FanFic BRITTANA La verdad sobre el amor

Capítulo 17: Con Santana no, es mía.



Al salir de la oficina de mi abuelo miré a Harry quien estaba charlando con Sam. Le sonreí y le dije: “Gracias”, él me sonrió y me dirigí a la oficina de Quinn para juntas ir a almorzar. Britt estaba allí esperándome, me sonrió levemente pero noté algo raro en ella, me acerqué y le di un beso en la mejilla, me sonrió una vez más y decidimos ir al restaurante.

Rachel estaba feliz de vernos juntas, abrazó a Britt con cariño y luego me dio un beso en la mejilla. Como era de esperarse ella se aferró a Quinn y se besaron, se veían felices juntas, un leve sentimiento de envidia me recorrió el cuerpo, tomé la mano de Britt y elegimos una mesa mientras Rachel era sometida a un par de vueltas por el aire porque Quinn la hacía girar, escuchar la leve risa de ambas aumentaba mi incomodidad, con Britt aún no habíamos roto esta barrera que nos impide demostrar lo que realmente sentimos. Nos sentamos, Quinn y Reich se nos unieron y pedimos la comida.

Quinn comentaba que el lunes la oficina de ella estaría remodelada, comenzó a dar detalles de la pintura, de los muebles y las cortinas, estaba muy emocionada, pero noté que el mismo entusiasmo no se reflejaba en Britt, ella estaba apagada, sonreía pero por obligación, tampoco hablaba a menos que Quinn le preguntara algo. No me agradó verla así, entonces le pregunté: “Britt, ¿pasa algo?”, ella me miró con sorpresa, “No” me dijo pero no le creí, las chicas nos miraban, fruncí mi ceño y volví a dirigirme a Britt: “Sé que algo te está molestando, dímelo, ¿recuerdas lo que dijimos anoche?”, ahora las sorprendidas eran otras; Britt suspiró, las miró y luego centró sus bellos ojos en mí: “Puck ha dicho que te conquistará…”, noté como decía eso con rabia, quise decir algo pero ella siguió: “Dame tu celular”, no entendí nada pero le di mi celular, ella leía algo, las chicas y yo la miramos sin comprender absolutamente nada, “Es verdad lo de los mensajes” expresó, la miré, “¿No le has contestado?” me preguntó y noté lo celosa que estaba, en algún momento esos celos me parecían adorables pero en este momento me hacían sentir horrible, notaba en el rostro de Britt el dolor y cierta desconfianza, los recuerdos de mi propio sufrimiento me acechaban y no podría soportar mi dolor y el de ella juntos.

- No, no le he contestado -respondí.
- ¿Por qué te pide disculpas? ¿Qué te hizo? -consultó.
- Es un imbécil, se comportó como tal y Harry lo puso en su lugar.

Britt me miró, me entregó el celular y dijo: “Está dispuesto a conquistarte”, nuestros ojos se encontraron, había una especie de lucha por quien apartaba primero la mirada, no me gustaba el tono que empleaba, sonaba a resignada, tal vez los celos le hacían comportarse así pero no me gustaba, “No voy a estar con un imbécil, Brittany”, le contesté, seguíamos mirándonos, ella rompió el contacto conmigo y miró a Rachel, “¿Me acompañas a casa?” le dijo y se paró, estaba a punto de irse pero le dije:

- ¿Vas a irte así?, Brittany, Puckerman no significa nada.
- Santana, estás saliendo con una imbécil, ¿eso te dice algo?

Se fue y no fui detrás de ella, sólo Rachel lo hizo. Quinn me miraba y exclamó: “¿Qué demonios fue eso?”, suspiré y me agarré la cabeza, “No tengo ni idea, Quinn”.

No regresé a la empresa, me pasé la tarde en reuniones, no voy a negar que Britt invadía mis pensamientos cuando no estaba charlando de negocios con algunos empresarios, la mayoría de ellos me nombraban a Britt, ella se había hecho cargo de algunos negocios míos y todos se sorprendían de la coherencia entre ambas, diferentes estilos para tratar la cuestiones empresariales pero en definitiva el mismo objetivo: triunfar. Britt había hecho un excelente trabajo a pesar de la situación difícil que nos tocó vivir y que aún seguía latente entre nosotras.

Me fuí a casa, la obra de Britt comenzaría en una hora, me duché y me dirigí al teatro. Como siempre el palco estaba disponible para mí, me senté a admirar a Britt una vez más, pero, pensando en lo que ha pasado en el almuerzo, ella tenía dudas, pero ambas éramos unas tontas, lo único que quería en ese momento era terminar con todo este malestar; decidida con eso me dirigí al camerino de Britt antes de que la función terminara. Me dejaron pasar sin problemas y me senté a esperarla. Con el pasar de los minutos sentí el movimiento de gente en los pasillos, tal vez Britt miró al palco y no me vio allí, me lamentaba por generar ese momento de tristeza pero yo estaba aquí, vine por ella.

La puerta se abrió y me vio allí sentada con un ramo de flores, se las ofrecí y las recibió, cerró sus ojos para aspirar el aroma dulce, sacó la tarjeta y leyó el mensaje: Deslumbras al bailar… ella le puso cinta a la tarjeta y la pegó en el espejo. Se dio la vuelta y se apoyó en la mesa, me miraba mientras decía: “Dime Britt, cuando me dices Brittany me recuerda a la Santana que conocí al entrar en la empresa, una Santana que no me quería, que no estaba enamorada de mí”, lo dijo con seriedad, me puse de pie y me acerqué a ella, “Me hablaste como nunca antes lo hiciste y yo no tengo la culpa de la estupidez de Puckerman, él no me interesa y punto final a las ideas que tu cabeza inventa en torno a él”, ella me miró y no dijo nada, me acerqué y le di un beso en los labios, “Ve a ducharte, te llevaré a casa”.
Estábamos las dos afuera de su casa, no nos mirábamos y la situación era incómoda. Ella tomó su bolso y se acercó para dejarme un beso en la mejilla, giré la cabeza para verla y depositó un beso en mis labios, fue breve pero me elevó al cielo, tomé su rostro y la besé una vez más, ella me siguió hasta que nos faltó aire y tuvimos que separarnos, “Me tengo que ir” dijo y rozó sus labios en los míos. Se bajó del auto y se dirigió a su casa. Todo era confuso para mí, pero pierdo toda razón a su lado, me vuelve loca y ella lo sabe.

El fin de semana llegó y decidí quedarme en casa en compañía de mi nana y de mi abuelo. El sábado recibí mensajes de Britt y una llamada cerca del mediodía, Lord T no deseaba comer entonces tuve que hablarlo y convencerlo de que comiera. Brittany descansaría ese día, no pactamos en encontrarnos, ni ella ni yo insistí en vernos, esperaba que ella diera el primer paso para que nos acercáramos pero estábamos muy alejadas y la distancia comenzaba a pesarme. Nada de lo que vivíamos me lo había imaginado, extrañarla desde otro estado del país y extrañarla aún estando más cercas resultó ser lo mismo, esperaba que me demostrara lo que siente por mí, pero al parecer para ella era difícil, trataba de entenderla, me había alejado, la había dejado pero ella no era la única que sufrió.

Mi nana me decía que le diera tiempo que debía reacomodar ideas a partir de mi vuelta, que Britt adoptó una actitud totalmente diferente a la que solía llevar antes de que me fuera, no dejó de lado el baile ni los negocios, se dedicó exclusivamente a la empresa como esa empresaria que su padre adoraba, encargándose de mis negocios y creando un vínculo especial con mi abuelo a tal punto que él iba a ver cada función al teatro en mi ausencia y luego ellos cenaban juntos, desconozco los temas de conversación entre ambos pero mi nana me dijo que se los veía bien juntos, cómplices en los negocios y a veces preocupados, era tal el vínculo entre ellos que mi nana llegó a pensar que mi abuelo sobrellevaba mi ausencia gracias a Britt y Britt gracias a él.

El hecho de que Britt frecuentara mi casa en mi ausencia fue raro para mí, mi abuelo no me dijo nada con respecto a eso, tal vez para él no era raro que ella no visitara la casa estos días dado que yo había regresado. Él se veía feliz de tenerme en casa, me abrazaba y me hacía pequeñas bromas, como cuando mis padres ya no estaban, él siempre con su optimismo, se puso en la piel de un padre dedicado y amoroso, resultó ser muy protector y lo amaba por eso, porque sabía que él siempre estaría para protegerme.

El domingo decidí descansar, Britt me llamó para preguntar cómo estaba y que planes tenía para el día, le dije que planeaba quedarme en cama, el silencio se acentuó entre nosotras, no me decía nada, le pregunté cómo estaba y me dijo que cansada, la charla no daba para más y cortó. A lo largo del día recibí mensajes de ella donde me contaba lo que hacía, pasear a Lord T por Central Park, comiendo en Mc Donald y después una siesta en casa, me dijo que ella dormiría y en ese instante la ausencia de ella me pesó; dejé pasar un tiempo y le mandé un mensaje,“Aún duermes?” ella respondió:“No puedo dormir… estoy pensando en ti”, me estremecí y me recosté en la cama, “Yo también pienso en ti… te extraño, extraño estar juntas”, había puesto en juego todos mis sentimientos en ese mensaje y esperaba ansiosa la respuesta, “Quiero estar a tu lado, San…”, cerré mis ojos y mi cuerpo reclamaba el cuerpo de Brittany, las sensaciones invadían mi cuerpo, la añoranza de sus curvas y el color de sus pupilas parecían detalles que están lejos de poder ver una vez más, presioné el celular contra mi pecho como si en realidad estuviera abrazándola a ella o abrazando este enorme sentimiento que me invadía segundo tras segundo. Sin saber a ciencia cierta qué hacer o qué decir sólo le puse: “Te quiero…”, ella me mandó una carita que lanzaba besos y la comunicación entre nosotras murió allí. Con el correr del tiempo esperé otro mensaje de ella o que apareciese por mi casa, un llamado, algo más, pero ella no vino a casa ni llamó. Sentía el impulso de ir a buscarla pero algo me detenía, no estoy segura de lo que era pero por más que quería avanzar había un límite, algo que me decía que debía esperar.

Esperé tanto que la noche llegó con un deje de esperanza, luego dio paso a la madrugada más desolada que pude experimentar y a su término el sol brillando, los rayos atravesando mi ventana y mi cama vacía reclamando la presencia de ella. Me vestí y me dirigí a desayunar para luego partir con mi abuelo a mi jornada laboral.

Al llegar noté a Carla sonriendo en compañía de Quinn afuera de su oficina, me acerqué y noté el por qué mi amiga había llegado temprano. La oficina de ella estaba decorada, la pared era de una verde agua pálida, agradable a la vista con detalles blancos en el techo, los muebles eran de color marrón claro, las plantas reubicadas y el nuevo sofá, a tono con el verde de la pared. Quinn sonreía orgullosa de ese cambio y alardeaba de tener ese sofá tan cómodo. Mientras observaba la euforia de ella y la de mi secretaria, Britt llegó. Desde que volví no la había visto sonreír como antes lo hacía, al ver la oficina sonrió de buena gana, su sonrisa no era forzada, realmente estaba alegre por lo que veía. Quinn fue a su encuentro y se abrazaron, sentí una oleada de celos recorrer mi cuerpo, miré a Carla tan contenta y decidí marcharme sin decir nada.

Entré en mi oficina y traté con todas mis fuerzas ignorar lo que sucedía en frente, por momentos la curiosidad me ganaba y lograba ver la alegría de las chicas por el cambio en su oficina, se sacaban fotos y admiraban cada detalle nuevo.

A los minutos Quinn tocó en mi puerta y entró. Me miraba con una sonrisa socarrona, le blanqueé los ojos y me concentré en mi trabajo, sacar balances no era complicado pero la tarea se me estaba tornando difícil.

- ¿Por qué te has molestado? -dijo ella.
- Tengo trabajo atrasado…
- ¡Oh, vamos López! Te conozco y sé que te has molestado por algo.

Dejé de lado mi trabajo y la miré, ella y su sonrisa burlona estaban frente a mí, decidí callar antes de darle alimento a esa mujer que pretendía burlarse de mí, “Estoy trabajando, Quinn, ve a disfrutar de tu nueva oficina”, ella rió y se sentó frente a mi escritorio, “¿Estás así por una oficina?, no te creo, dime, ¿qué te molestó?”. Traté de concentrarme en los miles de números que tenía en mi computadora, el puntero seguía titilando en espera de la marcación de otro número pero la voz de Quinn seguía interrumpiéndome, “Santana, ¿es por Britt?”, resultó ser inteligente mi amiga sólo que un poco lenta o tal vez lo hacía a propósito para molestarme, decidí no contestar, ella se rió una vez más y dijo: “No podrás estar todo el tiempo ignorándome, dímelo”. Suspiré fuerte y la miré con seriedad, ella me sostuvo la mirada con su sonrisa malévola, “Sí es por Britt, las cosas no están bien y tus burlas no ayudan, ahora, déjame trabajar”. Ella se acomodó en el sillón pensando en lo que podría decirme, suspiró y se puso de pie, antes de marcharse dijo una de sus típicas frases finales: “Britt te quiere y no lo quieres ver, haz algo al respecto, ella jamás te diría no”.

Pero Quinn se equivocaba, ya me dijo “No” una vez, se negó a hablarme, huyó de mí. La herida al parecer aún sangraba y dolía como el primer día.

Al terminar los balances fui y se los entregué a Carla quien debía archivar todo, mientras charlaba con ella y le indicaba algunas cosas una mujer se paró frente a mí, era linda, cabello cortó y simpática, al verme me sonrió e hice lo mismo con ella, “¿Eres Santana?”, me preguntó y asentí, se acercó a darme un beso en la mejilla que recibí muy gustosa, ella me comentaba que trabajaba en la parte de la Guardería y que debía charlar conmigo algunas cuestiones en referencia al pago de las empleadas designadas al cuidado de los niños, yo la escuchaba atentamente y le sonreía porque ella al hablar lo hacía, me transmitía esa simpatía, de repente su mirada se centró a una parte del pasillo y me hizo señas, con Carla observamos a Fabiola quien tenía una cara de perros, “¿Por qué me mira así?” Dijo la chica y yo no le di importancia, pero Fabiola se acercó y saludó a todas con un “Hola” pero a mí me dio un beso en la mejilla y rozó mi brazo con su mano como marcando territorio, la miré con disgusto y la chica de la guardería miraba a Fabiola no entendiendo lo que pasaba allí.

“Santana, ¿te parece bien que te busque en otra ocasión?”, la miré y noté su incomodidad, Carla no se atrevía a mirar todo lo que se generaba frente a ella, “En un momento paso por la Guardería y charlamos” le dije y ella se retiró sonriendo.

Fabiola vio como esa chica se retiraba, con su mirada la fulminaba, pero a su vez, ella era fulminada por otra mirada, la de Britt, que al parecer todo este tiempo estuvo viendo lo que pasaba en el pasillo.

Ambas denotaban en sus miradas la furia, Britt dejó de mirar a Fabiola, me dedicó una efímera mirada y decidió leer lo que tenía en la pantalla de su computadora. Observé a Fabiola quien no alejaba sus ojos de la chica hasta que desapareció en el ascensor, miró a Carla de una manera altanera y fijó su atención en mí como reclamándome algo, la miré indignada y dije: “No sé qué demonios pasa por tu cabeza pero sea lo que sea termina aquí, entre tú y yo no pasará nada, ¿lo entiendes?” ella abrió sus ojos de par en par, miró a Carla y hasta ella estaba sorprendida, las dejé a ambas allí, tal vez me excedí al ponerme en evidencia a mí y a ella pero ya no tenía nada que ocultar, al menos eso sentía.

Durante el resto de la mañana Britt no me miró y eso me molestaba, ya no sabía en qué punto estábamos; antes del mediodía decidí ir a la Guardería a charlar con la chica simpática, me recibió de lo más bien, me planteó sus dudas y me explicó cómo estaban trabajando las personas en esa área de la empresa. Una vez saldada las dudas la dejé allí a que continuara con su trabajo.

Al regresar a mi piso me dirigí a la nueva oficina de Quinn, ella me miró con picardía pero no dijo nada, “¿Almorzamos juntas?” les propuse, Quinn asintió pero Britt dudó, la miré y dijo que no podía, que quedó en almorzar con Harry. Mi cara de decepción no podía ser mayor, ella estaba molesta y no creía en que haya quedado con Harry, más bien, volvía a alejarse de mí.

No insistí, Britt se puso de pie y salió en dirección a la oficina de su padre. Quinn me miró y dijo: “ok, es verdad, no veo que las cosas marchen bien”, suspiré y le dije: “¿Podemos ir a comer?”.

En el restaurante Quinn me contó que Britt estaba celosa por mi encuentro con la chica de la Guardería y Fabiola, luego porque me fui a la Guardería, sí, ella le preguntó a Carla hacia donde me dirigía yo. Me reí un poco por la situación, ella celosa pero huyendo de mí, por un lado sentía ternura y ganas de besarla pero por otro lado me daba rabia que huyera de mí y que se guardara todo para ella.

Al regresar a la empresa Puckerman piropeaba a Carla, ella estaba roja y al verme a mí se puso de todos colores, él me sonrió, le guiñó un ojo a Quinn quien lo miró despectivamente y no se movió de mi lado, le había contado lo que pasó entre él y yo y no le agradó nada.

- ¿Qué haces aquí, Puck? -dijo Quinn.
- Gustavo López ha pedido expresamente y con urgencia que asista a una reunión privada con él.

Él sonreía y yo hice lo mismo, me imaginaba para qué sería la reunión privada, Quinn se molestó al ver la arrogancia desprenderse del cuerpo musculoso de ese hombre. Las puertas del ascensor se abrieron y Harry entraba al pasillo acompañado de Sam quien le sonreía a Britt. Mis celos aumentaban, verlo sonreír como bobo al verla a ella no era algo de mi agrado, ella notó la presencia de Puckerman y su rostro cambió, decidió no mirarme, me ignoró y la rabia aumentaba más en mí, entró en su oficina y Harry miró con el ceño fruncido a Puckerman, éste un poco envalentonado no le quitó la mirada de encima, como si lo estuviera retando a algo, Harry me miró y le hice señas de que todo estaba bien. Ni bien Harry se alejó volvieron a abrirse las puertas del ascensor haciendo su entrada triunfal mi abuelo, su semblante era serio y caminaba con esa prepotencia característica de un López, se acercó a mí y me dio un beso en la frente, “Tú a mi oficina, ya” le dijo a Puckerman, él no entendía el cambio de humor de mi abuelo pero decidió seguirlo ni bien se alejó de nosotros.

Quinn sonreía y se dirigió a su oficina, al verla alejarse de mí y saber hacia dónde se dirigía, lo pensé un microsegundo, dudé pero decidí actuar. Me acerqué a la oficina de mi amiga, desde la puerta observé a mi chica, furiosa como nunca tecleando en su celular y luego lo tiró en el escritorio, su mirada chocó con la mía, los celos estaban allí presentes, ella quería matar a alguien lo veía bien claro. “Brittany, ¿podemos hablar a solas?”, ella me miró, le dije Brittany y sabía que con eso ganaría su total atención. Sonreí ante mi pequeña victoria pero ella me respondió: “Estoy muy ocupada, Santana”, nos miramos mutuamente y le sonreí, “Ok, al menos lo intenté”, cerré la puerta y sonreí, decidí tomar esto como un juego.

A los minutos vi pasar a Puckerman por el pasillo, ni siquiera me miró, pasó como si fuera un relámpago, ni el rastro de él quedó, mi abuelo de seguro lo asustó. Lejos de preocuparme él, puse en marcha mi plan, “Carla, me debes un favor, ahora quiero cobrármelo” le dije a mi secretaria, ella no entendía nada, pero cuando Britt trabajó con ella sin mi permiso al comenzar a trabajar en la empresa, le dije a Carla que me debía un favor y era momento de usar eso para recuperar a mi chica.

Cerré las persianas de mi oficina y trabajé desesperadamente esperando que las horas pasen lo más rápido posible, la ansiedad me mataba y no podía esperar más. Antes de que termine la jornada laboral salí de la oficina rumbo a una reunión, en realidad, no iba a una reunión, sólo era un invento mío para distraer a Britt.

Me escondí en el auto de Carla y esperé a que todos se fueran de la empresa, al cerciorarme de que nadie me vería volví a mi piso donde Carla me esperaba súper nerviosa, al verme me dijo: ”Estoy nerviosa, Santana, pero ella no sospechó nada, sólo preguntó a donde te irías, le dije que estarías hasta tarde en una reunión”, le sonreí y dije: “Bien, ahora la otra parte y ya puedes irte”, ella sonrió y sacó su celular, marcó unos números en su teclado y yo me acerqué para escuchar su conversación, “¿Carla?”, dijo la voz de Britt, “Britt, debes ayudarme, me he olvidado unos papeles en la oficina de Santana, ¿puedes recogerlos por mí? No puedo volver ahora, discúlpame que te pida esto…”, Carla sonaba angustiada como si de verdad eso le preocupara, “Claro que podré ir…”, sonreí, “¡Oh Britt! Te lo agradezco, luego paso por tu casa a retirarlos, están sobre el escritorio de Santana”.
Carla se marchó contenta por la travesura a la que la involucré, pero era por una buena causa. Esperé sentada en el sofá de mi oficina, sentí unos pasos acercarse y la puerta se abrió, Britt al verme allí sentada se asustó. “¿Qué haces aquí?” preguntó y le sonreí, “Es mi oficina, Britt”, ella miraba hacia mi escritorio, “Vine a buscar unos papeles”, no dejaba de mirarla, su nerviosismo la hacía más hermosa, me puse de pie y me acerqué a ella, ante mi avance decidió estar estática, me paré frente a ella, “¿Celosa Pierce? Me encanta verte celosa, pero odio que te alejes de mí”, su cuerpo se tensó ante mis palabras, deseaba hacerla mía una vez más, “Brittany, Te miro y me imagino que hemos vuelto al principio, pero no, esto no es el principio porque ya te hice el amor muchas veces, he sentido el ritmo de tu respiración agitarse junto con el mío, tus gemidos, la desesperación por sentir nuestros cuerpos juntos, lo que ambas sentimos al estar juntas…” Britt se tensó aún más y yo me acercaba lentamente a ella mientras le hablaba, “… no estamos en el principio, odio que huyas de mí cuando sabes que soy una parte de ti ahora, desde hace tiempo es así Brittany”, me acerqué a ella y mis manos se posicionaron en sus caderas, la aferré más a mí y sentí su respiración en mi rostro, me miraba con recelo, “No me digas Brittany, San”, sonreí y la besé, ella al principio correspondió mi beso pero luego se alejó, forcejeo conmigo y se desprendió de mis brazos, “Brittany, ¿qué sucede? ¿Por qué te alejas de mí?”, ella me miró y las lágrimas comenzaban a invadirla, “No te merezco” dijo y salió de la oficina, fui tras de ella y no dejé que avanzara, pero ella se soltó una vez más de mi agarre.

- ¡Brittany, dime qué sucede! -exclamé.
- Santana, cualquier persona es mejor que yo, la chica de la guardería, Fabiola, Puck…
- Celos, son celos… -sonreí ante eso y ella se enfureció.
- ¡No sé qué sigo haciendo aquí! -dijo e intentó irse.

Antes de que avanzara más, la tomé de la cintura y la llevé a su oficina, ella forcejeaba para apartarse de mí, con dificultad logré besarla una vez más, ella estaba cediendo pero luchaba por alejarme, la conduje hasta el sofá de Quinn y ambas caímos encima de él, la comodidad y la calidez del mueble nos acogió, Britt ya no luchaba por apartarse pero lloraba, lo único que se me ocurrió hacer es besarla, “San, eres la mujer que quiero a mi lado, siento que no te merezco pero soy egoísta porque no dejaría que alguien más esté a tu lado, San…”, dijo eso y me besó con efusividad, como si el tiempo para estar juntas se nos acabara. Mis manos se deslizaron por debajo de su abrigo, la sentí estremecerse y comenzamos a desnudarnos.

Hace mucho tiempo que no sentía su piel en contacto con la mía, ya completamente desnudas me dediqué a besarla y a recordar cada milímetro de su piel, le demostraría con acciones que yo no podía vivir sin ella, sus manos recorrían mi cuerpo y me besaba con esa ternura que sólo ella podía demostrarme, abrió sus piernas y las enlazó en mi cintura, sentí su humedad golpear en mí y por instinto la penetré sin poder aguantar estar lejos de ella, su estremecimiento fue contagioso para mi cuerpo que sólo era capaz de sentirla, la extrañaba y todo lo que sentía era un poco raro para mí, no recordaba que esta sensación de éxtasis me volviera tan loca, que sus manos hicieran que se me erizara la piel, que sus labios me transportaran a un mundo paralelo a este en el cual sólo me importaba seguir besándola y deseando que estuviera dentro de mí, sentirla y suspirar por su dulce intromisión en mi interior; como si ella leyera mis pensamientos me penetró y todo mi cuerpo se estremeció, gemí con fuerza al sentir como ella se adentraba de a poco en mí, entre mis gemidos lancé su nombre implorando piedad, que se introdujera lentamente para poder tomar consciencia de ese momento glorioso que me estaba haciendo vivir; sus movimientos, mis movimientos, pausados, lentos, completamente cargados de lujuria, nos envolvían en una burbuja de pasión, sentíamos hambre de la otra y nos alimentábamos a base de besos desesperados y caricias que se tornaban entre dulces y exasperadas, gemía y su nombre salía de mi boca una y otra vez, sus arremetidas y las mías seguían un ritmo glorioso y enceguecedor, sentí sus piernas enlazarse aún más en mí, su cuerpo se unió al mío y yo me desplomé encima de ella, ambas invadidas por el orgasmo más placentero que podíamos sentir.

El ritmo de nuestras respiraciones se acompasaban, sus brazos recorrieron mi espalda mientras ella me observaba y me acariciaba con su nariz, cerré mis ojos porque no aguantaba tanta dulzura, la besé una vez más y me dejé llevar, cambió de posición y ahora ella estaba encima de mí, me besó y volvió a adentrarse en mí con propiedad, “Eres mía, San” dijo y yo enlacé mis piernas a su alrededor, “Y tú eres mía, recuérdalo Britt, no podrás alejarte de mí fácilmente”, me besó y me hizo el amor como sólo ella sabe hacerlo, la amaba y siempre me entregaría a Britt, siempre.

Las dos estábamos abrazadas y nuestras piernas entrelazadas, nos besábamos con calidez y sonreíamos, la miraba y no podía dejar de besarla, ella recorría cada parte de mi piel, sus manos recorrieron mis pechos para finalmente ascender y posicionarse en mi nuca.

- Santana, eres hermosa… -Me dijo y me besó, sonreí y la abracé más a mí.
- Pasa la noche conmigo, Britt…

Ella me besó y asintió sonriendo. Luego de a poco y sin apuro nos vestimos y salimos de la empresa, tomadas de las manos y besándonos.



…………………………….



Al llegar a casa nos dirigimos a la cocina en busca de mi nana, ella al vernos se sorprendió, esperé que se alegrara y saltara de efusividad pero no, la noté asustada, nerviosa. Britt fue a abrazarla y le dio un beso, mi nana la recibió con cariño y la abrazó, luego dijo: “Hija, ve a sacar la basura que tienes en tu habitación, Britt me ayudará a cocinar”, la miré y me reí, ¿basura? Yo no tenía basura en mi habitación, “¿De qué hablas, nana?”, ella me miró con furia y dijo: “Ve y saca la basura, hazme caso”. La miré sorprendida, decidí ir a mi habitación, Britt sonreía y se quedó en la cocina con mi nana.

Mientras me acercaba noté que había luz en mi habitación, abrí la puerta y allí estaba Marcia, acostada en mi cama. Al verme sonrió y ni se movió, me paralicé. “¿Me has extrañado?” dijo, estaba conteniendo mi rabia para no asesinarla allí mismo cuando noté que Britt se asomaba por el pasillo y venía en dirección a mí, se asomó por la puerta y vio a Marcia acostada en la cama, mi nana venía por atrás con un hombre de seguridad, Britt me miró y se metió en la habitación, Marcia se sentó, Britt la tomó del brazo y la arrastraba por el piso sacándola de la habitación.

Marcia gritaba pero era llevada hacia las escaleras por el hombre de seguridad, yo iba por detrás junto con Britt, el hombre sacó la basura de la casa.

“No dejen que ella vuelva a entrar en esta casa” dijo Britt, el hombre me miró y asentí acatando la orden de ella, Marcia enfrentó a Britt y le dijo: “¿Ahora te crees la dueña de todo? Santana estuvo conmigo muchas veces, ¿te imaginas cuantas veces gritó mi nombre envuelta en placer? Eres insignificante para ella…”, estuve a punto de gritarle pero Britt habló: “Mientras ella estaba contigo decía mi nombre y eso lo sabes muy bien”, Marcia se enfureció e intentó atacar a Britt, yo me puse frente a ella para cubrirla, el hombre sujetó a Marcia y la llevaba hacia afuera de la propiedad, gritaba agitando sus brazos, estaba enfurecida. Britt me miró y me besó, “Eres mía, Santana” dijo y selló esa afirmación con otro beso, me abrazó con firmeza y no quiso alejarse de mí, sentí que quería demostrarme cuanto me quería y que en verdad le pertenecía. Estuvimos así un buen rato hasta que decidimos entrar.

En mi habitación, acariciaba a Britt y la besaba, ella sonreía y eso hacía que mi corazón latiera con más ímpetu, estábamos en mi cama, yo encima de ella, ambas cubiertas por la oscuridad de la noche besándonos y recorriendo cada parte de nuestros cuerpos, lo que me molestaba de esa situación es que Britt estaba vestida, esperábamos a que la cena esté lista, cenaríamos junto con mi abuelo.

Seguía abrazada a ella y aspiraba su aroma, me dejaba envolver en ese deleite de perfumes que provenían de su piel y su cabello, cerré mis ojos para dejarme llevar por estos placeres que la vida me ofrecía, me di cuenta que ya no podría ser capaz de vivir sin ella, me acariciaba por debajo de la ropa y me besaba con dulzura sonriendo y disfrutando cada acción, las yemas de sus dedos recorrían mi piel haciéndola erizar, estaba a punto de perder el control, quería desnudarla y hacerla mía una vez más pero mi nana nos llamó a cenar.
Bajamos un poco tarde a cenar porque ninguna de las dos deseaba levantarse de la cama. Sonreíamos como bobas y mi abuelo sonrió al vernos, espero todo siga siendo así cuando le diga que Britt es la mujer que me hace feliz y con la única con la que deseo pasar el resto de mi vida.

Mi abuelo esperó hasta el final para decirme que habría que hacer una serie de viajes en la empresa, Britt lo escuchaba atento, yo me sorprendía porque no me lo estaba exigiendo, exponía las razones por las cuales debíamos viajar, la crisis económica a nivel mundial no era ajena a nosotros y habría que hacer unos arreglos para no resultar dañados aunque por como las cosas se daban era imposible salir ilesos.

- Santana, en la semana deberás programar algunos viajes, San Francisco y Minnesota son la prioridad, yo viajaré a Londres. La empresa de Puckerman -le dijo Puckerman y no Noah-, ¿la consideras una prioridad? Podemos absorberla pero a Puckerman habría que reubicarlo, no en tus negocios, déjamelo a mí.

Él seguía explicando las acciones que haríamos en la semana, si Puckerman ya no era el presidente de esa empresa, tenía un pequeño problema ¿Qué hacer con la empresa? Harry debía viajar también y Britt conversaba con mi abuelo sobre algunas estrategias económicas que nos favorezcan, debatían con lógica y estrategia, me encantaba verla en ese papel de empresaria.

- Britt, hija, deberías viajar con Santana, lástima que no puedas…
- Gustavo, podré viajar, me gustaría hacerlo.
- ¿Y la obra?
- Ale podrá suplantarme…

Mi abuelo la miró y le sonrió, “No hay duda de que eres una Pierce, Harry es igual…” Sonreía y Britt lo hacía también.



………….......….



Desperté con los brazos de Britt rodeándome el cuerpo, ambas totalmente desnudas, sus cabellos rubios le cubrían la cara, dormía plácidamente, no recuerdo hasta que horas de la madrugada estuvimos amándonos, pero la hice mía una y otra vez y me hizo suya toda la madrugada, nos dormimos envueltas en éxtasis, abrazadas una vez más.

La miraba dormir, su respiración leve me reconfortaba, sus pestañas brillaban con el reflejo de los diminutos rayos del sol; con mi pulgar recorrí sus labios y besé su frente, mis ojos recorrieron su cuello y se posaron por unos instantes en la unión de nuestros pechos, cerré mis ojos y aspiré el aroma que provenía de ella, me quedé allí quieta disfrutando de estar a su lado, tampoco podía moverme mucho pues sus piernas se enlazaron a las mías y me encantaba esa posición.

No sabía qué hora era, no me importaba, mis ojos permanecieron cerrados tratando de guardar este momento en mi memoria, guardar la sensación que me invadía. En mi afán por retener todas esas cosas, Britt se movió y comenzó a dejarme besitos por el rostro, sin abrir los ojos sonreía y sentía como ella se alejaba de mi costado y se posicionaba encima de mí. Comenzó con un leve beso en mis labios que se iba transformando en más apasionado, mis manos se posicionaron en su cintura y subían por su espalda en busca de su cabeza, mis dedos se deslizaban por su sedoso cabello y aumentaba la frecuencia del beso, ella por su lado, me penetró sin aviso alguno, haciendo que gimiera con fervor, sus arremetidas eran fuertes y me enloquecían; en un momento de lucidez logré decirle que era mi cama y ella no respetaba mis reglas, a lo que respondió entre cada arremetida: “Ahora… es… mi… cama…” y la locura aumentaba más en mí. Un grito de placer hizo que mi cuerpo se levantara y vibrara contra el de Britt para luego desplomarse sobre el colchón y convulsionar gracias a los movimientos de mi rubia. Ella continuaba besándome con dulzura mientras yo luchaba por recobrar el sentido y las fuerzas para hacerla mía, pero ella seguía dentro de mí, arremetiendo, me dejé llevar, era suya, le pertenecía y podía hacer conmigo lo que ella quisiera. Seguía besándome y sus labios se dirigían a mi centro de placer, los músculos de mis piernas temblaban ante su avance lento y tortuoso, sentí como su lengua hizo el primer contacto y cerré mis ojos, una vez más haría que me pierda en el placer…

El vapor de la ducha inundaba el cuarto de baño, Britt no se apartaba de mí, seguía haciéndome el amor, ahora bajo el agua, yo me abracé a ella, extrañaba sus muestras de cariño, la amaba y amaba cada acción que hacía conmigo. Tomó el pote de shampoo y comenzó a lavarme el pelo, yo la besaba en el cuello y la aferraba a mí, ella reía y me regañaba porque no dejaba que hiciera bien su actividad. Me enjuagó el cabello y procedió a lavarse el suyo, yo permanecí abrazada a ella, admirando su cuerpo cubierto de gotas de agua y espuma, esperé a que terminase su lavado y luego juntas nos preparábamos para irnos a la empresa.

Nos vestimos entre besos y caricias, bajamos justo a tiempo para el desayuno, pero sólo nos mirábamos y sonreíamos, mi abuelo estaba ocupado leyendo el periódico, luego de un tiempo decidimos ir a trabajar.

Con Britt comenzamos a revisar nuestras agendas para programar los viajes, ella habló con Ryan sobre su ausencia, él entendió y le permitió viajar, en un momento Carla le avisó que Harry quería reunirse con ella. Britt se fue no sin antes mirar a mi secretaria y sonreírle “Carla, ¿aún necesitas los papeles que me pediste?”, Carla sonrió y me miró en busca de ayuda pero le dijo: “Recordé que yo los tenía, pero gracias, Britt”, mi rubia se reía, besó en la mejilla a Carla y me guiñó el ojo, “Ya charlaremos las tres…” se fue y después de que mi trance de embobamiento pasase me dispuse a reanudar mi trabajo. Le encargué a Quinn el trabajo de la empresa de Puckerman, debía reorganizar todo el manejo de esa empresa, reubicar personal, revisar las ganancias, analizar si destruía esa empresa o la dejaba funcionar bajo mi mandato, era una mini empresa pero productiva.Mi mente se centró en esa empresa.

Mientras debatía los pro y los contra de la eliminación, Quinn entró en mi oficina, sonriendo como hiena, se sentó delante de mí y no dijo ni una palabra, me observaba con detenimiento. Por momentos le dedicaba una mirada y seguía concentrándome en mi trabajo, sé que su cabecita armaba algo, esperé y dije:

- ¿En qué puedo ayudarte, Fabray?
- ¿Arreglaste las cosas con Britt?
- Si…
- Te veo tan relajada que me imagino que tuviste sexo… ¡y del bueno! ¡Al fin!

Ella se burlaba, lo veía en su mirada, si tan sólo supiera el estreno que le hicimos a su amado sofá.

- No querrás saber donde lo hicimos…

Ahora yo sonreía, ella me miró y abrió los ojos como plato.

- ¡Ya, suéltalo!
- Créeme, Quinn, no querrás saberlo…

La conversación se interrumpió con la llegada de Britt,ella me dijo que Harry viajaría a Los Ángeles, ella debía ir con él, pero el fin de semana. Programamos el primer viaje a Minnesota, luego a San Francisco y juntas iríamos a Los Ángeles. Mientras tanto Quinn nos miraba y sonreía, veía en sus ojos un brillo especial, me hacía sentir un poco incómoda, ella tramaba algo, su cabeza trabajaba a mil por hora, “¿Qué tanto piensas?” consulté, ella negó con la cabeza y me contó que almorzaría con Puck, le informaría lo que pasaría con la empresa a su cargo, le haría un contrato para evitar problemas legales con él, “Santana, decide que haremos con esa empresa, las dejo, nada de sexo en la oficina” dijo riendo al salir de mi oficina. Britt abrió los ojos y exclamó: “¿Le contaste?”, negué con la cabeza, “Britt, sólo bromea, si se entera, ¡me mata!”.

Con Britt nos fuimos a almorzar, pero Alexandra se nos unió, debía charlar con Britt sobre algunos temas de la obra. No me opuse ante el petitorio de Britt para almorzar con ella, aunque claramente no era de mi agrado.

Alexandra llegó al restaurante, se acercó a nuestra mesa y saludó a Britt con un beso, yo como siempre sólo recibía un leve movimiento de cabeza y una mirada de fastidio.

La presencia de ella me generaba incomodidad, tal vez sea el hecho de qué sé lo que siente por Britt, además su actitud conmigo no cambia, no me mira ni siquiera cuando Britt intenta generar un diálogo entre las tres, me ignora totalmente. En un momento quedamos solas, Britt se fue al baño, la incomodidad aumentaba entre ambas, pero ahora me miraba y ahí largó su comentario: “Me pregunto qué vio en ti Britt”, yo le sonreí y con malicia le dije: “Soy más sexy que tú”. Ella se indignó, por si no quedaba claro, nos odiábamos.

- Alexandra, Britt y yo jamás podremos estar separadas, nacimos para estar juntas, ni tú ni nadie podrá separarnos, ya déjate de hacer ilusiones.
- Santana, no sé que vio en ti Britt, eres arrogante y promiscua, terminarás lastimándola, eso lo sé.
- Alejandra, -dije acercándome a ella- no tienes chances con ella, estoy cansada de escuchar tantas babosadas, si fuera por mí, ahora mismo te saco de aquí pero no lo hago por Britt y si debo aguantar tu presencia el resto de mi vida, lo haré, pero sólo por ella.

Ella me miró con furia, pero no dijo nada más. Ambas nos quedamos en silencio. Britt regresó y ahora yo las dejaba a solas. Me tomé mi tiempo en el baño, me observé frente al espejo controlando mi furia, en realidad no soportaría mucho tiempo a Alexandra, colmaba mi paciencia.

Mientras me acercaba vi como la charla entre ellas era un poco agitada, al llegar a mi lugar no dijeron nada, “Debo marcharme” dijo una ofuscada Alexandra. Se fue sin más, sin beso para Britt, ni siquiera una mirada de esas que ella le dedica a mi chica. Britt estaba pensativa.

- ¿Qué pasó? -consulté.
- Nada de importancia, San… -dijo con un poco de tristeza.
- No, Britt, no me mientas, dime que te dijo.
- San… -dijo dudando- al volver del viaje Ale dejará la obra, no quiero que haga eso, pero respeto su decisión.

Noté la tristeza en el rostro de Britt, besé su mejilla robándole una sonrisa, ella no me lo dijo pero de seguro Alexandra se iba porque al fin entendió que Britt no estaría con ella nunca.
Al regresar a la empresa Britt se fue a la oficina de su padre, yo esperaba a Quinn. Para mi sorpresa ella llegó junto con Puckerman, él sonrió al verme pero se limitó a decirme: “Santana”, mi amiga me hizo una seña de que ellos se reunían con mi abuelo.
El tiempo pasó y Carla se encargó de confirmar los vuelos que haría con Britt, al día siguiente saldríamos en la mañana.

Quinn regresó de la reunión con mi abuelo, “Puckerman ya no es presidente de nada, ¿qué haremos con la empresa?” la miré y vi que él se acercaba hacia donde yo me encontraba.

- Santana, siempre tan hermosa como siempre.
- Puckerman, ¿deseas que haga que te saquen a patadas de aquí? -dijo Quinn.
- Quiero disculparme contigo, ¿aceptarías cenar conmigo? -me dijo él ignorando totalmente a Quinn.
- Ni lo pienses Puckerman -respondí, él sonrió.

Mientras él me dedicaba esa mirada de lujuria y sonreía como bobo, Britt observaba todo desde el pasillo, la furia se notaba en su mirada. Se dirigió a su oficina, Quinn fue detrás de ella. Puckerman la miró y me dijo: “¿Brittany siempre está de tan mal humor?, ¿no la haces feliz?” yo miré cómo se reía, me acerqué a él furiosa.

- No te pases Puckerman, no tienes idea de lo que puede pasarte.
- Santana, preciosa, tu secreto estará a salvo conmigo, pero si quieres diversión sólo llámame. ¡Ah! De mí no tienes que preocuparte morena, el rubio ese -señaló hacia la oficina de Harry- anda loco por Brittany…

Intentó irse pero no lo dejé avanzar mucho y lo agarré del brazo, él sonrió y le dijo a Carla: “¡Pero mira! ¡Es ella quien no quiere que me vaya!”Miré en dirección a Britt y ella miraba sorprendida como yo impedía que él se fuera. “Explícame lo de Sam” le exigí, él no sabía quién era Sam, “El rubio” dije y él sonrió, “¡Ah! Ese tipo le tiene ganas a Brittany, los vi, él le reprochaba que ella se acostara con otro, Brittany no dijo nada, el que calla otorga, ¿verdad? ¿Cómo es que no se da cuenta que se acuesta contigo?” lo miré con furia, él levantó sus manos y dijo; “Perdón, no diré nada”. Intentó irse, avanzó unos pasos más y fui detrás de él, “Seguro quieres algo a cambio de tu silencio” le consulté, el ladeó su cabeza negando y lo vi serio por primera vez desde que lo conozco, ”Lo que yo quiero es estar contigo, desnudos y… tú ya sabes morena, pero no voy a obligarte, sola vendrás a mí, siempre estaré disponible morena, Puckerman puede con todas”.

Se fue guiñándome un ojo y sonriéndome desde el ascensor. Cuando desapareció de mi vista sonreí, era un mujeriego empedernido, por más raro que pareciese, en ese momento me cayó bien, su manera de ser, dispuesto a disfrutar de los placeres del día a día, me recordaron a mi vida antes de Britt, pero comparando el antes y el después, prefería el después, el presente al lado de mi chica. Al darme vuelta la vi parada en la puerta de su oficina, me vio sonreír y los celos aumentaron en su mirada, me acerqué a ella y le pedí que fuera a mi oficina.

Se sentó enojada en mi sofá, cerré las persianas y la admiré, adoraba verla celosa, me senté a su lado y besé su mejilla, al oído le dije: “Quiero saber que te dijo Sam”, ella cerró sus ojos y suspiró, “Sospecha que estoy con alguien, me vio con la misma ropa que ayer” dijo señalando su vestimenta, yo la miré y ella hizo contacto con mi mirada, nos besamos, luego, ella me abrazó y dijo:

- Te quiero, San, pero no quiero ver sufrir a Sam.
- Mientras él siga esperando que tú vuelvas con él sufrirá, es su decisión Britt, yo no te apartaré de mi vida, lo lamento por él pero eres mía.

Ella sonrió y me besó.

- ¿Cómo supiste lo de Sam? -preguntó.
- Puckerman me lo contó.

Ella frunció su ceño, no podía ser más adorable.

- ¿Ahora son amigos? -dijo un poco molesta.
- No… pero podríamos…

Britt se enfureció e intentó apartarse pero la sostuve entre mis brazos la besé diciéndole que era una broma, ella dejó que la besara y se aferraba a mí con fuerza, “Eres mía, Santana López, díselo a tu amiguito”.