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Mensaje por mnddz Miér Sep 05, 2012 2:01 am

Hola a todos:), bueno este es un fic que antes ya habia subido en otro foro, solo que lo adapte a Brittana soy nueva en estoy espero y les agrade.

Santana Lopez, es una asesina serial, pero que pasara cuando reciba ordenes de asesinar al padre del amor de su vida, podra hacerlo o tendra que huir de su destino?.


Capitulo uno: La nueva misión.

La vida es como la ruleta rusa, uno sabe cuando comienza el juego pero nunca sabe cuando termina. Está el azar, el libre albedrío, el destino, la casualidad… pero ¿Cuál de todas esas palabras puede describir a la vida?
En sí, ¿Qué es la vida?
Siempre me pregunto lo mismo cuando estoy limpiando mi arma. Con este bello artefacto, puedo terminar con la vida.
La vida tiene caminos, tiene trampas, tiene dolores, cómo así también tiene alegrías.
Algunos tienen el privilegio de poder elegir sus caminos y tomar sus propias decisiones, estén bien o no. Pero en cambio hay otros, como yo, que tienen una vida hecha. No podemos elegir otro camino, no podemos decidir sobre nosotros mismos.
Fui hecha para matar, para terminar con eso que tanto me desconcierta por las noches cuando solo tengo contacto conmigo misma. Y lo más asombroso de todo esto, es que disfruto de la vida que tengo. Una asesina… lindo, ¿verdad?
—Tienes cinco minutos para salir, Monstruo.
—Ya salgo, Extraño.
La puerta se abrió cuando apoyé mi dedo sobre el escáner. Miré de soslayo a Alejandro y este me hizo un gesto con la cabeza para que caminara hacia mi derecha. Caminé y salí hacia el pasillo principal. Sentí los pasos de Alejandro a mi espalda.
—¿Quién está hoy? —le pregunté sin dejar de caminar.
—Robbins —contestó con cierto odio.
—¿Sabes para que me llama?
—No, no ha querido decírselo a nadie.
Llegamos a la puerta, golpeé dos veces y esta se abrió al instante. Giré mi cabeza para mirar a mi guardia una vez más antes de entrar.
—Te veo mañana Alex.
—Eso espero.
Entré a la habitación y la puerta se cerró despacio detrás de mí. Clavé la vista en la silla que estaba detrás del escritorio y esta giró para hacerme frente.
—Buenos días 403…
—Prefería que me llame Santana o Monstruo en su defecto —la interrumpí.
—Bien —dijo ella y se puso de pie para salir detrás del escritorio y comenzar a caminar alrededor mío —La he mandado a llamar porque tengo una nueva misión para usted.
—¿De que se trata? —le pregunté sin dejar de mirar el movimiento que hacían sus manos.
—Primero que nada, necesito saber si esta dispuesta a dejar el cuartel para instalarse en una vida normal.
—¿Una vida normal?
—A lo que me refiero es que esta misión no es como las demás, Monstruo —dijo y la miré a los ojos encontrando diversión en ellos.
Nunca me había caído bien tratar asuntos con Arizona Robbins, una mujer totalmente desagradable en carácter y forma de ser. Sino pregúntenle a Alex.
—¿Por qué? —me limité a decir.
Ella volvió a sentarse en su mullida silla y me hizo un gesto para que me sentara en frente. Negué levemente con la cabeza.
—Vamos Santana, entremos en confianza, te invito un café —me dijo.
Analizándola brevemente tomé la silla y la alejé de la mesa para sentarme con cuidado allí. Robbins tomó una taza y girando sobre su silla tomó la cafetera y sirvió el humeante café. Con cuidado lo colocó frente a mí.
—Esta misión es distinta, porque no es cuestión de ir matar y listo. Es un poco más compleja de lo habitual —tomó su taza y le dio un sorbo al café.
—Explícate por favor —le pedí mientras tomaba un poco de café.
Ella me miró sobre el borde de su taza y luego sonrió.
—Tienes 17 años, ¿no te gustaría conocer una vida normal? —preguntó.
Dejé de tomar y la miré fijo.
—¿Normal? ¿Acaso usted cree que yo podría ser normal siendo una adolescente con un prontuario de más de 150 asesinatos encima? —le dije con sarcasmo —No lo creo.
—Santana, eres una niña muy inteligente y ambas sabemos que te encantan los retos ¿o no?
—Si, pero el reto de ser normal no —dije y volví a tomar café.
Robbins, me miró algo fastidiaba y alargó su dedo para apretar el botón del comunicador.
—Traigan a Alejandro Lopez —dijo sin dejar de mirarme.
Le sostuve la mirada en todo momento, sabía perfectamente que ella quería causarme miedo, pero está muy equivocada si piensa que va a lograrlo. La puerta de la oficina se abrió para darle paso al hombre más cercano que he tenido en mi vida, Alex
Lo miré y pude ver en su rostro la frustración que le causaba estar en el mismo lugar que Arizona. Nunca supe muy bien porque ambos se detestan de tal manera. Tomó la silla que estaba a mi izquierda y se sentó.
—¿Para que me mandó a llamar? —le preguntó de manera fría. Arizona volvió a tomar un poco de café y clavó sus ojos azules hacia él.
—Voy a hablarles sobre la nueva misión de Santana —dijo y se puso de pie.
Comenzó a caminar alrededor de la oficina. Miré a Alex y leí sus labios 'Está loca'. Sonreí por lo bajo y tomé un poco más de café.
—¿Va a hablar o no? —pregunté y me giré a verla.
Ella me miró, algo sorprendida, ya que la encontré mirando fijamente a Alex. Él también se giró a verla.
—Su nombre es Richard Pierce, y pronto se lanzara como candidato a gobernador de Luisana. El señor Pierce es…
—Ex comándate general del ejército de los Estados Unidos —la interrumpió Alex
Arizona lo miró venenosamente y pude ver el toque de diversión que adquirieron los ojos de Alex, le encantaba molestarla.
—Como decía, Pierce es ex integrante del ejercito y ha traicionado a su patria —habló y me miró —Tienes que matarlo —sentenció.
—Ajá, si. Y para eso ¿es necesario que yo me vuelva normal? —le pregunté.
—Pierce tiene demasiado poder, no podrás ir y matarlo fácilmente. Tienes que entrar en su vida de manera normal.
—No puedes pedirle que sea normal —dijo Alex con tono divertido —Mi pequeña Monstruo es una maquina de matar.
—Para eso estas tú —le dijo sin dejar de mirarlo —Santana tiene que ir a vivir contigo.
—¡¿Qué?! —soltamos los dos al mismo tiempo.
—Mañana mismo entrara al último año de la preparatoria Madisson, los papeles ya están listos. Tu nombre completo es Santana Marie Lopez, tienes 17 años, naciste en Los Ángeles el 14 de diciembre, vives con tu padre —se detuvo y lo miró fijo —Y eres una buena niña.
—Directamente has perdido el sentido común —dijo Alex y se puso de pie —Monstruo sal afuera, necesito hablar con la señorita Robbins
—La única que da órdenes aquí soy yo —dijo ella con enojo.
—Ahora Santana, sal —me ordenó él.
Me puse de pie y sin decir nada salí de allí. Escuché como ambos empezaban a pelear a la vez, reí por lo bajo y decidí recorrer un poco el lugar. Entré al laboratorio de logística y estadística, todos se giraron a verme.
—Buenos días —saludé con una amable sonrisa.
—Buenos días, Santana —dijeron algunos.
—¿Qué tal dinamita? —preguntó Tom y pasó por mi lado.
Lo miré y caminé detrás de él. Tomas Robbins, hermano de la insoportable de Arizona, era el encargado de dictaminar y hacer cumplir las órdenes de su hermana.
—¿Sabes algo sobre mi nueva misión? —le pregunté.
Él sonrió y me miró para luego hacerme una seña para que me acercara a la pantalla de la computadora. Me senté a su lado y la miré.
—Tienes que infiltrarte en el mundo de Richard Pierce, y ¿Qué mejor forma que hacerlo a través de su hija? —preguntó y comenzó a buscar unas fotos.
—¿Hija? —dije con algo de duda.
La foto de una chica apareció en la pantalla que yo miraba.
—Brittany Susan Pierce, única hija del ex comandante, tiene 17 años y va a la preparatoria Madisson. Tienes que acercarte a ella, que te acepte, que te considere su amiga. Tienes que darnos información sobre cada movimiento que el comandante haga y si es necesario convertirte en su sombra —me informó.
—¿Y cuando tendré que matarlo? —le pregunté sin dejar de mirar la foto de la muchacha de ojos azules.
—Cuando Arizona lo ordené —contestó.
—Y así será, ¿quedó claro? —dijo Arizona. Todos nos giramos a verlos. Ellos entraron a la sala sin dejar de discutir, pero se detuvieron ante el silencio que los rodeó —Vamos, sigan trabajando.
Todos volvieron a sus tareas y reanudaron sus charlas. Alex se acercó a mí y pude notar lo fastidiado que estaba con todo.
—¿Acaso te molesta que viva contigo? —le pregunté. Él me miró.
—No es eso Monstruito, no puedo permitir que te expongan de esa manera —me dijo.
Sonreí por lo bajo y lo miré fijo.
—Vamos Extraño, he matado gente, ¿Qué puede ser peor que eso? —dije divertida.
—No lo se —soltó en un suspiro. Arizona se acercó a nosotros.
—Bueno Santana, ahora comienza tu vida normal —me dijo sin dejar de sonreír.
Un montón de personas entraron al lugar y se acercaron a mí para llevarme a otra habitación. Yo no sabía que estaban haciendo conmigo, pero estoy segura de que no es nada bueno. Me sentaron en un sillón blanco y unas cuantas mujeres me rodearon. Pude ver a Alex a un costado mirando todo.
—¿Puedes decirme qué demonios hacen? —le pregunté.
—Quieren volverte una mujer 'sensual', según las palabras utilizadas por la señorita Robbins
Miré a Arizona y está sonrió.
—Necesitas verte más atractiva, tienes que verte como una adolescente normal… no como una asesina, siempre vestida de negro —me dijo ella.
—¿Acaso tendré que ponerme vestidos? —pregunté aterrada.
—Y zapatos —sentenció ella.
—No, claro que no —dije e intenté salir del sillón.
—No, no, no —dijo Robbins y se acercó a mí —Quédate quieta, no querrás que por un mal movimiento te corten un dedo.
Miré a la mujer que estaba arrodillada haciéndole algo a las uñas de mis pies.
—Pero no quiero esto —dije quejosa.
—Tranquila Santana, solo relájate —me aconsejó ella y se alejó de mí.
—Alex, no quiero —le dije a él mirándolo con ruego.
Él se acercó a mí y se acercó a mi oído.
—Míralo así Monstruo, al menos conseguí que tu comisión fuese lo suficientemente grande como para solucionar la mitad de tu vida —me dijo y se acercó más —Además de que voy a dejarte usar pans y zapatillas en casa.
—Más te vale Extraño, porque voy a olvidarme de que te aprecio y te perseguiré hasta encontrarte y acabar contigo —le dije.
Él se alejó y sonrió divertido para luego salir de allí y dejarme sola con todas esas mujeres que iban y venían a mí alrededor.
Respiré profundamente y cerré mis ojos. La foto de la chica que Tom me había mostrado apareció en mi cabeza. De repente me sentí nerviosa. La única vez que tuve contacto con personas de mi edad tenía 7 años y estaba en el orfanato.
En aquel horrible lugar con chicos y chicas más infelices de lo que yo era. Pero para mi suerte apareció Alex, creo que nunca voy a poder entender porque él me eligió a mí de entre tantos niños.
—Ven aquí niña —me llamó el hombre que acababa de entrar.
Con un poco de miedo me acerqué a él —¿Cómo te llamas?
—San.. Santana—dije con dificultad.
—¿Cuántos años tienes Santana? —me preguntó.
Lo miré, era un señor alto y grande. Me recordaba a los superhéroes de los dibujos animados. Buscó algo en su bolsillo y lo tendió hacia mí.
—Tengo 7 años, señor —le dije y miré el dulce que acaba de colocar frente a mí.
—Puedes llamarme Alex —dijo.
Con duda tomé el chupetín y mirándolo nerviosa lo abrí. Con la manga de mi delantal, limpie mi nariz y mi frente. De seguro estaba sucia y él no querría adoptarme si me veía en esas condiciones.
—Alex, ¿Por qué me das dulces? —le pregunté.
—Porque eres una niña linda —me contestó.
—¿Va a adoptarme? —dije con tono de esperanza.
—¿Quieres irte de aquí? —me preguntó.
—Odio este lugar.
—Entonces, nos vamos —afirmó.

Salí del recuerdo y sonreí sin abrir mis ojos, al saber que no estaba tan sola como pensaba.




Espero que les guste :)
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Brittana-  Nada en mi camino Empty Re: Brittana- Nada en mi camino

Mensaje por Invitado Miér Sep 05, 2012 2:56 pm

Aoow que linda niña era Santana *O* Toda así monita, comiendo dulces, y ahora un 'Monstruo' quiero saber como sigue me parece muy interesante que de amigas, San pase a enamorarse de ella, y de paso tenga que matar al padre jajajja espero tu actualizacion, cuidate.
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Brittana-  Nada en mi camino Empty Re: Brittana- Nada en mi camino

Mensaje por mnddz Miér Sep 05, 2012 4:46 pm

Capitulo dos: ¿Qué es ese olor?


Abrí mis ojos y volví a mirar a mí alrededor. Las mujeres que iban y venían estaban quietas y me miraban con aprobación. Con cuidado me senté en la silla y noté algo completamente distinto en mí. Me puse de pie y no pude evitar notar que estaba más alta. Miré mis pies y vi aquello. Un par de extraños e incómodos zapatos.
La puerta de la habitación se abrió y Alex y Arizona entraron, ambos se detuvieron al verme. Una sonrisa orgullosa se dibujó en el rostro de Robbins. Mientras que Alex me miraba como si fuera una completa extraña.
—¿Qué me han hecho? —pregunté aterrada.
—Te han convertido en una chica linda, delicada y frágil —me dijo Robbins sin dejar de sonreír.
—Simplemente no eres el Monstruo que conozco —dijo Alex
Me volví a mirar y pude apreciar la ropa que tenía puesta. Unos shorts blancos y una camisa de mangas cortas color rosa claro. Toqué mi cabello y no estaba atado. Simplemente nunca me había dado cuenta de lo largo que era.
—Quiero un espejo —sentencié.
Una de las mujeres que estaba a mí alrededor se alejó y trajo lo que yo pedía. Lo colocó bien frente a mí y con duda me acerqué para mirar mi rostro. Mis pestañas se arqueaban largas y negras, mis ojos estaban pintados y deliñados, mis labios tenían alguna sustancia espesa y brillante que le daba color.
—Has quedado perfecta —dijo Arizona acercándose a mí. Miré su reflejo a través del espejo —Hasta podrías conquistar a cualquier chico.
La miré mal, haciéndole saber que si seguía hablando me olvidaría por completo de su alto rango en el lugar.
—Muy chistosa —dije y me incorporé un poco para comenzar a caminar. Pero al intentar un movimiento de mis pies, me tambaleé —No puedo caminar.
Arizona rió por lo bajo y volví a fulminarla con la mirada.
—Párate derecha —dijo y así lo hice —Ahora recuerda esto: Tacón, punta.
Empezó a caminar mostrándome como se movía con facilidad con aquel par de zapatos de taco aguja.
—Es fácil para ti, pero jamás en mi existencia he utilizado zapatos —le recordé.
—Tendrás que comenzar a utilizarlos —miré a mi guardia y él asintió con la cabeza.
—No quiero hacer esto —chillé.
—Pero lo harás —afirmó ella —Lo harás y bien 403.
—No es un número, no voy a permitir que la llames de esa forma —le dijo Alex
Arizona soltó un suspiró y me miró.
—Lo siento… no volverá a suceder —se disculpó —Pero por favor Santana, coopera en esto. Todo va a salir bien.
—Está bien —dije asintiendo.
Nos alejamos de aquella habitación y llegamos de nuevo a la oficina de Robbins. Aquellos malditos zapatos iban a acabar conmigo. Pero no voy a dejarlos, no van a ganarme. Me senté pesadamente en la silla.
—Hoy mismo iras con Alex y mañana mismo él va a llevarte a tu primer día de clases, como todo buen padre —dijo ella.
Miré de costado a Alex y su semblante era completamente serio, no mostraba ningún tipo de emoción.
—¿Podré tener armas? —pregunté.
—No —sentenció ella.
—No —dije desvastada —No puedes dejarme si ellas.
—Santana, no puedes tener armas. Porque simplemente vivirás entre gente normal. Y la gente normal no tiene armas —me contó.
—Un pequeño cuchillo, por mi seguridad —rogué.
—Ella ha dicho que no, Santana —me habló con firmeza Alex. Lo miré y supe que de verdad no estaba contento con todo eso.
—Al demonio —insulté —Me cago en la maldita gente normal.
—Ahora hablemos sobre cada integrante de la familia Pierce —dijo ella y se sentó en su silla, de un cajón saco un par de fotos. Colocó una frente a mí —Richard Pierce, de él tienes que darnos la hora de hasta cuando va al baño —asentí con la cabeza. Puso otra foto —Ella era Allison, esposa de Richard, pero murió hace unos años de manera extraña —volví a asentir y puso una última foto frente a mis ojos —Y por último y tu principal objetivo, Brittany. Única hija del ex comandante.
—¿Esa es toda la información que vas a darme? —pregunté.
—Si —confirmó ella con una leve sonrisa —Tómalo como una prueba.
—Genial —dije irónica.
—Ahora puedes ir a preparar un pequeño bolso con algunas ropas para estar en casa. Porque después el resto de tu nuevo atuendo, será enviado esta tarde —me dijo.
Me puse de pie y salí de allí para dejarlos solos de nuevo. Sin que nadie me viera me quité los incómodos zapatos y los lleve en mis manos hasta llegar a mi cuarto. Entré y me dejé caer sobre mi cama. Miré las uñas de mis manos y estaban bien cortadas, limadas y pintadas de un blanco clarito.
—Por lo menos me las hubiesen pintado de negro —me quejé en voz alta. La puerta sonó con tres golpes y me senté en la cama.
—¿Puedo pasar Monstruo? —preguntó él.
—Pasa —dije y la puerta se abrió. Alex entró y con cuidado se acercó a la cama para sentarse en la punta.
—Oye, si de verdad no estas del todo convencida en hacer esto voy a desistir de que lo hagas. No me importa si Robbins se pone como loca luego —me dijo. Lo miré y sonreí.
—No, lo haré… Como dijo Robbins me gustan los retos, así que tal vez sea buena idea —dije.
Él levantó su mano y acomodó un poco mi cabello.
—Te ves como la niña que nunca tuve —dijo divertido.
—Oye —me quejé —Voy a patear tu trasero si sigues diciendo esas cosas.
—Santana esto no es ir matar y listo como estás acostumbrada. Aquí tienes que ocultar lo que eres —me dijo.
—Lo se —le aseguré —Pero quédate tranquilo, lo haré bien. Soy buena simulando…
—No estoy tan seguro de eso —dijo. Lo golpeé en el brazo —¡Au! —se quejó.
—Cierra la boca y ahora llévame a mi nueva casa —le ordené.
—Va a encantarte —dijo y se puso de pie.
Junté algunas cosas en mi bolso y salimos de allí. Me puse unas cómodas zapatillas. Mientras no este en público voy a hacer yo misma, al diablo con Robbins y sus pretensiones. Todos se despidieron afectuosamente de mí. A pesar de ser una asesina, soy querible… y se que este cuartel no va a ser lo mismo sin mí. Robbins nos acompañó hasta el auto de Alex
—Esto es para que me llames cualquier cosa que necesites —me dijo y estiró su mano entregándome un moderno y costoso celular.
—¿Cualquier cosa? —pregunté.
—Excepto armas —me aclaró.
—Diablos —musité.
Miré como ella miraba fijo a Alex. Y entonces entendí aquello, a Robbins le gustaba Alex y estoy segura de que a él también le gustaba ella.
Nunca entendí bien lo que es el amor. Es más, no tuve el desagrado de conocerlo y tampoco quiero tenerlo. Entender el amor es más complicado que entender la vida.
Porque a comparación de la vida, el amor es traicionero. Le importa poco y nada llegar a tu vida y volverla un infierno si es necesario.
—Por favor, si necesitas algo me llamas —dijo Arizona sacándome de mis pensamientos.
Asentí levemente y Alex prendió el auto, salimos de allí rápidamente. Miré por la ventana de la camioneta, tratando de memorizar el camino. Hacía bastante que no salía del cuartel, ya que no es necesario que lo haga si no tengo que hacer alguna misión.
Mi mirada se clavó en una niña que estaba sentada en el cordón de la vereda mientras el auto estaba detenido. Ella miraba fijo el agua que corría bajo sus pies, sus brazos eran pequeños y delgados, estaba sucia, despeinada, desolada. No debe tener más de 6 años y ya no tiene nada en su camino. Levantó su mano y la secó sobre el regazo de su vestido, para luego con la manga de su camperita secarse la nariz, estaba llorando. Vi mi pasado en esa niña, vi los años de mi vida como una película que no puedes olvidar.
¿Cómo se entiende la vida cuando ya no tienes nada en tu camino? Lo único que ves es dolor. No hay nadie que te cuide, que te contenga… nada en tu vida para seguir luchando por ella. Fui tirada en un Orfanato de mala muerte cuando tenía 5 años. Mis padres… nada se de ellos, nunca los conocí… no sé si tengo hermanos, no sé si tengo tíos, tías, primos… algo. No sé de donde vengo, y tampoco estoy segura de a donde voy. Es terrible no tener nada en tu camino.
Es terrible no saber que hacer, que pensar, que buscar.

El auto volvió a arrancar y junto a él la imagen de la niña se desvaneció de mis ojos. Volví mi vista al frente y pude sentir la mirada de Alex sobre mí.
—¿Qué sucede? —me preguntó.
Lo miré con algo de confusión y sacudí mi cabeza levemente para espantar de mí aquellos recuerdos y pensamientos.
—Nada… solo pensaba —contesté.
Él frunció el ceño y estiró su mano para prender la radio. Volví mi vista a la ventana. Todo es tan nuevo para mí. Levanté más mi vista y miré el cielo… tan infinito e indescifrable, no tiene ni una sola nube… es totalmente celeste, y entonces recorde los ojos azules de aquella chica de la foto.
¿Cómo diablos voy a hacer para acercarme a ella? Lo único que se es que se llama Brittany. Creo que prefiero mil veces asesinar a alguien que tener que hablarle y establecer una relación social con ella. El auto se detuvo y miré a mí alrededor. Estábamos estacionados frente a una casa. Alex apagó la radio y soltó un leve suspiró.
—Bueno Monstruo, estamos en casa —dijo y se bajó. Tardé un poco en reaccionar para bajar, pero lo hice y cerré la puerta de la camioneta con un poco de fuerza —Cuidado, la vas a volver giratoria —se quejó él. Revoleé los ojos y seguí sus pasos hacia la casa. Era una casa de rasgos antiguos, pero parecía moderna. Él sacó las llaves de su bolsillo y metió una en la cerradura para abrir la puerta. Entró y lo seguí, pero detuve mis pasos al sentir aquel extraño olor. Miré a mí alrededor y trate de no desmayarme.
—No puedes hacerme vivir en estas condiciones —le dije mientras que tapaba mi nariz.
—¿Qué? —preguntó y se giró a verme.
—Por dios, esto es un asco —aseguré mientras comenzaba a recorrer el lugar.
Todo estaba tirado y desordenado… había ropa, que si no me equivoco es sucia, por todos lados. Restos de comidas en platos sin lavar, etc.
—Yo no veo donde esta lo malo —dijo él encogiéndose de hombros.
—No te ofendas Extraño, pero vives en un cuchitril horroroso —le dije y saqué el celular que Robbins me había dado.
—Lo dice la chica que come todo el día porquerías azucaradas ¿Qué vas a hacer? —preguntó mirando el teléfono.
—Llamar a Robbins —dije con una leve sonrisa.
—Genial —dijo irónico —¿Ahora tendré que soportarla aquí también?
—Deja de quejarte… ¿Qué es ese olor? ¿Acaso tienes un vagabundo viviendo aquí? Espera un segundo, creo que ya murió —dije mientras comenzaba a marcar el número.
—¿Qué pasó Santana? —preguntó Arizona apenas contestó.
—No es que quiera ser pesada pero…
—Ya se, ya se lo que alegaras. Juro por mi vida que ya me imaginé en las condiciones en las que vive ese troglodita —dijo y no pude evitar reír por lo bajo. Alex me miró mal —Enseguida estoy allí con la gente de limpieza.
Colgué y volví a tapar mi nariz. Alex me miró con fría indiferencia y no pude evitar sonreír, me encanta hacerlo enojar. Alejandro Lopez es la única persona en el mundo en la que yo confío ciegamente.
Él, como se habrán dado cuenta, fue el que me rescató de aquel orfanato hace exactamente 10 años. Desde entonces me cuidó, a su manera claro, me dio educación, comida, un techo y hasta podría decirse una familia. Una familia poco convencional pero algo parecido al fin. Alex es un hombre que siempre se muestra pacífico y tolerante, un poco terco a veces, nada que no tenga solución. Es alto y atlético, tiene el cabello negro, corto y posee unos ojos verdes grandes que te observan con indiferencia cuando quiere hacerte sentir mal. No dudo que Robbins este loca por él. La puerta de la casa sonó con tres firmes golpes, me giré a verla. Alex soltó un irritado suspiró y se acercó a abrirla. Un gran número de personas comenzaron a entrar sin decir nada y comenzaron a tirar y juntar las cosas. Después de la última persona vestida de blanco, entró Robbins con esa implacable actitud de soberbia que te hacía odiarla a veces. Se paró con elegancia y miró a su alrededor para luego fruncir el ceño con asco y llevar las manos a su nariz.
—Por dios, ¿Qué ese olor? ¿Acaso tienes un vagabundo muerto aquí? —le preguntó a Alex sin poder creerlo.
—No sé porque dicen eso, yo no siento nada —se quejó él.
Arizona me miró, se acercó a mí sin quitarse los dedos de la nariz y sacó un pañuelo para ponerlo en mi nariz.
—Que horror, ¿Cómo pudo acostumbrarse a vivir así? —dijo ella mientras soltaba el pañuelo para que lo sostuviera yo misma.
—Es simple Arizona —le dije y la miré —Es un hombre.
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Mensaje por mnddz Miér Sep 05, 2012 4:59 pm

y subooo otro por hoy:)


Capitulo tres: My Girl




Cuando volví a mirar a mí alrededor todo brillaba de limpio y ordenado. Con cuidado quité el pañuelo que cubría mi nariz, y me acerqué hasta donde estaba parada Robbins dando unas indicaciones a los que subían al primer piso.
—Por favor señores, utilicen mascaras de oxigeno. No me quiero ni imaginar lo que debe haber por allí arriba —les dijo y giró para encontrarse conmigo —No quiero ningún intoxicado, ¿me entiendes verdad? —me aclaró.
Busqué con la mirada a Alex y no estaba allí en la sala. Arizona entró en la cocina y decidí seguirla. Detuve mis pasos al verlos uno muy cerca del otro. Alex estaba algo rojo… parecía enojado. Mientras que Arizona tenía una pequeña sonrisa de autosuficiencia en los labios. Ella se alejó de él y se acercó a la heladera para abrirla.
—Deja de revisar mis cosas —se quejó Alex
—¿Acaso piensas alimentar a Santana con porquerías? —le preguntó y sacó una caja de pizza de allí para tirarla con asco sobre la mesada.
—Ella come porquerías —dijo él.
—Si, eso es cierto —le di la razón y me acerqué a donde estaba sentado.
—Bueno, pero no puede… Tiene que comer sano y a horario. Nada de pizzas, ni hamburguesas compradas en lugares de comida rápida —indicó ella mientras seguía sacando cosas de la heladera —Esta misma tarde enviaré una compra de supermercado y una lista de posibles comidas que pueden realizar con ellas.
—¿Quieres también que le cocine? —preguntó Alex sin poder creerlo.
—Es tu deber, Lopez —le dijo y se giró a verlo para sonreír. Cerró el refrigerador y caminó hasta la puerta. Un hombre de blanco se acercó a ella y le dijo algo en voz baja. Arizona asintió y nos miró —Vamos a conocer tu nueva habitación, Santana
Asentí con algo de entusiasmo. La idea de tener una habitación propia me hizo sentir como una boba niña de 6 años con juguete nuevo. En el cuartel no tengo una habitación estable, me cambiaban cada dos semanas a una diferente. Robbins comenzó a caminar y la seguí para subir las escaleras. Miré sus pies y torcí el ceño al ver con la facilidad que caminaba sobre esos casi 30 centímetros de taco. Arizona Robbins es una mujer menuda y de carácter fuerte. Soberbia como ella sola, pero muy femenina al final de cuentas. Su cabello rubio es lacio y le llega por encima de los hombros. Posee unos ojos extraños, son azules intensos. Y una piel muy blanca. Es una bella mujer, pero su forma de ser arruina todo lo lindo que puede tener.
Se detuvo en la última puerta del pasillo y la abrió para luego darme el paso. Con algo de duda entré al lugar. Todo estaba ordenado y olía a limpio. Miré la gran cama que ocupaba el centro de la habitación y sonreí al pensar que yo sola iba a dormir en semejante cama.
—¿Este es mi cuarto? —pregunté con algo de duda. Arizona me miró.
—Si, y ya esta todo equipado. Adentró de ese armario esta toda tu nueva ropa. Hay zapatos, chatitas, shorts, remeras, jeans, camisas, vestidos, saquitos y todo lo que te puedas imaginar. También está tu bolso con las cosas que llevaras mañana a clases —dijo y se dio media vuelta para irse.
—Espera —la llamé y se detuvo —¿Cómo hago para… hablarle a esa tal Brittany?
—Intenta que ella se te acerque —dijo y se giró a verme —Aunque no lo creas eres una chica muy linda y no dudo que ella note tu belleza, dudo que no tardes en convertirte en la chica popular del colegio.
—Ajá y cuando se me acerque ¿Qué le digo? —pregunté con tono sarcástico. Si en algo soy buena es siendo sarcástica.
—Es tu misión 4… Santana —dijo recordando que no debía llamarme como a un número —Fíjate que le dices y trata de no parecer sospechosa, recuerda que eres una adolescente normal.
—Una adolescente normal —solté con una pequeña risita nerviosa.
—Todo saldrá bien, ahora disfruta de tu nueva casa —cerró la puerta dejándome sola en aquella habitación. Miré a mí alrededor y fruncí el ceño al ver otra puerta allí adentro. Me acerqué a abrirla y era la puerta que me llevaba al baño. Un baño en mi propia habitación, eso es genial. Recorrí el baño e inspeccioné cada lugar del cuarto. Cuando salí, el resto de la casa se oía extremadamente silenciosa. Decidí averiguar por qué todo estaba tan callado.
Caminé sigilosamente hasta la escalera y comencé a bajar con cuidado. Siempre que había silencio en un lugar tiendo a ponerme demasiado alerta. Nunca se sabe cuando algo imprevisto puede suceder. Llegué al final de las escaleras e inspeccioné bien el lugar. Había algo extraño aquí… Caminé algunos pasos y me detuve para mirar de soslayo hacia mi derecha. Entonces giré y con un simple movimiento lo tiré al suelo, colocando mi codo en su garganta. Él colocó las manos al costado de la cabeza.
—Ya, ya… no haré nada, lo juro —dijo entre divertido y nervioso.
Con una pequeña risa, lo solté. Puede ser que Alex sea un hombre atlético y musculoso, pero sabe perfectamente que aun así voy a derribarlo.
—¿Se puede saber que estabas haciendo, Extraño? —le pregunté.
—Quería ver si estabas alerta —me contestó y estiré mi mano para que la tomara y se pusiera de pie —Al parecer si lo estas —se frotó la cadera a causa de la caída. Reí por lo bajo y entramos a la cocina. —Ahora si da gusto vivir en este lugar —dije respirando profundamente.
—Si claro, y ahora le has dado un motivo más a Robbins para venir aquí cuando se le de la regalada gana —dijo molesto.
Entonces decidí que era hora de preguntarle el por qué de tanto odio o desprecio entre ellos.
—¿Por qué se odian? —le pregunté.
Alex dejó de hacer lo que estaba haciendo y levantó la cabeza para mirar hacia la nada. Se quedó colgado, con la mirada entrecerrada… como si estuviera recordando aquello.
—Larga historia —dijo en un suspiro, mientras volvía su concentración a lo que estaba haciendo. Fruncí el ceño.
—Vamos Extraño, tenemos todo el tiempo del mundo. Me gustaría saberlo.
Me miró y acomodó su garganta, al parecer estaba dispuesto a contarme.
—Arizona y yo tuvimos algo hace ya 10 años —dijo y fijó su mirada en lo que cortaba, estaba cocinando algo.
—¿Algo como qué? —pregunté.
—Algo Santana… lo que tienen un hombre y una mujer —contestó algo nervioso.
Mi boca se abrió un poco a causa de la sorpresa.
—O sea que… ustedes dos fueron ¿novios?
—No sé si la palabra sea esa, pero bueno… las cosas no funcionaron y terminaron mal.
—¿Por qué no funcionaron? —me apresuré a decir, quería saber más.
Él me miró con algo de fastidio.
—En ese tiempo Robbins apenas era una agente y nos conocimos en una misión.
—¿Y qué pasó?
—¿Y qué puede pasar entre una agente y un agente solitarios? —preguntó con ironía.
Sonreí por lo bajo.
—Mmm… ¿Pueden tener una relación clandestina ya que no quieren que sus demás compañeros se enteren? —pregunté. Él meneó la cabeza un poco.
—Algo así —sentenció.
—Pero, ¿Por qué se odian ahora?
—Simplemente no funcionó, ella… ella era esa clase de mujer que solo quería una cosa y yo no estaba dispuesto a dársela.
—¿Qué cosa? —dije algo confundida.
—Matrimonio —dijo apretando los labios.
—¿Por qué no? ¿Nunca pensaste en formar una familia? —cuestioné.
—Todo se dio muy rápido, y apareciste tú. Entonces todas mis atenciones estaban concentradas en 'mi' nueva chica... pusiste muy celosa a Robbins —me dijo con una leve sonrisa.
—Con razón me odia tanto —dije divertida. Alex rió.
—No, ella no te odia —aseguró y luego soltó un suspiro —Bueno Monstruo curioso, ya deja de preguntar… ahora dime que quieres comer.
—Lo que sea, sabes perfectamente que no soy quisquillosa a la hora de comer —le dije.
—¿Estás nerviosa? —me preguntó. Lo miré extrañada.
—¿Nerviosa? ¿Por qué? —dije algo confundida.
—Porque mañana tienes que ir al colegio.
—No creo que sea tan malo —dije quitándole importancia.
—No… yo tampoco lo creo. Pero… los adolescentes de ahora son estúpidos. Y no creo que esa Brittany sea la excepción.
—¿Crees que sea difícil poder acercarse a ella? —pregunté.
—No lo sé, pero la mayoría de las veces los chicas como ella tienden a ser creídas e idiotas.
—¿Chicas como ella?
—Si, que por tener un padre con dinero o algún cargo importante se creen dueñas del mundo.
—Bueno, si eso es así tendré que darle algunos golpes.
Alex rió por lo bajo y continuó cocinando. Inspeccioné bien la cocina en la que estaba. Es amplia… creo que un poco grande para un hombre que vive solo.
—Oye —le hablé.
—¿Si? —preguntó sin dejar de cocinar.
—¿Por qué vives en una casa tan grande si estas tú solo? —pregunté.
Alex dejó de cocinar y me miró. Luego de unos segundos una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Estás curiosa hoy, Monstruito —dijo algo divertido —Me compré esta casa porque cuando te saqué del orfanato tenía planeado llevarte a vivir conmigo. Pero en el cuartel no me dejaron.
—¿Por qué? —dije algo asombrada por lo que acababa de decirme.
—Porque querían tenerte para ellos… y así fue. Pero bueno, no es tan malo ¿o si? —me dijo. Negué efusivamente con la cabeza.
—No creo que haya algo peor que estar en un orfanato —aseguré.
Él sonrió y otra vez volvió a concentrarse en la comida. Me puse pie y le dije a Alex que iría a ver un poco de tele. Él asintió y me dijo que me llamaría cuando la cena estuviera lista. Salí de la cocina y entré en la sala. Me tiré pesadamente sobre el mullido sillón. Va a ser tan cómodo vivir en este lugar. Sin aparatos enormes haciendo ruido.
Sin gente corriendo de aquí para allá recibiendo órdenes de sus superiores… Aaag esto si que es vida.
Tomé el control remoto y prendí la tele. Comencé a hacer zapping para ver si encontraba algo entretenido para ver. Mi dedo dejó de cambiar cuando mis ojos vieron aquella película que tanto me gusta. 'My Girl' o su traducción en español 'Mi primer beso'.Lo sé, lo sé. Nada tienen que ver una con la otra. Pero así son las traducciones, malas. Me acomodé mejor en el sillón y le presté más atención. Podría decirse que esta película la he visto por lo menos 30 veces. No por ser una asesina no tengo sentimientos, muchachas. Los tengo y a veces son muy confusos.
—¿Por qué crees que la gente quiere casarse? —preguntó ella.
—Cuando eres mayor tienes que hacerlo —le contestó él. Vera guardó un poco de silencio y luego lo miró.
—Yo me casaré con el profesor Boxie —él la miró.
—No puedes casarte con un mayor, es delito —dijo.
—No es cierto —aseguró ella.
—Si lo es. Porque te pondría siempre sobresaliente y no es justo.
—No es cierto —ella miró hacia el pequeño lago. Luego volvió a mirarlo —¿Alguna vez has besado a alguien?
—¿Cómo lo hacen en la tele? —preguntó él. Vera asintió —No.
—¿Qué tal si probamos? Así sabríamos como se siente…
—Pero… no sé hacerlo.
—Practica con tu brazo —dijo ella y comenzó a besar el suyo —Así.
—¿Así? —preguntó él y comenzó a imitarla. Ella asintió.
—Bueno, basta de ensayos —dijo y dejó de besar su brazo —Cierra los ojos.
—Si los cierro no veré nada —le dijo.
—Obedece —dijo ella mostrándole su puño cerrado.
—Está bien, está bien —se rindió. Cerró sus ojos y esperó.
—Voy a contar hasta tres —dijo ella —Uno… dos… dos y medio… tres.
Sus bocas se juntaron por apenas unos segundos. Ambos abrieron sus ojos y se miraron. Vera se volvió a apoyar contra el árbol.
—Anda, no te quedes callado —le dijo. Él no habló —¡Vamos, di algo!
—Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y también a la republica a la que representa —Vera se puso de pie y comenzó a recitar lo mismo que él —Una nación creyente y divisible con libertad y justicia para todos.
Sentí que alguien me levantaba en brazos. Entreabrí mis ojos y miré su rostro.
—¿Qué hora es? —le pregunté mientras me acomodaba contra su hombro.
—Tarde Monstruito, te quedaste dormida —me dijo él sin dejar de subir las escaleras.
—¿Y la comida? —dije cerrando mis ojos.
—Te llame cinco veces y en las cinco me respondiste: Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y también a la republica a la que representa. Una nación creyente y divisible con libertad y justicia para todos.
—Lo siento —susurré. Sentí como me apoyaba sobre la cama y luego algo cubrió mi cuerpo. Me acurruqué contra una almohada.
—Alex, ¿Cómo se siente besar a alguien? —le pregunté. Escuché su risa y sentí como acomodaba un poco mi cabello.
—¿Otra vez con esa película? —dijo divertido.
—Ajá —musité.
—No es nada de otro mundo, Tana
Asentí con la cabeza y luego no escuché más nada.
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Mensaje por Gleek23 Miér Sep 05, 2012 5:04 pm

Me encanta la trama que estas creando siguela!
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Mensaje por Pamela Lopez-Pierce Miér Sep 05, 2012 5:31 pm

Okay okay... tienes una fiel lectora!

Me parece interesante la historia, espero que puedas actualizar muy seguido :$

Cotinualo que te estaré esperando :B
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Mensaje por mnddz Vie Sep 07, 2012 1:05 am

Capitulo cuatro: Una idiota sin remedio.



Voces. Ruidos. Gritos. La voz de Courtney gritándome inútil, buena para nada. La voz de mamá diciéndome que me quiere. No sé si es un recuerdo o un deseo. Muchas voces, peleas, gritos y discusiones. Mamá gritándole a Courtney, insultando a mi padre. El suspiro de mamá muriendo de tristeza. Muriendo frente a mí… muriendo sin camino. Sus ojos azules escurriendo lágrimas. Me agité e intenté secarlos, pero el recuerdo se hizo borroso. Las lágrimas simplemente se volvieron inalcanzables.
Me desperté y me senté en la cama. El maldito sueño de siempre. La misma angustia y el mismo dolor.
La angustia y el dolor tienen sonido. Suenan a nudo en la garganta, a lluvia y frío. Miré a mí alrededor y todo es oscuridad. Quité las sabanas que me cubrían y me puse de pie.
—¡Diablos! —dije entre dientes al pisar algo que se clavó en la planta de mi pie.
Cuando lo quité lo pateé a varias centímetros de mí. Caminé, casi a ciegas, hasta la puerta del baño. Prendí la luz cuando entré y me sobresalté al ver mi reflejo en el espejo. Solté un suspiro y abrí la canilla del agua fría. Necesitaba despertarme un poco… Aunque no sé que hora es y por lo que vi en la habitación aun no había amanecido. Tres suaves golpes provinieron desde la puerta. Giré a ver ¿Quién podrá ser?
—Brittany, ¿estas bien? —su voz llegó a mis oídos. Es Hanna, mi prima.
—Ya salgo —le dije.
Tomé la toalla y sequé mi rostro. Salí del baño y ella estaba parada frente a la ventana de mi habitación. Se giró a verme.
—¿Qué pasó? —me preguntó. La miré extrañada.
—Nada, ¿Por qué? —le dije mientras volvía a mi cama. Ella se acercó y se sentó en el borde.
—Porque te escuché maldecir y no lo se… últimamente estas muy rara.
—Tonterías, Hanna. Además ¿desde cuando te preocupas por lo que me pasa? —le pregunté.
Ella me miró mal y se puso de pie. Caminó hasta la puerta y antes de salir se giró a verme.
—Tienes razón no sé para que demonios me preocupo, si eres una idiota —salió de allí.
Me volví a recostar en mi cama y mi mirada quedó clavada en el techo. Nunca tuve una buena relación con mi prima. Bueno si la tuve, pero éramos niñas. Después crecimos y todo cambio. Ella es una tonta, insoportable. Y según ella yo soy una idiota sin remedio. Y gracias a la indecente y mal agradecida de mi tía Ana tengo que aguantarla todos los días en mi casa.
Hace exactamente 5 años que Hanna vive conmigo y con mi padre. Ya que su madre está loca y por ende encerrada en donde debe.
¿Cómo diablos pudo dejar que un hombre arruinara su vida?
Aunque a decir verdad… no la culpo. No puedo juzgarla. Yo mismo se como mi madre arruinó su vida por un hombre. Y aun no entiendo por qué.
Aun no entiendo por qué sigo soñando con sus palabras.
¡Maldita sea! Soy toda una mujer no una niña. No necesito absolutamente de nadie. Tengo todo lo que quiero en la vida. Dinero, una novia realmente hermosa, amigas algunos. ¿Qué más necesito? Absolutamente nada. Giré sobre el colchón y me puse boca abajo. Cerré mis ojos e hice todo lo posible por intentar dormir.
Alguien comenzó a acariciar mis cabellos. Me moví un poco para que dejara de hacerlo. Pero no dejó de hacerlo, sino que se volvió más constante.
—Brittany, arriba mi cielo —su voz sonó cerca de mi oreja.
Lentamente abrí mis ojos y la miré. Una luminosa sonrisa atravesó su rostro y esos ojos avellanas.
—¿Quién te dejó entrar? —le pregunté con voz ronca.
—¡Brittany! —dijo elevando un poco más su voz —Soy tu novia, puedo entrar aquí cuando se me de la gana.
—Pues fíjate que serás mi novia —le dije acomodándome para seguir durmiendo —Pero no puedes entrar cuando se te da la gana. A mi padre no le gusta. Ahora dime quien te dejó entrar.
—La mucama —dijo con enojo.
—Pues por culpa tuya esa mujer acaba de quedarse sin trabajo —le aseguré.
—¿Sabes qué? Te odio cuando estas recién levantada. Eres intolerable —dijo y sentí como se levantaba de la cama.
Me senté y la miré. Caminó hasta los cajones de mi mueble y como siempre comenzó a revisarlos.
—No vas a encontrar fotos de mujeres con poca ropa, Berry —le dije. Ella levantó su avellana mirada hacia mí.
—No me llames Berry.
—Ven aquí —le ordené. Ella negó con la cabeza —Que vengas aquí —repetí pero en tono más amenazador. Como una niña pequeña se acercó de nuevo a la cama y se sentó en la punta.
—¿Qué quieres? —me preguntó.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se puso de pie con un gesto de indignación.
—¿Acaso no puedo pasar a buscarte antes de ir al colegio? —dijo sin poder creerlo.
—Primero que nada te calmas, linda —dije. Ella volvió a sentarse —Y segundo creo que sabes que odio que no me avises las cosas.
—Eres tan desconsiderada. Quería darte una sorpresa, nada más.
—No me gustan las sorpresas Rachel —me puse de pie y caminé hacia el baño.
—Brittany —me llamó. Detuve mi paso y me giré a verla —¿Y me beso de buenos días?
La miré fijo por unos cuantos segundos, allí sentada totalmente arreglada para ir a un simple y aburrido día de clases. Así es Rachel Berry, llamativa, exuberante, provocadora, algo irritante, pero sensual. Su cabello castaño es ondulado o lacio, depende, y no muy largo, ella es bonita, siempre lo fue. Solté un suspiro y me acerqué a donde estaba. Me incliné sobre ella y apoyé mi boca sobra la suya. Pero sentir aquello me alejé rápidamente.
—¡Diablos, Rachel! —maldije. Ella me miró bien.
—¿Qué? ¿Qué pasó ahora? —preguntó confundida.
—Te he dicho cientos de veces que odio que utilices ese maldito brillo labial. Lo detesto completamente —dije mientras me dirigía de nuevo al baño. Entré y cerré la puerta.
—¡Pues no voy a dejar de usarlo! —dijo fuerte.
—Deberías, porque no pienso besarte de nuevo hasta que dejes de hacerlo —le conté mientras prendía la ducha.
—No serías capaz —aseguró.
—¿Quieres probar? —le pregunté. Ella no dijo nada. Me quité el pijama y entré a ducharme.
No había sido una buena noche… después de haberme despertado no logré dormir del todo. Y justo cuando estaba logrando encontrar al señor sueño llegó esta chica. Pero que más da, dormiré en clases de estadística.
Salí de la ducha y me sequé. Entré a la habitación y divisé a Rachel acostada en mi cama. Levantó la cabeza y su mirada se clavó en mí. Pude ver la perversión en sus ojos.
No había un solo día en el que ella no me mirara de esa forma. A veces me asusta.
—¿Por qué no me quieres besar? —me preguntó mientras se ponía de pie y comenzaba a acercarse a mí.
—Porque odio tu brillo —le contesté.
—Pero si es de fruta.
—Tiene sabor a todo menos a fruta.
Se detuvo justo frente a mí. Levantó sus largos y delgados brazos y los colocó sobre mis hombros. Se acercó más a mi rostro.
—Yo se que te mueres por besarme —susurró.
—No estés tan segura —le dije con fría indiferencia. Si en algo soy buena es siendo indiferente. Ella comenzó a jugar y se acercó un poco más.
Alguien abrió la puerta y giré la cabeza para mirarla.
—Ups, debí tocar —dijo mi rubia prima. Rachel soltó un irritado suspiró y se alejó de mí.
—Un poco tarde para pensarlo ¿verdad? —le dijo ella. Hanna revoleó los ojos.
—No tengo tiempo para tus tonterías, tontita —dijo y me miró —Dice tu padre que no quiere que cierta gente —miró a Rachel —Entre aquí como si estuviera pancha por su casa.
—¿Dónde esta él? —le pregunté.
—Acaba de irse.
—Pansy espérame en el auto, ya bajo —la miré.
—Pero…
—Ahora —sentencié.
Ella tomó su bolso y caminó hasta la puerta. Hanna la siguió cerrando la misma. Solté el aire que tenía en mis pulmones y busqué la ropa para cambiarme.
Esta chica jamás va a terminar de caerle bien a mi padre si sigue haciendo lo que se le da la gana. Tendré que hablar seriamente con ella. Tomé mis libros y bajé a la sala.
Hanna estaba sentada leyendo el New York Times mientras tenía una taza de café en la mano.
—¿Qué hay para desayunar? —le pregunté mientras me sentaba.
—¿Acaso no tienes ojos para ver? —me preguntó sin sacar su vista del periódico.
—¿No estas de buen humor hoy primita? —dije irónica.
—Pues lo estaba. Pero la imbécil de tu novia me puso así —contestó.
—¿Dónde está ella?
—En tu auto —dijo y tomó café. Tomé una medialuna y me puse de pie. Caminé hacia la salida pero me giré a verla —¿No iras al colegio?
Ella levantó su vista y me miró sobre el borde de sus anteojos de lectura.
—Si, pero Caleb viene por mí.
Asentí y salí de casa antes de que se nos hiciera un poco más tarde. Entré al auto y sin decir nada lo encendí y comencé a manejar.
—Pásate al asiento de atrás —le dije sin mirarla.
—¿Por qué? —me preguntó.
—Porque iremos a buscar a Quinn y quiero que se siente en donde estas sentada.
—¿Sabes? Estoy harta de tus humillaciones —se quejó mientras se pasaba al asiento trasero. Sonreí sin que me viera —Siempre están los demás primero antes que yo. Primero estas tú, después esta tu padre, luego tus amigos, e incluso tu prima que la detestas está antes que yo para ti.
—Tú no te ganas ese lugar —le dije y la miré por el espejo retrovisor.
—Si que lo hago —susurró.
—No alcanza con sexo Rachel, tienes que esforzarte más.
—Es lo que siempre intento pero tú solo sabes decirme: Cuantas veces te dije que odio las sorpresas —dijo imitando el tono de mi voz.
Reí por lo bajo y ella me fulminó con la mirada.
Me detuve frente a una pequeña casa y toque la bocina tres veces. Ella salió al instante y corrió hacia el auto. Se subió y me miró.
—Estamos por llegar tarde —dijo algo agitada. Mi mejor amiga y casi hermana Quinn Fabray Ella miró a Rachel —Oh, no sabía que estabas ahí. ¿Qué tal?
—Bien —dijo ella de mala gana.
—¿Por qué tan preocupada por la llegada tarde, Fabray? —le pregunté.
—Por si no te habías dado cuenta, Pierce, estoy con la soga al cuello. El rector llamó a mi madre y le dijo que si llegaba tarde una vez más me haría hacer horas extras.
—Uuh, eso debe doler.
—Así que por favor acelera —me pidió. Asentí y aumenté la velocidad. Miré a Rachel por el espejo y ella estaba concentrada escuchando música con su Ipod —¿Has escuchado? —me preguntó sacándome de la imagen de Rachel.
—¿Qué cosa? —le pregunté.
—Hoy llega un/a alumno/a nuevo —me contó.
—¿Otro nuevo más? —dije.Ella asintió —No se cansan de dejar entrar a gente mediocre y sin vida en ese maldito lugar. ¿Es hombre?
—No lo se, no estoy segura. Por lo que escuché es una chica, pero no te aseguro nada.
—Una chica. Otra más para la lista de las nuevas y rezagadas por Rachel —dije y la volví a mirar. Ella cantaba la canción que escuchaba pero sin voz. Quinn rió.
—Es que tu novia es la abeja reina —dijo divertida.
—Solo quiere llamar la atención —le aseguré.
Llegamos a la preparatoria y estacioné en el lugar de siempre.
Las tres bajamos del auto y justo en ese momento estacionó Caleb y Hanna bajó de allí.
—¿Qué tal Hanna? —la saludó Quinn. Ella le sonrió.
—Hola Quinn —dijo amable.
—¿Qué onda muchachas? —nos saludó Caleb
—¿Qué hay Caleb? —le preguntó Fabray
Yo solo me limité a saludarlo con la cabeza. Ellos entraron al colegio y Quinn caminó con ellos. Miré a Rachel y ella solo miraba sus uñas.
—Rachel—la llamé. Ella me miró. Le tendí la mano y sonrió como una niña pequeña para tomarla.
—Te amo —me dijo mientras apretaba mi boca con su otra mano.
—No hagas eso —me quejé y me solté de su agarre. Ella rió y comenzamos a caminar en la dirección en la que se habían ido los demás, tomados de la mano como a ella le gusta.
Al entrar al salón Rachel se juntó con su grupo de amigas mientras que yo me acerqué a mi lugar al lado de mi mejor amiga. Las demás animadoras también se acercaron a nosotras. Por así decirlo somos el grupo, como decirlo y no sonar tan idiota como diría Hanna, seríamos el grupo más conocido. La profesora de estadística entró al salón y todos nos pusimos de pie para saludarla. Nos volvimos a sentar y ella se acercó hacia la puerta.
—Bueno alumnos, voy a presentarles a su nueva compañera —dijo. Miré hacia donde estaba Rachel y pude notar la ganas de conocer a esa persona que tenía —Ella es Santana.
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Mensaje por Gleek23 Vie Sep 07, 2012 1:41 pm

SIGUELAAA, RACHEL CON BRITT? :O
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Mensaje por Fer-Sofi Vie Sep 07, 2012 4:11 pm

Nueva Lectora!. ^^. San de asesina es demasiado Sexy jejejeje. ♥ Rach y Britt?. O_O.

Muy bueno tu fic. Besote.
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Mensaje por mnddz Sáb Sep 08, 2012 2:30 am

Capitulo cinco: La nueva.


Seguí mirando a Rachel y vi como una sonrisa de maldad atravesaba su rostro. Sonreí divertida. Si que esa chica es mala.
—Puedes tomar asiento, querida —escuché que decía la profesora.
Pero aun así no miré, seguí mirando a Rachel. Ella desvió su mirada y se cruzó con la mía. Me guiñó un ojo y negué algo divertida con la cabeza.
—Creo que estoy enamorada —dijo Quinn sacándome de mi encantamiento.
—¿Qué? —le pregunté y la miré.
—Estoy enamorada —dijo con cara de boba y sin dejar de mirar al frente.
—¿De qué estas hablando Quinn? —dije sin entender.
—De la nueva —musitó.
Miré al frente y no había nadie además de la profesora parada.
—¿Dónde está? —le pregunté.
—Ahí sentada —me dijo mi amiga.
Entonces divisé delante de todo a una cabellera negra, ondulada y larga. De seguro esa es la nueva.
—¿Te gusta? —le dije volviendo a mirarla.
—¿Acaso no la has visto? —me preguntó saliendo de su encantamiento y mirándome al fin.
—No, estaba ocupada mirando otra cosa —dije sincera.
—Es la criatura más hermosa que vi en mi vida —aseguró volviendo a poner cara de idiota.
—No creo que sea tanto —dije quitándole importancia.
—No la has visto, así que cállate —sentenció.
—¿Cómo es que se llama? —le pregunté.
—¿Ni siquiera has escuchado su nombre? —dijo sin poder creerlo.
—Bueno, no estoy pendiente de la gente que no me interesa —le dije y sin intención mi mirada se posó de nuevo en la cabellera de la nueva —¿Ya te gusta?
—Me encanta —dijo.
Reí por lo bajo y palmeé su hombro.
—Quédate tranquila, seguro que va a caer rendida a tus pies —dije mientras comenzaba a sacar mis cosas.
—Dios te oiga.
La profesora comenzó a dar la clase. Quinn seguí mirando hacia donde estaba la nueva con su mejor cara de babosa. Solté un suspiró y trate de prestar atención. Me acomodé mejor en la silla y apoyé mi cabeza contra la pared, ya que Quinn y yo estábamos sentadas en los últimos dos asientos de la fila del medio. Mis ojos comenzaron a cerrarse. A lo lejos podía oír con claridad la voz de la profesora…
—¡Pierce, no duerma en mi clase! —me sobresalté ante su voz.
Me senté bien en la silla y la miré sorprendido. Todo el mundo me miraba y algunos reían en voz baja. Entre algunos de esos que reían estaba mi adorada prima. La miré mal y ella sonrió con triunfo.
—Lo siento —me disculpé con la profesora. Quinn me miró.
—¿Acaso no has dormido anoche? —me preguntó.
—Para serte sincera… no —dije. Ella sonrio.
—¿Puede ser que el motivo de eso haya sido Rachel? —volvió a preguntar.
—Para tu sorpresa no, no fue por ella.
—¿Entonces, por qué fue?
Me quedé pensando en ello. Fue por los malditos recuerdos. Los recuerdos que no puedo sacar de mi cabeza. Por culpa de la sanción estúpida y vacía que a veces me desconcierta y me enoja. Por eso es que a veces no puedo dormir…
—No, solo no tenía sueño —le dije a mi amiga.
Ella asintió y volvió a tratar de concentrarse en la profesora.
—Muy bien alumnos. Vamos a ver si han estudiado algo —dijo mientras se acercaba a su libro. Lo abrió y miró una página —¿Alguien puede decirme cuantas ramas tiene la estadística? —preguntó. Nadie dijo nada. Hasta que un pequeño brazo se levantó delante de todo. Es la nueva —¿Usted lo sabe alumna? —le dijo algo sorprendida la profesora.
—Si —dijo ella. Quinn suspiró. La miré bien.
—¿Por qué suspiras? —le pregunté.
—Tiene voz de ángel —dijo la muy boba. Revoleé los ojos y volví a mirar al frente.
—Muy bien, díganos —le pidió la profesora.
—La estadística se divide en la descriptiva y en la inferencia. La descriptiva se dedica a los métodos de recolección, descripción, visualización y resumen de datos originados a partir de los fenómenos en estudio. Los datos pueden ser resumidos numérica o gráficamente. Por ejemplo los parámetros estadísticos son: la media y la desviación estándar. Y algunos ejemplos gráficos son: histograma, pirámide poblacional, clústers, etc. Y la inferencia se dedica a la generación de los modelos, inferencias y predicciones asociadas a los fenómenos en cuestión teniendo en cuenta la aleatoriedad de las observaciones. Se usa para modelar patrones en los datos y extraer inferencias acerca de la población bajo estudio —dijo la nueva sin trabarse ni una sola vez.
—Es una genio con voz de ángel —susurró Quinn
—Es una fenómeno —le dije a mi amiga.
—Excelente señorita —dijo con la sonrisa más grande del mundo la profesora —Es su primer día de clases y ya tiene un diez.
—¡Eso no es justo! —escuché al otro lado del salón la voz de Rachel. Todos nos giramos a verla. La profesora caminó hasta su fila.
—¿No le parece justo señorita Berry? —le preguntó.
—No —dijo firme ella.
—¿Puede decirme el motivo? —le dijo. Pude ver que Rachel se ponía nerviosa —¿Acaso usted sabía algo de lo que ella acaba de decirnos? —Rachel negó levemente con la cabeza —Entonces no tiene de que quejarse señorita.
La profesora volvió hacia el pizarrón y se puso a escribir. Miré de nuevo a mi novia y pude notar su notorio enojo. Pobre nueva, ya tiene un punto más en contra. Ya me esta dando lastima. La clase se pasó lenta, no terminaba más. Hasta que el bendito timbre sonó. Cerré mi libro y me puse de pie. Vi como Quinn se paraba rápido.
—Oye, espera —le dije. Ella me miró.
—La nueva acaba de salir… me gustaría ir a hablarle —me dijo.
Negué levemente con la cabeza y le arrojé un pedazo de papel.
—Ve, ve atrás de la nueva —le dije. Ella sonrió y salió disparada de allí.
Lucy Quinn Fabray es una chica con muchas cualidades. Pero su mayor defecto es la de enamorarse. Una chica o chico pasa frente a sus ojos y ella ya se siente completamente flechada. Pero estoy acostumbrada a eso y a sus desamores luego. Ella y yo crecimos juntas, ya que nuestros padres también lo hicieron. Como nunca tuve hermanos creo que ella es lo más cercano a uno.
Dejé mis cosas sobre mi mesa y decidí salir. Sentí que alguien me chitaba. Me giré a ver.
—No soy un perra para que me chites, Rachel—le dije mientras me acercaba a ella.
—Tú eres mía, así que te chito todo lo que se me da la gana —me dijo. Sonreí sin mostrar mis dientes.
—¿Por qué estas tan enojada? —le pregunté. Su mirada avellana se clavó en la mía.
—Solo me ponen de mal humor los nuevos… me chocan —dijo.
—Oh, ¿estás así por la nerd? —le dije.
—Si, no sé ni como se llama —dijo. La miré bien y entonces ella suspiró —Bueno si se su nombre. Pero solo porque es un nombre común.
—¿Cómo es su nombre? —le pregunté.
—¿Acaso no escuchaste su nombre? —me dijo.
—No, sino no te lo estaría preguntando —dije mientras sonreía falsamente.
Ella se puso de pie de donde estaba sentada y se acercó a mí hasta besarme. Se alejó y caminó hacia la puerta.
—Mejor que no lo sepas… total no es nada importante.
—Tampoco es que me muera por saberlo. Aunque me sería de ayuda porque a Quinn le gusta.
—¿Qué? —preguntó divertida —¿Le gusta? Pero por dios si es fea —aseguró.
Apreté mis labios para no reír. Cuando Rachel dice en ese tono que una chica es fea es porque en realidad es más linda de lo que ella quisiera.
—Tampoco lo se, porque tampoco la vi —le dije. Ella rió por lo bajo.
—¿Cómo que no la viste? —preguntó.
—No, estaba mirando otra cosa —ella sonrió como niña tonta.
—¿Qué estabas mirando? —dijo mientras hacia ojitos.
—¿Quieres saberlo? —le pregunté.
—Ajá —dijo asintiendo.
—Estaba mirando a tu mejor amiga —le dije y le guiñé un ojo —Tiene lindos labios.
Ella abrió bien sus ojos y me miró sin poder creerlo.
—¿Qué? —dijo con un hilo de voz.
—Tú quisiste saber —le dije y caminé hasta donde estaba ella. Besé cortamente sus labios y salí del salón. La miré una vez más —Eso es para que aprendas a no ser tan quisquillosa, linda.
—Te odio —me dijo y se fue de allí con paso rápido.
Reí por lo bajo y volví a caminar.
No había mucha gente en el pasillo. Eso quiere decir que están todos en la cafetería. Dirigí mis pasos hacia allí. Doblé hacia mi derecha y entonces alguien chocó de frente conmigo. Todas las cosas que esa persona tenía en las manos terminaron en el suelo.
—¿Acaso no ves por donde caminas? —le pregunté y la miré.
Al instante ella se agachó y recogió todo. Se puso de pie y me hizo frente. Entonces la miré bien… jamás la había visto antes. Ella me miró fijo y una media sonrisa se curvó en su rostro.
—Lo… lo siento —me dijo sin dejar de sonreír.
—¿Por qué sonríes? —le pregunté. Al instante dejó de hacerlo —¿Quién eres?
—Soy Santana —se presentó.
—Aaaaaaah —dije al recordar aquel nombre —Eres la nueva.
Ella asintió frenéticamente y pude notar por el movimiento que hacían sus dedos, que está nerviosa.
—Y tú eres Brit… —dejó de hablar y me miró bien —¿Quién eres?
—Brittany Pierce —le dije.
—Esto va a ser más difícil de lo que pensé —susurró y miró nerviosa hacia otra dirección.
—¿Cómo? —le dije.
—Nada —dijo ella.
—¿Sabes? Creo que necesitas un par de anteojos para acompañar a tu inteligencia.
—¿Eh? —dijo y me miró.
—Nada —le dije y miré que en el suelo había un papel más —Se te olvidó recoger eso.
Ella lo miró y luego volvió su vista hacia mí.
—Recógelo —me dijo. La miré bien.
—¿Qué? —le preguntó.
—Que lo levantes, ¿Acaso eres sorda? —preguntó mientras cruzaba sus brazos alrededor de las cosas que tenía —Que yo sepa tú me chocaste a mí.
—Estás loca —le dije divertida.
—Y tú eres más imbécil de lo que pensé.
Arqueé una ceja y me acerqué más a ella. La miré fijo intentando intimidarla. Pero ella no movió su vista de la mía. Sus ojos son grandes de color oscuro. Su nariz pequeña. Bajé la mirada hasta su boca. No tiene brillo labial. Volví a clavar mi mirada en la suya.
—¿Quién te crees que eres? —le pregunté. Ella se alejó y se agachó a recoger el papel.
—No importa, Brittany. Gracias por el recibimiento… voy a ver si puedo chocar a más personas para que me reciban como tú…
Se dispuso a caminar pero la tomé del brazo. Ella se giró a verme.
—Escúchame una cosa, niña. Aquí nadie viene a tratarme a mí con sarcasmo e ironía. Lamento decírtelo pero tú eres la que sobra en este lugar —le dije. Ella se soltó despacio de mi agarre.
—Gracias por la aclaración. Pero yo se perfectamente cual es mi lugar aquí. Quizás la que no lo tiene muy claro eres tú —me dijo desafiante.
Pero, ¿Qué demonios? ¿Acaso no va a callarse y a poner cara de asustada e irse corriendo a llorar al baño?
—No me busques nuevita… Puedo convertir esto que llamas hogar —le dije y miré alrededor mostrándole que hablaba del instituto —En un infierno para ti —ella rió por lo bajo.
—Lo tendré en cuenta, Warrior. Quédate tranquila —palmeó mi hombro.
—Escúchame bien tonta…
—¡Brittany! —ambas la escuchamos y nos giramos a verla. Quinn frunció el ceño y se acercó un poco más. Me miró bien —¿Por qué estas roja? —me preguntó y miró a la nueva.
Al instante su rostro se transformó en la cara de una niña de 2 años que acaba de ver su biberón esperándola en la cuna. Me alejé de la nueva y caminé hacia ella.
—Ahí la tienes… es una estúpida, no te la recomiendo —le susurré.
—Eso déjamelo decidir a mí —me dijo ella y se acercó a ella —Mucho gusto soy… Quinn
—Mucho gusto Quinn, soy Santana —le dijo ella con una leve sonrisa.
—¿Estás perdida? —le preguntó ella.
—Algo —dijo ella.
—Bueno, si me lo permites, puedo enseñarte la escuela —le dijo la muy boba. Ella asintió levemente —Entonces… vamos —le dijo Quinn mientras la conducía por el pasillo.
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Mensaje por Gleek23 Sáb Sep 08, 2012 11:56 am

uh duro el encuentro Brittana.. pondras Quinntana?? ...Aish que manera de recibir a San la de Britt, pero ya se enamorara jajaja
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Mensaje por MarisaParedes Mar Sep 11, 2012 5:21 pm

Wow! Una Santana/Nikita... Algo como para que tiemblen todos los pisos del mundo...
Ojalá puedas continuar pronto!!
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Mensaje por tatymm Vie Sep 14, 2012 2:38 am

muy buenoo!!!
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Mensaje por Pamela Lopez-Pierce Lun Sep 17, 2012 8:03 pm

Actualiza actualiza!!! *O*
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Mensaje por mnddz Lun Sep 17, 2012 11:32 pm

Capitulo seis: Me gustas.


¡Diablos! Esto no puede ser peor porque no hay forma de que ese Pierce sea más idiota. Caminé un poco más rápido ya que necesitaba llegar al baño para hablar con Robins e informarle un poco de la situación.
¿Cómo demonios voy a hacer para acercarme a ella si simplemente es una imbécil?
Gracias a dios logré sacarme de encima a esa tal Quinn. Un poco pesada y habla demasiado. Pero debo admitir que fue la única simpática que se acercó a hablarme y a mostrarme el colegio. Además es linda y tiene lindos ojos.
Doblé a mi izquierda y entonces choqué con alguien. Maldije por lo bajo y me agaché a recoge mis cosas. ¿Acaso hoy es mi día de chocar personas?
—Lo siento, no te vi —me dijo ella. Entonces levanté la cabeza y la miré. Ella se agachó y comenzó a recoger las cosas junto a mí.
—Yo también lo siento —le dije. Terminamos de juntar todo y nos pusimos de pie.
—Soy Hanna, Hanna Marin —se presentó y estiró su mano para que yo la tomara.
Con un poco de duda la tomé.
—Soy Santana, Santana… —diablos el apellido de Alex. Ella me miró esperando a que terminara de hablar —Santana Lopez —dije recordándolo al fin. ¡Genial casi olvido mi propio nombre!
—Tú eres la chica nueva —dijo con una amable sonrisa. Sonreí ya que parecía simpática y buena —Bienvenida.
—Muchas gracias —le dije.
—¿Ibas al baño? —me preguntó.
—Ajá —dije asintiendo.
—Vamos juntas —dijo y comenzó a caminar. Solté el aire que tenía en mis pulmones y la seguí. Llegamos al baño —¿Y como va tu primer día?
—Bien, no lo se. La gente es un poco… mal educada.
—Principalmente los idiotas y las idiotas ! —dijo ella asintiendo —Como mi prima, pero no les hagas caso.
—¿Quién es tu prima? —le pregunté.
—Brittany Pierce. Tiene cara de tonta, se cree dueña del mundo. Ojos azules, pelo rubio y una novia estúpida perfecta para ella igual de decerebradas ambas —dijo.
—Ooooh, ¿tú eres su prima? —dije sorprendida.
—¿Acaso ya la conociste? —me preguntó.
—Sin querer la choqué y no le agradó para nada —le conté.
—Ya te trató con sus aires de grandeza… como lo detesto. ¿Te hizo sentir mal? —dijo preocupada. Sonreí.
—No, tranquila —le dije divertida —Me hizo reír un poco.
—¿Por qué? —preguntó extrañada.
—Dijo algo parecido a lo que dirían de Rambo y no pude evitar llamarla Warrior aunque ahora que lo pienso parece mas Xena con pelo rubio —le conté.
La rubia rió divertida y se acercó a mí para apoyar su mano en mi hombro.
—Me parece que tú y yo seremos muy buenas amigas —me dijo sin dejar de reír.
Salimos del baño y Hanna me llevó hacia la cafetería. Al entrar mi cuerpo se paralizó. Eso si que es un mar de adolescentes.
Hanna caminaba delante de mí mientras me hablaba, pero no pude escuchar bien lo que me decía. Mi mirada se posó en un montón de chicas porristas que estaban sentadas. Una de ellas me miró y le dijo algo. Al instante todas me miraron. Sentí un escalofrío. Uno de los chicos que estaban con ellas me guiñó un ojo y entonces dejé de mirarlo.
Tranquila Santana, respira hondo. Te has enfrentado a asesinos, criminales, terroristas, narcotraficantes y toda clase de alimañas. No puedes temerle a un montón de testosterona acumulada y porristas decerebradas, no puedes. Hanna detuvo su paso frente a una de las mesas y se giró a verme.
—Ven que te voy a presentar al resto del grupo —me dijo. Asentí con la cabeza y me acerqué a donde ella me decía —Chicos, quiero presentarles a Santana —les habló ella a todos. Al instante dejaron de hablar y me miraron. Hanna me miró —Ellos son Sam, mi novio —me dijo. Miré al chico rubio y con unos hermosos ojos azules.
—Hola —le dije. Él estiró su mano y la tomé.
—Bienvenida —me dijo. Sonreí levemente.
—Artie —me presentó al chico que estaba sentado sobre la mesa. Él tomó mi mano y besó mi palma haciendo me reír.
—Mucho gusto, preciosa —dijo. Hanna revoleó sus ojos.
—Es siempre así —me aseguró —Ella es Mercedes y el Kurt, son medios hermanos.
—Hola —me dijeron los dos al unísono.
—Y ella es Sugar —me presentó a la última del grupo.
La chica de pelo castaño me dio la mano y con una amable sonrisa me dio la bienvenida. Hanna se sentó y con un poco de duda me senté también.
—¿Y de donde eres, Santana? —me preguntó sino me equivoco, Artie. Me puse a pensar en todas las cosas que repasamos hoy a la mañana con Alex.
—Vengo de Los Ángeles —les dije.
—¿Y por qué te mudaste de Los Ángeles a Ohio? Esta es el lugar más aburrido del mundo. Me imagino que vivir en Hollywood debe ser lo mejor —dijo Sugar.
—Alex… quiero decir mi padre —me corregí —Quería mudarse a un lugar más tranquilo.
—Los padres siempre quieren eso… ¿y tu madre no opinó nada? —me preguntó Mercedes
—No, no tengo mamá —dije. Todos guardaron silencio.
—¿Y como te trató tu primer día hasta ahora? —preguntó Sam rompiendo el silencio.
—¿Pueden creer que ya tuvo el desagrado de conocer a Brittany? —les dijo Hanna
—Seguro que ya la hizo sentir mal, idiota —dijo Artie
—No del todo, Santana la puso en su lugar —dijo la rubia y miró hacia la puerta. En ese momento entró Brittany seguida de algunas porristas y tres chicos bastante lindos. Una chica alta y de pelo corto iba colgada de su brazo —Por favor cuando pase por aquí todos digan en voz baja Warrior —miré a Santana y está sonrió divertida —Eres mi nueva ídola.
—¿Por qué? —le preguntó su novio. Ella lo miró.
—Solo díganlo… luego les cuento.
En ese momento Brittany pasó por la mesa y al instante todos dijeron: Warrior.
Élla detuvo su paso y se giró a vernos. Hanna estalló en risas y por siguiente el resto del grupo también. No pude evitar reír por lo bajo, pero sabía que no debía hacerlo. Sentí la mirada de Brittany sobre mí y decidí mirarla. Élla no me iba a intimidar, esta muy equivocada si piensa que va a lograrlo.
—Oh primita, ¿ya has hecho tu obra de caridad el día de hoy? —le dijo a Hanna
Está dejo de reír y se acercó a ella.
—Ay dios, me haces reír tanto Brittany… a veces de verdad me agradas —le dijo ella.
—Veo que ya has incluido a la nueva a tu grupo de… —los miró a todos con desprecio —Amigos.
—Puedes guardarte esa miradita de niña a rica para otra cosa Pierce —le dijo Artie
—Uuuuh, que miedo que me das cuatro ojos —dijo irónica. Su mirada azul volvió a mí —Ya encontraste en donde encajar nuevita.
—Así es —le dije y miré a la chica que estaba a su lado. Era la que había hablado en la clase de estadística —Oye, no es por causar problemas… pero si necesitas clases de estadística para no quejarte sin razón, puedo ayudarte.
Los chicos que estaban en la mesa rieron por lo bajo. La mirada avellana de la chica se me clavó con rabia.
—Estúpida —susurró.
—Cuida tus palabras Rachel —le dijo Hanna —No querrás que cuente algunas cosas en publico ¿o si?
—Por favor, Brittany, vamos —le pidió ella.
—Espera —le dijo ella sin dejar de mirarme.
—¿Qué? —le dije —¿Tengo monos en la cara?
—¿Te crees muy graciosa, cierto? —me preguntó.
—No, para nada. Y creo que va a ser mejor que vayas yendo. Creo que tu novia, ¿tu novia cierto? —ella asintió frenéticamente. Ella no dijo nada —Se esta poniendo un poquito nerviosa. Tal vez le salgan arrugas por eso…
—Dios —dijo ella y se alejó de allí.
—Te metiste con la persona equivocada nuevita —me dijo.
—Tranquila Pierce, ella no esta sola —le dijo Sam.
Ella lo miró y rió.
—La que me faltaba, los defensores de pobres —dijo divertida.
—Ya, ya vete que me estas fastidiando —le dijo Hanna
Ella me miró una vez más y se dio la vuelta para comenzar a caminar hacia donde se había ido Rachel
—¿Siempre es así de estúpida? —le pregunté a la rubia.
—Siempre —dijeron todos al unísono.
Mi celular comenzó a sonar. Lo tomé y miré la pantalla. Es Robins. Me disculpé un segundo con los chicos y me alejé de la mesa.
—Arizona —dije al atender.
—¿Cómo va tu primer día? —me preguntó.
—Esto es terrible Arizona. Esa tal Brittany es una completa idiota… no voy a poder acercarme a ella.
—Tienes que poder Santana, es la única manera de entrar al mundo de Richard —me dijo ella.
—No, no es el único modo. Brittany tiene una prima, su nombre es Hanna Marin. No se lleva bien con Brittany. Pero necesito que me busques información de ella, en donde vive y todo eso.
—Esta bien, voy a hacerlo y te llamo —colgó y guardé el teléfono en mi bolsillo.
—Santana —me llamó. Me giré a verla y sonreí.
—Quinn… ¿Cómo estas? —le preguntó.
—Mejor ahora que te veo —dijo ella —Quería pedirte disculpas por la actitud de Brittany. Ella solo es así porque tiene problemas.
—Oye —dije acercándome a ella —No tienes porque disculparte por tu amiga.
—Solo esta perdida, necesita ayuda. Pero ella no lo quiere entender.
—¿La quieres mucho, cierto?
—Crecimos juntas, somos como hermanas —dijo. Asentí con la cabeza y comenzamos a caminar - ¿Tú tienes hermanas?
—No —dije negando con la cabeza. 'no lo se' las palabras sonaron en mi cabeza.
—¿Y tú? - le pregunté.
—Si, una hermana… media hermana en realidad. Ya la conociste, es Sugar.
—Oh, que bueno —dije y sentí que mi celular sonaba de nuevo —Un segundo —le dije a Quinn y me alejé un poco de ella —¿Y?
—Tengo la información. Hanna Marin es hija de la hermana menor de Richard Pierce, pero vive con su tío y su prima ya que su madre está internada en un neurosiquiatrico.
—Que horror —dije.
—Bueno, al parecer tienes un punto a favor. Hanna vive con ellos, así que hazte amiga y consigue entrar por su lado —me dijo Robins
—Perfecto —dije y colgué.
Giré a ver a Quinn y ella no estaba. La que estaba ahí era Pierce.
Me miró fijo y una macabra sonrisa se formó en su rostro.
—¿Por qué sola? —me preguntó.
—¿Qué necesitas? —le dije.
—Mmm… eso me sonó a miedo —dijo. Reí divertida.
—¿De verdad? —dije divertida —¿Cuál es tu problema amiga? ¿Acaso no tienes todo en la vida? Un padre adinerado, amigos, una novia, una vida sin problemas, ni preocupaciones —le dije.
—Ya te fueron con el chismecito —dijo y se acercó más a mí —Solo voy a decirte una cosa. No me busques más, ¿entiendes?
—¿Qué vas a hacerme sino? ¿Volver mi vida imposible aquí? Voy a decirte algo para que lo tengas bien en cuenta. No le temo a nada —le aseguré.
—No te creo. Todos le tememos a algo —me dijo.
Puede ser que tenga razón y haya algo a lo que le temo. Si es así, aun no lo he descubierto. O quizás si, ya se que es. Le tengo miedo a mi camino, a mi destino tal vez. Y acabo de descubrir algo más. Le tengo miedo al silencio. Pero no le tengo miedo a una tonta adolescente de 17 años con aires de grandeza.
—Si, tienes razón —le dije —Le tengo miedo a algo.
—¿Y qué es? —me preguntó.
—Al silencio.
—¿Al silencio? —dijo extrañada. Reí por lo bajo.
—No lo entenderías si te lo explicara —dije divertida —¿Y donde está Quinn? Estaba aquí hace un segundo.
—¿Te gusta, Quinn? —preguntó.
—No, apenas la conozco.
—Tú le gustas —dijo.
Abrí bien mis ojos. Ella sonrió y se acercó más a mí.
—A mí también —me dijo.
—¿Qué? —dije.
—Vamos nuevita, no te hagas la tonta. Yo se que también te gusto
Vaya que de verdad tiene muchos problemas. Me paralicé al sentir como se acercaba más a mí. No me dijeron que esto iba a pasar en el cuartel. ¡Maldita sea, Robbins!
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Mensaje por tatymm Mar Sep 18, 2012 2:02 am

muyy buen cap actualiza pronto estoy encantada!
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Mensaje por Gleek23 Mar Sep 18, 2012 10:06 am

Ohh ya era hora que actualizes asi que sera un triangulo quinntana/Brittana jajaja siguelaaa
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Mensaje por mnddz Mar Sep 18, 2012 2:42 pm

Capitulo siete: El profesor de literatura.



Se de estadística, se de matemática, de lógica. Se de ciencias, de química, de física. Se de literatura, derecho, arquitectura. Y de muchas cosas más. Pero no sé como es el amor. No sé como se siente, no sé que es.
Ella se acercó aun más a mí. Mis pasos comenzaron a retroceder hasta que choqué con algo frío y sólido. Su mirada azul se clavó en la mía.
—¿Qué pasa, Santana? —me preguntó. Es la primera vez que me llama por mi nombre. Una extraña sensación bajó por mi espalda —¿No vas a decirme nada?
—¿Qué quieres que te diga? —le pregunté tratando de que mi voz sonora segura.
Tienes que sonar segura Santana, siempre segura.
—¿Qué piensas de lo que acabo de decirte?
—Nada —le aseguré.
—Tu cara no dice lo mismo —dijo y se acercó aun más.
Colocó sus brazos a los costados de mi cabeza. Su cuerpo estaba muy cerca del mío. No me había percatado de que ella tiene un cuerpo espectacular.
En la foto que me mostraron en el cuartel tenía cara de más niña. Ahora su rostro es distinto, su mirada es distinta. Como si la chica de la foto fuese alguien totalmente diferente de la que está frente a mí.
Le sostuve la mirada todo el tiempo. Siempre hay que parecer segura ante tu oponente. Aunque no lo estés.
—¿Qué te dice mi cara? —le pregunté.
—Te encanta la idea de que yo guste de ti —dijo.
Una leve risa salió de mi garganta.
—¿Me estas hablando enserio? —dije divertida.
Se acercó aun más y entonces dejé de reír. Ella está demasiado cerca, demasiado. Su boca está cerca la mía.
'Patéala' —sonó preocupada la voz en mi cabeza.
'No puedo' —le aseguré.
—¿De verdad creíste que yo estaba hablando enserio? —me preguntó y se alejó.
Al instante sentí que mi corazón volvía a latir. Era obvio que ella estaba jugando. Reí por lo bajo.
—Claro que no —le dije. Se giró a verme —Uno, no puedo gustarte porque no me conoces. Dos, tienes novia, calculo que estas enamorada de ella. No tienes ojos para otras. Y tres, eres demasiado tonta como para saber la diferencia entre… ¿Sabes qué? No importa —dije y giré para comenzar a caminar.
—Nuevita —me llamó. Me giré a verla —No puedes gustarme porque simplemente no eres mi tipo. ¡Mírate! —dijo soltando una carcajada —Nada tienes de atractiva.
—Pues me alegro que no me encuentres atractiva, Warrior —le dije y sonreí al ver que su rostro se tornaba serio —No me interesa ni en lo más mínimo ser atractiva para ti…
—¿Enserio lo crees? —me preguntó.
—Claro que lo creo —aseguré y me acerqué a ella para palmear su hombro —¡Mírate! ¿Acaso pensaste qué porque me decías que te gustaba me iba a tirar encima de ti a acosarte o algo por el estilo? No me gustas, no me pareces atractiva amiga. Además de se nota a leguas de que eres muy decerebrada. Así que hazme el favor de meterte tus palabras en donde mejor te quepan, porque ya me estas colmando la paciencia y apenas han pasado unas horas desde que llegué. Te lo recomiendo, Blondie. No me busques porque te podrías sorprender.
Me alejé de ella y comencé a caminar.
—¿Qué podrías hacerme tú, nuevita? —me preguntó divertida. No dejé de caminar.
—Mucho más de lo que te imaginas —susurré.
Entré de nuevo a la cafetería. Me acerqué a la mesa en la que estaban todos y me senté con cuidado.
—Pensamos que te había tragado el teléfono —me dijo Hanna al verme.
—Lo siento… era mi padre. Se pone muy pesado con este tema del primer día.
—Todos son iguales —aseguró Sugar.
Un timbre sonó en todo el lugar y miré extrañada a mí alrededor. Todos se pusieron de pie mientras se quejaban. El novio de Hanna me miró extrañado.
—¿No piensas pararte? —me preguntó. Lo miré extrañada.
—¿Para qué? —le pregunté.
—Para ir a clases, preciosa —me dijo Artie
—Oooh, si —dije poniéndome rápidamente de pie.
—Santana, ¿quieres sentarme conmigo? —me preguntó Sugar —Estoy sola… y como tú también, podríamos sentarnos juntas.
—Claro —dije con una leve sonrisa.
Sonríe mientras caminaba al lado de Mercedes y Kurt. Ambos discutían sobre quien iba a ocupar primero el baño al llegar a su casa. Miré hacia mi derecha y Artie molestaba a Sugar que hacía todo lo posible por no reír. Miré al frente y vi como Sam besaba la cabeza de Hanna.
'No les tomes cariño, tonta' —otra vez mi conciencia me habló —'Te iras cuando tu misión termine'.
'Solo será una distracción' —le dije.
Entramos al salón y tomé mis cosas para sentarme al lado de Sugar. Unos segundos después entraban al salón Blondie y su sequito de estupidas. Ella me miró y una mueca de burla se dibujó en su rostro.
—Así que eres hermana de Quinn —le hablé mientras me acomodaba para mirarla bien.
—Oh, ¿conociste a Quinn? —me preguntó.
—Ajá —le dije. Ella sonrió levemente.
—Si, somos medios hermanas. Ambas hijas del mismo padre… pero es una larga historia. Hace poco que sabemos que somos hermanas —dijo. La miré sorprendida.
—Entiendo —dije y miré al frente —Es una buena chica.
—Si, si lo es. Lastima que tenga tan malas amigas —aseguró y la miró. Yo también miré a la rubia y su mirada se posó en nosotras. Al instante sonrió.
—Pero ella no parece ser como todos ellas —le dije.
—No, no lo es. Pero a veces se comporta como ellas… igual no tiene importancia. Aun así la quiero.
—Ya lo creo —dije divertida.
—Y no te lo había dicho antes, pero puedes decirme Suggy. ¿Cómo podemos decirte a ti?
—Mmm… ¿Santana? —pregunté entre divertida y nerviosa. Ella rió.
—¿No tienes un sobre nombre? —preguntó. Negué con la cabeza —Bueno, te diremos… San ¿Te parece?
—Perfecto —aseguré.
Un profesor entró a la clase. Todos se pusieron de pie, entonces imité su acción. Lo saludaron y volvimos a sentarnos.
—Él es el profesor William Schuester, de literatura. Todas las chicas del colegio están enamoradas de él. no me incluyo porque no me gustan los muy grandes —me dijo por lo bajo.
Asentí y miré al profesor.
Un hombre de unos 30 años. Aspecto jovial y despreocupado. Pelo rubio y medio rizado, no muy alto. Pero algo llamaba tu atención.
—Bueno, buenos días —habló.
Escuché unos cuantos suspiró y entonces miré al resto de mis compañeras. Casi todas tenían cara de tontas mientras lo miraban. Y entre esas tontas estaba Rachel, la novia de Blondie. Pobre chica, ¿Cómo hace para ser la novia de semejante idiota?
—Me dijeron que hay una nueva alumna, ¿puede ser?
—Si, ella —dijo Sugar.
La miré sin poder creerlo. El profesor me miró y me sentí realmente intimidada.
—¿Cómo es tu nombre? —preguntó mientras se acercaba a donde estaba sentada.
—San.. Santana—dije nerviosa.
—Bienvenida a bordo, Santana —me dijo —Espero que te guste la literatura.
Asentí como una estúpida y me maldije en mis adentros. Él sonrió y se alejó.
—Te lo dije —susurró Sugar —Todas están locas por su forma de ser y por su sonrisa seductora. Los chicos lo detestan.
—Bien hoy comenzaremos con los grupos de estudio que les dije la semana pasada. Ya armé los grupos —escuchamos unas cuantas quejas —Nada de peros, jovencitos. Los grupos van a ser como yo los diga y listo.
—Espero que nos toque con gente decente —me dijo mi compañera de banco. Sonreí.
—El primer grupo estará conformado por: Fabray Quinn, Marin Hanna, —leyó la hoja y me miró —Acabo de hacer un cambio. Sacaré de este grupo a Berry y pondré a la señorita… Malfoy ¿cierto? —me dijo. Asentí levemente —Y por último la señorita Pierce.
¡Mierda! No puede ser cierto ¿o si?
—¿Por qué me saca de ese grupo a mí y la pone a ella? —preguntó sin poder creerlo Rachel
—No discuta mis decisiones señorita Berry, no doy explicaciones de lo que hago ¿Oyó?
Un papel cayó sobre mi mesa. Lo tomé y lo abrí.
—Gracias a dios te pusieron a ti en el grupo. Creo que hubiese preferido dormir entre caca de vaca antes que compartir horas extras con Rachel. Hanna
Sonreí y me giré a verla. Ella me sonrió y volví mi vista al frente.
—En el segundo grupo van a estar: Sam, Rachel, Kurt y Meredith.
—¿Quién es Meredith? —le pregunté a Sugar.
—La mejor amiga de Rachel —me contestó —Esa rubia platinada de allí al fondo.
Con mucha discreción me giré a verla y ahí estaba hablando por lo bajo con otra chica que estaba a su lado. Volví mi vista al frente.
—El tercer grupo lo conforman: La bella señorita Sugar —al instante Sugar se puso roja y unos cuantos murmullos comenzaron a sonar —La señorita Mercedes, el joven Artie y la señorita Olympia. Y el último grupo por los demás chicos que no nombré.
Cerró su cuaderno y se acercó al pizarrón.
—¿Por qué te pusiste roja? —le pregunté a mi compañera.
—Lo que sucede es que el señor William se ha empeñado en hacerme esta clase de bromas porque soy la única que lo ha calificado como un tonto —me dijo. Reí por lo bajo.
—Es una forma de venganza —dije divertida.
—Así parece —musitó.
—Bien, estos grupos que forme se van a mantener así por el resto del año —habló cuando dejó de escribir —De todos los libros que leamos el grupo va a tener que hacer una interpretación y escribir la conclusión. Además de contestar unas preguntas que les voy a ir dando con cada libro.
—¿Vamos a tener que actuar? —preguntó Artie
—Así es joven Artie ¿tiene algún problema? —le preguntó.
—No sé actuar —dijo él. Todos reímos.
—Pues va a aprender —dijo el profesor —Y él primer libro a interpretar será nada más y nada menos que 'Romeo y Julieta' del magnifico Shakespeare
Otra vez los murmullos de quejas se escucharon por todos lados.
—Esto es estúpido —se escuchó la voz de Pierce sobre las demás.
El profesor Schuester se giró a verlo.
—¿Qué le parece estúpido Pierce? —le preguntó.
—Todos ya conocemos este tonto libro —dijo ella.
—¿A sí? Entonces, ¿puede recitarme algo de lo que Romeo le dice a la bella Julieta cuando la busca en el balcón? —todos miramos a Brittany esperando que dijera algo. Pero simplemente ella no habló —Eso pensé —el profesor tomó un libro —¿Hay algo más que quiera decir señorita Pierce?
—Si —dijo ella firme —No pienso actuar nada ¡Por dios estamos en un colegio! No en un teatro. Y mucho menos voy a actuar con la nueva.
—Perfecto Señorita Pierce, usted será Romeo —le dijo él con toda la calma del mundo —Y la señorita Lopez será la bella Julieta. Y van a actuar y besarse como en el libro.
Lo miré sin poder creerlo.
—¡¿Qué?! —dijo levantándose de su silla Rachel
—Mmm… no, no —dije metiéndome un poco en el tema.
—¿Por qué no señorita Lopez? —me preguntó.
—Es absurdo, ademas, yo nunca podria besar a una mujer por Dios ! —le dije.
—Exacto, ella es MI NOVIA ! —dijo histérica la novia de la tonta.
—Esa es mi palabra y no la van a desobedecer. Sino simplemente se llevaran la materia directamente a examen. Está bien, no habrá beso… pero quiero que ellas sean Romeo y Julieta. Así la Señorita Pierce podrá ser más tolerable y conocer a la gente antes de hablar con desprecio de ellos.
—Esto no se va a quedar así —dijo Berry
—¿Y que va a hacer señorita Berry? —le preguntó —¿Irá corriendo a decirle a su padre que puse a su novia a actuar con otra chica? Por favor sea madura y no me haga reír.
Ella se puso de pie y sin decir nada salió del aula dando un portazo.
—Te compadezco, San —susurró Sugar.
—¿Esto siempre es así? —le pregunté.
—No —aseguró.
Giré mi cabeza para mirar hacia atrás y encontré que que la tonta de Blondie me estaba mirando. Al instante dejó de hacerlo.
—Bien, que comience la clase —dijo el señor Schuester
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Mensaje por mnddz Mar Sep 18, 2012 2:53 pm

Capitulo ocho: La segunda.




—Esto es genial, es realmente genial —dijo mi amiga.
Me giré a verla mientras caminábamos hacia la salida del instituto. El timbre de salida había sonado hacia unos cuantos minutos y nosotras fuimos unas de las primeras en salir. Esas interminables cuatro horas de literatura quemaron mi cerebro.
—¿Qué cosa? —le pregunté sin entender de lo que hablaba.
—1: Santana está en nuestro grupo, 2: Por si no te habías dado cuenta se sentó con mi hermana y han estado hablando todo el tiempo, y 3: Ya no sé que decir en el tres —dijo mientras buscaba algo en su bolsa.
—El profesor Will es un idiota… esta loco si piensa que voy a hacer algo de lo que dijo.
—Deberíamos hablar con él para que me ponga a mí como Romeo —dijo Quinn mientras sacaba las llaves de su auto —Yo encantadísima la beso.
—Por dios, Quinn, no es tan linda —le dije.
Ella detuvo su paso y me miró.
—Que te caiga mal no significa que no sea linda, Pierce —me dijo y volvió a caminar.
—Bueno, para mí no lo es… Quizás tenga algo. Pero es tan común y corriente como las demás.
—No, no lo es —aseguró.
Salimos del lugar y sentí una mano apoyarse en mi hombro. Giré mi cabeza para mirar y era Rachel.
—¿Eres tonta, linda? —le pregunté mientras me giraba a verla y acariciaba su mejilla —Ahora el idiota de Will tiene un motivo más para reprobarnos.
—Es un imbécil —dijo entre dientes.
—Lo se, lo se —asentí y la besé cortamente —Pero no te preocupes, ya arreglaremos las cosas.
—¿Vas a venir a casa hoy? —me dijo mientras sus ojos avellanas se clavaban en los míos.
Sonreí y acomodé un poco su cabello.
—Lo lamento, bonita, pero no. Hoy tengo… que hacer unas cosas importantes con mi padre. Ya sabes, lo de siempre.
Ella hizo un leve puchero y rodeó mi cuello con sus brazos.
—Me tienes abandonada, Brittany Pierce. Eso no me gusta —su puchero se intensificó.
—Siento interrumpir —ella se acercó a donde estábamos nosotros y su mirada se clavó con reproche en la mía —Pero tenemos que irnos Rach, se nos hace tarde.
—Ya voy Meredith, solo dejame despedirme de mi novia —le dijo ella.
—Todo lo que quieras —le dijo ella y mientras se alejaba me guiñó un ojo.
Sonreí por lo bajo y volví mi vista a Rachel
—Bueno, entonces nos vemos mañana —dijo. Asentí y la besé cortamente.
—Prometo que voy a tratar de ser una mejor novia —le dije mientras me alejaba de ella.
—¿Sabes cuantas veces escuché eso? —susurró Fabray cuando me acerqué a ella.
—Te amo —me dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.
—Adiós —le dije antes de dar media vuelta y comenzar a caminar de nuevo con mi amiga.
—Eres la peor persona del mundo, ¿sabías? —me dijo ella.
La miré y sonreí.
—¿Por qué? —le pregunté.
—No creo que haga falta que te lo diga ¿o si? —preguntó.
Me encogí de hombros y llegamos hacia nuestros respectivos autos. Miré a mi amiga antes de subirme.
—La carne es débil, hermanita, la carne es débil —le aseguré y me subí a mi coche.
La vi negar levemente con la cabeza y subirse al suyo. Toqué dos veces la bocina en forma de despedida antes de salir de allí.
Me detuve frente a un semáforo. Estiré mi mano y prendí la radio… quizás escuchar un poco de música estaría bien. Mi celular comenzó a sonar. Miré la pantalla y sonreí.
—Dime —dije al contestar.
—Eres la peor —dijo ella.
—¿Lo crees? —pregunté.
—Ciertamente… no. Pero odio que hagas esas escenitas estúpidas con ella delante de todo el mundo.
—Es mi novia —le dije.
—Aun así tendrías que tenerme un poco de consideración. Por si no te habías dado cuenta me muero de los celos.
—¿Cuánto?
—¡Mucho! —chilló —Pero ese es el precio de ser la segunda.
—Tú misma lo has dicho, dulzura —dije divertida.
—¿Vas a venir esta noche, cierto? —preguntó en voz más baja.
—¿Dónde estás? —le pregunté al recordar que ella seguramente estaba con Rachel.
—Estamos en un café… Rachel quería entrar un segundo al baño. Pero es no es lo importante. Responde mi pregunta.
—¿Alguna vez te he fallado? —le dije.
—No —dijo ella.
—Perfecto, dulzura. Entonces no te preocupes porque ahí estaré.
—Más te vale, bonita.
Sonreí y colgué para volver a manejar. Más rápido de lo que esperé llegue a mi casa. Al parecer Hanna ya había llegado pues el auto de Sam estaba allí.
¿Cuánto más tendré que soportarlo? ¿Cuándo va a ser el día en la loca mi tia recupere la cordura? Creo que nunca. Pobre de mí.
Me bajé y soltando un suspiró caminé hasta la puerta. Entré y no había nadie en la sala. Miré a mí alrededor y todo estaba silencioso. Seguro que Hanna esta en su cuarto teniendo un poco de intimidad con su novio. Aunque por lo que se nunca lo han hecho aquí… mi padre la mataría. Subí las escaleras y entonces lo escuché maldecir. Miré hacia la puerta de su despacho y con cuidado me acerqué. Golpeé dos veces.
—Pase —dijo él con tono enojado.
Abrí y me asomé.
—¿Estas bien? —le pregunté.
—Oh, eres tú. Ven necesito hablar contigo.
Entré del todo y tomé asiento frente a mi padre. Richard Pierce es un hombre hecho y derecho. Siempre siguiendo reglas y normas. Ex comandante del ejército y como ex miembro sigue siendo todo un autoritario. Todo tiene que estar en orden y en perfecto estado.
—¿Pasó algo? —le pregunté ya que él no hablaba y solo miraba unos papeles que tenía en sus manos.
—Tu prima ¿fue a decirte mi recado hoy a la mañana? —me preguntó.
Solté un suspiró.
—Si, me lo dijo —contesté.
—Perfecto, entonces espero que entiendas que no quiero a esa chica rondando por mi casa como si nada.
—Pero, papá, ella es mi novia ¿Por qué Hanna puede traer a Sam? —dije molesta.
—Hanna es Hanna y tú eres tú. El novio de tu prima ha venido hasta a mí para hablar como una persona responsable y adulta. Yo no veo otro comportamiento que no sea el de una niñita caprichosa por parte de Rachel
—Bien, esta bien —dije ya irritada —Ya no quiero hablar de eso ¿Cómo van las cosas para la campaña?
—Todo marcha bien —dijo sin ningún tipo de emoción —Si siguen así las cosas pronto seré gobernador.
—Me alegro —me puse de pie —Me voy tengo que hacer unas cosas.
—Ve —dijo sin mirarme.
Lo miré una vez más y salí de su despacho para entrar a mi habitación. ¿Puede ser que de una vez comprenda por qué mi madre hizo lo que hizo? No… eso no tiene explicación. Ella simplemente era una perdida y si terminó así fue por su culpa.
De nadie más.
Entré a mi cuarto y entré al baño para pegarme una ducha y dormir un rato. Me cambié y me tiré pesadamente a mi cama. Cerré los ojos y entonces su rostro apareció en mi cabeza.
—¡Mírate! ¿Acaso pensaste qué porque me decías que te gustaba me iba a tirar encima de ti a acosarte o algo por el estilo? No me gustas, no me pareces atractiva amiga. Además de se nota a leguas de que eres muy imbécil. Así que hazme el favor de meterte tus palabras en donde mejor te quepan, porque ya me estas colmando la paciencia y apenas han pasado unas horas desde que llegué. Te lo recomiendo, Blondie. No me busques porque te podrías sorprender.
Abrí mis ojos y su rostro se fue.
Estúpida, ¿Quién se cree que es? Estoy segura de que esa tonta me va a dar muchos dolores de cabeza. Pero no se la voy a hacer fácil. Si se mete conmigo no sabe realmente con quien se esta metiendo.
Además… ¿Qué hago yo pensando en esta tonta? Yo no sé que es lo que Quinn le ha visto.
—Lo tendré en cuenta, Warrior. Quédate tranquila.
Reí por lo bajo y me senté en la cama. No puedo negarlo podrá ser una tonta, pero es inteligente y despierta. Negué con la cabeza y me volví a acostar. Necesito dormir un poco hoy va a ser una noche interesante.
Me bajé del auto y caminé jugando con las llaves del mismo hasta la puerta de su casa. Toqué el timbre y unos segundos después la puerta se abrió.
Ella sonrió sin separar los labios y estiró su mano para tomarme de la blusa y acercarme a ella.
Su boca tomó la mía de manera dominante y pasional.
Cerré la puerta detrás de nosotros y coloqué mis brazos alrededor de su cintura para acercarla un poco más.
—Pensé que no vendrías más —dijo cuando se alejó.
—Ya te lo dije Meredith, ¿Alguna vez te he fallado? —pregunté.
Ella negó con la cabeza y volvió a besarme. Esta vez no de manera posesiva sino de aquella manera que lograba encenderme considerablemente. Meredith Blake es una chica voluptuosa de cabello rubio lacio. Ojos turquesas. Labios lindos, muy lindos. Ella es la mejor amiga de mi novia. Y ustedes dirán ¿Cómo puedes estar con la mejor amiga de tu novia? ¿Qué clase de monstruo eres? Como se lo dije a Quinn la carne es débil y nada se puede hacer por ello. Y estoy con ella porque me divierto un poco, me distraigo del resto del mundo. Y simplemente porque me gusta.
Se alejó de mis labios y me miró fijo a los ojos.
—¿Ya cenaste? —me preguntó.
—Si, quédate tranquila —le dije.
—¿Qué quieres que hagamos? Podemos ver una película, pedir helado o…
—¿O qué?
Ella rió divertida y negó con la cabeza.
—Hablar —dijo y se sentó en el sillón.
Me acerqué hasta ella y me senté a su lado. Ella se acercó más a mí y se apoyó contra mi pecho. Tomó el control de la tele y la prendió.
—Rachel no te habrá descubierto hablando conmigo ¿verdad? —le pregunté.
—No —dijo soltando un suspiro —Cuando salió del baño yo ya había terminado de hablarte.
—¿Qué hicieron hoy? —dije para tener un tema de conversación.
—Además de ir a ver ropa y hablar de ti… nada.
—¿Hablar de mí? —pregunté divertida.
—Rachel se la pasa hablando de ti. Hay veces que me dan ganas de pegarle. Ya que se la por contarme cuando están juntas —se incorporó y me miró fijo a los ojos.
Reí divertida y levanté mi mano para acariciar su mejilla.
—Lo siento mucho, dulzura. Pero tienes que aceptar que ella es mi novia. Es obvio que va a hablarle a su mejor amiga de nosotras.
—¿Por qué no la dejas, Brittany? —me preguntó. Saqué mi mirada de la suya.
—No puedo —contesté.
—¿Por qué no puedes? Siempre me respondes lo mismo. Pero es obvio que ya te cansaste de ella, sino no estarías conmigo.
—Simplemente no puedo Meredith —dije ya irritada.
Ella se quedó callada y volvió su vista a la tele.
—Entonces creo que lo mejor va a ser que nosotras dejemos de hacer esto que estamos haciendo —sentenció y me volvió a mirar.
—¿Qué? No, ¿Por qué?
—Brittany… tú me gustas, mucho. Pero ya me estoy cansando de esconderme y de, aunque no lo creas, hacerle esto a mi mejor amiga.
—Vamos, no seas tonta. Si de verdad te importara no te hubieses acostado conmigo nunca. Así que no salgas con idioteces.
Ella se puso de pie y me dio la espalda.
—No son idioteces. Ya no me gusta esto, cada vez se me hace más difícil estar cerca de ti y de Rachel. Verlas besarse, que la abraces. Ya no quiero esto.
Me puse de pie y me acerqué a ella. Se giró a verme y levanté mi mano para acomodar un mechón que caía sobre su rostro.
—Aunque no lo creas, yo, te necesito, Mer. No arruines esto que tenemos. Se que es difícil pero te aseguro que me sentiría muy mal si lo terminas.
—¿Enserio lo dices? —preguntó en voz baja mientras rodeaba mi cuello con sus brazos. Coloqué mis brazos alrededor de su cintura.
—Siempre te hablo enserio, dulzura —susurré y me acerqué a ella para besarla.
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Mensaje por Gleek23 Mar Sep 18, 2012 3:51 pm

Oh britt esta en problemas jaja y quinn embobadisima con san jajaja que mas pasara? Siguelaaaa
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Mensaje por tatymm Mar Sep 18, 2012 10:40 pm

wowww nunca pense en ver a britt tan mala jaja pero me gusta! muy buenos cap!1 te pasaste!
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Mensaje por Sheccid Miér Sep 19, 2012 1:20 am

Wow, acabo de leer la que llevas de historia y tengo que decirte que me tienes completamente a tus pies... AMO a la Santana dominada por Snixx rodeada de armas y sabiéndola dueña de un portuario kilométrico,no puedo explicar la fascinación que crea en mi saberla asesina, así que espero verla en acción y seré enormemente feliz.

Brittany es una completa idiota, pero me gusta que no la caracterizarás como la tierna corderita por la que todos siente lástima o ternura, y mucho más me gusta que se enfrente a San y niegue lo que empieza a sentir por ella, inclusive que gusta que sea una conquistadora infiel (una perra, y disculpa la expresión) para que la latina le coloque un hermoso collar cuando caiga a sus pies. La pareja entre Britt y Rachel siempre me ha parecido la cosa más rara del planeta, pero aquí muero de la risa cada vez que la rubia desarma la prepotencia y arrogancia de la judía... Pero tengo una gran curiosidad por saber el motivo por el cual no la puede dejar.

Me gusta la historia entre Alex y Arizona, a la que nunca nunca imaginé hetero, ojalá aprovechando la nueva misión de Santana renazca.

Lamento que Hanna terminará siendo el medio que conduzca a Santana a alcanzar su objetivo cuando fue la única que le brindo su amistad sinceramente, veremos como San evitará quererla para no dañarla de más o hacerlo ella.

No me queda más que darme mis eternos agradecimientos, y repetirte cuanto me encanta tu historia, estoy super ansiosa por seguir leyendo y por saber como será finalmente el acercamiento entre las Birttana.
MIL GRACIAS
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Mensaje por mnddz Jue Sep 20, 2012 1:10 am

Capitulo nueve: Papá.




Escuché que la puerta de la casa se abría. Dejé lo que estaba comiendo y salí a la cocina para encontrarme con él. Esbocé una gran sonrisa y él me miró.
—¿Por qué tan contenta, Monstruito? —me preguntó mientras dejaba sus cosas sobre el sillón y se acercaba a mí. Me dio un pequeño beso en la frente y entró en la cocina. Entré detrás de él y me volví a sentar en donde estaba.
—¿Cómo te fue hoy? —le pregunté.
—Creo que esa pregunta la tendría que hacer yo, ¿Qué tal tu primer día como una chica normal? —dijo mientras robaba de mi plato un par de papas fritas. Lo miré mal.
—No me robes mi comida. Sabes que no me gusta —le advertí.
—Lo siento, lo siento —dijo levantando sus manos al aire. Reí por lo bajo y volví a comer.
—Creo que no hace falta que te conteste. Robbins ya te debe de haber informado de todo.
—Por un lado si y por el otro no. Solo me dijo que hubo un cambio de objetivo.
—Así es —dije mientras soltaba un suspiro —Tenías razón al decir que la hija de Pierce sería una completa idiota. Porque simplemente lo es.
—Era de esperarse Monstruito ¿Y quién será tu nuevo objetivo? —me preguntó.
—Su prima, Hanna Marin. Ella vive con su prima y su tío porque al parecer su madre esta en un loquero —dije mientras agarraba la botella para tomar un poco de gaseosa.
—Pobre niña —aseguró él y volvió a robarme un par de papas.
—Ya no hagas eso, Extraño. Por tu bien lo estoy diciendo.
—Es más fuerte que yo… comételas más rápido, por dios. ¿Y qué tal el resto de tus nuevos compañeros? ¿Han sido amables?
—Si —dije sonriendo levemente —Hay un grupo muy… muy… sólido. Son amigos de Hanna y ella me los ha presentado.
—Eso es bueno, significa que ya te ha tomado confianza —dijo él. Asentí con la cabeza.
—Además hoy me han puesto en un grupo de trabajo y estoy con Hanna. Y para mi desgracia con la decerebrada de Pierce.
—Bien, quizás tengas un nuevo objetivo pero no es malo que te alejes de Pierce Jr. Ella podría servir de mayor información.
—Eso no me agrada para nada —le aseguré. Él rió por lo bajo y terminó de servirse su propia comida —¿Y tú? ¿Qué hiciste hoy?
—Además de escuchar las tonterías de Robbins… nada —dijo exasperado. Reí por lo bajo y negué con la cabeza —Oh si, ha llamado el presidente… dice que está muy contento con tu trabajo. Y con lo que estas haciendo ahora.
—¿El presidente? —dije asombrada —Él nunca llama.
—Si, lo se. Pero esta vez ha llamado. Y gracias a ello el ego de Arizona subió hasta el techo. Pobre se golpeó la cabeza.
—Ya lo creo —dije divertida.
—¿Y algún muchacho se te ha tirado encima? —preguntó.
Comencé a toser pues me atraganté con la papa que estaba comiendo. Alex me miró realmente divertido y me pasó un poco de agua.
—¡No! —dije con voz aguda.
—Me estás mintiendo —dijo él.
—Claro que no —seguí con mi voz aguda. Carraspeé un poco mi garganta para poder hablar normal —No, nadie se me ha tirado.
—¿Te gusta, Quinn?
—No, apenas la conozco.
—Tú le gustas… a mí también —me dijo.
Por dios, solo estaba jugando conmigo. Pedazo de bubis de cilicona. Debería de golpearla algún día. Solo para ponerla en su sitio.
—¿En que piensas? —me preguntó. Sacudí mi cabeza y lo miré.
—En que es tarde, Extraño. Ya me voy a la cama.
—¿No vamos a ver la tele juntos? —dijo frunciendo levemente las cejas.
Sonreí levemente y lo miré. Ahora tengo que andar diciendo que él es mi padre. Y si algún día llegaran a venir por aquí, tendría que llamarlo de esa manera. Alex es como un padre para mí. Y creo que él lo sabe aunque yo nunca se lo haya dicho. Miré la hora en la pared de la cocina y volví a sonreír.
—Es hora de Los Simpson —dije.
—Exacto —agregó él.
Salimos de la cocina y nos dirigimos a hacia la sala. Nos tiramos al mismo tiempo sobre el mullido sillón y Alex tomó el control para prender la tele. El canal FOX ya estaba sintonizado y con ello uno de mis programas favoritos.
—Los del nuevo Springfield tienden a usar frases como 'Ah, si' o 'Ven aquí'.
—¿Ah si? —Homero agitó la mano frente al televisor —¡Bart, ven aquí!
—No, tú ven aquí —le dijo él.
—¿Ah si? —volvió a repetir el gordo calvo agitando su brazo.
Estallé en risas mientras me acurrucaba contra Alex. Él también rió divertido y se acomodó mejor en el sillón.
—Nunca me canso de ver este capítulo. Homero se vuelve más tonto de lo que es —le dije.
—El siempre es tonto, Monstruito —dijo divertido.
Volvimos a mirar la tele. Y me sentí extraña… Alex es el extraño así que él debería de sentirse así. Pero… ¿Cómo no sentirme extraña si estoy una casa? Mirando la tele en sillón sentada al lado de la única persona que tengo en el mundo. Es para sentirse extraño.
Pasaron tres capítulos seguidos de mis queridos Simpson. Soltando un bostezo involuntario me puse de pie. Miré a Alex y él estaba completamente dormido.
Subí las escaleras y fui a uno de sus armarios para buscar una frazada. Volví a bajar y él ya estaba completamente acomodado sobre el sillón. Sonreí y me acerqué para taparlo. Lo miré bien y un nudo se formó en mi estomago.
¿Qué hubiese sido de mí, si este hombre jamás me hubiese buscado? ¿Dónde estaría yo en este momento si no fuera por Alejandro Lopez?
Por alguna extraña razón mis ojos se llenaron de lágrimas. Los apreté con fuerza para que se fueran. Yo nunca lloro y no tengo por que hacerlo.
—Duerme bien, papá —le susurré antes de ponerme de pie.
—Gracias, hija —escuché su voz por lo bajo.
Me giré a verlo y abrió uno de sus ojos para mirarme. Tomé una de las almohadas y se la arrojé justo en la cara. Él rió divertido y se sentó en el sillón.
—Eres un tonto —dije mientras subía las escaleras.
—Oh vamos, ¿estás enojada? —preguntó y se puso de pie para comenzar a subir las escaleras también.
—Si, si lo estoy —continué caminando.
—¿Por qué? —sentí sus pasos más cerca de los míos.
Aceleré y abrí la puerta de mi cuarto.
—Porque no tenías porque estar despierto —le dije y le cerré la puerta en la cara.
—Monstruito, no tienes porque sentir vergüenza de decirme papá. A mi me encanta que lo hagas —habló detrás de la puerta.
—Pero a mí no me gusta que lo escuches —rezongué mientras me empezaba a cambiar la ropa de casa para ponerme el pijama.
—¿Por qué no? Vamos Santana… ábreme.
—No, vete. Voy a dormir.
—Mañana no te prepararé el desayuno —me amenazó.
—Oh Extraño, búscate una mejor amenaza que esa. Se perfectamente como prepararme un par de tostadas y un jugo —dije mirando a la puerta.
Caminé hasta el baño y entré a él para lavarme los dientes.
—¡Pues bien, veamos como te las arreglas sin mí mañana en el desayuno! —dijo elevando más su voz.
—¡Bien! —dije yo también.
—¡Perfecto! —siguió él con aquel tonó de sarcasmo.
—¡Genial! —seguí yo.
—¡Bien! —agregó él.
—¡Adiós! —grité desde el baño.
—¡Adiós! —gritó él y lo escuché alejarse de la puerta de mi habitación.
Salí del baño y me acosté en la cama. Solté un suspiró al notar la sombra de Alex por debajo d la puerta.
—¿Por qué no has ido aun? —le pregunté.
—¿De verdad estás enojada? —preguntó con voz preocupada. Reí por lo bajo —Prometo que nunca más voy a escuchar lo que me dices mientras duermo.
—Está bien, te perdono —dije sin dejar de sonreír pero haciendo que mi voz sonora seria.
—¿Mañana puedo hacerte el desayuno?
—Si, si puedes —reprimí una risa en mi garganta —Ahora vete a dormir Extraño, es tarde.
—Está bien, hasta mañana Monstruito. Y aunque a ti no te guste decirlo, a mí si me gusta. Así que ahora que te tengo en casa, como siempre quise, voy a comportarme como todo padre meloso y protector. Siempre serás mi pequeña hija Monstruito.
—Ya vete —le dije mientras sentía aquel molesto nudo en mi estomago.
—Yo creo que la extraña eres tú, no yo —dijo divertido —Que duermas bien, Santana
—Igual tú, pa… Extraño —me corregí antes de volver a sonar como una estúpida.
Lo escuché reír por lo bajo y vi como su sombra desaparecía. Me acosté bien en la cama mirando fijamente el techo.
'Agradece la vida que tienes, Santana' —la molesta voz de mi conciencia sonó con algo de fuerza en mi cabeza.
'¿Acaso crees que no lo hago?' —le pregunté irónica.
'Entonces llora si quieres llorar'
'Pero yo no quiero llorar'
'Si quieres llorar, por poco y casi lo haces'
'Mejor cállate entrometida, y déjame en paz'

Me coloqué bien boca abajo y cerré mis ojos. Pronto sentí mis parpados pesados y me reí en mi fuero interno al recordar mi capítulo favorito de Los Simpson.
—¿Puedes hacerme el favor a apurarte? —me dijo Alex
—Lo lamento Extraño, pero tú eres el que se quedó dormido —lo reté mientras terminaba de acomodarme. Tomé una tostada y le di un amplio mordisco. Tomé el jugo y lo tomé rápidamente —Vamos.
Él tomó su abrigo y salimos rápidamente de la casa. La imponente moto de Alex nos esperaba tranquila debajo del árbol. Él se subió primero y luego me subí yo. Arrancó y a toda velocidad salimos de allí.
—Arizona se va a poner insoportable —se quejó.
—Es tu culpa… tú quisiste ver Los Simpson hasta tarde —le recordé.
—Pero tú no te quejaste de ello —me reprochó.
—Bien, tienes razón… solo acelera.
Hizo caso a mis palabras y aceleró.
Se detuvo abruptamente delante del instituto. Aun casi nadie había entrado. Y casi todo el mundo que estaba allí. Se giró a vernos. Me bajé despacio y me giré a verlo.
—Por si no lo sabías, hijita, tu padre es todo un galán —me dijo mientras arqueaba ambas cejas. Puse mis ojos en blancos y luego lo miré mal.
—Vete de una vez… asustas a las personas.
—Si, seguro —dijo y arrancó a toda velocidad.
Solté un suspiro y giré para encontrarme con Hanna y Sugar.
—¿Quién era él? —preguntó la rubia.
—Emmm, mi padre —le dije y acomodé mi garganta.
—¿No es muy joven para ser tu padre? —dijo Sugar. Abrí mi boca para hablar pero las palabras no salieron.
—Bueno… si, ya sabes que hay mucha gente que sin querer tiene hijo de joven. Y eso pasó con mi padre.
—¿Y tu madre?
—Oh, una perdida. Se fue cuando… cuando yo tenía unos días de vida. Mi padre ha luchado mucho por mi desde entonces —dije sonando realmente dramática.
—Eso debió ser terrible para él —susurró Hanna
—Y no me imagino cuanto para ti —la siguió Sugar.
Sonreí por lo bajo.
—Tranquilas… él lo sobrellevó perfectamente. Y a mí nunca me hizo falta nada.
—Si, eso se nota —asintió la rubia.
—Bueno, ¿entramos? - pregunté.
—Oh, si, si. Antes de que se nos haga más tarde —dijo Sugar.
—Santana, hoy en la tarde vamos a juntarnos en mi casa… ¿vienes? —dijo Hanna
'Bingo'
La voz volvió a sonar en mi cabeza. Sonreí mostrando una perfecta sonrisa. Pero antes tenía que parecer un poco arisca.
—¿No crees que un poco pronto? No me conocen mucho —les dije.
—Vamos —dijo Sugar divertida —Eres genial… se nota que eres una buena chica. Es solo una reunión para conocernos más y darte la bienvenida al grupo.
—Bueno si es así no podré negarme —dije y las tres reímos antes de entrar
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Brittana-  Nada en mi camino Empty Re: Brittana- Nada en mi camino

Mensaje por mnddz Jue Sep 20, 2012 1:14 am

Capitulo diez: Investigar.




—Me agrada el vestido que tienes puesto —me dijo Sugar mirándome de arriba a bajo.
El día de clases había terminado y habíamos quedado con las chicas en ir a nuestros respectivos hogares y volver a juntarnos en el instituto para ir a lo de Hanna
—Ojala pudiera decir lo mismo —dije entre dientes.
—¿Qué? —preguntó Mercedes que al parecer vio el leve movimiento de mis labios.
—No, que si es muy bonito… la… la novia de mi padre me lo regaló —les dije mientras me miraba a mi misma.
¡Por dios! ¿Qué hago yo con una cosa como esta? Color lila con detalles sobre el pecho y que apenas llega sobre mis rodillas. Definitivamente cuando terminé con esta maldita misión voy a quemar una y cada una de estas cosas.
—¿Tú padre tiene novia? —preguntó Sugar.
—Si, si. Su nombre es Arizona… una loca sin remedio la pobre. Pero se nota que lo quiere. Y aunque él me diga que ya esta harto de ella, se que no es cierto —dije mientras comenzábamos a caminar.
—Oigan —escuchamos un llamado. Las tres nos giramos a verlo. Sugar sonrió al ver a su media hermana dentro de su auto —¿Las llevo?
—Ay hermanita, eso sería grandioso —saltó contenta y corrió hacia el auto.
Mercedes rió por lo bajo y tomó mi brazo para comenzar a caminar. La miré extrañada. ¿Por qué tomaba mi brazo para caminar? ¿Acaso se sentía mal? Lo dejé de pasar, pues su rostro no muestra ningún tipo de mal estar.
Sugar estaba por subirse en la parte del copiloto, pero Quinn le dijo algo en voz baja. Ella asintió y volvió a cerrar la puerta.
—¿Hacia donde se dirigen? —preguntó la rubia de ojos verdes.
—Tú le gustas…
La voz de la maldita blondie sonó en mi cabeza.
—Vamos hacia lo de Hanna—dijo Sugar mientras abría la puerta de atrás y subía —Mercedes, ¿te sientas conmigo aquí atrás? Necesito comentarte una cosa.
—Si claro —dijo ella y se encaminó hacia la puerta abierta. Fruncí el ceño y me dirigí hacia allí también —San, ¿Por qué mejor no te sientas adelante? Vas a estar más cómoda que aquí atrás.
Miré a la chica rubia y ella me miró.
—Tú le gustas…
¡Maldita sea! Eso no es cierto. Ella solo estaba bromeando. Esta chica ni siquiera me conoce como para que yo le guste, ademas es una CHICA !
—Claro —dije soltando un suspiro y abrí la puerta del copiloto para sentarme.
—¿Cómo estas Santana? —me preguntó. La miré y me sentí repentinamente muy incomoda.
—Muy bien, ¿y tú? —le pregunté.
—Excelente —dijo esbozando una amplia sonrisa.
Tiene una linda sonrisa. Tiene lindos ojos… Me gusta su pelo. Mechones rubios caen sobre su rostro, dan ganas de acomodarlo.
'Yaaaa, ¿también vas a decir que es una copia exacta de Blake Lively? —ya es habitual que mi conciencia me este hablando.
'Solo lo estoy contemplando'
'Si, seguro. Tonta'
—Pon un poco de música, Quinn —habló Sugar y me giré a verlas.
—Con gusto hermanita —dijo ella.
—¿Y… alguien más irá a la reunión? —les pregunté.
El auto arrancó y una canción familiar para mis oídos comenzó a sonar en la radio.
—No, es solo reunión de chicas. Antes íbamos Hanna, Mercedes y yo. Pero ahora tenemos una nueva integrante.
—¿Esa soy yo, verdad?
—Si —dijeron las dos divertidas.
—¿Y puedo saber qué es lo que tanto hacen en sus benditas reuniones? —preguntó Fabray.
—Eso no es de tu incumbencia —respondió Sugar.
—Cosas de amigas ! —dijo sin importancia Mercedes.
¡Aay, no! Cosas de amigas… lo detesto.
—Eso si que debe ser muy interesante —dijo irónica. Reí por lo bajo y ella me miró. Sonrió y volvió su vista al frente —¿Tú también lo encuentras interesante?
—Es… es divertido hablar de cosas de "amigas" —la nariz me va a crecer como a pinocho —Pero no voy a negar que amo el fútbol y ver partidos los domingos mientras como nachos con queso y tomo litros de gaseosa.
—¿Sabes las calorías que contiene lo que acabas de decir? —preguntó atónita Sugar.
La miré divertida y negué con la cabeza.
—¿Y haces eso siempre? —prosiguió Mercedes
—Todos los domingos —aseguré.
—Eso es genial —musitó Quinn y la miré.
Ella no dejaba de mirarme. Una media sonrisa se curvaba en su rostro. Alcé ambas cejas esperando a que dijera algo.
—¡Quinn mira al frente! —le gritó Sugar y al instante el reaccionó.
Giró hacia su derecha y esquivó a un auto que estaba detenido en doble fila. Las cuatro soltamos un suspiro a la vez.
—Eso estuvo cerca —susurró ella.
—Si, eso te pasa por estar mirando en donde no tienes que mirar —dijo no con un muy buen tono Mercedes. Nadie dijo nada después de aquel pequeño incidente. Lo único que se escuchaba en el auto era la radio y la voz insoportable de aquel locutor que me estaba hartando.
Quinn se detuvo frente a una lujosa casa de tres pisos. Mi boca se abrió levemente al contemplar aquel lugar.
—Wow —dije sin intención de decirlo.
—Lo se —dijo la rubia —Es enorme. Yo no sé como hacen para no perderse
La miré y sonreí. Ella es simpático… y como lo dije antes tiene una linda sonrisa.
Sugar y Mercedes bajaron de auto y copié su acción. Cerré la puerta con cuidado y miré una vez más a su conductor.
—Gracias por alcanzarnos, hermanita —le dijo Sugar mientras caminaba con Mercedes hacia la entrada.
—No es nada —le dijo ella.
—Adiós —dije mientras comenzaba a caminar.
—Santana —me llamó. Me giré verla —¿Tu equipo favorito?
—Ninguno —contesté. Ella frunció el ceño —Todos son demasiado malos.
Ella rió por lo bajo y volví a caminar. Aceleré mis pasos para alcanzar a las chicas. Miré a Mercedes y ella tenía una expresión rara en el rostro. Miré a Sugar y un 'luego te explico' salió de sus labios pero sin voz. Tocaron el timbro y unos cuantos segundos después la gran puerta se abrió para mostrarnos a la simpática prima de Pierce. Ella sonrió contenta y nos dio el paso. Mi boca se volvió a abrir al ver el interior de aquella casa. Esto si que es realmente enorme.
—Que bueno que ya llegaron —dijo Hanna y nos saludó a cada una con un beso —¿Tienen hambre? ¿Sed?
—Preparemos unos licuados —sugirió Sugar.
—Genial —dijo Hanna y luego miró a Mercedes—¿Y a ti qué te pasa?
—Nada —dijo y me miró —Absolutamente nada.
Caminó con prisa hacia la cocina. Las tres la miramos extrañadas.
—Quinn —musitó Sugar antes de ir tras ella.
—Oooh, no de nuevo —dijo exasperada la rubia.
—Lo siento pero… no entiendo nada —le dije. Ella me miró y soltó un suspiro.
.—Mercedes está enamorada de Quinn —comenzó a contarme en voz baja mientras caminábamos hacia la cocina —Ellas tuvieron algo hace algún tiempo, pero no funcionó.
—¿Y yo que tengo que ver con todo eso? —pregunté confundida.
—Quinn es una chica muy buena, dulce, pero demasiado… demasiado enamoradiza. Puedo asegurarte que ahora tú le gustas.
—¿Qué? —mi voz se volvió a agudizar.
—Pero tranquila… a Mercedes ya se le va a pasar.
—A mí… a mí no me gusta Quinn —dije nerviosa.
—No te preocupes, San. Esto es pasajero, pasa siempre.
Asentí y entramos a la cocina.Sugar le hablaba por lo bajo a Mercedes mientras que esta asentía con la cabeza. Ambas nos miraron.
—Lo siento, Santana —me dijo. La miré bien.
—No… yo lo siento —dije sin saber porque —Quiero que sepas que no me gusta Quinn.
—Lo se —dijo soltando un suspiro —Solo soy yo mis y estúpidos celos.
—Pero ahora nada de amores, y esas cosas. ¡Vamos a darle la bienvenida a una nueva amiga al grupo! —dijo elevando su voz Hanna
Reímos divertidas y nos pusimos a preparar las cosas. Las horas pasaron rápidas. Estas chicas hablan sin parar. Tuve que hablarles sobre 'mi vida' en Los Ángeles y la trágica historia del abandono de mi madre. Ellas prestaron mucha atención a cada una de mis palabras. Pero yo necesitaba salir un minuto de aquella cocina e investigar un poco.
—Lo siento, pero necesito ir al baño —le dije a Hanna
—Si, subes las escaleras y encontraras el baño al final del pasillo a tu izquierda.
.—Perfecto, enseguida regreso —les dije y me puse de pie.
Salí de la cocina y me dirigí a aquellas imponentes escaleras. Comencé a subir con cuidado y pronto llegué al primer piso. Miré hacia mi derecha y un montón de puertas había de aquel lado. Miré hacia mi izquierda y lo mismo pasaba. ¡Diablos! ¿Cómo voy a saber cual es cual?
Tomé mi celular y marqué el número de Robbins
—¿Qué pasó? —me preguntó.
—Estoy dentro de la casa de Pierce —le dije mientras comenzaba a acercarme a una puerta para abrirla. Aquel lugar no era un despacho. Volví a cerrar.
—Eso es estupendo, ¿Dónde estas ahora? —me preguntó.
—Solo necesito que busques un plano de la casa o algo por el estilo y me digas en donde demonios está el despacho —dije hablando en voz más baja.
Unas voces se escucharon a lo lejos. Colgué el teléfono y entré en la primera puerta que tuve al frente. Las voces se hicieron más cercanas y cerré con cuidado para no hacer ruido al lugar al que había entrado. Giré lentamente para encontrarme con la cosa que jamás quise encontrarme en mi vida. Aguanté la respiración.
Ella dormía boca arriba, totalmente desparramada en aquella cama. Una de sus piernas colgaba fuera del colchón. La miré fijo, contemplando lo débil que se ve dormida. Mi celular comenzó a sonar. Rápidamente lo tomé ya que ella comenzó a moverse.
—¿Y? —pregunté en voz baja.
—¿Dónde estas ahora? —me dijo ella.
—En el cuarto de Brittany —musité mientras la miraba acomodarse para seguir durmiendo.
.Solté el aire que había estado aguantando.
—Bien, el despacho de Pierce está a dos cuartos del de Brittany. Pero de la mano del frente.
—Genial, adiós —colgué rápidamente y me apoyé sobre la puerta. La miré una vez más antes de salir —Hasta dormida te ves idiota.
Salí de allí y miré hacia la dirección a la que tenía que ir. Al parecer las personas que estaban en aquel piso ya no estaban pues no había señal de ningún movimiento. Llegué a la puerta indicada y abrí con cuidado. Asomé apenas mi cabeza y para mi buena suerte no había nadie en aquel lugar. Entré del todo y sin rodeos me acerqué al escritorio.
Comencé a abrir los cajones. Mi celular volvió a sonar.
—Ya estoy adentro —le dije a Robbins.
—Perfecto —aseguró ella —¿Qué estas haciendo?
—Estoy revisando unos papeles —dije mientras tomaba unas cuantas carpetas que había allí.
—¿Y qué dicen? —preguntó.
—Mmm… son todos papeles de la campaña. Hablan sobre las condiciones y tareas que tendría que tomar Pierce si ganara.
—¿Qué más hay? —dijo ella.
—Espera, espera. No soy Flash —le dije. Tomé más papeles y los leí rápidamente —Hay facturas de publicidades y tonterías.
Guardé los papeles en el cajón y comencé a revisar los demás.
—Revisa bien, por favor. Cualquier cosa sospechosa es importante.
—Lo se, lo se —puse mis ojos en blanco. ¿Acaso piensa que no sé hacer mi trabajo?
En los demás cajones había la misma porquería que en el primero
—¿Y? —preguntó impaciente Robbins
—No, no hay nada —suspiré y llegué al último cajón. Intenté abrirlo pero no se podía. Este cajón tiene llave —Espera… hay un cajón que tiene llave.
—¡Ábrelo! —dijo exaltada.
—Te llamo cuando lo abra —dije y colgué.
No voy a poder hacerlo tranquila si ella esta taladrándome la cabeza. Tomé un pasador de mi cabeza y con él comencé a abrir. Un 'Clic' me informó que la cerradura había cedido. Sonreí y lentamente abrí el cajón. Fruncí el ceño al ver que estaba lleno de sobres. Tomé uno y lo abrí. Una foto cayó del mismo. La tomé y la miré. Aquella era la esposa de Pierce. Giré la foto y atrás decía algo que me desconcertó totalmente.
—Extraño a nuestro hija, ¿Cuándo podré verla?
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Mensaje por tatymm Jue Sep 20, 2012 1:51 am

woww te has pasadooo muyy buen cap!!!
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