[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Media Noche (Adaptada) Epílogo

Capitulo 33

Santana se reclinó en su silla de oficina, su teléfono apoyado casualmente en su oído.

Estaba sonriendo incontrolablemente mientras Brittany le contaba sobre el contratiempo con la pintura esta mañana.

Su risa era música para sus oídos.

—Podría haber sido de los tres chiflados—dijo Brittany—Por suerte solo fue una escalera de cuatro pies, pero dos galones de pintura fueron a parar en mi cabeza. Realmente tengo que quedarme con la supervisión.

—¿Seguramente alguien tomo una foto?—preguntó Santana.

—Por desgracia, sí. Estoy segura que ahora todo está en Facebook—dijo Brittany con una sonrisa—Me aseguraré de enviártelo.

—Es una pena que no ocurriera cuando estaban terminando aquí. Podría haberlo visto de primera mano—dijo Santana.

Permanecieron en silencio por un momento, luego Brittany aclaró su garganta.

—Probablemente debería dejar que regreses al trabajo.

Santana miró su portátil, sabiendo que tenía varias cuentas que necesitaban su atención. Sin embargo ninguna era tan atractiva como charlar con Brittany.

—Tengo un par de minutos—dijo Santana.

—¿Sí? ¿Tiempo suficiente para una charla sucia contigo?

—Eso depende de cuan sucia sea—dijo Santana sonriendo—¿Tendré que cerrar mi puerta?

—Eso podría ser divertido. Sexo telefónico.

—¿Eso no cae en la regla de no cuchi-cuchi?

—Supongo. De todos modos ¿Quien puso esa regla?

Santana se echó a reír.

—Tú.

—Sí ¿En qué estaba pensando?

La sonrisa de Santana se desvaneció.

—¿Estás lista para romperla?

—¿Quieres hacer el amor conmigo?

Santana sintió que se sonrojaba, los latidos de su corazón aumentaron.

Respiró profundamente.

—Sí.

Brittany hizo una pausa, pero Santana podía escuchar su respiración sutil.

—Nosotras realmente, ya sabes, no hemos tenido muchas citas.

—Pasamos un día completo juntas. Eso podría significar dos… o tres horas de citas, Britt—respondió Santana.

—Sí. Podríamos decir eso ¿no es así?

Santana escuchó la sonrisa en su voz y también sonrió.

—Tienes mi voto.

Brittany se echó a reír.

—Eres demasiado fácil.

Escuchó como Mercedes aclaraba su garganta detrás de ella y Santana se dio la vuelta con aire de culpabilidad, preguntándose cuánto tiempo había estado ahí escuchando.

Maldita sea.

—Umm, tengo que irme—dijo Santana.

—¿Todo bien?

—Sí. Sin embargo, Mercedes está aquí dando golpecitos con el pie. Creo que me necesita.

—Ya veo. Está bien, entonces. Hablaré contigo más tarde.

—Adiós.

Bajó su teléfono, luego miró expectante a Mercedes.

Mercedes simplemente sonrió y negó con la cabeza.

—¿Qué?

—Tu risa estaba interrumpiendo en la oficina.

—Claro que no—pero Santana sonrió—Ella me hace reír.

—Sí. Y nunca te había visto así anteriormente ¿Estás enamorada de ella?

Santana casi se quedó sin aliento.

—¿Enamorada? Apenas nos conocemos la una a la otra ¿Cómo podría estar enamorada de ella?

—Santana, estuve aquí cuando conociste a Elaine, cuando saliste con ella. Cuando te acostaste con ella, estuve aquí. Cuando se mudó a tu casa, estuve aquí. Y ni una sola vez te vi de esta manera.

—¿Qué manera?

—Sonriendo. Feliz.

—Fue… fue diferente con Elaine, sí—se echó hacia atrás en su silla—Britt es tan diferente a Elaine. No se parece a nadie con quien hubiera salido anteriormente.

Y tenía que admitir, sería tan fácil enamorarse de Brittany.

Si se atrevía.




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Brittany colgó el teléfono con una sola cosa en mente.

Ver a Santana.

Tras el viaje de fin de semana para el lago, pensó en darle algún tiempo a Santana.

¿Tiempo para qué?

No estaba segura.

Habían hablado por teléfono todos los días, pero ahora, miércoles, estaba lista para verla.

Esperaba que Santana también.

Pensaba que tal vez podrían almorzar al aire libre. Mientras el frío esperado no llegaba, había muy poca humedad, dando al día una sensación otoñal aunque la temperatura se acercara a los 30.

Brittany sentía que su anticipación crecía mientras daba vuelta en la esquina. Divisó el edificio de Santana y desaceleró, estacionó su Jeep detrás de un Mercedes negro que estaba llegando.

Apagó el motor, sorprendida al descubrir que Sugar Motta se estaba bajando.

Maldita sea.

Bueno, no iba a esconderse en el Jeep.

También se bajó y cuando lanzó su puerta, Sugar se volteó en su dirección. Brittany le dirigió una sonrisa.

—Carajo, me ganaste por un minuto.

Sugar no parecía divertida.

—Te gano por más de un minuto. Y a menos que tengas algo de pintura que hacer, deberías perderte.

Brittany se sorprendió por su tono de voz… y sus palabras. En realidad le dejo sin habla.

Al parecer Sugar no había terminado.

—No puedes competir conmigo.

Brittany recuperó algo de su compostura.

Le dio a Sugar un encogimiento de hombros indiferente.

—¿Oh? No estaba consciente de que había una competencia.

La sonrisa de Sugar fue penetrante.

—Por lo que exactamente vas a perder—miró a Brittany por encima con disgusto—¿Esa es tu manera de vestir para impresionar a Santana?

Brittany miró sus pantalones cortos y sandalias. Movió los dedos de sus pies y asintió.

—Sí. Son casi 30 grados.

Fue su turno de medir a Sugar.

—¿Estás usando traje y… pantimedias? ¿En serio? ¿Las mujeres siguen vistiendo pantimedias?—negó con la cabeza—En fin… diría que estoy mucho más cómoda de lo que tú estás.

La sonrisa de Sugar fue condescendiente.

—¿Qué consuelo hay en eso? Es una imagen. Por supuesto, a tu edad, es probable que no tengas ni idea ¿verdad?—su sonrisa se convirtió en una mueca—Como ya he dicho, no puedes competir conmigo. Yo siempre gano—dio un paso hacia la oficina, luego se detuvo—Adiós—dijo enfáticamente.

Brittany se quedó ahí de pie mientras Sugar caminaba hacia la acera y luego hacia la puerta de la oficina. Dejó escapar el aliento y se volteó, regresando a su Jeep.

Pensó que conduciría alrededor de la cuadra un par de veces y esperaría a que Santana se deshiciera de ella.

Exactamente seis minutos más tarde, estacionó nuevamente en la oficina de Santana, agradecida de que el mercedes negro se hubiera ido. El encuentro con Sugar había liquidado un poco su buen humor y ahora la perspectiva de almorzar con Santana lo estaba trayendo de regreso.

Realmente estaba silbando cuando caminó hacia la puerta.


Mercedes la miró con sorpresa cuando entró.

Brittany asintió y luego hizo un gesto hacia la oficina de Santana.

—¿Está el jefe adentro?

—No. Acaba de salir para almorzar.

Brittany sintió que su corazón caía a sus pies.

Maldita sea.

—Oh. Ya veo—hizo una pausa —¿Con Sugar?

Mercedes asintió.

—Sí. No fue una cita previa, si es lo que estás pensando. Sugar acaba de aparecer. Ella hace eso a veces.

—Sí, lo sé. De hecho, la vi cuando llegó aquí. Pensé… bueno… que San declinaría, eso es todo— le dio una sonrisa rápida—También iba a invitarla a almorzar. Supongo que debí haber llegado antes, huh.

—Tal vez debiste haber llamado y preguntado—sugirió Mercedes.

—Sí. Supongo—se encogió de hombros, sintiéndose totalmente abatida—Bueno… no es de mi incumbencia de todos modos—dio un paso atrás—Creo que voy a irme—asintió con la cabeza—Me alegró verte de nuevo.


Casi corrió de regreso a su Jeep, totalmente avergonzada por los celos que sentía.

¿De verdad creía que Santana rechazaría una cita para almorzar con Sugar Motta?

Tal vez Sugar tenía razón; no podía competir con ella.

Se sentó en su Jeep, mirándose a sí misma.

¿Pantalones cortos y sandalias?

Sí, se sintió joven e infantil.

Sugar era madura.

Era sofisticada.

No hacía cosas estúpidas como arrastrar a Santana a Mount Bonnell para perseguir a la luna.

No, Sugar probablemente le llevaría a un restaurante lujoso y costoso.

Maldición.

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Capitulo 34

Santana tomó un sorbo de su copa de cristal, sorprendida de que Sugar hubiera pedido vino para el almuerzo.

En realidad, se sorprendió de que Sugar hubiera aparecido.

No había hablado con ella desde su fiesta.

—Así que… tengo que preguntar—dijo Sugar—¿Me estás evitando?

—¿Evitándote? No. Tú no has llamado.

—Bueno, simplemente desapareciste la otra noche en mi casa. Pensé que tal vez… algo te había molestado.

Santana asintió, decidiendo ser honesta con Sugar.

—En realidad, fue un poco incómodo esa noche. Hiciste bastante obvio para todos que estabas saliendo con Meredith Calhoun.

—Así es. O mejor dicho, así era—Sugar le dedicó una rápida sonrisa—Rara vez salgo de manera exclusiva. Pensé que lo sabías.

—Sí, lo sabía.

Santana se detuvo, tratando de encontrar una manera discreta de decir lo que estaba pensando.

—Y aunque disfruté de tu compañía, realmente no veo un futuro para nosotras, Sugar. Al menos, nada más que amigas. No sé si quiero ser una de las muchas mujeres con las que sales.

—¿Es diferente para mí siendo una de las muchas mujeres con las que tú sales?

Santana fue sorprendida por la pregunta.

—¿No sé qué quieres decir?

—La pintora ¿Cómo se llama? ¿Brittany Pierce?

Santana se sorprendió cuando Sugar sacó a relucir a Brittany.

—¿Qué pasa con ella?

—Es obvio que tienes algún tipo de relación con ella. Lo noté cuando te topaste con ella en la fiesta—la sonrisa de Sugar fue un poco condescendiente—Realmente no es tu tipo ¿no es así? Quiero decir, es una pintora.

—¿Y esa es una profesión menos noble que, por ejemplo, demandar compañías de seguros?

Sugar lució sorprendida por sus palabras pero se echó a reír.

—Buena esa, Santana.

Santana asintió.

—Y tienes razón… Brittany no parece ser mi tipo. Ella es… divertida. Diferente.

—Entonces… ¿estás saliendo con ella?

Santana inclinó su cabeza, pensando en que nombre darle.

—Hemos salido. No estoy segura si llamarlo exactamente… citas—dijo vagamente.

—Supongo que no, tomando en cuenta como estaba vestida hoy.

Santana frunció el ceño.

—¿Hoy? ¿Qué quieres decir?

—Oh, le gané por unos segundos cuando llegaba a tu oficina—Sugar se echó a reír—No estaba vestida exactamente para salir a almorzar, pero estoy segura era su intención—Sugar agarró su copa de vino—Tuvimos un… pequeño debate.

Oh, Dios.

¿Brittany había ido a su oficina?

Santana sólo podía imaginar la discusión que Sugar tuvo con ella.

Y no, Brittany probablemente no estaba vestida para salir a comer en un sitio como este, pero aun así hubiera sido perfecto.

Y de repente no quiso nada más que el almuerzo terminara.

No debió haber aceptado la invitación, en primer lugar, pero no pudo pensar en una excusa para rechazarla y no había querido ser grosera.

Ahora deseaba haberlo sido.

—No me doy por vencida, sabes.

Santana regresó sus pensamientos a Sugar.

—¿Disculpa?

—Nunca renunciaría en una buena caza, Santana.

Santana se encontró con su mirada.

—No era consciente que era una presa.





Santana le dio a Sugar un apresurado —gracias por el almuerzo— cuando salió de su coche.

La conversación en el almuerzo fue interminable y sumamente tensa. Por si fuera poco, tuvo que confirmar una cita con Sugar al banquete anual de la organización profesional CPA.

Ella era candidata a la presidencia este año y en ese momento, Sugar había parecido la cita perfecta.

Era muy respetada en la comunidad empresarial y también muy conocida. Incluso entonces, Santana casi había cancelado.

Casi.

Pero juró que sería la última vez que saldría con Sugar.

Presa, mi culo, pensó mientras entraba en su oficina. Inmediatamente fue hacia Mercedes.

—¿Britt? ¿Ella vino?

Mercedes sonrió.

—Sí ¿cómo estuvo tu almuerzo?

Santana negó con la cabeza.

—Horrible. Sugar dijo que se encontró con Britt aquí. Supongo que se fue. No vi su Jeep—dijo Santana.

—Sí, ella vino.

—¿Le dijiste que fui a almorzar con Sugar?

—No tuve que decírselo. Como has dicho, vio a Sugar. Por lo que sé, Brittany se fue pensando que declinarías la invitación de Sugar. Tenía la intención de regresar después que Sugar se hubiera ido—Mercedes se encogió de hombros—Le dije que debió haber llamado y haberte invitado a almorzar.

—¿Estaba… molesta?

—¿Molesta? Bueno, estaba algo. No estoy segura si molesta es la palabra que usaría.

Santana levantó las manos.

—¿Cómo puede ser tan complicado? Ni siquiera me gusta Sugar. De hecho, es un culo pomposo. No sé cómo no lo vi antes.

—¿Cómo no pudiste? Es tan pretenciosa como puede serlo—dijo Mercedes.

—Oh, Dios, lo sé. Y ahora tengo que ir al banquete con ella—se dirigió a su oficina, luego se detuvo—¿Britt dijo algo? Quiero decir ¿me dejó un mensaje o algo?

—No. Todo lo que dijo fue que no era de su incumbencia y que tenía que salir de aquí.

—¿Qué significa eso?

—Que no era de su incumbencia que salieras con Sugar, supongo.

—No estaba saliendo con Sugar—murmuró mientras cerró la puerta de su oficina.

Sacó el teléfono de su bolso y llamó a Brittany.

Después del cuarto timbre, supo que se quedaría sin respuesta.

Cuando el correo de voz de Brittany se disparó, no supo qué decir. Colgó sin decir nada.

—Oh, Britt… por favor no desaparezcas.

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Capitulo 35

Brittany secó su cabello con la toalla y luego se miró al espejo, asegurándose de que había logrado quitarse toda la pintura del rostro.

No era de extrañar que los chicos no quisieran su ayuda.

Terminaba con más en ella que en las paredes.

Tomó su tiempo para vestirse, sabiendo que nadie más querría usar la ducha. Estaba bastante segura que era la única que se aprovechaba de la ducha de la oficina y el vestidor.

Los chicos solo esperaban hasta llegar a casa para ducharse. No podía soportar la pintura seca en ella.

En los días que ayudaba con la pintura, siempre se duchaba antes de salir de la oficina.

Se alegraba que uno de los equipos hubiera estado faltó de personal esta tarde. Eso le había dado la oportunidad de escapar y hacer algo más que sentarse en su escritorio y preguntarse cómo había ido el almuerzo de Santana.

Sugar Motta.

—¿Qué ve San en ella?—preguntó en voz alta.

Bueno, veamos… es rica, es famosa, es exitosa.

Y es una perra arrogante, añadió ella.

Sonrió ante su reflejo en el espejo.

¿Realmente había llamado a Sugar Motta perra?

—Sí, lo hice.

Sacudió su cabeza, odiando los celos que sentía.

Santana podía salir con quien quisiera.

Y Brittany también podía hacer lo mismo.

Sólo que no quería.

Ella quería… sólo quería estar con Santana.

¿Cómo sucedió esto?

Se quedó mirando su reflejo una vez más, encontrándose con la mirada ante ella.

Sí, ¿cómo sucedió que sus habituales chicas universitarias no le interesaran más?

Sólo había una respuesta: Santana.

Bueno, no le haría ningún bien esconderse aquí en la oficina. Bien podría llamar a Staci y ver si quería ir a cenar.

Pero sabía a lo que eso llevaría.

No, mejor compraría la cena y la llevaría a casa.

Agarró su teléfono y se dirigió a la salida, pensando en llamar con antelación y pedir algo de comida mexicana. Se sorprendió al ver una llamada perdida de Santana.

Vio la hora.

Después del almuerzo.

Mercedes debió haberle mencionado que había estado ahí. O tal vez Sugar lo hizo.

Presionó el número devolviendo la llamada, diciéndose a sí misma una vez más, que no era de su incumbencia con quien salía a almorzar Santana.

No tenía lazos con Santana.

Sólo estaban tanteando eso de las citas, nada más.

—Britt—respondió Santana—Tenía miedo de que no me devolvieras la llamada.

—Lo siento. Acabo de ver tu llamada ¿Qué pasa?—preguntó Brittany esperando sonar un poco más indiferente de lo que se sentía.

—¿Puedes… venir?

Las cejas de Brittany se dispararon.

Eso, no lo esperaba.

—Umm, supongo ¿Todo está bien?

—No. Nada está bien—Santana hizo una pausa—Quiero que vengas. Necesito… quiero romper tu regla de no cuchi-cuchi. Si tú quieres, por supuesto.

Brittany rio en voz baja.

—Quieres decir… ¿en este momento?

—Sí… Ahora mismo, Britt.
Maldita sea.

Brittany sintió que se le aceleraba el pulso solo de pensar estar con Santana nuevamente.

No sabía si era una buena idea o no.

¿No deberían al menos hablar de Sugar?

¿Debería decirle a Santana cómo se había sentido hoy al ver a Sugar?

Oh, demonios, podrían hablar más tarde.

—Y a voy para allá, San.

Salió corriendo de la oficina y se metió en su Jeep, alejándose antes de haberse puesto su cinturón de seguridad. Trató de obedecer las leyes de tránsito, realmente lo hizo.

Lo último que quería era ser detenida por exceso de velocidad.

Eso sólo retrasaría ver a Santana … Santana y a cuchi-cuchi.

Se rio de cómo habían comenzado a usar la palabra. Todo había comenzado en el lago, la noche que habían visto la luna. Mantas y vino y había prometido a Santana que no habría cuchi-cuchi.

No, eso sucedió la noche siguiente.

Y la verdad era, que esa había sido la noche en que su mundo cambió.



Casi patinó hasta detenerse en la calzada de Santana, luego se sentó en el Jeep por un largo rato, tratando de calmar sus nervios.

No podía creer lo ansiosa que se sentía.

Finalmente salió y se detuvo nuevamente antes de tocar el timbre. La puerta se abrió de inmediato.

—Te llevó bastante tiempo.

Brittany se echó a reír.

—Rompí todas las leyes de tránsito para llegar aquí.

Santana le hizo entrar y cerró la puerta.

Y cerró con llave.

Con sus manos entrelazadas, Santana la guio por las escaleras.

—¿Tenemos que hablar primero?—preguntó Santana desde arriba.

—Espero que no me estés llevando a tu habitación para hablar—dijo Brittany.

—Siento lo de la comida—dijo Santana.

—Así que… ¿quieres hablar?

—No. Quiero hacer el amor contigo, Britt.

Brittany le detuvo en la parte superior de la escalera, sonriendo.

—Bien. Entonces hablaremos más adelante.

La atrajo hacia su cuerpo, casi derritiéndose con el contacto. Habían pasado tantos y tantos meses desde que Santana había estado entre sus brazos, pero a medida que sus cuerpos se encontraban, mientras el beso les hacía arder, se sintió como si fuese ayer.

Los brazos de Santana rodearon su cuello, entrelazando sus dedos lentamente con su cabello. Se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos y Brittany vio el ardiente oscuro que recordaba.

—He extrañado esto—murmuró Santana mientras su boca se movía hacia la oreja de Brittany—Te he extrañado, Britt.

Los ojos de Brittany se cerraron cuando acercó a Santana lo más cerca que pudo.

Dios, sí.

No se había dado cuenta de lo mucho que había extrañado a Santana.

Encontró su boca nuevamente, gimiendo en el beso cuando la lengua de Santana bailó con la suya.

Santana terminó el beso, luego regresó y le besó una vez más antes de susurrar:

—Cama.

—Si insistes—dijo Brittany sin querer romper el contacto, incluso para desnudarse.

Se despojaron rápidamente de sus ropas, arrojándolas donde cayeran. Santana arrancó las mantas de la cama y luego tiró de Brittany hacia abajo con ella.

Brittany cubrió el cuerpo de Santana con el suyo, disfrutando la sensación piel contra piel.

—Dios, te sientes tan bien—dijo Santana tirando de la boca de Brittany hacia la suya.

Los besos apresurados de antes fueron reemplazados por besos apasionados y lentos mientras Brittany se encajaba a sí misma entre los muslos de Santana y las manos de Santana recorrían su espalda.

Los labios de Brittany se perdieron en el cuello de Santana, acariciando y mordisqueando antes de bajar aún más. Su lengua se deslizó de un pezón a otro, causando el gemido suave de Santana.

—Simplemente podría devorarte—murmuró Brittany.

—Entonces, por favor, hazlo—susurró Santana

La boca de Brittany se cerró sobre su pezón y las caderas de Santana se arquearon contra ella.

Brittany se sentó a horcajadas en su muslo, empujando el suyo propio entre las piernas de Santana. Pudo sentir su humedad y presionó con más fuerza contra ella, dejando su pecho y regresando a su boca.

El beso terminó rápidamente, ya que ambas se alejaron por la necesidad de respirar.

—Por favor, ven dentro de mí—dijo Santana arqueándose nuevamente, con fuerza, contra el muslo de Brittany.

Brittany se alejó ligeramente, moviendo su mano entre sus cuerpos. Se deslizó fácilmente en su humedad, penetrándola, sintiendo como Santana se apretaba alrededor de sus dedos.

Brittany permaneció quieta, sólo moviendo su pulgar en círculos rápidos alrededor del clítoris de Santana.

Las piernas de Santana se apretaron con fuerza y Brittany sintió un constante pulso contra sus dedos.

—No te detengas, Britt—jadeó Santana.

Brittany continuó su ministración con el pulgar, inclinándose para capturar un pezón con su boca.

Santana gimió en voz alta cuando la lengua de Brittany revoloteó sobre el pezón de Santana imitando los movimientos que su pulgar estaba haciendo en su clítoris.

—Oh… Dios, Britt—respiró Santana—Dios, sí.

Las caderas de Santana se sacudieron contra su mano y Brittany soltó su pezón, sonriendo mientras Santana lanzaba un grito de placer. Sólo entonces movió sus dedos, sacándolos ligeramente y metiéndolos más profundamente.

Las caderas de Santana se arquearon contra ella nuevamente y Brittany comenzó un ritmo lento, dentro y fuera, siendo recubierta su mano con la humedad de la excitación de Santana.

—No puedo… no puedo tener… otro—Santana jadeó mientras sus caderas igualaban los golpes de Brittany.

—Trata—susurró Brittany a su oído—Imagina mi boca en ti, mi lengua dentro de ti. Porque eso es lo que quiero hacer ahora.

—No… eso es lo que yo quiero hacer ahora—murmuró Santana—No puedo esperar a probarte nuevamente.

—Oh cariño, yo tampoco—dijo Brittany mientras su lengua se deslizaba dentro del oído de Santana, bañándolo, amando el gemido de Santana—Sí, no puedo esperar a que tu lengua esté dentro de mí—dijo y su mano ahora moviéndose más rápido, sus propias caderas moviéndose contra el muslo de Santana, tratando de lograr un poco de alivio para sí misma.

No tuvo que esperar mucho tiempo, Santana se quedó sin aliento y sus caderas se arquearon con fuerza por última vez, entonces dejó escapar un grito cuando su orgasmo le impactó.

Brittany permaneció inmóvil a su lado, dejando sus dedos dentro de Santana un momento más, sólo sacándolos cuando el cuerpo de Santana se relajó.

Santana estaba respirando con dificultad con rápidos jadeos y Brittany apoyó su cabeza contra el pecho de Santana, intentando calmar su propio cuerpo ardiente, dándole tiempo a Santana para recuperarse.

—Casi está ahí ¿no es así?

—Dios, sí—dijo Brittany.

Brittany todavía estaba sentada a horcajadas sobre su muslo y Santana movió su mano entre su pierna y Brittany, Brittany se quedó sin aliento cuando los dedos de Santana rozaron su clítoris. Se meció contra ellos rápidamente, presionando con fuerza con cada golpe.

Apenas tuvo tiempo de registrar la sensación de los dedos de Santana cuando llegó a su clímax. Su orgasmo fue rápido y estrepitoso y hundió el rostro en el cuello de Santana para ahogar su grito.

Se movió un poco, quitando su peso de Santana, pero sus manos continuaron las caricias, moviéndose lentamente a través de la piel de la otra.

Santana le acercó aún más para un beso… un beso lento y suave… labios moviéndose ligeramente contra labios y nada más. Cuando el beso terminó, sus ojos se encontraron.

Santana sonrió levemente y Brittany hizo lo mismo.

—Gracias por venir, Britt.

—Gracias por invitarme.

—¿Ya has cenado?—preguntó Santana.

—No.

Los dedos de Brittany rozaron los pechos de Santana, notando como sus pezones se endurecían.

—Esa es la última cosa en mi mente en este momento—murmuró Brittany.

—¿Quieres… quieres hablar?

Brittany negó con la cabeza.

—No. Sólo quiero… sólo quiero estar contigo. Así de esta manera—se encontró con sus ojos nuevamente—… Desnudas y tocándonos.

Santana sonrió.

—Está bien ¿Te quedarás esta noche?

—Por supuesto.

—Bien. Entonces te ofreceré desayuno en la mañana.

Brittany se puso de lado, descansando sobre sus codos.

—Trato hecho—entonces arqueó una ceja interrogante—Y… el juguete sexual ¿Lo conservaste?

Santana se echó a reír.

—Por supuesto. E imagina mi sorpresa cuando lo encontré al desempacar. Nunca imaginé cómo te las arreglaste para ocultarlo en mi equipaje. Nunca entraste en mi habitación.

—¿No? Tal vez lo guardé cuando te estabas duchando—dijo Brittany.

—No lo creo. Si ese hubiera sido el caso, te habrías unido a mí en la ducha.

—Cierto—Brittany bajó la cabeza mordisqueando su pecho—Tal vez le dije a la señora de la limpieza que lo guardara.

—Tal vez tu hermana te dio la llave de mi habitación—Santana contrarrestó.

Brittany negó con la cabeza.

—De ninguna manera. Solamente darme tu número de habitación fue una gran cosa para ella. No se hubiera atrevido a darme tu llave—Brittany volvió a besarla—Así que… ¿dónde está?

—Está cerca—dijo Santana—¿Lo quieres?

—¿Podemos?

Santana se sentó y sacó el cajón junto a su cama tomando el vibrador. Lo sostuvo en alto.

—¿Lo quieres?

Brittany lo miró, luego a Santana.

—¿Lo usaste?—susurró Brittany.

Sus ojos se encontraron.

Santana asintió.

—Sí.

Brittany inclinó su cabeza.

—¿Tú… pensaste en mí cuando lo usaste?

Santana asintió nuevamente.

—Sí.

Brittany se acercó y se lo quitó, luego se acercó para darle un beso. Ya podía escuchar el cambio en la respiración de Santana.

—Sí. Quiero usarlo.

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Capitulo 36

—Realmente no tienes que preparar el desayuno—dijo Brittany mientras bajaban después de una muy… muy larga ducha juntas.

—Nos perdimos la cena—le recordó Santana.

—Lo sé. Pero vamos a llegar tarde y ni siquiera estas vestidas. Puedo comprar algo en el camino.

—¿Estás segura?

—Sí, Sanny—Brittany acercó a Santana—Prefiero pasar los próximos minutos besándote en vez de cocinar.

Los brazos de Santana se entrelazaron en su cuello mientras se apoyaba contra ella, su cuerpo estaba cubierto con nada más que una fina bata.

Como si no hubieran pasado casi toda la noche haciendo el amor, Brittany respondió a sus caricias.

Lo mismo ocurrió con Santana y su ligero beso se volvió apasionado al instante.

—Parece que no puedo tener suficiente de ti—murmuró Santana contra sus labios.

Brittany le presionó contra la pared, con una mano deslizándose entre ellas para ahuecar su pecho. El pezón de Santana se endureció y lo frotó. Nuevamente se sintió excitada y deslizó su muslo entre las piernas de Santana, sintiendo como Santana se empujaba contra ella.

—¿Tenemos tiempo?—preguntó Brittany entre besos.

—Soy el jefe. Puedo llegar tarde—dijo Santana cuando su lengua rozó el labio inferior de Brittany.

Brittany la chupó metiéndola en su boca, gimiendo con Santana cuando trataron de acercarse aún más. Estuvo a punto de deslizar su mano dentro de la bata de Santana, cuando sonó el timbre de la puerta sobresaltándolas.

Sus respiraciones estaban aceleradas y ambas estaban excitadas. Sus ojos se mantuvieron unidos cuando se separaron, entonces Santana acomodó su bata y se dirigió a la puerta principal.

Brittany se apoyó contra la pared, tratando de recuperar el aliento.

Maldita sea, quería arrastrar a Santana de regreso a la habitación y no bajar por lo menos en una hora.

Volteó la cabeza, preguntándose quién estaría en la puerta de Santana a esta hora. Sus ojos se agrandaron cuando vio a Santana agarrar un enorme ramo de flores de un repartidor.

Santana simplemente las miró y el repartidor permaneció ahí esperando pacientemente. Brittany sacó unos billetes de su bolsillo y se los entregó al chico, quien los agarró con una sonrisa rápida.

Eran hermosas, tuvo que admitir Brittany. Y no necesitaba ser un genio para saber de quienes eran.

—Maldita sea. Debió costarle una fortuna lograr que las entregaran a esta hora—dijo Brittany.

Santana finalmente la miró.

—Lo siento.

—No lo estés. Son hermosas—dijo Brittany.

Santana colocó el florero sobre la mesa de entrada. Se quedó mirando la tarjeta.

La mirada de Brittany también fue ahí.

Sólo había una palabra escrita… Sugar.

Santana se volteó hacia Brittany, sosteniendo su mirada.

—Nosotras… nosotras nunca logramos hablar ¿verdad?

—No.

Santana apretó aún más su bata, sus manos jugueteando con ella como si tratara de ganar tiempo.

Brittany se acercó aquietándolas.

—No me debes una explicación, San.

—¿No te la debo?

—No. Tú y Sugar están saliendo—dijo Brittany sintiendo una punzada de celos en sus palabras—Es perfectamente normal que te envíe flores.

Santana negó con la cabeza.

—Realmente no estamos saliendo, Britt. Ella simplemente no se rinde.

—No ¿Por qué iba a hacerlo? Eres una mujer muy deseable… muy hermosa, San. ¿Por qué iba a renunciar?—Brittany se encogió de hombros—Quiero decir, ella es rica y poderosa. Una mujer de negocios exitosa. Puede tener a cualquier persona que quiera—Brittany tragó saliva tratando de desaparecer parte de la amargura que sentía—Y, como ella me informó, te desea. Y ella nunca pierde.

—Y como yo le dije a ella… no soy una presa—dijo Santana.

Se miraron la una a la otra por un largo rato, luego Brittany desvió la mirada, su mirada viajó por la habitación rápidamente.

—Probablemente debería ponerme en marcha—dijo Brittany—Hoy será un día ocupado.

Santana suspiró pero no dijo nada.

Brittany asintió y se volteó para irse, sintiendo un dolor en su corazón que nunca antes había sentido.

—¿Britt?

Ella se detuvo y se volteó hacia Santana con las cejas levantadas. Santana se acercó sin parar hasta que se tocaron. Los brazos de Santana rodearon sus hombros y la atrajo en un beso.

Sintiendo como su resistencia desaparecía, Brittany rodeó con sus brazos la cintura de Santana, sosteniéndola más cerca. El beso fue lento, suave, con una dulzura que simplemente derritió a Brittany donde se encontraba.

Se besaron así durante unos minutos antes de alejarse. Con sus ojos conectados íntimamente, Santana ahuecó el rostro de Brittany, deslizando sus dedos sobre su mejilla, su pulgar rozando los labios que acababa de besar.

Brittany tembló ante su toque y no se atrevió a moverse.

Finalmente, los dedos de Santana cayeron y dio un paso atrás. Brittany no pudo evitar preguntarse si Santana estaba diciendo adiós.

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Capitulo 38

Santana no había salido a comer con su amiga Spencer en un par de meses y aceptó fácilmente su invitación, acordando encontrarse en un restaurante favorito de comida mexicana, uno que ella y Dani solían frecuentar para almorzar.

Se sorprendió de que el pensamiento de Dani ya no evocara imágenes de ella y Elaine, desnudas, en su cama.

Ahora parecía que eso había pasado hacía una eternidad.

Tal vez debería llamar a Dani y hacer las paces. Realmente necesitaba darle las gracias. Si no hubiera sido por su romance con Elaine.

Elaine y Santana seguirían juntas.

Ese era un pensamiento deprimente.

—Me alegra que estuvieras libre—dijo Spencer—Deberíamos hacer esto más a menudo.

—Sí, me encanta este lugar—dijo mientras comía una tortilla cargada de salsa verde—¿Cómo has estado? ¿Sigues saliendo con Toby?

Spencer asintió con la cabeza.

—Si. En un mes cumplimos tres meses de estar juntos. Aunque no le gusta mucho el teatro—dijo con una risa—Como sabes, esa es una de mis pasiones.

—¿Todavía tienes boletos de temporada para el Zach?

—Por supuesto. Llevé a Toby a ver Los Miserables, pensando que por lo menos disfrutaría de la obra—sacudió su cabeza nuevamente—Pero no. Sólo fuimos una vez más después de eso—agitó la mano con indiferencia—Además, el sexo es lo suficientemente bueno como para pasar por alto sus defectos.

Santana no dijo nada, preguntándose cuando el desagrado por el teatro se había convertido en un defecto. Aunque disfrutaba de un par de actuaciones cada año en Zachary Scott, no lo llamaría una de sus pasiones.

—¿Y qué hay de ti? Debes estar bastante atolondrada—dijo Spencer.

Santana agarró más salsa con una tortilla.

—¿Oh?

—Me sorprendió escuchar que Sugar ya no estaba saliendo con Meredith Calhoun. En realidad, me sorprendió más escuchar que finalmente estaba lista para sentar cabeza.

—¿En serio? ¿Quién es la afortunada?

Spencer rio.

—Bueno… tú, tonta.

Santana casi escupió su tortilla.

—¿Yo?—negó con la cabeza—No… estás equivocada.

—Oh, no. Eso es todo de lo que todos hablan. Incluso he escuchado que ella va a acompañarte al banquete de CPA. Charlotte estaba diciendo que Sugar estaba muy entusiasmada de aparecer en público como tu pareja. Una especie de declaración.

Oh.

Querido Dios.

Santana parpadeó varias veces, tratando de seguir la conversación de Spencer.

¿Era de todo lo que estaban hablando?

Dios mío, ni siquiera había hablado con Sugar desde que habían salido a almorzar. Ni siquiera se había molestado en llamarla para agradecerle las flores.

No quería animarla de ninguna manera.

—Bueno, creo que los chismes son un poco prematuros—dijo finalmente—Sugar y yo no somos pareja. Lejos de eso.

—Oh, sé que sería bastante sorprendente si ella realmente sentara cabeza. Quiero decir, estamos hablando de Sugar—dijo Spencer con una carcajada—Que halagador sería que te escogiera. No creerías cuántas mujeres te envidian. Ya se están preguntando qué tan pronto te mudarías a su nueva casa.

Santana estaba, literalmente, sin palabras.

Afortunadamente, sirvieron el almuerzo.

Se concentró en sus enchiladas con determinación, fingiendo un hambre que ya no estaba sintiendo.



Cuando regresó a su oficina, deliberadamente fue al escritorio de Mercedes

—Necesito hablar contigo.


Mercedes apartó la mirada de su monitor con las cejas levantadas.

—Estoy en medio de nuestra facturación mensual—explicó Mercedes—¿No puede esperar?

—No. Necesito hablar. Y tú eres lo más cercano que tengo a una mejor amiga.

Mercedes sonrió.

—¿En serio? Soy heterosexual, felizmente casada y un hijo de un año y el otro de dos ¿Crees que soy la más calificada para ofrecer consejo cuando se trata de tus problemas con las mujeres?

Santana dejó escapar el aliento.

—No te pongas difícil Mercedes. Me acaban de decir que no sólo estoy en una relación con Sugar Motta, al parecer estoy a punto de mudarme a su casa.

—¿En serio? Pensé que odiabas su casa.

—No voy a mudarme con ella—Santana casi espetó. Respiró profundamente—¿Puedes… por favor… venir a mi oficina y escuchar y fingir estar interesada mientras despotrico?

Mercedes empujó su silla hacia atrás.

—Por supuesto. Supongo que la facturación puede esperar. Eres el jefe, después de todo.

—Sí. Trata de recordarlo.

Santana puso los ojos mientras entraba en su oficina.

Realmente necesitaba encontrar una mejor amiga.

Mercedes tenía razón.

¿Cómo podría ella relacionarse con esta situación?

Pero Mercedes se sentó en una de las sillas de visitantes y le dio a Santana toda su atención.

O al menos eso pareció.

—Me acosté con Britt—dijo bruscamente.

—Lo sé. Ya me lo dijiste.

—No. Quiero decir… otra vez—se acercó a la ventana y miró hacia afuera—Hace dos días. Después de mi almuerzo con Sugar. Le pedí que viniera esa noche.

—¿Y?

—Y se quedó toda la noche—Santana se dio la vuelta y sonrió—Estar con ella es absolutamente increíble.

—¿Entonces cuál es el problema?

—Sugar es el problema. Me envió flores a mi casa esa mañana… cuando Britt y yo… bueno… nos despedíamos—dijo ruborizándose ligeramente—Un enorme ramo. Surtido de flores. Muy hermoso—admitió.

—Bueno. Así que Sugar también te está cortejando.

—¿Cortejar? ¿Ya la gente realmente no dice 'cortejo'?—se sentó en su silla—Sugar me ha dejado claro que quiere cazarme. Sus palabras, no las mías—dijo—Pero no provoca nada en mí. No hay ni siquiera un rastro de atracción entre nosotras.

—¿Y que hay con Brittany?

—Oh, Dios. Britt hace que me derrita como mantequilla—dijo con una risa.

—Está bien. Entonces sal con Brittany y no con Sugar.

—Pero ¿acaso existe la posibilidad de un futuro con Britt? Quiero decir… me gusta mucho. Es divertida. Pero ¿realmente tenemos lo suficiente en común como para salir? ¿Cómo para encajar en la vida de la otra?

—¿Y Sugar encaja?

—Sí… por supuesto que encaja. Y aparentemente le está diciendo a nuestras amigas que somos pareja. Probablemente están haciendo apuestas sobre cuando me mudo con ella.

—Está bien. Entonces… ¿por qué incluso estás debatiendo con esto? Parece que Brittany es con quién prefieres salir—dijo Mercedes razonable.

Santana elevó sus manos interrogantes.

—Pero ¿acaso conozco a Britt? Quiero decir… ella sale con universitarias. No está buscando una relación. Sólo quiere divertirse—dijo Santana.

—Entonces… ¿tú estás buscando una relación?

Santana se le quedó mirando.

—Mercedes… tengo 32 años. Cada cita que realizo debe ser considerada como una búsqueda de pareja a largo plazo ¿no es así? Soy demasiado vieja para tener citas simplemente por tener citas—hizo una pausa—¿No es así?

Mercedes sacudió su cabeza.

—Dios mío, ni siquiera sé si hay esperanzas para ti. No tienes 65. Santana. Sólo 32. Sal. Diviértete. Ve lo que te conviene—Mercedes levantó sus brazos—Sal con las dos. Encuentra una tercera persona. Sal con ella también ¿Por qué limitarlo?

Santana entrecerró sus ojos.

—No estás siendo de ayuda.

—Sí, bueno, te lo advertí—Mercedes se puso de pie señalando el fin de la conversación—A mí me parece que Brittany es con quien quieres estar… simplemente no estás segura si ella es con la que deberías estar.

Santana inclinó su cabeza hacia atrás en la silla.

—Sí. Es eso exactamente.

—Así que mi consejo hetero, siendo una mujer felizmente casada y con dos hijos… es que salgas con la persona que te hace feliz. Olvídate de Sugar. No salgas con ella nuevamente. Ella seguirá adelante con alguien más, eventualmente.

—No puedo. Ya tengo una cita programada con ella. Al maldito banquete CPA—dijo Santana.

—Oh, sí. Estás optando para la presidencia. No puedo esperar.

—Sí ¿De quién fue la brillante idea?

—Creo que fue tuya.

Santana le despidió con un gesto.

—Ve a terminar la facturación. No hemos resuelto nada aquí.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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