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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por micky morales Mar Jul 21, 2015 10:07 pm

bueno en medio de esas revueltas podrian desaparecer a matt, no parece muy bueno con brittany, asi que no hara falta!
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por marcy3395 Miér Jul 22, 2015 7:56 pm

Capítulo 10
Andreas, te quiero allí. Dile a Nona que llegaré dentro de un día o dos le dijo Santana a su hermano, en un tono cariñoso. Sé que las cosas son confusas ahora, pero nuestra posición es muy sólida. Por eso no te preocupes.
Llamaron a la puerta, lo que interrumpió su conversación. Su secretaria, Gloria, entró en el despacho.
Andreas, espera un momento, ¿de acuerdo? Santana cubrió el auricular y se dirigió a Gloria-_ ¿Por qué me interrumpes, Gloria?
—Señora Lopez, tengo a Brittany Pierce en la línea dos. Pensé que... Puedo decirle que usted la llamará luego.
Gloria parecía insegura y temerosa de la reacción de su jefa. No había olvidado cómo Santana se había desesperado por aquella mujer en el pasado y también era consciente que, si aún conservaba el empleo, era porque conocía el significado de la palabra discreción.
---No, no... Cogeré la llamada. Gracias, Gloria. —Santana retiró la mano del auricular. Andreas, te llamo luego. Hasta pronto.
Pulsó el botón de la línea dos y tomó aire.
—Brittany... —Su voz sonó más ronca de lo previsto.
Al otro lado no oyó más que silencio, pero sabía que Brittany estaba escuchando. Al poco, habló.
—Santana ... Voy a pedirte algo. Y quiero que me digas que sí.
Santana, totalmente sorprendida, soltó una carcajada. Aquello sí que no se lo esperaba.
_Qué quieres? —le preguntó con buen humor. —Quiero irme de Venezuela y necesito que me ayudes a sacar a mi hijo del país.
Santana se quedó en silencio durante un minuto antes de hablar.
—Asumo que Matt no ve las cosas del mismo modo que tú.
—No era una pregunta, sino una afirmación. —No, no las ve.
Santana notó el nerviosismo de su voz. Hacer aquella llamada debía de haberle costado horrores.
—¿Vas a dejarlo? —le preguntó sin rodeos.
—No, me llevo a Simon a casa. Aquí temo por su seguridad.
—Mentirosa.
—Esa es tu respuesta?
—No, no lo es.
De nuevo se hizo el silencio.
—Haré lo que sea —soltó Brittany de pronto.
—Britt-Britt, no te he pedido nada —contestó Santana, mordaz. —¿Vas a ayudarme o no? — insistió Brittany. —He invitado a unas cuantas familias al campo...
—empezó Santana, como si no hubiera oído la pregunta. Brittany la interrumpió a media frase.
—Santana, no puedo esperar tanto —afirmó con brusquedad.
—Sólo son unos días, Brittany —replicó Santana.
—Sé que si quieres puedes hacerlo. Tiene que ser ya.
—El nerviosismo volvía a hacerse notar en la voz de Brittany.
—Muy bien, dentro de dos días, cuando vengas a la hacienda...
—¡Quiero irme hoy! —exclamó Brittany, al borde de la histeria.
—¿Qué pasa, Brittany? ¿Qué sucede? —quiso saber Santana.
La llamada se cortó. Brittany había colgado.
Santana se quedó mirando el teléfono con incredulidad. Intentó llamarla varias veces, pero no le descolgaban. Entonces pidió que le trajeran el coche y salió del despacho.
Clara acudió a la puerta tan rápido como se lo permitieron las piernas. No dejaban de golpearla insistentemente. Abrió y, sintió cómo la apartaban a un lado.
—¿Dónde está, la señora Pierce? —exigió saber Santana.
Clara estaba a punto de contestar cuando dos hombres, vestidos con traje negro, entraron en la casa. La criada se quedó sin habla.
—¿Dónde está? —le volvió a preguntar Santana. Aterrorizada, Clara señaló las escaleras.
Santana se comunicó con los dos hombres con una mirada, se volvió y subió las escaleras. Fue abriendo puerta tras puerta hasta dar con Brittany. Tenía dos maletas encima de la cama y había ropa tirada por todas partes. Algo había ocurrido. Santana advirtió que había sucedido algo que cambiaría su vida por completo.
—A qué viene tanta prisa? —Santana intentó que su tono de voz sonara despreocupado.
—Cómo has...? —empezó Brittany, pero la pregunta murió en sus labios. En lugar de eso, espetó—:Supongo que te has colado en mi casa porque sí, como haces con todo, ¿no?
—No he tenido quejas, Britt-Britt —repuso Santana con una sonrisa.
—Lárgate! No necesito tu ayuda. Sobornaré a quien sea. Al fin y al cabo, todo está en venta, ¿no es así?
—Brittany empezó a meter la ropa en las maletas. Santana estuvo a punto de contestarle algo frívolo, pero se dio cuenta de que Brittany tenía los ojos llenos de lágrimas. Se alejó unos pasos y echó una mirada circular a la habitación. Cuando volvió a hablar, en su voz no había ni un ápice de sarcasmo. —A qué viene tanta prisa?
—No me viene de ahora. Hace mucho tiempo que quiero irme —contestó Brittany, sin dejar de hacer el equipaje.
—¿Por qué ahora mismo? Te he dicho que dentro de dos días...
—¡No puedo esperar dos días! —chilló Brittany, encarándose con ella.
—Te juro que los americanos estáis locos. No sé qué me molesto con americanas como tú —le soltó con desdén.
Brittany le lanzó un zapato y Santana apenas tuvo tiempo de apartarse antes de que le diera.
—¡Casi me das en la cara, zorra!
Brittany agarró otro zapato y se disponía a lanzárselo de nuevo, pero Santana la sujetó con las manos sobre la cama.
En la distancia sopó un gran estruendo. Brittany emitió unos quejidos lastimeros al oír el ruido y Santana la miró sorprendida. Se oyó otro trueno, aún más cerca, y Brittany hundió el rostro en los brazos de Santana.
—No pasa nada, Britt-Britt —la arrulló Santana, mientras la besaba con suavidad en la frente y después cada vez más abajo.
—Suéltame! —protestó Brittany.
—Tranquilízate.
—Esta es su cama! ¡Suéltame!
Santana se levantó y Brittany saltó de la cama como si se hubiera quemado con las sábanas. La realidad las golpeó con dureza. Aquélla era la cama de Brittany. Santana se la quedó mirando, incapaz de apartar la vista.
Las dos mujeres oyeron el aullido del viento, y, en ese momento empezó a llover con fuerza. El golpeteo de las gotas sobre el tejado les llenó los oídos y, al poco, el sonido de los truenos y el ímpetu de la tormenta al desplomarse sobre el tejado se convirtieron en lo único que podían oír y sentir.
Un nuevo trueno sofocó el grito animal de Santana cuando empezó a tirar al suelo todo lo que había en la cama. La luz se fue de pronto. Brittany se limitó a mirar a Santana, incapaz de detenerla o de ayudarla. Santana lo, tiró todo, incluidas las sábanas, hasta dejar la cama desnuda. Tenía la respiración acelerada, como si eso no le bastara.Entonces se volvió hacia Brittany.
¡Su Brittany! ¡Suya! ¡Pero la mujer de él! ¡La cama de él! Gritó como un animal herido. Empezó a romper todo lo que había a su alcance. Su dolor se convirtió en ira. Y, para Santana Lopez, la ira siempre era igual a violencia. Lo único que conocía era el control, era lo único que mantenía su mundo intacto. Y precisamente lo último que tenía en esos momentos era el control.
—Te toca él mejor que yo? —Siseó Santana—. ¿Es él quien quieres que te dé placer? — Le gritó, manteniendose a distancia de Brittany.
Fue Brittany la que se acercó, sólo un poco, y extendió la mano hacia ella lentamente. Justo cuando estaba a punto de tocarle la cara, Santana le apartó la mano de un manotazo. Sin previo aviso, la empujó contra la pared y la inmovilizó con su propio cuerpo.
—¿Cómo te toca, Britt-Britt? ¡Dímelo! Dímelo! —gritaba, Santana— ¡Yo puedo hacerlo mejor! ¡Dímelo! ¿Cómo te toca? —bramó, completamente fuera de sí.
—Te deseo —sollozó Brittany entre lágrimas. —Arrrrrrgghh ... —Santana golpeó la pared, detrás de Brittany, con un grito desesperado y furioso.
Brittany intentó besarla, pero Santana giró la cara. Sin embargo, no la soltó, sino que siguió aferrándola. Brittany hundió el rostro en el cuello de Santana.
—No he vuelto a acostarme con él desde la primer vez que estuve contigo.
Brittany oyó cómo Santana gemía de pura angustia y, continuación, rompía a llorar, y la abrazó con fuerza. Al principio Santana trató de liberarse, pero, cuando Brittany la estrechó aún más fuerte, se rindió y la rodeo con sus brazos desesperadamente.
Santana siguió llorando de rabia y Brittany, tambien deshecha en lágrimas, no la soltó. Una hora, toda la vida, para siempre. Lo único que existía era ese momento. Se deslizaron por la pared hasta el suelo y, a medida que el llanto y la ira remitían, el rugido de la tormenta fuera dentro del dormitorio volvió a ser lo único audible a su alrededor.
Brittany se había quedado sentada con la espalda apoyada contra la pared, con Santana abrazada a ella. Era como si el tiempo se hubiera detenido para las dos. Santana estaba medio echada encima de ella, con el rostro sobre su pecho. Brittany empezó a acariciarle el pelo con suavidad y Santana cerró los ojos y buscó los labios que sabía que la aguardaban.
Fue un beso delicado y tierno. Y, cuando sus labios se separaron, se quedaron lo bastante cerca como para compartir el aliento en la oscuridad de la habitación.
—Ven conmigo —suplicó Santana.
—Si.
De pronto llena de energía, Santana se puso en pie y le tendió la mano a Brittany. Su figura se recortó claramente en el dormitorio gracias al destello de un relámpago y en ese momento volvió la luz. Brittany vio la mano que le tendía y la tomó.
Las dos salieron de la habitación en silencio. Santana la llevaba cogida de la mano con firmeza. Bajaron por el pasillo, hasta que Brittany frenó en seco y soltó a Santana. — Simón... no puedo dejarle.
—¿Dónde está?
—En casa de un amigo.
—Pasaremos a recogerlo. Ven.
Santana le cogió la mano en ademán posesivo y la condujo escaleras abajo. Cuando llegaron al recibidor, donde esperaban la criada y los dos hombres, Santana se detuvo por un momento.
—Rodolfo, acompaña a la señora Pierce al coche y Brittany quiso decir algo, pero cambió de opinión igual de rápido. Santana había tomado el mando; ella le había cedido el control, por el momento, y se limitaba a seguir instrucciones. Estaba demasiado cansada.
—Dígale al señor Pierce que la señora Pierce y su hijo se quedarán conmigo en mi rancho. Soy Santana Lopez, ¿entendido?
—Sí, señora Lopez —respondió la criada nerviosa, a sabiendas de que lo mejor era no contradecir a gente como la señora Lopez, porque nunca salía nada bueno de ello.
—Bien —concluyó Santana Lopez.
Y salió de la casa, acompañada de su otro guardaespaldas.
En cuanto subió a la limusina Brittany se encontró en un recinto cerrado. Los pasajeros quedaban separados de los guardaespaldas por una pantalla de partición. Santana llegó varios minutos después, cerró la puerta y la rodeó, con los brazos en un gesto protector.
—¿Dónde está tu hijo?
Le dieron la dirección al conductor y el coche se en marcha para ir a recoger al pasajero que faltaba.
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por micky morales Miér Jul 22, 2015 8:44 pm

bien por santana, me encanta cuando es posesiva y mandona!
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Mensaje por Jane0_o Miér Jul 22, 2015 10:13 pm

Otro porfavor
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Mensaje por monica.santander Mar Jul 28, 2015 4:55 pm

Hola!!! Linda historia al fin me puse al dia!!
Espero que puedas actualizar pronto!!
Saludos
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por MeryBrittana Mar Jul 28, 2015 7:04 pm

Wow! He de reconocer que los primeros capítulos no entendía nada, pero esto ya va tomando forma y me está gustando! Espero leerte pronto!
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Mensaje por marcy3395 Vie Jul 31, 2015 9:22 pm

Capítulo 11
El viaje a la hacienda pasó como en un sueño. Brittany estaba emocionalmente exhausta. Recordaba haber dejado que Santana tomara todas las decisiones. Habían recogido a Simón y Santana se había ocupado de hablarle y de tenerlo entretenido, mientras ella permanecía prácticamente en estado de trance.
Santana lo arregló todo desde el teléfono del coche. Las llevaron a una pequeña pista y allá subieron en un avión privado.
Una vez instalados, una azafata le preguntó a Simón qué quería comer. Santana le cogió la mano a Brittany y descolgó el teléfono, que ya estaba sonando otra vez.
En ese momento, a Brittany se le pasó por la cabeza que se había escapado de una prisión para meterse en otra.
Una prisión que tampoco había elegido ella. No se había parado a pensar en ello. Y, en esta ocasión, Simón también se vería afectado. Las amenazas de Matt y la creciente y cada vez más visible presencia militar la habían consternado de tal manera que había perdido la perspectiva. Había vuelto a caer, en los brazos de Santana.
«Cómo ha ocurrido esto?»
Brittany siempre había sido una persona que le daba muchas vueltas a las cosas antes de hacerlas. Siempre consideraba las consecuencias de sus actos. Sin embargo, con Santana Lopez era diferente. Puede que fuera aquella tierra, con toda su violencia y su machismo, lo que le había hecho perder el norte. Brittany sólo sabía que estaba confusa y cansada, y que además Santana la turbaba. ¿Qué haría con Santana? Brittany miró a Simón y la escena al completo tomó un cariz surrealista. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño que al parecer tanto necesitaba.
Santana se acomodó en el asiento y miró a Brittany, que dormía mientras en su mente repasaba los acontecimientos. Llegarían a la Hacienda Virago en unas cuantas horas. Nunca antes había llevado a nadie a casa. Para ella, eso era Virago: su casa. Todo lo que quería estaba allí. De acuerdo, alguna vez había invitado a ir a gente pero nunca se los había metido en la cama. Nunca nada le había importado lo suficiente. En el
caso de Brittany ni siquiera se lo había planteado; sencillamente, era algo de lo más natural.
Por supuesto, tendría que darles explicaciones a Nona y a su hermano. Aun así, se saldría con la suya. Era Santana Lopez y quería a Brittany en su casa, en su cama, sí, tenía que admitir que quería a Brittany en su vida.
Fue una certeza que la invadió de repente, como una sacudida, en menos de un segundo.
Se adentraba en terreno desconocido. Antes siempre había tenido claro cómo proceder. Siempre había sabido lo que quería y lo que tenía que hacer para conseguirlo. De algún modo, aquello era diferente. Santana cerró los ojos y recordó las emociones que la habían embargado en el dormitorio que Brittany compartía con su marido. Habían sido emociones extrañas, nuevas para ella. Había querido destruirlo todo, destrozar cada centímetro de la habitación. Si de algo se había enorgullecido Santana toda la vida era de su auto-control. La lección más dura que había aprendido —y la que su padre le había enseñado mejor— era que para ganar es necesario saber dominarse. Y, sin embargo, cuando se trataba de la mujer que tenía sentada al lado, Santana no tenía ningún tipo de control sobre lo que hacía o sentía.
Santana contempló a Brittany mientras dormía. Pensó en sus amantes anteriores y en lo mucho que había disfrutado con aquellas aventuras. En todas ellas, Santana había mantenido siempre el control. Aquella mujer lo había cambiado todo y Santana se sentía insegura y dudaba de cada palabra, de cada paso. Con Brittany las cosas pasaban sin que pudiera pensarlas de manera consciente. Brittany se le había metido tan adentro que se había convertido en parte de ella.
En ese momento se le ocurrió pensar que Nona no sabía nada de sus gustos, a falta de una palabra mejor. Nona la había criado. Había sido más que una niñera; era lo más parecido a una madre que Santana había conocido. Su propia madre los había abandonado y había regresado en Italia. Nona se había quedado y los quería, a ella y a Andreas. Su aprobación era importante para ella. Por primera vez en mucho tiempo, Santana tuvo que admitir que tenía pavor a la desaprobación de la anciana. Pero con Brittany no había opción. Brittany era algo que necesitaba tener.
Andreas no era ingenuo. Sabía que Santana tomaba lo que quería y cuando lo quería, lo que solía ser mucho y con frecuencia. Siempre se había limitado a mirar hacia otro lado y cerrar el pico. Santana era su hermana mayor, la que lo había protegido siempre, sobre todo cuando su padre no se había mostrado especialmente comprensivo respecto a sus elecciones. Santana siempre había estado de su parte. El la apoyaría en cualquier cosa.
Santana sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos. Miró por la ventana y contempló el verdor y el océano del país que tanto amaba. Llevaba, a Venezuela en el corazón: salvaje, castigado, pero al mismo tiempo inocente e inseguro, como el de un niño que deja atrás la infancia para adentrarse en los caminos inciertos de la vida adulta. Si era sincera consigo misma, tenía que admitir que hubo un tiempo en el que, como a Andreas, le habría gustado quedarse en Virago para siempre. Sin embargo, a
diferencia de su hermano, se había dejado llevar por el deseo de su corazón de ganarse el amor de alguien que quizá no lo merecía.
Estaba cansada de pensar. Simón se había quedado dormido poco después que Brittany. Se descubrió a si misma mirando a Brittany de nuevo. Pronto llegarían a Virago. ¿Y después qué?
Ya había oscurecido cuando llegaron a la hacienda. En la pista de aterrizaje los esperaban dos Explorers. Subieron todos a los vehículos con aire acondicionado, a sal del calor de la jungla que los rodeaba. Brittany no abría la boca. Tenía a Simón echado sobre el regazo, todavía medio dormido. En la penumbra del vehículo, Brittany notó que Santana la cogía de la mano y no pudo más que apoyar la cabeza en el hombro de la mujer que tenía al lado.
Santana sonrió en la oscuridad.
Cuando llegaron, todo el mundo estaba dormido en la hacienda. Nona y una criada los recibieron en la entrada principal. Santana entró en la casa con el brazo alrededor de una Brittany emocionalmente exhausta, con Simón de la mano.
Nona se hizo cargo de la situación al instante y sonrió a Santana nada más verla.
—Santana —dijo, con la voz llena de amor.
—Nona. —Con una palabra lo dijo todo—. ¿Han preparado las habitaciones que hay al lado de la mía para ellos?
—Sí, mi amor, todo está preparado como tú pediste —le confirmó.
—Gracias, Nona.
Santana sonrió y acompañó a Brittany y a Simón a sus habitaciones. Nona observó cómo se alejaba rodeando con el brazo a la mujer rubia y al niñito de cabello claro, en ademán protector. Santana había cambiado, se dijo. Y también supo que su niña se lo contaría todo, cuando llegara el momento.
Lo único que recordaría de su primera noche en Virago sería la ayuda de Santana al quitarse la ropa, el olor de las sábanas limpias y los suaves brazos que la rodearon durante la noche.
Santana se despertó al alba. Miró a la mujer que yacía prácticamente encima de ella y hundió el rostro en su cabello para aspirar su aroma mientras la abrazaba con más fuerza.
Siempre se había despertado sola en Virgo. Pero aquello iba a cambiar. Por fin tenía todo lo que quería: lo sabía con la misma certeza con la que sentía a Brittany entre sus brazos. Nadie iba a quitarle lo que era suyo. No lo permitiría. Pasara lo que pasara, estaría lista para hacerle frente.
Brittany se despertó sola. Echaba de menos algo. Estaba segura de que Santana había estado abrazándola durante la noche, pero lo recordaba todo como en una nube. Se sentó en la cama y vio que estaba desnuda bajo las sábanas. En aquel momento
estuvo segura de que Santana había estado allí. Aún sentía sus brazos alrededor de su cuerpo y su perfume flotaba en el aire.
Sobre la cama había unos pantalones anchos y una blusa, junto con lo imprescindible. Oyó la risa de Simón través de la ventana. Se envolvió en la sábana y se asomó.
Vio a Simón en el patio, riendo. Santana y él iban a lomos de un caballo negro imponente. Santana sujetaba Simón delante de ella y también reía. En su actitud no había ni rastro de la frialdad acostumbrada, sólo alegría pura simple, y eso se le notaba en la cara. Brittany observó desde la habitación y escuchó su conversación,
—Ha sido una pasada. ¿Podemos hacerlo otra vez, por favor? —rogó Simón, muy animado.
—Muy bien. ¿Estás listo? —Santana estaba tan animada como el niño.
--- Si, por favor, estoy listo.
El caballo negro emprendió el galope y a Brittany entró el pánico. De repente, caballo y jinetes dieron media vuelta y fueron hacia la casa a galope tendido. Iban directos hacia una valla. A Brittany casi se le para el corazón. El caballo negro voló sobre la valla sin problemas, pero Brittany notó que la habitación se le venía encima y prácticamente dejó de respirar.
Salió del dormitorio a todo correr, con sábana y todo. Santana y Simón seguían riendo cuando ella se plantó delante de ellos. Santana sonrió ampliamente al ver el atuendo de Brittany.
—¿Estás loca? —gritó Brittany.
Brittany estaba furiosa. Santana se puso seria y Simón dejó de sonreír.
—Cómo te atreves a arriesgar la vida de mi hijo de esa manera?
—Mami... —Simón trató de hablar. —Bájate de ahí, Simón! ¡Baja ahora mismo!
Santana ayudó al niño a desmontar si decir ni una palabra.
—Pero, mami, no ha sido culpa suya. Yo le pedí que saltáramos —dijo Simón, en un intento de suavizar la Situación.
—Simón, tú eres un niño. Tú no ves el peligro —le espetó. Después se volvió hacia Santana, que la miraba taciturna—. ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? —le preguntó Brittany.
Santana la miró durante unos instantes, sin decir nada. Después hizo dar media vuelta al caballo y se alejó al galope. Brittany se la quedó mirando mientras se alejaba. Echó a andar hacia la casa, golpeando el suelo con los pies a cada zancada, como muestra de frustración, con Simón bien agarrado de la mano.
—Mami, no te enfades con ella. Ha sido culpa mía —insistió el niño, haciendo un mohín.
En la puerta los esperaba una anciana, que les salió al paso.
—Buenos días —saludó la mujer en español, con una sonrisa.
—Ah, buenos días. —Brittany se dio cuenta entonces de que estaba dando vueltas con una sábana como única vestimenta
—. Lo siento, no hablo español muy bien.
—Intentaré hablar en inglés —le dijo Nona.
—Gracias —sonrió Brittany.
—Ve a vestirte y te subiré el desayuno —recomendó, Nona, tratando de no reírse de la sábana.
Brittany agachó la cabeza y esbozó una sonrisa a su vez. —Gracias.
Simón se sentó en la cama de su madre, mientras esta le hablaba desde el baño.
—Simón, tienes que ir con más cuidado. ¡Podrías haberte matado!
—Ah, mamá... Santana monta muy bien. Ha ganado premios y todo —trató de tranquilizarla el niño. —¿Cómo sabes todo eso?
—Me lo dijo ella. Tendrías que ver todo lo que sal hacer a caballo —comentó animadamente.
—Bueno, puede que sea cierto, pero nunca debería haberte llevado a ti si iba a dar un salto como ése.
—Jo, mamá.
Llamaron a la puerta y su conversación quedó ¡nterrumpida.
—Adelante —dijo Brittany desde el baño.
Brittany asomó la cabeza y vio que Nona entraba con una bandeja. Enseguida salió y se la cogió.
—Espere, deje que la ayude —le dijo, mientras depositaba la bandeja sobre la mesa.
—Soy Nona, la nana de Santana.
Brittany sabía que aquella mujer había sido importante para Santana y probablemente aún lo fuera.
—Por favor, siéntese.
Nona se sentó con una sonrisa. —Mami, ¿puedo ir a jugar fuera?
—Sí. Pero, Simón, se acabaron las aventuras, ¿de acuerdo?
—Vale, vale —contestó el niño, con cara de desilusión.
Brittany tomó asiento y aspiró el aroma del café recién hecho.
—Hummm, huele de maravilla, gracias. ¿Se tomará una taza conmigo?
—Sí, gracias.
Brittany puso dos tazas.
—A Santana le importas —espetó la anciana.
Nona se fijó en que a Brittany le temblaba la cafetera en la mano por un segundo mientras echaba el café.
—¿Ah, sí? —preguntó con una sonrisa, sin mirar a la mujer a los ojos.
—Sí, le importas.
Brittany acabó de echar el café, sin que la sonrisa abandonara sus labios.
—La has reñido y ella no te ha contestado. Nadie le hace eso a mi niña y se va de rositas —dijo Nona con una risita, dando un sorbo de café.
—Lo siento. Me asusté mucho por Simón —trató de explicarse Brittany.
—Ah, no te preocupes, cariño —le dijo Nona, dándole la palmadita en la mano—. Mi Santana está acostumbrada hacerlo todo a su manera y a veces se deja llevar. Pero es una buena jinete. Tu hijo no corría peligro. Aun así, tendría que haberte pedido permiso. Y no darte un susto así.
—Nunca he conocido a nadie como ella. —Brittany se sorprendió de su propia, sinceridad al hablar con aquella mujer menuda.
—Sí, mi Santana es única.
Brittany sonrió ante la adoración que emanaba de las palabras de la mujer.
«Si usted supiera —se dijo—. Si estuviera con Santana sería siempre así. Nunca sabría qué esperar.»
—Tú eres como mi Santana. Piensas demasiado.
—Sí, a veces. Pero Santana... es como si le gustara ir siempre a contra corriente, pese a quien pese.
—Es lo que puede parecer. Pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho.
Brittany la miró un segundo y sonrió al asentir. No estaba segura de que estuvieran hablando de la misma mujer. La Santana que ella conocía no era precisamente mansa. La Santana que ella conocía era malhumorada, temperamental. Era egocéntrica, agresiva y apasionada hasta la exageración. Sí, había conocido de primera mano lo apasionada que era Santana. De pronto le dio vergüenza mirar a la anciana a los ojos y se ruborizó.
—Sé que tu hijo y tú le importáis mucho —continuo Nona, mientras trataba de descifrar los cambios en expresión de Brittany.
—Cómo lo sabe? —preguntó Brittany en voz con los ojos pegados a la taza.
—Porque os ha traído aquí.
Nona le cogió la mano. Brittany levantó la vista con timidez y después volvió a agachar la cabeza.
—Ha invitado a gente a Virago muchas veces pero nunca se han quedado en su ala privada de la hacienda. Por eso lo sé. Brittany se levantó de golpe y dejó la taza en la bandeja. Se estaba poniendo nerviosa y empezaba a estar un poco asustada.
—Es difícil conocer a Santana. Pero en ella hay mucho más de lo que la gente ve a primera vista.
—Sí, ya le digo. Todo un mundo —asintió Brittany en un tono distante.
—Bueno, Nona, ¿ya le has contado todos mis secreto? —la voz de Santana sonó,-medio en broma medio en serio, desde la puerta.
Brittany se volvió y las dos se miraron a los ojos. Nona las observó.
«Es como si fueran.. . », se dijo. Habría pensado que eran amantes frente a frente, pero, por supuesto, eso era Imposible.
—Ah, Cara mía, entra y arregla las cosas con tu amiga. Yo tengo cosas que hacer.
—Nona le hizo un gesto para que entrara en la habitación.
—Me parece que está enfadada conmigo, Nona. —Santana sonrió a la anciana, si bien sus ojos decían algo muy diferente.
—Te perdonará. Sólo tienes que prometerle que te portarás bien.
La anciana salió del dormitorio tras darle a Santana una palmada cariñosa en la mejilla. Santana se quedó de pie ante Brittany. Estaba magnífica, con su melena negra desordenada por el viento. Estaba sonrojada tras la carrera.
Allí, con la blusa medio desabrochada, unos pantalones de montar blancos que se ajustaban perfectamente a su cuerpo y unas botas de montar negras, era la viva imagen del poder animal y la sensualidad desbocada. De pronto Brittany se vio dominada por el deseo, cosa que la perturbó. Le dio la espalda y, poco a poco, caminó hasta la ventana. En ese momento necesitaba poner distancia entre ellas para ser capaz de pensar con claridad.
Santana se puso detrás de ella, de manera que sus cuerpos casi se rozaban. Al cabo de un instante le susurró al oído.
—Siento haberte asustado.
—Tú siempre me asustas —murmuró Brittany—. Todo tu mundo me asusta.
Notó que Santana la rodeaba con los brazos desde atrás y la atraía hacia sí hasta que el cuerpo de Santana se convirtió prácticamente en una segunda piel. Oía la respiración de Santana al oído y una sensación punzante despertó en su interior. Brittany gimió, echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en el hombro de Santana. Esta le dio la vuelta con un gesto fluido y le devoró la boca con la misma pasión que Brittany temía y, al tiempo, anhelaba.
—Santana, espera... —jadeó bajo el ataque.
—No, te necesito ahora.
Y con eso se acabaron las palabras. Brittany notó sabor salado del sudor en el cuerpo de Santana y el deseo no hizo más que inflamarse en su interior.
Despertó horas después, sola en la cama, de nuevo con el recuerdo de los brazos que la habían abrazado, los labios que la habían provocado y saboreado, y las manos que la habían acariciado y la habían poseído.
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por micky morales Sáb Ago 01, 2015 11:00 am

me encanta que santana se los haya llevado, ahi podran conocerla mejor y hasta querer quedarse con ella, hasta pronto!
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por marcy3395 Sáb Ago 01, 2015 1:04 pm

Capítulo 12
Santana caminó hasta donde estaba sentada Nona. De algún modo, sabía que la encontraría allí. La anciana estaba sentada bajo la pérgola, como si la esperara. Siempre que había necesitado consuelo, Nona había estado allí, esperándola. Era como si siempre supiera cuándo la necesitaba. Santana fue hasta ella y se sentó en silencio a sus pies. A continuación, la orgullosa mujer apoyó la cabeza negra en el regazo de la anciana. Esta le acarició los negros mechones como solía hacer años atrás.
—Cara mía, has estado fuera mucho tiempo —dijo Nona con voz dulce.
Santana cerró los ojos. —Sí, Nona.
Háblame de tu amiga. —La anciana siguió acariciándole el oscuro cabello.
Santana se levantó de golpe y se alejó unos pasos. La anciana esperó en silencio. Dándole la espalda, Santana empezó a hablar.
—La necesito —dijo sin más.
La anciana siguió esperando hasta que Santana se volvió para mirarla a la cara.
—La quiero.
Ya estaba. Lo había dicho en voz alta. Miró a Nona a los ojos, desafiante.
—¿Es la persona que has elegido?
—Sí.
—Bien —fue todo lo que dijo la anciana.
De repente, fue como si a Santana la abandonaran la fuerzas y miró a la anciana como una niña asustada.
—¿Sabes lo mío? —le preguntó, temblorosa.
—Cara mía, eres mi niñita. Lo sé todo de ti. —Abrío los brazos y Santana se refugió en ellos, sollozando. Te quiero, Cara mía. Te quiero.
La estrechó con fuerza contra su pecho mientras le acariciaba el cabello negro. Y así consoló a su niña, con la fuerza de su amor.
Aquella misma tarde, Brittany salió fuera y, casi como si se hubieran puesto de acuerdo, Santana estaba a su lado en cuestión de minutos. Se la veía diferente. Se sonrojaron tímidamente y echaron a andar la una al lado de otra.
Brittany contempló los alrededores, asombrada por belleza salvaje y de la calma, casi de ensueño, que respiraba. Había pavos reales correteando no muy lejos, fue de tanto en tanto abrían sus coloridas plumas en abanico y las exhibían orgullosos para atraer a una posible pareja.
—Qué pájaros más hermosos —comentó Brittany en voz baja.
—¿Sabías que el que tiene las plumas bonitas es el macho?
—¿En serio? Al contrario que los humanos, ¿eh?
—A lo mejor tienen un carácter de mierda y necesitan plumas bonitas para atraer a las hembras —afirmó
Santana con seriedad, sin quitarle el ojo de encima a los magníficos pájaros.
Brittany se volvió hacia ella.
—Supongo que están tan ciegas como muchas de nosotras.
Santana la miró con curiosidad. —¿Qué quieres decir?
—Buscan sólo la belleza exterior —aclaró Brittany, mirando los pájaros.
—Todos buscamos la belleza exterior —se extrañó Santana.
—¿Eso es lo que nos atrae? —preguntó Brittany.
Echó a andar de nuevo, sin dejar de mirar los pájaros. Santana caminó a su lado.
—En parte. En parte, sí —repuso Santana, incómoda. Brittany se detuvo y la miró a la cara.
—¿Es así como funciona contigo?
Santana se detuvo frente a ella con la mirada gacha, retorciéndose las manos con nerviosismo.
—Da igual —concluyó Brittany con una nota de tristeza, antes de alejarse.
—Espera! —Santana la alcanzó.
—Aquí siempre hace este calor en esta época del año? —preguntó Brittany con fingida cortesía. —Ahora no me hablas? —Santana la cogió del brazo y la hizo girarse para mirarla a la cara.
—Y con quién estoy hablando si no? —replicó Brittany, exasperada.
Santana la soltó y se alejó unos metros. En cualquier otra ocasión, se habría marchado sin más. Punto. Pero con Brittany era diferente. Aunque el brillo salvaje de sus ojos evidenciaba que estaba disgustada, en esa ocasión no huyó, sino que se volvió hacia Brittany de nuevo.
—Por qué siempre, tienes que provocarme? —preguntó llena de frustración.
—No quiero pelearme contigo.
Brittany emprendió el camino de vuelta hacia la casa.
_Qué quieres de mí? —se enfureció Santana. Brittany le gritó sin aminorar el paso.
—¡Búscate una vida propia, zorra egocéntrica! ¡Y a mi déjame en paz!
—Te necesito —fue el grito de dolor de Santana.
Brittany se detuvo y se volvió, despacio. Santana se le acercó a grandes zancadas y se paró en seco frente a ella.
—¿Qué quieres que te diga, Brittany? ¿Que te desearía aunque no fueras hermosa? —preguntó Santana con inquietud.
Brittany bajó los ojos, incomodada por la situación ,en la que se encontraba.
—No... —musitó.
—Te desearía aunque fuera ciega y no te hubiera visto nunca —murmuró Santana—. No puedo respirar, puedo comer ni dormir sin pensar en ti.
Brittany levantó la vista y miró a Santana a la cara. Sus ojos se habían dulcificado y estaban llenos de inseguridad y temor.
—No sé cómo hacer esto —farfulló Santana en voz baja.
Brittany levantó la mano y le acarició el rostro, de piel suave y aterciopelada. Sus labios estaban muy cerca de los de Santana, pero, por alguna razón que desconocía, aún aguardaban algo más. Y entonces, de improviso, llegaron las palabras.
—Te quiero, Brittany —confesó, su voz apenas un susurro.
Brittany la besó en los labios con ternura y Santana la estrechó cariñosamente entre sus brazos. Cuando sus labios se separaron, Santana evitó mirar a Brittany a los ojos, pero no dejó de abrazarla. Parecía un animalillo acorralado, paralizada e incapaz de escapar.
—Yo también te quiero —le dijo Brittany con dulzura.
Santana levantó los ojos y buscó los de Brittany. Se la quedó mirando fijamente, incrédula, y de improviso la abrazó con tanta fuerza que casi le cortó la respiración.
—Te amo.
Y en esa ocasión, sus labios supieron a promesa. Y la promesa, a pasión.
Durante los dos días siguientes, Brittany y Santana se dedicaron a dar largos paseos por las mañanas, o a salir a montar juntas. Después, Santana se llevaba a Simón al río a coger moras, mientras Brittany preparaba la merienda Cerca de ellos.
Entre ellas todo eran miradas afectuosas y caricias que hablaban de amor. Se hablaban la una a la otra con consideración y ternura, y se comportaban con la prudencia, el dulce titubeo y la excitación del amor recién hallado.
A Brittany le conmovía la paciencia que Santana tenía con Simón. En Virago era una mujer como las demás. Nona estaba en lo cierto. Santana era única: cada momento que pasaba con ella le deparaba nuevas y maravillosas sorpresas. Quizá fuera porque parecía feliz. La idea se le ocurrió de repente, mientras Santana y Simón corrían hacia ella desde el río. Santana parecía feliz.
—¡He ganado! ¡He ganado! —gritaba Simón, lleno de excitación.
Santana apareció por detrás y empezó a hacerle cosquillas. Los dos rodaron por el suelo despreocupadamente entre risas.
—Eh, vosotros dos, venid aquí antes de que las hormigas nos dejen sin comida.
—Sí, mamá —obedeció Simón.
El niño fue hacia su madre. Santana se quedó tendida en el suelo, apoyada sobre el codo, de cara al río. Brittany se levantó y fue con ella. Se sentó y le acarició el pelo la mujer que se había adueñado de su corazón.
—Andreas y yo veníamos a bañarnos aquí cuando éramos niños.
_¿Quién es Andreas?
—Mi hermano. Ahora está de viaje, pero llegará dentro de unos días. No se parece en nada a mí, no te preocupes —rió Santana.
—Y cómo es, entonces?
—Es... Es diferente a mí. —Su expresión se volvió seria y circunspecta. Brittany adivinó que estaba cerrando las puertas de su corazón.
—Nona diría que estás pensando demasiado otra vez —comentó Brittany.
Santana la miró con una sonrisa y después volvió a mirar al río.
—Andreas es tranquilo. Dulce. Nona dice que se parece a mi madre. Pero, a diferencia de ella, él ama esta tierra. —Echó un vistazo a su alrededor y guardó silencio durante unos instantes, hasta que siguió hablando con una nota de amargura—. A mi madre le encantaban los picnics.
—Y eso te pone triste? —preguntó Brittany con tacto. Era la primera vez que hablaba con Santana de su familia.
—Nos trajo a Andreas y a mí de picnic aquí, para decirnos que iba a dejarnos, a nosotros y a nuestro padre. Poco después volvió a Italia.
—Lo siento mucho, mi vida —le dijo Brittany con afecto, mientras le acariciaba el pelo.
Imaginaba el dolor y la angustia que había sentido su imante cuando le dieron aquellas noticias. Aún los percibía en sus ojos. Aquellos días se había dado cuenta de que Santana no era tan insensible como todo el mundo creía. Y, tras haber pasado por algo tan doloroso, ¿quién no se cerraría a la posibilidad de querer o necesitar a otro ser humano? Para Santana, a juzgar por cada palabra que salía de sus labios, el amor significaba sufrimiento.
—No pasa nada. Sucedió hace mucho tiempo —zanjó Santana.
Se levantó de golpe, pero Brittany la cogió de la mano e hizo que se sentara a su lado de nuevo. Permanecieron un rato sentadas, con las manos entrelazadas. Brittany flotó cómo la emoción se apoderaba poco a poco de Santana.
Esta la miró a los ojos y después volvió a posar la mirada en el río y habló:
—Odiaba Venezuela y acabó odiando a mi padre. Eramos sus hijos, así que supongo que por extensión nos adiaba también a nosotros.
No dijo nada más y Brittany trató de hallar algo que decir, pese al asombro que le produjo el dolor y la rabia contenidos en aquellas palabras.
—¿Cuántos años teníais?
—Yo tenía siete y Andreas cuatro cuando se marchó. —repuso, mientras jugueteaba con las briznas de hierba. —Y la has vuelto a ver alguna vez?
—No.
—Y tu padre?
—Murió hace cinco años.
De nuevo se hizo el silencio entre las dos mujeres.: Ambas se quedaron mirando el río, hasta que Santana notó que Brittany le estrechaba la mano con fuerza antes de decir:
—Te quiero Santana Lopez.
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por monica.santander Sáb Ago 01, 2015 6:26 pm

Veremos que pasara cdo se encuentre con Mat.
Saludos
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Activo Re: Por Amor Capitulo 12

Mensaje por micky morales Sáb Ago 01, 2015 10:01 pm

todo va de lo mejor, pero no hay que olvidar que brittany esta casada con el zoquete ese!
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