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FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Ohhhh Dios!!! Que capitulo esperando la actualizacion y que no le pase nada a santana!
Dios cada ves se pone mejor el fic hasta el proximo capitulo!
Saludos!
Dios cada ves se pone mejor el fic hasta el proximo capitulo!
Saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Znjxjxhxnfls!!
Necesito que actualizes!
Santana esta en peligro...
Y britt pobre britt!
Tenias razón ya quiero que actualizes ten piedad de mi son mis últimos días de leer! =(
plissss....
Por.cierto es personal pero...
Cuantos años tienes? 20. 30 40 cuantossss? Okno xD
Solo quiero saber cuantos tienes jejejeje
Necesito que actualizes!
Santana esta en peligro...
Y britt pobre britt!
Tenias razón ya quiero que actualizes ten piedad de mi son mis últimos días de leer! =(
plissss....
Por.cierto es personal pero...
Cuantos años tienes? 20. 30 40 cuantossss? Okno xD
Solo quiero saber cuantos tienes jejejeje
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
aria escribió:Me da penita que San no puedo regresar a su casa...
Ella es una artista y como bien dice necesita su propio espacio, no creo que con un monton de agentes alrededor puede trabajar en paz, excepto con cierta agente rubia que la trae loca jajajaj
Ahhh mi querida Stark, siempre seria y tierna y linda y y y awwwwwww *w* la amo..
Me mata de la risa cada vez que Santana le dice lo del palo en el culo xDD
Renee, Dioos!! es compresible lo que le sucede.. pero esa no es la manera de solucionar las cosas, suerte que Stark esta tan linda y bella Awwww.. La ama por sobre todas las cosas.. Espero que esta racha de Renee pase pronto.. no me gusta que este asi con Srtak..
Oh MY GOD.!!!
Ok, segun lo que hemos visto, primero una Puta cara de Washington llamada Kitty, luego una Caminante de arte (o como sea que se llame eso) que no es Kitty sino Quinn, y ahora Es Quinn Fabray Agente de la CIA??? WTF??? De que va todo esto?
Pobre Rach, a de estar muy aturdida, demasiada informacion en tan poco tiempo, ojala puedan hablarlo y arreglar los malos entendidos...
No Way!!
Materiales peligrosos en el Nido... Oh no, SANTANAAAAAAAAAAAAAA!!!!
Ya dije que Quinn era muy misteriosa y que daria mucho que hablar Sí, tenemos a la espia/agente de la CIA Quinn Fabray. Y la pobre Rachel se quedo igual o peor que Britt, por lo menos Britt pudo hablar con ella, Rachel ni quiso hablar con ella
Stark linda como solo ella sabe serlo, quiero una igual, te niego el que te la quedes, me la quedo yo. Me da mucha pena Savard, la pobre esta sufriendo mucho.
San, como siempre metida en lios y Britt impotente por no poder hacer nada...
Stark linda como solo ella sabe serlo, quiero una igual, te niego el que te la quedes, me la quedo yo. Me da mucha pena Savard, la pobre esta sufriendo mucho.
San, como siempre metida en lios y Britt impotente por no poder hacer nada...
Jane0_o escribió:Ohhhh Dios!!! Que capitulo esperando la actualizacion y que no le pase nada a santana!
Dios cada ves se pone mejor el fic hasta el proximo capitulo!
Saludos!
A Stark da igual si le pasa? Cada vez se pondra mejor ;)
Lorena_Glee escribió:Znjxjxhxnfls!!
Necesito que actualizes!
Santana esta en peligro...
Y britt pobre britt!
Tenias razón ya quiero que actualizes ten piedad de mi son mis últimos días de leer! =(
plissss....
Por.cierto es personal pero...
Cuantos años tienes? 20. 30 40 cuantossss? Okno xD
Solo quiero saber cuantos tienes jejejeje
Te lo dije, nunca miento
No me molestan las preguntas personales dentro de ciertos límites, tengo 25 años.
Tendre piedad de ti, te coloco un capitulo más, no se si el ultimo del dia, aqui son las 2:07 de la noche
No me molestan las preguntas personales dentro de ciertos límites, tengo 25 años.
Tendre piedad de ti, te coloco un capitulo más, no se si el ultimo del dia, aqui son las 2:07 de la noche
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 16
Capitulo 16
El tono de marcado que interrumpió la tenue comunicación de Britt con Santana sonó tan impactante como si anunciase un bombardeo. Aquel era un enemigo contra el que Britt no podía luchar: no servía de nada la fuerza, la habilidad, ni siquiera su inmensa voluntad. Tenía que depender de otros, cosa que la hacía sentirse impotente e inútil. Los dedos de Britt aferraron el teléfono mientras el aire rancio de la furgoneta la envolvía. Una nube de ira y frustración llenó su cabeza arrasando momentáneamente su razón y quebrantando su control.
-Maldita sea -dijo dando semejante puñetazo al lateral de la furgoneta que hizo retemblar el vehículo. No sintió dolor cuando se rasgó la piel entre los nudillos y crujió una pequeña fisura en su dedo índice. Arrojó el móvil sobre la estrecha mesa de Stacey Landers y se dirigió a las puertas de atrás del coche decidida a reunirse con Santana. Alguien debió de dar una orden porque el agente de técnicas y armas especiales le bloqueó el paso con una agilidad que Britt no esperaba, dada la corpulencia del hombre-. Déjeme pasar.
Britt habló en tono modulado y sereno. Pero la expresión de su rostro era fría como la muerte. La capitana Landers, a su espalda, dijo:
-Lo siento, Britt. Pero tendrás que esperar aquí con todos nosotros. En este momento no puedes hacer nada ahí arriba.
Tal vez fuese porque oyó su nombre o porque, en realidad, Britt sabía que Landers tenía razón, pero reprimió la intención de clavar el hombro en el pecho del agente de técnicas y armas especiales.
-Necesito respirar.
-Una idea excelente -afirmó Landers-. Déjela salir, teniente Maxwell.
-Sí, señora -dijo el hombre franqueando el paso a Britt.
Britt abrió las puertas de atrás de la furgoneta y saltó a la acera. Inmediatamente la rodearon.
-¿Qué ha ocurrido? -preguntó Renée clavando los dedos en el brazo de Britt-. ¿Hay alguien herido? ¿Por qué coño no nos dejan subir? ¿Qué ha sido de nuestra gente? ¿Cómo están Santana y Paula?
Aunque las preguntas eran razonables, el tono de Savard transmitió a Britt una advertencia que disipó los rastros de ira. La agente del FBI estaba a punto de desmoronarse. Britt la miró fijamente y lo que vio la impulsó a sacudirse la mano de Savard y señalar el extremo opuesto del vehículo.
-Vamos allí, agente.
Felicia y Quinn, que estaban cerca, hicieron ademán de seguirlas, pero Britt sacudió la cabeza y les indicó que esperasen. Las dos parecían impacientes y preocupadas, pero obedecieron la orden. Al otro lado de la furgoneta, fuera del alcance de las miradas curiosas y las inoportunas cámaras, Britt dijo:
-Te lo voy a explicar, Renée.
-¿Paula? ¿Qué pasa con Paula? ¿Está herida?
-Paula está bien. Acabo de hablar con ella. Hubo una exposición a una sustancia desconocida y activaron la alerta roja, procedimiento estándar. Estamos esperando que llegue un equipo de descontaminación especial.
-Quiero hablar con ella -el tono de Savard transmitía tensión y miedo.
Britt negó con la cabeza.
-No puedes. Conoces las reglas. Cuanto más tiempo estén abiertas las líneas, mayor probabilidad hay de que las transmisiones sean interceptadas y de que se produzca una filtración a los medios. En una situación así, en la que cabe la posibilidad de que se haya utilizado un elemento de guerra biológica, se propagaría el pánico. Evacuaciones en masa, víctimas civiles. No podemos arriesgarnos. Tendrás que esperar.
Los ojos de Savard miraron el edificio de apartamentos del otro lado de la calle, pero lo que vio fueron las Torres derrumbándose y destrucción por todas partes. La impotencia y el horror la atenazaron. Casi sin respirar, susurró con voz atormentada:
-No puedo.
-Claro que puedes -afirmó Britt poniendo las manos sobre los hombros de Savard y bajando la cabeza hasta que sus ojos encontraron los de la agente. Habló con tono firme, pero amable-: Felicia, tú y yo vamos a hacer todo lo necesario para tomar las riendas de la situación. Paula confía en que participes, y yo también. Esto no es como lo del martes, Renée. Tenemos la oportunidad de defendernos.
-No lo soporto -Savard parpadeó mientras abría y cerraba las manos espasmódicamente-. No puedo perderla. Sencillamente, no puedo.
-Lo sé.
De pronto, Savard se estremeció y sus atormentados ojos se desorbitaron. Las pupilas, oscuros pasadizos de su infierno particular, se agitaron sin control.
-¡Oh Dios mío! ¿Santana? ¿Esta...?
-Muy fastidiada -respondió Britt con una risita cariñosa-. Aparte de eso, la encontré bien.
Cuando Savard vio el dolor que ensombrecía el rostro de Britt y percibió el temblor de amor desesperado en su voz, comprendió que no estaba sola en su desdicha. Echó los hombros hacia atrás y se enderezó. Sus ojos se aclararon, y su cara recobró el color.
-¿Qué tengo que hacer, comandante?
La expresión de Britt se endureció, apretó los hombros de Savard y dijo:
-Necesito que contactes con tus fuentes y consigas toda la información que puedas sobre un hecho similar que se produjo ayer en un complejo del gobierno en New Jersey: el carácter del supuesto agente tóxico, número y tipo de víctimas, si alguien reivindicó el ataque...cualquier cosa. Hazlo lo antes posible.
-Sí, señora. Volveré en cuanto tenga algo.
Cuando Savard se alejó, Felicia se acercó a Britt, seguida por Quinn.
-El equipo de explosivos aún está fuera del edificio, así que supongo que esta vez no hay bombas.
-No -dijo Britt mirando a su alrededor. No había nadie cerca que las pudiese oír, y resumió lo que Santana y Stark le habían contado. Mientras hablaba, observó el rostro de Quinn buscando alguna señal de que la noticia sobre el arma biológica no sorprendía a la CIA.
-¿Tiene algo que añadir, agente Fabray?
-¿Cuándo llegará el equipo de Detrick? -preguntó Quinn.
Britt miró su reloj.
-Dentro de dieciocho minutos.
-Vamos a dar una vuelta -sugirió Quinn abriéndose paso entre la multitud apelotonada en torno al vehículo de mando.
Las tres mujeres esquivaron hábilmente los cuerpos apretujados hasta que llegaron a la verja del lado este del parque. Britt sacó sus llaves y abrió la verja dejando que se cerrase tras ellas. Mientras que fuera del oasis cuadrangular de árboles, flores y zigzagueantes caminos las calles y aceras eran hervideros de actividad, dentro la tranquilidad transmitía un seductor sosiego. Britt avanzó seis metros por un estrecho caminillo de piedra y, de pronto, se volvió y se enfrentó a Quinn:
-¿Qué más no sabemos que deberíamos saber? Si tu gente la ha puesto en peligro, te juro que alguien lo pagará.
Quinn sacudió la cabeza.
-No sé lo que sabemos y lo que no, Brittany. Soy de contrainteligencia, no de contraterrorismo.
-Eres espía.
-Soy agente de campo -corrigió Quinn con un gesto de impaciencia-. Tengo la misión de vigilar a individuos que... -dudó- puedan tener información de interés para nuestro gobierno.
-¿Y eso qué significa?
-Significa que no necesariamente se me informa de lo que el servicio de inteligencia de Langley sabe sobre lo que aquí sucede. ¿Sospechamos que ciertos gobiernos hostiles se dedican a desarrollar armas biológicas? Por supuesto. ¿Eso indica un ataque inminente contra nuestro país? No estoy al tanto del particular.
Britt se estiró el cabello desesperada.
-¿Puedes enterarte? ¿O ese canal de información solo discurre en una dirección?
Quinn, sin darse cuenta, salvó la distancia que las separaba y puso la mano sobre el brazo de Britt. Su rostro y su voz rebosaban compasión.
-Brittany, haré lo que pueda. Pero ya sabes lo cerrado que es el sistema incluso para los que estamos dentro. No hay organización más protegida en el mundo.
-Inténtalo -rogó Britt-. Al menos...inténtalo.
Quinn asintió acariciando el brazo de Britt lentamente.
-Lo haré.
Se miraron; en los ojos de ambas pugnaban la ira y la tristeza. Felicia rompió el silencio.
-¿Qué creen que hará el equipo de Detrick cuando llegue? Ahora mismo ese edificio es una pesadilla de seguridad.
Britt se volvió por fin y, a través de las copas de los árboles que formaban una abigarrada paleta de tonos anaranjados, dorados y rojos, contempló el sol que arrancaba destellos a las ventanas del loft de Santana. A pesar de que el apartamento estaba fortificado como una prisión, dentro de aquellas paredes Santana había disfrutado de cierto grado de libertad. Era el único lugar donde nadie la miraba, el único refugio seguro en el que podía dedicarse a su arte. Y estaba a punto de perderlo.
-Los trasladarán. Y los pondrán en cuarentena.
-¿Qué ha dicho Britt? -preguntó Santana.
-No mucho porque no creo que haya mucho que decir de momento -respondió Stark sinceramente-. El equipo de Fort Detrick llegará enseguida.
-¿Y luego qué?
-No lo sé -Stark miró sin querer el fondo de la habitación donde estaban los lienzos, y le pareció ver el polvo blanco bailando en los rayos de sol de la luminosa mañana-. Dependerá de lo que piensen que es.
Santana miró al agente del Servicio Secreto que estaba ante la ventana, de espaldas, contemplando la calle. No lo conocía y, aunque confiaba en él en principio, la costumbre de años la había enseñado a ser recelosa; no revelaba sus temores e incertidumbres ante nadie, salvo ante las personas más cercanas.
-¿Y si no saben qué es?
Stark pensó en la reunión de la mañana y en la posibilidad de que se tratase de ántrax o algo peor. Se le revolvió el estómago y se apresuró a disimular un estremecimiento de horror. Su responsabilidad consistía en manejar la situación y, aunque no podía hacer nada si se habían expuesto a un peligroso agente biológico, procuraría tragarse la preocupación y tranquilizar a Santana, al menos de momento.
-Estoy segura de que sabrán qué hacer, sea lo que sea.
La furgoneta negra con la luz roja giratoria encima se abrió paso lentamente entre el mar de cuerpos hasta el edificio de Santana y se detuvo con la rueda delantera derecha sobre la misma acera. La puerta lateral se abrió y salieron dos hombres. Una mujer descendió del compartimento delantero. Todos llevaban uniforme militar. El conductor, también de uniforme, fue a la parte de atrás, abrió las puertas y rebuscó dentro. Con movimientos ágiles, sacó buzos de Tychem F, un material que garantizaba el nivel más alto de protección contra agentes biológicos y químicos a los tres oficiales del ejército. Britt y Stacey Landers se acercaron a los miembros del equipo cuando se estaban vistiendo.
-Soy Brittany Pierce, la jefa de seguridad en funciones de Egret. Quiero subir con ustedes -dijo Britt.
El mayor de los dos hombres, un pelirrojo corpulento de piel bronceada y corte de pelo militar, sacudió la cabeza.
-Lo siento, agente... ¿Pierce? El protocolo lo prohíbe.
-Oiga -repuso Britt incapaz de reprimir la frustración-, se trata de la hija del Presi ...
La única mujer del equipo, cuya etiqueta identificativa decía capitana R. Andrews, intervino:
-Sabemos de quién se trata, agente Pierce. En cuanto hayamos calibrado la situación, la informaremos. Su presencia es mucho más valiosa aquí abajo para coordinar la salida y mantener a raya las comunicaciones.
Britt escudriñó los cálidos ojos verdes que la observaban. Andrews, de pelo castaño a la altura del cuello, cortado a capas, aparentaba treinta y pocos años. Era de la estatura de Santana, pero más musculosa; seguramente remaba o levantaba pesas. Su insignia indicaba que pertenecía al Cuerpo Médico del Ejército. La intensidad de su expresión señalaba que entendía la preocupación de Britt, que asintió.
-Quiero un informe sobre ellos, lo antes posible.
-Lo tendrá -aseguró Andrews.
Britt observó en silencio cómo los tres se subían las cremalleras de los trajes, se ponían las capuchas de seguridad y se ajustaban las gafas protectoras y las máscaras antigás. El equipo de productos peligrosos de Nueva York y las fuerzas de seguridad de Landers habían abierto un camino frente a la puerta, y el personal de Fort Detrick entró en el edificio y desapareció mientras Britt permanecía esperando.
Stark abrió la puerta del apartamento con Santana detrás. Se encontraron ante una escena de película de ciencia-ficción. Tres personas con trajes espaciales, de género indefinido, estaban en el vestíbulo portando enormes cajas de herramientas. “Evidentemente, creen que lo que hay aquí es muy peligroso.”
-Retrocedan, por favor -dijo una voz masculina a través de un micrófono-. Pónganse a la izquierda y no se muevan.
-¿Quiénes son ustedes? -preguntó Santana echándose hacia atrás mientras los tres individuos entraban en fila india.
-Yo soy el coronel Grau -informó la primera figura sin detenerse-, y estos son la capitana Andrews y el capitán Demetri.
-Acompáñeme, por favor, señorita López -dijo una voz femenina, y la figura más pequeña se separó del triunvirato-. Usted también, agente Stark. Vengan conmigo al cuarto de baño.
Santana se dio cuenta, mientras caminaba con Stark detrás del envoltorio humano, de que no debería sorprenderla que aquella gente conociese la distribución de su loft. Sin duda sabían qué talla de sujetador usaba y todos los detalles íntimos de su vida. Miró por encima del hombro y vio que el tercer miembro del equipo conducía al agente del Servicio Secreto al baño de invitados. Santana se detuvo al ver al coronel Grau abrir la caja de herramientas delante de sus lienzos.
-Quiero ver qué va a hacer.
La capitana Andrews sujetó la muñeca de Santana con una mano enfundada en un grueso guante.
-Lo siento, señorita López, pero no podrá ser.
La reacción de Santana fue inmediata e instintiva. Habían estado incomunicada varias horas. No tenía ni idea de lo grave que era la amenaza y estaba enfadada y asustada. No podía estar con su amante, su vida había sido invadida una vez más, y en aquel momento destruían su último refugio. Se sacudió la mano que la sujetaba con un rápido movimiento que había ensayado infinitas veces en el dojo y en el ring de boxeo. La capitana Andrews no intentó detenerla, sino que se limitó a decir:
-¿Esas pinturas valen más que su vida?
Santana pensó en Britt y desistió de atacar al coronel Grau, que acababa de cortar un trozo del tamaño de un sello de correos del centro de un lienzo entero para guardarlo en un tubo de ensayo. Si tenía que elegir, no haría nada que la hiriese. No arriesgaría su vida si iba a ser Britt la que pagase el precio. Se volvió para no ver lo que hacía Grau.
-Quiero hablar con la agente Pierce -dijo Santana.
-Lo sé -dijo la capitana Andrews-. En cuanto sea posible.
A pesar del tono apagado y mecánico de la voz, Santana percibió un matiz de compasión. Sin saber muy bien por qué, la creyó y no discutió. Y la siguió en silencio al cuarto de baño. El baño principal, con azulejos dorados y mesados de granito, estaba junto a su dormitorio. Contenía una cabina de ducha de un metro ochenta por dos cincuenta con dos cabezales en paredes opuestas, aparte de otros elementos característicos. Había sitio suficiente para las tres sin apretujarse. La capitana Andrews cerró la puerta, se arrodilló y sacó una gran bolsa de plástico rojo para residuos biológicos de su caja de herramientas. Se puso de pie trabajosamente, debido a la pesadez del traje protector, y se la tendió a Stark y a
Santana.
-Por favor, quítense toda la ropa y pónganla en esta bolsa.
Mientras Santana y Stark se desnudaban, la capitana abrió la mampara de la ducha, se arrodilló de nuevo y hábilmente retiró la tapa del desagüe con un pequeño destornillador. A continuación, insertó una especie de filtro de agua en su lugar.
-¿Qué es eso, capitana? -preguntó Santana metiendo su ropa en la bolsa roja. Desvió la vista de Stark, que permanecía muy rígida a su lado. Santana sabía que Stark se sentía incomodísima. No era la desnudez lo que la fastidiaba, sino la pérdida de control que implicaba. No obstante, estaba decidida a no representar un papel pasivo en aquel drama.
-Es un biofiltro.
-¿Qué sospecha exactamente que tenemos?
La capitana Andrews miró a Santana con firmeza tras el grueso poliuretano de las gafas protectoras.
-No lo sabemos, señorita López. Pero, de momento, presuponemos que han sido contaminadas con un activo agente biológico. Hasta que hayamos comprobado lo contrario, debemos tratarlas como si estuviesen infectadas.
“Infectadas. No era un agente químico, sino algo vivo.” La idea de que algo invadiese su cuerpo le resultó a Santana mucho más aterradora que la posibilidad de sufrir un envenenamiento. Respiró a fondo; necesitaba unos segundos para aplacar la punzada de pánico.
-¿Cuánto tardará en saberlo?
-No se lo puedo decir. ¿Le importaría entrar en la ducha?
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Bueno ya que hasta mañana actualizaras jeje bueno aquí haci es! XD apenas son las 7:30 de la noche jej pero bueno me quedo con las ganas y sobre tu edad waooo pensé que tenias menos entonces soy una peque =( jeje xD
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
No claro que me importa que no le pase nada a ninguno pero la principal es santana pobre britt.......estan fuerte que ni el dedo fizurado le duele !
Bueno wow que tarde es donde vives......esperando la actualizacion!
No me canso de escribirlo cada vez esta mas emocionante!
Saludos.
Bueno wow que tarde es donde vives......esperando la actualizacion!
No me canso de escribirlo cada vez esta mas emocionante!
Saludos.
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Lorena_Glee escribió:Bueno ya que hasta mañana actualizaras jeje bueno aquí haci es! XD apenas son las 7:30 de la noche jej pero bueno me quedo con las ganas y sobre tu edad waooo pensé que tenias menos entonces soy una peque =( jeje xD
Me acabas de llamar vieja? :\'(: Es broma, puedo preguntar tu edad?
No tengo mucho sueño, asi que me puse con el siguiente capitulo, al final te dejo otro hoy. Lo malo de los cambios horarios es eso, que aqui es muy tarde y por alli todavia temprano
No tengo mucho sueño, asi que me puse con el siguiente capitulo, al final te dejo otro hoy. Lo malo de los cambios horarios es eso, que aqui es muy tarde y por alli todavia temprano
Jane0_o escribió:No claro que me importa que no le pase nada a ninguno pero la principal es santana pobre britt.......estan fuerte que ni el dedo fizurado le duele !
Bueno wow que tarde es donde vives......esperando la actualizacion!
No me canso de escribirlo cada vez esta mas emocionante!
Saludos.
Lo que no le hacen los terroristas se lo hace ella sola, a quien se le ocurre pegarle a un coche...tiene las de perder xD
Sí, más o menos con la otra parte del charco son unas 6/7 horas dependiendo un poco de donde seais, pero para la mayoria es por alli por la tarde mientras que aqui ya es de madrugada
Nos vemos ;)
Sí, más o menos con la otra parte del charco son unas 6/7 horas dependiendo un poco de donde seais, pero para la mayoria es por alli por la tarde mientras que aqui ya es de madrugada
Nos vemos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 17
Capitulo 17
Santana dio la espalda a Stark mientras el agua caliente la empapaba. Aunque la ducha era más espaciosa que una cabina normal, si se movía un centímetro, su trasero rozaría el de Stark. “¡Esto sí que es eficiencia gubernamental!” Se frotó la piel a fondo con el suave cepillo de plástico y la sustancia limpiadora que la capitana Andrews le había dado procurando no pensar en lo que tal vez ya había traspasado la frágil barrera y podía navegar por su flujo sanguíneo. La última vez que se había duchado con alguien, la compañera había sido Britt. Habían hecho el amor mientras la cortina de agua rielaba como un muro casi tangible entre ellas y todos los elementos que se conjuraban para separarlas. Se aferró al recuerdo del rostro de Britt mientras se fundían, con ternura y ferocidad a la vez, al ritmo de las manos sabias de su amante conduciéndola al orgasmo, y evocó el dulce sonido de su pasión superponiéndose al del agua. El fuerte olor de algo familiar arrancó a Santana de su ensimismamiento.
-¿Qué es eso? -preguntó Santana-. ¿Lejía?
-Hipoclorito sódico -precisó la capitana Andrews, que abrió dos paquetes de papel de aluminio y sacó unas láminas de malla sintética del tamaño de toallas de baño-. Salgan de la ducha y envuélvanse en esto, por favor.
-¿Es la denominación fina de la lejía? -Santana se envolvió en la malla descubriendo unas lengüetas de velero estratégicamente situadas que le permitieron cerrar el envoltorio sobre el pecho y la cintura.
-Sí.
-Al menos no se anda con rodeos.
Aunque la lámina casi llegaba a las rodillas de Santana, la forma de su cuerpo se veía claramente. Miró a Stark, envuelta igual que ella, y se fijó en la curva de los pequeños pechos y los fuertes muslos. “¡Oh, pobre Paula! Esto sí que es duro para ella.” Santana señaló el fino envoltorio blanco-, Por favor, dígame que nos va a dar algo más para ponernos.
-Sí -la capitana Andrews les entregó una mascarilla quirúrgica a cada una-. La capucha que tienen detrás de las orejas con el cordón elásti...
-¿Y ropa? -insistió Santana poniéndose la mascarilla.
-Cuando salgamos del edificio, les facilitaremos unos buzos provisionales.
-¿Y dónde vamos a cambiarnos? -quiso saber Stark.
-En la acera.
***
Britt caminaba por la acera delante del edificio de Santana mirando el reloj y la fachada alternativamente, como si pudiese ver a su amante a través del ladrillo y el cristal. Giró en redondo cuando oyó la radio del conductor y corrió hacia él. Stacey Landers llegó al mismo tiempo.
-¿Cuál es la situación, teniente? -preguntó Landers.
-Están bajando -el hombre llevó varios paquetes plateados del tamaño de mochilas a la parte central, cerrada con una cremallera, de un cercado de poliuretano blanco que había colocado entre las puertas laterales del vehículo negro y las puertas de cristal del edificio. La estructura, semejante a un túnel largo y estrecho, se extendía como un acordeón desde el interior del vehículo y se apoyaba en arcos semicirculares a intervalos de metro y pico. Cuando el hombre abrió los pliegues hacia fuera, creó una especie de tolva que conducía directamente desde el portal al coche. Luego, puso una pila de cajas envueltas en papel de aluminio sobre el suelo de plástico de la abertura frontal. Britt observó cautelosamente el proceso a corta distancia. Sintió docenas de ojos clavados en su espalda mientras el personal de emergencias se apiñaba tras las barreras que se habían levantado a toda prisa para apartar a todo el mundo del escenario más inmediato.
-¿Trajes de protección medioambiental?
-Sí, señora.
-Quiero que me dé uno para ir en el vehículo con ellos.
El hombre sacudió la cabeza, con los ojos clavados en la puerta del edificio, en posición de alerta.
-Lo siento, señora, pero no puedo. Solo personal autorizado.
Britt se adelantó antes de que Landers la sujetase por el brazo; entonces, giró la cabeza dispuesta a soltar un taco.
-Aguanta un poco más, Britt -susurró Landers en tono firme-. Deja que aseguren los activos, ya nos ocuparemos luego del acceso.
“Activos. Paquetes. Objetivos.”
Britt soltó una maldición, pero no cedió. De pronto, las puertas de cristal se abrieron, y los tres militares con trajes protectores salieron sosteniendo cada uno de ellos a una figura envuelta en blanco. Britt buscó la mirada de Santana detrás de las mascarillas quirúrgicas y, durante un instante fugaz, ambas se miraron. Los ojos marrones de su amante, tan oscuros y fuertes, la llamaron.
-Santana -murmuró Britt.
Y de repente desapareció. Britt se quedó en la acera, sintiéndose más sola que nunca, mientras a su alrededor todo era actividad. Landers ordenó al equipo de productos peligrosos que entrase en el edificio para completar el proceso de descontaminación al mismo tiempo que los bomberos se encargaban de revisar las instalaciones de agua y electricidad. El perímetro que a todo correr se había erigido en torno a la plaza bloqueaba el tráfico en varias direcciones. El aullido de las sirenas de la policía servía de trágico fondo a los alarmados pensamientos de Britt. Por primera vez en su vida, fue incapaz de orquestar un plan. Alguien se había llevado a Santana, y ese hecho desolador la dejaba sin fuerzas. No importaba que los responsables fuesen supuestamente amigos. Britt no se fiaba de nadie y se esforzó por dominar el pánico que carcomía su razón.
-Brittany.
Britt miró la cuidada mano que acariciaba su muñeca. Reconoció los dedos finos, las perfectas uñas ovales, el ensayado roce. Alzó la vista y vio a Quinn con un móvil pegado a la oreja. Quinn esbozó una sonrisa e hizo un gesto de asentimiento, y la cabeza de Britt se despejó.
“¿Dónde?”, preguntó Britt en silencio.
Quinn asintió de nuevo, pero no dijo nada; seguía escuchando a quien hablaba con ella por teléfono. Felicia, muy cerca, observaba todo; en cuanto Quinn cerró el teléfono, Felicia se apresuró a preguntar:
-¿Y bien? ¿Cuál es la ubicación?
-El hospital Walter Reed -respondió Quinn.
-Pues vamos -dijo Felicia encaminándose a la calle.
-Un momento -ordenó Britt. Las dos mujeres la miraron, sorprendidas, cuando Britt cogió su radio y buscó una frecuencia segura. Tras unos segundos dijo:
-Soy Pierce. ¿Estás en el loft? De acuerdo, descríbeme la situación de los cuadros...
¿En qué?.... ¿Qué caja?....Bien, gracias.
Colgó y se volvió hacia los miembros de su equipo.
-El encargado de productos peligrosos dice que los cuadros estaban en una caja con la etiqueta 9/6; la fecha de la última exposición de Santana.
-¿Cree que la toxina se introdujo durante la inauguración en la galería? –preguntó Felicia con el rostro lleno de arrugas de preocupación.
-Es posible. Foster estaba allí -respondió Britt muy seria-. Y las cajas con los cuadros que fueron vendidos esa noche siguen allí, esperando ser inventariados y enviados.
-¡Dios mío! -exclamó Quinn-. Rachel.
Felicia consultó su reloj.
-Son casi las once. Estará a punto de abrir.
Britt, electrizada, señaló el edificio de Santana.
-Quinn, busca a Landers para que mande otro equipo a la galería de Rachel. Felicia y yo vamos hacia allí...
-No -repuso Quinn cortante-. Os acompaño.
-De acuerdo -dijo Britt; sabía que no había tiempo que perder y que, de todas formas, no podría disuadir a Quinn-. Felicia, informe a Landers.
-Hecho, comandante.
El paseo de cinco minutos hasta el coche de Britt se les antojó una hora debido al esfuerzo de abrirse paso entre la densa multitud. Ya en el vehículo, el tráfico obligó a Britt a conducir a ocho kilómetros por hora aún varias manzanas después del área acordonada.
-¡Dios! -gruñó Quinn-. Llegaría antes andando.
-No creo que nadie tocase los cuadros -comentó Britt metiendo el coche entre dos taxis y ganándose con ello airados insultos de ambos taxistas.
-¡Qué cabrones!
Britt miró a Quinn comprendiendo que no aludía a los taxistas. No recordaba haber oído a Quinn alzar la voz jamás, mucho menos soltar tacos. Se preguntó si la reacción obedecía a algo más personal que los ataques de aquella semana.
-¿Rachel formaba parte del plan?
-No, por Dios -respondió Quinn.
-Pero no fuiste a la inauguración de la exposición por casualidad -Britt miró el reloj.
Hacía solo dieciocho minutos que habían partido desde el edificio de Santana, pero parecían dieciocho horas. Y no podía hacer nada para llegar más rápido hasta Rachel. Dudó de que ni siquiera el equipo de Landers llegase rápido, dada la congestión del tráfico-. ¿Te dijeron que entablaras una relación con la mejor amiga de Santana?
-Nuestras órdenes nunca son tan directas y, por lo general, solo tenemos una idea clara del plan después de que se inicia la operación. Y a veces ni siquiera eso -Quinn contempló las atestadas calles de Manhattan mientras reflexionaba-. No. Me sorprendió tanto como a ti que me mandasen allí.
-Pues lo disimulaste muy bien.
-Es mi trabajo, no lo olvides -dijo Quinn en tono burlón.
-¿Eres marchante de arte de verdad?
-Pues sí.
Britt, con gran sorpresa por su parte, se dio cuenta de que su recelo inicial al descubrir que había sido víctima de un sofisticado engaño se había convertido en un curioso respeto. Quin, igual que ella misma, se guiaba por el sentido del deber. Las dos respondían a su llamada sin cuestionarla, casi siempre con gran coste para ellas y sus seres queridos. A Britt le costaba seguir enfadada cuando también ella arrastraba la misma culpabilidad.
-¿Cuándo te reclutaron?
Quinn esbozó una tierna sonrisa.
-Antes que a ti. En el último año del instituto.
-¡Jesús!
-Era una chica brillante e idealista, y procedía de una familia de patriotas. Mis padres estaban en la Marina.
-¿Lo saben?
Quinn sacudió la cabeza con pena.
-No. Y mi padre murió creyendo que yo había abandonado todos los principios que él me había enseñado para llevar una vida extravagante.
-Lo siento -dijo Britt sinceramente.
-Sí, podía haber escogido un camino más tradicional -Quinn se encogió de hombros y se rió-. Pero el secreto me atraía.
-¿Sin penas?
Tras un instante de silencio, Quinn respondió:
-Solo una.
-Si sirve de algo, lo entiendo -dijo Britt.
-Eso significa más de lo que te imaginas.
Britt giró al fin en la calle en la que estaba la galería de Rachel, se metió en un aparcamiento ilegal frente a una boca de incendios y apagó el motor. Cuando salieron a la calle, dijo:
-Quiero que saques a Rachel y al resto de los empleados de la galería. Si no han tocado los cuadros, no hay motivo para sospechar que están contaminados. Lleva a Rachel a casa mientras espero a que venga el equipo de Landers y acordone el lugar.
-Rachel sería de más ayuda si tú...
-Alguien tiene que quedarse en Manhattan. Necesitamos la información sobre lo que ocurrió en casa de Santana. Y también tenemos que saber si hay algo en la galería. En cuanto pueda voy al Walter Reed.
-Pero Felicia o Savard...
Britt negó con la cabeza mientras se dirigía a la puerta principal de la galería de Rachel.
-No. Las necesito trabajando en el ataque contra el Nido. Tú te encargarás de seguir la pista de las armas biológicas al menos hasta que sepamos adónde nos lleva.
Quinn no tuvo más ocasión de discutir porque, en cuanto entraron en la espaciosa galería, dividida a intervalos irregulares por medianerías cubiertas de cuadros, Rachel se levantó detrás de un escritorio con un bolígrafo en la mano y una expresión de asombro en la cara.
-¿Quinn?
Britt corrió a la parte de atrás, donde Rachel guardaba las obras de arte en un almacén climatizado, mientras Quinn se acercaba a Rachel.
-¿Estás sola? -preguntó Quinn.
-¿Qué? -Rachel sacudió la cabeza confundida-. ¿Por qué has venido? No entiendo qué haces.
-Te lo explicaré en cuanto pueda -Quinn cogió la mano de Rachel y la acarició-. ¿Ha venido alguien esta mañana? ¿Empleados o clientes?
-No. Oficialmente...hoy no abro hasta mediodía. Estaba revisando las cuentas.
-¿Y a principios de la semana?
Rachel hizo un gesto negativo.
-La galería ha estado cerrada desde la exposición.
-¿Y no ha venido nadie desde entonces? -Quinn se inclinó sobre la mesa poniendo las palmas en la superficie-. ¿Estás segura?
-Sí, totalmente. ¿Qué ocurre?
Britt regresó a la galería.
-Parece en orden. Las cajas están allí, intactas. Si hay algo dentro, no se ha tocado.
-Estupendo -dijo Quinn.
Sonó el teléfono de Britt, que lo desprendió del cinturón.
-Pierce...de acuerdo, sigue -mientras escuchaba, su mandíbula se puso tensa-. Ahora mismo voy. No, quédate con Felicia... -se calló y respiró a fondo-. De acuerdo. Nos vemos allí -cortó la comunicación y miró a Quinn-. Felicia y tú os quedaréis aquí y miraréis los ordenadores y todas las posibles fuentes que encontréis. Ayer hubo un incidente similar en
New Jersey.
-¿Era Savard? -preguntó Quinn.
-Sí. Se dirige a Washington.
-Por supuesto.
Rachel, que aún tenía la mano de Quinn en la suya, le tiró del brazo.
-¿Querrá alguien explicarme, por favor, qué está pasando? ¿Le ha ocurrido algo a Santana?
Quinn le estrechó la mano antes de soltarla.
-Se ha producido un incidente en casa de Santana -Rachel ahogó un gritó, y Quinn se apresuró a añadir-: No está herida. Te lo contaré mientras te llevo a casa.
-¿Y si no quiero ir a casa? -Rachel miró alternativamente a Britt y a Quinn-. ¿Tengo posibilidad de elegir?
-Me temo que no -respondió Quinn.
-No soy de la misma opinión -Rachel se apartó y cogió el bolso y la chaqueta. Cruzó la galería y salió sin mirar a ninguna de las dos mujeres.
-En fin -dijo Quinn resignada-. Me ocuparé de que llegue a casa.
-Quédate allí hasta que te llame.
-Sí. Por favor, infórmame del estado de Santana.
Britt oyó el ruido de las sirenas que se acercaban y sintió que parte de la tensión de su pecho se relajaba. En aquel momento no le interesaban la seguridad nacional ni el bioterrorismo. Solo quería ver a Santana. Y nadie se lo iba a impedir
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Ayyy vas a prima eeeh! Todos seguiditos! I like it :)
Venga que son las 2:50 a doooormiiiiir! JAJAJAJA
No creo que tengan nada.. bueno eso espero, pobre mi britt y Savard..
Venga que son las 2:50 a doooormiiiiir! JAJAJAJA
No creo que tengan nada.. bueno eso espero, pobre mi britt y Savard..
AndreaDaru- ---
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Siempre que te escribo y le doy a enviar, subes uno nuevo! lo haces a posta? JAJA
AndreaDaru- ---
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Siempre que te escribo y le doy a enviar, subes uno nuevo! lo haces a posta? JAJA
Por cierto 25? O_O
Por cierto 25? O_O
AndreaDaru- ---
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Ufff que tencion sexual hay entre quinn y rachel jajajajajaja me imagino que mas adelante veremos escenas wanky de ellas jeje
Bueno el capitulo excelente y se que no me preguntaste pero tienes razon en la linda isla donde vivo son las 8:04pm jejej bueno
Esperando la proxima actualizacion bye!
Bueno el capitulo excelente y se que no me preguntaste pero tienes razon en la linda isla donde vivo son las 8:04pm jejej bueno
Esperando la proxima actualizacion bye!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
AndreaDaru escribió:Ayyy vas a prima eeeh! Todos seguiditos! I like it :)
Venga que son las 2:50 a doooormiiiiir! JAJAJAJA
No creo que tengan nada.. bueno eso espero, pobre mi britt y Savard..
3:01 sigo aqui!! A dormir ya que tu y yo tenemos el mismo horario, no trasnoches tanto!! Y que haces que no estas de fiesta un sabado?
AndreaDaru escribió:Siempre que te escribo y le doy a enviar, subes uno nuevo! lo haces a posta? JAJA
No, pero podria :P
AndreaDaru escribió:Siempre que te escribo y le doy a enviar, subes uno nuevo! lo haces a posta? JAJA
Por cierto 25? O_O
Vale, quereis deprimirme? Soy la mas vieja aqui, lo se!!:\'(: Por qué tan asombrada? No se si es bueno o malo xD
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Jane0_o escribió:Ufff que tencion sexual hay entre quinn y rachel jajajajajaja me imagino que mas adelante veremos escenas wanky de ellas jeje
Bueno el capitulo excelente y se que no me preguntaste pero tienes razon en la linda isla donde vivo son las 8:04pm jejej bueno
Esperando la proxima actualizacion bye!
Hoy me siento generosa y me he puesto con el siguiente, a este ritmo acabamos la 5º parte en 2 días xD
Las Faberry puede que pronto haya escenas wanky, pero aún no, Rachel esta dolida, no la culpo...
Las Faberry puede que pronto haya escenas wanky, pero aún no, Rachel esta dolida, no la culpo...
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 18
Capitulo 18
Los pasillos estaban iluminados, sumidos en un silencio fantasmal y totalmente vacíos. La capitana Andrews iba a la cabeza, con Demetri detrás de Santana y Stark, que caminaban en silencio. Las habitaciones que se alineaban a cada lado del pasillo estaban cerradas, y en las puertas sin cristaleras no había números. En el aire flotaba un ligero olor a antiséptico. Tras un trayecto de veinticinco minutos en coche hasta una pequeña pista de despegue de Queens y dos horas en helicóptero, aterrizaron en el tejado de un edificio del vasto complejo que albergaba el Hospital Militar Walter Reed. Santana no reconoció el lugar y supuso que se trataba de una unidad de investigación dado el carácter de su incidente. Pensó en preguntar, pero se dio cuenta de que seguramente no obtendría ninguna respuesta. El rugido de los rotores del helicóptero había impedido toda conversación, incluso con la Casa Blanca, salvo una escueta comunicación y el tiempo estimado de llegada transmitidos a Washington, seguramente a Lucinda, a través de Grau. Sin embargo, en aquel momento Santana estaba muy nerviosa. Le daba la impresión de que, si traspasaba una de aquellas puertas cerradas, tal vez no volviese a salir. Pidió algo que supuso que no podrían negarle.
-Quiero hablar con mi padre.
Stark, a su lado, murmuró un “amén” casi inaudible. La capitana Andrews continuó con su paso enérgico.
-El Presidente está al tanto de su situación, señorita López. En cuanto realicemos las pruebas, podrá llamarlo. Pondremos un teléfono en su habitación.
-¿Mi habitación? -Santana se detuvo en seco y, al hacerlo, el capitán Demetri casi chocó contra ella-. ¿Significa eso que voy a quedarme aquí?
-Sí, temporalmente -la capitana Andrews miró a Santana y a Stark con expresión seria, pero comprensiva-. Hasta que tengamos los resultados de los cultivos y otros análisis, es mejor que estén en observación.
-Observación -Santana miró a Stark que tenía cara de pena-. Agente Stark, ¿le parece que he perdido la capacidad de razonar?
Los ojos de Stark se iluminaron, y su mascarilla se movió como si se riese en silencio.
-No, señora. Yo la veo muy bien.
-Porque me siento bien -precisó Santana en tono irónico. Se dirigió a la capitana Andrews-: No sé por qué piensa usted que soy incapaz de comprender lo que sucede. Entiendo que, por razones de seguridad, no me dejase hablar con mi padre antes, pero nos llevaremos mucho mejor si empieza a explicarme las cosas a partir de ahora. Ni siquiera le pido frases muy largas.
-Acepte mis disculpas, señorita López -dijo la capitana Andrews sin muestra de enfado-, pero en este momento tengo otras prioridades. Le daré todo tipo de explicaciones en cuanto la instalemos en una sala de aislamiento y hayamos realizado todas las pruebas.
Santana ignoró la punzada de aprensión al oír el término “sala de aislamiento”. Quería información y no se iba a dejar amilanar por el miedo.
-Pues empezamos ahora mismo. ¿Qué tipo de pruebas?
-Se lo explicaré de camino -la médica del ejército reanudó el paso y, cuando Santana y Stark la siguieron, dijo por encima del hombro-: Cultivos de piel, sangre, esputos y orina. Análisis de sangre y recuento de células. Radiografía básica de tórax. Electrocardiograma. Un examen físico completo.
-Cree que estamos enfermas, ¿verdad?
-No lo sé -respondió la capitana Andrews-. Es posible que la sustancia de su apartamento fuese inofensiva. Pero, hasta que lo confirmemos, tendremos que tratarlas como si estuviesen enfermas.
Entraron en una sala muy amplia; Sanrana se fijó en una pared interior con varias ventanas encortinadas y dijo: -Parecen ventanillas de observación.
-Lo son -afirmó la capitana Andrews-. La sala de enfermería está al otro lado. El cristal permite observar al paciente sin necesidad de entrar en su habitación.
Santana se estremeció aunque hacía calor. Había dos camas de hospital con mesillas a juego. Frente a ellas, un televisor sujeto con un gancho metálico en un extremo de la habitación. A través de una puerta abierta, se veía un cuarto de baño. No había ventanas al exterior. Las paredes estaban completamente desnudas. Junto a cada cama, ropa quirúrgica azul marino en bolsas de plástico.
-¿Cómo nos comunicamos?
-Hay un interfono de dos bandas encima de la cama y otro junto a las ventanas.
-¿Las ventanas se abren?
-No.
-Genial -murmuró Santana. El ligero traje de protección ambiental que le habían proporcionado al salir de su apartamento tenía una cremallera en la parte de delante y la cubría desde los pies al cuello. Era de una sorprendente resistencia, pero Santana se sentía casi desnuda. Señaló la ropa-. ¿Podemos cambiarnos?
-Sí. Cuando lo hayan hecho, las examinaré, les extraeré sangre y les indicaré el procedimiento para obtener las otras muestras; luego, nos ocuparemos de las llamadas telefónicas -la capitana Andrews señaló las camas-. De momento, pónganse cómodas; volveré en cuanto tenga los recipientes para la recogida de muestras.
Cuando la doctora salió de la habitación, Santana habló con Stark:
-¿Tenemos alguna opción? -Stark sacudió la cabeza.
-No.
-¿Qué creerán que es?
-No lo sé, yo...
-Tonterías -repuso Santana-. Sé que lo sabes porque Britt lo sabría. Y ahora, tú eres Britt.
Stark se volvió para abrir las bolsas de plástico con ropa pues sabía que, si Santana seguía escudriñando su rostro, averiguaría la verdad.
-Nunca había visto nada parecido...
-Paula -advirtió Santana-, lo tuyo no es mentir. Eres demasiado transparente. Cuéntame lo que sabes.
-No estoy segura...
-Dime qué has oído. Maldita sea, no me dejes a oscuras.
Stark suspiró, se sentó al borde de una de las camas y bajó la cremallera de su buzo blanco, sorprendiendo a Santana con su aparente despreocupación por la desnudez. Santana desvió la vista pues comprendió que Stark estaba mucho más disgustada de lo que parecía y que más tarde se avergonzaría.
-¿De qué se trata, Paula? -preguntó Santana en tono amable--. Puedes decírmelo. Lo soportaré.
Stark se puso la blusa quirúrgica por la cabeza y suspiró de nuevo.
-Todas las mañanas recibimos una copia del informe central de Inteligencia que elaboran conjuntamente la CIA y el FBI. Ayer apareció un sobre con polvos blancos en un edificio federal de New Jersey. Sospechan que puede ser ántrax.
Santana se sentó en la cama muy despacio sin apartar los ojos del rostro de Stark.
-¡Ántrax, Jesús! ¿Crees que es eso lo que había en mi apartamento?
Stark estrujó las manos entre las rodillas y sacudió la cabeza.
-No lo sé. Pero me parece que esa gente lo piensa.
-¿Qué dicen los informes al respecto? ¿Es muy peligroso?
-No entraban en detalles. Decían que tenía cura –“Decían que la tasa de mortalidad era del setenta por ciento.” Stark señaló la ropa de la cama-. Será mejor que se cambie antes de que vuelvan. Es más cómodo estar vestida.
-Sí, claro -Santana se levantó, bajó la cremallera a toda prisa, se quitó el buzo sintético y se quedó desnuda junto a la cama. Rompió las bolsas de plástico, se puso los pantalones quirúrgicos y luego la parte de arriba. Descalza, se tumbó en la cama a esperar. Era lo que había pensado, las cosas se estaban poniendo feas. Horribles-. ¿Paula?
-¿Sí?
-No es culpa tuya.
Stark no dijo nada, incapaz de consolarse con la amabilidad de lo que, como bien sabía, era una mentira.
-¿Santana está bien de verdad? -preguntó Rachel. Se encontraba sentada junto a Quinn en el sofá de su salón, en el mismo sitio que habían ocupado un día antes, pero en aquel momento le daba la impresión de que estaba con una desconocida. y, desde luego, era una desconocida.
-Sí -Quinn agitó el vino blanco que Rachel le había servido cuando, al llegar a casa de Rachel, coincidieron en que les iría bien beber algo. El trayecto en taxi había sido silencioso e incómodo, como la mentira que en ese momento se interponía entre ellas. Quinn bebió un sorbo de vino y rompió una regla fundamental-: Había una sustancia extraña en su apartamento. No sabemos qué es, y la tienen aislada hasta que se determine de qué se trata.
Los dedos de Rachel apretaron la copa y tuvo que hacer un esfuerzo para relajarlos.
-¿Un veneno?
-No parece probable puesto que tanto ella como los dos agentes que la acompañaban estaban bien varias horas después de haberse expuesto a la sustancia. Debe de ser una especie de agente infeccioso.
-¿ Un...arma biológica?
Quinn ladeó el cuerpo y miró directamente a Rachel.
-Tal vez.
-¿Se te permite contarme esto?
Quinn esbozó una sonrisa irónica.
-No.
-De acuerdo -Rachel sostuvo la mirada de Quinn-. ¿Quién eres, Quinn?
- Trabajo para el gobierno.
-¿Como Britt?
-Algo parecido, sí.
-¿Te llamas realmente Quinn?
Quinn asintió.
-¿Viniste a seducirme?
-No. Vine a recoger información. Me dedico a eso -se inclinó hacia Rachel, pero no la tocó- No quise seducirte hasta que llevaba unos cinco minutos en la galería.
Rachel sonrió. -¡Oh, qué bonito!
-Y muy cierto -afirmó Quinn. Dejó la copa sobre la mesita y cogió la mano de Rachel sintiendo una inmensa alegría cuando Rachel no la retiró. -No pretendía mentirte. No vine aquí para utilizarte.
-Pero lo habrías hecho si así hubieses conseguido lo que buscabas, ¿verdad? –preguntó Rachel con cierta irritación.
Quinn dudó y, luego, lanzó un suspiro.
-Sí. Si hubiera tenido que hacerlo, lo habría hecho.
-¿También te acuestas con mujeres para lograr lo que quieres? -Rachel miró a Quinn exigiendo una respuesta, y vio la verdad en sus ojos-. ¡Dios mío, sí que lo haces!
Rachel retiró la mano bruscamente y se levantó. Caminó hasta el extremo opuesto del salón y se detuvo ante las cristaleras con los brazos cruzados sobre el pecho. De espaldas a Quinn, dijo:
-¿Cómo pueden pedirte que hagas algo así?
No era la reacción que Quinn esperaba. Se levantó, pero no se atrevió a acercarse a Rachel. Quería tocarla para no sentir el dolor de la soledad que llevaba dentro desde que había salido de aquel apartamento el día antes.
-No es tan diferente de lo que se espera de los soldados en el campo de batalla. Todo el mundo arriesga algo.
Rachel se giró en redondo.
-¿Te habrías acostado conmigo?
-Quería hacerlo -respondió Quinn sin titubear.
-Pero no lo hiciste.
-Porque no podía, no hasta que supieras las cosas, y no me estaba permitido contártelas -Quinn alzó una mano, pero la dejó caer sin saber cómo explicar que no quería que le ocurriese con Rachel lo mismo que con Britt-. No deseaba que tuviésemos esta conversación después de hacer el amor porque sabía...que nunca volverías a confiar en mí.
-¿Acaso crees que confío ahora?
Quinn cerró los ojos un instante, asimilando el golpe, y sacudió la cabeza con pena.
-No. Pero espero que lo hagas algún día.
Se hizo un silencio peor que cualquier recriminación de Rachel. Quinn vio, con impotencia, a Rachel salir del salón a toda prisa sabiendo que no podía decir nada para borrar el daño que había hecho. Se hundió en el sofá, cogió la copa de vino y lo bebió lentamente, sin disfrutarlo.
-¿Qué crees que han hecho con Fazio? -preguntó Santana-. Grau lo llevó en dirección opuesta cuando bajamos del helicóptero.
-Debe de estar en otra unidad -respondió Stark arrancando la tirita que le habían colocado en la parte interior del brazo tras extraerle media docena de jeringuillas de sangre-. Él recibió todo el impacto de la dichosa sustancia.
Santana recordó a Fazio tosiendo, maldiciendo y sacudiéndose el polvo de la camisa. Se le aceleró el corazón y durante un segundo se sintió aturdida.
-Seguramente no será nada.
Stark logró esbozar una sonrisa.
-Claro.
-Hace casi media hora que se fue Andrews -comentó Santana-. ¿Adónde irán a buscar los teléfonos móviles?
-¿A Langley?
Santana miró a Stark desconcertada y, a continuación, se echó a reír. Langley, el cuartel general de la CIA.
-Seguramente. Como si fuésemos a revelar secretos desde aquí -dejó de reír de pronto y se tumbó de nuevo en la cama-. ¡Ojalá pudiese hablar con Britt!
Un ruido estridente llenó la habitación, seguido por una voz familiar.
-Hola.
-¿Britt? -Santana se levantó de un salto y corrió a la ventanilla cuando se encendió una luz que iluminó la habitación del otro lado. Britt apoyó la mano en el cristal, y Santana puso la suya frente a la palma de su amante.
-¿Cómo estás, cariño? -preguntó Britt.
Santana buscó frenéticamente el interfono mientras Stark se levantaba e iba al fondo de la habitación dejándoles cierto margen de intimidad.
-Hay un interruptor a la izquierda de la ventana -explicó Britt.
Santana lo encontró, lo encendió y dijo:
-¿Por qué has tardado tanto?
-Por el tráfico.
Santana, sonriendo, acarició el cristal con las yemas de los dedos, como si tocase la piel de Britt, y la ilusión del contacto la hizo sentir bien por primera vez en horas.
-¿Te han dicho cuándo saldremos de aquí?
-Aún no, pero en cuanto lo sepa, tú también lo sabrás. ¿Te encuentras bien? -Britt trató de hablar en tono ligero, pero se le encogió el estómago mientras observaba a su amante. Santana tenía el mismo aspecto que cuando se indignaba. Sus ojos lanzaban chispas, el rubor cubría su piel y se movía rápidamente. En ese momento Britt se dio cuenta de lo sexy que resultaba Santana cuando se enfadaba y comprendió que era precisamente ese ardor lo primero que la había atraído de la hija del Presidente-. ¡Dios, qué hermosa eres!
Santana soltó una risita.
-Cuidado, comandante. Stark está aquí, y no querrás que se ponga colorada -Santana se pegó al cristal para mirar más de cerca a Britt y habló en voz baja-. No te preocupes, mi amor. Me siento bien. Las dos estamos bien.
Britt apretó la mano contra el cristal con tanta fuerza que se le puso blanca. Deseaba de tal modo tocar a Santana que le dolían las entrañas.
-¿Britt? -dijo Santana-. ¿Qué le ha ocurrido a tu dedo?
-¿Qué?
Santana indicó el cristal.
-Tu dedo índice. Está hinchadísimo. ¿Qué ha sucedido?
-Nada.
-Dale la vuelta a la mano.
-Santana...
-Déjame verlo, Brittany.
Britt obedeció de mala gana apresurándose a decir cuando oyó la exclamación de Santana:
-No es nada. Estoy bien.
-¿Qué ha pasado, cariño? -Santana reparó en que el rostro de Britt adoptaba la habitual expresión de consideración con que se revestía cuando disfrazaba la verdad con diplomacia-. Y no trates de camelarme. Te has roto el dedo, ¿a que sí? ¿Qué hiciste?
-Tonterías. Perdí los nervios y aplasté la mano.
El corazón de Santana dio un vuelco. Britt solo perdía el control cuando temía por su seguridad. Santana olvidó de repente su enfado por haber sido arrastrada por medio país sin explicaciones, olvidó el fastidio por estar encerrada e incluso el temor de sufrir alguna enfermedad. Lo único que le importaba era Britt, abrumada por las preocupaciones y el dolor.
-Oh, cielo. Todo saldrá bien.
-Lo sé -Britt esbozó una sonrisa-. Ya lo sé.
-Tienes que hacerte una radiografía.
-Sí.
Santana golpeó el cristal con insistencia. -Ahora.
Britt se rió.
-Me encanta cuando te pones seria.
-Te encantará cuando salga de aquí y te dé una patada en el culo si no te has ocupado del dedo.
-Sí, lo haré -Britt, que tenía la voz ronca, desvió los ojos, parpadeando para aclarar la visión-. Savard está aquí.
-¡Qué bien! Paula se animará con la visita -Santana frunció el entrecejo-. ¿Qué ocurre?
-Lo está pasando mal. Será mejor que prepares a Stark.
-De acuerdo -cuando Britt apartó la mano del cristal, Santana se apresuró a decir-: Espera.
Britt la miró preocupada.
-¿Qué sucede, cariño?
-¿Cuándo volverás?
-No vaya ninguna parte -respondió Britt con expresión incrédula-. Me quedaré en esta habitación hasta que te den el alta.
-¿No tienes nada más que hacer? -Santana soltó una risita nerviosa, que remató con una sonrisa-. Vete a que te hagan la radiografía y, luego, vuelve al trabajo. Saldré mañana.
-Muy bueno de tu parte, Santana -Britt deslizó el dedo por el cristal como si acaricias e la mejilla de Santana-. Te amo.
-Oh -susurró Santana-. Yo también te amo.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Jajaja me a gustado la parte del dedo de britt......hasta que se dieron cuenta que esta fracturado jejejeje
Bueno espero la proxima actualizacion
Jejeje y 25 años no son tantos yo tengo 20 jejejeej saludos !
Bueno espero la proxima actualizacion
Jejeje y 25 años no son tantos yo tengo 20 jejejeej saludos !
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Yo siempre trasnocho hasta las 6 o así, y hoy no he salido porque apague el móvil a las 19:00 o así y lo enchegué a las 3 de la madrugada y resulta que a las 21:30 me habían dicho de ir de fiesta, pero como estaba apagado pues.. no me enterado! JAJA disaster!
Ya ahora me dado cuenta que tu edad la pone en tu perfil, no me había fijado. Pensé que tenias menos la verdad.
A ver si es Ántrax o no, pero yo creo que nada, lo haces para dar emoción seguro.. Ademas si es eso no sera pulmonar no?
Que te mato yo a ti entonces! xddddddd
Bueno las 5 van a ser.. tictac
Ya ahora me dado cuenta que tu edad la pone en tu perfil, no me había fijado. Pensé que tenias menos la verdad.
A ver si es Ántrax o no, pero yo creo que nada, lo haces para dar emoción seguro.. Ademas si es eso no sera pulmonar no?
Que te mato yo a ti entonces! xddddddd
Bueno las 5 van a ser.. tictac
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
Edad : 31
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
wow tantas cosas les pasan... uff ... no pueden estar tranquilas...
Me intriga Quinn.. :/
Ojalá no sea nada grave... y puedan salir de ahi pronto...
Pobre Renée... la tienen toda angustiada... a ella y a Paula ... :(
quiero que se vayan lejos por unos días que esten tranquilas no? :)
Bueno igual me gustaron los capitulos ;)
Besos
Alii C:
Me intriga Quinn.. :/
Ojalá no sea nada grave... y puedan salir de ahi pronto...
Pobre Renée... la tienen toda angustiada... a ella y a Paula ... :(
quiero que se vayan lejos por unos días que esten tranquilas no? :)
Bueno igual me gustaron los capitulos ;)
Besos
Alii C:
Alisseth***** - Mensajes : 254
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Jane0_o escribió:Jajaja me a gustado la parte del dedo de britt......hasta que se dieron cuenta que esta fracturado jejejeje
Bueno espero la proxima actualizacion
Jejeje y 25 años no son tantos yo tengo 20 jejejeej saludos !
Debe ser muy grande la preocupación de Britt por San, porque anda que no duele nada un dedo fracturado...
Solo 5 años de diferencia, no esta mal ;)
Solo 5 años de diferencia, no esta mal ;)
AndreaDaru escribió:Yo siempre trasnocho hasta las 6 o así, y hoy no he salido porque apague el móvil a las 19:00 o así y lo enchegué a las 3 de la madrugada y resulta que a las 21:30 me habían dicho de ir de fiesta, pero como estaba apagado pues.. no me enterado! JAJA disaster!
Ya ahora me dado cuenta que tu edad la pone en tu perfil, no me había fijado. Pensé que tenias menos la verdad.
A ver si es Ántrax o no, pero yo creo que nada, lo haces para dar emoción seguro.. Ademas si es eso no sera pulmonar no?
Que te mato yo a ti entonces! xddddddd
Bueno las 5 van a ser.. tictac
Medio vampira, por las noches no duermes y te pasaras toda la mañana en la cama
Muchas veces tienen la sensación de que tengo menos, porque siempre estoy de broma, al parecer los 25 es para ser más seria, supongo que en mentalidad soy más joven :P
Tu tienes prohibido amenazarme que de Barcelona a Sevilla hay muy pocas horas y la amenaza se hace más real
Las 5...yo termine a las 3 acostada, despues del último capitulo...tienes más aguante que yo, aunque a mi favor dire que me levanto a las 11, menos cuando hace demasiada calor que con tal de no salir del aire acondicionado duermo hasta la 1 xD
Muchas veces tienen la sensación de que tengo menos, porque siempre estoy de broma, al parecer los 25 es para ser más seria, supongo que en mentalidad soy más joven :P
Tu tienes prohibido amenazarme que de Barcelona a Sevilla hay muy pocas horas y la amenaza se hace más real
Las 5...yo termine a las 3 acostada, despues del último capitulo...tienes más aguante que yo, aunque a mi favor dire que me levanto a las 11, menos cuando hace demasiada calor que con tal de no salir del aire acondicionado duermo hasta la 1 xD
Alisseth escribió:wow tantas cosas les pasan... uff ... no pueden estar tranquilas...
Me intriga Quinn.. :/
Ojalá no sea nada grave... y puedan salir de ahi pronto...
Pobre Renée... la tienen toda angustiada... a ella y a Paula ... :(
quiero que se vayan lejos por unos días que esten tranquilas no? :)
Bueno igual me gustaron los capitulos ;)
Besos
Alii C:
Quinn intrigaria a cualquiera, es super Quinn!!
Renée y Paula estan en una mala epoca, si no es una cosa es otra, pero las pobres no pueden estar tranquilas
Bueno ahora se les hara más dificil irse cuando pueden tener algo que las esten matando por dentro...
Besos ;)
Renée y Paula estan en una mala epoca, si no es una cosa es otra, pero las pobres no pueden estar tranquilas
Bueno ahora se les hara más dificil irse cuando pueden tener algo que las esten matando por dentro...
Besos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 19
Capitulo 19
Stark acercó una silla sin brazos, de respaldo recto, a la ventana y se sentó en ella, inclinándose hacia delante con las manos sobre las rodillas y los ojos clavados en el cristal. Renée la miraba desde el otro lado. Stark se esforzó por disimular la impresión. Llevaban solo un día sin verse, pero parecía como si Renée no hubiese comido ni dormido durante semanas. El fino rostro estaba demacrado; los ojos, habitualmente brillantes, estaban apagados; y el cuerpo esbelto y fuerte transmitía sensación de fragilidad. Stark estiró la mano, procurando no temblar y traicionar su preocupación, y encendió el interruptor del interfono.
-Hola, cariño.
Savard enderezó los hombros y sonrió.
-Hola, amor mío. ¿Qué tal te va ahí dentro?
-Es bastante aburrido, y nadie nos dice nada -Stark hizo un gesto de indiferencia-. El típico rollo burocrático. Estoy bien, como Santana. ¿Sabes algo?
Savard negó con la cabeza.
-Aún no. La comandante está hablando con el equipo médico en este momento. Hace unos minutos habló por teléfono con el jefe. No permitirá que nos den esquinazo. Y tampoco dejará que os mantengan a Santana y a ti en la ignorancia.
-Gracias a Dios que ha venido -Stark bajó la vista pues no deseaba transmitir su pena a su amante. Pero no pudo evitar la idea de que había fastidiado de mala manera su primera misión y que era la comandante la que tenía que sacar las castañas del fuego.
-¡Eh! No te culpes. No había forma de que lo supiésemos previamente.
Stark levantó la cabeza como si tuviese un resorte.
-Hace menos de una semana se produjo un atentado contra su vida. Debería haber examinado su apartamento mucho mejor antes de dejarla entrar.
-Paula, cariño, la comandante y yo estuvimos en el edificio hace unos días. Nosotras tampoco vimos nada.
-Lo sé. Tienes razón -dijo Stark sin gran convencimiento-. ¿Cómo estás? Pareces cansada.
-¡Qué va! Estoy bien. Paso demasiado tiempo ante el ordenador -Savard miró por encima del hombro para comprobar si seguía sola-. Felicia y yo hemos buceado en los ordenadores día y noche en busca de la identidad de los miembros del equipo de asalto. De momento, nada. Registros dentales, huellas digitales, bases de datos fotográficas. Nada de nada.
-Eso no tiene sentido. Los tipos habían recibido entrenamiento.
-Lo sabemos -afirmó Savard con frustración-. Pero no logramos ponerles nombres y apellidos. Ahora estamos buscando todos los antecedentes de Foster. Es un trabajo lento porque sus expedientes se enterraron cuando ingresó en la Academia.
-Es lo normal en el Servicio Secreto para que nadie pueda acceder a nuestros datos personales y comprometernos.
-Sí, igual nos ocurre a nosotros. Pero dificulta nuestro trabajo en este caso -Savard se reclinó en la silla y se estiró el cabello-. No obstante, si alguien puede sacar algo en limpio, esa es Felicia.
-¿Se sabe algo de la sustancia del Nido?
-Aún no -los ojos de Savard se llenaron de lágrimas, y se restregó la cara con la mano-. Lo siento. Yo...te amo. No puedes ponerte mal.
-No te preocupes, cielo. No me ocurrirá nada -Stark apretó los puños sin que Savard la viese, deseando con todas sus fuerzas que hubiese un medio de aliviar el dolor de su amante. Le rompía el corazón ver a Renée tan vulnerable y ser incapaz de ayudarla-. ¿Me harías un favor?
-Lo que sea -Savard se inclinó hacia delante con mirada atenta-. Cualquier cosa.
-¿Por qué no intentas dormir algo?
Savard pensó en mentir, pero la preocupación que se reflejaba en los ojos de Stark le indicó que era demasiado tarde.
-Lo intentaré. Ha sido...duro.
-Tienes que cuidarte. Te necesito.
-Oh, eso se llama chantaje.
Stark asintió muy seria.
-Tal vez. Pero es verdad.
Savard señaló el fondo de la habitación.
-Hay dos camas, supongo que destinadas al personal cuando tienen que vigilar a alguien las veinticuatro horas. Me acostaré ahora, ¿te parece bien?
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
-Estaré aquí cuando despiertes -Stark sonrió intentando mostrarse optimista.
-¿Lo prometes? -preguntó Savard con voz temblorosa.
-Siempre.
-¿Cuánto tiempo? -preguntó Britt a la capitana Andrews cuando esta unió con cinta adhesiva el dedo índice de Britt al anular en un práctico entablillado. La comandante estaba sentada en una mesa de reconocimiento, en una pequeña sala contigua a la zona de control de la habitación de Santana mientras la doctora le curaba el dedo lastimado. Se había hecho la radiografía porque sabía que Santana le preguntaría y no quería que se enfadase.
-Por suerte es una pequeña fractura sin desplazamientos. Con diez días de inmovilización curará si tiene cuidado...
-No, no me refiero a mí, sino a Santana. ¿Cuánto tiempo necesitan para saber que no corre peligro?
La capitana Andrews se estiró, suspiró y se topó con la mirada implacable de Britt.
-En este caso trabajo con restricciones de nivel Delta, agente Pierce.
-Entiendo.
-Defina su relación con la señorita López.
Britt estudió el rostro de la otra mujer con atención. Como era de esperar, no dedujo nada de su expresión. Sin saber adónde pretendía llegar la doctora, Britt decidió optar por un ataque frontal.
-Soy su amante.
-¿Además de su jefa de seguridad en funciones?
-En efecto -técnicamente Hara era la sustituta de Stark, de baja temporal, pero la Casa Blanca había comunicado a través de Lucinda que Britt “supervisaría” las operaciones. No era una rehabilitación en su puesto, pero se parecía mucho.
-En fin -dijo la capitana Andrews cruzando los brazos sobre el pecho-. Lo segundo tal vez no la califique para acceder a información restringida, pero lo primero sí.
Britt esperó con un nudo de aprensión en el pecho. Se aferró a la mesa con las dos manos, sin reparar en el dolor, preparándose para el golpe que temía.
-Tenga cuidado con esa mano, agente Pierce, o agravará la fractura y tendré que escayolarle el dedo.
-Cuénteme lo que hay.
-El crecimiento de cultivos microbianos no se puede acelerar. Pasarán como mínimo doce horas, probablemente veinticuatro, antes de que podamos identificar el organismo con absoluta certeza.
A Britt se le cortó la respiración.
-¿Está segura de que había un organismo? -La doctora asintió.
-Sí, lo hemos visto con la tinción de Gram. Se trata de un método rápido, a base de manchas, de buscar organismos vivos en una muestra. No nos dice qué bacteria es, sino solo la clase a la que pertenece -dudó como si quisiese valorar la reacción de Britt-. Encontramos un bacilo gram positivo en forma de esporas, compatible con ántrax. O con viruela.
-¡Dios! -exclamó Britt reclinándose en la mesa de observación mientras le temblaban las piernas- ¿Viruela? Creí que había sido erradicada hace décadas.
La capitana Andrews arrastró un taburete y se sentó en él.
-Y así es. Sin embargo, se almacenaron muestras congeladas en dos sitios: el Centro para Control y Detección de Enfermedades de Atlanta y el Laboratorio de Contención Máxima de Siberia.
-Jesús, creí que ese sitio era seguro.
-Por desgracia, no lo es. Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, desaparecieron gran parte de sus depósitos. Sospechamos que fueron a parar a Oriente Medio y Asia.
-¿Y no sabe si es ántrax o viruela?
Andrews se encogió de hombros y suspiró.
-Estamos realizando inmunoanálisis que nos darán un diagnóstico aproximado mientras esperamos los resultados definitivos de los cultivos.
-¿De qué estaríamos hablando en cuestión de víctimas? -preguntó Britt con voz firme, pero temblando por dentro.
-Escuche, agente Pierce...
-Britt.
La doctora asintió.
-Ronnie. Escucha, Britt. Acabamos de iniciar el tratamiento. De hecho, se les ha suministrado la primera dosis de antibiótico. Por suerte, la tasa de curación con tratamiento es muy alta, suponiendo que se hayan contagiado.
-Números, Ronnie.
-Si aparecen los síntomas, la mortalidad es alta incluso con tratamiento. Del setenta al noventa por cien en el caso del ántrax. ¿La viruela? -Sacudió la cabeza- Casi el cien por cien.
Britt se puso pálida y bajó de la mesa.
-Quiero verla ahora mismo.
-Espera, Britt. Aún no sabemos a qué se han expuesto.
Britt volvió la cabeza.
-Pero lo sabrás dentro de unas horas, ¿verdad?
-Sí, tendremos los resultados del inmunoanálisis dentro de cuatro horas, pero solo son prelimi...
-Entonces, la veré a las 21.00 -dijo Britt consultando su reloj.
-Hola, papá -dijo Santana sosteniendo el móvil con la mano derecha mientras se incorporaba en la cama, vestida con el traje quirúrgico y con una vía intravenosa adherida al brazo izquierdo. Stark estaba sentada en posición similar, en la otra cama.
-Hola, cariño. Siento no haber hablado contigo antes. El coronel Grau ha estado en contacto permanente conmigo, pero cree oportuno completar los exámenes previos antes de...
-Papá, tranquilo. Estoy bien -Santana torció el gesto. “Todo lo bien que se puede estar más encerrada que en Alcatraz, con gente observándome y pinchándome todo el tiempo.”
-Eso me han asegurado; de lo contrario, me plantaría ahí sin pensarlo.
-No lo hagas -se apresuró a decir Santana-. No creo que me ocurra nada; de todas formas, no puedes arriesgarte a sufrir un contagio. Además, eres...
-Soy tu padre y, si existe la menor posibilidad de que estés enferma, iré.
Santana oyó protestas de fondo, una de las cuales sin duda procedía de Lucinda. No le gustaría estar en la piel de la jefa de gabinete de su padre en ese momento.
-Escucha, papá, conozco la situación, y tú también. Aunque no hubiese peligro, lo que faltaba eran los medios fisgoneando por aquí. Mándame una tarjeta si quieres, pero nada de visitas y, ahora que lo pienso, tampoco flores.
Su padre soltó una risita.
-¿Seguro que estás bien?
-Quiero salir de aquí. Entonces, sí que estaré bien.
-¿Dónde está Britt?
-Aquí. No logro convencerla de que se marche.
-Estupendo.
-Papá -dijo Santana-, me cuidan bien. Y Britt no permitirá que me ocurra nada.
-Sin duda, tuve mucha suerte cuando la conociste.
Santana sonrió.
-Sí, y yo también.
Tras despedirse y cortar la comunicación, Santana se puso de lado y miró a Stark con pena.
-Esto es un fastidio.
-Sí, cierto.
-¿Qué tal estás?
Stark se encogió de hombros.
-No me siento mal-miró a Santana con preocupación-. Pero Renée tiene muy mal aspecto. Sucede algo raro.
-Supongo que es terrible para ella, Paula -dijo Santana en voz baja-. Pero estoy segura de que le sirve de gran ayuda tenerte.
Stark apretó los puños y cerró los ojos.
-No hago nada por nadie. Usted ha acabado aquí, y Renée ahí fuera, sola, preocupada por mí. No le sirvo de nada a nadie.
Santana apartó las sábanas y sacó las piernas de la cama, en cuyo borde quedó sentada mirando a Stark.
-¿Qué diablos te ocurre? No eres de las que se pasan el día compadeciéndose de sí mismas.
-Tengo miedo -Stark miró a Santana con una expresión lastimosa-. Tengo miedo por ella, y no sé qué hacer.
-Oh, cariño, solo tienes que amarla.
-¿Cree que con eso basta?
Santana sonrió.
-Estoy segura de que sí.
Las dos mujeres se volvieron al oír la puerta que se abría; Santana se levantó de un salto.
-No puedes entrar aquí. Da la vuelta ahora mismo y saca el culo de esta habitación.
-Hola, cielo -dijo Britt cogiendo una silla y levantándola. La llevó hasta la cama de Santana y se sentó a escasa distancia. En un tono de lo más razonable añadió-: Señorita López, como ve llevo mascarilla y gorro.
-Como si llevas chaleco antibalas. No quiero que estés aquí –Santana se apartó de Britt todo lo que pudo y con un hilillo de voz rogó-: Por favor, vete.
-Santana -dijo Britt amablemente, sin hacer ademán de tocarla aunque se moría por abrazarla. Solo llevaban unas horas separadas, pero el miedo la había desestabilizado. Si pudiese abrazarla, sentir el calor del cuerpo de Santana y el movimiento de sus flexibles músculos, recuperaría el equilibrio. Se esforzó por hablar con ligereza-: Puedo estar aquí. Los médicos me han autorizado.
-Los médicos no lo saben todo. Diablos, en realidad no saben nada. Si tenemos algo, no quiero que te contagies.
Stark intervino:
-Tiene razón, comandante. Le aconsejo que se vaya.
Britt las miró y estiró las piernas cruzando los pies a la altura de los tobillos.
-¿Queréis que os informe o vais a seguir tratando de echarme?
-Puedes quedarte -dijo Santana tras pensarlo-, pero sin tocar nada.
-¡Caray! -murmuró Stark.
-Infórmenos, comandante -ordenó Santana sentándose con las piernas cruzadas sobre la cama.
-La capitana Andrews vendrá enseguida para daros todos los datos médicos. En este momento está hablando por teléfono con el Presidente -dijo Britt mirando a Santana a los ojos.
-Pero tú sabes algo, ¿verdad? -preguntó Santana.
Britt no titubeó porque a Santana no se le podía mentir.
-Sí. Al parecer los exámenes preliminares presentan indicios de ántrax.
Los labios de Santana se tensaron. Stark lanzó un sonoro suspiro y preguntó:
-¿Lo sabe Renée?
-Aún no. Está durmiendo, y creo que es mejor no despertarla. Si quieres que le diga...
-¡No! -se apresuró a decir Stark-. Pero si le explica... -se le quebró la voz y clavó los ojos en las manos tratando de ahuyentar sus temores.
-Esperad -continuó Britt en tono firme--. Las noticias son estupendas. Los tres empezasteis a recibir tratamiento antes de que apareciese ningún síntoma, lo cual significa que seguramente no caeréis enfermos -señaló la gasa adherida al antebrazo de Santana-. Os han vacunado, ¿verdad?
-Sí –Santana se inclinó hacia delante y rozó la manga de Britt con los dedos. Le encantaba tenerla cerca y se moría por tocarla, pero se detuvo antes de que su piel rozase a Britt. Tenía que cerciorarse de que Britt no sufría ningún peligro-. ¿Cuál es la mala noticia?
-Por desgracia -respondió Britt con un matiz de frustración-, el período de incubación es larguísimo, sobre todo cuando se inhala la enfermedad.
-¿Cuánto tiempo? -preguntaron Santana y Stark a la vez.
Antes de que Santana pudiese protestar, Britt posó una mano sobre la de Santana; los dedos de ambas se entrelazaron al instante.
-Sesenta días después de la exposición. -Santana se puso rígida.
-No pensarán tenernos aquí...
-No -se apresuró a decir Britt-. La capitana Andrews dice que si no manifestáis síntomas de la enfermedad, y no los manifestaréis, cuando se hayan realizado los cultivos, os dará el alta con medicación.
-¿Y los demás? -preguntó Stark pensando en el mal aspecto de Renée-. ¿Somos...contagiosas?
Britt sacudió la cabeza.
-En absoluto. La enfermedad no se transmite por contacto de una persona a otra.
-¿Y cuál es la conclusión, comandante? -preguntó Santana cogiendo la mano de Britt y apretándola contra su pecho. Era todo el contacto que iba a permitir hasta estar bien segura de que Britt se encontraba a salvo, pero la firmeza de los dedos de Britt entre los suyos alivió el temblor que sentía en la boca del estómago desde que la sustancia blanca había estallado en el aire.
-Tenéis que quedaros aquí unos días, hasta que se compruebe que los antibióticos y otros medicamentos os hacen efecto.
Santana miró a Stark y sacudió la cabeza con vehemencia.
-No pienso jugar al pinacle con ella de compañera. -Britt se rió. La última vez que Santana había estado aislada, pasaban el tiempo jugando al pinacle. Y Santana había dicho que Stark era la peor jugadora que había conocido.
-No hay que preocuparse por eso. La única compañera que tendrá soy yo, señorita López.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
como la comandante Brittany Pierce no hay! que suerte tiene la hija del presidente!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
y aqui yo de nuevo Hi!! me voy unas horas y pasa todo esto wow que intenso si se puede llamar asi.... bueno geniales los capitulos y en algun momento gracioso y la verdad estaba nerviosa por saber que tenian Stark y santana y espero salgan pronto de alli, espero el prox Bss
Flor_Snix2013***** - Mensajes : 230
Fecha de inscripción : 28/06/2013
Edad : 26
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
micky morales escribió:como la comandante Brittany Pierce no hay! que suerte tiene la hija del presidente!
Demasiada, tendria que aprender a compartir :P
Flor_Snix2013 escribió:y aqui yo de nuevo Hi!! me voy unas horas y pasa todo esto wow que intenso si se puede llamar asi.... bueno geniales los capitulos y en algun momento gracioso y la verdad estaba nerviosa por saber que tenian Stark y santana y espero salgan pronto de alli, espero el prox Bss
Hola!! Deberias saber ya que si te ausentas mucho pasan muchas cosas Te dejo el próximo ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 20
Capitulo 20
Domingo, 16 de septiembre.
Una luz tenue, procedente del pasillo, se filtraba a través del cristal de la puerta de la habitación en la que descansaban Britt y Savard en sendos catres. Reinaba la tranquilidad desde la última vez que un especialista había examinado a Santana y a Stark, hora y media antes. Britt, con los ojos clavados en el techo, escuchaba el incesante movimiento de Savard durante el sueño. De vez en cuando oía un leve quejido. Cuando los quejidos se volvieron más intensos y culminaron en un grito, Britt se puso de lado y estiró el brazo en el espacio que separaba las dos camas. Rozó con la mano el hombro de Savard y dijo:
-¡Eh, Renée!
Savard se despertó sobresaltada y temblando mientras trataba de orientarse en la oscuridad.
-Lo siento -añadió Britt sin apartar la mano del vacilante brazo de la otra mujer-. Me dio la impresión de que tenías una pesadilla.
-Sí -admitió Savard. Había prometido a Paula que intentaría dormir, aunque sin mucha convicción. Se quitó la ropa y se quedó en camiseta y bragas tras regresar de su brevísima visita a Stark, y, en ese momento, se dio cuenta de que había apartado las sábanas durante su agitado sueño. Con una risita nerviosa, tiró de la sábana y se cubrió hasta la cintura.- Lamento haberla despertado.
-No lo has hecho -Britt retiró la mano y se puso boca arriba en la cama-. No podía dormir.
-Me sorprende haberme dormido.
-¿Lo estás pasando mal?
Savard dudó, pero en medio de la oscuridad, con una mujer en la que confiaba ciegamente, necesitaba creer que estaba a salvo.
-No puedo quitármelo de la cabeza.
-Normal.
-Trabajar ayuda, pero solo de momento -Savard se tumbó de espaldas aferrando la sábana con los puños- Y ahora, con Paula así... -oyó su voz temblorosa y rota, pero era como si hablase otra persona. Las palabras seguían fluyendo aunque no quería pronunciarlas-. Sigo viendo cosas. Oyendo cosas.
-¿También cuando estás despierta?
Savard asintió con el mismo nudo en la garganta que se le había puesto al comprender el significado de la columna de humo que ascendía hacia el cielo.
-¿Renée?
-Sí -susurró Savard-. Y cuando cierro los ojos.
-¿Cuánto descanso has tenido esta semana?
-El mismo que los demás -repuso Savard cortante.
-Nadie tiene suficiente -Britt recordó cómo se había sentido aquella mañana en que no sabía si Santana estaba herida o algo peor. El horrible miedo. La dolorosa impotencia. La desoladora incapacidad. Trató de imaginar sus sentimientos multiplicados por mil o más y no pudo-. Tanto Stark como tú necesitáis unas vacaciones en cuanto le den el alta.
-¡No! -Savard se incorporó apartando las sábanas sin darse cuenta-. Hay trabajo...
-Tienes razón. Lo hay. Muchísimo. Semanas, seguramente. Y os necesito a las dos -Britt se sentó y dobló las piernas sobre la cama. Se había quitado la camisa y los pantalones y en ese momento llevaba una fina camiseta de seda sin mangas y bragas- Pero no me servirás de nada hasta que recuperes la serenidad. ¿Dónde vive tu familia?
-En Florida.
-Lleva a Paula contigo.
-No querrá ir. Ahora no.
Britt se rió.
-Irá. Y tú tienes que hablar con alguien, un profesional, de todo esto.
-Ya sabe lo que pasará si se corre la voz de que no estoy en mis cabales –comentó Savard con amargura-.Me retirarán la autorización de seguridad y acabaré detrás de una mesa en un rincón perdido de Kansas.
-No aparecerá nada en tu expediente porque nadie lo va a saber, solo tú y yo. Pero quiero que lo hagas, Renée. Considéralo una orden.
-Una semana. Y veré a alguien.
Britt rió de nuevo impresionada con la dureza de Savard.
-Empezaremos por eso.
***
-¿Has comido algo esta noche? -preguntó Rachel desde el arco que separaba la sala del pasillo y su habitación. Quinn estaba ante la ventana abierta del balcón, de espaldas a la sala, con una copa medio llena de vino en la mano. Pasaba de la medianoche, como acababa de descubrir Rachel con gran sorpresa al despertar de un involuntario sopor. Se duchó a toda prisa y fue en busca de Quinn preguntándose si seguiría allí y abrumada por una oleada de tristeza al pensar que tal vez no estuviese.
Una sola lámpara iluminaba un rincón del salón, y en la mesita de centro había una botella de vino casi vacía junto a la copa en la que ella misma había bebido por la tarde.
-¿Quinn?
Quinn se volvió con una sonrisa cansada.
-No.
-¿Qué has estado haciendo?
-Fundamentalmente pensando -apuró el vino y se acercó a la mesita, donde dejó la copa vacía. Rachel se había cambiado de ropa: llevaba una blusa floja de cuello redondo y pantalones informales de pata ancha. Estaba descalza. Y era tan hermosa que a Quinn le dolió la garganta al verla. Había pensado en ella durante horas, en su aspecto la primera vez que la había visto en la galería; en lo que habían compartido aquella semana de sufrimiento para todo el país; en la fuerza y la compasión de Rachel, que removieron un espacio que siempre había protegido frente al resto del mundo- ¿Has dormido?
-Sí. Y no sé cómo.
-Tarde o temprano el estrés te vence.
-¿Eso también te ocurre a ti? ¿Hay algo que te venza?
-A veces sí -respondió Quinn dulcemente.
-¿Qué cosas?
Quinn sacudió la cabeza.
-Las cosas que elegí hace veinte años cuando le dije sí a un hombre que me convenció de que yo tenía algo especial ofrecer a mi país.
Rachel se adelantó, muy despacio, sin apartar los ojos de los de Quinn.
-¿Qué cosas, Quinn?
Quinn no podía apartar la vista del rostro de Rachel. Su boca era demasiado suave y en sus ojos había mucho dolor. “¡Cuánto daño le he hecho!”
-Lo siento.
Rachel hizo un gesto de impaciencia.
-¿Qué cosas no puedes evitar?
-La soledad -respondió Quinn.
-¿Y qué haces entonces?
Quinn alzó las manos, pero las dejó caer con un nudo de tristeza en el pecho y el deseo brotando en su interior. Retrocedió sabiendo que seguiría haciendo daño a Rachel, como se lo había hecho a todas las mujeres de su vida. No soportaba llevar el dolor de aquella mujer en la conciencia.
-Espero que pase. Vuelve a la cama, Rachel.
-¿Hacer el amor con Britt te sirvió de algo?
-No, por favor -Quinn dio otro paso, y sus piernas chocaron contra la mesita del salón.
Rachel estaba muy cerca en aquel momento, al alcance de la mano, y tuvo que esforzarse para no tocarla. Llegó hasta ella un olor dulce y penetrante, una crema que Rachel se había aplicado después de la ducha. Imaginó la suavidad de su piel, la ternura de sus besos, y cerró los ojos. “¡Por Dios!”
-Respóndeme. Me lo debes.
-No fue así -dijo Quinn desesperada.
-Oh, ya sé que estabas trabajando -observó Rachel con un rastro de ira-, pero acostarte con ella o...con otras...no te daría ocasión de sentirte tan sola.
Quinn estaba cansada. Cansada de contenerse, de enterrar sus deseos en lo más profundo para que nadie dominase. Había bajado la guardia con Britt, y aunque había resultado duro, se alegraba. Se alegraba de ser capaz de sentir algo por alguien. En ese momento, Rachel pugnaba por derrumbar sus defensas, y ella estaba cansada de luchar para mantener las distancias. Habló sin pensar.
-No hay nada más solitario que hacer el amor con mujeres que nunca te tocan.
Rachel dio un respingo. -¿Quieres decir...jamás?
-No importa -Quinn se encogió de hombros con impaciencia-. Yo lo quería así, y así tenía que ser.
-Sí que importa -Rachel estiró los brazos y sus pechos rozaron el cuerpo de Quinn mientras cogía el rostro de la otra mujer entre las manos. Luego, deslizó los dedos sobre la boca de Quinn-. Estás temblando. Sé que estás dolida.
-No, te equivocas -Quinn trató de apartar la cabeza, pero Rachel no se lo permitió-. No debería haber venido. Lo siento.
-¿Por qué? -Rachel se acercó a Quinn y sus labios siguieron el camino descrito por sus dedos. Quinn gimió mientras Rachel le acariciaba la nuca y la besaba lenta y profundamente. Cedió un instante y murmuró junto a la boca de Quinn-: ¿Por qué?
-Porque, cuando estoy contigo, no me siento sola -respondió en tono ahogado. Cerró los ojos y apoyó la frente en el hombro de Rachel mientras rodeaba con los brazos su cintura, rindiéndose a la necesidad de abrazar y ser abrazada. Solo un minuto. Un minuto nada más para tocar y ser acariciada. Aspiró el aroma de Rachel, y frotó la mejilla contra el cuello de Rachel, descubriendo que su piel era aún más suave de lo que había imaginado. La abrazó con ansia y percibió la fuerza flexible que albergaba aquel cuerpo esbelto. Sorprendida por la firme plenitud de los pechos de Rachel, gimió mientras sus pezones se endurecían ante la presión de los cuerpos. Un temblor sacudió las piernas de Quinn, llegó hasta sus entrañas y se dio cuenta de que iba a caer. Caer de la oscuridad a la luz, y se apartó con miedo-. Rachel. Vete a la cama.
Rachel soltó una risita temblorosa y se acercó más a Quinn.
-Un beso. Solo un beso. Un beso me basta para saber que moriré de hambre si no te tengo -puso una mano vacilante sobre el corazón-. Aquí dentro, es aquí donde tengo hambre.
-¡Dios! -murmuró Quinn besando a Rachel en la boca con ferocidad. Se dio cuenta de que Rachel desprendía la blusa de sus pantalones y sintió unos dedos ardientes trepando por su columna. Su lengua dibujó círculos en la boca de Rachel y gimió cuando esta deslizó las manos sobre su cuerpo, le acarició los pechos y susurró-: Quiero que estés segura. Por favor, tienes que estar segura.
-Estoy segura -afirmó Rachel rozando con los labios la garganta de Quinn-, segura de que no voy a hacer el amor contigo aquí, de pie. -Retrocedió con gran esfuerzo y cogió a QUinn de la mano-. Ven conmigo.
-Rachel, yo...
-Chisss -Rachel la condujo al pasillo-. Luego. Después me contarás todo. Ahora quiero decirte algo.
Quinn la siguió negándose a pensar en las consecuencias, tan solo deseando unos minutos de perdón y olvido. Cuando llegaron junto a la cama de Rachel y Quinn hizo ademán de quitarle la blusa, Rachel murmuró “no” y apartó las manos de Quinn.
-Tengo la necesidad de tocarte -susurró Rachel con la boca pegada a la oreja de Quinn mientras hábilmente desabotonaba la cinturilla de sus pantalones-. Deje que la satisfaga.
-Oh, sí -Quinn se tambaleó mientras una lánguida pesadez le atenazaba el estómago y sus miembros se ablandaban bajo el lento ardor del deseo. Se apoyó en las caderas de Rachel necesitando el contacto en sí más que para sostenerse. Los labios de Rachel rozaron el borde de su oreja, y agudas punzadas de placer alertaron su conciencia cuando los dientes mordisquearon el lóbulo. Se estremeció, y le dolieron los pezones al rozar el interior de las copas de seda que aún los contenían.
-Levanta los brazos, preciosa -dijo Rachel con voz profunda y ronca. Delicadamente le quitó la blusa y el sujetador a Quinn con un solo movimiento, desnudándola de cintura para arriba. Apretó sus caderas y la parte inferior del cuerpo contra el de Quinn, con las entrañas plenas de excitación. Estaba decidida a no apresurarse, pero su cuerpo pedía a gritos el contacto. Encajó la pelvis en la uve que se formaba entre las piernas de Quinn, rozándolas-. ¡Oh Dios, qué maravillosa eres!
Con manos temblorosas, Rachel se quitó la blusa dejándola caer descuidadamente al suelo. Mordisqueó el labio de Quinn, rodeó con los brazos su cuerpo esbelto y frotó sus pechos contra los de la otra mujer. Sus hinchados pezones se irritaron, la pulsión entre sus piernas se aceleró y el clítoris se tensó hasta hacerla gemir. Quinn deslizó una mano entre ambas y cubrió con los dedos el pecho de Rachel, apretándolo con delicadeza.
-Te deseo mucho...muchísimo...
Rachel se dobló de placer, pero logró apartarse.
-No. Ya estoy demasiado excitada.
-Entonces, déjame -Quinn cubrió el otro pecho de Rachel y acarició los pezones con los pulgares, tirando ligeramente mientras masajeaba el tejido tenso e hinchado-. Deja que te dé lo que necesitas. Quiero hacerlo.
-No, no -Rachel puso las manos sobre las de Quinn, aplastando sus pechos bajo los dedos entrelazados de ambas, para demorar la caricia deliciosamente torturadora. Soltó un suspiro y, luego, otro hasta que su cabeza comenzó a despejarse. Apartó entonces las manos de Quinn de su cuerpo y la arrastró hacia la cama dando vueltas, de modo que Quinn acabó tumbada de espaldas con Rachel encima, a horcajadas sobre ella. Sus labios dibujaron una sonrisa victoriosa, y se estiró sobre Quinn, encajando un muslo con firmeza entre los de Quinn mientras navegaba dentro de su boca. Entre gemidos y besos, deslizó los dedos en medio de los cuerpos de ambas, bajó la cremallera de los pantalones de Quinn y, a continuación, la de los suyos. Se apartó lo imprescindible para desnudarse y para ayudar a Quinn a hacer lo propio. Mientras se movían, se debatían y se aferraban la una a la otra, con las bocas unidas, haciendo todo lo posible por no perder el contacto, sus ardientes besos se tornaron cada vez más frenéticos y sus manos más exigentes.
-Por favor -imploró Quinn empujando las caderas para corresponder a las aceleradas embestidas de Rachel-, deja que te toque. Quiero hacer que te corras.
-No, tú primero -Rachel tenía los párpados casi cerrados, las pupilas dilatadas y oscurecidas, y el aliento reducido a un trabajoso jadeo. Dejó que la pasión de Quinn impregnase su cuerpo, pero amenazaba con quebrar su control. Apretó los temblorosos brazos contra el cuerpo y se restregó contra el muslo de Quinn, al borde del orgasmo; mientras Quinn se resistía. Rachel sintió los estremecimientos del cuerpo de Quinn bajo el suyo, las manos de la otra mujer temblando sobre su espalda como las alas frenéticas de un pájaro herido, pero seguía resistiéndose--. Córrete, cariño. Córrete.
-No puedo -dijo Quinn con voz ahogada- ¡Oh Dios, no puedo!
-¡Sí! -exclamó Rachel-. Claro que puedes -y se deslizó sobre la cama hasta colocarse entre los muslos de Quinn; inmediatamente la tomó con la boca en una incansable actividad de labios, lengua y dientes delicados. Quinn se puso rígida, y su cuerpo se despegó de la cama mientras reprimía un grito.
Rachel suavizó al momento sus caricias, sustituyéndolas por besos fugaces y sutiles y caricias breves y ligeras con la punta de la lengua hasta que Quinn contuvo la respiración y cedió al placer. Rachel estiró los brazos, buscó los pezones de Quinn y los apretó al ritmo de su boca, arrastrando el ya tenso clítoris hacia el orgasmo. Quinn cubrió las manos de Rachel con las suyas, entrelazando los dedos sobre los pezones y guiando a Rachel en el movimiento circular y retorcido que debía encender el orgasmo escondido entre las sombras de su mente.
-Estoy tan, tan cerca...chúpame más fuerte.
Con tierna precisión, Rachel mordió la base del clítoris de Quinn, que se corrió al momento. Sus hombros saltaron de la cama mientras la impresión la hacía gritar y, luego, se dejó caer de nuevo entre los estremecimientos y temblores del placer que la agitaba. Seguía corriéndose cuando Rachel se deslizó hacia arriba y hundió los labios en el cuello de Quinn, gimiendo y temblando, con el cuerpo abrasado.
-Oh, me voy a correr -se quejó Rachel hundiendo los dedos en los hombros de Quinn.
-Córrete en mi boca -gimió Quinn buscando ciegamente las caderas de Rachel, apremiándola para que se levantase.
-La próxima...vez. ¡Dios, me corro! -Rachel enterró la cara en el cuello de Quinn y se elevó.
Quinn abrazó con fuerza a la mujer sacudida por los temblores, incapaz de recordar un solo momento en que hubiese sentido tanto placer. Cuando Rachel, más serena, se tendió, respirando con regularidad, con los músculos relajados y la piel cubierta por una fina capa de sudor, Quinn le acarició el pelo, el ángulo de la mandíbula, el cuello, la espalda, sin acertar a colmar sus ansias de Rachel, deseosa de conocerla entera.
-Hummm, eres maravillosa -murmuró Rachel satisfecha.
Quinn se rió aún temblando.
-Oh, cariño, eso es más propio de mí.
Rachel alzó la cabeza, con los ojos impregnados de deseo, y besó a Quinn tiernamente.
-Nunca he querido que una mujer se corriese tanto como tú hace un momento. Me siento muy satisfecha de mí misma.
-Con toda la razón -Quinn acarició el rostro de Rachel-. No suelo...no suele gustarme hacer eso con nadie.
Rachel se quedó un rato callada. Luego, volvió la cabeza y besó la mano de Quinn.
-Estupendo.
-Rachel, lo que hago...no se puede cambiar de un día para otro.
-¿Quieres cambiar?
-Quiero...tener esto otra vez, contigo. Y más. Otras cosas, contigo.
-Genial. Yo también. Así que empezaremos a partir de ahí -Rachel apoyó la cabeza en el hombro de Quinn y cerró los ojos-. Intentaremos construir el resto después.
Rachel debió de dormirse porque, cuando abrió los ojos, se encontró boca arriba con la sensación más exquisita que había conocido ardiendo entre sus muslos. Entre murmullos de placer, levantó la cabeza y sonrió a Quinn.
-No sé qué estás haciendo, pero es maravilloso.
-¿Recuerdas lo que dije antes? -preguntó Quinn. “Córrete en mi boca.”
-Hummm –Rachel se agitó, llena y dolorida al mismo tiempo. Miró a Quinn a los ojos, con un ansia que respondía al deseo de Quinn. “¡Oh, por favor, sí!”
-Esta es la próxima vez.
-Sí -suspiró Rachel mientras se tumbaba con los ojos cerrados-. En efecto
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Honor reivindicado. Capitulo 33
Ho diosss!
Rachel y quinn que kxjhfdkd wanky...
aa y sobre mi edad tengo mmmmmm
No se si decirlo jejje okno tengo 16 y no Te dije ruca Te dije que estas mmmm no estas vieja jeje XD q cierro de donde eres? Por lo del horario... XD
Rachel y quinn que kxjhfdkd wanky...
aa y sobre mi edad tengo mmmmmm
No se si decirlo jejje okno tengo 16 y no Te dije ruca Te dije que estas mmmm no estas vieja jeje XD q cierro de donde eres? Por lo del horario... XD
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
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