Fic "Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" (CÁP. 6)

Rachel volvió en ese momento a la realidad, encontrándose en el aula de ensayos del Glee Club, que ahora estaba vacía, después de que todos votasen por ella como “Jugadora más valiosa” y la felicitasen por su buena actuación en los Regionales. La morena no pudo evitar que una lágrima de emoción se deslizase por su mejilla, al tiempo que admiraba sonriente su pequeño trofeo en forma de estrella. Por fin había conseguido aquello que tanto ansiaba secretamente desde que se inscribió en el Glee Club: ser aceptada y que sus compañeros reconociesen su talento. Rachel sonrió por última vez, antes de abandonar el aula. Después de todo, aquel día no había sido tan malo. Finn ahora estaba con Quinn y la morena sabía que era cuestión de tiempo que hicieran su relación oficial pero él la había mirado cuando interpretaba su solo y ella había sentido la misma conexión que cuando cantaron a dúo Faithfully. Rachel tan sólo esperaba que Finn se diese cuenta de que aún la quería antes de que fuese demasiado tarde para los dos.

Tan sólo a unos metros de allí, una pareja discutía junto a las taquillas.

-¡¿Puedes hacer el favor de parar?! ¡Me tienes harto con tus bromas sobre mi boca, Santana!- le espetó Sam, cada vez más enfadado.

-¡Ey! ¡Tranquilo, labios de rana! ¡No te lo tomes como algo personal!- respondió la morena, limándose las uñas sin mirarle, restándole importancia al asunto.

-¡Por supuesto que es algo personal! ¿Es que no te das cuenta de lo molesto que es?- preguntó él, perdiendo la paciencia al ver que ella seguía sin prestarle atención-¿Sabes qué, Santana? Puede que parezca tonto pero no lo soy y ya hice demasiado el ridículo con el tema de Quinn. Quería esperar a que pasaran los Regionales pero ya estoy harto de seguir fingiendo. ¡Esto se termina aquí, Santana! ¡Búscate otro chico al que manejar como a una marioneta y que te sirva de tapadera para ocultar la realidad!- dijo el rubio, con decisión, cerrando su taquilla de un golpe y dejando a la chica totalmente sorprendida.

-¿Cómo? ¡No sé de qué realidad hablas!

-¿Crees que soy ciego? ¡Vi como la semana pasada mirabas a Brittany! ¡La señorita Hollyday te ayudó a expresar tus sentimientos mediante una canción! ¡Tu relación conmigo es sólo una tapadera!

-¡¿Qué?! ¡¿De dónde has sacado una cosa así?!- quiso saber la morena, algo inquieta.

-No hace falta ser muy observador para darse cuenta, Santana- dijo él, más relajado.

-Me da igual lo que digas, siempre será tu palabra contra la mía y…

-Santana, no pienso contar nada de esto a nadie…- le interrumpió él, poniendo una mano sobre su hombro.

-¿Cómo?- preguntó ella, muy sorprendida- pero… yo… escribí esa canción, te dejé en ridículo enfrente del club… ¿no quieres vengarte?

-¿Sabes una cosa? No es mi estilo. En mi opinión, es mejor ser fiel a tus principios y vivir la vida según te vienen las cosas. De modo que… ¿Amigos?- le preguntó él con una sonrisa.

-Amigos- respondió ella, con una sonrisa- ¡Pero esto no acaba de pasar para el resto del mundo o lo negaré, labios de rana!

-Supongo que podría intentarlo… ¿te importa que le diga a la gente que te dejé yo? No quiero que se burlen más aún de mí en este instituto.

Sam se despidió de ella, cogiendo su mochila y desapareciendo tras la puerta principal.

-¿Y ahora que hago?-se preguntó ella, algo nerviosa- ¡Ya no tengo pareja para el baile y es en un mes! ¡Encima Britanny sigue con Artie!- se lamentó, bajando la cabeza pero unos segundos después volvió a alzarla con una sonrisa juguetona en los labios- No, de eso nada. Es posible que lo mío con Sam haya terminado, iba a ser así tarde o temprano pero Santana López nunca se da por vencida cuando quiere algo de verdad. Me cueste lo que me cueste, voy a conseguir que vuelvas conmigo, Britt. Muy bien, creo que ya tengo un nuevo objetivo: conseguir pareja para el baile.

Dicho esto, Santana se giró con una sonrisa triunfante en la boca, dejando el McKinley completamente vacío.

Por otra parte, en los aparcamientos del instituto, Rachel comenzó a caminar con paso ligero hacia su casa. Hoy era un día de éxito y sabía que sus padres querrían celebrar por todo lo alto el triunfo de su pequeña estrellita. Rachel siguió sumida en sus pensamientos, cuando el sonido del claxon de un coche hizo que diese un brinco de sorpresa, para después girarse para gritar al tonto que la había asustado de aquel modo.

-¡¿Pero qué demonios…?!

La morena se detuvo al darse cuenta de que se trataba de Sam Evans, su compañero en el Glee Club con el que apenas había intercambiado un par de palabras en todo el año que llevaba en el coro.

-¡Perdona, Rachel! ¡No quería asustarte! ¿Te vas a casa?

-¡Oh! ¡No pasa nada!- contestó ella, algo sonrojada- Sí, ya me marcho. ¿Por qué?

-No es nada, tan sólo me preguntaba si querrías que te llevase en mi coche- respondió el rubio, con una amplia sonrisa.

-Bueno, yo… no sé, no quiero entretenerte y que tengas problemas luego en casa.

-¡No seas tonta! ¡Tan sólo serán unos minutos y créeme que mi madre me mataría si se entera que no acompañé a casa a una chica tan hermosa!

La morena no pudo evitar ruborizarse antes sus palabras, para después subir al asiento del copiloto, mirándole agradecida.

-Gracias, Sam, es todo un detalle de tu parte.

-No es nada, Rachel.

A continuación, el rubio reanudó la marcha, al tiempo que subía ligeramente el sonido de la radio, mientras que el tema Firework de Katy Perry comenzaba a sonar y Rachel empezó a cantarla tan sólo segundos después. Tras el estribillo, Rachel se giró para descubrir a Sam, que la miraba con una sonrisa.

-Me encanta esta canción- confesó ella, con las mejillas sonrojadas.

-A mí me gusta oírte cantar. Me encantó tu interpretación de este tema en el día de San Valentín y el solo de hoy en las Regionales. Tienes mucho talento, Rachel, en serio- le dijo él, con una sonrisa sincera.

-Gracias, Sam, eres un encanto.

Los chicos empezaron a cantar la canción mientras se sonreían, para después reanudar la marcha, sin advertir que Finn los había observado a lo lejos, frunciendo el ceño, muy confuso. ¿Desde cuándo Rachel y Sam eran amigos? Por lo que él sabía, apenas se habían dirigido la palabra en todo el curso y ahora cualquiera que los hubiese visto en ese coche diría que son los mejores amigos o quien sabe si algo más. El moreno apretó los puños de rabia ante ese pensamiento, sin poder evitar que un nudo se instalase en su garganta. Justo en ese momento, los gritos de Quinn le devolvieron al mundo real.

-¡FINN HUDSON! ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?

-¿Qu… qué? ¡No, perdona! ¡Estaba distraído!

-¡Cómo no!- le espetó ella, claramente ofendida- ¡Te decía que ya que las Regionales han pasado es el momento perfecto para hacer oficial nuestro noviazgo!

Tras oír aquellas palabras, el estómago de Finn se retorció más aún, sintiéndose incómodo y nervioso al mismo tiempo, por la reacción que su relación con Quinn tendría para todo el instituto y en especial para Rachel, a la que no quería dañar por nada del mundo.

-Sí, cla… claro… supongo que tienes razón- dijo él, frunciendo el ceño.

-¿Qué pasa ahora, Finn? ¡Acordamos que lo haríamos tras las Regionales!

-¡Ya lo sé, Quinn! ¡No soy tonto! Es sólo que…

-¡Rachel! ¡¿Otra vez me vas a hablar de ella?! ¡Ya estoy harta de que siempre esté entre medias de nosotros, Finn!- le recriminó ella, con lágrimas en los ojos, muy ofendida.

-¡No te pongas así, Quinn! ¡Tan sólo quiero que sufra lo menos posible! ¡Es sólo eso!

-¡Vale, pero yo ya me he cansado de esperar! ¡O lo anunciamos esta semana o lo nuestro se acabó! ¡Tú mismo!

Finn sintió de repente el impulso de contestarle y acabar con aquella relación que parecía ir cada vez peor. Sin embargo, por muy estúpido que parecieses algo le empujaba a seguir a su lado. ¿Tal vez era porque se sentía demasiado solo sin Rachel? Era posible, pero de momento no se sentía preparado para perdonarla, a pesar que su actuación de hoy le había llegado a lo más profundo del corazón y se había sentido un poquito más cerca de ella, desde el otro lado del escenario. Finalmente, bajó la cabeza resignado, aceptando su derrota y pronunciando las palabras que ella deseaba escuchar.

-De acuerdo, Quinn. Tú ganas, lo anunciaremos la semana que viene en el Glee Club.

-¡Eso está mucho mejor, Finn!- respondió ella, abrazándose a él- ¡Ya verás como pronto recuperamos el lugar que nos corresponde en la pirámide social del instituto! ¡Seremos el rey y la reina del baile!

Finn sonrió con amargura al pensar en lo mucho que significaba para ella la popularidad y la imagen que proyectaban como pareja. En otros tiempos él habría reaccionado como ella, pero ahora tenía otras cosas en la cabeza. Una persona en concreto, para serexactos: Rachel Berry.

Sam aparcó el coche a un lado de la acera, frente a la casa de Rachel.

-Bueno, pues esta es mi casa…- dijo ella, sin saber qué más añadir a la conversación.

A pesar de que apenas habían hablado un par de veces, Sam siempre había admirado a Rachel Berry por su enorme talento. Por más que intentara buscar una explicación, no entendía como todo el instituto podía pensar que Rachel era odiosa. De acuerdo, tal vez a lamorena le gustaba mandar y quedarse con todos los solos, pero el rubio intuía que había mucho más detrás de aquella chica y ahora sabía que estaba en lo cierto. El camino hasta su casa, lejos de convertirse en un infierno en el que sólo hablaba Rachel, había sido agradable y entretenido. Sin duda Rachel tenía buen gusto para la música y adoraba casi tanto como él la película Avatar. Ese pensamiento hizo que Sam sonriese, pensando que tal vez no estaría mal la idea de conocer a Rachel un poco más. El rubio despertó del trance al sentir el suave roce de la mano de ella contra su brazo derecho.

-Esto… ¿Sam? ¿Estás bien?

-¡Oh! ¡Perdona! ¿Qué me decías?

-¡No es nada, tranquilo! Tan sólo me despedía, nada importante- le aclaró ella, con una sonrisa tierna.

-¡No digas eso! ¡Para mí si es importante! ¡Vamos, te acompaño hasta la puerta!

-¡Pero…!

-¡Ni peros ni nada! ¡Vamos!

Los chicos bajaron del coche y se dirigieron hacia la casa de Rachel, donde sus padres observaban discretamente a los chicos desde la ventana del salón, con una enorme sonrisa en sus rostros.

-¿Tú crees que…?- comenzó Leroy, entusiasmado.

-Tal vez… pero debemos ser prudentes o podríamos estropearlo todo- respondió Hiram, palmeando la espalda de su marido.

Los dos hombres no pudieron seguir hablando, ya que llamaron al timbre en ese preciso momento.

-Hola, papi…- respondió ella, sonrojándose y mirando a Sam de reojo, que parecía estar encantado de estar allí.

-¡Ups! ¡Perdónanos, cielo! ¡No sabíamos que traías compañía!- se disculpó Hiram, que miraba a Sam lleno de curiosidad.

-No pasa nada… Papá, papi… este es Sam, un amigo del Glee Club- dijo Rachel, mirando a Sam algo nerviosa.

-Es un placer conocerles- dijo Sam, con una sonrisa suave, tendiéndoles la mano.

-Lo mismo te digo, Sam- respondió Hiram, estrechando la mano del muchacho.

-¡Sí, es un placer conocerte!- añadió Leroy, dándole otro apretón de manos- ¡Bueno, estrellita! ¡No creas que nos hemos olvidado! ¡Hoy es tu día y tenemos que celebrarlo por todo lo alto!- exclamó, con una gran sonrisa, admirando el trofeo que de MVP que había ganado su hija- ¿Dónde quieres que vayamos a cenar esta noche?

-Eh… yo… no sé…

-¡Podemos ir a ese restaurante vegetariano que tanto te gusta!- le dijo Hiram, rodeando el hombro de su esposo con un brazo.

-¡Sí, es verdad! ¿Sam, te quieres venir?

-¿Yo?- preguntó el rubio, sorprendido- Oh, no, no quiero molestar. Además, me esperan en casa y…

-¡No hay problema! ¡Iremos a tu casa antes de salir para que puedas avisar a tus padres!

-Yo… no sé…- consiguió decir el rubio, algo nervioso.

-¡No seas tímido! ¡No mordemos ni nada parecido! ¡Prometemos traerte pronto de vuelta!

-¡Papi, os ha dicho que no puede!- contestó Rachel, mirando a Sam con ojos de disculpa.

-Bueno, en realidad no he dicho que no pueda…- respondió él, mirándola con una sonrisa.

-Sam… ¿en serio querrías venir?- preguntó ella, totalmente sorprendida.

-Bueno, ¿Somos amigos, no?

Rachel asintió, con lágrimas de emoción al borde de sus hermosos ojos marrones.

-Sí, claro que sí…

-¡Entonces no se hable más! ¡Sam, te vienes con nosotros!- exclamó Leroy, entusiasmado.

Rachel miró sorprendida a sus padres, que siempre la habían protegido en exceso del resto del mundo y en especial de los hombres. Le parecía casi imposible creer que se encontrase ahora junto a Sam en un mismo coche, rumbo a su casa. Una vez la madre de Sam le dio permiso para cenar fuera, se marcharon al restaurante favorito de Rachel, que se encontraba en un pueblecito de Ohio, al lado del mar. La noche pasó volando para los chicos, que se sorprendieron ante la cantidad de cosas que ambos tenían en común y la conexión especial que les unía. A pesar de que hoy había sido el primer día que habían mantenido una conversación más extensa del simple “hola” y “adiós”, los dos sabían que hoy se había forjado una amistad inesperada entre ambos y algo les decía que aquello no había hecho más que comenzar. Al terminar la noche, cada uno en su casa se durmió con una gran sonrisa y sin sentirse solos por primera vez en mucho tiempo.

Una semana después, en la sala de ensayos del Glee Club todos esperaban la llegada del señor Schuester para comenzar la selección de canciones para los Nacionales. Quinn le dio un codazo a Finn y éste la siguió hacia el centro del aula, con resignación y sin quitar el ojo de encima a Rachel, que se encontraba charlando alegremente con Sam. Finn había notado que, desde hacía varios días, siempre que había buscado a Rachel la había encontrado con él, riendo animadamente o hablando sobre alguna película cuyo nombre él nunca conseguía recordar. Sin que pudiese hacer nada por evitarlo, algo en lo más profundo de su corazón se rompía al ver a Rachel tan feliz en compañía de un chico que no fuese él. La daga de los celos comenzaba a torturarle día y noche hasta que creyó que tal vez sólo se tratase de imaginaciones suyas y ellos sólo eran amigos. Rachel aún le quería, lo había visto en sus ojos el día de las Regionales. Ella no podría haberle cambiado tan rápido por otro… ¿O tal vez sí? La voz de Quinn pidiendo que le prestasen un poco de atención interrumpió todos sus pensamientos.

-¡Chicos, Finn y yo tenemos algo que anunciaros!- exclamó Quinn, con una sonrisa de superioridad.

Cuando tuvo la atención de todo el Glee Club, la rubia continuó.

-Bueno, como seguro que ya suponéis, Finn y yo queríamos confirmar el rumor y decir que estamos de nuevo juntos desde hace algunas semanas.

-Menuda bruja- susurró Lauren, quien se ganó una mirada de sorpresa de Rachel y la risa de Santana.

-Como decía-dijo Quinn, fulminando a la novia de Puck con la mirada- debido a esto, queremos anunciar nuestra intención de presentarnos a candidatos de rey y reina del baile de graduación y esperamos contar con vuestros votos como compañeros nuestros del Glee Club. Eso es todo.

Todo el Glee Club comenzó a cuchichear entre ellos, menos Rachel, que miraba fijamente la pared, conteniendo las lágrimas. A pesar de que había volcado todos sus sentimientos en aquella canción, habérsela dedicado y cantado frente a todo el mundo, todavía no era merecedora de su perdón. Rachel sintió que sus ojos se humedecían justo en el momento que una mano apretaba con delicadeza la suya. Rachel giró el rostro para encontrarse a Sam, que no se había separado de su lado y la miraba con preocupación.

-Estoy bien, Sam, no te preocupes. Las grandes estrellas deben aprender a controlar sus emociones.

Sam no pudo evitar sonreír al escuchar aquella frase y al ver lo exigente que era Rachel consigo misma.

-Eso es genial, pero no olvides que estoy aquí para lo que sea, ¿vale?

-Gracias, Sam.

Rachel acarició su mano, para después reposar su cabeza contra su hombro, sin percatarse de que Finn los observaba desde el otro lado de la clase, con los puños apretados de la rabia que sentía. ¿Quién se creía que era Sam para consolar a Rachel de aquella manera? ¿Desde cuándo el rubio se tomaba esas confianzas? Aquel día Finn Hudson se marcó un nuevo objetivo: descubrir que había realmente entre Rachel Berry y Sam Evans.

Cuando el ensayo del Glee Club terminó, Rachel se fue hacia el aparcamiento con Sam, que insistió en acompañarla. Tras despedirse del rubio, Rachel arrancó su coche nuevo, que había sido el regalo de sus padres por ganar los Regionales. Rachel encendió el estéreo y puso un cd que nunca se había atrevido a escuchar desde su ruptura con Finn. En él había una recopilación de todos los temas que cantaron juntos en el Glee Club desde el inicio hasta las Semifinales. Una vez llegó a su casa y aparcó el coche, las nubes grises que cubrían el cielo comenzaron a agruparse, oscureciendo el paisaje, al tiempo que se desataba una tormenta. La lluvia caía rápida y ligera, como las lágrimas de Rachel, que no tardaron en fluir descontroladamente por todo su rostro, destrozando su delicado maquillaje. La morena lloró y lloró durante minutos que le parecieron toda una vida, hasta que se encontró totalmente vacía, como le ocurría siempre que algo con Finn salía mal. ¿Por qué? ¿Por qué a ella sí y a mí no? ¡¿Por qué no puedes perdonarme, Finn Hudson?! Rachel apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento, intentando despejar su mente y aliviar su dolor. Su corazón le decía que una parte de ella siempre le amaría, pero otra por el contrario le animaba a continuar con su vida y dejarle libre para siempre. Tal vez aquello era lo que debía hacer, separarse de Finn y comenzar a vivir única y exclusivamente para cumplir todos sus sueños. Si él no había sido capaz de entender el significado de aquella canción, tal vez no era el chico apropiado para ella o quizá realmente era Quinn el amor de su vida y no ella, Rachel Berry, una perdedora del Glee Club. Rachel alzó el rostro con determinación, para después sacar el cd del reproductor, abrir la ventanilla del coche y arrojar el cd todo lo lejos que le fue posible. A continuación se puso su abrigo y salió corriendo hacia su casa, con una sonrisa. Ahora ya no era tiempo de lamentaciones, Rachel Barbara Berry debía reinventarse a sí misma y buscar su propia felicidad. Aquella tarde de tormenta se hizo una promesa: nunca más volvería a llorar por Finn Hudson.

Las semanas fueron pasando, tres para ser exactos, y las cosas no habían cambiado mucho para los chicos. Finn y Quinn seguían sosteniendo su relación de mentira, ella por conveniencia y él por resignación. Por otra parte, Sam y Rachel se habían vuelto inseparables, almas gemelas que siempre estaban ahí la una para la otra. La morena había encontrado un gran apoyo en Sam y sabía que con él podía hablar de cualquier cosa sin temor a que le pusiesen ninguna etiqueta. Por su parte, Sam cada día estaba más fascinado por Rachel y su personalidad. ¿Cómo podía ser Finn tan tonto y dejar escapar a una chica así? A medida que pasaban los días, el rubio tenía que hacer más esfuerzos para no pegarle una buena paliza por estúpido. Cuanto más conocía Sam de Rachel, más atraído se sentía hacia ella. Sí, aunque pareciese mentira, con el tiempo Sam entendió que Rachel Berry le gustaba, y demasiado. De modo que Sam Evans también se propuso algo: conseguir el corazón de Rachel y que fuese su pareja en el baile.

Por su parte, Santana había conseguido que uno de los nuevos integrantes del equipo de fútbol cayera en sus brazos y ya se había apuntado como pareja del baile. Santana observó encantada como Brittany la miraba con tristeza desde la distancia, al tiempo que Artie trataba de llamar su atención. Las miradas de las chicas conectaron un momento y ambas sintieron esa chispa que no podían sentir con nadie más. Sin embargo, Brittany retiró la mirada, indecisa, al tiempo que Santana tiró de su nuevo novio y ambos caminaron del brazo por todo el pasillo del instituto, donde la latina le lanzó a la rubia una última mirada, antes de girarse para continuar con su camino.

Al día siguiente, los chicos se encontraban en el ensayo del Glee Club, dónde el señor Schuester propuso que se juntaran en duetos con posibles propuestas para los Nacionales.

-¡De acuerdo, chicos! ¡Quiero que os juntéis en duetos y el elegido se interpretará en los Nacionales!

-¡Yo quiero cantar con Finn!- dijo Quinn, agarrando a su novio del brazo de forma posesiva.

-¡Lo siento, Quinn! ¡Se hará a sorteo! ¡El azar decidirá las parejas!

-¡¿Qué?! ¡FINN! ¡DI ALGO!- le ordenó la rubia, que echaba chispas por los ojos.

-Sí, Quinn… lo que tú digas- dijo Finn, que miraba hacia otro lado, concretamente donde estaban Sam y Rachel.

-¡FINN!- le increpó ella, golpeando su brazo- ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?

-¡¿Qué?! ¡Oh! ¡Perdón! ¿Hablábamos de las Nacionales, no?

-Sí, Finn. He decidido que se hará por sorteo y Quinn se niega, ¿tú tampoco estás de acuerdo?- le preguntó al profesor.

-¿Qué? ¡No! ¡Estoy de acuerdo en que se haga así!

-¡¿QUÉ?! ¡Finn, eres mi novio! ¡Se supone que debemos de estar de acuerdo en estas cosas!- chilló ella, cada vez más enfadada.

-¿PODRÍAS BAJAR EL TONO, RUBITA? ¡Tu vocecita de niña histérica apesta!- le dijo Lauren, que se había puesto de pie y la miraba de forma amenazante mientras Puck la admiraba sonriente.

-¡Ya basta, chicos! ¡Siéntate, Lauren! ¡Los duetos se harán por sorteo y punto! ¡Mercedes, tú empiezas!

Mercedes fue hacia el sombrero que había sobre el piano y sacó un papel.

-¿Qué pone en el papel, Mercedes?

-Mike- contestó la morena.

-¡Genial! ¡Primer dueto: Mercedes y Mike!- anotó Will en la pizarra- ¡Tina, tu turno!

La chica asiática salió al escenario, algo nerviosa para finalmente tomar otro papel del sombrero.

-¿Tina? ¿Quién será tu compañero/a de dueto?

-Artie…- dijo la morena, en un susurro, mirando a su ex novio, que no sabía dónde mirar.

-¡Muy bien! ¡Lo anoto también aquí! ¡Puck, saca un papel!

-¡Genial! ¡Santana, ven aquí por favor!

Santana removió los papeles que quedaban y cuando leyó quien iba a ser su compañero de dueto, no pudo evitar sonreír.

-¡Brittany!- dijo la latina, sonriendo triunfal, mientras Quinn soltó un bufido.

-¡Ya sólo queda una persona por sacar papelito y la otra pareja quedará elegida. Finn, ¿puedes venir y escoger un papel?

Finn se acercó rápidamente hacia el piano y antes de meter la mano en el sombrero pidió un único deseo “Que me toque con Rachel, por favor”. Tras remover un par de veces los papelitos, escogió finalmente uno y lo abrió apresuradamente, tanto que al final cayó al suelo y fue el señor Schuesterquien leyó el nombre.

-¡Quinn!- exclamó, para felicidad de la rubia y desánimo de Finn, que miró de reojo a Sam, que miró a Rachel sonriente, mientras entrelazaban sus manos, provocando la furia del moreno, que se sentó al lado de su novia sin pronunciar palabra.

-¡Perfecto! De modo que los duetos quedan así: Mercedes y Mike, Tina y Artie, Lauren y Puck, Santana y Brittany, Quinn y Finn y Rachel y Sam. ¡Dentro de un par de semanas quiero que vayáis presentando vuestras propuestas y sólo me queda desearos mucha suerte y que gane el mejor!

Los chicos empezaron a salir antes de que Finn pudiese alcanzar a Rachel. Estos días las cosas habían cambiado radicalmente entre ellos y Finn no estaba dispuesto a dejarla escapar, de modo que tendría que ganar tiempo hasta que pudiese romper con Quinn y volver con Rachel. Finn se despidió de Quinn con un beso rápido para después dirigirse hacia las taquillas, dónde se encontraba la morena recogiendo sus cosas. Justo en el momento en el que iba a alcanzarla, el estúpido de Sam Evans, volvió a sorprenderla, tapando sus ojos con sus manos, desatando una sonrisa por parte de ella.

-¡Sam!- dijo ella, girándose para quedar frente a frente con el chico- ¡Qué susto me has dado! ¿Ocurre algo?

-¡Perdona, Rach! ¡No quería asustarte!- se disculpó él, rascándose la cabeza- En realidad, quería comentarte algo…

-¡Oh! ¡Ahora entiendo! ¿Es sobre el dueto, no? ¡No te preocupes, ya estoy buscando temas que nos ayuden a ganar el concurso!- le aseguró la morena con una sonrisa.

-Todo eso es genial, pero no venía a hablar de eso- confesó él, cada vez más nervioso.

-Rachel, yo… quería preguntarte algo…

-¡Claro, dime!- exclamó ella, muerta de curiosidad.

-En realidad yo me preguntaba… ¿Querrías ir conmigo al baile de graduación, Rach?

¿Qué contestará Rachel a la pregunta de Sam? ¿Cómo reaccionará Finn ante esto? ¿Pasarán a ser Sam y Rachel algo más que amigos? ¿Y Quinn? ¿Conseguirá ser reina del baile con Finn? ¿Quién ganará el concurso de duetos? ¡Todo esto en próximos capítulos! :P

¡Hola a todos! ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS COMENTARIOS! :D ¡Me animan muxísimo y me ayudan a seguir con la historia. Tal y como algunos han pedido, aquí veremos también a Quinn un poco celosa. ¡Espero que os guste y me podáis dejar un pequeño comentario ^^!

Rachel miró a Sam con los ojos muy abiertos, boquiabierta y sorprendida al mismo tiempo por su pregunta.

-¿Qué… qué acabas de decir, Sam?- preguntó ella, con una sonrisa.

-Bueno, yo…- comenzó a explicarse él, muerto de nervios- Estos días he estado pensando que no quiero llevar a cualquier chica al baile…quiero que sea alguien especial y tú eres mi mejor amiga así que pensé que me encantaría que fueses mi pareja en el baile, Rach… pero si no quieres yo…

-¡CLARO QUE QUIERO, TONTO!- exclamó ella, abrazándolo, mientras sonreía de oreja a oreja- ¡Muchas gracias por pedírmelo!

-Será un placer ser tu acompañante en la fiesta, Rach. La verdad, pensé que quizá ya tendrías pareja- reconoció él, algo sonrojado.

-¡Qué va! Recuerda que la mitad de este instituto me odia y la otra mitad ignora mi existencia, Sam…- dijo ella, sonriendo para quitarle importancia al asunto.

-¡Pues ellos se lo pierden!- respondió él, mirándola directamente a los ojos, mientras acariciaba su mejilla con una mano.

-Gracias, Sam. Eres el mejor amigo que podría tener, en serio- le confesó ella.

-Pues añade a eso que soy el tipo más afortunado de este instituto, pues tendré de pareja en el baile a la chica más hermosa y especial de todo Ohio- añadió él, rodeando su hombro con un brazo, al tiempo que las mejillas de ella se cubrían de un intenso color rojo- ¿Te apetece venir a mi casa y vamos preparando el dueto? Mi madre está deseando volver a verte- confesó el rubio con una sonrisa.

Dicho esto, la pareja se marchó rumbo a casa de Sam, para preparar su actuación al tiempo que Finn salía de su escondite, para observarlos mientras echaba chispas por los ojos. En ese momento, aquella imagen de ellos caminando el uno junto al otro mientras él la sostenía entre sus brazos hacía que sus puños se cerrasen, sus músculos se tensasen y que tuviese unas ganas enormes de echarse a llorar como un bebé. El moreno agachó la cabeza, lamentando todas las veces que Rachel le había pedido una oportunidad y él simplemente había sido incapaz de perdonarla debido a su estúpido orgullo. Ahora no sólo había comenzado una relación sin sentido con Quinn, sino que también había perdido a la chica de sus sueños y se la estaba ofreciendo al estúpido de Sam Evans en bandeja. Finn sacudió la cabeza, incapaz de aceptar tan rápido su derrota y decidido a luchar por ella, cuando la mano de Quinn se posó sobre su hombro, obligándole a girarse para tenerla frente a frente.

-¡¿Qué andabas haciendo, Finn?! ¡Llevo QUINCE minutos en la sala de ensayos esperando a que volvieras! ¿No me dijiste que ibas al baño?

-¡Perdona, Quinn! ¡Se me había olvidado el libro de historia en la taquilla y me entretuve!-mintió él, para que no lo descubriera.

-¡Está bien, no pasa nada! ¿Y bien, dónde está?- preguntó la rubia, mirando sus manos vacías.

-¿Dónde está el qué?- preguntó él, con el ceño fruncido, sin comprender.

-¡Tu libro, Finn! ¿Si has ido a buscarlo, dónde está?- preguntó Quinn, con las manos sobre las caderas, perdiendo la paciencia.

-¡Oh! ¡Mi libro! ¡Bueno, es que fui a buscarlo y luego recordé que ya lo había llevado a casa el otro día!- respondió, al tiempo que sentía como una gota de sudor caía por su frente.

-Ya… ¿Finn, acaso tengo cara de estúpida? ¡No me creo nada de lo que me estás contando y creo que me estás ocultando algo!- le acusó ella, fulminándole con la mirada, al tiempo que lo apuntaba con el dedo índice en el pecho.

-¿Qué? ¡No, Quinn! ¡Es la verdad, en serio!- respondió él, con una mezcla de cansancio, enfado y desesperación en la voz.

-¡Está bien! ¡Por esta vez te voy a dar un voto de confianza! ¡Pero la próxima vez espabila y no me tengas ahí sola esperando! ¡Quedan dos semanas para el baile y tengo que ultimar todos los detalles para que esa corona sea mía!- dijo ella, con un brillo de ambición en los ojos.

-¿Querrás decir nuestra corona?- preguntó él, con evidente fastidio.

-¡Oh! ¡Sí, por supuesto! ¡Nuestra, de los dos!- dijo ella, con una sonrisa falsa en el rostro- Bueno… ¿me acompañas a casa? ¡Tengo mucho que preparar y encima ahora tenemos que ganar también ese dichoso concurso de duetos!

-¡Ni me la nombres! ¡Esa enana es un fastidio! ¡Por nada del mundo podemos permitir que gane! ¿Lo has comprendido, Finn?

-¿Qu… qué? ¿Pero tú no querías ser reina del baile?- preguntó él, confuso.

-¡Estúpido! ¡Quiero estar en la cima de la pirámide social y si el Glee Club gana las Nacionales gracias a un dueto nuestro todo eso será mucho más fácil!

Finn miró a Quinn con los ojos muy abiertos, incapaz de creer lo que acababa de escuchar. ¿Cómo podía ser tan mala y que él no se hubiera dado cuenta antes? Finn se sintió más estúpido todavía, si es que aquello era posible, mientras caminaba junto a la rubia hacia su furgoneta, para llevarla a casa. Durante el camino reino el más absoluto silencio, al tiempo que la rubia retocaba su maquillaje y Finn sólo podía pensar en alguna forma de boicotear su dueto con Quinn, aunque eso supusiese darle la victoria a Sam y que éste cantase con Rachel en las Nacionales, como él habría querido.

En cuanto Sam la dejó en casa tras el ensayo, Rachel subió las escaleras a toda prisa hasta su habitación. Una vez allí se tumbó en la cama, con una gran sonrisa en los labios. No sólo se encontraba cada vez mejor en el Glee Club sino que ahora había encontrado por fin a un amigo de verdad, pues Finn siempre había sido algo más para ella. Sam siempre estaba ahí para ella y eran musicalmente compatibles, tanto que la morena estaba muy sorprendida de lo rápido que ambos habían escogido su dueto para el concurso. Todo ocurrió tan rápido que, tan sólo minutos después de ponerse a buscar en el ordenador, dieron con esa canción y Rachel se giró para encontrarse con el rostro de Sam junto al suyo, asintiendo sonriente. Sin perder más tiempo, los chicos imprimieron las partituras y acordaron quedar a diario para ensayar. Después habían bajado al salón dónde ya los esperaba Amy Evans, la madre de Sam, con una bandeja de magdalenas recién horneadas, que había elaborado con una receta que le había traído Rachel, a la que ya consideraba una hija. Rachel suspiró, feliz al ver que las cosas mejoraban por momentos y que volvía a sentir la ilusión por convertirse en una verdadera estrella. De repente, cayó en la cuenta de que hacía varios días que no sabía nada de su otro mejor amigo, Kurt Hummel, desde hacía varios días y quería ponerle al corriente de todo lo que le estaba pasando. Rachel se levantó de un salto y bajó las escaleras a toda prisa para llegar al salón con la lengua afuera, dónde sus padres la observaban arqueando las cejas, sin entender nada.

-¿Princesita, estás bien?- preguntó Leroy, algo preocupado.

-¡Sí, sí! ¡Es que quería pediros algo a los dos!- consiguió decir ella, tras respirar profundamente un par de veces.

-¿De qué se trata?- quiso saber Hiram.

-Bueno, es que… hace días que no sé nada de Kurt y… me preguntaba si me dejaríais organizar una fiesta pijama esta noche con él y Mercedes.

-Mmm… Bueno, por mi no hay problema, de hecho pensábamos salir esta noche, ¿no, Hiram?- intervino Leroy, con una sonrisa.

-Sí, vamos a salir al cine y a cenar. ¡De acuerdo, cielo! ¡Puedes invitar a tus amigos! ¡Pero nada de alcohol ni de chicos que no sean Kurt! ¿Entendido?

En cuanto Rachel obtuvo el permiso de sus padres, volvió escaleras arriba a su habitación, dónde agarró su teléfono y marcó rápidamente a Kurt y a Mercedes, que confirmaron su asistencia. A eso de las diez, los tres amigos ya estaban arriba en la habitación de Rachel, ya con el pijama puesto, escuchando una recopilación de los mejores musicales de todos los tiempos.

-¡Me encantan estas reuniones! ¡Podemos cuchichear tranquilos sin que nadie nos mire mal!- exclamó Kurt, con una sonrisa.

-¡Mírale, Rach! ¡Desde que el señorito tiene novio parece otro!- rió Mercedes, que ojeaba una de las muchas revistas de celebrities que tenía Rachel en su cuarto.

-¡Oye, no te burles! ¿Por qué no mejor me contáis que tenéis pensado hacer para machacar a Vocal Adrenaline para las Nacionales?- quiso saber Kurt.

-Bueno, pues al parecer el señor Schuester quiere que abramos nuestra actuación con un dueto y ha organizado un concurso.

-¡¿En serio?! ¡GUAU! ¿Con quien vais vosotras?

-A mí me ha tocado con Mike y estamos buscando una canción que tenga fuerza vocal para mí y que pueda tener una buena coreografía para él.

-¡Guay! ¿Rach y tú, vas con Finn?- preguntó Kurt, tapándose la boca con una mano.

-No, yo…

-¡RACHEL VA CON SU NUEVO AMIGUITO!- exclamó Mercedes, con una sonrisa enorme.

-¡¿QUÉ?! ¿Un nuevo amiguito? ¡Dios mío! ¡Ya estás tardando en hablar, señorita Berry!

-¡Mercedes exagera! Sam y yo sólo somos…

-¡SAM! ¡Lo sabía!- dijo el castaño con una sonrisa triunfal.

-¿Qué es lo que sabes?- preguntó Rachel, con el ceño fruncido.

-¿Rach, es que no lo ves? ¡Sam está interesado en ti! ¡Os veis a diario dentro y fuera del instituto y ahora también participáis juntos en el concurso de duetos!

-¡Eso fue a sorteo! ¡Podría haberme tocado con cualquiera!- dijo Rachel, algo confusa tras las palabras de su amigo.

-¡Pues es una oportunidad de oro para conoceros más, Rach! ¡Necesitas tomarte un respiro!- le aconsejó su amigo, guiñando un ojo a Mercedes, que asentía sonriente.

-¡¿Pero de qué estáis hablando?! ¡Yo estoy perfectamente como estoy!

-¿Segura? ¿Ya te has olvidado por completo de Finn?

Rachel agachó la cabeza al oír ese nombre, pero la levantó enseguida para mirar a sus amigos directamente a los ojos.

-No, no creo que nunca lo consiga. Sin embargo, la vida sigue y no puedo quedarme quieta esperando a que él dé el paso y me perdone. Todo eso se terminó y ahora sólo me importa ganar los Nacionales y que el Glee Club recupere su antigua gloria.

-Sí, todo eso está genial, pero… ¿Dónde entra Sam en esos planes?- preguntaron Mercedes y Kurt al unísono.

-Bueno… Sam es mi amigo e iremos juntos al baile pero…

-¡¿CÓMO?! ¡Madre mía, y te atreves a negarlo!

-¿Negar el qué? ¡No entiendo nada!

-¡Rach! ¡Sam siente algo por ti! ¡Le gustas!

-Eh… ¿por qué no mejor hablamos de otra cosa? ¿Qué tal todo con Blaine?

La conversación dio por el fin el giro que Rachel necesitaba y no se volvió a hablar de Sam en toda la noche. Sin embargo, las palabras de sus amigos resonaban en la cabeza de la morena, que no podía evitar preguntarse si realmente Sam podría sentir algo por ella.

Cuando el lunes llegó, Rachel se dirigió hacia su clase de historia, encontrándose con un cartel que avisaba a los alumnos de que la profesora se había puesto enferma y que no tendrían clase a esa hora. Rachel sonrió y acudió al único lugar del instituto dónde podía ser ella misma: el salón de actos. La morena se acercó al escenario a toda prisa, para finalmente sentarse frente al piano, perdida en sus pensamientos. Por más que lo había intentado no había conseguido sacar de su cabeza las palabras de Kurt. Cada vez se sentía más nerviosa ante el momento en el que volvería a ver a Sam y aquello le inquietaba, pues no quería perder su amistad por una suposición estúpida. Rachel abrió su mochila y se puso a ojear la partitura de su dueto con Sam con una sonrisa, mientras practicaba los primeros acordes de la canción con el piano cuando un carraspeo hizo que se sobresaltase y guardase todo el material al instante, para después girarse y encontrarse con Finn, que la había estado observando algunos minutos con su inconfundible sonrisa de medio lado.

-¡Oh! ¡Hola Finn! ¡Perdona, no sabía que estabas ahí!- se disculpó la morena, recogiendo sus cosas, algo nerviosa.

-¡Ey! ¡Espera! ¡No te vayas! ¡En realidad, me gustaría decirte una cosa, Rach!

Rachel no pudo evitar sentir un cosquilleo en el estómago cuando él la llamó utilizando aquel apelativo cariñoso que tanto significaba para ella. Rachel dejó su mochila junto al piano y volvió a girarse, para quedar frente a frente con él.

-Pues… ante todo quiero saber cómo estás, hace varias semanas que no hablamos y empezaba a preocuparme- contestó él, situándose a su lado.

-Gracias por preocuparte, Finn, pero no creo que sea lo adecuado.

-¿Por qué dices eso?- preguntó él, frunciendo el ceño.

-¿No es evidente? Si Quinn se entera de que estás aquí hablando conmigo…

-¿Podemos dejar a Quinn al margen? Ahora sólo estamos tú y yo, Rach.

-Co… como quieras- dijo ella, cada vez más nerviosa- ¿Necesitas algo más?

-No, yo… bueno, sí… quiero preguntarte una cosa…

-¿De qué se trata? Si es sobre el dueto quiero que sepas que…

-No es sobre el dueto, sé que ganarás el concurso, no tengo ninguna duda- contestó él, con una sonrisa amarga.

-¡Oh! Si es por el baile, Quinn y tú podéis contar con mi voto…

-¡RACHEL NO ES ESO!- dijo él, desesperado- Tan sólo quiero saber qué está pasando entre Sam y tú- consiguió decir él, que ahora tenía un nudo en la garganta y las mejillas sonrojadas.

-Oh… es eso- consiguió decir ella, algo incómoda por la situación- Bueno, en realidad sólo somos amigos, pero… ¿Por qué te interesa tanto? ¿Tú estás con Quinn, no?

-Sí, ya… en realidad… bueno… yo… - tras unos segundos en silencio el moreno sacó fuerzas y tomó las manos de Rachel entre las suyas, atrayendo su atención- Rach, no he podido olvidarte. Por más que mi orgullo me impidiese perdonarte, siempre he necesitado saber que estabas bien y que seguimos siendo amigos. Ahora me doy cuenta de que ser tu amigo nunca será suficiente para mí, pues quiero ser algo más para ti, quiero ser ese chico que cuide de ti y te trate como te mereces. Te necesito, Rach. ¿Po… podríamos tener otra oportunidad?- preguntó finalmente él, con las mejillas sonrojadas.

Rachel le miró con los ojos muy abiertos, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.

-Un momento… ¿Ahora quieres volver conmigo? ¡¿Pero… y Quinn?! ¿Es que piensas que voy tener algo contigo mientras estás con ella? ¿Eso piensas de mí, Finn?- preguntó ella, con el ceño fruncido y levantándose.

-¡NO! ¡Perdona, me he expresado mal!- respondió él, sujetando su brazo para que no se marchase- Sí es cierto que quiero que volvamos a estar juntos, pero quiero hacer bien las cosas esta vez. Por eso tengo que pedirte que tengas paciencia y esperemos hasta que pase el baile y ahí pueda romper con Quinn y tú y yo volvamos a estar juntos.

-¿Pero tú quién te crees que soy? ¿Tu juguete? ¡¿Es que piensas que me voy a quedar aquí parada mientras tú te besuqueas con Quinn por aquí y por allá?! No, Finn, lo siento mucho pero te has equivocado. Puede que hace un mes te hubiese dicho que sí, porque me sentía miserable y completamente sola. En los Regionales pensé que dejarías a Quinn para estar conmigo, pero no fue así y has perdido tu oportunidad. Ahora sólo quiero estar sola y espero que puedas respetar mi decisión y seguir tu camino.

-¿Qu… qué?- dijo él, con los ojos llenos de lágrimas- pero… Rachel… por favor… sólo serán un par de semanas, yo…

-No, Finn. Lo siento. Sé que te hice mucho daño con todo lo que pasó con Puck, pero creo que ya he pagado la multa. Ahora soy libre y estoy decidida a vivir mi propia vida y a luchar por mis sueños.

-¿Entonces… Sam y tú…?

-Sam es mi mejor amigo, nada más. De todas formas, si algo más surgiese entre nosotros no creo que sea asunto tuyo, Finn. Ahora te pido por favor que me dejes sola, quiero ensayar un poco antes de entrar a la siguiente clase.

Finn miró a Rachel mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Por un momento quiso abrazarla y rogarle que por favor volviese a su lado pero algo le decía que por ahora era mejor esperar el momento oportuno en el que su corazón volviera a abrirse de nuevo. El moreno abandonó el auditorio en silencio, con la cabeza gacha, mientras Rachel tuvo que hacer un gran esfuerzo para no derrumbarse, pues las piernas le temblaban y tenía El día que él terminó con todas sus esperanzas, ella se había hecho una promesa y pensaba cumplirla, con un par de movimientos se secó las lágrimas de sus ojos y sacó un cd que llevaba en su mochila y lo colocó rápidamente en el estéreo, pulsó el botón “play”, para después correr hacia el centro del escenario, al tiempo que las primeros acordes de “The show must go on” del grupo Queen comenzaba a sonar.

En cuanto la canción terminó, Rachel abandonó el auditorio con paso firme, sintiéndose más fuerte que nunca, al tiempo que se encontró con Sam al final del pasillo y ambos fueron juntos a la siguiente clase.

Cuando el viernes llegó, Rachel, Mercedes, Tina, Lauren, Santana y Brittany quedaron con Kurt en el centro comercial de la ciudad para ultimar los detalles de su atuendo del baile. Rachel tenía el vestido comprado desde hacía meses, cuando aún estaba con Finn y soñaba con ellos siendo elegidos rey y reina del baile. Ahora ese sueño había terminado, pero otro comenzaba al lado de Sam, que cada día estaba más cerca de su corazón, aunque ella se resistía a la idea de volver a estar con alguien. Cuando terminaron las compras, los chicos se fueron a merendar unos batidos, mientras charlaban animadamente entre ellos. Kurt no paraba de decir a las chicas lo mucho que envidiaba no poder asistir al baile al tiempo que Santa simulaba que Brittany no existía, lo que hacía que la rubia se sintiera fatal.

-¿Santana? ¿Con quién vas a ir al baile?- preguntó Britt, para sacar un tema de conversación.

-¡Con Mathew! ¡Mi novio súper cachas y yo ganaremos la votación! ¡Sin duda somos los más populares!-respondió la latina, aparentando que no la miraba, pero observándola por el rabillo del ojo.

-Bueno, creo que tendrás mucha competencia con Finn y Quinn, Santana- dijo Mercedes, observando a Rachel, que no dejaba de chatear por el iphone.

-¡Bueno, veremos si la bruja de Quinn puede conmigo!- exclamó Santana, con una sonrisa pícara en el rostro.

-¡Bueno, veremos que pasa! ¡Sólo espero que gane el mejor!- exclamó Mercedes y todos, excepto Rachel, chocaron sus vasos para brindar.

-¿Rach? ¿Ocurre algo?- le susurró Kurt a la morena cuando la conversación siguió su curso.

-No, ¿por qué? ¿Me he perdido algo interesante?

-No… ¿Qué andas haciendo con el iphone todo el rato, señorita Berry?

-¡Oh! ¡No es nada! ¡Es sólo que Sam vendrá luego a buscarme para ir a cenar fuera y estábamos concretando a que hora iba a venir a buscarme!

-¿Qué? ¿Tienes una cita con Sam y no me has dicho nada?- preguntó Kurt, tapándose la boca con una mano.

-¡NO ES UNA CITA!- respondió Rachel en voz alta, provocando que todas la mirasen sorprendida- ¡Ups! ¡Perdón! ¡Podéis seguir hablando, chicas!

La respuesta no se hizo esperar y pronto las chicas volvieron a discutir quién llevaría el mejor vestido de la fiesta.

-No es una cita, Kurt- repitió la morena, esta vez en un susurro- Es sólo que a Sam y a mí nos apetecía hacer algo diferente esta noche y bueno, vamos a ir a cenar a Breadsticks.

-¡Eso es genial, Rach! ¡Ojala pronto me traigas nuevas noticias!

-¡Mira que eres cabezota, eh!- se rió ella- Bueno, prometo contarte todo.

-¡Así me gusta!

Los chicos siguieron charlando animadamente hasta que una hora después Rachel se despidió, para reunirse con Sam a la puerta del parking.

-¡Ey, estás preciosa!- dijo él, admirando su vestido blanco y rosa.

-Gra… gracias- respondió ella, sonrojada- ¿Nos vamos?

-¡Claro! ¡Sube al coche, princesa!- abriéndole la puerta del copiloto.

-¡Vaya, que príncipe tan caballeroso!- le siguió el juego ella, con una sonrisa.

Los chicos se dirigieron a Breadsticks y se sentaron en la mesa que tenían reservada, sin imaginar que no estarían solos aquella noche, pues Quinn quería salir a cenar y prácticamente arrastró a Finn hacia el restaurante. En cuanto el moreno y la rubia vieron a Sam y a Rachel charlando animadamente en una de las mesas, un sentimiento de rabia y celos se apoderó de ellos. Quinn tiró del brazo de Finn hacia dónde se encontraba la pareja, que no podía dejar de mirarse. Sam quería confesarle esa noche a Rachel lo mucho que le gustaba y aquella le pareció una oportunidad perfecta hasta que vio la silueta de Quinn acercándose hacia ellos, seguida de Finn, que prácticamente lo fulminaba con la mirada.

-¡Vaya! ¡Mira a quien tenemos aquí! ¡A manos de hombre con el quaterback suplente del equipo! ¡Buena adquisición, Berry!- dijo Quinn, con ambas manos en su cadera, echando chispas por los ojos.

-¿Quieres algo, Quinn?- preguntó Sam, muy molesto.

-¡Ey! ¡Menudos humos! ¡Antes no eras tan grosero conmigo, Sam!- le reprochó Quinn, con rabia.

-¡Antes no me daba cuenta de lo mala que eres! ¡No sé cómo puedes ir insultando así a la gente y que nadie te diga nada!- exclamó el rubio, mirando con reproche a Finn, que no dejaba de mirar a Rachel con culpabilidad en la mirada.

-Sam, no te preocupes, ya estoy acostumbrada- pidió Rachel, con la mirada fija en el mantel.

-¡No, Rach! ¡Quiero que se disculpe!-dijo señalando a Quinn!

-¡Eh, tranquilo, Evans! ¡Ni se te ocurra ponerle las manos encima!- le amenazó Finn.

-¿Cómo puedes defenderla? ¡Es alucinante tu actitud, tío!

-¡Sam, déjalo, por favor! ¡Mejor vámonos a casa!- dijo Rachel recogiendo sus cosas.

-¡No! ¡No os vayáis!- suplicó Finn- ¡Quinn, discúlpate!

-¿CÓMO? ¡De eso nada!

-O te disculpas o te olvidas de mí como tu pareja en el baile- le susurró Finn con decisión.

-De acuerdo…- pensando “esta me la vas a pagar, Rachel Berry”- Lo siento, Berry, he sido muy grosera contigo, lo que ocurre es que me sorprende el don que tienes para apoderarte de lo que un día fue mío.

-¡No te molestes en contestarla, Rach!- dijo Sam, enfrentando a la que un día fue su novia- ¡Bueno, ya te has disculpado! ¡Ahora podéis seguir vuestro camino!

-¿Cómo te atreves a hablarme así y a cambiarme por esa?- le espetó Quinn, con la voz llena de celos y rabia.

-La respuesta es muy sencilla, Quinn. Rachel no es sólo hermosa por fuera, también lo es por dentro y eso es algo que tú nunca tendrás. Ella se preocupa por los demás y no se dedica a humillar a todo el que se cruza en su camino. Ahora, si nos disculpas, nos

-Me las vais a pagar los dos- susurró Quinn, agarrando a Finn de la mano, tirando de él hacia su mesa, que estaba a escasos metros de la de Sam y Rachel.

-Sam, creo que es mejor que nos marchemos- susurró Rachel, conteniendo las ganas de llorar.

-No, Rach. Eso es lo que ellos quieren pero no lo vamos a permitir. Te prometo que ni ella ni nadie volverá a insultarte- le aseguró el rubio, acariciando su mano por encima de la mesa y consiguiendo que ella volviera a sonreír.

-Gracias, Sam, eres un encanto.

-No, Rach, sólo hago lo que cualquier amigo debería hacer cuando insultan a un ser querido.

-Gracias de nuevo, nunca nadie me había defendido así.

-Pues acostúmbrese, señorita Berry, porque a partir de ahora ya tiene usted un príncipe azul que la defenderá de todos los que quieran hacerle daño.

-¡Oh! ¡Qué afortunada soy, entonces!

Los chicos siguieron charlando, ajenos a las miradas que les lanzaban desde la otra mesa.

-¡Increíble! ¡Primero tú y ahora también Sam! ¡¿Pero qué le veis a esa estúpida?!

-¡Ya basta, Quinn! ¡Haz el favor y elige algo de la carta! ¡Quiero irme a casa!

-No me lo puedo creer… ¿Todavía sigues enamorado de ella?

-¡SÍ! ¡¿Es lo que querías oír?! ¡Ahora haz el favor y déjame en paz!

-¡Oye, a mí no me hables así!- le espetó ella, claramente ofendida.

-¿Cómo quieres que te hable, Quinn? ¡Has ofendido a otra persona en público y parece que te da igual!

-¡Es que Berry me da igual! ¡Tan sólo es una mosquita muerta que me roba todo lo que tengo!

-¡Eso no es verdad y lo sabes! ¡Si me perdiste es porque me mentiste acerca de tu embarazo y te acostaste con Puck mientras salías conmigo!

-¡Mientras tú te besabas con ella también a mis espaldas! ¿O ya lo has olvidado, Finn?

-¡No! ¡Nunca lo podría olvidar porque fueron los mejores besos de mi vida!

-¡¿QUÉ?! ¡Ah, no! ¡Esto es el colmo!

Sin decir una palabra, Quinn se acercó de nuevo a la mesa de los chicos, que hablaban sobre el dueto que interpretarían para el concurso, cuando la rubia derramó toda la jarra del refresco que había sobre el cabello y el vestido de Rachel, que aguantó el chaparrón, con la boca abierta de la sorpresa.

-¡Para que te lo pienses antes de cruzarte en mi camino, perdedora!

Sam miró a Rachel con los ojos como platos, para después mirar a Quinn con desprecio.

-¡Quinn! ¡Te has vuelto loca!- exclamó Finn, que se había acercado en cuanto vio lo que la rubia estaba haciendo y no le quitaba el ojo de encima a Rachel.

-¿Rach, estás bien?- preguntó Sam, que ya se había puesto a su lado y le tendía un pañuelo para que se secara.

Rachel se secó como pudo y luego salió corriendo del local, con los ojos llenos de lágrimas. Sam no se lo pensó dos veces y tras dejar unos cuantos billetes sobre la mesa se apresuró a seguir a la morena, ante la atónita mirada Finn y el gesto triunfal de Quinn. Finn se movió para ir también tras ella, pero la mano de Quinn se lo impidió.

-¿Dónde crees que vas, Finn?

-¡Tenemos que ayudarla! ¡No podemos dejar que se vaya así!- dijo Finn, angustiado al no poder estar a su lado y no haberla defendido como se merecía.

-¡Claro que podemos! ¡De hecho ahora mismo vas a mover tu precioso trasero y vamos a volver a la mesa, a seguir con la cena!

-¿Qué? Pero…

-¡Ni pero ni nada, Finn! ¡Si no haces lo que te digo te juro que arruinaré tu reputación!

Finn miró a Quinn con desprecio, descubriendo la verdadera cara de la rubia, para después dirigirse con ella hacia la mesa, dónde revolvió la comida sin probar bocado, ansioso por saber cómo estaría Rachel.

La morena corrió calle abajo, hasta llegar a un parque, dónde se sentó en uno de los bancos y comenzó a llorar en silencio. ¿Por qué era Quinn tan mala con ella? Por más que intentaba encontrar una explicación a todo aquello, no la encontraba. Quinn decía que ella quería todo lo que ella había tenido antes, pero Rachel creía que era más bien al revés y era Quinn la celosa de que Rachel estuviese cenando con Sam y no ella. Rachel sacó el pañuelo que Sam le había tendido minutos antes, sin poder evitar sonreír un poco al recordar cómo el rubio la había defendido ante su ex novia, sin importarle lo que ésta pudiera decirle o hacerle. El corazón le dio un vuelco al recordar la determinación que había descubierto en los hermosos ojos azules del rubio y la pasión con la que la había defendido. Rachel se enjugó las lágrimas justo en el momento en que Sam llegaba a su

encuentro.

-¡Rach! ¡Por fin te encuentro! ¡Ya pensé que no te encontraría!

-Lo siento, Sam…lo he estropeado todo y encima me he ido sin pagar.

-No te preocupes, yo te invito- dijo él, con una sonrisa.

-¿Cómo? ¡No! ¿Por qué ibas a hacer eso?

-Bueno… ¿los chicos siempre pagan en la primera cita, no?

Rachel se sonrojó ante aquel comentario y sólo pudo sonreír a modo de respuesta, mientras él no podía dejar de mirar sus hermosos ojos color chocolate. Los minutos seguían pasando pero ellos sintieron en ese momento que el mundo entero se había detenido y que ahora sólo estaban ellos dos, sin importar lo demás. Sam se fue acercando lentamente a Rachel, recogiendo los cabellos que se habían manchado de refresco y apartándolos de su rostro, para poder admirar toda su belleza. Rachel se sonrojó y bajó la mirada pero Sam la cogió de la barbilla y sus miradas conectaron de nuevo, al tiempo que sus rostros se acercaban cada vez más. Cuando los labios de Sam rozaban los de ella, el sonido de unos pasos hizo que se separasen asustados, encontrándose a Finn, que los miraba con los ojos llenos de lágrimas, al que poco después se le unió Quinn, que tenía los puños apretados debido a la rabia que sentía.

-Tan sólo quería ver si estabas bien. Yo…

-Estoy bien, Finn, gracias. Ahora sólo quiero irme a casa- dijo Rachel, que se levantó del banco y miró a Quinn directamente a los ojos- sólo espero que algún día no tengas que arrepentirte de

todo el daño que estás causando a los demás, Quinn.

-Te acompaño, Rach- dijo Sam, quitándose la chaqueta y poniéndola sobre los hombros de Rachel.

-No, por favor, quiero irme sola, mi casa no queda lejos y me apetece dar un paseo.

-¿Estás segura?- preguntó Sam, observándola con preocupación.

-Tranquilo, estaré bien. Luego te llamo, lo prometo.

Rachel se despidió de Sam con un beso a la mejilla y dedicándole una tímida sonrisa para después despedirse de Finn con un gesto y dedicarle una última mirada a Quinn, que no había vuelto a abrir la cara y que observaba la escena cruzada de brazos. En cuanto Rachel se alejó, ambos chicos se enfrentaron el uno al otro, como hacía tanto tiempo que deseaban hacerlo.

-¡Todo esto es por tu culpa!- le espetó Finn, claramente enfadado.

-¡¿Por MI culpa?! ¡Yo no soy quien la ha ofendido!- se defendió el rubio, fulminándole con la mirada.

-¡Lo que no soportas es que ella me prefiera a mí antes que a ti!

-¡Eso era antes, Hudson! ¡Ahora ya no existes en su mundo!

-¡Eso es lo que tú te crees! ¡Pero no pienso rendirme, Sam! ¡Rachel volverá conmigo porque soy el chico al que ama y yo la amo a ella!

-¡Sí! ¡Pero mientras te acuestas con tu ex! ¡Que se quedó embarazada de tu mejor amigo! ¡Me das pena!

Finn no pudo resistirlo más y se abalanzó sobre Sam, pegándole un puñetazo, que le tiró al suelo justo en el momento en que Quinn intervino.

-¿Sabéis qué? ¡Paso de vosotros! ¡Me dais asco, sólo estáis juntos por el qué dirán!- les dijo Sam, limpiando la sangre que salía por el lateral de su labio- Nunca pensé que te convertirías en esto que eres ahora, Quinn. Me has decepcionado.

Dicho esto, Sam se marchó del lugar, dejando a Quinn pensativa y con lágrimas en los ojos, al tiempo que Finn comenzaba también a abandonar el lugar.

-¿Dónde crees que vas, Finn? ¡Tienes que llevarme a casa!

-No, Quinn. Esta noche no pienso llevarte a ningún sitio. ¡Mira lo que has conseguido! ¡Que Rachel se sienta una mierda y que Sam y yo nos peleemos! ¡Yo tampoco pensé que podías ser tan mala! ¡Mejor ya hablamos mañana! ¡Adiós!

A continuación, Finn abandonó el lugar dejando a Quinn sola en aquel parque, con lágrimas rodando por todo su rostro al tiempo que juraba que tarde o temprano y fuera como fuese se vengaría de Rachel Barbara Berry.

-Esto no va a quedar así, Berry. Muy pronto Finn y yo seremos elegidos rey y reina del baile y para entonces convertiré tu existencia en un auténtico infierno.

-¡Sam! ¿Pero qué te ha pasado?

-¡Oh, nada! ¡Tranquila, me tropecé ayer y me hice esto! ¡No te preocupes!

-Mmm… está bien…

Los chicos siguieron hablando cuando unos gritos procedentes del despacho del director atrajeron toda su atención. Nada más y nada menos que Sue Sylvester apareció tras la puerta, gritando como loca mientras empujaba a todo el alumno que se entrometía en su camino contra las taquillas. Santana, que se encontraba también en los pasillos en ese momento se acercó a los chicos, que no entendían nada de lo que estaba pasando.

-¡Hola Samchel!

-¿Cómo dices?- preguntaron al unísono.

-¡Nada! ¿Habéis visto a la señorita Sylvester?

-¡Sí! ¿Qué le ha ocurrido?

-¡¿No lo sabéis?! ¡Figgins la ha despedido por lo que pasó en las Regionales!

-¿Qué? ¿En serio?

-¡Sí! ¡Lo mejor es que han traído a una nueva profesora de gimnasia y las animadoras vamos a volver!

-¡Guau! ¡Eso es genial, Santana! ¡Te felicito!- le dijo Rachel, con una sonrisa.

-Sí, bueno, es genial. De hecho quería pedirte algo.

-Claro, dime.

La latina se giró, para quedar frenre a Sam.

-Claro. Luego te veo, Rach- se despidió él, mirándola con una cara de “tenemos que hablar de lo que no pasó ayer”

Rachel se ruborizó ligeramente y asintió en silencio, para después prestar toda su atención a Santana, que esperaba impaciente.

-¡Agh! ¡Dais un poco de repelús! ¿Para cuándo la boda?- bromeó Santana.

-¡No digas tonterías! ¿Qué es eso que querías contarme.

cerca de una persona que me importa mucho… Sin embargo, necesito un poco de ayuda pues por más que lo intento, no consigo resultados. Así que tengo que pedirte un favor del que puede que me arrepienta por el resto de mi vida.

-Me estás asustando… ¿De qué se trata?

-Berry, necesito que te hagas mi amiga, hagas la prueba para entrar en el equipo y te conviertas en capitana de las animadoras.