Fanfic Klaine: Gifted. Traducción.

Disculpenme los espacios, tanto la falta de ellos entre párrafos y que
estén entre oraciones en cambio (he tratado de arreglar el problema,
pero parece que este foro me odia).




Traducción autorizada por Patricia Sage
Resumen:"El
día en que cumples los dieciséis es un día muy especial. Ya que, en tu
cumpleaños, descubres si eres Superdotado. Algunos niños quieren ser
Superdotados, y otros no quieren todo el estrés y las altas expectativas
en absoluto. Sin embargo, decidirlo no depende de ellos."
Disclaimer:Glee
y sus personajes son propiedad de Ryan Murphy, Ian Brennan, Brad
Falchuk y Fox. La historia es de Patricia Sage, yo sólo traduzco por
mero entretenimiento.

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El
día en que cumples los dieciséis es un día muy especial. Ya que, en tu
cumpleaños, descubres si eres Superdotado. Sólo uno de cada doce niños
obtienen un Don, y el día de tu decimosexto cumpleaños es el día en que
descubres si eres parte de ese porcentaje.
Las personas
Superdotadas son enviadas a una de las academias especiales en su
región. Academias como estas están establecidas por todo el mundo.
Cuando un niño es matriculado, aprende destrezas físicas y mentales
básicas de acuerdo a su Don específico. Y, después de graduarse, es
mandado afuera en dúos o grupos para proteger un área designada.
Esto mantiene al mundo seguro y libre del crimen.
Algunos
niños quieren ser Superdotados, y otros no quieren todo el estrés y las
altas expectativas en absoluto. Sin embargo, decidirlo no depende de
ellos.

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Cuando Kurt Hummel cumplió dieciséis, su vida se volvió mucho más ruidosa.
Fue
el día de su cumpleaños, 21 de marzo. Su hora oficial de nacimiento era
a las 1:42 p.m. y estaba sentado en su clase de química cuando sucedió.
Estaba escribiendo las respuestas de un examen, como el resto de la
clase, cuando el reloj cambió a las 1:42. De repente, el silencio en la
habitación fue roto por una oleada interminable de voces atropellándose
entre sí y llenando su cabeza con un parloteo resonante.
Kurt se
enderezó asustado, mirando a su alrededor en busca de la fuente de las
voces, pero nadie parecía haberlo notado. Todos seguían mirando sus
exámenes, a excepción de un par de chicos que miraban a Kurt con
repugnancia.
¿Por qué Hummel está mirando así a todos lados? Que psicótico.
Kurt
escuchó la frase como si Conner Matheson hubiera hablado justo contra
su oreja, pero Conner estaba rodando los ojos en medio del lugar. A Kurt
le desconcertó un poco que su voz sonara alta y clara.
Las voces
estaban nadando en su cabeza, frases sobre moléculas mezcladas con
comentarios sobre una fiesta planeada para el próximo fin de semana.
Kurt sintió que un dolor de cabeza comenzaba a formarse. —Mm...—dijo,
escuchando su propia voz extraña entre las otras—, ¿puedo ir al baño?
La
profesora asintió, apenas alzando la mirada del pañito que estaba
tejiendo. Kurt salió a toda prisa y se dirigió al aparcamiento. Manejó
hacia su casa sin pensarlo dos veces.
Cuando Burt llegó del
trabajo, lo hizo para encontrar a su hijo adormecido, desplomado en el
sofá de la sala de estar, con los brazos sobre la cabeza y líneas de
molestia en la frente.
Kurt escuchó una frase traspasar la neblina de su sueño ligero. ¿Qué hace Kurt en casa? ¿Tuvo otro mal día en la escuela?
—¡Shh! —murmuró Kurt, incorporándose y frotándose los ojos.
Burt se sentó a su lado, frotándole la espalda suavemente. —No dije nada, chico.
Kurt se sujetó la cabeza entre las manos. —Sí, lo hiciste. Nadie se calla.
—¿Qué quieres decir?
—Papá —dijo Kurt, mirando a su padre preocupado—. Soy Superdotado.
—¿En
serio? —Burt sabía que era el cumpleaños de Kurt—por supuesto que lo
sabía, había un pastel y todo preparado—, y había estado consciente de
la posibilidad, pero no había pensado que ello realmente sucedería—.
¿Qué puedes hacer?
Kurt apoyó la cabeza en el hombro de Burt, luciendo cansado. —Puedo oír los pensamientos de todo el mundo.
—¿Hasta los míos?
El adolescente suspiró. —Los de todo el mundo, papá. Igual, todo el tiempo.
Preocupado, Burt puso una mano sobre la frente de su hijo. —¿Te sientes bien, camarada? Esto es mucho que asimilar.
—Es demasiado —susurró Kurt—. Tengo un dolor de cabeza enorme.
Su papá le dio una palmada en la rodilla gentilmente. —Te conseguiré algunos medicamentos, ¿de acuerdo? Vuelvo en un momento.
—Mmd'acuerdo.
Burt
entró en la cocina para buscar algunas medicinas para el dolor para su
hijo y comenzó a organizar planes para el futuro en su cabeza. Tenía que
contactar a la Academia Dalton, el establecimiento más cercano a su
casa.

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Blaine Anderson no necesitaba decirle a nadie que era Superdotado; ellos lo sabían de tan sólo mirarle.
Blaine
había nacido el 27 de marzo a las 1:42 a.m. Mientras estaba
profundamente dormido en la madrugada, sintió algo extraño, pero no le
prestó atención. Cuando se despertó más tarde, esto era un poquito
difícil de ignorar.
Blaine entró a su cuarto de baño, frotándose
los ojos y parándose frente al lavabo para cepillarse los dientes.
Cuando abrió los ojos y miró su reflejo, se encontró en estado de shock.
Sobresaliendo de sus omóplatos estaban dos grandes alas, al parecer
elaboradas de suaves plumas blancas.
El adolescente jadeó y
blasfemó, dando un traspié hacia atrás, conmocionado, y tropezando con
algo en el suelo. Habría caído si sus nuevas alas no se hubieran movido,
agitándose automáticamente para mantenerle derecho. Apoyado sólidamente
en sus dos pies de nuevo, Blaine se miró a sí mismo fijamente.
Las
desplegó despacio para revelar una envergadura impresionante, luego las
recogió para que se plegaran tras su espalda. Se sentían un poco
apretadas, pero así parecía más él en el espejo, con sólo una ligera
insinuación de blanco asomándose por detrás. Quizá nadie las notaría si
las mantenía así.
Entonces, Blaine se enfadó un poco consigo
mismo. Antes nunca había estado avergonzando de quién era, ¿por qué
debía estarlo ahora?
El adolescente se lavó la cara y pasó un
cepillo por su cabello rizado, luego volvió a su habitación para cambiar
sus pantalones de dormir por un par de jeans. Consideró ponerse una
camisa a la fuerza e incluso rasgar un par de agujeros para que encajara
con sus nuevas alas. No obstante, abandonó la idea, eligiendo
simplemente mostrar con exactitud en quien se había convertido.
Salió
de su habitación con sólo unos calcetines en los pies y se dirigió al
final de las escaleras. —¿Mamá? ¿Papá? —llamó, oyéndoles moverse en la
planta baja.
—¿Qué pasa, Blaine? Es mejor que te apresures o si no llegarás tarde a la escuela —gritó su madre.
Blaine
respiró profundo y bajó las escaleras. Reuniendo valor, caminó hasta
llegar a la entrada de la cocina. Su padre le vio por el rabillo del
ojo. —Blaine, vístete, ¿qué estás...? —Entonces el adolescente dejó que
sus alas se desplegaran ligeramente, y su papá ahogó un grito—. ¿Qué
demonios es esto? —exclamó. La señora Anderson se volteó y también se
quedó boquiabierta, dejando caer el vaso que estaba sosteniendo. Este se
hizo añicos a sus pies.
—Soy Superdotado.
El señor Anderson
sujetó a su esposa, que estaba hiperventilando. —¿Es una broma? —dijo.
La mujer ni siquiera podía ver a su hijo; entró a la sala de estar
rápidamente, casi sin mirar. El señor Anderson hizo una mueca por su
modo de retirarse, suavizando la mirada ante la expresión en el rostro
de Blaine. Caminó hacia él y le puso una mano en el hombro—. Contactaré a
la Academia Dalton —dijo, y Blaine sólo pudo asentir en respuesta.

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Kurt
en realidad no fue a Dalton hasta dos semanas después de su cumpleaños.
Oír los pensamientos de todo el mundo le estaba dando un dolor de
cabeza tan insoportable que, a veces, todo lo que podía hacer era
acurrucarse en el sofá y agarrarse la cabeza. Podía oír voces desde
todos lados, de sus vecinos en la casa hasta de cualquier persona que
estuviera caminando por la calle frente a su casa. Y, para hacer las
cosas peor, ninguno de ellos era preciso; sólo un gran revoltijo de
ruido caótico.
Ninguna medicina para el dolor funcionaba en
realidad. a veces reducía el dolor a una débil palpitación, pero no
duraba mucho, y Burt no quería darle a su hijo algo muy fuerte. Por las
noches, Burt se sentaba en el sofá en la oscuridad, su hijo acurrucado a
sus pies, y sólo le hacía compañía. Le dolía verle sufrir tanto.
—Sabes,
Dalton te puede ayudar con esto, ¿cierto? —dijo Burt una noche. El
silencio siendo interrumpido usualmente por los gimoteos ocasionales de
Kurt.
Kurt alzó la mirada. —¿Qué?
—Para eso es la escuela, chico —dijo Burt, palmeando la rodilla de su hijo ligeramente—. Te ayudarán a controlar tu Don.
—Lo sé, papá —dijo Kurt, presionando el rostro en el cojín del sofá—. ¡Pero habrán muchas personas allá! Muchas personas pensando. No sé si pueda soportarlo.
Así que eso fue lo que llevó a Kurt a pasar dos semanas reponiéndose en casa.
Mejoró
un poco después de un rato. Kurt supuso que su mente necesitaba
acostumbrarse a su nueva capacidad. Después de todo, sólo estaba
acostumbrada a un flujo de pensamientos por vez. Finalmente, Kurt sentía
que estaba en una condición suficientemente buena para probar su nueva
escuela. Burt le ayudó a hacer las maletas, y manejaron hacia
Westerville la mañana siguiente.
Lo que pasaba con las escuelas
para los Superdotados era que no había un sistema de semestres. Los
chicos se matriculaban en una tasa totalmente imprevisible, y podían,
básicamente, dar un gran salto en el plan de estudios cuando quiera que
llegaran allí. También, las asignaturas y estudios eran muy concretos
para la persona y su Don.
Kurt llegó a Dalton justo después de la
hora del almuerzo. Aparentemente, los otros estudiantes estaban en
clases, porque no había nadie en los pasillos. Kurt apretó su bandolera e
intentó mantener su rumbo. Las voces que podía oír manaban desde todas
las direcciones, y el joven tenía que concentrarse con firmeza en sus
pensamientos para procesarlos. Pronto se encontró completamente perdido.
Mordiéndose
los labios, Kurt bajó una magnifica escalera de caracol. Entonces,
escuchó un claro pensamiento penetrar en su mente. La persona debía
estar cerca.
¡Oh, mierda! Llegaré tarde de nuevo. Vaya forma de dar una impresión, Anderson.
De
pronto, un chico le pasó por un lado, bajando las escaleras con prisa.
Sin pensar, Kurt extendió la mano ligeramente y gritó—: ¡Disculpa!
El
chico se volteó y se cruzó con los ojos de Kurt. Antes de que pudiera
decir algo más, otro pensamiento entró en su cabeza, claro como el día
y, definitivamente, no propio.
Vaya, es hermoso.
Kurt
trató de asegurarse de que sus facciones no demostraran que lo había
oído. Sin embargo, era bastante difícil, dado que el adolescente estaba
algo abrumado. A pesar de que sólo había tenido su don por un par de
semanas, había oído muchos pensamientos negativos dirigidos hacia él.
Nadie nunca había pensado algo así. —Hola, ¿puedo hacerte una pregunta?
Soy nuevo aquí —logró decir de una manera un tanto natural.
El
chico le sorprendió extendiendo su mano. Nadie nunca quería tocarle.
—Soy Blaine. —Blaine era muy apuesto. Tenía ojos color avellana, cabello
oscuro rizado, piel dorada y la sonrisa más dulce que Kurt había visto.
—Kurt.
Blaine tomó su mano en un cálido y fuerte agarre. —Vamos, hay una reunión en el auditorio. Me sé un atajo.
Y
entonces Kurt se encontró corriendo por un pasillo abandonado, tomado
de la mano con un chico que apenas conocía. No le importaba que su brazo
derecho estuviera cruzado sobre su cuerpo para sujetar la mano derecha
de Blaine, y que ello le hiciera correr algo torpe. No le importaba que
acabara de conocer a este chico y que no tenía idea de cuál era su Don.
No le importaba que, tan pronto como Blaine averiguara cual era el Don
de Kurt, nunca querría volver a acercársele. Sólo se permitió vivir el
momento.
Y se sentía maravilloso.

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Las
alas de Blaine estaban comenzando a apretujarse por estar contenidas
toda la mañana, pero intentó no moverse mucho. Estaba tratando de
concentrarse en la presentación que estaban dando los profesores, pero
no podía dejar de mirar de cuando en cuando al chico que había conocido
en la escalera.
Kurt. Qué bonito nombre.
Le volvió a mirar
cuando el pensamiento le pasó por la mente y vio al chico sonrojarse un
poco. Oh, probablemente había notado que le estaba mirando. Blaine miró
al frente del auditorio una vez más. El señor Shuester, el director,
estaba sonriéndoles a todos.
—Y, para todos nuestros nuevos
estudiantes, bienvenidos a la Academia Dalton. Esperamos que su estancia
aquí les sea provechosa, no sólo para sus futuras carreras, sino
también para su bienestar. —El señor Shuester finalizó su discurso para
ser recibido con unos aplausos de cortesía.
Había un montón de
gente en el lugar. Blaine dejó que sus ojos vagaran por la multitud,
notando Dones físicos—como el suyo—, y preguntándose sobre los demás.
Cada estudiante en la habitación era extraordinario, pero no podías
saberlo al observarles. No por primera vez, Blaine se preguntó cuál era
el Don de Kurt. Sin embargo, no le preguntaría ni en sueños... no
todavía. No era algo que pudieras sacar a relucir en una conversación
con un extraño, en un lugar público, sólo unos instantes después de
haberle conocido.
Cuando la presentación se terminó, Blaine se
volteó hacia su nuevo amigo. —Entonces, Kurt, ¿cuáles son tus planes
para el día? —preguntó educadamente.
—Oh, mm... —Kurt parecía más
pálido de lo normal, y había varias líneas en su frente, como si algo le
doliera—. Iré a desempacar en mi dormitorio.
Era difícil
escucharle por sobre el resto de los estudiantes arremolinándose. ¿Tal
vez Kurt estaba incómodo porque no le gustaban las multitudes? —Bien,
quizás te pueda ayudar. Digo, sólo he estado aquí un par de semanas,
pero en general sé cómo andar por los alrededores. —Lo que Blaine en
realidad quería decir era, Por favor, déjame ayudar, quiero pasar más tiempo contigo.
Kurt pareció satisfecho. —De acuerdo, por supuesto. Mm, estoy en la habitación 483. ¿Sabes dónde es?
—Espera,
¿qué? —Blaine le miró con incredulidad. De todas las personas...—. ¿Te
quedarás en la habitación 483? ¡Esa es mi habitación! —trató de no
mostrar lo mucho que le emocionaba esto.
Kurt alzó las cejas. —Oh, ¿en serio? Entonces supongo que somos compañeros de habitación.
—Supongo que sí. —Blaine ofreció su mano de nuevo, esperando que el otro chico la aceptara—. ¿Vamos?
El
joven más alto sonrió. —Claro. —Las manos de Kurt eran suaves y su piel
era perfecta. Tenía un cabello estupendo y unos ojos completamente alucinantes.
Blaine se forzó a alejar la mirada, para así poder encontrar el camino a
su—de ambos—habitación. Descubrió que había tomado cierto gusto por
Kurt. No podía esperar a pasar más tiempo con él.

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Blaine
había ayudado a Kurt a desempacar todas sus cosas y ahora estaba
completamente instalado. Su habitación consistía en una cama gemela en
ambos lados de la habitación, dos tocadores y un baño. Kurt no pudo
evitar examinar con sutileza las fotos en la pizarra de corcho de su
compañero de cuarto. Habían un par de él y un hombre muy apuesto y alto
con el que compartía algunos de sus rasgos—¿un hermano mayor?—también
con él y unos pocos amigos. También tenía prendidas un par de citas y
fotos de revistas. Kurt descubrió que Blaine le agradaba bastante.
Sin
querer, descubrió que él también le agradaba bastante a Blaine. Kurt
estaba recibiendo un flujo de pensamientos casi continuos de Blaine—la
mente del chico parecía un lugar muy ocupado—, y la mayoría de ellos
eran sobre él. Eran pensamientos muy halagadores, Kurt no podía negarlo,
pero también estaba un poco atónito por la inesperada atención.
Y
Kurt se sentía terrible por saber. Se sentía como si estuviera
husmeando en algo muy personal que Blaine ni siquiera sabía que estaba
compartiendo. Lo que era cierto. Si Kurt pudiera bloquear los
pensamientos de las personas, lo haría. Porque odiaba un poco este Don.
Pasaron
el resto del día hablado sobre las cosas cotidianas, y averiguaron que
congeniaban bastante bien. Después de que ambos chicos se alistaran para
ir a la cama y acostarse en silencio—ambos callados, pero ninguno
dormido—, Kurt finalmente consiguió el valor para sacar a relucir el
tema que le horrorizaba. —¿Blaine? —susurró en la oscuridad.
—¿Sí?
—Mm, espero que no te importe que pregunte, pero...—Kurt respiró profundo. Ya sin vuelta atrás—. ¿Cuál es tu Don?
—Oh. —Escuchó el rumor las sábanas de Blaine desde el otro lado de la habitación—. Humm...
La
cara de Kurt ardió ante la duda del otro chico. —No tienes que decirme.
Digo, acabamos de conocernos, y eso es algo personal, y...
—No,
Kurt, está bien —dijo Blaine, pero había una pizca de nerviosismo en su
voz—. Quiero que sepas, es sólo...—Se movió de nuevo, esta vez
encendiendo su lámpara de noche—. Tengo que mostrarte.
Kurt
se mantuvo en su lugar y observó a Blaine incorporarse en la cama.
Tenía unos pijamas azules, pero había un bulto extraño detrás de su
camisa que Kurt no había notado antes. Blaine se movió de manera que sus
piernas colgaran por sobre la cama y se sentó, mirando hacia Kurt.
Respiró profundo y entonces se desabotonó la camisa y la puso sobre el
cubrecama. Había dos tiras de algo que parecía tela sobre su pecho,
cruzadas justo debajo de su clavícula. Blaine volvió a respirar profundo
y separó las tiras. Kurt vio algo caer al colchón detrás de él también.
Y
entonces Blaine rodó los hombros con una expresión de alivio, y dos
alas blancas se extendieron tras él. Parecían hechas de suaves plumas
marfil y cada una medía aproximadamente cuatro pies. Eran preciosas.
Blaine era precioso.
Kurt no se dio cuenta de que había estado
mirando en silencio por un rato, hasta que la combinación de la postura
cohibida de Blaine y los pensamientos del otro chico atravesaron su
mente.
Oh, Dios, no ha dicho nada. Piensa que soy un bicho raro. Pedirá que le cambien de habitación. ¿Qué he hecho?
—Blaine —susurró Kurt, incorporándose también para que así pudieran verse uno al otro en medio de la habitación—. Eres hermoso.
No había querido decirlo, pero el rubor que tiñó las mejillas de Blaine valió la pena.
—Puedo...—Kurt jugó con sus manos—. ¿Podría tocarlas?
Los ojos avellana de Blaine brillaron bajo la luz de la lámpara. —¿Mis alas?
—Sí.
Un asentimiento inseguro. —Claro.
Kurt
se puso de pie y cruzó el espacio que les separaba, en silencio. Luego,
se paró inmóvil frente a su compañero de habitación, hasta que Blaine
volvió a asentir. Extendió su mano derecha lentamente hacia el magnifica
ala y con sus dedos rozó indecisamente las suaves plumas. —Guau
—susurró.
—Quieres, mmm...—Blaine bajó la mirada hacia sus manos—,
¿quieres sentarte aquí? —Palmeó el lugar a su lado en la cama. Kurt
miró el perfil de sus fuertes facciones moldeado por la luz de la
lámpara y asintió como bajo un hechizo. El balbuceo constante de los
pensamientos de Blaine estaba volviéndose algo indescriptible, como una
emoción en lugar de un hilo concreto de palabras.
El ala de Blaine rozó el brazo de Kurt cuando se sentó, y el chico más alto no retrocedió. Se sentía algo... normal.
—Entonces, ¿cuál es el tuyo? —preguntó Blaine, rompiendo el silencio casi con reverencia.
—¿Mi Don?
El chico más bajo asintió. —Sí.
—Mm...—Kurt
se mordió el labio, con un destello de terror recorriéndole las venas.
No podía hacer esto. Se estaba acercando a este chico, y le gustaba. Una
vez que Blaine supiera de su Don, se marcharía como tendían a hacer la
mayoría de las personas en la vida de Kurt, incluso antes de saber que
él podía leer mentes... incluso antes de que él mismo pudiera.
Blaine le sorprendió tocándole la mano con suavidad. —¿Qué sucede? —preguntó, arrugando la frente.
Kurt miró en los ojos avellana y encontró su voz. —Yo... puedo escuchar los pensamientos de las personas.
Sus cejas se alzaron. —Espera, como...
—Sí.
—Kurt bajó la mirada hacia su regazo—. En realidad no puedo controlarlo
todavía. Siempre que las personas están relativamente cerca de mí,
puedo escuchar lo que están pensando. Incluso los chicos que están en la
habitación de al lado ocupan espacio en mi cabeza. Humm, de verdad no
me va bien entre multitudes porque me dan migrañas terribles. Y... sí.
Eso es.
Kurt intentó contener las lágrimas en sus ojos, negándose a
alzar la mirada. Ahora Blaine iba a odiarle. Nadie quería salir con
alguien que podía escuchar cada uno de sus pensamientos sobre él. En ese
momento, supo que Blaine estaba pensando un montón de cosas, pero Kurt
estaba demasiado nervioso para concentrarse en ellas. De todos modos, ya
no creía poder soportar escuchar las palabras en su cabeza.
Y
entonces Blaine le sorprendió arrastrándole más cerca. —Entonces supongo
que tendré que vigilar lo que pienso a tu alrededor —dijo amablemente.
La
cabeza de Kurt se alzó bruscamente, y miró al otro chico, una lágrima
se le escapó antes de que pudiera detenerla. —¿Aún quieres... estar
cerca de mí? A pesar...
—Oh, Kurt —murmuró Blaine, entonces se
movió hacia adelante y le abrazó, con sus alas plegándose alrededor de
los dos. Kurt sintió el roce de las plumas y la calidez de los brazos de
Blaine y no pudo evitar pensar en lo cómodo que esto se sentía—. Por
supuesto que aún quiero estar cerca de ti. Tu Don es parte quien eres,
como el mío, y tú me aceptaste sin cuestionarme.
—P-pero yo puedo... Puedo oír lo que... ¿eso no te molesta?
Blaine se rió por lo bajo. —Mientras mis pensamientos no te molesten, entonces creo que estamos bien.
Kurt se permitió sonreír indecisamente. Presionó su mejilla contra el hombro de Blaine. —No, no me molestan en absoluto.
—Mm,
¿Kurt? —dijo Blaine, retrocediendo un poco. Sus alas se agitaron
nerviosamente, causando que el cabello de Kurt se despeinara un poco por
el movimiento de aire—. Así que... obviamente sabes lo que pienso de
ti. Y, um, no creo que esos sentimiento vayan a cambiar. Pues, si eso te
incomoda, entonces puedes pedir una habitación diferente o algo. No es
que quiera que te vayas, es sólo que de verdad me gustas y no estoy
seguro de si...—Blaine estaba desvariando.
Kurt rodó los ojos y le interrumpió con un beso.
Blaine
se tensó al principio, tomado por sorpresa, pero luego se permitió
corresponder a la acción, moviendo sus labios lentamente contra los de
Kurt. Un débil frufrú penetró el silencio mientras se besaban; las alas
de Blaine estaban aleteando instintivamente por el contacto.
Cuando
Kurt oyó a Blaine pensando que necesitaba respirar, se alejó y miró en
los ojos avellana del otro. Ninguna palabra fue intercambiada. Sonrieron
y encontraron los labios del otro a medio camino.

---

El
entrenamiento en la Academia Dalton para los Superdotados era duro. Las
actividades de Blaine consistían en días en el gimnasio, desarrollando
la fuerza de sus alas. Todos los días, el profesor le tenía cerniéndose
en el aire por tanto tiempo como le fuera posible. Cuando Blaine
colapsaba en el suelo, agotado, el adulto le decía su tiempo. Mejoraba
constantemente.
Kurt no pasaba tiempo en el gimnasio en absoluto.
Sus clases implicaban aprender cómo controlar el flujo de pensamientos
que entraban a su mente, utilizando una serie de ejercicios complicados.
Le tomó poco más de un mes ser capaz de adaptar el filtro, para así
poder elegir a cual tren de pensamiento quería saltar.
Después de
un tiempo, los dolores de cabeza disminuyeron, y Kurt descubrió que
podía tener un mejor rato entre la multitud. También ayudaba que,
siempre que tenía una migraña, su maravilloso novio le apartaba de todas
las personas y le ayudaba a calmarse, simplemente abrazándole hasta que
se sentía un poco mejor.
Desde que estaban juntos, Kurt y Blaine
pasaban casi todo su tiempo en la compañía del otro. Las únicas veces en
las que no compartían una actividad era cuando tenían sus respectivas
lecciones. Kurt ayudaba a Blaine con algunos ejercicios, especialmente
cuando Blaine ascendió al nivel de volar cargando a otras personas, lo
que era un trabajo extenuante. Blaine ayudaba a Kurt con sus habilidades
mentales. Pronto los pensamientos de Blaine eran tan familiares para
Kurt como los suyos propios.
El hecho de que Kurt pudiera leer la
mente de Blaine, más que dificultar, ayudaba a su relación. No tenían
ningún secreto para el otro, y Blaine nunca se quejaba, mientras Kurt
expresara lo que pensaba tan pronto como fuera posible.
Ya habían
estado en Dalton por casi dos años, y la graduación se estaba acercando.
Comenzaron a tomar clases de combate a fin de prepararse para la pelea
contra el crimen, el que era el último nivel de sus estudias antes de
que fueran mandados al mundo.
Blaine estaba aprendiendo cómo usar
sus alas y su vuelo para ayudarle en situaciones difíciles, además de
diferentes estrategias donde su Don sería de ayuda. Ahora podía
permanecer en el aire una hora completa, y darle dos vueltas a la pista
cargando a una persona.
Kurt podía centrarse específicamente en
los pensamientos de una persona y también bloquear los pensamientos de
los demás si era necesario. En una pelea, se le enseñó a meterse en la
cabeza de la persona y saber sus movimientos antes de esta siquiera los
hiciera. De ese modo, su enemigo asumiría que su Don era ver el futuro,
lo que podía ser una ventaja.

---

Kurt y
Blaine estaban en su habitación, ayudándose a alistarse para la
Ceremonia de Graduación. Sus maletas estaban hechas y puestas en la
cama, listas para que se marcharan. El chico pálido estaba terminando
unos últimos arreglos en la pajarita de Blaine. Kurt había entallado el
traje del otro chico para que hubieran unas entradas cómodas para que
sus alas fueran liberadas, en lugar de debajo de su ropa en el arnés.
—Ya está, ángel mío —dijo el joven más alto, pasando las manos sobre las
solapas de Blaine y plantando un ligero beso en su boca.
Blaine no pudo evitar que una sonrisa tonta se formara en su cara. Me encanta cuando me llamas así,
pensó mientras acercaba a su novio para otro beso. —Mejor nos vamos
—dijo en voz alta. Tomaron un respiro profundo colectivo y caminaron por
el pasillo abandonado tomados de la mano, con el brazo de Kurt cruzado
sobre su cuerpo.

---

—¡Blaine Anderson!
Kurt
aplaudió con orgullo mientras su novio atravesaba rápidamente el
escenario, con sus alas agitándose de emoción. Cuando le dieron su
diploma, lo alzó por sobre su cabeza triunfalmente, sonriéndole al resto
de los graduandos. A pesar de que no estaba diciendo nada o siquiera
mirándole específicamente, Kurt escuchó la voz de Blaine en su cabeza.
¡Lo hice, Kurt!
No pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de Blaine.
Cuando
su nombre fue dicho, estaba ligeramente nervioso. El diploma que
estaría aceptando tenía un importante trozo de información en él: el
lugar que se le asignaría para proteger. Kurt quería ser el compañero de
Blaine en la lucha contra el crimen más que nada en el mundo, pero ello
no dependía de él.
Kurt agarró el pedazo de papel enrollado,
sonriéndole a su padre, que estaba aplaudiendo orgullosamente en el
público, y compartió una mirada significativa con Blaine cuando se le
unió al otro lado del escenario. Miró a los ojos avellana de su ángel,
llenos de amor y emoción por el futuro.
Y, en ese momento, juraba que eran infinitos.

---

Blaine
y Kurt estaban sentados en su habitación una vez más. El chico más alto
estaba con las piernas cruzadas en la cama, mordiendo su labio
inferior. Entre él y el espacio donde estaba Blaine estaban los dos
diplomas que habían recibido esa tarde. Blaine trataba de enviar
pensamientos alentadores en dirección a su novio.
—Entonces —el chico pálido suspiró finalmente—. Debemos abrirlos.
—Sí
—coincidió Blaine. Pero ninguno se movió para agarrar los papeles. Para
ser sinceros, Blaine estaba tan nervioso como Kurt, pero estaba
acostumbrado a mantener las emociones en su interior. Esa era parte de
la razón por la que estar con Kurt era tan especial para él. Porque, no
importaba cuanto alzara sus muros, Kurt veía en su interior... e igual
le amaba.
El chico más bajo se inclinó hacia adelante. Si hubiera
estado con alguien más, habrían asumido que Blaine iba a agarrar los
diplomas, pero Kurt simplemente inclinó su cabeza y estuvo listo cuando
Blaine presionó un beso en sus labios. —Vamos —susurró el chico de
cabello rizado—. Acabemos con esto.
—Está bien —susurró Kurt en
respuesta. Tomaron los papeles de encima del cubrecama. Kurt rompió el
sello de cera y abrió el suyo lentamente. Blaine simplemente le observó,
sabiendo que Kurt sabría lo que decía el suyo tan pronto como lo
leyera. Así que permitió que su novio supiera el suyo primero.
Kurt
leyó con cautela, luego movió sus ojos azules para encontrarse con la
mirada avellana de Blaine. —De acuerdo, tu turno. —Blaine asintió y
entonces extendió su diploma. Tan pronto como sus ojos recorrieron la
sección de la ciudad a la que sería asignado, Kurt gritó de alegría y le
derribó en la cama, aun así consciente de sus alas.
Blaine se echó a reír mientras Kurt le llenaba la cara de besos. —Entonces, ¿asumo que somos un equipo?
—Sí
—dijo Kurt, besándole fuerte en los labios—. Sí. Podemos comprar una
casa y vivir la mitad de una vida normal juntos y la otra mitad seremos
nosotros salvando el mundo juntos, oh, Blaine, ¡no puedo esperar!
Kurt le besó una vez más, con ternura y tan lleno de amor. Era la muestra de lo había sido el pasado y lo que estaba por venir.
Se sentía como volar.

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Muy buena traduccion gracias por traducir me encanto Saludos

me encanto

muy lindo, gracias por traducir

Me encanto.

Supongo que este es un Oneshot?
Me encanto<3 klaine en cualquier situacion son tan perfectos & tiernos :3

Gracias por la traduccion:)