[FanFic Klaine] - "Only Way" - Capítulo N° 3 "Ayuda"

Título: Only Way.

Autora: Lía Colfer ☆

Disclaimer: Glee y sus personajes no me pertenecen, todo es propiedad de Ryan Murphy, sus colaboradores y la cadena televisiva Fox. Si Glee me perteneciera habría más interacción Klaine y menos cabello en la cabeza de Chord.

Resumen: Sólo los sueños y los recuerdos son verdaderos ante la falsedad engañosa de lo que llamamos el presente y la realidad. Blaine no tiene recuerdos pero sueña con recuperarlos algún día. ¿Logrará hacerlo con la ayuda de Kurt Hummel?
Nadie conoce el motivo, el por qué o las causas de la amnesia retrógrada* que padece el joven apodado como Blaine. Los doctores del Asilo para Pacientes con Trastornos Amnésicos de Lima lo encontraron de pie en la puerta, confundido, con una hoja de papel en su mano que indicaba en una pobre caligrafía el nombre “Blaine”. Ellos se hicieron cargo de él y lo sometieron a varios tratamientos para que lograra recordar, al menos, que origino su pérdida de memoria… Pero nada funcionó y el caso de Blaine quedó olvidado entre otros tantos expedientes, marcado desinteresadamente como “Trastorno Crónico”. Por eso él está forzado a pasar sus días recorriendo los pasillos del hospital, inmerso en su propio mundo donde elige fantasear sobre los sucesos que ocurrieron en sus últimos veinticinco años de vida.

Kurt Hummel, muy alejado de su Ohio natal, vive con su esposo Ian Murray en Nueva York, la ciudad de sus sueños. Tiempo después recibe noticias sobre el avance del Alzheimer de su padre y aborda el primer vuelo a Ohio para hacerse cargo de él, ofreciéndose así, como voluntario en el hospital para Trastornos Amnésicos de Lima.  

Kurt conoce a Blaine un primero de Enero, y completamente intrigado y fascinado por su historia decide ayudarlo a recuperar sus recuerdos.

*Amnesia retrógrada: Es un tipo de amnesia caracterizada por la incapacidad de recordar los eventos ocurridos antes de la lesión cerebral (o deterioro cerebral) que causó la amnesia.
¿Cómo saber si esto es obra del destino? ¿Qué hacer cuando la vida te puso en mi camino y aunque quiera ayudarte, no pueda hacerlo? Tu pasado ya no existe pero puedo intentar escribir tu futuro… Juntos lo haremos. Juntos podremos recordar lo que alguna vez fuiste o lo que nunca lograste ser. Hoy vivimos de nuevo y tenemos la oportunidad de crear una nueva vida para nosotros, porque entre tu mano y la mía haremos juntos nuestro camino y trazaremos nuestro propio destino. Quizás tú ya no recuerdes tu pasado pero, ¿yo podré ser capaz de olvidar el mío? Porque a veces lo difícil no es olvidar el pasado sino olvidar el futuro que alguna vez imaginaste tener. ¿Arriesgaría mi futuro por ti? Y si alguna vez siento que me olvidas de a poco… ¿Podré sopórtalo? ¿Podré ser más fuerte que mis miedos? Dicen que dos personas que están destinadas a estar juntas, aunque tropiecen mil veces igual se encontrarán al final del camino… ¿Nosotros lograremos ser esas dos personas? ¿Y si el destino no existe y debo escribir mi propia historia? ¿Lograré ser el capitán de mi alma? ¿Podré ser capaz de seguirme a mí mismo para no perderme? Quizás el destino no exista… pero, ¿por qué te he conocido? El destino es un papel en blanco donde cada uno escribe su propia historia.

Dos seres, un camino, dos corazones, un único destino.

Tú eliges.

Hay un momento en la vida en el que te dices a ti mismo: ¡Oh, ahí estas! Te he estado buscando por siempre. Es en ese momento donde ya no se trata de encontrar a una persona extraordinaria sino de encontrar algo extraordinario en una persona, eso esencial, único, eso que antes era invisible a tus ojos pero ahora lograste ver con el corazón. Pero, ¿cómo sabré si eres la persona adecuada si no dejo ir a la equivocada? ¿Y si él indicado no eres tú, sino él? ¿Si renunció a mis sueños me resultará fácil volver a soñar? Quizás sea mejor conocerme a mí mismo antes de intentar conocerte, porque puede ser que este perdido, pero muchas veces perderse es la mejor manera de encontrarse. ¿Lograré encontrarme para poder así, encontrarte? ¿Podré descubrir lo en realidad eres antes de dejarme guiar por lo que el mundo cree que eres? Porque yo sigo mirándote y eres el mismo milagro de ternura y egoísmo, triste y feliz, eterno y pasajero. ¿No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma?  ¿Podré amarte entonces? ¿Querré amarte? Porque cuando esa persona es el motivo de tu sonrisa o cuando simplemente logras ver las cosa buenas que hay en ti…

Te encontraste.

Te encontré.
Kurt bajó del taxi y dejo escapar un suspiro prolongado. Nunca se imaginó volviendo a Lima por una situación como a la que ahora se estaba enfrentando, pero helo ahí, avanzando por los pasillos del hospital en busca de la habitación 203. Sentía a su corazón romperse de a poco a la vista de su padre en estas condiciones, pero estaba feliz en un grado mínimo por esa porción de lucidez que el Alzheimer* no se había llevado aún, y aunque Kurt supiera que esa lucidez no iba ser duradera, el pensar en ello le resultaba terriblemente doloroso. Amaba a su padre y estaría con él hasta las últimas consecuencias sin importar que, y gracias a Dios su esposo también lo hacía, de lo contrario Ian nunca hubiera aceptado mudarse a Lima con él.

–¿Cómo te sientes papá? –Preguntó en cuando entro a la habitación.

El rostro de Burt se iluminó antes de erguirse en la cama y decir–: Hola, muchacho. Estoy un poco cansado pero me siento bien. ¿Tu cómo has estado?

–Bien. –Sonrió con tristeza cuando tomó asiento junto a su padre.

–¿Y tu hermano? ¿Cómo esta él? 

Kurt sintió una fuerte punzada de dolor en su estómago porque aún no lograba acostumbrarse al hecho de que su padre haya olvidado el fallecimiento de Finn. ¿Quién podría acostumbrarse a algo semejante? Aun cuando pasaron ya seis años desde aquello, Kurt no podía evitar que miles de recuerdos volvieran a su mente y que sus ojos se cristalizaran.

“Evita la discusión, Kurt, aunque suene duro es mejor cambiar el tema o seguirle la corriente” Recordó las palabras que el Doctor Higgins le habría repetido en su primer día como voluntario.

–El está… mejor.

Luego de conversar por un rato más su padre finalmente se quedó dormido y Kurt decidió caminar un poco e intentar así, despejar su mente.

Kurt estaba perdido. Todo había cambiado de una forma tan rápida y drástica que nunca tuvo el tiempo necesario para razonar bien las cosas. Su vida había perdido el rumbo y ahora solo se basaba en estar junto a su padre y nada más; dejando de hacer las cosas que lo hacían feliz, dejando su bienestar en segundo plano. Y a pesar de tener una pareja estable, amigos y familiares que se preocupaban por él, se sentía devastadoramente solo.

Nadie lo comprendía realmente.

A lo lejos vio a Owen –un joven pelirrojo de su misma edad, voluntario hace varios años y la mayor parte del tiempo, su único amigo aquí– pero cuando quiso acercarse  a él, un chico sentado en el suelo y meciéndose llamó su atención. Este vestía la bata blanca que comúnmente usaban todos los pacientes y tenía la mirada pedida mientras seguía meciéndose con más y más fuerza cada vez.

Algo dentro de Kurt dio una sacudida y tuvo que cerrar los ojos cuando una oleada de dolor atravesó su cuerpo.

–Eh, Kurt. ¿Qué tienes? –Preguntó Owen en un acento irlandés que –la mayoría de las veces– Kurt era el único que entendía.

–Nada… Yo… ¿Quién es él?

Owen se volteó hacia donde su pasmado amigo estaba señalando y soltó un suspiró. – Su nombre es Blaine, supongo que de nuevo no encuentra donde está su habitación.

–¿Sabes lo que tiene? –Preguntó sin mirarlo, manteniendo la vista fija en el otro chico.

–¡Por supuesto que lo sé! El es un caso muy extraño aquí. No recuerda nada de lo ocurrido antes ni durante su pérdida de memoria.

–¿Cómo paso?

–Eso es lo extraño –Dijo en un siniestro –y algo tonto– tono de voz–. Nadie lo sabe.

–¿Nadie va a ayudarlo? –Sonó un poco molesto porque en realidad, se compadecía por el pobre chico.

–Lo hemos intentado miles de veces pero él se cierra a nosotros, no quiere hablar, se aísla, nos evade…. Y con el paso del tiempo dejamos de intentarlo. ¿Qué haces? –Preguntó cuándo notó que Kurt se alejaba.

–Mi trabajo.

En ese momento no comprendía la razón de ese magnetismo que hacía que la distancia entre ambos se hiciera cada vez más estrecha. Algo lo atraía a él. Algo que por alguna razón, Kurt no podía controlar.

En el instante en que sintió la presencia extraña sentada a su lado dejó de mecerse y Kurt sintió –más bien, oyó– como su respiración se agitaba audiblemente.

–Hey –Susurró Kurt tranquilizadoramente.

Blaine no respondió.

–¿Tu eres Blaine, cierto? –Ni siquiera estaba seguro de que estuviera parpadeando así que agregó–: ¿Estas bien? –Pero aun así no obtuvo respuesta.

Kurt hecho la cabeza hacia atrás y soltó un suspiro. Necesitaba ser escuchado por alguien que no tuviera la posibilidad de juzgarlo, y un amnésico que no respondía a sus preguntas a esta altura era suficiente para él.

–Yo no me siento tan bien –Dijo y pudo sentir una mirada de reojo sobre él–. Estoy destrozado y ya… No sé qué hacer. –Quizás eso no resolvía ninguno de sus problemas pero decirlo en voz alta era reconfortante–. ¿Sabes? Mi padre también está aquí. Su nombre es Burt.

Blaine levantó la vista y observó el perfil de Kurt por un segundo antes de murmurar–: ¿Hummel?

–Sí. ¿Tú lo conoces? –Parpadeó con sorpresa e intentó buscar su mirada pero este ya la había desviado.

–Solo hablo con él. –Susurró–. Me habla mucho sobre ti. Sabes, él tiene miedo a olvidarte.

–Lo sé –Respondió entristecido–. Pero no quiero hablar de eso ahora. Háblame de ti.

Rió amargamente. – No hay mucho qué decir.

–Oh, lo siento.

–No, no te disculpes –Hizo el ademán de tocarle un hombro pero se arrepintió–. No es tu culpa.

“No es tu culpa” Hace mucho tiempo que Kurt esperaba por oír esa frase.

En ese momento una enfermera apareció a su lado y tomó el brazo de Blaine, haciéndolo levantarse del suelo. –Debes estar en tu cuarto, Blaine –Lo regañó–. Ve.

–Cuando vuelvas puedes venir a hablar conmigo. Siempre estoy aquí. –Murmuró y la enfermera zigzagueo su mirada entre Blaine y Kurt con sorpresa.

–Lo prometo –Dijo y por primera vez en mucho tiempo, sonrió de verdad–. Por cierto, mi nombre es Kurt.

–Lo sé. –Y eso fue lo último que dijo antes de desaparecer por los pasillos.

Quizás Kurt encontró lo que tanto buscaba. Simplemente alguien que lo escuche, una palabra sincera… Encontrar un hogar en una persona. Un amigo tal vez, alguien con quien coincidan sus fantasmas. Y sí, quizás ni siquiera sepa que quiere para si mismo pero de algo estaba seguro: Blaine era una persona especial y ahora que lo encontró, no estará dispuesto a olvidarlo tan fácilmente.

II. Soledad.

***