Gleek Latino
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Primer15
Image hosted by servimg.com

Image hosted by servimg.com
Image hosted by servimg.com
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Coment10
Últimos temas
» Ayudenme a encontrarlos
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyLun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T

» Busco fanfic brittana
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyLun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66

» Busco fanfic
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptySáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken

» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyJue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604

» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28

» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyDom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28

» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyVie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604

» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyLun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es

» Que pasó con Naya?
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMiér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es

» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyJue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es

» No abandonen
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMiér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303

» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyVie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303

» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyLun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli

» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyDom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic

» brittana. amor y hierro capitulo 10
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMiér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic

» holaaa,he vuelto
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyJue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMiér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyMiér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN EmptyLun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1

[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Encues10
Sondeo

Musical Favorito Glee 5x15 Bash

[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba1011%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba1019%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 19% [ 7 ]
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba1011%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 11% [ 4 ]
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba1024%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 24% [ 9 ]
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba1027%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 27% [ 10 ]
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba108%[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Topeba10 8% [ 3 ]

Votos Totales : 37

Image hosted by servimg.com
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN Gleeka10
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios

Disclaimer
Image hosted by servimg.com
·Nombre: Gleek Latino
·Creación: 13 Nov 2009
·Host: Foroactivo
·Versión: GS5
Glee
Image hosted by servimg.com
Publicidad

[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

+16
celestegleez
marcy3395
Beverly_87
O_o
Any Noriega
iFannyGleek
micky morales
raxel_vale
gatituu *_*
Keiri Lopierce
naty_LOVE_GLEE
CamilaFrancisca.-
Anddy Rivera Morris
Elita
Jane0_o
¡Fer Brittana4ever!
20 participantes

Página 1 de 3. 1, 2, 3  Siguiente

Ir abajo

Activo [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Mar Oct 29, 2013 12:55 am

Lectoras mías... Acá con una nueva historia!

Es una adaptación. Es imposible para mi leer un libro con temática lesbica y no acordarme de mis Brittana!


Les aseguro que les gustara!


____________________________________________________________________________









Sinopsis









Santana, una alta ejecutiva madura y experimentada para quien el amor es sólo un juego, consigue seducir a Brittany, una mujer más joven que ella, ingenua, sencilla y trabajadora.

Un viaje por el Mar Egeo es el principio de una estrategia de seducción, en la que competirán la experiencia de Santana y la inocencia de Brittany.

Esta novela no cuenta sólo una historia de amor. Es un recorrido por los sentimientos de dos mujeres que se enfrentan a sus deseos, en una batalla en la que ambas, a su manera, consiguen salir victoriosas.





____________________________________________________________________________











Capitulo 1 "Encuentro"









El bar estaba oscuro, muy oscuro. Cuando entré no se veía nada. Luego descubrí  una mesa de billar a la izquierda y un poco más allá una barra hecha de  madera oscura. En la parte de atrás de la barra había gran cantidad de  botellas colocadas en estanterías, que casi llegaban hasta el techo; estaban  a la espera de los clientes, como en cualquier otro local. Sin embargo, el  punto fuerte estaba a la derecha, en la ventana: unas cristaleras decoradas  con mujeres desnudas. Algunas solas, otras de dos en dos, o en tríos o en  grandes grupos, y todas en posiciones inequívocas. Yo era una estudiante de  diecinueve años y era la primera vez que acudía a un bar de mujeres.

Había algunas chicas de pie en la barra y otras en la mesa de billar,  como pude comprobar cuando mis ojos se acostumbraron a la escasa luz. Detrás  del mostrador y mientras sacaba brillo a los vasos, una mujer miró hacia  mí. Acababa de traspasar la puerta de entrada y no me atrevía a seguir. El camino hasta la barra me pareció muy largo. No me gusta mucho el alcohol, pero  aquí era muy habitual su consumo, de modo que me animé y me acerqué a la  barra sin mirar a derecha o izquierda .Debía de parecer que me había tragado  un sable.
Llegué ante la chica de la barra, que me observaba con mirada  severa, me quedé parada y no me salió ni una palabra.

—¿Una cerveza? — preguntó, sonriente, y aquel gesto la hizo cambiar de una forma radical. De  repente me pareció maternal, incluso un poco preocupada.

Asentí. Mientras me  servía la cerveza eché un nuevo vistazo sin llamar mucho la atención, como si  estuviera en la parada del autobús y no tuviera otra cosa que hacer sino  mirar al vacío.

—Tu cerveza.

La mujer hizo deslizar el estrecho y elegante vaso de por encima de la barra. Lo cogí y bebí un pequeño trago, luego lo dejé de nuevo sobre la barra. Miré a mi alrededor. Las pocas mujeres presentes parecían examinarme de una forma casual. Totalmente turbada, tal y como yo  estaba, me permití dar otro sorbo a la cerveza, esta vez más largo. ¿Qué debía  hacer? Era muy tímida para acercarme a cualquiera y lo que hubiera deseado  de verdad es que alguien se dirigiera a mí.

Pero no parecía que nadie tuviera previsto hacerlo. Bueno, me bebería mi cerveza y me marcharía. Le di otro gran trago y dejé el vaso vacío sobre la barra. Me llevé la mano al bolsillo de mis vaqueros y palpé en busca de un billete que llevaba escondido por allí. Era complicado, pues los pantalones eran muy estrechos, de modo que necesité un poco de tiempo.

—¿Otra más? — preguntó una voz detrás de mí. Me volví, asustada. En realidad no quería otra  cerveza, pero mi gran debilidad es que no puedo decir que no .

Como no decía  nada, ella lo tomó como una confirmación y pidió a la chica de la barra una cerveza para ella y otra para mí. De nuevo fluyó el líquido dorado desde la  espita hasta el vaso, en esta ocasión dos vasos, y mientras tanto comprobé que al entrar no había visto a aquella mujer. Debió llegar en silencio y se situó  justo detrás de mí cuando yo ya estaba en la barra. En caso de haberla visto  antes, estoy segura de que me hubiera llamado la atención. Era muy distinta a las otras mujeres que había por allí.

Llevaba el cabello largo de color castaño, que caía en ligeras ondas sobre sus hombros. Vestía un buen traje de chaqueta, un look de empresaria que parecía poco apropiado para salir por la noche. Pero aún era pronto y seguro que acababa de salir de la oficina. Al menos de eso tenía pinta. ¿Quizás era una secretaria? Traté de atrapar al vuelo, sin parecer impertinente, una mirada de sus ojos. No me suelo atrever a levantar la vista,  pero, una vez que me decidí a hacerlo, comprobé que no, no era una secretaria. Ésas miran de otra forma. Ésta tenía un aspecto tan... influyente. En la barra  ya estaban servidas las dos cervezas.

Ella cogió la suya y me acercó la  otra. Levantó el vaso y lo hizo chocar con el mío. —Santana —dijo.

Tuve que carraspear  antes de poder pronunciar mi propio nombre. —Bri... Brittany. — Luego di un sorbo  para tranquilizarme.

Ella me miró. — ¿Cuántos años tienes? —preguntó.

—Diecinueve —contesté de un modo automático. —

Muy joven —comentó y se llevó de nuevo el  vaso a los labios.

Al seguir el vaso con la mirada, comprobé que tenía una  boca muy bonita.—¿Cuántos años tiene... tienes tú? —pregunté, después de bajar de nuevo la vista cuando su mirada se cruzó con la mía. Era de la misma edad que muchas de mis profesoras, estaba segura que cerca de los treinta, y por eso se me hacía difícil tutearla.

Inclinó un poco la cabeza hacia atrás, lo que  hizo que su pelo se agitara, y se echó a reír. — ¡Eso no se le pregunta a una mujer de mi edad! ¿No lo sabías?

—Pero si no eres tan mayor... —respondí con ingenuidad.

Ella sonrió. —Es muy amable por tu parte —dijo y luego me miró  durante unos segundos—. No te había visto nunca por aquí —continuó.

Noté un sofoco embarazoso, y un hormigueo, también bastante embarazoso, me recorrió el  cuerpo. De alguna forma me estaba poniendo en un aprieto, pero no era capaz de  saber ni cómo ni por qué.

—Nunca había estado aquí —dije y volví a hacerme con  el vaso, que aún estaba sobre el mostrador. Mientras bebía, ella me miró y se mantuvo callada durante unos instantes.

—Ya —dijo después, fuera lo que fuera  lo que quisiera decir con eso.

Tuve la sensación de que las mujeres de alrededor nos miraban y luego pareció que todas las conversaciones habían  cesado. De repente todo el ruido de fondo se amortiguó. Eso me pareció mucho más molesto que las incisivas preguntas de Santana y hubiera preferido  marcharme, pero había algo que me retenía allí.

—Y, ¿qué haces? — siguió con su  interrogatorio—. Me refiero al trabajo.

—Yo... yo no tengo trabajo. Aún estoy estudiando. El año que viene me presentaré a la selectividad —respondí con desasosiego.

—Oh —dijo. Luego sonrió de nuevo y su sonrisa pareció ser más amistosa y compasiva que antes—. ¿Y qué quieres estudiar cuando apruebes la selectividad? —Se sentó en uno de los taburetes de la barra y señaló el otro a modo de invitación.

Me subí a él y nuestras rodillas casi se rozaron. Hubiera preferido echarlo un poco para atrás pero no pude, porque aquellos asientos eran muy pesados y poco manejables.

Luego la miré.—Aún no lo sé —contesté—. Puede que periodismo.

—Entonces estaríamos en el mismo gremio —dijo en voz baja, en un tono algo burlón—. Yo tengo una agencia de publicidad.

—¿De verdad? —dije yo sin entenderlo— ¿No son dos cosas muy distintas?

Se rió de nuevo. —Eso lo piensas ahora porque eres muy joven y seguro que muy idealista.

—Me miró y, por un instante, me di cuenta de que estaba convencida de eso— Si te apetece puedes hacer prácticas en la agencia y enseguida llegarás a comprender por qué te lo digo.

¡Era una oferta que no hubiera esperado aquella noche!—Sí, encantada —respondí con alegría—, estoy segura de que será muy interesante para mí.

Se echó la mano al bolsillo de la chaqueta y sacó una tarjeta de visita.—Pásate a verme cuando quieras. Seguro que pronto te darán las vacaciones.

—Sí —afirmé—, dentro de una semana.

—Bien —dijo. Se bajó del taburete—. Ahora tengo que irme, pero quizá nos veamos en otra ocasión. —Sonrió de una forma vaga, puso un billete sobre la barra y se marchó.

Después de que se hubiera marchado me pareció que el resto de las mujeres presentes me resultaba aún menos interesante que antes.

—¿Qué valen las dos cervezas? —pregunté a la mujer del bar y rebusqué de nuevo mi billete de veinte en el bolsillo de los pantalones.

Me sonrió de una manera extraña.—Ella ha pagado lo tuyo —dijo, haciendo un gesto en dirección a la puerta por la que acababa de desaparecer Santana.

En fin, mi dinero para gastos personales y mis ingresos eran muy limitados, así que agradecí la invitación. Sonreí a la mujer de la barra y me marché.







Al día siguiente no me podía quitar a Santana de la cabeza, sobre todo por su oferta de un empleo en prácticas. Era mucho más de lo que había soñado. En realidad yo no tenía muy claras las ideas sobre lo que quería ser, pero supe de inmediato que la actividad de una agencia de publicidad me iba a resultar muy interesante. Me sentí inquieta cuando se me pasó por la cabeza la idea de que la oferta no hubiera ido en serio. ¿Y si no se acordaba de mí cuando fuera a verla? Quizá debía llamar para asegurarme.

Lo hice después de comer, pero no estaba. Su secretaria me dijo que ya no podría hablar con ella hasta el día siguiente.

—Pásese sin más —dijo, en un tono neutro pero amistoso—.Siempre necesitamos gente de prácticas.

No me sentía muy segura pero, a pesar de todo, la tarde del día siguiente, el último de clase antes de las vacaciones de verano, me planté en la dirección que figuraba en la tarjeta.
Era un edificio bajo, parecía tener un solo piso, amplio y cuadrado, de techo plano. Una nave industrial totalmente funcional, con un acogedor y alegre tono gris—hormigón. No era lo que uno podría imaginarse como un agradable centro de trabajo. Sin embargo, dentro resultaba distinto. Había una gran variedad de colores. Abundaban los carteles publicitarios, algunos los conocía, otros no, y sobre todo me llamaron la atención aquellos hombres y mujeres, jóvenes y joviales, que intentaban venderme un producto.

¿Qué había dicho ella? ¿Qué era lo mismo que el periodismo? A mí no me lo parecía.

Tuve que preguntar a algunas personas que andaban por allí ocupadas y que me mandaron a diferentes direcciones antes de que, por fin, encontrara a la secretaria con la que había hablado por teléfono.

También parecía estar muy ocupada y sólo me miró un instante.—Santana está en su despacho —dijo, mientras intentaba ponerlos papeles de su mesa en un orden incomprensible para mí—. Entra por ahí. —Señaló hacia atrás de forma imprecisa con un montón de papeles que llevaba en la mano.

Lo más probable es que aquél fuera el despacho de Santana. Al parecer, allí no había apellidos. Pasé por delante de la secretaria y me quedé en el umbral de la puerta que había detrás de ella. Estaba abierta del todo, por lo que pensé que no estaría. Busqué entre el desorden que veía, pero me pareció que allí no había nadie. Intenté golpear con los nudillos en el marco de la puerta, pero sólo se oyó un tenue ruido. No era de madera.

Mi timidez me retuvo por un momento en el sitio, pero luego me atreví y entré. —¿Hola? —pregunté, apocada.

De repente, entre la montaña de papeles apareció una cabeza.—¿Sí? —preguntó Santana, al parecer sin reconocerme.

—Yo... yo vengo por lo de las prácticas —balbuceé. Santana no parecía muy afable.

Frunció el entrecejo.—¿Prácticas?

Ya lo sabía yo: lo de la oferta no había ido en serio. Se había olvidado de lo que me había dicho.—De acuerdo —dije y me volví hacia la puerta—. Ya me voy. Sólo quería preguntar...

—No, espera. —Salió de detrás de los papeles y entonces me di cuenta de que aquello debía de ser su escritorio. Me miró con más atención—. Nos encontramos en Chariot la otra noche, ¿no es cierto?

—Sí —asentí.

Miró hacia atrás y encontró un trozo de escritorio sobre el que se pudo apoyar sin tirar al suelo todos los papeles.—¿De verdad quieres hacer las prácticas? —preguntó de nuevo, ahora con una sonrisa un tanto indiferente, igual que la semana anterior.

—Sí me gustaría, sí —contesté—. Ahora estoy de vacaciones y..., bueno... —Me paré antes de decir que en realidad no me podía permitir dejar de ganar algún dinero en ese período, pero ahora no hablábamos de eso. Además, no me atreví a preguntar.

—Seis semanas, ¿no? —dijo ella con toda precisión. La pérdida de tiempo no encajaba en su estilo. Me maravilló el hecho de que pudiera estar sentada detrás de un escritorio tan desordenado.

Me sentí algo confundida.—Sí —asentí de nuevo—. Puedo empezar mañana mismo.

—De acuerdo. —Se levantó y regresó a su atestada mesa—Pregúntale a Tina. Ella te dará un contrato. Y mañana te vienes a eso de las diez.

«¿Y quién es Tina?», dije para mí misma, pero Santana había desaparecido detrás de su escritorio y renuncié a molestarla de nuevo con esa pregunta.

Abandoné su despacho y me sentí un tanto despistada cuando, de repente, una secretaria pasó por delante de mí.—Esto... ¿Tina? —dije tan rápido como pude, para ver si ella me podía indicar a quién dirigirme.

—¿Sí? —respondió algo impaciente. Parecía que era Tina.

Señalé hacia la puerta por la que yo acababa de salir—. Ella me ha dicho que debo dirigirme a usted por lo del contrato de prácticas —dije, haciendo un esfuerzo.

—Está bien —respondió, y se deslizó detrás de su escritorio, que también parecía estar oculto bajo una montaña de papeles, aunque, comparado con el de su jefa, estaba limpio.

Tina sacó una hoja de un cajón.—Lee esto y, si estás de acuerdo, lo firmas —me explicó sin ningún interés y, cuando vio que no me movía porque todo parecía ir demasiado rápido para mí, continuó hablando—. Aquí nos tuteamos todos. Si quieres, te lo puedes llevar a casa y mañana, o cuando vayas a venir, lo traes.

Me resultó algo violento, tanto que me puse colorada. Cogí un bolígrafo y firmé deprisa y corriendo sobre la línea de puntos que pude descubrir. No sabía lo que firmaba, pero esperé que no me causara ningún perjuicio. En cierto modo me daba igual. Tan sólo quería salir de allí para tratar de asimilar todo aquello, que me parecía una locura. ¿Cómo le iba a explicar a mi madre que me habían contratado para hacer unas prácticas durante las vacaciones, pero que no me iban a pagar? Y si era así...

Los pensamientos me sacudían la cabeza mientras iba en el autobús de vuelta a casa. Todo había ocurrido muy rápido y aquella mujer, Santana, me desconcertaba. Mi madre confiaba en que durante las vacaciones yo aportara algo a la economía familiar.

Teníamos muy poco dinero y, dado que yo iba al instituto, no disponía de muchas oportunidades para reducir esa escasez. El dinero de mis estudios salía casi en su totalidad de la comida y nunca supe cómo se las apañaba mi madre con su menguado sueldo. Por ello, yo estaba obligada a conseguir una actividad remunerada durante las vacaciones. ¿La había logrado ahora o no? Fue la misma pregunta que me formuló mi madre durante la cena y yo me  justifiqué diciéndole que trabajaría tres días en la agencia, pues era toda  una oportunidad el hecho de haber conseguido hacer prácticas allí.

Mañana, cuando viera a Tina, leería otra vez el contrato y entonces se lo podría decir. Pero, ¿qué pasaría si en la casilla del salario para estudiantes aparecía escrito un cero? Tendría que buscarme otra cosa y dejaría claro que no era lo que yo quería. Aunque no hubiera sabido explicar muy bien el motivo.






____________________________________________________________________________





Ojala les llame la atención! Espero sus comentarios!

Besitos!


Última edición por ¡Fer Brittana4ever! el Mar Dic 03, 2013 7:46 pm, editado 4 veces
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Jane0_o Mar Oct 29, 2013 2:17 am

Se ve interesante siguelo

Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Elita Mar Oct 29, 2013 10:21 am

:D interesanteee!
Elita
Elita
-
-

Femenino Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Club New Directions Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Anddy Rivera Morris Mar Oct 29, 2013 1:04 pm

Y, sin más, aquí tienes una fiel lectora!
sé que apenas llevas un capítulo, pero, que demonios! ya me haz atrapado :$
Espero y no te tardes demasiado en actualizar :)
un beso y hasta la próxima n.n
Anddy Rivera Morris
Anddy Rivera Morris
*******
*******

Femenino Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por CamilaFrancisca.- Mar Oct 29, 2013 3:46 pm

Yo ya leí el librooooo jaja pero leeré tu adaptación es más interesante ya que será brittana espero la actualización saludos
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2145353087
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Mar Oct 29, 2013 3:59 pm

Hola!!


Me gusto se ve muy bueno!!


Britt tan inocente, como firma sin leer?! y San cuantos años tendrá? porque se le ve lo picarona desde lejos!! Aunque tambien parece muy responsable o por lo menos muy ocupada en el trabajo.


Espero la actu!!


Saludos!! Nat!
naty_LOVE_GLEE
naty_LOVE_GLEE
---
---

Femenino Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Keiri Lopierce Miér Oct 30, 2013 1:11 am

Oh genial tu con otra nueva adaptación me ha encantado ese encuentro poco común espero tu proxima actualización a ver como se desarrollara esta nueva historia como siempre amo tus historias
Keiri Lopierce
Keiri Lopierce
-*
-*

Femenino Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 32
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Capitulo 2 "Propuesta"

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Miér Oct 30, 2013 2:42 am

Ok! Seguimos entonces! Gracias por sus comentarios y a las nuevas lectoras!


Vienen capítulos wanky chicas. A prepararse!








Capitulo 2 "Propuesta"










A la mañana siguiente llegué con toda puntualidad a la entrada. Me pareció que era la primera. Luego, diez minutos más tarde, llegó Tina y abrió. Era un buen horario de trabajo. Mi madre se iba de casa todos los días a las seis de la mañana para llegar a tiempo. Antes de que Tina pudiera escapar, le pregunté por mi contrato. Lo puso delante de mí y comprobé que no debía preocuparme. El sueldo era más elevado de lo que pensaba. Mi madre se pondría muy contenta. Sin embargo, quise asegurarme.


—¿Está bien esta cifra? —le pregunté, mientras señalaba la línea de honorarios.


Ella asintió y en aquel momento entró Santana. Tina se dio la vuelta, disgustada.—¿Otra vez te has pasado toda la noche trabajando, Santana?—le recriminó a su jefa.


«Vaya camaradería que hay por aquí...», pensé. Se veía que Santana tenía un aspecto algo cansado, lo que confirmaba la sospecha de Tina, pero no dijo nada.


—¿Existe algún problema con tu contrato? —dijo, al ver que yo lo tenía aún en la mano. Yo quise contestar y darle las gracias, pero Tina añadió:

—Creo que no está muy de acuerdo con el sueldo.—Cogió unos papeles y desapareció en las profundidades de la habitación.

Santana me quitó el contrato de las manos y lo miró. —Esto es muy poco —dijo con energía, tomó un bolígrafo y dobló la cifra. Firmó la corrección que había hecho y me devolvió el papel—. ¿Satisfecha? — dijo, con una sonrisa de cansancio.

—Mi madre y yo tenemos muy poco dinero —comencé a decir, para explicarle que la primera cifra me había parecido suficiente y que ahora me sentía más contenta y agradecida, pero ella no me dejó continuar.

Negó con un gesto y quiso irse.—Eso me lo cuentas en otro momento. —Parecía agotada.

—Gracias —dije deprisa, antes de que pudiera pasar alguna otra cosa—. Es más de lo que esperaba.

Se volvió de nuevo.—¿Ah, sí? —preguntó, incrédula, y luego desapareció en su oficina.





Ese día no la volví a ver más. Se fue con algunas de sus colaboradoras a una presentación en una gran empresa, una clienta importante, como me dijo Tina. Tina me enseñó un par de cosas y enseguida me puse a hacerlas tareas más habituales que ya conocía de otros trabajos: copiar, clasificar, guardar unas cosas y eliminar otras. Todo eso era algo que hacía falta en aquella agencia. Había un caos que podría definirse como creativo, pero que se propagaba por todas partes.


—Y cuando tengas que hacer algo en el despacho de Santana —me advirtió Tina—, no toques nada. No le gusta. Puede llegar a ponerse muy desagradable.

—¿Ni siquiera ordenar? —pregunté. Era algo que le hacía mucha falta a aquella mesa del despacho.

—¡En absoluto! —gritó Tina, que ya estaba dedicada a otras actividades—. ¡Te podría asesinar!



*************************************************************






Los días siguientes me resultaron muy agradables. Cuando me acostumbre al ajetreo y al estrés, ya lo tuve todo bajo control. Al cabo de una semana me llamó Santana.


—Tú quieres estudiar periodismo, según me dijiste —comenzó a decir, mientras daba vueltas por el despacho y cambiaba papeles de una montaña que parecía que iba a caerse a otra un poco más estable.

Sí se acordaba...—Sí —respondí.

—Bien —replicó Santana—. Entonces escribe un texto para mí. Aquí. —Me puso algo en la mano.

Yo lo miré y no pude sacar nada en claro.—¿Qué tipo de texto? —pregunté.

—¿No está claro? —se volvió, enojada, aunque luego se tranquilizó—. Sí, seguro que nunca lo has hecho. —Coge una silla. — Te lo aclararé.




Se sentó a mi lado y me explicó con más exactitud lo que significaban las palabras clave que había escritas en el papel que me había dado. Sólo tardó cinco minutos. Era muy eficiente. Pero yo me quedé muy sorprendida. La forma tan estructurada con la que se explicaba no se correspondía en absoluto con el aspecto de su despacho. Yo asentí y formulé una pregunta, pues me había venido a la cabeza una idea sobre el texto publicitario que quería que preparase.


Me miró, sorprendida.—Eres muy inteligente, de verdad —dijo, como si no se lo esperara de mí.
¿Debía sentirme ofendida? Hasta la fecha nadie había dudado de mi inteligencia de una forma tan descarada. Me contuve.

—¿Podrías tenerlo para pasado mañana o te hace falta tiempo?

—No sé el tiempo que voy a necesitar, pero intentaré tenerlo para pasado mañana —le prometí.

Ella pareció satisfecha. —Bien —dijo y desapareció de nuevo tras la montaña de papel blanco y de color que cubría su mesa.





Trabajé casi día y noche para conseguir tener listo el texto. No era sencillo. Yo no tenía ninguna experiencia y lo que Santana me había explicado era pura teoría, pero, cuando, en el plazo previsto, le puse delante el resultado de mi trabajo.


Asintió apreciativa. —Esto no está nada mal para ser la primera vez —dijo, pensativa. Me miró como distraída—. Recibirás una gratificación —decidió—. Dile a Tina lo siguiente: F2.


Yo ya había advertido que era dada a usar abreviaturas y Tina ya sabría lo que eso significaba, pero seguro que no me iba a decir nada.


—Gracias —respondí, pues lo que yo sí tenía claro era que Santana era muy espléndida en cuanto a sueldos, primas y resultados financieros especiales. Para ella, cualquier logro se valoraba con un elogio en forma de dinero contante y sonante.




A veces hubiera deseado que junto con la recompensa dijera algo más personal. Me hubiera gustado conocerla más de cerca, saber más de ella, pero no dejaba que nadie entrara en su yo íntimo. Así que tuve que contentarme con el exterior, que tampoco estaba mal, pues tenía un magnífico aspecto, aunque a veces, cuando la miraba un momento a los ojos mientras me explicaba algo, me hubiera gustado que fuera algo más que sólo una cara bonita. Puesto que ella nunca revelaba nada personal, me quedé sorprendida cuando, una semana más tarde, me llamó a su despacho para invitarme por la noche al Chariot.
No es que me invitara de una forma directa, sino que casi me lo ordenó.


—Has trabajado muy bien desde que estás aquí —explicó, para justificar la invitación—. Creo que debemos celebrarlo.


Como ya la conocía, aquello era más bien una reunión de trabajo. Pero, entonces, ¿por qué en Chariot? ¿En el sitio donde nos conocimos y donde el ambiente no era el más adecuado para trabajar? Estaba segura de que ella sabía todo eso mejor que yo, pero nunca había puesto en tela de juicio sus órdenes y tampoco lo iba a hacer ahora.




Era tarde cuando salimos de la agencia y llegamos al Chariot a eso de las diez. Esta vez era más tarde que cuando estuve en mi última visita y el local estaba muy lleno, porque, además, se acercaba el fin de semana. Santana pidió cerveza para las dos y nos sentamos a una mesa.


—Por los buenos textos que escribes —dijo Santana y elevó su vaso con una sonrisa.

—Gracias —dije—. Me alegra que te hayan gustado. —Sonreí con algo de inseguridad. Brindamos.

—Seguro que te preguntas el motivo por el que te he invitado —dijo Santana, de acuerdo con su costumbre de no andarse con rodeos. Era su estilo y no perdía el tiempo.

Lo admití y esperaba que me hiciera algún otro encargo.—¿Has estado alguna vez en el mar Egeo? —continuó.

Yo la miré, sorprendida. —No tengo dinero para viajes caros —le contesté, algo desconcertada, porque ella ya lo sabía—. Mi madre gana muy poco y nunca vamos de vacaciones.

—Pero seguro que te gustaría ir, ¿no es cierto? —dijo ella en un tono algo enigmático. Yo me encogí de hombros.

—Por supuesto, pero ese no es el tema de la discusión. Nosotras no tenemos dinero y, dado que tengo que trabajar durante las vacaciones, tampoco tengo tiempo para hacer viajes —dije, sonriendo algo avergonzada—. Tengo que esperar hasta que encuentre un trabajo en condiciones, que me aporte unos ingresos fijos, y entonces podré viajar.

Ella me miró.—Si tuvieras las dos cosas, dinero y tiempo, ¿lo harías?

Solté una carcajada. —¡Eso sería un sueño! Pero lo mío es provisional. ¿Cómo podría hacerlo?

—Conmigo —dijo ella. Yo la miré.


«¿Qué quiere decir con eso? ¿Ir conmigo de vacaciones?», pensé. No podía ser así. Pero yo ya sabía que Santana tardaba muy poco en enfurecerse si alguien no entendía de inmediato lo que quería, por lo que no me atreví a preguntárselo. ¿Era algo que yo no había captado? ¿Algo que no hubiera oído bien? Si ella quería darme otro incentivo, lo aceptaría con mucho gusto, pero no lo iba a gastar en unas vacaciones en el Egeo. Seguro que mi madre tendría otras prioridades y yo le daría el dinero para ellas.


—Tengo un barco en el Egeo —continuó Santana—. Y aún dispongo de tres semanas de vacaciones. Podríamos ir allí, si te apetece.


Yo me quedé muda, total y temporalmente muda. No fui capaz de emitir ni el más mínimo sonido. ¿Quería llevarme de viaje por el Egeo? ¿De qué tamaño sería el barco? Seguro que no era un bote de remos.


—Gracias —acabé por decir cuando me lo permitió la voz—.Sería maravilloso, pero...

—No me des las gracias tan pronto —me interrumpió—. No tienes que pagar nada..., incluso recibirías dinero por ello. Ya sabes que, en ese sentido, soy muy espléndida. Pero yo también exijo algo a cambio. —Terminó de hablar, mientras me miraba con tal intensidad que me hizo estremecer.

—Oh, no te preocupes —le aseguré. Yo me sentía muy entusiasmada. ¡Tres semanas en el Egeo! ¡Y gratis! Aun cuando tuviera que trabajar, como acababa de dejarme claro, no iba a rechazar esa oferta, porque me hacía mucha ilusión.—Nos podemos llevar el trabajo que tuviéramos que hacer aquí, incluso más. —continué, entusiasmada como no lo había estado hasta la fecha. ¡Era algo que había deseado desde hacía años! Incluso me liberé de mi timidez.

—No es eso lo que exijo de ti —respondió ella en un tono serio—. Quiero otra cosa.


La miré, radiante, pero al fijarme en sus ojos encontré en ellos algo más. No había visto en muchas ocasiones aquella mirada, pero la conocía, aunque nunca había provenido de una mujer sino de algunos chicos que deseaban algo muy especial de mí. Ahora sabía por fin lo que quería. Me sobresalté. Se acababa de desmoronar mi bonito castillo de naipes. Eso era lo que deseaba. ¡Y pagando!


Ella se dio cuenta de que yo lo había entendido y continuó. —Me gustaste desde el primer momento. Desde la primera vez que te vi aquí. Pero yo no soy una mujer de... grandes amores ni de relaciones. No tengo ganas ni tiempo para eso. Me parece que todo es una ilusión. Pero tengo la sensación de que las dos nos gustamos desde el principio, es algo mutuo. Y durante estas tres semanas de prácticas me he dado cuenta de que tienes una inteligencia por encima de lo normal. Te aprecio mucho y, además, tienes muy buen aspecto. Tu tipo es justo lo que me gusta. Y podría concederte algunas ventajas para compensarte por lo que me ofrezcas. Si quieres.



¡Iba directa al grano! Durante las últimas tres semanas me había impresionado mucho, pero en este caso hubiera deseado algo más de romanticismo, un poco más de compromiso. Por lo menos una leve insinuación de que sentía algo por mí y no sólo el reconocimiento de mi inteligencia y el afán por mi cuerpo. Porque, en esencia, eso era lo que acababa de esbozar. Debería de haberme sentido muy ofendida, pensé para mí misma, pero me di cuenta de que no era así.

Lo que acababa de decir hizo que de nuevo surgiera en mí lo que yo ya había sentido en nuestro primer encuentro: no sólo era ella la que me deseaba a mí, sino que la atracción era mutua. De todas formas, si lo había entendido bien, en mi interior yo lo sentía de una forma distinta a la suya. Porque lo que yo deseaba era... amarla. Al parecer, yo me había enamorado desde el primer momento y sentí una sensación extraña y difícil de identificar, que había ido creciendo durante las últimas tres semanas.

Mi madre se extrañaba de que yo siempre anduviera con cara radiante y le había tenido que explicar que el trabajo me gustaba mucho, pero su mirada reflexiva me tenía escamada. Sabía que me ocurría algo. Y en caso de que no me hubiera ocurrido, me podía haber limitado, ofendida, a negarme, aunque me resultara muy complicado y fuera en perjuicio mío, pues ella tenía la posibilidad de echar por tierra mis prácticas. Y puesto que era la empresaria que me había importunado, hubiera tenido que pagarme el resto de la suma acordada. Estoy segura de que no habría dudado en hacerlo. Era lo que hacía siempre, pagar, y eso era, al fin y al cabo, lo que quería hacer ahora.


—¿Necesitas tiempo para pensártelo? —dijo, al ver que ni me movía ni contestaba.


¡Tiempo para pensármelo!


¡Oh, sí, claro que lo necesitaba, después de haberme arrollado de aquella forma! Pero no me lo tomé, sino que comencé a hablar en contra de mis propias convicciones.


—Te has forjado un concepto equivocado de mí —dije en voz baja—. Yo soy... No tengo mucha experiencia en cuanto a eso. De hecho, no tengo ninguna.

A lo mejor ahora se retiraba. ¿O tendría muchísimo gusto en poder enseñarle todo a una virgen? Quizás se pensaba otra vez su propuesta y la anulaba.

—Oh —dijo ella, como si se sintiera sorprendida—. Es verdad, sólo tienes diecinueve años —añadió después.

—Y además soy tímida —dije con pudor. Si hubiera sentido algún interés por los chicos estaba segura de que hubiera dejado de ser virgen hacía años, pero abordar a una mujer, como Santana acababa de hacer conmigo, era algo para lo que no estaba preparada. No resultaba tan sencillo.


Hacía cuatro semanas, en el Chariot, hice mi primer intento, vacilante y tímido, aunque, si se miraba con cuidado, ahora parecía haber sido coronado por el éxito. En todo caso, era muy distinto a lo que yo tenía pensado.


Santana sonrió.—Sí, me gustaste tanto como yo a ti —observó, casi amable—.No me gustan esas chicas jóvenes y enérgicas que andan por ahí. Tú eres una excepción.

Sí, como ella era enérgica, buscaba todo lo contrario, eso me lo podía figurar sin ningún problema.

—No tienes que decidirlo de inmediato —dijo en voz baja, mientras me acariciaba la cara—. Mi oferta sigue en pie. Piénsatelo.


¿Entonces no le molestaba que no tuviera ninguna experiencia? Bien..., yo había llegado hasta aquí hacía cuatro semanas e iba a acabar por perder mi virginidad, ¿por qué no con ella?
Separé un poco mi cara de la mano que me acariciaba. Era tan maravilloso que alguien te rozara así... Sentí un ardor en las mejillas que, poco a poco, se extendió por todo mi cuerpo. ¿Querría que sucediera hoy mismo? No sabía lo que diría mi madre si no volvía a casa por la noche.


No estaba acostumbrada a que ocurriera más que por motivo de alguna fiesta de la que le hubiera hablado con anterioridad. También podía llamarla por teléfono para que no se preocupara.


Ese problema lo podría solucionar.—En realidad, ya me he decidido —contesté en voz baja—. Me gustaría mucho.


Lo dije con ambigüedad, para que ella pudiera decidir si me refería a lo del mar Egeo o a lo otro.

Se inclinó sobre la mesa y me besó con suavidad en los labios.—Vámonos —dijo.

Vaya, entonces era ahora mismo. Me estremecí levemente. La cosa iba rápida. Pensaba tener más tiempo para prepararme. Pero, ¿cuánto tiempo más iba a necesitar? ¿No era suficiente con diecinueve años?




Durante todo el trayecto en su confortable coche automático fuimos en silencio y Santana mantuvo plantada la mano sobre mi rodilla. Yo sentía calor, mientras ella avanzaba hacia arriba, hasta otros sitios. Eran zonas que yo ya había explorado por mí misma, pero que nunca las había compartido con extrañas. Conocía aquella sensación, pero también noté que ahora era muy distinta al proporcionármela Santana. Parecía más intensa, la tensión era mayor y, por supuesto, iba a ser más prolongada.

Cuando acabó el viaje y nos paramos justo delante de su casa, me estremecí nuevamente. Ya no quedaba mucho. Aparcó el Jaguar y se inclinó hacia mí. Su cara estaba muy cerca de la mía y comenzó a besarme. Su mano se movió por el costado y me acarició el pecho.

Me sobresalté. ¡Menuda sensación!

Todo en mí era un hormigueo a causa de la excitación. Pero deseaba mucho más. Deseaba que me acariciara, allí y en todos los sitios, igual que me había acariciado la cara en Chariot. De una forma tan suave y cariñosa. Tan afectiva.

Su lengua me hacía cosquillas en los labios, que yo no había separado. Por el contrario, los mantenía cerrados por la sorpresa que sentí cuando se acercaron a mí. Era algo muy poco habitual, pero me dejó claro lo que deseaba. Introdujo un poco más la lengua, de un modo delicadamente violento, y automáticamente cedí a la presión para dejarla entrar. Al separar los labios, su lengua buscó la mía con suavidad y noté la tremenda sensación que se desencadenó en mí al tocarse y juguetear. Mis pechos seguían sintiendo aquel hormigueo y entre mis piernas ascendió un ramalazo de placer.




Yo la quería, eso lo notaba, y no menos que ella a mí, pero aun así me pregunté adónde nos iba a llevar todo aquello. En realidad me había imaginado de otra forma mi primer encuentro sexual con una mujer. Precedido de más juramentos de amor y quizás a la romántica luz de unas velas...En aquel momento dejó de besarme.


—Vamos dentro —dijo en voz baja. Se bajó del coche y se dirigió a la puerta. Mientras abría, yo permanecía a su lado y pensaba que aún podía irme, incluso que ella me podría llevar a casa o pedir un taxi.



Podía darle final a todo aquello, olvidar su oferta y volver al trabajo el lunes como si nada hubiera pasado. De ese modo se hubiera evitado cualquier situación embarazosa para ambas. Pero, ¿qué hubiera conseguido con eso? Seguro que algo: tenerla conciencia moralmente limpia. Porque de lo que aquí se trataba, eso me lo tuve que confesar a mí misma, era del comienzo de algo que en nuestra sociedad era tachado de inmoral, el intercambio de sexo por dinero. El aquí formaba parte de nuestra «transacción».
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Anddy Rivera Morris Miér Oct 30, 2013 11:03 am

No puedes ya subir el siguiente capítulo? jiji
excelente, es adictivo este fic y pensar que solo vamos en el segundo capítulo...
Anddy Rivera Morris
Anddy Rivera Morris
*******
*******

Femenino Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Elita Miér Oct 30, 2013 11:07 am

Entonces.. se vienen caps WANKYS *-* siiii xD

Santana es demasiado directa! Me gusta!

Y Britt ni lenta ni peresoza.... a pesar de su poco conicimiento... pero quien se negaria a semejante mujer??

Espero que actualices pronto xk lo has dejado en lo interesante!

Saludos! :)
Elita
Elita
-
-

Femenino Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Club New Directions Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Jane0_o Miér Oct 30, 2013 11:45 am

Genial capitulo
Las brittanas ya
Desde el inicio
Bien wankys

Saludos y es espera
De tu proxima
Actualizacion!
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por gatituu *_* Miér Oct 30, 2013 1:03 pm

..Holaaa Fer... me lei hoy los capitulos, y me encanto!!.. es algo adictivo ya kiero q subas el otro... Britt es muy dificil, ya nos dimos cuenta jajajaja.. y Santana sin rodeos, sabe lo q kiere, cuando lo kiere y lo concigue...
ya veremos como se desenlaza la historia, y como lograra Britt q Santana pase de ser super estructurada q solo busca sexo y no una relacion, a q se termine enamorando de ella.. lo q si sabemos es q se viene un capitulo wanky..

nos leemos pronto.. tenes una lectora fiel...
gatituu *_*
gatituu *_*
*****
*****

Femenino Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Club Naya/Santana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Miér Oct 30, 2013 5:22 pm

Wooow!!! Ya va!!! Veo que mis Brittana no se andan con rodeos!!


Britt será muy inocente pero parece saber perfecto en que se esta metiendo! y San tmb dejo bien en claro lo que quiere!


Aunque presento que se les saldrá de control?!


Ya quiero el prox cap!! Eso se pone muy bueno :)


Saludos!! Nat!
naty_LOVE_GLEE
naty_LOVE_GLEE
---
---

Femenino Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por raxel_vale Miér Oct 30, 2013 7:08 pm

hola!!

la historia estaaa mmuuuuuy buueenaa!!
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 304001509 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 304001509 

san es WANKY!!! [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1202786940 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1202786940 

siguela pliss!!

saludoss [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2145353087 
raxel_vale
raxel_vale
******
******

Femenino Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 33
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Lun Nov 04, 2013 4:54 pm

Anddy Rivera Morris escribió:
No puedes ya subir el siguiente capítulo? jiji
excelente, es adictivo este fic y pensar que solo vamos en el segundo capítulo...
Siiiii, es adictivo! Me leí el libro en una noche! Espera a ver lo que viene luego!

Saluditos!

Elita escribió:Entonces.. se vienen caps WANKYS *-* siiii xD

Santana es demasiado directa! Me gusta!

Y Britt ni lenta ni peresoza.... a pesar de su poco conicimiento... pero quien se negaria a semejante mujer??

Espero que actualices pronto xk lo has dejado en lo interesante!

Saludos! :)
Britt no tiene nada de conocimientos en esta historia, completamente diferente a nuestra Brittany de Glee.

Tienes razón yo tampoco me negaría si llega una mujer como Naya y me propone ser su prostituta personal! XD


Besitos!



Jane0_o escribió:Genial capitulo
Las brittanas ya
Desde el inicio
Bien wankys

Saludos y es espera
De tu proxima
Actualizacion!
Jane, siempre comentando en mis historias! Me gusta eso!
y si lo wanky viene y no parara hasta el fin de la historia!

Gracias por leer!


gatituu *_* escribió:..Holaaa Fer... me lei hoy los capitulos, y me encanto!!.. es algo adictivo ya kiero q subas el otro... Britt es muy dificil, ya nos dimos cuenta jajajaja.. y Santana sin rodeos, sabe lo q kiere, cuando lo kiere y lo concigue...
ya veremos como se desenlaza la historia, y como lograra Britt q Santana pase de ser super estructurada q solo busca sexo y no una relacion, a q se termine enamorando de ella.. lo q si sabemos es q se viene un capitulo wanky..

nos leemos pronto.. tenes una lectora fiel...
GATITUU, es bueno verte por acá, soy fiel lectora de Room y de Puedo perderte... y bla bla bla. Es genial tu fic original!

Muchas gracias por ser fiel lectora!

naty_LOVE_GLEE escribió:Wooow!!! Ya va!!! Veo que mis Brittana no se andan con rodeos!!


Britt será muy inocente pero parece saber perfecto en que se esta metiendo! y San tmb dejo bien en claro lo que quiere!


Aunque presento que se les saldrá de control?!


Ya quiero el prox cap!! Eso se pone muy bueno :)


Saludos!! Nat!

Querida Naty no te hago esperar.

Acá el capítulo!

raxel_vale escribió:hola!!

la historia estaaa mmuuuuuy buueenaa!!
[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 304001509 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 304001509 

san es WANKY!!! [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1202786940 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1202786940 

siguela pliss!!

saludoss [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2145353087 
San es muuuy wanky!

Gracias por comentar!
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Capitulo 3 "Primera vez?"

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Lun Nov 04, 2013 5:28 pm

Disculpen la tardanza, pero estaba sumida en las tentaciones de un fin de semana largo y más por el entretenido Halloween! Muuuchas fiestas XD


Les dejo el capitulo!








Capitulo 3 "Primera vez?"






Seguí a Santana por el vestíbulo, que me pareció más grande que el piso en que vivíamos mi madre y yo. Miré a mi alrededor mientras ella subía por una gran escalera que salía del hall e iba hacia el primer piso. Se volvió y me miró. No hizo falta que pronunciara ninguna palabra y esperó en silencio a que yo la siguiera. Siguió su camino hacia arriba y yo me detuve antes de llegar a ella, mientras mi corazón latía como si se me fuera a escapar por la boca. Cuanto más ascendía, más intensos eran sus latidos.

¿Qué me esperaba arriba?

Aquélla era la gran pregunta a la que yo ansiaba poder responder. ¿Por qué no me acaricia, ni siquiera de una forma superficial? ¿Por qué todo sucede así, tan... organizado? ¿No resultaba todo, en cierto modo, absurdo?

Una vez arriba, Santana me precedió hasta una habitación. Parecía ser su dormitorio, pues en el centro había una gran cama.

Se dio la vuelta.—Ya estamos aquí —dijo.

—Sí —respondí con voz temblorosa y ella se me acercó.

Sus manos tomaron mi cara con suavidad y la atrajeron hacia ella. Me besó de nuevo y, cuando me acarició, esta vez mis labios se separaron en el momento oportuno.

Ella rió en voz baja.—No tanto —dijo. Yo estaba desconcertada y, para evitar dar un paso en falso, no hice nada más.


Su beso fue de una dulzura increíble. Se tomó mucho tiempo para explorar mi boca y la reacción de mi cuerpo resultaba más intensa cada vez. Noté cómo se endurecían mis pezones y me pareció embarazoso que ella se pudiera dar cuenta, aunque enseguida me llamé a mí misma al orden. ¿No habíamos venido a eso? Sus labios avanzaron desde la boca hasta el cuello y luego siguieron hacia abajo. Tuve que respirar profundamente, pues la sensación de cosquillas en el pliegue de mi cuello fue superior a mis fuerzas. Al mismo tiempo, sus manos buscaron los botones de mi camisa y comenzaron a desabrocharlos. Va a ver mis pechos, me di cuenta, asustada. ¿Le gustarán? No sabía lo que ella se esperaba. Había hablado de mi tipo como si ya lo conociera, pero estaba claro que hasta el momento no había visto de verdad cómo era por allí, pues yo suelo llevar la ropa bastante holgada por arriba. Quería gustarle a ella y quería que ella... me gustara a mí. Renuncié a pensar en otras cosas. ¿Qué pasaría si se sentía decepcionada por esperar más de lo que yo le podía ofrecer?  Todavía puede volverse atrás en su oferta, pensé con sarcasmo. No la obligaría a que me pagase, aunque ella lo haría con sumo gusto. De todas formas, no me hubiera hecho falta eso para irme con ella. Y confiaba en que ella lo supiera.

Ya me había desabotonado toda la blusa y estaba deslizando sus manos por debajo. Me estremecí y vibré cuando rozó mi piel; ya no pude moverme ni siquiera un poquito.
Ella aspiró, sorprendida, cuando durante su recorrido acabó por llegar a mis pechos y comprobó que estaban desnudos. Era verano y me gusta ir sin sujetador. Sólo lo llevo en caso de urgencia, si es inevitable.

—Hummm —murmuró con fruición.

Al menos era evidente que a sus manos les había gustado lo que encontraron. Se mantuvo un rato allí, en el lugar en que la sorpresa la había retenido, y sus pulgares se movieron con lentitud desde el centro a izquierda y derecha, donde percibía que su actividad no me dejaba indiferente. Yo apreté los labios y me los mordí un poco para no lanzar un fuerte suspiro en el momento en que ella intensificó la presión. Luego pasó las uñas de sus dedos por los desiguales vértices que se habían formado y ya no pude más. Expulsé todo el aire que había acumulado en los pulmones y gemí. Sentí un cosquilleo y una excitación, y pude percibir un calambre directo que iba desde ahí arriba hasta abajo, entre las piernas. También hacía algo por ahí abajo.


Se rió de nuevo en voz baja, como al principio.—Esto te gusta, ¿eh? —preguntó, sin esperar una respuesta.

Yo no sabía si me resultaba más embarazoso que ella se diera cuenta de que me gustaba o que yo sintiera vergüenza por ello. Ambas posibilidades resultaban igual de inconvenientes, pues, de hecho, habíamos ido allí para hacer eso, lo que nos gustaba a ambas, no era nada por lo que tuviéramos que avergonzarnos .Es probable que fuera mi timidez lo que me inspiró. Nunca antes había estado así delante de nadie, no me había desnudado ante ningún extraño y lo primero que tenía que hacer era acostumbrarme, incluso aunque eso fuera lo que ella esperaba de mí y no hubiera otra cosa que más deseara hacer yo.

Santana me deslizó la blusa por los hombros con mucha suavidad y, aunque en la habitación no hacía frío, me estremecí como si soplara un viento polar. Me miró mientras dejaba caer la blusa al suelo y se inclinó hacia mis pechos. No pude hacer otra cosa: me sentí obligada a gemir. Los suspiros ya no servían de nada. De una forma casi espontánea mi cabeza se echó hacia atrás, pues la excitación que provocó su lengua sobre mis pezones apenas me permitía sujetarla. Tenía la sensación de que ella había inflado aquellos dos guijarros, de tan hinchados como los sentía. Casi parecían ser mayores que el resto del pecho. Mi vientre también reaccionó con violencia ante las caricias. Se tensaba, me picaba y se calentaba cada vez más. También quería ser acariciado. Como si hubiera podido leer mis pensamientos, sus manos se deslizaron hacia la pretina de mis pantalones y soltaron el botón. Quiso meter la mano por allí, pero los vaqueros eran demasiado ajustados.

—¡Eres una virgen de hierro! —dijo en plan de broma y yo me puse colorada. Buscó la cremallera y suspiró con algo de impaciencia.—Vaya, ¡llevas botones!

Yo bajé la mano y desabroché los botones con un solo gesto, mientras me bajaba los pantalones por los costados. Los botones de los vaqueros no eran nada débiles y aguantaban en su sitio.—Aquí lo tienes —dije en plan respondón, una vez que termine.

Ella rió de nuevo.—Eres muy dulce —repuso.

Se inclinó hacia delante y me besó otra vez. Dejó que mi lengua sintiera su excitación y que su ardiente respiración me quemara la cara. Penetró profundamente en mi boca, como la última vez, y mientras lo hacía noté cómo se aceleraba su respiración y su mano avanzaba de nuevo hacia mis pantalones, con una ligera parada intermedia en mis pechos, aunque esta vez no se entretuvo tanto tiempo en ellos. Cuando se apoyó en mí me molestó el contacto de su ropa sobre mi piel desnuda. Los fríos botones se apretaron contra mi pecho, que estaba muy caliente. Aquellos pequeños objetos redondos me dieron la impresión de ser como cubitos de hielo y hubiera preferido que ella no los tuviera allí. ¿Cómo serían sus pechos?

Deslizó su mano por el interior de mi pantalón y yo jadeé en busca de aire. Era excitante hasta la exageración. Mis ingles se estremecieron con sus caricias y se me aflojaron las rodillas. Me tambaleé un poco.

Me sujetó y no continuó su avance.—¿Puedes mantenerte de pie? —preguntó, y su voz sonó como si estuviera un poco preocupada. Un tono que nunca le había oído antes en la oficina.

—Justo ahora, no —sonreí con turbación.

¿Querría que continuáramos de pie? Porque entonces lo más probable es que nos desplomáramos al suelo. Sacó la mano de dentro del pantalón para luego colocarme las dos sobre las caderas. Apretó contra la tela y luego la bajó por el trasero hasta los muslos. Los pantalones eran tan estrechos que la cosa no resultó muy sencilla.

—Lo mejor es que hagas tú el resto —dijo entre risas.

Tal como estaba yo allí delante de ella, medio vestida y medio desnuda, no me apetecía nada que mirara hacia abajo. Me resultaba tan embarazoso que decidí contemplarla a ella mientras yo me desnudaba del todo. Ella hizo lo mismo. Se quitó los zapatos y me observó. Se desabrochó los puños y casi con el mismo movimiento se despojó de la blusa y el sujetador. Los pantalones se los quitó a la misma velocidad. Había tardado menos que yo en estar frente a mí, desnuda.

—Vamos —dijo, y se volvió para dirigirse hacia la cama. Yo la seguí con la mirada, pero en aquel momento mi cuerpo fue incapaz de hacer ningún movimiento. Era... hermosa de verdad.


Quizá no fuera esa la expresión adecuada. Todo su cuerpo era de una perfección armónica. Estaba proporcionada, sin ningún fallo, como si hubiera sido modelada por una escultora. ¿Por qué debía pagar para conseguir sexo? En mi opinión, lo hubiera podido obtener de cualquier mujer, así de fácil.

Santana ya se había echado sobre la cama y me miraba, con el entrecejo algo fruncido.—¿No vienes? —preguntó con cierta irritación.

—Sí. —Me forcé a ponerme en movimiento—. No estoy... muy acostumbrada —me disculpé, roja de vergüenza.

Ella sonrió, no dijo nada al respecto y esperó a que me tumbara a su lado. Me fui deslizando con lentitud por la inmensa cama, mientras temblaba como un flan. Ahora ocurriría...No sabía cómo debía moverme. Por primera vez me encontraba en la cama con una mujer extraña. ¿No sería que se había aprovechado de mí? Para ella todo aquello no era tan nuevo y, en cambio, a mí me resultaba complicado de verdad echarme a su lado. Cuando lo hice, me quedé muy separada de ella.

—¿Me tienes miedo? —preguntó, satisfecha.

Ella no lo entendería, pero...—Sí, un poco —respondí. Con aquella respuesta se sintió incluso un poco más satisfecha.

—No tienes por qué tenerlo —dijo con delicadeza. Se acercó un poco más y se inclinó hacia mí. Buscó mis ojos con los suyos y me sonrió.—No va a ocurrir nada malo. Sólo cosas bellas. Te lo prometo.

Como es lógico, confié en ella. Aunque también era eso lo que esperaba, pero todas aquellas cosas bellas me producían miedo ante lo desconocido. Al menos, desconocido hasta el punto en que estábamos ahora. Hacerlo una por sí sola era algo muy distinto, pero estar tumbada a su lado, desnuda, soportar su mirada..., y ella también desnuda del todo... Casi no me atrevía ni a mirarla, porque, al fin y al cabo, era mi jefa.

Asentí con algo de crispación. Ella buscó mi boca y comenzó a besarme. Sus manos se apoyaron en mi pecho y lo acariciaron con suavidad. Buscó los pezones, los estimuló a la espera de mi reacción y luego lo hizo con más fuerza. Yo intentaba respirar con dificultad, mientras ella empleaba su lengua en mi boca, pero fracasé lastimosamente. Santana se dio cuenta y, riendo, me dejó libre la boca.

—Despacio —dijo—. Muy despacio.

¡Ya estaba bien! Yo me sentía desbordada por miles de sensaciones simultáneas, no sabía cómo debía actuar, tenía miedo de hacer algo mal y esperaba sentir más, llegar hasta el final, experimentar lo que había que experimentar. ¿Debía, además, prestarle atención a la velocidad? ¡Al menos esa tarea debía de estar a cargo de ella! Porque yo no me sentía capacitada para hacerlo. Ella tenía experiencia; seguro que ya se había acostado con docenas de mujeres. Ella podía hacerlo, pero yo no. Quizá para darme la oportunidad de respirar.

Santana empleó sus labios para hacer una incursión por todo mi cuerpo, lo que hizo que me excitara por todas partes. Allí donde rozaba ardía toda mi piel y aquello iba a peor a medida que bajaba. De nuevo se detuvo por un instante en mis pechos y se elevó el tono de su respiración, mientras yo casi no podía soportar la comezón. A mi cabeza subió un calor igual de insoportable; cerré los ojos y me concentré en las sensaciones que ella me proporcionaba, que me excitaban más y más, y que exigían toda mi fuerza de voluntad para no gemir en voz alta de una forma constante. Eso hubiera resultado muy embarazoso delante de ella. Sin embargo, poco a poco me fue consumiendo la excitación y empezó a desmoronarse mi resistencia. Comencé a suspirar en voz baja, luego a gemir, a moverme, a retorcerme bajo sus manos y sus labios: ya no aguantaba más. Se detuvo un instante y noté que sus manos continuaban con sus suaves caricias. Era como si me observara. Y lo más probable es que fuera eso lo que hacía.

—Hermosa —dijo en voz baja, más bien para sí misma.

Su boca descendió de nuevo hacia mí, primero a mi pecho, luego continuó hacia abajo, igual que su mano, que ahora casi había llegado hasta mis piernas. Yo ya no sabía lo que tenía que hacer. Si hubiera estado sola, en aquel momento ya haría tiempo que habrían comenzado los acordes finales. Nunca había aguantado tanto tiempo como el que ella llevaba atormentándome. De todas formas, mis sensaciones anteriores siempre habían sido más... débiles, o al menos distintas.

Me acarició las ingles y yo me sentí a punto de explotar. Aquel punto, aquella pequeña zona, me pareció muy sensible, como nunca lo había sido, como si todos mis nervios afluyeran allí.


Gemí de nuevo y la oí reír en voz baja.

—Sí —murmuró, satisfecha—, todo va bien, ¿no es verdad?

No esperaba ninguna respuesta a aquella pregunta retórica y yo no se la di. Estaba muy ocupada para eso. Sus labios avanzaron aún más por las ingles, pero sus manos fueron al centro, entre las piernas. Durante unos segundos se deslizaron por el interior de mis muslos. Luego me agarró con ambas manos y me apretó las piernas sin articular palabra. Ella partía del hecho de que yo debía obedecer sin ofrecer resistencia. Yo lo hice y la tensión alcanzó de nuevo el punto culminante que había tenido antes. No sabía cómo se podía haber elevado, pero estaba segura de que aquello no era el final. Al menos aquella experiencia sí que la tenía.

Avanzó con los dedos entre mis mulos separados. ¡Cielos! Qué distinto era a lo que yo conocía. Mucho más hermoso, una sensación indescriptible. Quería entregarme a ella, enroscarme en ella; mis piernas, por voluntad propia, se abrieron aún más. Volví a gemir cuando me acarició de nuevo y mi espalda se arqueó un poco, buscándola. No podía resistir más. Tuve que levantarme, aunque me hubiera gustado imponerme a ella.«¿Por qué no hace algo de una vez?»Pasó de nuevo, otra vez, por la turgencia que sentía entre mis piernas.
¡Cómo estaba de hinchado todo lo de allí abajo! Y entonces sacó los dedos. Se mantuvo inmóvil. ¿Lo estaba observando?

—Ya estás húmeda —dijo de repente.

Mi cabeza estaba sumergida en acero fundido, en un alto horno, en el sol. Dios mío, ¡aquello resultaba tan violento! ¿Por qué lo había dicho? ¿No le bastaba con haberse dado cuenta? Lo más probable es que no se imaginara lo que suponía aquello para mí ya que las personas tímidas, como yo, no solemos sentirnos cómodas al ser el centro de atención. ¡Y menos en un caso como aquél!

Santana deslizó de nuevo sus manos entre mis piernas y luego se tumbó a mi lado, de modo que pude notar junto a mi cuerpo todo el suyo, cálido, suave, su pecho casi sobre el mío. Aquello era maravilloso. Me invadió una sensación de seguridad, que en parte era también de tranquilidad. Comenzó a acariciarme entre las piernas con lentitud: primero por la parte de fuera, luego de nuevo por el interior. Seguro que era una excursión de reconocimiento con carácter de investigación. Evitó tocar el punto que me hubiera proporcionado el alivio total.

—Abre los ojos —dijo, muy cerca de mí, en voz baja pero categórica.

Acaté su exigencia y la miré directamente. Su rostro estaba tan cerca que casi no pude distinguir su contorno.

—Quiero verte cuando te corras —dijo sin la menor sonrisa, sin la más ligera insinuación—. Así que, por favor, abre los ojos.

Mi primera reacción ante aquella petición, que era más bien una orden, fue hacer lo contrario: la turbación que sentí me obligó a cerrar los ojos, pero luego hice lo que ella deseaba y los abrí de nuevo.

—Sí —susurré con docilidad.

Me sorprendió que pudiera salir un solo sonido de mi boca. En realidad lo que ella quería de mí no era nada malo, pero la vergüenza que aún me embargaba no me permitía liberar lo más íntimo de mi ser. Ni siquiera podía ocultarme en la oscuridad. Aunque hubiera estado bien.

Me miró muy seria mientras sus manos se movían entre mis piernas, ahora ya con un objetivo. Ahora encontró el punto, y lo acarició...Cerré los ojos, pero al acordarme de su enérgico requerimiento los abrí a toda velocidad. Iba cada vez más deprisa y, al mismo tiempo, me miraba. Yo quería volver la cabeza y escapar de su mirada, pero, como estaba segura de que eso le desagradaría, aguanté. Sus ojos no se apartaban de los míos, me miraban con fijeza, y cuando empecé a respirar con más intensidad, a gemir y a retorcerme entre sus manos, Santana comenzó a sonreír. Si no se hubiera tratado de ella, lo más probable es que yo hubiera pensado que aquello era una expresión de afecto. Pero seguro que sólo se trataba de una muestra de su propia excitación, que aumentaba al mismo tiempo que la mía, pues ella también respiraba a toda velocidad. Empleó sus manos de una forma extraordinaria, a veces con toda la palma sobre mi sexo, luego de nuevo uno o dos dedos en un punto muy específico. Controlaba mi orgasmo como si fuera un piloto de Fórmula 1. Yo estaba a su merced.

—Córrete —dijo de repente, e hizo danzar a toda velocidad sus dedos entre mis piernas por todas partes al mismo tiempo.

Al menos eso fue lo que me pareció. Las ondas de calor que crecían en mí, mi pecho hinchado que aún me dolía, todo pareció alcanzar los objetivos previstos y convertirse en espasmos y explosiones que se arrollaban y hacían que sintiera como si me faltara el suelo bajo los pies. Gemí en voz alta y un «¡Sí!... ¡Sí!... ¡Sí!» salió de mi garganta sin que pudiera contenerlo.

Arqueé la espalda hasta que se despegó de la cama y sentí que la tensión crecía en mi interior, luego el hormigueo de sus dedos entre mis piernas y, por fin, la liberación. Aspiré con esfuerzo, me dejé caer otra vez hacia atrás y jadeé, agotada del todo. Tenía la sensación de que cuando respiraba no era capaz de absorber el oxígeno suficiente. En aquel preciso instante Santana sonrió de verdad y, cuando pude verla a través del velo que empañaba mis ojos, casi me pareció cariñosa.

—Lo siento —dije, avergonzada—. No he podido contenerme más tiempo. Perdona.

—No pasa nada —respondió y se inclinó hacia mí para besarme los labios con mucha suavidad—. Ha sido fenomenal.

Yo esperaba que ella se sintiera satisfecha de verdad conmigo y que no lo dijera sólo por hablar. Pero no podía ocuparme demasiado de ese tema, ya que de momento tenía que seguir mi pelea contra la tensión que, aunque rebajada, todavía persistía en mi cuerpo y no parecía haber desaparecido del todo, pues lanzaba pequeñas olas sobre mi playa íntima y me hacía sentir cosas que nunca antes había experimentado. Ella pareció darse cuenta. Me cogió entre sus brazos y me meció durante unos segundos. Yo no imaginaba que fuera capaz de eso. Como jefa era siempre tan... decidida, tan dominante y, sobretodo, tan poco afectiva. Pero ahora sentí algo más, algo que ella me transmitió. Le importaba que yo me sintiera bien y parecía hacerlo de una forma muy desinteresada. Cuando me recuperé de nuevo, la miré y sonreí un tanto insegura. Me hubiera gustado agradecerle aquella experiencia maravillosa, pero algo dentro de mí me gritó que no lo hiciera.

—El resto me lo guardo para el Egeo —dijo, sonriente, mientras me miraba de arriba abajo.

«¿El resto? ¿Qué resto? ¿No había sido suficiente con eso? ¿Aquello no era todo?» Pero yo sabía cuál era el resto al que ella se refería. El escalofrío que recorrió mi cuerpo se formó por una expectativa llena de temor que me puso la carne de gallina. Yo lo quería. Quería que ella... entrara en mí, pero ¿cómo lo iba a hacer? ¿Me haría daño? En cierta forma ya no era virgen, pero por otro lado sí lo era. ¿No había podido hacerlo todo de una vez? ¿Por qué estaba ahora tumbada detrás de mí? Pero Santana tenía ahora otros deseos. Se puso de espaldas y me miró con un gesto de requerimiento.

—Échate sobre mí —dijo.

Coloqué mi mano sobre su estómago. El contacto con su piel, suave como la seda, me transmitió una maravillosa sensación. Su respiración ascendía y descendía como un mecanismo de relojería. Parecía muy tranquila, pero de todas formas debía darme prisa en satisfacer sus deseos, o al menos ésa fue la impresión que tuve.

Me tumbé despacio sobre ella y abrió las piernas para que me colocara entre ellas. Miré su cara, sus ojos. Estaba tumbada sobre ella, sobre mi jefa, sobre una mujer que, de hecho, era algo mayor que yo, aun cuando tenía un aspecto muy juvenil; la tenía debajo de mí y podía decidir sobre ella, sobre su excitación y sobre cómo satisfacerla. Era una sensación muy extraña. Hasta el presente era ella la que había llevado las riendas y el control, y la que había dado las órdenes, tanto en la oficina como en la cama, pero ahora, de repente, ocurría todo lo contrario.

Me incliné hacia ella para besarla, pero fue ella la que me besó a mí antes de que yo pudiera evitarlo y comenzara con mi tarea. Pero, de todos modos, fue bonito. Me sujetó por la nuca, acercó mi cabeza a la suya y me oprimió con su estómago. Pensé que no debía hacerla esperar tanto como ella había hecho conmigo. A lo mejor no le gustaba el aspecto que cobraba todo ni cómo se sentía.

Suspiró y gimió en mi boca, y casi me ahoga con su lengua, a pesar de que era ella la que estaba tumbada y se retorcía cada vez con mayor intensidad debajo de mí. Dejé que mi mano avanzara hacia su pecho y le acaricié el pezón con los dedos. Ella gimió con mayor intensidad. Agarré todo el pecho y saboreé una maravillosa sensación de redondez en mi mano; luego seguí con caricias y masajes, para acabar volviendo a excitar su pezón. Hice lo mismo con el otro pecho, hasta que, por fin, Santana acabó por separarse de mi boca en busca de aire.

—Rápido —jadeó—, vete abajo.

Yo no tenía muy claro lo que podía significar aquello. Copié lo que había hecho antes conmigo, busqué con mi mano la abertura que había entre sus muslos y me deslicé entre ellos. Santana abrió las piernas aún más. ¡Dios mío! ¿Había estado yo igual de húmeda? Allí casi se podía nadar. Había tenido que controlarse mucho mientras me masturbaba. ¿Podría hacerlo también yo? No estaba muy segura, porque, al fin y al cabo, no lo había hecho nunca. No sabía lo que le podía gustar y lo que no, y tampoco tenía la experiencia de ella para podérmelo pensar. Por tanto, tuve que ceñirme a sus reacciones y sus indicaciones. Noté las convulsiones que experimentó cuando, entre sus piernas, toqué su sexo hinchado. Sin duda aquél era el lugar adecuado.

Busqué la pequeña elevación sobre la prominencia y la estimulé un poco con el dedo. Lanzó un suspiro tan fuerte que casi me asusté.

—¡Sí! ¡Ahora!

Yo ya no podía hacer mucho más. Santana alzó el trasero, de modo que el roce se hizo más firme, la acaricié un par de veces más y luego ella gritó, se corrió y se retorció contra mí, antes de dejarse caer sobre la almohada. Todo fue muy rápido. Quise retirar mi mano, pero ella protestó.

—No, no —dijo—. Quédate ahí, no te vayas, ahora mismo seguimos.

Hice lo que me dijo y no tardó mucho en volver a moverse y acercarse a mí. La acaricié lo mejor que pude, hasta que ella se corrió una vez más, pero esta vez gimió en lugar de gritar; luego, un poco después, hubo una tercera vez, acompañada de un suspiro.

Al acabar me miró y sonrió, casi feliz. Nunca la había visto así, tan relajada. En la oficina parecía que siempre estaba peleando, siempre en tensión.

—Lo haces muy bien —dijo, con palabras de reconocimiento.

Sí, pensé yo de repente.«Y siempre, cuando quieres expresar tu reconocimiento, lo haces con dinero, pagas por ello. ¿Cuál de esos tres orgasmos es el de mayor valor? ¿También vas a pagar por el mío? Porque has trabajado más que yo», medité.

Ella se irguió.—¿Te apetece otra vez? —dijo, solícita.

Negué con la cabeza. Se me habían pasado las ganas al pensar en el dinero y en las vacaciones en el Egeo. Todavía podía decir que no. Pero yo... estaba enamorada de ella. No podía negarme. ¿Por qué yo no podía pagarle con mi amor y ella si podía pagarme a mí? ¿Por qué tenía que ser precisamente con dinero? Eso lo hace todo tan... primitivo. Incluso la experiencia que acababa de tener con ella y que había resultado maravillosa.

Pensé en el roce de su piel, en la suavidad y en el calor que emitía, que eran como seda y terciopelo reunidos en uno solo. Una sensación indescriptible. Me hubiera encantado acurrucarme a su lado, intercambiar caricias, quedarme dormida junto a ella y luego despertarme. Puede que ella tuviera algo en contra de eso, pero a mí no me pasaba lo mismo. Me levanté y fui hacia mis cosas, que estaban esparcidas por el suelo. Comencé a vestirme.

—Mi madre —reí en plan de disculpa. ¡Menos mal que la tenía a ella! —. Se preocupará. Me tengo que ir a casa. —Estaba claro que hubiera podido llamar por teléfono y con eso hubiera bastado, pero no se lo quería decir a Santana.

—Mañana mismo podemos volar a Grecia, si quieres. ¿O mejor pasado mañana? —preguntó, casi en un tono de negocios.

¿No le gustaba que me fuera o no le importaba nada? ¿Ahora que ya había conseguido lo que deseaba?

—Mejor pasado mañana —respondí, mientras intentaba dominarme—. Necesito un poco de tiempo para hacer la maleta..., y está mi madre.

«¡Mi pobre madre! ¿Por qué la tengo que usar para todo?»

—No hace falta que lleves muchas cosas —explicó, mostrándose agradable—. Sólo lo personal. En el barco no necesitaremos muchas cosas y lo que precisemos lo podemos comprar en tierra.

Yo quería decirle otra vez que no tenía dinero, pero volví a mantener la boca cerrada. No necesitaba ningún dinero. Ella lo pagaría todo. Todo. Yo ya me había vestido y estaba preparada para irme.

—¿Puedo llamar a un taxi? —pregunté.

—Claro que sí —me respondió, mientras señalaba el teléfono, al tiempo que se levantaba de la cama.

Se dirigió a un pequeño escritorio, una minúscula antigüedad que había junto a la ventana, y sacó una cosa del cajón. Cuando colgué el teléfono se acercó a mí, aún desnuda, y me puso algo en la mano.

—Esto te servirá para pagar el taxi —dijo, como de paso. Luego se dirigió al armario y se puso por encima algo parecido a un poncho, de tela brillante y suelta: parecía una mezcla de camisón y bata. Tenía un aspecto muy seductor.—Te acompaño —dijo.

La seguí y, al llegar abajo, vi los faros de un coche que se acercaba a la casa. Debía de ser mi taxi.

—Entonces, hasta pasado mañana. —Se mostraba tan indiferente como si estuviera ante una cita de negocios—. Te recojo a las diez. Así llegaremos a tiempo al aeropuerto.

Me estrechó la mano a modo de despedida y ni siquiera me dio un beso. Ni una mínima caricia. Después de mi primera vez  me lo había imaginado todo de otra forma, pero tuve que aceptarlo tal y como ocurrió. Abrí la puerta de la casa y salí a la oscuridad, que estaba iluminada por los faros del coche, mientras ella dejaba que la puerta se cerrara de golpe detrás de mí.

Al sentarme en el taxi, abrí la mano y miré los billetes. Eran de bastante valor y había seis. Demasiado dinero para una virgen inexperta, pensé. Hubiera tenido que decir «mañana» en lugar de «pasado mañana», pensé al día siguiente. Cuando llegué a casa la noche anterior, vi que en la habitación de mi madre aún había luz. La apagó al oírme entrar. Me había estado esperando. Sentí que mi cargo de conciencia era casi una sanción justa. ¿Por qué no la había llamado antes de ir a casa de Santana? Seguro que se había preocupado mucho. Se lo explicaría y yo estaba segura de que no se enfadaría cuando supiera que no me había ocurrido nada. Pero yo me sentía molesta conmigo misma. ¿Qué había hecho? Había ansiado algo desde hacía mucho tiempo y había recibido parte de ello. Eso había estado bien. Pero, ¿qué pasaba con el resto, con la parte que faltaba? ¿Qué ocurría con el amor? Yo estaba enamorada de una forma indudable.

No me podía quitar de la cabeza a Santana. La veía debajo de mí, veía sus ojos, que por un momento habían perdido su expresión habitual y, aunque siempre mantenían la mirada, por un mínimo instante habían sido sinceros y vulnerables, se habían nublado cuanto más se excitaba, cuando se corrió. Había sentido tanto amor hacia ella en ese momento, la había deseado y hubiera querido protegerla, todo eso de una forma y en un contexto de sentimientos que eran nuevos para mí. ¿Cómo podía sentir eso por ella? Pues lo había sentido y no lo podía evitar. Lo que ella sentía por mí era harina de otro costal. No me atreví a imaginar lo que pensó de mí cuando me fui. Después de que me hubiera puesto en la mano tanto dinero y yo lo aceptara. Si nuestro «negocio» no hubiera estado ya sellado y yo pudiera dar marcha atrás..., pero ahora ya no podía hacerlo. Había firmado el contrato y había dado mi conformidad con un apretón de manos.

Estuve sin dormir más de la mitad de la noche. Me hubiera gustado que me acariciara de nuevo, ver su linda sonrisa en aquel pequeño instante de felicidad. Ella estaba embriagada, turbada, me satisfacía totalmente. Había dado al traste con toda mi vida sentimental. Yo sólo pensaba
en ella, la veía delante de mí, me acordaba de sus manos sobre mi cuerpo. ¡Uff! Era mejor dejar de pensar en eso. Acabé por quedarme dormida sólo porque el cansancio me pasó factura, pero, cuando me desperté a la mañana siguiente, Santana volvía a estar ahí. Dominaba todos mis pensamientos. ¿Por qué tenía que esperar un día más? ¿No hubiera sido más sencillo subir ese mismo día en un avión, de golpe y porrazo, para ir a Grecia? Por lo visto no.




______________________________________________________________________

Que les pareció?


Besos!
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Elita Lun Nov 04, 2013 6:09 pm

Estoo...fue muy WANKY!

Aunque.. no niego que no me gustó que la tratará tan indiferente luego de... oero bueno.. asi son xD

Y Britt enamorada?
Eso no traera nada bueno, cierto? Al menos para ella.

Me ha gustado mucho & espero leer lo que pasarà en el viajecito *-*

Besos, hasta pronto :D
Elita
Elita
-
-

Femenino Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Club New Directions Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Jane0_o Lun Nov 04, 2013 6:12 pm

Genial se ahora ya quiero saber
De ese viaje!

Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por raxel_vale Lun Nov 04, 2013 6:50 pm

hola!!

wanky

pero para ser la primera vez fue solo sexo
fria.. aunque para ser la primera no estuvo mal XD jaja

ahora que pasara en el viaje me intriga.. [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 210293833 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2113258990 

sera como un relación dominante sumisa??

britt es como una dama de compañia o algo asi?

síguela plis saludos!!
raxel_vale
raxel_vale
******
******

Femenino Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 33
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Capitulo 4 "Preparando el viaje"

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Miér Nov 06, 2013 10:01 pm

Acá un nuevo capitulo de esta buena historia. El subtitulo lo encontré fome, pero no se me ocurrió otro XD

Como siempre, agradezco que comenten y como leí en algún fic "Comentar es agradecer". A pesar de casi nunca contesto XD











Capitulo 4 "Preparando el viaje"











Mi madre me miró con mucha atención durante el desayuno y yo me sentía cada vez más intranquila, pero no preguntó nada. Hasta que por fin hice de tripas corazón.


—Yo... me voy mañana a Grecia, tres semanas —dije en voz baja y con la vista fija en mi taza de café.

—Ya —dijo ella, y untó un poco de mantequilla en el pan.

¿No le había sorprendido?

Me negué a mirarla.—¿No estás de acuerdo? —pregunté.

Era mi última esperanza. Si tenía algo en contra, aún podría decirle a Santana que no iba.

—Eres mayor de edad —dijo—. No puedo prohibirte nada. Ya eres adulta.

¡Mierda! ¿Por qué era tan terriblemente tolerante?

—¿Pero no quieres saber por qué me voy así, tan deprisa? —pregunté, algo consternada.

—¡Oh, sí! —replicó ella, me miró y sonrió levemente—. Pero, como te conozco, sé que me lo vas a contar en breve.

¡Ella sí que me conocía bien! No era de extrañar: me conocía desde que nací.

—Yo... me voy con Santana —dije en voz baja.

—Hummm. —Mi madre me miró, pensativa, durante unos instantes, para continuar después — Lo había imaginado.

La miré con los ojos como platos.—¿Ya te lo habías imaginado?

¿Cómo lo podía saber? De hecho, yo misma no supe nada hasta el día anterior, cuando Santana me hizo la propuesta.

—Sí —asintió—. Es por tu forma de comportarte durante las últimas semanas. Desde que haces las prácticas con ella. Estás enamorada.

—¿Y, de verdad, no tienes nada en contra de eso? —agregué, un tanto incrédula.

Mi madre sonrió y me miró con cariño.—¿En contra de qué? ¿De que estés enamorada? ¿Cómo voy a tener algo en contra? Es el mejor sentimiento que existe. Sobre todo a tu edad.


Hablamos durante un buen rato sobre mi idea de que las chicas eran más atractivas que los chicos y de que eso no había constituido una sorpresa para ella. Lo supo antes que yo. Tenía una madre muy inteligente.

—Sí —dije yo, algo turbada. Si sólo hubiera sido eso...

Me observó de nuevo. Sabía que había algo más, pero nunca me obligaría a contarlo.—Esta noche has llegado muy tarde a casa —repuso, casi de pasada, mientras mordía un pedazo pan.

Me sobresalté y me sentí turbada.—Sí, lo sé. Me esperaste y no llamé —me disculpé, algo cortada.

—No pasa nada —dijo ella con expresión bondadosa. De nuevo me miró durante un instante y yo, de pura vergüenza, sólo pude fijar la vista en el suelo. ¡Resultaba todo tan embarazoso!—¿Tú... estabas en su casa? —me preguntó, con una sonrisa.

—Sí —murmuré.

Esperaba que no me fuera a preguntar lo que estuve haciendo, a pesar de que, por la forma en que sonreía, lo sabía o por lo menos lo imaginaba. ¿Por qué las madres siempre tienen que saberlo todo? Si ahora me hubiera preguntado si me gustó, hubiera dado un salto y hubiera salido corriendo. Pero no lo hizo.

—Está bien —dijo, con expresión considerada, y dio un sorbo a su café.

—Yo... yo no puedo hablar de eso —me disculpé, ruborizada.

Mi madre se mostró satisfecha.—No es necesario que lo hagas —dijo—, porque nadie te lo está pidiendo. Y yo aún menos. También he tenido tu edad y sé cómo van estas cosas.

—A mi edad ya casi estabas a punto de quedarte embarazada.—Suspiré al pensar que, al menos, ése no era mi caso.

—Sí —dijo, riendo—. Mi madre no tuvo tanta suerte conmigo como yo contigo. —Me cogió de la mano y la apretó con fuerza—. Me alegro por ti —dijo en voz baja.

Se levantó y se sirvió otro café—.¿Cómo es ella, Santana? —preguntó, como si no le interesara demasiado—. Debe de ser muy agradable.


¿Agradable? Aquella no era la primera característica que me venía a la cabeza al pensar en Santana. En absoluto. ¿No debía ocurrir así cuando una se siente enamorada?

—Sí... —respondí con un titubeo.

Mi madre alzó las cejas. No era la respuesta adecuada. Se sentó de nuevo en la mesa, a mi lado.—¿Hay algún problema? —preguntó.

¿Qué iba a decirle? ¿Debía hablar del dinero y del «negocio» que había cerrado con Santana? No podía hacerlo, porque seguro que me hubiera prohibido volar a Grecia. Pero, ¿no hubiera sido lo mejor? ¿No era casi lo que yo deseaba?

—No —respondí—. No hay ningún problema. Sólo que estoy un poco nerviosa. Mañana vuelo a Grecia y voy a estar con ella durante tres semanas. No estoy acostumbrada.

—¡Te creo! —rió mi madre. Parecía tranquila.

—Ella es..., ella es... No te puedo describir cómo es —intenté decir, para contestar a la pregunta que me había formulado antes, pero no pude hacerlo—. Yo estoy...

—Estás enamorada de ella —dijo mi madre, satisfecha—. Es la mujer más hermosa, más excitante y más encantadora que existe. Es incomparable. Me lo puedo imaginar muy bien.

Miré a mi madre con toda seriedad. —Sí, ella es así —dije, sincera.

Me tomó de nuevo la mano y me miró, sonriente.—Entonces disfrútala —dijo.
Si pudiera... Ahora tenía que volver a la otra cuestión. Era sencillo, mi madre confiaba en mí...

—No debes preocuparte —comencé a decir con timidez—. En la agencia me han dado una gratificación. Y allí también voy a... —tragué saliva— trabajar. Puedo darte el dinero con el que habíamos contado. Nada va a cambiar.

Mi madre había hecho planes para gastar aquel dinero y yo quería que se sintiera tranquila en ese aspecto.

Me miró durante unos segundos.—Eso está muy bien —dijo. Luego sonrió con amabilidad—. Pero no hacía falta, al menos no en este caso. —Se inclinó hacia delante y me acarició la cara—.
Yo sólo quiero que mi niña sea feliz. —Rió—.Las madres somos así, ¿sabes? —Me miró una vez más—. Tengo una hija maravillosa. —De repente se puso seria—. Soy una madre digna de envidia. —Se puso de pie y me besó en la frente—. ¿Recoges tú la mesa? —preguntó, mientras se alejaba; yo asentí.




Me quedé un rato más sentada mientras oía cómo abría la tabla de planchar. Era fin de semana y tenía que acabar con todas las tareas domésticas que no había podido hacer el resto de los días. Normalmente nos repartíamos el trabajo, pero hoy yo no me encontraba en condiciones.
Pensaba en Santana, pensaba en lo que había ocurrido la noche anterior y en lo que pasaría en el Egeo, y pensaba en que, por primera vez en mi vida, en cierto modo había mentido a mi madre. Le había dicho lo del dinero, pero no era toda la verdad. Me había callado la parte más importante, la que hubiera hecho que se sintiera un tanto espantada. Ahora por fin había perdido la virginidad. Más aún, la había perdido por lo que hice la noche anterior o por lo que iba a hacer en el Egeo. Pero no era una sensación agradable. ¿Por qué todo tenía que resultar tan complicado?

—¿No vas a hacer la maleta? —me gritó mi madre desde la sala de estar.

Me levanté.—Claro —respondí con un grito, guardé las cosas en el armario de prisa y corriendo, y subí al desván a coger mi maleta.







A la mañana siguiente llamé a Santana y le pedí que me recogiera un par de calles más allá y no justo delante de mi casa. No quería que mi madre y ella se encontraran. Me había quedado claro que Santana sólo era unos pocos años más joven que mi madre. Ellas dos hubieran hecho mejor pareja que Santana y yo. Y aunque mi madre lo sabía, porque yo sabía con toda seguridad, aquello resultaba muy embarazoso para mí. No quería que ella lo pudiera confirmar al ver a Santana. Eso no impedía, por supuesto, que mi madre estuviera muy intrigada. Le hubiera gustado ver cara a cara a la persona con la que su hija se iba de vacaciones, pero respetó mis reservas y no dijo nada cuando le informé de que ya nos íbamos al sitio que habíamos acordado.

Me abrazó en la puerta, apretándome fuerte contra ella. Nos habíamos separado en muy raras ocasiones, en realidad casi nunca.

—Te deseo unas vacaciones maravillosas —dijo con una sonrisa, y no creí equivocarme cuando me pareció ver alguna pequeña lágrima en sus ojos—. Llámame alguna vez, ¿de acuerdo? Por favor. Ya sé que las madres somos terribles, pero vas a estar tan lejos durante estas tres semanas —me miró, como disculpándose.

Yo la abracé.—Claro que lo haré —prometí—. Todos los días.

Ella se rió.—No es necesario —dijo—. Seguro que vas a tener cosas mejores que hacer. —Guiñó un poco los ojos, pero seguro que era por las lágrimas y no por otra cosa.

Ya sentía su falta. La iba a echar de menos, pero, a la vez, deseaba estar con Santana.

Calmé mi mala conciencia con una promesa más.—Te escribiré un par de bonitas postales con un sol resplandeciente —reí con una ingenuidad calculada.

¡Si hubiera dicho toda la verdad en lugar de engañarla...! Claro que entonces no me hubiera dejado hacer el viaje. De eso estaba totalmente convencida. Y yo quería viajar. Yo quería a Santana. Yo quería estar con ella...Me estremecí levemente y cogí la maleta con firmeza.

—En tres semanas estaré de vuelta —dije, a modo de consuelo—. Ya sabes lo rápido que pasa el tiempo.

—¡Para ti seguro! —exclamó, riendo—. Cuando uno hace algo hermoso, el tiempo pasa más rápido de lo que se quisiera. Para mí pasará más lento. Venga, márchate de una vez que te estará esperando. —Casi me empujó hasta la puerta.

Me volví una vez para mirarla. Sonrió para animarme y agitó ligeramente la mano. Hubiera preferido darme la vuelta, contarle toda la verdad y esperar sus consejos, porque siempre había sido mi mejor consejera durante todos estos años. Siempre sabía lo que había que hacer. Pero ahora era yo la que tenía que saberlo por mí misma. Era una mujer adulta, como ya me había dicho. No le podía dejar siempre la responsabilidad a mi madre. Tenía que aceptarla yo misma. Enderecé los hombros y caminé calle abajo, sin darme la vuelta para mirarla.






Al poco de llegar a nuestro punto de encuentro, Santana llegó con su Jaguar, casi en completo silencio. Me abrió desde dentro el maletero para que pudiera guardar mi equipaje. ¿No había dicho que sólo lleváramos las cosas personales? El maletero estaba lleno hasta los topes y sólo pude encontrar un pequeño hueco en una esquina.
Después de subir al coche, me habría inclinado hacia ella consumo gusto para darle un beso de saludo. Tenía muchas ganas de hacerlo y, una vez más, mi corazón parecía estar a punto de salirme por la boca. Pero ella se mantuvo tan fría y esquiva que pronto me olvidé de aquel deseo.

—Ha sido una buena idea por tu parte —dijo, utilizando aquel tono de negocios que yo ya conocía y que siempre utilizaba en la oficina para dirigirse a mí—. No estoy acostumbrada a que las madres de mis... —Se detuvo un momento y luego continuó, mientras miraba por el espejo retrovisor y arrancaba—. Me encuentro extraña entre las madres.

—Mi madre es muy agradable. —Me puse a la defensiva.


Yo había tenido la misma idea porque no quería que mi madre viera a Santana y, en este caso, era Santana la que no deseaba verla. Eso me molestó hasta cierto punto.

Santana me miró.—Seguro que lo es —dijo y luego se mantuvo callada.

En la radio del coche sonaba de fondo un CD de música clásica.—¿Puedo ponerlo más alto? —pregunté.

Decidí no intentar hablar con ella, ya que parecía imposible en aquel momento. A lo mejor hubiera debido bajarme del coche.

—Claro —dijo y, antes de que yo pudiera hacer nada, activó un pequeño botón en el volante—. ¿Mejor así? —preguntó, mientras la música fluía en el interior del coche como si fuera una sala de conciertos.

—Sí, gracias —repuse, y permanecimos calladas durante todo el viaje hasta el aeropuerto.
Ninguna de las dos dijo nada, como si lo hubiéramos convenido.





Nunca había volado y el aeropuerto me fascinó en cuanto llegamos a él. Me pareció enorme, inmenso, y en cierto modo me infundió angustia. Santana se sentía muy bien allí. Dejó su coche en un sitio muy determinado, que ya parecía conocer de antes, y nada más hacerlo apareció un hombre con un carro para recoger nuestras maletas. Seguro que lo había organizado todo, igual que en la oficina. El caos que al principio me había irritado tanto era, si se miraba con atención, un orden predeterminado, su orden. Y aquí ocurría lo mismo.


Santana no habló. Parecía esperar que yo la siguiera, cosa que hice, por supuesto. Sin ella me hubiera sentido perdida. Se dirigió hacia el mostrador adecuado, nos hicimos con nuestros billetes y luego fuimos a la Gate 11, donde nos dieron nuestras tarjetas de embarque y facturamos. Ya sin equipaje nos pudimos mover mejor y fue la primera vez que se dirigió a mí.


—¿Tomamos algo? Todavía nos queda un poco hasta la hora de embarcar.


Asentí, sobrecogida, pues todo aquel escenario me resultaba algo inquietante. Y ella también me inquietaba. Era muy práctica, carecía de sentimientos, como si fuéramos a hacer un viaje de negocios. Me estremecí. ¿No había ocurrido siempre así? ¿No había actuado siempre de la misma manera? ¿Siempre quizás a excepción de un instante la noche anterior?
Fuimos a una pequeña sala y, excepcionalmente, en lugar de pedir cerveza tomamos cava, o puede que fuera champán, porque yo no sabía distinguirlos muy bien. La primera vez que me sonrió en todo el día fue en el momento de brindar conmigo.

—Por nuestras vacaciones —dijo.

—Sí. —No pude sonreír de la forma adecuada, pues me sentía nerviosa e incluso algo intimidada por sus frías formas y por todo lo que ocurría a mi alrededor.

—¿Te da miedo volar? —preguntó, en plan distraído y como por decir algo. No parecía interesarle lo más mínimo.

—Yo... no lo sé. Nunca he volado —respondí con algo de timidez.

Ella sonrió. Parecía que yo le gustaba cuando me sentía tímida y desamparada.—¿Nunca has ido en avión? —preguntó—. Bueno, pues ya era hora. Te va a gustar. Al despegar el avión experimentas una sensación maravillosa. Es como tener mariposas en el estómago. —Me miró de una forma un tanto extraña—. Como ocurre en la cama —añadió más tarde, en un tono neutro y, una vez más, con una sonrisa mecánica.



Ya habíamos llegado al tema, al objetivo de nuestro viaje. Recuerdo que en una ocasión leí un libro que se titulaba Miedo a volar. Era un libro muy curioso, puesto que no tenía nada que ver con el vuelo. De hecho la figura protagonista se encontraba en un aeropuerto, aunque en realidad no trataba de volar.

Cuando leí aquel libro tuve la sensación de no entenderlo muy bien. Puede que yo fuera muy joven e inexperta para ciertas cosas, pero de repente lo entendí todo a la perfección: el libro, el título, todo... El miedo a volar significaba en ese contexto miedo ante el sexo, miedo a la libertad, a la propia responsabilidad. De hecho, no era un libro de amor entre lesbianas, pero ahora podía comprenderlo. Sin embargo, no pensé que Santana me lo preguntara de esa forma, porque seguro que no había caído en eso. No podía dejar de pensar que aquel tema había quedado liquidado, resuelto después delo ocurrido hacía dos noches. No pude contestar nada a su comentario, pues no tenía ninguna base para comparar, y tampoco sabía si ella esperaba que yo reaccionara. Agarré la copa y me sentí desplazada.

En realidad, ¿qué hacía yo allí? Con una mujer como ella, a mi edad y sin haber tenido siquiera la experiencia de volar.

—¿Te gusta el Mediterráneo? —preguntó ella de repente. Cuando alcé la vista, me observaba con una expresión seria. Su sonrisa había desaparecido.

—Sí, sí, claro. —Era cierto. Me gustaba. Pero no era sólo del Mediterráneo de lo que aquí se trataba. Me sentía violenta—. Lo siento. Te prometo que allí abajo seré... más agradable. Lo que pasa es que todo esto es nuevo para mí. No sé nada en absoluto... —me disculpé.

Ella me interrumpió.—Está bien. —Luego se mostró satisfecha—. ¿Puedes ser más «más agradable»? ¿Qué entiendes tú por «allí abajo»? —Ahora parecía más relajada que nunca. Parecía que le gustaba mi planteamiento, o quizá sólo fuera que disfrutaba por el mero hecho de verme turbada por la vergüenza.

—Sí. Yo... me refiero a que tenemos un acuerdo y lo voy a cumplir —balbuceé y me esforcé para que mi cara se mantuviera fresca e impasible, para impedir el rubor que intentaba teñirla. Mi tono de voz me traicionaba.

—Ya contaba con eso —contestó, impasible, y bebió de su copa de champán. ¿Por qué era así? ¿Y por qué, a pesar de todo, yo la quería? Porque la amaba, eso lo sabía bien. Me sentía atraída por ella, era como un imán para mí.



Me hubiera encantado acariciarla, tocar su rostro, disfrutar de nuevo de la sensación suave y cálida de su piel. Pero me convencí de que allí, en aquel momento y en aquel lugar, debía renunciar a eso. Ella era ahora la mujer que yo conocía en la oficina: fría y eficiente, distante hasta no poder más. Y yo también debía comportarme así, pues de lo contrario se cansaría enseguida de mí. Aquello me recordó que en realidad no habíamos hablado de lo que ocurriría cuando hubieran transcurrido las tres semanas. Las vacaciones se acabarían y con ellas mis prácticas. Yo empezaría a estudiar otra vez para preparar la selectividad y ella se limitaría a seguir con la dirección de su agencia como antes, sin mí. ¿Eso significaría que iba a ser del todo sin mí? ¿En el campo laboral y en el aspecto personal?

—¿Santana? —pregunté en voz baja. Debía haberme dominado para no hacerlo. Ella me miró interrogante, alzó las cejas y esperó a que continuara.—¿Has... has pensado... algo para después? —Formulé la pregunta que me corroía el espíritu y que ya me hacía sentir una presión en el estómago—. Para dentro de tres semanas cuando regresemos.

—No —contestó ella sin ningún interés—. No lo he hecho. ¿Debería hacerlo?

En aquel momento anunciaron nuestro vuelo. Ella bebió el último trago de su copa y se puso en pie.

—Vamos —dijo—. Debemos irnos.

Me levanté y la seguí con cierto estremecimiento. Ahora ya me quedaba claro lo que significaban aquellas tres semanas para ella y para mí: eran dos cosas totalmente distintas.




______________________________________________________________________

Saludos!
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Jane0_o Miér Nov 06, 2013 10:37 pm

0_0 interesante!

Ahora si ya quiero leer lo que pasara en el viaje

Saludos


[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1206646864)[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1206646864)[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1206646864)[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 1206646864):)3)
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por micky morales Sáb Nov 09, 2013 5:35 pm

Nueva lectora, me encanto la historia y espero pronta actualizacion!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Activo Capitulo 5 "En el avión"

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Miér Nov 13, 2013 3:23 pm


Estoy completamente triste. ¡¡¡MOOOOORIREEE DE PEEENAAAA!!!

Me entere recién ahora que no hay posibilidades de que Hemo vuelva a Glee :(

Ya nada tiene sentido si ella... Eso quiere decir que no habrá Brittana y me parte el corazón.

La inspiración ya no sera la misma y justo ahora que me estaba motivando a escribir...

Creo... creo que mantendré la esperanza y junto a todos los hemosexuales pediremos y uniremos fuerzas para que eso cambie y vuelva. Solo queda la esperanza.

Esperanza es lo que me motivara.




[Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN 2824147739 




En fin... les dejo el capitulo cargado a wanky.

Saludos.












Capitulo 5 "En el avión"









Después de que el avión se elevara, me recliné en mi asiento. Disimulé un suspiro. Ella tenía razón: la sensación del despegue tenía mucho que ver con el sexo. Hasta ese momento tenía unas cuantas cosas que asimilar. Santana, con toda amabilidad, me había cedido el lado de la ventanilla para que yo, como nunca había volado, pudiera contemplar de cerca las nubes durante el ascenso. Ahora tuve, de nuevo, la oportunidad de mirarla. Hojeaba unos papeles de la agencia de publicidad. Tal y como parecía, las vacaciones aún no habían comenzado. ¿O a ella le bastaba con sentarse en un avión rumbo a Grecia? Apenas despegamos nos sirvieron la comida. Todo venía envuelto en plástico y listo para comer.

El vuelo no iba a durar mucho tiempo y todo debía hacerse muy rápido. Comprobé que la comida era muy buena, pero no pude decírselo a Santana porque ella seguía con sus papeles, como si yo no estuviera allí. Había visto eso en las películas de matrimonios. Los hombres solían comportarse así. Pero ella no era un hombre. Tras la comida, las azafatas lo recogieron todo y sólo nos quedamos con las bebidas que pidió Santana. Todavía no habían terminado de retirar las bandejas cuando la azafata regresó de nuevo y se inclinó hacia nosotras dos.

—¿Quiere usted ir a la cabina del piloto? —me invitó, solícita—.Creo haber escuchado que usted nunca ha volado antes.

Santana me miró y sonrió. Creo que se lo había dicho ella. Yo me sentí perpleja.

—Sí —respondí, sorprendida—, con mucho gusto.


Miré a Santana y su esplendida sonrisa borró todo lo que había ocurrido antes. Lo había arreglado todo en mi honor, sólo para mí, y eso que yo la había tomado por una persona de sentimientos fríos por el mero hecho de que siempre los mantenía bajo control, porque no los exhibía continuamente y no importunaba a nadie con ellos, casi como había ocurrido hoy. ¡Yo la amaba, la amaba, la amaba!

Santana sacudió la cabeza con una sonrisa.—Yo no, gracias —dijo—. Ya he estado.

La azafata asintió, esperó a que yo me levantara de mi asiento y se situó delante de mí. En la cabina todo era acristalado, de modo que se podía mirar hacia fuera por todas partes. ¡Menos mal que el suelo no era transparente, porque me hubiera mareado!

Después de que me saludaran el comandante y el segundo, procedieron a explicarme el funcionamiento de algunos de los instrumentos y me señalaron en el mapa el lugar exacto sobre el que volábamos. El piloto automático trabajaba por sí solo y ellos, de vez en cuando, tenían que comprobar los instrumentos para ver si todo iba bien. Parecía que volar sólo era una diversión para ellos, pues se les veía muy relajados en su asiento y sin hacer nada. Cuando uno va sentado atrás, entre los pasajeros, piensa, o al menos es lo que yo imaginaba, que los pilotos están siempre atentos a los mandos del avión, pero no es así. Hablaron y se rieron conmigo, giraron sus asientos hacia atrás, tomaron café y, de vez en cuando y como sin ningún interés, echaban un vistazo a los instrumentos. Sin embargo, yo estaba convencida en mi interior de que no perdían la concentración en ningún momento. Todo aquello me parecía demasiado informal.


Volábamos tan alto que al mirar desde la cabina casi fui incapaz de reconocer nada allí abajo, en la tierra. Sólo un par de minúsculas manchas en el paisaje, que debían de ser ciudades.
Después de saborear por completo mi visita al centro de mando del avión, regresé a mi asiento. Todavía me sentía aturdida por las impresiones que estaba recibiendo. Santana ya no estaba allí. Su revista estaba sobre el asiento, pero ella había desaparecido. Quería contarle mis experiencias en la cabina y miré alrededor. No podía estar muy lejos. Seguí hacia atrás para buscarla. Estaba casi a la altura de la puerta de salida, con un vaso de whisky en la mano. Seguro que se lo había hecho servir por la azafata, aunque ésta se lo habría llevado a su asiento... Fruncí el entrecejo.

Santana sonrió al verme llegar.—¿Quieres uno? —preguntó.

Sacudí la cabeza en señal de negación.—¿Whisky? ¡Puaj, no!

Ella se rió. —Tal vez fuera mejor —dijo.


La miré sin entender nada. ¿Qué le pasaba ahora? Santana miró a su alrededor y me empujó por detrás. Se abrió una puerta y dio un paso hacia atrás, mientras me cogía por la muñeca y me metía con ella en los lavabos. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que estaba justo delante de ellos. Soltó su vaso de whisky, me abrazó y echó el pestillo a la puerta. Si el baño del avión ya era muy estrecho para una sola persona, para dos era..., bueno, pues estrechísimo... Santana y yo estábamos de pie, muy juntas y apretadas una contra la otra.


—¿Entiendes ahora lo que te quiero decir? —me preguntó, sonriente, y con un fulgor de malicia en los ojos.


Podía imaginármelo, pero no lo entendía del todo. El lavabo era muy estrecho para lo que ella parecía desear. Pero Santana no pensaba igual. ¿Lo tendría planeado? Durante todo el tiempo yo me había preguntado, cuando tenía un momento para pensar, el motivo por el que hoy llevaba falda. Ella solía ir siempre con pantalones. Desde que la conocía sólo la había visto con falda en dos ocasiones, en presentaciones comerciales para alguna empresa. Las faldas suelen formar parte, por lo general, de un traje y, en fin, acostumbran a ser bastante cortas y ajustadas. Elementos de ayuda para pescar contratos, así es como las denominaba Tina. La mayoría de las decisiones empresariales eran tomadas por hombres y, al parecer, ninguno podía resistirse ante una mujer hermosa, con piernas largas y semidesnudas, y un buen trasero que destacara bajo una falda reducida.

Cuando Tina me lo explicó, me pareció algo ridículo por parte de los hombres, pero al observarlo ahora en Santana, que se echaba hacia atrás apoyándose en el lavabo y separaba ligeramente las piernas, podía llegar a entender a esos tipos. Hoy la falda de Santana no era demasiado estrecha. Más bien era ancha y cómoda para ir de viaje y para el clima cálido que nos esperaba, había pensado yo. Era ropa de vacaciones, pero a lo mejor me había equivocado en mi pensamiento.


Santana se agarró a mí y me atrajo entre sus muslos. Sus besos sabían a whisky y también a ella, y olía tan bien... De eso ya me había dado cuenta al principio, en el coche, justo cuando me recogió. Todos los días usaba un perfume, pero no era exagerado y siempre parecía exhalar una especie de aroma comercial.

Hoy olía de una forma más femenina y seductora. Y parecía que se había puesto más, porque el olor era más intenso que al principio. Perdí el juicio en el momento en que su lengua se apoderó de mi boca. Serpenteaba de un lado a otro y entraba y volvía a entrar en lugares inesperados. Ella sabía besar tan bien como yo había imaginado en mis sueños, o puede que nunca hubiera sido capaz de imaginar lo bien que lo hacía. Escuché su respiración, cada vez más agitada, aunque también podía ser la mía, bastante dificultosa. Santana se apretaba contra mí, cada vez más excitada, hasta que por fin gimió.

Luego dio por terminado el beso.—¿Estuvo bien lo de la cabina del comandante? —me preguntó de forma inesperada, mientras respiraba con dificultad; sonreía como una niña pequeña, a pesar de que no se parecía mucho a una niña.

—Sí —dije, un tanto irritada—. Muy interesante. Te lo quería contar antes de...

Ella siguió sonriendo.—¿Antes de llegar aquí? —terminó la frase, porque yo me había interrumpido, avergonzada.

No contesté. Me había puesto en un nuevo aprieto y yo estaba segura de que lo había hecho con toda la intención. Se rió para sus adentros. Yo no la conocía ni poco ni mucho. De repente parecía estar mucho más relajada. ¿Sería el whisky?

—Eso sólo lo suelen hacer con los niños que vuelan por primera vez —dijo—. Incluso les llegan a dar un sombrerito y un juguete. ¿Te lo han dado a ti también?

Me atrajo hacia ella y sus picaros ojos la delató. Aunque me sentaba mal que hiciera aquellas constantes alusiones a mi edad, me caía muy bien. Ahora era una... una mujer normal. Una mujer con la que se podía bromear y reír, que no estaba siempre seria ni pendiente de una meta. Bueno, ahora sí tenía una meta. Al fin y al cabo, quería algo muy determinado de mí. Y yo también lo había entendido con toda claridad. Decidí no sentirme ofendida y disfrutar de su desenvoltura. Sonreí con ironía.

—No tenían ninguno de mi tamaño —dije—. Soy un poco grande para mi edad.

Echó la cabeza hacia atrás y se rió. En aquel mismo instante alguien llamó a la puerta.

—Hay un lavabo al otro lado —murmuró—. No tenemos por qué darnos prisa.

Al escuchar aquel ruido a mi espalda, por un instante me recorrió el cuerpo una sensación de miedo. Sentí frío y calor. No iba conmigo eso de ser desconsiderada con los demás, sobre todo cuando era consciente de que estábamos utilizando el lavabo para algo muy distinto de aquello para lo que estaba previsto. Pero eso no parecía molestar en absoluto a Santana.

Me volvió a mirar con ojos brillantes.—Esta mañana ya hubiera podido acostarme contigo —murmuró, excitada—. Estabas tan dulce, tan tímida e insegura, irresistible del todo. Incluso lo habría hecho alguna vez en la oficina —dejó de hablar porque comenzó a besarme.

Esta vez fue a lo suyo con más vigor. Sus manos buscaron mis pechos y comenzaron a darles un masaje, a estimular los pezones y a excitarme a mí. El hormigueo que sentía me hacía enloquecer. Por supuesto, no nos podíamos desnudar en aquella estrechez y me preguntaba qué iba a pasar. Pero enseguida hubo cosas que me dejaron de interesar. Santana me estimulaba y excitaba con tal intensidad que llegó un momento en que todo me daba igual. Sólo la quería a ella y me embriagaba la idea de que ella me quería a mí. El calor de mi cuerpo se extendió por todos los rincones, mi cabeza iba a toda velocidad y casi no me di cuenta de que bajaba las manos y me desabrochaba los pantalones. Cuando ella se deslizó en mi interior y me rozó, gemí, sorprendida, y me separé de su boca.

—Santana —susurré en voz baja e inundada por una ternura hacia ella que parecía englobar
cada fibra de mi cuerpo—. Oh, Santana —suspiré de nuevo, llena de ansia.

Resultó casi como una descarga eléctrica y mi piel ardió. Noté la humedad que me había
provocado Santana. Sus dedos me acariciaban muy profundamente y hacían que me estremeciera con violencia. Yo estaba ardiendo y ella me apretaba contra su cuerpo, con la mano entre mis piernas. Se deslizó un poco hacia delante y separó sus muslos, mientras apoyaba un pie en el pestillo de la puerta. Busqué con las manos el dobladillo de su falda y la levanté. Sus diminutas braguitas no me supusieron ningún impedimento y, mientras ella no paraba ni un instante conmigo, excitándome y acariciándome entre las piernas, me deslicé en su interior. Al tomar y apretar su entumecido botón central entre mis dedos, percibí que trataba de coger aire e intentaba sofocar un fuerte gemido.

—¡Oh, Dios! —murmuró, respirando entrecortadamente.

Cuando quise seguir excitándola, me deslicé un poco más hacia dentro y penetré en ella sin haber pensado en hacerlo. Mi dedo pasó por la entrada como si estuviera sobre una pista de hielo plana como un cristal, en la que ya nada me podía detener; una pista de un hielo muy caliente. La sentía lisa, húmeda y resbaladiza, y muy, muy abierta. Era muy distinta a mí.

—¡Sí! ¡Oh, sí! —gimió en voz baja y se me acercó más.

Hice que mi dedo se desplazara hacia dentro y hacia fuera, porque suponía que eso era lo que quería. Tenía un tacto fantástico. Entre sus piernas parecía haber terciopelo y por dentro la cosa resultaba maravillosa. Indescriptiblemente hermosa. Me hubiera gustado saber lo que ella sentía y cómo lo sentía. Aquel pensamiento me hizo estremecer nuevamente, como si ella lo hubiera provocado en mí. Supuse que, muy pronto, se encargaría de enseñármelo. Enseguida sentí que las oleadas se acercaban a mí. Santana no me había dejado de tocar ni un momento cuando yo penetré en ella y pronto me invadirían nuevas sensaciones. Mi estómago se contrajo y ella también respiraba con más fuerza, al tiempo que yo me deslizaba en su interior. Nuestras respiraciones estaban sincronizadas. Nos acercamos la una a la otra, tanto que tuve la sensación de que nunca habíamos estado tan próximas y, una después de la otra, reprimimos un gemido.

Nos mantuvimos abrazadas. Las dos temblábamos. ¿O sólo era yo la que temblaba? No lo podría haber dicho con seguridad. Las rodillas casi no me sostenían. Suerte a que el lavabo era muy estrecho y me apoyé en Santana, si no hubiera rodado por los suelos. Ella se recuperó primero, seguro que porque tenía más práctica que yo.

—¡Guau! —exclamó—. ¡Me siento obligada a decirte que tienes mucho talento! —Sus ojos brillaban, alegres, y, aun cuando mi propio placer no fue tan indescriptible, me alegré de su mirada.

Era probable que ya estuviera ahora con humor de vacaciones. Ya estaba de vacaciones. Nunca la había visto así. Parecía una mujer muy distinta, exactamente la mujer de mis sueños, a la que yo quería amar y a la que desde el primer instante había amado. Me incliné hacia delante y besé su boca con mucha suavidad.
Te quiero, eso es lo que deseaba decirle, pero me contuve. En mi interior se encendió un pequeño piloto rojo y me avisó de lo que yo no podía entender de una forma directa.

—Tú sales primero y luego ya iré yo —dijo ella, en un tono ya más frío. Se inclinó otra vez hacia mí y me besó con delicadeza—. Ha sido muy bonito —dijo, y sonrió.

Me miró y yo noté en mí unos lazos con ella, una cercanía, un cariñoso afecto; amor, eso es lo que pensé yo. Así era como siempre me había imaginado aquel sentimiento, aun cuando no conocía a ningún ser humano con el que pudiera relacionarlo. ¿Habría sentido ella lo mismo? De todos modos, no me lo iba a decir. Dio un paso atrás y, cuando quise volverme, me di cuenta de que tenía la falda subida y ahora podía ver muy bien sus piernas abiertas delante de mí. Miré entre ellas sin poder llegar a percibirlo de verdad. Resultaba... fascinante. Se bajó la falda al darse cuenta de mi reacción. ¿Se sentía también como turbada? Hasta el momento no me lo había parecido.

—Vete —dijo, e hizo un movimiento brusco con la comisura de los labios—. No tardará en llamar la atención el tiempo que hemos estado aquí dentro.

Cerré la puerta, regresé a mi asiento y, un par de minutos más tarde, ella se dejó caer en el suyo. Ya no leía, sino que me miraba, pensativa. A lo mejor luchaba contra las consecuencias de la actividad común que acabábamos de concluir; a mí me ocurría lo mismo. Tras un instante, volvió su cabeza hacia mí y miró por la ventana. En aquel momento el paisaje tan sólo estaba constituido por unas nubes blancas abajo y un cielo azul arriba; luego me miró de nuevo y sonrió.

—Eres buena de verdad —dijo en voz baja, a modo de reconocimiento, mientras me miraba a la cara, y yo me sentí como...,bueno, como si lo fuera.

Me sorprendió que en aquel momento no me pusiera un par de billetes en la mano, como había hecho la última vez, pues aquella era la forma que tenía de conseguir que su reconocimiento resultara un poco más expresivo. Aquello hubiera sido demasiado llamativo y su sonrisa fue una especie de sucedáneo. No era un gesto de cariño, sino más bien algo interesante desde un punto de vista comercial. Como si hubiera tenido que calificarme y se alegrara porque yo había superado la nota media que ella esperaba. Y como si pensara en el premio que me iba a entregar por aquello.

«¡Dios mío! ¿Por qué la querré así?»

Si no hubiera sido por eso, aquella mirada no habría desatado tantas cosas dentro de mí. Tuve que mirar por la ventana para ocultar unas lágrimas que casi no podía contener, por mucho que me esforzara. Estaban agarradas a mi garganta, tanto que casi no podía respirar. Santana se reclinó de nuevo en su asiento cuando me volví.

—No te gusta, ¿verdad? —me preguntó con voz fría, como la que había utilizado en una reunión en la oficina. Tragué saliva e intenté contener las lágrimas para poder mirarla de nuevo. Seguro que era lo que esperaba de mí.

—Sí —dije, mientras miraba por la ventana para que no esperara mucho tiempo mi respuesta, y me fijé en las nubes, que, como si fueran monumentos de algodón inmóviles, parecían estar quietas debajo de nosotros. Lo conseguí: mis ojos se tragaron las lágrimas y pude darme la vuelta —Sí, claro que me gusta —corroboré, obligando a mi voz a que adoptara un tono indiferente—. Todo está bien.

Movió ligeramente los labios con algo de escepticismo.—A mí me parece que no —suspiró algo nerviosa—. Atiéndeme—continuó—. Yo nunca he obligado a nadie, ni a ti. Yo odio eso. Odio los problemas. Si al llegar a Atenas quieres coger un vuelo de vuelta, lo puedes hacer. Tienes el billete y basta con que te cambien la fecha.


La miré y reaccioné un tanto sorprendida. Aquello no me lo esperaba. Me pensé su propuesta muy en serio, pero no era eso lo que yo quería. No quería regresar y volver a quedarme sola, sin ella. Quería estar junto a ella, amarla y que me amara. Eso último me parecía poco menos que inalcanzable, pero debía intentarlo. Tenía que respetar nuestro acuerdo y no tomarlo como amor, sino sólo como sexo por dinero. Eso era lo que ella esperaba de mí y así debía actuar yo.

Sonreí de la forma más superficial que pude.—¿Piensas que voy a renunciar a alojarme en tu barco? —pregunté, como si de verdad fuera eso lo que me importara—. Me lo prometiste y lo quiero. Y a cambio te daré lo pactado. Sin problemas. Vamos a dejar de hablar del tema. Todo está en regla y me gusta mucho tal y como está, créeme.

Seguro que había encontrado el tono de voz adecuado. Aquél con el que ella podía empezar a hacer algo. Me miró de arriba abajo como si fuera mercancía y sonrió de un modo que me pareció pícaro.

—Conforme —dijo al poco rato—. Así lo veo yo también. Las dos nos lo hemos ganado. De esa forma cada una obtiene lo que desea.—Se reclinó, con apariencia satisfecha, y cerró los ojos.

Yo la miré un instante más y luego volví la vista hacia la ventana. Las lágrimas aún persistían y la visión de su bello rostro hizo que el amor creciera de nuevo en mí. Pero ella no lo quería así. Eso es lo que mostraba su reacción. Ella se sentiría satisfecha si yo me comportaba como una mujerzuela joven, ávida de dinero. Eso era lo que se ajustaba a sus expectativas. Ella no exigía más ni quería otra cosa. En ella no contaban los sentimientos y, por tanto, yo también debía desterrar los míos. Entonces podría sentirme satisfecha con aquel arreglo. Incluso feliz. Detrás de aquellos pensamientos puse un punto final, negro y grueso. No quería pensar más en eso y, ocurriera lo que ocurriera, no iba a plantearle preguntas a mi entendimiento. Nunca más. En aquel momento noté que mis lágrimas ya no intentaban brotar. Se habían limitado a desaparecer.


A nuestra llegada a Atenas, los rayos solares de Grecia quemaban como si alguien les hubiera pagado para que lo hicieran. Quizás había sido Santana quien lo había hecho, porque pagaba por todo. Intenté mantener mi sarcasmo bajo control, porque aquí no resultaba oportuno. Al fin y al cabo, yo permitía que ella me pagara. En estos tratos siempre están implicadas dos personas y yo era tan poco inocente como pudiera serlo ella. No podía cargarle el mochuelo sólo a ella: yo misma debía aguantar lo mío.

—Desde aquí debemos volar de nuevo hasta Astipalaia —explicó Santana, mientras atravesábamos el aeropuerto—. Allí es donde está mi barco.

Yo la miré con una cara de estar tan en la inopia que ella se rió.
—Es una isla del Egeo bastante pequeña. Me parece que no prestaste mucha atención en el colegio. ¿Y tú quieres hacer la selectividad el año que viene? —Se mostró muy satisfecha con su broma, aunque a mí no me pareció nada divertida. Sin embargo, me contuve, pues no quería enfadarme otra vez.

—Sólo me fijo en las cosas que me aportan algún provecho —dije.

Después de todo, era ella la que pensaba que todo se reducía a una cuestión de dinero, así que yo iba a hacer lo mismo o, por lo menos, iba a intentar dar esa sensación. De esa forma nos entenderíamos bien.

Me miró con una expresión no definida.—Ésa es una postura adecuada —dijo—. Parece que ya estás aprendiendo algo.

¡Oh, sí! Eso lo podía confirmar. Ella me había obligado a hacerlo. Y yo había sido una buena estudiante. Desde el primer día de colegio, en mis notas siempre aparecía la coletilla: Rápida capacidad de comprensión. De todas formas, nunca hubiera dicho que eso pudiera aplicarse a una situación como aquélla.

—Aún tenemos tiempo —dijo, mientras pasábamos por delante de algunos comercios del edificio del aeropuerto. Se rió—. ¡Los duty-free ya no son lo que eran!

A pesar de eso, entró en una tienda y yo la seguí como un perrito bueno y tonto, que ni siquiera necesitaba correa. Parecía querer una determinada marca de whisky y compró algunas botellas. Luego toqueteó algunas cosas de los escaparates, como si pensara decidirse a comprar algo más.

Se volvió hacia mí.—Busca algo para ti —dijo—. No importa lo que cueste.

Luego se volvió otra vez para ver el resto de las ofertas y pasé de ser un perrito tonto para convertirme en un meón perro de lanas. En el avión no me había dado dinero, pero aquí sí. Estaba claro. Yo misma podía buscar algo como pago por el «servicio» llevado a cabo en los lavabos del avión. Y, una vez más, no ponía ningún límite. ¡Qué desprendida! Si estaba dispuesta a pagar tanto, era señal de que debía haberle gustado mucho. Me embargó una sensación de malestar por todo el cuerpo. Cerré los ojos para olvidar la ofensa que me había infligido. No podía hacer otra cosa, porque ella era así. Y desde que salimos del avión yo debía esperar algo de ese tipo. Toqué el billete que estaba en mi bolsillo. Me vino a la cabeza su oferta de coger un vuelo de vuelta. ¿Lo que acababa de hacerme no era motivo suficiente para que yo regresara? Al parecer no, pues seguí allí y no me moví hasta que acabó con sus compras.

—¿No traes nada? —dijo, arqueando las cejas—. ¿No te ha gustado ninguna de estas cosas? —Me miró un momento como si no se lo pudiera creer. Su oferta había sido bastante generosa.

—No —dije en un tono frío—. No hay nada de mi estilo. —Lo único que yo no quería era que ella me pagara. Por mucho que me esforzara no podía resignarme a eso. Ya era suficiente con que me financiara toda mi estancia. ¿No pensaba que eso ya era bastante?

Para mi sorpresa, no insistió. Pagó su compra y nos fuimos de la tienda. Yo respiré. ¡Por una vez lo había conseguido! Una hora después estábamos sentadas en un avión con destino a Astipalaia, aunque debería decir que el nombre de avión era demasiado exagerado para ese caso. Era un aparato mucho más pequeño que el que nos había traído a Atenas. Tenía unos doce asientos. Cuando cargaron las maletas de Santana pensé que no habría espacio para todas ellas. Sin embargo, no todas las plazas estaban ocupadas y teníamos toda una fila para nosotras solas .El avión despegó y esta vez las «mariposas en el estómago» resultaron más desagradables. Primero dimos unas sacudidas por la pista y luego, a base de mucho esfuerzo, conseguimos superar las copas de los árboles. Me asusté al pensar que la mayor parte del vuelo iba a transcurrir sobre el agua. Pero el Mediterráneo era cálido y, por tanto, no se daría el efecto Titanic, es decir que, aunque nos estrelláramos, podríamos permanecer durante horas en las aguas del templado mar. No había que temer congelaciones.

Santana rió al ver mi expresión pensativa, que yo no me había esforzado en ocultar.—¡Hasta ahora siempre he llegado! —afirmó—. No te preocupes. Parece peor de lo que es en realidad. Te acostumbrarás.

Parecía más afable y se esforzaba en mantenerme de buen humor. Sonrió y se inclinó hacia mí. Como a nuestro lado no había nadie que nos pudiera ver, me dio un suave beso en la mejilla. Al mismo tiempo sentí un ligero contacto en la muñeca.

—Te lo quería dar ahora —murmuró—. Como no has elegido ningún regalo, lo he hecho yo por ti. —Se reclinó hacia atrás y me miró, expectante—. Espero que te guste.

Miré hacia abajo y vi un pequeño reloj de oro con diamantes donde antes no había nada. Intenté no cambiar la expresión de mi cara. No quería mostrar ninguna reacción, aunque hubiera podido echarme a llorar.

—Muy bonito —dije, como si el regalo hubiera sido menos de lo que esperaba.

Me esforcé en recordar dónde tenía los músculos que activaban la sonrisa, para poder ponerlos en marcha. Lo conseguí y le sonreí. —Gracias —dije.

Santana sonrió, más amable que antes.—Te lo has ganado con toda honradez —respondió, y me miró un instante antes de estirar las piernas en su asiento y adoptar una posición cómoda.

¿Podría una dirigirse, sin más, a la puerta de salida de aquel pequeño avión, luego abrirla y, por último, saltar desde ella? Entonces todo se habría acabado. Me hubiera gustado llevarlo a la práctica o, tanta era mi vergüenza, que me tragara la tierra, cosa que aquí era imposible de verdad, o hacer lo que fuera y que pudiera expresar mis sentimientos de una forma adecuada.
¿Pegar a alguien? Miré a Santana, que parecía dormitar en su asiento. ¿A ella? ¿Podría utilizarla para quitarme de encima aquellas ideas tan atroces? Mi madre no me reconocería, pensé. ¿Qué le había pasado a su tímida hijita en tan corto espacio de tiempo?

Me incliné hacia Santana y la besé sin previo aviso. Separé sus labios con mi lengua y entré en ella antes de que pudiera defenderse. Abrió los ojos de golpe e intentó apartarme, pero yo la sujeté con fuerza y no se lo permití. La besé hasta que gimió. Luego la solté.

—Esto corre a cuenta de la casa —dije, mientras la miraba a los ojos con toda frialdad.

Ella me miró con una frialdad análoga.—Aquí no —susurró—. No puedo consentirlo. ¡No lo vuelvas a hacer! —Luego me dirigió una mirada de desdén y, tensa, volvió a reclinarse en su asiento. No cerró los ojos.


__________________________________________________________________________
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por iFannyGleek Miér Nov 13, 2013 8:23 pm

Santana es tan extraña, pero la verdad me gusta, y beno Brittany entiendo que se sienta mal cada vez que Santana le paga.

Espero tu actualización. (:
iFannyGleek
iFannyGleek
******
******

Femenino Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 26
Club Brittana Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Elita Miér Nov 13, 2013 8:31 pm

Eso... no se.. no me gusta para nada la actitud de San :/ pero bueno..

Te digo eso si.. me encantan las escenas Wanky *-*

Saludos! :)
Elita
Elita
-
-

Femenino Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Club New Directions Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡Island For Two! Capitulo 11 ACTUALIZACIÓN

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 1 de 3. 1, 2, 3  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.