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Mensaje por micky morales Mar Jul 19, 2016 9:10 pm

ok quien c..... es esa nan????? ya me esta hartando tanto misterio, ni que fuera la mujer de santana, a una hermana se le quiere, supongo, pero no se le pone como la diosa del universo!!!! ( soy hija unica )
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:21 am

JVM escribió:Necesitamos saber que es lo que pasa entré San y Nan y tratar de comprender su comportamiento...... Porque mas que su hermana la trata como su pareja algo raro no se....
Y a Britt creó le esta cayendo lo que ya sabía, el mantener algún tipo de "relación" con San seria complicado.....

Ya lo sabran en esta ultima actualizacion,  y si a mi tambien me parecio que no eran hermanas sino algo mas, pero ya lo descrubriran, y se pondra complicado, estamos cerca de terminar la primera parte......
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:27 am

3:) escribió:ya es jodiendo necesario saber que pasa entre nan y san???
britt tenia una leve esperanza en que pueda llegar a elegirla,..
a ver que pasa con san, nan y todo???

PD; después me puedes pasar el nombre del autor, por fa para recomendarse lo a una amiga, le gusta este tipo de libros y ya me vació mi biblioteca jajajaja

si ya es necesario  saber que pasa entre San y Nan por eso hoy dejo mas capitulos para que sepan todo. Esto entre Britt, y Santana secretos descubiertos pues lo complica un poco. 
 
Claro, seguro solo deja que lo busco entre tantos libros porque como ya habia acabado la adaptacion lo archive. solo lo busco y te lo paso ok.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:29 am

micky morales escribió:ok quien c..... es esa nan????? ya me esta hartando tanto misterio, ni que fuera la mujer de santana, a una hermana se le quiere, supongo, pero no se le pone como la diosa del universo!!!! ( soy hija unica )

Ya descubriran quien es Nannette ademas de ser la media hermana de Santana es algo mas...

Jajajajja por eso no lo comprendes eres hija unica,  yo a mi hermana la cuido como no tienes idea, me maneja a su antojo   y por eso entiendo en parte la actitud de santana, pero vamos aqui acaba el misterio y comienzan los problemas, disfruten los cap.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:32 am

Nota: mañana solo actualizare deseo porque hoy actualice En mil pedazos deje 6 cap. y ahorita estoy actualizando con cinco cap. y dos veces en el dia. ok.. avisadas 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

CAPITULO 22


Whoau  chica —dijo Jimmy sosteniendo sus brazos para agarrarme cuando llegué disparada a la cocina. Un hipo escapó y tragué el sollozo que le siguió.
—Eso fue brutal ahí, pero podría haber sido peor. Al menos Santana fue al rescate.
—Jimmy me dio unas palmaditas en la espalda y me abrazó. No quería que Jimmy supiera lo increíblemente barata que era. No podía decirle que estas lágrimas eran porque me había convertido en un sucio pequeño secreto de una chica rica. No porque alguna perra hubiese tirado comida por todo mi cuerpo delante de una sala llena de gente.
—¡Vuelve ahí, Jim! Necesitamos más ayudantes. Voy a hablar con Brittany — dijo Woods cuando entró en la cocina. Jimmy me abrazó fuerte una vez más y luego le frunció el ceño a Woods antes de tomar su bandeja y dirigirse a la puerta.
—Se bueno con mi chica —dijo Jimmy al pasar a Woods. Woods no dijo nada. En su lugar, me estudió. Pensé que esto era. El gran momento de "es tu culpa, así que puedes irte ahora."
—Voy por la molestia de advertirte acerca de Nan y ni siquiera es culpa de Santana que la perra celosa te atacara —gruñó Woods y sacudió la cabeza con disgusto—. Lo siento, Brittany. Esto es todo sobre mí. No me esperaba eso de ella. Es la ex novia loca de la que parece no puedo librarme. ¿No me estaba despidiendo? Me apoyé en el mostrador detrás de mí para tomar una respiración profunda.
—Debido al drama, no quiero que vuelvas allí. Puedes quedarte aquí y ayudar a preparar las bandejas, sin embargo. Me aseguraré de que hagas la misma cantidad de dinero que habrías hecho por ahí.
—Gracias. Pero, ¿puedo cambiarme? —pregunté, necesitando sacarme el caracol de encima. Woods, sonrió.
—Sí. Ve a coger uno de los uniformes de la oficina. Tenemos todos nuestros uniformes adicionales en uso esta noche.
—Me aparto del mostrador y me dirijo a la puerta.
—. Tómate tu tiempo. Estamos bien aquí si necesitas un descanso —dijo Woods cuando salí de la cocina. Santana y Nan estaban en el pasillo, en lo que parecía una fuerte discusión cuando salí. Nan disparó su mirada gélida hacia mí. Pude ver la frustración en la expresión de Santana. Sólo le estaba causando dolor. No me importaba ver esto. Podrían tener su pelea de familia y superarlo. Después de esta noche, tendría suficiente dinero para mudarme. Mañana encontraría un lugar para dormir porque con Santana sería imposible. Di media vuelta y abrí la puerta que conducía fuera.
—Brittany, espera —llamó Santana.
—Deja que se vaya, Santana —exigió Nan.
—No puedo —respondió. La puerta se cerró detrás de mí y traté de apartar lo que había oído. No tenía necesidad de pensar o siquiera considerar que Santana lucharía por mí. La puerta se abrió y Santana salió corriendo de la misma.
—Brittany, por favor, espera. Habla conmigo —suplicó. Me detuve y la observé mientras corría a pararse frente a mí. No tenía nada que decirle. Lo había dicho todo. —Lo siento. Pero te equivocas, no te ignore ahí. Pregúntale a cualquiera. Mis ojos nunca te dejaron. Si había alguna duda en la mente de alguien de lo que sentía por ti, el hecho de que no pudiera apartar la mirada de ti mientras caminabas alrededor de esa habitación, debería haberlas disipado. Hizo una pausa y se pasó la mano por el pelo y murmuró una maldición. —Entonces, vi la mirada en tu rostro cuando viste a Bethy con Jace. Algo dentro de mí se desgarró. No sabía lo que estabas pensando, pero sabía que te estabas dando cuenta de lo erróneo de esta noche. Nunca deberías de haber estado allí, sirviendo a todos. Debías haber estado a mi lado. Te quería a mi lado. Estaba tan malditamente tensa esperando a que alguien hiciera un movimiento en falso hacia ti que me olvidé de respirar la mayor parte del tiempo. Santana extendió la mano y pasó un dedo por mi puño cerrado. —Si me puedes perdonar, prometo que esto nunca volverá a suceder. Amo a Nan. Pero estoy cansada de complacerla. Es mi hermana y tiene algunos  problemas que necesita resolver. Le he dicho que voy a hablar contigo acerca de todo. Hay algunas cosas que necesitas saber.
 —Cerró los ojos y respiró profundamente.
—. Estoy lidiando con el hecho de que puedes alejarte de mí una vez que las conozcas y nunca mirar a atrás. Eso me asusta como el infierno. No sé qué es esto que está pasando entre nosotras, pero desde el momento en que puse mis ojos en ti supe que ibas a cambiar mi mundo. Estaba aterrorizada. Cuanto más te miraba, más te acercabas. No parecía acercarme lo suficiente.
–Estaba dispuesta a abrirse a mí y dejarme entrar. No estaba simplemente usándome. No era una chica más con la que se había equivocado y arrojado a un lado. Estaba dispuesta a dejarme entrar en su mundo de secretos. Quería mantenerme. Mi corazón se rindió. Me había contenido y luchado con él para que no sucediera. Aun así, había logrado poseerla. Verla vulnerable era la guinda del pastel. No podía contenerme más. Había caído demasiado lejos. Estaba enamorada de Santana López.
—Está bien —dije. No había nada más que decir. Me tenía. Santana frunció el ceño.
—¿Está bien? Asentí con la cabeza.
—Está bien. Si realmente quieres mantenerme tan desesperadamente que estás dispuesta a abrirte a mí, entonces está bien.
—No le diría que la amaba. Era demasiado pronto. Podría pensar que era porque yo era muy joven. Eso era algo que mantendría cerca de mi pecho hasta que supiera que era el momento. Tal vez era porque era muy joven. Sentí que daba lo mismo. Una pequeña sonrisa tiró de sus labios.
—¿Te enseño mi alma y lo único que consigo es un “esta bien”? —preguntó. Me encogí de hombros.
—Has dicho todo lo que necesitaba oír. Ahora estoy enganchada. Me tienes. ¿Qué vas a hacer conmigo? Santana dejó escapar una sexi risa baja y me acercó a ella.
—Estoy pensando que sexo en el hoyo dieciséis en el lago estaría bien. Incliné mi cabeza como si estuviera pensando en ello.
—Mmm... El problema es que tengo que cambiarme e ir a trabajar en la cocina el resto de la noche. Santana dejó escapar un profundo suspiro.
—Mierda. Le di un beso en la mandíbula.
—Tienes una hermana a quien acompañar — le recordé.  Los brazos de Santana se apretaron a mí alrededor.
—Todo en lo que puedo pensar es estar dentro de ti. Tenerte apretada contra mí y oírte haciendo esos pequeños gemidos sexis. Oh. Dios. Mi ritmo cardiaco se aceleró ante la idea.
—Si pudiera alejarme de ti, fácilmente te llevaría a esa oficina y te presionaría contra la pared y me enterraría profundamente dentro de ti. Pero no puedo tener un rapidito contigo. Eres demasiado adictiva.
—Su descripción hizo que respirara con dificultad y me aferrara a sus hombros.
—. Cámbiate. Estaré aquí, así no estaré tentada. Luego, te acompañaré de regreso a la cocina —dijo Santana mientras me soltaba lentamente.
Necesité un momento para recuperar el control antes de soltar sus brazos. Entonces, me giré y corrí a la oficina. *** No vi a Santana después que la dejé en la puerta de la cocina con un beso rápido. La noche había sido interminable y estaba agotada. Preparar la comida era más difícil de lo que parecía. Después de que el lugar se había vaciado y desocupado, habíamos quedado justo con la tarea de la limpieza. Tres horas más tarde, eran casi las cuatro de la mañana. Casi caminé a trompicones en la oscuridad de la madrugada y me dirigí a mi camioneta. Una parte de mí esperaba que Santana estuviese esperando por mí, pero para eso habría tenido que dormir en el coche, lo que hubiera sido ridículo. Conduje mi camioneta y me dirigí a su casa. No tenía que ir a trabajar hoy, por lo que podía dormir. Tampoco tendría que encontrar ese apartamento por más tiempo. Tan pronto como entré en el camino de entrada, miré hacia arriba para ver que las luces seguían encendidas en la habitación de Santana. La parte superior de la casa estaba toda iluminada en comparación con la oscuridad en el resto de la misma. La puerta principal estaba abierta, así que entré en la casa y cerré la puerta detrás de mí. Me pregunté si Santana seguía despierta esperando por mí o si se había dormido con las luces encendidas. ¿Voy a mi cuarto o al suyo? Me dirigí escaleras arriba y me encontré a Santana sentada en el suelo, apoyada contra la puerta mirándome directamente. ¿Qué estaba haciendo?  Cuando sus ojos se encontraron con los míos, se puso de pie y caminó hacia mí. La encontré a mitad de camino. Parecía desesperada. No podía entender por qué.
—Te necesito en el piso de arriba. Ahora —dijo en una apretada voz frenética. Mi corazón se aceleró. ¿Había alguien herido? ¿Estaba bien? Corrí detrás de ella. Cerró la puerta con llave. Nunca la cerraba. Luego, sus manos estaban sobre mí antes de que incluso hubiera subido las escaleras. Era como si una mujer salvaje estuviera tomando el control. Santana pasó las manos por mis caderas y sobre mi trasero y después las subió otra vez. Agarró mi camisa y la arrancó. Oí estallarse un botón e hice una mueca. Esa era la camisa del uniforme. Empecé a preguntarle qué le pasaba, pero su boca cubrió la mía y su lengua estaba dentro. Sus manos encontraron el broche en mis pantalones cortos y comenzó a abrirlos mientras los empujaba hacia abajo. Los pequeños gruñidos hambrientos que estaba haciendo estaban causando que mi cuerpo reaccionara. Sentí la humedad entre mis piernas y el inicio del palpitar ansioso. Santana me empujó de nuevo en la escalera y tiró de mis zapatos, de mis pantalones y bragas, y luego agarró mis dos rodillas y las empujó para separarlas. No tuve tiempo para procesar antes de que su boca estuviera sobre mí, lamiendo mis pliegues y deslizándose dentro de mí. Mi carne tierna por el sexo salvaje que había tenido la noche anterior estaba extremadamente sensible a cada caricia de su lengua. Empecé a gritar su nombre. Apoyándose en los codos, miré cuando comenzó a repartir besos a lo largo de mis muslos y luego enterró su cara entre mis piernas de nuevo para enviarme jadeando y pidiendo más.
—Mío. Esto es mío —gritó como una posesa mientras tiraba hacia atrás para mirarme. Pasó los dedos suavemente por el centro y luego pasó su mirada a la mía—. Mío. Este dulce coño es mío, Brittany. Estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa si me hacía correrme. Aunque primero la quería dentro de mí.
—Dime que es mío —exigió.
Asentí con la cabeza y deslizó un dedo en mi interior provocando que otro gemido se me escapara.
—. Dime que es mío —repitió.
—Es tuyo. Ahora, por favor, Santana, fóllame. Sus ojos se agrandaron y se puso de pie y empujó hacia abajo los pantalones de pijama que llevaba. Su erección se destacó con orgullo.
—Sin preservativo esta noche. Lo sacaré. Sólo tengo que sentirte por completo —dijo mientras empujaba mis rodillas y se dejaba caer hasta que estuvo en mi entrada. No chocó contra mí como esperaba. Descendió lentamente.
—¿Te duele? —preguntó mientras se movía.  Me dolía un poco, pero no iba a admitir eso. La quería sin control.
—Se siente bien —aseguré. Se mordió el labio inferior y lentamente se retiró.
—Estas escaleras son demasiado duras para ti. Ven aquí.
—Se inclinó y me recogió en sus brazos, comenzando a subir las escaleras. Nunca había sido llevada por una mujer antes y tengo que decir que fue una experiencia excelente. El pecho desnudo de Santana sosteniéndome fue increíble.
—¿Harías algo por mí? —preguntó inclinando la cabeza hacia abajo para presionar pequeños besos en mi nariz y párpados.
—Sí —contesté. Se detuvo junto a la cama y lentamente me dejó hasta que mis pies tocaron el suelo.
—Inclínate hacia delante y pon tu pecho en la cama. Pon tus manos sobre tu cabeza y deja tu trasero al aire. Um... bien. No le pregunté por qué, porque me había dado cuenta de eso. Manteniendo los pies en el suelo, me incliné hacia delante y me puse en la cama como pidió. Su mano pasó por encima de mi trasero e hizo un sonido de satisfacción en su garganta.
—Tienes el culo más perfecto que he visto —dijo en un tono reverente. Sus dos manos encontraron mis caderas y lentamente entró en mí, empujándome hacia ella mientras se deslizaba en mi interior. Era más profundo de esta manera.
 —¡Santana! —grité mientras el dolor leve me golpeaba por la profundidad en la que estaba.
—Mierda, estoy profundamente —se quejó. Luego, retiró lentamente sus caderas y comenzó ese movimiento familiar. Agarré las sábanas mientras mi cuerpo empezaba a subir hacia su punto culminante. Sabía lo que se avecinaba y mis piernas empezaron a temblar por el placer que comenzaba a construirse dentro de mí. Una de las manos de Santana se deslizaron hacia abajo hasta que toco mi clítoris hinchado y comenzó a frotar su pulgar sobre él.
—Dios, estás empapada — jadeó. Mis piernas se pusieron rígidas cuando el orgasmo se apoderó de mí y luego empecé a sacudirme incapaz de hacerle frente a la sensación de Santana todavía rozándome. Era tanto placer que dolía. Antes de que pudiera pedir misericordia, sus manos agarraron mi cintura y me empujó rápidamente. 
—¡AH! —gritó mientras me desplomaba sobre la cama, sabiendo sin mirar que se había salido antes de correrse—. Maldita sea, nena, si supieras cuan jodidamente increíble se ve tu culo en este momento —dijo en una voz sin aliento. Giré la cabeza hacia un lado, incapaz de levantarla, y la miré.
—¿Por qué? Una risa baja retumbó en su pecho.
 —Digamos que tengo que limpiarte. La comprensión me golpeó y la calidez en mi trasero que no había notado antes, de pronto me llamó la atención. Una risita se me escapó y enterré mi cara en mis manos. Yací allí, escuchando cómo corría el agua, y luego regresó a mí. El calor de la toalla mientras me limpiaba su semen fue agradable y poco a poco empecé a caer dormida. Estaba agotada. Me pregunté si alguna vez despertaría.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:33 am

CAPITULO 23


Estaba sola. Me tapé los ojos contra el sol de la mañana y miré alrededor de la habitación. Santana no estaba aquí. Eso fue sorprendente. Me senté y miré el reloj. Eran más de las diez. No me extrañaba que no estuviera aquí. Había dormido toda la mañana. Hoy hablaríamos. Iba a dejarme entrar. Anoche habíamos tenido un sexo increíble. Necesitaba palabras ahora. Me levanté y encontré mis pantalones cortos tirados en el extremo de la cama. Santana debió haberlo traído arriba porque recuerdo dejarlos en la escalera anoche. Me los puse y luego busqué alrededor por mi camisa. Una de las camisetas de Santana estaba doblada al lado de mis pantalones cortos, así que me la puse y me dirigí hacia las escaleras. Estaba lista para ver Santana. Las puertas en el lado de la sala familiar estaban abiertas. Me quedé helada. ¿Qué significaba eso? Siempre estaban cerradas. Entonces, oí voces. Caminé hacia el segundo tramo de escaleras y escuché. La voz familiar de mi padre venía a las escaleras desde la sala de estar. Él estaba en casa. Di el primer paso y me detuve. ¿Podría enfrentarme a él? ¿Me pediría que me fuera? ¿Sabría que había dormido con Santana? ¿Nan tendría a su madre odiándome, también? No había tenido tiempo para trabajar a través de todo esto. Mi padre dijo mi nombre y sabía que tenía que ir allí y hacerle frente a esto. Fuera lo que fuera. Me esforcé por cada paso. Caminé a través del vestíbulo y me detuve una vez que los oí con claridad. Necesitaba saber en lo que me estaba metiendo.
—No puedo creerlo, Santana. ¿En qué estabas pensando? ¿Sabes quién es? ¿Lo que significa ella para ésta familia?
—Estaba hablando su madre. Nunca la había conocido, pero lo sabía.
 —No puedes hacerla responsable. Ella ni siquiera había nacido todavía. No tienes ni idea de todo lo que ha pasado. Lo que ÉL la ha hecho pasar.
—Santana estaba enojada. Comencé a caminar hacia la puerta, pero me detuve. Espera. ¿Qué significo para esta familia? ¿De qué estaba hablando ella?
—No vayas por ahí toda arrogante y soberbia. Fuiste tú la que fue y lo encontró para mí. Así que todo lo que él la hizo pasar —espetó—, tú lo empezaste. ¿Después vas y duermes con ella? En serio, Santana. Dios mío, ¿en qué estabas pensando? Eres igual que tu padre. Extendí la mano para agarrar el marco de la puerta de apoyo. No sabía lo que se avecinaba, pero mi respiración se estaba volviendo poco profunda. Podía sentir el pánico creciente en mi pecho.
—Recuerda quién es dueña de esta casa, madre.
—Esa fue la clara advertencia de Santana. Su madre soltó una carcajada ruidosa.
—¿Puedes creer esto? Se está volviendo en mi contra por una chica que acaba de conocer. Rob, tienes que hacer algo. Se hizo el silencio. Entonces, mi padre se aclaró la garganta.
—Es su casa, Mary. No puedo obligarla a hacer nada. Debí haber esperado esto. Ella es tan parecida a su madre.
—¿Qué se supone que significa eso? —rugió la mujer. Mi padre suspiró.
—Ya hemos pasado por esto antes. La razón por la que te dejé por ella era porque tenía este magnetismo por ella. Me parecía que no podía dejarla ir…
—YA LO SÉ. No quiero volver a oírlo. La querías tan desesperadamente que me dejaste embarazada con un montón de invitaciones de boda para anular.
—Cariño, cálmate. Te quiero. Sólo estaba explicando que Brittany tiene el carisma de su madre. Es imposible no sentirse atraído por ella. Y ella es tan ciega como su madre. No puede evitarlo.
—¡AH! ¿Nunca me dejará en paz esa mujer? ¿Siempre arruinará mi vida? Se ha ido, por el amor de Dios. Tengo al hombre que amo de nuevo y nuestra hija tiene finalmente a su padre y ahora esto. Vas y duermes con esta, ¡esta chica! Mi cuerpo estaba entumecido. No me podía mover. No podía tomar un respiro profundo. Todavía estaba soñando. Eso era todo. No había despertado todavía. Cerré los ojos con fuerza, obligándome a despertar de este sueño enfermo y retorcido.
—Una palabra más contra ella y tendrás que irte.
—El tono de Santana era frío y duro.
—Mary , cariño, por favor, cálmate. Brittany es una buena chica. Su estancia aquí no es el fin del mundo. Ella necesita un lugar donde quedarse. Ya te lo expliqué. Sé que odias a Rebecca, pero ella era tu mejor amiga. Ambas habían sido amigas desde que eran niñas. Hasta que llegué y arruiné todo lo de ustedes, eran como hermanas. Esta es su hija. Ten un poco de compasión. No. NO. No. No. No. No acabo de oír eso. Esto no es real. Mi madre nunca había separado la boda de alguien. Nunca hubiera dejado a mi padre abandonar a una mujer que estaba embarazada de su hija. Mi madre era una mujer compasiva, dulce. Ella nunca, nunca hubiese dejado que eso sucediera. No podía estar aquí y escucharlos hablar de ella de esa manera. Estaban equivocados. No la conocían. Mi padre había estado fuera tanto tiempo que había olvidado lo que realmente sucedió. Solté el agarre de muerte que tenía en el marco de la puerta y me dirigí a la habitación donde estaban deshonrando el nombre de mi madre.
—¡NO! Todos ustedes cierren la boca —grité. La sala quedó en silencio. Encontré a mi padre y estabilicé mi mirada enojada sobre él. No había nadie más por aquí que importara en estos momentos. No la mujer que escupió mentiras sobre mi madre o la mujer que amaba. A la que le había dado mi cuerpo. La que me había estado mintiendo.
 —Brittany. —La voz de Santana sonó lejos. Tendí la mano para detenerla. No la quería cerca de mí.
—Tú —Señalé con mi dedo a mi padre—, sólo estás dejándolos mentir sobre mi madre —grité. No me importaba si parecía una lunática. Odiaba a todos en estos momentos.
—Brittany, déjame explicarte…
—¡Cállate! —rugí—. Mi hermana, mi otra mitad, murió. Ella murió, papá. En un coche de camino a la tienda, contigo. Era como si mi alma hubiera sido tomada de mí y partida en dos. Perderla fue insoportable. Vi a mi madre lamentarse, llorar y afligirse, y entonces vi a mi padre alejarse. Para no volver jamás. Mientras su hija y su esposa estaban tratando de recoger los pedazos de su mundo sin Valerie en él. Entonces, mi madre se enferma. Te llamo, pero no contestas. Por lo tanto, tengo un trabajo extra después de la escuela y me pongo a  hacer los pagos para la atención médica de mamá. No hago más que cuidar a mi madre e ir a la escuela. Excepto mi último año, ella se pone tan enferma que tengo que abandonar los estudios. Toma mi GED1 y acábalo. Porque tenía a la única persona en el planeta que me amaba muriendo mientras estaba sentada y miraba sin poder hacer nada. Sostuve su mano mientras ella tomó su último aliento. Organicé su funeral. Los vi bajarla a la tierra. Nunca llamaste. Ni una sola vez. Luego, tuve que vender la casa que la abuela nos dejó y todo de valor en ella sólo para pagar las facturas médicas.
—Me detuve y tomé un ruidoso y jadeante respiro, un sollozo se me escapó. Dos brazos me rodearon y grité, lanzando mis brazos y alejándome.
—¡NO ME TOQUES! —No quería que me tocara. Me había mentido. Ella lo sabía y me había mentido—. Ahora estoy siendo forzada a oírte hablar de mi madre, que era una santa. ¿Me oyes? ¡Ella era una santa! Todos ustedes son unos mentirosos. Si alguien es culpable de esta mierda que oigo saliendo de tu boca es ese hombre. —Señalé a mi padre. No podía llamarlo así. No ahora—. Él es el mentiroso. No vale la tierra bajo mis pies. Si Nan es su hija. Si estabas embarazada... —Abrí los ojos a la mujer que aún no había visto y las palabras se congelaron en mis labios. La recordaba. Me tambaleé hacia atrás y sacudí la cabeza. No. Eso no era lo que parecía.
—¿Quién eres tú? —pregunté mientras los recuerdos de aquel rostro poco a poco volvían a mí.
—Ten cuidado a cómo responder a eso —dijo la voz apretada de Santana detrás de mí. Todavía estaba cerca de mí. Sus ojos se movieron de mí a mi padre y luego a mí.
—¿Sabes quién soy Brittany? Nos hemos visto antes.
—Vino a mi casa. Usted... usted hizo llorar a mi madre. La mujer rodó los ojos.
—Última advertencia, madre —dijo Santana.
—Nan quería conocer a su padre. Así que la llevé a él. Llegó a ver a su pequeña y agradable familia con bonitas gemelas rubias que amaba y una mujer igualmente perfecta. Estaba cansada de tener que decirle a mi hija que no tenía padre. Ella sabía que lo tenía. Así que le mostré exactamente lo que él había elegido en lugar de ella. No preguntó por él hasta mucho más tarde. 1 GED o General Educational Development, Examen de Desarrollo de Educación General.  La niña de mi edad que había estado sosteniendo la mano de su madre fuertemente y estudiándome mientras estaba en la puerta. Había sido Nan. Mi estómago se revolvió. ¿Qué había hecho mi padre?
—Brittany, por favor, mírame. —La voz desesperada de Santana llegó detrás de mí, pero no podía reconocerla. Ella sabía todo esto. Éste había sido el gran secreto de Nan. Lo había protegido por ella. ¿No vio que este era mi secreto, también? Él era mi padre y yo no sabía nada. Las palabras de Woods sonaron en mi cabeza. “Si él tiene que elegir entre tú y Nan, elegirá a Nan.” Supe entonces que Santana había elegido a Nan. Todo el mundo en este pueblo conocía el secreto, excepto yo. Todos sabían quién era yo, pero yo no.
—Estuve comprometido con Maria. Ella estaba embarazada de Nan. Tu madre vino a visitarla. Ella era como nadie que hubiese conocido. Era adictiva. No fui capaz de mantenerme alejado de ella. Maria todavía estaba sosteniéndose mientras Dean y Santana seguían visitando a su padre todos los fines de semana. Esperaba que Mary dejara ir a Dean en el momento en que decidiera que quería una familia. Ni siquiera estaba seguro de que Nan era mía. Tu madre era inocente y divertida. Ella no estaba con rockeros y me hacía reír. La perseguí y ella me ignoró. Entonces, mentí. Le dije que Mary estaba embarazada de otro de los hijos de Dean. Sintió lástima por mí. De alguna manera, la convencí de huir conmigo. Tirar la amistad que había tenido toda su vida. Apreté mis manos sobre mis oídos para bloquear las palabras de mi padre. No podía escuchar esto. Era todo mentira. Este mundo enfermo en el que vivían era para mí. Quería ir a casa. Regresar a Alabama. Volver a lo que entendía. Donde las estrellas de rock y el dinero no fueran un problema.
—Detente. No quiero oír eso. Sólo quiero mis cosas. Sólo quiero irme. —El sollozo que siguió no tuvo remedio. Mi mundo y lo que conocía de él acababa de ser volado en mil pedazos. Tenía que ir a sentarme junto a la tumba de mi madre y hablar con ella. Quería ir a casa.
—Nena, por favor, háblame. Por favor.
—Santana estaba detrás de mí otra vez. Estaba demasiado cansada como para empujarla. Me aparté de ella en su lugar. No la miraba.
—No puedo mirarte. No quiero hablar contigo. Sólo quiero mis cosas. Quiero ir a casa.
—Brittany, cariño, no hay casa. —La voz de mi padre me crispaba los nervios. Alcé los ojos y lo miré. Todo el dolor y la amargura que había mantenido arrastrándose dentro desde que nos dejó me había consumido. 
—Las tumbas de mi madre y mi hermana son una casa. Quiero estar cerca de ellas. He estado aquí y escuchado a todos ustedes decir que mi madre era alguien que yo sé que no era. Ella nunca hubiera hecho lo que le acusan. Quédate aquí con tu familia, Rob. Estoy segura de que te amarán tanto como la última lo hizo. Trata de no matar a ninguno de ellos —escupí. El jadeo ruidoso de Maria fue lo último que oí antes de salir de la habitación. Quería irme, pero necesitaba mi bolso y mis llaves. Subí corriendo las escaleras, eché todo lo que pude en mi equipaje y lo cerré de golpe. Levanté la correa del bolso sobre mi hombro y me dirigí a la puerta para ver a Santana de pie, observándome. Su rostro estaba pálido y tenía los ojos inyectados en sangre. Cerré los ojos. No me importaba que ella estuviera molesta. Ella debía estarlo. Me había mentido. Me había traicionado.
—No me puedes dejar —dijo en un susurro ronco.
 —Mírame —contesté con una fría voz plana.
 —Brittany, no me dejaste explicar. Iba a decirte todo hoy. Llegaron a casa ayer por la noche y entré en pánico. Necesitaba contarte primero.
—Dio un puñetazo contra el marco de la puerta—. No se suponía que lo supieras de esa manera. No así. Dios, no así.
 —Sonaba realmente molesta. No podía dejar que tirara de mi corazón la expresión de su rostro. Sería una idiota si lo hiciera. Además, su hermana... Nan era su hermana. No era de extrañar que hubiera crecido protegiéndola. Había sido la hija sin un padre. Tragué la bilis en mi garganta. Mi padre era un hombre horrible.
—No puedo quedarme aquí. No puedo verte. Representas el dolor y la traición, no sólo a mí, sino el de mi madre. —Sacudí mi cabeza—. Todo lo que había se ha acabado. Murió en el momento en que bajé las escaleras y me di cuenta de que el mundo que siempre había conocido era una mentira. Santana dejó caer las manos del marco de la puerta y sus hombros se hundieron mientras bajaba la cabeza. No dijo nada. Sólo dio un paso atrás para que pudiera salir. El pequeño corazón que había dejado intacto se destrozó con su mirada derrotada. No había otra manera. Estábamos contaminadas.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:34 am

CAPITULO 24


No miré hacia atrás y ella no me llamó otra vez. Bajé las escaleras con la maleta en la mano. Cuando llegué al último escalón, mi padre salió de la sala de estar y entró en el vestíbulo. Un ceño se dibujaba en su rostro. Se veía quince años mayor desde la última vez que lo había visto. Los últimos cinco años no habían sido buenos con él.
—No te vayas, Brittany. Hablemos de esto. Date tiempo para pensar en las cosas.
—Deseaba que me quedara. ¿Por qué? ¿Así podría sentirse mejor por arruinar mi vida? ¿Por arruinar la vida de Nan? Saqué el teléfono que quería que tuviese y se lo tendí.
—Tómalo. No lo quiero —dije. Lo observó y luego a mí.
 —¿Por qué tomaría el teléfono?
—Porque no quiero nada de ti —contesté. La ira seguía ahí, pero estaba cansada. Quería salir de aquí.
—Yo no te lo di —dijo, aun pareciendo confundido.
—Acepta el teléfono, Brittany. Si quieres irte, no puedo retenerte aquí. Pero, por favor, acéptalo.
—Santana estaba de pie en la parte superior de las escaleras. Ella me había comprado el teléfono. Mi padre nunca le dijo que lo hiciera. El entumecimiento estaba asentándose. No podía sentir más el dolor. Nada de pena por lo que podríamos haber tenido. Me acerqué y puse el teléfono en la mesilla junto a la escalera.
—No puedo. —Fue mi simple respuesta. No miré hacia atrás a ninguno de ellos. A pesar de escuchar los tacones de Maria hacer click en el suelo de mármol. alertándome de que había entrado en el vestíbulo. Agarré la manija y abrí la puerta. No volvería a verlos. Sólo lloraría la pérdida de uno. 
—Te pareces a ella. —La voz de Maria resonó por el silencioso vestíbulo. Sabía que se refería a mi madre. No tenía ni siquiera el derecho de recordarla. O de hablar de ella. Había mentido sobre mi madre. Hizo que la única mujer a la que admiraba por encima de todos los demás pareciese cruel y egoísta.
—Sólo espero que puedas ser la mitad de mujer de lo que ella era —dije en voz alta y clara. Quería que todos me escucharan. Necesitaban saber que no había duda alguna en mi mente de que mi madre era inocente. Salí a la luz del sol y cerré firmemente la puerta detrás de mí. Un plateado coche deportivo se estacionó mientras iba hacia mi camioneta. Sabía que era Nan. No podía mirarla. Ahora no. La puerta del coche se cerró de golpe y ni me inmuté. Tiré mi maleta en la parte trasera de la camioneta y abrí la del conductor. Había terminado aquí.
—Sabes —dijo en voz alta en tono divertido. No le respondí. No escucharía más mentiras vomitadas por su boca sobre mi madre.
—. ¿Cómo se siente? ¿Saber que te dejaron por otra persona por tu propio padre? Se sentía borroso. Eso era lo menor de mi dolor. Mi padre nos dejó hacía cinco años. Yo había seguido adelante.
—Ya no te sientes tan alta y poderosa ahora, ¿no? Tu madre era una mujerzuela barata que se merecía lo que le pasó. La tranquilidad que se había apoderado de mí, se rompió. Nadie iba a hablaría de mi madre otra vez. Nadie. Metí la mano bajo el asiento y saqué mi nueve milímetros. Me giré y la dirigí a sus mentirosos labios rojos.
—Una palabra más sobre mi madre y haré un agujero en tu cuerpo —dije con voz plana y dura. Nan gritó y alzó las manos al aire. No bajé el arma. No iba a matarla. Sólo la heriría en el brazo si volvía a abrir la boca. Mi puntería era perfecta.
—¡Brittany! Baja el arma. Nan, no te muevas. Sabe cómo usar esa cosa mejor que la mayoría de los hombres.
—La voz de mi padre hizo que mis manos temblaran. La estaba protegiendo. De mí. Su hija. A la que él quería. A la que dejó por ellos. A la que había abandonado la mayor parte de su vida. No sabía qué sentir. Oí la voz de pánico de Maria.
 —¿Qué hace con esa cosa? ¿Es incluso legal que la tenga?
—Tiene un permiso —contestó mi padre—, y sabe lo que hace. Mantén la calma.  Bajé la pistola.
—Voy a meterme en esa camioneta e irme de tu vida. Para siempre. Simplemente mantén la boca cerrada sobre mi madre. No lo escucharé de nuevo —advertí antes de girarme y subir a mi camioneta. Metí la pistola bajo el asiento y salí de la calzada. No miré atrás para ver si estaban apiñados alrededor de la pobre Nannette. No me importaba. Tal vez se lo pensaría dos veces antes de que jodiera con la mamá de otra persona. Porque, por Dios, mejor que nunca hablase mal de la mía de nuevo. *** Me dirigí al club de campo. Tenía que decirles que me iba. Darla merecía saberlo para que no me esperase. También Woods, para el caso. No quería explicarme, pero probablemente ya lo sabían. Todo el mundo sabía más que yo. Todos habían estado esperando que lo averiguara. No entendía por qué ninguno de ellos simplemente no pudo habérmelo dicho. No era como si esto fuese a alterar la vida de Nan. Todo lo que alguna vez había conocido no acababa de ser volado en el infierno. Mi vida acababa de volcarse sobre su eje. No se trataba de Nan. Esto era sobre mí. Yo, maldita sea. ¿Por qué tenían que protegerla? ¿De qué necesitaba protección? Aparqué la camioneta fuera de la oficina y Darla me recibió en la puerta delantera.
—¿Te olvidaste de revisar el calendario, chica? Es tu día libre.
—Me sonreía, pero se desvaneció cuando mis ojos encontraron los suyos. Se detuvo y se agarró a la barandilla del pórtico de la oficina. Luego, sacudió la cabeza.
—. Lo sabes, ¿verdad?
—Hasta la señora Darla lo había sabido. Simplemente asentí. Dejó escapar un prolijo suspiro.
—. Había oído los rumores, como la mayoría de la gente, pero no sabía toda la verdad. No quiero saberlo porque no es asunto mío, pero si es lo que he oído, entonces sé que duele. Darla caminó el resto de la escalera. Abrió los brazos cuando llegó al último escalón y corrí hacia ellos. No lo pensé. Necesitaba que alguien me sostuviera. Los sollozos llegaron al momento de envolverme en sus brazos.
—Sé que apesta, cariño. Me gustaría que alguien te lo hubiese dicho antes. No podía hablar. Sólo lloraba y me aferraba a ella mientras me sostenía con fuerza.
—¿Brittany? ¿Qué está mal? —La voz de Bethy sonaba preocupada y miré hacia arriba para verla corriendo por las escaleras hacia nosotras.
—. Oh mierda. Lo sabes —dijo, deteniéndose en seco—. Debería habértelo dicho, pero me daba miedo. No conocía todos los hechos. Sabía lo que Jace había oído de Nan. No quería decir algo equivocado. Tenía la esperanza de que Santana te lo dijera. Lo hizo, ¿no? Estaba segura de que lo haría después de ver cómo te miraba anoche. Me eché hacia atrás en los brazos de Darla y me limpié la cara.
—No. No me lo dijo. Lo escuché. Mi padre y Maria llegaron a casa.
—Mierda —dijo Bethy en un suspiro de frustración.
—. ¿Te vas?
—La expresión de dolor en sus ojos me dijo que ya sabía la respuesta. Sólo asentí.
—¿A dónde irás? —preguntó Darla.
—Devuelta a Alabama. De vuelta a casa. Tengo un poco de dinero ahorrado. Seré capaz de encontrar trabajo y tengo amigos allí. Las tumbas de mi madre y mi hermana están ahí... —No terminé. No podía sin quebrarme de nuevo.
—Te echaremos de menos por aquí —dijo Darla con una sonrisa triste. Los echaría de menos. A todos. Incluso a Woods. Asentí.
—Yo también. Bethy dejó escapar un gemido fuerte y corrió hacia mí, rodeándome con los brazos.
—Nunca he tenido una amiga como tú. No quiero que te vayas. Mis ojos se llenaron de más lágrimas. Había hecho unos pocos amigos aquí. No todo el mundo me había traicionado.
—Tal vez podrías venir a Bama y visitarme alguna vez —susurré en un sollozo ahogado. Se apartó y lloriqueó.
—¿Me dejarás visitarte?
—Por supuesto —respondí.
—Está bien. ¿Es la próxima semana demasiado pronto? Si tuviese la energía para sonreír, lo habría hecho. Dudaba de volviera a sonreír.
—Tan pronto como esté lista. Asintió y se frotó la nariz roja en su brazo.
—Le dejaré saber a Woods. Lo entenderá —dijo Darla detrás de nosotras.
—Gracias.
—Se cuidadosa. Haznos saber cómo lo estás haciendo.
—Lo haré —contesté, preguntándome si sería una mentira. ¿Podría alguna vez volver a hablar con ellas? Darla dio un paso atrás y le indicó a Bethy que fuese a su lado. Me despedí de ambas y me metí en la camioneta. Ya era hora de dejar atrás este lugar.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:35 am

CAPITULO 25


El suspiro de alivio que esperé sentir cuando conduje debajo del primer semáforo con tres luces de tráfico en Sumit, Alabama, no llegó. El entumecimiento se había apoderado completamente de mí en el viaje de siete horas. Las palabras que había escuchado a mi padre decir sobre mi madre sonaban una y otra vez en mi cabeza hasta que ya no pude sentir nada por nadie. Giré hacia la izquierda en el segundo semáforo y me dirigí al cementerio. Necesitaba hablar con mamá antes de registrarme en el único motel que había en el pueblo. Quería hacerle saber que no creía nada de lo que habían dicho. Yo sabía qué clase de mujer había sido ella. Qué clase de madre había sido. Nadie podrá compararse. Había sido mi roca cuando la que estaba a punto de morir era ella. Nunca había sentido el miedo de que se alejara de mí. El estacionamiento de gravilla se encontraba vacío. La última vez que había estado aquí, todo el pueblo había venido a brindarle sus respetos a mi madre. Hoy, el sol de la tarde se desvanecía y las sombras eran la única compañía que tenía. Tragué el nudo que había subido hasta mi garganta al salir del camión. Estaba aquí de nuevo. Sabía que ella se encontraba aquí, pero que a la vez no. Hice el camino hasta su tumba, preguntándome si alguien habría venido a verla mientras no estuve. Tenía amigos. Seguramente alguien había venido a traerle flores frescas. Mis ojos picaban. No me gustaba pensar que había estado sola durante semanas. Me sentía contenta de haberla enterrado junto a Valerie. Hizo mucho más fácil mi partida. El camino de lodo fresco ahora se encontraba cubierto de grama. El Sr. Murphy me había dicho que la cubriría en césped gratis. No había podido pagar nada extra. Verla cubierta de grama me hacía sentir como si estuviese cubierta apropiadamente, tan tonto como sonaba. Su tumba ahora lucía igual a la de Valerie. Aunque su lápida no era tan lujosa como la de ella. Era simple; había sido todo lo que podía pagar. Había pasado horas intentando decidirme lo que quería que dijera exactamente. Rebecca Pierce 19 de Abril, 1967 – 2 de Junio, 2012 El amor que dejó atrás será la razón por la que los sueños sean alcanzados. Ella fue la roca en un mundo que se caía a pedazos. Su fuerza permanecerá por siempre. Se encuentra en nuestros corazones. La familia que me había amado ya no se encontraba aquí. Estar de pie aquí, mirando sus tumbas, me hacía darme cuenta lo sola que en verdad estaba. Ya no tenía familia. Y nunca reconocería la existencia de mi padre luego de este día.
—No esperaba que regresaras tan pronto.
—Había escuchado la grama crujir detrás de mí, y sabía quién era sin siquiera tener que voltearme. No lo miré. Aún no estaba lista. Él vería a través de mí. Cain había sido mi amigo desde el jardín de niños. El año en que nos convertimos en algo más, sólo había sido de esperarse. Lo he amado durante años.
—Mi vida se encuentra aquí —respondí con simpleza.
—Intenté discutir ese punto hace algunas semanas.
—El toque de humor en su voz no pasó desapercibido. Le gustaba tener la razón. Siempre había sido así.
 —Creí necesitar la ayuda de mi padre. No era así. La grama crujió un poco más al acercarse a mi lado.
—¿Aún es un imbécil? Sólo asentí. No estaba lista para decirle a Cain lo imbécil que era mi padre. No podía decirlo en este momento. De alguna manera, decirlo en voz alta sólo lo haría más real. Quería creer que era un sueño.
—¿No te gusta su nueva familia? —preguntó Cain. No se rendiría. Me haría preguntas hasta que me derrumbara y le contara todo.
—¿Cómo supiste que estaba en casa? —pregunté, cambiando el tema. Sólo lo distraería por un momento, pero no tenía la intención de quedarme por aquí durante todo ese tiempo.
—En verdad, no habrás esperado conducir tu camioneta alrededor del pueblo y no convertirte en noticia número uno en sólo cinco minutos, ¿cierto? Conoces este lugar mejor que eso, B.  B. Me ha llamado B desde que tenemos cinco años. Y a Valerie la llamaba, Ree. Apodos. Recuerdos. Era seguro. Este pueblo era seguro.
—¿He estado aquí cinco minutos? —pregunté, aun estudiando la tumba frente a mí. El nombre de mi madre bordeado en la roca.
—Nah, probablemente no. Me encontraba sentado afuera del supermercado esperando a que Callie saliera del trabajo —dijo. Estaba saliendo con Callie de nuevo. Para nada sorpresivo. Ella parecía ser alguien de la cual él no tenía suficiente. Tomé aire profundamente y finalmente giré mi cabeza para mirar fijamente a sus ojos azules. Las emociones atravesaron el entumecimiento al que me aferraba. Este era mi hogar. Esto era seguro. Esto era todo lo que conocía.
—Voy a quedarme —le dije. Una sonrisa adornó sus labios, y asintió.
—Me alegra. Te hemos extrañado. Aquí es donde perteneces, B. Hace algunas semanas había pensado que sin mamá, yo no encajaba en ningún lugar. Quizá haya estado equivocada. Mi pasado se encontraba aquí.
—No quiero hablar sobre Rob —dije, y volví la mirada hacia la tumba de mi madre.
—Hecho. Nunca volveré a mencionarlo. No tenía que decir nada más. Cerré los ojos y recé en silencio para que mi mamá y mi hermana estuviesen juntas y felices. Cain no se movió. Nos quedamos allí sin hablar hasta que el sol se puso. Cuando la oscuridad finalmente descendió sobre el cementerio, Cain deslizó su mano entre la mía.
—Vamos, B. Encontremos algún lugar donde puedas quedarte. Permití que me dirigiera por el camino hacia mi camioneta.
—¿Me dejarías llevarte con Granny? Tiene una habitación de invitados y le encantaría que te quedaras allí. Está muy sola en esa casa. Incluso me llamaría menos si tiene algo de compañía. Granny Q era la madre de la madre de Cain. Había sido mi maestra en las clases de los domingos durante toda la escuela primaria. También nos enviaba comida una vez a la semana cuando mamá se puso muy enferma.
—Tengo algo de dinero. Iba a registrarme en un motel. No quiero molestarla.  Cain dejó salir una risotada.
—Si llega a enterarse de que estás en la habitación de un hotel, aparecerá frente a la puerta a formar alboroto. Estarás en su casa cuando termine contigo. Es más fácil simplemente ir a su casa ahora en lugar de causar una escena. Además, B, sólo hay un motel en este pueblo. Tú y yo sabemos las muchas citas que han terminado en ese lugar. Enorme factor de asco. Tenía razón.
—No tienes que llevarme. Iré a verla yo misma. Tienes a Callie esperándote —le recordé. Rodó los ojos.
—No vayas hasta allá, B. Sabes más que eso. En un chasquido, nena. Sólo un chasquido de tus dedos. Es todo lo que tomaría. Me había estado diciendo eso durante años. Ahora sólo era un chiste. Al menos, para mí lo era. Mi corazón no se encontraba allí. Unos ojos plateados aparecieron de pronto en mi mente y el dolor atravesó el entumecimiento. Sabía dónde se encontraba mi corazón, y no estaba muy segura de si alguna vez volvería a verla. No si pensaba sobrevivir. Granny Q no dejaría que tuviera un momento de tranquilidad. No dejaría que me asentara. Hoy necesitaba paz. Soledad.
—Cain. Necesito esta noche para estar sola. Necesito pensar. Procesar todo. Debo quedarme en el hotel esta noche. Por favor, compréndeme, y haz que Granny comprenda. Sólo por esta noche. Cain miró por encima de mi cabeza con una mueca de frustración. Sabía que quería hacer preguntas, pero estaba siendo respetuoso.
—B, odio todo esto. Sé que estás lastimada. Puedo verlo en todo tu rostro. Te he visto lastimada durante muchísimos años. Lentamente me carcome por dentro. Habla conmigo, B. Necesitas hablar con alguien. Tenía razón. Necesitaba hablar con alguien, pero en este momento tenía que preocuparme en lidiar con todo internamente. Eventualmente, le contaré todo lo que sucedió en Rosemary Beach. Tendré que decírselo a alguien. Cain era el amigo más cercano que tenía en este lugar.
—Dame algo de tiempo —dije, mirándolo.
 —Tiempo. —Asintió—. He estado dándote tiempo durante tres años. No veo qué daño pueda hacer un poco más. Abrí la puerta de la camioneta y entré. Mañana estaré lista para enfrentar la verdad. Los hechos. Podré hacerlo… mañana. 
—¿Tienes teléfono? Llamé a tu antiguo número el día en que te fuiste y me dejaste, y decía que estaba desconectado. Santana. Su rostro cuando me rogó que me quedara con el celular del que había mentido, pasó por mi mente. El dolor me atravesó un poco más fuerte. Sacudí la cabeza.
 —No. No tengo. La mueca de Cain se hizo más pronunciada.
 —Demonios, B. No deberías estar por ahí sin teléfono.
—Tengo un arma —le recordé.
—Aun así, necesitas un teléfono. Dudo que alguna vez en tu vida amenaces con eso a alguien.
 —Allí era donde se equivocaba. Me encogí de hombros.
—. Consigue uno mañana —ordenó. Asentí, aunque en realidad no tenía la intención de conseguir uno, luego cerré la puerta tras de mí. *** Conduje de vuelta hacia la calle con doble camino. Conduje media cuadra hasta el primer semáforo y giré hacia la derecha. El motel era el segundo edificio a la izquierda. Nunca antes me había hospedado allí. Tenía amigos que habían venido aquí luego del baile de graduación, pero eso sólo era parte de una secundaria de la que sólo escuchaba en los pasillos. Pagar por una noche fue lo suficientemente fácil. La chica trabajando detrás del mostrador se me hacía familiar, pero era menor que yo. Probablemente aún en la secundaria. Tomé mi llave y me dirigí afuera otra vez. La brillante Range Rover que se encontraba aparcada al lado de mi camión lucía completamente fuera de lugar aquí. El corazón que había pensado entumecido, latió con fuerza dentro de mi pecho con un solo doloroso latido cuando mis ojos se conectaron con los de Santana. Se encontraba de pie frente a la camioneta con sus manos dentro de sus bolsillos, observándome. No había esperado verla otra vez. Al menos no tan pronto. Había dejado en claro cómo me sentía. ¿Cómo había sabido llegar hasta aquí? Nunca le dije el nombre de mi pueblo. ¿Mi padre le había dicho? ¿Acaso no entendían que quería estar sola? La puerta de un auto se cerró de golpe, atrayendo mi atención lejos de Santana para ver a Cain saliendo de la camioneta roja Ford que había obtenido como regalo de graduación.
—Estoy esperando como el demonio que conozcas a esta tipa, porque te ha estado siguiendo desde el cementerio. La noté del otro lado del camino mirándonos mucho antes, pero no dije nada —dijo Cain mientras caminaba hasta nosotras para detenerse ligeramente frente a mí.
—La conozco —dije muy a penas, a pesar de la tensión en mi garganta. Cain volvió a mirarme.
—¿Ella es la razón por la que volviste corriendo a casa? No. En realidad, no. Ella no fue lo que me hizo huir. Fue lo que hizo querer quedarme. Incluso sabiendo que todo lo que pudimos haber tenido era imposible.
—No —dije, sacudiendo la cabeza y mirando a Santana otra vez. Incluso a la luz de la luna, su rostro lucía lleno de dolor.
—¿Por qué estás aquí? —pregunté, manteniendo mi distancia. Cain se movió aún más frente a mí cuando se dio cuenta de que no me acercaba a Santana.
—Estás aquí —respondió. Dios. ¿Cómo podré soportar de nuevo esto? Verla y saber que no podré tenerla. Lo que representaba siempre ensuciaría cualquier cosa que sintiera por ella.
—No puedo hacer esto, Santana. Tomó un paso hacia adelante.
—Habla conmigo. Por favor, Brittany. Hay tantas cosas que quiero explicarte. Sacudí la cabeza y tomé un paso hacia atrás.
—No. No puedo. Santana maldijo y posó su mirada sobre Cain
—¿Podrías darnos un minuto? — demandó. Cain cruzó los brazos sobre su pecho y se movió aún más para posarse frente a mí.
—No lo creo. No parece que ella quiera hablar contigo. Y no puedo decir que vaya a obligarla. Y tú tampoco lo harás. No necesitaba ver a Santana para saber lo mucho que Cain acababa de enojarla. Si no los detenía, esto podría terminar mal. Pasé al lado de Cain y caminé hacia Santana y en dirección a mi habitación. Si íbamos a hablar, no tendríamos audiencia.
 —Está bien, Cain. Esta es mi hermanastra, Santana Lopez. Ya sabe quién eres tú. Sólo quiere hablar. Así que vamos a ir a hablar. Puedes irte. Estaré bien —dije sobre mi hombro, luego me giré para abrir la habitación 4A.
 —¿Hermanastra? Espera… ¿Santana Lopez? ¿La única hija de Dean Finley Lopez? Mierda, B, eres familia de una celebridad del rock. Había olvidado lo fanático que es Cain hacia las bandas de rock. Él sabría todo sobre la hija única del baterista de Slacker Demon.  
—Vete, Cain —repetí. Abrí la puerta y entré.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Jul 20, 2016 1:43 am

Nota para : 3:)


Resuesta a tu preguna la autora es Abbi Glines, esta es la primera parte de una coleccion de mas o menos diez historias (Rosemary Beach), el nombre original Fall to Far.  No leas el libro, lee mi adaptacion. ok.

Por el momento tengo una super obsesion por Harlyen Quinn de Suicide Squad, por casualidad no tendras en digital el libro  Between the Sheets de Molly O´keffe, si lo tienes o lo puedes buscar me lo pasarias, mi correo es mi mismo nombre  de usuario. Gracias.
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Mensaje por JVM Miér Jul 20, 2016 2:17 am

Pues mañana te extrañare en las demás historias jajajaja.
Y bueno todo se complicó, lo que Britt sabia sobre su familia cambio de un momento a otro.
Y bueno el que San haya sabido todo complica las cosas pero tampoco tiene la culpa de lo que pasó, el que hizo todo fue el padre de Britt.
Pero haber que tanto logran hablar ...
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Mensaje por micky morales Miér Jul 20, 2016 7:47 am

El comentario anterior es cierto, santana no tuvo la culpa, Britt debe darle una oportunidad!!!!
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Mensaje por 3:) Miér Jul 20, 2016 10:50 am

San por omitir y tratar de proteger a han, termino lastimando a britt aunque no quizo... En ves de follarsela le uniera dicho... Y por ahí las cosas abrían sido diferentes!!!...
A ver que pasa,... A ver como va a terminar la charla!

Pd... No es para mi es para una amiga.... Igual aunque la aya leído no voy a dejar de leer tus adap...
Dale hoy a la noche te buscó el PDF del libro...
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 10:59 am

Hola Chicas, aqui mis comentarios generales por que no tengo mucho tiempo:
Creo que Santana si es un poco culpable por omision y por que provoco la separacion de la familia de Britt aunque  es mejor que haya vivido solo con su madre, ya que su padre es un completo vividor poco hombre  

Aqui les dejo los dos ultimos cap . de esta primera parte. Adicionalmente un bonus de 3 capitulos desde la pespectiva de Santana .Espero lo disfruten. Ya tengo adaptaba la segunda parte, despues que comenten  yo subire la segunda parte. ok. y se llama  NUNCA TAN LEJOS-BRITTANA, para que lo sepan y desde el inicio subire cinco capitulos que traen muchas muchas sorpresas. Saludos. 

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:00 am

CAPITULO 26


Puse toda la longitud de la habitación entre nosotras. No me detuve hasta que estuve parada contra la pared del otro lado de la habitación. Santana me siguió adentro y cerró la puerta detrás de ella. Sus ojos parecían como si estuvieran bebiéndome.
—Habla. Apúrate. Quiero que te vayas —dije.
Santana se encogió con mis palabras. No me permitiría sentirme mal por ella. No podía.
 —Te amo.
No. Ella no estaba diciendo eso. Sacudí la cabeza. No. No estaba escuchando esto. Ella no me amaba. No podía. El amor no mentía.
—Sé que mis acciones no parecen respaldar eso, pero si tan sólo me dejaras explicarme. Dios, nena, no puedo soportar verte sufrir tanto. No tenía idea de la magnitud del dolor.
Ella había sabido lo mucho que había amado a mi madre. Lo importante que era para mí. Lo mucho que ella había sacrificado. Ella sabía todo esto y aun así no me había dicho lo que pensaban de mi madre. Lo que ella pensaba de mi madre. No podía amar eso. A ella. A nadie que se burlara de la memoria de mi madre. Jamás podría amar eso. Jamás.
—Nada que puedas decir arreglará esto. Era mi madre, Santana. El único recuerdo que tiene algo bueno en mi vida. Es el centro de cada momento de infancia feliz que tengo. Y tú... —Cerré los ojos incapaz de mirarla.
—. Y tú, y... y ellos... todos la desgraciaron. Las mentiras horribles que dijeron como si fueran la verdad.
—Lamento tanto que te hayas enterado de esta forma. Quería decírtelo. Al principio, eras sólo un producto que lastimaría a Nan. Pensé que tú le causarías  más dolor. El problema fue que me fascinaste. Admitiré que estuve inmediatamente atraída a ti porque eres hermosa. Fue impresionante. Te odié por eso. No quería estar atraída a ti. Pero lo estaba. Te deseé terriblemente aquella primera noche. Sólo estar cerca de ti, Dios, inventé razones para encontrarte. Luego... luego llegué a conocerte. Estaba hipnotizada por tu risa. Era el sonido más increíble que jamás había oído. Eras tan honesta y determinada. No lloriqueabas ni te quejabas. Tomabas lo que la vida te daba y te las arreglabas con eso. No estaba acostumbrada a ello. Cada vez que te veía, cada vez que estaba cerca de ti, me enamoraba un poco más.
 —Santana dio un paso hacia mí y yo levanté ambas manos para detenerla. Estaba respirando profundamente varias veces. No iba a llorar otra vez. Si ella necesitaba decirme todo esto y devastarme totalmente incluso más, entonces iba a escucharla. Le daría su cierre porque sabía que yo jamás tendría el mío.
—Luego esa noche en el bar. Te pertenecí después de entonces. Puede que no te hayas dado cuenta, pero estaba atrapada. No había vuelta atrás para mí. Tenía tanto que arreglar. Te había llevado por el infierno desde que habías llegado y me odiaba por ello. Quería darte el mundo. Pero sabía... sabía quién eras. Cuando me dejé recordar exactamente quién eras, me eché atrás. ¿Cómo podía estar tan complemente envuelta alrededor de la chica que representaba todo el dolor de mi hermana? Me cubrí los oídos.
—No. No voy a escuchar esto. Vete, Santana. ¡Vete ahora! —grité.
 No quería escuchar acerca de Nan. Sus palabras viles sobre mi madre resonaban en mis oídos y sentía la necesidad de gritar burbujeando en mi pecho. Cualquier cosa para bloquearlo.
—El día que mamá llegó a casa del hospital con ella yo tenía tres años. Lo recuerdo, sin embargo. Ella era tan pequeña y recuerdo preocuparme de que algo pudiera pasarle. Mamá lloraba mucho. También Nan. Yo crecí rápido. Para cuando Nan tenía tres, yo estaba haciendo todo, desde hacerle el desayuno hasta arroparla en la cama en la noche. Nuestra madre se había casado y ahora teníamos a Quinn. Jamás hubo estabilidad alguna. En realidad, deseaba llegar a los tiempos en que mi padre volvía a mí porque no sería responsable de Nan por unos días. Tendría un descanso. Luego, ella comenzó a hacer preguntas sobre por qué yo tenía un padre y ella no.
—¡Detente! —advertí, moviéndome más lejos a través de la pared. ¿Por qué me estaba haciendo esto? 
—Brittany, necesito que me escuches. Esta es la única manera en que entenderás.
—Su voz estaba rota.
—. Mamá le decía que no tenía un padre porque era especial. No funcionó por mucho tiempo. Fui y exigí que mamá me dijera quién era el padre de Nan. Quería que fuera el mío. Sabía que mi padre tomaría sus lugares. Mamá me dijo que el papá de Nan tenía otra familia. Él tenía dos niñas pequeñas a las que amaba más que a Nan. Quería a esas niñas, pero no quería a Nan. No podía entender cómo alguien no podría querer a Nan. Era mi hermana pequeña. Seguro, a veces quería matarla, pero la amaba ferozmente. Luego, llegó el día en que mamá la llevó a ver a la familia que su padre había elegido. Ella lloró por meses luego de eso.
—Se detuvo y yo me dejé caer sobre la cama. Iba a hacer que escuchara esto. No podía hacer que se detuviera.
—. Odiaba a esas niñas. Odiaba esa familia que el padre de Nan había elegido por encima de ella. Juré que un día le haría pagar. Nan siempre decía que tal vez un día él vendría a verla. Soñaba sobre él deseando verla. Escuché esos sueños por años. Cuando cumplí diecinueve, fui a buscarlo. Sabía su nombre. Lo encontré. Le dejé una foto de Nan con nuestra dirección en la parte trasera. Le dije que tenía otra hija que era especial y ella sólo quería conocerlo. Hablar con él. Eso fue cinco años atrás. Mi estómago se retorció. Me sentía enferma. Había perdido a Valerie cinco años atrás. Él se había ido cinco años atrás.
—Lo hice porque amaba a mi hermana. No tenía idea de las cosas por las que su otra familia estaba pasando. No me importaba, honestamente. Sólo me importaba Nan. Ustedes eran el enemigo. Luego, llegaste a mi casa y cambiaste completamente mi mundo. Siempre juré que jamás me sentiría culpable por romper esa familia. Después de todo, ellos habían roto la de Nan. Cada momento que estuve contigo, la culpa de lo que había hecho comenzaba a comerme viva. Ver tus ojos cuando me dijiste sobre tu hermana y tu madre. Dios, juro que me sacaste el corazón aquella noche, Brittany. Jamás superaré eso.
—Santana caminó hacia mi y fui incapaz de moverme. Entendía. Lo hacía. Pero en el entendimiento había perdido mi propio corazón. Todo era una mentira. Mi vida entera. Era una mentira. Todos esos recuerdos. Las navidades que mamá cocinaba galletitas y papá nos levantaba a Valerie y a mí para que pudiéramos decorar la parte elevada del árbol, era todo mentira. No podían ser reales. Creía en Santana. No cambiaba cómo veía a mi madre. Ella no estaba aquí para contar su lado de la historia. Sabía lo suficiente como para saber que ella era inocente. Ella no podría ser otra cosa. Todo era pecado de mi padre.
—Te juro que por mucho que amo a mi hermana, si pudiera volver y cambiar las cosas lo haría. JAMÁS habría ido devuelta a ver a tu padre. Nunca. Lo siento tanto, Brittany. Lo siento tanto, maldita sea.
—Su voz se rompió y yo alcé los ojos para ver que los suyos estaban húmedos con lágrimas no derramadas. Si ella no hubiera ido a ver a mi padre, las cosas habrían sido tan diferentes. Pero ninguna de nosotros podía cambiar el pasado sin importar lo mucho que quisiéramos. Ninguna de nosotros podía hacer esto correctamente. Nan tenía a su padre ahora. Ella tenía lo que siempre había querido. También Maria. Yo me tenía a mi.
—No puedo decirte que te perdono —dije. Porque no podía—, pero puedo decirte que entiendo por qué hiciste lo que hiciste. Alteró mi mundo. Eso jamás puede ser cambiado. Una lágrima solitaria recorrió el rostro de Santana. No podía levantar la mano y limpiarla porque las lágrimas se habían ido por mi ahora.
—No quiero perderte. Estoy enamorada de ti, Brittany. Jamás he querido a nada o a nadie de la manera en que te quiero a ti. No puedo imaginar mi mundo ahora sin ti en él. Yo siempre me tendría sólo a mí. Porque esta mujer había tomado mi corazón y lo había destruido. Incluso si no lo hubiera hecho a propósito. Jamás confiaría lo suficiente para amar otra vez.
—No puedo amarte, Santana. Un sollozo estremeció su cuerpo mientras dejaba caer su cabeza en mi regazo. No la consolé. No podía. ¿Cómo podía calmar su dolor cuando el mío era un enorme agujero lo suficientemente grande para que ambas entráramos en él?
—No tienes que amarme. Sólo no me dejes —dijo contra mi pierna. ¿Estaría mi vida siempre llena de pérdida? No había sido capaz de decirle adiós a mi hermana cuando se fue ese día y jamás volvió. Me había negado a decirle adiós a mi madre esa mañana cuando me dijo que ya casi era la hora. Había cerrado los ojos y jamás los había vuelto a abrir. Sabía que una vez que Santana se fuera de esta habitación, sería la última vez que la vería. Sería nuestro último adiós. No podía seguir con mi vida si ella estaba en ella. Siempre dificultaría mi curación. Pero quería mi adiós esta vez. Este era mi último adiós y esta vez quería la oportunidad de decirlo apropiadamente. No podía decir las palabras. Se negaban a venir. Mi necesidad de proteger el nombre de mi madre se interponía entre yo y las palabras que sabía que Santana necesitaba oír. No podía decirle que la había perdonado sabiendo que ella era la razón por la que mi padre se había ido y jamás  había vuelto. Se había llevado a mi padre ese día incluso si no sabía el daño que la imagen causó. Nada de eso cambiaba cómo me había sentido por Santana antes de que ella hubiera echado a perder mi mundo en mil pedazos. Tendría mi adiós.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:01 am

CAPITULO 27


Santana Ella alzo su cabeza. Su rostro estaba empapado con lágrimas. No las limpiaría. Cumplieron su cometido. Me puse de pie y desabroché mi camisa y me la quite para ponerla sobre la cama. Luego, me deshice de mi sujetador. Los ojos de Santana nunca dejaron mi cuerpo. La confusión en su rostro era de esperarse. No podía explicarle esto. Sólo la necesitaba. Bajé los shorts que estaba usando y salí de ellos. Luego, quité mis zapatos y lentamente me quité mis bragas. Una vez estuve completamente desnuda, me pasé a horcajadas sobre las piernas de Santana. Sus manos se envolvieron alrededor de mí inmediatamente y enterró su cara en mi estómago. La humedad de sus lágrimas era fría contra mi piel, haciéndome temblar.
—¿Qué estás haciendo, Brittany?
 —preguntó Santana retrocediendo lo suficiente para mirarme. No podía responder eso. Agarré puñados de su camisa y tiré de ella hasta que ella levantó sus brazos y me dejó sacarla por encima de su cabeza y lanzarla a un lado. Bajando hasta que estuve sentada en su regazo, deslicé mis manos detrás de su cabeza y la besé. Lentamente. Esta era la última vez. Las manos de Santana estaban en mi cabello y tomó el mando inmediatamente. Cada caricia de su lengua era suave y relajada. No estaba hambrienta ni exigente. Tal vez ya sabía que era el adiós. No significaba que tenía que ser duro y rápido. Era el último recuerdo que tendría de ella. De nosotras. El único que tendría donde una mentira no contaminaba el agua. La verdad estaba ahí entre nosotras ahora.
—¿Estás segura?
—susurró Santana contra mi boca mientras me balanceaba contra la dureza que ya sentía debajo de su pantalón. Sólo asentí.  Santana me levantó y me puso sobre la cama antes de quitarse sus zapatos y pantalón. Gateó sobre mí mientras su cara torturada me estudiaba.
—Eres la más hermosa mujer que alguna vez vi. Por dentro y por fuera
—susurró mientras dejaba una lluvia de besos en mi rostro antes de poner mi labio inferior en su boca y chuparlo. Levanté mis caderas. La necesitaba adentro. Siempre la necesitaría dentro, pero esta sería la última vez que la tendría allí. Así de cerca. Nadie jamás estaría así de cerca otra vez. Nadie. Santana recorrió sus manos por mi cuerpo tomando tiempo para tocar cada parte. Como si estuviera memorizándome. Me arqueé en sus manos y cerré mis ojos dejando que la sensación me marcara.
—Te amo tan jodidamente demasiado
—juró mientras su cabeza bajaba para besar mi ombligo. Dejé que mis piernas cayeran abiertas para que pudiera moverse entre ellas.
—¿Necesito usar un condón? —preguntó, regresando hacia mí. Si, lo necesitaba. No hay posibilidades. Otra vez, sólo asentí. Se levantó para recoger su pantalón y sacó un condón de su billetera. La observé rasgarlo, luego deslizarlo sobre su pene. Nunca lo había besado ahí antes. Había pensado sobre eso, pero nunca había tenido el valor. Algunas cosas deberían permanecer desconocidas. Santana recorrió sus manos por la parte interior de mis piernas y luego lentamente las apartó para abrirlas totalmente.
—Esto siempre será mío —dijo con convicción. No la corregí. No servía de nada. Nunca sería de nadie más después de hoy, sólo me pertenecería a mí. Santana bajó su cuerpo sobre el mío hasta que pude sentir la punta de su erección presionando contra mí.
—Nunca ha sido tan bueno. Nunca nada ha sido tan bueno como esto —gimió, luego se deslizó dentro de mí. El momento fue recibido. Envolví mis manos alrededor de sus brazos y grité mientras ella me llenaba por completo. Lentamente, se retiró y luego se impulsó de nuevo dentro de mí. Sus ojos nunca dejaron los míos. Sostuve su mirada. Podía ver la tormenta en sus ojos. Sabía que estaba confundida. Incluso podía ver el miedo. Luego hubo amor. La vi. La ferocidad en sus ojos. Le creía. Pude verla claramente. Pero era demasiado tarde ahora. El amor no era suficiente. Todo el mundo siempre decía que el amor era suficiente. No lo era. No cuando tu alma fue destruida.  Deslicé mis piernas alrededor de su cintura y luego envolví mis brazos alrededor de su cuello. Cerca. La necesitaba cerca. Su aliento era cálido en mi cuello mientras presionaba besos en la piel sensible. Ella susurraba palabras de amor y promesas que nunca tendría que mantener. La dejé. Sólo esta última vez.
El placer que había estado construyéndose, alcanzó su cima cuando Santana aplicó un beso contra mis labios y dijo.:
- Solo tú.
No aparté la mirada de ella mientras me aferraba a ella y dejaba que la sensación de completo éxtasis me recorriera. La boca de Santana se abrió y un fuerte gruñido vibró en su pecho mientras bombeó dentro de mí dos veces más y luego se quedó inmóvil. Sus ojos nunca dejaron los míos. Respiramos rápido y fuerte mientas decía todo lo que necesitaba ser dicho sin palabras. Estaba en mis ojos. Si, estaba mirando con atención suficiente.
—No hagas esto, Brittany —suplicó.
 —Adiós, Santana. Ella sacudió su cabeza. Aún estaba enterrada muy dentro de mí.
—No. No nos hagas esto a nosotras. No dije nada más. Dejé caer mis manos a mi lado y mis piernas se deslizaron de su cadera hasta que ya no estaba sujeta aferrada a ella. No discutiría con ella.
—No me pude despedir de mi hermana o mi mamá. Esos eran los adioses finales que nunca tuve. El último adiós que necesitaba. El último adiós que necesitaba. Esta ocasión entre nosotras sin mentiras. Santana agarró las mantas debajo de mí en ambas manos y cerró sus ojos severamente.
—No. No. Por favor, no. Quise levantar el brazo y tocar su cara. Decirle que estaría bien. Ella seguiría adelante y superaría esto. Nosotras. Pero no podría hacer eso. ¿Cómo podría consolarla si yo estaba vacía por dentro? Santana se retiró de mí e hice una mueca de dolor por el vacío que hizo eco a través de mi cuerpo. Ella se levantó y no me miró. Observé en silencio mientras comenzaba a vestirse. Eso era todo. ¿Se suponía que el vacío doliera? ¿Cuándo pararía de aparecer el dolor? Cuando tuvo puesta su camiseta de nuevo, levantó sus ojos para mirarme. Me incorporé y doblé mis rodillas contra mi pecho para cubrir mi desnudez y tranquilizarme. Estaba asustada de que pudiera literalmente derrumbarme. 
—No puedo hacer que me perdones. No merezco tu perdón. No puedo cambiar el pasado. Todo lo que puedo hacer es darte lo que quieres. Si esto es lo que quieres, me iré, Brittany. Me matará, pero lo haré. ¿Qué otra cosa podría haber? Nunca sería la misma. La chica de la que se había enamorado ya no existía. Ella lo vería muy pronto si se quedaba. No tuve un pasado. No tuve una base. Todo se había ido. Nada tenía sentido y sabía que jamás lo tendría. Santana merecía más.
—Adiós, Santana —dije una última vez. El dolor que nubló sus ojos fue demasiado. Aparté la mirada de ella y estudié la manta de cuadros azules debajo de mí. Escuché cómo caminaba hacia la puerta. Sus pisadas eran amortiguadas por la vieja desteñida alfombra. Entonces, la puerta se abrió y la luz de la luna llego a la oscura habitación. Hubo una pausa. Me preguntaba si ella diría más. No quería que lo hiciera. Cada palabra que decía sólo hacia esto más duro. La puerta se cerró. Alcé mis ojos para ver el vacío cuarto de motel rodeándome. Las despedidas no eran todo lo que dijeron que era. Ahora sabía eso.
FIN
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:03 am

UNA PREGUNTA Y POR FAVOR CONTESTEN QUIEREN QUE SIGA LA HISTORIA ACA O ABRO OTRO LINK, ME AVISAN POR FAVOR ME RESPONDEN 

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:03 am

SANTANA #1



Le había dicho a Nan que no quería gente por aquí esta noche. Ella los había invitado de todos modos. Mi hermana pequeña no acepta un no por respuesta, nunca. Recostada en el sofá, estiré las piernas delante de mí y tomé un trago de mi cerveza. Tenía que andar por aquí abajo el tiempo suficiente para asegurarme de que las cosas no se iban a salir de control. Los amigos de Nan eran más jóvenes que yo. A veces, tendían a ser un poco ruidosos. —Santana, conoce a Brittany, creo que ella te pertenece. La encontré afuera un poco perdida. —La voz de Quinn rompió mis pensamientos. Miré a mi hermanastra y luego a la chica a su lado. Había visto esa cara antes. Era más madura, pero la reconocía. Mierda. Era una de ellas. No sabía sus nombres, pero sabía que había dos de ellas. Ésta era... Brittany. Pasé mis ojos hacia Nan al verla de pie, no muy lejos con el ceño fruncido en su rostro. Esto no iba a ser bueno. ¿Quinn no se había dado cuenta de quién era? —¿Ah, sí? —pregunté devanándome los sesos para sacarla de alguna manera de aquí y rápido. Nan iba a explotar en cualquier momento. Estudié a la chica que había sido una fuente de dolor para mi hermana menor gran parte de su vida. Era preciosa. Su rostro en forma de corazón se destacó por un par de grandes ojos azules con el más largo de pestañas naturales que jamás había visto en una mujer. Sedosos rizos rubios platino rozaban un par de pechos muy bonitos que mostraba en una camiseta ajustada. Maldita sea. Sí... se tenía que ir—. Es linda, pero joven. No puedo decir que es mía. La chica se estremeció. Si no hubiera estado observándola tan de cerca, me lo habría perdido. La expresión perdida en su rostro no tenía sentido. Había entrado en esta casa sabiendo que estaba en territorio inoportuno. ¿Por qué se veía tan inocente? —Oh, sí que es tuya. Ya que su papi huyó a París con tu mamá por las próximas semanas. Diría que ahora te pertenece a ti. Yo con mucho gusto le puedo ofrecer una habitación en mi casa, si quieres. Eso es, claro, si se compromete a dejar su arma mortal en su camioneta. —Quinn encontraba esto divertido. Ella sabía quién era ella muy bien. Le encantaba el hecho de que esto molestaba a Nan. Quinn haría cualquier cosa para enojarla. —Eso no la hace mía —contesté. Ella tenía que tomar la pista e irse. Quinn se aclaró la garganta. —Es una broma, ¿verdad? Tomé un trago de mi cerveza y luego estabilicé mi mirada en Quinn. No estaba de humor para ella y el drama de Nan. Esto lo llevaba demasiado lejos. Incluso para ella. La chica se tenía que ir. Ella parecía estar lista para correr. Esto no era lo que había estado esperando. ¿Realmente había pensado que su querido papá estaría aquí esperando por ella? Esa historia sonaba como una gran mierda. —Tengo una casa llena de invitados esta noche y mi cama ya está llena — informé y luego volví a mirar a mi hermana—. Creo que es mejor si la dejamos ir a buscar un hotel hasta que pueda ponerme en contacto con su papi. Brittany tomó la maleta que Quinn tenía en la mano. —Ella tiene razón. Debo irme. Esto fue una mala idea —dijo con un nudo en la voz. Quinn no dejó ir la maleta fácilmente. Ella tiró con fuerza para sacarla de su alcance. Podía ver las lágrimas no derramadas en sus ojos y tiró de mi conciencia. ¿Había algo que me perdía aquí? ¿De verdad ella esperaba que le abriéramos nuestros brazos? Brittany corrió hacia la salida. Vi la mirada alegre en el rostro de Nan mientras Brittany pasaba a su lado. —¿Te vas tan rápido? —preguntó Nan. Brittany no respondió. —Eres una mierda sin corazón. ¿Lo sabías? —gruñó Quinn a mi lado.  No estaba de humor para tratar con ella. Nan se pavoneaba hacia nosotras con una sonrisa triunfante. Había disfrutado de eso. Entendí por qué. Brittany era más que un recordatorio de todo lo que Nan había perdido en su crecimiento. —Se ve exactamente como la recuerdo. Pálida y plana —ronroneó Nan hundiéndose a mi lado en el sofá. Quinn resopló. —Son tan ciegas al igual que malos. Ustedes pueden odiarla, pero ella es la boca del agua. —No empieces —le advertí a Quinn. Nan podría parecer feliz, pero sabía que si ella moraba mucho en eso, se podía romper. —Si no vas a ir tras ella, yo sí. Y voy a poner su culo sexi en mi casa. No es lo que ustedes dos asumen que es. Hablé con ella. No tiene ni idea. Ese padre imbécil suyo le dijo que viniera aquí. Nadie es tan buen mentiroso —dijo Quinn mientras miraba a Nan. —Papá nunca le habría dicho que viniera a la casa de Santana. Vino aquí porque es una cazadora. Olió dinero. ¿Has visto lo que llevaba puesto? —Nan arrugó la nariz con disgusto. Quinn rió entre dientes. —Claro que vi lo que llevaba puesto. ¿Por qué crees que quiero tanto llevarla de vuelta a mi casa? Es ahumadamente caliente, Nan. Me importa un carajo lo que digas. La chica es inocente, perdida y malditamente caliente. Quinn dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. Iba detrás de ella. No podía dejar que lo haga. Ella se dejó engañar fácilmente. Estuve de acuerdo en que la chica era agradable a la vista, pero ella pensaba con su coño. —Detente. Voy a ir a por ella —dije de pie. —¿Qué? —preguntó Nan con voz horrorizada. Quinn dio un paso atrás y me dejó pasar. No me giré y desconocí a mi hermana. Quinn tenía razón. Que tenía que ir a ver si se trataba de un acto o si realmente había sido informada por su imbécil padre para venir aquí. Por no decir... quería mirarla sin audiencia.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:04 am

SANTANA #2


Brittany???  —llamé, cuando salí del bar para verla apoyada contra el edificio. Tenía los brazos cruzados defensivamente sobre su pecho. No estaba segura de lo que había pasado allí, pero si el redneck2 aspirante a vaquero se había salido de la línea, iba a rasgar sus brazos. —¿Sí? —respondió. Hubo un momento de duda en su voz. ¿Estaba molesta conmigo? —No te podía encontrar. ¿Por qué estás aquí afuera? No es seguro. —Estoy bien. Vuelve adentro y continúa con tu sesión de besos en nuestra mesa. —Estaba enojada. Eso estaba claro. Pero ¿estaba celosa? —¿Por qué estás aquí afuera? —pregunté lentamente, dando otro paso hacia ella. —Porque quiero —replicó, disparando una furiosa mirada en mi dirección. —La fiesta es adentro. ¿No era eso lo que querías? ¿Ir a un bar con hombres y bebidas? Te lo estás perdiendo aquí afuera. —Traté de aligerar el ambiente. La expresión de su rostro dijo que no funcionaba. —Aléjate, Santana —espetó. Bueno mierda, se enojó conmigo. ¿Por esa chica? Di otro paso hacia ella. No podía ver lo suficiente claro en la oscuridad. — No. Quiero saber qué pasó.
2 Palabra despectiva usada para los estadounidenses que viven en el sureste del país. Como son pobres acostumbraban ser campesinos, todo el día recogiendo cosas, lo que les dejaba el cuello rojo (red-neck).
 —¿B Brittany puso ambas manos sobre mi pecho y me empujó. —¿Quieres saber qué pasó? TÚ pasaste, Santana. Eso es lo que pasó. —Rayaba en un grito y luego se giró y empezó a caminar. Extendí la mano y la agarré antes de que pudiera ir demasiado lejos. No la dejaría sola esta vez. Si estaba enojada conmigo, quería saber por qué. —¿Qué significa eso, Brittany? —pregunté, tirando de su espalda contra mi pecho. Se retorció en mis brazos haciendo pequeños gruñidos frustrados. —Déjame. Ir —exigió. Ni lo sueñes. —No hasta que me digas cuál es tu problema —contesté. Comenzó a retorcerse y a luchar contra mí más duro, pero la sostuve con bastante facilidad. No quería hacerle daño, pero necesitaba entender lo que estaba mal. O yo la había enojado o lo hizo ese tipo. —No me gusta verte tocar a otras mujeres. Odio cuando otros hombres agarran mi culo. Quiero que seas tú quien me toca allí. Quien desea tocarme ahí. Pero no lo haces y tengo que lidiar con eso. Ahora, ¡déjame ir! No esperaba eso. Ella tomó ventaja del hecho de que acababa de sorprender el infierno en mí y se soltó de mi abrazo y luego se echó a correr. No estaba segura de a dónde creía que iba sola en la oscuridad. Quería que la tocara... allí. Mierda. Estaba hundida. No podía luchar contra esto. Lo necesitaba. Si quería salvarnos a ambas del dolor, me daría la vuelta y volvería a entrar. Pero, maldita sea, no podía encontrar la fuerza para luchar contra esta necesidad. Yo la quería. La quería tan jodidamente mal que estaba dispuesta a hacer este trabajo. Negarme yo misma era una cosa, pero negar a Brittany era un tema totalmente distinto. No pensé en ello. No pude. Sólo actué por instinto. Fui tras ella. Una vez que estaba lo suficientemente cerca del Range Rover, hice clic en el botón de desbloqueo. La tocaría esta noche. Ahora mismo. Justo jodidamente ahora. Y era la cosa más estúpida que podía hacer. Para las dos, pero me importaba una mierda. Tomaría lo que quería. Lo que ella quería. —Entra o te meto yo —exigí. Sus ojos se agrandaron en shock y trepó rápidamente al asiento trasero. Su pequeño y dulce culo se hallaba atrapado en el aire y mi pene se endureció al instante. Dios, ¿por qué la quiero tanto? No debería hacer esto. Brittany era la única persona que no podía tener. Era mi enemiga. Era enemiga de Nan. Pero... la había estado observando. No era como yo suponía. Estaba tan dentro de mi piel que no podía ver bien. Subí tras ella. —¿Qué estás haciendo? —preguntó. No le respondí. La presioné contra el asiento y tomé otra probada. La inocencia vertiendo fuera de ella era embriagadora. Era pura. No sólo con su cuerpo sino con sus pensamientos. No era rencorosa. No buscaba venganza. Confiaba en mí. Yo era la más grande imbécil del mundo. Agarré sus caderas y la moví para que pudiera poner mis caderas entre sus piernas. Necesitaba la conexión. La calidez. Brittany no luchó contra mí, sino que hizo exactamente lo que le pedí. Quería reclamarla. Completamente. Pero estaba equivocada. Demasiado se interponía entre nosotras. Cosas que ella nunca perdonaría. Cosas que nunca entendería. Frenética, alcancé el dobladillo de su camisa. —Quítatela —dije cuando la levanté por encima de su cabeza y luego la arrojé en el asiento delantero. La suave y perfecta piel de sus pechos se asomaba fuera de la parte superior del sujetador de encaje que llevaba. Tenía que verlo todo. Quería saborear todo—. Quiero que te quites todo, dulce Brittany. —Alcancé el broche del sujetador y rápidamente lo desabroché, entonces deslicé el sujetador por sus brazos. Era hermosa. Sabía que lo seria. Pero viendo los pezones rosados duros contra su piel cremosa me di cuenta que no sería capaz de regresar. —Esto es por lo que traté de mantenerme alejada. Esto, Brittany. No voy a ser capaz de detenerlo. No ahora.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jul 21, 2016 11:04 am

SANTANA # 3


Es por esta habitación mamá tuvo que comprar esta casa. Incluso diez años más tarde supe que esta habitación era especial —le dije a Brittany mientras envolví mis brazos a su alrededor. No era mi intención decirle algo tan personal. Especialmente sobre mi mamá. Tenía que tener cuidado. —Es increíble —dijo en un susurro. Me encantaba el sonido de su voz. Estaba tan mesmerizada con la vista como yo siempre lo había estado. Nunca lo había compartido con los demás porque sabía que no lo sentirían. Pero Brittany lo haría. Llamé a mi papá ese día y le dije que había encontrado una casa en la que quería vivir. Él le traspasó a mi madre el dinero y ella la compró. Amaba la ubicación, por lo que en esta casa pasamos nuestros veranos. Ella tiene una casa propia en Atlanta, pero prefiere aquí. El deseo de que ella supiera más sobre mí era tan fuerte como era peligroso. Tenerla aquí estaba mal. No podía mantenerla distanciada por más tiempo. Ya lo había intentado. No funcionó. —Yo nunca querría irme —respondió. No podía dejarla seguir hablando de esta manera. Cuanto más la dejaba acercarse, más fondo mi tumba era cavada. Esto sólo debería ser físico. Incluso si me volvía loca con tan solo una sonrisa suya hasta el nivel de no poder confiar en mí misma. Llevarla a mis otros lugares y mostrarle por qué los amaba era tan tentador. Incliné mi cabeza y besé la suave piel de su oreja. —Ah, pero no has visto mi cabaña en Vale o mi piso en Manhattan —dije en voz baja haciéndola temblar.  Eso era lo que esto tenía que ser. Un deseo que ambas sentíamos. Le di la vuelta hasta que quedó frente a mi cama. —Y esta es mi cama —le dije mientras la conduje hacia ella, guidándola por sus caderas. Su cuerpo se tensó bajo el mío. No me gustó eso. No quería que tuviera miedo de mí. Anhelaba esa sonrisa suya llena de confianza. Esta noche tenía que ser porque las dos lo queríamos. —Brittany, incluso si lo único que hacemos es besarnos o simplemente yacer allí y hablar, estoy bien con eso. Sólo te quería aquí. Cerca de mí. —Y volviéndome loca. Brittany se dio la vuelta y me miró. —No pretendes eso. Te he visto en acción, Santana Lopez. No llevas a chicas a tu habitación y esperas hablar. —la despreocupación en su voz no se reflejaba en su mirada. Sabía que le molestaba. —No traigo chicas aquí en absoluto, Brittany. La pequeña mueca se confusión tirando de sus labios era malditamente tentadora. Quería eliminarla besándola. —La primera noche que llegué aquí dijiste que tu cama estaba llena —dijo lentamente, como si no estuviera segura de querer mencionar esa noche. Había sido duro con ella esa noche. Si tan sólo ella entendiera por qué. —Sí, porque yo estaba durmiendo en mí cama. No traigo chicas a mi habitación. No quiero sexo sin sentido contaminando este espacio. Me encanta estar aquí. —La mañana siguiente, una chica todavía estaba aquí. Tú la habías dejado en la cama y ella vino buscándote en su ropa interior. No se le olvidaba nada. No pude evitar sonreír. —La primera habitación a la derecha era la habitación de Quinn hasta que nuestros padres se divorciaron. La uso como mi habitación de soltera por ahora. Es donde tomo a las chicas. Aquí no. Nunca aquí. Eres la primera. Bueno, dejo a Henrietta subir aquí una vez a la semana para limpiar, pero te prometo que no hay nada de metida de manos entre nosotras. La tensión desapareció de su cuerpo mientras trazaba pequeños círculos en su espalda con mi mano. Amaba su sedosa piel. No había nada que no haría para que me dejara averiguar qué otros lugares eran tan suaves. —Bésame, por favor —dijo Brittany en una suave suplica, para después presionar sus labios contra los míos. Esa era la indicación que necesitaba. Empujándola hasta que cayó sobre mi cama, cubrí su cuerpo con el mío. Su boca era tan dulce y cálida. No me cansaba de ese sabor que era Brittany. Deslicé mis manos por su cuerpo hasta que llegué a sus rodillas y luego las empujé para poder  colocarme entre ellas. Aquí era donde tenía que estar. Metida apretadamente contra su calor. Las manos de Brittany frenéticamente tiraron de mi camisa. Sabía lo que quería y estaba más que feliz para complacerla. Sentándome sobre mis talones, tiré de mi camisa y la arrojé a un lado. Sus manos estuvieron en menos de un segundo en mí. En mis brazos, deslizándose por mi pecho y luego frotando sus dedos sobre mis pectorales. No podía respirar lo suficiente como para calmarme. La quería desnuda y quería estar dentro de ella. Ahora. Mis manos temblaban de necesidad mientras desabrochaba su camisa. Iba a rasgarla. Brittany comenzó a ayudarme. Si no estuviera tan condenadamente dura estaría avergonzada de que ella sintiera mi urgencia. Una vez que logramos desabrocharla, la eché hacia atrás y bajé su sujetador hasta que el más bonito par de tetas que había visto saltaron libres. Sus pezones me recordaron a pequeños dulces rojos. Quería probar cada uno de ellos y pasar el tiempo disfrutando de ellos en mi boca. Pero no sería capaz de calmarme lo suficiente como para ir a un ritmo más lento. Tiré con fuerza de un pezón queriendo memorizar su dulce sabor cuando ella empujó contra mí y gritó. Dejé escapar a su pezón de mi boca y me deslicé por su cuerpo hasta llegar a su falda. No estaba segura si ella me detendría. Si lo hacía iba a necesitar una ducha helada y dudaba que incluso eso ayudara. Manteniendo mis ojos en ella, bajé su falda y sus bragas. Observando por algún ti de miedo o incertidumbre. Detenerme sería casi imposible pero encontraría una manera. Levantó sus caderas para permitirme retirar su falda con facilidad. Eso fue prometedor. Me senté de nuevo y le señalé que se sentara. Quería su camisa y su sujetador completamente fuera de su cuerpo. Ella no dudó. Vino hacia mí con facilidad. Quité la camisa y sujetador y los tiré lejos. Tragando saliva me sentí como una adolescente a punto de tener sexo por primera vez. —Desnuda en mi cama es incluso más increíblemente hermoso de lo que pensé que sería… y créeme que he pensado en ello. Mucho. Regresé de nuevo sobre ella y presioné mi palpitante polla contra su calor. Diablos, eso se sentía bien. —¡Sí! ¡Por favor! —exclamó, rasguñándome. Tan increíblemente caliente. Respiré hondo y traté de recordar que tenía que ir más despacio.  Si iba a enterrarme dentro de ella esta noche, ella tenía que estar lista. No había nada que yo pudiera hacer para que no sintiera dolor, pero primero la haría sentirse jodidamente bien. Me moví por su cuerpo, besando el interior de sus muslos desnudos para luego levantar mis ojos y observar su mirada sorprendida mientras deslicé mi lengua sobre su clítoris hinchado. —Santana —respiró mientras sus manos se aferraron desesperadamente a las sábanas. Mi corazón golpeó con fuerza contra mi pecho al oírla decir mi nombre en un gemido de placer. —Dios, eres dulce —le dije antes de volver a probarla. No le estaba mintiendo. Realmente era lo mejor que había probado en mi vida. La inocencia era nuevo para mí. Era jodidamente embriagador. —Por favor, Santana —gimió. Eso iba a ser guardado en mi memoria para otro día. —Por favor, ¿qué? Bebé, dime qué es lo que deseas. Ella negó con la cabeza y la súplica silenciosa en sus ojos casi me hizo complacerla, pero quería oírla decirlo. —Quiero oírte decirlo, Brittany —le dije queriendo probarla de nuevo. —Por favor, lámeme otra vez. —suplicó. Fue un milagro que no me corriera en mis pantalones. —¡Maldita sea! —gemí antes de deslizar mi lengua dentro de ese pequeño coño el cual me tenía fascinada. Quería que se viniera. Quería oírla. Chupé suavemente sobre su clítoris y ella se tensó para luego empujar sus caderas contra mi boca antes de gritar mi nombre una y otra vez. Mi paciencia había terminado. Tiré de mis pantalones y deslicé el condón antes de que ella pudiera regresar completamente. Cuando abrió sus ojos yo ya estaba nuevamente sobre ella. —Necesito estar dentro de ti —le susurré al oído mientras abrí sus piernas y presioné contra su entrada. —Dios mío, estás tan mojada. Va a ser difícil entrar. Voy a tratar de ir despacio. Te lo prometo —tuve que usar cada gramo de fuerza de voluntad para no empujar dentro de ella en un solo golpe. Sus piernas abrieron aún más y levantó las caderas para deslizarme más adentro. —No te muevas. Por favor, cariño, no te muevas —le rogué mientras presioné más adentro hasta que sentí la barrera detenerme—. Eso es todo. Voy a hacerlo rápido pero luego voy a detenerme para que te acostumbres a mí.  Sentí a mi cuerpo entero temblar mientras me preparé para hacerle daño voluntariamente e ir al cielo al mismo tiempo. Cerrando mis ojos empujé duro y Brittany gritó aferrándose a mí. Me quedé quieta. Quería empujar dentro de ella como una poseída pero ella tenía dolor y eso me importaba. A la mierda, en verdad ella me importaba. —Está bien. Estoy bien —me aseguró. Me obligué a abrir los ojos y la miré. —¿Estás segura? Porque, cariño, quiero moverme cómo no tienes idea. Ella asintió con la cabeza y no le pregunté de nuevo. Necesitaba moverme. Me retiré y luego entré nuevamente, esperando que Brittany me pidiera que me detuviera. —¿Te duele? —le pregunté quedándome quieta. —No. Me gusta —dijo moviéndose debajo de mí. En el siguiente empuje ella gimió y abrió más las piernas. —¿Te gusta? —le pregunté incapaz de apartar mis ojos de ella. Era hermosa. Pero también iba a arruinarme. Completamente. —Sí. Se siente tan bien. Me dejé lleva. Acercándome al cielo. Se sentía tan bien. Tan apretado. Tan caliente. No podía obtener lo suficiente. —Sí. Dios, eres increíble. Tan apretada. Eres tan jodidamente apretada, Brittany —dejé escapar mis pensamientos mientras me acercaba a mi liberación. Levantó sus rodillas y las presionó contra mis caderas para hacer la penetración más profunda. —¿Estás cerca, nena? —Por favor, que esté cerca. —Eso creo —dijo en voz baja y supe que yo estaba ya más cerca. Deslicé mi mano y froté mi pulgar contra su clítoris. Ella tenía que venirse. —¡Ah! Sí, ahí —gritó mientras se aferraba a mis brazos. Mi visión se borró y mi cuerpo explotó. Un rugido surgió de mi pecho y me di cuenta en ese momento que quería hacer esto otra vez. Y otra vez.
CONTINUARA ---------
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por JVM Jue Jul 21, 2016 2:57 pm

Pues tuvieron su especie de despedida, aunque lo dudo. Creó que algo las unirá aunque quieran hacer sus vidas alejadas.....
Sigo pensando en si la vez que no se cuidaron, les dará una sorpresa jajajaja
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por 3:) Jue Jul 21, 2016 6:18 pm

San tiene en si parte de culpa por la omicion y lo que hizo con el imbécil del padre de britt aunque la mayor culpa la tienen las madres de cada u a y mas el imbécil... Y las que quedaron en medio fueron nan y mas britt que quedó en medio del limbo y sola...
Mmm me quedó desde que lo leí... No se cuidaron y futuro bebe a bordo???
A ver que pasa con britt??? Y con toda la mierda que le tiraron...
3:)
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por micky morales Jue Jul 21, 2016 7:25 pm

Bueno, pienso que si quieres pdes continuar la segunda parte aqui, por mi no hay problema, en cuanto a la historia, no es culpa de ninguna, segun mi opinion, las circunstancias o el destino, no se, solo espero que esas mismas cosas las unan de nuevo. Hasta pronto!!!!
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