|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
[Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
+4
monica.santander
Susii
Sophia27
evean
8 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
hola agradable volver a leer la historia, hasta el proximo capitulo
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
Que tonta es Britt-.-' como le hizo eso a San!>:c
Gracias por los caps:D
Gracias por los caps:D
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
bueno, gracias por volver, brittany demostro ser una mala persona, en fin.... el tiempo dira si mi impresion cambia!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
Perdón por nuestro shows de si actualizas o no.
Me encanta esta historia y creo que Brittany se comportó como una estupida, de verdad muy mal.
Xx hasta la próxima.
Me encanta esta historia y creo que Brittany se comportó como una estupida, de verdad muy mal.
Xx hasta la próxima.
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
Capítulo 6
—Qué hay de éste? —Levanté un vestido negro con una faja de color rosa fuerte, pero Quinn frunció el ceño.
—¿Negro en una graduación? ¡No sé!
Arrojé mis manos al aire. —Tú busca.
Tomé el puesto de Quinn en mi cama y ella saltó hacia el armario. Explicó: —Necesitas algo que te haga destacar —sacudió su pelo y sacó un vestido—. Algo de color rojo.
Me puse de pie y tomé la percha. Examiné el vestido: tenía un patrón de flores de encaje sobre la tela satinada, con la parte de arriba acanalada y con tirantes. Me acordé del "Baile de Regreso a casa de mi año Junior."
—Mi segunda cita con Finn. —Dijo Quinn con nostalgia.
—Mi única cita con… —arrugué el rostro ante el recuerdo—, Scott Lancaster.
—¿No te agarro el trasero?
—¡Sí! En cada baile, ¡rápido o lento! —Me quejé.
Quinn sonrió. —Bueno, tendrás mejor suerte esta noche. Póntelo y yo voy a ir a buscar tu maquillaje.
Me reí mientras se dirigía al baño, ella me conocía demasiado bien. Excepto en ocasiones especiales, nunca usaba maquillaje, gracias a la influencia de mi madre, entonces, por lo general, terminaba enterrado en el fondo de un cajón en el baño.
La Preparación para un baile no estaba completa sin Quinn pasando quince minutos refunfuñando mientras cavaba en los cajones en busca de mi, único tubo de lápiz labial. Pero para eso están las amigas.
Me quité la camiseta y los pantalones vaqueros y me deslicé en el vestido. La tela se sentía suave contra mi piel mientras me miraba en el espejo. El vestido me llegaba a las rodillas con un pequeño volante. No pude dejar pasar la oportunidad de girar en un círculo y tararear La Dama de Rojo. Sabía que no estaba destinada a un contrato de modelaje, pero había algo en estar vestida de rojo que me hacía sentir hermosa.
Quinn estaba en lo cierto, este era.
Cuando me puse un par de zapatos de tacón rojo, alguien llamó a la puerta de mi dormitorio. Quinn entró empujándola con el pie. Ella estaba armada con un rizador en una mano y un lápiz delineador de ojos en la otra. Manteniéndolos en el aire proclamó: —Cuando termine contigo, Santana no será capaz de quitar sus oj… er, su mente de ti.
* * *
Mientras conducía hasta la puerta de los López, vi que estaba abierta. El déjà vu dio a mi estómago con náuseas un toque nervioso. Empujé una hebra de pelo suelta detrás de mi oreja, me pare en la entrada. De inmediato tuve que desviarme cuando una mujer paso llevando un plato de servir delante de mi coche. Apretando los frenos, me di cuenta de que el estacionamiento estaba repleto de camionetas blancas que decían Platinum Catering a sus lados. Avancé en mi Camry, estacionándolo lo más cercano a la entrada como era posible, doblando junto a una de las camionetas.
Salí de mi coche, trastabillando cuando uno de mis tacones se atoró en el empedrado. Genial. Me agaché, poco a poco trabajando mi zapato, y escuché un silbido. Sacudí la cabeza para ver a Chris de pie en la parte superior de la escalera junto a Santana. Pequeño niño pervertido. Se inclinó hacia su hermana, murmurando en voz alta: —San, ¡ella se ve muy bonita!
Mis mejillas quemaron y Santana le dio a su hermano un golpe en la parte posterior de la cabeza. —¡Cállate! ¡Ella puede oírte!
—Oh. —Chris miró a sus pies, mientras se frotaba la cabeza.
Le di a mi pie un tirón fuerte y mi zapato salió libre. Hice clic con mis tacones en mi camino por las escaleras y me detuve junto a Santana.
—Hola. ¿Qué es todo esto?
Santana estaba vestida con una camisa blanca, con escote al frente y un pantalón palazzo color negro; zapatos de tacón no tan alto a juego con su pantalón. Completado con sus gafas de sol oscuras, parecía que había salido de una sesión de fotos. Con una mano agarró su birrete de graduación y con la otra rozó su pelo que estaba peinado con ondas.
—Mi Madre está lanzando una fiesta post-graduación —volvió su cabeza hacia mí—. Para los miembros del concejo escolar.
Oh. La gente a quienes les había pagado. Torpemente me rasque la nuca. —Bueno, bueno, será mejor que nos pongamos en marcha… No quiero llegar tarde.
Dio una breve carcajada. —No, ―eso no puede llevar a nada bueno.
Mientras guiaba a Santana a mi coche, Chris dijo con una voz cantarina: —¡Que se diviertan! —Puse los ojos y me metí en el lado del conductor.
—Sí, ¡nos vemos, niño!
—Esto va a ser bueno. —Dijo Santana sarcásticamente mientras abría la puerta del coche.
—Supongo que no estás emocionada —miré para verla pasar su mano por su pelo peinado—. La graduación es una de esas grandes cosas en la vida que se supone que recordarás para siempre.
—Pensé que los nacimientos, bodas y funerales lo cubrían casi todo.
Después de maniobrar cuidadosamente alrededor de las camionetas de catering, salí sana y salva a la carretera y pisé el acelerador. Le pregunté: —¿Estás hablando por experiencia personal?
—Bueno, vi a Chris y a Marly inmediatamente después de su nacimiento: Hecho.
Fui madrina en la segunda boda de mi tío: Hecho. Y el funeral… —hizo una pausa y su voz perdió parte de su sarcasmo—, lo viví muy de cerca. Quiero decir, enterrar a tu padre... no es algo que puedas olvidar.
Me lamí los labios secos y dije en voz baja: —Eso debe haber sido terrible.
Santana se removió en su asiento. —He tenido días mejores.
Levanté las cejas con sorpresa. Santana tenía un Don para el uso de su sarcasmo para evitar hablar de cosas difíciles. Pero, de nuevo, yo también lo hacía, así que no estaba en condiciones de reclamarle. En silencio llegamos al estacionamiento de Clarence diez minutos antes del tiempo. El estacionamiento estaba lleno de vehículos caros, pulidos. Por suerte, me encontré con un pequeño espacio cerca de la acera donde una Hummer y un Suburban no podían ni soñar encajar, mientras que mi Camry lo hacía muy bien.
Caminé alrededor de mi coche, mientras que Santana salía de su lado. Cuando ella me tomó del brazo, le pregunté tímidamente: —Entonces, ¿no más brazo alrededor de la cintura?
Frunció el ceño y dijo: —Yo no creo que nadie vaya a cuestionar por qué estamos juntas, nunca más.
Ouch. Tenía un punto.
Seguí la línea de las familias que estaban formalmente vestidas para la presentación desde el estacionamiento hasta el edificio. Entramos, por un pasillo, y a un gran gimnasio con piso de madera. Había filas y filas de asientos de cuero acolchados que ponían en vergüenza a las sillas plegables oxidadas que sabía que iba a encontrar en mi graduación. Elegantes banderas que contenían feroces panteras colgaban del techo. En el otro extremo de la habitación había un pequeño escenario en el que varias mujeres y hombres mayores, incluido el Director, estaban sentados.
Muchos de los compañeros de Santana ya estaban en sus asientos y se volvieron a vernos caminar por el pasillo. Mantuve la cabeza hacia delante y corrí a la primera fila donde dos asientos estaban esperando, supuse que su madre había preparado esto, también. Después que nos sentamos, la mano de Santana quedó envuelta firmemente alrededor de mi brazo. Le di unas palmaditas en su mano para reconfortarle. ¡Su piel estaba como el hielo!
Le susurre: —¿Nerviosa?
Su rostro se puso rígido, Santana rápidamente mintió: —No —se encogió de hombros. Ella no tenía que decirme. Un momento después, se inclinó hacia mí—. ¿Lo puedes sentir?
De hecho, podía. Tener a un centenar de personas mirándote es difícil de ignorar. Le apreté la mano y en voz baja dije: —Vas a estar bien.
Las luces de la sala se apagaron y el Valedictorian y el Salutatorian se turnaron en el podio dando sus discursos del futuro y de las grandes posibilidades para nuestra generación y lo que sea. Ambos eran lentos y monótonos, lo suficiente para perderme después de treinta segundos. Los aplausos de la multitud y el brillo de las luces del gimnasio me sacudieron de nuevo a la realidad.
Desde detrás del escenario, la orquesta comenzó a tocar Pomp and Circumstance y el nombre de Michelle Anderson retumbó en la sala. Michelle, apenas estaba a cinco sillas de distancia, se levantó y comenzó su ascenso al escenario. Fue seguido por, Kelly Brighton, Peter Darmon, y Nicole Dunne. Después de que cada nombre fuera leído, el público aplaudía salvajemente. Mike Eccles, desde la última silla a la izquierda de Santana, hubo un obvio silbido. Me divertía con la visión del silbador ofendido al ser arrastrado por la policía secreta Clarenciense antes de darme cuenta que era... ¡nuestro turno!
—Santana López.
Con un trago, me levanté y Santana tiró a sus pies. Llegamos a la parte superior de la plataforma antes de que me diera cuenta de que el aplauso era patéticamente tranquilo, a excepción de la parte posterior de la sala, donde Chris se encontraba parado sobre su asiento, dando palmadas un poco más ruidosas, junto con la Señora López. Tal vez era el rojo de mi vestido, pero yo estaba enojada. Giré sobre mis talones, mirando a la multitud, y empecé a aplaudir tan fuerte como pude. Bombeando mis puños en el aire, grite: —¡Woohoo!
Santana me apretó el brazo y se acercó a mi oído. —Brittany está bien.
Ella había dicho mi nombre. Mi mente quedó en blanco.
La risa retumbó a través del gimnasio y los aplausos en la sección de las familias se hicieron más fuertes, extendiéndose a la sección de estudiantes. Algunos de los Clarencienses me dieron miradas molestas, cruzando los brazos, y se negaron a aplaudir, apuesto a que sabían de los sobornos de su madre y no estaban demasiado felices de que había perdido un semestre y aún se estaba graduando. Sentía que estaban tratando de usar su mente para hacerme estallar, pero no pasó nada. Al parecer, los Clarencienses no eran buenos en todo, después de todo.
* * *
En el momento en que la ceremonia terminó, el gimnasio se hizo eco en una charla. Los estudiantes fueron llevados de aquí para allá para posar en fotos con la tía Fulana de tal, el abuelo y etc. Vi a la Señora López, con Chris y Marly irrumpiendo entre la multitud. La Sra. López estaba lloriqueando y ella echó los brazos alrededor de Santana, mientras que por encima del hombro dijo: —¡Lo que hiciste fue maravilloso, Brittany!
Me ruboricé cuando la Señora López dejó a Santana y rápidamente me abrazó.
Chris se quejó: —Debimos de golpear a quien no aplaudiera.
—Christopher John, no hablamos de golpear a la gente. —Ella reprendió con suavidad.
Le devolví el abrazo con torpeza a la Señora López. Me sentí extraña al recibir cumplidos en la graduación de Santana. Una vez que me soltó, le hice un gesto hacia Santana con la cabeza. Ella frunció el ceño ante mí, como si se preguntara si estaba desarrollando algún tipo de contracción. Entonces, finalmente, vio la luz y dijo: —Santana, ¡tu padre habría estado tan orgullosa de ti!
Santana cambió su peso y respondió con sarcasmo: —Sí, yo soy esta mujer muy valiente que no puede caminar por su cuenta o decir lo que está a punto de beber.
Así que supongo que ella no había olvidado la cosa del ensayo. Me metí un mechón de pelo detrás de la oreja y suspire. La Sra. López y Chris se encontraban en un incómodo silencio. De repente, Marly, que obviamente no estaba muy clara en lo que estaba sucediendo, exclamó: —Te quiero, Santana. —Y le echó los brazos alrededor de sus piernas. Miré hacia arriba a tiempo para atrapar la sonrisa sorprendida de Santana.
Ella le acarició la cabeza y dijo: —Gracias, Marly.
—Bueno, probablemente deberían ponerse en marcha —la señora López dijo—. La fiesta no va a darse sola y estos dos tienen que ir a la cama.
—Aww, mamá. —Gimió Chris.
—¿Si van a ir al baile? —Preguntó.
Santana no sonaba exactamente como si estuviera en un estado de ánimo de fiesta.
Empecé: —Bueno…
—Sí, vamos. —Terció ella.
¿Qué?
—¿Qué? —su brazo deformó sutilmente mi mano contra su lado. Me atraganté—: Oh, sí.
La Sra. López sonrió, diciendo: —Muy bien. Brittany, ¿puedes llevar a Santana a casa luego?
Asentí con la cabeza y la familia se dirigió hacia la salida. Chris se quedó atrás y, una vez que su madre estaba fuera del alcance del oído, dijo: —¿Solo van a ir a besarse?, ¿eh?
—¡No! ¡Fuera de aquí! —Santana dio un manotazo en el aire y estuvo a punto de golpear la nariz de Chris. El niño sonrió maliciosamente y corrió fuera de la multitud.
Yo lo mire con incredulidad. —¿Quieres ir a un baile?
—Porque la fiesta de mi madre suena muy divertida. —Se burló ella.
Correcto, eso probablemente no habría sido una cosa buena. Me volví y, con la mano firmemente entrelazada alrededor de su brazo, tejí nuestro camino a través de los grupos restantes de familias. Algunos de los padres levantaron la mirada y asintieron con la cabeza hacia mí mientras pasaba. Traté de devolverles la sonrisa, mientras mis mejillas se volvían más calientes. Detecté a un grupo de estudiantes que abandonaban el gimnasio, empecé a seguirlos en la distancia.
Los seguí por dos pasillos alineados hacia una cafetería. En verdad, casi no podía decir que era una cafetería. Grandes ramos de globos con los colores de la escuela, azul marino y granate, coronaban la entrada. Los pisos de madera de cerezo brillaron en los arroyos de pequeñas luces blancas que colgaban del techo. La habitación estaba en penumbra, con un toque de niebla para la escena. A mi izquierda había mesas cubiertas de tela y, a mi derecha estaba la pista de baile, donde la mayoría de las chicas Senior y algunos de los chicos estaban apiñados, mientras que Fall Out Boy sonaba.
Me pareció oír un ruido, por lo que recurrí a Santana y grite por encima del sonido: —¿Qué?
—¿Podemos ir a sentarnos? —Gritó de nuevo.
—¡Claro!
La llevé a una de las mesas. Santana se sentó rígidamente a mi lado. Habló en voz baja, como para sí misma, y tuve que hacer un esfuerzo para oír: —Esta debe ser la cafetería...
Hice una mueca, apenas capaz de imaginar lo que sería no saber dónde estaba. Mi voz traicionó mis pensamientos, y dije con voz temblorosa: —Sí, es cierto.
La cabeza de Santana se sacudió bruscamente. —Ya sabía, te lo estaba diciendo... —ella suspiró y se levantó—. Voy al baño.
Un chico alto, pelirrojo, con una morena sonriente en su brazo apareció detrás de Santana. Él dio una palmada en la espalda. —Oye, amigo, ¡felicidades! Siento que no hayamos salido en un tiempo.
Una sonrisa falsa se propago por el rostro de Santana. —Gracias, Nick.
La muchacha negó con la cabeza. —San, es realmente una lástima.
Nick le dio un codazo, mientras siseaba: —Melissa.
—¡Quise decir acerca de no salir con ella! —Siseó él de vuelta.
Con un rápido movimiento de su cabeza, Santana dio un paso adelante. —En realidad, estaba a punto de ir al baño.
—Claro, hombre, está justo allí —señaló Nick inútilmente y le dio a Santana un empujón en la dirección general del cuarto de baño, que estaba en la esquina de la cafetería. Gritó a sus espaldas—: ¡Tal vez voy a darte una llamada cuando tenga otra fiesta! ¡Tal vez en el lago! —miró hacia mí—. ¿Vas al lago?
Fruncí el ceño. —¿Qué lago?
—Wind song. Es en Wisconsin —explicó—. Si estás con San, estoy seguro de que te quedarás en la cabaña de los López.
—Nick, ella es su asistente.
—Oh —él se encogió de hombros—. Bueno, lo que sea. Nos vemos.
—Chao. —Dije rodando mis ojos cuando la pareja regresaba a la pista de baile.
Mirando alrededor de la sala, me di cuenta —para decirlo sin rodeos— que Clarence tenía pocos chicos atractivos. No es de extrañar que muchas chicas hayan querido salir con Santana. En primer lugar, sólo había unos veinticinco hombres en toda la clase y, en segundo lugar, bueno, en realidad no había un segundo lugar, pero probablemente eran ricos, eso ayudaba. De hecho, uno de los pocos chicos guapos estaba caminando hacia mí. Yo me reí de mí misma. Probablemente no estaba caminando hacia mí, probablemente caminaba hacia la soda italiana importada en la mesa detrás de mí.
—Hola. Brittany Pierce, ¿correcto?
O no. Me atraganté —Hola. —Y aturdida le estreché la mano.
Era alto, de cabello negro y unos ojos marrones sin fin. Sus rasgos eran asiáticos, muy agradable. No es que me diera cuenta. Él sonrió con una sonrisa inmaculadamente blanca, diciendo: —Mike Chang. Es un placer conocerte.
Mike Chang, Mike Chang, ¿por qué ese nombre me sonaba familiar? Oh, sí.
—Felicidades por ser Valedictorian. Gran discurso, por cierto.
Mike bajó la cabeza y dijo formalmente: —Gracias. Y me gustó tú... demostración. Santana merecía graduarse, sin importar las circunstancias.
Por lo tanto, yo tenía razón, los Clarencienses se habían negado a aplaudir a causa de la corrupción. Asentí con la cabeza.
De repente, me ofreció su mano y preguntó: —¿Te gustaría bailar?
Miré con incertidumbre hacia la puerta del baño. Bueno, un baile. Yo sonreí y le tomé la mano. —Sí, claro.
Él me llevó a la pista cuando la música cambiaba a una canción lenta, no sólo una canción lenta, una cursi canción lenta. Honestamente. Las canciones clichés y con tenores tratando de ser impresionantes, con sus vibratos me enfermaban. Sosteniendo mi mano, Mike sonrió y dio un paso hacia mí. Puse mi otra mano en su hombro a medida que empezábamos a girar lentamente en un círculo. Me sorprendí cuando habló en mi oído: —Puedes apoyar la cabeza, si lo deseas.
Sí, yo estaba al tanto de la opción, pero estaba viendo en ese momento a la puerta del cuarto de baño de mujeres, en busca de Santana. Tenía que cambiar continuamente mi cabeza mientras nos trasladábamos para mantenerla en mi vista.
En el momento en que Santana salió del baño, Dani se le acercó. Ella negó con la cabeza cuando ella le habló y le permitió que le llevara de nuevo a la mesa. Me imaginé que ella le preguntaba dónde estaba yo, porque apuntó hacia la pista de baile, mientras ella hablaba. Mike me volvió a girar y tuve que prácticamente girar completamente alrededor de mi cabeza para ver. Por el lenguaje corporal de Santana, me di cuenta que ella sabía dónde estaba yo. Y, de improviso, la realización era como una herida de cuchillo en el estómago.
Esto no estaba bien, yo no podía abandonarla.
Me aparté del Valedictorian, disculpándome por encima de mi hombro: —Lo siento. Tengo que irme. —Mientras me precipitaba hacia la mesa. Cuando llegué a Santana, Dani hablaba en su asiento junto a ella.
Dije sin aliento: —Hola. —Ella volvió la cabeza hacia un lado interrogante.
—La canción no ha terminado.
—Lo sé.
Una sonrisa cruzó la cara de Santana y miró a Dani. Ella dijo: —Tú no eres de mucha ayuda para él en la pista de baile, ¿verdad?
Introduje un mechón de pelo detrás de mi oreja y dije: —Tienes razón, debería haber estado…
—Bailando conmigo —concluyó Santana, sorprendiéndonos tanto a mí como a Dani, por la expresión de su rostro. Ella se puso de pie y se me retorció el estómago—. ¿Brittany?
Dani se levantó de un salto, tirando del dobladillo de su vestido corto, y buscando a tientas las palabras: —¿Estas... estás segura de que puedes bailar?
Santana mantuvo la cabeza enfocada hacia mí y le dijo con desdén: —Tuve tres años de formación formal, mientras estaba en la escuela primaria. No he tenido que mirar mis pies desde que tenía seis años. Creo que puedo manejarlo.
Me tomó del brazo y nos movimos a la pista de baile, lejos de una Dani boca abierta. Oh, sí, muchas cabezas se volvieron en nuestra dirección. Junté las manos alrededor de su cuello y sus manos se encontraron la parte baja de mi espalda. La música había cambiado a otra canción lenta, una de Josh Groban que siempre hacia a Quinn llorar, aunque nunca lo admitiría. Fiel a su palabra, Santana no me pisó los pies. De hecho, me di cuenta de que estábamos bailando casi a un pie de distancia.
¡Esto no era la secundaria!
Sólo sabía que Santana seguía pensando en cómo la había traicionado en el ensayo.
Con mucho cuidado me incline hacia su oído y le susurre: —Siento, lo de ayer.
Siempre tan sutil, la sentí relajarse. Ella respondió: —Tú no tenías que hacer eso en el podio.
—Sí, tenía
La mano de Santana se presionó contra mi espalda y me sentí acercarme hasta que mi cabeza estaba apoyada en su hombro. Cerré mis ojos y sentí su constante ascenso y descenso. Respiré profundamente y mis brazos se posaron con más seguridad alrededor de su cuello. El mundo de repente era simplemente de canela y sándalo. Yo no recordaba haberme sentido tan contenta. Demasiado pronto, la canción terminó. Casi gemí cuando Santana dio un paso atrás y me agarro del brazo. —Tal vez deberíamos salir. —Tal vez la gente no debería moverse cuando otra persona se siente... Oh, lo que sea.
Sophia27** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 08/01/2014
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
ACTUALIZA PRONTO, QUIERO SABER MAS.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
vaya que bien, espero que britt considere a santana y se deje de tonterias!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
Capítulo 7
El trayecto a través de la noche fue pacífico, pero cuando apagué el motor del auto, se extendió de nuevo un silencio incomodo. Me quedé sentada, sintiéndome extrañamente nerviosa, preguntándome por qué ella no se bajaba y preguntándome si se suponía que yo dijera algo y preguntándome todas esas cosas que te preguntas al final de una cita —¡no que fuera una cita! De repente, Santana rompió el silencio. —Quiero que entres, pero tengo que advertirte
acerca de mi madre. En este tipo de cosas, suele ponerse... achispada.
Honestamente, ¿qué tan borracha podía estar? Ella se había ido, quizás, una hora antes.
Me encogí de hombros. —Hey, mi mamá ha estado de picnic la mayor parte de mi vida.
Ella frunció el ceño como si no entendiera y luego abrió la puerta. —Está bien.
Me deslicé fuera del auto y luego hice una pausa. Espera, ¿por qué me estaba invitando a entrar? Esto era parte del trabajo, ¿no es cierto? Yo no podía, nosotras no podíamos... salir. Ignorando a mi cerebro, caminé con ella hasta la puerta. Ella preguntó: —¿Estás lista? —Y presionó el timbre. Desde adentro, pude oír el sonido de charla y de música clásica. Hubo un estruendo, seguido de risa, y entonces la puerta se abrió de repente.
La Señora López estaba parada en la entrada, su pelo ligeramente despeinado y sus ojos brillando. En el vestíbulo detrás de ella pude ver a un mesero de rodillas, limpiando fragmentos de un vaso roto. Un joven camarero presionó una copa de champagne en la mano de la anfitriona, mientras él en gran medida nos sonreía.
Ella rezumó: —Oh, que encantadoras lucen ambas —y yo intenté devolverle la sonrisa. Ella volvió su cabeza, presumiblemente hacia el camarero que se alejaba, y continuó articulando mal—. Esa es la niñera de mi hija.
Bien, definitivamente había estado tomando.
Varios de los administradores, que reconocí de la graduación, estaban parados en grupos alrededor del estudio y se volvieron en nuestra dirección. Sintiéndome avergonzada por Santana, intenté moverme hacia las escaleras. —Todo luce maravilloso, Señora López.
—Gracias, querida. Es todo obra del proveedor ¡ups! —la copa cayó de sus dedos y se hizo pedazos contra las baldosas. Ella frunció el ceño—. Oh, esas cosas son tan resbaladizas —elevó una mano e intentó susurrarme—. Me pongo nerviosa cuando soy anfitriona.
—No se preocupe —dije mientras comenzábamos a subir las escaleras—. ¿Quizás si prueba un poco de café?
Cuando llegamos al segundo piso, Santana suspiró. —¿No fue divertido?
Apreté su brazo. —Hey, está bien. Cuando tenía cuatro años, mi mamá decidió que debíamos intentar liberar a todos los animales del zoológico. Yo fui la chica más joven en pasar tiempo en la cárcel de Grayfield. Papá estaba furioso.
Santana se rió. —Parece que realmente tienes una familia.
Entramos en su habitación y cerré la puerta para mantener fuera al ruido. Me dejé caer sobre el borde de la cama junto a ella y alisé mi vestido. Santana se abrió los primeros dos botones de su camisa y sacudió la cabeza. —Qué noche.
Mis mejillas se entibiaron cuando recordé el baile. —Sí.
Estaba tan ocupada recordando, que casi pierdo sus siguientes palabras. —Quiero verte.
—¿Qué? —Jadeé, el latido de mi corazón disparándose como un cohete.
—Quiero conocerte, cómo luces. —Dijo quedamente y estiró su mano.
Yo respiré: —Oh —y guié su mano a mi rostro. Las puntas de sus dedos descansaron delicadamente contra la piel de mi frente y lentamente rozó la línea de mi cabello. No pude reprimir el escalofrío que corrió por mi columna. Cerré los ojos y sentí sus dedos sintiendo su camino hacia abajo, trazando los arcos de mis cejas. Suavemente, se movieron sobre mi nariz hacia los huesos de las mejillas.
Difícilmente podía respirar, pero una pregunta fastidiaba en un rincón de mi mente.
Murmuré—: ¿Por qué saliste con todas esas chicas?
—Algunas veces, solo estoy buscando algo adecuado.
Oh, era una frase. Es tan poco una frase. Pero que frase.
Por un momento, su mano se ahuecó contra mi mejilla. Estaba hundiéndome en su contacto, anticipando su siguiente movimiento mientras ella... me descubría. En la oscuridad detrás de mis párpados, estaba intensamente consciente de cada ruido, el sonido de sus parejas exhalaciones. En su mayor parte, mientras su pulgar acariciaba mis labios, yo estaba invadida por el deseo de saber todo sobre ella. Si tan sólo pudiera verla sin sus lentes. Si tan sólo... su respiración era tibia en mi piel y su mano se había ubicado contra mi cuello. Quería mirar, pero…
—¡Ahh!
Con mis sentidos aumentados, el sonido del picaporte girando me causó pánico.
Me alejé de Santana de un salto justo cuando la puerta se abrió. Chris se paró allí con sus brazos cruzados. Vestía su pijama, aunque estaba bien despierto. Frunció el ceño mientras miraba, y yo probablemente estaba blanca como un fantasma, a Santana. Su voz era sospechosa. —¿Qué están haciendo ustedes aquí?
Santana frunció el ceño. —Nada. Deberías estar en la cama.
—Papá siempre te dijo que mantengas la puerta abierta.
—Bueno, Papá no está aquí ahora, ¿no es cierto? —Contestó bruscamente.
—Los ojos del chico de abrieron y su boca formó una línea dura.
—Escucha, yo... —Santana suspiró y explicó—. Lo lamento. No sabía que estaba cerrada.
Chris miró la alfombra. —Está bien... Mamá sólo... es algo ruidoso.
—Ella se puede poner bastante... entusiasmada en las fiestas, ¿sabes? —Santana se encogió de hombros—. A veces los grandes juegan ruidosamente.
El rostro de su hermano se iluminó. —¿Tú quieres jugar un juego?
La risa de Santana fue amarga. —No sé si soy mucha competencia estos días.
—Podemos jugar juntas —dije yo rápidamente—. ¿Cómo suena eso?
Chris asintió ávidamente y corrió fuera del cuarto a buscar un juego. Respiré profundamente para calmarme; estaba temblando por todos lados. Si él no hubiera entrado antes, ¿nos hubiéramos besado? Traté de no pensar en eso. Estaba aquí trabajando para conseguir dinero para la universidad. No me estaba enamorando – no. Tragué fuerte y miré a Santana, quien parecía estar perdida en sus pensamientos.
No había razón para mis temblores. Ninguna.
Chris entró corriendo al cuarto con una caja en las manos. Se deslizó en sus rodillas al pie de la cama y orgullosamente armó el juego en el suelo. Me sonrió burlón, desafiante y proclamó. —Batalla naval.
—Estoy lista si tú lo estás, niño —pellizqué la rodilla de Santana mientras me sentaba en el piso—. Y estoy contando contigo para destruir todos sus barcos.
Santana sonrió y se volvió hacia Chris. —La oíste. Tus días navales están contados. A4
***
El sábado por la mañana el cielo estaba nublado. Estiré mis brazos mientras me dirigía al portón de los López, que estaba cerrado. La noche anterior, me había ido directo a la cama después de tres horas de Batalla Naval y después había estado ahí una eternidad mientras intentaba procesar todo lo que había pasado. La ceremonia, el baile, la... visión.
Quería que se me ocurriera algo divertido para que lo hiciéramos, Santana y yo – algo que ambas pudiéramos disfrutar, algo especial. Sin embargo, mi lista de cosas que sabía que ella disfrutaría y cosas que serían riesgosas eran una sola: montar caballos. El problema era que yo sólo había montado a caballo dos veces en mi vida, con poco éxito, y, bueno, ella era ciega. Pero no podía pensar otra cosa.
Inclinándome fuera de la ventana de mi auto, presioné el botón de llamada. Un minuto pasó y entonces la voz conocida de un chico crujió a través del parlante. —¿Qué?
—Chris, ¡soy yo! ¡Abre!
Hubo una pausa y luego él respondió: —Así que, ¿qué hiciste anoche?
—Vencí a un pequeño tramposo en la Batalla Naval. —Lo provoqué.
—¡No lo hiciste!
—¡Sí lo hice!
—¡Ustedes ganaron una sola vez! ¡Yo gané el resto! —El chico se ofendió.
—¡Sólo porque tú nos decías que no habíamos tocado tus naves, cuando las habíamos golpeado a todas!
Mi comentario fue encontrado con un silencio indignado.
—¡Vamos, Chris!
Hubo un zumbido y el portón se abrió. Para el momento en que yo estacioné en la entrada, que ahora estaba vacía de todos los vehículos del catering, él me estaba esperando en la puerta con una pequeña sonrisa malvada untada en su rostro. Me pellizqué rápidamente en el brazo antes de dejar mi auto, sólo en caso de que me hubiera deslizado en una pesadilla con tema de Stephen King. Salté los escalones y traté de pasar a su lado, pero él me bloqueó el camino.
—Así que, antes que entrara, ¿qué estaban haciendo tú y Santana? —Preguntó
tímidamente
—Nada. ¿Qué estabas haciendo tú fisgoneando fuera de su cuarto?
Chris elevó sus cejas. —Escuchándote gritar bastante fuerte —lo miré con el ceño fruncido y él despreocupadamente pateó el suelo—. Así que, ¿tú y Santana son amigas ahora?
Me encogí de hombros y peleé la urgencia de pellizcar sus pequeñas mejillas sonrientes. —Supongo.
Me bloqueó cuando hice otro movimiento para entrar.
—¿Qué van a hacer hoy?
Le di una mirada feroz. —Algo, ¿está bien? —Lo atrapé del hombro y lo empujé a un lado.
—¿Vas a intentar que ella monte a Aeris, uh?
Me detuve dentro del vestíbulo y me di vuelta. La puerta se movió con la brisa, pero Chris se había ido. Chico espeluznante. Me volví de nuevo y salté. Santana estaba parada frente a mí, en la base de las escaleras. Solté un pequeño chillido y su rostro se iluminó en una sonrisa que entumecía la mente. —Qué bueno verte a ti también.
—Lo lamento. Era sólo tu hermano... —suspiré—. No importa —caminé hacia adelante y tomé su brazo—. Vamos.
Santana caminó conmigo, pero preguntó: —¿A dónde estamos yendo?
—Uh, a manejar. —Dije evasivamente.
Volvió su cabeza hacia mí, escéptica. —¿En serio, Brittany?
—Es una sorpresa —dije con una sonrisa y cerré la puerta detrás de nosotras. Me volví para ver a Chris sentado en los escalones del frente. Saltó cuando nos vio y, sonriéndome burlonamente, dijo—: ¡Yo sé a dónde van!
Le di un golpe suave en la cabeza, pero me esquivó. Lo miré. —Acércate, niño. Te reto. —Él se rió y se deslizó de nuevo dentro de la casa.
—¿Qué fue eso? —Preguntó Santana mientras entraba al Camry.
—Oh, nada.
Cuando comencé a conducir, descubrí que había olvidado agarrar la cinta. Empujé mi cabello detrás de mis orejas, meditando encender la radio, y entonces me di cuenta que el silencio entre nosotras era en realidad cómodo. Una sonrisa rozó mis labios cuando me volví para mirar la silueta perfecta de Santana contra el cielo azul gris. Me encontré preguntando: —¿En qué estás pensando?
Ella inclinó su cabeza hacia mí y yo esperé por su respuesta. Finalmente, dijo: —Sólo sorprendida de que este auto aun funciona.
—¿Qué? —Dije con falsa ira y juguetonamente la golpeé en el hombro. Ella se rió.
—¡Santana, lo digo en serio!
—¿Recuerdas la música que tenías la primera vez que estuve en tu auto?
Asentí. —Sí, Sting – The Police.
—Eso era horrible. —Dijo con el rostro inexpresivo.
—Claro —puse mis ojos en blanco—. ¿Siquiera escuchas música?
—Por supuesto que lo hago.
Elevé mis cejas. —¿Sí? ¿Cuál es tu banda favorita?
—Coldplay.
—¿Qué? —exclamé—. ¿En serio? ¡Los amo!
Santana rió. —No pensé que te gustaran bandas de esta década.
—Honestamente —detuve el Camry en un lugar de estacionamiento—. Sting es un clásico.
Apagué el motor. —Estamos aquí.
—¿Y la sorpresa es...?
Dije con entusiasmo: —¡Estamos en los establos para visitar a Aeris!
—Oh —su rostro se oscureció—. ¿Qué te hace pensar que quiero montar?
—Porque solías amar hacerlo —caminé alrededor de mi auto hacia el lado del pasajero y abrí su puerta—. Oye, esto no es por mí. El último caballo que monté era de cuatro pies de alto y sólo podía caminar en círculos. Tenía tres años; caí en su excremento; hubo lágrimas. Desde entonces, los caballos y yo – nada bueno.
Ella contestó bruscamente: —Brittany, hay una razón por la que no he estado montando a Aeris. —Y golpeó significativamente el borde de sus lentes.
Suspiré y tiré de su brazo. —Oh, vamos. Seré tus ojos.
—Eso es bien reconfortante, luego de tu historia. —Dijo sarcásticamente y salió de mi auto.
Sonreí y deslicé mi mano dentro de la suya. Los dedos de Santana se apretaron alrededor de los míos y sentí mis mejillas entibiarse. ¡Tenía que sostenerme... a mí misma! ¡No a ella! Honestamente.
Entramos en los establos. Eran hermosos y brillantes, con un techo de vigas altas. Había dos filas de compartimentos a ambos lados del edificio. Cascos, sillas, bridas y otro equipamiento que no podía nombrar colgaba de clavijas fuera de los compartimentos. A través de las puertas, pude ver los rostros brillantes de los caballos pura sangre. Miré a Santana y pregunté: —¿Dónde está Aeris?
Ella frunció el ceño mientras pensaba. —Uh, a la izquierda... en la mitad de la fila. Es negro.
Caminamos un poco más y entonces vi un intenso ojo ónix mirándome. Me detuve y me admiré del apuesto animal. Su cobertor era un color negro intenso que daba pequeños destello de luz. Sus orejas estaban vueltas hacia adelante mientras me observaba. Entonces soltó aire despectivamente por su nariz y, volviéndose hacia Santana, apretó las orejas hacia atrás.
Santana dejó ir mi mano y tomó un paso hacia el establo. —¿Aeris? —el caballo la miró cuando extendió su mano—. Ha pasado tiempo, ¿no cierto? Debería haber venido —Aeris miró por otro momento y entonces frotó su cabeza contra la mano de su dueña. Ella palmeó el cuello del caballo y se volvió hacia mí—. Bueno, ¿aun quieres hacerlo?
—Por supuesto.
Santana asintió. —Tendrás que ensillarlo. Yo no puedo.
Miré la silla que colgaba junto a la puerta del establo. —No creo que pueda poner bien la silla.
—Bueno, probablemente sea mejor así —respondió—. Ambas no entraríamos. Espera - ¿qué estaba diciendo? ¿Ir sin silla? ¿Mi historia acerca del pony había sido para nada? Jadeé: —¿Qué quieres decir?
—Vamos a montarlo así —dijo con una sonrisa malvada—. Sólo necesitaremos la brida.
—Claro.
Cautelosamente levanté la brida de cuero de su gancho. Las largas riendas colgaban del bocado. Me moví hacia Aeris, cuyas orejas estaban vueltas hacia atrás. Santana mantuvo una firme mano contra el cuello del caballo mientras yo deslizaba la brida sobre la cabeza del animal. Ella me sintió deslizar la brida y luego me indicó: —Esta bien, ahora aprieta las tiras. ¿El bocado está en su boca?
Tiré de las tiras. —Sí.
—Está bien —ella sostuvo las riendas—. Abre la puerta.
Abrí el pasador y Santana retrocedió, sacando a Aeris de su establo. Ella tanteó con su mano libre por el cuello del caballo hacia la espalda. Sostuvo las riendas hacia afuera y yo las tomé. Miré, mi boca abriéndose ligeramente mientras ella subía al lomo de Aeris con muy poca dificultad. Ella extendió su mano y yo le pasé las riendas. Se rió, dejando las riendas caer contra el cuello del caballo, y dijo: —No, tú.
—Oh.
Tomé su mano y me sorprendí cuando ella me levantó del suelo... hasta que entré en pánico. ¡¿Cómo se suponía que iba a hacer el resto del trayecto hacia arriba?! Comencé a agitarme, pero ella me atrapó alrededor de la cintura con su otro brazo y me subió. Incómodamente mecí mi pierna sobre el lado del caballo y, suspirando, me incliné contra el pecho de Santana. Me quedé allí, recuperando la respiración, hasta que oí a Santana aclarar su garganta. Rápidamente me senté derecha, mis mejillas de un rojo brillante.
Santana extendió sus manos alrededor mío para tomar las riendas. —Está bien, dime a dónde ir.
Guié a Santana fuera de los establos y hacia los campos. Nos movimos a través del césped a un medio galope gentil. Aun cuando rebotaba bruscamente con cada paso, encontré el paseo agradable. El aire volaba a través de mi cabello y yo respiré el aire fresco. Relajándome, cerré los ojos. Unos pocos momentos más tarde, oí a Santana susurrar en mi oído: —¿Nos estamos acercando a la cerca?
Me encogí de hombros y perezosamente abrí los ojos. Mi corazón se saltó un latido. La cerca estaba apenas a cinco yardas. Grité: —¡Dobla!
—¿Qué tan cerca estamos? —Preguntó ella calmadamente.
—¡Está justo ahí! —Grité y volví mi cabeza, como si estuviera a punto de estar en un accidente de auto. Cuando comenzamos a levantarnos del suelo, sentí a Santana presionar su pecho contra mi espalda hasta que yo estuve inclinada sobre el cuello del caballo. Con una risa casi histérica, sentí que volaba como en una montaña rusa mientras nos elevábamos a través del aire. El momento fue breve y las patas delanteras del caballo rápidamente tocaron el suelo.
Santana me levantó y pude oír su sonrisa mientras me retaba: —Brittany, ¿están tus
ojos abiertos ahora?
Primero, todo lo que pude hacer fue reír. Cuando Santana detuvo a Aeris, me las arreglé para chisporrotear. —Lo-lo lamento. ¡Eso fue increíble! ¿Supongo que lo has hecho antes?
Ella rozó una mano contra el hombro de Aeris y dijo en una voz oscura que me hizo olvidar mi risa: —Solía saltar a caballo. Estaba en una competición cuando, bueno... —Su voz se apagó lentamente.
—Lo siento. —Contesté suavemente.
—Hey, no tienes la culpa de la debilidad retinal genética.
—Lo sé... —Estaba abrumada de emoción y no podía decir por qué. Sólo lo lamente por ella y por las cosas que ella extrañaría ver. Me volví y arroje mis brazos alrededor de su cuello. Santana soltó las riendas y de repente estábamos abrazándonos con una clase de fiereza, como si nunca quisiéramos dejar ir a la otra. Me pregunté si ella sabía por qué, porque mi mente se devanaba para pensar en eso. La sangre golpeando en mis oídos sirvió de una muy agradable distracción.
Cuando nos separamos, ella preguntó: —¿Has tenido suficiente de montar a caballo por hoy?
Miré su rostro, preguntándome qué estaba pensando. De repente deseé poder verla sin sus lentes pero, aun más, quise verla feliz. Ofrecí: —Del camino, vi un sendero que podríamos tomar.
Santana hizo una pausa por un momento y después una mareantemente brillante sonrisa llenó su rostro. —Sí, seguro.
Sintiéndome tibia, me volví a acomodar. Tiré de las riendas de Aeris, así que él comenzó a caminar a medio galope en la dirección del sendero. —Así que, Fan de la Música en Secreto...
—Nunca dije que no me gustara la música. —Dijo ella de pronto.
—Verdad —concedí—. ¿Tienes un libro favorito también?
—El Guardián en el Centeno.
—Yendo por lo clásico —sonreí—. Eres más profunda de lo que pareces. —Inmediatamente me mordí la lengua. ¿Qué estaba diciendo? Sólo porque ella lucía como un
modelo…
—Mucha gente en Clarence probablemente estaría en desacuerdo contigo. —Dijo amargamente.
—Aliviada de que no estaba ofendida, agregué demasiado rápidamente. —Pero eres diferente a lo que eras. ¿No es cierto?
—Sí, lo creo. Antes, pensaba que era feliz viviendo de fiesta en fiesta, pero no lo era.
—¿Cómo te sientes ahora?
Estuvo en silencio por un momento, antes de responder quedamente: —Quedarme ciega no fue algo que yo planeé... todavía estoy intentando entender ciertas cosas.
—¿Como el futuro? —Ofrecí.
—Sí —suspiró—. Sabes, puedes apoyarte si quieres.
Me ruboricé mientras me relajaba contra ella. —Gracias.
Aeris bajó la velocidad hasta un paseo cómodo mientras seguíamos el suave sendero. Santana y yo estábamos en silencio, pacíficamente en silencio. Sentía el lento subir y bajar de su pecho, justo como nuestro baile. Observé el paisaje fluyendo alrededor nuestro y finalmente me sentí tan relajada, que hice la pregunta que tenía en mente. —¿Crees que alguna vez competirás de nuevo?
Sentí el corazón de Santana comenzar a golpear con la idea. —No lo sé. No-no creo que nadie ciego haya hecho un salto alguna vez...— esperé mientras ella consideraba la idea. —Sería casi imposible.
—¡Pero piénsalo! ¡Serían tú y Aeris! ¡Ya tienen un vínculo! —Me entusiasmé.
Reboté contra el pecho de Santana cuando ella rió. —Brittany, estás loca.
—Está bien —gruñí—. Pero tengo una sugerencia más.
—¿Cuál es? —Preguntó en broma.
—Deberíamos ir por un helado.
—Eso lo puedo manejar.
***
Con mi cuchara plástica, tracé el diseño de la parte alta de mi tazón de Nuez de Arce. Para mí, el Mundo del Helado era una de las mejores características de Grayfield. Era retro, pero no al punto de ser molesto. Seguro, afuera había toldos rojos y blancos y adentro los muros estaban alineados con estantes sosteniendo salsas y agregados en jarros de vidrio. El punto era que ellos dejaban a sus empleados vestir jeans y camisas con sólo logos del Mundo del Helado. Eso es un progreso.
Miré a Santana mientras ella escarbaba en su helado de menta con chispas de chocolate. —¿Cuánto dijiste que hace desde que viniste aquí?
Ella se encogió de hombros. —¿Diez años?
—¡Ugh! —hice un gesto con mi cuchara—. ¡Tú estás loca! ¡Un verano no está completo sin helado del Mundo del Helado!
Intenté no quedarme mirándola cuando Santana lamió una gota de helado de sus labios. —Estaba ocupada haciendo otras cosas.
—Nada es tan sabroso.
—Es Verdad. —Se rió.
Esculpí una cucharada de Nuez de Arce antes de preguntar. —Así que, ¿cuánto has montado a caballo?
—Desde que tenía seis años —Santana tragó y su cara se quedó quieta mientras recordaba—. Mi padre comenzó haciéndome montar ponis y estaba saltando cuando tenía alrededor de nueve. Para cuando cumplí once, estaba aburrida de saltar con ponis, así que mi padre me compró a Aeris. Una vez que estuve entrenado para saltos equinos, realmente comencé a competir.
Llevé mi cabello detrás de la oreja y pregunté cuidadosamente_ —¿Tu papá también montaba?
Santana bajó su cabeza y aguijoneó su helado. Dijo lentamente: —Cuando yo era más chica, pero después estaba demasiado ocupado —hizo una pausa por un momento, perdido en sus pensamientos—. Mi padre era un neurocirujano – uno de los mejores en el país. Siempre estaba yendo a Chicago para consultas o volando para hablar en conferencias.
—¿Les daba algo de tiempo?
—Suficiente —Santana dijo brevemente y su boca formó una línea dura. Por varios minutos, ella estuvo en silencio y lentamente comió su helado. Salté cuando inesperadamente habló—. ¿Qué hay de ti – cuál es tu pasión?
—¿Mi pasión? —me reí—. La música. ¡La amo! Mi trabajo ideal es ser periodista de Rolling Stones. No sé cuáles son las posibilidades de que eso pase...
—Lo harás. —Me dijo, sonriendo, y una vez más me tomó por sorpresa.
—¿Por qué lo dices?
Su respuesta fue suave. —Porque sabes lo que tienes que hacer; sabes lo que es
importante.
Me sonrojé, sorprendida de que me dijera semejante cosa. Chillé un: —Gracias.
Santana tomó otra poco de helado. —¿Qué sigue? ¿La Universidad?
Lamí mi cuchara e intenté calmarme lo mejor que pude. —Sí, pero no es tan simple como suena... Rolling Stones sólo toma doce practicantes al año, así que realmente necesito sorprenderlos. Estoy segura que aprendería cosas si fuera a la Universidad de Illinois. Pero si fuera a Evanston, estaría lista.
Ella frunció el ceño, luciendo confundida. —Así que, ¿dónde irás? ¿Evanston?
—¡No lo sé! —exclamé—. ¡Ese es el problema! He sido aceptada en ambas escuelas, pero Evanston es tan cara-
—Y es por eso que estás trabajando para mi madre. —Santana dejó su cuchara.
Mordí mi labio y asentí. —Sí.
Volvió su cabeza hacia mí. —El trabajo. Casi lo olvido.
—Yo también —murmuré y miré hacia abajo a mi tazón de helado vacío—. ¿Quieres volver?
—No. No aun.
Miré hacia arriba, pestañeando estúpidamente. ¿Ella quería pasar más tiempo conmigo?
Me moví torpemente. —¡Oh! Bueno... hay una disquería a la vuelta de la esquina. Si te gusta Coldplay, deberías escuchar a Jon Buckley. Fue popular en los 90s, pero creo que te gustará.
La sonrisa de Santana relampagueó. —Suena bien. —Y yo me derretí.
Sophia27** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 08/01/2014
Re: [Brittana Fanfic] Sus ojos (Adaptación) [Capitulo 7] 2.2.16
es muy lindo su intento de amistad pero que pasara cuando brittany se vaya a la universidad, es obvio que la vida de santana esta condicionada, aunque seria espectacular que volviera a las competencias, y con ayuda de britt!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Página 2 de 2. • 1, 2
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1