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[Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo - Página 3 Primer15
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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 14

Mensaje por 23l1 Dom Jul 26, 2015 8:23 pm

Capitulo 14

Durante su estancia en la reserva natural de Huelva casi no hubo problemas. Pudieron más las ganas de sacar aquel reportaje adelante en sólo un día, que las de querer quedar una por encima de la otra, como venía siendo habitual en ellas.

El resultado fue un gran trabajo realizado con la ayuda de su redactora Tina, que era la mejor de su clase en ese tipo de terrenos. Así que se pusieron enseguida a organizar el viaje a Irán con bastante antelación: billetes, estancia, mapa de rutas, temas a tratar…

Pasaron las Navidades, época en la que cada una intentó desconectar a su manera.

Santana bajó a Sevilla para rodearse del cariño de sus padres y seres queridos, a los que tanto añoraba.

Brittany, por su parte, se dedicó a salir de marcha con sus amigas, a las que por fin lograba reunir debido a que permanecieron en la capital para las fechas señaladas de compromisos familiares ineludibles.

Y llegó el gran día.

El cuatro de enero de dos mil diez, Brittany, Santana y Blaine Anderson guardaron cola en la ventanilla de facturación cargando con sus respectivos equipajes.

Una vez que obtuvieron sus tarjetas de embarque, se dirigieron a la cafetería de la Terminal 2 de Barajas para hacer algo de tiempo. Eran las seis y el avión salía a las siete y veinte de la mañana.

No hablaban mucho entre ellos, teniendo en cuenta que dos en el grupo no se aguantaban y el tercero era el recién llegado.

Delante de tres cafés cortados, comentaron brevemente lo que harían durante el largo vuelo y calcularon el tiempo que tendrían para descansar por el jet-lag.

Al ir a pagar, Brittany le dio con el codo, sin querer, a Santana, haciendo que se le volcara el resto de café que le quedaba en la taza y que estaba dispuesta a apurar.

—Ostras… Lo siento, se me enganchó el jersey en la cremallera del bolso al ir a sacar el monedero—se disculpó Brittany.

—No… no tiene importancia. Menos mal que ya no quemaba.

Santana se secó la camisa blanca que llevaba con varias servilletas de papel, sin el resultado mágico que esperaba.

—Deja, que te ayudo. Mierda, se está extendiendo.

Brittany se sentía fatal.

Santana vio su gesto y, a pesar de que no le había hecho ninguna gracia aquel incidente (porque no tenía con qué cambiarse al haber facturado su maleta), le quitó hierro al asunto.

—Va, no pasa nada. Ahora vuelvo—se levantó del taburete y sacó dos euros para pagar su consumición.

—No, por favor. Qué menos que pagarlo yo.

Santana asintió conforme.

—Está bien, espérenme aquí que ahora vuelvo.

Blaine y Brittany la esperaron pacientemente durante diez minutos. Al no verla aparecer, decidieron salir a buscarla. Sospecharon que estaría en cualquier tienda de souvenirs, comprándose algo de ropa con lo que poder mudarse.

Pero no dieron con ella.

De modo que Brittany cogió su móvil y la llamó.

—¿Se puede saber dónde estás?

—Estoy aquí, saliendo del baño. ¿Me ves?


Santana apareció desde lo lejos, saliendo de la toilette de señoras. Las dos colgaron al verse. Santana llegó hasta donde la aguardaban sus dos compañeros, sonriente.

—Perdonen el retraso, pero siempre “descargo” antes de volar. Por cierto, ¿les gusta mi sudadera?

Se desabrochó la chaqueta negra que llevaba, dejando a la vista una sudadera blanca con la Puerta de Alcalá estampada en el centro.

Brittany y Blaine se rieron al unísono. Entre comentarios jocosos y las risas por la aparente descomposición de Santana, marcharon juntos hasta la puerta de control policial.

Entraron en la cabina del avión a través del iluminado finger. Los asientos estaban repartidos a ambos lados del pasillo en dos filas de tres, por lo que Santana dedujo que se trataba de un Airbus A-321.

Su afición por conocer todos los modelos de aviones que existían en el mercado venía dada por el trauma a volar que le había causado el accidente aéreo de su novia.

Llegaron a la fila ocho, asientos A, B y C. Los tres se sentaron juntos. Santana eligió ventanilla, Brittany se colocó en medio y Blaine junto al pasillo. Una vez que todos los pasajeros estuvieron en sus plazas, las azafatas cerraron las puertas de los compartimentos superiores para el equipaje de mano.

Aquel sonido seco y continuo acabó con la poca calma que le quedaba a Santana, que se concentraba en mirar por la ventanilla para no mostrar a los demás la cara de pánico que tenía.

Los motores se encendieron con su ruido característico. La locución bilingüe empezó con las explicaciones sobre seguridad. El auxiliar de vuelo enseñó a todos cómo utilizar el chaleco salvavidas, a través de dos tubitos rojos que salían de éste para inflarlo.

La tensión de Santana era ya patente.

Cada vez agarraba más fuerte sus reposabrazos y Brittany se fijó en ese detalle. Blaine se había aislado leyendo la revista gratuita que encontró en el bolsillo del asiento que tenía delante, por lo que ambas mujeres se quedaron “a solas”.

Una vez que el piloto indicó que ya tenían permiso para despegar, las luces de la cabina se atenuaron. Santana tragó saliva, se puso rígida y cerró los ojos.

El avión entró en pista.

Las turbinas aceleraron su giro hasta conseguir la velocidad necesaria. Las ruedas del tren de aterrizaje estaban a punto de despegarse del suelo…


“Me va a dar un infarto… ¡Me va a dar un infarto! Sosiega, Santana, sosiega… ¡Que no vas a llegar ni al despegue! ¿Y qué hace el alelao de Blaine? No, si el tío encima está leyendo como si nada. ¿Cómo se puede estar tan tranquilo si el despegue y el aterrizaje son los momentos con más propensión a accidentes? ¡Lo dice la estadística y la estadística va a misa! Oh, Dios mío… Encima Brittany que no para de mirarme como a un bicho raro. Debo de tener la cara como el protagonista de “El Grito” de Munch”.


Faltaban menos de veinte segundos para que el avión despegara el morro del asfalto. Un caminito de luces amarillas iluminaba el pavimento que conducía hacia el final de la pista.


“Ay, mi madre… Que ya, que ya nos vamos. Esto está temblando y va que se las pela. Se me va a salir el corazón por la boca. Como siga así, voy a montar un numerito, porque seguro que me desmayo. No sé lo que sintió Dani el día del accidente, pero debe ser algo parecido a esto. Por favor, que se acabe ya”.


De pronto, un acelerón del avión. Las espaldas de los pasajeros se pegaron al respaldo por inercia. Santana inspiró hondo y aguantó la respiración, por la impresión de notar que el avión se iba a elevar.

—¡¿Pero qué te pasa?!

Brittany dejó de morderse la lengua y le preguntó asustada.

—Hace más de un año que no vuelo… y estoy cagada de miedo, Brittany.

Dos lágrimas salieron de los ojos de Santana, incapaces de contener aquella negativa emoción.

Cuando el Airbus despegó, Brittany tomó la mano de su compañera de asiento, apretándola con suavidad, y la miró a los ojos, sonriendo, tratando así de traspasarle su seguridad y calma.

Aquel contacto inesperado causó tanta sorpresa en Santana, que consiguió que se olvidara momentáneamente de que aquel trasto con alas ya estaba en el aire y guardando el tren de aterrizaje.

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 15

Mensaje por 23l1 Dom Jul 26, 2015 8:24 pm

Capitulo 15

Poco antes de aterrizar, se produjo un fenómeno curioso entre las mujeres que viajaban en el avión: desaparecieron escotes, melenas, labios pintados y pantalones ajustados.

Todas, iraníes o extranjeras, fueron cambiando su aspecto occidental por el hiyab, ropa modesta consistente en prendas holgadas que disipaban cualquier forma femenina de provocación (sobre todo el pecho y las caderas), además del típico pañuelo que cubría completamente el pelo y el cuello.

Brittany y Santana, con los nervios del viaje, habían olvidado este detalle, por lo que decidieron cambiarse una vez llegadas a Irán.

Si no llega a ser porque Brittany se hubo apiadado de la cara de susto de su compañera de viaje, Santana se habría pasado los dos vuelos (tuvieron que hacer escala en Milán durante una hora) rezando para sus adentros.

Su jefa le había estado hablando durante casi todo el trayecto. Le dio conversación para que se centrara en la charla y no en su miedo.

Y el caso es que funcionó.

Pudo más la curiosidad de Santana por dejarse llevar ante aquel intento de acercamiento de Brittany, que el hecho de que quisiera que el avión diera media vuelta, rumbo de nuevo a Madrid.

Al ver que aquel gesto le había dado buen resultado, Brittany volvió a coger la mano a Santana tantas veces como se percataba de que ésta se agobiaba por una pequeña turbulencia. Su ayudante, a la cual en esos momentos le faltaba el habla, se lo agradecía con la mirada.

Brittany se sintió feliz y útil.


“Mi madre… Esto es para mear y no echar gota… ¡Me está tocando! ¡Me está cogiendo de la mano y me mira con una sonrisa! Increíble, ¡quién la ha visto y quién la ve…! ¿Qué le ha pasado? ¿Habrá hecho caca, al fin? Lo mejor de todo es… que me gusta… Me gusta que me coja de la mano, porque consigue calmarme. Me hace sentir reconfortada. A su lado ya no me siento tan sola en esto…”.



***********************************************************************************************************


A eso de las siete de la tarde, hora local, aterrizaron en la pista número cuatro del aeropuerto de Mehrabad.

Cuando bajaron del avión, una ola de calor les golpeó la cara. Ya estaban avisados de que Irán era famoso por su clima árido, pero ahora ya sí que no les quedaba ninguna duda de que iban a cocerse en su propio jugo durante toda su estancia.

Tras casi diez horas de viaje, tuvieron el tiempo suficiente como para leer y releer todas las reseñas sobre el país que ahora pisaban. Antes de salir de la terminal, los tres se cambiaron de ropa.

Al salir de los servicios, la fotógrafa y su ayudante iban cubiertas con el hábito común de las mujeres del lugar. Blaine se puso unos pantalones largos.

En el taxi que los llevó al hotel, Santana comprobó, mientras las repasaba, que se sabía de memoria las primeras líneas de su guía de viaje.


«En la actualidad, Teherán es una de las ciudades más grandes del Medio Oriente. Está situada a cien kilómetros al sur del mar Caspio, al pie de las montañas Elburz. Los lugares de interés incluyen el Palacio Pahlavi, el Majlis (edificio del Parlamento), la Mezquita del Rey del siglo XIX, el Museo Arqueológico, el cual contiene objetos de las ruinas de la ciudad de Persépolis; el enorme bazar y la Mezquita Sepahsalar, con sus ocho minaretes.»


Una vez llegados al lugar en donde pernoctarían, pagaron al taxista (el cual no tuvo a penas problemas para entenderse con ellos en inglés).

Cargaron con sus maletas y entraron en el Hotel Azadi Grand. Ante sus ojos, tenían un lujoso edificio de veintiséis pisos de altura. Sin duda, era uno de los mejores hoteles del país.

Sus cinco estrellas les ofrecían una calidad y un confort excelentes.


“Al final Quinn va a tener razón y todo… Creo que me van a venir bien estas vacaciones… Ahora sólo hace falta que el Doctor Jekyll no se transforme en Mister Hyde, porque si no la llevo clara”.


Los tres se aproximaron, sin dejar de mirar alrededor, maravillados, al mostrador de recepción.

—Buenas noches, señores—el recepcionista miró los documentos de reserva que le entregó Blaine.

—Una habitación doble para las señoritas y una individual para usted, ¿verdad?—el muchacho tecleó en su ordenador.

—Correcto—respondió Blaine mientras las mujeres permanecían calladas.

—Bien, bueno les corresponde la doscientos quince a ellas y la doscientos doce a usted.

El recepcionista se giró y sacó, del tablón que tenía detrás, dos tarjetas con banda magnética.

—Segunda planta, pasillo derecho. Feliz estancia, señores.

Subieron por un elevador de cristal que les mostró la grandiosidad del complejo, que incluía una piscina cubierta y un gran bar-cafetería bajo un techo acristalado.

—Bueno—Blaine bostezó—, Yo me voy a dar una ducha y a dormir. ¿Nos vemos mañana a las ocho y media en la cafetería?

—Estupendo—contestó Santana, mientras que su jefa se limitaba a responder levemente con la cabeza.

Fue Brittany la que introdujo en el sistema electrónico su tarjeta-llave y descubrió una habitación bastante acogedora. La suave y limpia moqueta del suelo la invitó a descalzarse de inmediato. Desde la ventana podía ver la piscina y una de las entradas que daban acceso al restaurante.

—¡Me pido la cama de arriba!—dijo Santana, lanzando su maleta a la cama que estaba pegada al cuarto de baño.

—¿Qué dices? ¡Si aquí no hay litera!—Brittany se apoyó en el alféizar.

—Era una broma, mujer… Mira que llegas a ser sosa.

Esto último se le escapó, ya que no fue consciente de que aquel pensamiento lo había dicho en voz alta.

Brittany la miró con cara de enfado.

No era para menos.

—Perdón… se… ¡Bah, da igual!

Gesticuló con la mano para quitarle importancia y se puso a deshacer su maleta para poder encontrar el pijama de verano que había traído.

Como tenía algo de hambre, por culpa del desfase horario, Brittany abrió el mini-bar, se comió de golpe dos chocolatinas y se bebió un botellín de agua acto seguido.

No se dio cuenta de que unos ojos oscuros la miraban, a su espalda, abiertos como platos.

Se giró lentamente, temerosa, como si fuera a encontrarse cara a cara con el asesino de Scream.


“Joder… Ha sido como volver a verla… La he tenido delante por un momento… Dani hacía siempre lo mismo, era una glotona”.


—¿Qué? ¿Qué pasa? ¡No me digas que tengo un bicho! ¡Ayyyy! ¡Quíiiiitamelooooooooo, quítamelooooo, por tu maaaaamá!

Brittany se puso a correr por toda la habitación, bajo la mirada divertida de Santana, que no podía reprimir la risa al ver, por primera vez, a una mujer completamente distinta a la que creía conocer.
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Mensaje por micky morales Dom Jul 26, 2015 9:55 pm

jajajajajajajaja que divertido, no es un bicho son las similitudes!!!!!
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Mensaje por Elita Dom Jul 26, 2015 11:43 pm

Jaja! Santana con sus traumas & la otra de babosa xD
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Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 1:28 am


micky morales escribió:jajajajajajajaja que divertido, no es un bicho son las similitudes!!!!!


Hola, aajajajajajajaj xD britt y sus "salidas" locas no¿? ajajajajaj. Saludos =D



Elita escribió:Jaja! Santana con sus traumas & la otra de babosa xD



Hola, jaajajajaj xD bueno lo de san no es para menos no¿?... y bueno britt xD jjajajajajajaj quien no lo estaría con san¿? jajajaaj. Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 16

Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 1:30 am

Capitulo 16


Santana disfrutaba de la excelente panorámica de los Montes Elburz mientras daba cuenta de un buen desayuno junto con sus compañeros de aventura.

Ya tenían marcada en un mapa la ruta de aquel primer día y en media hora estuvieron listos para alquilar un vehículo. Habían pensado fotografiar la ciudad, sus principales lugares turísticos y comer en algún restaurante típico.

Salieron del hotel con las pilas cargadas. Según las indicaciones del amable recepcionista, el rent a car no estaba muy lejos de la zona, así que fueron andando.

Primera parada: el casco histórico de Teherán.

En el coche, con Blaine al volante, pudieron comprobar en sus propias carnes el singular estilo de conducción iraní y su tráfico caótico.

Estuvieron a punto de colisionar dos veces con otros coches que venían de frente en una calle de dirección única.

Aparcaron cerca de la Mezquita de Sepahsalar. Ahí no estuvieron más de una hora, ya que tenían asignado un estricto control del tiempo empleado en cada parada.

Sus mosaicos de finales del siglo XIX fueron el foco de atención, Santana se esmeró en hacerles buenas fotos, mientras que Blaine tomaba notas y Brittany iba seleccionando, con decisión y rapidez, los ángulos y lugares desde los que se tomarían unas panorámicas.

Después, les tocó el turno a los Palacios de Saad-Abad, complejo cultural que destacaba por ser uno de los más modernos del país, y el Niavaran Sahebgaranieh, con influencias arquitectónicas europeas y preciosos jardines.

La Mezquita Imam fue el último lugar escogido antes de la hora del almuerzo, puesto que podían acceder a ella desde el Bazar, el mercado más grande de Irán, que quedaba justo en el corazón de la ciudad.

Gracias a la diversidad de restaurantes que plagaban la zona, se pusieron las botas con una gran degustación de Chelow kebab. Comprobaron que es muy distinto al turco, el que se conoce en occidente como Doner kebab, ya que éste presentaba una tira de carne alargada (de cordero o de pollo) acompañada de una montaña de arroz o una torta de pan, un tomate hecho al fuego y una cebolla cruda.

La primera en acabar fue Brittany, que parecía no tener fondo.

En cuanto a la bebida, Santana estuvo a punto de escupir la cerveza sin alcohol que le sirvieron.

Sabía a piña.

Un camarero le sugirió que probara otra marca, pero ella declinó la invitación porque prefería el aguachirri de piña al de manzana. Se convenció a sí misma de que lo que había en el vaso era zumo y se lo bebió sin pararse a paladearla, por supuesto.

Con los estómagos llenos, volvieron a la carga.

Fueron en busca del Parque Mellat, uno de los pulmones de aquella calurosa ciudad. A pesar de que llevaban un mapa, se equivocaron varias veces de camino, de modo que tuvieron que preguntar a los aldeanos la ruta más rápida hacia su destino.

Era curioso cómo aquel viaje estaba ayudando a derribar los prejuicios que los tres tenían hacia aquella gente. Los lugareños eran muy amables y serviciales con ellos (y con el resto de extranjeros con los que coincidían).

Aunque la idea de llevar la cabeza cubierta con un pañuelo las veinticuatro horas del día no hacía muy felices a Santana y Brittany, era evidente que a ciertas horas del día era el mejor protector contra los hirientes rayos de sol de Teherán, “el lugar caliente”.

Una vez logrado el objetivo de inmortalizar el hermoso parque, se sentaron juntos en la escalinata blanca desde la que hicieron la gran mayoría de fotografías.

Desde esa altura el paisaje era maravilloso.

Estaban algo cansados, no tenían ni ganas de hablar. Santana no sólo inmortalizó aquel instante con la cámara que llevaba al cuello, sacando una foto con la técnica amateur de alargar el brazo para que los tres entraran en cuadro, sino que incluso se dejó llevar por la fantasía.

En su mente, una ficticia secuencia se reproducía como una película. Dani estaba sentada a su lado, hablando sin parar de cualquier cosa, como siempre hacía cuando estaba alegre, y ella la miraba sonriendo, escuchando todo aquello que la niña de sus ojos decía con convencimiento.

El sol iluminaba aquella cara imaginada, haciendo que los ojos que adoraba le parecieran más hermosos.

Ella tenía una mano sobre el muslo de su chica, que llevaba sus vaqueros favoritos y la camiseta que ella le había regalado por su último cumpleaños.

Y se sentía tan tranquila y sosegada que no se dio cuenta de que, en el mundo real, estaba a punto de caer la noche y de que Dani no era Dani, sino Brittany.


**************************************************************************************************

En el coche, de vuelta al hotel, Santana deseó una y mil veces que aquel mágico instante vivido junto a su amor perdido hubiera sido verdad.

Entonces, unas palabras resonaron en su cabeza como un martilleo incesante. Las últimas palabras de Dani antes de macharse de viaje sin retorno.


“Y por si no nos vemos, cariño… Buenos días, buenas tardes y buenas noches.”


—Mierda, hemos estado en el bazar y no hemos comprado ningún souvenir… Marley me va a matar—soltó de pronto Brittany.

—Mujer, vamos a estar algunos días más. Va a dar tiempo de sobra. Aunque yo paso de volver cargado. Le pillo un par de babuchas a mi novio y santas pascuas. ¿Y tú, San?—preguntó Blaine.

Santana estaba en un mundo paralelo. Tenía la mirada perdida en ninguna parte, como su alma.

Brittany se dio cuenta de que su ayudante estaba seria, se había ido apagando progresivamente.

—Santana, ¿estás bien?

Se preocupó Brittany.

—¿Eh?… Ah, no, no es nada…

Brittany ya la conocía lo suficiente como para saber que aquello era una mentira como una casa.

Porque cuando Santana no hablaba… malo.


La conversación durante la cena fue parca en palabras, en gran medida, porque estaban agotados. No habían descansado casi nada y el sueño les estaba pasando factura. No había más remedio que acostarse temprano para aguantar el ritmo.

Las dos mujeres entraron en la habitación que compartían una vez que se despidieron de su compañero. Ambas permanecían en silencio, como dos desconocidas en la estrechez de un ascensor.

Santana se tiró cansadamente en la cama y encendió la televisión, escogiendo un canal internacional en inglés.

Brittany prefirió darse una ducha para relajar sus músculos. Salió del baño con una toalla enrollada al cuerpo y otra pequeña en la cabeza.

—Ya era hora, Lawrence de Arabia, ¡que me estoy meando viva!

Brittany se quedó perpleja. Su ayudante entró en el servicio como las balas. Se sentó en el WC para orinar y, a la vez, para tener un momento a solas consigo misma.

En la intimidad que daba el vapor residual que salía de la ducha, sacó del bolsillo de su pantalón el monedero. Rebuscó dentro de un pequeño bolsillo y extrajo una pequeña foto de carnet.

La miró por lo menos un minuto.

Se sabía al dedillo cada pulgada, cada píxel de aquel retrato de Dani. Y dejó que las lágrimas inundaran sus ojos por la añoranza. Era la víspera del día de Reyes y la echaba enormemente de menos.


Al no oírla durante un tiempo que le resultó sospechoso, ni el tirar de la cisterna, Brittany se acercó sigilosamente hasta la puerta del baño y puso el oído. Escuchó los sollozos de Santana que reprimía las ganas de gritar de dolor.

—¿Todo bien?

Brittany se retiró unos pasos para que no resultara evidente que la estaba espiando.

—Eh… Sí, sí…

Santana se sonó la nariz y trató de aparentar serenidad, mientras se levantaba y tiraba de la cadena, para disimular. Salió con el rostro algo enrojecido.

El agua fría no había dado demasiado resultado.

—Dios, qué calor hace en esta ciudad, ¡Jesús!—Santana se inventó rápido la excusa perfecta para reaparecer de aquella guisa—Me he tenido refrescar un poco, porque si no…

—¿Y por qué no te has dado mejor una ducha? —

Brittany preguntó a mala idea, para sonsacarle.

—Paso, mejor mañana por la mañana…

Santana se rascó la cabeza y sonrió de medio lado.

Brittany dejó de insistir para no hacerla sufrir más. Seguir con aquel interrogatorio no haría más que empeorar su estado de ánimo, ya de por sí destruido.

Así que se puso a leer el New York Times que había robado de la cafetería antes de subir a la habitación.

Inmersa en su dolor, Santana decidió que la mejor forma de sacarlo fuera era contárselo a alguien de quien sí podía fiarse. Cogió su portátil y, tras pasar las fotos que había hecho durante la jornada, se puso a escribirle un email a su amiga del alma.


Querida Quinny:

Odio los días en los que me siento débil e inestable. Esos días horribles en los que todo me afecta, se me saltan las lágrimas y me entran unas ganas de llorar enormes con el sólo hecho de mirar por la ventana y ver el cielo lleno de estrellas. Y siento una tristeza que no sé muy bien de dónde viene, pero que está ahí y ni me la puedo explicar.

Encima, premenstrual, y la maldita regla no se decide a bajar. Me siento jodidamente vulnerable.

Vulnerable y cansada.

Son las doce de la noche y aún tengo muchas cosas por hacer en los próximos días, pero ahora mismo no tengo ilusión por nada. No puedo… Esta sensación tan aplastante no me deja.

Un amargor húmedo se ha instalado al final de mi garganta y tapona mis pulmones, no dejando entrar el aire optimista que necesito.

Me asfixio.

Me asfixio con mi propia pena.

Con este gran pesar que baña mi corazón y mi cabeza. Estoy emocionalmente inestable.

Y débil.

No lo soporto.

No lo soporto porque no puedo controlarlo. Odio todo lo que yo no pueda controlar a mi antojo.

Mis emociones son mías, así que yo las manejo y las muestro a quien quiero. En eso he sido siempre muy perfeccionista. Ya me conoces, las dos somos igual de “fatigas”.

Pero hoy no.

Se ve que hoy no es el día.

Hoy, encerrada en el baño del hotel, sé que mi jefa me ha oído llorar… llorar amargamente de dolor y eso, sinceramente, me fastidia. Me siento una muñeca de porcelana que se ha resquebrajado en un sinfín de trozos, pero que no se han caído al suelo y luchan por seguir unidos para no deformar un cuerpo hermoso.

Todo por culpa de Dani.

Otra vez Dani, que me hace estar insoportable conmigo misma.

¿Por qué ha tenido que morirse?

¿Por qué me ha dejado tan sola?

¿Cómo coño voy a salir adelante?

Todo lo veo negro.

Nada está bien.

Nada está en su sitio.

Me he transformado en una niña de cinco años indefensa, ñoña y llorona. Me siento patética pero en el fondo sé que tengo que darme permiso para estar así.

Las hormonas me están volviendo loca.

Mi mente insiste en recordar su muerte. Dani… Y en hacerme daño. Una y otra vez… Mis ideas retumban en mi cabeza y su eco me perturba. No soy quien me empeño hacer creer que soy. Mi fachada es intermitente, holográfica y tiembla por momentos, haciendo ver la verdad de mi interior.

Soy tan frágil como el cristal, tan blanda como la arcilla.

Soy mantequilla.

Me siento vacía.

Mi vida, en estos instantes, carece de importancia. Todo se ha vuelto banal, secundario y aburrido sin ella, Q. Y sé que estarás deseando estar ahora conmigo para darme dos hostias bien dadas y un grito de atención.

Sólo me queda este mail… Aunque es más bien un desahogo, que escribo para auto-compadecerme, no sé muy bien por qué.

La habitación que comparto con Brittany, de quince metros cuadrados, se ha vuelto el Palacio de Versalles. Todas las personas con turbante que veo pasar bajo mi ventana tendrán, seguramente, una vida interesante.

Una vida que jamás conoceré.

Tampoco ellos conocerán la mía.

Brittany tampoco.

Es un alivio.

La brisa seca y ardiente que entra por mi ventana tiene una cadencia de fado. Y el cielo, esta noche, tiene un color indeciso de melancolía que describe a la perfección el estado de mi alma.

La soledad de un minuto se vuelve eterna y duele como un hachazo. Mi chaleco antibalas no funciona, porque se ha vuelto de papel.

Y como no hay nadie cerca que pueda detener esta autodestrucción, me consuelo con saber que soy la única, aparte de ti (pero estás muy lejos como para poder evitarlo), que conoce el secreto de mi flaqueza.



********************************************************************************************************


Se acostaron al poco, porque no tenían conversación.

Brittany no veía cómo poder acercarse a Santana.

Era evidente que no tenía ganas de sincerarse, de modo que Brittany respetó su decisión.

Antes de cerrar los ojos y quedarse dormida, Santana habló para sus adentros como si lo hiciera con Dani.


“Buenas noches, cariño.”

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 17

Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 1:31 am

Capitulo 17


La ciudad de Isfahán, a cuatrocientos cincuenta kilómetros al sur de la capital, estaba ya a tan sólo cinco minutos.

Tuvieron la oportunidad de ir en autobús, aunque ello supusiera aguantar unas cinco horas de trayecto en un vehículo abarrotado de gente, pero prefirieron no jugarse la vida poniendo a Santana de chófer.

Catorce volantazos después, llegaron a la urbe, blasfemando nuevamente sobre los modos de conducción del lugar.

La belleza de la plaza central les pareció inigualable. Rodeada de un bazar con un gran encanto, en donde pudieron comprar a bajo precio un montón de recuerdos para familiares y amigos, se dejaron atrapar por los olores de las especias que allí se vendían a granel. Palacios, mezquitas y templos les esperaban aquella calurosa mañana.

Como la venta de alcohol está prohibida en todo el país y la cerveza del día anterior no les había agradado demasiado, no encontraron nada mejor para refrescarse que el dugh, una especie de yogurt blanco con gas.

A pesar de que era muy barato, a Santana no le apetecía beberse una botella de dos litros, único formato de venta del potingue, porque tenía un sabor extraño.

El comerciante de la tienda de comestibles en donde habían entrado a comprar provisiones, un señor barbado y entrado en carnes que tenía una nariz bastante aplastada, se rió de ella en cuanto la probó.

La cara de la ayudante de Brittany era todo un poema.


Antes de comenzar a trabajar, buscaron un lugar en donde comprar pilas para la grabadora de Blaine, que había olvidado coger las de repuesto en el hotel.

Brittany preguntó al camarero de un café y éste le indicó la dirección de un establecimiento no muy lejos de ahí.

En cinco minutos llegaron a Electronic Shop y echaron un vistazo a todos los artículos que estaban a la venta. Vieron una curiosa sección de juegos de PC a cuatro mil riales, unos cuarenta céntimos de euro, con la curiosidad de que eran copias piratas. Lo mismo ocurría con los CD’s de música, los DVD’s y algunos libros, que eran fotocopias de originales a muy bajo precio.

Santana no pudo aguantar la tentación de consultarle al tendero.

—El gobierno no ha firmado los acuerdos sobre copyright, por lo que es totalmente legal la compra-venta de cualquier material copiado del original, señorita.

Le contestó el muchacho que la atendió mientras su ayudante le decía algo en farsi.

Los tres vieron el cielo abierto.

Adquirieron varios CD’s de música folklórica y un par juegos de ordenador para matar los ratos muertos en el hotel. En total se gastaron unos cinco euros, aunque si hubieran permanecido un minuto más, se hubieran llevado media tienda.

Los corresponsales de la revista Voyager se aventuraron a descubrir la perla arquitectónica de Irán. De hecho, era el lugar con más afluencia turística del país y una de las ciudades más bonitas de Oriente Medio.

Primero se dirigieron a la Plaza de Naqsh-e Shah, una verdadera maravilla, que estaba constituida por un enorme patio real, situado alrededor de un campo de polo del que sólo quedaban las columnas de piedra de las porterías.

A su alrededor, había galerías de dos pisos con columnas para los espectadores de las procesiones reales, de las exhibiciones y los encuentros de polo (los más populares según un guía británico que andaba por ahí soltando su retahíla a una horda de londinenses).

Después fueron hasta la Mezquita del Imam, que gozaba de un celestial portal con complicados nichos en forma de estalactitas. El edificio entero estaba decorado con juegos de baldosas de colores indescifrables e indescriptibles.

Otra de las construcciones emblemáticas que Santana no paró de fotografiar fue la Mezquita de Sheij Lotfollah, que se distinguía por no tener minaretes.

A eso de las cinco de la tarde, una vez completado su recorrido con éxito, se permitieron el capricho de perderse por las laberínticas calles de la ciudad. Todas las especias de Oriente, desde el azafrán a la menta y del cardamomo al comino, asaltaron de nuevo el olfato Brittany, Santana y Blaine.

Olores que se mezclaron con los sonidos de los trabajos provenientes del Bazar y que advertían al visitante de una actividad paciente y armoniosa.

El mercado de Isfahán tenía fama de ser uno de los más bellos y tradicionales del país, el mejor lugar para hacer las compras, gracias a su rica variedad de artesanía.

Santana no desaprovechó la ocasión y cambió veinte dólares para poder comprarse unos magníficos kilim. La calle principal de la ciudad era Chahár Bagh (Cuatro Jardines) y ciertamente hacía honor a su nombre.

En esta misma calle se localizaba la Madrasa Chahar Bagh, que funcionaba desde principios del siglo XVIII.

Ya en el puente Si o Se Pol Santana y Brittany inmortalizaron, a través de los objetivos de sus cámaras, aquella construcción de treinta y tres arcos.

Antes de rematar el día, los tres tomaron un té en lo más profundo de las entrañas de la ciudad, sobre el río Zayandé Rud.

Por último, al caer la noche, se despidieron acudiendo al barrio cristiano de Yolfá.

En el viaje de vuelta, Santana hizo un repaso mental a todo lo que había contemplado con verdadero estupor. Por el momento, Isfahán era la ciudad que más le había gustado.

Brittany se alegró de que su ayudante hubiera recuperado su estado anímico normal.

Volvía a parlotear como una cotorra. Incluso se mostró divertida, haciendo alguna que otra broma.


Cenaron en una de las habitaciones. A su vuelta, habían encontrado el restaurante hasta la bandera y no estaban para aguantar mucho bullicio, de modo que eligieron algo más íntimo.

En el cuarto de las chicas, se sentaron exhaustos pero contentos. Todo estaba saliendo a pedir de boca.

Blaine, acomodado en la cama de Santana, escribía desde su portátil un mail a su jefe, Will, para contarle los progresos.

Brittany y Santana comían en la otra cama y reían al recordar el casi accidente que pudieron llegar a tener a la vuelta, por culpa de un camión lleno de gallinas que iba en dirección contraria tan campante.

—Vamos, es que ya me veía emplumada, como los Hermanos Dalton en Lucky Lucke.

Brittany le dio un buen mordisco a su bocadillo y hablaba con la boca llena, cosa que no le pegaba nada, según la opinión de su ayudante.

—Al menos habríamos caído sobre blandito, porque ahí había pollos para hacer veinte edredones—contestó Santana, riendo—Oye… ¿quieres más?—añadió mostrándole que aún le quedaba un poco—Ya no tengo más hambre y veo que tú… vamos, ha sido visto y no visto. No has dejado ni las migas.

Los ojos de Brittany la miraron agradecidos.

—De… ¿De verdad me lo das?

Santana sonrió y asintió con la cabeza.

Brittany cogió el trozo de bocadillo que le sobraba con sumo cuidado, como si de un manjar se tratara. Y se puso a comérselo con la misma ansia que el que ya reposaba en su estómago.

—Te vas a engollipar. Bebe refresco, mujer.

Brittany asintió y siguió tragando, dándose un respiro al dar un trago a la lata de cola que había apoyada en el suelo.

—Oye, ahora en serio… ¿Dónde metes todo eso que te comes?—le espetó Santana, con suma curiosidad—Es que encima luego no engordas ni un gramo. Estás igual, jodía.

Se permitió emplear un lenguaje más coloquial, puesto que, desde que habían abandonado España, la actitud de su jefa hacia ella estaba cambiando radicalmente.

—No sé—dijo Brittany con la boca repleta de migas.

—Bueno, va, que te distraigo. No hables y come, que te me vas a atorar.

Santana volvió su vista a la mochila que habían llevado durante la jornada. Abrió el bolsillo exterior pequeño y rebuscó unos instantes.

—¿Qué…? ¿Qué es lo que…?

Brittany masticaba y hablaba a la vez.

—Espera, que creo que…. Aquí están.

Acto seguido, Santana le ofreció dos chocolatinas (que había comprado a escondidas) y se las puso sobre la cama.

—Toma. Son… para ti—una arrebatadora sonrisa enmarcó aquel momento tan dulce—Feliz día de Reyes.

Brittany se quedó con la boca abierta. Lo último que esperaba es que Santana la conociera tan bien y menos que tuviera aquel detalle con ella.

Con tanto trabajo, ni si quiera se había acordado del día que era.

—Es…verdad. Es hoy. Jopé, es…—no le salían las palabras—Pero yo no te he compr…

—Espera, tienes un…

Santana se acercó para retirarle un poco de queso untable que le sobresalía del labio inferior. Su dedo índice rozó levemente la boca de Brittany.

Brittany se quedó rígida, como una estatua de sal que el viento se podría haber llevado en el caso de que en la habitación hubiera surgido una brisa por generación espontánea.

Sus rostros estaban tan cerca que Santana creyó poder oír los latidos del corazón de Brittany.

Por un momento, que fue mágico, permanecieron mirándose sin pestañear.

—Ya está—interrumpió Blaine, mientras cerraba secamente la tapa de su ordenador—Le he hecho la crónica. A ver si le gusta.

Ellas dieron un respingo.

Brittany quiso controlar su rubor y Santana decidió hacer como que bebía más refresco.

—Bueno, éste que está aquí se va pa’l sobre—el muchacho se levantó desperezándose—Que duerman bien, chicas.

Ambas se despidieron de Blaine y concluyeron que también para ellas había llegado la hora de acostarse.

Una vez se hubieron cambiado y colocado los pijamas, programaron sus alarmas despertador en sendos teléfonos móviles.

—Voy a lavarme los dientes—Santana fue camino del baño.

—Espera—Brittany se puso de pie y se acercó a Santana—Quería darte las gracias… por el detalle que…

—Mujer, que no te he regalado un anillo de brillantes—respondió Santana, quitándole importancia.

—Bueno—Brittany alargó su mano para coger la de la otra chica y en ella colocó una de las dos chocolatinas que le había dado—, Pero quiero compartirlas, así que me gustaría que te las comieras conmigo. Si te lavas ahora los dientes, el chocolate no te va a saber bien, que de esto sé un rato.

Santana se rió porque se imaginaba la pericia que Brittany tenía en materia de empachos por chucherías.

—Vale—gesticuló—, Pero luego no te vuelvas loca y no asaltes el mini-bar, que nos va a salir la broma por medio sueldo.

Brittany asintió con un gesto infantil en el rostro, ladeando la cabeza, con ojitos de perrito y con un puchero.

Y en ese momento, Santana se dio cuenta de que, cuando Brittany la miraba así, no podía negarle nada que le pidiera.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Lucy LP Lun Jul 27, 2015 2:08 pm

Que le va negar algo Santana a Brittany y peor si ella le pone un puchero jejeje
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Mensaje por Elita Lun Jul 27, 2015 4:01 pm

Ah *---* por fin se están llevando :3
Ahora apúrate & dameee maaaasss! Okno! Eso sonó raro ._.
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Mensaje por monica.santander Lun Jul 27, 2015 8:03 pm

Holaaaaa!!
De a poquito se van acercando!!
Me encantas esas actitudes de San que dejan sorprendidas a Brit!!!
saludos
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Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 8:31 pm

Lucy LP escribió:Que le va negar algo Santana a Brittany y peor si ella le pone un puchero jejeje


Hola, jajajajajaja lo mismo digo yo ajajajajajajajaj. Saludos =D



Elita escribió:Ah *---* por fin se están llevando :3
Ahora apúrate & dameee maaaasss! Okno!  Eso sonó raro ._.


Hola, siii ya era hora no ¬¬ ajaajajajajaj. Jajajajaajjaajajjaajajajajajajajaj xD hasta q no leí "eso sonó raro" no xD ajajajajajajajaja y morí al leerlo otra vez ajajjaajajajajajajajajajajajajajajajajajaj xD Aquí el siguiente cap! Saludos =D



monica.santander escribió:Holaaaaa!!
De a poquito se van acercando!!
Me encantas esas actitudes de San que dejan sorprendidas a Brit!!!
saludos


Hola, uff paso a paso, no¿? Jajajaja si es tan adorable! jajaajajaj. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 18 y 19

Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 8:34 pm

Capitulo 18


A la mañana siguiente, hicieron tiempo hasta la tarde. Habían concertado una entrevista en el restaurante del hotel con los miembros de una familia típica de la capital iraní.

Santana se había quedado durmiendo en la habitación, había pasado mala noche.

Blaine dio un paseo, callejeando por el bazar, para hacer alguna compra más.

Brittany cogió el coche y condujo un buen rato sin rumbo fijo. Quería reflexionar, pensar en todo lo que había ocurrido, asimilar todos los cambios que estaba sufriendo en tan poco tiempo.

Entre recuerdos, lágrimas y alguna que otra sonrisa, llegó a Yazd. Hacía un sol de justicia. El calor era insoportable y aún eran las diez de la mañana.

Aparcó en el centro de la ciudad y caminó por las callejuelas. Su intención era hacer algunas fotos extra (había cogido la cámara) y conocer aquel lugar que no había entrado en la ruta oficial que habían pensado para el reportaje.


Tres horas después, volvió al vehículo con el propósito de regresar a Teherán para que no le pillara el toro. Había quedado con sus compañeros a las dos en punto en la recepción del hotel.

Ya en las afueras, Brittany tuvo que detenerse al encontrar un gran tumulto de gente vociferando en tono censurador. Dejó el coche en la cuneta y se bajó de él, recolocándose el pañuelo que le cubría la cara.

Quería pasar completamente desapercibida.

De forma paulatina se fue mezclando entre el gentío para alcanzar la primera línea. En el centro de la congregación, tres hombres enterraban a una mujer en la arena hasta la altura del pecho. Ésta lloraba amargamente, mientras su velo chador blanco se iba cubriendo de suciedad.

Las voces se oyeron más fuerte cuando se dictó la sentencia. Aquella condena sonó aún más horrible en los oídos de la fotógrafa por el mero hecho de haberla escuchado en un idioma que desconocía.

A pesar de todo el caos que la rodeaba, sabía perfectamente qué era lo que estaba a punto de ocurrir.

Iba a ser testigo de una pena de muerte.

Presenciar una lapidación por adulterio era lo último que necesitaba ver en aquel momento, las dudas la asaltaban de manera irrefrenable.

Aquella bombilla roja, que señalizaba peligro en su interior, siempre se encendía cuando pensaba, una y otra vez, que tendría alguna oportunidad de poder demostrarse a sí misma que haberse enamorado de una mujer era la cosa más normal del mundo.

Antes de que se procediera a permitir el lanzamiento de piedras, Brittany aprovechó la ocasión para sacar de su bolso la cámara que aún llevaba consigo.

Para no correr riesgos, se posicionó tras un par de fornidos hombres que lanzaban improperios a la desvalida mujer. Encuadró lo mejor que pudo la imagen y disparó cuando estuvo segura de que nadie la observaba.

Esa foto la recordaría para siempre a lo largo de su vida. Aquel rostro desconsolado de la mujer se grabaría a fuego eternamente en su memoria.

Al comenzar la masacre, la fotógrafa fue alejándose progresivamente del epicentro del espectáculo.

Cuando la lluvia de piedras alcanzó su momento más feroz, ella ya estaba lo suficientemente lejos como para no poder ver el dolor de aquella mujer y sentirlo como propio en sus carnes.

No quería oír los gritos de socorro, ni los de los hombres que la culpaban con sus dedos acusadores… Pero aquello era un imposible. En sus oídos aún retumbaba la agonía de la condenada, cuando ya había emprendido el camino de regreso a Teherán.

Lo peor de aquella horrible experiencia fue la angustia de no poder hacer nada. Llorar por ella de impotencia no le iba a salvar la vida.

Aun así, no pudo reprimir las lágrimas.


A la hora acordada se reunió con sus colegas. Tanto Santana como Blaine notaron un poco extraña a su compañera, que permanecía callada y con el semblante serio, como si hubiera tenido una experiencia cercana a la muerte.

Lo que ellos no imaginaban era que estaban casi en lo cierto.

No comió nada durante aquel almuerzo tardío. Mientras sus dos compañeros recargaban energías antes de la cita, Brittany se mantuvo apartada y alegó tener el estómago revuelto por el viaje en coche y el calor. A pesar de su estado de ánimo, trató de que éste no influyera demasiado en su trabajo.

Al ponerse manos a la obra, dio unas cuantas directrices a su ayudante para tomar buenas instantáneas del clan iraní en el hotel y alrededores.

Blaine grabó la conversación mantenida con los entrevistados.

Terminada la sesión de preguntas, salieron todos del hotel. Los reporteros acompañaron a la familia a su casa, en donde Santana hizo fotos del hogar y el barrio aledaño.

De vuelta, Blaine les propuso a las chicas salir los tres para ver si encontraban algún lugar con marcha.

Pero Santana, que no había quitado ojo a su jefa, declinó la invitación y se quedó con Brittany en la cafetería, manifestando que quería descansar para afrontar con energía la mañana que les esperaba al día siguiente.

—¿Qué quieres? Pide lo que quieras, que pago yo.

Le dijo Santana a su jefa, que se había sentado en la silla de mimbre de enfrente, justo bajo la gran cristalera del salón-restaurante.

—Nada, de verdad. Tengo la tripa del revés. Creo que me he mareado con tanta curva y tanto tráfico infumable.

Un hilo mínimo de voz salió de Brittany mientras miraba a sus pies.

—Muy bien.

Santana se levantó de golpe, cosa que sorprendió a Brittany, y se fue decidida a la barra a pedir. Veinte segundos después, volvía a su sitio, sonriendo.

—Al final he pedido lo que me ha dado la gana. Un whisky doble para ti y una menta poleo para la menda—se rió, mirando a Brittany a los ojos.

—No será verdad…

Brittany no se lo podía creer, a pesar de que veía a Santana completamente capaz de ello.

Santana se echó a reír de nuevo.

—Mira que llegas a ser ingenua…

Santana le dio a Brittany una suave palmada en la mano que tenía apoyada sobre la mesa.

—No, te he pedido una tila, que te noto nerviosa, Brittany. ¿Me vas a contar lo que te pasa o tengo que llamar a la pitonisa Lola?

—No es nada, en serio… Es el maldito clima, que me tiene loca—mintió aún a sabiendas de que no engañaría a Santana que la escuchaba—Pero te lo agradezco. Gracias por preocuparte por mí y… por cuidarme.

Brittany se puso colorada al decir aquellas palabras. Más cuando Santana la miró con su mejor sonrisa y los hermosos hoyuelos que se le marcaban y le regaló una caricia en la misma mano que antes había palmeado levemente.


****************************************************************************************************************


Cayó la noche, volvieron a su habitación.

Habían hablado de todo, menos de ellas mismas.

Habían decidido mantener aquel pacto no firmado de no entrar en el terreno personal en un día que no parecía ser el más idóneo para ello.

Santana fue la primera en quedarse traspuesta. Los recuerdos de Dani le habían dado una tregua que aprovechó durmiendo tranquila y sin sobresaltos.

Brittany dejó en el suelo la revista que estaba leyendo y que no había conseguido dejarla cansada. Miró a Santana, su rostro sereno, el gesto de su boca contra la almohada.

Le entraron unas ganas terribles de meterse con ella en la cama, para que le transmitiera esa paz que parecía mantener debajo de las sábanas.

Se levantó de su cama sin saber muy bien por qué. Se acercó a la de Santana para observarla más de cerca.

Su corazón pareció encogerse.

Tenía tantas ganas de decirle lo que sentía, de que la ayudara a sacar fuera todo aquello que luchaba en su pecho por salir a flote…

De repente, Santana abrió los ojos y se encontró con los de Brittany. Dio un respingo, asustada.

—Perdona, es que… te habías destapado y ahora está haciendo algo de fresco.

Brittany hizo el paripé y le colocó la sábana que casi estaba en el suelo.

—Sí… es que doy muchas vueltas. Cuando duermo profundamente, me da por bailar sevillanas—afirmó Santana, soñolienta.

—¿Quieres que cierre la ventana?

—No, Brittany. Déjala abierta, que si no, me agobio—Santana recolocó la cabeza para coger una mejor postura—Buenas noches.

—Lo mismo digo—le contestó, mientras veía cómo de nuevo se quedaba dormida—Que duermas bien, mi vida, mi Sanny…—añadió finalmente, en volumen inaudible, para sí misma, mientras se tumbaba en su cama, de cara a la mujer a la que había decidido dar asilo en su corazón.

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 19

Mensaje por 23l1 Lun Jul 27, 2015 8:35 pm

Capitulo 19


Estaba algo asustada.

Por primera vez en mucho tiempo volvía a sentir las mariposas. Esos bichos estaban campando a sus anchas en su estómago.

No le ocurría nada parecido desde que su primer amor irrumpió en su vida.

Sam, un rubio guapo y simpático, de diecinueve años… Un príncipe azul que acabaría marchándose con su corcel blanco, cinco años después, para hacer feliz a otra doncella y romper en mil pedazos el corazón de Brittany.

Ya no volvería a ser la de antes…

Ya no volvería a confiar…

Ella era una mujer de decisiones drásticas.

Pero ahora todo había cambiado.

Su corazón estaba patas arriba.

Y lo más excepcional de todo era que, tras haber visto con sus propios ojos la muerte de una mujer por una injusticia, en vez de haberse convertido esto en una experiencia traumática, le había hecho comprender que la vida estaba hecha para ser vivida, para aprovechar las ocasiones, para lanzarse a por todas, ya que el tiempo no siempre estaba de nuestra parte.

Ya no se le hacía tan rara la atracción que sentía por alguien de su mismo sexo ni tampoco se cuestionaba si aquello estaba bien o mal.

Llegó un momento en el que no era consciente de que había lapsos de tiempo en los que se quedaba mirándola, mientras que Santana, ajena a todo, montaba su cámara en el trípode, o medía la luz para hacer una mejor foto.

O cuando Santana conducía, seria y atenta, por las locas carreteras iraníes. Y mientras tanto, aquellos pensamientos ocultos en los que Santana se enfrascaba, a veces entorpecían aquellas ganas que tenía Brittany de poder hablar más íntimamente con ella.

La semana pasó volando.

Llegó el último día.

El trabajo que habían emprendido en común estaba a punto de llegar a su fin.

Brittany no quería despertar de aquel sueño.

Porque el trato entre ambas había dado un giro inesperado. Había más confianza, menos recelo. Ya no pensaba que Santana le quería robar nada, ni sobresalir… Al contrario, su trabajo era tan bueno como el del resto y siempre se mostraba positiva si alguien proponía cambios o sugerencias.

Era más que evidente que ese entorno había favorecido todo aquello.

Brittany acabó por sentirse más cómoda cuando la tenía cerca. Conocer a Santana fuera de la oficina le ofreció la posibilidad de llegar más lejos, de mirarla con otros ojos… Y vio cosas que la enamoraron aún más.

El muro que intentaba sostener, la armadura que se había fabricado para que nadie volviera a entrar en su alma para hacerle daño se desmoronaba segundo a segundo, sonrisa a sonrisa.

Volvieron de Shiraz, destino ulterior de su aventura, sobre las ocho de la tarde.

Después de hacer sus respectivas maletas, se arreglaron y bajaron al restaurante para disfrutar de la última noche en Irán. Las dos mujeres estaban algo nerviosas, pero cada una tenía una razón distinta.

Brittany, por regresar al mundo bizarro que era el tener que volver a poner distancia entre ellas, puesto que en la oficina querría seguir manteniendo su imagen de jefa dura.

Santana no quería volver a su casa, porque al menos, durante siete días, no se había sentido tan sola, no había parado de hacer cosas que le gustaban y mantenían su cabeza ocupada.

El más neutral fue Blaine, que era el que peor lo pasaba con el calor, de modo que no tenía motivos de peso como para querer quedarse ahí por más tiempo, aparte de tener un novio esperándolo en casa, claro, caso contrario de Brittany y Santana.

A ellas no las esperaba nadie.

Durante la cena volvió a ocurrir algo casi inusual. La que menos comió fue Brittany, desganada como aquel día en que viajó a Yazd, hecho que alertó enseguida a Santana.

Brittany estaba apagada, cabizbaja y poco comunicativa. A pesar de que era perfectamente capaz de seguir la conversación de Blaine y de observar de reojo a Brittany, Santana pensó que no podría aguantar por más tiempo aquella situación.

Su sentido de la compasión estaba dividido en dos.

Por un lado le parecía mal pasar de Blaine, pero por otro lado estaba deseando averiguar el origen de la tristeza de su compañera de trabajo, porque despertaba en ella a veces una ternura como la que se siente por un niño indefenso.

Enseguida tuvo una idea, ella era una mujer de recursos.

—Perdona, Blaine… Disculpa que te corte, pero es que necesito que Brittany me acompañe al baño… Ya sabes—le guiñó un ojo—Cosas íntimas de chicas.

Brittany se sorprendió al notar que Santana le cogía del brazo y la arrastraba hasta el servicio de señoritas.


“Por mi mamá que ésta me cuenta lo que le pasa, aunque sea la última conversación agradable que tenga con ella”.


Una vez dentro, Santana se apoyó contra los lavabos y se cruzó de brazos, mirando a Brittany con cierto aire inquisitivo.

—Vamos a ver… ¿Y a ti qué te ocurre ahora?

El gesto de Brittany se congeló.

Apretó la mandíbula, ante la terrible y peligrosa pregunta que le acababan de formular. Suspiró hondo, armándose de valor, y se dijo a sí misma que esta vez tenía que ser sincera.

—¿Sabes esas veces en las que no te gusta volver a casa porque la realidad que ese lugar representa es justo lo que no quieres?—la mirada de Brittany se cruzó con la de Santana, que asentía—Bueno en este momento, volver a Madrid es lo último que haría. En esta semana he sido más feliz de lo que lo he sido en los últimos seis años de mi vida.

Aquella confesión pilló desprevenida a Santana, que parpadeó varias veces, como si tuviera un tic.

—Esas cosas que habías escuchado en la redacción eran ciertas—resopló—Sí, no puedo quejarme. Lo he tenido todo. No me ha faltado de nada. Papá siempre ha estado ahí. Papá y su dinero. Papá y sus contactos… Pero hay cosas que me he ganado a pulso yo solita, aunque no todas ellas son buenas… Como por ejemplo… ese respeto y miedo que me tienen todos, porque quiero imponerlo. Porque no puedo evitar ser brillante, como me dice siempre una buena amiga mía—añadió Brittany recordando con una media sonrisa.


“Si tú supieras… Si tú supieras que la razón por la que he venido aquí contigo es porque yo también estoy huyendo de mí misma, Britt…”.


—Supongo que lo que ahora estarás pensando de mí es que padezco un trastorno de personalidad borderline, como mínimo.

Brittany se rió de sí misma, algo también insólito en ella que estaba dejando a Santana a cuadros.

—Pero yo soy así y tengo grandes contradicciones que, quienes me conocen, que no son muchos, saben llevar.

Brittany se apoyó contra una de las puertas de los retretes, con tan mala suerte, que no estaba encajada del todo. Así que se cayó de culo dentro del cubículo y se dio en la cabeza contra el WC al rebotar en el suelo.

—¡Ay…!


Se quejaba Brittany, tocándose la parte posterior del cráneo.

—¿Te has hecho daño?—dijo Santana mientras corría a su auxilio.

—No, he hecho esto porque quería sentarme—contestó con ironía, porque la evidencia hablaba por sí sola.

Santana la cogió de las manos y la impulsó para ponerla de pie. Lo hizo con tanta fuerza que Brittany acabó por agarrarse a los hombros de su ayudante para no volver a perder el equilibrio. Sus ojos coincidieron y sus rostros se quedaron serios.

—¡Pfffff…! ¡Jaaaaaaaajajajajaja!

Santana se rió, no supo bien si por la tensión o por lo gracioso que había sido el golpe que se había llevado su compañera.

—Vaya hostia—dijo Brittany, confirmando la realidad de que había hecho el ridículo—¡Vaya hostia me he pegao! ¡Jaajajajaja!


“Por fin, por fin estas sonriendo, Britt…”.



Santana salió la primera, para explicarle a Blaine el motivo de su retraso.

Brittany se arregló el pelo, que había quedado hecho un desastre tras el incidente. Una de las horquillas que le sujetaban el pelo se cayó al suelo. Al ir a recogerla, vio una billetera.


“Esto es de Santana, seguro. Sí, es el suyo. Se le debió caer al agacharse para recogerme hace un momento. Pero Brittany, sé legal. No cotillees, aunque lo estés de deseando. No… Esto no está bien. No está bien… No está bien, pero qué demonios, ¡no se va a enterar!”.


Lo primero que vieron sus ojos al abrir la cartera fue la foto de carnet de una mujer preciosa que sonreía a la cámara. La extrajo con cuidado y miró el reverso.

Había una dedicatoria de amor de una tal Dani para Santana.

—Joder… Tiene novia.

Brittany acababa de llevarse el chasco del siglo, por lo que su ánimo cayó en picado en tan sólo un segundo.

—¡Mierda…!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por paroan Lun Jul 27, 2015 9:06 pm

excelente sigue por favor y gracias por subir de a 2 capítulos...muy buena la historia
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Elita Lun Jul 27, 2015 9:21 pm

Ah! Tienes que seguir! No puedes dejarlo ahí :/
Sólo un par mas, por favor :D
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Lucy LP Lun Jul 27, 2015 9:24 pm

Porqué lo dejas ahí??? Porque porque ... Sube más capítulos pofa jejeje saludos y cdt mucho...
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Mar Jul 28, 2015 12:15 am

Y ahora??????
Que hará Britt???
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Mar Jul 28, 2015 1:50 am

paroan escribió:excelente sigue por favor y gracias por subir de a 2 capítulos...muy buena la historia


Hola, jajaaj bn aquí los siguientes caps! jajajaaj esk son muy cortitos no¿? o subo uno noma¿? JAJajajajaa que bueno que te vaya gustando, espero y siga así! Saludos =D


Elita escribió:Ah! Tienes que seguir! No puedes dejarlo ahí :/
Sólo un par mas, por favor :D


Hola, jajajajaj bn aquí los siguientes caps! jajajajajaj lo siento XD como dije aquí los siguientes! Saludos =D


Lucy LP escribió:Porqué lo dejas ahí??? Porque porque ... Sube más capítulos pofa jejeje saludos y cdt mucho...


Hola, jajaajaj esl cap termian ai lo juro! Jajajaja aquí los siguientes caps! Gracias, tu igual! Saludos =D



monica.santander escribió:Y ahora??????
Que hará Britt???
Saludos


Hola, mmmm le pedirá explicaciones... le dará un beso para saber que tiene otra posibilidades... sacar el tema como que no quiere la cosa¿? jajajaaj. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 20

Mensaje por 23l1 Mar Jul 28, 2015 1:51 am

Capitulo 20

Brittany se abrochó el cinturón y abrió la revista obsequio para pasajeros con un gesto seco.

De nuevo, los tres reporteros de la Voyager se sentaban consecutivamente en el avión.

Santana miró por la ventanilla, encendió su mp3 (escuchaba música para relajarse hasta que tuviera que apagarlo una vez iniciado el despegue) y se aseguró de que el pestillo de la mesita plegable del asiento que tenía delante estaba justo en el medio, marcando las doce en punto.

—¿Qué, San? ¿Cómo lo llevas?

Blaine se giró para hablar a su compañera pero ésta permanecía en un estado de estupor inconsciente, concentrada en no pensar en catástrofes aéreas.

—Ni puto caso, vaya.

Zanjó con sorna el muchacho, que se puso a hojear el periódico que había comprado en el aeropuerto.

Brittany le dio un codazo a su compañera de asiento, a mala idea.

—Te están hablando, Santana—añadió Brittany, sin dejar de hacer como que leía las líneas que estaban frente a sus insensibles ojos.

—¿Eh?

Santana que estaba junto a la ventanilla se asustó, quitándose los auriculares rápidamente.

—¿Qué…? ¿Qué pasa? ¿Han dicho algo importante por megafonía?

—Sí, que nos estrellamos—contestó Brittany con una mirada de antipatía inusitada.

—¿Quéee?—Santana se quedó blanca.

—¿Cómo nos vamos a estrellar, por Dios…? ¡Si ni si quiera hemos despegado!—Blaine se partía de la risa—Tú también… qué mala leche, Brittany.

Brittany se rió con él, disfrutando por hacer sufrir a Santana a punto de hiperventilar.

Cuando Santana cayó en la cuenta de que Brittany se había burlado de ella, su gesto cambió en una milésima. Del susto pasó al odio más rotundo que sus facciones fueron capaces de recrear.

Se giró para encararla, tan veloz como una leona se lanza sobre su desprevenida presa.

—Escúchame una cosa, Brittany… Jamás, es decir, en tu vida… En tu puta vida vuelvas a bromear con ese tema, ¿me oyes?

El desencajado rostro de Santana no daba lugar a dudas de que estaba hablando muy en serio.

Brittany se quedó de una pieza.

Los ojos de Brittany mostraron el impacto que esas palabras escupidas como balas de plomo habían causado en su espíritu, que aquella mañana estaba juguetón y dañino a partes iguales.

Santana se quitó el cinto de seguridad y pasó por delante de las piernas de sus compañeros lo más rápidamente que pudo. Torpemente llegó al pasillo y se dirigió como una flecha al servicio, en donde rompió a llorar.

En la fila nueve, los ocupantes de los asientos B y C quedaron estupefactos.

Brittany y Blaine pensaron, a la misma vez, si no habían sido demasiado malintencionados con sus inoportunos comentarios.


Cuando quedaba sólo una hora para pisar suelo español, las ganas de charlar volvieron al grupo lentamente. Se habían pasado todo el viaje, incluyendo la escala en Milán, sin comunicarse los unos con los otros, como si fueran desconocidos.

La incomodidad se había instalado entre ellos y prefirieron no hacer el esfuerzo de tratar de arreglar el entuerto de forma descarada.

—En cuanto llegue a casa… ¿saben lo que voy a hacer?—preguntó Blaine mirando fijamente el pasillo vacío.

Brittany lo miró y negó pesadamente con la cabeza, tratando de conservar la calma tras tantas horas de hacinamiento y de refrenar las ganas de salir corriendo de aquel avión.

—Me voy a comer un bocata calentito de lomo con queso del bar de debajo de mi casa. Con una cervecita bien fresquita—Blaine ya se imaginaba el sabor de la cena que se zamparía aquella noche—Vamos, ni punto de comparación con el kebab, ¿qué no?—le sonrió a Brittany.

—No hay nada como estar en casa…—dijo Brittany en un suspiro lleno de melancolía.

Santana permanecía ajena a ellos.

Seguía mirando a través de su ventanilla, con la barbilla apoyada sobre la mano que descansaba en el reposabrazos pegado al revestimiento del avión. Mirando al infinito, a la nada más absoluta, a un cielo de color ceniza, a un espacio que no era propio ni desconocido.

Volver a Madrid tampoco era la solución a su angustia.


“Ojalá se callen. Que se callen de una vez. No les soporto. Detesto sus bromas, sus conversaciones vacías… ¿Qué te ha pasado, Brittany? ¿Por qué siento que no eres tú y por qué arrastras a Blaine contigo? ¿Por qué hoy te defiendes de alguien que no te ataca? Dios… Quiero bajarme de aquí de una vez, aunque desearía no hacerlo nunca, porque no me va a gustar llegar a casa y encontrar lo mismo que dejé.”



Una vez que el avión tomó tierra, Santana se pudo relajar.

Igual de callada que durante el viaje, recogió sus maletas y acompañó a sus colegas hasta la parada de taxis de la terminal. Se despidió de ellos cortante, dando pruebas de que todavía les guardaba rencor.

Al meterse en el taxi, sus músculos empezaron a destensarse.



Brittany abrió con sus llaves y encendió la luz del recibidor. Pasillo abajo, condujo la maleta trolley hasta su habitación. Se sentó mustia en la cama, se quitó las botas y se tumbó transversalmente sobre el colchón. Sus ojos apuntaban al techo, que era un folio en blanco en donde fue dibujando pensamientos oscuros y tristes.

Y todos tenían que ver con Santana.

No cenó.

Sólo se duchó, se colocó el pijama, se sentó frente a la tele para, finalmente, no ver nada. Se acostó en el momento en que se sintió imbécil por aguantar despierta cuando no tenía por qué. Aún tenía el domingo por delante para dormir todo lo que no había dormido, para pensar en todo aquello que la estaba torturando por dentro.



Por su parte, Santana se quedaba ensimismada mirándose al espejo mientras se cepillaba los dientes…


“No entiendo por qué, lo que me ha dicho esta tía tiene que afectarme tanto… Tengo la misma rabia que tendría si alguien se hubiera metido con mi mamá… No… Es peor, muuuucho peor. Sentí tantas ganas de golpearla, de hacerle daño, de devolverle con creces el dolor que me hizo sentir… Una violencia que me está ahogando, sacar a Snixx y que la haga pagar por todo… Y no entiendo por qué. Brittany no sabía nada… No puedo culparla, no sabe lo de Dani. Fue una broma sin más intención. Yo soy la que le ha dado un sentido completamente equivocado… Pero no lo he podido evitar… No he podido aguantar que frivolizara con la muerte así como así, como si fuera divertido… como si no fuera verdad que los accidentes existen y que, en uno de ellos, perdí a la mujer de mi vida. Eso… ella qué sabe. No tiene derecho. No puedo perdonarla… No puedo”.


Sin más, dejó el cepillo en el vaso, apagó la luz del cuarto de baño y entre sollozos se metió en la cama.

Santana se durmió cuando de sus ojos no pudieron salir más lágrimas.

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Finalizado FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Cap 21

Mensaje por 23l1 Mar Jul 28, 2015 1:52 am

Capitulo 21

La vuelta a la oficina fue difícil para Brittany y Santana, que sentían que todo había cambiado en el fondo, pero que en la forma continuaba igual.

Ninguna de las dos regresó siendo la que era al abandonar Madrid, pero pisar la redacción puso de nuevo las cosas en su sitio.

La distancia entre ellas, el estatus en el que debía permanecer cada una, las actitudes… Existía un miedo invisible y compartido que las obligaba a no aparentar que, en esos días de ausencia, se habían radiografiado más de lo que creían o hubieran querido.

Al jefe de sección le gustó el resultado. El reportaje les había quedado bastante bien. Gracias a las fotos de Brittany de la lapidación que presenció, pudieron incluir un apartado de denuncia social con el que no habían contado en el informe previo de intenciones y contenidos.

Antes de que la reunión con Will terminara, éste pidió a Blaine que le dejara a solas con las dos chicas. El chico accedió de buena gana y les guiñó un ojo a sus colegas, sabedor de lo que iba a ocurrir en aquel despacho.

—Bueno, chicas… Por la cara de Blaine creo que saben lo que les voy a comentar.

Las dos se miraron, prefiriendo guardar silencio para no pecar de vanidosas.

—¿Qué? Ahora me dirán que no tenían ni idea…—Will se rió—Va, Brittany, suéltalo ya, que te conozco.

—¿Tú realmente crees que nos lo merecemos?—Brittany replicó con cierto temor.

—Este reportaje es la buena muestra.

Will dejó el dossier con las fotos encima de su mesa y la primera imagen de aquella carpeta fue la foto de la ejecución pública de la mujer iraní.

—Para mí han superado el periodo de prueba con creces. Así que no se preocupen, porque ya pueden decir adiós definitivamente a sus compañeros de Iberia. Las quiero fijas en mi sección.



Santana y Brittany salieron de ahí con el ego más hinchado que un pavo relleno.

Aún no tenían mesa para ellas, iban a tener que compartir una que se usaba para apilar un montón de clasificadores y papeles.

Pero no les importó.

Cogieron dos sillas y se sentaron codo con codo para ponerse al día de lo que se cocía en aquella nueva sección de la que ya eran parte. Una vez informadas de casi todo lo importante, se pusieron manos a la obra, buscando un nuevo tema para su próximo trabajo conjunto.

A pesar del entusiasmo con el que ambas trabajaban, Santana notaba cierta tirantez en el trato de Brittany.

Desde el encontronazo que había tenido con ella en el avión, no habían vuelto a tener una conversación cordial. Parecía como si todos los buenos momentos que había vivido junto a ella en Irán jamás hubieran existido.

—Oye, San, ¿te hace un café? Voy para el office.

Blaine apareció para entregarles un par de carretes en sus correspondientes protectores de plástico negro.

—Tomen, son de Finn y llevan en su cajón algo así como nueve meses. O alguien los revela o les van a salir esporas. A lo mejor hay algo interesante. Creo que tiene algunas instantáneas de Portugal. Aunque según me dijo él, son los carretes que desechó por tener problemas de iluminación… Ustedes entienden más que yo.

—Vale, Blaine, déjamelos aquí—contestó Santana, sonriente—En cinco minutos estoy contigo. Pero invito yo, ¿eh?

—Bueno, te espero frente a la máquina.

Blaine desapareció mientras metía las manos en los bolsillos.

—¿Podemos volver a lo que estábamos?—dijo Brittany, cortante y seria, dejando a Santana totalmente desconcertada.




En el tiempo estimado, Santana apareció por el office. Tenía el semblante preocupado y su compañero lo notó.

—Otra vez la has tenido con Brittany. Chica, lo suyo es amor-odio.

—¡Qué va!—Santana introdujo unas monedas en la máquina—Yo creo que en realidad es así, pero que ha intentado hacerse la simpática durante el viaje, para que no le saliera el tiro por la culata con el ascenso. Estoy convencida de que lo ha hecho por conveniencia. Menuda es la tía ésta.

A dos metros de ahlí, Brittany escuchaba sin ser vista al otro lado del muro, ocultando su rostro tras un extintor y vigilando que nadie pasara por el pasillo.

Se oyó el sonido de un teléfono móvil.

—Ahora vuelvo. Es Kurt, así que esto va pa largo.

Blaine le hizo una señal con la mano para que le eligiera, mientras tanto, un cortado.

—A ver qué tripa se le ha roto a mi niño.

Blaine tapó el auricular para que eso último no fuera escuchado por su novio y abandonó el office y pasó delante de Brittany, sin percatarse, ya que ésta casi se había mimetizado con la pared.

Una vez que él hubo salido por las escaleras exteriores de emergencia para hablar con intimidad, Brittany aprovechó para entrar y cerrar la puerta tras de sí.

Al verla aparecer, Santana se quemó al sacar el vaso humeante de café sin mirar.

—¡Ay! ¡Joder!

Casi tiró el cortado en una de las mesitas altas de la sala, para poder llevarse los dedos a la boca y aliviar la sensación de abrasión de su piel.

Brittany disimuló las ganas de reírse. Cuando a Santana le daban aquellos ataques de torpeza, se le derretía el corazón.

Pero no podía dejarse ganar.

No había ninguna posibilidad.

Tenía que sacarla de sus adentros como fuera… O después ya sería tarde y dolería demasiado.

—¿No crees que por hoy ya basta de café? Una cosa es irte cinco minutos y otra muy distinta es encerrarte aquí con Blaine para cuchichear como comadronas.

Brittany se aproximó lenta y segura, con una mirada de imperturbable frialdad.

—Hay demasiadas cosas que hacer, ¿sabes? Muy pronto te confías tú. Y en el trabajo, como en la vida, nadie es indispensable. Así que no creas que tienes el culo asegurado, porque no es así.

—Vamos a ver, es que creo que me he perdido algo… ¿A ti qué te pasa otra vez conmigo? ¡Déjame vivir!—le espetó Santana, haciendo aspavientos con los brazos en alto.

—Oye, no te pases ni un pelo, ¿eh?

Un dedo acusador señaló a Santana que removía, desquiciada de los nervios, el café que había sacado para Blaine.


—En serio, Brittany. Olvídame.

Contestó, esta vez en un tono grave Santana, para después beberse un largo trago del cortado que se estaba quedando frío.

—Si crees que he bajado la guardia contigo la llevas clara. Una cosa es que tú y yo podamos convivir fuera de aquí y otra muy distinta es que yo te deje que me pierdas el respeto—Brittany volvía a la carga aún más agresiva, aumentando el volumen.

—¿De qué estás hablando?

—Te he oído hablando con Blaine. Me estabas poniendo a caldo. ¡Tú! ¡Una fotógrafa que para ser valorada tiene que trabajar con alguien mejor que ella! ¡Tú! ¡¿Tú tienes la desfachatez de juzgarme a mí?!

Santana apretó la mandíbula para ahorrarse un comentario verdaderamente hiriente.

—Tú, ¡que te haces caca en los aviones!

Brittany, sin saberlo, pulsó el botón de autodestrucción.

Santana tiró el vaso llena de rabia, aún con café, por los aires, asustando a Brittany. Éste rebotó contra la pared, creando una obra de arte contemporáneo sobre el gotelé.

—¡Ya está bien!—respondió furiosa—¡Y tú eres una pija de mierda! ¡Y te jode que yo sea mejor que tú!—Santana se lanzó a la defensiva.

—¿Me estás diciendo que te tengo envidia? ¡Ja!

Brittany, sin darse cuenta, se fue aproximando hasta Santana, con los brazos en jarras y cara de Rottweiler.

—¡Sin mí, ahora mismo seguirías en Iberia!

—¡Tú lo flipas, rubia!

La puerta se abrió en el momento álgido de la discusión entre leonas. Blaine asomó la cabeza y se quedó pasmado al encontrar a sus compañeras en aquel griterío.

—Esto, chicas… Yo creo que tendríais que…

—¿!TE QUIERES CALLAR!?—gritaron a la vez, llegando por primera vez a un acuerdo mutuo.

Blaine, tal y como vino, se fue. Cerró la puerta despacio, con el rostro casi blanco. Y no echó el pestillo porque por fuera no había. Pero de haber sido por él, las hubiera encerrado hasta que se les hubiera pasado la histeria.

—Estoy harta de tus borderías, Brittany…

—Y yo de que andes siempre intentando demostrar a los demás que eres la víctima. Mi víctima… Crece de una vez, Santana.

—¿Víctima?—Santana negó con media sonrisa irónica—Eso quisieras tú, pero no te voy a dar el gustazo. Sé que quieres echarme, deshacerte de mí… Quieres llevarte todo el mérito ahora que has ascendido.

—Qué poco me conoces—añadió Brittany bajando el tono.

—Al contrario. Creo que te he calado. Casi me engañas. Casi me haces pensar que eras una tía legal y hasta simpática. No sé qué te ha hecho cambiar. La Brittany que he conocido en Teherán es tan distinta a ésta… ¡Y no sé por qué!—añadió con fastidio e incluso con cierto toque de tristeza.

Brittany dio un par de pasos más cuando Santana apoyó una mano, pesarosa, sobre una de las mesas.

—Cuando creo que he aprendido a leerte, a saber lo que…

Brittany se derrumbó al ver el rostro afligido que tenía delante.

Santana continuó con su lastimera verborrea sin darse cuenta de que su oyente se aproximaba a ella, porque estaba mirando la mesa, como si haciéndolo consiguiera un punto fijo en el que poder volcar su frustración.

—Yo soy la misma que hace una semana, Brittany. No sé qué te ha hecho cambiar para que…

La frase fue cortada de repente.

Por sorpresa, Brittany tomo a Santana por la cintura, acercándola sin remedio a su cuerpo, para atrapar con los suyos aquellos carnosos labios que la llamaban.

El beso duró unos segundos.

El tiempo necesario para que ambas reaccionaran de formas opuestas.

—Perd… Perdón. Perdón…

Brittany cerró los ojos y negó rápidamente, culpable y desconcertada por su propio impulso.

—Eh…

Santana no podía hablar, no podía asumir lo que acababa de suceder entre ellas.

—Perdón…

Brittany retrocedió lentamente para darse la vuelta y salir corriendo, dejando la puerta abierta.

Las piernas de Santana temblaban, al igual que su corazón. Se tuvo que agarrar al borde de la mesa para poder tocar algo real, algún objeto que la trajera de vuelta al suelo.

Sus ojos, como platos, se quedaron clavados en aquel pasillo por el que había huido Brittany que acababa de dejarla de piedra.

Se tocó, despacio, los labios con la punta de sus dedos.

La adrenalina que había liberado en aquel beso dio paso a una sensación de felicidad infinita, que se materializó en su rostro con el gesto de una enorme sonrisa.

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Mensaje por Lucy LP Mar Jul 28, 2015 1:53 am

Al fin no duemo esperando que subas otro capítulo jejejeje... Saludos ;)
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Mensaje por Elita Mar Jul 28, 2015 12:28 pm

Jaja quien las entiende?!

Primero se gritan & luego Santana se pone feliz xD
eso me dio risa xD
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Mensaje por monica.santander Mar Jul 28, 2015 1:23 pm

A bueno!!!!!
Ahora si que quede [Resuelto]FanFic Brittana: Un Vuelo con Escalas (Adaptada) Epílogo - Página 3 304001509
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Mensaje por MeryBrittana Mar Jul 28, 2015 5:28 pm

Me está encantando muchísimo!! Quiero más besos brittana!!!
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Mensaje por micky morales Mar Jul 28, 2015 6:58 pm

regrese! brittany dio el primer paso a ver como van las cosas ahora, aunque como son un par de histericas nunca se sabe con que puedan salir!
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