FanFic BRITTANA La verdad sobre el amor

Capítulo 16: Los miedos que me animan a amarte.



Puckerman se acercó a mí y me besó con efusividad, me envolvió entre sus fornidos brazos, miró a Britt y le dedicó una sonrisa, “Es bueno volver a verte, Pierce”, Brittany estaba más que furiosa y no le dijo nada, se alejó de mi para saludar a mi abuelo con un beso en la mejilla.

“Cenemos”, dijo él contentísimo.

El baboso de Puckerman no dejaba de mirarme, mi abuelo destellando su sonrisa no parecía molesto porque este tipo me mirara como lo hacía. En toda la cena él se presentó y contaba cuan emocionado estaba por trabajar como presidente, “Comencé limpiando piscinas y una cosa llevo a la otra, entre el cloro de limpieza y la organización de negocios no hay diferencias, hay que tener cabeza y una cara bonita, yo poseo ambas y aquí estoy, hecho un presidente…”. La verdad no entendía a este tipo, era un completo imbécil, pero mi abuelo lo quería, “Eres un hombre trabajador, te mereces progresar” le dijo. Britt, totalmente indignada no se atrevía a mirarlo.

- Pierce, no sabía que bailabas… tendré que ir a verte.
- Mañana iremos juntos, no te preocupes -le dijo mi abuelo.
- Santana, ¿te nos unes? -me consultó Puckerman.
- Yo siempre voy, no hace falta que me invites.

Britt sonrió, y era la primera vez que me veía y sonreía desde que llegamos a casa y nos encontramos con este tipo que no dejaba de mirarme.

- Tu novio es un hombre afortunado -me dijo el mirón.
- Por supuesto.

Él me miró y sonrió, de seguro esperaba que le dijera “No tengo novio”, pero, no era un hombre fácil de convecer, siguió.

- ¿Cómo se llama él?
- Es muy impertinente tu pregunta Puckerman.
- Dime Puck, preciosa.

Sonrió coqueteando delante de mi abuelo, me indigné. Blanqueé los ojos y me puse de pie, “Permiso…” dije, “…Britt y yo tenemos una charla pendiente”. Britt se puso de pie y nos dirigimos a mi habitación, mi abuelo se disgustó pero no dijo nada. Puckerman no dejaba de mirarme.

Brittany entró furiosa a la habitación, se pasó las manos por su cabeza, visiblemente molesta dijo: “¿Qué hace él aquí’?”, la miré e intenté calmarla pero no lo lograba, necesitaba besarla y borrar esa molestia pero no me atrevía a hacer eso. “Britt, no lo conozco, es un tipo desagradable”. Ella me miró y con tristeza dijo: “Tu abuelo está contento con él, lo conocimos hace poco, tuvimos una reunión y me molesta su forma de ser, tan… tan arrogante”.

Me acerqué a ella, tomé sus manos e hice que me mirara, se tranquilizó, la conduje a la cama e hice que se sentara, yo me senté a su lado.

- Britt… debemos hablar…
- San, te extrañé, perdón por no creerte, pero esas fotos… ¡Dios, Santana!
- Lo entiendo, Britt, era yo, la de las fotos era yo -ella me miró- pero no sé cuándo me sacó esas fotos… no te fui infiel, Britt.

Ella bajó su mirada, esto era difícil.

- Pensé que te perdía cuando me enteré que viajabas -dijo ella- pero prometiste volver y después no querías hablarme ni regresar. Pensé en esos momentos que realmente te había perdido, luego tus flores en cada función, no sé Santana, estaba tan confundida, dime, ¿cómo seguimos? ¿Vas a dejarme?
- Britt…
- Entenderé si eso deseas, sé que te hecho mucho daño, San…

Ella comenzó a llorar y sólo la abracé, no podía decirle cuanto sufrí, el dolor se acentuaba de a poco, realmente dolía, la decepción aparecía una vez más y se posicionaba en mi debilitado corazón. Acogiéndola entre mis brazos le dije:

- Necesitaba alejarme y pensar, Britt. Yo sé que la pasaste mal, estuve igual, me dolió mucho que no desearas que te expliqué lo que pasó, entonces decidí que lo mejor era tomarnos un tiempo. Yo te quiero, Britt, te quiero mucho y realmente quiero arreglar todo entre nosotras, pero nos hemos hecho tanto daño…

No pude seguir pues ella seguía llorando, la abracé más fuerte y ella hizo lo mismo conmigo. Levantó su cabeza y nuestros rostros se enfrentaron, sus ojos estaban rojos producto de las lágrimas, los cerró y apoyó sus labios en los míos. Automáticamente cerré mis ojos y la besé lentamente, con suavidad y sin apuro, sus manos sujetaban mi rostro, siguió besándome, de repente todos mis miedos comenzaban a huir, sabía que podíamos superar esto, nos tomaría tiempo pero lo haríamos, juntas, porque ambas nos queríamos.

- Te quiero, Santana...
- Yo también.

Sin decir nada más volví a besarla, suavemente, tratando de recordar cada centímetro de sus labios. La aferré más a mí y mi respiración aumentaba al igual que la de ella. No quería apresurar todo, pero la necesitaba, mi cuerpo gritaba que necesitaba sentir el calor de su piel desnuda en contacto con la mía, exclamaba la urgencia de sentir sus manos níveas recorrer cada centímetro de piel, mi cuerpo exigía que sus labios trazaran esos senderos de besos por mi espalda, por el cuello y mi pecho hacia un destino ubicado en el sur, ese lugar de placer único que estaba a punto de estallar, pero, unos pasos se aproximaban a la puerta de mi habitación, era mi abuelo.

Britt se separó de mí, mi abuelo tocó dos veces y abrió la puerta. Nos vio allí sentadas y se dirigió a mí: “Baja a despedir a Noah”. Lo miré con cierto desconcierto, ¿tramaba emparejarme con él?, “Ahora, Santana”. Me puse de pie y Britt hizo lo mismo, ambas fuimos detrás de él a despedir a Puckerman.

“Adiós, preciosa” dijo y depositó un beso en mi mejilla mientras me abrazaba, miró a Britt y le dijo: “Nos vemos, Pierce”, se acercó a ella y le dio un beso insignificante. Me dedicó una mirada lasciva y se fue, caminaba con toda la arrogancia por delante.

Mi abuelo sonreía, lo miré consternada, mi entrecejo no podía fruncirse más y exclamé:

- ¿Qué es lo que pretendes? Conozco esa mirada, abuelo.
- Noah es un hombre trabajador, con mucho futuro y una gran trayectoria por delante -dijo él.
- Es un mujeriego - agregó, Britt.

Mi abuelo la miró y dijo: “Todo hombre tiene sus andadas de joven, él desea asentar cabeza, Santana, deberías tratarlo más”. Lo miré con seriedad, Britt se sentía ofendida.

- No pretendas decidir por mí -le dije a mi abuelo- sabes muy bien que estoy enamorada y…
- De un imbécil que sólo te hace daño -dijo furioso.
- ¡NO TE PERMITIRÉ QUÉ HABLES ASÍ! ¡NO TIENES IDEA DE LO QUE PASA!
- ¡PUES DIMELO!

Los gritos asustaron a Britt, mi abuelo la miró y decidió apartarse de allí, pero como siempre, él quería tener la última palabra: “Sólo quiero lo mejor para ti, Santana, y ese hombre por el cual sufres, no lo es”. Se fue a la biblioteca.

Miré a Britt, ella aún seguía ofendida, “Si él supiera, jamás me lo perdonaría” exclamó, la miré con tristeza, tal vez se equivocaba, tal vez no. Ella se acercó y me besó en la mejilla, “Debo irme”. Yo quería abrazarla y no soltarla, pero en vez de eso, la dejé ir.



……………………………..



Sentada en mi oficina, me concentré en los archivos que tenía que revisar. La mañana llega a su final, el tibio calor de la tarde se asomaba por la ciudad. Brittany había llegado a la empresa temprano y sólo me dedicó una leve sonrisa desde la distancia.

Antes del mediodía vi a Puckerman pavonearse por el pasillo y coquetearle a Carla, noté como ella se ruborizó y dirigió una mirada hacia mí. A su vez, los juguetones ojos de Puckerman me desvestían, estaba inclinado diciéndole alguna babosada a Carla, se incorporó y entró en mi oficina. Mis ojos se centraron en él, no llevaba saco, pero si una camisa color beige que resaltaba su musculoso cuerpo, sonriendo me dijo: “Hola, morena”, su sonrisa se amplió y sus dientes blancos resplandecían, sus ojos no se apartaban de mis pechos, era poco sutil en su mirar.

- ¿Podrías dejar de mirarme los pechos, Puckerman?
- Son hermosos, ¿por qué dejaría de hacerlo?
- Eres un insolente, sal de mi oficina.
- Esta noche iremos al teatro.
- ¡¿Qué?! ¿De qué demonios hablas?
- Eres sexy…
- Sal de mi oficina.
- Tu abuelo me invitó, me dijo que siempre vas a ver a Pierce bailar, quiero ver como se mueve esa rubita, ¿ustedes son amigas lesbianas o algo así?

Lo miré petrificada, ¿qué demonios?, él seguía sonriendo socarronamente, intenté verificar si era una broma o si él sabía algo más y continuó hablando.

- Santana, he escuchado hablar de ti, me dicen que eres una lesbiana, pero viéndote de cerca, no lo creo, lo que tú necesitas es un hombre y créeme, yo seré tu hombre. Pero si la rubita se nos une no tengo problema, Puck puede con las dos.
- No eres más que in imbécil, Puckerman, ¡qué te jodan!
- Imagínate, tú con ese carácter, desnuda en una cama o en cualquier lugar, eso no importa, y yo encima de ti, sexo del bueno, morena, duro si lo prefieres así.
- Eres un imbécil.

Él no dejaba de sonreír. Salió de mi oficina guiñándome un ojo. Miré hacia afuera y Britt se marchaba furiosa, tal vez vio como Puckerman coqueteaba conmigo, estaba celosa, debía salir corriendo en busca de ella pero algo me decía que no lo hiciera. Preferí seguir mis instintos.

Quinn y yo buscábamos un lugar en el restaurante italiano, esta vez almorzaríamos solas. Ella eligió la mesa y antes de sentarnos dijo: “¿Qué te dijo Puckerman?”. La miré, ella fijó sus pupilas verdes en mí.

- Es un imbécil… -respondí.
- Britt está celosa, supongo te diste cuenta.
- Lo sé…
- Al final, ¿qué harás?
- No es tan fácil como lo planee… Britt está muy triste, se siente culpable de todo y yo…

No podía decirlo, no quería decirlo, entonces Quinn lo dijo:

- Sigues herida, Santana.
- … Si… Pero la quiero, la necesito, Quinn.
- No lo pienses tanto, San. Ambas están sufriendo, ella te quiere, la quieres. No pueden estar separadas.

Quinn pidió la comida mientras yo meditaba sus palabras. Me sirvieron un plato de pasta italiana, el apetito simplemente desapareció, Britt volvía a invadir mis pensamientos.

- ¿Dónde está Britt? Hablaré con ella ahora.
- Cálmate, Rachel está con ella, tenemos un juego al que ir, allí la verás.



……………………….



Afuera del estadio esperábamos a Rachel y a Britt. Las vimos acercarse y mi corazón palpitó al verla, como si recién cobrara vida, su caminar y su silueta acercándose a mí me volvía loca, amo a esa mujer, la necesito a mi lado.

Rachel besó a Quinn y Britt sólo me dedicó una mirada triste, me acerqué a ella y besé su mejilla. Tomé su mano y nos dirigimos a nuestros asientos.

Los Raiders ganaron, Mychal se lució, Quinn fascinada por el grandioso juego logró poner celosa a Rachel, ella, a su vez, haciéndose la ofendida lograba que Quinn la besara, la abrazara y le brindara caricias.

Rachel, disfrutando de aquellas muestras de amor, seguía actuando y obteniendo más atención de mi rubia amiga. En todo el partido escuché los cuchicheos de ellas, las risas cómplices de lo que se decían y noté el fuerte agarre de sus manos.

Britt, sin gestos en su rostro se concentró en el partido, tan concentrada en eso estaba que por momentos saltaba de los nervios cuando el equipo contrario atacaba. Por el sol, ella llevaba puesta una gorra con visera, su cabello rubio suelto resaltaba aún más con los rayos de luz, bebía su Coca-Cola de a sorbos, sin dejar de mirar el campo de juego. Festejó cada uno de los puntos de los Raiders, me equivoqué, su rostro en ese momento si demostraba una emoción, estaba disfrutando de algo. Su cabello recorría su pecho, ella con sus finos dedos lo apartaba hacia su espalda, se tensionaba por momentos, miré al campo de juego y el equipo atacaba a los Raiders. Sonreí por lo cómico del momento, ella a mi lado sufriendo por un partido sin importancia, yo en el medio observándola y sufriendo por no poder besarla como lo hacía mi rubia amiga con su novia a mi otro costado.

En el entre tiempo Britt fue en busca de más bebida, Rachel la acompañó y prácticamente tardaron todo lo que el entretiempo dura. Quinn fascinada me hablaba del grandioso partido que nos tocó presenciar a pesar de los celos de Rachel, ella estaba feliz, no pretendía arruinar se momento contándole lo mal que me sentía por Britt.

“Rach, ¿me llevas?” dijo Britt ni bien terminó el partido. Rachel mirando la hora en su reloj asintió. Yo quedé al aire, esa complicidad entre ellas de repente me molestó y Quinn no parecía molestarse; por un lado lo entendía, el tiempo que no estuve al lado de Britt la hizo acercarse más a Rachel, Quinn me lo mencionó, pero ahora estaba yo allí, a su lado para remediar todo esto y ella simplemente le pedía a Rachel que la llevara.

La rabia empezaba a surgir en mí y con cierta molestia dije: “¿Por qué ella?”. Quinn me miró con seriedad, Rachel con temor y Britt sorprendida. “Vine con ella” respondió Britt levemente, fruncí mi ceño ante la idea lógica que intentaba plantear, “Yo te llevaré” dije tajantemente, Rachel ante la incomodidad del momento no sabía que decir, pero conociéndola, de seguro en su mente estaba armando su comentario: “Santana, yo paso cerca del teatro, no te preocupes, puedo llevarla yo”, la miré y eso no me convenció, “Britt y yo debemos hablar, la llevo yo”, antes de que pudiera moverme Britt habló, “Santana, no es el momento para hablar. Rachel me lleva”. Desapareció de mi vista y Rachel besó a Quinn, luego me miró y fue tras de Britt.

- Deberías calmarte -dijo Quinn.
- Tu novia se lleva a mi chica y ¿debo calmarme?
- Ya basta de esta mierda, estás enojada, herida, lo entiendo, pero Rachel no tiene la culpa, ella lo único que ha hecho es ayudar a Britt. ¡Dios, Santana! Quiero ayudarte, pero realmente no sé cómo hacerlo, tú no me dejas ayudarte tampoco.
- Necesito a Britt a mi lado -dije con cierto miedo de expresar mis sentimientos.
- Pues díselo… -contestó Quinn con tranquilidad- debes decírselo, ella está muy confundida, al igual que tú, ambas se quieren pero no saben cómo seguir, sé sincera San, si no crees poder superar todo el daño que sientes, ella debería saberlo.
- Eso implicaría alejarla más, eso implica que todo acabaría.
- Pero no puedes estar sufriendo, ni ella se merece estar sufriendo. Si realmente se quieren y desean estar juntas, podrán con esto. Yo sé que podrán hacerlo, ¡Dios, están tan enamoradas!

Sonreí ante eso y ante lo bizarro de la situación, hablando en un campo de football. Me abrazó y salimos de ahí.

Regresamos a la empresa, aún la jornada laboral no terminaba y decidimos seguir trabajando. Me instalé en su oficina y cada una se centró en lo suyo, de vez en cuando charlábamos sobre algún tema trivial, con el paso del tiempo me sentí tan cansada que me recosté en su sofá. “Disfrútalo, será la última vez” la miré y blanqueando los ojos le dije: “Hace tiempo que te escucho decir que vas a cambiar todo aquí, no veo avances”, ella me lanzó unas lapiceras y unos papeles hechos bolitas, “Pues el fin de semana pintarán y remodelarán todo, el lunes verás el resultado, con sofá nuevo incluido”. Me reí y ella enfureció, “Basta” dijo ella acercándose a mí con rapidez, “¡Guerra de cosquillas!” gritó y se subió encima de mí atacándome.

Ambas estábamos despeinadas, acostadas en el sofá. Sentimos un golpe en la puerta y Carla entró, “Santana, ya me voy, ¿necesitas que haga algo antes de marcharme?”, ella sonreía, “Ve tranquila Carla”. Ella siguió sonriendo y se fue. “Bueno, López, tienes una rubia que conquistar, ve a ducharte, apestas a decepción luego de la paliza que te he dado”. Ella se levantó y se estaba peinando, tomé un almohadón que había allí y se lo coloqué por debajo de su remera en su espalda subiéndolo hasta su nuca, parecía una joroba, y salí corriendo de la oficina, la escuché decir: “¡Muy madura, López!” y la dejé allí luchando por sacarse su joroba.



………………………….



Me fui a casa sola, mi nana buscaría “el vestido ideal” para esta noche mientras yo me duchaba. Al terminar, en mi cama estaba acomodado un vestido color rojo, sonreí, ese vestido era perfecto.

Tacones a tono, el pelo suelto, un toque de maquillaje, perfume en mi cuello y unos aretes conformaban mi atuendo. La tela del vestido se deslizó por mi piel sin dificultad, estaba más delgada y lo ceñido de mi vestido delataba esa condición en mí, no lo había notado. Tomé mi tapado y salí.

Mi nana estaba charlando con Marcelo cuando yo llegué a la sala, ella me sonrió, “¡Perfecto!” dijo. Marcelo sonreía y me ofreció su brazo, “Hermosa, como siempre”. Le sonreí, me despedí de mi nana y tomé el brazo de Marcelo, iba a ver a mi chica.

Llegué al teatro y entré con confianza, me sentía segura y totalmente decidida. Al llegar al palco mi abuelo me recibió con una sonrisa que correspondí, Harry y Nicole estaban allí y les sonreí también, pero, desapareció al ver quien más estaba allí, Puckerman que sonreía como baboso.

Nicole se acercó, me dio un beso y me abrazó, Harry me dio un abrazo y sonrió. Puckerman se puso de pie y se aproximaba a mí con esa mirada que me desnudaba, me sentía incómoda ante esos ojos llenos de lujuria; me besó en la mejilla y una mano se posó en mi cintura, sentí su cuerpo acercarse más y susurró en mi oído: “Estás hermosa, morena”. Le sonreí por pura cortesía y me senté alejada de él, sin embargo, sentía su mirada en mí, trataba de no mirarlo.

- Santana, estás muy delgada… cuéntame, ¿cómo estás? -dijo Nicole.
- Un poco mejor…
- Britt está triste aún… anoche me dijo algo que me preocupó, -la miré seriamente- me dijo que Gustavo te presentó un muchacho y que está tan encantado con él que no cree que acepte lo de ustedes. Ese muchacho, ¿es Noah?
- Él solamente dirige una empresa, mi abuelo apenas lo conoce y si me lo presentó es porque trabajara conmigo pero no estoy interesada en él… ¡Dios, Nicole! -ella me miró y notó mi frustración, tomó mi mano y eso fue el impulso necesario que necesitaba para decirle algo realmente importante- No sé qué hacer… Quiero a Britt, muchísimo y lo sabes, pero ella…
- No confía en ti -dijo ella y me sentí desvanecer.
- Me siento frustrada ahora, intento estar con ella, volver a como éramos antes pero ella, ella simplemente no quiere creerme…
- Ella te quiere y no te lo digo sólo por ser su madre, tú también lo percibes pero lo que ha pasado es una prueba que deben superar si realmente desean estar juntas, no ha sido fácil para ninguna de las dos y me preocupas -me tensé y ella ejerció más fuerza en mi mano- has estado sola durante todo este tiempo, no has hablado con nadie…
- Hablé conmigo misma -retruqué.
- Me parece bien, pero, te noto perdida aún -mis ojos comenzaban a cristalizarse- déjame ayudarte, Santana, me duele ver a mi hija sufrir y me duela verte así a ti…

Una rebelde lágrima se fugó por mi mejilla, ella con amor la apartó con su mano libre y me contempló con esos ojos claros, le sonreí y me abalancé sobre ella, sus brazos me cubrieron con fuerza, y solté un leve sollozo que al parecer no fue tan leve pues los murmullos que se oían en el lugar cesaron, no quise desprenderme del abrazo de Nicole, no quise enfrentarme a la mirada de reproche de mi abuelo, quería sentirme protegida, entendida y Nicole me brindaba esa tranquilidad. Luego de un instante me separé de ella y besó mi frente, sonrió y me acomodé en mi butaca, ella no soltó mi mano, mi abuelo me miró y sólo me sonrió.
Una vez más el telón se abrió y Britt salió a escena, pero mi mirada se centraba ahora en ella de otra manera, la deseaba, más que nunca, mi cuerpo necesitaba sentirla a mi lado, besarla hasta el cansancio y abrazarla con fuerza. Los músculos de su cuerpo se tensaban y en mí crecía la necesidad de explorarla una vez más y hacerle sentir mi amor. Sentí mi cuerpo estremecerse, la veía desde lo alto y quería que supiera que estaba allí observándola, deseándola, amándola.

Al terminar la función todos la aplaudieron de pie una vez más, ella saludó a todos sonriendo, alzó la vista hacia el palco y sonrió al ver a Harry, al parecer notó la presencia de Puckerman porque su rostro demostró cierta sorpresa, luego, su mirada se encontró con la mía y me estremecí, ambas miradas se conectaron por unos instantes, quería estar a su lado y besarla, sin embargo, ese instante fue quebrado porque de pronto Puckerman rodeó mi cintura con su brazo y me dijo al oído: “Ese baile de Brittany me puso tan caliente…” lo miré con disgusto y de repente me di cuenta que estábamos solos en el palco, me deshice de su agarre, miré a Britt, ella desaparecía entre bambalinas, acompañada de Alexandra. Puckerman sonreía a mi lado, “Eres un imbécil” le dije, estaba furiosa por la forma en la que era, por la mirada que me brindaba cada vez que me veía y encima se atreve a decir: “¿Te imaginas a Brittany, a ti y a mí juntos?”, para él, ella ya no era Pierce, era Brittany y eso me enfureció más, “¡Qué te jodan, Puckerman!” le dije e intenté apartarme de él, me tomó del brazo e intentó inmovilizarme, lo miré furiosa preparándome para pegarle cuando Harry entró y furioso dijo: “¿¡Qué crees que haces!?”; Puckerman me soltó y me alejé de él, Harry se le paró en frente, estaba furioso y con un tono serio y cargado de fuerza le dijo: “No te atrevas a tocarla, ¡¿me has escuchado?!”, Noah miró a Harry, asintió y dijo: “Sí, señor”. Harry me miró analizándome, “Estoy bien” le dije y ambos salimos del lugar.

No sé qué habrá pasado después, Con Nicole fuimos en busca de Britt, iríamos a cenar todos, esperaba que Puckerman no asista.

Con Nicole entramos al camerino, Britt estaba duchándose, miré su espejo y ya estaba pegada otra tarjeta con mi nombre, había recibido otro ramo de flores. Nicole emocionada inspeccionaba todo con admiración, ordenaba el bolso de Britt y sonreía al ver las fotos del espejo. Britt salió y se abrazó con su madre, Nicole depositó un beso en su frente y me dio lugar a mí para saludar a Britt, como boba sólo le sonreí y un leve “Hola” salió de mi boca, ella respondió con otro “Hola” y me dio un beso en la mejilla, estaba terminando de acomodar su bolso y Nicole dijo: “Las espero con los demás”, salió del camerino. En realidad Britt ya estaba lista pero algo nos decía que no había que salir de ese diminuto espacio. Ambas paradas examinándonos, deseando una única acción pero rodeadas del miedo. “¿Qué hace Puck aquí?”, la miré y dije: “Vino con mi abuelo”. Ella bajó la mirada, respiré profundo y solté el aire contenido, me acerqué a ella y tomé su rostro entre mis manos, la obligué a mirarme, “No soy lo suficiente buena para ti, ¿verdad?” dijo con dolor en su mirada, mi frente se unió a la suya y mis manos se alojaron en su cintura, intentó apartarme de ella pero la sostuve con más firmeza y la apoyé contra la pared, ella quería alejarse de mí, entre sollozos me dijo: “Te haré daño, por favor Santana…”, a lo que respondí: “Nos queremos Britt, no podemos hacernos daño, no me digas eso…”, traté de calmar su llanto, me miró y acarició mi rostro, cerré mis ojos por instinto, “Quiero besarte, Britt” le dije y antes de decir algo más sus labios se unieron a los míos, mis manos ejercieron fuerza en su cintura, el beso se hacía más pasional y mi cuerpo se unía más al suyo, sus brazos rodearon mi cuello intensificando más el beso, ambos cuerpos se buscaban, trataban de encontrar ese pedazo de piel que necesitan, querían unirse entre ellos; mis manos se metieron por debajo de su vestido, ella se estremeció y gimió, besé su cuello mientras avanzaba hacia el interior de sus muslos, sus manos se enredaron en mi cabello, su vestido era arrastrado por el paso de mis manos, ella gemía, la besaba una vez más en los labios, se entregaba a mí y cuando mis dedos rozaron la tela de su ropa interior la puerta del camerino se abrió, “Britt, estás lis…”, miré a mi costado y Alexandra nos miraba con desconcierto, saqué mis manos del cuerpo de Britt pero la rodee sin dejar que se apartara de mí, ella con la respiración errática miró a Alexandra, “En un minuto vamos” dijo. Alexandra cerró la puerta y Britt me miró, su respiración no se controlaba aún, “Dios, Santana… yo…” no la dejé continuar y reanudé el beso, ella me correspondió con rapidez, con furia, no sé cómo hizo pero ahora era yo la que estaba en contra la pared y eso era excitante, sus manos recorrían mi cuerpo como las mías el suyo, sin cortar el beso, unió sus manos a las mías, las sostuvo sobre mi cabeza y se separó de mí para decir: “Nos están esperando”. Dejó un beso pequeño en mis labios, se acomodó el vestido y me invitó a salir, sonreí y fuimos al encuentro con los demás.

Durante el camino hacia afuera del teatro, Britt se iba despidiendo, Puckerman no estaba allí, Alexandra era entrevistada por alguien y como era de costumbre, los fotógrafos con sus flashes encandilaban a Britt, tomé su mano y la guié al auto, ella sonreía y saludaba a todos.

La cena entre sus padres y mi abuelo fue incómoda para nosotras, deseaba tenerla cerca de mí, pero realmente no sabía en qué punto estábamos. Nuestras miradas se encontraban por momentos y desde lo más profundo de mi ser atesoraba cada momento en que sus ojos celestes se posicionaban en mí.

Además de sus ojos celestes, otros del mismo color se posicionaban en mí, eran los de Harry, me sonreía con devoción, como una especie de papá protector. No habíamos hablado sobre lo que pasó con Puck, pero presentía que quería hacerlo. Sólo le sonreía en modo de respuesta.

La incomodidad del encuentro duró unas dos horas, con charlas triviales y bromas de mi abuelo para hacer una velada que no fuera aburrida, pero, en lugar de eso, sentí una especie de angustia que se acentuaba en mi ser, el alejamiento de Britt volvía a herirme, aún nada estaba claro y era una idea intolerante para mí.

El nerviosismo se presentaba ahí también, justo antes de despedirnos, sin embargo, me animé a preguntar: “Brittany, ¿damos un paseo?” Ella me miró sorprendida, Harry y mi abuelo no notaron nada raro en mi pedido pero Nicole si, ella sabía las barreras que se romperían si Britt aceptaba, sabía de los miedos y fantasmas que dejé atrás al momento de animarme a hablar, ella sabía lo que eso significaba, “Ve si quieres, cariño” dijo animando a Britt, ella le sonrió y se despidió de sus padres, se acercó lentamente a mi lado y tomé su mano, nos subimos al auto, mi abuelo seguía con su buen humor contándonos algo gracioso, yo sólo iba embobada mirando a Britt y contemplando nuestras manos juntas.

Al llegar a casa saqué mi auto y Britt se despidió de mi abuelo con un abrazo, subió al auto sin atreverse a mirarme. Conduje por varias calles, la música invadía el lugar y la tensión en nosotras iba en aumento. Estacioné cerca de un parque de diversiones. Sonreí ante el bello recuerdo que tenía en mi cabeza, un parque, el lugar donde besé a Britt. Me miró y le sonreí, salí del auto y ella hizo lo mismo, tomé su mano y caminamos por el lugar. Ella seguía tensa y nerviosa, yo por inercia me sentía igual. Noté unos asientos y me dirigí a ese lugar. Nos sentamos mirando a los niños divertirse. Centré mis ojos en ella, admirando su belleza, me miró y se sonrojó. Ya sabía en qué punto estábamos, en el inicio, una vez más. “Debemos volver” le dije, me puse de pie y ella me miró desde su lugar, le tendí mi mano y su cálido agarre me envolvió.

Caminábamos hacia la salida, en silencio yo pensando en querer besarla y ella miraba los juegos y los niños sonreír. Al llegar al auto no permití que entrara, la tomé de la cintura y la apoyé en el auto, la miré fijo: “Los recuerdos vienen a mí” le dije a punto de jadear, ella acarició mi mejilla, cerré mis ojos ante el ardor de su caricia y sus labios se unieron a los míos, la abracé e intensifiqué nuestra unión.

Se separó de mí jadeando mi nombre, me estremecí pero al verla noté su tristeza, besé sus labios levemente, ¿cuánto tiempo estaríamos así sufriendo?



……………………….



Estacioné en la entrada de su casa, luego del beso decidí llevarla a su casa, pero la tristeza en ella era notable y eso me afectaba directamente, ella quiso salir del auto pero tomé su brazo e hice que me mirara.

- ¿Qué debo hacer para no verte triste? Britt, he vuelto y volví por ti.
- Pero te hice mucho daño…
- Aún estoy enamorada de ti… tú, ¿ya no?
- Santana, -dijo mirándome con la tristeza acentuándose en su rostro- tu abuelo no me quiere, él sabe que te hice daño, no me perdonará nunca esto.
- Mi abuelo no sabe que eres tú, si se entera su opinión cambiará.

Mi celular vibró, un mensaje de un número desconocido, decidí ignorar el mensaje y centrarme en Britt, ella me miró y dijo: “Puck ha dicho que le gustas…”, mi ceño se frunció, “…odio que esté a tu lado sonriéndote” dijo y se calló, ella no quería decir eso exactamente, me acerqué y sonreí, me encantaba verla celosa, besé su mejilla y ella me sonrió, depositó un beso tímido en mis labios, nos miramos y el celular volvió a vibrar, lo ignoré una vez más “¿Quién es?” dijo Britt, “No lo sé, sólo me importa besarte” y la besé, sus manos se aferraron a mi rostro e intensificamos el beso, juntamos nuestras frentes y preguntó: “¿Cómo seguimos?” Besé su nariz y ella sonrió, era momento de dejar todo en claro.

- Seguiremos en el punto mismo donde quedamos…
- ¿Cuál es ese punto?
- Dímelo tú…

Me miró con un destello de esperanza saliendo de sus ojos, ella pensaba en el punto exacto donde quedamos…

- Santana, desde hace tiempo lo único en quien pienso es en ti, me preguntas por el punto exacto en que quedamos, yo no me he quedado en ningún lugar, avancé pero hay algo que se mantiene y va en aumento en mí, es el amor que siento por ti, sólo de eso estoy segura, te quiero, sólo a ti…

Me miró y casi lloró, yo por mi parte sentía desvanecerme, ella era sincera pero algo golpeaba a mi cabeza enamorada…

- Britt, ¿no dudarás de mí? Necesito que confíes en mí, si hay algo que hago mal debes decírmelo, si alguien te dice algo de mí, habla conmigo, dímelo, no huyas de mí… no estoy tan segura de salir corriendo detrás de ti si algo como lo que pasó volviera a ocurrir, no lo haría porque tu desconfianza me mataría Britt, no podría aguantar una vez más que no creyeras en mi…

Mis lágrimas recorrían su efímero recorrido por mis mejillas, Britt con ojos rojos y sus lágrimas a punto de salir me miraron entendiendo mi explícito mensaje, “Lo siento” dijo y se aferró a mí, besé su cabellera, ambas llorábamos abrazadas entendiendo que, querer como nosotras queríamos nos iba a doler si nos imaginábamos separadas; la opresión en mi pecho aumentaba, el agarre de los brazos de ella eran firmes, me sostenía como si temiera perderme, como si fuera el último abrazo. Juntamos nuestras frentes, yo tenía mis ojos cerrados, no quería ver reflejado en ella el dolor que mis palabras le causaban por mi absoluta sinceridad pero tenía que decirle la verdad, lo que realmente siento y sé que pasará, porque es la realidad, si su desconfianza volvía a aparecer yo no existo más, el dolor y la decepción me matarían, les temo como a nada más en esta vida, ¿cómo se sigue después de una decepción? ¿Cómo vivir sin el amor de Britt? No, yo no podría vivir sin ella, la amo, la amo…

Sentí sus labios rozar los míos, mis pensamientos se interrumpieron y decidí besarla, además del dulce sabor de su boca sentí el salado gusto de sus lágrimas, no hice la más mínima intención por alejarme de ella, yo no podría hacer tremendo esfuerzo, podría estar besándola todo el tiempo, pero ella se separó en busca de aire, mis ojos permanecían cerrados, ella me pidió que los abriera, con temor lo hice y vi sus ojos celestes abrumados por el llanto, besé su nariz, ella sonrió y dijo: “Te quiero, no me imagino una vida sin ti, no desde que eres una parte de mí”. Nos fundimos en un nuevo abrazo y nuestros labios reclamaban la unión entre nosotras.

La vi alejarse, su silueta desapareció entre la oscuridad de la noche y mis suspiros salieron libres por el aire que me da vida, volvíamos al punto en que quedamos, justo cuando más nos queríamos.

Regresé a casa y mi celular volvió a vibrar, recordé los otros mensajes y decidí revisar quien insistía tanto. Como era de esperarse, Puckerman estaba a mi acecho a través de mensajes de texto, me pedía disculpas en el primer mensaje, consideré la posibilidad de perdonarlo pero los otros mensajes ya eran una sarta de tonteras, me pedía encontrarnos y darle la oportunidad de disculparse sólo cómo él sabe hacerlo, que si yo accedía él vendría en este mismo momento a recogerme… Decidí ignorar sus mensajes, no sabía cómo consiguió mi número de teléfono pero debía ponerle un alto; es guapo y agradable a la vista pero su arrogancia lo convierte en una persona fastidiable.

Decidí ir a dormir con la alegría que me daba haber arreglado las cosas con Britt, iríamos despacio pero seguras de lo que sentimos…



………………………



La entrada a la empresa era diferente, dejaba atrás miedos y dolores, volvería a ver a Britt como la tonta enamorada de siempre y mi corazón rebosaría de alegría al verla y notar en su mirada que mis sentimientos eran correspondidos.

La vi entrar y dedicarme una de sus mejores sonrisas acompañada de su sexy mirada, bella, es bella. MI grado de embobamiento iba en aumento, Carla le dijo algo rompiendo nuestra burbuja de enamoramiento, Britt le respondió y me dedicó una mirada antes de entrar en su oficina.

A media mañana, mientras Carla me ayudaba a organizar mi agenda de reuniones Puckerman llegó a la empresa, me lanzó un beso por el aire y me guiñó el ojo, pasó directo a la oficina de mi abuelo. Luego de la pasada de Puckerman volví a concentrarme en mi trabajo y como si fuera una maldición, debía pactar una cita con Puckerman para arreglar cuestiones jurídicas con respecto a su contrato con mi empresa, tal vez Quinn podría reunirse con él sin necesidad de mi presencia. Me dirigí a la oficina de ella, entré y no pude evitar sonreír al ver a Britt más cerca de mí, ella se ruborizó un poco y Quinn se reía maliciosamente.

- Santana, ¿a qué debo tu visita en mi oficina? Recuerda que la última vez que estuviste aquí huiste como una cobarde…
- Fabray, sólo fue una almohada de joroba…

Britt nos miraba sonriendo no creyendo lo que escuchaba, le sonreí y dije: “Necesito que tú te reúnas con Puckerman y arregles todo lo que haya que arreglar, yo no quiero tener contacto con él”. Quinn me miraba y dirigió su mirada a Britt, si hay algo que destacaré siempre de Quinn es su inteligencia, no hacía falta agregar algo más. “Lo haré, no te preocupes, pero me debes algo López, esta vez cobraré por mi trabajo extra” la miré tratando de averiguar que podría pedirme, pero, mis pensamientos fueron interrumpidos por la entrada de Puckerman en la oficina. Él, su sonrisa y su arrogancia se pararon frente a nosotras, me miraba con lascivia, separó sus piernas y colocó sus manos en los bolsillos del pantalón, una pose de macho alfa, sin interrumpir su sonrisa dijo: “Tres mujeres hermosas hay aquí, pero sólo me interesa una” y fijó su mirada aún más en mí.

- Puck, qué gran observador has resultado ser pero qué bueno que estás aquí, necesito arreglar unos temas contigo -dijo Quinn- Santana, pídele a Carla que me traiga los papeles que necesito…
- No, yo todo lo que tenga que hablar lo haré con Santana.

Su arrogancia no podría ser mayor. Me puse de pie indignada y dije:

- Puckerman, arreglarás lo que tengas que arreglar con mi abogada, recuerda, trabajas para mí y si yo quiero acabo con cualquier sociedad que nos una y te vas de la empresa, tú eliges.

Su rostro cambió totalmente, se acercó y se sentó frente a Quinn sin rechistar. Britt no podía disimular su malestar, realmente estaba furiosa. Decidí retirarme, le dediqué una sonrisa a Britt, ella sólo me miró con cierta tristeza.

Carla se instaló en la oficina de Quinn, Britt no dejaba de mirar con odio a Puckerman, realmente estaba molesta, los minutos pasaron y él se incorporó, les dijo algo y lo vi dirigirse a mi oficina. No pidió permiso, sólo entró y con su mirada puesta en mí expresó: “No entiendo por qué te empeñas en poner distancia entre nosotros, somos el uno para el otro”, mi ceño se frunció, con mi rabia acumulada le dije: “Puckerman no voy a soportar comentarios como los tuyos, limítate a lo empresarial de lo contrario acabaré con tu empresa, no serás nada, ¿eso quieres?”, él seguía sonriendo y su lengua vomitó con veneno lo siguiente: “Me gustan las mujeres, me he acostado con varias, sólo disfruto de la buena vida y de los placeres ¿no tienes una vida parecida a la mía? Podríamos pasarla bien, de eso estoy seguro”. Lo miré petrificada, él sonreía “No diré nada Santana, sólo deseo estar contigo, haremos una gran pareja, ¡Demonios! ¡Eres la mujer perfecta para mí!”.
“Retírate”, fue lo único que le dije con toda seriedad, él se fue sin decir nada, no estaba segura pero él seguiría insistiendo, lo presentía y yo debía poner punto final a esta situación, si no entendía por las buenas, lo haría por las malas.

Quinn me avisó que almorzaría con ella, Rachel y Britt. Antes de ir con ellas creí conveniente hablar con mi abuelo sobre Puckerman y hacia allí me dirigía. Él como siempre sentado en su enorme sillón de cuero admiraba la vista de la ciudad, al notar mi presencia, sonrió pero sus labios se curvaron adivinando que un posible enfrentamiento entre nosotros habría.

- ¿Qué pasa ahora?
- Necesitamos hablar sobre Puckerman…
- ¿Qué pasa con Noah?
- Es un desubicado, está advertido, si sigue siendo tan fastidioso terminaré todo negocio con él.

Mi abuelo me miró con el ceño fruncido, antes de que hablara me adelanté:

- No entiendo por qué te cae tan bien, pero no pretendas que estaré con él, estoy enamorada de otra persona y eso no cambiará, ¿es tan difícil de entenderlo, abuelo?
- ¿Cuándo conoceré a ese hombre que te ha enamorado?
Lo miré, parecía vencido, ya no quería luchar contra mí, su petitorio me pareció una especie de tregua entre ambos, pero él reclamaba conocer un hombre, un hombre que no existe.
Nos miramos, él esperaba mi respuesta, yo estaba a punto de decírselo pero Harry entró en la oficina, él me sonreía, me tragué las palabras que iba a decir y le sonreí a ambos, por algo Harry entró, no era el momento adecuado.

- ¿Interrumpo? -dijo Harry.
- No, sólo estábamos charlando de Noah… -dijo mi abuelo.

Harry frunció su ceño mirándome, se sentó a mi lado y me preguntó: “¿Le has contado lo qué pasó?”, lo miré asustada, mi abuelo nos miró no entendiendo lo que pasaba, “¿Qué ha pasado?” preguntó con determinación, lo miré y miré a Harry, él comprendió que había cometido una indiscreción al decir eso pero me tomó de la mano para tranquilizarme y decidió hablar.

- Gustavo, Noah no trató bien a Santana anoche, vi como la sujetaba en contra de la voluntad de ella, me vas a disculpar, sé que él te agrada pero esa actitud no es digna de un hombre y no permitiré que alguien trate de esa manera a Santana.

Mi abuelo lo escuchaba atento, me miró y me dijo: “¿Te hizo daño?”, lo miré y vi el terror en sus ojos, “Me sujetó del brazo, Harry entró a tiempo, pero no lo quiero a mi lado, ¿ahora me entiendes?” él se paró y le pidió a Harry que nos dejara solos, Harry me dedicó una sonrisa y salió de la oficina. “Voy a matar a Puckerman” dijo él con la rabia emanando de su cuerpo, me acerqué a él y lo abracé, el me abrazó con firmeza y sobre mi cabeza dijo: “Sólo quiero lo mejor para ti, un buen hombre, no soporto saber que alguien puede hacerte daño”, me besó en la frente y me miró, “No matarás a Puckerman, tengo todo controlado y … ya encontré a la persona ideal para mí, no te preocupes por eso”, él me abrazó nuevamente, no dijo nada más ni insistió en saber quién conquistó mi corazón.