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[Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
kamilittaz escribió:Sorry No me gusta lo que pasa entra Quincy y Irina :/
Si Quincy empiesa a sentir cosas por ella que sea honesta. Con Rachel
Hola muuuuuuuy perdia jaaajaaj. La vrdd esk a mi tampoco ¬¬ Eso mismo o si es algo físico que se aleje...aunk no puede ¬¬ pero q haga algo :@ Saludos =D
micky morales escribió:Lo sabia, sabia que este jueguito entre Irina y Quincy traeria consecuencias, no me gusta esa atraccion de quincy hacia irina, si le gusta mas que Rachel que lo diga y ya, por otra parte tampoco es facil que Rachel quiera seguir pareciendo p.... cuando ya no lo es, en fin... no ha habido mucho de Santana y Brittany!!!!!
Hola, pense q sería mas fuer, pero me equivoque ¬¬ A mi tampoco ¬¬ Eso mismo, y si es algo físico tmbn q lo diga y listo, que se deje de andar con que le gusta algo y algo tmbn ¬¬ Tmpoco, es peligroso! No ¬¬ tmpoco me gusta. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Cap 29
Capitulo 29
Introdujo el código de seguridad para poder aparcar su Ducati dentro del edificio de Kitty.
Cuando se dio la vuelta, Rachel salió de la parte superior de la escalera y se acercó a ella.
—¿Qué haces aquí sola?—preguntó Quincy—Es media noche y hace mucho frío.
—Tenía la esperanza de que verte pronto—le echó los brazos al cuello—Y supongo que lo hice—tiró de él en las sombras y lo besó—Todo el mundo está aquí arriba refrito. Quería verte a solas.
Quincy dejó la moto, junto a la Harley de Kitty, situada al otro lado de la Porsche y cerró las puertas. Luego se abrió la cremallera de la chaqueta y se recostó en su moto. Su castaña se quitó la chaqueta y la dejó caer sobre el manillar. Cuando ella lo besó otra vez, notó el sabor de licor y el olor de la nieve fresca.
Su piel era fría y su boca estaba caliente, la apretó con más fuerza y hundió el rostro en la curva de su cuello.
La más baja le acarició el cabello.
—¿Estás bien, cariño?
—Si—hablaba sin levantar la vista.
Olik parecía satisfecho con el acuerdo que Irina había hecho para supervisar a las niñas, pero había acompañado a Irina, al departamento, y esperó ahí durante una hora para estar seguro de que no habría ninguna sorpresa no deseada.
No quería hablar de lo ocurrido en la trastienda de Ziggie. Los dos habían hecho lo que tenía que hacer.
—¿Qué tal manejó Irina las cosas?
—Ella lo hizo bien.
—¿Hubo problemas?—Rachel preguntó.
—Algunos. Olik necesitaba que le convenciéramos de que Irina y yo somos pareja—le mostró su mano derecha y se dio cuenta, por primera vez, que tenía los nudillos doloridos.
Rachel le tomó de la mano, llevándola hacia la luz.
—Tienes parte de la piel de los nudillos ensangrentada. ¿Tienes más contusiones en otro sitio?—le preguntó casualmente.
No quería mirarlo, porque sabía que tenía que creer en él. Sus temores eran cada vez mayores.
—Nunca me tocó—dijo Quincy, sin mucha satisfacción. Había pensado que se sentiría mejor acerca de pegarle a uno de estos tipos, pero realmente no era así. Se había dado cuenta, al ruso en el suelo, medio asfixiado, que lo único que quería era poner el hombre detrás de las rejas. No necesitaba castigarlo—A él le debe de doler más que a mí.
—¿Ha venido a por ti?
—Sí.
La castaña le enmarcó la cara para que pudiera verle a los ojos.
—Entonces hiciste lo que tenías que hacer. No te sientas mal por ello.
Sonrió con ironía.
—Yo no. No realmente—le pasó la punta de los dedos por el cabello—Vi que tenías un nuevo novio, esta noche.
—¿Phil?—Rachel se echó a reír.
—Es lo que todos hablan.
—Me alegra oír eso.
Su sonrisa desapareció.
—¿Estás bien con eso?
—No hables en clave, novata—Rachel acercó sus pechos—¿Quieres decir que estoy celosa de Irina, porque es muy atractiva y ha estado teniendo las manos sobre ti?
Asintió.
—Si te dijera que no me importaba, sabrías que estaba mintiendo. Pero no estoy teniendo un ataque de celos—se inclinó hacia él, muslos contra muslos, con el vientre apretado contra su entrepierna—Cuando yo todavía estaba trabajando, nunca se me dijiste nada. Me hiciste el amor, cuando todavía pensabas que estaba viendo a cliente, aunque no era el caso. Tú me has amado, incluso cuando pensabas que estaba siendo tocada por otros.
—Rachel—susurró.
Ésta le apretó los dedos sobre la boca.
—Si sigues haciendo lo que estás haciendo, y creo que Santana ya que piensa que eres muy bueno en ello, podrías tener que hacer algo más, que un beso en el cuello de otra mujer. Si lo veo, o no, se trata de trabajo. No necesito saber los detalles.
—Quiero que sepas, que no sucederá nada a menos que no hay otra manera. Y...—Quincy suspiró—Nada de lo que tenga que hacer, significa nada para mí.
—¿Estás seguro de que estás bien?—Rachel pasó las manos por los brazos, y luego frotó las palmas de las manos sobre el pecho dentro de su chaqueta—Eres muy fuerte.
Sacudió la cabeza.
—Tal vez un poco. ¿Qué tal si vamos donde la teniente, y averiguo si estas usando ropa interior?
—No quiero que te distraigas delante de Santana—Rachel susurró contra la su boca mientras le bajaba la bragueta.
Se tensó cuando deslizó una mano dentro de sus escritos y se apoderó de su polla.
—Una de mis preguntas contestadas.
—Eso es lo que quería decir—dijo Quincy ronco—Porque no tenemos tiempo para el resto.
—¿Cinco minutos?
Se rió.
—Sabes cómo arreglar mi cabeza cuando estoy torcida. Nadie más tiene ese poder.
La joven le lamió el cuello.
—Si sé cómo arreglar las cosas.
—Siempre sabes lo que necesito—agarró sus caderas y luego miró la mano dentro del pantalón—Jesús. Cómo me excitas.
—Eso es lo que me había parecido—lo besó suavemente en la boca, arregló su ropa, y le subió la cremallera de la bragueta—Ahora, vamos a ir a trabajar. No tenemos tiempo para mucho más.
—Jesucristo, López—Puckerman gritó mientras sostenía abierta la puerta de su habitación del hotel, unos cuantos centímetros. Llevaba unos calzoncillos, camiseta blanca, y necesitaba afeitarse—Son las cinco de la mañana.
—Cinco y veinte—contestó—Tenemos que hablar.
—Estaré en la oficina a las nueve—cuando Puckerman trató de cerrar la puerta, ella encajó su pie en la abertura.
—Esto no puede esperar.
Puckerman miró hacia atrás, hacia el cuarto oscuro.
—Nos encontraremos abajo, en la barra de café en quince minutos.
—Bien—se dirigió al ascensor, satisfecha por haber desbaratado sus planes para despertarse por la mañana teniendo sexo.
Ella tampoco había tenido tiempo de dormir, así que lo creía justo. Pidió un café y se instaló en un reservado, en la parte trasera del restaurante casi vacío.
Veinte minutos más tarde, Puckerman se deslizó frente a ella.
Tenía el pelo mojado, los ojos inyectados de sangre, y su postura rígida le indicó que no era un hombre feliz.
—Café—le espetó antes de que la camarera siquiera hubiera llegado hasta ellos. Inmediatamente se dio la vuelta y desapareció—¿Qué?
—Estoy recibiendo información de Gregor Zamora, un sacerdote, y media docena de miembros de la mafia rusa. En cuanto lo tengamos todo listo, detendremos a diferentes personas de alto nivel público—sonrió cuando vio la mirada de Puckerman.
—¿Por qué no se me ha informado antes de esto?
—He estado muy ocupada.
—Hablaré con nuestros abogados, para organizar las detenciones.
Sacudió la cabeza.
—Puedes detener a Zamora. Lo conseguirás de una forma u otra. Pero el resto son míos—empujó la taza de café a un lado—La oficina del fiscal del distrito ya ha sido informada.
—Esto no es lo que podríamos llamar cooperación, teniente.
—Lo sé.
—¿Y su hermano?—preguntó Puckerman.
—Es demasiado inteligente para ensuciarse las manos. Pero seguro que algo encontraréis. Los federales sois muy buenos sonsacando información. Es su trabajo.
—Tal vez no lo suficientemente buenos.
—Es mucho más de lo que podrías haber obtenido por tu cuenta—Santana se puso de pie—Hemos hecho todo el trabajo, y tendrás la oportunidad de detener y conseguir información para ir subiendo en la cadena alimentaria de detenciones. Te haré saber cuándo estemos listos para movernos, y podrás enviar a tus agentes a detener a Zamora. Entonces, habremos terminado, Puckerman.
—Ya veremos.
No se molestó en contestar, mientras se marchaba.
Brittany se reunió con Santana en la puerta, y le tendió la mano para coger su chaqueta.
—Realmente necesitas usar un abrigo, cariño.
—Sabes—dijo Santana—, Eso es exactamente lo que necesito hacer ahora mismo, entrar en calor.
La rubia colgó la chaqueta en el armario. Le deslizó las correas de cuero de la funda de la pistola y la guardó.
—Eso suena poco romántico.
Cogió su arma en una mano y abrazó a su rubia con la otra, mientras se dirigían al dormitorio.
—Lo único que necesitaba era venir a casa—se detuvo justo dentro de la habitación—Supongo que no puedes volver a la cama por un tiempo.
—Sólo si me prometes dormir.
—Te prometí una vez que nunca te mentiría—murmuró Santana. Se desabrochó la camisa y la sacó de su pantalón—Pero a pesar de mis mejores intenciones, probablemente me quedaría dormida encima tuyo.
—Eso está bien. Me gusta abrazarte mientras estás dormida—le aflojó el cinturón del pantalón y dejó que éste cayera al suelo—¿Cómo te fue con la operación?
—Quinn lo está haciendo muy bien. Ya estamos cerca del final—respondió,
arrojando el resto de su ropa, metiéndose en la cama. La cama aún mantenía el calor su ojiazul y se sentía como si estuviera cayendo en un santuario.
Ésta se acostó junto a ella, y le instaló en los brazos con un suspiro.
—Lo siento, no pretendía llegar tan tarde.
—Estás aquí ahora—la besó—¿Todo está bien con Quincy y Irina?
—Ellos tuvieron que ponerse a prueba esta noche—murmuró Santana.
—¿Por qué?
—Irina es necesariamente muy dependiente de él. Él es su única oportunidad para sentirse seguridad, y por haber traído a su hermana con ella. Es su salvavidas.
—Sí. No te preocupes, Quinn puede manejarlo—se rió en voz baja—Quinn, está manejando en estos momentos, varias cosas muy interesantes. Rachel quiere ser policía.
—Eso tiene mucho sentido—dijo Brittany—¿Lo apruebas?
—No me corresponde a mí decirlo. Pero, sí. Ella tiene agallas, y la inteligencia de la calle. Entiende mejor que nosotros lo que una persona tiene que hacer llegado el momento determinado.
—¿Y tú te ocuparas de ella?, ¿no es así?—dijo Brittany en voz baja.
—¿Te importa?
La más alta la besó en la frente.
—No, cariño. No me importa.
—Cuando los rusos estén llevando a las niñas a la zona privada, Quincy e Irina estarán trabajando desde el interior. A partir de ahí podremos empezar con las detenciones.
—Todo lo que te pido que no entres la primera. No estás lista para eso.
—Está bien. Tengo que estar ahí, pero dejaré que Mike tome la iniciativa. Estaremos respaldados, en todo momento, por policías uniformados—le besó un pecho—No te preocupes. No va a haber problemas.
—Muy bien, entonces—Brittany le acarició la cara—Quiere que me informes de lo que pase. No quiero que me ocultes nada. Ahora, cierra los ojos. Durante las próximas horas, sólo eres mía.
Cuando se dio la vuelta, Rachel salió de la parte superior de la escalera y se acercó a ella.
—¿Qué haces aquí sola?—preguntó Quincy—Es media noche y hace mucho frío.
—Tenía la esperanza de que verte pronto—le echó los brazos al cuello—Y supongo que lo hice—tiró de él en las sombras y lo besó—Todo el mundo está aquí arriba refrito. Quería verte a solas.
Quincy dejó la moto, junto a la Harley de Kitty, situada al otro lado de la Porsche y cerró las puertas. Luego se abrió la cremallera de la chaqueta y se recostó en su moto. Su castaña se quitó la chaqueta y la dejó caer sobre el manillar. Cuando ella lo besó otra vez, notó el sabor de licor y el olor de la nieve fresca.
Su piel era fría y su boca estaba caliente, la apretó con más fuerza y hundió el rostro en la curva de su cuello.
La más baja le acarició el cabello.
—¿Estás bien, cariño?
—Si—hablaba sin levantar la vista.
Olik parecía satisfecho con el acuerdo que Irina había hecho para supervisar a las niñas, pero había acompañado a Irina, al departamento, y esperó ahí durante una hora para estar seguro de que no habría ninguna sorpresa no deseada.
No quería hablar de lo ocurrido en la trastienda de Ziggie. Los dos habían hecho lo que tenía que hacer.
—¿Qué tal manejó Irina las cosas?
—Ella lo hizo bien.
—¿Hubo problemas?—Rachel preguntó.
—Algunos. Olik necesitaba que le convenciéramos de que Irina y yo somos pareja—le mostró su mano derecha y se dio cuenta, por primera vez, que tenía los nudillos doloridos.
Rachel le tomó de la mano, llevándola hacia la luz.
—Tienes parte de la piel de los nudillos ensangrentada. ¿Tienes más contusiones en otro sitio?—le preguntó casualmente.
No quería mirarlo, porque sabía que tenía que creer en él. Sus temores eran cada vez mayores.
—Nunca me tocó—dijo Quincy, sin mucha satisfacción. Había pensado que se sentiría mejor acerca de pegarle a uno de estos tipos, pero realmente no era así. Se había dado cuenta, al ruso en el suelo, medio asfixiado, que lo único que quería era poner el hombre detrás de las rejas. No necesitaba castigarlo—A él le debe de doler más que a mí.
—¿Ha venido a por ti?
—Sí.
La castaña le enmarcó la cara para que pudiera verle a los ojos.
—Entonces hiciste lo que tenías que hacer. No te sientas mal por ello.
Sonrió con ironía.
—Yo no. No realmente—le pasó la punta de los dedos por el cabello—Vi que tenías un nuevo novio, esta noche.
—¿Phil?—Rachel se echó a reír.
—Es lo que todos hablan.
—Me alegra oír eso.
Su sonrisa desapareció.
—¿Estás bien con eso?
—No hables en clave, novata—Rachel acercó sus pechos—¿Quieres decir que estoy celosa de Irina, porque es muy atractiva y ha estado teniendo las manos sobre ti?
Asintió.
—Si te dijera que no me importaba, sabrías que estaba mintiendo. Pero no estoy teniendo un ataque de celos—se inclinó hacia él, muslos contra muslos, con el vientre apretado contra su entrepierna—Cuando yo todavía estaba trabajando, nunca se me dijiste nada. Me hiciste el amor, cuando todavía pensabas que estaba viendo a cliente, aunque no era el caso. Tú me has amado, incluso cuando pensabas que estaba siendo tocada por otros.
—Rachel—susurró.
Ésta le apretó los dedos sobre la boca.
—Si sigues haciendo lo que estás haciendo, y creo que Santana ya que piensa que eres muy bueno en ello, podrías tener que hacer algo más, que un beso en el cuello de otra mujer. Si lo veo, o no, se trata de trabajo. No necesito saber los detalles.
—Quiero que sepas, que no sucederá nada a menos que no hay otra manera. Y...—Quincy suspiró—Nada de lo que tenga que hacer, significa nada para mí.
—¿Estás seguro de que estás bien?—Rachel pasó las manos por los brazos, y luego frotó las palmas de las manos sobre el pecho dentro de su chaqueta—Eres muy fuerte.
Sacudió la cabeza.
—Tal vez un poco. ¿Qué tal si vamos donde la teniente, y averiguo si estas usando ropa interior?
—No quiero que te distraigas delante de Santana—Rachel susurró contra la su boca mientras le bajaba la bragueta.
Se tensó cuando deslizó una mano dentro de sus escritos y se apoderó de su polla.
—Una de mis preguntas contestadas.
—Eso es lo que quería decir—dijo Quincy ronco—Porque no tenemos tiempo para el resto.
—¿Cinco minutos?
Se rió.
—Sabes cómo arreglar mi cabeza cuando estoy torcida. Nadie más tiene ese poder.
La joven le lamió el cuello.
—Si sé cómo arreglar las cosas.
—Siempre sabes lo que necesito—agarró sus caderas y luego miró la mano dentro del pantalón—Jesús. Cómo me excitas.
—Eso es lo que me había parecido—lo besó suavemente en la boca, arregló su ropa, y le subió la cremallera de la bragueta—Ahora, vamos a ir a trabajar. No tenemos tiempo para mucho más.
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—Jesucristo, López—Puckerman gritó mientras sostenía abierta la puerta de su habitación del hotel, unos cuantos centímetros. Llevaba unos calzoncillos, camiseta blanca, y necesitaba afeitarse—Son las cinco de la mañana.
—Cinco y veinte—contestó—Tenemos que hablar.
—Estaré en la oficina a las nueve—cuando Puckerman trató de cerrar la puerta, ella encajó su pie en la abertura.
—Esto no puede esperar.
Puckerman miró hacia atrás, hacia el cuarto oscuro.
—Nos encontraremos abajo, en la barra de café en quince minutos.
—Bien—se dirigió al ascensor, satisfecha por haber desbaratado sus planes para despertarse por la mañana teniendo sexo.
Ella tampoco había tenido tiempo de dormir, así que lo creía justo. Pidió un café y se instaló en un reservado, en la parte trasera del restaurante casi vacío.
Veinte minutos más tarde, Puckerman se deslizó frente a ella.
Tenía el pelo mojado, los ojos inyectados de sangre, y su postura rígida le indicó que no era un hombre feliz.
—Café—le espetó antes de que la camarera siquiera hubiera llegado hasta ellos. Inmediatamente se dio la vuelta y desapareció—¿Qué?
—Estoy recibiendo información de Gregor Zamora, un sacerdote, y media docena de miembros de la mafia rusa. En cuanto lo tengamos todo listo, detendremos a diferentes personas de alto nivel público—sonrió cuando vio la mirada de Puckerman.
—¿Por qué no se me ha informado antes de esto?
—He estado muy ocupada.
—Hablaré con nuestros abogados, para organizar las detenciones.
Sacudió la cabeza.
—Puedes detener a Zamora. Lo conseguirás de una forma u otra. Pero el resto son míos—empujó la taza de café a un lado—La oficina del fiscal del distrito ya ha sido informada.
—Esto no es lo que podríamos llamar cooperación, teniente.
—Lo sé.
—¿Y su hermano?—preguntó Puckerman.
—Es demasiado inteligente para ensuciarse las manos. Pero seguro que algo encontraréis. Los federales sois muy buenos sonsacando información. Es su trabajo.
—Tal vez no lo suficientemente buenos.
—Es mucho más de lo que podrías haber obtenido por tu cuenta—Santana se puso de pie—Hemos hecho todo el trabajo, y tendrás la oportunidad de detener y conseguir información para ir subiendo en la cadena alimentaria de detenciones. Te haré saber cuándo estemos listos para movernos, y podrás enviar a tus agentes a detener a Zamora. Entonces, habremos terminado, Puckerman.
—Ya veremos.
No se molestó en contestar, mientras se marchaba.
Brittany se reunió con Santana en la puerta, y le tendió la mano para coger su chaqueta.
—Realmente necesitas usar un abrigo, cariño.
—Sabes—dijo Santana—, Eso es exactamente lo que necesito hacer ahora mismo, entrar en calor.
La rubia colgó la chaqueta en el armario. Le deslizó las correas de cuero de la funda de la pistola y la guardó.
—Eso suena poco romántico.
Cogió su arma en una mano y abrazó a su rubia con la otra, mientras se dirigían al dormitorio.
—Lo único que necesitaba era venir a casa—se detuvo justo dentro de la habitación—Supongo que no puedes volver a la cama por un tiempo.
—Sólo si me prometes dormir.
—Te prometí una vez que nunca te mentiría—murmuró Santana. Se desabrochó la camisa y la sacó de su pantalón—Pero a pesar de mis mejores intenciones, probablemente me quedaría dormida encima tuyo.
—Eso está bien. Me gusta abrazarte mientras estás dormida—le aflojó el cinturón del pantalón y dejó que éste cayera al suelo—¿Cómo te fue con la operación?
—Quinn lo está haciendo muy bien. Ya estamos cerca del final—respondió,
arrojando el resto de su ropa, metiéndose en la cama. La cama aún mantenía el calor su ojiazul y se sentía como si estuviera cayendo en un santuario.
Ésta se acostó junto a ella, y le instaló en los brazos con un suspiro.
—Lo siento, no pretendía llegar tan tarde.
—Estás aquí ahora—la besó—¿Todo está bien con Quincy y Irina?
—Ellos tuvieron que ponerse a prueba esta noche—murmuró Santana.
—¿Por qué?
—Irina es necesariamente muy dependiente de él. Él es su única oportunidad para sentirse seguridad, y por haber traído a su hermana con ella. Es su salvavidas.
—Sí. No te preocupes, Quinn puede manejarlo—se rió en voz baja—Quinn, está manejando en estos momentos, varias cosas muy interesantes. Rachel quiere ser policía.
—Eso tiene mucho sentido—dijo Brittany—¿Lo apruebas?
—No me corresponde a mí decirlo. Pero, sí. Ella tiene agallas, y la inteligencia de la calle. Entiende mejor que nosotros lo que una persona tiene que hacer llegado el momento determinado.
—¿Y tú te ocuparas de ella?, ¿no es así?—dijo Brittany en voz baja.
—¿Te importa?
La más alta la besó en la frente.
—No, cariño. No me importa.
—Cuando los rusos estén llevando a las niñas a la zona privada, Quincy e Irina estarán trabajando desde el interior. A partir de ahí podremos empezar con las detenciones.
—Todo lo que te pido que no entres la primera. No estás lista para eso.
—Está bien. Tengo que estar ahí, pero dejaré que Mike tome la iniciativa. Estaremos respaldados, en todo momento, por policías uniformados—le besó un pecho—No te preocupes. No va a haber problemas.
—Muy bien, entonces—Brittany le acarició la cara—Quiere que me informes de lo que pase. No quiero que me ocultes nada. Ahora, cierra los ojos. Durante las próximas horas, sólo eres mía.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Cap 30
Capitulo 30
Mientras subía la cremallera de la cazadora, se quedó en la puerta del dormitorio, mirando a Rachel ponerse un abrigo de piel falsa, tres centímetros por encima de la falda.
Aunque era más bajo que él, con las piernas a la vista, parecía más alta, esbelta y bien formada, sus pantorrillas se apretaban con cada paso que daba en esos tacones altos.
—Me gustaría que usaras unos zapatos, que te permitieran correr, en caso de ser necesario—gruñó.
La castaña le lanzó una mirada.
—Sí, seguro que nadie se daría cuenta si aparezco en zapatillas de deporte.
Si él tenía su manera de hacer su trabajo, ella también. La teniente les había informado que volverían a estar en peligro, sobre todo cuando se produjeran las detenciones, esa misma noche.
Quincy no podía permitir que los rusos sospecharan que algo estaba a punto de pasar. Incluso sabiendo que la castaña estaría haciendo las rondas en los clubes.
—Asegúrate de llamar a Santana, si hacen contacto—dijo Quincy por quinta vez.
—Lo haré—Rachel cogió un pequeño bolso, con una cadena de plata brillante, y se lo colgó del cuello. Tenía su teléfono móvil, un recipiente de aerosol, lápiz labial, y preservativos. Suministros de trabajo—Tú eres el que tiene que ser cuidadoso. Irina y tú vas a estar ahí cuando todo se venga hacia abajo. No necesitas estar pensando en mí. No necesitas estar preocupándote por nada, salvo por mantener tu propia seguridad. ¿Lo entiendes?
—No vayas a ninguna parte con ellos, a menos que Santana lo sepa.
La más baja puso los ojos en blanco.
—Lo sé. Si termino en Atlantic City, no te preocupes por mí. Haz tu trabajo que yo haré el mío.
El rubio le tomó la mejilla y le acarició la barbilla.
—Te quiero. Nos vemos cuando esto termine.
La ojimarrón la besó.
—Sólo recuerda que yo también te quiero.
Kitty, en vaqueros negros y una camiseta, también negra, se estaba colocando la funda de su arma en su cadera derecha, junto con sus credenciales federales en el bolsillo de atrás, consciente de que Marley estaba viendo todo lo que hacía.
Ella había estado en algunos puntos calientes, en el sudeste de Asia, especialmente cuando había sido un agente de campo, siguiendo la pista a de algunos de los más importantes traficantes de drogas en la región.
No tenía miedo de una lucha, pero las cosas ahora eran diferentes. Tenía que pensar en Marley.
—Es sólo una medida de precaución, y no voy a estar cerca de la acción—le tendió la mano—Estaré bien.
—Prefiero verte pasar veinticuatro horas al día delante del ordenador, sólo es eso—dijo Marley en voz baja—No sé cómo lo puede manejar Brittany.
—Realmente no hay nada de qué preocuparse. Te lo prometo—tomó su mano.
—Estos sólo son empresarios, no delincuentes preparados, y la mayoría de ellos tendrán los pantalones en los tobillos. No se van a resistir.
—¿Qué pasa con los rusos que están con ellos?
—Santana tiene a la policía del estado a la espera de sus órdenes. Irán en primera línea, junto con Mike. Una vez que todo el mundo está bloqueada, Santana y yo sólo entraremos para coordinar las transferencias. No confiamos en los hombres de Puckerman, no queremos que nos vuelva a quitar las detenciones.
—Supongo que esto va a sonar egoísta, pero realmente no me importa si Puckerman se lleva uno o un puñado de criminales—Marley la detuvo antes de que pudiera llamar al ascensor—Sólo quiero que vuelvas a casa en una sola pieza.
La rubia la besó.
—No es egoísta. Y a la primera señal de problemas, no entraré.
—Kitty. Eres una mentirosa muy mala—se rió con voz temblorosa y la besó en las puertas del ascensor, y abiertas—Llámame, cariño. Tan pronto como puedas.
—Llegaré tarde—dijo Kitty, mientras las puertas del ascensor se cerraban.
—No te preocupes.
—Sabes que tu hermana, probablemente, va a estar ahí esta noche—dijo Quincy, de pie en la puerta de baño.
Irina miró en el espejo pequeño por encima del lavamanos del baño y se retocó su rímel.
—Espero que sí. Me dijiste que llevarían el mismo grupo de chicas que la semana pasada.
—La teniente esperará hasta que la fiesta esté en marcha, antes de hacer las detenciones. Probablemente tendrá que... ya sabes, poner a tu hermana a trabajar.
—Quincy—le dijo, girándose en el pequeño espacio de cara a él—Nosotras no pensamos como tú. Si necesita satisfacer a un mierda de hombre, no le importará y a mí tampoco. Mientras más tarde, podamos ser libres.
—Tengo que—dijo—Yo sólo... no sé. Supongo que no quería que te molestas.
Ella le sonrió, suavizando su expresión. Luego, en otro de esos movimientos que siempre lo tomaba por sorpresa, ella se acercó más, y le susurró contra su boca:
—Esta podría ser la última oportunidad que tenga—entonces lo besó de una manera que nunca antes había tenido.
No era urgente, ni un desafío, sólo fue un beso demasiado suave. Sus dedos se deslizaron por su cabello, su cuerpo ondulado lánguidamente contra el suyo, sacudiendo sus caderas rítmicamente contra él. Él respondió antes de que tener tiempo para pensar en ello, y luego, cuando se separaron, lo hizo.
—Eso fue para darte las gracias—dijo.
—Eres una persona muy especial, lo sabes—Quincy se apartó de ella para que sus cuerpos ya no se tocaran.
—Pero ya tienes una novia ¿no?—dijo en voz baja, buscando en los ojos de él.
—Yo…
Ella asintió y se deslizó delante de él. Al ir a volver a besarle su móvil. Respondió. Sonrió y dijo unas palabras en ruso. Después colgó.
—Olik está en camino con las chicas—dijo—Él quiere ver por sí mismo cómo trabajamos.
Sonrió.
—¿Estás lista?
Irina le tomó la mano y entrelazó los dedos con los de él.
—Da.
En mitad de la calle, una limosina negra, se acercó a la acera frente al departamento de Quincy.
Un hombre corpulento, de cara plana, vestido con un abrigo largo de cuero, salió del lado del pasajero delantero y dio la vuelta a la acera. Abrió la puerta de atrás, se cruzó de brazos y se quedó como una estatua.
Un minuto después, Quincy e Irina bajaron las escaleras y se subieron a la limusina. El hombre cerró la puerta, volvió al frente, y el coche desapareció.
—Aquí vamos—dijo Santana, arrancando el motor.
Esperó hasta que la limusina había doblado la esquina, hacia el este, antes de seguirla.
—Atlantic City, aquí vamos—murmuró Mike, encorvado en el asiento del pasajero.
Kitty se inclinó hacia delante, desde la parte trasera, para poder mirar a través del parabrisas.
—Nueva Jersey, aquí llegamos—dijo con satisfacción—Llevar a las niñas a otro estado, deberá darles nuevos cargos a los que los federales podría agarrarse.
—¿Por qué no giras hacia a la derecha hasta el hotel casino—dijo Mike—, ¿En lugar de seguir en torno a ellos y arriesgarnos a perderlos? El pajero Thomas ya nos ha dicho que la fiesta será un poco más abajo.
La morena mantuvo la mirada fija en las luces traseras de la limusina, cinco coches por delante de ellos.
—No quiero arriesgarme. Quincy no lleva escucha, y si por alguna razón cambian de lugar de reunión, en el último momento, no sabremos a dónde se dirigen. No me gustaría estar toda la noche sentada delante del Hotel Boardwale, esperando algo que no llega.
El asiático gruñó.
—Debe ser por eso que tú eres la teniente.
—Por supuesto, tal vez te gustaría ocupar mi puesto.
Mike y Kitty se rieron a la vez.
Santana sonrió con fiereza, sintiendo el calor de la anticipación, en la boca del estómago.
Ahora todo tenía sentido.
Por fin podría ver la imagen al completo.
Jimmy Hogan, un detective de narcóticos y uno de los agentes de Puckerman, había estado trabajando encubierto para obtener información sobre la organización de Zamora. En el proceso, había tropezado con la operación de tráfico de seres humanos, en el muelle, que estaba a cargo de los nuevos asociados los Zamora "los rusos”.
Como necesitaba ayuda para investigarlo, había organizado un encuentro con su compañero, Jeff, de la Unidad de Delitos Especiales. Él y Jeff habían sido ejecutados, y ella sabía con todos sus instintos de policía que había sido ejecutado por uno de los rusos.
Esta noche, obtendría la justicia para su compañero muerto.
—Todavía no puedo creer que el fiscal aceptara este acuerdo con sacerdote
pervertido—dijo Mike amargamente.
—Necesitamos su colaboración y la iglesia tiene mucho poder. Hemos tenido que negociar—Santana se había opuesto violentamente, pero sus argumentos no había hecho ningún bien.
Había sido instruida personalmente, a hacerse cargo de él, durante las detenciones, y alejarlo de los otros presos.
Pensando en la llamada telefónica, que había hecho justo antes de recoger al asiático y a la rubia se dirigió a la autopista de Atlantic City.
—Pero nunca se sabe. Cualquier cosa puede pasar.
—Es posible que desee trabajar en uno de los clubes de esta noche—dijo Rachel cuando Darla se sentó a su lado, en el bar del Blue Diamond.
—¿Por qué?
Rachel inclinó la cabeza hacia los dos hombres hablando con un par de chicas en la habitación.
—Nuestros amigos están de vuelta.
Darla siguió su mirada y se puso rígida.
—¡Oh hombre! Mierda. Tenía la esperanza de no volver a verlos de nuevo. ¿Crees que se acordarán de nosotras?
—Si— tenía los ojos sobre la mirada dura del tipo que la había metido mano, en el aparcamiento, la semana anterior. Él le sonrió y se tocó la entrepierna.
Cuando se dirigió hacia ellas, se apresuró a decir—, No quiero que vengas esta noche. Sal por la parte de atrás. Ahora.
—¿Vas a estar bien?—Darla no se molestó en esperar una respuesta. Sólo saltó del taburete y rápidamente recogió su bolso y su chaqueta.
Mantuvo la mirada del ruso mientras se acercaba. Le sonrió. Ella no tenía que fingir. Estaba muy contenta de haberlo encontrado, porque ahora ella tendría la oportunidad de verlo caer.
—Estaré bien.
Quincy se apoyó contra la pared, junto a la puerta de la suite del ático, en el Hotel Boardwalk Casino y vio la fiesta ponerse en marcha.
Un guardia de seguridad ruso, con aspecto aburrido, ocupaba un lugar similar en el lado opuesto de la puerta. Irina dirigía a las niñas, que les hablaba en ruso y les llevaba de un lado para otro, como si fueran actrices.
Situó una a cada lado de un hombre corpulento, de unos sesenta años de edad, la que inmediatamente empezaron a acariciar mientras se tomaba una bebida que Irina le había servido.
Informó a otra de las chicas, para que se pusiera de rodillas, entre las piernas de un hombre de treinta y pico años, con un traje de negocios que se había bajado la cremallera y sacado su pene, mientras compartía bromas con otro hombre sentado cerca.
Había elegido a dos de las más jóvenes, para que se sentaran, una a cada lado del obispo Thomas, en un sofá de cuero.
Lo reconoció por la fotografía que Rachel le había sacado en la última fiesta. También reconoció a la hermana de Irina, a la que Irina acababa de entregar al obispo como si fuera un regalo.
El rostro de Irina no mostraba ningún tipo de expresión, mientras se encargaba de dirigir todo y a todos, velando por las necesidades de los clientes. Su hermana se mostraba igual de fría, a excepción de una leve sonrisa, que se le había escapado, la primera vez que había visto a su hermana.
Se preguntó si Irina estaría luchando internamente, con la misma rabia ciega que sentía, o si hacía tiempo que había aceptado la realidad de lo que debe hacer para sobrevivir.
Pensó en Rachel, y sufrió por todas aquellas injusticias que habían sufrido.
Al darse cuenta de los puños apretados a los costados, hizo un esfuerzo consciente para relajarse y poner sus sentimientos personales a un lado.
No sabía exactamente cuando tenía pensado la teniente dar luz verde al asalto, pero cuando sucediera, tenía que estar completamente concentrada.
Cuando Irina terminó la distribución de las niñas, algunos hombres estaban
todavía sin escoltas, y uno de ellos parecía estar teniendo una conversación acalorada con Olik, que descansaba en un taburete, en el bar del otro lado de la habitación.
El hombre delgado y nervioso se marchó, y Olik sacó su teléfono móvil e hizo una llamada. Los rusos no tenían suficientes chicas para cubrir toda la fiesta, y sabía lo que significaba.
Cuando alguien tocó a la puerta, el guardia junto a él intercambió algunas palabras en ruso, con alguien fuera de la sala, y se armó de valor para lo que venía.
El guardia abrió la puerta y un hombre entró con otras tres chicas. Rachel entró sin mirar, pero le dio una rápida mirada y luego desvió la mirada. Incluso cuando su castaña y una de sus amigas, se dirigieron directamente hacia el hombre delgado, que estaba sentado en el asiento de inquietud al fondo de la habitación, se quedó mirando hacia el frente.
No se inmutó cuando el hombre le dijo algo a Rachel, y apretó la mano sobre el bulto en su entrepierna. Ésta se echó a reír y retiró la mano antes de acercarse más y besarlo.
No le importaba el beso, siempre que el tipo no volviera a tocarla nunca más. Rachel tenía un trabajo que hacer, y así lo hizo. Era la mejor manera de mantenerse segura, cuando empezaran los fuegos artificiales.
Él mantendría su cordura, pero si tenía la más mínima oportunidad, le patearía la cara a ese bastardo.
Aunque era más bajo que él, con las piernas a la vista, parecía más alta, esbelta y bien formada, sus pantorrillas se apretaban con cada paso que daba en esos tacones altos.
—Me gustaría que usaras unos zapatos, que te permitieran correr, en caso de ser necesario—gruñó.
La castaña le lanzó una mirada.
—Sí, seguro que nadie se daría cuenta si aparezco en zapatillas de deporte.
Si él tenía su manera de hacer su trabajo, ella también. La teniente les había informado que volverían a estar en peligro, sobre todo cuando se produjeran las detenciones, esa misma noche.
Quincy no podía permitir que los rusos sospecharan que algo estaba a punto de pasar. Incluso sabiendo que la castaña estaría haciendo las rondas en los clubes.
—Asegúrate de llamar a Santana, si hacen contacto—dijo Quincy por quinta vez.
—Lo haré—Rachel cogió un pequeño bolso, con una cadena de plata brillante, y se lo colgó del cuello. Tenía su teléfono móvil, un recipiente de aerosol, lápiz labial, y preservativos. Suministros de trabajo—Tú eres el que tiene que ser cuidadoso. Irina y tú vas a estar ahí cuando todo se venga hacia abajo. No necesitas estar pensando en mí. No necesitas estar preocupándote por nada, salvo por mantener tu propia seguridad. ¿Lo entiendes?
—No vayas a ninguna parte con ellos, a menos que Santana lo sepa.
La más baja puso los ojos en blanco.
—Lo sé. Si termino en Atlantic City, no te preocupes por mí. Haz tu trabajo que yo haré el mío.
El rubio le tomó la mejilla y le acarició la barbilla.
—Te quiero. Nos vemos cuando esto termine.
La ojimarrón la besó.
—Sólo recuerda que yo también te quiero.
*****
Kitty, en vaqueros negros y una camiseta, también negra, se estaba colocando la funda de su arma en su cadera derecha, junto con sus credenciales federales en el bolsillo de atrás, consciente de que Marley estaba viendo todo lo que hacía.
Ella había estado en algunos puntos calientes, en el sudeste de Asia, especialmente cuando había sido un agente de campo, siguiendo la pista a de algunos de los más importantes traficantes de drogas en la región.
No tenía miedo de una lucha, pero las cosas ahora eran diferentes. Tenía que pensar en Marley.
—Es sólo una medida de precaución, y no voy a estar cerca de la acción—le tendió la mano—Estaré bien.
—Prefiero verte pasar veinticuatro horas al día delante del ordenador, sólo es eso—dijo Marley en voz baja—No sé cómo lo puede manejar Brittany.
—Realmente no hay nada de qué preocuparse. Te lo prometo—tomó su mano.
—Estos sólo son empresarios, no delincuentes preparados, y la mayoría de ellos tendrán los pantalones en los tobillos. No se van a resistir.
—¿Qué pasa con los rusos que están con ellos?
—Santana tiene a la policía del estado a la espera de sus órdenes. Irán en primera línea, junto con Mike. Una vez que todo el mundo está bloqueada, Santana y yo sólo entraremos para coordinar las transferencias. No confiamos en los hombres de Puckerman, no queremos que nos vuelva a quitar las detenciones.
—Supongo que esto va a sonar egoísta, pero realmente no me importa si Puckerman se lleva uno o un puñado de criminales—Marley la detuvo antes de que pudiera llamar al ascensor—Sólo quiero que vuelvas a casa en una sola pieza.
La rubia la besó.
—No es egoísta. Y a la primera señal de problemas, no entraré.
—Kitty. Eres una mentirosa muy mala—se rió con voz temblorosa y la besó en las puertas del ascensor, y abiertas—Llámame, cariño. Tan pronto como puedas.
—Llegaré tarde—dijo Kitty, mientras las puertas del ascensor se cerraban.
—No te preocupes.
*****
—Sabes que tu hermana, probablemente, va a estar ahí esta noche—dijo Quincy, de pie en la puerta de baño.
Irina miró en el espejo pequeño por encima del lavamanos del baño y se retocó su rímel.
—Espero que sí. Me dijiste que llevarían el mismo grupo de chicas que la semana pasada.
—La teniente esperará hasta que la fiesta esté en marcha, antes de hacer las detenciones. Probablemente tendrá que... ya sabes, poner a tu hermana a trabajar.
—Quincy—le dijo, girándose en el pequeño espacio de cara a él—Nosotras no pensamos como tú. Si necesita satisfacer a un mierda de hombre, no le importará y a mí tampoco. Mientras más tarde, podamos ser libres.
—Tengo que—dijo—Yo sólo... no sé. Supongo que no quería que te molestas.
Ella le sonrió, suavizando su expresión. Luego, en otro de esos movimientos que siempre lo tomaba por sorpresa, ella se acercó más, y le susurró contra su boca:
—Esta podría ser la última oportunidad que tenga—entonces lo besó de una manera que nunca antes había tenido.
No era urgente, ni un desafío, sólo fue un beso demasiado suave. Sus dedos se deslizaron por su cabello, su cuerpo ondulado lánguidamente contra el suyo, sacudiendo sus caderas rítmicamente contra él. Él respondió antes de que tener tiempo para pensar en ello, y luego, cuando se separaron, lo hizo.
—Eso fue para darte las gracias—dijo.
—Eres una persona muy especial, lo sabes—Quincy se apartó de ella para que sus cuerpos ya no se tocaran.
—Pero ya tienes una novia ¿no?—dijo en voz baja, buscando en los ojos de él.
—Yo…
Ella asintió y se deslizó delante de él. Al ir a volver a besarle su móvil. Respondió. Sonrió y dijo unas palabras en ruso. Después colgó.
—Olik está en camino con las chicas—dijo—Él quiere ver por sí mismo cómo trabajamos.
Sonrió.
—¿Estás lista?
Irina le tomó la mano y entrelazó los dedos con los de él.
—Da.
*****
En mitad de la calle, una limosina negra, se acercó a la acera frente al departamento de Quincy.
Un hombre corpulento, de cara plana, vestido con un abrigo largo de cuero, salió del lado del pasajero delantero y dio la vuelta a la acera. Abrió la puerta de atrás, se cruzó de brazos y se quedó como una estatua.
Un minuto después, Quincy e Irina bajaron las escaleras y se subieron a la limusina. El hombre cerró la puerta, volvió al frente, y el coche desapareció.
—Aquí vamos—dijo Santana, arrancando el motor.
Esperó hasta que la limusina había doblado la esquina, hacia el este, antes de seguirla.
—Atlantic City, aquí vamos—murmuró Mike, encorvado en el asiento del pasajero.
Kitty se inclinó hacia delante, desde la parte trasera, para poder mirar a través del parabrisas.
—Nueva Jersey, aquí llegamos—dijo con satisfacción—Llevar a las niñas a otro estado, deberá darles nuevos cargos a los que los federales podría agarrarse.
—¿Por qué no giras hacia a la derecha hasta el hotel casino—dijo Mike—, ¿En lugar de seguir en torno a ellos y arriesgarnos a perderlos? El pajero Thomas ya nos ha dicho que la fiesta será un poco más abajo.
La morena mantuvo la mirada fija en las luces traseras de la limusina, cinco coches por delante de ellos.
—No quiero arriesgarme. Quincy no lleva escucha, y si por alguna razón cambian de lugar de reunión, en el último momento, no sabremos a dónde se dirigen. No me gustaría estar toda la noche sentada delante del Hotel Boardwale, esperando algo que no llega.
El asiático gruñó.
—Debe ser por eso que tú eres la teniente.
—Por supuesto, tal vez te gustaría ocupar mi puesto.
Mike y Kitty se rieron a la vez.
Santana sonrió con fiereza, sintiendo el calor de la anticipación, en la boca del estómago.
Ahora todo tenía sentido.
Por fin podría ver la imagen al completo.
Jimmy Hogan, un detective de narcóticos y uno de los agentes de Puckerman, había estado trabajando encubierto para obtener información sobre la organización de Zamora. En el proceso, había tropezado con la operación de tráfico de seres humanos, en el muelle, que estaba a cargo de los nuevos asociados los Zamora "los rusos”.
Como necesitaba ayuda para investigarlo, había organizado un encuentro con su compañero, Jeff, de la Unidad de Delitos Especiales. Él y Jeff habían sido ejecutados, y ella sabía con todos sus instintos de policía que había sido ejecutado por uno de los rusos.
Esta noche, obtendría la justicia para su compañero muerto.
—Todavía no puedo creer que el fiscal aceptara este acuerdo con sacerdote
pervertido—dijo Mike amargamente.
—Necesitamos su colaboración y la iglesia tiene mucho poder. Hemos tenido que negociar—Santana se había opuesto violentamente, pero sus argumentos no había hecho ningún bien.
Había sido instruida personalmente, a hacerse cargo de él, durante las detenciones, y alejarlo de los otros presos.
Pensando en la llamada telefónica, que había hecho justo antes de recoger al asiático y a la rubia se dirigió a la autopista de Atlantic City.
—Pero nunca se sabe. Cualquier cosa puede pasar.
*****
—Es posible que desee trabajar en uno de los clubes de esta noche—dijo Rachel cuando Darla se sentó a su lado, en el bar del Blue Diamond.
—¿Por qué?
Rachel inclinó la cabeza hacia los dos hombres hablando con un par de chicas en la habitación.
—Nuestros amigos están de vuelta.
Darla siguió su mirada y se puso rígida.
—¡Oh hombre! Mierda. Tenía la esperanza de no volver a verlos de nuevo. ¿Crees que se acordarán de nosotras?
—Si— tenía los ojos sobre la mirada dura del tipo que la había metido mano, en el aparcamiento, la semana anterior. Él le sonrió y se tocó la entrepierna.
Cuando se dirigió hacia ellas, se apresuró a decir—, No quiero que vengas esta noche. Sal por la parte de atrás. Ahora.
—¿Vas a estar bien?—Darla no se molestó en esperar una respuesta. Sólo saltó del taburete y rápidamente recogió su bolso y su chaqueta.
Mantuvo la mirada del ruso mientras se acercaba. Le sonrió. Ella no tenía que fingir. Estaba muy contenta de haberlo encontrado, porque ahora ella tendría la oportunidad de verlo caer.
—Estaré bien.
*****
Quincy se apoyó contra la pared, junto a la puerta de la suite del ático, en el Hotel Boardwalk Casino y vio la fiesta ponerse en marcha.
Un guardia de seguridad ruso, con aspecto aburrido, ocupaba un lugar similar en el lado opuesto de la puerta. Irina dirigía a las niñas, que les hablaba en ruso y les llevaba de un lado para otro, como si fueran actrices.
Situó una a cada lado de un hombre corpulento, de unos sesenta años de edad, la que inmediatamente empezaron a acariciar mientras se tomaba una bebida que Irina le había servido.
Informó a otra de las chicas, para que se pusiera de rodillas, entre las piernas de un hombre de treinta y pico años, con un traje de negocios que se había bajado la cremallera y sacado su pene, mientras compartía bromas con otro hombre sentado cerca.
Había elegido a dos de las más jóvenes, para que se sentaran, una a cada lado del obispo Thomas, en un sofá de cuero.
Lo reconoció por la fotografía que Rachel le había sacado en la última fiesta. También reconoció a la hermana de Irina, a la que Irina acababa de entregar al obispo como si fuera un regalo.
El rostro de Irina no mostraba ningún tipo de expresión, mientras se encargaba de dirigir todo y a todos, velando por las necesidades de los clientes. Su hermana se mostraba igual de fría, a excepción de una leve sonrisa, que se le había escapado, la primera vez que había visto a su hermana.
Se preguntó si Irina estaría luchando internamente, con la misma rabia ciega que sentía, o si hacía tiempo que había aceptado la realidad de lo que debe hacer para sobrevivir.
Pensó en Rachel, y sufrió por todas aquellas injusticias que habían sufrido.
Al darse cuenta de los puños apretados a los costados, hizo un esfuerzo consciente para relajarse y poner sus sentimientos personales a un lado.
No sabía exactamente cuando tenía pensado la teniente dar luz verde al asalto, pero cuando sucediera, tenía que estar completamente concentrada.
Cuando Irina terminó la distribución de las niñas, algunos hombres estaban
todavía sin escoltas, y uno de ellos parecía estar teniendo una conversación acalorada con Olik, que descansaba en un taburete, en el bar del otro lado de la habitación.
El hombre delgado y nervioso se marchó, y Olik sacó su teléfono móvil e hizo una llamada. Los rusos no tenían suficientes chicas para cubrir toda la fiesta, y sabía lo que significaba.
Cuando alguien tocó a la puerta, el guardia junto a él intercambió algunas palabras en ruso, con alguien fuera de la sala, y se armó de valor para lo que venía.
El guardia abrió la puerta y un hombre entró con otras tres chicas. Rachel entró sin mirar, pero le dio una rápida mirada y luego desvió la mirada. Incluso cuando su castaña y una de sus amigas, se dirigieron directamente hacia el hombre delgado, que estaba sentado en el asiento de inquietud al fondo de la habitación, se quedó mirando hacia el frente.
No se inmutó cuando el hombre le dijo algo a Rachel, y apretó la mano sobre el bulto en su entrepierna. Ésta se echó a reír y retiró la mano antes de acercarse más y besarlo.
No le importaba el beso, siempre que el tipo no volviera a tocarla nunca más. Rachel tenía un trabajo que hacer, y así lo hizo. Era la mejor manera de mantenerse segura, cuando empezaran los fuegos artificiales.
Él mantendría su cordura, pero si tenía la más mínima oportunidad, le patearía la cara a ese bastardo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Cap 31
Capitulo 31
—No puede haber errores. Debemos entrar y tenerlo todo despejado en el menor tiempo posible—dijo Santana unos minutos después de ver a Rachel salir de un vehículo negro y entrar en el hotel con dos hombres y un par de chicas más. Miró a Mike y a Kitty—¿Listos?
—Por supuesto—gruñó Mike, soltando el cinturón de seguridad del coche, y abriendo la puerta del mismo.
—Adelante—dijo Kitty fácilmente.
—Voy a avisar a Puckerman para que vaya a por Zamora. Mike, usa la radio cuando quieras contactar con el equipo táctico. Tomaremos el vestíbulo y la escalera y lo despejaremos. Espera en la puerta hasta que lleguemos ahí, si puedes.
—Roger—Mike salió del coche y se alejó rápidamente.
La morena marcó el número de Puckerman, y espetó:
—Nos estamos moviendo—y desconectó.
—Los rusos estarán armados—le recordó a Kitty—Tú te quedas en la parte posterior y fuera de la línea de fuego.
—Conforme. Me quedo detrás de tuyo.
—Muy bien. Pero Jesús, mantén la cabeza hacia abajo—Santana sonrió cuando abrió la puerta del coche—No necesito a Marley persiguiéndome hasta golpearme.
Riendo, la rubia salió y se unió a ella, mientras se dirigían hacia la entrada principal.
—Lo siento Kurt no ha podido venir.
—Lo necesitamos de vuelta en la sede supervisando a Zamora, por si se entera de esto, y empieza a volcar los datos.
La morena se detuvo cuando la radio crujió y el asiático transmitió que el equipo de ataque estaba en posición.
—Roger. Danos treinta segundos. Luego entra.
La morena y la rubia corriendo por el vestíbulo, esquivando a los huéspedes y botones, precipitándose por la escalera.
Quinn oyó un grito ahogado por la puerta y gritó al guarda ruso, para que abriera la puerta.
Todos en la sala gritaron a la vez, cuando funcionarios uniformados irrumpieron en la sala. Las niñas se encogieron en el suelo, los hombres se dispersaron tratando de cubrirse, y los rusos llegaron en busca de sus armas.
Aprovechó el caos y la momentánea cobertura, proporcionada por el equipo de asalto, para golpear al guardia ruso. El hombre cayó como una piedra. Inmediatamente miró hacia Rachel, y la vio arrastrar a la muchacha detrás del sofá. Al otro lado de la habitación, Mike empujó al otro guardia contra el bar y le golpeó la cabeza hacia abajo, en medio de las botellas y vasos. La teniente tiró al obispo al suelo, junto al sofá y lo esposó. El resto de los clientes fueron empujados como ganado asustado, tratando de salir por la puerta.
La situación parecía contenida hasta que alcanzó a ver a Olik tirando a Irina del brazo, para llevarla hacia el pasillo, que conducía a la parte trasera del ático.
No estaba segura de ello, pero pensó que podría haber otra salida.
Sin pensarlo dos veces, corrió por el pasillo. Cuando empujó a través de una puerta entreabierta, se encontró en otro gran salón con un amplio vestíbulo a su izquierda, y sofás y sillas agrupadas en torno a una chimenea a su derecha.
En el hall de entrada, Olik, con una mano en el pelo trenzado de Irina, abrió la puerta a la sala.
No podía dejar que se la llevara. Sacó su arma de repuesto de su funda del tobillo y apuntó a la cabeza del ruso.
—Olik. ¡Deja que se vaya!
A penas unos segundos más tarde, que parecieron una eternidad, Olik empujó a Irina delante de él y levantó la automática.
—Irina! ¡Abajo!—Quinn gritó desesperadamente intentando hacer un tiro claro.
Luego Irina arremetió contra Olik y el aire estalló en armas de fuego.
Santana se agachó en la puerta y recorrió el salón.
Quinn estaba arrodillada cerca, con sangre cubriendo un lado de su rostro, y su mano temblorosa sujetando una pistola. Irina estaba tendida en el centro del hall de entrada, con una mancha de sangre empapando su blusa.
—Pasillo—dijo Quinn soltó una exclamación, tambaleándose a sus pies—Yo te cubro.
Kitty llegó y gritó:
—¡Quédate con la Q! Estoy con Santana.
La morena saltó hacia la puerta.
—Abajo.
—Lo tengo—Kitty llamó.
Irrumpieron en la sala de lado a lado la morena giró contra la pared y la rubia más baja movió de rodillas en el otro lado, con el arma extendida. Olik, a veinte metros de distancia, estaba casi a las puertas de la escalera.
—Policía—gritó Santana—¡Suelta el arma!
Olik dio media vuelta en su dirección y disparó a ciegas mientras buceaba por la escalera.
Kitty y Santana abrieron fuego.
—Quinn—Rachel se echó al lado de su rubia—Quinn. ¡Oh, Jesús!
—Estoy bien—dijo secándose la cara con el antebrazo—Sólo me rozó. Dios, Irina. Los disparos resonaban en el pasillo.
—Ve—la castaña gritó arrojándose hacia Irina—Yo me ocuparé de ella.
La ojiverde se precipitó en la habitación y se encerró en la sala. La castaña levantó la blusa de Irina, y apretó con fuerza sobre la herida de bala, debajo de la clavícula izquierda. Manchas de sangre mancharon los labios y su aliento se sacudió con cada inhalación profunda.
Los ojos de Irina revoloteaban abiertos.
—¿Quincy?
—Está bien—Rachel murmuró, apretando más fuerte cuando el flujo de la sangre volvía a salir—No hables, ¿de acuerdo? Quédate quieta. Vas a estar bien.
—Mika—Irina susurró—Mi hermana. Cuidar ella...
—Escucha—le dijo bruscamente, inclinándose par que Irina pudiera ver su rostro—Cállate. Estás perdiendo mucha sangre. Vas a estar bien. Podrás cuidar de tu hermana tú misma. ¿Lo tienes?
Irina sonrió débilmente.
—Eres la niña de Quincy.
—Puedes apostar tu culo. Ahora, silencio—su corazón cayó cuando los ojos de Irina, se cerraron y se quedó muy quieta. Cuando escuchó fuertes golpes
detrás de ella, rezó para que no fueran los rusos.
—Joder—gritó Mike—Joder, joder.
—Haz algo, ¿no?—Rachel le gritó.
Él ya tenía su radio y estaba gritando solicitando atención médica. Luego desapareció en el pasillo, también dejándola sola en el silencio repentino.
—Por supuesto—gruñó Mike, soltando el cinturón de seguridad del coche, y abriendo la puerta del mismo.
—Adelante—dijo Kitty fácilmente.
—Voy a avisar a Puckerman para que vaya a por Zamora. Mike, usa la radio cuando quieras contactar con el equipo táctico. Tomaremos el vestíbulo y la escalera y lo despejaremos. Espera en la puerta hasta que lleguemos ahí, si puedes.
—Roger—Mike salió del coche y se alejó rápidamente.
La morena marcó el número de Puckerman, y espetó:
—Nos estamos moviendo—y desconectó.
—Los rusos estarán armados—le recordó a Kitty—Tú te quedas en la parte posterior y fuera de la línea de fuego.
—Conforme. Me quedo detrás de tuyo.
—Muy bien. Pero Jesús, mantén la cabeza hacia abajo—Santana sonrió cuando abrió la puerta del coche—No necesito a Marley persiguiéndome hasta golpearme.
Riendo, la rubia salió y se unió a ella, mientras se dirigían hacia la entrada principal.
—Lo siento Kurt no ha podido venir.
—Lo necesitamos de vuelta en la sede supervisando a Zamora, por si se entera de esto, y empieza a volcar los datos.
La morena se detuvo cuando la radio crujió y el asiático transmitió que el equipo de ataque estaba en posición.
—Roger. Danos treinta segundos. Luego entra.
La morena y la rubia corriendo por el vestíbulo, esquivando a los huéspedes y botones, precipitándose por la escalera.
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Quinn oyó un grito ahogado por la puerta y gritó al guarda ruso, para que abriera la puerta.
Todos en la sala gritaron a la vez, cuando funcionarios uniformados irrumpieron en la sala. Las niñas se encogieron en el suelo, los hombres se dispersaron tratando de cubrirse, y los rusos llegaron en busca de sus armas.
Aprovechó el caos y la momentánea cobertura, proporcionada por el equipo de asalto, para golpear al guardia ruso. El hombre cayó como una piedra. Inmediatamente miró hacia Rachel, y la vio arrastrar a la muchacha detrás del sofá. Al otro lado de la habitación, Mike empujó al otro guardia contra el bar y le golpeó la cabeza hacia abajo, en medio de las botellas y vasos. La teniente tiró al obispo al suelo, junto al sofá y lo esposó. El resto de los clientes fueron empujados como ganado asustado, tratando de salir por la puerta.
La situación parecía contenida hasta que alcanzó a ver a Olik tirando a Irina del brazo, para llevarla hacia el pasillo, que conducía a la parte trasera del ático.
No estaba segura de ello, pero pensó que podría haber otra salida.
Sin pensarlo dos veces, corrió por el pasillo. Cuando empujó a través de una puerta entreabierta, se encontró en otro gran salón con un amplio vestíbulo a su izquierda, y sofás y sillas agrupadas en torno a una chimenea a su derecha.
En el hall de entrada, Olik, con una mano en el pelo trenzado de Irina, abrió la puerta a la sala.
No podía dejar que se la llevara. Sacó su arma de repuesto de su funda del tobillo y apuntó a la cabeza del ruso.
—Olik. ¡Deja que se vaya!
A penas unos segundos más tarde, que parecieron una eternidad, Olik empujó a Irina delante de él y levantó la automática.
—Irina! ¡Abajo!—Quinn gritó desesperadamente intentando hacer un tiro claro.
Luego Irina arremetió contra Olik y el aire estalló en armas de fuego.
Santana se agachó en la puerta y recorrió el salón.
Quinn estaba arrodillada cerca, con sangre cubriendo un lado de su rostro, y su mano temblorosa sujetando una pistola. Irina estaba tendida en el centro del hall de entrada, con una mancha de sangre empapando su blusa.
—Pasillo—dijo Quinn soltó una exclamación, tambaleándose a sus pies—Yo te cubro.
Kitty llegó y gritó:
—¡Quédate con la Q! Estoy con Santana.
La morena saltó hacia la puerta.
—Abajo.
—Lo tengo—Kitty llamó.
Irrumpieron en la sala de lado a lado la morena giró contra la pared y la rubia más baja movió de rodillas en el otro lado, con el arma extendida. Olik, a veinte metros de distancia, estaba casi a las puertas de la escalera.
—Policía—gritó Santana—¡Suelta el arma!
Olik dio media vuelta en su dirección y disparó a ciegas mientras buceaba por la escalera.
Kitty y Santana abrieron fuego.
*****
—Quinn—Rachel se echó al lado de su rubia—Quinn. ¡Oh, Jesús!
—Estoy bien—dijo secándose la cara con el antebrazo—Sólo me rozó. Dios, Irina. Los disparos resonaban en el pasillo.
—Ve—la castaña gritó arrojándose hacia Irina—Yo me ocuparé de ella.
La ojiverde se precipitó en la habitación y se encerró en la sala. La castaña levantó la blusa de Irina, y apretó con fuerza sobre la herida de bala, debajo de la clavícula izquierda. Manchas de sangre mancharon los labios y su aliento se sacudió con cada inhalación profunda.
Los ojos de Irina revoloteaban abiertos.
—¿Quincy?
—Está bien—Rachel murmuró, apretando más fuerte cuando el flujo de la sangre volvía a salir—No hables, ¿de acuerdo? Quédate quieta. Vas a estar bien.
—Mika—Irina susurró—Mi hermana. Cuidar ella...
—Escucha—le dijo bruscamente, inclinándose par que Irina pudiera ver su rostro—Cállate. Estás perdiendo mucha sangre. Vas a estar bien. Podrás cuidar de tu hermana tú misma. ¿Lo tienes?
Irina sonrió débilmente.
—Eres la niña de Quincy.
—Puedes apostar tu culo. Ahora, silencio—su corazón cayó cuando los ojos de Irina, se cerraron y se quedó muy quieta. Cuando escuchó fuertes golpes
detrás de ella, rezó para que no fueran los rusos.
—Joder—gritó Mike—Joder, joder.
—Haz algo, ¿no?—Rachel le gritó.
Él ya tenía su radio y estaba gritando solicitando atención médica. Luego desapareció en el pasillo, también dejándola sola en el silencio repentino.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Que emocionante, no podia llegar para ver si habian capitulos nuevos y me he encontrado esta sorpresa, que bueno que no paso a mayores, aparentemente, por lo menos Irina esta clara, a ver que pasa ahora!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Que emocionante, no podia llegar para ver si habian capitulos nuevos y me he encontrado esta sorpresa, que bueno que no paso a mayores, aparentemente, por lo menos Irina esta clara, a ver que pasa ahora!!!!!
Hola perdida! Jajajajaajaja si, es vrdd ai veces q me demoro, pero ya no mas!...espero..nah broma jajaajajajaj. Asik fue una buena vuelta =) SI!! menos mal y esperemos siga así! SI, lo cual es muy bueno...k siga así tmbn! jajaajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Cap 32 - Último
Capitulo 32 - Último
Santana cruzó el charco de sangre, donde el cuerpo de Irina había estado acostado.
El sabor amargo de sangre y pólvora flotaban en el aire, que recubrió su garganta con frustración y furia. Oficiales uniformados estaban colocando la cinta amarilla de la escena del crimen en las puertas, y un fotógrafo de la policía trabajaba con el equipo de la escena del crimen, hablando en susurros, en las habitaciones, ahora vacías.
—Me reuniré contigo en el coche—le dijo a Kitty, deteniéndose fuera de la puerta de la habitación, donde había un de la policía estatal.
—¿Necesitas ayuda con esto?—Kitty preguntó.
—No, pero hazme un favor. Llama a Brittany por mí. Dile...—hizo una mueca—Dile que iré a casa tan pronto como pueda.
—No hay problema.
Los clientes ya habían sido metidos en furgonetas de la policía y enviados a la comisaría. Su deber era entregar al sacerdote a un coche patrulla, que esperaba para poder trasladarlo lejos, en el anonimato.
Asintió con la cabeza al oficial de la puerta.
—Gracias. Me lo llevo de aquí.
Joseph Thomas estaba sentado, mirándola con las manos esposadas a la espalda. Tenía desabrochado el cinturón de su pantalón, que colgaba sobre la bragueta abierta, pero al parecer había tenido tiempo de meter su polla, de nuevo en sus pantalones.
Era repugnante.
—Quítame estas cosas de mis muñecas—exigió—Son muy incómodas.
—Lo siento, no puedo hacerlo hasta que haya sido transferido. Entonces podrás presentar una queja a quien quiera escuchar, cualquier cosa que te moleste—lo agarró por el codo—Vamos.
Acompañó prisionero especial, por el pasillo, hasta el ascensor de servicio y luego a través de un largo túnel subterráneo para hacer su entrega.
—Ciertamente espero que esto no nos lleve el resto de la noche—se quejó.
—No tardaremos mucho más—abrió la puerta y, apretó su agarre, sacándolo hacia el muelle de carga.
Inmediatamente, la mirada dura de los focos de televisión se posó sobre ellos.
Una docena de voces gritaban. Varios brazos empujando micrófonos aparecieron sobre el sacerdote. Cuando trató de mantenerlos a distancia, lo obligó a ponerse frente a las cámaras.
—¿Es cierto que las niñas eran esclavas del sexo?
—¿Cuánto les pagan?
—¿Eran todas adolescentes?
—¿La iglesia sabe de su participación?
—¿Cuánto tiempo ha estado usando a prostitutas?
—Padre...
—Padre...
—Padre...
Satisfecha, lo arrastró entre la multitud y lo empujó hacia el asiento trasero de un coche patrulla, que les esperaba.
—¡Tú! ¡Perra desgraciada! ¡Tú hiciste esto!—gritó, su hermoso rostro se distorsionó con la indignación e incredulidad.
Apoyó su brazo en la parte superior del coche y se inclinó hasta que se quedó frente a sus ojos.
—No, tú lo hiciste. Estás acabado.
A noventa kilómetros de distancia, Kratos Zamora se movió sobre su esposa, en la cama, y cogió el teléfono.
Escuchó durante medio minuto y dijo:
—Llámame por la otra línea—después se levantó, con cuidado de no despertarla, y salió de la habitación. Una vez en su oficina, tomó un cigarro cubano, de su escritorio, lo cortó y lo encendió. Saboreando el humo fragante, esperó la llamada para que no fuera localizada—¿Dónde tienen a Gregor?—preguntó—¿Los Federales? ¿A quién tenemos ahí?—después llegó la información que necesitaba, y dijo—, Estaré en contacto—desconectó y fumó en silencio, durante unos minutos. Luego llamó a Talia Ballenger.
Cuando ella no contestó, colgó, se quitó la conexión del cable de su computadora personal, y apretó varias claves para iniciar el programa que limpiara el disco duro de su ordenador.
Después de terminar su cigarro, llamó por el intercomunicador al cuartel de sus hombres.
—Vincent. Ven a verme a la oficina. Es urgente.—se levantó y se sirvió un trago, pensando en una estrategia para el control de daños.
Él había aprendido, hace mucho tiempo, que el arma más poderosa a menudo era lo inesperado.
—Quinny—dijo Rachel con voz suave y baja, frotándole la parte posterior del
cuello a su novia—Cariño, tienes que tratar de relajarte.
—Metí la pata—murmuró Quinn por décima vez, contemplando entre sus botas en el piso rayado de la sala de espera—Debería haber sabido lo que iba a hacer. Debía haber vigilado más a Olik, nada más que entró por la puerta. Permití que se la llevara.
—No permitiste nada. No podías hacer nada más—se resistió a la tentación de sacudirla, porque sabía que su cabeza debe estar sufriendo.
Las dos herías en su mejilla no eran graves, pero una herida de bala es una herida de bala, y tenía que dolerle.
Al menos ella había sido capaz de obligarla a dejar que una de las enfermeras, en la sala de emergencias, las limpiará y se las tapara.
—Fuiste tras ellos. Impediste que escapara con ella. Sabes que él la habría matado si hubiera sospechado que ella estaba involucrada. No podías hacer otra cosa.
—Después de todo esto, ¿qué pasa si se muere?
La rubia buscó sus ojos, buscando desesperadamente consuelo.
—Sería una jodida injusticia.
Sonrió dulcemente, su novia seguía creyendo que la vida debía ser justa.
—Cariño. Esa chica es dura. No va a morir. Eso fue lo mejor que podías haber hecho.
—Que puedo decir—dijo Sam uniéndose a ellas—Tu amiga ha perdido mucha sangre y tuve que quitar un poco de su lóbulo superior izquierdo, pero tiene un montón de tejido pulmonar izquierdo. De hecho, ella lo está haciendo tan bien, que probablemente le quitemos esta noche el tubo de respiración.
Su ojiverde le tomó la mano.
—¿Estará bien?
—Lo de siempre. Cualquier cosa puede pasar, pero sí. Creo que ella estará bien.
—¿Puedo verla?—preguntó.
—Está bastante sedada. No creo que sea capaz de hablar contigo.
—Eso está bien. ¿Sólo por un minuto?—Quinn miró a Rache—¿Está bien, cariño?
—Claro, novata. Ve a verla—esperó hasta que su rubia siguiera al rubio, entonces llamado a Marley—Hey. ¿Está Kitty en casa?...No, estamos bien. Estaremos aquí un rato más—se rió, se echó hacia atrás, y cerró los ojos—No. No he cambiado de opinión. Pero necesitaré mi GED para entrar en la academia. Si tengo miedo. ¿Lo harás? ¿Me ayudarás?—esperó unos segundos hasta que su voz volvió a ser firme—Sí, lo entiendo. Eso es lo que hacen las amigas.
—Oye—dijo Quinn en voz baja, tomando la mano fría de Irina en la suya—Sé que estás probablemente dormía...
Ésta abrió los ojos y lentamente se centró en ella.
Tragó saliva.
—Volveré mañana, pero quería decirte que Mika está bien. Está en una casa de seguridad.
Irina le apretó los dedos con una fuerza sorprendente.
—Ella estará ahí hasta que salgas. Hablaré con ella. Así que no te preocupes, ¿vale?
Los ojos de Irina revoloteaban, parecía estar haciendo un gran esfuerzo para mantenerlos abiertos. Vio la pregunta en ellos.
—Olik todavía está en la sala de operaciones. Todavía está vivo. No sabemos si saldrá, pero si lo hace, pasará mucho tiempo en prisión. Él no volverá a lastimarte más—se inclinó y la besó en la frente—Ahora necesitas dormir. Ya eres libre.
Brittany, vio el informe de las detenciones en la televisión, y se quedó dormida en la sala, mientras revisaba solicitudes de admisión de sus residentes.
Se despertó con el sonido de la llave en la puerta principal, y echó las carpetas a un lado para hacer espacio en el sofá.
Cuando su morena llegó a su lado, le tomó la mano y se inclinó para besarla.
—Se te veía bien ante las cámaras.
Su morena rió.
—Como siempre que lo hago.
—¿Te vas a meter en problemas por esto? Tu avisaste a la prensa, ¿no?
—El departamento está contento con las detenciones y sobre todo con la buena publicidad, por lo que por el momento, nadie hará demasiadas preguntas.
—Bien. Porque hiciste lo correcto—se acurrucó en los brazos de su pelinegra y apoyó la cabeza sobre su hombro—Te quiero Sanny.
Ésta frotó la mejilla contra su pelo.
—Yo también te quiero Britt-Britt.
—¿Y, qué hay del resto?
—Bueno, la política todavía tienen que jugar sus cartas. Las chicas rusas pasarán por inmigración. Pero estarán bien después de toda la burocracia que está ya en marcha. Puckerman ha detenido a Gregor Zamora, y nunca se sabe lo que los federales podrán sacar de él. Aún estamos procesando al resto de los rusos, pero si tenemos suerte, conseguiremos más nombres. Clarke me arrastró hasta balística para hablarme de lo que había encontrado. Lexa también se unió para ayudar.
Notando la tensión en la voz de su amante, inclinó su cabeza hacia atrás para estudiar su rostro. Su perfil afilado habitual era aún más rígido que de costumbre.
—¿Qué? ¿Qué encontraste?
—La pistola de Olik es la que se utilizó para matar a Jimmy y Jeff.
Contuvo la respiración.
—Dios, San. ¿Tienes al asesino de Jeff?
La morena la abrazó con fuerza.
—Mañana iré a casa de Shelley Cruz para decirle que hemos detenido al asesino de su marido, ¿crees que eso hará que su dolor sea menor?
—Sí—dijo Brittany con firmeza—Tal vez no hoy. Tal vez no mañana. Pero en algún momento, estará lista para afrontar el resto de su vida, y será capaz de hacerlo, porque sabrá que se ha hecho justicia.
—A veces no parece suficiente.
—Es todo lo que tenemos—Brittany le puso la mano sobre el corazón—Eso, y lo que tenemos aquí la una para la otra.
Su morena la besó.
—Entonces todo lo que necesito…por eso mismo quiero iniciar algo concreto—Santana la miro fijamente—Quiero que nos casemos y que tengamos hijos. Quiero todo contigo Brittany—se levantó para inclinarse—Brittany Susan Pierce, ¿quieres darme el honor de ser mi esposa? ¿Te quieres casar conmigo?
—Sí. Si, Sanny. Acepto.
Ambas con los ojos llorosos se besaron.
El sabor amargo de sangre y pólvora flotaban en el aire, que recubrió su garganta con frustración y furia. Oficiales uniformados estaban colocando la cinta amarilla de la escena del crimen en las puertas, y un fotógrafo de la policía trabajaba con el equipo de la escena del crimen, hablando en susurros, en las habitaciones, ahora vacías.
—Me reuniré contigo en el coche—le dijo a Kitty, deteniéndose fuera de la puerta de la habitación, donde había un de la policía estatal.
—¿Necesitas ayuda con esto?—Kitty preguntó.
—No, pero hazme un favor. Llama a Brittany por mí. Dile...—hizo una mueca—Dile que iré a casa tan pronto como pueda.
—No hay problema.
Los clientes ya habían sido metidos en furgonetas de la policía y enviados a la comisaría. Su deber era entregar al sacerdote a un coche patrulla, que esperaba para poder trasladarlo lejos, en el anonimato.
Asintió con la cabeza al oficial de la puerta.
—Gracias. Me lo llevo de aquí.
Joseph Thomas estaba sentado, mirándola con las manos esposadas a la espalda. Tenía desabrochado el cinturón de su pantalón, que colgaba sobre la bragueta abierta, pero al parecer había tenido tiempo de meter su polla, de nuevo en sus pantalones.
Era repugnante.
—Quítame estas cosas de mis muñecas—exigió—Son muy incómodas.
—Lo siento, no puedo hacerlo hasta que haya sido transferido. Entonces podrás presentar una queja a quien quiera escuchar, cualquier cosa que te moleste—lo agarró por el codo—Vamos.
Acompañó prisionero especial, por el pasillo, hasta el ascensor de servicio y luego a través de un largo túnel subterráneo para hacer su entrega.
—Ciertamente espero que esto no nos lleve el resto de la noche—se quejó.
—No tardaremos mucho más—abrió la puerta y, apretó su agarre, sacándolo hacia el muelle de carga.
Inmediatamente, la mirada dura de los focos de televisión se posó sobre ellos.
Una docena de voces gritaban. Varios brazos empujando micrófonos aparecieron sobre el sacerdote. Cuando trató de mantenerlos a distancia, lo obligó a ponerse frente a las cámaras.
—¿Es cierto que las niñas eran esclavas del sexo?
—¿Cuánto les pagan?
—¿Eran todas adolescentes?
—¿La iglesia sabe de su participación?
—¿Cuánto tiempo ha estado usando a prostitutas?
—Padre...
—Padre...
—Padre...
Satisfecha, lo arrastró entre la multitud y lo empujó hacia el asiento trasero de un coche patrulla, que les esperaba.
—¡Tú! ¡Perra desgraciada! ¡Tú hiciste esto!—gritó, su hermoso rostro se distorsionó con la indignación e incredulidad.
Apoyó su brazo en la parte superior del coche y se inclinó hasta que se quedó frente a sus ojos.
—No, tú lo hiciste. Estás acabado.
*****
A noventa kilómetros de distancia, Kratos Zamora se movió sobre su esposa, en la cama, y cogió el teléfono.
Escuchó durante medio minuto y dijo:
—Llámame por la otra línea—después se levantó, con cuidado de no despertarla, y salió de la habitación. Una vez en su oficina, tomó un cigarro cubano, de su escritorio, lo cortó y lo encendió. Saboreando el humo fragante, esperó la llamada para que no fuera localizada—¿Dónde tienen a Gregor?—preguntó—¿Los Federales? ¿A quién tenemos ahí?—después llegó la información que necesitaba, y dijo—, Estaré en contacto—desconectó y fumó en silencio, durante unos minutos. Luego llamó a Talia Ballenger.
Cuando ella no contestó, colgó, se quitó la conexión del cable de su computadora personal, y apretó varias claves para iniciar el programa que limpiara el disco duro de su ordenador.
Después de terminar su cigarro, llamó por el intercomunicador al cuartel de sus hombres.
—Vincent. Ven a verme a la oficina. Es urgente.—se levantó y se sirvió un trago, pensando en una estrategia para el control de daños.
Él había aprendido, hace mucho tiempo, que el arma más poderosa a menudo era lo inesperado.
******
—Quinny—dijo Rachel con voz suave y baja, frotándole la parte posterior del
cuello a su novia—Cariño, tienes que tratar de relajarte.
—Metí la pata—murmuró Quinn por décima vez, contemplando entre sus botas en el piso rayado de la sala de espera—Debería haber sabido lo que iba a hacer. Debía haber vigilado más a Olik, nada más que entró por la puerta. Permití que se la llevara.
—No permitiste nada. No podías hacer nada más—se resistió a la tentación de sacudirla, porque sabía que su cabeza debe estar sufriendo.
Las dos herías en su mejilla no eran graves, pero una herida de bala es una herida de bala, y tenía que dolerle.
Al menos ella había sido capaz de obligarla a dejar que una de las enfermeras, en la sala de emergencias, las limpiará y se las tapara.
—Fuiste tras ellos. Impediste que escapara con ella. Sabes que él la habría matado si hubiera sospechado que ella estaba involucrada. No podías hacer otra cosa.
—Después de todo esto, ¿qué pasa si se muere?
La rubia buscó sus ojos, buscando desesperadamente consuelo.
—Sería una jodida injusticia.
Sonrió dulcemente, su novia seguía creyendo que la vida debía ser justa.
—Cariño. Esa chica es dura. No va a morir. Eso fue lo mejor que podías haber hecho.
—Que puedo decir—dijo Sam uniéndose a ellas—Tu amiga ha perdido mucha sangre y tuve que quitar un poco de su lóbulo superior izquierdo, pero tiene un montón de tejido pulmonar izquierdo. De hecho, ella lo está haciendo tan bien, que probablemente le quitemos esta noche el tubo de respiración.
Su ojiverde le tomó la mano.
—¿Estará bien?
—Lo de siempre. Cualquier cosa puede pasar, pero sí. Creo que ella estará bien.
—¿Puedo verla?—preguntó.
—Está bastante sedada. No creo que sea capaz de hablar contigo.
—Eso está bien. ¿Sólo por un minuto?—Quinn miró a Rache—¿Está bien, cariño?
—Claro, novata. Ve a verla—esperó hasta que su rubia siguiera al rubio, entonces llamado a Marley—Hey. ¿Está Kitty en casa?...No, estamos bien. Estaremos aquí un rato más—se rió, se echó hacia atrás, y cerró los ojos—No. No he cambiado de opinión. Pero necesitaré mi GED para entrar en la academia. Si tengo miedo. ¿Lo harás? ¿Me ayudarás?—esperó unos segundos hasta que su voz volvió a ser firme—Sí, lo entiendo. Eso es lo que hacen las amigas.
*****
—Oye—dijo Quinn en voz baja, tomando la mano fría de Irina en la suya—Sé que estás probablemente dormía...
Ésta abrió los ojos y lentamente se centró en ella.
Tragó saliva.
—Volveré mañana, pero quería decirte que Mika está bien. Está en una casa de seguridad.
Irina le apretó los dedos con una fuerza sorprendente.
—Ella estará ahí hasta que salgas. Hablaré con ella. Así que no te preocupes, ¿vale?
Los ojos de Irina revoloteaban, parecía estar haciendo un gran esfuerzo para mantenerlos abiertos. Vio la pregunta en ellos.
—Olik todavía está en la sala de operaciones. Todavía está vivo. No sabemos si saldrá, pero si lo hace, pasará mucho tiempo en prisión. Él no volverá a lastimarte más—se inclinó y la besó en la frente—Ahora necesitas dormir. Ya eres libre.
******
Brittany, vio el informe de las detenciones en la televisión, y se quedó dormida en la sala, mientras revisaba solicitudes de admisión de sus residentes.
Se despertó con el sonido de la llave en la puerta principal, y echó las carpetas a un lado para hacer espacio en el sofá.
Cuando su morena llegó a su lado, le tomó la mano y se inclinó para besarla.
—Se te veía bien ante las cámaras.
Su morena rió.
—Como siempre que lo hago.
—¿Te vas a meter en problemas por esto? Tu avisaste a la prensa, ¿no?
—El departamento está contento con las detenciones y sobre todo con la buena publicidad, por lo que por el momento, nadie hará demasiadas preguntas.
—Bien. Porque hiciste lo correcto—se acurrucó en los brazos de su pelinegra y apoyó la cabeza sobre su hombro—Te quiero Sanny.
Ésta frotó la mejilla contra su pelo.
—Yo también te quiero Britt-Britt.
—¿Y, qué hay del resto?
—Bueno, la política todavía tienen que jugar sus cartas. Las chicas rusas pasarán por inmigración. Pero estarán bien después de toda la burocracia que está ya en marcha. Puckerman ha detenido a Gregor Zamora, y nunca se sabe lo que los federales podrán sacar de él. Aún estamos procesando al resto de los rusos, pero si tenemos suerte, conseguiremos más nombres. Clarke me arrastró hasta balística para hablarme de lo que había encontrado. Lexa también se unió para ayudar.
Notando la tensión en la voz de su amante, inclinó su cabeza hacia atrás para estudiar su rostro. Su perfil afilado habitual era aún más rígido que de costumbre.
—¿Qué? ¿Qué encontraste?
—La pistola de Olik es la que se utilizó para matar a Jimmy y Jeff.
Contuvo la respiración.
—Dios, San. ¿Tienes al asesino de Jeff?
La morena la abrazó con fuerza.
—Mañana iré a casa de Shelley Cruz para decirle que hemos detenido al asesino de su marido, ¿crees que eso hará que su dolor sea menor?
—Sí—dijo Brittany con firmeza—Tal vez no hoy. Tal vez no mañana. Pero en algún momento, estará lista para afrontar el resto de su vida, y será capaz de hacerlo, porque sabrá que se ha hecho justicia.
—A veces no parece suficiente.
—Es todo lo que tenemos—Brittany le puso la mano sobre el corazón—Eso, y lo que tenemos aquí la una para la otra.
Su morena la besó.
—Entonces todo lo que necesito…por eso mismo quiero iniciar algo concreto—Santana la miro fijamente—Quiero que nos casemos y que tengamos hijos. Quiero todo contigo Brittany—se levantó para inclinarse—Brittany Susan Pierce, ¿quieres darme el honor de ser mi esposa? ¿Te quieres casar conmigo?
—Sí. Si, Sanny. Acepto.
Ambas con los ojos llorosos se besaron.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Uff pensé que Irina había muerto, Quinn hubiese sufrido mucho y no porque la amara sino porque ella siente que tenia que protrgerla. Y las Brittana
Me imagino qe esto continua?
Me imagino qe esto continua?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Que belleza, las Brittana se van a casar, asi se hace Sanny!!!! espero que esto continue pq atrapada en la historia es poco!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:Uff pensé que Irina había muerto, Quinn hubiese sufrido mucho y no porque la amara sino porque ella siente que tenia que protrgerla. Y las Brittana
Me imagino qe esto continua?
Hola, yo tmbn y no lo queria la vrdd =/ Eso mimos, y kizas un amistad...asik bn por la rubia! Esa es la pregunta del millón XD Aki la explicación a esa pregunta! Saludos =D
micky morales escribió:Que belleza, las Brittana se van a casar, asi se hace Sanny!!!! espero que esto continue pq atrapada en la historia es poco!!!!!
Hola, siiii!!! bn ai por la morena! ajajajajaj. Jajajaajajaj aki la explicación...espero y guste! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Epílogo
Una Semana Más Tarde…
—Oye, rubia—Mike le dio a Quinn una palmada en el hombro al entrar en las instalaciones de Kitty, dejándose caer en una silla de la mesa de reuniones. Cogió un de los bollos que había sobre la mesa—He oído que tu chica será una uniformada, en poco tiempo.
Ésta lo miró.
—Dame un minuto, mientras lo voy asumiendo.
El asiático se rió.
—Rachel. La academia. Policía. Pistola. Jesús, no habrá quién la detenga.
—Si claro—dijo Quinn—Como si hasta ahora hubiera sido distinto.
—Es cierto—dijo Mike con la boca llena de jalea—se inclinó hacia atrás, con una sonrisa de felicidad en su rostro—Hombre, se siente bien estando en la cima de vez en cuando.
Frente a él, Kurt se rió.
—¿Qué?—Mike pregunto.
—Nada. Nada en absoluto.
La ojiverde más abaja le lanzó una mirada al ojiceleste.
—No te burles de los enfermos.
—Aww, nunca llego a tener ninguna diversión—Kurt se sirvió un bollo de crema en una servilleta, y la dejó al lado de su ordenador portátil.
—Parece que has tenido un montón de diversión—dijo Kitty—¿No tienes algo para compartir con todos nosotros?
El castaño se puso rojo.
—Supongo que Blaine te llamó, ¿eh?
—Ya la conoces, no podía ocultarlo por mucho más tiempo—dijo Kitty.
—¿Qué?—Mike miró hacia ellos.
—Con Blaine estamos embarazados—dijo Kurt—Desde un tiempo estábamos intentando tener un bebé y nos avisaron que funciono. Ayer la clínica nos llamó para decirnos que el tratamiento había funcionado. Seremos Padres.
Después de un segundo de silencio, Quinn le dio una ovación.
—Buen trabajo—dijo Mike, a continuación, frunciendo el ceño—Así que si vas a ser papá, ¿qué hará Jazmin?
El castaño sonrió.
—Es mejor que se lo preguntes a ella—miro a su colega—Pero Kitty también tiene que de decirnos algo, ¿no?
Ahora fue el turno de la rubia de colocarse roja.
—Buen…bueno, con Marley…después de la noticia de Kurt y Blaine, nos dimos cuenta que es nuestro momento para que la familia crezca…también conversaremos con el doctor de los chicos para poder tener un bebé.
Las celebraciones otra vez no se hicieran esperar.
Las risas se vieron interrumpidas de repente, cuando Santana apareció en la puerta de la sala de conferencias.
La expresión de su cara no era muy alegre.
—Hey, teniente.
La morena se dirigió a su lugar habitual, en el extremo de la mesa, pero no se sentó.
—Acabo de recibir una llamada de Puckerman—todo el mundo la miró fijamente. El aire en la sala se volvió pesado—A las cinco y cuarto de esta mañana, Gregor Zamora fue atacado en la zona de los desayunos. Está muerto.
—Joder—Mike susurró.
—A las seis y media, cuando Sam Evans estaba haciendo su ronda, encontró a Olik degollado en el cuarto de baño, de su habitación.
La rubia más alta se atornilló en posición vertical.
—¡Irina!
—Irina y Mika están bien. Acabo de hablar con los alguaciles federales. En esos momentos, están de camino a una casa de seguridad. Sam dijo que Irina estaba bien para viajar.
—¿Talia Ballenger?—Kitty preguntó.
—Estado desconocido—se encogió de hombros—El conserje de su edificio dice que está fuera del país. Tal vez tenga razón. Al parecer, ella tiene residencias en varios continentes.
—¿Qué pasa con los otros prisioneros rusos?—Quinn preguntó acomodándose en su asiento.
—Hemos duplicado su seguridad. Probablemente no saben lo suficiente para ser una amenaza, para alguien importante—sacó una silla y se sentó.
—¿Kratos Zamora es el responsable?—Kitty preguntó.
—Esa es mi conjetura, sí—dijo Santana.
—Su propio hermano—Kurt murmuró.
—¿Qué hacemos?—Quinn preguntó.
—Nada—dijo Santana—Los crímenes serán investigados. Incluso puede que encuentren a los responsables. ¿Pero en cuanto a quién realmente dio la orden? Nunca seremos capaces de demostrarlo.
—¿Qué sentido tiene, entonces?—Quinn exigió airadamente—Todo lo que hicimos. Las personas que pusimos en peligro. ¿Para qué? ¿Es esto justicia?
—La justicia es fugaz—Santana dijo en voz baja.
—Pero hicimos nuestro trabajo. Eso es lo que cuenta. Irina y su hermana tienen nuevas identidades, una oportunidad para una nueva vida. No volverán a abusar de las otras chicas rusas. Hemos hecho un gran trabajo en esta operación.
La rubia más alta quedó mirándola fijamente.
—Siempre estamos un paso por detrás, porque tenemos que jugar con las reglas y ellos no lo hacen.
—Tienes toda la razón. Tenemos reglas que cumplir, por lo menos todas los que importan, porque si no lo hacemos, no seremos diferentes a ellos—Santana miró a su alrededor de la mesa—¿Alguien quiere dejarlo? Esto es solo el inicio de mucho más.
Kitty miró a Kurt, que asintió con la cabeza fuertemente.
—Estamos dentro—dijo Kitty.
—A joderse. Me quedo—dijo Mike.
—Sí, yo también—declaró Quinn.
—Bien. Nos hemos acercado a Zamora una vez, y podremos hacerlo de nuevo—los ojos de la morena brillaron con total ferocidad—Y les prometo esto. Cuando el juego haya terminado, seremos los ganadores.
Ésta lo miró.
—Dame un minuto, mientras lo voy asumiendo.
El asiático se rió.
—Rachel. La academia. Policía. Pistola. Jesús, no habrá quién la detenga.
—Si claro—dijo Quinn—Como si hasta ahora hubiera sido distinto.
—Es cierto—dijo Mike con la boca llena de jalea—se inclinó hacia atrás, con una sonrisa de felicidad en su rostro—Hombre, se siente bien estando en la cima de vez en cuando.
Frente a él, Kurt se rió.
—¿Qué?—Mike pregunto.
—Nada. Nada en absoluto.
La ojiverde más abaja le lanzó una mirada al ojiceleste.
—No te burles de los enfermos.
—Aww, nunca llego a tener ninguna diversión—Kurt se sirvió un bollo de crema en una servilleta, y la dejó al lado de su ordenador portátil.
—Parece que has tenido un montón de diversión—dijo Kitty—¿No tienes algo para compartir con todos nosotros?
El castaño se puso rojo.
—Supongo que Blaine te llamó, ¿eh?
—Ya la conoces, no podía ocultarlo por mucho más tiempo—dijo Kitty.
—¿Qué?—Mike miró hacia ellos.
—Con Blaine estamos embarazados—dijo Kurt—Desde un tiempo estábamos intentando tener un bebé y nos avisaron que funciono. Ayer la clínica nos llamó para decirnos que el tratamiento había funcionado. Seremos Padres.
Después de un segundo de silencio, Quinn le dio una ovación.
—Buen trabajo—dijo Mike, a continuación, frunciendo el ceño—Así que si vas a ser papá, ¿qué hará Jazmin?
El castaño sonrió.
—Es mejor que se lo preguntes a ella—miro a su colega—Pero Kitty también tiene que de decirnos algo, ¿no?
Ahora fue el turno de la rubia de colocarse roja.
—Buen…bueno, con Marley…después de la noticia de Kurt y Blaine, nos dimos cuenta que es nuestro momento para que la familia crezca…también conversaremos con el doctor de los chicos para poder tener un bebé.
Las celebraciones otra vez no se hicieran esperar.
Las risas se vieron interrumpidas de repente, cuando Santana apareció en la puerta de la sala de conferencias.
La expresión de su cara no era muy alegre.
—Hey, teniente.
La morena se dirigió a su lugar habitual, en el extremo de la mesa, pero no se sentó.
—Acabo de recibir una llamada de Puckerman—todo el mundo la miró fijamente. El aire en la sala se volvió pesado—A las cinco y cuarto de esta mañana, Gregor Zamora fue atacado en la zona de los desayunos. Está muerto.
—Joder—Mike susurró.
—A las seis y media, cuando Sam Evans estaba haciendo su ronda, encontró a Olik degollado en el cuarto de baño, de su habitación.
La rubia más alta se atornilló en posición vertical.
—¡Irina!
—Irina y Mika están bien. Acabo de hablar con los alguaciles federales. En esos momentos, están de camino a una casa de seguridad. Sam dijo que Irina estaba bien para viajar.
—¿Talia Ballenger?—Kitty preguntó.
—Estado desconocido—se encogió de hombros—El conserje de su edificio dice que está fuera del país. Tal vez tenga razón. Al parecer, ella tiene residencias en varios continentes.
—¿Qué pasa con los otros prisioneros rusos?—Quinn preguntó acomodándose en su asiento.
—Hemos duplicado su seguridad. Probablemente no saben lo suficiente para ser una amenaza, para alguien importante—sacó una silla y se sentó.
—¿Kratos Zamora es el responsable?—Kitty preguntó.
—Esa es mi conjetura, sí—dijo Santana.
—Su propio hermano—Kurt murmuró.
—¿Qué hacemos?—Quinn preguntó.
—Nada—dijo Santana—Los crímenes serán investigados. Incluso puede que encuentren a los responsables. ¿Pero en cuanto a quién realmente dio la orden? Nunca seremos capaces de demostrarlo.
—¿Qué sentido tiene, entonces?—Quinn exigió airadamente—Todo lo que hicimos. Las personas que pusimos en peligro. ¿Para qué? ¿Es esto justicia?
—La justicia es fugaz—Santana dijo en voz baja.
—Pero hicimos nuestro trabajo. Eso es lo que cuenta. Irina y su hermana tienen nuevas identidades, una oportunidad para una nueva vida. No volverán a abusar de las otras chicas rusas. Hemos hecho un gran trabajo en esta operación.
La rubia más alta quedó mirándola fijamente.
—Siempre estamos un paso por detrás, porque tenemos que jugar con las reglas y ellos no lo hacen.
—Tienes toda la razón. Tenemos reglas que cumplir, por lo menos todas los que importan, porque si no lo hacemos, no seremos diferentes a ellos—Santana miró a su alrededor de la mesa—¿Alguien quiere dejarlo? Esto es solo el inicio de mucho más.
Kitty miró a Kurt, que asintió con la cabeza fuertemente.
—Estamos dentro—dijo Kitty.
—A joderse. Me quedo—dijo Mike.
—Sí, yo también—declaró Quinn.
—Bien. Nos hemos acercado a Zamora una vez, y podremos hacerlo de nuevo—los ojos de la morena brillaron con total ferocidad—Y les prometo esto. Cuando el juego haya terminado, seremos los ganadores.
¿FIN?
Pd: Al igual que la saga anterior, esta historia continua, pero no pude encontrar el siguiente libro. Es por eso que le quise dar unos “retoques” y darle un final casi final.
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Hola, aquí el final de otra linda historia, y como dije arriba, espero darle el "final" que corresponda o el más apropiado.
Subiera la siguiente historia, la cual es la continuación de Wallbanger.
Saludos =D
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Hola, aquí el final de otra linda historia, y como dije arriba, espero darle el "final" que corresponda o el más apropiado.
Subiera la siguiente historia, la cual es la continuación de Wallbanger.
Saludos =D
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.
Pd3: aquí dejo el link de la siguiente historia:
https://gleelatino.forosactivos.net/t22310p250-fanfic-brittana-wallbanger-3-last-call-adaptada-sinopsis#569721
Última edición por 23l1 el Lun Abr 08, 2019 8:29 pm, editado 1 vez
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
ok abierta la interrogante futura, excelente y gracias!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Por casualidad fui a las historias terminadas y ahi estaba la actualización de Wallbanger. Y casi me da algo!!!
Esa va a ser tu historia final???
Claro entiendo tus responsabilidades. Osea que ya no más historias??
Esa va a ser tu historia final???
Claro entiendo tus responsabilidades. Osea que ya no más historias??
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:ok abierta la interrogante futura, excelente y gracias!!!!!
Hola, algo bueno paso al final, no¿? jaajajajaj. De nada, pero gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
Pd: se me olvido dejar el link de la siguiente historia XD
https://gleelatino.forosactivos.net/t22310p250-fanfic-brittana-wallbanger-3-last-call-adaptada-sinopsis#569721
Tati.94 escribió:Por casualidad fui a las historias terminadas y ahi estaba la actualización de Wallbanger. Y casi me da algo!!!
Esa va a ser tu historia final???
Claro entiendo tus responsabilidades. Osea que ya no más historias??
Hola, sii! se me olvido decir eso, q se me había olvidado colocar el link de la nueva historia...q no es tan nueva ajjajaaj. Algo bueno espero xD Sip =/...no =( Saludos =D
Pd: aki dejo el link.
https://gleelatino.forosactivos.net/t22310p250-fanfic-brittana-wallbanger-3-last-call-adaptada-sinopsis#569721
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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