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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Jue Oct 21, 2010 10:25 pm

hola a todos hoy quisiera presentar un fic muy especial a todos los fanáticos St. Berry, no lo escribí yo,lo encontré en un blog en la web así que al final del relato dejaré la fuente por que sino sería plagio...espero les guste tanto como me agrado a mi
aqui va:
You don't know how lovely you are


Guardas todo en una caja: las entradas al concierto de The Wiggles, la foto de él que tenías en tu locker, la cadena con la clave de sol, las partituras de Total Eclipse of the heart, la copia de Run Joey Run... Y te preguntas si deberías devolvérselo (también te planteas si eres lo suficientemente fuerte como para verlo otra vez sin sentir tu corazón rompiéndose un poco más).

Nunca has tenido un novio antes, no uno real (con el tiempo te has dado cuenta de lo que tuviste con Finn en ese entretiempo no era un noviazgo, principalmente, porque ambas partes sí deben desear estar con el otro, y no se olvidan de cada cita que han planeado), así que no sabes exactamente sobre cómo proceder sobre esto. Las miles de novelas y películas románticas que has visto indican que deberías devolverle sus cosas, y él a ti las tuyas, pero eso suena tan a cliché que te duele un poco el estómago. En realidad, lo que te duele es pensar que hay un fin. Que probablemente la última vez que lo viste (verás) fue en las Regionales, cuando saliste del lugar con la cabeza gacha y uno de los brazos de Matt rodeándote los hombros.

En el fondo, mientras guardas la caja en el armario de la ropa vieja, intentas creer en lo que te dijo Mr.Schuester, que Jesse sí se preocupó por ti, que fueron reales.

---0---

Pasas un verano maravilloso antes del inicio de tu penúltimo año. Sucede entre barbacoas los fines de semana en casa de los Kurt (y milanesas de soja cocidas en el microondas para ti), pijamadas en lo de Mercedes (aún no lo han dicho, pero es como si el muro estuviera casi roto, como si prefirieran poner las cosas a un lado, y no hablar de ellas. No puedes decir del todo que son amigas, pero ya no son dos personas compitiendo por dejar a la otra entre los bastidores, ya no) y paseos al parque con Finn (siempre toma tu mano con cuidado, como si fuera a romperse, y tu mundo da un giro de 270º cuando te da ese colgante con su nombre, él, de entre todas las personas).

Sólo ves a Jesse una vez y es en la librería, donde todo inició. El lugar no está muy lleno pero, aunque lo estuviera, sería igual de fácil, igual de rápido, encontrarlo entre la multitud.

Cuando te das cuenta de que hace un intento de acercarse, finges que tu celular vibra y, con una excusa que ni tú misma crees, dices alegremente:-“Hey Tina, ¿Cómo estás?”- mientras caminas hacia la salida. Tratas de no ver hacia atrás, no esta vez, ni nunca más. Tratas pero fallas. Esos ojos azules te casarán durante un largo tiempo, eres plenamente conciente de ello.

---0---

Son las vacaciones de Navidad y le das tu virginidad a Finn, se siente increíble (e incómodo) al principio. Pero luego, por un pequeño instante, cuando estás recostada entre sus brazos viéndolo dormir, te preguntas sobre cómo podría haber sido dársela a otro. A una persona con cabello marrón y ondulado, ojos tan azules y profundos como el océano.

Siempre te lo preguntarás, el qué habría pasado si él se hubiera quedado, si hubiera peleado un poco más. Cada vez que terminas pensando en eso (que es gran parte del tiempo, porque casi no hay ningún aspecto de tu vida, ningún lugar especial, que no hayas compartido a su lado), te dices que estás con Finn ahora, y que nada de todo aquello importa ya (nada sobre sentir una parte de ti vacía) . Te recuerdas a ti misma que él está en Los Ángeles con alguna chica bonita y talentosa, feliz, y que tú también deberías superarlo. Pero, volviendo a tus palabras en el escenario de Vocal Adrenaline, nunca puedes terminar de sanar de un corazón roto, no es así de fácil (ni es así de justo, tampoco). Aunque te pese, no puedes escuchar Hello sin que tu cuerpo tiemble un poco (quieres creer con toda tu alma que eso pasará con el tiempo, pero, muy dentro tuyo, sospechas que no lo hará, no del todo).


---0---


Así llega y pasa un verano, sigues esperándolo, pese a que no lo sepas. Ya no sales con Finn y, aunque de vez en cuando accedes a pequeñas citas con Puck, estas no significan nada, no comparado con lo que tratas de olvidar. Por otra parte, él se ha cansado de armar las maletas para ir a buscarte, de proponerse ir a luchar por alguien que piensa nunca lo perdonará. Con el tiempo te darás cuenta de ello: Jesse es un niño pequeño asustado también. Todos lo son, incluida tú, el hecho es que, contra la creencia popular, has optado por lidiar con ello y hacer lo mejor que puedas en el camino.

---0---

Estás en último año y se siente bien, te sientes libre y aterrada al mismo tiempo pero, pese a todo aquello (debido a todo aquello) aprendes que estás empezando a realizarte como persona. Ese año no ganan las Nacionales pero, al contrario de lo que todos creerían, sientes que está bien, te has divertido, has dejado tu alma en ese escenario, has formado parte de algo especial, de un equipo, de una familia. Y, pese a que intentes no hacerlo, derramas una lágrima cuando vez esa primera foto del club, la que está escrita por todos lados, con afros y führers. Eres un ama del drama después de todo ¿verdad?

Que él no esté allí viéndote sostener el trofeo de segundo lugar, o en tu graduación mientras das el discurso a tu generación, duele un poco menos, un poco menos de lo que te imaginaste. Mientras les sonríes a Quinn y a Mercedes, que se sientan a tu lado en el sector de los graduados, piensas que, finalmente, estás empezando a superarlo. Y quizá sí, quizá los corazones rotos sí sanan, tal vez aprendes a convivir con ello, y a avanzar.

Eres una pequeña mujer asustada, pero también lo es la mayoría de las personas que están sentadas a tu lado, birretes en mano, esperando a que el último graduado baje del escenario para tirarlos al aire y gritarle al cielo que ya son mayores. Tú quieres gritarle al cielo otra cosa también, al tiempo que te abrazas con Artie y ves la mueca de enfado que pone Kurt cuando Quinn le revuelve el cabello. Quieres decirle que formas parte de algo especial ahora, y eso te hace especial (ya no brillas sola, hay otros contigo, y el efecto es enceguecedor). Estás tan ocupada en unirte a la tarea de despeinar a Kurt que no te das cuenta de una silueta familiar que se confunde con la multitud, tiene ojos tan azules y profundos como el océano, y están viéndote a ti. Siempre a ti, aunque no se lo propongan (después de todo, alguien tenía que acompañar a Miss. Corcoran ¿no?).

---0---



Son dos años en el camino, dos largos años de “qué hubiera sido si…” y “el pasado es pasado”. Estás a la mitad de tu tercer año en Tish cuando se encuentran, cuando Jesse aparece otra vez en tu mundo llevándoselo todo por delante y sin tocar a la puerta. Y es estúpido, no sólo él, sino también el encuentro. Parece sacado de esas películas de trama gastada e, incluso, dudas sino fue meticulosamente tramado para volverte loca.

Estás parada a orillas del lago de Central Park, dándole de comer a los cisnes mientras sonríes ante la forma en que estos aletean, te miran con recelo, y comen cuando piensan que no les ves. (Siempre has querido hacerlo, ergo, si debes de admitirlo, el sentirse como Blair Waldorf por unos momentos no es tan increíble como pensaste. Pero hey, el corazón quiere lo que el corazón quiere, y eras muy ingenua e infantil cuando decidiste que esa sería una de las cosas que harías antes de morir).

Así que allí estás, tirando las últimas migajas que te quedan, cuando decides volver hacia la banca donde has dejado tu bolso y, al voltear, le encuentras sentado en ella mirándote, siempre mirándote.



Viste una chaqueta negra de cuero, con una remera azul rey debajo (y, aunque intentes no recordarlo, sabes que esa es la que le regalaste en su aniversario de un mes). Sonrisa de lado, el mismo cabello ondulado, pero hay algo diferente en él. Sus ojos siguen tan azules y profundos como el océano, sin embargo, sospechas que hay algo más, mucho más.

Te quedas parada mirándole, tus mejillas sonrojándose y tu cuerpo temblando un poco (te dices que es por el frío, que le has superado, que finalmente has avanzado). Y él no te deja de sonreír, como si el pasado nunca hubiera existido, como si no hubiera roto tu corazón y luego molido los pedazos restantes con un mortero. Ese corazón que, cuando ya ha comenzado a sanar, temes que sea destruido otra vez.

Finalmente, te armas de valor (después de todo, ahora eres una mujer, y un viejo recuerdo no va a atormentarte, ni ahora ni nunca) y cruzas los brazos, como lo hiciste aquella tarde en el estudio de ballet- ¿Qué haces aquí?-

Jesse sólo sonríe mientras se pone de pie y se acerca a ti, manos en los bolsillos de los vaqueros y sonrisa gamberra, ojos con algo en ellos que no sabes definir (que no quieres definir, en realidad, porque te recuerdan a un tiempo pasado ya hace muchos años, cuando creíste que te amaba). Solo un par de pasos los separan y él, mirándote a los ojos como si quisiera decirte miles de cosas con ellos (cosas que sabes que sería imposible poner en palabras), extiende una de sus manos y te dice:-Hola, soy Jesse-

Y, en el fondo, mientras le miras entre sorprendida y abochornada, te preguntas cómo sería besarle, dejar todo a un lado y empezar desde cero.

---0---

Es tu cuarto año en Tish (y, como han recalcado tus padres durante todo el verano mientras te dirigían miradas de orgullo, el último) y has desarrollado una especie de amistad un tanto extraña con Jesse. Todos los días, cuando tus clases terminan, vas a aquel café enfrente de tu edificio, ese al lado del teatro en el que él ensaya para la nueva producción de Wicked que abrirá en las vacaciones de verano.

Casi siempre el muchacho ya está sentado en la mesa, los pedidos ordenados, un delicioso capuchino esperándote y cinco galletas de avena en el plato. Y siempre, siempre que él te sonríe, así, de la forma en que lo hacía cuando te decía que te amaba, sientes que tu corazón se desboca cada día un poco más.

---0---

Es el verano después de tu graduación y, por increíble que parezca, has conseguido el trabajo de suplente para un pequeño papel en Wicked. Jesse jura que él no ha tenido nada que ver y, en el fondo, decides creerle. Sin darte cuenta, comienzas a permitirle que envuelva tu cintura o tus hombros con sus brazos, que se acueste contigo en la cama de dos plazas de tu habitación mientras miran la película que toca cada viernes. Y, en el fondo lo agradeces, el tener de nuevo a alguien que sepa debatir contigo la profundidad que Barbra Streisand le da a cada personaje que interpreta. Agradeces tener alguien a tu lado antes de quedarte dormida. Agradeces ya no sentirte sola, vacía.

Comienzas a bajar tu muro protector, dejándolo entrar, romperte cuando le plazca. En el fondo, tienes la certeza de que esta vez no lo hará.

Tú no lo sabes y, probablemente nunca lo sabrás, pero él agradece otra oportunidad contigo, una para hacer lo correcto esta vez .Una para no dejarlos rotos a ambos, y la sensación de que no hay aire no vuelva a aparecer.

---0---

Es primavera y la producción ha recibido buenas críticas, Jesse está comenzando a construirse un nombre y tú, aunque sigas siendo la suplente de un personaje secundario, sabes que, aún así, has dado un gran paso. Después de todo, no se contrata a recién graduadas para esta clase de producciones, no para obras de este alcance. Así que estás si bien no del todo feliz con la idea, sí satisfecha con lo que la vida te ha dado.
Una noche, cuando él tiene el día libre (era el cumpleaños de su suplente y, contra la creencia popular, Jesse sí tiene corazón) te lleva a un restaurante de Nueva York en el que nunca has estado. Es grande pero acogedor y, pese a que estás nerviosa, te sientes un poco más segura allí.

Te sientes segura allí hasta que él te toma de las manos, te mira de esa manera (de la manera en que te veía segundos antes de decirte que te amaba) y dice con voz suave:-Rachel, te amo.-

Es uno de los peores bochornos que has pasado, principalmente, porque la mayoría del restaurante se ha quedado mirándote con asombro cuando te has levantado y corrido hacia la salida del local (luciendo lágrimas en tus ojos y la verdad golpeándote en la cara: le amas también, nunca has dejado de hacerlo).

---0---

No le hablas durante más o menos dos semanas, evitas cada lugar que sabes que frecuenta e, incluso, pasas una semana con Finn y Quinn, viendo a la pequeña Melody sonreír ante sus regalos de cumpleaños. La niña ya tiene dos años y, aunque lo intentas, no puedes evitar pensar que eso es lo que le tomó a Jesse entrar de nuevo en tu vida y ponerlo todo de cabeza.

Mientras ves a Quinn y Finn jugando con la bebé en el parque, te das cuenta de que tendrás que enfrentarlo. Sigues siendo la misma niña asustada en el fondo pero, como has aprendido a lo largo del camino, no se puede vivir escapando de las cosas, mucho menos de las personas. No, al menos, de esas que te dicen que te aman y sabes, con toda seguridad, que les amas también.

Le mandas un mensaje a su correo de voz pidiéndole que se encuentre contigo en la cafetería. Cuando llegas, un poco despeinada por la brisa primaveral, él ya está allí, los pedidos ordenados, un delicioso capuchino esperándote y cinco galletas de avena en el plato. Y es casi normal, casi, porque no sientes tu corazón desbocándose, sino calmado, como si la medicina perfecta estuviera allí, enfrente tuyo.

Él te sonríe de la misma forma en que lo hizo aquella tarde en el parque y, esta vez, cuando le miras, ya no te preguntas cómo sería besarle, dejar todo a un lado y empezar desde cero.

No lo haces porque sabes que están a punto de descubrirlo, juntos. Tal como debió de ser desde un principio.

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Mensaje por vesh Vie Oct 22, 2010 1:48 am

Dejame decirte que me encanto ❤ casi me hace llorar, creo que describe perfectamente el sentimiento ST. BERRY y es como yo me los imagino :D esta autora se paso, gracias por postearlo
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Mensaje por naxzii groffchell Vie Oct 22, 2010 7:59 am

si antes estaba enamorada de st.berry ahora lo estoy al doble
ayyyyi me encanto
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 30, 2010 10:54 pm

Awww, lo amé!!!!!!
Es precioso *-*
Jesse ♥️
Gracias por traer el fic ;)
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Mensaje por PitaJonaticaGleek Sáb Oct 30, 2010 11:17 pm

OMJ qe hermoso me emociono mucho!
excepto por lo de finn y quinn grrr ¬¬ xD

qe amor me encanto me encanto me encanto!!!

aaaaaaah!!!!
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Dom Oct 31, 2010 4:19 pm

Hola a la gran familia St. Berry como ultimamente tengo bastante tiempo disponible de vez en cuando les dejaré algún fic St Berry que encuentre por ahí, para que se deleiten jaoajao
cariños a todas...


Cómo se habría comportado Rachel en 'Audition' si su novio hubiese sido Jesse en vez de Finn.

—¿Rap?

La expresión de Jesse inquiere mucho más que la pregunta en sí. A Rachel secretamente le gusta que el chico siempre critique esa clase de música y que luego sea uno de los más entusiasmados al cantar y bailar.

—Esto no va a funcionar —pronostica él, momentos antes del número, mientras caminan por el pasillo, tomados de las manos como de costumbre—. A nadie le interesa esto. Si queremos ganarnos su atención vamos a tener que ser más ruidosos y llamativos.

Rachel hace un intento por levantar una ceja y sonríe brevemente.

—¿Está sugiriendo Pelografía, Señor St. James?

El muchacho hace una mueca de disgusto.

—Jamás —proclama, orgullosamente—. Lo que sugiero es rock y una cortina que esconda las ‘proezas’ danzantes de tu ex novio. No queremos que todo el colegio piense que les puede contagiar la descoordinación.


Cuando ‘Empire State Of Mind’ llega a su fin, Jesse sonríe casi como si hubiese ganado su primer Tony.

—Yo lo advertí —anuncia con altanería y Kurt pone los ojos en blanco—. Ahora lo vamos a hacer a mi manera.

«Tonight, I'm gonna have myself a real good time
I feel alive and the world is turning inside out, yeah
I'm floating around in ecstasy…»

En el momento en que ‘Don’t Stop Me Now’ empieza a dominar todos los rincones del patio y Mike Chang salta a una de las mesas para balancearse al compás de la seguridad musical de Jesse, de a poco, cada vez menos gente es capaz de continuar ignorándolos.

«I'm a rocket ship on my way to Mars
On a collision course
I am a satellite, I'm out of control
I am a sex machine ready to reload…»

La muchacha de los anteojos hiperbólicos y la sonrisa permanente está cantando otra vez… y mirando a Jesse de una manera que hace que Rachel desee tener la uñas largas de Fanny Brice para arañarle en el brazo “Aléjate. Él es MÍO”.

«I'm burning through the skies, yeah!
Two hundred degrees
That's why they call me Mister Fahrenheit…»

Puck se une a la mitad de la canción, con una amenaza telepática de Jesse de por medio para que lo hiciese. Sí, sí, a Jesse no le gusta compartir la spotlight, pero sabe que a las chicas que los están observando no les importa la voz de barítono medio constipado de Puck porque están demasiado ocupadas mirándole los brazos. Ok, tal vez sí hay poco de Brazografía en el asunto…

«Don't stop me now
(Yes, I'm having a good time)
I don't wanna stop at all»

Rachel no escuchaba un aplauso así de impactante desde ‘Bohemian Rhapsody’ o ‘Push It’ y, aunque le cueste reconocerlo hasta en sus pensamientos, los métodos de marketing musical de Jesse siempre suelen tener el efecto esperado.

Y sí, aparentemente: Rock > Rap.

Capaz Jesse le tendría que dar algunas lecciones al Sr. Schue…


—Me gustó mucho lo que hiciste con la canción.

Jesse prácticamente tendría que ponerse de rodillas para estar a la altura del gnomo que le está hablando.

—Gracias —musita, dimitidamente. Después de tantos años y tantas ovaciones estelares, ya está acostumbrado a esa clase de cumplidos. Para él es casi como escuchar “buenos días” o “me gusta tu cabello”. Es algo completamente cotidiano.

Y le encanta.

—Yo también canto un poco —reconoce la pequeña muchacha (que parece unos cinco años demasiado joven como para estar en la Secundaria).

Él le sugiere (o sea, le ordena) que vaya a la audición para el Club Glee y recibe un codazo de Rachel como recompensa.

—¿Violencia doméstica tan rápido? —se queja, casi sonriendo, pero al ver que Rachel no le devuelve el gesto, su expresión se nubla rápidamente. A veces le asusta preocuparse tanto por alguien que no sea él mismo—. ¿Qué te pasa?

—La chica esa…

Rachel no continúa la frase y no tiene por qué hacerlo, ya que Jesse ya la tiene formulada en mente: “La chica esa canta bien”. Sí, él también lo notó mientras estaban afuera.

—No te preocupes —murmura, afectuosamente, a la vez que le acomoda un mechón de cabello tras la oreja y le sonríe. Todavía no se acostumbra al flequillo, pero de a poco se está encariñando con él—. Hay millones de cantantes buenos, pero hay una sola Rachel Berry. Quédate tranquila.

Y ella, sin saber qué decir (y no preocupada al respecto porque ahora más que nunca sabe que Jesse siempre la comprende, incluso cuando ni siquiera hay un intercambio de palabra), sólo larga un suspiro y se arroja a sus brazos, a la comodidad que éstos le brindan cada vez que se siente demasiado perdida.


«Listen to the song here in my heart
A melody I start but can't complete
Listen to the sound from deep within…»

Rachel hace lo que puede por sonreír, pero hasta ella tiene limitaciones actorales de vez en cuando.

—Mi vida se ha acabado —le comunica dramáticamente cuando se quedan solos en el Auditorio. Está tan deprimida que ni siquiera se esfuerza por mantener la cabeza en alto. De todas formas, sabe que con él no tiene que fingir showfaces porque él la ve tal cual es, sin máscaras de por medio.

Jesse se mantiene en silencio durante un rato para generar suspenso. Finalmente, cuando la situación es lo suficientemente tensa, se levanta de su asiento y camina hacia el escenario.

Por un momento se imagina de regreso en Carmel High. Las luces, los trofeos, las sonrisas disimuladas de la Señorita Corcoran… Después recuerda que lo reprobaron para mantenerlo en Vocal Adrenaline, así frustrando sus sueños Californianos… Y, perdón por el Francés, pero que se jodan. A Jesse St. James nadie lo reprueba sin permiso.

Se sienta en el extremo del escenario y observa a Rachel durante unos instantes. No puede creer que alguna vez haya sido tan ingenuo como para creer que iba a poder mantenerse lejos de ella.

—¿Sabes qué pasó el catorce de Abril de 1968?

Rachel se encoge de hombros y eso la hace lucir aún más vulnerable.

—Barbra ganó el Oscar… y también lo ganó Katherine Hepburn.

Entonces Rachel sí levanta la vista y lo observa un tanto confundida. Es tan deprimente que la misma depresión la haya llevado a olvidar trivia fundamental de los Premios de la Academia.

—¿Y qué tiene que ver eso?

Jesse es entonces el que se encoge de hombros.

—No sé. Supongo que si la Oh, Gran Diosa de Dioses pudo compartir su Oscar con Katherine Hepburn, tú también puedes ceder un poco.

La chica entorna los ojos e inicia una nueva lista de investigación mental:

1. ¿Jesse acaba de compararla favorablemente con Barbra Streisand?

2. ¿Ceder? ¿Acaso no la conoce?

—Si queremos ganar, Sunshine puede llegar a ser útil. Piénsalo como si fuese una batalla. O, menos violento, un juego de mesa. Cuantos más jugadores buenos tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de triunfo —. Hay que matar o morir.

—Es tan irónico que tú quieras a otra solista en el grupo —le reprocha ella. Claro, para él es tan fácil. Sunshine no es su rival directa.

—No hay nada irónico acerca del showchoir —pronuncia él con extrema claridad y ofendido por la acusación de dadivosidad melódica. Por supuesto que le molesta compartir su marquesina, pero él sí sabe jugar en equipo… ¿Y por qué Rachel no deja de sonreír?— ¿Qué es tan gracioso?

En vez de responderle con meras palabras, la chica se pone de pie, camina lentamente hacia el escenario y él la ayuda a subir para que se siente a su lado y le permita pasarle un brazo por la cintura.

—Yo pienso lo mismo sobre el showchoir —le asegura ella, feliz de que él esté allí. Después de todo el drama de proporciones épicas que vivieron durante el verano, es bueno saber que tomó la decisión correcta al darle otra oportunidad. Ya no puede imaginar su vida sin él.

¿Quién sabe qué clase de locuras haría si él no estuviese ahí para contenerla y hacer referencias constantes a ‘Funny Girl’?

—¿Quieres que hablemos sobre esto? —Jesse siente que el tema no está terminado, pero que Rachel no va a abordarlo sin un pequeño empujón de su parte—. O podemos cantar, si lo prefieres —agrega, juguetonamente y con una sonrisa. Nunca le sobran las excusas para convertir a la vida en su escenario de Broadway.

Cuando ella titubea, él la toma de la mano, dándole las fuerzas que necesita para por fin hablar.

—Tú le caes bien a todos… Excepto a Kurt.

—Sí, lo sé. Creo que le molesta que yo tenga mejor pelo.

Rachel asiente, sin dudarlo.

—El punto es que eres dramático, egoísta y controlador como yo, pero generas empatía en la gente. Y yo no sé cómo hacer eso —. Se nota que le da vergüenza reconocer todo esto. Hasta está hablando más rápido que de costumbre, quizás para que el tormento acabe más rápido—. Leí varios libros de autoayuda para personas egocéntricas, pero no sirvieron.

Sin siquiera intentar ocultar su contagiosa risa, Jesse la besa, efusivamente.

—¡Eres insoportable! —exclama, como si se tratase de un elogio.

—Gracias. Es precisamente lo que necesitaba oír. ¿Y ahora me convertirás en un omelette o eso toca más tarde?

—Más tarde —le asegura él, encerrando la culpa con seis o siete llaves y quitándose ‘The Way We Were’ de la mente—. Pero es la verdad. Y eres más que dramática, egoísta y controladora—. Se para con una gracia que sólo debería estar reservada para las obras de arte y empieza a caminar por el escenario a la vez que enumera todos sus defectos—. También eres celosa, un poco psicótica, narcisista, tienes un terrible sentido de la moda y te gusta Rihanna, lo cual es imperdonable —. Realiza una pausa teatral y luego, sin preámbulo, se pone a cantar:

«I took the good times, I'll take the bad times
I'll take you just the way you are…»

Rachel no sabe si sonreír o simplemente llorar de alegría. Cuando Jesse se acerca para ofrecerle su mano, se decide por sonreír como una idiota. Y así, él canta a acapella, mientras ambos se deslizan por el escenario con una facilidad que indica que nacieron para cantar y bailar juntos.

«I said I love you and that's forever
And this I promise from the heart
I could not love you any better
I love you just the way you are»

Con el desenlace de la canción llega el beso que Rachel tanto necesitaba: esa clase de beso que, clichémente, la deja sin aliento ni pensamientos coherentes. Es, sin dudas, su clase de beso favorito. Es dulce y desesperado y perfecto… y musical.

Como ellos.

Nada de besos fríos y casi coreografiados como los que compartió con Finn, nada de puro calor sin sentimiento como con Puck.

Con Jesse, los besos son aún mejores que las notas finales de ‘I’m The Greatest Star’ y ‘My Man’ combinadas. Y eso es decir mucho. Muchísimo.

—Te prometo que siempre podremos ser insoportables juntos —le susurra él al oído y ella se siente derretir porque, ¡por Elphaba!, las cosas que le provoca algo tan simple como escuchar una frase cuando ésta proviene de los labios de Jesse. Hasta la palabra ‘insoportables’ suena encantadora e imprudente cuando él la dice.

Se quedan abrazados durante un rato, hasta que él se separa un poco y la mira a los ojos (el azul de los suyos, más cautivador que nunca).

—Sé que piensas que la gente sólo te tolera por tu voz… Y capaz es cierto, pero lo que es seguro es que a nadie le gustará nada más si ni siquiera tú misma puedes apreciarte.

—Eres como la página cuarenta y siete de un libro de autoayuda parlante.

—Pero más sexy —añade él, bromeando, pero ligeramente ofendido—. Pero lo digo en serio. Tienes que dejar de obsesionarte pensando que tu voz es lo único que tienes de tu parte —. Ella se sonroja un poco y él piensa que luce adorable—. Tu locura también puede ser deleitante, pero en pequeñas y controladas dosis. Cuando te pasas, terminas asustando y alejando a la gente… normal.

Incapaz de cualquier otra cosa, Rachel sonríe y reposa la cabeza sobre el pecho del chico.

—Qué suerte que estés aquí, entonces —declara ella, feliz de poder contar con él y con sus métodos poco ortodoxos para levantarle el ánimo.


Al día siguiente, Sunshine deslumbra a todos con su versión de ‘I Have Nothing’ y Rachel se aferra con fuerza a la mano de Jesse. Respirando hondo, cierra los ojos y se visualiza recibiendo el Oscar… No, mejor un Tony. Sunshine también está ahí… Las dos ganan. Okay, no es tan malo. El público aplaude, ella sonríe y se prepara para el discurso.

Es tolerable. Y si en algún momento se arrepiente, siempre puede golpear a Sunshine con la estatuilla mental.

Más tranquila, aplaude con los demás y, por primera vez desde que conoció a la muchacha nueva, le sonríe de verdad.

Si tan solo todos los libros de autoayuda fuesen tan sexys y eficientes como Jesse St. James…


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Mensaje por Invitado Lun Nov 01, 2010 2:56 pm

"Hay millones de cantantes buenos, pero hay una sola Rachel Berry"

Aww, esa frase es muy Jesse Historias Breves para los fans St Berry...  M015
La verdad que me encanto este one shot, me parece que esto podría llegar a haber pasado, respeto mucho las personalidades de Jesse & Rachel, las frases que dicen, son cosas que dirian en realidad.
Muchas gracias, aca voy a estar esperando para leer lo próximo que traigas ;)
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Mensaje por naxzii groffchell Lun Nov 01, 2010 3:05 pm

aaaa este lo abia leido en otra pagina y me encanto grasias por traerlo asta mi por que la verdad olvide donde estaba
grasias :D
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Mensaje por iRockgirl Lun Nov 01, 2010 7:10 pm

Hermosos los dos ! asjhajsha la parte de la pagina 47 de un libro de autoayuda parlante me mató ! & la del omelette igual ! ajsasghags yo quiero que Jesse me haga omelette :twisted: okno .__. uy fue demasiado lindo ! pero definitivamente el primero me encantó mucho más ! el destalle de las galltas de avena *O* & la parte donde se relaciona con Blair Waldorf... just amazing ♥️ ! & todo, como pasaba el tiempo tan rápido pero a la vez con detalles tan preciosos *-* & Finn con Quinnie ! Oo asjahgsha me mató ! me enterneció demasiado imaginar esa escena, de ellos dos con Rachel & Melody... precioso en toda forma ♥️ gracias por compartirlo ! :D
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Lun Nov 01, 2010 10:00 pm

You touched my heart you touched my soul.
You changed my life and all my goals.
And love is blind and that I knew when,
My heart was blinded by you.


Detuvo su Range Rover frente a la casa de los Berry aún inseguro sobre lo que estaba a punto de hacer. Estaba cansado de las mentiras y las agendas secretas, el ver a Rachel tan lastimada por lo de su madre le había abierto los ojos. Él no podía seguir mintiéndole a su novia, lo que era más, no podía seguir mintiéndose a si mismo. A Jesse St. James no sólo le gustaba Rachel Berry, no, Jesse estaba enamorado de Rachel y ella debía de saber, así como debía de saber la verdad sobre los verdaderos motivos por lo cuales había entrado en su vida aquella fría tarde en aquella pequeña tienda de música.

Notó con cierta molestia como sus manos temblaban ligeramente sobre el volante, Jesse no sentía nervios al presentarse frente a cientos de personas, pero sí se ponía nervioso al tener que enfrentar a su pequeña novia. Temía su reacción, que le alejara y no quisiera saber más nada de él o de Shelby. Pero lo que más le atemorizaba era verla lastimada, traicionada, Rachel se merecía algo mejor y, por segunda vez en su vida, no se sentía lo suficientemente bueno para ella. La primera vez había sido justo después del fiasco del video de ‘Run Joey Run’.

Al salir de la sala de música luego de escuchar a Rachel cantar ‘Total Eclipse Of The Heart’, estaba seguro de que no volvería, le diría a Shelby que ese era un juego que no merecía la pena y que se negaba a seguir jugando. La verdad es que ese momento fue cuando se dio cuenta lo importante que Rachel se había convertido para él, no era más una asignación o un ejercicio de actuación. Aquella talentosa chica había logrado llegar a donde nadie, su corazón.

Nunca se había enamorado. Sí, había salido con muchas chicas pero jamás había tenido una novia, la exclusividad no era algo que existiera en la vida de Jesse. Él vivía, respiraba y sudaba Vocal Adrenaline, tal y como Shelby lo hacía. Tal vez por eso estaban tan unidos, Shelby siempre había creído en él y había visto más allá de Jesse St. James, la estrella. Shelby había visto a Jesse, el chico que había carecido del cariño de sus padres.

La relación con sus padres nunca había sido la mejor, ellos siempre estaban de viaje y Jesse se quedaba bajo el cuidado del staff de la casa. Al pasar tanto tiempo solo, Jesse se había refugiado en libros y música, comenzando así a desarrollar un talento con el que había nacido. Pronto se vio en clases de piano, canto y actuación gracias a que sus tutores le habían inscrito. Era un niño muy intelectual, en vez de ir al parque con los demás niños o pasar sus tardes frente a un televisor jugando videojuegos, Jesse se dedicaba a sus estudios, era raro no verle con un libro en las manos o practicando en el piano.

El amor por Broadway llegó cuando por fin, sus padres habían decidido llevarle con ellos de viaje. New York era una enorme ciudad para un pequeño de Akron, Ohio. El recuerdo que más atesoraba sobre sus padres era cuando le habían llevado a ver ‘The Producers’ en el St. James Theatre. En aquél escenario todo era tan hermoso, tan perfecto, que supo inmediatamente que allí era a donde él pertenecía. Jesse, a sus ocho años, supo que su destino estaba en Broadway y nada se interpondría en su camino.

Sus padres nunca habían estado en alguna de sus presentaciones o en algún evento del colegio. Aún podía recordar perfectamente el momento en el cual había conocido a Shelby. Era la primera reunión de padres e hijos en Carmel High, era obligatorio pero sus padres llevaban una semana en Londres y no sabían cuándo regresarían a casa. Shelby se había presentado a si misma como la entrenadora de Vocal Adrenaline, había dado una conferencia del por qué, si sus hijos tenían talento, debían ser parte de su Glee Club. Siendo un chico tan cercano a las artes desde pequeño, sabía que Vocal Adrenaline era su lugar.

Al terminar la asamblea, Jesse se acercó a la mesa de inscripciones de los clubes buscando la lista de Vocal Adrenaline. Sin dudarlo ni un poco, anotó su nombre justo en el primer sitio, hasta arriba de todos. No fue hasta que una voz femenina le llamó a sus espaldas diciendo que necesitaría el consentimiento de sus padres para entrar al Glee Club, puesto que eran muchas horas de ensayo, que pudo apartar sus ojos de aquel papel que cambiaría por siempre su vida. Al dar la vuelta se había encontrado con Shelby Corcoran, la entrenadora de aquél grupo al que él deseaba pertenecer. Con su confianza habitual, cualidad que había desarrollado con los años para esconder sus verdaderas emociones, le dijo que sus padres se encontraban de viaje y que no sabía hasta cuando volverían, que era más, no sabía si lo harían. Jesse notó como algo en la fría mirada de aquella mujer se suavizó y le dijo, que por esa única ocasión, podría hacer una excepción pero sólo sí él demostraba tener el nivel de talento que Vocal Adrenaline exigía. Al día siguiente había hecho una excepcional presentación de la canción ‘Don’t Stop Me Now’ de su banda favorita Queen demostrando así una vez por todas de que Jesse St. James no necesitaba de Vocal Adrenaline, Vocal Adrenaline necesitaba de Jesse St. James.

Desde ese momento, Shelby le tomó como su protegido admitiendo que reconocía el talento cuando lo veía y que, sin duda, Jesse tenía un talento impresionante. Poco a poco su relación fue creciendo, llegando a un nuevo nivel de confianza que él nunca había llegado a sentir con nadie. Shelby no sólo era su entrenadora, era la figura maternal que él nunca había tenido, asimismo, Jesse se convirtió en el hijo que Shelby tanto deseaba recuperar. No fue hasta tiempo después que Jesse supo aquella historia tan dolorosa en el pasado de su entrenadora.

En el caluroso verano del 2008, Vocal Adrenaline acababa de ganar las Nacionales por segunda vez consecutiva. Shelby, como premio para sus alumnos, les había regalado un viaje a Los Angeles. Durante aquella semana, aprovechando que todos sus alumnos estaban pasando el día en la playa, Shelby sugirió a Jesse visitar la UCLA. Jesse y ella ya habían hablado de varias posibles universidades para el chico, sabía que Jesse ya no quería seguir dependiendo del dinero de sus padres y que buscaba una beca completa.

Shelby deseaba ayudarlo. Deseaba que aquél chico cumpliera sus sueños sin tener que sacrificar nada en el camino, que llegara a la fama sin tener arrepentimientos, ella sabía lo que era eso. Había crecido en una familia sencilla compuesta sólo por ella y su madre, su padre había muerto cuando ella era tan sólo una pequeña y su madre se había ocupado de que no le faltara nada pero el sueño de Shelby era New York, la ciudad que nunca duerme, la ciudad donde se encontraba el glamoroso Broadway y, por desgracia, la ciudad que le era inalcanzable. Con su talento y dedicación había conseguido una beca en el College of Arts en la universidad estatal de Ohio, de donde se había graduado con honores pero sin ninguna oferta de trabajo.

Buscó muchas oportunidades. Hizo teatro comunitario mientras trabajaba en una pequeña tienda de música, ahorrando todo lo que llegaba a sus manos, pero nunca fue suficiente. En un momento de desesperación por ver los años pasar y ella aún viviendo en Lima, decidió responder a un anuncio en el periódico. Era un trabajo de nueve meses, llevar en su vientre a un pequeño que sería adoptado por una pareja de hombres. No era su trabajo de ensueño pero le daría suficiente dinero para vivir dos años en New York y convertirse en una gran estrella. Aquella pareja eran buenas personas así que aceptó en cuando notó lo muy amado que sería aquél bebé.

Poco a poco, aquello había dejado de ser un trabajo para convertirse en algo más, sin darse cuenta, Shelby había llegado a amar a su bebé. Cada vez que se movía causando mariposas en su estómago, cada vez que pateaba al escucharle cantar, pero sobre todo, cada vez que escuchaba el hermosos latir de su corazón. Estaba mal, lo sabía. Le estaban pagando por hacerlo pero, en momentos, soñaba en como sería el pequeño ser que llevaba en su vientre, si se parecería a ella. Soñaba con enseñarle a cantar, a bailar, a ser fuerte e independiente, tal y como lo era ella.

El día que supo que sería una niña, lágrimas de emoción y felicidad viajaban por su rostro. Aquél pequeño ser que observaba en la pantalla era una niña, su hija. Pero esa alegría murió al escuchar a los dos hombres emocionados diciendo “Vamos a tener una niña. Es nuestra pequeña hija.” regresándole a la realidad. Esa pequeña no era su hija, nunca lo había sido y nunca lo sería.

Finalmente el 18 de Diciembre de 1994, sin ni un día de adelanto o retraso, tras 15 horas de parto y haciendo una entrada triunfal digna de una estrella, la pequeña niña llegó al mundo. No la pudo tomar en brazos, en cuanto nació, las enfermeras le tomaron para limpiarla pero aún así, tan sólo unos segundos, la pequeña giró su pequeña cabeza y le vio. Para Shelby, ese momento era el más feliz y el más triste de su vida. El momento que definió un antes y un después.

A los dos días, cuando le dieron de alta, los dos hombres le fueron a visitar y a agradecer lo que había hecho por ellos. Ella pintó una perfecta showface en su rostro para fingir que aquello no le mataba, que si fuese por ella, su hija estaría en sus brazos y no en los de la orgullosa abuela que hacía de canguro en casa de los Berry. La pareja se despidió deseándole lo mejor en la vida y asegurándole que su paga ya había sido transferida a su cuenta de banco. No lo comprobó hasta una semana después.

Un mes después, se fue a New York sin mirar atrás. Dejando todo eso en el pasado, Shelby se prometió a si misma no pensar en la pequeña que jamás sería suya y enfocarse en ser una gran estrella. Consiguió un apartamento en Brooklyn e inmediatamente comenzó a buscar castings. Sin embargo, las cosas no salieron como ella lo había planeado. Varias pequeñas actuaciones en pequeños teatros fuera de Broadway, sin tener una buena paga o buenas reseñas, Shelby supo que era tiempo de regresar a Ohio. Así bien, tres años después, la joven mujer regresaba a la casa donde creció y en la cual fue recibida por su madre con los brazos abiertos. Shelby se permitió llorar esa noche, no lo había hecho desde el día en que la pequeña niña había nacido.

Pronto consiguió un trabajo como profesora de canto. No era como ella había planeado su vida, pero aprendió a aceptar que las cosas sucedían por una razón y que no debía de vivir con arrepentimientos. Al menos así era hasta que llegaba a su casa y cerraba los ojos, la imagen de esa pequeña bebé mirándole regresaba a atormentarla, ese era su único arrepentimiento.

Cinco años después, a su madre le detectaron cáncer cervical, enfermedad que le llevo a la muerte tan sólo un año después. Shelby se había quedado sola en el mundo, arrepintiéndose más que nunca de haber dejado a su pequeña hija salir de su vida aquella fría noche de diciembre.

Vendió la casa de su madre y se mudó a Akron, dejando una vez más su pasado detrás, sintiéndose más sola que nunca. Fue cuando supo que el entrenador del Glee Club de Carmel High se retiraría y decidió probar suerte, por momentos pensó que no lo conseguiría pero, a las semanas de haber dejado Lima, Shelby Corcoran se había convertido en la entrenadora de Vocal Adrenaline.

Jesse conoció parte de esa historia justo unas semanas después de haber ganado las Nacionales por tercer año consecutivo. A su entrenadora le habían detectado cáncer en los ovarios, teniendo que extirpar todo para salvar su vida. Habían detectado la enfermedad a tiempo, cualquier rastro del cáncer había dejado su cuerpo, junto con todas las esperanzas de Shelby de volver a ser madre.

Jesse había estado con ella todo el tiempo en el hospital, había esperado pacientemente noticias durante la cirugía y se había encargado de que nada le faltara a la mujer que le había brindado su apoyo. Fue una calurosa noche de verano, por fin le habían dado de alta y Shelby se encontraba dormida en su habitación mientras Jesse preparaba un poco de té mientras hablaba por teléfono con Giselle, dejándole saber que todo estaba bien.

Él nunca había tenido amigos cercanos, sólo compañeros, al menos no hasta que había entrado a Vocal Adrenaline donde había dejado ser Jesse para pasar a ser parte de un grupo, de algo importante, especial. Pero Giselle había llegado a ser su mejor amiga, su confidente, la persona en la que más, después de Shelby, confiaba.

Colgó prometiéndole que descansaría y que comería algo, cosa que su amiga no creyó pero la voz de Jesse se escuchaba tan cansada que la chica no quiso seguir insistiendo. Tomó la taza y se dirigió a escaleras arriba a la habitación de su profesora. Entró en silencio creyendo que ella aún estaría dormida, encontrándole recostada mirando hacia la ventana. Jesse se disculpó por entrar de esa manera y le entregó el té el cual ella agradeció y bebió. El chico se sentó en el sofá, sin estar muy seguro de qué más hacer. Ambos se sumergieron en un silencio extrañamente cómodo.

Cuando Jesse comenzaba a perder la batalla contra el cansancio, la voz de Shelby llamó su atención. Él dirigió su mirada a su profesora pero ella no quitaba la mirada de la ventana. Sin realmente saber el por qué, Shelby le contó que no podría ser madre de nuevo. Aquella revelación sorprendió al chico, no sólo el que no podría ser madre, sino que de nuevo era lo que más le había sorprendido. Pero no obtuvo ninguna explicación porque Shelby, aquella fuerte mujer, había comenzado a llorar.

Jesse no supo más que hacer que quitarse la chaqueta y los zapatos para subirse a la cama y tomar en brazos a su profesora, permitiéndole llorar por aquella hija perdida mientras él acariciaba su cabello. Aquellas lágrimas rompieron su corazón, sin saber que era la tercera vez en casi 14 años que Shelby se permitía llorarle a su pequeña hija. Nunca volvieron a hablar de eso. El curso comenzó de nuevo y Vocal Adrenaline se concentró en los números para las Locales.

A los pocos meses, Jesse recibió la noticia de su vida. Había sido aceptado en UCLA con beca completa, lo único que debía hacer era ganar las nacionales una cuarta vez. Inmediatamente supo que todo eso era gracias no sólo a su talento, sabía que Shelby le había ayudado. Quería regresarle el favor, ese día fue cuando Jesse St. James había decidido que, tal y como Shelby le había ayudado a conseguir su sueño, él le ayudaría a ella.

Sin embargo, no fue hasta que le acompañó a las Seccionales de Lima, a los que había accedido acompañar a su Shelby para ver a su posible competencia, que todo cobró un nuevo sentido. Ninguno de los Glee Club hasta ese momento presentados tenían el nivel para llegar a las Regionales, mucho menos para competir contra Vocal Adrenaline. Estaba seguro de que no habría nada interesante hasta que ‘Don’t Rain On My Parade’ comenzó a sonar y una potente voz femenina resonó por todo el auditorio.

Fue ahí cuando la conoció, debajo de aquella luz cantando como si no hubiera mañana. Una chica hermosa pero sobre todo, talentosa. Mentiría sino admitiera que en ese momento, deseó conocerla. Le siguió con la mirada, deleitándose del sonido de su voz, como si le hubiera hipnotizado. Una sensación le invadía al ver a aquella chica, como si se conocieran pero no podía recordar de dónde. Otros chicos salieron para unirse a ella en el escenario pero a él no le interesó, sólo tenía ojos para aquella chica. La canción terminó y los aplausos no se hicieron esperar, pero Jesse simplemente no podía dejar de observar a la chica. Un sollozó le sacó de su estado y al voltear la cabeza no pudo creer lo que veía. Lágrimas recorrían el rostro de Shelby quien abrazaba el programa contra a su pecho sin poderse contener. Jesse estaba confundido. Claro, la presentación había sido buena, la chica tenía talento pero carecía totalmente de la profundidad emocional de Barbara. ¿Por qué lloraba su mentora?

Ni bien la segunda canción había terminado, cuando Shelby se levantó para salir del auditorio. Jesse, preocupado, le siguió sin cuestionarla hasta que salieron al estacionamiento. Su entrenadora sólo necesito decir “soy yo, ella es yo” para que Jesse lo comprendiera todo y se reprendió mentalmente de no haberlo sabido en el momento. Aquella chica era su hija, y ahora que lo pensaba, eran iguales y aquél talento obviamente lo había heredado de Shelby.

La llevó a casa, luego de una pelea para que le dejara conducir, en silencio. No necesitaban decir más, Shelby hablaría cuando estuviera lista y él no la iba a presionar. Días después, al terminar un ensayo y prometiéndole a Giselle que se verían en la cafetería en donde solían juntarse, Jesse se quedó sólo en el auditorio o al menos eso pensó. Shelby se le acercó pidiendo que hablaran, Jesse sabía perfectamente de lo que se trataba y le aseguró que no importaba qué necesitara, él le ayudaría.

Shelby le pidió que se acercara a su hija, que se hiciera amigo de Rachel, que se acercara a ella tanto que la chica confiara en él y así dirigirla hacía el camino correcto. Jesse aceptó porque, además de que sería un gran ejercicio artístico, le debía mucho a Shelby y está era la manera en la que podía pagarle.

El encontrarla en la tienda de música había sido una coincidencia, era su lugar para pensar, planear y soñar su vida, su futuro. Jamás creyó que se encontrarían allí pero era su oportunidad, se acercó a ella y descubrió que aquella segura chica que cantó en aquél auditorio no era más que una tímida chica que no creía que él le estuviera dirigiendo la palabra. Si algo aprendería después era que con Rachel Berry no todo era lo que parecía.

Cuando sus voces se unieron al compás de ‘Hello’, fue como si todo en el universo tomara sentido, como si todas las piezas de un rompecabezas se unieran. Cuando la invitó a salir, no tuvo nada qué ver con Shelby, quería conocer más sobre Rachel.

Aunque claro, todo se salió de control cuando William Schuester había decidido contarle a Shelby que su alumno estrella estaba saliendo con Rachel y que le preocupaba la situación. Shelby confrontó a Jesse, salir con Rachel no era lo acordado pero Jesse le aseguró que esa sería una manera más rápida de ganar su confianza, sin querer admitir que tenía otro interés en Rachel fuera de ayudarle a reunirlas.

Enamorarse de ella jamás había estado en el plan, ni tampoco permitir que ella rompiera su corazón. Aquél spring break había sido un desastre, no había podido evitar sentirse mal y deprimido. Jesse St. James no se deprimía, mucho menos por una chica pero Rachel no era una chica cualquiera, era la chica que tenía el corazón de Jesse en sus manos. Sus amigos notaron algo diferente en él pero ninguno dijo nada, Giselle fue la única que se atrevió a sacar el tema. La morena compró una botella de whisky (bueno, comprado no, había coqueteado con unos chicos para que se la compraran ya que ella aún era menor de edad) y ambos se encerraron en la habitación de Jesse.

Fue cuando Jesse le contó todo a su mejor amiga, la verdad del por qué se había transferido McKinley High, la verdad sobre Rachel y Shelby sintiendo cómo ese enorme peso en sus hombros se aligeraba un poco al compartirlo con Giselle. Ella le escuchó sin interrumpirle, como sólo ella podía hacerlo. Giselle era su confidente, no importaba qué le dijera, ella no lo juzgaba y siempre tenía un buen consejo que darle. En esa ocasión ella le aseguró que lo mejor en esa situación era la honestidad, si él en verdad estaba enamorado de aquella chica, debía de ser honesto con ella.

Aún así, a pesar del consejo de Giselle, él le dio la cinta a Rachel pero no pudo dejar de sentir un enorme vacío en el pecho al ver la expresión de tristeza en Rachel al tener aquella cinta en sus manos. Luego de hablar con Shelby y volver a sentir ese vacío al verle los ojos llorosos, al escuchar la verdad sobre el nacimiento de Rachel y notar la tristeza en la voz de su mentora, supo que era momento de tomar el asunto en sus manos y ser honesto con Rachel. Era por eso que ahora estaba ahí, debatiéndose entre bajar de su Range Rover o retomar el camino. La decisión era fácil, debía de ser honesto si quería un futuro con Rachel, si quería ver a dos de las tres mujeres en su vida felices.

Bajó de su coche y caminó hacia la puerta de la casa de los Berry, era ahora o nunca.


I know your fears and you know mine.
We've had our doubts but now we're fine,
And I love you, I swear that's true.
I cannot live without you.


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pronto subo el capitulo 2 de este Fic
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Mensaje por Invitado Miér Nov 03, 2010 1:02 pm

OMG, nooo, no lo podes dejar así!!!!!
Awww, está precioso, realmente lo amo ♥
Por favor, actualiza pronto!!!!!!
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Mensaje por Obsessed Vie Nov 05, 2010 8:06 pm

OH POR DIOS.
yo mori aqui mismo ! el tercero lo habia leido en fanfiction, pero los dos primeros... OMG
es que, son tan ellos, son tan ptamente perfectos en todo su esplendor.. Jesse es MUY Jesse y Rach taaan Rach .. las cosas que decian, cada frase me mataban y mi mente nunca dejo de imaginarse las escenas, a Rachel comparandose con Blair, a la sonrisa dee Jesse sentado en aquel banco, a Jesse diciendole Te Amo, a Jesse enumerando sus defectos, a Jesse una vez mas cantandole Just the way you are que es la cancion mas perfecta que podria cantarle ! y diciendole que podrian ser insoportables los dos juntos♥
todo, simplemente todoo de estos shots me mato, muerta muertita muerta, como solo ellos dos lo podrian lograr, pq son asi, perfectos, divinos, adorables, ricos, impresionantes, egocentricos, divertidos, amorosos ♥TODO
y nadie los va a superar jamas..
definitivamente, lo mejor que he leido esta aca, y aunque el primero me mato, me gusto mas el segundo.. Jesse ♥ lo extraño, necesito que vuelva.. y esto me ha hecho sonreir como nunca hice dsps de que Jesse St James se fuera.
Asi que gracias, por darme estoy momentitos de felicidad (:
Aw, me inspire.. jajaja, en fin, increibles los 3 shots ♥
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Mensaje por Charlene Fabray Vie Nov 05, 2010 8:09 pm

wow la persona que lo escribio rulea es uno de los mejores fics que he leido
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Lun Nov 15, 2010 9:14 am

hola amigos espero esten super bien...
aqui esta el segundo capitulo de este fic...sorry por no subirlo pero mi novio me borro mi historial de busqueda y habia perdido el link ...
espero les guste...
cariños a todos

I'm prayin' that this stairway leads
Somewhere like heavens door and
When you get there don't look down


Ella lo había tenido todo en la vida. Sus padres la amaban más que a nada en el mundo, le apoyaban en todas sus decisiones y siempre estaban ahí cuando ella les necesitaba. Rachel había crecido en un mundo donde ella era el centro del universo de dos personas que vivían por ella y para ella. Leroy y Hiram Berry eran sus mayores admiradores, las primeras y únicas personas que siempre le habían dicho que sus sueños no eran imposibles, que estaba destinada a ser una gran estrella. Al menos habían sido las únicas hasta que Jesse St. James entró en su vida.

La confianza con la que Jesse había asegurado que era inevitable que ella se convirtiera en una gran estrella en Broadway había marcado un antes y un después en su vida. Rachel siempre había sido una chica segura de si misma, al menos lo había sido hasta que entró a McKinley High. Aquella chica llena de esperanzas y sueños de hacer amigos en el colegio que le durarían toda la vida, de ser popular y reconocida por sus compañeros, quedó destruida en su primer día cuando un slushie golpeó con fuerza su rostro destruyendo esas ilusiones. Desde ese día había quedado marcada como el blanco fácil al cual todos atacaban, con slushies, con insultos, con burlas.

La primera vez que le llamaron “manos de hombre”, sostuvo la cabeza en alto ignorándoles, sus padres siempre le habían dicho lo hermosa que era y nadie le haría creer lo contrario. Aunque, la verdad era que al llegar a casa y contarle a sus padres, ellos le dieron un vaso de agua asegurándole una vez más lo bella que era. Rachel necesitó una mamá que le dijera que eso no era cierto. Pero ella necesitaba a una madre que le acariciara el cabello mientras ella lloraba por aquél cruel acto, que le llevara de compras como las demás chicas contaban que hacían con sus madres y le enseñara frente a un espejo lo hermosa que era, tal como ella.

Se imaginaba que su madre tendría sus mismos ojos, su cabello. Que sonreiría orgullosa y le diría lo mucho que le recordaba su juventud el tan sólo verla. Necesitaba a una madre que le hablara sobre los cambios que su cuerpo estaba sufriendo, sobre chicos, sobre sexo. Por mucho que sus padres habían sido siempre abiertos ante esos temas y ella confiara ciegamente en ellos, muchas veces había cosas que desearía hablar con otra mujer, cosas que sabía sus padres no entenderían porque no lo habían vivido.

Había crecido entre niñas que contaban que sus madres les preparaban fiestas de té, jugaban con ellas a la muñecas, les permitían usar sus vestidos, sus zapatos y les enseñaban a maquillarse. Rachel disimulaba el dolor que le causaba no tener nada de eso con una radiante sonrisa contando como sus padres la habían llevado al teatro, como ellos actuaban los cuentos para dormir y le llevaban un vaso de agua cuando tenía pesadillas, abrazándola hasta que regresara a dormir.

Cuando recordaba todo lo que sus padres hacían por ella, un enorme sentimiento de culpa inundaba su pecho. ¿Cómo era posible que teniendo dos maravillosos padres pudiera tan siquiera pensar en su madre? Era por eso que jamás le había contado a nadie que cuando cerraba sus ojos la primera imagen que venía a su mente era la de su madre, cómo ella regresaría un día y tocaría a la puerta. Sería una mujer hermosa, talentosa, una gran estrella, todo lo que Rachel soñaba ser. Aquella mujer pediría entrar a su vida, explicaría las verdaderas razones del por qué aceptó darle en adopción y ambas se abrazarían llorando, jurando no volverse a separar. Y cuando Rachel mirara a sus padres, ambos tendrían lágrimas en los ojos, conmovidos por tan hermosa escena y permitirían que Rachel conociera a su madre. Pero al abrir los ojos, se encontraba una vez más sola en su habitación, con una gran vacío en el pecho y sedienta.

Cuando creyó estar enamorada de Finn necesito más que nunca una figura materna, alguien que le diera consejos y le preguntara sobre el chico. Necesitó a su mamá cuando Finn le rechazó por Quinn, cuando la manipuló para que ella regresara a New Directions sin decirle que lo hacía para que él pudiera conseguir una beca porque su novia esperaba un hijo. Como le dolió que le quitaran el solo de ’Tonight’ empujándole a dejar el Club Glee y protagonizar ‘Cabaret’ en el Club de Drama donde Sandy Ryerson no paró de humillarla y asegurarle que no era lo suficientemente talentosa para interpretar a Sally, para luego enterarse que New Directions le había sustituido con April Rhodes.

Una madre a quien le confesara que al conocer a Jesse, sintió como si todo comenzara a tener sentido en su vida, que cuando sus voces se unieron al suave compás de ‘Hello’ se pudo imaginar toda una vida con él. Que estando en brazos de Jesse por fin sentía que encontraba su lugar en el universo, que no importaba lo qué sucediera, ella siempre estaría a salvo junto a él. A quien le pudiera contar que aunque en su momento tuvo dudas, Jesse era el chico con quien quería dar el gran paso porque realmente sabía que su destino era estar juntos, una madre a quien le contara lo mucho que Rachel Berry se había enamorada de Jesse St. James.

Jesse era la primera persona a quien le había confesado que lo único que faltaba en su vida era su madre. Él merecía saberlo, lo supo cuando le abrazó en aquél estudio de ballet asegurándole que nunca se perdería su drama. Jesse le aceptaba tal y cómo era, con drama, con intensidad, le había perdonado el gran error que había cometido al grabar ‘Run, Joey, Run’ con Finn y Puck sin decirle nada. Rachel no estaba segura de los sentimientos de Jesse hacia ella, pero ella estaba segura de que él era la persona con la que ella quería estar el resto de su vida y quería a una madre a quien contárselo.

Cuando en aquél pasillo Jesse había sugerido buscar a su madre, supo que estaba enamorada de él. Aquél maravilloso chico quería ayudarle a conseguir su sueño, el mismo chico que le aseguraba que había regresado por ella, Rachel supo que no necesitaba a nadie más. Por primera vez en su vida, sintió que su vida era completamente perfecta, con o sin madre. Aquél vacío en su pecho se llenaba con infinita felicidad y amor.

Siendo honesta, jamás creyó que encontraría tan pronto una pista sobre su madre, incluso había hecho una investigación sobre Patti Lupone y Bernardette Peters como sus posibles madres en un momento desesperado de evadir la realidad. Tenía miedo, estaba tan cerca de cumplir su sueño y no estaba muy segura de estar lista para ello. Le asustaba pensar que todas sus fantasías sobre esa madre cariñosa y talentosa no fueran más que eso, fantasías. Descubrir que su madre sólo lo había hecho por dinero y que no había sentido dolor alguno al entregarle.

El decir que temía que fuera mejor cantante que ella no había sido más que otra más de sus excusas para aplazar lo inevitable. Sabía que al escuchar su voz no pararía hasta encontrarla, llevando todo el asunto hasta las últimas consecuencias, corriendo el riesgo de romper su propio corazón en el camino. Su madre había grabado esa cinta quince años antes, tal vez ya había creado su propia familia, tal vez tendría hijos que ella había criado y no había más espacio en su vida para Rachel.

No podía dejar de pensar en eso mientras distraídamente cepillaba su cabello una y otra vez en su pequeño baño. Jesse no había vuelto a tocar el tema desde la tarde anterior cuando ella le había dicho que no estaba lista y él respetaba su decisión, una razón más para amarle con locura tal como lo hacía.

Suspiro, tenía que tomar una decisión. No escuchar aquella cinta y destruirla dejando todo eso atrás, siguiendo con su vida de la manera en que hasta ahora lo había hecho o escucharla y buscar a su madre. Necesitaba considerar a sus padres, preguntarles por qué nunca le habían entregado la cinta y consultar su opinión sobre si debía escucharla o no. No quería lastimarles, no quería que pensaran que no eran lo suficiente para ella porque lo eran, ellos dos eran más de lo que Rachel podría pedir y los amaba con todo su corazón. Agradecía todos los días por tenerles en su vida y debía hacérselos saber antes que nada.

Era el momento de la verdad, por fin tenía claro lo qué debía hacer. En cuanto sus padres llegaran a casa, les hablaría con la verdad, les enseñaría la cinta y los tres tomarían una decisión como siempre lo habían hecho.

Al abrir la puerta, le sorprendió encontrar a su novio frente a su grabadora, colocando la cinta dentro. Claro, sabía que él tenía llave porque ella misma se la había otorgado en caso de emergencia o en caso de que ella estuviera grabando sus videos diarios de MySpace con la música en un volumen alto y no alcanzara a escuchar el timbre de la puerta pero no esperaba verle ahí a punto de echar a correr la cinta de su madre.

- Jesse, ¿qué haces aquí? - No entendía lo qué sucedía, estaba segura de que él respetaba el que ella no estuviera lista para escuchar la cinta.

- Necesitamos hablar. - Aseguró Jesse acercándose a ella, tomando con suavidad las pequeñas manos de su novia. - Necesito que escuches todo lo que tengo que decir sin interrumpirme, porque si no me permites terminar y comienzas a sacar tus propias conclusiones pueden haber consecuencias, consecuencias de vida o muerte. - admitió imitando las palabras que ella había usado en el auditorio de Carmel High, cuando ambos habían decidido guardar su relación en secreto.

Aquello asustó a Rachel, ¿es que acaso Jesse ya no quería estar con ella? ¿Regresaría a Vocal Adrenaline? Pero eso no tenía nada que ver con la cinta de su madre. Rachel no podía perder a Jesse, no en aquellos momentos cuando le necesitaba más, ella no era lo suficientemente fuerte para lidiar con lo de su madre sola. Necesitaba a Jesse, necesitaba que le mirara con sus bellos ojos verdes, asegurándole que todo estaría bien siempre y cuando estuvieran juntos.

- ¿Fue algo qué hice? - preguntó la castaña en casi un susurro. - ¿Es porque no quise escuchar la cinta? - Jesse le había perdonado lo de ‘Run, Joey, Run’, asegurándole que él había regresado a hacer todos sus sueños realidad, ¿y qué había hecho ella? Se había arrepentido, alejándole, negándose a aceptar la ayuda y el apoyo que él le ofrecía. La verdad es que no debía de sentirse sorprendida si ahora Jesse quería dejarle. Ella misma, una vez más, lo había provocado.

Esas preguntas rompieron su corazón, ¿cómo era posible que una chica tan maravillosa como Rachel tuviera tantas inseguridades? Escapaba de su comprensión la lógica de la menor de siempre echarse la culpa cuando las cosas salían mal, como si ella misma provocara todo. Jesse culpaba a Finn por arrancarle el corazón y pisotearlo una y otra vez. Culpaba a Kurt y Mercedes por esos estúpidos celos hacia su novia, la necesidad del par por hacerla sentir inferior. Culpaba a Quinn por sus insultos y a Puck por sus ataques. Culpaba al Sr. Schue por siempre tratar de hacer a un lado a Rachel aún sabiendo que es la persona más talentosa que poseen en su Club Glee. Culpaba a todos y cada uno de los integrantes de New Directions porque todos, en alguna ocasión, lastimaron a Rachel y la habían convertido en esa pequeña niña llena de dudas e inseguridades. En esa chica que necesitaba hacer un ridículo video pasando por encima sobre su novio sólo para arruinar su reputación y ser popular. En esa chica que quería cambiar y dejar de ser fiel a si misma sólo para ser aceptada, para tener amigos, para ser parte de un grupo que le rechazaba sin razón alguna.

- No, Rachel, tú… tú eres perfecta. - Admitió tomando la pequeña figura de Rachel entre sus brazos. No mentía, para él, su novia era perfecta en todas las maneras posibles. Su manía de tener el control de todo, de planear las cosas, de ser la mejor, su intensa personalidad y esa contagiosa pasión con la que hacía las cosas. La manera se mordía el labio al estar nerviosa, de siempre tratar de animar a los demás con una sonrisa y esa maravillosa necesidad de tener aunque fuera el mínimo contacto físico con él.

Rachel sonrió ante esas palabras, cerrando los ojos mientras acomodaba su cabeza contra el pecho de Jesse, aspirando ese aroma tan característico del chico. Un aroma entre loción, jabón y masculinidad. En ese momento, con los fuertes brazos de su novio alrededor de su cintura, escuchando el melodioso latir de su corazón, Rachel se encontraba en casa. Ese era el lugar perfecto donde quería pasar toda la vida. Nunca se había sentido tan cómoda en su propia piel como se sentía cuando se encontraba con Jesse.

No necesitaban palabras para expresar lo que ambos sentían en esos momentos, sólo se necesitaban uno al otro para estar bien. Para saber que no importaba lo que estuviera mal en el mundo, ellos siempre encontrarían un pequeño paraíso en la compañía del otro. Si Jesse pudiera alargar ese momento para que durara una eternidad, lo haría, porque estaba seguro que al contarle la verdad a Rachel corría, el gran riesgo de que ella terminara odiándole. Trataba de saborear el momento, de grabar en su memoria el calor que el cuerpo de la castaña desprendía, de jamás olvidar aquél dulce aroma a fresas que aspiraba de su cabello, la suave respiración de Rachel contra su brazo y las delicadas manos que se aferraban a su camisa.

Pero el chico sabía que debía hacerlo, no podía seguir aplazando la verdadera razón por la que estaba ahí. Muy a su pesar, se separo de la menor mirándole directamente a los ojos haciendo que su corazón comenzara a latir con más fuerza. Aquella mirada en los ojos de su novia era de infinito amor, adoración, y sintió un gran peso en el pecho al saber que, luego de su confesión, probablemente nunca volvería a verle.

- Lo siento, Rachel, pero necesito que sepas antes que nada que todo lo que hice fueron con buenas intenciones. Jamás intenté destruir a New Directions o lastimarte, lo único que he buscado ha sido tu bienestar. - Comenzó tratando de ignorar la expresión de confusión en el rostro de la castaña pero necesitaba aclarar eso antes de cualquier otra cosa.

- ¿De qué hablas, Jesse? - Preguntó Rachel alejándose del chico, en un instinto de protegerse al sentir la sangre helarse y su corazón aumentar el ritmo.

- Creo que lo mejor sería que te sentaras.

- No, lo que sea que vayas a decir, dilo de una vez. - No quería perder el control, no quería hacer un drama y molestar a Jesse por lo que podía ser cualquier cosa pero no podía evitar tener un mal presentimiento de que algo estaba terriblemente mal.

- Rachel… - Suspiró. Sabía que sería difícil y se había preparado para ello pero ahora que se encontraba frente a su novia observando como se alejaba de él, como comenzaba a cerrarse, un sentimiento de culpa y tristeza inundo todo su ser. - Cuando nos encontramos en la tienda de música fue una casualidad, es uno de mis lugares favoritos y suelo ir cuando necesito aclarar mis ideas. De hecho, estaba buscando la manera de fingir un encuentro fortuito contigo cuando apareciste por la puerta tú solita. - Jesse recordaba aquel momento como si hubiese sido ayer, ver entrar a Rachel por la puerta le pareció una intervención divina. Aunque seguramente su amiga Giselle, pragmática incurable, hubiera opinado que, como siempre, todos los cabrones tienen suerte.

Rachel sintió como si su habitación se hubiera quedado sin aire de repente y las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos. Todos se lo habían advertido pero ella no los había escuchado, le habían dicho que Jesse sólo quería destruir New Directions pero ella había decidido confiar ciegamente en que Jesse estaba interesado en ella de verdad.

El castaño notó inmediatamente y supuso la clase de pensamientos que debían estar pasando por la mente de su novia. Se apresuró ha acercarse a ella pero la chica dio un paso hacia atrás, negando cualquier tipo de contacto con él mientras cruzaba los brazos sobre su abdomen.

- No, Rachel, lo que sea que estés pensando, no es así. Yo no te busqué con la intención de destruir a la competencia, fueron otras razones y debes escucharme antes de saltar a tus alocadas conclusiones. Te lo pedí antes de comenzar. - Se atrevió a dar otro paso hacia ella y estiró el brazo tocando con suavidad la cadera de la castaña. - Tienes que confiar en mi. - Sabía que era una petición egoísta, pero necesitaba que su novia tuviera confianza en él, confianza en ellos.

La chica no tuvo fuerza suficiente para negar ese contacto, no podía alejar a Jesse sin lastimarse a ella misma, comenzaba a creer que le era biológicamente imposible estar sin él. Sin embargo, su mirada se encontraba en el suelo, no quería verle a los ojos para descubrir que todo había sido una ilusión. Quería confiar, necesitaba confiar porque moriría si era verdad que Jesse sólo le había estado usando todo ese tiempo. Que cada beso, cada caricia, cada palabra habían sido mentira, parte de un plan, de una estrategia de guerra.

Inhaló profundamente, tratando de pensar en la mejor manera de proseguir con su confesión. Debía ser cuidadoso y elegir las palabras correctas, un pequeño error y perdería a Rachel. Observó el rostro de su novia, era tan parecida a Shelby, realmente los genes eran algo maravilloso. Podía apostar lo que fuera a que Rachel era la viva imagen de los años adolescentes de su mentora.

- La Srta. Corcoran me pidió que le acompañara a las Seccionales de Lima, es algo que hacemos, no es que vayamos de espías porque no es así como en Vocal Adrenaline hacemos las cosas. Sólo queremos observar a la competencia, saber a lo que nos podríamos enfrentar. - Retomó su confesión sabiendo que cada vez se acercaba al momento crucial, al momento que definiría todo en lo que había estado trabajando ese últimos meses. - La verdad es que ninguno de los dos Clubes Glee que se habían presentado hasta ese momento podrían llegar a ser competencia para Vocal Adrenaline pero entonces saliste tú, cantando con todo lo que eres. - Sonrió un poco ante ese recuerdo. - Te veías hermosa bajo ese reflector, aunque no lo necesitabas, irradiabas tu propia luz… - acercó el pequeño cuerpo de la castaña hacia el suyo. - … como una verdadera estrella.

La castaña no pudo reprimir un sollozo al escuchar esas palabras. Jesse era perfecto, siempre sabía lo que tenía qué decir para hacerla sentir como la persona más especial e importante de todo el universo. Su corazón parecía estar en un maratón de lo rápido que andaba y sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho. Una parte de ella no quería seguir escuchando, prefería vivir en la negación y en los brazos de Jesse que saber la verdad y tener que dejarle ir.

Al chico se le hizo un nudo en la garganta al escuchar aquél sollozo escapar de los labios de Rachel, lo que menos quería lastimarla pero era algo imposible, lo único que podía hacer era decir la verdad de la manera más clara que pudiera, acabando con las mentiras y las secretos que los habían rodeado desde un principio.

- Me tenías hipnotizado, no podía dejar de observarte. Desde el momento en que entraste, supe que jamás tendría ojos para nadie más. Pero, en medio de aquél aturdimiento, no noté que a mi lado la Srta. Corcoran tenía una reacción a ti muy diferente a la mía.

Eso confundió a Rachel y, con precaución, alzó la mirada conectando sus ojos con los de Jesse. Estaban hablando de ellos, de su relación, ¿qué tenía que ver la entrenadora de Vocal Adrenaline en eso si su plan jamás había sido destruir New Directions?

- N-no lo entiendo, Jesse, ¿qué tratas de decir? - Trató de mantenerse tranquila pero su voz la traicionó. Tenía miedo, no sabía qué sucedía ni lo que Jesse quería decir. No les gustaba la dirección de las palabras de su novio, primero hablando de su relación y luego de la Srta. Corcoran, sin mencionar que primero aclaró que no tenía nada que ver con su inevitable competencia en las Regionales.

Dejo la cadera de su novia para tomar una de sus manos y llevarle a la cama para que ambos se sentaran. ¿Cómo le dices a tu novia que la madre que ha extrañado toda la vida es ni más ni menos tú mentora y que llevas meses sabiéndolo? Al principio él no había tenido dudas, su entrenadora lo pedía y él era un gran actor pero ahora pensaba que debieron de haber otras maneras que no involucraran sentimientos tan fuertes como los que él sentía por Rachel. No se arrepentía de haberla conocido, de estar con ella, esos meses habían sido los más felices de toda su vida. Jamás se había sentido tan libre con una persona que no fueran sus amigos de Vocal Adrenaline o Shelby, era como si por fin hubiera encontrado la pieza faltante en su vida y le estaba matando el lastimarla.

- Rachel, yo no soy un espía, nunca fui un espía. - Soltó sin más preámbulos, era ahora o nunca. - Soy un mensajero, me mandaron a entregarte la cinta.

- Pero esa cinta era de mi madre, Jesse, estaba en la caja. - No podía ser posible que él le entregara la cinta cuando le habían encontrado en las cajas que habían estado en el sótano de su casa, Jesse nunca había estado allí.

- No estaba en la caja, estaba en mi bolsillo. Cuando te distrajiste con la caja que tú revisabas, yo le metí para fingir que le había encontrado y así tú la escucharas. - Explicó mientras se acercaba a ella pero Rachel se levantó alejándose.

- No, tú no pudiste hacerme eso. No, tú no. - Sentía como si algo le oprimiera le pecho impidiéndole respirar, como si todo lo que alguna vez había conocido se caía a pedazos sin poderlo detener. Había sido un truco de Jesse y su entrenadora para lastimarla antes de las Regionales. - ¡Ustedes jugaron conmigo! ¡Con mis sentimientos! ¿Cómo pudiste? ¡Te confesé que extrañaba a mi madre y lo usaste en mi contra! - No le importaba gritar, ni le importaba quién le escuchara. Se sentía traicionada, utilizaba, claramente podía escuchar como se rompía su corazón.

- No, Rachel, nada de esto fue un juego. - Se levantó acercándose a ella sin permitirle huir mientras la tomaba de los brazos. - Esa cinta es de tu madre, Rachel, yo sólo fui el mensajero. Yo debía entregarte esa cinta, tú debes escucharla. Lo que trato de decirte, amor, es que la Srta. Corcoran es tu madre.

- No juegues con eso, Jesse, no lo hagas. - Advirtió la castaña con lágrimas cayendo por sus ojos.

- Lo siento, Rach, debí decírtelo antes y lo sé pero necesito que entiendas que jamás quise lastimarte. Tu ma… Shel… la Srta. Corcoran me lo pidió y no me podía negar, lo sabes. Yo te he contado lo mucho que ella me ha apoyado, tú sabes sobre mi inexistente relación con mis padres, Shelby es quién me ha brindado apoyo incondicional en estos últimos años, yo sólo trataba de hacer lo mismo por ella. - Se sintió impotente al ver el dolor de Rachel, el no poder hacer nada para detenerlo aún quedando mucho por explicar.

La chica no podía hablar, el llanto no se lo permitía. Por fin sabía quién era su madre y estaba mucho más cerca de lo que jamás llegó a imaginar. Todo era confuso, no entendía muy bien lo qué estaba pasando. Moría de sed y no sabía qué sentir, qué pensar, sólo quería acurrucarse en su cama y llorar hasta secarse. Jesse la abrazó, queriendo aliviar un poco el dolor que la chica estaba sintiendo. Su corazón se rompía con cada lágrima, con cada sollozo. Pero Rachel comenzó a forcejear para liberarse del abrazo, no le quería cerca. No le importaban las intenciones buenas o malas, le había mentido sobre su madre, había pretendido ayudarle a encontrarla cuando lo había sabido todo el tiempo dónde se encontraba.

- Rachel, no lo hagas, no me alejes. - Suplicó mientras la abrazaba contra su pecho sin mucha fuerza para no lastimarla pero la suficiente para que no se escapara.

La chica se rindió permitiendo el consuelo, llorando en el pecho de Jesse. Había muchas cosas que explicar, necesitaba saber más pero en esos momentos lo que necesitaba era llorar en los brazos del chico que amaba, quien le había mentido, pero ella le amaba. Jesse comenzó ha acariciar el cabello de Rachel tratando de tranquilizarla mientras sentía su camisa mojarse con las lágrimas de la menor, necesitaba hacerle saber que estaba ahí no importaba qué y que sentía mucho el dolor que le estaba haciendo pasar.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando en los brazos de Jesse cuando recordó que sus padres no tardaban en llegar y se separó de su novio, limpiando las lágrimas de su rostro.

- Debes irte, necesito estar sola, pensar todo esto. - Inhalaba y exhalaba tratando de regular su respiración y calmar las lágrimas, lo que menos necesitaba era preocupar a sus padres.

No quería dejarle en ese estado pero entendía que Rachel necesitaba su espacio. Además, necesitaba hacerle saber a Shelby lo sucedido.

- Tendré mi celular conmigo todo el tiempo, no dudes en llamarme si necesitas algo. - Le dejo en claro, él aún era su novio, o al menos eso esperaba.

- Estaré bien, sólo necesito estar sola. - No quería comportarse así con Jesse pero en esos momentos no lo quería a su lado, lo amaba pero él le había mentido y ella no sabía si sería capaz de perdonarle.

Jesse asintió caminando hacia la grabadora para echar a correr la cinta.

- ¡No! ¿Qué haces? Te dije que no estaba lista. - Sabía quién era su madre, pero no estaba lista para escuchar su voz.

- Sí, lo estás. - Se acercó de nueva cuenta a la chica y le besó suavemente los labios esperando que no le rechazara, saboreando lo que podría ser su último beso. Se separó con lentitud sin realmente querer hacerlo y le acarició la mejilla. - Nunca mentí sobre mis sentimientos hacía ti. Cuando te invité a salir esa tarde luego de cantar ‘Hello’ contigo, no tuvo nada que ver con Shelby. - Le aseguró antes de alejarse.

La castaña le siguió con la mirada cuando él caminó hacia el escritorio y le miró una vez más.

- Estoy enamorado de ti, Rach, esa es mi única verdad aquí. - Encendió la grabadora, la suaves notas iniciales de ‘I Dreamed A Dream’ sonaron por toda la habitación.

Sin nada más qué hacer ahí, miró a su novia una última vez antes de salir de la habitación, antes de salir de la vida de Rachel Berry.

Aquellas eran las palabras que tanto había esperado escuchar salir de los labios de su novio, sin embargo, en ese momento no le pudieron causar la felicidad que deberían. La voz de una mujer la sacó de sus pensamientos, provocando que su corazón diera un vuelco.

- Hola, cariño, es tu mamá. Creo que esto prácticamente lo dice todo.

Rachel se sentó en el sofá cercano a la puerta de su baño, con nuevas lágrimas viajando por sus mejillas. Su madre comenzó a cantar con la voz más hermosa que Rachel nunca antes había escuchado, haciéndole sentir segura. Sin darse cuenta, comenzó a cantar a la par de su madre, mezclando sus voces como tantas veces soñó. La canción terminó y los sollozos no se hicieron esperar, sintiéndose más sola que nunca.


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In the night sky
Are like shooting stars?
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Mensaje por Invitado Lun Nov 15, 2010 2:14 pm

OMG, que emoción, estuve a punto de llorar, que divino Jesse, por favor, actulizá pronto!!!!!!
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Mensaje por Charlene Fabray Lun Nov 15, 2010 3:02 pm

quiero mas gracias por el fic :D
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Lun Nov 15, 2010 3:45 pm

de nada procurare buscar uno tan bueno como los otros...
cariños
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Vie Nov 19, 2010 7:28 pm

Youmake me smile like the sun
Fall out of bed
Sing like a bird
Dizzy in my head
Spin like a record
Crazy on a Sunday night
You make me dance like a fool
Forget how to breathe
Shine like gold
Buzz like a bee
Just the thought of you can drive me wild
Ohh you make me smile

Uncle Kracker - smile

Ella lo sabe, se da cuenta de ello mientras Jesse la envuelve entre sus brazosy ambos terminan de cantar Smile, de Uncle Kracker, frente a los pequeñosinternados en el hospital. La sonrisa de los niños y sus risas al moverse alcompás de la melodía, olvidándose inclusive de por qué están allí, ojosbrillando y mejillas sonrosadas.
Rachelsonríe mirando a los infantes, al mismo tiempo que Jesse suelta una pequeñarisa contra su oreja, produciéndole escalofríos, y le susurra luego al oído-¿Te esperabas una cita así?-
Podríadecirle que no, que no se lo esperaba para nada, pero, con el paso del tiempo,ha descubierto que enfadarlo es más gracioso-Creo que ya lo he visto en unapelícula- Suelta, un tono juguetón mientras le aprieta una de las mejillas.
Jessehace un puchero, antes de soltarla y guiñarle un ojo. Deposita un breve beso ensu mejilla, para después girarse hacia donde están los niños y llamarles laatención diciendo- ¿Qué les parece si hacemos una competencia? El ganadorconseguirá una tanda de galletas de azúcar horneadas por mi multitalentosacompañera.-
Ríepor lo bajo ante el rostro de sorpresa de Rachel (probablemente nunca tubo quehaberle mencionado esa tradición que tiene de hacer galletas para losdesposeídos en Navidad, pero lo hecho, hecho está, y las sonrisas de lospequeños valen lo suficiente como para hacer una pequeña excepción) y losgritos de aprobación de los niños.
Escuando Jesse carga en brazos a la pequeña Sally, cantando Hey Jude y obteniendola atención de todos los que están allí presentes como si ni siquiera se lopropusiera, que Rachel sabe que, en un par de años, se convertirá en unaleyenda.
Y,en el momento en que Jesse le sonríe de lado y extiende una de sus manos paraque ella se una a él, descubre que, brillar a su lado, va a ser una de lasmejores experiencias de su vida.


fuente
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Mensaje por Obsessed Vie Nov 19, 2010 8:23 pm

Awww que belleza *-* y nada supera el brillo que tienen cuando estan juntos, pq son lo mas hermoso que hay, nacieron para estar unidos <3
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Mensaje por Invitado Sáb Nov 20, 2010 5:29 pm

Awww, que divinos *-*

Historias Breves para los fans St Berry...  M015Historias Breves para los fans St Berry...  M015
Gracias por el fic ;)
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Mensaje por Mrs.KarlitaGroff Vie Dic 03, 2010 8:04 pm

Aprovechando la oportunidad de que todas las St Berry estamos emocionadas con el rompimiento de Finnchel lo que nos da esperanzas que regrese Jessie con reconciliación incluida les traigo un nuevo fic que habla sobre reconciliación.
Espero les guste...



....

No estaba dispuesto a hacer un drama de aquello. No quería, al menos. Desde elprincipio había sabido que cambiar de instituto iba a suponer mucho más quecambiar de aulas o no tener que soportar más al profesor Higgins. Lo habíainvestigado antes de dar el paso, igual que había preguntado por Rachel. Y aúnasí allí estaba, en el McKinley, sin amigos, sin los privilegios que habíadisfrutado estando en Vocal Adrenaline y con un orientador que se empeñaba enque debía ampliar sus horizontes más allá de UCLA. No había sido necesario,sabía que podía haberse quedado en su instituto y seguir como antes. Que paraRachel supusiera un problema tan grande salir con ‘el enemigo’ no debíaimportarle a él.

Pero le importaba. Jesse podía ser muchas cosas, pero a aquellas alturas nopodía seguir asegurándose en silencio que tenía otras razones para salir conRachel, para disfrutar cuando estaban juntos, para sonreír y pasarle el brazopor los hombros. Las tenía, claro que las tenía, pero se le habían ido de las manosel mismo día que decidió que trasladarse al McKinley era de vital importancia.Tenía que hacerlo sí o sí. Se había dado cuenta sentado en la cama de Rachel,con la cabeza de la chica apoyada en su hombro y una cita de viernes por lanoche que iba a cambiarlo todo. Sólo que no en el sentido que Jesse habíaimaginado antes de cruzar la puerta y entrar en la habitación.

Después de eso todo había ido bien. Las explicaciones a sus padres y sus tíoshabían sido más fáciles y rápidas de lo que había esperado. Quizás porque poruna vez tenía razones más allá de la música y de su obsesión con ser el mejor.Sus padres a veces le pedían que no se centrara tanto en lo mismo, que dejarade preocuparse demasiado y que disfrutara su juventud. Por una vez Jesse sentíaque era un adolescente normal. Le gustaba mucho ser especial, tener un don quepocos tenían. Le gustaba la popularidad de saberse mejor que muchos pero en elfondo tenía que admitirlo. Ser un chico de 17 años normal era bastante genialtambién.

Y aunque al principio le costó acostumbrarse al cambio, llegó a no importarledemasiado. Lo pasaba bien con los chicos de Glee. Se divertía cantando ybailando, sin tanta presión sobre sus hombros. Disfrutaba. Y pasaban lassemanas y se daba cuenta de lo sincero que había sido al llegar allí. Querealmente, por una vez, no le importaba tanto perder el campeonato nacional sipodía estar con Rachel.

Había caído. Lo que había empezado siendo un encuentro nada casual en labiblioteca y una canción a piano había acabado con él enamorado de RachelBerry.

Nunca negó la posibilidad de llegar a sentir algo por ella pero lasadvertencias le parecieron exageradas. ¿Él se iba a enamorar? No de ella, esosí lo había tenido claro. Podría sentir algo, como cuando en la primera cita,de vuelta a casa se dio cuenta que las horas se le habían pasado volando y queno había tenido que fingir después de los primeros treinta minutos. Algo,se había dicho, no todo lo que había llegado a sentir para cambiarse hasta deinstituto. No necesitaba que nadie le dijera que había sido una acciónexagerada, ¡ni que fueran Romeo y Julieta!

En realidad nada de eso importaba ya mucho. Estar en el instituto ya no era tandivertido, caminar solo por los pasillos no era igual de interesante. Cantar conlos demás chicos de Glee comenzaba a suponer una presión como lo había sidoVocal Adrenaline siempre. Salvando las distancias, claro.

No quería ni pensar cómo iba a ser aquella tarde en el club de ballet.

Jesse no tenía intención de hacer un drama de todo aquello, pero lo cierto eraque sólo habían pasado dos días desde que rompiera con Rachel y ya empezaba aodiar el instituto. Por no hablar de las ganas que tenía de saltarse ballet esatarde. Y Jesse St. James no se saltaba jamás una clase de ballet. Historia talvez, pero ballet no.

Ver a Rachel no suponía tanto problema. La veía en Glee cada día y se la seguíacruzando por los pasillos, pero en ballet era distinto. En el coro cantabanjuntos, sí, pero también con los demás, que hacían las veces de muralla rápiday eficaz. Pero en ballet no habría forma de convencer a la profesora de quealguno de los dos dejara de ser bailarín principal y así no tener que serpareja. Llegados a aquel punto le daba igual si a él lo ponían de segundo otercer bailarín.

No tocar a Rachel cuando bailaban iba a ser más complicado que intentar nomirarla. Imposible, más bien. Sí, era el rey del drama, pero la ocasión bienmerecía el título.

Al final, después de horas preocupándose por lo que podría pasar ni siquiera llegarona hablarse durante ballet. Rachel había dejado de intentarlo y él… bueno, él sehabía sentido un poco vacío al ver que ella desistía.

Era el rey del drama, pero también era demasiado arrogante para dar el paso queen realidad estaba queriendo dar. Si ella dejaba de intentarlo él no laculpaba. Un poco sí, porque no podía evitarlo, pero en el fondo sabía que lachica estaba en su derecho de no intentar arreglar las cosas cuando él se loestaba poniendo tan difícil.

Cuando se decidía a mirarla ni siquiera la veía sonreír, brillante y decididacomo días atrás. Y si fuera el mismo Jesse St. James al que conoció aquellatarde junto al piano le habría dicho en más de una ocasión que estaba dejandoque todo aquello le afectara en sus actuaciones. Pero él no era el mismo,aquello había sido sólo una máscara que le había durado bien poco. No la veíadisfrutar y desde luego no la escuchaba hablar durante los ensayos de ballet.

A veces tenía la impresión que para ser un chico normal de 17 años, no sabía manejarbien algunas situaciones. ¿Y si había exagerado demasiado con el vídeo? Se lopreguntó por enésima vez mientras veía a Rachel echándose la mochila al hombro.Nadie se había acercado a ella para preguntarle si le pasaba algo, no habíaabierto la boca en toda la tarde. Eso le hizo sentirse aún peor.

El día siguiente no fue mejor, ni tampoco el siguiente, ni tampoco el que vinodespués. Cuando llegó el fin de semana se alegró de tener dos días ‘libres’ depreocupaciones, pensando que no ver a la chica le llevaría a centrarse en otrascosas.

Falló, por supuesto. Porque era como si cualquier cosa acabara recordándole aRachel. Si no eran sus tíos preguntándole si no salía con ella el viernes porla noche era su madre llamándole desde Bali el sábado por la tarde. O las fotosque había colgado en el corcho de su cuarto: los dos haciendo el tonto en unfotomatón. Las había metido en un cajón pero siempre acababa necesitando algoque estaba guardado allí también.

El domingo por la tarde tuvo el móvil en las manos algo más de media hora. Elnúmero de Rachel en la pantalla, los dedos paralizados antes de poder darle albotón de llamada. Cuando sonó de repente se le acabó cayendo al suelo, como silos dedos fueran de gelatina y la sorpresa hubiera hecho que el móvil se leescurriera entre ellos. Cuando consiguió cogerlo se sintió un poco estúpido delnerviosismo que le estaba generando. Pero pasó, dejando el móvil sonando encimade su cama. Había perdido todo el interés al ver quién le estaba llamando.

Aquello no podía seguir así. No podía recordar la última vez que había estadotan a la defensiva con todo el mundo, con los nervios a flor de piel. Y sipensaba en el día que se dijo que no se iba a enamorar de Rachel Berry sólo eracapaz de echarse a reír. Iluso.

Una hora más tarde estaba en la puerta de ella, intentando no tener miedo de lareacción que dos padres podían tener hacia el chico que seguramente le estabarompiendo el corazón a su única hija.

- Lo siento. – fue lo primero que dijo cuando ella entró en el salón.

- Jesse…

Por un momento la chica no supo qué hacer. Se quedó parada en la puerta de lahabitación, miró hacia atrás, justo por donde su padre acababa de desaparecer.

- Me ha dejado pasar. – continuó el chico, avanzando hasta ella. – Por la caraque me ha puesto imagino que sabe lo que pasó el otro día. Aunque tenía laimpresión que no me iban a dejar cruzar ni el umbral de la puerta.

Rachel no dijo nada. Y él no sabía si era porque no quería o porque no sabíaqué decir.

- Siento cómo reaccioné el otro día, Rachel. De verdad. No voy a decir que nome molestó lo del vídeo pero… creo que me pasé.

- Te pasaste mucho. – cruzó los brazos y alzó la barbilla.

A Jesse le dieron ganas de reír. No era lo más adecuado, pero no pudo evitar sonreír.Al menos ella volvía a ser como siempre, no aquella Rachel apagada y triste quele hacía sentirse demasiado culpable.

- Vale, me pasé mucho. – dio un paso más, podía abrazarla si quería. – Y estosúltimos días… Lo siento. Nunca me había sentido tan mal y creo que… bueno, queexageré un poco con mi reacción.

Ella le miró a los ojos, la mueca seria en sus labios suavizándose pormomentos.

- No es que yo actuara de la mejor manera tampoco. – admitió Rachel. – Sóloquería dejar de ser la última de la lista y no se me ocurrió pensar que podríahacerte daño. Así que… yo también lo siento, no quería romperte el corazón.

Jesse le acarició la mejilla, sonriendo con tranquilidad.

- Creo que tiene solución. – le dijo en voz baja.

- ¿El qué?

- Lo de mi corazón roto.

Y la abrazó, para qué esperar más. Se sentía bien, por fin, después de casi unasemana. Seis días en los que había descubierto que todas esas cursiladas quesolía escuchar de perder el apetito o de no poder dejar de pensar en la otra personaeran totalmente ciertas.

Iba a hacer lo que fuera por no tener que volver a pasar por lo mismo otra vez...


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Mensaje por Invitado Vie Dic 03, 2010 8:16 pm

Que bueno que está!! pobre Jesse sufriendo por ella, ojalá que cuando vuelva a la serie pase algo como el fin de este fic, gracias *-*
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Mensaje por Turn Around Bright Eyes Vie Dic 03, 2010 8:22 pm

Que bonito!
Esto hubiese servido como ua buena escena St.Berry en Glee.
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Mensaje por Obsessed Sáb Dic 04, 2010 11:51 pm

Awwwwww que hermooosuura !
los extraño tanto tanto :( no puedo esperar a que Jesse regrese.
graciasss por esto, me hace sufrir un poco menos
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Mensaje por PitaJonaticaGleek Dom Dic 05, 2010 12:03 am

aaaaaay !! que bonito ^^ !! loo ameee muchisiimoo!!
cuando subes otra???
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