{Fic: Klaine} "Co-Star" Capítulo 1

El agente del FBI llegó al vestíbulo del hotel muy temprano esa mañana. Dando un bostezo y quitándose las gafas se dirigió hacia el mostrador de la recepción. — Mi nombre es Cooper Anderson, vengo a ver a Kurt Hummel. — Logró decir antes de cubrir un descomunal bostezo con su mano.

La joven de la recepción le echó un vistazo rápido al joven agente sin fingir siquiera que le había parecido extraordinariamente atractivo. Se mordió el labio y tomó el teléfono y habló en voz baja a alguien mientras seguía escudriñando al joven como si lo fuese a cazar o algo. Terminó la llamada y le pasó una tarjeta de acceso a Cooper. — Penthouse tres, guapo. Coloca la tarjeta en la ranura que hay al entrar en el ascensor.

— Gracias — respondió Cooper sin hacer caso omiso a las miradas coquetas o al apelativo de “guapo” que la recepcionista desvergonzadamente había usado para referirse a él. Se dio media vuelta y comenzó a caminar.

— ¿Maletas? — Se apresuró a preguntar la recepcionista antes de que Cooper se largara de su vista. No tenía intenciones de dejarlo ir.

Cooper miró la maleta negra que descansaba a sus pies.

— ¿Quieres que llame al botones? —Preguntó la mujer a Cooper nuevamente.

Cooper negó con la cabeza. — Yo puedo con mi equipaje. — Le aseguró Cooper mientras le guiñaba un ojo. De ninguna manera iba a permitir que ningún botones lo llevara a su piso. Sobre todo por resguardo de Kurt. Se encaminó nuevamente al ascensor y la recepcionista lo volvió a llamar.

— ¿Qué tanto puede hacer un chico como tu con una estrella de la música? ¿Eres periodista? Porque si no te molesta, a las ocho estoy libre. Podrías venir a entrevistarme a mí si quieres. — La voz de la recepcionista era tan insinuante que a Cooper le desagrado desde el primer momento.

Cooper frunció el seño y apretó fuertemente su puño antes de voltearse. Tampoco es que fuese a ser desubicado con la recepcionista. — Soy amigo personal de Kurt. De hecho, mantengo a los periodistas lejos. Y no creo que “entrevistarte” a ti pueda ser más interesante que irme de gira con Kurt.

La recepcionista frunció el ceño ante la negativa. — Lástima… eres como uno de esos que siempre acompañan a los famosos… boy-toy o algo así.

Cooper fulminó a la recepcionista con la mirada. Rápidamente se metió la mano al bolsillo y saco una billetera negra. La abrió y dejó ver su placa. — Cooper Anderson. Agente del FBI. Guardaespaldas personal de Kurt Hummel. Vuelve a decirme una cosa como esa y te meto a la cárcel por acoso.

La recepcionista enmudeció al comprobar la placa. Cooper no estaba jugando. — Penthouse tres. No lo olvides. — Fue todo lo que la muchacha pudo decir antes de buscar algo en que concentrarse mientras esperaba que la tierra la tragara.

— Gracias. — Respondió Cooper. Guardó su placa y caminó. Entró en el ascensor y colocó la tarjeta en la ranura.

Lanzó un suspiro que las cuatro paredes del elevador escondieron muy bien. Cooper detestaba a las mujeres ensimosas. Odiaba cuando el salía y le coqueteaban. No es que fuese un machista ni nada por el estilo. Pero Cooper le gustaba el romance a la antigua. Estar en alguna parte y que de pronto una chica le llamase la atención. Y ser, él quien fuese a cortejarla, conquistarla y enamorarla. Detestaba en cambio ser objeto de atracción. Cuando las mujeres dejaban libres sus hormonas se volvían detestables. No había nada mejor para Cooper que una muchacha tranquila, dulce y femenina… no una per-

El ascensor llegó al piso indicado y Cooper sacudió su cabeza para alejar el mal recuerdo que le había producido el encuentro con la recepcionista. Las puertas se abrieron y Cooper arrastró su maleta al penthouse número tres. Él sonrió y sacudió la cabeza ante la gran puerta doble de la suite. Llamó a la puerta y se sorprendió cuando un muchacho con rostro enfermizo le abrió.

— ¡Kurt! — Exclamó Cooper ante la vista de su protegido. El muchacho estaba prácticamente teniendo espasmos o un ataque de pánico. Los ojos rojos y húmedos eran señal evidente de que había estado llorando. — ¿Qué sucedió? — Preguntó entrando a la suite y cerrando la puerta a su espalda.

Kurt se abalanzó a Cooper y escondió su rostro en el cuello del mayor. Se lanzó a llorar otra vez. Mientras aferraba a Kurt fuertemente en sus brazos, Cooper aprovechó de mirar la suite por todos sus alrededores. Y aunque le hubiese gustado buscar palabras para consolar a Kurt, Cooper tenía que hacer su trabajo y buscó con la mirada algo que pudiese delatar lo que le había sucedido a Kurt. Pero no tubo que buscar más cuando vio a tres personas sentadas a la mesa del comedor de la suite. Las tres personas que Cooper reconoció de forma inmediata. Finn el hermanastro de Kurt, Rachel la prometida de Finn y Jesse St. James el manager de Kurt. Los tres miraban a Cooper con la misma cara de angustia que Cooper les devolvía. Jesse levantó un sobre en sus manos y Cooper comprendió todo.

Suavemente se fue separando del agarre de Kurt y con sus manos levantó el rostro del menor. — ¿Te llegó otra carta de ese fastidioso?

Kurt asintió entre sollozos.

Cooper sintió un fuerte dolor en el pecho al ver a Kurt tan devastado. — No vuelvas a leer las cartas de tus Fans, Kurt. — Dijo Cooper a regañadientes. — Ese es mi trabajo ahora… y te prometo que todo estará bien. Por favor deja de llorar.

Kurt asintió entre sollozos y con la manga de su polera se secó las lágrimas de los ojos. Cooper no pudo dejar de sonreír ante el gesto infantil. Puso su mano entre los cabellos de Kurt y se los sacudió un poco.

— ¿Por qué no vas a tomar una ducha? Te sentará bien. — Aconsejo Cooper. Kurt nuevamente asintió.
El menor se dirigió entonces a su cuarto, y cerró la puerta ante la atónita mirada de los demás.

— Es increíble — Dijo Finn sonriendo después de lo mal que lo habían pasado con Kurt hace un rato atrás. — Aquí hemos estado los tres más de media hora intentando consolarlo. Llegas tú y todo vuelve a la normalidad.
Cooper rió. — Es parte de mi trabajo, nada más. — Concluyó acercándose a la mesa para estrechar las manos de los dos muchachos y saludar a la chica con un beso en la mejilla.

— Kurt te aprecia mucho. — Dijo la prometida de Finn. Y si ella lo decía, entonces era cierto. Pues si había alguien que conocía a Kurt, esa era sin dudas su mejor amiga Rachel.

— Yo también. — Asintió Cooper algo incómodo, no porque fuese algo extraño sentir ese amor fraternal por Kurt, sino porque generalmente Cooper era muy reservado con sus emociones, aun si se trataba de un amigo como lo era Kurt.

Cooper echó un vistazo a la ruma de cartas que estaban esparcidas sobre la mesa. Miró a Jesse el único que no había hablado desde que Cooper había entrado. Los dos se miraron unos segundos. Ellos eran los que mejor conocían el problema que esas cartas acarreaban y al parecer las cosas se estaban saliéndose de control.

— No debes dejar estas cartas al alcance de Kurt. — Dijo Cooper.

— Lo sé, lo sé… — Respondió Jesse con palpable sentimiento de culpa. — Como siempre tomé las cartas y regalos que le llegaron después del concierto. Todo salió tan bien anoche que de verdad no pensé que ese acosador lo había hecho de nuevo. No pensé que algo pudiese opacar el éxito de la actuación de anoche.

— Está bien. — Dijo Cooper sentándose a la mesa. Ordenó todas las cartas en una ruma perfecta. — Yo me quedaré con estas.

Jesse asintió. Pero su semblante aún estaba algo desencajado.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Cooper preocupado. — ¿Le sucedió otra cosa a Kurt?

Jesse negó con la cabeza. Y miró furtivamente a Finn. Cooper sabía que ellos dos no se llevaban para nada bien, sobre todo cuando Jesse coqueteó tantas veces con Rachel años atrás. La mirada que Finn le estaba arrojando a Jesse era completamente amenazadora.

Rachel pudo sentir la tensión del ambiente y decidió apartarse. Se fue a la cocina a preparar más café.

— Finn quiere que cancelemos la gira.

Cooper rodó los ojos. Por el semblante de Jesse, Cooper había pensado en que había sucedido algo mucho peor. Pero como conocía lo ambicioso que era aquel manager, tampoco le sorprendió aquella respuesta.

— Y supongo, Jesse que tu no piensas que esa es buena idea. — Dijo Cooper de forma cortante.

— ¡Claro que no! — Exclamó Jesse como si se tratara de un debate de vida o muerte. — ¿Sabes de cuantas ciudades estamos hablando? ¿Cuántos contratos que tendríamos que romper? Kurt está en su mayor posición ahora, no podem-

— Por el amor de Dios. ¡BASTA! — Gritó Finn callando a Jesse. Cooper inmediatamente se puso de pie y se colocó en medio de los dos muchachos. Muchas veces había tenido que separarlos antes, y esta parecía ser otra ocasión más. —Están amenazando la vida de mi hermano ¿Y tu te preocupas de una maldita gira?

— ¿Maldita gira? — Se exaltó Jesse empujando un poco a Cooper para que se salga del medio. — Tu hermano es todo lo que es gracias a mi y mis malditas giras. No puede incumplir contrato. Esta gira tiene que hacerse.

Cooper suspiró cansado. La fuerza para impedir que ambos chicos no terminasen sacándose la cabeza el uno al otro se le estaba acabando. Y lo peor es que más allá de luchar por quien tenía la razón. Tanto Finn como Jesse estaban luchando por quién era más bravo. El tema de ellos era quedar mejor parado frente a los ojos de Rachel. — Lo siento, Finn. — Dijo Cooper muy a su pesar.

Finn abrió los ojos sorprendido. — ¿Que… que quieres decir con que lo sientes?

Cooper exhaló aire profundamente. — La gira tiene que hacerse. Pero no porque sea importante cumplir con esos contratos. Sino porque es la única forma en que ese acosador se delatará. Seguirá mandándole cartas a Kurt y si es como creo que estará en todos los conciertos, en algún momento algo hará que lo revelará. Necesitamos atrapar a ese maldito, Finn. Yo sé. De verdad sé que quieres cuidar a Kurt, pero… escondiéndolo o alejándolo de lo que más le gusta hacer no vamos a conseguir que ese tipo deje de molestarlo. Y quiero, no. Muero por meterlo a la cárcel.

Finn dejó caer sus brazos en señal de rendición. Y aunque Jesse se había salido con la suya el manager tampoco se sentía muy digno que digamos. Estaba preocupándose demasiado de la imagen de Kurt y del dinero, más no de su resguardo. Se sonrojó.

— Y de verdad. — Terminó de decir Cooper. — Quiero que ustedes dos dejen esta maldita costumbre de discutir. Ya es suficiente carga para Kurt todo lo que está sucediendo para que más encima ustedes peleen a cada rato.

Finn y Jesse asintieron.

— Será mejor que nos vayamos. — Dijo Rachel desde la cocina. Tenía las mejillas sonrojadas y parecía algo nerviosa. Al igual que Kurt tampoco soportaba las constantes peleas entre los dos. — Vamos, Finn. Tú tienes práctica luego podemos despedirnos de Kurt antes de que se vayan al aeropuerto y la gira comience.

Cooper negó con la cabeza. — Pueden venir a despedirse después, acá al hotel. No habrá aviones ni aeropuertos.

— ¿Disculpa? — Dijo Jesse. El era quien tomaba esas decisiones, no Cooper. — ¿Y desde cuando tu decides eso?

— Desde que soy su guardaespaldas y el FBI me puso en este caso. ¿Quieres ver mi placa? — Cooper estaba verdaderamente enfadado. Jesse era uno de esos tipos que estaban en su lista negra. No lo soportaba y poco podía fingir lo contrario.

Finn no evitó soltar una carcajada. Rachel le golpeó el tobillo para que se comportara.

— Haremos la gira en autobús. Los viajes serán más largos, pero eso hará que Kurt no esté expuesto a más gente. Llegaremos a las ciudades a medio día y en la noche Kurt dará su concierto. Luego volveremos a tomar el bus y partiremos a la próxima ciudad. Así Kurt solo estará en contacto con nosotros, nada de prensa, ni mucho menos fans locos.

Jesse suspiró. — Eso se sale del presupuesto. Además ¿Dónde voy a sacar un autobús equipado para Kurt de aquí a la noche?

Cooper negó. — La disquera está al tanto ya de todo. Los buses estarán por llegar. Habrá un bus para la banda. Otro bus solamente para Kurt y yo. Tu viajarás en avión porque es necesario que llegues antes para arreglar las cosas... ya sabes hacer tu trabajo, cobrar el dinero…

Jesse lo fulminó con la mirada. Y Finn no pudo evitar reírse otra vez.

— Oh, claro, Hudson. Debes estar disfrutando mucho que Cooper me esté tratando así ¿no?

Finn suspiró. Pero negó con la cabeza. — No, pero me gusta cuando alguien te hace ver que es más importante la vida de Kurt que el dinero que el te puede hacer ganar.

Jesse se sonrojó otra vez.

Justo en ese momento Kurt salió de la ducha y del cuarto. Sus cabellos castaños goteaban por el agua a medio secar. Y le mojaban un poco la playera y el pantalón deportivo que se había puesto.

Finn se conmovió cuando vio a su hermano. Pese a todo, Kurt apenas tenía veintiún años. Era un niño y tenía un cuerpo verdaderamente frágil. — Ven aquí — Dijo Finn extendiendo sus brazos.

Kurt se sonrojó un poco pero le gustaba cuando Finn le demostraba su cariño. Caminó y se dejó abrazar por el mayor. Rachel no podía dejar de suspirar. Hasta incluso Jesse sonrió al verlos. La imagen del famoso jugador de futbol americano con casi un metro con noventa y dos centímetros, acurrucando el cuerpo de un cantante que apenas si le gustaba ir al gimnasio era un contraste conmovedor.

— ¿Qué pasa, Finn? — Preguntó Kurt sintiendo el abrazo de Finn más fuerte que de costumbre.

Finn negó con la cabeza. — Me perderé tu gira. Eso es todo.

Kurt suspiró. — Tranquilo. Ya verás que Jesse logrará otra gira para el próximo año. Y ahí podrás ir a verme actuar.

Jesse sonrió. Por lo menos nadie podía negar que como Manager, el era uno de los mejores. — Será mejor que los deje solos. — Dijo Jesse algo incómodo. Pero sentía que estaba sobrando. — Supongo Cooper que tú y yo estaremos en contacto…

Cooper asintió con la cabeza.

— Adiós. — Dijo Jesse con desdén. Rachel se despidió cortésmente. Kurt también. Finn apenas inclinó su cabeza.

— Te llamo luego. — Le dijo Cooper.

Jesse asintió y antes de irse sacudió los cabellos húmedos de Kurt en un gesto fraternal. — Sécatelos, o te resfriarás…

Kurt suspiró. — Si. Lo sé, mamá.

Todos rieron.

— Eres imposible, Hummel.

— Pero me adoras porque soy tu estrella favorita.

Jesse bufó pero no evitó sonreír. Guiñó un ojo y cogió un sándwich de la mesa. — Bueno, me retiro. ¡Rompete una pierna, Hudson! — Dijo antes de salir de la suite.

— ¡Vaya! — Exclamó Finn. — Me deseó suerte.

Rachel rió. — Tontito. Esa es una forma de desear suerte en el teatro. Como tú juegas futbol… supongo que fue literal.

— Estúpido. — Musitó Finn avergonzado. Mientras Kurt se echó a reír.


Blaine Anderson llegó a la recepción del hotel muy entrada la tarde. Se dirigió rápidamente hacia la recepcionista, estaba muy retrasado. — Hem, disculpe soy…

La recepcionista alzó la mirada y no pudo evitar gritar. — ¡Eres Blaine! Oh, Dios… eres ¡Blaine Anderson!

Blaine miró para todos lados. ¿De verdad esa lunática trabajaba ahí? — Hem… si, lo sé. Se quien soy.

— ¡Vaya! ¿Me firmarías un autógrafo, guapo? O mejor aún. ¿Nos sacamos una foto tú y yo juntos?

Blaine parpadeó dos veces. ¿Lo había llamado guapo? ¡Detestaba ese tipo de chicas! — Hum… voy apurado.

— Oh, vamos chico lindo… yo te puedo dar algo a cambio. — La recepcionista guiñó un ojo.

Blaine volvió a parpadear. — Y-yo…

Justo en ese momento el ascensor se abrió de par en par. Cooper salió desde su interior y Blaine sintió un gran alivio al ver a su hermano mayor. — ¡Coop!

Cooper sonrió al ver a Blaine en la recepción. La recepcionista palideció cuando se dio cuenta de que se trataba del agente del FBI que había conocido en la mañana. Se escondió rápidamente detrás de la pantalla de su computadora.

Los dos hermanos se abrazaron. Tres meses que no se habían visto. Y aunque habían hablado todos los días por teléfono, no era lo mismo. Ambos se querían mucho y habían expresado en aquel abrazo todo lo que se habían extrañado.

— Vaya… — Dijo Cooper al examinar a Blaine de arriba a bajo. — Haz hecho ejercicio. —Luego miró hacia la recepcionista para ver si no los estaba espiando. La muchacha estaba sumergida en la computadora.

Blaine sonrió. — Tú sabes. Exigencia de la película. — Respondió también mirando a la recepcionista. A juzgar por la mirada de su hermano, la recepcionista tampoco le había caído bien a Cooper.

Cooper asintió. — ¿Tu equipaje?

— En mi auto. Lo llevaron a estacionar. Ya lo traerán acá.

Cooper volvió a asentir. — ¿Y… hem… que opinas de mi idea?

Blaine suspiró. Sabía de lo que Cooper estaba hablando. — Viajar contigo me parece excelente. Son tres meses de gira con tu estrellita. Serán como vacaciones para mí… pero… pero tú sabes que detesto a Kurt.

Cooper rió. — Créeme que lo sé. Y si te interesa, el sentimiento de Kurt es reciproco. Tú eres la persona que tiene al centro de su juego de dardos.

Blaine rió. — Pero… el y yo trabajaremos juntos. Supongo que será bueno que tratemos de llevarnos bien… ¿el ya lo sabe?

— ¿Qué cosa? ¿Qué serán co-estrellas en la película? ¿O que vendrás con nosotros en la gira?

— Ambos.

— Si. Ya lo sabe…

— ¿Y como lo tomo?

— ¡Jamás lo había visto jugar tan bien a los dardos!

Blaine Anderson y Kurt Hummel se odiaban. Así de simple. Y no era secreto para nadie. Blaine era un actor que en tres años había dado mucho de que hablar. Era el nuevo James Bond del cine y con un par de películas dramáticas había conseguido una nominación al Oscar y varias otras nominaciones y premios. Kurt Hummel en la misma cantidad de tiempo era el chico que marcaba tendencia en la música. Ganador de varios Grammy y con un estilo único, no tenía comparación. Ambos tenían la misma edad. Y siempre quedaban en primer y segundo lugar ya sea en encuestas de popularidad, en rankings o en éxito de ventas. Además ambos eran igual de guapos. A su manera claro. Por lo que las comparaciones pronto se fueron dejando ver. Mucho más cuando se dijo que ambos trabajarían en una película que prometería ser éxito de taquilla. Y en la cual ambos serían protagonistas. Lo más jugoso para la prensa es que se sabía que ambos no podían verse ni en pintura. Habían estado alguna vez suspirando por la misma persona. Un chico, otro actor que ya era cosa del pasado, pero quien fue lo que encendió esa brecha de odio entre ambos. Por otra parte, ambos tenían el mismo éxito tanto entre hombres como mujeres y un ego y vanidad tan grande como su talento. Y como si fuera colmo esta Cooper. Cooper era el hermano mayor de Blaine, pero trabajaba para Kurt. Y Blaine no soportaba lo condescendiente que Cooper era con Kurt, le aguantaba todo. Y Kurt no soportaba la atención que Blaine le robaba, pues cada vez que se aparecía, Cooper se desvivía por su hermano. Esa pequeña batalla interna por el cariño y la atención de Cooper era lo que más hacia odiarse mutuamente.

— Solo espero sea una gira tranquila. Y de verdad quiero pasar tiempo contigo. — Confesó un avergonzado Cooper.

Blaine parpadeó dos veces. Era algo despistado y a veces se sumía de tal manera en sus pensamientos que se olvidaba que estaba conversando con alguien. — Disculpa, hermano… ¿Dijiste?

Cooper sonrió y desordenó la cabellera de Blaine.

— ¡Hey! ¡No hagas eso! — Dijo Blaine furioso. — Eso se lo haces a Kurt.

— Oh… lo siento. La costumbre…

— Tonto. — Refunfuñó Blaine golpeando a su hermano en el brazo.

Cooper suspiró. — Necesito decirte algo… ¿vamos a fuera? Kurt y Jesse están terminando de arreglar sus equipajes… ya vienen.

Blaine asintió. Podía decir por la mirada en los ojos de Cooper que la situación de la que iban a hablar era algo complicada. Agazapado, Blaine trató de dar a su hermano una sonrisa tranquilizadora. — Vale, vamos a fuera. — Se encogió de hombros.

Los dos Anderson salieron del hotel. A fuera la tibia noche de verano apenas les otorgaba una brisa refrescante. Se sentaron en una de las largas bancas de color marfil que había a un costado de la lujosa entrada del hotel. A la vista una pileta lanzaba agua de manera intermitente.

— Te escucho… — Dijo Blaine preocupado. — Te ves nervioso.

Cooper asintió. — Hay alguien… un acosador.

El pecho de Blaine dio un fuerte respingo. — ¿Molestando a Kurt?

Cooper asintió. — Si… le escribe cartas tan terroríficas como asquerosas. Por eso decidí hacer el viaje en bus y no por avión.

— Mientras menos contacto con los fans mejor ¿no? — terminó Blaine que entendía el trabajo de Cooper. — De verdad lo siento mucho por Kurt… pero… ¿tú no estás en peligro también?

Cooper puso una de sus manos en la rodilla de Blaine. — Tranquilo… si no supiera manejar este tipo de situaciones, yo no estaría aquí.

— No te creo… — Dijo Blaine a regañadientes. — Le tienes tanto cariño a Kurt que no pensarías dos veces antes de recibir un disparo por el o algo por el estilo.

Cooper rió. — Lo mismo haría por ti.

Blaine negó con la cabeza. — No me digas eso. Sé perfectamente que desde que comencé a trabajar en Hollywood tú decidiste cambiarte a otra zona en el FBI. Desde que entré a este mundo te preocupaste tanto por mí que decidiste trabajar como guardaespaldas.

— Si… Blaine. Y no me arrepiento. Si tengo la posibilidad de protegerte lo haré… Quise ser tu guardaespaldas… pero no me dejaste. Conocí a Kurt y su caso y la verdad es que tampoco puedo dejar de cuidarlo. Y ahora que tendré a los dos a mi alcance, me sentiré demasiado tranquilo. Por lo menos los tres meses que dure la gira y los meses en que trabajaran juntos para la película.

— Kurt tiene algo… — Dijo Blaine de pronto cambiando el tema. Por que no le gustaba hablar del arriesgado trabajo de Cooper. Carraspeó su garganta y prosiguió — Algo en su rostro… una belleza especial… no sé como explicarlo… pero entiendo que su rostro pueda fascinar a más de algún enfermo psicópata… es como… como ver a un ángel ¿no?

Cooper alzó una ceja confundido. — Si no te conociera diría que encuentras atractivo a Kurt.

— idiota. — Refutó Blaine sonrojándose y desviando la mirada.

Pero era cierto. Blaine encontraba demasiado atractivo a Kurt. Pero Kurt era un chico mal criado, inmaduro y arrogante. Era sínico y sabía ganarse a la gente poniendo cara de niño bueno. Además tenía a Cooper prácticamente a sus pies y eso lo ponía demasiado celoso como para pensar siquiera en querer conquistar a un chico como Kurt. Si algún día había sentido alguna atracción hacia Kurt. Esa tracción ya había desaparecido.

— ¡Aquí están! — Exclamó Jesse saliendo del hotel. — Kurt está como loco buscándote, Cooper.

Cooper sonrió con ternura. Poniéndose de pie. — Iré a buscarlo. Ya vengo Blaine.

El menor de los hermanos Anderson refunfuñó. — Bah…

Jesse soltó una carcajada.

— ¿Y tu de que ríes? — Preguntó Blaine enfadado.

Jessé hizo esfuerzos por tratar de dejar de reír. — Es que… es que… sólo me imagino a Cooper viajando contigo y Kurt… y no puedo… no puedo dejar de disfrutar la imagen mental… lo volverán loco. — Terminó de decir antes de largarse a reír fuertemente. Jesse no solo era el manager musical de Kurt, las coincidencias de la vida hicieron que también sea el manager de la carrera de Blaine.

En eso Kurt y Cooper salieron del hotel. Kurt se veía muy pálido y desanimado. Tanto que Cooper lo traía tomado de la mano, el menor parecía un zombie. Cuando Blaine los vio no pudo dejar de sentir algo de lástima por el cantante.

Jesse suspiró. — ¿Finn no vendrá? — Preguntó preocupado.

Cooper negó con la cabeza. — No va a alcanzar a llegar. Fue elegido en el partido para hacer el control antidoping.

Kurt soltó un sollozo. Cooper pasó un brazo por encima del hombro del menor. — Vamos, Kurt. No llores. El auto bus tiene de todo… pueden hablar luego por Skype o algo.

— No es lo mismo. — Dijo Kurt pasándose otra vez la manga de su polera para secarse los ojos. Fue en eso que se percató de la presencia de Blaine. — Vaya… de haber sabido que el Hobbit estaba acá, no me hubiese molestado en bajar.

Cooper suspiró. — Aquí vamos…

— ¿Problemas hormonales Hummel? ¿Necesitas un oso de peluche o algo que abrazar? — El actor tenía una ceja enarcada y los brazos cruzados.

— Esta noche tendré pesadillas, Anderson y será por tu culpa.

— ¡No me vuelvas a llamar, Hobbit!

— ¡No me grites!

— Bien hecho, St James. — Susurró Cooper a Jesse. — ¿De verdad pensaste que era una buena idea ponerlos juntos en una misma película?

Jesse largó a reír. — Tu eres el que quiere arriesgarse a viajar con los dos… no eres más inteligente que yo, Coop.

Cooper suspiró. Aquel sería un largo viaje.