FanFic BRITTANA La verdad sobre el amor

Capítulo 20: El viaje.




Hay un momento de la vida en el cual comenzamos a replantearnos muchas acciones a seguir. Repasamos el pasado, sus repercusiones en nuestro presente y el éxito o el desastre que vendrá a futuro. En mi caso todo era incierto a futuro pero a pesar de esa desazón lucharía por estar al lado de Britt.

- ¿Problemas? -consultó Marcelo mientras me llevaba a casa, hace minutos dejé a Britt en la suya.
- La vida no es fácil, Marcelo, y las personas complicamos todo.

Él asintió con la cabeza como dándome la razón.

- Pero en uno está poder cambiar eso -dijo.
- Lo sé… y lo haré -respondí.

No dijimos nada más hasta llegar a casa y pronuncié un sentido “Gracias” antes de salir del auto.

La casa estaba en silencio, la nostalgia me invadió y desee como nunca estar con Britt y Lord T. subí las escaleras y me dirigí a mi habitación, me puse mi pijama. Miré mi enorme cama vacía y la dejé allí. Dormiría con mi abuelo.

Caminé despacio por el pasillo y abrí con delicadeza la puerta de su habitación. Lo que vi me dejó confundida. Mi abuelo dormía y a su lado había una persona que también dormía. Me acerqué sólo un poco para ver quién era. Mi nana, ella dormía al lado de mi abuelo. Salí de la habitación sin que ellos se dieran cuenta.

Estaba muy sorprendida y confundida. Mi nana, mi abuelo, ¡juntos!

Me fui a la biblioteca y allí me recosté en el sofá. Mi celular vibró: “Te extrañamos. Te amo…” me decía Britt. Le mandé besos y muchos “Te amo” hasta que se durmió. Yo miraba al alineamiento de los libros en el estante pensando en el momento en el cual mi abuelo y mi nana comenzaron a tener esa clase de intimidad. Ella me contó una vez que el único amor de su vida había muerto, no recuerdo de qué pero ellos iban a casarse y él la llevaría a vivir en el campo, lejos del caos de la ciudad. Eran jóvenes y ambos se entregaron uno al otro como promesa de que entre los dos eran un mismo corazón. Recuerdo que ella me contó que al ser tan joven no podía entregarse a un hombre así como así, pero lo hizo por amor y él prometió casarse con ella “Era un muchacho tan apuesto” me decía ella con rasgos de nostalgia y algunas lágrimas a punto de salir de sus ojos. Pero aquel amor sólo duró poco tiempo y las promesas de casamiento, de una casa en el campo y niños corriendo por doquier no pudieron ser cumplidas. Al morir él también murieron todas las fantasías de ella y decidió cerrar su corazón para evitar más desilusiones. Una vez me mostró una foto de ese hombre apuesto del que se enamoró, guardaba esa foto como un tesoro.

Tal vez la nostalgia de ella por la muerte de él y la nostalgia de mi abuelo por la pérdida de mi abuela los unió. Lo que había de común en ellos era el amor que ya no tenían. Dos personas con ganas de amar están destinadas a estar juntas, no podría culparlos por eso.



…………………………..



- Hija… despierta -escuché- Santana…

Abrí los ojos y mi nana estaba a mi lado despertándome. La admiré desde la pequeña distancia entre nosotras. “Te hice el desayuno, mi´ja” exclamó y vi la bandeja en la mesa del escritorio. “Desayuna y ve a vestirte” agregó antes de besarme en la frente e irse.
Me senté a desayunar y mi abuelo llegó con el periódico bajo el brazo, sonriendo.

- ¡Las Brittana! -dijo con efusividad- eso me gusta, Hija.
- ¿De dónde sacaste eso? -consulté.
- Salieron en el diario, mira.

Extendió el papel y me vi sonriendo mirando a Britt y ella sonriéndome, el titular decía: “Brittana al mando”. Sonreí y mi abuelo estaba muy contento. “Tal vez ya deba retirarme” dijo sonriendo, lo miré aprobando sus palabras y dijo “Es un decir”. Sabía que sólo era una broma.

- ¿Por qué has dormido aquí? -preguntó.
- Quería dormir acompañada y fui a tu habitación, pero… -él me miraba con detenimiento no se inmutó ante mis palabras- …estabas acompañado. No quise meterme entre tú y… ¿con quién estabas?

Él suspiró y dirigió su mirada al diario. “Santana, se hace tarde” escuche a lo lejos, era el reproche de mi nana desde afuera de la biblioteca. Mi abuelo me miró y no hizo falta que hablara, yo le sonreía, antes de marcharme le dije: “Le haces daño y te la verás conmigo”. Él sonrió un poco avergonzado y yo salí sonriendo de la biblioteca.

Marcelo me llevaba a la empresa, tal vez él sabía algo sobre lo que pasaba entre mi abuelo y mi nana pero decidí no preguntarle.

Me dejó en la empresa. Quinn estaba en su oficina, radiante y contenta. Entré y dije “¿Aceptó?”, ella sonrió “Aún no se lo pregunté” y sonrió más “¿Qué tal las cosas con Harry?”, mi sonrisa se esfumó “No tan bien” dije y las puertas del ascensor se abrieron. Los Pierce y Sam se acercaron. Sonreía al verla, hermosa como siempre. Ella sonrió, se acercó a mí y me abrazó con efusividad. Harry pasó de largo seguido por Sam. “Te extrañé” dijo mi chica y me besó sin más. Cerré mis ojos y mis labios se deleitaron con los suyos. Al abrir nuevamente los ojos ambas sonreímos, Carla nos miraba sorprendida y Quinn parecía una magdalena a punto de llorar. “Ok, ya mucho han visto, vámonos, Britt” dije llevándomela hacia la oficina de mi abuelo. Una vez solas la besé con más pasión y acaricié su cuerpo.
Ella sonreía y me correspondía. “Te amo” le dije y la besé un poco más.

No pudimos seguir con nuestros besos dado que la secretaria de mi abuelo entró.

- Buenos días, señoritas -dijo ella.
- Hola, Denis… -respondí.
- Día agitado, querida. ¿Lista? -consultó.

Miré a Britt, ella sonrió y dije “Sí, Denis, lista”. De esa manera comenzaba una jornada más de trabajo. Fabiola llegó al instante, me saludó a mí y luego a Britt. Nos observaba como queriendo descifrar algo, yo noté eso en ella.

- Fabiola, te necesito concentrada. ¿Pasa algo? -pregunté.
- No, Santana. Nada. Lo siento. ¿Nos vamos?

Asentí y procedí a marcharme. Britt me dio un beso en la mejilla, agregando “Almorzamos juntas”. Le sonreí y me marché.



…………………..



La mañana transcurrió y tenía mucho trabajo por terminar. Ya estaba de regreso en la empresa. Fabiola parecía cansada y le pedí que se tome el día pero ella se negó. “Aprovecharé la hora del almuerzo para descansar” me dijo y se marchó dejándome un beso en la mejilla. Esa acción no pasó desapercibida para Sam y para Quinn quienes conversaban en el pasillo.

Quinn se despidió del rubio y se acercó a mí. “Jefa” me dijo sonriendo y yo le blanqueé los ojos.

- No me digas así.
- Eres la jefa, López. ¿Qué le pasa a Fabiola?
- Está cansada.
- Y caliente contigo, si a leguas se nota.

La miré con seriedad.

- No digas esas cosas. Britt puede oírte y será terrible.
- Britt debería saber que nadie es competencia para ella. Ha logrado lo que nadie ha podido contigo.
- Es única -dije sonriendo como boba.

Ahora era Quinn quien blanqueaba los ojos y yo sonreía. Me dirigí a la oficina en busca de mi chica y desde lejos mi rubia amiga exclamó: “¿Almorzamos las cuatro?”, asentí y me adentré por el pasillo.

Entré en la oficina y Britt estaba ocupada atendiendo un socio, acompañada de Carla quien sólo me sonrió. Instantes antes de que el socio se marchara, Denis entró en la oficina informándome que los ingleses exigían reunirse conmigo. Britt la miró con seriedad.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Britt.
- Como don Gustavo no estará por un tiempo ellos creen que habrá algunos cambios y quieren hablar de eso contigo -dijo Denis dirigiéndose a mí.
- Diles que respetaré los tratos que mi abuelo hicieron con ellos. Nada cambiará.
- El señor Pierce me dijo que les dijera eso pero los ingleses insisten en una reunión.

Suspiré. Miré a Britt, un viaje lejos de ella no estaba en mis planes, no deseaba viajar y mucho menos para verme con esos tipos, entonces dije:

- Pues que vengan, diles que los espero -exclamé, Britt sonrió.
- Emm… quieren que tú vayas a Inglaterra.

Cuando Denis dijo eso Britt ya no sonreía. “Hablaré con Harry” expresé.
Me dirigí a la oficina de Harry, Britt me acompañó y ambas entramos. Harry nos vio juntas, él estaba junto con Sam.

- Necesitamos ayuda -dije.
- Siéntense. ¿Qué pasa?
- Los ingleses, quieren que vaya a Inglaterra. ¿Es necesario?
- No, claro qué no -dijo un poco ofuscado- déjame hablar con ellos.

Él tomó el teléfono y le pidió a su secretaria que lo comunique con Foster, el empresario inglés. Con Britt escuchamos como Harry le explicaba en vano a Foster sobre el modo de trabajar de la empresa en ausencia de mi abuelo. Harry terminó la llamada y con fastidio me dijo que yo debía viajar. “Santana, ya has tratado con ellos, sólo es una reunión” afirmó Harry como para minimizar el hecho. Pero aunque él hiciera eso y tomara el viaje como algo sin sentido y fácil de hacer no lo era para mí. No quería separarme de Britt.

El peso de las responsabilidades recaían a mis espaldas, pensé en cómo actuaría mi abuelo, como él desearía que yo actúe, entonces, medité unos instantes y dije: “Ok, viajaré”. Él asintió con la cabeza. “Yo también quiero ir contigo” agregó Britt.

- Hija, no creo que sea lo prudente. Demasiado trabajo hay aquí.
- Pero, papi… -dijo ella bajando su cabeza dándose cuenta que él tenía razón.
- No tardaré en regresar -dije.

Britt, Harry y Sam me miraron, los tres al mismo tiempo. Pero de ellos tres, sólo ella sonreía.

- Sales esta noche, Santana. Dile a Denis que prepare el avión.

Asentí y con Britt salimos de la oficina. Un poco me sorprendió la actitud de Harry pero me dije a mi misma que a pesar de todo él actuó con profesionalismo y no involucró nuestras diferencias personales en el trabajo. Internamente le agradecí por eso pero ni su intervención logró que yo evitara viajar.

El viaje en sí no tenía nada de malo, el problema era mi negación a separarme de Britt. Tal vez mi postura es extremista y sea catalogada de caprichosa, lo que sea, sólo quiero estar a su lado todo el tiempo, todos los días.

No tocamos el tema mientras nos dirigíamos con Quinn a almorzar. Al llegar al restaurante Rachel se abalanzó sobre Quinn, era típico ver ese gesto cuando se encontraban. La mirada de mi amiga era tan intensa que sólo se centraba en Rachel. Ambas sonreían y se besaban. Britt tomó mi mano y me besó en la comisura de mis labios, la miré y nuestras miradas se encontraron, su sonrisa provocaba en mi rostro otra sonrisa, me acerqué y dejé un leve beso en sus labios.

- ¡Me muero de hambre! -exclamó Rachel.

Las carcajadas se hicieron escuchar y nos encaminamos a buscar el almuerzo. Rachel nos contaba las aventuras de sus ensayos y las próximas audiciones para los mejores musicales que vendrían. Ella hablaba y hablaba, desde su punto de vista todo era cuestión de trabajo y esfuerzo, hablaba del éxito, el glamour y el reconocimiento, metas que para ella eran importantes. Noté que en ningún momento nombró o hizo alusión a un futuro al lado de Quinn. Mi rubia amiga, por su lado, sólo escuchaba y sonreía cada vez que Rachel decía algo; esa mirada de complicidad y acompañamiento no se veía empañada por algún miedo o duda como ocurría conmigo cada vez que veía a Britt ensayar con Alexandra. Recuerdo que Quinn me decía que era cuestión de acostumbrarse pero me sorprende su nivel de tolerancia ante esa situación. Reich sólo hablaba de ella y sus proyectos, el ego invadía su vida y su organismo entero, es capaz de pasar por encima de lo que sea con tal de cumplir su propósito. Espero que la propuesta de casamiento no sea un obstáculo para ella.

Luego del almuerzo dejé a Britt en el teatro. Desde lo lejos vi a Alexandra que llegaba al mismo tiempo. Se encontraron en la entrada, Britt la besó en la mejilla y ambas se adentraron al interior del teatro charlando. No formar parte de toda la vida de Britt me hacía sentir un pequeño vacío. Algunos plantean que no es favorable para la pareja pasar todo el tiempo juntos, ¿los argumentos? La rutina aburre y las manías de cada uno salen a flote destruyendo el supuesto amor. Yo estaba poco tiempo al lado de Britt y desde que la conozco no ha pasado ni un instante en el que no quisiera estar a su lado, ¿cómo podría aburrirme de ella si la extraño a cada instante? y en cuanto a las manías… todos las poseemos, aún no logro comprender cómo Britt puede soportar mi carácter y mis celos. Nos amamos y eso vencerá todos los obstáculos que puedan presentársenos.


Regresé a la empresa, un par de reuniones me esperaban antes del viaje. No tendría tiempo de buscar a Britt en el teatro por lo que Rachel la llevaría a su casa y luego nos encontraríamos para despedirnos.

Mi nana me preparó una pequeña maleta para el breve viaje. Mi abuelo con su pijama y su bata color azul me esperaba para charlar. Le recordé que no discutiríamos que sólo era un viaje sin importancia y que a toda costa evitaría que él se preocupara por algún asunto de trabajo “Estás de vacaciones, abuelo” exclamé. Vi la impotencia en su rostro pero no chilló, comprendía que quería cuidarlo y lo mejor de todo es que él dejaba que yo lo hiciera.

Unos minutos antes de marcharme Britt llegó acompañada de Harry. Ellos me llevarían al aeropuerto.

Mi abuelo y Harry intercambiaron algunas palabras en la sala mientras Britt me acompañaba a mi habitación bajo la sigilosa mirada de Harry. Una vez dentro de nuestro refugio, nos abrazamos. Me besó con delicadeza y tratamos de aprovechar lo más que podíamos de ese instante de intimidad. “Te amo, no tardes en volver” me dijo mientras volvía a unir sus labios a los míos.

Luego de ese instante privado estábamos dirigiéndonos en el auto de Harry al aeropuerto. Minutos antes de irnos Fabiola llegó sola. Harry la despidió con un abrazo mientras que a mí me deseo buena suerte. Britt besó a Fabiola y se prendió a mí en un abrazo fuerte y cálido. Rodee su cintura con mis brazos y aspiré el aroma que se desprendía de su piel y su cabello dorado. Cerré mis ojos y susurré en su oído “Te amo”. Ella sonrió y dejó un beso en mi mejilla. Harry estaba allí rígido con una seriedad que antes no había notado en él. Britt se puso a su lado y lo tomó del brazo. Con Fabiola nos dirigíamos al avión.



………………………………………….



Todo el viaje dormí. Desperté asustada sin saber en qué lugar estaba. Fabiola estaba leyendo un libro a mi lado, al verme despertar sólo sonrió “Pronto llegaremos” anunció y
siguió con su lectura. Me acomodé en mi asiento y extrañé la compañía de Britt.

Al aterrizar nos dirigimos al hotel. Habitaciones separadas como las había pedido. Me recosté en la cama y le envié mensajes a Britt. Ella no respondió lo cual me parecía dudoso, lo dejé estar porque a pesar de haber dormido el cansancio me ganó y volví a dormirme.

Quien me despertó fue Fabiola, no me dio tiempo a reaccionar o a enfadarme por su intromisión a mi habitación puesto que estábamos retrasadas para ir a la reunión. Me vestí delante de ella bajo sus miradas de reojo mientras acomodaba mis papeles. Salimos del hotel como almas que lleva el diablo. En mi celular tenía llamadas de Britt, ningún mensaje, solo las llamadas que nunca atendí.

Nos metimos de lleno en la reunión, no tuve tiempo para pensar en otra cosa que no sean los ingleses. Edward estaba allí presente, fue él quien planteó la idea de ubicar un grupo de empresarios en la empresa de mi abuelo, la idea era designar a cuatro personas que estarían en Estados Unidos trabajando par a par con nosotros. Antes de tomar alguna decisión con Fabiola lo charlamos. La ventaja era que ya no sería necesario hacer viajes sólo para una reunión, además para ambas partes el manejo de los negocios sería más transparente. Lo que veíamos como una amenaza era el hecho de que ellos intentarían de una u otra forma controlar toda la empresa, es lo que siempre han deseado, pero el control total de la empresa estaba en nuestras manos y cuatro representantes no podrían con todos los socios juntos.

Con Fabiola creímos conveniente hablarlo con Harry. Lo llamamos y él estuvo de acuerdo, además consideraba que mi abuelo no estaría en contra de esa decisión.
Regresamos a la reunión y les dimos el “ok” a los ingleses quienes estaban conformes con el trato realizado, yo no estaba tan conforme porque nos debíamos quedar un día más para realizar ciertos papeles necesarios. Podría haberme ido si hubiese querido pero no era momento para dejar sola a Fabiola, lo llamativo es que ella me agradeció ese gesto “Pensé que huirías como aquella vez” me dijo recordando ese viaje donde la dejé sola porque necesitaba estar con Britt. Yo sólo le sonreí ante ese comentario, ansiaba encontrarme sola en algún lugar para llamar a mi chica, eso sólo pasaría una vez que estuviéramos en el hotel.

- ¿Te apetece que comamos algo juntas? -sugirió Fabiola.
- Claro…
- ¡Perfecto! Paso por tu habitación en media hora. Conocí un lugar fenomenal, te gustará.
- Bien… nos vemos.

Me despedí de ella, la expresión en su rostro era de alegría. Una vez sola en la habitación, llamé a Britt. Al tercer tono ella contestó.

- San…
- Britt… -dije con un suspiro en mi voz- te extraño, preciosa.
- ¿Cuándo regresas?

Noté cierta distancia en ella, algo no andaba bien y se me encogió el corazón unas pulgadas ante el miedo que me invadió.

- Regreso mañana, hay una serie de papeles que hacer. Trabajarán con nosotros cuatro representantes ingleses.
- Papá me lo comentó…
- Britt… ¿sucede algo? Te noto distante.

Resonó como un estallido un silencio atroz, al instante un leve sollozo.

- ¡Britt… háblame por el amor de Dios! -exclamé.
- Santana… ¿me quieres?
- Britt, te amo. Dime que sucede.
- Sólo necesito que me lo digas… que me digas que me amas.

Reafirme mi amor por ella y prometimos vernos ni bien llegara a New York. Por más que ella me decía que sólo necesitaba que le dijese cuanto la amaba algo me resonaba en la cabeza. No sé que estará pensando o imaginando de mí. Las malditas dudas nos acechaban y el dolor de la desconfianza comenzaba a asomarse una vez más. Decidí relajarme, pensar en positivo. Prometimos no dañarnos y me aferraría a esa idea con mucha fuerza.

Con los ánimos por el suelo me fui con Fabiola a comer. Ella lucía feliz, emocionada con el glamour de la ciudad y embelesada por el acento inglés. Me llevó a un lugar hermoso, parecía un castillo como el de los reyes con ventanales enormes que dejaban admirar la ciudad. Pensé en Britt y en las ganas de estar allí en ese lugar precioso junto a ella.

El tiempo pasaba y disfruté de la comida y de las anécdotas de Fabiola. No había tenido oportunidad de apreciar el humor negro que ella poseía, me contaba sobre los casos más bizarros que le tocó presenciar, los contaba con un toque de humor admirable, he de confesar que me hizo reír y por unos instantes hacerme olvidar la pena que se gestaba en mi interior.

Las horas trascurrieron entre anécdota y anécdota, cuando nos dimos cuenta debíamos volver a trabajar. Decidimos regresar al hotel. Nos reunimos en el lujoso hall del lugar y nos dispusimos a trabajar.

Fabiola estaba a mi lado siempre. De vez en cuando la sorprendía observándome y sólo me sonreía a modo de disculpa. Terminé por acostumbrarme a esa manía. El perfume de Fabiola invadía cada espacio en donde yo estaba, su voz y su simpatía eran eternos guardianes de su presencia la cual no pasaba desapercibida en ningún rincón por el cual pasaba. A pesar de sospechar que tenía una relación con Britt, Fabiola me coqueteaba con sutileza. Si hubiese sido el tiempo de la antigua Santana esas indirectas recibidas hubieran sido transformadas en hechos y Fabiola acabaría en mi habitación. Pero ya no era la misma, no después de conocer a Britt. Yo le pertenecía en cuerpo y alma. Ahora no veía a Fabiola con ojos lujuriosos e intensiones puramente sexuales, pensaba en ella y sus sentimientos ¿Qué sentirá? ¿Amor o sólo deseo? Si era lo primero lo lamentaba por ella dado que no podría corresponderle a pesar de ser una buena mujer. Por otro lado si era deseo lo asocio con un simple capricho, en algún momento se le pasaría. Ojalá sea lo segundo porque no sería agradable saber que sufre. Y sin pensarlo asocio su estado con el de Alexandra. Ambas rechazadas por la persona que quieren ¿hay dolor más intenso que un desprecio? Dolor… Tan sólo de imaginarlo algo se encoge en mi pecho y transmite una sensación de angustia a cada centímetro de mi cuerpo y el miedo escapa por los poros de mi piel… tiemblo ante el simple pensamiento de lo que es sentir el dolor.

Una vez que dejé de lado los pensamientos que me atormentaban me concentré en el trabajo que tenía por delante. Con Fabiola logramos tener todo listo en el menor tiempo posible para poder disfrutar de periodos libres. Ella salió de compras y yo decidí hablar por teléfono con Britt.

Su voz sonaba agitada “San…” dijo entre un suspiro, “… estoy ensayando en casa”. Me la imaginé vestida con su mallón amarillo, su piel cubierta por el sudor y su cabello recogido de una forma en que la hacía ver más sexy de lo que era.

- ¿Cómo has estado? -consulté- Te extraño…
- ¡Oh, San! También te extraño…
- ¿Por qué sigues ensayando?
- Necesito despejar mi mente… no ha sido un buen día y menos contigo lejos.
- ¿Qué ha pasado? Cuéntame…
- Sam… él habló conmigo. San, prométeme que no le harás nada…
- ¿Qué? Britt, ¿qué demonios te dijo?
- Me dijo que tu y Fabiola tuvieron algo hace un tiempo y que fue algo muy intenso pero que fue Fabiola quien no deseaba continuar mientras que tu sí. Él me dice que Fabiola está interesada en ti… ella se lo dijo.
- ¡¿Qué demonios?!
- Santana, sea lo que sea que haya pasado entre ustedes no me importa… sólo necesito saber que me amas y que no me dejarás.
- Britt-Britt… te amo como no amé a nadie en mi vida. No puedo estar sin ti. Jamás te dejaría, jamás.
- Te amo, San…

Mientras los sollozos de Britt encogían mi corazón, mi odio hacia Sam aumentaba. Él no se daba por vencido, insistía en re-conquistar a Britt pero de la peor manera: mintiendo. ¿Puede una persona caer más bajo?

- San, necesito dormir… en unas horas te veré… Te amo.
- Descansa, Britt. Te amo. Te llamaré antes de subir al avión.

La llamada concluyó y decidí ir en busca de Fabiola.


Fue inútil buscarla en medio de la ciudad, mi rabia crecía y necesitaba una explicación, necesitaba acabar con los malditos obstáculos que se interponían entre Britt y yo. Me prometí luchar por este amor y lo haría, pasaré por encima del que sea con tal de ser feliz con mi chica, conmigo no podrían, no les dejaría el camino libre y por supuesto que no permitiría que me destrocen. Mi límite era ver llorar a Britt y las mentiras que le dijeron hacían tambalear el lazo de confianza que tanto nos estaba costando reconstruir.
Di vueltas y vueltas por las calles infectadas de gente con acento raro. Las parejas sonreían mientras se tomaban de la mano, la felicidad los acogía y por mi ser sólo podía sentir rabia e impotencia por encontrarme tan lejos y sin posibilidades de hacer sentir bien a Britt y sentirme bien yo.

Regresé al hotel, ella debía volver a dormir. Pregunté en recepción y ella ya estaba en su habitación. Con determinación subí a nuestro piso y toqué con fuerza la puerta. Tres golpes secos y esperé. Fabiola abrió la puerta, noté en su rostro cierto miedo, no le di tiempo a reaccionar cuando empujé la puerta y me interné en su habitación. Allí había una chica pelirroja que nos observó con miedo, “Vete de aquí” dije. La chica se fue y Fabiola me miró con incredulidad.

- Santana, ¿qué fue eso?
- ¡Oh, perdón! ¿detestas que se metan en tu vida privada? ¡¿Lo detestas?! Porque yo sí y te lo diré directamente: no te metas en mi vida, no sabes de lo que soy capaz de hacerte a ti y a Sam. ¿Me entendiste?

Su rostro estaba pálido y su cuerpo inerte. No podía decirme nada, mi rabia fue lanzada hacia ella como un petardo, la explosión la dejó atónita. Estaba por retirarme de su habitación cuando ella reaccionó.

- Santana, espera por favor.

No me di la vuelta, sólo esperé a que hablase.

- No sé que haya pasado, ni por qué estás así. No hice nada. Aunque no lo digas y me lo niegues sé qué te pasa algo con Britt y ella no te es indiferente. Me di cuenta de eso y sé que no tengo chances contigo, siempre lo dejaste en claro. Yo no me meteré entre ustedes.

- Pues Sam no dice lo mismo -agregué.
- ¿Qué tiene que ver Sam en esto?

Me di la vuelta para enfrentarla.

- Santana, te ofrecí tener una amistad, realmente quiero ser tu amiga.
- Mis únicas amigas son Quinn y Rachel.
- ¿Brittany tampoco lo es?
- Con ella todo es diferente. No te metas en mi vida, Fabiola, tú y yo sólo trabajamos en la misma empresa, nada más.
- Pero Santana, hubo algo más entre nosotras, sé que dijiste que sólo era sexo… sin embargo yo no puedo olvidar lo que pasó. Tuvimos momentos de intimidad, no puedo entender que de eso a esta parte me digas que sólo trabajamos en la misma empresa.
- Pues no sé de qué manera quieres que te explique. Ya olvídalo.
- En difícil… más ahora que estoy más cerca de ti.

No pude decir nada más. Ella me miraba con esos ojos empapados en deseo, escondiendo una leve esperanza de que algo pase entre nosotras.

- No debería pero voy a intentarlo… -dijo ella- ¿hay alguna posibilidad de que estemos juntas al menos esta noche?
- No, Fabiola. Nunca más.
- Al menos debía intentarlo.

Me sonrió, le di una última mirada y la dejé allí, sola.

Al día siguiente con Fabiola nos dirigíamos a la empresa de los ingleses. Entre nosotras sólo hubo un saludo de cordialidad y nada más. Me dediqué a mirar lo que las calles de Inglaterra me ofrecían. “Te amo, buen día, amor” me dijo Britt. Contesté su mensaje y la brisa de la mañana golpeó mi rostro. Cerré mis ojos y al abrirlos noté en el cielo las nubes que cubrían al sol. En la inmensidad del planeta tierra aquel hecho era hermoso, los rayos del sol atravesaban las nubes y ellas intentando opacarlo, a su alrededor el brillo de los rayos mostraban un espectáculo, la belleza pura reflejada en ese instante. Pensé en Britt y en el tiempo que llevaba sin poder besarla. La amaba y deseaba que al igual que yo ella mirara al cielo, que viera lo que yo había admirado y luego sintiera el ardor en su corazón tal cual lo sentía yo, ese era el símbolo del amor que le profesaba. “Llegamos” dijo Fabiola. Miré al cielo una vez más, faltaba poco para estar al lado de la mujer que amaba.


Los ingleses firmaron el contrato, en una semana los cuatro elegidos se instalarían en nuestra empresa. Hubo un brindis del cual no participé alegando que estaba un poco descompuesta. Regresé sola al hotel a preparar mis cosas para regresar a casa.
Un coche esperaba por Fabiola y por mí para llevarnos al aeropuerto. Ella intentaba generar una charla pero yo la evadía. Saqué mi teléfono y marqué el número de Britt. Sonreí al escuchar su dulce voz enunciando mi nombre, “Estoy a punto de salir” le dije, “Pronto estaremos juntas, te amo, San”. Cerré mis ojos y me deleite con el placer que en esos momentos sentía. “Te amo” le dije.



……………………..



Fue el viaje más lento de mi vida. Las horas parecían no avanzar, la ansiedad de regresar no ayudaban a que me relajase y durmiera como lo hacía Fabiola a mi lado. Por más que lo intenté me fue imposible. Imaginaba el momento en el cual vería a Britt, sonreía y más deseaba que el vuelo terminase.

Al momento en que la azafata anunciaba nuestro aterrizaje, mi corazón comenzó a latir a un ritmo desesperado. Aterrizamos y me apresuré a salir del avión. A lo lejos y a pesar de la oscuridad de la noche divisé una melena rubia que se agitaba por el viento, mi Britt, a su lado Harry. Mientras me acercaba sonreía, Fabiola iba por detrás de mí. Britt se acercaba con rapidez y nos fundimos en un abrazo. Su aroma me envolvió, la presioné con más fuerza contra mi cuerpo, sus pechos se presionaban en los míos y mis brazos rodeaban su cintura, ella envolvió los suyos en mi cuello susurrando un “Te amo”. Apenas Fabiola pasó por nuestro lado observándonos, Britt depositó un leve beso en la comisura de mis labios y sonrió. “Vamos a casa” sentenció ella pero no sabía si se refería a mi casa o a la suya.
Harry saludó a Fabiola y se ofreció a llevarla hasta su departamento, cuando me vio acercarme de la mano de Britt sólo saludó desde la distancia y emprendió el camino hacia la salida. Harry empezó a consultarnos como había sido nuestra estadía en Inglaterra, Fabiola fue la única que le contestaba, ella hablaba por mí. La dejamos en su departamento y emprendimos el camino a mi casa.

Harry se estacionó frente al jardín. Mi nana estaba afuera esperándome, sonrió al vernos. Mientras ella se acercaba Britt dijo: “Quedémonos un momento, papi”. Harry sólo bajó del auto sonriéndole a mi nana y ofreciéndose a llevar mi maleta. La hostilidad entre nosotros sólo hacía que nos comportáramos con torpeza dado que ninguno sabía si sacar o no la maleta del baúl. Mi nana llegó a mi encuentro y me estrujó entre sus brazos “Mi niña” dijo con efusividad para luego abrazar a Britt y darle dos besos, uno en cada mejilla. Entramos en casa y mi abuelo se encontraba sentado en la sala. Me acerqué a él y le di un beso. Lo observé detenidamente, lucía contento, vestido con su bata color azul su pijama bordo y sus pantuflas negras. Se alegró de ver a Britt y a Harry con quien sólo charlaba por teléfono. “Hija, haz que nos traigan café” dijo él e invitó a todos a sentarse. Mi nana intentó servirnos pero se lo impedí y la dejé sentada en la sala. Harry charlaba amenamente con mi abuelo, Britt sólo escuchaba. Tomé mi maleta y me disculpe por retirarme unos momentos de la sala. Todos asintieron pero Britt se puso de pie anunciando que me acompañaría.

Nadie dijo nada pero la mirada de Harry podría asesinarnos, sin embargo no dijo nada y se lo agradecí internamente dado que no sabría cómo actuar si él dijera algo delante de mi abuelo. Britt tomó mi mano y nos dirigimos a mi habitación subiendo las escaleras.
Al encontrarnos solas nos abrazamos, ella me besó y la besé. Nuestros labios no podían despegarse y la intensidad del momento comenzaba a aumentar generando en mí la necesidad de hacer el amor con Britt. La conduje a mi cama y me recosté encima de ella, besándola. Ella acariciaba mi espalda y perdí la razón por un momento. Lo próximo que supe es que estábamos desnudándonos, ella sin camiseta y yo en igualdad, besé sus pechos y deslicé por sus hombros la tirilla de su sostén, succioné uno de sus pezones y ella gimió con fuerza, hice lo mismo con el otro y recibí la misma respuesta, regresé a sus labios mientras la acariciaba lentamente. Giramos y ahora ella estaba encima de mí besándome y cubriéndome con su cabello, dejó besos por mi cuello y yo sentía enloquecerme, “Oh, Dios, Britt” suspiré y sentí su rodilla adentrarse entre mis piernas, nos miramos y noté el deseo en sus pupilas azules. Su mano acariciaba mi entre pierna, por encima de mi pantalón y yo envolví mis manos en su cabello atrayéndola para besarla una vez más. Cuando tuvimos la intención de desnudarnos completamente, sentimos un leve golpe en la puerta, nos asustamos pero ninguna se atrevió a moverse u ocultar nuestra desnudez parcial. Miré hacia la puerta, no se abrió y la voz de mi nana dijo: “Niñas, Harry las espera”. No escuchamos nada más, la respiración agitada de Britt y la mía comenzaban a acompasarse. Levemente acaricié el cuerpo de Britt y dejé besos en sus pechos y en su cuello. Nos miramos una vez más y ella me besó con dulzura. Nos abrazamos, así estuvimos un buen rato sin decirnos nada, sólo disfrutando el breve momento de intimidad que nos era dado. No deseábamos separarnos pero debíamos hacerlo.

Britt se vistió y como pudo acomodó su cabello revuelto. Yo la observaba desde mi posición en la cama. Deseaba fervientemente poder estar con ella libremente sin tener que escondernos ni depender de la furia de su padre o de mi abuelo. Con anhelo imaginaba una vida al lado de Britt, vivir con ella y disfrutar de estar juntas.

Yo aún seguía recostada, Britt se posicionó nuevamente encima de mí y me besó, “Nos esperan, amor” dijo incorporándome para que la acompañase.

Al bajar noté que la charla entre mi abuelo y Harry era entretenida, al menos para ellos dado que yo deseaba estar a solas con Britt en lugar de presenciar esa conversación. Mi abuelo retuvo a Harry un buen tiempo el cual con Britt lo aprovechamos lanzándonos miradas y jugueteando con nuestras manos. Deseaba seguir besándola pero aún eso no nos estaba permitido.

Harry se despidió de mi abuelo y de mí, se llevó a Britt con él. Quedé con la misma sensación de rabia e impotencia que sentí en Inglaterra. Abatida por los obstáculos decidí ir a descansar para enfrentarme a un día más donde debía seguir luchando para estar al lado de Britt. Harry, Sam e inclusive yo misma eran mis enemigos. Sam porque insistía en reconquistar a Britt, Harry porque no le era fácil asimilar que su hija estaba enamorada de mí y yo… un desastre en persona, con miedos, dudas y mentiras. Me mentía a mi misma y le mentía a mi abuelo. Creía ser fuerte y enfrentar a quien se pusiera en frente pero estaba debilitada, pues la sensación de perder a mi abuelo para siempre hacía temblar mi cuerpo y destrozar algo en mi interior, por otro lado, estaba Britt, la mujer que amo, de quien algunas personas se empeñan en separarme pero lucho tratando de mostrar una imagen de fortaleza inquebrantable sin embargo por dentro siento morir cada vez que algo amenaza nuestra felicidad.

Mi nana me abraza sacándome de los tormentosos pensamientos que invaden mi mente. Le sonrió levemente y ella ya sabe que algo no anda bien.

- ¿Sucede algo malo, mi´jita? -exclama.
- No, nana… -silencio- en realidad sí. Sam intenta regresar con Britt.
- Pero Britt te ama, no tienes nada de que temer.
- Detesto que él se entrometa en mi vida, le inventó cosas a Britt y esas mentiras nos dañan. ¿Por qué no pueden simplemente dejarnos en paz?
- Todo en la vida tiene su costo, hija. Tú y Britt se aman y el amor cuando es puro y genuino prevalece por sobre todo.

La miré con ternura y me dejé envolver por sus brazos. Me agobiaba luchar contra todos, simplemente deseaba una tregua, disfrutar de la vida sin problemas, tener a mi lado a la chica que amo, simplemente amarla y amarla sin tener el miedo de perderla o caer derrotada ante las personas que intentan separarnos. Suspiré ante el recuerdo de Britt, cerré mis ojos y la imaginé abrazándome y besando mis labios, de esa manera quería estar con ella, amándonos una a la otra.

Chicas, me tardé un poco pero aquí estoy con la actualización...
Espero les guste!

No sé a quién dedicarle el capítulo Tal vez a las nuevas lectoras? Qué dicen?
Besos, queridas!


Capitulo 21 Parte 1: La propuesta.



El día se asomaba una vez más, estaba dispuesta a enfrentarme a Sam. Por más que la rabia y la impotencia me invadían no le sería fácil derrotarme.

Me preparé y salí de casa sin despedirme ni desayunar. Tomé mi auto y me dirigí a la empresa. Al llegar Carla me sonrió y me abrazó “Eres la primera en llegar” me dijo cuando husmeaba en la oficina de Quinn. Le sonreí y le pedí que llevara café a mi oficina.

Denis me esperaba con una montaña de papeles “Santana, hay mucho trabajo por hacer, a la tarde hay una serie de reuniones, el señor Sullivan quiere que…” Denis seguía hablando mientras mi mirada se centraba en la oficina del frente. Sam aún no llegaba y estaba más que segura que llegaría con Harry y Britt.

Comencé por leer unos documentos en compañía de Denis y Carla, se sumó a mi tarea Fabiola quien se sentó a mi lado. No me molestaba su cercanía pero debo admitir que era una sensación extraña después de la charla que tuvimos.

Britt no tardó en aparecer, ni bien me vio se acercó a besarme en la mejilla. Dirigió una mirada a Fabiola quien se ruborizó y bajó la cabeza. Carla notó la tensión del momento pero como siempre lo hizo no dijo nada, Denis en cambio seguía atenta al papeleo sin darse cuenta de que algo sucedía entre las mujeres que la rodeaban.

Miré más allá de la puerta sin notar a Sam. Sólo Harry estaba mirando en mi dirección, intercambiamos un segundo nuestras miradas y ambos continuamos con nuestras actividades.

Britt se acomodó a mi lado izquierdo y comenzó a trabajar con Carla. La mañana transcurrió entre papeles y firmas. Llegó un momento donde necesité un poco de aire y estar a solas con Britt. Miré a la gente a mi alrededor, Carla revisando unos documentos en la computadora, Britt leyendo unas carpetas, Fabiola subrayando con un marcador y anotando quien sabe qué cosas en su tablet, Denis suspirando al ordenar la montaña de papeles que yo dejada a un costado del escritorio. Suspiré con fuerza y Britt me observó, “¿Sucede algo, San?” consultó preocupada, “Sí” respondí y agregué: “Necesito un breve descanso, ¿pueden dejarnos solas?” les dije a las tres mujeres que me miraban. En fila ellas desocuparon la oficina de mi abuelo y cerraron la puerta.

Giré en mi silla mirando hacia el ventanal que daba vista hacia la ciudad, Britt hizo lo mismo y enlazamos nuestras manos. “Debes descansar, San” dijo ella y besó mi mano, la miré y sonreí, intenté acercarme para dejar un beso en sus labios cuando la puerta de la oficina se abrió. Giramos y Harry estaba allí parado en el umbral. Lo miramos sorprendidas.

- ¿Qué sucede? -consultó él.
- Nada, papi… sólo un pequeño descanso.

Sus ojos se enfocaron en los míos, ninguno apartó la mirada pero decidí hablar “Harry, estamos trabajando, no haremos nada indebido”. Eso pareció incomodarlo dado que no dijo nada y se retiró.

Britt me observó y dijo:

- Disculpa por eso, San, papá es así.
- No pidas disculpas…

Y la besé… nuestros labios se unieron y me deleité con su beso.

- Puedo entender a tu papá. Cuida a la mujer más hermosa que existe en el mundo.

Ella se sonrojó y besé su mejilla, se colocó encima de mí y giré la silla dando la espalda a la puerta. Britt me besó con desesperación, acaricié su cuerpo y me deleité con sus gemidos. Nuestra sesión de besos duró mucho tiempo, sin nadie que nos molestara. Esa oficina ahora se transformó en un lugar impenetrable para los demás. Britt y yo disfrutamos de ese momento a solas sin tener que preocuparnos por nadie ni por nada, ella abrazada a mí y dándome besos admirando el movimiento de la ciudad que nunca duerme. Un golpe leve se sintió “¿Puedo pasar?” se escuchó desde el otro lado, era Quinn. “Adelante” dijo Britt mientras se incorporaba. Quinn entró y nos miró sonriendo.

- ¿Así que ahora hay descanso para estar al lado de la mujer que una quiere? Pues jefa, hubiera avisado, no recibí ningún memo con esa información…
- No te pases, Fabray…
- ¡Ja, ja! ¡Oh, Jefa! ¿Qué va a hacer, denunciarme?
- Por supuesto, tengo una excelente abogada -dije sonriendo.
- Pues ha de ser buena esa mujer, mejor no digo nada.

Dijo eso y estallamos en una carcajada.

- Vine a invitarlas a cenar, Rachel desea cocinar para nosotras.
- Hoy tengo ensayo… ¿nos esperaras? -dijo Britt.
- ¡Claro! Reich tiene todo planeado, ella conoce tus horarios.
- ¿Eso debería preocuparme? -agregué y la mirada de Quinn se fijo en la mía.
- Espero que no, Santana, sino somos las dos las que estaremos en dificultades.
- ¡Dios, son increíbles! -dijo Britt besándome.
- Las espero esta noche… -dijo Quinn despidiéndose de nosotras.



…………………………….



Con Britt fuimos a almorzar juntas y consultaba si estaría en la empresa por la tarde, le dije que tenía las reuniones programadas. Me causó intriga el modo en el cual me consultó lo que haría.

- ¿Te preocupa algo, Britt?
- No, San…

La miré fijamente y ella se puso nerviosa.

- Britt… -dije en modo acusativo.
- San… no quiero que estés en la empresa.
- ¿Por qué no? ¿Es por Fabiola?
- No… Es por Sam. No me niegues que algo le harás, te conozco.
- ¿Lo defiendes?

No dijo nada y traté de controlar mis celos.

- San, no quiero que tengamos más problemas. Sam quiere separarnos y si discutimos él logrará eso. No le creí lo que me dijo, confío en ti. No le digas nada, por favor. Ignóralo.

Me besó sin importarle el lugar ni la gente a nuestro alrededor. Suspiré y no me mostré convencida de que nada haría, en realidad nada me detendría. Ella notó que en mí se albergaba la determinación de actuar y dijo las palabras mágicas “Hazlo por mí, San”. No hubo caso, ella era mi debilidad. Sonreí, besé sus labios y le prometí no hacerle nada a Sam. Esta vez cumpliría.

La lleve al teatro y la dejé allí, yo me dirigí a las reuniones que Denis había programado para mí.

Las reuniones transcurrieron con rapidez y sin problemas. Decidí volver a la empresa antes de pasar por Britt. Como aún nos quedaba un par de horas de trabajo con Denis decidimos adelantar un poco de actividades. Por otro lado, Carla me informaba que la misma revista que una vez me entrevistó junto con Britt deseaba realizar otra nota dado las repercusiones de nuestra unión y la nueva empresa adquirida por ambas. Carla concretó la entrevista para el día siguiente, noté que se mostraba muy emocionada y le pregunté por qué, ella respondió: “¡Son famosas!”. Sonreí y le dije que yo me encargaría de decírselo a Britt, ella se fue de la oficina contenta.

Sam merodeaba por el pasillo, me lanzaba miradas pero no le dije nada ni lo enfrenté. Fabiola entró en la oficina para hacer unas consultas y él estuvo atento a nuestro intercambio. Le pedí a Denis que cerrara las persianas de la ventana. No era de ayuda que él estuviese observándome como un buitre a la espera de sacar provecho de algo que hiciera mal.

Fabiola se retiró y quedé sola con Denis. Ella era muy atenta y eficiente como secretaria, la conocía desde hace años, prácticamente ella me vio crecer en esa empresa. Me miró con delicadeza y comenzamos a charlar.

- ¿Puedo preguntarte algo personal?
- Dime, Denis…
- ¿Por qué tanta hostilidad con la abogada? Tu abuelo ha maldecido más de una vez por el hecho de que no aceptabas que ella trabajase aquí.
- Cuestiones personales… pero ya superé esa etapa de lo contrario no estaría aquí.
- Es una buena abogada.
- Lo es, nunca dije que no lo sea, sólo que pasaron cosas que no eran de mi agrado.
- Eso era antes… y ahora, ¿qué pasó?
- Estoy en una relación, Denis, y ella se entromete en eso.

Denis me miró, se sorprendió ante mi sinceridad, tal vez no esperaba esa respuesta.

- Tu abuelo me comentó una vez que tenía miedo por ti y esa relación tan rara. Me atrevo a hablarte de esto porque considero que es algo que debes saber. Él estaba preocupadísimo, me dijo que no sabía cómo hacerte saber que lo único que quería era cuidarte, pero siempre terminaban discutiendo, eso me lo confesó, además dijo no puede evitar que te enamores, sus métodos de celestino no funcionaron con el joven Puckerman y se sintió confundido. Yo creo que al final se resignó y terminará aceptando al muchacho…

- ¿Cuál muchacho? -dije un poco distraída pensando en lo que ella me dijo.
- Tu novio… ¡ha de ser guapísimo!

Sonreí y me ruboricé, ella sonrió “Es guapo, ni que me lo digas” dijo mientras en mi cabeza se generaba una revolución de ideas.

- ¿Por qué crees que lo aceptará al final? ¿Dijo algo? -consulté.
- Sí, me preguntó si acaso te veía enamorada. No pude contestarle dado que poco te veía, entonces dijo que a él le parecía que si y que sólo esperaba que no sufrieras.

¿Acaso esa era la tregua que tanto pedí? ¿Él realmente se resignó? Por lo que dijo al parecer aceptaba a regañadientes que estuviera en pareja y lo que pedía no era que dejara a esa persona, lo que quería era que esa persona no me hiciera daño, que esté a mi lado sin dañarme.

- Gracias, Denis, es bueno saberlo.
- Sabía que tenía que decírtelo. Él te adora sólo que es un poco gruñón.
- Ni que lo digas, Denis. ¡Vivo con ese hombre!

Ella sonrió y me dejó sola en la oficina. Aproveché la soledad del momento para reflexionar sobre todo lo que ella me había dicho. Era incómodo ocultar mis sentimientos sobre la persona que amo, no se sentía correcto el hecho de negar a Britt, mucho menos compararla con un hombre. Tal vez a ella eso no le molestaba pero era un peso en mi espalda que no deseaba seguir cargando. La necesidad de soltarme y ser libre para amar a mi chica comenzaba a aflorar en mi interior, estaba cansándome de luchar y esconderme. ¿Qué más podría pasarnos? Hasta el momento las mentiras no pudieron separarnos, las artimañas de Marcia nos hirieron pero estamos juntas a pesar de todo lo que pasó, Nicole nos apoyaba aún poniendo en riesgo su propio matrimonio. Sam, Alexandra y Fabiola sólo eran aquellas personas insistentes que no entendían que no habría oportunidad ni conmigo ni con Britt pero ellos estaban allí, en espera de una posibilidad. Por otro lado, Harry lo único que logró es evitar que estemos más tiempo juntas, su vigilancia constante era molesta pero ni aún así logró separarnos, con Britt encontrábamos el momento para estar juntas. ¿Qué más podría pasarnos?

La gente comenzaba a retirarse de la empresa, acomodé mis cosas y decidí retirarme. Sam salía de su oficina en compañía de Harry. Ambos me miraron pero no les dije nada, avancé por el pasillo con ellos por detrás. De nada serviría aumentar el paso dado que los tres usaríamos el mismo ascensor.

La incomodidad no podría haber sido mayor, el ex de mi novia y el padre que no me acepta estaban conmigo en el mismo ascensor, estaba atrapada entre cuatro paredes. Dentro de esos doce metros cuadrados ellos podrían estrangularme, envenenarme o lo que sea para hacerme desaparecer y nadie sabría qué pasó conmigo. Pero ellos no hicieron nada y mi mente perturbada por las idioteces que pensaba no lograba hacer que me concentrase en algo más que la numeración de los pisos, ansiando llegar al estacionamiento para ir en busca de mi refugio: la mujer que amo.

Llegamos al estacionamiento, les sonreí y me dirigí a mi auto. Mientras colocaba la llave para arrancar Sam me miró con cierto desprecio, si no le hubiera hecho una promesa a Britt ya estaría escupiéndole miles de improperios a ese rubio. Me contuve, el auto arrancó y apreté el acelerador, desapareciendo de la playa de estacionamiento, dejando atrás al imbécil que quería quitarme a mi chica.



………………………



Entré al teatro y como era costumbre esperé a Britt en su camerino. Me recosté en el sofá que allí había y la esperé. Fue sólo cuestión de minutos para que ella apareciera, se sorprendió de verme allí y se posicionó encima de mí. Me besó con efusividad, comenzó a desvestirme e hice lo mismo con ella. las prendas volaron por la habitación sin un rumbo definido, lo único que mis ojos podían contemplar era su cuerpo desnudo. Besé cada parte de su cuerpo arrancándole gemidos ante cada toque de mis labios con su piel. Nos amamos con lentitud, no había prisa en separarnos ni en dejar aquel lugar. Mis manos recorrieron su vientre y ella dirigió mi mano al lugar que ella ansiaba que yo tocase. Mis dedos se deslizaron entre sus muslos sintiendo la humedad y el calor que emanaba de ella, me besó y la penetré, ella se estremeció, arremetí contra ella haciéndola gritar, sus manos se aferraban a mi cabellera y me besaba cada vez que generaba movimientos con mis dedos dentro de ella. El momento glorioso donde ella se queda sin fuerzas a causa de la descarga de un orgasmo llegó dejándola abatida entre mis brazos. La besé con delicadeza y me puse encima de ella, necesitaba sentirla más cerca. Besé sus labios, su cuello y el lugar donde sentía que su corazón seguía acelerado por la reacción de su cuerpo, succioné cada uno de sus pezones, acaricié sus pechos mientras mi lengua descendía por su vientre, hice un espiral en su ombligo y continué bajando… Britt suspiró y enunció mi nombre con el poco aire que le quedaba mientras emprendía un camino diferente que la llevaría a otro orgasmo.

Estábamos desnudas y abrazadas. Ninguna planeaba moverse, simplemente nos besábamos. “Ven, vamos a bañarnos” dijo ella y la seguí. Nos adentramos en el pequeño baño y mientras el agua nos cubría ella me hizo el amor con locura, el agua que me cubría se mezclaba con el sudor que ella provocaba en mí, sentirla dentro de mí fue hermoso, me tenía apretada contra la pared y me enloquecía con sus caricias “Dios, Britt” suspiré antes de ser invadida por una fuerza que recorría mi cuerpo y que casi me paraliza.

En algún momento de la noche estábamos listas para ir al departamento de Quinn y Rachel. Salimos del teatro pensando que nadie estaría esperando a Britt pero allí había un puñado de niñas que la esperaban ansiosas por conseguir una foto con ella. Britt no pudo negarse y les concedió fotos y firmas. Luego de eso nos dirigimos a cenar con nuestras amigas.
Llegamos unas horas tarde pero Rachel tenía todo controlado, “Sabía que se tardarían” respondió cuando le pedimos disculpas por la tardanza. Quinn lucía un vestido color celeste, estaba radiante, estar enamorada le sentaba bien.

Antes de cenar estuvimos charlando, Britt no soltó mi mano en ningún instante y se sintió libre de poder besarme sin restricciones. Yo acariciaba su pierna con delicadeza deseando poder desnudarla y seguir haciéndole el amor, pero claro estaba que no podía cumplir con ese deseo.

Rachel sirvió la cena con alegría. Quinn la ayudaba en todo, estaban contentas, miré a mi amiga intentando descifrar si ya le había propuesto matrimonio a Reich pero algo me decía que eso aún no había pasado. Britt no sabía nada de los planes de Quinn por lo que no pude preguntarle que pensaba ella.

La cena transcurrió entre risas y anécdotas. Rachel y Britt se ofrecieron a hacer el café, mientras que con Quinn nos quedamos a solas.

- ¿Ya se lo has propuesto? -pregunté.
- Aún no… Dios, es muy difícil, ¿Sabías?

No, no lo sabía, nunca en mi vida me plantee pedirle matrimonio a alguien, no me veía casada con alguien pero al estar con Britt el panorama cambiaba completamente. Pedirle a una persona que te acompañe por el resto de tu vida no era algo simple. Quinn y Rachel se conocían desde hace mucho tiempo, ya vivían juntas pero aún así eso no era garantía de una vida juntas. Las personas cambiamos constantemente, a medida que pasan los años sufrimos modificaciones en diversos aspectos, lo físico principalmente y las acciones, tal vez nuestros gustos no sean los mismos y en eso entra la persona que tenemos al lado, ¿qué pasa si ya no la deseamos? ¿Qué sucede si a una ya no la desean? Pedirle a una persona que esté a nuestro lado por el resto que nos queda de vida es algo complejo y Quinn se exponía a que su amada Rachel rechazara esa propuesta.

- ¿Cuándo planeas decírselo?
- Pronto, San… la ansiedad puede matarme un día de estos…
- No es necesario que armes todo un show…
- ¿No? ¡Santana, estamos hablando de Rachel! Ella se merece lo mejor.

No continuamos porque Rachel hizo su entrada con el café. La velada siguió su curso y con Quinn no hablamos más del tema.

Britt lucía cansada y me pidió que la lleve a su casa. Nos despedimos de las chicas y la llevé. Estábamos afuera y notamos que Harry miraba hacia nosotras a través de la ventana.

- Harry está observándonos…
- Lo sé… papá es así. Muy protector.

La miré y me acerqué a dejar un beso en su mejilla pero ella volteó la cara y nuestros labios se unieron, sostuvo mi rostro entre sus manos e intensificó el beso. Cerré mis ojos centrándome en sus labios, sin preocuparme si Harry seguía espiándonos. “Te amo, San” dijo sobre mis labios y volvió a besarme. Luego me abrazó con una especie de desesperación oculta.

- Britt… ¿estás bien? No me ocultes nada…
- No dejes que mi papá nos aleje, San, te amo -dijo y me besó una vez más.
- No nos va a separar. ¿Ha dicho algo?
- No… eso es lo peor, no habla conmigo sobre ti. Él y mi mamá no hablan.

La tristeza nos envolvía, miré en los ojos de Britt la preocupación por la situación que afrontaba su familia a causa de nuestra relación.

- ¿Quieres que hable con él? -consulté.
- Estaba pensando en hablarlo yo, no me gusta la actitud que tomó contigo y con mamá.

Me acerqué a besarla, ella correspondió mi acción. “Si necesitas que esté contigo cuando lo hagas, allí estaré” le dije y nos despedimos con otro beso.

Esa noche las palabras de Britt retumbaban en mi cabeza, volvía a mi mente la imagen de su rostro invadido por la tristeza, la fuerza con la que me abrazó y el miedo que se instaló entre nosotras al pensar que alguien podría separarnos.
A pesar de toda la angustia que sufría, sabía que debíamos luchar dado que no me imaginaba una vida sin ella a mi lado.



…………………….



Al día siguiente cuando nos encontramos en nuestra oficina ella se lanzó a mis brazos. Harry vio eso antes de entrar a su oficina acompañado de Sam. Britt me besó en los labios y volvió a abrazarme.

- Hablé con mi papá, anoche…
- ¿Qué le dijiste?
- Estaba un poco enfadado porque había ido a cenar contigo sin avisarle -al ver que fruncí mi ceño ella continuó- le dije que sólo fuimos a cenar con las chicas.
- ¿Dijo algo más?
- Estoy segura que nos vio besándonos… no dijo nada pero estaba irritado. Le dije que me dolía ver el trato que te daba, que eres mi novia y que así será por siempre, por lo cual debía cambiar su actitud y hablar a mi mamá pues ella no tenía la culpa de nada.
- ¡Wow!
- No sé cómo pude decirle todo eso… no dijo nada y nos fuimos a dormir. Esta mañana me saludó como siempre.
- ¿Crees que debería hablar con él?
- Por el momento no… pero me agrada que estés apoyándome, es importante para mí.
- ¿Por qué no habría de hacerlo? Britt, te amo y quiero a tus padres, sólo que no pensé que las cosas tomarían este rumbo…

Ella me besó diciendo “Pasará y seremos más felices que ahora”.

Denis entró en la oficina, nos vio abrazadas pero no dijo nada, ni siquiera nos lanzó una mirada acusadora o intrigante. Simplemente ingresó cargada de papeles y visiblemente contenta.

- Tenemos trabajo pero antes, ¿tardarán mucho con la entrevista?
- No lo creo, Denis ¿Hay algo urgente que tratar?
- No, claro que no, sólo quería preguntar si puedo estar presente mientras la entrevistan.
- ¿Cuál entrevista? -consultó Britt.
- ¡Oh! No te lo comenté… la misma revista que publicó una nota sobre nosotras aquella vez, quiere volver a entrevistarnos.

Britt sonrió y volvió a abrazarme, “¿Lo dices en serio? Papá tiene que saberlo” su efusividad era un poco extraña para mi dado que a ella la entrevistaron muchas veces por ser la bailarina de una obra teatral muy importante, tal vez esa emoción se debía al éxito que también conseguía como la empresaria que era, cuestión que enorgullecería a su padre.

- Denis, puedes estar presente.
- Iré a contarle a papá -dijo Britt dejándome con Denis en la oficina.
- Tu abuelo ha de estar contento.
- Lo está. El otro día leyó en el diario una noticia sobre nosotras.

La charla no continuó porque Carla entraba contenta avisándome que la entrevista sería a media mañana. Britt lucía contenta ante la noticia, se la comentó a Rachel por teléfono y a su madre también.

Cuando la periodista llegó con su fotógrafo y una maquilladora Sam se asomó a ver el revuelo de la oficina. Por sugerencia de Carla a la entrevista la haríamos en la oficina de mi abuelo. Denis y Carla nos acompañaban, los demás estaban afuera deseando presenciar ese momento.

Las preguntas básicamente fueron sobre la adquisición de la empresa, planes a futuro y la situación actual de López & Asociados después de la ausencia de mi abuelo, como no era de esperarse le consultaron a Britt como era su rutina de empresaria y bailarina, a lo cual ella contestó con entusiasmo resaltado más su trabajo en la empresa.

Luego de las preguntas pasamos a la sesión de fotos. Algunas eran sutiles y muy profesionales, ambas sentadas detrás del escritorio de mi abuelo con la ventana y la ciudad a nuestras espaldas, otras las hicimos sentadas en el enorme sofá de cuero. Pero el fotógrafo no estaba conforme, “¿Podría ser una con ustedes de pie?” consultó, ambas nos incorporamos y detrás de nosotras el ventanal nos cubría como si fuera un recuadro. Al fotógrafo pareció agradarle eso dado que nos sacó una foto, cambió su posición y buscó otra perspectiva. Por instinto con Britt nos abrazamos y sonreímos, después del flash de la cámara Britt tomó mi mano y ambas nos miramos con intensidad, el flash volvió a cubrirnos “Hermoso” dijo él fotógrafo y nos mostró las imágenes. Ambas cubiertas por los leves rayos del sol, enmarcadas en un ventanal con un fondo de la ciudad más espectacular del mundo, dos mujeres abrazadas y tomadas de las manos, demostrando la complicidad entre ella, el cariño, la devoción. “Son excelentes” dijo Britt, el fotógrafo se retiró satisfecho y la periodista agradeció que le hayamos concedido la entrevista.

Denis y Carla estaban contentas, Harry entró a la oficina y consultó que tal nos había ido. Estaba contento, desde hace un buen tiempo que no lo notaba así. Britt le comentó todo lo acontecido y él la escuchaba con atención, por momentos me dirigía una mirada que no denotaba rencor o desprecio, al contrario, era una mirada cargada de orgullo. Sin saber qué hacer cuando me miraba de esa forma, atiné a sonreírle. “Las felicito, bien merecido se tienen el éxito conseguido”. Besó a Britt en la frente y me dedicó una cálida sonrisa acompañada de su intensa mirada azul. Se retiró de la oficina y por un leve momento me invadió la sensación de que era cuestión de tiempo para que ambos estuviéramos reconciliados.

Luego de la entrevista tuve que dedicarme de lleno al papeleo referido a las empresas que estaban a mi cargo, por la tarde tendría que ocuparme de aquellas que estaban al mando de mi abuelo. El cansancio de tanto trabajo comenzaba a asomarse, eran muchas responsabilidades o tal vez aún me pesaba el cambio de horario a causa del viaje a Inglaterra.

Al momento de almorzar con Britt nos juntamos con Rachel y Quinn quienes deseaban saber todos los detalles de la entrevista. A medida que el almuerzo avanzaba entre charlas noté que Britt recibía mensajes de texto que ella contestaba rápido y trataba de no llamar la atención. Al cuarto mensaje decidí preguntarle “¿Quién te manda tantos mensajes?”. Ella me miró y negó con la cabeza, “Cosas de la obra” dijo con un gesto de su mano como diciendo que no era nada por lo que debería preocuparme pero su rostro no decía lo mismo. El teléfono volvió a vibrar en ese momento, la tensión comenzaba a surgir y ella no leyó el mensaje, lo que me pareció llamativo. “Léelo, Britt, puede ser importante” le dije. Ante la mirada de Quinn, Rachel y la mía, leyó el mensaje y lo respondió. En ese momento no le pregunté qué pasaba, quería hablarlo con ella a solas.

Al despedirnos de las chicas la llevé al teatro, hoy tenía función. “Puede que llegue un poco tarde en la noche” le dije sin mirarla. Ella estaba nerviosa, lo pude notar.

- Sam me ha mandado los mensajes hace un momento -dijo mirando hacia la entrada del teatro.
- ¿Por qué has dicho que era algo de la obra? -pregunté un tanto furiosa por su mentira.
- No quería discutir sobre esto con las chicas presentes.
- Discutir… ¿qué hay que discutir?

Me miró con miedo, de seguro mi aspecto le infería temor. Respiré profundo y traté de controlar mi enfado.

- Britt, no quiero que me mientas… yo…
- No te he mentido, ni lo haría, San -dijo interrumpiéndome- No sé cómo manejar esta situación.
- ¿Sam sigue insistiendo?
- Si… me ha dicho que vendrá a verme esta noche, me invitó a cenar pero rechacé su invitación.
- Tal vez deberías ir -dije, ella me miró no entendiendo lo que le decía.
- ¿Qué?

Ni yo misma creía lo que le estaba diciendo.

- Sólo déjale en claro que no volverás con él, si no lo haces tendré que hacerlo yo y no quiero faltar a la promesa que te hice. Me molesta que esté insistiéndote en volver, lo he soportado hasta ahora pero mi paciencia tiene un límite, Britt. Quinn va a matarme si vuelvo a tener una denuncia por violencia.

Britt tomó mi mano y la acarició con dulzura, como si fuera magia, mi rabia comenzó a disminuir y me sentí vulnerable ante ella. Nuestros ojos se enfocaron en el rostro que teníamos frente a cada una. Suspiré con dolor y miedo, temía perderla, me enloquecería si eso llegaba a ocurrir.

Ella se acercó y besó mis labios levemente, acarició mi mejilla y dijo con seriedad: “él no va a separarnos, te amo” y volvió a besarme. En esos momento en los que ella me brindaba paz, tranquilidad y seguridad de nuestro amor me sentía totalmente abrumada, la niebla me cegaba y sólo podía divisar en ese paisaje a ella, sus cabellos rubios y sus ojos azules, menos mal que me encontraba sentada de lo contrario juraría que las piernas me fallarían y me hubiese derrumbado en el suelo. Britt me dejaba completamente a la deriva cada vez que se comportaba así y últimamente era más seguido sentirme abrumada por su amor. “Enloqueceré por ti” le dije besándola.



………………….



Los latidos de mi corazón golpeaban con fuerza cuando veía a Britt bailar. No había llegado tarde a la función pero tampoco me dio tiempo para verla antes de que saliera a escena. Me acomodé en el palco, noté que en la segunda fila se encontraba Sam con un ramo de flores enorme, a su lado Harry y Nicole. Al parecer comenzaban a reconciliarse. Me acomodé en mi lugar y la observé desde mi soledad. La sensación de éxtasis y placer jamás sería reemplazada en mí cada vez que la vea bailar.

Sola en el palco la vi sonreír al final de la función, Sam se acercó a darle las flores que ella recibió y lanzó una mueca de total sorpresa, la gente la aplaudía de pie y ella inmensamente agradecida hacía una reverencia hacia todos. Miró hacia mi vacío palco y me notó en la soledad, contemplándola y llena de orgullo, por lo menos yo esperaba que mi rostro le demostrara lo orgullosa que estaba de ella. Cruzamos nuestras miradas, ella me dedicó una de esas sonrisas que derriten, me estremecí.

Antes de ir al camerino de Britt decidí esperar. Le daría tiempo a que se duchara y se preparara para su cena con Sam. Mientras me dirigía a verla me encontré con Harry y Nicole, ella lo tomaba del brazo y estaban muy unidos, al verme sonrió, me saludó efusivamente dejando un beso en mi frente. Nicole le dio un codazo a Harry y él se acercó a mí saludándome y dejando un beso en mi mejilla. Le sonreí.

- No sabía que vendrían, de haberlo sabido los hubiera invitado al palco.
- Hoy queríamos ver a Britt de más cerca, también esos lugares son impresionantes -contestó Nicole- ¿te dirigías a ver a Britt?
- Si…
- Sam ha ido a buscarla -contestó Harry- no sé si te lo comentó pero iremos a cenar con él.
- Me lo dijo -respondí.

Lo que no sabía era que Harry y Nicole estaban incluidos, ahora no sabía que es lo que él tramaba. Nicole me observaba con ternura y acarició mi brazo sonriendo. Luego de esa situación un poco incómoda para mí, Britt apareció escoltada de Sam. Lo primero que mi mente pensó al verla fue acorralarla contra una pared y besarla hasta volverla loca; lucía hermosa con el cabello suelto y húmedo, llevaba puesto un vestido color negro que resaltaba sus curvas. Respiré profundo para no enloquecer en ese instante dado que no podría acercarme mucho a ella ni besarla, cuestión que me fastidió.

“Santana” pronunció ella y se acercó a abrazarme y dejar un beso en mi mejilla. Sam ni se atrevió a saludarme, comenzaba a arrepentirme por dejar que Britt se fuera con un tipo así. “Iré a cenar con Sam y mis papás” me aclaró Britt, le sonreí. “Les deseo una buena velada” dije dirigiéndome a todos ellos. Sam se acercó a Britt y le hizo un gesto para que se retiraran. Los Pierce y él comenzaron a desaparecer de mi vista, ella me lanzó una última mirada antes de atravesar el pasillo que la llevaba a la salida y le sonreí.

Quedé absolutamente sola en el enorme salón, es verdad que la gente pasaba por allí, mucha gente pero volvía a sentirme sola entre tantas personas. El dolor de los celos hacía estrujar mi corazón, mi pecho comenzaba a contraerse y si no fuera porque estaba en un lugar público me habría desplomado de rodillas llorando por no poder estar con Britt sin tener que escondernos.

“¿Necesitas un aventón, Santana?” me dijo una voz conocida. Giré mi cabeza y la contemplé tan abrumada como yo me sentía, “En realidad necesito un par de copas” le respondí y ella sonrió, “Ni eso aplaca el dolor si querías saberlo”. Fruncí mi ceño, ¿cómo sabía ella que yo sufría? “Entonces no tomaré, pero acepto el aventón” le contesté y ella avanzó sonriendo “Vamos, tengo mi auto afuera”. Sin pensarlo la seguí.

La brisa de la noche nos recibió a la salida del teatro, ella señaló su auto, se subió y yo dudé si aceptar ir con ella o no. Al verme dudar salió del auto y me dijo: “No es como si esto fuera algo malo, anda entra”. Nos miramos y agregó “Ella se fue con Sam no va a volver, ¿la esperarás aquí?” Fruncí más mi ceño ante su comentario, “Sólo trato de ser amable” agregó. Suspiré, el frío penetraba hasta mis huesos y los celos no se aplacaban con esa brisa que me hacía tiritar. Abrí la puerta y me adentré en el auto de Fabiola.