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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Prólogo

Mensaje por 23l1 Lun Abr 08, 2019 8:36 pm

Prólogo




Una noche estrellada.

Una dama vestida de blanco.

Un zapato asustado.

Este es el comienzo del final de esta historia de amor.

Donde las chicas son hermosas, son apuestas y los gatos son rockstar´s.

Donde las amistades perduran y las relaciones maduran.

Donde las faldas son flameantes y las emociones son flipantes.

Donde todos tienen un final feliz. . . ¿no es así?

Acércate a ver a estas felices parejas.

Acércate para que conozcas el amor eterno.

Ven y entra a la iglesia.

Esta es la forma en que termina la historia.

No con un gemido, sino con un estallido.








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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 1 - P I

Mensaje por 23l1 Miér Abr 10, 2019 9:33 pm

Capitulo 1 Parte I




Pov Brittany



—Esto está mal. Esto está MUY mal.

—Está bien, podemos... ¡Ay Dios! realmente está por todas partes ¿no? —dije.

—Esto está mal. Esto está MUY mal—repitió Marley.

—Solo tráeme algunas toallas de papel, puedo intentar lavar esto...joder, que desagradable.

—Esto está mal. Esto está MUY mal.

Di un taconazo en señal de protesta.

—¿Puedes dejar de decir eso? Tenemos que arreglar esto antes de que… ¡mierda!

Rachel acababa de entrar a la habitación.

—¿Qué coño le pasó a mi vestido de novia?

La forma más rápida de ser degradada de dama de honor a una invitada cualquiera era vomitar el vestido de novia de la novia. Pero si alguna vez vomitas en un vestido de novia, asegúrate de que la novia no sea la mezcla entre planificadora obsesiva y princesa caprichosa de cuentos de hadas.

Rachel tenía una personalidad tipo A con un lado de princesas de Disney.

Lo que significaba que no podía tener un solo vestido de novia, sino DOS. Hechos a medida. Uno para la ceremonia y otro para la recepción. Así que cuando uno fue contaminado por Corn Flakes semi digeridos, y por contaminado me refiero a profanado, ella entró en modo prevención de crisis e inmediatamente se proclamó a sí misma como una jodida genio por tener la visión de comprar dos vestidos.

El de recepción se convirtió en el de fiesta principal, y todo estuvo en paz en encajelandia.

Hasta que nos dimos cuenta de que también había hojuelas de maíz semi digeridas salpicadas en sus zapatos de novia Jimmy Choo. Y tal vez tenía una o dos hojuelas por dentro también.

Al final, fue el vientre de Marley lo que la salvó de ser desterrada de la iglesia.

Casi no podía retener a Rachel. Ella era fuerte a pesar de solo tener noventa y ocho libras.

—¡Arruinaste mis Choos!

—¡No quise hacerlo! Sabes que no lo puedo evitar. Soy como una jodida fuente, simplemente sale volando. Tengo calor, vomito. Tengo demasiado frío, vomito. Si huelo un perfume, por cierto hueles muy bien, gran elección, vomito. Deberías ver cuántas corbatas de Kitty he arruinado. Es asqueroso—dijo Marley agarrando su abultado vientre—Pero estoy embarazada. Ustedes no se van a poner en mi contra en mi estado ¿verdad?

—Oh Dios—murmuré rodando los ojos.

Marley se volvió la mujer embarazada más impresionante que jamás ha existido.

Todos estábamos de acuerdo en eso.

Su piel resplandecía, su cabello estaba hermoso, sus ojos brillaban, y sus tetas estaban aún más fantásticas.

Maravilloso.

Excepto por cinco o seis veces al día cuando su piel se ponía verde, su frente empezaba a sudar y vomitaba todo el contenido de su estómago en todas partes si no podía llegar a un baño a tiempo.

O a un cubo de basura.

O a una planta en una maceta.

O a la alcantarilla fuera de su departamento, y yo estaba presente para eso.

Pero en instantes, ella volvía a su perfecto y brillante semblante pre maternidad, con sus delicadas manos colocadas suavemente sobre su bulto de bebé. La mano izquierda sobre la derecha, no por casualidad.

Aprovechaba cada oportunidad para mostrar su nuevo anillo de compromiso. Y tenía que hacerlo; era una joya increíble. Corre el rumor de que Kitty necesitó una grúa para levantarlo y ponerlo en su dedo...

La ojiceleste se puso a la defensiva, abriendo sus grandes ojos y fingiendo inocencia, mientras yo luchaba con la novia, quien veía como su boda perfectamente planificada se estaba derrumbando.

Estaba realmente echando humo.

—Vestido de respaldo, lo tengo. ¿Zapatos de repuesto? ¡NO! ¿Qué coño voy a usar en mis pies?

—¿Podemos limpiarlos? —pregunté, tirando de ella hacia atrás mientras se lanzaba una vez más contra Marley, quién estaba audicionando para interpretar el papel de la Virgen María antes de llegar a la posada.

—¡No van a estar limpios a tiempo! Además, ¡no voy a andar el día de mi boda con mis pies oliendo a vómito! —gritó Rachel.

—Está bien, ahora tengo náuseas. ¿Podemos dejar de hablar de vómito? —pregunté, tragando espesamente—Puedes usar mis zapatos; Iré descalza.

—¡Tienes pies gigantes! ¡Voy a parecer un payaso con esas lanchas! —gritó Rachel.

Calzo talla 7 por cierto.

—¡No puedo usar los zapatos de nadie a menos que puedas encontrar a alguien talla 5 y con un gusto exquisito en veinte minutos! —su labio inferior comenzó a temblar.

Miré a Marley, yo sabía que se sentía mal por lo que había hecho, mientras calculaba mentalmente qué tan rápido podía llegar a la tienda por departamento de lujo más cercana, cuando llamaron a la puerta.

—¿Rach? —era la voz de Quinn—Rach, ¿estás ahí?

—¿Quinny? ¡Quinn, no puedes entrar aquí, no puedes verme! —Rachel se liberó de mis brazos y corrió a esconderse detrás de la puerta, vestida solo con bragas blancas de satén, un corsé de encaje blanco y una liga azul.

¿Me había olvidado de mencionar eso?

—En serio, es mala suerte ver a la novia antes.

—Calla, niña tonta. Nunca me metería con la tradición—dijo Quinn—Solo quería decirte algo, ya sabes, antes de toda la cosa de caminar hacia al altar.

—¿Ah? —preguntó ella, apoyada contra la puerta.

—Sí. Solo quería decirte que...bueno, soy muy afortunada. Soy la mujer más afortunada del universo porque me voy a casar con la chica de mis sueños.

—Oh—susurró, presionando su mano contra la madera.

—Ohhh—Marley y yo dijimos entre nosotras, entrelazando nuestros brazos y escuchando.

—Y no puedo esperar para casarme contigo, literalmente, no puedo esperar. Sé que es en una hora, pero es demasiado tiempo, ¿sabes?

—Lo sé— suspiró, y se relajó contra la puerta.

¿Vestido?

Olvidado.

¿Choos?

Olvidado.

—Te amo

—Yo también te amo, cariño—susurró la ojiverde, y Marley y yo suspiramos al mismo tiempo—Tampoco puedo esperar para nuestra luna de miel. Te arrojaré sobre esa cama y te quitaré ese vestido tan rápido como pueda. No puedo esperar para hacerle el amor a mi esposa.

—Cariño...las chicas están aquí.

—Mierda.

—Hola Quinn—dijimos Marley y yo, una vez más al unísono.

—Mierda—dijo de nuevo.

—Pero, joder, suena bien—dijo Rachel en voz baja.

Quinn se rió entre dientes al otro lado de la puerta.

—Está bien, te dejaré volver a tu parte de cosas de novia. Solo...quería decirte eso.

—Te veo en un rato—sonrió Rachel, y pudimos oírlo alejarse. Ella se volvió hacia nosotras, sus ojos brillaban—Voy a casarme con esa mujer descalza. Porque a quién coño le importa joder—ella corrió hacia nosotras, como un pequeño y feliz torpedo, y nos abrazó con fuerza.

Y así, Marley estaba de vuelta a la fiesta.







La crisis se evitó y la boda se desarrolló sin problemas.

No más vómitos, mucha risa y muchas lágrimas. Y un par de pies perfectamente pedicurados caminando hacia el altar.

El vestido de Rachel era de satén esculpido, hecho a mano en un patrón de los años cincuenta.

¿El hecho de que ella estaba descalza?

Encantador.

¿Su sonrisa?

Se veía desde el espacio.

Comparándose solo por el rostro de su futura esposa cuando la vio acercarse.

La ceremonia fue breve según los estándares de la Iglesia Católica, y muy hermosa.

Y hablando de belleza...

Nunca me cansaría de mirar a Santana López con un vestido ajustado a su perfecta figura.

Especialmente en un altar.

No voy a mentir, eso me dio que pensar. Especialmente cuando durante la ceremonia me miró más de una vez. Algunas veces simplemente nos sonreímos, disfrutando el momento con nuestros amigos.

A veces miraba pensativa, ya que las bodas tienden a hacer que todos piensen en el futuro y el pasado. Y una vez, esos ojos ardieron en los míos, insinuando lo que prefería estar haciendo en vez de estar parado en un altar.

Y era lo que preferiría hacer yo.

En caso de que lo duden.



Mientras la feliz pareja se abría paso en la iglesia entre aplausos y felicitaciones, Kitty las siguió con su muy embarazada novia, Marley.

Luego Santana bajó los pocos escalones del altar, deslizó mi mano en su brazo y me acompañó por el pasillo también.

–Hermosa.

—Fue una ceremonia hermosa.

—No estaba hablando de la ceremonia—susurró, bajando la mirada por mi cuerpo, pasando más allá de la seda rojiza, el shantung de color té pálido, mis sandalias perfectamente ceñidas, y volviendo a subirla para asentarse en mi escote.

Ampliamente descubierto.

A Rachel le gustó la idea de que sus damas llevaran escote.

—Eso es muy dulce.

—Esas son muy dulces—murmuró, sin dejar de mirar a las chicas.

—Ojos aquí, Srta. López—le indiqué, apretando su antebrazo. Y cuando lo hice, recorrí vez más la morena, mi morena.

Estatura perfecta, delgada e increíblemente guapa con su cabello largo y oscuro, y sus ojos oscuros casi como la noche, y sus lindas manos y dedos sosteniéndome mientras empujaba dentro de... Espera, ¿Qué?

—¿A dónde has ido? —preguntó, con ojos curiosos.

—A un lugar travieso—bromeé, ruborizándome hasta que sentí que mis mejillas ardían.

Colocando una parte de mi cabello rubio detrás de mi oreja, se inclinó más cerca y dejó caer un beso en mi cuello, justo debajo de mi oreja.

—Sabía que debería haber cambiado tu nombre de chica camisón a chica traviesa.

—Calma, Wallbanger; tenemos que ir a una recepción. Luego fotos. Luego la hora del cóctel. Entonces cena. Luego baile. Tendremos suerte si nos portamos mal antes de mañana.

—¿Un rapidito en el armario?

—No, esa idea me la arruinaron esas dos—me reí, señalando a Marley y Kitty.

La mano de la rubia mano estaba firmemente en el trasero de mi amiga, ¡estamos en una iglesia!

Desde que anunciaron su embarazo hace unos meses, Marley había engordado unas treinta libras, y todas se fueron a sus tetas y su trasero. Kitty literalmente no tenía suficiente.


—Estilo perrito. Todo el día. Toda la noche. Eso es todo lo que quiere. No puede dejar de mirarlo (mi trasero), tocarlo, besarlo, frotarlo. Es como si yo fuera solo un gran trasero, para su disfrute—Marley nos había dicho a Rachel y a mí un día en el almuerzo, para el inmenso placer de nuestro camarero, que se movía extremadamente cerca ese día.

Mi vaso de agua nunca estuvo vacío.



Santana se inclinó una vez más, justo antes de llegar al final de los bancos.

—¿Qué pasa si te digo que conozco un lugar perfectamente adecuado para un rapidito, garantizando que nadie nos descubrirá? —su aliento calentó mi piel, y algunas otras partes.

—Eres como el diablo—le susurré, temblando deliciosamente.

—Britt. Por favor. Estamos en una iglesia—me reprendió con un brillo en los ojos.

Amo a esta mujer.







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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 1 - P II

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 13, 2019 8:47 pm

Capitulo 1 - Parte II





Ahora habíamos llegado a los escalones de la entrada.

Y mientras los demás se nos unían, vimos a Quinn balanceando a su ahora esposa en un círculo, sus pies levantados en el aire, con los brazos alrededor de su cuello mientras reía y reía.

La multitud gritó y mis amigos y yo nos reunimos para mirar y sonreír cuando la primera de nuestra tripulación se lanzó al agua.

—¿Cuánto tiempo vas a hacer que Kitty espere hasta que ella sea el que te balancee así? ¿O tu a ella? —le pregunté a Marley, que estaba delante de su mamacita.

—Seis meses, después de tener al bebé. Ese debería ser el tiempo suficiente para quitarme este peso y asegurarme de que me vea absolutamente fenomenal en mi vestido de novia—respondió ella, frotando su trasero no tan sutilmente contra Kitty. Que gimió y comenzó a frotar no tan sutilmente su trasero.

—¡Eje! No puedo ver eso! —me protegí los ojos.

—No puedo evitarlo. ¿Has visto su culo? Cariño, date la vuelta y muéstrales tu culo—Kitty la alentó.

Santana se reía, mientras palmeaba su espalda y la alejaba del grupo.

—Llevaré a la rubia culo a felicitar a la nueva Sra. Berry. Ustedes dos no se metan en problemas—dijo Santana con una sonrisa.

Y mientras se alejaban, Marley y yo las mirábamos.

—Hablando de grandes culos... —dijo Marley.

—En serio. Dios mío, ¿soy yo, o ambas están increíblemente apuestas con sus vestidos de etiqueta?

—Ciertamente te hace pensar ¿no es así? —reflexionó Marley, viendo a su perfecta mujer culo ahora hacer girar a Quinn.

—¿Pensar en qué? ¿En casarse? ¿En cuando deberíamos hacerlo oficial? ¿En cuándo nos vamos a convertir en sus respectivas señoras? —pregunté, mi corazón saltó en mi garganta ante la idea de convertirme en la Sra. López.

—Noooo—ella negó con la cabeza, mirándome divertida—Estoy pensando si Kitty lleva encaje debajo de ese ajustado vestido. No se le marca nada.

—Ah. Bien. Eso es algo completamente diferente a lo que yo pensaba respondí, dejando escapar una pequeña sonrisa.

Ella me abrazó y me apretó.

—Brittany Pierce, ¡mira tu cara!

—Cállate.

—Estas entusiasmada con la posibilidad de casarte y convertir a Santana en tu esposa?

—¿Crees que porque estás embarazada no te puedo golpear?

—Ay, vamos. Mira vamos a felicitar a nuestra descalza amiga que esta por allá—dijo con una sonrisa, señalando a Rachel, que estaba feliz rodeada de su familia.





Noventa minutos después estábamos bebiendo champán en uno de los monumentos más icónicos de San Francisco, el Palacio de Bellas Artes.

Rachel había consultado las cartas solares, no de una manera astrológica, sino por cuestión de iluminación. Así que no solo el sol entraba por las ventanas de la iglesia para resaltar exactamente el tono de su piel, sino que también programó la recepción de la boda justo al atardecer, capturando el momento perfecto cuando el sol se ocultaba detrás de la plazoleta.

Y cuando las luces se encendieron y las velas brillaron, el hermoso y antiguo monumento se reflejó perfectamente en el estanque que estaba debajo.

Tonos de oro bruñido en la estructura, índigo profundo del agua, amarillos mantecosos de la luz de las velas, y el caleidoscopio de magenta, naranja y fucsia del sol poniente pintaban el telón de fondo de esta hermosa tarde.

Fue perfecto, como solo un organizador profesional podía garantizar.

Santana y yo nos mezclamos con los invitados, bebiendo champán y charlando con extraños, conocidos y, finalmente, amigos.

Después de hacerse amiga de Rachel durante la renovación en Mendocino, Hanna Marin se encontraba en la boda. Con su prometida, Emily Fields.

—No puedo creer que estés embarazada otra vez. ¡Ezra ni siquiera tiene seis meses! —exclamé mientras me contaba las noticias.

—¡Lo sé, lo sé! Pero Emily tiene sus óvulos como la Mujer Maravilla o algo así. No puedo explicarlo. Simplemente lo disfruto.

—¡Hanna! —Emily la reprendió, sus mejillas se enrojecieron mientras sacudía su cabeza hacia ella—Uno puede compartir noticias sin necesidad de entrar en detalles.

—Puedo compartir cualquier cosa que me guste, porque soy la que tiene un pastel dentro del horno otra vez…La siguiente serás tú—bromeó Hanna, dándose unas palmaditas en el estómago, y dando por finalizada la conversación mientras Emily se sonrojaba aún más.

Santana y yo habíamos ido a visitarlos después del nacimiento de su hijo, un hermoso bebé. Las nuevas madres estaban encantadas con su buena suerte.

Habían estado planeando su propia boda algunos meses después de su nacimiento, pero parecía que esos planes tenían que espera por ahora.

—Quiero casarme en casa, donde todos mis hermanos se casaron—dijo Hanna—¿Recuerdas la iglesia San Gabriel, Santana?

—La iglesia en la séptima calle, ¿verdad? —preguntó.

Ellas crecieron juntas en el este de Pensilvania.

—Esa misma, ahí se casaron todos los Marins. Los católicos son graciosos sobre el pecado. Perdonan todo, pero no les gusta verlo en la cara, ¿entiendes lo que quiero decir? Mi mamá moriría mil veces si tuviera una hija embarazada caminando hacia al altar—dijo con una sonrisa

—Así que vamos a esperar hasta que nazca este, y nos casaremos en algún momento del próximo año—terminó Emily, envolviendo un brazo alrededor de los hombros de Hanna y acercándola hacia ella—Nuestros propios hijos estarán ahí cuando nos casemos. Es grandioso.

—Es genial—convino Hanna y le sonrió. Entonces ella se volvió hacia mí. –Y hablando de cosas geniales, deberías ver las últimas pinturas que hice. Es una serie que muestra cómo la luz cambia sobre el océano, en diferentes puntos durante el día. Son bastante buenos, si lo digo yo misma.

—Me encantaría verlas. Sabes que nunca tengo problemas vendiendo tus pinturas a mis clientes—dije, pensando en cuándo podría hacer un viaje al norte.

Las cosas estaban creciendo en Emma Designs, y mi agenda estaba llena, pero no excesivamente. Tenía un equilibrio casi perfecto entre el trabajo y el hogar, es fantástico.

Fui contratada por Emma después de hacer una pasantía en mi último año de la universidad, y se había convertido en más que una jefa, una directora y mentora.

Ella se había convertido en una amiga cercana.

En el último año, nuestra relación de trabajo había cambiado.

Cuando ella me dijo por primera vez que ella y Will vivirían en Ámsterdam durante seis meses al año, pensé que mi trabajo en la firma de diseño de interiores iba a cambiar drásticamente.

Pasé los meses anteriores dirigiendo el programa mientras ella disfrutaba de una larga luna de miel, así que me sentí honrada cuando Emma me pidió que fuera su socia.

También sentí mucho miedo.

Pero aunque estuviera muerta de miedo no podía rechazarlo, algo que la mayoría de los diseñadores jóvenes nunca harían.

Pero no quería que mi lado creativo fuera reemplazado por mi lado administrativo.

Sin embargo, cuando te entregan las llaves de un reino no debes salir corriendo.

No hui, pero tampoco le arrebaté las llaves.

Emma y yo elaboramos un nuevo acuerdo que me permitió seguir trabajando principalmente con los clientes y supervisar las cosas en un sentido muy general mientras ella estaba en el extranjero. Acordamos que mi papel sería mayormente creativo, y trajimos a un administrador maravilloso que ayudó a asegurar que las luces permanecieran encendidas y que los cheques de nómina fueran recortados a tiempo.

Pero sin duda, teníamos mucho trabajo.

Después de ayudar a Hanna a hacer una renovación en su casa victoriana heredada en Mendocino, me contrataron para ejecutar varias restauraciones en la zona, expandiendo el alcance de Emma Designs más allá del Área de la Bahía.

Trabajé en todo el norte de California y hasta en el sur, en Santa Bárbara.

Todavía trabajaba principalmente en San Francisco, pero el trabajo regional era divertido y satisfactorio. Y estaba ayudando a elevar el perfil de la empresa, que ahora era mucho más reconocida.

Pero por más ocupada que estaba, siempre dejaba tiempo para pasar de noche por Mendocino y echar un vistazo a lo que Hanna estaba haciendo. A veces con Santana, a veces sin ella; era un cómodo trayecto hacia esa hermosa localidad.

Hanna había convertido su desván en un estudio de trabajo donde comenzó a pintar las piezas más increíbles, todas inspiradas en su hogar recientemente adoptado de Mendocino. Vendí algunas a mis clientes, y la noticia comenzó a extenderse.

Parte de su trabajo fue presentado en algunas tiendas en su área, e incluso exhibió una muestra en una feria de arte local aquí en San Francisco.

¿Así que nuevas piezas?

Lo tengo, nena.

—El lunes revisaré mi agenda, para saber cuándo podré subir ahí.

—Suena bien. Santana, ¿qué tal si vienes esta vez? Acabamos de adquirir dos kayaks—ofreció Hanna, con la esperanza de que su compañera de aventura apareciera.

—Ya veremos. Tengo un viaje pronto; hay mucho que planificar de aquí hasta entonces—dijo Santana.

Pero podía ver sus ojos iluminándose ante la idea de hacer kayak.

—Oh, joder, tú vienes y eso es todo. Ahora, necesito otra cerveza de raíz. Vamos a darlo todo esta noche, Em—dijo Hanna tomando la decisión por ella.

—Mujer imposible—murmuró Emily en voz baja, pero la siguió a través del salón hacia la barra. Con una amplia sonrisa en su rostro.

—Esas dos no pierden el tiempo—dijo Santana.

—Hablando de no perder el tiempo... —señalé hacia la mesa principal, donde Rachel y Quinn estaban enganchadas en algunos juegos de boda.

—Va a ser una larga noche ¿no?

—Te mantendré entretenido—murmuré, deslizando mi mano por su espalda y dándole un rápido apretón a su magnífico trasero.

—Chica camisón—dijo, deslizando sus manos en mi pelo y tirando de mí para darme un largo y lento beso.

La dejé hacer; no me importó estar rodeadas de gente en una recepción de boda. Le devolví el beso, sus dulces labios se abrieron y su dulce lengua se enredó con la mía. Mi respiración se aceleró, mi piel se calentó, y estaba lista para aceptar su oferta sobre el rapidito. Hasta que escuché el comienzo del brindis por el micrófono, indicando que era hora de que regresáramos a la mesa principal y que debíamos comportarnos como personas honradas y correctas en la boda.

—Más tarde— susurró.

Fue una promesa. Mmm.





La recepción se realizó sin problemas.

Bailamos, bebimos, bailamos un poco más, definitivamente bebimos un poco más.

Marley y Hanna, finalmente se encontraron y brindaron con sus bebidas sin alcohol, intercambiaron historias sobre el parto y hablaron interminablemente sobre algo así como cargar a un bebé.

Fuera lo que fuera, pareció que hablaron de eso durante horas.

Pero como Marley era la primera mamá de nuestro pequeño clan, me alegré de que tuviese una nueva amiga con la que pudiera relacionarse durante su embarazo.

En el momento en que nos despedimos de Rachel y Quinn, cuando iban de camino a pasar su noche de bodas en el Hotel Palace antes de salir temprano la mañana siguiente para su luna de miel en Bora Bora, estaba muy cachonda por culpa de su rubia de ojos verdes que había estado pidiendo su luna de miel toda la noche.

Pero primero necesitaba un momento con mi chica antes de irse.

—Eres la novia más hermosa que jamás haya visto. En serio, Rachel, que día tan increíble.

—Fue genial, ¿no? —ella sonrió, levantando un pie para mirárselo—Tengo los pies mugrientos.

—Están bastante sucios—estuve de acuerdo—Pero te luciste.

—¡Lo sé! —ella se rió y me dio un gran abrazo.

—¿Preparada para disfrutar del sexo? —preguntó Marley, apareciendo de la nada.

—Oh, vamos—lloró Rachel, atrayéndola a nuestra burbuja—Ustedes son mis mejores amigas en todo el mundo.

—¿Mejores amigas? Entonces, ¿cómo es que tu prima fue tu dama de honor? —bromeó Marley, y la cara la más abaja se arrugó.

—Sabes muy bien que no tenía elección; mi mamá nunca me hubiera dejado que...tenía que elegirla, y...

—Pequeña, relájate, estaba bromeando—Marley se rió y la besó en la frente—Estas increíble hoy. Mierda, todas lo estamos. Hiciste una gran fiesta; felicitaciones.

—¡Gracias! Y gracias a Dios que no te enamoraste de Quinn. Y gracias Dios por no dejarme enamorar de Kitty. Quiero decir, es una mujer soñada y besa increíble, pero…

—Gracias a Dios que terminaron con ellas a tiempo. ¿Qué tal si fueran dejado las cosas como estaban? —la interrumpí, riéndome mientras recordaba el fin de semana en el lago Tahoe cuando las cuatro corrigieron sus errores.

Lo que pudo haber terminado mal terminó aquí.

Dos de ellas se casaron, dos de ellas van a tener un bebé.

Todas miramos a nuestras tres chicas a través de la pista de baile. Se aflojaron los peinados, se quitaron los tacones y se desordenaron el pelo.

Jesucristo, que espectáculo.

—Voy a buscar a mi esposa y llevarla a la suite luna de miel en el Palacio—dijo Rachel con una sonrisa soñadora...y lasciva.

—Voy a buscar a San y dejar que me haga cositas en la parte trasera de la limusina de regreso a Sausalito.

—Voy a traer a Kitty, junto con unas cuantas piezas más de ese pastel de bodas, y dejar que me coma mientras me como el pastel.

—¡Oh, por el amor de...!

—¡¡¡Buenas noches!!!!

Y enviamos a Rachel a su luna de miel.





Noventa Minutos Después...


—Sanny. San. Oh, joder que bien se siente, ahí, justo ahí, no te detengas.




Noventa Segundos Después...


—No puedo creer que hayas comido pastel mientras te hacía eso.

—No te preocupes por eso. Tú también puedes comer pastel mientras te hago esto...

—Britt-Britt, niña traviesa. Estamos en la parte trasera de una limoooo oh, wow, ok. Este pastel esta excelente.









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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 2 - P I

Mensaje por 23l1 Lun Abr 15, 2019 8:50 pm

Capitulo 2 - Parte I





—Así que dime otra vez hacia dónde vamos ¿A comprar un pitbull?—pregunté, esperando en el asiento trasero del Range Rover con Marley mientras Santana y Kitty se detenían para echar gasolina.

Salimos de la ciudad por la noche, dispuestos a pasar un tiempo en Monterey, la ciudad natal de Marley. Solo unas pocas horas en la costa y todo era como un mundo completamente nuevo.

—Sí. Exactamente. Vamos a comprar un pitbull, Britt—contestó Marley secamente—¿No es así?

—No es como comprar un bolso nuevo. Kitty quiere un cachorro, y yo también. Creo que será bueno tener un cachorro y un bebé al mismo tiempo

—Creo que será una locura tener un cachorro y un bebé al mismo tiempo, pero bueno, yo estoy aquí por el viaje—le dije. Cuando ella me mostró su dedo medio, le mostré uno de vuelta—En serio, eso es mucho a la vez, ¿no crees?

—Estábamos planeando conseguir un perro después de tener el bebé, pero cuando mi primo Lucas comenzó a mandarme mensajes de texto con estas fotos de su última camada, simplemente me derretí. ¡Ósea, mira esto! ¿Podrías resistirte?—dijo, sacando su teléfono y sosteniéndolo para mostrarme seis o siete cachorros de los más pequeños y adorables, alineados sobre una almohada, con su orgullosa mamá detrás de ellos. Eran grises, blancos y negros, todos encantadores—¡Y mira, este video!

—Oh, Dios, que hermosos—suspiré, mientras veía a los cachorros correteando por todo el lugar, saltando y jugando y siendo tan lindos—No sé cómo voy a sacar a San de ahí sin traer uno a casa.

—Lord T te mataría—respondió Marley, apagando su teléfono cuando las chicas volvieron al automóvil.

—Con sus patas desnudas—acepté.

—¿Patas desnudas? ¿De quién estamos hablando?—preguntó Santana mientras se deslizaba detrás del volante.

—De Lord T. Matándonos.

—Tengo pesadillas sobre eso—respondió, temblando—Ese gato es jodidamente extraño.

—¿Cómo está su harén?—preguntó Kitty.

Santana la golpeó en el brazo.

—Rubia. No lo llames así.

—Sus novias, esposas, hermanas. Lo que sea. ¿Cómo es que ustedes no tienen gatitos corriendo por todos lados?—preguntó Kitty, frotándose el brazo.

—Lord T fue castrado hace mucho tiempo. Nada de nueces para mi niño— dije—Se ganó a esas chicas solo con su personalidad.

Cuando Lord Tubbington había regresado a casa después de su temporada como fugitivo, no vino solo. Había traído tres preciosas gatas, las cuales fueron adoptadas por Santana y yo.

Ahora vivimos con cuatro gatos.

Norah, Ella y Dinah ahora se unieron a Lord Tubbington para gobernar nuestra casa, e hicimos lo que pudimos para darle su espacio. Nuestra cama estaba un poco abarrotada algunas noches, pero no cambiaríamos nada.

—Bien, Kitty, repasemos el plan una vez más. Seleccionamos un cachorro, UNO; intentemos elegir el que parezca más tranquilo. ¿Trato?–dijo Marley, echándose al frente y poniendo su mano en su hombro.

—Ya veremos—asintió. Su rostro se puso rojo diez segundos después. Mi amiga había comenzado a apretar, obviamente—Un cachorro. Entendí—se las arregló, y la castaña le dio una palmadita en la cabeza—Toca violonchelo. Tiene las manos más fuertes que puedas imaginar. Normalmente es algo bueno. Pero a veces...—le dijo a mi morena, que solo se rió mientras bajábamos por la autopista, rumbo a Monterey.




******



—Y aquí es donde mantenemos todos los perros más nuevos, los que casi no han sido tratados. A veces pueden ir con los otros perros, pero por lo general necesitan un poco de rehabilitación—dijo la rubia alta, sonriendo y haciendo que el recorrido se sintiera fresco, aunque obviamente había hecho esto cientos de veces.

Llegamos a Monterey en menos de dos horas, lo que fue un alivio.

Cada vez que Rachel estaba en un viaje por carretera, siempre teníamos que parar cada treinta millas para comer bocadillos.

Una vez que llegamos a Monterrey, nos dirigimos rápidamente a OUR GANG, un centro de rescate para pitbulls abusados y abandonados. Como yo no sabía mucho acerca de la raza y solo conocía las historias que suelen aparecer en las noticias, no sabía exactamente qué esperar. Ciertamente no esperaba que una ex reina de belleza dirigiera el centro.

Marley me había contado sobre Chloe, y cómo había entrado en el negocio, y para alguien que solo había estado manejándolo por poco más de un año, era impresionante.

—¿Dónde están los cachorros? ¡Quiero ver a los cachorros!—dijo Kitty, prácticamente danzando a través del granero en el que estábamos paradas.

—Calma, Kitty, están a la vuelta de la esquina—Chloe se rió, dando unas palmaditas al perro estaba junto a ella.

Sammy Davis Jr. fue amable y dulce, y obviamente era la mascota del lugar. Todos los voluntarios que ella tenía trabajando hoy se detenían a saludarlo.

Como tenía un gato llamado Lord Tubbington, ¿quién era yo para juzgar a las personas que le ponían nombres a sus mascotas?

—Entonces, ¿cuántas personas tienes trabajando aquí?—le pregunté a Chloe cuando nos dirigíamos a donde se suponía que estaban los cachorros.

—A tiempo completo, somos solo tres de nosotros, pero tengo otros seis empleados remunerados a tiempo parcial, y por lo general de siete a diez voluntarios también a tiempo parcial, dependiendo de la época del año. Nos hemos asociado con una facultad de veterinaria local, y suele haber alguien que hace sus pasantías aquí para obtener crédito. Además de mi novio, Lucas. Él es veterinario aquí en la ciudad, y está aquí todo el tiempo.

—Te refieres a mi primo Lucas—dijo Marley.

—No, me refiero a mi novio, Lucas—respondió Chloe, ladeando la cabeza y sonriéndole dulcemente.

—Él es mi primo.

—Él es mi novio.

—¡Joder, me gustas más que su ex—exclamó Marley, justo cuando un tipo muy guapo doblaba la esquina.

—¿Estás molestando a mi prima, Chlo?—le preguntó, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y tirando de ella hacia un lado.

—Tengo que hacerlo. Está siendo odiosa,—respondió Chloe rápidamente, y mi amiga le sacó la lengua—Lucas, este es Santana y Brittany, son amigas de...

—Son mis amigas, y puedo presentarlas yo—interrumpió Marley. Estaba jodiendo tanto a Chloe, que pude notar que realmente le caía ben—Esta son Santana y Brittany.

—Un placer conocerte, Brittany, Santana—dijo Lucas—¿Escuché que ustedes vienen por un cachorro para llevárselo a la ciudad?

—Oh no, nosotras no. Esas dos—Santana señaló a las Karley—Tenemos suficiente con cuatro gatos en casa.

—¿Cuatro gatos? Guau, impresionante—dijo Lucas mientras nos dirigíamos a un área separada.



Y finalmente vimos a los cachorros.

Y fueron tan lindos como lo prometieron. Kitty inmediatamente cayó al suelo, dejándolos que lo cubrieran como un ola.

—¡Oh Dios mío! ¡Estos muchachos son geniales!—gritó, acostado bajo la pila de colas.

Cuando vimos a nuestra amiga darse la vuelta en el suelo, riéndose a carcajadas, tuve una repentina visión de cómo sería Kitty como mamá.

—Sabes que nunca podrás jugar al policía bueno con tu hijo, ¿verdad?—le susurré a Marley, quien negó con la cabeza mientras miraba divertida.

—Oh sí, eso es obvio—dijo, y luego se volvió hacia mí con una sonrisa—Además, me veo muy bien cuando interpreto al policía malo.

—Detente ahora mismo—dijo Santana, que luego se acostó en la pila con su amiga.

Y mientras veía a mi morena jugar con los cachorros, tuve una súbita visión de ella rodando por el piso de nuestra casa, en Sausalito, cubierta de gatitos y bebés.

Mmm, buena visión.

—Así que, obviamente, todos son adorables—dijo Chloe, viendo a las dos mujeres adultas jugando con un grupo de perros—¿Alguna idea sobre cuál te gustaría?

—Joder, ¿cómo diablos vamos a elegir?—Marley se inclinó para recoger a una dulce pequeña que había comenzado a acariciar su pie.

¡Ah! La elección de mi amiga

Me mordí la lengua y no dije nada. Miré hacia abajo para ver a Santana, sonriéndome con las manos llenas de cachorros.

—Cien por ciento NO—dije arqueando mi ceja.





*****



Al final, fueron los cachorros los que hicieron la elección por Marley y Kitty.

No uno, ni dos, sino tres cachorros habían sido adoptados. Adorable ganó por sobre el sentido común, e incluso Marley estaba entusiasmada con la perspectiva de tener una casa llena de patas y pequeños dedos al mismo tiempo.

La verdad es que nunca la había visto más feliz.

Todavía era una tipa dura y parecía tener a Kitty por las tetas, pero estaba encantada con el giro que estaba tomando su vida.

La trifecta del cachorro era solo una señal más de que nuestra tímida castaña estaba siendo domesticada.

Todas estábamos corriendo hacia los treinta, sentando cabezas.


Lucas y Chloe nos invitaron a quedarnos a cenar.

Kitty y Marley dormirían en su casa. Santana y yo habíamos hecho las reservas en un pequeño hotel boutique junto al mar, y estaba deseando que los sonidos de las olas me arrullaran. Aunque también estaba deseosa de hacer que Chloe me diera un recorrido por la alborotada casa en la que vivía.

—¡En serio, esta casa es como una cápsula del tiempo! Nunca había visto algo así. ¿Estás segura de que no conseguiste un diseñador para recrear el 1958 aquí?—me quedé sin aliento, asimilando todo el kitsch.

—De ninguna manera. Todo aquí es auténtico, traído aquí por mis abuelos y permaneciendo intocables durante años. A pesar de que era una casa de vacaciones, todavía estoy sorprendida de lo bien que ha permanecido en pie en los últimos años, todo está en gran forma todavía.

—Literalmente podría vender todas las piezas de esta casa a mis clientes; todos quieren cosas del siglo 50 en este momento. Jesús, ¿es eso un sistema wi-fi?—le pregunté, señalando un gran estante con la puerta central abierta.

Una plataforma giratoria en perfecto estado brillaba por dentro. Había conseguido uno de estos hace unos años para un cliente, pero este era una belleza. Diseño danés, con líneas limpias y simples; cuando estaba cerrado, parecía una mesa de comedor.

Todo lo que había visto en esta casa hasta ahora estaba lleno de grandes detalles como este.

—Oh sí, poníamos discos en eso casi todos los días. ¡Lucas, haz que ese chico malo se encienda!—gritó Chloe, sacando a su novio de detrás del bar tiki.

—Claro que sí, pollita—respondió, y un momento después, el suave estilo vocal del Sr. Dean Martin se escuchaba por todo el lugar—Ahora, ¿quién quiere un cóctel? Tengo zombis aquí.





Dos horas después, había aprendido algunas cosas.

Una de ellas: los cócteles de zombis son letales.

No pidas más de lo que puedas manejar, que para mí resultara ser dos zombis.

Disfrutamos de la cena en el patio, y después de terminar la gran comida que Chloe había hecho, nos sentamos charlando y bebiendo café, tratando de combatir los efectos de los deliciosos pero muy fuertes cócteles.

—Puede que quieras ir un poco más ligero con el alcohol la próxima vez—le dijo Chloe a Lucas—Hemos estado trabajando en este gran libro de recetas de cócteles de tiki bar, y algunos son considerablemente más fuertes que otros—nos dijo al resto.

—Especialmente cuando eres el encargado del mai tais—murmuró Lucas, y vi un sonrojo deslizarse en las mejillas de Chloe—Entonces prima ¿cuándo ustedes dos se lanzarán al agua? Aún no hemos recibido una invitación.

Marley se dio una palmadita en el vientre.

—No estoy segura, pero al menos seis meses después de que el bebé llegue al mundo. Primero quiero quitarme algo del peso que gané con él, para poder estar impresionante.

—Estarás sensacional independientemente—intervine.

—Quiero quitarme el peso pre bebé. Lo siento, soy superficial. Lo reconozco para que no tengas que hacerlo—dijo.

—No eres superficial—me reí.

—Eres bastante superficial—intervino Chloe, con una sonrisa. Mi amiga tomó su cuchillo e hizo una mueca cortándole la garganta—Superficial y violenta.

—Te dije que me gustaba esta chica—le dijo Marley a Lucas, quien echó la cabeza hacia atrás y se rió—Hablando de bodas—continuó y mi mano se congeló en su camino para recoger mi zombi—¿Cuándo ustedes van a hacer formalizar las cosas?

Se me calentaron las orejas, me picaba la piel y mis labios comenzaron a balbucear una réplica cuando vi que no me estaba preguntando a mí, sino a su primo Lucas.

Mis pulmones se desinflaron y agarré mi vaso, tomando un gran trago. Un gran trago de zombie, qué gran nombre para...

Pero ya va ¿por qué carajo me congelé?

¿Por qué me importaba si nos preguntaban eso a Santana y a mí?

Nos casaríamos cuando quisiéramos.

Quiero decir ¿verdad?

Mientras me arrastraba a través de este momento pánico, capté su mirada desde el otro lado de la mesa. Lo había visto todo, y ella me conocía lo suficiente como para saber exactamente lo que estaba pensando.

Me sonrió, sabiendo que me había atrapado. Puse los ojos en blanco e intenté actuar de forma natural, prestando especial atención a la conversación que había continuado durante mi congelamiento.

—Espera, ¿entonces ustedes no planean casarse? ¿Nunca?—preguntó Marley, mirando hacia atrás y hacia adelante a Chloe y Lucas.

—Cariño, detente, eso no es asunto tuyo—dijo Kitty, dándole un masaje en los hombros.

—No pasa nada, creo que es genial. No estamos planeando casarnos, al menos no pronto. Los dos estábamos comprometidos con otras personas, ambos pasamos por todo el proceso de planificación de una boda, sabemos cómo es eso. Estamos muy felices tal como están las cosas—dijo Lucas, inclinándose y besando a Chloe en la mejilla.

—Es cierto, ¿por qué meterse con algo bueno?—estuvo de acuerdo Chloe, inclinándose sobre su beso—De acuerdo, los dos estábamos comprometidos con la gente equivocada, así que un día podríamos decidir atar el nudo. ¿Pero por ahora? No para nosotros.

—No confío en una chica que no quiere vestirse de blanco—dijo Marley, y le di una palmada en la mano.

—Llevo puesto un montón de blanco. Tu primo aquí tiene una fijación especial con corsés de encaje blanco—respondió Chloe.

—Demasiada información…

—¡ASOMBROSO!—gritaron Marley y Kitty al mismo tiempo.

Mientras en la mesa se desenvolvía una charla sobre corsés, pensé en lo que Chloe había dicho.

Si las cosas estaban bien, ¿por qué cambiarlas?

Eso obviamente estaba funcionando para ellos, y también nos estaba funcionando a Santana y a mí.

Hmmm...









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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 2 - P II

Mensaje por 23l1 Miér Abr 17, 2019 8:40 pm

Capitulo 2 - Parte II





Me puse de pie en el balcón mirando al mar, observando las olas.

Comenzando despacio, justo fuera de mi campo de visión en la negra noche, cada una crecía lentamente desde abajo, hinchándose hasta la cima y moviéndose implacablemente hacia la orilla. Finalmente se alzaban, primero con espuma blanca alrededor de los bordes, luego mientras caían sobre sí mismas, chocando contra las rocas y espumeando a través de cada grieta y hendidura.

Vi innumerables olas, siguiendo su inevitable camino.

Cada una comenzó de la misma manera; cada uno terminó de la misma manera. Una y otra vez, inalterables por eones.

Las olas no podrían corregir su curso.

No podrían simplemente decir un día, ¡hey! creo que me dirigiré hacia el sur, hacia México, a ver qué hay ahí abajo. La única forma en que iban a ir a un lugar diferente a su lugar de destino era si ocurría algún evento importante.

Huracán.

Terremoto.

El Niño.

De lo contrario, se dirigían a la orilla. Podrías configurar tu reloj según la marea.

Eventualmente. Inevitablemente. Pasaría.

Qué pensamientos tan profundos.

Aunque era difícil sentarse junto al mar y tener pensamientos superficiales, mi mente parecía ir siempre hacia los pesados. A veces me sentía melancólica; ¿por qué?

—Britt-Britt, afuera está helando, ¿no tienes frío?—gritó Santana desde adentro.

—No está tan mal, en realidad. El aire fresco se siente bien—le respondí.

Sus pasos se hicieron más fuertes cuando llegó a la puerta y deslizó el vidrio…

—En serio, esta helado aquí.

—Entonces ven a calentarme—respondí, sacudiendo mi trasero ligeramente. Sus brazos estaban enrollados alrededor de mi cintura en cuestión de segundos. Me empujó contra su pecho, con las manos alrededor de mis caderas, mientras me acurrucaba contra ella—Esto se siente bien.

—De acuerdo—dijo en mi cabello, acariciando mi cuello—Entonces, ¿qué estás pensando?

—Solo miraba las olas—le dije, deslizando mis manos sobre las suyas y envolviéndolas más firmemente alrededor de mi cintura.

—Tú nunca miras las olas, Britt. Estás pensando en algo.

—Solo miro las olas. Mira qué hermoso—le dije, mirando el horizonte de izquierda a derecha. Las olas, la playa, las estrellas sin fin…

—Es hermoso—dijo de acuerdo—Pero sé que estabas pensando en algo. Suspirabas cada treinta segundos.

—¿Lo hacía?—pregunté, sorprendida

—Por supuesto, por eso sé que hay algo en tu mente. Suspiras cuando piensas, Britt-Britt.

—¿Qué? Espera, ¿qué?—pregunté de nuevo, volteándome en sus brazos para mirarla.

—¿Crees que después de todo este tiempo no puedo saber que algo te ronda en la cabeza?—preguntó, dejando caer un beso en mi nariz—Así que suéltalo ¿qué te hace suspirar en un balcón?

Suspiré sin pensar, haciendo que un pliegue apareciera en su frente mientras trataba no reír.

La miré la cara y rodé los ojos un poco.

—Está bien, sí—suspiré—Tal vez estaba pensando en algo.

—¿Te importaría compartirlo?—preguntó, y aproveché la oportunidad para presionar mi rostro en su pecho—¿O No quieres decírmelo?

—No, no, no es eso. No sé si estaba pensando en algo realmente, tenía ideas muy vagas flotando, ni siquiera eran pensamientos aún. Eran como un pensamiento adyacente.

—Realmente le estamos dando vueltas al asunto—se rió entre dientes—Entonces comencemos con el pensamiento adyacente. ¿Qué pasa Britt-Britt?

—¿Alguna vez has visto las olas y te has preguntado qué pasaría si una ola quisiera ir en otra dirección?

—He observado las olas, claro, pero no me he preguntado si las olas tienen pensamientos inteligentes—me miró más de cerca—Pero ahora tengo curiosidad. ¿Qué crees que están pensando estas olas?

—No son las olas en sí. Sólo...es la idea de que no tienen otra opción. Ellas tienen su camino, y eso es todo. Todos los caminos conducen a la playa.

—Qué destino tan horrible—bromeó, y la golpeé.

—Preguntaste en que estaba pensando; estos son mis pensamientos. No dije que tuvieran sentido; ellos no habían llegado a ese punto lógico todavía—le dije, y ella me abrazó más fuerte.

—Chica camisón, tus pensamientos tienen mucho sentido, teniendo en cuenta la conversación en la cena de esta noche.

—¿Huh?

—Vi el pánico en tu cara cuando pensabas que alguien te preguntaba que cuándo nos casaríamos. Ahora estás aquí afuera preocupándote de que las olas tomen diferentes decisiones. No es tan difícil de analizar. No es que te acabo de conocer, ya lo sabes—podía sentirla sonreír contra mi cuello, y si la abracé más fuerte, sin darme cuenta.

—No tuve pánico; simplemente me sorprendió, es todo. Y luego cuando me di cuenta que no era sobre mí, sobre nosotras...no lo sé, yo solo...no estaba preparada para responder esa pregunta, supongo.

—¿Qué pasa si yo te lo preguntara?

—Espera...¿qué?—pregunté, levantando mi barbilla y mirándola. A la luz de la luna, sus ojos eran del marrón más profundo y se fijaron firmemente en mí. Estudiándome, buscando una reacción—No me estarás pidiendo que…

—No, no te estoy pidiendo matrimonio...solo quiero preguntarte cómo te sientes al respecto, en el sentido general. Sin pánico, por favor.

—No estoy en pánico. Estoy perfectamente tranquila—le respondí y luego le mostré mi mejor tic facial.

—Eso es sexy, Britt-Britt—dijo, y se rió.

—¿Me estás preguntando cómo me siento sobre el matrimonio en general, o el matrimonio con alguien específico?

—Ambos.

Me enderece para mirarla, sus manos todavía estaban en mi cintura.

—Creo que el matrimonio en sentido general es algo a lo que estoy a favor. Pero también creo que hay algo de cierto en el dicho “si no está roto, no lo arregles”. Parece estar funcionando para Chloe y Lucas. Por otro lado,—dije, deslizando mis manos por sus brazos para unirlas detrás de su cuello— Creo que el matrimonio con alguien específico en mente también es algo a lo que estoy a favor, aunque dependería de quién sea ese alguien, por supuesto. ¿Hay una candidata?

—Posiblemente—respondió, comenzando a acercarme lentamente hacia su pecho—Muy posiblemente.

—¿Es morena? ¿Inteligente? ¿Encantadora? ¿Increíblemente guapa?—pregunté.

—Sí. Todas esas cosas—asintió con la cabeza, parecía muy seria.

Reprimí una carcajada, bajando la cabeza para besarla muy fuerte justo debajo de su oreja.

—Le dices a mi novia potencial que si ella quiere mi respuesta real, tiene que hacerme la pregunta real. Hasta entonces, todo esto es cháchara en un balcón. Y he tenido suficiente charla por una noche.

—¿Qué tal sexo en un balcón?

—Mira, eso me gusta más—sonreí mientras sus manos se deslizaban por mi espalda y alrededor de mi trasero, presionándome en sus caderas.

Cuando sus labios se encontraron con los míos, lentamente y sin prisas, pensé en besar a este hombre específico por el resto de mi vida.

¿Cómo podría existir algo mejor que esto?

Santana y yo, a punto de estar desnudas y calientes, ¿podría ser algo superior a esto?

Y luego tuve una visión de este momento sucediendo en algún momento en el futuro, pero en lugar de que Santana se desabrochase la camisa, estaba desatando mi corsé. Y en lugar de deslizar mis jeans hacia abajo, estaba deslizando una liga azul de encaje por mi muslo.

Y en lugar de llamarme chica camisón mientras lamía un camino desde mi ombligo hacia el sur, me llamaba esposa.

Si estaba sorprendida por lo agresiva que estaba con ella en el balcón, no lo dejó ver.

Simplemente lo disfrutó.

Dos veces.

Tres veces...




*****




—¿Pero tres? En serio, ¿tres?

—¡Será divertido!

—¡Será un caos! ¿Cómo vas a manejar tres cachorros, un recién nacido y Kitty?

—Estoy anidando. Estoy hormonal.

—Estás loca

—También es una posibilidad—admitió Marley mientras estábamos sentadas en la parte trasera del Rover en nuestro camino de regreso a San Francisco.

Santana y yo habíamos regresado al rancho de Chloe a primera hora de la mañana para despedirnos de ella, de Lucas y los cachorros, y recoger a Marley y Kitty.

Regresarían en un mes más o menos, cuando los cachorros tuvieran la edad suficiente para dejar a su mamá y comenzar su nueva vida en la ciudad.

A pesar de que yo adoraba a los cachorros, pensé que esto se le estaba saliendo de las manos. Pero, como a ella le gustaba decirme, a veces estaba bien cerrar la jodida boca y dejar de darle tanta vuelta a toda la mierda, y simplemente dejaré que ellos lo resuelvan.

Pero aún así le dije que estaba loca.

—Hablando de loca, intenté llamarte anoche para decirte que estaban pasando Psycho .

—¿Cómo?—pregunté inocentemente.

—Sí, te llamé como tres veces seguidas.

—Algo más estaba pasando, tres veces seguidas—le dije, hablando por un lado de mi boca para que las otras dos chicas no escucharan.

—Bien—dijo ella, también por el lado de su boca, mientras me deslizaba disimuladamente.

—Sí, toda esa charla de matrimonio durante la cena de anoche me dio un poco de pánico, me hizo pensar demasiado. Terminó bien, sin embargo. Creo que San podría estar en el tren del matrimonio.

—¿Eso crees? Olvida el tren del matrimonio y ven y súbete al tren de lo obvio: te va a pedir que te cases con ella—dijo, lo que me impulsó a poner mi mano sobre su boca para callarla.

—¿Todo está bien allá atrás?—dijo Santana, mirándome por el espejo retrovisor.

—Totalmente, ¿cómo va todo por ahí?—pregunté tímidamente.

—¡Increíble, Santana me está dejando manejar la radio!—gritó Kitty, pareciendo Def Leppard a un nivel obsceno.

Que afortunadamente fue lo suficientemente fuerte como para ahogar lo que Marley estaba diciendo, pero fue incluso demasiado fuerte para continuar la conversación.

Entonces hicimos lo que hacen todas las mujeres adultas...enviarnos mensajes de texto...


Dijiste muy alto esa mierda del matrimonio, preñada...


Ay por favor como si no es obvio.


Obviamente no me puedes gritar que me propondrá matrimonio.


Tú eras la que estaba comentando eso del tren matrimonial. Yo solo puntualizaba el hecho de que tu morena eventualmente te hará su mujer. Duh!


Sí, hablamos de eso anoche. De una manera que nunca habíamos hecho antes. Anoche fue la primera vez que no evadimos el tema, fuimos directo al grano.


¡Qué emoción!


Sí. Pero nadie tiene un anillo todavía, así que tranquilízate joder.


Oh no te preocupes por eso, por supuesto que te pedirá matrimonio. Ella te ama


Yo la amo.


De acuerdo, esto se está poniendo cursi.


Probablemente deberíamos comenzar a hablar de nuevo; van a sospechar.


¡Claro que no! Escucha como están cantando.


Lo están disfrutando, rockeando con esa mierda de los 80.


Están felices como almejas.


¡Deberíamos empezar a hablar!


¿De qué se supone que debemos hablar?


De cualquier cosa


Ok.


—¿Sabían que están planeando expandir la boutique de vestidos de novia de Vera Wang en Geary?


Te odio…









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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 3 - P I

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 20, 2019 8:15 pm

Capitulo 3 - Parte I




El lunes por la mañana me encontraba arreglando las flores de mi oficina como de costumbre.

Rosas con los extremos teñidos de melocotón y frambuesa.

Reunidos en espiral en un jarrón de vidrio transparente, rodeadas de hojas de hortensia verdes alrededor de los tallos. Situado en el extremo izquierdo de mi escritorio de ébano, cubierto con pilas ordenadas de carpetas manila codificadas por colores.

Cada carpeta representaba un hogar, una oficina o un espacio público diferente, y contenía estimaciones de costos, proyecciones de valor, paletas, recortes y muestras.

Cada uno contaba la historia de un nuevo diseño, una nueva vida que se respiraría en un espacio, ya sea existente o nuevo. Y hoy era el día en que interrogaré a Emma, que acaba de regresar de Ámsterdam.

Ella había comenzado un pequeño negocio de consultoría en Ámsterdam, asumiendo un proyecto aquí y allá para sus nuevos amigos en la nueva ciudad de Will y ella, y parecía estar adaptándose bien a una vida multinacional.

Pero ahora estaba de vuelta en la oficina central, y esperaba que se le pusiera al corriente tan pronto como regresara. Aunque siempre estaba en contacto a través de correos electrónicos y videoconferencias, cuando regresaba a casa, quería hundir sus dientes en cada proyecto que podía.

Seguíamos encontrando el camino con esta nueva configuración, pero nos estaba yendo muy bien.

Siempre era genial tenerla de vuelta en la oficina; nunca se sentía igual si no se escuchaba el clic de sus tacones. Lo cual podía oír ahora subir las escaleras, junto con un coro de bienvenida y cómo estás del resto del personal.

Salí de mi oficina justo cuando ella dobló la última curva. Vestido negro sin mangas, botas de cuero de camello hasta la rodilla con un tacón increíblemente alto, cabello recogido en su exclusivo moño; ella estaba intacta, hermosa, y parecía bien descansada.

Y emocionada de estar de vuelta.

—¡Niña! ¡Ven aquí!—chilló, dejando su bolso de Chanel y envolviéndome en un perfumado abrazo.

—¡Estoy tan feliz de verte!—respondí, dejándome caer en su abrazo.

—Tengo regalos—dijo, guiándome por el pasillo hacia su oficina, la cual se limpiaba semanalmente durante sus ausencias, por lo que nunca olía a moho o a espacio sin usar.

No podríamos permitir eso.

—No tienes que traerme regalos cada vez que vuelves a casa, ya sabes—le dije mientras sacaba algunas cajas de su bolso.

—Cállate, y abre esto—me indicó, colocando una caja rosa frente a mí, luego giró hacia su juego de té en la esquina—¿Tenemos…?

—El agua caliente está ahí; la acabo de traerla yo misma hace unos minutos—sabía que lo primero que haría a su llegada sería tomar una taza de té.

—Eres la mejor.

—Eso he oído. Mierda, ¿de dónde sacaste esto?—exclamé, sosteniendo un par de pendientes.

Colocado en níquel cepillado, había cuentas en tonos de rosa, melocotón, salmón, coral, fucsia; todos los colores de mi paleta favorita.

—Los vi en una pequeña tienda en Roma y no pude resistir. Le dije a Will “esos son los colores de Brittany” e insistió en que los teníamos que comprar.

—Will siempre ha sido muy dulce conmigo—bromeé, refiriéndome al constante estado de sonrojo en el que siempre estaba cuando él estaba cerca.

Aunque no era solo yo; Marley y Rachel compartían mi enamoramiento con el marido de Emma.

—Solo póntelas y deja de imaginar las diferentes formas en que puedes agradecerle—ella se rió, con los ojos brillantes—Vi todas las carpetas en tu escritorio. ¿Quieres ponerme al día durante el almuerzo?

Y así como así, Emma estaba de vuelta en la ciudad.

Todo estaba bien en el mundo.




Pasamos la mayor parte de la tarde trabajando en la mesa de la esquina de nuestro restaurante favorito en Chinatown, quedando atrapadas por nuestro chisporroteante arroz y chismes de oficina.

No fue mucho lo que escapó de los oídos de Emma, incluso estando al otro lado del océano. Pero todavía había algún chisme para contarle, y mientras charlábamos, me relajaba más y más.

—Entonces cuéntame sobre la boda—me preguntó, después de haber cubierto todo lo relacionado con la oficina.

Hice una pausa, con los palillos en la mitad de mi boca.

—¿La qué?

—¡La boda! Rachel y Quinn!

Palpé, mastiqué y asentí.

—Oh seguro, claro, esa boda.

—Me sentí mal por perdérmela pero estábamos tan ocupados con la casa en Ámsterdam que no nos fue posible regresar—dijo, agitando su salsa de mostaza—Pero apuesto a que fue perfecto, ¿no? ¿Temporizada al milisegundo?

—¿Qué es más pequeño que un milisegundo?—bufé, cavando de nuevo en el fondo de mi taza.

Mi pulso estaba acelerado.

¿Qué carajo me estaba pasando con esto?

—Me lo imagino. ¿Se las arregló durante todo el día, o se soltó y lo disfrutó?

—Ella disfrutó totalmente. De hecho, tuvo un gran día, a pesar de que tuvo un gran problema con el vestido en el último minuto.

—Oh no, ¿qué pasó?—Emma sorbió sus fideos.

—Marley ha tenido terribles náuseas matutinas, en realidad, estaba enferma en la mañana, tarde, noche y madrugada, la cosa es que se vomitó de repente sobre el vestido de novia de Rachel.

—Estás de broma.

—¡Ojalá! Pero ya conoces a Rachel; tenía un segundo vestido listo para usar durante su recepción, así que solo lo usó para ambos.

—Hubiera muerto—Emma gimió.

—¡Alguien más lo hubiera hecho! Pero ella asumió que si las celebridades tienen más de un vestido de novia, entonces ella también debería hacerlo—me reí, recordando—En realidad, estaba más molesta por los zapatos, no había planeado un par de respaldo para ellos.

—Ay Dios, Marley no...

—¡Marley lo hizo! Un poco de maíz volador aterrizó en sus Jimmy Choos. Rachel quería matarla. Hasta que Quinn vino a verla; entonces todo se desvaneció.

Emma me lanzó una mirada de sorpresa.

—Espera, ¿Quinn fue a verla? ¿Antes de la boda? Pensé que Rachel era demasiado supersticiosa.

—Oh, y lo es. Ella se escondió detrás de la puerta para que Quinn no la viera. Pero entonces, oh Dios mío, Emma, fue la cosa más dulce. Quinn dijo algo sobre que no podía esperar mucho para casarse con ella, y cómo no podía esperar para llamarla su esposa, y luego fue así... ¿Qué importan los zapatos?

—Aww—Emma suspiró.

—Sí, gracias a Dios que decidió que estaba bien ir descalza. O sabes que mi culo habría estado corriendo por toda la ciudad tratando de encontrarle unos zapatos nuevos—me reí entre dientes.

—Ella lo consiguió—dijo Emma, con los ojos cada vez más suaves.

—¿Ella consiguió qué?—le pregunté.

—Se dio cuenta de que no se trataba de la boda; sino sobre el matrimonio. Ella. Quinn. Juntas. Se casó descalza porque lo único que le importaba era Quinn. Esa mujer. Y unos zapatos no iban a evitar que eso sucediera.

—Sí, parecía un poco Zen después de eso—le dije, recordando la expresión de su rostro—También un poco cachonda.

—Lo puedo imaginar—respondió con una mirada soñadora en su rostro.

—Oficialmente, debería decir eww. Pero se trata de Will, así que por favor se libre con los detalles

—Cállate. ¿Cómo están las cosas contigo y Santana?

—Hola, cambiadora de temas—dije, negando con la cabeza.

—Hola, desviación, ¿cómo están las cosas?—preguntó otra vez, tratando de coger una zanahoria de su plato.

—No me estoy desviando; las cosas están bien. Muy bien—sonreí, pensando en el sexo en el balcón.

Y cuando volvimos a nuestra casa anoche, sexo en el pasillo.

Y esta mañana en la ducha sexo.

Y…

—Por la expresión de tu cara, y por la forma en que estás chupando ese rollo de huevo, puedo decir que las cosas están muy bien—dijo, frunciendo los labios.

—Oye, tú preguntaste.

—Lo hice. Entonces, amigas que se casan, amigas que tienen bebés, ¿te están sonando las alarmas?—preguntó.

Apunté mi palillo hacia ella

—¿Tengo un letrero en mi espalda que diga Me Tengo que Casar? ¿Por qué todos me preguntan eso ahora?

—¿De verdad? ¿Todos te preguntan eso?—repitió, ahora ella me señalaba con su palillo.

—Ok, no todo el mundo. Pero se siente como que si ese es el tema del momento. En serio, está en el aire. Está en el agua. Puede ser que esté en este palillo.

—Es este momento: tus amigas se están moviendo a una fase diferente de sus vidas. Cuando mis amigos se casaban y formaban su familia, estaba demasiada ocupada para salir con alguien. Toda mi vida fue Emma Designs. En cada boda a la que asistía para una de mis amigas, todo el mundo me preguntaba con quién salía, y cuándo iba a pensar en casarme. Es como que si fuera la regla, todos tenemos que hacerlo—bebió un sorbo de té, luego se encogió de hombros—Lo siento, no quise empujarte hacia ese acantilado.

—No lo hiciste. Creo que me estoy dando cuenta que últimamente las cosas están cambiando. Quiero decir, a veces todos somos ridículas e infantiles, así que ahora es duro imaginar que Marley y Kitty estarán a cargo de una persona. Una pequeñita, pero persona al fin—apoyé la cabeza en mis manos, teniendo dificultades para expresar mi punto—Supongo que es raro que todos crezcan.

—Oye. Crecer y ser un adulto son dos cosas muy diferentes. No puedo ver a Kitty siendo una verdadera adulta. Y está en las noticias, por el amor de Dios—dijo Emma, riendo.

—¿Estás contenta de haber dedicado todo tu tiempo a lo que hacías?

—¿Qué quieres decir?

—En aquel entonces estabas levantando tu negocio. Si pudieras regresar en el tiempo y hacer todo de la misma manera, ¿hubieras querido casarte antes?

—Depende.

—¿De qué?

—Si hubiera conocido a Will antes. Nunca quise casarme hasta que lo conocí. Y esperamos mucho para casarnos. Pero sabía que sucedería. Porque él era mi hombre. Y afortunadamente, fui lo suficientemente inteligente como para esperar por él—ella me sonrió con una mirada cómplice—¿No crees que Santana sea tu chica?

La sonrisa que se extendió por mi rostro fue instantánea.

—Oh. Santana es ciertamente mi chica.

—Entonces relájate. Disfrútalo. Preocúpense por ustedes dos, y dejen que sus amigas hagan lo suyo. El matrimonio es diferente para cada persona, y no todos lo necesitan. Algunas personas quieren el pedazo de papel, otras no lo necesitan. ¿Quién puede saber cuál es la elección correcta? Yo no, eso es jodidamente seguro—terminó su té y le hizo una seña al camarero—Ahora, si quieres preguntarme cuál es la opción correcta para la nueva sala de cine de la sucursal de Peggy Wimple estaría encantada de responderte. Porque te equivocaste, pequeña señorita protegida—se echó a reír, tomando una pestaña de un proyecto que de hecho acababa de ordenar para dicha sucursal—Déjame mostrarte por qué soy Emma en Emma Designs.

Y ella procedió a hacer precisamente eso.

Y cuando terminó, no tuve más remedio que estar de acuerdo con ella.










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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 3 - P II

Mensaje por 23l1 Lun Abr 22, 2019 8:22 pm

Capitulo 3 - Parte II




De Vuelta a Casa, Algunas Noches Después…




—Britt-Britt, ¿a dónde fueron todos los pequeños lápices de golf?

—Nadie ha dicho esa frase jamás, San.

—¿Sabes, los pequeños lápices que vienen con Scattergories? ¿Dónde están?

—Ah ok, creo que Rachel los rompió todos la última noche de juego. Ya sabes lo mal perdedora que es.

Habíamos invitado a todos a casa para la noche de juegos, ya que Emma y Will estaban en la ciudad. Sabíamos que sería difícil planificar esto una vez llegara el bebé, por lo que queríamos reunirnos mientras aún se podía..

—¿Por qué siempre somos las anfitrionas?—preguntó Santana, asomando la cabeza por la puerta del baño, donde yo estaba tratando de arreglarme.

—Porque ahora tenemos la casa más grande, apta para el entretenimiento—dije, aplicando mi máscara.

—Te ves como un pez.

—¿Huh?

—Cuando te pones la máscara. Cada vez que te echas esa cosa abres la boca y te ves como un pez esperando la carnada, ¿Por qué haces eso?

—Es la única manera de ponérselo.

—¿Pero por qué?

—Nadie lo sabe, San es lo que haces cuando te pones la máscara.

—¿Es algo así como una regla?

—Deja de hablarme mientras me veo como jodido un pez y déjame ponerme bonita, por Dios…Tu que tienes la piel perfecta y no necesitas colocar la boca como un pez—grazné, y desapareció.

Seguí maquillándome y traté de aplicar mi máscara de pestañas con la boca cerrada, pero simplemente era imposible. Estaba buscando mi brillo labial cuando su cabeza apareció de nuevo por la puerta.

—Por cierto, hemos sido invitadas a Filadelfia.

—¿Dónde viven los cheesesteaks? Sea lo que sea, ¡decimos que sí!

—¿Sí a los cheesesteaks, o sí a la invitación?

—No bromeaba para nada cuando dije a lo que fuera. Pero ahora que lo mencionas, ¿a qué exactamente estamos invitadas?—dije esperando que no notara que había empezado a babear.

—Trevor, mi viejo amigo de la escuela secundaria, recuerdas a su esposa, Megan, ¿verdad?

—¿Estás bromeando, verdad?

—Ok—dijo, entrecerrando los ojos de manera curiosa.

—Megan me consiguió el artículo más importante que hay en toda esta casa.

—¿Te consiguió ese vibrador nuevo?

—Jesús...

—Oh, el libro de cocina, cierto—dijo, recordando.

Megan solía trabajar para Food Network, y pudo asegurarme una copia firmada del libro de cocina Barefoot Contessa, de Ina Garten. Autografiado por cierto; poniendo eso de Mis mejores deseos, Ina.

Realmente decía:


Para Brittany:
Mis mejores deseos,
Ina.


Adelante y muérete de celos.

Santana, por otro lado, no lo hará.

—Está bien, entonces te acuerdas de Megan.

—¿Qué si me acuerdo de ella? ¿No escuchaste nada?

—Ya entendí, cariño. ¿Tienes curiosidad por escuchar lo que están planeando, o necesitas algún tiempo para seguir soñando con Ina y su cocina?

—Y yo en su cocina. Si vas a entrar en mi sueño, tienes que configurar la escena correctamente. Estoy ahí con Ina, en su cocina en los Hamptons, y estamos cocinando algo maravilloso para ti y su esposo, Jeffrey. Algo con pollo, que ella me enseñará a tallar a la perfección. Y zanahorias rostizadas, que pronunciará con ese sutil acento neoyorquino.

—A veces me preocupas—dijo Santana, poniendo su mano en mi frente.

—Estoy perfectamente bien. No te preocupes por mí, continuaré mi fantasía más tarde. Entonces, ¿qué pasa en Filadelfia?

—Oh, volvemos a mi historia ahora—me preguntó, y me incliné y la besé para disculparme.

—Lo siento, cariño, cuéntame todo sobre Trevor y su maravillosa esposa—le dije.

Estaba jugando con ella, pero en realidad me gustaban los dos.

Volvimos a la ciudad natal de Santana para su décima reunión de la escuela secundaria el año pasado, y fue recibida como una heroína conquistadora.

No había regresado desde que se graduó de la escuela secundaria, no mucho después de que sus dos padres murieran en un accidente automovilístico.

Nadie la había visto desde entonces, y aunque inicialmente estaba nerviosa por cómo sería recibida, rápidamente se convenció de que todo el mundo estaba emocionado de que hubiera regresado.

En la escuela secundaria había sido la reina del regreso a casa y todo lo que se suponía que viene con eso. En la escuela secundaria, Santana era una gran mujer en el campus.

Había tenido su propio grupo, que yo llamaba los apóstoles (sus viejos amigos Matthew, Allison, Mark, Luke y John), encabezado por su viejo mejor amigo, Trevor.

Nosotras pasamos gran parte de la velada con él y su nueva esposa, Megan, que estaba embarazada de su primer hijo.

—¿Cómo están disfrutando de su nueva vida con un bebé?

—Suficiente para estar embarazada otra vez—dijo Santana, y dejé caer mi brillo de labios.

—¿Qué diablos está en el agua en estos días? Me voy a cambiar al vodka definitivamente.

—Voto a favor de eso, el vodka te vuelve loca y cachonda. Y aventurera. Si sigues una dieta a base vodka, estoy bastante segura de que puedo convencerte de que pruebes algo que nunca me dejas hacer.

—Ni con todo el vodka del mundo te meterás ahí, así que olvídalo, López—le dije, mordiéndola con mi boca llena de brillo labial mientras hacía un puchero—Así que, Megan está embarazada otra vez, guau. Dales mis felicitaciones.

—Eso es lo que comenzó todo esto. Nos invitaron a bautizar al bebé número uno y a celebrar el bebé número dos. Es el próximo mes; ¿Crees que puedes tomar un tiempo libre?

—¿Para los cheesesteaks? Quiero decir para un bautizo? Sí, sí, definitivamente deberíamos ir—intenté ponerme más brillo de labios cuando sonó el timbre—Genial, alguien llega temprano. Ve y saca algunos lápices de colores de mi bolso.

—¿Para qué?

—Scattergories.

—¡Cierto!—exclamó, y luego desapareció.

Sola por un momento, finalmente apliqué mi brillo labial y me permití pensar en Megan y Trevor.

Dos niños, en pocos años.

Antes de casarse, Megan había estado en Food Network, trabajando en lo que en muchos aspectos era un trabajo de ensueño. Pero su sueño era tener una familia, y ella hizo que eso sucediera. Y en lugar de diseñar quesos artesanales y hacer bocanadas de crema, estaba limpiando saliva y pisando los cascabeles de bebé.

Tuve una súbita imagen de Santana pisando un cascabel de bebé que Lord Tubbington había robado para jugar con él, y luego había dejado tirado en camino, y me reí entre dientes.

Bebés, bebés por todas partes, y no hay vodka.

Terminé con mi brillo de labios, cerré la tapa con un clic y respiré profundamente. Ahuyenté esos pensamientos y empecé a fantasear con cheesesteacks, hasta que Santana me interrumpió gritando:

—¡Las idiotas están aquí!

Hmmm, podría ser cualquiera, conocíamos muchos idiotas.

Es hora de patear a un idiota en Scattergories...




Como es habitual, la noche de juegos terminó en derramamiento de sangre.

Las chicas del equipo Brittany-Marley-Emma cayeron y cayeron con fuerza.

Sé exactamente cómo suena eso. Pero es verdad. Nos dieron una paliza en Scattergories.

Y Pictionary.

Y Apples to Apples.

Al final, el equipo de Santana-Kitty-Will ganaron en grande.

Pero una vez que todos se habían ido, y mi falda estaba alrededor de mis oídos cuando Santana cobraba su victoria...ejem... todo estaba bien en el mundo.







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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 4 - P I

Mensaje por 23l1 Miér Abr 24, 2019 9:36 pm

Capitulo 4 - Parte I





—La siguiente transmisión se emitió originalmente en KNTV, filial local de la NBC de San Francisco...

—Hola todos, Kitty llega a ustedes en vivo desde Levi's Stadium, donde los 49ers se están enfrentando a los Seahawks de Seattle, sus rivales más duros en la NFC Oeste. Estaremos con ustedes jugada a jugada, ya que estos dos equipos de gran potencia lo tienen en la parrilla. Pero antes de que los equipos salgan al campo, hay otra rivalidad en juego, una igual ferozmente competitiva que cualquier cosa dentro del estadio. ¿Salchichas o emparedado? ¿Salchichas o mocos? Vamos a dejar que los fanáticos decidan, mientras degustamos lo mejor de la cocina.

—Ahora aquí tenemos a Marcus O'Reilly, nativo del Área de la Bahía, y un incondicional partidario del perro caliente. Él dice que no hay nada como un buen perro caliente en un partido de fútbol, ¿no es así, Marcus?

—Oh, seguro que sí, Kitty. Un perro caliente sacará de juego un emparedado cualquier día de la semana .

—Sabias palabras, Marcus. Voy a dar un gran mordisco a esa salchicha en un momento. Ahora aquí tenemos a Angus Wheelwright, entusiasta de los emparedados y, según entiendo, un campeón amateur de kickboxing, ¿no es así?

—Así es Kitty. Y estoy aquí para decir que mi emparedado puede patear el trasero de un perro caliente en cualquier lugar y en cualquier momento. ¡Toma eso, chico del perro caliente!

—Whoa, whoa, amigos, mantengamos la basura fuera del campo, ¿ok? Estamos aquí para disfrutar de deliciosas salchichas antes del gran juego y...Lo siento, ¿qué es eso? Me disculpo, caballeros, estoy recibiendo noticias de última hora en mis auriculares...un bebé y u...una camioneta de reparto…¿reparto? Algún tipo de trabajo…¿trabajo? ¿No deberíamos regresar al estudio para esta historia? Espera un minuto, ¿quién está en trabajo de parto? Marley, espera, mi Marley? Estoy en camino, ¡estoy en camino! ¡Elsa! ¡Dame las llaves de la furgoneta! Dame las llaves para que pueda...

El audio se elimina en este punto, ya que la toma se amplía para incluir a dos entusiastas de la salchicha confundidos, tres personas confusas del equipo de noticias, y una legión de entusiastas fanáticos ansiosos por estar en la televisión, todos observando cómo la furgoneta de la KNTV se aleja hacia la rampa de entrada, conducido por un comentarista deportivo en pánico.

La última imagen que podemos ver antes de que se pierda la señal es cuando la presentadora de noticias les grita a los conductores por la ventana -¡quítense, es una emergencia de mi bebé! Quítense del camino, por el amor de Dios y-Voy a tener un bebé! ¡Waahooooooo!



—¿Estás viendo eso de nuevo?

—No puedo parar. Literalmente no puedo parar. Es fantástico.

—Es bastante bueno. ¿Qué tan popular es?—preguntó Santana.

—Hmm, parece...¡Jesucristo, hay más de treinta mil vistas!—actualicé la página y vi que subía de nuevo.

Kitty descubrió mientras estaba en el aire que Marley había entrado en labor de parto y se había convertido en oro de YouTube en horas. Fue publicado a los pocos minutos de su transmisión aquí en el Área de la Bahía, y era de lo único que hablaban todos los habitantes de la ciudad.

Marley nos había enviado un mensaje de texto a Rachel y a mí, así que ya estábamos camino al hospital cuando ocurrió el incidente en el aire.

Incapaz de comunicarse con Kitty, Marley contactó a su productor, quien imprudentemente comenzó a hablarle al oído durante su transmisión. Incapaz de realizar múltiples tareas, Kitty solía recibir muy pocos comentarios durante sus segmentos en vivo, ya que tenía problemas para concentrarse cuando el hombrecillo en la cabina- se convertía en la pulga en mi oído.

Pero sabiendo que iba a ser mamá, se arriesgaron y se lo dijeron.

Y el mundo ahora puede ver lo que sucedió. El secuestro de la furgoneta de la cadena en medio del debate entre el perro caliente y el emparedado se había convertido en oro de la comedia.

Afortunadamente, era tan querido por los espectadores que la estación se vio inundada de correos electrónicos y llamadas que deseaban suerte a Kitty y Marley en su entrega especial.


Mientras tanto, estaba en la sala de espera del hospital con Santana, Rachel y Quinn.

Y no podía dejar de mirar el video.

—Es como una estrella de Internet ahora—dije efusivamente, refrescando la página una vez más—Y tenemos treinta y cinco mil vistas vista. ¡Esto es de locos!

—¿Cuántas de esas vinieron de nosotras?—preguntó Quinn, mirándolo en su teléfono.

—Al menos cien—respondió Rachel, mirándolo en su iPad.

Mi morena se sentó a mi lado, se puso de pie, caminó hacia la estación de enfermeras, examinó el pasillo donde estaban nuestras amigas y luego volvió a sentarse.

—Relájate, cariño, sabremos algo en su momento—le dije.

—Lo sé, lo sé—dijo Santana, luego miró hacia la estación de enfermeras de nuevo—¿Qué tanto se adelantó ella?

—Solo una semana, todo está bien—le respondí, tomé su mano y la sostuve en mi regazo.

—Oh lo sé, lo sé—dijo de nuevo, apretando mi mano—Voy a tomar un café, ¿quieres algo?

—Estoy bien, cariño, anda. Ve con Quinn.

Asintió con la cabeza, me apretó la mano una vez más, luego ellas se dirigieron a la cafetería. Rachel vino y se sentó frente a mí y se apoyó en mis piernas.

—Juega con mi cabello—ordenó, sacando su cola de caballo y sacudiéndola. Pasé mis dedos a través de él, separándolo en mechones. A ella le encantaba trenzarse el pelo—Santana parece preocupada.

—Creo que cada vez que alguien está en el hospital se pone un poco nervioso. Ni siquiera creo que ella se dé cuenta,—respondí, manteniendo mi vista en la puerta por donde acababan de salir—Estará bien en cuanto sepamos cómo está la nueva mamá.

—Es muy loco. Quiero decir, esta mañana, Marley solo era Marley. Pero esta noche? Ella será la mamá de alguien.

—Puede que ya lo sea.

—Mierda, tienes razón—dijo Rachel, cruzando las piernas y sentándose más derecha—Siempre pensé que sería la primera en tener niños.

—Nosotras también—me reí entre dientes, moviendo su cabello por debajo y sobre mis dedos, tejiéndolo en una trenza.

—Estamos intentando, ¿te conté eso?

—¡Mierda, no! ¿Cuándo comenzaron?

—Prácticamente antes de casarnos, fuimos a la misma clínica que Marley y Kitty. Pensamos que sería mejor que yo sea la primera en quedar embarazada con los óvulos de Quinny. Hablamos sobre eso y ambos queremos una familia de inmediato. Así que qué demonios. Hagámoslo—se volvió para mirarme por encima del hombro—Y créeme, estamos practicando mucho en cómo hacer bebés.

—¡Niña!—le dije, tirando de sus nuevas coletas.

—No quería decir nada hasta después de que Marley tuviera el bebé, ya sabes. No quería robarle su momento.

—No creo que puedas robarle su momento cuando todavía no estás embarazada.

—Es cierto— respondió, y luego se giró cuando nuestras chicas regresaron.

—¿Alguna noticia?—preguntó Quinn, llevando una bandeja de cafés—Agarramos unos extra, solo en caso de que hayan cambiado de opinión.

—Nada todavía—respondió Rachel, que se levantaba del suelo para tomar un café—Vamos a ver a los bebés detrás del cristal—se la llevó de la mano mientras le entregaba la bandeja a Santana.

—¿Cómo estás?—le pregunté mientras me daba un café y se sentaba en la silla junto a la mía.

—¿Yo? Estoy bien, ¿por qué?—respondió. Miré deliberadamente su pierna, que rebotaba nerviosamente—Eh, un poco nerviosa, supongo.

—Lo sé—suspiré y apoyé mi cabeza en su hombro.

Nos sentamos en silencio por un momento, tan silenciosas como la sala de espera de un hospital.

—Odio los hospitales—dijo, y yo asentí con la cabeza contra ella—Simplemente los odio. Incluso si es para recibir buenas noticias, como este caso, odio estar en ellos.

—Me lo puedo imaginar, Sanny—le susurré, y agarré mi brazo con el suyo.

No dijo nada más. Y no tenía que hacerlo.

Me senté a su lado y mantuve mi cabeza en su hombro.


Unos minutos más tarde, Rachel y Quinn volvieron a entrar.


Y unos minutos después, Kitty llegó caminando por la esquina de la estación de la enfermera, usando bata de hospital y una enorme sonrisa

—¿Quieren venir a conocer a mi hija?

Aria: 6.2 libras, 19¼ pulgadas de largo. Diminuta y rosada con diez perfectos dedos. Y una voz gigante.

No nos quedamos mucho tiempo, ya que para entonces ambos grupos de abuelos estaban extasiados. Pero nos quedamos el tiempo suficiente para ver a Marley y al bebé.

Cada una de nosotras tenía que turnarse para abrazarla; cada una tenía que turnarse para abrazar a Kitty, que era la señora reparto.

Hubo muchas felicitaciones y abrazos intercambiados. Y cuando las cuatro de nosotras finalmente dejamos a las nuevos mamás, estábamos exhaustas.

No tan agotados como Marley, pero cansadas de todos modos.

Dimos las buenas noches, o buenos días en realidad, a Quinn y Rachel, y cruzamos el puente hacia Sausalito. El cielo comenzaba a aclararse, solo un gris apenas más claro que el resto del cielo.

Santana estaba bastante tranquila, aunque había estado tan feliz en el hospital. Había cargado a Aria cada vez que podía. Era tan gentil y dulce, nerviosa, claro, pero dispuesta a intentarlo.

¿Mis ojos se humedecieron un poco?

Oh Dios mío, sí.

¿Santana sosteniendo una niña?

Era como si una bomba de ternura hubiera explotado dentro de mí. Aún así, ella estaba en silencio ahora. Pensativa.

Abrí la puerta primero, preparándome para sentir el deslizamiento en mis tobillos.

Primero vino Norah, nuestra dulce calicó. Siempre la primera en saludarme, ella trotó y rápidamente se puso sobre mis pies, rodando hacia adelante y hacia atrás, encantada de que su gente estuviera en casa.

Solo unos segundos más tarde, llegó Ella, larga, delgada y hermosa. Se dirigió directamente hacia Santana, como siempre. Ella era gata de una sola persona. Ella me toleraba, pero adoraba a Santana.

Bajando las escaleras de uno en uno llegó Dinah, maullando y chillando a todo pulmón, pareciendo decir: “Hola, ¿dónde has estado? Hola hola, ¿por qué te fuiste? Hola hola, ¿por qué alguien saldría de aquí?”

—Hola, dulces chicas, ¿cómo han estado? ¿Nos extrañaron?—arrullé, recogiendo a Norah y Dinah, mientras Ella languidecía en los brazos de Santana como si hubiera nacido para ser colocada ahí.

Y en el rellano, a la vuelta de la esquina, se sentó Lord Tubbington. Calmadamente lamiendo sus patas y mirándonos a todos con un suave desinterés.

Cuando Lord Tubbington escapó el año pasado, nos habíamos quedado devastadas. Estuvo perdido durante semanas, y aunque habíamos continuado la búsqueda, con el tiempo tuve que admitir que las posibilidades de que volviera eran cada vez más escasas.

Hasta que una noche, cuando nos sorprendió a ambas, simplemente bailando el vals en el patio trasero y regresando a nuestras vidas. Y él no estaba solo. No señor, mi hijo había estado ocupado con la mitad de la ciudad.

No trajo a casa una novia, sino tres.

Y por ridículo que pareciera en ese momento, la adopción de tres gatos más en nuestra casa resultó ser una idea maravillosa. Ahora Lord Tubbington tenía su harén, y teníamos otras tres personalidades para mantenernos entretenidos.

Y entretenidos estábamos, a diario.

—¿Tienes hambre? Puedo prepararte algo— le ofrecí mientras todos nos dirigíamos a la cocina.

Lord Tubbington se arrastra ahora también, abriéndose camino a través de mis tobillos a modo de saludo.

—No lo creo—respondió Santana, mirando por la ventana de la bahía, todavía sosteniendo a Ella.

—Está bien, voy corriendo a la ducha para un baño rápido antes de acostarme.

—De acuerdo, cariño—dijo, y antes de subir, fui hacia ella.

—Te amo, San—susurré, plantando un beso en su cuello.

—Te amo—respondió.

La dejé parado junto a la ventana, perdida en sus pensamientos, cualesquiera que fuesen. En el tiempo que había estado con Santana, había aprendido que a veces simplemente se cerraba en sí misma, necesitaba estar sola un momento o dos, cuando pasaba algo particularmente emocional.

Como lo de hoy.

Ella hablaría cuando estuviera listo.

Me arrastré por las escaleras, enderezando una pintura mientras iba. Viviendo en el norte de California, es posible no sentir cada temblor, pero yo estaba enderezando marcos constantemente.

Cuando entré en nuestra habitación, suspiré como siempre cuando la vi. Alfombras de suave superficie sobre hermosos pisos de madera de tonos profundos, charcos de lino colgando de las varillas sobre las ventanas que daban a la bahía y, a lo lejos, San Francisco.

Me quité los zapatos, la ropa y me dirigí al baño, donde encendí la ducha de vapor y dejé que el vidrio empezara a empañarse. Bostecé mientras me peinaba, tratando de sacar la mayoría de los nudos antes de mojarlo. Puede que tenga que tomar el día libre hoy y permanecer en la cama.

Estaba fuera de combate.

Pude oír a Santana subir las escaleras, y la llamé.

—Me estoy metiendo, cariño, si quieres unirte a mí. Ya sabes, solo por la conservación. No hay ningún motivo oculto en absoluto—me reí silenciosamente mientras oía acelerar sus pasos, y me deslicé antes de que llegara al baño.

Me puse de pie bajo el rocío, con los ojos cerrados, dejando que el agua caliente cayera sobre mis cansados músculos. La escuché entrar a la habitación, escuché el sonido de sus zapatos caer, escuché el sonido de la hebilla de su cinturón tintinear, escuché el deslizamiento hacia abajo de su vaquero y luego golpeando el piso. Oí que la puerta de la ducha se abría al otro lado del vapor y sonreí debajo del rocío, alcé mis manos hacia mi cabello y arqueé hacia atrás de una manera muy específica.

Estaba cansada, claro.

Pero nunca estaba demasiado cansada para sus manos, su boca y todo lo demás que tenía para ofrecer.

Entonces me arqueé. Y esperé.

Y arqueé un poco más. Y aún así, esperé.

Me asomé por debajo del agua, y ella estaba ahí. Sus ojos se derramaron sobre mi piel, su boca se puso... y ya va…

—¿Sanny?—pregunté, inclinándome para envolver mis manos alrededor de la parte posterior de su cuello, justo cuando sus manos se deslizaban alrededor de mi cintura, sus dedos se clavaron en mi piel—¿Estás bien?

El agua cayó sobre nosotras dos, mojando su piel, deslizándose contra la mía mientras el vapor creaba una pequeña nube. La lluvia desapareció, el mundo desapareció, y en medio de ese mundo fuimos solo nosotras, estábamos mi Santana y yo.

Sus labios se separaron, un chorro de agua cayó humedeciendo sus labios y haciéndolos irresistibles para los míos. Pero antes de que pudiera acercar mi boca a la suya, habló.

—Cásate conmigo.

Una declaración.

No es una pregunta.

Dijo de nuevo.

—Cásate. Conmigo—sus ojos se clavaron en los míos.

Respiré, mis oídos resonaban. Mi pulso se aceleró, mi corazón se aceleró, estaba tratando de recordar exactamente lo que significaba respirar.

Estaba mojada, y estaba jadeando.

—Te quiero. Quiero eso, lo que ellas tenían hoy. Lo quiero todo, y lo quiero contigo. Te quiero, quiero que seas mi esposa. Tengo un anillo, te lo daré ahora si dices que sí—con cada palabra, sus manos se apretaron en mis caderas, desesperadas, locas, anhelantes—Tenía todo esto planeado, mucho más delicado y romántico y todo lo que mereces. Pero mi cabeza ha estado dando vueltas desde ayer, cuando vi a mi mejor amiga robar una camioneta para ir a reunirse con su nueva familia. Y todo lo que quiero, todo lo que siempre he querido, es exactamente eso. Exactamente tú. Y cuando subí esas escaleras, y oí que la ducha continuaba, y supe que estabas aquí desnuda y mojada y esperándome, sabía que no podía esperar otro día, otra hora, otro minuto, sin pedirte que seas mi esposa. Así que…Cásate. Conmigo—se arrodilló.

Wow, se arrodilló en el piso de la ducha, donde se había arrodillado innumerables veces antes...ejem…tomó mi mano, y repitió esas palabras nuevamente.

Finalmente, con un signo de interrogación al final.

—¿Te casarías conmigo?

Y en ese momento, me di cuenta de todas las preocupaciones, todos los pensamientos sobre quién dice qué es lo correcto para una pareja, y si es demasiado pronto, y cuándo es el momento adecuado, que si no estaba roto, que si bla bla bla.

A la mierda todo.

No se trataba de lo que era correcto para otras parejas, se trataba de lo que era correcto para nosotros.

Santana y yo.

Porque cuando mi Wallbanger se arrodilla y te pide que seas su esposa, no es algo en lo que necesites pensar demasiado tiempo.

Algo curioso de que la propuesta se hiciera en la ducha. No se podía decir cuál era el agua y cuáles eran las lágrimas.

Dije que sí, y luego me besó.

Dije que sí, y luego me tocó.

Dije que sí, y luego se deslizó dentro de mí.

Dije que sí, sí, sí, y luego me amó.




Algún tiempo después, me llevó a nuestra cama, tomó un anillo de su mesita de noche, y lo deslizó en el cuarto dedo de mi mano izquierda. Era brillante, perfecto y hermoso, y se veía increíble cuando lo agarraba por la espalda mientras me presionaba nuevamente.

—No puedo creerlo...me pediste...que me casara contigo...—jadeé mientras empujaba fuerte.

—Créelo, cariño—murmuró, haciéndonos rodar a las dos para que yo quedara encima.

—No puedo creerlo...que afortunada...soy...—jadeé una vez más, agarrando mi ritmo.

—Incorrecto—se sentó debajo de mí, penetrando más profundamente entre nuestros cuerpos—Yo soy la afortunada.

Di un grito ahogado, gimió, y mis caderas se salieron de control.

—No puedo creerlo...tú vas a ser…Santana...¡Pierce!...

¡Sí, me voy a casar!








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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 4 - P II

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 27, 2019 8:39 pm

Capitulo 4 - Parte II




Le hice a mi prometida huevos revueltos para el desayuno.

¿Puedes creerlo?

No la parte de huevos revueltos, aunque eran bastante increíbles.

Viejo truco de Batesfoot Contessa. Batir los huevos con unas cucharadas de crema, luego verter suavemente en una sartén con mantequilla, revolviendo ligeramente a fuego lento.

Huevos perfectos, todo el tiempo.

A la Ina.

El anillo brillante.

El cojín de 2,5 quilates cortado en una banda de platino.

No pude dejar de mirarlo. Agregué un poco de sal kosher a los huevos. Me maravillé de mi anillo en frente de la caja de sal, notando lo agradable que se veía junto a la chica de la caja. Agregué una o dos pizcas de pimienta recién molida. Miré cómo mi anillo atrapó la luz e hizo pequeños arco iris en la encimera.

Abrí todos y cada uno de los gabinetes y cada cajón de esa cocina, solo para ver cómo se veía mi anillo contra cada panel.

Este era un comportamiento normal, ¿verdad?

—No puedo dejar de mirar mi anillo—le confesé a mi morena mientras colocaba un plato frente a ella junto con un vaso de jugo de naranja recién exprimido.

El jugo estaba recién exprimido porque quería ver cómo se veía mi anillo mientras tenía las manos...en el exprimidor

—No puedo dejar de mirarlo tampoco—admitió, jalándome a su regazo para un abrazo.

—Eso es dulce, San.

—Por supuesto, generalmente miro tus tetas, así que esta cosa del anillo está cambiando todo.

—Eso es raro, San.

—¿Ya le dijiste a alguien?

—Realmente no he tenido tiempo. He estado demasiado ocupada follando con mi prometida desde que sucedió.

—Esa es literalmente la cosa más sexy que me has dicho alguna vez.

—¿En serio? ¿Qué tal la vez que te dije que lamieras mi dulce...?


Lo bueno de los huevos revueltos es que son muy fáciles de hacer nuevamente cuando los primeros se enfrían.



Momentos después, mientras estábamos tumbadas en la mesa de la cocina, oímos el ruido de un plato al caer al suelo.

—Me debes ese plato—le dije.

—Me debes ese orgasmo.

Hubo otro ruido.

—Oops. Perdón por eso—dije, para nada arrepentida.

—Cuando rompí tu plato fue accidental, en un ataque de pasión. Empujar los platos de la mesa a propósito no te llevarán a ningún lado, Britt.

—Lo dudo, San. Mira lo fantástico que se ve este anillo en mi mano mientras sostiene tus tetas.

—Jesucristo, Britt-Britt.





Momentos Después...



—Te escuché por teléfono con Emma antes. ¿Realmente no se lo dijiste?

—No, le dije que me estaba tomando un día libre, pero no dije por qué.

—¿Por qué te tomas un día libre?

—Para hacerte el amor por debajo de la mesa de la cocina.

—Ya veo.

—¿Tienes un problema con esto?

—Es el mejor uso que se le puede dar a un día libre en el que puedo pensar.

—De acuerdo. Ahora, vamos a hacerlo.

—¿Vas a ser tan mandona cuando estemos casadas?

—No tienes idea, Santana López, pronto de Pierce. No tienes idea.





Horas Después...



—Estoy muy hambrienta.

—Yo también. ¿Puedes controlarte a ti misma?

—¿Yo? Tú eras la que estaba empujando los platos fuera de la mesa a propósito.

—No comiences eso otra vez. Tomemos algo camino al hospital.

—¿Estás teniendo un ataque al corazón? Sé que la última ronda fue bastante intensa. Gracias por ser tan flexible, por cierto.

—De nada, y no estoy teniendo un ataque al corazón. Le dije a Marley que pasaría hoy para ver cómo están ella y la pequeña.

—Así que tenemos que ponernos la ropa ahora, supongo.

—Si quieres pasar de la seguridad, debes hacerlo. Vamos, quiero llamar a mi mamá y contarle las buenas noticias.

—¿Qué hay de tu papá?

—Tienes que llamarlo, y explicarle por qué no hablaste con él antes de pedirme matrimonio.

—Mierda. Quiero decir, sí.




Llamamos a mis padres, que estaban en éxtasis.

Mi mamá cambió inmediatamente a modo boda, haciéndome todo tipo de preguntas sobre dónde y cuándo, si ya había pensado sobre los colores y si quería que mi prima Tina fuera mi dama de honor.

Además me hizo contarle cada detalle sobre cómo fue la propuesta de matrimonio. Dejé a un lado el detalle de que estábamos desnudos en ese momento; esa parte es solo para mí.

Conocía a chicas que habían le habían propuesto matrimonio en un carruaje tirado por caballos, en la playa, en la parte superior de la Torre Eiffel, incluso en el BART. Pero no conocía a nadie que haya pasado por este momento estando desnudo.

Oh, claro, después asumí que la mayoría estaban desnudos.

Pero durante este momento mantendría esa parte para mí.

Finalmente nos vestimos, nos montamos en el automóvil y regresamos a la ciudad después de detenernos para comer hamburguesas con queso y batidos.

¿Mostré mi anillo a cada persona que trabaja en el local?

Puedes aportar que sí.

Aquí estamos mi anillo y yo mordiendo una hamburguesa; aquí estoy mi anillo y yo bebiendo un batido.

Incluso Santana recreó el momento deslizando un anillo de cebolla en mi dedo. Para alguien que originalmente había cuestionado la idea de casarse, estaba segura de que algo brillante me había hecho cambiar de opinión.


Cuando llegamos al hospital, giré el anillo, colocando al diamante hacia abajo.

No quería que Marley lo viera todavía.

Sabía lo que Rachel estaba diciendo sobre robarse el momento.

Sabía que ella estaría feliz por mí, pero esto todavía era sobre la pequeña Aria, y quería asegurarme de que la viéramos primero.

Tocamos la puerta, y Marley nos dio permiso para entrar. Sentada en su cama, con el maquillaje impecable y el pelo brillante, estaba comiendo pollo frito mientras Kitty estaba tendido en el sofá, sosteniendo a Aria cerca de su pecho.

—¡Hola!—gritó Marley, haciendo una pausa en su frenesí de pollo por un momento para saludar—Lo siento, me muero de hambre y la comida del hospital no era suficiente. Acabo de sacar a un bebé por mi cosita, y lo único que quieren darme es gelatina. Joder, necesitaba comida de verdad.

Cada pensamiento que había tenido sobre Marley siendo suavizada por la maternidad se fue directo por la ventana.

Gracias a Dios.

Aria dejó escapar el más mínimo gorgorito y cuatro pares de ojos se fijaron en el bulto en los brazos de Kitty. Marley sonrió. De acuerdo, si se había suavizado un poco.

—¿Cómo te sientes, mamá?—le pregunté, acercándome a ella y alisando su cabello hacia atrás—Te ves fantástica.

—Lo estoy, realmente lo estoy. Sin embargo, debiste haberme visto esta mañana, me veía horrible. Ahora sé por qué las Kardashians tienen a un equipo de belleza después de cada parto; de lo contrario, te ves como un zombi en cada fotografía con tu recién nacido.

—Te ves preciosa—insistió Kitty—Con o sin equipo de belleza.

Marley sonrió de nuevo. Santana se había sentado al lado de Kitty en el sofá, y estaba examinando el paquete rosa.

—Morena, puedes sostenerla, solo tienes que preguntar—Kitty infló su pecho, haciendo que el bulto se levantara y se asomara.

—Creo que podría, solo por un minuto—respondió Santana, mirándome rápidamente.

Le devolví la sonrisa, agradecida de tener otra oportunidad de ver a mi morena sosteniendo un bebé.

Hola ovarios, me pregunto cuándo se van a quedar quietos.

Marley y yo vimos a dos mujeres hermosas pasarse a Aria entre ellas con toda la precisión de un equipo táctico de armas nucleares desarmando una bomba atómica. Hice todo lo que pude para no reírme, pero fue increíblemente dulce.

—Entonces, ¿cómo te sientes realmente?—le pregunté a Marley, una vez que se completó la transferencia.

—Como si acabara de sacar a un bebé de mi cosita—gimió, mordiendo su pollo—Me dolió jodidamente. Pero valió la pena. ¿Has visto lo hermosa que es?

—Es demasiado bella—respondí—¿Estás lista para más buenas noticias?

—Siempre—dijo con la boca llena de comida. Giré el anillo. Ella chilló, mostrándome el pollo que tenía dentro y despertando a su hija.

—¡Marley! ¿Qué carajo?—Kitty gritó cuando ella y Santana se miraron la una a la otra y luego a Aria cuando ella comenzó a llorar.

—¡Déjame ver ese anillo!—gritó Marley.

—¿Por qué está llorando?—preguntó Santana, llena de pánico.

—¡Su mamá la asustó!—gritó Kitty, también frenética.

—Calma todo el mundo—dije tratando de moverme hacia el sofá, pero no pude hacerlo porque Marley me tenía la mano agarrada.

Esperaba que sacara una lupa de joyero de su vestido.

—¿Cómo hacemos que deje de llorar?

—¡Solo pasea con ella, Santana!

—¡No sé cómo ponerme de pie con ella!

—¿Es esto dos puntos cinco quilates?

—¡Llama a la enfermera, no para de llorar!

—Los bebés lloran, Kitty.

—¡Que alguien nos ayude!

—Ve a buscar a mi bebé de los policía de la Keystone, por favor.

—Oh, por el amor de Dios—dije, apartando mi mano y yendo hacia el sofá—Oye, pequeña señorita, todo está bien—dije calmadamente, recogiendo con mucho cuidado a Aria de los brazos de mi nerviosa morena y abrazándola—Shh, shh, está bien. No más gritos, lo prometo. Todo el mundo sabe que tus madres están locas, ¿de acuerdo? Shh, shh—se la llevé a Marley, quien comenzó a bajar la parte delantera de su vestido.

—Oh, yo, este...Debería salir, yo, eh...dijo Santana, levantándose del sofá.

—Son solo tetas, Santana. Tú también las tienes…y ahora las mías pueden que sean del mismo porte que las tuyas—la regañó Marley, sosteniendo a Aria y llevándosela a su pecho.

Fue sorprendente lo natural que era todo.

Aquí estábamos, cuatro mejores amigas, una de ellas tenía sus tetas afuera.

Y así serían las cosas ahora.

Excepto por los ojos de Santana, que en ese momento estaban mirando a todas partes, pero no hacia donde estaba la acción.

Kitty se acercó a la cama y finalmente vio lo que hizo que Marley gritara.

—Oye, ¿qué hay en tu dedo?—preguntó, mirando mi anillo.

—¿Cómo se ve?—bromeé, sosteniéndolo para que lo viera.

Miró hacia abajo y hacia arriba, mi anillo y yo, y finalmente vio a Santana.

—¿Morena?

—Enana.

—¡Morena!—exclamó Kitty, y levantándola del sofá dándole un abrazo de oso gigante.

Todavía estaban en ello, cuando Rachel y Quinn entraron en la habitación.

—Vinimos a ver a Aria y traemos regalos. ¿Qué carajo está pasando?—preguntó Rachel, mirando la extraña escena.

—Pregúntale a la novia—dijo Marley, señalando con la cabeza hacia mí.


Resulta que estaba mal hacer un alboroto en la sala de maternidad.

Nos pidieron cortésmente que nos saliéramos de la habitación.

Una vez más, me encontré en la sala de espera de un hospital con Rachel, Quinn y Santana, aunque esta vez era una situación muy diferente a la de la noche anterior.

—¡No puedo creer que estén comprometidas! Esto es perfecto. Me estaba empezando a aburrir después de planificar mi boda. ¡No tenía nada nuevo para planear! ¡Ahora puedo comenzar con la tuya! Primero lo primero, ¿Ya tienes fecha y lugar? ¿Noche? ¿Tarde? ¿Vestidos de damas? ¿Rosas? Yo...

—Reduce la velocidad, mujer—le advertí, levantando mis manos para detenerla—No tenemos nada planificado, esto no tiene ni un día de nacido. No hemos planeado nada, y probablemente todavía no lo hagamos,—dije tomando respirando profundamente—Seriamente. Calma.

—Calma. Te daré tu calma—dijo Rachel en voz baja, sacudiendo la cabeza—Bien, pero, ¿puedo preguntarle una cosa?

—Una.

—¿Cuáles crees que serán tus colores?—y estalló, la excitación brotó de ella en grandes oleadas.

—Ok. Voy a enviarte a casa de mi mamá, y ustedes dos pueden volverse locas juntas— le dije, riendo cuando vi lo feliz que se puso.

—¡Esa es la mejor idea de todas! ¡Oh, Brittany, esto va a ser divertido! La llamaré esta noche, puedo ver lo que ella está pensando. Oh, hay mucho que hacer, yo…

—Rach. Cariño. Estaba bromeando. Solo disminuye la velocidad, ¿de acuerdo? Déjame disfrutar mi compromiso sin todas estas cosas de la boda, ¿de acuerdo?

Su rostro se derrumbó, pero no dijo nada.

Por su parte, Quinn se limitó a decir -morena- un par de veces, y mi morena dijo -rubia- un par de veces, y se dieron palmadas en la espalda.

Dichosas ellas...





Al momento en que llegamos a casa esa noche, yo tenía trece correos electrónicos de mi mamá lleno de sugerencias sobre lugares en todo el norte de California, y diecisiete correos electrónicos de Rachel con enlaces a páginas de vestidos, zapatos, vestidos de damas de honor, y pastelerías.

Levanté la mirada de la pantalla cuando Santana se acercó para masajear mis hombros.

—Ese es bonito—dijo, señalando un vestido en la pantalla.

—No puedo creerlo, Rachel y mi mamá. Ya comenzaron,—dije, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

—¿A qué? ¿Hacerse cargo?—preguntó, riendo entre dientes y cavando con los pulgares y haciendo que mi cabeza se echara hacia atrás con un gemido.

La miré.

—Totalmente. Va a ser un espectáculo de mierda .

—¿Cómo puede una boda ser un espectáculo de mierda?

—Te dejaría leer estos correos electrónicos, pero creo que soy incapaz de mover la cabeza en este momento. ¿Sabes lo lindo que te vez así al revés?—murmuré, gimiendo una vez más mientras sus manos se movían hacia abajo a lo largo de mis brazos, enganchando mis codos y llevándolos para descansar sobre sus hombros.

—Tú me gustas al revés—murmuró de vuelta, inclinándose para darme en mi frente un pequeño beso.

—¿Cómo se ve mi anillo al revés?—bromeé, tendiendo mi mano frente a mí para mirarlo una vez más.

—Sexy—beso—Muy sexy—beso, beso—Lujuriosamente sexy—beso.

—¿Lujuriosamente sexy?—pregunté, cerrando mis ojos cuando las puntas de sus dedos jugaban con el borde de mi sujetador—Es una palabra.

—Así como, ¿quétanrápidopuedesdesvestirte?

—Eso...vamos a ver...uno dos tres

—¿Estás contando?

—Cuatro cinco.

—¿San?

—¿Hmm?

—Deberías dejar de contar y volver a tocarme.

—Oh. Britt-Britt. Voy a eso.

Y lo hizo.

Sus manos eran firmes, específicas, prácticas en mi cuerpo.

Hemos estado juntas el tiempo suficiente para saber lo que le gusta a la otra, lo que la otra adora.

La noche anterior estaba llena de amor y pasión. Esta noche follaríamos de manera frenética, rápida, alocada.

Sus manos pasaron de ser firmes y específicas a salvajes e impetuosas en un instante, sacándome de la silla de repente y girándome tirando de mi camisa lo suficientemente fuerte para que los botones se abrieran. Me llevó contra la pared, mi rostro se giró ligeramente, mi mejilla quedó presionada contra el papel tapiz de espigas, lo había visto antes pero nunca así de cerca.

—Oh—fue todo lo que logré decir estampó un beso alrededor de mi cuello, mordiendo y tirando cuando abrió mis pantalones y los bajó bruscamente por mis muslos.

—Quítatelos. Quítate todo—dijo en mi oído con voz áspera, sus manos estaban sobre mi cuerpo, una en mi garganta y otra en mi cadera.

Es por eso que nunca me cansaré de Santana.

Podría pasar de amar a enloquecer en un instante, siempre era capaz de sorprenderme, de mantener las cosas interesantes.

—Quítatelos—me recordó, sacándome de mis pensamientos y trayéndome al presente.

Deslicé mis jeans hacia abajo, empujando mis bragas junto con ellos. Debía haber estado haciéndolo demasiado lento, porque de repente los haló por el resto del camino hacia abajo, empujándome más fuerte contra la pared.

Amo a mi Wallbanger dulce y lento, ¡pero me encanta cuando me pone contra la pared, lo mejor!

Con una mano en el centro de mi espalda y la otra enroscada en mi cabello, me presionó contra la pared, hacia abajo y hacia afuera, inclinando mis caderas hacia ella. Escuché su cinturón desabrochándose, luego la cremallera, y entonces los bajo junto a sus bragas.

Siempre lista.

La mano en mi espalda ahora se deslizó hasta mis caderas, aferrándose mientras separaba más mis piernas. Jadeé cuando lo sentí, exactamente donde necesitaba que estuviera.

—Dime que quieres esto, que me quieres—respiró pesado en mi oído.

—Jesucristo, San, por supuesto que sí— jadeé mientras su mano me dejaba la cadera y viajaba a mi pecho, girando y pellizcando bruscamente y haciendo que jadeara una vez más.

—Dime que quieres esto—dijo de nuevo, acentuando sus palabras con dos dedos, aún sin penetrarme, haciéndome arquearme aún más, que mis caderas buscarán la suya.

—¡Sí, San! Quiero esto, te quiero a ti—grité, loca por sentirla dentro de mí—Siempre te voy a querer.

Con una mano todavía enredada en mi cabello, manteniéndome contra la pared, su otra mano ahora se sumergió en mi entrepierna, encontrándome resbaladiza, húmeda, caliente y lista para ella solo con sus palabras.

Gruñó al sentirme en sus dedos, y luego dejó escapar el gemido más sexy mientras los hundía dentro, centímetro a centímetro. Llevé mis manos hacia atrás, tratando de acercarlo aún más, para tenerla más adentro, pero ella me las agarró y las puso nuevamente en la pared, separándose un poco.

—Mírate, Jesús, solo mírate—gimió, entrando de nuevo, acariciándome la espalda, haciéndome jadea—Eres tan caliente, tan sexy...

—¿Mientras me estás follando?—pregunté, parpadeando inocentemente por encima de mi hombro.

Embistiéndome en respuesta.

Luego se retiró. Apenas tuve tiempo de procesar, porque lo siguiente que supe fue que ella estaba en el piso entre mis piernas, de espalda a la pared, llevándome hasta su boca.

Esto es lo que pasa con mi prometida. Le encanta probar.

Su boca estaba furiosa mientras su lengua lamía y lamía. Una mano estaba firme contra mi trasero, sosteniéndome contra su hermoso rostro mientras movía mis caderas hacia ella. La otra mano me abría, manteniéndome así mientras la habitación comenzaba a difuminarse y los colores comenzaban a desaparecer…

—No pares, no te atrevas a detenerte—le rogué mientras hacía círculos con su lengua, sus labios y su boca cubriéndome, chupando, mordiendo y lamiendo y besando y amando y...

Exploté.

Se quedó hasta que exploté de nuevo.

Y luego una vez más por si acaso.

Y cuando estaba sin huesos y no podía pararme, ella me tiró al piso, levantó mis piernas sobre sus hombros, y absolutamente me destrozó para cualquier otra persona.



Es muy posible que me haya desmayado en el piso de la cocina.

Porque cuando me desperté minutos u horas después, estaba cubierta por una alfombra color guisante verde y naranja, y Santana estaba parada junto a la isla de la cocina comiendo un plato de Honey Nut Cheerios.

Desnuda.







La semana después de que Santana y yo nos comprometiéramos, fue una locura.

Yo trabajé, ella trabajó, les dimos la noticia a nuestros conocidos y nuestros teléfonos se llenaron llenos de emoticones y buenos deseos.

Emma incluso cambió el mensaje saliente de la oficina para anunciar mi compromiso.

La noticia sonaba al final del mensaje, por supuesto, después de la dirección de nuestra empresa y las horas de funcionamiento.

Hablo con mi mamá a menudo, por lo general de dos a tres veces por semana. Ahora ella me llama todos los días, muchas veces. Temprano como a las 7 a.m. o tarde como a las once y media, cuando solo tenía que encender el tv para ver a Jimmy Fallon comentando el atuendo que Drew Barrymore llevaba puesto y ¿no sería bonito ese vestido para la dama de honor?

Rachel también fue implacable.

Con su sensibilidad típica de un bulldog, el lunes trajo a mi oficina todas las revistas de novias que estaban actualmente impresas, junto con los números anteriores de Martha Stewart Weddings, comenzando alrededor de 2002.

Le tomó dos carretillas y tres viajes en el ascensor para traerlos todos, pero lo hizo.

Estaba empezando a trabajar en un rediseño para un cliente en Dolores Heights, y cuando se suponía que debía trabajar en la remodelación de su cocina, me encontré intercediendo en una llamada de Skype entre mi mamá y Rachel que tenían un acalorado debate sobre velos completos o parciales y por qué una frente como la mía debía usar un encaje lleno de adornos.

No tenía ni idea de qué significaba eso, pero fue emocionante, divertido, abrumador y maravilloso, todo eso al mismo tiempo.



El viernes por la noche estaba exhausta, y mientras comíamos comida tailandesa en el sofá de la sala, le dije a Santana que me negaba rotundamente a permitir que la planificación de nuestra boda superase el momento real que estábamos celebrando.

Nuestro matrimonio.

Con un beso con aroma a curry en mi frente, Santana negó con la cabeza ante mi ingenuidad y simplemente sonrió.








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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 5 - P I

Mensaje por 23l1 Lun Abr 29, 2019 9:26 pm

Capitulo 5 - Parte I






Meses Después…




—Mamá, no puedes poner a los Royer con los Boccis, se odian desde que el Sr. Bocci atropelló al gato de la Sra. Royer. ¿Cómo no puedes recordar esto? Golden Graham quedó aplastado bajo la rueda delantera del nuevo Mercedes de los Royers. Era todo de lo que la señora Bocci hablaba durante el verano, es por eso que dejamos de invitarlos a las fiestas en la piscina, porque lo único que quería hacer era hablar sobre su gato muerto... Sí... Sí, el verano antes de ir a la universidad... Sí, pasó hace tanto tiempo... Sí, lo tienes. Ponlos con los Schaefers, a todos les gustan... Bueno ... hablamos mañana...Adiós...Adiós...Adiós...—colgué el teléfono, frotándome la oreja.

Estaba caliente.

Claro, estuve hablando con mi mamá durante treinta minutos, después de pasar las últimas treinta horas con ella en nuestra casa.

Nuestra casa, que se había convertido en Wedding Central.

Mi mamá había venido a pasar un fin de semana, lleno de detalles de la boda, para los cuales yo no estaba para nada preparada.

Mi mamá, Santana, Rachel y yo, junto con Emma y Marley para pequeñas porciones, habíamos estado yendo y viniendo a través de la bahía durante dos días para la degustación de pasteles, degustaciones de menú, diseño de flores, vestimenta y escuchar la gran banda.

Esta había sido mi parte favorita, en realidad.

¿El resto?

Vaya...

¿Cómo se casan las personas sin perder la cabeza?

¿Sin perder sus billeteras?

Hasta ahora había estado al frente de dos bodas, en las que había participado directamente, primero Emma y luego Rachel. Y había pensado desde fuera, incluso estando tan involucrada, que estaría preparada para la avalancha de decisiones y complicaciones y para superar el terror de cometer un error cuando llegara nuestro gran día.

Que ingenua.

Estaba envuelta en una chaqueta de metal en medio de esta tortura de tul, encaje y extravagancia y me iba a mandar al manicomio.

Cuando mi mamá finalmente se fue de casa, dejándome con los primeros regalos de boda, mapas de asientos, y los mapas de las áreas inmediatas que rodean la iglesia y la recepción, que ayudarían a Rachel a predecir los patrones de tráfico en nuestro gran día, yo había cerrado la puerta de entrada como una alegre ola que colapsó ahí mismo en la entrada.

Santana me encontró ahí varios minutos después cuando me dio su teléfono.

—Tu mamá— susurró.

—¡Apagué mi teléfono!

—Eso explica por qué está llamando a mi teléfono.

—¡Mierda!—susurré, luego le quité el teléfono—Hola, mamá, ¿qué pasa?—le dije mientras levantaba mi tobillo izquierdo y me arrastraba hacia la sala de estar.

Afortunadamente, acabábamos de encerar y pulir el suelo.



Una vez que colgué el teléfono, la miré desde donde me había dejado, justo al lado del sofá donde estaba sentada, agotada y más que un poco confundida.

—Ni siquiera llegó a la autopista antes de que pensara en más problemas de asientos—le expliqué, devolviéndole su teléfono.

—Entiendo. ¿Cómo puede ser tan difícil poner a todas estas personas en la misma habitación? Hola. Ustedes son nuestros seres queridos nos gustaría que estuvieran aquí con nosotros mientras hacemos las cosas oficiales y todo eso. Son nuestra gente favorita en todo el mundo. Vamos a alimentarlos con lomo de res asado con papas baby y salsas de champiñones sembradas en las colinas de San Francisco. ¿Y no puedes olvidarte de un gato muerto el tiempo suficiente para disfrutar de las gambas atlánticas servidas sobre una cama de rúcula, salteadas y aderezadas con espuma de ajo?

—Tuvimos que descartar las gambas, cielo. Demasiadas personas son alérgicas a los mariscos.

—¡Pero me encanta espuma de ajo!

—Lo sé Sanny.

—Esto se nos está yendo de las manos—suspiró y se cubrió la cara.

Me arrastré desde el suelo hasta su regazo y le retiré las manos.

—Escuche eso. ¿Quieres fugarte?

—Mañana—dijo, mirándome para ver si hablaba en serio. Cuando negué con la cabeza, suspiró de nuevo—Está bien. Estará bien. Luego te tendré para mí sola en una playa de España durante tres semanas.

—Tienes razón. Estoy tan feliz de que hayas podido conseguir esa misma casa en Nerja. Es el lugar perfecto para una luna de miel. Y está a solo un mes de distancia.

—Un mes. Solo un mes. Solo un mes—repitió como un mantra—Pensé que tendría algo de tiempo para empacar este fin de semana para mi viaje, pero la degustación de pasteles tuvieron prioridad.

—Estaban deliciosos; no me digas que no disfrutaste esa parte.

—Estaban bien, pero nada como los que haces para mí. Si fuera por mí, tendríamos tu pie de manzana en lugar del pastel de bodas—dijo, con las manos apoyadas en mis caderas.

—Eso es dulce, Sanny. Pero el triple coco con crema de frambuesa es bastante bueno.

—Estoy de acuerdo. ¿Quieres venir a ayudarme a empacar?

Dije que sí, y luego me colgué del respaldo del sofá hasta que ella me levantó y me llevó arriba.

Tenía su último viaje antes de la boda, una sesión de dos semanas en Vietnam.

Odiaba no poder ir.

Nacional Geographic la estaba enviando a estudiar el sistema de cuevas recientemente descubierto en Son Doong, abierto hace más o menos dos años, y el boleto más popular del turismo vietnamita en este momento. Había secciones enteras que aún no habían sido fotografiadas, bosques subterráneos y ríos que no habían sido vistos por casi nadie. Escalar rocas resbaladizas, chapotear en aguas oscuras, esquivar murciélagos y chinches del tamaño de platos de comida; exactamente lo que Santana amaba.

Y lo capturaría en la película de una manera única, llevando a los espectadores junto con ella a los rincones más profundos y oscuros debajo de la tierra.

—Todavía no puedo creer que no puedas postergar este viaje hasta después de la boda—suspiré, todavía sobre su espalda mientras caminaba hacia el pasillo de arriba.

—Lo que no puedes creer es que no vendrás conmigo—respondió.

—También, pero de verdad solo desearía que estuvieras aquí para ayudarme a terminar con los últimos detalles.

—Britt-Britt, tienes a Frick y Frack, los gemelos de planificación que compiten para alfabetizar tus favores. Creo que estarás bien—dijo, agarrando su bolsa de viajes de su armario y dejándola caer sobre la cama.

Me dejó en la cama un momento después.

Era cierto, mi mamá y Rachel estaban manejando las cosas bastante bien en este momento. Y como estaba tan ocupada en el trabajo, me alegré por la ayuda.

Pero aún así, todavía quedaban cosas de último minuto por hacer y ella se estaba escapando de algunas de ellas.

—¿Recuerdas cuando dijimos que esta boda sería sobre nosotras y lo que queríamos?—pregunté mientras veía camisetas y pantalones cortos entrar en la bolsa.

—Creo que nos despedimos de eso hace unos meses, cariño, cuando tuvimos tres discusiones por separado acerca de las almendras Jordan y el color del cordón que las iban a envolver.

—Lo sé. Lo sé. Ni siquiera me gustan las almendras. Pero es que... Quiero decir ... todavía somos nosotras, ¿verdad?

—Sí, todavía somos nosotras. Nosotras y trescientos de nuestros amigos más cercanos.

—Ugh. Trescientos. Suena loco cuando lo digo, pero cuando reviso la lista, no sé a quién podemos eliminar en este momento—lloré, recostándome contra las almohadas.

La lista de invitados se había disparado y subía hasta que fue más allá de lo ridículo. La mayoría de los amigos y amigas de la vieja escuela de Santana y sus esposas y esposos venían hacia el oeste para la boda, lo cual fue maravilloso de ver.

Sus vecinos en la infancia, los White, también venían.

Ella estaba muy feliz cuando vio su lista de invitados.

—¿Cuántos clientes de Emma Design están en la lista? ¿Cuántos amigos de tus padres? Hay toneladas de personas ahí que no conocemos. No conocemos bien, quise decir.

—No tengamos esta discusión otra vez, ¿de acuerdo?—la lista de invitados, el menú, los ayudantes en el estacionamiento, todo estaba cada vez más grande.

Y cuanto más grande se volvía, más podía decir que Santana estaba poniendo su cara de juego, haciendo que pareciera que estaba bien con todo.

Pero cuando éramos solo nosotras dos, y el comité de planificación se había retirado por la noche, admitía que era un poco abrumador. Pero ella insistió en que mantuviéramos todo como estaba. Pero eso no significaba que no se pusiera un poco descontento de vez en cuando.

Tuvimos varias conversaciones tensas en los últimos meses, principalmente sobre la lista de invitados.

Ella no entendía por qué era necesario invitar a tanta gente.

Sin embargo, creo que ver cuántos invitados había en su columna y cuántos en la mía era difícil. Era como un recordatorio en blanco y negro de a quién había perdido.

Y quién no estaría ahí.

Ella era un soldado.

Ella era mi soldado.

Y faltaba un mes.

Y luego podríamos comenzar a vivir nuestras vidas nuevamente, solo para nosotras.

Y nuestra pequeña familia de gatitos.



Cambié el tema, haciéndole preguntas sobre su viaje y obteniendo los detalles de lo que estaría haciendo.

Y mientras hablábamos, la tensión disminuyó.

Cuando su bolsa se llenó y los gatos comenzaron a dar vueltas, sabiendo que esto era lo que sucedía antes de que una de sus mamás se fuera de viaje, hablamos solo de cámaras y cuevas, y no más de tul y encaje.



Y cuando nos fuimos a la cama esa noche, y me besó larga y profundamente y me dijo que me amaba y echaría de menos a mi dulce culo mientras no estaba, me reí y dejé que me amara tanto como pudiera.

Lo cual duró un tiempo, porque este era mi Wallbanger del que estábamos hablando aquí.






A la mañana siguiente la llevé al aeropuerto, le di un beso de despedida, le dije que no llevaba bragas, y luego la besé una vez más mientras trataba de empujarme hacia el automóvil para ver si la estaba engañando.

No lo estaba.

Besándola por última vez, le dije que la amaba y que la vería en dos semanas.



Nadie te dice que recuerdes estos momentos.

Que los fotografíes en tu mente y lo conviertas en recuerdos, para tenerlos accesibles y en el recuerdo inmediato cuando los necesite más adelante.

Para tratar de reproducirlos y volver a recrear la última vez que vistes a alguien.















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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 5 - P II

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 01, 2019 8:19 pm

Capitulo 5 - Parte II





Eran las 2 de la mañana, estaba dormida en el sofá bajo una cubierta de cuerpos peludos.

Food Network estaba en la televisión.

Saco la cara de la almohada... bien.

Babeo.

Espera, ¿por qué estaba en el sofá?

¿Y qué estaba sonando?

El teléfono.

¡Oh, el teléfono!

Me apresuré a recogerlo, viendo que era Santana.

—¿Bebé? ¿Ya llegaste?

—Acabo de aterrizar en Hanoi—
dijo, bostezando, pero su voz tenía la sensación de urgencia que siempre tenía cuando estaba de viaje.

Ella amaba su trabajo.

Ella amaba viajar.

Hubo un tiempo en que comenzamos a vivir juntas que ella no viajaba tanto, y llegué a creer que podría estar pensando en abandonar esta vida de trotamundos.

Ella todavía viajaba, pero no tanto.

Le encantaba demasiado como para renunciar a ello.

Y la amaba demasiado como para pedirle que lo hiciera. Además, estábamos acostumbrados a estar separadas. Así es cómo nos conocimos, es cómo nos juntamos, es cómo nos enamoramos.

Lo hicimos funcionar, porque era todo lo que conocíamos.

—¿Cómo estuvo el vuelo?

—El último tramo fue brutal, pero es bueno estar aquí. El sol está brillando, hace como mil grados, y hay un cuenco de pho esperándome tan pronto te cuelgue.

—Bueno, no dejes que te retenga—
bromeé—Gracias por reportarte. ¿Cuándo te diriges a la primera localización?

—Mañana por la mañana. Voy a pasar el día en la ciudad, aclimatándome y trabajando con los muchachos de aquí que me llevarán al recorrido. Luego tomo el tren nocturno mañana. O esta noche. No tengo idea de qué hora es.

—Está bien, cariño, llámame cuando puedas.


Sabía que se iba a reportar, pero cuando Santana estaba trabajando tendía a perder la noción del tiempo.

Ciertamente era de la misma manera cuando estaba trabajando conmigo...

—Lo haré. Te amo.

—También te amo. Ella dice que te echa de menos.

—Aw, cuéntale a mi linda chica que la extraño también.

—Ella solo duerme conmigo cuando estás fuera de la ciudad.

—Ella sabe quién manda.

—Te voy a colgar, Wallbanger.

—Primero te cuelgo yo, chica...


Hee-hee. Gané.

Desalojar a cuatro gatos me costó bastante, pero finalmente me puse de pie y me estiré antes de irme a la cama.

Mi teléfono sonó y miré la pantalla.

Mi morena había enviado una foto de sus fideos.

Tonta.







Trabajé mucho esa semana, tratando de terminar antes de tiempo antes del gran día.

Mercedes había pasado de asistente a diseñadora junior desde que se unió al equipo el año pasado, y ella fue fundamental para ayudarme a mí y a todo el equipo, a superar con éxito el nuevo acuerdo que teníamos con Emma.

Mercedes todavía trabajaba estrechamente conmigo en la mayoría de mis proyectos, pero ella estaba empezando a asumir algunos pequeños proyectos por su cuenta, por lo general con mi supervisión.

Ella había estado manejando a mis clientes mientras yo estaba con los últimos ajustes de la boda. Saber que ella mantendría las cosas en el aire y funcionando mientras yo estaba fuera fue un gran alivio, pero aún así quería asegurarme de poder hacer todo lo posible antes de nuestro gran día.




Al final de la semana estaba agotada, pero sintiendo que había avanzado un poco.

Tenía una reunión a las cuatro y media con Emma que tenía la sensación de que terminaría en tragos después.

Tenía ese sentimiento porque era la forma en que terminábamos casi cada semana cuando ella estaba en la ciudad, así que por eso estaba bastante segura.

El hecho de que yo llevaba una botella de vino también fue un indicio. Me dirigía su oficina, con los brazos llenos de carpetas y mis lápices de colores siempre presentes, junto con el vino, cuando la escuché gritarle a alguien por teléfono.

—Oh Dios mío, ¿estás seguro? Qué significa eso? Jesús, ¿qué se supone que debo decirle?

Asomé la cabeza por la puerta, no queriendo interrumpirla, pero no queriendo que ella pensara que estaba escuchando a escondidas tampoco.

—¿Debería irme?—susurré.

Ella me miró, y cuando mis ojos se encontraron, los pelos de mi nuca se erizaron. Tenía los ojos muy abiertos, asustados y llenos de lágrimas. La sala se redujo, mi campo de visión ahora solo incluía su cara y ese teléfono.

—¿Qué está pasando?—pregunté, mi voz temblaba.

Porque ya lo sabía.

—Brittany, cariño, es Will—comenzó, y mi sangre se congeló.

Solo más tarde me di cuenta de que había dejado caer todo lo que llevaba. Incluyendo el vino, que cayó directamente sobre mi dedo gordo.

Tuve un hematoma debajo de la uña durante meses.

—¿Qué está pasando?—escuché a alguien decir, y ese alguien era yo.

—No sé, él acaba de llamar y...

—Dame el teléfono, Emma—le dije, cruzando hacia ella en un instante y agarrando el teléfono de su mano—¿Dónde está ella? ¿Qué le pasó?

—No sé nada todavía, Brittany. Yo...

—Si no supieras nada, no estarías llamando a Emma, y ella no estaría pálida en este momento. ¿Qué le pasó a Santana?
—pregunté, mi voz ahora sonaba más y más alta.

Sonaba estridente, sonaba desesperada.

Sonaba muerta de miedo.

—No sé mucho, uno de los tipos con los que ella estaba me llamó. Aún estoy en la lista como su contacto de emergencia en National Geographic, supongo. Hubo un accidente en una de las cuevas hoy. Es tan difícil entender lo que sucedió; el tipo no habla muy bien español y la señal fue tan irregular y...

—Maldita sea, Will, ¿qué pasó?
—frité, golpeando el escritorio de Emma con mi mano.

—Se cayó. Estaba en una especie de andamio de bambú, y el cable al que estaba sujeto no era seguro, y se cayó. No sé hasta dónde. Pero creo que fue lo suficiente como para qué tal vez se rompiera algunos huesos.

—Huesos rotos. De acuerdo, tal vez tiene huesos rotos—
exhalé, agarrando el escritorio ahora mientras mis rodillas se tambaleaban—Está bien, está bien—repetí.

—No solo eso, Brittany, ella fue noqueada por la caída. Ha habido algún tipo de daño en su cráneo. La transportaron en helicóptero a un hospital, pero hasta donde sé, todavía está inconsciente. No sé mucho más que eso. He estado intentando contactar a uno de los médicos que lo tratan, pero...

—¡Mercedes!—grité por el pasillo—¡Entra aquí ahora mismo!

—Brittany, ¿qué estás haciendo?—preguntó Emma, y levanté un dedo.

—Will, necesito saber dónde está. Qué ciudad, qué hospital. Necesito el nombre del doctor. Necesito su nombre y su información de contacto—le dije a Will, justo cuando Mercedes entraba corriendo en la oficina—¿Todavía tienes mi información de pasaporte de cuando me ayudaste a reservar nuestro viaje a España?—le pregunté, diciéndole a Will que esperara.

—Sí, sí, la tengo—dijo, mirando de mí a Emma—¿Que está pasando?

—Necesito que me hagas una reservación en el primer vuelo a Hanoi. Solo dame una hora para llegar a casa y tomar mi pasaporte. Envíame la información cuando la tengas.

—Espera, ¿Hanoi? ¿Cuándo? ¿Cuánto puedo gastar? ¿A dónde quieres conectarte? Cómo...

—Tan pronto como sea posible. No me importa. No me importa. Por favor haz esto ahora,—respondí, ahora tranquila—Will, me voy a casa a buscar mi pasaporte y luego iré al aeropuerto. Emma me va a llevar para poder hacer algunas llamadas en el camino. Averigua lo que puedas y llámame tan pronto como sepas más, ¿de acuerdo?

—Está bien, lo haré. Estás segura de que quieres...

—Me estás diciendo que Santana está inconsciente en algún lugar del mundo. ¿Qué carajo estaría haciendo ahora mismo?
—pregunté, devolviéndole el teléfono a Emma y dirigiéndome a la puerta—Estaré lista para partir en dos minutos. Mercedes, consígueme ese avión.






Cinco horas más tarde, estaba en un avión sobre el Pacífico.

Un asiento a la izquierda. Primera clase.

¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta un boleto de última hora en primera clase a Asia?

Simplemente comience a escribir ceros, simplemente alinee a esos cabrones.

Me senté en mi puesto, no vi ninguna película.

¿Sabías que en primera clase en estos vuelos asiáticos obtienes tu propia jodida cabina?

Es como una minisuite, pero en un avión.

Cuando Santana y yo fuimos a Vietnam un tiempo atrás, volamos en clase ejecutiva.

Claro, fue súper cool, pero nada que ver con esto.

Mercedes tuvo que dividir el costo en cinco tarjetas de crédito. No me importó.

Estaba yendo hacia mi Santana.

Will había podido obtener información adicional antes de que mi vuelo despegara. Todavía estaba inconsciente, la estaban examinando para evaluar lo que llamaron LCB, o lesión cerebral traumática. Si había una inflamación alrededor del cerebro por una fractura de cráneo, que Will dijo que todavía no habían descartado, probablemente necesitaría una cirugía para aliviar la presión intercraneal.

Déjame decirte lo que nunca debes hacer en estos casos.

Nunca te metas en internet y busques cualquiera de estos términos. Te cagarás.

Tal como estaban las cosas, me estaba esforzando mucho para evitar el wi-fi para hacer exactamente esto.

Seguí revisando mi teléfono solo en busca de actualizaciones o correos electrónicos de Will, que todavía no tenía nada nuevo que informar.

Así que me senté en mi cabina y pensé en mi dulce Santana.

Will llamó al hospital y habló con el personal, haciéndoles saber que, aunque técnicamente no figuraba como pariente más cercano o incluso como contacto de emergencia (algo que se corregiría lo antes posible), yo era su prometida y debían permitirme verlo cuando llegara al hospital.

Will había recibido un poder cuando se trataba de Santana, algo que se había establecido años antes, cuando todavía estaba en Stanford.

Mi dulce Santana, totalmente sola en el mundo durante años, a excepción de Will, mientras trotaba por el mundo de aquí para allá, sin importarle nada más que su amada fotografía.

Con Will de regreso en San Francisco, administrando sus finanzas y su único contacto en caso de que alguna vez haya una emergencia, estaba realmente libre de ataduras.

Pero ya no más.

Yo era su correa.

Yo era su contacto. Y

o era su “en caso de emergencia llamé a”, o debería serlo.

La amaba más que a ninguna persona en este planeta, y estaba aterrorizada porque algo le fuera a pasar antes de que pudiera llegar ahí.

Me senté en mi cápsula, muy por encima del océano, y mientras mi cerebro seguía ardiendo y revolviéndose, la idea que volvía a mi cabeza era espuma de ajo.

La espuma de ajo en langostinos gigantes que ella quería servir en nuestra boda, pero no podía tenerlos.

En algún momento, se decidió que nuestros huéspedes pudieran ser alérgicos a los mariscos y eso era más importante que lo que quería comer una de las novias en su propia boda.

¿Qué coño?

¿Cómo sucedió esto?

Las cosas se vuelven muy claras cuando estás sentado en una cápsula sobre el océano pensando en tu dulce Santana.

Y el hecho era que no me importaba nada esa tontería de la boda.

Solo quería decir las mismas palabras para esta mujer que la gente había estado diciendo por generaciones y generaciones.

Quería ponerme de pie con esta mujer y asegurarme de que ella sabía que era mía y que yo era suya para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad mientras ambos viviéramos.

¿Y el resto?

Pura mierda.

No puedes pasear en un avión por mucho tiempo antes de que empieces a poner nerviosa a la gente, así que me senté en mi cabina y no vi la película, pero vi la película que estaba en el interior de mis párpados.

Santana, la primera vez que la vi.

Medio desnuda, cubierta solo en una sábana, de pie al otro lado de la puerta de entrada, molesta porque toqué su puerta, pero no tan molesto para mirar mis piernas que se asomaban por debajo de ese camisón rosa.

Santana, la primera vez que la besé.

Parada en la terraza de Emma bajo la luz de la luna con las olas rompiendo y los grillos cantando y mis manos llenas de su estúpido suéter de olor increíble y mis labios llenos de mi morena.

Santana, la primera vez que me hizo el amor.

En la cama más hermosa, en el dormitorio más hermoso de la casa más hermosa de España, donde se mantuvo encima de mí, temblando de necesidad mientras se movía junto a mí.

Santana, la primera vez que me folló.

Rodeada de pasas y cubierta de harina mientras la hacía mía con fuerza, y le dimos la bienvenida a mi orgasmo perdido, pero no olvidado.

Santana, el día que me pidió que compráramos nuestra casa.

Sentada conmigo en su regazo en la esquina de nuestro ahora dormitorio, las paredes cubiertas con un horrible papel tapiz entregándome su corazón, pidiéndome que formara un hogar con ella.

Santana, bailando conmigo en la apertura del primer hotel que había diseñado.

Santana, devorando mi pan de calabacín.

Santana, buscando por horas bajo la lluvia a Lord Tubbington.

Santana, durmiendo en la orilla de nuestra cama roncando tan fuerte que debería ser ilegal.

Santana, de pie en la ducha pidiéndome que fuera su esposa.

Santana era mi mundo.

Y yo estaba viajando alrededor de este para llegar a ella.

A tiempo.









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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 6 Último - P I

Mensaje por 23l1 Sáb Mayo 04, 2019 8:26 pm

Capitulo 6 Último - Parte I





Aterricé en Hanoi con el teléfono lleno de mensajes de Rachel, Marley, Quinn y Kitty, pero solo escuché los que venían de Will.

Santana se había despertado, aunque brevemente. Todavía estaba muy sedada y la estaban preparando para someterse a otra resonancia magnética para determinar si era necesaria una cirugía.

Dependiendo de cuán rápido pudiera llegar al hospital, podría estar ahí para los resultados.

Logré atravesar la aduana sin gritar, guardé mi bolsa de viaje en un destartalado taxi y le di órdenes de llevarme al Hanoi French Hospital, donde Santana estaba siendo atendida.

En todo este tiempo no me salió ni una lágrima.

Ni cuando llamé a mis padres para decirles a dónde iba.

Ni cuando empaqué una bolsa con tanta prisa que terminé con diez pares de pantalones y solo dos pares de bragas.

Ni cuando Emma me dejaba en el aeropuerto, y ni cuando me encerré en el baño de señoras de primera clase, el primer lugar donde podía estar sola y donde ya me había dado permiso para desmoronarme.

Pero no hay lágrimas.

Y ahora, mientras avanzaba a trompicones por las abarrotadas calles de Hanoi, en dirección a este hospital, todavía no lloraba.

Pero el pánico estaba comenzando a aparecer. Había estado andando con pura adrenalina hasta este punto, pero desde que mi teléfono murió y no había podido obtener ninguna información nueva, estaba listo para salir de mi piel.

Llegamos al hospital y le di al conductor al menos cinco veces más de lo que necesitaba porque todavía no había hecho el cambio a moneda local, pero no me importó.

Corrí dentro, buscando un directorio de cualquier tipo.

Neurología.

Will dijo que estaría en neurología. Pero también dijo cuidados intensivos... entonces, ¿a dónde ir?

¿Dónde estaba ella?

Me di la vuelta, buscando a alguien que pudiera ayudarme.

—¿Señorita?—preguntó una voz suave, y me volteé para ver a alguien sentado en un mostrador de información—¿Puedo ayudarla?

Ella tenía un acento sureño, por el amor de Dios. No sé lo que esperaba al irrumpir en un hospital vietnamita, pero una pequeña rubia que sonaba como ¿Delta Burke? nada de eso.

—Estoy buscando una paciente, Santana López. Soy su prometida, y ella tuvo un accidente. Me dijeron que estaba aquí, pero no sé dónde, o en qué piso, o...

—Santana López, sí, ella está aquí. Ella está en el cuarto piso. ¿Te gustaría que te lleve ahí?

Estallé en llanto, lágrimas gigantes salieron de mí.

No pude evitarlo, mi cuerpo simplemente soltó todo de una vez.

—Sí, por favor,—logré decir mientras me entregaba varios pañuelos de papel y finalmente toda la caja.

—Santana López, ella es la fotógrafa, ¿verdad?

—¡Sí!—le grité, dejándola llevarme hacia el ascensor—¿Cómo lo sabes?

—No tenemos muchos pacientes estadounidenses aquí a la vez. El personal sabe quién es quién bastante rápido. Se cayó, ¿verdad?

—¡Sí! Pero no he hablado con nadie desde que aterricé. ¿Sabes cómo está ella?—pregunté, limpiándome la cara cuando la puerta del ascensor se abrió en el cuarto piso.

—Creo que será mejor que hable con su médico. Déjame llevarte a su habitación, ¿de acuerdo?—dijo, guiándome hacia la estación de enfermeras.

Una vez ahí, habló rápidamente con las enfermeras, que nos indicaron su habitación.

Sin siquiera molestarme en darle las gracias, corrí hacia la puerta, viendo su nombre en un cartel justo afuera.

Me preparé.

Respiré hondo, me armé de valor para enfrentar cualquier cosa que pudiera encontrar dentro, y abrí la puerta.

Se fuerte, se fuerte, se fuerte.

Sería fuerte.

Lo que sea que encontrara al otro lado de esa puerta, sería fuerte por ella.

Sí. Bueno. No tanto.

Porque cuando vi a Santana acostada en una cama de hospital, rodeada de tubos, máquinas, botones y pitidos, casi morí. Ella yacía ahí con vendas alrededor de su cabeza.

¿Dormida?

¿Inconsciente?

No importaba, estaba agradecida por dos cosas.

Una, que no estaba despierta para verme desmoronarse contra el marco de la puerta. Cuando despertara, y no había un -si- encontraría a Brittany en una pieza.

Y dos, y más importante, yo solo... estaba agradecida. Agradecida de estar aquí, ahora, con Santana.

Así que me permití perder dos minutos más y le di las gracias a quienquiera que estuviera escuchando, luego le retiré el cabello de la frente, suavemente, apenas tocando su piel.

Su rostro estaba cubierta de pequeños cortes y rasguños, vendas que cubrían su pómulo izquierdo. Los moretones florecían aquí y allá, y a lo largo de su cuello y parte superior del torso, la cinta quirúrgica estaba envuelta con fuerza.

Dejé escapar el aliento en un lento estremecimiento, y luego presioné el más pequeño de los besos en una mejilla que aún olía familiar, incluso bajo todos los antisépticos.

Luego comencé a buscar una enfermera, un médico, cualquier persona con un estetoscopio que pudiera decirme qué estaba pasando.

Me reporté en la estación de enfermeras.

Will ya había asegurado de que me autorizaran como visitante, y de que pudiera hablar con el médico tan plenamente como pudiera. Como Will tenía el poder, tendría que ser él quien se comunicara con el personal del hospital si era necesario tomar alguna decisión.

Sabía que cualquier decisión sería tomada conmigo, pero mi cerebro no podía procesar este pensamiento, no podía pensar que algo realmente pasaría.

Hablé con el médico que estaba cuidando a Santana, y me explicó más acerca de lo que Will me había dicho. Estaban esperando los resultados de su resonancia magnética más reciente. Mi morena se había estado despertando intermitentemente toda la mañana, y si quería atraparla cuando estaba despierta, tenía que quedarme en su habitación, y el doctor me buscaría cuando llegaran los resultados.

Así que hice eso.

Me reporté con Will, dejé mi bolsa, me senté en la silla junto a la cama de Santana y la vi dormir. Tomé su mano, maravillándome una vez más con la longitud de sus dedos, la fuerza en su mano, la belleza de su antebrazo.

Pasé las puntas de mis dedos arriba y abajo por su brazo con aire ausente mientras sostenía su mano, observando cómo sus párpados se agitaban un poco.

¿Estaba soñando?

¿Qué soñaba?

Probablemente con la foto que estaba realizando cuando cayó...

Mientras pensaba en estos pensamientos aleatorios, sentí su mano apretar la mía, como lo había hecho miles de veces antes. Miré nuestras manos y luego su cara, donde esos ojos estaban abiertos y parpadeando.

—Hola—le susurré, y observé cómo sus ojos vagaban confusamente por un momento, luego se concentraron en los míos.

—Hola, Britt-Britt—susurró ella, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Hola y Britt-Britt eran oficialmente las palabras más bellas en el idioma español—Te ves bonita—continúa y agrega tres palabras más a esa lista.

—Voy a llamar a tu enfermera, ¿de acuerdo?—dije, buscando el botón de llamada.

—Estoy muy contenta de que estés aquí—murmuró, y volvió a dormirse antes de que la enfermera saliera de su silla en la estación.

Pero eso estuvo bien.





Santana estuvo entre dormida y despierta el resto del día y la mayor parte de la noche.

La última ronda de escaneos mostró que, aunque había sufrido una conmoción cerebral significativa, los efectos no serían duraderos y tendría una recuperación completa.

Will habló con el doctor también, confirmando que me quedaría con Santana en el hospital hasta que estuviera listo para ser dado de alta.





Santana finalmente comenzó a despertarse alrededor de las tres de la madrugada, precedido por los veinte minutos más divertidos de mi vida.

Wallbanger bajo los efectos de la medicina para el dolor no es algo que hayas visto.

Empezando con:

—Oye, Britt. ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo?

—Todo el tiempo, Sanny, pero nunca me canso de oírlo.

—Lo diré más a seguido.

—Claro, Sanny. Puedes decírmelo cuando quieras.

—Oye, Britt ¿alguna vez te he cuánto te amo?

—Claro que sí, hace dos minutos.

—¿Qué es un minuto?





Esto también sucedió…


—Y en el fondo de la cueva, fue como que el mundo se abriera, y había estrellas... pero era algo así como... que nosotros éramos las estrellas...había estrellas en todas partes, pero como que... nosotras éramos las estrellas . . ¿Y sabes qué más?

—¿Qué, Sanny?

—Éramos ellas.

—¿Qué?

—Ellas

—¿Ellas?

—Las estrellas... nosotras éramos ellas... las estrellas...




Y si te gustó eso, amaras esto...


—Britt-Britt. Quiero llenarte de bebés. Algo así como embarazarte con bebés. Y tener algunos bebés... bebés… bebés... ¿Britt? bebés.



Y finalmente...


—Britt, estoy tan contenta de que estés aquí. ¿Pero por qué trajiste esos duendes?




Me dolía el estómago tratando de no reírme de lo tonta que estaba con la medicina para el dolor.

Pero a medida que pasaba el efecto, comenzó a tener un poco más de sentido.

Bebió un poco de agua, asintiendo cuando terminó.

—Vamos, acuéstate; no deberías sentarte tan derecho,—dije, empujándola contra su almohada. El doctor dijo que podría estar mareado por un tiempo.

—Estoy bien en este momento, en realidad—frunció el ceño, viendo como yo estiraba mi espalda—¿Cómo te sientes? ¿No quieres dormir un poco?

—Dormí en el avión.

—Mentirosa, nunca duermes en aviones.

Me atrapó, sonreí tristemente.

—Estoy bien. Dime cómo te sientes. ¿Estás muy adolorida?

—Un poco, sí—admitió.

—¿Y la costilla?—le pregunté.

—¿Costilla?

—Te rompiste una costilla, y un montón más están magulladas—le dije.

—¿En serio?

Mis ojos se agrandaron.

—¿Cuánto recuerdas?

—Todo. Eso creo,—dijo tratando de recordar—Oh sí, apuesto a que me rompí una costilla.

—Cuéntame lo que pasó. En este momento—dije, alcanzando su mano y sosteniéndola fuertemente—Y no te atrevas a dejar nada fuera.


Me contó sobre la increíble cueva y el privilegio de fotografiar un espacio natural tan increíble.

Y de la desvencijada estructura de bambú que usó para trepar y obtener sus malditas fotos.

Y el hecho de que estaba apurado para obtener la última luz antes de tener que pasar a otra toma.

Y el hecho de que no estaba completamente sujeta al arnés de seguridad que había aceptado usar.

Y el hecho de que ella cayera sobre la cámara a más de quince metros por el costado de un acantilado de piedra caliza, noqueándose en el proceso y derribando la mayor parte del andamio con ella.

Recordó haber caído, recordó haber golpeado el piso de la cueva, y recordó que había salvado la cámara de cualquier daño serio.

Increíble.

También recordó lo segura que estaba de haber capturado la imagen.

Doble increíble.

Mis lágrimas habían comenzado de nuevo en algún momento de la historia, y ahora me senté junto a ella en la cama, sosteniendo su mano con fuerza y negándome a mirar nada más que a ella directamente.

Tomando su rostro, sus manos, sus brazos, sus piernas, sus dedos de los pies que se retorcían debajo de la manta del hospital. La toqué donde podía, donde no tenía un moretón o un corte, no tenía mucho espacio para trabajar.

Pero la sostuve lo mejor que pude, le acaricié el pelo ligeramente y besé entre los rasguños y le dije cuánto la amaba.

No pude evitarlo.

Y entre todo esto, mientras la consolaba, ella por supuesto se agarró a mí tan fuerte como pudo. Susurraba palabras como: ”Estoy bien, cariño” y “Todo va a estar bien” y “No llores”.

El no llores me hizo derrumbar.

Porque ahora, con ella en mis brazos tanto como podía, finalmente sentía todo lo que había luchado para mantenerme a raya.

Mi pánico, mi terror, mi impotencia, mi horror por pasar la vida sin ella a mi lado, sin tocarme ni contar chistes.



—Podría matarte, ¿sabes?—dije de repente, liberándome de su agarre y sentándome para mirarla a los ojos—–Es en serio. Te amo, y amo lo que haces, y nunca te pediría que lo abandonaras. Pero no eres una superhéroe de caricatura, con una estúpida sonrisa en la cara mientras luchas con los leones antes de su almuerzo, solo para obtener buenas tomas ¿de acuerdo? Si vuelves a hacer algo como esto otra vez, si te haces daño con tal de conseguir la puto foto, te mataré yo misma—dije, señalándola con el dedo—Sin medicamentos para el dolor.

—Lo prometo, seré más cuidadosa—comentó, diciéndome lo que yo quería escuchar, pero también prometiéndome con sus ojos que estaba tomando en serio lo que dije.

—Te amo mucho—le dije, entrelazando mis dedos con los suyos, necesitando su contacto.

—Yo también te amo—dijo, su voz se volvió gruesa cuando la nueva ronda de medicamentos para el dolor entró en escena—Me alegro de que estés aquí.

—Eh, yo quería volver aquí de todos modos. ¿Tal vez podríamos ir de espeleología?

Ella se rió entre dientes, lo que le hizo doler las costillas, pero siguió sonriendo.

Lo cual me hizo reír finalmente.





Al final de ese largo día, que comenzó para mí en el otro lado del mundo, Santana se sentía mucho mejor.




Para el final de esa semana, Santana fue dada de alta del hospital.

La morena nació bajo una especie de estrella de la suerte.

Tenía que seguir tomándose las cosas con calma, con mucho descanso y poca actividad, pero se le autorizó el alta. Los médicos nos recomendaron que nos quedáramos por lo menos unos días antes de intentar volar a casa.

Volar después de sufrir una conmoción cerebral, especialmente uno tan severo como el que tuvo Santana, podría resultar incómodo en el mejor de los casos.

Convulsiones y náuseas en el peor de los casos, así que tomé la decisión de quedarme todo el tiempo que necesitáramos, asegurándome de que estuviese preparado para un vuelo tan largo.





Después de pasar esa primera noche en la ciudad, contraté a un chofer y la llevé para empezar con su reposo.

Había una isla que habíamos explorado una tarde la última vez que habíamos estado en Ha Long Bay, y me habían fascinado los alojamientos ahí.

Un pequeño hotel, remoto y aislado.

Más bien una colección de bungalós de lujo que un hotel, ofrecía el tipo de paz y tranquilidad que necesitábamos. Cada bungaló estaba situado en la playa, con preciosas vistas al mar. Había suntuosas camas, completas con necesarios mosquiteros, baños al estilo europeo y servicio de habitaciones las veinticuatro horas.

El viaje en coche fue de solo unas pocas horas, seguido de un breve crucero en barco hasta el hotel.

Cuando atracamos, me aseguré de que el equipaje se llevara directamente a nuestro bungaló, y nos dirigimos hacia adentro para hacer el check in.

—Esto es increíble, cariño, pero innecesario. Podríamos habernos quedado en la ciudad, no habría sido un problema.

—Me doy cuenta de eso, San, pero ya que estamos aquí, a pesar de tu dramático accidente y todo, pensé en consentirnos un poco. Tomarnos unos días de descanso y relajación antes de regresar a casa

—¿Una luna de miel antes de la luna de miel?—dijo, golpeando mis caderas con las suyas, con sus manos descansando ligeramente en mi cintura.

—Algo así—sonreí, pero sacudí mi cabeza—Pero no hay miel para ti, cariño; escuchaste al doctor—dije, y ella gruñó.

Había sugerido delicadamente que ciertas cosas deberían esperar hasta que Santana se recuperara por completo de su accidente. Entre la costilla rota y la abolladura de la cabeza, estaba completamente de acuerdo.

Santana no.

—Espera y verás. Esta noche, cuando la brisa empiece a soplar y las olas empiecen a golpear la arena, cambiarás de idea—murmuró, al tiempo que me alzaba el pelo y me besaba la nuca—Además, sabes que me veo bien a la luz de la luna. Ya te veré bajando mis pantalones.

—Hola, sí, este, aquí están sus llaves, señorita Pierce.

Sentí a Santana tena detrás de mí mientras le sonreía al recepcionista.

—Sí, muchas gracias—sonreí, sofocando una risa.

—Están en el bungaló siete; solo siga ese camino. Su equipaje ya debería estar ahí.

—Gracias—dijo Santana desde detrás de mí, y esta vez no sofoqué nada.

Recogiendo mi bolso y las llaves, la tomé de la mano y la llevé a la playa. Era tarde, casi de noche, y la luz comenzaba a cambiar, adquiriendo ese resplandor mágico que el crepúsculo parece tener.

Todos los bordes se suavizaron, los colores se derramaron e incluso el aire cambió un poco. Una brisa cálida soplaba desde el mar, trayendo consigo un sabor salado que arrugaba mi lengua.

Pasamos junto a otros seis bungalós a lo largo del camino bordeado por rocas, y finalmente doblamos una curva para ver la nuestra. Iluminada con velas, con cortinas blancas de lino resoplando a través de las ventanas, parecía el cielo.

Cielo.

Con aire acondicionado.

Lo que en los trópicos a veces era algo muy bueno.

—Oye, mira, no hay vecinos—dijo Santana, mirando la esquina de la playa que nos habían dado.

Era cierto, no había otra alma aquí.

Una o dos luces se asomaban por los árboles aquí y allá, insinuando que habían otros humanos, pero aparte de eso, éramos nosotras y las olas.

—Vamos a echarle un vistazo—le dije, tirando de su mano hasta el porche.

Sillas grandes y cómodas, decoradas por almohadas, flanqueaban la puerta de entrada.

—Aquí está la llave, ábrela, ¿quieres? Voy a ver si estas sillas son tan cómodas como parecen.

—Claro—dijo, quitándome la llave y poniéndola en la cerradura. Justo antes de empujar, la puerta se abrió desde adentro—¿Qué..?

Will estaba en la puerta.

Emma estaba parada a su lado.

Ambos sonrientes.

—Esperen un momento, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Qué está pasando?—preguntó, mirando hacia atrás y hacia adelante entre ellos y yo.

Solo sonreí.

—Es bueno ver que todavía estás en una sola pieza—dijo Will, tirando de una Santana todavía sorprendida, en un gran abrazo—Y no vuelvas a hacerme eso otra vez, ¿me oyes?

—Muévete, muévete—dijo Emma, apartando a su esposo para agarrar a Santana y envolviendo sus brazos alrededor de ella también—Así que, entonces, me alegro de que estés bien. No más cuevas, ¡prométemelo!

—Oye, cuidado con las costillas—protestó Santana, confundida pero feliz de verlos—Pero en serio, ¿qué están haciendo aquí?

—Vinimos para asegurarnos de que Brittany tuviera todo lo que necesitara. Ella salió como un murciélago del infierno cuando descubrió que habías decidido examinar la cueva con tu cara. Es una chica mandona la que tienes ahí—dijo Will, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y la bajó por los escalones hasta la arena—Ven conmigo a nuestro bungaló; estamos cerca de aquí, te contaré todo al respecto. Deja que las ellas se relajen un poco.

—Está bien, sí, claro. Britt, ¿estás bien con eso?—preguntó Santana, todavía asombrada.

—Anda, Emma me trajo algunas cosas, cambios de ropa y esas cosas. Voy a hablar con ella y luego podemos regresar a la casa principal para cenar, ¿te parece bien?—asentí, caminando hacia el frente del porche, inclinándome para besarla una vez, luego dos veces.

—Suena bien, cariño—dijo—¿Sabías que venían?

—Lo sabía,—dije, besándola una vez más—Sorpresa.

—Eres fenomenal, ¿lo sabías?

—Lo sé—asentí con la cabeza, y luego le di la vuelta—Ve a jugar con Will, te veré en un momento—los dos caminaron por la playa, y me volví hacia Emma—Muchas gracias por venir por aquí.

—De nada. Siempre he querido ver esta parte del mundo. Y Will ha estado atormentado por todo esto. Odiaba no estar aquí—contestó, pasando su brazo por el mío y caminando conmigo adentro.

Ella me entregó una bolsa de viaje que reconocí de casa.

—¿Los trajiste?—pregunté, abriendo la bolsa.

—Lo hice—asintió con la cabeza, y vio como sacaba un vestido largo y suelto de la bolsa.

Un vestido blanco largo y suelto.

—Perfecto.





Una hora más tarde, Santana y Will salieron del bungaló y nos encontraron a Emma y a mí esperándolos.

—Oye, ¿Qué tienes puesto? Oye. Te ves hermosísima—dijo, silbando.

Me puse de pie frente a ella con mi vestido blanco, le di las gracias por el cumplido, le cogí la mano y caminé con ella hasta la playa, dejando atrás a mis amigos.

—¿Que está pasando? ¿No vamos a cenar con esos dos?—preguntó.

—Todavía no—respondí, mirando hacia la playa, donde podía ver unas pocas velas encendidas y una o dos antorchas tiki—Quería hablar contigo, antes de que se unan a nosotras.

—¿Qué estás tramando, Britt?—preguntó, mirándome cuidadosamente.

—Compré este vestido hace un año en una pequeña boutique en Mendocino, cuando estaba visitando a Hanna. Salía de la ciudad y me detuve en un semáforo cuando lo vi en la ventana al otro lado de la calle. No podía quitar mis ojos de él. Y sin tener ninguna razón para usarlo, y sin una pista de por qué lo estaba haciendo, lo compré, directamente del maniquí. Ni siquiera me cabía. Tuve que llevarlo a un sastre para alargar el dobladillo; era demasiado corto para mí. El sastre me dijo que era antiguo, probablemente de algún momento de la década de 1930.

—Te queda genial—dijo, manteniéndome a distancia para verme mejor—Vamos, dame una pequeña vuelta.

Me reí y luego giré.

El vestido era de marfil, adornado con encaje viejo a lo largo del corpiño, con una capa de encaje de gasa a lo largo de la falda. Un vestido de tarde, fue hecho para pasear en la ciudad, o un viaje a los jardines. Probablemente se usó con medias y zapatos con cordones.

Yo lo llevaba descalza.

Y con esos pies descalzos, tiré de su mano una vez más y continuamos camino a la playa.

—Cuando Will me dijo que te había sucedido algo, cambié al modo de gestión de crisis. No pensé en nada más que en llegar a ti. Tenerte tan lejos y no saber exactamente qué tan mal estabas y no poder ayudarte, no tengo palabras para expresar cómo se sintió eso. Cómo se sintió pensar que alguien al que amas tanto posiblemente te sería arrebatado—me detuve entonces, justo antes de que la grava diera paso a la arena—Pero no tengo que darte palabras. Porque ya tú sabes cómo se siente.

Una expresión tormentosa se dibujó en su rostro, y ella agarró mis dos manos con las suyas.

—Britt, lamento que hayas tenido que pasar por todo eso.

—No, no, de hecho está bien—le dije, agarrando sus brazos y colocándonos en mi cintura—Porque aquí está la cosa; tenía horas en un avión, sin nada que hacer y nadie con quien hablar, y en lo único que podía pensar era en ti. Y en nosotras. Y lo mucho que te amo— caminé con ella hacia la arena—También pensé mucho sobre otra cosa.

—¿En qué?—ella levantó una ceja.

—Espuma de ajo—le contesté, y luego la hice girar para que mirase a la playa.

Amo a mi Wallbanger sin palabras.

Cientos de velas.

Antorchas Tiki enfiladas hasta donde alcanzaba la vista.

Faroles en tonos violeta, índigo, esmeralda y rubí chocando con la brisa.

La noche llegando resplandeciente contra la playa. En la distancia, una luna temprana iluminó la bahía de Ha Long, con sus antiguas islas y picos cubiertos de niebla y musgo.

¿Y detrás de nosotras?

Un pasillo lleno de promesas... con Emma y Will de pie al final de él. Junto con ellos, el equivalente vietnamita a un juez de paz.

—Cásate conmigo, Santana. Cásate conmigo aquí y ahora, sin tanta mierda. Cásate conmigo, con solo nuestros dos amigos para ver lo que sucede. Sin padres, sin amigos del trabajo, sin clientes, sin bla bla con incrustaciones de pimienta, solo tú y yo y las estrellas. Pasé la noche en una cabina preguntándome si alguna vez volvería a ver tus ojos mirándome de vuelta, y no puedo manejar eso otra vez a menos que sea tu jodida esposa. Y no me importa una mierda una gran boda elegante, especialmente sin que tengas tu espuma de ajo. Lo cual, me gustaría señalar, te está esperando en la casa principal, junto con langostinos gigantes como nuestra cena de bodas. Te quiero a ti, solo a ti, por el resto de mi vida—dije, con los labios temblorosos pero las rodillas fuertes—Cásate conmigo, Santana López.


Hizo una pausa, la comisura de su boca se elevó mientras miraba el cuento de hadas que tenía delante.

El cuento de hadas que fue perfecto para nosotras.

En este GRAN DÍA.

—Una pregunta—dijo, llevando nuestras manos entrelazadas a sus labios y colocando un beso justo debajo de mi anillo de compromiso.

—¿Qué?

—¿Qué fue eso de pasar una noche en una cabina?

—¿En serio? Te pido que te cases conmigo, ¿y eso es todo lo que escuchaste?

—Técnicamente, te pedí que te casaras conmigo primero. No olvidemos nunca esta información importante.

—Así lo noté.

—¿Puedo hacer otra pregunta?

—Solo una más, y luego necesitaré una respuesta.

—¿Esto es legal?

Me reí, luego lo atraje hacia mí para darle un suave beso.

—En lo más mínimo. Esto es solo para nosotras.

—¿Te das cuenta de que eres mi dueña, verdad, chica camisón?

—¿Es eso un sí?

—Joder sí, esto un sí, amarrémonos—susurró, y le eché los brazos al cuello—Cuidado con la costilla, ¿de acuerdo?

—¡Mierda!—exclamé, y luego oí que Will se aclaraba la garganta Maldición, dije una grosería en mi propia boda. Joder, lo hice de nuevo.

—Van tres veces.

—Supéralo, Wallbanger.

Y con esas respetadas palabras, caminamos hacia el altar.



Hicimos el más simple de los votos.

Nos prometimos todo lo que pudimos. Nos besamos bajo las estrellas.

Chocamos las manos con nuestros testigos en el camino de vuelta al altar.

Cortamos las cuerdas y dejamos salir unas cincuenta linternas flotantes que volaron hacia las estrellas.

Luego nos dirigimos hacia adentro para que ella pudiera obtener espuma de ajo.

Porque eso es lo que mi esposa quería.





Más Tarde Esa Noche, En La Cama De Luna De Miel...


—Eso se siente increíble. No detengas lo que estás haciendo ahí, por favor no te detengas. Justo ahí. Justo ahí. Eso es...mmmm…

—¿Cuántos van?

—He perdido la cuenta.

—Este es grande.

—Puedo sentirlo. Jesús eso es bueno...más...más...más.

—Nos vamos a quedar sin calaminol a este ritmo.

Esta es la cuestión de casarse en el trópico.

Mosquitos. H

ijos de puta cabrones.

Pasamos la noche de bodas rascándonos las picaduras y aplicando galones de calaminol. Y con Santana todavía en la lista de discapacitadas los momentos sexys consistieron en abrazarnos en la posición de la cuchara, rascarnos una a la otra y mirar Los Goonies.

Con subtítulos.

La.Mejor.Noche.De.Bodas.Del.Mundo.









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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.



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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Cap 6 Último - P II

Mensaje por 23l1 Lun Mayo 06, 2019 8:47 pm

Capitulo 6 Último - Parte II





—Brittany, ¿aceptas a esta mujer, Santana, para ser tu legítima esposa? ¿Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?

—Acepto

—¿Y tú, Santana, tomas a esta mujer, Brittany, para que sea tu esposa legítima esposa? ¿Tenerla y sostenerla, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

Y así lo hicimos legal.

Santana y yo teníamos a nuestros mejores amigos y miembros favoritos de la familia en nuestra casa en Sausalito, junto con un juez para el que había hecho una remodelación.

Santana y yo usábamos vestidos de verano, y nos casamos por segunda vez.

Ésta si era reconocida por el gobierno de los Estados Unidos.

¿Mis padres estaban decepcionados por no tener la enorme y espeluznante boda que habían estado planeando?

Tal vez un poco, pero finalmente entendieron.

Al igual que Rachel y Marley, y por qué ni siquiera supieron sobre nuestra boda vietnamita hasta después de que llegáramos a casa.

Conservamos nuestra fecha original de la boda, reducimos en dos tercios la lista de invitados, y con la excepción de los amigos de Santana de Pensilvania y sus viejos vecinos los White, todos eran locales.

Al menos locales del norte de California.

Hanna y Emily estaban ahí, con Will también, lindo con su esmoquin de una sola pieza. Y Chloe y Lucas también estaban ahí, en la ciudad visitando a Marley y Kitty. Y entiendan esto, Chloe y Emily eran primas.

¿Cómo es eso de los seis grados de separación de mi Wallbanger?

Estaba feliz de tenerlos a todos aquí en este día tan especial.

Este muy especial día casual.

Porque al final, no es el encaje y el tul lo que hace una boda, sino que la pareja se dé el sí, y que sus amigos y familiares estén ahí para celebrar con ellos.

Hicimos una barbacoa, abrimos un montón de vino y cerveza fría, montamos una fuente de soda improvisada para hacer cremas de vainilla y helados, y tuvimos una fiesta.

Arrastramos el viejo tocadiscos de Santana a la terraza, ella hizo algunas cosas nerds con los altavoces, y la música de la gran banda llenó la noche de Sausalito.

En vez de tener un pastel de bodas, pasé dos días enteros en la cocina con mi mamá, mis amigas, mis tías y mis primos, e hicimos cacerolas con los Brownies ultrajantes de Ina.

Ella habría estado orgullosa.

Pero para Santana, le hice un pie de manzana muy propio, que ella untó en mi cara en lugar del pastel de bodas.

Tuvimos pie de bodas.

Muy adecuado.



Me senté en un banco al borde de nuestro césped, comiendo brownies con Rachel y Marley y observamos a nuestras chicas mientras jugaban Frisbee con Will y los amigos de la secundaria de mi morena.

Había estado cargando a Aria hasta que Marley tuvo que hacerse cargo.

Alguien estaba hambrienta.

—No es realmente la boda que imaginé que tendrías, Brittany—dijo Marley, cambiando de teta—Pero es muy divertido.

—Me gusta divertido. La elegancia se las dejo a ustedes ¿Cómo va la planificación?

—¡Está yendo genial! Los archivos se está llenando muy bien,—dijo Rachel, interrumpiendo. Estaba considerando seriamente comenzar un segundo negocio, y debería hacerlo. Ella era muy buena en eso—Hablando de la carpeta, tengo fotos para compartir contigo las ideas que tengo para tu cabello, Marley. He estado recortando revistas durante semanas. ¿Sabías que Grace Sheridan tiene exactamente tu mismo color y longitud de cabello? el suyo es un poco más rizado que el tuyo, pero esencialmente es el mismo.

—¿Quién es Grace Sheridan?—preguntó Marley, y Rachel y yo la miramos sorprendidas.

—Sabes totalmente quién es ella—le dije, negando con la cabeza—Ella está en ese programa de televisión.

—Estoy totalmente segura de que no sé quién es. Las transmisiones de Plaza Sésamo y de Kitty, es lo único que siempre miro. Mi cerebro es de papilla—dijo Marley, sacudiendo la cabeza hacia mí.

—De acuerdo, te explico—dijo Rachel—Ella es la novia de Jack Hamilton. Lo conoces, el que…

—¿El Británico? Holaaa, ya entendí. Mierda, él es tan ardiente. Tenemos que ir a ver la película Time cuando salga; dejaremos que las chicas se queden en casa con Aria mientras vamos por un poco de dulce británico—dijo Marley, que ya planeaba la noche de sus chicas.

—Sí, sí, ella está con Jack Hamilton, el punto es que tiene un cabello excelente. Y es exactamente el mismo tono de rojo que el tuyo. Así que encontré esta foto de ella en la alfombra roja y…

Marley interrumpió a Rachel otra vez, incapaz de detenerse.

—¿Cuando ella caminó con Jack por la alfombra roja? Ahhh! ¡Joder, me encantó eso! ¿Recuerdas que todos chismeaban sobre con quién estaba saliendo él?

—Espera, ¡estábamos hablando de su cabello! Escúchame, tengo el moño perfecto basado en...

—Oh moñea esto, hablemos del pelo de Jack Hamilton. Siempre se ve del carajo, ¿entiendes? Me pregunto si lo harán en la limusina en el camino a los estrenos...

—Cállate, ¡simplemente detente! Estamos hablando de cabello de bodas aquí, joder, y...

Me perdí, bebiendo mi cerveza y escuchando con un oído a Marley y Rachel en su acalorada conversación sobre moños recogidos versus largos y ondeantes.

La otra oreja estaba sintonizada con Glenn Miller que crepitaba a través de los altavoces.

Y en cuestión de segundos, apareció Santana.

—Señora López—dijo, extendiendo su mano.

—Señora Pierce—le guiñé un ojo y me puse de pie—Adiós chicas.

—Adiós—dijeron al unísono mientras seguía a mi esposa a la pista de baile improvisada.

Siguiendo el ejemplo de nuestra ceremonia original, pero ilegal, teníamos linternas colgando por todo el patio trasero, trayendo a casa un poco de cuento de hadas desde Ha Long Bay.

—¿Estás feliz?—preguntó mientras bailábamos por el patio de ladrillo.

—Mucho ¿y tú?

—Oh sí. Especialmente desde que recibí algunas noticias de mi doctor hoy.

—¿En serio?

—En serio, Britt-Britt. Estoy lista para irme—susurró, atrayéndome más fuerte hacia su cuerpo.

Ay caramba.

—¿Qué tenemos aquí?—murmuré, deslizando una mano hacia abajo para sentirla —Um.Guau. Eres realmente muy sexy, López.

—¿Hmm? Oh cielos no, lo dices por que no te estás viendo—se rió—¿Mira?—dijo mostrándome un objeto.


—¿Por qué llevas una botella?—le pregunté.

—Pensé que podría agarrar un poco de tierra, tal vez desde el borde de la pista de baile de ahí, ponerlo con nuestras otras botellas. Sé que técnicamente no es arena, pero sería muy especial.

Sonreí y le dije que era una idea muy dulce.

Años atrás, Santana había comenzado a recoger arena de las playas que había visitado en todo el mundo, almacenándola en pequeñas botellas etiquetadas y exhibiéndolas en una repisa. Habíamos empezado un segundo estante para las playas que visitamos juntos.

Había traído un poco de la playa en la que nos casamos en Vietnam, y me conmovió que hubiera pensado en conmemorar esta noche también.

—Me gusta hacia dónde va esta noche—le dije, chocando deliberadamente mis caderas con las suyas—¿Qué tan rápido crees que podemos sacar a todos de aquí?—pregunté, medio en broma.

—Apenas se terminen las costillas, se irán, ¿verdad?

—Tenemos mucha clase. Sirviendo costillas en nuestra boda.

—Y ensalada de papas. No olvides la ensalada de papas.

—Y pie.

—Ese pie estaba genial. Nunca dejes de hacer ese pie. Joder, debería haber escrito eso en los votos—dijo, hundiéndome y haciéndome reír boca abajo.

Y ahí, en nuestro propio patio trasero rodeado de todos los que amamos, me besó.

Mi esposa.






Qué desastre.

—Creo que uno de los regalos de la boda debería estar limpiando—gimió Santana, examinando el daño en la cocina.

—No creo que estuviera en nuestra lista de regalos, cariño— le dije con tristeza, dándole una palmadita en el hombro mientras caminaba hacia el comedor. En donde se encontraban los regalos de boda—Sin embargo, tenemos lo último en batidoras de inmersión, cuchillos eléctricos y...¿Qué diablos es esto?—pregunté, sosteniendo una caja blanca.

—Ese es el Sr. Tocino—dijo Santana con orgullo.

—¿Quién es el señor tocino?

—No, no, Sr. Bacon. Tú cocinaras tocino en ella.

—Entiendo. ¿Por qué es necesario?

Todos los gatos de la casa se habían reunido en la mesa del comedor o debajo. Ellos sabían lo que significaba la palabra tocino.

Les encanta el tocino.

—Lo usas para cocinar tocino en el microondas, fácil como un pie. Lo cual es apropiado, porque si colocas el tocino dentro de esta pequeña taza de aquí, queda en forma de pie. ¡Ahora puedes hacer pie de tocino pastel entre otras cosas!

—¿Quién carajo nos regaló esto?

—Trevor y Megan.

—¡Por supuesto que no! Megan, es una ex chica def Food Network, no nos daría esto para nuestra boda.

—En realidad, nos dieron dos regalos. También nos trajeron los nuevos platos blancos para servir que querías de Williams.

—Esa es mi chica—alabé, y miré una vez más a la caja que mi morena estaba acunando—Trevor debe haberse vuelto loco con eso.

—Sigue burlándote de mí Sr. Bacon. Todavía no resuelve el problema de este desastre.

—¿Qué tal una fiesta posterior a la fiesta de bodas? ¿Dónde invitamos a muchas de las mismas personas y las ponemos a limpiar? De esa forma no tenemos que pasar nuestra luna de miel trabajando—sugerí, y los ojos de Santana se abrieron.

—Hmmm ¿por qué estamos pasando nuestra noche de bodas hablando de tocino?

—Bueno, tú eras el que...

Fui silenciada por un beso cuando mi morena cruzó la cocina en dos zancadas, me puso contra ella y presionó su boca contra la mía.

Me excite al instante.

—¿Estás segura de esto?—pregunté, sin aliento mientras me besaba.

—Estás bromeando, ¿verdad?—preguntó, su voz era gutural e increíblemente sexy mientras seguía besándose a lo largo de mi mandíbula, dirigiéndose hacia mi cuello.

Una vez que esos labios golpearon debajo de la barbilla, estaba acabada.

—Me perdí nuestra primera noche de bodas, no me a perder la segunda.

—Lo haremos lento, ¿de acuerdo?—insistí mientras me apoyaba en las escaleras.

Su médico la había aclarado, claro, pero eso no significaba que necesitáramos balancearnos en los candelabros.

—Me gusta lento—murmuró, agarrándome un buen pedazo de trasero.

—Nosotras empezamos lento...—suspiré cuando sus labios encontraron mi punto dulce justo debajo de mi oreja.

Ahora estábamos subiendo las escaleras, apagando las luces mientras nos besábamos como adolescentes.

—Así no es como lo recuerdo—dijo, girándome en la parte superior de las escaleras, colocándome frente a ella mientras me acompañaba por el pasillo.

Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi cintura y sus labios jugando con mi oreja, haciéndome reír un poco. Estaba un poco achispada por la cerveza, pero no tan achispada para descarrilarme.

—Nosotras empezamos lento, siendo amigas primero. Por un buen tiempo—le recordé, deteniéndome justo en la puerta de mi habitación, atravesándome y manteniéndolo afuera.

—No recuerdo que fuéramos amigas primero. Recuerdo que, al principio, éramos algo completamente diferente a eso—me mordió el lóbulo de la oreja.

Específicamente, en lo que colgaba de él. Su regalo de bodas para mí.

Esa mañana, cuando me desperté, había un joyero encima de la almohada donde solía estar la cabeza de Santana. Podía oírla cepillarse los dientes en el baño mientras yo miraba alrededor, preguntándome qué estaba tramando.

Como ya sentíamos que estábamos casadas desde esa vez en la playa, no había un no se puede ver a la novia antes de la boda hoy, y lo quería junto a mí en nuestra cama.


Flashback


—¿Qué es esto?—pregunté, volviendo a acomodar las almohadas, tirando del edredón a mi alrededor.

—Jolo mm etalle bara ni pommmdida—fue la respuesta que obtuve.

—Voy a esperar que escupas, bebé—fue la respuesta que di.

Ella escupió.

Y se unió a mí en la cama.

—Solo un detalle para mi prometida—repitió.

—Pero pensé que no nos daríamos regalos—protesté.

Lo habíamos discutido antes y coincidimos en que no haríamos nada especial.

—Oh, cálmate y ábrelo—instruyó, e hice lo que me dijo.

Brillantes…

Negros…

Resplandecientes Aretes.

Pendientes largos llenos de diamantes y zafiros, exactamente del color de sus ojos. Los zafiros en forma de lágrima colgaban de una delicada base con incrustaciones de diamantes.

—San, ¿qué hiciste?—respiré, mi mano temblaba.

—Pensé que esto podría ser algo viejo, ya que son viejos; algo nuevo, ya que son nuevos para ti; pero técnicamente no prestados, ya que ahora son tuyos. Los estás tomando prestados para siempre

—¿De quién?—susurré, ya sabiendo la respuesta.

—Mi mamá—respondió, y mis ojos se llenaron de lágrimas.

—No podría amarte más—le dije, llevándola hacia mí para darle un dulce beso.

—¿Te gustan?

—Los amo.


Fin Flashback


Me los puse rápidamente y los usé todo el día.

Lo que me lleva hasta ahora, donde tenía una Wallbanger mordisqueándome la oreja mientras estaba parada en la puerta.

—Por lo que recuerdo, me odiaste desde la primera vez que nos vimos—dijo, cambiando de mi oreja a la parte posterior de mi cuello mientras sostenía mi cabello en alto.

—No te odié, pero estoy segura que no era tu mayor fan—admití, recordando cuando ella me abrió su puerta después de haber estado dándole sin descanso—Estaba perdiendo el sueño.

—Te estabas perdiendo algo más que el sueño, rubia—dijo, acariciando mi hombro. Sus manos subieron mi vestido, recogieron la tela y la juntaron alrededor de mis caderas—Seguro que también te estabas perdiendo esto—y colocó una mano sobre mi sexo.

Mi cuerpo respondió como siempre lo hace, con total descaro.

—Realmente me estaba perdiendo esto—respondí, hundiendo mis manos en su espeso y oscuro cabello y girándolo con mis dedos—Pero lo trajiste de vuelta.

—Nosotras lo trajimos todo de vuelta—me recordó, y me empujó a la habitación.

—Nosotras. Me gusta—gemí, sintiendo que la cama golpeaba la parte posterior de mis rodilla.

Santana y yo nunca habíamos pasado tanto tiempo sin tener sexo desde que estábamos juntas.

Y bajo sus manos una vez más, mi cuerpo cobró vida para ella. Tironeé de su vestido mientras ella tiraba del mío. Me encargué de sus zapatos mientras ella me quitaba el sujetador. Mis pechos llenaban sus manos, pesados y sensibles. Tomó mi liga con los dientes, dejando un rastro de besos a su paso.

Cuando finalmente estábamos desnudas, enredadas y jadeando, me arrastré hacia atrás sobre la cama, moviéndome hacia la cabecera.

—¿A dónde vas, dulce Britt?—preguntó, arrastrándose por la cama para llegar a mí.

—Quería hacerte sufrir un poco—bromeé, arqueando una ceja y la espalda mientras me agarraba a la cabecera de hierro.

—Esa es mi chica.

Ella me cubrió con su cuerpo, con sus largas extremidades yo envolvía con mis piernas su cintura.

—Te amo, Santana. Te amo jodidamente tanto—dije, echando hacia atrás su pelo y sosteniendo su cara entre mis manos, mirándonos.

—Yo también te amo, señora López—y luego se unió a mí.

Nuestros cuerpos se ajustaron el uno al otro, recordándose, estaban diseñados para encajar perfectamente.

Se mantuvo quieta por un momento, sintiendo como nos uníamos en todos los sentidos.

—Joder, como te he extrañado—gimió, con la voz tensa por la dulce tensión de contenerse, tomar las cosas con calma y asegurarse de que ella estaba bien.

Pero esa noche, nuestra noche de bodas, aprendimos cuán bello es tomar las cosas lentamente, con precisión y esfuerzo silencioso.

Cuerpos que apenas se mueven, sudor dulce que se acumula entre nosotras, se ajustándose y reajustándose, volviéndose uno solo en el silencio de la noche.

Tranquilo.

Lento.

Dulce.

Perfecto.

Nuestra primera vez como pareja casada oficialmente, fue romántica y maravillosa.

La segunda vez...eeeh...no tanto.

Santana no se pudo contener.

Volvió a casa.

Caderas empujando, brazos agitándose, mordiendo, lamiendo, chupando, follando.

Nuestras manos se entrelazaron y se aferraron rápidamente a la cabecera otra vez.

—Realmente no querías ir despacio esta vez, chica camisón.

Y ella tenía mucha razón.

Pum.

—Oh Dios.

[i]Pum pum.[7i]

—Oh Dios.

Joder, como me gustaba este mujer.

Y la amaría por el resto de mi vida.

Por nuestras vidas.

Porque Wallbanger fue la única que pudo darme mi final feliz.

...

...

...

…Ejem.







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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES.



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Finalizado FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm

Epílogo





Lord Tubbington


Había oído a la alimentadora y al bajita quejarse acerca de hacer la limpieza

No lo vi necesario.

Después de decir la palabra tocino una y otra vez, provocándome sin ningún alivio, lo menos que pudieron hacer fue dejarme las puntas de las costillas restantes y las sobras que quedaron de su celebración.

Encontré un plato que contenía más que suficientes golosinas sabrosas, y les indiqué a las chicas que había buscado un banquete para ellas. Era mi naturaleza cuidar a los que me rodeaban, especialmente a mis damas.

A cambio de otorgarles un alojamiento en mi casa, y protección general, mi trío me mantuvo bien acicalado y satisfecho.

Si sabes a lo que me refiero.

Y creo que sí sabes.

Mientras las damas estaban ocupadas con una hamburguesa de carne particularmente sabrosa, volví a mi misión anterior de búsqueda y destrucción.

Normalmente evitaba los contenedores de basura, después de que malgastara mi juventud persiguiendo Q-tips y bolas de algodón.

Nada bueno vino de esas búsquedas infructuosas, aunque divertidas.

Pero algo había despertado mi interés en una de las habitaciones de arriba, la que la alimentadora y la bajita usaban como caja de arena.

Caminé silenciosamente a través de sus dormitorios, sintiendo que estaban dormidas ligeramente.

La bajita hoy tenía esa mirada en ella, una mirada que significaba que la alimentadora ronronearía toda la noche.

No importa, tenía un pez más grande que encontrar.

Mmm, pez.

Entrando en su caja de arena sin ser descubierto, fui de inmediato a la papelera. Pateando con delicada gracia, volqué el contenedor y derramé el contenido en el suelo. Excavando a través de Kleenex, una botella de píldoras vacía, una condenada bola de algodón (que perdí a los veinte minutos, cuando decidió huir de mí), encontré el curioso elemento.

Envuelto completamente en papel higiénico, como para despistarme, había una caja vacía con un palo largo dentro. El palo tenía un buen peso, balanceándose muy bien en mi boca.

Lo usaría como palo de hockey.

Agarrando el extremo plano en mi boca, caminé hasta la otra habitación y salté silenciosamente a la cama. Subiendo por piernas y rodillas, codos y brazos, me acurruqué entre la alta y la alimentadora, trayendo mi palo de hockey conmigo para más después.

Había sido un largo día.

Había estado levantado durante al menos una hora, y el sueño me estaba llamando. Examiné el palo una vez más, notando que en un extremo había un símbolo interesante.

Dos líneas, cruzadas en el medio.

Hmm.

Dejando el misterio de lado por el momento, estiré mis piernas, asegurándome de estar tocándolas a ambas.

Pareció confortarlas.

Y ese era mi otro trabajo, asegurarme de que estas dos siempre estuvieran cómodas.

Pude sentir que la bajita comenzaba a moverse; será mejor que tome una siesta antes de que se despierte completamente y moleste a la alimentadora.

Cerré los ojos y me dormí al instante.

Feliz.

Contento.

Porque en mis sueños, había costillas para muchos días...

—¿Qué coño hace esto en la cama? ¿Lord T? ¿Qué es eso que trajiste? ¿Ah?

—¿Qué pasa?—la alimentadora bostezó.

Una larga pausa...

—¿Britt? ¿Tienes algo que contarme?

Una pausa más larga...

—A ver, Sanny. Es una historia divertida...

—Bueno, espero paciente.

La alimentadora guardo silencia y respiro muy profundo para luego decir:

—Mira, llevamos un tiempo juntos, pasamos por mucho y cuando paso lo de tu accidente, y como sabes muy bien, no quiero perder más tiempo…hable con Rach y Marley para que me orientaran y dieran los datos de la doctora que las ayuda para quedar embarazas. ¿Te acuerdas que para tu último chequeo para ver que todo estuviera bien, ambas congelamos nuestros óvulos para más adelante? ¿Por si algún día queríamos ser mamás?—la bajita solo movió la cabeza—Quiero esto San, quiero que nuestra familia crezca—la bajita se quedó callada con los ojos muy abiertos, asique la alimentadora continuo—Hace un mes fui con la doctora y me realice el tratamiento para quedar embarazada con tus óvulos…pensé que esta primera vez podría ser yo la que quedara embarazada con tus óvulos y para un segundo bebé podrías ser tú la embarazada con mis óvulos…

—Britt…

—Déjame terminar, por favor. No quería contártelo, porque quería que fuera una sorpresa, además que es muy difícil que el tratamiento funcione al primer intento…Ya sabes que Marley y Kitty les funciono a la segunda vez…bueno Rach y Quinn tuvieron suerte y les funciono a la primera…al igual que a nosotras y se…

La bajita no dejo continuar a la alimentadora callándola cuando juntaron sus bocas y las movían de forma rara.

—Te amo Britt-Britt, es la mejor noticia y ahora sorpresa que me podrías dar—dijo la bajita mientras le sujetaba la cara con sus manos—Yo quiero esto, esto que tenemos ahora con Lord T, Ella, Dinah y Norah, y mucho más contigo, rubia. También quiero que nuestra familia crezca. Y si, también quiero llevar a tu bebé en mi vientre—dijo volviendo a juntar sus bocas.

—Te amo Santana Pierce López.

—Te amo Brittany López Pierce.






FIN







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Bien aquí el final, un poquito arreglado para no dejarlo en suspenso, de esta linda historia. Y como dije al principio de esta, no tiene “ese no sé qué de las dos primeras”, pero es perfecta.

Y como también lo dije, con esta historia empecé la aventura del foro y con las Brittana y sus “amig@s” con los chicos de la serie Glee y quizás algunos otros personajes de otras serien, pero siempre Glee en primer lugar. Como también lo fueron las parejas de Faberry, ya que si ahí Brittana tiene que tener Faberry si o si jajaajajajaja.

Quería darles las gracias por apoyarme en estas adaptaciones que jamás pensé que serían tantas al verdad, pero llegue a las 70! Adaptaciones y 6 años!, como pasa el tiempo. En las cuales me apoyaron algunas personas desde el principio y entiendo que se tuvieron que ir al pasar el tiempo, que de 10 comentarios diarios (quizás menos, quizás más) llegue a 0 en algunas jajajajaja, pero sí sé que leían.

Y es por ese motivo, y también mi tiempo se está haciendo escaso, que elegí esta historia para ser la última adaptaría y le daría un fin a Glee, sus personajes, Brittana y al foro.

Y el tiempo es un factor fundamental aquí, ya que a todos nos afecta para poder comentar y hasta leer, y yo era una de las que decía que no me gustaba que las demás personas que publicaban historias y las dejaban sin un final o demoraban SIGLOS en publicas…lo cual yo hice…y más de una vez. Por eso prefiero, y también debo, terminar y darle un lindo final a esta etapa y momento.

No me queda nada más que decir, lo cual fue mucho a mi parecer jajajajajaja, solamente gracias.

Gracias a Glee, a que sin esa GRAN seria no tendríamos este foro. Y porque nos enseñó y sigue enseñando, que tenemos que ser tolerables con los demás y nosotros mismo. Que tenemos que respetar y respetarnos. Que nada, o muy poco, es imposible. Que las amistades si existen y aunque pasen cosas los AMIGOS, esos que si son amigos, siempre estarán. Que el amor puede pasar por muchas dificultades, pero pueden ser felices con esa persona, sin importar el sexo. Y lo más importe, que tenemos que querernos tal cual somos, porque así somos perfectos.

Gracias, a las personas que crearon el foro, ya se para interactuar entre nosotros. Para comentar la serie. Para subir historias y vivir historias más allá de la serie o de los que nos daba.

Gracias a ustedes, esas personas que solamente leían. Esas personas que ya no están en el foro, que son muchas sino es que todas xD. Esas personas que comentaron. Esa persona que me comento hasta el final y podría decir mi fiel seguidora “Micky Morales” por qué me comento hasta en mi última historia…y espero hasta mi última publicación ajajajaja.

Gracias a l@s autor@s que publicaron libros tan buenos para que los pudiera adaptar jajajajaja.

Y las gracias más importantes, a las Brittana, ya que sin ellas y su historia yo no habría adaptado, publicado y mucho menos llegar al foro. No niego que me hubiera gustado un mejor final con respecto saber más de ellas, pero al menos nos dieron un final juntas.

Muchas gracias por los años que pase aquí.

Y como dicen por ahí…”No lloremos porque termino, sino porque paso”…o algo por el estilo jajajajaja.


Saludos =D



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