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Mensaje por ana_bys_26 Vie Sep 16, 2016 2:53 am

Capítulo Seis


Ella todavía se cernía sobre el borde del sueño, ese lugar donde todo era de ensueño —sin embargo, no había duda en su mente que élla era muy real. Ella susurró su nombre.

—Santana.

— No podía dejarlo terminar— suspiró élla cálido y perverso en su oído.

Ella estaba de espaldas a élla en la cama y podía sentir su erección — rápidamente— presionando en la raja de su culo. Una gran mano se enroscó alrededor de su cintura, extendiendo ampliamente los dedos a través de su estómago bajo su top mientras élla bajaba un chispeante beso en su cuello. Éste provocó explosiones de placer en su interior.

Ella nunca pensó en objetar o detenerlo. Tenerlo aquí junto a ella, tocándola después de las cosas que ella había anhelado y las intimidades que ellos ya habían compartido... no había ninguna esperanza de detenerla, ninguna razón para intentarlo. Ella no tenía relaciones sexuales con extrañas, pero esto era diferente. Tal vez porque élla ya no se sentía tanto como una extraña después de haber llegado a ella de este modo. O tal vez sólo porque élla se sentía abrumadoramente bien, el sexo goteaba de élla y sobre ella como algo tangible que al instante le consumía. De cualquier forma, ella la necesitaba con todo su ser.

Élla tocó y acarició su vientre, sus dedos buscando la piel entre su corta camisola y la cinturilla y luego coqueteando con la parte inferior de su pecho, todo el tiempo ofreciéndola más besos a su cuello y hombro. Todo su cuerpo se agitó con el supremo placer de finalmente tener sus manos sobre ella, contar con élla en su cama.

Cuando la mano de élla se cerró sobre su pecho ella gimió y se arqueó instintivamente ante su toque. Su aliento se volvió pesado y caliente mientras élla la masajeaba con un ritmo lento y embriagador que rápidamente la ayudo a olvidarse de pensar y sólo sentir. Su polla creció más dura contra su trasero y ella se encontró empujando contra ésta, deseando sentirla aún más. Santna gruñó suavemente en respuesta, y el sonido corrió a través de ella aumentando su excitación.

Rodando sobre su espalda por debajo de élla, ella levantó las manos a sus mejillas, estudiando su rostro. Qué extraño estar en la cama con una MUje cuyos ojos nunca antes había mirado. Oh Dios, élla era hermosa —incluso más que en la foto. Cabello oscuro y grueso enmarcado rasgos fuertes y expresivos ojos, aun viéndolos sólo en la luz de la luna. Ella no podía distinguir el color —marrón ella creía. Profundos y cálidos. Rastrojos oscuros cubrían su barbilla, y adquirió conciencia de que élla llevaba una camiseta y pantalones vaqueros, extendiéndose en su contra.

Élla miraba audazmente hacia ella todo el tiempo, claramente evaluando su rostro, así como su mirada devorándola, hasta que finalmente élla bajó un lento y apasionado beso a sus labios. Sus dedos pasando a través de su cabello cuando ella encontró su lengua sensualmente insistente con la suya. Cortos besos franceses se mezclaban con más largos y profundos encuentros de bocas hasta que ella se perdió —y estuvo completamente atónita.

Ningúna Myjer la había besado de esta manera este… era perfectamente para empezar. Era como si ellas hubieran estado besándose durante millones de años, como si supieran exactamente cómo la otra respondía, cuán largos o fugaces los
besos debían ser, cuán apasionados o persistentes. Ella se sentía extraña y de repente como una colegiala, como si hubiera podido besarla durante toda la noche y eso habría sido suficiente para satisfacerla.

Hasta que, por supuesto, sus manos regresaron a sus pechos capturando ambos con descarada posesividad masajeando suavemente pero a fondo y extrayendo un largo y duro suspiro de lo más profundo de ella. Sus manos eran muy hábiles,
confiadas —eran dueñas de ella en el contacto— y como ella de alguna manera había sabido eran un poco mejor complaciéndola que incluso las suyas.

Los besos se encendieron mientras élla la tocaba y deslizaba su muslo entre sus piernas debajo de las sábanas. Su erección sobresalía como roca sólida contra su cadera y ellos se movieron juntos en rítmica dicha mientras Santana empujaba su top sobre sus pechos.

Sus fuertes manos moldeaban las curvas exteriores cuando ella miró hacia abajo para verlos entre su agarre, los picos tensos y rosados. Élla miró también, luego la miró a los ojos brevemente antes de descender para capturar un sensible pezón en su boca.

—Ohhh...— ella gimió cuando el placer se expandió a través de ella con el tirón de sus labios. Ella apretó los dedos en su pelo y observó mientras élla chupaba profundamente —sí, sí— entonces élla abrió los ojos para fijarlos en los de ella. La conexión fue sorprendentemente íntima —pero ellos ya habían tenido relaciones íntimas de una manera mucho más extraña, por lo que ella no apartó la mirada.

Élla la soltó de su boca, aun sosteniendo su mirada, para arrastrar su lengua por encima de la puntiaguda punta de color rosa. Ella vio la humedad que élla había dejado, brillando a la luz de la luna. Élla movió su lengua en un lento círculo alrededor de su pezón, terminando con una tranquila lamida que uno podría darle
a un cono de helado.

Ella se estremeció por sus servicios, literalmente pensó que iba a correrse pronto. Pero ella no quería correrse aún —ella no era el tipo de chica de orgasmos múltiples, por lo que necesitaba guardarlo, necesitaba absorber más de él antes que llegara a su clímax.

Ella dijo las palabras que había estado diciéndole a élla en su mente, sin siquiera una pizca de vacilación —a pesar de que salieron entrecortada.

—Jódeme, Santana. Jódeme— Al igual que otras ciertas palabras, ella rara vez utilizaba esa, pero Santana las había sacado de ella casi naturalmente frente a la webcam y ahora.


Élla la besó de nuevo acaloradamente, luego se inclinó cerca de su oído para susurrarle una promesa.

—Te voy a llenar, cariño.

Con eso, élla agarró el cordón de sus pantalones y lo sacó, luego agarró la cinturilla, tomando también sus bragas cuando ella levantó su culo. Ella empujó la camiseta de élla mientras se deshacía de sus pantalones —lo que había sido lento y rítmico hasta ahora solo se volvió más urgente. Tenía que tenerla en su interior. Le dolía el cuerpo por élla. Su coño pulsaba con necesidad.

Por encima de ella, Santana arrancó su camiseta sobre su cabeza, luego bajó la cremallera de sus pantalones vaqueros y los empujó fuera con su ayuda. Su polla se extendía desnuda ahora en contra de su muslo desnudo, tan absolutamente dura y húmeda, haciendo que su coño se agitara otra vez. Las sábanas lo ocultaban de la cintura para abajo, pero su pecho parecía amplio y los brazos y hombros esculpidos en el resplandor.


Ella observó cómo élla alcanzó los jeans que acababa de descartar, cavando en un bolsillo, abriendo de un tirón la billetera. Ella esperó, tratando de ser paciente, mientras élla desgarró un pequeño paquete. Por desgracia, las mantas bloquearon la luz de la luna iluminando su erección mientras élla rodaba el condón.

Élla separó sus piernas con ambas manos, y ella saboreó su toque masculino el interior de sus muslos.

—Jódeme— repitió ella. Simplemente dejando que la chica mala interior saliera un poco más. Sólo para excitarlo.

— Pronto— respondió élla, aturdiéndola.

¿Pronto? Sin embargo, antes de que ella pudiera protestar, Santana desapareció rápidamente bajo las sábanas y, unos segundos más tarde, arrastró una larga y lujuriosa lamida en el centro de su coño.

—¡Oh Dios!— gritó ella, el placer en espiral a través de ella como electricidad, dejándola asombrada de que ella podría correrse sólo por eso.

Y entonces élla estaba moviéndose sin problemas de nuevo sobre su cuerpo, posicionando sus caderas sobre las de ella, empujando en su humedad, forzando su camino dentro, y... ¡Dios mio, era grande! Ella dejó de respirar ante el maravilloso impacto, adaptándose a la sensación de saciedad, muy segura de que nunca había estado con una Mujer tan grande. Élla no había mentido —sobre llenarla. O sobre el Monumento a Washington. Ella involuntariamente rizó sus uñas en los lisos
hombros, con los dientes apretados.

— ¿Estás bien?— élla preguntó.


Ella asintió con la cabeza, tratando de hablar.

—Eres enorme.

Su sonrisa brilló con arrogancia femnina.

—Te lo dije.

— Yo nunca he... um…— Ella no podía formar palabras.

— ¿Te duele?

Ella le dio a su cabeza un movimiento contra la almohada.

—No. Solo estoy tratando... acostumbrarme a...— Ella estaba exprimiendo las frases entre pesadas respiraciones.

— ¿Esto ayuda?— élla preguntó, y empezó a moverse, empujando lento, incluso provocando.

Oh Dios, lo hacía. —Más— gimió ella.

Sus ojos se cerraron pero ella sentía la sonrisa vanidosa de élla. —Te voy a dar mucho más, de acuerdo, bebé. Te voy a dar todo lo que puedas manejar.

Ella mordió su labio inferior cuando élla aumentó sus empujes, haciéndolos más largos y más profundos. Sus piernas instintivamente se envolvieron alrededor de su cintura bloqueada por los tobillos. Élla se estremeció en respuesta, sus manos moldeando sus caderas mientras bombeaba dentro de ella.

—Yo sabía que ibas a estar apretada, bebé, tan mojada y apretada para mí.

Brittany había encontrado su lenguaje sucio despertando en el ordenador, pero oírlo en esa profunda y seductora voz casi la dejó sin aliento. Esta Mujer sabía exactamente cómo hacer algo que ningún otra Mujer jamás había hecho — hacerle olvidar todo acerca de ser sensible y conservadora.

— ¿Vas a hacer lo que me prometiste?— le susurró a élla.

Sus manos se deslizaron a sus pechos, sus pulgares rozando a través de sus perlados pezones.

— ¿Qué es eso, cariño?

— ¿Vas a joder el conservadurismo directamente fuera de mí?

Una sonrisa traviesa acompañó el brillo lujurioso de los ojos de élla.

—Oh sí, bebé.

Entonces, élla se sumergió en ella más duro, haciéndola gritar con cada firme embestida. Ella levantó las manos sobre su cabeza presionándolas a la gran cabecera de madera para hacer palanca. Su cuerpo estaba cada vez más acostumbrado a élla —menos abrumado, lo que le permitía hundirse en el puro placer. No sólo el placer físico de tenerlo dentro de ella, sino el placer mental, también. El conocimiento de que ella nunca había hecho esto antes, dormir con un hombre que no conocía muy bien, y que élla era la perfección absoluta, esto era excitante como el infierno. Todo lo que ella veía era semejante a un asalto visual: sus ojos oscuros, sexys, sus grandes manos masajeando sus pechos, sus cuerpos moviéndose juntos en una carrera caliente.

Élla era tan largo y duro en su interior que ella estaba segura de que élla se había corrido, y a ella ni siquiera le importaba si ella lo hacía, porque esto era un tipo completamente diferente de placer, sin relación con el orgasmo, sobre nada excepto la forma en que sus cuerpos se conectaban, el rápido enganche, los poderosos embistes reverberando a través de ella. Ella amaba absorber cada golpe caliente que élla le entregaba, le encantaban los grititos que salían de su garganta, la forma en que se sentía casi fuera de su cabeza con lujurioso goce, incapaz de pensar con claridad solo penetrando en su interior

— Quiero hacer que te corras— ella se oyó decirle.

Éll suavizó sus golpes, tomándole la cara entre sus manos.

—Todavía no, cariño.

Ella no discutió. Ahora que lo pensaba, ella no estaba exactamente lista para que esto solo termine aún tampoco. Pero se quedó sin aliento cuando élla retrocedió, extrayéndose de ella. Nunca se había sentido tan abandonada y vacía en su vida.

— ¿Qué...?— Ella se oyó pronunciar en estado de shock.

Dándose vuelta, la puso encima de élla hasta que ella se sentó a horcajadas en sus muslos. Usando dos dedos, élla arrancó la correa de un hombro de su camisola.

—Quítate esto.

Ella agradecida se la sacó por su cabeza.

Élla pasó lentamente sus manos sobre ella desde las caderas hasta los hombros, luego bajo otra vez, pellizcando suavemente sus pezones en el camino. Ella deslizó sus palmas hacia arriba sobre su firme estómago hasta sus pechos, espolvoreado con pelo oscuro. Sus ojos se posaron en su pene, todavía duro como una piedra, arqueado sobre su abdomen a la luz de la luna, más allá de su ombligo. Dios mío, era tan grande como se había sentido.

— He visto este hermoso cuerpo tuyo en la pantalla de mi ordenador, cariño— dijo élla, —y es tan bueno por fin tenerte en mis brazos— Sus manos se extendieron sobre la parte superior de sus muslos antes de deslizarse lentamente hacia adentro, adentro, tan cerca de su coño que ella pensó que gritaría de frustración.

Escuchó su propia respiración, creciendo irregular de nuevo, y entonces — ¡ah, Dios!— élla acarició un pulgar hacia arriba por el centro de sus húmedos pliegues, luego el otro. Ella no podía evitar empujar ligeramente en los toques, cada uno terminando con la más mínimo pincelada sobre su hinchado clítoris.

—Y he visto este hermoso cuerpo correrse tan ardientemente para mí— continuó élla sin dejar de acariciar su coño, sus pulgares moviéndose poco a poco más adentro, más profundo en su coño abierto —Pero ahora quiero hacer que te corras. Hacerte correr duro y ardiente. Sólo para mí.

Sosteniendo su aliento ella encontró su penetrante mirada y ella habló desde su corazón.

—Tú ya hiciste que me corriera. Cada vez. Fuiste tú; fue sabiendo que me mirabas. Deberías saber eso.


Una sonrisa sexy apareció en las comisuras de su boca.

—Pero esto sigue siendo diferente. Dijiste que querías mis manos y mi polla.

Ella dejó escapar un largo suspiro lánguido, junto con una inclinación de cabeza todavía sorprendida de que ella había dicho esas cosas.

—Yo lo hice. Lo hago— Su mirada volvió a bajar a ese apéndice fenomenal.

— Bueno, ahora ellas van a hacer que te corras, bebe. Y yo voy a verlas pasarse sobre ti, verte a ti volar, verte perder el control.

Ella inclinó la cabeza, apretó sus dedos en el pecho.

— ¿No lo sabes? Perdí el control en el momento que me di cuenta que me estabas mirando. Y tal vez lo recuperé, por un tiempo, pero se ha ido otra vez, y no creo que este regresando en este momento.

La sonrisa de élla se ensanchó.

—Eso es lo que quiero. A ti sin ningún tipo de control. Solo haciendo lo que te siente bien. Olvidándote de todo menos del placer.

Como una respuesta ella dejó que su mano fuera a donde quería, apartándose de sus pechos hasta su eje extendiéndose en forma tan prominente entre ellos. Sus dedos se curvaron ligeramente alrededor de éste y élla gimió.

— Móntame— dijo élla.

Y ella no podía pensar en nada que pudiera desear más.

Poniéndose sobre sus rodillas, ella se cernió sobre élla disfrutando de la sensación de sus ojos todavía recorriendo su cuerpo. Nunca se había sentido tan completamente femenina o sexual. Y aunque ella nunca se había tocado para nadie antes de Santana, ya no necesitaba hacerlo desde que élla estaba allí para hacerlo por ella ahora, ella siguió un capricho y dejó que sus manos se deslizaran hasta sus pechos apretándolos sensualmente mientras capturó los pezones entre sus dedos pulgar e índice para pellizcarlos suavemente. Las manos de Santana jugaron alrededor de sus caderas mientras élla miraba, su respiración yendo poco profunda.Y por primera vez cayó en la cuenta que a pesar de perder control sobre sí misma ella estaba ganando un cierto grado de control —sobre élla.

Situándose a sí misma directamente a través de su erección, ella envolvió el puño a su alrededor una vez más posicionándolo en posición vertical, luego se sentó hasta que la cabeza de éste se encontró con su hinchada pulpa. Ella la necesita de nuevo dentro de ella, empujó con firmeza su pelvis hacia abajo, envainándola posesivamente.

Ambas gimieron por la reconexión pero Brittany se preguntó primeramente si ella podría manejar la posición. Se había olvidado de que estar encima hacía sentir la polla de una Mujer aún más y en este momento, Santana se sentía incomprensiblemente grande en su interior. Ella inmediatamente se inclinó hacia delante curvando su cuerpo por encima de élla aplastando sus senos sobre sus pechos.

— ¿Cómo puedes ser tan grande?— preguntó ella en un impulso, su boca cerca de su oído.

Élla rió acaloradamente.

— ¿No te gusta?

— Me encanta, solo que no estoy muy segura de poder tomarla.

Éla volvió su cabeza para hacer frente a ella... sus ojos, bocas, descansado a no más de una pulgada de distancia.



—Puedes tomarla, cariño —dijo élla como si se tratara de un hecho absoluto.

— ¿Cómo lo sabes?

Certeza brillaba en los ojos de élla.

—Te vi tomar la que te envié.

El recordatorio casi la avergüenza, pero de alguna manera eso era pasado. Sin embargo, ella estaba sorprendida de oírse reír.

— ¿Tenías que escoger una morada?

Élla sonrió y ella se derritió un poco más sobre sus pechos.

—Creía que a las chicas les gustaba el púrpura.

Ella le devolvió la sonrisa juguetona.


—Para un suéter, seguro. Pero, Dios mío, ¿un pene morado?

— Creo, cariño, que cuando vienen en colores se supone que las hace parecer más divertidas.

Ella parpadeó, sintiéndose un poco torpe.

—Oh. Yo supongo que... no estaba pensando en ello como diversión entonces.

— ¿Y ahora?— Élla arqueó las cejas.

Ella se mordió el labio, pensando.

—Ahora, esto es divertido. Tu polla es diversión.

La expresión de sus ojos le dijo que le gustaba su respuesta.

—Entonces tú debes pensar en que la puedes soportar.

Ella se mordió los labios y la miró a los ojos levantándose ligeramente, el movimiento elevo sus senos lo suficiente para que sus pezones erosionaran su piel. Mientras élla suspiraba su placer, ella se levantó más sentándose, para darse cuenta de que su cuerpo se había ajustado por arte de magia a élla. Todavía se sentía enorme en esta posición, pero no tan abrumador como para que ella no pudiera disfrutar de ésta.

— Tú eres más grande que el juguete, pero tienes razón, yo puedo tomarte— le aseguró ella, su voz más baja de lo que creía que era posible. Y entonces ella comenzó a moverse, dejando que su cuerpo le guiara. —Definitivamente puedo tomarla.


Ella giró en pequeños pero potentes círculos encima de élla mientras le apretaba la palma de su mano en el pecho. Ella miró descaradamente a sus hipnóticos ojos. Su clítoris rozando su cuerpo con cada movimiento, lo suficiente como para elevarla poco a poco más alto, más alto, hacia la cima que ella buscaba.

— Estás tan caliente, bebe— dijo élla, su voz goteando con una sensualidad que se filtró en sus venas. Sus palabras la alimentaban, al igual que sus ojos. Ella suponía que se había acostumbrado a tenerlos sobre ella, incluso cuando no había sido
capaz de verlos, pero ahora, le encantaban aún más.

Una vez más, se encontró amasándose sus pechos mientras élla observaba.

— Te ves tan bien haciendo eso.

— ¿Quieres besarlos?— preguntó ella, su voz como de una ninfa del sexo. Ella nunca había dicho esas cosas en la cama... nunca, hasta ahora, hasta Santana. Estaba claro que élla había aflojado algo en ella y ahora que esto estaba fuera, ella no estaba segura de que alguna vez volviera a entrar.

— Ah, sí, bebe dame esos bonitos pechos.

Todavía moviéndose sobre élla en ardientes pequeños círculos que frotaban su clítoris de la manera correcta, ella se inclinó para bajar un pezón en la expectante boca de Santana.

—Oh...— Ella ronroneó cuando élla chupó con fuerza, el placer parecía multiplicar la presión acopiada en su coño. —Oh, esto es bueno. No te detengas.

Élla mamó tan intensamente que casi duele, pero más que eso, esto aumentó su placer, llevándola hacia el clímax. Ella se movió sobre élla más ásperamente apretando sus dientes, sintiendo el calor construyéndose y levantándose. Ella cerró sus ojos y recordó la forma en que élla la observaba, las impactantes cosas hechas placer, llevándola hacia el clímax. Ella se movió sobre élla más ásperamente apretando sus dientes, sintiendo el calor construyéndose y levantándose. Ella cerró sus ojos y recordó la forma en que élla la observaba, las impactantes cosas hechas para estremecerlos a los dos y ahora él estaba aquí, realmente aquí, su enorme polla empujando hacia arriba en su hambriento cuerpo —y luego ella cayó en el más dulce y más prolongado orgasmo que había tenido en mucho tiempo. Para comenzar su cuerpo convulsionó entonces ella encontró las olas y las montó, dejando que la llevarán hasta que por fin se desplomó exhausta de nuevo contra el pecho de élla.

— Mmm, ¿cómo estuvo eso?— preguntó la voz de élla radiando con el típico orgullo Femenino.

Ella todavía no podía creer que estaba presionada a élla piel desnuda, perfecta y dura carne.

—Increíble— susurró ella aún débil y tratando de recuperarse.

Y cuando ella volvió en sí, se dio cuenta de lo mucho que quería llevarlo a donde ella acababa de estar. Élla había visto su clímax una y otra vez, sin embargo, ella nunca lo había estar en éxtasis y parecía ser tiempo de cambiar eso.

—Quiero hacer que te corras ahora— ella le dijo, su voz ronca. Ella empezó a moverse sobre élla de nuevo, sólo un poco.

— Eso no va a ser difícil— élla dijo en una risa.

— ¿Qué puedo hacer?— ella preguntó entrecortadamente, sentándose para mirar hacia abajo a su magnífico rostro. — ¿Cómo puedo hacer que te corras?

—Dime lo que tú deseas— élla dijo mirando hacia ella. —Háblame de la manera que lo hiciste antes en la webcam. Habla sucio.

Brittany se mordió el labio. Justo ahora era cuando ella generalmente se iba hosca y malhumorada sobre élla. Después de su orgasmo.

Pero —alegremente— teniendo a Santana aquí con ella, dentro de ella, todo cambió. Ella nunca en su vida le había hablado sucio a una Mujer antes de Santana y hacerlo en una sala vacía en esencia no se había sentido tan real como esto lo hacía, aun así fue increíblemente fácil. Prueba, según ella creía de lo ardiente que élla la hacía sentir.

—Quiero que te corras en mi interior, bebé— susurró ella, pasando sus manos por su plano vientre hasta sus pechos. —Yo quiero que te corras duramente, quiero que te corras dentro de mi coño— Entonces ella se balanceó sobre élla, con más énfasis que antes, puesto que se trataba de su placer, no el de ella. Sintió que sus senos se agitaban y vio caer sus ojos allí y conoció el placer sencillo y simple de ser una mujer sin límites, descarada, sin preocupaciones por lo que pensaran de ella.

—Quiero que me folles, bebé, fóllame con esa polla grande y dura hasta que no te puedas detener ni por un segundo más y luego quiero que te corras en mí, tan jodidamente duro.

— Ah, joder, yo lo estoy, cariño… lo estoy— La voz de élla sonaba tensa mientras sus manos presionaban sus caderas, su erección empujando con vehemencia en su interior. La presión era enorme y abrumadora y ella gritó, no con dolor, sino con la imposible plenitud que él entregaba. Una, dos, tres salvajes embestidas cada una levantándolos de la cama con fuerza bruta cuando él se estremeció profundamente. Ella vio sus dientes apretarse, sus ojos cerrarse, su cara retorcerse en agonía que ella sabía que en realidad era alegría, y le encantaba hacerlo sentir algo tan brutal e intenso.

Una vez más, ella se inclinó para descansar sobre su pecho y los brazos de élla la rodearon acercándola. Ella pensó que se quedarían en silencio, pensó que tal vez élla habría de quedarse dormido como tan a menudo las chicas hacían después del sexo y ella decidió que no le importaría si eso ocurriera incluso sin élla tirando fuera de ella algo sobre ello le parecía extrañamente erótico. Pero en lugar de eso élla le dijo al oído.

— ¿Tienes alguna idea de cuán asombrosa eres?

Las palabras tamizadas a través de ella, como azúcar en polvo, el máximo elogio y éste significaba mucho más ahora que su sexo era real.

—Yo sé que me haces hacer cosas que nunca he hecho antes— Por primera vez, lo dijo sin vergüenza ni arrepentimiento.

— ¿Sabes…— élla dijo, incluso más suave, seductoramente —…que sólo estamos empezando aquí? ¿Sabes que, antes de que esto haya terminado, vas a hacer cosas que ni siquiera te has imaginado?

Ella levantó su cabeza para encontrarse con su mirada en las sombras. Sus palabras hicieron que sus entrañas chisporrotearan, pero ella no se sorprendió. Inconscientemente, debía haber sabido que en el momento en que se metió en la cama con ella, élla no había venido hasta aquí sólo por un simple laico.

—Sí, lo sé. Y no puedo esperar a ver cuáles son.

Élla sacó su cabeza más hacia atrás en la almohada con su mirada bromista.

— ¿Y no vas a pelearme, actuar indignada y ofendida, diciéndome una y otra vez que eso no eres tú?

Ella parpadeó, luego sonrió dulcemente a sus ojos.

—Probablemente, en algún momento— respondió ella, alcanzando su mejilla . —Pero supongo que solo tendrás que convencerme.

Con eso, ella lo besó, otro impresionante beso de nosotros-hemos-estado-besándonos-por-siempre, y este reforzó su determinación. Este hombre había encontrado algo en ella que no sabía que existía. Parte de ella quería encogerse — esto se sentía tan extraño. Pero si ella era sincera, una gran parte suya estaba fascinada con su nuevo yo, y no quería nada más que mantenerse fascinándolo también.
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Mensaje por 3:) Vie Sep 16, 2016 8:59 am

Britt tubo su capricho no mas.... tener a san en carne y huesos jajaja
A ver hasta donde esta dispuesta a llegar britt con lo que san le va a mostrar o enseñar.....
Si asi fue la primera vez??!!!!
3:)
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Sep 21, 2016 6:16 am



Capítulo Siete

Lo único malo de los maravillosos ventanales del piso al techo abovedado de la habitación era cuando el sol de la mañana salía a través de éste. Pero a Brittany no le importaba —desde su llegada aquí, el sol la había puesto de pie temprano frente al ordenador y hoy no le importaba porque tenía una buena vista. No del gran paisaje invernal de afuera, sino del hombre en su cama.

Ella se giró para mirar levantándose ligeramente. Era como en un museo, con una luz brillante sobre una obra maestra. Y en este caso, la obra maestra era Santana. Pómulos altos y una aristocrática nariz lo hacían clásicamente guapa, pero el rebelde mechón de pelo negro inmerso sobre su frente en su barbilla la cual había crecido aún más gruesa durante la noche daba a ver una chica mala. Ella tenía razón —no obtenía tías como élla. Sólo la tenía a élla ahora.

E incluso a la luz del día, ella no albergaba arrepentimientos. Tal vez ella era suficientemente conservadora para necesitarla aquí, con el fin de ser mala con élla.


Pero también era lo suficientemente liberal, de repente suficientemente hedonista, ahora que élla había llegado, como para seguir siendo mala y ver esto por lo que era —una oportunidad de oro para disfrutar de la clase de relación que ella nunca experimentaría en casa, en su mundo real, en su vida real.

Se mordió el labio, estudiando su suprema belleza femenina, dejando caer su mirada hacia sus pechos desnudos mientras sus pensamientos caían aún más abajo, debajo de las sábanas. Ella contuvo la respiración, recordando cómo se había sentido contando con élla dentro de ella.

Rodando sobre su espalda, lanzó una pequeña sonrisa al cielo. Ella no podía estar completamente segura de que Dios lo aprobaría, pero a ella le gustaba pensar que algo como esto no caería en su regazo, si Élla no quisiera que ella lo disfrute.

— Buenos días, copo de nieve.

Miró a su amante mientras éste se empujaba sobre un codo, con su propia sonrisa traviesa.

— ¿Pensando en la última noche?— élla preguntó, burlándose con los ojos.

— Culpable de los cargos.

— ¿Entonces no lamentas que haya venido?

Ella negó con la cabeza contra la almohada.

—Todo lo contrario. Ya te dije eso anoche.

Élla se encogió de hombros.

—No significa que no podrías haber cambiado de opinión por ahora.

— Digamos que la cosa verdadera es mucho más persuasiva que sólo tener una cámara.

Élla dio corto asentimiento con la cabeza, arqueando una ceja diabólicamente.

—Así que te gustó mi polla.

Ella estaba lista y dispuesta a ser mala, pero en el brillante sol de la mañana, tal lenguaje seguía ruborizando sus mejillas.

Élla se rió suavemente y se apoyó cerca.

—No te preocupes, cariño… le gustas, también.

— No puedo imaginar lo que debes pensar de mí en este momento— ella dijo en un arrebato de honestidad. —Supongo que parezco como si tuviera una doble personalidad. En un minuto estoy dispuesta, al siguiente no lo estoy. Probablemente parezca... alguien que necesita medicación— concluyó con una risita y deseó que no hubiera sonado tan nerviosa.

Pero élla se mantuvo en calma y su sexy voz volviéndose baja.

—Solo pareces una mujer que necesita una buena dosis de mí— Entonces le dio un breve beso en sus expectantes labios.

Se convirtió en un beso más largo, debido a que besarla era tan fácil —y tan simplemente íntimo. Después de comunicarse con élla a través de un ordenador durante tanto tiempo, solo tener su boca moviéndose sobre la de ella era como la conexión definitiva. Estar desnuda en la cama con élla era, sorprendentemente, tan cómodo y agradable como cruel y emocionante.

Antes de que ella lo notara, Santana estaba sacando otro condón, separando sus piernas debajo de las sábanas, y clavándola al colchón. Al igual que la noche anterior, hubo un momento de ajuste por estar tan llena de élla y también como antes, ella se oyó gritar con cada embestida que élla tan hábilmente entregaba. Ella envolvió sus piernas alrededor de élla y se mantuvo con fuerza mientras su cuerpo absorbía la gloriosa paliza.

— ¡Quiero hacer que te corras— élla le dijo y en un suave movimiento, deslizó sus brazos alrededor de ella y recogió su espalda hasta que ambos se sentaron en el centro de la cama en un estrecho abrazo, tan cerca que le robó su respiración. Agregando que la posición le hacía sentirlo infinitamente más grande dentro de ella, era todo lo que podía hacer para mantener la compostura.

Ella miró sus ojos... sí, eran de color marrón, un color rico y profundo como el terciopelo, y lo vio realmente con claridad por primera vez. Tal pasión rebozando en su mirada que hacía más fácil ser la chica mala que élla tan claramente adoraba. Ella enterró los dedos en su pelo y lo besó salvajemente, luego se movió contra élla, en busca de su liberación. Su coño se cerraba apretado alrededor de su increíble eje, y ella tuvo la impresión de que su polla se extendía dentro de ella a longitudes asombrosas.

—Tan grande dentro de mí— se oyó respirar por encima de élla. —Tan grande.

Sus ojos brillaron con malicia.

—Móntame, nena. Móntame duro. Quiero ver cómo te corres por mí otra vez.

Ella no lo dudó, anhelando sólo darle lo que élla quería. De alguna manera las ansias de ella se habían atado a los deseos de élla. Nada era más emocionante para ella que complacerlo. Así que ella trasladó su cuerpo sobre el suyo, moviéndose en poderosos círculos que le hicieron sacudir sus pechos contra el pechos de élla.

Ella se arqueó, duro, más duro, y se echó hacia atrás para dejarla que esparciera una lluvia de besos a través de la piel sensible de su cuello. Dentro de ella, la gloriosa fiebre se elevó, su aliento volviéndose en frenéticos gemidos, y aunque a no muy a menudo había tenido relaciones sexuales a la luz del día, ella entendió que —como siempre con Santana— tener sus ojos sobre ella era el combustible, el impulso, que la llevaría a su destino final. Era como si su ardiente mirada físicamente la empujara —alto, más alto.

Hasta que una vez más, se vino abajo gritando de placer cuando las duras sensaciones del orgasmo la sacudieron. Ella clavó sus uñas en sus hombros, gritando — ¡Dios, me estoy corriendo! ¡Ya me voy!

Y luego Santana se unió a ella, empujando en su interior más duro, más profundo, y como en la noche anterior, levantándola de la cama con su majestuosa polla.

—Yo también, cariño… ah, sí, yo también— Ella flotó por debajo del clímax a tiempo para ver el éxtasis barrer en su rostro, ella podía ver mucho más claro esta mañana, y la asombró saber que ella le había hecho sentir demasiado.

Tan pronto como élla abrió sus ojos, ella lo besó de forma espontánea, luego sonrió, apoyando su frente contra la suya.

—Me encanta ver cómo te corres— admitió ella.


Élla se retiró hacia atrás un poco para mirarla.

—Ahora ves por qué yo disfrutaba tanto de nuestro pequeño juego.

Ella asintió con un encogimiento de hombros.

—Pero esto es mejor, porque ahora yo puedo verte también.

Otro beso corto, y los ojos de Brittany aterrizaron sobre un reloj de escritorio en la habitación, esta vista devolviéndola a la desagradable realidad.

—Y desearía poder seguir viéndote, pero me temo que me llama el deber.

— ¿El deber?

— Libros que escribir, plazos que cumplir.

Élla levantó la barbilla ligeramente.

—Ah— Luego miró a sus cuerpos, aún unidos, antes de levantar los ojos hacia ella. — ¿Así que estás dispuesta a renunciar a esto por eso?

— No por elección. Pero si yo no escribo un libro, no me pagan. Y no todas somos propietarios de fabulosas casas por todo el mapa. Algunos de nosotros sólo tenemos un pequeño apartamento en Seattle, y el alquiler no se paga solo— Con eso, a regañadientes se despegó de élla con un largo suspiro. No la gustaba poner fin a esto, pero estaba decidida a ser práctica, a no dejar que esta mujer la llevara completamente lejos de la vida real.

— Yo difícilmente soy propietaria de casas por todo el mapa. Esta es la única, además de mi lugar en Los Ángeles.

— ¿Dónde es aquí exactamente? ¿Beverly Hills o algo así?

Élla sonrió burlonamente.

—No, no es Beverly Hills.

— ¿Dónde, entonces?

—Malibu— respondió en voz baja, pero no parecía ni remotamente avergonzada.

Ella suspiró con nostalgia.


—Justo en la playa, supongo.

Se encogió de hombros.

—Oye, si vas a vivir en Malibú…

Ella se rió, sorprendida de que había terminado jodiendo con una tipa playboy rica. Esto no era tan ella. Pero entonces, había decidido no ser ella, ¿no es cierto? Sólo por ahora, sólo por el tiempo que élla estuviera aquí. Y ella no le preguntó cuánto tiempo pensaba quedarse, no sólo porque ella no quería parecer ansiosa, sino porque la decadente, sexualmente liberal Brittany no necesitaba saberlo. Ella lo tomaría como venía, por lo que valía la pena. Cuando todo terminara, ninguna gran cosa. Lo apuntaría sólo como otra experiencia de vida. Una grande.

Cavó debajo de las sábanas, en busca de su ropa interior que había sido empujada fuera con tal abandono durante la noche.

— Entonces, ¿cómo está yendo el libro? Nunca me lo dijiste.

Ella miró por encima de su hombro para verlo perfectamente extendida y desnuda sobre la cama —el condón desde hace mucho tiempo eliminado en un basurero cercano. Ella no podía apartar la mirada de élla.

— Bien— dijo simplemente. No mencionó que su entrada en su vida había de alguna manera sido el puntapié inicial de su creatividad.

— ¿Así que tu bloqueo de autor se ha ido?

Ella asintió con la cabeza.

—Supongo que esto... el cambio de paisaje era justo lo que necesitaba— Encontrando su desechada ropa, se deslizó las bragas, todavía en la cama.

— Me alegro de poder ayudar. Prestándote la casa, quiero decir— élla añadió un guiño y ella se preguntó si de alguna manera élla sabía que su éxito era por algo más que un nuevo punto de vista por la ventana.

— Por lo tanto— ella dijo — ¿Supongo que tus altos tipos de inversores sólo pueden pasar rápidamente por el país cada vez que tú lo deseas?— En realidad ella estaba preguntando cómo era posible para élla dejar atrás tan alto perfil de trabajo de un momento para otro sin previo aviso.

— Nada está sucediendo en este momento que no pueda manejar a través del teléfono o del ordenador.

Ella señaló vagamente hacia el piso de abajo.

—Si necesitas el equipo que he estado usando, yo puedo...— ¿Qué podía hacer ella? ¿Usar el de su bolsillo? —Dejar de trabajar— Ella odiaría hacer eso con su plazo de entrega pendiente y su historia enfocándose ahora, pero tenía que hacer
la oferta.


— No te preocupes, copo de nieve. Traje un ordenador portátil. Todo lo que tengo que hacer se puede hacer a partir de ahí.

— Fue amable de tu parte— ella dijo, probablemente demasiado bajo.

— ¿Qué puedo decir? Yo soy una tipa un poco considerada— Las dos se rieron cuando ella le devolvió la malvada mirada, desde que parecía claro que su reflexión definitivamente caía dentro de los parámetros de élla también siendo mortalmente seductor y ligeramente dominante.

— ¿Así que disfrutaras tu día derrocando imperios desde aquí?

Élla dio a su cabeza un movimiento fácil.


—No, tal vez tenga que trabajar un poco, pero este viaje es mayoritariamente de placer. Mientras estés ocupada, voy a ir a las pistas— Ella se lo imaginó deslizándose por un doble diamante negro como una profesional —élla parecía la tipa de persona que probablemente era experto en todo lo que hacía. —Voy a darle a mi amiga Quinn una llamada y ver si élla puede separarse de su trabajo por unas horas. Vive aquí todo el año en la casa de al lado de la montaña— élla hizo un gesto en esa dirección —y la mujer siempre está buscando una excusa para esquiar, así que no me va a rechazar.

*****

Era bueno golpear la nieve —y el mejor tiempo, también, justo en el medio del mes de febrero. Un poco frío —Santana a veces prefería más esquiar en primavera— pero el día era luminoso y despejado, las pistas bien cuidadas, y élla se sentía llena de energía, mientras ellos subían en la aerosilla a la cima de la
montaña Vail.

— ¿Hablas en serio?— Quinn dijo tan pronto como la silla de la elevación abandonó la tierra. — ¿Viniste aquí para seducir a una chica que nunca antes conociste sólo porque ella se quedaba en tu casa?


Era lo último que Santana había tenido la oportunidad de decirle antes de dirigirse a la carrera por la Blue Ox, una asesina pista doble diamante negro que conducía de regreso hasta la aerosilla.

— Y porque ella es ardiente— aclaró Santana.

— ¿Cómo sabías que era caliente?

— Webcam.

— ¿La espiaste por la jodida webcam?

Santana se volvió hacia su amigo. Los mechones rubios del pelo de Quinn salían por debajo de su gorro en diferentes ángulos, enmarcando una expresión llena de acusación. Dicho así, sonaba bastante atroz.

Élla respondió con sinceridad. Más o menos.

—Yo estaba comprobando para asegurarme de que ella llegó bien. Sabes que lo hago a veces— Élla omitió la parte en que ella estaba tocándose a si misma. No tanto porque fuera una buena Tia, sino porque pensaba que era posible que Quinn y Brittany pudieran reunirse antes de que esta pequeña velada llegase a su fin, y élla era por lo menos lo suficientemente bueno como para no avergonzarla de esa manera. A algunas chicas que Santana había conocido no le importaría si élla contaba todos los detalles de su sexo, pero a Brittany definitivamente le importaría, y a pesar de que élla aún quería sacarla todavía más afuera de su pequeño caparazón conservador, élla podía respetar un deseo tácito de un poco de privacidad.

— ¿Y ella era lo suficientemente ardiente como para que te subas a un avión y vinieses a golpear a su puerta?— Quinn le preguntó.


—Mi puerta— aclaró de nuevo, esta vez dejando de lado que élla no había golpeado.

—Aun así, sin embargo, amiga, ¿le prometiste a la chica tu casa y solo apareces de esa manera?

Santana le lanzó una mirada. — ¿Desde cuándo te volviste policía de la moralidad?— Por lo general, Quinn era todo sobre el buen sexo e iría hasta el extremo para conseguirlo.

Su amiga se encogió de hombros dentro de su parca de esquí.

—Desde que me di cuenta de que soy una idiota la mayor parte del tiempo, supongo.

Sanana parpadeó. ¿Qué demonios?

— ¿De qué estás hablando?

Quinn suspiró.

— ¿Te acuerdas de Marianne?

Una linda pequeña conejita del esquí que Quinn había conocido en las pistas de la montaña Copper el invierno pasado. Cuando Santana había llegado durante un mes en el verano, Quinn todavía había estado saliendo con ella, pero dada la rapidez con la que élla suele soplar a través de las mujeres, Santana se había olvidado de ella.

—Sí, claro.

—La engañé— Quinn mantuvo su mirada al frente mientras hablaba.


—Oh— Nunca condenaría a una amiga por eso, pero élla pensaba que era un movimiento estúpido. Como regla general, Santana no engañaba. También debido a que Santana no se comprometía. Había descubierto en el momento en que se había graduado de la universidad que eso no era para élla —no le gustaba sentirse obligada a nadie, y sobre todo no creía en la monogamia. Éllka creía que, si optas por ser monógama, debes estar muy bien de esa manera, pero élla nunca se puso en esa posición en particular. —Déjame adivinar. Ella se enteró.

— Sí. Y la lastimó— Quinn negó con la cabeza sin poder hacer nada. —Yo no sé ni por qué lo hice; la otra chica ni siquiera era completamente ardiente. Fue casi como... por costumbre o algo así. Porque era idiota.

Santana nunca había oído a Quinn ser autocrítica antes —la tipa era normalmente segura y sin preocupaciones. Élla no sabía qué hacer con ello.

— ¿Y la moraleja de la historia?

— Fue un gran error. Me encantaba Marianne. Quiero decir, yo estaba realmente enamorada de ella, amiga.

La mandíbula de Santana cayó. Al igual que élla, Quinn no "caía en el amor".

— ¿Tú? ¿Enamorada? ¿Con una chica?

Quinn se encogió de hombros.

—El fin de una era, ya lo sé. Pero el punto es, que me enamoré de ella, hice algo estúpido, y la perdí. Y lo lamento como el infierno. Sucedió hace seis meses, y parece que no puedo sacudirme esto. No he mirado a otra mujer desde entonces.

—Me estás tomando el pelo— ¿Quinn ella era una mujeriega no había mirado a una mujer en seis meses? El cielo debía empezar a caerse en cualquier momento.

—Desearía. A veces las jovencitas tratan de buscarme en los bares, o si estoy pasando el rato en una pensión al final de un día de esquí, y mi polla quiere que preste atención, pero me siento muy mierda por lo que le hice a Marianne.

— ¿Y ella no te perdonará? Quiero decir, tal vez si ella supiera que aún la extrañas seis meses después, eso cambiaría su mente.

Quinn dio movimiento a su cabeza un corto y decisivo.

—Ella siguió su camino. Tiene una chica nueva. Comprometidas y todo. Me encontré con su hermana en el restaurante mexicano en Edwards la semana pasada, y ella me lo dijo.


—Entonces ella paso de ti, sobre el dolor. ¿Eso no significa que puedes seguir adelante, también?

—Debería significarlo, supongo. Hasta ahora, sin embargo, todavía me siento una mierda.

Santana dejó escapar un suspiro.

— ¿Quién eres tú? Yo no te conozco, mujer.

Quinn se mantuvo deprimida.

—Creo que nunca me di cuenta de lo mucho que algo como eso podría lastimar a una chica hasta que vi la forma en que ella reaccionó. Y hasta que terminé siendo herida también.

— ¿Y todo esto tiene que ver con que yo esté mostrándome aquí?— Santana preguntó. Impresionada como élla había estado por la confesión de Quinn, élla había estado esperando llegar a este punto en particular del paseo de elevación completo, el cual estaba llegando a su fin. La aerosilla se acercaba rápidamente al punto de partida en la parte superior de la montaña.

—Bueno, no es de mi incumbencia, pero... creo que estoy pensando más en los sentimientos de las chicas que antes. Y parece bastante presuntuoso mostrarse sóla sin previo aviso cuando ella llegó aquí por privacidad. Yo quiero decir, por amor a Cristo, ¿qué hizo ella cuando te vio?

—Ella jodió mi cerebro— dijo Santana suavemente mientras se paraba de la silla elevadora para deslizarse por la rampa de salida, listo para la próxima carrera.


****


Parte de Brittany quería matarse por dejarlo ir. Ella la había tenido aquí, en la cama con ella, desnuda —la mujer más físicamente perfecta que jamás había conocido— y lo había enviado lejos ¿porque ella tenía un libro que escribir? Por otro lado, sin embargo, ella no podía estar arrepentida, porque el día voló tan rápido como sus dedos sobre el teclado, la historia de Riley y Sloane se derramó fuera de ella a una velocidad récord. Ella apenas si tenía que pensar, las palabras simplemente fluían —como si hubieran quedado atrapadas en un gran cubo en algún lugar dentro de ella y finalmente se había volcado.

Como ella había sospechado, Sloane ahora era una parte importante de la historia. Riley se mantenía completamente en la lujuria con él, pero ella todavía no estaba segura de cuánto confiaba en él. Él era coqueto y arrogante y ella pensaba que él era un regalo de Dios para el mundo de los ojos privados —pero cuando Riley y Sloane juntaron sus cabezas, las cosas comenzaron a suceder.

Toda la cuestión de por qué alguien podría robar un valioso broche antiguo sólo para esconderlo en un cobertizo se mantuvo. Pero trabajando juntos, los dos habían dado con una idea: si alguien había escondido el broche en la propiedad, tal vez los otros elementos que faltan podrían estar ocultos allí. Por ejemplo, la semana pasada, ellos descubrieron, que el Sr. Dorchester había perdido un cheque de dividendos antes de que pudiera llevarlo al banco. Una excepcional primera edición de Adiós a las armas, firmada por el propio Hemingway, había desaparecido de la biblioteca, también. Los Dorchester tampoco lo habían mencionado hasta que Riley y Sloane habían empezado a preguntar—tanto el Sr. y la Sra. D. habían supuesto que se habían vuelto un poco olvidadizos y los habían extraviado. Pero ahora, Riley y Sloane había partido en busca de tesoros de todo
tipo. Si pudieran desenterrar los otros artículos que faltaban, tal vez las piezas del rompecabezas comenzaran a reunirse.

Y, por supuesto, él la había besado una vez más, también.

Ella había estado subida a una escalera de mano, de nuevo buscando en el cobertizo de las herramientas, chequeando la parte superior de una gran caja de madera antigua. Las manos de Sloane habían llegado calientes sobre sus caderas, estabilizándola.


Riley temía que podría haber habido una serpiente de cascabel enroscada sobre el viejo armario y ella no la hubiera visto —porque en todo lo que podía concentrarse en ese momento eran en las dos tibias palmas soportando sus caderas. Ella había sido tocada por otros hombres antes, pero Sloane Bennett parecía tener un inusual dominio sobre ella —en sentido literal y figurado. Ella trataba de decirse a sí misma que esto era simplemente porque él la había besado incluso antes de que fueran presentados, que tal poderosa química había sido inevitable. Sin embargo, la explicación no hizo nada para atenuar su salvaje atracción hacia él.

— ¿Algo allá arriba?— él preguntó.

Enfócate. Ella vio algunas piezas de acero oxidado que probablemente habían sido alguna vez conectadas a un carro o carreta, y una manguera de jardín enrollada. La manguera parecía un probable escondite, por lo que metió la mano en el centro, donde no podía ver, para tantear alrededor.

¡Algo se escurrió entre sus dedos! Ella gritó y saltó en el aire.


Aterrizó en los poderosos brazos de Sloane Bennett, su corazón latiendo demasiado rápido mientras miraba sus ojos marrón oscuro.

—Araña— ella dijo en una respiración temblorosa. —O por lo menos se sentía como tal.

— Nunca he oído hablar de una detective temerosa de una pequeñita araña, Riley.

— ¿Quién dijo que era pequeña?— ella susurró, casi sin aliento por estar tan cerca de él.


—Pero seré feliz de sacar eso de tu mente— dijo él, entonces bajó su boca por completo en ella.

Fue el mejor encuentro con una araña que Riley Wainscott había tenido.


Por supuesto, una vez que el largo y embriagante beso había terminado, ellos discutieron. Mientras que Brittany antes de ayer por la noche, se había escapado de Santana cada vez que había tenido un orgasmo, Riley peleaba con Sloane cada vez que él la besaba. Riley simplemente no estaba acostumbrada a sentirse tan consumida por un simple beso, un simple hombre. Ella temía su abrumadora atracción hacia Sloane tanto como se sentía atraída por ésta.

Cuando el día en la escritura se había ido, los dos detectives habían continuado su búsqueda en los terrenos de los Dorchester. Aunque Riley había vivido en la puerta de al lado con la tía Mimsey durante muchos años —ya que sus padres habían muerto en un accidente automovilístico cuando Riley era una adolescente— ella nunca había explorado la propiedad de los Dorchester ni se dio cuenta de lo vasto que era esta. Ella había asistido a los tés de la señora D en el salón o a la ocasional comida campestre del Cuatro de Julio en el extenso patio trasero, pero mientras ella y Sloane buscaban pistas, se dio cuenta de que las pintorescas tierras se extendían más allá de lo que ella sabía.


Habían buscado en todos los altos árboles de sombra con casas de aves, los arbustos bien cuidados y los arbustos en flor, el pequeño huerto, donde Edna y la Sra. D. trabajaban juntas durante los meses de verano —y entonces Sloane había visto un camino detrás del jardín que llevaba hacia atrás a través de los árboles. Él había tomado la mano de Riley y comenzaron a seguirlo juntos…

Hasta que se encontraron de pie en un hermoso parque parecido a una plaza de verde hierba espesa salpicado de canteros con flores de colores, perales de forma perfecta —cada uno luciendo una pajarera roja o azul brillante— y en el centro, un banco de piedra colocado allí claramente para que uno pueda sentarse y disfrutar de la belleza y tranquilidad. Una fila de gruesos arbustos —de por lo menos ocho pies de altura— bordeaba el perímetro, de modo que era imposible ver hacia fuera e igualmente imposible que alguien pudiera ver hacia adentro. Ellos habían descubierto... un jardín secreto.

— No sabía que esto estaba aquí— dijo Sloane, claramente impresionado.

— Yo tampoco, y he vivido al lado durante años.

— Me alojé aquí durante los veranos, cuando era un niño y anduve por estos jardines; pero creo que nunca me aventuré tan lejos de la casa.

— ¿Por qué crees que está aquí?— Riley le preguntó. — ¿Por qué crees que nadie lo sabe?— Ella levantó la mirada hacia Sloane, dándose cuenta de que ellos todavía se sostenían de la mano. Ella no hizo ningún esfuerzo para alejarse, y él tampoco.

Él negó con la cabeza.

—No puedo imaginarlo— Entonces él miró a su alrededor, aun tomando la maravilla. —Se siente como que estamos muy lejos, sin embargo, ¿no? De todo.

Riley asintió con la cabeza. El resto de la encantadora finca era inmaculada y digna de una postal, pero algo acerca de este pedazo de tierra de libro de cuentos se sentía casi mágico. El tipo de lugar que puede hacerte olvidar de que el resto del mundo existe.
La hierba era más verde, las flores más vibrantes. Si ella no lo supiera, juraría que el cielo era más azul.

Mientras estaba allí de la mano con su compañero de cabello oscuro, ella miró a su alrededor, disfrutando de cada detalle del lugar, sintiendo como si el jardín de alguna manera los envolviera y fuera, de alguna manera etérea, empujándolos más cerca.

Fue entonces cuando ella vio la cinta de papel asomando de la abertura redonda de una pajarera roja en forma de un granero. En lugar de liberar la fuerte mano de Sloane de su agarre, lo empujó a lo largo de su espalda, y él la siguió, por una vez dejándola conducir. La pajarera colgaba demasiado alta para su acceso, pero ella señaló en silencio, y Sloane vio claramente lo que llamaba su la atención. Alargó la mano hacia
ésta, deslizando fuera un rectángulo de la puerta circular.

A medida que él lo extendía entre sus manos, los dos se asomaron para ver el faltante cheque del Sr. Dorchester.

—Los dividendos del tío Howard— dijo Sloane mientras Riley abría la boca.

Ellos, por supuesto, no tenían idea de lo que esto significaba, pero desenterrar otra gran pista se sentía como un triunfo supremo. En un impulso, Riley echó sus brazos alrededor del cuello de Sloane, y él la cerró en un fuerte abrazo.

— ¡Por fin!— ella dijo. — ¡Otro elemento faltante oculto en el terreno!

— Por fin— repitió él, pero su voz se había ido más bajo, ahumada, y sus párpados estaban sombreados, sus ojos medio cerrados en lo que Riley podía descifrar como deseo puro. —Por fin llego a besarte otra vez.

Habían pasado sólo un par de horas desde la última vez, pero se sentía como una eternidad para Riley también. Su boca se aplastó duro en ella, el beso tragándola y haciéndola olvidar todo lo demás, excepto a este hombre y a este espacio secreto que se sentía tan privado, tan perfectamente aislado.

Riley nunca había hecho el amor con un hombre que apenas conocía, pero cuando los besos se profundizaron, comprendió que era a donde ellos se dirigían, y ella no tenía la menor intención de detenerlo.

Por supuesto, se supone que si ella se tomara en serio finalmente mostrarle al mundo que podía ser un buen detective, debía mantenerse centrada en resolver este misterio. Este podría ser el que la conduzca a una carrera en las investigaciones. Y sin embargo...

Los besos de Sloane, desparramándose desde su cuello hasta su hombro, le hicieron zumbar todo el cuerpo. Y cuando él desabrochó su camisa, no podía dejar de querer que él viera el lindo sujetador rosado que se le ocurrió ponerse esta mañana. No es que su elección de ropa interior tuviese algo que ver con él —ella podía estar locamente atraída por el hombre, pero ¿cómo podría haber sabido ella que posiblemente ellos tropezarían con un jardín secreto que la haría sentirse tan seductora como el mismo Sloane?

Poco a poco, él la desnudó liberándola de su sujetador y hundió la boca en sus doloridos pechos. Momentos después, cayeron de rodillas y Riley no quería hacer nada más que acostarse y sentir la fresca hierba contra su espalda mientras él hacía el amor con ella.

Y eso es exactamente lo que pasó. La alfombra de hierba la amortiguó tan dulcemente como cualquier cama mientras Sloane se movió en su interior con movimientos lentos y profundos que llenaban sus sentidos. El rico olor de la hierba se mezclaba con la fragancia de las rosas cercanas. El sol calentaba su rostro. Y Sloane la hizo sentir hasta la última gota de una mujer.

Tal vez ella debería haber dicho que no. Tal vez fue demasiado pronto, sobre todo teniendo en cuenta que ni siquiera estaba segura todavía, si a ella realmente le gustaba él. Pero nunca había conocido a un hombre tan tentador y la exuberancia del jardín secreto había parecido el ingrediente final para algo con lo que —si ella era honesta— había estado soñando despierta desde el momento en que había puesto los ojos en él.

— Nunca he hecho esto antes— le dijo a él. —Hacer el amor con un hombre que no conozco muy bien.

Él sonrió con vehemencia hacia ella. —Tú me conoces ahora, cariño.

Si así era cómo ellos celebrarían cada vez que encontraran una pista, ella tenía la ensación de que la solución de este misterio en particular iba a ser mucho más divertida de lo habitual.




Brittany le sonrió a la pantalla, después de haber terminado el capítulo. No tenía idea de si su editor dejaría una escena de vuelo en lo que eran por lo general novelas pintorescas y familiares, pero por ahora, estaba siguiendo a su musa, y su musa estaba sin duda pensando en sexo hoy en día. Por el momento, no estaba segura de que su musa alguna vez dejara de pensar en ello. Desde que se familiarizó con Santana, ella había tenido las relaciones sexuales en el cerebro, y ahora que él estaba aquí, no esperaba que eso cambie en el corto plazo.

En ese momento, la puerta se abrió, dejando entrar una pequeña explosión de aire fresco. Otro día soleado había llenado la casa con el calor del sol, así que sólo llevaba una camisola y corredores. Ella miró hacia arriba, envolviendo sus brazos alrededor suyo para protegerse del frío.

Santana apareció resistente y fría en su equipo de esquí, como unaMujer quería terminar con una manta al lado del fuego.

— ¿Fue divertido esquiar?— preguntó ella, poniéndose de pie para darle la bienvenida.

— Sí. Un gran día afuera. Estoy molida.


— Oh— Bueno, eso estaba bien. Ella podía tener las relaciones sexuales en el cerebro, pero la idea de la manta y el fuego hicieron un llamamiento también, así que ella haría lo mejor de ello. Ella misma había esquiado alguna vez, y recordaba que un día en las pistas, podía dejarte agotada.

Ella sólo podía asumir que su decepción estaba escrita en su cara cuando élla dijo

—No te preocupes, copo de nieve. No estoy tan cansada.

Ella casi sintió sus pezones endurecerse en la profunda promesa de su voz.

—Bueno, si lo estuvieras, lo entendería. Es decir, no es como que necesito sexo constantemente, ni nada.

Élla se rió entre dientes.

—Es una pena, porque así es cuán a menudo tengo la intención de dártelo.

Ella contuvo la respiración.


—Si insistes.

— Lo hago. En este momento, de hecho. Te quiero en la ducha.

Un suave suspiro se le escapó. Ella las había imaginado haciendo la cena juntas, tal vez hablando un tiempo, llegando a conocerse un poco mejor... entonces tener más sexo.

— ¿Qué pasa?— Se quitó un par de resistentes guantes negros de esquí, arrojándolos en las baldosas de la esquina del vestíbulo, luego quitó la gorra de béisbol con el logo del Resort Vail de su cabeza, también.

Ella se mordió el labio.

—Nada.

Se quitó la chaqueta de esquí y la dejó caer al suelo para revelar un suave jersey de lana.

— ¿Te volviste toda sensata y conservadora hacia mí de nuevo hoy?— preguntó élla avanzando hacia ella bajando los dos escalones alfombrados dentro de la hundida sala de estar. Se acercó descansando las manos en sus caderas. — ¿Es aquí donde tengo que convencerte y persuadirte?— Élla dejó que sus manos se deslizaran hacia arriba por los lados de sus pechos. Ella no llevaba sujetador, por lo que sus pezones sobresalían prominentemente a través de su top mientras élla
acariciaba su pulgar sobre ellos, y su coño se agitó.

—No creo— dijo ella con voz entrecortada mientras sus manos se curvaron en la lana sobre su pecho —...que tengas que trabajar muy duro para obtenerme donde me quieres.

Una sonrisa lenta se extendió sobre el rostro de élla.

—Bien. Vamos a mojarnos juntas.
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Sep 21, 2016 6:19 am

BUENO SEGUN ABEIS IDO LELLENDO EL CAPITULO HOS ABEIS DADO CUENTA DE QUE SANTANA NO ES LA UNICA CON PENE Y NO QUE QUINN TANBIEN ESPERO QUE DIFRUTEIS DE CAPITULO
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Mensaje por 3:) Miér Sep 21, 2016 1:03 pm

No creo que quinn sola aya encontrado en amor....
A ver hasta donde puede trabajar britt teniendo a san dando vueltas a su alrefedo.... jajaja
Si que la vicita de san le ayudo bastante a britt y su libro!!!
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Mensaje por micky morales Miér Sep 21, 2016 8:12 pm

vaya inspiracion!!!!! muy interesante por lo que paso quinn, pasara santana por lo mismo?, claro sin que haya alguien que quiera casarse con britt logicamente!!!!
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Mensaje por JVM Jue Sep 22, 2016 12:05 am

Pobre Quinn, esperó que conozca a la persona adecuada pronto, por algo no funcionó con su ex.
Y bueno San ni Britt están buscando una relació, pero en el camino tal vez encuentren mas de lo que querían, así que todo con calma.
Mientras que aprovechen y de conozcan más :)
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Mensaje por ana_bys_26 Mar Sep 27, 2016 4:29 am



Capítulo Ocho


Ellas se quedaron de pie en la habitación, fuera de la gigantesca ducha de mármol, los ojos de Santana chispeaban con picardía y sexo. Parte de Britttany se preguntaba de nuevo cómo había terminado en el mismo juego —donde ella estaba dispuesta a hacer todo lo que este hombre quisiera y élla lo sabía. Afortunadamente, ella rebozaba más por la anticipación que por la agitación.

—Pantalones— dijo élla, señalando los de ella, luego el suelo.

Tirando del cordón debajo de su ombligo, ella sintió la tela aflojarse, entonces los empujó hacia abajo. El pantalón cayó, y ella dio un paso fuera de éste sin problemas, dejándose una camisola rosa y unas braguitas de algodón blanco.

—Camisa— dijo ella, siguiendo su ejemplo y levantando un dedo hacia su sueter.

Élla se lo quitó por su cabeza y lo tiró a un lado, pero aún llevaba una camiseta , sujetador deportibo y pantalones de esquí.


— Esa, también— agregó ella, señalando hacia la camiseta.

Élla sonrió suavemente, luego se la sacó, también.

—Camisola— dijo éla.

Poco a poco, sin apartar los ojos de élla, ella empujó hacia abajo la correa de un hombro, retirando con cuidado el brazo, luego el otro. Enganchando sus pulgares en el escote, deslizó la ajustada camisola hacia abajo, acaloradamente consciente de que ella disfrutaba mostrando sus pechos a su mirada hambrienta. Empujó la parte superior poco más allá de su cintura, moviendo sus caderas para ayudar a su descenso, hasta que finalmente cayó hasta sus tobillos. Los ojos de élla quemaban a través de ella, haciéndola sentirse al cien por cien por élla.


Ella tuvo que tragarse de nuevo su deseo antes de que pudiera decir las siguientes palabras.

—Ahora tus pantalones y el sujetados— dijo ella, mirando fijamente mientras élla se bajaba los pantalones de esquí y la ropa interior térmica al mismo tiempo hasta que se paró frente a ella en elegantes boxers negros que abrazaban su trasero, así como la erección cada vez más grande del frente. Tuvo que contener un jadeo al ver que sobresalía excitada.

— Todo lo que queda son las bragas, copo de nieve— Élla le dio a su cabeza una libertina inclinación, puntuando las palabras con una sonrisa.

Todo el cuerpo de Brittany pulsaba con necesidad ahora, así que ella no dudó, empujó el algodón hasta sus rodillas, luego lo dejó caer el resto del camino. La mirada de élla cayó descaradamente a su coño.

— Ahora tú— dijo ella. —Quítatelos.

Élla tuvo que levantar el elástico sobre su polla para bajar su ropa interior, y ella no pudo contener su aliento en esta ocasión, recordando nuevamente el magnífico órgano masculino que élla poseía.

— Después de ti— ofreció élla.

Brittany se metió en la ducha la cual era lo suficientemente grande como para caminar con facilidad y lucía un banco de mármol empotrado en un extremo, así como estantes de mármol a diferentes alturas. Santana la siguió, volviéndose hacia la boquilla sobre sus cabezas.

— ¿Te gusta tibia o caliente?— le preguntó con una mirada en su dirección.

— Sólo tibia, me temo.


Élla le guiñó un ojo.

—No te preocupes. Puedo hacer que te calientes con otros métodos.

Ella ya estaba internamente caliente, su temperatura subía más alto con cada segundo que pasaba. Sus ojos fueron atraídos de nuevo a la enorme polla de Santana —era difícil creer que ella había logrado manejarla. Pero ella lo quería otra vez de todos modos, y pronto.

— Ven aquí, cariño— dijo élla desde abajo del regador, y tomándola de la mano, élla la introdujo bajo el flujo de agua caliente, dejando que éste le moje sus pechos, el vientre, y más abajo. Élla deslizó su palma humedecida por sus caderas hacia arriba para acariciar sus pechos, luego se inclinó para besarla en la boca.

Al igual que la noche anterior y esta mañana, un beso de Satana era a la vez cómodo y espectacular, aumentando cualquier otra sensación. Ella levantó sus manos sobre los hombros de élla, dejando que el beso la consumiera y dejando que su lengua jugara con la de ella. Cuando finalmente terminó, los dos dejaron escapar suspiros entrecortados, y ella no podía dejar de pensar que incluso Santana parecía afectado. Probablemente élla había besado a cientos de mujeres, por lo que esto la invadía con una fuerza inesperada, pensar que ella en realidad podría ser de alguna manera especial.

— Mmm— élla suspiró. —Haces difícil ir más despacio.

Ella inclinó la cabeza.

— ¿Tenemos que hacerlo? ¿Ir despacio?

Élla ofreció un solemne asentimiento.

—Sí.

— ¿Por qué?— Ella se mordió el labio y sintió el calor coloreando sus mejillas con la idea de que élla había conseguido ponerla con ánimo para algo duro y rápido.

—Porque quiero lavarte.

—Oh...— La palabra salió de ella en un sonido espacioso, su cuerpo hormigueando ante la promesa mientras élla alcanzaba una de los estantes que cubrían las paredes de mármol oscuro.

Tomó una esponja familiar —la misma que ella había usado— y apretó el gel de baño de color rosa sobre ésta, llenando la ducha con el aroma de frambuesas frescas. Élla aplastó la esponja en su mano y espuma blanca, brillante como la nieve de Colorado bajo el sol, brotó.

Con un fuerte agarre, Santana la llevó del brazo hacia él para correr la esponja con jabón por su lado interior. De alguna manera, su coño se agitó simplemente por eso. Sin embargo, élla no se detuvo allí, la deslizó hacia sus pechos y alrededores en suaves círculos que casi la dejan sin aliento.

—Oh— dijo ella una vez más, fuera de equilibrio por la embriagadora sensación, y élla la estabilizó con una palma en su cadera. —Tiene un método con la esponja, Sra. Lapez— agregó ella con una risa un poco avergonzada.

—No has visto nada todavía— bromeó élla, pero sus ojos estaban completamente encendidos mientras deslizaba la esponja lentamente alrededor del otro pecho, dejando una estela de espesa espuma blanca detrás.

A continuación, le rozó el vientre, deslizándose lentamente hacia adelante y hacia atrás y haciéndola anhelar que vaya más abajo. Lo cual hizo —directamente entre sus muslos. Ella contuvo la respiración, separando las piernas, y observando cómo élla movía la esponja hacia arriba y abajo, cada roce estimulando su inflamado clítoris.

—Mmm— se quejó ella, sus ojos cerrándose por la celestial sensación.

— Te ves muy bien con la espuma, nena— élla suspiró sobre ella acaloradamente.

— ¿Quieres oír una confesión?— preguntó ella, mirándolo.

Sus ojos se iluminaron.

—Siempre.

— La primera vez me di una ducha aquí, después de que nosotras habíamos estado... ya sabes... hablando por el ordenador... me excité, pensando en ti, y me pregunté si te gustaría verme de esta forma, toda mojada y enjabonada.

— Unh… tú acabas de ponerme más dura, cariño— dijo élla. —Y yo tengo una confesión, también. Yo fantaseé contigo, toda enjabonada por mí. Pero la realidad es aún mejor— Con eso, élla empujó de regreso la esponja sobre el estante y dejó sus manos cerrarse sobre sus pechos cubiertos de jabón.

— Tan resbaladizos— murmuró élla masajeándolos. —Resbaladizos, espumosos y hermosos— Su erección presionaba contra su estómago y ella no pudo resistir envolver su mano alrededor de ésta. Su gemido la llenó con la necesidad de darle placer con mayor profundidad.

En un impulso, ella alcanzó la esponja que él había abandonado y la pasó por su rígida longitud.

—Oh, nena— gruñó élla. Todavía acariciándole sus húmedos senos, mirando nostálgicamente en sus ojos. Pero entonces su mirada se redujo a los dos cuerpos enjabonados tocándose en medio de la espuma, y la de ella lo hizo también.

Ella corrió la esponja en un círculo alrededor de su eje, luego la deslizó abajo cerca de sus bolas. A pesar de todo otro gemido profundo salió entre sus dientes apretados y ella se preguntó si era posible que ella se corriera por sólo tocarlo.

Además de deslizar la esponja suavemente entre sus piernas, ella la pasó sobre su pecho, su estómago, sus musculosos brazos. Entonces ella lo hizo girar para lavar su espalda y descubrió mientras se trasladaba más abajo que élla poseía —un sorprendentemente— y fabuloso redondo firme trasero el cual ella también lavó.

Cuanto más exploraba, más lo deseaba. Al diablo con charlar para encenderse — ella quería que la follara duro y profundamente.

—Te deseo— se oyó murmurar ella inclinándose hacia élla por detrás. —Quiero tu hermosa gran polla dentro de mí— Ella se regresó para acariciarla entre la esponja y su mano.

La voz de élla era profunda y tensa.

—Todavía no, cariño.

Ella no pudo ocultar su frustración.

— ¿Por qué no?

Élla habló sobre su hombro.

—Porque quiero hacer más.

Ella contuvo la respiración, medianamente apaciguada, mientras su coño dolía de necesidad.

—Conseguirás lo que quieres con el tiempo— élla prometió. —Pero, primero, haremos las cosas a mi manera.

Sonaba tan seguro, tan confiado —ella ni siquiera pensaría en más protestas.


—De acuerdo.

— Buena chica— susurró élla, luego se giró, depositando un beso en su frente.

Tomando la esponja de su mano, élla la hizo a un lado, luego la llevó a mitad de camino bajo el agua. Tan pronto como el rocío había despejado el jabón de la unión de sus muslos, suavemente empujó su espalda contra la pared de mármol frío.

Élla se dejó caer de rodillas y utilizó una mano para separar sus piernas, y ella se estremeció al darse cuenta de lo que se avecinaba.

—Quiero probar este dulce coño— élla dijo entonces hundió su lengua con impaciencia en su abertura.

— ¡Unh!— gritó cuando el placer se disparó a través de ella.

Élla le lamió una y otra vez, la lengua y la boca con impaciencia trabajando en sus pliegues.


—Oh Dios, sí— ella susurró —Sí— porque si ella había pensado que las manos de Santana eran expertas… bien su lengua casi las ponía en vergüenza. Élla rodó profundamente en su más íntima carne antes de capturar su atiborrado clítoris entre la lengua y el paladar de su boca. Las manos de ella se agarraron a su cabeza y cuando ella encontró la fuerza para mirar hacia abajo, élla estaba mirando hacia ella acaloradamente.

—Muy bueno— ella la dijo, sus piernas rápidamente debilitándose debajo de ella. No estaba segura de si alguna vez había sido comida mientras estaba de pie antes.

Pronto, élla pasó la lengua en lánguidos círculos alrededor del pequeño nudo de carne caliente, casi como si élla le estuviera dando un beso francés a éste, y Brittany pensó que iba a colapsar de puro placer. Oyó su respiración volverse más pesada, sintió su cuerpo acercarse a esa cumbre crucial, dio un pensamiento más a cuán alucinante era que ella tuviera a este hombre en esta ducha en esta casa demontaña tan alejada de la suya, luego cayó en absoluto éxtasis. Ella gritó cuando el calor corrió junto con el agua, los espasmos haciendo que se agarre de los hombros de Ella mientras estos barrían a través de ella.

— ¡Oh Dios, nena, oh Dios!

Y entonces ella se estaba derrumbando, con sus rodillas ligeramente cediendo, pero Santana la alivió abajo sobre el suelo de mármol, con sus piernas dobladas en frente de ella.

Sus miradas se encontraron. La de él brilló vidriosa. Ella todavía estaba ocupada tratando de recuperar el aliento, pero llevó las manos a su rostro y lo besó con fuerza, metiendo su lengua entre sus labios. Ella no debería haberse sorprendido de probarse a sí misma allí, pero ella lo hizo —a la vez ligeramente desanimada, pero también excitada, profundamente.


— Yo te quiero en mi boca— dijo ella. Nunca se había sentido hambrienta en su vida.

Élla sólo gruñó en respuesta, claramente excitada, y ella dijo, todavía sin aliento,

—Ponte de pie.

A Brittanya nunca le había importado realmente bajar sobre un tío como parte del juego previo, pero esto era diferente. Por primera vez en su vida, ella realmente la quería. Tenía que tenerla. Tenía que tener la polla de Santana en su boca.

Élla se puso de pie, sus ojos desorbitados con la anticipación ahora, y Brittany se mudó sobre sus rodillas. El agua ya no golpeaba a ninguna de ellas, pero el perfecto eje húmedo de Santana estaba en posición firme. Ella no dudó en arrastrar una larga y lenta lamida desde la base hasta la cabeza, disfrutando de lo dura que sentía en su lengua. Élla gimió, sus dedos acariciando suavemente sus mejillas mientras miraba hacia ella.

Mordiéndose su labio inferior, ella lo miró por un momento, pero luego bajó su mirada a la tarea ante ella. Curvando una mano cálida en torno a su brillante longitud, ella deslizó su lengua alrededor de la cabeza, ligeramente saboreando el semen reunido allí, luego hundió su boca sobre ésta.

Ella se mantuvo constante, midiendo — ¿Podía ella hacer esto? ¿Podía manejar algo tan enorme en su boca? Ciertamente, ella no podía tomar la totalidad —una imposibilidad física— pero quería darle placer tan profundamente como fuera posible, así que eso significaba tragar tanto de élla como sea posible.

Ella bajó sus labios, dejando que su grosura estirara su boca llenándola. Por encima de ella, élla gimió y eso la animó a tomar más, un poco más, y luego, incluso un poco más.

Su respiración llovió fuerte, laboriosa, y élla susurró:


—Nena... oh nena... tan jodidamente bueno... tan profundo... tan profundo.

Tal vez otras mujeres no lo trataron así de dura, y la complacia enormemente que élla pensara que ella era su amante experta. También se convenció para presionarse un poco más, hasta que la punta de su polla tocó el fondo de su garganta. Trabajó duro para relajar los músculos allí —y luego comenzó a moverse. Arriba y abajo. Llevándolo dentro y fuera. No tan profundo como al principio, lento, aun descendiendo, sin embargo, por lo que ella podía cómodamente, continuar empujándose a sí misma con cada golpe.

— Oh, sí, cariño, chúpame. Chúpame la polla. La chupas tan bien.

Particularmente ella nunca había disfrutado tal lenguaje antes, pero de Santana


lo hacía. Tal vez porque ellas se conocieron a través del sexo y todo lo que habían compartido era sobre el sexo, que bueno que esto era nada más que impulsos animales, deseos carnales en bruto, sin adornos y sucio. Nunca había sabido que sucio podría ser tan bueno.

Ella continuó trabajando sobre su erección, acariciando sus bolas con la mano, escuchando sus ardientes sonidos de placer desde arriba. No podía recordar un momento en que ella se había sentido tan enérgica, sin restricciones y libre para seguir los impulsos, sin preocuparse por lo que cualquiera podría pensar o cómo se sentiría después. Sus experiencias con Santana y la webcam habían sido un inicio difícil de tales sentimientos, pero saber que él la había llevado allí hacía que valiera la pena.

—Nena— gruñó suavemente, con las manos en su pelo. —Nena, detente ahora.

Cuando ella no le hizo caso, élla le levantó suavemente la cabeza hasta que ella se vio obligada a ponerlo en libertad. Ella miró hacia arriba, preguntándose por qué la había detenido y se preguntaba si sus labios parecían tan estirados e hinchados como se sentían.


—No quiero correrme todavía— dijo élla su voz oscura con pasión. —Yo quiero lamer tu pequeño ardiente coño de nuevo.

Ella sintió su rostro ruborizarse con calor.

—Pero ya me corrí. Muy bueno— dijo ella recordando la fuerza del orgasmo. — Quiero hacer que te corras ahora.

Pero por encima de ella, Santana simplemente negó con la cabeza, silenciosamente recordándole que élla era la voz cantante aquí, y que ella había accedido a dejarlo ser.

—Quiero lamerte otra vez— repitió élla, —porque esta vez va a ser diferente.


Ella parpadeó hacia éll.

— ¿Diferente cómo?

—Quiero ver realmente tu coño, cariño. Quiero realmente sentirlo. Quiero que te afeites el coño para mí, Brittt— Brittany tragó duramente.

Ella sabía que algunas mujeres hacían eso... las mujeres en las revistas porno, y en la historia erótica que había leído la otra noche. Pero sin duda nunca había pensado en hacérselo ella misma. Algo sobre eso parecía... más allá de subido de tono. Pero de nuevo todo en este viaje había ido más allá de subido de tono que días atrás.

Lentamente ella se puso de pie finalmente, olvidándose de su pene durante un minuto a fin de que estuvieran frente a frente.

— ¿Sería más excitante para ti... desnuda?

Élla asintió corto y sencillo con su cabeza.

—Quiero ver todo de ti.

Ella trató de tragar los diferentes tipos de nerviosismo que repentinamente la golpearon.

—Yo nunca... me he afeitado allí antes.

— Entonces es mejor que tengas cuidado— dijo élla voz profunda y dominante. Élla se acercó hacia ella y metió la mano entre sus piernas tomándola. —Quiero que estés lisa y suave como un melocotón pelado.

Brittany tomó una profunda, fortificadora respiración. Parte de ella estaba asustada a muerte. Sin embargo, ella trataba de decirse a sí misma que era la vieja, conservadora ella... no la nueva, salvaje y sensual ella que Braden había desatado.

— ¿Don... dónde debería…?— comenzó ella con voz entrecortada.

Élla señaló hacia el banco de mármol. Dos máquinas de afeitar desechables descansaban en la esquina. Ella había notado el pequeño espejo cerca de la boquilla y que Santana había ido a esquiar esta mañana afeitaba las piernas, así que élla obviamente se afeitaba en la ducha.

Mientras caminaba hacia el banco empotrado, situado en el extremo opuesto de la corriente de agua, ella se preguntó si realmente podría hacer esto. La última vez que se había hecho esa pregunta había sido justo antes de que ella hubiera usado el vibrador para élla. En comparación, la realidad parecía... no tan extrema.

Intentó acercarse a ello prácticamente. Ella levantó una pierna al lado de ella sobre el banco, rodilla doblada —aunque mientras lo hacía, era imposible no darse cuenta de que estaba poniendo su coño completamente en el espejo. Santana se situó en el otro extremo de la ducha con el agua fluyendo sobre su espalda mirando.

Rociando la crema de afeitar sobre su mano ella la alisó sobre la carne entre sus muslos. Ella contuvo el aliento ante el suave aleteo que flotó a través de ella, entonces tomó una de las maquinillas de afeitar de plástico y cuidadosamente comenzó a deslizar lejos el cabello. La sensación de mover la navaja sobre un área tan sensible mientras que Santana observaba se añadía a su creciente excitación.

Maldita sea... ella había esperado que la tarea la excitara a élla, no a ella— y sin embargo su respiración creció superficial cuando vio el pelo oscuro desaparecer, dejando la piel suave, lisa en su lugar. Algo sobre revelar esta última parte escondida de sí misma —a élla y también a sí misma— la hizo sentirse viva, vibrante, valiente y gloriosamente descarada.

A través de la ducha los ojos de Santana estaban pegados en su coño, haciendo que se sintiera tan hinchado que ella no podía imaginar lo que parecía en un estado tal, ahora sin vello púbico para ocultarlo. Había trabajado con cuidado, constantemente, tratando de mantener la calma y haciendo caso omiso de su propia respiración entrecortada, hasta que terminó dejando sólo un pequeño mechón de pálidos rizos en la parte superior.

— ¿Bien?— preguntó alzando los ojos hacia élla.

Su mirada oscura brillaba con femenina placer cuando élla respondió sólo con una corta inclinación de cabeza, luego señaló un dedo hacia sí misma, convocándola a ella. Élla salió fuera del rocío para que ella pudiera ponerse debajo de éste y ambos vieron como el agua borraba los restos de la crema de afeitar.

Una vez ida, la mano de Santana se deslizó entre sus piernas. Ambos jadearon ante el toque.

— Como yo te quería— dijo élla. —Suave y resbaladiza— Luego élla apartó la mano.

—Siéntelo— le indicó.

Teniendo en cuenta que ella se había tocado antes para élla, no lo dudó. Sin embargo, ella contuvo el aliento cuando descubrió lo increíblemente suave que se había dejado.

— Hermoso— le susurró a ella, apoyado en un largo beso.

— Realmente no puedo verlo— admitió ella.

Alcanzando detrás de élla el espejo de aumento, colgado de un gancho pequeño, lo puso frente a ella justo en el ángulo recto —y ella jadeó. Las Mujeres estaban acostumbrados a tener sus órganos sexuales en la pantalla —las mujeres no tanto. La visión era a la vez sorprendente y… encantadora. Encantador ver lo que élla veía y saber que lo excitaba. Encantador, también, ver lo que realmente estaba allí, cómo realmente se veía.

Entonces recordó lo que la había llevado a esto. Élla le había dicho que quería lamerla un poco más. Ella ya había estado muy satisfecha cuando élla lo había ofrecido, pero ahora le dolía por estimulación la carne que ella sólo había pasado largos minutos burlando de muchas maneras.

— ¿Quieres besarlo ahora?— susurró ella, mirando hacia sus ojos oscuros, con la esperanza de que élla pudiera ver el deseo en los suyos.

Una expresión de suprema satisfacción se apoderó de su rostro, como si tal vez sólo hubiera descubierto que él realmente había empezado a cambiarla, convertirla en lo que él quería que ella fuera.

Élla nunca respondió, sólo presionó sus manos en las caderas y empezó a conducirla lentamente hacia atrás hasta que ella se topó con ligereza con el banco.

Élla la ayudó a bajar y emitió una orden sencilla.

—Extiéndete para mí.

Con el pulso acelerado, ella separó sus muslos, se sentía como si ella se estuviera abriéndose a él en una forma totalmente nueva.

Élla se dejó caer de rodillas y metió las manos en sus muslos y la miró fijamente a la cara.

— ¿Sabes lo qué hermosa eres, Britt?

Ella no respondió durante un largo rato, sin saber cómo. En un día promedio, probablemente ella se daría a sí misma un seis. Ella no era una maravilla —sabía eso y estaba bien con ello. Pero con él se sentía hermosa y más deseable que nunca.


—Tú me haces hermosa— dijo ella finalmente.

Las palabras trajeron una pequeña sonrisa a su boca justo antes de que élla se inclinara para lamerla. El misma placer punzante de antes, pero ahora incluso más íntimo de alguna manera. Porque ella había descubierto esta última parte privada de sí misma. Ella no tenía ni idea cuando él se lo había pedido que esto haría que se sintiera como un cambio monumental, pero lo hacía. Tanto que separó sus piernas aún más, tanto como podía, hasta que las estaba levantando sobre el banco a cada lado de ella. Ella suspiró y gimió con cada tentadora lamida que élla extendía por su humedad y sentía cada roce de sus dedos, donde acariciaba su carne exterior la piel suave y descubierta ahora.

Aun cuando dejó que sus ojos se cerraran, sabía que su mirada pasaba de sus pliegues de color rosa a su cara, y viceversa. Podía sentir sus oscuros ojos tan tangibles como un toque —parecía que ella siempre había sido capaz de ello, incluso cuando él había estado en California.


Su respiración creció trabajosa por su trato, cada trazo de su lengua levantándola más alto. Ella gimió y suspiró ligeramente masajeando su cuero cabelludo. Sí, sí, tan bueno, nena. Sin embargo, ella mantuvo dentro las palabras ahora, porque tanta emoción combinada con tantas sensaciones la estaban debilitando una vez más.

De repente élla levantó su cabeza y dijo:

—Necesito estar dentro de ti— con tanta firmeza que ella habría pensado que su vida dependía de ello. Esto la hizo quererlo allí, también.

— Dios, sí— ella estuvo de acuerdo.

Agarrando su muñeca, élla la puso sobre sus pies, girando su cuerpo, y utilizando sus manos para plantar las palmas de las manos de ella contra la pared de la ducha. Niebla del rocío caliente flotaba sobre ellos cuando a Santana agarró sus caderas y se hundió en su interior.


Oh Dios —tan grande, ¡tan profundo! Sus piernas casi ceden debajo de ella mientras ella lanzaba un ardiente sollozo.

— ¿Estás bien?— La respiración de élla era caliente sobre su oreja.

—Mmm— fue todo lo que ella podía manejar. Luego, con un esfuerzo hercúleo —Grande. Bien.

Élla gruñó una respuesta.

—Estás tan apretada alrededor de mi polla— Ella sollozó de nuevo, suavemente esta vez, vencida por el encuentro.

Cuando élla comenzó a empujar, ella tuvo que luchar para mantener su equilibrio, manteniendo sus rodillas estables. Élla ancló su fuerte brazo alrededor de la cintura para ayudarla a mantenerse. Cada duro golpe pulsando todo el camino desde la punta de los dedos de sus manos hasta los dedos de sus pies y la hizo gritar de intensidad.

Pero al poco tiempo, estaba instintivamente arqueando su culo hacia éla, con ganas de alguna forma de llevarlo aún más profundo. Sus manos serpenteaban alrededor de sus húmedos pechos, masajeándolos al tiempo con cada estocada de su rígido eje, luego bajó una mano a través de su humedad en el frente. Sólo entonces ella se dio cuenta de que ya no estaba siendo sost enida en sus brazos y que había encontrado la fuerza para tomar lo que élla tenía para dar.

Ella se sentía fuera de su mente del placer, dejando que la envuelva. Ya no podía pensar o razonar, sólo absorberla a élla —su polla, sus manos, su boca que de vez en cuando llovía besos sobre sus hombros, su cuello. Escuchó su voz propia —ella sonaba como alguien con dolor, casi llorando, pero ambos sabían que era el placer que la consumía.

Los grandes dedos de élla se movían en perfectos círculos sobre su clítoris empujando contra su polla en una dirección, traía la más dulce y más caliente presión en el frente cuando ella se trasladaba hacia el otro lado. Ella nunca había tenido orgasmos múltiples antes — ¿pero tal vez eso fue sólo porque sus otros amantes habían dejado de tratar después del primero? Ella había pensado que podría alcanzar el clímax hace unos minutos, cuando él había empezado a lamerla otra vez y ahora mientras él la tocaba, moviéndose en ella con tanta fuerza sabía que se correría por segunda vez.

Esto rompió sobre ella en ondas de luz y calor, cuanto antes ella empezó a bajarse —demasiado débil para permanecer de pie— pero la mano en su pecho se dejó caer a su cintura para ayudarla mientras ella gritaba su placer.

—Te tengo, nena, te tengo— élla le susurró al oído mientras la vibraciones finales se hacían eco a través de ella.

Y esto la golpeó… ella se sentía segura con élla. ellas no habían hecho nada juntas además de tener relaciones sexuales.

Sin embargo, ella confiaba en élla. Confiaba en élla para llevarla a estos nuevos, hedonistas lugares sin dejarla caer. En sentido figurado o literal.

Pero entonces no había tiempo para pensar o examinar, porque élla todavía estaba bombeando dentro de ella, duro y rápido, y ella sabía que élla estaba cerca de conseguirlo, también. Cada golpe aún la llenaba, la excitaba, más allá de comprensión.

—Voy a correrme pronto, cariño— jadeó élla.— Voy a correrme tan duro. Voy a correrme sobre tu culo.

Whoa. Eso la cogió con la guardia baja, y miró por encima de su hombro.

—Déjame— fue todo lo que él dijo, la voz baja, clara, persuasiva. Como si élla supiera con certeza que ella estaría de acuerdo, pero sólo quería oírselo decir.

No lo estaba, pensó como si ella no tuviera mucha elección de todos modos, si eso es lo que élla quería hacer, pero como siempre con Santana, ella quería excitarla.

—Sí— dijo ella.

Y fue justo cuando élla se retiró de ella, gruñendo la palabra "ahora" con los dientes apretados, cuando ella sintió el caliente líquido evidencia de su orgasmo a través de su carne redondeada, una, dos, tres veces, ella descubrió todavía otro nuevo y abrasador placer. Sentir su semen así lo hacía más real, más como una parte vital de élla que ella había sacado a la luz, que él le estaba dando a ella. Al instante queriendo sentir esto aún más profundo, ella siguió la urgencia de alcanzar detrás de élla y comenzar a frotar esto sobre su piel.

— Oh Dios, cariño— murmuró Santana, sin aliento. —Eso es tan caliente, casi podría correrme de nuevo— Y entonces élla empezó a ayudarla a frotarse, lo cual era tan caliente que ella casi creía que podría correrse de nuevo, también.

Ellas permanecieron así, en silencio, manos ocupándose de la humedad, masajeándola sobre su culo, hasta que ella se asomó una vez más por encima de su hombro.


—Nunca me había corrido dos veces— dijo ella.

La mirada de élla brillaba oscuramente.

—Ahora sí.
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Mensaje por 3:) Mar Sep 27, 2016 8:59 am

Si que son intensos los encuentros de cada una....
Si que san le va a enseñar cosas nuevas a britt.... y sobre todo sentir mas!!!
3:)
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Mensaje por micky morales Mar Sep 27, 2016 6:07 pm

Esto ha sido mucho con demasiado, en cualquier descuido la embaraza!!!!! Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN - Página 2 304001509 Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN - Página 2 304001509 Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN - Página 2 304001509
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Mensaje por JVM Mar Sep 27, 2016 11:40 pm

Britt cediendo a todos los deseos de San, y bueno es obvio que ella también disfruta jajajajaja.
Creo que es bueno para Britt por el hecho de que con San se esta abriendo a cosas nuevas, que nunca penso hacer.
Así que haber como siguen disfrutando de su compañía mutua :D
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Mensaje por ana_bys_26 Vie Oct 07, 2016 5:12 am

Capítulo Nueve


Cuando salieron de la ducha y Britttany alcanzó su descartada camisola, la voz de Santana sonó detrás de ella.

—No te vistas.

Ella miró por encima de su hombro, sorprendida —y agotada.

—Pensé que estabas cansada por el esquí.

Élla rió entre dientes.

—No te preocupes. Lo estoy— Entonces sus ojos quemaron sobre ella. —Pero
todavía no quiero que te vistas. Quiero ser capaz de verte.

Con esto, élla se acercó a un armario, abrió la puerta de espejo, y sacó de un gancho un negro kimono traslucido, manteniéndolo fuera para ella.

Brittany contuvo la respiración.

— ¿Cuántas mujeres han usado eso?

Élla le dio una suave sonrisa, juguetona.

—Ninguna, copo de nieve, yo lo compré para ti. Antes de venir aquí.

De repente, preguntándose si podía echar un vistazo a los otros artículos femeninos en el armario, se inclinó junto a élla, tratando de mirar.

— ¿Qué más has comprado para mí?

—Traviesa, traviesa— dijo élla, deslizando la puerta cerrada. —Los verás cuando yo te los de, y si te pillo espiando, voy a tener que darte una paliza.

Ella se mordió los labios y habló imprudentemente.

—Eso lo hace aún más tentador.

— Por qué, Britt, yo no sabía que te gustaba jugar de esa forma— Élla arqueó sus cejas, mirando acaloradamente divertida.

Ella bajó la mirada, sintiéndose sólo un poco tímida.

—Yo tampoco.

Sus oscuros ojos la clavaron en el lugar.

—Bueno, vamos a explorarlo en otro momento. Por ahora, ponte esto y vayamos a preparar la cena.

— ¿Se supone que debo hacer la cena en esto?— Ella dejó escapar una risita sarcástica. — ¿Sólo esto?

— Quiero ser capaz de ver más cada vez que te miro. Yo quiero ver ese bonito, liso coño y quiero ser capaz de tocarlo si siento la necesidad.

Oh. Bien. Cuando un dulce escalofrío de calor se deslizó por su espalda, ella decidió dejar de discutir. La vieja Brittany pensaría que era absurdo. Pero la Brittany después de Santana no podía evitar sentirse excitada e intrigada por la idea.

Así que ella resbaló dentro de la casi-nada túnica mientras Santana entraba en nuevos boxers negros y el sujetador que lo abrazaban deliciosamente. Élla no se puso nada más, tampoco, así que ella tenía una bonita vista, también.

Juntas, se dirigieron a la cocina donde Santana encontró una lasaña congelada y una hogaza de pan de ajo en el congelador, mencionando que eran de su última visita un par de meses atrás. Brittay los había visto, también, pero había compradosu propia comida para su estancia antes de que su voyeur hubiera llegado.

Trabajaron juntas en la cocina, abriendo otra botella de vino, poniendo la lasaña en el horno, buscando los platos y utensilios, y Brittany ofreció preparar la ensalada que había comprado en el supermercado local. Al principio, ella se sentía extraña caminando en túnica, pero poco a poco, empezó a sentirse… más sensual, a sabiendas de que, aun cuando sus preparativos de la cena no eran sobre sexo, lo eran.

Ella también estaba sin duda consciente de que ellos paseaban en lo que casi se podría considerar como una casa de cristal. Piso-a-techo cubría toda la parte trasera de la vivienda, incluyendo la cocina y el comedor, así como la sala de estar y arriba el dormitorio principal de Santana.

Cuando se sentaron a la mesa con sus ensaladas, élla en un extremo y ella al lado de modo que sus rodillas se tocaban por debajo, ella hizo un gesto hacia el panel más cercano con el tenedor. Afuera, todo era negro con la noche, pero las luces en el interior brillaban. de modo que sus rodillas se tocaban por debajo, ella hizo un gesto hacia el panel más cercano con el tenedor. Afuera, todo era negro con la noche, pero las luces en el interior brillaban.

—Te das cuenta de que cualquier persona en cualquier otra ladera cercana que puede a tener unos binoculares o un telescopio como el tuyo y puede vernos ahora mismo— Ella había notado el costoso telescopio en la ventana, cerca del ordenador, cuando llegó.

Santana lanzó una sonrisa diabólica.

—Pero nunca se sabe así que ¿qué tiene de malo?

Ella miró de nuevo al telescopio.

— ¿Miras a la gente a través de tu telescopio?

Élla le dio a su cabeza una inclinación natural.

—No, copo de nieve. Miro las estrellas a través de mi telescopio. Pero no es una mala idea, ahora que lo dices— Élla le guiñó un ojo.

— ¿Así que no siempre has sido una voyeur?

Ella lo vio examinar la pregunta.

—Supongo que siempre he tenido tendencias hacia la observación, siempre he sido activada por el aspecto visual del sexo. Pero nunca he estado tan en ello como estoy ahora, contigo.

¿Por qué eso entibió su corazón? Ella suponía que, aunque era una tontería, eso la hizo sentir un poco más especial para élla de alguna manera, diferente a todas las otras mujeres con las que sin duda había estado.

—Me encanta ser capaz de mirar y ver tus hermosas tetas a través de esa tela transparente en este momento, cariño, amo la forma en que tus pezones asoman en su contra de esos pequeños puntos oscuros. Y me encanta el poder verte en la cocina, también. Tal vez podrías pensar que estaba ocupado abriendo la lasaña y vertiendo el vino, pero entremedias yo estaba buscando tu hermoso coño desnudo y tu pequeño y agradable trasero.

Ella contuvo su respiración y sabía instintivamente que sus pezones sobresalían aún más prominentes a través de la tela transparente ahora.

—Por cierto— añadió élla, —tanto como me gustó correrme sobre tu culo, probablemente debería mencionar lo hice por una razón práctica también. Olvidé el condón— Por primera vez desde que se conocieron, culpa se mezcló en su expresión.

Brittany jadeó... ¡no se había dado ni cuenta! ¡Qué increíblemente irresponsable de ella!

— La buena noticia es— élla dijo, —que no lo he olvidado nunca antes.

Ella bajó su barbilla en duda.

— ¿Nunca?

Élla encogió esos fuertes y sexys hombros en los cuales ella había clavado sus uñas anteriormente.

—Bueno, cuando era joven un par de veces. Pero hace bastante tiempo así que si algo estaba mal, probablemente lo sabría ahora. De todos modos, me acordé a la mitad, y sé que eso no es infalible ni nada, pero pensé que tirarlo fuera no haría daño; y como se vio después, fue malditamente divertido.

Ella dejó escapar un suspiro de alivio.

—Bueno, yo soy notoriamente cuidadosa, por lo que no te preocupes de mí.

Notoriamente cuidadosa hasta ahora, es decir— ella agregó, dejando sus cejas fruncirse. —Y estoy tomando la píldora, también.

— Es bueno saberlo— dijo con un dejo de sonrisa, luego miró hacia un gran reloj de pared. —Es hora de comprobar la lasaña.

Brittany limpió sus platos de ensalada mientras Santana abría el horno enviando el aroma de las especias italianas flotando en el aire.

—Mmm, creo que está lista— dijo élla y ella no estaba segura de que alguna vez hubiera visto un espectáculo más atractiva o más entrañable que Santana en sus boxers negros usando dos guantes de horno grandes mientras extraía la bandeja. Tal vez esto era sobre sexo y comida —dos necesidades primarias satisfechas por la misma atractiva fuente.

A medida que élla comenzó a cortar la lasaña, Brittany preguntó:

— ¿Cuántos años tienes, aviadora?

— Treinta y cinco— dijo élla con una mirada rápida.

¿Y decían que los mujeres alcanzaban su pico sexual a los dieciocho años? Ella no lo estaba comprando. También encontró que le gustaba que élla fuera más vieja que ella —de alguna manera su edad se ajustaba a la sofisticada imagen de mujer de mundo que ella le había dado.

— ¿Tú, copo de nieve?

— Veinte y nueve.

Élla sonrió, sacando porciones de lasaña en dos platos.

—Los Tres Grandes por venir.( Se refiere a los treinta años)

— Parece que sobreviviste bien— Mujer, alguna vez lo hizo.

— Pero he escuchado que esa marca en particular es mucho más difícil para las mujeres.

— Para la mayoría tal vez— dijo ella, —pero yo soy del tipo con ganas de hacerlo. Para mí, treinta es como... la verdadera edad adulta. Un último salto a la verdadera madurez. Crecido.

Los párpados de élla bajaron oscureciendo sus ojos.

—Oh, tú estás completamente crecida ya, cariño, confía en mí sobre eso— Y entonces élla se acercó sin problemas, por debajo de su kimono, deslizando su dedo medio a través de la humedad entre sus piernas. Ella suspiró ante el flash de placer y no lamentó haber accedido a llevar sólo la escasa túnica. Al final, al parecer, todas las cosas que élla le pedía que hiciera le daban mucho más placer que lamentos.

— Así que dime acerca de ser un asaltante corporativa— ella dijo un momento después, cuando se sentaron a cenar y Santana sirvió a los dos un segundo vaso de vino. — ¿Son todas tus adquisiciones hostiles?— Ella arqueó las cejas, mitad burlándose, pero realmente curiosa.

Santana le sonrió alegremente.

—La mayoría son amables, en realidad— admitió élla, por mucho que podría haber disfrutado mostrándose a sí mismo siendo un jodido grano en el culo del mundo empresarial. —Yo busco las empresas en problemas, encuentro inversores para ir dentro conmigo, y organizo una compra. Entonces reestructuro la empresa, a veces vendiendo partes de ella, otras veces simplemente reorganizándola para ser más rentable. Cuando una empresa está seriamente en problemas, yo les puedo hacer un gran favor y por lo general lo saben. Por lo tanto hay ausencia de hostilidad— dijo élla con una sonrisa.

—Entonces eres dueña de todas estas empresas, ¿eh?— ella preguntó, claramente impresionada.

—Bueno, soy dueña de partes de un montón de empresas. A veces vendo las partes después de haber obtenido un buen beneficio, y utilizo el dinero para organizar la siguiente toma de poder.

Ella inclinó la cabeza. — ¿Cómo puede una mujer entrar en esa línea de trabajo, de todos modos? ¿Le dijiste a tu madre que querías ser un asaltante corporativa cuando fueras grande?


Élla rió entre dientes. Élla amaba su inteligente sentido del humor y no podía recordar la última vez que había encontrado ese elemento en particular en una mujer con la que estuviera saliendo.

—La verdad es que comencé como un corredor de bolsa al salir de la universidad. Yo estaba en un profundo análisis de las empresas y descubrí que era buena en eso. Hice un manojo para mis clientes… y para mí, también.

Bastante para que yo fuera capaz de empezar a coquetear con pequeñas adquisiciones y, pronto, lo suficiente como para que yo no necesitara más las comisiones de los corredores.

— Debes ser muy bueno en lo que haces para sacar esa cantidad de dinero en ello.

— El mejor— dijo élla con los ojos en los suyos. Nunca había visto la necesidad de ser modesta.

— ¿Y eres un piloto, también?

— Eso es sólo un hobby. Guardo un pequeño Cessna en el aeropuerto de Long Beach. Es el mejor sentimiento del mundo volar. En segundo lugar solamente al sexo.

— Yo me quedo con el sexo— dijo ella, echando una sonrisa coqueta.

Debajo de la mesa, élla rozó la palma de su mano hasta su muslo.

—Te voy a ayudar con eso.

Ella soltó una suave risita.

—Eres muy amable.

— Y tú eres demasiado caliente... para que yo resista— Élla se encontró sonriendo, también, ahora, extendiéndose más allá, deseoso de sentir ese coño perfectamente liso otra vez, pero no pudo alcanzarlo.

— Eres una diabla con pico de oro— bromeó ella.

— Oye, tengo que seguir el ritmo de mi amante escritora— Finalmente, retiró su tacto, decidiendo definitivamente estar obteniendo más de ella más tarde, y metió su mano en la lasaña. —Hablando de eso, ¿el libro va bien?

Ella dio otro guiño.

—Sorprendentemente así.

— ¿Por qué es eso sorprendente?

— Bueno, yo estaba totalmente sin una historia cuando llegué aquí. Ahora está desarrollándose. Y ni siquiera estoy segura de hacia dónde se dirige, lo cual no es la norma para mí, pero estoy confiada de que la historia seguirá encontrando camino, y hasta el momento, está funcionando a las mil maravillas. Los últimos días han sido el tipo de sueño de los escritores, donde las palabras fluyen sin pensar. Totalmente increíble.

Élla escuchó su pequeño suspiro y dijo —Tal vez es como volar.

Ella inclinó la cabeza dándole una leve sonrisa. —Sí. Tal vez lo que es.

Placentero silencio colgó entre ellos... tal vez un tiempo demasiado largo. Por lo menos demasiado largo para su comodidad. A élla le gustaba ella, mucho, pero nunca había estado en una relación, por lo que siquiera pensar en lo bonito que era cómo se sentía la forma de sincronizar sus pensamientos en ese momento parecía una mala idea. Tiempo para un nuevo tema.


—No pareces mucho como Rechel.

Ella no parecía sorprendida.

—Los opuestos se atraen, supongo, incluso a veces en la amistad. Ahora, tú, por otra parte, pareces exactamente igual a Recehel.

Élla arqueó las cejas.

—Ah, ¿sí?

— Confiada Controladora. Loca por el sexo.

Élla parpadeó. — ¿Recehl está loca por el sexo?

Y ella se estremeció. —Oh, supongo que tal vez no sabías eso de ella.

Élla se encogió de hombros. —Somos primas, no los mejores amigas. La veo una o dos veces al año generalmente durante las fiestas. Nunca me di cuenta que tenía un lado salvaje.


Brittany parecía avergonzada. —Bueno, ahora lo sabes. Eso sí, no le digas que accidentalmente dejé eso fuera. Pero ella es la razón por la que tenía ese sexy sujetador y las bragas que llevaba para ti en la webcam. Ella quería que viniera aquí y consiguiera sexo. Simplemente no creo que ella quisiera decir contigo.

Élla se rió suavemente. — ¿Se lo contarás a ella?

— ¿Te importaría?

Élla le dio a su cabeza un corto movimiento.

—Soy una niña grande. Estoy segura de que mi familia sabe que tengo relaciones sexuales con mujeres.

Ella mordió su labio, viéndose con demasiada timidez.

—No voy a estar dándole los detalles, sin embargo. Yo no creo que pueda.

Élla se acercó más, mirando a sus ojos, y se estiró de nuevo bajo la mesa para apretar suavemente su rodilla.

—Está bien, cariño, todo esto será nuestro secreto.

Normalmente, probablemente élla le habría dicho a Quinn una vez que se terminara. Tal vez a uno o dos amigas en casa con los que comparte a veces las conquistas en el campo de golf. No para degradarla en forma alguna, sino porque ella estaría fuera de su vida, alguien que ellas nunca conocerían, una mujer sin nombre, sin rostro que nunca importaría de nuevo. Sin embargo, élla entendía lo grande que esto era para Brittany —lo entendía por todas las reacciones que ella
había tenido, y por todas las creencias individuales que le había estado dando a élla una confianza tácita que ella nunca había dado a nadie. Así que él podía estar callado sobre esto después de ella, incluso si los chicos nunca la conocerían y esto no importaría realmente. Podía mantener los detalles de su secreto romance de montaña.

— Gracias— dijo ella, con voz apacible y suave.

Y sin llegar a planearlo, élla se encontró acariciando con ternura el interior de su rodilla, sólo frotando los dedos en pequeños círculos. Ella se mordió los labios, viéndose muy inocente aunque lista mientras estaba sentaba ahí en esa sexy, traslucida túnica que dejaba ver todas las partes privadas de ella tan bien.

Élla sonrió a sus ojos cuando una idea vino a su mente.

— ¿Quieres ver algunas estrellas, copo de nieve?

—¿La ves?— preguntó élla, habiendo recién renunciado el telescopio hacia ella. Éla le había mostrado Orión y ahora la estaba ayudando a localizar al Canis Mayor, explicando que la última se suponía que era el perro de caza de Orión.

— Yo creo que sí.

— Esa estrella brillante en el cuello del perro es Sirius, la cual es la más brillante visible desde la Tierra, además del sol.

— Oh, yo la veo ahora— dijo ella, su ágil cuerpo estremeciéndose de alegría al encontrarla. —No veo la forma del perro— Ella retiró su ojo del telescopio para mirar hacia él desde su posición parcialmente flexionada. —Aunque los astrónomos tenían una vívida imaginación para pensar que era un perro.

— La tomaron de los escritores— dijo élla cínicamente, burlándose de ella. — Bien, ahora vamos a probar con la otra. Yo te mostraré a Lepus, el conejo que Orión y su perro están cazando, pero si no puedes comprar la forma del perro, veo que el conejo es imposible para ti. Así que vamos a buscar a Gemini, los gemelos.

Retomando el control del telescopio, élla lo movió hasta que encontró la gran constelación que buscaba. Entonces, se puso a distancia para que Laura pudiera mirar, explicándole cómo encontrarla entre las estrellas que él había enfocado.

—Los gemelos son como figuras de palo — concluyó élla pasándole su mano ligeramente por encima de su culo a través del tejido transparente que lo cubría, — inclinados fuertemente hacia la izquierda. Aunque mitológicamente, en realidad no eran gemelos, sólo medio hermanos.


Poco a poco, ella lo miró, sus ojos llenos de preguntas.

— ¿Cómo sabes de esto?


— Otro pasatiempo— dijo élla. —Yo quería ser astronauta cuando era pequeño, pero supongo que esto y mi licencia de piloto son lo más cercano que he recibido.

Ahora vuelve a la búsqueda de los gemelos.

Cuando ella se dio la vuelta, élla se preguntó por qué se sentía un poco avergonzado sobre lo que acababa de decirle. Supuso que no iba alrededor diciéndole cosas de su infancia a las mujeres —o lo mucho que él conocía de las estrellas, tampoco. Brittany era tan genuina, tan dulce, que hacía más fácil dejar salir las partes de sí mismo que no siempre llegaban a la superficie.

— ¿Los ves?— élla preguntó, poniendo sus manos sobre sus caderas con cautela.

— No.

Élla suspiró. —Entonces no estás buscando en el lugar correcto— Se apoyó contra la espalda de ella, sus brazos cerrándose cómodamente alrededor de su cintura y dijo—Déjame ver— Cuando ella lo hizo él ajustó un poco el telescopio, centrando más a Gemini. —Ahora, inténtelo de nuevo. Están justo en el centro de la lente.

Un momento después ella dijo — ¿Uno de ellos tiene las articulaciones de la rodilla y el otro no?

Élla nunca había pensado así antes, pero se rió un poco y dijo —Sí, el tipo de la izquierda tiene las rodillas.

— Los tengo— ella dijo triunfante.

—Buena chica— dijo élla seguido de la urgencia de deslizar una mano para acariciar su pecho.

—Mmm— ella ronroneó en respuesta, sin dejar de mirar la constelación. —No me di cuenta de que la astronomía podía ser tan divertida.


—Esto es sobre conseguir incluso más diversión— élla prometió acaloradamente en su oreja, consciente de que su pene estaba creciendo con fuerza contra su bonito culo ahora. Había estado medio duro a través de la cena, poco a poco cada vez más excitado por la mera visión de ella y, sin duda, por el dulce y confiado control que le permitía tener sobre ella. Su pecho estaba lleno y pesado en su mano a través de la tela, y élla masajeó suavemente, cogiendo su tirante pezón entre sus dedos pulgar e índice. Ella gimió suavemente, frotando sus dulces nalgas contra su cada vez mayor erección y obteniendo un suave gemido de él mientras que el sexy movimiento lo endurecía más.

— ¿Todavía estás mirando las estrellas?— élla preguntó, bajando su otra mano
por su delgada cintura para acariciar dentro de su desnudo coño.

—Oh...— ella suspiró y dijo: —Sí, todavía estoy buscando— Pero su voz había salido demasiado entrecortada.

—Ya estás tan húmeda para mí, cariño— jadeó élla, rastrillando sus dedos a través de la bienvenida humedad profundamente y más profundo.

—Sin embargo— dijo ella sus palabras viniendo entre débiles respiraciones ahora, —no creo... los gemelos... sean dos chicos. Creo que uno de ellos... es una niña.

Élla disfrutaba de su dulce humedad mientras sus dedos hacían más largos y fuertes golpes a través de su abertura.

— ¿Sí?— Su respiración haciéndose difícil, también. — ¿Cuál es ella?

—El que tiene las rodillas. Creo que ella tiene rodillas... así que ella puede hacer esto— Con esas palabras, ella se volvió en su agarre y se arrodilló ante élla, impacientemente extrayendo su furiosa erección fuera de su ropa interior para bajar sobre ésta.


—Jesús, Dios— élla suspiró mientras ella lo tomaba profundo dentro de los recovecos de su bonita y húmeda boca. —Oh Dios, sí.

Su dulce Brittany movía sus labios arriba y abajo sobre su eje mientras élla observaba cada glorioso segundo de su entusiasta afecto. Había notado que ella era particularmente buena en esto en la ducha, pero este era un recordatorio muy agradable, mucho antes de lo que él había esperado.

—Oh sí, nena, chúpala— élla la pinchó, tan encendido por la visión de la cabeza de ella moviéndose sobre élla como estaba por las sensaciones de su boca tan hábilmente entregadas.

Deslizó sus manos hacia la cara de ella, corriendo las puntas de sus dedos hacia abajo alrededor de sus labios, donde ellos lo encerraban.

—Mírame— dijo a ella levantando su rostro hacia élla.

Ella levantó la mirada y cuando sus ojos se encontraron era lo único que podía hacer para no correrse. Élla le había dicho que lo mirara, pero de repente no podía devolver el favor, dejando caer su cabeza hacia atrás con un profundo gemido.


—Oh Dios, nena, bueno— logró decir élla con los dientes apretados.

Élla había conseguido mamadas de un sinnúmero de mujeres en sus treinta y cinco años, algunas de ellas malditamente buenas. Pero había algo acerca de esto, de esta chica, en este lugar, este momento aislado en el tiempo que era diferente y mejor, lo excitaba a toda velocidad acercándolo más al orgasmo, más rápido de lo que podía recordar.

Tanto es así que se obligó a apartarla suavemente, hasta que su empapada polla surgió contra su estómago.

—Mucho más de esa dulce boca y voy a explotar en ella.

— No me importaría— dijo ella, todavía de rodillas delante de élla, mirando hacia arriba, el transparente kimono negro sólo una pálida sombra sobre su perfecto cuerpo.

— ¿Alguna vez?— él preguntó, curioso. — ¿Tragaste?

Ella sacudió la cabeza.

—Pero me gustaría. De ti. Si tú quisieras que yo lo haga.

Su cuerpo estaba débil. De otra mujer, el sentimiento no habría importado mucho pero de Laura hablando tan solemnemente, tan segura el gesto lo abrumó.

Élla le tomó las manos y la ayudó a ponerse de pie. Levantó la palma de su mano a su cara y la besó ligero pero profundo y hasta eso lo dejó sintiéndose mareado. Élla apoyó su frente sobre la de ella, sus dedos aún permanecían en sus mejillas.

—Eres tan dulce, nena. Pero cuando me corra... necesito que me sientas. Dentro de ti. En tu caliente y hermoso coño. Necesito que sientas hasta el último profundo empuje en tu interior— Concluyó con otro beso, inclinado sobre su boca, su lengua inmersa dentro encontrando la de ella, bebiendo el simple placer de tener sus brazos enroscados a su cuello. Un beso se convirtió en dos, después más, cada uno poniéndolo más caliente, su polla ahora dolorida por su estrecho coño.

Poniendo fin a los besos, élla la empujó pasando el telescopio, hacia la ventana, hasta que su espalda se apretó contra ésta. Tirando la banda de la pequeña túnica, separó la tela y dejó caer su mirada sobre cada curva de ella. —Jodidamente hermosa— susurró.

—Tómame— susurró ella, desplazando sus ojos hacia su cara. —Tómame duro, San. Fóllame.

Nada lo excitaba más que escuchar su charla sucia, y cuanto más llegaba a conocerla, más entendía cuán fuera de lo normal era esto, y que era sólo para élla.

—Dilo de nuevo. Dímelo.

— Fóllame duro y profundo. Hazme gritar.

Maldita sea, élla ni siquiera consiguió ver su boca formar las palabras, sólo verlas venir de la dulce pequeña Brittany, quien había sido lo suficientemente audaz para masturbarse en la oscuridad y comenzar esta salvaje aventura que realmente élla nunca quisiera terminar.

Curvando posesivamente sus manos sobre el culo de ella, él la levantó y la clavó a la ventana con su polla —duro justo como ella quería. Ella gritó, luego apoyó la cabeza contra el cristal en un gran suspiro.

—Tan increíblemente grande en mí— ella susurró, sus rostros a escasos centímetros de distancia.

— Oh Dios— élla dijo, sus palabras seguían excitándola, ahora impulsándola para conducirse en ella en movimientos largos y duros diseñados para hacerla sentir cada centímetro de élla en su húmedo pasillo. Cuando sus pelotas rebotaron contra ella, élla sintió su desnudez ahí y eso intensificó su pasión.

Sus piernas cerradas como tijeras alrededor de su espalda, tirando de élla hacia ella, ayudándolo a empujar, y sus pechos rozando contra su pecho cuando ella se reunía con cada embiste. Cuando ella empezó a establecer un ritmo más lento, más caliente, no tuvo más remedio que seguirla. Ella era hermosa cuando se acercaba al orgasmo, y élla sabía que eso es lo que este ritmo más lento significaba. Ella estaba tomándolo, montando su polla, dejando a su clítoris frotarse contra élla con cada pequeño ardiente circulo que ella hacía.

Élla quería chupar sus bonitos pezones rosados, pero sosteniéndola como estaba, no podía conseguir el ángulo correcto. Así que en cambio élla la besó en la boca, más de esos profundos, persistentes besos que eran casi tan buenos como el mismo sexo, entonces ella echó hacia atrás su cabeza y élla roció más besos en su largo y delgado cuello.

Cuando ella bajó la mirada hacia élla, dijo en pesadas y calientes respiraciones,

—Sabes alguien realmente puede estar viéndonos ahora mismo.

Ella tenía razón —eso sería fácil. Dos personas follando en medio de una enorme, iluminada ventana. Sólo unas pocas otras casas podían ser vistas en la distancia desde la suya —la vista era principalmente prístina de la montaña y el cielo— pero élla sabía que no era la único habitante de la montaña con un telescopio.

—¿Eso te excita?— le preguntó.

Ella dudó brevemente.

—Sí— Otra caliente respiración mientras ella continuaba moviéndose sobre élla.

—No debería... pero lo hace.

— Nena, el buen sexo no es sobre debería o no debería— Élla aún se movía con ella, su polla todavía enterrada, facilitándola hacia el clímax. —Es sobre lo que es. Qué te excita. No pensar. Sólo sentir.

— Tú me excitas— suspiró ella. —Más de lo que ningúna mujer lo ha hecho.

Las palabras no deberían haberlo sorprendido, considerando todas las cosas, pero aun así enviaron un choque de caliente placer a través de sus venas.

—Dios, quiero hacer que te corras, querida— le dijo. —Tanto, tanto.

Ella empujó en su contra, aun trabajando su coño con pequeños calientes movimientos.

—Pronto— murmuró ella. —Muy pronto.

— Imagina que alguien nos está mirando— dijo élla.

Su voz fue suave, ligera.

— ¿Quién?

— Ningún rostro, ningún nombre. Sólo una persona. Siente sus ojos puestos en nosotros. Siéntelos viéndonos, como yo te vi tocarte, al igual que te vi a ti misma follar con el vibrador.

— Oh...— ella gimió, arqueándose en su contra, otra vez, otra vez.

— ¿Lo sientes? ¿Sientes sus ojos? ¿Quieres que te vean correrte?

Ella asintió con la cabeza, su respiración todavía desigual, los ojos vidriosos por la pasión.

—Pero sobre todo... te quiero a ti. Que me veas. Que me observes— Sus ondulaciones estaban cambiando, cada vez más pronunciadas —su respiración creció aún más audible.

— Bueno, estoy viéndote, nena. Estoy viéndote follarme lento y dulce. Estoy mirando tu hermoso cuerpo, la forma en que te mueves en contra mío. Córrete para mí, cariño. Córrete para mí. Córrete para mí.

Ella contuvo el aliento, profundamente, parecía sostenerlo —y luego el clímax rompió sobre ella con un alto sollozo mientras empujaba su coño duramente contra élla, empujando, empujando, gritando, y en ese momento, Santana pensaba que era la mujer más extraordinaria que él había conocido.

Ella se aferró a élla cuando se terminó y élla la abrazó con más fuerza, más cerca.

Luego él susurró. —Me encanta ver cuando te corres.

Ella levantó un pequeño y sensual beso de lengua a su boca.

—Al igual que cuando nos conocimos, tus ojos son suficientes para hacer que yo me corra.

— ¿Fue bueno?

Su mirada se iluminó.

—Más allá de lo magnífico.


Élla habló bajo. — ¿Quieres más?

Ella asintió con entusiasmo, por lo que Santana finalmente la depositó en el suelo, pero rápidamente la cambió de cara a la ventana. Ahora fue él quien imaginó ojos en alguna parte de ahí afuera observándolos, consiguiendo ver completamente el hermoso frente de su cuerpo —sus perfectamente redondeadas tetas y su desnudo coño. Se imaginó a los mirones colosalmente celosos —ya que ellos podían ver, pero élla conseguía tener. Todo de ella.

Élla apretó las palmas de ella a la fría ventana, al igual que había hecho en la ducha.

Élla deslizó su húmeda polla a través de la raja de su culo, burlándose de ella por debajo de la túnica aun cubriendo sus hombros y su espalda, amando la forma en la que ella se arqueaba hacia élla, ofreciéndose a sí misma.

Era una oferta a la que no podía resistir la tentación, por lo que se metió de nuevo dentro de ella sin demora.

— ¡Oh!— ella gritó, y élla incluso amaba eso ahora, el mero poder de hacerla gritar, hacerla sentir tanto.

Élla se inclinó para respirar en su oído.

— ¿Te gusta mi polla en tu pequeño apretado coño, cariño?

Ella gimió mientras lo conducía más profundo.

—Oh, sí, nena. ¡Sí!

Arrastrando sus manos sobre sus regordetes pechos, las estableció sobre sus caderas y procedió a follarla en serio, duro y rápido, satisfecha de escuchar su gemido en cada golpe.

Moviéndose en ella, dejó que su mirada viajara por la ventana, sin pensar en los ojos nunca más, sino en las estrellas, en la sensación de ellos dos casi estando fuera. Quería follarla allí. Élla quería que ellos fueran parte de la naturaleza juntos, disfrutando el uno del otro bajo el sol o la luna o la caída de nieve.

A continuación su mano bajó a ese montículo dulce, desnudo. Pensó que podría Pasar horas simplemente tocándolo, acariciando sus dedos sobre la piel desnuda, y por supuesto, los pliegues rosados descansando entre ellos. Sus gritos aumentaron, ya que élla dejó su dedo medio detenido sobre su hinchado clítoris. Hinchado, incluso después de que acababa de correrse para él. Élla iba a hacer que se corriera otra vez.

Élla le acariciaba su hendidura con cada empuje de su polla, moviendo sus dedos en rítmicos círculos sobre esa pequeña caliente protuberancia que sobresalía en forma tan prominente.


—Estás tan abierta para mí— respiró sobre ella.

—Me encanta... cuando me tocas— Su voz era más un eco que su estado habitual.

—Vas a correrte para mí otra vez, amor— le prometió. —Tu dulce coño va a sentir como que explota en mi mano.

Ella respondió con sólo un gemido filiforme, pero élla continuó acariciándola mientras se movía dentro de ella, hundiéndose profundamente, haciéndola tomar cada pulgada, escuchando sus gritos de placer mientras su ritmo se incrementaba.

—Vas a correrte duro— dijo élla con los dientes apretados, ni siquiera seguro de si estaba hablando sobre ella o de él mismo ahora.

— Oooh, sí, oooh sí— susurró ella, ondulándose en contra de ambas, su polla y su mano.

— Vamos, nena. Córrete— Y entonces, para ayudarla a irse, élla levantó su mano libre de la cadera y rozó su pulgar a través de la pequeña fisura de su culo.

— ¡Oh!— Ella explotó con las manos todavía apoyadas en el vidrio.

Élla la acarició de nuevo allí, suavemente, haciéndola sacudirse.

—Córrete para mí ahora— dijo, su voz más imponente cuando pasó profundamente su pulgar por encima de su apertura anal —y entonces ella estalló con profundos, ásperos sollozos, todo su cuerpo temblando con la fuerza del clímax.

— ¡Oh!, ¡Oh bebé, oh bebé! Oh...— Sus ardientes gemidos se apagaron cuando su cuerpo dejó de temblar, y Santana necesitaba sostenerla, así que cerró sus brazos sobre ella desde atrás, inclinándose cerca, y besó su hombro.

Pero entonces su propia tensión comenzó a construirse, de verla correrse —dos veces— por tener su polla enterrada en su ardiente calidez durante mucho tiempo, de imaginarse ojos fuera de la ventana, de las estrellas sobre ellas, de todo lo que había compartido con ella.

Élla bombeó furiosamente dentro de ella, su cuerpo tomando el control. No conocía nada, excepto la fuerza de querer aporrearla duro, conducirse en su interior tan profundamente como fuera posible. Ella aún se arqueaba hacia élla esa dulce oferta, y élla la tomó, nunca frenando sus empujes, nunca moderándose, sólo pensando en lo mucho que quería hacer que ella lo sienta, sienta su polla, sienta su deseo. Sus gritos aumentaron su excitación, al igual que la visión de su cuerpo delante de élla a través de la túnica transparente y el reflejo de sus pechos en la ventana.

— ¡Me corro, cariño!— Gritó élla.

— Oh sí— susurró ella, y el sonido de su voz lo empujó más hacia el escarpado borde en el abismo del puro y pulsante placer. Este se lo devoró, y no existía nada, salvo el cielo que ella daba —y élla cerró sus ojos, viendo un cielo completamente nuevo de estrellas brillantes.

Después de eso, poco a poco élla comenzó a derrumbarse, por lo que deslizó sus brazos de vuelta a su alrededor depositándola en el suelo con élla. Y cuando la giró para mirar sus ojos, élla sabía que valía la pena un segundo de miedo —porque sexo como ese suponía podría ser justo la cosa para hacer a Brittany retroceder, sentir ese horrible remordimiento que ella había sufrido al principio. Sin embargo, para su alivio, sus ojos estaban llenos de nada más que alegría.

— ¿Aún conmigo?— Preguntó élla.

Su sonrisa decía que ella sabía exactamente lo que élla quería decir.

—Todo el camino, aviadora.

Él sonrió a su vez, demasiado cansado como para hacer o decir algo más.

— Y para que lo sepas— dijo ella, su voz suave como la noche, —ese fue el sexo más excitante que he tenido.

Yo también.

Pero además de estar muy cansado para decir las palabras, eso era algo que simplemente ella no tenía por qué saber. Sería dar demasiado —de una mujer que rara vez daba algo más que su cuerpo y un poco de encanto a la hora de las mujeres.

—Me alegro, copo de nieve.

— Y me corrí dos veces de nuevo— Ella sonaba chiquilina y encantada.

— Tienes que acostumbrarte a ello.

— ¿Qué estabas haciendo ahí al final, justo antes de que me corriera por segunda vez? Fuera lo que fuera...— ella se apagó, la voz entrecortada, como en las relaciones sexuales. —Fue fabuloso.

— Yo estaba frotando mi pulgar en tu culo.

Le tomó un momento darle sentido a eso, en ese momento ella levantó las cejas.

— ¿Te refieres sobre mí, eh...?

Élla lanzó una sonrisa cansada. —Se llama ano, cariño.


— ¿En serio? ¿Estabas rozándome ahí?— Ella parecía sinceramente sorprendida.

Élla asintió con la cabeza, sin sorprenderse al saber que ella nunca había experimentado con esa área en particular. —Archivaremos eso con los azotes— élla dijo, —Bajo el nombre de “cosas para examinar luego”.
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El mundo de Brittany

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Finalizado Re: Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Vie Oct 07, 2016 5:25 am

Capítulo Diez

La historia sobre Riley Wainscott continuaba fluyendo con facilidad, como Brittany le había dicho a Santana anoche. El romance de Riley estaba descomprimiéndose bastante rápido también. Como Brittany acababa de aprender, tener relaciones sexuales tempranamente en una relación realmente parecía ser el factor de descomprensión.

No es que ella estuviera teniendo una relación con Santana. Ella no lo estaba — sabía eso. No importa qué tan intenso había sido su sexo la noche anterior, no importa qué tan cerca de élla se había sentido. Un nuevo acercamiento. Pero eso todavía hacía de esto nada más que una aventura. Y diablos, si todas las aventuras eran como ésta, ella estaba empezando a entender por qué la gente las tenía, incluso si ellas no conducían a ninguna parte.

Por supuesto, ella no estaba segura si Riley estaba realmente teniendo una relación, tampoco. Ella y Bennett Sloane principalmente hablaban sobre el caso, las pistas, todo lo que eso podría significar —y luego tenían sexo. Por lo general, en el jardín secreto. Ellos nunca lo planeaban —simplemente sucedía. Algo acerca de ese jardín estaba intoxicándolos, convirtiéndolos a ambos en apasionados y desinhibidos —algo así como Santana Lopez había vuelto a Brittany ayer por la noche. Ella no podía creer algunas de las cosas que había dicho. ¿Esa idea de extraños mirándolos la excitaba? Uff. Y, sin embargo, en ese momento, había sido verdad.

Ella levantó la mirada de la pantalla del ordenador a la blanca manta de nieve más allá de la ventana y recordó ser presionada contra ese gran vidrio anoche, ladrando y aullando como una loca. Luego contuvo el aliento, su coño se estremeció debajo de sus pantalones cortos.

Regresa al trabajo, se dijo. Riley y Sloane acababan de tener espectaculares orgasmos debajo de uno de los perales en el jardín —y no sólo eso, sino que Sloane había, al mismo tiempo que estaba tendido sobre Riley, visto algo brillante en un rosal a unos cuantos metros, y ellos habían descubierto que eran ¡los gemelos de oro del señor Dorchester!


Mientras Riley colocaba su top de vuelta en su lugar, dijo—Yo no sabía que los gemelos de oro del Sr. D. siquiera estuvieran entre los elementos faltantes.

Sloane levantó su mirada de los gemelos hacia su cara, viéndose arrugado y sexy de su revolcón en la hierba.

—Yo tampoco.

— ¿Significa esto que estamos encontrando objetos robados, que incluso ni tu tía y tu tío aún saben que faltan?

Cinco minutos más tarde, después de enderezar sus ropas e intercambiar unos últimos besos, Riley y Sloane caminaron de la mano de regreso por el camino, a través del amplio patio y dentro de la casa de los Dorchester. Riley habría disfrutado más tiempo de caricias con Sloane, pero la verdad era que no sabía a dónde se estaba dirigiendo esto. Sloane sólo estaba en la ciudad temporalmente, hasta que el misterio fuera resuelto, por lo que tal vez era prudente no acercarse demasiado. Para Riley, el sexo siempre había sido parte de una relación, así que esto era algo nuevo... y potencialmente aterrador. Ella sólo podía esperar que el asunto no la dejara demasiado marcada emocionalmente.

— Tía Winifred— se dirigió Sloane a su tía cuando la encontraron en la sala del frente, —tenemos que hablar contigo por un minuto.

— Bueno, siéntense, ambos, y vamos a charlar. ¿Alguna pista nueva?

— Sí— respondió Sloane, abriendo su palma de la mano para revelar los gemelos de oro. —Estos. Los encontramos en...— Él miró a Riley.

Ellos aún no le habían dicho a nadie sobre el descubrimiento del jardín, sin embargo ellos nunca habían discutido el por qué. Riley no podía evitar pensar que había comenzado a parecerse a su propio lugar especial, aunque ellos tampoco habían utilizado esas palabras para describirlo. Por último, Sloane continuó. —Los hemos encontrado en un jardín, atrás de los terrenos más allá de la huerta. En algún lugar que nunca había visto antes. Un hermoso pequeño jardín con un muro de altos arbustos a su alrededor.

Rostro de la señora Dorchester se sonrojó notablemente. —Oh yo. Pues bien, supongo que ya conocen nuestro pequeño secreto.

Riley se inclinó un poco hacia adelante. — ¿Pequeño secreto?

La Sra. D. desplazó su mirada hacia atrás y adelante entre ellos, y luego habló en tono confidencial.

—Hace muchos años, cuando el señor Dorchester y yo éramos jóvenes, nosotros... bueno, habíamos querido tener un lugar privado, totalmente nuestro. Ah, ya sé lo que están pensando, que teníamos esta hermosa casa y el resto de la finca, sin embargo...— Ella se detuvo y suspiró. —Sloane, es posible que te sorprendas al oír esto, pero tu tío Howard era un romántico diablillo cuando recién nos casamos. Y lo cual con los sirvientes y visitantes corriendo de aquí para allá en esta casa, bueno... él quería que tuviésemos nuestro propio santuario privado, un lugar donde pudiéramos estar solos, sin... bueno, sin temor a interrupciones, si saben lo que quiero decir. Ese jardín fue nuestro nido de amor privado por muchos años, y les diré otro secreto, también. Si Dios alguna vez nos hubiera bendecido con hijos, es ahí probablemente donde la bendición habría tenido lugar.

Ambos, Sloane y Riley, se estremecieron. A veces, cuando la Sra. D. se subía a un rollo, se olvidaba de callarse, y este parecía ser uno de esos momentos.

— Hemos tenido muchos interludios románticos allí, y recuerdo un momento enparticular— continuó ella, comenzando a decir más, hasta que Sloane levantó la mano.

— Tía Winnie, detenté. Exceso de información.

La anciana mujer se cubrió la boca con la mano y se rió. —Oh, supongo que me dejé llevar a mí misma, ¿no?

Ninguno respondió, y Sloane dijo — ¿Usted, eh, todavía va allí con el tío Howard?

Riley podía sentir las ruedas girando en la cabeza de Sloane... él no quería enterarse que ellos habían estado revolcándose en la misma hierba, y ella tampoco.

— Oh, no, no por mucho tiempo— dijo ella, y Riley mentalmente se limpió la frente.


— ¿Pero aun así mantiene el jardín igual que antes?— Sloane le preguntó.

Sra. D. Echó una sonrisa alegre.

—Es un lugar sentimental para nosotros— explicó ella. —Bien vale la pena el tiempo que Hawthorne tarda para mantenerlo arreglado y ordenado.

Riley y Sloane inmediatamente intercambiaron miradas. El señor Hawthorne había sido el jardinero desde hace muchos años, y averiguar que él sabía sobre el jardín significaba que, finalmente, había un sospechoso.

— ¿Alguien más sabe del jardín?— Riley le preguntó.

La Sra. D. inclinó la cabeza primero hacia un lado y luego al otro, considerándolo. —No, yo no lo creo. No es tanto como un secreto que tratamos de mantener, ustedes entienden, pero simplemente nunca se lo mencionamos a nadie. En las ocasiones en que paseamos por el jardín, bueno... sabiendo que este es sólo nuestro hace que la visita de alguna manera sea un poco más dulce.

Riley ciertamente podía entender eso, dadas sus recientes experiencias propias en el jardín.

— Por supuesto, ahora que ustedes dos lo saben— dijo la Sra. D., pero luego sonrió. —No es que me importe. Siempre he sido aficionada a los dos, y quién sabe, tal vez nuestro nidito de amor celebrará el mismo mágico romance para ustedes dos, también.

Riley prácticamente saltó al extremo del sofá, lejos de Sloane. Ellos no habían revelado a nadie su aventura y no habían previsto hacerlo, habiendo decidido que no era necesario conseguir a sus familiares involucradas en algo que era entre ellos.

— ¿Por qué usted pensaría eso?— Preguntó Riley, intentando no parecer nerviosa.

La Sra. D. parecía inusualmente austera, una vez más cambiando la mirada de ida y vuelta entre ellos.

—Creo que ustedes dos piensan que el resto de nosotros aquí somos ciegos, pero está claro que ustedes están calientes el uno con el otro desde el momento en que entraron por esa puerta; Riley Wainscott— La señora Dorchester señaló hacia el vestíbulo, y Riley se contrajo de nuevo en el sofá.

Así que ellos sabían. Sobre ella y Sloane.

Sin embargo, por alguna razón que Riley no pudo explicar, incluso a sí misma, ella todavía no estaba dispuesto a admitir la verdad, incluso si el gato estaba fuera de la bolsa. Debido a que la estancia de Sloane aquí era tan temporal. Como lo era su relación. Tenía que recordar eso, y proteger su corazón.

Antes de que Sloane pudiera hacer algo estúpido como confesar, ella tomó la palabra.

— Me temo que se equivoca, señora Dorchester. Sloane y yo tenemos una relación uramente profesional e intentamos que siga siendo así.

Sloane apoyó su codo sobre el brazo del sofá, apoyando cómodamente su barbilla arriba, y dirigió una mirada completamente seca en su dirección.

—Eso es muy malo.

Ella tragó saliva con nerviosismo. — ¿Por qué?

— Debido a que no sabes lo que te pierdes.


Al final de la última escena, Brittany se detuvo para rellenar su café, y luego regresó al ordenador. Afuera, la primer nevada caía desde su llegada comenzando a flotar en suaves, abundantes copos. Ella pensó en el tonto sobrenombre para ella de Santana —copo de nieve— y sonrió.

Fue entonces cuando oyó sus pasos en la escalera. Élla había dormido esta mañana, pero ella se había negado a dejarse estar en la cama con élla. Había estado encendida para escribir —y pensar en acurrucarse demasiado con su amante sólo podía conducirla a su caída, al igual que Riley con Sloane.

— Hey, copo de nieve, ¿qué te está sacudiendo?

Ella se giró para encontrar su pelo revuelto, y la mitad inferior de su cuerpo y vestido con pantalones cortos, lo cual le pareció linda. Sus pechos con un sujetador , sin embargo, superaba con creces linda.

— Mi libro me está sacudiendo— dijo ella, poniéndose de pie. —Dormilóna.

Élla lanzó una sonrisa perezosa.

—Tú me agotaste anoche.

Ella lo encontró a medio camino a través de la sala en un cómodo abrazo.

—Trata de tener cuatro orgasmos en una noche, amiga— bromeó ella.

Élla inclinó su cabeza, mirando con nostalgia en la distancia.

—Lo hice una vez. Hace muchos años, cuando yo era una joven semental.

— ¿Qué eres ahora?

— Una semental más madura— dijo con una ceja arqueada, —que sólo es buena para unos dos o tres— Concluyó con un guiño.

Sus pechos prácticamente crecieron al recordar su ducha, y su sexo en la ventana.

—Mmm, los dos de anoche fueron celestiales— Ella levantó un pequeño beso en su suntuosa boca.

—Yo estaba pensando— dijo élla lentamente, —que podríamos divertirnos hoy también… de una manera diferente.

—Ah, ¿sí?

—Por qué no me dejas robarte lejos de tu trabajo para pasar una tarde en las pistas.


Brittany contuvo la respiración, sopesando la invitación. Una parte de ella estaba encantada, y muriendo por aceptar. No había esquiado en años y sabía que iba a disfrutar de pasar un día de nieve con Santana, incluso si élla tuviera que darle un curso de actualización sobre los puntos más importantes de este deporte.

—Nieve fresca está cayendo— dijo élla, señalando hacia la ventana en un intento de influenciarla.

Y ella estaba a punto de decir que sí, cuando se contuvo.

—No puedo, San.

Élla parecía sinceramente decepcionada.

— ¿En serio?

— Me he arrinconado yo misma con este libro— ella explicó. Lo cual era verdad. —Tengo un plazo inminente, y si me mantengo en mi ritmo actual, podría ser capaz de seguir pagando el alquiler. Pero si dejo de escribir ahora, aunque sea por un día, existe la posibilidad de perder mi ritmo. Me alejaría demasiado de la historia y no sería capaz de volver a ella con la misma velocidad— Ella apretó la
palma de su mano sobre su sexy, musculosos pechos. —Me encantaría esquiar contigo, pero realmente no puedo. ¿Me puedes perdonar?

Ella no pudo leer sus ojos cuando élla se quedó en silencio durante un minuto, pero finalmente dijo:

— ¿Me recompensarás más tarde?

— De cualquier forma que desees— Ella bajó las manos a su culo y apretó.

Por supuesto, ella había dejado fuera todas las otras razones prácticas por las que la estaba echazando. Además de tener un libro que escribir y cuentas que pagar, también tenía un corazón que proteger. Esto era todo sobre sexo, el de ella y el de élla, y si dejaba que se convirtiera en algo más, temía comenzar a volverse muy apegada a élla. Infiernos, tal vez ella ya lo estaba —dudaba que ella pudiera compartir tal intensa intimidad y no sentir una sensación de pérdida cuando esto terminara.


Pero al menos podía intentar no hacerlo peor. Ella había conseguido su deseo de llegar a conocerlo un poco la noche anterior, y fue justo lo suficiente para preocuparla, para hacerla sentir esa punzada de calor en su corazón que va más allá de la conexión de sus cuerpos. Sólo ver su sonrisa ahora le afectaba un poco más profundo. Y Dios, ¡cómo había dejado de lado sus inhibiciones anoche de una
manera que nunca antes había hecho! Todo por élla, porque élla lo quería, lo deseaba.

Por lo tanto rechazar un día de diversión en la nieve con élla era una tortura — pero sabio.

— Supongo que tendré que recurrir a Quinn de nuevo. Te dejaré regresar al trabajo, y estaré fuera de tu vista pronto, copo de nieve— Élla dijo esto de manera muy dramática, como si estuviera terriblemente molesta, y ella le lanzó una sonrisa juguetona justo antes de que élla desapareciera por las escaleras.


**************


Veinte minutos más tarde, cuando Riley estaba inventando mentiras para Sloane sobre por qué ella había negado su aventura, aun cuando su tía lo había descubierto, Santana vino trotando hacia abajo, viéndose fuerte y ardiente en jeans y un suéter gris de punto con las mangas arremangadas.

—Estoy yendo a pasar por Quinn en un momento, luego bajaré la montaña para recoger a algunos comestibles más. ¿Alguna petición especial?

— Sólo un beso de despedida— Ella quiso golpearse a sí misma justo cuando las palabras salieron de ella —eso sonaba romántico, como algo que una novia diría.

Ella se relajó, sin embargo, cuando élla se acercó con facilidad a la mesa y se inclinó para darle un suave y dulce beso que curvó los dedos de sus pies.

— Por lo tanto, tu amiga— ella dijo, — ¿Qué es lo que hace que puede esquiar o pasar el rato cuando le da la gana?

— Élla diseña juegos de ordenador. Establece su propio horario. Lo que me recuerda— élla añadió con una inclinación de su hermosa cabeza, — ¿Te importaría si invitó a Quinn a cenar esta noche?


Brittany esperaba que la sorpresa no mostrara en su rostro. Ella no pudo evitar sufrir una cierta decepción porque élla quisiera cenar con una amiga interrumpiendo su ardiente y duro sexo, ya que —como la noche anterior lo había demostrado— incluso la cena podía ser los juegos previos. Pero ella dijo:

—Claro, eso está bien.

— Quinn no parecía élla misma ayer. Al parecer, tuvo una fea ruptura el otoño pasado y no se ha recuperado realmente. Imagino que tal vez le podría ser útil la compañía, un cambio en la rutina o algo así.

— Oh— La culpa por su egoísmo instantáneamente escariándola. —Bueno, sí, definitivamente invítala— Supuso, que ahora esto la estaba hundiendo un poco, se sentía conmovida de que Santana le permitiera entrar en su vida personal de esta manera, ya que tener a su amiga cenando con ellas la hacía sentirse casi relevante en su vida, no como alguien que se mantenía en secreto. — ¿Qué sabe Quinn sobre mí?— Las elucubraciones la llevaron a preguntar.

— Sólo lo básico. Que eres una escritora de retirada aquí. Que te vi a través de la webcam y pensé que estabas tan buena que me acerque a conocerte.

Ella contuvo el aliento. —Whoa, ¿élla sabe que me viste?

—Relájate, copo de nieve. No tiene idea de lo que yo te vi haciendo. Yo te prometí que eso era sólo entre nosotras, ¿recuerdas? Élla piensa que yo sólo te vi caminando por la casa o trabajando en el ordenador. Vestida— Le guiñó un ojo. —Y élla cree entonces que yo empujé bruscamente mi camino en tu retiro sin tener en cuenta tu privacidad.

Ella sonrió con alivio, y luego pronunció su siguiente pensamiento.

—Aunque supongo que élla sabe que nosotras estamos durmiendo juntas ahora.

Santana se encogió de hombros con su habitual confianza.

—No tendría sentido para mí estar aquí todavía irrumpiendo tu retiro en caso de que no lo estuviéramos. Sin embargo, esto no es gran cosa.


Ah, la declaración recordatorio —estos eran de la tipa playboy quienes tenían un montón de amigas, muchas aventuras salvajes. Esto facilitaba su idea acerca de reunirse con Quinn, dadas las circunstancias, pero también la obligaba a recordar que ella era una de las muchas. Así que era una maldita buena cosa que ella no estuviera conectándose a Santana, y una buena razón para continuar asegurándose de no hacerlo.

Mientras miraba a su amante salir por la puerta, se le ocurrió que ella había estado en esta casa ni por una semana completa todavía. Pero para este momento, ella había escrito la mitad del libro y había tenido la más escandalosa, más brillante aventura que alguna vez —o nunca— podría haber imaginado.



***********************


— Entonces, ¿qué pasa con esa chica en tu casa?— Quinn le preguntó mientras se sentaban viendo caer la nieve por la ventana e intercambiando un par de cervezas.

Santana estaba sorprendida de que Quinn no hubiera pedido más información sobre Brittany ayer, pero esquiar había mantenido la interrupción del dialogo. Élla no estaba muy segura de cómo responder, teniendo en cuenta la promesa que le había hecho Brittany acerca de mantener los detalles sólo entre ellas.

—Digamos— empezó a decir, —que estoy... ampliando sus horizontes sexuales.

La curiosidad de Quinn claramente se despertó.

— ¿Detalles?

Ah, justo lo que Santana no podía proporcionar. Tal vez élla ya había dicho demasiado —por lo que por lo menos trataría de mantener la sencillez.

—No me malinterpretes, creo que a ella le gustaba el sexo antes, pero— élla sonrió —le gusta más ahora. Ella está... perdiendo sus inhibiciones.

Quinn se echó a reír.

—Bajo tu experta tutela, ¿verdad?

— Algo así— Y Santana sabía que tenía que callarse si quería cumplir su promesa, pero pensando en las inhibiciones que habían estado cayendo lejos de ella, cayendo suave y sin esfuerzo como la nieve afuera, se sintió obligada a añadir:

—Me gusta ver esto suceder, verla dejándose ir. Creo que estoy persuadiendo algo de ella que ningúna otra tipa se tomó la molestia de buscar en ella antes.

La expresión de Quinn goteaba con incredulidad.

—Si me dices que ella es como una mariposa estallando libre de su capullo, amiga, voy a vomitar.

Santana se echó a reír. Al parecer, élla se había conseguido que Quinn fuera un poco perspicaz allí. Pero si esto cambiaba el tema, eso era probablemente una buena idea.

—Solo estás áspero sobre las mujeres en este momento— le dijo a su amiga. — Necesitas salir de ello.

— Tienes razón. Lo hago— Quinn tomó un trago de su botella. —Pero hay algo acerca de las habituales conejitas de nieve que no está funcionando para mí. No es que quiera otra gran relación… no, no por mucho tiempo de todos modos, pero parezco atraer a… totales cabezas huecas.

Santana enarcó las cejas.

— ¿Es esa una noticia para ti?— Santana había esquiado con Quinn lo suficiente en los ocho años desde que se habían convertido en vecinas y amigas —y había ido con Quinn a las barras lo suficiente, también— para conocer a las chicas que por lo general se le acercaban. Élla tenía razón —élla arrastraba a ricas conejitas de esquí sin un pensamiento en la cabeza más allá de lo calientes que estaban en la ropa de esquí de esta temporada y lo mucho que ellas querían tener sexo. No es que una chica necesitara ser un genio, pero aún Santana podía ver a donde las jovencitas de Quinn conseguirían llegar con la edad.

— Creo que nunca me preocupé por eso antes. Pero ahora, incluso si es sólo una noche en vela, me gustaría una mujer con la que al menos pudiera tener una conversación decente antes de follar, ¿sabes lo que quiero decir?

— Tienes que hacer un cambio de algún tipo, amiga— le aconsejó Santana.

— ¿Cómo qué?

Santana se encogió de hombros.

—No sé. Has un viaje. Ve a bares diferentes, o diferentes pistas. Haz algo para agitar las cosas un poco así puedes volver a montar y seguir adelante con tu vida. Lo que me recuerda ¿Quieres venir esta noche, comer algo de pizza, conocer a Britt?

Quinn se echó hacia atrás, claramente sorprendida.

— ¿Quieres que conozca a esta chica? ¿Es ese tipo de cosa?

Santana parpadeó.

— ¿Qué tipo de cosa?

—Amiga— dijo Quinn, bajando su barbilla parpadeando una conocida expresión, —Hemos estado saliendo durante mucho tiempo, pero nunca me has pedido que conozca a una chica.

Suficientemente cierto. Sin embargo, esto no era como Quinn pensaba.

—Mira, es pizza. Y cerveza. Ella solo estará allí. Yo te invito abajo de cualquier
manera.

Quinn ladeó la cabeza.

— ¿A ella no le importa cambiar una noche de sexo por una noche con tu amiga de la montaña? Infiernos, ¿no te importa eso a ti? Santana llevó la botella a su boca, luego sonrió. — ¡Yo no dije que te estabas quedando mucho tiempo!


***************


Para el momento en que Santana regresó a su casa, Brittany se alegró de verla. Pero, maldita sea, esa era una mala señal —significaba que ella estaba empezando a echarla de menos cuando no estaba cerca.

Ella se ofreció a ayudar con las compras, sin embargo élla se negó, diciéndole que continuara trabajando.


—Pero, eh, si estás cerca de un buen punto de parada por el día, llega hasta allí.

Ella levantó la vista. — ¿Por qué?

Élla le envió una sonrisa sugestiva desde la cocina. —Quinn no va a venir hasta las ocho, así que tenemos un par de horas. Yo me encargare de poner estas cosas lejos, pero luego estoy corriendo un baño de burbujas en el jacuzzi.

Por un lado, ella realmente odiaba dejar de trabajar tan temprano. Ella había estado demasiado bien resistiéndose a élla esta mañana, y había tenido un gran día escribiendo, pero no había alcanzado su meta diaria todavía. Por otro lado, sin embargo, sus pechos le dolían y su coño se agitó ante la idea de entrar en una bañera con Santana.

—Al igual que los baños de burbujas, ¿verdad?— bromeó ella.

—Cuando ellos vienen acompañados con chicas sexys— Élla estaba desembalando los productos enlatados de una bolsa de papel marrón.

— Oh, ¿el tuyo ya tiene algunas de esas dentro?

Élla miró hacia arriba. —Sólo una. Llamada copo de nieve. Pero puedo reunir alguna más si estás interesada en ese tipo de experimentación.

Ella soltó una risa un poco asustada. —Para tu información, no tienes tiempo para más que una, voy a mantenerte ocupada lo suficiente en mi misma.


******************


Quince minutos más tarde, Brittany cerró el archivo que contenía su novela y vagabundeó por las escaleras y dentro del dormitorio. Pero ella no estaba preparada para la impresionante vista que encontró su mirada.

Santana estaba sentado en el borde del burbujeante y espumoso jacuzzi desnuda y hermosa con su polla erecta, una copa de vino en su mano. Otra se apoyaba en el recinto de baldosas junto a élla e incluso había encendido un par de velas que brillaban en la penumbra de la tarde. Ella casi pierde el aliento.

Las esquinas de la boca de élla se torcieron en una sonrisa sexy.

—Ven a mantenerme ocupada, nena.

Brittany no perdió el tiempo, estaba dispuesta a mojarse con Santana de nuevo. Ella empujó hacia abajo sus pantalones cortos, entonces se deshizo de su camisola y bragas, consciente de sus ojos vislumbrando sobre ella.

Una vez desnuda, caminó con cuidado dentro de la bañera, arrodillándose en las burbujas mientras la caliente, gorgoteante agua que comenzaba a masajear su cuerpo debajo de la superficie. Santana se trasladó para unirse a ella dejando su vino hasta que ella dijo —Quédate dónde estás.

Élla se quedó en su lugar y ella se colocó entre sus musculosas piernas, entonces corrió una húmeda palma sobre la longitud de su enorme polla. Ella siguió el mismo camino con su lengua y él siseó en voz baja. Después de bajar un suave besoen la punta de su polla, ella sonrió con picardía hacia élla.

— ¿Es esto lo suficientemente ocupada?

Élla sólo dio corto asentimiento, ojos oscuros sobre ella. Luego élla susurró— Chúpame cariño.

Élla no tenía que pedirlo dos veces, cuando Brittany había aprendido rápidamente que tomar a Santana en su boca era uno de sus placeres más profundos. Ella bajó sus labios sobre su dureza, como siempre sorprendida por la increíble forma en la que élla llenaba su boca. Ella amaba sus gemidos haciendo eco desde su garganta, amaba sus manos en su pelo, recogiéndolo en mechones despeinados desde que ella había renunciar a ponerlos en un clip, muy proclive a reunirse con élla.

— Tan bueno, nena— élla respiró sobre ella.

Cuando ella se relajó, dejando que su polla se deslizara fuera de su boca para mirar hacia élla mientras lamía su camino alrededor de la oscura cabeza llena de sangre, él dijo —Intercambio lugares conmigo.

A medida que élla bajaba en el agua, ella se puso de pie, espuma pegada a su piel cuando se sentó en el azulejo y separó sus piernas, ya sin la menor duda de ofrecerse a sí misma.

— Toma un trago de tu vino y mira por la ventana— élla dijo, luego se inclinó para lamer un suave camino a través de su clítoris.

Ella suspiró ante la celestial sensación, entonces tomó un sorbo de vino. Miró por la gran ventana encima de la bañera, preguntándose lo que élla quería que ella viera ya que la nevada se había detenido.

— Mira hacia abajo a la casa a través de los árboles— dijo élla en voz baja.

Brittany buscó, encontrando la casa situada entre pinos cubiertos de nieve, más cerca de lo que ella incluso se había dado cuenta que otra casa estaba situada. Y así cuando Santana arrastraba otra larga lamida a su centro —ella vio a dos personas follando en la ventana.

Justo como ellas estaban, se dio cuenta jadeando ante la vista.

De repente ella era una voyeur también.
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El mundo de Brittany

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Finalizado Re: Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Vie Oct 07, 2016 6:00 am



Capítulo Once


—Mis vecinos, Stan y Candy —dijo entre sus piernas. Ella estudió a la pareja mientras se encontraban perfilados directamente dentro de la amplia ventana sin cortinas, Candy aferrándose con las dos manos a la parte de atrás de una silla de la cocina, desnuda, mientras que Stan golpeaba dentro de ella por detrás. Stan era el clásico guapo de pelo claro entre sus cuarenta y tantos años. Candy parecía más cerca de la edad de Brittany … una morena con grandes pechos los cuales rebotaban con cada embestida.

Santana daba besos franceses en el clítoris de Brittany mientras ella observaba lo que sucedía en la ventana y las sensaciones se propagaron a través de ella con mucha más intensidad que de costumbre.

—Stan fue a Las Vegas por negocios hace unos años —dijo Santana, soplando en su clítoris y forzando un escalofrío. —Regresó casado con Candy y ella ha estado aquí desde entonces —Ella arrastró otra caliente lamida a su coño, haciéndola gemir mientras continuaba observando a dos extraños teniendo sexo.

— ¿Bailarina? —ella proporcionó con su voz filiforme.

— Stripper —dijo Santana humildemente. —Stan lo mencionó con unas cervezas con Quinn y conmigo el verano pasado.

Brittany se había quedado sin aliento. Abajo a través de los árboles, el perfecto cuerpo de Candy se arqueaba contra su marido, su cara fuertemente torcida con ardiente deseo. Ella usaba medias de red a la altura del muslo con bordes negros fruncidos.

— ¿Ellos hacen esto en la ventana a menudo?

—Sí, en realidad —la voz de Santana haciéndose cada vez más baja ahora y una mirada hacia abajo lo reveló estudiando su separado coño. Ella lo observó a élla en lugar de a Stan y Candy mientras empujaba dos dedos dentro de ella y bajaba otro beso a su clítoris.

—Mmm —susurró ella en respuesta.

—No estoy segura si eso es por accidente — Santana continuó —o si tal vez ellos quieren que yo los vea. Por supuesto, no estoy aquí todo el tiempo, pero supongo que pueden saber cuándo hay un SUV, o en este caso dos en el camino.

— ¿Y tú los miras? —preguntó ella con su corazón latiendo con más fuerza y pulsando en su entrepierna, donde ahora él la bañaba. Ella miró de nuevo a la pareja a través de la ventana cuando las manos de Stan se levantaron desde las caderas de Candy hacia sus pechos regordetes, apretando y amasando.

Santana miró hacia ella, su mirada señalando cuando ella atrajo su mirada de regreso al interior.

—Tú estás mirándolos.

—Oh, Dios mío, tienes razón —Ella tomó un nervioso sorbo de su vino.

—No, nena, no lo entiendes —dijo Santana masajeando suavemente la cara interna de sus muslos con las manos mojadas. —Quiero que los veas, mientras yo te libero.

Brittany contuvo el aliento. Santana tenía esa manera de hacer que las cosas que ella siempre había considerado extremas o incluso perversas parecieran completamente normales.

—Míralos, Britt —élla dijo de nuevo porque ella todavía estaba mirándolo. Míralos.

—Tal vez te quiero ver a ti —estaba aprendiendo cuan poderoso afrodisíaco podían ser los ojos y no podía negar que amaba la vista de élla trabajando su boca entre sus muslos.

—Piensa en mí en cambio —dijo élla. —Y esta vez, sólo esta vez, míralos. Por mí.

Ella dejó escapar un suspiro. Míralos por mí.

Por Santana , ella lo haría.

Así mientras élla metía los dedos en su coño y entregaba rítmicas lamidas por encima de los pliegues de carne, ella se asomó por la ventana, a través de los árboles, y se convirtió en lo que brevemente había pensado de sí misma algunos momentos antes. Una voyeur.

Ella vio como Stan se retiró de Candy, su pene brillando con la humedad, incluso desde tan lejos. Candy se giró y se sentó en la mesa del comedor, abriendo las piernas más ampliamente para su marido como Brittany se separaba para Santana ahora.

Cada una de las lamidas de Santana hacía eco a través de ella lo suficientemente fuerte como para hacerla gemir, ella comenzó a presionar contra élla levantándose contra su boca.

Cuando miró hacia abajo a la excitante vista de Santana lamiendo su carne rosada, élla se detuvo el tiempo suficiente para decir:

—Míralos. De hecho, dime lo que están haciendo ya que yo no puedo ver.

Brittany tomó otra respiración profunda entonces trató de describir lo que estaba presenciado en la casa de al lado.

—Ella está sentada sobre la mesa ahora. Tiene medias negras y sexys zapatos de tacón alto. Él está... está inclinado sobre ella besando sus pechos y ahora... ahora está deslizándose en ella, todo el camino.

Al principio, Brittany había empezado a preocuparse de que brevemente los vecinos podrían mirar hacia arriba y verla a través de la ventana, sobre todo si ellos realmente tenían relaciones sexuales en ese lugar en concreto con la esperanza de que Santana los viera. Pero, más adelante, cuando Santana se aferró a su dilatado clítoris de alguna manera tanto lamiendo como chupando al mismo tiempo, ella dejó de preocuparse y sólo se dejó ir.

—Él está... está follándola ahora —continuó ella —y sus piernas se envuelven alrededor de la espalda de él y sus tacones están clavándose en su piel. Él está...haciéndolo duro, muy duro. Ella está tirándose hacia atrás en la mesa y luce... como si estuviera gritando. Y ahora ella está... —ella tragó saliva recuperándose del placer de la boca de Santana combinado con lo que estaba viendo y dijo. —Se está tocando, frotándose mientras él la folla —las propias manos de Brittany rozaron sus pechos sin planearlo, los pezones sobresaliendo en sus manos. Ella continuó empujando su propio coño en la experta boca de Santana y sabía que estaba rápidamente acercándose al clímax. —Ella está... aun frotándose, de verdad frotándose frenéticamente ahora, y ella está... —oh, Dios, ahí estaba el orgasmo, rompiendo sobre ella duramente.

—Oh, oh Dios, nena. Ah, ¡me corro! ¡Me corro!— dejó de mirar a Candy y Stan mientras sus ojos se cerraban, su cabeza cayendo hacia atrás. El clímax precipitándose a través de ella áspera e irregularmente, su coño sintiéndose como si fuera la mayor parte de ella.

Cuando finalmente se volvió a calmar para a sentir las baldosas por debajo de ella otra vez… junto con el último dulce beso de Santana en su clítoris, lo encontró usando la sonrisa más malvada que alguna vez agració su rostro.

—Maldita sea cariño, eso fue caliente.

Ella se mordió los labios con su cuerpo todavía palpitante con las réplicas.

— ¿Qué fue caliente?

—Decirme lo que veías, a la vez que te tocabas tus bonitos pechos. Me has puesto tan condenadamente dura.

Ella lanzó una sonrisa juguetona.

—Tú ya estabas dura.

Los ojos de élla brillaron vidriosos por la lujuria.

—Confía en mí nena, tú me pusiste más dura —su mano se cerró nuevamente sobre su muslo. —Ahora ven aquí abajo dentro del agua conmigo así yo puedo tener mi polla dentro de ti donde pertenece.

La promesa hizo a Brittany gemir de alegría en su interior, pero ella lo mantuvo dentro. Sólo en este caso esa parte de "donde pertenece" la estaba llenando con tal gratificación. Ella se metió en el agua caliente y burbujeante lo besó, sin siquiera inmutarse de que podía degustar sus jugos en su boca. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras élla curvaba las manos sobre sus pechos, recién cubiertos de espuma, para rastrillar sus pulgares sobre sus erectos pezones.

—Tan malditamente bonitos, nena —gruñó élla en su oído cuando los besos terminaron. — Mmm, necesito follarte.

Ella simplemente asintió con la cabeza estando de acuerdo.

Y estaba sorprendida cuando la giró sobre sus rodillas de cara a la ventana… El ventanal se extendía cercano a las baldosas adjuntas a la bañera, lo que significaba que ellos podían ver a Stan y Candy en esta posición. Casi se había olvidado de Stan y Candy ya, pero ahora Candy había caído de rodillas, sólo visible a partir de sus pechos mientras chupaba la polla de Stan .Brittany se enfocó en ellos mientras Santana empujaba lentamente dentro de ella desde atrás, y gritó con el profundo placer de esa intrusión inicial.

—Ah, nena, tan apretada a mí alrededor —gimió.

Ella suspiró. —Tú me llenas.

Santana movió en ella… lentas, profundas, exhaustivas estocadas que parecían llegar a extremos increíbles en su interior. Ella sintió cada pulgada de élla y dejó escapar un suave gemido en cada embiste, sin dejar de mirar a Candy entregar una vigorosa mamada entre los árboles.

Cuando Santana alcanzó en frente de ella presionando aquí y allá sobre la pared de la bañera, no estaba segura por qué, hasta que élla usó su otra mano para mover un poco su cuerpo.

—Hazte a un lado, sólo un poco.

Cuando ella se deslizó hacia la derecha unos pocos centímetros, el chorro de Jacuzzi disparó duro contra su monte, y ella dejó escapar un gemido alto antes de mirar por encima de su hombro en estado de shock.

—Inclínate más cerca —élla dijo con una sonrisa diabólica.

—Ya me corrí una vez…

—Dije que te inclines más —le interrumpió, usando su cuerpo para empujarla hacia adelante, al nivel de la corriente del chorro.

— ¡Oh! —el impacto sobre su clítoris, y de su polla embistiendo en ella, fueron lo suficientemente potentes como para que se agarrara al borde superior de la bañera con las dos manos.

Élla continuó sus lentas y profundas sumergidas en su coño, cada una presionándola contra el estimulante chorro. Sus manos se elevaron para acariciar sus pechos, masajeándolos lento y profundo para que coincidiera con el ritmo del sexo.

—Unh... —el sonido la abandonó involuntariamente. Todo parecía demasiado bueno.

En la ventana de debajo de ellos, Candy lanzó el eje de Stan fuera de su boca, luego se levantó y se giró para ponerse boca abajo sobre la mesa, doblada por la cintura. Stan masajeó su culo por un minuto, aserrando su polla ida y vuelta por el centro.Brittany vio la boca de Candy articular. Fóllame.

Cuando Stan entró en ella, tanto Brittany como Santana lanzaron un gemido. Bajo el agua, el coño de Brittany e sentía completamente aporreado y ella sabía que otro orgasmo se aproximaba rápidamente. La respiración de Santana se hizo lenta y dificultosa en su oído. Ella no apartaba los ojos de Stan, ahora golpeando dentro de Candy con desenfreno. Podía ver a Candy llorando apasionada, sus ojos cerrados, los dedos curvados alrededor del borde de la mesa. Los embistes de Santana se hicieron más intensos, y Brittany se reunió con ellos, su clítoris trabajado por el chorro en el otro lado hasta que ella dijo:

Esta vez, entró en erupción con una serie de agudos gritos, las olas del orgasmo más brutales de lo normal con su cuerpo sacudiéndose. Ni siquiera se había calmado sin embargo cuando Santana dijo

—Ah, Dios… yo también —y élla empujó su polla en ella duro muy duro balanceando su cuerpo tan salvajemente que el agua salpicó sobre los lados de la bañera.

Debajo de ellos, Brittany podía decir que Stan acababa de correrse también, mientras yacía descansando sobre la espalda de Candy ambos todavía sonrientes.

Ella se asomó por encima de su hombro hacia su amante. —Y dicen que es difícil tener un orgasmo al mismo tiempo.

Élla dejó escapar una risa breve, sus brazos cerrándose alrededor de ella y Brittany pensó que podría acostumbrarme a esto. La parte de Santana , no necesariamente la de Stan y Candy. Pero con la misma rapidez se recordó que ella no debería acostumbrarse a élla, por lo que desterró la idea de su mente tan rápido como entró.

— ¿No vas a decirme que te corriste dos veces? —élla preguntó su voz manteniendo un toque de burla.

—Creo que me estoy acostumbrando a ello.

—Malditamente correcto— dijo con una inyección definitiva de orgullo femnino.

Orgasmos múltiples pensó ella con un suspiro. Una cosa más a la que era mejor que no se aferrara, porque probablemente nunca los tendría de nuevo una vez que dejara a Santana atrás.

Ellos se habían quedado en el baño por un rato…Santana se había ofrecido a lavarle el pelo por lo que ella le había devuelto el favor. Sin embargo, casi se había arrepentido al descubrir que había algo tan personal y tan íntimo sobre masajear el champú sobre el cabello de una mujer que cuando estuvo terminado, se sintió preocupantemente ceñida a élla. Esto había sido por el silencio y el tacto.

Nunca había imaginado que el mero hecho de tocar podría hacer que se sienta tan cerca de una mujere, pero tal vez era la mujer tal vez era la forma en que élla tocaba, quizás era la forma en que ella lo animaba a tocar. Sus emociones estaban profundizándose por el momento, y ella estaba feliz de repente de que Quinn viniese a cenar… una distracción del sexo, una distracción del gran
Santana , una presencia singular en su vida en este momento.

Había hecho la maleta buscando comodidad, por lo que se puso unos jeans y el suéter azul suave con el que había viajado, terminando con la sencilla vestimenta con un par de calcetines divertidos: el mismo tono de azul, salpicado de copos de nieve blanca. No se molestó en ponerse los únicos zapatos que había traído unas botas con cordones para caminar penosamente a través de la nieve… y Santana
notó sus calcetines tan pronto como ella se le unió en la planta baja.

Alcanzando a donde ella había puesto los pies en alto sobre el sofá, élla agarró sus pies, moviéndolos.

—Ves por qué te llamo copo de nieve, ¿copo de nieve?

Fue sólo unos minutos después cuando escucharon el estruendo de un camión por el camino cubierto de nieve y ambos se levantaron para saludar a Quinn .

Santana le había dicho que Quinn se había ofrecido a bajar la montaña para ir por la pizza y élla se presentó con dos grandes cajas planas y una sonrisa con hoyuelos.

Sin embargo, fueron sus ojos los que capturaron a Brittany mientras Santana hacia las presentaciones. Élla se había visto bastante lindo en la foto de pesca, pero su mirada en persona era azul brillante y deslumbrante y ella sólo podía imaginar a cuántas chicas había seducido con ese activo en particular. Su cabello rubio estaba un poco desordenado, acorde con su imagen y su bronceado rostro para febrero el cual Brittany pensaba era una prueba de exactamente cuan a menudo élla golpeaba las pistas. Al igual que Santana , era delgado y musculoso, pero claramente no se afeitaba todos los días cuando un rastrojo espeso cubría su barbilla . No podía dejar de pensar en un joven Robert Redford en Sundance Kid una de las películas viejas favoritas de su madre.

—Espera un minuto —dijo Quinn mientras todos estaban en el vestíbulo — ¿Tú eres Brittany Pierce? ¿Igual que la Brittany Pierce? ¿La escritora de misterio?

Brittany se sentía ruborizarse de deleite. A pesar de su éxito, era raro que alguien fuera de la comunidad de autores la reconociera por su nombre.

—Um, sí —dijo ella, sonriendo.

—Mi madre te ama —le informó élla entregando las pizzas a Santana . —Ella me pide tu libro nuevo cada Navidad. Riley Wainscott, ¿verdad?

Vaya élla incluso conocía su serie.

—Correcto —dijo ella debidamente halagada.

— San mencionó tu nombre y que eras una escritora, pero no tenía ni idea. Mi madre se emocionara cuando le diga que te conocí.

Ellas se sentaron en la mesa y repartieron las pizzas, Santana complementándolas con la cerveza que había recogido en su viaje a la tienda de comestibles.

—San me dijo que diseñas juegos de ordenador para ganarte la vida —le dijo Brittany a Quinn. —Élla ya me explicó cómo una mujer se convierte en un asaltante corporativo… así que dime ¿cómo un hombre se convierte en diseñador de juegos de ordenador?

—Siempre he sido del tipo aficionado a la tecnología— comenzó élla orprendiéndola. Hasta el momentoBrittany generalmente había igualado a los del tipo aficionado a la tecnología con los del tipo raro pero Quinn estaba tan lejos de este último como una mujer podía estarlo. —Alrededor de hace doce años, cuando Internet estaba empezando a despegar formé una compañía de juegos. Tuve suerte, era el momento correcto y en un par de años alcanzamos gran éxito. Tenía la línea más popular de sitios de juegos con millones de visitantes diarios jugando la demo gratuita y luego pagando para descargar los juegos. Después de un tiempo sin embargo, me cansé del viaje a Denver, incluso cuando yo había puesto bastante gente de confianza en el lugar para que sólo tuviera que hacer el viaje un par de veces a la semana. Supongo que sólo quería hacer un cambio; estaría allí de no haber hecho eso. Así que vendí la compañía con un buen beneficio y soy freelancer ahora.

—Estoy viendo una tendencia aquí —dijo ella con una sonrisa, mirando hacia atrás y adelante entre Quinn y Santana . — Creáis empresas, luego las vendéis. ¿Qué significa eso? ¿Qué os aburrís fácilmente?

Quinn tragó un bocado de pizza y luego dijo—Probablemente es más como que tenemos problemas con el compromiso.

Ambas chicas se echaron a reír y Brittany tuvo una visión de algo más que amistad y de las mujeres mismos. No era sorprendente escuchar que Santana tenía miedo al compromiso pero seguía siendo un poco triste. Dejar de estar conectada a élla … ahora. Pocos días más y ella se dirigía a su casa y todo esto sería sólo un recuerdo, así que tenía que apagar sus emociones circundantes a élla en este mismo instante.

—Entonces, ¿qué clase de juegos diseñas?

—Cualquiera que puedas pensar. Juegos de Puzzle, juegos de palabras, juegos tipo casino, juegos deportivos, juegos de carreras todo sobre el tablero.

—No te olvides de mis favoritos —dijo Santana alcanzando una rebanada de pizza de salchicha y bacón.

Brittany cambió su mirada hacia élla. — ¿Cuáles son esos?

Élla sonrió. —Juegos sexuales.

— ¿Juegos sexuales? —Ella arqueó las cejas sintiéndose un poco torpe desde que no sabía muy bien qué estaban hablando. — ¿Qué... tipo de juegos sexuales? — se obligó a mirar de nuevo hacia Quinn para no parecer avergonzada de hablar con élla.

Élla se encogió de hombros.

—Yo no iba a hablar de ellos, pero desde que el vieja Santana aquí lo hizo... son básicamente juegos para entretener a chicos cachondos. Si alcanzas ciertos niveles la recompensa puede ser fotos de chicas desnudas o tal vez una chica que arroja un pedazo de ropa cada vez que alcanzas una cierta puntación.

—Sin embargo algunos juegos —dijo Santana claramente olvidando su pizza por el momento —son en realidad más sobre sexo. Hay uno donde el jugador tiene algunas herramientas que utiliza para tratar de dar a una chica de dibujos animados un orgasmo. Hay otro que es más como un juego de acción, algo así como el viejo Super Mario, pero el entorno es el distrito nocturno y el objetivo es seducir a tantas chicas como puedas. Obtienes puntos por coger los condones en el aire y las jarras de cerveza te dan una vida extra. Tienes que evitar a los grandes porteros y los novios con bates de béisbol y cuando finalmente llegas a una chica hay algunos buenos gráficos —Élla se rió entre dientes. —En realidad es mi juego favorito de todos los que alguna vez ha hecho Quinn .

Brittany pensó que en realidad sonaba divertido y por eso se olvidó de avergonzarse.

—Estoy intrigada. ¿Cómo se llama?

—Babe Quest —dijo Quinn.

—Suena muy divertido —dijo orgullosa de sí misma. Probablemente la vieja Brittany habría fruncido la nariz o puesto los ojos en blanco o ruborizado ahora, solo por un juego… pero ella no estaba haciendo ninguna de esas cosas.

A medida que continuaron comiendo y bebiendo, Brittany mencionó la fotografía de las dos chicas en la estantería con el pescado. Ellas le dijeron que hacían un viaje de pesca o senderismo al menos una vez al verano.

—Más si San puede conseguir traer su culo hasta aquí —añadió Quinn . — Pero en invierno, solo nos volvemos unos totales vagos de esquí. Lo cual es bueno, porque puedo ser eso con o sin élla.

En algún lugar del camino, una capa invisible de sensualidad había comenzado a instalarse en la habitación.Brittany no estaba segura de sí se había iniciado con la charla de los juegos sexuales de Quinn o si tal vez simplemente le gustaba ompartir la cena con dos robustos, sexys mujeres, pero no podía dejar de ser consciente de ello. Por lo que sabía, esto había comenzado con la cerveza… como es habitual desde que llegó a la montaña, un poco de alcohol la hacía sentirse más mareada de lo que lo hubiera hecho en su casa. Mientras las tres hablaban y su mirada se movía adelante y atrás de Santana a Quinn , ella bebió de sus buenas apariencias y bien musculados físicos, absorbió sus fáciles risas femeninas, y se dio cuenta que le agradaba la extraña sensación de estar aislada con dos chicas ardientes. Stan y Candy podía estar a un tiro de piedra, pero el escenario se hacía fácil de olvidar tan pronto como ella lo había aprendido, dándole la sexy impresión de estar sola en medio de la nada con Santana , y ahora también con su amiga.


Antes de que se diera cuenta, las dos chicas estaban debatiendo quien se ejercitaba más. Al parecer, Santana iba al gimnasio cuatro veces por semana, pero Quinn consideraba que la vida de montaña, en general… el esquí, cortar leña para el fuego, el mantenimiento general de su casa, añadía igual o más ejercicio. Santana se había levantado su suéter para revelar el paquete de seis en su torso. Y, mmm, después de no verlo desnudo incluso por un par de horas ese torso se veía muy bien.

—Me temo que no tienes nada que yo no tenga, amigo— protestó Quinn , levantando su suéter de algodón manga larga para revelar similares duros abdominales que Brittany no podía dejar de admirar, también.

— ¿Y tú Britt, ? —Quinn le preguntó. — ¿Haces ejercicio? ¿Quieres entrar en el concurso de abdominales?

—Oh, hago abdominales en frente del televisor y trato de salir a caminar cuando el tiempo es agradable pero me temo que yo no soy una loca del ejercicio duro.

—Los abdominales cuentan— dijo Santana . —Y si todo lo que necesitas para tener ese cuerpo son algunas abdominales y caminar sigue haciendo lo que estás haciendo cariño.

—Bueno, no tengo nada cincelado como ustedes chicas; ningún paquete de seis o algo.

Santana inclinó su cabeza con escepticismo.

—Vamos, tienes un abdomen magnifico.

Ella sacudió su cabeza, no siendo autocrítica, sino porque realmente pensaba que estaba en la media.

—Bueno, me alegro que te guste, pero es apenas un estómago ejercitado.

Quinn dirigió una mirada reprendiéndola.

— ¿Por qué no me dejas ser la jueza?

Audaz por la cerveza Brittany lo hizo sin dudar elevando el dobladillo de su suéter por encima de su estómago. Quinn se inclinó sobre la mesa para mirar, levantando su mano para acariciar suavemente su vientre.

—Ah, ahora te vendes a ti misma escasamente. Yo veo por lo menos el indicio de un paquete de cuatro allí.

Ella arqueó las cejas riendo incluso mientras su coño se estremeció ligeramente… el resultado de su toque.

— ¿Un paquete de cuatro?

—Seguro —respondió él con facilidad. —Lo más parecido a seis. Confía en mí que es muy sexy —añadió élla un guiño. —La mayoría de las mujeres darían su brazo derecho por un estómago bastante parecido a ese.

No podía dejar de sentir halagada… y completamente femenina.

—También tiene unos pechos magnificos —dijo Santana .

Ella abrió la boca dejando que sus ojos se ampliaran hacia élla entras el rubor cubría sus mejillas.

— ¡SANTANA!

Pero su amante se limitó a sonreír.

—Lo siento, cariño eso se me escapó. Quinn aquí pasa a ser un gran conocedor de buenos senos así que imaginé que estaría interesada.

— ¿Es así?—Brittany cambió su mirada hacia su otra compañera de mesa, bastante borracha como para haber olvidado la vergüenza con tanta rapidez.

Quinn lanzó una sonrisa traviesa.

—Sólo tengo la costumbre de... notar esa parte de las mujeres. Más que otras chicas me han dicho. Pero infiernos, ¿qué puedo decir? me gusta las tetas —su sonrisa fue tan entrañable que Brittany no se sentía en lo más mínimo incómoda con la conversación y no podía evitar pensar que ambas Quinn y Santana estaban un poco borrachas… cada una bebió varias cervezas con la pizza.

—Déjame adivinar —dijo Brittany . —Cuanto más grandes sean mejor.

Quinn abrió las manos y se encogió de hombros admitiéndolo.

—Pero —añadió élla —Estoy cansado de las falsas que son demasiado grandes. Si una chica quiere una pequeña mejora genial; pero a veces se pasan de largo —no se molesta con la sutileza cuando élla bajó la mirada hacia el pecho deBrittany . — Puedo decir que las tuyas son verdaderas y malditamente perfectas también. ¿Estoy en lo cierto?

Santana contestó antes de que ella pudiera inventar una respuesta.

—Malditamente cierto son perfectas.

Ella le lanzó una sonrisa sexy, sus pechos sintiéndose pesados, con dolor ahora y su coño latiendo con la sensación. No sólo le gustaba estar con las dos… le gustaba ser el centro de su atención y le gustaba saber que ambos encontraban su cuerpo atractiva. Con Santana, eso no era nada nuevo pero la presencia añadida de Quinn parecía amplificar de alguna manera su sensualidad.

Después de la cena, se trasladaron a la sala de estar, todos colocándose en el sofá, cuando la silla de al lado estaba cubierta con las toallas que Santana había sacado de la lavadora antes, pero no había doblado todavía. Ella no podía evitar recordar que era el mismo sofá donde se había tocado para Santana .

Élla se sentó en un extremo y Brittany inclinó su cabeza hacia atrás contra su pecho. Sus brazos vinieron a su alrededor en un acogedor, sencillo abrazo, y su pulgar se enganchó en la parte superior de sus pantalones, sus dedos acariciando justo por debajo, sobre la parte superior de la mezclilla. Un par de pulgadas más abajo y sus caricias habrían sido un toqueteo. Quinn se sentaba frente a ellos y ella sintió la tentación de recordarle a Santana que tenían compañía… sin embargo no lo hizo por razones que no podía explicarse a sí misma.


—Britt obtuvo la vista de Stan y Candy haciéndolo más temprano —lanzó Santana.

Ella supuso que esto debería haberla avergonzado pero nada parecía hacerlo en este momento.

—Ah. ¿Qué piensas de su pequeño show? —Quinn le preguntó en una profunda risa.

La intoxicación la hizo resueltamente honesta.

—Él está bastante caliente para ser un hombre mayor. Y ella tenía magníficos pechos.

—Definitivamente falsos— señalóQuinn un dedo en el aire —pero siendo falsos, sí, son muy agradables.

Brittany dejó su mirada ampliarse hacia élla.

— ¿Los has visto, también? — ¿había alguien que no hubiera visto a Stan y Candy teniendo relaciones sexuales?

Quinn asintió con la cabeza riendo entre dientes mientras se desplazó hacia un costado para subir una de sus rodillas a su lado en el sofá, y Brittany se dio cuenta de que su pie cubierto con el calcetín, estirado a lo largo de los cojines, ahora le tocaba su muslo vestido de jean. Normalmente, ella habría sacado su pie de regreso, pero ninguno de ellos hizo el esfuerzo por moverse. Su pierna se sentía gruesa y caliente.

—Mantengo un ojo en el lugar de San entre sus visitas —explicó élla . —Bajé un día el invierno pasado para pasar unas horas tan sólo haciendo correr el agua a través de las tuberías, encender la chimenea de gas por un tiempo; ese tipo de cosas y, por supuesto, tan pronto como mi camión apareció, miré por la ventana para ver a Stan y Candy rebotando alrededor de su ventana.

Las puntas de los grandes dedos de Santana rozaban de ida y vuelta en la parte delantera de los jeans de Brittany , su sexy toque ahora oficialmente poniendo su coño en llamas. Nunca había estado en una situación como esta… teniendo una mujer excitándola mientras que ella miraba a los ojos de otro.

Pero parecía que ella lo hacía, ya queQuinn siguió hablando.

— ¿Cuánto tiempo te vas a quedar aquí con San ?

—Sólo unos días más —no le gustaba pensar en eso, su "retiro" llegando a su fin, y hasta ahora, había optado por no pensar en ello. Por el momento, se quedaba mucho más en el presente, con los dedos de Santana acariciando justo por encima de su monte mientras su pie tocaba el musculoso muslo deQuinn y mirándola a los ojos muy azules.

El silencio se difundió entonces…Quinn no dijo nada más, y ella tampoco. No estaba segura de sí podría haber mantenido una conversación de todos modos, su garganta comenzó a sentirse atascada, como si esa capa de sensualidad que ella había notado antes estuviera presionando ahora, casi asfixiándola. Sus pechos se sentían apretados dentro de las copas de su sujetador, su coño dilatado contra el algodón que lo cubría.

— Bueno —dijoQuinn , su voz más baja de lo habitual y sonando un poco áspera —creo que es hora de que me vaya.

Brittany no respondió, tampoco Santana . Ella quería desnudarse con Santana, rápido… pero realmente no quería que Quinn los dejara por el momento ya que ella estaba disfrutando de su compañía. Y disfrutando de tener un pie en su muslo. Indignante como era darse cuenta, no podía negarlo. Un largo y tranquilo momento pasó, esa sensualidad casi tangible, con un peso en el aire. Hasta que finalmente, Santana dijo —Uh, sí, supongo que sí.

Brittany dejó escapar el aliento que no se había dado cuenta que estaba conteniendo.

Cuando todas se pusieron de pie, Quinn les dio las gracias por la invitación, y Santana dijo —Tú compraste la pizza, hombre, yo debería estar dándote las gracias —y Brittany trató de examinar lo que había sucedido. ¿Por qué todas habían dudado cuando Quinn anunció su partida? ¿Estaban Santana y Quinn sintiendo lo que ella sentía; alguna confusa sensual química entre todas ellas que desafiaba la definición? ¿O era sólo a ella, medio ebria y completamente errando la lectura, viendo algo que no estaba allí, excepto tal vez en su propia mente?

A medida que se acercaron a la puerta y Quinn se puso una chaqueta de cuero marrón, élla le estrechó la mano a Santana, luego levantó una palma a la mejilla de Brittany, inclinándose para besar la otra. Al igual que todas las sensaciones que la habían golpeado en la última hora o así, ella sentía el beso bajar, flexionando sus músculos vaginales cuando élla se apartó.


—Buenas noches— dijo, y salió a la oscuridad.

Tanto ella como Santana se giraron para mirarse el uno al otro.

—Gran mujer , ¿eh? —preguntó élla pero sus ojos estaban vidriosos, con las mismas emociones que en la actualidad la golpeaban.

Ella asintió con la cabeza.

—Sí. Muy... agradable. Fácil tenerlo cerca —Y élla tiene lindos muslos. —Tenía miedo de que frotaras mi coño justo delante de élla —levantó la mirada hacia élla, midiendo su reacción.

—Tuve la tentación— respondió. —Te sentías demasiado bien, nena —Ella deslizó los brazos alrededor de su cuello, apoyándose para presionar su cuerpo contra el suyo. —Bueno, ahora estamos solos para que puedas darte el gusto.

Ellas estaban en la gran cama de Santana , la capa de nieve afuera combinada con la luz de la luna iluminaba la habitación. Su cabeza descansaba entre sus piernas y la de ella entre las de élla, y por primera vez en su vida, comprendía la verdadera emoción de la posición del sesenta y nueve. Mientras Santana rítmicamente bañaba su piel más sensible, ella chupaba su polla profundamente, a veces lanzándola fuera para dejarla caer entre sus pechos.

Sus gemidos mientras ella acunaba su longitud entre los dos montículos de carne le recordaba que élla había mencionado que quería deslizarse entre ellos en uno de los primeros intercambios de mensajes instantáneos que parecían tan lejanos ahora. Esta posición hacia que fuera fácil, casi natural, y la sensación de su duro eje entre sus suaves pechos la llenaba con más placer del que ella podía haber imaginado. Pero luego todo era diferente con Santana … cada beso, cada mirada, cada encuentro sexual era más intenso y, a su vez, más satisfactorio que cualquier cosa que ella hubiera conocido hasta ahora.

Cuando levantó su húmedo eje de entre sus pechos para envolver sus labios de nuevo alrededor de la cabeza, élla le entregó una presión repentina e increíble a su coño. Oh Dios, ¿qué era eso? Ella gritó… entonces se dio cuenta de que élla había empujado a su viejo amigo el vibrador en su interior cuando ella menos lo esperaba.

La respuesta natural de su cuerpo fue reunirse con los lentos, firmes empujes que actualmente él distribuía, sin embargo ella dejó caer la polla de su boca para respirar, — ¿De dónde salió eso? —ni siquiera recordaba la última vez que lo había visto. No es que ella se quejara. Era muy bienvenida la intrusión. Su húmeda lengua sobre su clítoris y el juguete en su interior, al mismo tiempo trajeron en conjunto un nuevo suntuoso placer.

—Lo encontré debajo de la cama —élla jadeó.


—Oh Dios —suspiró ella, reuniéndose con otro empuje, tomando el juguete sexual más profundo.

— ¿Se siente bien, cariño?

—Mmm —fue todo lo que ella pudo decir.

Y todo lo que le había gustado decir, porque ella tenía cosas mejores que hacer con su boca. De repente, la quería de vuelta alrededor de su pene…mucho, y no dudó en envolver su puño en torno a su longitud y tirar de regreso su potente erección entre sus ansiosos labios.

Ella lo chupó con fuerza, incluso más que antes, mientras él conducía el vibrador más abajo. Oh Dios, las olas de placer la sacudieron, consumiéndola… ningún orgasmo, sino una maravillosa sensación de tal plenitud que no podría haber concebido antes de experimentarla. Su eje en la boca y otro en su coño. Ser llenada en los dos orificios de alguna manera entregaba algo más que el doble de placer, al igual que la atención de los dos hombres antes.

Por supuesto, esto era más intenso. Esto era caliente, sexo crudo, devorador. Dejó que hiciera eso, que la devorara. Dejó de pensar y sólo respondió. Su boca se movía justo por encima del juguete… no podía verlo pero pensaba que estaba chupando su clítoris. Sollozó su placer alrededor de la erección entre sus labios, aturdida y asombrada y tan profundamente complacida como jamás había estado.

Siempre había disfrutado yendo abajo sobre Santana , más que con otras mujeres, pero ahora incluso eso era diferente. Ella lo quería follando su boca, activamente llenándola mientras élla la llenaba abajo. Tenía un deseo por la dureza, por la masculinidad, que no había tenido antes de este momento, una ansia casi cegadora de ser superada en todos los sentidos, tener todo su cuerpo lleno de élla.

Ella lo atrajo a su boca, en silencio urgiéndole a empujar. Sí, sí. Élla se condujo en firmes y cortas estocadas. Y abajo, el maravilloso vibrador la folló y su dulce lengua la bañaba. Frenéticos gritos surgieron de su garganta, en torno a su longitud. Su cuerpo se sentía gratamente aporreado por duros ejes de hombres y ella se movía contra ambos, enloquecida por las gloriosas sensaciones extendiéndose a través de ella.

El orgasmo golpeó sin previo aviso, obligándola a liberar su polla mientras ella gritaba su alegría.

—Oh Dios, nena, ¡Oh Dios! —los pulsos de calor atormentándola de pies a cabeza, una y otra vez, casi violentamente por su intensidad, para dejarla exhaustivamente agotada cuando se fueron.

Abriendo sus ojos para ver su majestuosa erección todavía solo a unos pocos centímetros de distancia, brillando por su servicio, ella besó suavemente la punta, un pequeño gracias por tal abrumador placer.

Abajo, élla lentamente extrajo el vibrador, entonces dio un salto en la cama para encontrarse cara a cara con ella en la habitación en penumbras. Sus ojos brillaban perversamente.


— ¿Eso fue tan bueno como sonaba?

Ella contuvo el aliento.

—Completamente alucinante.

Una vez habría dicho:

Esta no soy yo, esta no soy yo. Pero hacía mucho tiempo desde que detuvo eso. Porque, ahora, esta era ella.

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El mundo de Brittany

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Mensaje por ana_bys_26 Vie Oct 07, 2016 6:51 am




Capítulo Doce

—Despierta, copo de nieve. Es un hermoso día y necesitas salir fuera.

Brittany abrió los ojos legañosos, sorprendida al ver a su amante de pie junto a ella, vestido con jeans, una camisa de franela abierta sobre una camiseta de color verde oscuro y unas robustas botas para el aire libre. Se veía tan fuerte y guapo como siempre, un mechón de pelo oscuro inmerso imprudentemente sobre su frente, la barbilla espolvoreada con rastrojo.

—Sabes que necesito escribir—dijo ella. Al igual que ayer, pasar el día con élla sería delicioso, pero tenía que protegerse. Esto estaba ahora oficialmente más acerca de su corazón que de su libro… estaba solo acercándose demasiado a élla en el último par de días.

— No te preocupes. No estoy tratando de arrastrarte lejos de tu trabajo, pero se me ocurrió que literalmente no has puesto un pie fuera de esta casa desde que llegué aquí, y es un día soleado, por lo que podemos tomar el desayuno en el porche trasero.

Ella parpadeó su sorpresa.

—Um, ¿no está cubierto de nieve?

— No ya que acabo de apalearla. Ahora, vamos, levántate. Tengo los huevos listos para freír y panecillos ingleses listos para tostar. Sólo ponte un par de sudaderas, zapatos y tu abrigo mientras yo cocino y me encontrare contigo en la puerta de atrás en diez minutos.

Mientras Santana se daba la vuelta y se alejaba, Brittany se limitó a mirar su espalda, parpadeando una vez más. Extrañamente, esto se sentía casi como si élla estuviera… cortejándola o algo así. O, al menos, preocupándose un poco por ella, interesado en ver que salga al aire libre. No había pensado en eso… cómo de confinada había estado aquí. Mientras que lo había notado antes, disfrutaba de la
extraña sensación de aislamiento, dado que esta venía con una amante sexy y dominante. Y no podía evitar pensar que estaría helado fuera. Pero si Santana había despejado la terraza y estaba preparando su desayuno, no estaba dispuesta a rechazarla.


Después de localizar la ropa interior y un par de pantalones jogging negros, se lanzó el suéter de la noche anterior luego encontró un par de calcetines gruesos y entrelazó sus botas por encima de ellos. Sólo cuando entró en la cocina, diciendo — Hey —se le ocurrió que horrible conjunto se había puesto.

Élla no pareció darse cuenta, simplemente tiró de la hornalla con una sonrisa en su rostro y una espátula en la mano.

— ¿Agarras un par de platos de la alacena, copo de nieve? —luego élla volcó con pericia un huevo en la sartén.

—Seguro —murmuró ella, cayendo un poco más enamorada. Élla era su amante perfecto pensó de pie mirando su espalda vestida de franela. Élla la empujaba y la convencía para atravesar sus límites normales para darle insondable placer y sin embargo, al mismo tiempo era tan fácil estar con élla como ahora mismo. Su mujer perfecta. Y ella lo iba a dejar en unos pocos días.

— ¿Platos?— le preguntó.

—Oh. Sí. Lo siento —se las arregló para conseguirlos, luego vio como élla dejó caer los huevos impecablemente en cada uno así como cuatro mitades de pan extraídas de la tostadora.

Ella se apresuró a agarrar su chaqueta de invierno del armario del hall de entrada y un momento más tarde, estaban sentados en una mesa de picnic de madera construida en la terraza. Aunque el sol ya había secado la mayoría de la humedad dejada por el momento, se dio cuenta de que Santana había traído toallas gruesas para que puedan sentarse.

—Esto es lindo — dijo ella, sonriendo hacia élla mientras cortaba un bocado de huevos. Para su sorpresa, el sol era tan brillante que hacia al frío manejable, más ligero y refrescante que amargo. La vista de las montañas cubiertas de nieve hasta donde el ojo podía ver era preciosa, tal vez incluso más de lo habitual porque podía sentir el aire de la montaña y ver hasta qué punto el extenso azul se expandía.

Fue como si élla leyera su mente.

—Nada nada como una mañana clara de Colorado.

— ¿Cómo llegaste a comprar una casa aquí?

—Solía hacer excursiones a pie a la zona con amigos en la universidad. Con el tiempo me enamoré del lugar y del fuerte contraste con Los Ángeles, así que cuando tuve suficiente dinero para una segunda casa, Vail parecía ser la elección natural.

—Estoy… contenta de que hicieras esa elección —aventuró ella un poco tímidamente. —Si no yo nunca te hubiera conocido, nunca habría tenido este tiempo contigo.

—Buen punto —dijo élla mentón apoyado en su puño, su codo equilibrado sobre la mesa. —Me alegro de haber hecho esa elección, también, copo de nieve.

Por alguna razón este era un momento de reflexión para Brittany . Porque tan dulce como él estaba siendo, sabía que esto significaba más para ella que para élla. Élla no dijo eso… no con su voz o sus ojos, esto era algo que ella sabía internamente. Élla era una mujer de mundo, una mujer que tomaba amantes, tenía aventuras. Esto tenía que significar más para ella que para élla, era indudablemente más que un evento sin precedentes en su vida, algo alterando su vida, de hecho, tenía que admitir.

No así para élla.

Solo toma esto por lo que es. Absórbelo. Disfruta del sexo. Disfruta de élla.

Y trata de no preocuparte de que este lapso de tiempo con él será el período que defina tu vida entera. Trata de no preocuparte de que nunca será así de bueno, así de completamente magnifico de nuevo.

—Tenías razón —dijo ella lista para volver a un tema normal sencillo. —Es bueno salir al sol por un rato.

Élla asintió con la cabeza, una sexy y aún superior mirada adornando su rostro.

—La poco astuta copo de nieve debería tomar descanso más grande, dejarme llevarla a esquiar. O podemos conducir hacia Breckenridge. Un lindo pueblo de esquiadores con un montón de cafeterías y tiendas que probablemente te agradarían.

Tentador, oh tan tentador. Pero…

—No, la poco astuta copo de nieve tiene un libro que terminar. Así que tan bonito como es este desayuno, tengo que volver a entrar y empezar a trabajar pronto.

Élla dejó escapar un gemido de frustración.

—Sabes, cariño, soy casi uno de los tan adictos al trabajo que existen, pero hasta yo sé que es aconsejable tomar un descanso y recargar de vez en cuando.

Ella le dio una inclinación de cabeza conocedora.

—Y estoy dispuesta a apostar que si tuvieras algún gran trato sobre la mesa en este momento que fuera sensible al tiempo, estarías trabajando en ello día y noche hasta que lo terminaras en lugar de querer jugar en la nieve.

Élla bajó su mentón, entrecerrando sus ojos en ella, y dejó escapar un suspiro.

—Buen punto—luego, haciendo estallar el último bocado de un panecillo inglés con mantequilla en su boca, se limpió las manos en una servilleta y se puso de pie. —Sin embargo, antes de que te vayas...

— ¿Qué?

—Ponte de pie.

Ella lanzó una mirada especulativa en su dirección, pensando que su expresión había cambiado sólo a una más oscura y oh-tan-familiar, incluso bajo el brillante sol de la mañana.

— ¿Por qué?

Sin responder, élla rodeó la mesa y la tomó de la mano, conduciéndola a través de la gran terraza hasta que ella estuvo de frente a la sorprendente vista de Vail y más allá. Élla se puso de pie detrás de ella, empujando hacia arriba sus manos por debajo de su abrigo para cerrarse calurosas en sus caderas. Élla se inclinó hacia ella por la espalda, e incluso a través de la chaqueta, podía sentir su erección.

—Se me ocurrió darte un poco de deleite mañanero antes de que entres a la casa— susurró cerca de su oído.

Ella miró por encima de su hombro dentro de seductores ojos marrones, ofreciendo su sonrisa más sexy.

—Un problema, esto no es poco.

Élla le devolvió la sonrisa.

—Es culpa tuya.

—Supongo que me lo harás pagar luego.

Élla se acercó, tirando hacia atrás su desordenado cabello para bajar un beso en su cuello.

—Tengo la intención.

Cuando las manos de Santana suavemente comenzaron a empujar hacia abajo sus pantalones, justo sobre su culo, el aire fresco la golpeó y su coño se estremeció con una mezcla de sensaciones. Reflexionó sobre el hecho de que estaba en una montaña nevada, con sus partes íntimas expuestas. Pensó en Stan y Candy, y en Quinn , y en todos esos ojos que ella había imaginado sobre ellos en la oscuridad de la otra noche. Contuvo la respiración cuando el cálido dedo medio de Santana acarició dentro de ella, el placer haciéndose eco a través de ella por el toque.

—Te das cuenta —ella respiró, la voz haciéndose filiforme así de rápido, —que alguien en algún lugar nos puede estar viendo en este momento —no podía ver la casa de Quinn por encima ni la de Stan y Candy por debajo de este punto de vista, pero la repentina "aparición" de la casa de Stan, a través de los árboles ayer, había demostrado que el lugar de Santana no estaba realmente tan aislado como se sentía.

La voz de élla calentó su oreja.

—Poco probable pero posible.

— ¿Es por eso que estamos haciendo esto?— ella preguntó — ¿Porque alguien podría vernos? —detrás suyo, ella fue consciente de élla desabrochando sus jeans justo antes de sentir su dura polla presionando caliente en el centro de su culo, cuerpo a cuerpo, sus brazos cerrándose a su alrededor. Se estremeció, y no del frío, sino del calor.

—Te gustaba la idea de que alguien pudiera vernos la otra noche —élla le recordó.

— Creo que estaba borracha —ella admitió en voz baja.

Élla se rió suavemente.

—Eso no tiene nada que ver con esto—bajando su agarre de vuelta a su cadera, deslizó lentamente toda su longitud en ella, haciéndola jadear por la repentina plenitud. —Porque te gusta la idea ahora, también.

Y cuando élla comenzó a moverse en ella, y cuando ella empezó a cumplir con sus lentos y firmes empujes, sus manos sujetándose a la barandilla por apoyo mientras arqueaba su culo hacia élla, ella no podía negarlo. El saber que en algún lugar, escondido entre los árboles, alguien podía estar observándolos, viéndola tomar su polla, viendo la pasión de cada uno grabada en sus rostros, se agregaba a su excitación. El aire del invierno pasaba ligero a su alrededor, recordándole que estaban al aire libre, haciéndolo en la ladera de una nevada montaña como dos animales, sólo una parte de su naturaleza, la estimulaba.

Élla no dijo nada más mientras empujaba profundamente dentro de ella… sólo sus calientes gemidos llenaban el silencio, y ella sabía que ambos entendieron que sus últimas palabras habían sido ciertas. A ella le gustaba la idea de ser observada. Élla se la había enseñado. Élla la sentía con ella. Y esta mejoraba cada embiste de su longitud en su suavidad, hasta que él finalmente dijo—Dios, nena, me voy a correr —entonces la llenó de una manera completamente diferente.

Un momento después, todavía dentro de ella con sus brazos envueltos calientes alrededor de su cintura, él dijo algo que ella nunca había imaginado que Santana Lopez diría.

—La cagué.

Ella giró su cabeza para mirarlo. — ¿Qué?

Inusual culpa cubría su rostro. —Yo no te he dado un orgasmo.

Ella parpadeó y luego sonrió. —Lo creas o no, no estoy en ello sólo por los orgasmos.

Élla la miró como si ella acabara de anunciar que era de Marte.

—En serio— dijo ella. —No me malinterpretes, me encantan, pero no tengo que tenerlos o tenerlos todo el tiempo. Se siente lo suficientemente bien solo con tener tu perfecta polla en mí, sólo tenerte follándome tan a fondo.

Retirándose, élla le dio vuelta en sus brazos, sus ojos iluminándose con lo que parecía asombro.

— ¿He mencionado que eres increíble? —Ella la besó en la frente y ella temía que podría derrumbarse bajo el peso de la emoción que la llenaba.

Detente. No sientas esto. No te lo permitas. Así sólo encontrarás la locura.

Pero en lugar de responderle y de salir con alguna observación poco seria que aliviaría la tensión en su corazón, ella simplemente respondió besándolo, otro de esos besos ardientes que ellos habían compartido desde el principio, esos besos que eran casi tan buenos como el sexo mismo.

— Mmm —élla suspiró cuando este terminó, sus frentes juntas. — ¿Cómo haces eso?

— ¿Hacer qué?

—Volverme loca con sólo un beso. Todas las cosas que hemos hecho, y aún tus besos me hacen sentir como si tuviera dieciséis años.

Fue como un destello en su interior saber que él también lo sentía… toda la magia, todo ese poder, sólo por un beso. Ella levantó la boca de nuevo hacia élla deseando poder decirle todo lo que ella sentía, lo mucho que había amado sus besos desde el primer momento en que se había subido a la cama con ella, cuán cambiada y nueva la hacía sentir. Pero ella se contuvo, otra vez y sólo se burló de élla.

Entonces élla comenzó a buscar a su alrededor por el manto blanco sobre el patio trasero y por debajo de la ladera.

Brittany se asomó por encima de su hombro, en caso de que hubiera algo que ella se había perdido, pero sólo vio el brillo del sol sobre la nieve virgen, sin tocar.

— Ya que estamos aquí— élla dijo — ¿Por qué no jugamos en la nieve por un
rato?

Ella se echó a reír, pensando que élla estaba volviéndose implacable por mantenerla alejada de su trabajo.

—Define jugar.

Élla inclinó su cabeza, mirando muy en serio.

—Construir un muñeco de nieve asesino.

Brittany sonrió. No había hecho un muñeco de nieve desde que era una niña. Tan simple como sonaba, la idea era inmensamente atractiva. Sólo...

—No tenemos pantalones para la nieve.

Santana giró dramáticamente los ojos, tirando su cabeza hacia atrás.

—Tienes razón, sería una tragedia de proporciones épicas si realmente construimos un muñeco de nieve sin pantalones para la nieve.

Ella le sonrió a su sarcasmo concediendo.

—Sin embargo nos vamos a mojar. Y coger frío.

—Soy dueña de toallas, copo de nieve. Y mantas. Y una chimenea. Te prometo que todo irá bien —añadió élla con un complaciente guiño.

Para el momento en que lo tuvieron hecho, ambas estaban empapadas y frías, pero gracias a sus esfuerzos tenían un perfecto completo muñeco de nieve de tres niveles con bufanda, gorro de lana, y nariz de zanahoria, todo traído del interior, y los ojos de oscuras piedras grises excavadas por debajo de la nieve en el paisaje del porche delantero. El único consuelo que Santana le había hecho a las preocupaciones de ella sobre sus atuendos eran los guantes de esquí, los cuales élla había recuperado del armario del vestíbulo, y también había agarrado una de sus gorras de esquí para Brittany.

Al entrar a la casa, ambas se desnudaron, se secaron y se pusieron acogedoras sudaderas secas.Santana hizo tazas de chocolate caliente, las cuales bebieron delante del fuego, hablando de los atributos de construir un buen muñeco de nieve. Élla había tenido más diversión con ella en la nieve de lo que podía comprender fácilmente.

Ahora, por fin había subido para dejarla trabajar, decidiendo que podía soportar hacer un poco de trabajo élla misma. Por lo menos, tenía que revisar su correo electrónico. No podía recordar un momento desde la llegada del Internet que hubiera estado todo este tiempo sin comprobarlo. Sólo Dios sabía los incendios que necesitaría apagar por ahora.


Sin embargo, después de conectar al portátil a la conexión de Internet en la habitación principal, quedó gratamente sorprendido al ver que nada demasiado urgente había surgido. Así que se tomó su tiempo respondiendo mensajes, luego cerró el ordenador y se retiró al asiento tapizado de la ventana donde el sol todavía atacaba con toda su fuerza. Apuntalando los mullidos almohadones en un extremo se reclinó y pensó que podría dejar que el sol lo adormeciera en una siesta. Espiar el muñeco de nieve que élla y Brittany habían construido trajo una sonrisa a su cara mientras que sus ojos caían cerrados.

Sin embargo, élla todavía estaba caliente. Maldita sea, no importaba la cantidad de sexo que tuviera con esa mujer, ella aún lo mantenía en un constante estado de excitación.

Su mente se fue a la deriva con lo que ella había dicho en la terraza sobre la forma en que le bastaba con ser follada por élla. Comprendiendo a la mujer que yacía en el núcleo de Brittany , hacía tales palabras más emocionantes de lo que serían a partir de cualquier otra chica. Como todo con ella, élla nunca se acostumbraba a ello… la excitaba tanto cada vez como si fuera nuevo.

En poco tiempo, se encontró pensando en la visita de Quinn ayer por la noche, la cual había resultado muy diferente de lo que había imaginado. Élla había emitido la invitación con toda inocencia… disfrutaba de la compañía de los chicas, valoraba su amistad, por lo que parecía natural tenerlo para una comida, incluso aunque tuviera la presencia de una amante. Lo que Santana no esperaba era la sensación de que algo más pesado se estuvo desarrollando a lo largo de la noche. Había habido, sin duda, vibraciones muy sexuales en el aire, y no se trataba sólo de hablar de los juegos sexuales de Quinn . Santana sabía que élla había proliferado eso, había estado intoxicada sólo lo suficiente como para seguir con la corriente. Así que no se había retenido en decir que Brittany tenía unas tetas geniales, y no dudó en traer el tema de Stan y Candy, ni en dejar que su toque derivara peligrosamente cerca de la entrepierna de Brittany , mientras que Quinn miraba.

La verdad era extraña… había sentido una desconocida atracción, se encontró
imaginando a Brittany estando con los dos, élla y Quinn . Élla se había encontrado a sí mismo imaginándola dejarse ir mucho más… abriéndose ella misma mucho más profundo. Y se encontró élla mismo esperándolo. Queriendo verla de esa manera, con otra mujer, con dos mujeres.

Tampoco podía dejar de recordar lo mucho que a ella, obviamente, le había gustado tener dos pollas anoche en la cama, incluso si una sólo hubiera sido un juguete. Ella lo había querido también… les quería a élla y a Quinn , juntas. Dudaba que supiera que ella lo había querido, pero así era.

El sol finalmente le provocó el suficiente sueño para irse a la deriva. Sin enbargo, cuando la somnolencia engranó con su excitación, una pregunta bordeó su mente. ¿Haría ella eso por él, si él se lo pedía? ¿Dejaría ella misma complacer sus verdaderos deseos en un ménage a trois?


**************


Había hecho todo lo que él había querido… todo. Tan perfectamente, tan apasionadamente. Esto sería un gran paso más allá, para todos ellos. Élla nunca había compartido una mujer con otro hombre antes tampoco, por no hablar de un buen amigo. Pero, maldita sea, quería que ella conociera el máximo placer, y él quería conocer la satisfacción de dárselo, de saber que ella lo hacía porque él se lo pedía.

Riley y Sloane continuaron desenterrando aún más elementos ocultos en los suelos… algunos estaban escondidos en el patio y las dependencias, pero la mayoría aparecieron en el jardín secreto. Por supuesto, Riley y Sloane aún estaban obteniendo intimidad a cada oportunidad que tenían… hasta el punto que Riley sabía que ella estaba demasiado inmersa en su pasión y no en concentrarse en resolver el misteriotanto como debería. Un hecho totalmente nuevo para ella, ya que su cabeza siempre estaba en el caso. Excepto ahora. Sloane Bennett y el mejor sexo de su vida estaban oscureciendo su enfoque. Cuando la tía Mimsey invitó a Riley y a Sloane a tomar el té en el porche trasero,
Riley sabía que había problemas. Y ella demostró estar acertada incluso antes de que su tía levantara la delicada taza floreada de té a sus labios.

—Winifred me dijo que ustedes dos están negando sus sentimientos el uno por el otro —dijo la tía Mimsey con una vertiginosa, conocedora sonrisa que hizo que Riley quisiera caerse dentro de los tablones de madera del porche. Ya era bastante malo que la tía Mimsey y los Dorchester se hubieran dado cuenta de que algo estaba pasando
entre ellos, pero era cientos de veces peor si ellos pensaban que había sentimientos involucrados. Porque si Riley llegaba a insinuar tener sentimientos por Sloane, ella estaría humillada. Lo que ella y Sloane compartían era, al menos en la mente de Sloane, ya lo sabía, estrictamente acerca de cómo ponerse en posición horizontal. O,
bien, en algunos casos perpendiculares, y una vez incluso vertical contra uno de los perales… pero no albergaba ilusiones de que Sloane Bennett se preocupara por ella de una manera perdurable.

Así que rápidamente cambió de tema

—Winifred tiene una imaginación salvaje. Nadie aquí tiene sentimientos por nadie más; Sloane y yo simplemente estamos tratando de resolver este caso. Lo que me recuerda, que hemos llegado con un montón de nuevas pistas. La mayoría en el jardín; un jardín secreto —ella añadió, dejando que sus ojos se ampliaran. Ella sospechaba que algún tipo de secreto capturaría el interés de la tía Mimsey y distraería la atención
de ella y Sloane.

— Oh sí, el jardín secreto —dijo la tía Mimsey, como si fuera un aburrido trozo de prensa de ayer.

Riley parpadeó. — ¿Tú sabías sobre el jardín?




Tía Mimsey tomó un sorbo de su té, un poco melancólica. —Bueno, yo nunca se lo
mencioné a nadie, pero tu tío Walter y yo solíamos besarnos ahí cuando nos casamos.

Sheesh, ¡el jardín secreto era una vía regular para los amantes! Aunque era difícil imaginar a la tía Mimsey y al tío Walter besándose. Riley sospechaba que se veía horrorizada.

Tía Mimsey continuó. —Nunca supe por qué existía el jardín; asumo que Winifred sólo quería un lugar bonito para pasear, pero cuando Walter y yo íbamos allí... bueno, digamos que pasaba mucho más tiempo sobre mi espalda que en mis pies —entonces ella le hizo un guiño.

Y Riley se vio aún más horrorizada. Ugh.

— ¿No estás diciendo que tú y el tío Walter... cometieron el hecho allí?

La tía Mimsey redujo su frente, su expresión un poco perpleja. —Porqué, querida, no estoy segura de que hecho estás hablando, pero nosotros tuvimos relaciones sexuales muchas, muchas veces, justo sobre la hierba bajo los perales.

Riley y Sloane intercambiaron miradas de completo disgusto.

—Qué... romántico —dijo Riley con sequedad.

—Oh sí, lo fue —la tía Mimsey revoloteó lejos, y antes de que Riley pudiera detenerla, ella les obsequió la historia de una tarde de agosto especialmente calurosa, cuando ella casi se había desmayado por el calor en el jardín, pero Walter la había atrapado; y le hizo "olvidar todo sobre el clima", concluyó con una risita de niña.

Entre las continuas historias de la tía Mimsey de sexo en el jardín y más acusaciones de una relación entre Riley y Sloane, la siguiente media hora fue insoportable. Cuando, finalmente, la tetera fue drenada y Riley consiguió sus excusas, ella y Sloane prácticamente corrieron hacía la puerta del jardín que daría su escape desde el patio.

—A partir de ahora— dijo Sloane una vez libres, —cuando vayamos al jardín,
nosotros estaremos llevando una manta.

— Tal vez dos— acordó Riley.

Sin embargo, aún consternada al descubrir que aparentemente todos los que conocía se habían entregado a sus apetitos sexuales en el jardín antes que ellos, Riley ni una vez pensó en no volver allí con Sloane. De hecho, toda esta charla sobre ello la tenía pensando que ella podría utilizar un poco de liberación en este mismo instante.

— ¿Quieres ir ahora? —ella preguntó, inclinando su cabeza, esperanzada.

Él ni siquiera parpadeó. —Espera aquí. Voy a encontrar las mantas.


Y fue sólo cuando Sloane la dejó de pie en la verde y exuberante hierba detrás de la casa de los Dorchester que su mente se aclaró lo suficiente como para darse cuenta de una aterradora potencial verdad: si la tía Mimsey sabía sobre el jardín, eso significaba que, técnicamente, ¡ella era una sospechosa, también!


Santana vagabundeó por la escalera, escuchando el sonido de los dedos de Brittany bailando sobre el teclado. No podía creer que alguien pudiera escribir tan rápido y se sentía mal sabiendo que estaba a punto de interrumpir su trabajo cuando era claro que este estaba fluyendo bien.

Egoísta hija de puta, pensó. ¿Ni siquiera puedes esperar un par de horas, hasta que el sol se ponga, para hablar con ella?

Pero no, él no podía. Y en cuanto a ser egoísta…

Desde el principio, desde el jodido momento en que vio a Brittany a través de la webcam, cada movimiento que había hecho había sido para los dos. Provocar su placer le producía placer. Y esto no era diferente. La única parte egoísta era la interrupción, pero tenía la sensación de que ella iba a olvidar todo eso muy pronto.

—Hey copo de nieve, ¿haces una pausa de unos minutos?

El tipeo cesó cuando ella miró por encima de su hombro. Llevaba otro de esos diminutos tops que tanto le gustaban a élla y había metido su cabello detrás de sus orejas.

—Estás empujando tu suerte hoy —ella dijo, pero diversión llenaba su voz. Se puso de pie, cuando élla se dejó caer en el sofá, acariciando el lugar junto a élla.

Tan pronto como ella se sentó, élla aflojó sus brazos alrededor de sus deliciosas curvas y bajó un beso en lo alto de su pecho. A partir de ahí, élla levantó su boca a la suya, y maldita sea, no importa cuán calientes fueran las cosas, élla aún se excitaba apenas besándola.

—Bueno— ella dijo, un poco sin aliento, —este es el tipo de pausa que me gusta.

Élla sonrió, pero se hizo más serio mientras la recostaba boca arriba en el sofá, aun sosteniéndola en un flojo abrazo, estirando su cuerpo junto al suyo.

— ¿Sabes en lo que he estado pensando durante todo el día?

Ella sacudió su cabeza.

—Ayer por la noche —élla le informó su voz profundizándose ante el recuerdo y el conocimiento de hacia donde él se estaba dirigiendo.

— ¿Lo de anoche? ¿Pizza con Quinn?

Élla bajó su barbilla, mirando hacia ella mientras corría una mano sobre su vientre, arriba bajo su top.

—Sí y no.

Ella lo miró expectante, claramente esperando que élla continuara.

— También estaba pensando en lo mucho que te gustó tener dos pollas anoche en la cama.

Un bonito y bastante predecible rosa manchó sus mejillas. Casi siempre había superado su timidez al hablar de su sexo, pero élla había sabido que tal declaración la haría retroceder.

—No te pongas muy nerviosa por mí, cariño. Las dos sabemos que te excitó; un montón.

Ella tragó saliva visiblemente.

— ¿Puedes decirlo?

¿Ella pensó que lo había escondido de alguna manera? No podía evitar su sonrisa.

—Sí, me di cuenta, y eso realmente me calentó —había visto a Brittany en un alto estado de excitación muchas veces, pero algo sobre la noche anterior había sido diferente. ¿Tal vez una rendición más profunda? ¿Algo que él había sentido más que visto? No estaba seguro de qué, pero lo había sabido inmediatamente.

—Bien… está bien. Sí, me sentí… —ella tragó, una vez más una prueba de su nerviosismo sobre el tema.

—Cuéntame.

—Me sentí como... que estaba siendo consumida, tomada, desde todas las direcciones. Sólo… una plenitud increíble que no puedo poner en palabras. Casi abrumada. Yo... no podía controlar mi respuesta.

Élla sonrió gustándole su respuesta sobre todo la última parte. A continuación, procedió con lo que él había venido aquí a decir, levantando una mano a su mejilla.

—Quiero darte la cosa de verdad.

— ¿Huh?— ella preguntó mirándola con sus hermosos ojos muy abiertos. Élla dejó caer su voz una octava para decirle —Quiero darte dos pollas, bebé. Dos mujeres al mismo tiempo. Quiero que estés conmigo y Quinn. Esta noche.

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Mensaje por ana_bys_26 Vie Oct 07, 2016 7:09 am


Capítulo Trece


Brittany dejó escapar el aliento que había estado aguantando.

—Santana —no podía creer lo que élla acababa de proponerle.— ¿Estás… estás hablando en serio?

Su mano subió por su costado hasta que la punta de su pulgar rozó su pezón, a través de su top. El placer golpeó a través de ella cuando élla respondió —Muy en serio.

Ella aspiró otra respiración profunda, su mente girando. No podía negar que había sufrido indicios del mismo deseo inconcebible cuando Quinn había estado allí la última noche. Sin embargo... no podría hacer algo tan hedonista.

—Dios,San , yo... no lo sé.

— ¿Debido a que no te gusta la idea? ¿O sólo por qué ésta suena prohibida?

Una imagen brilló en su cabeza… ella, entre los dos hombres, sus manos recorriendo su cuerpo, sus tensas pollas frotándose contra ella. Su coño tuvo un espasmo ante el mismo pensamiento, y en voz baja ella admitió —Lo segundo.

Los ojos de élla se oscurecieron por su respuesta haciéndola ahogarse con la humedad entre sus piernas. Apoyando su antebrazo entre sus pechos élla le levantó la barbilla hacia arriba.

—Todo está en tu cabeza, cariño.

La voz de élla salió entrecortada.

— ¿Qué?

—La idea de eso siendo prohibido. Sólo es algo que la sociedad te ha enseñado,pero no es real, no quiere decir nada. Y si lo deseas, deberías tenerlo. Yo quiero que lo tengas.

— ¿Por qué?

Élla deslizó su rodilla entre sus piernas, presionando contra su caliente coño a través de los pantalones de jogging. Su gran bulto presionado caliente y duro sobre su costado, dándole la urgencia de girarse hacia éste, para tomarlo entre sus piernas.

—Quiero darte el máximo placer, algo con lo que la mayoría de las mujeres sólo fantasean, pero nunca van a tener.

—Oh —su voz llegó demasiado ligera apenas existente. Como siempre, ella se preguntó cómo élla se las arreglaba para hacer sonar a tales cosas como casi normales. ¿Y estaba ella realmente considerando eso… dos mujeres a la vez? Ella tuvo que contener la respiración cuando el pensamiento… y las imágenes en su cabeza la golpearon de nuevo. Punzando con áspera tentación, ella tragó
nerviosamente. — ¿Y quieres hacer eso... esta noche?

— Sí —dicho simple, llana y tranquilamente ordenando, clásico de Santana . Élla evidentemente sabía que esto funcionaba sobre ella, lo hacía más fácil para ella aceptar y ceder a sus deseos más bajos.

Ella se mordió su labio, mirando hacia élla aun dolorosamente consciente de la rígida erección en su cadera.

—Sé que esto no debería importar, porque en unos pocos días probablemente nunca volveré a verte, pero... ¿No pensarás diferente sobre mí después? Porque cuando esto termine, quiero que tú... me recuerdes con cariño.

Los ojos de élla se suavizaron, mirando hacia abajo sobre ella.

—No hay otra manera en la que pudiera recordarte, copo de nieve. Dulce. Sexy. Excitante. Valiente. Nada malo. Lo prometo —élla terminó con un beso profundo y tierna, su lengua emparejándose con la de ella y poniendo su coño más cremoso.

Se encontró a si misma elevando sus manos suavemente a su cara, sus dedos rozando el oscuro rastrojo allí. Su respiración volviéndose corta.

— ¿Qué si... qué pasa si estamos por... por empezar esto... y de repente me doy cuenta de que simplemente no lo puedo hacer?

Sólo unos pocos centímetros separaban sus rostros.

—Entonces tomas mi mano, me miras a los ojos, y me dices que no puedes hacerlo. Y nos detenemos.

— ¿En serio?

—Por supuesto— Élla parecía un poco sorprendida. —Brittany , tú puedes creer que yo te he hecho hacer cosas que nunca habrías hecho de otra manera. Pero en ealidad yo nunca te he hecho hacer nada. Y nunca lo haría; no, si tú realmente no lo quisieras.

Ella asintió con la cabeza lentamente de forma instantánea. Era cierto. A ella tal vez le gustaría pensar que él casi la obligaba en algunas ocasiones a las cosas salvajes que ellos compartían, pero realmente nunca lo había hecho. Sino que élla sabía exactamente cómo convencerla. Y ella temía que estuviera terriblemente cerca de persuadirla de nuevo justamente ahora.

—Confías en mí, ¿no?— élla susurró con sus oscuros ojos conectando profundamente con los de ella.

Ella asintió con la cabeza de forma automática.

— Entonces harás esto por mí.

Ella casi asintió con la cabeza de nuevo, pero esta vez se contuvo.

—Yo... yo todavía no estoy completamente segura. Parte de mí quiere, locamente, espantosamente, pero... parte de mí sólo...

— ¿Sólo qué?

Ella sacó otro largo y profundo suspiro.

—Parte de mí se preocupa por cómo me sentiré después. Una parte de mí, no está segura de poder ser tan salvaje, incluso para ti, Santana .

Ahora fue élla quien dejó escapar un pesado suspiro.

—Yo puedo decirte cómo te sentirás después, cariño. Muy complacida. Fenomenalmente bien complacida. Eso es todo.

— ¿Estás tan segura de que no te arrepentirás?

Élla lanzó sólo la más leve de las sonrisas.

—Estas son tus Vegas,Brittany.

Ella inclinó su cabeza contra el cojín, confundida.

— ¿Huh?

—Lo que pasa en la montaña se queda en la montaña. Esto no cambia tu vida o cambia lo que eres. Se trata sólo de placer.

Ella nunca había creído lo que decían sobre Las Vegas. Todo lo que hacías afectaba a lo que eras. Y Brittany sabía que si ella se daba a esta tentación, este deseo que ardía más profundo en su interior a cada momento, la cambiaría. No estaba segura de sí sería un cambio para mejor o para peor.

Y sin embargo,Santana la había enseñado tanto sobre el placer. Nunca le había pedido hacer algo que no resultara ser una experiencia para disfrutar. Le había mostrado más placer del que ella había sabido que era capaz de tener. Tal vez élla tenía razón. Tal vez debería simplemente apagar todas sus preocupaciones habituales y hundirse aún más en el sensual mundo que élla había construido para
ella desde que llegó aquí.

Para su sorpresa, élla se sentó en el sofá, la salida de su firme muslo dejó el lugar entre sus piernas tristemente vacío. Le palmeó su rodilla y dijo —Te diré lo que haremos, copo de nieve. Quinn tiene un par de juegos de computadora nuevos que élla quiere probar, así que yo voy a dirigirme a su casa por un rato y te permitiré trabajar; y pensar. Pondré algunos filetes a descongelar antes de irme, y traeré a Quinn conmigo a cenar alrededor de las siete. Puedes hacerme saber tu decisión entonces.

Ella parpadeó, luego se sentó, un poco desconcertada. Élla había dejado de presionarla, persuadirla, estaba realmente poniendo esto en sus manos, dejando que ella decida.

—Urn... ¿Cómo te lo haré saber?

Élla echó la sexy sonrisa a la que ella se había acostumbrada.

—Oh, estoy segura de que encontrarás una forma.


Santana revoloteó alrededor de la casa un poco antes de salir yBrittany trató de escribir… ¿pero quién podría escribir ahora? Se sentó en el ordenador mirando hacia fuera al pacífico invierno estableciéndose, tratando de dejar que éste la calmara, pero sus emociones corrían salvajes.

La verdad era que ninguna respuesta parecía la correcta.

¿Quería ella esto? ¿Santana y Quinn , ambas tocándola y follándola?

Que Dios la ayude… sí, lo quería. Cada una de sus terminaciones nerviosas daban la vuelta sólo de pensar en ello. Y Dios sabía que cuanto más profundo se hundía en este asunto con Santana , más quería complacerlo, más quería seguir mostrándole que ella podía ser la mujer excitante que élla quería que ella fuera.

Y, sin embargo... esta era una gran línea por cruzar, por lo menos en su mente. Incluso Rechel no había estado con dos chicos a la vez. ¿Y qué si en cinco años ella conocía al hombre perfecto y se sentía obligada a decirle que había hecho esto y eso lo hacía pensar mal de ella? No, Santana estaba equivocado… una vez que hacías algo, no podías deshacerlo.

Por supuesto, si se tratara de un tipo como Santana , ella no tendría preocupaciones. Había sentido la necesidad de preguntar, pero le creyó completamente cuando le había prometido que no pensaría en ella de manera diferente. Ya lo conocía de alguna manera, sabía que a élla sinceramente le gustaba ella, la respetaba por completo, no importa qué. Tal vez sólo una tía como esa debería calificarse como la mujer perfecta.

Dejó escapar un suspiro. Tenía la sensación de que las chicas como Santana… verdaderamente libres y con visión del futuro, realmente queriendo brindarle a ella los más profundos, más intensos tipos de placeres, eran pocos y distantes entre sí. La mayoría de las mujeres, se niegan a pesar de que podrían, aunque vivieran una doble moral, ellos probablemente pensarían que estaba bien si se entregaban a un trío, pero no querrían casarse con una mujer que admitía lo mismo.

En ese momento su amante vino trotando por las escaleras.

—Me estoy yendo —le dijo élla acercándose por detrás luego apretó su hombro mientras se inclinaba para bajar un beso en su cuello.

Ella la miró.

— ¿Alguna vez has hecho algo así antes?

— ¿Un trío?

Ella asintió con la cabeza.

Ella pensó que élla casi parecía un poco avergonzado cuando dijo —No — negando con la cabeza ligeramente. Y con toda honestidad ella estaba sorprendida, había estado casi segura que élla había tenido una larga historia de parejas múltiples.

—Entonces ¿por qué pareces tan segura sobre ello, tan segura de que lo quieres?

—No me asusto de mis deseos Brittany , nunca lo hice. Yo solo nunca lo quise antes. Pero ahora sí. Contigo.

Su estómago se revolvió. Élla quería experimentar algo con ella que nunca había querido con otra mujer. Esto parecía... una oportunidad de ser especial para élla, para darle algo de lo que élla le había dado tanto… un recuerdo de algo nuevo hecho con élla cuando esto se hubiera terminado.

Mientras élla caminaba hacia la puerta, se detuvo a mirar por encima de su hombro.

—Sin embargo, Quinn lo hizo, solo para que lo sepas.

— ¿Eh?

—Élla ha estado con dos mujeres antes. Un par de veces.

Ella dio una ligera inclinación de cabeza. Ella sólo había comenzado a creer que eran todos vírgenes en esto sólo para descubrir que Quinn no lo era.

— ¿Las conejitas de nieve se volvieron salvajes? —ella preguntó.

Élla sonrió, sus ojos suavizándose.

—Algo así.

Otro asentimiento de su parte, luego ella habló en voz baja.

—Soy más que una conejita de nieve, ya sabes.

Élla no lo dudó.

—Yo sé eso, copo de nieve. Lo sé muy bien.

Con eso, Santana se puso una abrigada chaqueta marrón y Brittany escuchó cuando la puerta se cerró detrás de él dejando la casa en silencio.

Menos mal. Todavía estaba tratando de envolver su mente alrededor de su propuesta y del hecho de que ella casi había estado de acuerdo. Imágenes aún flotaban en su cabeza. Las dos mujeres quitando su ropa, tocándola al mismo tiempo. Su cuerpo, entre los suyos, siendo golpeado por la masculinidad de ambas lados. Y luego por supuesto, la cosa específica que Santana había mencionado, dos mujers significaba dos pollas. A la vez. Todo su cuerpo se estremeció al tratar de imaginar cómo se sentiría o si ella siquiera podría manejarlo físicamente.

Aún no sabía si podría hacerlo. Y no tenía ni idea de cómo ayudaría a componer su mente. Una parte de ella simplemente sabía que no podía hacer nada tan subido de tono. Sin embargo otra parte de ella sabía que no podía defraudar a Santana y que no podía dejar pasar una invitación a lo que sonaba como abrumador placer.

Pero era temprano en el día, horas antes de que algo fuera a suceder. Y Dios sabía que no podía permitirse el lujo de perder la mitad de un día de escritura preocupándose por lo que podría o no suceder esta noche. Y además, el trabajo sería una buena distracción. Pensar en la ficticia aventura de Riley con Sloane Bennett era considerablemente más fácil que lidiar con su real relación con
Santana. Y, posiblemente, ¡ ups!Quinn, .

Eso fue cuando se dio cuenta de que algo grande tenía que suceder en el mundo de Riley… y ella sabía exactamente lo que era. Retirando su mirada desde la ventana se centró en la pantalla y comenzó a escribir.


Cuando Riley y Sloane dieron la vuelta a la última curva antes de llegar al jardín, él levantó la vieja colcha más alto en su brazo y le agarró de la mano. Pero al llegar a la glorieta de la entrada, una blanca reja adornada con barandales colibrí y enmarcado por muros altos con bien cuidados de verdes arbustos a ambos lados— Sloane se detuvo de golpe, tirando a Riley un paso atrás.

— ¿Qué? —ella preguntó estupefacta.

Sloane no la miró, pero podía sentir el oscurecimiento de su comportamiento.

—Espera aquí —dijo él y comenzó a entrar.

— ¿Por qué? —ella preguntó, a continuación.

Él se volvió hacia ella, su mirada seria y amenazante.

—Espera aquí, Riley; lo digo en serio.

Riley contuvo el aliento, indignada. ¿Cómo se atreve? Ella observó mientras él caminó a través de la glorieta hacia el jardín, preguntándose qué diablos estaba pasando. Ahí fue cuando lo vio ¡un pie! Ella jadeó, cubriéndose su boca con una mano.

El solitario pie de un hombre se extendía en su línea de visión a través de las vides para colibrís… vio el ruedo de los simples pantalones de color azul oscuro y una acordonada bota de trabajo negra saliendo desde el fondo.

En ese momento, reapareció Sloane, frunciendo el ceño cuando vio que ella había estado espiando.

— ¿Quién es?— ella preguntó, asombrada. — ¿Y él está...?

— Hawthorne está muerto— Sloane le dijo claramente.

— ¡Oh, Dios mío!

— Puedes decir eso una vez más.

Riley nunca se preocupó demasiado por el jardinero de los Dorchester…de hecho, él era generalmente bastante hosco. Pero eso no quería decir que ella quisiera verlo muerto.

— Dime que parece un ataque al corazón o algo natural —ella exigió. Porque descubrir objetos robados en el jardín era una cosa… pero un cuerpo muerto era otra totalmente distinta. No quería descubrir que ellos tenían un asesino en sus manos.

—Bueno— dijo Sloane, —Me encantaría. Pero, dado que el hombre tiene un gran cuchillo en su pecho, no creo que sea lo más probable.

Riley quedó sin aliento de nuevo. — ¿Un cuchillo?—Se encontró acercándose a la glorieta, tratando de mirar a su alrededor. El movimiento reveló más de la pierna de Hawthorne, y la otra, se inclinaba en un ángulo extraño.

Sloane tiró de ella.

—Múltiples heridas de arma blanca, Riley, y una gran cantidad de sangre. Nada que necesites ver, cariño, ¿de acuerdo?

Ella contuvo su aliento y sabía que debía haberse visto en pánico cuando Sloane la tomó en sus brazos. ¡No podía creerlo! ¡En todos los casos en que había trabajado, nadie había sido asesinado!

—Él era una especie de mezquino— ella susurró en el hombro de Sloane,
haciéndose eco de su pensamiento de antes, —pero yo nunca lo hubiera querido muerto.

Sloane se apartó un poco.

— ¿Mezquino cómo?

Oh, se había olvidado, Sloane no estaba aquí a menudo, así que él no conocía bien a Hawthorne.

—Era del tipo gruñón. Recientemente, de hecho, tuvo varios encontronazos con la tía Mimsey, le gritó a ella por estacionar su auto sobre el borde de nuestro camino, consiguiendo una de las ruedas en el jardín delantero de tu tía y tu tío y creando surcos. Pero ella está envejeciendo; su conducción no es lo que solía ser. Y es sólo una de las ruedas, por el amor de Dios; confía en mí, si tú conocieras a la tía Mimsey bien, sabrías que podría ser mucho peor.

Los ojos de Sloane se estrecharon.

— ¿Cuántas veces ha pasado esto?

Riley pensó en ello.

— ¿Tres? ¿Cuatro? No estoy segura. Yo solo sé que él fue muy tempestuoso sobre ello, y ella se puso muy molesta. La tía Mimsey no se enoja a menudo, pero Hawthorne la tenía en un buen estado.

Ella dejó de decir tonterías cuando vio la preocupación en la mirada de Sloane. Y ella comprendió lo que él estaba pensando incluso antes de que lo dijera.

— Riley, cariño, lo siento, pero sabes dónde están todos los puntos, ¿no?

Ella no respondió, no podía responder. La sola noción era demasiado horrible.

— Sabes que tu tía está empezando a parecer culpable.

Riley contuvo su aliento. La tía Mimsey era una parte muy importante de su vida, y había sido como una madre para ella desde que la suya había muerto. Sin embargo, su tía se había vuelto poco a poco más confusa en los últimos años. Y ella había codiciado el broche de la señora Dorchester, así como ese autógrafo de Hemingway. De hecho, Riley temía que si ella pensaba largo y duro, podía encontrar una conexión entre la tía Mimsey y cada elemento que había sido robado de la casa de los Dorchester. ¿Y si ella había estado escondiéndolos, pensando en devolverlos más tarde, después de que su
desaparición hubiera sido olvidada? ¿Y si ella había pensado que era demasiado peligroso tenerlas todas en su poder hasta que los Dorchester se dieron a la búsqueda de ellos y todo esto se calmó?

Todas tontas especulaciones, ella misma se aseguró. Y encontró imposible de creer que la tía Mimsey fuera capaz de matar... excepto por una cosa terrible de la que incluso Sloane no sabía nada, ya que Riley se había callado antes escupirlo. La tía Mimsey había estado tan molesta por su último escándalo con Hawthorne que ella le había dicho a Riley, "Si ese hombre me grita una vez más, voy a hacer que lo lamente".

¿Qué pasa si ese momento había llegado? ¿Qué si Hawthorne había empujado a la tía Mimsey demasiado lejos?

— Sloane, haz el amor conmigo —declaró Riley, su voz áspera con desesperación.

Él aun la sostenía, pero con suavidad tiró hacia atrás.

—Riley, tenemos que llamar a la policía. Tenemos que decirles a mi tía y a mi tío lo que sucedió. Y tú y yo tenemos que unir nuestras mentes para averiguar quién es el responsable —El miró hacia el árbol. —Además, el jardín está un poco... ocupado por el momento.

—No me importa; nada de eso. No en este momento. Sólo hazme el amor, Sloane. ¡No quiero esperar! Hazme olvidar todo lo malo por un rato. Aléjalo. Hazlo de modo que no haya nada sino tú… tú dentro de mí.

Ella vio cuando los ojos de Sloane se oscurecieron, entonces comenzó examinar el espacio que los rodeaba. Tomando la muñeca de Riley, él la llevó a toda prisa por la entrada del jardín y a la sombra de un gran y extenso arce, todo verde y ondulante con el verano. Él tiró las mantas en el suelo, luego la empujó sobre sus rodillas, juntándose a ella en un duro y urgente beso.

Este sexo sería diferente a todo lo que ellos habían compartido en el jardín, Riley lo sabía. Él la había llevado a límites insospechados en ese ambiente prístino, pero esto… fuera del jardín, en la crecida hierba, las grandes ramas de los árboles goteando sobre ellos, balanceándose locamente ahora en una súbita y cálida brisa, sería algo mucho más salvaje todavía.




*************************

Santana descansaba cómodamente en un sofá en la oficina de Quinn , un ordenador portátil equilibrado sobre élla, mientras Quinn se sentaba detrás de su escritorio manejando un ordenador más grande. Se turnaban en un juego de búsqueda para dos jugadores que involucraba castillos medievales y doncellas en las mazmorras. Santana estaba utilizando la última de sus cinco espadas y a menos que matara al dragón guardián del foso en este intento perdería el juego. Pero ni siquiera estaba seguro de si ellos terminarían el juego teniendo en cuenta el tema que acababa de abordar sin previo aviso. Élla sólo le había preguntado a Quinn si quería hacer un trío con élla y Brittany .

Quinn lo miró alrededor de su pantalla.

—Amiga, ¿estás segura de que quieres esto?

Santana dio un corto y definido asentimiento.

— ¿Alguna vez hice algo de lo que no estaba segura?

Quinn se encogió de hombros en concesión. —Nop; yo diría que eres la mujere más segura que he conocido. Pero esto es un poco diferente a cual pista de sky derribar o que deseas en tu pizza. Infiernos, es incluso un poco diferente a qué empresa comprar, por el amor de Dios.

Santana ladeó su cabeza.

—Esto viene de la persona que es el experto oficial en tríos. Pensé que esto no
sería nada para ti.

Los ojos de Quinn se estrecharon.

—A mí no me preocupa. Solo tengo que asegurarme que realmente quieres
compartirla.

— Lo que quiero es darle más placer del que cualquier mujer le dio… o alguna vez le dará. Y esta es la forma.

Quinn se echó hacia atrás.

—Whoa, esto suena en serio.

Ahora fue Santana quien se encogió de hombros.

—Ella se abrió a mí de una manera en la que nunca lo hizo para nadie más. Yo sólo quiero llevar eso más lejos, mantener ese impulso. Quiero ver su máxima experiencia de placer; quiero verla tomar dos pollas.

Élla observó a Quinn contener su aliento.

—Maldita sea— dijo ahora sonando más excitada que preocupada.

— ¿Eso es un sí?

—Uh, sí. No creo ser lo suficientemente fuerte como para dejar pasar esta oportunidad, incluso si quisiera.

—Bien. Y además, pensé que esto pondría fin a tu sequía de sexo.

Quinn asintió con la cabeza.

—Un infierno de manera de ponerle fin, eso es seguro.

—Solo recuerda lo que te dije; nosotras debemos hacerla desearlo a lo largo de la cena. Sé que ella está en esto, solo que aún no se ha convencido a sí misma en el pensamiento de que esto es correcto.

—Lo tengo. Jugaremos esto por oído, llevándolo a donde ella quiera que vaya.

—Exactamente— Ahora que esto estaba resuelto, Santana miró de nuevo a su pantalla y reanudó preguntándose cómo iba a matar a ese maldito dragón testarudo y llegar a la doncella a la espera de rescate en el interior del castillo. Pero el pensamiento de esa damisela le hizo retroceder.

—Una cosa más.

Quinn miró alrededor de su pantalla de nuevo. — ¿Qué es?

—Puedes hacer cualquier cosa con ella, todo lo que ella quiera. Pero no la beses. En la boca, quiero decir.

Quinn parpadeó claramente sorprendido.

— ¿Por qué? ¿Qué importa?

El pecho de Santana se apretó ligeramente. No tenía una respuesta, sólo sabía que se sentía convencido de ello.

—Simplemente no lo hagas.



***********************



Una hora antes del horario que Santana estableció para volver con Quinn, Brittany terminó su trabajo y se dirigió hacia las escaleras para una ducha. Mientras corría el jabón sobre su cuerpo, no podía dejar de pensar en el baño ultra sensual que había compartido con Santana . Ella había estado en un estado de semi excitación toda la tarde desde que élla la había besado en el sofá y conseguido calentarla, entonces se fue sin tomar aún más. Ahora, sus pezones se mantenían erguidos y sensibles, y su coño se estremecía miserablemente.

Mordiéndose los labios pensando en la tarde, alcanzó la crema de afeitar todavía en el asiento de la ducha y, sentándose allí, se afeitó las piernas y el sensible montículo entre ellas. Al igual que antes, cada suave trazo de la maquinilla de afeitar abría un camino de fuego sobre la doliente carne, poniéndola aún más caliente.

¿Se estaba preparando para un ménage a trois? Ella mantuvo su aliento, todavía insegura. Sólo sabía que quería hacer de ella lo que Santana había hecho de ella antes de esto: un ser totalmente sexual. Ella quería ser despertada. Y ella quería que su cuerpo estuviera liso, suave y limpio y su coño valientemente exhibido para lo que sea que sucediera después, ya sea con una mujer.. o dos.

Después, ella acarició su mano entre sus piernas abiertas para asegurarse que se
sentía suave al tacto. Suave, húmeda y resbaladiza.

Saber cómo se sentía ella para Santana , o cualquier otra persona, amplificó aún más su excitación.

Sólo cuando ella salió de la ducha, dejando caer su toalla al suelo para caminar desnuda por la habitación, se percató de la pequeña bolsa de compras sobre la cama, rosada y brillante. Cuando se acercó, ella también espió una tarjeta con su nombre.

A toda prisa, la abrió y leyó la pequeña, precisa escritura dentro.

Copo de nieve— Compré esto para ti antes de venir aquí y simplemente no había encontrado el momento adecuado para dártelo. He estado más ocupada, en tenerte fuera de tus ropas J . Considero esta noche apropiada… es decir, si decides que quieres el máximo placer que prometí. Sin presión sin embargo.

Yo quiero darte más que lo que quiero dejar escapar, pero tienes que quererlo, también, tanto como yo lo hago. Espero que estés usando esto cuando regrese a casa, pero si no, lo entenderé.


SANTANA



Su corazón bombeó rápido, buscó en la bolsa. Ubicado en papel de color rosa ella encontró un conjunto de encaje color champán: un sujetador, una linda camisola con triangulares y redondeadas copas, y una sexy tanga. Recordó la vez en que le había preguntado su talla de sujetador, y suponía que ésta era la razón. Sólo que entonces, ella se había imaginado a élla teniendo más artículos
entregados… no podía haber concebido a élla viniendo aquí y dando la vuelta a su mundo sexual.

Sin dudarlo, ella se puso la ropa interior de encaje, la cual lucía un lacito en la parte trasera, donde las tiras pequeñas de tela se reunían, luego se puso el sujetador y se dirigió hacia las puertas de espejo del armario. Se adaptaban perfectamente y se sentían caras. Tuvo que dejar escapar un pesado suspiro solo viéndose a sí misma, la elevación de sus pechos desde el sostén que apenas
ocultaba sus pezones, la pendiente de las bragas abrazando su coño.

Volviendo a la cama, se deslizó la camisola sobre el sujetador. Ambos eran necesarios si realmente tenía la intención de ponerse la camisola como "prenda", las copas no ofrecían ningún soporte, y ella quería que su pecho luciera atrevido y firme, quería las hinchadas curvas sexualmente elevadas.

Lo cual planteaba la cuestión… ¿pensaba realmente usar esto? ¿Esta noche? ¿Para cenar?

Se mordió los labios mientras ella misma se estudiaba en el espejo, luego agarró los jeans vaqueros que había usado la noche anterior. Le hubieran gustado unos zapatos de tiras para completar el equipo, pero en general, los jeans y la camisola solos daban un look sexy y confiado.

Un look que, si fuera verano, ella en realidad usaría en una cita o una salida con amigos. Pero si Santana y Quinn se presentaban para encontrarla en esto, con la nieve afuera, cuando la noche anterior se había puesto un suéter y calcetines con copos de nieve para cenar, esto haría una declaración. Para Brittany , diría Fóllame con tanta claridad como las medias de red y los tacones de aguja lo decían para Candy en la casa de al lado. Ellos entrarían, la verían a ella, y sabrían lo que ella quería.

La pregunta era: ¿Lo quería? ¿Podría? La respuesta no parecía mucho más clara de lo que había sido hoy temprano.

A menos que consideraras que ella estaba aquí vestida para tener relaciones sexuales después de la cena, cuando sabía que su amante y su amigo iban a llegar en una hora.

A menos que consideraras la forma en que su coño quemaba en estos momentos, y el sentido de que sus pechos se sentían más grandes de lo normal, doliendo a punto de estallar libres del encaje champagne que los sostenía.

A menos que consideraras que la parte más oscura de ella se preguntaba cómo se sentiría esto, quería saber, quería experimentarlo, quería vomitar al viento toda la cautela por primera vez en su vida.

Fue entonces cuando ella escuchó la puerta abajo. Maldita sea, ellas llegaron temprano.

—Brittany , cariño, estamos en casa. ¿Estás arriba?

Corrió hacia la puerta y salió a un pequeño descanso que daba hacia el vestíbulo.

—Justo bajando en este momento.

Y la siguiente cosa que supo, ella estaba frente a ambas mujeres, oliendo el frío que ellos habían traído y viéndolos pisar la nieve de sus zapatos, entonces viéndolas mirar hacia ella… y sonriendo.

La mirada de Santana era particularmente conocedora, y particularmente caliente, mientras su mirada capturaba su top antes de rozar sus ojos.

—Te ves bien esta noche, nena— élla dijo levantando una mano hacia su mejilla mientras se inclinaba para ofrecer un beso corto, un poco frío.

Pero Brittany no sentía el frío, sólo el calor, el suave fuego que recién se había encendido en el ambiente entre los tres.

—Gracias —ella dijo tratando de ocultar un último trago un poco nervioso.

Luego se giró hacia Quinn, lista para ser audaz, dispuesta a mostrarle a Santana que ella podía ser tan aventurera como élla quería que ella fuera.

—Me alegro de que pudieras unirte a nosotras esta noche.
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Mensaje por 3:) Vie Oct 07, 2016 3:18 pm

Mmmmmmm... san juega fuerte a ver si se lo puede aguantar????
Britt definitivamente esta dispuesta a hacer cualquier cosa y mas si se lo pide san...
A ver como termina la noche y cuan intenso se vuelve...???
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Mensaje por micky morales Vie Oct 07, 2016 4:09 pm

Por Dios no me imagino esto, espero de verdad que esto no tenga consecuencias, que si santana no quiere nada serio con britt pero quinn si??????? nooooooo creo que moriria, en fin..... como que me estoy montando una historia en mi cabeza, hasta pronto!!!!!
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Mensaje por JVM Sáb Oct 08, 2016 3:04 am

Omg!!!
Pues vaya que Britt si esta cumpliendo todos los deseos de San!!! Y bueno con su mejor amiga, haber que tal salen las cosas :o !! Jajajaja
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Mensaje por ana_bys_26 Mar Oct 25, 2016 3:37 am

Capítulo Catorce


Quinn se inclinó para besarla en la mejilla, su mano se curvó caliente en su cintura, y el simple contacto envió un suave escalofrío de excitación haciendo eco a través de ella.

—El placer es mío —dijo, y Brittany se obligó a encontrarse con sus verdes ojos, sólo para ver lo que encontró allí. Nada zalamero o presuntuoso, sino un toque sensual de conciencia que ella no podía negar. Cuando ella se giró hacia la cocina, sus pezones se frotaron contra su sostén.

¿Entonces esto era cierto? ¿Ella había decidido que realmente iba a disfrutar de esta salvaje fantasía? Como de costumbre, la pregunta misma enviaba una pesada respiración silbando por ella, así que decidió tomarse un descanso y no obligarse a responder. En su lugar, sacó una botella de vino de la nevera, ya que una copa de Chardonnay sonaba bienvenida en este momento.

— ¿Lista para poner los filetes en la parrilla?— Santana preguntó —y desde ahí, as cosas resultaron sorprendentemente fáciles. Ya que, después de todo, ellas eran solo tres personas normales teniendo una cena. Más o menos.

Santana y Quinn encendieron el grill, poniendo los filetes y las patatas, mientras que Brittany hizo la ensalada, luego puso la mesa. Encendió la música, algo bajo y suave de fondo.

Cuando se sentaron a comer sus ensaladas, Brittany eligió la silla en la cabecera de la mesa. Sólo cuando Quinn se sentó a un lado de ella y Santana al otro ella se diocuenta de que quizás había sido un esfuerzo subconsciente para ponerse entre las dos mujeres, para empezar a acostumbrarme a ello, ver cómo se sentía, aunque sea en una pequeña escala.

Y aunque la conversación fue fácil, las chicas hablándole sobre los nuevos juegos de ordenador que habían probado hoy… todo dentro de Brittany comenzaba a calentarse, llenándose de una conciencia sexual ineludible y potente. No estaba segura de si esto era sólo su cuerpo, culminando los pensamientos eróticos del día, o si era más palpable que eso, algo que todos podían sentir pasando entre ellas, flotando en el aire, pero un elemento completamente nuevo de sensualidad invadía su ser. Todo lo que tocaba, se sentía más. Todo lo que comía entregaba más sabor que nunca.

Ella se encontró a si misma pinchando con el tenedor un tomate cherry entero metiéndolo en su boca dejando que su lengua corriera sobre la suave piel mientras ella se deleitaba con su redondez, hasta que finalmente lo mordió y dejó que la explosión de sabor quemara a través de sus papilas gustativas, húmeda y fresca. Ella lo tragó con un sorbo de vino, dándole la bienvenida al sabor a fruta cuando este pasó a través de su garganta, luego apoyó la copa de vuelta en la mesa, donde sus dedos se deslizaron lentamente hacia abajo por el tallo.

Cuando Santana fue a buscar a los filetes, Brittany vació su copa y vio como Quinn se estiró para llenarla.

— San me dijo que tuviste una ruptura no hace mucho tiempo —no estaba segura de que fuera el tema correcto, pero este solo había aparecido, con un poco de ayuda del vino. A ella le gustaba saber que era una mujer con sentimientos, una mujer que podía tener una relación seria… tal vez más en serio que Santana, por todo lo que ella sabía.

Élla asintió con la cabeza, tomó un sorbo de su copa.

—Síp. Pero fue mi culpa— élla admitió con un cariñoso brillo diabólico en sus ojos. — ¿Te dijo eso?

Ella sacudió su cabeza.

—La engañé— élla dijo, entonces levantó sus manos como en defensa. —No dejes que eso te haga pensar que soy una tipa horrible, porque créeme, me arrepiento. Fue una estupidez, y aprendí mi lección.

Ella inclinó su cabeza, intrigada.

— ¿Por qué una mujer hace eso? ¿Engañar a una chica que le importa?

Élla sonrió. — ¿Sexo fácil?

Ella se rió en voz baja a pesar de sí misma. — En serio, la tentación estaba ahí y yo la tomé, pero realmente no sé por qué. Ahora creo que tal vez yo no estaba cómodo sabiendo que estaba yendo en serio con Marianne. Tal vez yo quería sabotearlo, o por lo menos probarme a mí mismo que ella no me importaba tanto como yo temía que lo hacía.

— ¿Y?

Una sonrisa de admisión.

—Ella me importaba tanto como yo temía. Y ahora me gustaría no haber tenido miedo.


Ella trató de conciliar a este tío con el que tenía tríos con las conejitas de esquí, y se dio cuenta de que no era tan fácil vincular a una persona, englobarla en una categoría. Había aprendido a su propia manera recientemente que ella misma poseía una gran cantidad de diferentes lados, variadas y, a veces conflictivas partes de su personalidad. Suponía que todos los tenían, independientemente de que decidieran dejar que se viera.

Ella se encontró a si misma alcanzando su mano sobre la mesa.

— Lamento que resultara de esa manera —calor voló por su brazo y su coño se inundó ante el simple gesto. Sin embargo, no era sólo su atracción general hacia Quinn provocándolo, era saber lo que ellos podrían hacer juntos más tarde, con , Santana y era saber que Quinn también lo sabía.

Sus miradas se cruzaron, y sus pezones se estremecieron.

—Creo que estoy empezando a superarlo —élla dijo, su voz entregando un toque lúdico de seducción.

Ella sonrió, pero retiró su mano cuando una puerta francesa se abrió, admitiendo a Santana con un plato de filetes aún chisporroteantes y patatas forradas con papel aluminio.

— Aunque tengo que admitir que aún la extraño a veces.

— ¿A quién?— Santana preguntó, bajando el plato a la mesa.

— Marianne.

— Ah. El famoso amor perdido.

Brittany no pudo evitar pensar que Santana sonaba menos que simpático, a pesar de que élla había sonado más agradable la primera vez que le había mencionado la ruptura a ella. Una cosa de hombres, ella suponía.

Cuando todos alcanzaron los filetes ella le dijo a Quinn —Una ruptura puede ser tan difícil —a pesar de que ella estaba en realidad pensando en el futuro en cómo ella se sentiría cuando dejara a Santana, más que pensando en cualquier dolor del pasado en particular. —Solo extrañas tantas pequeñas cosas acerca de la persona. Y cosas grandes, también.

— Hecho de menos el sexo— dijo Quinn , y su inesperada franqueza la hizo reír.

Santana chocó la mano con su amiga sobre la mesa, pero después Quinn le dijo a Britt —Sin embargo, no sólo porque soy un cazador de sexo. Este era muy especial con ella— Élla tragó una patata cocida al horno, luego tomó un sorbo de sino. —Ella tenía ese pequeño lugar sobre su cuello —élla dijo, señalando el suyo. —Y cuando yo la besaba allí, sólo se volvía loca.

— Los besos en el cuello son fabulosos —coincidió Brittany. Como ella había notado ayer por la noche, hablar de sexo con élla parecía más fácil que con la mayoría de las chicas que recién conocía. Entonces ella miró a Santana, quien hacía girar el vino en su copa mientras lanzaba una sonrisa sexy.

—Cuando San besa mi cuello, esto va todo a través de mí.

— Te gusta incluso mucho más cuando te beso más abajo— señaló Santana, su voz más profunda que antes.

El calor de costumbre subió a sus mejillas, pero ella todavía le dio una sonrisa y dejó que el vino lavara sus inhibiciones, como lo había hecho tantas veces.

—Tienes una boca cualificada.

— Tú, también, cariño.

Ella se encontró lamiendo su labio superior, en respuesta, simplemente necesitando sentir algo ahí, alguna sensación en su boca. Ella cortó su filete y como antes este sabía más rico, más jugoso igual que su patata con más mantequilla. Apenas podía darle sentido a esto, pero todo lo que ella ponía en su boca se sentía como un pequeño afrodisíaco. Incluso el tenedor y el cuchillo en sus manos se sentían más pesados, y era sensual solo sostenerlos, envolviendo sus dedos alrededor de ellos.

En algún momento se dio cuenta de que sus rodillas tocaban las rodillas de ambas chicas debajo de la mesa a cada lado de ella, y que ella no las estaba tirando hacia atrás, y tampoco ellas. Quinn le preguntó a Santana cómo estaba su familia, y Santaa volvió el tema hacia la carrera de Brittany, sin embargo, debajo de la mesa algo totalmente diferente se llevaba a cabo. Su coño ondulada con excitación, nerviosa anticipación… pero ella se encontraba cada vez menos nerviosa y más ansiosa con cada minuto que pasaba.

Para el postre, Santana reveló un plato de pecaminosos brownies.

— ¿De dónde salieron esos?— Brittany preguntó. Ella sin duda se habría apuntado sobre ellas si estos hubieran estado aquí por mucho tiempo.

— Los hice esta mañana mientras estabas trabajando.

Ella lo había oído en la cocina por un tiempo, pero debería haber estado completamente absorta en su historia para no haberlos olido. Ella parpadeó e broma.

—Por qué, señora Lopez, yo no sabía que horneabas.

Élla le guiñó un ojo. —Sólo para ti, nena.

El colocó los brownies en el mismo lugar que los platos, los cuales élla recién había quitado… un completo anfitrión, ella no pudo evitar pensar. Y cuando Brittany tomó uno de ellos, este era tan chocolatoso, pegajoso y delicioso que ella en realidad gimió… y su coño tuvo un ligero espasmo.

—Suena como si debería llevar estos a la cama con nosotras— dijo Santana, con una sonrisa maliciosa, tomándole el pelo.

—Sería complicado— ella dijo.

—Te preocupas demasiado.

Ella mantuvo sus ojos fijos en élla.

—Tienes razón, lo hago —sus rodillas aun tocando la suya y la de Quinn. —Y voy a dejar de hacerlo. Ahora mismo —ella lo decía en serio. Iba a dejar de pensar tanto. Al menos por esta noche. —Todas las preocupaciones de cualquier tipo están oficialmente... idas.

Como para demostrarlo, ella se permitió otro gran bocado del pegajoso brownie, dejando escapar otro suave gemido cuando el delicioso sabor se mezcló con su nueva conciencia sensual para llegar, una vez más, todo el camino hacia sus bragas.

—Tienes…— Quinn se inclinó hacia ella, aprovechando su atención en élla— Restos en tu boca— Alcanzándola, élla suavemente los robó lejos con un dedo — luego lo extendió hacia ella.

Envolviendo su mano alrededor de la de élla, ella tiró su dedo cerca y lamió el chocolate lejos. Nueva excitación ardió a través de ella, haciendo un nudo en su estómago mientras ella rompía una sexy mirada con Quinn para ver a Santana.

La expresión de su amante caía con tal oscuro deseo que ella la sintió juntarse dentro de ella, comenzando a llenarla.

—Aún tienes un poco más —dijo Santana, su voz profunda y apenas audible cuando se inclinó a lamer el poco que quedaba en la comisura de su boca.

—Oh...— se oyó suspirar cuando placer se agitó hacia abajo. Y ella comenzó a entender, totalmente ahora y sin un verdadero temor, que esto iba a suceder. Y que ella lo iba a permitir.

— ¿Más vino?— Quinn preguntó, al ver que su copa estaba casi vacía de nuevo.

Parecía una buena idea.

—Sí.

— Voy a abrir otra botella— anunció Santana y se levantó, en parte limpiando la mesa a su paso. Quinn y Brittany se levantaron también.

Cuando Brittany empezó a ayudar de forma automática, apilando los platos juntos Santana tocó su brazo.

—Déjalo, cariño. Tú y Quinn vayan a la sala de estar, charlen un poco más.

Ella no respondió, sólo dejó los platos y agarró su copa de vino para unirse a al amiga de Santana ahora donde élla estaba mirando hacia la vasta oscuridad a través del abovedado ventanal del piso al techo. Levantarse sorpresivamente la había hecho sentir el alcohol un poco más, pero a ella no le importaba.

—Vives ahí arriba, ¿verdad? —ella miró a la derecha, a la montaña, levantando un dedo en esa dirección.

Élla señaló.

—Puedes ver mi luz de seguridad desde aquí. ¿La ves?

Ella miró, pero los árboles parecían estar bloqueando la luz desde su punto de vista.

— No. ¿Dónde?

Quinn puso su copa sobre la mesa, luego se colocó detrás de ella, poniendo sus fuertes manos en su cintura y girando su cuerpo ligeramente.

—Es difícil de detectar; tienes que atrapar el ángulo correcto a través de los pinos —su respiración era caliente en su cuello mientras élla hablaba, y el calor se propagaba hacia abajo.

Sin embargo, una extraña sensación se le ocurrió en ese momento: a ella le gustaba Quinnn un montón, pero si estuviera aquí a solas con élla ahora, sólo ellas dos, ella no estaría tan ansiosa por perder el tiempo. Quinn era caliente, pero era la presencia de Santna, el deseo de Santana por esto, lo que la hacía desearla también, y eso hacía la cercanía de Quinn tan excitante, su toque tan tentador.

—No nos has visto jodiendo en la ventana, ¿verdad?— ella preguntó. Otra ola de calor pasó a través de ella ante su propia desfachatez impresionante.

Sus manos se mantuvieron firmes en su cintura, su cuerpo presionando el de ella por detrás.

— ¿Ustedes follaron en la ventana?

Ella asintió con la cabeza, todavía mirando hacia la negrura de afuera, consciente de que élla estaba poniéndose dura contra su culo. Ella suponía que si algo la haría alejarse sobre este punto, era esto, pero ella no se movió.

—Ahí mismo— dijo en voz baja, señalando. —Al lado del telescopio.

— No, yo no los vi —su voz se había agravado y su olor almizclado la envolvía.

—Pero me habría gustado.

Ella se atrevió a mirar por encima de su hombro, para encontrar sus ojos, tan cerca.

—San me preguntó si me excitaba saber que alguien en algún lugar podría estar mirando.

— ¿Qué dijiste?

Su propia voz salió sorprendentemente ronca.

—Le dije que sí.

Ella no se inmutó cuando Quinn bajó un suave beso en su hombro. Élla le susurró suavemente al oído.

— ¿Está bien? ¿Qué yo te toque?

Creo que sí.

Pero no, sin dudas, sólo certeza.

—Sí.

Esto se sentía nada menos que surrealista cuando élla dio otro pequeño beso en el mismo lugar, pero esta vez ella inclinó su cabeza hacia un lado, arqueando su cuello para élla, pensando, Esto está realmente sucediendo, realmente está sucediendo. Y si cualquier vestigio de miedo quedaba dentro de ella, este desapareció cuando ella miró hacia la cocina y encontró a Santana mirando. Como siempre, sus ojos la encendían.

Élla dejó caer la toalla de su mano sobre la mesa del comedor y entró en la sala de estar. Élla movió sus labios para decir— No tengas miedo, yo quiero esto.

Lo que hizo que ella lo deseara, también, incluso más que antes, más que cuando sólo había sido una vaga fantasía, un deseo sin forma revoloteando alrededor de los bordes de su mente. Ahora esto era concreto, real, a su alcance, y ella la anhelaba… anhelaba saber cómo se sentía, añoraba experimentar todo lo que había para experimentar con Santana

Parecía arraigado en el lugar por la vista ante élla, y Brittany sabía que cruda pasión transformó su rostro cuando Quinn continuó lloviendo suaves y seductores besos a través de su cuello y hombros. Cada uno era como un pequeño pinchazo de placer, acentuado por los ojos de Santana, viendo a otra Mujer tocarla de la misma manera en que élla normalmente la tocaba.

Mientras los besos de Quinn pasaban, sus brazos poco a poco disminuyeron alrededor, sus manos deslizándose sensualmente sobre su estómago como un vicio caliente. Cuando una se levantó cuidadosamente a coger su pecho, ella dejó escapar un suspiro caliente asombrada todavía por la forma en que la mirada de Santana tomaba cada una de sus respuestas físicas por otra mujer.

Pronto las dos manos de Quinn se cerraron completamente sobre sus pechos, comenzando a masajearlos y pellizcarlos, dejando la punta de los pezones entre la suave pinza de su pulgar e índice. La cabeza de Brittany se dejó caer con un gemido filiforme cuando ella se arqueó más profundo en sus manos, y detrás de ella, su erección presionaba de manera más prominente contra su culo.

—Mmm... —ella se oyó ronronear. Y rápidamente, ella se estaba perdiendo en el momento en la situación y en las dos mujeres.

Cuando Santana llegó a estar delante de ella, el mismo calor de su cuerpo la hizo sentir maravillosamente situada entre ellos. Ella la miró fijamente a los ojos mientras élla levantaba las dos manos a su cara. Las caricias de Quinn se extendían sobre sus pechos y el vientre ahora, y tenerlos a ambos tocándola, a pesar de que el toque de Santana mantenía algún remanente de suave inocencia, repartía fuegos artificiales de realidad en su interior. Y la realidad era que… a ella le gustaba ser tocada por las dos al mismo tiempo. Y que ella iba a amar lo que estaba por venir. Su coño lloraba con anticipación.

La boca de Santana se mezcló acaloradamente con la suya, el beso sacándola aún más hacia fuera que lo normal. Un beso llevaba a otro, y otro, cada uno caliente y necesario, hasta que los pulgares de Santana se deslizaron bajo el hombro de su camisola, bajándolos hacia la parte superior de sus brazos. La tela cayó de su pecho, dejando al descubierto sus pechos tensos contra el tejido apretado del
sujetador.

—Ah, tan jodidamente hermosos, nena —murmuró Santana, sus ojos fijos en el escote. Mientras Quinnn le acariciaba la cintura y el estómago por debajo de la camisola arrugada, las manos calientes de Santana capturaron sus doloridos pechos en un firme y completo amase.

—Oh...— ella gimió, pero tan rápido como eso, Santana curvó sus dedos alrededor del borde del sujetador de encaje y tiró hacia abajo sobre las copas, solo lo suficiente para revelar los tensos picos rosados. Élla lucia tan debilitado por la vista como ella actualmente se sentía.

Los toques de Quinn se volvieron más audaces cuando él llevó sus manos sobre sus pechos, sustituyendo las de Santana, para masajear la suave carne. Ella gimió y bebió la caliente mirada en el rostro de Santana, y su coño pulsó con salvaje lujuria.

La boca de Santana se redujo a un endurecido pezón, que sobresalía entre los dedos de Quinn. Chupó profunda e intencionadamente, haciéndola gritar. Ella había en algún momento, comenzado a inclinarse hacia atrás en contra de Quinn, una necesidad ahora ya que temía que sus piernas se arrugarían debajo suyo de lo contrario. Miró hacia abajo, viendo la boca de Santana cerrarse sobre ella mientras otra mano de mujer la sostenía.

Cuando Santana se trasladó al otro pecho, el cual Quinn levantó como una ofrenda, Brittany supo que el sonido de su respiración era la cosa más fuerte en la habitación, aunque Quinn dejaba escapar pesados y trabajosos suspiros detrás de ella, también. Santana lamía sus perlados pezones ahora, con largas y lánguidas lamidas que lo dejaban duro y brillante con cada golpe.

Sin planearlo, Brittany se encontró empujando aún más su pecho hacia el servicio de Santana. Ella levantó sus brazos sobre su cabeza y llevó sus manos al grueso pelo de Quinn. Sus besos se redujeron sobre su cuello una vez más, y sus manos bajaron a sus caderas, mientras Santana se hacía completamente cargo de sus necesitados pechos acariciando con su boca y sus manos.

Ella sintió que su auto-control comenzaba a decaer, su culo molía lentamente contra la dureza de Quinn detrás de ella mientras miraba a Santana bañando encantado sus senos con mojadas lamidas y besos. Y justo cuando creía que podía existir felizmente así para siempre, una de las manos de Quinn paso rozando hacia el interior, sobre sus jeans, hasta que estuvo acariciando entre sus muslos.

Un nuevo grito se le escapó cuando el caliente placer se disparó a través de ella.

Su cuerpo cayó en una ondulación natural, en contra de la mano de Quinn y su erección detrás de ella, en contra de la hambrienta boca de Santaa, sus sobadoras palmas y de sus ojos. Debido a que ella todavía sentía su mirada, sentía que élla miraba cada reacción suya, y ella lo disfrutaba.

La mano de Quinn salió de su entrepierna sólo para desabrochar sus jeans, luego bajó la cremallera. Cuando él deslizó sus dedos por el interior, acariciando en su humedad, ambas gimieron.

Santana se echó hacia atrás, miró hacia abajo, luego se arrodilló ante ella.

Envolviendo sus manos alrededor de la cintura de sus jeans, los bajó a sus muslos, manteniendo su mirada fija en la parte delantera de sus diminutas bragas, los dedos de Quinn dentro.

Ella no podía separar sus piernas más debido a los jeans, pero el dedo medio de Quinn rastrillaba a través de su húmeda hendidura, poniéndola aún más loca dado la cercana vista de Santana. Ella susurró su placer, entonces se mordió su labio cuando las manos de Santana alcanzaron su tanga quitándola también suavemente por sus muslos.

—Ah, Dios —élla gimió al ver los dedos de Tommy frotándola, hundiéndose profundamente ahora. —Tan jodidamente hermoso, nena.

—Tan lisa —El hizo eco con Quinn.

—Dile a Quinn —dijo Santana profundamente —cómo te afeitaste este hermoso coño para mí.

Ella apenas podía hablar en medio de la lujuria desenfrenada pulsando a través de su cuerpo, especialmente la parte en que ellos estaban enfocados en estos momentos. El dedo grande de Quinn aún rastrillaba a través de su humedad.

—Yo lo afeité... en la ducha... cuando élla me lo pidió... mientras élla observaba. Y una vez más... hoy. Para ambas.

—Eso es tan caliente —susurró Quinn, todavía tocando, tocando, y Santana no se movió, simplemente miraba de cerca hasta que ella podría haber jurado que su coño se abría más amplio sólo para élla.

Cuando Santana se inclinó lentamente hacia el interior, Quinn parecía saber que su intención era lamerla, por lo que retiró su dedo y usó las dos manos para separar sus pliegues. Se estremeció cuando la lengua de Santana barrió sobre su dilatado clítoris, y ella volvió a sufrir el anhelo de extenderse para élla, y lo intentó a pesar de que sabía que los jeans la detendrían.

Arrastrando su húmeda lengua hasta su centro, una y otra vez, élla empujó hacia abajo sus jeans y su tanga, todo el camino hasta sus tobillos, hasta que ella fue capaz de sacar un pie libre. Entonces, dulce cielo ella abrió sus piernas para poder sentir cada caliente lamida más profundo. Quinn todavía utilizaba sus dedos para separar su coño mientras Santana bañaba toda su hendidura de arriba hacia abajo. Detrás de ella, la excitación de Quinn presionó más duro, tan duro en el centro de su culo por lo que mientras se movía instintivamente contra la boca de Santana, se sentía deliciosamente estimulada desde la parte de atrás, también. Experimentando ese "efecto sándwich" de nuevo, se entregó a ello, dejándose sentir totalmente tomada por las dos, totalmente atrapada entre ellas,
entregándose a sus deseos y caprichos.

Por último, sus piernas se debilitaron a tal punto que tuvo que romper el calor para jadear.

—No puedo soportar estar de pie por más tiempo.

Santana dejó su servicio, terminando con un beso suave justo por encima de su clítoris, y murmuró

—Vamos, vamos a traerte aquí.

Le tomó sus manos y la llevó rápidamente pero con cuidado al sofá. Sus piernas apenas se movían… ella se sentía aturdida, intoxicada ahora más por las mujer que por el vino, por lo que élla la guió.

Sin embargo, estar de nuevo cara a cara con élal trajo un grupo completamente nuevo de deseos que tenían que ser atendidos en consecuencia. Sus ropas necesitaban ser sacadas. Y ella tenía que llegar a su polla. No era una elección, sino una necesidad primaria.

Arrastró sus rodillas debajo de ella en el sofá, empujó la camisa abierta de sus hombros, luego quito el sujetador de abajo, tratando de alcanzar sus pechos y ese paquete de seis de su estómago. Élla ayudó, arrancándolas, y llegó a su cinturón.

Entonces se acordó de Quinn, quien se había sentado detrás de ella en el sofá, y élla había sido tan dulce y generoso hasta el momento que ella no quería dejarlo de lado. Girando, alcanzó con denuedo por los botones de su camisa y élla se echó hacia atrás, observándola desabrocharlos. Sabía que seguramente Santana observaba, también, y como siempre, sus ojos inyectaban en ella una completamente nueva desenfrenada pasión.

Ella siguió sus instintos, dejándose ir más en este momento que nunca antes.

Santana quería verla con otra mujer… entonces la vería.

Cuando la camisa de Quinn se abrió para revelar el mismo estómago muscular que había revelado en su primera cena, ella comenzó a besar sus pechos, comenzó a besar su camino hacia abajo. Ella no fue lento, los ojos de Santana la empujaban, haciéndola hambrienta, sucia, sacando el lado más oscuro de su sexualidad.

Ella deshizo del cinturón de Quinn trabajando los botones de sus jeans. Ella los desabrochó sobre el gran bulto allí y besó su camino más abajo. Cuando su polla estalló libre sobresaliendo de los calzoncillos blancos, ella no dudó en envolver su puño alrededor de ella liberándola completamente de su ropa interior, y sumergió su boca sobre la cabeza.

—Jesús —jadeó Quinn.

Y detrás de ella Santana dijo con voz áspera:—Ah, Dios, nena. Chúpalo para mí. Quiero que se la chupes —y cuando ella tomó la erección de Quinn más profundo en su boca, moviéndose arriba y abajo, humedeciéndolo, dejando que sus labios se extendieran para acomodarlo, comprendió que Sasntana sabía que esto era para élla. Élla sabía que era para sus ojos, su placer, tanto como el de ella. No había celos de que ella había bajado sobre Quinn antes que élla, nada más que respeto en la voz de Santana, nada más que su deseo de empujarla cada vez más en su pasión. Su placer añadido al de élla, y el de él añadido al suyo, por lo que se multiplicaba una y otra vez, no importa a qué acto sexual se entregaran, e incluso ahora, con otra mujer, Santana sabía, como ella lo hacía, que era todo sobre élla… nadie más.

La polla de Quinn no era tan grande como la de Santana, pero aun así le llenó la boca profundamente y le encantaba trabajar sobre élla mientras Santana observaba.

—Sí, nena, eso es tan bueno —dijo Quinn.

Las manos de Santana frotaban su espalda y moldeaban sus desnudas caderas, mientras él se inclinaba sobre ella, observando.

—Eso es, cariño. Te ves tan hermosa chupándolo. Tan preciosa para mí.

Pero muy pronto, la voz de Santana cesó, y comenzaron los besos. En su espalda, luego en su sensible culo… y se encontró a si misma arqueándose hacia élla. Ella buscaba cada sensación que pudiera conseguir, su cuerpo hambriento y deseándola.

Antes de que se diera cuenta, élla estaba frotando su coño con movimientos circulares de sus dedos, y ella se apretó hacia atrás contra ellas, con ganas de más, gimiendo febrilmente alrededor de la polla de Quinn. Cuando los dedos de Santana se deslizaron dentro de ella, tuvo que liberar a Quinn para dejar escapar un suave gemido.

—Oh...

—Estás tan húmeda, nena —dijo Santana.

Ella respondió empujando contra su tacto, dándole la bienvenida más profunda. Podía oír su propia humedad mientras sus dedos entraban y salían.

Ella acarició el rígido eje de Quinn, estudiando la gruesa columna de carne, venosa y lisa, antes de bajar su boca de nuevo sobre élla y escuchar su caliente suspiro de placer por encima.

Y mientras ella tomaba a Quinn por un extremo, y a los dedos de Santana por el otro, sabía que quería aún más. Ella quería exactamente lo que Santana había sabido que ella quería. Dos pollas en su interior al mismo tiempo. Ella empujó violentamente su parte inferior contra los dedos de Santana, necesitando más espesor allí, necesitando la gloriosa erección que ella sabía estaba entre sus piernas. Ella empujó y empujó, por último gimiendo su frustración y sintiendo que élal sabía lo que necesitaba y estaba burlándose de ella, sacándola, sólo para hacerla ansiar más.

— ¿Qué quieres, nena? —finalmente ronroneó. Élla estaba inclinado sobre ella ahora, el calor de su pecho presionando en su espalda, su voz cerca de su oído. — ¿Quieres mi polla? ¿Es por eso que estás moviendo tanto ese sexy culo?

Ella la miró con la boca todavía alrededor del eje de Quinn, y sus ojos se encontraron.

—Jesús, cariño— élla suspiró.

Ella lanzó a Quinn, con los labios dilatados y aún con hambre.

—Por favor—, fue todo lo que pudo decir.

Santana la besó, un beso rápido y tibio en sus bien estirados labios, y sus ojos le prometían que le daría lo que ella anhelaba.

Un segundo más tarde su majestuosa erección se deslizó a través del valle de su culo, separándola allí, frotándose contra la fisura pequeña, volviéndola loca de deseo. Ella se arqueó más contra élla, por lo que presionó sus pechos alrededor del húmedo eje de Quinn, y juntas, todas ellas gimieron.

La dulce estimulación era grandiosa… pero ella aún necesitaba más.

—Fóllame, San. Por favor fóllame… ahora.

—Ay, cariño —élla soltó fuera a través de los dientes apretados, entonces la punta de su largo eje apretó contra su apertura impaciente, haciendo una pausa por un segundo antes de sumergirse en el interior.

Ella gritó, sorprendida, como siempre, por el impresionante, impactante placer de la entrada, el sentido mismo de la plenitud de lo proporcionado. Y ella no dudó en levantar la cabeza, alcanzando la erección de Quinn, luego bajando de nuevo sus labios sobre ésta.

Ambas chicas gimieron, y ella se hundió en una profunda y total felicidad por haber llegado a este momento insondable, de contar con dos largas, duras y hermosas pollas dentro de su cuerpo a la vez. Ambas se movían en ella, jodiendo tanto su coño como su boca al mismo tiempo, movimientos rítmicos que se apoderaron de sus sentidos, haciéndole dejar de pensar, no haciendo otra cosa más que sentir, absorber, beber de ellas, empapándose de su maravilloso controlado poder. Nunca se había sentido tan tomada antes, tan físicamente poseída. Se deleitaba en el sentido de la absoluta perversidad que se apoderaba de ella mientras entregaba completamente su cuerpo, empujando su coño hacia Santana mientras vigorosamente mamaba a Quinn.

Se movieron juntos de esa manera hasta que ella estuvo emborrachada, hasta que se sintió sin sentido, una personificación del puro sexo, puro placer… nada más importaba sino la plenitud física.

Fue entonces cuando los dedos de Santana serpentearon alrededor de su cadera, metiéndose para acariciar su clítoris. Fuego salvaje parecía encenderse en su mismo corazón, extendiéndose rápidamente hacia afuera hasta consumir todo su cuerpo. Se movió con más fuerza contra la polla de Santana, tomándola más profundo, invitando a más golpes de castigo. Fóllame, fóllame, fóllame. Ella lo habría gritado si su boca no hubiera estado llena con el grueso eje de Quinn, pero no estaba dispuesta a renunciar a eso, simplemente suspiró con vehemencia a su alrededor en su lugar. Cuando Santana soltó su otra mano de su cadera para acariciar su pulgar en su ano, fue toda la estimulación que necesitó para explotar en el orgasmo, gritando alrededor de la polla de Quinn cuando cegador placer explotó a través de sus regiones inferiores en paralizantes pulsos de luz y calor. ¡Oh, oh, oh! Cerró los ojos, dejando que el clímax la tragara, se extendiera a través de ella, mientras sus dos amantes continuaban llenándola.

Cuando terminó, el agotamiento la cautivó, ella soltó a Quinn hundiéndose en el sofá, su cabeza sobre el muslo de élla vestido de mezclilla. El movimiento obligó a la polla de Satana a abandonarla, también, y ella se volvió sobre su lado para mirarlo. Sus ojos, como es lógico, ya brillaban sobre los suyos, llenos de asombro. Su cálida mano le apretó su desnuda cadera.

— ¿Estás bien, cariño?

Ella intentó sonreír, pero sus labios estaban demasiados desgastados en este momento.

—Sí. Bien —suspiró ella.

Élla se acercó más.

—Eres increíble. Lo sabes, ¿no?

Esta vez, ella se las arregló para arrancar su boca en una suave sonrisa.

—Tú eres increíble. Las cosas que me haces sentir, me haces experimentar — cayó en la cuenta entonces de que su cabeza estaba todavía sobre el firme muslo de Quinn, por lo que cambió su mirada hacia arriba. —Tú también.

Élla dejó escapar una suave risa.

—En realidad no he hecho nada.

Ella se mordió los labios y miró hacia su todavía erecto eje, no lejos de donde descansaba su cabeza.

—Pero tienes una hermosa polla —incluso se estiró para acariciarlo, lo cual lo hizo suspirar mientras Santana rió entre dientes.

—Maldita sea —susurró Quinn. —Quiero joderte tan mal ahora mismo que lo puedo saborear.

— ¿Puedes soportar eso? —Santana le preguntó. — ¿Puedes tomar a Quinn en tu pequeño coño apretado?

El coño de Brittany quemó con deseo cuando ella ronroneó.

—Mmm, sí, creo que puedo.

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Finalizado Re: Brittana Voyeur (ADACTADA) G,P 16,17,18,19 FIN

Mensaje por ana_bys_26 Mar Oct 25, 2016 3:50 am

Capítulo Quince

—Entonces quiero que lo tomes —la voz de Santana cayó más bajo. —Quier verla follarte, cariño, tan, tan profundo.

Con eso, élla le tomó la mano y la guió, cambiando su posición en el sofá para que ella se enfrentara a Santana su culo volviéndose hacia Quinn. Ella no se levantósobre sus rodillas, estaba demasiado cansada, sino que las puso debajo de ella en una pose más relajada.

Detrás de ella, oyó el rasgar del papel y sabía que Quinn estaba poniéndose un condón. Luego sus manos se cerraron con gusto sobre sus caderas, masajeándola, susurrando cuan caliente ella era, cuán sexy, cuán bondadosa, y lo bien que lo había chupado. Ella miró hacia Santana todo el tiempo, quien estaba tendido a través del extremo del sofá, desnudo, y viéndose lo suficientemente bueno como
para comérselo. Lo cuál era exactamente lo que ella pretendía hacer. Su boca estaba cansada, pero no tan cansada.

Posándose entre las piernas abiertas de Santana, ella envolvió su mano alrededor de su erección cuando Quinn empezó a introducirse en ella desde la parte trasera. Ella bombeó a Santana ligeramente mientras las tres gimieron al unísono, luego hundió su boca en élla. Sabía salado, dulce con sus jugos y eso de alguna manera hizo la intimidad más profunda.

Ella presionó hacia atrás contra Quinn y sabía que lo estaba llevando al máximo cuando su culo se apretó contra su pelvis. Una vez más, estaba completa con dos ejes gloriosamente duros. Ahuecó las bolas de Santana en su mano mientras movía su boca arriba y abajo por su longitud, y sintió los choques de Quinn contra su monte cuando élla empezó a entregar movimientos cortos y
firmes.

Liberando a Santana de sus labios, le pasó la lengua de abajo hacia arriba, entonces arremolinó su lengua alrededor de la cabeza mientras Quinn la tomaba por la espalda. Al mismo tiempo, saboreó la posibilidad de deleitarlos a ambas de una vez con las diferentes partes de su cuerpo.


Mantuvo su mirada fija en Santana mientras utilizaba su lengua sobre élla, sin dejar de acariciar debajo con su mano y chupando el pre-semen de la punta cuando se reunía allí. Hasta que finalmente detuvo por completo su lamida, situado su cálida polla entre sus pechos. Todavía estaban regordetas e impertinentes con la ayuda del sujetador ahuecando su parte inferior, y élla se estremeció cuando ella empezó a joderlo de esta forma, dejando deslizar su polla aún húmeda profundamente por el medio.

—Dios, sí —murmuró élla por encima de ella. —Tan bueno, nena.

Detrás de ella, la fuerza de los golpes de Quinn aumentó hasta que élla latía en su interior, duro y más duro. Esto hizo que sus tetas se sacudieran contra la polla de Santana. Ella apenas entendía el salvaje placer que causaba cerrar sus pechos tan suavemente alrededor de su rigidez, pero la hacía suspirar de caliente alegría, satisfaciéndola casi tanto como la erección de Quinn.

Quinn la golpeaba ahora, haciéndola chillar con cada poderoso empuje, hasta que se encontró envolviendo sus brazos alrededor del torso de Santana, abrazándolo mientras se reunía con cada firme embestida en su espalda.

— ¿Está bueno, nena?—Santana le preguntó, pasando sus manos sobre sus hombros.

—Mmm —logró decir, aun tomando cada caliente envite que Quinn entregaba.

—Ah, folla su dulce coño para mí —murmuró Santana, y ella sabía que estaba viendo a Quinn dar contra ella, viéndola tomarla, sintiendo el placer vibrar a través de su cuerpo mientras élla la abrazaba.

—Oh Dios —dijo Quinn de repente. —Voy a correrme. No puedo detenerlo, me voy a correr duro —y con sus manos todavía sobre sus caderas, ella escuchó el largo y pesado gemido que soltó mientras élla le entregaba profundas estocadas imposibles que resonaban en su corazón.

Luego se quedó inmóvil en su interior, finalmente liberando un largo y exhausto suspiro.

—Jesús —susurró, y ella sonrió para sí misma con el orgullo femenino de haberlo complacido.

Cuando élla se retiró, ella se apoyó en Santana por un momento, su pene todavía se extendía acunado largo y rígido entre sus pechos, pero su coño se sentía vacía, y hora ella quería hacer venirse a Santana, también. Ella levantó su cabeza desde el estómago hacia élla.

—Te necesito de vuelta en mi coño.

Sus ojos permanecían vidriosos, su boca entreabierta, y su profundo gemido le dijo lo mucho que sus palabras le habían afectado.

—Bésame —élla dijo.

Una complacencia de la cual ella nunca se cansaba. Ella se levantó, rozando su cuerpo por encima de élla hasta que pudo presionar su cálida lengua en su boca. Élla gimió mientras ellos intercambiaban besos, sus brazos rodeando su cuello, las manos de élla cayendo para amasar su culo.

—Fóllame —ella finalmente le susurró. —Por favor, fóllame.

Élla los sentó a ambos en el sofá, Brittany sobre su regazo.

—De esta manera —élla dijo, entonces la posicionó para que ambas se sentaran frente a la ventana, su sólida longitud extendiéndose por el pliegue de su culo. Ella comprendió lo que élla quería y, bajando sus pies al suelo, se puso de pie, luego se sentó lentamente hacia abajo, el movimiento envolviéndola a élla.

Las dos gimieron y élla se sentía increíblemente grande, pero el ajuste a la posición fue más fácil ahora que cuando por primera vez habían tenido relaciones sexuales.

Con mucho cuidado, comenzó a moverse sobre élla, gratamente consciente de su desnudez cuando Quinn miraba, consciente de que esta era la primera vez que su cuerpo se había sentido tan claramente en pantalla desde que ellos se había trasladado al sofá. Le gustaba su mirada en ella casi tanto como le gustaba la de Santana, le gustaba saber que élla la veía deslizarse hacia arriba y hacia abajo sobre el eje de Santana, le gustaba la sensación de sus pechos balanceándose ligeramente sobre el ajustado sostén con cada movimiento que ella hacía.

Las manos de Santana se curvaron sobre sus muslos, apretando, acariciando, luego separando.

—Extiéndete, querida— le susurró profundamente en su oído. Luego élla miró hacia a su derecha, a Quinn. —Por qué no lames su dulce coño dulce para mí, mientras ella monta mi polla.

La voz de Quinn sonó tensa.

—Felizmente —luego se dejó caer de rodillas, situándose entre sus piernas.

Tanto ella como Santana tuvieron que abrirse ampliamente para complacerlo, y ella miró hacia abajo a su suave piel desnuda, abierta y de color rosa y esperando la boca de Quinn.

Su primer lamida a su centro húmedo fue tentativa, probando…pero Oh tan bien recibida, y ella suspiró cuando un nuevo calor onduló hacia el exterior.

—Oh, más —se oyó suplicar sin querer.

— Mucho más, mi amor —prometió Quinn. Pasó su mirada de su coño a su cara, entonces la dejó caer de regreso justo antes de hundir profundamente su lengua, arrastrando con entusiasmo sobre su clítoris, otra vez, y otra vez.

— Oh Dios —ella gimió.

Las manos de Santana llegaron para masajear sus pechos mientras la boca de Quinn trabajaba abajo, sus manos acariciando el interior de sus muslos. Una vez más, la multitud de sensaciones y el conocimiento de más de una mujer casi la abrumaba. La experta lengua de Quinn rastrillaba hacia arriba, cada vez terminando en su clítoris, y pronto ella ya no se movió arriba y abajo sobre Santana, sino que simplemente giraba en círculos rítmicos sobre su polla lo cual le ayudaba a cumplir con la boca de Quinn con sólo la justa presión.

Quinn se centró exclusivamente en la congestionada protuberancia entonces, lamiendo, lamiendo, cada golpe enviando un nuevo estallido de calor a través del coño de Brittany.

—Sí —susurró ella, —Sí—. Arriba, Santana ajustó sus sensibles pezones entre sus dedos pulgar e índice, añadiéndose a su creciente excitación. Ella comprendió intuitivamente que ella los había complacido, y ahora ellos estaban complaciéndola, todas sus acciones diseñadas para empujarla más cerca de alcanzar al orgasmo.

—Sí, lámeme —dijo en un excitado suspiro mientras miraba a Quinn acariciar su lengua a través de sus pliegues femeninos. —Oh, oh… ahora chúpame. Chupa mi clítoris —ella rogó, apenas consciente de que de repente empezó a decirle a élla lo que necesitaba.

Élla complació, succionando el hinchado botón de carne rosada profundamente entre sus labios, hasta que ella gritó:

—Sí, así, ¡así!

—Mmm, quiero que te corras, nena —ronrone Santana cerca de su oído. — Quiero que te corras tan jodidamente duro.

—Yo... quiero que... te corras, también —logró decir entre respiraciones cada vez mayores. —Profundamente dentro de mí... lléname con ella, nena... lléname.

Liberando sus senos con el fin de sostener sus propias manos en sus caderas, Santana comenzó a bombear más fuerte para arriba dentro de ella mientras Quinn la chupaba al ritmo de su jodida. Mientras ella se encontraba con las embestidas de Santana, su clítoris se levantó con fuerza contra la boca de Quinn, logrando una perfecta fricción. Ella sintió su propia escalada, aumentando, trabajando su camino rápidamente hacia la cima del placer, hasta que Santana demandó:

—Córrete para mí, nena, ¡ahora! —y ella lo hizo.

Cayó de cabeza en el más profundo éxtasis de su vida, las olas de la liberación golpeando por todo su cuerpo, extendiéndose por más tiempo que cualquier orgasmo que pudiera recordar. Ella lo cabalgó… montó la polla de Santana y se reunió con la caliente boca de Quinn una y otra vez, hasta que finalmente las brillantes vibraciones comenzaron a disminuir.

Sin embargo, cuando Santana gritó:

— ¡Ah Dios, aquí voy, también! —y la presionó firmemente hacia abajo sobre su polla mientras conducía profundamente en su interior cuatro duras estocadas, las ahora débiles sensaciones aumentaron, extendiéndose de nuevo a través de su cuerpo, alargando el orgasmo aún más.

Segundos más tarde, Brittany se encontró relajándose contra élla, sus brazos envolviéndola. Girando su cabeza de donde se posaba sobre su hombro, ella se inclinó para darle un pequeño beso en su cuello.

Sus miradas se cruzaron.

— ¿Estás bien? —élla susurró, sonando tan desgastado como ella se sentía.

—Más que bien —ella le aseguró.

Élla esbozó una sexy y satisfecha sonrisa.

Santaa se relajó en el sofá con Brttany y Quinn, el desaliñado sujetador de Brittany el único trozo de ropa entre ellos. Por primera vez, se le ocurrió que tal vez élla debería sentirse un poco raro por estar así de íntima con Quinn… ellos eran chicas, después de todo, pero no lo hacía. Habían sido amigas durante mucho tiempo, siempre habían cliqueado y sido cómodos y francos cuando se trata de sexo, y aunque parecía un poco extraño estar desnudo y tendido en el mismo sofá que su compañero, no dejó que esto le molestara.

No podía creer lo increíble que Brittany había estado. Al igual que con cada otro experimento sexual finalmente se había entregado, rápidamente había abandonado sus inhibiciones y se dejó ir… maravillosamente. Incluso cuando élla llegó a la casa y la encontró usando la ropa interior que había comprado para ella, no podía imaginar lo caliente que estaría para élla esta noche, cuán sexy y dispuesta con Quinn. Su placer se cuadruplicó al saber lo lejos que ella había llegado en tan poco tiempo, que un par de semanas atrás, ni siquiera se hubiera masturbado delante de una chica, pero ahora estaba complaciendo a dos de ellas.

— ¿Alguien tiene hambre? —Quinn preguntó, al parecer, sacudiéndose libre del letargo que los había asaltado a todos ellos. Sin esperar a que contestaran, élla se dirigió a la cocina y volvió con el resto de los brownies y la botella de vino que Santana había logrado abrir, pero no había logrado servir antes de que el encuentro hubiera comenzado a calentarse. Se pasaron el vino, cada uno bebiendo de la botella, y todo el mundo tomó un brownie. Por supuesto, ya que los deliciosos pezones de Brittany continuaron sobresaliendo al acecho por encima de su sujetador, Santana no pudo resistirse a usar su dedo para frotar suavemente un poco de pegajoso brownie sobre un puntiagudo pico, y luego se doblarse para lamerlo.

—Mmm —suspiró ella, lanzando una sonrisa increíblemente mala en su dirección.

Quinn hizo lo mismo, rápidamente chupando más oscuro glaseado del otro endurecido pico, y por la expresión que élla causó en el dulce rostro de Brittany, ella estaba contenta de dejarlos chupar tanto chocolate de sus pechos como quisieran. Se veía como un sexy gatito estirándose, ronroneando, mientras se deleitaba con el placer.

Santanta continuó aplicando chocolate y lamiéndolo, pero al poco tiempo sintió el puño de Brittany, alrededor de su pene. Gimiendo, élla miró para ver que ella se había estirado sobre el otro lado para agarrar a Quinn, también. Maldita sea, la chica era caliente… todo lo que estaba haciendo esta noche lo llevaba fuera de su mente.

Instintivamente, élla succionó más duro su tirante pezón, tirando profundamente, hasta que ella gimió. Junto a élla, Quinn siguió bañando el pezón opuesto con el mismo entusiasmo. Ella tiró de sus rígidas pollas, acariciando, y acariciando hasta que élla finalmente se dio cuenta de que ella le estaba tirando por la polla, levantándolo sobre sus rodillas. Élla se dejó guiar y notó que ella estaba resituando a Quinnn a través de su pene, también.

Ella no dudó en atraer sus duros ejes hasta sus tetas, rastrillando las cabezas a través de sus puntas, donde ambos recién habían frotado más chocolate. Ella arrastró sus pollas jugando de ida y vuelta a través de los puntiagudos pezones, usándolas para limpiar el chocolate.

—Jesucristo —Quinn murmuró, y Santana gimió por la delicada sensación de su perlado pezón contra su erección.

La siguiente cosa que élla supo, fue que ella se inclinó, levantando su polla hacia su boca, y comenzó a chupar el chocolate que acababa de reunir. Su estómago se anudó viendo su apasionado ministerio, lento y pausado, mientras ella lo miraba. Le pasó una mano por el pelo y con voz áspera dijo —Nena, eres tan caliente —las únicas palabras que pudo soltar en ese momento.

Luego ella dio un giro hacia Quinn, bajando su hermosa boca sobre élla y succionándolo para limpiar el glaseado de su bulto también. Élla apretó sus dientes, gimiendo.

De ida y vuelta ella se movió entre los dos rígidos ejes, y el que no estuviese chupando lo frotaba a través de su pezón de nuevo. Sanrana no estaba seguro de haber experimentado alguna vez algo tan erótico como sus lentas y decididas acciones, ejecutadas con pura confianza por una mujer a cargo de sus mujeres.

Los brownies estaban casi olvidados mientras ella generosamente se turnaba para complacerlos, hasta que Santana finalmente dijo:

—Cristo, nena, detente… no puedo soportarlo más —sabía que podía solo correrse, pero élla no quería, no todavía. Y élla podía haber sido un buen experto en contenerse, pero a veces Brittany la excitaba más allá de sus límites.

—Entonces, ¿qué te gustaría hacer ahora? —ella le preguntó en voz baja, mirando hacia arriba, ojos ampliados, labios hermosamente dilatados.

Se suponía que esto iba a ser todo sobre ella, pero si ella preguntaba...

Élla soltó un fortificante suspiro.

—Me gustaría ver a Quinn jodiéndote de nuevo. Pero yo quiero verlo mejor esta vez, quiero ver su polla deslizarse en tu coño —antes, había querido ver su reacción, ver el calor y el placer danzar a través de sus rasgos, pero ahora sus deseos se habían convertido en algo más salvaje y animal.

En respuesta, ella lo atrajo para darle un largo y apasionado beso de lengua que, dadas las circunstancias, casi lo sepulta.

Élla había imaginado a élla y a Quinn brindándose a ella toda la noche, asegurándose de que estuviera relajada y complacida… ni una sola vez se había imaginado a ella brindándose tanto a ellos. Y cuando ella entusiasmadamente se levantó del sofá y se acercó a la chimenea, la luz brillando sobre su pálida piel, y se dejó caer sobre sus manos y rodillas para arquear su hermoso culo redondo hacia ellas, élla se sintió abrumado por su excitante generosidad.

Élla y Quinn se unieron a ella, Quinn se posicionó a si mismo detrás de ella, también de rodillas, mientras Satana se dejó caer junto a élla. Santana rozó su mano por su espalda de porcelana, por las suaves curvas de su cuerpo, y dejó a su toque sumergirse hasta rozar debajo de su pecho. Y mientras Quinn se puso otro condón, Santana se encontró a sí misma empujando dos dedos en su cálida
humedad para prepararla para su amiga.

Ella dejó escapar un suave suspiro cuando élla empezó a follarla con los dedos.

Ella se movió en contra de ellos, y élla cayó mucho más en la lujuria con su hermoso entusiasmo.

—Tan increíble, nena… eres tan, tan buena —Élla se inclinó cerca de su oído para susurrarle. —Y estoy muy lista para ver ese dulce y caliente coño tomar la polla de Quinn.

—Mmm, te quiero viendo —respondió ella entrecortadamente, y sus palabras apretaron su ingle. Élla había sabido desde el principio que su predilección por la observación la excitaba tanto como a élla, pero en realidad nunca lo había dicho hasta ahora.

Santana utilizó sus manos para separarla para la entrada de Quinn. Élla observó con atención mientras su amigo se deslizaba profundo en su interior.

— ¡Oh Dios! —ella gritó, y observó los primitivos movimientos cuando las dos se unieron, vio el duro eje de Quinn desaparear sin problemas dentro de su apertura, y luego deslizarse hacia atrás, otra vez, y otra vez.

La visión casi paralizaba a Santana. O tal vez era la dura realidad. Ella le estaba dando tanto. Todo de ella. Estaba haciendo todo lo que élla pedía, siguiendo todos sus caprichos. Quería complacerlo tanto como élla quería complacerla a ella, incluso cuando esto significara tomar a otra mujer en su cuerpo para que Santana pudiera experimentar la intimidad de verlo, de ver su coño aceptar una polla que no sea la suya. Oyó su propio suspiro y necesitaba más de ella.

Élla había querido ver, sí, pero ahora tenía que ser parte del enlace, también. No eran celos, era simplemente excitación, salvaje deseo, y desenfrenada necesidad que crecía desde sus entrañas.

—Acuéstala —le dijo a Quinn en voz baja. —Permanece dentro de ella, pero acuéstala sobre su costado.

Quinn ancló un brazo alrededor de su cintura, y luego los maniobró hacia la alfombra sobre sus costados como Santana les había indicado.

Oh Dios, ella se veía hermosa, ese claro encaje esbozado sus magníficos pechos, el resto de ella curvado y desnudo, su coño descubierto, pero a la luz mostraba pelo por encima. Ella se veía hermosa moviéndose en contra de Quinn, encontrado sus lentos envites, su rostro grabado con pasión. Se veía hermosa reuniéndose con la mirada de Santana a través de esto… ya no más timidez de su dulce copo de nieve, nada más que puro calor y valentía, y ella estaba poniendo todo ahí, para élla.

Élla se acostó, también, extendiéndose a lo largo de la parte delantera de su cuerpo, levantando sus manos a su cara.

—Quiero besarte, nena, mientras que Quinn te hace el amor.

Ella suspiró y se estiró, su mano acariciando su pecho mientras élla se movía más cerca. Enhebrando sus dedos a través de su cabello, élla inclinó su boca a través de la de ella, presionando su lengua suavemente en su interior.

—Mírame a mí, Britt —murmuró cuando el beso terminó. —Mírame a mí, mientras élla se mueve en ti. Mírame a los ojos.

Ella obedeció la orden, reuniéndose con su mirada mientras recibía los golpes de Quinn por detrás. Élla la vio absorber cada uno de ellos, escuchó sus suspiros y gemidos. La besó de nuevo, pasando sus manos sobre sus pechos, bajando por la curva de su delegada cintura, subiendo por sus brazos y regresando a su cara para más dulces y calientes besos.


Ella se estiró hacia él también, su mano cerrándose firmemente sobre su desnuda cadera. Lo atrajo cerca, tan cerca como Quinn estaba en su espalda. Su polla ubicada en su coño, y ella levantó su pierna sobre el muslo, tirando de élla contra ella con más fuerza.

—Unh... —élla gimió ante el dulce y astuto contacto.

Ella se movió contra élla y encontró su ritmo, dejando que su erección se deslizara a través de la parte frontal de su coño y su clítoris. Élla sabía que cada movimiento de ella le traía placer ahora, se arqueaba hacia el frente y se encontraba con su polla, se arqueaba hacia atrás y se tomaba a Quinn más profundo. Nunca la había visto tan entregada al placer. Sus gritos sonaban como si se hicieran eco de algún profundo lugar en su interior. Ella molió contra élla, más duro, más duro, cada giro parecía lanzarla más en éxtasis.

—Tan caliente, nena, tan dulce y caliente para mí —murmuró, y susurró hacia ella, pero podía decir que ella no tenía fuerzas para responder, demasiado inmersa en la alegría que élla y Quinn le entregaban.

Hasta que finalmente ella estalló, gritando:

—Dios, ¡ahora!—mientras empujó duro contra élla, moviéndose más rápido, frotándose contra él en calientes y salvajes ondulaciones que estaban empujándolo más y más cerca del borde.

—Tan preciosa cuando te corres, cariño —élla respiró sobre ella, besándola, tocando su cara, luego acariciando sus pulgares a través de sus pezones.

—Cristo —gimió Quinn, y Santana sabía que su amiga estaba alcanzando el clímax, también, vaciándose en ella con duras sumergidas que hacían eco todo el camino a través de Brittany, y sobre élla.

Las sacudidas sensaciones fueron la última cosa que Santana sintió antes de estallar, explotando en tres potentes golpes sobre el vientre de ella mientras élla gritaba.

Todas ellas se quedaron inmóviles por un momento, un poco conmocionados, un poco recuperándose hasta que Santana y Quinn ambas se quitaron y Brittany estuvo sobre su espalda delante del fuego. Él blanco semen de Santana la había dejado húmeda y resplandeciente desde el ombligo hasta el coño, y la erótica visión lo bloqueó durante un largo rato, hasta que siguió el impulso de bajar y frotarlo sobre la lisa y descubierta piel de su coño. Quinn ayudó, también, ambas masajeando, sensualmente trabajando el fluido sobre su suave piel. Ella se levantó sobre sus codos para mirar, separando sus piernas para dejarlos hundirse más profundo.

Las tres estuvieron a la deriva unos minutos, adormecidos aún más por el calor de la chimenea, pero Saantana no creía que hubieran pasado mucho tiempo en silencio cuando Quinn se levantó para vestirse. Élla regresó un momento más tarde, arrodillándose para bajar un beso en la mejilla de Brittany. Su mano posándose sobre su liso vientre.

Ella abrió sus ojos para encontrarlo flotando por encima suyo.

—Esto ha sido increíble, querida— dijo élla. —Gracias por dejarme conocerte de esta manera.

Ella se mordió el labio, todavía con la nueva expresión coqueta que Santana sólo había notado esta noche.

—Las dos me convirtieron en una chica muy mala esta noche.

Quinn sonrió.

—Tú haces de mala muy bien —dijo, y luego miró a Santana sólo para agregar — Hasta más tarde, amiga.

—Hasta más tarde— dijo Santana, luego vio a Quinn dirigirse hacia la puerta, ponerse su abrigo, y salir a la fría noche. Élla no podía dejar de pensar en que su amigo se había ido luciendo más como su antiguo despreocupado ser, su suavecon-las-mujeres ser, y aunque élla no había inventado esta idea, siquiera de forma remota por amor a Quinn, élla esperaba que tal vez este fuera ese cambio de ritmo que Quinn había necesitado para volver al juego.


Poniéndose sobre un codo, élla desvió su mirada hacia la mujer a su lado. Ella había lucido tan genial esta noche, sorprendente también, pero ahora que estaban solos, él tenía que preguntar. — ¿Aún estás bien, cariño?

La expresión no parecía más que de ensueño cuando ella asintió.

—Esto fue... increíble. Yo nunca... me sentí tan completa.

Élla no pudo ocultar su conocedora sonrisa.

—Sabía que te gustaría jugar con dos pollas.

—Y al final —ella dijo, —cuando yo te miraba, juro que tus ojos me follaban tan profundamente como la polla de Quinn. Cuando yo estaba entre las dos, en el suelo, fue... perfecto como ser follada por delante y por detrás, esas dos hermosas pollas rozándose en mí, sobre mí, exactamente donde yo las necesitaba.

Élla no pudo evitar reírse en su interior, élla nunca había visto a Brittany tan animada o sin cuidado a la hora de hablar de sexo tan extremo. Tenía la sensación de que todavía estaba un poco borracha, si por el vino o por élla y Quinn, él no lo sabía pero disfrutaba de su exuberancia.

—Tú, mi niña traviesa estuviste asombrosa —Élla se inclinó para darle un beso
corto y dulce.

— Sólo una especie de... dejarme llevar, supongo —reconoció con alegría.

Mirando hacia abajo a ella en la luz del fuego, élla no pudo dejar de pensar en el pasado… no sólo en esta noche, sino en todos los días y noches anteriores a esta. Normalmente, élla mantendría esto adentro, pero sabía que estaba un poco borracho, también, por el vino y por la mujer e infiernos si Brittany podía ser tan abierta, entonces élla podía.

— ¿Quieres saber un secreto, copo de nieve?—le susurró.

Ella asintió, sonriéndole con ojos soñadores.

— Me excitas más que cualquier otra mujer lo ha hecho. Y probablemente más que cualquier mujer pueda llegar a hacerlo —lo que élla le había querido dar a ella, ella se lo había dado a élla.

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Mensaje por JVM Mar Oct 25, 2016 1:01 pm

Pues Britt aceptó estar con las dos chicas, una decisión difícil pero al final lo hizo por San. Obviamente ella disfrutó, siendo Q tan cuidadosa y complaciéndola. Pensé que San en algún punto sentiría celos pero nop :/ jajajaja. Me hubiera gustado para ver como reaccionaba.
En fin San ta le confesó a Britt que es especial y que nadie la va a superar, haber como siguen las cosas, se volverá a repetir lo de esta noche o ya no?
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Mensaje por micky morales Mar Oct 25, 2016 10:52 pm

bueno me sorprendio mucho la desenvoltura de brittany, tambien me gustaria ver algo de celos en santana pero parece que eso no va a ocurrir ya que esta parece disfrutar al maximo que britt lo haga con otra persona, en fin... hasta pronto!!!!
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Mensaje por 3:) Mar Oct 25, 2016 11:49 pm

San esta creando un moustro de britt jajaja
Si que fue intenso el encuetro de las tres!!!
San vuelve a su trabajo no???... quinn se queda no??? Mmmm y que forma de volver a la solteria quinn!!!
A ver que pasa????
3:)
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Mensaje por ana_bys_26 Vie Nov 25, 2016 9:44 am

Capítulo Dieciséis

El sol entraba por la ventana a la mañana siguiente, obligando a los ojos de Brittany a abrirse. Ella estaba acostada en la cama desnuda junto a Santana, quien ya estaba despierta y mirando hacia ella, con su oscura mirada hermosa como siempre, su pelo revuelto y la mandíbula cubierta de rastrojo. Era la tipo de visión que hacía a una mujer preguntarse si estaba soñando.

Lo cual le hacía volver a pensar en... algo que parecía tan surrealista que tenía que haber sido un sueño. La noche de ayer.

—Eso no ocurrió en realidad, ¿verdad?

Los ojos de Santana se abrieron con preocupación.

—Oh Dios. Por favor no me digas que vas a flipar y lamentarte sobre mí.

Ella contuvo su aliento y se quedó mirando el ventilador de techo zumbando por encima de ellos. Realmente había sucedido. Ella había jodido fuera los cerebros de dos mujeres la noche anterior. Wow.

Pero antes de que ella procediera a enloquecerse, se detuvo a sí misma y pensó en la situación. Había sucedido y no había forma de retroceder ahora. Había dejado que suceda, había querido que suceda. Y esto había sido la experiencia más deliciosa de su vida y no lo podía negar. Ella no creía nunca haberse sentido más poderosa, más femenina, más deseada y más mujer de lo que se había sentido ayer por la noche.

Miro hacia abajo a la guapa mujer a su lado.

—Hace una semana, no podría haberlo manejado de ninguna forma. Pero de alguna manera ahora debido a ti puedo. Y dudo completamente que lo vaya a hacer otra vez, pero me alegro de haberlo hecho y me alegra que me empujaras a hacerlo.

Me hiciste sentir cosas que nunca habría sentido sin ti. Una lenta sonrisa se desplegó en su rostro.

—Estoy muy contenta, nena— ella dijo tirando de ella en sus brazos. — Porque yo quiero que sientas todo. Quiero que seas una mujer que no tiene miedo a buscar su placer.

A pesar de sí misma una risa un poco tímida se le salió.

—Lo creas o no, antes de que nos conociéramos, tuve relaciones sexuales, ya sabes. No estoy totalmente atrasada y pasada de moda como probablemente parecía cuando nos conocimos.

— ¿Muchas?— preguntó ella luciendo curiosa.

— Bueno... con las chicas que estaba en una relación, sí, seguro.

— ¿Pero fue... como lo es conmigo?

Ella miró a sus ojos tratando de leer la verdadera pregunta allí, tratando de interpretar su corazón. Pero no quería cometer el error de ver más de lo que en realidad existía.

—Si te refieres a si había vibradores y terceras involucrados y afeitado, ya sabes la respuesta a eso.

— Eso no es lo que quiero decir. Lo que estoy preguntando es… ¿fue tan... intenso como lo es entre nosotras?

Intenso. Eso era poco decir. Ella sacudió su cabeza. Entonces la miró, mitad burlándose, mitad no.


—Es posible que me hayas arruinado para todos las demás mujeres.

No había duda en su expresión arrogante.

—Esa no era mi objetivo, pero…

— ¿Pero?

Ella sonrió con vehemencia.

—Pero me gusta pensar que te he dado experiencias que ningúna otra tipa ha logrado.

Una risa corta y salvaje se le escapó.

—Felicitaciones, lo tienes; alrededor de un centenar de veces. Lo que me recuerda, tú no tiene ninguna otra sorpresa bajo la manga para mí, ¿verdad? ¿Otras perversas actividades, lencería, juguetes? Sin dejar de sonreír, ella meneó su cabeza.

—Me temo que no. A menos que quieras que yo salga con alguna.

— ¿Ningún zapato?— Ella arqueó las cejas. —No es que los quiera, pero una vez insististe en que el tamaño de mis zapatos, por lo que yo esperaba llevarlas en algún momento.

Ella le dio a su cabeza una inclinación cuestionando el hecho.

—Dijiste que los echarías a la nieve. Yo no quería perder un buen par de zapatos.

Ella lanzó una sonrisa en respuesta justo cuando su teléfono celular sonó a través de la habitación, sobre la mesa al lado de su computadora portátil, donde ella suponía que ella lo había dejado ayer cuando se había puesto al día con su trabajo. Observó cómo ella volcó la colcha y anduvo con pasos quedos todo el espacio para contestar, tan bellamente desnuda que le hizo agua la boca.

— Santana Lopez— dijo abriendo de un tirón el teléfono.

Ella podía decir que era una llamada de negocios, no sólo por la discusión sino por el tono que ella tuvo, dominante, fuerte y con autoridad, y ella comprendió exactamente cómo tenía éxito derrocando corporaciones.

—Eso no es aceptable—, estaba diciendo, —y tú vas a corregirlo. Hoy. Dentro de una hora, de hecho.

Ella se mordió el labio, consciente que verlo dándole a alguien un infierno por teléfono mientras él estaba mirando por la ventana completamente desnuda fue tal vez, curiosamente, una de las cosas más sexy que jamás hubiera vista, también tuvo que darse cuenta que lo que habían compartido la noche anterior había sido nada menos que profundo.

Ella había estado tratando de convencerse a sí misma desde el principio que esto era sólo sexo, sólo diversión, sólo placer físico. Pero los mundos que él había abierto, la generosidad que le había mostrado, la manera en que la había animado y emocionado, le hacían sentirse segura sin importar que… suspiró, sabiendo más allá de dudas que había cambiado para siempre a causa de ella. Una sobria comprensión.

—Vuelve a mí— dijo, —y mientras tanto, voy a llamar a Phillips y First National— cerró el teléfono y se volvió hacia ella, su voz volviendo a la "Santana normal".

—No puedo creer esto, pero parece que yo soy la que tiene que trabajar hoy. Algunas complicaciones con una fusión pendiente, tengo que hacer algunas llamadas.

Brittany contuvo su aliento.

—Está bien. Tengo que escribir, también.

No mencionó que después de lo que habían compartido la noche anterior, probablemente podría haberla finalmente convencido de pasar el día con ella, en la cama o fuera.

No lo mencionó porque esto era una señal, una señal de que simplemente no podía permitirse unirse más a ella de lo que ya estaba.

Sabía que sería difícil salirse ahora, no había vuelta de hoja, pero no podía revolcarse en ello, tenía que ser una niña grande. Y el trabajo, como siempre, sería una buena distracción de todas las emociones que giraban en su interior.

— Sin embargo, tengo tiempo para un desayuno rápido, si quieres— ella ofreció.

Ella no pudo evitar sonreír. La distracción podría comenzar dentro de poco. Por el momento, iba a saborear la oportunidad de aferrarse a él por un poco más después de la intimidad de las últimas noches. Se sentó e hizo las sábanas a un lado.


—Creo que podría interesarme. ¿Quieres que lo hagamos juntas?

Ella esbozó una maliciosa sonrisa.

—Nena, siempre me gusta hacerlo contigo.

Durante el desayuno rápido de huevos revueltos y muffins ingleses, Brittany sintió su mirada.

— Te ves ensimismada.

Ella cambió su mirada del paisaje nevado por la ventana a la mujer frente a si, atrapada.

—Supongo que sigo estando sorprendida por lo que hice anoche.

Ella tomo su barbilla con su expresión reprendiéndola.

— No te preocupes, todavía ningún arrepentimiento. Solo estoy pensando cuán desprendido fue. Para ti, supongo que no es gran cosa, pero para mí, es... grande.

Ella no pudo evitar sorprenderse cuando Santana dejó su tenedor y se puso de pie caminando por detrás de su silla para doblarse y pasar sus brazos alrededor de ella. Habló en voz baja en su oído.

—Lo que hiciste, lo que hicimos está bien cariño. No hace daño a nadie, se sentía bien, e infiernos, es posible que incluso haya ayudado a alguien.

Brittany la miró sorprendida.

— La última noche podría haber sacado a Quinn de su depresión por Marianne. Ella no había tenido relaciones sexuales con nadie desde entonces.

— Oh— ella se oyó murmurar.

Wow, ¿Era posible que su ménage a trois hubiera tenido realmente algún valor humanitario? Ella estaba dejando al sarcasmo manchar sus reflexiones, pero era agradable pensar que quizás había ayudado a Quinn a superar un poco su angustia.

Unos minutos más tarde, limpiaron los platos juntos, luego se separaron con un beso, y Brittany vagabundeó hacia el ordenador mientras miraba a su amante desaparecer por las escaleras hacia su propio trabajo.

A medida que abría el archivo de su libro, se encontró dándose cuenta de que el mero abrazo de Santana había aliviado su persistente preocupación por sus acciones, de alguna manera lo hizo todo mejor. Pero, ¿dónde estaría ella cuando sus abrazos no estuvieran en ninguna parte?

Era la verdad, si ella y Santana hubieran tenido un futuro, no estaba tan segura de que tendría alguna preocupación sobre la noche anterior. De hecho hacer su trío parecía más que bien, ella lo había hecho parecer verdaderamente correcto así que si algo estaba realmente molestándole era probablemente el
hecho de que había tenido el más íntimo, más escandaloso sexo de su vida con dos mujeres que pronto nunca volvería a ver.

Se una niña grande se recordó. La gente tiene aventuras todo el tiempo y no se autodestruye por ello. La gente probablemente tiene ménages a trois todo el tiempo como parte de sus asuntos sin desmoronarse personalmente no conocía a ninguna de estas personas pero estaba segura de su existencia. Se había permitido entrar a este mundo de decadencia sexual, ahora tenía que salir al otro lado ilesa.

Pero temía que la noche anterior la hubiese unido con Santana de forma casi alarmante. Ella había tenido que confiar en ella tanto para dejarse llevar a tales extremos. Había tenido que abrirse profundamente, dejando al descubierto partes de sí misma que nunca había visto, y mucho menos compartido con alguien más. Y cuando se tomó el tiempo para recordar y darse cuenta de todo lo que había compartido con ella, no podía negar la cruda realidad: dejarlo atrás iba a doler mucho más de lo que jamás hubiera imaginado.



* * *


— Tengo una confesión— le dijo Riley a Sloane, mientras estaban sentados en el porche trasero de los Dorchester mirando las estrellas por encima de ellos.

— ¿Tú eres el asesino?

Ella abrió la boca y él apretó su mano.

— Estoy bromeando, cariño. Estoy bromeando— Luego añadió una palmadita.—Relájate y dime lo que está en tu mente.

Ella dejó escapar un suspiro, luego admitió lo que había hecho.—Fui donde la tía Mimsey esta tarde, y le dije que corra. Le dije que era una sospechosa y que, aunque la evidencia es poca, los policías saben.

Cuando las autoridades habían ido a investigar el asesinato de Hawthorne; todos en la casa de los Dorchester, además de Riley, habían sido completamente entrevistados. Esto había dado como resultado que tanto el señor Dorchester como Edna el ama de llaves admitieran que habían oído a Hawthorne gritándole a Tía Mimsey y después descubrieron lo enojada que ella estaba con él. Riley se había visto obligada a admitir lo mismo. Y aunque nadie dijo haber querido a Hawthorne, tía Mimsey era la única persona en la vecindad que había sido encontrada por tener un resentimiento contra él.

Sloane no parecía en absoluto sorprendido. — ¿Cómo respondió ella?

— Con mucha tranquilidad. Se negó a estar asustada, simplemente diciendo que no había hecho nada malo.


— ¿Tú le crees?

Riley vaciló. Ella apenas podía comprender que alguien pudiera pensar en la tía Mimsey como un asesino.

Sloane levantó su barbilla con un dedo doblado —Tú me lo puedes decir, Riley.

Va a quedar entre nosotros, te lo prometo.

El corazón de Riley se calentó. Había tenido tanto miedo de que Sloane quisiera mantener a la tía Mimsey como responsable. Para él, ella probablemente no se veía como nada más que una vieja mujer chocha que no tenía manera de saber cuán cariñosa y amable podía ser.

— Realmente no puedo entender que la tía Mimsey le hiciera daño a alguien— dijo Riley, —aun cuando la evidencia apunta en su dirección.

Ella apenas puede soportar matar a un insecto. De hecho, se metió en una discusión terrible con Hawthorne el verano pasado, cuando que él estaba usando esas trampas de topos para detener una infestación, insistiendo en que eran crueles y…— Riley se detuvo, encogiéndose. —Acabo de incriminarla más, ¿no? Él se encogió de hombros.

—Voy a mantener el incidente de las trampas para mí mismo.

—Gracias— dijo ella, estirándose para darle un beso corto, que se convirtió rápidamente en apasionado y Riley quedó sin aliento cuando se terminó.

— Pero entre tú y yo— dijo Sloane, —me temo que la policía puede comenzar a tomar una mirada más cercana de Mimsey muy pronto, si no aparecen otras pistas.

—Entonces tenemos que encontrar más pistas— respondió ella con vehemencia.

—Yo estaba pensando lo mismo.

—Tengo una idea— Ella levantó un dedo al aire y le ofreció un guiño corto, triunfante.

Sloane parecía dudoso y habló con sequedad.

—No puedo esperar para escuchar.

— Nos quedaremos aquí toda la noche.

Él parpadeó en la luz de la luna.

— ¿Y esperamos que las pistas lluevan mágicamente sobre nosotros?


— Yo estaba pensando— ella comenzó, —en todas las cosas que hemos encontrado, los objetos robados y el cuerpo de Hawthorne. ¿Cuándo fueron puestas en los lugares en que nosotros las hemos encontrado, en el patio y en el jardín secreto? No puede haber sido durante el día, porque nosotros hemos salido con bastante frecuencia en las horas del día y, además, ¿quién acecha para esconder cosas o arrastra cuerpos muertos en la mitad de la tarde? Nuestro culpable claramente se mueve por la noche, por lo que tenemos que hacer un replanteo.

— Tú ves demasiada televisión.

Ella carraspeó. —Crees que es una idea tonta.

— No, yo realmente creo que es una buena idea. Pero sigo diciendo que ves mucha televisión si piensas que el uso de palabras como "replanteo" es suficiente para hacerte un detective.

Riley puso los ojos en blanco, insistiendo en que ella era un buen detective, pero no había tenido la oportunidad adecuada para demostrárselo a él, todavía, y Sloane la ignoró, en su lugar explicando que un buen replanteo de toda la noche generalmente requiere gafas de noche y aperitivos. Él fue a conseguir ambos mientras Riley se quedó para defender sus puestos, los ojos bien abiertos.

Unos minutos después, oyó el crujido de los arbustos. Miró a la derecha, hacia el ruido, pero no vio nada en la oscuridad desde que la fila de arbustos en cuestión estaba a la sombra de la caseta de herramientas. Sin embargo, se dio cuenta de que alguien había caminado un poco más allá del porche hacia el patio trasero, por suerte, sin verla.

Ahí fue cuando su pierna le hizo cosquillas, bajó su mirada pasando por sus pantalones cortos de punto, a la luz de la luna, y vio una gran araña marrón caminando por el costado de su pantorrilla. ¡Dulce madre de Dios! Era todo lo que podía hacer para no ir gritando por el patio, pero de alguna logró quedarse quieta.

Necesitaba, por lo menos, golpear a la grotesca intrusa lejos, sin embargo, se mordió el labio inferior, sabiendo que si se movía, siquiera para tocar a la araña fuera, sería escuchada. No podía ver quien recorría el patio trasero, pero en realidad podía oír los movimientos suaves de quien quiera que anduviera por el camino hacia la piedra y
hacia la glorieta, lo que significaba que el más mínimo sonido como resultado de sus movimientos podría revelar su presencia.
quería.


Los ojos de Riley se dejaron caer hacia la araña. Vete, vete de aquí, ella lo La araña aparentemente no recibió su mensaje telepático, ya que continuó tomando pasos horriblemente cosquillosos por su pierna.

Trató de calmarse y pensar. Si cuidadosamente golpeaba la araña lejos, tal vez podría ser hecho en silencio. Simplemente no puedes enloquecerte y salir corriendo alrededor como si estuvieras en llamas. El acto requeriría precisión y serenidad. Pero una persona sensata y madura podía hacerlo.

Aún consciente de los movimientos más allá del porche en la oscuridad, Riley se inclinó, tomó valentía con cuidado le dio a la araña un silencioso pero fuerte golpe.

Esta desapareció en la noche y ella todavía quería saltar y gritar pero se contuvo y se forzó lentamente incluso a respirar mientras trabajaba para permanecer inmóvil en el balanceo.

Sonrió para sus adentros entonces, dándose cuenta de que acababa de tratar efectivamente con uno de sus mayores temores. Toma eso Sloane Bennett. Se había convertido en un detective respetable ya.

En ese momento, ¡llamas iluminaban la glorieta! Ella no podía estar en llamas, pero si lo estaba la glorieta.

Jadeó, se puso de pie, y vio a la luz de la hoguera a nadie más que a Edna
Barnes, el ama de llaves de los Dorchester.

En ese momento, la puerta trasera se abrió y Sloane salió con una cesta de picnic en una mano y lo que parecían un par de binoculares de alta tecnología en la otra.

— ¿Qué demonios?— él dijo al ver el fuego.

— ¡Es Edna!— respondió.

Edna levantó la mirada claramente sorprendida por su voz y luego huyó.

—Voy a apagar el fuego, ¡tú síguela!— Sloane dijo corriendo por la manguera.

¡Esta era la gran oportunidad de Riley para detener a un criminal! Y sería
mucho más divertido que luchar contra un incendio, por lo que se alegró de que Sloane hubiera tomado esa tarea y le dejase esta perfecta oportunidad para la gloria.

Ella corrió adentrándose en el patio, incapaz de ver demasiado mientras
descendía debajo de la cubierta de los árboles que salpicaban la zona, sus gruesas ramas bloqueando la luz de la luna. Pero ella oía los pasos de Edna mientras la mujer mayor se precipitaba por delante en la distancia, así que corrió a ciegas, esperando que su conocimiento de las tierras le impidiesen golpear de frente contra el tronco de un árbol.

Fue justo pasando la huerta, antes de llegar al camino que llevaba al jardín secreto que Edna estuvo atrapada en un pozo de luz y Riley gritó — ¡Alto o disparo!

Edna miró hacia atrás sólo lo suficiente para decir —Yo podría creer eso, Riley Wainscott, ¡si tuvieras una pistola!— Entonces ella siguió corriendo.

Caramba Edna la conocía demasiado bien.

Lo que significaba que era mujer contra mujer, velocista contra velocista Riley salió disparada hacia adelante, sin aliento, recordando con pesar que ella seguía diciéndose debía unirse al club de salud local. Por pura voluntad, ganó sobre Edna, cerrando la distancia entre ellas con agotamiento, jadeando, hasta que finalmente abordó al ama de llaves en la hierba en un campo más allá del jardín. Ellas cayeron con
un ¡oomph!

Un rato más tarde cuando las dos mujeres yacían jadeantes, recuperándose del impacto con la tierra, oyó la voz de Sloane.

— ¿Riley? ¿Estás aquí?— levantó la vista para ver el haz de una linterna
viniendo hacia ellas.

— ¡Más allá de la huerta!— gritó manteniendo un firme control sobre Edna mientras la empujaba a una posición vertical aun a horcajadas del cuerpo de la otra mujer. — ¡La tengo! ¡Ella no va a alejarse de mí!

Fue sólo cuando Sloane se acercó, pasó su luz hacia abajo para capturar a Riley y su presa, que se dio cuenta que estaba usando hasta la última gota de fuerza en su cuerpo para mantener una anciana con las rodillas artríticas inmovilizada en el suelo.

— ¡Me haces daño, Riley! Tengo una lesión en la espalda.

Riley dejó escapar un suspiro de asco, tratando de cubrir su exceso de celo de las acciones.

—Bueno, eso es lo que pasa por matar al pobre Hawthorne.

Edna miró hacia arriba a Sloane.

—No sé lo que ve en ella, es vil con las personas de edad.

— Riley— dijo Sloane en su típico tono seco: —Creo que si te retiras de ella, nos las arreglaremos para detenerla hasta que llegue la policía.

Riley dejó escapar un suspiro. Oh, bueno, al menos había manejado la situación de la araña como una profesional.


Esa noche hicieron el amor en la cama de Santana, mirando hacia las espejadas puertas del armario. Ninguno de ellas lo llamó hacer el amor, pero para Brittany, es cómo esto se sentía. En los momentos de ternura, sin duda, pero incluso en los más ásperos, también.

Ella se quedó detrás de ella, empujando profundamente en cada golpe, entregando un aluvión de placer. Mientras se observaban en el espejo, él dijo

— Continua viéndonos, nena— Ella obedeció.

Vio sus cuerpos ondulando juntos, fue testigo de su cara retorcerse en la dulce y caliente agonía, y vio la suya, también. Cuando ella levantó una de sus piernas con su mano, separando sus muslos, vio su polla deslizarse con suavidad dentro de ella.

—Mírame joderte. Mira cuán fácilmente me tomas en tu interior.

Ella estaba sorprendida por lo guapa que se consideraba de esa manera, sorprendida de cuán diferente Santana le había hecho ver las relaciones. Se le ocurrió que tal vez, a pesar de haber tenido relaciones sexuales con otras mujeres, incluso chicas que a ella sinceramente le habían importado, nunca había realmente tenido relaciones íntimas con nadie antes de Santana.

Ella había amado más que todo ver la cara de Santana cuando se corrió, nunca había sido tan consciente de conducir a una mujer a otro plano, aunque sea sólo por unos pocos momentos.

Después, se acostaron conversando, dejando que el ventilador de techo enfriara sus cuerpos después del sexo que había aumentado la sudoración.

— Entonces— élla dijo, — ¿El día después de mañana? Ella suspiró, le había dicho durante el desayuno que pronto su retiro llegaría a su fin, cuando llegó aquí, no tenía idea de que su retiro para escribir se convertiría en un refugio sexual, también. Asintiendo con la cabeza contra la almohada, ella contestó.

—Sí.

Élla se quedó en silencio por un momento, luego suavemente encontró su mirada.

—Te voy a extrañar, copo de nieve.

Tentación se filtró a través de ella, la tentación de decir lo que estaba pensando. Tal vez yo podría quedarme aquí contigo para siempre.

Pero entonces recordó que élla ni siquiera vivía allí, su verdadera vida, su mundo real, estaba en Los Ángeles y su mundo real estaba en Seattle. Al igual que el jardín secreto de Riley y Sloane, esto se trataba simplemente de un escape, y esta aventura sería sólo un breve aunque poderoso interludio en su vida real. Así que en cambio, dijo:

—Voy a echarte de menos, también. Este ha sido… un tiempo bastante increíble para mí.

— No sólo para ti, copo de nieve—, élla dijo en voz baja, y su corazón se elevó.

Ella sonrió, extendió su mano y encontró la de élla. Dios, iba a extrañar sólo estar cerca de élla, sólo ser capaz de mirar en sus ojos oscuros o tocarlo cuando sentía el impulso.

Élla se levantó sobre un codo hacia su costado. —Déjame robarte por un tiempo mañana, sólo medio día. Para algo de esquí y almorzar. Luego puedes escribir toda la tarde. Además, he oído que todo trabajo y no jugar hace a Brittany una chica aburrida— Élla sonrió. — ¿Qué dices?

— Yo digo que si alguna vez fui una chica aburrida, eso fue antes de llegar aquí. Pero aparte de eso, suena como una oferta que no podría rechazar.

— Bien. De lo contrario, tendría que atarte en algunas raquetas de nieve y hacerte dormir con los peces— Sus cejas se redujeron ligeramente, como si pensara en ello. —Después del deshielo de primavera, es decir— agregó con una risa suave y sexy.

Ah, cómo desearía que ellos todavía estuvieran aquí después del deshielo de primavera. Pero tenía dos noches más en sus brazos, y un día de diversión con élla mañana, por lo que se recordó de nuevo ser una niña grande, actuar como una adulta, y disfrutar de estos últimos días con élla todo lo que valga la pena.

— Lo estás haciendo bien, copo de nieve.

La telesilla poco a poco los llevó hacia la cima de la montaña, y Brittany sonrió hacia Santana, respondiendo con un beso. Ella pensó que nunca había compartido un momento más romántico con un hombre, con virgen nieve cayendo a su alrededor, la soledad del paseo en la telesilla haciéndola sentir como si estuvieran solos que en una concurrida estación de esquí.

Ellas habían comenzado temprano, Santana ayudándola a armar su equipo de invierno de su amplio vestidor, con la promesa, cuando ella preguntó, de que la ropa de esquí femenina pertenecía a su madre y a otros miembros de la familia que la habían dejado atrás para su reiteradas visitas. Los esquís de su madre habían estado almacenados allí, también, y élla le aseguró a Brittany que estaba bien pedirlos prestado.

—Sobre todo porque los compré para ella— élla había añadido con un guiño. Una vez que tomaron posesión de las pistas de Vail, se habían quedado sólo en las pistas azules y verdes, más fáciles, y hasta ahora, ella todavía no se había caído.

—Me alegro de haber venido de esquí por lo menos una vez antes de volver a casa— dijo ella. —A pesar de querer conseguir terminar mi libro esto es agradable.

Élla lanzó una sonrisa suave. — ¿Estás esperando por eso? ¿Regresar a casa?

Ella respondió con honestidad. —De alguna manera sí, en otras no. Será bueno ver a Rechel, y mi mamá. Pero voy a echarte de menos a ti... a nosotras.

Élla se inclinó por otro beso suave, su lengua presionando ligeramente entre sus labios entreabiertos, e incluso ahora, un simple beso de la mujer hacia hormiguear su coño.

—Pero todas las cosas buenas deben llegar a su fin, ¿verdad?— élla dijo. Parecía más ligero sobre su partida de lo que había estado la pasada noche en la cama y ella suponía que eso sellaba su destino, si alguna vez hubo alguna duda. Se había encontrado a sí misma pensando en la mamá de Santana, dado que llevaba parca de la mujer y que estaba usando sus esquís. Cuando Quinn casualmente había traído a colación a la familia de Santana en la cena la otra noche, Santana había cambiado rápidamente el tema, así que ella y Santana nunca lo habían discutido.

— ¿Ves mucho a tu familia? ¿Viven en Los Ángeles?

Élla se encogió de hombros, mirando hacia adelante a los pinos cubiertos de nieve que salpicaban la zona rocosa de la montaña que en ese momento atravesaban.

—Veo a mi madre cada dos semanas, pero a mi papá... eh, no a menudo.

— ¿Por qué no?— preguntó ella pero su expresión se había vuelto un poco distante, rápidamente, por lo que ella añadió —Quiero decir, si no te importa decírmelo.

— Ellos se divorciaron cuando yo tenía once años y nunca perdoné a mi padre. Él era un bebedor y un tramposo. Ellos creen que yo no lo sé, pero lo hago.

El corazón de Brittany se contrajo de repente al imaginar a su fuerte, dominante Santana como un niño pequeño, teniendo su corazón roto por las heridas de su padre. Dejó escapar un suspiro, sin saber qué decir.

—Wow. Lo siento. Mi papá murió cuando yo era una adolescente, un ataque al corazón, pero me siento bendecida de que mis padres tuvieran un matrimonio feliz.

La mirada de Santana cambió brevemente de nuevo a ella, pero élla aún hablaba de la materia de manera casual. feliz.

—Yo no conozco a mucha gente con matrimonios felices duraderos. Todavía no, supongo. Ha habido una gran cantidad de divorcios en mi familia.

— La mamá y el papá de Rechel están juntos y parecen felices.

Élla inclinó su cabeza hacia atrás, ofreciendo una sonrisa irónica.

—La oveja blanca de la familia— Pero al menos su humor parecía restaurado.

—Así que supongo que es por eso, que eres un soltero de treinta y cinco años— dijo burlándose suavemente pero también seria.

—Probablemente sí. Y el por qué seré una soltera de cuarenta y cinco años de edad e incluso un soltera de cincuenta y cinco años de edad...— Su voz se apagó en una risa suave ella se unió pero parte de ella se sintió triste. Sabía que algunas personas nunca se casaban ni encontraban un compañero y vivían una vida satisfactoria y si alguien era capaz de eso, ella sospechaba que era Santana. Sin embargo, todavía sonaba solitario, sobre todo cuando pensaba en la vejez.

—Debe gustarte mucho ser soltera si planeas permanecer así para siempre— ella ofreció con cautela.

Pero élla sólo se encogió de hombros en su manera de hombre-de-mundo.

—Es a lo que estoy acostumbrado, y tiene un montón de ventajas. No tienes que ser responsable de nadie más. No tienes que preocuparte por las complejidades del matrimonio y la familia. Y puedo dormir con quien yo quiera y cuando quiera— Luciendo completamente de regreso a su estado normal, le dio a su cabeza una inclinación desenfadada mientras él la miraba a los ojos. —Piensa en ello, copo de nieve, si yo fuera de los que se casan, ya estaría casado y lo nuestro nunca hubiera sucedido.

Un pensamiento aleccionador que apretó el estómago de Brittany.

— Tú no sabrías lo que es ser follada en la ventana donde cualquier persona puede verte— élla continuó, el timbre de su voz cayendo a un nivel sensual y seductor. —No sabrías lo que es estar con dos mujers a la vez. Infiernos, todavía ni siquiera hubieras jugado con un vibrador.

Ella dejó escapar el aliento, un poco aturdida.

—Dios, tienes razón— Parecía impensable ahora, como las experiencias de la semana pasada ya se habían tejido tan profundamente en su existencia que se sentía como si hubieran sido parte de la trama de su vida por mucho tiempo. Y se dio cuenta de nuevo que había empezado a parecer normal, todas las cosas salvajes que ellas habían hecho, pero sólo con Braden. No podía imaginar eso sintiéndose normal, o correcto, con nadie más.

A medida que la rampa de descarga entró en la vista y ella levantó las puntas de sus esquís, lista para deslizarse abajo, le pareció que debía haber tenido todos estos deseos oscuros flotando en algún lugar dentro todo el tiempo y simplemente nunca lo supo hasta que Santana le había ayudado a encontrarlos.

De pie para esquiar lejos de la telesilla, no podía dejar de lamentar que el viaje hubiera terminado.

Para el momento en que Brittany se sentó a escribir a finales de la tarde, se encontró sintiéndose un poco melancólica, pero también perceptiva y por primera vez, se permitió la libertad de estar totalmente satisfecha, incluso entusiasmada, de que Santana hubiera abierto su más profunda, más oscura y más aventurera sexualidad.

Sin embargo, si había tenido cualquier esperanza de que élla pronto anunciara su infinito amor por ella, su conversación anterior lo había aplastado.

Tenía la sospecha royendo de que se había enamorado de élla, pero de alguna manera sabía ahora que podría manejar separados los caminos como el adulto que se recordaba a sí misma que era. Lo que habían compartido había sido increíble, alucinante, y que altera la vida, pero ella entendió completamente a partir de hoy que élla no era el tipo de hombre que se adjunta a las mujeres. Y no albergaba ilusiones de que una semana de sexo caliente y escabroso fuera a cambiar eso.

Y eso estaba bien. La vida seguiría. Ella iba a estar bien.

Y así estaría la tía Mimsey. Y así Riley. La historia actual de Riley estaba empezando a llegar a su fin, y Brittany se sentía como si Riley hubiera aprendido mucho acerca de sí misma en este libro, Brittany había recogido de su propia personalidad, mientras lo escribía.

Mientras Brittany escribía, un secreto colosal se abrió camino en la pantalla del ordenador, algo que ni siquiera ella había conocido hasta que se había dado cuenta que Edna era el criminal. Mimsey le explicó a Riley que muchos años antes, cuando era joven, ella y Edna habían sido amigas, pero luego, en la escuela secundaria, Mimsey agresivamente había robado el novio de Edna. No sólo eso, él había resultado ser el amor para toda la vida de Mimsey y ahora difunto esposo, Walter, el querido tío de Riley.

Edna, al parecer, le había guardado rencor durante toda su vida, y todos los crímenes que había cometido fueron mal intencionados para culpar a Mimsey. En cuanto a Hawthorne, resultó que Edna y él se habían entregado a una aventura salvaje que había terminado mal, por lo que golpear al jardinero había parecido una manera conveniente para Edna de levantar una sospecha mucho mayor hacia Mimsey cuando sus otros débiles intentos habían fracasado.

A pesar de la conmoción de descubrir que Edna estaba aparentemente loca, las emociones de Riley se enfocaron en lo que había aprendido de su tía.

Riley se sentó frente a la tía Mimsey en la mesa del porche trasero,completamente aturdida. ¿La dulce y dócil tía Mimsey había sido una ladrona de novios en la escuela secundaria? Parecía imposible. Sin embargo, por otro lado, suponía que había sido destinado así. Ella nunca había conocido a dos personas que se quisieran más el uno al otro que Mimsey y Walter antes de su muerte. Así que tal vez, pensó, incluso si una relación parece un poco ilícita al comienzo, esta podría valer la pena y tener un final significativo. Quizás la vida no era cortar y secar, blanco y negro, como Riley siempre había pensado.

— ¿Estás bien?— Tía Mimsey preguntó, apoyando su taza de té para tomar la mano de Riley.

Riley asintió con la cabeza, todavía un poco adormecida.

—Sólo es duro imaginarte como una chica que iba detrás del chico de una amiga. No es que te quiera menos por ello— dijo rápidamente. —Simplemente estoy... tratando de envolver mi mente a su alrededor.

— Piensa en ello como esto— dijo su tía. —La forma en que te sientes con Sloane, no importa cuánto lo niegues; eso es lo que yo sentía por mi Walter, incluso entonces, yo no quería ser esa clase de chica, pero era más grande que nosotros dos.

Riley asintió sombríamente, aunque todavía no se sentía cómoda admitiendo su afecto por Sloane.

—Yo entiendo. Supongo que solo estoy... empezando a darme cuenta de que hay lados de ti que no conozco.

La tía Mimsey lanzó una sabia y aseguradora sonrisa.

—Bueno, por supuesto que los hay, querida. Todo el mundo tiene secretos. Todo el mundo tiene deseos que no se pueden empujar hacia abajo. No podemos hablar de ellos, pero existen en silencio, en el fondo, y la vida continúa.


Esa noche, Brittany y Santana prepararon una comida rápida de hamburguesas y papas fritas, cansados después de esquiar. El ambiente era relajado, cuando se sentaron a la mesa, pero Brittaany no pudo dejar de recordar que se iba por la mañana. De alguna manera su partida se había colado a pasos agigantados.

— ¿A qué hora es tu vuelo?

Ella arremolinó una papa en el kétchup.

—Once y cuarto. — Eagle es un aeropuerto pequeño. Si llegas temprano, te irá bien. Te llevaré.

Ella contuvo el aliento ante la oferta, ante la oportunidad de pasar un poco más de tiempo con élla. Pero entonces se imaginó la angustia de los besos en el aeropuerto, prolongando el doloroso final de todo esto. Haría mejor si se iba por su cuenta y, además, era más práctico.

—No—, dijo ella explicando, — tengo que devolver el auto de alquiler o tú tendrás que arreglártelas con los dos.

— No me importa. Podía devolver el coche por ti y conseguir que Quinn me recoja.

Pero ella se mantuvo firme.

—No es necesario—, dijo mirando hacia abajo a su plato, luego tomando un gran bocado de su hamburguesa que la distrajera de la leve torpeza de la negativa.

Élla sonaba reticente pero dijo —Bien, si estás segura.

Ella trató de hablar a la ligera. — ¿Cuándo te vas?

Élla suspiró y se reclinó en su silla. —Creo que voy a quedarme un par de días más a descansar, ver la nieve y vegetar un poco— Luego sonrió burlándose de ella.

—Tú me has agotado.

Ella esbozó una sonrisa sexy, pensando que esperaba agotarlo de nuevo, por lo menos una vez más, antes de que saliera el sol.

— Entonces, ¿cómo va el libro? ¿Venciste tu grave bloqueo de escritor?— Daba la impresión como si él pudiera tener una mezcla de emociones sobre esto, sospechaba que él esperaba que estuviera yendo bien, pero también tomaría algo de orgullo arrogante saber que no había logrado hacer mucho en medio de todos sus traviesos juegos.

— Te diré que está casi terminado, y estoy muy contenta. Tengo que escribir el último capítulo después de que llegue a casa, pero no tomará mucho tiempo y de hecho estoy cumpliendo mi fecha límite— Una frívola especie de risita se le escapó. —Nunca he escrito un libro tan rápido. Y quién hubiera pensado que podía hacerlo en medio de una extravagancia salvaje y loca.

Santana soltó una rica carcajada y le dijo —Debo ser bueno para tu creatividad.

Y ella pensó: No tienes ni idea, cariño.

Después de la cena, anunció que iba a empacar. Agarró el CD en el que había salvado su archivo del libro, y luego corrió por las escaleras antes de que comenzara a verse demasiado deprimida.

Ella realmente iba a estar bien sin él, pero decir adiós sería una tortura. Cada pieza de ropa que arrugaba dentro de su maleta, cada pequeño artículo, Ella realmente iba a estar bien sin élla, pero decir adiós sería una tortura. Cada pieza de ropa que arrugaba dentro de su maleta, cada pequeño artículo,
incluso los clips del pelo y los calcetines sucios, conducían más a casa. Lo peor fueron los elementos que Santana le había dado, el kimono puramente negro, el conjunto color champán, el corsé de terciopelo. En cierto modo, parecía extraño que se los llevara, no podía imaginar usarlos para otro tío. Sin embargo, se sentiría igual de extraño dejarlos atrás, eran regalos de la mujer que a ella le importaba, y aunque se quedaran en su cajón de ropa interior para siempre, cuando los viera la llevarían de regreso en su mente, de vuelta a los días más gloriosos de su vida.

Sin embargo, no empacó el conjunto rojo de sujetador y bragas de Rechel, el conjunto que se había puesto para élla en la cámara web cuando élla era sólo palabras en una pantalla. Ella quería estar guapa y sexy para élla en esta su última noche juntas. Después de una ducha rápida, se puso el encaje rojo, luego se puso encima su camisola de algodón estándar y los shorts de correr, pensando en darle una sorpresa un poco más tarde.

Sin embargo, cuando se dirigió hacia las escaleras, fue ella quien se llevó una sorpresa caliente.

Santna estaba en una fina colcha extendida junto a la ventana llena de estrellas, hermosamente desnuda, su erecto y majestuoso pene preparado para ella. Dos copas de vino llenas descansaban cerca, y una gran variedad de velas punteaban el suelo a su alrededor, como más estrellas brillantes en la sala con luz tenue.

Pero sus ojos se quedaron sobre su hermosa mujer, sus ojos oscuros, y su expresión dominante. Élla no sonreía.

—Quítate la ropa copo de nieve.

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