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Brittana - The last chance.
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Brittana - The last chance.
"¿Por que a mí?" Cap 1.
Era muy complicado estar en un colegio exclusivamente para chicas y no sentirse atraída por algunas, pensó Santana sentada en su mesa, pensativa como siempre. Y sobre todo, no podía evitar sentirse atraída por Brittany. "Brittany... esa preciosa chica alta y rubia, perfecta" -Pensó. Era la chica ideal. Pero el problema era, que estaba saliendo con Sam Evans, un chico de la escuela pública con unas grandes abdominales y una boca descomunal. Pero había que reconocerlo, era muy guapo.
-¿Me puedo sentar aquí? -Preguntó Brittany, sonriente como siempre. Santana, volviendo al mundo real, asintió asombrada con la cabeza, sonriendo.
Después de unos cortos minutos, Santana decidió hablar a Brittany. Tenía que hacerlo, no podía resistirse.
-¿Qué tal estás Brittany? -Preguntó la morena, mostrando su perfecta dentadura.
-Muy bien, gracias. ¿Y tú?
-Igual. -Responde, embobada por sus preciosos ojos azules.- ¿Y con Sam? -Vuelve a preguntar Santana. Esa pregunta voló de su boca, nunca tendría que haber pronunciado esas palabras, pero no pudo resistirse.
-También muy bien. -Dijo mostrando una gran sonrisa al acordarse de él. Esa respuesta derrumbó a Santana. ¿Por qué siempre tenían que gustarle las personas equivocadas?
-Me alegro mucho. -Contestó la morena con la mayor felicidad que pudo, ocultando toda su decepción.- Me alegro de verdad.
Después de esa conversación decepcionante para una y alegre para otra, estuvieron todas las horas juntas. Brittany era nueva en aquella escuela y solo llevaba dos meses aquí, pero se había ganado muchos corazones. Además de ser popular, todo el mundo la adoraba. Incluida, como no, Santana. Habían pasado todo el día riéndose, sin acordarse de Sam, pero por la tarde, Santana debía ir al médico. Su madre la llevó a que se hiciera una revisión, como todos los años, por prevenir.
-Mamá, ¿de verdad tengo estar aquí? -Dijo, sentada en una de las sillas de la consulta, esperando a que la chequearan. Santana se levantó de la silla, girando sobre si misma haciendo que su vestido volara también un poco, sonriendo.- Estoy perfectamente.
-Sí, lo sé cariño, pero hay que hacerlo. -Comento su madre. Santana sabía que tenía razón. Además, no la costaba nada. Solamente la medirían, pesarían, la sacarían un poco de sangre... nada por lo que preocuparse.
Mientras a Santana la estaba viendo el médico, Brittany estaba con su guapo novio, tomando un café.
-¿Sabes? -Dijo Sam, acercándose más a ella.- Dentro de unos días haremos un mes juntos.
-Oh, te acuerdas. -Comenta Brittany sonriendo ampliamente.
-¡Claro que me acuerdo! -Exclamó divertido el rubio, manchando la nariz de Brittany con un poco de nata.- Te quiero mucho. -Comentó de repente Sam, completamente enamorado.
-Y yo a ti. -Dijo Brittany aún con nata en su pequeña nariz.
Santana sabía que algo iba mal. Algo ocurría. Tenía un pequeño moratón en su brazo, pero pensó que era de el otro día que se cayó. "Me hice bastante daño" -Recordó, riéndose al ver que toda su clase se rió al ver como se tropezaba con sus propios pies.
-Señora López. -Indicó el Doctor, haciendo que Santana y su madre entraran en una pequeña sala para ver los resultados.
Santana entró algo nerviosa a la sala. Nunca habían tardado tanto en darla los resultados. "No será nada" -Pensó, calmándose un poco.
-Tiene usted leucemia, señorita López. -Dijo el doctor, con tristeza en su cara. Estaba claro que esto era lo peor de su trabajo.
-¿Cómo? ¿¡No puede ser?! -Exclamó Santana completamente fuera de si. Eso era imposible. ¿Cómo iba a tener ella leucemia? Si ella se encontraba perfectamente.
-Lo siento muchísimo. De verdad. -Contestó el médico.
La madre de Santana comenzó a llorar desesperadamente. Su pequeña hijita, de tan solo 17 años tenía cáncer. ¡Cáncer! Oh Dios mío. No podía parar de llorar, era injusto. Hubiera preferido mil veces que le hubiera tocado a ella. "¿Por qué a ella Dios mío?" -Pensaba la Señora López. Hubiera dado su vida sin pensárselo dos veces para que Santana no tuviera que pasar por esto.
Mientras Santana no lloraba, no reía, no estaba sorprendida. No sentía nada. Era como si el mundo la estuviera gastando una gran broma, no sabía lo que pasaba. Lo único que deseaba era que el médico comenzara a reírse y dijera que era una broma, o despertarse de esta terrible pesadilla.
Era muy complicado estar en un colegio exclusivamente para chicas y no sentirse atraída por algunas, pensó Santana sentada en su mesa, pensativa como siempre. Y sobre todo, no podía evitar sentirse atraída por Brittany. "Brittany... esa preciosa chica alta y rubia, perfecta" -Pensó. Era la chica ideal. Pero el problema era, que estaba saliendo con Sam Evans, un chico de la escuela pública con unas grandes abdominales y una boca descomunal. Pero había que reconocerlo, era muy guapo.
-¿Me puedo sentar aquí? -Preguntó Brittany, sonriente como siempre. Santana, volviendo al mundo real, asintió asombrada con la cabeza, sonriendo.
Después de unos cortos minutos, Santana decidió hablar a Brittany. Tenía que hacerlo, no podía resistirse.
-¿Qué tal estás Brittany? -Preguntó la morena, mostrando su perfecta dentadura.
-Muy bien, gracias. ¿Y tú?
-Igual. -Responde, embobada por sus preciosos ojos azules.- ¿Y con Sam? -Vuelve a preguntar Santana. Esa pregunta voló de su boca, nunca tendría que haber pronunciado esas palabras, pero no pudo resistirse.
-También muy bien. -Dijo mostrando una gran sonrisa al acordarse de él. Esa respuesta derrumbó a Santana. ¿Por qué siempre tenían que gustarle las personas equivocadas?
-Me alegro mucho. -Contestó la morena con la mayor felicidad que pudo, ocultando toda su decepción.- Me alegro de verdad.
Después de esa conversación decepcionante para una y alegre para otra, estuvieron todas las horas juntas. Brittany era nueva en aquella escuela y solo llevaba dos meses aquí, pero se había ganado muchos corazones. Además de ser popular, todo el mundo la adoraba. Incluida, como no, Santana. Habían pasado todo el día riéndose, sin acordarse de Sam, pero por la tarde, Santana debía ir al médico. Su madre la llevó a que se hiciera una revisión, como todos los años, por prevenir.
-Mamá, ¿de verdad tengo estar aquí? -Dijo, sentada en una de las sillas de la consulta, esperando a que la chequearan. Santana se levantó de la silla, girando sobre si misma haciendo que su vestido volara también un poco, sonriendo.- Estoy perfectamente.
-Sí, lo sé cariño, pero hay que hacerlo. -Comento su madre. Santana sabía que tenía razón. Además, no la costaba nada. Solamente la medirían, pesarían, la sacarían un poco de sangre... nada por lo que preocuparse.
Mientras a Santana la estaba viendo el médico, Brittany estaba con su guapo novio, tomando un café.
-¿Sabes? -Dijo Sam, acercándose más a ella.- Dentro de unos días haremos un mes juntos.
-Oh, te acuerdas. -Comenta Brittany sonriendo ampliamente.
-¡Claro que me acuerdo! -Exclamó divertido el rubio, manchando la nariz de Brittany con un poco de nata.- Te quiero mucho. -Comentó de repente Sam, completamente enamorado.
-Y yo a ti. -Dijo Brittany aún con nata en su pequeña nariz.
Santana sabía que algo iba mal. Algo ocurría. Tenía un pequeño moratón en su brazo, pero pensó que era de el otro día que se cayó. "Me hice bastante daño" -Recordó, riéndose al ver que toda su clase se rió al ver como se tropezaba con sus propios pies.
-Señora López. -Indicó el Doctor, haciendo que Santana y su madre entraran en una pequeña sala para ver los resultados.
Santana entró algo nerviosa a la sala. Nunca habían tardado tanto en darla los resultados. "No será nada" -Pensó, calmándose un poco.
-Tiene usted leucemia, señorita López. -Dijo el doctor, con tristeza en su cara. Estaba claro que esto era lo peor de su trabajo.
-¿Cómo? ¿¡No puede ser?! -Exclamó Santana completamente fuera de si. Eso era imposible. ¿Cómo iba a tener ella leucemia? Si ella se encontraba perfectamente.
-Lo siento muchísimo. De verdad. -Contestó el médico.
La madre de Santana comenzó a llorar desesperadamente. Su pequeña hijita, de tan solo 17 años tenía cáncer. ¡Cáncer! Oh Dios mío. No podía parar de llorar, era injusto. Hubiera preferido mil veces que le hubiera tocado a ella. "¿Por qué a ella Dios mío?" -Pensaba la Señora López. Hubiera dado su vida sin pensárselo dos veces para que Santana no tuviera que pasar por esto.
Mientras Santana no lloraba, no reía, no estaba sorprendida. No sentía nada. Era como si el mundo la estuviera gastando una gran broma, no sabía lo que pasaba. Lo único que deseaba era que el médico comenzara a reírse y dijera que era una broma, o despertarse de esta terrible pesadilla.
Nayasavedmylife* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Edad : 27
Re: Brittana - The last chance.
OMG, SANTANA TIENE CÁNCER
ACTUALIZA PRONTO
ACTUALIZA PRONTO
LoveyouHemo******* - Mensajes : 403
Fecha de inscripción : 23/09/2012
Re: Brittana - The last chance.
No te la puedo creer, tu fic esta genial pero me quede re shockeada con el final... espero la actuu
isababela******* - Mensajes : 470
Fecha de inscripción : 18/01/2012
Edad : 26
Re: Brittana - The last chance.
Ya habían pasado unos meses desde que a Santana le habían diagnosticado cáncer. Ella y sus padres habían recorrido casi la mitad del mundo en busca de otro diagnóstico diferente al primero que les diera alguna esperanza. Pero no, en todos los sitios les daban la misma respuesta: "La leucemia de su hija está muy avanzada" "Lo sentimos mucho pero no podemos hacer nada por ella" Tantas veces había escuchado Santana palabras como esas que se las sabía de memoria.
Santana había estado unos meses sin ir al instituto y hoy era el día que volvía. Era el primer día de clases después Navidad y todo el mundo se preguntaba dónde estaría, sobretodo una preciosa chica rubia que la había echado de menos. Brittany seguía saliendo con Sam. Ella le quería mucho pero la relación no iba igual que antes, faltaba algo y Brittany no sabía lo que era. Faltaba algo en su vida para poder ser completamente feliz.
-Hija, ¿no estarías mejor aquí? -Volvió a preguntar por décima vez su madre. Ni su madre ni su padre estaban muy convencidos de que su pequeña hija fuera al instituto. No tenía por qué hacerlo, ya no.
-Sí, mamá. -Dijo, respirando hondo al ver las lágrimas que comenzaban a caer por el rostro de su madre.- Seguro.
Desde que la habían diagnosticado cáncer, todo en su casa había sido un drama. Su madre estaba todo el día llorando y su padre se pasaba horas y horas en su habitación mirando a la nada. No se encendía la televisión, no se leía y casi no se hablaba. La palabras "cáncer" y "leucemia" eran impronunciables. Para la familia López no había vuelto a salir el sol hace varios meses atrás. "Pero hoy, es un día diferente" - Pensó Santana. Hoy volvería a ver a Brittany. Ni si quiera estaba segura de si era lesbiana, lo único que tenía seguro es que la quería ver. La había echado de menos, al igual que a sus amigos.
El cáncer que poseía desgraciadamente Santana la iba debilitando poco a poco, hasta que su corazón acabara por apagarse. Esto, según los médicos, no pasaría hasta dos o tres años, aunque podría ser antes o después. No lo sabían exactamente.
Cada vez podía sentir como se cansaba antes y con mucha más facilidad. Subir escaleras la fatigaba, se mareaba y comenzaba a tener unas extrañas ojeras al rededor de sus ojos, los cuales parecían más apagados cada vez. Y habría más síntomas, que Santana aún no había experimentado.
Nadíe sabía de su enfermedad, excepto sus padres. Nadie más y así debía ser. Santana no quería parecer débil ante los demás, no podía. Ella nunca había sido la víctima de nada, y creía que ocultarlo era la mejor solución. No quería que la trataran diferente, o como un bicho raro. Sería muy doloroso para ella.
Y ahora lo único que quería era retomar su vida normal, ya no podía hacer nada más. No había cura, solo tenía que esperar. Por eso, decidió ir a la escuela y graduarse. Era uno de los deseos que tenía y quería cumplir.
Antes de cerrar la puerta para ir a la escuela, pudo observar perfectamente a su madre llorando y llorando, mientras su padre la consolaba entre sus brazos. Ellos querían pasar el mayor tiempo posible con ella, los tres solos. Pero, Santana, quería pasar también el tiempo que la quedaba con sus amigos. Les quería mucho. Y pensaba que se lo debía, ya que nunca sabrían lo que la pasaba hasta que ya no estuviera aquí.
-¡Santana! -Gritó su mejor amiga, Quinn. Ella y Quinn habían estado en contacto todo el tiempo en el que ella estaba fuera, al igual que con sus otros amigos. Pero no, no les había contado nada. El primer día que se fue puso la excusa de que su padre tenía que estar fuera unos meses por trabajo y, que ella y su madre también iban. Y, al parecer la mentira, coló bastante bien.- Bienvenida otra vez. -Susurró mientras la abrazaba fuertemente durante unos segundos.
Santana estaba sola por el pasillo, mareada. Le había pedido permiso a la profesora de Geografía para ir al baño y había salido rápidamente de clase. Con ayuda de la pared, logró llegar hasta el baño y lavarse la cara. Cada vez se notaban más las grande ojeras que poseía, pero nada que no arreglara algo de maquillaje.
-¿Santana? -Preguntó una dulce voz, al ver a la morena agarrada al lavabo, sin fuerzas.
-¿Brittany? -Dudó Santana, sonriendo al girarse y comprobar que era ella.
-Quinn me contó que a tu padre lo trasladaron. Por lo que veo, volviste. -Dijo Brittany, acercándose a la morena.
-Así es.
-Me alegro mucho de que volvieras Santana. Te he echado de menos. -Contesta, sonriendo ampliamente a la latina.
-Y yo a ti, Brittany.
Santana había estado unos meses sin ir al instituto y hoy era el día que volvía. Era el primer día de clases después Navidad y todo el mundo se preguntaba dónde estaría, sobretodo una preciosa chica rubia que la había echado de menos. Brittany seguía saliendo con Sam. Ella le quería mucho pero la relación no iba igual que antes, faltaba algo y Brittany no sabía lo que era. Faltaba algo en su vida para poder ser completamente feliz.
-Hija, ¿no estarías mejor aquí? -Volvió a preguntar por décima vez su madre. Ni su madre ni su padre estaban muy convencidos de que su pequeña hija fuera al instituto. No tenía por qué hacerlo, ya no.
-Sí, mamá. -Dijo, respirando hondo al ver las lágrimas que comenzaban a caer por el rostro de su madre.- Seguro.
Desde que la habían diagnosticado cáncer, todo en su casa había sido un drama. Su madre estaba todo el día llorando y su padre se pasaba horas y horas en su habitación mirando a la nada. No se encendía la televisión, no se leía y casi no se hablaba. La palabras "cáncer" y "leucemia" eran impronunciables. Para la familia López no había vuelto a salir el sol hace varios meses atrás. "Pero hoy, es un día diferente" - Pensó Santana. Hoy volvería a ver a Brittany. Ni si quiera estaba segura de si era lesbiana, lo único que tenía seguro es que la quería ver. La había echado de menos, al igual que a sus amigos.
El cáncer que poseía desgraciadamente Santana la iba debilitando poco a poco, hasta que su corazón acabara por apagarse. Esto, según los médicos, no pasaría hasta dos o tres años, aunque podría ser antes o después. No lo sabían exactamente.
Cada vez podía sentir como se cansaba antes y con mucha más facilidad. Subir escaleras la fatigaba, se mareaba y comenzaba a tener unas extrañas ojeras al rededor de sus ojos, los cuales parecían más apagados cada vez. Y habría más síntomas, que Santana aún no había experimentado.
Nadíe sabía de su enfermedad, excepto sus padres. Nadie más y así debía ser. Santana no quería parecer débil ante los demás, no podía. Ella nunca había sido la víctima de nada, y creía que ocultarlo era la mejor solución. No quería que la trataran diferente, o como un bicho raro. Sería muy doloroso para ella.
Y ahora lo único que quería era retomar su vida normal, ya no podía hacer nada más. No había cura, solo tenía que esperar. Por eso, decidió ir a la escuela y graduarse. Era uno de los deseos que tenía y quería cumplir.
Antes de cerrar la puerta para ir a la escuela, pudo observar perfectamente a su madre llorando y llorando, mientras su padre la consolaba entre sus brazos. Ellos querían pasar el mayor tiempo posible con ella, los tres solos. Pero, Santana, quería pasar también el tiempo que la quedaba con sus amigos. Les quería mucho. Y pensaba que se lo debía, ya que nunca sabrían lo que la pasaba hasta que ya no estuviera aquí.
-¡Santana! -Gritó su mejor amiga, Quinn. Ella y Quinn habían estado en contacto todo el tiempo en el que ella estaba fuera, al igual que con sus otros amigos. Pero no, no les había contado nada. El primer día que se fue puso la excusa de que su padre tenía que estar fuera unos meses por trabajo y, que ella y su madre también iban. Y, al parecer la mentira, coló bastante bien.- Bienvenida otra vez. -Susurró mientras la abrazaba fuertemente durante unos segundos.
○○○
Santana estaba sola por el pasillo, mareada. Le había pedido permiso a la profesora de Geografía para ir al baño y había salido rápidamente de clase. Con ayuda de la pared, logró llegar hasta el baño y lavarse la cara. Cada vez se notaban más las grande ojeras que poseía, pero nada que no arreglara algo de maquillaje.
-¿Santana? -Preguntó una dulce voz, al ver a la morena agarrada al lavabo, sin fuerzas.
-¿Brittany? -Dudó Santana, sonriendo al girarse y comprobar que era ella.
-Quinn me contó que a tu padre lo trasladaron. Por lo que veo, volviste. -Dijo Brittany, acercándose a la morena.
-Así es.
-Me alegro mucho de que volvieras Santana. Te he echado de menos. -Contesta, sonriendo ampliamente a la latina.
-Y yo a ti, Brittany.
Nayasavedmylife* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Edad : 27
Re: Brittana - The last chance.
Nooo!! lo hubieras alargado un poquito maas! ESPERO ESA CHARLA CON ANSIAS! ojala actualices pronto...
isababela******* - Mensajes : 470
Fecha de inscripción : 18/01/2012
Edad : 26
Brittana - The last chance Cap 3.
-Promete que lo harás Santana, por favor. Solo hazlo. -Decía en un intento desesperado su madre, para que la hiciera caso. Santana sabía que iba a ser muy difícil hacer lo que pedía, pero respirando profundamente asintió con la cabeza.
-Claro que lo haré mamá. Te lo prometo. -Y con un largo abrazo se despidió de su madre.
Era el segundo día de clases de Santana, después de que la diagnosticaran cáncer. Y, su madre, la había suplicado y pedido mil veces, que comentara a la enfermera de la escuela sobre su enfermedad, ya que así, iba a ser mucho más fácil ayudarla con alguna urgencia. A veces, Santana se mareaba y vomitaba, o simplemente no tenía fuerzas para mantenerse en pie. Pero eso no era lo peor, lo peor era verse cada día que pasaba sin fuerzas. Sin esa vida en sus ojos. Lo peor era verse cada día más apagada.
-Señorita López, qué sorpresa verla a usted por aquí. ¿Desea algo? -Preguntó la enfermera, levantándose de su gran silla para reunirse con la castaña.
-Sí...bueno, quería comentarle algo. -Explicó nerviosa Santana.- Pero será mejor que se siente, enfermera.
La Señora White se sentó confundida en la silla que estaba al lado de la castaña. La Señora White o Rose Marie White era una señora de unos 50 años, con el pelo canoso y unos grandes ojos azules. Era la típica señora buena y amable con todo el mundo y eso era algo que le encantaba a Santana. Ella, normalmente era borde con la gente, pero con esta enfermera las cosas cambiaban. Y por eso, iba a ser especialmente difícil decir todo lo que tenía que decir.
-Señora White... -Vaciló un poco la castaña, sentándose a su lado.- Estoy enferma.
-Claro, por eso estás aquí. ¿Qué te pasa cielo? -Preguntó la ingenua anciana.
-No... no me ha entendido bien. -Comentó Santana mirando al techo por unos segundos, respirando. Odiaba llorar al decirlo, lo odiaba.- Es muy grave.
-Nada que unas infusiones y medicamentos no puedan arreglar. -Dijo la enfermera, levántandose para mirar en su estantería, sonriendo levemente.
Santana veía que no iba a poder aguantar mucho más tiempo sin llorar. Lo había aceptado, sí. Más o menos. ¿Cómo alguien podía aceptar que tarde o temprano iba morir? La castaña se levantó y cogió las manos de la enfermera, pensando que era su abuela, para que la escuchase mejor.
-Señora White... Rose... -Dijo Santana respirando profundamente.- Tengo cáncer.- Dijo bastante claro para no tener que repetirlo. La enfermera, rápidamente, se sentó en la silla otra vez, sorprendida. Antes de que la enfermera pudiera decir algo, la latina comenzó a hablar.- Es demasiado avanzado y los médicos no pueden hacer nada.
La enfermera comenzó a ponerse cada vez más roja, parecía que iba a explotar. No podía aceptar que una de sus preciosas alumnas, que veía todos los días, iba a morir. Ella sabía que todos morirían, pero no quería verlo. No podía aceptarlo, eso era todo.
-Pero... algo se podrá hacer, ¿no? -Dijo la enfermera, quitándose una pequeña lágrima de la mejilla. Lo cual no debió hacer, ya que Santana se dio cuenta de que estaba llorando y comenzó a llorar ella. Mucho más. Aunque odiara hacerlo, sabía que no iba a poder evitarlo.
-No, señora. De verdad, mis padres y yo nos hemos recorrido medio mundo y... -esperó unos instantes, mientras intentaba no llorar más.- Y nada. Solo he venido aquí para que si me mareo, vomito o me empieza a doler fuertemente la cabeza, sepa lo que hay que hacer. ¿Vale? ¿Lo hará por mí?
-Claro que lo haré, Santana. -Dijo la enfermera, abrazando a Santana mientras la castaña se calmaba un poco.
Después de un día extraño, en el que había llorado unas cuantas veces gracias a su encuentro con la enfermera, Santana decidió ir a la cafetería con su mejor amiga, Quinn. Por el camino, la rubia, no paraba de comentar cuántos problemas tenía porque había supendido un examen y sus padres estaban muy enfadados. Realmente Santana quería consolarla, porque Quinn estaba bastante triste, pero simplemente no le salía. No podía pensar en otra cosa que en ella misma. Mientras ella se estaba muriendo, Quinn no paraba de quejarse y pensar que se acababa el mundo por un maldito examen. Pero Santana sabía que no podía culpar a su amiga por eso, si Quinn supira que Santana tenía cáncer nunca habría mencionado lo de su examen. Es más, estaría pendiente de ella las 24 horas del día. Y por suerte o por desgracia para la rubia, Santana quería que Quinn hiciera su vida y por lo tanto, no iba a saber de su enfermedad. Al menos, por ahora.
Cuando Santana entró en la cafetería con su mejor amiga, unos ojos azules se posaron inmediatamente en ella. Santana comenzó a estremecerse, pero decidió no mirar. Aunque sabía perfectamente de quien eran aquellos grandes y preciosos ojos azules. La morena y la rubia se sentaron en una de las mesas más alejadas de Brittany y Sam, al lado de la ventana. Santana se sentó de espaldas a la mesa de los rubios, para no caer en la tentación de mirarles. ¿Qué la pasaba con aquella chica? ¿Acaso la gustaba? No lo sabía, y por lo tanto, decidió evitarla mientras aclaraba sus pensamientos.
Mientras tomaban el café, a Santana le entraron náuseas. Inmediatamente se fue al baño y se encerró. Comenzó a sentir como se debilitaba poco a poco y necesitó ponerse de rodillas y agachar la cabeza un poco para vomitar mejor. Después de unas últimas pequeñas náuseas, no pasó nada. Para sorpresa de Santana, no salió nada por su boca, lo cual agradeció mentalmente. Aunque sabía que tarde o temprano acabaría pasando, agracedió que no fuera en ese momento ya que una preciosa rubia acababa de entrar al baño.
Santana salió, abriendo la puerta y encontrándose a Brittany mirando su perfecto rostro en el espejo.
-Santana -Comento la rubia, sonriendo de medio lado.
-Brittany -La imitó Santana, nerviosa.- Hola. No te había visto. -Mintió.
-No pasa nada. He venido con mi novio. -Dijo Brittany acercándose a la castaña, sonriendo ampliamente.- ¿Lo conoces?
-No he tenido el placer... -Comentó no muy felíz Santana. No sabía por qué pero, odiaba a ese tal Sam. Lo odiaba con todas sus fuerzas.
Después de aquella corta conversación, Brittany se empeñó en presentar a Santana a Sam. Después, también se presentó Quinn, quien no le quitaba los ojos de encima.
-No, no me puede estar pasando aquí... -Susurró Santana en clase de Gimnasia. No podía continuar, se estaba debilitando. Se cansaba con el mínimo esfuerzo físico. La castaña se fue de aquel gran gimnasio sin vacilar, ya pensaría después una excusa.
Santana andaba por los pasillos de aquella gran escuelta recordando la conversación que tuvo con Brittany, el anterior día. Los cuatro se habían sentado juntos en una mesa, y los tres rubios hablaron animadamente toda la tarde. Pero Santana no, la castaña no podía despegar su atención de Brittany y no se enteró ni de la mitad de la conversación.
Mientras Santana iba tan contentrada en sus pensamientos, alguien la agarró del brazo, haciendo que girara sobre si misma. Alguien estaba muy cerca suya. Estaban demasido cerca y los latidos de la castaña aumentaron exageradamente. Y esto, no era bueno para ella. No era nada bueno.
-¿Te pasa algo? -Preguntó la rubia.
-No, no... estoy bien. -Dijo una voz algo nerviosa. No quería que nadie se diese cuenta de su enfermadad, y menos, Brittany. Santana se desprendió de la mano de Brittany y se la quitó de encima. Comenzó a andar hacia la enfermería lo más rápido que pudo y una vez que llegó allí, la enfermera le dio la total libertad para saltarse todas las clases que quedaban y dormir un rato para recuperar fuerzas.
-Claro que lo haré mamá. Te lo prometo. -Y con un largo abrazo se despidió de su madre.
Era el segundo día de clases de Santana, después de que la diagnosticaran cáncer. Y, su madre, la había suplicado y pedido mil veces, que comentara a la enfermera de la escuela sobre su enfermedad, ya que así, iba a ser mucho más fácil ayudarla con alguna urgencia. A veces, Santana se mareaba y vomitaba, o simplemente no tenía fuerzas para mantenerse en pie. Pero eso no era lo peor, lo peor era verse cada día que pasaba sin fuerzas. Sin esa vida en sus ojos. Lo peor era verse cada día más apagada.
...
-Señorita López, qué sorpresa verla a usted por aquí. ¿Desea algo? -Preguntó la enfermera, levantándose de su gran silla para reunirse con la castaña.
-Sí...bueno, quería comentarle algo. -Explicó nerviosa Santana.- Pero será mejor que se siente, enfermera.
La Señora White se sentó confundida en la silla que estaba al lado de la castaña. La Señora White o Rose Marie White era una señora de unos 50 años, con el pelo canoso y unos grandes ojos azules. Era la típica señora buena y amable con todo el mundo y eso era algo que le encantaba a Santana. Ella, normalmente era borde con la gente, pero con esta enfermera las cosas cambiaban. Y por eso, iba a ser especialmente difícil decir todo lo que tenía que decir.
-Señora White... -Vaciló un poco la castaña, sentándose a su lado.- Estoy enferma.
-Claro, por eso estás aquí. ¿Qué te pasa cielo? -Preguntó la ingenua anciana.
-No... no me ha entendido bien. -Comentó Santana mirando al techo por unos segundos, respirando. Odiaba llorar al decirlo, lo odiaba.- Es muy grave.
-Nada que unas infusiones y medicamentos no puedan arreglar. -Dijo la enfermera, levántandose para mirar en su estantería, sonriendo levemente.
Santana veía que no iba a poder aguantar mucho más tiempo sin llorar. Lo había aceptado, sí. Más o menos. ¿Cómo alguien podía aceptar que tarde o temprano iba morir? La castaña se levantó y cogió las manos de la enfermera, pensando que era su abuela, para que la escuchase mejor.
-Señora White... Rose... -Dijo Santana respirando profundamente.- Tengo cáncer.- Dijo bastante claro para no tener que repetirlo. La enfermera, rápidamente, se sentó en la silla otra vez, sorprendida. Antes de que la enfermera pudiera decir algo, la latina comenzó a hablar.- Es demasiado avanzado y los médicos no pueden hacer nada.
La enfermera comenzó a ponerse cada vez más roja, parecía que iba a explotar. No podía aceptar que una de sus preciosas alumnas, que veía todos los días, iba a morir. Ella sabía que todos morirían, pero no quería verlo. No podía aceptarlo, eso era todo.
-Pero... algo se podrá hacer, ¿no? -Dijo la enfermera, quitándose una pequeña lágrima de la mejilla. Lo cual no debió hacer, ya que Santana se dio cuenta de que estaba llorando y comenzó a llorar ella. Mucho más. Aunque odiara hacerlo, sabía que no iba a poder evitarlo.
-No, señora. De verdad, mis padres y yo nos hemos recorrido medio mundo y... -esperó unos instantes, mientras intentaba no llorar más.- Y nada. Solo he venido aquí para que si me mareo, vomito o me empieza a doler fuertemente la cabeza, sepa lo que hay que hacer. ¿Vale? ¿Lo hará por mí?
-Claro que lo haré, Santana. -Dijo la enfermera, abrazando a Santana mientras la castaña se calmaba un poco.
...
Después de un día extraño, en el que había llorado unas cuantas veces gracias a su encuentro con la enfermera, Santana decidió ir a la cafetería con su mejor amiga, Quinn. Por el camino, la rubia, no paraba de comentar cuántos problemas tenía porque había supendido un examen y sus padres estaban muy enfadados. Realmente Santana quería consolarla, porque Quinn estaba bastante triste, pero simplemente no le salía. No podía pensar en otra cosa que en ella misma. Mientras ella se estaba muriendo, Quinn no paraba de quejarse y pensar que se acababa el mundo por un maldito examen. Pero Santana sabía que no podía culpar a su amiga por eso, si Quinn supira que Santana tenía cáncer nunca habría mencionado lo de su examen. Es más, estaría pendiente de ella las 24 horas del día. Y por suerte o por desgracia para la rubia, Santana quería que Quinn hiciera su vida y por lo tanto, no iba a saber de su enfermedad. Al menos, por ahora.
Cuando Santana entró en la cafetería con su mejor amiga, unos ojos azules se posaron inmediatamente en ella. Santana comenzó a estremecerse, pero decidió no mirar. Aunque sabía perfectamente de quien eran aquellos grandes y preciosos ojos azules. La morena y la rubia se sentaron en una de las mesas más alejadas de Brittany y Sam, al lado de la ventana. Santana se sentó de espaldas a la mesa de los rubios, para no caer en la tentación de mirarles. ¿Qué la pasaba con aquella chica? ¿Acaso la gustaba? No lo sabía, y por lo tanto, decidió evitarla mientras aclaraba sus pensamientos.
Mientras tomaban el café, a Santana le entraron náuseas. Inmediatamente se fue al baño y se encerró. Comenzó a sentir como se debilitaba poco a poco y necesitó ponerse de rodillas y agachar la cabeza un poco para vomitar mejor. Después de unas últimas pequeñas náuseas, no pasó nada. Para sorpresa de Santana, no salió nada por su boca, lo cual agradeció mentalmente. Aunque sabía que tarde o temprano acabaría pasando, agracedió que no fuera en ese momento ya que una preciosa rubia acababa de entrar al baño.
Santana salió, abriendo la puerta y encontrándose a Brittany mirando su perfecto rostro en el espejo.
-Santana -Comento la rubia, sonriendo de medio lado.
-Brittany -La imitó Santana, nerviosa.- Hola. No te había visto. -Mintió.
-No pasa nada. He venido con mi novio. -Dijo Brittany acercándose a la castaña, sonriendo ampliamente.- ¿Lo conoces?
-No he tenido el placer... -Comentó no muy felíz Santana. No sabía por qué pero, odiaba a ese tal Sam. Lo odiaba con todas sus fuerzas.
Después de aquella corta conversación, Brittany se empeñó en presentar a Santana a Sam. Después, también se presentó Quinn, quien no le quitaba los ojos de encima.
...
-No, no me puede estar pasando aquí... -Susurró Santana en clase de Gimnasia. No podía continuar, se estaba debilitando. Se cansaba con el mínimo esfuerzo físico. La castaña se fue de aquel gran gimnasio sin vacilar, ya pensaría después una excusa.
Santana andaba por los pasillos de aquella gran escuelta recordando la conversación que tuvo con Brittany, el anterior día. Los cuatro se habían sentado juntos en una mesa, y los tres rubios hablaron animadamente toda la tarde. Pero Santana no, la castaña no podía despegar su atención de Brittany y no se enteró ni de la mitad de la conversación.
Mientras Santana iba tan contentrada en sus pensamientos, alguien la agarró del brazo, haciendo que girara sobre si misma. Alguien estaba muy cerca suya. Estaban demasido cerca y los latidos de la castaña aumentaron exageradamente. Y esto, no era bueno para ella. No era nada bueno.
-¿Te pasa algo? -Preguntó la rubia.
-No, no... estoy bien. -Dijo una voz algo nerviosa. No quería que nadie se diese cuenta de su enfermadad, y menos, Brittany. Santana se desprendió de la mano de Brittany y se la quitó de encima. Comenzó a andar hacia la enfermería lo más rápido que pudo y una vez que llegó allí, la enfermera le dio la total libertad para saltarse todas las clases que quedaban y dormir un rato para recuperar fuerzas.
Nayasavedmylife* - Mensajes : 20
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Re: Brittana - The last chance.
ahhh........intento pero no puedo.........tu fic me conmovio muchisimo de solo imaginarme a San con cancer. Espero ansiosamente nuevos capitulos de esta historia que promete
Saludos, hasta la proxima actualizacion
* Te invito a que leas mi fic......me encantaria contar con tus criticas, opiniones, sugerencias..........
http://www.gleeklatino.com/t16799-fic-brittana-it-started-in-my-dreamsnow-staying-and-you-re-forever-in-my-heart
Saludos, hasta la proxima actualizacion
* Te invito a que leas mi fic......me encantaria contar con tus criticas, opiniones, sugerencias..........
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_Claudia_100%fanGLEE_Bol-* - Mensajes : 1976
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Re: Brittana - The last chance.
Juliet st James- Nayaholic
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