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FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 Primer15
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Mensaje por Dani(: Dom Jun 22, 2014 1:13 am

Elita escribió:Aaw que cruel Santana.. siendo Brittany la hubiese enviado al carajo :/

Y ahora viene a preocuparse por que coja una pulmonía -.- quien en la entiende? ??

Ahora... de donde es que se conocen esas dos? Por que como se lee da a entender que se conocen, no??

Hola Hola!
Santana va ser muy cruel muchas veces te lo aviso desde ahora! y jajaja nadie entiende a la sexy miss López :P
y ya veras ;)
Saludos y besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

3:) escribió:holap dan!!!

yo quiera ir a la conferencia de miss Lopez-----> «La lujuria en el Infierno de Dante: el pecado capital contra el Yo». ok ya!!! jajajaja
me encanta como el conejo inconscientemente mete la pata por ahora???,.... también se la pone o poner difícil miss Lopez y me encanta!!!,...
a ver como termina el recorrido!!!
daría cualquier cosa para ir a la U y tener a miss Lopez ahí saco todas mis habilidades para portarme mal ja!!!,...

nos vemos!!!!

Hola Hola!
JAJAJAJA ya somos dos que queremos ir :P y exactamente y jajajaaj es genial !
JAJAJAJAJAJAJAJAJA querida amiga seriamos dos que definitivamente nos portariamos asi en frente de miss López!  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055 
Saludos y Besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

marcy3395 escribió:anda por favor si dejanos otro capitulo si? andale si se buena y dejanos otro porfis??????????????

Hola Hola!
Jjajajaja aqui te dejo otro espero que sigas leyendo y comentando !!
Saludos y Besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Dom Jun 22, 2014 1:18 am

Capítulo 4


La profesora López se había equivocado al girar. Podría decirse que su vida estaba llena de giros equivocados, pero ése había sido totalmente accidental. Estaba leyendo en su iPhone un correo electrónico de su hermano, que seguía enfadado, mientras iba conduciendo su Jaguar en mitad de una tormenta en plena hora punta por el centro de Toronto. Por todo eso, había girado a la izquierda en vez de hacerlo a la derecha en la calle Bloor, dejando atrás el parque Queen. Y eso quería decir que iba en dirección contraria a la de su casa.  
 
No podía cambiar de sentido en la calle Bloor en plena hora punta. De hecho, hasta le costó meterse en el carril derecho para poder dar la vuelta. Y así fue como vio a una señorita Pierce con aspecto patético y muy mojada, que caminaba desanimada por la calle, como si fuera una persona sin hogar, y, en un ataque de culpabilidad, se encontró invitándola a subir al coche, un coche que era su orgullo y su capricho.    

—Siento estropear la tapicería —se disculpó ella, insegura.  
 
La profesora López sujetó el volante con más fuerza.  
 
—Tengo a alguien que lo limpia cuando se ensucia.  

Brittany agachó la cabeza, tratando de ocultar el daño que le habían causado sus palabras. Acababa de compararla con basura. Aunque no sabía de qué se extrañaba. Era consciente de que, para ella, no valía más que la suciedad del suelo.  

— ¿Dónde vive? —le preguntó López, tratando de iniciar una conversación sobre un tema seguro y educado que llenara lo que esperaba que fuera un trayecto breve.    

—En la avenida Madison. Está ahí al lado, a la derecha —respondió Brittany, señalando con el dedo.    

—Sé dónde está Madison —replicó ella con su impaciencia habitual.  
 
Ella la miró con el rabillo del ojo y se encogió en el asiento. Despacio, se volvió hacia la ventanilla y se mordió el labio inferior.    

Santana López maldijo para sus adentros. Incluso bajo aquella maraña de pelo mojado era bonita. Un ángel de pelo rubio vestido con vaqueros y zapatillas deportivas. Su mente se detuvo ante esa descripción. El término «ángel de pelo rubio» le resultaba extrañamente familiar, pero no logró recordar de qué le sonaba.  

— ¿En qué número de Madison? —preguntó en voz tan baja que a Brittany le costó entenderlo.    

—En el cuarenta y cinco.
 
Ella asintió y aparcó frente al edificio de tres plantas. Era una casa de ladrillo rojo convertida en apartamentos.    

—Gracias —murmuró ella y se apresuró a abrir la puerta para escapar.
 
— ¡Espere! —le ordenó López, alargando el brazo para coger un gran paraguas negro del asiento trasero.  
 
Brittany aguardó asombrada a que La Profesora diera la vuelta al coche y le abriera la puerta con el paraguas listo, esperando mientras su abominación y ella salían del Jaguar, para acompañarla luego hasta la puerta del edificio.  

—Gracias —repitió Brittany, mientras trataba de desabrochar la medio atascada cremallera de la mochila para sacar las llaves ella intentó disimular el disgusto que le provocaba la visión de aquella bolsa y permaneció en silencio mientras ella luchaba con la cremallera, viendo cómo se ruborizaba al no conseguirlo. Recordó la expresión de su cara en su despacho, arrodillada en la alfombra persa, y se le ocurrió que tal vez el problema actual fuera culpa suya.  

Sin decir nada, le quitó la mochila de las manos y le dio el paraguas. Tras acabar de romper la cremallera, la sostuvo delante de ella para que buscara las llaves Brittany las encontró al fin, pero estaba tan nerviosa que se le cayeron al suelo. Cuando las recogió, las manos le temblaban tanto que no atinó a dar con la llave correcta.  

López, que ya había perdido la paciencia, se las arrebató de la mano y empezó a probarlas una a una. Tras abrir la puerta, le hizo un gesto para que entrara antes de devolvérselas Brittany recuperó también la denostada mochila y le dio las gracias una vez más.
 
—La acompañaré hasta la puerta de su apartamento —dijo ella, siguiéndola por el pasillo— Una vez, un vagabundo me abordó en el vestíbulo de mi edificio. Hay que ir con mil ojos.
 
Brittany elevó una oración silenciosa a los dioses de los bloques de apartamentos, rogándoles que la ayudaran a localizar la llave del suyo rápidamente. Su oración fue escuchada. Estaba ya a punto de meterse en casa y cerrar la puerta, cuando se detuvo y, como si se conocieran de toda la vida, le sonrió y la invitó a tomar una taza de té.

A pesar de la sorpresa que le causó su invitación, López se encontró dentro del apartamento antes de poder plantearse si era buena o mala idea. Tras echar un vistazo alrededor, llegó a la conclusión de que había sido mala idea.    

— ¿Le guardo la gabardina, profesora? —le llegó la cantarina voz de Brittany.    

— ¿Y dónde la pondrá? —preguntó ella con altivez, al comprobar que no había ningún armario ni perchero a la vista.  
 
Ella agachó la cabeza, sin atreverse a devolverle la mirada al ver que se mordía el labio inferior, ella se arrepintió de su falta de delicadeza.  

—Perdone —se excusó, dándole la gabardina Burberry de la que se sentía tan orgullosa—. Y gracias.    

Brittany la colgó cuidadosamente de una percha que había detrás de la puerta de su habitación y dejó la mochila en el suelo.
 
—Pase. Póngase cómoda. Prepararé el té.    

La profesora López se acercó a una de las dos únicas sillas y se sentó, esforzándose por disimular lo incómoda que se sentía para no humillarla más. El apartamento entero era más pequeño que su cuarto de baño de invitados. Constaba de una cama pegada a la pared, una mesa plegable con dos sillas, una estantería pequeña de Ikea y una cómoda. Vio también lo que debía de ser un baño, junto a un pequeño armario empotrado, pero definitivamente no había cocina.    

Buscó con la mirada algún rastro de actividad culinaria y finalmente vio un microondas y un calienta platos eléctrico guardados de manera bastante precaria encima del armario. En una esquina, en el suelo, había un pequeño frigorífico.  

—Tengo una tetera eléctrica —dijo ella alegremente, como si estuviera anunciando que tenía un anillo de diamantes de Tiffany’s. Ella se fijó en el agua que no dejaba de gotear de su cuerpo.

Luego en la ropa que había debajo del agua. Y finalmente en lo que había debajo de la ropa... y que el frío hacía destacar. Con voz ronca, le sugirió que se secara antes de preparar el té Brittany volvió a agachar la cabeza, avergonzada. Ruborizándose, se metió en el baño. Poco después, salió con una toalla lila sobre los hombros, sin quitarse la ropa y una segunda toalla en la mano. Al parecer, iba a agacharse para secar el reguero de agua que había dejado, pero ella se lo impidió.

—Permítame hacerlo a mí —dijo—. Usted vaya a ponerse ropa seca antes de que pille una pulmonía.

—Y me muera —añadió ella con un susurro, mientras se dirigía al armario, con cuidado de no tropezar con las dos maletas.  

López se preguntó brevemente por qué no habría deshecho aún el equipaje, pero en seguida se olvidó del tema  frunció el cejo mientras secaba el agua del suelo de madera lleno de arañazos. Al acabar, se fijó en las paredes. Llegó a la conclusión de que en algún momento debieron de ser blancas, pero en esos momentos eran de un deslucido color crema y estaban empezando a desconcharse. En el techo habían aparecido manchas de humedad y en una esquina ya empezaba a crecer moho. Se estremeció, preguntándose qué hacía una buena chica como la señorita Pierce en un lugar tan espantoso. Aunque tenía que reconocer que el apartamento estaba muy limpio y recogido. Más de lo normal.  

— ¿Cuánto le cobran de alquiler? —preguntó, haciendo una mueca mientras volvía a acomodar su casi metro sesenta y siete de altura en aquel objeto infame que se hacía pasar por silla plegable.  

—Ochocientos dólares al mes, gastos incluidos —respondió ella, antes de entrar en el baño.  

Ella se acordó de los pantalones de Armani que había tirado a la basura tras el viaje de vuelta de Pensilvania. No podía soportar llevar algo manchado de orina, ni siquiera después de haber sido lavado, pero con el dinero que Paulina se había gastado en esos pantalones, la señorita Pierce habría podido pagar el alquiler de un mes. Y aún le habría sobrado algo.
 
Al mirar a su alrededor una vez más, observó que su alumna se había esforzado penosa y patéticamente por convertir aquel apartamento en un hogar en la medida de lo posible. Junto a la cama había una gran lámina del cuadro de Henry Holiday, Dante y Beatriz en el puente de la Santa Trinidad.  

Se la imaginó con la cabeza en la almohada y el pelo largo y brillante enmarcándole la cara, contemplando a Dante antes de dormirse. A base de fuerza de voluntad, apartó esa imagen de su mente y reflexionó sobre lo extraño que era que ambas tuvieran una lámina del mismo cuadro. Al fijarse más, se dio cuenta de que Brittany se parecía bastante a Beatriz, aunque hasta ese momento no se hubiese dado cuenta. La idea se le clavó en el cerebro como un sacacorchos, pero en ese momento no quiso darle más vueltas.  

Se fijó en varias láminas más pequeñas que adornaban las paredes desconchadas del apartamento: un dibujo del Duomo de Florencia; un esbozo de la iglesia de San Marcos, en Venecia; una fotografía en blanco y negro de la cúpula de San Pedro, en Roma. Vio una hilera de macetas con plantas medicinales que adornaban la ventana, junto a un esqueje de filodendro que trataba de convertirse en planta adulta. Se fijó también en que las cortinas eran bonitas. Lisas, del mismo tono de lila que la colcha y los cojines. Y en la librería había muchos libros, tanto en inglés como en italiano, aunque al ver los títulos no quedó demasiado impresionado con su colección de aficionada. En resumen, el apartamento era viejo, diminuto, en mal estado y no tenía cocina. En caso de que hubiera tenido perro, ella no habría permitido que ni siquiera éste viviera en un sitio así.    

Brittany volvió a aparecer con lo que parecía ropa de deporte, una sudadera negra con capucha y pantalones de yoga. Se había recogido su precioso pelo en lo alto de la cabeza con una pinza. Pero incluso así vestida seguía siendo muy atractiva. Demasiado atractiva, como una sílfide.    

—Tengo English Breakfast o Lady Grey —le ofreció ella por encima del hombro. Se había puesto de rodillas para conectar la tetera eléctrica en el enchufe que había debajo de la cómoda.  

López la observó y negó con la cabeza mentalmente. Volvía a estar de rodillas, como en su despacho. Era evidente que no era una persona orgullosa ni arrogante y eso estaba bien, pero le dolía verla arrodillarse constantemente, aunque no habría sabido decir por qué.  
 
—English Breakfast. ¿Por qué vive aquí?    

Brittany se incorporó bruscamente en respuesta a la dureza de su tono de voz. Luego le dio la espalda, mientras sacaba de la cómoda una gran tetera marrón y dos tazas de té sorprendentemente bonitas, con platos a juego.    

—Es una calle tranquila en un barrio tranquilo. No tengo coche, así que busqué un sitio cercano a la universidad. —Se interrumpió mientras colocaba dos cucharillas de plata en los platitos—. Éste fue uno de los mejores apartamentos que encontré que no se saliera de mi presupuesto dejó las elegantes tazas de té en la mesa plegable sin mirarla y volvió a la cómoda.  

— ¿Por qué no se ha instalado en la residencia de estudiantes de Charles Street? A ella se le cayó algo de la mano, pero ella no vio de qué se trataba.
 
—Pensaba ir a otra universidad, pero al final no pudo ser Cuando finalmente decidí venir aquí, ya no quedaban plazas en la residencia.  

— ¿A qué universidad pensaba ir? Brittany empezó a morderse el labio.  

— ¿Señorita Pierce?    

—A Harvard.

López estuvo a punto de caerse de la silla.    

— ¿A Harvard? ¿Y qué demonios está haciendo aquí? Brittany disimuló una sonrisa, como si entendiera la causa de su enfado.    

—Toronto es el Harvard del norte.    

—No se ande con rodeos, señorita Pierce, le he hecho una pregunta.    

—Sí, profesora. Y sé que siempre espera una respuesta a sus preguntas —replicó ella, alzando una ceja hasta que ella apartó la mirada—. Mi padre no pudo aportar la parte que se suponía que iba a destinar a mi educación y con la beca que me ofrecieron no me llegaba para vivir. Todo es mucho más caro en Cambridge que en Toronto. Ya debo miles de dólares en préstamos que pedí para poder estudiar la carrera en la Universidad de Saint Joseph y decidí no endeudarme más. Por eso estoy aquí mientras volvía a arrodillarse para desenchufar la tetera, cuya agua ya hervía, La Profesora negaba con la cabeza, asombrada.    

—Toda esa información no aparece en el expediente que me dio la señora Jenkins —protestó—. Debería haberme dicho algo.  
 
Brittany la ignoró mientras añadía varias cucharadas de té a la tetera. Ella se echó hacia adelante, gesticulando vivamente.  
 
—Este sitio es horrible. Ni siquiera tiene cocina. ¿De qué se alimenta? Ella dejó la tetera y un pequeño colador de plata en la mesa y, sentándose, empezó a retorcerse las manos.
 
—Como mucha verdura fresca. Puedo preparar sopa y cuscús en el hornillo eléctrico. El cuscús es muy nutritivo —añadió, tratando de sonar despreocupada, pero sin lograr disimular el temblor de su voz.    

—No puede alimentarse a base de esa basura. ¡Un perro come mejor que usted! Brittany agachó la cabeza, ruborizándose y luchando por no echarse a llorar.

La Profesora la miró un rato hasta que, por fin, la vio. Y mientras contemplaba la expresión torturada que nublaba sus preciosos rasgos, se dio cuenta de que ella, La profesora Santana M. López, era una egocéntrica hija de puta. Acababa de avergonzarla por ser pobre, cuando ser pobre no era motivo de vergüenza. Ella también había sido muy pobre.

Brittany era una mujer inteligente y atractiva, que además era una estudiante. No tenía nada de qué avergonzarse. La había invitado a su casa, una casa que ella se había esforzado para que resultara acogedora porque no tenía otro sitio adonde ir y ella se lo agradecía diciéndole que aquel lugar no era adecuado ni para un perro. Había hecho que se sintiera despreciable y estúpida cuando no era ni una cosa ni la otra. ¿Qué diría Grace si lo hubiera oído?  Diría que era un asno. Al menos ahora era consciente de serlo.  
 
—Dis... discúlpeme —dijo entrecortadamente—. No sé qué me pasa —se excusó, cerrando los ojos y frotándoselos con los nudillos.  
 
—Acaba de perder a su madre —replicó ella con una voz sorprendentemente comprensiva.  
Un resorte se disparó en la mente de ella.  
 
—No debería estar aquí —dijo, levantándose rápidamente—. Tengo que irme.    

Brittany la siguió hasta la puerta de la calle y le dio su gabardina y su paraguas. Luego se quedó ruborizada, mirando al suelo, esperando a que se fuera. Se arrepentía de haberle enseñado su casa. Era obvio que no estaba a su altura. Horas atrás, se había sentido orgullosa de su pequeño pero limpio agujero de hobbit, en cambio ahora se sentía muy avergonzada. Por no mencionar el hecho de que ser humillada de nuevo delante de ella hacía el asunto mucho peor.    

López musitó algo, inclinó la cabeza y se marchó.  
 
Brittany se apoyó en la puerta cerrada y finalmente dejó que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.  
 
Toc, toc. Sabía quién era, pero no quería abrir. «Por favor, dioses de los agujeros de hobbit carísimos y no adecuados ni para un perro, que me deje en paz de una vez.» En esta ocasión, su plegaria silenciosa y espontánea no fue escuchada. Toc, toc, toc. Se secó la cara rápidamente y abrió la puerta, pero sólo una rendija.  

Ella la miró parpadeando desconcertada, como si le costara entender que ella hubiera estado llorando entre su partida y su regreso Brittany se aclaró la garganta y se quedó mirando los zapatos italianos de ella.    

— ¿Cuándo fue la última vez que se comió un buen filete?  

Ella se echó a reír y negó con la cabeza. No se acordaba.  
 
—Bueno, pues esta noche va a comer uno. Me muero de hambre y me va a acompañar a cenar.    Brittany se permitió el lujo de esbozar una leve y traviesa sonrisa.  

— ¿Está segura, profesora? Pensaba que esto —dijo, imitando su gesto en el despacho— no iba a funcionar.    

Ella se ruborizó ligeramente.  

—Olvídese de eso. Pero... —añadió, mirándola de arriba abajo, deteniéndose quizá un poco más de lo necesario en sus deliciosos pechos ella bajó la vista hacia su ropa.
 
—Puedo cambiarme otra vez.
 
—Será lo mejor. Póngase algo más adecuado.
 
Brittany la miró con expresión herida.    

—Puede que sea pobre, pero tengo algunas cosas bonitas. Y son decentes. No tenga miedo, no va a aparecer en público con alguien vestida de pordiosera López  se ruborizó aún más y se reprendió en silencio.  

—Quería decir algo adecuado para un restaurante que exige que las mujeres lleven vestido —dijo, con una discreta sonrisa conciliadora.  

Esta vez fue ella quien la miró de arriba abajo, deteniéndose tal vez un poco más de lo necesario en sus deliciosos pechos.  
 
—De acuerdo. Con una condición.  
 
—No creo que esté en situación de negociar.  
 
—En ese caso, adiós, profesora.  

— ¡Espere! —exclamó ella, metiendo su caro zapato italiano en la rendija de la puerta, para impedir que la cerrara, sin preocuparse siquiera de que pudiera estropeársele—. ¿De qué se trata?    Ella la miró en silencio unos instantes antes de responder:    

—Dígame una razón por la que debería acompañarla, después de todo lo que me ha dicho hoy.

Ella la miró con los ojos muy abiertos antes de volver a ruborizarse.  
 
—Yo... ejem... quiero decir... ejem... podría decirse que usted... que yo... —balbuceó.    
Brittany alzó una ceja y empezó a cerrar la puerta.  
 
—Un momento —dijo ella, aguantando la puerta con la mano para darle un respiro a su pie, que empezaba a quejarse—. Porque lo que escribió Rachel era correcto: «López es una asno». Estoy de acuerdo. Pero ahora, al menos, López lo sabe.    

En ese momento, la cara de Brittany se iluminó con una sonrisa radiante y ella se encontró devolviéndosela. Era preciosa cuando sonreía. Iba a tener que asegurarse de que sonriera más a menudo, por razones puramente estéticas.  
 
—La esperaré aquí. —No queriendo darle más motivos para que cambiara de idea, cerró la puerta.    Dentro del apartamento, Brittany apretó los párpados y gimió.

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Hola Hola ! Yo otra vez dejandoles otro capitulo (: ando feliz desde que mi amada Costa rica paso a la segunda ronda del mundial jajajaja   FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 2145353087  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 2145353087 
Bueno sin hablar mas espero que les guste y comenten !
Saludos y Besos.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dolomiti Dom Jun 22, 2014 2:21 am

Hola! Muy buena trama jaja es interesante :D espero la siguiente actu :3 saludines
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Mensaje por Elita Dom Jun 22, 2014 4:33 am

Santana es una completa hija de p@$# >:c
Yo ya le habría dado un guantazo por ser tan grosera!
Aah, al menos trata de solucionar esa metida de patas xD

PD: Todos le tenemoa la fe puesta a la Sele :3 total ya destrozo al grupo D la muerte xD andas feliz??? Claroo & quien no?? Hasta maldecia al árbitro por quitarnos el penal de Campbell -.-'

Jeje en fin, espero que Lopez haga bien las cosas y deje de humillar a Britt :)

Saludos!
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Mensaje por micky morales Dom Jun 22, 2014 10:29 am

vaya, santana es una arpia, pobre britt, espero que las cosas cambien o atravezare esta pantalla y ahorcare a la distinguida profesora lopez!!!!
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Mensaje por 3:) Dom Jun 22, 2014 2:01 pm

holap dan!!!!

me encanta el capitulo!!!!
creo que soy la única que va a decir esto,.. AMO A MISS LOPEZ!!! jajaja
su actitud a veces da ganas de matarla,..jajajaja
la forma de preocuparse por el conejo,... es mas fácil que le de un palazo en la nuca antes de hablar jajja por lo menos a lo ultimo recapacito,... claro metiendo la pata jajajaj!!!!

nos vemos!!!
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Dom Jun 22, 2014 8:46 pm

¿Dónde están los otros capítulos?
Realmente se me hacen cortos, y quizá es porque
me ha atrapado completamente tu adaptación; sí,
apenas llevas 4 capítulos pero ¡wow!
Amo a Miss López *-*
Anddy Rivera Morris
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Mensaje por monica.santander Dom Jun 22, 2014 10:58 pm

Esta trilogia es genial que bueno que la adaptes!!!!
Saludos
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Mensaje por Dani(: Dom Jun 22, 2014 11:51 pm

Dolomiti escribió:Hola! Muy buena trama jaja es interesante :D espero la siguiente actu :3 saludines

Hola Hola!
Me alegro que te gustara y comentaras !
Saludos y besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

Elita escribió:Santana es una completa hija de p@$# >:c
Yo ya le habría dado un guantazo por ser tan grosera!
Aah, al menos trata de solucionar esa metida de patas xD

PD: Todos le tenemoa la fe puesta a la Sele :3 total ya destrozo al grupo D la muerte xD andas feliz??? Claroo & quien no?? Hasta maldecia al árbitro por quitarnos el penal de Campbell -.-'

Jeje en fin, espero que Lopez haga bien las cosas y deje de humillar a Britt :)

Saludos!

Hola Hola!
Jajajajajja ya veras que pronto la empezaras a amar tanto jajaja

PD: VIVA LA SELE  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055  grite como loca jajaja pero igual ganamos!!


micky morales escribió:vaya, santana es una arpia, pobre britt, espero que las cosas cambien o atravezare esta pantalla y ahorcare a la distinguida profesora lopez!!!!

Hola Hola!
Jajajajaja ya veras que ahorita la empezaras a amar ya veras :P aunque sera cruel!
Saludos !!

3:) escribió:holap dan!!!!

me encanta el capitulo!!!!
creo que soy la única que va a decir esto,.. AMO A MISS LOPEZ!!! jajaja
su actitud a veces da ganas de matarla,..jajajaja
la forma de preocuparse por el conejo,... es mas fácil que le de un palazo en la nuca antes de hablar jajja por lo menos a lo ultimo recapacito,... claro metiendo la pata jajajaj!!!!

nos vemos!!!

Hola Hola!
AMAMOS A MISS LÓPEZ  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055 
Exactamente pobre conejito :P
Saludos y besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

Anddy Rivera Morris escribió:
¿Dónde están los otros capítulos?
Realmente se me hacen cortos, y quizá es porque
me ha atrapado completamente tu adaptación; sí,
apenas llevas 4 capítulos pero ¡wow!
Amo a Miss López *-*

Hola Hola!
Aqui te vengo a dejar otro :) talvez un dia de estos haga maraton  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 2145353087 
Me alegra que te gustara mucho y comentes y MISS LÓPEZ  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055 
Saludos y Besos.  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

monica.santander escribió:Esta trilogia es genial que bueno que la adaptes!!!!
Saludos

Hola Hola!
Me alegro que te guste la adaptacion :)
Saludos y Besos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Dom Jun 22, 2014 11:55 pm

Capítulo 5


López recorrió el pasillo de un extremo a otro varias veces. Luego se apoyó en la pared y se frotó la cara con las manos. Estaba bien jodida. No sabía cómo había acabado allí ni qué la había impulsado a actuar como lo había hecho, pero sabía que estaba metida en un lío de proporciones épicas. Su comportamiento con la señorita Pierce en su despacho no había sido nada profesional. Había rozado casi el acoso verbal. Y luego, por si fuera poco, la había subido a su coche y había entrado en su casa. Todo estaba resultando muy irregular.

Si en vez de a la señorita Pierce hubiera recogido a la señorita Fabray, probablemente ésta se habría inclinado sobre ella y le habría bajado la cremallera de la bragueta con los dientes mientras conducía. Se estremeció de sólo pensarlo. Y ahora estaba a punto de salir a cenar con la señorita Pierce. ¡La había invitado a comer un filete! Si eso no violaba todas las normas de no confraternización entre profesores y alumnos, ya no sabía qué lo haría respiró hondo.

La señorita Pierce era un desastre, una reencarnación de Calamit y Jane, un torbellino de contratiempos. Parecía que todo le saliese mal, empezando por que no había podido ir a Harvard y siguiendo por toda la serie de objetos que se le rompían con sólo tocarlos... incluidos la calma y el carácter sereno de ella aunque sintiera que viviese en aquellas deplorables condiciones, ella no iba a poner en peligro su carrera por ayudarla. Si ella quisiera, al día siguiente mismo podría denunciarla por acoso ante el catedrático de su departamento. No podía permitirlo.

Recorrió el pasillo en dos largas zancadas y levantó la mano para llamar a la puerta.

Pensaba darle cualquier excusa, algo que siempre sería mejor que desaparecer sin decir nada, pero en ese momento oyó pasos dentro del apartamento que se acercaban.

La señorita Pierce abrió la puerta y se quedó quieta, con la mirada clavada en el suelo. Llevaba un vestido negro con cuello de pico, sencillo pero elegante, que le llegaba hasta la rodilla. Los ojos de ella recorrieron sus suaves curvas hasta detenerse en sus piernas, sorprendentemente largas. Y los zapatos... Era imposible que ella lo supiera, pero López tenía debilidad por las mujeres con zapatos de tacón. Tragó saliva con dificultad al ver los impresionantes zapatos negros con tacón de aguja que llevaba. Era obvio que eran de diseño. Quería tocarlos y...

—Ejem. —Brittany carraspeó suavemente.

A regañadientes, ella apartó la vista de sus zapatos y la miró a la cara. Ella la estaba observando con expresión divertida se había recogido el pelo en un moño alto, con algunos rizos sueltos que le caían alrededor de la cara. Se había puesto un poco de maquillaje. Su piel de porcelana seguía pálida, pero luminosa, y dos pinceladas de color rosa le alegraban las mejillas. Tenía las pestañas más oscuras y largas de lo que recordaba.

La señorita Brittany Pierce era atractiva se puso una gabardina azul marino y cerró con llave la puerta del apartamento. Ella le indicó con un gesto que pasara delante y la siguió en silencio por el pasillo. Cuando llegaron a la calle, abrió el paraguas y se quedó dudando Brittany la miró, ladeando la cabeza.

—Será más fácil taparnos a las dos si se coge de mí —le dijo, ofreciéndole el brazo de la mano con que sujetaba el paraguas—. Si no le importa —añadió.

Ella tomó su brazo y lo miró con ternura se dirigieron en silencio hacia el puerto, una zona de la que Brittany había oído hablar, pero a la que aún no había tenido ocasión de ir. Antes de que La Profesora le entregara las llaves al aparcacoches, le pidió a ella que le diera un abrigo Brittany sonrió al ver un abrigo bien doblado de seda al inclinarse para dársela, ella cerró los ojos un instante para aspirar su perfume.

—Vainilla —murmuró.

— ¿Qué?

—Nada.

La profesora López era sexy. Tenía una cara muy atractiva y Brittany estaba segura de que bajo la ropa sería igual de agraciada. Aunque por su propio bien trató de no pensar mucho en ello

—No puedo... No veo... —se quejó ella, tratando de enderezar el cuello del abrigo sin éxito — ¿Quiere que pruebe yo? —se ofreció ella, tímidamente. No quería tocarla sin su consentimiento.

—Gracias.

Brittany le enderezó el cuello rápidamente, se lo alisó y fue así hasta el cuello hasta llegar a la nuca cuando terminó, estaba respirando aceleradamente y se había ruborizado.
Ella no se dio cuenta, porque estaba ocupada pensando en lo familiares que le resultaban los dedos de Brittany y preguntándose por qué los dedos de Quinn nunca se lo habían parecido con una sonrisa y una inclinación de cabeza, la invitó a salir del coche.

El Harbour Sixty Steakhouse era un local emblemático de Toronto, un restaurante famoso y muy caro, frecuentado por directivos de empresa, políticos y otros personajes igual de impresionantes. López solía comer allí porque el solomillo que preparaban era el mejor que había probado y no tenía paciencia para la mediocridad. No se le ocurrió llevar a la señorita Pierce a otro sitio. Antonio, el maître, la saludó calurosamente, con un firme apretón de manos y un torrente de palabras en italiano ella respondió con la misma calidez y en el mismo idioma.

— ¿Y quién es esta belleza? —preguntó Antonio, besándole la mano a Brittany y empezando a alabar en un italiano muy descriptivo sus ojos, su pelo y su pie ella se ruborizó, pero le dio las gracias tímidamente en italiano.

La señorita Pierce tenía una voz preciosa, pero la señorita Pierce hablando en italiano era algo celestial. Su boca de rubí abriéndose y cerrándose; el modo delicado en que prácticamente cantaba las palabras; su lengua, asomando de vez en cuando para humedecerse los labios... López tuvo que ordenarse cerrar la boca.

Antonio se quedó tan sorprendido y encantado por su respuesta que la besó en las mejillas no una vez, sino dos. Inmediatamente, los acompañó hasta la parte trasera del restaurante, donde les ofreció la mejor mesa, la más romántica López dudó un momento antes de sentarse, al darse cuenta de lo que Antonio estaba interpretando. Ella ya se había sentado a aquella mesa anteriormente, con otra persona, y el maître estaba sacando conclusiones precipitadas. Iba a tener que aclarar las cosas. Pero cuando empezó a carraspear para hablar, Antonio le preguntó a Brittany si aceptaría una botella de una cosecha muy especial de un viñedo de su familia en la Toscana.

Ella se lo agradeció mucho, pero dijo que tal vez Il Professore tuviese otras preferencias.

Ella se sentó rápidamente y, para no ofender al maître, dijo que estaría encantada con cualquier vino que Antonio les ofreciera. Éste se retiró, radiante.

—Ya que estamos en público, tal vez sería buena idea que no me llamara profesora López ella asintió, sonriendo.

—Puede llamarme señora López.

La señora López estaba demasiado ocupada mirando la carta para darse cuenta de que los ojos de Brittany se abrieron mucho antes de que bajara la vista. —Tiene acento de la Toscana —comentó ella, distraída, sin mirarla todavía.

—Sí.

— ¿De dónde lo ha sacado?

—Estudié el tercer año de carrera en Florencia.

—Tiene un nivel muy bueno para haberlo estudiado sólo un año.

—Empecé a estudiarlo antes, en el instituto.

Ella la miró desde el otro extremo de la mesa, pequeña e íntima, y se dio cuenta de que ella estaba evitando devolverle la mirada. Estudiaba la carta como si fueran las preguntas de un examen y se mordía el labio inferior.

—Está invitada, señorita Pierce— ella alzó la vista bruscamente, como si no acabara de entender lo que quería decir.

—Es mi invitada. Pida lo que quiera, pero, por favor, pida carne. Se sintió en la obligación de especificarlo, ya que el objetivo de aquella cena era suministrarle algo más nutritivo que el cuscús.

—No sé qué elegir.

—Si quiere, puedo elegir por usted.

Ella asintió y cerró la carta, sin dejar de morderse el labio. En ese momento, Antonio regresó y les mostró orgulloso una botella de chianti con una etiqueta escrita a mano. Brittany sonrió mientras el maître abría la botella y le servía un poco en la copa.

López la observó conteniendo el aliento mientras ella hacía girar el vino en la copa con pericia y luego la levantaba para examinar el líquido a la luz de las velas. Se acercó la copa a la nariz, cerró los ojos e inspiró. Luego se la llevó a los carnosos labios y probó el vino, manteniéndolo en la boca unos instantes antes de tragárselo. Abrió los ojos y, con una sonrisa más amplia, le dio las gracias a Antonio por su precioso regalo.

El maître, radiante, felicitó a la señora López por su elección de acompañante con un entusiasmo un poco excesivo y llenó ambas copas con su vino favorito.

Mientras tanto, López había tenido que ajustarse los pantalones por debajo de la mesa, porque la visión de la señorita Pierce probando el vino había resultado ser la imagen más erótica que había visto nunca. No era sólo atractiva; era hermosa, como un ángel o una musa. Y tampoco era simplemente hermosa; era sensual, hipnótica y al mismo tiempo inocente. Sus bonitos ojos reflejaban una pureza y una profundidad de sentimientos en las que no se había fijado hasta entonces.

Con esfuerzo, apartó la vista mientras volvía a ajustarse los pantalones. Se sintió sucia y un poco avergonzada por su reacción. Una reacción de la que iba a tener que ocuparse más tarde. A solas. Rodeado de olor a vainilla por de pronto pidió por los dos, asegurándose de que les traían los trozos más grandes de filet mignon. Cuando la señorita Pierce protestó, ella hizo un gesto despectivo con la mano y le dijo que si le sobraba algo se lo podría llevar a casa. Esperaba que las sobras le sirvieran para alimentarse un par de días más.

Se preguntó qué comería cuando se le hubieran acabado, pero se negó a obsesionarse con el tema. Aquella cena no iba a volver a repetirse. Era una excepción. Sólo la había invitado para disculparse por haberla humillado en su despacho. Después de esa noche, las cosas entre ellas volverían a ser estrictamente profesionales y la joven tendría que enfrentarse sola a sus futuras calamidades.

Brittany, por su parte, se sentía muy feliz de que estuvieran juntas. Quería hablar con ella, hablar con ella de verdad, preguntarle por su familia y por el funeral. Quería consolarla por la pérdida de su madre. Quería contarle sus secretos y que ella, a cambio, le susurrara los suyos al oído. Pero los ojos de la señora López, clavados en ella pero guardando las distancias, le dijeron que, por el momento, eso no iba a ser posible. Así que sonrió y jugueteó con los cubiertos, esperando no irritarla con su nerviosismo.

— ¿Por qué empezó a estudiar italiano en el instituto? Brittany ahogó una exclamación, abrió mucho los ojos y se quedó con su preciosa boca abierta.

Ella frunció el cejo ante su reacción, completamente desproporcionada a su pregunta. No la había interrogado sobre su talla de sujetador. No pudo evitar que los ojos se le dirigieran a sus pechos antes de volver a mirarla a la cara. Se ruborizó cuando una talla y una letra aparecieron milagrosamente en su mente.

—Ejem... me interesaba mucho la literatura italiana. Dante y Beatriz especialmente —respondió ella, doblando y volviendo a doblar la servilleta que tenía en el regazo. Unos cuantos rizos cayeron sobre su rostro ovalado con el movimiento. Ella se acordó entonces del cuadro que tenía en su apartamento y de su extraordinario parecido con Beatriz. Una vez más, su mente le envió señales de aviso y, una vez más, las ignoró.

—Son unos intereses notables para una jovencita —señaló, contemplándola y admirando su belleza.

—Tuve una... amiga que me inició en el tema —replicó Brittany, como si el recuerdo le resultara doloroso. Al darse cuenta de que se estaba adentrando en un terreno peligrosamente personal, ella retrocedió y cambió de tema.

—Ha impresionado a Antonio. Está encantado con usted. Ella la miró y sonrió.
—Es un hombre muy amable.

—Y usted florece con la amabilidad, ¿no es cierto? Como una rosa. Las palabras salieron de sus labios antes de poder reflexionar sobre lo que estaba diciendo. Una vez dichas, con Brittany mirándola con una calidez alarmante, ya no pudo retirarlas.

Había llegado demasiado lejos. Se encerró en sí misma y empezó a mirar con atención la copa de vino para no mirarla a ella, y sus modales se volvieron fríos y distantes. Brittany se dio cuenta del cambio. Lo aceptó y no hizo ningún intento por retomar la conversación anterior.

A lo largo de la cena, un Antonio claramente cautivado pasó más tiempo del necesario charlando en italiano con la hermosa Brittany, invitándola a cenar con su familia en el club italo-canadiense el domingo siguiente. Ella aceptó encantada y fue recompensada con tiramisú, espresso, biscotti, grappa y, para acabar, un bombón Baci. A López no le ofrecieron ninguna de esas delicias, por lo que permaneció malhumorada, viéndola disfrutar al final de la cena, Antonio le puso a Brittany lo que parecía un gran cesto de comida en las manos, sin querer escuchar las protestas de la joven. La besó en las mejillas varias veces tras ayudarla a ponerse la gabardina y le rogó a la profesora que volviera a traerla pronto y a menudo ella enderezó la espalda y le dirigió al maître una mirada glacial.

—Eso no va a ser posible —dijo y, girando sobre sus talones, salió del restaurante, dejando que Brittany y su pesado cesto de comida lo siguieran desanimados. Mientras las veía alejarse, Antonio se preguntó por qué habría llevado la profesora a una criatura tan deliciosa a un restaurante tan romántico para pasarse la noche sentada seria, sin apenas dirigirle la palabra, casi como si le resultara doloroso estar allí.

Cuando llegaron al apartamento de la señorita Pierce, López abrió la puerta del Jaguar y cogió la cesta de comida del asiento de atrás. Sin poder reprimir su curiosidad, echó un vistazo al contenido.

—Vino, aceite de oliva, vinagre balsámico, biscotti, un bote de salsa marinara hecha por la esposa de Antonio, restos de comida... Va a alimentarse muy bien durante los próximos días.

—Gracias a usted —dijo ella, alargando los brazos hacia la cesta.
—Pesa mucho. Yo la llevaré.

La acompañó hasta la puerta del edificio y esperó mientras ella abría la puerta. Luego le dio la cesta ruborizándose, Brittany se miró los zapatos y buscó las palabras adecuadas para lo que quería decir.

—Gracias, profesora López, por una noche tan agradable. Ha sido muy generoso por su parte...

—Señorita Pierce —la interrumpió ella—, no hagamos esto más incómodo de lo que ya es lamento mi... mala educación. Mi única excusa es... de carácter privado, así que démonos la mano y empecemos de cero alargó la mano y ella se la estrechó tuvo que hacer un gran esfuerzo para ignorar la electricidad que sintió en las venas ante el contacto de su piel, suave y delicada.

—Buenas noches, señorita Pierce.

—Buenas noches, profesora López.

Y con esas palabras desapareció en el interior de la casa, despidiéndose de ella en mejores términos que horas atrás.

Aproximadamente una hora más tarde, Brittany estaba sentada en la cama, contemplando la fotografía que siempre guardaba debajo de la almohada. Se la quedó mirando un buen rato, tratando de decidir si debía romperla, dejarla donde estaba o guardarla en un cajón. Siempre le había encantado esa foto. Le encantaba su sonrisa. Era la foto más bonita que había visto nunca, pero le dolía demasiado mirarla.

Alzó la vista hacia la lámina colgada junto a su cama, reprimiendo las lágrimas. No sabía qué había esperado de su Dante versión femenina, pero sabía que no lo había conseguido. Así que, con la sabiduría que sólo se obtiene con un corazón roto, decidió que debía olvidarse de ella de una vez por todas.

Se acordó de su despensa abarrotada y de la amabilidad de Antonio. Pensó en los mensajes que Rachel le había dejado en el contestador, expresándole su preocupación por haberla dejado sola con La Profesora y rogándole que la llamara sin importar la hora que fuera para decirle que estaba bien fue hasta la cómoda, abrió el cajón de arriba y metió la foto dentro, con respeto pero con decisión, colocándola en la parte de atrás, bajo la lencería sexy que nunca se ponía. Y con el contraste entre las tres mujeres de su vida bien presente en su mente, volvió a la cama, cerró los ojos y soñó con un huerto de manzanos abandonado.

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Hola Hola! Bueno vengo a dejar a un nuevo capitulo !!
Ojala puedan comentar y decirme si les va gustando la adaptacion
 FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1206646864 

PD: MISS LÓPEZ  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055  ya ya jajaja
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Mensaje por Elita Lun Jun 23, 2014 12:29 am

Santana lo arregla & lo caga todo en segundos -.-' perooo bueno. . He de esperar :)

Saludos!
Elita
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Mensaje por Dolomiti Lun Jun 23, 2014 2:06 am

Sip! Totalmente de acuerdo se porta amable y en un santiamén pff se pone de malvibrosa :/
Saludines! Hasta la siguiente actu! :)
Dolomiti
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Mensaje por 3:) Lun Jun 23, 2014 2:07 pm

holap,...

lo bipolar de miss lopez puede ser un amor como dar tremendo miedo!!!
a ver como siguen las cosas con el conejo de ahora en adelante,... si miss lopez la saca de un plumazo o la deja para,......!!!!!
NUUUUUUUUU,... OTRA VEZ LA VAINILLA!!!!! ya tuve un trauma dos veces no jajajajja


nos vemos!!!!

PD; ya le quedo MISS LOPEZ!!! jajajajajajaj
3:)
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Mensaje por laura.owens Lun Jun 23, 2014 2:25 pm

Hola! Hola!, nueva lectora por aqui, me encanta la historia, siguela! siguela! =)
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Lun Jun 23, 2014 6:53 pm

Como que en tu próxima actualización deberías subir
dos capítulos, ¿no? :D jaja
hay mucho misterio por aquí... Asdfghjkl
Ya quiero que comience la acción xD
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Mensaje por monica.santander Lun Jun 23, 2014 7:08 pm

Genial!!! Miss Lopez es una montaña rusa jajaja!!!!!!
Saludos
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Mensaje por marcoheath Lun Jun 23, 2014 9:47 pm

Uffff... no entiendo muy bien la historia, o sea, es logico que se conocen desde antes, porque Brittany dijo que habia sido una mala hija sustituta de Grace, la "amiga" que la introdujo en el tema de dante y la foto que miro antes de irse a dormir, y, aparentemente, Grace es la madre de Santana, pero porque entonces Santana no da ni un atisbo de haberla visto antes? o se esta haciendo la loca? jajajajjaaja Sacame de mis dudas poooorfa!

Saludooooos!
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Mensaje por Dani(: Lun Jun 23, 2014 9:51 pm

Elita escribió:Santana lo arregla & lo caga todo en segundos -.-' perooo bueno. . He de esperar :)

Saludos!

Hola Hola!
Asi es miss lópez de frustante !
Saludos y besos.

Dolomiti escribió:Sip! Totalmente de acuerdo se porta amable y en un santiamén pff se pone de malvibrosa :/
Saludines! Hasta la siguiente actu! :)

Hola Hola!
Jajajajaja san es un dolor ya veran!
Saludos y besos!

3:) escribió:holap,...

lo bipolar de miss lopez puede ser un amor como dar tremendo miedo!!!
a ver como siguen las cosas con el conejo de ahora en adelante,... si miss lopez la saca de un plumazo o la deja para,......!!!!!
NUUUUUUUUU,... OTRA VEZ LA VAINILLA!!!!! ya tuve un trauma dos veces no jajajajja


nos vemos!!!!

PD; ya le quedo MISS LOPEZ!!! jajajajajajaj

Hola Hola!
Pero miss lópez es una  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 1215408055 
Conejito conejito jajaja
Te entiendo con lo de la vainilla jajajaja
Saludos y besos. FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 2013958314 

laura.owens escribió:Hola! Hola!, nueva lectora por aqui, me encanta la historia, siguela! siguela! =)

Hola Hola!
Me alegro que te gustara y comentaras !
Saludos y Besos (:

Anddy Rivera Morris escribió:
Como que en tu próxima actualización deberías subir
dos capítulos, ¿no? :D jaja
hay mucho misterio por aquí... Asdfghjkl
Ya quiero que comience la acción xD

Hola Hola!
Jjajajajaja dejare un poco de misterio como que siento que el proximo capitulos lo vas a amar mucho :P
Saludos y Besos.

monica.santander escribió:Genial!!! Miss Lopez es una montaña rusa jajaja!!!!!!
Saludos

Hola Hola!
Miss lópez es peor que eso jajaja
Saludos y Besos.  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 4061796348 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Lun Jun 23, 2014 9:52 pm

marcoheath escribió:Uffff... no entiendo muy bien la historia, o sea, es logico que se conocen desde antes, porque Brittany dijo que habia sido una mala hija sustituta de Grace, la "amiga" que la introdujo en el tema de dante y la foto que miro antes de irse a dormir, y, aparentemente, Grace es la madre de Santana, pero porque entonces Santana no da ni un atisbo de haberla visto antes? o se esta haciendo la loca? jajajajjaaja Sacame de mis dudas poooorfa!

Saludooooos!

Hola Hola!
Este capitulo te sacara de las dudas (:
Y presiento que el proximo capitulo te encantara :P
Saludos y Besos!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por marcy3395 Lun Jun 23, 2014 9:58 pm

anda vamos actualiza siiiiiiiiiiiiiii
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Lun Jun 23, 2014 10:00 pm

Capítulo 6


El viernes, Brittany encontró un documento oficial en su casillero, informándola de que la profesora López había aceptado dirigir su proyecto. Estaba contemplándolo sorprendida, preguntándose qué lo habría hecho cambiar de idea, cuando Rachel apareció a su espalda.

— ¿Estás lista?

Ella la saludó con una sonrisa, mientras guardaba el documento en su mochila, que había arreglado lo mejor que había podido. Salieron del edificio y echaron a andar por la calle Bloor en dirección al Starbucks que estaba a media manzana de allí.

—Quiero que me cuentes qué tal te fue con López, pero antes tengo que decirte una cosa —dijo ella, muy seria Brittany la miró con ansiedad —No tengas miedo, Conejito. No te va a doler —la tranquilizó, dándole unas palmaditas en el brazo el corazón de Rachel era casi tan grande como el resto de su persona y siempre estaba atenta al sufrimiento de los demás —Sé lo que pasó con la nota ella cerró los ojos y maldijo en silencio.

—Rachel, lo siento mucho. Iba a contarte que metí la pata y que escribí por el otro lado de tu nota, pero luego se me pasó. No le dije que lo habías escrito tú ella la agarró del brazo para interrumpirla.

—Lo sé. Se lo dije yo— la miró, sorprendida.

— ¿Por qué lo hiciste? — Mientras se hundía en las profundidades de los grandes ojos Azules del Conejito, Rachel se convenció de que haría cualquier cosa por impedir que nadie le hiciera daño. Incluso si eso le costaba su carrera académica. Incluso si tenía que sacar a rastras a López del Departamento de Estudios Italianos para darle en su pomposo trasero la patada que tanto se merecía.

—La señora Jenkins me contó que La Profesora te había mandado llamar y pensé que querría echarte la bronca. Encontré una copia de la nota en la pila de papeles para fotocopiar que me dejó preparada —dijo, encogiéndose de hombros—. Son los riesgos de trabajar como ayudante de una gilipollas.

Le tiró del brazo para animarla a seguir andando, pero esperó a continuar la conversación hasta después de invitarla a un enorme café con leche con vainilla y sin azúcar. Cuando Brittany acabó de acomodarse como un gato en un sofá de terciopelo lila y Rachel se hubo convencido de que estaba cómoda y calentita, se volvió hacia ella con expresión comprensiva.

—Sé que fue un accidente. Estabas tan nerviosa después del primer seminario... Debí acompañarte hasta la puerta. Sinceramente, Brittany, nunca la había visto actuar como ese día. A veces puede darse aires de superioridad o ser un poco susceptible, pero nunca se había comportado con tanta agresividad con una alumna. Fue incómodo para todos los que estábamos allí—ella bebió un sorbo de su café con leche y lo dejó hablar.

—Cuando encontré la nota entre los papeles, supe que iba a arrancarte la cabeza. Pregunté a qué hora tenías la entrevista con ella y concerté cita antes. Le confesé que lo había escrito yo y traté de hacerle creer que había escrito también tu parte, pero eso ya no se lo creyó.

— ¿Hiciste todo eso por mí? — Rachel sonrió y flexionó los brazos en broma.

—Trataba de ser tu escudo humano. Pensé que si se desahogaba conmigo, ya no le quedarían ganas de gritarte a ti. —La miró fijamente—. Pero no funcionó, ¿verdad? — Ella la miró con agradecimiento.

—Nadie había hecho algo así por mí. Te debo una.

—No tiene importancia. Ojalá hubiera descargado su mal humor conmigo. ¿Qué te dijo? — Brittany fingió estar muy interesada en la taza y no haber oído la pregunta.

—Vaya. ¿Tan mal fue? —Preguntó Rachel, frotándose la barbilla—. Bueno, al menos ahora parece que ya se le haya olvidado. Durante el último seminario ha estado educada.
A Brittany se le escapó la risa—Sí, aunque no me ha dejado abrir la boca, ni siquiera cuando levantaba la mano. Estaba demasiado ocupada dejando que Quinn Fabray respondiera a todas las preguntas — Rachel la miró con curiosidad.

—No te preocupes por ella. Tiene problemas con López por un asunto relacionado con su proyecto. No le gusta cómo lo está enfocando. Ella misma me lo dijo.

—Eso es horrible. ¿Lo sabe Quinn?

Rachel se encogió de hombros —Debería saberlo, pero ¿quién sabe? Está tan obcecada en seducirla, que su trabajo se está resintiendo. Es una vergüenza.

Brittany tomó nota de esa información y la guardó en su memoria para usarla cuando la necesitara. Se echó hacia atrás en el sillón, se relajó y disfrutó del resto de la tarde con Rachel, que estuvo encantadora, amable y consiguió que se alegrara de haber ido a Toronto. A las cinco en punto, el estómago empezó a hacerle ruido y ella se lo agarró con ambas manos, avergonzada.Rachel se echó a reír. Brittany era un encanto de criatura. Hasta cuando le sonaba el estómago era graciosa.

— ¿Te gusta la comida tailandesa?

—Oh, sí. Había un sitio en Filadelfia al que iba muy a menudo con... —Se interrumpió antes de decir su nombre en voz alta — El tailandés era el sitio a donde iba siempre con ella. Se preguntó si seguiría yendo allí con la otra. Si se sentarían a su antigua mesa, riéndose de ella Rachel carraspeó para devolverla a la realidad.

—Lo siento. —Brittany agachó la cabeza y empezó a rebuscar en la mochila, sin un propósito en particular.

—Hay un tailandés genial en esta misma calle. Está a varias manzanas de aquí, así que habrá que caminar un poco, pero la comida es francamente buena. Si no tienes otros planes, deja que te invite a cenar sólo se le notaba que estaba nerviosa por el modo de mover el pie. Al mirarla a los ojos, cálidos y oscuros, Brittany pensó que la amabilidad era mucho más importante en la vida que la pasión y aceptó su invitación sin pensarlo más ella sonrió encantada y, levantando la mochila de ella del suelo, se la colgó del hombro sin ningún esfuerzo.

—Esta carga es demasiado pesada para ti —le dijo, mirándola a los ojos y eligiendo cada palabra cuidadosamente—. Deja que yo la lleve un rato — Brittany sonrió mirando al suelo y la siguió fuera.

López volvía a casa andando. Era un paseo, pero cuando hacía mal tiempo o cuando iba a salir después de clase, prefería llevar el coche mientras caminaba, pensaba en la conferencia que iba a dar en la universidad sobre la lujuria en la obra de Dante. La lujuria era un pecado sobre el que reflexionaba a menudo y con mucho placer. De hecho, pensar en ese apetito y en las mil maneras de satisfacerlo era muy tentador.

En ese momento la vio. Se detuvo para mirar a la belleza de cabello rubio que caminaba por la otra acera. «Calamity Brittany.» Pero no estaba sola. Rachel caminaba a su lado, llevando su abominación de mochila. Charlaban y reían y se las veía muy cómodas. Y, lo que era peor, iban peligrosamente juntas «¿Así que le llevas los libros? Muy adolescente por tu parte, Rachel.»

Se fijó en que las manos de la pareja se rozaban al caminar y que su contacto provocaba una sonrisa en la señorita Pierce ella gruñó al verlo, mostrando los dientes « ¿Qué demonios ha sido eso?», se preguntó.

Se detuvo un momento para calmarse y reflexionar. Apoyándose en el escaparate de una tienda de Louis Vuitton, trató de poner en orden sus ideas. Era un ser racional. Llevaba ropa que cubría su desnudez, conducía un coche y comía con servilleta, cuchillo y tenedor. Tenía un empleo bien remunerado que requería habilidad y agudeza intelectual. Controlaba sus instintos sexuales mediantes varios sistemas, todos ellos civilizados, y nunca se acostaría con una mujer en contra de la voluntad de ésta Sin embargo, al ver a la señorita Pierce con Rachel, se había dado cuenta de que también era un animal. Un ser primitivo. Salvaje. Su instinto le había gritado que se acercara a ellas, la arrancara de los brazos de Rachel y se la llevara a rastras. Quería besarla hasta dejarla sin sentido, desplazar los labios hasta su cuello y reclamarla como su única pareja « ¿Qué coño?»

Se asustó ante el rumbo que estaban tomando sus pensamientos. Aparte de en una idiota y una gilipollas pomposa, se estaba convirtiendo en una neandertal. Ya sólo le faltaba apoyarse en los nudillos para caminar y empezar a jadear. ¿Qué mosca le había picado? No tenía ningún derecho a sentirse la dueña de una jovencita a la que acababa de conocer y que, por cierto, la odiaba. Ah y que además era alumna suya.

Tenía que irse a casa, tumbarse y respirar hondo hasta calmarse de una jodida vez. Luego iba a necesitar algo más fuerte. Mientras seguía caminando, alejándose en contra de su voluntad de la joven pareja, se sacó el iPhone del bolsillo y apretó unos cuantos botones una mujer respondió al tercer timbrazo.

— ¿Hola?

—Hola, soy yo. ¿Podemos vernos esta noche? El miércoles siguiente, Brittany salía del departamento tras el seminario de López, cuando oyó una voz familiar a su espalda.

—¿Brittany? Brittany Pierce, ¿eres tú? Se volvió en redondo y una joven la abrazó con tanta fuerza que pensó que la iba a ahogar.

—Lucy —logró decir, mientras luchaba por respirar la chica, rubia y delgada, gritó de alegría y volvió a abrazarla —Te he echado mucho de menos. No puedo creer que llevemos tanto tiempo sin vernos. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Lucy, lo siento mucho. Siento lo de tu madre y... todo lo demás las dos amigas guardaron silencio mientras se abrazaban durante un buen rato —Siento haberme perdido el funeral —añadió Brittany, secándose las lágrimas—. ¿Cómo está tu padre?

—Se siente perdido sin ella. Todos lo estamos. Ha pedido permiso en la universidad para ausentarse temporalmente mientras se recupera. Yo también estoy de baja, pero tenía que salir de allí. ¿Por qué no me dijiste que estabas aquí? —le reprochó Lucy, con los ojos llenos de lágrimas Brittany apartó la mirada de su amiga para dirigirla hacia la profesora López, que acababa de abandonar el edificio y la estaba mirando, boqueando como un pez fuera del agua.

—No estaba segura de que fuera a quedarme. Las dos primeras semanas fueron... bueno, duras. Lucy, que era muy inteligente, captó la extraña energía conflictiva que circulaba entre su hermana adoptiva, parada junto a ellas, y su mejor amiga, pero pensó que por el momento sería mejor obviarla.

—Le he dicho a Santana que esta noche le prepararé la cena. Ven a cenar con nosotras —Brittany abrió mucho los ojos. Parecía asustada.

Santana carraspeó.

—Lucy, estoy seguro de que la señorita Pierce tiene otros planes — Brittany captó el mensaje que ella le estaba enviando y asintió, obediente pero Lucy se volvió hacia su hermano.

— ¿La señorita Pierce? Brittany era mi mejor amiga en el instituto. Somos amigas desde entonces. ¿No lo sabías? —Escudriñó los ojos de su hermana y no encontró en ellos ni rastro de reconocimiento—. Oh, me había olvidado de que no habíais coincidido. No importa. Tu actitud es exagerada. Hazme el favor de sacarte el palo del culo al volverse hacia Brittany, Lucy vio que acababa de tragarse la lengua. O eso parecía, porque se había puesto azul y estaba tosiendo.

—Será mejor que nos veamos otro día, a la hora de comer. Seguro que la profesora... que tú hermana querrá estar a solas contigo esta noche — Brittany trató de sonreír, lo que no era fácil, con López fulminándola con la mirada por encima de la cabeza de Lucy. Ésta entornó los ojos.

—Es Santana, Brittany ¿Qué demonios os pasa a las dos?

—Es mi alumna, Lucy Hay reglas al respecto. —El tono de voz de ella era cada vez más frío y agresivo.

—Es mi amiga, Santana ¡Que les den a las reglas! —Miró a uno y a otra. Vio que Brittany se estaba contemplando los zapatos y que su hermana tenía el cejo fruncido—. ¿Alguien podría explicarme qué está pasando aquí? — Al ver que ninguna de las dos respondía, se cruzó de brazos y entornó los ojos aún más. Al recordar el comentario de su amiga sobre la dureza de las dos primeras semanas de curso, llegó a una conclusión.

—Santana Marie López, ¿te has estado comportando como una idiota con Brittany? A ésta casi se le escapó la risa y Santana se enfurruñó todavía más. A pesar del silencio, la reacción de ambas le indicó a Lucy que sus sospechas eran fundadas.

—Bueno, pues no tengo tiempo para estas tonterías. Vais a tener que daros un beso y hacer las paces. Sólo voy a estar aquí una semana y quiero pasar todo el tiempo posible con las dos

Y cogiéndolas del brazo, las arrastró hacia el Jaguar Lucy Clark no se parecía en nada a su hermana adoptiva. Trabajaba como ayudante en la secretaría de prensa del alcalde de Filadelfia. Sonaba importante, pero no lo era. De hecho, se pasaba casi toda la jornada revisando los periódicos locales en busca de noticias que mencionaran al alcalde, o haciendo fotocopias de los comunicados de prensa. En el mejor de los casos, se le permitía actualizar el blog de la alcaldía, Lucy era esbelta, de rasgos delicados y pelo liso, que llevaba largo. Tenía los ojos grises y muchas pecas. Era muy espontánea, lo que muchas veces sacaba de quicio a la introvertida de su hermana, que era bastante mayor que ella.

Santana mantuvo la boca cerrada durante el trayecto hasta su piso, mientras las dos jóvenes charlaban en el asiento de atrás, riendo y poniéndose al día como un par de adolescentes. No tenía ningunas ganas de pasar la velada con ellas, pero sabía que su hermana la estaba pasando mal y no quería ponerle las cosas más difíciles.

Pronto, el trío, compuesto por dos personas felices y otra no tanto, subía en el ascensor del edificio Manulife, un impresionante rascacielos de lujo en la calle Bloor. Al salir del ascensor en la última planta, Brittany se fijó en que sólo había cuatro puertas en cada rellano « ¡Vaya! Estos pisos tienen que ser enormes.»

Cuando entraron detrás de Santana y cruzaron el vestíbulo hasta una grandiosa y diáfana sala de estar, Santana entendió por qué la sensibilidad de la Profesora se había sentido herida en su estudio. Su espacioso piso tenía cristaleras que iban del suelo al techo, cubiertas por unas impresionantes cortinas de seda de un tono de azul pálido como el hielo. Desde los ventanales se veía el lado sur de la torre CN y el lago Ontario. Los suelos eran de madera noble, oscura, adornados con alguna alfombra persa, y las paredes estaban pintadas de color visón claro.

Los muebles del salón parecían sacados del catálogo de Restoration Hardware. Destacaba un gran sofá de cuero color chocolate con remaches, con dos butacas a juego. Delante de la chimenea vio una otomana y otra butaca de terciopelo rojo de respaldo alta Brittany se quedó mirando la butaca y la otomana con envidia. Era el lugar perfecto donde pasar una tarde lluviosa, tomándose una taza de té y leyendo su libro favorito. No ella, desde luego.

La chimenea funcionaba a gas y encima, en vez de un cuadro, Santana había colgado un televisor de plasma de pantalla plana. En la sala había varias obras de arte, pinturas al óleo en las paredes y alguna figura sobre el mobiliario. Tenía piezas de vidrio romano y de cerámica griega que podrían estar en un museo y reproducciones de esculturas famosas, como la Venus de Milo o Apolo y Dafne de Bernini. La verdad era que allí había muchas esculturas, todas ellas de desnudos femeninos lo que no tenía eran fotografías personales. A Brittany le extrañó mucho ver que tenía fotografías en blanco y negro de París, Roma, Londres, Florencia, Venecia y Oxford, pero ninguna de los Clark, ni siquiera de Grace.

En la habitación de al lado, cerca de una mesa de comedor grande y formal, había un bufet de ébano que Brittany contempló con admiración. Encima, se veía un gran jarrón de cristal, una bandeja de plata labrada con varias licoreras llenas de bebidas ambarinas, una cubitera y copas de cristal anticuadas. Unas pinzas de plata completaban la estampa. Estaban colocadas pulcramente sobre un montón de pequeñas servilletas de tela blanca con las iniciales S. M. L. bordadas.

Resumiendo, el piso de la profesora López era estéticamente agradable, decorado con muy buen gusto, claramente frio muy, muy frío. Brittany se preguntó si alguna vez llevaría mujeres a aquel lugar tan poco acogedor, aunque trató de no imaginarse lo que haría con ellas una vez allí. Tal vez tendría una habitación específica para esos asuntos, para que nadie ensuciara sus preciadas posesiones. Al pasar una mano sobre el gélido granito negro de la encimera de la cocina, se estremeció Lucy precalentó el horno y se lavó las manos.

—Santana, ¿por qué no le enseñas a Brittany la casa mientras yo empiezo a preparar la cena?

Ella se abrazó a la mochila. No se atrevía a dejar un objeto tan ofensivo en ninguno de los muebles, pero Santana se la arrancó de las manos y la dejó en el suelo, bajo una mesita.

Brittany le dedicó una sonrisa de agradecimiento y ella se sorprendió a sí misma devolviéndosela no quería enseñarle la casa a la señorita Pierce. Sobre todo, no quería que viera su dormitorio, ni las fotos en blanco y negro que adornaban las paredes. Pero sabía que con Lucy allí no iba a librarse tan fácilmente. Al menos tendría que enseñarle las habitaciones de invitados así pues, poco después se encontraban en su estudio. Había sido un dormitorio de invitados, pero lo había convertido en una cómoda biblioteca, con estanterías de madera oscura que iban del suelo al techo Brittany se quedó contemplando los libros con la boca abierta. Había volúmenes nuevos y otros muy antiguos. Casi todos eran ejemplares de tapa dura. Vio títulos en latín, italiano, francés, inglés y alemán. La habitación, como el resto de la vivienda, era muy fría. Las mismas cortinas color azul hielo, el mismo suelo de madera oscura, con una alfombra persa en el centro Santana se puso tras el gran escritorio de roble.

— ¿Te gusta? —la tuteó. Sabía que Lucy no iba a permitir que le hablara de usted.

—Mucho —respondió ella—. Es preciosa.

Alargó la mano para acariciar la butaca de terciopelo rojo, era igual que la que había admirado antes en el salón, pero se detuvo justo a tiempo. A La Profesora no le gustaría que la tocara. Probablemente la reprendería por ensuciarla con sus dedos mugrientos.

—Es mi butaca favorita. Es muy cómoda. ¿Quieres probarla? —Brittany sonrió como si acabara de darle un regalo y se sentó en ella con las piernas dobladas, enroscándose como un gato Santana juraría que la había oído ronronear. Sonrió al verla. Lo hizo sentirse relajada y casi feliz. En un impulso, decidió enseñarle uno de sus tesoros más preciados.

—Ven, te enseñaré una cosa —le dijo, con un gesto de la mano ella se levantó en seguida y se quedó esperando al otro lado del escritorio Santana abrió un cajón y sacó dos pares de guantes blancos de algodón.

—Póntelos —le dijo, dándole un par sin decir nada, ella imitó sus movimientos —Ésta es una de mis posesiones más valiosas —le explicó ella, sacando una caja de madera de un cajón que acababa de abrir con llave.

Cuando dejó la caja sobre el escritorio, a Brittany le entró miedo « ¿Qué habrá dentro? ¿Una cabeza reducida? ¿Tal vez la cabeza reducida de una antigua alumna?» Pero no la profesora abrió la caja y sacó lo que parecía un libro. Al abrirlo, Brittany vio que se trataba de una serie de sobres de papel unidos, formando un acordeón. Estaban etiquetados en italiano.

Rebuscó entre los sobres cuidadosamente hasta encontrar el que buscaba y entonces sacó algo de dentro, que sostuvo reverentemente sobre las palmas al ver de qué se trataba, Brittany ahogó una exclamación Santana sonrió orgullosa —¿Lo reconoces?
— ¡Por supuesto! Pero... ¡no puede ser el original!— ella se echó a reír.

—Por desgracia, no. Eso no está al alcance de mi modesta fortuna. Los originales son del siglo XV. Éstas son reproducciones del XVI tenía en su mano una copia de la famosa ilustración de Dante y Beatriz y el cielo de las estrellas fijas del Paraíso. El original había sido realizado por Sandro Botticelli con pluma y tinta. Era una ilustración de unos cuarenta por cincuenta centímetros. Aunque el pintor sólo había utilizado tinta, el nivel de detalle era asombroso.

— ¿De dónde lo has sacado? No sabía que existieran copias.

—Pues las hay. Además, probablemente fueron hechas por un alumno de Botticelli. Y lo mejor de todo: está completo. Botticelli realizó cien ilustraciones para La Divina Comedia, pero sólo se conservan noventa y dos. En cambio, mi juego de copias está completo — Brittany abrió mucho los ojos, que le brillaban emocionados.

— ¿Me tomas el pelo? Brittany se echó a reír.

—No.

—Fui a ver los originales cuando los expusieron en la galería de los Uffizi, en Florencia. El Vaticano tiene ocho, si no me equivoco, y el resto pertenecen a un museo de Berlín —dijo Brittany.

—Exacto. Pensé que sabrías apreciarlos.

—Pero nunca he visto los ocho que faltan.

—Casi nadie los ha visto. Deja que te los enseñe el tiempo pasó volando mientras ella le mostraba sus tesoros. Ella los estuvo admirando en silencio hasta que les llegó la voz de Lucy desde el vestíbulo.

—San, ¿quieres servirle una copa a Britt y dejar de aburrirla con tus antiguallas? Ella puso los ojos en blanco y Brittany se echó a reír.

— ¿De dónde las sacaste? ¿No deberían estar en un museo? —preguntó mientras la miraba guardar las ilustraciones en sus respectivos sobres Santana apretó los labios.

—No están en un museo porque me niego a desprenderme de ellas. Nadie sabe que las tengo. Sólo mi abogado y mi agente de seguros. Y ahora tú luego apretó los dientes, como dando el tema por zanjado, por lo que Brittany no insistió lo más probable era que las ilustraciones hubieran sido robadas de algún museo y que ella las hubiera comprado en el mercado negro. Eso explicaría su reticencia a darlas a conocer Brittany se estremeció al darse cuenta de que había visto algo que menos de media docena de personas habían visto. Eran tan hermosas que cortaban la respiración. Obras de arte.

— ¿Santana? —insistió Lucy desde la puerta.

—Vale, vale. ¿Qué quiere beber, señorita Pierce? —le preguntó ella, saliendo del estudio y dirigiéndose al botellero climatizado que tenía en la cocina.

— ¡Santana!

—Perdón. ¿Susan? Ella se sobresaltó al oír su segundo nombre en su boca al notar la extraña reacción de su amiga, Lucy desapareció en un pequeño anexo que servía como despensa.

—Cualquier cosa estará bien, profe... Santana—respondió Brittany, cerrando los ojos para disfrutar del placer de poder decir por fin su nombre en voz alta. Luego se sentó en uno de los elegantes taburetes de la barra de desayuno ella se decidió por una botella de chianti y la dejó sobre la encimera.

—La dejaré fuera un rato para que se ponga a temperatura ambiente —dijo, sin dirigirse a nadie en particular y, tras excusarse, desapareció, probablemente para cambiarse de ropa y ponerse más cómodo.

—Britt —susurró Lucy, dejando un montón de verduras a un lado del fregadero doble—. ¿Puede saberse qué pasa entre Santana y tú?

—Vas a tener que preguntárselo a ella.

—No te preocupes, pienso hacerlo. Pero ¿por qué se comporta de un modo tan raro? ¿Y por qué no le dijiste quién eras?

—Pensé que me reconocería —admitió ella, que parecía a punto de echarse a llorar—, pero no me recuerda —añadió, con voz temblorosa y la mirada fija en su regazo Lucy, sorprendida tanto por sus palabras como por su respuesta tan emocional, se acercó para abrazarla.

—No te preocupes. Ahora estoy yo aquí y me ocuparé de ella en algún lugar, debajo de la ropa, tiene corazón. Se lo vi una vez. Pero ahora ayúdame a limpiar las verduras. El cordero ya está en el horno cuando Santana regresó, abrió el vino sonriendo para sus adentros. Iba a pasar un buen rato. Sabía qué aspecto tenía Susan cuando probaba el vino e iba a tener una sesión privada de su erótica representación de la otra noche. Sintió un tirón involuntario en alguna parte de su cuerpo y deseó haber colocado alguna cámara secreta de vídeo en el apartamento. No creía que fuera buena idea sacar la máquina y empezar a hacerle fotos.

Le mostró la botella, satisfecha al ver la expresión de aprobación que le iluminó la cara al leer la etiqueta. Había comprado una botella de esa cosecha de la Toscana y habría sido una lástima malgastarla en alguien que no supiera apreciarla. Le sirvió un poco de vino en la copa y se echó hacia atrás, observándola y esforzándose para no sonreír igual que la otra vez, Brittany hizo girar el líquido lentamente y lo examinó a la luz halógena. Cerró los ojos y aspiró su aroma. Luego acercó sus tentadores labios al borde de la copa y probó el vino con delectación, manteniéndolo en la boca unos instantes antes de bebérselo Santana suspiró mientras miraba cómo el chianti viajaba por su larga y elegante garganta.

Cuando abrió los ojos, Brittany se encontró a Santana tambaleándose ligeramente delante de ella. Sus ojos marrones se habían oscurecido y tenía la respiración alterada. La parte delantera de su camisa... Brittany frunció el cejo —¿Te encuentras bien? Pasándose una mano por la cara, ella se obligó a calmarse.

—Sí, lo siento. —Tras llenarle la copa, se sirvió

también y empezó a disfrutar del vino, sin dejar de mirarla por encima del borde de cristal.
—Debes de estar muerto de hambre, Santana —comentó Lucy por encima del hombro, mientras removía la salsa que estaba preparando—. Y sé que te conviertes en una bestia salvaje cuando tienes hambre.

— ¿Qué vamos a tomar con el cordero? —preguntó ella, observando a Brittany como si fuera un halcón, mientras ella se llevaba la copa a los labios una vez más Lucy dejó una caja sobre la barra.

— ¡Cuscús! Brittany se atragantó y escupió de golpe todo el vino que tenía en la boca, empapando a Santana y su camisa blanca. Al ver lo que había hecho, se asustó y soltó la copa, que se rompió en mil pedazos al chocar contra la base del taburete, manchándola a ella y manchando el suelo de madera noble Santana se limpió la cara y la camisa mientras maldecía en voz alta. Muy alta. Brittany se bajó del taburete, se arrodilló y empezó a recoger los trozos de cristal roto.

—Déjalo —dijo ella suavemente, mirándola desde el otro lado de la barra pero ella siguió recogiendo, con lágrimas en los ojos.

— ¡Que lo dejes! —repitió ella más fuerte, rodeando la barra Brittany se pasó los trozos de cristal de una mano a otra y siguió con su tarea. Parecía un cachorro arrastrándose patéticamente por el suelo con una pata herida.

— ¡Para! ¡Por el amor de Dios, mujer, para! Te vas a cortar. —Santana se alzaba ante ella amenazadoramente y su enfado descendía desde las alturas como la ira de Dios agarrándola por los hombros, la levantó y la obligó a soltar los trozos de cristal en un cuenco que había sobre la barra, antes de conducirla hasta el cuarto de baño de invitados.

—Siéntate —le ordenó ella se sentó en la taza del váter y sollozó en silencio.

—Enséñame las manos entre las manchas de vino, Santana distinguió algunas gotas de sangre y alguna esquirla de cristal clavada en la palma. Maldijo varias veces negando con la cabeza mientras abría el botiquín —No se te da muy bien escuchar, ¿no? Brittany parpadeó, lamentando no poder secarse las lágrimas de las mejillas con las manos —Y tampoco obedecer —añadió, mirando por encima del hombro lo que vio la hizo detenerse en seco si más tarde alguien le hubiera preguntado por qué lo hizo, se habría encogido de hombros y no habría sabido qué responder. Pero cuando se detuvo y miró con atención a la criatura allí encogida, llorando, sintió algo. Algo que no era irritación, ni enfado, ni culpa ni lujuria. Sintió compasión. Y se arrepintió de haberla hecho llorar inclinándose hacia ella, le secó las lágrimas con los dedos con delicadeza. En cuanto la rozó, notó un estremecimiento y la sensación de que su piel le resultaba familiar. Cuando le hubo secado las lágrimas, le sujetó la cara entre las manos y se la levantó hacia ella. Pero al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se apartó rápidamente y empezó a limpiarle las heridas.

—Gracias —murmuró Brittany, agradeciéndole el cuidado con que estaba retirando los trocitos de cristal. Usaba unas pinzas y no dejaba ni un milímetro de piel sin examinar.

—No se merecen cuando se dio por satisfecha con el resultado, echó yodo en una borra de algodón —Esto te va a doler un poco.

Vio que ella se preparaba y se encogió por dentro. No le apetecía nada hacerle daño. Era tan suave y frágil. Tardó un minuto y medio en armarse de valor para aplicarle el desinfectante en los cortes. Durante todo ese tiempo, Brittany permaneció inmóvil, mirándola con los ojos muy abiertos y mordiéndose el labio, esperando a que se decidiera de una vez.

—Ya está —dijo ella malhumorada, limpiándole los últimos restos de sangre—. Curada.

—Siento haber roto la copa. Sé que era de cristal su suave voz interrumpió sus pensamientos mientras guardaba las cosas en el botiquín ella hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.

—Tengo varias docenas. Hay una tienda debajo de casa donde las venden. Si necesito otra, la iré a buscar.

—Me gustaría reponerla.

—No podrías permitírtelo —Las palabras salieron de su boca antes de darse cuenta de lo que estaba diciendo. Al ver que Brittany se ruborizaba y luego palidecía, se horrorizó. Había vuelto a agachar la cabeza, por supuesto, y se estaba mordiendo la mejilla.

—Señorita Pierce, nunca se me ocurriría cobrarle la copa. Va en contra de todas las leyes de la hospitalidad «Y eso sería intolerable», pensó ella con ironía.

—Pero también te he manchado la camisa. Deja que pague la tintorería al menos.

Santana bajó la vista hacia su preciosa, pero obviamente estropeada camisa y maldijo en silencio. Le gustaba aquella camisa. Paulina se la había traído de Londres. La mancha de la saliva de Brittany mezclada con el chianti no iba a desaparecer nunca.

—Tengo varias camisas iguales —mintió—. Además, seguro que la mancha saldrá fácilmente Lucy me ayudará.

Brittany se mordió el labio inferior una vez más Santana sintió que le daba vueltas la cabeza, pero sus labios eran tan rojos y tentadores que no pudo apartar la vista. Era una sensación comparable a estar presenciando un accidente de coche desde la cubierta de un barco inclinándose hacia ella, le dio unas palmaditas en el dorso de la mano.

—Los accidentes son inevitables. No son culpa de nadie —dijo para tranquilizarla —Brittany dejó de morderse el labio y lo recompensó con una sonrisa «La amabilidad la hace florecer. Es como una rosa que abre los pétalos.»

— ¿Se encuentra bien? —preguntó Lucy a su espalda Santana retiró la mano apresuradamente y suspiró.

—Sí, aunque me temo que Susan odia el cuscús —Y, tras decirlo, le guiñó un ojo a Brittany y disfrutó viendo cómo el rubor se extendía desde sus mejillas por su piel de porcelana. En verdad era un ángel de ojos castaños.

—No pasa nada. Prepararé arroz pilaf —dijo Lucy, que salió del cuarto de baño seguida por Santana.

Brittany se quedó dónde estaba, tratando de impedir que el corazón se le saliera del pecho. Mientras Lucy guardaba el cuscús en la nevera, Santana fue a cambiarse al dormitorio. Se quitó la camisa manchada y, muy a su pesar, la tiró a la basura. Al volver a la cocina, acabó de recoger los cristales y el vino del suelo.

—Hay un par de cosas que deberías saber sobre Brittany —dijo Lucy por encima del hombro ella echó los trozos de cristal a la basura.

—Preferiría no oírlas.

—Pero ¡por favor! ¿Qué te pasa? Es mi amiga.

—Pero también es mi alumna. No debería saber nada de su vida privada. Que sea tu amiga ya resulta bastante problemático su hermana irguió la espalda y negó con la cabeza. Sus ojos grises se oscurecieron al decirle: — ¿Sabes qué?, no me importa. La quiero mucho y mamá también la quería. Será mejor que lo recuerdes la próxima vez que sientas tentaciones de gritarle.

Al cabo de unos momentos, continuó: —Lo ha pasado muy mal, idiota. Por eso se ha mantenido a distancia este año. Y ahora que por fin empieza a salir de su caparazón, un caparazón que yo pensaba que no abandonaría nunca, tú con tu arrogancia y tu condescendencia la empujas a volver a ocultarse. Así que deja de actuar como una estirada inglesa y trátala como se merece ¡Compórtate o volveré a Canadá y te meteré un taco por el culo! Santana enderezó la espalda y la fulminó con la mirada.

—Espero que te refieras a una tortilla de maíz — Lucy no se amilanó. De hecho, se irguió aún más. Tenía un aspecto casi amenazador.

—De acuerdo —se rindió ella.

—Bien. Por otra parte, me cuesta creer que no reconocieras su nombre después de la cantidad de veces que te he hablado de lo mucho que le gusta Dante. ¿A cuántas entusiastas de Dante de Selinsgrove conoces? Santana se inclinó hacia su hermana y le dio un beso en la frente enfurruñada.

—No seas tan dura conmigo, Luce trato de no pensar en nada relacionado con Selinsgrove si puedo evitarlo el enfado de ella desapareció al oírla.

—Lo sé —dijo, abrazándola con fuerza— Unas cuantas horas y otra botella de chianti más tarde, Brittany se dispuso a irse —Gracias por la cena. Tendría que volver a casa.

—Te llevaremos —dijo Lucy, levantándose para ir a buscar los abrigos Santana frunció el cejo, pero siguió a su hermana.

—No hace falta. No está lejos, puedo ir andando —dijo Brittany desde la cocina.

—Ni hablar. Es de noche y no me importa lo seguro que sea Toronto. Además, está lloviendo —replicó Lucy antes de empezar a discutir con su hermana.

Brittany se alejó para no oír a Santana diciendo que no quería acompañarla. Pero las hermanas reaparecieron en seguida y las tres salieron al rellano. Cuando el ascensor estaba llegando, el móvil de Lucy empezó a sonar.

—Es Aaron —informó ella, abrazando a su amiga para despedirse—. Llevo todo el día intentando hablar con él, pero ha estado de reuniones. No te preocupes, hermana mayor, tengo llave. Y volvió a entrar en el piso, dejando a una incómoda Brittany con una Santana enfurruñada en el ascensor.

— ¿Pensabas contarme quién eras alguna vez? —preguntó ella en tono ligeramente acusatorio. Ella negó con la cabeza y se abrazó con fuerza a su ridícula mochila Santana le echó un vistazo y decidió que aquella bolsa tenía los días contados. Si volvía a verla, perdería los nervios. Además, Rachel la había tocado, lo que significaba que estaba contaminada Brittany iba a tener que tirarla. La guió hasta su plaza de aparcamiento y ella se dirigió a la puerta del acompañante del Jaguar. Pero entonces Santana apretó el botón de un mando a distancia y un Range Rover que tenían al lado hizo un ruido agudo.

—Vamos a usar éste. La tracción en las cuatro ruedas es más segura cuando llueve. No me gusta usar el Jaguar con el suelo mojado si puedo evitarlo ella trató de disimular su sorpresa al ver lo incómoda que parecía. Era como si se avergonzara de su riqueza. Cuando le abrió la puerta y la ayudó a subir, Brittany se preguntó si habría notado la conexión entre ellas al tocarle el brazo. Por supuesto, la había notado.

—Has dejado que me comportara como una auténtica imbécil —protestó ella, frunciendo el cejo mientras salían del garaje «No has necesitado mi ayuda. Lo has hecho estupendamente tú solita.» Las palabras no pronunciadas quedaron suspendidas entre ellas Brittany se preguntó si la Profesora sería capaz de leer la mente.

—Si lo hubiera sabido, te habría tratado de otra manera. Te habría tratado mejor.

— ¿Ah, sí? ¿De verdad? ¿Y qué habrías hecho? ¿Hacerle pagar tu mal humor a otro alumno? En ese caso, me alegro de que no lo supieras Santana la miró con frialdad.

—Esto no cambia nada. Me alegro de que seas amiga de Lucy, pero sigues siendo mi alumna y hemos de mantener nuestra relación a un nivel profesional, señorita Pierce. Será mejor que tengas cuidado con cómo te diriges a mí, ahora y en el futuro.

—Sí, profesora Santana buscó algún rastro de sarcasmo en su voz, pero no lo encontró. Tenía los hombros encorvados y la cabeza gacha. Su pequeña rosa se había marchitado. Y ella era la única responsable « ¿Tu pequeña rosa? ¡Maldita sea, López! ¿En qué estás pensando?»

—Lucy está muy contenta de tenerte aquí. ¿Sabías que estuvo prometida?

— ¿Estuvo? ¿Ya no lo está?

—Aaron Webster le pidió que se casara con él y ella aceptó, pero eso fue antes de que Grace... — Santana respiró hondo—. A Lucy no le apetece preparar la boda ahora y canceló el compromiso. Por eso está aquí.

—Oh, no, lo siento mucho. Pobre Lucy. —Brittany suspiró—. Y pobre Aaron. Yo lo apreciaba mucho— Santana frunció el cejo.

—Aún están juntos. Aaron la quiere, es obvio, y entiende que Lucy necesita tiempo. Cuando las cosas se ponían feas en casa, ella siempre venía a verme para escapar de las peleas. Lo que no deja de ser curioso, porque yo era la oveja negra y Lucy la favorita —Brittany asintió como si lo comprendiera.

—Tengo un problema de carácter, señorita Pierce Me cuesta controlar la ira. Cuando pierdo el control, puedo ser muy destructiva—Ella abrió mucho los ojos ante su confesión y separó los labios como si fuera a hablar, pero no dijo nada —Sería... desaconsejable que perdiera los papeles cerca de alguien como tú. Sería muy doloroso para ambas —siguió diciendo ella sus palabras sonaban tan sinceras y aterradoras que a Brittany se le quedaron grabadas a fuego.

—La ira es uno de los siete pecados capitales —comentó, volviendo la cabeza para mirar por la ventanilla, tratando de calmar el ardor que sentía en el vientre ella se echó a reír con amargura. —Curiosamente, poseo los siete. No te molestes en contarlos: orgullo, envidia, ira, pereza, avaricia, gula, lujuria— Ella alzó una ceja, pero no se volvió a mirarla.

—Lo dudo.

—No espero que lo entiendas. Tú sólo eres un imán para los percances, señorita Pierce, pero yo soy un imán para el pecado —Esta vez sí se volvió hacia ella, que le dedicó una mirada resignada; ella respondió con otra compasiva.

—El pecado no se siente atraído por un ser humano en concreto, profesora. Es más bien al revés.

—No según mi experiencia. A mí el pecado me encuentra siempre, aunque no lo busque.

Eso sí, reconozco que no se me da bien resistirme a la tentación. —La miró brevemente a los ojos antes de volver a fijarse en la conducción—. Tu amistad con Lucy explica por qué enviaste gardenias. Y cómo firmaste la tarjeta como lo hiciste.

—Siento lo de Grace. Yo también la quería — Santana la miró de nuevo. En los ojos de Brittany, grandes y amables, vio indicios de tristeza y de una pérdida irreparable.
—Sí, ahora me doy cuenta.

— ¿Tienes radio por satélite? —preguntó ella, cuando ella encendió el aparato y apretó uno de los botones de pre sintonización.

—Sí, suelo escuchar alguna emisora de las que ponen jazz, pero depende de mi estado de ánimo. Brittany alargó la mano hacia la radio, pero la retiró sin atreverse a tocarla Santana sonrió al darse cuenta. Recordó cómo había ronroneado cuando le dio permiso para sentarse en su butaca favorita. Quería volver a oírla de nuevo.

—Adelante. Elige lo que quieras —Brittany fue tocando botones, sonriendo al comprobar qué emisoras había pre sintonizado ella. No le extrañó encontrar la CBS francesa ni las noticias de la BBC, pero sí la sorprendió una llamada Nine Inch Nails.

— ¿Hay una emisora que sólo emite sus canciones? —preguntó ella, incrédula.

—Sí —respondió Santana, revolviéndose inquieta en el asiento, como si hubiera descubierto un secreto embarazoso.

— ¿Y te gustan?

—Según de qué humor estoy — Brittany apretó el botón de una de las emisoras de jazz Santana presintió más que vio su visceral rechazo. No la entendió, pero pensó que sería mejor no insistir en ello Brittany odiaba a los Nine Inch Nails. Si empezaban a sonar en la radio, cambiaba de emisora. Si en algún sitio ponían una canción suya, salía de la habitación, o del edificio si hacía falta. El sonido de su música, pero sobre todo la voz de Trent Reznor, la aterrorizaban, aunque nunca le había contado a nadie por qué.

La primera vez que los escuchó fue en un club, en Filadelfia. Había estado bailando con ella, y ella se había estado restregando contra ella. Al principio no le dio importancia, porque ya estaba acostumbrada. Siempre lo hacía, pero cuando cambió la música y empezó a sonar aquella canción, Brittany empezó a sentirse incómoda. Supuso que tendría algo que ver con la extraña secuencia de notas del principio, pero luego empeoró con aquella voz, la letra sobre follar como un animal y la mirada de ella mientras apoyaba la frente en la suya y le susurraba aquellas palabras, que se le clavaron en el alma.

Fueran cuales fuesen las creencias religiosas de Brittany y sus oraciones medio en broma a los dioses menores, en ese momento tuvo la certeza de estar oyendo la voz del diablo. Sintió que Lucifer la rodeaba con sus brazos y le susurraba aquellas palabras. Y se asustó mucho Brittany se había separado de ella bruscamente y se había refugiado en el lavabo de mujeres. Mientras miraba a la chica pálida y temblorosa que le devolvía la mirada desde el espejo, se preguntó qué demonios le había pasado. No sabía por qué ella le había hablado así, ni por qué había elegido ese preciso momento para hacerlo, pero estaba segura de que no se había tratado sólo de la letra de una canción.
Ésta había sido un medio para confesarle sus intenciones y deseos más oscuros Brittany no quería que la follaran como a un animal. Quería ser amada. Habría renegado del sexo para siempre si pensara que con ello lograría el tipo de amor del que se nutrían los poemas y los mitos. Ése era el tipo de sentimiento que deseaba desesperadamente, aunque en el fondo no se creía merecedora de él. Quería ser la musa de alguien. Quería ser venerada y adorada en cuerpo y alma. Quería ser la Beatriz de una Dante apuesta y noble y habitar con ella para siempre en el Paraíso. Quería vivir una vida que rivalizara con la belleza de las ilustraciones de Botticelli.

Ésa era la causa de que, a los veintitrés años, Brittany Pierce siguiera siendo virgen y de que guardara en el cajón de la ropa interior la fotografía de la mujer que había puesto el listón tan alto que ninguna de las que había habido después había podido alcanzarlo.

Durante los últimos seis años, había dormido con su foto debajo de la almohada. Ninguna otra mujer había estado nunca a su altura. Ninguna otra había despertado en ella los sentimientos de amor y devoción que ella le había inspirado. Su relación se basaba en una única noche, una noche que Brittany revivía en sus recuerdos una y otra vez.

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Bueno Bueno aqui un nuevo capitulo (: espero que comenten y me dejen saber si les a gustado el capitulo !!

PD: El siguiente partido creo que les gustara
 FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 3750214905 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Lun Jun 23, 2014 10:02 pm

marcy3395 escribió:anda vamos actualiza siiiiiiiiiiiiiii

Hola Hola!
Ya te deje capitulo   FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 2 2145353087 
Espero que comentes :)
Saludos y Besos.
Dani(:
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por 3:) Lun Jun 23, 2014 11:13 pm

Holap dan!!!

me encanta,...
quizás solo quizás,... miss lopez siente celos por rachel este serca del conejo!!!
me gusta como lucy trata a san jajajajaj,... a ver como va la amistad britt y que tanto acerca a san!!!
es raro que nadies aya preguntado quien o que es ¿"ella"? jajajajaj
AME AMO Y AMARE ESTA FRASE----->!!!
señorita Pierce, pero yo soy un imán para el pecado

nos vemos!!!,...
3:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por :) Lun Jun 23, 2014 11:32 pm

Muy bueno santana gruñona me gusta
:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por monica.santander Lun Jun 23, 2014 11:36 pm

Hola Genial capitulo!!!
De la persona de la foto que piensa Britt es San???
Saludos
monica.santander
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