. Hoy casi todas las mujeres de su edad tienen uno. Aunque casi que me alegro, porque, con lo que me gustan a mí los tatuajes, se lo estaría chupando todo el día.
Recorro con lascivia su cuerpo. Me detengo en la parte superior de sus vaqueros y entonces me doy cuenta de que tiene desabrochado el primer botón. Me pone. Me excita. Me incita. Me provoca. Instantes después, suelta el móvil y se dirige hacia la cubitera. Me mira y sonríe. Calor. Tengo mucho calor. Sirve unas últimas copas y deja la botella vacía boca abajo. Se acerca a mí, me entrega mi copa y murmura besándome la frente:
—Pasemos al dormitorio.
Los nervios de nuevo se apoderan de mí y siento que mi sexo se contrae. Voy a ponerme los tacones pero ella dice que no, así que le hago caso.
Ha llegado el momento que llevo deseando, anhelando e imaginando desde que la vi esperándome en la puerta de mi casa con el Ferrari.
Cuando entramos en uno de los preciosos y espaciosos dormitorios, clavo mis ojos en la enorme cama. Una king size. Brittany se mueve por la habitación y, de repente, una sensual música nos envuelve. Se sienta y apoya una mano en la cama. Con la otra sujeta la copa y le da un trago.
—¿Estás preparada para jugar, pequeña?
Mis partes bajas se contraen por la anticipación y siento cómo me humedezco. Viéndola así, tan sexy, tan atractiva… Estoy dispuesta para todo lo que ella quiera y consigo responder:
—Sí.
La veo asentir.
Se levanta. Abre un cajón.
Saca dos pañuelos de seda negros, una cámara de vídeo y unos guantes. Eso me sorprende y me asusta al mismo tiempo. Pero, incapaz de moverme, me quedo parada a la espera de que se acerque a mí. Lo hace. Pasa su lengua con provocación por mi boca y me aprieta el trasero con su mano.
—Tienes un culito precioso. Estoy deseando poseerlo.
Asustada, doy un paso atrás.
¡Nunca he practicado sexo anal!
Brittany entiende mi callada respuesta. Da un paso hacia mí. Me agarra de nuevo del trasero y mientras vuelve a apretarme contra ella murmura, excitándome:
—Tranquila, pequeña. Hoy no penetraré tu bonito trasero. Me excita saber que seré la primera, pero quiero hacerte disfrutar y, cuando lo hagamos, será poco a poco y
estimulándote para que sientas placer, no dolor. Confía en mí.
Trago el nudo de emociones que tengo atascadas en mi garganta con la intención de decir algo.
—Hoy jugaremos con los sentidos —prosigue—. Pondré esta cámara sobre aquel mueble para grabarlo todo. Así luego podremos ver juntas lo ocurrido, ¿te parece?
—No me gustan las grabaciones… —consigo decir.
Esboza una cautivadora sonrisa. Los ojos le brillan y me mira desde su altura.
—Tranquila, San. La primera interesada en que no se vea por ahí nada de lo que tú y yo hacemos soy yo, ¿no crees?
Lo pienso durante unos instantes y llego a la conclusión de que tiene razón.
Ella es el rica y poderosa. Quien tiene más que perder de las dos. Acepto y ella deja la cámara sobre el mueble que había dicho y veo que pulsa un botón. Se acerca de nuevo hacia mí.
—Te taparé los ojos con este pañuelo. ¡Tócalo!
Lo toco y siento la suavidad de la tela. Seda.
—Lo que vas a sentir cuando te tenga desnuda en la cama es la misma suavidad que has sentido al tocar el pañuelo.
Escuchar eso me activa de nuevo. Asiento.
—Me encantan tus ojos —murmuro, sin poder contenerme—. Tu mirada.
Brittany me mira unos segundos y, sin hacer referencia a lo que acabo de decir, prosigue:
—Además de taparte los ojos, como sé que te fías de mí, te ataré las manos y las sujetaré al cabecero para que no puedas tocarme. —Cuando voy a protestar me pone un dedo en la boca y añade—: Es su castigo, señorita López, por haber olvidado el vibrador.
Eso me hace sonreír y miro los guantes con curiosidad. Se los pone y me toca los brazos. La suavidad que siento me encanta. No noto sus dedos. Sólo noto la suavidad que aquellos guantes me proporcionan.
Sin hablar, se sienta sobre la cama y me mira. Rápidamente entiendo lo que quiere y lo hago. Me desnudo. Me quito el vaquero y la camiseta. Repito la misma operación que el día anterior. Me acerco a ella vestida con el sujetador y las bragas y siento cómo de nuevo apoya su frente en mi estómago y posa su boca sobre mis bragas. La sensación atiza mi clítoris y lo siento vibrar. Se quita los guantes y los deja sobre la cama. Me agarra la cintura con sus manos y me sienta a horcajadas sobre ella. Me mira y susurra mientras siento su calor y excitación entre mis muslos y su aliento sobre mis pechos:
—¿Estás preparada para jugar a lo que yo quiero?
—Sí —respondo aguijoneada por el deseo.
—¿De verdad?
—De verdad.
—¿Para lo que sea? —murmura acercándose a mi boca.
Poso mis manos en su largo cabello y le masajeo la cabeza.
—A todo excepto a…
—Sado —puntualiza, y yo sonrío.
Me desabrocha el sujetador y mis turgentes pechos quedan libres ante ella. Con avidez, se los lleva a la boca. Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su lengua y sus dedos y eso me impulsa a gemir.
—Ofréceme tus pechos —pide con voz ronca.
Sentada a horcajadas sobre ella, me los agarro con las manos y los acerco a su boca.
Cuando va a chuparlos se los alejo y ella me da un azote en el trasero. Ambos nos miramos y las chispas que hay entre los dos parece que vayan a provocar un cortocircuito. Brittany me da otro azote. Pica. Y, no dispuesta a recibir un tercero, le acerco mis pechos a la boca y los toma. Los mordisquea y los succiona mientras yo se los entrego.
Miro hacia la cámara.
Me parece increíble que yo esté haciendo eso, pero ni puedo ni quiero parar. Esa sensación me gusta. Brittany y su arrolladora personalidad pueden conmigo y en un momento así estoy dispuesta a hacer todo lo que ella me pida.
De pronto, siento sus dedos hurgar por debajo de mis bragas y eso todavía me calienta más.
—Ponte de pie —me dice.
Le hago caso y veo que ella se escurre y se sienta en el suelo entre mis piernas. Lentamente me quita las bragas y, cuando me las saca por los pies, me los separa, posa sus manos en mis caderas y me hace flexionar las rodillas. Mi sexo. Mi chorreante vagina. Mi clítoris y toda yo quedo expuesta ante ella.
Su exigente boca sonríe y me incita con la mirada para que pose mi vagina en su boca. Lo hago y exploto y jadeo nada más notar su contacto. Brittany me agarra por las caderas y me hace apretar mi vagina contra su boca. Me siento extraña. Perversa en aquella postura.
Brittany está sentada en el suelo y yo me encuentro sobre ella, moviendo mi sexo sobre su boca. Me gusta. Me enloquece. Me fustiga. Noto cómo el orgasmo crece en mí mientras me agarra por la parte superior de mis muslos y me devora con devoción. Su lengua entra y sale de mí para luego rodear mi clítoris y conseguir que jadee mientras me lo mordisquea con los dientes. Mil sensaciones toman mi cuerpo y me dejo hacer. Soy suya. Mi cuerpo es suyo. Me lo hace saber con su posesión. Y cuando coge mi clítoris con cuidado entre sus dientes y noto que tira de él grito y enloquezco.
El calor de mi vagina se extiende por todo mi cuerpo. Entonces, siento que ese ardor queda localizado en mi cara y creo que me voy a correr.
—Túmbate sobre la cama, San —me dice, parándose.
Con la respiración entrecortada lo hago. Quiero que continúe.
—Ponte más arriba… más. Abre las piernas para que yo pueda ver lo que deseo. —Hago caso y jadea enloquecida—. Así, pequeña… así… enséñamelo todo.
Se quita la camiseta beige y la tira en un lateral de la cama. Su abdominales son impresionantes. Después los vaqueros y, mientras abro las piernas y veo cómo observa la humedad que le enseño, me fijo en que los guantes están a mi lado. Con seguridad, coge uno de los pañuelos de seda y se sienta a horcajadas sobre mí.
—Dame tus manos, por favor.
Se las doy.
Las une y las ata por las muñecas.
Me besa y después me estira las manos atadas por encima de la cabeza y ata el pañuelo a una varilla del cabezal. Respiro con dificultad. Es la primera vez que me dejo atar las manos y estoy nerviosa y excitada. Cuando ve que me tiene bien sujeta acerca su cara a la mía y me besa primero un ojo y después el otro. Instantes después, pone ante mí el otro pañuelo oscuro y me lo ata en la cabeza. No veo nada. Sólo oigo la música swing e imagino lo que sucede.
Desnuda y expuesta totalmente a ella, siento su boca en mi barbilla. La besa. Quiero moverme pero no puedo. Las ataduras me impiden hacerlo. Su boca baja por mis pechos.
Se entretiene en mis pezones hasta endurecerlos de nuevo y después utiliza sus dedos para excitarlos. Su recorrido sigue bajando hasta llegar a mi ombligo y mi respiración vuelve a acelerarse. Noto cómo su boca llega hasta mi vagina, la besa y me abre más las piernas. Sus dedos juegan en mi hendidura y siento que resbalan por mi humedad. Su boca vuelve a posarse en mí. Me chupa. Me succiona y yo jadeo mientras me abro de piernas totalmente para que tome todo lo que quiera de mí.
—Me encanta cómo sabes… —la oigo decir tras saquear durante unos pequeños segundos mi hinchado clítoris.
Tras decir aquello siento su respiración entre mis muslos hasta que un reguero de dulces besos comienza a bajar hacia mis tobillos. La cama se mueve. La oigo alejarse y escucho de repente que la música suena más alta. Respiro más agitada. Deseo que siga, pero me asusta el hecho de no saber qué ocurrirá. Instantes después, siento que la cama se mueve y, por los movimientos, percibo que se está poniendo los guantes. Acierto. Sus manos enfundadas en los guantes comienzan a recorrer despacio mis piernas.
Jadeo… jadeo… jadeo…
¡Sólo puedo jadear!
Cuando me dobla las piernas y me separa las rodillas… ¡Oh, Dios! Su boca, de nuevo exigente, se posa en mi sexo en busca de mi hinchado clítoris. Lo mordisquea y yo grito. Lo estimula con la lengua y yo jadeo. Siento que de nuevo lo coge entre sus dientes pero esta vez no tira de él. Esta vez, apresado entre sus dientes, le da toquecitos con la lengua y vuelvo a gritar. La presión que sus manos ejercen sobre mí, acompañada de los movimientos de su boca, me vuelve loca.
Jadeo… jadeo… jadeo e intento cerrar las piernas.
No me lo permite.
Sus dientes ahora me mordisquean uno de mis labios internos y yo creo morir. Me arqueo, gimo enloquecida y abro más las piernas. Su juego me gusta y me excita. Deseo más y ella me lo da. De pronto, siento que en mi vagina introduce algo. Es suave, frío y duro. Lo introduce con cuidado, lo rota y lo saca y vuelve a repetir la operación. Me siento enloquecer de placer y mis caderas se levantan en busca de más. Su boca vuelve a mi vagina mientras mete una y otra vez aquello dentro de mí.
Durante unos minutos, mi cuerpo es su cuerpo. Soy su esclava sexual. Deseo que no pare y, cuando saca de mi interior lo que me ha metido y su boca vuelve a posarse en busca de mi hinchado clítoris, grito de satisfacción al notar que tira de él. Me gusta. Su mano enfundada y suave pasea ahora por mi trasero. Me coge de las nalgas y me aprieta contra su boca. Voy a explotar, mientras uno de sus dedos juega en mi orificio anal. Hace circulitos sobre él y yo pido más.
El objeto que antes me volvió loca se pasea sobre el orificio de mi ano. Me excita pero no lo mete. Sólo lo pasea, como si quisiera indicarme que algún día ya no se limitará sólo a pasearlo por allí. De pronto, un orgasmo toma todo mi cuerpo y me convulsiono por la satisfacción, mientras siento que ella me suelta las piernas.
—Me encanta tu sabor, pequeña —repite mientras aprieto mis muslos.
Avivada por el deseo más increíble que nunca pudiera imaginar, toda yo ardo. Me quemo. Noto que la cama se hunde y siento su poderoso y esbelto cuerpo a cuatro patas sobre el mío.
—Abre las piernas para mí.
Su voz pidiéndome aquello en aquel momento es música celestial para mis oídos.
Su cuerpo encaja con el mío. Siento su sexo húmedo contra el mío.
—Pídeme lo que quieras —me dice.
¡Dios! ¡¡¡Qué frase!!! Me pirra cuando la dice.
Mi impaciencia me hace moverme en la cama. No respondo y ella exige:
—Pídeme lo que quieras. Habla o no continuaré.
Parapetada tras el pañuelo, respiro con dificultad.
—¡Penétrame! —consigo decir ante su orden.
La oigo sonreír. Noto sus manos sobre mi vagina. ¡Calor! Me toca y me abre los labios vaginales para introducir algo suave y blando en mi vagina. Siento como se coloca sobre mi y suelta un suspiro. Me arqueo. No se mueve, pero siento el latido de su corazón dentro de mí cuando me susurra al oído:
—¿Te gusta así?
Asiento. No puedo hablar. Tengo la boca tan seca que casi no puedo articular palabras.
—¿Te has corrido con lo ocurrido anteriormente?
—Sí.
—¿Has sentido placer?
—Sí…
La oigo resoplar.
—Perfecto, pequeña… Ahora me toca a mí.
Contengo un gemido mientras siento que mi cuerpo vuelve a arder. Me pellizca suavemente los pezones.
—Estas húmeda y dispuesta… Me encanta.
Siento que la cama se mueve de nuevo. Y sin sacar lo que a colocado en mi interior y dentro de ella también se pone de rodillas sobre la cama. Me sujeta las caderas con las manos y comienza un bombeo infernal. Dentro… fuera… dentro… fuera.
Fuerte… fuerte…
Me da la sensación de que me va a partir en dos, pero por el placer.
—¿Te gusta que te folle así? —me pregunta entre susurros.
—Sí… sí…
Dentro… fuera… dentro… fuera.
Mi cuerpo vuelve a ser suyo. No quiero que pare.
Oigo sus gruñidos, su respiración entrecortada a escasos metros de mí. Su intensidad me puede y, a pesar de que sus manos, ahora sin guantes, me aprietan las caderas, no me quejo y abro mis piernas para ella. Me corro. Sin poder ver la escena, me la imagino y eso me vuelve más loca todavía. Soy como una muñeca entre sus manos y paladeo la plenitud de su posesión. Entonces se inclina sobre mí y, tras una salvaje embestida final, oigo su gruñido de satisfacción.
Instantes después y aún con las respiraciones entrecortadas, me da un beso fuerte y posesivo. Cuando se separa de mí saca el objeto de mi vagina, me desata las manos. Después las coge con mimo y me besa las muñecas. Me retira el pañuelo de los ojos y nos miramos.
—¿Todo bien, pequeña?
Ensimismada y algo dolorida por la penetración tan profunda, asiento.
¡Vaya, Un juguete!
—Sí.
Me doy cuenta que yo sólo digo sí… sí… sí… pero es que no puedo decir otra cosa excepto «¡sí!». Jamás había utilizado un juguete, este es un tanto interesante. Ambas sentimos. Me gusta.
Ella sonríe. Se levanta de la cama. Se quita el juguete de su vagina y se marcha hacia el baño.
—Me alegra saberlo.
Su rara frialdad en un momento como aquél me desconcierta. La veo desaparecer y miro la habitación. Mis ojos se paran en la cámara de vídeo. Me muero por ver lo grabado. Encojo las piernas y me levanto. Camino desnuda hacia el baño. Escucho la ducha.
¡Quiero ducharme!
Brittany me ve entrar en el baño. Está junto a un neceser y, al verme reflejada en el espejo, se molesta y lo cierra.
—¿Qué haces aquí?
Su voz me paraliza. ¿Qué le pasa?
—Tengo calor y quería ducharme.
Con el ceño fruncido responde:
—¿Te he pedido que te duches conmigo?
La miro extrañada.
Pero ¿qué le ocurre?
Sin contestarle y enfadada, me doy la vuelta. ¡Que le den! Pero entonces siento su mano húmeda sujetando la mía. Me suelto y gruño:
—¿Sabes? Odio cuando te pones tan grosera. Ya sé que lo nuestro es sólo sexo, pero no entiendo que estés bien conmigo y, de pronto, en una fracción de segundo, todo cambie y te vuelvas una insensible. Pero, bueno, ¿por qué me tienes que hablar así?
Brittany me mira. Veo que cierra los ojos y finalmente me acerca a ella. Me dejo abrazar.
—Lo siento, San… Tienes razón. Disculpa mi tono de voz.
Estoy enfadada.
Intento soltarme pero ella no me deja. Me coge en volandas, me lleva hasta el interior de la enorme ducha, me suelta y dice mientras el agua nos moja:
—Date la vuelta, por favor –Susurra muy cerca de mis labios.
Veo sus intenciones y me niego, furiosa.
—¡No!
Ella sonríe. Tuerce la cabeza y murmura cogiéndome de nuevo entre sus brazos:
—De acuerdo.
Al estar en volandas sobre ella siento su sexo contra mis piernas. La miro y ella acerca su boca hasta la mía. Rápidamente me echo hacia atrás.
—¿Qué haces?
—La cobra.
—¿La cobra? —repite, sorprendida.
Su cara de desconcierto me hace gracia. Mi mala leche se disipa.
—En España se llama «hacer la cobra» cuando alguien te va a besar y te retiras —le aclaro.
Eso la hace reír y su risa de nuevo puede conmigo. Inconscientemente rodeo su cintura con mis piernas.
—Si te beso, ¿me harás la cobra de nuevo? —me pregunta, sin acercarse a mí. Toma el juguete que había usando hace un rato y se lo coloca dentro.
¿De dónde lo ha sacado?
Pongo cara de pensar, pero cuando siento el juguete murmuro:
—No… si me follas.
¡Dios! ¿Qué he dicho?
¿He dicho follar? Si mi padre me escuchara, me lavaría la boca con jabón durante un mes entero.
Según suelto la frase toda yo me siento mediocre, pero ese sentimiento me lo quita de un plumazo Brittany cuando la veo sonreír y, con una mano, coge el juguete y lo pasea por mi vagina. Perversa. En ese momento me siento perversa. Mala. Malota. Me apoya contra la
pared y yo me sujeto a una barra de metal.
—¿Qué me has pedido, pequeña?
Mi pecho sube y baja de lo excitada que estoy con ver su mirada y repito:
—¡Fóllame!
Mis palabras le gustan. La excita. Lo veo en su mirada.
Le gusta utilizar ese término y la pone más cachonda. Más bestia.
Sin precauciones, bajo el chorro de la ducha siento cómo mi carne se abre al introducir ese maravilloso y mojado juguete en mí. ¡Sí! Es la primera vez que su piel y mi piel se restriegan mojadas y es maravilloso. Alucinante.
Mi perversión aumenta. Y cuando siento que su clítoris rosa y se restriegan contra mí, me agarro a sus hombros con la intención de marcar el movimiento. Pero Brittany, como siempre, no me deja. Pone sus manos en mis nalgas, las agarra con fuerza y, tras darme un leve azote que hace que la mire a los ojos, me mueve en busca de nuestro placer.
El sonido de nuestros cuerpos al chocar unido al del agua me consume. Cierro los ojos y me dejo llevar mientras nuestros jadeos retumban en el precioso baño.
—Mírame —exige—. Si te gustan mis ojos, mírame.
Abro los ojos y los clavo en ella.
Veo su mandíbula en tensión, pero su azulada mirada es la que me hechiza. El esfuerzo que siento en su rostro y su boca entreabierta me excita más. Entonces cambia el ritmo de las embestidas y yo grito y echo la cabeza para atrás.
—Mírame. Mírame siempre —vuelve a decir.
Con los ojos vidriosos por el momento, me agarro con fuerza a sus hombros y la miro. Me dejo manejar mientras su mirada me habla. Me pide a gritos que me corra. Me exige que se lo haga ver y, cuando no puedo más, le clavo las uñas en los hombros y un grito agónico pero lleno de placer sale de mi boca.
—Sí… así… córrete para mí.
Mi vagina se contrae y mis espasmos internos consiguen lo que quiero. Darle placer. Lo veo en sus ojos. Lo disfruta. Tras una embestida brutal con ella también se corre, saca el juguete de mi interior y la oigo soltar el aire entre los dientes, mientras me muerde en el hombro por el esfuerzo hecho.
El agua recorre nuestros cuerpos mientras jadeamos por lo ocurrido. Lo nuestro es sexo en estado puro. Y reconozco que me gusta tanto como a ella. Brittany abre un poco más el agua fría. Eso me hace gritar y, como dos tontas, comenzamos a jugar bajo la ducha del hotel.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
bueno, solo espero que en verdad no solo sea sexo!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Vaya! Interesante cap!
Haz logrado cambiar mis humores increiblemente & ahorita... bueno tu me entiendes xD
Por cierto Brittany es una groseroota cn San >:c pero buenoo sabe arreglarlo *--*
Haz logrado cambiar mis humores increiblemente & ahorita... bueno tu me entiendes xD
Por cierto Brittany es una groseroota cn San >:c pero buenoo sabe arreglarlo *--*
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Oh que capitulo ARIA MI QUERIDA ARIA que sexosas son las Brittana en este FF de verdad y pues si estoy mejorando de a poco literalmente ando muriendo de la gripe pero bueh que se hace :s bueno nena espero tu próxima actualización y saludos besos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
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