Fic: Pretty Little Liars - Glee Cover

Titulo: Pretty Little Liars - Glee Cover
Género: Dramático.
Adaptación: Pretty Little Liars (libro) de Sarah Shepard.




Sipnosis
En el exclusivo suburbio de Lima, Ohio, Sugar es la Abeja Reina de su colmena de élite en séptimo grado. Rachel, Brittany, Quinn, y Santana compiten por su atención, aun incluso cuando cada una de ellas esconde un horrible secreto que sólo Sugar sabe.
Así que cuando Sugar se pierde después de una fiesta de pijamas, nunca se vio de nuevo, y cada chica está destrozada, pero también un poco aliviada.
Ahora es tres años más tarde, y aunque las cuatro chicas han crecido separadas, todavía cada una de ellas está escondiendo algo. La artificial Rachel está teniendo una aventura con uno de sus profesores, la fashionista Brittany roba para personalizar sus trajes de moda, la sangre azul Quinn está durmiendo con el novio de su hermana mayor, mientras la tradicional Santana está tratando de ignorar su atracción hacia una nueva compañera femenina. Cuando las chicas comienzan a recibir amenazantes mensajes de texto y correos electrónicos de alguien conocido sólo como "S", deben enfrentar el hecho contra todo pronóstico, que al parecer Sugar está de vuelta. ¿Podría Sugar estar aún viva? Y si es así, ¿por qué esta tan decidida a destapar todos sus sucios pequeños secretos?


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Siempre me gusto escribir, y más adaptaciones, pero es la primera vez que me animo a subir uno :$
Esto va especialmente dedicado a mis amiguis de 'Gleeks con ''orgurro''!'
adasffssdfg <3
Comenten y subo el primer capitulo!

Capítulo 1
Naranjas, duraznos y limas. ¡Oh my!

Finalmente alguien compró la vieja casa de los Motta —dijo la madre de Santana López. Era sábado en la tarde, y la Sra. López estaba sentada en la mesa de la cocina, bifocales posados en su nariz, haciendo sus cuentas con calma.
Santana sintió la Coca-Cola de vainilla que estaba bebiendo burbujear en su nariz.
—Creo que otra chica de tu edad se mudó allí —continuó la Sra. López —Yo iba a llevar esa cesta hoy. ¿Tal vez quieres hacerlo en mi lugar? —apuntó hacia la monstruosidad de celofán sobre el mostrador.
—Dios, mamá, no —replicó Santana. Desde que se había retirado de la enseñanza en la escuela primaria el año pasado, la madre de Santana se había convertido en la no oficial Dama Wagon de bienvenida en Lima, Ohio. Ella reunió un millón de cosas al azar -frutos secos, esas cositas de goma que se utilizan para tener frascos abiertos, pollos de cerámica (estaba obsesionada con los pollos), una guía de posadas de Lima, y otras cosas- en una gran cesta de mimbre de bienvenida. Ella era un prototipo de madre suburbana, menos por la SUV. Ella pensaba que estas eran ostentosas y consumidoras de gasolina, así que ella conducía un Oh-tan-práctico Volvo en su lugar.
La Sra. López se levantó y pasó los dedos por el cabello de Santana — ¿Te molesta mucho ir allí, cariño? ¿Tal vez debería enviar a Carolyn?
Santana miró a su hermana Carolyn, quien era un año mayor y descansaba cómodamente en el estudio viendo Dr. Phil. Santana sacudió la cabeza. —No, está bien. Yo lo haré.
Claro, Santana se quejó un poco y ocasionalmente rodó los ojos. Pero la verdad era, que si su mamá lo pedía, ella haría todo lo que tenía que hacer. Ella era una casi calificación-A, cuatro veces campeona del estado en nado mariposa y una súper obediente hija. Seguir las reglas y solicitudes era fácil para ella.


Además, en el fondo ella quería una razón para ver la casa de Sugar otra vez. Si bien, parecía que el resto de Lima había empezado a pasar de la desaparición de Sugar desde hace tres años, dos meses y doce días, Santana no. Incluso ahora, no podría mirar el anuario de séptimo grado sin querer acurrucarse como un balón. A veces en días de lluvia, todavía releía las viejas notas de Sugar, que guardaba en una caja de zapatos Adidas debajo de su cama. Ella incluso mantenía el par de pantalones de Citycents que Sugar le prestó, en una percha de madera en su armario, aunque ahora eran demasiados pequeños para ella. Había pasado los últimos años en soledad en Lima anhelando otra amiga como Sugar, pero eso probablemente no iba a suceder. Ella no había sido una amiga perfecta, pero con todo y sus defectos, Sugar era bastante difícil de reemplazar. Santana se enderezó y cogió las llaves del Volvo del gancho al lado del teléfono.
—Vuelvo en un rato —dijo mientras cerraba la puerta del frente detrás de ella.
Lo primero que ella vio cuando arrancó hacia la vieja casa victoriana de Sugar al final de la frondosa calle fue una enorme pila de basura en la cuneta y con un gran letrero de ¡GRATIS! visible, ella se dio cuenta que esas eran las cosas de Sugar —reconoció el blanco, viejo y mullido cobertor de cordero de Sugar. Los Motta se habían mudado lejos hacía ya nueve meses. Y al parecer, habían dejado algunas cosas atrás.
Ella aparcó detrás de una gigante camioneta de Bekins y salió del Volvo. —Whoa —susurró, tratando de evitar que su labio inferior temblara. Bajo la silla, allí había muchas pilas de libros mugrientos.
Santana llegó hasta allí y miró los lomos. The Red Badge of Courage, The Prince and the Paupper. Ella recordaba haberlos leído en la clase de ingles de la Sra. Johnson en séptimo grado, hablaban sobre simbolismo, metáforas, y desenlace. Allí habían más libros en la parte de abajo, incluyendo algunos que solo lucían como viejos cuadernos. Cajas cerca a los libros; estaban marcadas como ROPA DE SUGAR y VIEJOS PAPELES DE SUGAR. Asomándose de una caja había una cinta azul y roja.
Santana tiró un poco de ella. Era una medalla de porrismo de sexto grado que ella había dejado en la casa de Sugar un día cuando habían inventado un juego llamado Diosas Olímpicas de Sexo.




— ¿Quieres eso?
Santana levantó la mirada. Estaba frente a una chica alta con piel color dorado claro, y salvaje cabello ondulado rojizo. La chica llevaba un top amarillo cuya tira se deslizaba de su hombro hasta revelar una tira de sostén naranja y verde. Santana no estaba segura, pero ella pensaba que tenía el mismo sostén en casa. Era de Victoria’s Secret y tenía pequeñas naranjas, duraznos y limas sobre toda la, ejem… parte de los senos.
La medalla de porrismo se deslizó de sus manos y golpeó contra el césped. —Um, no —dijo, luchando por levantarla.
—Puedes tomar cualquier cosa. ¿Miras el letrero?
—No, de verdad, está bien. La chica extendió su mano. —Marissa Von Bleicken. Me mudé aquí.
—Yo... —las palabras de Santana se obstruyeron en su garganta. —Soy Santana, —ella finalmente habló, tomando la mano de Marissa y sacudiéndola. Se sentía realmente formal sacudir la mano de una chica. Santana no estaba segura de que ella hubiera hecho eso antes. Se sintió un poco confusa. ¿Quizás no había comido suficiente Honey Nut Cheerios para el desayuno?
Marissa señaló las cosas sobre el césped. —¿Puedes creer que toda esas estupideces estaban en mi nueva habitación? Tuve que sacarlas todas yo sola. Eso apesta.
—Sip, todo esto pertenecía a Sugar —Santana prácticamente susurró. Marissa se inclinó a revisar algunos de los libros de bolsillo.
Ella empujó la tira de su top de vuelta a su hombro. —¿Es una Amiga tuya?
Santana hizo una pausa. ¿Es? ¿Quizás Marissa no había escuchado sobre la desaparición de Sugar? —Um, ella era. Hace algún tiempo. Al igual que de muchas otras chicas que viven por aquí —explicó Santana, omitiendo la parte sobre el secuestro o muerte o cualquier cosa que debió haber sucedido y que ella no soportaría imaginar. —En séptimo grado. Yo voy al onceavo ahora en el William McKinley —La escuela empezaba después de ese fin de semana. Así que disminuía la práctica de natación, que significaba tres horas diarias de vueltas de nado. Santana ni siquiera quería pensar sobre eso.


—¡Yo también voy al William McKinley! —Marissa sonrió. Ella se dejó caer en la vieja silla de Sugar, y las ballestas chirriaron. —Mis padres hablaron en el vuelo hasta aquí de cuan afortunada soy de haber entrado en William McKinley y cuan diferente será de mi escuela en California. Apuesto a que aquí no tienen comida Mexicana, ¿verdad? O, al menos, verdadera y buena comida Mexicana, como comida de Cali-Mexican. Solíamos tenerla en nuestra cafetería y mmm, era tan buena. Voy a tener que ir a Taco Bell. Sus gorditas me hacen querer vomitar.
—Oh —Santana sonrió. Esta chica de verdad hablaba mucho. —Sip, la comida de ese tipo apesta.
Marissa saltó de la silla. —Esta debe ser una extraña pregunta desde que apenas te conozco, pero, ¿podrías ayudarme a llevar el resto de estas cajas hasta mi habitación? —Ella indicó hacia unas cuantas cajas de Crate & Barrel situadas cerca a la camioneta.
Los ojos de Santana se agrandaron. ¿Llevarlo a la vieja habitación de Sugar? Pero sería totalmente grosero si se reusara, ¿no? —Um, seguro —dijo temblorosamente.
El vestíbulo aún olía a jabón y popurrí —sólo como era cuando los Motta vivían allí. Santana se detuvo en la puerta y esperó a que Marissa le diera instrucciones, incluso aunque ella sabía que encontraría con los ojos vendados la vieja habitación de Sugar al final de de la sala de arriba. Las cajas de mudanza estaban por todas partes, y dos galgos larguiruchos ladraron desde detrás de una puerta en la cocina.
—Ignóralos —dijo Marissa, subiendo las escaleras hacia su habitación y empujando la puerta abierta con su cadera.
Wow, luce igual, pensó Santana mientras entraba en la habitación. Pero la cosa era, que no era lo mismo: Marissa había puesto su cama tamaño queen en una esquina diferente, tenía una enorme pantalla plana de computador en su escritorio, y había colocado pósters por todas partes, cubriendo la vieja cenefa de Sugar.
Pero algo se sentía igual, como si la presencia de Sugar estuviera aún flotando allí. Santana se sintió mareada y confusa y se inclinó contra la pared para apoyarse.
—Ponla en cualquier lugar —dijo Marissa. Santana trató de ponerse en pie, puso la caja al pie de la cama, y miró alrededor.
—Me gustan tus pósters —dijo. La mayoría de ellos eran de bandas: MIA, Black Eyed Peas, Gwen Stefani en un uniforme de animadora. —Amo a Gwen —añadió.
—Sip —dijo Marissa. —Mi novio está totalmente obsesionado con ella. Su nombre es Justin. Él es de San Francisco, de donde soy yo.
—Oh. Yo también tengo novio —dijo Santana. —Su nombre es Noah.
—¿Sí? —Marissa se sentó en su propia cama. —¿Cómo es?
Santana trató de evocar a Noah, su novio de cuatro meses. Lo había visto hace dos días —ellos habían visto el DVD de Doom en la casa de ella. La mamá de Santana estaba en la otra habitación, por supuesto, casualmente molestando, preguntando si ellos necesitaban algo. Ellos habían sido buenos amigos por un tiempo, el mismo tiempo desde que ella estaba en las animadoras, y él en el equipo de football. Todos sus compañeros de equipo decían que ellos deberían salir, así que lo hicieron. —Él es genial.
—¿Por qué ya no eres amiga de la chica que vivía aquí? —preguntó Marissa.
Santana puso su cabello oscuro detrás de sus orejas. Wow. Así que Marissa de verdad no sabía sobre Sugar. Sin embargo, si Santana empezaba a hablar de ella, empezaría a llorar, lo que sería extraño. Ella apenas conocía a ésta chica Marissa.
—Crecí apartada de todas mis viejas amigas de séptimo grado. Todas cambiaron mucho, supongo.
Esa era una subestimación. De las otras mejores amigas de Santana, Quinn se había convertido en una exagerada versión de su ya híper-auto perfecto yo; la familia de Rachel de repente se había mudado a Islandia el otoño después de que Sugar hubiera desaparecido; y la adorable y tonta Brittany se había convertido totalmente en poco tonta y no adorable y ahora era una perra total. Brittany y su nueva mejor amiga, Sunshine, se habían transformado completamente el verano entre el octavo y el noveno grado. La mamá de Santana recientemente había visto a Brittany entrar en Wawa, la tienda local de conveniencia, y le dijo que Brittany lucía “demasiado zorra como esa chica Paris Hilton.” Santana nunca había escuchado a su madre usar la palabra zorra.
—Yo sé cómo es crecer apartada —dijo Marissa subiendo y bajando en su cama mientras se sentaba. —¿Cómo es mi novio? Él está tan asustado de que lo vaya a abandonar ahora que estamos en diferentes costas. Él es como un bebé grande.
—Mi novio y yo estamos en el mismo equipo, es decir: Yo animadora, el jugador, así que nos vemos todo el tiempo —dijo Santana, buscando un lugar para sentarse también. Tal vez demasiado tiempo, pensó.
—¿Animas? —Preguntó Marissa. Ella miró a Santana de arriba abajo, que hizo que ésta se sintiera un poco extraña. —Apuesto a que eres verdaderamente buena. Tienes buenas piernas.
—Oh, no sé— Santana se sonrojó y se inclinó contra el escritorio blanco de madera.
—¡De verdad! —sonrió Marissa. —Pero... si eres una gran deportista, ¿eso significa que me matarías si fumo un poco de hierba?
—¿Qué, ahora? —los ojos de Santana se agrandaron. —¿Qué pasa con tus padres?
—Ellos están en el supermercado. Y mi hermano, él está en algún lugar, pero a él no le importará— Marissa metió las manos bajo el colchón por una lata de Altoids. Abrió la ventana que estaba al lado derecho de su cama, sacó un porro y lo encendió. El humo ondeó en el patio e hizo una nube brumosa alrededor de un gran árbol de roble.
Marissa inhaló de nuevo el porro. —¿Quieres?
Santana nunca había tratado de fumar en su vida, ella siempre pensó que sus padres lo sabrían de alguna manera, como por el olor de su cabello o forzándola a orinar en un cubo. Pero como Marissa ponía el porro graciosamente en sus labios cereza con brillo, lucía sexy. Santana quería verse así de sexy también.
—Um, bien —Santana se deslizó más cerca de Marissa y tomó el porro. Sus manos se tocaron y sus ojos se encontraron. Los de Marissa eran grises y algo celestinos, como los de los gatos. Las manos de Santana temblaban. Ella se sentía nerviosa, pero puso el porro en su boca y dio una diminuta calada, como si estuviera sorbiendo la Coca-Cola de vainilla con una pajita. Pero eso no sabía como la Coca-Cola de vainilla. Se sentía como si sólo inhalara un tarro de especias podridas. Ella la cortó con una tos como de hombre viejo.
—Whoa —dijo Marissa, tomando de nuevo el porro. —¿Primera vez?
Santana no podía respirar y sólo sacudió su cabeza, jadeando. Respiró un poco más, tratando de obtener aire en su pecho. Finalmente sintió el aire en sus pulmones de nuevo. Mientras Marissa giraba su brazo, Santana vio una gran y blanca cicatriz descendiente en su muñeca. Whoa. Parecía un poco como una serpiente albina sobre su piel bronceada. Dios, ella probablemente ya estaba drogada.
De repente allí había un fuerte ruido metálico. Santana saltó entonces escuchó el ruido otra vez. —¿Qué es eso? —jadeó.
Marissa tomó otra calada y sacudió la cabeza. —Los trabajadores. Estamos aquí hace un día y mis padres ya han empezado las renovaciones. —Sonrió. —Estás totalmente asustada, como si pensaras que los policías estuvieran viniendo. ¿Has estado en una redada antes?
—¡No! —Santana explotó en risas; ese era un pensamiento tan ridículo. Marissa sonrió y exhaló. —Debería irme —Santana dijo con tono áspero.
La cara de Marissa cayó. —¿Por qué?
Santana arrastró los pies fuera de la cama. —Le dije a mi mamá que sólo pararía por unos minutos. Pero te veré en la escuela el martes.
—Bien —dijo Marissa —¿Quizás podrías enseñarme todo por aquí?
Santana sonrió. —Seguro.
Marissa sonrió y dijo adiós moviendo tres dedos. —¿Sabes cómo encontrar el camino de salida?
—Eso creo —Santana dijo mirando una vez más la habitación de Sugar -ahora de Marissa- y entonces caminó hacia las escaleras demasiado-familiares. No fue hasta que sacudió su cabeza afuera en el aire libre, pasó por todas las viejas cosas de Sugar en la cuneta, y se subió de vuelta al auto de sus padres, que ella vio la cesta de bienvenida en el asiento trasero. Joder, pensó, dejando la canasta entre la vieja silla de Sugar y sus cajas de libros. ¿Quién necesita una guía de Lia, de cualquier manera? Marissa ya vive aquí.
Y Santana de repente estaba feliz de que ella lo hiciera.

esta bueno!!!!! yo craia que envez de salir Marissa y va a salir Brittany.. Siguela!!

Sinceramente nunca vi esta serie, pero me hablaron maravillas de ella!
De tanto leer fics de crepusculo basados en glee termine viendo todas las pelis, este estuvo tan bueno, seguramente en unos dias me bajare las temporadas jajaja XD
Me encanco :) Continualo prontito, que pena qe Britt sea una zorra ¬¬ XD me hubiera gustado con Santana

Ok, para mi tener dos comentarios fue nose ajfsdjfshdg :')

Aca les traigo el segundo capitulo (los primeros cuatro capitulos son UNO DEDICADO A CADA UNA, este es el de Rachel)

Pd: Cambie totalmente las personalidades de las chicas, y se van a ir dando cuenta a travez de que pasen los capitulos. Les voy a actualizar lo mas rapido que pueda en cuanto vea comentarios.

Capítulo 2
Las chicas de Islandia (y Finlandia) son fáciles

Oh, Dios mío, árboles. Estoy tan feliz de ver grandes y frondosos árboles.
El hermano de quince años de Rachel Berry, Bryce, sacó su cabeza de la ventana del Outback de la familia como un Golden Retriever. Rachel; sus padres, Ella y Leroy y Bryce estaban manejando de vuelta del Aeropuerto Internacional de Ohio. Se habían bajado de un vuelo de Reykjavik, Islandia.
El papá de Rachel era un profesor de historia del arte, y la familia había pasado los últimos dos años en Islandia mientras él ayudaba en la investigación para un documental de televisión sobre el arte escandinavo. Ahora que ellos estaban de vuelta, Bryce estaba maravillándose por el escenario local de Pensilvania. Y eso significaba… Cada. Única. Cosa. El mesón de piedra de la era 1700 que vendía jarrones de cerámica ornamentada; las vacas negras mirando sin decir nada al auto detrás de una cerca de madera en la carretera; el centro comercial estilo villa de Nueva Inglaterra que había aparecido desde que se habían ido. Incluso el sórdido Dunkin’ Donuts de veinticinco años.
—¡Hombre, no puedo esperar a tener un Slushie! —Bryce gorgoteó.
Rachel gimió. Bryce había pasado un par de años solo en Islandia -él decia que todos los islandeses eran “estúpidos que montaban pequeños y homosexuales caballos”- pero Rachel había florecido. Un nuevo comienzo había sido lo que necesitó todo el tiempo, así que estaba feliz cuando su papá hizo el anuncio de que su familia se mudaría. Ese fue el verano después de la desaparición de Sugar, y las chicas empezaron a apartarse, dejándola sin ninguna amiga real, sólo una escuela llena de personas que había conocido desde siempre.
Antes de que dejara Estados Unidos, Rachel a veces veía a los chicos de lejos, intrigada, pero luego miraba hacia otro lado. Con su inquieto cuerpo de bailarina de ballet, cabello lacio negro, y labios sensuales, Rachel sabía que era linda. Las personas siempre lo decían, ¿pero por qué ella no había tenido una cita en el séptimo grado, entonces? Una de las últimas veces que había estado con Quinn -uno de los más incómodos momentos juntas ese verano después de que Sugar desapareció- Quinn le dijo a Rachel que probablemente tendría muchas citas si sólo tratara de encajar un poco más.
Pero Rachel no sabía cómo encajar. Sus padres habían impuesto en su cabeza que era un individuo, no una seguidora del rebaño, y debería ser ella misma. El problema era que Rachel no estaba segura de quien era Rachel. Desde que tenía once años, había tratado con la punk Rachel, la artística Rachel, la filme de documental Rachel y, antes de que se mudaran, había incluso tratado la Rachel ideal de Lima, la que monta caballo, la que viste camisetas Polo, la chica de bolso que era todo lo que los chicos de Lima amaban, pero todo lo que no era Rachel. Afortunadamente, ellos se mudaron a Islandia dos semanas después de ese desastre, y en Islandia, todo, todo, todo cambió.
Su padre obtuvo la oferta de trabajo en Islandia después de que Rachel empezara el octavo grado, y su familia hizo las maletas. Sospechaba que lo habían dejado rápidamente por el secreto de su padre que sólo ella -y Sugar Motta- conocía. Había jurado no pensar sobre eso otra vez al minuto en que el avión despegara, y después de vivir en Reykjavik por algunos meses, Lima se convirtió en un recuerdo lejano. Sus padres parecían caer de nuevo enamorados e incluso su hermano totalmente provincial aprendió a hablar islandés y francés. Y Rachel cayó enamorada… algunas veces, de hecho.
¿Así que, qué si los chicos de Lima no les gustaba la rareza de Rachel? Los islandeses -ricos, mundanos, y fascinantes islandeses- seguro lo hicieron. Y al instante en que se mudaron allí, conoció a un chico llamado Hallbjom. Tenía diecisiete años, un DJ, tenía tres ponis y la más bella estructura ósea que ella nunca había visto. Se ofreció a llevarla a los geiseres de Islandia, y luego, cuando vieron un murmullo y éstos dejaron una gran nube de vapor, él la besó. Después de Hallbjorn fue Lars, a quien le gustaba jugar con su viejo títere, Pigtunia -la que aconsejaba a Rachel sobre su vida amorosa- y le dio la mejor fiesta toda la noche en el puerto. Se sentía adorable y sexy en Islandia. Allí, se convirtió en Rachel la islandesa, la mejor Rachel hasta ahora. Encontró su estilo -uno entre bohemio y hipster girl, con un montón de capas, botas con cordones, y vaqueros APC, que compró en un viaje a París- leyó a filósofos franceses, viajó en el Eurail, con sólo un anticuado mapa y un solo cambio de ropa interior.
Pero ahora, cada visión de Lima desde la ventana del auto, le recordaba el pasado que quería olvidar. Allí estaba Breadstix, donde pasó horas con sus amigas de la escuela, el club country de la piedra cerrada, sus padres no pertenecían, pero había ido con Quinn una vez; sintiéndose atrevida, Rachel había caminado hacia su amor platónico, Finn Hudson y le preguntó si quería compartir un sándwich de helado con ella. Él la rechazó con frialdad, por supuesto.


Y allí estaba el sol, la línea de árboles, la carretera donde Sugar Motta solía vivir. Mientras el auto se detenía en el cuarto símbolo de pare, Rachel miró fijamente; podía verla, la segunda casa de la esquina. Allí había un montón de basura en la acera, pero por otra parte, la casa estaba tranquila y en silencio. Podía verla sólo un momento antes de cubrir sus ojos. En Islandia, los días pasaban y casi podía olvidarse de Sugar, de sus secretos, y de lo que había sucedido. Había estado de vuelta en Lima por menos de diez minutos, y prácticamente podía escuchar la voz de Sugar en cada recodo de la calle y veía su reflejo en la ventana de cada casa. Se hundió en su asiento, tratando de no llorar.
Su padre continuó por unas cuantas calles, hasta detenerse en su vieja casa, de un posmoderno marrón oscuro con una sola ventana cuadrada, justo en el centro, una decepción enorme después de la casa adosada frente al mar azul desteñido de Islandia. Rachel siguió a sus padres dentro y entraron en habitaciones separadas.
Escuchó a Bryce contestar su móvil afuera y giró sus manos hacia el brillante polvo flotando en el aire.
—¡Mamá! —Blaine corrió hacia la puerta del frente—. Hablé con Cameron, y dice que las primeras pruebas de lacrosse son hoy.
—¿Lacrosse? —Ella salió del comedor—. ¿Ahora?
—Sí —dijo Bryce—. ¡Yo voy! —Corrió por las escaleras hacia su vieja habitación. —¿Rachel, cariño? —La voz de su madre la hizo volverse—. ¿Puedes llevar a Bryce a la práctica?
Rachel dejó escapar una pequeña risa.
—¿Um, mamá? No tengo mi licencia.
—¿Y? Conducías todo el tiempo en Reykjavik. El campo de lacrosse sólo está a un par de millas, ¿no? Lo peor que puede pasar, es que golpees una vaca. Solamente espera hasta que él haya terminado.
Rachel se detuvo. Su madre ya sonaba agotada. Escuchó a su papá en la cocina abriendo y cerrando gabinetes y farfullando en voz baja. ¿Podrían sus padres amarse aquí como lo hacían en Islandia? ¿O podrían las cosas volver a ser como solían ser?
—Bien —murmuró. Dejó sus maletas en el pasillo, agarró las llaves del auto, y se deslizó en el asiento delantero.
Su hermano se subió a su lado, asombrosamente vestido con su equipo. Golpeó la red de su palo entusiasmadamente, le dio una conocedora y malvada sonrisa.
—¿Feliz de volver?
Rachel solamente suspiró en respuesta. Todo el camino, Bryce tuvo sus manos presionadas contra la ventana del auto, gritando cosas como, “¡Allí está la casa de Caleb! ¡Derribaron la rampa de skate!” y “¡La mierda de las vacas huele mal!” En el vasto, y bien cortado campo de práctica, ella apenas había detenido el auto cuando Bryce abrió la puerta e inmediatamente salió.
Se deslizó de nuevo en el asiento, mirando hacia el techo, y respiró. “Emocionada de volver,” murmuró. Un globo aerostático flotaba serenamente a través de las nubes. Solía ser tan placentero verlos, pero hoy ella no estaba centrada en eso, cerró un ojo, y pretendió aplastar el globo entre su pulgar e índice.
Un montón de chicos en camisetas blancas de Nike, pantalones cortos holgados, y gorras de béisbol volteadas caminaban lentamente cerca de su auto hacia la casa en el campo. ¿Ves? Todos los chicos de Lima eran copias exactas. Rachel parpadeó.
Uno de ellos incluso estaba vistiendo la misma camiseta Nike de la Universidad de Pennsylvania que Finn Hudson, el chico del sándwich de helado que amaba en octavo grado, solía llevar. Miró el ondulado cabello negro del chico. Espera. ¿Ese era… él? Oh Dios. Era él. Rachel no podía creer que estuviera llevando la misma camiseta que vestía cuando tenía trece años. Probablemente lo hacía por suerte o alguna otra extraña superstición de deportista.
Finn la miró de soslayo, entonces, caminó hacia su auto y golpeó en la ventana. Ella la bajó.
—¿Eres esa chica que se fue al Polo Norte, Rach, cierto? ¿La amiga de Sugar M? —
Finn continuó. El estómago de Rachel se desplomó.
—Um —dijo.
—No, hombre —Sam Evans, el segundo chico más caliente en Lima, vino detrás de Finn—. Ella no se fue al Polo Norte, fue a Finlandia. Ya sabes, de donde es esa modelo Svetlana. ¿La que se parece a Brittany?
Rachel se frotó la parte trasera de su cabeza. ¿Brittany? ¿Brittany Pierce?
Un silbato sonó, y Finn metió la mano en el auto y tocó el brazo de Rachel.
—¿Te vas a quedar y mirarás la práctica, cierto, Finlandia?
—Uh… já — dijo Rachel.
—¿Qué es eso, un gruñido finlandés de sexo? —rió Sam.
Rachel rodó los ojos. Estaba muy segura de que já era el finlandés para sí, pero por supuesto, estos chicos no sabían eso.
—Que se diviertan jugando con sus bolas. —Sonrió con cansancio.
Los chicos se empujaron entre ellos, entonces, se alejaron, golpeando sus palos de lacrosse de aquí para allá incluso antes de llegar al campo. Rachel miró por la ventana. Cuan irónico. Esta era la primera vez que había coqueteado con un chico en Lima —especialmente Finn— y a ella incluso no le importó.
En la calle principal del Hollis había un bar, Snookers. Se enderezó y miró su reloj. Dos treinta. Éste debería estar abierto. Podía ir y tomar una cerveza o dos y tratar de divertirse.
Y oye, quizás la cerveza podría hacer que los chicos de Lima lucieran bien.

* * *

Los bares en Reykjavik olían a cerveza recién hecha, madera vieja, y cigarrillos franceses, Snookers olía a una mezcla de cuerpos muertos, perros calientes podridos y sudor. Y Lima como todo lo demás en Lima, le traía recuerdos: Una noche de viernes, Sugar Motta había desafiado a Rachel a ir a Snookers y ordenar un screaming orgasm. Rachel había esperado en la fila detrás de unos chicos ricos de universidad, y cuando el bravucón no le permitió entrar, ella se quejó, “Pero mi screaming orgasm está allí.” Entonces, se dio cuenta de lo que había dicho y huyó hacia sus amigas, que estaban agachadas detrás de un auto en el aparcamiento. Todas rieron tan fuerte que tuvieron hipo.

—Amstel —dijo al barman después de cruzar los paneles de vidrio de la puerta delantera, aparentemente allí no necesitaban un bravucón a las dos treinta de un sábado. El barman la miró con duda pero entonces puso una cerveza en frente de ella y se alejó. Rachel tomó un gran sorbo. Sabía suave y aguada. La escupió de vuelta en el vaso.
—¿Está todo bien aquí?
Aria se giró. A tres taburetes estaba un tipo con cabello rubio desordenado y ojos azul hielo como de un perro siberiano. Estaba mirando algo en un pequeño vaso. Aria frunció el ceño.
—Sí, olvidé cómo sabía la cerveza aquí. He estado en Europa por dos años. La
cerveza es mejor allá. —¿Europa? —El tipo sonrió. Tenía una hermosa sonrisa—. ¿Dónde?
Aria sonrió de vuelta.
—Islandia.
Sus ojos se iluminaron.
—Una vez pasé unas noches en Reykjavik en mi camino a Ámsterdam. Allí había una gran y sorprendente fiesta en el puerto.
Rachel puso sus manos alrededor del vaso de cerveza. —Sí —dijo, sonriendo—. Ellos tienen las mejores fiestas allá.
—¿Estuviste allá para las luces del norte?
—Por supuesto —respondió Rachel—. Y el sol de medianoche. Teníamos esas increíbles reuniones en verano… con la mejor música —Ella miró a su vaso—. ¿Qué estás tomando?
—Scotch —dijo él, ya señalando al barman—. ¿Quieres una?
Ella asintió. El hombre corrió los tres taburetes hacia ella. Tenía unas manos lindas con largos dedos y uñas ligeramente rotas. Llevaba un pequeño botón en su chaqueta de pana que decía, ¡LAS MUJERES INTELIGENTES VOTAN!
—¿Así que vivías en Islandia? —sonrió de nuevo—. ¿Igual que un año de estudio en el exterior?
—Bueno, no —dijo Rachel. El barman puso la Scotch frente a ella. Tomó un gran trago de cerveza. Su garganta y pecho inmediatamente crepitaron—. Yo estaba en Islandia porque…Se detuvo.
—Sí, era mi, uh, año en el exterior. —Permitiendo que pensara lo que él quisiera.
—Genial —asintió—. ¿Dónde estuviste antes de eso?
Se encogió de hombros.
—Um… aquí en Lima —sonrió y rápidamente agregó—. Pero me gustó estar allá, es mucho mejor.
Él asintió.
—Yo estaba totalmente deprimido de venir a Estados Unidos después de Ámsterdam.
—Lloré todo el tiempo de vuelta a casa. —Admitió Rachel, sintiéndose ella misma —su nueva y mejorada yo islandesa— por primera vez desde que había regresado. No sólo era ella hablando con un lindo e inteligente chico sobre Europa, sino que éste debería ser el único chico en Lima que no conocía a su Rachel de Lima, la extraña amiga de una hermosa chica desaparecida—. Así que, ¿vas a la escuela aquí? —preguntó.
—Ya me gradué. —Se limpió la boca con una servilleta y encendió un Camel. Le ofreció a ella uno del paquete, pero sacudió la cabeza—. Ahora hago algo de enseñanza.
Rachel tomó otro trago de su Scotch y se dio cuenta de que ya se había acabado. Wow.
—Me gustaría enseñar, creo. Una vez que termine la escuela. O eso, o escribir obras.
—¿Sí? ¿Obras? ¿Cuál es tu especialidad?
—¿Um, español? —El barman puso otra Scotch en frente de ella.
—¡Eso es lo que estoy enseñando! —él dijo. Mientras lo decía, puso su mano en la rodilla de Rachel. Estaba tan sorprendida que retrocedió y casi bota su bebida. Él alejó su mano. Ella se sonrojó.
—Lo siento —dijo, un poco avergonzado—. Soy Will, por cierto.
—Rachel. —De repente su nombre sonaba gracioso. Soltó una risita, perdió el equilibrio.
—Whoa. —Will agarró su brazo para estabilizarla. Tres Scotches después, Rachel y Will habían establecido que ambos habían conocido al mismo viejo marinero barman en el bar Borg en Reykjavik, que amaban la forma en que bañarse en la laguna azul rica en minerales los hacía sentir somnolientos, y realmente les gustó el olor a huevo podrido de azufre en las aguas termales. Los ojos de Will eran muy azules y por un momento Rachel quiso preguntar si él tenía novia. Ella se sentía cálida por dentro y muy segura de que no era sólo por la Scotch.
—Tengo que ir al baño —dijo Rachel.
Will sonrió. —¿Puedo ir?
Bueno, eso responde a la pregunta de la novia.
—Quiero decir, uh…—él frotó la parte trasera de su cuello—. ¿Fue eso demasiadode mi parte? —preguntó, mirando bajo sus cejas fruncidas.
Su cerebro zumbó. Liarse con un extraño no era algo que realmente hiciera, al menos no en Estados Unidos. ¿Pero no había dicho que quería ser la Rachel islandesa?
Se levantó y tomó sus manos. Ellos se miraron todo el camino hacia el baño de mujeres de Snookers. Allí había papel higiénico sobre todo el piso y olía incluso peor que el resto del bar, pero a Rachel no le importó. Mientras Will la levantó sobre el lavamanos y ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, todo lo que podía oler era su esencia -una combinación de Scotch, canela, y sudor- y nunca algo había olido tan dulce.
Como decían en Finlandia o en donde quiera, ja.

me encanto!!!!!!!!!! siempre quise leer un fic de Pretty Little Liars!! no pense q seria Will ni tampoco Marissa jaja...no me lo tenia pensado, es genial tu fic te confundiste en una parte pusiste Aria en vez de Rachel jaja...pero Igual me encanto...no te equivocaste en q Sam es el chico mas sexy de Lima jaja...no tardes en actualizar

JAJAJAJ. SI, ES QUE ES MUY RARO CAMBIAR LOS PERSONAJES DE LA NADA. Gracias por comentarrrrrrr :)

Capítulo 3
El primer prendedor de Brittany

-Y aparentemente ¡estaban teniendo sexo en la habitación de los padres de Bethany! Brittany Pierce miró fijamente a su mejor amiga, Sunshine Corazón, a través de la mesa. Era dos días antes de que la escuela comenzara y estaban sentadas en la terraza del café inspirado en Francia, Rive Gauche, en el centro comercial King James, tomando vino tinto, comparando Vogue con Teen Vogue, y contando chismes. Sunshine siempre conocía la mejor basura de las personas. Brittany tomó otro sorbo de vino y notó a un tipo de unos cuarenta y tanto mirando lascivamente hacia ellas. Un normal Humbert Humbert, pensó , pero no lo dijo en voz alta. Sunshine no comprendería la referencia literaria, pero sólo porque Brittany no era precisamente la chica más inteligente en William McKinley no quería decir que estuviera por encima de probar los libros de lectura recomendada para el verano en Lima, Ohio de vez en cuando, especialmente cuando estaba acostada a lado de su piscina con nada para hacer. Además Lolita parecía deliciosamente sucio. Sunshine se giró alrededor para ver a quién estaba mirando Brittany. Sus labios se curvaron hacia arriba en una traviesa sonrisa.
—Deberíamos deslumbrarlo.
—¿A la cuenta de tres? —Los ojos azules de Brittany se ensancharon. Sunshine asintió. A la de tres, las chicas lentamente levantaron el dobladillo de sus ya por-las-nubes minis, enseñando sus pantys. Los ojos de Humbert se sobresaltaron y derribó el vaso de Pinot sobre la entrepierna de sus caquis. —¡Mierda! —gritó antes de salir disparado hacia el baño.
—Lindo —dijo Sunshine. Tiraron sus servilletas sobre sus ensaladas sin comer y se prepararon para marcharse.
Se habían hecho amigas el verano entre octavo y noveno grado, cuando ambas habían sido echadas de las pruebas para animadoras de primer año de McKinley. Juraron que entrarían al equipo al año siguiente, decidieron perder toneladas de peso –así podrían ser las lindas y alegres chicas que los chicos arrojaban al aire. Pero una vez que consiguieron ser flacas y magníficas, decidieron que animar había pasado y que las animadoras eras perdedoras, entonces nunca se molestaron en volver a hacer la prueba para entrar al equipo. Desde entonces, Brittany y Sunshine compartían todo, bueno, casi todo. Brittany no le había dicho a Sunshine cómo había perdido peso tan rápidamente. Era demasiado grotesco como para hablar de eso. Mientras que una dura dieta de semillas de fruta era sexy y admirable, no había nada, nada glamoroso sobre comer una tonelada de basura mantecosa, grasienta y de preferencia llena de queso y luego vomitar todo eso. Pero Brittany estaba por sobre ese pequeño mal hábito por ahora, entonces realmente no importaba.
—Sabes que ese tipo había metido la pata —susurró Sunshine, reuniendo las revistas en un montón. —¿Qué va a pensar Blaine?
—Se reirá —dijo Brittany.
—Uh, no pienso eso. Brittany se encogió de hombros. —Podría. Sunshine resopló. —Si, deslumbrando a extraños va bien con una promesa de virginidad.
Brittany miró hacia abajo a sus tacos morados Michael Kors. La promesa de virginidad. Brittany era increíblemente popular, tenía un extraordinariamente caliente novio, Blaine Anderson -el chico que había deseado desde séptimo grado- que se había estado comportando un poco extraño últimamente. Él siempre había sido el Sr. All-American Boy Scout- mientras era voluntario en su antiguo hogar y sirviendo pavo a los sin casa en el Día de Acción de Gracias –pero anoche, cuando Brittany, Blaine, Sunshine, y un puñado de otros chicos pasaban el rato en el jacuzzi de cedro de Jim Freed, encubiertamente bebiendo Coronas (marca de cerveza), Blaine había tomado un mando de All-American Boy Scout. Había anunciado, un poco orgullosamente, que había firmado una “promesa” de virginidad y había prometido no tener sexo antes del matrimonio. Todos, Brittany incluida, habían estado demasiado atontados para responder.
—Él no hablaba en serio —dijo Brittany con seguridad. ¿Cómo podría haberlo hecho? Un puñado de niños firmaban la promesa; Brittany calculaba que sólo era una tendencia pasajera, como esos brazaletes de Lance Armstrong o Yogalates.
—¿Tú crees? —Sunshine sonrió con satisfacción, apartando su largo flequillo fuera de sus ojos. —Vamos a ver qué sucede en la fiesta de Noel el próximo viernes.
Hanna apretó sus dientes. Parecía como si Sunshine se estuviera riendo de ella. —
Quiero ir de compras —dijo, levantándose.
—¿Qué te parece Tiffany’s? —preguntó Sunshine.
—Sensacional.
Dieron un paseo por la nueva sección de lujo del centro comercial King James, que tenía un Burberry, un Tiffany’s, un Gucci, y un Coach; olía al último perfume de Michael Kors; y estaba abarrotado de chicas lindas de-regreso-a-preparatoria con sus bellas mamás. En un viaje de compras a solas hace unas semanas atrás, Brittany había visto a su antigua amiga Quinn Fabray deslizándose un nuevo Kate Spade, y recordaba cómo ella solía hacer una orden especial de una temporada entera que valía la pena de bolsos de hombro de nylon desde Nueva York.
Brittany se sintió divertida por saber ese tipo de detalles sobre alguien de la cual ya no era amiga. Y mientras veía a Quinn examinando las valijas Kate Spade de cuero, Brittany se preguntó si Quinn estaba pensando lo que ella estaba pensando: esta nueva ala del centro comercial era justo el tipo de lugar que Sugar Motta hubiera amado. Brittany a menudo pensaba en todas las cosas que Sugar se había perdido – la fogata de regreso a casa el año pasado, la fiesta de karaoke de Lauren Ryan para sus dulces dieciséis en la mansión de su familia, el regreso de los zapatos de punta redonda, las fundas de cuero para iPod nano Channel… iPod nanos, en general. Pero ¿la cosa más grande que Sugar se había perdido? El cambio de imagen de Brittany, por supuesto –y lo que ella había hecho fue como un cañonazo. A veces, cuando Brittany daba vueltas en frente de su espejo de cuerpo entero, pretendía que Sugar estaba sentada detrás de ella, criticando sus conjuntos de la forma en que solía hacerlo. Brittany había desperdiciado tantos años siendo una gorda y pegajosa perdedora, pero las cosas eran tan diferentes ahora.
Ella y Sunshine se dirigieron hacia Tiffany’s; estaba lleno de vidrio, cromo, y luces blancas que hacían que los impecables diamantes brillaran incluso más. Sunshinemerodeaba alrededor de las vitrinas y entonces levantó las cejas hacia Brittany.
—¿Tal vez un collar?
—¿Qué hay sobre un encantador brazalete?
—Perfecto.
Caminaron hacia la vitrina y miraron el encantador brazalete de plata con un prendedor en forma de corazón. —Tan lindo —suspiró Sunshine.
—¿Interesadas? —Preguntó una elegante dependienta mayor.
—Oh, no lo sé —dijo Brittany.
—Te viene bien. —La mujer abrió la vitrina y tanteó alrededor por el brazalete. —Está en todas las revistas.
Brittany le dio un codazo a Sunshine. —Pruébatelo tú.
Sunshine lo deslizó en su muñeca. —Es verdaderamente hermoso. —Entonces la mujer se giró hacia otro cliente. Cuando lo hizo, Sunshine deslizó el brazalete fuera de su muñeca y lo metió dentro de su bolsillo. Al mismo tiempo, Brittany apretó sus labios y le hizo señas a otra dependienta, una chica de cabello rubio-miel que usaba brillo labial color coral.
—¿Puedo probarme ese brazalete de ahí, el con el amuleto redondo?
—¡Seguro!— La chica abrió la vitrina. —Tengo uno de esos para mí.
—¿Qué hay sobre los aros a juego, también?— Brittany los señaló.
—Por supuesto. Sunshine se había movido hacia los diamantes. Brittany sostuvo los aros y el brazalete en sus manos. Juntos, eran $350. Repentinamente, un enjambre de chicas japonesas abarrotaron el mostrador, todas señalando a otro brazalete con un amuleto redondo en la vitrina de vidrio. Brittany examinó el techo en busca de cámaras y las puertas por detectores.
—Oh, Brittany, ¡ven a ver el Lucero! —gritó Sunshine.
Brittany se detuvo. El tiempo se hizo más lento. Deslizó el brazalete en su muñeca y luego lo movió más arriba dentro de su manga. Atoró los aros en su monedero color cereza con las iniciales Louis Vuitton grabadas. El corazón de Brittany golpeaba con fuerza. Esta era la mejor parte de tomar cosas: la sensación de anticipación. Se sentía toda agitada y viva.
Sunshine señaló con la mano un anillo de diamante hacia ella. —¿No se vería bien en mí?
—Vamos. —Brittany agarró su brazo. —Vamos a Coach.
—¿No te quieres probar alguno? —Sunshine puso mala cara. Ella siempre paraba después de que sabía que Brittany había hecho el trabajo.
—Nah —dijo Brittany. —Los bolsos están gritando nuestros nombres. —Sentía la cadena de plata del brazalete presionando gentilmente en un brazo. Tenía que conseguir salir de ahí mientras las chicas japonesas todavía estaban haciendo alboroto alrededor del mostrador. La dependienta no había vuelto a mirar en su dirección.
—Bien —dijo Sunshine dramáticamente. Tomó el anillo -sosteniéndolo por sus diamantes, lo que incluso Brittany sabía que se suponía no debías hacer- de regreso a la dependienta. —Esos diamantes son muy pequeños —dijo. —Lo siento.
—Tenemos otros —intentó la mujer.
—Vamos —dijo Brittany, agarrando el brazo de Sunshine. Su corazón martilleaba mientras hilaban su camino por Tiffany’s. El amuleto tintineó en su muñeca, pero mantuvo su manga tirada hacia abajo. Brittany era una experimentada profesional en esto –primero había sido el dulce suelto en la tienda abierta las veinticuatro horas Wawa, luego CDs de Tower, luego camisetas de bebé de Ralph Lauren –y se sentía más grande y más poderosa cada vez. Cerró sus ojos y cruzó el umbral,preparándose a sí misma para que las alarmas se dispararan. Pero nada pasó. Estaban fuera.
Sunshine apretó su mano. —¿Conseguiste uno también?
—Por supuesto. —Movió el brazalete alrededor de su muñeca. —Y estos. —Abrió el monedero y le mostró a Sunshine los aros.
—Mierda. —Los ojos de Sunshine se ensancharon.
Brittany sonrió. A veces se sentía tan bien superar a tu mejor amiga. No queriendo traer mala suerte, se alejó rápidamente de Tiffany’s y escuchó por si alguien las venía persiguiendo. El único ruido, sin embargo, era el borboteo de la fuente y una versión de Muzak de —¡Oops! I Did It Again.
Oh sí, lo hice, pensó Brittany.

OMG! es identico al libro

pero me gusta mas la historia original

wooow, Rach y Will jajaja dios qe buen fic, y ahora Britt ladrona profesional XD
Ansiosa por saber de la vida de Quinn!
Actualiza prontito :)

GRACIAS POR COMENTAR :) obvio que el original es mejorrrrrr

si soy yo la que te pregunto en tu pagina quien era mona y la que te pregunto en tu ASK quien iva a ser jenna XD soy adicta a los spoilers!!!!! XD plisss actualiza pronto!! :D

Ya estoy escribiendo el proximo Vale!! En cuanto lo termine lo subo (:

Te adora! jajaja muy buen fic! me gusta que hicieras la adaptación de los libros y no de las serie (porque los libros son mucho mejores, especialmente los que estan en ingles)

Me fascina, me fascina esta increible jejej revivo la 1era temporada, naguiriri no me esperaba a Will como Ezra jajaja y Briittany es como la Hanna y me gusta mucho el Gingertana jaja la que falta es Quinn :) jejej quiero saber quien hace de Jenna y quien hace de Toby uyuyuyuyuy


Tienes una lectora pero requete fiel eh te seguire cada vez q actualices. Espero tu actualizacion con muchisisisimas ansias.

Saludos cuidate.


~Carly~