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El sí dinero hace la felicidad.
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El sí dinero hace la felicidad.
¡Hola! ¿Como les va? Tengo una idea para un FF. Acá les dejo un adelanto y espero sus comentarios con el visto bueno o malo.
Si pudieras elegir ser rico en corto tiempo, ¿lo harías? Una decisión, vidas en riesgo, y el tiempo no paraba de avanzar para Santana.
- Ser rica en corto tiempo – Se repetía mientras veía desde su minúsculo y frio cuarto hacia la gran ciudad que se notaba lejana… aquella llegaría con su padre, y millones. Muchos millones
ADELANTO
Si pudieras elegir ser rico en corto tiempo, ¿lo harías? Una decisión, vidas en riesgo, y el tiempo no paraba de avanzar para Santana.
- Ser rica en corto tiempo – Se repetía mientras veía desde su minúsculo y frio cuarto hacia la gran ciudad que se notaba lejana… aquella llegaría con su padre, y millones. Muchos millones
Gigolina** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 06/05/2015
Edad : 31
Re: El sí dinero hace la felicidad.
¡Hola! Acá esta el primer cap... el lunes vuelvo a actualizar porque me voy de vacaciones
La pobreza es cruel, fría, abundante… la riqueza solo es para un grupo pequeño de personas, con suerte, mucha suerte; al menos así lo percibía Santana. Levantarse todos los días en medio del caos que producía el barrio no era grato. Las callecitas abarrotadas de gente con el único fin de llegar a la gran ciudad, el olor a desechos y cloacas se hacían parte de todos los hogares. Santana respiro con indignación y vio su pequeña colchoneta sucia y desteñida en el suelo de concreto de su cuarto, su sonrisa se abrió paso al ver a su pequeña hermana entrar por la puerta, así le decía a la cortina que cumplía la función de puerta. Naya era pequeña, tenía solo dos años, fue lo último que les dejo su padre antes de que lo asesinaran a sangre fría, su madre Maribel era una luchadora, pero a veces la lucha no basta para darle una vida digna a tres personas. A pesar de su dura vida, Santana tenía una hermosura que muy pocas mujeres logran tener en la vida, a sus 24 años trabajaba con su madre limpiando casas de gente rica. Ese mundo la eclipsaba, tener todo en la palma de tu mano sin tener que hacer esfuerzo.
- Apúrate, Tanita. A la señora no le gusta que lleguemos tarde. – La voz de su mamá la saco de su trance matutino.
- Ya voy, mamá. – El fastidio de su voz era notable.
Todos los días era la misma rutina, la misma gente en la calle que la saludaba por hipocresía más que por cortesía. Llevar a Naya con la tía, ir a trabajar, buscar a Naya, dormir y vuelve a empezar el día.
- Mamá, un día te sacaré de este lugar, no sé cómo, pero lo hare. – Dijo decidida mientras se sentaba en aquel bus descolorido e incómodo.
- Ay, hija. No hables así, no tendremos mucho pero lo que tenemos nos basta.
- Por favor, no tenemos absolutamente nada. – Dijo mordiendo su labio inferior mientras su mirada se perdía.
La casa de la señora Pierce era inmensa y tan inmaculada que cualquier persona se sentía una enfermedad al pisarla. Susan Pierce tendría unos setenta años, o al menos eso le calculaba la morena, era una funcionaria de la embajada americana, para el entendimiento de Santana, ella vivía en completa soledad… una pobre señora que apenas lograba hablar con claridad el idioma.
- Maribel, debo irme, ya sabes que hacer. – Logró escuchar al fondo, cada vez que la señora Susan se iba ella aprovechaba y atacaba la despensa de la anciana. ¡Tanta comida desperdiciada!
Llegó de nuevo a casa de su tía con el sol en su espalda, ocultándose. Pensaba en como Naya no vivía con su mamá como debería… pero la necesidad obligaba esa rutina. Vio a su primo Noah, ese pequeño rufián siempre estaba metido en negocios turbios, pero le daba a su madre una buena vida y eso era digno de respeto.
- ¡Mira quién llego! La hermosa Santanita. – Dijo regalándole un abrazo sincero.
- ¡Noah! Tanto tiempo sin verte.
- Tanita, siempre puedes hallarme… ¿Cómo va la casa? ¿La economía? – Dijo apartándola del ojo público.
- Horrible, tú lo sabes.
- Lo sé, lo sé… pobre Naya no deja de preguntar por ustedes. Debe ser muy duro no poder disfrutar de una vida corriente.
- ¿A qué quieres llegar? – Dijo Santana con fastidio
- Escúchame bien – Su voz era muy baja – Tengo un negocio, dos gringos, mucha plata de por medio. Yo me puedo encargar de uno, el grande, pero hay una jovencita como de tu edad, ella seria tu responsabilidad.
Santana se horrorizó ante aquello, su cara mostraba un enorme shock.
- Tana, para ti, solo para ti, habrán dos millones de dólares. Piénsalo… tienes dos días para darme respuesta. – Su primo desapareció en la oscuridad de la noche.
Era dinero, muchísimo más dinero del que probablemente necesitaba. Podría darle a su madre la casa y la vida que se merecía. El tiempo corría, no paraba de correr, Santana estaba en medio de un dilema moral.
CAPITULO 1
La pobreza es cruel, fría, abundante… la riqueza solo es para un grupo pequeño de personas, con suerte, mucha suerte; al menos así lo percibía Santana. Levantarse todos los días en medio del caos que producía el barrio no era grato. Las callecitas abarrotadas de gente con el único fin de llegar a la gran ciudad, el olor a desechos y cloacas se hacían parte de todos los hogares. Santana respiro con indignación y vio su pequeña colchoneta sucia y desteñida en el suelo de concreto de su cuarto, su sonrisa se abrió paso al ver a su pequeña hermana entrar por la puerta, así le decía a la cortina que cumplía la función de puerta. Naya era pequeña, tenía solo dos años, fue lo último que les dejo su padre antes de que lo asesinaran a sangre fría, su madre Maribel era una luchadora, pero a veces la lucha no basta para darle una vida digna a tres personas. A pesar de su dura vida, Santana tenía una hermosura que muy pocas mujeres logran tener en la vida, a sus 24 años trabajaba con su madre limpiando casas de gente rica. Ese mundo la eclipsaba, tener todo en la palma de tu mano sin tener que hacer esfuerzo.
- Apúrate, Tanita. A la señora no le gusta que lleguemos tarde. – La voz de su mamá la saco de su trance matutino.
- Ya voy, mamá. – El fastidio de su voz era notable.
Todos los días era la misma rutina, la misma gente en la calle que la saludaba por hipocresía más que por cortesía. Llevar a Naya con la tía, ir a trabajar, buscar a Naya, dormir y vuelve a empezar el día.
- Mamá, un día te sacaré de este lugar, no sé cómo, pero lo hare. – Dijo decidida mientras se sentaba en aquel bus descolorido e incómodo.
- Ay, hija. No hables así, no tendremos mucho pero lo que tenemos nos basta.
- Por favor, no tenemos absolutamente nada. – Dijo mordiendo su labio inferior mientras su mirada se perdía.
La casa de la señora Pierce era inmensa y tan inmaculada que cualquier persona se sentía una enfermedad al pisarla. Susan Pierce tendría unos setenta años, o al menos eso le calculaba la morena, era una funcionaria de la embajada americana, para el entendimiento de Santana, ella vivía en completa soledad… una pobre señora que apenas lograba hablar con claridad el idioma.
- Maribel, debo irme, ya sabes que hacer. – Logró escuchar al fondo, cada vez que la señora Susan se iba ella aprovechaba y atacaba la despensa de la anciana. ¡Tanta comida desperdiciada!
Llegó de nuevo a casa de su tía con el sol en su espalda, ocultándose. Pensaba en como Naya no vivía con su mamá como debería… pero la necesidad obligaba esa rutina. Vio a su primo Noah, ese pequeño rufián siempre estaba metido en negocios turbios, pero le daba a su madre una buena vida y eso era digno de respeto.
- ¡Mira quién llego! La hermosa Santanita. – Dijo regalándole un abrazo sincero.
- ¡Noah! Tanto tiempo sin verte.
- Tanita, siempre puedes hallarme… ¿Cómo va la casa? ¿La economía? – Dijo apartándola del ojo público.
- Horrible, tú lo sabes.
- Lo sé, lo sé… pobre Naya no deja de preguntar por ustedes. Debe ser muy duro no poder disfrutar de una vida corriente.
- ¿A qué quieres llegar? – Dijo Santana con fastidio
- Escúchame bien – Su voz era muy baja – Tengo un negocio, dos gringos, mucha plata de por medio. Yo me puedo encargar de uno, el grande, pero hay una jovencita como de tu edad, ella seria tu responsabilidad.
Santana se horrorizó ante aquello, su cara mostraba un enorme shock.
- Tana, para ti, solo para ti, habrán dos millones de dólares. Piénsalo… tienes dos días para darme respuesta. – Su primo desapareció en la oscuridad de la noche.
Era dinero, muchísimo más dinero del que probablemente necesitaba. Podría darle a su madre la casa y la vida que se merecía. El tiempo corría, no paraba de correr, Santana estaba en medio de un dilema moral.
Gigolina** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 06/05/2015
Edad : 31
Re: El sí dinero hace la felicidad.
¡Hola! No había encontrado la nueva pagina así que... estaba un poco perdida xD He aquí el capitulo dos.
La luz del sol entraba tenuemente por la ventana, el sonido de las olas reventándose contra la costa y unos pájaros que cantaban en el techo despertaron a Brittany. California era un lugar de ensueño para vivir, y más aún si no tenías responsabilidades. La joven era hija de un funcionario del gobierno americano y una profesora de ballet, nada mal. Creció en la elite de la clase alta pero esto no había forjado su carácter, a diferencia de sus padres ella no alardeaba de su dinero y le agradaba ayudar a la gente con menos dinero.
- Por todos los cielos, Brittany, levántate. – La voz de Robert Pierce rompió el encanto de esa mañana. – Debemos arreglar todo para mañana.
Sí, mañana llegaría a Venezuela. Era la primera vez que acompañaba a su padre a un viaje de negocios, pero esta vez necesitaba ver a su amada abuela.
- En eso estoy, papá – Dijo mientras su piel rozaba la sutil textura de sus sabanas de seda.
- No quiero otra de tus actitudes hippies en este viaje, empaca lo necesario.
La vida de la rubia era en si un círculo vicioso en donde sus padres tomaban todas las decisiones por ella, a veces podía ser libre, solo a veces… todo estaba en manos de sus padres, hasta aquella relación miserable con Samuel Evans, un empresario de gran nombre y poco corazón.
Estudió idiomas en la universidad, pero nunca tuvo la oportunidad de ejercer, la familia Evans no permitía que una mujer saliera a trabajar, toda su vida pasaba en frente de sus ojos como el gran teatro de lo absurdo, donde nada tenía sentido. Veinticuatro años arrojados a una gran fosa de desperdicios, lleno de dinero sucio, amigas falsas, amor fingido.
Dos millones de dólares
- Tana, ¿me estás oyendo? – la voz de Maribel rompió la nube de Santana.
- Sí, mamá, claro que te estoy oyendo.
El camino a casa de la tía pasó lento, tan lento que parecía que el reloj no se movía, Santana no podía dejar de pensar en aquello.
- Voy a buscar a Noah, mama. – Fue lo único que logro pronunciar la morena en horas.
Corrió entre las calles cercanas en busca de aquella cara que tanto conocía.
- Mil, dos mil, tres mil, cuatro mil – Escuchó Santana tras una puerta metálica.
- ¿Noah? ¿Estás ahí? - Dijo con miedo
- Sí, Tanita, pasa.
El pecho de Santana subía y bajaba con la respiración agitada, no alcanzó a saludar a su primo cuando soltó la noticia:
- Estoy dentro, lo hare.
- Sabia que lo harias, nena. – Dijo dándole un abrazo a la joven que solo lucia como un manojo de nervios – Mañana a esta hora quizás tengamos el dinero Santana. Todo estará bien.
CAPITULO 2
La luz del sol entraba tenuemente por la ventana, el sonido de las olas reventándose contra la costa y unos pájaros que cantaban en el techo despertaron a Brittany. California era un lugar de ensueño para vivir, y más aún si no tenías responsabilidades. La joven era hija de un funcionario del gobierno americano y una profesora de ballet, nada mal. Creció en la elite de la clase alta pero esto no había forjado su carácter, a diferencia de sus padres ella no alardeaba de su dinero y le agradaba ayudar a la gente con menos dinero.
- Por todos los cielos, Brittany, levántate. – La voz de Robert Pierce rompió el encanto de esa mañana. – Debemos arreglar todo para mañana.
Sí, mañana llegaría a Venezuela. Era la primera vez que acompañaba a su padre a un viaje de negocios, pero esta vez necesitaba ver a su amada abuela.
- En eso estoy, papá – Dijo mientras su piel rozaba la sutil textura de sus sabanas de seda.
- No quiero otra de tus actitudes hippies en este viaje, empaca lo necesario.
La vida de la rubia era en si un círculo vicioso en donde sus padres tomaban todas las decisiones por ella, a veces podía ser libre, solo a veces… todo estaba en manos de sus padres, hasta aquella relación miserable con Samuel Evans, un empresario de gran nombre y poco corazón.
Estudió idiomas en la universidad, pero nunca tuvo la oportunidad de ejercer, la familia Evans no permitía que una mujer saliera a trabajar, toda su vida pasaba en frente de sus ojos como el gran teatro de lo absurdo, donde nada tenía sentido. Veinticuatro años arrojados a una gran fosa de desperdicios, lleno de dinero sucio, amigas falsas, amor fingido.
Dos millones de dólares
- Tana, ¿me estás oyendo? – la voz de Maribel rompió la nube de Santana.
- Sí, mamá, claro que te estoy oyendo.
El camino a casa de la tía pasó lento, tan lento que parecía que el reloj no se movía, Santana no podía dejar de pensar en aquello.
- Voy a buscar a Noah, mama. – Fue lo único que logro pronunciar la morena en horas.
Corrió entre las calles cercanas en busca de aquella cara que tanto conocía.
- Mil, dos mil, tres mil, cuatro mil – Escuchó Santana tras una puerta metálica.
- ¿Noah? ¿Estás ahí? - Dijo con miedo
- Sí, Tanita, pasa.
El pecho de Santana subía y bajaba con la respiración agitada, no alcanzó a saludar a su primo cuando soltó la noticia:
- Estoy dentro, lo hare.
- Sabia que lo harias, nena. – Dijo dándole un abrazo a la joven que solo lucia como un manojo de nervios – Mañana a esta hora quizás tengamos el dinero Santana. Todo estará bien.
Gigolina** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 06/05/2015
Edad : 31
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Hola chica, al fin apareces, que bueno que entro santana
Saludos.
Saludos.
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Continúa, está interesante.
Xx
Xx
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Estos capítulos de introducción al drama son cortos, ¡prometo que los próximos serán más largos!
Era de madrugada en la costa oeste, la luna brillaba con tanta intensidad que podría parecer el sol. Brittany había empacado lo necesario tal y como lo había ordenado su padre, se puso un jean negro, unos zapatos Air Max blancos y su camiseta blanca favorita, sabía que al lugar que iba hacía tanto calor como en California.
- Hola preciosa, ¿estás listas para irte? – Oyó la voz de Sam a través de su teléfono.
- Hey, Sam. Sí, estoy esperando por papá.
- Ten cuidado, me han dicho cosas terribles de ese país. ¿Susan, tú hablas español, cierto? – Odiaba cuando Samuel la llamaba por su segundo nombre.
- Sí – Respondió cortante
- Bueno, pues, me despido espero verte pronto. Un beso – Sin más colgó, así era él. Un perfecto patán.
Levantó su cabello en una cola alta y miro su rostro pálido, no reconocía a la mujer que reflejaba el espejo, ya ni siquiera se conocía. ¿En dónde terminaron sus sueños? ¿Por qué había permitido todo eso? Odiaba a Samuel y aparentemente el próximo año se casaría con él, amaba su carrera pero jamás se le permitió trabajar, le gustaban las mujeres y nunca ha besado a alguna. Dejó que el agua recorriera su cara y sus manos, quizás este viaje sea distinto.
Tomó mochila negra y se despidió de su madre, al salir de la casa tuvo una corazonada de que algo iba a pasar.
- Son nervios – Pensó
Estoy afuera
El mensaje de Noah despertó a Santana, eran las tres de la mañana. Como pudo salió sin hacer ruido, usaba un jean oscuro y un suéter negro amplio.
- Por Dios, Noah son las tres. Es demasiado temprano - Se quejó la morena.
- Sí, lo es, pero tenemos que preparar todo.
- ¿Seguro que no estaremos en problemas?
- No, Santana, cálmate. Ten – Dijo dándole una glock 9 milímetros – esta será tu fiel compañera en este viaje ¿ok? Cuídala.
- ¿Es necesario? Digo… no mataremos a nadie ¿o sí? – La preocupación era notable en la cara de la morena
- No sé, Santana. Deja las preguntas, vamos, debemos llegar al aeropuerto.
El sol se posaba en el mar Caribe bañándolo, el calor era soportable pero agotador. El viaje de Brittany fue tranquilo y mejor de lo que esperaba. Llegaron al aeropuerto de Maiquetía y se suponía que un caballero de la embajada los llevaría a Caracas, la capital del país.
CAPITULO 3
Era de madrugada en la costa oeste, la luna brillaba con tanta intensidad que podría parecer el sol. Brittany había empacado lo necesario tal y como lo había ordenado su padre, se puso un jean negro, unos zapatos Air Max blancos y su camiseta blanca favorita, sabía que al lugar que iba hacía tanto calor como en California.
- Hola preciosa, ¿estás listas para irte? – Oyó la voz de Sam a través de su teléfono.
- Hey, Sam. Sí, estoy esperando por papá.
- Ten cuidado, me han dicho cosas terribles de ese país. ¿Susan, tú hablas español, cierto? – Odiaba cuando Samuel la llamaba por su segundo nombre.
- Sí – Respondió cortante
- Bueno, pues, me despido espero verte pronto. Un beso – Sin más colgó, así era él. Un perfecto patán.
Levantó su cabello en una cola alta y miro su rostro pálido, no reconocía a la mujer que reflejaba el espejo, ya ni siquiera se conocía. ¿En dónde terminaron sus sueños? ¿Por qué había permitido todo eso? Odiaba a Samuel y aparentemente el próximo año se casaría con él, amaba su carrera pero jamás se le permitió trabajar, le gustaban las mujeres y nunca ha besado a alguna. Dejó que el agua recorriera su cara y sus manos, quizás este viaje sea distinto.
Tomó mochila negra y se despidió de su madre, al salir de la casa tuvo una corazonada de que algo iba a pasar.
- Son nervios – Pensó
Estoy afuera
El mensaje de Noah despertó a Santana, eran las tres de la mañana. Como pudo salió sin hacer ruido, usaba un jean oscuro y un suéter negro amplio.
- Por Dios, Noah son las tres. Es demasiado temprano - Se quejó la morena.
- Sí, lo es, pero tenemos que preparar todo.
- ¿Seguro que no estaremos en problemas?
- No, Santana, cálmate. Ten – Dijo dándole una glock 9 milímetros – esta será tu fiel compañera en este viaje ¿ok? Cuídala.
- ¿Es necesario? Digo… no mataremos a nadie ¿o sí? – La preocupación era notable en la cara de la morena
- No sé, Santana. Deja las preguntas, vamos, debemos llegar al aeropuerto.
El sol se posaba en el mar Caribe bañándolo, el calor era soportable pero agotador. El viaje de Brittany fue tranquilo y mejor de lo que esperaba. Llegaron al aeropuerto de Maiquetía y se suponía que un caballero de la embajada los llevaría a Caracas, la capital del país.
Gigolina** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 06/05/2015
Edad : 31
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Estuvo bien, robaran los chicos.
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Ya quiero que secuestren a Brittany que aparentemente esta súper reprimida.
Xx
Xx
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Hola!! Veremos que pasa!!!
Podras dejar capítulos mas largos???
Saludos
Podras dejar capítulos mas largos???
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: El sí dinero hace la felicidad.
¡Hola! Lamento la tardanza pero... en mi país se va la luz cada 15 min y es un parto escribir =(
Santana
Noah nos lleva en una camioneta gris por la autopista a toda velocidad, además de nosotros dos hay cuatro hombres en moto rodeándonos, empiezo a creer que esta idea es un error, hay chalecos antibalas, máscaras y armas de alto calibre. Sabía que estas personas eran ricas y poderosas pero notaba un exceso de parte de mi primo. El calor era insoportable y desee tener ropa más ligera, la voz de Noah rompió el silencio.
- Tana, tú te encargaras solo de la muchacha ¿ok? Concéntrate solo en mantenerla viva y tranquila.
- Si, ya sé.
Tuve que ponerme una máscara negra, parecía una película de acción, yo solo debía esperar a que la muchacha estuviera en el auto, solo eso.
Brittany
Subimos al carro oscuro que nos llevaría, la carretera está vacía así que aprovecho para abrir la ventana y recibir aire de verdad, mis ojos van directamente hacia el mar, por alguna razón me calma y me alegra ver hacia el océano. De un segundo a otro mis ojos dejan de ver el paisaje y se cruzan con otros ojos oscuros que me miran con temor detrás de una máscara negra. Frenamos, tan rápidamente que golpeo mi cabeza contra el asiento del piloto, escucho voces en español que entiendo con claridad.
- Bájate, gringa, dale, dale. – Dice un hombre muy fuerte que me toma en sus brazos como si fuese una pluma, veo a lo lejos a mi papá siendo tomado por otro hombre, el oficial Kenny está ¿muerto? No lo sé, solo sé que su cabeza reposa en el volante y este gotea sangre. – Vente coño, que no tengo todo el día. – Su pistola golpea mi cabeza y siento que me ponen una especie de bolsa hecha de tela. El olor es insoportable, huele a sangre y a algo desagradable que no sé descifrar. Como puedo empiezo a gritar en inglés.
- ¿Papá? ¿Estás aquí? ¿Papá?
- Tana, ¿Qué está diciendo?
- No sé, Noah, no hablo inglés. – Escuché la voz de una mujer a mi lado.
- Nena, estoy aquí, no hables, saldremos de esto. – Escucho a mi papá decir, en el carro hay demasiadas voces para mi gusto.
- Cállala, Tana, no puedo manejar así. – Ese hombre debe ser el jefe o algo así, todas las órdenes las hace solo.
- Escucha, niña. – Oigo en ingles una voz femenina casi imperceptible - no hables si no quieres que te golpeen de nuevo ¿vale? Trata de ser prudente, tu papá y tú estarán bien.
No respondí nada, no podía. Los nervios me estaban matando, quizás ellos me matarían, pero ¿por qué?
Santana
La rubia es hermosa, según su pasaporte se llama Brittany Susan Pierce… un momento, es la nieta de la señora Susan. ¿¡En qué mierda me metí!? Justo voy a secuestrar a la nieta de la señora que nos ha dado de comer por mucho tiempo. Tranquila, Santana, nadie sabrá eso… Noah dijo que sería rápido, un día como mucho.
Pobre muchacha, no merece esto, está en silencio y sé que se sorprendió cuando le hable en inglés; si mi primo supiera que hablo el idioma me metería en más líos y no quiero eso.
La chica huele a fresas, a chicle, no sé, pero se nota por encima que es solo una ricachona más.
- Tana, métela en el cuarto y vigílala, ya puedes dejar que vea, no reconocerá nada igual.
- ¿Puedo quitarme esta estúpida mascara? – Dije casi suplicante.
- Sí, hazlo, pero ponte una pañoleta en la cara, no puede verte totalmente.
Fui a buscar a la chica en el auto, el calor era irreal. Estábamos en una zona tan apartada que ni yo misma sabia en donde estábamos, Noah se llevó al señor mayor supongo que él es el pez gordo. Tomé a la joven del brazo y su reacción fue alarmarse como si le hubiese disparado.
- Por favor, por favor, no me mates. – Su voz se quebró y mi alma también.
- Cálmate, no te haré daño. Te llevaré a un cuarto.
Caminamos en silencio unos metros, el cuarto era terrible, peor que el mío, una colchoneta y un baño asqueroso. Le quité la bolsa que le tapaba la cara y la vi, pálida, asustada, con una grieta en la frente de porcelana, los labios agrietados y blancos… no tenían ni una gota de brillo, pero aun así era hermosa.
- Ven, te quitaré todo eso. – Dije con una voz tierna que no reconocí.
CAPITULO 4
Santana
Noah nos lleva en una camioneta gris por la autopista a toda velocidad, además de nosotros dos hay cuatro hombres en moto rodeándonos, empiezo a creer que esta idea es un error, hay chalecos antibalas, máscaras y armas de alto calibre. Sabía que estas personas eran ricas y poderosas pero notaba un exceso de parte de mi primo. El calor era insoportable y desee tener ropa más ligera, la voz de Noah rompió el silencio.
- Tana, tú te encargaras solo de la muchacha ¿ok? Concéntrate solo en mantenerla viva y tranquila.
- Si, ya sé.
Tuve que ponerme una máscara negra, parecía una película de acción, yo solo debía esperar a que la muchacha estuviera en el auto, solo eso.
Brittany
Subimos al carro oscuro que nos llevaría, la carretera está vacía así que aprovecho para abrir la ventana y recibir aire de verdad, mis ojos van directamente hacia el mar, por alguna razón me calma y me alegra ver hacia el océano. De un segundo a otro mis ojos dejan de ver el paisaje y se cruzan con otros ojos oscuros que me miran con temor detrás de una máscara negra. Frenamos, tan rápidamente que golpeo mi cabeza contra el asiento del piloto, escucho voces en español que entiendo con claridad.
- Bájate, gringa, dale, dale. – Dice un hombre muy fuerte que me toma en sus brazos como si fuese una pluma, veo a lo lejos a mi papá siendo tomado por otro hombre, el oficial Kenny está ¿muerto? No lo sé, solo sé que su cabeza reposa en el volante y este gotea sangre. – Vente coño, que no tengo todo el día. – Su pistola golpea mi cabeza y siento que me ponen una especie de bolsa hecha de tela. El olor es insoportable, huele a sangre y a algo desagradable que no sé descifrar. Como puedo empiezo a gritar en inglés.
- ¿Papá? ¿Estás aquí? ¿Papá?
- Tana, ¿Qué está diciendo?
- No sé, Noah, no hablo inglés. – Escuché la voz de una mujer a mi lado.
- Nena, estoy aquí, no hables, saldremos de esto. – Escucho a mi papá decir, en el carro hay demasiadas voces para mi gusto.
- Cállala, Tana, no puedo manejar así. – Ese hombre debe ser el jefe o algo así, todas las órdenes las hace solo.
- Escucha, niña. – Oigo en ingles una voz femenina casi imperceptible - no hables si no quieres que te golpeen de nuevo ¿vale? Trata de ser prudente, tu papá y tú estarán bien.
No respondí nada, no podía. Los nervios me estaban matando, quizás ellos me matarían, pero ¿por qué?
Santana
La rubia es hermosa, según su pasaporte se llama Brittany Susan Pierce… un momento, es la nieta de la señora Susan. ¿¡En qué mierda me metí!? Justo voy a secuestrar a la nieta de la señora que nos ha dado de comer por mucho tiempo. Tranquila, Santana, nadie sabrá eso… Noah dijo que sería rápido, un día como mucho.
Pobre muchacha, no merece esto, está en silencio y sé que se sorprendió cuando le hable en inglés; si mi primo supiera que hablo el idioma me metería en más líos y no quiero eso.
La chica huele a fresas, a chicle, no sé, pero se nota por encima que es solo una ricachona más.
- Tana, métela en el cuarto y vigílala, ya puedes dejar que vea, no reconocerá nada igual.
- ¿Puedo quitarme esta estúpida mascara? – Dije casi suplicante.
- Sí, hazlo, pero ponte una pañoleta en la cara, no puede verte totalmente.
Fui a buscar a la chica en el auto, el calor era irreal. Estábamos en una zona tan apartada que ni yo misma sabia en donde estábamos, Noah se llevó al señor mayor supongo que él es el pez gordo. Tomé a la joven del brazo y su reacción fue alarmarse como si le hubiese disparado.
- Por favor, por favor, no me mates. – Su voz se quebró y mi alma también.
- Cálmate, no te haré daño. Te llevaré a un cuarto.
Caminamos en silencio unos metros, el cuarto era terrible, peor que el mío, una colchoneta y un baño asqueroso. Le quité la bolsa que le tapaba la cara y la vi, pálida, asustada, con una grieta en la frente de porcelana, los labios agrietados y blancos… no tenían ni una gota de brillo, pero aun así era hermosa.
- Ven, te quitaré todo eso. – Dije con una voz tierna que no reconocí.
Gigolina** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 06/05/2015
Edad : 31
Re: El sí dinero hace la felicidad.
Pobre de brittany,espero que este muy bien con sanny
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
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Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
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Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
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Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
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