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[Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Bueno, ahora a esperar que pasara en ese viaje de Santana!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Bueno, ahora a esperar que pasara en ese viaje de Santana!!!!!
Hola, si ¬¬ esperemos y sea corto para q se casen...y esten juntas la vrdd jajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 5 - P II
Capitulo 5 - Parte II
Eran las 2 de la mañana, estaba dormida en el sofá bajo una cubierta de cuerpos peludos.
Food Network estaba en la televisión.
Saco la cara de la almohada... bien.
Babeo.
Espera, ¿por qué estaba en el sofá?
¿Y qué estaba sonando?
El teléfono.
¡Oh, el teléfono!
Me apresuré a recogerlo, viendo que era Santana.
—¿Bebé? ¿Ya llegaste?
—Acabo de aterrizar en Hanoi— dijo, bostezando, pero su voz tenía la sensación de urgencia que siempre tenía cuando estaba de viaje.
Ella amaba su trabajo.
Ella amaba viajar.
Hubo un tiempo en que comenzamos a vivir juntas que ella no viajaba tanto, y llegué a creer que podría estar pensando en abandonar esta vida de trotamundos.
Ella todavía viajaba, pero no tanto.
Le encantaba demasiado como para renunciar a ello.
Y la amaba demasiado como para pedirle que lo hiciera. Además, estábamos acostumbrados a estar separadas. Así es cómo nos conocimos, es cómo nos juntamos, es cómo nos enamoramos.
Lo hicimos funcionar, porque era todo lo que conocíamos.
—¿Cómo estuvo el vuelo?
—El último tramo fue brutal, pero es bueno estar aquí. El sol está brillando, hace como mil grados, y hay un cuenco de pho esperándome tan pronto te cuelgue.
—Bueno, no dejes que te retenga—bromeé—Gracias por reportarte. ¿Cuándo te diriges a la primera localización?
—Mañana por la mañana. Voy a pasar el día en la ciudad, aclimatándome y trabajando con los muchachos de aquí que me llevarán al recorrido. Luego tomo el tren nocturno mañana. O esta noche. No tengo idea de qué hora es.
—Está bien, cariño, llámame cuando puedas.
Sabía que se iba a reportar, pero cuando Santana estaba trabajando tendía a perder la noción del tiempo.
Ciertamente era de la misma manera cuando estaba trabajando conmigo...
—Lo haré. Te amo.
—También te amo. Ella dice que te echa de menos.
—Aw, cuéntale a mi linda chica que la extraño también.
—Ella solo duerme conmigo cuando estás fuera de la ciudad.
—Ella sabe quién manda.
—Te voy a colgar, Wallbanger.
—Primero te cuelgo yo, chica...
Hee-hee. Gané.
Desalojar a cuatro gatos me costó bastante, pero finalmente me puse de pie y me estiré antes de irme a la cama.
Mi teléfono sonó y miré la pantalla.
Mi morena había enviado una foto de sus fideos.
Tonta.
Trabajé mucho esa semana, tratando de terminar antes de tiempo antes del gran día.
Mercedes había pasado de asistente a diseñadora junior desde que se unió al equipo el año pasado, y ella fue fundamental para ayudarme a mí y a todo el equipo, a superar con éxito el nuevo acuerdo que teníamos con Emma.
Mercedes todavía trabajaba estrechamente conmigo en la mayoría de mis proyectos, pero ella estaba empezando a asumir algunos pequeños proyectos por su cuenta, por lo general con mi supervisión.
Ella había estado manejando a mis clientes mientras yo estaba con los últimos ajustes de la boda. Saber que ella mantendría las cosas en el aire y funcionando mientras yo estaba fuera fue un gran alivio, pero aún así quería asegurarme de poder hacer todo lo posible antes de nuestro gran día.
Al final de la semana estaba agotada, pero sintiendo que había avanzado un poco.
Tenía una reunión a las cuatro y media con Emma que tenía la sensación de que terminaría en tragos después.
Tenía ese sentimiento porque era la forma en que terminábamos casi cada semana cuando ella estaba en la ciudad, así que por eso estaba bastante segura.
El hecho de que yo llevaba una botella de vino también fue un indicio. Me dirigía su oficina, con los brazos llenos de carpetas y mis lápices de colores siempre presentes, junto con el vino, cuando la escuché gritarle a alguien por teléfono.
—Oh Dios mío, ¿estás seguro? Qué significa eso? Jesús, ¿qué se supone que debo decirle?
Asomé la cabeza por la puerta, no queriendo interrumpirla, pero no queriendo que ella pensara que estaba escuchando a escondidas tampoco.
—¿Debería irme?—susurré.
Ella me miró, y cuando mis ojos se encontraron, los pelos de mi nuca se erizaron. Tenía los ojos muy abiertos, asustados y llenos de lágrimas. La sala se redujo, mi campo de visión ahora solo incluía su cara y ese teléfono.
—¿Qué está pasando?—pregunté, mi voz temblaba.
Porque ya lo sabía.
—Brittany, cariño, es Will—comenzó, y mi sangre se congeló.
Solo más tarde me di cuenta de que había dejado caer todo lo que llevaba. Incluyendo el vino, que cayó directamente sobre mi dedo gordo.
Tuve un hematoma debajo de la uña durante meses.
—¿Qué está pasando?—escuché a alguien decir, y ese alguien era yo.
—No sé, él acaba de llamar y...
—Dame el teléfono, Emma—le dije, cruzando hacia ella en un instante y agarrando el teléfono de su mano—¿Dónde está ella? ¿Qué le pasó?
—No sé nada todavía, Brittany. Yo...
—Si no supieras nada, no estarías llamando a Emma, y ella no estaría pálida en este momento. ¿Qué le pasó a Santana?—pregunté, mi voz ahora sonaba más y más alta.
Sonaba estridente, sonaba desesperada.
Sonaba muerta de miedo.
—No sé mucho, uno de los tipos con los que ella estaba me llamó. Aún estoy en la lista como su contacto de emergencia en National Geographic, supongo. Hubo un accidente en una de las cuevas hoy. Es tan difícil entender lo que sucedió; el tipo no habla muy bien español y la señal fue tan irregular y...
—Maldita sea, Will, ¿qué pasó?—frité, golpeando el escritorio de Emma con mi mano.
—Se cayó. Estaba en una especie de andamio de bambú, y el cable al que estaba sujeto no era seguro, y se cayó. No sé hasta dónde. Pero creo que fue lo suficiente como para qué tal vez se rompiera algunos huesos.
—Huesos rotos. De acuerdo, tal vez tiene huesos rotos—exhalé, agarrando el escritorio ahora mientras mis rodillas se tambaleaban—Está bien, está bien—repetí.
—No solo eso, Brittany, ella fue noqueada por la caída. Ha habido algún tipo de daño en su cráneo. La transportaron en helicóptero a un hospital, pero hasta donde sé, todavía está inconsciente. No sé mucho más que eso. He estado intentando contactar a uno de los médicos que lo tratan, pero...
—¡Mercedes!—grité por el pasillo—¡Entra aquí ahora mismo!
—Brittany, ¿qué estás haciendo?—preguntó Emma, y levanté un dedo.
—Will, necesito saber dónde está. Qué ciudad, qué hospital. Necesito el nombre del doctor. Necesito su nombre y su información de contacto—le dije a Will, justo cuando Mercedes entraba corriendo en la oficina—¿Todavía tienes mi información de pasaporte de cuando me ayudaste a reservar nuestro viaje a España?—le pregunté, diciéndole a Will que esperara.
—Sí, sí, la tengo—dijo, mirando de mí a Emma—¿Que está pasando?
—Necesito que me hagas una reservación en el primer vuelo a Hanoi. Solo dame una hora para llegar a casa y tomar mi pasaporte. Envíame la información cuando la tengas.
—Espera, ¿Hanoi? ¿Cuándo? ¿Cuánto puedo gastar? ¿A dónde quieres conectarte? Cómo...
—Tan pronto como sea posible. No me importa. No me importa. Por favor haz esto ahora,—respondí, ahora tranquila—Will, me voy a casa a buscar mi pasaporte y luego iré al aeropuerto. Emma me va a llevar para poder hacer algunas llamadas en el camino. Averigua lo que puedas y llámame tan pronto como sepas más, ¿de acuerdo?
—Está bien, lo haré. Estás segura de que quieres...
—Me estás diciendo que Santana está inconsciente en algún lugar del mundo. ¿Qué carajo estaría haciendo ahora mismo?—pregunté, devolviéndole el teléfono a Emma y dirigiéndome a la puerta—Estaré lista para partir en dos minutos. Mercedes, consígueme ese avión.
Cinco horas más tarde, estaba en un avión sobre el Pacífico.
Un asiento a la izquierda. Primera clase.
¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta un boleto de última hora en primera clase a Asia?
Simplemente comience a escribir ceros, simplemente alinee a esos cabrones.
Me senté en mi puesto, no vi ninguna película.
¿Sabías que en primera clase en estos vuelos asiáticos obtienes tu propia jodida cabina?
Es como una minisuite, pero en un avión.
Cuando Santana y yo fuimos a Vietnam un tiempo atrás, volamos en clase ejecutiva.
Claro, fue súper cool, pero nada que ver con esto.
Mercedes tuvo que dividir el costo en cinco tarjetas de crédito. No me importó.
Estaba yendo hacia mi Santana.
Will había podido obtener información adicional antes de que mi vuelo despegara. Todavía estaba inconsciente, la estaban examinando para evaluar lo que llamaron LCB, o lesión cerebral traumática. Si había una inflamación alrededor del cerebro por una fractura de cráneo, que Will dijo que todavía no habían descartado, probablemente necesitaría una cirugía para aliviar la presión intercraneal.
Déjame decirte lo que nunca debes hacer en estos casos.
Nunca te metas en internet y busques cualquiera de estos términos. Te cagarás.
Tal como estaban las cosas, me estaba esforzando mucho para evitar el wi-fi para hacer exactamente esto.
Seguí revisando mi teléfono solo en busca de actualizaciones o correos electrónicos de Will, que todavía no tenía nada nuevo que informar.
Así que me senté en mi cabina y pensé en mi dulce Santana.
Will llamó al hospital y habló con el personal, haciéndoles saber que, aunque técnicamente no figuraba como pariente más cercano o incluso como contacto de emergencia (algo que se corregiría lo antes posible), yo era su prometida y debían permitirme verlo cuando llegara al hospital.
Will había recibido un poder cuando se trataba de Santana, algo que se había establecido años antes, cuando todavía estaba en Stanford.
Mi dulce Santana, totalmente sola en el mundo durante años, a excepción de Will, mientras trotaba por el mundo de aquí para allá, sin importarle nada más que su amada fotografía.
Con Will de regreso en San Francisco, administrando sus finanzas y su único contacto en caso de que alguna vez haya una emergencia, estaba realmente libre de ataduras.
Pero ya no más.
Yo era su correa.
Yo era su contacto. Y
o era su “en caso de emergencia llamé a”, o debería serlo.
La amaba más que a ninguna persona en este planeta, y estaba aterrorizada porque algo le fuera a pasar antes de que pudiera llegar ahí.
Me senté en mi cápsula, muy por encima del océano, y mientras mi cerebro seguía ardiendo y revolviéndose, la idea que volvía a mi cabeza era espuma de ajo.
La espuma de ajo en langostinos gigantes que ella quería servir en nuestra boda, pero no podía tenerlos.
En algún momento, se decidió que nuestros huéspedes pudieran ser alérgicos a los mariscos y eso era más importante que lo que quería comer una de las novias en su propia boda.
¿Qué coño?
¿Cómo sucedió esto?
Las cosas se vuelven muy claras cuando estás sentado en una cápsula sobre el océano pensando en tu dulce Santana.
Y el hecho era que no me importaba nada esa tontería de la boda.
Solo quería decir las mismas palabras para esta mujer que la gente había estado diciendo por generaciones y generaciones.
Quería ponerme de pie con esta mujer y asegurarme de que ella sabía que era mía y que yo era suya para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad mientras ambos viviéramos.
¿Y el resto?
Pura mierda.
No puedes pasear en un avión por mucho tiempo antes de que empieces a poner nerviosa a la gente, así que me senté en mi cabina y no vi la película, pero vi la película que estaba en el interior de mis párpados.
Santana, la primera vez que la vi.
Medio desnuda, cubierta solo en una sábana, de pie al otro lado de la puerta de entrada, molesta porque toqué su puerta, pero no tan molesto para mirar mis piernas que se asomaban por debajo de ese camisón rosa.
Santana, la primera vez que la besé.
Parada en la terraza de Emma bajo la luz de la luna con las olas rompiendo y los grillos cantando y mis manos llenas de su estúpido suéter de olor increíble y mis labios llenos de mi morena.
Santana, la primera vez que me hizo el amor.
En la cama más hermosa, en el dormitorio más hermoso de la casa más hermosa de España, donde se mantuvo encima de mí, temblando de necesidad mientras se movía junto a mí.
Santana, la primera vez que me folló.
Rodeada de pasas y cubierta de harina mientras la hacía mía con fuerza, y le dimos la bienvenida a mi orgasmo perdido, pero no olvidado.
Santana, el día que me pidió que compráramos nuestra casa.
Sentada conmigo en su regazo en la esquina de nuestro ahora dormitorio, las paredes cubiertas con un horrible papel tapiz entregándome su corazón, pidiéndome que formara un hogar con ella.
Santana, bailando conmigo en la apertura del primer hotel que había diseñado.
Santana, devorando mi pan de calabacín.
Santana, buscando por horas bajo la lluvia a Lord Tubbington.
Santana, durmiendo en la orilla de nuestra cama roncando tan fuerte que debería ser ilegal.
Santana, de pie en la ducha pidiéndome que fuera su esposa.
Santana era mi mundo.
Y yo estaba viajando alrededor de este para llegar a ella.
A tiempo.
Food Network estaba en la televisión.
Saco la cara de la almohada... bien.
Babeo.
Espera, ¿por qué estaba en el sofá?
¿Y qué estaba sonando?
El teléfono.
¡Oh, el teléfono!
Me apresuré a recogerlo, viendo que era Santana.
—¿Bebé? ¿Ya llegaste?
—Acabo de aterrizar en Hanoi— dijo, bostezando, pero su voz tenía la sensación de urgencia que siempre tenía cuando estaba de viaje.
Ella amaba su trabajo.
Ella amaba viajar.
Hubo un tiempo en que comenzamos a vivir juntas que ella no viajaba tanto, y llegué a creer que podría estar pensando en abandonar esta vida de trotamundos.
Ella todavía viajaba, pero no tanto.
Le encantaba demasiado como para renunciar a ello.
Y la amaba demasiado como para pedirle que lo hiciera. Además, estábamos acostumbrados a estar separadas. Así es cómo nos conocimos, es cómo nos juntamos, es cómo nos enamoramos.
Lo hicimos funcionar, porque era todo lo que conocíamos.
—¿Cómo estuvo el vuelo?
—El último tramo fue brutal, pero es bueno estar aquí. El sol está brillando, hace como mil grados, y hay un cuenco de pho esperándome tan pronto te cuelgue.
—Bueno, no dejes que te retenga—bromeé—Gracias por reportarte. ¿Cuándo te diriges a la primera localización?
—Mañana por la mañana. Voy a pasar el día en la ciudad, aclimatándome y trabajando con los muchachos de aquí que me llevarán al recorrido. Luego tomo el tren nocturno mañana. O esta noche. No tengo idea de qué hora es.
—Está bien, cariño, llámame cuando puedas.
Sabía que se iba a reportar, pero cuando Santana estaba trabajando tendía a perder la noción del tiempo.
Ciertamente era de la misma manera cuando estaba trabajando conmigo...
—Lo haré. Te amo.
—También te amo. Ella dice que te echa de menos.
—Aw, cuéntale a mi linda chica que la extraño también.
—Ella solo duerme conmigo cuando estás fuera de la ciudad.
—Ella sabe quién manda.
—Te voy a colgar, Wallbanger.
—Primero te cuelgo yo, chica...
Hee-hee. Gané.
Desalojar a cuatro gatos me costó bastante, pero finalmente me puse de pie y me estiré antes de irme a la cama.
Mi teléfono sonó y miré la pantalla.
Mi morena había enviado una foto de sus fideos.
Tonta.
Trabajé mucho esa semana, tratando de terminar antes de tiempo antes del gran día.
Mercedes había pasado de asistente a diseñadora junior desde que se unió al equipo el año pasado, y ella fue fundamental para ayudarme a mí y a todo el equipo, a superar con éxito el nuevo acuerdo que teníamos con Emma.
Mercedes todavía trabajaba estrechamente conmigo en la mayoría de mis proyectos, pero ella estaba empezando a asumir algunos pequeños proyectos por su cuenta, por lo general con mi supervisión.
Ella había estado manejando a mis clientes mientras yo estaba con los últimos ajustes de la boda. Saber que ella mantendría las cosas en el aire y funcionando mientras yo estaba fuera fue un gran alivio, pero aún así quería asegurarme de poder hacer todo lo posible antes de nuestro gran día.
Al final de la semana estaba agotada, pero sintiendo que había avanzado un poco.
Tenía una reunión a las cuatro y media con Emma que tenía la sensación de que terminaría en tragos después.
Tenía ese sentimiento porque era la forma en que terminábamos casi cada semana cuando ella estaba en la ciudad, así que por eso estaba bastante segura.
El hecho de que yo llevaba una botella de vino también fue un indicio. Me dirigía su oficina, con los brazos llenos de carpetas y mis lápices de colores siempre presentes, junto con el vino, cuando la escuché gritarle a alguien por teléfono.
—Oh Dios mío, ¿estás seguro? Qué significa eso? Jesús, ¿qué se supone que debo decirle?
Asomé la cabeza por la puerta, no queriendo interrumpirla, pero no queriendo que ella pensara que estaba escuchando a escondidas tampoco.
—¿Debería irme?—susurré.
Ella me miró, y cuando mis ojos se encontraron, los pelos de mi nuca se erizaron. Tenía los ojos muy abiertos, asustados y llenos de lágrimas. La sala se redujo, mi campo de visión ahora solo incluía su cara y ese teléfono.
—¿Qué está pasando?—pregunté, mi voz temblaba.
Porque ya lo sabía.
—Brittany, cariño, es Will—comenzó, y mi sangre se congeló.
Solo más tarde me di cuenta de que había dejado caer todo lo que llevaba. Incluyendo el vino, que cayó directamente sobre mi dedo gordo.
Tuve un hematoma debajo de la uña durante meses.
—¿Qué está pasando?—escuché a alguien decir, y ese alguien era yo.
—No sé, él acaba de llamar y...
—Dame el teléfono, Emma—le dije, cruzando hacia ella en un instante y agarrando el teléfono de su mano—¿Dónde está ella? ¿Qué le pasó?
—No sé nada todavía, Brittany. Yo...
—Si no supieras nada, no estarías llamando a Emma, y ella no estaría pálida en este momento. ¿Qué le pasó a Santana?—pregunté, mi voz ahora sonaba más y más alta.
Sonaba estridente, sonaba desesperada.
Sonaba muerta de miedo.
—No sé mucho, uno de los tipos con los que ella estaba me llamó. Aún estoy en la lista como su contacto de emergencia en National Geographic, supongo. Hubo un accidente en una de las cuevas hoy. Es tan difícil entender lo que sucedió; el tipo no habla muy bien español y la señal fue tan irregular y...
—Maldita sea, Will, ¿qué pasó?—frité, golpeando el escritorio de Emma con mi mano.
—Se cayó. Estaba en una especie de andamio de bambú, y el cable al que estaba sujeto no era seguro, y se cayó. No sé hasta dónde. Pero creo que fue lo suficiente como para qué tal vez se rompiera algunos huesos.
—Huesos rotos. De acuerdo, tal vez tiene huesos rotos—exhalé, agarrando el escritorio ahora mientras mis rodillas se tambaleaban—Está bien, está bien—repetí.
—No solo eso, Brittany, ella fue noqueada por la caída. Ha habido algún tipo de daño en su cráneo. La transportaron en helicóptero a un hospital, pero hasta donde sé, todavía está inconsciente. No sé mucho más que eso. He estado intentando contactar a uno de los médicos que lo tratan, pero...
—¡Mercedes!—grité por el pasillo—¡Entra aquí ahora mismo!
—Brittany, ¿qué estás haciendo?—preguntó Emma, y levanté un dedo.
—Will, necesito saber dónde está. Qué ciudad, qué hospital. Necesito el nombre del doctor. Necesito su nombre y su información de contacto—le dije a Will, justo cuando Mercedes entraba corriendo en la oficina—¿Todavía tienes mi información de pasaporte de cuando me ayudaste a reservar nuestro viaje a España?—le pregunté, diciéndole a Will que esperara.
—Sí, sí, la tengo—dijo, mirando de mí a Emma—¿Que está pasando?
—Necesito que me hagas una reservación en el primer vuelo a Hanoi. Solo dame una hora para llegar a casa y tomar mi pasaporte. Envíame la información cuando la tengas.
—Espera, ¿Hanoi? ¿Cuándo? ¿Cuánto puedo gastar? ¿A dónde quieres conectarte? Cómo...
—Tan pronto como sea posible. No me importa. No me importa. Por favor haz esto ahora,—respondí, ahora tranquila—Will, me voy a casa a buscar mi pasaporte y luego iré al aeropuerto. Emma me va a llevar para poder hacer algunas llamadas en el camino. Averigua lo que puedas y llámame tan pronto como sepas más, ¿de acuerdo?
—Está bien, lo haré. Estás segura de que quieres...
—Me estás diciendo que Santana está inconsciente en algún lugar del mundo. ¿Qué carajo estaría haciendo ahora mismo?—pregunté, devolviéndole el teléfono a Emma y dirigiéndome a la puerta—Estaré lista para partir en dos minutos. Mercedes, consígueme ese avión.
Cinco horas más tarde, estaba en un avión sobre el Pacífico.
Un asiento a la izquierda. Primera clase.
¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta un boleto de última hora en primera clase a Asia?
Simplemente comience a escribir ceros, simplemente alinee a esos cabrones.
Me senté en mi puesto, no vi ninguna película.
¿Sabías que en primera clase en estos vuelos asiáticos obtienes tu propia jodida cabina?
Es como una minisuite, pero en un avión.
Cuando Santana y yo fuimos a Vietnam un tiempo atrás, volamos en clase ejecutiva.
Claro, fue súper cool, pero nada que ver con esto.
Mercedes tuvo que dividir el costo en cinco tarjetas de crédito. No me importó.
Estaba yendo hacia mi Santana.
Will había podido obtener información adicional antes de que mi vuelo despegara. Todavía estaba inconsciente, la estaban examinando para evaluar lo que llamaron LCB, o lesión cerebral traumática. Si había una inflamación alrededor del cerebro por una fractura de cráneo, que Will dijo que todavía no habían descartado, probablemente necesitaría una cirugía para aliviar la presión intercraneal.
Déjame decirte lo que nunca debes hacer en estos casos.
Nunca te metas en internet y busques cualquiera de estos términos. Te cagarás.
Tal como estaban las cosas, me estaba esforzando mucho para evitar el wi-fi para hacer exactamente esto.
Seguí revisando mi teléfono solo en busca de actualizaciones o correos electrónicos de Will, que todavía no tenía nada nuevo que informar.
Así que me senté en mi cabina y pensé en mi dulce Santana.
Will llamó al hospital y habló con el personal, haciéndoles saber que, aunque técnicamente no figuraba como pariente más cercano o incluso como contacto de emergencia (algo que se corregiría lo antes posible), yo era su prometida y debían permitirme verlo cuando llegara al hospital.
Will había recibido un poder cuando se trataba de Santana, algo que se había establecido años antes, cuando todavía estaba en Stanford.
Mi dulce Santana, totalmente sola en el mundo durante años, a excepción de Will, mientras trotaba por el mundo de aquí para allá, sin importarle nada más que su amada fotografía.
Con Will de regreso en San Francisco, administrando sus finanzas y su único contacto en caso de que alguna vez haya una emergencia, estaba realmente libre de ataduras.
Pero ya no más.
Yo era su correa.
Yo era su contacto. Y
o era su “en caso de emergencia llamé a”, o debería serlo.
La amaba más que a ninguna persona en este planeta, y estaba aterrorizada porque algo le fuera a pasar antes de que pudiera llegar ahí.
Me senté en mi cápsula, muy por encima del océano, y mientras mi cerebro seguía ardiendo y revolviéndose, la idea que volvía a mi cabeza era espuma de ajo.
La espuma de ajo en langostinos gigantes que ella quería servir en nuestra boda, pero no podía tenerlos.
En algún momento, se decidió que nuestros huéspedes pudieran ser alérgicos a los mariscos y eso era más importante que lo que quería comer una de las novias en su propia boda.
¿Qué coño?
¿Cómo sucedió esto?
Las cosas se vuelven muy claras cuando estás sentado en una cápsula sobre el océano pensando en tu dulce Santana.
Y el hecho era que no me importaba nada esa tontería de la boda.
Solo quería decir las mismas palabras para esta mujer que la gente había estado diciendo por generaciones y generaciones.
Quería ponerme de pie con esta mujer y asegurarme de que ella sabía que era mía y que yo era suya para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad mientras ambos viviéramos.
¿Y el resto?
Pura mierda.
No puedes pasear en un avión por mucho tiempo antes de que empieces a poner nerviosa a la gente, así que me senté en mi cabina y no vi la película, pero vi la película que estaba en el interior de mis párpados.
Santana, la primera vez que la vi.
Medio desnuda, cubierta solo en una sábana, de pie al otro lado de la puerta de entrada, molesta porque toqué su puerta, pero no tan molesto para mirar mis piernas que se asomaban por debajo de ese camisón rosa.
Santana, la primera vez que la besé.
Parada en la terraza de Emma bajo la luz de la luna con las olas rompiendo y los grillos cantando y mis manos llenas de su estúpido suéter de olor increíble y mis labios llenos de mi morena.
Santana, la primera vez que me hizo el amor.
En la cama más hermosa, en el dormitorio más hermoso de la casa más hermosa de España, donde se mantuvo encima de mí, temblando de necesidad mientras se movía junto a mí.
Santana, la primera vez que me folló.
Rodeada de pasas y cubierta de harina mientras la hacía mía con fuerza, y le dimos la bienvenida a mi orgasmo perdido, pero no olvidado.
Santana, el día que me pidió que compráramos nuestra casa.
Sentada conmigo en su regazo en la esquina de nuestro ahora dormitorio, las paredes cubiertas con un horrible papel tapiz entregándome su corazón, pidiéndome que formara un hogar con ella.
Santana, bailando conmigo en la apertura del primer hotel que había diseñado.
Santana, devorando mi pan de calabacín.
Santana, buscando por horas bajo la lluvia a Lord Tubbington.
Santana, durmiendo en la orilla de nuestra cama roncando tan fuerte que debería ser ilegal.
Santana, de pie en la ducha pidiéndome que fuera su esposa.
Santana era mi mundo.
Y yo estaba viajando alrededor de este para llegar a ella.
A tiempo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Solo espero que la dulce San este bien, que Britt llegue a tiempo!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió: Solo espero que la dulce San este bien, que Britt llegue a tiempo!!!!!!
Hola, siii!!! yo tmbn lo espero, osea, tiene q estarlo!!!! Tmbn tiene q, dejo todo altiro!!!! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 6 Último - P I
Capitulo 6 Último - Parte I
Aterricé en Hanoi con el teléfono lleno de mensajes de Rachel, Marley, Quinn y Kitty, pero solo escuché los que venían de Will.
Santana se había despertado, aunque brevemente. Todavía estaba muy sedada y la estaban preparando para someterse a otra resonancia magnética para determinar si era necesaria una cirugía.
Dependiendo de cuán rápido pudiera llegar al hospital, podría estar ahí para los resultados.
Logré atravesar la aduana sin gritar, guardé mi bolsa de viaje en un destartalado taxi y le di órdenes de llevarme al Hanoi French Hospital, donde Santana estaba siendo atendida.
En todo este tiempo no me salió ni una lágrima.
Ni cuando llamé a mis padres para decirles a dónde iba.
Ni cuando empaqué una bolsa con tanta prisa que terminé con diez pares de pantalones y solo dos pares de bragas.
Ni cuando Emma me dejaba en el aeropuerto, y ni cuando me encerré en el baño de señoras de primera clase, el primer lugar donde podía estar sola y donde ya me había dado permiso para desmoronarme.
Pero no hay lágrimas.
Y ahora, mientras avanzaba a trompicones por las abarrotadas calles de Hanoi, en dirección a este hospital, todavía no lloraba.
Pero el pánico estaba comenzando a aparecer. Había estado andando con pura adrenalina hasta este punto, pero desde que mi teléfono murió y no había podido obtener ninguna información nueva, estaba listo para salir de mi piel.
Llegamos al hospital y le di al conductor al menos cinco veces más de lo que necesitaba porque todavía no había hecho el cambio a moneda local, pero no me importó.
Corrí dentro, buscando un directorio de cualquier tipo.
Neurología.
Will dijo que estaría en neurología. Pero también dijo cuidados intensivos... entonces, ¿a dónde ir?
¿Dónde estaba ella?
Me di la vuelta, buscando a alguien que pudiera ayudarme.
—¿Señorita?—preguntó una voz suave, y me volteé para ver a alguien sentado en un mostrador de información—¿Puedo ayudarla?
Ella tenía un acento sureño, por el amor de Dios. No sé lo que esperaba al irrumpir en un hospital vietnamita, pero una pequeña rubia que sonaba como ¿Delta Burke? nada de eso.
—Estoy buscando una paciente, Santana López. Soy su prometida, y ella tuvo un accidente. Me dijeron que estaba aquí, pero no sé dónde, o en qué piso, o...
—Santana López, sí, ella está aquí. Ella está en el cuarto piso. ¿Te gustaría que te lleve ahí?
Estallé en llanto, lágrimas gigantes salieron de mí.
No pude evitarlo, mi cuerpo simplemente soltó todo de una vez.
—Sí, por favor,—logré decir mientras me entregaba varios pañuelos de papel y finalmente toda la caja.
—Santana López, ella es la fotógrafa, ¿verdad?
—¡Sí!—le grité, dejándola llevarme hacia el ascensor—¿Cómo lo sabes?
—No tenemos muchos pacientes estadounidenses aquí a la vez. El personal sabe quién es quién bastante rápido. Se cayó, ¿verdad?
—¡Sí! Pero no he hablado con nadie desde que aterricé. ¿Sabes cómo está ella?—pregunté, limpiándome la cara cuando la puerta del ascensor se abrió en el cuarto piso.
—Creo que será mejor que hable con su médico. Déjame llevarte a su habitación, ¿de acuerdo?—dijo, guiándome hacia la estación de enfermeras.
Una vez ahí, habló rápidamente con las enfermeras, que nos indicaron su habitación.
Sin siquiera molestarme en darle las gracias, corrí hacia la puerta, viendo su nombre en un cartel justo afuera.
Me preparé.
Respiré hondo, me armé de valor para enfrentar cualquier cosa que pudiera encontrar dentro, y abrí la puerta.
Se fuerte, se fuerte, se fuerte.
Sería fuerte.
Lo que sea que encontrara al otro lado de esa puerta, sería fuerte por ella.
Sí. Bueno. No tanto.
Porque cuando vi a Santana acostada en una cama de hospital, rodeada de tubos, máquinas, botones y pitidos, casi morí. Ella yacía ahí con vendas alrededor de su cabeza.
¿Dormida?
¿Inconsciente?
No importaba, estaba agradecida por dos cosas.
Una, que no estaba despierta para verme desmoronarse contra el marco de la puerta. Cuando despertara, y no había un -si- encontraría a Brittany en una pieza.
Y dos, y más importante, yo solo... estaba agradecida. Agradecida de estar aquí, ahora, con Santana.
Así que me permití perder dos minutos más y le di las gracias a quienquiera que estuviera escuchando, luego le retiré el cabello de la frente, suavemente, apenas tocando su piel.
Su rostro estaba cubierta de pequeños cortes y rasguños, vendas que cubrían su pómulo izquierdo. Los moretones florecían aquí y allá, y a lo largo de su cuello y parte superior del torso, la cinta quirúrgica estaba envuelta con fuerza.
Dejé escapar el aliento en un lento estremecimiento, y luego presioné el más pequeño de los besos en una mejilla que aún olía familiar, incluso bajo todos los antisépticos.
Luego comencé a buscar una enfermera, un médico, cualquier persona con un estetoscopio que pudiera decirme qué estaba pasando.
Me reporté en la estación de enfermeras.
Will ya había asegurado de que me autorizaran como visitante, y de que pudiera hablar con el médico tan plenamente como pudiera. Como Will tenía el poder, tendría que ser él quien se comunicara con el personal del hospital si era necesario tomar alguna decisión.
Sabía que cualquier decisión sería tomada conmigo, pero mi cerebro no podía procesar este pensamiento, no podía pensar que algo realmente pasaría.
Hablé con el médico que estaba cuidando a Santana, y me explicó más acerca de lo que Will me había dicho. Estaban esperando los resultados de su resonancia magnética más reciente. Mi morena se había estado despertando intermitentemente toda la mañana, y si quería atraparla cuando estaba despierta, tenía que quedarme en su habitación, y el doctor me buscaría cuando llegaran los resultados.
Así que hice eso.
Me reporté con Will, dejé mi bolsa, me senté en la silla junto a la cama de Santana y la vi dormir. Tomé su mano, maravillándome una vez más con la longitud de sus dedos, la fuerza en su mano, la belleza de su antebrazo.
Pasé las puntas de mis dedos arriba y abajo por su brazo con aire ausente mientras sostenía su mano, observando cómo sus párpados se agitaban un poco.
¿Estaba soñando?
¿Qué soñaba?
Probablemente con la foto que estaba realizando cuando cayó...
Mientras pensaba en estos pensamientos aleatorios, sentí su mano apretar la mía, como lo había hecho miles de veces antes. Miré nuestras manos y luego su cara, donde esos ojos estaban abiertos y parpadeando.
—Hola—le susurré, y observé cómo sus ojos vagaban confusamente por un momento, luego se concentraron en los míos.
—Hola, Britt-Britt—susurró ella, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Hola y Britt-Britt eran oficialmente las palabras más bellas en el idioma español—Te ves bonita—continúa y agrega tres palabras más a esa lista.
—Voy a llamar a tu enfermera, ¿de acuerdo?—dije, buscando el botón de llamada.
—Estoy muy contenta de que estés aquí—murmuró, y volvió a dormirse antes de que la enfermera saliera de su silla en la estación.
Pero eso estuvo bien.
Santana estuvo entre dormida y despierta el resto del día y la mayor parte de la noche.
La última ronda de escaneos mostró que, aunque había sufrido una conmoción cerebral significativa, los efectos no serían duraderos y tendría una recuperación completa.
Will habló con el doctor también, confirmando que me quedaría con Santana en el hospital hasta que estuviera listo para ser dado de alta.
Santana finalmente comenzó a despertarse alrededor de las tres de la madrugada, precedido por los veinte minutos más divertidos de mi vida.
Wallbanger bajo los efectos de la medicina para el dolor no es algo que hayas visto.
Empezando con:
—Oye, Britt. ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo?
—Todo el tiempo, Sanny, pero nunca me canso de oírlo.
—Lo diré más a seguido.
—Claro, Sanny. Puedes decírmelo cuando quieras.
—Oye, Britt ¿alguna vez te he cuánto te amo?
—Claro que sí, hace dos minutos.
—¿Qué es un minuto?
Esto también sucedió…
—Y en el fondo de la cueva, fue como que el mundo se abriera, y había estrellas... pero era algo así como... que nosotros éramos las estrellas...había estrellas en todas partes, pero como que... nosotras éramos las estrellas . . ¿Y sabes qué más?
—¿Qué, Sanny?
—Éramos ellas.
—¿Qué?
—Ellas
—¿Ellas?
—Las estrellas... nosotras éramos ellas... las estrellas...
Y si te gustó eso, amaras esto...
—Britt-Britt. Quiero llenarte de bebés. Algo así como embarazarte con bebés. Y tener algunos bebés... bebés… bebés... ¿Britt? bebés.
Y finalmente...
—Britt, estoy tan contenta de que estés aquí. ¿Pero por qué trajiste esos duendes?
Me dolía el estómago tratando de no reírme de lo tonta que estaba con la medicina para el dolor.
Pero a medida que pasaba el efecto, comenzó a tener un poco más de sentido.
Bebió un poco de agua, asintiendo cuando terminó.
—Vamos, acuéstate; no deberías sentarte tan derecho,—dije, empujándola contra su almohada. El doctor dijo que podría estar mareado por un tiempo.
—Estoy bien en este momento, en realidad—frunció el ceño, viendo como yo estiraba mi espalda—¿Cómo te sientes? ¿No quieres dormir un poco?
—Dormí en el avión.
—Mentirosa, nunca duermes en aviones.
Me atrapó, sonreí tristemente.
—Estoy bien. Dime cómo te sientes. ¿Estás muy adolorida?
—Un poco, sí—admitió.
—¿Y la costilla?—le pregunté.
—¿Costilla?
—Te rompiste una costilla, y un montón más están magulladas—le dije.
—¿En serio?
Mis ojos se agrandaron.
—¿Cuánto recuerdas?
—Todo. Eso creo,—dijo tratando de recordar—Oh sí, apuesto a que me rompí una costilla.
—Cuéntame lo que pasó. En este momento—dije, alcanzando su mano y sosteniéndola fuertemente—Y no te atrevas a dejar nada fuera.
Me contó sobre la increíble cueva y el privilegio de fotografiar un espacio natural tan increíble.
Y de la desvencijada estructura de bambú que usó para trepar y obtener sus malditas fotos.
Y el hecho de que estaba apurado para obtener la última luz antes de tener que pasar a otra toma.
Y el hecho de que no estaba completamente sujeta al arnés de seguridad que había aceptado usar.
Y el hecho de que ella cayera sobre la cámara a más de quince metros por el costado de un acantilado de piedra caliza, noqueándose en el proceso y derribando la mayor parte del andamio con ella.
Recordó haber caído, recordó haber golpeado el piso de la cueva, y recordó que había salvado la cámara de cualquier daño serio.
Increíble.
También recordó lo segura que estaba de haber capturado la imagen.
Doble increíble.
Mis lágrimas habían comenzado de nuevo en algún momento de la historia, y ahora me senté junto a ella en la cama, sosteniendo su mano con fuerza y negándome a mirar nada más que a ella directamente.
Tomando su rostro, sus manos, sus brazos, sus piernas, sus dedos de los pies que se retorcían debajo de la manta del hospital. La toqué donde podía, donde no tenía un moretón o un corte, no tenía mucho espacio para trabajar.
Pero la sostuve lo mejor que pude, le acaricié el pelo ligeramente y besé entre los rasguños y le dije cuánto la amaba.
No pude evitarlo.
Y entre todo esto, mientras la consolaba, ella por supuesto se agarró a mí tan fuerte como pudo. Susurraba palabras como: ”Estoy bien, cariño” y “Todo va a estar bien” y “No llores”.
El no llores me hizo derrumbar.
Porque ahora, con ella en mis brazos tanto como podía, finalmente sentía todo lo que había luchado para mantenerme a raya.
Mi pánico, mi terror, mi impotencia, mi horror por pasar la vida sin ella a mi lado, sin tocarme ni contar chistes.
—Podría matarte, ¿sabes?—dije de repente, liberándome de su agarre y sentándome para mirarla a los ojos—–Es en serio. Te amo, y amo lo que haces, y nunca te pediría que lo abandonaras. Pero no eres una superhéroe de caricatura, con una estúpida sonrisa en la cara mientras luchas con los leones antes de su almuerzo, solo para obtener buenas tomas ¿de acuerdo? Si vuelves a hacer algo como esto otra vez, si te haces daño con tal de conseguir la puto foto, te mataré yo misma—dije, señalándola con el dedo—Sin medicamentos para el dolor.
—Lo prometo, seré más cuidadosa—comentó, diciéndome lo que yo quería escuchar, pero también prometiéndome con sus ojos que estaba tomando en serio lo que dije.
—Te amo mucho—le dije, entrelazando mis dedos con los suyos, necesitando su contacto.
—Yo también te amo—dijo, su voz se volvió gruesa cuando la nueva ronda de medicamentos para el dolor entró en escena—Me alegro de que estés aquí.
—Eh, yo quería volver aquí de todos modos. ¿Tal vez podríamos ir de espeleología?
Ella se rió entre dientes, lo que le hizo doler las costillas, pero siguió sonriendo.
Lo cual me hizo reír finalmente.
Al final de ese largo día, que comenzó para mí en el otro lado del mundo, Santana se sentía mucho mejor.
Para el final de esa semana, Santana fue dada de alta del hospital.
La morena nació bajo una especie de estrella de la suerte.
Tenía que seguir tomándose las cosas con calma, con mucho descanso y poca actividad, pero se le autorizó el alta. Los médicos nos recomendaron que nos quedáramos por lo menos unos días antes de intentar volar a casa.
Volar después de sufrir una conmoción cerebral, especialmente uno tan severo como el que tuvo Santana, podría resultar incómodo en el mejor de los casos.
Convulsiones y náuseas en el peor de los casos, así que tomé la decisión de quedarme todo el tiempo que necesitáramos, asegurándome de que estuviese preparado para un vuelo tan largo.
Después de pasar esa primera noche en la ciudad, contraté a un chofer y la llevé para empezar con su reposo.
Había una isla que habíamos explorado una tarde la última vez que habíamos estado en Ha Long Bay, y me habían fascinado los alojamientos ahí.
Un pequeño hotel, remoto y aislado.
Más bien una colección de bungalós de lujo que un hotel, ofrecía el tipo de paz y tranquilidad que necesitábamos. Cada bungaló estaba situado en la playa, con preciosas vistas al mar. Había suntuosas camas, completas con necesarios mosquiteros, baños al estilo europeo y servicio de habitaciones las veinticuatro horas.
El viaje en coche fue de solo unas pocas horas, seguido de un breve crucero en barco hasta el hotel.
Cuando atracamos, me aseguré de que el equipaje se llevara directamente a nuestro bungaló, y nos dirigimos hacia adentro para hacer el check in.
—Esto es increíble, cariño, pero innecesario. Podríamos habernos quedado en la ciudad, no habría sido un problema.
—Me doy cuenta de eso, San, pero ya que estamos aquí, a pesar de tu dramático accidente y todo, pensé en consentirnos un poco. Tomarnos unos días de descanso y relajación antes de regresar a casa
—¿Una luna de miel antes de la luna de miel?—dijo, golpeando mis caderas con las suyas, con sus manos descansando ligeramente en mi cintura.
—Algo así—sonreí, pero sacudí mi cabeza—Pero no hay miel para ti, cariño; escuchaste al doctor—dije, y ella gruñó.
Había sugerido delicadamente que ciertas cosas deberían esperar hasta que Santana se recuperara por completo de su accidente. Entre la costilla rota y la abolladura de la cabeza, estaba completamente de acuerdo.
Santana no.
—Espera y verás. Esta noche, cuando la brisa empiece a soplar y las olas empiecen a golpear la arena, cambiarás de idea—murmuró, al tiempo que me alzaba el pelo y me besaba la nuca—Además, sabes que me veo bien a la luz de la luna. Ya te veré bajando mis pantalones.
—Hola, sí, este, aquí están sus llaves, señorita Pierce.
Sentí a Santana tena detrás de mí mientras le sonreía al recepcionista.
—Sí, muchas gracias—sonreí, sofocando una risa.
—Están en el bungaló siete; solo siga ese camino. Su equipaje ya debería estar ahí.
—Gracias—dijo Santana desde detrás de mí, y esta vez no sofoqué nada.
Recogiendo mi bolso y las llaves, la tomé de la mano y la llevé a la playa. Era tarde, casi de noche, y la luz comenzaba a cambiar, adquiriendo ese resplandor mágico que el crepúsculo parece tener.
Todos los bordes se suavizaron, los colores se derramaron e incluso el aire cambió un poco. Una brisa cálida soplaba desde el mar, trayendo consigo un sabor salado que arrugaba mi lengua.
Pasamos junto a otros seis bungalós a lo largo del camino bordeado por rocas, y finalmente doblamos una curva para ver la nuestra. Iluminada con velas, con cortinas blancas de lino resoplando a través de las ventanas, parecía el cielo.
Cielo.
Con aire acondicionado.
Lo que en los trópicos a veces era algo muy bueno.
—Oye, mira, no hay vecinos—dijo Santana, mirando la esquina de la playa que nos habían dado.
Era cierto, no había otra alma aquí.
Una o dos luces se asomaban por los árboles aquí y allá, insinuando que habían otros humanos, pero aparte de eso, éramos nosotras y las olas.
—Vamos a echarle un vistazo—le dije, tirando de su mano hasta el porche.
Sillas grandes y cómodas, decoradas por almohadas, flanqueaban la puerta de entrada.
—Aquí está la llave, ábrela, ¿quieres? Voy a ver si estas sillas son tan cómodas como parecen.
—Claro—dijo, quitándome la llave y poniéndola en la cerradura. Justo antes de empujar, la puerta se abrió desde adentro—¿Qué..?
Will estaba en la puerta.
Emma estaba parada a su lado.
Ambos sonrientes.
—Esperen un momento, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Qué está pasando?—preguntó, mirando hacia atrás y hacia adelante entre ellos y yo.
Solo sonreí.
—Es bueno ver que todavía estás en una sola pieza—dijo Will, tirando de una Santana todavía sorprendida, en un gran abrazo—Y no vuelvas a hacerme eso otra vez, ¿me oyes?
—Muévete, muévete—dijo Emma, apartando a su esposo para agarrar a Santana y envolviendo sus brazos alrededor de ella también—Así que, entonces, me alegro de que estés bien. No más cuevas, ¡prométemelo!
—Oye, cuidado con las costillas—protestó Santana, confundida pero feliz de verlos—Pero en serio, ¿qué están haciendo aquí?
—Vinimos para asegurarnos de que Brittany tuviera todo lo que necesitara. Ella salió como un murciélago del infierno cuando descubrió que habías decidido examinar la cueva con tu cara. Es una chica mandona la que tienes ahí—dijo Will, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y la bajó por los escalones hasta la arena—Ven conmigo a nuestro bungaló; estamos cerca de aquí, te contaré todo al respecto. Deja que las ellas se relajen un poco.
—Está bien, sí, claro. Britt, ¿estás bien con eso?—preguntó Santana, todavía asombrada.
—Anda, Emma me trajo algunas cosas, cambios de ropa y esas cosas. Voy a hablar con ella y luego podemos regresar a la casa principal para cenar, ¿te parece bien?—asentí, caminando hacia el frente del porche, inclinándome para besarla una vez, luego dos veces.
—Suena bien, cariño—dijo—¿Sabías que venían?
—Lo sabía,—dije, besándola una vez más—Sorpresa.
—Eres fenomenal, ¿lo sabías?
—Lo sé—asentí con la cabeza, y luego le di la vuelta—Ve a jugar con Will, te veré en un momento—los dos caminaron por la playa, y me volví hacia Emma—Muchas gracias por venir por aquí.
—De nada. Siempre he querido ver esta parte del mundo. Y Will ha estado atormentado por todo esto. Odiaba no estar aquí—contestó, pasando su brazo por el mío y caminando conmigo adentro.
Ella me entregó una bolsa de viaje que reconocí de casa.
—¿Los trajiste?—pregunté, abriendo la bolsa.
—Lo hice—asintió con la cabeza, y vio como sacaba un vestido largo y suelto de la bolsa.
Un vestido blanco largo y suelto.
—Perfecto.
Una hora más tarde, Santana y Will salieron del bungaló y nos encontraron a Emma y a mí esperándolos.
—Oye, ¿Qué tienes puesto? Oye. Te ves hermosísima—dijo, silbando.
Me puse de pie frente a ella con mi vestido blanco, le di las gracias por el cumplido, le cogí la mano y caminé con ella hasta la playa, dejando atrás a mis amigos.
—¿Que está pasando? ¿No vamos a cenar con esos dos?—preguntó.
—Todavía no—respondí, mirando hacia la playa, donde podía ver unas pocas velas encendidas y una o dos antorchas tiki—Quería hablar contigo, antes de que se unan a nosotras.
—¿Qué estás tramando, Britt?—preguntó, mirándome cuidadosamente.
—Compré este vestido hace un año en una pequeña boutique en Mendocino, cuando estaba visitando a Hanna. Salía de la ciudad y me detuve en un semáforo cuando lo vi en la ventana al otro lado de la calle. No podía quitar mis ojos de él. Y sin tener ninguna razón para usarlo, y sin una pista de por qué lo estaba haciendo, lo compré, directamente del maniquí. Ni siquiera me cabía. Tuve que llevarlo a un sastre para alargar el dobladillo; era demasiado corto para mí. El sastre me dijo que era antiguo, probablemente de algún momento de la década de 1930.
—Te queda genial—dijo, manteniéndome a distancia para verme mejor—Vamos, dame una pequeña vuelta.
Me reí y luego giré.
El vestido era de marfil, adornado con encaje viejo a lo largo del corpiño, con una capa de encaje de gasa a lo largo de la falda. Un vestido de tarde, fue hecho para pasear en la ciudad, o un viaje a los jardines. Probablemente se usó con medias y zapatos con cordones.
Yo lo llevaba descalza.
Y con esos pies descalzos, tiré de su mano una vez más y continuamos camino a la playa.
—Cuando Will me dijo que te había sucedido algo, cambié al modo de gestión de crisis. No pensé en nada más que en llegar a ti. Tenerte tan lejos y no saber exactamente qué tan mal estabas y no poder ayudarte, no tengo palabras para expresar cómo se sintió eso. Cómo se sintió pensar que alguien al que amas tanto posiblemente te sería arrebatado—me detuve entonces, justo antes de que la grava diera paso a la arena—Pero no tengo que darte palabras. Porque ya tú sabes cómo se siente.
Una expresión tormentosa se dibujó en su rostro, y ella agarró mis dos manos con las suyas.
—Britt, lamento que hayas tenido que pasar por todo eso.
—No, no, de hecho está bien—le dije, agarrando sus brazos y colocándonos en mi cintura—Porque aquí está la cosa; tenía horas en un avión, sin nada que hacer y nadie con quien hablar, y en lo único que podía pensar era en ti. Y en nosotras. Y lo mucho que te amo— caminé con ella hacia la arena—También pensé mucho sobre otra cosa.
—¿En qué?—ella levantó una ceja.
—Espuma de ajo—le contesté, y luego la hice girar para que mirase a la playa.
Amo a mi Wallbanger sin palabras.
Cientos de velas.
Antorchas Tiki enfiladas hasta donde alcanzaba la vista.
Faroles en tonos violeta, índigo, esmeralda y rubí chocando con la brisa.
La noche llegando resplandeciente contra la playa. En la distancia, una luna temprana iluminó la bahía de Ha Long, con sus antiguas islas y picos cubiertos de niebla y musgo.
¿Y detrás de nosotras?
Un pasillo lleno de promesas... con Emma y Will de pie al final de él. Junto con ellos, el equivalente vietnamita a un juez de paz.
—Cásate conmigo, Santana. Cásate conmigo aquí y ahora, sin tanta mierda. Cásate conmigo, con solo nuestros dos amigos para ver lo que sucede. Sin padres, sin amigos del trabajo, sin clientes, sin bla bla con incrustaciones de pimienta, solo tú y yo y las estrellas. Pasé la noche en una cabina preguntándome si alguna vez volvería a ver tus ojos mirándome de vuelta, y no puedo manejar eso otra vez a menos que sea tu jodida esposa. Y no me importa una mierda una gran boda elegante, especialmente sin que tengas tu espuma de ajo. Lo cual, me gustaría señalar, te está esperando en la casa principal, junto con langostinos gigantes como nuestra cena de bodas. Te quiero a ti, solo a ti, por el resto de mi vida—dije, con los labios temblorosos pero las rodillas fuertes—Cásate conmigo, Santana López.
Hizo una pausa, la comisura de su boca se elevó mientras miraba el cuento de hadas que tenía delante.
El cuento de hadas que fue perfecto para nosotras.
En este GRAN DÍA.
—Una pregunta—dijo, llevando nuestras manos entrelazadas a sus labios y colocando un beso justo debajo de mi anillo de compromiso.
—¿Qué?
—¿Qué fue eso de pasar una noche en una cabina?
—¿En serio? Te pido que te cases conmigo, ¿y eso es todo lo que escuchaste?
—Técnicamente, te pedí que te casaras conmigo primero. No olvidemos nunca esta información importante.
—Así lo noté.
—¿Puedo hacer otra pregunta?
—Solo una más, y luego necesitaré una respuesta.
—¿Esto es legal?
Me reí, luego lo atraje hacia mí para darle un suave beso.
—En lo más mínimo. Esto es solo para nosotras.
—¿Te das cuenta de que eres mi dueña, verdad, chica camisón?
—¿Es eso un sí?
—Joder sí, esto un sí, amarrémonos—susurró, y le eché los brazos al cuello—Cuidado con la costilla, ¿de acuerdo?
—¡Mierda!—exclamé, y luego oí que Will se aclaraba la garganta Maldición, dije una grosería en mi propia boda. Joder, lo hice de nuevo.
—Van tres veces.
—Supéralo, Wallbanger.
Y con esas respetadas palabras, caminamos hacia el altar.
Hicimos el más simple de los votos.
Nos prometimos todo lo que pudimos. Nos besamos bajo las estrellas.
Chocamos las manos con nuestros testigos en el camino de vuelta al altar.
Cortamos las cuerdas y dejamos salir unas cincuenta linternas flotantes que volaron hacia las estrellas.
Luego nos dirigimos hacia adentro para que ella pudiera obtener espuma de ajo.
Porque eso es lo que mi esposa quería.
Más Tarde Esa Noche, En La Cama De Luna De Miel...
—Eso se siente increíble. No detengas lo que estás haciendo ahí, por favor no te detengas. Justo ahí. Justo ahí. Eso es...mmmm…
—¿Cuántos van?
—He perdido la cuenta.
—Este es grande.
—Puedo sentirlo. Jesús eso es bueno...más...más...más.
—Nos vamos a quedar sin calaminol a este ritmo.
Esta es la cuestión de casarse en el trópico.
Mosquitos. H
ijos de puta cabrones.
Pasamos la noche de bodas rascándonos las picaduras y aplicando galones de calaminol. Y con Santana todavía en la lista de discapacitadas los momentos sexys consistieron en abrazarnos en la posición de la cuchara, rascarnos una a la otra y mirar Los Goonies.
Con subtítulos.
La.Mejor.Noche.De.Bodas.Del.Mundo.
Santana se había despertado, aunque brevemente. Todavía estaba muy sedada y la estaban preparando para someterse a otra resonancia magnética para determinar si era necesaria una cirugía.
Dependiendo de cuán rápido pudiera llegar al hospital, podría estar ahí para los resultados.
Logré atravesar la aduana sin gritar, guardé mi bolsa de viaje en un destartalado taxi y le di órdenes de llevarme al Hanoi French Hospital, donde Santana estaba siendo atendida.
En todo este tiempo no me salió ni una lágrima.
Ni cuando llamé a mis padres para decirles a dónde iba.
Ni cuando empaqué una bolsa con tanta prisa que terminé con diez pares de pantalones y solo dos pares de bragas.
Ni cuando Emma me dejaba en el aeropuerto, y ni cuando me encerré en el baño de señoras de primera clase, el primer lugar donde podía estar sola y donde ya me había dado permiso para desmoronarme.
Pero no hay lágrimas.
Y ahora, mientras avanzaba a trompicones por las abarrotadas calles de Hanoi, en dirección a este hospital, todavía no lloraba.
Pero el pánico estaba comenzando a aparecer. Había estado andando con pura adrenalina hasta este punto, pero desde que mi teléfono murió y no había podido obtener ninguna información nueva, estaba listo para salir de mi piel.
Llegamos al hospital y le di al conductor al menos cinco veces más de lo que necesitaba porque todavía no había hecho el cambio a moneda local, pero no me importó.
Corrí dentro, buscando un directorio de cualquier tipo.
Neurología.
Will dijo que estaría en neurología. Pero también dijo cuidados intensivos... entonces, ¿a dónde ir?
¿Dónde estaba ella?
Me di la vuelta, buscando a alguien que pudiera ayudarme.
—¿Señorita?—preguntó una voz suave, y me volteé para ver a alguien sentado en un mostrador de información—¿Puedo ayudarla?
Ella tenía un acento sureño, por el amor de Dios. No sé lo que esperaba al irrumpir en un hospital vietnamita, pero una pequeña rubia que sonaba como ¿Delta Burke? nada de eso.
—Estoy buscando una paciente, Santana López. Soy su prometida, y ella tuvo un accidente. Me dijeron que estaba aquí, pero no sé dónde, o en qué piso, o...
—Santana López, sí, ella está aquí. Ella está en el cuarto piso. ¿Te gustaría que te lleve ahí?
Estallé en llanto, lágrimas gigantes salieron de mí.
No pude evitarlo, mi cuerpo simplemente soltó todo de una vez.
—Sí, por favor,—logré decir mientras me entregaba varios pañuelos de papel y finalmente toda la caja.
—Santana López, ella es la fotógrafa, ¿verdad?
—¡Sí!—le grité, dejándola llevarme hacia el ascensor—¿Cómo lo sabes?
—No tenemos muchos pacientes estadounidenses aquí a la vez. El personal sabe quién es quién bastante rápido. Se cayó, ¿verdad?
—¡Sí! Pero no he hablado con nadie desde que aterricé. ¿Sabes cómo está ella?—pregunté, limpiándome la cara cuando la puerta del ascensor se abrió en el cuarto piso.
—Creo que será mejor que hable con su médico. Déjame llevarte a su habitación, ¿de acuerdo?—dijo, guiándome hacia la estación de enfermeras.
Una vez ahí, habló rápidamente con las enfermeras, que nos indicaron su habitación.
Sin siquiera molestarme en darle las gracias, corrí hacia la puerta, viendo su nombre en un cartel justo afuera.
Me preparé.
Respiré hondo, me armé de valor para enfrentar cualquier cosa que pudiera encontrar dentro, y abrí la puerta.
Se fuerte, se fuerte, se fuerte.
Sería fuerte.
Lo que sea que encontrara al otro lado de esa puerta, sería fuerte por ella.
Sí. Bueno. No tanto.
Porque cuando vi a Santana acostada en una cama de hospital, rodeada de tubos, máquinas, botones y pitidos, casi morí. Ella yacía ahí con vendas alrededor de su cabeza.
¿Dormida?
¿Inconsciente?
No importaba, estaba agradecida por dos cosas.
Una, que no estaba despierta para verme desmoronarse contra el marco de la puerta. Cuando despertara, y no había un -si- encontraría a Brittany en una pieza.
Y dos, y más importante, yo solo... estaba agradecida. Agradecida de estar aquí, ahora, con Santana.
Así que me permití perder dos minutos más y le di las gracias a quienquiera que estuviera escuchando, luego le retiré el cabello de la frente, suavemente, apenas tocando su piel.
Su rostro estaba cubierta de pequeños cortes y rasguños, vendas que cubrían su pómulo izquierdo. Los moretones florecían aquí y allá, y a lo largo de su cuello y parte superior del torso, la cinta quirúrgica estaba envuelta con fuerza.
Dejé escapar el aliento en un lento estremecimiento, y luego presioné el más pequeño de los besos en una mejilla que aún olía familiar, incluso bajo todos los antisépticos.
Luego comencé a buscar una enfermera, un médico, cualquier persona con un estetoscopio que pudiera decirme qué estaba pasando.
Me reporté en la estación de enfermeras.
Will ya había asegurado de que me autorizaran como visitante, y de que pudiera hablar con el médico tan plenamente como pudiera. Como Will tenía el poder, tendría que ser él quien se comunicara con el personal del hospital si era necesario tomar alguna decisión.
Sabía que cualquier decisión sería tomada conmigo, pero mi cerebro no podía procesar este pensamiento, no podía pensar que algo realmente pasaría.
Hablé con el médico que estaba cuidando a Santana, y me explicó más acerca de lo que Will me había dicho. Estaban esperando los resultados de su resonancia magnética más reciente. Mi morena se había estado despertando intermitentemente toda la mañana, y si quería atraparla cuando estaba despierta, tenía que quedarme en su habitación, y el doctor me buscaría cuando llegaran los resultados.
Así que hice eso.
Me reporté con Will, dejé mi bolsa, me senté en la silla junto a la cama de Santana y la vi dormir. Tomé su mano, maravillándome una vez más con la longitud de sus dedos, la fuerza en su mano, la belleza de su antebrazo.
Pasé las puntas de mis dedos arriba y abajo por su brazo con aire ausente mientras sostenía su mano, observando cómo sus párpados se agitaban un poco.
¿Estaba soñando?
¿Qué soñaba?
Probablemente con la foto que estaba realizando cuando cayó...
Mientras pensaba en estos pensamientos aleatorios, sentí su mano apretar la mía, como lo había hecho miles de veces antes. Miré nuestras manos y luego su cara, donde esos ojos estaban abiertos y parpadeando.
—Hola—le susurré, y observé cómo sus ojos vagaban confusamente por un momento, luego se concentraron en los míos.
—Hola, Britt-Britt—susurró ella, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Hola y Britt-Britt eran oficialmente las palabras más bellas en el idioma español—Te ves bonita—continúa y agrega tres palabras más a esa lista.
—Voy a llamar a tu enfermera, ¿de acuerdo?—dije, buscando el botón de llamada.
—Estoy muy contenta de que estés aquí—murmuró, y volvió a dormirse antes de que la enfermera saliera de su silla en la estación.
Pero eso estuvo bien.
Santana estuvo entre dormida y despierta el resto del día y la mayor parte de la noche.
La última ronda de escaneos mostró que, aunque había sufrido una conmoción cerebral significativa, los efectos no serían duraderos y tendría una recuperación completa.
Will habló con el doctor también, confirmando que me quedaría con Santana en el hospital hasta que estuviera listo para ser dado de alta.
Santana finalmente comenzó a despertarse alrededor de las tres de la madrugada, precedido por los veinte minutos más divertidos de mi vida.
Wallbanger bajo los efectos de la medicina para el dolor no es algo que hayas visto.
Empezando con:
—Oye, Britt. ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo?
—Todo el tiempo, Sanny, pero nunca me canso de oírlo.
—Lo diré más a seguido.
—Claro, Sanny. Puedes decírmelo cuando quieras.
—Oye, Britt ¿alguna vez te he cuánto te amo?
—Claro que sí, hace dos minutos.
—¿Qué es un minuto?
Esto también sucedió…
—Y en el fondo de la cueva, fue como que el mundo se abriera, y había estrellas... pero era algo así como... que nosotros éramos las estrellas...había estrellas en todas partes, pero como que... nosotras éramos las estrellas . . ¿Y sabes qué más?
—¿Qué, Sanny?
—Éramos ellas.
—¿Qué?
—Ellas
—¿Ellas?
—Las estrellas... nosotras éramos ellas... las estrellas...
Y si te gustó eso, amaras esto...
—Britt-Britt. Quiero llenarte de bebés. Algo así como embarazarte con bebés. Y tener algunos bebés... bebés… bebés... ¿Britt? bebés.
Y finalmente...
—Britt, estoy tan contenta de que estés aquí. ¿Pero por qué trajiste esos duendes?
Me dolía el estómago tratando de no reírme de lo tonta que estaba con la medicina para el dolor.
Pero a medida que pasaba el efecto, comenzó a tener un poco más de sentido.
Bebió un poco de agua, asintiendo cuando terminó.
—Vamos, acuéstate; no deberías sentarte tan derecho,—dije, empujándola contra su almohada. El doctor dijo que podría estar mareado por un tiempo.
—Estoy bien en este momento, en realidad—frunció el ceño, viendo como yo estiraba mi espalda—¿Cómo te sientes? ¿No quieres dormir un poco?
—Dormí en el avión.
—Mentirosa, nunca duermes en aviones.
Me atrapó, sonreí tristemente.
—Estoy bien. Dime cómo te sientes. ¿Estás muy adolorida?
—Un poco, sí—admitió.
—¿Y la costilla?—le pregunté.
—¿Costilla?
—Te rompiste una costilla, y un montón más están magulladas—le dije.
—¿En serio?
Mis ojos se agrandaron.
—¿Cuánto recuerdas?
—Todo. Eso creo,—dijo tratando de recordar—Oh sí, apuesto a que me rompí una costilla.
—Cuéntame lo que pasó. En este momento—dije, alcanzando su mano y sosteniéndola fuertemente—Y no te atrevas a dejar nada fuera.
Me contó sobre la increíble cueva y el privilegio de fotografiar un espacio natural tan increíble.
Y de la desvencijada estructura de bambú que usó para trepar y obtener sus malditas fotos.
Y el hecho de que estaba apurado para obtener la última luz antes de tener que pasar a otra toma.
Y el hecho de que no estaba completamente sujeta al arnés de seguridad que había aceptado usar.
Y el hecho de que ella cayera sobre la cámara a más de quince metros por el costado de un acantilado de piedra caliza, noqueándose en el proceso y derribando la mayor parte del andamio con ella.
Recordó haber caído, recordó haber golpeado el piso de la cueva, y recordó que había salvado la cámara de cualquier daño serio.
Increíble.
También recordó lo segura que estaba de haber capturado la imagen.
Doble increíble.
Mis lágrimas habían comenzado de nuevo en algún momento de la historia, y ahora me senté junto a ella en la cama, sosteniendo su mano con fuerza y negándome a mirar nada más que a ella directamente.
Tomando su rostro, sus manos, sus brazos, sus piernas, sus dedos de los pies que se retorcían debajo de la manta del hospital. La toqué donde podía, donde no tenía un moretón o un corte, no tenía mucho espacio para trabajar.
Pero la sostuve lo mejor que pude, le acaricié el pelo ligeramente y besé entre los rasguños y le dije cuánto la amaba.
No pude evitarlo.
Y entre todo esto, mientras la consolaba, ella por supuesto se agarró a mí tan fuerte como pudo. Susurraba palabras como: ”Estoy bien, cariño” y “Todo va a estar bien” y “No llores”.
El no llores me hizo derrumbar.
Porque ahora, con ella en mis brazos tanto como podía, finalmente sentía todo lo que había luchado para mantenerme a raya.
Mi pánico, mi terror, mi impotencia, mi horror por pasar la vida sin ella a mi lado, sin tocarme ni contar chistes.
—Podría matarte, ¿sabes?—dije de repente, liberándome de su agarre y sentándome para mirarla a los ojos—–Es en serio. Te amo, y amo lo que haces, y nunca te pediría que lo abandonaras. Pero no eres una superhéroe de caricatura, con una estúpida sonrisa en la cara mientras luchas con los leones antes de su almuerzo, solo para obtener buenas tomas ¿de acuerdo? Si vuelves a hacer algo como esto otra vez, si te haces daño con tal de conseguir la puto foto, te mataré yo misma—dije, señalándola con el dedo—Sin medicamentos para el dolor.
—Lo prometo, seré más cuidadosa—comentó, diciéndome lo que yo quería escuchar, pero también prometiéndome con sus ojos que estaba tomando en serio lo que dije.
—Te amo mucho—le dije, entrelazando mis dedos con los suyos, necesitando su contacto.
—Yo también te amo—dijo, su voz se volvió gruesa cuando la nueva ronda de medicamentos para el dolor entró en escena—Me alegro de que estés aquí.
—Eh, yo quería volver aquí de todos modos. ¿Tal vez podríamos ir de espeleología?
Ella se rió entre dientes, lo que le hizo doler las costillas, pero siguió sonriendo.
Lo cual me hizo reír finalmente.
Al final de ese largo día, que comenzó para mí en el otro lado del mundo, Santana se sentía mucho mejor.
Para el final de esa semana, Santana fue dada de alta del hospital.
La morena nació bajo una especie de estrella de la suerte.
Tenía que seguir tomándose las cosas con calma, con mucho descanso y poca actividad, pero se le autorizó el alta. Los médicos nos recomendaron que nos quedáramos por lo menos unos días antes de intentar volar a casa.
Volar después de sufrir una conmoción cerebral, especialmente uno tan severo como el que tuvo Santana, podría resultar incómodo en el mejor de los casos.
Convulsiones y náuseas en el peor de los casos, así que tomé la decisión de quedarme todo el tiempo que necesitáramos, asegurándome de que estuviese preparado para un vuelo tan largo.
Después de pasar esa primera noche en la ciudad, contraté a un chofer y la llevé para empezar con su reposo.
Había una isla que habíamos explorado una tarde la última vez que habíamos estado en Ha Long Bay, y me habían fascinado los alojamientos ahí.
Un pequeño hotel, remoto y aislado.
Más bien una colección de bungalós de lujo que un hotel, ofrecía el tipo de paz y tranquilidad que necesitábamos. Cada bungaló estaba situado en la playa, con preciosas vistas al mar. Había suntuosas camas, completas con necesarios mosquiteros, baños al estilo europeo y servicio de habitaciones las veinticuatro horas.
El viaje en coche fue de solo unas pocas horas, seguido de un breve crucero en barco hasta el hotel.
Cuando atracamos, me aseguré de que el equipaje se llevara directamente a nuestro bungaló, y nos dirigimos hacia adentro para hacer el check in.
—Esto es increíble, cariño, pero innecesario. Podríamos habernos quedado en la ciudad, no habría sido un problema.
—Me doy cuenta de eso, San, pero ya que estamos aquí, a pesar de tu dramático accidente y todo, pensé en consentirnos un poco. Tomarnos unos días de descanso y relajación antes de regresar a casa
—¿Una luna de miel antes de la luna de miel?—dijo, golpeando mis caderas con las suyas, con sus manos descansando ligeramente en mi cintura.
—Algo así—sonreí, pero sacudí mi cabeza—Pero no hay miel para ti, cariño; escuchaste al doctor—dije, y ella gruñó.
Había sugerido delicadamente que ciertas cosas deberían esperar hasta que Santana se recuperara por completo de su accidente. Entre la costilla rota y la abolladura de la cabeza, estaba completamente de acuerdo.
Santana no.
—Espera y verás. Esta noche, cuando la brisa empiece a soplar y las olas empiecen a golpear la arena, cambiarás de idea—murmuró, al tiempo que me alzaba el pelo y me besaba la nuca—Además, sabes que me veo bien a la luz de la luna. Ya te veré bajando mis pantalones.
—Hola, sí, este, aquí están sus llaves, señorita Pierce.
Sentí a Santana tena detrás de mí mientras le sonreía al recepcionista.
—Sí, muchas gracias—sonreí, sofocando una risa.
—Están en el bungaló siete; solo siga ese camino. Su equipaje ya debería estar ahí.
—Gracias—dijo Santana desde detrás de mí, y esta vez no sofoqué nada.
Recogiendo mi bolso y las llaves, la tomé de la mano y la llevé a la playa. Era tarde, casi de noche, y la luz comenzaba a cambiar, adquiriendo ese resplandor mágico que el crepúsculo parece tener.
Todos los bordes se suavizaron, los colores se derramaron e incluso el aire cambió un poco. Una brisa cálida soplaba desde el mar, trayendo consigo un sabor salado que arrugaba mi lengua.
Pasamos junto a otros seis bungalós a lo largo del camino bordeado por rocas, y finalmente doblamos una curva para ver la nuestra. Iluminada con velas, con cortinas blancas de lino resoplando a través de las ventanas, parecía el cielo.
Cielo.
Con aire acondicionado.
Lo que en los trópicos a veces era algo muy bueno.
—Oye, mira, no hay vecinos—dijo Santana, mirando la esquina de la playa que nos habían dado.
Era cierto, no había otra alma aquí.
Una o dos luces se asomaban por los árboles aquí y allá, insinuando que habían otros humanos, pero aparte de eso, éramos nosotras y las olas.
—Vamos a echarle un vistazo—le dije, tirando de su mano hasta el porche.
Sillas grandes y cómodas, decoradas por almohadas, flanqueaban la puerta de entrada.
—Aquí está la llave, ábrela, ¿quieres? Voy a ver si estas sillas son tan cómodas como parecen.
—Claro—dijo, quitándome la llave y poniéndola en la cerradura. Justo antes de empujar, la puerta se abrió desde adentro—¿Qué..?
Will estaba en la puerta.
Emma estaba parada a su lado.
Ambos sonrientes.
—Esperen un momento, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Qué está pasando?—preguntó, mirando hacia atrás y hacia adelante entre ellos y yo.
Solo sonreí.
—Es bueno ver que todavía estás en una sola pieza—dijo Will, tirando de una Santana todavía sorprendida, en un gran abrazo—Y no vuelvas a hacerme eso otra vez, ¿me oyes?
—Muévete, muévete—dijo Emma, apartando a su esposo para agarrar a Santana y envolviendo sus brazos alrededor de ella también—Así que, entonces, me alegro de que estés bien. No más cuevas, ¡prométemelo!
—Oye, cuidado con las costillas—protestó Santana, confundida pero feliz de verlos—Pero en serio, ¿qué están haciendo aquí?
—Vinimos para asegurarnos de que Brittany tuviera todo lo que necesitara. Ella salió como un murciélago del infierno cuando descubrió que habías decidido examinar la cueva con tu cara. Es una chica mandona la que tienes ahí—dijo Will, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y la bajó por los escalones hasta la arena—Ven conmigo a nuestro bungaló; estamos cerca de aquí, te contaré todo al respecto. Deja que las ellas se relajen un poco.
—Está bien, sí, claro. Britt, ¿estás bien con eso?—preguntó Santana, todavía asombrada.
—Anda, Emma me trajo algunas cosas, cambios de ropa y esas cosas. Voy a hablar con ella y luego podemos regresar a la casa principal para cenar, ¿te parece bien?—asentí, caminando hacia el frente del porche, inclinándome para besarla una vez, luego dos veces.
—Suena bien, cariño—dijo—¿Sabías que venían?
—Lo sabía,—dije, besándola una vez más—Sorpresa.
—Eres fenomenal, ¿lo sabías?
—Lo sé—asentí con la cabeza, y luego le di la vuelta—Ve a jugar con Will, te veré en un momento—los dos caminaron por la playa, y me volví hacia Emma—Muchas gracias por venir por aquí.
—De nada. Siempre he querido ver esta parte del mundo. Y Will ha estado atormentado por todo esto. Odiaba no estar aquí—contestó, pasando su brazo por el mío y caminando conmigo adentro.
Ella me entregó una bolsa de viaje que reconocí de casa.
—¿Los trajiste?—pregunté, abriendo la bolsa.
—Lo hice—asintió con la cabeza, y vio como sacaba un vestido largo y suelto de la bolsa.
Un vestido blanco largo y suelto.
—Perfecto.
Una hora más tarde, Santana y Will salieron del bungaló y nos encontraron a Emma y a mí esperándolos.
—Oye, ¿Qué tienes puesto? Oye. Te ves hermosísima—dijo, silbando.
Me puse de pie frente a ella con mi vestido blanco, le di las gracias por el cumplido, le cogí la mano y caminé con ella hasta la playa, dejando atrás a mis amigos.
—¿Que está pasando? ¿No vamos a cenar con esos dos?—preguntó.
—Todavía no—respondí, mirando hacia la playa, donde podía ver unas pocas velas encendidas y una o dos antorchas tiki—Quería hablar contigo, antes de que se unan a nosotras.
—¿Qué estás tramando, Britt?—preguntó, mirándome cuidadosamente.
—Compré este vestido hace un año en una pequeña boutique en Mendocino, cuando estaba visitando a Hanna. Salía de la ciudad y me detuve en un semáforo cuando lo vi en la ventana al otro lado de la calle. No podía quitar mis ojos de él. Y sin tener ninguna razón para usarlo, y sin una pista de por qué lo estaba haciendo, lo compré, directamente del maniquí. Ni siquiera me cabía. Tuve que llevarlo a un sastre para alargar el dobladillo; era demasiado corto para mí. El sastre me dijo que era antiguo, probablemente de algún momento de la década de 1930.
—Te queda genial—dijo, manteniéndome a distancia para verme mejor—Vamos, dame una pequeña vuelta.
Me reí y luego giré.
El vestido era de marfil, adornado con encaje viejo a lo largo del corpiño, con una capa de encaje de gasa a lo largo de la falda. Un vestido de tarde, fue hecho para pasear en la ciudad, o un viaje a los jardines. Probablemente se usó con medias y zapatos con cordones.
Yo lo llevaba descalza.
Y con esos pies descalzos, tiré de su mano una vez más y continuamos camino a la playa.
—Cuando Will me dijo que te había sucedido algo, cambié al modo de gestión de crisis. No pensé en nada más que en llegar a ti. Tenerte tan lejos y no saber exactamente qué tan mal estabas y no poder ayudarte, no tengo palabras para expresar cómo se sintió eso. Cómo se sintió pensar que alguien al que amas tanto posiblemente te sería arrebatado—me detuve entonces, justo antes de que la grava diera paso a la arena—Pero no tengo que darte palabras. Porque ya tú sabes cómo se siente.
Una expresión tormentosa se dibujó en su rostro, y ella agarró mis dos manos con las suyas.
—Britt, lamento que hayas tenido que pasar por todo eso.
—No, no, de hecho está bien—le dije, agarrando sus brazos y colocándonos en mi cintura—Porque aquí está la cosa; tenía horas en un avión, sin nada que hacer y nadie con quien hablar, y en lo único que podía pensar era en ti. Y en nosotras. Y lo mucho que te amo— caminé con ella hacia la arena—También pensé mucho sobre otra cosa.
—¿En qué?—ella levantó una ceja.
—Espuma de ajo—le contesté, y luego la hice girar para que mirase a la playa.
Amo a mi Wallbanger sin palabras.
Cientos de velas.
Antorchas Tiki enfiladas hasta donde alcanzaba la vista.
Faroles en tonos violeta, índigo, esmeralda y rubí chocando con la brisa.
La noche llegando resplandeciente contra la playa. En la distancia, una luna temprana iluminó la bahía de Ha Long, con sus antiguas islas y picos cubiertos de niebla y musgo.
¿Y detrás de nosotras?
Un pasillo lleno de promesas... con Emma y Will de pie al final de él. Junto con ellos, el equivalente vietnamita a un juez de paz.
—Cásate conmigo, Santana. Cásate conmigo aquí y ahora, sin tanta mierda. Cásate conmigo, con solo nuestros dos amigos para ver lo que sucede. Sin padres, sin amigos del trabajo, sin clientes, sin bla bla con incrustaciones de pimienta, solo tú y yo y las estrellas. Pasé la noche en una cabina preguntándome si alguna vez volvería a ver tus ojos mirándome de vuelta, y no puedo manejar eso otra vez a menos que sea tu jodida esposa. Y no me importa una mierda una gran boda elegante, especialmente sin que tengas tu espuma de ajo. Lo cual, me gustaría señalar, te está esperando en la casa principal, junto con langostinos gigantes como nuestra cena de bodas. Te quiero a ti, solo a ti, por el resto de mi vida—dije, con los labios temblorosos pero las rodillas fuertes—Cásate conmigo, Santana López.
Hizo una pausa, la comisura de su boca se elevó mientras miraba el cuento de hadas que tenía delante.
El cuento de hadas que fue perfecto para nosotras.
En este GRAN DÍA.
—Una pregunta—dijo, llevando nuestras manos entrelazadas a sus labios y colocando un beso justo debajo de mi anillo de compromiso.
—¿Qué?
—¿Qué fue eso de pasar una noche en una cabina?
—¿En serio? Te pido que te cases conmigo, ¿y eso es todo lo que escuchaste?
—Técnicamente, te pedí que te casaras conmigo primero. No olvidemos nunca esta información importante.
—Así lo noté.
—¿Puedo hacer otra pregunta?
—Solo una más, y luego necesitaré una respuesta.
—¿Esto es legal?
Me reí, luego lo atraje hacia mí para darle un suave beso.
—En lo más mínimo. Esto es solo para nosotras.
—¿Te das cuenta de que eres mi dueña, verdad, chica camisón?
—¿Es eso un sí?
—Joder sí, esto un sí, amarrémonos—susurró, y le eché los brazos al cuello—Cuidado con la costilla, ¿de acuerdo?
—¡Mierda!—exclamé, y luego oí que Will se aclaraba la garganta Maldición, dije una grosería en mi propia boda. Joder, lo hice de nuevo.
—Van tres veces.
—Supéralo, Wallbanger.
Y con esas respetadas palabras, caminamos hacia el altar.
Hicimos el más simple de los votos.
Nos prometimos todo lo que pudimos. Nos besamos bajo las estrellas.
Chocamos las manos con nuestros testigos en el camino de vuelta al altar.
Cortamos las cuerdas y dejamos salir unas cincuenta linternas flotantes que volaron hacia las estrellas.
Luego nos dirigimos hacia adentro para que ella pudiera obtener espuma de ajo.
Porque eso es lo que mi esposa quería.
Más Tarde Esa Noche, En La Cama De Luna De Miel...
—Eso se siente increíble. No detengas lo que estás haciendo ahí, por favor no te detengas. Justo ahí. Justo ahí. Eso es...mmmm…
—¿Cuántos van?
—He perdido la cuenta.
—Este es grande.
—Puedo sentirlo. Jesús eso es bueno...más...más...más.
—Nos vamos a quedar sin calaminol a este ritmo.
Esta es la cuestión de casarse en el trópico.
Mosquitos. H
ijos de puta cabrones.
Pasamos la noche de bodas rascándonos las picaduras y aplicando galones de calaminol. Y con Santana todavía en la lista de discapacitadas los momentos sexys consistieron en abrazarnos en la posición de la cuchara, rascarnos una a la otra y mirar Los Goonies.
Con subtítulos.
La.Mejor.Noche.De.Bodas.Del.Mundo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
SENCILLAMENTE ESPECTACULAR!!!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió: SENCILLAMENTE ESPECTACULAR!!!!!!!!!
Hola, o no¿?!!!! esk son perfectas! me encantan! y sus compañeras tmbn jajajaajja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 6 Último - P II
Capitulo 6 Último - Parte II
—Brittany, ¿aceptas a esta mujer, Santana, para ser tu legítima esposa? ¿Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?
—Acepto
—¿Y tú, Santana, tomas a esta mujer, Brittany, para que sea tu esposa legítima esposa? ¿Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
Y así lo hicimos legal.
Santana y yo teníamos a nuestros mejores amigos y miembros favoritos de la familia en nuestra casa en Sausalito, junto con un juez para el que había hecho una remodelación.
Santana y yo usábamos vestidos de verano, y nos casamos por segunda vez.
Ésta si era reconocida por el gobierno de los Estados Unidos.
¿Mis padres estaban decepcionados por no tener la enorme y espeluznante boda que habían estado planeando?
Tal vez un poco, pero finalmente entendieron.
Al igual que Rachel y Marley, y por qué ni siquiera supieron sobre nuestra boda vietnamita hasta después de que llegáramos a casa.
Conservamos nuestra fecha original de la boda, reducimos en dos tercios la lista de invitados, y con la excepción de los amigos de Santana de Pensilvania y sus viejos vecinos los White, todos eran locales.
Al menos locales del norte de California.
Hanna y Emily estaban ahí, con Will también, lindo con su esmoquin de una sola pieza. Y Chloe y Lucas también estaban ahí, en la ciudad visitando a Marley y Kitty. Y entiendan esto, Chloe y Emily eran primas.
¿Cómo es eso de los seis grados de separación de mi Wallbanger?
Estaba feliz de tenerlos a todos aquí en este día tan especial.
Este muy especial día casual.
Porque al final, no es el encaje y el tul lo que hace una boda, sino que la pareja se dé el sí, y que sus amigos y familiares estén ahí para celebrar con ellos.
Hicimos una barbacoa, abrimos un montón de vino y cerveza fría, montamos una fuente de soda improvisada para hacer cremas de vainilla y helados, y tuvimos una fiesta.
Arrastramos el viejo tocadiscos de Santana a la terraza, ella hizo algunas cosas nerds con los altavoces, y la música de la gran banda llenó la noche de Sausalito.
En vez de tener un pastel de bodas, pasé dos días enteros en la cocina con mi mamá, mis amigas, mis tías y mis primos, e hicimos cacerolas con los Brownies ultrajantes de Ina.
Ella habría estado orgullosa.
Pero para Santana, le hice un pie de manzana muy propio, que ella untó en mi cara en lugar del pastel de bodas.
Tuvimos pie de bodas.
Muy adecuado.
Me senté en un banco al borde de nuestro césped, comiendo brownies con Rachel y Marley y observamos a nuestras chicas mientras jugaban Frisbee con Will y los amigos de la secundaria de mi morena.
Había estado cargando a Aria hasta que Marley tuvo que hacerse cargo.
Alguien estaba hambrienta.
—No es realmente la boda que imaginé que tendrías, Brittany—dijo Marley, cambiando de teta—Pero es muy divertido.
—Me gusta divertido. La elegancia se las dejo a ustedes ¿Cómo va la planificación?
—¡Está yendo genial! Los archivos se está llenando muy bien,—dijo Rachel, interrumpiendo. Estaba considerando seriamente comenzar un segundo negocio, y debería hacerlo. Ella era muy buena en eso—Hablando de la carpeta, tengo fotos para compartir contigo las ideas que tengo para tu cabello, Marley. He estado recortando revistas durante semanas. ¿Sabías que Grace Sheridan tiene exactamente tu mismo color y longitud de cabello? el suyo es un poco más rizado que el tuyo, pero esencialmente es el mismo.
—¿Quién es Grace Sheridan?—preguntó Marley, y Rachel y yo la miramos sorprendidas.
—Sabes totalmente quién es ella—le dije, negando con la cabeza—Ella está en ese programa de televisión.
—Estoy totalmente segura de que no sé quién es. Las transmisiones de Plaza Sésamo y de Kitty, es lo único que siempre miro. Mi cerebro es de papilla—dijo Marley, sacudiendo la cabeza hacia mí.
—De acuerdo, te explico—dijo Rachel—Ella es la novia de Jack Hamilton. Lo conoces, el que…
—¿El Británico? Holaaa, ya entendí. Mierda, él es tan ardiente. Tenemos que ir a ver la película Time cuando salga; dejaremos que las chicas se queden en casa con Aria mientras vamos por un poco de dulce británico—dijo Marley, que ya planeaba la noche de sus chicas.
—Sí, sí, ella está con Jack Hamilton, el punto es que tiene un cabello excelente. Y es exactamente el mismo tono de rojo que el tuyo. Así que encontré esta foto de ella en la alfombra roja y…
Marley interrumpió a Rachel otra vez, incapaz de detenerse.
—¿Cuando ella caminó con Jack por la alfombra roja? Ahhh! ¡Joder, me encantó eso! ¿Recuerdas que todos chismeaban sobre con quién estaba saliendo él?
—Espera, ¡estábamos hablando de su cabello! Escúchame, tengo el moño perfecto basado en...
—Oh moñea esto, hablemos del pelo de Jack Hamilton. Siempre se ve del carajo, ¿entiendes? Me pregunto si lo harán en la limusina en el camino a los estrenos...
—Cállate, ¡simplemente detente! Estamos hablando de cabello de bodas aquí, joder, y...
Me perdí, bebiendo mi cerveza y escuchando con un oído a Marley y Rachel en su acalorada conversación sobre moños recogidos versus largos y ondeantes.
La otra oreja estaba sintonizada con Glenn Miller que crepitaba a través de los altavoces.
Y en cuestión de segundos, apareció Santana.
—Señora López—dijo, extendiendo su mano.
—Señora Pierce—le guiñé un ojo y me puse de pie—Adiós chicas.
—Adiós—dijeron al unísono mientras seguía a mi esposa a la pista de baile improvisada.
Siguiendo el ejemplo de nuestra ceremonia original, pero ilegal, teníamos linternas colgando por todo el patio trasero, trayendo a casa un poco de cuento de hadas desde Ha Long Bay.
—¿Estás feliz?—preguntó mientras bailábamos por el patio de ladrillo.
—Mucho ¿y tú?
—Oh sí. Especialmente desde que recibí algunas noticias de mi doctor hoy.
—¿En serio?
—En serio, Britt-Britt. Estoy lista para irme—susurró, atrayéndome más fuerte hacia su cuerpo.
Ay caramba.
—¿Qué tenemos aquí?—murmuré, deslizando una mano hacia abajo para sentirla —Um.Guau. Eres realmente muy sexy, López.
—¿Hmm? Oh cielos no, lo dices por que no te estás viendo—se rió—¿Mira?—dijo mostrándome un objeto.
—¿Por qué llevas una botella?—le pregunté.
—Pensé que podría agarrar un poco de tierra, tal vez desde el borde de la pista de baile de ahí, ponerlo con nuestras otras botellas. Sé que técnicamente no es arena, pero sería muy especial.
Sonreí y le dije que era una idea muy dulce.
Años atrás, Santana había comenzado a recoger arena de las playas que había visitado en todo el mundo, almacenándola en pequeñas botellas etiquetadas y exhibiéndolas en una repisa. Habíamos empezado un segundo estante para las playas que visitamos juntos.
Había traído un poco de la playa en la que nos casamos en Vietnam, y me conmovió que hubiera pensado en conmemorar esta noche también.
—Me gusta hacia dónde va esta noche—le dije, chocando deliberadamente mis caderas con las suyas—¿Qué tan rápido crees que podemos sacar a todos de aquí?—pregunté, medio en broma.
—Apenas se terminen las costillas, se irán, ¿verdad?
—Tenemos mucha clase. Sirviendo costillas en nuestra boda.
—Y ensalada de papas. No olvides la ensalada de papas.
—Y pie.
—Ese pie estaba genial. Nunca dejes de hacer ese pie. Joder, debería haber escrito eso en los votos—dijo, hundiéndome y haciéndome reír boca abajo.
Y ahí, en nuestro propio patio trasero rodeado de todos los que amamos, me besó.
Mi esposa.
Qué desastre.
—Creo que uno de los regalos de la boda debería estar limpiando—gimió Santana, examinando el daño en la cocina.
—No creo que estuviera en nuestra lista de regalos, cariño— le dije con tristeza, dándole una palmadita en el hombro mientras caminaba hacia el comedor. En donde se encontraban los regalos de boda—Sin embargo, tenemos lo último en batidoras de inmersión, cuchillos eléctricos y...¿Qué diablos es esto?—pregunté, sosteniendo una caja blanca.
—Ese es el Sr. Tocino—dijo Santana con orgullo.
—¿Quién es el señor tocino?
—No, no, Sr. Bacon. Tú cocinaras tocino en ella.
—Entiendo. ¿Por qué es necesario?
Todos los gatos de la casa se habían reunido en la mesa del comedor o debajo. Ellos sabían lo que significaba la palabra tocino.
Les encanta el tocino.
—Lo usas para cocinar tocino en el microondas, fácil como un pie. Lo cual es apropiado, porque si colocas el tocino dentro de esta pequeña taza de aquí, queda en forma de pie. ¡Ahora puedes hacer pie de tocino pastel entre otras cosas!
—¿Quién carajo nos regaló esto?
—Trevor y Megan.
—¡Por supuesto que no! Megan, es una ex chica def Food Network, no nos daría esto para nuestra boda.
—En realidad, nos dieron dos regalos. También nos trajeron los nuevos platos blancos para servir que querías de Williams.
—Esa es mi chica—alabé, y miré una vez más a la caja que mi morena estaba acunando—Trevor debe haberse vuelto loco con eso.
—Sigue burlándote de mí Sr. Bacon. Todavía no resuelve el problema de este desastre.
—¿Qué tal una fiesta posterior a la fiesta de bodas? ¿Dónde invitamos a muchas de las mismas personas y las ponemos a limpiar? De esa forma no tenemos que pasar nuestra luna de miel trabajando—sugerí, y los ojos de Santana se abrieron.
—Hmmm ¿por qué estamos pasando nuestra noche de bodas hablando de tocino?
—Bueno, tú eras el que...
Fui silenciada por un beso cuando mi morena cruzó la cocina en dos zancadas, me puso contra ella y presionó su boca contra la mía.
Me excite al instante.
—¿Estás segura de esto?—pregunté, sin aliento mientras me besaba.
—Estás bromeando, ¿verdad?—preguntó, su voz era gutural e increíblemente sexy mientras seguía besándose a lo largo de mi mandíbula, dirigiéndose hacia mi cuello.
Una vez que esos labios golpearon debajo de la barbilla, estaba acabada.
—Me perdí nuestra primera noche de bodas, no me a perder la segunda.
—Lo haremos lento, ¿de acuerdo?—insistí mientras me apoyaba en las escaleras.
Su médico la había aclarado, claro, pero eso no significaba que necesitáramos balancearnos en los candelabros.
—Me gusta lento—murmuró, agarrándome un buen pedazo de trasero.
—Nosotras empezamos lento...—suspiré cuando sus labios encontraron mi punto dulce justo debajo de mi oreja.
Ahora estábamos subiendo las escaleras, apagando las luces mientras nos besábamos como adolescentes.
—Así no es como lo recuerdo—dijo, girándome en la parte superior de las escaleras, colocándome frente a ella mientras me acompañaba por el pasillo.
Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi cintura y sus labios jugando con mi oreja, haciéndome reír un poco. Estaba un poco achispada por la cerveza, pero no tan achispada para descarrilarme.
—Nosotras empezamos lento, siendo amigas primero. Por un buen tiempo—le recordé, deteniéndome justo en la puerta de mi habitación, atravesándome y manteniéndolo afuera.
—No recuerdo que fuéramos amigas primero. Recuerdo que, al principio, éramos algo completamente diferente a eso—me mordió el lóbulo de la oreja.
Específicamente, en lo que colgaba de él. Su regalo de bodas para mí.
Esa mañana, cuando me desperté, había un joyero encima de la almohada donde solía estar la cabeza de Santana. Podía oírla cepillarse los dientes en el baño mientras yo miraba alrededor, preguntándome qué estaba tramando.
Como ya sentíamos que estábamos casadas desde esa vez en la playa, no había un no se puede ver a la novia antes de la boda hoy, y lo quería junto a mí en nuestra cama.
Flashback
—¿Qué es esto?—pregunté, volviendo a acomodar las almohadas, tirando del edredón a mi alrededor.
—Jolo mm etalle bara ni pommmdida—fue la respuesta que obtuve.
—Voy a esperar que escupas, bebé—fue la respuesta que di.
Ella escupió.
Y se unió a mí en la cama.
—Solo un detalle para mi prometida—repitió.
—Pero pensé que no nos daríamos regalos—protesté.
Lo habíamos discutido antes y coincidimos en que no haríamos nada especial.
—Oh, cálmate y ábrelo—instruyó, e hice lo que me dijo.
Brillantes…
Negros…
Resplandecientes Aretes.
Pendientes largos llenos de diamantes y zafiros, exactamente del color de sus ojos. Los zafiros en forma de lágrima colgaban de una delicada base con incrustaciones de diamantes.
—San, ¿qué hiciste?—respiré, mi mano temblaba.
—Pensé que esto podría ser algo viejo, ya que son viejos; algo nuevo, ya que son nuevos para ti; pero técnicamente no prestados, ya que ahora son tuyos. Los estás tomando prestados para siempre
—¿De quién?—susurré, ya sabiendo la respuesta.
—Mi mamá—respondió, y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—No podría amarte más—le dije, llevándola hacia mí para darle un dulce beso.
—¿Te gustan?
—Los amo.
Fin Flashback
Me los puse rápidamente y los usé todo el día.
Lo que me lleva hasta ahora, donde tenía una Wallbanger mordisqueándome la oreja mientras estaba parada en la puerta.
—Por lo que recuerdo, me odiaste desde la primera vez que nos vimos—dijo, cambiando de mi oreja a la parte posterior de mi cuello mientras sostenía mi cabello en alto.
—No te odié, pero estoy segura que no era tu mayor fan—admití, recordando cuando ella me abrió su puerta después de haber estado dándole sin descanso—Estaba perdiendo el sueño.
—Te estabas perdiendo algo más que el sueño, rubia—dijo, acariciando mi hombro. Sus manos subieron mi vestido, recogieron la tela y la juntaron alrededor de mis caderas—Seguro que también te estabas perdiendo esto—y colocó una mano sobre mi sexo.
Mi cuerpo respondió como siempre lo hace, con total descaro.
—Realmente me estaba perdiendo esto—respondí, hundiendo mis manos en su espeso y oscuro cabello y girándolo con mis dedos—Pero lo trajiste de vuelta.
—Nosotras lo trajimos todo de vuelta—me recordó, y me empujó a la habitación.
—Nosotras. Me gusta—gemí, sintiendo que la cama golpeaba la parte posterior de mis rodilla.
Santana y yo nunca habíamos pasado tanto tiempo sin tener sexo desde que estábamos juntas.
Y bajo sus manos una vez más, mi cuerpo cobró vida para ella. Tironeé de su vestido mientras ella tiraba del mío. Me encargué de sus zapatos mientras ella me quitaba el sujetador. Mis pechos llenaban sus manos, pesados y sensibles. Tomó mi liga con los dientes, dejando un rastro de besos a su paso.
Cuando finalmente estábamos desnudas, enredadas y jadeando, me arrastré hacia atrás sobre la cama, moviéndome hacia la cabecera.
—¿A dónde vas, dulce Britt?—preguntó, arrastrándose por la cama para llegar a mí.
—Quería hacerte sufrir un poco—bromeé, arqueando una ceja y la espalda mientras me agarraba a la cabecera de hierro.
—Esa es mi chica.
Ella me cubrió con su cuerpo, con sus largas extremidades yo envolvía con mis piernas su cintura.
—Te amo, Santana. Te amo jodidamente tanto—dije, echando hacia atrás su pelo y sosteniendo su cara entre mis manos, mirándonos.
—Yo también te amo, señora López—y luego se unió a mí.
Nuestros cuerpos se ajustaron el uno al otro, recordándose, estaban diseñados para encajar perfectamente.
Se mantuvo quieta por un momento, sintiendo como nos uníamos en todos los sentidos.
—Joder, como te he extrañado—gimió, con la voz tensa por la dulce tensión de contenerse, tomar las cosas con calma y asegurarse de que ella estaba bien.
Pero esa noche, nuestra noche de bodas, aprendimos cuán bello es tomar las cosas lentamente, con precisión y esfuerzo silencioso.
Cuerpos que apenas se mueven, sudor dulce que se acumula entre nosotras, se ajustándose y reajustándose, volviéndose uno solo en el silencio de la noche.
Tranquilo.
Lento.
Dulce.
Perfecto.
Nuestra primera vez como pareja casada oficialmente, fue romántica y maravillosa.
La segunda vez...eeeh...no tanto.
Santana no se pudo contener.
Volvió a casa.
Caderas empujando, brazos agitándose, mordiendo, lamiendo, chupando, follando.
Nuestras manos se entrelazaron y se aferraron rápidamente a la cabecera otra vez.
—Realmente no querías ir despacio esta vez, chica camisón.
Y ella tenía mucha razón.
Pum.
—Oh Dios.
[i]Pum pum.[7i]
—Oh Dios.
Joder, como me gustaba este mujer.
Y la amaría por el resto de mi vida.
Por nuestras vidas.
Porque Wallbanger fue la única que pudo darme mi final feliz.
...
...
...
…Ejem.
—Acepto
—¿Y tú, Santana, tomas a esta mujer, Brittany, para que sea tu esposa legítima esposa? ¿Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
Y así lo hicimos legal.
Santana y yo teníamos a nuestros mejores amigos y miembros favoritos de la familia en nuestra casa en Sausalito, junto con un juez para el que había hecho una remodelación.
Santana y yo usábamos vestidos de verano, y nos casamos por segunda vez.
Ésta si era reconocida por el gobierno de los Estados Unidos.
¿Mis padres estaban decepcionados por no tener la enorme y espeluznante boda que habían estado planeando?
Tal vez un poco, pero finalmente entendieron.
Al igual que Rachel y Marley, y por qué ni siquiera supieron sobre nuestra boda vietnamita hasta después de que llegáramos a casa.
Conservamos nuestra fecha original de la boda, reducimos en dos tercios la lista de invitados, y con la excepción de los amigos de Santana de Pensilvania y sus viejos vecinos los White, todos eran locales.
Al menos locales del norte de California.
Hanna y Emily estaban ahí, con Will también, lindo con su esmoquin de una sola pieza. Y Chloe y Lucas también estaban ahí, en la ciudad visitando a Marley y Kitty. Y entiendan esto, Chloe y Emily eran primas.
¿Cómo es eso de los seis grados de separación de mi Wallbanger?
Estaba feliz de tenerlos a todos aquí en este día tan especial.
Este muy especial día casual.
Porque al final, no es el encaje y el tul lo que hace una boda, sino que la pareja se dé el sí, y que sus amigos y familiares estén ahí para celebrar con ellos.
Hicimos una barbacoa, abrimos un montón de vino y cerveza fría, montamos una fuente de soda improvisada para hacer cremas de vainilla y helados, y tuvimos una fiesta.
Arrastramos el viejo tocadiscos de Santana a la terraza, ella hizo algunas cosas nerds con los altavoces, y la música de la gran banda llenó la noche de Sausalito.
En vez de tener un pastel de bodas, pasé dos días enteros en la cocina con mi mamá, mis amigas, mis tías y mis primos, e hicimos cacerolas con los Brownies ultrajantes de Ina.
Ella habría estado orgullosa.
Pero para Santana, le hice un pie de manzana muy propio, que ella untó en mi cara en lugar del pastel de bodas.
Tuvimos pie de bodas.
Muy adecuado.
Me senté en un banco al borde de nuestro césped, comiendo brownies con Rachel y Marley y observamos a nuestras chicas mientras jugaban Frisbee con Will y los amigos de la secundaria de mi morena.
Había estado cargando a Aria hasta que Marley tuvo que hacerse cargo.
Alguien estaba hambrienta.
—No es realmente la boda que imaginé que tendrías, Brittany—dijo Marley, cambiando de teta—Pero es muy divertido.
—Me gusta divertido. La elegancia se las dejo a ustedes ¿Cómo va la planificación?
—¡Está yendo genial! Los archivos se está llenando muy bien,—dijo Rachel, interrumpiendo. Estaba considerando seriamente comenzar un segundo negocio, y debería hacerlo. Ella era muy buena en eso—Hablando de la carpeta, tengo fotos para compartir contigo las ideas que tengo para tu cabello, Marley. He estado recortando revistas durante semanas. ¿Sabías que Grace Sheridan tiene exactamente tu mismo color y longitud de cabello? el suyo es un poco más rizado que el tuyo, pero esencialmente es el mismo.
—¿Quién es Grace Sheridan?—preguntó Marley, y Rachel y yo la miramos sorprendidas.
—Sabes totalmente quién es ella—le dije, negando con la cabeza—Ella está en ese programa de televisión.
—Estoy totalmente segura de que no sé quién es. Las transmisiones de Plaza Sésamo y de Kitty, es lo único que siempre miro. Mi cerebro es de papilla—dijo Marley, sacudiendo la cabeza hacia mí.
—De acuerdo, te explico—dijo Rachel—Ella es la novia de Jack Hamilton. Lo conoces, el que…
—¿El Británico? Holaaa, ya entendí. Mierda, él es tan ardiente. Tenemos que ir a ver la película Time cuando salga; dejaremos que las chicas se queden en casa con Aria mientras vamos por un poco de dulce británico—dijo Marley, que ya planeaba la noche de sus chicas.
—Sí, sí, ella está con Jack Hamilton, el punto es que tiene un cabello excelente. Y es exactamente el mismo tono de rojo que el tuyo. Así que encontré esta foto de ella en la alfombra roja y…
Marley interrumpió a Rachel otra vez, incapaz de detenerse.
—¿Cuando ella caminó con Jack por la alfombra roja? Ahhh! ¡Joder, me encantó eso! ¿Recuerdas que todos chismeaban sobre con quién estaba saliendo él?
—Espera, ¡estábamos hablando de su cabello! Escúchame, tengo el moño perfecto basado en...
—Oh moñea esto, hablemos del pelo de Jack Hamilton. Siempre se ve del carajo, ¿entiendes? Me pregunto si lo harán en la limusina en el camino a los estrenos...
—Cállate, ¡simplemente detente! Estamos hablando de cabello de bodas aquí, joder, y...
Me perdí, bebiendo mi cerveza y escuchando con un oído a Marley y Rachel en su acalorada conversación sobre moños recogidos versus largos y ondeantes.
La otra oreja estaba sintonizada con Glenn Miller que crepitaba a través de los altavoces.
Y en cuestión de segundos, apareció Santana.
—Señora López—dijo, extendiendo su mano.
—Señora Pierce—le guiñé un ojo y me puse de pie—Adiós chicas.
—Adiós—dijeron al unísono mientras seguía a mi esposa a la pista de baile improvisada.
Siguiendo el ejemplo de nuestra ceremonia original, pero ilegal, teníamos linternas colgando por todo el patio trasero, trayendo a casa un poco de cuento de hadas desde Ha Long Bay.
—¿Estás feliz?—preguntó mientras bailábamos por el patio de ladrillo.
—Mucho ¿y tú?
—Oh sí. Especialmente desde que recibí algunas noticias de mi doctor hoy.
—¿En serio?
—En serio, Britt-Britt. Estoy lista para irme—susurró, atrayéndome más fuerte hacia su cuerpo.
Ay caramba.
—¿Qué tenemos aquí?—murmuré, deslizando una mano hacia abajo para sentirla —Um.Guau. Eres realmente muy sexy, López.
—¿Hmm? Oh cielos no, lo dices por que no te estás viendo—se rió—¿Mira?—dijo mostrándome un objeto.
—¿Por qué llevas una botella?—le pregunté.
—Pensé que podría agarrar un poco de tierra, tal vez desde el borde de la pista de baile de ahí, ponerlo con nuestras otras botellas. Sé que técnicamente no es arena, pero sería muy especial.
Sonreí y le dije que era una idea muy dulce.
Años atrás, Santana había comenzado a recoger arena de las playas que había visitado en todo el mundo, almacenándola en pequeñas botellas etiquetadas y exhibiéndolas en una repisa. Habíamos empezado un segundo estante para las playas que visitamos juntos.
Había traído un poco de la playa en la que nos casamos en Vietnam, y me conmovió que hubiera pensado en conmemorar esta noche también.
—Me gusta hacia dónde va esta noche—le dije, chocando deliberadamente mis caderas con las suyas—¿Qué tan rápido crees que podemos sacar a todos de aquí?—pregunté, medio en broma.
—Apenas se terminen las costillas, se irán, ¿verdad?
—Tenemos mucha clase. Sirviendo costillas en nuestra boda.
—Y ensalada de papas. No olvides la ensalada de papas.
—Y pie.
—Ese pie estaba genial. Nunca dejes de hacer ese pie. Joder, debería haber escrito eso en los votos—dijo, hundiéndome y haciéndome reír boca abajo.
Y ahí, en nuestro propio patio trasero rodeado de todos los que amamos, me besó.
Mi esposa.
Qué desastre.
—Creo que uno de los regalos de la boda debería estar limpiando—gimió Santana, examinando el daño en la cocina.
—No creo que estuviera en nuestra lista de regalos, cariño— le dije con tristeza, dándole una palmadita en el hombro mientras caminaba hacia el comedor. En donde se encontraban los regalos de boda—Sin embargo, tenemos lo último en batidoras de inmersión, cuchillos eléctricos y...¿Qué diablos es esto?—pregunté, sosteniendo una caja blanca.
—Ese es el Sr. Tocino—dijo Santana con orgullo.
—¿Quién es el señor tocino?
—No, no, Sr. Bacon. Tú cocinaras tocino en ella.
—Entiendo. ¿Por qué es necesario?
Todos los gatos de la casa se habían reunido en la mesa del comedor o debajo. Ellos sabían lo que significaba la palabra tocino.
Les encanta el tocino.
—Lo usas para cocinar tocino en el microondas, fácil como un pie. Lo cual es apropiado, porque si colocas el tocino dentro de esta pequeña taza de aquí, queda en forma de pie. ¡Ahora puedes hacer pie de tocino pastel entre otras cosas!
—¿Quién carajo nos regaló esto?
—Trevor y Megan.
—¡Por supuesto que no! Megan, es una ex chica def Food Network, no nos daría esto para nuestra boda.
—En realidad, nos dieron dos regalos. También nos trajeron los nuevos platos blancos para servir que querías de Williams.
—Esa es mi chica—alabé, y miré una vez más a la caja que mi morena estaba acunando—Trevor debe haberse vuelto loco con eso.
—Sigue burlándote de mí Sr. Bacon. Todavía no resuelve el problema de este desastre.
—¿Qué tal una fiesta posterior a la fiesta de bodas? ¿Dónde invitamos a muchas de las mismas personas y las ponemos a limpiar? De esa forma no tenemos que pasar nuestra luna de miel trabajando—sugerí, y los ojos de Santana se abrieron.
—Hmmm ¿por qué estamos pasando nuestra noche de bodas hablando de tocino?
—Bueno, tú eras el que...
Fui silenciada por un beso cuando mi morena cruzó la cocina en dos zancadas, me puso contra ella y presionó su boca contra la mía.
Me excite al instante.
—¿Estás segura de esto?—pregunté, sin aliento mientras me besaba.
—Estás bromeando, ¿verdad?—preguntó, su voz era gutural e increíblemente sexy mientras seguía besándose a lo largo de mi mandíbula, dirigiéndose hacia mi cuello.
Una vez que esos labios golpearon debajo de la barbilla, estaba acabada.
—Me perdí nuestra primera noche de bodas, no me a perder la segunda.
—Lo haremos lento, ¿de acuerdo?—insistí mientras me apoyaba en las escaleras.
Su médico la había aclarado, claro, pero eso no significaba que necesitáramos balancearnos en los candelabros.
—Me gusta lento—murmuró, agarrándome un buen pedazo de trasero.
—Nosotras empezamos lento...—suspiré cuando sus labios encontraron mi punto dulce justo debajo de mi oreja.
Ahora estábamos subiendo las escaleras, apagando las luces mientras nos besábamos como adolescentes.
—Así no es como lo recuerdo—dijo, girándome en la parte superior de las escaleras, colocándome frente a ella mientras me acompañaba por el pasillo.
Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi cintura y sus labios jugando con mi oreja, haciéndome reír un poco. Estaba un poco achispada por la cerveza, pero no tan achispada para descarrilarme.
—Nosotras empezamos lento, siendo amigas primero. Por un buen tiempo—le recordé, deteniéndome justo en la puerta de mi habitación, atravesándome y manteniéndolo afuera.
—No recuerdo que fuéramos amigas primero. Recuerdo que, al principio, éramos algo completamente diferente a eso—me mordió el lóbulo de la oreja.
Específicamente, en lo que colgaba de él. Su regalo de bodas para mí.
Esa mañana, cuando me desperté, había un joyero encima de la almohada donde solía estar la cabeza de Santana. Podía oírla cepillarse los dientes en el baño mientras yo miraba alrededor, preguntándome qué estaba tramando.
Como ya sentíamos que estábamos casadas desde esa vez en la playa, no había un no se puede ver a la novia antes de la boda hoy, y lo quería junto a mí en nuestra cama.
Flashback
—¿Qué es esto?—pregunté, volviendo a acomodar las almohadas, tirando del edredón a mi alrededor.
—Jolo mm etalle bara ni pommmdida—fue la respuesta que obtuve.
—Voy a esperar que escupas, bebé—fue la respuesta que di.
Ella escupió.
Y se unió a mí en la cama.
—Solo un detalle para mi prometida—repitió.
—Pero pensé que no nos daríamos regalos—protesté.
Lo habíamos discutido antes y coincidimos en que no haríamos nada especial.
—Oh, cálmate y ábrelo—instruyó, e hice lo que me dijo.
Brillantes…
Negros…
Resplandecientes Aretes.
Pendientes largos llenos de diamantes y zafiros, exactamente del color de sus ojos. Los zafiros en forma de lágrima colgaban de una delicada base con incrustaciones de diamantes.
—San, ¿qué hiciste?—respiré, mi mano temblaba.
—Pensé que esto podría ser algo viejo, ya que son viejos; algo nuevo, ya que son nuevos para ti; pero técnicamente no prestados, ya que ahora son tuyos. Los estás tomando prestados para siempre
—¿De quién?—susurré, ya sabiendo la respuesta.
—Mi mamá—respondió, y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—No podría amarte más—le dije, llevándola hacia mí para darle un dulce beso.
—¿Te gustan?
—Los amo.
Fin Flashback
Me los puse rápidamente y los usé todo el día.
Lo que me lleva hasta ahora, donde tenía una Wallbanger mordisqueándome la oreja mientras estaba parada en la puerta.
—Por lo que recuerdo, me odiaste desde la primera vez que nos vimos—dijo, cambiando de mi oreja a la parte posterior de mi cuello mientras sostenía mi cabello en alto.
—No te odié, pero estoy segura que no era tu mayor fan—admití, recordando cuando ella me abrió su puerta después de haber estado dándole sin descanso—Estaba perdiendo el sueño.
—Te estabas perdiendo algo más que el sueño, rubia—dijo, acariciando mi hombro. Sus manos subieron mi vestido, recogieron la tela y la juntaron alrededor de mis caderas—Seguro que también te estabas perdiendo esto—y colocó una mano sobre mi sexo.
Mi cuerpo respondió como siempre lo hace, con total descaro.
—Realmente me estaba perdiendo esto—respondí, hundiendo mis manos en su espeso y oscuro cabello y girándolo con mis dedos—Pero lo trajiste de vuelta.
—Nosotras lo trajimos todo de vuelta—me recordó, y me empujó a la habitación.
—Nosotras. Me gusta—gemí, sintiendo que la cama golpeaba la parte posterior de mis rodilla.
Santana y yo nunca habíamos pasado tanto tiempo sin tener sexo desde que estábamos juntas.
Y bajo sus manos una vez más, mi cuerpo cobró vida para ella. Tironeé de su vestido mientras ella tiraba del mío. Me encargué de sus zapatos mientras ella me quitaba el sujetador. Mis pechos llenaban sus manos, pesados y sensibles. Tomó mi liga con los dientes, dejando un rastro de besos a su paso.
Cuando finalmente estábamos desnudas, enredadas y jadeando, me arrastré hacia atrás sobre la cama, moviéndome hacia la cabecera.
—¿A dónde vas, dulce Britt?—preguntó, arrastrándose por la cama para llegar a mí.
—Quería hacerte sufrir un poco—bromeé, arqueando una ceja y la espalda mientras me agarraba a la cabecera de hierro.
—Esa es mi chica.
Ella me cubrió con su cuerpo, con sus largas extremidades yo envolvía con mis piernas su cintura.
—Te amo, Santana. Te amo jodidamente tanto—dije, echando hacia atrás su pelo y sosteniendo su cara entre mis manos, mirándonos.
—Yo también te amo, señora López—y luego se unió a mí.
Nuestros cuerpos se ajustaron el uno al otro, recordándose, estaban diseñados para encajar perfectamente.
Se mantuvo quieta por un momento, sintiendo como nos uníamos en todos los sentidos.
—Joder, como te he extrañado—gimió, con la voz tensa por la dulce tensión de contenerse, tomar las cosas con calma y asegurarse de que ella estaba bien.
Pero esa noche, nuestra noche de bodas, aprendimos cuán bello es tomar las cosas lentamente, con precisión y esfuerzo silencioso.
Cuerpos que apenas se mueven, sudor dulce que se acumula entre nosotras, se ajustándose y reajustándose, volviéndose uno solo en el silencio de la noche.
Tranquilo.
Lento.
Dulce.
Perfecto.
Nuestra primera vez como pareja casada oficialmente, fue romántica y maravillosa.
La segunda vez...eeeh...no tanto.
Santana no se pudo contener.
Volvió a casa.
Caderas empujando, brazos agitándose, mordiendo, lamiendo, chupando, follando.
Nuestras manos se entrelazaron y se aferraron rápidamente a la cabecera otra vez.
—Realmente no querías ir despacio esta vez, chica camisón.
Y ella tenía mucha razón.
Pum.
—Oh Dios.
[i]Pum pum.[7i]
—Oh Dios.
Joder, como me gustaba este mujer.
Y la amaría por el resto de mi vida.
Por nuestras vidas.
Porque Wallbanger fue la única que pudo darme mi final feliz.
...
...
...
…Ejem.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:
Hola, jajajajajaj asi esas son las caritas q suelen causar las brittana y su grupo jajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Epílogo
Lord Tubbington
Había oído a la alimentadora y al bajita quejarse acerca de hacer la limpieza
No lo vi necesario.
Después de decir la palabra tocino una y otra vez, provocándome sin ningún alivio, lo menos que pudieron hacer fue dejarme las puntas de las costillas restantes y las sobras que quedaron de su celebración.
Encontré un plato que contenía más que suficientes golosinas sabrosas, y les indiqué a las chicas que había buscado un banquete para ellas. Era mi naturaleza cuidar a los que me rodeaban, especialmente a mis damas.
A cambio de otorgarles un alojamiento en mi casa, y protección general, mi trío me mantuvo bien acicalado y satisfecho.
Si sabes a lo que me refiero.
Y creo que sí sabes.
Mientras las damas estaban ocupadas con una hamburguesa de carne particularmente sabrosa, volví a mi misión anterior de búsqueda y destrucción.
Normalmente evitaba los contenedores de basura, después de que malgastara mi juventud persiguiendo Q-tips y bolas de algodón.
Nada bueno vino de esas búsquedas infructuosas, aunque divertidas.
Pero algo había despertado mi interés en una de las habitaciones de arriba, la que la alimentadora y la bajita usaban como caja de arena.
Caminé silenciosamente a través de sus dormitorios, sintiendo que estaban dormidas ligeramente.
La bajita hoy tenía esa mirada en ella, una mirada que significaba que la alimentadora ronronearía toda la noche.
No importa, tenía un pez más grande que encontrar.
Mmm, pez.
Entrando en su caja de arena sin ser descubierto, fui de inmediato a la papelera. Pateando con delicada gracia, volqué el contenedor y derramé el contenido en el suelo. Excavando a través de Kleenex, una botella de píldoras vacía, una condenada bola de algodón (que perdí a los veinte minutos, cuando decidió huir de mí), encontré el curioso elemento.
Envuelto completamente en papel higiénico, como para despistarme, había una caja vacía con un palo largo dentro. El palo tenía un buen peso, balanceándose muy bien en mi boca.
Lo usaría como palo de hockey.
Agarrando el extremo plano en mi boca, caminé hasta la otra habitación y salté silenciosamente a la cama. Subiendo por piernas y rodillas, codos y brazos, me acurruqué entre la alta y la alimentadora, trayendo mi palo de hockey conmigo para más después.
Había sido un largo día.
Había estado levantado durante al menos una hora, y el sueño me estaba llamando. Examiné el palo una vez más, notando que en un extremo había un símbolo interesante.
Dos líneas, cruzadas en el medio.
Hmm.
Dejando el misterio de lado por el momento, estiré mis piernas, asegurándome de estar tocándolas a ambas.
Pareció confortarlas.
Y ese era mi otro trabajo, asegurarme de que estas dos siempre estuvieran cómodas.
Pude sentir que la bajita comenzaba a moverse; será mejor que tome una siesta antes de que se despierte completamente y moleste a la alimentadora.
Cerré los ojos y me dormí al instante.
Feliz.
Contento.
Porque en mis sueños, había costillas para muchos días...
—¿Qué coño hace esto en la cama? ¿Lord T? ¿Qué es eso que trajiste? ¿Ah?
—¿Qué pasa?—la alimentadora bostezó.
Una larga pausa...
—¿Britt? ¿Tienes algo que contarme?
Una pausa más larga...
—A ver, Sanny. Es una historia divertida...
—Bueno, espero paciente.
La alimentadora guardo silencia y respiro muy profundo para luego decir:
—Mira, llevamos un tiempo juntos, pasamos por mucho y cuando paso lo de tu accidente, y como sabes muy bien, no quiero perder más tiempo…hable con Rach y Marley para que me orientaran y dieran los datos de la doctora que las ayuda para quedar embarazas. ¿Te acuerdas que para tu último chequeo para ver que todo estuviera bien, ambas congelamos nuestros óvulos para más adelante? ¿Por si algún día queríamos ser mamás?—la bajita solo movió la cabeza—Quiero esto San, quiero que nuestra familia crezca—la bajita se quedó callada con los ojos muy abiertos, asique la alimentadora continuo—Hace un mes fui con la doctora y me realice el tratamiento para quedar embarazada con tus óvulos…pensé que esta primera vez podría ser yo la que quedara embarazada con tus óvulos y para un segundo bebé podrías ser tú la embarazada con mis óvulos…
—Britt…
—Déjame terminar, por favor. No quería contártelo, porque quería que fuera una sorpresa, además que es muy difícil que el tratamiento funcione al primer intento…Ya sabes que Marley y Kitty les funciono a la segunda vez…bueno Rach y Quinn tuvieron suerte y les funciono a la primera…al igual que a nosotras y se…
La bajita no dejo continuar a la alimentadora callándola cuando juntaron sus bocas y las movían de forma rara.
—Te amo Britt-Britt, es la mejor noticia y ahora sorpresa que me podrías dar—dijo la bajita mientras le sujetaba la cara con sus manos—Yo quiero esto, esto que tenemos ahora con Lord T, Ella, Dinah y Norah, y mucho más contigo, rubia. También quiero que nuestra familia crezca. Y si, también quiero llevar a tu bebé en mi vientre—dijo volviendo a juntar sus bocas.
—Te amo Santana Pierce López.
—Te amo Brittany López Pierce.
No lo vi necesario.
Después de decir la palabra tocino una y otra vez, provocándome sin ningún alivio, lo menos que pudieron hacer fue dejarme las puntas de las costillas restantes y las sobras que quedaron de su celebración.
Encontré un plato que contenía más que suficientes golosinas sabrosas, y les indiqué a las chicas que había buscado un banquete para ellas. Era mi naturaleza cuidar a los que me rodeaban, especialmente a mis damas.
A cambio de otorgarles un alojamiento en mi casa, y protección general, mi trío me mantuvo bien acicalado y satisfecho.
Si sabes a lo que me refiero.
Y creo que sí sabes.
Mientras las damas estaban ocupadas con una hamburguesa de carne particularmente sabrosa, volví a mi misión anterior de búsqueda y destrucción.
Normalmente evitaba los contenedores de basura, después de que malgastara mi juventud persiguiendo Q-tips y bolas de algodón.
Nada bueno vino de esas búsquedas infructuosas, aunque divertidas.
Pero algo había despertado mi interés en una de las habitaciones de arriba, la que la alimentadora y la bajita usaban como caja de arena.
Caminé silenciosamente a través de sus dormitorios, sintiendo que estaban dormidas ligeramente.
La bajita hoy tenía esa mirada en ella, una mirada que significaba que la alimentadora ronronearía toda la noche.
No importa, tenía un pez más grande que encontrar.
Mmm, pez.
Entrando en su caja de arena sin ser descubierto, fui de inmediato a la papelera. Pateando con delicada gracia, volqué el contenedor y derramé el contenido en el suelo. Excavando a través de Kleenex, una botella de píldoras vacía, una condenada bola de algodón (que perdí a los veinte minutos, cuando decidió huir de mí), encontré el curioso elemento.
Envuelto completamente en papel higiénico, como para despistarme, había una caja vacía con un palo largo dentro. El palo tenía un buen peso, balanceándose muy bien en mi boca.
Lo usaría como palo de hockey.
Agarrando el extremo plano en mi boca, caminé hasta la otra habitación y salté silenciosamente a la cama. Subiendo por piernas y rodillas, codos y brazos, me acurruqué entre la alta y la alimentadora, trayendo mi palo de hockey conmigo para más después.
Había sido un largo día.
Había estado levantado durante al menos una hora, y el sueño me estaba llamando. Examiné el palo una vez más, notando que en un extremo había un símbolo interesante.
Dos líneas, cruzadas en el medio.
Hmm.
Dejando el misterio de lado por el momento, estiré mis piernas, asegurándome de estar tocándolas a ambas.
Pareció confortarlas.
Y ese era mi otro trabajo, asegurarme de que estas dos siempre estuvieran cómodas.
Pude sentir que la bajita comenzaba a moverse; será mejor que tome una siesta antes de que se despierte completamente y moleste a la alimentadora.
Cerré los ojos y me dormí al instante.
Feliz.
Contento.
Porque en mis sueños, había costillas para muchos días...
—¿Qué coño hace esto en la cama? ¿Lord T? ¿Qué es eso que trajiste? ¿Ah?
—¿Qué pasa?—la alimentadora bostezó.
Una larga pausa...
—¿Britt? ¿Tienes algo que contarme?
Una pausa más larga...
—A ver, Sanny. Es una historia divertida...
—Bueno, espero paciente.
La alimentadora guardo silencia y respiro muy profundo para luego decir:
—Mira, llevamos un tiempo juntos, pasamos por mucho y cuando paso lo de tu accidente, y como sabes muy bien, no quiero perder más tiempo…hable con Rach y Marley para que me orientaran y dieran los datos de la doctora que las ayuda para quedar embarazas. ¿Te acuerdas que para tu último chequeo para ver que todo estuviera bien, ambas congelamos nuestros óvulos para más adelante? ¿Por si algún día queríamos ser mamás?—la bajita solo movió la cabeza—Quiero esto San, quiero que nuestra familia crezca—la bajita se quedó callada con los ojos muy abiertos, asique la alimentadora continuo—Hace un mes fui con la doctora y me realice el tratamiento para quedar embarazada con tus óvulos…pensé que esta primera vez podría ser yo la que quedara embarazada con tus óvulos y para un segundo bebé podrías ser tú la embarazada con mis óvulos…
—Britt…
—Déjame terminar, por favor. No quería contártelo, porque quería que fuera una sorpresa, además que es muy difícil que el tratamiento funcione al primer intento…Ya sabes que Marley y Kitty les funciono a la segunda vez…bueno Rach y Quinn tuvieron suerte y les funciono a la primera…al igual que a nosotras y se…
La bajita no dejo continuar a la alimentadora callándola cuando juntaron sus bocas y las movían de forma rara.
—Te amo Britt-Britt, es la mejor noticia y ahora sorpresa que me podrías dar—dijo la bajita mientras le sujetaba la cara con sus manos—Yo quiero esto, esto que tenemos ahora con Lord T, Ella, Dinah y Norah, y mucho más contigo, rubia. También quiero que nuestra familia crezca. Y si, también quiero llevar a tu bebé en mi vientre—dijo volviendo a juntar sus bocas.
—Te amo Santana Pierce López.
—Te amo Brittany López Pierce.
FIN
************************************************************************************************************************
Bien aquí el final, un poquito arreglado para no dejarlo en suspenso, de esta linda historia. Y como dije al principio de esta, no tiene “ese no sé qué de las dos primeras”, pero es perfecta.
Y como también lo dije, con esta historia empecé la aventura del foro y con las Brittana y sus “amig@s” con los chicos de la serie Glee y quizás algunos otros personajes de otras serien, pero siempre Glee en primer lugar. Como también lo fueron las parejas de Faberry, ya que si ahí Brittana tiene que tener Faberry si o si jajaajajajaja.
Quería darles las gracias por apoyarme en estas adaptaciones que jamás pensé que serían tantas al verdad, pero llegue a las 70! Adaptaciones y 6 años!, como pasa el tiempo. En las cuales me apoyaron algunas personas desde el principio y entiendo que se tuvieron que ir al pasar el tiempo, que de 10 comentarios diarios (quizás menos, quizás más) llegue a 0 en algunas jajajajaja, pero sí sé que leían.
Y es por ese motivo, y también mi tiempo se está haciendo escaso, que elegí esta historia para ser la última adaptaría y le daría un fin a Glee, sus personajes, Brittana y al foro.
Y el tiempo es un factor fundamental aquí, ya que a todos nos afecta para poder comentar y hasta leer, y yo era una de las que decía que no me gustaba que las demás personas que publicaban historias y las dejaban sin un final o demoraban SIGLOS en publicas…lo cual yo hice…y más de una vez. Por eso prefiero, y también debo, terminar y darle un lindo final a esta etapa y momento.
No me queda nada más que decir, lo cual fue mucho a mi parecer jajajajajaja, solamente gracias.
Gracias a Glee, a que sin esa GRAN seria no tendríamos este foro. Y porque nos enseñó y sigue enseñando, que tenemos que ser tolerables con los demás y nosotros mismo. Que tenemos que respetar y respetarnos. Que nada, o muy poco, es imposible. Que las amistades si existen y aunque pasen cosas los AMIGOS, esos que si son amigos, siempre estarán. Que el amor puede pasar por muchas dificultades, pero pueden ser felices con esa persona, sin importar el sexo. Y lo más importe, que tenemos que querernos tal cual somos, porque así somos perfectos.
Gracias, a las personas que crearon el foro, ya se para interactuar entre nosotros. Para comentar la serie. Para subir historias y vivir historias más allá de la serie o de los que nos daba.
Gracias a ustedes, esas personas que solamente leían. Esas personas que ya no están en el foro, que son muchas sino es que todas xD. Esas personas que comentaron. Esa persona que me comento hasta el final y podría decir mi fiel seguidora “Micky Morales” por qué me comento hasta en mi última historia…y espero hasta mi última publicación ajajajaja.
Gracias a l@s autor@s que publicaron libros tan buenos para que los pudiera adaptar jajajajaja.
Y las gracias más importantes, a las Brittana, ya que sin ellas y su historia yo no habría adaptado, publicado y mucho menos llegar al foro. No niego que me hubiera gustado un mejor final con respecto saber más de ellas, pero al menos nos dieron un final juntas.
Muchas gracias por los años que pase aquí.
Y como dicen por ahí…”No lloremos porque termino, sino porque paso”…o algo por el estilo jajajajaja.
Bien aquí el final, un poquito arreglado para no dejarlo en suspenso, de esta linda historia. Y como dije al principio de esta, no tiene “ese no sé qué de las dos primeras”, pero es perfecta.
Y como también lo dije, con esta historia empecé la aventura del foro y con las Brittana y sus “amig@s” con los chicos de la serie Glee y quizás algunos otros personajes de otras serien, pero siempre Glee en primer lugar. Como también lo fueron las parejas de Faberry, ya que si ahí Brittana tiene que tener Faberry si o si jajaajajajaja.
Quería darles las gracias por apoyarme en estas adaptaciones que jamás pensé que serían tantas al verdad, pero llegue a las 70! Adaptaciones y 6 años!, como pasa el tiempo. En las cuales me apoyaron algunas personas desde el principio y entiendo que se tuvieron que ir al pasar el tiempo, que de 10 comentarios diarios (quizás menos, quizás más) llegue a 0 en algunas jajajajaja, pero sí sé que leían.
Y es por ese motivo, y también mi tiempo se está haciendo escaso, que elegí esta historia para ser la última adaptaría y le daría un fin a Glee, sus personajes, Brittana y al foro.
Y el tiempo es un factor fundamental aquí, ya que a todos nos afecta para poder comentar y hasta leer, y yo era una de las que decía que no me gustaba que las demás personas que publicaban historias y las dejaban sin un final o demoraban SIGLOS en publicas…lo cual yo hice…y más de una vez. Por eso prefiero, y también debo, terminar y darle un lindo final a esta etapa y momento.
No me queda nada más que decir, lo cual fue mucho a mi parecer jajajajajaja, solamente gracias.
Gracias a Glee, a que sin esa GRAN seria no tendríamos este foro. Y porque nos enseñó y sigue enseñando, que tenemos que ser tolerables con los demás y nosotros mismo. Que tenemos que respetar y respetarnos. Que nada, o muy poco, es imposible. Que las amistades si existen y aunque pasen cosas los AMIGOS, esos que si son amigos, siempre estarán. Que el amor puede pasar por muchas dificultades, pero pueden ser felices con esa persona, sin importar el sexo. Y lo más importe, que tenemos que querernos tal cual somos, porque así somos perfectos.
Gracias, a las personas que crearon el foro, ya se para interactuar entre nosotros. Para comentar la serie. Para subir historias y vivir historias más allá de la serie o de los que nos daba.
Gracias a ustedes, esas personas que solamente leían. Esas personas que ya no están en el foro, que son muchas sino es que todas xD. Esas personas que comentaron. Esa persona que me comento hasta el final y podría decir mi fiel seguidora “Micky Morales” por qué me comento hasta en mi última historia…y espero hasta mi última publicación ajajajaja.
Gracias a l@s autor@s que publicaron libros tan buenos para que los pudiera adaptar jajajajaja.
Y las gracias más importantes, a las Brittana, ya que sin ellas y su historia yo no habría adaptado, publicado y mucho menos llegar al foro. No niego que me hubiera gustado un mejor final con respecto saber más de ellas, pero al menos nos dieron un final juntas.
Muchas gracias por los años que pase aquí.
Y como dicen por ahí…”No lloremos porque termino, sino porque paso”…o algo por el estilo jajajajaja.
Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Gracias, muchas gracias por siempre y hasta siempre!!!! hasta la vista!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Gracias, muchas gracias por siempre y hasta siempre!!!! hasta la vista!!!!!
Hola, de nada, gracias a ti por leer y comentar hasta el final!!!!! Hasta la vista! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Muchisimas gracias!! Gracias por tu tiempo y dedicación de verdad. Triste, triste porque ya le damos un cierre a esto, pero en algun momento tenía que pasar, ya no tenemos el tiempo libre de antes, pero bueno, te deseo éxitos en lo que sea que estés trabajando y también en tu vid personal. Gracias a ti por mantener el foro vivo con esas historias maravillosas, ya ahora leo mas libros, lo que antes no hacia jajajaj
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Muchisimas gracias!! Gracias por tu tiempo y dedicación de verdad. Triste, triste porque ya le damos un cierre a esto, pero en algun momento tenía que pasar, ya no tenemos el tiempo libre de antes, pero bueno, te deseo éxitos en lo que sea que estés trabajando y también en tu vid personal. Gracias a ti por mantener el foro vivo con esas historias maravillosas, ya ahora leo mas libros, lo que antes no hacia jajajaj
Hola, de nada! De nada, y gracias a ti tmbn x ese tiempo para leer y comentar! Si que lo es, pero tmbn tienes razón con eso del tiempo y de q tenia q pasar =/ Muchas gracias, para ti tmbn! Jajajajajaaj que bueno, espero y siga siendo de esa forma la vrdd jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:
Hola, jajaaj esas caritas! ajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Hola, ese mismo día que comente sus comentarios, era el aniversario de Glee, el cual no me di ni cuenta, y me lo hicieron notar! asik... Feliz 10 años de Glee! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Dios!! Como pasa el tiempo, 10 años ya!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Dios!! Como pasa el tiempo, 10 años ya!
Hola, sii!!!! y un@ no se da ni cuenta! =O Esperemos y hagan algo para celebrar...Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
No me gusta que abandones
23l1 escribió:monica.santander escribió:Hola como estas?
Esto quiere decir que vas a dejar de publicar?
Hola, bn y tu¿? Si =/ Saludos =D
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Necesito ponerme en contacto contigo
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
No me gusta que abandones
23l1 escribió:monica.santander escribió:Hola como estas?
Esto quiere decir que vas a dejar de publicar?
Hola, bn y tu¿? Si =/ Saludos =D
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
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