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fc brittana : "brittany"
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fc brittana : "brittany"
santana y brittany se enamoraron nada más conocerse, pero britt se negó a
admitir sus sentimientos, y apartó a la joven de sí, echándola prácticamente en
brazos de su primo sam , con quien terminó casándose. El matrimonio acabó siendo
un verdadero infierno para la joven, ya que su marido la maltrataba, celoso del amor
que ella aún sentía por brittany . Dos años después, sam, que conducía ebrio, se mató en un accidente de tráfico. Durante todo ese tiempo, brit había creído las mentiras de su primo sobre cómo el desprecio de santana lo había empujado a la bebida, pero poco a poco iría descubriendo el horror por el que había pasado la joven, al tiempo que tendría que afrontar sus sentimientos.
lo continuo ??????
admitir sus sentimientos, y apartó a la joven de sí, echándola prácticamente en
brazos de su primo sam , con quien terminó casándose. El matrimonio acabó siendo
un verdadero infierno para la joven, ya que su marido la maltrataba, celoso del amor
que ella aún sentía por brittany . Dos años después, sam, que conducía ebrio, se mató en un accidente de tráfico. Durante todo ese tiempo, brit había creído las mentiras de su primo sobre cómo el desprecio de santana lo había empujado a la bebida, pero poco a poco iría descubriendo el horror por el que había pasado la joven, al tiempo que tendría que afrontar sus sentimientos.
lo continuo ??????
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Re: fc brittana : "brittany"
:0
sii siguelo
sii siguelo
raxel_vale****** - Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 34
Re: fc brittana : "brittany"
wow
siiiiii siguelo
porfa
siiiiii siguelo
porfa
juli-gnzls* - Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 01/01/2013
Edad : 28
capitulos 1 : el entierro
Capítulo 1
Tras el entierro, brittany se mantuvo alejada del resto de los asistentes,observando fijamente y con desprecio a la joven y esbelta viuda enlutada, de pie junto a un Rolls Royce negro, mientras recibía las condolencias de unos y otros. Su primo sam había muerto y aquella mujer era la culpable. No sólo había atormentado a su marido durante dos años, empujándolo a convertirse en un alcohólico, sino que también había dejado que condujera ebrio, matándose al precipitarse su coche por el borde de un puente. Y allí estaba, sin una lágrima en sus ojos. Su hermana Rachel, tras besar y abrazar a la viuda, se acercó a él para reprenderlo por su actitud.
—Deja de mirarla de ese modo. ¿Es que no tienes sentimientos? —le espetó enfadada.
—¿Acaso los tiene ella? —replicó con una sonrisa cínica, dando una larga calada al cigarrillo que tenía entre sus dedos.
—Me prometiste que ibas a dejarlo —le recordó ella. britt enarcó una ceja.
—Y te estoy haciendo caso: ya apenas fumo, sólo cuando estoy nerviosa o irritada y siempre en lugares abiertos.
—Eso no basta, recuerda lo que te dijo el médico. Sé que detestas que te sermonee pero eres mi hermana y me preocupa tu salud.
britt esbozó una sonrisa amable.
—Está bien, tú ganas. Volveré a intentarlo... a partir de mañana —dijo. Rachel frunció el ceño, pero britt había girado la cabeza y estaba observando de nuevo a la viuda con la misma mirada gélida en sus ojos azules—. La amante esposa... —masculló—. No ha derramado ni una lágrima tras dos años de matrimonio...
—¿Quién eres tú para juzgarla? Nadie puede saber lo que pasa dentro de un matrimonio.
Britt ignoró el reproche y dio otra calada al cigarrillo escrutando de nuevo el rostro de la viuda.
—¿Y a qué viene el velo entonces? —inquirió a su hermana, señalando con un gesto de la cabeza el sombrero negro con velo que llevaba la mujer—. ¿Acaso teme que la madre de sam se pregunte por qué sus ojos están secos?
—Eres tan mordaz e insensible que no me extraña que no te hayas casado —la increpó rachel disgustada—, y tampoco me extraña que la gente diga que no hay una mujer en todo Texas con valor para hacerte pasar por la vicaría.
—No hay una mujer en todo Texas por la que esté dispuesta a pasar por la vicaría —corrigió ella—. Sencillamente no soporto a ninguna.
—Y a santana menos que a ninguna —murmuró su hermana al ver que los ojos de britt habían vuelto a fijarse en la joven viuda—. Es curioso, hubo un tiempo en que hubiera jurado que te gustaba.
—Tiene 22 años y yo 30; demasiado joven para mí, aunque hubiera estado interesada en ella.
—¿Sabes, britt? Te equivocas respecto a santana. No es la clase de persona que crees.
—Me parece encomiable que defiendas a tus amigos, rachel , pero no lograrás convencerme de que esa mujer de ahí está penando por su difunto esposo.
—Siempre la has tratado con la punta del pie —continuó ella sin escucharla. Britt se tensó visiblemente.
—Eso es porque siempre estaba atosigándome.
Rachel no contestó a eso.
—¿Irás a la casa después? —le preguntó—. Se hará la lectura del testamento tras el almuerzo.
—Vaya, qué sorpresa, la viuda tiene prisa por saber cuánto dinero le corresponde... —masculló britt.
—Ha sido idea de la madre de sam, no suya —le aclaró rachel irritada. britt giró la cabeza y se quedó observando un instante a una mujer delgada y de baja estatura vestida con un elegante traje negro de diseño.
—¿De la tía susan?
—Detesta a santana tanto o más que tú —dijo rachel—. Seguro que espera que sam no le haya dejado un centavo para poder echarla de la casa.
britt tiró el cigarrillo al suelo y lo aplastó con la suela del zapato.
—¿Acaso te extraña? santana mató a su hijo.
—¡brittany!
La fría mirada en los ojos azules de su hermana podría haber cortado un diamante.
—Ella nunca lo amó. Se casó con él sólo porque su padre había muerto y no le había dejado más que deudas. Hasta la casa estaba hipotecada. ¿Y se mostró agradecida al menos con sam? No, pasó los dos años de su matrimonio haciéndolo sufrir. Más de una vez tuve que ofrecerle un hombro donde llorar a nuestro pobre primo.
—¿Cuándo? —inquirió ella—. No recuerdo que fueras nunca a su casa. Incluso te negaste a ser su madrino en la boda.
britt apartó la vista.
—Vino a NY varias veces a verme por asuntos de negocios, y un día se sinceró conmigo porque ya no aguantaba más. Me lo contó todo acerca de santana. Fue ella quien lo empujó a la bebida.
—Eso no puedes probarlo. ¿Y acaso le has pedido a santana que te cuente su versión de la historia? —le espetó su hermana—. Es mi amiga, britt, y no voy a permitirte que la acuses de ese modo. Al menos podrías acercarte a ella y darle tus condolencias.
britt enarcó una ceja.
—¿Por qué tendría que hacerlo cuando no le importa que su marido esté muerto? Además, las apariencias nunca me han importado. No voy a darle mis condolencias sólo por quedar bien ante ella o ante los demás.
Rachel gruñó desesperada y regresó junto a santana. Cuando los asistentes comenzaron a dispersarse, ambas subieron al Rolls Royce negro, y Henry, el chofer, puso el automóvil en marcha dirigiéndose hacia la enorme casa.
—britt estaba diciéndote algo acerca de mí, ¿no es cierto? —inquirió santana en un tono tenso. El velo negro del sombrero resaltaba aún más la palidez de su rostro, y había una mirada trágica en sus ojos cafes. Rachel asintió en silencio.
—No tienes por qué sentirte culpable por su actitud hacia mí —le dijo la joven viuda—. Conozco a tu hermana desde que íbamos juntas a la universidad, ¿recuerdas?britt siempre me ha odiado. Es algo que viene incluso de antes de mi matrimonio —añadió.
rachel sabía que su amiga había estado muy enamorada de su hermana pero ignoraba que él había sido el catalizador que la había empujado a aquel matrimonio, a una unión que ella jamás había querido.
—Bueno, ya sabes que britt siempre ha rehuido cualquier clase de compromiso —murmuró, tratando en cierto modo de disculparla—. Nunca ha ido en serio con nadie.
Santana asintió con la cabeza.
—Supongo que lo que hizo vuestra madre la afectó —dijo porque rachek le había hablado de su infancia.
—Sí, después de aquello se volvió muy recelosa con las mujeres —contestó su amiga exhalando un suspiro—, aunque, ¿sabes?, durante un tiempo estuve convencida de que sentía algo por ti —añadió mirando a santana por el rabillo del ojo, curiosa por ver su reacción.
Sin embargo, el rostro de la joven viuda no dejó entrever emoción alguna.
Durante aquellos dos años había aprendido muy bien a ocultar sus sentimientos, porque su marido siempre había aprovechado el más mínimo signo de debilidad o vulnerabilidad para atacarla. Un día, durante la primera semana después de la boda, había cometido el error de mencionar a britt en presencia de sam, sin darse cuenta de que el solo matiz en su voz al pronunciar su nombre había delatado que aún seguía amándolo. Esa noche sam volvió a casa borracho y le dio una paliza. Pero, de eso, nadie sabía nada.
—¿Por qué ha insistido susan en que el testamento se lea tan pronto? —le preguntó rachel, arrancándola de tan amargos recuerdos. Los largos dedos de santana se aferraron al bolso negro que tenía sobre las rodillas.
—Porque está segura de que sam se lo ha dejado todo a ella, incluida la casa —contestó—. Ya sabes cómo se opuso siempre a nuestro matrimonio. Si la hizo beneficiaria única, me echará a la calle antes de que anochezca. Y apuesto a que lo hizo —murmuró con la mirada vidriada—. Me daba cien dólares a la semana y con eso tenía que arreglármelas para hacer la compra y pagar las facturas.
Su amiga alzó el rostro hacia ella, sobrecogida por aquella revelación, y de pronto se fijó en que el vestido que llevaba santana no era precisamente nuevo. Sabía que no había sido precisamente feliz en su matrimonio, pero nunca había tenido a sam por uno de esos avaros que daban con cuentagotas el dinero a sus esposas.
Después de todo, sin saberlo, tal vez no había andado muy desencaminada al decirle a britt aquello de que no podía saber lo que había ocurrido dentro del matrimonio de su primo y santana.
—Sólo tengo los vestidos que me compré antes de casarme —le dijo santana adivinando lo que estaba pensado y evitando su mirada—, pero no me importó —se apresuró a añadir—, me las apañé con lo que tenía. Nunca he necesitado demasiado.
Sin embargo, a pesar de esa aseveración, lo único en lo que podía pensar rachel era que su tía había acudido al entierro con un vestido de diseño exclusivo, mientras que santana llevaba uno que no aguantaría otra temporada.
—Pero, ¿por qué?, ¿por qué te hacía eso? —inquirió indignada. santana sonrió con tristeza.
—No te preocupes. Aunque me haya dejado sin un centavo, no me derrumbaré.
Buscaré un trabajo. Me las arreglaré como sea.
—Pero no puede haber sido tan cruel, tiene que haberte dejado algo...
La joven viuda meneó la cabeza.
—rachel , sam me odiaba, ¿es que nunca te diste cuenta? Estaba acostumbrado a que las mujeres se le echasen encima y no podía soportar la idea de ser la segunda opción de nadie —le dijo—. Pero todo ha acabado... ha acabado... —murmuró más para sí que para su amiga—. Oh, rachel, me siento tan avergonzada...
—¿Avergonzada de qué? —inquirió la otra joven que no terminaba de comprender sus palabras.
—Del alivio que siento —respondió santana en un susurro apenas audible, como temerosa de que el coche tuviera oídos—. ¡Se ha acabado!, ¡al fin se ha acabado! Y no me importa que la gente crea que yo lo maté —concluyó estremeciéndose.
A rachel le picaba la curiosidad pero no quiso presionarla. Santana se lo contaría algún día, cuando se sintiese preparada para hacerlo. Durante aquellos dos años apenas había tenido contacto con ella ya que santana siempre le decía que no podía recibirla, que a sam lo ponían de mal humor las visitas, pero rachel siempre le había quitado importancia, diciéndose que se debería a que era exageradamente posesivo, que no quería que su esposa prestara atención a otras personas.
—Bueno, ahora podremos quedar de vez en cuando sin tener que hacerlo a escondidas —le dijo rachel. santana alzó los ojos preocupada hacia los de su amiga.
—¿No le habrás contado a brittany que teníamos que vemos así?
—No, nunca se lo conté —fue la contestación de rachel —. De hecho... —murmuró vacilante—, de hecho me cortaba cada vez que intentaba hablarle de ti.
Los delgados hombros de santana se relajaron y giró el rostro hacia la ventanilla.
—Ya veo.
—¿Qué es lo que ves? —masculló rachel irritada ante esa resignación—. Yo... ¡noes justo lo que está haciendo contigo! No lo comprendo, santana, no entiendo por qué se comporta así. Su actitud hoy durante el entierro me ha avergonzado.
—Apreciaba a sam —contestó la viuda sin mirarla. sam había tenido engañado a todo el mundo, así que, ¿por qué iba a haber sido la hermana de rachel una excepción? No, brittany no tenía ni idea de lo que su primo la había hecho pasar.
El vehículo se había detenido y el chofer les abrió la puerta.
—Gracias, Henry —murmuró santana, tomando la mano que le ofrecía para ayudarla a bajar. Henry pasaba ya de los cincuenta y era un militar retirado, fornido y de corto cabello canoso, que llevaba años trabajando para sam . Nadie lo sabía pero le debía su vida a aquel hombre.
—No hay de qué, señora Evans —respondió el chofer suavemente.
rachel entró en la casa con santana, observando extrañada que no saliera a recibirlas criada alguna, ni cocinera, ni mayordomo... lo cual era en verdad bastante raro, dado que la vivienda tenía un total de ocho habitaciones, casi el mismo número de cuartos de baños, y que sam había ganado una fortuna con sus negocios.
—sam despidió a todo el servicio al poco de casarnos —le dijo santana al advertir su asombro—, a todos excepto a Henry —añadió mientras se quitaba el sombrero y lo dejaba sobre una mesita—. No le gustaba que la gente lo viera conducir su propio coche.
Se quitó también la chaqueta y, al hacerlo, una de las mangas del vestido se le levantó un poco, dejando por un instante al descubierto la marca de un cardenal en el antebrazo. Casi había desaparecido, observó mentalmente rachel , que recordaba lo amoratado que lo había tenido el día que se lo hizo; de los cardenales del rostro ya no quedaba ni huella.
De aquello hacía algo más de una semana. Se había presentado en lima sin avisar para darle una sorpresa a santana, pero al llegar a la casa nadie había contestado al timbre. Extrañada, fue a preguntarle a la vecina si sabía si el señor y la señora evans habían salido. La mujer le dijo que estaban en el hospital, que parecía ser que ella había tenido un accidente. Rachel se había ido corriendo al hospital, pero al llegar allí, comprobó para su alivio, aunque la encontró llena de moraduras y con un esguince en el tobillo, que no había sido nada grave. sam le explicó que santana había estado practicando ala delta y que había tenido una caída un tanto aparatosa. Rachel sabía que su amiga era aficionada a ese deporte desde sus días de universidad, pero sus compañeros siempre habían dicho que era una verdadera maestra, así que parecía extraño que se hubiera descuidado de ese modo. «Es que se levantaron unas rachas de viento muy fuertes de repente, y no tuvo tiempo de reaccionar», le explicó sam cuando ella hizo ese comentario, « ¿No es verdad, cariño?», había dicho volviéndose a santana. Y ella había asentido.
—Siéntate, haré un poco de café —le dijo su amiga, sacándola de sus pensamientos.
—Oh, no, ni hablar, lo haré yo —se apresuró a replicar rachel —. Eres tú quien necesitas que se ocupen de ti. ¿Has podido dormir algo esta noche?
Santana meneó la cabeza.
—No dejo de tener pesadillas —le confesó frotándose la frente mientras tomaba asiento en uno de los sofás del salón.
—¿Y esas pastillas que te dio el médico para dormir?
—Me da miedo empezar a tomarlas y no poder pasar sin ellas.
—Tonterías, no te ocurrirá nada por tomar una o dos. Además...
Pero rachel no terminó la frase porque en ese momento se abrió y se cerró la puerta principal. Sólo una persona se consideraba con la libertad de entrar sin llamar al timbre. Oyeron pasos acercarse desde el vestíbulo, y al cabo apareció britt.
—Estaba a punto de hacer café —le dijo su hermana lanzándole una mirada de advertencia para que no fustigase a santana—. ¿Quieres una taza?
—Sí, por favor.
—santana , ¿quieres que prepare algo para almorzar? —se ofreció su amiga.
—La verdad es que no hay demasiado en la nevera, ni en la alacena —respondió la otra joven.
—Tranquila, veré qué puedo hacer —sonrió rachel y se fue a la cocina, mordiéndose la lengua para no mencionar la poca consideración de los vecinos. No quería incomodar a santana. Era tradición en las zonas rurales llevar comida preparada a quienes habían tenido un fallecimiento en la familia, y la de lima era una comunidad muy unida.
britt, sin embargo, no era tan considerada como su hermana y, en cuanto ésta hubo desaparecido, puso el dedo en la llaga:
—¿Cómo es que nadie te ha traído comida? —le preguntó con aspereza a la joven viuda, esbozando una sonrisa cruel mientras tomaba asiento frente a ella—. ¿Es que los vecinos también creen que mataste a tu marido?
Santana sintió náuseas en la boca del estómago, pero tragó saliva y alzó sus ojos cafes hacia ella.
—Nunca tuvimos una relación estrecha con ningún vecino. sam decía que si les dábamos confianza acabaríamos teniéndolos en la casa todo el tiempo. Nunca le gustó la gente.
—Y a ti nunca te gustó él —masculló britt con puro veneno en la voz—. Me lo contó todo sobre ti, santana, todo.
La joven no tenía que preguntarle para imaginar qué clase de mentiras le habría contado, como que era frígida y lo había rechazado desde que se habían casado. Cerró los ojos y se frotó la frente, donde se estaba formando el principio de un dolor de cabeza.
—¿No tienes un negocio que atender? —le espetó—, ¿varios, de hecho?
britt cruzó una pierna sobre la otra.
—Mi primo ha muerto y he venido a su entierro.
—Pues el entierro ya ha terminado —le respondió ella cortante.
—Y supongo que ya debes estar imaginándote con los millones de Barry en tu bolsillo. Pues yo que tú no contaría aún las ganancias: todavía no se ha leído el testamento. susan ya viene hacia aquí.
—Espoleada por ti, sin duda.
Britt enarcó las cejas.
—No necesita que nadie la espolee.
Santana se puso de pie. El dolor y el tormento de aquellos dos años la estaban corroyendo por dentro como el ácido.
—Yo no maté a sam.
britt también se levantó.
—Dejaste que se subiera a un coche y que condujera cuando había bebido. Sí, santana —añadió asintiendo con la cabeza ante la mirada de estupefacción de lajoven—, las noticias se extienden como la pólvora en las pequeñas localidades como lima . rachel y yo hemos vuelto a instalarnos en el rancho y la gente dice que en la fiesta de los Ballenger, anteayer, sam te pidió que lo llevases a casa, y tú te negaste, así que se marchó solo y salió disparado por el borde de un puente.
De modo que así era cómo las malas lenguas habían tergiversado los hechos...
Santana se quedó mirando a britt pero no dijo nada. rachel no le había dicho que habían vuelto a lima para quedarse. ¿Cómo iba a soportar tener que vivir en la misma ciudad que britt?
—¿No te defiendes? —la retó burlona—. ¿No vas a buscar ninguna excusa?
—¿De qué serviría? —le contestó ella cansada—. Tú ya me has condenado, igual que los demás.
britt caminó por el salón, deteniéndose junto a una estantería, y se giró hacia ella.
—sam me escribió hace un par de semanas —le dijo de repente—. En su carta decía que había cambiado el testamento, y que me mencionaba en él. ¿No lo sabías?
No, santana no lo sabía, lo único que sam le había dicho era que lo había cambiado pero desconocía su contenido.
—Imagino que también mencionará a susan —continuó britt, acercándose a ella y mirándola fijamente.
Había una sonrisa tan engreída en sus labios, que las manos de la joven se cerraron clavándose las uñas en las palmas para contener la ira que se estaba apoderando de ella. Estaba harta, harta del incesante aguijoneo de britt. ¿Por qué tenía que soportarlo después del infierno por el que había pasado?
—Márchate, por favor —le rogó desesperada—. Márchate...
Britt se había detenido apenas un metro frente a ella y santana no estaba segura de poder contener mucho más tiempo las lágrimas que se estaban agolpando en sus ojos. Bajando el rostro para que no pudiera ver la angustia en él, trató de pasar por su lado para huir escaleras arriba, pero tropezó con el borde de la alfombra, y estuvo a punto de caer de bruces al suelo cuando britt, en un acto reflejo, dio un paso adelante y la sostuvo, quedando la joven atrapada en un inesperado abrazo. Años atrás le habría parecido un sueño encontrarse entre los fuertes brazos de brittany, pero después de su matrimonio con un hombre que la había maltratado, aquel contacto provocó miedo en santana
—¡Déjame!, ¡suéltame...! —gimió zafándose y echándose atrás. Se dejó caer sobre el sofá y rompió en amargos sollozos ocultando el rostro entre las manos. Britt , que no se había esperado esa reacción, se quedó mirándola estupefacta, sintiéndose mal por haberla puesto en ese estado, pero se dijo que si lloraba era porque se sabía culpable.
De mala gana se sacó un pañuelo del bolsillo y lo puso en las manos de la joven.
—Sécate esas lágrimas de cocodrilo —le ordenó malhumorada. Justo en esemomento regresaba rachel con una bandeja cargada con un plato de sándwiches, café,y algo de fruta pelada y cortada. Al ver el rostro lloroso de santana y sus ojos enrojecidos, lanzó una mirada fulminante a su hermana, pero ésta no se dio por aludida.
—Vamos, san , come un poco, te vendrá bien —le dijo a su amiga mientras depositaba la bandeja sobre la mesita baja entre los sofás enfrentados. Britt volvió a sentarse observando cómo rachel servía el café y le daba una taza a su amiga.
—susan me ha dicho durante el entierro que está alojada en un motel —comentó sin dar tregua a santana —. ¿No hay sitio para ella en la casa de su propio hijo?
La joven, que había recobrado la compostura, la miró brevemente antes de responder con aspereza:
—Le ofrecí que se viniese aquí estos dos días, hasta que regresara a Houston, pero se negó.
Britt bajó la vista a la taza de café que su hermana le estaba pasando en ese momento.
—Cuando todo esto haya acabado, deberías marcharte un par de semanas a un lugar tranquilo —le dijo rachel a santana—, a la costa, por ejemplo. Ahora es temporada baja y no habrá nadie.
—Sí, ¿por qué no? —intervino de nuevo britt , en el mismo tono sarcástico—,cuando hayas cobrado el dinero podrás permitírtelo. Podrás irte a Montecarlo, o a LasBahamas, o...
—¡Ya basta! —gritó santana fuera de sí, los ojos como platos en su rostropálido—. ¡Deja de atormentarme!
—¡brittany , por favor! —intercedió rachel por ella. El ruido de un coche deteniéndose frente a la casa atrajo la atención de britt, que se levantó y fue a abrir la puerta.
—No la soporto más, no la soporto... —balbució santana dejando con manos temblorosas la taza sobre la mesita—. ¿Por qué me hace esto?, ¿por qué...?
Rachel peinó el largo cabello castaño de su amiga con los dedos.
—Creo que es por algo que sam le contó —murmuró contrayendo el rostro y meneando la cabeza—, pero no sé qué pudo ser. Antes, en el cementerio, me dijo que durante estos dos años había visto a sam a menudo, y que él le había contado cosas acerca de ti.
Santana dejó escapar una risa amarga.
—Conociendo a sam, seguramente se trataba de una sarta de mentiras para que tuviera lástima de él —dijo—. Yo era siempre la culpable de todos sus problemas —alzó el rostro hacia su amiga—. Fui yo quien lo arrastré a la bebida, ¿lo sabías? —añadió con ironía.
—No, eso no es cierto, bebía porque quería —replicó rachel con firmeza, no queriendo imaginar de qué barbaridades habría acusado su hermano a santana.
—Pues debes ser la única persona en lima que crea eso —respondió la joven viuda.
Desde el vestíbulo llegaron voces que se acercaban, una profunda y muy calmada,la de britt, y otra aguda e impaciente, la de susan evans. Al poco rato entraban ambos en el salón.
—Creí que ese maldito notario ya habría llegado —dijo irritada mientras se sacaba los guantes negros con muy mal genio.
—Supongo que tendría que ir a su oficina para recoger los papeles necesarios —dijo santana. La mujer le clavó la vista,como si fuera un molesto insecto en el que acabase de reparar.
—Cierto, y sin duda estará aquí muy pronto —masculló—. Yo que tú empezaría a hacer el equipaje para dejar esta casa.
—No se preocupe, no me llevará demasiado —le contestó santana . rachel la miró extrañada pero no inquirió acerca del porqué, y en ese instante se oyó cómo otro vehículo se detenía fuera. Rachel se acercó a la ventana y levantó la cortina para mirar.
—Es el notario —anunció. Y tras una mirada a su amiga, fue a recibirlo.
—Al fin —dijo susan malhumorada, yendo tras ella—. Ya era hora.
santana no se movió. Se quedó sentada, observando fijamente el que había sido el sillón preferido de sam, y britt, que estaba de pie, la vio estremecerse de pronto y observó cómo la mirada en sus ojos cafes se tornaba angustiada. De modo que se sentía culpable... Y así debía ser, se dijo. Esperaba que la remordiera la conciencia, y que en toda su vida, no volviera a tener otro momento de paz.
En ese momento entró en el salón el notario, un hombre alto y con una incipientecalvicie, seguido de susan y de rachel . santana se puso de pie y suspiró entre nerviosa y aliviada. Al fin terminaría todo. No sabía si bien o mal para ella, si sam le habría dejado al menos unos miserables dólares o si tendría que empezar de cero, pero al menos la pesadilla había acabado.
Les gusto ¿?? Coloco otro???
Tras el entierro, brittany se mantuvo alejada del resto de los asistentes,observando fijamente y con desprecio a la joven y esbelta viuda enlutada, de pie junto a un Rolls Royce negro, mientras recibía las condolencias de unos y otros. Su primo sam había muerto y aquella mujer era la culpable. No sólo había atormentado a su marido durante dos años, empujándolo a convertirse en un alcohólico, sino que también había dejado que condujera ebrio, matándose al precipitarse su coche por el borde de un puente. Y allí estaba, sin una lágrima en sus ojos. Su hermana Rachel, tras besar y abrazar a la viuda, se acercó a él para reprenderlo por su actitud.
—Deja de mirarla de ese modo. ¿Es que no tienes sentimientos? —le espetó enfadada.
—¿Acaso los tiene ella? —replicó con una sonrisa cínica, dando una larga calada al cigarrillo que tenía entre sus dedos.
—Me prometiste que ibas a dejarlo —le recordó ella. britt enarcó una ceja.
—Y te estoy haciendo caso: ya apenas fumo, sólo cuando estoy nerviosa o irritada y siempre en lugares abiertos.
—Eso no basta, recuerda lo que te dijo el médico. Sé que detestas que te sermonee pero eres mi hermana y me preocupa tu salud.
britt esbozó una sonrisa amable.
—Está bien, tú ganas. Volveré a intentarlo... a partir de mañana —dijo. Rachel frunció el ceño, pero britt había girado la cabeza y estaba observando de nuevo a la viuda con la misma mirada gélida en sus ojos azules—. La amante esposa... —masculló—. No ha derramado ni una lágrima tras dos años de matrimonio...
—¿Quién eres tú para juzgarla? Nadie puede saber lo que pasa dentro de un matrimonio.
Britt ignoró el reproche y dio otra calada al cigarrillo escrutando de nuevo el rostro de la viuda.
—¿Y a qué viene el velo entonces? —inquirió a su hermana, señalando con un gesto de la cabeza el sombrero negro con velo que llevaba la mujer—. ¿Acaso teme que la madre de sam se pregunte por qué sus ojos están secos?
—Eres tan mordaz e insensible que no me extraña que no te hayas casado —la increpó rachel disgustada—, y tampoco me extraña que la gente diga que no hay una mujer en todo Texas con valor para hacerte pasar por la vicaría.
—No hay una mujer en todo Texas por la que esté dispuesta a pasar por la vicaría —corrigió ella—. Sencillamente no soporto a ninguna.
—Y a santana menos que a ninguna —murmuró su hermana al ver que los ojos de britt habían vuelto a fijarse en la joven viuda—. Es curioso, hubo un tiempo en que hubiera jurado que te gustaba.
—Tiene 22 años y yo 30; demasiado joven para mí, aunque hubiera estado interesada en ella.
—¿Sabes, britt? Te equivocas respecto a santana. No es la clase de persona que crees.
—Me parece encomiable que defiendas a tus amigos, rachel , pero no lograrás convencerme de que esa mujer de ahí está penando por su difunto esposo.
—Siempre la has tratado con la punta del pie —continuó ella sin escucharla. Britt se tensó visiblemente.
—Eso es porque siempre estaba atosigándome.
Rachel no contestó a eso.
—¿Irás a la casa después? —le preguntó—. Se hará la lectura del testamento tras el almuerzo.
—Vaya, qué sorpresa, la viuda tiene prisa por saber cuánto dinero le corresponde... —masculló britt.
—Ha sido idea de la madre de sam, no suya —le aclaró rachel irritada. britt giró la cabeza y se quedó observando un instante a una mujer delgada y de baja estatura vestida con un elegante traje negro de diseño.
—¿De la tía susan?
—Detesta a santana tanto o más que tú —dijo rachel—. Seguro que espera que sam no le haya dejado un centavo para poder echarla de la casa.
britt tiró el cigarrillo al suelo y lo aplastó con la suela del zapato.
—¿Acaso te extraña? santana mató a su hijo.
—¡brittany!
La fría mirada en los ojos azules de su hermana podría haber cortado un diamante.
—Ella nunca lo amó. Se casó con él sólo porque su padre había muerto y no le había dejado más que deudas. Hasta la casa estaba hipotecada. ¿Y se mostró agradecida al menos con sam? No, pasó los dos años de su matrimonio haciéndolo sufrir. Más de una vez tuve que ofrecerle un hombro donde llorar a nuestro pobre primo.
—¿Cuándo? —inquirió ella—. No recuerdo que fueras nunca a su casa. Incluso te negaste a ser su madrino en la boda.
britt apartó la vista.
—Vino a NY varias veces a verme por asuntos de negocios, y un día se sinceró conmigo porque ya no aguantaba más. Me lo contó todo acerca de santana. Fue ella quien lo empujó a la bebida.
—Eso no puedes probarlo. ¿Y acaso le has pedido a santana que te cuente su versión de la historia? —le espetó su hermana—. Es mi amiga, britt, y no voy a permitirte que la acuses de ese modo. Al menos podrías acercarte a ella y darle tus condolencias.
britt enarcó una ceja.
—¿Por qué tendría que hacerlo cuando no le importa que su marido esté muerto? Además, las apariencias nunca me han importado. No voy a darle mis condolencias sólo por quedar bien ante ella o ante los demás.
Rachel gruñó desesperada y regresó junto a santana. Cuando los asistentes comenzaron a dispersarse, ambas subieron al Rolls Royce negro, y Henry, el chofer, puso el automóvil en marcha dirigiéndose hacia la enorme casa.
—britt estaba diciéndote algo acerca de mí, ¿no es cierto? —inquirió santana en un tono tenso. El velo negro del sombrero resaltaba aún más la palidez de su rostro, y había una mirada trágica en sus ojos cafes. Rachel asintió en silencio.
—No tienes por qué sentirte culpable por su actitud hacia mí —le dijo la joven viuda—. Conozco a tu hermana desde que íbamos juntas a la universidad, ¿recuerdas?britt siempre me ha odiado. Es algo que viene incluso de antes de mi matrimonio —añadió.
rachel sabía que su amiga había estado muy enamorada de su hermana pero ignoraba que él había sido el catalizador que la había empujado a aquel matrimonio, a una unión que ella jamás había querido.
—Bueno, ya sabes que britt siempre ha rehuido cualquier clase de compromiso —murmuró, tratando en cierto modo de disculparla—. Nunca ha ido en serio con nadie.
Santana asintió con la cabeza.
—Supongo que lo que hizo vuestra madre la afectó —dijo porque rachek le había hablado de su infancia.
—Sí, después de aquello se volvió muy recelosa con las mujeres —contestó su amiga exhalando un suspiro—, aunque, ¿sabes?, durante un tiempo estuve convencida de que sentía algo por ti —añadió mirando a santana por el rabillo del ojo, curiosa por ver su reacción.
Sin embargo, el rostro de la joven viuda no dejó entrever emoción alguna.
Durante aquellos dos años había aprendido muy bien a ocultar sus sentimientos, porque su marido siempre había aprovechado el más mínimo signo de debilidad o vulnerabilidad para atacarla. Un día, durante la primera semana después de la boda, había cometido el error de mencionar a britt en presencia de sam, sin darse cuenta de que el solo matiz en su voz al pronunciar su nombre había delatado que aún seguía amándolo. Esa noche sam volvió a casa borracho y le dio una paliza. Pero, de eso, nadie sabía nada.
—¿Por qué ha insistido susan en que el testamento se lea tan pronto? —le preguntó rachel, arrancándola de tan amargos recuerdos. Los largos dedos de santana se aferraron al bolso negro que tenía sobre las rodillas.
—Porque está segura de que sam se lo ha dejado todo a ella, incluida la casa —contestó—. Ya sabes cómo se opuso siempre a nuestro matrimonio. Si la hizo beneficiaria única, me echará a la calle antes de que anochezca. Y apuesto a que lo hizo —murmuró con la mirada vidriada—. Me daba cien dólares a la semana y con eso tenía que arreglármelas para hacer la compra y pagar las facturas.
Su amiga alzó el rostro hacia ella, sobrecogida por aquella revelación, y de pronto se fijó en que el vestido que llevaba santana no era precisamente nuevo. Sabía que no había sido precisamente feliz en su matrimonio, pero nunca había tenido a sam por uno de esos avaros que daban con cuentagotas el dinero a sus esposas.
Después de todo, sin saberlo, tal vez no había andado muy desencaminada al decirle a britt aquello de que no podía saber lo que había ocurrido dentro del matrimonio de su primo y santana.
—Sólo tengo los vestidos que me compré antes de casarme —le dijo santana adivinando lo que estaba pensado y evitando su mirada—, pero no me importó —se apresuró a añadir—, me las apañé con lo que tenía. Nunca he necesitado demasiado.
Sin embargo, a pesar de esa aseveración, lo único en lo que podía pensar rachel era que su tía había acudido al entierro con un vestido de diseño exclusivo, mientras que santana llevaba uno que no aguantaría otra temporada.
—Pero, ¿por qué?, ¿por qué te hacía eso? —inquirió indignada. santana sonrió con tristeza.
—No te preocupes. Aunque me haya dejado sin un centavo, no me derrumbaré.
Buscaré un trabajo. Me las arreglaré como sea.
—Pero no puede haber sido tan cruel, tiene que haberte dejado algo...
La joven viuda meneó la cabeza.
—rachel , sam me odiaba, ¿es que nunca te diste cuenta? Estaba acostumbrado a que las mujeres se le echasen encima y no podía soportar la idea de ser la segunda opción de nadie —le dijo—. Pero todo ha acabado... ha acabado... —murmuró más para sí que para su amiga—. Oh, rachel, me siento tan avergonzada...
—¿Avergonzada de qué? —inquirió la otra joven que no terminaba de comprender sus palabras.
—Del alivio que siento —respondió santana en un susurro apenas audible, como temerosa de que el coche tuviera oídos—. ¡Se ha acabado!, ¡al fin se ha acabado! Y no me importa que la gente crea que yo lo maté —concluyó estremeciéndose.
A rachel le picaba la curiosidad pero no quiso presionarla. Santana se lo contaría algún día, cuando se sintiese preparada para hacerlo. Durante aquellos dos años apenas había tenido contacto con ella ya que santana siempre le decía que no podía recibirla, que a sam lo ponían de mal humor las visitas, pero rachel siempre le había quitado importancia, diciéndose que se debería a que era exageradamente posesivo, que no quería que su esposa prestara atención a otras personas.
—Bueno, ahora podremos quedar de vez en cuando sin tener que hacerlo a escondidas —le dijo rachel. santana alzó los ojos preocupada hacia los de su amiga.
—¿No le habrás contado a brittany que teníamos que vemos así?
—No, nunca se lo conté —fue la contestación de rachel —. De hecho... —murmuró vacilante—, de hecho me cortaba cada vez que intentaba hablarle de ti.
Los delgados hombros de santana se relajaron y giró el rostro hacia la ventanilla.
—Ya veo.
—¿Qué es lo que ves? —masculló rachel irritada ante esa resignación—. Yo... ¡noes justo lo que está haciendo contigo! No lo comprendo, santana, no entiendo por qué se comporta así. Su actitud hoy durante el entierro me ha avergonzado.
—Apreciaba a sam —contestó la viuda sin mirarla. sam había tenido engañado a todo el mundo, así que, ¿por qué iba a haber sido la hermana de rachel una excepción? No, brittany no tenía ni idea de lo que su primo la había hecho pasar.
El vehículo se había detenido y el chofer les abrió la puerta.
—Gracias, Henry —murmuró santana, tomando la mano que le ofrecía para ayudarla a bajar. Henry pasaba ya de los cincuenta y era un militar retirado, fornido y de corto cabello canoso, que llevaba años trabajando para sam . Nadie lo sabía pero le debía su vida a aquel hombre.
—No hay de qué, señora Evans —respondió el chofer suavemente.
rachel entró en la casa con santana, observando extrañada que no saliera a recibirlas criada alguna, ni cocinera, ni mayordomo... lo cual era en verdad bastante raro, dado que la vivienda tenía un total de ocho habitaciones, casi el mismo número de cuartos de baños, y que sam había ganado una fortuna con sus negocios.
—sam despidió a todo el servicio al poco de casarnos —le dijo santana al advertir su asombro—, a todos excepto a Henry —añadió mientras se quitaba el sombrero y lo dejaba sobre una mesita—. No le gustaba que la gente lo viera conducir su propio coche.
Se quitó también la chaqueta y, al hacerlo, una de las mangas del vestido se le levantó un poco, dejando por un instante al descubierto la marca de un cardenal en el antebrazo. Casi había desaparecido, observó mentalmente rachel , que recordaba lo amoratado que lo había tenido el día que se lo hizo; de los cardenales del rostro ya no quedaba ni huella.
De aquello hacía algo más de una semana. Se había presentado en lima sin avisar para darle una sorpresa a santana, pero al llegar a la casa nadie había contestado al timbre. Extrañada, fue a preguntarle a la vecina si sabía si el señor y la señora evans habían salido. La mujer le dijo que estaban en el hospital, que parecía ser que ella había tenido un accidente. Rachel se había ido corriendo al hospital, pero al llegar allí, comprobó para su alivio, aunque la encontró llena de moraduras y con un esguince en el tobillo, que no había sido nada grave. sam le explicó que santana había estado practicando ala delta y que había tenido una caída un tanto aparatosa. Rachel sabía que su amiga era aficionada a ese deporte desde sus días de universidad, pero sus compañeros siempre habían dicho que era una verdadera maestra, así que parecía extraño que se hubiera descuidado de ese modo. «Es que se levantaron unas rachas de viento muy fuertes de repente, y no tuvo tiempo de reaccionar», le explicó sam cuando ella hizo ese comentario, « ¿No es verdad, cariño?», había dicho volviéndose a santana. Y ella había asentido.
—Siéntate, haré un poco de café —le dijo su amiga, sacándola de sus pensamientos.
—Oh, no, ni hablar, lo haré yo —se apresuró a replicar rachel —. Eres tú quien necesitas que se ocupen de ti. ¿Has podido dormir algo esta noche?
Santana meneó la cabeza.
—No dejo de tener pesadillas —le confesó frotándose la frente mientras tomaba asiento en uno de los sofás del salón.
—¿Y esas pastillas que te dio el médico para dormir?
—Me da miedo empezar a tomarlas y no poder pasar sin ellas.
—Tonterías, no te ocurrirá nada por tomar una o dos. Además...
Pero rachel no terminó la frase porque en ese momento se abrió y se cerró la puerta principal. Sólo una persona se consideraba con la libertad de entrar sin llamar al timbre. Oyeron pasos acercarse desde el vestíbulo, y al cabo apareció britt.
—Estaba a punto de hacer café —le dijo su hermana lanzándole una mirada de advertencia para que no fustigase a santana—. ¿Quieres una taza?
—Sí, por favor.
—santana , ¿quieres que prepare algo para almorzar? —se ofreció su amiga.
—La verdad es que no hay demasiado en la nevera, ni en la alacena —respondió la otra joven.
—Tranquila, veré qué puedo hacer —sonrió rachel y se fue a la cocina, mordiéndose la lengua para no mencionar la poca consideración de los vecinos. No quería incomodar a santana. Era tradición en las zonas rurales llevar comida preparada a quienes habían tenido un fallecimiento en la familia, y la de lima era una comunidad muy unida.
britt, sin embargo, no era tan considerada como su hermana y, en cuanto ésta hubo desaparecido, puso el dedo en la llaga:
—¿Cómo es que nadie te ha traído comida? —le preguntó con aspereza a la joven viuda, esbozando una sonrisa cruel mientras tomaba asiento frente a ella—. ¿Es que los vecinos también creen que mataste a tu marido?
Santana sintió náuseas en la boca del estómago, pero tragó saliva y alzó sus ojos cafes hacia ella.
—Nunca tuvimos una relación estrecha con ningún vecino. sam decía que si les dábamos confianza acabaríamos teniéndolos en la casa todo el tiempo. Nunca le gustó la gente.
—Y a ti nunca te gustó él —masculló britt con puro veneno en la voz—. Me lo contó todo sobre ti, santana, todo.
La joven no tenía que preguntarle para imaginar qué clase de mentiras le habría contado, como que era frígida y lo había rechazado desde que se habían casado. Cerró los ojos y se frotó la frente, donde se estaba formando el principio de un dolor de cabeza.
—¿No tienes un negocio que atender? —le espetó—, ¿varios, de hecho?
britt cruzó una pierna sobre la otra.
—Mi primo ha muerto y he venido a su entierro.
—Pues el entierro ya ha terminado —le respondió ella cortante.
—Y supongo que ya debes estar imaginándote con los millones de Barry en tu bolsillo. Pues yo que tú no contaría aún las ganancias: todavía no se ha leído el testamento. susan ya viene hacia aquí.
—Espoleada por ti, sin duda.
Britt enarcó las cejas.
—No necesita que nadie la espolee.
Santana se puso de pie. El dolor y el tormento de aquellos dos años la estaban corroyendo por dentro como el ácido.
—Yo no maté a sam.
britt también se levantó.
—Dejaste que se subiera a un coche y que condujera cuando había bebido. Sí, santana —añadió asintiendo con la cabeza ante la mirada de estupefacción de lajoven—, las noticias se extienden como la pólvora en las pequeñas localidades como lima . rachel y yo hemos vuelto a instalarnos en el rancho y la gente dice que en la fiesta de los Ballenger, anteayer, sam te pidió que lo llevases a casa, y tú te negaste, así que se marchó solo y salió disparado por el borde de un puente.
De modo que así era cómo las malas lenguas habían tergiversado los hechos...
Santana se quedó mirando a britt pero no dijo nada. rachel no le había dicho que habían vuelto a lima para quedarse. ¿Cómo iba a soportar tener que vivir en la misma ciudad que britt?
—¿No te defiendes? —la retó burlona—. ¿No vas a buscar ninguna excusa?
—¿De qué serviría? —le contestó ella cansada—. Tú ya me has condenado, igual que los demás.
britt caminó por el salón, deteniéndose junto a una estantería, y se giró hacia ella.
—sam me escribió hace un par de semanas —le dijo de repente—. En su carta decía que había cambiado el testamento, y que me mencionaba en él. ¿No lo sabías?
No, santana no lo sabía, lo único que sam le había dicho era que lo había cambiado pero desconocía su contenido.
—Imagino que también mencionará a susan —continuó britt, acercándose a ella y mirándola fijamente.
Había una sonrisa tan engreída en sus labios, que las manos de la joven se cerraron clavándose las uñas en las palmas para contener la ira que se estaba apoderando de ella. Estaba harta, harta del incesante aguijoneo de britt. ¿Por qué tenía que soportarlo después del infierno por el que había pasado?
—Márchate, por favor —le rogó desesperada—. Márchate...
Britt se había detenido apenas un metro frente a ella y santana no estaba segura de poder contener mucho más tiempo las lágrimas que se estaban agolpando en sus ojos. Bajando el rostro para que no pudiera ver la angustia en él, trató de pasar por su lado para huir escaleras arriba, pero tropezó con el borde de la alfombra, y estuvo a punto de caer de bruces al suelo cuando britt, en un acto reflejo, dio un paso adelante y la sostuvo, quedando la joven atrapada en un inesperado abrazo. Años atrás le habría parecido un sueño encontrarse entre los fuertes brazos de brittany, pero después de su matrimonio con un hombre que la había maltratado, aquel contacto provocó miedo en santana
—¡Déjame!, ¡suéltame...! —gimió zafándose y echándose atrás. Se dejó caer sobre el sofá y rompió en amargos sollozos ocultando el rostro entre las manos. Britt , que no se había esperado esa reacción, se quedó mirándola estupefacta, sintiéndose mal por haberla puesto en ese estado, pero se dijo que si lloraba era porque se sabía culpable.
De mala gana se sacó un pañuelo del bolsillo y lo puso en las manos de la joven.
—Sécate esas lágrimas de cocodrilo —le ordenó malhumorada. Justo en esemomento regresaba rachel con una bandeja cargada con un plato de sándwiches, café,y algo de fruta pelada y cortada. Al ver el rostro lloroso de santana y sus ojos enrojecidos, lanzó una mirada fulminante a su hermana, pero ésta no se dio por aludida.
—Vamos, san , come un poco, te vendrá bien —le dijo a su amiga mientras depositaba la bandeja sobre la mesita baja entre los sofás enfrentados. Britt volvió a sentarse observando cómo rachel servía el café y le daba una taza a su amiga.
—susan me ha dicho durante el entierro que está alojada en un motel —comentó sin dar tregua a santana —. ¿No hay sitio para ella en la casa de su propio hijo?
La joven, que había recobrado la compostura, la miró brevemente antes de responder con aspereza:
—Le ofrecí que se viniese aquí estos dos días, hasta que regresara a Houston, pero se negó.
Britt bajó la vista a la taza de café que su hermana le estaba pasando en ese momento.
—Cuando todo esto haya acabado, deberías marcharte un par de semanas a un lugar tranquilo —le dijo rachel a santana—, a la costa, por ejemplo. Ahora es temporada baja y no habrá nadie.
—Sí, ¿por qué no? —intervino de nuevo britt , en el mismo tono sarcástico—,cuando hayas cobrado el dinero podrás permitírtelo. Podrás irte a Montecarlo, o a LasBahamas, o...
—¡Ya basta! —gritó santana fuera de sí, los ojos como platos en su rostropálido—. ¡Deja de atormentarme!
—¡brittany , por favor! —intercedió rachel por ella. El ruido de un coche deteniéndose frente a la casa atrajo la atención de britt, que se levantó y fue a abrir la puerta.
—No la soporto más, no la soporto... —balbució santana dejando con manos temblorosas la taza sobre la mesita—. ¿Por qué me hace esto?, ¿por qué...?
Rachel peinó el largo cabello castaño de su amiga con los dedos.
—Creo que es por algo que sam le contó —murmuró contrayendo el rostro y meneando la cabeza—, pero no sé qué pudo ser. Antes, en el cementerio, me dijo que durante estos dos años había visto a sam a menudo, y que él le había contado cosas acerca de ti.
Santana dejó escapar una risa amarga.
—Conociendo a sam, seguramente se trataba de una sarta de mentiras para que tuviera lástima de él —dijo—. Yo era siempre la culpable de todos sus problemas —alzó el rostro hacia su amiga—. Fui yo quien lo arrastré a la bebida, ¿lo sabías? —añadió con ironía.
—No, eso no es cierto, bebía porque quería —replicó rachel con firmeza, no queriendo imaginar de qué barbaridades habría acusado su hermano a santana.
—Pues debes ser la única persona en lima que crea eso —respondió la joven viuda.
Desde el vestíbulo llegaron voces que se acercaban, una profunda y muy calmada,la de britt, y otra aguda e impaciente, la de susan evans. Al poco rato entraban ambos en el salón.
—Creí que ese maldito notario ya habría llegado —dijo irritada mientras se sacaba los guantes negros con muy mal genio.
—Supongo que tendría que ir a su oficina para recoger los papeles necesarios —dijo santana. La mujer le clavó la vista,como si fuera un molesto insecto en el que acabase de reparar.
—Cierto, y sin duda estará aquí muy pronto —masculló—. Yo que tú empezaría a hacer el equipaje para dejar esta casa.
—No se preocupe, no me llevará demasiado —le contestó santana . rachel la miró extrañada pero no inquirió acerca del porqué, y en ese instante se oyó cómo otro vehículo se detenía fuera. Rachel se acercó a la ventana y levantó la cortina para mirar.
—Es el notario —anunció. Y tras una mirada a su amiga, fue a recibirlo.
—Al fin —dijo susan malhumorada, yendo tras ella—. Ya era hora.
santana no se movió. Se quedó sentada, observando fijamente el que había sido el sillón preferido de sam, y britt, que estaba de pie, la vio estremecerse de pronto y observó cómo la mirada en sus ojos cafes se tornaba angustiada. De modo que se sentía culpable... Y así debía ser, se dijo. Esperaba que la remordiera la conciencia, y que en toda su vida, no volviera a tener otro momento de paz.
En ese momento entró en el salón el notario, un hombre alto y con una incipientecalvicie, seguido de susan y de rachel . santana se puso de pie y suspiró entre nerviosa y aliviada. Al fin terminaría todo. No sabía si bien o mal para ella, si sam le habría dejado al menos unos miserables dólares o si tendría que empezar de cero, pero al menos la pesadilla había acabado.
Les gusto ¿?? Coloco otro???
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Re: fc brittana : "brittany"
siiii siguelo
que idioto sam envenenado a britt ....
que paso. con dulce y tierna brittany q pesada es en este fic no me gusta eso jajjajjaa
pero da igual todos nos comportamos de una forma x Algo
en fin
siiiiiiiiiiiiiii quiero seguir leyendo siiiii xD
que idioto sam envenenado a britt ....
que paso. con dulce y tierna brittany q pesada es en este fic no me gusta eso jajjajjaa
pero da igual todos nos comportamos de una forma x Algo
en fin
siiiiiiiiiiiiiii quiero seguir leyendo siiiii xD
raxel_vale****** - Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 34
Re: fc brittana : "brittany"
Siguelo tu Fic esta Geneal es muy diferente a los demas
ToLeedithaa.16** - Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 26/03/2013
capitulo 2 : recordando...
Capítulo 2
Santana y rachel se habían conocido al entrar en la facultad de Ciencias Empresariales, pero no fue hasta el cuarto y último año de carrera cuando conoció a britt . Ella tenía entonces 19 años, y britt 27 . Fue un día que rachel la había invitado a su casa en el rancho Evans para repasar juntas unos apuntes. Britt había entrado en el salón para preguntarle si la habían telefoneado en su ausencia y rachel los había presentado. Britt la había mirado largamente de arriba abajo, y algo en ella debió resultarle ofensivo, porque tras la presentación se marchó como alma que lleva el diablo, y desde ese día, cada vez que santana fue al rancho, invitada por su amiga, britt nunca estaba allí o se marchaba justo cuando ella llegaba.
Sin embargo, lima era una ciudad pequeña, y era imposible que no se encontraran. Una tarde, santana estaba en la tienda de piensos, grano, y útiles de ganadería de su padre, ayudándolo a despachar, cuando britt había entrado con el nuevo capataz de su rancho para abrir una cuenta. Hasta entonces siempre había ido a comprar a otro establecimiento cercano que les hacía la competencia, pero el dueño se mudaba a otra ciudad y había cerrado el negocio, así que brit se había visto obligada acomprar al padre de santana . Desde ese día, comenzó a verla con regularidad. Cada vez que brit iba allí, se conducía de un modo amable con ella, seguramente porque era amiga de su hermana, pero siempre se cuidaba mucho de guardar las distancias.
Santana , que la había encontrado fascinante desde el primer momento, no se sintió herida por su rechazo. ¿Por qué iba a fijarse en una chica que apenas había dejado atrás la adolescencia cuando se decía que la perseguían las mujeres más hermosas de la ciudad? Sin embargo, a pesar de lo que creía santana , brittany sí se había fijado en ella y, sin que se diera cuenta, sus ojos la seguían por toda el establecimiento cada vez que iba a comprar algo, aunque seguía mostrándose distante y meramente cortés.
A medida que pasaba el tiempo, santana iba sabiendo más acerca de britt por su hermana rachel , y poco a poco fue enamorándose de ella. Brit fingía no advertir su interés, pero cada vez le resultaba más difícil hacerlo por lo obvio que resultaba para cualquiera que los viera, ya que, cada vez que iba a la tienda, la joven se trababa al hablar y se le caían las cosas continuamente. Además, el contacto físico era inevitable, cuando ella le entregaba alguna mercancía, o britt le daba una hoja de pedido, y al tocarse sus manos era como si se produjera electricidad. En una ocasión, santana había salido de detrás del mostrador para mostrarle un nuevo tipo de grano que les había llegado, y de pronta alzar el rostro, sus ojos se encontraron. Estaban cerca que podía oler su perfume , y la intensidad de mirada hizo que le temblaran las rodillas. Britt había bajado la vista hacia los labios entreabiertos de ella, y los latidos del corazón de la joven habían disparado. Santana era muy inocente por aquel entonces, pero reconoció alinstante que era deseo lo que impregnaba las facciones de britt. Era la primera vez que la veía mirarla de verdad, como a una mujer .La entrada de su padre en ese momento rompío el hechizo, haciendo que la expresión de britt se tornara en una de irritación y desprecio por sí misma y sin pronunciar palabra, había abandonado la tienda. Santana se hizo ilusiones a raíz de aquella mirada que habían compartido, y parecía que britt se hubiera visto atrapada también por ella, porque a partir de entonces sus visitas a la tienda se hicieron más frecuentes
La joven observó que solía ir los miércoles y viernes, así que empezó a arreglarse esos días, dejando a un lado los pantalones vaqueros, las zapatillas de deporte, y las sudaderas, por vestidos entallados, faldas, blusas, zapatos de tacón, y una dosis discreta pero bien aplicada de maquillaje. Su esbelta figura se veía favorecida por esos cambios, y a britt le era ya casi posible disimular su interés por ella. La devoraba con la mirada, y la tensión fue en aumento hasta que día la situación alcanzó un punto crítico. Habían pasado al almacén, en busca de un tipo de bocado especial para caballos que brit le había pedido y santana había estado a punto de golpearse la cabeza con unos azadones que tenían colgados del techo.
—Cuidado —murmuró britt agarrándola de la cintura para apartarla. Con aquel inesperado movimiento, la joven quedó delante de ella, casi pegada a su cuerpo, pero ninguno de los dos hizo ademán de separarse del otro.
—Gracias —musitó santana con una risa nerviosa—. Soy tan despistada... Mi padre siempre lo dice, que nunca miro por dónde voy...
Sin embargo la risa se cortó en su garganta al ver la intensa expresión en el rostro de brit , y al sentir cómo su tórax subía y bajaba, rozando su pecho, con la respiración tan entrecortada como la suya.
Y en ese momento, de pronto, britt inclinó la cabeza y tomó sus labios en un beso muy distinto a los que santana había recibido hasta entonces. Al principio se tensó un poco, y brit levantó la cabeza un instante para mirarla, pero volvió a besarla, y esa vez, al despegar sus labios de los de ella, santana se quedó de puntillas, con la barbilla levantada, y los ojos cerrados, como ofreciéndose a ella. Cuando los abrió, britt estaba observándola fijamente, estudiándola.
—¿Te das cuenta de que tengo 8 años más que tú, Coreen? —murmuró contra sus labios con voz ronca.
—No me importa... —respondió ella sin aliento. britt la miró con dureza.
—Esto no nos llevará a ninguna parte —le dijo—. Tu estás cegada por algo que noes más que un enamoramiento juvenil, y yo no pienso prestarme para satisfacer tu curiosidad. Hace mucho que pasé esa edad en la que uno se conforma con tomar a una chica de la mano e intercambiar ingenuas caricias con ella.
Santana no alcanzaba a comprender lo que le estaba diciendo, ansiosa como estaba por volver a sentir sus labios sobre los de ella, con todo el cuerpo latiéndole por esas nuevas e intensas emociones.
—Ni siquiera me estás escuchando —le reprochó britt, sin poder evitar que su vista descendiera de nuevo a la boca de la joven—. ¿Sabes qué es lo que estás pidiendo con esa actitud?
Tomándola por los hombros, la atrajo hacia sí y la besó de nuevo, abriendo suslabios para introducir entre ellos su lengua, de un modo sensual e insistente que asustóa la joven.
—No —la detuvo britt al ver que intentaba apartarse—, si no te enseño otra cosa, al menos te enseñaré que el deseo no es algo con lo que se deba jugar.
Una de sus grandes manos subió hasta la nuca de santana , sosteniéndole la cabeza, y la otra siguió asiéndole con firmeza la cintura, mientras sus labios volvían aatormentarla con besos ardientes a la vez que bruscos. La joven estaba llena de temor, pero al mismo tiempo se sentía tan excitada, tan sedienta de más, que se dejó llevar, abandonándose.
Mientras que ella, joven e inocente, había perdido el control por completo, brit no lo había perdido ni un instante, y eso precisamente era lo que ella quería hacerle ver, que no estaba preparada para una relación, y mucho menos con un mujer experimentada. Minutos después del tempestuoso intercambio, brit despegó sus labios de los de ella y se apartó para mirarla.
—¿Comienzas a ver lo peligroso que es? —le preguntó en un tono deliberadamente suave a la vez que algo amenazador—. Podría tomarte ahora mismo si quisiera, porque tienes demasiada curiosidad como para negarte a mi deseo. Y yo,santana , soy humana, no una santa.
—Pero tú... ¿no... no sientes nada por mí? —balbució ella. ella apretó los puños y una de las comisuras de sus labios se torció hacia arriba en una mueca cruel.
—Siento deseo por ti, como lo sentiría por cualquier otra mujer que se muestre tan dispuesta. Eso es todo.
Aquella brusca revelación aplastó el orgullo de santana .
—Oh... Oh, ya... ya veo.
—Eso espero, porque últimamente estabas siendo demasiado obvia, santana. Vas a nuestro rancho día sí y día no con la excusa de ver a rachel , te arreglas los días que vengo a la tienda... Entiéndeme, es halagador, pero no quiero tus atenciones de adolescente, ni ese incomprensible encaprichamiento que te ha dado conmigo. Siento ser tan poco delicada pero así es como están las cosas.
Santana se puso roja como la grana y dio un paso atrás rodeándose incómoda la cintura con los brazos. Se sentía destrozada. La mandíbula de brit se contrajo al ver la expresión dolida de ella pero no se retractó.
—No te lo tomes tan a pecho —le dijo—. Pronto comprenderás que es mejor conformarse con lo que la vida nos ofrece que aspirar a imposibles. A partir de ahora mandaré a Billy por los pedidos. Y tú, encontrarás alguna excusa para no venir al rancho a ver a rachel, ¿verdad que lo harás?
La pobre santana asintió con la cabeza en silencio, y subió las escaleras del almacén conteniendo a duras penas las lágrimas. Brittany la siguió, y cuando fue a salir de la tienda, se detuvo un momento, girándose para mirarla una última vez. Sus facciones estaban contraídas en lo que a santana le pareció un gesto de arrepentimiento, y por un instante creyó que iba a volver a entrar para decirle que la perdonara, que no había querido decir aquello, pero ella se marchó.
A partir de ese día, tal y como había dicho, brit envió a su capataz para comprar lo que necesitaban y no volvió a poner el pie en la tienda. Santana lo veía de modo ocasional por la calle, algo imposible de evitar en una ciudad tan pequeña como lima . En una ocasión fueron a almorzar a la misma cafetería, pero santana se levantó, dejando la comida a medio acabar, y salió por la puerta trasera mientras el maître sentaba a brit y al hombre que la acompañaba. Esa misma tarde, al levantar la vista de un escaparate y girarse, se encontró con que ella estaba observándola desde el otro lado de la calle con expresión confundida, pero en cuanto advirtió que ella la había visto, continuó caminando y desapareció tras una esquina. Otro día, para su sorpresa, rachel la invitó a visitarla en el rancho. Santana aceptó la invitación, pero no sin antes asegurarse de que brit no iba a estar allí. A su amiga la extrañó esainsistencia, pero por más que le preguntó al respecto, no logró sonsacar nada a santana.
Y aquella no sería la única sorpresa. Unos días después, durante un acto social, brit llegó a abordarla. Era el 20 segundo cumpleaños de rachel , y ésta le había pedido que fuera con ella a un baile para el que tenía invitación, pero no pareja con laque ir. Rachel sólo le ocultó un pequeño detalle: no mencionó que su hermana iba a asistir. Y así, en medio de una pieza en la que se iba cambiando de pareja, santana seencontró de pronto cara a cara con un furibunda britany . Sin embargo, para su estupefacción yde los demás asistentes, santana se apartó de ella, se giró sobre los talones y se marchó. Tras ese incidente los rumores corrieron como la pólvora por toda la ciudad. Era la primera vez que una mujer rechazaba públicamente a brittany . santana se juró no volver a ir a ningún acto público; rachel se sintió fatal y se prometió no volver a hacer de Celestina; y britt estuvo de un humor de perros durante varios días. Sin embargo, había un evento al que santana no había previsto que tendría que asistir; un evento en el que estaría britt.
El padre de santana pertenecía a un club de tiro, a cuyas reuniones siempre trataba de arrastrar a santana y del que britt era presidenta. santana se había negado en redondo a acudir a las últimas reuniones desde el día que brit le diera el ultimátum en la tienda, pero cuando llegó el decimoquinto aniversario del club, tuvo que terminar accediendo ante la insistencia de su padre: «va a ser una gran fiesta, cariño, y tú hace tanto que no sales a divertirte...».
La mirada colérica con que la obsequió britt al verla entrar en el club del brazo de su padre fue aún peor de lo que había esperado. Se había puesto un vestido violeta de lentejuelas, de tirantes finos y escote en uve, con unos zapatos de tacón a juego.
Estaba realmente espectacular, y así se lo hicieron saber varios de los caballeros asistentes, que le hicieron numerosos cumplidos y la invitaron a bailar. Britt no bailaba con nadie, sino que se limitaba a andar de un lado a otro, con un whisky en la mano, hablando con otra gente y mirando a santana irritada.
Y entonces, de pronto, cuando hubo concluido la pieza que la orquesta estaba tocando, brit se acercó a santana y, sin pedirle permiso a ella ni al joven con el queestaba bailando, la tomó de la mano y la atrajo hacia sí. Las notas de una nueva melodía inundaron la sala, y bittany la arrastró consigo, haciéndola girar por la pista de baile, mientras santana tenía la impresión de que el corazón quisiera salírsele del pecho. Porla mirada punzante de sus ojos entornados, a santana no le resultó difícil imaginar que no se trataba precisamente de un baile de compromiso. Cuando se estaba acabando la pieza y las luces se atenuaron para dar paso a la siguiente, una melodía romántica, britt aprovechó para conducir a santana hasta la puerta lateral y llevarla fuera, al pórtico que daba paso a los jardines, en medio de la penumbra de la noche. Una vez allí, lejos de las miradas de los curiosos, prácticamente la acorraló contra la pared.
—¿Qué crees que estás haciendo? —le espetó sin alzar la voz, pero en tono áspero—. ¿Por qué has venido? —sus ojos azules relampagueaban.
—No por ti, te lo aseguro —se apresuró a contestar ella.
—¿Ah, no? —la desafió ella—. Me deseas. Tus ojos me lo dicen cada vez que me miran. Puedes apartarte de mi camino o negarte a saludarme en la calle, pero te estás engañando a ti misma si crees que no puedo leer en ti como en un libro abierto.
Los ojos de la joven la observaron de hito en hito, debatiéndose entre la irritación y la incredulidad.
—Eres la mujer más presuntuoso que he conocido,brittany .
—No es presunción —masculló bitt pegándose a ella. Antes de que santana pudiera reaccionar, la había tomado por la nuca, haciéndole echar la cabeza hacia atrás,mientras que se inclinaba hacia ella para tomar sus labios.
La mirada sorprendida en los ojos de la joven la hizo vacilar un instante, pero entonces advirtió que, a pesar de sus rechazos en público, a pesar de que acababa de negar que no estaba allí por ella, la expresión en su rostro parecía indicar que sintiera que estaba ofreciéndole el cielo. Hasta su respiración se había tomado entrecortada.
Aquello la excitó. Puso la mano libre sobre la cálida y suave piel que dejaba al descubierto el escote en uve y, al aspirar santana sorprendida, aprovechó para posar su boca en los labios entreabiertos de la joven.
El gemido ahogado de santana la hizo perder la cabeza por completo. En cuanto la joven empezó a responder al beso, brit olvidó la diferencia de edad entre ellas, se olvidó de todo lo que los rodeaba. Por más que lo había intentado, no había logrado olvidar el sabor de los labios de santana . Durante aquellas últimas semanas el recuerdo la había atormentado noche y día, y había llegado a pensar que debía haber imaginado ese placer sin igual, pero no era así. Sin poder ya contenerse, la mano que tenía en la nuca de la joven se contrajo, atrayendo su boca aún más cerca de la de ella, mientras que la otra se deslizó dentro del cuerpo del vestido, cubriendo uno de los pequeños senos de santana.
Ella emitió un gemido de protesta pero el íntimo contacto de la mano de brit en su piel desencadenó en ella toda una serie de deliciosas sensaciones, y sólo pudo rodearle el cuello con los brazos, aferrándose a brit para no perderse en aquel intenso oleaje de placer. brit deslizó uno de los finos tirantes hacia abajo, despegó su boca lentamente de la de ella, y santana notó cómo sus labios fueron descendiendo en húmedos besos por su garganta hasta la suave y cálida circunferencia del seno que había quedado al descubierto. Dejó escapar un intenso gemido, y sus uñas se hundieron en los brazos de brit
—No hagas eso —susurró ella sin levantar la cabeza—, ahoga esos excitantes gemidos o nos convertiremos en el espectáculo de la velada.
Y entonces, tomando el seno en su mano, lo levantó hasta su boca, engulló la areola, y comenzó a succionar lenta y suavemente mientras lamía el endurecido pezón.
Santana sollozaba extasiada, estremeciéndose de placer,. y aun cuando britt liberó su seno y levantó la cabeza, se quedó muy quieta, con los ojos entornados y la visión enturbiada por la excitación. Ella la estudió en silencio antes de bajarle el otro tirante.
El cuerpo del vestido cayó hasta la cintura de la joven, y las fuertes manos de brit la arquearon hacia ella , al tiempo que volvía a agachar la cabeza. Tras detenerse un momento para admirar hipnotizado su desnudez, tomó el otro seno en su boca y la hizo volar de nuevo con ella hasta las estrellas. Cuando finalmente brittany logró controlarse,santana se derrumbó contra ella , y la escuchó respirar jadeante mientras volvía a subir los tirantes a sus hombros y le ponía bien el vestido.
—¿He sido la primera? —le preguntó con voz ronca. Santana no se sentía con fuerzas para mentir.
—Sí —musitó. Las manos de brit se contrajeron bruscamente en torno a su cintura, y maldijo con furia entre dientes.
—¡Esto es un error!, ¡ un error! —masculló—. Eres tan joven...
Santana frotó su mejilla contra la garganta de britt.
—Pero yo te quiero... —murmuró—, te quiero más que a mi vida...
—¡Basta! —la cortó ella bruscamente apartándose de santana. Sus ojos relampagueaban de ira pero sus facciones estaban rígidas por la pasión apenas controlada, llenas de tormento—. ¡No quiero tu amor!
Santana alzó la vista hacia ella , con una mirada vulnerable y entristecida en sus grandes ojos cafes.
—Lo sé.
Las facciones de brit se tensaron hasta parecer una máscara sobre losmarcados pómulos, y apretó los puños.
—Mantente alejada de mí, santana —le dijo con voz ronca—. No tengo nada que darte, nada en absoluto.
Las piernas le temblaban a la joven cuando contestó.
—Sé que no lo creerás, pero si he venido aquí esta noche ha sido sólo porque mi padre insistió.
Aquello no aplacó a britt
—No te hagas ilusiones por lo que acaba de ocurrir —le advirtió con aspereza—,no ha sido más que sexo. No voy a casarme contigo, y la palabra «amor» no figura en mi vocabulario.
—Porque no dejas que ocurra —murmuró ella quedamente.
—Eso no es asunto tuyo —le espetó brit santana sintió el frío de su mirada como si la cortara hasta los huesos. Dentro la orquesta había empezado a tocar otra canción, que la joven reconoció como “Gracias por el recuerdo”, y estuvo a punto de dejar escapar una risa amarga ante lo apropiada que resultaba para el momento.
—No te engañes creyendo que esto ha sido una especie de interludio romántico —volvió a advertirle britt —. No eres más que una adolescente, larguirucha y plana comouna tabla de planchar. Olvídame, haz el favor. ¡Olvídame y no vuelvas a acercarte a mí!
Se giró sobre los talones y volvió dentro, dejándola sola. Santana , hondamente herida por esas crueles palabras, recogió los trozos de su herido orgullo, y se fue a sentarse en el coche de su padre. Necesitaba estar sola. Éste salió en su busca al cabo de un rato, extrañado por su prolongada ausencia y, al hallarla en el coche, le preguntó que le ocurría. santana le dijo que le dolía la cabeza, pero su padre no se dejó engañar.
La había visto salir con brittany momentos antes, y leyó al instante el dolor en su rostro, así que, sin hacer más preguntas, volvió dentro para excusarse con los demás y regresó a casa con ella.
Otro mas????
Santana y rachel se habían conocido al entrar en la facultad de Ciencias Empresariales, pero no fue hasta el cuarto y último año de carrera cuando conoció a britt . Ella tenía entonces 19 años, y britt 27 . Fue un día que rachel la había invitado a su casa en el rancho Evans para repasar juntas unos apuntes. Britt había entrado en el salón para preguntarle si la habían telefoneado en su ausencia y rachel los había presentado. Britt la había mirado largamente de arriba abajo, y algo en ella debió resultarle ofensivo, porque tras la presentación se marchó como alma que lleva el diablo, y desde ese día, cada vez que santana fue al rancho, invitada por su amiga, britt nunca estaba allí o se marchaba justo cuando ella llegaba.
Sin embargo, lima era una ciudad pequeña, y era imposible que no se encontraran. Una tarde, santana estaba en la tienda de piensos, grano, y útiles de ganadería de su padre, ayudándolo a despachar, cuando britt había entrado con el nuevo capataz de su rancho para abrir una cuenta. Hasta entonces siempre había ido a comprar a otro establecimiento cercano que les hacía la competencia, pero el dueño se mudaba a otra ciudad y había cerrado el negocio, así que brit se había visto obligada acomprar al padre de santana . Desde ese día, comenzó a verla con regularidad. Cada vez que brit iba allí, se conducía de un modo amable con ella, seguramente porque era amiga de su hermana, pero siempre se cuidaba mucho de guardar las distancias.
Santana , que la había encontrado fascinante desde el primer momento, no se sintió herida por su rechazo. ¿Por qué iba a fijarse en una chica que apenas había dejado atrás la adolescencia cuando se decía que la perseguían las mujeres más hermosas de la ciudad? Sin embargo, a pesar de lo que creía santana , brittany sí se había fijado en ella y, sin que se diera cuenta, sus ojos la seguían por toda el establecimiento cada vez que iba a comprar algo, aunque seguía mostrándose distante y meramente cortés.
A medida que pasaba el tiempo, santana iba sabiendo más acerca de britt por su hermana rachel , y poco a poco fue enamorándose de ella. Brit fingía no advertir su interés, pero cada vez le resultaba más difícil hacerlo por lo obvio que resultaba para cualquiera que los viera, ya que, cada vez que iba a la tienda, la joven se trababa al hablar y se le caían las cosas continuamente. Además, el contacto físico era inevitable, cuando ella le entregaba alguna mercancía, o britt le daba una hoja de pedido, y al tocarse sus manos era como si se produjera electricidad. En una ocasión, santana había salido de detrás del mostrador para mostrarle un nuevo tipo de grano que les había llegado, y de pronta alzar el rostro, sus ojos se encontraron. Estaban cerca que podía oler su perfume , y la intensidad de mirada hizo que le temblaran las rodillas. Britt había bajado la vista hacia los labios entreabiertos de ella, y los latidos del corazón de la joven habían disparado. Santana era muy inocente por aquel entonces, pero reconoció alinstante que era deseo lo que impregnaba las facciones de britt. Era la primera vez que la veía mirarla de verdad, como a una mujer .La entrada de su padre en ese momento rompío el hechizo, haciendo que la expresión de britt se tornara en una de irritación y desprecio por sí misma y sin pronunciar palabra, había abandonado la tienda. Santana se hizo ilusiones a raíz de aquella mirada que habían compartido, y parecía que britt se hubiera visto atrapada también por ella, porque a partir de entonces sus visitas a la tienda se hicieron más frecuentes
La joven observó que solía ir los miércoles y viernes, así que empezó a arreglarse esos días, dejando a un lado los pantalones vaqueros, las zapatillas de deporte, y las sudaderas, por vestidos entallados, faldas, blusas, zapatos de tacón, y una dosis discreta pero bien aplicada de maquillaje. Su esbelta figura se veía favorecida por esos cambios, y a britt le era ya casi posible disimular su interés por ella. La devoraba con la mirada, y la tensión fue en aumento hasta que día la situación alcanzó un punto crítico. Habían pasado al almacén, en busca de un tipo de bocado especial para caballos que brit le había pedido y santana había estado a punto de golpearse la cabeza con unos azadones que tenían colgados del techo.
—Cuidado —murmuró britt agarrándola de la cintura para apartarla. Con aquel inesperado movimiento, la joven quedó delante de ella, casi pegada a su cuerpo, pero ninguno de los dos hizo ademán de separarse del otro.
—Gracias —musitó santana con una risa nerviosa—. Soy tan despistada... Mi padre siempre lo dice, que nunca miro por dónde voy...
Sin embargo la risa se cortó en su garganta al ver la intensa expresión en el rostro de brit , y al sentir cómo su tórax subía y bajaba, rozando su pecho, con la respiración tan entrecortada como la suya.
Y en ese momento, de pronto, britt inclinó la cabeza y tomó sus labios en un beso muy distinto a los que santana había recibido hasta entonces. Al principio se tensó un poco, y brit levantó la cabeza un instante para mirarla, pero volvió a besarla, y esa vez, al despegar sus labios de los de ella, santana se quedó de puntillas, con la barbilla levantada, y los ojos cerrados, como ofreciéndose a ella. Cuando los abrió, britt estaba observándola fijamente, estudiándola.
—¿Te das cuenta de que tengo 8 años más que tú, Coreen? —murmuró contra sus labios con voz ronca.
—No me importa... —respondió ella sin aliento. britt la miró con dureza.
—Esto no nos llevará a ninguna parte —le dijo—. Tu estás cegada por algo que noes más que un enamoramiento juvenil, y yo no pienso prestarme para satisfacer tu curiosidad. Hace mucho que pasé esa edad en la que uno se conforma con tomar a una chica de la mano e intercambiar ingenuas caricias con ella.
Santana no alcanzaba a comprender lo que le estaba diciendo, ansiosa como estaba por volver a sentir sus labios sobre los de ella, con todo el cuerpo latiéndole por esas nuevas e intensas emociones.
—Ni siquiera me estás escuchando —le reprochó britt, sin poder evitar que su vista descendiera de nuevo a la boca de la joven—. ¿Sabes qué es lo que estás pidiendo con esa actitud?
Tomándola por los hombros, la atrajo hacia sí y la besó de nuevo, abriendo suslabios para introducir entre ellos su lengua, de un modo sensual e insistente que asustóa la joven.
—No —la detuvo britt al ver que intentaba apartarse—, si no te enseño otra cosa, al menos te enseñaré que el deseo no es algo con lo que se deba jugar.
Una de sus grandes manos subió hasta la nuca de santana , sosteniéndole la cabeza, y la otra siguió asiéndole con firmeza la cintura, mientras sus labios volvían aatormentarla con besos ardientes a la vez que bruscos. La joven estaba llena de temor, pero al mismo tiempo se sentía tan excitada, tan sedienta de más, que se dejó llevar, abandonándose.
Mientras que ella, joven e inocente, había perdido el control por completo, brit no lo había perdido ni un instante, y eso precisamente era lo que ella quería hacerle ver, que no estaba preparada para una relación, y mucho menos con un mujer experimentada. Minutos después del tempestuoso intercambio, brit despegó sus labios de los de ella y se apartó para mirarla.
—¿Comienzas a ver lo peligroso que es? —le preguntó en un tono deliberadamente suave a la vez que algo amenazador—. Podría tomarte ahora mismo si quisiera, porque tienes demasiada curiosidad como para negarte a mi deseo. Y yo,santana , soy humana, no una santa.
—Pero tú... ¿no... no sientes nada por mí? —balbució ella. ella apretó los puños y una de las comisuras de sus labios se torció hacia arriba en una mueca cruel.
—Siento deseo por ti, como lo sentiría por cualquier otra mujer que se muestre tan dispuesta. Eso es todo.
Aquella brusca revelación aplastó el orgullo de santana .
—Oh... Oh, ya... ya veo.
—Eso espero, porque últimamente estabas siendo demasiado obvia, santana. Vas a nuestro rancho día sí y día no con la excusa de ver a rachel , te arreglas los días que vengo a la tienda... Entiéndeme, es halagador, pero no quiero tus atenciones de adolescente, ni ese incomprensible encaprichamiento que te ha dado conmigo. Siento ser tan poco delicada pero así es como están las cosas.
Santana se puso roja como la grana y dio un paso atrás rodeándose incómoda la cintura con los brazos. Se sentía destrozada. La mandíbula de brit se contrajo al ver la expresión dolida de ella pero no se retractó.
—No te lo tomes tan a pecho —le dijo—. Pronto comprenderás que es mejor conformarse con lo que la vida nos ofrece que aspirar a imposibles. A partir de ahora mandaré a Billy por los pedidos. Y tú, encontrarás alguna excusa para no venir al rancho a ver a rachel, ¿verdad que lo harás?
La pobre santana asintió con la cabeza en silencio, y subió las escaleras del almacén conteniendo a duras penas las lágrimas. Brittany la siguió, y cuando fue a salir de la tienda, se detuvo un momento, girándose para mirarla una última vez. Sus facciones estaban contraídas en lo que a santana le pareció un gesto de arrepentimiento, y por un instante creyó que iba a volver a entrar para decirle que la perdonara, que no había querido decir aquello, pero ella se marchó.
A partir de ese día, tal y como había dicho, brit envió a su capataz para comprar lo que necesitaban y no volvió a poner el pie en la tienda. Santana lo veía de modo ocasional por la calle, algo imposible de evitar en una ciudad tan pequeña como lima . En una ocasión fueron a almorzar a la misma cafetería, pero santana se levantó, dejando la comida a medio acabar, y salió por la puerta trasera mientras el maître sentaba a brit y al hombre que la acompañaba. Esa misma tarde, al levantar la vista de un escaparate y girarse, se encontró con que ella estaba observándola desde el otro lado de la calle con expresión confundida, pero en cuanto advirtió que ella la había visto, continuó caminando y desapareció tras una esquina. Otro día, para su sorpresa, rachel la invitó a visitarla en el rancho. Santana aceptó la invitación, pero no sin antes asegurarse de que brit no iba a estar allí. A su amiga la extrañó esainsistencia, pero por más que le preguntó al respecto, no logró sonsacar nada a santana.
Y aquella no sería la única sorpresa. Unos días después, durante un acto social, brit llegó a abordarla. Era el 20 segundo cumpleaños de rachel , y ésta le había pedido que fuera con ella a un baile para el que tenía invitación, pero no pareja con laque ir. Rachel sólo le ocultó un pequeño detalle: no mencionó que su hermana iba a asistir. Y así, en medio de una pieza en la que se iba cambiando de pareja, santana seencontró de pronto cara a cara con un furibunda britany . Sin embargo, para su estupefacción yde los demás asistentes, santana se apartó de ella, se giró sobre los talones y se marchó. Tras ese incidente los rumores corrieron como la pólvora por toda la ciudad. Era la primera vez que una mujer rechazaba públicamente a brittany . santana se juró no volver a ir a ningún acto público; rachel se sintió fatal y se prometió no volver a hacer de Celestina; y britt estuvo de un humor de perros durante varios días. Sin embargo, había un evento al que santana no había previsto que tendría que asistir; un evento en el que estaría britt.
El padre de santana pertenecía a un club de tiro, a cuyas reuniones siempre trataba de arrastrar a santana y del que britt era presidenta. santana se había negado en redondo a acudir a las últimas reuniones desde el día que brit le diera el ultimátum en la tienda, pero cuando llegó el decimoquinto aniversario del club, tuvo que terminar accediendo ante la insistencia de su padre: «va a ser una gran fiesta, cariño, y tú hace tanto que no sales a divertirte...».
La mirada colérica con que la obsequió britt al verla entrar en el club del brazo de su padre fue aún peor de lo que había esperado. Se había puesto un vestido violeta de lentejuelas, de tirantes finos y escote en uve, con unos zapatos de tacón a juego.
Estaba realmente espectacular, y así se lo hicieron saber varios de los caballeros asistentes, que le hicieron numerosos cumplidos y la invitaron a bailar. Britt no bailaba con nadie, sino que se limitaba a andar de un lado a otro, con un whisky en la mano, hablando con otra gente y mirando a santana irritada.
Y entonces, de pronto, cuando hubo concluido la pieza que la orquesta estaba tocando, brit se acercó a santana y, sin pedirle permiso a ella ni al joven con el queestaba bailando, la tomó de la mano y la atrajo hacia sí. Las notas de una nueva melodía inundaron la sala, y bittany la arrastró consigo, haciéndola girar por la pista de baile, mientras santana tenía la impresión de que el corazón quisiera salírsele del pecho. Porla mirada punzante de sus ojos entornados, a santana no le resultó difícil imaginar que no se trataba precisamente de un baile de compromiso. Cuando se estaba acabando la pieza y las luces se atenuaron para dar paso a la siguiente, una melodía romántica, britt aprovechó para conducir a santana hasta la puerta lateral y llevarla fuera, al pórtico que daba paso a los jardines, en medio de la penumbra de la noche. Una vez allí, lejos de las miradas de los curiosos, prácticamente la acorraló contra la pared.
—¿Qué crees que estás haciendo? —le espetó sin alzar la voz, pero en tono áspero—. ¿Por qué has venido? —sus ojos azules relampagueaban.
—No por ti, te lo aseguro —se apresuró a contestar ella.
—¿Ah, no? —la desafió ella—. Me deseas. Tus ojos me lo dicen cada vez que me miran. Puedes apartarte de mi camino o negarte a saludarme en la calle, pero te estás engañando a ti misma si crees que no puedo leer en ti como en un libro abierto.
Los ojos de la joven la observaron de hito en hito, debatiéndose entre la irritación y la incredulidad.
—Eres la mujer más presuntuoso que he conocido,brittany .
—No es presunción —masculló bitt pegándose a ella. Antes de que santana pudiera reaccionar, la había tomado por la nuca, haciéndole echar la cabeza hacia atrás,mientras que se inclinaba hacia ella para tomar sus labios.
La mirada sorprendida en los ojos de la joven la hizo vacilar un instante, pero entonces advirtió que, a pesar de sus rechazos en público, a pesar de que acababa de negar que no estaba allí por ella, la expresión en su rostro parecía indicar que sintiera que estaba ofreciéndole el cielo. Hasta su respiración se había tomado entrecortada.
Aquello la excitó. Puso la mano libre sobre la cálida y suave piel que dejaba al descubierto el escote en uve y, al aspirar santana sorprendida, aprovechó para posar su boca en los labios entreabiertos de la joven.
El gemido ahogado de santana la hizo perder la cabeza por completo. En cuanto la joven empezó a responder al beso, brit olvidó la diferencia de edad entre ellas, se olvidó de todo lo que los rodeaba. Por más que lo había intentado, no había logrado olvidar el sabor de los labios de santana . Durante aquellas últimas semanas el recuerdo la había atormentado noche y día, y había llegado a pensar que debía haber imaginado ese placer sin igual, pero no era así. Sin poder ya contenerse, la mano que tenía en la nuca de la joven se contrajo, atrayendo su boca aún más cerca de la de ella, mientras que la otra se deslizó dentro del cuerpo del vestido, cubriendo uno de los pequeños senos de santana.
Ella emitió un gemido de protesta pero el íntimo contacto de la mano de brit en su piel desencadenó en ella toda una serie de deliciosas sensaciones, y sólo pudo rodearle el cuello con los brazos, aferrándose a brit para no perderse en aquel intenso oleaje de placer. brit deslizó uno de los finos tirantes hacia abajo, despegó su boca lentamente de la de ella, y santana notó cómo sus labios fueron descendiendo en húmedos besos por su garganta hasta la suave y cálida circunferencia del seno que había quedado al descubierto. Dejó escapar un intenso gemido, y sus uñas se hundieron en los brazos de brit
—No hagas eso —susurró ella sin levantar la cabeza—, ahoga esos excitantes gemidos o nos convertiremos en el espectáculo de la velada.
Y entonces, tomando el seno en su mano, lo levantó hasta su boca, engulló la areola, y comenzó a succionar lenta y suavemente mientras lamía el endurecido pezón.
Santana sollozaba extasiada, estremeciéndose de placer,. y aun cuando britt liberó su seno y levantó la cabeza, se quedó muy quieta, con los ojos entornados y la visión enturbiada por la excitación. Ella la estudió en silencio antes de bajarle el otro tirante.
El cuerpo del vestido cayó hasta la cintura de la joven, y las fuertes manos de brit la arquearon hacia ella , al tiempo que volvía a agachar la cabeza. Tras detenerse un momento para admirar hipnotizado su desnudez, tomó el otro seno en su boca y la hizo volar de nuevo con ella hasta las estrellas. Cuando finalmente brittany logró controlarse,santana se derrumbó contra ella , y la escuchó respirar jadeante mientras volvía a subir los tirantes a sus hombros y le ponía bien el vestido.
—¿He sido la primera? —le preguntó con voz ronca. Santana no se sentía con fuerzas para mentir.
—Sí —musitó. Las manos de brit se contrajeron bruscamente en torno a su cintura, y maldijo con furia entre dientes.
—¡Esto es un error!, ¡ un error! —masculló—. Eres tan joven...
Santana frotó su mejilla contra la garganta de britt.
—Pero yo te quiero... —murmuró—, te quiero más que a mi vida...
—¡Basta! —la cortó ella bruscamente apartándose de santana. Sus ojos relampagueaban de ira pero sus facciones estaban rígidas por la pasión apenas controlada, llenas de tormento—. ¡No quiero tu amor!
Santana alzó la vista hacia ella , con una mirada vulnerable y entristecida en sus grandes ojos cafes.
—Lo sé.
Las facciones de brit se tensaron hasta parecer una máscara sobre losmarcados pómulos, y apretó los puños.
—Mantente alejada de mí, santana —le dijo con voz ronca—. No tengo nada que darte, nada en absoluto.
Las piernas le temblaban a la joven cuando contestó.
—Sé que no lo creerás, pero si he venido aquí esta noche ha sido sólo porque mi padre insistió.
Aquello no aplacó a britt
—No te hagas ilusiones por lo que acaba de ocurrir —le advirtió con aspereza—,no ha sido más que sexo. No voy a casarme contigo, y la palabra «amor» no figura en mi vocabulario.
—Porque no dejas que ocurra —murmuró ella quedamente.
—Eso no es asunto tuyo —le espetó brit santana sintió el frío de su mirada como si la cortara hasta los huesos. Dentro la orquesta había empezado a tocar otra canción, que la joven reconoció como “Gracias por el recuerdo”, y estuvo a punto de dejar escapar una risa amarga ante lo apropiada que resultaba para el momento.
—No te engañes creyendo que esto ha sido una especie de interludio romántico —volvió a advertirle britt —. No eres más que una adolescente, larguirucha y plana comouna tabla de planchar. Olvídame, haz el favor. ¡Olvídame y no vuelvas a acercarte a mí!
Se giró sobre los talones y volvió dentro, dejándola sola. Santana , hondamente herida por esas crueles palabras, recogió los trozos de su herido orgullo, y se fue a sentarse en el coche de su padre. Necesitaba estar sola. Éste salió en su busca al cabo de un rato, extrañado por su prolongada ausencia y, al hallarla en el coche, le preguntó que le ocurría. santana le dijo que le dolía la cabeza, pero su padre no se dejó engañar.
La había visto salir con brittany momentos antes, y leyó al instante el dolor en su rostro, así que, sin hacer más preguntas, volvió dentro para excusarse con los demás y regresó a casa con ella.
Otro mas????
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Re: fc brittana : "brittany"
holaaaa excelentes capitulosssss!!! pone otro siiiiii
nos vemos en la proxima :)
nos vemos en la proxima :)
Patri_glee***** - Mensajes : 225
Fecha de inscripción : 01/10/2013
Edad : 32
capitulo 3 :libertad ....
Capítulo 3
Santana no volvió a asistir a ninguna otra reunión del club de tiro, ni aceptó las reiteradas invitaciones de rachel a visitarla en el rancho, y en las raras ocasiones en que se cruzaba con britt por la calle, apretaba el paso y no la miraba siquiera. Se sentía avergonzada de cómo había permitido que la besara y la tocara, y dolida por sus crueles palabras y su desprecio. Si le parecía que tenía el cuerpo de una adolescente y los senos muy pequeños, ¿por qué había hecho lo que había hecho? En ese momento no le había dado precisamente la impresión de que lo disgustase, se dijo enfadada. Tal vez sólo lo había hecho para darle un escarmiento, para asustarla y hacer que se apartara de ella , pero, si era así, ¿por qué le habían temblado las manos, por qué le había costado tanto recobrar el aliento?
Finalmente, después de darle muchas vueltas al asunto, santana había terminado por relegar a brittany a un compartimiento de su mente donde se mezclara con los recuerdos del pasado, y trató de olvidar lo ocurrido esa noche en la fiesta, como si nunca hubiera sucedido.
Semanas después, su padre sufrió un ataque al corazón, y el médico le dijo que no podría realizar ningún esfuerzo. Se cansaba muchísimo, y prácticamente se convirtió en un inválido. Santana , que habría querido buscar un empleo relacionado con su licenciatura, tuvo que hacerse cargo de la tienda, pero hacía meses que las cosas no les iban bien, y tuvieron que acabar poniendo a la venta el negocio. Entonces fue cuando sam Evans entró en su vida. Lo había atraído el anuncio que su padre había puesto en el periódico, y cuando fue a ver el local y conoció a santana , la tienda no fue lo único que lo interesó. No adquirió el negocio, sino que les hizo un préstamo, una generosa suma de dinero, y comenzó a frecuentar la tienda y a hacerse indispensable para ellos. A pesar de las quejas de santana , que no quería caridad, siguió prestándoles dinero aun cuando era obvio que el negocio no salía a flote.
La salud de su padre comenzó a declinar más aún, y sam , que sabía muy bien qué cartas tenía que jugar, siempre estaba cerca de santana , ofreciéndole su consuelo,tiernos besos y dulces palabras. Aquello era algo a lo que la joven no podía resistirse, ya que el desprecio de brittany la había dejado muy dolida y hambrienta de un poco de afecto. Por eso, las atenciones de sam eran como un bálsamo para ella, y pronto se olvidó de su orgullo.
britt se había enterado de la enfermedad de su padre, y pasó un día a verlo. Cuando habló con santana se dirigió a ella con amabilidad, incluso vacilante, como si estuviera avergonzado de su comportamiento, pero la joven se dijo que seguramente tenía mala conciencia por el estado de su padre y porque estaban al borde de la quiebra, y eso lo hacía sentir lástima. Había aprendido la lección y no iba a permitir que la hiriera de nuevo. Lo trató con fría cortesía, mostrándose distante, y la irritación de brit fue visible.
Brittany no volvió a poner los pies en su casa y, a partir de ese día, a pesar de que la joven necesitaba apoyo y comprensión más que nunca, se volvió cruel con ella, lanzándole continuas puyas acerca de su relación con sam , acusándola de estar intentando cazar a su adinerado primo para que se hiciera cargo de ella.
Su situación era cada vez más desesperada y, irónicamente, los ataques de brit no hicieron sino empujarla aún más a los brazos de sam, hasta que finalmente éste asumió sus deudas, quitando aquella carga de los hombros de la joven, pero haciéndola también totalmente dependiente de él. La noche que murió su padre, sam se ocupó de todo, pagó el entierro, y le propuso matrimonio a santana. La joven estaba asustaday confusa, y aceptó.
La mañana que se celebró el entierro, brit tenía un compromiso ineludible, así que no pudo asistir, pero se acercó después a la casa de santana a darle sus condolencias.
Sin embargo, para su sorpresa, fue sam quien le abrió la puerta, y le dijo que santana estaba echada porque no se encontraba bien, y que él mismo le transmitiría su pésame A su prometida, por supuesto, sam le ocultó aquella visita, y mintió diciéndole que había sido el cartero, que traía un certificado con la dirección equivocada.
Aprovechando su vulnerabilidad en esos momentos tan difíciles, a los pocos días, sam prácticamente la obligó a firmar la licencia de matrimonio. Susam evams se oponía al matrimonio, porque consideraba a santana inferior a su hijo, pero a sam lo aburría el clasismo de su madre y desoyó sus protestas.
La llevó con él al rancho evans, pues quería pedirle a su prima que fuera su madrina. Cuando anunció su enlace, rachel tardó en reaccionar y darles la enhorabuena.
No podía creer que fuese a hacer algo así, a dar un paso tan apresurado. Briitany por su parte, dedicó a la joven una mirada de auténtico desprecio, como si estuviera espetándole «al fin has conseguido lo que querías, ¿no es así?» Se negó a tomar parte alguna en la boda, y salió de la casa sin decir una palabra más. Esa misma tarde tomó un avión a Londres.
Aunque no necesitaba ninguna, aquella fue la confirmación definitiva para la joven de que britany no quería saber nada más de ella, y que no le importaba lo que hiciera con su vida mientras la dejara tranquila. Después de aquello, santana ya no volvió a plantearse si hacía lo correcto al haber aceptado la proposición de sam. Ya todo le daba igual. La boda se llevó a cabo en el registro civil, con la única presencia de un testigo, un socio de sam, ya que santana no tenía más familia; rachel no había querido asistir, por temor a irritar a su hermano; y los parientes de sam tampoco por no soliviantar a susan.
Poco podía imaginar santana que estaba metiéndose en la boca de la serpiente. A sus 20 años era demasiado inocente respecto a los deberes conyugales, y no sabía la clase de hombre que era sam Evans bajo la máscara que llevaba en público. Despechado por la negativa de su primo a ser el padrino en su boda, sam prohibió a santana visitar a rachel , aunque tampoco hubiera podido hacerlo, ya que su amiga y britt se mudaron por aquella época a NY, dejando el rancho a cargo de un nuevo capataz, un hombre llamado Emmett Deverell.
sam acabó enterándose por las malas lenguas de lo que santana sentía por brit y, siendo muy celoso, comenzó a vigilar todos y cada uno de sus movimientos y actos, en busca de algo que la delatara, haciendo que la joven se sintiera acosada y agobiada.
Además, sam era impotente y, al no permitirle su orgullo ir a un médico, y ser incapaz de obtener satisfacción por los métodos usuales, recurría a otros crueles, haciendo daño a santana , hasta minar su autoestima y convertirla en una persona torpe, nerviosa todo el tiempo, y encerrada en sí misma. Hacía del acto sexual algo degradante, un calvario repugnante que la hacía sentirse sucia. Después las cosas empeoraron, porque él se dio a la bebida, y empezó a tratarla aún con más brutalidad,a echarle la culpa de su impotencia por sus sentimientos por brit, quien, además, se convirtió en su arma favorita para machacar su ya dañado amor propio, y para reafirmar su poder sobre ella, lanzándole puyas acerca de cómo su primo ni siquiera la había deseado.
Trató de abandonarlo en varias ocasiones, pero siendo un hombre tan rico e influyente, sam tenía medios para dar con ella, y también para hacérselo pagar aquienes tratasen de ayudarla, así que finalmente terminó por resignarse a su suerte temerosa de causar una tragedia. Al cabo de un tiempo, sam empezó a tener amantes, y aquello fue en cierto modo un alivio para santana, pero la tranquilidad le duró poco. Sam coincidió con brittany en un congreso de ganaderos y, a raíz de ese encuentro, comenzó a atormentar de nuevo a la joven, a pesar de que ella no había vuelto a mencionar siquiera el nombre de su prima en todo ese tiempo. A partir de ese día los encuentros entre sam y brittay se hicieron más frecuentes. santana no imaginaba por qué su marido había vuelto a tolerar a su primo después de su desaire y de saber que estaba enamorada de él, pero, inexplicablemente, así era.
Sam parecía disfrutar repitiéndole a santana lo mucho que lo compadecía brittany por haberse casado con alguien como ella, y la joven estaba segura de que le contaba mentiras, que la hacía responsable de sus problemas, pero no le importaba, ya nada le importaba... Su existencia había perdido la razón de ser. Con el tiempo, sam ya no se molestó en seguir intentando ocultarle que se veía con otras mujeres, aunque ella siempre lo había sabido. Bebía cada vez más, y pasaba mucho tiempo fuera de casa.
Por aquel entonces uno de sus múltiples negocios había empezado a dar beneficios, y aquello pareció ponerlo de buen humor por una temporada, aplacarlo, y dejó de maltratar a Coreen. Seguía tratándola como si fuera un felpudo, pero al menos no la golpeaba. Pasaron dos semanas; pasaron tres..., y la joven empezó a confiarse, a decirse que quizá se había hartado de ella y la dejaría marchar... pero se equivocaba.
Una noche, sam estaba bebiendo como de costumbre en su estudio, repasando la correspondencia de la semana, mientras santana fregaba los platos de la cena, cuando de pronto entró en la cocina lanzando improperios y blandiendo furioso un sobre rasgado y una tarjeta. Santana , aturdida, no comprendió qué lo había puesto fuera de sí hasta que él puso irritado la tarjeta en sus manos, exigiéndole a gritos una explicación.
Era una felicitación de cumpleaños que le enviaba rachel y, sorprendentemente, llevaba también la firma de britt. Aquello era lo que lo había enfurecido. Santana le había jurado y perjurado que hacía más de un año que no veía a su prima, pero sam no la creía, y no hacía más que acusarla de tener un romance con ella mientras la golpeaba. Como santana siguiera asegurándole que se equivocaba, sam , que, bajo los efectos del alcohol no era dueño de sí mismo, tomó un cuchillo y la persiguió hasta el salón, donde la acorraló, inmovilizándola sobre el sofá mientras la insultaba y apretaba el filo del cuchillo contra su garganta, diciéndole que la iba a despedazar...
El carraspeo del notario devolvió a la joven al momento presente. Se estremeció por el horrible recuerdo y levantó el rostro hacia la enorme mesa de roble del estudio,donde el notario estaba sentado leyendo el testamento.
—Y eso es todo, me temo —concluía el hombre en ese momento, observándolos a todos a través de sus pequeñas gafas—. La práctica totalidad de los bienes del difunto señor Evans van a parar a su madre, excepto el pura sangre que le deja a su prima, señorita brittany , y el fideicomiso de cien mil dólares que deja a nombre de su viuda, fideicomiso que, según lo dispuesto en este testamento, habrá de ser administrado por usted, señorita brittany , hasta que santana cumpla los veinticinco años de edad. ¿Alguna pregunta?
Britt frunció el ceño, incrédula, y se volvió hacia santana, pero la joven, que teníala cabeza gacha, no dijo una palabra. Susan se puso de pie, se volvió hacia la joven viuda y, dirigiéndole una mirada gélida, le dijo:
—Te daré unos días para que abandones la casa. No porque sienta lástima de ti, no te equivoques, sino para evitar las habladurías de la gente. Tú eres la única culpable de la muerte de mi hijo y no te lo perdonaré jamás —se giró sobre los talones y saliódel estudio con altivez.
Santana no tuvo tiempo de replicar nada pero tampoco lo habría hecho. Se sentía sin fuerzas y no levantó siquiera la vista de las manos enlazadas sobre su regazo. No tenía dónde ir, y britt controlaba ahora el poco dinero que tenía. No podría soportar tener que arrodillarse ante ella para pedirle unos dólares para comprarse medias o un paquete de harina. Tenía que conseguir un trabajo cuanto antes como fuera.
brittany y rachel salieron del estudio al salón, dejando al notario recogiendo sus cosas, y a santana sentada, como en trance.
—La mujer del corazón de oro... —masculló rachel mientras observaban cómo su tía susan se alejaba en su Lincoln.
—¿Cómo ha podido hacer sam algo así? —exclamó su hermana en un susurro indignado—. ¿Y por qué ha tenido que involucrarme a mí?
—¿Es eso lo único que te preocupa? —le espetó su hermana—. A pesar de que tenía millones la ha dejado en la miseria, ¿y a ti sólo te preocupa que te haya involucrado?
—Por supuesto que no, eso es lo que trato de decirte —replicó ella con irritación—.¡santana no cobrará hasta dentro de 3 años! ¡Tendrá que pedirme dinero hasta para pagarse el autobús!
Rachel lo miró sorprendida. No hubiera esperado que su hermana se preocupase por santana , sobre todo cuando, hasta unos minutos antes de la lectura del testamento había estado atormentándola diciéndole que no se hiciera ilusiones respecto a la herencia. Sin duda había esperado que sam le diera un escarmiento con el testamento pero no tan extremo.
—Se las arreglará. Es fuerte, y estaba preparada para esta noticia —le dijo—.Ella sabía que sam no le iba a dejar demasiado, y me dijo que no le importaba.
—¿Cómo diablos no va a importarle? ¡Alguien tiene que hacerla entrar en razón!
Susan no puede privarla de lo que le pertenece por ley. Tiene derecho a exigir una pensión de viudedad.
—Dudo que lo haga —respondió su hermana—. El dinero nunca le ha importado. ¿O acaso no lo sabías? —le espetó rachel con toda la intención. Brit no dijo nada. De pronto había algo que la reconcomía por dentro. Era como si hubiera piezas del rompecabezas que no encajaran. Por más puyas que le había lanzado, no veía por ninguna parte a la santana que sam le había descrito; y esa falta de interés por el dinero... Confundido, salió fuera, y se sentó en el coche a esperar a su hermana mientras se despedía de su amiga.
—¿Seguro que no quieres venirte con nosotras al rancho, san ? —le insistió una vez más.
—¿Para que tu hermana me provoque una crisis nerviosa? —respondió la joven viuda con una risa amarga—. No, gracias.
—brittany es una idiota pero si vienes con nosotros, te prometo que me aseguraré de que no te moleste.
Pero su amiga sacudió la cabeza.
—Te agradezco el ofrecimiento, rachel , pero no es una buena idea. Dile a brit que haga lo que quiera con el fideicomiso. No lo necesitaré. Encontraré un empleo y me las arreglaré.
Sin embargo, cuando también el notario se hubo marchado y se quedó sola, la valentía de santana se esfumó. Se había cambiado el vestido por un gastado pantalón y un jersey, y había empezado a dar vueltas por la casa, tratando de idear un plan, de pensar por dónde empezar a partir del día siguiente. No podía imaginar cómo lograría encontrar un trabajo sin ninguna experiencia, ni un apartamento que alquilar sin un centavo en el bolsillo, y cada rincón de la enorme casa vacía parecía recordarle el horror que había vivido. Una intensa punzada de angustia se alojó en su pecho, y de pronto sintió que casi no podía respirar. Necesitaba aire, espacio abierto, y, desesperada, salió fuera y comenzó a vagar por los terrenos de la finca sin un rumbo fijo. Estaba atardeciendo, empezaba a hacer algo de fresco y santana no se había puesto la chaqueta pero no quería volver dentro.
De pronto se encontró con que sus pasos la habían llevado hasta el establo, y entró para ver por última vez a Imperioso, el caballo pura sangre que pronto pasaría a formar parte del patrimonio de brittany . Era un animal muy hermoso, de negro pelaje y porte orgulloso. A santana le encantaban los caballos, y rachel le había enseñado a montar en la época en la que su hermano todavía le permitía visitarla en el rancho, pero sam jamás le había dejado acercarse a su pura sangre, igual que nunca le había dejado que tocase ninguna de sus posesiones más preciadas. Estando admirando al animal, una sed de venganza invadió a la joven, y casi sintió deseos de reír y gritarle a sam : «¡Mírame, bastardo!, ¡estoy aquí y no puedes impedirme que haga lo que quiera!». Entró en el pesebre y acarició al caballo, con una idea rondándole por la cabeza. Y entonces, sin pensárselo dos veces, lo ensilló y le puso los arreos, lo sacó del establo, y montó en él.
Espoleó suavemente a Imperioso con los talones y agitó las riendas, y el animal comenzó a trotar por la finca. Cuando llevaban un rato así, santana sintió que necesitaba un poco de adrenalina, pero la limitada extensión de aquellos terrenos no permitiría al animal cabalgar más deprisa, de modo que lo condujo fuera, a la carretera de tierra que discurría entre las haciendas y ranchos de las afueras de lima, y lo espoleó con más fuerza, haciéndolo cabalgar a galope tendido.
Avanzaban veloces, devorando kilómetros, y santana disfrutaba con aquella maravillosa sensación de libertad, y el azote del viento golpeándole en la cara y despeinándola, pero, de pronto, sin que la joven supiera de dónde había salido, apareció un todoterreno en el camino, a unos kilómetros, que se dirigía hacia ellos.
Santana tiró de las riendas con todas sus fuerzas para que Imperioso se detuviera pero los faros del vehículo habían deslumbrado al animal, y se encabritó furiosamente, dejándola caer.
Santana dio con su cuerpo entre las raíces de un árbol, que sobresalían del suelo,y quedó allí postrada, perdiendo el conocimiento. Lo último que oyó fue un frenazo, y cómo alguien corría hacia ella.
Santana no volvió a asistir a ninguna otra reunión del club de tiro, ni aceptó las reiteradas invitaciones de rachel a visitarla en el rancho, y en las raras ocasiones en que se cruzaba con britt por la calle, apretaba el paso y no la miraba siquiera. Se sentía avergonzada de cómo había permitido que la besara y la tocara, y dolida por sus crueles palabras y su desprecio. Si le parecía que tenía el cuerpo de una adolescente y los senos muy pequeños, ¿por qué había hecho lo que había hecho? En ese momento no le había dado precisamente la impresión de que lo disgustase, se dijo enfadada. Tal vez sólo lo había hecho para darle un escarmiento, para asustarla y hacer que se apartara de ella , pero, si era así, ¿por qué le habían temblado las manos, por qué le había costado tanto recobrar el aliento?
Finalmente, después de darle muchas vueltas al asunto, santana había terminado por relegar a brittany a un compartimiento de su mente donde se mezclara con los recuerdos del pasado, y trató de olvidar lo ocurrido esa noche en la fiesta, como si nunca hubiera sucedido.
Semanas después, su padre sufrió un ataque al corazón, y el médico le dijo que no podría realizar ningún esfuerzo. Se cansaba muchísimo, y prácticamente se convirtió en un inválido. Santana , que habría querido buscar un empleo relacionado con su licenciatura, tuvo que hacerse cargo de la tienda, pero hacía meses que las cosas no les iban bien, y tuvieron que acabar poniendo a la venta el negocio. Entonces fue cuando sam Evans entró en su vida. Lo había atraído el anuncio que su padre había puesto en el periódico, y cuando fue a ver el local y conoció a santana , la tienda no fue lo único que lo interesó. No adquirió el negocio, sino que les hizo un préstamo, una generosa suma de dinero, y comenzó a frecuentar la tienda y a hacerse indispensable para ellos. A pesar de las quejas de santana , que no quería caridad, siguió prestándoles dinero aun cuando era obvio que el negocio no salía a flote.
La salud de su padre comenzó a declinar más aún, y sam , que sabía muy bien qué cartas tenía que jugar, siempre estaba cerca de santana , ofreciéndole su consuelo,tiernos besos y dulces palabras. Aquello era algo a lo que la joven no podía resistirse, ya que el desprecio de brittany la había dejado muy dolida y hambrienta de un poco de afecto. Por eso, las atenciones de sam eran como un bálsamo para ella, y pronto se olvidó de su orgullo.
britt se había enterado de la enfermedad de su padre, y pasó un día a verlo. Cuando habló con santana se dirigió a ella con amabilidad, incluso vacilante, como si estuviera avergonzado de su comportamiento, pero la joven se dijo que seguramente tenía mala conciencia por el estado de su padre y porque estaban al borde de la quiebra, y eso lo hacía sentir lástima. Había aprendido la lección y no iba a permitir que la hiriera de nuevo. Lo trató con fría cortesía, mostrándose distante, y la irritación de brit fue visible.
Brittany no volvió a poner los pies en su casa y, a partir de ese día, a pesar de que la joven necesitaba apoyo y comprensión más que nunca, se volvió cruel con ella, lanzándole continuas puyas acerca de su relación con sam , acusándola de estar intentando cazar a su adinerado primo para que se hiciera cargo de ella.
Su situación era cada vez más desesperada y, irónicamente, los ataques de brit no hicieron sino empujarla aún más a los brazos de sam, hasta que finalmente éste asumió sus deudas, quitando aquella carga de los hombros de la joven, pero haciéndola también totalmente dependiente de él. La noche que murió su padre, sam se ocupó de todo, pagó el entierro, y le propuso matrimonio a santana. La joven estaba asustaday confusa, y aceptó.
La mañana que se celebró el entierro, brit tenía un compromiso ineludible, así que no pudo asistir, pero se acercó después a la casa de santana a darle sus condolencias.
Sin embargo, para su sorpresa, fue sam quien le abrió la puerta, y le dijo que santana estaba echada porque no se encontraba bien, y que él mismo le transmitiría su pésame A su prometida, por supuesto, sam le ocultó aquella visita, y mintió diciéndole que había sido el cartero, que traía un certificado con la dirección equivocada.
Aprovechando su vulnerabilidad en esos momentos tan difíciles, a los pocos días, sam prácticamente la obligó a firmar la licencia de matrimonio. Susam evams se oponía al matrimonio, porque consideraba a santana inferior a su hijo, pero a sam lo aburría el clasismo de su madre y desoyó sus protestas.
La llevó con él al rancho evans, pues quería pedirle a su prima que fuera su madrina. Cuando anunció su enlace, rachel tardó en reaccionar y darles la enhorabuena.
No podía creer que fuese a hacer algo así, a dar un paso tan apresurado. Briitany por su parte, dedicó a la joven una mirada de auténtico desprecio, como si estuviera espetándole «al fin has conseguido lo que querías, ¿no es así?» Se negó a tomar parte alguna en la boda, y salió de la casa sin decir una palabra más. Esa misma tarde tomó un avión a Londres.
Aunque no necesitaba ninguna, aquella fue la confirmación definitiva para la joven de que britany no quería saber nada más de ella, y que no le importaba lo que hiciera con su vida mientras la dejara tranquila. Después de aquello, santana ya no volvió a plantearse si hacía lo correcto al haber aceptado la proposición de sam. Ya todo le daba igual. La boda se llevó a cabo en el registro civil, con la única presencia de un testigo, un socio de sam, ya que santana no tenía más familia; rachel no había querido asistir, por temor a irritar a su hermano; y los parientes de sam tampoco por no soliviantar a susan.
Poco podía imaginar santana que estaba metiéndose en la boca de la serpiente. A sus 20 años era demasiado inocente respecto a los deberes conyugales, y no sabía la clase de hombre que era sam Evans bajo la máscara que llevaba en público. Despechado por la negativa de su primo a ser el padrino en su boda, sam prohibió a santana visitar a rachel , aunque tampoco hubiera podido hacerlo, ya que su amiga y britt se mudaron por aquella época a NY, dejando el rancho a cargo de un nuevo capataz, un hombre llamado Emmett Deverell.
sam acabó enterándose por las malas lenguas de lo que santana sentía por brit y, siendo muy celoso, comenzó a vigilar todos y cada uno de sus movimientos y actos, en busca de algo que la delatara, haciendo que la joven se sintiera acosada y agobiada.
Además, sam era impotente y, al no permitirle su orgullo ir a un médico, y ser incapaz de obtener satisfacción por los métodos usuales, recurría a otros crueles, haciendo daño a santana , hasta minar su autoestima y convertirla en una persona torpe, nerviosa todo el tiempo, y encerrada en sí misma. Hacía del acto sexual algo degradante, un calvario repugnante que la hacía sentirse sucia. Después las cosas empeoraron, porque él se dio a la bebida, y empezó a tratarla aún con más brutalidad,a echarle la culpa de su impotencia por sus sentimientos por brit, quien, además, se convirtió en su arma favorita para machacar su ya dañado amor propio, y para reafirmar su poder sobre ella, lanzándole puyas acerca de cómo su primo ni siquiera la había deseado.
Trató de abandonarlo en varias ocasiones, pero siendo un hombre tan rico e influyente, sam tenía medios para dar con ella, y también para hacérselo pagar aquienes tratasen de ayudarla, así que finalmente terminó por resignarse a su suerte temerosa de causar una tragedia. Al cabo de un tiempo, sam empezó a tener amantes, y aquello fue en cierto modo un alivio para santana, pero la tranquilidad le duró poco. Sam coincidió con brittany en un congreso de ganaderos y, a raíz de ese encuentro, comenzó a atormentar de nuevo a la joven, a pesar de que ella no había vuelto a mencionar siquiera el nombre de su prima en todo ese tiempo. A partir de ese día los encuentros entre sam y brittay se hicieron más frecuentes. santana no imaginaba por qué su marido había vuelto a tolerar a su primo después de su desaire y de saber que estaba enamorada de él, pero, inexplicablemente, así era.
Sam parecía disfrutar repitiéndole a santana lo mucho que lo compadecía brittany por haberse casado con alguien como ella, y la joven estaba segura de que le contaba mentiras, que la hacía responsable de sus problemas, pero no le importaba, ya nada le importaba... Su existencia había perdido la razón de ser. Con el tiempo, sam ya no se molestó en seguir intentando ocultarle que se veía con otras mujeres, aunque ella siempre lo había sabido. Bebía cada vez más, y pasaba mucho tiempo fuera de casa.
Por aquel entonces uno de sus múltiples negocios había empezado a dar beneficios, y aquello pareció ponerlo de buen humor por una temporada, aplacarlo, y dejó de maltratar a Coreen. Seguía tratándola como si fuera un felpudo, pero al menos no la golpeaba. Pasaron dos semanas; pasaron tres..., y la joven empezó a confiarse, a decirse que quizá se había hartado de ella y la dejaría marchar... pero se equivocaba.
Una noche, sam estaba bebiendo como de costumbre en su estudio, repasando la correspondencia de la semana, mientras santana fregaba los platos de la cena, cuando de pronto entró en la cocina lanzando improperios y blandiendo furioso un sobre rasgado y una tarjeta. Santana , aturdida, no comprendió qué lo había puesto fuera de sí hasta que él puso irritado la tarjeta en sus manos, exigiéndole a gritos una explicación.
Era una felicitación de cumpleaños que le enviaba rachel y, sorprendentemente, llevaba también la firma de britt. Aquello era lo que lo había enfurecido. Santana le había jurado y perjurado que hacía más de un año que no veía a su prima, pero sam no la creía, y no hacía más que acusarla de tener un romance con ella mientras la golpeaba. Como santana siguiera asegurándole que se equivocaba, sam , que, bajo los efectos del alcohol no era dueño de sí mismo, tomó un cuchillo y la persiguió hasta el salón, donde la acorraló, inmovilizándola sobre el sofá mientras la insultaba y apretaba el filo del cuchillo contra su garganta, diciéndole que la iba a despedazar...
El carraspeo del notario devolvió a la joven al momento presente. Se estremeció por el horrible recuerdo y levantó el rostro hacia la enorme mesa de roble del estudio,donde el notario estaba sentado leyendo el testamento.
—Y eso es todo, me temo —concluía el hombre en ese momento, observándolos a todos a través de sus pequeñas gafas—. La práctica totalidad de los bienes del difunto señor Evans van a parar a su madre, excepto el pura sangre que le deja a su prima, señorita brittany , y el fideicomiso de cien mil dólares que deja a nombre de su viuda, fideicomiso que, según lo dispuesto en este testamento, habrá de ser administrado por usted, señorita brittany , hasta que santana cumpla los veinticinco años de edad. ¿Alguna pregunta?
Britt frunció el ceño, incrédula, y se volvió hacia santana, pero la joven, que teníala cabeza gacha, no dijo una palabra. Susan se puso de pie, se volvió hacia la joven viuda y, dirigiéndole una mirada gélida, le dijo:
—Te daré unos días para que abandones la casa. No porque sienta lástima de ti, no te equivoques, sino para evitar las habladurías de la gente. Tú eres la única culpable de la muerte de mi hijo y no te lo perdonaré jamás —se giró sobre los talones y saliódel estudio con altivez.
Santana no tuvo tiempo de replicar nada pero tampoco lo habría hecho. Se sentía sin fuerzas y no levantó siquiera la vista de las manos enlazadas sobre su regazo. No tenía dónde ir, y britt controlaba ahora el poco dinero que tenía. No podría soportar tener que arrodillarse ante ella para pedirle unos dólares para comprarse medias o un paquete de harina. Tenía que conseguir un trabajo cuanto antes como fuera.
brittany y rachel salieron del estudio al salón, dejando al notario recogiendo sus cosas, y a santana sentada, como en trance.
—La mujer del corazón de oro... —masculló rachel mientras observaban cómo su tía susan se alejaba en su Lincoln.
—¿Cómo ha podido hacer sam algo así? —exclamó su hermana en un susurro indignado—. ¿Y por qué ha tenido que involucrarme a mí?
—¿Es eso lo único que te preocupa? —le espetó su hermana—. A pesar de que tenía millones la ha dejado en la miseria, ¿y a ti sólo te preocupa que te haya involucrado?
—Por supuesto que no, eso es lo que trato de decirte —replicó ella con irritación—.¡santana no cobrará hasta dentro de 3 años! ¡Tendrá que pedirme dinero hasta para pagarse el autobús!
Rachel lo miró sorprendida. No hubiera esperado que su hermana se preocupase por santana , sobre todo cuando, hasta unos minutos antes de la lectura del testamento había estado atormentándola diciéndole que no se hiciera ilusiones respecto a la herencia. Sin duda había esperado que sam le diera un escarmiento con el testamento pero no tan extremo.
—Se las arreglará. Es fuerte, y estaba preparada para esta noticia —le dijo—.Ella sabía que sam no le iba a dejar demasiado, y me dijo que no le importaba.
—¿Cómo diablos no va a importarle? ¡Alguien tiene que hacerla entrar en razón!
Susan no puede privarla de lo que le pertenece por ley. Tiene derecho a exigir una pensión de viudedad.
—Dudo que lo haga —respondió su hermana—. El dinero nunca le ha importado. ¿O acaso no lo sabías? —le espetó rachel con toda la intención. Brit no dijo nada. De pronto había algo que la reconcomía por dentro. Era como si hubiera piezas del rompecabezas que no encajaran. Por más puyas que le había lanzado, no veía por ninguna parte a la santana que sam le había descrito; y esa falta de interés por el dinero... Confundido, salió fuera, y se sentó en el coche a esperar a su hermana mientras se despedía de su amiga.
—¿Seguro que no quieres venirte con nosotras al rancho, san ? —le insistió una vez más.
—¿Para que tu hermana me provoque una crisis nerviosa? —respondió la joven viuda con una risa amarga—. No, gracias.
—brittany es una idiota pero si vienes con nosotros, te prometo que me aseguraré de que no te moleste.
Pero su amiga sacudió la cabeza.
—Te agradezco el ofrecimiento, rachel , pero no es una buena idea. Dile a brit que haga lo que quiera con el fideicomiso. No lo necesitaré. Encontraré un empleo y me las arreglaré.
Sin embargo, cuando también el notario se hubo marchado y se quedó sola, la valentía de santana se esfumó. Se había cambiado el vestido por un gastado pantalón y un jersey, y había empezado a dar vueltas por la casa, tratando de idear un plan, de pensar por dónde empezar a partir del día siguiente. No podía imaginar cómo lograría encontrar un trabajo sin ninguna experiencia, ni un apartamento que alquilar sin un centavo en el bolsillo, y cada rincón de la enorme casa vacía parecía recordarle el horror que había vivido. Una intensa punzada de angustia se alojó en su pecho, y de pronto sintió que casi no podía respirar. Necesitaba aire, espacio abierto, y, desesperada, salió fuera y comenzó a vagar por los terrenos de la finca sin un rumbo fijo. Estaba atardeciendo, empezaba a hacer algo de fresco y santana no se había puesto la chaqueta pero no quería volver dentro.
De pronto se encontró con que sus pasos la habían llevado hasta el establo, y entró para ver por última vez a Imperioso, el caballo pura sangre que pronto pasaría a formar parte del patrimonio de brittany . Era un animal muy hermoso, de negro pelaje y porte orgulloso. A santana le encantaban los caballos, y rachel le había enseñado a montar en la época en la que su hermano todavía le permitía visitarla en el rancho, pero sam jamás le había dejado acercarse a su pura sangre, igual que nunca le había dejado que tocase ninguna de sus posesiones más preciadas. Estando admirando al animal, una sed de venganza invadió a la joven, y casi sintió deseos de reír y gritarle a sam : «¡Mírame, bastardo!, ¡estoy aquí y no puedes impedirme que haga lo que quiera!». Entró en el pesebre y acarició al caballo, con una idea rondándole por la cabeza. Y entonces, sin pensárselo dos veces, lo ensilló y le puso los arreos, lo sacó del establo, y montó en él.
Espoleó suavemente a Imperioso con los talones y agitó las riendas, y el animal comenzó a trotar por la finca. Cuando llevaban un rato así, santana sintió que necesitaba un poco de adrenalina, pero la limitada extensión de aquellos terrenos no permitiría al animal cabalgar más deprisa, de modo que lo condujo fuera, a la carretera de tierra que discurría entre las haciendas y ranchos de las afueras de lima, y lo espoleó con más fuerza, haciéndolo cabalgar a galope tendido.
Avanzaban veloces, devorando kilómetros, y santana disfrutaba con aquella maravillosa sensación de libertad, y el azote del viento golpeándole en la cara y despeinándola, pero, de pronto, sin que la joven supiera de dónde había salido, apareció un todoterreno en el camino, a unos kilómetros, que se dirigía hacia ellos.
Santana tiró de las riendas con todas sus fuerzas para que Imperioso se detuviera pero los faros del vehículo habían deslumbrado al animal, y se encabritó furiosamente, dejándola caer.
Santana dio con su cuerpo entre las raíces de un árbol, que sobresalían del suelo,y quedó allí postrada, perdiendo el conocimiento. Lo último que oyó fue un frenazo, y cómo alguien corría hacia ella.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
capitulo 4 : el accidente...
Capítulo 4
Brittany y rachel estaban viendo el telediario, apoltronados en los sofás del salón cuando sonó el teléfono.
—Contestaré yo —le dijo la mas joven a su hermana, incorporándose y levantando el auricular—. ¿Diga?
Desde el otro lado de la línea le llegó la voz de Pete Trow, el veterinario, que se había marchado del rancho hacía apenas media hora tras echar un vistazo a un ternero enfermo.
—¿rachel? Soy Pete. Escucha...
—Ah, hola, Pete —dijo rachel —, ¿qué ocurre?, ¿se te ha olvidado decirle algo a britt?
—No, no es eso.
Rachel frunció las cejas. Parecía algo alterado.
—¿Pete?, ¿es que ha ocurrido algo?
—Se trata de santana... estoy en el hospital con ella.
britt, al observar como el color abandonaba el rostro de su hermana, se puso en pie y se acercó a ella.
—¿Qué es?, ¿qué pasa? —inquirió. Pero achel le hizo un gesto con la mano para que esperara pues Michael estaba hablándole:
—... no los vi hasta que los tuve casi encima. El caballo es negro y ya estaba oscuro... Yo volvía a casa... iba sintonizando la radio... Cuando volví a poner la vista en la carretera el caballo venía muy rápido hacia mí...
—Oh, Dios mío... —musitó rachel llevándose una mano a la boca.
—Te juro que reaccioné al momento: pegué un frenazo, y el jeep se detuvo a unos metros, pero el animal se había asustado y la tiró al suelo. La he traído al hospital tan rápido como he podido.
—Enseguida vamos para allá —dijo la joven, y colgó el aparato con manos temblorosas—. Santana ha salido a montar con el caballo de sam , y Pete casi... casi chocó con ella —le explicó a britt—. Frenó, pero santana se cayó del caballo... Está en el hospital.
Se pusieron en marcha al momento, y minutos después estaban en el ala de urgencias del hospital de lima donde se encontraron con Pete que ya estaba algo más calmado.
—La tienen ahí —les indicó señalándoles una enorme sala acristalada frente a ellos—. Una de las enfermeras me ha dicho que está dormida, y que le han dado algo para el dolor y sedantes. Le he pedido que me dejara pasar a verla pero me ha dicho que sólo pueden pasar los familiares.
britt asintió con la cabeza.
—Vete a casa y descansa —le dijo—. Ha debido ser un buen susto para ti. Vete con tu mujer y tus hijos. Te llamaremos para decirte cómo va.
—Gracias. Nora y los chicos deben estar preocupados.
Después de que el veterinario se hubiera marchado, brit y rachel se acercaron a la sala de observación y abordaron a una enfermera.
—¿Son ustedes familiares? —los interrogó la mujer con voz monocorde, como si fuera una cinta—. Sólo pueden pasar si...
—Lo somos —mintió brit impaciente. Lo había dicho con tal vehemencia, que la enfermera ni siquiera le preguntó cuál era su parentesco y fue a llamar a un médico que estaba pidiendo unos informes al joven que atendía el área de recepción.
—Estas personas son parientes de la señora Evans , doctor —le dijo presentándole a brit y rachel.
—¿Cómo están? —los saludó el hombre, estrechándoles la mano a ambos—. Soy el doctor Burns. Acompáñenme.
Lo siguieron hasta uno de los últimos cubículos de la sala, donde, tras las cortinas blancas, estaba santana dormida en una cama, con el típico camisón de hospital, y magulladuras por la cara y los brazos.
—Por suerte no ha sido grave. Podría haber sido mucho peor —les informó el médico—. Se golpeó en la cabeza al caer y ha sufrido una pequeña conmoción cerebral, pero la hemos examinado y no habrá daños permanentes. Aparté de las magulladuras que le produjo la maleza está bien, excepto por una costilla fracturada. Como les digo, ha tenido mucha suerte.
brit y rachel suspiraron aliviadas.
—Sin embargo, he de decirles que me preocupa su equilibrio emocional —les confesó con franqueza—. Han sido dos accidentes importantes en muy poco tiempo: primero aquella caída practicando ala delta, y ahora salir a cabalgar por una carretera casi de noche... Eso sin contar el corte que se hizo con esa lámina de hojalata en el garaje de su casa...
—¿Cómo dice? —inquirió brit, frunciendo el ceño. El doctor Burns enarcó una ceja.
—Creía que eran parientes suyos.
—La verdad es que no directamente, pero su marido era primo nuestro —explicó brit—. Falleció ayer.
—Lo sé, nos lo dijo el hombre que la trajo.
—Ya veo. Bien, respecto a esos accidentes... verá, el caso es que en los últimos meses yo tuve un contacto bastante regular con su marido, y me extraña que no mencionara nada.
El médico se encogió de hombros por toda respuesta.
—Sea como sea, esa joven necesita que la vigilen, como mínimo hasta que se haya restablecido. Su comportamiento temerario de hoy... no sé, parece una actitud escapista, como si necesitara huir de algo, como si algo la atormentara.
Mientras estaban en la sala de espera aguardando a que pasaran a santana a planta, brit no podía dejar de dar vueltas en su mente esas últimas palabras del médico.
—¿Sabías tú algo de esos accidentes? —le preguntó a su hermana.
—Sabía lo del ala delta. Fui a verla al hospital, aunque sam no me dejó quedarme mucho tiempo. Ni siquiera entonces me dejó estar a su lado... Hasta ese punto era posesivo —farfulló meneando la cabeza.
—¿Y por qué no me dijiste nada?
—Porque tú no querías saber nada de ella —contestó rachel abruptamente.
Brit se inclinó, apoyando los codos en las rodillas y se frotó la nuca con la mano.
¿Y si había sido su actitud con ella durante todo el día lo que la había empujado a hacer la locura de aquella noche? No pretendía ser tan dura con ella, pero había sentido aprecio por su primo, que siempre le había pedido consejo y ayuda, como si fuera su hermana mayor. Además,santana lo había dejado conducir bebido y aquello no podía perdonárselo. Era como si lo hubiera condenado a muerte.
—Mañana me acercaré a la casa y le pediré la llave a Henry para poder sacar las cosas de santana —dijo rachel —. Conociendo a la tía susan, es capaz de cambiar las cerraduras, y san no tiene dónde ir. Cuando esté mejor me la llevaré conmigo a nuestro apartamento en NY y...
—No —replicó BRIT con firmeza—, la llevaremos al rancho. El médico ha dicho que debe estar vigilada, y si te las llevas a NY no podrás hacerlo cuando estés trabajando. En el rancho, si no estás tú o no estoy yo, la señora Bird siempre puede echarle un ojo.
La señora Bird era la empleada del hogar que trabajaba para ellos, una mujer entrada en años, bonachona y discreta. Rachel escrutó el rostro de su hermana.
—¿Y no volverás a atormentarla ni a ser cruel con ella?
La mandíbula de brti se puso rígida ante la insinuación de su propia hermana de que fuera capaz de hacerle daño a la joven cuando estaba convaleciente.
—Por supuesto que no —masculló irritada. Se levantó y salió al pasillo y rachel la observó alejarse con verdadera curiosidad. ¿Por qué de repente quería ocuparse de santana? ¿Entendería alguna vez a su hermana?
Cuando brit entró en la habitación a la que habían subido a santana, la joven estaba incorporada en la cama recostada sobre un par de almohadones sintiendo todo su cuerpo dolorido.
—Hola —farfulló, aún aturdida por la medicación, al verlo aparecer—. ¿Has venido a recrearte en mi desgracia? Siento decepcionarte, pero no habrá másentierros esta semana.
Britt se metió las manos en los bolsillos y escrutó el rostro de la joven. «Todo bravata», concluyó al advertir que tras esa actitud desafiante estaba nerviosa por su presencia.
—¿Cómo estás? —le preguntó. santana se llevó una mano a su magullada frente.
—Cansada —respondió.
—Salir a cabalgar por una carretera... —masculló ella reprobador, mirándola con ojos relampagueantes—. ¡Y cuando estaba oscureciendo! No has madurado en absoluto.
santana apartó el rostro.
—Déjame tranquila, brittany —le suplicó—. Ahora mismo no tengo fuerzas para combatir tus ataques.
El tono apagado de su voz tocó la fibra sensible de brittany que, por un momento, volvió a verla como aquella chica de años atrás: inocente, frágil... Se acercó a la cama, y, antes de que santana pudiera reaccionar, se inclinó sobre ella, tomando sus labios en los suyos. La joven dio un respingo y, al sentirlo, brit levantó la cabeza extrañada.
Santana se había puesto rígida y sus ojos rehuían su intensa mirada.
—N... no hagas eso —musitó sin aliento. A brit la irritó ese repentino rechazo y creyó que se sentía culpable por cómo se había portado con sam.
—¿Por qué no? —le espetó enfadada—. Una vez quisiste mis besos. Tus ojos los suplicaban cada vez que me mirabas. Pero ahora no puedes, ¿no es así? —masculló con veneno en la voz—. ¿Sabías que sam lloraba al contarme que no querías que te tocara?
La joven estaba demasiado sensible como para poder soportar sus puyas y prorrumpió en amargos sollozos, tapándose los oídos con manos temblorosas y cerrando los ojos con fuerza.
—¡Déjame, déjame!
brittany se sintió avergonzada de sí misma. ¿Cómo podía estar haciéndole aquello cuando acababa de sufrir un accidente?
—Dios... lo siento, santana, lo siento...
La joven abrió los ojos y bajó las manos, apretando los puños.
—¿Qué es lo que sientes? —lo interpeló temblando de furia—. ¿Que no me matara al caer del caballo?
Brittany contrajo el rostro.
—¿Eso es lo que crees?, ¿que habría querido que hubieras muerto? —le preguntó.
santana lo miró con dureza.
—¿Me has dado otra razón para creer lo contrario? —le espetó, dejando escapar una risa amarga—. Dime, brittany , ¿me perdonarías por la muerte de sam si yo muriese también?
Las palabras se clavaron en el corazón de brittany como una daga afilada y comprendió que sus ataques la habían herido profundamente, más de lo que ella había pretendido. Iba a decir algo, pero en ese momento llamaron a la puerta, y entró rachel , que miró reprobadora a su hermana al ver los ojos enrojecidos de su amiga y la expresión angustiada en su rostro.
—¿Te ha dicho brit que vas a venirte al rancho con nosotras? —le preguntó suavemente. Tal y como rachel había esperado, a santana la idea no la agradó en absoluto. Intentó incorporarse para protestar, pero el dolor la hizo volver a tumbarse con una mueca.
—No es necesario que... —comenzó.
—Sí que lo es —la calló brit cortante—. Alguien tiene que encargarse de ti mientras estés convaleciente.
— ¡No puedes obligarme! —casi le chilló santana—. ¡No iré!
—Ya lo creo que vendrás —le contestó ella, acostumbrado a que sus órdenes se acataran sin rechistar—. ¡Vendrás aunque tenga que agarrarte del pelo y llevarte a rastras!
Santana habría seguido negándose pero la actitud tajante de brittany hizo que se bloqueara. sam solía amenazarla de esa manera cuando se negaba a obedecerlo.
—Necesitas descansar —intervino rachel —. Te veremos luego.
Besó la frente de su amiga y salió de la habitación. brit, sin embargo, no la siguió al momento, sino que permaneció junto a la cama como debatiéndose consigo misma.
—Perdona lo del beso —le dijo de pronto—. Sé que no debería haberlo hecho pero la verdad es que me asustaste.
Ella alzó la vista mirándolo sin comprender.
—Nos temimos lo peor cuando Pete nos llamó —le explicó ella.
—No soy una suicida —le dijo santana con firmeza—, pero necesitaba salir de la casa, no podía aguantar un segundo más allí. Sólo quería alejarme de todo por unos momentos.
—Y casi te matas.
—Cuando salí aún no había oscurecido —se defendió ella pero no pareció convencerla—. ¿Es que nunca has hecho una locura? —le espetó irritada. brit la miró de un modo extraño.
—Sí —respondió mirándola a los ojos—: besarte.
Y salió de la habitación antes de que ella pudiera contestar.
brit tomó a santana en brazos, levantándola de la silla de ruedas en que la habían sentado para bajarla hasta el aparcamiento del hospital, mientras rachel se adelantó para ir a abrir la puerta del asiento trasero.
—No hace falta que hagas esto —protestó santana azorada—, puedo sola. Además, peso mucho.
—No digas bobadas, no pesas nada —repuso ella .
—Pues es lo que dijo ese enfermero bajito que tuvo que levantarme de la cama para sentarme en la silla de ruedas —farfulló santana. Brit se rió. Santana observó cómo la risa transformaba sus facciones y la hacía parecer más joven y menos áspera. La suave mirada de santana reavivó en brti los sentimientos que se empeñaba en negar, y, frunciendo el ceño, se dirigió hacia el coche.
—¿Fue así como cazaste a sam? —la atacó irritada consigo misma—, ¿lanzándole esas miraditas insinuantes?
La joven apartó el rostro, tensándose en sus brazos.
—Piensa lo que quieras de mí —murmuró—. No me importa.
—Por supuesto que te importa —masculló ella—, y eso es lo que lo hace imperdonable.
—¿El qué? —inquirió ella, mirándolo desafiante. brti la observó irritada.
—Que te casaras con él cuando seguías encaprichada conmigo —le dijo con dureza—. Esa era la razón por la que no le dejabas siquiera que se acercara a ti, y él lo sabía. Eso lo llevó a la bebida y fue la bebida lo que lo mató —añadió devorado por la culpabilidad. No debía haber permitido que se casaran—. ¿Crees que podré jamás perdonarte por eso?
Santana no alcanzaba a comprender de dónde procedía todo aquel rencor pero no se molestó en contestarle. ¿De qué serviría? Ella no la había utilizado para herir a sam; había sido al revés, pero brti jamás la creería.
Habían llegado junto al coche. Brittany la depositó en el asiento trasero para que pudiera estirar las piernas si quería. Rachel , notando la tensión en el ambiente, trató de sacar conversación cuando brit puso el vehículo en marcha, pero santna sólocontestaba con monosílabos y brit tenía la vista fija en la carretera con expresión malhumorada, así que finalmente se dio por vencida y optó por dedicarse a contemplar el paisaje por la ventanilla.
Cuando llegaron a la casa del rancho Pears , brittany volvió a tomarla en brazos, y la subió al cuarto de invitados, marchándose al momento, farfullando que tenía unas llamadas importantes que hacer. La habitación estaba decorada en tonos beige y rosas, y resultaba muy acogedora, pero santana dudó que pudiera conciliar el sueño con facilidad estando bajo el mismo techo que britany
—¿,Tienes hambre? —le preguntó rachel entrando en ese momento con un camisón en la mano.
—Bueno, en el hospital me dieron un poco de caldo y un yogur, pero la verdad es que no le diría que no a algo más consistente —contestó brittany esbozando una pequeña sonrisa.
—Bien. Entonces iré a preguntarle a la señora Bird si hay algo preparado que pueda subirte —iba a darse la vuelta, cuando de pronto reparó en el camisón, aún en su mano—. Oh, casi me olvido. Te he traído esto. Te quedará un poco corto porque yo soy más baja que tú, pero al menos estarás más cómoda que con esos vaqueros. Espera, te ayudaré a ponértelo y...
—No.
Sorprendida por la brusca negativa, rachel alzó la vista hacia su amiga, sentada en la cama. Santana se dio cuenta de la expresión de temor que debía tener escrita en el rostro, y se apresuró a distender sus facciones.
—No hace falta, de verdad, rach . Puedo yo sola, pero gracias.
—Como quieras —murmuró su amiga al cabo de un rato—. Bueno, ahora vuelvo.
Y, entregándole el camisón, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
santana suspiró y desdobló el camisón, observando aliviada que tenía el cuello redondo.
Ya no podría volver a ponerse ninguna prenda con escote, se dijo acariciando los bordados que tenía el camisón a la altura del pecho, no después de... Sacudió la cabeza, queriendo apartar el horrible recuerdo.
Estaba ya metida en la cama cuando llamaron a la puerta, y santana dijo «pasa» confiadamente, pensando que se trataría de rachel , pero quien apareció fue brittny que se había desabrochado los primeros botones de la camisa que llevaba puesta, y la joven no pudo evitar fijarse los pechos de la rubia .
Y entonces, al levantar la vista hasta sus ojos, se dio cuenta de que ella también estaba mirándola, o, más bien, mirando su pecho, como si encontrara muy interesante el dibujo bordado.
santana torció el gesto y tiró irritada de la sábana hasta el cuello.
—¿Qué estás mirando? —le espetó—. Estoy más plana que una tabla de planchar —farfulló con amarga ironía, recordándole las palabras que pronunció la noche de la fiesta del club de tiro.
—No exactamente —murmuró brit. Se acercó a la cama, sentándose junto a ella, la miró a los ojos, y de repente tiró de la sábana, apartándola. santana trató de quitársela pero britt no se lo permitió.
—brittany , suéltala ahora mismo —le dijo ella en el tono más amenazador del que fue capaz.
—¿De qué tienes miedo? —inquirió brit con una sonrisa burlona.
—Si no dejas de molestarme, te juro que llamaré a rachel y... —le dijo santana, haciendo ademán de incorporarse.
Pero, antes de que se hubiera apartado cinco centímetros de la almohada, brit puso la palma abierta de su mano sobre su esternón y la empujó suave pero firmemente para que volviera a recostarse.
—Está bien, está bien... ya te dejo tranquila —murmuró para aplacarla, soltando la sábana. Sin embargo, no retiró la mano al advertir con curiosidad la fuerza con que estaba latiéndole el corazón.
Santana se sentía incómoda con aquel turbador contacto, máxime cuando la mano de brittany con las puntas de sus dedos tocaban la parte superior de su seno izquierdo. Si llegara a notar los puntos... Frenética, la agarró de la muñeca y apartó su mano, y volvió a taparse con la sábana, mirándolo con los ojos abiertos como platos.
brit estaba perpleja. Sam le había dicho que era frígida pero, si como también le había asegurado había seguido amándolo durante su matrimonio, ¿por qué de repente rehuía su contacto? Dos años atrás no había sido así en absoluto.
—¿Qué creías que estabas haciendo? —le preguntó santana furiosa y roja como la grana cuando se hubo repuesto del susto.
—Para ser una mujer que me desea ardientemente, te muestra sorprendentemente reacia a que te toque siquiera.
—Yo no te... no te deseo —balbució ella, apartando la mirada.
—Eso me ha parecido —murmuró ella—. ¿Por qué me utilizabas entonces para hacer sufrir a sam ?
Aquella injusta acusación estaba revolviéndole de tal modo el estómago a santana,que mantuvo la calma a duras penas.
—Yo jamás hice eso.
—¿Tienes el valor de negarlo? —le espetó brit, inclinándose hacia ella. santana se echó hacia atrás y apretó la sábana contra su cuerpo—. Deja de comportarte como un animal asustado —masculló ella , irritada—. Ni siquiera te he tocado, y tampoco tengo ningún interés en hacerlo.
—Eso ya lo sé —farfulló ella sonrojándose—, y no hace falta que me lo recuerdes. Me lo dejaste muy claro hace dos años.
—Del modo más cruel posible —asintió brit con una nota de arrepentimiento en su voz—. ¿Nunca te ha dicho rachel por qué lo hice?
—Sí, pero yo jamás te hice daño alguno.
—No, pero llegaste a ser muy persistente —murmuró brit quedamente—, y te quería fuera de mi vida.
—Felicidades, lo conseguiste.
La mandíbula de brti se tensó.
—¿Por qué te casaste con sam?
Santana sintió como si la golpeara un rayo, y dio un respingo ante la pregunta. No podía decirle la verdad.
—Porque me lo pidió —respondió apartando la mirada.
—¿Y tú aceptaste sólo porque sí? —inquirió ella irritada.
—Se preocupó de mi padre y de mí cuando a nadie más le importábamos —contestó ella—. Estábamos casi sin un centavo, y no sólo compró la tienda, sino que también, mientras se hacía el papeleo, nos anticipó el dinero para pagar las facturas del cardiólogo. Me sentía en deuda con él y el matrimonio me pareció un precio pequeño por lo que había hecho por nosotros.
No añadió, sin embargo, que fue sobre todo su actitud lo que terminó por empujarla en brazos de su primo. Si tan sólo hubiera estado a su lado cuando necesitaba una mano amiga... De pronto,brit se puso de pie y fue hasta la ventana. Se quedó contemplando los verdes campos donde pastaban las reses.
—¿Sentías al menos algo por él? —le preguntó a santana. La joven retorció el ribete de la sábana entre sus dedos.
—Sentía afecto por él... al principio —dijo siendo sincera. Brti giró la cabeza hacia ella.
—¿Y deseo, sentiste alguna vez deseo por él?
Santana se estremeció sin poder evitarlo.
—No, claro que no —masculló brit con frialdad, tomando su silencio como una confirmación de lo que sam le había contado—. Pero me deseabas a mí. Oh, sí, no he olvidado cómo reaccionaste en la fiesta del club de tiro. Aquella noche me habrías dado lo que quisiera.
—Pero no había nada que tú hubieras querido tomar —murmuró santana mirándolo fijamente.
Brittany y rachel estaban viendo el telediario, apoltronados en los sofás del salón cuando sonó el teléfono.
—Contestaré yo —le dijo la mas joven a su hermana, incorporándose y levantando el auricular—. ¿Diga?
Desde el otro lado de la línea le llegó la voz de Pete Trow, el veterinario, que se había marchado del rancho hacía apenas media hora tras echar un vistazo a un ternero enfermo.
—¿rachel? Soy Pete. Escucha...
—Ah, hola, Pete —dijo rachel —, ¿qué ocurre?, ¿se te ha olvidado decirle algo a britt?
—No, no es eso.
Rachel frunció las cejas. Parecía algo alterado.
—¿Pete?, ¿es que ha ocurrido algo?
—Se trata de santana... estoy en el hospital con ella.
britt, al observar como el color abandonaba el rostro de su hermana, se puso en pie y se acercó a ella.
—¿Qué es?, ¿qué pasa? —inquirió. Pero achel le hizo un gesto con la mano para que esperara pues Michael estaba hablándole:
—... no los vi hasta que los tuve casi encima. El caballo es negro y ya estaba oscuro... Yo volvía a casa... iba sintonizando la radio... Cuando volví a poner la vista en la carretera el caballo venía muy rápido hacia mí...
—Oh, Dios mío... —musitó rachel llevándose una mano a la boca.
—Te juro que reaccioné al momento: pegué un frenazo, y el jeep se detuvo a unos metros, pero el animal se había asustado y la tiró al suelo. La he traído al hospital tan rápido como he podido.
—Enseguida vamos para allá —dijo la joven, y colgó el aparato con manos temblorosas—. Santana ha salido a montar con el caballo de sam , y Pete casi... casi chocó con ella —le explicó a britt—. Frenó, pero santana se cayó del caballo... Está en el hospital.
Se pusieron en marcha al momento, y minutos después estaban en el ala de urgencias del hospital de lima donde se encontraron con Pete que ya estaba algo más calmado.
—La tienen ahí —les indicó señalándoles una enorme sala acristalada frente a ellos—. Una de las enfermeras me ha dicho que está dormida, y que le han dado algo para el dolor y sedantes. Le he pedido que me dejara pasar a verla pero me ha dicho que sólo pueden pasar los familiares.
britt asintió con la cabeza.
—Vete a casa y descansa —le dijo—. Ha debido ser un buen susto para ti. Vete con tu mujer y tus hijos. Te llamaremos para decirte cómo va.
—Gracias. Nora y los chicos deben estar preocupados.
Después de que el veterinario se hubiera marchado, brit y rachel se acercaron a la sala de observación y abordaron a una enfermera.
—¿Son ustedes familiares? —los interrogó la mujer con voz monocorde, como si fuera una cinta—. Sólo pueden pasar si...
—Lo somos —mintió brit impaciente. Lo había dicho con tal vehemencia, que la enfermera ni siquiera le preguntó cuál era su parentesco y fue a llamar a un médico que estaba pidiendo unos informes al joven que atendía el área de recepción.
—Estas personas son parientes de la señora Evans , doctor —le dijo presentándole a brit y rachel.
—¿Cómo están? —los saludó el hombre, estrechándoles la mano a ambos—. Soy el doctor Burns. Acompáñenme.
Lo siguieron hasta uno de los últimos cubículos de la sala, donde, tras las cortinas blancas, estaba santana dormida en una cama, con el típico camisón de hospital, y magulladuras por la cara y los brazos.
—Por suerte no ha sido grave. Podría haber sido mucho peor —les informó el médico—. Se golpeó en la cabeza al caer y ha sufrido una pequeña conmoción cerebral, pero la hemos examinado y no habrá daños permanentes. Aparté de las magulladuras que le produjo la maleza está bien, excepto por una costilla fracturada. Como les digo, ha tenido mucha suerte.
brit y rachel suspiraron aliviadas.
—Sin embargo, he de decirles que me preocupa su equilibrio emocional —les confesó con franqueza—. Han sido dos accidentes importantes en muy poco tiempo: primero aquella caída practicando ala delta, y ahora salir a cabalgar por una carretera casi de noche... Eso sin contar el corte que se hizo con esa lámina de hojalata en el garaje de su casa...
—¿Cómo dice? —inquirió brit, frunciendo el ceño. El doctor Burns enarcó una ceja.
—Creía que eran parientes suyos.
—La verdad es que no directamente, pero su marido era primo nuestro —explicó brit—. Falleció ayer.
—Lo sé, nos lo dijo el hombre que la trajo.
—Ya veo. Bien, respecto a esos accidentes... verá, el caso es que en los últimos meses yo tuve un contacto bastante regular con su marido, y me extraña que no mencionara nada.
El médico se encogió de hombros por toda respuesta.
—Sea como sea, esa joven necesita que la vigilen, como mínimo hasta que se haya restablecido. Su comportamiento temerario de hoy... no sé, parece una actitud escapista, como si necesitara huir de algo, como si algo la atormentara.
Mientras estaban en la sala de espera aguardando a que pasaran a santana a planta, brit no podía dejar de dar vueltas en su mente esas últimas palabras del médico.
—¿Sabías tú algo de esos accidentes? —le preguntó a su hermana.
—Sabía lo del ala delta. Fui a verla al hospital, aunque sam no me dejó quedarme mucho tiempo. Ni siquiera entonces me dejó estar a su lado... Hasta ese punto era posesivo —farfulló meneando la cabeza.
—¿Y por qué no me dijiste nada?
—Porque tú no querías saber nada de ella —contestó rachel abruptamente.
Brit se inclinó, apoyando los codos en las rodillas y se frotó la nuca con la mano.
¿Y si había sido su actitud con ella durante todo el día lo que la había empujado a hacer la locura de aquella noche? No pretendía ser tan dura con ella, pero había sentido aprecio por su primo, que siempre le había pedido consejo y ayuda, como si fuera su hermana mayor. Además,santana lo había dejado conducir bebido y aquello no podía perdonárselo. Era como si lo hubiera condenado a muerte.
—Mañana me acercaré a la casa y le pediré la llave a Henry para poder sacar las cosas de santana —dijo rachel —. Conociendo a la tía susan, es capaz de cambiar las cerraduras, y san no tiene dónde ir. Cuando esté mejor me la llevaré conmigo a nuestro apartamento en NY y...
—No —replicó BRIT con firmeza—, la llevaremos al rancho. El médico ha dicho que debe estar vigilada, y si te las llevas a NY no podrás hacerlo cuando estés trabajando. En el rancho, si no estás tú o no estoy yo, la señora Bird siempre puede echarle un ojo.
La señora Bird era la empleada del hogar que trabajaba para ellos, una mujer entrada en años, bonachona y discreta. Rachel escrutó el rostro de su hermana.
—¿Y no volverás a atormentarla ni a ser cruel con ella?
La mandíbula de brti se puso rígida ante la insinuación de su propia hermana de que fuera capaz de hacerle daño a la joven cuando estaba convaleciente.
—Por supuesto que no —masculló irritada. Se levantó y salió al pasillo y rachel la observó alejarse con verdadera curiosidad. ¿Por qué de repente quería ocuparse de santana? ¿Entendería alguna vez a su hermana?
Cuando brit entró en la habitación a la que habían subido a santana, la joven estaba incorporada en la cama recostada sobre un par de almohadones sintiendo todo su cuerpo dolorido.
—Hola —farfulló, aún aturdida por la medicación, al verlo aparecer—. ¿Has venido a recrearte en mi desgracia? Siento decepcionarte, pero no habrá másentierros esta semana.
Britt se metió las manos en los bolsillos y escrutó el rostro de la joven. «Todo bravata», concluyó al advertir que tras esa actitud desafiante estaba nerviosa por su presencia.
—¿Cómo estás? —le preguntó. santana se llevó una mano a su magullada frente.
—Cansada —respondió.
—Salir a cabalgar por una carretera... —masculló ella reprobador, mirándola con ojos relampagueantes—. ¡Y cuando estaba oscureciendo! No has madurado en absoluto.
santana apartó el rostro.
—Déjame tranquila, brittany —le suplicó—. Ahora mismo no tengo fuerzas para combatir tus ataques.
El tono apagado de su voz tocó la fibra sensible de brittany que, por un momento, volvió a verla como aquella chica de años atrás: inocente, frágil... Se acercó a la cama, y, antes de que santana pudiera reaccionar, se inclinó sobre ella, tomando sus labios en los suyos. La joven dio un respingo y, al sentirlo, brit levantó la cabeza extrañada.
Santana se había puesto rígida y sus ojos rehuían su intensa mirada.
—N... no hagas eso —musitó sin aliento. A brit la irritó ese repentino rechazo y creyó que se sentía culpable por cómo se había portado con sam.
—¿Por qué no? —le espetó enfadada—. Una vez quisiste mis besos. Tus ojos los suplicaban cada vez que me mirabas. Pero ahora no puedes, ¿no es así? —masculló con veneno en la voz—. ¿Sabías que sam lloraba al contarme que no querías que te tocara?
La joven estaba demasiado sensible como para poder soportar sus puyas y prorrumpió en amargos sollozos, tapándose los oídos con manos temblorosas y cerrando los ojos con fuerza.
—¡Déjame, déjame!
brittany se sintió avergonzada de sí misma. ¿Cómo podía estar haciéndole aquello cuando acababa de sufrir un accidente?
—Dios... lo siento, santana, lo siento...
La joven abrió los ojos y bajó las manos, apretando los puños.
—¿Qué es lo que sientes? —lo interpeló temblando de furia—. ¿Que no me matara al caer del caballo?
Brittany contrajo el rostro.
—¿Eso es lo que crees?, ¿que habría querido que hubieras muerto? —le preguntó.
santana lo miró con dureza.
—¿Me has dado otra razón para creer lo contrario? —le espetó, dejando escapar una risa amarga—. Dime, brittany , ¿me perdonarías por la muerte de sam si yo muriese también?
Las palabras se clavaron en el corazón de brittany como una daga afilada y comprendió que sus ataques la habían herido profundamente, más de lo que ella había pretendido. Iba a decir algo, pero en ese momento llamaron a la puerta, y entró rachel , que miró reprobadora a su hermana al ver los ojos enrojecidos de su amiga y la expresión angustiada en su rostro.
—¿Te ha dicho brit que vas a venirte al rancho con nosotras? —le preguntó suavemente. Tal y como rachel había esperado, a santana la idea no la agradó en absoluto. Intentó incorporarse para protestar, pero el dolor la hizo volver a tumbarse con una mueca.
—No es necesario que... —comenzó.
—Sí que lo es —la calló brit cortante—. Alguien tiene que encargarse de ti mientras estés convaleciente.
— ¡No puedes obligarme! —casi le chilló santana—. ¡No iré!
—Ya lo creo que vendrás —le contestó ella, acostumbrado a que sus órdenes se acataran sin rechistar—. ¡Vendrás aunque tenga que agarrarte del pelo y llevarte a rastras!
Santana habría seguido negándose pero la actitud tajante de brittany hizo que se bloqueara. sam solía amenazarla de esa manera cuando se negaba a obedecerlo.
—Necesitas descansar —intervino rachel —. Te veremos luego.
Besó la frente de su amiga y salió de la habitación. brit, sin embargo, no la siguió al momento, sino que permaneció junto a la cama como debatiéndose consigo misma.
—Perdona lo del beso —le dijo de pronto—. Sé que no debería haberlo hecho pero la verdad es que me asustaste.
Ella alzó la vista mirándolo sin comprender.
—Nos temimos lo peor cuando Pete nos llamó —le explicó ella.
—No soy una suicida —le dijo santana con firmeza—, pero necesitaba salir de la casa, no podía aguantar un segundo más allí. Sólo quería alejarme de todo por unos momentos.
—Y casi te matas.
—Cuando salí aún no había oscurecido —se defendió ella pero no pareció convencerla—. ¿Es que nunca has hecho una locura? —le espetó irritada. brit la miró de un modo extraño.
—Sí —respondió mirándola a los ojos—: besarte.
Y salió de la habitación antes de que ella pudiera contestar.
brit tomó a santana en brazos, levantándola de la silla de ruedas en que la habían sentado para bajarla hasta el aparcamiento del hospital, mientras rachel se adelantó para ir a abrir la puerta del asiento trasero.
—No hace falta que hagas esto —protestó santana azorada—, puedo sola. Además, peso mucho.
—No digas bobadas, no pesas nada —repuso ella .
—Pues es lo que dijo ese enfermero bajito que tuvo que levantarme de la cama para sentarme en la silla de ruedas —farfulló santana. Brit se rió. Santana observó cómo la risa transformaba sus facciones y la hacía parecer más joven y menos áspera. La suave mirada de santana reavivó en brti los sentimientos que se empeñaba en negar, y, frunciendo el ceño, se dirigió hacia el coche.
—¿Fue así como cazaste a sam? —la atacó irritada consigo misma—, ¿lanzándole esas miraditas insinuantes?
La joven apartó el rostro, tensándose en sus brazos.
—Piensa lo que quieras de mí —murmuró—. No me importa.
—Por supuesto que te importa —masculló ella—, y eso es lo que lo hace imperdonable.
—¿El qué? —inquirió ella, mirándolo desafiante. brti la observó irritada.
—Que te casaras con él cuando seguías encaprichada conmigo —le dijo con dureza—. Esa era la razón por la que no le dejabas siquiera que se acercara a ti, y él lo sabía. Eso lo llevó a la bebida y fue la bebida lo que lo mató —añadió devorado por la culpabilidad. No debía haber permitido que se casaran—. ¿Crees que podré jamás perdonarte por eso?
Santana no alcanzaba a comprender de dónde procedía todo aquel rencor pero no se molestó en contestarle. ¿De qué serviría? Ella no la había utilizado para herir a sam; había sido al revés, pero brti jamás la creería.
Habían llegado junto al coche. Brittany la depositó en el asiento trasero para que pudiera estirar las piernas si quería. Rachel , notando la tensión en el ambiente, trató de sacar conversación cuando brit puso el vehículo en marcha, pero santna sólocontestaba con monosílabos y brit tenía la vista fija en la carretera con expresión malhumorada, así que finalmente se dio por vencida y optó por dedicarse a contemplar el paisaje por la ventanilla.
Cuando llegaron a la casa del rancho Pears , brittany volvió a tomarla en brazos, y la subió al cuarto de invitados, marchándose al momento, farfullando que tenía unas llamadas importantes que hacer. La habitación estaba decorada en tonos beige y rosas, y resultaba muy acogedora, pero santana dudó que pudiera conciliar el sueño con facilidad estando bajo el mismo techo que britany
—¿,Tienes hambre? —le preguntó rachel entrando en ese momento con un camisón en la mano.
—Bueno, en el hospital me dieron un poco de caldo y un yogur, pero la verdad es que no le diría que no a algo más consistente —contestó brittany esbozando una pequeña sonrisa.
—Bien. Entonces iré a preguntarle a la señora Bird si hay algo preparado que pueda subirte —iba a darse la vuelta, cuando de pronto reparó en el camisón, aún en su mano—. Oh, casi me olvido. Te he traído esto. Te quedará un poco corto porque yo soy más baja que tú, pero al menos estarás más cómoda que con esos vaqueros. Espera, te ayudaré a ponértelo y...
—No.
Sorprendida por la brusca negativa, rachel alzó la vista hacia su amiga, sentada en la cama. Santana se dio cuenta de la expresión de temor que debía tener escrita en el rostro, y se apresuró a distender sus facciones.
—No hace falta, de verdad, rach . Puedo yo sola, pero gracias.
—Como quieras —murmuró su amiga al cabo de un rato—. Bueno, ahora vuelvo.
Y, entregándole el camisón, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
santana suspiró y desdobló el camisón, observando aliviada que tenía el cuello redondo.
Ya no podría volver a ponerse ninguna prenda con escote, se dijo acariciando los bordados que tenía el camisón a la altura del pecho, no después de... Sacudió la cabeza, queriendo apartar el horrible recuerdo.
Estaba ya metida en la cama cuando llamaron a la puerta, y santana dijo «pasa» confiadamente, pensando que se trataría de rachel , pero quien apareció fue brittny que se había desabrochado los primeros botones de la camisa que llevaba puesta, y la joven no pudo evitar fijarse los pechos de la rubia .
Y entonces, al levantar la vista hasta sus ojos, se dio cuenta de que ella también estaba mirándola, o, más bien, mirando su pecho, como si encontrara muy interesante el dibujo bordado.
santana torció el gesto y tiró irritada de la sábana hasta el cuello.
—¿Qué estás mirando? —le espetó—. Estoy más plana que una tabla de planchar —farfulló con amarga ironía, recordándole las palabras que pronunció la noche de la fiesta del club de tiro.
—No exactamente —murmuró brit. Se acercó a la cama, sentándose junto a ella, la miró a los ojos, y de repente tiró de la sábana, apartándola. santana trató de quitársela pero britt no se lo permitió.
—brittany , suéltala ahora mismo —le dijo ella en el tono más amenazador del que fue capaz.
—¿De qué tienes miedo? —inquirió brit con una sonrisa burlona.
—Si no dejas de molestarme, te juro que llamaré a rachel y... —le dijo santana, haciendo ademán de incorporarse.
Pero, antes de que se hubiera apartado cinco centímetros de la almohada, brit puso la palma abierta de su mano sobre su esternón y la empujó suave pero firmemente para que volviera a recostarse.
—Está bien, está bien... ya te dejo tranquila —murmuró para aplacarla, soltando la sábana. Sin embargo, no retiró la mano al advertir con curiosidad la fuerza con que estaba latiéndole el corazón.
Santana se sentía incómoda con aquel turbador contacto, máxime cuando la mano de brittany con las puntas de sus dedos tocaban la parte superior de su seno izquierdo. Si llegara a notar los puntos... Frenética, la agarró de la muñeca y apartó su mano, y volvió a taparse con la sábana, mirándolo con los ojos abiertos como platos.
brit estaba perpleja. Sam le había dicho que era frígida pero, si como también le había asegurado había seguido amándolo durante su matrimonio, ¿por qué de repente rehuía su contacto? Dos años atrás no había sido así en absoluto.
—¿Qué creías que estabas haciendo? —le preguntó santana furiosa y roja como la grana cuando se hubo repuesto del susto.
—Para ser una mujer que me desea ardientemente, te muestra sorprendentemente reacia a que te toque siquiera.
—Yo no te... no te deseo —balbució ella, apartando la mirada.
—Eso me ha parecido —murmuró ella—. ¿Por qué me utilizabas entonces para hacer sufrir a sam ?
Aquella injusta acusación estaba revolviéndole de tal modo el estómago a santana,que mantuvo la calma a duras penas.
—Yo jamás hice eso.
—¿Tienes el valor de negarlo? —le espetó brit, inclinándose hacia ella. santana se echó hacia atrás y apretó la sábana contra su cuerpo—. Deja de comportarte como un animal asustado —masculló ella , irritada—. Ni siquiera te he tocado, y tampoco tengo ningún interés en hacerlo.
—Eso ya lo sé —farfulló ella sonrojándose—, y no hace falta que me lo recuerdes. Me lo dejaste muy claro hace dos años.
—Del modo más cruel posible —asintió brit con una nota de arrepentimiento en su voz—. ¿Nunca te ha dicho rachel por qué lo hice?
—Sí, pero yo jamás te hice daño alguno.
—No, pero llegaste a ser muy persistente —murmuró brit quedamente—, y te quería fuera de mi vida.
—Felicidades, lo conseguiste.
La mandíbula de brti se tensó.
—¿Por qué te casaste con sam?
Santana sintió como si la golpeara un rayo, y dio un respingo ante la pregunta. No podía decirle la verdad.
—Porque me lo pidió —respondió apartando la mirada.
—¿Y tú aceptaste sólo porque sí? —inquirió ella irritada.
—Se preocupó de mi padre y de mí cuando a nadie más le importábamos —contestó ella—. Estábamos casi sin un centavo, y no sólo compró la tienda, sino que también, mientras se hacía el papeleo, nos anticipó el dinero para pagar las facturas del cardiólogo. Me sentía en deuda con él y el matrimonio me pareció un precio pequeño por lo que había hecho por nosotros.
No añadió, sin embargo, que fue sobre todo su actitud lo que terminó por empujarla en brazos de su primo. Si tan sólo hubiera estado a su lado cuando necesitaba una mano amiga... De pronto,brit se puso de pie y fue hasta la ventana. Se quedó contemplando los verdes campos donde pastaban las reses.
—¿Sentías al menos algo por él? —le preguntó a santana. La joven retorció el ribete de la sábana entre sus dedos.
—Sentía afecto por él... al principio —dijo siendo sincera. Brti giró la cabeza hacia ella.
—¿Y deseo, sentiste alguna vez deseo por él?
Santana se estremeció sin poder evitarlo.
—No, claro que no —masculló brit con frialdad, tomando su silencio como una confirmación de lo que sam le había contado—. Pero me deseabas a mí. Oh, sí, no he olvidado cómo reaccionaste en la fiesta del club de tiro. Aquella noche me habrías dado lo que quisiera.
—Pero no había nada que tú hubieras querido tomar —murmuró santana mirándolo fijamente.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
capitulo 5 : nopuedo aguantar mas
Capítulo 5
Santana no tenía nada que ponerse excepto la ropa que había llevado cuando se había caído del caballo y, aunque la señora Bird se la había lavado, tenía algunos jirones, producidos seguramente al engancharse con los matorrales. Quería pedirle a rachel que fuera a la casa que había compartido con sam para que recogiera sus cosas, pero le inquietaba la idea de permitir que alguien viera la habitación que había ocupado. Por suerte, sin embargo, la señora Bird tenía una hija aproximadamente de su talla y le prestó unas cuantas prendas para que pudiera arreglárselas entre tanto.
Los días siguientes a su llegada al rancho, rachel tuvo que marcharse en un viaje de trabajo a Houston, y su hermana estaba ocupado adiestrando unos caballos que iba a vender a una escuela de equitación, así que la joven pasaba casi todo el tiempo sola en su habitación, a excepción de las visitas de la señora Bird, que subía de vez en cuando a verla por si necesitaba algo.
Después de desayunar había poco con lo que entretenerse a excepción de un par de libros que le había dejado rachel . La joven se sentó junto a la ventana a ver a brit trabajar con los caballos en el picadero. Los animales eran nobles y hermosos, y la paciencia y suavidad con que brit los trataba verdaderamente asombrosas. Si tan sólo fuera igual con ella..., suspiraba para sí la joven.
Sabía que brit se enfadaría si se daba cuenta de que la estaba observando, pero siempre parecía demasiado enfrascada en su tarea, y ella no podía reprimir el deseo de admirarla, aunque sólo pudiera ser así, de lejos. Tenía un cuerpo atlético y Jamás fallaba cuando arrojaba el lazo y sabía cabalgar a pelo tan bien como con silla de montar. Sin embargo, también era una mujer temperamental, y el segundo día santana la había visto perder los estribos con uno de sus peones por estar descuidando los utensilios de trabajo. Al oírla gritar, la joven se había apartado temblorosa de la ventana. Sam siempre le había gritado antes de golpearla. Probablemente debía alegrarse de que brit no quisiera nada con ella, se había dicho, porque la intimidaban tanto su temperamento como su fuerza.
A pesar de ello, volvió a sentarse junto a la ventana el día siguiente, y finalmente brti acabó por enterarse. Era algo inevitable, ya que la figura silenciosa asomada a la ventana había atraído la atención de sus hombres, quienes empezaron a tomarle el pelo con «esa chica de la ventana que la miraba con ojitos tiernos». Y así, la tarde del día antes del regreso de rachel , brit subió al cuarto de invitados y se detuvo en el quicio de la puerta abierta.
—¿Vas a cenar aquí, en la habitación, como de costumbre? —le preguntó de repente.
En efecto, desde que llegara, la señora Bird le había subido en una bandeja todas las comidas, y lo cierto era que santana prefería que así fuera, ya que, de tener que comer con brit mirándola fijamente desde el otro extremo de la mesa, estaba segura de que se atragantaría. Sin embargo, precisamente porque nunca había bajado a desayunar, almorzar, ni cenar con ella , no comprendía a qué venía la pregunta y vaciló a la hora de responder.
—Tengo una cita esta noche —añadió ella a modo de explicación—, una abogada de
Victoria a la que he invitado a cenar. He venido a decírtelo por si tuvieras pensado bajar y no tengas ganas de charlar.
Demasiada consideración para tratarse de brit . Su verdadera intención había sido sorprenderla, pero santana no se percató de ello a tiempo para poder ocultar el asombro que se reflejó en su rostro ante el anuncio de esa cita.
—Oh... yo... no quisiera molestar —balbució atropelladamente—. De hecho pensaba pedirle a la señora Bird que esta noche también me subiera la cena.
A pesar de su respuesta, brit la miró con suspicacia.
—Bien —murmuró ella —. Y otra cosa —añadió con brusquedad—: mientras estés aquí, más vale que te busques algún otro entretenimiento... aparte de observarme por la ventana mientras trabajo.
Santana se puso roja como una amapola y apartó el rostro.
—Estaba mirando a los caballos, no a ti.
—Sea como sea, será mejor para ti que tengas alguna ocupación —le dijo brit . «Y para mí también», añadió para sus adentros.
Las manos de la joven,ocultas bajo las sábanas, apretaron la tela de la bata que llevaba puesta. De nuevo estaba ensañándose con ella. Había sido una ingenua al creer que su estado convaleciente lo haría sentir la suficiente compasión de ella como para mantener a raya su hostilidad durante unos días.
—Sí —asintió sin alzar la vista—, será lo mejor.
Brit observó la cabeza gacha de la joven con sentimientos encontrados, el más fuerte de los cuales era la culpabilidad. Santana había empujado a su marido a la bebida y eso lo había matado, y todo porque deseaba a un hombre al que no podía tener, por ella que había rechazado una y otra vez a su marido.
Brit se había sentido culpable desde el día en que sam empezara a hablarle de lo infeliz que era en su matrimonio; al enterarse de su muerte esa carga se había triplicado; y, ahora, la presencia de santana en su propia casa estaba agravando el desprecio que sentía por sí mismo, ya que le recordaba constantemente el dolor que había causado a su primo. Por eso había invitado a Lillian a cenar, no porque tuviera ganas de aguantar su interminable cháchara, sino porque quería dejar bien claro a santana que no estaba interesada en ella. No podía soportar que su huésped no deseada se pasara el día observándola anhelante desde la ventana de su habitación. ¡Ni siquiera mientras estaba trabajando podía evitarla, por todos los demonios!
—Esto no va a funcionar —masculló sin darse cuenta de que lo había dicho en voz
alta.
—Seguro que no me creerás, pero es lo que intentaba decirle a rachel cuando me
propuso que viniera aquí con vosotras —dijo ella con una leve sonrisa. Alzó la vista hacia brit —. Empezaré a buscar un apartamento para alquilar en cuanto pueda ponerme de pie sin caerme.
brit la miró incómoda.
—Trataré de ayudarte a encontrarlo.
—Gracias. Y nada demasiado caro, por favor: todavía tengo que encontrar un empleo.
—Tal vez haya algún modo de anular algunas de las disposiciones del testamento
de sam —le dijo brit—. Se lo consultaré al notario. Y, aun en caso de que no pudiese
hacerse, me aseguraré de que al menos tengas una asignación que te permita arreglártelas hasta que tengas un trabajo.
Santana iba a darle de nuevo las gracias pero sabía que ella no quería su gratitud y tampoco ella quería sentirse en deuda con brit, así que se limitó a asentir con la cabeza.
—Le diré a la señora Bird que suba para preguntarte qué quieres comer.
—Lo que esté haciendo estará bien —contestó ella con una cortesía un tanto
forzada—. No quiero causar más molestias de las que ya os he causado.
Brit no contestó a eso, pero la mirada fría y acusadora en sus ojos no se había
desvanecido cuando se dio la vuelta y salió al pasillo. Sólo cuando entró en su propio
dormitorio recordó todo por lo que santana había pasado aquella semana: hubiera
amado o no a sam, se había quedado viuda, había sufrido un accidente, había perdido
su hogar, y se había quedado sin un dólar. Tal vez estaba siendo demasiado injusta al
culparla como la había culpado. Parecía muy frágil postrada en aquella cama y lo cierto era que se detestaba por el modo cruel en que la trataba aun sin pretenderlo. A pesar de todo, se deshizo de ese sentimiento de culpabilidad junto con la ropa de trabajo cuando entró en la ducha y se cambió para su cita.
Santana estaba sintiéndose más y más deprimida por momentos. Desde su habitación podía escuchar a brit y a su cita charlando y riendo. La señora Bird le había subido una bandeja con la cena echando pestes de la invitada.
—Esta señoritinga me saca de quicio cada vez que viene. No quiere el café tan
cargado, y la ensalada sin aliñar porque le gusta hacerlo ella misma —refunfuñó
mientras colocaba la bandeja sobre el regazo de santana—. Tampoco ha querido el
bistec porque tiene colesterol, y nada de postre, por supuesto.
—Vaya, pues debe estar sanísima.
—¿Sanísima? Está delgada como una espina de pescado —contestó la mujer.
—Mmm..., creía que no tenía apetito, pero viendo este festín se me hace la boca
agua —dijo santana, inhalando el delicioso aroma de la sopa de verduras, el bistec con
ensalada, y el bollo de pan recién horneado. La señora Bird sonrió.
—Pues también le he subido un poco de tarta de queso casera —murmuró
destapando una pequeña fuente.
— ¡Me encanta la tarta de queso! —exclamó santana entusiasmada como una niña.
Y la señora Bird sonrió aún más ampliamente.
—Cuando termine déjelo sobre la mesilla. Subiré luego a recogerlo cuando se hayan marchado. la señorita brittany mencionó que se iban al centro, a ver una obra de
teatro, creo, y que luego iba a llevarla al aeropuerto.
—¿Cómo es ella? ¿Es agradable? —inquirió santana curiosa. La mujer se quedó dudando un momento.
—Bueno, supongo que a su manera —contestó—. Es muy elegante, e inteligente, y
conoce a la señorita brittany desde hace años. Empezaron a salir y ella, que está loca por brit,
creía que terminaría proponiéndole matrimonio. Pero no fue así —añadió encogiéndose
de hombros—. Cuando la señorita brittany vio que la cosa se estaba poniendo demasiado
seria y que ella estaba empezando a albergar esperanzas, le dijo que no creía en el
matrimonio. Le partió el corazón a la pobre señorita Lillian —murmuró meneando la
cabeza—. Siguen siendo amigas pero estoy segura de que ella no lo dejará escapar si
ve que tiene la más mínima oportunidad. En fin, se le va a enfriar la comida, así que la
dejaré —dijo dirigiéndose hacia la puerta.
—Señora Bird —la llamó santana cuando la mujer tenía ya puesta la mano sobre el
pomo.
—¿Sí?
—Gracias —murmuró la joven esbozando una sonrisa.
—No hay de qué, querida —respondió la señora Bird sonriendo también. Y salió
de la habitación dejándola de nuevo a solas. Santana comió todo lo que la buena mujer le
había preparado y, cuando hubo terminado, puso la bandeja sobre la mesilla de noche.
Trató de seguir leyendo una de las novelas que le había prestado rachel , pero las
risas que provenían del piso de abajo la estaban poniendo de los nervios. Por un momento intentó imaginarse que era ella la que estaba en el comedor, cenando y charlando con brit, que ella disfrutaba de su compañía, pero la fantasía se esfumaba en cuanto intentaba conjurarla. Era imposible, se dijo. ¿Cómo no iba a serlo cuando brit sólo tenía miradas furiosas y acusadoras para ella? Esa tal Lillian debía ser muy especial para brit, pensó, sintiendo el aguijón de los celos en su pecho. ¡No!, ¡no tenía derecho a sentirse celosa! Brti no le pertenecía, y nunca había sentido nada por ella, ni la había alentado. Sin embargo, cuando volvieron a oírse risas, santana no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.
Al día siguiente no se acercó siquiera a la ventana. Se puso una camiseta y unos pantalones vaqueros de la hija de la señora Bird, y se acurrucó en la mecedora que tenía en la habitación, hojeando un periódico del día anterior que la mujer había tenido la amabilidad de subirle para que se entretuviese. Las noticias, como siempre, eran deprimentes, así que empezó a mirar la sección de cultura, y acabó haciendo el crucigrama para no acordarse todo el tiempo de que brit no la quería en su casa. No sabía qué iba a hacer. Aunque quisiese empezar a buscar un empleo, todavía estaba demasiado débil física y emocionalmente como para poder hacer nada. Estaba deseando que llegara rachel .
Y al fin, contestando a sus plegarias, después del almuerzo se oyó un coche y a los pocos minutos su amiga entraba en la habitación con su habitual sonrisa.
—¡Dios, estoy muerta! —gimió dejándose caer en la cama—. Creía que nunca acabaríamos de instalarle el nuevo sistema informático a ese cliente. Pero se acabó, al fin se acabó, y ahora podré tomarme unos días libres y pasar un poco de tiempo contigo. ¿Cómo han ido las cosas por aquí?
—Dejémoslo en que han ido —murmuró santana—. Rachel , ¿podrías ayudarme a encontrar un apartamento?
Su amiga giró el rostro hacia ella con los labios fruncidos.
—¿brittany ha estado molestándote otra vez? —adivinó.
—¿Qué esperabas? —suspiró santana—. Ya sabes lo que piensa de mí, y también que no me quiere aquí. Ayer me acusó de pasarme todo el tiempo observándola por la ventana mientras trabaja, y... bueno, es verdad que he estado haciéndolo —admitió—, pero no todo el tiempo. Lo cierto es que no podía evitarlo —murmuró mordiéndose el labio.
Rachel se incorporó, quedándose sentada y se volvió hacia su amiga.
—Tal vez si hablarais, si trataras de hacerle ver que te está haciendo daño con esa actitud...
—¿Y de qué serviría? —farfulló santana sacudiendo la cabeza—. No quiere saber nada de mí, ni de mi matrimonio, y se ha encargado de dejarme muy claro que si estoy aquí es sólo porque estoy convaleciente.
rachel resopló irritada con su hermana.
—Es una bruta. Lo siento, san , esto es culpa mía por haber creído que esto funcionaría. Es sólo que creí que tal vez... en fin, ahora ya eso no importa. ¿Quieres salir de aquí?
—Sí, por favor —contestó santana al momento.
—De acuerdo. Te diré lo que haremos: nos iremos juntas al apartamento donde estuvimos viviendo brit y yo cuando nos mudamos a Victoria. Allí no tendrás que enfrentarte cada día a la fiera de mi hermana.
—Pero, ¿y tu trabajo...?
—¿Ya no te acuerdas de que soy la copropietaria de la empresa? Trabajo tanto
en las oficinas centrales de Houston como en las de la sucursal de Victoria, así que le
diré a Nick, mi socio, que voy a centrarme una temporada en la sucursal. No le
importará.
—Pero es que no quiero causarte molestias.
—No seas boba, eres mi mejor amiga. Tú nunca molestas.
Santana se quedó dudando un momento.
—Necesitaré mis cosas —comenzó—. Odio tener que pedir favores, pero, ¿podrías...?
—Por supuesto que puedo. Iré a la casa y te traeré lo que me digas.
—Henry tiene una llave, y estoy segura de que aún estará viviendo en la cabaña
cerca de la casa, porque susan necesitará que guarde la propiedad hasta que ella organice la venta. Mi ropa está en el armario de la segunda habitación a mano derecha al subir las escaleras. No hay mucho, y encontrarás una bolsa de viaje con mis libros, cintas, y las cosas que me dejaron mis padres.
—De acuerdo. Esta misma tarde me pasaré por allí.
—Gracias, rachel .
—¿Para qué están las amigas? —le dijo la otra joven con una sonrisa—. Anda, y ahora deja de preocuparte. A principios de la semana que viene estaremos en Victoria.
Sin embargo, las cosas iban a dar un giro inesperado antes de que llegase la siguiente semana. Cuando rachel fue a cambiarse y buscar un par de maletas para recoger las cosas de su amiga, brit subió las escaleras y entró en el cuarto de invitados.
Santana seguía sentada en la mecedora junto a la ventana, y estaba absorta en sus pensamientos, preguntándose qué clase de empleo podría buscar. Al notar la presencia del ranchero, mirándola fijamente desde el quicio de la puerta abierta, levantó la cabeza y se sonrojó.
—Estaba charlando con rachel no observándote por la ventana —se apresuró a aclararle, claramente a la defensiva. brit entornó los ojos.
—Lástima que no fueras capaz siquiera de fingir un mínimo de ese anhelo con el
pobre sam —masculló con sorna. Las facciones de la joven se tensaron.
—Tenía varias amantes —le dijo.
—No es de extrañar cuando su esposa no le dejaba siquiera que la tocara —le
espetó britt. Había en su rostro tal expresión de desprecio que santana se revolvió en su
asiento—. Lo atormentaste mientras duró vuestro matrimonio y permitiste que se
subiera a un coche habiendo bebido —la acusó una vez más—. Nunca olvidaré eso, ni te
lo perdonaré. Has acabado sin nada y es lo que mereces. ¡Dios, sólo con verte me pongo
enferma! —masculló, y el desprecio en su mirada se clavó en el alma de santana como un
dardo envenenado.
brit se giró sobre los talones y salió de la habitación, pero santana no se movió hasta que escuchó sus pisadas descendiendo por la escalera. El dolor era demasiado profundo incluso para que aflorasen lágrimas a sus ojos, y en ese momento sólo pudo pensar en que aún habría de pasar otra semana en aquella casa, teniendo que soportar el desdén y los ataques de brittany . ¡No podría aguantarlo, no podría...! Tenía que irse ya.
Su mente empezó a trabajar a marchas forzadas. Si esperaba a que rachel se fuera a recoger sus cosas y a que su hermana volviera a las tareas del rancho, tal vez pudiera aprovechar para marcharse sin que se enteraran. Pediría un taxi por teléfono para que la llevase a la estación de autobuses, y allí tomaría el primero que saliese hacia Houston. Apenas tenía dinero pero le bastaría para esos trayectos, y una vez en Houston, trataría de encontrar algún albergue juvenil donde alojarse. Quizá incluso existiese en Houston un albergue de la YWCA, la asociación de jóvenes cristianas, donde además podría pedir ayuda para que la ayudaran a encontrar un empleo.
Cualquier cosa sería mejor que quedarse allí y dejar que brittany siguiera atormentándola por la muerte de su primo. En otro momento le habría plantado cara, le habría respondido, pero débil y cansada como se sentía no tenía fuerzas para hacerlo.
Rachel , que no sabía que brit se había pasado por el cuarto de invitados, asomó en ese momento la cabeza y le dijo a santaana alegremente:
—Me voy, san , brit me ha dicho que me llevará a la casa. Volveremos dentro de un par de horas. ¡Chao!
Santana contestó quedamente, con tristeza por ocultarle a su amiga que se iba, y
se quedó esperando en silencio hasta que oyó a la señora Bird despedirlos, las puertas
del coche cerrándose y cómo el coche se alejaba. Salió al pasillo y llamó por teléfono al
servicio de radio-taxi. Regresó a su habitación, se puso unos zapatos, una chaqueta, se
colgó el bolso del hombro, y bajó las escaleras con mucho sigilo pero se tropezó con la
señora Bird en el salón.
—Señorita santana... —murmuró la mujer sorprendida. La joven tuvo que improvisar una excusa.
—Me he acordado de algunas cosas que necesito de la casa —balbució—, y he
olvidado decírselo a Sandy, así que he pensado en acercarme hasta allí.
—Pero, querida, no está en condiciones para salir.
—Estoy bien —le aseguró santana, forzando una sonrisa—, no se preocupe por mí.
—Pues yo creo que debería esperar a que vuelvan las señoritas . Ya irán mañana otra vez a por esas cosas que se le han olvidado. O déjeme al menos llamar a la casa para decirles que va para allá —añadió al ver que no iba a convencerla—. ¿Y si llega y ya se han ido?
—No se preocupe, ellos se han ido hace poco, y yo he llamado un taxi y estaré allí enseguida —insistió santana, tratando a toda costa de ocultar su nerviosismo. Justo en ese momento se escuchó un claxon fuera—. Ah, ya está ahí —dijo aliviada.
—Pero, señorita, está tan pálida, y aún no se ha repuesto del todo...
—Tranquila, estaré bien. Estoy mucho mejor, de verdad. Llamaré en cuanto llegue allí, ¿de acuerdo?
La mujer pareció calmarse un poco con esa promesa.
—Está bien. Tenga mucho cuidado.
—Lo tendré. Adiós, señora Bird.
Poco podía imaginar la mujer que ese adiós era literal. Santana salió fuera y avanzó hacia el taxi. Se notaba temblorosa, y el corazón le martilleaba con fuerza contra las costillas, pero no se detuvo ni miró atrás.
Santana no tenía nada que ponerse excepto la ropa que había llevado cuando se había caído del caballo y, aunque la señora Bird se la había lavado, tenía algunos jirones, producidos seguramente al engancharse con los matorrales. Quería pedirle a rachel que fuera a la casa que había compartido con sam para que recogiera sus cosas, pero le inquietaba la idea de permitir que alguien viera la habitación que había ocupado. Por suerte, sin embargo, la señora Bird tenía una hija aproximadamente de su talla y le prestó unas cuantas prendas para que pudiera arreglárselas entre tanto.
Los días siguientes a su llegada al rancho, rachel tuvo que marcharse en un viaje de trabajo a Houston, y su hermana estaba ocupado adiestrando unos caballos que iba a vender a una escuela de equitación, así que la joven pasaba casi todo el tiempo sola en su habitación, a excepción de las visitas de la señora Bird, que subía de vez en cuando a verla por si necesitaba algo.
Después de desayunar había poco con lo que entretenerse a excepción de un par de libros que le había dejado rachel . La joven se sentó junto a la ventana a ver a brit trabajar con los caballos en el picadero. Los animales eran nobles y hermosos, y la paciencia y suavidad con que brit los trataba verdaderamente asombrosas. Si tan sólo fuera igual con ella..., suspiraba para sí la joven.
Sabía que brit se enfadaría si se daba cuenta de que la estaba observando, pero siempre parecía demasiado enfrascada en su tarea, y ella no podía reprimir el deseo de admirarla, aunque sólo pudiera ser así, de lejos. Tenía un cuerpo atlético y Jamás fallaba cuando arrojaba el lazo y sabía cabalgar a pelo tan bien como con silla de montar. Sin embargo, también era una mujer temperamental, y el segundo día santana la había visto perder los estribos con uno de sus peones por estar descuidando los utensilios de trabajo. Al oírla gritar, la joven se había apartado temblorosa de la ventana. Sam siempre le había gritado antes de golpearla. Probablemente debía alegrarse de que brit no quisiera nada con ella, se había dicho, porque la intimidaban tanto su temperamento como su fuerza.
A pesar de ello, volvió a sentarse junto a la ventana el día siguiente, y finalmente brti acabó por enterarse. Era algo inevitable, ya que la figura silenciosa asomada a la ventana había atraído la atención de sus hombres, quienes empezaron a tomarle el pelo con «esa chica de la ventana que la miraba con ojitos tiernos». Y así, la tarde del día antes del regreso de rachel , brit subió al cuarto de invitados y se detuvo en el quicio de la puerta abierta.
—¿Vas a cenar aquí, en la habitación, como de costumbre? —le preguntó de repente.
En efecto, desde que llegara, la señora Bird le había subido en una bandeja todas las comidas, y lo cierto era que santana prefería que así fuera, ya que, de tener que comer con brit mirándola fijamente desde el otro extremo de la mesa, estaba segura de que se atragantaría. Sin embargo, precisamente porque nunca había bajado a desayunar, almorzar, ni cenar con ella , no comprendía a qué venía la pregunta y vaciló a la hora de responder.
—Tengo una cita esta noche —añadió ella a modo de explicación—, una abogada de
Victoria a la que he invitado a cenar. He venido a decírtelo por si tuvieras pensado bajar y no tengas ganas de charlar.
Demasiada consideración para tratarse de brit . Su verdadera intención había sido sorprenderla, pero santana no se percató de ello a tiempo para poder ocultar el asombro que se reflejó en su rostro ante el anuncio de esa cita.
—Oh... yo... no quisiera molestar —balbució atropelladamente—. De hecho pensaba pedirle a la señora Bird que esta noche también me subiera la cena.
A pesar de su respuesta, brit la miró con suspicacia.
—Bien —murmuró ella —. Y otra cosa —añadió con brusquedad—: mientras estés aquí, más vale que te busques algún otro entretenimiento... aparte de observarme por la ventana mientras trabajo.
Santana se puso roja como una amapola y apartó el rostro.
—Estaba mirando a los caballos, no a ti.
—Sea como sea, será mejor para ti que tengas alguna ocupación —le dijo brit . «Y para mí también», añadió para sus adentros.
Las manos de la joven,ocultas bajo las sábanas, apretaron la tela de la bata que llevaba puesta. De nuevo estaba ensañándose con ella. Había sido una ingenua al creer que su estado convaleciente lo haría sentir la suficiente compasión de ella como para mantener a raya su hostilidad durante unos días.
—Sí —asintió sin alzar la vista—, será lo mejor.
Brit observó la cabeza gacha de la joven con sentimientos encontrados, el más fuerte de los cuales era la culpabilidad. Santana había empujado a su marido a la bebida y eso lo había matado, y todo porque deseaba a un hombre al que no podía tener, por ella que había rechazado una y otra vez a su marido.
Brit se había sentido culpable desde el día en que sam empezara a hablarle de lo infeliz que era en su matrimonio; al enterarse de su muerte esa carga se había triplicado; y, ahora, la presencia de santana en su propia casa estaba agravando el desprecio que sentía por sí mismo, ya que le recordaba constantemente el dolor que había causado a su primo. Por eso había invitado a Lillian a cenar, no porque tuviera ganas de aguantar su interminable cháchara, sino porque quería dejar bien claro a santana que no estaba interesada en ella. No podía soportar que su huésped no deseada se pasara el día observándola anhelante desde la ventana de su habitación. ¡Ni siquiera mientras estaba trabajando podía evitarla, por todos los demonios!
—Esto no va a funcionar —masculló sin darse cuenta de que lo había dicho en voz
alta.
—Seguro que no me creerás, pero es lo que intentaba decirle a rachel cuando me
propuso que viniera aquí con vosotras —dijo ella con una leve sonrisa. Alzó la vista hacia brit —. Empezaré a buscar un apartamento para alquilar en cuanto pueda ponerme de pie sin caerme.
brit la miró incómoda.
—Trataré de ayudarte a encontrarlo.
—Gracias. Y nada demasiado caro, por favor: todavía tengo que encontrar un empleo.
—Tal vez haya algún modo de anular algunas de las disposiciones del testamento
de sam —le dijo brit—. Se lo consultaré al notario. Y, aun en caso de que no pudiese
hacerse, me aseguraré de que al menos tengas una asignación que te permita arreglártelas hasta que tengas un trabajo.
Santana iba a darle de nuevo las gracias pero sabía que ella no quería su gratitud y tampoco ella quería sentirse en deuda con brit, así que se limitó a asentir con la cabeza.
—Le diré a la señora Bird que suba para preguntarte qué quieres comer.
—Lo que esté haciendo estará bien —contestó ella con una cortesía un tanto
forzada—. No quiero causar más molestias de las que ya os he causado.
Brit no contestó a eso, pero la mirada fría y acusadora en sus ojos no se había
desvanecido cuando se dio la vuelta y salió al pasillo. Sólo cuando entró en su propio
dormitorio recordó todo por lo que santana había pasado aquella semana: hubiera
amado o no a sam, se había quedado viuda, había sufrido un accidente, había perdido
su hogar, y se había quedado sin un dólar. Tal vez estaba siendo demasiado injusta al
culparla como la había culpado. Parecía muy frágil postrada en aquella cama y lo cierto era que se detestaba por el modo cruel en que la trataba aun sin pretenderlo. A pesar de todo, se deshizo de ese sentimiento de culpabilidad junto con la ropa de trabajo cuando entró en la ducha y se cambió para su cita.
Santana estaba sintiéndose más y más deprimida por momentos. Desde su habitación podía escuchar a brit y a su cita charlando y riendo. La señora Bird le había subido una bandeja con la cena echando pestes de la invitada.
—Esta señoritinga me saca de quicio cada vez que viene. No quiere el café tan
cargado, y la ensalada sin aliñar porque le gusta hacerlo ella misma —refunfuñó
mientras colocaba la bandeja sobre el regazo de santana—. Tampoco ha querido el
bistec porque tiene colesterol, y nada de postre, por supuesto.
—Vaya, pues debe estar sanísima.
—¿Sanísima? Está delgada como una espina de pescado —contestó la mujer.
—Mmm..., creía que no tenía apetito, pero viendo este festín se me hace la boca
agua —dijo santana, inhalando el delicioso aroma de la sopa de verduras, el bistec con
ensalada, y el bollo de pan recién horneado. La señora Bird sonrió.
—Pues también le he subido un poco de tarta de queso casera —murmuró
destapando una pequeña fuente.
— ¡Me encanta la tarta de queso! —exclamó santana entusiasmada como una niña.
Y la señora Bird sonrió aún más ampliamente.
—Cuando termine déjelo sobre la mesilla. Subiré luego a recogerlo cuando se hayan marchado. la señorita brittany mencionó que se iban al centro, a ver una obra de
teatro, creo, y que luego iba a llevarla al aeropuerto.
—¿Cómo es ella? ¿Es agradable? —inquirió santana curiosa. La mujer se quedó dudando un momento.
—Bueno, supongo que a su manera —contestó—. Es muy elegante, e inteligente, y
conoce a la señorita brittany desde hace años. Empezaron a salir y ella, que está loca por brit,
creía que terminaría proponiéndole matrimonio. Pero no fue así —añadió encogiéndose
de hombros—. Cuando la señorita brittany vio que la cosa se estaba poniendo demasiado
seria y que ella estaba empezando a albergar esperanzas, le dijo que no creía en el
matrimonio. Le partió el corazón a la pobre señorita Lillian —murmuró meneando la
cabeza—. Siguen siendo amigas pero estoy segura de que ella no lo dejará escapar si
ve que tiene la más mínima oportunidad. En fin, se le va a enfriar la comida, así que la
dejaré —dijo dirigiéndose hacia la puerta.
—Señora Bird —la llamó santana cuando la mujer tenía ya puesta la mano sobre el
pomo.
—¿Sí?
—Gracias —murmuró la joven esbozando una sonrisa.
—No hay de qué, querida —respondió la señora Bird sonriendo también. Y salió
de la habitación dejándola de nuevo a solas. Santana comió todo lo que la buena mujer le
había preparado y, cuando hubo terminado, puso la bandeja sobre la mesilla de noche.
Trató de seguir leyendo una de las novelas que le había prestado rachel , pero las
risas que provenían del piso de abajo la estaban poniendo de los nervios. Por un momento intentó imaginarse que era ella la que estaba en el comedor, cenando y charlando con brit, que ella disfrutaba de su compañía, pero la fantasía se esfumaba en cuanto intentaba conjurarla. Era imposible, se dijo. ¿Cómo no iba a serlo cuando brit sólo tenía miradas furiosas y acusadoras para ella? Esa tal Lillian debía ser muy especial para brit, pensó, sintiendo el aguijón de los celos en su pecho. ¡No!, ¡no tenía derecho a sentirse celosa! Brti no le pertenecía, y nunca había sentido nada por ella, ni la había alentado. Sin embargo, cuando volvieron a oírse risas, santana no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.
Al día siguiente no se acercó siquiera a la ventana. Se puso una camiseta y unos pantalones vaqueros de la hija de la señora Bird, y se acurrucó en la mecedora que tenía en la habitación, hojeando un periódico del día anterior que la mujer había tenido la amabilidad de subirle para que se entretuviese. Las noticias, como siempre, eran deprimentes, así que empezó a mirar la sección de cultura, y acabó haciendo el crucigrama para no acordarse todo el tiempo de que brit no la quería en su casa. No sabía qué iba a hacer. Aunque quisiese empezar a buscar un empleo, todavía estaba demasiado débil física y emocionalmente como para poder hacer nada. Estaba deseando que llegara rachel .
Y al fin, contestando a sus plegarias, después del almuerzo se oyó un coche y a los pocos minutos su amiga entraba en la habitación con su habitual sonrisa.
—¡Dios, estoy muerta! —gimió dejándose caer en la cama—. Creía que nunca acabaríamos de instalarle el nuevo sistema informático a ese cliente. Pero se acabó, al fin se acabó, y ahora podré tomarme unos días libres y pasar un poco de tiempo contigo. ¿Cómo han ido las cosas por aquí?
—Dejémoslo en que han ido —murmuró santana—. Rachel , ¿podrías ayudarme a encontrar un apartamento?
Su amiga giró el rostro hacia ella con los labios fruncidos.
—¿brittany ha estado molestándote otra vez? —adivinó.
—¿Qué esperabas? —suspiró santana—. Ya sabes lo que piensa de mí, y también que no me quiere aquí. Ayer me acusó de pasarme todo el tiempo observándola por la ventana mientras trabaja, y... bueno, es verdad que he estado haciéndolo —admitió—, pero no todo el tiempo. Lo cierto es que no podía evitarlo —murmuró mordiéndose el labio.
Rachel se incorporó, quedándose sentada y se volvió hacia su amiga.
—Tal vez si hablarais, si trataras de hacerle ver que te está haciendo daño con esa actitud...
—¿Y de qué serviría? —farfulló santana sacudiendo la cabeza—. No quiere saber nada de mí, ni de mi matrimonio, y se ha encargado de dejarme muy claro que si estoy aquí es sólo porque estoy convaleciente.
rachel resopló irritada con su hermana.
—Es una bruta. Lo siento, san , esto es culpa mía por haber creído que esto funcionaría. Es sólo que creí que tal vez... en fin, ahora ya eso no importa. ¿Quieres salir de aquí?
—Sí, por favor —contestó santana al momento.
—De acuerdo. Te diré lo que haremos: nos iremos juntas al apartamento donde estuvimos viviendo brit y yo cuando nos mudamos a Victoria. Allí no tendrás que enfrentarte cada día a la fiera de mi hermana.
—Pero, ¿y tu trabajo...?
—¿Ya no te acuerdas de que soy la copropietaria de la empresa? Trabajo tanto
en las oficinas centrales de Houston como en las de la sucursal de Victoria, así que le
diré a Nick, mi socio, que voy a centrarme una temporada en la sucursal. No le
importará.
—Pero es que no quiero causarte molestias.
—No seas boba, eres mi mejor amiga. Tú nunca molestas.
Santana se quedó dudando un momento.
—Necesitaré mis cosas —comenzó—. Odio tener que pedir favores, pero, ¿podrías...?
—Por supuesto que puedo. Iré a la casa y te traeré lo que me digas.
—Henry tiene una llave, y estoy segura de que aún estará viviendo en la cabaña
cerca de la casa, porque susan necesitará que guarde la propiedad hasta que ella organice la venta. Mi ropa está en el armario de la segunda habitación a mano derecha al subir las escaleras. No hay mucho, y encontrarás una bolsa de viaje con mis libros, cintas, y las cosas que me dejaron mis padres.
—De acuerdo. Esta misma tarde me pasaré por allí.
—Gracias, rachel .
—¿Para qué están las amigas? —le dijo la otra joven con una sonrisa—. Anda, y ahora deja de preocuparte. A principios de la semana que viene estaremos en Victoria.
Sin embargo, las cosas iban a dar un giro inesperado antes de que llegase la siguiente semana. Cuando rachel fue a cambiarse y buscar un par de maletas para recoger las cosas de su amiga, brit subió las escaleras y entró en el cuarto de invitados.
Santana seguía sentada en la mecedora junto a la ventana, y estaba absorta en sus pensamientos, preguntándose qué clase de empleo podría buscar. Al notar la presencia del ranchero, mirándola fijamente desde el quicio de la puerta abierta, levantó la cabeza y se sonrojó.
—Estaba charlando con rachel no observándote por la ventana —se apresuró a aclararle, claramente a la defensiva. brit entornó los ojos.
—Lástima que no fueras capaz siquiera de fingir un mínimo de ese anhelo con el
pobre sam —masculló con sorna. Las facciones de la joven se tensaron.
—Tenía varias amantes —le dijo.
—No es de extrañar cuando su esposa no le dejaba siquiera que la tocara —le
espetó britt. Había en su rostro tal expresión de desprecio que santana se revolvió en su
asiento—. Lo atormentaste mientras duró vuestro matrimonio y permitiste que se
subiera a un coche habiendo bebido —la acusó una vez más—. Nunca olvidaré eso, ni te
lo perdonaré. Has acabado sin nada y es lo que mereces. ¡Dios, sólo con verte me pongo
enferma! —masculló, y el desprecio en su mirada se clavó en el alma de santana como un
dardo envenenado.
brit se giró sobre los talones y salió de la habitación, pero santana no se movió hasta que escuchó sus pisadas descendiendo por la escalera. El dolor era demasiado profundo incluso para que aflorasen lágrimas a sus ojos, y en ese momento sólo pudo pensar en que aún habría de pasar otra semana en aquella casa, teniendo que soportar el desdén y los ataques de brittany . ¡No podría aguantarlo, no podría...! Tenía que irse ya.
Su mente empezó a trabajar a marchas forzadas. Si esperaba a que rachel se fuera a recoger sus cosas y a que su hermana volviera a las tareas del rancho, tal vez pudiera aprovechar para marcharse sin que se enteraran. Pediría un taxi por teléfono para que la llevase a la estación de autobuses, y allí tomaría el primero que saliese hacia Houston. Apenas tenía dinero pero le bastaría para esos trayectos, y una vez en Houston, trataría de encontrar algún albergue juvenil donde alojarse. Quizá incluso existiese en Houston un albergue de la YWCA, la asociación de jóvenes cristianas, donde además podría pedir ayuda para que la ayudaran a encontrar un empleo.
Cualquier cosa sería mejor que quedarse allí y dejar que brittany siguiera atormentándola por la muerte de su primo. En otro momento le habría plantado cara, le habría respondido, pero débil y cansada como se sentía no tenía fuerzas para hacerlo.
Rachel , que no sabía que brit se había pasado por el cuarto de invitados, asomó en ese momento la cabeza y le dijo a santaana alegremente:
—Me voy, san , brit me ha dicho que me llevará a la casa. Volveremos dentro de un par de horas. ¡Chao!
Santana contestó quedamente, con tristeza por ocultarle a su amiga que se iba, y
se quedó esperando en silencio hasta que oyó a la señora Bird despedirlos, las puertas
del coche cerrándose y cómo el coche se alejaba. Salió al pasillo y llamó por teléfono al
servicio de radio-taxi. Regresó a su habitación, se puso unos zapatos, una chaqueta, se
colgó el bolso del hombro, y bajó las escaleras con mucho sigilo pero se tropezó con la
señora Bird en el salón.
—Señorita santana... —murmuró la mujer sorprendida. La joven tuvo que improvisar una excusa.
—Me he acordado de algunas cosas que necesito de la casa —balbució—, y he
olvidado decírselo a Sandy, así que he pensado en acercarme hasta allí.
—Pero, querida, no está en condiciones para salir.
—Estoy bien —le aseguró santana, forzando una sonrisa—, no se preocupe por mí.
—Pues yo creo que debería esperar a que vuelvan las señoritas . Ya irán mañana otra vez a por esas cosas que se le han olvidado. O déjeme al menos llamar a la casa para decirles que va para allá —añadió al ver que no iba a convencerla—. ¿Y si llega y ya se han ido?
—No se preocupe, ellos se han ido hace poco, y yo he llamado un taxi y estaré allí enseguida —insistió santana, tratando a toda costa de ocultar su nerviosismo. Justo en ese momento se escuchó un claxon fuera—. Ah, ya está ahí —dijo aliviada.
—Pero, señorita, está tan pálida, y aún no se ha repuesto del todo...
—Tranquila, estaré bien. Estoy mucho mejor, de verdad. Llamaré en cuanto llegue allí, ¿de acuerdo?
La mujer pareció calmarse un poco con esa promesa.
—Está bien. Tenga mucho cuidado.
—Lo tendré. Adiós, señora Bird.
Poco podía imaginar la mujer que ese adiós era literal. Santana salió fuera y avanzó hacia el taxi. Se notaba temblorosa, y el corazón le martilleaba con fuerza contra las costillas, pero no se detuvo ni miró atrás.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
capitulo 6:la verdad
Capítulo 6
Entretanto, rachel y brit habían ido hasta la casa con Henry, el chofer, quien les abrió la puerta principal y los condujo hasta la habitación que había ocupado santana.
Cuando abrieron el enorme armario, las hermanas se quedaron paralizadas ante la desoladora vista que se presentó ante sus ojos. Estaba completamente vacío, a excepción de una bolsa de viaje en el suelo, la que santana le había mencionado a rachel , tres vestidos, cuatro camisas, dos faldas, dos pares de gastados zapatos, y un cajón con la ropa interior.
—Esa pobre chiquilla... —murmuró Henry meneando la cabeza—, durante estos dos años la tuvo viviendo en la pobreza, la trató como a un perro, y la trajo de vuelta cada vez que intentó escaparse. Detestaba trabajar para él, pero no podía soportar la idea de dejar a esa pobre criatura aquí sola a su suerte.
Los ojos de brit relampaguearon peligrosamente cuando se giró hacia el hombre.
—¿Qué está diciendo? —le espetó enfadado—. ¿Cómo que la tuvo en la pobreza?
Nuestro primo tenía millones de dólares.
Henry asintió.
—Sí, señorita, y se procuraba para sí las mejores ropas, los mejores coches, y las
mejores mujeres de Houston —respondió sin amilanarse un ápice—. Pero la señorita
santana lo único que recibió de él fueron golpes e insultos de su lengua de serpiente. La
hirió de gravedad la última noche que durmió aquí, la noche antes de la fiesta. Yo
mismo tuve que conducirlos hasta el hospital porque él estaba borracho. Tenía
intención de decirle a los médicos lo que había ocurrido, pero él no me dejó bajar del
coche, y luego supe por la señorita santana que mintió al doctor que la atendió,diciéndole que se había hecho el corte con una lámina de hojalata que tenía en el garaje. En mi vida había visto tanta sangre...
las hermnas se habían puesto lívidas al recordar lo que les había dicho el médico del pabellón de urgencias.
—¿La hirió? ¿Con qué? —exigió saber brit, entre incrédula e indignada.
—Con un cuchillo, señorita brittany —contestó Henry—. Yo había entrado en la casa para preguntarle si quería algo de mí antes de que me retirara a la cabaña a dormir y al llegar al salón vi que se había abalanzado sobre ella en el sofá con un cuchillo en la mano apretado contra su garganta. No hacía más que insultarla y amenazarla a gritos con que la iba a matar. Traté de detenerlo, de hacerlo entrar en razón, y creí que lo había conseguido cuando de repente empezó a maldecirla de nuevo, diciendo no sé qué de una tarjeta de cumpleaños y acusándola de serle infiel —añadió—. Y entonces, antes de que pudiera detenerlo, la hirió. Ella gritó y la sangre saltó en todas direcciones. Eso pareció hacerlo recobrar el sentido, y la llevamos al hospital. Le dieron puntos y volvimos aquí, pero él salió otra vez y no volvimos a verlo hasta la mañana siguiente.
Brittany se notaba las piernas temblorosas y tuvo que sentarse en la silla más próxima.
—¿Y dice que fue... que fue por una tarjeta de cumpleaños?
Rachel se había tapado la boca horrorizada y las lágrimas rodaban por sus mejillas en silencio.
—Sí, señorita —respondió el chofer—. Parece ser que ella había recibido una tarjeta de cumpleaños y eso lo había puesto furioso. A menudo la golpeaba. Ella nunca me dijo nada pero yo lo sabía porque le veía las marcas. Me alegro de que esté muerto —añadió en un tono gélido—. Era una bestia y no me importa que fuera su primo. Tuvo el final que se merecía. La noche de la fiesta yo estaba esperándolos con el coche aparcado fuera, y cuando los vi salir, antes de que acabara la velada, él la traía casi a rastras. Me ordenó que los llevara a casa, pero yo tenía miedo de que intentara hacerle daño otra vez a la señorita, y me negué a obedecerle. Me dijo que estaba despedido, y que le diera las llaves. Se las di, pero le dije que la señorita santana no iba a ir con él, que tendría que pasar por encima de mi cadáver, eso le dije. No se enfrentó a mí, porque en el fondo era un cobarde: sólo se atrevía con las mujeres indefensas, y se marchó solo. La gente cree que se mató por su culpa, que lo dejó conducir bebido, pero lo único que hizo esa pobre criatura fue librarse de morir ella también en la
carretera o a sus manos.
—¡Miente! ¡No está diciendo más que mentiras! —masculló brittany con el rostro blanco como una sábana. Henry se volvió hacia rachel .
—Dígale usted a la señorita santana que le enseñe los puntos. Fue un corte muy profundo. El médico creyó la mentira que él le contó porque las veces anteriores le había mentido igual, haciéndole creer que ella era muy torpe, propensa a tener accidentes. El fue el único accidente que tuvo la pobre chiquilla —añadió—. Nunca tuvo ningún accidente practicando ala delta... ¡él la tiró por las escaleras!
Brittany murmuró un «oh, Dios mío» angustiado, y puso la cabeza entre las manos.
—Se metía con ella constantemente —continuó Henry—, llamándola «torpe» e «inútil»... porque a menudo se le caían las cosas, pero aquello le pasaba por sus malos tratos. Hizo de ella una persona nerviosa, asustadiza... como les ocurre a los perros a los que sus amos gritan y golpean.
Rachel le rogó al chofer que las dejara un instante a solas.
Cuando el hombre hubo salido de la habitación y bajado al piso inferior, rachel se
acercó a su hermana pero no dijo una palabra. Parecía que su conciencia ya estaba castigándola sin necesidad de que ella interviniera.
—¿Lo sabías? —le preguntó alzando el rostro hacia ella con una expresión atormentada—, ¿sabías algo de todo esto?
—No —murmuró rachel —. sam no me dejaba verla y teníamos que quedar a sus espaldas pero yo creía que la razón era que él era muy posesivo, nada más. Y cuando nos veíamos ella jamás me hablaba de su matrimonio. El día del entierro me confesó que sam apenas le daba dinero para sus gastos, pero nunca pensé...
Brit se puso de pie.
—No podemos dejar que sepa que nos hemos enterado —murmuró.
—Lo sé.
—Imagino que debe haber mucho mas —dijo brit. Y entonces recordó las duras palabras que le había dirigido a santana antes de marcharse. ¿Cómo había podido estar tan ciega?
De regreso al rancho, brit metió en la casa las maletas que rachel se había llevado. Con una sola había bastado para guardar las pocas pertenencias de santana . Las otras iban vacías. Sólo entonces estaba empezando a comprender que la víctima no había sido su primo, sino la joven. Sam le había mentido desde el principio, y por haberle creído había sido cruel con ella. El sólo pensar en ella la estaba matando.
Había pasado lo indecible y ella lo único que había hecho había sido humillarla y culparla.
En ese momento la señora Bird se asomó desde la puerta de la cocina.
—Ah, ¿ya están aquí? La cena estará lista en un... —se quedó a mitad de la frase,
y salió al pasillo, mirando con extrañeza detrás de ellos—. ¿Y la señorita santana ?—les preguntó—. ¿No se han encontrado con ella?
Rachel y brti intercambiaron una mirada de incomprensión.
—¿santana no está aquí? —inquirió rachel .
—No, señorita, salió al poco rato de irse ustedes—respondió la mujer.
—¡¿Que ha salido?! —explotó brit sin dejarla terminar—. ¡Pero si apenas podía caminar! ¿Cómo ha podido dejar que saliera?
La señora Bird contrajo el rostro.
—Pero, señorita brittany ... había pedido un taxi por teléfono y me dijo que iba a la
casa, porque se le había olvidado decirles que le trajeran algo... —murmuró retorciendo nerviosa el dobladillo de su delantal—. Pero si no ha ido allí... Oh, Dios mío...
—¿Dónde podrá estar? —dijo rachel angustiada, dejándose caer en una silla—
No tiene un solo pariente en el mundo y no creo que lleve apenas dinero.
—¿Cómo ha podido hacer una locura así? —masculló brit pasándose frenética una
mano por el cabello. Sabía muy bien qué la había empujado a marcharse: su comportamiento. ¡Dios!, ¡si no hubiera sido tan estúpida... ¡si no hubiera creído las mentiras de sam...!
—¿Qué podemos hacer, brit? —inquirió su hermana.
—Llamaremos a la compañía de taxis —respondió ella yendo junto al mueble del
teléfono y sacando del cajón la guía telefónica—. Tal vez logremos dar con quien la
llevara.
Consiguieron hablar con el taxista que la había llevado, y éste les dijo que la
había dejado en la estación de autobuses. Fueron allí, y por suerte el encargado de la
taquilla de billetes recordaba haber visto a una joven que se ajustaba a la descripción
de santana y les dijo que había tomado un autobús a Houston. Rachel quería
acompañarlo pero brit insistió en que volviese a casa. Era ella quien debía hacerlo. La
culpa de que se hubiera marchado había sido suya.
Lo primero que brit hizo fue ir a una comisaría de policía, y allí tuvieron el buen acuerdo de sugerirle que se acercara al albergue de la YWCA, donde era posible que
se hubiera dirigido. Le indicó la dirección, y, en efecto, allí la encontró. Cuando entró
en el edificio la halló sentada de espaldas a él en el área de recepción, con una mujer
que debía ser una asistente social, quien tomaba notas mientras hablaban. Santana parecía agotada y tenía los ojos enrojecidos como si hubiese estado llorando.
—... me temo que no podremos colocarla en ningún sitio hasta que no esté en
mejores condiciones físicas, señora evans —le estaba diciendo la mujer—, y la
verdad es que tenemos ocupadas todas las plazas del albergue, pero podemos buscarle
alojamiento en alguno de nuestros centros asociados y...
—No lo necesitará —intervino brit acercándose. Al verla, santana se puso aún más pálida de lo que ya estaba. La asistente social levantó el rostro para mirar a brit , y después se volvió hacia santana .
—¿Conoce a este mujer , señora Evans ? —inquirió suspicaz.
—Es la hermana de mi mejor amiga —respondió la joven mirandola con dureza
—, y no hacía falta que viniera hasta aquí. Puedo cuidar muy bien de mí misma.
Brit se sentó en el sillón frente a la asistente social y apeló a ella:
—Hace algo más de una semana sufrió un accidente montando a caballo —le explicó—. La habíamos llevado a nuestra casa para poder cuidarla hasta que se repusiera y ha habido un malentendido entre nosotros, pero...
—Pues a juzgar por el estado de nervios que tenía esta joven cuando hemos empezado a hablar —lo cortó la mujer entornando los ojos—, yo diría que no ha debido
ser un simple malentendido, señorita...
—brittany . Escuche, he venido a llevarla de vuelta. Nosotros cuidaremos de ella. No tiene a nadie más. Su esposo falleció recientemente —añadió.
—Una verdadera lástima, ya lo creo —respondió la mujer con sarcasmo—, porque por las cosas que me ha contado ella, habría disfrutado llevando a ese canalla ante un jurado.
Santana había esperado que brit saliese en defensa de su primo pero, para su sorpresa, no dijo nada. No había querido contarle aquellas cosas a la asistente social, porque era demasiado humillante, demasiado doloroso, pero la mujer no había cejado
hasta obtener respuestas.
—santana , cuélgate el bolso y vámonos —dijo brit en ese tono que no admitía discusión. La joven buscó frenética los ojos de la asistente social.
—No tienes que irte si no quieres —le dijo la mujer. Esa interferencia irritó a brit pero se esforzó por no perder los nervios en beneficio de santana .
—Escucha, santana , siento el modo en que me he comportado. Ven a casa, por favor. Rachel está muy preocupada. Vuelve conmigo —le rogó inclinándose hacia delante. Pero santana ya no confiaba en ella, se lo decían sus ojos.
—Ni siquiera tendrás que verme —insistió brit —, tengo asuntos que atender en Kansas y me iré mañana. Estaré fuera varios días. Estaréis solas rach y tú.
No era cierto que tuviera algo que hacer en Kansas, pero estaba decidida a marcharse si con eso santana obtenía la tranquilidad que necesitaba para recuperarse.
Y después, cuando regresara, las cosas serían distintas. Nunca más volvería a hacerla sufrir. La joven no sabía qué hacer. Como le había dicho la asistente social, en el estado en el que estaba no podría encontrar un trabajo, pero tal vez unos días más junto a su amiga le servirían para acabar de restablecerse, y entonces podría marcharse y buscarse la vida por su cuenta antes siquiera de que brit volviera de ese
viaje.
—De acuerdo —claudicó en un tono derrotado—. Volveré contigo.
Brit suspiró aliviada y se puso en pie. La asistente social también se levantó.
—¿Me da usted su palabra de que cuidarán de ella? —inquirió. brit asintió con la
cabeza y le tendió una mano a santana para ayudarla a incorporarse, pero la joven
desdeñó el ofrecimiento, y lo hizo sola, apoyándose en los brazos del sofá. Dio las
gracias a la asistente social por su tiempo y su interés y la mujer los acompañó a la
puerta.
Cuando regresaban a lima, la tensión podía mascarse dentro del coche.
—Perdóname, santana —le dijo brit quedamente. Ella no respondió, y tampoco
apartó la mirada del parabrisas.
—rachel no debería haberte hecho venir a por mí —murmuró al cabo de un rato.
—No he venido porque me lo dijera rachel —repuso ella —. Quería pedirte disculpas
por lo que te dije.
Pero ella no contestó. No entendía aquel repentino cambio de actitud, y había
perdido la confianza en ella. Brit comprendió entonces que aquello no iba a ser fácil. Sus
excusas no tenían para ella ningún valor. Ni siquiera quería mirarla.
La señora Bird ya tenía la cena preparada cuando llegaron, pero santana estaba
demasiado cansada incluso para comer y, rechazando de nuevo la ayuda de brit, le
pidió a rachel que la ayudara a subir al cuarto de invitados. A pesar de su negativa, la
señora Bird le subió una taza de consomé y una tortilla, y no salió de la habitación
hasta haber conseguido que se tomara ambas cosas. Después, la joven se quedó a solas
con rachel , pero al poco se durmió, y su amiga bajó las escaleras, uniéndose a brit en el
salón.
—¿Cómo está? —inquirió brit.
—Se ha quedado dormida. Pobre santana... ¿Por qué se marcharía tan repentinamente? ¿Te ha dicho algo a ti?
Con las facciones rígidas, brit se levantó de su asiento.
—Voy a llamar por teléfono para sacar un billete a Kansas para mañana —le dijo
sin apenas inflexión en la voz—. Voy a visitar varios ranchos para ver caballos. Quiero
comprar un buen semental —improvisó. A rachel le escamó que hubiera eludido su
pregunta.
—Le dijiste algo, ¿no es cierto? Antes de que nos fuéramos a buscar sus cosas...
—comenzó.
—Eso ya pertenece al pasado —replicó sin mirarla—. Ahora está a salvo de mí.
Ya no volveré a hacerle daño.
—Oh, así que, ¿por fin te parece que ya ha pagado bastante por haberse enamorado de ti? Qué amable por tu parte... —le espetó su hermana irritada.
—Ella no me ama —dijo brit —. Y antes tampoco, nunca me ha amado. Sólo estaba
encaprichada de mí, eso es todo.
—¿Eso crees?
brit se volvió hacia ella.
—Si me amase, no se habría casado con sam.
—Tú no fuiste precisamente, amable con santana cuando su padre estaba enfermo —le recordó rach—. Sam en cambio. fingió interesarse por ella, y le ofreció consuelo y un hombro en el que llorar. santana no tenía a nadie, estaba asustada y lo había perdido todo. ¿Qué habrías hecho tú en su lugar?
Brit contrajo el rostro dolido pero no respondió y se alejó por el pasillo en dirección al estudio. Brit cumplió lo que había dicho, y estuvo fuera varios días, hasta que ya no pudo posponer más su regreso. Santana , en su ausencia, se sintió más tranquila, estaba cada vez más recuperada del accidente y andaba ya por el rancho.
El día que brit regresó, la encontró sentada en el porche con rachel . Estaba riéndose por algo que su hermana había dicho y sus ojos cafes brillaban tanto como su blanca sonrisa. Ella había soñado una y otra vez con que el rostro de la joven se iluminaría al verla aparecer, pero no fue así. Cuando oyó sus pasos, giró la cabeza, y toda aquella alegría se desvaneció. Y entonces, por primera vez en su vida, brit se sintió completamente vacía. Dejó la maleta en el suelo y saludó a su hermana antes de girarse hacia su huésped.
—Hola, santana —le dijo en un tono lo más neutro posible—. ¿Cómo te encuentras?
—Estoy mejor, gracias —contestó ella sin moverse de su asiento ni esbozar una sonrisa. Por la rigidez de sus hombros era obvio que estaba más que tensa. Los gastados vaqueros y el jersey de hilo que llevaba puestos resaltaban cada línea de su figura, y brit no pudo evitar quedarse mirándola, pero cuando la joven cruzó los brazos sobre el pecho, a la defensiva, aquello lo irritó aún más.
—¿Encontraste ese caballo que ibas buscando? —inquirió rachel
—No vi ninguno que me gustara lo suficiente como para comprarlo —respondió ella apoyándose en la baranda del porche—, aunque la verdad es que tampoco busqué con
demasiado ahínco.
Su contestación no sorprendió a su hermana que sabía cuál había sido su
verdadero motivo para ausentarse. Se hizo un incómodo silencio.
—Lillian ha llamado un par de veces estos días mientras estabas fuera —dijo
Rachel , acordándose en ese momento—. Me pidió que la telefonearas cuando volvieras.
—La llamaré luego —farfulló brit. Santana advirtió que, mientras hablaba con su hermana, brti no hacía más que observarla de reojo y creyendo que molestaba, se puso de pie.
—Os dejaré a solas para que habléis —murmuró. Y, a pesar de que su amiga le aseguró una y otra vez que no era necesario, entró en la casa y subió las escaleras en dirección a su cuarto. Brit maldijo entre dientes.
—¿Qué esperabas después de como la has tratado? —le espetó rachel . brit sacó
un cigarrillo y estaba a punto de encenderlo cuando su hermana se lo arrancó de las
manos y lo partió en dos.
—Me lo prometiste, brit —le recordó.
—¿Quieres dejarme en paz? —masculló ella irritada mirándola fijamente—. No eres mi niñera, ¿sabes?
—Pues no te vendría mal una. O mejor, una esposa —le dijo desafiante—. ¿Por
qué no vas y le devuelves la llamada a Lillian? Está loca por ti, y tiene casi tu edad, así
que no te haría sentirte culpable si te casaras con ella.
—Tal vez lo haga —respondió élla para fastidiarla—. ¿No tienes nada que hacer?
—Tenía una cita pero la he cancelado. No puedo dejar a santana aquí sola contigo.
Los ojos de brit relampaguearon peligrosamente.
—El que me enseñes lo colmillos no te servirá conmigo —le dijo ella burlona. La
miró, meneó la cabeza, y dejó escapar un suspiro—. Escucha, brit , yo confío en ti, pero
santana no, y ése es el problema. Puede que no te hayas dado cuenta pero te tiene
miedo.
Élla se quedó de una pieza.
—¿Qué?
—Que te tiene miedo —repitió ella—. Eres fuerte e irascible y santana ha tenido una mala experiencia con un hombre que la ha maltratado durante los dos años que ha durado su matrimonio. ¿No crees que a ti en su lugar te pasaría lo mismo?
brit resopló, dejándose caer en la silla que Coreen había abandonado, y se pasó
una mano por la nuca con el ceño fruncido.
—Esa sabandija... —farfulló—. ¡Y pensar que le he tenido lástima todo este
tiempo... ! El muy canalla no hacía más que mentirme para mantenerme alejado de ella,
para que no pudiera averiguar el infierno por el que la estaba haciendo pasar. Si al
menos ella me lo hubiese dicho...
—¿Acaso la habrías escuchado,? —le espetó su hermana—. Y, en cualquier
caso, ¿por qué habría ido santana a pedirte ayuda cuando tú le habías dejado muy claro
que la querías fuera de tu vida, que no querías volver a saber nada de ella? —meneó la
cabeza—. Ya no tendrás que preocuparte por que vuelva a observarte mientras
trabajas desde la ventana. No se acercará a ella ni siquiera para abrirla.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Re: fc brittana : "brittany"
sigueloo plissss
PAUlANyH**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 17/11/2013
Re: fc brittana : "brittany"
woo siguelo por que esta buenisimoooo!!!
raxel_vale****** - Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 34
Re: fc brittana : "brittany"
Oh Sam se lo tenia mas que merecido!
Pobre San, estupido rubio & Brittany no ayuda en nada, espero que ahora que se saben las cosas Brittany recapacite :)
Saludos :)
Pobre San, estupido rubio & Brittany no ayuda en nada, espero que ahora que se saben las cosas Brittany recapacite :)
Saludos :)
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: fc brittana : "brittany"
Que buena historia y lo mejor de todo es que publicaste varios capitulos!!!
Aqui una lectora fiel.
Espero que actualices prontito!!
Saludos
Aqui una lectora fiel.
Espero que actualices prontito!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: fc brittana : "brittany"
¿Es una adaptación, no? Vaya que es buenísima y Sam era un maldito y honestamente Brittany una verdadera idiota por tratar así a Santana y no me es de mucha relevancia que se comportara así con ella porque Sam le haya metido ideas falsas sobre ella, porque ya se comportaba así con ella desde que se conocieron, y su tonto miedo al compromiso me choco porque humillo demasiado a Santana, por ahora me alegra que Santana se comporté así de cortante con Brittany se lo merece.
Esta muy bueno, espero tu actualización. :) ¡Saludos!
Esta muy bueno, espero tu actualización. :) ¡Saludos!
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: fc brittana : "brittany"
Siguelo esta genial
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: fc brittana : "brittany"
hola,..
me gusto tu historia es interesante!!!!
me gusta la actitud de britt, pero que sea por natural no por que san le aya llenado la cabeza contra san,... por lo menos ya sabe la verdad de todo y cambia la actitud hacia san,...
nos vemos!!!!!!!!!!!!!
LU!!!!
me gusto tu historia es interesante!!!!
me gusta la actitud de britt, pero que sea por natural no por que san le aya llenado la cabeza contra san,... por lo menos ya sabe la verdad de todo y cambia la actitud hacia san,...
nos vemos!!!!!!!!!!!!!
LU!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: fc brittana : "brittany"
holaaa subeee otroo capituloo que esta re buena la historia
nos vemos en la proxima
nos vemos en la proxima
Patri_glee***** - Mensajes : 225
Fecha de inscripción : 01/10/2013
Edad : 32
capitulo 7 : enmendando el pasado
Capítulo 7
Después del almuerzo, rachel se había quedado dormida viendo una película en la televisión, y santana , que quería estirar las piernas, había salido asegurándose antes de que brit no andaba cerca. El cielo se había nublado, y ella se preguntó si llovería. Llevaba varios días sin caer una gota y sin duda los campos lo agradecerían. Había empezado a caminar sin rumbo fijo, y sus pasos la habían llevado cerca del establo.
Oyó voces dentro, y en cuanto vio salir a brit se paró en seco, giró en redondo, y comenzó a desandar el camino con prisa.
—¡santana, espera! —la llamó yendo tras ella. La joven se detuvo y se volvió hacia élla con los brazos cruzados, mirándola cautelosa. brit avanzaba hacia ella con las facciones rígidas. Parecía de mal humor... como de costumbre.
—No sabía que estabas por aquí —dijo ella poniéndose a la defensiva y sonrojándose ante su fija mirada.
—Oh, ya lo imagino —masculló brti—, cuando yo entro en una habitación tú sales de ella; por la mañana te quedas en tu habitación hasta que yo ya he desayunado y he salido; ¡y si crees que yo pueda estar a menos de un kilómetro de la casa, ni sales al porche!
Los labios de la joven se entreabrieron, dejando escapar un suspiro tembloroso, y dio un paso atrás, asustada.
—¡No...! —le rogó brit, queriendo abofetearse por haberse dejado llevar por su mal genio—. Está bien, no pasa nada. Perdona que haya sido tan brusca —le. Dijo obligándose a hablar con suavidad. santana cruzó los brazos sobre el pecho y la miró aprehensiva.
—¿Te acuerdas de Amarillo, el caballo que solías montar cuando venías al rancho a ver a rach? Lo cruzamos con Medianoche, y nació una potrilla a la que llamamos Chistera. ¿Te gustaría verla?
Su tono más amable pareció relajar un poco a la joven, quien asintió con la cabeza.
—Estupendo, vamos —dijo brit Le tendió una mano pero ella no descruzó los brazos, así que echó a andar y ella lo siguió.
En uno de los pesebres al fondo del establo estaba la joven yegua. Era de color negro, con una mancha blanca alargada en la frente, y marcas blancas también en las patas hasta las rodillas.
—Hola, Chistera, hola, bonita... —la saludó brit. Abrió la puerta de madera e hizo un gesto a santana para que entrara con ella. La joven estaba extasiada mirando a la yegua y comenzó a acariciarla tiernamente.
—Qué suave es... —murmuró. Brit sonrió al ver cómo brillaban sus ojos. Hacía tanto que no veía ese brillo en su mirada...
—Ya tiene un año y medio —le dijo—, y creemos que será una buena corredora igual que su padre. He contratado a un entrenador y un jockey para que empiece a trabajar con ella a finales de esta misma semana.
santana lo escuchaba en silencio mientras acariciaba las crines del animal, pero, de pronto, se oyó fuera un trueno, y la yegua se inquietó. Ella también dio un respingo conteniendo el aliento ante el inesperado ruido.
—Parece que vamos a tener tormenta —murmuró brit , girándose hacia las puertas abiertas del establo y observando cómo había oscurecido.
Salieron del pesebre y brit echó el cerrojo de la puerta antes de que desandaran sus pasos hacia la salida. ella se detuvo justo en el umbral elevando el rostro hacia el cielo y santana hizo otro tanto. Densos nubarrones entre negros y azulados cubrían toda la bóveda hasta el horizonte. El fogonazo de un relámpago lo iluminó todo, y lo siguió otro trueno retumbante.
— La naturaleza en todo su esplendor —comentó brit —. Hermoso, ¿no?
Pero santana se había estremecido, y había aprehensión otra vez en sus ojos.
—A mí no me lo parece. Detesto los ruidos fuertes.
Brit se apoyó en el marco de la puerta, observándola.
—Ruidos fuertes... ¿como por ejemplo gritos? —inquirió. Ella se volvió sorprendida. Brit inspiró lentamente.
—santana, sé lo que ocurrió en realidad en tu matrimonio.
—¿De veras? —contestó ella, soltando una risa amarga.
—Henry nos lo contó todo.
Ella se quedó callada un momento.
—¿Y creíste lo que te dijo? Eso sí que es sorprendente —le espetó con sarcasmo.
brit contrajo el rostro.
—Imaginaria que reaccionarías así.
Santana volvió a girar la cabeza hacia el exterior y se estremeció de nuevo cuando otro trueno hizo retumbar el suelo. La lluvia empezó a caer con fuerza, mojando la tierra polvorienta. No podría regresar a la casa sin calarse hasta los huesos, y en su estado tampoco podía correr.
—Necesitábamos esta lluvia —murmuró brit—. Acabamos de empezar a plantar heno.
—¿Ah, sí?
—rachel me ha quitado el paquete de cigarrillos que llevaba... —farfulló meneando la cabeza—. Está empeñada en que deje de fumar, y como no le hago caso, ha pasado a la acción.
—Ya veo.
Brit enarcó una ceja.
—¿Eres capaz de pronunciar más de dos palabras seguidas?
Santana se daba cuenta de que estaba intentando ser amable, pero después de cómo la había tratado todo ese tiempo, le resultaba difícil darle otra oportunidad.
Miró desesperada la casa en la lejanía, maldiciendo la lluvia por haberla aprisionado allí con brit. A ella no se le escapó la impaciencia que reflejaba su rostro, y la irritó de tal modo que no pudo contenerse.
—¡Maldita sea, santana! ¡Estoy intentándolo! ¿Por qué no pones un poco de tu parte? —la increpó alejándose del marco de la puerta y dando un paso hacia ella. Ella, intimidada, retrocedió—. ¡Oh, por amor de Dios...! —gimió brit—. No le he puesto la mano encima a una mujer en toda mi vida. Puede que de vez en cuando pierda los estribos,porque soy algo temperamental y no puedo evitarlo, pero eso no significa que vaya a hacerte daño, cariño.
Aquel apelativo afectuoso la dejó de piedra y la joven bajó la vista azorada. Brti la miró con curiosidad, sorprendido por la reacción de santana ante lo que había sido un simple lapsus. Sólo entonces reparó en las sombras bajo sus ojos.
—Apenas duermes por las noches, ¿no es cierto? —inquirió suavemente.
—Es que cuando me acuesto, empiezo a pensar en... —la voz de santana se quebró—. No puedes imaginarte por lo que he pasado.
—Claro que lo imagino —murmuró brti —. Santana , creo que no sería mala idea que recibieras algún tipo de terapia para superar el trauma.
Pero ella sacudió la cabeza.
—Ahora no podría. Estoy demasiado cansada. Necesito descansar y no tener que pensar o recordar cosas que me hacen sentir mal —respondió dejando escapar un suspiro. Bajó la vista incómoda. No le gustaba hablar de aquello con brit . No quería que le tuviera lástima—. Brit , sé que aquí soy una molestia para ti. ¿Por qué no quieres que vaya con rachel a vuestro apartamento de Victoria?
—¿Quién ha dicho que no quiera? —le espetó ella entornando los ojos.
—rachel . Dice que no haces más que darle excusas por las cuales no puede usar el apartamento.
—No son excusas —respondió ella —. Son razones, buenas razones.
La expresión en el rostro de santana le indicó que no lo creía.
—Durante el día estarías sola porque rachel estaría trabajando —le explicó pacientemente—. Aquí siempre estamos la señora Bird o yo.
—Tú no eres responsable de mí —protestó ella.
—Sí que lo soy. Soy responsable del fideicomiso que te dejó sam .
—Pues no lo quiero, no quiero ese dinero —respondió santana —. Aunque no lo creas, el dinero no fue la razón por la que me casé con él.
—Ese dinero te pertenece —insistió brti —, y lo tendrás lo quieras o no.
El rostro de santana se alzó, y por un instante brit creyó haber conseguido encender la chispa que había estado tratando de sacar de ella, el modo de hacerla salir del caparazón en el que se había metido y hacerla volver al mundo. Sin embargo, tan pronto como se hubo encendido, aquella pequeña chispa se apagó.
—No tengo fuerzas para pelearme contigo, brittany —le dijo Coreen—. Cuando esté bien buscaré un trabajo y un lugar donde vivir, y desapareceré de tu vida para siempre.
Aquello era precisamente lo que brit temía. Quería hablar con ella, explicarle cómo se sentía, pero la lluvia estaba parando, y santana salió del establo como si la estuviera persiguiendo una jauría de perros de presa.
Al día siguiente le habían dado la tarde libre a la señora Bird, así que rach y santana se fueron a la cocina para hacer ellas mismas una tarta para la cena.
—Mi hermana está hoy más irritable que de costumbre —le comentó rach a su amiga mientras batía los huevos—. Nunca lo había oído lanzar semejantes epítetos.
Desde luego era imposible no darse cuenta, se dijo santana , que llevaba un buen rato tratando de ignorar la discusión que se oía a través de la ventana abierta. Giró la cabeza en esa dirección. Desde allí podía verse el gran edificio de metal donde se guardaban los vehículos que se utilizaban en el rancho. Y, precisamente en ese momento, brit estaba reparando una camioneta con dos de sus hombres. La joven observó que uno de ellos tiraba enfadado una llave inglesa al suelo y se alejaba a grandes zancadas farfullando algo y lanzando los brazos al aire.
—¡Hawkins, vuelve aquí o búscate otro empleo! —le gritó brit
—¡Pues me buscaré otro! —le espetó Hawkins girando la cabeza, pero sin detenerse—. ¡No puede haber nada peor que esto!
—¡Gallina! —voceó burlón otro hombre.
—¿Quieres irte con él, Charlie? —le preguntó brit con ojos relampagueantes.
Charlie se apresuró a recoger del suelo la llave inglesa y se la entregó a su jefa, quien, cubierto de grasa de arriba abajo, volvió a inclinarse sobre el motor de la camioneta.
Santana estaba temblando. Los gritos y las voces enfadadas la ponían muy nerviosa, y brit acababa de mostrarse más volátil de lo que jamás hubiera imaginado que pudiera ser. Según parecía, al estar en su propio rancho y no sentirse obligado a controlar su temperamento como lo hacía en los actos sociales, ante la gente, era aún más terrible.
—¿Cómo puedes soportarla? —le preguntó a rachel frunciendo las cejas. Su amiga dejó lo que estaba haciendo y giró la cabeza hacia ella.
—No es como sam —le dijo con suavidad—, no es una persona violenta. De hecho, en el fondo es un pedazo de pan. Lo que ves no es la auténticabrit—le señaló un bote a santana—. Pásame la esencia de vainilla. Gracias. Mi hermana siempre ha ocultado su verdadero yo bajo esa coraza llena de pinchos —continuó—, para evitar que la gente pueda darse cuenta de lo vulnerable que es en realidad.
—A otro perro con ese hueso —replicó santana incrédula—. Tu hermana tiene un corazón de hielo.
Rachel dio un ligero respingo que santana no advirtió y dejó el bote de vainilla sobre la encimera de la cocina con un carraspeo.
—Pero, tú no la odias, ¿verdad? —inquirió vocalizando tan alto y claro como si estuviera recitando una frase en una obra de teatro. Su amiga se sonrojó y la miró extrañada. Empezó a protestar, preguntándole a qué venía aquello, pero rach insistió.
—¿Odias a mi hermana?
—No, por supuesto que no... —farfulló santana bajando la vista—, pero estos últimos años las cosas habrían sido más fáciles para mí si lo hubiera odiado. Sam hizo de mi vida un infierno. No puedes imaginar lo que era para mí que me acusara por sentimientos que yo no podía evitar, y que me refregara por la cara todo el tiempo el hecho de que brit me hubiera rechazado. Estaba celoso de brit ... horriblemente celoso, a pesar incluso de que no me quisiera tampoco para él. Pero no pudo soportarlo cuando se enteró de lo que sentía por tu hermana. Aquella última noche me habría matado si...
Un leve sonido detrás de ellas le hizo volver el rostro y encontró a brit de pie en el umbral de la puerta trasera. Su rostro estaba pálido y sus facciones tensas.
—¿Siempre escuchas las conversaciones de los demás? —le espetó santana dando por fin una muestra de carácter—. Vamos, siéntate y ponte cómoda —le dijo con sarcasmo extendiendo un brazo para alcanzar una silla. Al hacerlo, le dio sin querer con el codo a un paquete de harina que había justo en el borde de la encimera, y estuvo a punto de caer al suelo, pero se agachó y lo salvó antes de que lo tocase, no sin cierta torpeza en sus movimientos.
—La señorita Elegancia... —masculló brit burlón. Lo había dicho sin malicia, casi sin pensar, sólo porque ella había reaccionado de un modo hostil a su presencia, pero para santana aquello fue la gota que colmó el vaso.
Vio cómo la expresión altiva de brit se convertía al instante en una de arrepentimiento al recordar, demasiado tarde, lo que Henry les había revelado acerca de cómo sam se metía con ella, pero santana había perdido el control sobre sí misma.
Ni siquiera pensó. Movida por la furia que la sacudía por dentro, se giró sobre los talones y le lanzó el paquete de harina con todas sus fuerzas. La bolsa de papel se rompió nada más chocar contra su pecho, y de pronto se vio cubierto de arriba abajo por una fina capa blanca que se mezcló con la grasa, y envuelto en una nube de polvo.
—Alquitranada y emplumada... —murmuró rach divertida, prorrumpiendo en grandes carcajadas. brit, que se había quedado de piedra, la miró furibunda, y después a samtana , quien estaba tan sorprendida como ella por lo que acababa de hacer.
Santana vio un destello amenazador en los pálidos ojos azules de brit , lo vio enrojecer de ira, y sintió que las rodillas le temblaban al recordar el modo en que sam había reaccionado las pocas veces que se había atrevido a plantarle cara. Alzó la vista aprehensiva y contrajo el rostro, esperando que explotara, esperando que la golpeara... Pero no ocurrió.brit había visto la expresión de temor en sus ojos, y eso hizo que controlara al punto su enfado, aunque jamás la habría pegado, como era obvio que ella temía.
—Para ser una mujer que odia la violencia —le dijo con los labios blancos por la harina—, no se puede decir que seas precisamente pacífica.
Y, con una media sonrisa, salió de la cocina, dejando tras de sí un reguero blanco.
— ¡Y que te sirva de lección! —le gritó su hermana burlona—: ¡no se debe enfadar a una mujer que está cocinando!
Charlie, que estaba fuera esperándola, empezó a reír sin poder parar, y los improperios de brit se oyeron en todo el rancho.
santana estaba hecha un flan por lo que acababa de hacer, y todavía no podía creerse que brit no hubiera tomado represalias. Se sentía tan confundida y a la vez tan aliviada, que rompió a llorar. Rachel la abrazó, incapaz de mantener el rostro serio ante lo tragicómico de la situación:
—Oh, vamos, santana , no se morirá por un poco de harina... Además, si no consigue quitársela, ya que está engrasada y enharinada, siempre podemos echarlo en una sartén y freírla bien...
Santana no pudo menos que echarse a reír en medio de las lágrimas al imaginar a un brit crujiente y dorado, sobre una enorme fuente y rodeado de lechuga.
A la hora de la cena, brit bajó ya limpia y duchada. Miró airado a las dos jóvenes, que reprimían risitas e intercambiaban miradas divertidas, pero no dijo una palabra respecto a lo ocurrido. Sin embargo, cuando llegaron al postre, brit se levantó sin decir nada, tomó su taza de café y salió del comedor en dirección al estudio.
—Se hace la ofendida —dijo rach divertida—. ¿Por qué no le llevas su trozo de tarta para hacer las paces con ella?
—No quiero hacer las paces con ella.
—Por supuesto que quieres —insistió su amiga con una sonrisa maliciosa, sirviendo un trozo de tarta en un platillo y entregándoselo con un tenedor—. Anda, ve.
—Eres una mala amiga —la reprendió santana frunciendo los labios—, sabías que estaba allí detrás de nosotras, ¿no es cierto?
Rach se sonrojó entre risas y se encogió de hombros.
—Lo siento, lo siento... Es sólo que quería que mi hermana se enterase de que no la odias. Pensé que ayudaría a distender las cosas entre vosotras.
Santana entornó los ojos pero no contestó. Se levantó, tomó el plato, y lo llevó hasta el estudio. La puerta no estaba cerrada, pero llamó con los nudillos antes de entrar. brit, sentada frente a una gran mesa de madera oscura, tenía un periódico abierto en una mano y la taza de café en la otra.
—¿No querías un poco de tarta? —inquirió ella vacilante. Bit bajó el periódico y se recostó en el asiento, mirándola fijamente.
—Te envía rachel , ¿no es así?
Santana no era buena fingiendo y ella se rió al ver que la expresión de su rostro la delataba.
—Ya me imaginaba que no vendrías aquí por tu propia voluntad.
La joven se acercó, ignorando el sarcástico comentario y dejó la tarta sobre la mesa.
—No pretendía molestarte con lo que te dije esta tarde —se disculpó brit quedamente—. Sé que no eres una persona torpe por naturaleza. Me sentí furiosa conmigo misma en el momento en que lo dije.
—Y yo reaccioné de un modo desproporcionado —admitió ella, dibujando arabescos invisibles con un dedo en la superficie de la mesa—. Perdóname tú también —alzó la vista hacia brit —. Por un momento creí que me ibas a pegar, pero no lo hiciste.
Las facciones de brit se tensaron.
—Ya te dije que yo jamás golpearía a nadie
—Bueno, siempre es mejor asegurarse —dijo ella.
Brit conocía la razón de su miedo, pero le ponía enferma el sólo pensar en ello porque se sentía horriblemente culpable por no haberse dado cuenta y haberlo impedido. Tomó un sorbo de su café y dejó la taza sobre la mesa, observando a santana con una leve sonrisa en los labios.
—Supongo que no querrás que nos demos un beso y hagamos las paces, ¿verdad? —le preguntó de repente. Los sorprendidos ojos de santana se alzaron encontrándose con los suyos.
—Oh, no tendría que ser un beso apasionado —aclaró brit . Sus ojos seguían fijos en los de ella, con una mirada burlona pero extrañamente tierna—, pero te haría bien, ser besada de un modo que no te hiera.
—No quiero que nadie vuelva a tocarme en toda mi vida —dijo ella con amargura.
—Comprendo que ahora te sientas así —respondió ella suavemente—, pero no debes permitir que esa mala experiencia te predisponga contra todas laspersonas en el futuro. Eres muy joven aún y serías una madre tan dulce... Recuerdo el día que Mary Gibbs fue a la tienda de tu padre con su bebé —añadió en un tono melancólico, como si recordara aquellos días con especial cariño—, cómo te deshiciste en tiernas miradas y caricias con él...
—Pero... pero tú no estabas allí ese día... —replicó ella perpleja.
—Yo nunca dejé de verte, santana . Nunca. Solía ir cerca de la tienda y te observaba largo rato a través del escaparate —dijo brit abruptamente. Daba la impresión de que le pesara el no haber podido evitarlo—. Dios, sigues sin comprenderlo, ¿verdad?
santana frunció las cejas y sacudió la cabeza.
—Tengo 30 años —le dijo britt pacientemente—, y tú sólo 22.
Ella siguió mirándola del mismo modo, como si siguiera sin ver el problema. Brit exhaló un profundo suspiro.
—Tengo 8 años más que tú —le dijo—. ¿No lo ves?, ¿no te das cuenta de la tremenda carga en que esa diferencia de edad se podría convertir para ti?
Los ojos de santana escrutaron su apuesto rostro.
—Hace ya mucho que dejé de penar por ti, brit . Me dejaste muy claro que no sentías nada por mí. No te odio pero ya tampoco te amo. Te aseguraste de que así fuera, y ahora ya no tienes de qué preocuparte —le dijo sin expresión alguna en sus ojos—. Nunca volveré a molestarte.
Se dio la vuelta y se dirigía ya hacia la puerta cuando, antes de que pudiera alcanzarla, vio que el largo brazo de brit se adelantaba y la cerraba con un golpe seco.
Santana , nerviosa, no se movió, pero bitt la tomó por los hombros y la hizo girarse hacia
ella, arrinconándola contra la puerta con expresión entre irritada y atormentada.
—Tú no lo entiendes, santana —farfulló con voz ronca—. ¡Estoy tan endiabladamente cansada de comportarme con nobleza...!
Y se inclinó sobre ella, tomando sus labios, de un modo tan repentino que ella no tuvo tiempo de reaccionar. Santana gimió en señal de protesta bajo la cálida aunque insistente presión de su boca y sus manos subieron al pecho femenino para intentar apartarla. brit despegó sus labios de ella lo justo para poder hablar.
—No voy a hacerte ningún daño —le dijo con ternura—. Ni siquiera te tocaré. Nome rechaces, tana . Por esta vez, deja que ocurra.
Santana no hacía más que repetirse que aquello era una locura, pero el breve contacto de los labios de brit sobre los suyos después de tanto tiempo había sido para ella como el suplicio de Tántalo, y un recordatorio de lo que pudo haber sido y no fue.
Incapaz de negarse otro fugaz instante de felicidad, la joven no luchó contra ello, y dejó que sus labios se rozaran otra vez con los de brit en una suave fricción que poco a poco se fue tornando más apasionada. Sin embargo, tal y como le había prometido, britt en ningún momento la agarró ni la aprisionó. Sólo sus labios se tocaron durante segundos que parecieron interminables. Cuando finalmente brit levantó la cabeza, santana estaba sin aliento y los ojos azules de britt escrutaron su rostro con solemnidad.
—Eso es lo que podía haber sido, tana —murmuró—. Y, aun así, sería sólo la punta del iceberg.
—No me atormentes —le rogó ella con amargura.
—¿Atormentarte? —repitió brit frunciendo el ceño.
—No podría volver a pasar por eso —murmuró santana , contrayendo el rostro—.sam siempre me decía que sólo habías jugado conmigo, que nunca habías sentido el menor deseo por mí porque era delgada y poco femenina, y...
—santana , yo no... —comenzó brit . Pero ella se dio la vuelta y abrió la puerta—. No es cierto que yo...
—Sí que lo es —replicó santana tristemente mirándola por encima del hombro—.Tú misma me lo dijiste aquella noche, en la fiesta del club de tiro.
—Te mentí —replicó él sin saber cómo hacer que lo creyera. Coreen esbozó una
débil sonrisa, intentando demostrarle que no le importaba.
—Está bien, brit, no pasa nada. De eso hace ya mucho tiempo. Sólo te pido que, por favor... por favor no vuelvas a intentar hacerme sentir algo por ti. Las dos sabemos que ahora tienes... nuevos intereses.
Y se marchó antes de que brit comprendiera a qué se estaba refiriendo: Lillian.
En ese momento britt se habría abofeteado. Después de todo era natural que lo pensase cuando la había invitado a cenar estando ella en la casa. Se preguntó si podría algún día hallar un modo de arreglar las cosas, de hacerle ver que se había dado cuenta de que estaba equivocada.
Después del almuerzo, rachel se había quedado dormida viendo una película en la televisión, y santana , que quería estirar las piernas, había salido asegurándose antes de que brit no andaba cerca. El cielo se había nublado, y ella se preguntó si llovería. Llevaba varios días sin caer una gota y sin duda los campos lo agradecerían. Había empezado a caminar sin rumbo fijo, y sus pasos la habían llevado cerca del establo.
Oyó voces dentro, y en cuanto vio salir a brit se paró en seco, giró en redondo, y comenzó a desandar el camino con prisa.
—¡santana, espera! —la llamó yendo tras ella. La joven se detuvo y se volvió hacia élla con los brazos cruzados, mirándola cautelosa. brit avanzaba hacia ella con las facciones rígidas. Parecía de mal humor... como de costumbre.
—No sabía que estabas por aquí —dijo ella poniéndose a la defensiva y sonrojándose ante su fija mirada.
—Oh, ya lo imagino —masculló brti—, cuando yo entro en una habitación tú sales de ella; por la mañana te quedas en tu habitación hasta que yo ya he desayunado y he salido; ¡y si crees que yo pueda estar a menos de un kilómetro de la casa, ni sales al porche!
Los labios de la joven se entreabrieron, dejando escapar un suspiro tembloroso, y dio un paso atrás, asustada.
—¡No...! —le rogó brit, queriendo abofetearse por haberse dejado llevar por su mal genio—. Está bien, no pasa nada. Perdona que haya sido tan brusca —le. Dijo obligándose a hablar con suavidad. santana cruzó los brazos sobre el pecho y la miró aprehensiva.
—¿Te acuerdas de Amarillo, el caballo que solías montar cuando venías al rancho a ver a rach? Lo cruzamos con Medianoche, y nació una potrilla a la que llamamos Chistera. ¿Te gustaría verla?
Su tono más amable pareció relajar un poco a la joven, quien asintió con la cabeza.
—Estupendo, vamos —dijo brit Le tendió una mano pero ella no descruzó los brazos, así que echó a andar y ella lo siguió.
En uno de los pesebres al fondo del establo estaba la joven yegua. Era de color negro, con una mancha blanca alargada en la frente, y marcas blancas también en las patas hasta las rodillas.
—Hola, Chistera, hola, bonita... —la saludó brit. Abrió la puerta de madera e hizo un gesto a santana para que entrara con ella. La joven estaba extasiada mirando a la yegua y comenzó a acariciarla tiernamente.
—Qué suave es... —murmuró. Brit sonrió al ver cómo brillaban sus ojos. Hacía tanto que no veía ese brillo en su mirada...
—Ya tiene un año y medio —le dijo—, y creemos que será una buena corredora igual que su padre. He contratado a un entrenador y un jockey para que empiece a trabajar con ella a finales de esta misma semana.
santana lo escuchaba en silencio mientras acariciaba las crines del animal, pero, de pronto, se oyó fuera un trueno, y la yegua se inquietó. Ella también dio un respingo conteniendo el aliento ante el inesperado ruido.
—Parece que vamos a tener tormenta —murmuró brit , girándose hacia las puertas abiertas del establo y observando cómo había oscurecido.
Salieron del pesebre y brit echó el cerrojo de la puerta antes de que desandaran sus pasos hacia la salida. ella se detuvo justo en el umbral elevando el rostro hacia el cielo y santana hizo otro tanto. Densos nubarrones entre negros y azulados cubrían toda la bóveda hasta el horizonte. El fogonazo de un relámpago lo iluminó todo, y lo siguió otro trueno retumbante.
— La naturaleza en todo su esplendor —comentó brit —. Hermoso, ¿no?
Pero santana se había estremecido, y había aprehensión otra vez en sus ojos.
—A mí no me lo parece. Detesto los ruidos fuertes.
Brit se apoyó en el marco de la puerta, observándola.
—Ruidos fuertes... ¿como por ejemplo gritos? —inquirió. Ella se volvió sorprendida. Brit inspiró lentamente.
—santana, sé lo que ocurrió en realidad en tu matrimonio.
—¿De veras? —contestó ella, soltando una risa amarga.
—Henry nos lo contó todo.
Ella se quedó callada un momento.
—¿Y creíste lo que te dijo? Eso sí que es sorprendente —le espetó con sarcasmo.
brit contrajo el rostro.
—Imaginaria que reaccionarías así.
Santana volvió a girar la cabeza hacia el exterior y se estremeció de nuevo cuando otro trueno hizo retumbar el suelo. La lluvia empezó a caer con fuerza, mojando la tierra polvorienta. No podría regresar a la casa sin calarse hasta los huesos, y en su estado tampoco podía correr.
—Necesitábamos esta lluvia —murmuró brit—. Acabamos de empezar a plantar heno.
—¿Ah, sí?
—rachel me ha quitado el paquete de cigarrillos que llevaba... —farfulló meneando la cabeza—. Está empeñada en que deje de fumar, y como no le hago caso, ha pasado a la acción.
—Ya veo.
Brit enarcó una ceja.
—¿Eres capaz de pronunciar más de dos palabras seguidas?
Santana se daba cuenta de que estaba intentando ser amable, pero después de cómo la había tratado todo ese tiempo, le resultaba difícil darle otra oportunidad.
Miró desesperada la casa en la lejanía, maldiciendo la lluvia por haberla aprisionado allí con brit. A ella no se le escapó la impaciencia que reflejaba su rostro, y la irritó de tal modo que no pudo contenerse.
—¡Maldita sea, santana! ¡Estoy intentándolo! ¿Por qué no pones un poco de tu parte? —la increpó alejándose del marco de la puerta y dando un paso hacia ella. Ella, intimidada, retrocedió—. ¡Oh, por amor de Dios...! —gimió brit—. No le he puesto la mano encima a una mujer en toda mi vida. Puede que de vez en cuando pierda los estribos,porque soy algo temperamental y no puedo evitarlo, pero eso no significa que vaya a hacerte daño, cariño.
Aquel apelativo afectuoso la dejó de piedra y la joven bajó la vista azorada. Brti la miró con curiosidad, sorprendido por la reacción de santana ante lo que había sido un simple lapsus. Sólo entonces reparó en las sombras bajo sus ojos.
—Apenas duermes por las noches, ¿no es cierto? —inquirió suavemente.
—Es que cuando me acuesto, empiezo a pensar en... —la voz de santana se quebró—. No puedes imaginarte por lo que he pasado.
—Claro que lo imagino —murmuró brti —. Santana , creo que no sería mala idea que recibieras algún tipo de terapia para superar el trauma.
Pero ella sacudió la cabeza.
—Ahora no podría. Estoy demasiado cansada. Necesito descansar y no tener que pensar o recordar cosas que me hacen sentir mal —respondió dejando escapar un suspiro. Bajó la vista incómoda. No le gustaba hablar de aquello con brit . No quería que le tuviera lástima—. Brit , sé que aquí soy una molestia para ti. ¿Por qué no quieres que vaya con rachel a vuestro apartamento de Victoria?
—¿Quién ha dicho que no quiera? —le espetó ella entornando los ojos.
—rachel . Dice que no haces más que darle excusas por las cuales no puede usar el apartamento.
—No son excusas —respondió ella —. Son razones, buenas razones.
La expresión en el rostro de santana le indicó que no lo creía.
—Durante el día estarías sola porque rachel estaría trabajando —le explicó pacientemente—. Aquí siempre estamos la señora Bird o yo.
—Tú no eres responsable de mí —protestó ella.
—Sí que lo soy. Soy responsable del fideicomiso que te dejó sam .
—Pues no lo quiero, no quiero ese dinero —respondió santana —. Aunque no lo creas, el dinero no fue la razón por la que me casé con él.
—Ese dinero te pertenece —insistió brti —, y lo tendrás lo quieras o no.
El rostro de santana se alzó, y por un instante brit creyó haber conseguido encender la chispa que había estado tratando de sacar de ella, el modo de hacerla salir del caparazón en el que se había metido y hacerla volver al mundo. Sin embargo, tan pronto como se hubo encendido, aquella pequeña chispa se apagó.
—No tengo fuerzas para pelearme contigo, brittany —le dijo Coreen—. Cuando esté bien buscaré un trabajo y un lugar donde vivir, y desapareceré de tu vida para siempre.
Aquello era precisamente lo que brit temía. Quería hablar con ella, explicarle cómo se sentía, pero la lluvia estaba parando, y santana salió del establo como si la estuviera persiguiendo una jauría de perros de presa.
Al día siguiente le habían dado la tarde libre a la señora Bird, así que rach y santana se fueron a la cocina para hacer ellas mismas una tarta para la cena.
—Mi hermana está hoy más irritable que de costumbre —le comentó rach a su amiga mientras batía los huevos—. Nunca lo había oído lanzar semejantes epítetos.
Desde luego era imposible no darse cuenta, se dijo santana , que llevaba un buen rato tratando de ignorar la discusión que se oía a través de la ventana abierta. Giró la cabeza en esa dirección. Desde allí podía verse el gran edificio de metal donde se guardaban los vehículos que se utilizaban en el rancho. Y, precisamente en ese momento, brit estaba reparando una camioneta con dos de sus hombres. La joven observó que uno de ellos tiraba enfadado una llave inglesa al suelo y se alejaba a grandes zancadas farfullando algo y lanzando los brazos al aire.
—¡Hawkins, vuelve aquí o búscate otro empleo! —le gritó brit
—¡Pues me buscaré otro! —le espetó Hawkins girando la cabeza, pero sin detenerse—. ¡No puede haber nada peor que esto!
—¡Gallina! —voceó burlón otro hombre.
—¿Quieres irte con él, Charlie? —le preguntó brit con ojos relampagueantes.
Charlie se apresuró a recoger del suelo la llave inglesa y se la entregó a su jefa, quien, cubierto de grasa de arriba abajo, volvió a inclinarse sobre el motor de la camioneta.
Santana estaba temblando. Los gritos y las voces enfadadas la ponían muy nerviosa, y brit acababa de mostrarse más volátil de lo que jamás hubiera imaginado que pudiera ser. Según parecía, al estar en su propio rancho y no sentirse obligado a controlar su temperamento como lo hacía en los actos sociales, ante la gente, era aún más terrible.
—¿Cómo puedes soportarla? —le preguntó a rachel frunciendo las cejas. Su amiga dejó lo que estaba haciendo y giró la cabeza hacia ella.
—No es como sam —le dijo con suavidad—, no es una persona violenta. De hecho, en el fondo es un pedazo de pan. Lo que ves no es la auténticabrit—le señaló un bote a santana—. Pásame la esencia de vainilla. Gracias. Mi hermana siempre ha ocultado su verdadero yo bajo esa coraza llena de pinchos —continuó—, para evitar que la gente pueda darse cuenta de lo vulnerable que es en realidad.
—A otro perro con ese hueso —replicó santana incrédula—. Tu hermana tiene un corazón de hielo.
Rachel dio un ligero respingo que santana no advirtió y dejó el bote de vainilla sobre la encimera de la cocina con un carraspeo.
—Pero, tú no la odias, ¿verdad? —inquirió vocalizando tan alto y claro como si estuviera recitando una frase en una obra de teatro. Su amiga se sonrojó y la miró extrañada. Empezó a protestar, preguntándole a qué venía aquello, pero rach insistió.
—¿Odias a mi hermana?
—No, por supuesto que no... —farfulló santana bajando la vista—, pero estos últimos años las cosas habrían sido más fáciles para mí si lo hubiera odiado. Sam hizo de mi vida un infierno. No puedes imaginar lo que era para mí que me acusara por sentimientos que yo no podía evitar, y que me refregara por la cara todo el tiempo el hecho de que brit me hubiera rechazado. Estaba celoso de brit ... horriblemente celoso, a pesar incluso de que no me quisiera tampoco para él. Pero no pudo soportarlo cuando se enteró de lo que sentía por tu hermana. Aquella última noche me habría matado si...
Un leve sonido detrás de ellas le hizo volver el rostro y encontró a brit de pie en el umbral de la puerta trasera. Su rostro estaba pálido y sus facciones tensas.
—¿Siempre escuchas las conversaciones de los demás? —le espetó santana dando por fin una muestra de carácter—. Vamos, siéntate y ponte cómoda —le dijo con sarcasmo extendiendo un brazo para alcanzar una silla. Al hacerlo, le dio sin querer con el codo a un paquete de harina que había justo en el borde de la encimera, y estuvo a punto de caer al suelo, pero se agachó y lo salvó antes de que lo tocase, no sin cierta torpeza en sus movimientos.
—La señorita Elegancia... —masculló brit burlón. Lo había dicho sin malicia, casi sin pensar, sólo porque ella había reaccionado de un modo hostil a su presencia, pero para santana aquello fue la gota que colmó el vaso.
Vio cómo la expresión altiva de brit se convertía al instante en una de arrepentimiento al recordar, demasiado tarde, lo que Henry les había revelado acerca de cómo sam se metía con ella, pero santana había perdido el control sobre sí misma.
Ni siquiera pensó. Movida por la furia que la sacudía por dentro, se giró sobre los talones y le lanzó el paquete de harina con todas sus fuerzas. La bolsa de papel se rompió nada más chocar contra su pecho, y de pronto se vio cubierto de arriba abajo por una fina capa blanca que se mezcló con la grasa, y envuelto en una nube de polvo.
—Alquitranada y emplumada... —murmuró rach divertida, prorrumpiendo en grandes carcajadas. brit, que se había quedado de piedra, la miró furibunda, y después a samtana , quien estaba tan sorprendida como ella por lo que acababa de hacer.
Santana vio un destello amenazador en los pálidos ojos azules de brit , lo vio enrojecer de ira, y sintió que las rodillas le temblaban al recordar el modo en que sam había reaccionado las pocas veces que se había atrevido a plantarle cara. Alzó la vista aprehensiva y contrajo el rostro, esperando que explotara, esperando que la golpeara... Pero no ocurrió.brit había visto la expresión de temor en sus ojos, y eso hizo que controlara al punto su enfado, aunque jamás la habría pegado, como era obvio que ella temía.
—Para ser una mujer que odia la violencia —le dijo con los labios blancos por la harina—, no se puede decir que seas precisamente pacífica.
Y, con una media sonrisa, salió de la cocina, dejando tras de sí un reguero blanco.
— ¡Y que te sirva de lección! —le gritó su hermana burlona—: ¡no se debe enfadar a una mujer que está cocinando!
Charlie, que estaba fuera esperándola, empezó a reír sin poder parar, y los improperios de brit se oyeron en todo el rancho.
santana estaba hecha un flan por lo que acababa de hacer, y todavía no podía creerse que brit no hubiera tomado represalias. Se sentía tan confundida y a la vez tan aliviada, que rompió a llorar. Rachel la abrazó, incapaz de mantener el rostro serio ante lo tragicómico de la situación:
—Oh, vamos, santana , no se morirá por un poco de harina... Además, si no consigue quitársela, ya que está engrasada y enharinada, siempre podemos echarlo en una sartén y freírla bien...
Santana no pudo menos que echarse a reír en medio de las lágrimas al imaginar a un brit crujiente y dorado, sobre una enorme fuente y rodeado de lechuga.
A la hora de la cena, brit bajó ya limpia y duchada. Miró airado a las dos jóvenes, que reprimían risitas e intercambiaban miradas divertidas, pero no dijo una palabra respecto a lo ocurrido. Sin embargo, cuando llegaron al postre, brit se levantó sin decir nada, tomó su taza de café y salió del comedor en dirección al estudio.
—Se hace la ofendida —dijo rach divertida—. ¿Por qué no le llevas su trozo de tarta para hacer las paces con ella?
—No quiero hacer las paces con ella.
—Por supuesto que quieres —insistió su amiga con una sonrisa maliciosa, sirviendo un trozo de tarta en un platillo y entregándoselo con un tenedor—. Anda, ve.
—Eres una mala amiga —la reprendió santana frunciendo los labios—, sabías que estaba allí detrás de nosotras, ¿no es cierto?
Rach se sonrojó entre risas y se encogió de hombros.
—Lo siento, lo siento... Es sólo que quería que mi hermana se enterase de que no la odias. Pensé que ayudaría a distender las cosas entre vosotras.
Santana entornó los ojos pero no contestó. Se levantó, tomó el plato, y lo llevó hasta el estudio. La puerta no estaba cerrada, pero llamó con los nudillos antes de entrar. brit, sentada frente a una gran mesa de madera oscura, tenía un periódico abierto en una mano y la taza de café en la otra.
—¿No querías un poco de tarta? —inquirió ella vacilante. Bit bajó el periódico y se recostó en el asiento, mirándola fijamente.
—Te envía rachel , ¿no es así?
Santana no era buena fingiendo y ella se rió al ver que la expresión de su rostro la delataba.
—Ya me imaginaba que no vendrías aquí por tu propia voluntad.
La joven se acercó, ignorando el sarcástico comentario y dejó la tarta sobre la mesa.
—No pretendía molestarte con lo que te dije esta tarde —se disculpó brit quedamente—. Sé que no eres una persona torpe por naturaleza. Me sentí furiosa conmigo misma en el momento en que lo dije.
—Y yo reaccioné de un modo desproporcionado —admitió ella, dibujando arabescos invisibles con un dedo en la superficie de la mesa—. Perdóname tú también —alzó la vista hacia brit —. Por un momento creí que me ibas a pegar, pero no lo hiciste.
Las facciones de brit se tensaron.
—Ya te dije que yo jamás golpearía a nadie
—Bueno, siempre es mejor asegurarse —dijo ella.
Brit conocía la razón de su miedo, pero le ponía enferma el sólo pensar en ello porque se sentía horriblemente culpable por no haberse dado cuenta y haberlo impedido. Tomó un sorbo de su café y dejó la taza sobre la mesa, observando a santana con una leve sonrisa en los labios.
—Supongo que no querrás que nos demos un beso y hagamos las paces, ¿verdad? —le preguntó de repente. Los sorprendidos ojos de santana se alzaron encontrándose con los suyos.
—Oh, no tendría que ser un beso apasionado —aclaró brit . Sus ojos seguían fijos en los de ella, con una mirada burlona pero extrañamente tierna—, pero te haría bien, ser besada de un modo que no te hiera.
—No quiero que nadie vuelva a tocarme en toda mi vida —dijo ella con amargura.
—Comprendo que ahora te sientas así —respondió ella suavemente—, pero no debes permitir que esa mala experiencia te predisponga contra todas laspersonas en el futuro. Eres muy joven aún y serías una madre tan dulce... Recuerdo el día que Mary Gibbs fue a la tienda de tu padre con su bebé —añadió en un tono melancólico, como si recordara aquellos días con especial cariño—, cómo te deshiciste en tiernas miradas y caricias con él...
—Pero... pero tú no estabas allí ese día... —replicó ella perpleja.
—Yo nunca dejé de verte, santana . Nunca. Solía ir cerca de la tienda y te observaba largo rato a través del escaparate —dijo brit abruptamente. Daba la impresión de que le pesara el no haber podido evitarlo—. Dios, sigues sin comprenderlo, ¿verdad?
santana frunció las cejas y sacudió la cabeza.
—Tengo 30 años —le dijo britt pacientemente—, y tú sólo 22.
Ella siguió mirándola del mismo modo, como si siguiera sin ver el problema. Brit exhaló un profundo suspiro.
—Tengo 8 años más que tú —le dijo—. ¿No lo ves?, ¿no te das cuenta de la tremenda carga en que esa diferencia de edad se podría convertir para ti?
Los ojos de santana escrutaron su apuesto rostro.
—Hace ya mucho que dejé de penar por ti, brit . Me dejaste muy claro que no sentías nada por mí. No te odio pero ya tampoco te amo. Te aseguraste de que así fuera, y ahora ya no tienes de qué preocuparte —le dijo sin expresión alguna en sus ojos—. Nunca volveré a molestarte.
Se dio la vuelta y se dirigía ya hacia la puerta cuando, antes de que pudiera alcanzarla, vio que el largo brazo de brit se adelantaba y la cerraba con un golpe seco.
Santana , nerviosa, no se movió, pero bitt la tomó por los hombros y la hizo girarse hacia
ella, arrinconándola contra la puerta con expresión entre irritada y atormentada.
—Tú no lo entiendes, santana —farfulló con voz ronca—. ¡Estoy tan endiabladamente cansada de comportarme con nobleza...!
Y se inclinó sobre ella, tomando sus labios, de un modo tan repentino que ella no tuvo tiempo de reaccionar. Santana gimió en señal de protesta bajo la cálida aunque insistente presión de su boca y sus manos subieron al pecho femenino para intentar apartarla. brit despegó sus labios de ella lo justo para poder hablar.
—No voy a hacerte ningún daño —le dijo con ternura—. Ni siquiera te tocaré. Nome rechaces, tana . Por esta vez, deja que ocurra.
Santana no hacía más que repetirse que aquello era una locura, pero el breve contacto de los labios de brit sobre los suyos después de tanto tiempo había sido para ella como el suplicio de Tántalo, y un recordatorio de lo que pudo haber sido y no fue.
Incapaz de negarse otro fugaz instante de felicidad, la joven no luchó contra ello, y dejó que sus labios se rozaran otra vez con los de brit en una suave fricción que poco a poco se fue tornando más apasionada. Sin embargo, tal y como le había prometido, britt en ningún momento la agarró ni la aprisionó. Sólo sus labios se tocaron durante segundos que parecieron interminables. Cuando finalmente brit levantó la cabeza, santana estaba sin aliento y los ojos azules de britt escrutaron su rostro con solemnidad.
—Eso es lo que podía haber sido, tana —murmuró—. Y, aun así, sería sólo la punta del iceberg.
—No me atormentes —le rogó ella con amargura.
—¿Atormentarte? —repitió brit frunciendo el ceño.
—No podría volver a pasar por eso —murmuró santana , contrayendo el rostro—.sam siempre me decía que sólo habías jugado conmigo, que nunca habías sentido el menor deseo por mí porque era delgada y poco femenina, y...
—santana , yo no... —comenzó brit . Pero ella se dio la vuelta y abrió la puerta—. No es cierto que yo...
—Sí que lo es —replicó santana tristemente mirándola por encima del hombro—.Tú misma me lo dijiste aquella noche, en la fiesta del club de tiro.
—Te mentí —replicó él sin saber cómo hacer que lo creyera. Coreen esbozó una
débil sonrisa, intentando demostrarle que no le importaba.
—Está bien, brit, no pasa nada. De eso hace ya mucho tiempo. Sólo te pido que, por favor... por favor no vuelvas a intentar hacerme sentir algo por ti. Las dos sabemos que ahora tienes... nuevos intereses.
Y se marchó antes de que brit comprendiera a qué se estaba refiriendo: Lillian.
En ese momento britt se habría abofeteado. Después de todo era natural que lo pensase cuando la había invitado a cenar estando ella en la casa. Se preguntó si podría algún día hallar un modo de arreglar las cosas, de hacerle ver que se había dado cuenta de que estaba equivocada.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
Re: fc brittana : "brittany"
Este fic cada vez esta genial
Espero tu pronta actualizacion
Saludos
Espero tu pronta actualizacion
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: fc brittana : "brittany"
Me ha encantado! Tanto asi que hasta lo he leído 2 veces! Pobre San :/
Espero y actualices, hasta pronto.
Espero y actualices, hasta pronto.
Kayra* - Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 22/03/2013
Re: fc brittana : "brittany"
Hoooola!!
No había comentado pero eh seguido la historia desde que empezó y quiero decir que me encanta, Sigueeelooo!! Ya quiero ver que más pasa con Britt y San!!
Saludoss :*
GenesisSnixxGermanotta* - Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 08/01/2014
Edad : 29
capitulo 8
Capítulo 8
Después de aquello volvió a haber cierta tensión entre brit y santaa pero Chistera resultó ser el cebo perfecto para hacer salir a la joven de la casa. Le encantaba ir a ver a la yegua durante los entrenamientos y mientras ella observaba los progresos del animal, brit observaba los de ella. Allí, a salvo de los recuerdos de su horrible matrimonio y en compañía de su mejor amiga, santana mejoraba a ojos vista. Sus mejillas adquirieron un saludable color sonrosado, sus ojos brillaban más,sonreía a menudo, y estaba empezando a ganar un poco de peso. Sin embargo, por mucho que brit se sintiera menos culpable al verla recuperarse y deseara que se quedara allí para siempre, santna seguía ansiosa por salir adelante por sí misma.
Esa tarde, mientras almorzaban, ella parecía querer decir algo pero no atreverse, así que su amiga intercedió por ella:
—brit, san y yo hemos estado pensando en irnos pasado mañana alapartamento de Victoria.
brit levantó la vista del plato y miró reprobadora a su hermana.
—Ya hemos hablado de esto, rachel. Santana se pasaría casi todo el día allí sola.¿Qué necesidad hay? Aquí está muy bien cuidada.
—Pero si estoy casi recuperada —protestó santana—. Ya no tengo mareos y los dolores prácticamente han desaparecido.
—Puede, pero aún no has superado el trauma. Has pasado por tanto... Además,¿eres infeliz aquí?
La joven vaciló y la miró tímidamente.
—Bueno, no...
—Entonces no hay más que hablar. Te quedas —la cortó ella con una sonrisa satisfecha por haber zanjado el asunto.
—Yo te lo agradezco, brit —murmuró santana—, pero quiero arreglármelas por mi cuenta: ser independiente, encontrar un trabajo, tener mi propia casa...
Brit soltó los cubiertos ruidosamente sobre el plato y la miró francamente exasperada.
—Pero no tienes porque lanzarte de cabeza al vacío. Espera a que pase el año y hayas recibido el dinero del fideicomiso. ¿Qué tiene de malo esto? ¿Por qué no quieres quedarte aquí hasta entonces?
—brit , no quiero ser una carga para ti sólo por esa estúpida condición en el testamento de sam. Ya te dije que no quiero su dinero. Además, no soy parte de vuestra familia y no tienes por qué ocuparte de mí.
—Demonios, santana , ya sé que no tengo por qué hacerlo —masculló brit—, pero «quiero» hacerlo. Esta casa es muy grande, y rachel y yo vivimos aquí solas. Tú le haces compañía y eres su mejor amiga.
—Pero...
—santana : preocúpate sólo de recuperarte del todo —la cortó ella en un tono suave pero firme—. No pienses en el mañana. Ya tendrás tiempo para eso.
El entrenador al que brit había contratado para trabajar con Chistera era un hombre afable llamado Robert Foster de unos cincuenta años que llevaba toda su vida preparando caballos pura sangre para las carreras. Había convencido a brit para que contratara también a su hijo Barney como jockey, quien, aunque no se dedicaba a ello de manera profesional, estaba en ese momento sin empleo y le serviría muy bien por su corta estatura y su habilidad natural como jinete. Así pues, Barney acompañaba cada día a su padre y, desde el principio, por su proximidad en edad con santana y su talante abierto y bromista, hizo amistad con la joven.
El único problema fue que brit lo advirtió y no le gustó nada, por lo que cortó de raíz reemplazándolo por un hombre llamado Bruce Lloyd, jockey profesional, más mayor, muy serio, y bastante poco agraciado. Santana , que echaba de menos a Barney, y se había extrañado con el cambio, inquirió al señor Foster sobre el asunto.
El hombre le dijo que brit le había encontrado un trabajo a su hijo en Victoria en una empresa de diseño gráfico y multimedia, que era lo que realmente le gustaba al joven y que Barney estaba loco de contento. Santana dudaba de las aparentemente nobles razones de brit y sospechaba que había algo más. Necesitaba saber si estaba en lo cierto y, decidida a averiguarlo, fue en su busca esa misma mañana. Lo encontró en el estudio hablando por teléfono. Santana se quedó en el umbral pero brit le hizo un gesto impaciente de que entrara y la joven así lo hizo.
Brit estaba poniendo de vuelta y media a la persona con la que estaba hablando, y puso fin a la conversación con una brusca exigencia y colgó el aparato antes de que su interlocutor pudiera replicar.
—¿Y bien? —le preguntó a santnan —. ¿En qué puedo ayudarte?
—El padre de Barney me ha dicho que le has encontrado un trabajo en Victoria.
—¿Y? santana quería preguntarle si le había buscado aquel empleo porque ella había estaba pasando mucho tiempo con él, pero no quería que pareciera que estaba acusándola de estar celosa. Bien sabía ella que ése no podía ser el motivo.
—Vamos, pregúntamelo —la invitó brit . santna enarcó las cejas.
—¿Que te pregunté qué?
—Si lo he hecho para alejarlo de aquí.
Ella entrelazó las manos sobre su regazo.
—¿Lo has hecho por eso? —le preguntó.
—La verdad es que sí.
Santnan lo miró boquiabierta. ¡Lo había admitido!
—Oh, ya veo.
—Si contraté al hijo del señor Foster fue sólo como un favor especial. Desde un principio a quién tenía intención de contratar era a Lloyd.
—No tienes que excusarte —le dijo santana en un tono apagado mientras se volvía hacia la puerta. Recuerdos desagradables regresaron a su mente en ese momento, y su voz sonó ausente cuando murmuró—: todo lo que me agrade tiene que desaparecer, ¿no es así?, incluso las personas. Una vez Henry me trajo un cachorro de perro pero no pude tenerlo más que dos días porque Barry le pegó un tiro...
Una de las fuertes manos de brit la agarró por el brazo y la hizo girarse hacia ella
La joven contuvo el aliento asustada por su brusquedad, pero ella no la soltó.
—Yo no le he pegado un tiro a ese chico, le he buscado un empleo, un buen empleo —masculló irritada mirándola con ojos relampagueantes—. Nunca haría nada deliberadamente para herirte, así que deja de juzgarme por el mismo rasero que a mi primo.
Cuando se enfadaba, brit resultaba verdaderamente intimidante pero la joven recordó entonces el día que le había lanzado el paquete de harina y ella no le había hecho nada. La otra mano del brit se deslizó hasta la cintura de santna y la sujetó suavemente cuando ella trató de apartarse. La mirada en sus ojos se había tornado curiosa, especulativa.
—rachel dice que me tienes miedo —le dijo de repente—. ¿Es cierto?
La joven bajó la vista azorada al pecho de brit , observando cómo subía y bajaba acompasadamente.
—Es que eres tan ... volátil.
—Siempre lo he sido —respondió ella —. Me viene de familia. Pero ya te he dicho que eso no me convierte en una persona violenta, santna .
—Lo sé —asintió ella—, ni siquiera cuando estás cubierto de harina —añadió con una leve sonrisa. Ella la tomó de la barbilla y, para su sorpresa, santna se encontró con que estaba observándola con una extraña mezcla de solemnidad y curiosidad.
—Cuando entré en la cocina le estabas diciendo a rach que sam utilizaba tus sentimientos hacia mí para atormentarte y que...
Ella trató de apartarla.
— ¡ Por favor, no ... !
—No, santana , mi intención no es avergonzarte —le dijo ella con suavidad, sujetándola por los brazos—. Escucha, lo que quiero es explicarte que nos hacía lomismo a los dos: siempre me decía que yo era la razón por la que tú lo rechazabas, por la que no dejabas que te tocara.
—Pues era mentira —murmuró santana sin poder mirarlo—. Yo nunca sentí nada por él, y él jamás me hizo sentir nada excepto miedo y dolor. Lo que ocurría entre nosotros no tenía nada que ver contigo.
—Pero yo no lo sabía, yo lo creí, y me sentía horriblemente culpable de su infelicidad —respondió brit abruptamente—. Cuando éramos más jóvenes, sam era como mi sombra. Después de la muerte de su padre siempre me vio como una especie de figura paterna.
Santana meneó la cabeza.
—Él te envidiaba. Tú eras todo lo que él no llegaría a ser jamás. Una vez... una vez me dijo que había empezado a cortejarme porque creía que yo te gustaba. Para él era una especie de competición: conseguir arrebatarte las cosas que tú querías —se rió amargamente—. Tiene gracia, ¿verdad?, que se casara conmigo sólo para darse cuenta de que en realidad tú no estabas interesado en mí en absoluto.
—Y te hizo pagar por ello, ¿no es así? —murmuró brit . Ella se estremeció.
—No quiero hablar de eso.
Brit dejó escapar un suspiro de irritación consigo misma. ¿Cómo podía haber estado tan ciego y haber creído las mentiras de aquel canalla?
—Además, ahora ya ha acabado —dijo ella al cabo de un rato. Se apartó de brit , porque su proximidad la incomodaba, y al alzar la vista hacia sus ojos, vio en ellos un verdadero torbellino de emociones pero no fue capaz de distinguirlas.
—¿Te ha hablado rach alguna vez de nuestros padres? —inquirió brit vacilante.
Santana asintió con la cabeza y ella se pasó una mano por los cabellos .
—La diferencia de edad entre ellos destruyó su matrimonio.
—A ella le encantaban las fiestas y todos los acontecimientos sociales, y llegó un momento en que él fue incapaz de seguir su ritmo. Ella continuó saliendo a pesar de todo, dejándolo atrás. Al poco tiempo se enamoró de un hombre más joven que nuestro padre, era inevitable que ocurriera, y lo abandonó. Él vivió dolido por su comportamiento el resto de su vida, culpándonos a rachel y a mí por su marcha.
Siempre decía que, si no hubiera sido porque él le había insistido en que quería tener hijos, no lo habría dejado.
Santana contrajo el rostro ante el tono herido de brit , sintiéndose mal por la muchacha que una vez fue. Debió ser realmente doloroso para ellos.
—Pero eso es absurdo, brit . Si no hubierais existido rach y tú, habría buscado cualquier otra excusa, ¿no lo ves? Si ella lo hubiera amado de verdad, jamás lo habría abandonado. Se habría quedado en casa con él en lugar de irse a esas fiestas. No habría querido ir a ningún lugar sin él.
Brit se volvió hacia ella, entornando los ojos.
—¿Es esa tu definición de un matrimonio feliz? ¿Dos personas que son inseparables?
—No —corrigió ella—, dos personas con intereses comunes que se aman y tratan al otro con respeto y buscan las mismas cosas en la vida. A sam le gustaba aparentar: los coches grandes, las mujeres sofisticadas... —añadió encogiéndose de hombros—.Sólo le caían bien las personas que tenían su misma visión prejuiciosa del mundo y su actitud hedonista. Yo nunca coincidí con él en nada. A mí lo que me gusta es el aire libre, los animales...
Desde que Henry les contara la espantosa verdad, brit tenía la sensación de estar descubriendo a una santana totalmente distinta y desconocida, pero, en ese momento, pensándolo, cayó en la cuenta de que en el fondo siempre había sabido todas aquellas cosas de ella: que no le gustaban las fiestas, que había ido infinidad de veces con rachel al rancho, y que le encantaba montar a caballo. Simplemente se había dejado engañar por sam, creando en su imaginación a una santana ficticia que nada tenía que ver con la que ella había tratado hasta su boda. La expresión atormentada en su rostro tenía perpleja a santana que estaba observándolo con curiosidad.
—Nunca te he conocido de verdad —murmuró brit lentamente.
—Nunca te tomaste la molestia —contestó ella. Suspiró y se dio la vuelta—. ¿Qué importancia tiene eso ahora de todas maneras? —añadió con la mano en el pomo.
—Si la compañía de Barney significa tanto para ti, puedo pedirle que vuelva —le dijo brit con amargura. Ella no se volvió.
—No, está bien, él... su padre me ha dicho que está muy contento —dijo—. Sólo pretendía mostrarse amistoso conmigo, brit , nada más. Rach y tú habéis sido muy amables conmigo, pero es que yo... —no pudo continuar. ¿Cómo decirle que se sentía sola, que necesitaba a alguien con quien charlar? Rachel tenía su trabajo, y si le hubiera dicho eso, habría parecido que le estaba suplicando que le hiciera compañía—.No importa.
—¿Te sientes sola, santana ? —inquirió ella suavemente, como leyéndole el pensamiento. La mano de la joven se tensó sobre el pomo de la puerta.
—¿Acaso no nos sentimos todos solos? —le preguntó en un tono triste. Abrió la puerta y salió.
Santana se sorprendió de encontrar a brit en la cocina la mañana siguiente cuando bajó a desayunar. Rach le había dicho que tendría que marcharse temprano porque tenía una cita de negocios en Houston, así que la joven se dio el lujo de dormir un poco más.
—Dormilona... —la reprendió brit suavemente—. Anda, siéntate y toma algo. La señora Bird ha salido a comprar unas cosas que necesitaba pero ha dejado el desayuno preparado.
—¿Cómo es que estás aquí? —inquirió ella tomando asiento—. Son más de las diez.
—Oh, tenía algo que hacer esta mañana —respondió brit muy misteriosa. Le sirvió una taza de café y se la colocó delante—. Venga, tómate algo rápido. Tengo unasorpresa para ti.
—¿Para mí? —repitió ella abriendo mucho los ojos. Ella asintió, sonriendo como un aniña traviesa.
—Pero no voy a decirte qué es, así que no preguntes. Vamos, desayuna.
Cuando hubo terminado, salieron por la puerta trasera y la condujo al establo.
Una vez en el interior,brit abrió la puerta del primer pesebre, y le hizo un gesto para que pasara dentro Y allí, acurrucado sobre una mantita entre la paja, había un cachorrito de collie. Santnan casi se quedó sin respiración al verlo. Era precioso. Se puso de rodillas junto al animalillo, que abrió los ojos cuando lo acarició, y emitió pequeños gemidos. Enternecida, santana lo tomó entre sus brazos y lo abrazó, echándose a reír cuando el cachorro le lamió la barbilla. Lágrimas de sorpresa y gratitud rodaban incesantes por sus mejillas. Brit se acuclilló junto a ella.
—Ya está vacunado y registrado, y es todo tuyo. Ahora ya sólo tienes queponerle un nombre y... ¡tana ! —exclamó cuando vio las lágrimas en su rostro.
—Gracias —musitó ella emocionada, sonriéndole—. Oh, gracias, brit , es la cosa más bonita que... —y, de un modo impulsivo, le puso una mano en el cuello e hizo que bajara la cabeza, estampando un beso en sus labios. Cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer, se sonrojó profusamente y apartó el rostro volviendo a centrar su atención en el perrito.
—Lo llamaré Shep. ¿Verdad que es precioso? —murmuró.
Pero brit permaneció callada. Sus ojos estaban fijos en la figura inclinada de Coreen. Aquella era la primera vez que la veía feliz desde que llegara al rancho.
—Bueno, me temo que tengo que volver al trabajo —dijo tras un ligero carraspeo.
Santana se incorporó también con el animal en los brazos y buscó sus ojos como tratando de hallar algo en ellos.
—¿Por qué? —le preguntó en un susurro. Brit puso su dedo índice sobre los labios de la joven.
—Tal vez porque me gusta verte feliz.
—Cuidaré muy bien de él, te lo prometo.
—Estoy seguro de que lo harás —asintió brit . Y se marchó, dejándola con el cachorro.
Después de aquello volvió a haber cierta tensión entre brit y santaa pero Chistera resultó ser el cebo perfecto para hacer salir a la joven de la casa. Le encantaba ir a ver a la yegua durante los entrenamientos y mientras ella observaba los progresos del animal, brit observaba los de ella. Allí, a salvo de los recuerdos de su horrible matrimonio y en compañía de su mejor amiga, santana mejoraba a ojos vista. Sus mejillas adquirieron un saludable color sonrosado, sus ojos brillaban más,sonreía a menudo, y estaba empezando a ganar un poco de peso. Sin embargo, por mucho que brit se sintiera menos culpable al verla recuperarse y deseara que se quedara allí para siempre, santna seguía ansiosa por salir adelante por sí misma.
Esa tarde, mientras almorzaban, ella parecía querer decir algo pero no atreverse, así que su amiga intercedió por ella:
—brit, san y yo hemos estado pensando en irnos pasado mañana alapartamento de Victoria.
brit levantó la vista del plato y miró reprobadora a su hermana.
—Ya hemos hablado de esto, rachel. Santana se pasaría casi todo el día allí sola.¿Qué necesidad hay? Aquí está muy bien cuidada.
—Pero si estoy casi recuperada —protestó santana—. Ya no tengo mareos y los dolores prácticamente han desaparecido.
—Puede, pero aún no has superado el trauma. Has pasado por tanto... Además,¿eres infeliz aquí?
La joven vaciló y la miró tímidamente.
—Bueno, no...
—Entonces no hay más que hablar. Te quedas —la cortó ella con una sonrisa satisfecha por haber zanjado el asunto.
—Yo te lo agradezco, brit —murmuró santana—, pero quiero arreglármelas por mi cuenta: ser independiente, encontrar un trabajo, tener mi propia casa...
Brit soltó los cubiertos ruidosamente sobre el plato y la miró francamente exasperada.
—Pero no tienes porque lanzarte de cabeza al vacío. Espera a que pase el año y hayas recibido el dinero del fideicomiso. ¿Qué tiene de malo esto? ¿Por qué no quieres quedarte aquí hasta entonces?
—brit , no quiero ser una carga para ti sólo por esa estúpida condición en el testamento de sam. Ya te dije que no quiero su dinero. Además, no soy parte de vuestra familia y no tienes por qué ocuparte de mí.
—Demonios, santana , ya sé que no tengo por qué hacerlo —masculló brit—, pero «quiero» hacerlo. Esta casa es muy grande, y rachel y yo vivimos aquí solas. Tú le haces compañía y eres su mejor amiga.
—Pero...
—santana : preocúpate sólo de recuperarte del todo —la cortó ella en un tono suave pero firme—. No pienses en el mañana. Ya tendrás tiempo para eso.
El entrenador al que brit había contratado para trabajar con Chistera era un hombre afable llamado Robert Foster de unos cincuenta años que llevaba toda su vida preparando caballos pura sangre para las carreras. Había convencido a brit para que contratara también a su hijo Barney como jockey, quien, aunque no se dedicaba a ello de manera profesional, estaba en ese momento sin empleo y le serviría muy bien por su corta estatura y su habilidad natural como jinete. Así pues, Barney acompañaba cada día a su padre y, desde el principio, por su proximidad en edad con santana y su talante abierto y bromista, hizo amistad con la joven.
El único problema fue que brit lo advirtió y no le gustó nada, por lo que cortó de raíz reemplazándolo por un hombre llamado Bruce Lloyd, jockey profesional, más mayor, muy serio, y bastante poco agraciado. Santana , que echaba de menos a Barney, y se había extrañado con el cambio, inquirió al señor Foster sobre el asunto.
El hombre le dijo que brit le había encontrado un trabajo a su hijo en Victoria en una empresa de diseño gráfico y multimedia, que era lo que realmente le gustaba al joven y que Barney estaba loco de contento. Santana dudaba de las aparentemente nobles razones de brit y sospechaba que había algo más. Necesitaba saber si estaba en lo cierto y, decidida a averiguarlo, fue en su busca esa misma mañana. Lo encontró en el estudio hablando por teléfono. Santana se quedó en el umbral pero brit le hizo un gesto impaciente de que entrara y la joven así lo hizo.
Brit estaba poniendo de vuelta y media a la persona con la que estaba hablando, y puso fin a la conversación con una brusca exigencia y colgó el aparato antes de que su interlocutor pudiera replicar.
—¿Y bien? —le preguntó a santnan —. ¿En qué puedo ayudarte?
—El padre de Barney me ha dicho que le has encontrado un trabajo en Victoria.
—¿Y? santana quería preguntarle si le había buscado aquel empleo porque ella había estaba pasando mucho tiempo con él, pero no quería que pareciera que estaba acusándola de estar celosa. Bien sabía ella que ése no podía ser el motivo.
—Vamos, pregúntamelo —la invitó brit . santna enarcó las cejas.
—¿Que te pregunté qué?
—Si lo he hecho para alejarlo de aquí.
Ella entrelazó las manos sobre su regazo.
—¿Lo has hecho por eso? —le preguntó.
—La verdad es que sí.
Santnan lo miró boquiabierta. ¡Lo había admitido!
—Oh, ya veo.
—Si contraté al hijo del señor Foster fue sólo como un favor especial. Desde un principio a quién tenía intención de contratar era a Lloyd.
—No tienes que excusarte —le dijo santana en un tono apagado mientras se volvía hacia la puerta. Recuerdos desagradables regresaron a su mente en ese momento, y su voz sonó ausente cuando murmuró—: todo lo que me agrade tiene que desaparecer, ¿no es así?, incluso las personas. Una vez Henry me trajo un cachorro de perro pero no pude tenerlo más que dos días porque Barry le pegó un tiro...
Una de las fuertes manos de brit la agarró por el brazo y la hizo girarse hacia ella
La joven contuvo el aliento asustada por su brusquedad, pero ella no la soltó.
—Yo no le he pegado un tiro a ese chico, le he buscado un empleo, un buen empleo —masculló irritada mirándola con ojos relampagueantes—. Nunca haría nada deliberadamente para herirte, así que deja de juzgarme por el mismo rasero que a mi primo.
Cuando se enfadaba, brit resultaba verdaderamente intimidante pero la joven recordó entonces el día que le había lanzado el paquete de harina y ella no le había hecho nada. La otra mano del brit se deslizó hasta la cintura de santna y la sujetó suavemente cuando ella trató de apartarse. La mirada en sus ojos se había tornado curiosa, especulativa.
—rachel dice que me tienes miedo —le dijo de repente—. ¿Es cierto?
La joven bajó la vista azorada al pecho de brit , observando cómo subía y bajaba acompasadamente.
—Es que eres tan ... volátil.
—Siempre lo he sido —respondió ella —. Me viene de familia. Pero ya te he dicho que eso no me convierte en una persona violenta, santna .
—Lo sé —asintió ella—, ni siquiera cuando estás cubierto de harina —añadió con una leve sonrisa. Ella la tomó de la barbilla y, para su sorpresa, santna se encontró con que estaba observándola con una extraña mezcla de solemnidad y curiosidad.
—Cuando entré en la cocina le estabas diciendo a rach que sam utilizaba tus sentimientos hacia mí para atormentarte y que...
Ella trató de apartarla.
— ¡ Por favor, no ... !
—No, santana , mi intención no es avergonzarte —le dijo ella con suavidad, sujetándola por los brazos—. Escucha, lo que quiero es explicarte que nos hacía lomismo a los dos: siempre me decía que yo era la razón por la que tú lo rechazabas, por la que no dejabas que te tocara.
—Pues era mentira —murmuró santana sin poder mirarlo—. Yo nunca sentí nada por él, y él jamás me hizo sentir nada excepto miedo y dolor. Lo que ocurría entre nosotros no tenía nada que ver contigo.
—Pero yo no lo sabía, yo lo creí, y me sentía horriblemente culpable de su infelicidad —respondió brit abruptamente—. Cuando éramos más jóvenes, sam era como mi sombra. Después de la muerte de su padre siempre me vio como una especie de figura paterna.
Santana meneó la cabeza.
—Él te envidiaba. Tú eras todo lo que él no llegaría a ser jamás. Una vez... una vez me dijo que había empezado a cortejarme porque creía que yo te gustaba. Para él era una especie de competición: conseguir arrebatarte las cosas que tú querías —se rió amargamente—. Tiene gracia, ¿verdad?, que se casara conmigo sólo para darse cuenta de que en realidad tú no estabas interesado en mí en absoluto.
—Y te hizo pagar por ello, ¿no es así? —murmuró brit . Ella se estremeció.
—No quiero hablar de eso.
Brit dejó escapar un suspiro de irritación consigo misma. ¿Cómo podía haber estado tan ciego y haber creído las mentiras de aquel canalla?
—Además, ahora ya ha acabado —dijo ella al cabo de un rato. Se apartó de brit , porque su proximidad la incomodaba, y al alzar la vista hacia sus ojos, vio en ellos un verdadero torbellino de emociones pero no fue capaz de distinguirlas.
—¿Te ha hablado rach alguna vez de nuestros padres? —inquirió brit vacilante.
Santana asintió con la cabeza y ella se pasó una mano por los cabellos .
—La diferencia de edad entre ellos destruyó su matrimonio.
—A ella le encantaban las fiestas y todos los acontecimientos sociales, y llegó un momento en que él fue incapaz de seguir su ritmo. Ella continuó saliendo a pesar de todo, dejándolo atrás. Al poco tiempo se enamoró de un hombre más joven que nuestro padre, era inevitable que ocurriera, y lo abandonó. Él vivió dolido por su comportamiento el resto de su vida, culpándonos a rachel y a mí por su marcha.
Siempre decía que, si no hubiera sido porque él le había insistido en que quería tener hijos, no lo habría dejado.
Santana contrajo el rostro ante el tono herido de brit , sintiéndose mal por la muchacha que una vez fue. Debió ser realmente doloroso para ellos.
—Pero eso es absurdo, brit . Si no hubierais existido rach y tú, habría buscado cualquier otra excusa, ¿no lo ves? Si ella lo hubiera amado de verdad, jamás lo habría abandonado. Se habría quedado en casa con él en lugar de irse a esas fiestas. No habría querido ir a ningún lugar sin él.
Brit se volvió hacia ella, entornando los ojos.
—¿Es esa tu definición de un matrimonio feliz? ¿Dos personas que son inseparables?
—No —corrigió ella—, dos personas con intereses comunes que se aman y tratan al otro con respeto y buscan las mismas cosas en la vida. A sam le gustaba aparentar: los coches grandes, las mujeres sofisticadas... —añadió encogiéndose de hombros—.Sólo le caían bien las personas que tenían su misma visión prejuiciosa del mundo y su actitud hedonista. Yo nunca coincidí con él en nada. A mí lo que me gusta es el aire libre, los animales...
Desde que Henry les contara la espantosa verdad, brit tenía la sensación de estar descubriendo a una santana totalmente distinta y desconocida, pero, en ese momento, pensándolo, cayó en la cuenta de que en el fondo siempre había sabido todas aquellas cosas de ella: que no le gustaban las fiestas, que había ido infinidad de veces con rachel al rancho, y que le encantaba montar a caballo. Simplemente se había dejado engañar por sam, creando en su imaginación a una santana ficticia que nada tenía que ver con la que ella había tratado hasta su boda. La expresión atormentada en su rostro tenía perpleja a santana que estaba observándolo con curiosidad.
—Nunca te he conocido de verdad —murmuró brit lentamente.
—Nunca te tomaste la molestia —contestó ella. Suspiró y se dio la vuelta—. ¿Qué importancia tiene eso ahora de todas maneras? —añadió con la mano en el pomo.
—Si la compañía de Barney significa tanto para ti, puedo pedirle que vuelva —le dijo brit con amargura. Ella no se volvió.
—No, está bien, él... su padre me ha dicho que está muy contento —dijo—. Sólo pretendía mostrarse amistoso conmigo, brit , nada más. Rach y tú habéis sido muy amables conmigo, pero es que yo... —no pudo continuar. ¿Cómo decirle que se sentía sola, que necesitaba a alguien con quien charlar? Rachel tenía su trabajo, y si le hubiera dicho eso, habría parecido que le estaba suplicando que le hiciera compañía—.No importa.
—¿Te sientes sola, santana ? —inquirió ella suavemente, como leyéndole el pensamiento. La mano de la joven se tensó sobre el pomo de la puerta.
—¿Acaso no nos sentimos todos solos? —le preguntó en un tono triste. Abrió la puerta y salió.
Santana se sorprendió de encontrar a brit en la cocina la mañana siguiente cuando bajó a desayunar. Rach le había dicho que tendría que marcharse temprano porque tenía una cita de negocios en Houston, así que la joven se dio el lujo de dormir un poco más.
—Dormilona... —la reprendió brit suavemente—. Anda, siéntate y toma algo. La señora Bird ha salido a comprar unas cosas que necesitaba pero ha dejado el desayuno preparado.
—¿Cómo es que estás aquí? —inquirió ella tomando asiento—. Son más de las diez.
—Oh, tenía algo que hacer esta mañana —respondió brit muy misteriosa. Le sirvió una taza de café y se la colocó delante—. Venga, tómate algo rápido. Tengo unasorpresa para ti.
—¿Para mí? —repitió ella abriendo mucho los ojos. Ella asintió, sonriendo como un aniña traviesa.
—Pero no voy a decirte qué es, así que no preguntes. Vamos, desayuna.
Cuando hubo terminado, salieron por la puerta trasera y la condujo al establo.
Una vez en el interior,brit abrió la puerta del primer pesebre, y le hizo un gesto para que pasara dentro Y allí, acurrucado sobre una mantita entre la paja, había un cachorrito de collie. Santnan casi se quedó sin respiración al verlo. Era precioso. Se puso de rodillas junto al animalillo, que abrió los ojos cuando lo acarició, y emitió pequeños gemidos. Enternecida, santana lo tomó entre sus brazos y lo abrazó, echándose a reír cuando el cachorro le lamió la barbilla. Lágrimas de sorpresa y gratitud rodaban incesantes por sus mejillas. Brit se acuclilló junto a ella.
—Ya está vacunado y registrado, y es todo tuyo. Ahora ya sólo tienes queponerle un nombre y... ¡tana ! —exclamó cuando vio las lágrimas en su rostro.
—Gracias —musitó ella emocionada, sonriéndole—. Oh, gracias, brit , es la cosa más bonita que... —y, de un modo impulsivo, le puso una mano en el cuello e hizo que bajara la cabeza, estampando un beso en sus labios. Cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer, se sonrojó profusamente y apartó el rostro volviendo a centrar su atención en el perrito.
—Lo llamaré Shep. ¿Verdad que es precioso? —murmuró.
Pero brit permaneció callada. Sus ojos estaban fijos en la figura inclinada de Coreen. Aquella era la primera vez que la veía feliz desde que llegara al rancho.
—Bueno, me temo que tengo que volver al trabajo —dijo tras un ligero carraspeo.
Santana se incorporó también con el animal en los brazos y buscó sus ojos como tratando de hallar algo en ellos.
—¿Por qué? —le preguntó en un susurro. Brit puso su dedo índice sobre los labios de la joven.
—Tal vez porque me gusta verte feliz.
—Cuidaré muy bien de él, te lo prometo.
—Estoy seguro de que lo harás —asintió brit . Y se marchó, dejándola con el cachorro.
dosapu** - Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 15/10/2012
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