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Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
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Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Saludos a todos los lectores que se han animado a leer esta historia. No es la primera historia que escribo pero si es la primera en la que escribo sobre una de mis parejas favoritas desde hace unos pocos meses cuando me trague una maratón de Glee: Brittana, Santtitany o Brittany & Santana.
Como habréis leido anteriormente, el universo sobre el que escribiré se basará en el exitoso mundo de Tolkien, el mundo de la Tierra Media. Su situación temporal será después de la guerra final, Aragorn ya es el rey, el bien vence y más detalles que no revelare por no soltar mucho spoiler.
Espero que os guste la historia, no pienso hacerla muy larga pero si entretenida... Lo único que espero que tengáis en cuenta que el tiempo no es una de las cosas que me sobran mucho.
Os dejo un prefacio y próximamente el primer capítulo. Ah! Espero que me dejen comentarios, siempre me animan, tanto destructivos como constructivos XD
El aire era gélido y se notaba con cada inspiración y expiración que realizaba a cada paso. El invierno pronto caería en la Tierra Media y si no se cuidaba, podía pillar perfectamente una pulmonía. Santana se abrigó más en su capa oscura mientras se incorporaba del suelo, tras haber inspeccionado unas huellas sospechosas que podrían pasar desapercibidas para cualquier común pero no para ella.
-Ha habido un combate aquí. -mustió mientras seguía la línea de señales que se salía del camino.
Santana dio un paso dispuesta a seguir ese rastro pero una mano agarrándola del brazo la detuvo.
-No tenemos tiempo, Santana. -dijo una rubia de pelo corto.
-Vamos, Quinn... No se van a exasperar porque lleguemos más tarde. -replicó burlona, su compañera.
-Santana... ¡Santana! -era inútil. La chica había desaparecido saltando al otro lado del camino dejando a Quinn atrás con sus monturas.
Santana, hija de Satheo, pertenecía a una de las casas norteñas más antiguas. Heredera de la sangre de los Númenor, pariente cercana de Aragorn, heredero de Isildur y rey de Gondor. Sin embargo, su historia es peculiar... Lejos de estar en las cortes y de los vestidos nobiliarios, estaba en los bosques de Lorien. La muchacha, de una edad que aparentemente no pasaba más de 20 inviernos, era una de las bellezas más exóticas que podría haber. Su piel, lejos de la palidez norteña, tenia un tono castaño tostado, su pelo oscuro como la noche acompañado de unos ojos del mismo color.
Santana dio varios pasos rápidos para luego saltar varios troncos y subirse a unas rocas salientes para tener una vista panorámica de la escena. Los frondosos bosques de Lorien se extendían más allá de su vista. El verde y el marrón vencían cualquier otro color. Inspiró hondo, dejando que sus pulmones se llenaran de ese aire natural que hacía tiempo que olía. Su mano reposaba en la empuñadura de su espada, atada en su lado derecho de la cintura.
-Nunca cambiarás... -susurró una voz tranquila a su espalda. A Santana no le hacia falta volverse para saber quien era.
Quinn observaba el paisaje con ella, cruzada de brazos. Quinn, hija de Quinndal, elfa silvana, del Bosque Negro, se había encontrado con la morena por puro azar del destino. Su pelo rubio, corto y disparado a todos los lados caía en su rostro pálido y de ojos verdes, dándole una belleza angelical. Sus orejas picudas se asomaban a los lados.
Santana bajó de un salto del risco y siguió inspeccionando el rastro hasta que se detuvo bruscamente. Quinn chocó con ella por culpa del inesperado movimiento.
-¿Pero que carajo...? -abrió la boca pero fue callada por un ademán violento de la morena, quien se llevo una mano a la empuñadura.
-Sangre de orcos. -siseó, desenvainando su espada. Quinn simplemente cargó su arco, alerta a cualquier movimiento.
Caminaron unas zancadas más y ahí los vieron... Un pequeño grupo de orcos, unos ocho en total, seguramente una partida extraviada o eran simplemente unos insensatos que huían de los cazadores de Gondor. No espero más, de un salto se abalanzó sobre el primero de ellos lanzándole un mandoble que atravesó su cuello limpiamente. Dos flechas se clavaron sobre el que tenía detrás, cortesía de Quinn, quien le cubría las espaldas. En menos de un suspiro, ya habían acabado con el grupo. Santana limpió su espada mientras se giraba para mirar a Quinn con una sonrisa satisfecha.
-¿Ves como ha valido la pe...? -las palabras murieron en sus labios cuando notó como algo le perforaba el hombro. Una flecha negra había atravesado su hombro de par en par. Quinn levantó su arco pero la morena fue más rápida, lanzó su daga que se clavó limpiamente en la cabeza de ese ultimo orco. -Púdrete, escoria.
-Eres una insensata... -sonrió Quinn mientras observaba como Santana se arrancaba la flecha del hombro con una mueca de dolor. La rubia se acercó para vendarle la herida y evitar que pasará a mayores. -Te tendrán que terminar de curar esto, te ha atravesado el hombro.
-Bah, no es nada. -pero ante la dura mirada de Quinn, asintió.
-¿Ahora podemos irnos? -exigió exasperada Quinn.
-Si... Quiero informar de esto... Estos orcos estaban muy lejos de sus fronteras. -dijo Santana recuperando su daga y emprendiendo el camino de vuelta.
Santana de un salto se subió a su montura y emprendió la marcha a galope ligero. La herida del hombro le escocía pero optó por ignorarla. Ahora su única preocupación era seguir con su camino.
Como habréis leido anteriormente, el universo sobre el que escribiré se basará en el exitoso mundo de Tolkien, el mundo de la Tierra Media. Su situación temporal será después de la guerra final, Aragorn ya es el rey, el bien vence y más detalles que no revelare por no soltar mucho spoiler.
Espero que os guste la historia, no pienso hacerla muy larga pero si entretenida... Lo único que espero que tengáis en cuenta que el tiempo no es una de las cosas que me sobran mucho.
Os dejo un prefacio y próximamente el primer capítulo. Ah! Espero que me dejen comentarios, siempre me animan, tanto destructivos como constructivos XD
Danzas Élficas
Prefacio:
Prefacio:
El aire era gélido y se notaba con cada inspiración y expiración que realizaba a cada paso. El invierno pronto caería en la Tierra Media y si no se cuidaba, podía pillar perfectamente una pulmonía. Santana se abrigó más en su capa oscura mientras se incorporaba del suelo, tras haber inspeccionado unas huellas sospechosas que podrían pasar desapercibidas para cualquier común pero no para ella.
-Ha habido un combate aquí. -mustió mientras seguía la línea de señales que se salía del camino.
Santana dio un paso dispuesta a seguir ese rastro pero una mano agarrándola del brazo la detuvo.
-No tenemos tiempo, Santana. -dijo una rubia de pelo corto.
-Vamos, Quinn... No se van a exasperar porque lleguemos más tarde. -replicó burlona, su compañera.
-Santana... ¡Santana! -era inútil. La chica había desaparecido saltando al otro lado del camino dejando a Quinn atrás con sus monturas.
Santana, hija de Satheo, pertenecía a una de las casas norteñas más antiguas. Heredera de la sangre de los Númenor, pariente cercana de Aragorn, heredero de Isildur y rey de Gondor. Sin embargo, su historia es peculiar... Lejos de estar en las cortes y de los vestidos nobiliarios, estaba en los bosques de Lorien. La muchacha, de una edad que aparentemente no pasaba más de 20 inviernos, era una de las bellezas más exóticas que podría haber. Su piel, lejos de la palidez norteña, tenia un tono castaño tostado, su pelo oscuro como la noche acompañado de unos ojos del mismo color.
Santana dio varios pasos rápidos para luego saltar varios troncos y subirse a unas rocas salientes para tener una vista panorámica de la escena. Los frondosos bosques de Lorien se extendían más allá de su vista. El verde y el marrón vencían cualquier otro color. Inspiró hondo, dejando que sus pulmones se llenaran de ese aire natural que hacía tiempo que olía. Su mano reposaba en la empuñadura de su espada, atada en su lado derecho de la cintura.
-Nunca cambiarás... -susurró una voz tranquila a su espalda. A Santana no le hacia falta volverse para saber quien era.
Quinn observaba el paisaje con ella, cruzada de brazos. Quinn, hija de Quinndal, elfa silvana, del Bosque Negro, se había encontrado con la morena por puro azar del destino. Su pelo rubio, corto y disparado a todos los lados caía en su rostro pálido y de ojos verdes, dándole una belleza angelical. Sus orejas picudas se asomaban a los lados.
Santana bajó de un salto del risco y siguió inspeccionando el rastro hasta que se detuvo bruscamente. Quinn chocó con ella por culpa del inesperado movimiento.
-¿Pero que carajo...? -abrió la boca pero fue callada por un ademán violento de la morena, quien se llevo una mano a la empuñadura.
-Sangre de orcos. -siseó, desenvainando su espada. Quinn simplemente cargó su arco, alerta a cualquier movimiento.
Caminaron unas zancadas más y ahí los vieron... Un pequeño grupo de orcos, unos ocho en total, seguramente una partida extraviada o eran simplemente unos insensatos que huían de los cazadores de Gondor. No espero más, de un salto se abalanzó sobre el primero de ellos lanzándole un mandoble que atravesó su cuello limpiamente. Dos flechas se clavaron sobre el que tenía detrás, cortesía de Quinn, quien le cubría las espaldas. En menos de un suspiro, ya habían acabado con el grupo. Santana limpió su espada mientras se giraba para mirar a Quinn con una sonrisa satisfecha.
-¿Ves como ha valido la pe...? -las palabras murieron en sus labios cuando notó como algo le perforaba el hombro. Una flecha negra había atravesado su hombro de par en par. Quinn levantó su arco pero la morena fue más rápida, lanzó su daga que se clavó limpiamente en la cabeza de ese ultimo orco. -Púdrete, escoria.
-Eres una insensata... -sonrió Quinn mientras observaba como Santana se arrancaba la flecha del hombro con una mueca de dolor. La rubia se acercó para vendarle la herida y evitar que pasará a mayores. -Te tendrán que terminar de curar esto, te ha atravesado el hombro.
-Bah, no es nada. -pero ante la dura mirada de Quinn, asintió.
-¿Ahora podemos irnos? -exigió exasperada Quinn.
-Si... Quiero informar de esto... Estos orcos estaban muy lejos de sus fronteras. -dijo Santana recuperando su daga y emprendiendo el camino de vuelta.
Santana de un salto se subió a su montura y emprendió la marcha a galope ligero. La herida del hombro le escocía pero optó por ignorarla. Ahora su única preocupación era seguir con su camino.
Última edición por Elisika-sama el Sáb Sep 28, 2013 10:12 am, editado 11 veces
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Holas!. Me conecte solamente para comentarte. :D Lei tu Fic y me re gusto. Amo la trilogía de Tolkien! ♥El señor de los anillos es una de mis sagas favoritas. Me lei los libros y vi las pelis. kdslkajlkjda las amo.♥ ^^. Ahora espero que salga el Hobbit al cine. Ok, despues de emocionarme hablando de eso. jejejeje. Al cap!
Genial! Las Quinntana en accion!. Osea que San es pariente de Aragorn (que por cierto esta re bueno jejeje). Me encanta. :D Escribis genial y eso me gusta. jejeje. Sorry es que me emociona leer algo de este estilo y mas con Brittana ♥
Fiel lectora asegurada. Actualiza pronto y no lo hagas corto, alargalo. jejejej
Besote. ♥
Genial! Las Quinntana en accion!. Osea que San es pariente de Aragorn (que por cierto esta re bueno jejeje). Me encanta. :D Escribis genial y eso me gusta. jejeje. Sorry es que me emociona leer algo de este estilo y mas con Brittana ♥
Fiel lectora asegurada. Actualiza pronto y no lo hagas corto, alargalo. jejejej
Besote. ♥
Fer-Sofi- ---
- Mensajes : 572
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Hola, muchos saludos...
te digo algo me encantan los libros del señor de los anillos me los eh leído todos y me fascina la idea de mis brittanas ehh
ok saludos y espero la próxima capitulo
te digo algo me encantan los libros del señor de los anillos me los eh leído todos y me fascina la idea de mis brittanas ehh
ok saludos y espero la próxima capitulo
khandyy** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Me gusto mucho tu fic jajaj jajaja esta re bueno espero tu actuu las quinntana amo esa dupla espeeoanciosa tu actu :)
brittana-bitches!!!***** - Mensajes : 228
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Edad : 27
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Muchísimas gracias por vuestros comentarios, realmente me animan a seguir! Ahora os dejo la continuación.
Os aclaro una cosa, el prefacio no es más que una introducción, un trozo de lo que será un momento y escena en la historia. No es el comienzo, el comienzo empieza a partir de ahora. Resumiendo, son momentos temporales distintos.
Disfruten!
Santana respiró hondo mientras intentaba recuperar el aire perdido… Le dolía todo el cuerpo, el frio había agarrotado sus músculos y la mano con la que empuñaba la espada la tenía helada, apenas la sentía ya… Se apoyó en una corteza del árbol mientras intentaba recomponerse de los temblores que sacudían su cuerpo, apenas cubierto por una camiseta y un pantalón, holgados y remendados. Varios crujidos detrás suyo la pusieron en alerta y obligó a sus piernas a seguir corriendo pero apenas había dado cinco pasos cuando un orco se cruzó en su camino pero ella fue más rápida, levantó la espada haciendo un violento corte ascendente que se abrió paso a través de la carne verdosa de esa repugnante criatura. Siguió corriendo desesperada mientras el miedo atenazaba cada rincón de su cuerpo, detrás oía perfectamente los tintineos metálicos de las armaduras y los gritos de los orcos.
-Mierda… Mierda… -mustió desesperada entre dientes mientras giraba sobre su propio eje intentando orientarse entre los enormes y frondosos arboles cubiertos de nieve. Se restregó los ojos furiosa, eliminando cualquier posible evidencia de lagrimas.
Los chillidos estaban más cerca y Santana sin saber muy bien lo que hacía, corrió hacia una pendiente, la cual empezó a subir apoyándose en varias piedras, necesitaba altura para poder orientarse. Sus manos se aferraban con firmeza en los peligrosos salientes resbaladizos por el hielo, más de una vez perdió pie pero siguió subiendo. Un silbido rozó su oreja y observó como la flecha negra rebotaba en la pared para caer. El corazón le latía a mil y la adrenalina recorría todo su cuerpo hasta que por fin, sus pies tocaron suelo firme. Se tiró al suelo esquivando otros pares de flechas y reptó por él, sin despegarse ni un milímetro para asomarse por el borde. Los orcos chillaban furiosos abajo y más de uno disparaban flechas que no llegaban a tocarla, Santana observó como todos se empujaban y las armaduras crujían bajo su movimiento, las antorchas brillaban con fuerza y pudo ver más brillos a lo lejos, no sabía cuantos eran pero eran demasiados. Tenía que ponerse en movimiento. Se alejó del risco y salió disparada hacia el otro lado hasta que una visión la distrajo completamente… A lo lejos, al este, una densa humareda negra, que contrastaba totalmente con todo el paisaje blanco, se elevaba sin descanso, las llamas brillaban con fuerza… Unas lagrimas cayeron del rostro de Santana, su casa estaba destruida. Una enorme bandera negra con un símbolo de rojo sangre se agitaba en la torre más alta del fuerte, una bandera oscura.
Unos nuevos chillidos la sacaron de su shock, unas pálidas luces empezaron a aparecer por el linde del bosque. ¿Cómo diablos habían llegado tan rápido? Salió corriendo por el lado contrario, intentando huir de esta cacería infernal, hasta que una sombra se cruzó por delante, provocando que la chica derrapara por la nieve y se aferrara a una rama salida para poder girar, esquivando la estocada letal del orco. Le lanzó una patada, intentándolo derribar sin mucho éxito, bloqueó la nueva estocada y sus dedos helados protestaron ante el gesto. La fuerza del ataque la empujo hacia atrás, trastrabillando sin remedio con una rama saliente. Lo último que vio Santana fue el asqueroso rostro del orco para luego ver la negrura del cielo antes de notar como su espalda impactaba con violencia contra el suelo, una y otra vez, cayendo por una pendiente, rodando entre piedras y nieve hasta que su cuerpo impactó brutalmente contra una roca que detuvo su avance hasta una muerte segura a través de un precipicio sin final que había más allá. Perdió el conocimiento.
El orco bajó, con más cuidado, a por su presa, dispuesto a darle el toque final y así poder deleitarse con su carne. Sonrió macabramente cuando vio a la joven muchacha, una niña prácticamente, tendida en el suelo y con su pelo oscuro desparramado por toda la nieve. Levantó su espada y antes de que pudiera darle el golpe de gracia, una flecha blanca silbó en aire clavándose en su quijada. El orco cayó a un lado, que lejos de cualquier sujeción, cayó rodando para perderse por el precipicio. Unos pasos ligeros y agiles se acercaron rápidamente a Santana. La figura, cubierta por una capa, se agachó comprobando las constantes vitales de la muchacha. Apartó la espada oxidada que se aferraba como una segunda piel a la mano de Santana. Movió con cuidado sus dedos, que empezaban a tornarse morados y un brillo le llamó la atención, portaba un anillo plateado, de donde una piedra cristalina brillaba rodeada de varias filigranas.
Santana notó como movían su mano, pero estaba tan adolorida y helada, que su cuerpo no respondía, entonces notó como algo cálido la cubrió, una capa. Un olor fresco y dulce llenó sus sentidos, un aroma que nunca había olido antes, un aroma delicioso. Intentó abrir los ojos pero le costaba muchísimo. La cabeza le daba vueltas y apenas podía mantenerse consciente. Notó como su cuerpo era levantado sin dificultades y como la enrollaban bien en la capa. Percibió unos brazos finos pero fuertes rodeando su espalda y sus piernas. Tras un buen rato, consiguió abrir los ojos para percibir como todo a su alrededor se movía a una velocidad vertiginosa y entonces lo entendió, estaban a caballo, galopando a toda velocidad. Levantó la vista para intentar distinguir quién era su salvador pero la oscuridad aún reinaba y apenas pudo distinguir un largo pelo rubio dorado que se agitaba con violencia ante el movimiento del caballo y en medio de un reflejo de la luna, distinguió sus ojos, de un azul cielo impresionante, dos zafiros hermosos… Santana apenas pudo parpadear antes de volver a perder el conocimiento.
o-o-o-o-o
Los rayos de luz entraban con fuerza en la habitación. Santana parpadeó molesta, intentó abrir los ojos pero falló totalmente por la fuerza de la luz, hasta que algo la atenuó, permitiéndole abrir los ojos. Lo primero que vio era un techo labrado de madera, hermoso y exótico. Frunció el ceño, ese trabajo no era propio de los humanos. Se incorporó de golpe asustada, recordando todo lo que había pasado. Un dolor recorrió toda su columna vertebral acabando en un dolor punzante en la cabeza, recordándole que estaba herida. Miró sus manos vendadas para luego llevárselas a la cabeza y notar otra venda.
-Yo que tú, guardaría reposo. Has estado hipotérmica durante varias horas. –dijo una suave voz a su lado.
Santana giró la vista para ver a una hermosa mujer, rubia y de ojos azules. Alta y de un gran porte elegante, una tiara rodeaba su frente y su forma entramada y elaborada, así como sus orejas picudas que se asomaban tras la cascada dorada de pelo, mostró que era una elfa… Pero no cualquier elfa, eso lo demostró el anillo que llevaba, era Galadriel, la dama de la luz. Santana se sobrecogió temerosa… ¿Qué hacía ahí?
-¿Qué…? –tartamudeó. -¿Qué ha pasado? ¿Por qué…? –unos ojos azules vinieron a su mente. –Estoy viva. –miró a Galadriel pero no eran esos ojos azules que la habían salvado.
-Tranquila… Estás a salvo. Somos tus amigos, no tengas miedo. –dijo Galadriel acercándose a ella y sentándose en el borde de la cama. –Conocí a tu padre, era un buen amigo de los elfos y un gran guerrero.
Santana apretó las sabanas con fuerza mientras un nudo se le acumulaba en la garganta, cada vez más doloroso hasta que no pudo más y las lagrimas cayeron por su rostro en silencio. Galadriel la miró compasiva, en silencio, paciente.
-¿Ha-Ha… sobrevivido alguien? –susurró Santana, a pesar de que ya sabía la respuesta.
-No. –respondió suavemente Galadriel mientras ponía una de sus manos en el hombro de la muchacha. –Era una emboscada… Demasiados orcos. Ni yo lo pude prever.
-¿Por qué? –Galadriel la miró sorprendida. -¡¿Por qué diablos lo hicieron?! Mi familia… ¡No se lo merecían! –gritó Santana furiosa mientras las lagrimas aún caían de sus mejillas. Galadriel esbozó una sonrisa triste mientras le secaba las lagrimas.
-Te prometo que llegaremos al fondo de este asunto… Tu familia era uno de nuestros amigos más queridos, siempre estuvieron a nuestro lado. –entonces la mirada de Galadriel se tornó más afilada y oscura. –Juro que haremos pagar a los responsables.
El silencio se adueño de la habitación mientras Santana esta perdida en sus propios pensamientos. Galadriel sabía perfectamente que le pasaba por la mente de la joven morena pero no dijo nada, simplemente espero a que hablara ella.
-¿Qué pasará ahora conmigo…? –mustió Santana sintiéndose completamente sola, pues era así como estaba, sola.
-Te quedarás con nosotros… -Santana levantó la vista sorprendida mirando a Galadriel, quién sonreía con cariño. –Te enseñaremos a defenderte, a luchar con espada, escudo y arco… Tu padre siempre me ha dicho que eres muy inquieta y que siempre andabas con un palo en la mano… -Santana sonrió tímidamente ante eso último.
-¿Por qué? –preguntó Santana observando a la elfa que se levantaba.
-¿Qué? –no la había entendido.
-¿Por qué haces esto por mi…? Solo soy… una humana… -dijo Santana mirándose las manos.
Galadriel sonrió mientras se acercaba a Santana y le acariciaba la cabeza.
-Porque eres parte de nuestra familia… Y por tu padre y el legado que te dejo… -dijo mientras señalaba el anillo que portaba Santana. –Tienes un destino único, Santana… -respondió Galadriel girándose para salir.
-Espera… -la detuvo, Santana. -¿Quién me salvo?
-Esa persona está muy lejos de aquí ahora…
-Por favor… Dime solo el nombre… Por favor… -la miró a los ojos, aguantando la pétrea mirada de la hechicera, hasta que Galadriel esbozó una pequeña sonrisa y salió de la habitación.
Santana bajó la cabeza frustrada pero una voz le hizo levantarla otra vez… Lo extraño es que había sonado en su mente… Se llama Brittany. La voz de Galadriel resonó clara como el agua en su mente, y tan rápido como apareció, desapareció.
-Brittany… -susurró Santana, un nombre hermoso.
Lo que no sabía Santana, era que las ruedas de su destino habían empezado a girar desde el primer instante que su mirada se cruzó con la cerúlea de su salvadora, Brittany… El destino de ambas…
Os aclaro una cosa, el prefacio no es más que una introducción, un trozo de lo que será un momento y escena en la historia. No es el comienzo, el comienzo empieza a partir de ahora. Resumiendo, son momentos temporales distintos.
Disfruten!
Capitulo 1:
Santana respiró hondo mientras intentaba recuperar el aire perdido… Le dolía todo el cuerpo, el frio había agarrotado sus músculos y la mano con la que empuñaba la espada la tenía helada, apenas la sentía ya… Se apoyó en una corteza del árbol mientras intentaba recomponerse de los temblores que sacudían su cuerpo, apenas cubierto por una camiseta y un pantalón, holgados y remendados. Varios crujidos detrás suyo la pusieron en alerta y obligó a sus piernas a seguir corriendo pero apenas había dado cinco pasos cuando un orco se cruzó en su camino pero ella fue más rápida, levantó la espada haciendo un violento corte ascendente que se abrió paso a través de la carne verdosa de esa repugnante criatura. Siguió corriendo desesperada mientras el miedo atenazaba cada rincón de su cuerpo, detrás oía perfectamente los tintineos metálicos de las armaduras y los gritos de los orcos.
-Mierda… Mierda… -mustió desesperada entre dientes mientras giraba sobre su propio eje intentando orientarse entre los enormes y frondosos arboles cubiertos de nieve. Se restregó los ojos furiosa, eliminando cualquier posible evidencia de lagrimas.
Los chillidos estaban más cerca y Santana sin saber muy bien lo que hacía, corrió hacia una pendiente, la cual empezó a subir apoyándose en varias piedras, necesitaba altura para poder orientarse. Sus manos se aferraban con firmeza en los peligrosos salientes resbaladizos por el hielo, más de una vez perdió pie pero siguió subiendo. Un silbido rozó su oreja y observó como la flecha negra rebotaba en la pared para caer. El corazón le latía a mil y la adrenalina recorría todo su cuerpo hasta que por fin, sus pies tocaron suelo firme. Se tiró al suelo esquivando otros pares de flechas y reptó por él, sin despegarse ni un milímetro para asomarse por el borde. Los orcos chillaban furiosos abajo y más de uno disparaban flechas que no llegaban a tocarla, Santana observó como todos se empujaban y las armaduras crujían bajo su movimiento, las antorchas brillaban con fuerza y pudo ver más brillos a lo lejos, no sabía cuantos eran pero eran demasiados. Tenía que ponerse en movimiento. Se alejó del risco y salió disparada hacia el otro lado hasta que una visión la distrajo completamente… A lo lejos, al este, una densa humareda negra, que contrastaba totalmente con todo el paisaje blanco, se elevaba sin descanso, las llamas brillaban con fuerza… Unas lagrimas cayeron del rostro de Santana, su casa estaba destruida. Una enorme bandera negra con un símbolo de rojo sangre se agitaba en la torre más alta del fuerte, una bandera oscura.
Unos nuevos chillidos la sacaron de su shock, unas pálidas luces empezaron a aparecer por el linde del bosque. ¿Cómo diablos habían llegado tan rápido? Salió corriendo por el lado contrario, intentando huir de esta cacería infernal, hasta que una sombra se cruzó por delante, provocando que la chica derrapara por la nieve y se aferrara a una rama salida para poder girar, esquivando la estocada letal del orco. Le lanzó una patada, intentándolo derribar sin mucho éxito, bloqueó la nueva estocada y sus dedos helados protestaron ante el gesto. La fuerza del ataque la empujo hacia atrás, trastrabillando sin remedio con una rama saliente. Lo último que vio Santana fue el asqueroso rostro del orco para luego ver la negrura del cielo antes de notar como su espalda impactaba con violencia contra el suelo, una y otra vez, cayendo por una pendiente, rodando entre piedras y nieve hasta que su cuerpo impactó brutalmente contra una roca que detuvo su avance hasta una muerte segura a través de un precipicio sin final que había más allá. Perdió el conocimiento.
El orco bajó, con más cuidado, a por su presa, dispuesto a darle el toque final y así poder deleitarse con su carne. Sonrió macabramente cuando vio a la joven muchacha, una niña prácticamente, tendida en el suelo y con su pelo oscuro desparramado por toda la nieve. Levantó su espada y antes de que pudiera darle el golpe de gracia, una flecha blanca silbó en aire clavándose en su quijada. El orco cayó a un lado, que lejos de cualquier sujeción, cayó rodando para perderse por el precipicio. Unos pasos ligeros y agiles se acercaron rápidamente a Santana. La figura, cubierta por una capa, se agachó comprobando las constantes vitales de la muchacha. Apartó la espada oxidada que se aferraba como una segunda piel a la mano de Santana. Movió con cuidado sus dedos, que empezaban a tornarse morados y un brillo le llamó la atención, portaba un anillo plateado, de donde una piedra cristalina brillaba rodeada de varias filigranas.
Santana notó como movían su mano, pero estaba tan adolorida y helada, que su cuerpo no respondía, entonces notó como algo cálido la cubrió, una capa. Un olor fresco y dulce llenó sus sentidos, un aroma que nunca había olido antes, un aroma delicioso. Intentó abrir los ojos pero le costaba muchísimo. La cabeza le daba vueltas y apenas podía mantenerse consciente. Notó como su cuerpo era levantado sin dificultades y como la enrollaban bien en la capa. Percibió unos brazos finos pero fuertes rodeando su espalda y sus piernas. Tras un buen rato, consiguió abrir los ojos para percibir como todo a su alrededor se movía a una velocidad vertiginosa y entonces lo entendió, estaban a caballo, galopando a toda velocidad. Levantó la vista para intentar distinguir quién era su salvador pero la oscuridad aún reinaba y apenas pudo distinguir un largo pelo rubio dorado que se agitaba con violencia ante el movimiento del caballo y en medio de un reflejo de la luna, distinguió sus ojos, de un azul cielo impresionante, dos zafiros hermosos… Santana apenas pudo parpadear antes de volver a perder el conocimiento.
o-o-o-o-o
Los rayos de luz entraban con fuerza en la habitación. Santana parpadeó molesta, intentó abrir los ojos pero falló totalmente por la fuerza de la luz, hasta que algo la atenuó, permitiéndole abrir los ojos. Lo primero que vio era un techo labrado de madera, hermoso y exótico. Frunció el ceño, ese trabajo no era propio de los humanos. Se incorporó de golpe asustada, recordando todo lo que había pasado. Un dolor recorrió toda su columna vertebral acabando en un dolor punzante en la cabeza, recordándole que estaba herida. Miró sus manos vendadas para luego llevárselas a la cabeza y notar otra venda.
-Yo que tú, guardaría reposo. Has estado hipotérmica durante varias horas. –dijo una suave voz a su lado.
Santana giró la vista para ver a una hermosa mujer, rubia y de ojos azules. Alta y de un gran porte elegante, una tiara rodeaba su frente y su forma entramada y elaborada, así como sus orejas picudas que se asomaban tras la cascada dorada de pelo, mostró que era una elfa… Pero no cualquier elfa, eso lo demostró el anillo que llevaba, era Galadriel, la dama de la luz. Santana se sobrecogió temerosa… ¿Qué hacía ahí?
-¿Qué…? –tartamudeó. -¿Qué ha pasado? ¿Por qué…? –unos ojos azules vinieron a su mente. –Estoy viva. –miró a Galadriel pero no eran esos ojos azules que la habían salvado.
-Tranquila… Estás a salvo. Somos tus amigos, no tengas miedo. –dijo Galadriel acercándose a ella y sentándose en el borde de la cama. –Conocí a tu padre, era un buen amigo de los elfos y un gran guerrero.
Santana apretó las sabanas con fuerza mientras un nudo se le acumulaba en la garganta, cada vez más doloroso hasta que no pudo más y las lagrimas cayeron por su rostro en silencio. Galadriel la miró compasiva, en silencio, paciente.
-¿Ha-Ha… sobrevivido alguien? –susurró Santana, a pesar de que ya sabía la respuesta.
-No. –respondió suavemente Galadriel mientras ponía una de sus manos en el hombro de la muchacha. –Era una emboscada… Demasiados orcos. Ni yo lo pude prever.
-¿Por qué? –Galadriel la miró sorprendida. -¡¿Por qué diablos lo hicieron?! Mi familia… ¡No se lo merecían! –gritó Santana furiosa mientras las lagrimas aún caían de sus mejillas. Galadriel esbozó una sonrisa triste mientras le secaba las lagrimas.
-Te prometo que llegaremos al fondo de este asunto… Tu familia era uno de nuestros amigos más queridos, siempre estuvieron a nuestro lado. –entonces la mirada de Galadriel se tornó más afilada y oscura. –Juro que haremos pagar a los responsables.
El silencio se adueño de la habitación mientras Santana esta perdida en sus propios pensamientos. Galadriel sabía perfectamente que le pasaba por la mente de la joven morena pero no dijo nada, simplemente espero a que hablara ella.
-¿Qué pasará ahora conmigo…? –mustió Santana sintiéndose completamente sola, pues era así como estaba, sola.
-Te quedarás con nosotros… -Santana levantó la vista sorprendida mirando a Galadriel, quién sonreía con cariño. –Te enseñaremos a defenderte, a luchar con espada, escudo y arco… Tu padre siempre me ha dicho que eres muy inquieta y que siempre andabas con un palo en la mano… -Santana sonrió tímidamente ante eso último.
-¿Por qué? –preguntó Santana observando a la elfa que se levantaba.
-¿Qué? –no la había entendido.
-¿Por qué haces esto por mi…? Solo soy… una humana… -dijo Santana mirándose las manos.
Galadriel sonrió mientras se acercaba a Santana y le acariciaba la cabeza.
-Porque eres parte de nuestra familia… Y por tu padre y el legado que te dejo… -dijo mientras señalaba el anillo que portaba Santana. –Tienes un destino único, Santana… -respondió Galadriel girándose para salir.
-Espera… -la detuvo, Santana. -¿Quién me salvo?
-Esa persona está muy lejos de aquí ahora…
-Por favor… Dime solo el nombre… Por favor… -la miró a los ojos, aguantando la pétrea mirada de la hechicera, hasta que Galadriel esbozó una pequeña sonrisa y salió de la habitación.
Santana bajó la cabeza frustrada pero una voz le hizo levantarla otra vez… Lo extraño es que había sonado en su mente… Se llama Brittany. La voz de Galadriel resonó clara como el agua en su mente, y tan rápido como apareció, desapareció.
-Brittany… -susurró Santana, un nombre hermoso.
Lo que no sabía Santana, era que las ruedas de su destino habían empezado a girar desde el primer instante que su mirada se cruzó con la cerúlea de su salvadora, Brittany… El destino de ambas…
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
wooo me a encantado!!!
ya quiero leer cuando estas dos chicas se encuentren va hacer perfecto
ya te eh dicho que esta idea del señor de los anillos me fascina
saludos y hasta el próximo capitulo;)
ya quiero leer cuando estas dos chicas se encuentren va hacer perfecto
ya te eh dicho que esta idea del señor de los anillos me fascina
saludos y hasta el próximo capitulo;)
khandyy** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Sospecho que estoy leyendo mi nuevo Fanfic favorito. Me gusta mucho como redactas y el ritmo de la historia.
Espero leer pronto el segundo capítulo.
Saludos.
Espero leer pronto el segundo capítulo.
Saludos.
UruD* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 11/06/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Awww, lo que es el destino. Britt salvó a San!. ♥. No te das una idea como me gusta este Fic! Mi obsecion al Señor de los Anillos y ahora mezclada con Brittana se hizo realidad. (?. jejeje. ok, ahora faltaria que se encuentren!
Besote. ♥
Pd: Me olvide de decirte en el comentario anterior, que me imagino a Quinn como elfa y me causa un poco de gracia! jejejeje. Las orejitas puntiagudas! Awwww. ♥. jejeje
Besote. ♥
Pd: Me olvide de decirte en el comentario anterior, que me imagino a Quinn como elfa y me causa un poco de gracia! jejejeje. Las orejitas puntiagudas! Awwww. ♥. jejeje
Fer-Sofi- ---
- Mensajes : 572
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
me esta gustando mucho el fic, la verdad que es una manera de cambiar de los tipicos y Tolkien siempre es una buena opcion
Haruka****** - Mensajes : 367
Fecha de inscripción : 19/12/2011
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Ahi va otro capitulo! Muchas gracias por sus comentarios, me van animando
En los frondosos bosques de Lorien, habitaban los elfos noldor, cuya reina era la tan temida hechicera como la más hermosa, Galadriel, la Dama de la Luz. Las historias cuentan que los viajeros más osados que entraban en sus dominios caían presos de su hechizo… Pero en la realidad, es que si te adentras en la profundidad de los bosques de Lorien, descubres un mundo completamente nuevo, mundo que fue abierto para una norteña, que había sido acogida por los elfos.
El choque de metales hacía eco por todos los arboles. Santana jadeaba y su frente estaba cubierta de perlas de sudor pero estaba lejos de sentir el cansancio. La adrenalina recorría cada centímetro de su piel tostada. Han pasado más de 10 inviernos desde aquella noche donde fue salvada… Más de 10 inviernos viviendo entre los elfos, aprendiendo, luchando, manteniendo el honor de su familia, el honor de su padre, convirtiéndose en la Dúnedain Montaraz más joven. Santana dio varios pasos y ejecutó una rápida finta, que fue bloqueada sin problemas pero Santana giró rápidamente sobre si misma lanzando una patada y volviendo a ejecutar nuevas fintas más rápidas. Más de 10 inviernos sin volver a ver esos ojos cerúleos, más de 10 inviernos sin olvidarse de ese nombre… Con un grito Santana desarmó a su contrincante, haciéndole volar la espada que cayó más allá, fuera de su alcance.
-Bien hecho, Santana… -Santana observó con una sonrisa triunfante a su oponente. –Siempre me sorprendes…
-Pues no deberías sorprenderte, Quinn. –rió Santana mientras le palmeaba la espalda a la elfa.
Quinn, alta, de piel blanquecina y rubia, como sus congéneres. Sus ojos verdes esmeralda destacaban entre todo su rostro, un rostro angelical a primera vista, cuando en realidad era toda una fiera. Su pelo casi siempre lo llevaba suelto, corto, con las puntas disparadas a los lados, una verdadera melena. Quinn pasó el pie por debajo de la hoja de su espada y de un movimiento la levantó, cogiéndola en el aire para luego enfundarla.
-No te pases, enana… Puedes ganar un combate per nunca me vencerás en el arco. –sonrió con suficiencia, Quinn.
Habían puesto a Santana a cargo de varios elfos y uno a uno fue superándoles… Quinn se convirtió en su mentora a petición de Galadriel. La elfa había venido después de una partida de caza del sur y fue cuando conoció a Santana. Desde el primer día se dedicaron varias palabras desagradables e insultos, Santana no se cortaba ni un pelo y eso le sorprendió a Quinn, quien estaba acostumbrada a que todos estuvieran por debajo de ella. Pero eso le gusto y mucho, y realmente quería ver a esa humana que había salvado su hermana, Brittany. Quizás fue ese detalle que llevó a Quinn a aceptar el trato de instruirla, quizás fue ese detalle que llevó a Santana a aceptar a Quinn como maestra y entonces, lo que en un principio iba a ser una simple visita, se fue alargando hasta que decidió quedarse.
-Eh. –Quinn levantó la vista para observar a Santana que le tendía un botijo lleno de agua.
-Gracias. –dijo Quinn dándole un largo trago para luego hacer una mueca y observar como Santana se reía. -¿Vino?
-¿Qué mejor para calentarse que eso? –rió Santana.
-No tienes remedio. –dijo Quinn dándole otro sorbo.
Santana se rió mientras se sentaba al lado de Quinn. Habían estado entrenando por horas, hasta que al final el combate se puso decisivo de una vez por todas, a favor de la morena. Santana ya no era esa niña de 11 años temblorosa que habían rescatado. Ahora era una mujer en toda regla, alta, hermosa y fría como su sangre del Norte pero con una pasión y fuego que nadie más tenía. Un verdadero demonio en los combates, defendiéndose a garra, dientes y espada.
-¿Entonces estoy lista? –preguntó Santana.
-Si que eres impaciente… -sonrió Quinn. –Yo no puedo enseñarte más… El resto depende de ti y de tus aventuras.
Santana sonrió mientras chocaba puños con Quinn.
-¿Me la presentaras? –dijo Santana. –A Brittany.
-¿Aún sigues pensando en ella? –contestó Quinn divertida. -¿Tantas ganas tienes de conocerla?
Santana solo gruñó algo.
-Me lo prometiste… Ella me salvó.
-Lo sé, lo sé… Pero ni si quiera se donde estará ahora… Siempre ha sido un espíritu libre. –Quinn se encogió de hombros. –Ya ves, que no ha vuelto a casa.
Unos pasos interrumpieron las bromas entre las dos chicas. Un elfo se asomó entre los arboles e hizo una pequeña reverencia.
-Disculpadme, nuestra señora os reclama. –dijo en élfico.
-Entendido… Ahí estaremos. –respondió Santana en el mismo idioma.
El elfo asintió y desapareció por el mismo lugar por el que había venido. Santana se levantó al mismo tiempo que la elfa y ambas empezaron a andar.
-¿Qué querrá ahora? –preguntó Quinn mientras se estiraba.
-Seguramente felicitarme por mi victoria… -sonrió socarronamente, Santana.
-En tus sueños. –replicó Quinn.
Ambas llegaron a la sala de reuniones de Caras Galadhon. Galadriel y, su esposo, Celeborn ya estaban allí… Pero no estaban solos. Primero paso Quinn, que hizo una reverencia y luego Santana, que se quedo un poco más rezagada, sin saber si realmente era bienvenida allí. Entonces los dos invitados se levantaron y saludaron a Quinn, intercambiando varias palabras amistosas.
-Me alegro de veros, Arwen… Elessar. –saludo Quinn.
Santana abrió los ojos al reconocer a las personas que tenía delante y rápidamente se inclinó, tan rápido fue, que su espalda crujió como protesta ante el esfuerzo.
-Tranquila… Estamos en confianza. –dijo Aragorn, sonriendo divertido mientras se acercaba a ella. –Me llamo Aragorn, hijo de Arathorn, rey de Gondor, y ella es Arwen Undómiel… -dijo señalando a la hermosa elfa morena. –Hemos venido de visita y Galadriel nos ha hablado de ti. Siempre es un placer conocer a otra Dúnedain.
-Me llamo Santana, hija de Satheo… Encantada. –saludó Santana con una pequeña sonrisa.
-Conocí tu padre, era un buen hombre, uno de los mejores que he conocido. El estuvo cuidando de mi un tiempo… Supongo que somos una especie de primos.
-Bueno, nuestros asuntos aquí han terminado. –dijo Arwen dando una leve palmada y levantándose. Se acercó a la morena. –Es un placer conocerte, Santana.
-Igualmente, mi señora. –respondió Santana, moviéndose a un lado para dejarles paso.
Aragorn se acercó a Santana y le hizo una seña con la cabeza, indicándole que le acompañara. Miró a Galadriel esperando su aprobación pero ella simplemente le lanzó una sonrisa tranquilizadora y le hizo un gesto con la mano, ‘empujandola’ hacia la puerta, donde esperaba Aragorn. Santana suspiró mientras se daba la vuelta y seguía al rey de Gondor. Bajaron por las escaleras mientras se dirigían al claro del fondo, donde reposaban dos caballos, uno blanco como la nieve y otro de un marrón oscuro.
-Me gustaría entregarte algo. –dijo Aragorn mirando a Santana. –Lamento llegar tarde, no pude salvar a tu familia.
-Tranquilo… Nadie lo esperaba. Era una trampa. –susurró Santana mientras miraba al suelo dándole patadas a algunas piedrecillas que se interponían ante sus botas.
-Cuando llegamos, conseguimos echar a todos los orcos pero ya habían destruido casi todo… Sin embargo, conseguí rescatar esto. –dijo Aragorn mientras se acercaba al caballo y extraía una algo largo, envuelto en numerosas pieles. –Perteneció a tu padre. Creo que es hora de que vuelva con su verdadera dueña.
Santana agarró la funda. Al instante notó que era pesada. Con manos temblorosas retiro la capa de pieles que revelaron una larga espada. Santana miró sorprendida a Aragorn, quién le sonrió asintiendo con la cabeza.
-La espada de mi padre… -mustió Santana con un nudo en la garganta. Desenvainó la arma, que brilló bajo la luz del sol. Un arma élfica, que había pasado por generaciones, desde los principios de su familia. –Itiniel, la espada de fuego.
Santana sonrió mientras hacía girar la espada en el aire, era ligera y pesada al mismo tiempo. Cerró los ojos y entonces prácticamente pudo ver a su padre haciendo varias florituras y fintas al aire mientras se reía al pillarla espiando. Santana suspiró, lo echaba muchísimo de menos. Miró a Aragorn y se frotó los ojos limpiándose algunas lagrimas.
-Gracias. –dijo Santana con una sonrisa. –Gracias… De verdad…
-De nada, pequeña… -dijo mientras le palmeaba el hombro antes de subirse al caballo. –Recuerda, Santana, somos familia… Si necesitas cualquier cosa, allí estaré. Búscame, sabrás encontrarme.
-Entendido, mi señor.
-Llamame Aragorn.
-De acuerdo, Aragorn.
-¡Cuídate, Santana! –se despidió Arwen a lo lejos. -¡No dejes que Quinn haga muchas locuras!
Santana dio unos pasos atrás mientras observaba como los dos jinetes se perdían hasta convertirse en dos sombras lejanas. Miró la espada, Itiniel, y sonrió con tristeza, se desabrochó la que llevaba y se ató la otra. Entonces se giró, dispuesta a volver con los demás hasta que un revuelo le llamó la atención. Agarró a uno de los elfos que corrían por ahí.
-¿Qué sucede? –preguntó Santana.
-Una partida de orcos se han adentrado dentro de los bosques. –respondió el otro agitado.
-¿Orcos? –repitió la morena extrañada.
-Llevan el símbolo de la fortaleza de Dol Guldur. –dijo antes de salir corriendo a avisar a los señores elfos.
-Orcos del Bosque Negro… -susurró Santana para si misma y una imagen vino a su mente, esa bandera negra con el símbolo de un rojo sangre, los mismos orcos que acabaron con su casa.
Santana corrió y de un salto se subió a uno de los caballos que estaban preparando y espoleó al caballo, que de un salto salió al galope. Escuchó como le gritaban por detrás pero le daba igual, solo quería acabar con esos desleales, esos malditos.
-¡Ha! ¡Vamos! –gritó Santana, obligando a que el caballo acelerara.
Quinn salió corriendo, bajando de tres en tres las escaleras hasta que vio a Santana desaparecer como un rayo a lomos de un caballo.
-Esta estúpida… ¡No piensa! –gruñó mientras corría para subir de un salto a otro caballo. -¡Enviad un una docena de elfos ya! –ordenó a los caballerizos antes de salir al galope detrás de su amiga.
Santana galopaba a toda velocidad, su único pensamiento eran esos orcos que habían roto la paz del bosque. Escuchó los chillidos cada vez más cerca y sonrió mientras espoleaba el caballo y entonces los vio, dos docenas de orcos… No… No eran orcos… Eran Uruk-hai pero lo que le hizo parar la respiración fue la elfa rubia que estaban rodeando. En su mano portaba una larga espada elfica y no dejaba de moverse, bloqueando y esquivando los ataques de los Uruk-hai, pero no era tan fácil, no eran simples orcos descerebrados. Santana bajo de un salto y dio un grito llamándoles la atención.
-¡Eh! –gritó -¡Meteros con alguien de vuestro tamaño!
Santana se abalanzó sobre el primer Uruk-hai, bloqueando el ataque y dando un grácil giro, rebanándole el cuello. La elfa se aprovechó de la distracción y rápidamente redujo a otros dos. Entonces ambas chocaron sus espaldas y rápidamente se volvieron, cruzando sus miradas y Santana se quedó sin respiración, reconociendo esa mirada cerúlea que la salvo años atrás.
-Brittany. –murmuró Santana sorprendida.
La elfa también se había quedado ahí paralizada, reconociendo a la niña que salvo, niña que ya no era una niña, era toda una mujer. Pero esa distracción tenía su precio, otro Uruk-hai se abalanzó detrás de Santana, a quién Brittany la apartó de un empujón, y cuando creyó que esa espada oxidada iba a lacerar su cuerpo, cayó muerto en el suelo. Una flecha sobresalía de su cabeza. Brittany observó a Quinn que estaba más arriba, encima de un caballo cargando su arco.
-¡Quinn! –gritó Brittany sorprendida.
-¿Brittany? –dijo Quinn pero fue interrumpida al ver que los Uruk-hai volvían a la carga. Entonces nuevas flechas cayeron sobre los enemigos, mostrando que la caballería había llegado.
Santana sacó la espada del cuerpo del último Uruk-hai que había matado y la limpió entre su ropaje para luego envainarla. Se giró con el corazón a mil y ahí la vió, de pie, guardando su espada en el cinto de su espalda. Era más hermosa de lo que había imaginado, y bajo los rayos del sol, muchísimo más. Alta, de un largo pelo rubio brillante, ondulado y suelto. Su piel blanquecina como la nieve y un cuerpo atlético pero con cada una de sus curvas perfectamente definidas. Pero lo más hermoso, eran esos ojos azules, tan claros y puros como el agua cristalina, demostrando que ninguna oscuridad podría albergar su corazón. Era ella, Brittany, la persona que había esperado conocer durante tanto tiempo.
Capitulo 2:
En los frondosos bosques de Lorien, habitaban los elfos noldor, cuya reina era la tan temida hechicera como la más hermosa, Galadriel, la Dama de la Luz. Las historias cuentan que los viajeros más osados que entraban en sus dominios caían presos de su hechizo… Pero en la realidad, es que si te adentras en la profundidad de los bosques de Lorien, descubres un mundo completamente nuevo, mundo que fue abierto para una norteña, que había sido acogida por los elfos.
El choque de metales hacía eco por todos los arboles. Santana jadeaba y su frente estaba cubierta de perlas de sudor pero estaba lejos de sentir el cansancio. La adrenalina recorría cada centímetro de su piel tostada. Han pasado más de 10 inviernos desde aquella noche donde fue salvada… Más de 10 inviernos viviendo entre los elfos, aprendiendo, luchando, manteniendo el honor de su familia, el honor de su padre, convirtiéndose en la Dúnedain Montaraz más joven. Santana dio varios pasos y ejecutó una rápida finta, que fue bloqueada sin problemas pero Santana giró rápidamente sobre si misma lanzando una patada y volviendo a ejecutar nuevas fintas más rápidas. Más de 10 inviernos sin volver a ver esos ojos cerúleos, más de 10 inviernos sin olvidarse de ese nombre… Con un grito Santana desarmó a su contrincante, haciéndole volar la espada que cayó más allá, fuera de su alcance.
-Bien hecho, Santana… -Santana observó con una sonrisa triunfante a su oponente. –Siempre me sorprendes…
-Pues no deberías sorprenderte, Quinn. –rió Santana mientras le palmeaba la espalda a la elfa.
Quinn, alta, de piel blanquecina y rubia, como sus congéneres. Sus ojos verdes esmeralda destacaban entre todo su rostro, un rostro angelical a primera vista, cuando en realidad era toda una fiera. Su pelo casi siempre lo llevaba suelto, corto, con las puntas disparadas a los lados, una verdadera melena. Quinn pasó el pie por debajo de la hoja de su espada y de un movimiento la levantó, cogiéndola en el aire para luego enfundarla.
-No te pases, enana… Puedes ganar un combate per nunca me vencerás en el arco. –sonrió con suficiencia, Quinn.
Habían puesto a Santana a cargo de varios elfos y uno a uno fue superándoles… Quinn se convirtió en su mentora a petición de Galadriel. La elfa había venido después de una partida de caza del sur y fue cuando conoció a Santana. Desde el primer día se dedicaron varias palabras desagradables e insultos, Santana no se cortaba ni un pelo y eso le sorprendió a Quinn, quien estaba acostumbrada a que todos estuvieran por debajo de ella. Pero eso le gusto y mucho, y realmente quería ver a esa humana que había salvado su hermana, Brittany. Quizás fue ese detalle que llevó a Quinn a aceptar el trato de instruirla, quizás fue ese detalle que llevó a Santana a aceptar a Quinn como maestra y entonces, lo que en un principio iba a ser una simple visita, se fue alargando hasta que decidió quedarse.
-Eh. –Quinn levantó la vista para observar a Santana que le tendía un botijo lleno de agua.
-Gracias. –dijo Quinn dándole un largo trago para luego hacer una mueca y observar como Santana se reía. -¿Vino?
-¿Qué mejor para calentarse que eso? –rió Santana.
-No tienes remedio. –dijo Quinn dándole otro sorbo.
Santana se rió mientras se sentaba al lado de Quinn. Habían estado entrenando por horas, hasta que al final el combate se puso decisivo de una vez por todas, a favor de la morena. Santana ya no era esa niña de 11 años temblorosa que habían rescatado. Ahora era una mujer en toda regla, alta, hermosa y fría como su sangre del Norte pero con una pasión y fuego que nadie más tenía. Un verdadero demonio en los combates, defendiéndose a garra, dientes y espada.
-¿Entonces estoy lista? –preguntó Santana.
-Si que eres impaciente… -sonrió Quinn. –Yo no puedo enseñarte más… El resto depende de ti y de tus aventuras.
Santana sonrió mientras chocaba puños con Quinn.
-¿Me la presentaras? –dijo Santana. –A Brittany.
-¿Aún sigues pensando en ella? –contestó Quinn divertida. -¿Tantas ganas tienes de conocerla?
Santana solo gruñó algo.
-Me lo prometiste… Ella me salvó.
-Lo sé, lo sé… Pero ni si quiera se donde estará ahora… Siempre ha sido un espíritu libre. –Quinn se encogió de hombros. –Ya ves, que no ha vuelto a casa.
Unos pasos interrumpieron las bromas entre las dos chicas. Un elfo se asomó entre los arboles e hizo una pequeña reverencia.
-Disculpadme, nuestra señora os reclama. –dijo en élfico.
-Entendido… Ahí estaremos. –respondió Santana en el mismo idioma.
El elfo asintió y desapareció por el mismo lugar por el que había venido. Santana se levantó al mismo tiempo que la elfa y ambas empezaron a andar.
-¿Qué querrá ahora? –preguntó Quinn mientras se estiraba.
-Seguramente felicitarme por mi victoria… -sonrió socarronamente, Santana.
-En tus sueños. –replicó Quinn.
Ambas llegaron a la sala de reuniones de Caras Galadhon. Galadriel y, su esposo, Celeborn ya estaban allí… Pero no estaban solos. Primero paso Quinn, que hizo una reverencia y luego Santana, que se quedo un poco más rezagada, sin saber si realmente era bienvenida allí. Entonces los dos invitados se levantaron y saludaron a Quinn, intercambiando varias palabras amistosas.
-Me alegro de veros, Arwen… Elessar. –saludo Quinn.
Santana abrió los ojos al reconocer a las personas que tenía delante y rápidamente se inclinó, tan rápido fue, que su espalda crujió como protesta ante el esfuerzo.
-Tranquila… Estamos en confianza. –dijo Aragorn, sonriendo divertido mientras se acercaba a ella. –Me llamo Aragorn, hijo de Arathorn, rey de Gondor, y ella es Arwen Undómiel… -dijo señalando a la hermosa elfa morena. –Hemos venido de visita y Galadriel nos ha hablado de ti. Siempre es un placer conocer a otra Dúnedain.
-Me llamo Santana, hija de Satheo… Encantada. –saludó Santana con una pequeña sonrisa.
-Conocí tu padre, era un buen hombre, uno de los mejores que he conocido. El estuvo cuidando de mi un tiempo… Supongo que somos una especie de primos.
-Bueno, nuestros asuntos aquí han terminado. –dijo Arwen dando una leve palmada y levantándose. Se acercó a la morena. –Es un placer conocerte, Santana.
-Igualmente, mi señora. –respondió Santana, moviéndose a un lado para dejarles paso.
Aragorn se acercó a Santana y le hizo una seña con la cabeza, indicándole que le acompañara. Miró a Galadriel esperando su aprobación pero ella simplemente le lanzó una sonrisa tranquilizadora y le hizo un gesto con la mano, ‘empujandola’ hacia la puerta, donde esperaba Aragorn. Santana suspiró mientras se daba la vuelta y seguía al rey de Gondor. Bajaron por las escaleras mientras se dirigían al claro del fondo, donde reposaban dos caballos, uno blanco como la nieve y otro de un marrón oscuro.
-Me gustaría entregarte algo. –dijo Aragorn mirando a Santana. –Lamento llegar tarde, no pude salvar a tu familia.
-Tranquilo… Nadie lo esperaba. Era una trampa. –susurró Santana mientras miraba al suelo dándole patadas a algunas piedrecillas que se interponían ante sus botas.
-Cuando llegamos, conseguimos echar a todos los orcos pero ya habían destruido casi todo… Sin embargo, conseguí rescatar esto. –dijo Aragorn mientras se acercaba al caballo y extraía una algo largo, envuelto en numerosas pieles. –Perteneció a tu padre. Creo que es hora de que vuelva con su verdadera dueña.
Santana agarró la funda. Al instante notó que era pesada. Con manos temblorosas retiro la capa de pieles que revelaron una larga espada. Santana miró sorprendida a Aragorn, quién le sonrió asintiendo con la cabeza.
-La espada de mi padre… -mustió Santana con un nudo en la garganta. Desenvainó la arma, que brilló bajo la luz del sol. Un arma élfica, que había pasado por generaciones, desde los principios de su familia. –Itiniel, la espada de fuego.
Santana sonrió mientras hacía girar la espada en el aire, era ligera y pesada al mismo tiempo. Cerró los ojos y entonces prácticamente pudo ver a su padre haciendo varias florituras y fintas al aire mientras se reía al pillarla espiando. Santana suspiró, lo echaba muchísimo de menos. Miró a Aragorn y se frotó los ojos limpiándose algunas lagrimas.
-Gracias. –dijo Santana con una sonrisa. –Gracias… De verdad…
-De nada, pequeña… -dijo mientras le palmeaba el hombro antes de subirse al caballo. –Recuerda, Santana, somos familia… Si necesitas cualquier cosa, allí estaré. Búscame, sabrás encontrarme.
-Entendido, mi señor.
-Llamame Aragorn.
-De acuerdo, Aragorn.
-¡Cuídate, Santana! –se despidió Arwen a lo lejos. -¡No dejes que Quinn haga muchas locuras!
Santana dio unos pasos atrás mientras observaba como los dos jinetes se perdían hasta convertirse en dos sombras lejanas. Miró la espada, Itiniel, y sonrió con tristeza, se desabrochó la que llevaba y se ató la otra. Entonces se giró, dispuesta a volver con los demás hasta que un revuelo le llamó la atención. Agarró a uno de los elfos que corrían por ahí.
-¿Qué sucede? –preguntó Santana.
-Una partida de orcos se han adentrado dentro de los bosques. –respondió el otro agitado.
-¿Orcos? –repitió la morena extrañada.
-Llevan el símbolo de la fortaleza de Dol Guldur. –dijo antes de salir corriendo a avisar a los señores elfos.
-Orcos del Bosque Negro… -susurró Santana para si misma y una imagen vino a su mente, esa bandera negra con el símbolo de un rojo sangre, los mismos orcos que acabaron con su casa.
Santana corrió y de un salto se subió a uno de los caballos que estaban preparando y espoleó al caballo, que de un salto salió al galope. Escuchó como le gritaban por detrás pero le daba igual, solo quería acabar con esos desleales, esos malditos.
-¡Ha! ¡Vamos! –gritó Santana, obligando a que el caballo acelerara.
Quinn salió corriendo, bajando de tres en tres las escaleras hasta que vio a Santana desaparecer como un rayo a lomos de un caballo.
-Esta estúpida… ¡No piensa! –gruñó mientras corría para subir de un salto a otro caballo. -¡Enviad un una docena de elfos ya! –ordenó a los caballerizos antes de salir al galope detrás de su amiga.
Santana galopaba a toda velocidad, su único pensamiento eran esos orcos que habían roto la paz del bosque. Escuchó los chillidos cada vez más cerca y sonrió mientras espoleaba el caballo y entonces los vio, dos docenas de orcos… No… No eran orcos… Eran Uruk-hai pero lo que le hizo parar la respiración fue la elfa rubia que estaban rodeando. En su mano portaba una larga espada elfica y no dejaba de moverse, bloqueando y esquivando los ataques de los Uruk-hai, pero no era tan fácil, no eran simples orcos descerebrados. Santana bajo de un salto y dio un grito llamándoles la atención.
-¡Eh! –gritó -¡Meteros con alguien de vuestro tamaño!
Santana se abalanzó sobre el primer Uruk-hai, bloqueando el ataque y dando un grácil giro, rebanándole el cuello. La elfa se aprovechó de la distracción y rápidamente redujo a otros dos. Entonces ambas chocaron sus espaldas y rápidamente se volvieron, cruzando sus miradas y Santana se quedó sin respiración, reconociendo esa mirada cerúlea que la salvo años atrás.
-Brittany. –murmuró Santana sorprendida.
La elfa también se había quedado ahí paralizada, reconociendo a la niña que salvo, niña que ya no era una niña, era toda una mujer. Pero esa distracción tenía su precio, otro Uruk-hai se abalanzó detrás de Santana, a quién Brittany la apartó de un empujón, y cuando creyó que esa espada oxidada iba a lacerar su cuerpo, cayó muerto en el suelo. Una flecha sobresalía de su cabeza. Brittany observó a Quinn que estaba más arriba, encima de un caballo cargando su arco.
-¡Quinn! –gritó Brittany sorprendida.
-¿Brittany? –dijo Quinn pero fue interrumpida al ver que los Uruk-hai volvían a la carga. Entonces nuevas flechas cayeron sobre los enemigos, mostrando que la caballería había llegado.
Santana sacó la espada del cuerpo del último Uruk-hai que había matado y la limpió entre su ropaje para luego envainarla. Se giró con el corazón a mil y ahí la vió, de pie, guardando su espada en el cinto de su espalda. Era más hermosa de lo que había imaginado, y bajo los rayos del sol, muchísimo más. Alta, de un largo pelo rubio brillante, ondulado y suelto. Su piel blanquecina como la nieve y un cuerpo atlético pero con cada una de sus curvas perfectamente definidas. Pero lo más hermoso, eran esos ojos azules, tan claros y puros como el agua cristalina, demostrando que ninguna oscuridad podría albergar su corazón. Era ella, Brittany, la persona que había esperado conocer durante tanto tiempo.
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
luisa triana***** - Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 11/09/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
No puedo creer que dejes el capítulo justo ahí. Espero con ansias tu próxima actualización.
UruD* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 11/06/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
siiiiiii, alfin se encuentran y lomas imporantante es que las dos se recuerdan
Haruka****** - Mensajes : 367
Fecha de inscripción : 19/12/2011
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Hey, cuando tendremos la actualización del Fic? Espero que lo continúes, es realmente bueno.
UruD* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 11/06/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Hola a todos, gracias por su comentarios!
Os deseo un gran prospero año 2013 y os dejo que disfruteis del siguiente capitulo.
-Eres un idiota, Santana… ¿Cómo se te ocurre salir así? ¿Piensas acaso? Eres una suicida… No sabes mantener la mente fría… ¿Y así quieres triunfar? Pues que sepas que no… -hablaba Quinn rápidamente y claramente enfurecida.
Santana que cabalgaba a su lado simplemente opto por ignorar su incesante palabreo pero su ceño fruncido se acentuaba cada vez más, haciendo temer a Brittany, quien cabalgaba al otro lado de Quinn, pues veía que en cualquier momento la morena se iba a abalanzar sobre ella, aparte de que le pitaban los oídos de tanta maldición en élfico.
-¡Por dios, Quinn! –gritó Brittany harta. -¡Cállate! Si Santana no hubiera venido, dudo que estuviera ilesa ahora.
Quinn cerró la boca mirando sorprendida a su hermana. Santana simplemente la miró y esbozo una sonrisa de agradecimiento nerviosa e inclino la cabeza levemente. Quinn refunfuño algo y suspiró mientras miraba a Brittany y luego a Santana.
-Aunque no me halla hecho mucha gracia… Gracias por aparecer salvando a Brittany. –suspiró Quinn mirando a Santana.
-No es nada… Además se la debía. –respondió Santana, haciendo que Brittany esbozará una sonrisa de medio lado, captando perfectamente su indirecta.
-Tú no me debes nada, Santana. Lo hice porque quería. –dijo dulcemente, Brittany al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa brillante, que aturdió momentáneamente a la morena que se quedo embobada.
-No… Si que hacía falta… Tu eres… Esto… Agh… -Santana optó por callarse, malditos nervios asquerosos, no le dejaban pensar con claridad y que Brittany fuera tan… Tan hermosa, no ayudaba.
Quinn y Brittany se rieron en voz alta al ver el azoro que pasaba la norteña. Santana gruño algo con las mejillas encendidas y optó por ignorarlas.
-Por cierto… ¿Y eso? –dijo Quinn señalando el bulto que tenía Santana atado en los fardos del caballo. Santana lo miró y recordó lo de antes, con las prisas había optado por dejar la espada ahí y empuñar la que llevaba siempre, después de todo, tenía que revisarla y no es prudente ir a un combate con una espada sin afilar.
-Me la dio Aragorn… Es la espada de mi padre. –dijo Santana mirando al frente, habían llegado. Desmontaron con el resto de la caballeriza y Santana desató la espada.
Quinn y Brittany se acercaron curiosas mientras observaba como Santana desenfundaba la espada. Era grande y de aspecto pesada, pensada para empuñarla a dos manos, su hoja era ancha pero la curvatura que denotaba al final, mostraba que era hecha por los antiguos elfos. Las filigranas rodeaban la hoja, entrecruzándose y formando unos hermosos dibujos y símbolos. La empuñadura era igual de hermosa que el resto de la espada, bien labrada y de aspecto suave.
-Itiniel, la espada de fuego. –dijo Brittany con una pequeña sonrisa. –Una espada para grandes guerreros.
Santana la miró sorprendida. Observó esos ojos azules brillantes, tan puros y hermosos, que parecían atravesar su mente. Apartó la mirada de ella, se sentía desnuda ante la elfa, expuesta y su corazón latía al ritmo de un caballo desbocado. Tragó saliva mientras trataba de centrarse en su espada. Quinn tendió una mano mientras le hacía una muda pregunta que entendió perfectamente.
-¡Maldición! –siseó Quinn agarrando la espada con las dos manos, que ni aun así pudo levantarla más allá de su cintura. –¿Esta espada tiene que ser tan pesada?
-¿En serio? –se extraño Santana mientras la cogía y la levantaba haciendo una floritura. –A mi no me lo parece tanto.
Brittany se rió ante la cara incrédula de Quinn y le palmeó la espalda.
-Itiniel es una espada mágica, Quinn. Labrada para la casa de los Satheo, los montaraces norteños de fuego… Solo responde ante su verdadero dueño, o en este caso… -aclaró con una sonrisa pícara. –Dueña. Si otra persona lo coge no será más que un espadón de acero pesado inservible.
Santana miró con el ceño fruncido a Brittany, seria. Sabía demasiado de su familia, demasiado para ser normal. El origen de Itiniel era la prueba, nadie más que los padres y sus hijos lo sabían, ella al ser la primogénita, se lo reveló su padre. Brittany observó como Santana se quedaba callada mirándola seriamente, tal vez había hablado de más. Se imaginó perfectamente lo que pasaba por la mente de la morena.
-¿Quién cojones eres tú en realidad? –replicó en lengua común, pues prefería ahorrarse las broncas por soltar maldiciones e insultos en élfico.
-Santana. –la reprendió Quinn pero una mano alzada de Brittany la calló.
Brittany abrió la boca pero perdió el hilo de lo que iba a decir cuando miró fijamente a los ojos oscuros de Santana. Esa mirada era la misma mirada que cuando la vio por primera vez, reflejaba inseguridad, miedo, furia y una mezcla de sentimientos más junto a… ¿Esperanza? Tragó saliva… No sabía que decirle, tenía la garganta tan seca que dolía.
-Brittany. –la rubia cerró los ojos, dando gracias a la bendita interrupción.
Las tres se volvieron para ver a Galadriel. Santana guardó la espada y se la colgó al hombro.
-Mi señora. –murmuró Brittany arrodillándose ante Galadriel.
-Levántate. –dijo seria, Galadriel. Brittany se mordió el labio, por eso nunca le gustaba volver a casa. Santana miro a Quinn sorprendida, quien le hizo una mueca.
-No empieces, por favor. –murmuró Brittany. Lo último que quería era montar un espectáculo delante de todos. Galadriel la miró fijamente, en silencio. A medida de que avanzaban los minutos, la mirada de Galadriel se volvió más fiera hasta que llegó a un punto que asustó a Santana, estaba detrás de Brittany, así que no podía ver su expresión.
Quinn le pellizcó el brazo a Santana, quién se sobresalto y miró ceñuda a su compañera mientras se frotaba el brazo. Quinn la empujó levemente y al instante, la morena supo lo que Quinn, quería hacer. Entre pasitos se colocaron, a una distancia prudencial, entre ambas elfas y por fin pudieron ver el rostro de Brittany. Santana miró sorprendida la pétrea y fría mirada de la chica, su rostro estaba relajado pero sus labios estaban fruncidos con fuerza. Santana no sabía si excitarse ante ese aspecto frio o temblar ante ese porte tan… desafiante. Entonces toda esa tensión se cortó de golpe cuando Brittany miró bruscamente a Santana y bajó la mirada. Galadriel se acercó a ella y le hizo una caricia en la mejilla antes de irse. Santana seguía mirando a Brittany. ¿Qué diablos había sido eso?
-Bueno… Yo me piro… -dijo Quinn. Le dio un leve abrazo a Brittany. –Me alegro de que estés en casa, hermanita.
Santana observó como Quinn desaparecía de escena, dejándolas a ellas a solas. Santana no sabía que hacer, si reclamarle ese exceso de información de su familia o preguntarle que diablos había pasado antes. Suspiró mientras se estiraba, intentando liberar la tensión de sus hombros y cuello. Estaba cansada, había sido demasiadas emociones por hoy. Miró a Brittany y se acercó a ella.
-Eh… ¿Te vas a quedar todo el día ahí? –preguntó Santana arqueando una ceja.
Brittany sonrió y levantó la vista. Sus ojos eran cálidos e inocentes, rebosaban dulzura y cariño, otra vez.
-Debería darme un buen baño… ¿Dónde esta tu habitación? Te acompaño. –dijo Brittany.
-Ehm… Estoy en el Sauce Blanco. –respondió Santana.
-¿En las afueras? –Brittany miró sorprendida a Santana, quién se encogió de hombros.
-Me gusta la soledad… Creo que lo mejor es que te acompañe a ti… Seguramente tu habitación esta en el palacio.
-Eh, sí… Tengo una allí pero prefiero estar a mi aire… Digamos que soy tu… ¿Vecina?
-¿Eh? –exclamó Santana, haciendo reír a Brittany.
-El Sauce Blanco lo mandé construir yo hace muchísimo tiempo, nunca me ha gustado estar rodeada de mucha gente y digamos que Galadriel y yo siempre chocamos en actitudes, así que lo mejor era estar lejos para prevenir.
-Por eso siempre esta vació… -susurró Santana.
-No te creas… Normalmente usamos las habitaciones para hospedar a los extranjeros que prefieran estar más apartados pero la mayoría se queda en Caras Galadhon.
Santana asintió con una media sonrisa y siguió caminando en silencio, adentrándose más en el hermoso bosque-ciudad, hasta que dejaron de verse las lucecillas. El silencio reinaba el ambiente y Santana no podía dejar de lanzar miradas de reojo a la elfa que caminaba a su lado. Era perfecta en todos los sentidos. Unos pantalones de cuero reforzado negros abrazaban sus piernas, junto a unas botas altas del mismo color. Encima de ellos tenía unas protecciones metálicas, seguramente para proteger sobre todo la espinilla, pues solo cubría de debajo de la rodilla hasta el tobillo. Una camiseta de algodón blanca holgada, junto a una especie de corsé protector que se ajustaba a su cuerpo, marcando sus curvas y esos pechos, pechos tentadores, gracias al escote de la camiseta, que le gustaría ver si se ajustaban en su mano… Santana sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos, se estaba volviendo una depravada sexual. Siguió con su inspección. Encima de la camiseta y el corsé, llevaba una chaqueta corta, hasta el ombligo, de donde a partir de el se veía un cinturón perfectamente labrado y pesado, de donde sobresalían otras piezas metálicas, protegiendo sus muslos a los lados. La manga de la chaqueta llegaba hasta el codo y a partir de el unos protectores de cuero y piel, rodeaban sus antebrazos, de donde también se distinguía otras piezas metálicas. Sus hombreras también eran metálicas y en el cuello portaba un pañuelo azul celeste, aparte de tener anudada la larga capa oscura de donde la hebilla era la hoja de Lorien. En su espalda portaba envainada su espada, aparte de un arco largo parecido al de Quinn y un carjac lleno de flechas. Sin embargo esas no eran sus únicas armas, en el cinturón portaba dos dagas élficas, en los lumbares. Lo que más le sorprendía en si, eran las protecciones metálicas, los elfos renegaban de llevar eso, pues era más pesado. Observo varias abolladuras en las espinilleras y en la de los antebrazos, como si hubiera recibido miles de golpes.
-Hemos llegado… -susurró Brittany, rompiendo ese tranquilo silencio.
Ambas subieron las escaleras trenzadas que rodeaban al hermoso árbol blanco, protegidas por esa lluvia infinita de hojas que llegaban casi hasta el suelo. Santana levantó la vista viendo las pequeñas lucecitas que alumbraban el lugar. Apenas nadie lo conocía. Una de las cosas que le gustaban era ese manto de hojas, pues cubrían las habitaciones ante los ojos extraños, se sentía cubierta, protegida. Santana se detuvo en una puerta, indicando que era su habitación.
-Bueno… Hemos llegado. –susurró Santana sin saber que decir.
-Si… -Brittany se calló, como debatiéndose entre algo mentalmente. –Creo que nos hemos presentado, al menos formalmente… -soltó una risita nerviosa.
Santana se rió entre dientes mientras se giraba para mirarla frente a frente y le tendió la mano pero Brittany se adelantó y apoyó la mano en el hombro de Santana, quien se sorprendió al reconocer el saludo.
-Nos conocemos demasiado como para hacer ese ridículo saludo de los hombres… -explicó Brittany a Santana.
Santana se rió mientras hacía lo mismo, apoyó la mano en el hombro de la elfa y ambas se miraron a los ojos con una pequeña sonrisa. Santana sentía que se podía perder en esa mirada que era como el mar puro.
-Brittany, hija de Breom, noldor de los Bosques de la Luz. –dijo Brittany con una dulce sonrisa.
-Santana, hija de Satheo… Dúnedain Montaraz del norte. –respondió Santana.
Brittany no pudo evitar sonreír al escuchar el cargo de la morena. Entonces ambas bajaron sus brazos.
-Y ahora que estamos… Según tú, en confianza… -empezó a hablar Santana mientras se cruzaba de brazos. –Me tienes que explicar un par de cosas. –siseó amenazante.
Brittany frunció el ceño, sabiendo claramente a donde quería ir a parar y levantó la vista altiva, sin dejarse amedrentar por ese tono.
-Siento decirte que no hemos llegado a ese nivel de confianza. –respondió seca mientras se daba la vuelta y empezaba a dirigirse a las escaleras, su habitación esta un piso más arriba.
Santana le agarró del brazo con fuerza.
-Me lo debes. –gruñó enfadada. –No me des la espalda.
-¿O sino qué? Eres una cría. –contestó Brittany, descolocando momentáneamente a Santana pues no se lo reclamaba sino que parecía… ¿Reclamárselo a si misma?
-No me subestimes. –advirtió Santana.
Brittany la ignoró y se libro del brazo de Santana con un tirón pero esta la volvió a agarrar, a lo que Brittany con una velocidad envidiable agarró su mano y giro sobre si misma, dispuesta a hacer un agarre que la tirara al suelo pero se quedo perpleja al ver como Santana se lo contrarrestaba con fiereza y la agarraba con más fuerza, empujándola bruscamente contra el tronco. Santana miró con la mirada brillante y cabreada a Brittany que estaba encerrada entre sus brazos, aún shockeada. ¿Quién diablos le había enseñado esas técnicas élficas? Y un nombre acudió a su mente, Quinn y Galadriel. Brittany suspiró frustrada mientras levantaba la mirada para encarar a la morena y se dio cuenta de la mínima distancia que las separaba. El aliento cálido de Santana chocaba con el suyo propio y parecía no tener intención de alejarse. Reprimió un jadeo cuando notó el cuerpo de la morena pegarse al suyo. Miró la oscura mirada de Santana, brillaba y la miraba de una manera que nunca había visto, con pasión y deseo pero también algo más, algo más profundo.
Por otro lado, Santana no sabía lo que estaba haciendo, las palabras que iba a gritarle desaparecieron de su cabeza como por arte de magia, al ver esa imagen de la rubia, jadeante, con las mejillas sonrojadas y esa fría mirada que tanto le había excitado antes… Miró sus labios, finos y rojos, realmente apetecibles. Se mordió los suyos y se pasó la lengua por ellos, humedeciéndolos. Sonrió interiormente al ver como los ojos cerúleos se prendían de deseo y decaían en mantener esa mirada fiera. Se pegó más a ella y ese jadeo sobre sus labios acabó con su control. No lo pudo resistir más, aprisionó los labios de la rubia entre los suyos con fuerza y pasión, obligándole a abrir la boca y explorarla a fondo.
Brittany abrió los ojos sorprendía, Santana la estaba besando, no era un beso inocente ni casto, era un beso en toda regla, donde sentía su boca, su lengua buscando la suya, sus dientes rozarse provocativamente. Las manos de Santana bajaron a su cintura, pegando más el cuerpo a ella. La fuerza con la que su cuerpo presionaba el tuyo, era tal, que sentía su pecho presionado contra el suyo, hasta su espalda se quejaba por la presión de las armas que llevaba ahí contra la madera. Su mente se desconectó totalmente, respondió al beso con pasión y furia, donde sus lenguas batallaban por tener el control. Entonces una de las piernas de Santana se colaron entre las suyas presionando su entrepierna con fuerza, provocando que Brittany soltara un profundo gemido de su garganta, sacándolas de ese letargo extraño. Apenas se miraron unos segundos cuando Santana perdió de vista esos ojos cerúleos para encontrarse su cara aplastada contra el suelo, uno de sus brazos siendo firmemente sujetado por la elfa y su espalda siendo clavada por una de sus rodillas. Santana exclamo una queja de dolor ante la presión y gruñó con fiereza intentando liberarse pero la tenía firmemente sujeta. Entonces Brittany bajo la cabeza hasta que sus labios rozaron el oído de la morena y su pelo inundó todo su rostro, llevándolo ese olor dulce que había olido años atrás en esa capa, capa que aún guardaba.
-No me subestimes tú a mi… -siseó Brittany en su oído antes de soltarla y desaparecer rápidamente por las escaleras.
-Guau… -exclamó Santana mientras se daba la vuelta adolorida y miraba hacia arriba. –Guau… -no podía decir otra cosa para explicar esa maraña de sensaciones que tenía. –Guau… Menuda fiera.
Os deseo un gran prospero año 2013 y os dejo que disfruteis del siguiente capitulo.
Capitulo 3:
-Eres un idiota, Santana… ¿Cómo se te ocurre salir así? ¿Piensas acaso? Eres una suicida… No sabes mantener la mente fría… ¿Y así quieres triunfar? Pues que sepas que no… -hablaba Quinn rápidamente y claramente enfurecida.
Santana que cabalgaba a su lado simplemente opto por ignorar su incesante palabreo pero su ceño fruncido se acentuaba cada vez más, haciendo temer a Brittany, quien cabalgaba al otro lado de Quinn, pues veía que en cualquier momento la morena se iba a abalanzar sobre ella, aparte de que le pitaban los oídos de tanta maldición en élfico.
-¡Por dios, Quinn! –gritó Brittany harta. -¡Cállate! Si Santana no hubiera venido, dudo que estuviera ilesa ahora.
Quinn cerró la boca mirando sorprendida a su hermana. Santana simplemente la miró y esbozo una sonrisa de agradecimiento nerviosa e inclino la cabeza levemente. Quinn refunfuño algo y suspiró mientras miraba a Brittany y luego a Santana.
-Aunque no me halla hecho mucha gracia… Gracias por aparecer salvando a Brittany. –suspiró Quinn mirando a Santana.
-No es nada… Además se la debía. –respondió Santana, haciendo que Brittany esbozará una sonrisa de medio lado, captando perfectamente su indirecta.
-Tú no me debes nada, Santana. Lo hice porque quería. –dijo dulcemente, Brittany al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa brillante, que aturdió momentáneamente a la morena que se quedo embobada.
-No… Si que hacía falta… Tu eres… Esto… Agh… -Santana optó por callarse, malditos nervios asquerosos, no le dejaban pensar con claridad y que Brittany fuera tan… Tan hermosa, no ayudaba.
Quinn y Brittany se rieron en voz alta al ver el azoro que pasaba la norteña. Santana gruño algo con las mejillas encendidas y optó por ignorarlas.
-Por cierto… ¿Y eso? –dijo Quinn señalando el bulto que tenía Santana atado en los fardos del caballo. Santana lo miró y recordó lo de antes, con las prisas había optado por dejar la espada ahí y empuñar la que llevaba siempre, después de todo, tenía que revisarla y no es prudente ir a un combate con una espada sin afilar.
-Me la dio Aragorn… Es la espada de mi padre. –dijo Santana mirando al frente, habían llegado. Desmontaron con el resto de la caballeriza y Santana desató la espada.
Quinn y Brittany se acercaron curiosas mientras observaba como Santana desenfundaba la espada. Era grande y de aspecto pesada, pensada para empuñarla a dos manos, su hoja era ancha pero la curvatura que denotaba al final, mostraba que era hecha por los antiguos elfos. Las filigranas rodeaban la hoja, entrecruzándose y formando unos hermosos dibujos y símbolos. La empuñadura era igual de hermosa que el resto de la espada, bien labrada y de aspecto suave.
-Itiniel, la espada de fuego. –dijo Brittany con una pequeña sonrisa. –Una espada para grandes guerreros.
Santana la miró sorprendida. Observó esos ojos azules brillantes, tan puros y hermosos, que parecían atravesar su mente. Apartó la mirada de ella, se sentía desnuda ante la elfa, expuesta y su corazón latía al ritmo de un caballo desbocado. Tragó saliva mientras trataba de centrarse en su espada. Quinn tendió una mano mientras le hacía una muda pregunta que entendió perfectamente.
-¡Maldición! –siseó Quinn agarrando la espada con las dos manos, que ni aun así pudo levantarla más allá de su cintura. –¿Esta espada tiene que ser tan pesada?
-¿En serio? –se extraño Santana mientras la cogía y la levantaba haciendo una floritura. –A mi no me lo parece tanto.
Brittany se rió ante la cara incrédula de Quinn y le palmeó la espalda.
-Itiniel es una espada mágica, Quinn. Labrada para la casa de los Satheo, los montaraces norteños de fuego… Solo responde ante su verdadero dueño, o en este caso… -aclaró con una sonrisa pícara. –Dueña. Si otra persona lo coge no será más que un espadón de acero pesado inservible.
Santana miró con el ceño fruncido a Brittany, seria. Sabía demasiado de su familia, demasiado para ser normal. El origen de Itiniel era la prueba, nadie más que los padres y sus hijos lo sabían, ella al ser la primogénita, se lo reveló su padre. Brittany observó como Santana se quedaba callada mirándola seriamente, tal vez había hablado de más. Se imaginó perfectamente lo que pasaba por la mente de la morena.
-¿Quién cojones eres tú en realidad? –replicó en lengua común, pues prefería ahorrarse las broncas por soltar maldiciones e insultos en élfico.
-Santana. –la reprendió Quinn pero una mano alzada de Brittany la calló.
Brittany abrió la boca pero perdió el hilo de lo que iba a decir cuando miró fijamente a los ojos oscuros de Santana. Esa mirada era la misma mirada que cuando la vio por primera vez, reflejaba inseguridad, miedo, furia y una mezcla de sentimientos más junto a… ¿Esperanza? Tragó saliva… No sabía que decirle, tenía la garganta tan seca que dolía.
-Brittany. –la rubia cerró los ojos, dando gracias a la bendita interrupción.
Las tres se volvieron para ver a Galadriel. Santana guardó la espada y se la colgó al hombro.
-Mi señora. –murmuró Brittany arrodillándose ante Galadriel.
-Levántate. –dijo seria, Galadriel. Brittany se mordió el labio, por eso nunca le gustaba volver a casa. Santana miro a Quinn sorprendida, quien le hizo una mueca.
-No empieces, por favor. –murmuró Brittany. Lo último que quería era montar un espectáculo delante de todos. Galadriel la miró fijamente, en silencio. A medida de que avanzaban los minutos, la mirada de Galadriel se volvió más fiera hasta que llegó a un punto que asustó a Santana, estaba detrás de Brittany, así que no podía ver su expresión.
Quinn le pellizcó el brazo a Santana, quién se sobresalto y miró ceñuda a su compañera mientras se frotaba el brazo. Quinn la empujó levemente y al instante, la morena supo lo que Quinn, quería hacer. Entre pasitos se colocaron, a una distancia prudencial, entre ambas elfas y por fin pudieron ver el rostro de Brittany. Santana miró sorprendida la pétrea y fría mirada de la chica, su rostro estaba relajado pero sus labios estaban fruncidos con fuerza. Santana no sabía si excitarse ante ese aspecto frio o temblar ante ese porte tan… desafiante. Entonces toda esa tensión se cortó de golpe cuando Brittany miró bruscamente a Santana y bajó la mirada. Galadriel se acercó a ella y le hizo una caricia en la mejilla antes de irse. Santana seguía mirando a Brittany. ¿Qué diablos había sido eso?
-Bueno… Yo me piro… -dijo Quinn. Le dio un leve abrazo a Brittany. –Me alegro de que estés en casa, hermanita.
Santana observó como Quinn desaparecía de escena, dejándolas a ellas a solas. Santana no sabía que hacer, si reclamarle ese exceso de información de su familia o preguntarle que diablos había pasado antes. Suspiró mientras se estiraba, intentando liberar la tensión de sus hombros y cuello. Estaba cansada, había sido demasiadas emociones por hoy. Miró a Brittany y se acercó a ella.
-Eh… ¿Te vas a quedar todo el día ahí? –preguntó Santana arqueando una ceja.
Brittany sonrió y levantó la vista. Sus ojos eran cálidos e inocentes, rebosaban dulzura y cariño, otra vez.
-Debería darme un buen baño… ¿Dónde esta tu habitación? Te acompaño. –dijo Brittany.
-Ehm… Estoy en el Sauce Blanco. –respondió Santana.
-¿En las afueras? –Brittany miró sorprendida a Santana, quién se encogió de hombros.
-Me gusta la soledad… Creo que lo mejor es que te acompañe a ti… Seguramente tu habitación esta en el palacio.
-Eh, sí… Tengo una allí pero prefiero estar a mi aire… Digamos que soy tu… ¿Vecina?
-¿Eh? –exclamó Santana, haciendo reír a Brittany.
-El Sauce Blanco lo mandé construir yo hace muchísimo tiempo, nunca me ha gustado estar rodeada de mucha gente y digamos que Galadriel y yo siempre chocamos en actitudes, así que lo mejor era estar lejos para prevenir.
-Por eso siempre esta vació… -susurró Santana.
-No te creas… Normalmente usamos las habitaciones para hospedar a los extranjeros que prefieran estar más apartados pero la mayoría se queda en Caras Galadhon.
Santana asintió con una media sonrisa y siguió caminando en silencio, adentrándose más en el hermoso bosque-ciudad, hasta que dejaron de verse las lucecillas. El silencio reinaba el ambiente y Santana no podía dejar de lanzar miradas de reojo a la elfa que caminaba a su lado. Era perfecta en todos los sentidos. Unos pantalones de cuero reforzado negros abrazaban sus piernas, junto a unas botas altas del mismo color. Encima de ellos tenía unas protecciones metálicas, seguramente para proteger sobre todo la espinilla, pues solo cubría de debajo de la rodilla hasta el tobillo. Una camiseta de algodón blanca holgada, junto a una especie de corsé protector que se ajustaba a su cuerpo, marcando sus curvas y esos pechos, pechos tentadores, gracias al escote de la camiseta, que le gustaría ver si se ajustaban en su mano… Santana sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos, se estaba volviendo una depravada sexual. Siguió con su inspección. Encima de la camiseta y el corsé, llevaba una chaqueta corta, hasta el ombligo, de donde a partir de el se veía un cinturón perfectamente labrado y pesado, de donde sobresalían otras piezas metálicas, protegiendo sus muslos a los lados. La manga de la chaqueta llegaba hasta el codo y a partir de el unos protectores de cuero y piel, rodeaban sus antebrazos, de donde también se distinguía otras piezas metálicas. Sus hombreras también eran metálicas y en el cuello portaba un pañuelo azul celeste, aparte de tener anudada la larga capa oscura de donde la hebilla era la hoja de Lorien. En su espalda portaba envainada su espada, aparte de un arco largo parecido al de Quinn y un carjac lleno de flechas. Sin embargo esas no eran sus únicas armas, en el cinturón portaba dos dagas élficas, en los lumbares. Lo que más le sorprendía en si, eran las protecciones metálicas, los elfos renegaban de llevar eso, pues era más pesado. Observo varias abolladuras en las espinilleras y en la de los antebrazos, como si hubiera recibido miles de golpes.
-Hemos llegado… -susurró Brittany, rompiendo ese tranquilo silencio.
Ambas subieron las escaleras trenzadas que rodeaban al hermoso árbol blanco, protegidas por esa lluvia infinita de hojas que llegaban casi hasta el suelo. Santana levantó la vista viendo las pequeñas lucecitas que alumbraban el lugar. Apenas nadie lo conocía. Una de las cosas que le gustaban era ese manto de hojas, pues cubrían las habitaciones ante los ojos extraños, se sentía cubierta, protegida. Santana se detuvo en una puerta, indicando que era su habitación.
-Bueno… Hemos llegado. –susurró Santana sin saber que decir.
-Si… -Brittany se calló, como debatiéndose entre algo mentalmente. –Creo que nos hemos presentado, al menos formalmente… -soltó una risita nerviosa.
Santana se rió entre dientes mientras se giraba para mirarla frente a frente y le tendió la mano pero Brittany se adelantó y apoyó la mano en el hombro de Santana, quien se sorprendió al reconocer el saludo.
-Nos conocemos demasiado como para hacer ese ridículo saludo de los hombres… -explicó Brittany a Santana.
Santana se rió mientras hacía lo mismo, apoyó la mano en el hombro de la elfa y ambas se miraron a los ojos con una pequeña sonrisa. Santana sentía que se podía perder en esa mirada que era como el mar puro.
-Brittany, hija de Breom, noldor de los Bosques de la Luz. –dijo Brittany con una dulce sonrisa.
-Santana, hija de Satheo… Dúnedain Montaraz del norte. –respondió Santana.
Brittany no pudo evitar sonreír al escuchar el cargo de la morena. Entonces ambas bajaron sus brazos.
-Y ahora que estamos… Según tú, en confianza… -empezó a hablar Santana mientras se cruzaba de brazos. –Me tienes que explicar un par de cosas. –siseó amenazante.
Brittany frunció el ceño, sabiendo claramente a donde quería ir a parar y levantó la vista altiva, sin dejarse amedrentar por ese tono.
-Siento decirte que no hemos llegado a ese nivel de confianza. –respondió seca mientras se daba la vuelta y empezaba a dirigirse a las escaleras, su habitación esta un piso más arriba.
Santana le agarró del brazo con fuerza.
-Me lo debes. –gruñó enfadada. –No me des la espalda.
-¿O sino qué? Eres una cría. –contestó Brittany, descolocando momentáneamente a Santana pues no se lo reclamaba sino que parecía… ¿Reclamárselo a si misma?
-No me subestimes. –advirtió Santana.
Brittany la ignoró y se libro del brazo de Santana con un tirón pero esta la volvió a agarrar, a lo que Brittany con una velocidad envidiable agarró su mano y giro sobre si misma, dispuesta a hacer un agarre que la tirara al suelo pero se quedo perpleja al ver como Santana se lo contrarrestaba con fiereza y la agarraba con más fuerza, empujándola bruscamente contra el tronco. Santana miró con la mirada brillante y cabreada a Brittany que estaba encerrada entre sus brazos, aún shockeada. ¿Quién diablos le había enseñado esas técnicas élficas? Y un nombre acudió a su mente, Quinn y Galadriel. Brittany suspiró frustrada mientras levantaba la mirada para encarar a la morena y se dio cuenta de la mínima distancia que las separaba. El aliento cálido de Santana chocaba con el suyo propio y parecía no tener intención de alejarse. Reprimió un jadeo cuando notó el cuerpo de la morena pegarse al suyo. Miró la oscura mirada de Santana, brillaba y la miraba de una manera que nunca había visto, con pasión y deseo pero también algo más, algo más profundo.
Por otro lado, Santana no sabía lo que estaba haciendo, las palabras que iba a gritarle desaparecieron de su cabeza como por arte de magia, al ver esa imagen de la rubia, jadeante, con las mejillas sonrojadas y esa fría mirada que tanto le había excitado antes… Miró sus labios, finos y rojos, realmente apetecibles. Se mordió los suyos y se pasó la lengua por ellos, humedeciéndolos. Sonrió interiormente al ver como los ojos cerúleos se prendían de deseo y decaían en mantener esa mirada fiera. Se pegó más a ella y ese jadeo sobre sus labios acabó con su control. No lo pudo resistir más, aprisionó los labios de la rubia entre los suyos con fuerza y pasión, obligándole a abrir la boca y explorarla a fondo.
Brittany abrió los ojos sorprendía, Santana la estaba besando, no era un beso inocente ni casto, era un beso en toda regla, donde sentía su boca, su lengua buscando la suya, sus dientes rozarse provocativamente. Las manos de Santana bajaron a su cintura, pegando más el cuerpo a ella. La fuerza con la que su cuerpo presionaba el tuyo, era tal, que sentía su pecho presionado contra el suyo, hasta su espalda se quejaba por la presión de las armas que llevaba ahí contra la madera. Su mente se desconectó totalmente, respondió al beso con pasión y furia, donde sus lenguas batallaban por tener el control. Entonces una de las piernas de Santana se colaron entre las suyas presionando su entrepierna con fuerza, provocando que Brittany soltara un profundo gemido de su garganta, sacándolas de ese letargo extraño. Apenas se miraron unos segundos cuando Santana perdió de vista esos ojos cerúleos para encontrarse su cara aplastada contra el suelo, uno de sus brazos siendo firmemente sujetado por la elfa y su espalda siendo clavada por una de sus rodillas. Santana exclamo una queja de dolor ante la presión y gruñó con fiereza intentando liberarse pero la tenía firmemente sujeta. Entonces Brittany bajo la cabeza hasta que sus labios rozaron el oído de la morena y su pelo inundó todo su rostro, llevándolo ese olor dulce que había olido años atrás en esa capa, capa que aún guardaba.
-No me subestimes tú a mi… -siseó Brittany en su oído antes de soltarla y desaparecer rápidamente por las escaleras.
-Guau… -exclamó Santana mientras se daba la vuelta adolorida y miraba hacia arriba. –Guau… -no podía decir otra cosa para explicar esa maraña de sensaciones que tenía. –Guau… Menuda fiera.
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Hola! Soy nueva lectora!
Nunca leí ni vi las pelis del señor de los anillos.. segun todos están muy buenas, pero nunca me llamaron la atención.. Ahora vi esto, y que es brittana y asdfsafaf unas sensaciones terribles tengo! JAJA
Voy a ver esas peliculas! AJAJA
Me encantó como escribis!
Te deseo lo mejor, feliz año!
Hasta la actu :)
Nunca leí ni vi las pelis del señor de los anillos.. segun todos están muy buenas, pero nunca me llamaron la atención.. Ahora vi esto, y que es brittana y asdfsafaf unas sensaciones terribles tengo! JAJA
Voy a ver esas peliculas! AJAJA
Me encantó como escribis!
Te deseo lo mejor, feliz año!
Hasta la actu :)
Invitado- Invitado
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Creo que después de este capítulo, coincido plenamente con Santana: "Guau..."
Jaja espero leer pronto el siguiente capítulo.
Jaja espero leer pronto el siguiente capítulo.
UruD* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 11/06/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
jajajajaj genial, no se puede subestimar a ninguna de las 2
Haruka****** - Mensajes : 367
Fecha de inscripción : 19/12/2011
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Se encontraron y que encuentro!!!!!! Nada de subestimarse parece!!!!! Segui asi!!!!! Kiss
Heather_Rivera***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 31/12/2012
Edad : 31
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
me encanta, seguilo! amo el universo de Tolkien
Claire042* - Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 24/02/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
amo a santana....
te quedo excelente el capitulo
me va gustando mas este fic xD
actualiza pronto sip ;)
te quedo excelente el capitulo
me va gustando mas este fic xD
actualiza pronto sip ;)
khandyy** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Gracias a todos por sus comentarios, es un placer ver que disfrutáis del fic tanto como yo disfruto escribiéndolo. Si no entendéis alguna cosa, y con ello me refiero a los que no hayas visto ninguna película ni leído ningún libro del señor de los anillos, sentiros libres de preguntarme, pues no hace falta verlas para entender la historia, solo he cogido su universo y nombres, así como algunos personajes, pero por lo demás es totalmente independiente.
Ahí teneís el proximo capitulo, como siempre, disfrutad y sus comentarios son bienvenidos.
Nos leemos!
- Capitulo 4:
Santana se quitó la ropa con un gesto de dolor, le dolía todo el cuerpo. Aunque parezca mentira, la lucha contra los Uruk-hai pasa factura por todo el cuerpo y el encontronazo de antes con la rubia, no ayudaba. Santana miró la fuente termal que había a sus pies. Soltó un suspiro de alivio ante el contacto del agua y todos sus músculos se relajaron. Cerró los ojos mientras se llevaba las manos a los labios, recordando ese momento pasional. Aún no entendía que diablos le había pasado, como demonios había perdido el control… Lo único que sabía que esa rubia elfa le gustaba mucho, muchísimo. Sonrió divertida, tanto tiempo esperando a conocerla, tanto tiempo imaginándose como sería y ni sus pensamientos más locos se acercaron a lo mínimo a como era esa elfa. Dulce y amable, pero al mismo tiempo pasional, orgullosa y fiera. Pero algo no era normal… Sabía demasiado, demasiado de su familia… Además, su casa esta perdida en el norte, en las frías cordilleras del norte, muy lejos del cálido bosque de Lorien, prácticamente muy lejos de todo. ¿Qué demonios hacía ahí la elfa? ¿Cómo diablos la encontró? Suspiró frustrada al no encontrar las respuestas por si misma… Además de que, su mirada… Esa mirada no le era desconocida… Santana se mordió los labios, dubitativa, sabía que se había encontrado con esa mirada cerúlea muchísimo antes de que la salvara de la muerte hace tantos inviernos. ¿Pero cuando? Tan metida estaba en ese misterio que se percató de una cosa, provocando que se llevara del golpe una mano a la frente y sus mejillas se sonrojaran a no más poder.
-Mierda, la besé… ¿Por qué carajos la besé? –habló en voz alta para si misma. –Esta para comérsela, eso si… Y es una chica... ¡Joder, es una elfa! –Santana se llevó las manos a la cabeza dándose cuenta del problemón en el que se había metido mientras soltaba maldiciones cada vez más alto.
Brittany caminaba entre los árboles tranquila… Adoraba sentir el musgo y la hierba bajo sus pies, necesitaba un buen descanso después de tanto viaje. Suspiró mientras intentaba apartar de sus pensamientos a esa morena candente. Sonrió de medio lado mientras un deje de nostalgia atravesaban sus ojos… Santana había crecido convirtiéndose en una hermosa mujer, una hermosa mujer con un pronunciado y perfecto cuerpo, con una delantera impresiona… Brittany sacudió la cabeza con violencia, sacándose esos pensamientos. Santana a vista de todos los mortales era una mujer hecha y derecha pero ante sus ojos élficos, no era más que una niña, o eso intentaba hacerse creer, pues la morena había desarmado todas sus barreras al robarle ese beso. Un ruido le llamó la atención y atravesó la espesura con más rapidez y ligereza hasta llegar a un gran lago, una fuente termal oculta, que estaba a unas pocas millas del Sauce Blanco. Entonces se percató de que no estaba sola. Observó como una chica morena de piel canela salía del agua, dejando a la vista todo su cuerpo desnudo. Brittany se llevó una mano a la boca, reprimiendo el jadeo que iba a expulsar, y se ocultó bien detrás de un árbol. Inspiró hondo intentando controlar su corazón desbocado mientras se frotaba la cara, sus mejillas ardían, todo su cuerpo ardía en si. Volvió a asomarse y esta vez, observó como la morena se vestía. Su pelo húmedo cayó por toda la espalda en ondas, pegándose al jubón élfico que estaba abrochándose.
Santana se estiró satisfecha de haberse tomado ese baño reparador y volvió al árbol donde había dejado sus cosas. Observó la espada Itiniel y la tomó en sus manos, era grande pero no le parecía tan horriblemente pesada como decía Quinn. La levantó empuñándola a dos manos. Nunca había manejado un espadón, si que sabía luchar a dos manos pero nunca lo había probado con una espada de ese tamaño, aunque le pesara poco. La levantó y lanzó varias fintas al aire, sus brazos protestaron molestos ante el esfuerzo, no por el peso, sino por la forma y el tamaño de la espada, no sabía como orientarla bien. Cerró los ojos y dejó que sus recuerdos vagaran al pasado, lentamente se fue relajando, adoptando esa postura de su padre que tanto entrenaba, una finta, un paso, otro ataque, tres pasos, vuelta y retroceso… Su mente se encontraba perdida en esos momentos felices donde observaba entrenar a su padre… Cada vez iba más rápido y más ágil, luchando contra enemigos invisibles, enemigos que destrozaron su familia, que la dejaron sola… Las lagrimas empezaron a asomarse por sus ojos mientras empuñaba la espada con más rabia y fuerza, recordando ese último momento que vio a su padre, a unos metros de él hablando un desconocido encapuchado que llevaba un arco y una espada atada en la espalda, recordó que quería acercarse pero su madre se la llevó, recordó como gritó negándose a irse y ambos presentes se volvieron, vio la mirada triste de su padre y las llamas de las antorchas, revelaron en su acompañante, unos ojos celestes bajo la capucha.
Santana abrió los ojos, jadeante mientras miraba al frente, ya recordaba de donde antes había visto esa mirada. Brittany, era Brittany. Entonces un dolor atravesó sus manos y observó la espada, que brillaba con un tono anaranjado candente, como si estuviera al fuego vivo.
-¿Pero qué…? –quiso soltar la espalda pero no podía, algo succionaba sus fuerzas y provocó que la morena cayera de rodillas en el piso, hasta que unas manos blancas le arrebataron la espada, lanzándola lejos de ella.
Brittany agarró justo a tiempo a Santana, quién suspiró aliviada al notarse liberada de lo que fuera eso. Santana levantó la vista para ver ese hermoso rostro.
-Brittany… -susurró Santana.
-Idiota… ¿Cómo se te ocurre liberar su poder? Aún no puedes controlarlo. –le reprendió suavemente la elfa.
-Yo… Solo… -Santana cerró los ojos intentando poner en orden sus ideas mientras trataba de incorporarse. Brittany la ayudo, preocupada. -¿Qué haces aquí? –soltó mordaz.
-También es mi bosque… -replicó Brittany mientras arqueaba una ceja. -¿Siempre tienes que estar a la defensiva?
Santana se giró dispuesta a contestarle pero las palabras murieron en sus labios al ver a la alta rubia delante suyo. Era un ángel. Se había cambiado su ropa de viaje por solo un vestido blanco largo y sencillo, con pinta de ser ligero, hecho por los elfos. Estaba preciosa.
Santana se volvió a dar la vuelta mientras se apretaba el puente de su nariz con los dedos índice y pulgar. Intentó ordenar su maraña de pensamientos y respiró hondo mientras trataba de relajarse. Le temblaban las manos y no sabía lo que había pasado antes. Buscó entre sus recuerdos pero nunca, nunca, nunca vio a su padre empuñar a Itiniel y que esta brillara de esta manera. Miró sus manos, estaban rojas y una marca vertical le atravesaba ambas palmas. No pudo reprimir un gesto de dolor mientras trataba de empuñarlas, le escocía la quemadura. Entonces sintió unas manos frías agarrar las suyas, aliviando ese ardor. Miró los ojos azules de Brittany, que inspeccionaba su herida, preocupada.
-Es una quemadura leve, te pondrás bien… -susurró Brittany suavemente mientras tiraba de ella hasta colocarse delante de la fuente termal.
-¿Qué haces…? ¡Auch! –se quejó Santana al notar como Brittany metía sus manos en el agua. Se revolvió intentando liberarse pero la elfa tenía mucha fuerza, hasta que por fin la soltó, provocando que Santana trastabillara hacia atrás. -¡¿Pero que cojones te pasa?! ¿Quieres dejarme sin manos? –gritó furiosa Santana mirándose las manos pero no vio nada, estaban lisas, perfectas.
Brittany la miraba con una ceja arqueada y se cruzó de brazos.
-De nada. –dijo sarcásticamente mientras empezaba a andar, alejándose de esa morena enfurruñada. Sabía que siempre había tenido mal genio, pero al parecer el paso de los años lo había empeorado.
-¡Espera! –Brittany ignoró esa voz. –Espera… Espera. –una mano la agarró del brazo, obligándola a detenerse. Brittany se giró para observar a la morena, que la miraba con súplica. –Por favor…
-¿Qué quieres? –suspiró Brittany, odiaba ser tan débil ante Santana.
Santana inspiró profundamente y la miró fijamente a los ojos, y pudo ver el arrepentimiento y la sinceridad.
-Lo siento, Brittany. Gracias. –dijo suavemente mientras una tímida sonrisa se asomó en sus labios, derritiendo a la rubia. -¿Cómo… Cómo lo has hecho?
-No es nada… Y respecto a tu pregunta, este fuente termal tiene propiedades curativas hecha por magia élfica desde hace mucho tiempo, sobre la Primera Edad.-respondió Brittany con una sonrisa, que volvió a responder Santana.
Brittany observó como Santana se dirigía hacia su espada y la toqueteaba con el pie para luego agacharse y agarrarla con la mano, no paso nada. Suspiró aliviada y la envainó en la funda para atársela en la espalda. Volvió sobre sus pasos para agarrar la bolsa que había dejado al pie de un árbol. Brittany la siguió con las manos en la espalda, a unos pasos detrás suyo. Santana se giró y miró fijamente a la rubia.
-¿Podemos hablar? –preguntó Santana mientras volvían hacia el Sauce Blanco.
-Claro. –respondió la rubia.
-Vamos a mi habitación… Estaremos más tranquilas. –dijo Santana mientras abría la puerta y se apartaba dejando paso.
Brittany entro mirando todo a su alrededor. Era acogedor y pequeño. No se diferenciaba en casi nada respecto a su habitación, excepto en algunos detalles. Santana dejó su espada encima de un baúl y se dirigió hacia el pequeño salón, donde había un único sofá enfrente de una chimenea que desprendía calor. Brittany miró la chimenea y el fuego se reflejó en sus ojos azules.
-¿Sabes que aquí prohibimos el uso del fuego no? –dijo Brittany con una sonrisa divertida.
-Galadriel me permitió hacer una excepción, puedo tener la chimenea siempre y cuando no salga ni una débil chispa fuera, sino me hará lamentarme haberla conocido. –rió Santana terminando de avivar la llama.
-Nadie quiere conocer a la Dama de la Luz enojada. –rió Brittany con ella.
El silencio se adueño de la habitación. Los ojos de Brittany vagaban por la sala hasta que se detuvieron en algo que llamó poderosamente su atención. Observó una larga capa de un verde oscuro, sujeta a una percha por un prendedor, que tenía la forma de una hoja de Lorien. La capa estaba vieja y algo desgarrada pero aún así la reconoció. Santana siguió su mirada hasta dar con lo que miraba la elfa, y no pudo evitar sonrojarse sin remedio, decidió guardar silencio, esperando con un poco de suerte, que Brittany no comentara nada pero por lo visto la suerte no estaba de su lado.
-Aún la guardas… -murmuró Brittany con una sonrisa mientras se volvía a ver a Santana que estaba de pie, apoyada en la pared, al lado de la chimenea y con los brazos cruzados. Percibió el rubor de sus mejillas y le pareció algo tan sumamente adorable que no pudo evitar derretirse.
-Era lo único que tenía… Lo único que me recordaba… -Santana se mordió los labios, intentando hablar. –Que me recordaba a que estoy aquí… -Brittany la miró con una ceja alzada, no la había entendido nada. –Que me recuerda que estoy viva gracias… a ti. –se explicó soltándolo de un tirón.
Brittany sonrió mientras simplemente negaba con la cabeza, gesto que entendió perfectamente la morena, ella lo hizo porque quiso, no le debía nada. Santana inspiró hondo mientras se sentaba al lado de Brittany, quién se tensó por su cercanía. Brittany observó en silencio como Santana tenía la mirada perdida y abría varias veces la boca para luego cerrarla. Sabía que tenía muchísimas dudas, muchísimas preguntas y que no sabía por donde empezar.
-¿Nos conocemos de antes de que me rescataras, verdad? –dijo mirándola fijamente a los ojos, seria.
Brittany parpadeó sorprendida, no se esperaba esa pregunta.
-Santana… -susurró Brittany.
-Por favor… Necesito respuestas… -suplicó con voz débil. –Y… Estuve muchísimo tiempo buscándote… -confesó mientras bajaba la mirada.
-Si. –ante la respuesta de la rubia, Santana la miró sorprendida pero esta simplemente miraba el fuego abrazada a sí misma, perdida en sus pensamientos. –Conocí a tu padre, era un buen amigo, un enano travieso cuando era un bebe… Conozco a tu familia desde generaciones, Santana. La casa de los Satheo son amigos de los elfos, erais nuestras camaradas. Todo empezó con tu antepasado, Satheonard, tío abuelo de Isildur, nos salvó de una gran partida de orcos, estábamos yo, Galadriel y más elfos. Claro que por entonces, apenas era una cría… En fin, nos hicimos muy amigos y Galadriel siempre estuvo agradecida con él y decidió que siempre estaríamos los unos para los otros, y se me asignó como embajadora y guardiana de tu familia. Fui yo quién enseñé a tus antecesores como manejar a Itiniel, esa espada tiene magia élfica, un regalo de nuestro pueblo.
Santana la miró asombrada y perpleja. Solo un débil ‘Qué’ escapó de sus labios. Brittany la miró extrañada al ver como Santana empezaba a hacer cuentas con sus dedos y adivinó lo que pensaba la morena, echándose a reír.
-¡Oh, vamos, Santana! Soy una elfa… Mi edad no debería extrañarte… -rió Brittany, haciendo sonreír a la morena, quién se encogió de hombros azorada pero disfrutando en secreto de la risa de la dulce rubia.
-¿Me dirás tu edad algún día? –sonrió Santana.
-Quizás… -dijo Brittany con una sonrisa pícara.
-Aún no has contestado mi pregunta… -dijo Santana, seria, recobrando la compostura.
Brittany la miró a los ojos y suspiró mientras se pasaba una mano por el cabello.
-No te vas a rendir, eh… -susurró Brittany mientras observaba como la morena negaba con la cabeza. –Bien… Supongo que esto lo hará más fácil…
Santana observó como una de las manos de la elfa se acercaba a su rostro, rozando su mejilla. La miró extrañada.
-¿Qué haces? –preguntó.
-Shhh… Solo cierra los ojos… -murmuró Brittany con una voz demasiado ronca.
Santana hizo lo que pidió y notó como la palma de la mano abarcó toda su mejilla, acariciándola dulcemente antes de posarse sobre su frente. Entonces notó la respiración de la elfa muchísimo más cerca, prácticamente sobre sus labios. Quería abrir los ojos pero un siseó de Brittany que provocó un leve roce entre sus labios sin intención, hizo que desistiera en su idea.
Entonces no supo que pasó, su mente se volvió negra y entonces millares de recuerdos aparecieron, como si hubieran estado enterrados en un rincón de su cabeza, detrás de una puerta, ocultos, negándose a salir. Y entonces lo vio, vio como corría, apenas teniendo unos 7 años, hacia unas piernas altas y delgadas. Vio como le cogían en brazos y le daban vueltas mientras una risa familiar inundaba sus oídos… Vio… Su rostro… Esa sonrisa blanquecina perfecta, con ese pequeño rubor sobre sus pálidas mejillas y el brillo de sus ojos celestes. Su pelo rubio lo llevaba atado en una coleta que se agitaba en cada movimiento que hacía.
‘Britt’ llamó la pequeña Santana.
‘¿Qué ocurre, San?’ susurró la elfa con voz cantarina.
‘¿Siempre estarás conmigo?’
‘Siempre… Soy tú ángel guardián.’
‘Entonces… ¿Por qué te vas?’
‘Tengo que irme para protegerte de unos tipos malos.’
‘Pero tu los vencerás como haces con papá.’ Brittany esbozó una sonrisa triste.
‘¿Me prometes algo, Santana? Prométeme que pase lo que pase, intentarás ser feliz.’
‘Soy feliz contigo’ contestó la niña inocentemente, provocando que la rubia la abrazara contra su pecho con fuerza, intentando que no viera su mirada cristalina.
‘Y yo contigo, princesa.’
‘¿Volverás a por mí?’
‘Si.’
‘¿Promesa?’ Dijo Santana extendiendo su meñique.
‘Promesa.’ respondió, enlazando su meñique con el de ella. ‘Y una promesa es para siempre.’
‘Hasta que pueda protegerte yo.’ finiquitó Santana alzando su puño, provocando risas en la rubia.
‘Pues tendrás que hacerte muy fuerte’
Santana abrió los ojos lentamente, aún sin procesar todo lo que acababa de ver… Se encontró con la mirada azul de Brittany, quién no se había movido de su posición, con su frente apoyada en el dorso de su mano, la cual estaba apoyada en la frente de Santana, separando sus rostros apenas unos centímetros.
-Britt… -susurró Santana, provocando una amplia sonrisa en la elfa.
-San… -murmuró Brittany, quitando su mano y dejando sus frentes juntas sin nada por medio.
-¿Por qué te fuiste? –susurró y Brittany pudo ver todo el dolor y la tristeza que embargaban a la morena. Limpió una lagrima que caía por su mejilla con su pulgar y se mordió los labios, pues sentía el dolor de la morena como el suyo propio.
-Lo que importa ahora es que estoy aquí… -susurró Brittany abrazando a la morena, que se dejo hacer, ocultando su rostro en el cuello de la rubia, mientras esta la rodeaba con fuerza. Brittany acarició su pelo, intentando calmar los sollozos de la morena que se aferraba a su cuerpo. –Estoy aquí contigo y no pienso irme… Nunca más.
Ahí teneís el proximo capitulo, como siempre, disfrutad y sus comentarios son bienvenidos.
Nos leemos!
- Capitulo 4:
Santana se quitó la ropa con un gesto de dolor, le dolía todo el cuerpo. Aunque parezca mentira, la lucha contra los Uruk-hai pasa factura por todo el cuerpo y el encontronazo de antes con la rubia, no ayudaba. Santana miró la fuente termal que había a sus pies. Soltó un suspiro de alivio ante el contacto del agua y todos sus músculos se relajaron. Cerró los ojos mientras se llevaba las manos a los labios, recordando ese momento pasional. Aún no entendía que diablos le había pasado, como demonios había perdido el control… Lo único que sabía que esa rubia elfa le gustaba mucho, muchísimo. Sonrió divertida, tanto tiempo esperando a conocerla, tanto tiempo imaginándose como sería y ni sus pensamientos más locos se acercaron a lo mínimo a como era esa elfa. Dulce y amable, pero al mismo tiempo pasional, orgullosa y fiera. Pero algo no era normal… Sabía demasiado, demasiado de su familia… Además, su casa esta perdida en el norte, en las frías cordilleras del norte, muy lejos del cálido bosque de Lorien, prácticamente muy lejos de todo. ¿Qué demonios hacía ahí la elfa? ¿Cómo diablos la encontró? Suspiró frustrada al no encontrar las respuestas por si misma… Además de que, su mirada… Esa mirada no le era desconocida… Santana se mordió los labios, dubitativa, sabía que se había encontrado con esa mirada cerúlea muchísimo antes de que la salvara de la muerte hace tantos inviernos. ¿Pero cuando? Tan metida estaba en ese misterio que se percató de una cosa, provocando que se llevara del golpe una mano a la frente y sus mejillas se sonrojaran a no más poder.
-Mierda, la besé… ¿Por qué carajos la besé? –habló en voz alta para si misma. –Esta para comérsela, eso si… Y es una chica... ¡Joder, es una elfa! –Santana se llevó las manos a la cabeza dándose cuenta del problemón en el que se había metido mientras soltaba maldiciones cada vez más alto.
Brittany caminaba entre los árboles tranquila… Adoraba sentir el musgo y la hierba bajo sus pies, necesitaba un buen descanso después de tanto viaje. Suspiró mientras intentaba apartar de sus pensamientos a esa morena candente. Sonrió de medio lado mientras un deje de nostalgia atravesaban sus ojos… Santana había crecido convirtiéndose en una hermosa mujer, una hermosa mujer con un pronunciado y perfecto cuerpo, con una delantera impresiona… Brittany sacudió la cabeza con violencia, sacándose esos pensamientos. Santana a vista de todos los mortales era una mujer hecha y derecha pero ante sus ojos élficos, no era más que una niña, o eso intentaba hacerse creer, pues la morena había desarmado todas sus barreras al robarle ese beso. Un ruido le llamó la atención y atravesó la espesura con más rapidez y ligereza hasta llegar a un gran lago, una fuente termal oculta, que estaba a unas pocas millas del Sauce Blanco. Entonces se percató de que no estaba sola. Observó como una chica morena de piel canela salía del agua, dejando a la vista todo su cuerpo desnudo. Brittany se llevó una mano a la boca, reprimiendo el jadeo que iba a expulsar, y se ocultó bien detrás de un árbol. Inspiró hondo intentando controlar su corazón desbocado mientras se frotaba la cara, sus mejillas ardían, todo su cuerpo ardía en si. Volvió a asomarse y esta vez, observó como la morena se vestía. Su pelo húmedo cayó por toda la espalda en ondas, pegándose al jubón élfico que estaba abrochándose.
Santana se estiró satisfecha de haberse tomado ese baño reparador y volvió al árbol donde había dejado sus cosas. Observó la espada Itiniel y la tomó en sus manos, era grande pero no le parecía tan horriblemente pesada como decía Quinn. La levantó empuñándola a dos manos. Nunca había manejado un espadón, si que sabía luchar a dos manos pero nunca lo había probado con una espada de ese tamaño, aunque le pesara poco. La levantó y lanzó varias fintas al aire, sus brazos protestaron molestos ante el esfuerzo, no por el peso, sino por la forma y el tamaño de la espada, no sabía como orientarla bien. Cerró los ojos y dejó que sus recuerdos vagaran al pasado, lentamente se fue relajando, adoptando esa postura de su padre que tanto entrenaba, una finta, un paso, otro ataque, tres pasos, vuelta y retroceso… Su mente se encontraba perdida en esos momentos felices donde observaba entrenar a su padre… Cada vez iba más rápido y más ágil, luchando contra enemigos invisibles, enemigos que destrozaron su familia, que la dejaron sola… Las lagrimas empezaron a asomarse por sus ojos mientras empuñaba la espada con más rabia y fuerza, recordando ese último momento que vio a su padre, a unos metros de él hablando un desconocido encapuchado que llevaba un arco y una espada atada en la espalda, recordó que quería acercarse pero su madre se la llevó, recordó como gritó negándose a irse y ambos presentes se volvieron, vio la mirada triste de su padre y las llamas de las antorchas, revelaron en su acompañante, unos ojos celestes bajo la capucha.
Santana abrió los ojos, jadeante mientras miraba al frente, ya recordaba de donde antes había visto esa mirada. Brittany, era Brittany. Entonces un dolor atravesó sus manos y observó la espada, que brillaba con un tono anaranjado candente, como si estuviera al fuego vivo.
-¿Pero qué…? –quiso soltar la espalda pero no podía, algo succionaba sus fuerzas y provocó que la morena cayera de rodillas en el piso, hasta que unas manos blancas le arrebataron la espada, lanzándola lejos de ella.
Brittany agarró justo a tiempo a Santana, quién suspiró aliviada al notarse liberada de lo que fuera eso. Santana levantó la vista para ver ese hermoso rostro.
-Brittany… -susurró Santana.
-Idiota… ¿Cómo se te ocurre liberar su poder? Aún no puedes controlarlo. –le reprendió suavemente la elfa.
-Yo… Solo… -Santana cerró los ojos intentando poner en orden sus ideas mientras trataba de incorporarse. Brittany la ayudo, preocupada. -¿Qué haces aquí? –soltó mordaz.
-También es mi bosque… -replicó Brittany mientras arqueaba una ceja. -¿Siempre tienes que estar a la defensiva?
Santana se giró dispuesta a contestarle pero las palabras murieron en sus labios al ver a la alta rubia delante suyo. Era un ángel. Se había cambiado su ropa de viaje por solo un vestido blanco largo y sencillo, con pinta de ser ligero, hecho por los elfos. Estaba preciosa.
Santana se volvió a dar la vuelta mientras se apretaba el puente de su nariz con los dedos índice y pulgar. Intentó ordenar su maraña de pensamientos y respiró hondo mientras trataba de relajarse. Le temblaban las manos y no sabía lo que había pasado antes. Buscó entre sus recuerdos pero nunca, nunca, nunca vio a su padre empuñar a Itiniel y que esta brillara de esta manera. Miró sus manos, estaban rojas y una marca vertical le atravesaba ambas palmas. No pudo reprimir un gesto de dolor mientras trataba de empuñarlas, le escocía la quemadura. Entonces sintió unas manos frías agarrar las suyas, aliviando ese ardor. Miró los ojos azules de Brittany, que inspeccionaba su herida, preocupada.
-Es una quemadura leve, te pondrás bien… -susurró Brittany suavemente mientras tiraba de ella hasta colocarse delante de la fuente termal.
-¿Qué haces…? ¡Auch! –se quejó Santana al notar como Brittany metía sus manos en el agua. Se revolvió intentando liberarse pero la elfa tenía mucha fuerza, hasta que por fin la soltó, provocando que Santana trastabillara hacia atrás. -¡¿Pero que cojones te pasa?! ¿Quieres dejarme sin manos? –gritó furiosa Santana mirándose las manos pero no vio nada, estaban lisas, perfectas.
Brittany la miraba con una ceja arqueada y se cruzó de brazos.
-De nada. –dijo sarcásticamente mientras empezaba a andar, alejándose de esa morena enfurruñada. Sabía que siempre había tenido mal genio, pero al parecer el paso de los años lo había empeorado.
-¡Espera! –Brittany ignoró esa voz. –Espera… Espera. –una mano la agarró del brazo, obligándola a detenerse. Brittany se giró para observar a la morena, que la miraba con súplica. –Por favor…
-¿Qué quieres? –suspiró Brittany, odiaba ser tan débil ante Santana.
Santana inspiró profundamente y la miró fijamente a los ojos, y pudo ver el arrepentimiento y la sinceridad.
-Lo siento, Brittany. Gracias. –dijo suavemente mientras una tímida sonrisa se asomó en sus labios, derritiendo a la rubia. -¿Cómo… Cómo lo has hecho?
-No es nada… Y respecto a tu pregunta, este fuente termal tiene propiedades curativas hecha por magia élfica desde hace mucho tiempo, sobre la Primera Edad.-respondió Brittany con una sonrisa, que volvió a responder Santana.
Brittany observó como Santana se dirigía hacia su espada y la toqueteaba con el pie para luego agacharse y agarrarla con la mano, no paso nada. Suspiró aliviada y la envainó en la funda para atársela en la espalda. Volvió sobre sus pasos para agarrar la bolsa que había dejado al pie de un árbol. Brittany la siguió con las manos en la espalda, a unos pasos detrás suyo. Santana se giró y miró fijamente a la rubia.
-¿Podemos hablar? –preguntó Santana mientras volvían hacia el Sauce Blanco.
-Claro. –respondió la rubia.
-Vamos a mi habitación… Estaremos más tranquilas. –dijo Santana mientras abría la puerta y se apartaba dejando paso.
Brittany entro mirando todo a su alrededor. Era acogedor y pequeño. No se diferenciaba en casi nada respecto a su habitación, excepto en algunos detalles. Santana dejó su espada encima de un baúl y se dirigió hacia el pequeño salón, donde había un único sofá enfrente de una chimenea que desprendía calor. Brittany miró la chimenea y el fuego se reflejó en sus ojos azules.
-¿Sabes que aquí prohibimos el uso del fuego no? –dijo Brittany con una sonrisa divertida.
-Galadriel me permitió hacer una excepción, puedo tener la chimenea siempre y cuando no salga ni una débil chispa fuera, sino me hará lamentarme haberla conocido. –rió Santana terminando de avivar la llama.
-Nadie quiere conocer a la Dama de la Luz enojada. –rió Brittany con ella.
El silencio se adueño de la habitación. Los ojos de Brittany vagaban por la sala hasta que se detuvieron en algo que llamó poderosamente su atención. Observó una larga capa de un verde oscuro, sujeta a una percha por un prendedor, que tenía la forma de una hoja de Lorien. La capa estaba vieja y algo desgarrada pero aún así la reconoció. Santana siguió su mirada hasta dar con lo que miraba la elfa, y no pudo evitar sonrojarse sin remedio, decidió guardar silencio, esperando con un poco de suerte, que Brittany no comentara nada pero por lo visto la suerte no estaba de su lado.
-Aún la guardas… -murmuró Brittany con una sonrisa mientras se volvía a ver a Santana que estaba de pie, apoyada en la pared, al lado de la chimenea y con los brazos cruzados. Percibió el rubor de sus mejillas y le pareció algo tan sumamente adorable que no pudo evitar derretirse.
-Era lo único que tenía… Lo único que me recordaba… -Santana se mordió los labios, intentando hablar. –Que me recordaba a que estoy aquí… -Brittany la miró con una ceja alzada, no la había entendido nada. –Que me recuerda que estoy viva gracias… a ti. –se explicó soltándolo de un tirón.
Brittany sonrió mientras simplemente negaba con la cabeza, gesto que entendió perfectamente la morena, ella lo hizo porque quiso, no le debía nada. Santana inspiró hondo mientras se sentaba al lado de Brittany, quién se tensó por su cercanía. Brittany observó en silencio como Santana tenía la mirada perdida y abría varias veces la boca para luego cerrarla. Sabía que tenía muchísimas dudas, muchísimas preguntas y que no sabía por donde empezar.
-¿Nos conocemos de antes de que me rescataras, verdad? –dijo mirándola fijamente a los ojos, seria.
Brittany parpadeó sorprendida, no se esperaba esa pregunta.
-Santana… -susurró Brittany.
-Por favor… Necesito respuestas… -suplicó con voz débil. –Y… Estuve muchísimo tiempo buscándote… -confesó mientras bajaba la mirada.
-Si. –ante la respuesta de la rubia, Santana la miró sorprendida pero esta simplemente miraba el fuego abrazada a sí misma, perdida en sus pensamientos. –Conocí a tu padre, era un buen amigo, un enano travieso cuando era un bebe… Conozco a tu familia desde generaciones, Santana. La casa de los Satheo son amigos de los elfos, erais nuestras camaradas. Todo empezó con tu antepasado, Satheonard, tío abuelo de Isildur, nos salvó de una gran partida de orcos, estábamos yo, Galadriel y más elfos. Claro que por entonces, apenas era una cría… En fin, nos hicimos muy amigos y Galadriel siempre estuvo agradecida con él y decidió que siempre estaríamos los unos para los otros, y se me asignó como embajadora y guardiana de tu familia. Fui yo quién enseñé a tus antecesores como manejar a Itiniel, esa espada tiene magia élfica, un regalo de nuestro pueblo.
Santana la miró asombrada y perpleja. Solo un débil ‘Qué’ escapó de sus labios. Brittany la miró extrañada al ver como Santana empezaba a hacer cuentas con sus dedos y adivinó lo que pensaba la morena, echándose a reír.
-¡Oh, vamos, Santana! Soy una elfa… Mi edad no debería extrañarte… -rió Brittany, haciendo sonreír a la morena, quién se encogió de hombros azorada pero disfrutando en secreto de la risa de la dulce rubia.
-¿Me dirás tu edad algún día? –sonrió Santana.
-Quizás… -dijo Brittany con una sonrisa pícara.
-Aún no has contestado mi pregunta… -dijo Santana, seria, recobrando la compostura.
Brittany la miró a los ojos y suspiró mientras se pasaba una mano por el cabello.
-No te vas a rendir, eh… -susurró Brittany mientras observaba como la morena negaba con la cabeza. –Bien… Supongo que esto lo hará más fácil…
Santana observó como una de las manos de la elfa se acercaba a su rostro, rozando su mejilla. La miró extrañada.
-¿Qué haces? –preguntó.
-Shhh… Solo cierra los ojos… -murmuró Brittany con una voz demasiado ronca.
Santana hizo lo que pidió y notó como la palma de la mano abarcó toda su mejilla, acariciándola dulcemente antes de posarse sobre su frente. Entonces notó la respiración de la elfa muchísimo más cerca, prácticamente sobre sus labios. Quería abrir los ojos pero un siseó de Brittany que provocó un leve roce entre sus labios sin intención, hizo que desistiera en su idea.
Entonces no supo que pasó, su mente se volvió negra y entonces millares de recuerdos aparecieron, como si hubieran estado enterrados en un rincón de su cabeza, detrás de una puerta, ocultos, negándose a salir. Y entonces lo vio, vio como corría, apenas teniendo unos 7 años, hacia unas piernas altas y delgadas. Vio como le cogían en brazos y le daban vueltas mientras una risa familiar inundaba sus oídos… Vio… Su rostro… Esa sonrisa blanquecina perfecta, con ese pequeño rubor sobre sus pálidas mejillas y el brillo de sus ojos celestes. Su pelo rubio lo llevaba atado en una coleta que se agitaba en cada movimiento que hacía.
‘Britt’ llamó la pequeña Santana.
‘¿Qué ocurre, San?’ susurró la elfa con voz cantarina.
‘¿Siempre estarás conmigo?’
‘Siempre… Soy tú ángel guardián.’
‘Entonces… ¿Por qué te vas?’
‘Tengo que irme para protegerte de unos tipos malos.’
‘Pero tu los vencerás como haces con papá.’ Brittany esbozó una sonrisa triste.
‘¿Me prometes algo, Santana? Prométeme que pase lo que pase, intentarás ser feliz.’
‘Soy feliz contigo’ contestó la niña inocentemente, provocando que la rubia la abrazara contra su pecho con fuerza, intentando que no viera su mirada cristalina.
‘Y yo contigo, princesa.’
‘¿Volverás a por mí?’
‘Si.’
‘¿Promesa?’ Dijo Santana extendiendo su meñique.
‘Promesa.’ respondió, enlazando su meñique con el de ella. ‘Y una promesa es para siempre.’
‘Hasta que pueda protegerte yo.’ finiquitó Santana alzando su puño, provocando risas en la rubia.
‘Pues tendrás que hacerte muy fuerte’
Santana abrió los ojos lentamente, aún sin procesar todo lo que acababa de ver… Se encontró con la mirada azul de Brittany, quién no se había movido de su posición, con su frente apoyada en el dorso de su mano, la cual estaba apoyada en la frente de Santana, separando sus rostros apenas unos centímetros.
-Britt… -susurró Santana, provocando una amplia sonrisa en la elfa.
-San… -murmuró Brittany, quitando su mano y dejando sus frentes juntas sin nada por medio.
-¿Por qué te fuiste? –susurró y Brittany pudo ver todo el dolor y la tristeza que embargaban a la morena. Limpió una lagrima que caía por su mejilla con su pulgar y se mordió los labios, pues sentía el dolor de la morena como el suyo propio.
-Lo que importa ahora es que estoy aquí… -susurró Brittany abrazando a la morena, que se dejo hacer, ocultando su rostro en el cuello de la rubia, mientras esta la rodeaba con fuerza. Brittany acarició su pelo, intentando calmar los sollozos de la morena que se aferraba a su cuerpo. –Estoy aquí contigo y no pienso irme… Nunca más.
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
ohhh eso ultimo si que estuvo genial xD QUE LINDAS MIS BRITTANAS
bueno que te puedo decir ... excelente
saludos ;)
bueno que te puedo decir ... excelente
saludos ;)
khandyy** - Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 08/03/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
Me gustó mucho el cap, la verdad que la historia se está poniendo cada vez más y más interesante. A mi me gusta mucho todo lo que tiene tintes de prohibido, y me gustaría que eso de la cantidad de años de diferencia sea un problema ahora y más adelante... además, está el problema como el de Arwen y Aragorn, que Britt va a tener que renunciar a la inmortalidad y eso bla bla.
Saludos!
Saludos!
Claire042* - Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 24/02/2012
Re: Fic: Brittana - "Danzas Élficas" - Cap. 9 y 10
ooooooooohhhhhhhhh san de pequeña me parecio dmc tiernoooo, ademas qe ya se conociiiiiaaann, mori cuando san le dijo que "hasta que yo te pueda protejer" moooorriiiiiiii dios esta muy buenoooo el fic, y ahora se tratan asi super cariñosas y todo , espero que ahora cambie la relacion , ahora una con besos jaajjajaj esta muy buenoooo, ojala actualices prontoooooo
brittana-bitches!!!***** - Mensajes : 228
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Edad : 27
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