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[Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
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JVM
micky morales
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Era obvio No?? ?? Britt protegiendo a su bebe de Santana.... y ahora que hara?? ??
Maraton,maraton!!!!!
Saludos
Maraton,maraton!!!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Pues este accidente fue porque San no estaba concentrada y tenia la cabeza en otro lado o mas bien en su bb ... Y pues Britt quedándose con las palabras que le dijo la morena de abortar a su hijo mas lo del latigazo, fue señal de que debía irse o seguiría sufriendo. Aunque San ya recapacitó , las cosas ya están hechas y pues ahora a encontrar a su familia y recuperarla. Lamentablemente fue honesta con Britt demasiado tarde tratando de arreglar la situación :(
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Que porqueria, nunca pense que santana cometeria ese error sabiendo el panico que le tenia britt a ese condenado latigo!!!!!! ahora que demonios va a hacer, donde va a buscarla?????idiota de los mil demonios!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Dios mío, no pude más con el llanto, que triste!!! :'( kzhJzh ni sé que comentar, sólo quiero seguir leyendo :'(
Gracias por el capítulo <3 increíble cómo siempre!!
Gracias por el capítulo <3 increíble cómo siempre!!
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Maratón pls jaja (TT)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Era de esperarse que se fuera con todo lo hizo Santana que triste!! ¿Maraton? Siii!!!???
Hola, la vrdd esk si, tenía la mínima posibilidad q aguantara este último golpe, pero era más q obvio q no tenía xq =/ Si que si! jajaajajaj. Todo por ustedes! aquí lo dejo! Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
a estas alturas no se quien es peor en maneras de cagarla y no con sutileza,..si rachel con su arrogancia!! o santana y la maneara tan facking sutil de buscar mil formas de seguir haciendo mierda a britt una y mil veces,..
QUE ES TONTA O NO LE LLEGA AGUA AL TANQUE JODER!!!
no ahí peor ciego que el que no quiere ver,.. hasta que se choca contra la pared!!! espero que britt la haga sufrir y mucho.... a ver hasta donde se arrastra para encontrar a britt!!
nos vemos!!!
Hola lu, =/ yo tmpoco se cual, pero me iría más san xq era ella quien tiene la relación con britt =/ Jajajajaajajaj lo segundo¿? jajaaja, pero sabemos q no ¬¬ Eso mismo, q gran dicho. Espero lo mismo, xq ahora es lo q se merece ¬¬ Pff espero q sea lo mínimo q haga ¬¬ Saludos =D
monica.santander escribió:Era obvio No?? ?? Britt protegiendo a su bebe de Santana.... y ahora que hara?? ??
Maraton,maraton!!!!!
Saludos
Hola, si... aunk tenía la mínima posibilidad de q no, pero si q lo era =/ Esta más q claro... nadie lo sabe... o bueno si, ella jajaja. Aquí lo dejo! jajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Pues este accidente fue porque San no estaba concentrada y tenia la cabeza en otro lado o mas bien en su bb ... Y pues Britt quedándose con las palabras que le dijo la morena de abortar a su hijo mas lo del latigazo, fue señal de que debía irse o seguiría sufriendo. Aunque San ya recapacitó , las cosas ya están hechas y pues ahora a encontrar a su familia y recuperarla. Lamentablemente fue honesta con Britt demasiado tarde tratando de arreglar la situación :(
Hola, y no de la mejor manera =/ Pienso igual, y como no lo hizo antes, ahora si se protegera y más aun por su bb =/ Tarde..., pero mejor q nunca, no¿? Tiene q!!!! es una obligación ¬¬ Pfff era la del ahogado =/ Saludos =D
micky morales escribió:Que porqueria, nunca pense que santana cometeria ese error sabiendo el panico que le tenia britt a ese condenado latigo!!!!!! ahora que demonios va a hacer, donde va a buscarla?????idiota de los mil demonios!!!!!
Hola, la vrdd esk yo tampoco, pense q si hacia una tontera más sería en la insistencia del bb, pero no eso =/ De todo espero la vrdd ¬¬ Pff y es lo mínimo q merece ¬¬ Saludos =D
Anddy Rivera Morris escribió:Dios mío, no pude más con el llanto, que triste!!! :'( kzhJzh ni sé que comentar, sólo quiero seguir leyendo :'(
Gracias por el capítulo <3 increíble cómo siempre!!
Anddy Rivera Morris escribió:Maratón pls jaja (TT)
Hola, =O ese es otro efecto brittana... y a veces no es del todo bueno, no¿? Jajajajaaj suele pasar y por eso dejo otro cap! De nada, gracias a ti por leerlo y más aun por comentarlo! Que bueno q te gustara y espero siga así la vrdd jajajaaj. Aquí lo dejo! jajajaajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 22 - Parte I
Capitulo 22 - Parte I
Pierce la fulminó con la mirada.
—¿Por qué pierdes el tiempo buscándola aquí? Ya te dije que me pondría en contacto contigo en cuanto supiera algo de ella.
Santana miró por la ventana, escrutando Central Park como si pudiera encontrar la respuesta en el parque.
No podía recordar cuándo había sido la última vez que había comido algo decente o dormido más de unas cuantas horas sin despertar sobresaltado.
Tenía el estómago revuelto, había perdido peso y sabía que estaba hecha un desastre.
Hacía un mes que Brittany había huido, pero no estaba más cerca de localizarla ahora que la noche que había desaparecido.
Había seguido una pista tras otra, faltando a más funciones de las que podía enumerar, pero ni ella, ni el detective que había contratado, habían conseguido averiguar nada.
Max le había dado una lista de las personas con las que podía haber contactado Brittany, y Santana había ido a visitarlas a todas, pero era como si su esposa hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
Ella rezaba para que sus alas de ángel la mantuvieran a salvo.
Se volvió lentamente y se enfrentó a Max.
—He pensado que podías haber pasado algo por alto. Brittany no tenía más de cien dólares cuando se fue.
Whitney intervino desde el sofá.
—San, ¿de verdad piensas que Max te ocultaría algo después de todo el trabajo que se tomó para que estuvieran juntas?
La manera que tenía Whitney de arquear las cejas siempre le había hecho rechinar los dientes y, con los nervios a flor de piel, Santana no pudo ocultar su desagrado.
—La cuestión es que mi esposa ha desaparecido y nadie sabe dónde está.
—Tranquila, San. Estamos tan preocupados por ella como tú.
—Te aconsejo—dijo Whitney—Que le preguntes a ese empleado que la vio por última vez.
Santana había interrogado a Martin hasta la saciedad, y ya se había convencido de que el anciano no tenía nada más que decirle.
Mientras Santana cometía la estupidez de ir a aquella tienda, Martin había visto cómo Brittany se subía a un camión de dieciocho ruedas. Llevaba puestos los vaqueros y, en la mano, la pequeña maleta de Santana.
—No puedo creer que hiciera autoestop—dijo Max—Podrían haberla asesinado.
Aquella angustiosa posibilidad había tenido a Santana en vilo durante tres días, pero una tarde Mike salió precipitadamente del vagón rojo para decirle que acababa de hablar con Brittany por teléfono.
Al parecer había llamado para asegurarse de que los animales estaban bien.
Colgó sin mencionarla a ella en cuanto Mike intentó sonsacarle dónde se encontraba.
Santana maldijo las circunstancias que habían evitado que fuera ella quien contestara al teléfono, luego recordó la media docena de llamadas que no habían tenido más respuesta que un chasquido al otro lado de la línea.
Brittany había llamado hasta que fue otra persona la que respondió.
No quería hablar con ella.
Max se paseó de un lado a otro de la estancia.
—No puedo comprender por qué la policía no se lo toma más en serio.
—Porque desapareció voluntariamente.
—Pero podría haberle ocurrido cualquier cosa desde entonces. No es capaz de valerse por sí misma.
—Eso no es cierto. Brittany es inteligente y no le asusta el trabajo duro.
Max ignoró sus palabras.
A pesar del incidente que había presenciado con Sinjun, todavía veía a su hija como una persona inútil y frívola.
—Tengo amigos en el FBI, ya va siendo hora de que hable con alguno de ellos.
—Centenares de testigos vieron lo que sucedió esa noche en la pista. La policía cree que tenía razones de sobra para desaparecer.
—Eso fue un accidente y, a pesar de todos sus defectos, Brittany no es vengativa. Nunca te guardaría rencor. No, San. Tiene que haber alguien más implicado, no dejaré que me mantengas al margen más tiempo. Hoy mismo me pondré en contacto con el FBI.
Santana no le había explicado a Max toda la verdad, y era eso lo que le había impulsado a ir ahí ese día.
Al no haberle puesto al corriente de todos los hechos, se estaba reservando una información que podría dar una pista a Max o a Whitney sobre el paradero de Brittany.
No le gustaba tener que decir nada desagradable de sí misma, pero su orgullo no era tan importante como la seguridad y el bienestar de su mujer y su hijo.
Cuando miró a su suegro se dio cuenta de que había envejecido considerablemente durante el último mes. Había perdido parte de la flema diplomática que le caracterizaba. Sus movimientos eran más lentos y su voz menos firme.
A su manera —rígida y prejuiciosa, por lo que Santana había podido observar, —Max quería a Brittany y sufría por ella.
Santana miró por un momento el samovar de plata que había encontrado para Max en una galería de París.
Había sido diseñado por Peter Cari Faberge para el zar Alejandro III y llevaba impresa el águila imperial rusa. El distribuidor le había dicho que databa de 1886, pero el detalle de la pieza hacía que Santana pensara que se acercaba más a 1890.
Contemplar el talento de Faberge era menos duro que pensar en lo que tenía que contarle a Max.
Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones y luego las sacó.
Carraspeó.
—Brittany no sólo estaba molesta conmigo por lo que le hice con el látigo.
Max la miró fijamente.
—¿Qué?
—Está embarazada. No sabemos cómo ocurrió, solo tenemos una carta explicando que la sometieron al tratamiento para quedar embarazada y de mis óvulos.
—Te lo dije—dijo Whitney desde el sofá.
Max y Whitney intercambiaron una mirada que puso a Santana en guardia.
Sabía que tenía la razón de dicho embarazo.
—Claro que me lo dijiste, cariño—dijo Max en tono cariñoso.
—Y supongo que la reacción de San al oír las buenas nuevas no fue demasiado agradable.
Whitney era irritante pero no estúpida.
Aquellas palabras fueron como meter el dedo en la llaga.
—Me comporté mal con ella—admitió Santana.
Whitney miró a su marido con aire satisfecho.
—También te dije que ocurriría eso.
Santana trago saliva antes de obligarse a decir el resto.
—Le ordené que abortara.
Max apretó los labios.
—¿Cómo te atreviste a decirle eso?
—Cualquier cosa que me digas ya me la he dicho yo mil veces.
—¿Sigues pensando igual?
—Por supuesto que no—dijo Whitney—Sólo hay que mirarle a la cara para darse cuenta. La culpa le pesa sobre los hombros—se levantó del sofá—Voy a llegar tarde al masajista. Ya resolverán esto ustedes solos. Felicidades, Max.
Santana percibió que había algo oculto en las últimas palabras de Whitney y en la sonrisita cómplice que intercambió con Max. Se la quedó mirando mientras abandonaba la estancia y supo que Max y ella le ocultaban algo.
—¿Tiene razón Whitney?—inquirió Max—¿Ya no piensas lo mismo?
—Tampoco lo pensaba cuando se lo dije a ella. Pero me dio la noticia de sopetón y la adrenalina me nubló la razón—estudió a Max—Whitney no se ha sorprendido al oír que Brittany estaba embarazada. ¿Por qué?
Max se acercó a la vitrina de nogal y observó la colección de porcelana a través de las puertas de cristal.
—Lo esperábamos, eso es todo.
—¡Estás mintiendo! Es imposible que la pudiera embarazar. Brittany me dijo que era Whitney quien la llego al médico y tu sabias muy bien que tenía mis óvulos congelados. ¿Qué me estás ocultando?
—Nosotros... hicimos lo que creímos más conveniente.
Santana se quedó paralizada.
Pensó en la carta que había encontrado del doctor, la cual explicaba lo del tratamiento y la función de sus óvulos. Como si la estuviera viendo en ese momento, recordó que era de un doctor que Max la llevo a ella la primera vez.
La presión que sentía desde que Brittany desapareció le oprimió el pecho.
Una vez más había dudado de su esposa y, de nuevo, se había equivocado.
—Lo planeaste tú, ¿no? Igual que planeaste todo lo demás. Hiciste que sometieran a Brittany al tratamiento para quedar embarazada y como si fuera poco hiciste que utilizaran mis óvulos para ello.
—No sé de qué me hablas.
—No quiero jugar al gato y al ratón. Dime la verdad, Max. Dímela ya.
El hombre pareció derrumbarse. Se le doblaron las rodillas y se hundió en la silla que tenía más cerca.
—¿No lo entiendes? Era mi deber.
—¿Tu deber? Debí suponer que lo verías así. No puedo creer que haya sido tan estúpida. Siempre he sabido lo obsesionado que estás con la historia de mi familia, pero nunca se me ocurrió que pudieras hacer algo así—la amargura le revolvió el estómago.
Desde el principio, Brittany y ella no habían sido más que títeres de Max.
—¿Y qué? Por Dios, deberías agradecérmelo—Max se levantó de un salto de la silla y apuntó a Santana con un dedo tembloroso—Para ser historiadora, no respetas tu linaje. ¡Eres bisnieta del zar!
—Soy una López. Eso es lo único que significa algo para mí.
—Una panda de vagabundos. Vagabundos, ¿me oyes? Eres una Domínguez y tu deber era tener un hijo. Pero no querías ser mamá, ¿verdad?
—¡Ésa era una decisión mía, no tuya!
—Esto es mucho más importante que un capricho egoísta.
—Cuando Brittany me dijo que estaba embarazada pensé que lo había hecho a propósito. ¡La acusé de haberme mentido, bastardo!
Max hizo una mueca y la justa indignación de Santana perdió fuelle.
—San, míralo desde mi punto de vista. Sólo disponía de seis meses y tenía que aprovecharlos. No podía esperar que llegaras a enamorarte de ella, es imposible que una mujer con tu inteligencia se interese por alguien tan atolondrado como mi hija, salvo para acostarse con ella. Los tratamientos de inseminación no siempre funcionan la primera vez.
Santana sintió ganas de vomitar.
¿Cómo era posible que su educada e inteligente esposa sintiera cariño por un papá que tenía tan poco respeto por ella?
—Brittany es más lista que nosotros dos juntos.
—No es necesario que enmascares los hechos.
—No lo hago. No conoces a tu hija en absoluto.
—No podía aceptar que su matrimonio finalizara sin intentar que hubiera un heredero Domínguez.
—No era asunto tuyo.
—Eso no es cierto. A lo largo de la historia, los Pierce siempre se han dedicado a hacer lo mejor para los Domínguez, incluso aunque los Domínguez no estuvieran de acuerdo.
Mientras miraba a Max, Santana se dio cuenta de que el papá de Brittany estaba obsesionado con ese tema.
Max podía ser un hombre coherente en todo lo demás, pero no en eso.
—Ibas a dejar que muriera tu estirpe—dijo Max—, Y yo no podía consentirlo.
No había nada más que discutir con él.
Para Max el niño que Brittany llevaba en su vientre no era más que un peón, pero ese bebé significaba algo muy diferente para Santana, y todos sus instintos maternos afloraron para protegerlo.
—¿Cómo coño hiciste para utilizar mis óvulos? ¿Cuánto pagaste?
—Nada que el dinero no pudiera pagar—Max se derrumbó en la silla—Tienes que encontrarla antes de que haga algo estúpido. ¿Y si se ha librado del bebé?
Santana clavó los ojos en el hombre.
Poco a poco la amargura se convirtió en piedad al pensar en todos los años que Max había desaprovechado, todos los años que había pasado sin conocer a su maravillosa hija.
—Nada conseguiría que Brittany hiciera eso. Tiene agallas, Max. Hará lo que sea para mantener a salvo a ese bebé.
—¿Por qué pierdes el tiempo buscándola aquí? Ya te dije que me pondría en contacto contigo en cuanto supiera algo de ella.
Santana miró por la ventana, escrutando Central Park como si pudiera encontrar la respuesta en el parque.
No podía recordar cuándo había sido la última vez que había comido algo decente o dormido más de unas cuantas horas sin despertar sobresaltado.
Tenía el estómago revuelto, había perdido peso y sabía que estaba hecha un desastre.
Hacía un mes que Brittany había huido, pero no estaba más cerca de localizarla ahora que la noche que había desaparecido.
Había seguido una pista tras otra, faltando a más funciones de las que podía enumerar, pero ni ella, ni el detective que había contratado, habían conseguido averiguar nada.
Max le había dado una lista de las personas con las que podía haber contactado Brittany, y Santana había ido a visitarlas a todas, pero era como si su esposa hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
Ella rezaba para que sus alas de ángel la mantuvieran a salvo.
Se volvió lentamente y se enfrentó a Max.
—He pensado que podías haber pasado algo por alto. Brittany no tenía más de cien dólares cuando se fue.
Whitney intervino desde el sofá.
—San, ¿de verdad piensas que Max te ocultaría algo después de todo el trabajo que se tomó para que estuvieran juntas?
La manera que tenía Whitney de arquear las cejas siempre le había hecho rechinar los dientes y, con los nervios a flor de piel, Santana no pudo ocultar su desagrado.
—La cuestión es que mi esposa ha desaparecido y nadie sabe dónde está.
—Tranquila, San. Estamos tan preocupados por ella como tú.
—Te aconsejo—dijo Whitney—Que le preguntes a ese empleado que la vio por última vez.
Santana había interrogado a Martin hasta la saciedad, y ya se había convencido de que el anciano no tenía nada más que decirle.
Mientras Santana cometía la estupidez de ir a aquella tienda, Martin había visto cómo Brittany se subía a un camión de dieciocho ruedas. Llevaba puestos los vaqueros y, en la mano, la pequeña maleta de Santana.
—No puedo creer que hiciera autoestop—dijo Max—Podrían haberla asesinado.
Aquella angustiosa posibilidad había tenido a Santana en vilo durante tres días, pero una tarde Mike salió precipitadamente del vagón rojo para decirle que acababa de hablar con Brittany por teléfono.
Al parecer había llamado para asegurarse de que los animales estaban bien.
Colgó sin mencionarla a ella en cuanto Mike intentó sonsacarle dónde se encontraba.
Santana maldijo las circunstancias que habían evitado que fuera ella quien contestara al teléfono, luego recordó la media docena de llamadas que no habían tenido más respuesta que un chasquido al otro lado de la línea.
Brittany había llamado hasta que fue otra persona la que respondió.
No quería hablar con ella.
Max se paseó de un lado a otro de la estancia.
—No puedo comprender por qué la policía no se lo toma más en serio.
—Porque desapareció voluntariamente.
—Pero podría haberle ocurrido cualquier cosa desde entonces. No es capaz de valerse por sí misma.
—Eso no es cierto. Brittany es inteligente y no le asusta el trabajo duro.
Max ignoró sus palabras.
A pesar del incidente que había presenciado con Sinjun, todavía veía a su hija como una persona inútil y frívola.
—Tengo amigos en el FBI, ya va siendo hora de que hable con alguno de ellos.
—Centenares de testigos vieron lo que sucedió esa noche en la pista. La policía cree que tenía razones de sobra para desaparecer.
—Eso fue un accidente y, a pesar de todos sus defectos, Brittany no es vengativa. Nunca te guardaría rencor. No, San. Tiene que haber alguien más implicado, no dejaré que me mantengas al margen más tiempo. Hoy mismo me pondré en contacto con el FBI.
Santana no le había explicado a Max toda la verdad, y era eso lo que le había impulsado a ir ahí ese día.
Al no haberle puesto al corriente de todos los hechos, se estaba reservando una información que podría dar una pista a Max o a Whitney sobre el paradero de Brittany.
No le gustaba tener que decir nada desagradable de sí misma, pero su orgullo no era tan importante como la seguridad y el bienestar de su mujer y su hijo.
Cuando miró a su suegro se dio cuenta de que había envejecido considerablemente durante el último mes. Había perdido parte de la flema diplomática que le caracterizaba. Sus movimientos eran más lentos y su voz menos firme.
A su manera —rígida y prejuiciosa, por lo que Santana había podido observar, —Max quería a Brittany y sufría por ella.
Santana miró por un momento el samovar de plata que había encontrado para Max en una galería de París.
Había sido diseñado por Peter Cari Faberge para el zar Alejandro III y llevaba impresa el águila imperial rusa. El distribuidor le había dicho que databa de 1886, pero el detalle de la pieza hacía que Santana pensara que se acercaba más a 1890.
Contemplar el talento de Faberge era menos duro que pensar en lo que tenía que contarle a Max.
Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones y luego las sacó.
Carraspeó.
—Brittany no sólo estaba molesta conmigo por lo que le hice con el látigo.
Max la miró fijamente.
—¿Qué?
—Está embarazada. No sabemos cómo ocurrió, solo tenemos una carta explicando que la sometieron al tratamiento para quedar embarazada y de mis óvulos.
—Te lo dije—dijo Whitney desde el sofá.
Max y Whitney intercambiaron una mirada que puso a Santana en guardia.
Sabía que tenía la razón de dicho embarazo.
—Claro que me lo dijiste, cariño—dijo Max en tono cariñoso.
—Y supongo que la reacción de San al oír las buenas nuevas no fue demasiado agradable.
Whitney era irritante pero no estúpida.
Aquellas palabras fueron como meter el dedo en la llaga.
—Me comporté mal con ella—admitió Santana.
Whitney miró a su marido con aire satisfecho.
—También te dije que ocurriría eso.
Santana trago saliva antes de obligarse a decir el resto.
—Le ordené que abortara.
Max apretó los labios.
—¿Cómo te atreviste a decirle eso?
—Cualquier cosa que me digas ya me la he dicho yo mil veces.
—¿Sigues pensando igual?
—Por supuesto que no—dijo Whitney—Sólo hay que mirarle a la cara para darse cuenta. La culpa le pesa sobre los hombros—se levantó del sofá—Voy a llegar tarde al masajista. Ya resolverán esto ustedes solos. Felicidades, Max.
Santana percibió que había algo oculto en las últimas palabras de Whitney y en la sonrisita cómplice que intercambió con Max. Se la quedó mirando mientras abandonaba la estancia y supo que Max y ella le ocultaban algo.
—¿Tiene razón Whitney?—inquirió Max—¿Ya no piensas lo mismo?
—Tampoco lo pensaba cuando se lo dije a ella. Pero me dio la noticia de sopetón y la adrenalina me nubló la razón—estudió a Max—Whitney no se ha sorprendido al oír que Brittany estaba embarazada. ¿Por qué?
Max se acercó a la vitrina de nogal y observó la colección de porcelana a través de las puertas de cristal.
—Lo esperábamos, eso es todo.
—¡Estás mintiendo! Es imposible que la pudiera embarazar. Brittany me dijo que era Whitney quien la llego al médico y tu sabias muy bien que tenía mis óvulos congelados. ¿Qué me estás ocultando?
—Nosotros... hicimos lo que creímos más conveniente.
Santana se quedó paralizada.
Pensó en la carta que había encontrado del doctor, la cual explicaba lo del tratamiento y la función de sus óvulos. Como si la estuviera viendo en ese momento, recordó que era de un doctor que Max la llevo a ella la primera vez.
La presión que sentía desde que Brittany desapareció le oprimió el pecho.
Una vez más había dudado de su esposa y, de nuevo, se había equivocado.
—Lo planeaste tú, ¿no? Igual que planeaste todo lo demás. Hiciste que sometieran a Brittany al tratamiento para quedar embarazada y como si fuera poco hiciste que utilizaran mis óvulos para ello.
—No sé de qué me hablas.
—No quiero jugar al gato y al ratón. Dime la verdad, Max. Dímela ya.
El hombre pareció derrumbarse. Se le doblaron las rodillas y se hundió en la silla que tenía más cerca.
—¿No lo entiendes? Era mi deber.
—¿Tu deber? Debí suponer que lo verías así. No puedo creer que haya sido tan estúpida. Siempre he sabido lo obsesionado que estás con la historia de mi familia, pero nunca se me ocurrió que pudieras hacer algo así—la amargura le revolvió el estómago.
Desde el principio, Brittany y ella no habían sido más que títeres de Max.
—¿Y qué? Por Dios, deberías agradecérmelo—Max se levantó de un salto de la silla y apuntó a Santana con un dedo tembloroso—Para ser historiadora, no respetas tu linaje. ¡Eres bisnieta del zar!
—Soy una López. Eso es lo único que significa algo para mí.
—Una panda de vagabundos. Vagabundos, ¿me oyes? Eres una Domínguez y tu deber era tener un hijo. Pero no querías ser mamá, ¿verdad?
—¡Ésa era una decisión mía, no tuya!
—Esto es mucho más importante que un capricho egoísta.
—Cuando Brittany me dijo que estaba embarazada pensé que lo había hecho a propósito. ¡La acusé de haberme mentido, bastardo!
Max hizo una mueca y la justa indignación de Santana perdió fuelle.
—San, míralo desde mi punto de vista. Sólo disponía de seis meses y tenía que aprovecharlos. No podía esperar que llegaras a enamorarte de ella, es imposible que una mujer con tu inteligencia se interese por alguien tan atolondrado como mi hija, salvo para acostarse con ella. Los tratamientos de inseminación no siempre funcionan la primera vez.
Santana sintió ganas de vomitar.
¿Cómo era posible que su educada e inteligente esposa sintiera cariño por un papá que tenía tan poco respeto por ella?
—Brittany es más lista que nosotros dos juntos.
—No es necesario que enmascares los hechos.
—No lo hago. No conoces a tu hija en absoluto.
—No podía aceptar que su matrimonio finalizara sin intentar que hubiera un heredero Domínguez.
—No era asunto tuyo.
—Eso no es cierto. A lo largo de la historia, los Pierce siempre se han dedicado a hacer lo mejor para los Domínguez, incluso aunque los Domínguez no estuvieran de acuerdo.
Mientras miraba a Max, Santana se dio cuenta de que el papá de Brittany estaba obsesionado con ese tema.
Max podía ser un hombre coherente en todo lo demás, pero no en eso.
—Ibas a dejar que muriera tu estirpe—dijo Max—, Y yo no podía consentirlo.
No había nada más que discutir con él.
Para Max el niño que Brittany llevaba en su vientre no era más que un peón, pero ese bebé significaba algo muy diferente para Santana, y todos sus instintos maternos afloraron para protegerlo.
—¿Cómo coño hiciste para utilizar mis óvulos? ¿Cuánto pagaste?
—Nada que el dinero no pudiera pagar—Max se derrumbó en la silla—Tienes que encontrarla antes de que haga algo estúpido. ¿Y si se ha librado del bebé?
Santana clavó los ojos en el hombre.
Poco a poco la amargura se convirtió en piedad al pensar en todos los años que Max había desaprovechado, todos los años que había pasado sin conocer a su maravillosa hija.
—Nada conseguiría que Brittany hiciera eso. Tiene agallas, Max. Hará lo que sea para mantener a salvo a ese bebé.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 22 - P II
Capitulo 22 - Parte II
Santana llegó al circo a la mañana siguiente, cuando los primeros camiones entraban en el recinto de Chattanooga.
Los días eran más cortos y el verano llegaba a su fin.
El circo se dirigía hacia el sur para pasar el invierno cerca de Tampa, donde se instalarían hasta el final de la temporada durante la última semana de octubre.
La excedencia de Santana en la universidad concluía en enero y había pensado hacer una investigación en Ucrania antes de incorporarse, pero ahora sabía que no lo haría.
Sin Brittany todo lo demás carecía de importancia.
Echó un vistazo al recinto.
El nuevo asentamiento estaba en una ladera con muy poco espacio llano para montar la carpa principal.
Santana tenía ojeras por la falta de sueño, pero le dio la bienvenida al reto.
Sabía que eso no apartaría a Brittany de sus pensamientos —nada lo hacía, —pero le ayudaría a pasar el tiempo.
Era Sebastián quien conducía su caravana hasta ahí, pero aún no había llegado, así que Santana se dirigió a la carpa de la cocina para tomarse un café bien cargado que calmara el vacío de su estómago.
Antes de llenarse la taza, oyó un chillido agudo y exigente. Maldijo por lo bajo y se dirigió hacia donde estaban los elefantes.
Cuando llegó, no le sorprendió ver que Ken parecía resentido.
—Devuélveme la picana, San. Con un solo pinchazo pondremos fin a esta sandez.
A pesar de la petición, Santana sabía que el domador prefería no usar la picana tras su encuentro con Sinjun.
Le gustaba pensar que había sido Brittany y su manera de tratar a los animales lo que había abierto los ojos de Ken, porque ahora era más suave con los elefantes y todo marchaba mucho mejor.
Pero tenía que asegurarse de que Ken lo había entendido y de que no volvería a las andadas.
—Mientras siga siendo la jefa, no volverás a usar la picana.
—Entonces, hazlo tú.
Santana se acercó a Tater y el elefante lo abrazó. Le metió la punta de la trompa por el cuello para olerla, igual que hacía con Brittany.
Santana lo desató y se dirigió al camión que transportaba la carpa con Tater trotando tras ella.
Tater había dejado de comer al desaparecer Brittany, pero Santana había estado demasiado sumergida en su infierno privado para notarlo.
Ken le obligó a ser consciente de la situación cuando el estado del elefantito comenzó a deteriorarse.
No tardó mucho en comprobar que el elefante encontraba sosiego con su presencia; pero no por Santana, sino porque Tater la asociaba con Brittany.
Comenzó a comer otra vez y poco después seguía a Santana por el recinto como antes la había seguido a la rubia.
Los dos se abrieron paso hasta el camión.
Desenrollarían la carpa tan pronto decidieran dónde colocar el circo. Quinn había llegado antes que ella, pero se apartó cuando Santana se acercó.
Santana no sabía que hubiera hecho sin Quinn; Mike y ella se habían encargado de que todo marchara bien durante sus largas ausencias.
Durante las horas siguientes, Santana trabajó codo con codo con los empleados en el montaje.
Todavía tenía puesta la ropa que llevaba en el avión, pero tampoco se la cambió cuando llegó Sebastián con la camioneta.
El sudor empapaba la camisa azul de algodón y se le había desgarrado el pantalón del traje gris, pero no le importó.
El trabajo le entumecía la mente e impedía que pensara.
Cuando ya no pudo posponerlo más, fue a la caravana con Tater pisándole los talones. Ató al animal cerca de donde Artie había preparado el heno y vaciló al acercarse a la puerta.
La caravana olía a Brittany, tenía su toque, lo único que faltaba era su presencia y ella odiaba estar ahí dentro.
Entró y se vio torturada por imágenes de la rubia entrando corriendo por la puerta con las mejillas manchadas, la ropa sucia, la paja enredada en el pelo y un brillo de satisfacción en los ojos.
Se acercó a la nevera, pero lo único que encontró fue una lata de cerveza y un yogur que Brittany había comprado. Había caducado dos semanas antes, pero no quería tirarlo.
Agarró la cerveza y la abrió mientras se acercaba a Tater. El elefantito se estaba echando el heno en el lomo, y tomó un poco de paja fresca para espolvorear a Santana con ella como gesto de amistad.
Santana entendía ahora por qué su esposa siempre llevaba el pelo lleno de heno.
—Estoy segura de que Britt te echa de menos, amiguito—dijo suavemente, frotando la trompa del elefante.
Se sentiría todavía más perdida sin Sinjun.
Existía una extraña comunión entre Brittany y el tigre, algo que nunca había entendido por completo.
A su esposa le encantaba trabajar con los animales que nadie más quería: un elefantito problemático, una gorila tímida, un viejo tigre con aire regio.
Debía de ser difícil para la rubia no estar con los seres que amaba.
En ese momento se quedó paralizada, se le puso la piel de gallina y se olvidó de respirar.
¿Qué le hacía pensar que no estaba con uno de ellos?
Veinticuatro horas después estaba frente a la verja de la zona tropical del zoo Brookfield de Chicago mirando a Glenna.
La gorila estaba sentada sobre la montaña rocosa del centro del recinto y comía un tallo de apio.
Santana llevaba horas vagando por las pasarelas que rodeaban el hábitat.
Le picaban los ojos por la falta de sueño, le dolía la cabeza y notaba como si le ardiera el estómago.
¿Y si se equivocaba?
¿Y si la rubia no estaba ahí después de todo?
Había pasado por la oficina de empleo del zoo y sabía que no trabajaba ahí.
Pero estaba segura de que Brittany querría estar cerca de Glenna. Además, no tenía más pistas y no perdía nada por intentarlo.
«Tonta.»
La palabra resonaba en su cabeza como el ruido de una taladradora.
«Tonta. Tonta. Tonta. Tonta.»
El pesar que sentía era demasiado privado para ser exhibido y, cuando oyó el murmullo de otro grupo de niños, subió por la senda curva, bordeada por vegetación tropical y una verja de hierro pintada de verde como el bambú y unida por una cuerda.
Arriba estaría sola.
Glenna se agarró con fuerza a una de las pesadas cuerdas que colgaba de los troncos que coronaban la cima de la montaña de los gorilas y se acercó a ella.
Parecía sana y feliz en su nuevo hogar.
Se bajó, esta vez con una zanahoria.
De repente, la gorila alzó la cabeza y comenzó a emitir ruiditos. Santana siguió la dirección de su mirada y vio cómo Brittany se acercaba por el sendero de abajo hacia el animal.
El corazón le palpitó contra las costillas, pero la alegría que amenazó con hacerla estallar fue sustituida casi de inmediato por ansiedad.
Incluso a quince metros era evidente que Brittany no llevaba maquillaje y que las líneas de fatiga marcaban su rostro.
Llevaba el pelo recogido y, por primera vez desde que la conocía, parecía marchita.
¿Dónde estaba la Brittany que disfrutaba maquillándose y echándose perfume?
¿La Brittany que disfrutaba untándose loción de albaricoque y pintándose los labios de color frambuesa?
¿Dónde estaba la Brittany que gastaba toda el agua caliente en una ducha dejando una densa capa de vapor en el cuarto de baño?
A Santana se le secó la boca mientras se empapaba con la imagen de su esposa y algo se desgarró en su interior.
Ésta era la Brittany que había creado.
Ésta era la Brittany con la luz del amor extinguida.
Se acercó más y vio que se le habían hundido las mejillas; se dio cuenta de que había perdido peso.
Deslizó la mirada a su vientre, pero la chaqueta floja y los pantalones oscuros le impidieron ver si su cuerpo había experimentado algún cambio.
Santana se asustó.
¿Y si había perdido al bebé?
¿Sería ése el castigo que le esperaba?
Brittany estaba tan concentrada en la silenciosa comunión con la gorila que no vio cómo se abría paso entre los niños y se acercaba a ella.
—Britt—dijo en voz baja.
Brittany se puso tensa antes de volverse. La vio palidecer todavía más y cerrar los puños. La miró como si se estuviera preparando para escapar y dio un paso adelante para detenerla, pero la fría expresión de su esposa la detuvo.
Sólo había visto unos ojos tan vacíos como ésos cuando se miraba en el espejo.
—Tenemos que hablar.
Aquellas palabras imitaron inconscientemente las que la rubia le había dicho tantas veces, y la expresión fría con que la miró debía de ser un reflejo de la manera en que la había mirado con frecuencia.
¿Quién era esa mujer?
En su cara no asomaba la animación que acostumbraba.
Sus enormes ojos azules estaban tan vacíos que parecía que nunca hubiera llorado.
Era como si algo hubiera muerto en su interior y comenzó a sudar.
¿Habría perdido al bebé?
¿Era ésa la causa de su cambio?
«Por favor, que no le haya pasado nada al bebé.»
—No hay nada de qué hablar—se volvió y se alejó atravesando la cortina de cuerda que servía de entrada al hábitat.
Santana la siguió y la tomó del brazo sin pensar.
—Suéltame.
¿Cuántas veces le había dicho eso Brittany cuando ella la arrastraba por el recinto del circo o la sacaba de la cama al amanecer?
Pero en ese momento las palabras carecían de la fuerza anterior.
Miró la cara pálida e inexpresiva de su esposa.
«¿Qué te he hecho, mi amor?»
—Sólo quiero hablar contigo—dijo Santana con rapidez, apartándola de la gente.
La rubia miró en silencio la mano con que le rodeaba el brazo.
—Si lo que quieres es que aborte, es demasiado tarde.
Santana quiso echar la cabeza hacia atrás y aullar.
Brittany había perdido el bebé y era culpa suya.
—No sabes cuánto lo siento—dijo a duras penas, dejando caer la mano.
—Oh, ya lo sé—dijo Brittany con una extraña calma—, Me lo dejaste muy claro.
—Yo no te dejé claro nada. No te dije que te amaba. Lo único que te dije fue un montón de estupideces. Cosas que no sentía de verdad—le dolían los brazos por el deseo de abrazarla, pero Brittany había erigido una barrera invisible a su alrededor—Olvidémonos de todo eso, cariño. Vamos a empezar de cero. Te prometo que todo será distinto esta vez.
—Tengo que irme. No puedo llegar tarde al trabajo.
Fue como sí ella no hubiera hablado.
Le había dicho que la amaba, pero no había servido de nada. Brittany sólo quería irse y no volver a verla nunca más.
La determinación de Santana se hizo más fuerte.
No podía dejar que ocurriera eso.
Ya se ocuparía más tarde de su pesar. Antes haría lo que fuera necesario para recuperar a su esposa.
—Te vienes conmigo.
—Ni hablar. Tengo que ir a trabajar.
—¿Y qué pasa con nuestro matrimonio?
—No es un matrimonio de verdad. Nunca fue más que un acuerdo legal.
—Ahora es de verdad. Hicimos unos votos, Britt. Unos votos sagrados. Y eso es tan cierto como que estamos aquí.
A Brittany le tembló el labio inferior.
—¿Por qué haces esto? Ya te he dicho que es muy tarde para que aborte.
Sufría por la rubia.
A pesar de lo intenso que era su dolor, sabía que no podía ser tan intenso como el de Brittany.
—No te preocupes, cariño. Lo intentaremos otra vez. En cuanto el médico nos lo permita. Hasta podría ser yo la que quedara embarazada.
—¿De qué estás hablando?
—Quería a este bebé tanto como tú, pero no me di cuenta de ello hasta que desapareciste. Sé que es culpa mía que lo hayas perdido. Si te hubiera cuidado mejor nunca habría ocurrido.
Brittany frunció el ceño.
—No he perdido al bebé—la miró a los ojos—Aún estoy embarazada.
—Pero has dicho... cuando te dije que quería hablar contigo, dijiste que era demasiado tarde para que abortaras.
—Estoy de cuatro meses y medio. El aborto ya no es legal.
Mientras ella se sentía inundada por la alegría, Brittany torció la boca en un gesto de cinismo que nunca hubiera imaginado en la rubia.
—Eso cambia las cosas, ¿no, San? Ahora que sabes que el pastel sigue en el horno y que va a quedarse ahí, supongo que ya no estarás tan ansiosa por que regrese.
Santana se vio embargada por tantas emociones que no sabía cómo asimilarlas.
Aún estaba embarazada. La odiaba. No quería volver con ella.
No podía manejar tal caos emocional, así que recurrió a lo práctico.
—¿Estás yendo al médico?
—Voy a una consulta no lejos de aquí.
—¿A una consulta?
Tenía una fortuna en el banco y su esposa iba a una consulta.
Tenía que llevársela a un lugar donde pudiera borrar a besos esa implacable y resuelta mirada de su cara, pero la única manera de hacerlo era intimidándola.
—No creo que hayas estado cuidándote demasiado. Estás delgada y pálida. Y tan nerviosa que parece que te vaya a dar un ataque.
—¿Y a ti qué te importa? No quieres al bebé.
—Oh, claro que quiero al bebé. Puede que actuara como una bastarda cuando me diste la buena nueva, pero te aseguro que he recuperado la cordura. Sé que no quieres volver conmigo ahora, pero no tienes otra opción. Es peligroso para a ti y para el bebé, Britt, y no voy a permitir que sigas así.
Santana supo que había encontrado su punto débil, pero la rubia se siguió oponiendo a ella con terquedad.
—No es asunto tuyo.
—Claro que sí. Voy a asegurarme de que tanto tú como el bebé estén bien—en los ojos de Brittany apareció una mirada recelosa—No me importa jugar sucio—añadió en voz baja—, Pienso descubrir dónde trabajas y me encargaré de que te despidan.
—¿Me harías eso?
—Sin pensarlo dos veces.
Brittany hundió los hombros y ella supo que había ganado, pero no sintió ninguna satisfacción.
—Ya no te amo—susurró Brittany—No te amo en absoluto.
A ella se le puso un nudo en la garganta.
—No importa, cariño. Yo tengo amor suficiente por las dos.
Los días eran más cortos y el verano llegaba a su fin.
El circo se dirigía hacia el sur para pasar el invierno cerca de Tampa, donde se instalarían hasta el final de la temporada durante la última semana de octubre.
La excedencia de Santana en la universidad concluía en enero y había pensado hacer una investigación en Ucrania antes de incorporarse, pero ahora sabía que no lo haría.
Sin Brittany todo lo demás carecía de importancia.
Echó un vistazo al recinto.
El nuevo asentamiento estaba en una ladera con muy poco espacio llano para montar la carpa principal.
Santana tenía ojeras por la falta de sueño, pero le dio la bienvenida al reto.
Sabía que eso no apartaría a Brittany de sus pensamientos —nada lo hacía, —pero le ayudaría a pasar el tiempo.
Era Sebastián quien conducía su caravana hasta ahí, pero aún no había llegado, así que Santana se dirigió a la carpa de la cocina para tomarse un café bien cargado que calmara el vacío de su estómago.
Antes de llenarse la taza, oyó un chillido agudo y exigente. Maldijo por lo bajo y se dirigió hacia donde estaban los elefantes.
Cuando llegó, no le sorprendió ver que Ken parecía resentido.
—Devuélveme la picana, San. Con un solo pinchazo pondremos fin a esta sandez.
A pesar de la petición, Santana sabía que el domador prefería no usar la picana tras su encuentro con Sinjun.
Le gustaba pensar que había sido Brittany y su manera de tratar a los animales lo que había abierto los ojos de Ken, porque ahora era más suave con los elefantes y todo marchaba mucho mejor.
Pero tenía que asegurarse de que Ken lo había entendido y de que no volvería a las andadas.
—Mientras siga siendo la jefa, no volverás a usar la picana.
—Entonces, hazlo tú.
Santana se acercó a Tater y el elefante lo abrazó. Le metió la punta de la trompa por el cuello para olerla, igual que hacía con Brittany.
Santana lo desató y se dirigió al camión que transportaba la carpa con Tater trotando tras ella.
Tater había dejado de comer al desaparecer Brittany, pero Santana había estado demasiado sumergida en su infierno privado para notarlo.
Ken le obligó a ser consciente de la situación cuando el estado del elefantito comenzó a deteriorarse.
No tardó mucho en comprobar que el elefante encontraba sosiego con su presencia; pero no por Santana, sino porque Tater la asociaba con Brittany.
Comenzó a comer otra vez y poco después seguía a Santana por el recinto como antes la había seguido a la rubia.
Los dos se abrieron paso hasta el camión.
Desenrollarían la carpa tan pronto decidieran dónde colocar el circo. Quinn había llegado antes que ella, pero se apartó cuando Santana se acercó.
Santana no sabía que hubiera hecho sin Quinn; Mike y ella se habían encargado de que todo marchara bien durante sus largas ausencias.
Durante las horas siguientes, Santana trabajó codo con codo con los empleados en el montaje.
Todavía tenía puesta la ropa que llevaba en el avión, pero tampoco se la cambió cuando llegó Sebastián con la camioneta.
El sudor empapaba la camisa azul de algodón y se le había desgarrado el pantalón del traje gris, pero no le importó.
El trabajo le entumecía la mente e impedía que pensara.
Cuando ya no pudo posponerlo más, fue a la caravana con Tater pisándole los talones. Ató al animal cerca de donde Artie había preparado el heno y vaciló al acercarse a la puerta.
La caravana olía a Brittany, tenía su toque, lo único que faltaba era su presencia y ella odiaba estar ahí dentro.
Entró y se vio torturada por imágenes de la rubia entrando corriendo por la puerta con las mejillas manchadas, la ropa sucia, la paja enredada en el pelo y un brillo de satisfacción en los ojos.
Se acercó a la nevera, pero lo único que encontró fue una lata de cerveza y un yogur que Brittany había comprado. Había caducado dos semanas antes, pero no quería tirarlo.
Agarró la cerveza y la abrió mientras se acercaba a Tater. El elefantito se estaba echando el heno en el lomo, y tomó un poco de paja fresca para espolvorear a Santana con ella como gesto de amistad.
Santana entendía ahora por qué su esposa siempre llevaba el pelo lleno de heno.
—Estoy segura de que Britt te echa de menos, amiguito—dijo suavemente, frotando la trompa del elefante.
Se sentiría todavía más perdida sin Sinjun.
Existía una extraña comunión entre Brittany y el tigre, algo que nunca había entendido por completo.
A su esposa le encantaba trabajar con los animales que nadie más quería: un elefantito problemático, una gorila tímida, un viejo tigre con aire regio.
Debía de ser difícil para la rubia no estar con los seres que amaba.
En ese momento se quedó paralizada, se le puso la piel de gallina y se olvidó de respirar.
¿Qué le hacía pensar que no estaba con uno de ellos?
Veinticuatro horas después estaba frente a la verja de la zona tropical del zoo Brookfield de Chicago mirando a Glenna.
La gorila estaba sentada sobre la montaña rocosa del centro del recinto y comía un tallo de apio.
Santana llevaba horas vagando por las pasarelas que rodeaban el hábitat.
Le picaban los ojos por la falta de sueño, le dolía la cabeza y notaba como si le ardiera el estómago.
¿Y si se equivocaba?
¿Y si la rubia no estaba ahí después de todo?
Había pasado por la oficina de empleo del zoo y sabía que no trabajaba ahí.
Pero estaba segura de que Brittany querría estar cerca de Glenna. Además, no tenía más pistas y no perdía nada por intentarlo.
«Tonta.»
La palabra resonaba en su cabeza como el ruido de una taladradora.
«Tonta. Tonta. Tonta. Tonta.»
El pesar que sentía era demasiado privado para ser exhibido y, cuando oyó el murmullo de otro grupo de niños, subió por la senda curva, bordeada por vegetación tropical y una verja de hierro pintada de verde como el bambú y unida por una cuerda.
Arriba estaría sola.
Glenna se agarró con fuerza a una de las pesadas cuerdas que colgaba de los troncos que coronaban la cima de la montaña de los gorilas y se acercó a ella.
Parecía sana y feliz en su nuevo hogar.
Se bajó, esta vez con una zanahoria.
De repente, la gorila alzó la cabeza y comenzó a emitir ruiditos. Santana siguió la dirección de su mirada y vio cómo Brittany se acercaba por el sendero de abajo hacia el animal.
El corazón le palpitó contra las costillas, pero la alegría que amenazó con hacerla estallar fue sustituida casi de inmediato por ansiedad.
Incluso a quince metros era evidente que Brittany no llevaba maquillaje y que las líneas de fatiga marcaban su rostro.
Llevaba el pelo recogido y, por primera vez desde que la conocía, parecía marchita.
¿Dónde estaba la Brittany que disfrutaba maquillándose y echándose perfume?
¿La Brittany que disfrutaba untándose loción de albaricoque y pintándose los labios de color frambuesa?
¿Dónde estaba la Brittany que gastaba toda el agua caliente en una ducha dejando una densa capa de vapor en el cuarto de baño?
A Santana se le secó la boca mientras se empapaba con la imagen de su esposa y algo se desgarró en su interior.
Ésta era la Brittany que había creado.
Ésta era la Brittany con la luz del amor extinguida.
Se acercó más y vio que se le habían hundido las mejillas; se dio cuenta de que había perdido peso.
Deslizó la mirada a su vientre, pero la chaqueta floja y los pantalones oscuros le impidieron ver si su cuerpo había experimentado algún cambio.
Santana se asustó.
¿Y si había perdido al bebé?
¿Sería ése el castigo que le esperaba?
Brittany estaba tan concentrada en la silenciosa comunión con la gorila que no vio cómo se abría paso entre los niños y se acercaba a ella.
—Britt—dijo en voz baja.
Brittany se puso tensa antes de volverse. La vio palidecer todavía más y cerrar los puños. La miró como si se estuviera preparando para escapar y dio un paso adelante para detenerla, pero la fría expresión de su esposa la detuvo.
Sólo había visto unos ojos tan vacíos como ésos cuando se miraba en el espejo.
—Tenemos que hablar.
Aquellas palabras imitaron inconscientemente las que la rubia le había dicho tantas veces, y la expresión fría con que la miró debía de ser un reflejo de la manera en que la había mirado con frecuencia.
¿Quién era esa mujer?
En su cara no asomaba la animación que acostumbraba.
Sus enormes ojos azules estaban tan vacíos que parecía que nunca hubiera llorado.
Era como si algo hubiera muerto en su interior y comenzó a sudar.
¿Habría perdido al bebé?
¿Era ésa la causa de su cambio?
«Por favor, que no le haya pasado nada al bebé.»
—No hay nada de qué hablar—se volvió y se alejó atravesando la cortina de cuerda que servía de entrada al hábitat.
Santana la siguió y la tomó del brazo sin pensar.
—Suéltame.
¿Cuántas veces le había dicho eso Brittany cuando ella la arrastraba por el recinto del circo o la sacaba de la cama al amanecer?
Pero en ese momento las palabras carecían de la fuerza anterior.
Miró la cara pálida e inexpresiva de su esposa.
«¿Qué te he hecho, mi amor?»
—Sólo quiero hablar contigo—dijo Santana con rapidez, apartándola de la gente.
La rubia miró en silencio la mano con que le rodeaba el brazo.
—Si lo que quieres es que aborte, es demasiado tarde.
Santana quiso echar la cabeza hacia atrás y aullar.
Brittany había perdido el bebé y era culpa suya.
—No sabes cuánto lo siento—dijo a duras penas, dejando caer la mano.
—Oh, ya lo sé—dijo Brittany con una extraña calma—, Me lo dejaste muy claro.
—Yo no te dejé claro nada. No te dije que te amaba. Lo único que te dije fue un montón de estupideces. Cosas que no sentía de verdad—le dolían los brazos por el deseo de abrazarla, pero Brittany había erigido una barrera invisible a su alrededor—Olvidémonos de todo eso, cariño. Vamos a empezar de cero. Te prometo que todo será distinto esta vez.
—Tengo que irme. No puedo llegar tarde al trabajo.
Fue como sí ella no hubiera hablado.
Le había dicho que la amaba, pero no había servido de nada. Brittany sólo quería irse y no volver a verla nunca más.
La determinación de Santana se hizo más fuerte.
No podía dejar que ocurriera eso.
Ya se ocuparía más tarde de su pesar. Antes haría lo que fuera necesario para recuperar a su esposa.
—Te vienes conmigo.
—Ni hablar. Tengo que ir a trabajar.
—¿Y qué pasa con nuestro matrimonio?
—No es un matrimonio de verdad. Nunca fue más que un acuerdo legal.
—Ahora es de verdad. Hicimos unos votos, Britt. Unos votos sagrados. Y eso es tan cierto como que estamos aquí.
A Brittany le tembló el labio inferior.
—¿Por qué haces esto? Ya te he dicho que es muy tarde para que aborte.
Sufría por la rubia.
A pesar de lo intenso que era su dolor, sabía que no podía ser tan intenso como el de Brittany.
—No te preocupes, cariño. Lo intentaremos otra vez. En cuanto el médico nos lo permita. Hasta podría ser yo la que quedara embarazada.
—¿De qué estás hablando?
—Quería a este bebé tanto como tú, pero no me di cuenta de ello hasta que desapareciste. Sé que es culpa mía que lo hayas perdido. Si te hubiera cuidado mejor nunca habría ocurrido.
Brittany frunció el ceño.
—No he perdido al bebé—la miró a los ojos—Aún estoy embarazada.
—Pero has dicho... cuando te dije que quería hablar contigo, dijiste que era demasiado tarde para que abortaras.
—Estoy de cuatro meses y medio. El aborto ya no es legal.
Mientras ella se sentía inundada por la alegría, Brittany torció la boca en un gesto de cinismo que nunca hubiera imaginado en la rubia.
—Eso cambia las cosas, ¿no, San? Ahora que sabes que el pastel sigue en el horno y que va a quedarse ahí, supongo que ya no estarás tan ansiosa por que regrese.
Santana se vio embargada por tantas emociones que no sabía cómo asimilarlas.
Aún estaba embarazada. La odiaba. No quería volver con ella.
No podía manejar tal caos emocional, así que recurrió a lo práctico.
—¿Estás yendo al médico?
—Voy a una consulta no lejos de aquí.
—¿A una consulta?
Tenía una fortuna en el banco y su esposa iba a una consulta.
Tenía que llevársela a un lugar donde pudiera borrar a besos esa implacable y resuelta mirada de su cara, pero la única manera de hacerlo era intimidándola.
—No creo que hayas estado cuidándote demasiado. Estás delgada y pálida. Y tan nerviosa que parece que te vaya a dar un ataque.
—¿Y a ti qué te importa? No quieres al bebé.
—Oh, claro que quiero al bebé. Puede que actuara como una bastarda cuando me diste la buena nueva, pero te aseguro que he recuperado la cordura. Sé que no quieres volver conmigo ahora, pero no tienes otra opción. Es peligroso para a ti y para el bebé, Britt, y no voy a permitir que sigas así.
Santana supo que había encontrado su punto débil, pero la rubia se siguió oponiendo a ella con terquedad.
—No es asunto tuyo.
—Claro que sí. Voy a asegurarme de que tanto tú como el bebé estén bien—en los ojos de Brittany apareció una mirada recelosa—No me importa jugar sucio—añadió en voz baja—, Pienso descubrir dónde trabajas y me encargaré de que te despidan.
—¿Me harías eso?
—Sin pensarlo dos veces.
Brittany hundió los hombros y ella supo que había ganado, pero no sintió ninguna satisfacción.
—Ya no te amo—susurró Brittany—No te amo en absoluto.
A ella se le puso un nudo en la garganta.
—No importa, cariño. Yo tengo amor suficiente por las dos.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 23 - P I
Capitulo 23 - Parte I
Santana acompañó a Brittany a una casa modesta en una calle de un barrio obrero bastante alejado del zoológico.
Había una escultura de escayola de la Virgen María en el diminuto patio delantero, al lado de unos girasoles que rodeaban un parterre de petunias rosadas.
Brittany había alquilado una habitación en la parte trasera con vistas a la vía del tren.
Mientras la rubia recogía sus escasas pertenencias, ella fue a pagar a la casera sólo para descubrir que Brittany ya había pagado el alquiler por adelantado.
Gracias a la charlatana mujer se enteró de que Brittany trabajaba como recepcionista en un salón de belleza durante el día y de camarera en una cafetería del barrio por la noche.
No era de extrañar que pareciera tan cansada.
No tenía coche y tenía que ir andando o en autobús a todas partes; ahorraba todo lo que ganaba para cuando naciera el bebé.
El hecho de que su esposa hubiera vivido en la miseria mientras ella tenía dos automóviles de lujo y una casa llena de obras de arte de incalculable valor sólo contribuyó a hacerlo sentir más culpable.
Antes de ponerse en camino, Santana consideró por un momento llevarla a su casa en Connecticut, pero al instante rechazó la idea.
La rubia necesitaba más que una curación física, necesitaba una curación emocional y tal vez los anímales que amaba la ayudarían a conseguirla.
Aquello le resultaba tan familiar que Brittany sintió una momentánea felicidad cuando la camioneta se detuvo.
Santana y ella estaban en la carretera, camino de la siguiente ubicación del circo.
Estaba enamorada y embarazada y... Se despertó de golpe cuando la realidad se abatió sobre ella.
Santana sacó la llave del contacto y abrió la puerta.
—Tengo que dormir un poco o acabaremos empotrándonos contra un árbol. Pasaremos aquí la noche—bajó de la camioneta y cerró la puerta.
Brittany se reclinó en el asiento y cerró los ojos ante el brillante crepúsculo; también cerró el corazón a la dulzura que escuchaba en la voz de Santana.
La morena se sentía culpable, cualquiera podía verlo, pero no dejaría que eso la ablandara.
Seguro que la morena se sentía mejor después de haberle dicho todas aquellas mentiras, pero si ella las creía acabaría atrapada.
Tenía que proteger a su bebé; ya no podía permitirse el lujo de ser optimista.
Santana le había dicho que Whitney y su papá la habían sometido al tratamiento para quedar embarazada y con los óvulos de la morena y se había disculpado por no haber confiado en ella.
Otra cosa que la hacía sentirse culpable.
Ella la ignoró.
¿Por qué Santana no podía dejarla sola?
¿Por qué la había obligado a regresar?
Por primera vez en semanas, todas las emociones que mantenía bajo control irrumpieron en su interior.
Apretó los nudillos contra los labios y luchó por contener todos aquellos sentimientos hasta que volvió a erigir el muro que la había mantenido en pie el último mes.
Ella siempre se había dejado llevar por las emociones, pero si quería sobrevivir no podía seguir así.
El orgullo lo es todo, le había dicho Santana, y era cierto.
Fue el orgullo lo que la sostuvo. Lo que consiguió que contestara al teléfono en la peluquería un día tras otro y que pasara las noches cargando las pesadas bandejas con aquella comida grasienta que le producía náuseas.
El orgullo fue lo que puso un techo sobre su cabeza y lo que le hizo ganar dinero para el futuro.
El orgullo la mantuvo en pie cuando el amor la traicionó.
¿Y ahora qué?
Por primera vez en semanas, experimentaba temor por algo que no tenía nada que ver con poder pagar el alquiler.
Le daba miedo Santana.
¿Qué quería de ella?
«La peor amenaza para los tigres jóvenes es un tigre adulto. Los tigres no mantienen fuertes vínculos familiares como los leones o los elefantes. No es inusual que un tigre mate a su cachorro.»
Forcejeó con el tirador de la puerta sólo para ver que su esposa se dirigía hacia ella.
Santana apartó la silla de la mesa donde el camarero del servicio de habitaciones había puesto la comida que había pedido.
—Siéntate y come, Britt.
Santana no había escogido un motelucho de carretera, de eso nada; las había instalado en una suite de lujo en un reluciente y novísimo hotel Marriott a orillas del río Ohio, en la frontera entre Indiana y Kentucky.
Brittany recordó cómo acostumbraba a contar los peniques cuando iba a hacer la compra y el sermón que le soltaba a Santana cuando adquiría una botella de vino de buena cosecha.
Cómo debía de haberse reído de ella.
—Te he dicho que no tengo hambre.
—Entonces siéntate y acompáñame.
A Brittany le costó menos sentarse en la silla que discutir con la morena.
Santana se ajustó el nudo del cinturón del albornoz blanco que se había puesto tras la ducha y se sentó frente a ella.
Tenía el pelo húmedo y muy largo. Necesitaba un buen corte.
Santana bajó la vista a la ingente cantidad de comida que había pedido para Brittany: una enorme ensalada, pechugas de pollo con salsa de champiñones, patatas al horno, pasta, lasaña, dos panecillos, un gran vaso de leche y una ración de tarta de queso.
—No puedo comerme todo esto.
—Estoy hambrienta. Comeré parte de lo tuyo.
Aunque a la morena le gustaba comer, no comía tanto como para dar cuenta de todo aquello.
Brittany sintió el estómago revuelto.
Había tenido problemas para retener la comida cuando abandonó a Santana y durante todo el primer trimestre de embarazo.
—Prueba esto—Santana tomó un poco de lasaña de su plato y la acercó a sus labios.
Cuando ella abrió la boca para negarse, la morena se la metió dentro con rapidez, obligándola a tragársela.
—He dicho que no tengo hambre.
—Pruébala. Está buena, ¿verdad?
Para sorpresa de Brittany, en cuanto pasó la impresión inicial, la lasaña sabía bien, aunque no pensaba decírselo.
Tomó un sorbo de agua.
—De verdad, no quiero nada más.
—No me sorprende—Santana señaló el pollo—Tiene pinta de estar seco.
—Está flotando en salsa. No está seco.
—Créeme, Britt, este pollo está tan seco como la suela de un zapato.
—No sabes lo que dices.
—Déjame probar.
Ella pinchó el pollo con el tenedor y cuando comió un trozo, vio que era jugoso.
—Aquí tienes—le acercó el tenedor, la morena abrió obedientemente la boca, lo masticó e hizo una mueca.
—Seco.
Brittany agarró el cuchillo con rapidez, cortó un pedazo para ella y se lo comió.
Estaba tan delicioso como parecía.
—El pollo está riquísimo.
—Supongo que no me sabe a nada por culpa de la lasaña. Déjame probar la pasta.
Irritada, Brittany la observó girar el tenedor en la pasta y metérselo en la boca. Un momento después, dio su veredicto.
—Lleva demasiado condimento.
—Ahora prefiero la comida muy especiada.
—Luego no me digas que no te lo dije.
Ella cogió un poco de pasta que goteó en el mantel cuando se la llevó a la boca.
Estaba suave y sabrosa.
—No está demasiado condimentada—se dispuso a coger otro bocado pero detuvo el tenedor en el aire.
Se dio cuenta de que la estaba engañando.
La miró y dejó el tenedor en el plato.
—Otro juego de poder.
Los dedos largos y delgados de Santana se cerraron en torno a su muñeca mientras la miraba con una preocupación que Brittany no se creyó ni por un momento.
—Por favor, Britt, me asusta lo delgada que estás. Tienes que comer por el bien del bebé.
—¡No me digas lo que tengo que hacer!
La atravesó una sensación dolorosa.
Contuvo las palabras que había estado a punto de decir y se escudó detrás de la gélida barrera que la mantenía a salvo.
Las emociones eran sus enemigas, aunque debía hacer lo más conveniente para su hijo.
Sin decir nada más, se concentró en la comida y tragó hasta que no pudo más.
Ignoró los intentos de Santana por entablar conversación y que la morena no comiera casi nada.
Brittany se había escapado mentalmente a un bello prado donde su bebé y ella eran libres, donde les protegía un poderoso tigre llamado Sinjun, que los amaba y que no se pasaba el día encerrado en una jaula.
—Estás agotada—dijo Santana cuando ella dejó el tenedor sobre el plato.
—Los dos necesitamos dormir. Nos acostaremos temprano.
Brittany se levantó de la mesa, cogió sus cosas y entró en el baño; se permitió el placer de darse una larga ducha.
Cuando salió, la suite estaba a oscuras, alumbrada sólo por la tenue luz que se filtraba por la abertura en las cortinas.
Santana estaba acostada boca arriba en uno de los lados de la enorme cama.
Ella estaba tan cansada que casi no se mantenía en pie, pero el pecho desnudo de Santana impidió que se acercara a la cama.
—Está bien—susurró Santana en la oscuridad—No te tocaré, cariño.
Brittany permaneció donde estaba hasta que se dio cuenta que le daba lo mismo si la tocaba o no.
No le importaba lo que la morena hiciera porque no sentía nada.
Santana se apoyó en la cerca contra huracanes que marcaba el borde del recinto donde pasarían los dos días siguientes.
Estaban en Monroe County, Georgia; la fresca brisa de esa mañana del mes de octubre traía la esencia del invierno.
Quinn se acercó a ella.
—Tienes un aspecto horrible.
—Bueno, tú no pareces estar mucho mejor.
—Amores—bufó Quinn—No se puede vivir con el, pero tampoco sin el.
Santana ni siquiera logró esbozar una sonrisa. Puede que Quinn tuviera problemas con Rachel, pero al menos su relación con Kitty iba viento en popa.
Pasaban mucho tiempo juntas, y era una entrenadora más paciente que nunca. Algo que daba frutos, porque las actuaciones de Kitty habían mejorado sustancialmente.
Brittany y ella habían regresado diez días antes y todos se habían dado cuenta de que a Brittany le pasaba algo malo.
Su esposa ya no se reía ni rondaba por el recinto con su coleta rebotando al viento.
Era educada con todos—incluso ayudaba a Kitty con los deberes, —pero todas las cualidades especiales que la hacían ser como era parecían haber desaparecido.
Y todos esperaban que ella tomara cartas en el asunto.
Quinn se arregló la camisa.
—Brittany no parece la misma.
—Son los primeros meses de embarazo, nada más.
Quinn no pareció convencida.
—Echo de menos cómo era. Bueno, no echo de menos que meta la nariz en mis asuntos como solía hacerlo, eso te lo aseguro, pero sí que añoro la manera en que se preocupaba por todos. Parece que ahora sólo le interesan Sinjun y los elefantes.
—Lo superará.
—Supongo.
Observaron en silencio cómo un camión descargaba heno.
Santana miró cómo Brittany lavaba a Puddin. Le había dicho que no quería que siguiera trabajando, pero la rubia le respondió que se había acostumbrado a hacerlo.
Luego había intentado que se mantuviera alejada de los elefantes a excepción de Tater, temiendo que alguno le hiciera daño. Brittany la había mirado sin responder y había hecho lo que le vino en gana.
Quinn se cruzó de brazos.
—Creo que deberías saber que anoche volví a verla dentro de la jaula de Sinjun.
—¡Maldita sea! Te juro que la esposaré para que se mantenga alejada de la jaula de ese tigre.
—Me asusta cómo está. Odio verla así.
—Bueno, no eres la única.
—¿Por qué no haces algo?
—¿Qué me sugieres? He hecho traer uno de mis coches desde Connecticut para que no tuviera que desplazarse en la camioneta, pero me dijo que le gustaba la camioneta. Le he comprado flores, pero las ignora. Intenté que nos trasladáramos a una caravana RV nueva, pero casi le dio un ataque cuando se enteró, así que lo dejé pasar. Ya no sé qué hacer—se pasó una mano por el pelo—Pero ¿por qué te cuento todo esto? Si supieras algo de relaciones no andarías detrás de Rachel.
—No pienso discutir contigo.
—Britt se pondrá bien. Es sólo cuestión de tiempo.
—Puede que tengas razón.
—Te aseguro que la tengo.
Si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad.
La echaba de menos.
Ahora Brittany ya no lloraba. Aquellas lágrimas repentinas que habían sido parte de la rubia como el aire que respiraba, habían desaparecido; era como si se hubiese anestesiado para no sentir nada.
Recordaba cómo solía lanzarse a sus brazos desde la rampa del camión, su risa, cómo le acariciaba el pelo.
La necesitaba como nunca había necesitado a nadie... Y para colmo, la noche anterior había tocado fondo.
Hizo una mueca sólo de recordarlo.
Estaba soñando que Brittany le sonreía como antes, con su cara iluminada por completo y ofreciéndose a ella.
Se había despertado acurrucada contra la rubia.
Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que habían hecho el amor y la deseaba demasiado para alejarse.
Le deslizó la mano por la cadera y por el vientre redondeado. La rubia se despertó al momento y se tensó bajo sus caricias, pero no se apartó.
Ni siquiera se resistió cuando le separó los muslos y se colocó encima.
Brittany se mantuvo inmóvil mientras ella añadía un pecado más a la lista de los que ya había cometido contra la rubia.
Se había sentido como una violadora y esa mañana ni siquiera se había mirado en el espejo.
—Sigue hablando con Kitty—dijo Quinn—Pero no como solía hacerlo. Kitty está tan preocupada como todos nosotros.
Había una escultura de escayola de la Virgen María en el diminuto patio delantero, al lado de unos girasoles que rodeaban un parterre de petunias rosadas.
Brittany había alquilado una habitación en la parte trasera con vistas a la vía del tren.
Mientras la rubia recogía sus escasas pertenencias, ella fue a pagar a la casera sólo para descubrir que Brittany ya había pagado el alquiler por adelantado.
Gracias a la charlatana mujer se enteró de que Brittany trabajaba como recepcionista en un salón de belleza durante el día y de camarera en una cafetería del barrio por la noche.
No era de extrañar que pareciera tan cansada.
No tenía coche y tenía que ir andando o en autobús a todas partes; ahorraba todo lo que ganaba para cuando naciera el bebé.
El hecho de que su esposa hubiera vivido en la miseria mientras ella tenía dos automóviles de lujo y una casa llena de obras de arte de incalculable valor sólo contribuyó a hacerlo sentir más culpable.
Antes de ponerse en camino, Santana consideró por un momento llevarla a su casa en Connecticut, pero al instante rechazó la idea.
La rubia necesitaba más que una curación física, necesitaba una curación emocional y tal vez los anímales que amaba la ayudarían a conseguirla.
Aquello le resultaba tan familiar que Brittany sintió una momentánea felicidad cuando la camioneta se detuvo.
Santana y ella estaban en la carretera, camino de la siguiente ubicación del circo.
Estaba enamorada y embarazada y... Se despertó de golpe cuando la realidad se abatió sobre ella.
Santana sacó la llave del contacto y abrió la puerta.
—Tengo que dormir un poco o acabaremos empotrándonos contra un árbol. Pasaremos aquí la noche—bajó de la camioneta y cerró la puerta.
Brittany se reclinó en el asiento y cerró los ojos ante el brillante crepúsculo; también cerró el corazón a la dulzura que escuchaba en la voz de Santana.
La morena se sentía culpable, cualquiera podía verlo, pero no dejaría que eso la ablandara.
Seguro que la morena se sentía mejor después de haberle dicho todas aquellas mentiras, pero si ella las creía acabaría atrapada.
Tenía que proteger a su bebé; ya no podía permitirse el lujo de ser optimista.
Santana le había dicho que Whitney y su papá la habían sometido al tratamiento para quedar embarazada y con los óvulos de la morena y se había disculpado por no haber confiado en ella.
Otra cosa que la hacía sentirse culpable.
Ella la ignoró.
¿Por qué Santana no podía dejarla sola?
¿Por qué la había obligado a regresar?
Por primera vez en semanas, todas las emociones que mantenía bajo control irrumpieron en su interior.
Apretó los nudillos contra los labios y luchó por contener todos aquellos sentimientos hasta que volvió a erigir el muro que la había mantenido en pie el último mes.
Ella siempre se había dejado llevar por las emociones, pero si quería sobrevivir no podía seguir así.
El orgullo lo es todo, le había dicho Santana, y era cierto.
Fue el orgullo lo que la sostuvo. Lo que consiguió que contestara al teléfono en la peluquería un día tras otro y que pasara las noches cargando las pesadas bandejas con aquella comida grasienta que le producía náuseas.
El orgullo fue lo que puso un techo sobre su cabeza y lo que le hizo ganar dinero para el futuro.
El orgullo la mantuvo en pie cuando el amor la traicionó.
¿Y ahora qué?
Por primera vez en semanas, experimentaba temor por algo que no tenía nada que ver con poder pagar el alquiler.
Le daba miedo Santana.
¿Qué quería de ella?
«La peor amenaza para los tigres jóvenes es un tigre adulto. Los tigres no mantienen fuertes vínculos familiares como los leones o los elefantes. No es inusual que un tigre mate a su cachorro.»
Forcejeó con el tirador de la puerta sólo para ver que su esposa se dirigía hacia ella.
Santana apartó la silla de la mesa donde el camarero del servicio de habitaciones había puesto la comida que había pedido.
—Siéntate y come, Britt.
Santana no había escogido un motelucho de carretera, de eso nada; las había instalado en una suite de lujo en un reluciente y novísimo hotel Marriott a orillas del río Ohio, en la frontera entre Indiana y Kentucky.
Brittany recordó cómo acostumbraba a contar los peniques cuando iba a hacer la compra y el sermón que le soltaba a Santana cuando adquiría una botella de vino de buena cosecha.
Cómo debía de haberse reído de ella.
—Te he dicho que no tengo hambre.
—Entonces siéntate y acompáñame.
A Brittany le costó menos sentarse en la silla que discutir con la morena.
Santana se ajustó el nudo del cinturón del albornoz blanco que se había puesto tras la ducha y se sentó frente a ella.
Tenía el pelo húmedo y muy largo. Necesitaba un buen corte.
Santana bajó la vista a la ingente cantidad de comida que había pedido para Brittany: una enorme ensalada, pechugas de pollo con salsa de champiñones, patatas al horno, pasta, lasaña, dos panecillos, un gran vaso de leche y una ración de tarta de queso.
—No puedo comerme todo esto.
—Estoy hambrienta. Comeré parte de lo tuyo.
Aunque a la morena le gustaba comer, no comía tanto como para dar cuenta de todo aquello.
Brittany sintió el estómago revuelto.
Había tenido problemas para retener la comida cuando abandonó a Santana y durante todo el primer trimestre de embarazo.
—Prueba esto—Santana tomó un poco de lasaña de su plato y la acercó a sus labios.
Cuando ella abrió la boca para negarse, la morena se la metió dentro con rapidez, obligándola a tragársela.
—He dicho que no tengo hambre.
—Pruébala. Está buena, ¿verdad?
Para sorpresa de Brittany, en cuanto pasó la impresión inicial, la lasaña sabía bien, aunque no pensaba decírselo.
Tomó un sorbo de agua.
—De verdad, no quiero nada más.
—No me sorprende—Santana señaló el pollo—Tiene pinta de estar seco.
—Está flotando en salsa. No está seco.
—Créeme, Britt, este pollo está tan seco como la suela de un zapato.
—No sabes lo que dices.
—Déjame probar.
Ella pinchó el pollo con el tenedor y cuando comió un trozo, vio que era jugoso.
—Aquí tienes—le acercó el tenedor, la morena abrió obedientemente la boca, lo masticó e hizo una mueca.
—Seco.
Brittany agarró el cuchillo con rapidez, cortó un pedazo para ella y se lo comió.
Estaba tan delicioso como parecía.
—El pollo está riquísimo.
—Supongo que no me sabe a nada por culpa de la lasaña. Déjame probar la pasta.
Irritada, Brittany la observó girar el tenedor en la pasta y metérselo en la boca. Un momento después, dio su veredicto.
—Lleva demasiado condimento.
—Ahora prefiero la comida muy especiada.
—Luego no me digas que no te lo dije.
Ella cogió un poco de pasta que goteó en el mantel cuando se la llevó a la boca.
Estaba suave y sabrosa.
—No está demasiado condimentada—se dispuso a coger otro bocado pero detuvo el tenedor en el aire.
Se dio cuenta de que la estaba engañando.
La miró y dejó el tenedor en el plato.
—Otro juego de poder.
Los dedos largos y delgados de Santana se cerraron en torno a su muñeca mientras la miraba con una preocupación que Brittany no se creyó ni por un momento.
—Por favor, Britt, me asusta lo delgada que estás. Tienes que comer por el bien del bebé.
—¡No me digas lo que tengo que hacer!
La atravesó una sensación dolorosa.
Contuvo las palabras que había estado a punto de decir y se escudó detrás de la gélida barrera que la mantenía a salvo.
Las emociones eran sus enemigas, aunque debía hacer lo más conveniente para su hijo.
Sin decir nada más, se concentró en la comida y tragó hasta que no pudo más.
Ignoró los intentos de Santana por entablar conversación y que la morena no comiera casi nada.
Brittany se había escapado mentalmente a un bello prado donde su bebé y ella eran libres, donde les protegía un poderoso tigre llamado Sinjun, que los amaba y que no se pasaba el día encerrado en una jaula.
—Estás agotada—dijo Santana cuando ella dejó el tenedor sobre el plato.
—Los dos necesitamos dormir. Nos acostaremos temprano.
Brittany se levantó de la mesa, cogió sus cosas y entró en el baño; se permitió el placer de darse una larga ducha.
Cuando salió, la suite estaba a oscuras, alumbrada sólo por la tenue luz que se filtraba por la abertura en las cortinas.
Santana estaba acostada boca arriba en uno de los lados de la enorme cama.
Ella estaba tan cansada que casi no se mantenía en pie, pero el pecho desnudo de Santana impidió que se acercara a la cama.
—Está bien—susurró Santana en la oscuridad—No te tocaré, cariño.
Brittany permaneció donde estaba hasta que se dio cuenta que le daba lo mismo si la tocaba o no.
No le importaba lo que la morena hiciera porque no sentía nada.
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Santana se apoyó en la cerca contra huracanes que marcaba el borde del recinto donde pasarían los dos días siguientes.
Estaban en Monroe County, Georgia; la fresca brisa de esa mañana del mes de octubre traía la esencia del invierno.
Quinn se acercó a ella.
—Tienes un aspecto horrible.
—Bueno, tú no pareces estar mucho mejor.
—Amores—bufó Quinn—No se puede vivir con el, pero tampoco sin el.
Santana ni siquiera logró esbozar una sonrisa. Puede que Quinn tuviera problemas con Rachel, pero al menos su relación con Kitty iba viento en popa.
Pasaban mucho tiempo juntas, y era una entrenadora más paciente que nunca. Algo que daba frutos, porque las actuaciones de Kitty habían mejorado sustancialmente.
Brittany y ella habían regresado diez días antes y todos se habían dado cuenta de que a Brittany le pasaba algo malo.
Su esposa ya no se reía ni rondaba por el recinto con su coleta rebotando al viento.
Era educada con todos—incluso ayudaba a Kitty con los deberes, —pero todas las cualidades especiales que la hacían ser como era parecían haber desaparecido.
Y todos esperaban que ella tomara cartas en el asunto.
Quinn se arregló la camisa.
—Brittany no parece la misma.
—Son los primeros meses de embarazo, nada más.
Quinn no pareció convencida.
—Echo de menos cómo era. Bueno, no echo de menos que meta la nariz en mis asuntos como solía hacerlo, eso te lo aseguro, pero sí que añoro la manera en que se preocupaba por todos. Parece que ahora sólo le interesan Sinjun y los elefantes.
—Lo superará.
—Supongo.
Observaron en silencio cómo un camión descargaba heno.
Santana miró cómo Brittany lavaba a Puddin. Le había dicho que no quería que siguiera trabajando, pero la rubia le respondió que se había acostumbrado a hacerlo.
Luego había intentado que se mantuviera alejada de los elefantes a excepción de Tater, temiendo que alguno le hiciera daño. Brittany la había mirado sin responder y había hecho lo que le vino en gana.
Quinn se cruzó de brazos.
—Creo que deberías saber que anoche volví a verla dentro de la jaula de Sinjun.
—¡Maldita sea! Te juro que la esposaré para que se mantenga alejada de la jaula de ese tigre.
—Me asusta cómo está. Odio verla así.
—Bueno, no eres la única.
—¿Por qué no haces algo?
—¿Qué me sugieres? He hecho traer uno de mis coches desde Connecticut para que no tuviera que desplazarse en la camioneta, pero me dijo que le gustaba la camioneta. Le he comprado flores, pero las ignora. Intenté que nos trasladáramos a una caravana RV nueva, pero casi le dio un ataque cuando se enteró, así que lo dejé pasar. Ya no sé qué hacer—se pasó una mano por el pelo—Pero ¿por qué te cuento todo esto? Si supieras algo de relaciones no andarías detrás de Rachel.
—No pienso discutir contigo.
—Britt se pondrá bien. Es sólo cuestión de tiempo.
—Puede que tengas razón.
—Te aseguro que la tengo.
Si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad.
La echaba de menos.
Ahora Brittany ya no lloraba. Aquellas lágrimas repentinas que habían sido parte de la rubia como el aire que respiraba, habían desaparecido; era como si se hubiese anestesiado para no sentir nada.
Recordaba cómo solía lanzarse a sus brazos desde la rampa del camión, su risa, cómo le acariciaba el pelo.
La necesitaba como nunca había necesitado a nadie... Y para colmo, la noche anterior había tocado fondo.
Hizo una mueca sólo de recordarlo.
Estaba soñando que Brittany le sonreía como antes, con su cara iluminada por completo y ofreciéndose a ella.
Se había despertado acurrucada contra la rubia.
Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que habían hecho el amor y la deseaba demasiado para alejarse.
Le deslizó la mano por la cadera y por el vientre redondeado. La rubia se despertó al momento y se tensó bajo sus caricias, pero no se apartó.
Ni siquiera se resistió cuando le separó los muslos y se colocó encima.
Brittany se mantuvo inmóvil mientras ella añadía un pecado más a la lista de los que ya había cometido contra la rubia.
Se había sentido como una violadora y esa mañana ni siquiera se había mirado en el espejo.
—Sigue hablando con Kitty—dijo Quinn—Pero no como solía hacerlo. Kitty está tan preocupada como todos nosotros.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Kdgsjs jaja dios!!!! Realmente no tengo palabras, sólo quiero seguir leyendoooo kdhsj jaja
Muchas gracias por otros capítulos!!
Saludos :D
Muchas gracias por otros capítulos!!
Saludos :D
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
san hizo de todo y mas, para convertir en lo que es britt ahora!!!
del orgullo pueden salir las mejores y peores cosas,.. y las dos lo aprendieron!!
a ver que hace san para traer a su britt de nuevo!!!????
nos vemos!!!
san hizo de todo y mas, para convertir en lo que es britt ahora!!!
del orgullo pueden salir las mejores y peores cosas,.. y las dos lo aprendieron!!
a ver que hace san para traer a su britt de nuevo!!!????
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Es triste que Britt halla cambiado de esa forma, pero es que se llevo una tremenda decepción. Ojala se le ocurra algo a San, lo único bueno es que volvio al circo aunque todavia queda camina que recorrer para Santana para que la perdone.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Pobre Britt..... y todo por el maldito orgulloder Santana!!!
Ahora que labure para Que Britt vuelva!! !
Saludos!!!
Ahora que labure para Que Britt vuelva!! !
Saludos!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Gracias por el maraton!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Gracias por el maraton, solo espero que Brittany salga de esa horrible depresion que parece que tiene, por su bien y por el del bebe!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Anddy Rivera Morris escribió:Kdgsjs jaja dios!!!! Realmente no tengo palabras, sólo quiero seguir leyendoooo kdhsj jaja
Muchas gracias por otros capítulos!!
Saludos :D
Hola, jaajajaja es el efecto que causan las adaptaciones brittana ajajajajajajaj. Aquí dejo otro cap para q puedas seguir leyendo entonces! De nada, gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
3:) escribió:hola morra,...
san hizo de todo y mas, para convertir en lo que es britt ahora!!!
del orgullo pueden salir las mejores y peores cosas,.. y las dos lo aprendieron!!
a ver que hace san para traer a su britt de nuevo!!!????
nos vemos!!!
Hola lu, era lo q le correspondia, no¿? Eso si q si... a recapacitar¿? Insisto, de todo! ajjaja. Saludos =D
Tati.94 escribió:Es triste que Britt halla cambiado de esa forma, pero es que se llevo una tremenda decepción. Ojala se le ocurra algo a San, lo único bueno es que volvio al circo aunque todavia queda camina que recorrer para Santana para que la perdone.
Hola, sip =/ Si q si, si ya lo era con el robo, rach, san y san! Espero q sea algo muy bueno =/ Saludos =D
monica.santander escribió:Pobre Britt..... y todo por el maldito orgulloder Santana!!!
Ahora que labure para Que Britt vuelva!! !
Saludos!!!
monica.santander escribió:Gracias por el maraton!!!!
Hola, si q si...espero y aprenda la lección. Si q si! tiene q ¬¬ De nada, gracias a ti por leer y comentar. Saludos =D
micky morales escribió:Gracias por el maraton, solo espero que Brittany salga de esa horrible depresion que parece que tiene, por su bien y por el del bebe!!!!
Hola, de nada, gracias a ti por leer y comentar. Espero lo mismo la vrdd =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 23 - P II
Capitulo 23 - Parte II
Kitty terminó los tacos que Rachel había preparado y se limpió los dedos en la servilleta de papel.
—¿Quieres saber lo que me dijo mi mamá ayer por la noche?
Rachel la miró desde el fregadero.
—Claro.
Kitty sonrió ampliamente, luego resopló.
—Me dijo: «Bueno, Kitty, saca tus cosas del sofá. Que te quiera tanto no significa que quiera mancharme el culo de maquillaje.»
Rachel se rio.
—Tu mamá sabe cómo engatusar a la gente.
—Rachel, aquel día en el aeropuerto...—Kitty parpadeó—Mi mamá tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Te quiere mucho.
—Supongo que sí—su sonrisa se desvaneció—Me siento culpable de ser tan feliz cuando Britt está tan jodida. Ayer dije «joder» delante de ella y ni siquiera se inmutó.
Rachel pasó un paño por la encimera de la cocina.
—No hacen más que hablar de ella. Me pone enferma.
—Eso es porque no la soportas. No entiendo por qué. Quiero decir que sé que Santana y tú estuvieran saliendo y todo eso, pero a ti ya no te interesa ella y Britt está muy deprimida. ¿Qué es lo que tienes contra ella?
—Lo que pasa es que Rachel no puede aguantar que haya alguien que no la considere el ombligo del mundo—Quinn estaba al lado de la puerta, aunque ninguna de las dos la había oído entrar.
Rachel se volvió hacia la rubia más alta hecha una furia.
—¿No sabes llamar a la puerta?
Kitty suspiró.
—¿Van a empezar a discutir otra vez?
—Yo no discuto—dijo Quinn—Es ella.
—¡Ja! Se cree que puede decirme lo que tengo que hacer y no pienso consentirlo.
—Eso es lo que mi mamá dice de ti—señaló Kitty con paciencia. Y luego, aunque pensaba que gastaba saliva inútilmente añadió—Si se casaran de una vez por todas estarían tan ocupadas dándose órdenes mutuamente que nos dejarían en paz a todos los demás.
—¡No me casaría con esa rubia por nada del mundo!
—¡No me casaría con la enanita aunque fuera la última mujer de la tierra!
—Entonces no deberían acostarse juntas—Kitty imitó lo mejor que supo a Brittany López Pierce—Mamá, sé que sales a hurtadillas todas las noches para dormir con Rach, pero mantener relaciones sexuales con otra persona sin estar enamorada de ella es inmoral.
Rachel se puso roja.
Su mamá abrió y cerró la boca un par de veces como si fuera una carpa dorada, luego comenzó a farfullar.
—No sabes lo que dices, señorita. Rachel y yo sólo somos amigas, eso es todo. Tuvo problemas con el depósito de agua y yo...
Kitty puso los ojos en blanco.
—No soy imbécil, mamá.
—Escúchame...
—¿Qué clase de ejemplo crees que me estás dando? Ayer mismo leí algo sobre madurez psicológica en mis deberes, y parece que tengo dos cosas en mi contra.
—¿Cuáles?
—Perdí a una de mis mamás y soy producto de una familia desestructurada. Eso y lo que veo que hacen los dos adultos más influyentes de mi vida hace que tenga muchas posibilidades de acabar embarazada antes de cumplir los veinte años.
—Pero te gustan las mujeres. Y no tienes el suficiente dinero para un tratamiento.
—Me gustan las personas no su sexo.
Quinn arqueó las cejas hasta que prácticamente se perdieron en el nacimiento del pelo, y Kitty llegó a pensar que perdería el control.
Aunque Quinn ya no le daba el mismo miedo que antes, no era estúpida.
—Me piro. Nos vemos, chicas—cerró de un portazo al salir de la caravana.
—¡Qué mujer!
—Siéntate—dijo Rachel—Sólo intenta decirnos algo.
—¿Qué?
—Que deberíamos casarnos—Rachel se llevó un trozo de carne a la boca.
—Lo que demuestra lo poco que sabe de la vida.
—No la has entendido bien.
—Aún no se ha dado cuenta de lo incompatibles que somos.
—Excepto ahí dentro—Quinn señaló con la cabeza el dormitorio de la parte de atrás.
—Bueno, lo cierto es...—una astuta sonrisa se extendió por la cara de Rachel—Que parece que las personas de las clases bajas tienen su utilidad.
—Bueno claro que la tenemos—la tomó entre sus brazos y la castaña se apretó contra ella.
Comenzó a besarla, pero se apartó porque las dos tenían cosas que hacer y una vez que empezaban no habría nada que las detuviera.
Quinn notó la preocupación en los ojos de Rachel.
—La temporada termina—dijo Rachel—En un par de semanas estaremos en Tampa.
—Nos veremos en invierno.
—¿Quién ha dicho que quiera verte?
Rachel mentía y las dos lo sabían.
Estaban muy a gusto juntas, pero Quinn tenía el presentimiento de que la castaña quería algo que ella no podía darle.
Enterró los labios en el pelo de Rachel.
—Rach, tengo que protegerme de ti. Creo que te amo, pero no puedo casarme contigo. Soy una mujer orgullosa y tú siempre estás pisoteando mi orgullo.
Rachel se tensó y se alejó de ella, lanzándole una mirada tan desdeñosa que Quinn se sintió como una cucaracha.
—Creo que nadie ha hablado de matrimonio.
Quinn no sabía expresarse bien, pero había algo importante que quería decirle desde hacía tiempo.
—Me gustaría casarme contigo, pero me resultaría imposible estar casada con alguien que disfruta humillándome todo el tiempo.
—¿Qué dices? Tú también me humillas.
—Sí, pero yo lo hago sin querer y tú no. Hay una gran diferencia. Lo cierto es que te crees mejor que los demás. Piensas que eres perfecta.
—Nunca he dicho eso.
—Entonces cuéntame algo malo de ti.
—Ya no soy tan buena trapecista como antes.
—No hablo de eso. Hablo de algo que tengas dentro, algo que no sea como debería ser. A todos nos pasa.
—No me pasa nada malo, no sé de qué me hablas.
Quinn negó tristemente con la cabeza.
—Te conozco, enanita. Y hasta que no resuelvas eso, no hay esperanza para nosotras—la soltó y se dio la vuelta para marcharse, pero antes de que legara a la puerta, Rachel comenzó a gritar:
—¡No sabes nada de mí! Que sea dura no quiere decir que sea una mala persona. ¡No lo soy, maldita sea! ¡Soy buena!
—Además, eres una esnob—repuso Quinn, mirándola—Sólo te importa lo que tú sientes. Hieres a los demás. Estás obsesionada con el pasado y eres la persona más engreída que he conocido nunca.
Por un momento Rachel se quedó atontada, pero luego volvió a gritar:
—¡Mentirosa! ¡Soy buena! ¡Lo soy!
El grito furioso de Rachel hizo que Quinn se estremeciera.
Supo que la castaña la atacaría y logró salir antes de que estrellara el plato de tacos contra la puerta.
Mientras daba vueltas esa noche por el recinto, Brittany se dio cuenta de que hubiera preferido seguir actuando con Santana.
Al menos hubiera estado ocupada.
Cuando le había dicho que no iba a volver a la pista con la morena, no sintió ni alegría ni decepción.
Le dio igual.
En las últimas semanas había descubierto un dolor mucho más profundo que cualquiera que pudiera provocarle con el látigo.
Observó el bullicio de la multitud al otro lado del recinto.
Los niños cansados se aferraban a sus madres y los padres llevaban en brazos a los más pequeños con manchas de manzana de caramelo en las bocas.
Antes, ver a esas madres y padres hubiera hecho que los ojos se le llenasen de lágrimas de emoción, ya que imaginaba a Santana llevando en brazos a su hijo.
Pero ahora tenía los ojos secos.
Junto con todo lo demás, había perdido la capacidad de llorar.
Como el circo permanecería ahí esa noche, los empleados tenían la urde libre y se habían dirigido al pueblo en busca de comida y alcohol.
El recinto se fue quedando en silencio.
Mientras Santana se ocupaba de Misha, ella se puso una de las viejas sudaderas de su esposa y se movió entre los elefantes dormidos hasta llegar a Tater. Se arrodilló y se acurrucó entre las patas delanteras del animal y dejó que le apoyase la trompa en las rodillas.
Se arrebujó dentro de la sudadera de Santana. La suave prenda olía a la morena, a esa particular combinación de jabón, sol y cuero que ella habría reconocido en cualquier parte.
¿Llegaría a perder todo lo que amaba?
Oyó unos pasos. Tater se incorporó sobre los cuartos traseros y Brittany vio un par de piernas enfundadas en vaqueros que no tuvo ninguna dificultad en reconocer.
Santana se puso en cuclillas a su lado y apoyó los codos en las rodillas, dejando colgar las manos entre ellas.
Parecía tan triste que por una fracción de segundo quiso consolarla.
—Por favor, sal de ahí—susurró Santana—Te necesito tanto.
Brittany apoyó la mejilla contra la arrugada piel del pecho de Tater.
—Creo que me quedaré aquí un rato más.
Santana hundió los hombros y pasó un dedo por el suelo.
—Mi casa... es grande. Hay una habitación de invitados con una buena vista del bosque que hay al sur.
Brittany soltó el aliento con un suave suspiro.
—Hace frío esta noche. Va a nevar.
—He pensado que podríamos convertirla en una habitación infantil. Es una estancia agradable, soleada, con un gran ventanal. Tal vez podríamos tener ahí una mecedora.
—Siempre me ha gustado la nieve.
Los animales se movieron y uno de ellos bufó en sueños. Tater levantó la trompa de la rodilla de Brittany y la pasó por los hombros de Santana.
El tono suave de Santana no disimuló su amargura.
—¿No vas a perdonarme nunca?
Ella no dijo nada.
—Te amo, Britt. Te amo tanto.
Ella oyó el sufrimiento en su voz, vio la vulnerabilidad en su cara y, si bien sabía que era debido a lo culpable que se sentía, Brittany había sufrido demasiado dolor para encontrar placer en infligírselo a otro, en especial a alguien que era tan importante para ella.
—Tú no sabes cómo amar, San.
—Puede que eso fuera cierto antes, pero ya no lo es.
Tal vez fuera por lo cómoda que se sentía bajo el corazón de Tater, o tal vez fuera el dolor de Santana, pero Brittany sintió que la gélida barrera que rodeaba su corazón comenzaba a agrietarse.
A pesar de todo, todavía amaba a la morena y se había mentido a sí misma cuando se dijo que no lo hacía.
La morena era su alma gemela y su corazón siempre le pertenecería.
Con esa certeza llegó un conocimiento más profundo y amargo. Si volvía a caer víctima del amor que sentía por la morena, podría acabar destruida y, por el bien del bebé, no podía permitir que eso ocurriera.
—¿Es que no lo ves? Sólo te sientes culpable.
—Eso no es cierto.
—Eres una mujer orgullosa. Has violado tu código del honor e intentas arreglarlo. Lo entiendo, pero no voy a dejar que mi vida se base en unas palabras que no sientes de verdad. Este bebé es demasiado importante para mí.
—El bebé también es importante para mí.
Ella hizo una mueca de dolor.
—No digas eso, por favor.
—Te probaría mi amor si pudiera, pero no sé cómo hacerlo.
—Tienes que dejarme ir. Sé que eso heriría tu orgullo y lo siento, pero vivir contigo así es demasiado duro para mí.
Santana no dijo nada.
Ella cerró los ojos e intentó ocultarse tras la helada barrera que la había mantenido en pie hasta entonces, pero Santana había provocado demasiadas grietas.
—Por favor, San—susurró entrecortadamente—Por favor, deja que me vaya.
La voz de Santana apenas era un susurro.
—¿Es eso lo que quieres de verdad?
Brittany asintió con la cabeza.
Jamás había pensado que la vería tan derrotada, pero en ese momento la chispa que ardía en el interior de Santana pareció apagarse.
—Está bien—dijo con voz ronca—Que sea como tú quieras.
Si eso era lo que quería, ¿por qué le dolía tanto?
A su lado se movió una sombra, pero las dos estaban demasiado absortas en su sufrimiento para darse cuenta de que alguien más había escuchado la conversación.
—¿Quieres saber lo que me dijo mi mamá ayer por la noche?
Rachel la miró desde el fregadero.
—Claro.
Kitty sonrió ampliamente, luego resopló.
—Me dijo: «Bueno, Kitty, saca tus cosas del sofá. Que te quiera tanto no significa que quiera mancharme el culo de maquillaje.»
Rachel se rio.
—Tu mamá sabe cómo engatusar a la gente.
—Rachel, aquel día en el aeropuerto...—Kitty parpadeó—Mi mamá tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Te quiere mucho.
—Supongo que sí—su sonrisa se desvaneció—Me siento culpable de ser tan feliz cuando Britt está tan jodida. Ayer dije «joder» delante de ella y ni siquiera se inmutó.
Rachel pasó un paño por la encimera de la cocina.
—No hacen más que hablar de ella. Me pone enferma.
—Eso es porque no la soportas. No entiendo por qué. Quiero decir que sé que Santana y tú estuvieran saliendo y todo eso, pero a ti ya no te interesa ella y Britt está muy deprimida. ¿Qué es lo que tienes contra ella?
—Lo que pasa es que Rachel no puede aguantar que haya alguien que no la considere el ombligo del mundo—Quinn estaba al lado de la puerta, aunque ninguna de las dos la había oído entrar.
Rachel se volvió hacia la rubia más alta hecha una furia.
—¿No sabes llamar a la puerta?
Kitty suspiró.
—¿Van a empezar a discutir otra vez?
—Yo no discuto—dijo Quinn—Es ella.
—¡Ja! Se cree que puede decirme lo que tengo que hacer y no pienso consentirlo.
—Eso es lo que mi mamá dice de ti—señaló Kitty con paciencia. Y luego, aunque pensaba que gastaba saliva inútilmente añadió—Si se casaran de una vez por todas estarían tan ocupadas dándose órdenes mutuamente que nos dejarían en paz a todos los demás.
—¡No me casaría con esa rubia por nada del mundo!
—¡No me casaría con la enanita aunque fuera la última mujer de la tierra!
—Entonces no deberían acostarse juntas—Kitty imitó lo mejor que supo a Brittany López Pierce—Mamá, sé que sales a hurtadillas todas las noches para dormir con Rach, pero mantener relaciones sexuales con otra persona sin estar enamorada de ella es inmoral.
Rachel se puso roja.
Su mamá abrió y cerró la boca un par de veces como si fuera una carpa dorada, luego comenzó a farfullar.
—No sabes lo que dices, señorita. Rachel y yo sólo somos amigas, eso es todo. Tuvo problemas con el depósito de agua y yo...
Kitty puso los ojos en blanco.
—No soy imbécil, mamá.
—Escúchame...
—¿Qué clase de ejemplo crees que me estás dando? Ayer mismo leí algo sobre madurez psicológica en mis deberes, y parece que tengo dos cosas en mi contra.
—¿Cuáles?
—Perdí a una de mis mamás y soy producto de una familia desestructurada. Eso y lo que veo que hacen los dos adultos más influyentes de mi vida hace que tenga muchas posibilidades de acabar embarazada antes de cumplir los veinte años.
—Pero te gustan las mujeres. Y no tienes el suficiente dinero para un tratamiento.
—Me gustan las personas no su sexo.
Quinn arqueó las cejas hasta que prácticamente se perdieron en el nacimiento del pelo, y Kitty llegó a pensar que perdería el control.
Aunque Quinn ya no le daba el mismo miedo que antes, no era estúpida.
—Me piro. Nos vemos, chicas—cerró de un portazo al salir de la caravana.
—¡Qué mujer!
—Siéntate—dijo Rachel—Sólo intenta decirnos algo.
—¿Qué?
—Que deberíamos casarnos—Rachel se llevó un trozo de carne a la boca.
—Lo que demuestra lo poco que sabe de la vida.
—No la has entendido bien.
—Aún no se ha dado cuenta de lo incompatibles que somos.
—Excepto ahí dentro—Quinn señaló con la cabeza el dormitorio de la parte de atrás.
—Bueno, lo cierto es...—una astuta sonrisa se extendió por la cara de Rachel—Que parece que las personas de las clases bajas tienen su utilidad.
—Bueno claro que la tenemos—la tomó entre sus brazos y la castaña se apretó contra ella.
Comenzó a besarla, pero se apartó porque las dos tenían cosas que hacer y una vez que empezaban no habría nada que las detuviera.
Quinn notó la preocupación en los ojos de Rachel.
—La temporada termina—dijo Rachel—En un par de semanas estaremos en Tampa.
—Nos veremos en invierno.
—¿Quién ha dicho que quiera verte?
Rachel mentía y las dos lo sabían.
Estaban muy a gusto juntas, pero Quinn tenía el presentimiento de que la castaña quería algo que ella no podía darle.
Enterró los labios en el pelo de Rachel.
—Rach, tengo que protegerme de ti. Creo que te amo, pero no puedo casarme contigo. Soy una mujer orgullosa y tú siempre estás pisoteando mi orgullo.
Rachel se tensó y se alejó de ella, lanzándole una mirada tan desdeñosa que Quinn se sintió como una cucaracha.
—Creo que nadie ha hablado de matrimonio.
Quinn no sabía expresarse bien, pero había algo importante que quería decirle desde hacía tiempo.
—Me gustaría casarme contigo, pero me resultaría imposible estar casada con alguien que disfruta humillándome todo el tiempo.
—¿Qué dices? Tú también me humillas.
—Sí, pero yo lo hago sin querer y tú no. Hay una gran diferencia. Lo cierto es que te crees mejor que los demás. Piensas que eres perfecta.
—Nunca he dicho eso.
—Entonces cuéntame algo malo de ti.
—Ya no soy tan buena trapecista como antes.
—No hablo de eso. Hablo de algo que tengas dentro, algo que no sea como debería ser. A todos nos pasa.
—No me pasa nada malo, no sé de qué me hablas.
Quinn negó tristemente con la cabeza.
—Te conozco, enanita. Y hasta que no resuelvas eso, no hay esperanza para nosotras—la soltó y se dio la vuelta para marcharse, pero antes de que legara a la puerta, Rachel comenzó a gritar:
—¡No sabes nada de mí! Que sea dura no quiere decir que sea una mala persona. ¡No lo soy, maldita sea! ¡Soy buena!
—Además, eres una esnob—repuso Quinn, mirándola—Sólo te importa lo que tú sientes. Hieres a los demás. Estás obsesionada con el pasado y eres la persona más engreída que he conocido nunca.
Por un momento Rachel se quedó atontada, pero luego volvió a gritar:
—¡Mentirosa! ¡Soy buena! ¡Lo soy!
El grito furioso de Rachel hizo que Quinn se estremeciera.
Supo que la castaña la atacaría y logró salir antes de que estrellara el plato de tacos contra la puerta.
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Mientras daba vueltas esa noche por el recinto, Brittany se dio cuenta de que hubiera preferido seguir actuando con Santana.
Al menos hubiera estado ocupada.
Cuando le había dicho que no iba a volver a la pista con la morena, no sintió ni alegría ni decepción.
Le dio igual.
En las últimas semanas había descubierto un dolor mucho más profundo que cualquiera que pudiera provocarle con el látigo.
Observó el bullicio de la multitud al otro lado del recinto.
Los niños cansados se aferraban a sus madres y los padres llevaban en brazos a los más pequeños con manchas de manzana de caramelo en las bocas.
Antes, ver a esas madres y padres hubiera hecho que los ojos se le llenasen de lágrimas de emoción, ya que imaginaba a Santana llevando en brazos a su hijo.
Pero ahora tenía los ojos secos.
Junto con todo lo demás, había perdido la capacidad de llorar.
Como el circo permanecería ahí esa noche, los empleados tenían la urde libre y se habían dirigido al pueblo en busca de comida y alcohol.
El recinto se fue quedando en silencio.
Mientras Santana se ocupaba de Misha, ella se puso una de las viejas sudaderas de su esposa y se movió entre los elefantes dormidos hasta llegar a Tater. Se arrodilló y se acurrucó entre las patas delanteras del animal y dejó que le apoyase la trompa en las rodillas.
Se arrebujó dentro de la sudadera de Santana. La suave prenda olía a la morena, a esa particular combinación de jabón, sol y cuero que ella habría reconocido en cualquier parte.
¿Llegaría a perder todo lo que amaba?
Oyó unos pasos. Tater se incorporó sobre los cuartos traseros y Brittany vio un par de piernas enfundadas en vaqueros que no tuvo ninguna dificultad en reconocer.
Santana se puso en cuclillas a su lado y apoyó los codos en las rodillas, dejando colgar las manos entre ellas.
Parecía tan triste que por una fracción de segundo quiso consolarla.
—Por favor, sal de ahí—susurró Santana—Te necesito tanto.
Brittany apoyó la mejilla contra la arrugada piel del pecho de Tater.
—Creo que me quedaré aquí un rato más.
Santana hundió los hombros y pasó un dedo por el suelo.
—Mi casa... es grande. Hay una habitación de invitados con una buena vista del bosque que hay al sur.
Brittany soltó el aliento con un suave suspiro.
—Hace frío esta noche. Va a nevar.
—He pensado que podríamos convertirla en una habitación infantil. Es una estancia agradable, soleada, con un gran ventanal. Tal vez podríamos tener ahí una mecedora.
—Siempre me ha gustado la nieve.
Los animales se movieron y uno de ellos bufó en sueños. Tater levantó la trompa de la rodilla de Brittany y la pasó por los hombros de Santana.
El tono suave de Santana no disimuló su amargura.
—¿No vas a perdonarme nunca?
Ella no dijo nada.
—Te amo, Britt. Te amo tanto.
Ella oyó el sufrimiento en su voz, vio la vulnerabilidad en su cara y, si bien sabía que era debido a lo culpable que se sentía, Brittany había sufrido demasiado dolor para encontrar placer en infligírselo a otro, en especial a alguien que era tan importante para ella.
—Tú no sabes cómo amar, San.
—Puede que eso fuera cierto antes, pero ya no lo es.
Tal vez fuera por lo cómoda que se sentía bajo el corazón de Tater, o tal vez fuera el dolor de Santana, pero Brittany sintió que la gélida barrera que rodeaba su corazón comenzaba a agrietarse.
A pesar de todo, todavía amaba a la morena y se había mentido a sí misma cuando se dijo que no lo hacía.
La morena era su alma gemela y su corazón siempre le pertenecería.
Con esa certeza llegó un conocimiento más profundo y amargo. Si volvía a caer víctima del amor que sentía por la morena, podría acabar destruida y, por el bien del bebé, no podía permitir que eso ocurriera.
—¿Es que no lo ves? Sólo te sientes culpable.
—Eso no es cierto.
—Eres una mujer orgullosa. Has violado tu código del honor e intentas arreglarlo. Lo entiendo, pero no voy a dejar que mi vida se base en unas palabras que no sientes de verdad. Este bebé es demasiado importante para mí.
—El bebé también es importante para mí.
Ella hizo una mueca de dolor.
—No digas eso, por favor.
—Te probaría mi amor si pudiera, pero no sé cómo hacerlo.
—Tienes que dejarme ir. Sé que eso heriría tu orgullo y lo siento, pero vivir contigo así es demasiado duro para mí.
Santana no dijo nada.
Ella cerró los ojos e intentó ocultarse tras la helada barrera que la había mantenido en pie hasta entonces, pero Santana había provocado demasiadas grietas.
—Por favor, San—susurró entrecortadamente—Por favor, deja que me vaya.
La voz de Santana apenas era un susurro.
—¿Es eso lo que quieres de verdad?
Brittany asintió con la cabeza.
Jamás había pensado que la vería tan derrotada, pero en ese momento la chispa que ardía en el interior de Santana pareció apagarse.
—Está bien—dijo con voz ronca—Que sea como tú quieras.
Si eso era lo que quería, ¿por qué le dolía tanto?
A su lado se movió una sombra, pero las dos estaban demasiado absortas en su sufrimiento para darse cuenta de que alguien más había escuchado la conversación.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Quien escucharía??? Y ese alguien hará algo para ayudarlas? Que triste todo!! Y a donde irá Britt??
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Que tristeeee!!! :'(
Espero con ansias lo que viene, gracias por otro capítulo :')
Saludos jiji
Espero con ansias lo que viene, gracias por otro capítulo :')
Saludos jiji
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Que duras son!!!!!
Muy triste Este capitulo!!!!
Muy triste Este capitulo!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Bueno, san se dio por vencida, si Britt no es feliz con ella es mejor dejarla ir, por lo menos que se vaya con comodidades para llevar a termino su embarazo de la mejor forma posible!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
San y rachel son tan parecidas hasta cuando ya están perdiendo al amor de su vida aunque san lo reconoció al final... Pero se esta dejando ganar....
La esta dejando ir muy rápido a britt.... Se dio vuelta la moneda san tiene que combencar a britt del amor eterno!! A ver si puede???
A ver ahora quien paro la oreja???
Nos vemos!!!
San y rachel son tan parecidas hasta cuando ya están perdiendo al amor de su vida aunque san lo reconoció al final... Pero se esta dejando ganar....
La esta dejando ir muy rápido a britt.... Se dio vuelta la moneda san tiene que combencar a britt del amor eterno!! A ver si puede???
A ver ahora quien paro la oreja???
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Quien escucharía??? Y ese alguien hará algo para ayudarlas? Que triste todo!! Y a donde irá Britt??
Hola, mmm interesante pregunta...., espero y este cap nos diga quien fue =/ Espero y sea así...xq igual las puede empeorar, no¿? =/ Si que si =/ A ningún lado espero la vrdd =/ Saludos =D
Anddy Rivera Morris escribió:Que tristeeee!!! :'(
Espero con ansias lo que viene, gracias por otro capítulo :')
Saludos jiji
Hola, siii =/ Jjajajajajaaj entonces aquí lo dejo! De nada, gracias a ti por comentar y leer! Saludos =D
monica.santander escribió:Que duras son!!!!!
Muy triste Este capitulo!!!!
Hola, jajaajajajajajajajaj aprendieron de la mejor xD ajajajaja. Si que si =/ espero y este mejore =/ Saludos =D
micky morales escribió:Bueno, san se dio por vencida, si Britt no es feliz con ella es mejor dejarla ir, por lo menos que se vaya con comodidades para llevar a termino su embarazo de la mejor forma posible!!!!
Hola, si ¬¬ q rápido ¬¬ Mmm si, la vrdd esk si, pero no tiene xq rendirse, no =/ SI! eso es lo q importa ahora, no¿? no¿? Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
San y rachel son tan parecidas hasta cuando ya están perdiendo al amor de su vida aunque san lo reconoció al final... Pero se esta dejando ganar....
La esta dejando ir muy rápido a britt.... Se dio vuelta la moneda san tiene que combencar a britt del amor eterno!! A ver si puede???
A ver ahora quien paro la oreja???
Nos vemos!!!
Hola lu, jajajaaj toda, pero toda la razón ¬¬ no ven q hacen mal ¬¬ y se hacen mal la vrdd ¬¬ SI! xq no lucha un poquito mas! Se lo merecia la vrdd, pero q luche como britt lo hizo en su tiempo ¬¬ Tiene que! tiene q! Mmm aquí dejo otro cap para saberlo =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 24 - P I Último
Capitulo 24 - Parte I Último
—¡San!
La morena alzó la cabeza del motor de la grúa con rapidez en cuanto oyó la voz de Brittany gritando su nombre y sonando exactamente igual que solía hacerlo.
Se sintió esperanzada.
Quizás aún no se había acabado todo.
Tal vez Brittany no quiso decir lo que dijo dos noches atrás y no tendría que llevarla al aeropuerto esa misma tarde.
Arrojó al suelo la llave inglesa que estaba usando y se volvió para mirarla.
Sus esperanzas se desvanecieron en cuanto vio la expresión de su esposa.
—¡Sinjun no está! Han descargado a todos los animales y él no estaba entre ellos. También falta Sebastián.
Quinn salió desde detrás de la grúa donde estaba intentando ayudar a Santana.
—Seguro que es cosa de Rachel. Me apuesto lo que sea.
La cara de Brittany palideció de ansiedad.
—¿Te ha comentado algo?
—No, pero se ha comportado como una verdadera arpía estos dos últimos días.
Brittany miró a Santana y, por primera vez desde que la había ido a buscar al zoológico de Chicago, sintió que la miraba de verdad.
—¿Sabías algo de esto?
—No, no me ha dicho nada.
—Sabe lo que sientes por ese tigre—dijo Quinn—Supongo que lo ha vendido a tus espaldas.
—Pero no puede hacer eso. ¡Es mío!—Brittany se mordió el labio como si se diera cuenta de que lo que había dicho no era cierto.
—Antes fui a ver a Rachel—dijo Quinn—, Pero había desaparecido. Fue Joe quien trajo su RV, pero el Cadillac no estaba por ningún lado.
Brittany cerró los puños.
—Le ha hecho algo terrible a Sinjun. Lo sé.
Santana quiso consolarla, pero sospechaba que Brittany tenía razón.
—Haré algunas llamadas a ver si averiguo algo. ¿Por qué no hablan con los empleados por si alguien sabe algo?
Pero nadie sabía nada.
Durante las dos horas siguientes hablaron con todos y sólo descubrieron que nadie había visto a Rachel desde la tarde anterior.
Brittany estaba cada vez más histérica.
¿Dónde estaba Sinjun?
¿Qué había hecho Rachel con él?
Había descubierto bastantes cosas sobre el tráfico ilegal de animales viejos del circo, sabía que era improbable que el tigre acabara en un zoo.
¿Qué le ocurriría a su tigre?
Se hizo tarde para llevar a Brittany al aeropuerto.
Santana había insistido en que ella se quedara con su papá hasta decidir lo que quería hacer, pero ahora eso no tenía importancia.
Pasó junto al Lexus gris con matrícula de Connecticut —otra muestra más de lo culpable que se sentía Santana — y se sentó en la parte trasera de la camioneta que la había trasladado durante todo el verano hasta llegar a esa desolada noche de octubre.
Desde ahí, observó el recinto.
Pasó la primera función y luego la segunda.
La gente llegó y se fue.
Aquel lugar era la última parada antes de poner rumbo a Tampa. De nuevo los empleados del circo habían ido al pueblo junto con algunas de las showgirls y el recinto estaba desierto.
Tenía frío, pero esperó a que Santana se hubiera cambiado de ropa y se marchara a atender a Misha para regresar a la caravana.
Desde la puerta vio su maleta, que yacía olvidada encima de la cama. Se acercó a ella mientras se quitaba la vieja sudadera gris.
Tras terminar de desnudarse en silencio, comenzó a recolocar la ropa vacilando ante el desordenado cajón donde Santana guardaba la suya.
Se arrodilló, deprimida, y abrió el último cajón.
Apartó a un lado los vaqueros de Santana para ver lo que sabía que estaba oculto debajo: un sonajero barato de plástico, un patito amarillo, una caja de galletas con forma de animales, un babero con la imagen de un conejo y un ejemplar de un libro del doctor Spock.
Había descubierto todo esos objetos unos días antes cuando estaba buscando otra cosa; Santana nunca los había mencionado.
En ese momento tocó el sonajero con la punta de un dedo e intentó imaginar por qué razón había comprado todo eso.
Si pudiera permitirse creer que...
No.
No podía pensar eso, tenía demasiado que perder.
Cerró el cajón y, cuando regresaba a la camioneta, vio el Cadillac de Rachel aparcado al lado de la RV y oyó gritos en el interior del circo.
Santana también los había oído y se acercó a la vez que ella.
Se encontraron en la puerta trasera.
—Quizá sería mejor que esperaras aquí—dijo Santana.
Brittany la ignoró y entró.
El circo estaba iluminado por un solo foco, que arrojaba una luz difusa sobre la pista, dejando el resto en penumbra.
Brittany se vio envuelta por los familiares olores a serrín, animales y palomitas de maíz.
Iba a echarlo mucho de menos.
Quinn y Rachel estaban discutiendo al lado de la pista, la ojiverde la asía del brazo claramente furiosa.
—Brittany no te ha hecho absolutamente nada. ¿Por qué la has tomado con ella?
Rachel se zafó de la rubia.
—Hago lo que me da la real gana, y ninguna carnicera como tú va a mangonearme.
—¿No te cansas de ser una arpía?
Lo que fuera que Rachel iba a decir murió en sus labios.
—Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí.
Brittany dio un paso adelante para enfrentarse a ella.
—¿Qué has hecho con Sinjun?
Rachel se tomó su tiempo para contestar, jugando con ella al gato y al ratón para demostrar su poder.
—Sinjun ha salido rumbo a su nuevo hogar. Los tigres siberianos son animales muy valiosos, ¿lo sabías? Incluso los más viejos—se sentó en la primera fila de asientos y cruzó las piernas en una postura que parecía demasiado estudiada—Ni siquiera yo sabía lo que ciertas personas pueden llegar a pagar por ellos.
—¿De qué personas hablas?—inquirió Santana, deteniéndose junto a Brittany—¿Quién lo ha comprado?
—Por ahora nadie. El caballero en cuestión no lo recogerá hasta mañana por la mañana.
—Entonces, ¿dónde está?
—Está a salvo. Sebastián está con él.
A Santana se le acabó la paciencia.
—¡Déjate de rodeos! ¿A quién vas a vendérselo?
—Había varias personas interesadas, pero Rex Webley ofreció el mejor precio.
—Jesús—la expresión de la cara de Santana hizo que Brittany se estremeciera de inquietud.
—¿Quién es Rex Webley? —preguntó.
—No digas ni una sola palabra Rachel, esto es algo entre tú y yo—intervino Santana, antes de que ella pudiera contestar.
Rachel le dirigió una mirada condescendiente antes de volverse hacia Brittany.
—Webley tiene un coto de caza ilegal en Texas.
Brittany no lo entendió.
—¿Un coto de caza ilegal?
—Hay gente que le paga a Webley para ir a cazar ciertos animales ahí—dijo Quinn con disgusto.
Brittany pasó la mirada de Rachel a Quinn.
—¿Para cazarlos? Pero nadie puede cazar tigres. Son una especie en peligro de extinción.
Rachel se levantó y entró en la pista con decisión.
—Eso hace que sean más valorados por los hombres ricos que ya están aburridos de cazar piezas comunes y a los que les importa un comino la ley.
—¿Has vendido a Sinjun para que lo cacen y lo maten?—dijo Brittany con voz horrorizada cuando por fin comprendió lo que Rachel le estaba diciendo.
Un montón de imágenes horribles cruzó por su cabeza.
Sinjun no tenía el temor que un tigre normal siente hacia la gente. No se daría cuenta de que esos hombres querían lastimarle.
En su mente vio su cuerpo abatido por las balas.
Lo vio sobre la tierra con su pelaje negro y naranja manchado de sangre.
Se acercó rápidamente a Rachel.
—¡No te lo permitiré! Te denunciaré a las autoridades. Te detendrán.
—No, no lo harán—repuso Rachel—No es ilegal vender un tigre. Webley me ha dicho que su intención es exhibir a Sinjun en su rancho de caza. Eso no va contra la ley.
—Sólo que no va a exhibirlo, ¿verdad? Lo va a matar—Brittany se sintió mareada—Iré a las autoridades. Lo haré. Detendrán todo esto.
—Lo dudo—dijo Rachel—Webley lleva años sorteando la ley. Tendrías que tener un testigo que jurara que vio cómo lo mataban, lo que no ocurrirá ni en sueños. Y en cualquier caso, sería demasiado tarde para hacer nada, ¿no?
Brittany nunca había odiado tanto a otro ser humano.
—¿Cómo puedes hacer esto? Si tanto me odias, ¿por qué no me haces daño a mí? ¿Por qué tienes que tomarla con Sinjun?
Santana entró en la pista y se enfrentó a Rachel.
—Te pagaré el doble que Webley—ofreció.
—Esta vez no conseguirás nada con tu dinero, San. No comprarás a Sinjun como hiciste con Glenna. Puse una condición cuando apalabré la venta.
Brittany la miró con rapidez.
Santana no le había dicho que había sido ella quien había comprado a Glenna.
Sabía que había hecho los arreglos necesarios para que fuera instalada en el zoo Brookfield, pero no que había sido su dinero el que lo había hecho posible.
La gorila tenía un nuevo y precioso hogar gracias a la morena.
—¿Por qué haces esto?—preguntó Santana—La gente de Webley no recogerá a Sinjun hasta el amanecer.
La expresión de Rachel se volvió astuta.
—Será entonces cuando firme los papeles, pero siempre puedo cambiar de idea.
—Ah, así que llegamos al meollo del asunto, ¿verdad, Rachel?—susurró Santana con voz apenas audible.
Rachel miró a Brittany, que todavía estaba fuera de la pista al lado de Quinn.
—Eso te gustaría, ¿verdad, Brittany? Que detuviera todo esto. Puedo hacerlo, ya lo sabes. Con una simple llamada telefónica.
—Claro que puedes—siseó Santana—¿Qué tengo que hacer para que hagas esa llamada?
Rachel se volvió hacia la morena y fue como si Quinn y Brittany hubieran dejado de existir, quedando sólo ellas dos frente a frente en medio de la pista; algo para lo que ambas habían nacido.
Rachel acortó la distancia que había entre ellas moviéndose sinuosamente, casi como una amante, pero no existía ni pizca de amor entre ellas.
—Ya sabes lo que tienes que hacer.
—Dímelo de todas maneras.
Rachel se giró hacia Brittany y Quinn.
—Déjennos solas. Esto es entre San y yo.
—¡Esto es una locura! Eso es lo que es. ¡Si hubiera sabido lo que estabas maquinando, juro por Dios que te hubiera sacudido hasta que olvidaras tal gilipollez!—explotó Quinn.
Rachel ni siquiera se inmutó ante aquel arrebato de ira.
—Si Brittany y tú no se van de aquí, será el final del tigre.
—Márchense—dijo Santana—Hagan lo que dice.
Quinn se volvió hacia la morena.
—No dejes que te corte las tetas. Lo intentará, pero no dejes que llegue a ese extremo—dijo con amargura.
Parecía como si hubiese perdido la fe en todo lo que creía.
—Lo intentaré—repuso Santana suavemente.
Brittany le dirigió una mirada suplicante, pero la morena estaba concentrada en Rachel y no se dio cuenta.
—Venga, Brittany. Vámonos de aquí—Quinn le pasó el brazo por los hombros y la llevó hacia la puerta trasera.
Tras tantos meses aprendiendo a luchar, Brittany intentó resistirse, pero sabía que Santana era la única esperanza de Sinjun.
Una vez fuera, respiró hondo.
Era una noche fría y comenzaron a castañetearle los dientes.
—Lo siento, Brittany. No pensé que llegaría tan lejos—susurró Quinn, abrazándola.
Dentro se oyó la desdeñosa voz de Santana sólo un poco amortiguada por la lona de la carpa.
La morena alzó la cabeza del motor de la grúa con rapidez en cuanto oyó la voz de Brittany gritando su nombre y sonando exactamente igual que solía hacerlo.
Se sintió esperanzada.
Quizás aún no se había acabado todo.
Tal vez Brittany no quiso decir lo que dijo dos noches atrás y no tendría que llevarla al aeropuerto esa misma tarde.
Arrojó al suelo la llave inglesa que estaba usando y se volvió para mirarla.
Sus esperanzas se desvanecieron en cuanto vio la expresión de su esposa.
—¡Sinjun no está! Han descargado a todos los animales y él no estaba entre ellos. También falta Sebastián.
Quinn salió desde detrás de la grúa donde estaba intentando ayudar a Santana.
—Seguro que es cosa de Rachel. Me apuesto lo que sea.
La cara de Brittany palideció de ansiedad.
—¿Te ha comentado algo?
—No, pero se ha comportado como una verdadera arpía estos dos últimos días.
Brittany miró a Santana y, por primera vez desde que la había ido a buscar al zoológico de Chicago, sintió que la miraba de verdad.
—¿Sabías algo de esto?
—No, no me ha dicho nada.
—Sabe lo que sientes por ese tigre—dijo Quinn—Supongo que lo ha vendido a tus espaldas.
—Pero no puede hacer eso. ¡Es mío!—Brittany se mordió el labio como si se diera cuenta de que lo que había dicho no era cierto.
—Antes fui a ver a Rachel—dijo Quinn—, Pero había desaparecido. Fue Joe quien trajo su RV, pero el Cadillac no estaba por ningún lado.
Brittany cerró los puños.
—Le ha hecho algo terrible a Sinjun. Lo sé.
Santana quiso consolarla, pero sospechaba que Brittany tenía razón.
—Haré algunas llamadas a ver si averiguo algo. ¿Por qué no hablan con los empleados por si alguien sabe algo?
Pero nadie sabía nada.
*****
Durante las dos horas siguientes hablaron con todos y sólo descubrieron que nadie había visto a Rachel desde la tarde anterior.
Brittany estaba cada vez más histérica.
¿Dónde estaba Sinjun?
¿Qué había hecho Rachel con él?
Había descubierto bastantes cosas sobre el tráfico ilegal de animales viejos del circo, sabía que era improbable que el tigre acabara en un zoo.
¿Qué le ocurriría a su tigre?
Se hizo tarde para llevar a Brittany al aeropuerto.
Santana había insistido en que ella se quedara con su papá hasta decidir lo que quería hacer, pero ahora eso no tenía importancia.
Pasó junto al Lexus gris con matrícula de Connecticut —otra muestra más de lo culpable que se sentía Santana — y se sentó en la parte trasera de la camioneta que la había trasladado durante todo el verano hasta llegar a esa desolada noche de octubre.
Desde ahí, observó el recinto.
Pasó la primera función y luego la segunda.
La gente llegó y se fue.
Aquel lugar era la última parada antes de poner rumbo a Tampa. De nuevo los empleados del circo habían ido al pueblo junto con algunas de las showgirls y el recinto estaba desierto.
Tenía frío, pero esperó a que Santana se hubiera cambiado de ropa y se marchara a atender a Misha para regresar a la caravana.
Desde la puerta vio su maleta, que yacía olvidada encima de la cama. Se acercó a ella mientras se quitaba la vieja sudadera gris.
Tras terminar de desnudarse en silencio, comenzó a recolocar la ropa vacilando ante el desordenado cajón donde Santana guardaba la suya.
Se arrodilló, deprimida, y abrió el último cajón.
Apartó a un lado los vaqueros de Santana para ver lo que sabía que estaba oculto debajo: un sonajero barato de plástico, un patito amarillo, una caja de galletas con forma de animales, un babero con la imagen de un conejo y un ejemplar de un libro del doctor Spock.
Había descubierto todo esos objetos unos días antes cuando estaba buscando otra cosa; Santana nunca los había mencionado.
En ese momento tocó el sonajero con la punta de un dedo e intentó imaginar por qué razón había comprado todo eso.
Si pudiera permitirse creer que...
No.
No podía pensar eso, tenía demasiado que perder.
Cerró el cajón y, cuando regresaba a la camioneta, vio el Cadillac de Rachel aparcado al lado de la RV y oyó gritos en el interior del circo.
Santana también los había oído y se acercó a la vez que ella.
Se encontraron en la puerta trasera.
—Quizá sería mejor que esperaras aquí—dijo Santana.
Brittany la ignoró y entró.
El circo estaba iluminado por un solo foco, que arrojaba una luz difusa sobre la pista, dejando el resto en penumbra.
Brittany se vio envuelta por los familiares olores a serrín, animales y palomitas de maíz.
Iba a echarlo mucho de menos.
Quinn y Rachel estaban discutiendo al lado de la pista, la ojiverde la asía del brazo claramente furiosa.
—Brittany no te ha hecho absolutamente nada. ¿Por qué la has tomado con ella?
Rachel se zafó de la rubia.
—Hago lo que me da la real gana, y ninguna carnicera como tú va a mangonearme.
—¿No te cansas de ser una arpía?
Lo que fuera que Rachel iba a decir murió en sus labios.
—Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí.
Brittany dio un paso adelante para enfrentarse a ella.
—¿Qué has hecho con Sinjun?
Rachel se tomó su tiempo para contestar, jugando con ella al gato y al ratón para demostrar su poder.
—Sinjun ha salido rumbo a su nuevo hogar. Los tigres siberianos son animales muy valiosos, ¿lo sabías? Incluso los más viejos—se sentó en la primera fila de asientos y cruzó las piernas en una postura que parecía demasiado estudiada—Ni siquiera yo sabía lo que ciertas personas pueden llegar a pagar por ellos.
—¿De qué personas hablas?—inquirió Santana, deteniéndose junto a Brittany—¿Quién lo ha comprado?
—Por ahora nadie. El caballero en cuestión no lo recogerá hasta mañana por la mañana.
—Entonces, ¿dónde está?
—Está a salvo. Sebastián está con él.
A Santana se le acabó la paciencia.
—¡Déjate de rodeos! ¿A quién vas a vendérselo?
—Había varias personas interesadas, pero Rex Webley ofreció el mejor precio.
—Jesús—la expresión de la cara de Santana hizo que Brittany se estremeciera de inquietud.
—¿Quién es Rex Webley? —preguntó.
—No digas ni una sola palabra Rachel, esto es algo entre tú y yo—intervino Santana, antes de que ella pudiera contestar.
Rachel le dirigió una mirada condescendiente antes de volverse hacia Brittany.
—Webley tiene un coto de caza ilegal en Texas.
Brittany no lo entendió.
—¿Un coto de caza ilegal?
—Hay gente que le paga a Webley para ir a cazar ciertos animales ahí—dijo Quinn con disgusto.
Brittany pasó la mirada de Rachel a Quinn.
—¿Para cazarlos? Pero nadie puede cazar tigres. Son una especie en peligro de extinción.
Rachel se levantó y entró en la pista con decisión.
—Eso hace que sean más valorados por los hombres ricos que ya están aburridos de cazar piezas comunes y a los que les importa un comino la ley.
—¿Has vendido a Sinjun para que lo cacen y lo maten?—dijo Brittany con voz horrorizada cuando por fin comprendió lo que Rachel le estaba diciendo.
Un montón de imágenes horribles cruzó por su cabeza.
Sinjun no tenía el temor que un tigre normal siente hacia la gente. No se daría cuenta de que esos hombres querían lastimarle.
En su mente vio su cuerpo abatido por las balas.
Lo vio sobre la tierra con su pelaje negro y naranja manchado de sangre.
Se acercó rápidamente a Rachel.
—¡No te lo permitiré! Te denunciaré a las autoridades. Te detendrán.
—No, no lo harán—repuso Rachel—No es ilegal vender un tigre. Webley me ha dicho que su intención es exhibir a Sinjun en su rancho de caza. Eso no va contra la ley.
—Sólo que no va a exhibirlo, ¿verdad? Lo va a matar—Brittany se sintió mareada—Iré a las autoridades. Lo haré. Detendrán todo esto.
—Lo dudo—dijo Rachel—Webley lleva años sorteando la ley. Tendrías que tener un testigo que jurara que vio cómo lo mataban, lo que no ocurrirá ni en sueños. Y en cualquier caso, sería demasiado tarde para hacer nada, ¿no?
Brittany nunca había odiado tanto a otro ser humano.
—¿Cómo puedes hacer esto? Si tanto me odias, ¿por qué no me haces daño a mí? ¿Por qué tienes que tomarla con Sinjun?
Santana entró en la pista y se enfrentó a Rachel.
—Te pagaré el doble que Webley—ofreció.
—Esta vez no conseguirás nada con tu dinero, San. No comprarás a Sinjun como hiciste con Glenna. Puse una condición cuando apalabré la venta.
Brittany la miró con rapidez.
Santana no le había dicho que había sido ella quien había comprado a Glenna.
Sabía que había hecho los arreglos necesarios para que fuera instalada en el zoo Brookfield, pero no que había sido su dinero el que lo había hecho posible.
La gorila tenía un nuevo y precioso hogar gracias a la morena.
—¿Por qué haces esto?—preguntó Santana—La gente de Webley no recogerá a Sinjun hasta el amanecer.
La expresión de Rachel se volvió astuta.
—Será entonces cuando firme los papeles, pero siempre puedo cambiar de idea.
—Ah, así que llegamos al meollo del asunto, ¿verdad, Rachel?—susurró Santana con voz apenas audible.
Rachel miró a Brittany, que todavía estaba fuera de la pista al lado de Quinn.
—Eso te gustaría, ¿verdad, Brittany? Que detuviera todo esto. Puedo hacerlo, ya lo sabes. Con una simple llamada telefónica.
—Claro que puedes—siseó Santana—¿Qué tengo que hacer para que hagas esa llamada?
Rachel se volvió hacia la morena y fue como si Quinn y Brittany hubieran dejado de existir, quedando sólo ellas dos frente a frente en medio de la pista; algo para lo que ambas habían nacido.
Rachel acortó la distancia que había entre ellas moviéndose sinuosamente, casi como una amante, pero no existía ni pizca de amor entre ellas.
—Ya sabes lo que tienes que hacer.
—Dímelo de todas maneras.
Rachel se giró hacia Brittany y Quinn.
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—¡Esto es una locura! Eso es lo que es. ¡Si hubiera sabido lo que estabas maquinando, juro por Dios que te hubiera sacudido hasta que olvidaras tal gilipollez!—explotó Quinn.
Rachel ni siquiera se inmutó ante aquel arrebato de ira.
—Si Brittany y tú no se van de aquí, será el final del tigre.
—Márchense—dijo Santana—Hagan lo que dice.
Quinn se volvió hacia la morena.
—No dejes que te corte las tetas. Lo intentará, pero no dejes que llegue a ese extremo—dijo con amargura.
Parecía como si hubiese perdido la fe en todo lo que creía.
—Lo intentaré—repuso Santana suavemente.
Brittany le dirigió una mirada suplicante, pero la morena estaba concentrada en Rachel y no se dio cuenta.
—Venga, Brittany. Vámonos de aquí—Quinn le pasó el brazo por los hombros y la llevó hacia la puerta trasera.
Tras tantos meses aprendiendo a luchar, Brittany intentó resistirse, pero sabía que Santana era la única esperanza de Sinjun.
Una vez fuera, respiró hondo.
Era una noche fría y comenzaron a castañetearle los dientes.
—Lo siento, Brittany. No pensé que llegaría tan lejos—susurró Quinn, abrazándola.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Leerte es mi parte favorita del día!!
Muchas gracias :')
Muchas gracias :')
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
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