One shot: Quinntana. "La rendición de Fabray"

por Amalia Dom Feb 09, 2014 7:51 pm

Quinn miró la mesa contigua a la suya, comprobando por enésima vez que estaba vacía, y se dijo interiormente que no le importaba.
En realidad podía estudiar mejor sin Santana López mirándola con un libro abierto por cualquier página. Era realmente irritante tratar de concentrarse sintiendo sus ojos fijos en ella. Quinn odiaba que lo hiciera y solía dejárselo bien en claro cada vez que ella entraba en la biblioteca, buscándola con la mirada para sentarse cerca.
- ¿Por qué no te largas, López? Las dos sabemos que te trae sin cuidado el examen de química- acostumbraba a gruñirle ella.
- La biblioteca es de todos, Fabray- le respondía siempre.
- ¡La biblioteca es para estudiar y tú ni siquiera miras un libro!-
- Estudio- le decía Santana con descaro- te estudio a ti-
Y entonces Quinn la miraba con el ceño fruncido, emitía un ruidito de enfado y se ocultaba tras un libro maldiciendo contra ella.
Pero ese día Santana lo había ido a la biblioteca, ni tampoco el anterior. Ni el anterior a éste. Concretamente no había acudido a la biblioteca desde el baile del aniversario de la preparatoria. Tampoco había vuelto a dirigirle la palabra desde entonces, ni siquiera la miraba.
Y no es que Quinn echara de menos que ella no le quitara los ojos de encima durante las clases y que le sonriera encantadoramente cada vez que ella le asesinaba con la mirada. Tampoco extrañaba en absoluto que le pidiera salir al final de cada frase que le decía. Simplemente estaba tan acostumbrada a eso que le resultaba extraño que Santana López la ignorara de esa manera.
Aunque tampoco podía decir que desconociera la razón de ese radical cambio de actitud. Por si no lo hubiese sabido, Puckerman se encargaba de recordárselo cada vez que la encontraba.
- Parecíais dos jodidas lapas, hasta yo sentí asco-
Por supuesto, en opinión de Quinn, la expresión "jodidas lapas" estaba bastante alejada de la realidad de los hechos. Ella y Finn Hudson sólo se habían dado un inocente beso a orillas del lago después de escapar del baile. Y a Quinn ni siquiera le había gustado. Además de haber sido una experiencia desagradable besar esos secos y toscos labios, no había sentido más que asco. De hecho, se había sorprendido preguntándose qué habría sentido si hubiese sido Santana López quien la hubiese besado.
Además ella no tenía la culpa de que López, Brittany y Puckerman hayan decidido espiarla. Tampoco es que Finn y ella se hubieran besado desenfrenadamente sobre una de las mesas adornadas que estaban preparadas en el gimnasio.
Y no había tenido ninguna razón para sentirse culpable cuando había visto los ojos de Santana fijos en ella, no furiosos o acusadores, sino simplemente tristes. Devastadoramente tristes. Y sin embargo, cuando asintió silenciosamente con los labios apretados como si hubiera captado después de tantos años que Quinn no quería nada con ella, cuando se dio media vuelta y se alejó de la preparatoria, cuando Brittany la siguió, cuando Puckerman los miró con despreció y se fue tras sus amigas, Quinn se sintió miserablemente culpable.
Como si le hubiera traicionado, como si hubiera jugado con sus sentimientos, como si no tuviera corazón.
Y no importaba cuantas veces le repitieran sus amigas que no tenía ninguna razón para sentirse así, que ella y Santana no tenían nada y que se lo había dejado claro decenas de veces, porque Quinn seguía sintiéndose igual de mal. Y eso la enfurecía.
La enfurecía porque López no tenía ningún derecho a hacer que se sintiera como una adultera ni a castigarla con su indiferencia. La muy capulla.
Diciéndose que estaba harta de López, se puso de pie y decidió ir a buscarla para dejarle un par de cosas claras. Recogió sus libros, decidida, y se dirigió a la puerta de la biblioteca, justo en el momento que Mike Chang entraba por ellas.
-¡Mike!-le llamó enojada, ganándose una mirada de censura de la bibliotecaria. Quinn sintió el impulso de girarse hacia esa quisquillosa mujer y hacerle una mueca, pero se contuvo- a ti quería verte-
-¿Qué ocurre, Quinn?- preguntó Mike sorprendido. Quinn le tomó por un brazo y le llevó fuera de la biblioteca para que pudieran hablar sin que la cascarrabias de la bibliotecaria les interrumpiera.
- ¿Sabes dónde está la insoportable de López?-
A Quinn no le gustó la mirada que le dirigió Mike. Siempre le había considerado el más razonable de los cuatro amigos, el más inteligente, el más sensato. Una pobre victima implicada en la mayor parte de sus fechorías.
Y aunque trababa de justificarlos, era capaz de aceptar que lo que hacían estaba mal. Normalmente acababa dándole la razón a Quinn cuando ella le aseguraba que la próxima vez que le prendieran fuego a los folletos de la Srta Pillsbury acabarían expulsados y merecidamente. Por eso, la irritó de sobremanera que Mike la observara de ese modo, como si por una vez ella fuera la mala de la película.
- ¿Para qué quieres saberlo, Quinn? No ha vuelto a molestarte ¿verdad?- preguntó.
- Eso es relativo- cedió ella- ¿por qué lo preguntas?-
- Porque creo que sería mejor que la dejaras... tranquila una temporada- explicó Mike con suavidad aunque estaba muy serio.
Y Quinn se sintió herida. Otra vez ese tono de " te has pasado, Quinn", ese tono con el que Puckerman le hablaba desde el baile pero que nunca hubiese esperado de Mike. Ese tono que daba a entender que le había hecho daño a Santana López porque era así de despiadada.
- Pienso dejarla tranquila, después de hablar con ella- dijo ofendida- si no me dices donde está, tardaré más en encontrarla, pero voy a tener una conversación con ella igualmente-
- Está bien- cedió Mike con aire candado- está en el campo de baloncesto con Brittany y Noah-
- Gracias Mike- replicó Quinn con voz neutra y se alejó por el pasillo, resulta.

- López, ¿quieres centrarte?- farfulló Puckerman fastidiado después de que Santana no encestara por octava vez el balón. Brittany corrió hacia el balón y lo lanzó hacia Puckerman que estaba junto a Santana en la línea de tiro libres- Fabray te está volviendo una nenaza, morena. Sólo te falta llenarme el hombro de mocos-
- Sí, Noah, lo que tu digas- murmuró Santana apagada.
- Vamos, morena, sólo es una chica y nunca ha estado precisamente loca por ti. Olvídala y búscate a otra que te haga más caso. Se me ocurren unas cuantas que estarían encantadas-
Santana no pareció haber escuchado a Puckerman. Simplemente se límitó a quitarle de las manos el balón a su amigo y procedió a encestar en forma de gancho.
- En el baloncesto hay varios tipos de canasta-dijo contemplando en balón que ahora descansaba en el piso del campo- pero a mí siempre me ha gustado el lanzamiento tipo gancho, tienes que tener una delicadeza absoluta con el balón para que el tiro salga a la perfección o de lo contrario puedes fallar miserablemente. Lo mismo me pasa con Quinn, Noah-
- A veces no sé si lo tuyo es masoquismo o si es algo patológico- dijo Puckerman poniendo los ojos en blanco.
- Posiblemente sea algo patológico- respondió Santana, sin ofenderse por los comentarios de su amigo como normalmente habría hecho- porque ya la veo en todas partes. De hecho, ahora mismo la veo viniendo hacia aquí-
- Santana, cada día estás más idio...- Puckerman se interrumpió y dejó de menear la cabeza con frustración al ver una melena rubia agitándose como una bandera en contraste con el verde intenso de la vegetación que rodeaba el campo de baloncesto. Quinn Fabray avanzaba determinada hacia ellos y en opinión de Puckerman, parecía furiosa.
- Morena, ¿qué has hecho esta vez?- preguntó mirando a su amiga-
- Yo no he hecho nada- se defendió Santana volviendo por un segundo a la vida.
- Pues yo diría que alguno de nosotros va a joder-
- Seguramente venga a darte una charla por romperle el corazón por décima vez a su amiga Rachel-
Puckerman iba a abrir la boca para replicar mordazmente a su amiga, pero Quinn le interrumpió-
- ¡SANTANA LÓPEZ! ¡ven aquí ahora mismo!- bramó.
Puckerman y Santana estaban un poco más alejados para alcanzar a escuchar lo que la dulce Brittany le decía a Quinn, pero sin duda parecía tratar de tranquilizarla para que no estrangulara a su mejor amiga.
- Eh, morena, ¿quieres que la espante?- se ofreció Puckerman con compasión al ver la expresión de desolación de su amiga.
- No importa- dijo Santana, endureciendo el gesto- ahora sí que no he hecho nada, así que iré a ver qué narices quiere-
Santana comenzó a caminar hacia Quinn y Brittany con expresión desafiante. No sabía qué demonios le había hecho ahora a Fabray para que estuviera tan enfadada, pero después de todo, eso no era nada nuevo, sino más bien una costumbre de la rubia. Y ella empezaba a estar cansada.
Llegó a su lado, clavando sus ojos oscuros en los verdes de Quinn. La ojiverde pareció calmarse durante unos instantes, pero después frunció el ceño de nuevo.
Fase 1: retomar hostilidades
- ¿Qué quieres, Fabray?- preguntó Santana con frialdad. Quinn había comenzado a enfriarse y ya no le parecía tan buena idea ir a reñir a López, pero al escuchar la sequedad con la que se dirigió a ella, volvió a enfadarse. Y así era como quería sentirse, irritada, ofendida. La parte dañada en este asunto, y no al reveés.
Fase 2: privar a López de su apoyo
- ¿Pueden, Brittany y Puckerman, irse?- pidió Quinn con un tono brusco poco usual en ella.
- Los problemas que tengas con Santana, los tienes con nosotros- anunció Puckerman con su típica chulería y actitud desafiante, mientras Brittany asentía resultamente a su lado.
- Da igual, chicos- dijo Santana- márchense, los veo luego-
Puckerman no parecía muy contento ante la idea de dejar sola a Santana con Quinn, pero al ver su expresión decidida se alejó mascullando por lo bajo. Brittany las quedó mirando unos segundos más y antes de irse les pidió con una expresión de cachorrito triste que no pelearan par luego proceder a marcharse.
Fase 3: reclamaciones
- Bien, ya estamos solas, ¿qué quieres?- inquirió la latina con cansancio.
Quinn había elaborado una extensa lista de las razones por las que estaba enfadada con Santana López, pero sorprendentemente al ver sus ojos marrones apagados y la habitual postura arrogante de López desaparecida, las olvidó todas. Parecía deprimida y cansada. Casi como una persona normal con sentimientos que iban más allá del amor propio o las ganas de diversión.
Pensar esas cosas de Santana la asustaba y hacía que se sintiera insegura, y Quinn odiaba sentirse así.
- ¿Cómo te atreves... - empezó con energía pero se quedó sin fuerzas a mitad de frase. ¿Qué iba a decirle exactamente? ¿Que no tenía derecho a ignorarla y de molestarla como siempre había deseado que hiciera?
- ¿Cómo me atrevo a qué, Fabray?- preguntó Santana desafiante- te he dejado en paz al fin, ¿no es lo que querías? ya sé que no me soportas, después de siete años he captado el mensaje. Abandono, quédate con Hudson si es lo que quieres-
Había tanta amargura en el tono de voz de Santana, que Quinn no fue capaz de articular palabra. La latina la miró interpretando su silencio, negó con la cabeza como si hubiera decidido que esa era la última vez que hacía de idiota y comenzó a alejarse rumbo a la escuela.
Fase 4: comprensión de una verdad incómoda
Quinn intentó hablar o detenerla, pero había comprendido algo que la dejó anclada al suelo momentáneamente. No quería que la morena la dejara en paz, no quería quedarse con Finn ni aunque fuera la última persona del planeta. Ella, Quinn Fabray estaba enamorada de Santana López.
Por eso sentía esa angustia en el pecho, ese sabor amargo en la boca, sólo de pensar que tal vez nunca iba a volver a pedirle que saliera con ella.
- ¡López, espera!- gritó cuando recuperó el habla. Pero Santana no espero, sino que siguió andando hacia el interior de la escuela, posiblemente pensando que Quinn sólo quería echarle en cara algo más.
Fase 5: toma de medidas drásticas
Si se quedaba ahí parada como una idiota, Santana se iría y posiblemente ella perdería el valor para pedirle lo que le iba a pedir. Sin darle más vueltas, Quinn corrió tras su latina. La alcanzó después de unas cuantas zancadas y se aferró a su brazo para frenarle; Santana se quedó paralizada, era la primera vez que Quinn le tocaba adrede sin intención de agradirle.
- Santana... - murmuró la ojiverde suavemente. La latina se estremeció al oír que la llamaba por su nombre- bésame-
Si no hubiera tenido miedo de descubrir que, en efecto, estaba soñando, Santana se hubiera pellizcado al oír esas palabras y ver esos hermosos ojos verdes con destellos dorados corroborándolas
- ¿Qué?- preguntó tontamente. Necesitaba asegurarse de que no se le había metido mucho viento en los oídos o que, como afirmaba Noah, cada día estaba más idiota.
- No me hagas repetirlo- pidió Quinn avergonzada- sólo hazlo, ¿quieres?-
Santana no dijo nada, solo alargó sus manos firmes y delicadas y las posó casi reverencialmente en la cintura de Quinn. Ella se echó a temblar.
Con miedo, como si temiera tentar su suerte, Santana atrajo a la chica hacia ella y se quedó sin aliento al ver de tan cerca el hermoso rostro de Quinn. Para la latina, la rubia era un ángel.
- Sí quiero- murmuró la morena con voz ronca antes de inclinarse sobre su boca y besarla.
Fase 6: reafirmación de la fase 4 y pérdida de la cabeza
Quinn había oído hablar de mariposas aleteando en estómagos, de rodillas flojas, latidos acelerados, respiraciones superficiales y estrellas bajo los párpados cerrados. Pero nunca lo había experimentado hasta que Santana le hizo sentirlo. Hasta que deslizó los labios sobre los suyos como si estuvieran hechos para tocarse, hasta que hundió los dedos en su cintura como si siempre le hubiese pertenecido.
Hasta que olvido que ella era la perfecta Quinn Fabray, y que la mujer a la que estaba besando era la insoportablemente creída de Santana López, que en algún momento de su vida había creído odiarle. Hasta que su cuerpo pareció gelatina, sin memoria, pero con vida propia, a juzgar por el modo en que sus manos se enlazaron en la nuca de Santana, despeinando inconscientemente su oscuro cabello.
Hasta que se sintió mareada y perdida cuando ella se apartó de su boca y la miró a los ojos.
Fase 7: rendición
- Es la última vez que te lo pido- murmuró Santana sobre su boca- Quinn Fabray, sal conmigo-
Santana López era soberbia, despreocupada y cabezota. Pero también era increíblemente leal, noble y valiente. Y ella estaba un poco- bastante en realidad- loca por ella.
- Vale- dijo simplemente.
Santana sonrió y a Quinn volvieron a aflojárseles las rodillas.
- ¡Joder, ya era hora!- bramó una voz. Santana y Quinn se miraron a los ojos y después, alzando una ceja al unísono, se volvieron para encontrarse con tres figuras, plantadas como pinos a unos cuantos metros de ellas.
- ¿Por qué cada vez que beso a alguien estáis vosotros mirando?- preguntó Quinn pretendiendo emular su tono más duro, aunque se notaba la risa en su voz- ¿Acaso eres voyeur, Puckerman?-
- Esta latina y yo no tenemos secretos, Fabray- dijo Noah con una sonrisa maliciosa- así que puedo verlo por mis propios ojos o esperar a que ella me lo cuente-
- No tienes remedio, Puckerman- respondió y sintió que la mano le temblaba, cuando Santana se la tomó- pero no me esperaba esto de vosotros- añadió mirando a Mike y Brittany para disimular el efecto que Santana tenía en ella.
- Estábamos preocupados por San- alegó en un tono aniñado Brittany.
- La última vez que te vi parecías querer lanzarte por las graderías del gimnasio- dijo Mike con una sonrisa- sólo venía hacia aquí para recogerla.
- Pues no hace falta, gracias- aseguró Quinn, molesta y divertida a partes iguales.
- En realidad, Fabray, al aceptar salir con Santana, estás saliendo con nosotros tres también. Vamos en pack- aclaró Puckerman guiñándole un ojo con picardía.
- Noah- amenazó Santana lanzando a su amigo una mirada seca.
- Por supuesto, hablo en sentido figurado- aclaró el susodicho con expresión inocente. Quinn se echó a reír coreada por Brittany y Mike, pero Santana permanecía seria.
- ¿Por qué no os marcháis?- propuso la latina irritada.
- Así que ahora nos echas malamente ¿eh? tener amigos para esto- se lamentó el chico de l mohicano, pero no pudo continuar porque Brittany y Mike lo agarraron cada uno por un brazo y comenzaron a tirar de él hacia la escuela- ¡Prométanme que seré el padrino de vuestro primer hijo!- gritó mientras sus amigos se lo llevaban.
Santana negó divertida y después miró a Quinn intensamente.
- ¿Primer hijo?- repitió la rubia nerviosa, bajo la mirada de Santana- seguramente a la tercera cita no nos soportemos-
- La verdad, Quinn- dijo la morena cogiéndola de nuevo por la cintura y acercándose a su boca- es que vas a ser la madre más maravillosa de todas- y después la beso

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