[Resuelto]FanFic Brittana: Amor en Espera (Adaptada) Epílogo

Prólogo

Novias durante la preparatoria… y nadie lo sabía.

Brittany Pierce había sido todo lo que una niña de preparatoria podía ser: porrista, reina de la fiesta de graduación….
…Y enamorada de otra chica.

Santana López no había pensado en la preparatoria de Lima, Ohio durante quince años, pero la llegada de una invitación para la reunión de ex alumnos de su clase le trae recuerdos de Brittany y su traición que las separo.


Sin ninguna opción Brittany tiene que asistir al evento, esperanzada de que esta no sea la reunión a la que Santana decida ir después de tantos años.

Santana esperaba dejar pasar la posibilidad de asistir tan fácilmente como todos los años anteriores, pero de repente la curiosidad es más grande que todo.

Su corazón roto desde hace muchos años no ha sanado.

¿Pero esa no es ninguna razón para no volver… o sí?

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Hola, aquí la siguiente historia.

Gracias por leer y más aun por comentar! Saludos =D

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Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!


Pd2: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):

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SE QUE ESTÁN SACANDO MIS ADAPTACIONES, POR "MI" PARTE Y "MIS" ADAPTACIONES NO ME MOLESTA, PERO AL MENOS NOMBREN AL FORO... SI SUBEN OTRO CAPITULO Y NO LO NOMBRAN, "EN CADA CAPITULO QUE SUBAN", VOY A BORRAR MIS ADAPTACIONES Y DENUNCIAR LA ADAPTACIÓN. Saludos =D

Capitulo 1

Santana López apoyó la barbilla en la palma de su mano, sus ojos escaneando el dibujo con el que había estado jugando las dos últimas horas.

Su fecha límite se acercaba pero sólo había pocas maneras de hacer publicidad con los coches usados.

Dejó caer su lápiz y alejó el dibujo con frustración.

—¿Por qué no dejas que Kurt lo intente?

Santana lanzó una mirada irónica a Mercedes, su socia de negocios.

—Debido a que usa una computadora para todos sus proyectos, por eso.

—Tú también.

—No hasta que primero paso mis ideas a lápiz—dijo mientras se inclinaba hacia atrás con un suspiro—Hoy en día estos niños de la universidad, no tienen que tener un pensamiento original. Ellos simplemente copian y pegan imágenes y luego lo llaman bueno.

Mercedes se echó a reír.

—Sólo estás de mal humor porque odias los anuncios de coches. Siempre lo estás ¿Por qué tomaste en esta cuenta, en primer lugar?

—¿Oh? ¿Así es que crees que estamos prosperando lo suficiente como para que podamos ser selectivas en nuestras elecciones?

Santana se levantó y alzó su taza de café en una pregunta silenciosa.

Mercedes negó con la cabeza.

—El negocio ha estado fabuloso, y lo sabes. Y ya que eres tú quien odia los anuncios de coche, y aun así lo tomaste, ¿por qué no se lo das a Kurt y dejas que haga su cosa en la computadora y lo llamas bueno?

—Porque soy terca.

—¿Y no tiene nada que ver con el trato que él te dio con tu nuevo Jeep?

Santana le sacó la lengua de manera infantil a Mercedes y luego se metió en la pequeña cocina de la esquina, mirando sospechosamente el café que había preparado unas cinco horas antes.

Su semi-adicción al café tenía sus límites.

A cambio tomó una botella de agua de la nevera. Apoyándose en el mostrador, miró a través de la abertura de la puerta de la cocina a la oficina.


Ellas empezaron su agencia cuatro años atrás, la construyeron muy lentamente.

Los dos primeros años había sido difícil y habían hablado de renunciar, sin embargo, aguantaron. Su gran oportunidad llegó cuando abrieron un nuevo restaurante en su pequeña ciudad.

Una joven pareja con el sueño de duplicar las recetas de sus padres sobre comida típica mexicana, ellos no podían permitirse una de las más grandes y establecidas agencias de publicidad.

Will y Emma habían entrado y le habían lanzado su idea.

La pareja quería servir deliciosa comida típica en un ambiente que fuera muy divertido y vibrante.

Santana y Mercedes habían trabajado sin parar durante meses, sacando impresos y anuncios de radio, cada una ideas frescas y originales y atractivas.

Tenían que hacerlo.

Había un restaurante de comida mexicana en cada cuadra.

Ella había dado con la frase envolvente sobre las 02 a.m., mientras el sueño le eludía.





Santana sonrió y negó con la cabeza.

Era tan absurdo como el infierno, pero a Will y Emma les había encantado.

Al parecer, también le encantó al público.

El lugar había estado lleno a rebosar en la noche de apertura, y como los anuncios habían prometido, la diversión aún no se había detenido.

Lo mismo podía decirse de su negocio.

Después de esa campaña exitosa, los negocios locales comenzaron a buscarlas cada vez más. Tanto era así, que se habían visto obligadas a contratar a otro diseñador, Kurt.

Quien liberó a Mercedes de usar sus habilidades de mercadeo para su propio negocio, encontrando nuevas cuentas, mientras Santana y Kurt diseñaban los anuncios.

La nueva estrategia fue dando sus frutos.

Mercedes estaba trayendo tantas cuentas nuevas, que estaban hablando de contratar a una cuarta persona.


El portazo de la puerta la sacó de sus cavilaciones y se apartó del mostrador, para ver que tenía a Kurt tan animado.

—Precioso, te lo aseguro. Él era absolutamente precioso—Kurt se dio la vuelta, sonriendo brillantemente a Santana—Sí, estoy enamorado.

—¿Una vez más?—preguntó con sequedad.

Él puso una mano en su cadera, arqueando dramáticamente en su dirección mientras la miraba por encima de su nariz.

—Al menos uno de nosotros no tiene miedo al amor—dijo Kurt.

Santana ignoró su comentario volviendo a su escritorio.

—Será mejor que tengas cuidado, Kurt. Esta ciudad es grande, sí, pero te vas a quedar sin chicos para citas muy pronto—cogió el anuncio de los coches y se lo entregó—Haz algo con esto, ¿quieres?

—¿Concesionario de coches usados? Qué aburrido.

—Con dueños previos—Santana corrigió.

—Oh, sí. Eso hace toda la diferencia—Kurt le entregó la pila de correspondencias del día—Ahora te toca ordenar.

Santana le agitó el correo a Mercedes.

—¿No es tu turno?

Mercedes le tendió la mano.

—Dámelo. Te lo juro, los dos actúan como si fuera una tarea el clasificar el correo. O bien es un billete o un cheque, o es basura—sacó un sobre de color verde brillante y lo sostuvo en alto—Esto va dirigido a ti.

A pesar de que Santana vivía en el departamento encima de sus oficinas, rara vez le llegaba correo. Ella era de las que estrictamente se mantenían en línea y sin papeles.

Tomó el sobre verde y se quedó mirándolo, la dirección de retorno le trajo un torrente de recuerdos. Le dio la vuelta en sus manos, luego con nerviosismo escondió su oscuro cabello detrás de las orejas antes de romper el sello.

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Capitulo 2

Santana dribló el balón de básquet a ciegas, sin apartar los ojos de las porristas que practicaban al otro lado del gimnasio.

Fingió que las miraba a todas, pero solo era Brittany Pierce quien ocupaba su interés.

—Hey, Santana. ¿Vas a pasar el balón o qué?

Avergonzada, se volvió, lanzando una bala, con una sola mano a LaQuita, casi tirándola al suelo por la fuerza.

—Voy a pasar el balón, por supuesto—dijo mientras trotaba pasando por su lado.

El silbato sonó y Santana se detuvo en seco, esperando que el entrenador Tanaka le gritara.

—¡López! No me importa si eres nuestra máxima anotadora. Sienta tu trasero en el banquillo el resto de la práctica. No acepto exhibicionismos.

Santana puso mala cara mientras se acercaba al banquillo, deseando poder mantener su mente en el baloncesto, su único amor, en lugar de Brittany Pierce.

Incluso ahora se encontraba buscando a través del gimnasio, diferenciando a Brittany del grupo de chicas de las casi idénticas rubias delgadas.

Después de haber ido a la escuela católica hasta el octavo grado, nunca había puesto los ojos sobre la chica. Ahora que estaban en la misma secundaria, se encontraba corriendo tras ella constantemente, cada vez más abrumada por ella.

Sus hormonas estaban vivas y a flor de piel, pero en lugar de dirigirla hacia los chicos, la llevaban directamente a Brittany Pierce.

Santana puso sus ojos en blanco.

Una porrista, por el amor de Dios.

Una popular porrista rubia.

Y Santana era toda pierna y brazos, después de haber crecido cinco centímetros durante el verano, todo el tiempo estuvo trabajando en sus habilidades para el baloncesto, a sabiendas de que una beca era la única forma con la que llegaría a la universidad.

Sus padres le habían dicho que si no conseguía una beca, entonces iría a un colegio comunitario.

Así que aun con las hormonas alborotadas, evitó a los chicos, y evitó a las chicas populares, sabiendo a esa temprana edad, donde estaba su preferencia.

Trató de mantenerse en un segundo plano lo más posible, sin querer que nadie supiera su secreto.

Sin embargo, quedar en el equipo de la secundaria aun siendo una estudiante de primer año, no era exactamente la manera de evitar ser notada.

Pero entrar en el equipo de la escuela tenía sus ventajas.

Las porristas iban a todos los partidos, en casa y fuera.

Santana movió sus ojos de nuevo a través del gimnasio, su corazón se detuvo por completo cuando Brittany Pierce le devolvió la mirada, su mirada tan intensa como la de Santana.

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Pd: vieron al nuevo mini HeMo! un amor! jajajjaja.

Capitulo 3

—Tierra a Santana. ¿Hola?

Santana miró, parpadeando varias veces, tratando de concentrarse en Mercedes

—¿Qué?

—Te dije: ¿De quién es? Estas tan blanca como el papel.

Santana se dio la vuelta, dejando caer el sobre y la tarjeta de invitación en su escritorio.

—Es sólo que... me llevó de vuelta al pasado. Reunión de secundaria luego de 15 años—dijo Santana.

—¿Quince? Dios mío, ¿cuántos años tienes?

Santana cogió la pelota anti-stress que mantenía en su escritorio, la arrojó hacia Mercedes quien la atrapó hábilmente.

—Tengo la misma edad que tú.

—Dios ¿somos tan viejas? ¿Quince años fuera de la secundaria?

—Me temo que sí.

—Bueno, ¿vas a ir?

Santana sacudió la cabeza.

—No—se encogió de hombros—No he visto a ninguna de esas personas desde el día en que nos graduamos.

—Lo sé. Creo que ese es el punto. Vas a ponerte al día y ver quién tuvo éxito y quien se convirtió en mujeres gordas, viejas, casadas y desaliñadas.

Santana rió.

—Y tu perteneces a esa última categoría—bromeó Santana.

Cogió la pelota anti-stress sin mirar como Mercedes se la lanzaba con rabia fingida.

—Yo no estoy gorda, tengo curvas, lo cual ama mí Sam. Y casada con dos hijos no me hace vieja y anticuada.

—No, pero tú peinado y tu insistencia en usar esos trajes formales lo hacen.

—¿Así que debería vestirme como tú? ¿Pantalones cortos y chanclas?—miró el atuendo de Santana con una pizca de envidia—Hay ciertas reglas que uno tiene que seguir en el mundo de los negocios Santana, incluso si estamos en la costa y en época de calor. Yo soy el rostro de nuestra pequeña compañía cuando estoy fuera y mezclándome con los que mueven el dinero en esta ciudad.

—Y lo haces muy bien—Santana le lanzó la pelota nuevamente—También sé que te encanta.

Mercedes sonrió.

—Sí, así es.

Apretó la pelota anti-stress entre sus manos, sus uñas perfectamente cuidadas rozando la superficie.

—Así que, esta reunión de secundaria ¿Por qué no vas? Podría ser muy divertido. No has vuelto a tu ciudad natal desde siempre ¿no es así?

Santana acercó su silla al escritorio de Mercedes, sentándose de manera informal en ella, sus piernas desnudas se extendían delante de ella.

¿Se atrevería a siquiera considerar volver?

—¿Te acuerdas en la universidad cuando nos conocimos?

—Por supuesto.

—Estaba saliendo con una chica de la escuela secundaria.

—Oh, sí. Tu primer amor. ¿Cuál era su nombre?

Santana tragó.

—Britt… any. Brittany Pierce.

—Eso es correcto. Pero rompiste con ella ¿no es así?—Mercedes se acercó más—Ahí fue cuando te convertiste en una perra puta ¿no?

Santana entrecerró los ojos.

—Odio cuando me llamas así.

—Sí, la verdad duele, morena.

Sí, dolía.

Santana apartó la mirada.

—Sería raro, eso es todo. Ya sabes, verla de nuevo.

—Santana, cariño, eso son quince años de agua bajo el puente. Ese es el punto de volver a estas cosas. Para recordar y ver a estas personas con las que tenías citas en la secundaria. Y luego estar agradecidos por no haberte establecido con ninguna de ellas. Confía en mí, estas reuniones de la secundaria son las que hacen que aprecies tu vida actual—Mercedes le tiró la pelota nuevamente—Fui a mi décima reunión. El tipo del que estaba locamente enamorada estaba ahí con su esposa. Estaba casi calvo y tenía una panza de cerveza. Su esposa estaba embarazada de ocho meses y parecía que trabajaba como guardia de la prisión—Mercedes arrugó la nariz—Asqueroso. Pensar que quería casarme con ese hombre—sonrió—Esa noche, Sammy y yo tuvimos el mejor sexo en años.

—Pude haber ido sin tener que escuchar eso. No necesito sabes cómo hiciste a Wade y a Jake.

—Sólo estoy diciendo…

—Lo sé. Y puede que decida ir. Sería una buena excusa para ver a la tía Lou otra vez.

En realidad, no había visto a la tía Lou desde el funeral de su papá cinco años atrás. Y no había vuelto a Lima, Ohio desde el día en que se había ido a la universidad.

Para su sorpresa, sus padres habían vendido su casa y se habían mudado a Louisville ese otoño. Y más sorprendente había sido que se divorciaran un año después.

Estaba enojada con ambos y les resentía terriblemente, no sólo por la venta de su casa de la infancia, sino por romper la familia. Era un abismo en su relación que en realidad nunca superaron.

Por supuesto, la desaprobación de su mamá por su estilo de vida, no ayudó tampoco.

Sí, por fin había aceptado que Santana era gay, pero no, ella no estaba feliz de que su única hija nunca se casaría y le daría nietos, un hecho que le recordaba a Santana cada vez que hablaban, que no era a menudo.

Tía Lou, por el contrario, había sido siempre la comprensión y la aceptación.

A pesar de que no se veían unas a otras, hablaban por teléfono con frecuencia.


—Hey, Santana. ¿Qué estás pensando?

Santana volvió sus ojos a la gran pantalla que colgaba en la pared del fondo. Era donde se proyectan sus diseños, intercambiaban ideas el uno al otro.

Kurt había lanzado el anuncio del concesionario de coches en un tiempo récord, utilizando un agradable tema sobre el medio ambiente, reciclar y reutilizar, instaba a los posibles compradores de automóviles a adoptar estas bellezas de dueños previos, en lugar de comprar nuevos.

—Es perfecto.

—Tal vez podamos conseguir que ellos cuelguen un cartel de Go Green en su lote.

—De todas maneras no logro visualizar a Bubba Clarkston como una de esas personas de Go Green.

Kurt sonrió con malicia.

—Entonces tal vez tengo que ir ahí y coquetear con ese adorable hijo que tiene. Tal vez podría convencerlo.

—Y tal vez consigas que te disparen—dijo Santana lanzando la pelota anti-stress a Kurt.

Él la dejó caer.

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Capitulo 4

Brittany jadeó en busca de aire mientras se esforzaba por mantener el ritmo de Kitty.

Odiaba correr.

Prefería estar en una bicicleta, pero correr era la pasión de Kitty. Se reunían todos los días en el gimnasio, y luego tomaban un día a la semana para andar en bicicleta o para trotar, hoy era el día de Kitty.

Su amiga finalmente desaceleró, llevándola a un trote suave, permitiendo que Brittany se recuperara.

Brittany alargó un brazo, tirando de Kitty para detenerla. Se inclinó, con las manos sobre las rodillas mientras recuperaba su aliento.

—Es psicológico, lo sabes.

—Cállate.

—No haces esto cuando montamos.

—Exactamente mi punto—dijo Brittany mientras se enderezaba, su respiración volvió un poco a la normalidad.

Se apartó el cabello de la cara, metiendo los mechones detrás de las orejas. Su aunque estaba amarrado en una cola de caballo, algunos cabellos se soltaban y lo soltó sacudiéndolo para que quedara libre.

—Estás en excelentes condiciones y no te quedas sin aliento cuando montamos. Es por eso que digo que es psicológico.

—La bicicleta fue inventada por una razón.

—Sí. Para los perezosos que no quieren correr.

—Bueno, vamos a ser perezosas y caminar de regreso a mi departamento. Me vendría bien una bebida fría.

—Apenas hicimos tres millas.

Brittany se encogió de hombros.

—Está haciendo mucho calor.

—¿Desde cuándo hacemos excusas?

Brittany rió.

—Vamos a empezar hoy.

Dio media vuelta y se regresó, sabiendo que Kitty la seguiría.

El sendero para caminar y la pista de bicicleta estaban a dos cuadras de su casa y la conocían como la palma de sus manos. En un buen día, hacían el circuito una vez cuando corrían y dos veces en bicicleta.

Hoy no era un buen día.

—¿Quieres decirme lo que te está molestando? ¿Mal día en el trabajo?

—Cada día es un mal día en el trabajo—dijo Brittany.

—Tienes un trabajo cómodo y haces un montón de dinero. ¿Qué tan malo puede ser?

—No me gusta mi trabajo. No me gusta la gente con la que trabajo. No me gusta tratar con los peces gordos del petróleo y el gas. No me gusta toda la política de mierda con la que tengo que lidiar. Odio mi trabajo—dijo de nuevo.

—Tú has odiado tu trabajo desde el día en que te conocí. ¿Por qué no te vas?

—Porque la ley corporativa fue lo que estudié, en lo que me he entrenado...lo que sé. Y tienes razón. Tengo un trabajo cómodo y hago un montón de dinero—Brittany agitó su mano con desdén—Eso no es lo que me molesta de todos modos.

—Mi segunda conjetura sería tu vida amorosa, pero desde que no estás teniendo citas, eso no puede ser.

—No he estado de ánimos para citas. Es deprimente. Cuando te vuelves mayor, tienes menos para escoger.

—Te he presentado a algunas mujeres muy agradables, atractivas y profesionales en los últimos dos años, así que no digas que es deprimente.

Brittany suspiró.

—Sé que lo has hecho. Nunca ha habido chispa. Quiero que haya por lo menos una chispa si voy a dormir con ellas.

—Te conozco desde hace casi diez años, Britt. Sólo recuerdo un par de mujeres con las que has salido por un período de tiempo. Dos. Realmente me gustaba mucho Sara. Ella era muy divertida.

—Sí, era muy divertida. Tan divertida que le gustaban tres o cuatro mujeres a la vez. No, gracias. No me interesan platos de segunda.

—¿Así que es eso lo que te molesta? ¿Que no tienes citas?

—No. Lo que me está molestando es que tengo una reunión de secundaria y todos ellos sabrán que no estoy teniendo citas. Otra vez.

—¿Otra vez?

—Fui a mi décima reunión. No estaba saliendo con nadie entonces, tampoco.

—¿Y esta es qué?

—Quince años.

—¡Oh, Dios mío! ¿Cuántos años tienes?

—Sabes muy bien la edad que tengo.

Kitty rió.

—Si. Dos años mayor que yo—Kitty le golpeó el brazo—Entonces no vayas.

—Tengo que ir. Yo era presidente de la clase. Fui la señorita Lima, Ohio el año que nos graduamos. Y la maldita reina del baile. Además, mi mamá me mataría si no fuera. Es una ciudad pequeña. Si no voy, todo el mundo hablara y me preguntara por qué. Mi mamá odia cuando la gente habla—Brittany se detuvo—Eso tampoco es lo que me molesta.

Sacó a Kitty a un lado de la pista cuando un grupo de ciclistas pasó rápidamente al lado de ellas.

—Ella podría estar ahí.

—¿Ella?

—Tú sabes.

—¿Lo sé?

Brittany puso los ojos en blanco.

—Oh. Esa ella. ¿La chica con la que perdiste tu virginidad?

—Santana López.

Dios, Brittany pensó para sí misma, sólo con decir su nombre le traía una ola de recuerdos.

Los recuerdos que había intentado reprimir a través de los años.

—¿Y crees que ella va a estar ahí?

—Ella no estuvo en el décimo, gracias a Dios. ¿Pero quince años? Todo el mundo va a esa reunión, ¿no es así?

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que la viste?

Brittany comenzó a caminar de nuevo.

—Mi primer semestre en la universidad. Pedí traslado. Ella se acostaba con prácticamente todas las chicas en la universidad. Era repugnante.

—¿Fue la que rompió contigo sin darte una razón?

—Sí.

—¿Todavía estabas enamorada de ella?

—Locamente. Pero éramos unas niñas. ¿Qué saben los niños sobre el amor?

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Capitulo 5

Brittany corrió por el pasillo, sin molestarse en hacer una parada en su casillero para dejar los libros que no necesitaba.

Sonrió y saludó a Sugar, otra porrista, pero no se detuvo a charlar.

Sabía que Santana López usaba una bicicleta para llegar a la escuela, por lo que se apresuró a salir por la puerta lateral donde estaban los soportes para bicicletas.

Por alguna razón, la chica más baja que ella, aunque jugara basquét, de cabello oscuro le intrigaba.

A menudo sentía sus ojos sobre ella, y a menudo la sorprendía mirándola fijamente. Había algo en la forma en que Santana López la miraba.

Era misterioso.

Incluso era un poco aterrador.

No conocía a Santana.

En realidad no.

Habían tenido una clase juntas en su primer año, pero rara vez hablaban. Ahora que su segundo año estaba por terminar, sólo se habían dicho un puñado de "holas" la una a la otra.

Tenían una sola clase juntas ese año, historia americana y se sentaban en lados opuestos del salón. Aun así, cada vez que se volteaba, se encontraba a Santana observándola. La otra chica miraba hacia otro lado, con la vergüenza reflejada en su cara cada vez que la sorprendía.

Esto confundía a Brittany más que asustarla.

Santana López obviamente era inofensiva. Pero la mirada de sus ojos...bueno, era casi como la de un chico mirando a una chica.

Eso la asustaba.

Sólo un poco.


Había zumbidos de bicicletas y todo el mundo saliendo rápidamente de la escuela.

Vio a Santana en el medio del pelotón, con el cabello largo y oscuro que flotaba detrás de ella mientras se alejaba.


—Mierda—murmuró.

Era viernes.

No iba a tener la oportunidad de ver a Santana nuevamente hasta el lunes.

Se dio la vuelta y preguntándose qué diría su mamá si de repente comenzara a montar en su bicicleta para venir a la escuela todos los días.

Pensaría que había enloquecido, por supuesto.

Las chicas populares no montaban sus bicicletas para ir a la escuela. Las chicas populares conducían su propio vehículo o mejor aún, eran llevadas por un chico lindo.

Caminó hacia el interior, ahora con más lentitud.

Ella era una porrista.

Era oficialmente una de las chicas populares.

No podía deshacerse de su nuevo coche por una bicicleta. Había esperado demasiado tiempo para ser capaz de conducir como para volver a las bicicletas.

—Hey, Brittany. ¿Quieres ir a nadar?

Brittany se detuvo en su casillero, sus dedos moviéndose automáticamente por la combinación de la cerradura, marcando correctamente los números requeridos.

—¿Dónde?

—A casa de Becky—Sugar se apoyó en la taquilla más cercana a la de ella—Rory va a estar ahí—dijo con voz cantarina jugándose con Brittany.

Todo el mundo sabía que Rory estaba cachondo por ella.

—¿Chicos?

—Sí. La mamá de Becky dijo que, finalmente, era lo suficientemente mayor como para tener fiestas con chicos sin supervisión.

Brittany rodó sus ojos dramáticamente.

—Como si no éramos lo bastante mayores el año pasado.

Brittany sacó dos libros poniéndolos en su mochila, y luego cerró de un golpe su taquilla.

—Sí, ella no lo permitiría si supiera que Becky ha estado follando con Darrell desde el verano pasado.

Sugar rió.

—Hablando de eso ¿cuándo vas a ceder y salir con Rory?

Brittany negó con la cabeza.

—No me gusta Rory. No de esa manera.

—¿Qué más se puede pedir? Es uno de los chicos más guapos de la escuela.

—Simplemente no hay chispa ahí. Necesito que haya una chispa—dijo Brittany sorprendida de que su mente se dirigiera hacia Santana López y esos ojos oscuros que muchas veces la miraban.

—Tal vez si salieras con él, habría una chispa—dijo Sugar tirando de su brazo mientras caminaban por el pasillo casi vacío.

Brittany se encogió de hombros.

—No lo sé. Tal vez.

—Oh, ¿y sabes esa jugadora de baloncesto? ¿La que entró al equipo de secundaria el año pasado en su primer año?

Brittany se detuvo.

—¿Santana López?— dijo, el nombre sonaba extraño para ella y se dio cuenta de que era la primera vez que lo mencionaba en voz alta.

—Sí, ella. Becky la invitó a la fiesta, también.

—¿Por qué? ¿Ella siquiera la conoce?

—En realidad no. Pero Puck piensa que es sexy.

—¿Puck? Pero él está…

—Ellos rompieron.

—¿Cuándo?

Brittany comenzó a caminar de nuevo, su mente corriendo.

¿Santana López en la fiesta de la piscina?

No sabía si estaba contenta o enojada.

Sí, quería llegar a conocerla.

Simplemente no quería que toda la banda llegara a conocerla.

—Tuvieron una pelea la semana pasada. Bree le dijo que se fuera a la mierda—dijo rompiendo en un ataque de risa.

—Es un idiota.

—Él es mariscal de campo. ¿Qué se puede esperar?

La mente de Brittany no estaba en Puck.

Se mordió el labio mientras se preguntaba lo que usaría.

Los chicos estarían ahí. Era lógico que usara su bikini. Luego se imaginó esos ojos oscuros mirándola y sintió un escalofrío involuntario.

Tal vez debería el de una sola pieza que era más conservador.

Brittany inclinó la cabeza, pensativa, formando una leve sonrisa.

O puede que no.





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Brittany se quitó su larga camiseta, consciente del diminuto bikini que llevaba.

Esperaba silbidos de los chicos y no se decepcionó. Lástima que ninguno de ellos provocaba ningún interés en ella.

Se puso de pie en el borde de la piscina y luego se zambulló desapareciendo bajo el agua, amando la fresca y limpia sensación del agua sobre su piel caliente.

Cuando salió a la superficie, no se sorprendió de encontrar a Santana López observándola.

Santana desvió sus ojos de inmediato, pero no antes de que Brittany sintiera el calor de ellos.

Una vez más, no entendía la atracción, no entendía su fascinación por Santana.

No eran amigas.

Nunca se encontraban la una con la otra fuera de la escuela. De hecho, dudaba que alguien en la fiesta hubiera pasado tiempo con Santana.

Sin embargo, allí estaba, en su fiesta de piscina porque Puck el idiota pensaba que Santana era sexy.

Brittany había visto a Puck hablar con ella, había visto que la otra chica le sonreía, pero Santana todavía seguía sola, alejada de los demás, su traje de baño rojo de una sola pieza revelaba poco, aparte de que tenía el cuerpo perfecto de una atleta, un poco bajita, pero un perfecto cuerpo.

Brittany se levantó a sí misma fuera de la piscina, haciendo una pausa mientras sus pensamientos se esclarecieron.

Santana fue invitada porque Puck pensaba que era sexy. Pero esa no era la razón por la que Santana estaba ahí.

No, Santana estaba ahí porque Brittany estaba ahí.

Se volvió lentamente, encontrando nuevamente los ojos de Santana sobre ella.

Esta vez, ella no desvió su mirada tan rápidamente y Brittany la sostuvo durante unos segundos más, reconociendo la totalmente inesperada, y completamente extraña, chispa entre ellas.


Oh, Dios...por fin una chispa. No de Rory Flanagan, no, sino de otra chica. Santana López.


Avergonzada, se dio la vuelta, caminando rápidamente hacia una tumbona y desplomándose sobre ella. Cogió una toalla para cubrirse la cara, fingiendo la necesidad de secarse.

Oyó risas y salpicaduras, sabiendo que los otros habían saltado a la piscina. Brittany bajó la toalla, haciendo un esfuerzo por mantener los ojos lejos de Santana.

Sin embargo no importaba.

Sabía que iba a ir a hablar con ella.

Tenía que hacerlo.

No todos los días tenía escalofríos con sólo mirar a los ojos de alguien.

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Capitulo 6

Santana había pasado la mayor parte de la semana debatiendo, sobre todo consigo misma, si debía volver a Lima, Ohio para la reunión o no.

Sus decisiones oscilaron entre definitivamente no iría, a probablemente no iría, a tal vez iría.

Su tal vez apareció después de que Mercedes se convirtiera en una terapeuta, una noche, mientras compartían una botella de vino en el pequeño departamento de Santana encima de la oficina.


—¿Alguna vez piensas que la razón por la que no te has establecido con alguien es por la manera en que las cosas terminaron con Brittany?

—Eso es ridículo.

—¿Lo es? Rompiste con ella, luego te acostaste con casi todo el mundo en la escuela, incluyéndome.

Santana sintió que su rostro se ruborizaba.

—¿Tenías que sacar el tema?

—Bueno, es la verdad.

—Nunca se lo contaste a Sam ¿verdad?

—Dios, no. Los maridos no tienen que saber todo lo que pasó en la universidad—levantó su vaso en dirección a Santana—Por lo menos, eso me reafirmó que era hetero.

—Y me enseñó a no dormir con las amigas.

Mercedes se echó a reír.

—Es por eso que tenías tan pocas amigas en ese entonces. Te acostaste con todas las demás—asintió cuando Santana fue a llenar su vaso—Pero volviendo a Brittany. Eran mejores amigas en la secundaria, terminaron teniendo una aventura, fueron juntas a la universidad, entonces terminaste con ella. Y no la has visto desde entonces.

—¿Y?

—Y en la secundaria ¿cómo llegaron a ser amantes? Quiero decir, por lo que me has dicho, era un pueblo pequeño donde todos conocían los asuntos de los demás. Seguramente no estabas fuera del closet ¿verdad?

—¿Es una broma? Ella era una porrista.

Mercedes frunció el ceño.

—¿Una porrista? ¿Ella estaba durmiendo con los chicos, también?

—No, que asqueroso. Sólo nos creyeron cuando dijimos que estábamos guardándonos a nosotras mismas para el matrimonio—Santana rió—En realidad, nunca salí con nadie más una vez que me libré de Puck. Era el mariscal de campo. Él fue hacia más verdes, y más fáciles, pastos.

—¿Y Brittany?

—Brittany salía con un chico de vez en cuando, Rory Flanagan. Estaba loco por ella. Ella rompió su corazón cuando no se hizo su novia.

—Y sin embargo, ¿nadie sospechaba que ustedes dos?

—Nadie parecía pensar que era extraño que pasáramos casi todo nuestro tiempo juntas. Quiero decir, éramos las mejores amigas.

—¿Las mejores amigas y amantes?

—Éramos inseparables.

—Aun así ¿nadie sabía?—Mercedes se acercó más—Así que dime, ¿cómo llegaste a dormir con una porrista?

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: aquí su maratón!
Pd2: Vieron la foto de eli dandole un besito a owen!