{Fic:Klaine} "Perfect Chemistry" Cap. #01

Blaine Anderson cerró la puerta de su casillero justo en el momento en que el timbre comenzó a sonar poniendo fin a la hora del almuerzo, se acomodó su chaqueta del equipo de futbol y comenzó a caminar por el pasillo atisbado de alumnos corriendo de un aula a otra. Su chaqueta, la de los Titans como se llamaba el equipo de la escuela, le hacia sentir muy seguro y con cierto sentido de poder, y no es que se tratase de lo contrario. El equipo de futbol se encontraba en lo más alto de la jerarquía escolar. Y como Blaine era el capitán de los Titans, el tenía un lugar privilegiado entre los más populares de su escuela. Así que no ha de sorprender que Blaine fuese un chico bastante seguro de si mismo, presumido y orgulloso que se robaba toda la atención con el solo hecho de caminar por los pasillos.

Pero algo detuvo el andar del capitán. Algo o mejor alguien que se acercaba a pasos agigantados.

Venía corriendo. Kurt E. Hummel; el líder de los Cheerios (el escuadrón de animadores de la preparatoria). Con sus mejillas ligeramente acaloradas producto de la carrera que venía haciendo para lograr llegar a tiempo a su clase. Blaine lo sabía, corría hacia la clase de español, como todos los jueves después del almuerzo.

Se cruzó en su camino.

— ¿Llevas prisa… Guapo? — Preguntó Blaine deteniendo el paso de Kurt. Con los brazos cruzados y una ceja enarcada.

Kurt sonrió de medio lado, indiferente al apelativo de guapo. Si Blaine era un chico seguro, entonces Kurt era la reina del hielo. — No me estorbes, Anderson. — De nada servía la chaqueta de los Titans, a Kurt aquello no le impresionaba.

— Vas tarde otra vez, ¿Qué excusa usarás hoy? — Blaine sonrió deforma burlona.

— Tal vez culpe a algún charlatán que se me atraviesa en el camino y me hace perder tiempo. — Kurt puso sus ojos en blanco. Blaine siempre le hacia lo mismo. Todos los jueves en la tarde, le encantaba llamar su atención y retrasarlo.

Blaine sonrió otra vez. — Me encantaría estar en tu clase de español. Me encantaría ver al señor Schuester darte lecciones acerca de la puntualidad. Día tras día… — Se pasó una mano acomodando su cabello. — Tras día. Pobre… que paciencia contigo ha de tener.

— Ya.— Kurt lo detuvo, con el seño fruncido y una expresión de arrogancia. — No podrías con mi clase de español, es para “alumnos aplicados” ¿recuerdas? Pero no te compliques, y sigue tu camino. Ve a tu clase de mujeriegos avanzados, vas a llegar tarde.

— Golpe bajo, Hummel. Pero sabes que no necesito que me enseñen a ser un galán.— Le encantaba provocarlo, ya sea en luchas verbales o en coquetería. Blaine se acercó a Kurt lo suficiente como para estar invadiendo su espacio personal. Su voz rosó el rostro del animador. — ¿O sí?

Blaine puede ver las mejillas de Kurt sonrosarse con facilidad. Sin darse cuenta, lo había acorralado contra uno de los casilleros. Por fortuna no había nadie a esas alturas dando vueltas por los pasillos. — Ahora si que llegarás tarde a clases, Hummel.

Kurt no reaccionó. Aunque crispó sus labios para que no tiemblen porque no quiere parecer débil ante los coqueteos del jugador de futbol. Pero es inútil, por lo que se le escapa un suspiro. Y Blaine siente que ha vuelto a ganar. Por lo que decide tomar distancia del menor y sonreír de forma altanera.

Kurt se regaña así mismo por caer en la provocación de Blaine. Bate sus largas pestañas un par de veces y adquiere una mirada firme y desafiante. — Eres un tonto.

Blaine rió fuertemente llenando el pasillo solo con sus carcajadas. Negó con la cabeza. — Tú eres demasiado débil.

Pero Kurt no dejará pasar esta. — Estoy seguro que si yo hiciera lo mismo que tú, si batiera mis pestañas y te acorralase contra un casillero, y te coqueteara de la forma en que tú lo haces. Yo lograría que tú hicieras todo lo que yo te pida, te haría caer rendido. — Tomó aire. — Cada vez que me provocas, Anderson, solo confirmo mi teoría… Yo te gusto.

Blaine parpadeó confuso. Y juraría que los latidos acelerados de su corazón se comenzaron a oír por todo el pasillo. Per lo que mantiene su compostura, solo para no parecer evidente frente a su contraparte. Y aunque Kurt estuviese en lo cierto, eran demasiado diferentes como para que algo entre ellos funcionase. Eran como agua y aceite, mala combinación.

Blaine sacude la cabeza para despejar su mente. Tiene que contraatacar. — Cuidado, Hummel. Sigue diciendo cosas como esas y no me voy a seguir creyendo que seas tan inocente como te ves.

Y justo cuando Kurt pareciera listo para otra ronda de esta lucha verbal, una voz ronca y grave hace eco en el lugar. Kurt se asusta y Blaine no deja pasar esa reacción.

— ¡Hey, Hummel! —Esa es la voz de Karofsky llamando desde la puerta de la sala de español. — El profesor me mandó a buscarte.

Blaine reconoce a su compañero de equipo. Un tipo fortachón, que mide varios centímetros más que él, y es el doble de su tamaño. Blaine lo saluda con un arrogante gesto de cabeza. Porque aunque Dave K. parezca un matón que siempre está mirando por sobre el hombro a todo el mundo, Blaine no le tiene miedo. Además, el tenía la autoridad, porque él era el capitán, no Dave.

Sin embargo Kurt parece reaccionar de la forma opuesta. Blaine lo ve enredarse intentando buscar algo en su bolso, como si quisiera no hacer contacto visual con Karofsky. — Nos v-vemos, Blaine. — Susurra cabizbajo, tembloroso.

Y comienza a caminar con paso torpe hacia su sala de español. Cuando Kurt pasa al lado de Karofsky, Blaine observa como el animador se tambalea, como si no resistiera la presión de estar ahí. Luego de eso, lo ve entrar en el salón y desaparecer de su vista. Dave entra detrás de él. Y Blaine empuña sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta. Dave siempre le ha provocado recelo, y ver como Kurt se pone nervioso con solo escuchar su voz. Solo le hace afirmar que Karofsky no es una muy buena persona. Pero suspira rendido. No puede hacer nada. No tiene pruebas y Kurt no es su amigo como para poder llegar a hablar con él acerca de Karofsky. Solo desea en lo profundo de su corazón estar equivocándose, le dolería mucho saber que algo malo está pasando con Kurt. Porque aunque le encante molestarlo, porque aunque le fascine coquetear con él y ponerlo nervioso. Y aunque lo encuentra un chiquillo engreído, caprichoso y vanidoso. Blaine lo quiere, y aunque sabe que jamás podría pasar algo entre ellos, eso no significa que le atraiga menos o no se preocupe por él.

Blaine se desanima un poco. Es jueves en la tarde y ya no tiene más clases. Tampoco entrenamiento, así que eso significa que no verá a sus compañeros de equipo, ni a Kurt sino hasta mañana. Por lo que un poco menos alegre que antes se va a su casa sin antes echar un último vistazo a la puerta de la sala de español.


En su casa, la tarde pasa rápida como de costumbre. Ha dormido la mayoría de ella por lo que no se da cuenta cuando ya es la hora de cenar. A esa hora sus padres y su hermano ya deben estar en casa, tal vez en pocos minutos Cooper tocará la puerta para avisarle que es hora de comer.

Blaine vive con sus dos padres y su hermano mayor. Son solo ellos cuatro, y para tratarse de una casa en que solo viven hombres, todo funciona con normalidad. Son una familia feliz e integra y en su casa no cabe el espacio a los prejuicios. Sí, los padres de Blaine son gay. A él y a Cooper los tuvieron mediante adopción. Y aunque viven en un pueblo pequeño, dónde la tolerancia no es cosa de todos los días, a ellos les ha ido bastante bien. Uno de sus padres, Bryan es diseñador de interiores, bastante requerido por las familias de clase alta de Lima. David, su otro padre es abogado, tiene su propia firma de abogados y ahora también es parte del equipo de Burt Hummel, el padre de Kurt. Un político independiente que representa a Ohio en el congreso. Cooper su hermano mayor a seguido los pasos de su padre, y ahora que se acaba de graduar de la escuela de Leyes está poco a poco integrándose a la firma de abogados de su padre. Blaine, es el menor y está aún a dos años de entrar a la universidad. Pero él lo sabe, el quiere ser jugador de futbol profesional. Él y sus dos mejores amigos (dónde se incluye a Finn hermano de Kurt) están constantemente dando lo mejor de sí en cada uno de los partidos jugados, porque siempre hay reclutas cerca y él tanto como sus amigos quieren conseguir una beca en alguna prestigiosa universidad.

Blaine puede decirse a sí mismo que es un chico feliz.

Tumbado sobre su cama, con su equipo de sonido sonando a todo volumen no tiene de qué preocuparse. Pero cuando de pronto ve entrar a Finn, su mejor amigo, temblando y tratando de decir algo con voz entrecortada, su jueves por la tarde se pone de cabeza.
Asombrado, Blaine se sienta en su cama y coge el control remoto y apaga su estéreo.

— ¿Finn? ¿Pasa algo, que haces aquí?

Pero Finn parece bastante desconcertado. Blaine lo mira expectante, pero parece no decidido a hablar aún. Blaine escucha entonces voces y pasos desde la planta baja.

— ¿Finn? — Lo vuelve a llamar.

Finn sacude su cabeza y vuelve en sí. — Si, amigo… me preguntaba si… ¿Puedes entretener a Kurt un momento?

Blaine frunce el seño. “¿Entretener a Kurt?” — Finn… ¿Está todo bien?

Finn niega con la cabeza. — Solo trata de mantenerlo distraído ¿vale?

Blaine asiente, porque no sabe que más decir. Todo le ha tomado de sorpresa. Y cuando va a decir algo ve a Finn que comienza a salir de la habitación y Blaine lo sigue sin hacer preguntas, aunque tiene miles dando vuelta en su cabeza. La curiosidad comienza a intranquilizarlo. A medida que van bajando las escaleras y van llegando al primer piso, Blaine se da cuenta de que algo realmente malo está sucediendo. Ve a Cooper tratar de amarrarse el nudo de su corbata de forma desesperada, y ve a su padre, David coger papeles y entrar y salir de su despacho una y otra vez. Es ahí cuando lo ve. Apoyado sobre la pared que da a la sala. Kurt lleva su uniforme de porrista aún, pero parece enfermo, pálido y por el brillo y la hinchazón de sus ojos descubre que ha estado llorando.

Blaine se queda quieto al pie de la escalera, observando todo. Finn se acerca a Kurt y pone una mano sobre su hombro. Más no dice nada. Blaine sabe que Finn es un chico algo torpe, y que en casos de emergencias no sabe decir mucho. Sin embargo Blaine sabe que está preocupado. ¿Pero que ha sucedido? Blaine no quiere preguntar. No aún.

— Esperaré a fuera. — Dice Finn. Parece desesperado. Da dos palmadas al hombro de Kurt y sale por la puerta.

— Iremos enseguida. — Ese es el padre de Blaine que ahora lleva una chaqueta formal puesta y carga un maletín con él. — Blaine, hijo. Aquí estás.

Blaine cruza una mirada con su padre, asiente.

— Debo salir a la oficina. Vamos con Cooper… Tu padre viene en camino. Traerá la cena. Haz sentir a Kurt cómodo ¿Ok?

Blaine asiente. ¿Por qué todos le piden que haga sentir bien a Kurt? — Si… — Mira a Kurt. Pero este sigue mirando al suelo.

— Estoy listo. — Cooper llega a la entrada. Viste formal como su padre y también carga un maletín. — Kurt… — Lo llama con sutileza.

Kurt levanta la cabeza por primera vez.

Y Blaine descubre una pequeña inflamación a la altura de sus labios.

Cooper vuelve a hablar. — Sé que esto será tedioso. Pero intentaré conseguir un recurso de protección, por lo menos para que no tengas que testificar por ahora. Intenta calmarte y no pienses en nada. Papá y yo nos haremos cargo. ¿Sí?

Kurt asiente. Y Blaine sabe que el animador está luchando por no ponerse a llorar. Cooper en un gesto fraternal acaricia la cabellera de Kurt.

— Vamos, Cooper. — Lo llama su padre. — Estás a cargo, Blaine. — Dice.

Blaine asiente algo atolondrado. No puede ni siquiera imaginar que a sucedido. Ve a su padre y a su hermano salir de la casa y cerrar la puerta a su paso. Blaine se acerca a la ventana y descubre el auto del Sr. Hummel. estacionado afuera. Ve a Finn sentado en el asiento del copiloto, por lo que deduce que el Sr. Hummel está conduciendo. Su padre y su hermano entran al auto por la puerta de atrás. El coche enciende el motor y se alejan por la calle.

Blaine suspira y voltea inmediatamente a mirar a Kurt. Hay un par de lágrimas que están cayendo por el rostro del animador. Blaine se acerca. — ¿Kurt?

Pero Kurt no levanta la vista, ni solloza ni nada. Solo está ahí, de pie mirando el suelo en silencio.

Blaine se siente un poco inútil. Y ruega porque su otro padre regrese luego. Es en ese momento en que siente que Kurt le ha tomado de la mano. Blaine da un pequeño respingo al sentir la suave piel de Kurt entre la suya. Se sorprende de lo bien que encajan sus manos entrelazadas. Pero Kurt sigue mirando al piso. Entonces Blaine da el primer paso, tira de la mano de Kurt y como si se tratase de un muñeco de trapo tira del cuerpo de Kurt hacia el suyo. Kurt no pone resistencia y termina hundiendo su rostro en el hombro de Blaine. Blaine toma aire y abraza a Kurt de una vez por todas.

No tiene ni la más remota idea de que ha sucedido con Kurt o su familia. Pero si Kurt está así de devastado, el no puede hacerse el indiferente. Tiene que cuidar de él.

Lo abraza aún más fuerte y Kurt rompe en llanto quebrando el silencio de la habitación.