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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:16 am

JVM escribió:Amo la historia!! Jajajaja
San es complicada, no se por lo que ha pasado que siente no merecer a Britt y está tampoco de valora lo suficiente, así que vaya pareja jajajaja.
Y bueno si San quiere dejar en paz a Britt que en verdad se aleje y deje de estar al pendiente de que hace o con quien esta, porque solo le esta dando esperanza.
Y Britt ojala que sea mas fuerte ante San jaja, haber como siguen!

Hola, que bueno que la historia te este agradando, Santana es complicada por que? bueno eso lo hiremos descubriendo y si siente que no merece a Britt. 
Tu crees que Santana la deje en paz, lo dudo.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:19 am

micky morales escribió:no se porque cuando brittany recuerda su vida me produce autentica tristeza, debe ser muy duro todo por lo que ella paso, si santana no quiere quererla por ahora por lo menos que la proteja para que no se sienta tan sola, no creo que quinn quiera meterse en sus bragas, parece querer ayudarla.

Si es triste y mas cuando leas lo que realmente paso, creo que santana la proteje de alguna manera en la manera de ser de aparentar recharzarla o tratarla mal. Quinn quiere ayudar y muchas mas personas tambien. ya veras
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:21 am

3:) escribió:No me creo que san pueda aguantar mucho si intentar algo con britt aunque saque una fuerza sobre humana para no estar serca de britt
San tiene su pasado, pero esperó que se lo cuente a britt en algún momento...
Bueno si san no quiere nada, britt tiene derecho a estar  con alguien no??? A ver si la dejan jajaja

Si yo tampoco creo que aguante jajajja. Santana tiene pasado pero no precisamente lo contara.  y pues solo para hacer spoiler no la dejara,  tal vez la quiera lejos por no sentirse a la altura pero dejarla nunca.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:23 am

23l1 escribió:
marthagr81@yahoo.es escribió:
23l1 escribió:Hola, me gusta esta (y tus otras) historias, pero no soy mucho de comentar y menos ahora que no tengo tiempo jajajajaja. Esto esta interesante ajajajaaj. Saludos =D

Pd: una sugerencia (para mi xD) esk me cuesta un poco seguir las partes, (en todas las q has publicado) podrías xfavor separar los párrafos de los diálogos¿? xfa. Ejemplo:



No era como si uno de ellos realmente le fuera a pedir una cita a la chica del carro del campo de golf. No era una idiota.

—Allí está ella —gritó uno de los tipos mientras me ponía junto a ellos y sonreía.

—Ah, mi chica favorita ha vuelto. Hace más calor que en el infierno, chica. Necesito una cerveza. Quizás dos.

Aparqué el carro y salí para rodearlo hasta la parte trasera y tomar su pedido.
Xfavor, así podría seguir mejor, gracias.

Pd2: sigue publicando y manteniendo el foro vivo!


Hola, gracias por tus comentarios, ya esperaba que alguien me dijera lo de los dialogos  pero hasta el momento solo tu lo has hecho, lo tomare en cuento, lo he hecho asi por  comodidad,  y porque al no dejar los dialogos libres el cap. se ve fisicamente mas largo pero lo tomare en cuenta. Gracias  por comentar una de mis adaptaciones todo un honor.  y Claro que seguire publicando este foro significa mucho para mi.



Hola, no gracias a ti por publicar y comentar en las mias jajajajaaj. =O la unica lerda soy yo xD ajajajajajaj. Obviamente es un hornor para ti, osea es el efecto que causo BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3 - Página 2 4061796348  jajajaajaja no broma, el honor es mio, ya que modificaste lo q pedí para q al leer me sea mas facil, asik gracias! bn ai! Saludos =D




Hello, bueno claro cualquier sugerencia tuya sera siempre bienvenida, tu me inspirastes para adaptar y muchas veces te he pedido ayuda en una que otra cosa.
 Para  mi es un honor que sugieras y comentes por primera vez una de mis adaptaciones, yo sigo leyendo las tuyas aunque no comente, Rojo me tiene atrapada,  mas es mi color favorito.  Saludos .
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:44 am

CAPITULO 11


Termine el último de mis sándwiches de mantequilla de maní, sacudí las migas en mi regazo y me levanté. Tendría que ir a la tienda y reabastecerme pronto. Los sándwiches de mantequilla de maní estaban acabándose. Tenía el día libre hoy y no estaba segura de lo que iba a hacer. Me acosté en la cama pensando en Santana y como de estúpida fui la mayor parte de la noche. ¿Qué tenía que hacer una chica para convencerme de que sólo quería que fuéramos amigas? Lo había dicho más de una vez. Tenía que dejar de intentar que me viera como algo más. Me humillé anoche. No debí haber hecho eso. Ella no quería besarme. No podía creer que le había rogado. Abrí la puerta de la despensa y entré en la cocina. El olor del tocino llegó a mi nariz y si Santana no estuviera de pie en la cocina con nada más que un par de pantalones de pijama y un sostén deportivo, entonces me habría concentrado solo en el delicioso olor. La vista de su espalda  medio desnuda hizo que olvidara el tocino. Ella  miró por encima de su hombro y sonrió.
 —Buenos días. Debe ser tu día de descanso. Asentí con la cabeza y me pregunté qué diría un amigo. No quería romper las reglas con ella. Iba a jugar con sus reglas. Me mudaría muy pronto, de todos modos.
 —Huele bien —contesté. —Saca dos platos. Hago un tocino que está de muerte. Me hubiera gustado no haberme comido el sándwich de mantequilla de maní.
 —Ya he comido, pero gracias. Puso su tenedor en el plato y se volvió para mirarme.
—¿Cómo has comido ya? Acabas de despertarte.
 —Tengo mantequilla de maní y pan en mi habitación. Lo tenía desde antes de venir. La frente de Santana se arrugó mientras me estudiaba.
—¿Por qué tienes mantequilla de maní y pan en tu habitación? Porque no quiero su flujo interminable de amigos comiendo mi comida. Sin embargo, no podría decir exactamente eso.
—Esta no es mi cocina. Guardo todas mis cosas en mi habitación. Se tensó y me pregunté qué dije para hacerla enojar.
—¿Me estás diciendo que sólo has comido mantequilla de maní y pan desde que llegaste? ¿Eso es todo? Lo compras y lo guardas en tu habitación y, ¿eso es todo lo que comes? Asentí, sin saber por qué era un gran problema. Golpeó su mano sobre el mostrador y se dio la vuelta para mirar a su tocino mientras murmuraba una maldición.
—Ve a buscar tus cosas y sube las escaleras. Toma cualquier habitación que quieras en el lado izquierdo del pasillo. Tira esa mantequilla de maní y come lo que te dé la gana en esta cocina. No me moví. No estaba segura de dónde había venido esa reacción.
—No te quedes allí, Brittany, mueve tu culo. Luego vienes aquí y comes algo de mi maldito refrigerador mientras te veo. Estaba enojada. ¿Conmigo?
—¿Por qué quieres que me mude arriba? —pregunté con cautela. Dejó caer el último trozo de tocino en una servilleta de papel y apagó la estufa antes de mirar de nuevo hacia mí.
—Porque quiero que lo hagas. Odio ir a la cama por la noche y pensar en ti durmiendo bajo mi escalera. Ahora tengo la imagen de que comes los malditos sándwiches de mantequilla de maní sola allí abajo y es más de lo que puedo manejar. Bien. Así que se preocupa por mí de alguna forma. No discutí. Volví a mi habitación bajo las escaleras y saqué la maleta de debajo de la cama. Mi mantequilla de maní estaba dentro. Abrí la cremallera y saqué el frasco casi vacío y la bolsa a la izquierda con cuatro rebanadas de pan. Me gustaría dejar esto en la cocina y luego ir a buscar una habitación.  Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Este se había convertido en mi lugar seguro. Estar arriba me quitaba el aislamiento. No estaba sola allí. Dando un paso hacia la despensa, me acerqué y puse la mantequilla de maní y el pan en el mostrador. Me dirigí hacia el pasillo sin hacer contacto visual con Santana. Ella estaba de pie en la barra, agarrando los bordes con fuerza, como si estuviera tratando de no golpear algo. ¿Estaba considerando lanzarme de nuevo a la despensa? No me importa estar ahí.
—No tengo que mudarme a arriba. Me gusta este ambiente —le expliqué y observe que apretó más su agarre.
—Perteneces a una de las habitaciones de arriba. No perteneces bajo las escaleras. Nunca lo hiciste. Me quería arriba. No entendía su repentino cambio de parecer.
—¿Quieres decirme al menos qué habitación tomar? No me siento bien eligiendo una. Esta no es mi casa. Santana finalmente soltó el agarre de muerte que tenía sobre el mostrador y volvió sus ojos a los míos.
—En el ala izquierda hay sólo habitaciones. Hay tres. Creo que disfrutarías la vista en la última. Tiene vista al mar. La habitación central es toda blanca con tonos color rosa pálido. Esto me recuerda a ti. Por lo tanto, elige. Cualquiera que desees. Toma una y luego ven aquí y come. Había vuelto a querer que comiera de nuevo.
—Pero no tengo hambre. Acabo de comer… —Si me dices que has comido esa maldita mantequilla de maní de nuevo voy a golpear una pared. —Hizo una pausa y respiró hondo.
—. Por favor, Brittany. Ven a comer algo por mí. Como cualquier mujer en el planeta, sería capaz de aceptar eso. Asentí y me dirigí a las escaleras. Tenía que elegir una habitación. *** La primera habitación no era atractiva. Tenía los colores oscuros y la vista era al patio delantero. Sin mencionar que era la más cercana a las escaleras y el nivel de ruido sería difícil de pasar por alto. Fui a la habitación de al lado y la cama de matrimonio estaba cubierta de volantes blancos y almohadas bastante rosadas. Una araña rosa colgaba del techo. Era muy dulce. No es algo que esperaba  encontrar en la casa de Santana. Por otra parte, su madre vivía aquí la mayor parte del tiempo. Abrí la última puerta a la izquierda. Había grandes ventanales que iban desde el suelo hasta el techo y daban al océano. Era precioso. El esquema de color azul claro y verde era acentuado con una enorme cama que parecía estar hecha de madera flotante. Por lo menos la cabecera y el pie lo eran. Tenía un ambiente muy costera. Me gustó. No, borren eso. Me encantó. Puse mi maleta en el suelo y me acerqué a la puerta que conducía a baño privado. Grandes toallas blancas mullidas y jabones caros decoraban el mármol blanco. Pinceladas de color azul y verde se encontraban en la habitación, pero en su mayor parte era blanca. La bañera era grande y redonda. A pesar de que nunca había visto una antes, sabía que era un jacuzzi. Tal vez entré en la habitación equivocada. Sin duda, esta no era una habitación de invitados. Querría está habitación si viviera aquí. Sin embargo, estaba en el lado izquierdo del pasillo. Tenía que ser una de las habitaciones que ella mencionó. Volví a salir del baño. Me gustaría ir a decirle que había escogido esta habitación y si no le parecía bien que me lo dijera. Dejé mi maleta contra la pared justo detrás de la puerta y luego me dirigí a la planta baja. Cuando entré a la cocina, Santana estaba sentada a la mesa con un plato de tocino y unos huevos revueltos. Sus ojos se encontraron de inmediato con los míos.
—¿Has elegido una habitación? —preguntó. Asentí y me dirigí al otro lado de la mesa.
—Sí. Creo que sí. La que dijiste que tenía una gran vista es... ¿la verde y azul? Sonrió.
—Sí, lo es.
 —¿Y estás de acuerdo que me quedé en esa habitación? Es muy bonita. Me gustaría tener esa habitación si esta fuera mi casa. La sonrisa de Santana se ensanchó.
—No has visto mi habitación todavía. La suya debía ser aún más agradable.
—¿Tu habitación está en el mismo piso? Cogió un trozo de tocino.
—No, la mía ocupa toda la planta superior.
—¿Quieres decir que todas esas ventanas… es toda una gran habitación? — Parecía que el último piso estuviera hecho de cristal desde el exterior. Siempre me pregunté si era una ilusión o si se trataba de varias habitaciones. Asintió.
—Sip.  Quería ver su habitación. No se ofreció a mostrármela, así que no se lo pregunté.
—¿Has guardado ya tus cosas? —preguntó, y luego le dio un mordisco a su tocino.
—No, quería comprobarlo contigo antes de deshacer todo. Probablemente no debería desempacar. A finales de la semana que viene voy a estar lista para mudarme. Mi sueldo en el club es bueno y he ahorrado bastante. Dejó de masticar y sus ojos se endurecieron mientras miraba algo en el exterior. Seguí su mirada, no vi nada, la playa estaba vacía.
—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, Brittany. ¿Cómo? Me dijo que tenía un mes. No le respondí.
—Siéntate a mi lado y come algo de tocino. —Tiró de la silla de su lado y me senté sin discutir. El tocino olía bien y estaba lista para algo más que la mantequilla de maní. Movió su plato hacia mí.
—Come. Cogí un trozo de tocino y le di un mordisco. Era crujiente y grasiento, como a mí me gusta. Terminé el pedazo y Santana empujó el plato hacia mí otra vez.
— Come más. Luché contra una risita ante su repentina necesidad de alimentarme. ¿Qué le pasaba? Tomé otro pedazo de tocino y me lo comí disfrutando del sabor.
—¿Cuáles son tus planes para hoy?—preguntó, una vez que me lo tragué. Me encogí de hombros.
—No lo sé todavía. Pensé en buscar un apartamento tal vez. Su mandíbula se marcó y su cuerpo se tensó de nuevo.
—Deja de hablar de mudarte, ¿de acuerdo? No quiero que te mudes hasta que nuestros padres vuelvan a casa. Tienes que hablar con tu padre antes de salir corriendo y empezar a vivir sola. No es exactamente seguro. Eres demasiado joven. Me eché a reír. Ella estaba haciendo el ridículo.
—No soy demasiado joven. ¿Qué pasa con tu edad y la mía? Tengo diecinueve. Soy una chica mayor. Puedo vivir por mi cuenta de forma segura. Además, puedo darle a un blanco en movimiento mejor que la mayoría de los oficiales de policía. Mis habilidades con un arma son bastante impresionantes. Santana arqueó una ceja.
—¿Así que realmente tienes un arma?  Asentí. —Pensé que Quinn sólo bromeaba. Su sentido del humor apesta a veces.
 —Nop. Le apunté con ella cuando me sorprendió mi primera noche aquí. Santana se rió y se recostó en su silla cruzando los brazos sobre su amplio pecho. Me obligué a mantener los ojos en su cara y no mirar hacia abajo.
—Me hubiera gustado ver eso. No respondí. Había sido una mala noche para mí. La adaptación no era algo que se me diera fácilmente.
—No quiero que te quedes aquí sólo porque eres joven. Sé que puedes cuidar de ti misma o por lo menos creo que puedes. Te quiero aquí porque... me gusta tenerte aquí. No te vayas. Espera hasta que tu padre vuelva. Parece que ustedes deben hablar. Luego puedes decidir lo que quieres hacer. Pero ahora, ¿puedes subir y deshacer las maletas? Piensa en todo el dinero que puedes ahorrar viviendo aquí. Cuando te mudes tendrás una cuenta de banco acolchada y agradable. Me quería aquí. No pude evitar la sonrisa tonta que tiraba de mis labios. Ella tenía razón, podría ahorrar dinero. Una vez que papá regresara hablaría con él y luego me mudaría. No había ninguna razón para irme si Santana me quería aquí. —De acuerdo. Si realmente lo dices en serio, gracias. Asintió y se inclinó para poner los codos sobre la mesa. Su mirada oscura se niveló a mi altura.
—Lo digo en serio. Pero eso también significa que la cosa de amigas entre nosotras tiene que permanecer en plena vigencia. Tenía razón, por supuesto. Conviviríamos más e involucrarnos de alguna manera sería difícil. Además, una vez que este verano terminara ella se irá a vivir a otra casa de algún otro lugar. No necesito ese tipo de dolor.
—Bien —le contesté. Sus hombros no se relajaron y su cuerpo permaneció tenso.
 —Además, comenzarás a comer la comida de esta casa cuando estés aquí. Negué con la cabeza. No, no lo haría. No lo permitiría.
—Brittany, esto no está a discusión. Lo digo en serio. Come mi maldita comida. Empujé mi silla hacia atrás y me levanté.
—No. Voy a comprar mi comida y me la comeré. Yo no soy... no soy como mi padre.  Santana murmuró algo y echó la silla hacia atrás y se levantó.
—¿Crees que no sé eso a estas alturas? Has estado durmiendo en un maldito armario de escobas sin quejarte. Limpias la casa más que yo. No comes correctamente. Soy consciente de que no te pareces en nada a tu padre. Pero eres una invitada en mi casa y quiero que comas en mi cocina y sientas como si fuera tuya. Esto iba a ser un problema.
—Pondré mi comida en la cocina y comeré aquí. ¿Te parece mejor?
—Si todo lo que vas a comprar es mantequilla de maní y pan, entonces no. Quiero que comas adecuadamente. Empecé a sacudir la cabeza cuando se acercó y me agarró de las manos.
— Brittany, me hará feliz saber que estás comiendo. Henrietta compra los comestibles una vez por semana y las reservas de este lugar están esperando mucha compañía. Hay más que suficiente. Por favor. Come. Mi. Comida. Me mordí el labio inferior para contener la risa por su mirada suplicante.
—¿Te estás riendo de mí? —preguntó con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.
—Sí. Un poco —admití.
—¿Eso significa que vas a comer mi comida? Suspiré.
—Sólo si me dejas pagarte semanalmente. Empezó a mover la cabeza y quité mis manos de ella y empecé a alejarme.
—¿A dónde vas? —preguntó detrás de mí.
—Ya he terminado de discutir contigo. Voy a comer tu comida si pago por mi parte. Ese es el trato, sólo estaré de acuerdo con eso. Así que lo tomas o lo dejas. Gruñó.
—Está bien. Págame. La miré de nuevo.
—Voy a ir a desempacar. Luego tomaré un baño en esa gran bañera y luego no lo sé. No tengo planes hasta la noche. Frunció el ceño.
—¿Con quién?
—Bethy —contesté.
—¿Bethy? ¿La chica del carrito con la que se junta Jace?
—Corrección. La chica del carrito que Jace utiliza para perder el tiempo. Ella es inteligente y está superando eso. Esta noche vamos a un bar de música country a buscar chicos normales.  No esperé a que me respondiera. Corrí hacia las escaleras y las subí corriendo. Una vez que llegué a mi nueva habitación, cerré la puerta tras de mí y suspiré con alivio.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:45 am

CAPITULO 12


Podría no tener la ropa adecuada para las fiestas de Santana, pero tenía todo lo que necesitaba para ir un bar de música country. Ha pasado un largo tiempo desde que usé mi falda de jean azul. Era más corta de lo que recordaba, pero seguía quedándome bien. Especialmente con mis botas. Santana se había ido esta mañana mientras yo tomaba un baño y no ha regresado desde entonces. Me pregunté si mi habitación estaba fuera de los límites de sus amigos si tenía una fiesta aquí. No me agradaba la idea de extraños teniendo sexo sobre mi cama. En realidad, no me gustaba la idea de nadie teniendo sexo en la cama donde se suponía que yo dormía. Quise preguntarle pero no estaba segura sobre cómo encarar algo así. Marcharme antes de que regresara significaba que no sabría qué esperar. ¿Debería planear lavar mis sabanas cuando volviera a casa? La idea me hizo estremecer. Cuando mi pie golpeó el último escalón de la puerta del frente, la puerta se abrió y Santana entró. Cuando sus ojos me encontraron se quedó paralizada y lentamente asimiló mi apariencia. No estaba vestida para impresionar a sus amigos, pero había otro tipo de público afuera del que podría conseguir un poco de atención.
—Maldición —murmuró y cerró la puerta detrás de ella. No me moví. Intenté resolver cómo insinuar la cosa de extraños teniendo sexo sobre mi cama.
—Tú, uh, ¿usarás eso para salir a la discoteca? —preguntó.
—Iré a un bar de música country. Estoy bastante segura que es una cosa completamente diferente —La corregí. Santana pasó sus manos sobre su largo cabello y dejó salir un suspiro que sonó tanto frustrado como divertido. Si estaba a punto de hacer uno sus chistes acerca de mi ropa, le arrojaría una bota. 
—¿Puedo ir con ustedes esta noche? Nunca he estado en un bar de ese estilo. ¿Qué? ¿Acabo de escucharla correctamente?
—¿Quieres venir con nosotras? —pregunté en confusión. Santana asintió y sus ojos recorrieron mi cuerpo una vez más. —Sí, eso quiero. Supongo que podría ir también. Si éramos amigas, entonces deberíamos ser capaces de salir juntas.
 —Está bien. Si realmente quieres ir. Sin embargo, necesitamos irnos en diez minutos. Bethy está esperando que la recoja.
—Puedo estar lista en cinco —dijo, y subió las escaleras de dos en dos corriendo hacia arriba. Eso no era completamente lo que había esperado. Extraño giro de acontecimientos. Siete minutos después, Santana bajó las escaleras y vestía un par de jeans ceñidos y una playera negra ajustada que tenía Slacker Demon escrito en la parte del frente con una impresión blanca gótica. El emblema que tenía en su hombro también se apreciaba. El anillo plateado estaba de nuevo en su mano, y por primera vez desde que la conocí, tenía un par de aretes de argolla en su oreja. Parecía más la hija de una famosa estrella de rock de lo que nunca lo ha sido. Sus negras pestañas risadas hacían parecer como si estuviera usando delineador y eso solamente aumentaba su atractivo. Cuando mis ojos hicieron su camino hasta su rostro, sacó la lengua para mostrar su piercing de plata y me guiñó.
 —Me imaginé que si voy a ir a un bar sureño con chicos en botas y sombreros vaqueros, necesito permanecer fiel a mis raíces. El Rock and Roll está en mi sangre. No puedo fingir encajar en ningún otro lugar. Me reí mientras ella me sonreía.
—Esta noche estarás tan incómoda y como yo me siento en tus fiestas. Esto será divertido. Vamos, engendro del rock —bromeé y me dirigí hacia la puerta. Santana la abrió y retrocedió, así yo pude salir. La chica podía ser tan extraña cuando quería.
 —Dado a que tu amiga viene con nosotras, ¿por qué no tomamos uno de mis autos mejor? Estaríamos más cómodas que en tu camioneta. Me detuve y la miré en respuesta.
—Pero encajamos mejor si vamos en mi camioneta.  Santana sacó un pequeño control remoto y una de las puertas de sus cuatro garajes se abrió. Un Range Rover negro con llantas metálicas y un trabajo perfectamente reluciente de pintura quedó en el centro de la atención. No podía estar en desacuerdo con ella. Estaríamos mucho más cómodas en ese vehículo.
—Eso es ciertamente impresionante —respondí.
—¿Eso significa que podemos tomar el mío? No me emociona compartir asiento con Bethy. A la chica le gusta tocar las cosas sin permiso —dijo Santana. Sonreí.
—Sí, le gusta. Es un poco coqueta, ¿verdad? Santana arqueó una ceja.
—Coqueta se queda corto.
—Bien. Seguro. Usaremos el auto de Santana López si tanto insiste. Santana me lanzó una mirada arrogante y se dirigió hacia el garaje. La seguí de cerca. Abrió la puerta para mí, lo cual fue dulce pero hizo sentir más como una cita. No lo necesitaba confundiéndome más. Tenía firmemente claro que éramos sólo amigas. Debía jugar el juego correcto.
—¿Abres la puerta de todas tus amigas? —le pregunté, de pie y mirándola. Quería que notara el error que cometía. Su tranquila sonrisa desapareció y una expresión seria tomó su lugar.
—No —contestó, retrocediendo para dirigirse a la puerta del conductor. Me sentí como una completa idiota. Debí sólo haberle dicho gracias y pasarlo por alto. ¿Por qué tenía que ser quien le recuerde sus propias reglas? Una vez que estuvimos dentro del Range Rover, Santana arrancó y condujo sin decir una palabra. Odié el silencio. Lo hacía incomodo.
—Lo lamento. No quise ser grosera. Santana dejó escapar un suspiro y sus hombros se relajaron. Luego sacudió la cabeza.
—No. Tienes razón. No tengo ninguna amiga como tu lo mas cercano es Quinn, por lo tanto no soy buena para equilibrar lo que debo o no hacer. —Así que, ¿abres las puertas para tus citas? Es algo muy caballeroso. Tu madre te crió bien. Sentí una punzada de celos. Hay chicas ahí fuera que consiguen ese tipo de trato por parte de Santana. Aquellas con las que ella quiere salir y ser más que amigas.
—En realidad, no. Yo… tú… pareces el tipo de chica que merece que le abran la puerta. Tuvo sentido en mi cabeza al momento. Pero comprendo tu punto. Si vamos a ser amigas, necesito dibujar una línea y permanecer detrás de ella. Mi corazón se derritió un poco más. 
—Gracias por abrirla para mí. Fue dulce. Se encogió y no dijo nada más.
—Necesitamos recoger a Bethy. Estará en la parte trasera de la oficina del campo de golf. Tenía que trabajar hoy. Se duchará y vestirá allí. Santana giró hacia el club de campo.
—¿Cómo se volvieron amigas tú y Bethy?
—Trabajamos juntas un día. Creo que ambas necesitábamos una amiga. Es divertida y un espíritu libre. Todo lo que yo no. Dejo escapar una risa.
—Lo dices como si fuera una cosa mala. No quisieras ser como Bethy. Confía en mí. Tenía razón. No quería ser como Bethy pero era divertido tenerla cerca. Me senté en silencio mientras Santana se entretenía con el sistema de estéreo que se veía muy caro y complicado. Conducimos la corta distancia desde su casa hasta el club de campo. Lips on an Angel por Hinder comenzó a sonar y me hizo sonreír. Casi esperé escuchar algo de Slacker Demon. Cuando el Range Rover se detuvo frente a la oficina, abrí mi puerta y salí. Bethy no estaría buscando este vehículo. Estaría esperando mi camioneta. La puerta del despacho se abrió y ella se paseó en un par de diminutos shorts de cuero rojos, un top de cuello halter y unas botas blancas de cuero hasta las rodillas.
—¿Qué diablos estás haciendo en uno de los coches de Santana? —preguntó, sonriendo.
—Viene con nosotras. Santana quiso ir con nosotras al bar, también. Así que…
—Me fui callando y miré hacia el Range Rover.
—Esto limitará tus oportunidades de ligar. Sólo digo —dijo Bethy mientras bajaba las escaleras y le daba un rápido vistazo a mi atuendo.
—. O no. Luces caliente. Quiero decir, sé que eres hermosa pero luces realmente caliente con eso. Quiero unas botas vaqueras para mí. ¿De dónde sacaste esas? Su elogio fue agradable. No he tenido amigas en largo tiempo. Cuando Valerie fue asesinada, las chicas que habían sido cercanas a nosotras desaparecieron de mi vida. Era como si no pudieran estar cerca de mí sin recordarla. Cain se había convertido en mi único amigo.
 —Gracias, y por lo de las botas, las conseguí en navidad dos años atrás por parte de mi mamá. Eran suyas. Las he amado desde que las compró y después de que se puso, después… después de que enfermo… me las dio a mí. Bethy frunció el ceño.
—¿Tu mamá se enfermó? No estaba de humor para hablar de esas cosas esta noche. Asentí y forcé una sonrisa.
—Sip. Pero esa es otra historia. Vamos a buscar a nuestros vaqueros. Me devolvió la sonrisa y abrió la puerta de mi lado del Range Rover.
—Te dejaré ir adelante porque tengo un fuerte presentimiento de que es donde la conductora te quiere. No tuve tiempo para responder antes de que Bethy saltara al Range Rover y cerrara la puerta detrás de ella. Entré y sonreí hacia Santana, quien me miraba fijamente.
—Es hora de buscar nuestro vaquero interior —le dije.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:46 am

CAPITULO 13


Betty  le dio la dirección a Santana de su bar favorito. Estaba a cuarenta minutos de Rosemary. No fue exactamente sorprendente. El único entretenimiento en Rosemary era el club de campo y no era nada parecido a donde estábamos yendo. El bar era grande y estaba completamente hecho de lo que parecían tablones de madera. Aparentemente, era famoso. Probablemente porque no había muchos de estos lugares en la zona. Señales brillantes y fluorescentes de cerveza adornaban las paredes exteriores e interiores. La canción “Gun Powder and Lead” de Miranda Lambert bombeaba en el estéreo cuando entramos.
—Tendrán música en vivo en unos treinta minutos. Es el mejor momento para bailar. Tenemos un montón de tiempo para encontrar un buen lugar y beber algunos tragos de tequila —gritó Bethy por encima del ruido. Nunca había tomado tequila. Nunca había tomado ni siquiera una cerveza. Esta noche iba a cambiar. Iba a ser libre. Disfrutar la noche. Santana se movió detrás de mí y su mano se asentó en mi espalda. Esa no era una posición amistosa… ¿o sí? Decidí no corregirla ya que tendría que gritar a través de la música. Santana nos llevó hasta una cabina vacía que estaba lejos de la pista de baile. Dio un paso atrás y me deslicé dentro. Bethy se deslizó por encima de mí y Santana se sentó a mi lado. Bethy le hizo una mueca.
—¿Qué quieres tomar? —preguntó Santana, inclinándose en mi oído para no gritar.
—No estoy segura —respondí, mirando a Bethy por orientación.
—. ¿Qué puedo beber? Los ojos de Bethy se abrieron y luego se río.
—¿Nunca has bebido antes?  Negué con la cabeza.
—No soy lo suficientemente mayor para comprar mi propio alcohol, ¿y tú? Ella aplaudió.
—Esto será muy divertido. Y sí, tengo veintiuno o por lo menos eso dice mi identificación. —Posó sus ojos en Santana.
—. Debes dejarla salir. La voy a llevar al bar. Santana no se movió. Luego me miró.
 —¿Nunca has bebido alcohol?
—Nop. Pero pretendo remediar eso esta noche —le aseguré.
—Entonces, necesitas ir lento. No tendrás una tolerancia muy alta. — Extendió la mano y agarró el brazo de una camarera.
—. Necesitamos un menú. Bethy puso las manos en sus caderas.
—¿Por qué vas a ordenar comida? Vinimos aquí para beber y bailar con vaqueros. No a comer. Santana giró su cabeza, no podía ver su cara pero noté que sus hombros se pusieron rígidos.
—Ella nunca ha tomado antes. Necesita comer primero o vomitara sus tripas en dos horas más. Oh. No quiero vomitar. No, en absoluto. Bethy rodó los ojos y agitó la mano delante de su cara como si Santana fuera un idiota.
—Como sea, mamá Santana. Voy a buscarme algo de beber y le traeré algo a ella, también. Así que aliméntala rápido. La camarera regresó con un menú antes de que Bethy terminara de hablar. Santana lo tomó y lo abrió.
—Escoge algo. No importa lo que la diva borracha diga, necesitas comer primero. Asentí. No quería enfermarme.
—Las papas fritas con queso se ven bien. Santana sostuvo el menú y la camarera volvió corriendo.
—Papas fritas con queso. Dos órdenes y un vaso grande de agua. Una vez que la camarera asintió y se alejó, Santana se echó hacia atrás e inclinó la cabeza para mirarme.
—Así que estás en un bar country. ¿Es lo que esperabas que fuera? Porque si soy honesta, la música es dolorosa. Sonriendo, me encogí de hombros y miré alrededor. Había tipos con sombreros vaqueros, pero también había hombres normales. Algunos tenían grandes hebillas en el cinturón y la mayoría veía como gente de mi ciudad natal.
—Acabo de llegar y no he bebido ni bailado todavía, así que te diré después de que suceda.  Santana sonrió.
—¿Quieres bailar? Quería bailar pero no con ella. Sabía lo fácil que me olvidaría de que era sólo una amiga.
—Sí, quiero. Pero necesito una inyección de coraje primero, y necesito que alguien me lo pida.
—Pensé que te había preguntado —contestó. Puse los codos en la mesa y apoyé la barbilla en mi mano.
—¿Crees que es una buena idea? —Quería que admitiera que no era una buena idea. Suspiró.
—Probablemente no. Asentí con la cabeza. Dos platos de papas fritas con queso se deslizaron delante de nosotras y una taza de agua con hielo se estableció enfrente de Santana. La comida se veía sorprendentemente buena. No me di cuenta que tenía tanta hambre. Tenía que seguir el ritmo de cuánto estaba gastando. Esto eran siete dólares. No iba a gastar más de veinte dólares esta noche. Eso podría significar que sólo tomaría una bebida, pero Santana dijo que primero necesitaba comer así que voy a comer. Tomé una papa frita cubierta de queso y le di un mordisco.
—Esto es mejor que los sándwiches con mantequilla de maní, ¿no? — preguntó Santana con una sonrisa burlona. Asentí y tomé otra papa frita. Bethy se deslizó en el otro lado con dos bebidas en pequeños vasos. Eran amarillos.
—Pensé que deberías empezar con algo fácil. El tequila era una bebida de chicas grandes. No estás lista aún. Este es un caramelo de limón. Es dulce y delicioso.
—Come más papas fritas primero —La interrumpió Santana. Tomé otra papa frita y la comí rápidamente seguida de otra. Luego agarré el caramelo de limón.
—Bien, estoy lista —le dije a Bethy y ella tomó el suyo y sonrió. Vi como se lo llevó a los labios e inclinó la cabeza hacia atrás. Luego hice lo mismo. Estaba realmente bueno. Sólo una pequeña quemadura en mi garganta. Me gustaba el limón. Puse el vaso vacío y sonreí por encima de Santana, quien me estaba observando.
—Come —replicó. Traté de no reírme de ella, pero no pude evitarlo. Me reí. Ella hacía el ridículo. Tomé otro bocado de papas fritas y Bethy se acercó y tomó unas cuantas.
—Me encontré algunos chicos en el bar. Te señalé y nos han estado viendo desde que llegamos. ¿Estás lista para hacer nuevos amigos?  Santana se movió un poco más cerca de mí y su calor y la calidez de mi estómago me dieron ganas de quedarme aquí con mi… amiga. Razón por la cual tenía que levantarme. Asentí.
—Déjala ir, Santana. Puedes mantener la cabina caliente en caso de que regresemos —dijo Bethy. Santana no se movió de inmediato y comencé a pensar que la iba a ignorar o que me haría comer un poco más. Por último, se deslizó y se levantó. Quería decirle algo. Alguna cosa que la hiciera sonreír y dejar de fruncir el ceño, pero no sabía qué.
 —Ten cuidado. Estaré aquí por si me necesitas —dijo en voz baja mientras se acercaba. Sólo asentí. Mi pecho se apretó y quise arrastrarme de nuevo a la mesa con ella.
 —Vamos, Brittany. Es tiempo de conseguir bebidas gratis y hombres. Eres la compañera más sexy que he tenido. Esto deberá ser divertido. Sólo que no le digas a los chicos que tienes diecinueve. Diles a todos que tienes veintiuno.
—Bien. Bethy me llevó hacia dos hombres que estaban obviamente mirándonos. Uno era alto, de pelo largo y rubio escondido detrás de las orejas. Parecía que no se había afeitado en varios días y por debajo de su camisa de franela se ajustaba un musculoso cuerpo que se veía impresionante. Sus ojos se posaron en mí, luego en Bethy, y luego otra vez en mí. No había tomado la decisión todavía. El otro tenía el pelo castaño corto con un par de rizos y una hermosa mirada azul. Del tipo azul claro que te hace suspirar. Su camiseta blanca no dejaba mucho a la imaginación y su amplio pecho era agradable a la vista. Tenía un cuello azul. Reconocía una camisa Wranglers en cualquier lugar y a él le quedaban bien. Sus ojos estaban en mí. No se movieron o cambiaron. Una pequeña sonrisa curvó sus labios y decidí que no sería malo después de todo.
—Chicos, ella es Brittany. La alejé de su hermana y ahora necesita un trago. El de cabello oscuro se puso de pie y me tendió la mano.
—Dalton. Es un placer conocerte, Brittany. Deslicé mi mano en la suya y la sacudí.
—Es un placer conocerte también, Dalton.
 —¿Puedo conseguirte un trago? —preguntó tenía una sonrisa de aprobación en el rostro.  
—Quiere un caramelo de limón. Es lo suyo —dijo Bethy a mi lado.
—Hola, Brittany, soy Nash —dijo el rubio, tendiéndome la mano y estrechándola.
—Hola, Nash.
—Bueno, chicos, no vamos a pelear. Somos dos. Enfríate, Nash. La inocencia de ella puede gustarte —dijo Bethy en un tono molesto—. Baila conmigo y te mostraré como las niñas traviesas pueden gustarte. Bethy ahora tenía la atención de Nash por completo. Cubrí mi boca para evitar reírme. Era buena. Bethy me guiñó un ojo y se llevó a Nash a la pista de baile.
—Que amiga tienes. Se estaba ofreciendo para quedarse con ambos. Le expliqué que no me gustaban ese tipo de cosas y te señaló. Todo lo que vi fue tu cabello rubio y estuve intrigado —dijo Dalton, entregándome un caramelo de limón.
—Gracias. Y sí, Bethy es muy divertida. Ella me trajo esta noche. Esta es mi primera vez en un lugar así. Dalton asintió con la cabeza en dirección a Santana. Una rubia de piernas largas estaba sentada en el borde de la mesa. Miré como su dedo corrió a lo largo de su muslo. Seguro que no le tomará mucho tiempo.
—¿Por qué tu hermana salió contigo esta noche? La pregunta de Dalton me recordó por qué estaba aquí y aparté mis ojos de Santana y las piernas de la chica.
—Um, uh… quería conocer el lugar también. Puse el vaso en mis labios y lo bebí rápidamente.
—Podemos… Quiero decir, ¿quieres bailar? —pregunté cuando puse el vaso sobre la barra. Dalton se levantó para llevarme a la pista de baile. Bethy ya estaba apretando su cuerpo contra el de Nash de una manera que no debería ser legal en público. No iba a bailar así. Esperaba que Dalton no esperara lo mismo. Dalton tomó mis manos y las puso alrededor de su cuello antes de deslizar sus manos alrededor de mi cintura y acercarme a él. Esto era agradable. Más o menos. La música era lenta y sexy. No exactamente algo que quisiera bailar con un desconocido.
—¿Vives por aquí? No te he visto por aquí antes —dijo, bajando la cabeza a mi oído para poder escucharme.  Negué con la cabeza.
—Vivo a unos cuarenta minutos y me acabo de mudar aquí. Soy de Alabama. Sonrió.
—Eso explica el acento sureño en tu voz. Sé que es más grueso en los habitantes de esa zona. La mano de Dalton se deslizó más abajo por mi cintura hasta que sus dedos rozaron la parte superior de la curva de mi trasero. Eso me preocupa un poco.
—¿Estás en la universidad? —preguntó, deslizando su mano un centímetro más abajo. Negué.
—No. Yo… uh… trabajo. Busqué en la multitud a Bethy y no la encontré por ninguna parte. ¿Dónde se fue? Por mucho que lo odiara, miré en la mesa para ver si Santana seguía allí. La rubia estaba en la mesa con ella. Parecía que sus labios estaban sobre ella. La mano de Dalton se deslizó más y ahuecó mi trasero completamente.
— Maldición, chica, tu cuerpo es increíble —murmuró en mi oído. Alerta Roja. Necesito ayuda. Espera. ¿Desde cuándo necesito ayuda? No había confiado en alguien en años. No tenía necesidad de empezar a buscar ayuda ahora. Puse ambas manos en el pecho de Dalton y lo empujé.
—Necesito algo de aire y no me gusta que hombres extraños toquen mi trasero —le informé y me giré para dirigirme a la salida. No quería volver a la mesa y ver a Santana besarse con otra chica y tampoco quería encontrar otra pareja para bailar. Necesito aire fresco. Al salir a la oscuridad, tomé una respiración profunda y me apoyé contra la pared del edificio. Quizás no estaba hecha para este tipo de cosas. O quizás era muy pronto. De cualquier manera, necesitaba un respiro y un nuevo compañero de baile. Dalton no iba a funcionar.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 2:46 am

CAPITULO 14


Brittany? —El tono preocupado de Santana me sorprendió, abrí mis ojos y me esforcé por verla caminar hacia mí en la oscuridad.
—¿Sí? —le contesté.
 —No podía encontrarte. ¿Por qué estás aquí afuera? Aquí no es seguro. Ya había tenido suficiente con su rol de hermana mayor. Podía cuidarme yo misma. Ella tenía que retroceder.
—Estoy bien. Vuelve adentro y continúa con tu sesión de besos en nuestra mesa. —La amargura en mi voz era evidente. No podía evitarlo.
—¿Por qué estás aquí afuera? —Repitió, lentamente dio otro paso hacia mí.
—Porque quiero —respondí con la misma lentitud, mirándola.
—La fiesta es adentro. ¿No era eso lo que querías? ¿Ir a un bar con hombres y bebidas? Te lo estás perdiendo aquí afuera.
—Aléjate, Santana. Santana dio un paso más hacia mí, dejando sólo unos centímetros entre nosotras.
—No. Quiero saber que pasó. Algo dentro de mí se rompió y puse ambas manos en su pecho y la empujé tan fuerte como pude. Apenas se tambaleó hacia atrás.
—¿Quieres saber qué pasó? TÚ pasaste, Santana. Eso es lo que pasó. —Me apresuré a su lado y caminé hacia el oscuro estacionamiento. Una fuerte mano se envolvió alrededor de mi brazo deteniéndome y tiré con fuerza tratando de liberarme, pero no sirvió de nada. Santana tenía un firme agarre de mí y no iba a dejarme ir.
—¿Qué significa eso, Brittany? —preguntó, tirándome contra su pecho. Me retorcí contra ella, luchando con el impulso de gritar. Odiaba la forma en que su olor hacía que mi corazón se acelerará y mi cuerpo latiera a toda prisa. ¿  Necesitaba que se mantuviera a distancia. No que me frotara su delicioso y cálido cuerpo por todas partes.
—Déjame. Ir. —Espeté.
—No hasta que me digas cuál es tu problema —respondió enojada. Me retorcí en sus brazos pero no se movió ni un centímetro. Esto era ridículo. No quería escuchar lo que tenía que decirle. Esa comprensión me hizo querer decírselo. Sabiendo que lo que le iba a decirle la molestaría. Estropeando toda su idea de ser amigas.
—No me gusta verte tocar a otras mujeres. Odio cuando otros hombres agarran mi culo. Quiero que seas tú quien me toca allí. Quien desea tocarme ahí. Pero no lo haces y tengo que lidiar con eso. Ahora, ¡déjame ir! —Me liberé y corrí hasta su Range Rover. Me podría esconder allí hasta que estuviera lista para llevarme a casa. Las lágrimas picaban mis ojos y corrí con más fuerza. Cuando llegué a su vehículo, caminé a un lado y me apoyé contra él cerrando mis ojos. Acababa de decirle a Santana que quería que tocara el culo. ¿Qué tan estúpida podría ser? Me había dado mi propia habitación. Ofreció dejarme quedar allí hasta que mi papá llegara a casa, así podría ahorrar dinero, y acabo de darle muchas razones para echarme. El seguro del Range Rover hizo clic y abrí mis ojos para ver a Santana dirigiéndose a mí. Iba a llevarme a casa y echarme. Se detuvo a mi lado y abrió de golpe la puerta de atrás. Me decía que subiera al auto. Qué humillante.
—Entra o te meteré —gruñó. Subí en el asiento de atrás antes de que pudiera tirarme dentro. Pero no cerró la puerta tras de mí. En vez de eso, se subió detrás de mí.
 —¿Qué estás haciendo? —Pregunté, justo antes de que me presionara contra el asiento y cubriera mi boca con la suya. Me abrí a ella con una probada de su lengua. El golpe del metal en mi boca era excitante. Esta noche su sabor a menta, no estaba mezclado con algo más. Podría saborearla por horas y nunca aburrirme. Sus manos encontraron mis caderas y me movió hasta que una pierna estuvo arriba, sobre el asiento con mi rodilla doblada, y mi otra pierna aún seguía en el suelo. Me extendió abierta y luego se coloco entre mí. Su boca dejó la mía y dejó un rastro de besos hambrientos por mi cuello. Dio un pequeño mordisco en mi hombro desnudo causando que una oleada de excitación me atravesara. Sus manos encontraron el dobladillo de mi blusa.
—Quítatela —dijo mientras la levantaba sobre mi cabeza y luego la tiró en el asiento delantero sin  apartar sus ojos de mi pecho—. Quiero que te quites todo, dulce Brittany. —Llegó a mi espalda con una mano y desabrochó mi sujetador en menos de un segundo. Lo bajó por mis brazos antes de lanzarlo en el asiento delantero con mi blusa.
—Esto es por lo que traté de mantenerme alejado. Esto, Brittany. No voy a ser capaz de detenerlo. No ahora. —Bajó la cabeza y tiró de un pezón con su boca. Lo chupó con fuerza y una explosión estalló entre mis piernas. Grité, agarrando sus hombros y sosteniéndome. Vi cómo sacó la lengua y pasó la barra de metal sobre mi piel. Era la cosa más erótica que jamás había visto.
—Sabes a caramelo. Las chicas no deberían saber tan dulce. Es peligroso —susurró contra mi piel y rozó su nariz sobre mi escote mientras inhalaba con fuerza—. Y hueles increíble. Sus labios de nuevo estaban en los míos mientras una de sus grandes manos cubría mi pecho, frotándolo suavemente y luego tirando de mi pezón. Yo quería sentir más. Pasé mis manos por su pecho y las deslicé por debajo de su camisa. Había visto su pecho lo suficiente como para saber exactamente cómo lucía. Ahora quería saber cómo se sentía debajo de mis manos. La cálida piel que cubría sus fuertes músculos era suave. Pasé mis dedos sobre cada ondulación en su estómago y memoricé la sensación. No tenía promesa de que esto sería más que un evento de una sola vez y lo quería todo. Santana se sacó la camisa, tirándola a un lado luego volvió a devorar mis labios con los suyos. Me arqueé más cerca de ella. Nunca había estado sin camisa con una chica. Quería sentir sus pechos desnudos contra el mío. Parecía saber lo que quería y me envolvió con fuerza entre sus brazos y tirándome contra ella. La humedad de su boca había dejado mi pecho frío, pero el calor de su piel era impactante. Grité y la acerqué más, con miedo de que se alejara de mí. Tenía lo que había querido desde que la había visto afuera en el pórtico con aquella chica. Era yo entre cuyas piernas estaba ahora. Esta era mi fantasía.
—Dulce Brittany —susurró, tirando de mi labio inferior con su boca y chupándolo. Me moví debajo de ella en un intento de tener su dureza presionada entre mis piernas. Estaba palpitando y quería sentir su erección contra mí. Santana deslizó su mano hacia abajo para acariciar mi rodilla y luego la subió hacia el interior de mi muslo. Dejé que mi pierna se abriera aún más, necesitando que se acercara más. El dolor crecía y la idea de su mano estando cerca de mi dolorosa necesidad me mareaba. En el momento que su dedo recorrió la entrepierna de mis bragas de seda me sacudí y dejé escapar un gemido.
—Tranquila. Sólo quiero ver si aquí abajo es  tan jodidamente dulce como el resto de ti —dijo Santana con voz ronca. Traté de asentir pero no podía hacer nada más que recordar respirar. Miré fijamente a los ojos oscuros  de Santana mientras adquirían un brillo ahumado. No apartó la mirada de mí mientras su dedo se deslizaba dentro de los bordes de encaje de mis bragas.
—Santana —suspiré, apretando sus hombros y sosteniendo su mirada.
—Shhh, está bien —respondió. No estaba asustada. Ella intentaba calmar mi temor, pero no había ninguno. La excitación y la necesidad eran demasiado. Necesitaba que se diera prisa. Algo crecía dentro de mí y necesitaba alcanzarlo. El dolor punzante estaba creciendo. Santana enterró su cabeza en mi cuello y dejó escapar un profundo y largo suspiro.
—Esto es jodidamente difícil —gimió. Comencé a abrir mi boca y rogarle que no se detuviera. La necesitaba. Necesitaba esa liberación que sabía que venía. Su dedo se deslizo sobre mi humedad y los dedos de mis pies se enroscaron mientras mi cuerpo se doblaba sin control. Luego su dedo se deslizó dentro. Lentamente. Me quedé inmóvil, temerosa de cómo se sentiría esto. El grosor de su dedo me alivió un poco más y quise tomar su mano y empujarla con fuerza. Esto era bueno. Demasiado bueno.
—Mierda. Madre del maldito infierno. Húmeda, caliente… tan jodidamente caliente. Y Jesús, estás tan apretada. —La respiración de Santana se había vuelto más pesada contra mi cuello mientras me decía cosas que sólo me excitaban más. Entre más picantes eran sus palabras más respondía mi cuerpo.
—Santana. Por favor —supliqué, luchando con la urgencia de tomar su mano y forzarla a darme el alivio que palpitaba debajo de su toque.
—. Necesito… —No sabía lo que necesitaba. Sólo lo necesitaba. Santana levantó su cabeza y pasó su nariz por mi cuello, luego presionó un beso en mi barbilla.
—Sé lo que necesitas. Es sólo que no estoy segura de que pueda manejar el verte teniéndolo. Me tienes excitada de muchas maneras, chica. Estoy tratando de ser una buena chica. No puedo perder el control en la parte trasera de un maldito auto. Negué con la cabeza. No podía parar. No quería que fuera bueno. La quería dentro de mí. Ahora.
—Por favor, no seas buena. Por favor —supliqué. Santana dejó escapar un fuerte suspiro.
—Mierda, nena. Basta. Voy a explotar. Te daré tu liberación, pero cuando finalmente me entierre dentro de ti por primera vez no vas a estar tendida en la parte trasera de mi auto. Estarás en mi cama. Su mano se movió antes de que pudiera responder y mis ojos rodaron hacia atrás de mi cabeza.
—Eso es. Córrete para mí, dulce Brittany. Córrete en mi mano y déjame sentirlo. Quiero verte. —Sus palabras me enviaron en espiral hacia el borde del risco que había estado tratando tan difícilmente de alcanzar.
—¡SANNTANAAA! —Escuché el grito que salió de mí mientras iba cayendo en completa dicha. Sabía que estaba gritando por ella, gritando su nombre y tal vez arañándola, pero ya no podía controlarme. El éxtasis era demasiado.
—Ahhhh, sí. Eso es. Mierda, sí. Eres tan hermosa. —Escuché las palabras de Santana, pero se sentían tan lejos. Me sentía sin fuerzas y jadeaba en busca de aire cuando mis sentidos volvieron a mí. Forcé mis párpados a abrirse, así podría ver si había herido a Santana con mi salvaje reacción a lo que sabía que era mi primer orgasmo. Había escuchado lo suficiente sobre ellos, pero nunca había sido capaz de provocarme uno. Claro que lo había intentado varias veces, pero no tenía la imaginación para hacerlo. Después de esta noche, tenía la sensación de que ese asunto no sería más un problema. Santana me había dado suficiente material para trabajar y ella aún tenía sus vaqueros puestos. Miré a Santana, quien me miraba fijamente con su dedo en su boca. Me tomó un momento registrar exactamente que dedo era ese. El jadeo de sorpresa después de mi compresión sólo hizo reír a Santana mientras se lo sacaba de la boca y sonreía.
—Tenía razón. Eres tan dulce en ese pequeño y caliente coño tuyo como lo eres en todas partes. Si no estuviera tan cansada me habría sonrojado. Todo lo que pude hacer fue volver a cerrar mis ojos con fuerza. Santana se rió más fuerte.
—Oh, vamos, dulce Brittany. Acabas de correrte toda salvaje y sexy sobre mi mano e incluso dejaste unas marcas de arañazos en mi espalda para probarlo. No te pongas tímida conmigo ahora. Porque, nena, antes de que termine la noche estarás desnuda en mi cama. La miré fijamente, esperando haberla oído correctamente. Yo quería más de esto. Mucho más.
—Déjame vestirte y luego iré a buscar a Bethy para ver si necesita un aventón o si encontró a un vaquero que la lleve a casa. Me estiré y luego logré asentir.
—Está bien. —Si no estuviera tan duro como una maldita roca ahora mismo, consideraría quedarme justo aquí y disfrutar de esa pequeña mirada satisfecha y somnolienta en tus ojos. Me gusta saber que la puse ahí. Pero necesito un poco más.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por micky morales Lun Jul 18, 2016 8:39 am

vaya, al fin, era hora, veamos como termina la noche, nadie mejor que santana para adiestrar a britt en campos desconocidos!!!!
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Mensaje por 3:) Lun Jul 18, 2016 1:01 pm

Bueno britt tuvo en parte lo que tanto deceso de san jajaja
Era muy difícil que san se mantuviera alejada de britt en todos los sentidos posibles...
A ver como terminaa noche para las dos!
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Mensaje por JVM Lun Jul 18, 2016 2:10 pm

Bueno pues su "relación" ha avanzando desde el cambio de habitación, la comida, su amistad jajajaja
Y por fin dejaron de resistirse a lo que sienten, ahora falta ver como termina la noche y si Britt termina siendo completamente de San :o !!!
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Mensaje por 23l1 Lun Jul 18, 2016 8:51 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:
23l1 escribió:
marthagr81@yahoo.es escribió:
23l1 escribió:Hola, me gusta esta (y tus otras) historias, pero no soy mucho de comentar y menos ahora que no tengo tiempo jajajajaja. Esto esta interesante ajajajaaj. Saludos =D

Pd: una sugerencia (para mi xD) esk me cuesta un poco seguir las partes, (en todas las q has publicado) podrías xfavor separar los párrafos de los diálogos¿? xfa. Ejemplo:



No era como si uno de ellos realmente le fuera a pedir una cita a la chica del carro del campo de golf. No era una idiota.

—Allí está ella —gritó uno de los tipos mientras me ponía junto a ellos y sonreía.

—Ah, mi chica favorita ha vuelto. Hace más calor que en el infierno, chica. Necesito una cerveza. Quizás dos.

Aparqué el carro y salí para rodearlo hasta la parte trasera y tomar su pedido.
Xfavor, así podría seguir mejor, gracias.

Pd2: sigue publicando y manteniendo el foro vivo!


Hola, gracias por tus comentarios, ya esperaba que alguien me dijera lo de los dialogos  pero hasta el momento solo tu lo has hecho, lo tomare en cuento, lo he hecho asi por  comodidad,  y porque al no dejar los dialogos libres el cap. se ve fisicamente mas largo pero lo tomare en cuenta. Gracias  por comentar una de mis adaptaciones todo un honor.  y Claro que seguire publicando este foro significa mucho para mi.



Hola, no gracias a ti por publicar y comentar en las mias jajajajaaj. =O la unica lerda soy yo xD ajajajajajaj. Obviamente es un hornor para ti, osea es el efecto que causo BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3 - Página 2 4061796348  jajajaajaja no broma, el honor es mio, ya que modificaste lo q pedí para q al leer me sea mas facil, asik gracias! bn ai! Saludos =D




Hello, bueno claro cualquier sugerencia tuya sera siempre bienvenida, tu me inspirastes para adaptar y muchas veces te he pedido ayuda en una que otra cosa.
 Para  mi es un honor que sugieras y comentes por primera vez una de mis adaptaciones, yo sigo leyendo las tuyas aunque no comente, Rojo me tiene atrapada,  mas es mi color favorito.  Saludos .



Hola, jajajajaaj bn ai, al igual q las tuyas. =O ah, si¿? Jajajajaaj esk es el efecto que causo BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3 - Página 2 4061796348 jajajaja no broma, pero es bueno de vrdd. Ah, si¿? jajajajajaaja espero y haber respondido a ellas jajajajaja. Jajajajaajjaja al igual q los tuyos. Jajajaja si te entiendo, suele pasar q solo se puede leer =/ El mio igual ajajaja. Saludos =D



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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 11:46 pm

CAPITULO 15


Santana no estaba mintiendo cuando dijo que quería vestirme. Me abrochó el sujetador en la espalda y luego me dio un pequeño beso en el hombro antes de poner mi camisa sobre mi cabeza.
—Preferiría que te quedaras aquí, mientras voy a encontrar a Bethy. Tienes que ver tu muy contenta cara, y en serio es sexy. No quiero acabar en una pelea. Más elogios. No estaba segura de que me acostumbrara a esto de su parte.
—Vine aquí con Bethy porque estaba tratando de animarla a no dormir por ahí con chicos que nunca la verían por más que un momento de diversión. Entonces, viniste con nosotras y ahora aquí estoy, en el asiento trasero de tu coche. Siento que le debo una explicación. Santana no respondió de inmediato. Me estudió un momento, pero no podía leer su expresión en la oscuridad.
—Estoy tratando de decidir si querías decirlo para que sonara como si estuvieras haciendo lo que la animaste a no hacer. — Movió su cuerpo hacia atrás sobre el mío y metió la mano en mi pelo.
—. Porque he tenido una probada y no estoy compartiendo. Esto no es sólo por diversión. Puede que sea un poco adicta. Mi corazón se estrelló contra mis costillas y di un profundo suspiro. Vaya. Bien. Oh mí. Logré un movimiento de cabeza y Santana bajó la cabeza y me dio un pequeño beso en los labios antes de pasar la punta de la lengua por el labio inferior.
 —Mmm, sí. Quédate aquí. Voy a traer a Bethy para que hable contigo. Una vez más, lo único que pude hacer fue asentir. Santana se alejó de mí y estaba fuera de la puerta y caminando hacia el bar. Antes de que pudiera recuperar el aliento.  Se podría pensar que era adicta, pero no tenía ni idea de cómo me hacía sentir. Al menos ella podía caminar. Nunca habría sido capaz de soportar estar sobre mis propios pies tan pronto. Sentada con la espalda recta, acomodé mi falda y me deslicé a través de la puerta. Necesitaba salir y pasar al frente, pero todavía no estaba segura de que confiaba en mis piernas. ¿Era esto incluso normal? ¿Una chica debería ser capaz de hacerme sentir de esta manera? Tal vez había algo mal en mí. No debería estar reaccionando a Santana de esta manera... ¿debería? Este fue uno de esos momentos en los que realmente necesitaba una amiga. La única que tenía era Bethy y estaba bastante segura de que no era la mejor persona para dar consejos cuando se trataba de chicos. Necesitaba a mi mamá. El dolor se estableció cuando recordé y cerré los ojos para combatirlo. No podía dejar que la tristeza ganara en estos momentos. La puerta se abrió y allí estaba Bethy, sonriéndome.
—Bueno, mírate. Haciéndolo con la cosa más caliente de Rosemary en la parte trasera de su Range Rover. Y pensaba que querías un hombre de cuello azul. —Sus palabras se fueron arrastrando un poco.
—Súbete, Bethy, antes de que deje tu culo aquí afuera —dijo Santana detrás suyo. Miré por encima del hombro. Parecía molesta.
—No me quiero ir. Me gusta Earl, ¿o se llamaba Kevin? No, espera, ¿qué pasó con Nash? Lo perdí... creo. —Bethy divagaba mientras subía al asiento trasero.
—¿Quiénes son Earl y Kevin? —pregunté mientras ella agarraba el apoyo para la cabeza y luego caía hacia atrás en el asiento.
—Earl está casado. Dijo que no lo estaba, pero lo está. Me di cuenta. Los casados siempre tienen el olor sobre ellos. ¿Qué estaba diciendo? La puerta de Bethy se cerró y empecé a preguntarle más cuando la puerta se abrió a mi lado. Me giré para ver a Santana de pie, con la mano extendida para que la tomara.
—No se trata de darle sentido a todo lo que dice. La encontré en el bar terminando una ronda de seis chupitos de tequila que el casado Earl le había comprado. Está destrozada. Esta noche no era exactamente lo que había esperado que fuera. Había pensado que los chicos de mi tierra natal serían diferentes. Tal vez tratarla con respeto. Pero luego ella llevaba pantalones cortos de cuero rojo. Puse la mano en la de Santana y ella la apretó.
 —No hay necesidad de explicarle nada esta noche. No lo recordará por la mañana. Probablemente tenía razón. Salí de la Range Rover y me atrajo hacia su pecho antes de cerrar la puerta detrás de mí.
—Quiero saborear esos dulces labios, pero me voy a negar. Tenemos que llegar a su casa antes de que se enferme —dijo Santana en un bajo susurro ronco. Asentí con la cabeza. También quería que me besara, pero si Bethy iba a estar enferma, entonces teníamos que llevarla a casa. Empecé a alejarme, pero sus brazos se apretaron a mí alrededor.
—Pero lo que he dicho antes. Lo dije en serio. Te quiero en mi cama esta noche. Una vez más, lo único que pude hacer fue asentir. También quería estar en su cama. Puede ser que sea tan estúpida como Bethy cuando se trataba de Santana, después de todo. Santana me llevó hasta el lado del pasajero y abrió la puerta para mí.
—A la mierda lo de ser amigas —murmuró, agarrando mi cintura para ayudarme a levantarme. Sonriendo, la vi caminar de regreso por la parte delantera de la Range Rover y subir.
—¿Por qué la sonrisa? —preguntó una vez que estuvo detrás del volante. Me encogí de hombros.
—“A la mierda lo de ser amigas.” Me hizo reír. Santana se rió y negó con la cabeza antes de arrancar la Range Rover y salir del estacionamiento ahora lleno.
—Sé algo que no sabes. Sí, lo sé. Sí, lo sé —empezó a cantar Bethy con voz cantarina. Me di la vuelta para mirarla. No sonreía, pero un torpe gesto fue plasmado en su rostro—. Sé algo —susurró en voz alta.
 —Escuché eso —respondí y miré por encima a Santana que no parecía divertida. No era un fan de Bethy borracha.
—Es un gran secreto. Uno enorme... y lo sé. No debo, pero lo sé. Sé algo que tu no sabes. No lo sabes. No lo sabes —comenzó a cantar de nuevo Bethy. Empecé a preguntarle qué era lo que sabía, pero Santana habló primero.
—Es suficiente Bethy. —La alerta de Santana fue clara. Incluso me estremecí con lo dura que sonó su voz. Bethy apretó los labios y actuó como si estuviera girando una llave y luego tirándola a la basura. Me di la vuelta, preguntándome si sabía algo que necesitaba saber. Santana seguramente actuó como si ella lo hiciera. Parecía a punto de parar el coche y tirarla fuera. Santana comenzó a jugar con la radio por un poco de música, así que decidí permanecer en silencio. Se molestó porque Bethy sabía algo que no debía saber. Tenía tantos secretos que la rodeaban. Había cosas que se negaba a hablar. Estábamos atraídas atrajo la una por la otra. Eso no quería decir que tenía que decirme todos sus secretos. ¿Lo hacía? ¡No! Por supuesto que no. Pero una vez más, ¿estaba dispuesta a dar una parte de mí misma por alguien que no conozco realmente? Ella era tan cerrada. ¿Sería capaz de hacer esto con ella y no apegarnos? No estaba segura. La mano de Santana se deslizó sobre la mía. La miré y ella estaba observando la carretera, pero estaba pensando. Me hubiera gustado poder preguntarle. Pero todavía no estábamos ahí. Tal vez nunca lo estaríamos. ¿Debo darle mi virginidad a una chica que estaría caminando fuera de mi vida pronto, sin esperanza de algo más?
—Ese fue el mejor momento, de siempre. Me gustan los muchachos de cuello azul. Son muy divertidos.
—Dormida en el asiento trasero, Bethy arrastró las palabras.
—. Deberías haber mirado alrededor por algunos más, Brittany. Hubiera sido más inteligente por tu parte. Santana es una mala idea. Porque siempre habrá una Nan. ¿Nan? Me giré para mirar hacia Bethy. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta. Un suave ronquido escapó y sabía que cualquier explicación a ese comentario no estaría sucediendo esta noche. Al menos no de Bethy. Me volví a mirar hacia Santana cuya mano había dejado la mía y ahora estaba agarrando el volante con fuerza. Su mandíbula se apretó, también. ¿Cuál era el asunto con su hermana? Era su hermana, ¿verdad?
—¿Es Nan tu hermana? —pregunté, mirándola para cualquier reacción. Simplemente asintió, pero no dijo nada más. Esto era lo que había recibido la última vez que la llevé ahí. Completamente cerrada a mí—. Entonces, ¿qué significa lo que dijo Bethy? ¿Cómo dormir juntas le afectaría a Nan? El cuerpo de Santana se apretó. No respondió. Mi corazón se hundió. Ese secreto, fuera lo que fuera, nos impedía hacer algo más. Era muy importante para ella, por lo tanto, era una señal de aviso para mí. Si no podía decirme algo que incluso Bethy sabía, entonces teníamos un problema.
—Nan es mi hermana menor. No... No puedo hablar de ella contigo.
—El modo en que dijo contigo hizo que mi estómago se revolviera. Algo estaba mal aquí. Quería hacerle más preguntas, pero la tristeza y la pérdida que se apoderó de mí cuando me di cuenta que no me dormiría en su cama esta noche o cualquier otra noche me detuvo. Esto me impedía acercarme demasiado a Santana. Nunca debí  haber dejado que me tocara como lo hizo antes. No cuando podía tan fácilmente echarme a un lado. Nos quedamos en silencio hasta llegar a las oficinas. Santana bajó del Range Rover sin decir una palabra y despertó a Bethy. Luego, la ayudó a entrar. Estaba cerrada, pero Bethy tenía una llave. Murmuró algo acerca de pasar la noche aquí o su padre la mataría. No fui de ayuda. No tenía la energía. Sólo quería ir a la cama. Quería ir a mi cama debajo de las escaleras. No a la nueva y grande que esperaba por mí. Cuando volvió al coche, todavía estaba en silencio. Traté de averiguar por qué iba a cerrarse como lo hizo sobre lo de Nan y lo que podían significar los comentarios de Bethy, pero nada tenía sentido. Un par de minutos después entrabamos en el garaje para cuatro coches. Abrí la puerta y bajé tan pronto como se estacionó. No esperé por ella cuando me dirigí a la puerta. Estaba cerrada con llave, así que tuve que esperarla para que viniera a desbloquearla
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 11:46 pm

CAPITULO 16


Santana abrió la puerta y dio un paso atrás para que yo pudiera entrar. Entré y me dirigí a la cocina.
—Tu habitación está arriba ahora —dijo Santana, rompiendo el silencio. Ya lo sabía. Mi mente solamente estaba en otra parte. Di media vuelta y me dirigí hacia las escaleras. Santana no me siguió. Quería mirar atrás y ver lo que estaba haciendo, pero no pude.
—Traté de mantenerme lejos de ti. —Sus palabras sonaban oscuras. Me detuve y me volví para mirarla. Estaba de pie en el primer escalón, observándome. La expresión de dolor en su rostro hizo que me doliera el corazón—. Esa primera noche, traté de deshacerme de ti. No porque no me gustaras. —Dejó escapar una dura risa amarga—. Sino porque lo sabía. Sabía que te meterías debajo de mi piel. Sabía que no sería capaz de mantenerme alejada. Tal vez entonces te odié un poco a causa de la debilidad que serías capaz de encontrar en mí.
—¿Qué es lo que está tan mal de que te sientas atraída por mí? —pregunté, necesitando que al menos me contestara eso.
—Porque no sabes todo lo que puedo decirte. No puedo contarte los secretos de Nan. Son suyos. La amo, Brittany. La he amado y protegido toda mi vida. Es mi hermana pequeña. Es lo que hago. A pesar de que te quiero como no he querido ninguna otra cosa en mi vida, no puedo contarte los secretos de Nan. Cada palabra que salía de su boca sonaba como si estuviera siendo arrancada de ella. Nan era verdaderamente su hermana y entendía ese tipo de lealtad y amor. Habría muerto por Valerie si pudiera. Sólo había sido quince minutos más joven que yo, pero habría hecho lo que ella necesitara que hiciese. Ningún hombre u otro sentimiento me habrían hecho traicionarla.
—Puedo entender eso. Está bien. No debería haber preguntado. Lo siento.
—Estaba arrepentida. Me había entrometido en su vida y en la de su hermana.  Obviamente, lo que fuera que Bethy sabía, no debería saberlo. Si Bethy pensaba que la necesidad de Santana de proteger a su hermana sería un problema para nosotras, se equivocaba. Santana cerró los ojos con fuerza y murmuró algo. Ella estaba lidiando con algo. Tal vez esto había traído un mal recuerdo. Por mucho que me gustaría ir y abrazarla, sabía que no era bienvenida en estos momentos. Había arruinado eso.
—Buenas noches, Santana —dije y subí las escaleras. No miré atrás esta vez. Fui directamente a mi habitación. *** No había manera de confundir la hora por la mañana con estas ventanas. No sería necesario poner la alarma del reloj. El sol me había despertado una hora antes de que sonara mi alarma. Me duché y me vestí con facilidad ahora que tenía un cuarto de baño justo aquí y más habitación por la que moverme. No estaba de humor para comer la comida de Santana esta mañana. Realmente no estaba de humor para comer, pero hoy tenía dos turnos de trabajo, así que necesitaba algo de comida. Me pasaría por la cafetería y conseguiría un poco de cafeína y una magdalena. La falda corta de lino negra y la camisa blanca, que teníamos que usar como uniforme cuando servíamos en el comedor del club, teníamos que mantenerlas lavadas y planchadas bajo nuestra responsabilidad. Ayer había pasado un par de horas planchando las pocas que tenía aquí en casa. Una vez que me puse las zapatillas, me dirigí escaleras abajo. Todavía no había oído ninguna actividad en el piso de arriba hoy, así que sabía que Santana todavía no se había levantado. Por una vez, estaba agradecida por no tener que enfrentarla. Ahora que había tenido tiempo de dormir, me avergonzaba por los acontecimientos de anoche. No solo había dejado a Santana tocarme en sitios donde nadie me había tocado antes, después me di la vuelta y actué como una zorra loca entrometida. Tenía que pedirle perdón, pero no estaba preparada para hacer eso ahora mismo. Cerré la puerta con cuidado detrás de mí y me dirigí a mi camioneta. Por lo menos, esta noche no estaría en casa hasta que hubiese anochecido. Sin tener que enfrentarme a Santana al menos por doce horas más.  Jimmy ya estaba en la sala de personal con el delantal cuando llegué. Me dedicó una sonrisa y luego hizo un puchero con los labios.
—Uh, oh, parece que alguien tuvo una mala mañana. No podía contarle a Jimmy mis problemas. Él también conocía a estas personas. Tenía que mantener mis asuntos para mí misma.
—No dormí bien — contesté. Jimmy chasqueó la lengua.
—Qué vergüenza. Dormir es una cosa tan bella. Asentí con la cabeza y me registré.
—¿Hoy estoy sola? —pregunté.
—Por supuesto. Tenías esto controlado después de seguirme dos horas. Deberías pasar con facilidad este día. Me alegraba que alguien lo pensara. Tomé una libreta para las órdenes y un bolígrafo y los metí en el bolsillo de mi delantal negro.
—Hora del desayuno —dijo Jimmy con un guiño y abrió la puerta que daba al comedor—. Oh, parece que el jefe y sus amigos están en la mesa ocho. Por mucho que me gustaría ir a comerme con los ojos sus hermosos culos, te preferirían a ti. Iré a atender a la mamás del tenis mañanero en la mesa diez. Dan buenas propinas. Servirle a Woods y sus amigos no era algo que quería hacer esta mañana. Pero no podía discutir con Jimmy. Él tenía razón. Conseguiría mejores propinas de las mujeres. Lo amaban. Me dirigí a su mesa. Woods levantó la mirada para encontrarse con la mía y sonrió.
—Te ves mucho mejor aquí —dijo cuando me detuve enfrente de ellos.
—Gracias. Es mucho más fresco —contesté.
—Brittany ha ascendido. Voy a tener que comer más aquí —dijo el chico con el pelo rubio rizado. Todavía no sabía su nombre.
—Esto podría ser bueno para el negocio —coincidió Woods.
—¿Cómo estuvo tu noche con Bethy? —preguntó Jace con un ligero borde en su voz. Al parecer, mantenía el asunto de Bethy contra mí. No me importaba. Era un alga en un estanque, en lo que a mí respecta.
—Nos la pasamos bien. ¿Qué puedo traerles para beber? —pregunté, cambiando de tema.
—Café, por favor —intervino el rubio.
—Bien, entendido. Fuera de límites. Código de chicas y toda esa mierda. Quiero un zumo de naranja —contestó Jace.
 —Café para mí, también —respondió Woods.
—Volveré con sus bebidas —contesté y me di la vuelta para ver dos mesas más con clientes. Jimmy estaba sirviendo una de las mesas así que me dirigí a la otra. Me costó un segundo darme cuenta de quién estaba en esa mesa. Mis pies dejaron de moverse mientras veía a Nan echar su pelo rubio fresa sobre el hombro y luego mirarme con el ceño fruncido. Miré atrás hacia Jimmy, que estaba terminando los pedidos de bebidas de su segunda mesa. Tenía que hacer esto. Estaba siendo tonta. Era la hermana de Santana. Forcé mis pies a moverse y me acerqué a su mesa. Estaba sentada con otra chica. Una que no había visto antes. Era tan glamorosa como Nan.
—Webster debe dejar trabajar aquí a cualquiera estos días. Tengo que decirle a Woods que hable con su padre acerca de ser más selectivos con sus empleados —dijo Nan arrastrando las palabras en una voz bastante alta. Mi cara estaba caliente y sabía que me había sonrojado. Ahora sólo tenía que demostrar que podía salir de esto. Nan me odiaba por razones desconocidas. A menos claro que Santana le hubiese dicho que estaba husmeando en sus secretos. No sonaba como algo que Santana haría, pero ¿la conozco muy bien? No.
 —Buenos días, ¿qué puedo traerles para beber? —dije tan cortésmente como pude. La otra chica se rio y bajó la cabeza. Nan me miró como si yo fuera algo repugnante.
—No puedes traernos nada. Espero un camarero con más clase cuando vengo aquí a comer. Tú no lo harás. Busqué a Jimmy una vez más, pero él se había ido. Nan podría ser la hermana pequeña de Santana, pero era una perra importante. Si no necesitase tanto este trabajo, le diría que me besara el culo y me iría.
—¿Hay algún problema? —La voz de Woods salió de detrás de mí. Por una vez en mi vida, me sentí aliviada por su presencia.
—Sí, lo hay. Contrataste basura blanca. Deshazte de ella. Pago demasiado para ser miembro de aquí como para tolerar esta clase de servicio. ¿Era porque vivía en casa de su hermana? ¿Odiaba a mi padre, también? No quería que me odiara. Si me odiara, Santana nunca se abriría a mí. Esa puerta estaba firmemente cerrada.
—Nannette, nunca has pagado una sola vez para ser miembro de aquí. Estás aquí porque tu hermana lo permite. Brittany es una de las mejores empleadas que hemos tenido y ningún otro miembro que pague se ha quejado. Desde luego, no tu hermana. Por lo tanto, esconde las garras, cariño, y sobreponte.
Woods chasqueó los dedos y Jimmy se acercó corriendo hacia nosotros. Debió haber salido durante el drama y yo lo había echado de menos.
— Jim, ¿podrías por favor servir a Nan y Lola? Nan parece tener un problema con Brittany y no quiero que Brittany se vea obligada a atenderle. Jimmy asintió. Woods me tomó del brazo y me llevó de vuelta a la cocina. Sabía que estábamos llamando la atención, pero en ese momento no me importaba. Estaba muy agradecida por alejarme de los curiosos y tener un respiro. Una vez que la puerta de la cocina se cerró detrás de mí, solté el aliento que había estado conteniendo.
—Sólo voy a decir esto una vez, Brittany. La otra noche en casa de Santana me dejaste plantado. No tenía que preguntar por qué. Lo supe cuando me di cuenta de que Santana estaba desaparecida. Tú hiciste tu elección y yo retrocedí. Pero lo que pasó ahí dentro es sólo una pequeña muestra. La perra tiene veneno en las venas. Ella está amargada y enfadada, y cuando llegue el momento de elegir, Santana la elegirá a ella. Me volví y miré a Woods, sin estar segura de lo que quería decir. Woods me sonrió con tristeza, entonces me soltó el brazo y volvió a entrar al comedor. Woods también sabía el secreto. Tenía que saberlo. Esto me estaba volviendo loca. ¿Cuál era el gran problema?
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Jul 18, 2016 11:47 pm

CAPITULO 17


Abrí de golpe la puerta de mi camioneta, encantada de terminar el día. Mis ojos se posaron en una pequeña caja negra sobre mi asiento con una nota adjunta. Estiré la mano y la recogí. Brittany, Es un teléfono. Necesitas uno. Hablé con tu papá y me dijo que lo consiguiera para ti. Es de él. Las llamadas y textos son ilimitados, así que úsalo cuanto desees. Santana. ¿Mi papá le había dicho a Santana que me diera un teléfono? ¿En serio? Abrí la caja y un iPhone blanco completo con un estuche durable estaba metido de forma segura en el interior. Lo saqué y lo estudié un momento. Presioné el pequeño botón redondo en la parte inferior y la pantalla se iluminó. Mi padre no me había dado un regalo desde el cumpleaños antes de que él se hubiera ido. Antes de que Valerie muriera. Nos había dado un juego de motos eléctricas y cascos. Me subí a la camioneta y sostuve el teléfono en la mano. ¿Puedo llamar a mi padre en esto? Sería bueno que me explicara por qué él no estaba aquí. ¿Por qué me había enviado a un lugar donde yo no era deseada? ¿Conocía a Nan? Sin duda, habría sabido que no me aceptaría. Además, si ella era la hermana de Santana, entonces era mi hermanastra. ¿Por eso estaba tan enfadada? ¿Yo había crecido con menos dinero que ella? Dios, era cruel. Pulsé en los contactos y vi que sólo tenía tres números guardados en mi teléfono. El primero era Bethy, luego Darla, y luego Santana. Ella había puesto su número aquí. Eso me sorprendió. El teléfono comenzó a tocar una canción de Slacker Demon que había oído en la radio antes, y el nombre de Santana apareció en la pantalla. Me estaba llamando.
—Hola —dije, todavía insegura de qué pensar sobre esto.
 —Veo que tienes el teléfono. ¿Te gusta? —preguntó Santana.
—Sí, es muy bonito. Pero ¿por qué papá quiere que lo tenga?
—Él no se había preocupado mucho de cualquier otra cosa que hubiera necesitado en los últimos años. Esto parecía trivial.
—Medida de seguridad. Todas las mujeres necesitan un teléfono. Especialmente las que conducen vehículos mayores que ellas. Podría descomponerse en cualquier momento.
—Tengo una pistola —le recordé. Ella se rió entre dientes.
—Sí, la tienes, impresionante. Sin embargo, un arma no puede remolcar tu carro. Buen punto.
—¿Vas a venir a casa? —preguntó. La forma en que dijo "casa” como si su casa fuera también mi casa me hizo sentir cálida en el interior. Incluso si ella no se hubiera referido a eso de esa manera.
—Sí, si te parece bien. Puedo ir a hacer otra cosa si necesitas que me quede lejos.
—No. Te quiero aquí. Cociné. ¿Había cocinado? ¿Para mí?
—Oh. Bien. Bueno, voy a estar allí en unos minutos.
—Nos vemos pronto —dijo, y la línea se cortó. Aquí, ella fue increíblemente extraña de nuevo. *** Cuando entré en la casa, el olor característico de condimento para tacos encontró a mi nariz. Cerré la puerta y me dirigí a la cocina. Si esto era realmente comida mexicana casera, entonces iba a estar seriamente impresionada. Santana estaba de espaldas cuando entré en la cocina. Estaba tarareando una canción, que no reconocí, reproduciéndose en el estéreo. Era más suave y más lenta de lo que normalmente ella escuchaba. Una botella de Corona estaba destapada en el  bar con una rodaja de limón en el borde. Había arreglado muchas al igual que esa cuando trabajaba en el campo.
 —Huele bien —dije. Santana miró hacia atrás por encima del hombro y una lenta sonrisa se dibujó en su rostro.
 —Lo es —respondió, secándose las manos en la toalla junto a ella. Agarró la Corona y me la dio—. Aquí, bebe. Las enchiladas están casi terminadas. Tengo que voltear las quesadillas y necesitan unos minutos más. Debemos estar listas para comer pronto. Puse la Corona en mis labios y bebí un pequeño sorbo. Sobre todo para el valor. Esto no era lo que esperaba para nuestro próximo encuentro. Santana era un rompecabezas que nunca podría imaginar.
—Espero que comas comida mexicana —dijo mientras sacaba las enchiladas del horno. Santana López no parecía alguien que perteneciera a la cocina. Pero maldita sea si no era sexy haciéndolo.
—Me encanta la comida mexicana —aseguré—. Debo admitir que estoy muy impresionada de que puedas cocinarla. Santana me miró y guiñó un ojo. —Tengo toda una clase de talentos que volarían tu mente. No tenía ninguna duda. Tomé una gran trago de la Corona.
—Chica fácil. Tienes que comer algo. Cuando dije beber, no significaba que te la terminaras. Asentí con la cabeza y me limpie la pequeña gota que se aferró a mi labio inferior. Santana me miraba fijamente. Esto hizo que mi mano temblara un poco. Ella apartó la mirada rápidamente y comenzó a sacar las quesadillas del sartén. Las puso en una bandeja llena de tacos duros y blandos. Había incluso burritos. Había hecho un poco de todo.
 —Todo lo demás ya está en la mesa. Agarra para mí una Corona de la nevera, y sígueme. Rápidamente hice lo que dijo y me apresuré después de Santana. No se detuvo en el comedor. En cambio, salió al pórtico trasero con vistas al océano. Dos lámparas de huracán estaban en el centro de la mesa para que pudiéramos tener la luz de las velas sin que se apagaran.
 —Siéntate. Voy a arreglar tu plato —dijo, haciendo un gesto para que yo me sentara en el primer asiento al que llegamos. Aquí había sólo dos.  Me senté y Santana comenzó a repartir uno de todo en mi plato. Luego, puso la bandeja de comida abajo y colocó la servilleta a lado de mi plato en mi regazo. Tenía la boca tan cerca de mi oído que su cálido aliento me hizo estremecer.
 —¿Puedo conseguirte otra bebida? —susurró al oído antes de pararse de nuevo. Negué con la cabeza. No sería capaz de beber si iba a hacer las cosas de esa manera. Mi corazón ya latía como loco. No podía digerir una cosa así. Santana tomó su bebida y se sentó frente a mí. Vi como arreglaba su plato, luego sus ojos se alzaron a los míos.
—Si no te gusta, no me lo digas. Mi ego no puede manejarlo. Estaba segura de que nada de lo que hizo sabia mal. Sonreí y cogí el tenedor y el cuchillo para cortar un pedazo pequeño de la enchilada que había colocado en mi plato. No había manera de que pudiera comer todo esto, pero podría probar un poco de todo. En el momento en que tocó mi lengua, me sorprendió. Era tan buena como cualquiera que había comido en un restaurante mexicano. Sonriendo, la miré.
—Es delicioso y no puedo decir que me sorprenda. Santana puso un bocado en su boca y sonrió. Su ego nunca podría ser aplastado. Incluso podría tener que ser derribado por algunas clavijas. Empecé a probar otras cosas y me encontré más hambrienta de lo que había pensado. Todo era tan bueno que no quería desperdiciar nada. Después de mi cuarta probada de todo en el plato, sabía que tenía que parar. Tomé un sorbo de mi Corona y me recosté en el asiento. Santana fue acabando su comida, también. Una vez que terminó, dejó la botella y sus ojos fueron serios. Oh, oh. Estábamos a punto de hablar de anoche. Había querido olvidar la noche anterior. Sobre todo porque esta noche había sido tan agradable.
—Lo siento, por cómo te trató Nan hoy —dijo con una voz sincera de dolor.
—¿Cómo sabes eso? —pregunté y de repente me sentía incómoda.
—Woods me llamó. Me advirtió que a Nan se le pediría que se fuera la próxima vez que fuese grosera con un empleado. Woods era un buen tipo. Él podría ser un demasiado a veces, pero era un buen jefe. Asentí con la cabeza.
—No debió haberte hablado de esa manera. He tenido una charla con ella. Me prometió que no volvería a suceder. Pero si lo hace, en otro lugar, entonces ven y dime, por favor.  Esta había sido una comida de disculpa por el mal comportamiento de su hermana menor, no una reparación de cerca entre nosotras. No estaba en una cita romántica que mi imaginación había podido inventar en mi cabeza. Esto fue sólo Santana disculpándose por Nan. Empujé mi silla hacia atrás y tomé mi plato.
—Gracias. Aprecio el gesto. Fue muy amable de tu parte. Te aseguro que no tengo la intención de hablar con Woods si Nan es grosera conmigo en el futuro. Él acaba de pasar a ser testigo de primera mano hoy.
—Agarré mi bebida—. La cena fue encantadora. Fue bueno tenerla después de un largo día de trabajo. Muchas gracias. —No hice contacto visual. Sólo quería alejarme de ella. Corriendo dentro, enjuagué mi plato y lo coloqué en el lavavajillas antes de enjuagar mi botella y colocarla en el contenedor de reciclaje.
—Brittany —dijo Santana a mi espalda y su cuerpo estaba allí de repente, enjaulándome. Tenía las manos a cada lado de la mesa y lo único que podía hacer era permanecer allí y mirar hacia abajo, al fregadero delante de mí. Su duro cuerpo caliente rozó mi espalda y me mordí la lengua para no hacer un gemido. No dejaría que viera cómo me afectaba.
—Este no fue un intento de disculparme por Nan. Fue un intento de disculparme por mí. Siento lo de anoche. Me acosté en la cama toda la noche deseando estar allí, contigo. Deseando no haberte apartado. Alejo a la gente, Brittany. Es un mecanismo de defensa para mí. Pero no quiero alejarte. Caminar lejos de ella y mantenerla a una distancia era lo más inteligente por hacer. Santana no ha sido y nunca será el príncipe encantador de nadie. No podría dejarme pensar que ella podría ser alguien quien me amaría y me apreciaría. Nunca sería ese chica para mí. Pero mi corazón se había vuelto un poco atado a ella. Esto no quiere decir para siempre, pero por ahora quería que Santana fuera mi primera vez. No sería la última. Sólo sería una parada en el camino de la vida. Una parada que nunca podría olvidar o superar. Eso era lo que me asustaba más. No ser capaz de seguir adelante. Alzó la mano y cepilló mi cabello a un lado de mi cuello y luego me dio un beso en la curva de mi hombro.
 —Por favor. Perdóname. Una oportunidad más, Brittany. Quiero esto. Te quiero a ti. Santana sería mi primera vez. Se sentía bien. Dentro de mí sabía que estaba destinada a ser la chica que me enseñara sobre la vida. Incluso si ella rompía mi corazón al final. Me giré en sus brazos y deslicé las manos alrededor de su cuello.
—Te perdono con una condición —dije, mirando a sus ojos llenos de emoción que me hicieron esperar mucho más.
 —Está bien —dijo con cautela.
 —Quiero estar contigo esta noche. No más coqueteo. No más espera. La expresión de preocupación desapareció al instante y se reemplazó con un brillo hambriento.
—Diablos, sí —gruñó y me jaló contra ella.
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Mensaje por JVM Mar Jul 19, 2016 12:53 am

Que pasa entre San y Nan ?????? Se ve que no es nada bueno sí para todos es un secreto que deben mantener....
Y bueno Britt parece que ya tomó una decisión, ahora solo le queda disfrutar de los momentos que pueda pasar con San y no esperar nada a cambio, porque como dijo lo mas seguro es que le rompa el corazón :/
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Mensaje por 3:) Mar Jul 19, 2016 9:36 am

Es mejor que san le diga que pasa con nan y que especie de relación tienen por que va a ser peor si se entera por otro lado,.. O si san tiene que elegir entre las dos...
Y mas si se llegan a acostar ahora,... Va a ser mas peor!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:05 pm

JVM escribió:Que pasa entre San y Nan ?????? Se ve que no es nada bueno sí para todos es un secreto que deben mantener....
Y bueno Britt parece que ya tomó una decisión, ahora solo le queda disfrutar de los momentos que pueda pasar con San y no esperar nada a cambio, porque como dijo lo mas seguro es que le rompa el corazón :/

Que pasa entre San y Nan, bueno tendras que seguir leyendo para eso. Pero hay muchos malos entendidos y la historia hasta donde van hacen que nuestra imaginacion vuele
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:07 pm

3:) escribió:Es mejor que san le diga que pasa con nan y que especie de relación tienen por que va a ser peor si se entera por otro lado,.. O si san tiene que elegir entre las dos...
Y mas si se llegan a acostar ahora,... Va a ser mas peor!

San y Nannette????? bueno pronto descubriran el secreto... no puedo decir nada, tienen que leer y  una pista Brittana lo sabra pero no por Santana,y eso sera doloroso. ....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:44 pm

CAPITULO 18


Santana no empezó fácil. Su boca fue contundente y exigente. Me alegró. Era romántica. Era real. También llevaba su piercing en la lengua. No lo había notado antes, pero lo sentí. El toque de su lengua era malvado con esa cosa involucrada. Me gustó probar algo que sabía era inalcanzable. Sus dos manos ahuecaron mi cara. Sus besos se ralentizaron y luego se echó hacia atrás sin soltar mi cara de entre sus manos.
—Ven conmigo arriba. Quiero mostrarte mi habitación —Me dedicó una sonrisa traviesa—, y mi cama. Asentí y Santana dejó caer sus manos de mi cara. Deslizó una de sus manos en la mía y entrelazó nuestros dedos, luego apretó. Sin decir palabra, me llevó a las escaleras, jalándome suavemente en su prisa por llegar arriba. Una vez que llegamos al segundo piso, me presionó contra la pared y me besó furiosamente, mordiendo mis labios y acariciando mi lengua. Se hizo hacia atrás y tomó una respiración profunda.
—Un tramo más de escaleras —dijo en una voz grave y me jaló hacia la puerta al final del pasillo. Pasamos junto a mi habitación y se detuvo. Al principio, pensé que quería ir allí en su lugar, pero no se detuvo hasta llegar a una estrecha puerta al final del pasillo. Me había preguntado si esa era la escalera que llevaba a su habitación. Sacó una llave para desbloquearla, luego abrió la puerta y me hizo señas para que fuera por delante. La escalera era de dura madera como las otras, pero había paredes a ambos lados mientras subíamos los escalones. Una vez que alcance el último escalón, me quedé helada. La vista era impresionante. La luna destacaba el océano, dándole a la sala el fondo más fabuloso e imaginable.
—Es por esta habitación mamá tuvo que comprar esta casa. Incluso diez años más tarde supe que esta habitación era especial —susurró Santana detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
—Es increíble. —Suspiré en voz baja. Sentía como si hablar demasiado alto fuera a arruinar el momento.
—Llamé a mi papá ese día y le dije que había encontrado una casa en la que quería vivir. Él le traspasó a mi madre el dinero y ella la compró. Amaba la ubicación, por lo que en esta casa pasamos nuestros veranos. Ella tiene una casa propia en Atlanta, pero prefiere aquí. Estaba hablando de sí misma. De su familia. Ella lo estaba intentando. Mi corazón se derritió un poco más. Debía detenerla antes de que se adentrara más en mi corazón. No quiero salir lastimada cuando todo acabara y ella se alejara. Pero quería saber más acerca de ella.
—Yo nunca querría irme —contesté con toda honestidad. Santana besó mi oído suavemente.
—Ah, pero no has visto mi cabaña en Vale o mi piso en Manhattan. No, no lo había hecho y nunca lo haría. Sin embargo, podía imaginarla en esos lugares. Había mirado bastante televisión para saber cómo lucían. Este invierno pude verla en un rugiente fuego en una elaborada cabaña en las montañas, con nieve cubriendo el suelo afuera. O relajada en su apartamento con vistas a Manhattan. Tal vez desde sus ventanas veía el gran árbol de Navidad que siempre ponían cada año. Santana me giró hacia la derecha hasta que estuve enfrente de una cama enorme. De sólido negro. La cama en sí y la colcha que la cubría. Hasta las almohadas eran negras.
 —Y esta es mi cama —dijo, caminando hacia ella con las manos en las caderas. No iba a pensar en todas las chicas que habían estado aquí antes que yo. No lo haría. Cerré mis ojos y bloqueé totalmente el pensamiento. —Brittany, incluso si lo único que hacemos es besarnos o simplemente yacer allí y hablar, estoy bien con eso. Sólo te quería aquí. Cerca de mí. Otra pequeña pulgada o dos se incrustó en mi corazón. Me giré y la miré.
— No pretendes eso. Te he visto en acción, Santana López. No llevas a chicas a tu habitación y esperas hablar.
—Traté de sonar burlona, pero mi voz se quebró cuando mencioné a las otras chicas. Santana frunció el ceño.
—No traigo chicas aquí en absoluto, Brittany. ¿Qué? Sí lo hacía. 
—La primera noche que llegué aquí dijiste que tu cama estaba llena —le recordé. Ella sonrió.
—Sí, porque yo estaba durmiendo en mí cama. No traigo chicas a mi habitación. No quiero sexo sin sentido contaminando este espacio. Me encanta estar aquí.
 —La mañana siguiente, una chica todavía estaba aquí. Tú la habías dejado en la cama y ella vino buscándote en su ropa interior. Santana deslizó una mano debajo de mi camisa y comenzó a frotar pequeños círculos en mi espalda.
—La primera habitación a la derecha era la habitación de Quinn hasta que nuestros padres se divorciaron. La uso como mi habitación de soltera por ahora. Es donde tomo a las chicas. Aquí no. Nunca aquí. Eres la primera. —Se detuvo y una sonrisa tiró de sus labios.—. Bueno, dejo a Henrietta subir aquí una vez a la semana para limpiar, pero te prometo que no hay nada de metida de manos entre nosotras. ¿Significaba eso que yo era diferente? ¿No era una de muchas? Dios, lo esperaba. No… no lo hacía. Tenía que controlarme. Ella pronto me dejaría. Nuestro mundo no coincidía. Ni siquiera se acercaban la una a la otra.
 —Bésame, por favor —dije, poniéndome de puntillas y presionando mi boca contra la suya antes de que pudiera protestar o sugerir que habláramos otra vez. No quería hablar. Si hablábamos, querría más. Santana me empujó hacia atrás sobre su cama y cubrió mi cuerpo con el suyo mientras su lengua se enredaba con la mía. Sus manos recorrieron los lados de mi cuerpo hasta que encontró mis rodillas. Tiró de mis piernas y se acomodó entre el espacio que había creado. Quería sentir más de ella. Agarré un puñado de su camisa y jalé. Ella entendió la indirecta y rompió nuestro beso lo suficiente como para quitarla y lanzarla a un lado. Esta vez tenía espacio para explorarlo. Pasé mis manos por sus brazos y los duros bultos de sus bíceps. Moví mis manos en su pecho y pase mis dedos sobre sus abdominales, suspirando de placer ante la sensación de cada dura ondulación contra mis dedos. Deslizando mis manos, pasé mi pulgar sobre cada uno de sus duros pectorales y sentía sus pezones apretarse bajo mi tacto. ¡Oh Dios, eso fue sexy! Santana se echó hacia atrás y empezó a desabrochar la camisa blanca de mi uniforme casi frenéticamente. Cuando llegó al último botón, empujó hacia atrás y bajó mi sujetador hasta que ambos senos saltaron de las copas de encaje que los cubría. Ella sacó su lengua y la movió rápidamente a uno de mis pezones. Se trasladó al otro e hizo lo mismo antes de que bajara su cabeza y lo jalara dentro de su boca con un duro tirón. Mi cuerpo se arqueó contra el suyo y, la dureza que había sentido rozando mi pierna, ahora estaba firmemente encajada entre mis piernas, presionando directamente sobre mi problema.
—¡AH! —exclamé, frotándome contra su dureza y necesitando sentir más de lo mismo. Santana dejó salir mí pezón de su boca con un “pop” mientras mantenía sus ojos sobre mí y bajaba su cuerpo, dejándome una vez más sin la presión que necesitaba. Sus manos desabrocharon mi falda y comenzaron empujándola lentamente hacia abajo junto con mis bragas. Nunca apartó su mirada de mí. Me levanté para permitirle bajarlos sobre mis caderas con facilidad. Santana se sentó sobre sus rodillas y dobló su dedo para que me sentara. Estaba dispuesta a hacer todo lo que pidiera. Tan pronto como estuve sentada, terminó con el resto del camino al quitar mi camisa. Entonces, se deshizo de mi sujetador y lo tiró a un lado.
—Desnuda en mi cama es incluso más increíblemente hermoso de lo que pensé que sería… y créeme que he pensado en ello. Mucho. Se movió de nuevo sobre mí, enganchó sus brazos debajo de mis rodillas y se recostó abajo entre mis piernas. Pero todavía tenía sus pantalones. Los quería fuera… ¡AH! Santana trasladó su caderas sobre mis piernas abiertas y se presionó justo donde la necesitaba demasiado.
—¡Sí! ¡Por favor! —La rasguñé, necesitándola más cerca. Santana bajó su cuerpo, moviendo sus manos para seguir el interior de cada uno de mis muslos mientras besaba mi ombligo y luego la parte superior de mi montículo. Necesitaba más cabello. Quería tirar de algo. Sus ojos oscuros se alzaron y se encontraron con los míos mientras su lengua se deslizaba hacia fuera y pasaba su piercing justo sobre mi clítoris. Grité su nombre y agarré un manojo de sabanas que también me mantenían en la cama. Sentí que podía dispararme al cielo por ventanas más grandes que la vida.
—Dios, eres dulce —gruñó Santana cuando bajó su cabeza para poner su lengua en mí otra vez. Había oído hablar de esto. Sabía de ello, pero nunca imaginé que podía sentirse tan bien.
 —Santana, por favor —lloriquee.  Se detuvo sobre mí. La calidez de su aliento bañó el palpitar que había creado.
—Por favor, ¿qué? Bebé, dime qué es lo que deseas. Sacudí mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, apreté firmemente mis ojos. No podía decirle. No sabía cómo decirlo.
—Quiero oírte decirlo, Brittany —dijo Santana en un susurro estrangulado.
—Por favor, lámeme otra vez.
—Me atragante. —¡Maldita sea!
—Santana maldijo antes de pasar su lengua por mis pliegues. Luego, tiró de mi hinchado clítoris en su boca y me envió a un espiral en el espacio. El mundo estalló en colores y mi respiración se detuvo mientras el placer recorrió mi cuerpo. No fue hasta que descendí que me di cuenta que Santana me había dejado y estaba ahora desnudándose, luego se puso de nuevo sobre mí.
—El condón esta puesto. Tengo que estar dentro —susurró Santana contra mi oído mientras extendía mis piernas abiertas con las manos y sentí la punta de su miembro penetrarme.
—Santa mierda, estás tan mojada. Va a ser difícil no caer derecho dentro de ti, voy a tratar de ir despacio. Te lo prometo. —Su voz era tensa y las venas de su cuello destacaron cuando presionó más en mí. Me estaba estirando, pero se sentía bien. El dolor que había esperado no estaba allí. Moví mi cuerpo abriendo más las piernas y Santana tragó saliva y se quedó helada.
—No te muevas. Por favor, bebé, no te muevas —suplicó Santana, manteniéndose inmóvil. Entonces, ella empujó aún más en mi estrechez antes de que el dolor me golpeara. Me tensé y lo mismo hizo Santana—. Eso es todo. Voy a hacerlo rápido, pero luego voy a parar una vez que esté dentro y dejaré que te acostumbres a mí. Asentí con la cabeza, cerré los ojos y me acerqué para sostenerme de sus brazos. Santana se retiró y luego sus caderas se movieron hacia adelante con un duro empuje. Un caliente dolor me atravesó y grité, apretando sus brazos firmemente y aferrándome mientras la ola de dolor sacudía todo mi cuerpo. Podía oír la respiración rápida y dura de Santana cuando ella mismo se quedó muy quieta. No sabía exactamente cómo se sentía para ella ya que tenia pene, pero sabía que no era fácil. Santana tenía algún tipo de dolor.
—Está bien. Estoy bien —susurré mientras el dolor disminuía. Santana abrió los ojos y bajó la mirada. Sus ojos estaban humeando.
—¿Estás segura? Porque, cariño, quiero moverme tan condenadamente mal.  Asentí con la cabeza y continúe aferrándome a sus brazos en caso de que el dolor volviera cuando se moviera. Las caderas de Santana retrocedieron y sentí cómo salía de mí, luego empujó hacia adelante lentamente, llenándome de nuevo. Esta vez no hubo ningún dolor. Me sentía extendida y completa.
—¿Te duele? —preguntó Santana cuando se quedó quieta de nuevo.
 —No. Me gusta —asegure. Santana movió sus caderas hacia atrás otra vez y luego se hundió en mi, haciéndome gemir de placer. Se sentía bien. Más que bien.
—¿Te gusta eso? —preguntó Santana con asombro.
—Sí. Se siente tan bien. Santana cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido cuando empezó a moverse más rápido. Podía sentir mi cuerpo escalando más alto otra vez. ¿Es posible? ¿Puedo tener otro orgasmo tan pronto? Todo lo que sabía era que quería más. Levanté mis caderas para reunirme con su empuje y pareció ponerla frenética.
—Sí. Dios, eres increíble. Tan apretada. Brittany eres tan jodidamente apretada —dijo entre jadeos mientras se movía dentro de mí. Levanté mis rodillas para poder envolver mis piernas alrededor de su cintura y empecé a temblar.
—¿Está cerca, nena? —preguntó con voz tensa.
—Creo —respondí, sintiendo la construcción dentro de mí. Aunque todavía no estaba allí. El dolor había disminuido cualquier placer al principio. Santana deslizó su mano hacia abajo entre nosotras, hasta que su pulgar se frotó contra mi palpitar.
 —¡AH! Sí, ahí —grité y me aferré a ella cuando la ola se estrelló sobre mí. Santana dejó escapar un grito y se puso rígida e inmóvil, entonces bombeó en mí una vez más.
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:45 pm

CAPITULO 19


Santana respirando pesadamente en mi oído mientras apoyaba su cuerpo sobre el mío era una maravilla. Quería mantenerla aquí. Aún dentro de mí. Justo así. Cuando movió sus brazos y se movió a un lado fuera de mí, apreté mis brazos alrededor de ella y se rió entre dientes.
—Volveré. Tengo que ocuparme de ti primero —dijo y luego me besó en los labios antes de dejarme sola en su cama. Observé su trasero desnudo en toda su perfección caminar al otro lado de la habitación y entrar en lo que parecía ser el baño. Escuché la corriente de agua y luego caminó de regreso, completamente desnuda en la parte delantera. Mis ojos inmediatamente se dirigieron al sur. Oí a Santana reír y cerré mis ojos, avergonzada de ser atrapada mirando.
 —No te avergüences de mí ahora —bromeó, entonces se acercó para separar mis rodillas—. Ábrete para mí —dijo en voz baja, separando mis rodillas. Noté por primera vez la toalla en sus manos—. No demasiado —dijo, limpiando entre mis piernas mientras observaba con fascinación.—. ¿Te duele? —preguntó con preocupación en su voz mientras limpiaba gentilmente el área sensible. Negué con la cabeza. Ahora que ya no estábamos locas con pasión, esto era vergonzoso. Pero tenerla limpiándome era dulce. ¿Era se hacían  después del sexo? Nunca había visto esto en una película. Santana parecía contenta con su trabajo de limpieza y arrojó la toalla usada en el bote de basura a lado de su cama. Se arrastró de vuelta a la cama junto a mi y me atrajo hacia ella.
—Pensé que no eras de las que abrazaban, Santana —dije mientras pasaba su nariz a lo largo de mi cuello e inhalaba con fuerza.
 —No lo era. Sólo contigo, Brittany. Eres mi excepción —susurró, luego escondió mi cabeza debajo de su barbilla y tiró de las sábanas sobre nosotras. El sueño vino rápido. Estaba segura y feliz. *** Besos lentos siendo colocados en el interior de mi pantorrilla y a lo largo del arco de mi pie fueron la primera cosa que registré. Forcé mis ojos a abrirse. Santana estaba de rodillas en el borde de la cama, besando mis pies y el costado de mi pierna con una sonrisa maliciosa en su rostro.
—Ahí están tus ojos. Estaba empezando a preguntarme hasta qué punto iba a necesitar besar para que despertaras. No es que me importe besar más arriba, pero conduciría a un poco de más increíble sexo y ahora sólo tienes veinte minutos para llegar al trabajo.
—Trabajo. Ah, mierda. Me siento y Santana baja mi pierna.
—. Tienes tiempo. Iré a arreglar algo de comer mientras te preparas —aseguró.
—Gracias, pero no tienes que hacerlo. Tomaré algo en la sala del descanso cuando llegue allí. Trataba de no dejar que la incomodidad de la mañana se estableciera. Había tenido sexo con esta mujer. Muy buen sexo o al menos eso era lo que yo pensaba. Ahora ya era de día y estaba desnuda en su cama.
—Quiero que comas aquí. Por favor. Me quería aquí. Mi corazón latió más fuerte en mi pecho.
—De acuerdo. Necesito ir a mi habitación y tomar una ducha. Santana le echó un vistazo a su baño y luego a mí.
—Estoy dividida, porque quiero que te duches aquí, pero no creo que sea capaz de irme sabiendo que estás desnuda y jabonosa en mi ducha. Querré unirme. Sosteniendo la sábana sobre mi pecho, me senté y le sonreí.
—Por más atractivo que suene eso, llegaría tarde al trabajo. Santana suspiró y asintió.
—De acuerdo. Tienes que ir a tu cuarto. Miré alrededor buscando mi ropa, pero no la vi por ninguna parte.
—Ponte esto. Henrietta viene hoy. Estará lavando y pondré tu ropa de anoche. —Me lanzó la camiseta que ella había usado anoche. Tomé una bocanada de aire de ella ya que aterrizó en mi pecho. Iba a tener un momento difícil devolviéndosela. Modestamente traté de ponérmela sin dejar que se cayera la sábana.
—Ahora levántate. Quiero verte —murmuró, retrocediendo. Llevaba un pantalón de pijama mientras se relajaba en el borde de la cama y esperaba a que me levantara. Dejé caer la sábana y me puse de pie. Su camisa se pegaba por encima de mis rodillas.
—. ¿Puedes reportarte enferma? —preguntó mientras sus ojos viajaban por mi cuerpo. Una cálida sensación de hormigueo me recorrió.
—No estoy enferma — repliqué.
—¿Segura? Porque creo que yo tengo fiebre —dijo, caminando alrededor de la cama y empujándome contra ella—. Anoche fue increíble —dijo en mi cabello. No había esperado este tipo de reacción de ella. Había estado preocupada de que tal vez me echara esta mañana. Pero no. Estaba siendo dulce. Y tan increíblemente deliciosa que estuve tentada a reportarme enferma. Era mi día en el carrito de las bebidas y, si no me presentaba, entonces Bethy tendría que hacer todo el camino por sí misma en un viernes. Eso sería cruel. No podía.
—Tengo que trabajar hoy. Me están esperando —expliqué. Asintió y dio un paso atrás.
—Lo sé. Corre, Britt. Baja con tu lindo y pequeño trasero por las escaleras y alístate. No puedo prometerte que te dejaré ir si estás parada aquí luciendo así por mucho tiempo. Riendo, pasé junto a ella corriendo y bajé las escaleras. La risa divertida que dejé atrás fue perfecta. Santana era perfecta. *** El calor sólo estaba empeorando. Realmente deseaba que Darla me dejara recogerme el cabello. Estaba dispuesta a tomar una botella de esa agua con hielo y verterla sobre mi cabeza. Me secaría en cuestión de segundos aquí con este calor. ¿Por qué los hombres jugaban golf con este clima? ¿Estaban locos? Empujando el carrito de bebidas de regreso al primer hoyo, noté la cabeza oscura del cabello que le pertenecía a Woods. Genial. No es que estuviera de humor para hoy. Jace probablemente estaba queriendo esperar a Bethy para hacer sus rondas, de todos modos. Probablemente podría escapar de ellos. Woods se dio la vuelta, me miró, y una sonrisa apareció en sus labios. 
—De vuelta al carrito hoy. Por mucho que me guste tenerte adentro, esto hace al golf tremendamente mucho más divertido —dijo Woods en un tono burlón mientras yo empujaba el carrito a lado de ellos. No iba a animar su coqueteo. Pero era mi jefe, así que no podía hacerlo enojar, tampoco.
—Aléjate, Woods. Eso es un poco demasiado cerca. —La voz de Santana vino detrás de mí y me giré para verla caminando hacia nosotros con pantalones cortos de color azul oscuro y una camisa polo blanca. ¿Estaba jugando golf?
—¿Así que ella es el porqué de repente querías jugar hoy con nosotros? — preguntó Woods. No aparté la mirada de Santana mientras caminaba hacia mí. Estaba aquí por mí. Al menos, me encontraba bastante segura de que lo estaba. Me preguntó en dónde estaba trabajando hoy durante el desayuno. Su mano se deslizó alrededor de mi cintura. Me atrajo contra su costado e inclinó su cabeza para susurrar en mi oído.
—: ¿Estás adolorida? Había estado preocupada que yo estuviera adolorida hoy y tuviera que trabajar de pie todo el día. Le dije que estaba bien. Sólo me sentía estirada. Aparentemente, todavía estaba preocupada.
—Estoy bien —contesté en voz baja. Presionó un beso en mi oído.
—¿Te sientes estirada? ¿Podrías decir que he estado dentro de ti? —Asentí, sintiendo mis rodillas un poco débiles por el tono de su voz.
—. Bien. Me gusta saber que puedes sentir en dónde he estado —dijo, luego se apartó de mi y levantó su mirada hacia Woods.
—Pensé que esto pasaría —dijo Woods en un tono molesto.
—¿Ya lo sabe Nan? —preguntó Jace. El rubio le pegó en el brazo y le frunció el ceño. ¿Por qué siempre aparecía Nan? ¿Alguna vez lo sabría?
 —Este no es asunto de Nan. O tuyo —replicó Santana, mirando a Jace.
 —Vine aquí para jugar golf. Mejor no hablemos de esto aquí. Brittany, ¿por qué no consigues las bebidas de todos y te diriges al siguiente hoyo? —dijo Woods. Santana se tensó a mi lado. Woods nos estaba poniendo a prueba. Quería ver si actuaría diferente ahora que Santana estaba haciendo un tipo de derecho sobre mí en público. Estaba aquí para trabajar. Sólo porque había dormido con Santana no cambiaba mi lugar en el gran esquema de las cosas. Sabía eso.  Salí de los brazos de Santana para abrir el enfriador y comenzar a repartir la elección de bebidas de cada uno. Mis propinas no fueron tan altas como solían serlo con este grupo. Excepto, por supuesto, por Woods. Pensé que eso cambiaría hoy, también. Pude ver el billete de cien dólares que Woods puso en mis manos, y estaba segura que Santana también. Cerré rápidamente mi mano y lo metí en mi bolsillo. Lidiaría con él luego, cuando Santana no estuviera mirando. Santana se acercó y puso su pago en mi bolsillo. Me besó suavemente y luego me guiñó un ojo antes de acercarse por un palo de golf del carrito. No le di a Woods una razón para corregirme. Rápidamente giré el carrito y me dirigí al siguiente hoyo. El teléfono sonó en mi bolsillo, alarmándome. Santana lo había metido en mi bolsillo antes de irme esta mañana. Estaba teniendo problemas recordando que lo tenía. Detuve el carrito y lo saqué. Santana: Lamento lo de Woods. ¿Por qué se disculpaba? No tenía razón para sentirlo. Yo: Estoy bien. Woods es mi jefe. No es la gran cosa. Deslicé el teléfono de vuelta a mi bolsillo y me dirigí a mi siguiente parada
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Finalizado Re: BRITTANY - CAIDA DEMASIADO LEJOS (gp) cap. 26 Y 27. BONUS 1, 2 Y 3

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:46 pm

CAPITULO 20


 Un camino lleno de coches no era lo que me esperaba cuando entré a la cuadra de Santana después del trabajo. El campo de golf estaba tan ocupado que sólo había parado para darles tragos una vez más en el hoyo dieciséis. Ella no me había mandado mensajes de nuevo en todo el día. Mi estómago se anudo nerviosamente. ¿Era esto? ¿Tuvo su breve momento de dulzura después de haber tomado mi virginidad y se desvaneció tan pronto? Tuve que aparcar afuera en el borde de la calle. Cerrando la puerta de mi camioneta, comencé la caminata hacia la puerta.
—No quieres ir allí —dijo la familiar voz de Quinn en la oscuridad. Miré alrededor y vi un pequeño resplandor naranja caer en el suelo que luego se apagó bajo una bota antes de que Quinn saliera de su escondite.
 —¿Vienes a estas fiestas a pasar el rato afuera? —pregunté, ya que esta era la segunda vez que había llegado a una fiesta para encontrarme a Quinn sola afuera.
—Me parece que no puedo dejar de fumar. Santana cree que paré. Así que me escondo aquí cuando necesito un cigarrillo —explicó.
—Fumar te matara —dije, recordando todos los fumadores que había visto morir lentamente cuando lleve a mi madre a los tratamientos de quimioterapia.
—Eso es lo que ellos me dicen —respondió con un suspiro. Observé de vuelta a la casa y oí la música saliendo de ella.
—No sabía que había una fiesta esta noche —dije, esperando que la decepción en mi voz no se notara. Quinn se rio e inclinó la cadera contra el Volvo.
—¿No hay siempre una fiesta aquí?  No, no la había. Después de la última noche, pensé que Santana me llamaría o me mandaría un mensaje de texto.
—Supongo que no me lo esperaba.
 —Creo que Santana tampoco. Esta es una fiesta de Nan. La chica siempre ha logrado salirse con la suya en lo que a Santana se refiere. Santana pateó mi trasero más de una vez al crecer porque no caí en la mierda de ella de cachorro herido. Me acerqué para apoyarme en el Volvo a su lado y crucé mis brazos.
—¿Así que tu creciste con Nan, también? —Necesitaba algo. Cualquier tipo de explicación. Quinn posó sus ojos en mí.
—Si. Por supuesto. Maria es su mamá. El único pariente que tiene. Bueno… —Quinn se apartó del Volvo y negó con la cabeza— Nop. Casi me tenías. No te puedo decir ni mierda, Brittany. Honestamente, cuando alguien lo hace, no quiero estar alrededor de nadie. Quinn caminó de nuevo hacia la casa. La miré hasta que estaba de vuelta en el interior antes de dirigirme hacia la casa. Oré para que no estuviera nadie en mi habitación. Si lo estaban, iría a la despensa. No estaba de humor para Nan. O los secretos rodeando a Nan que todo el mundo conocía menos yo. Estoy segura que no estaba para el humor de Santana. Abrí la puerta y me alegré de que no hubiera nadie alrededor para verme llegar. Me dirigí directamente hacia las escaleras. Risas y voces llenaban la casa. Yo no encajaba con ellos. No tenía sentido ir allí y actuar como si lo hiciera. Miré hacia la puerta que daba a las escaleras de Santana y dejé que los recuerdos de la noche anterior me recorrieran. Estaba empezando a pensar que sería una cosa de una sola vez. Abrí mi puerta y entré antes de encender la luz. Cubrí mi mano por el grito que brotó de mi cuando me di cuenta que no estaba sola. Estaba Santana. Estaba sentada en mi cama, mirando por la ventana. Se puso de pie cuando cerré la puerta y caminó hacia mí.
—Hola —dijo ella en voz suave.
—Hola—respondí, sin saber por qué estaba en mi habitación cuando tenía una casa llena de gente—. ¿Qué estás haciendo aquí? Me dio una sonrisa torcida.
—Esperándote. Pensé que era un poco obvio. Sonriendo, agaché mi cabeza. Sus ojos podían ser demasiado a veces.
— Puedo verlo. Pero tienes invitados.
—No son mis invitados. Confía en mí, quería la casa vacía —dijo ahuecando el lado de mi cara con su mano—. Ven arriba conmigo. Por favor.  Ella no tenía que mendigar. Iría con mucho gusto. Dejé caer mi bolso sobre la cama y entrelacé mi mano con la suya.
—Muéstrame el camino. Santana apretó mi mano y nos dirigimos juntas a las escaleras. Una vez que llegamos al escalón más alto, Santana me tomó en sus brazos y me besó con fuerza. Tal vez yo era fácil, pero no me importaba. La había extrañado hoy. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y la besé con toda la emoción, produciendo dentro de mi algo que no terminaba de entender. Cuando rompió el beso, ambas estábamos sin aliento.
—Hablemos. Vamos a hablar primero. Quiero verte sonreír y reír. Quiero saber cuál era tu programa favorito cuando eras una niña, quién te hizo llorar en la escuela y de qué grupo de chicos colgabas carteles en tu pared. Luego, te quiero desnuda en mi cama de nuevo. Sonriendo ante su extraña manera, pero adorable, de decirme que me quería para más que sexo conmigo, me acerqué al gran sofá seccional café que daba al mar en lugar de a un televisor.
—¿Sedienta? —preguntó Santana, acercándose a un refrigerador de acero inoxidable que no me había tomado el tiempo para notar anoche. Un pequeño bar justo al lado de ella.
—Algo de agua con hielo estaría bien —contesté. Santana fue a preparar bebidas y yo me giré para mirar hacia el océano.
—Rugrats era mi programa favorito, Ken Norris me hacía llorar por lo menos una vez a la semana, luego hizo llorar a Valerie y yo me enojé y lo lastimé. Mi ataque favorito y de mayor éxito fue una patada en las bolas. Y vergonzosamente, The Backstreet Boys cubrían mis paredes. Santana se detuvo a mi lado y me dio un vaso de agua con hielo. Pude ver la indecisión en su rostro. Se sentó a mi lado.
—¿Quién es Valerie? Había mencionado a mi hermana sin pensar. Me sentía cómoda con Santana. Quería que me conociera. Tal vez si me abría sobre mis secretos, ella compartiría los suyos. Incluso si no me podía compartir los de Nan.
—Valerie era mi hermana gemela. Murió en un accidente de coche hace cinco años. Mi papá estaba conduciendo. Dos semanas después, él salió de nuestras vidas y nunca regresó. Mamá dijo que teníamos que perdonarlo porque él no podía vivir con el hecho de haber estado conduciendo el auto que mató a Valerie. Siempre quise creerle. Incluso cuando no vino al funeral de mamá, quería poder creer que él no podía hacerle frente. Así que lo perdoné. Ya no lo odio ni  dejo que la amargura y el odio me controle. Pero vine aquí y bueno… tú sabes. Supongo que mamá estaba equivocada. Santana se inclinó hacia adelante y dejó el vaso sobre la mesa de madera rústica a lado del sofá y pasó su brazo detrás de mí.
—No tenía idea de que tuvieras una hermana gemela —dijo casi con reverencia.
—Éramos idénticas. No podías distinguirnos. Tuvimos un montón de diversión con eso en la escuela y con chicos. Solo Cain podía distinguirnos. Santana empezó a jugar con un mechón de mi pelo mientras ambas mirábamos el agua.
—¿Cuánto tiempo se conocieron tus padres antes de casarse? —preguntó. No era una pregunta que yo esperara.
—Fue una cosa del tipo de amor a primera vista. Mamá estaba visitando a una amiga suya en Atlanta. Papá había roto recientemente con su novia y se acercó una noche cuando mamá estaba en el apartamento con su amiga sola. Su amiga era un poco salvaje según lo que me dijo mamá. Papá miro a mamá y se hundió. No puedo culparlo. Mi madre era preciosa. Tenía mi color de cabello, pero tenía grandes ojos verdes. Eran casi como joyas y ella era divertida. Eras feliz con solo estar cerca de ella. Nada la deprimía. Sonreía a través de todo. La única vez que la vi llorar fue cuando me contó sobre Valerie. Cayó al suelo y lloró ese día. Me habría asustado si no me hubiera sentido de la misma manera. Fue como si una parte de mi alma fuera arrancada.
—Me detuve. Mis ojos estaban ardiendo. Me dejé cerrar por la apertura. No me había abierto a nadie en años. Santana apoyó su frente en la parte superior de mi cabeza.
—Lo siento mucho, Brittany. No tenía idea. Por primera vez desde que Valerie me había dejado, sentí como si ahí estuviera alguien para poder hablar. No tenía que contenerme. Me giré en sus brazos y encontré sus labios con los míos. Necesitaba esta cercanía. Recordaba el dolor y ahora lo necesitaba para hacerlo desaparecer. Era tan bueno en hacer desaparecer todo excepto a ella.
—Las amaba. Siempre las amare, pero ya estoy bien. Ellas están juntas. Se tienen entre sí —dije cuando sentí su renuencia a besarme de nuevo.
—¿Qué tienes tu? —preguntó con voz torturada.
—Me tengo a mi. Me di cuenta hace tres años cuando mi mamá se enfermó que mientras me aferrara a mi misma y no olvidara quien era, siempre iba a estar bien —contesté.  Santana cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando los abrió, tenía una mirada de desesperación que me sobresaltó.
—Te necesito. Ahora mismo. Déjame amarte justo aquí, por favor. Me saqué mi camisa y luego alcancé la suya. Levantó sus brazos para mí y saqué la camisa por su cabeza. Ella hizo un rápido trabajo con mi sujetador y se había ido, con nada entre nosotras. Sus manos ahuecaron mis pechos mientras ella pasaba el pulgar sobre cada cima dura.
 —Eres tan jodida e increíblemente hermosa. Por dentro y por fuera —susurro—. Por mucho que no lo merezco, quiero estar enterrada en ti. No puedo esperar. Necesito estar tan cerca de ti como sea posible. Me deslicé detrás de ella y me levanté. Después de deslizar mis zapatos, me desabroché los pantalones cortos y los bajé junto con mi ropa interior y luego salí de ellos. Ella se quedó ahí sentada, mirándome como si fuese la cosa más fascinante que jamás hubiese visto. Se sintió poderosa. La vergüenza que esperaba al estar de pie, desnuda frente a ella, no estaba allí.
—Desnúdate —dije, mirando la erección presionando sus pantalones. Pensé que obtendría una risita divertida de ella, pero no hubo ninguna. Se puso de pie, rápidamente salió de sus pantalones, y luego se dejó caer en el sofá jalándome hacia ella.
—Ponte a horcajadas sobre mi —ordenó. Hice lo que me dijo—. Ahora — Trago saliva—, tranquilamente baja sobre mí.
—Miré hacia abajo y la vi sosteniendo la base de su pene. Me agarré a sus hombros y, poco a poco, bajé mientras ella manejaba todo lo demás.
 —Tranquila, bebé. Lento y fácil. Vas a estar dolorida. Asentí con la cabeza y me mordí el labio interior mientras la punta comenzaba a entrar en mí. Ella movió la punta hacia atrás y adelante sobre mi abertura, burlándose. Le apreté los hombros y jadeé. Se sentía bien. Muy bien.
—Es todo. Te estás poniendo tan jodidamente húmeda. Dios, quiero probarlo —gruñó. Ver la expresión animal en sus ojos tocó un interruptor en mí. Quería hacer que me recordara. Recordar esto. Sabía que nuestro tiempo era limitado y sabía que yo nunca la olvidaría. Sin embargo, quería saber que cuando ella se fuera, nunca me olvidara. No quería ser esa chica cuya virginidad sólo tomaba. Inclinándome hacia delante, esperé hasta que ella frotó la punta contra mi entrada. Luego, me dejé caer duro con un fuerte grito mientras me llenaba. 
—MIERDA —gritó Santana. No esperaba que se preocupara por mí. La iba a montar. Ahora entendí la terminología. Tenía el control de esto. Ella empezó a abrir la boca para decir algo, pero la paré metiendo mi lengua en su boca mientras levantaba mis caderas y volvía a sentarme sobre ella más fuertemente. La sensación del gemido y hundimiento de su cuerpo me aseguraron que estaba haciendo algo bien. Me aparté, para que así pudiera gritar mientras la cabalgaba más rápido y más duro. La sensibilidad en mi interior estaba gritando con el estiramiento de mi entrada, pero era un dolor bueno.
—Brittany, oh mierda santa, Brittany —gruñó cuando sus manos agarraron mis caderas y se dejó a si misma liberarse y disfrutar del paseo. Sus manos comenzaron a tomar el control. Me levantó y me golpeó sobre ella de nuevo con embestidas duras y rápidas. Cada maldición y gemido que escapaba de ella me hicieron sentir más salvaje. Necesitaba esto con ella. El orgasmo se estaba construyendo y supe al cabo de unos cuantos golpes más que iba a acabar sobre ella. Quería que ella se viniera, también. Comencé a mecerme en ella y dejé salir los gritos que estaba tratando de controlar.
—Me voy a venir —gemí mientras la sensación se construía.
—Joder bebe, tan bueno —gruñó y luego ambas caímos juntas. Su cuerpo resistió debajo de mi y luego se calmó. Mi nombre fue arrancado de sus labios al mismo tiempo que mi cuerpo llegaba a su clímax. Cuando los temblores se hicieron más lentos y pude respirar de nuevo, envolví mis brazos alrededor de su cuello y colapsé sobre ella. Ambos brazos me abrazaron con fuerza mientras su respiración se volvía lenta. Me gustaba el sexo dulce que habíamos tenido la noche anterior, pero había algo que decir sobre follar. Sonreí para mis adentros ante la idea y me giré para besar su cuello.
—Nunca. Nunca en mi vida —jadeó, pasando su mano por mi espalda y ahuecando mi trasero con un suave apretón.
—. Eso fue... Dios, Brittany. No tengo palabras. Sonreí contra su cuello y sabía que había hecho mi marca en esta perfecta, herida, confusa y misteriosa mujer.
—Creo que la palabra que estás buscando es épico —dije riendo mientras me inclinaba hacia atrás para poder verla. La ternura en sus ojos derritió mi corazón un poco más.
—El sexo más épico conocido por mi —respondió y extendió su mano para meter mi cabello detrás de mis orejas—. Estoy arruinada. ¿Sabes eso? Me has arruinado. Moví las caderas y pude sentirla aun en mi interior.
—Mmm, no, creo que todavía podrías funcionar.
—Dios, mujer, vas a tenerme dura y lista de nuevo. Tengo que limpiarte. Tracé su labio inferior con la yema de mi dedo.
—No voy a sangrar de nuevo. Ya lo hice. Santana colocó mi dedo en su boca y lo chupó con suavidad antes de dejarlo ir.
—No estaba usando un condón. Estoy limpia, sin embargo. Siempre uso condón y me chequeo con regularidad.
—No estaba segura de cómo procesar esto. No había pensado en un condón.
—. Lo siento. Tú te desnudaste y mi cerebro se desprotegió. Te prometo que estoy limpia. Negué con la cabeza.
—No, está bien. Te creo. No pensé en eso, tampoco. Santana me empujó contra ella.
—Bueno, porque esto fue jodidamente increíble. Nunca lo sentí sin condón. Sabiendo que estaba en ti y sintiéndote desnuda me hizo de verdad endemoniadamente feliz. Te sentías increíble. Toda caliente, húmeda y muy apretada. Me sacudí contra ella. Sus palabras sucias en mi oreja hacían que mi dolor despertara de nuevo.
—Mmm —contesté mientras la sentía crecer, dura, dentro de mí de nuevo.
—¿Estás en control de natalidad? Nunca tuve una razón para hacerlo. Negué con la cabeza. Gimió y movió las caderas hasta que estuvo fuera de mi.
—No podemos hacer esto hasta que lo estés. Pero me tienes dura otra vez. —Llegó hasta entre mis piernas y pasó un dedo contra mi clítoris hinchado—. Tan sexy —murmuro. Deje que mi cabeza cayera y disfruté de su tacto suave.
—Brittany, toma una ducha conmigo —pidió con voz tensa.
—Está bien —dije, mirando hacia ella. Me ayudó a levantarme y luego me llevó a su enorme cuarto de baño.
—Te quiero en la ducha. Lo que hicimos fue el mejor sexo que he tenido en mi vida. Pero aquí va a ser más lento. Estoy cuidando de ti.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Jul 19, 2016 1:47 pm

CAPITULO 21


Dejar a Santana en la cama esta mañana había sido duro. Estaba durmiendo tan plácidamente que no quise despertarla. Me abstuve de besar su rostro antes de irme. Dormida parecía libre de toda preocupación. No me di cuenta de lo intensa y en guardia que se encontraba hasta que la vi dormir y parecer completamente en paz. Abriendo la puerta del salón de empleados, me saludó el aroma de rosquillas frescas y un sonriente Jimmy.
—Buenos días, nena —dijo tan alegre como siempre.
—Eso esta por verse… ¿vas a compartir esas rosquillas o no? Me alcanzó la caja.
—Compré dos extra para ti, muñeca. Sabía que mi bombón rubio vendría a trabajar hoy y no quería estar con las manos vacías. Me senté frente a él y alcancé mi rosquilla.
—Si pensara que lo disfrutarías, te besaría —bromeé. Jimmy movió las cejas.
—¿Quién sabe, nena? Una cara como la tuya puede llevar a cualquier  hombre o mujer por el mal camino. Riéndome, mordí la cálida y mullida ricura. No era saludable, pero estaba malditamente buena.
—Come, porque tenemos un larguísimo día por delante. El baile de debutantes es por la noche y no estaremos en el comedor. Todos seremos enviados al salón de baile y forzados a caminar con bandejas de comida para luego servirles en la cena. ¿Baile de debutantes? ¿Qué narices era eso?
—¿Es por eso que afuera hay tantas furgonetas con flores y decoraciones?  Jimmy asintió y tomó otra rosquilla cubierta con chocolate.
—Sí. Tiene lugar todos los años durante esta semana. Las locas y ricas mamás pavonean a sus hijas y las presentan en sociedad. Después de esta noche, las chicas serán consideradas mujeres y tratadas como miembros adultos del club. Pueden estar en comités y cosas así. Es una tontería, eso es lo que es. Especialmente desde que Nan cumplió veintiuno hace un par de semanas. Eso significa que es estrenada en la jodida adultez. Nan era una debutante. Eso era interesante. Su madre no estaba aquí. ¿Eso quería decir que volvía? Mi corazón se aceleró… tendría que marcharme pronto. Santana no me había dicho que había cambiado algo sobre mi mudanza. Cuando me fuera, ¿todavía me vería?
—Respira, Brittany. Es solo un maldito baile —dijo Jimmy. Inhalé. No me había dado cuenta de que había entrado en pánico. Es por eso que quería mantener mi distancia. Sabía que este día llegaría. ¿Mi padre estaría en casa hoy?
 —¿A qué hora empieza? —Me las arreglé para preguntar sin modificar mi voz.
—A las siete, pero a las cinco cerrarán el comedor para que podamos prepararnos. Asentí y puse el resto de la rosquilla sobre la mesa, no podía terminarla. Hoy el tiempo no jugaba a mi favor. Sentía el teléfono en el bolsillo, pero no podía enviarle un mensaje a Santana. No quería que me diera malas noticias por esa vía. Sólo quedaba esperar.
—Brittany, necesito verte un momento en mi oficina. —La voz de Woods interrumpió mis pensamientos. Miré a Jimmy y sus ojos se abrieron con preocupación. Genial. ¿Qué había hecho? Me levanté y me giré hacia Woods. No parecía enojado. Me sonrió y eso me dio el coraje que necesitaba para caminar hacia él. Sostuvo la puerta por mí y salí al pasillo.
—Relájate, Brittany. No estás en problemas. Sólo tenemos que hablar de esta noche. Oh. Uf. Inhalé y asentí, entonces lo seguí hacia la puerta al final del pasillo.
—No tengo nada glamuroso. Papá cree en hacer que me trabaje mi camino hacia la cima, incluso aunque algún día heredaré el club. —Woods puso los ojos en blanco mientras abría la puerta de la oficina y me invitaba a entrar. El cuarto era tan grande como mi habitación en casa de Santana. Tenía dos largas ventanas panorámicas mirando hacia el hoyo dieciocho.  Caminó y se sentó en el borde de su escritorio en lugar de hacerlo detrás. Aprecié su intento de no hacerlo muy formal. Eso me hubiera puesto nerviosa.
—El Baile de Debutantes es por la noche. Aquí es un evento anual. Convertimos a las zorritas ricas en adultas. Es un estúpido dolor en el trasero que hace ganar al club más de cincuenta millones de dólares con las cuotas, donaciones y todo eso. Así que no podemos detener la tontería. Ni mi madre lo haría si pudiera. Ella también fue una debutante una vez y podría pensarse que la coronaron reina de Inglaterra si la oyeses hablar. No me sentí mejor. Esa explicación lo empeoraba todo.
—Nan ya tiene veintiuno, así que será una debutante. Miré la lista y Santana será su escolta; es tradicional que el padre o el hermano mayor sean los escoltas, en este caso la hermana mayor. Éste también debe ser miembro del club. No sé lo que pasa entre Santana y tu, pero lo que sí sé es que Nan te odia. No necesito dramatismos esta noche. Pero a pesar de todo, te necesito. Eres una de las mejores. La pregunta es: ¿puedes hacerlo sin una pelea? Porque Nan hará lo posible por molestarte. Dependerá de ti ignorarla. Puedes estar saliendo con uno de los miembros, pero eres parte del personal. Eso no cambia. Los miembros siempre tienen la razón. El club tomará partido por Nan si comienza una pelea. ¿Qué esperaba? Esto no era el instituto. Todos éramos adultos. Podría ignorar a Nan y a Santana toda la noche si era necesario.
—Puedo hacerlo. No hay problema. Woods asintió energéticamente.
—Bien, porque la paga es excelente y necesitas la experiencia.
—Puedo hacerlo —aseguré. Él se levantó.
—Estoy confiando en que así sea. Puedes ayudar a Jimmy con el desayuno. Ahora probablemente está echando pestes de nosotros. *** El resto del día pasó volando y estuve tan ocupada con los preparativos que no tuve tiempo de pensar en Nan o en el regreso de mi padre. Ni en Santana. Ahora estaba de pie en la cocina con todos los camareros. Llevaba un vestido blanco con negro y el cabello recogido en un moño. Comenzaba a tener mariposas en el estómago.  Era la primera vez que tenía que enfrentarme a las diferencias entre Santana y yo. Su mundo contra el mío. Esta noche, colisionarían. Me había preparado para cualquier comentario que Nan pudiera hacer sobre mí. Hasta había hablado con Jimmy para que fuera mi amortiguador y evitara que me acercara a ella. Quería ver a Santana, incluso hablar con ella, pero presentía que sería recibida con muchos ceños fruncidos.
—Hora del espectáculo. Entremeses y bebidas, gente. Ya saben su trabajo. Vamos. —Darla dirigía la función tras bambalinas esta noche. Recogí mi bandeja con los Martini y me dirigí hacia la fila en la puerta. Todos salieron rápido y recorrimos varios caminos a través de la muchedumbre. El mío era un semicírculo en el sentido de las agujas del reloj. A menos que viera a Nan, entonces me giraría contrarreloj y Jimmy iría a favor. Era un buen plan. Sólo esperaba que funcionara. La primera pareja hacia la que me dirigí ni siquiera se enteró de que existía mientras charlaban y bebían de la bandeja. Eso era fácil. Pasé por otros grupos, donde reconocí algunos hombres y mujeres del campo de golf. Sonreían y asentían cuando me reconocían, pero eso era todo. A medio camino del salón, mi bandeja estaba vacía y tomé nota mental del punto en que me encontraba. Me apuré a la cocina por más copas, Darla me estaba esperando. Me puso unas cuantas copas de Martini en la bandeja y me ahuyentó. Regresé a mi sitio, sólo deteniéndome dos veces para permitir que alguien tomara alguna copa de la bandeja. El señor Jenkins me llamó y agitó una mano, saludándome, le devolví la sonrisa. Jugaba dieciocho hoyos cada viernes y sábado. Me impresionaba que un hombre de noventa y tantos años pudiera moverse tan bien. También venía a tomar café y dos huevos escalfados por las mañanas de lunes a viernes. Mientras me giraba para sonreírle, mis ojos se trabaron con los de Santana. Había tratado con ahínco de no buscarla, aun sabiendo que estaba aquí. Era la gran noche de Nan, Santana no se la perdería. No había razón para hacerlo. Ella era cruel, pero era su hermana. A mí era a quien detestaba, no a ella. Su rostro parecía dolido y la pequeña sonrisa era forzada. Le sonreí de vuelta, intentando no pensar en su extraño saludo. Al menos me había mirado. No sabía qué esperar de ella. El Doctor y la señora Wallace me saludaron y me dijeron que extrañaban verme en los terrenos de golf. Les mentí y les dije que yo también los extrañaba. Entonces, me dirigí hacia la cocina a buscar otra bandeja. Darla me dio una bandeja con champán.
—Vamos, vamos, deprisa —ladró. Caminé tan rápido como pude con una bandeja llena de copas de champán. Una vez en el salón, comencé el mismo camino a través de los miembros que estaban concentrados en conversaciones mientras yo sólo era una bandeja con bebida. Esto me gustaba más, no me ponía de nervios. La risita familiar de Betty captó mi atención y me giré para buscarla. No la había visto antes en la cocina. Asumí que Darla no la había querido trabajando en esta función. O el padre de Woods no había querido. Betty no iba vestida como nosotros. Llevaba un ceñido vestido negro de chiffon y su largo cabello castaño estaba recogido sobre la coronilla con tirabuzones cayendo por su rostro. Giró la cabeza, atrapando mis ojos y me dio una amplia sonrisa. La observé mientras se apuraba hacia mí. Los altos tacones que llevaba no hicieron que disminuyese la velocidad.
 —¿Puedes creerte que estoy aquí como invitada? —preguntó Betty, mirando impresionada a su alrededor y después a mí. Sacudí la cabeza porque no podía—. Cuando anoche vino Jace a mi apartamento, me lo rogó de rodillas y le dije que si me quería, tenía que reclamarme como su novia en público. Accedió y bueno, ya captas la idea. Las cosas se calentaron en mi apartamento. Pero bueno, de todos modos, aquí estoy —dijo con entusiasmo. Jace había perdido el miedo. Bien por él. Miré por encima del hombro de Betty y vi que Jace nos miraba. Le sonreí y asentí en aprobación. Una sonrisa torcida destelló en sus labios acompañada de un encogimiento de hombros.
—Me alegro de que le haya entrado algo de cordura —repliqué. Betty me apretó el brazo.
—Gracias —susurró. No tenía nada que agradecerme, pero le sonreí.
 —Ve, diviértete. Tengo que pasar todo esto antes de que venga tu tía y me pille hablando.
—Está bien, lo haré, aunque ojalá pudieses divertirte conmigo. —Sus ojos echaron un vistazo sobre su hombro. Sabía que estaba mirando a Santana. Ella estaba allí y estaba ignorándome delante de toda esta gente. Lo estaba haciendo por el bien de Nan. ¿Pero eso lo hacía mejor? Poco a poco me di cuenta. Me había convertido en Bethy.
—Necesito el dinero, así podré tener mi propio lugar —dije con una sonrisa forzada.
—. Ve a integrarte. —La animé y me fui al siguiente grupo. Ojos siguiéndome enviaron una sensación de ardor a mi cuello. Sabía que Santana me estaba mirando, no necesitaba girarme y verla para confirmarlo. ¿Había  llegado a la misma conclusión que yo? Lo dudaba, ella era una chica. Me había convertido en disponible y fácil, también era la más hipócrita del mundo, ahora me sentía culpable de reprender y compadecerme de Bethy. La última copa de champán dejó mi bandeja y me acerqué de nuevo a través de la multitud con cuidado de no acercarme ni a Santana ni a Nan. Ni siquiera les eché un vistazo, seguía teniendo un poco de orgullo. Sólo tuve que parar tres veces para que los clientes pusieran sus copas vacías en mi bandeja mientras me daba prisa en regresar a la seguridad de la cocina.
—Bien, estás de vuelta. Toma esta bandeja. Necesitamos un poco de comida por ahí antes de que todos beban demasiado y tengamos un lío de borrachos pretenciosos en nuestras manos —dijo Darla y me entregó una bandeja de cosas que no reconocí. También olían mal. Arrugué la nariz y mantuve la bandeja alejada de mí. Darla se rio a carcajadas.
—Son caracoles, son repugnantes, pero estas personas piensan que son un manjar. Olvida el olor y vete.
—Sentí mi estómago retorcerse. Lo podría haber hecho sin la explicación, caracoles habría sido una descripción suficiente. Cuando llegué a la entrada del salón de baile, me tranquilicé y traté de no pensar en los caracoles que estaba dando a la gente para comer o en el hecho de que Santana estaba ahí, actuando como si no me conociera en absoluto. Después de haber pasado las dos últimas noches en su cama.
—¿Estás bien? —preguntó Woods cuando entré en la sala, estaba a mi lado pareciendo preocupado.
—Sí, salvo por el hecho de que estoy dándole a las personas caracoles para comer —contesté. Woods se echó a reír, tomó uno de mi bandeja y se lo metió en la boca.
 —Deberías probar uno. Son realmente muy buenos. Especialmente empapados en ajo y mantequilla. Mi estómago se retorció de nuevo y sacudí la cabeza. Woods se rio en voz alta esta vez.
—Siempre haces las cosas más interesantes, Brittany —dijo, inclinándose hacia mi oído.
—. Siento lo de Santana. Sólo para que conste, si me hubieras elegido no estarías trabajando esta noche. Irías de mi brazo. Sentí mi rostro ruborizarse. Ya era suficiente saber que era un sucio y pequeño secreto, pero que otros se dieran cuenta era humillante. Sin embargo, quería a Santana. Mucho. Bueno, obtuve mi deseo.  
—Necesito el dinero. Estoy muy cerca de ser capaz de permitirme un lugar propio —informé con total naturalidad. Woods me dio un gesto enérgico y una simpática sonrisa antes de girarse a saludar a un anciano que pasaba por allí. Tomé ese momento para escapar. Tenía gente que alimentar con caracoles. Jimmy me llamó la atención y me guiñó el ojo para tranquilizarme. Había atendido brillantemente el lado de la sala de Santana. No había llegado ni siquiera cerca de ella. Bethy me sonrió cuando llegué a su grupo. Su sonrisa cayó cuando vio la comida de la bandeja.
—¿Qué es eso? —preguntó con horror.
—No quieres saber —dije causando que Jace y un tipo con el que no estaba familiarizada se rieran.
—Probablemente sea mejor dejar que esto pase de largo —dijo Jace a Bethy mientras colocaba la mano en su cintura y la atraía hacia su lado con afecto. Le sonrió y eso fue todo el dulce romance que pude tomar. Me apresuré hacia el siguiente grupo. El rizado cabello rojo me era familiar. Me tomó un segundo ubicarla. El veneno malvado que destilaba su sonrisa me recordaba exactamente donde la había visto antes. Ella había estado en la casa de Santana, tras Woods, la noche de la fiesta de Nan. No había hecho una fan esa noche, gracias a Woods.
—¿No es divertido? —dijo ella, volviendo su atención de la pareja con la que había estado hablando y centrándose en mí—. Supongo que Woods decidió que era más adecuado para ti trabajar para él, que salir con él.
—Ella se rio y negó con la cabeza haciendo que sus los rojos rizos rebotaran alrededor.
—. Lo juro, esto hace mi noche.
—Levantó la mano y ladeó mi bandeja. Los caracoles corrieron por delante de mi camisa, seguidos por la bandeja cayendo ruidosamente en el suelo. Estaba demasiado aturdida como para moverme o hablar.
—Ah y mira que es torpe. Woods debería ser más selectivo acerca de sus empleados —susurró odiosamente.
 —¡Oh, dios mío! Brittany, ¿estás bien? —La voz de Bethy vino detrás de mí y me sacudió de la sorpresa. Me las arreglé para deshacerme de los caracoles que todavía se aferraban a mi ropa.
—Muévanse —ordenó una voz profunda que reconocí al instante. Mi cabeza se disparó para encontrar a Santana empujando a la pareja con la que la pelirroja parecía estar riéndose del lío en el que estaba. Estaba enojada. No había duda de  eso. Santana me agarró por la cintura y estudió mi rostro un momento. No estaba segura de por qué.
 —¿Estás bien? —preguntó en voz baja. Asentí con la cabeza, sin saber todavía cómo reaccionar. Las venas de su cuello comenzaron nuevamente a pulsar contra su piel mientras tragaba saliva. Apenas giró la cabeza para colocar sus ojos en la pelirroja.
—No te acerques ni a mí ni a ella de nuevo. ¿Entendido? —dijo con una calma mortal. Los ojos de la pelirroja se agrandaron.
—¿Tú estás enojada conmigo? Ella es la torpe, se arrojó la bandeja a sí misma. Las manos de Santana apretaron con fuerza mis caderas.
—Si pronuncias una palabra más, voy a retirar todas mis contribuciones a este club hasta que seas escoltada fuera. Permanentemente. La chica se quedó sin aliento.
—Pero yo soy amiga de Nan, Santana. Su amiga más antigua, no puedes hacerme eso a mí, especialmente por el personal contratado.
—Fue un puchero infantil y una voz extraña viniendo de una mujer de veintiún años.
—Pruébame —respondió. Me miró de nuevo.
—. Tú vienes conmigo. No tuve tiempo de responder antes de que girara la cabeza para mirar por encima de mi hombro.
—La tengo, Bethy. Está bien. Vuelve con Jace. —Santana deslizó su mano alrededor de mi cintura—. Cuidado con los caracoles, son resbaladizos. Dos de los ayudantes se apresuraron a la sala, con suministros para limpiar el desorden. La música no había cesado, pero el lugar se había quedado en silencio. Poco a poco, la gente comenzó a hablar de nuevo. Mantuve mis ojos en la puerta, esperando poder salir del salón de baile y deshacerme de los brazos de Santana. Si todos los de allí no sabían que estábamos teniendo sexo, ahora lo sabrían. Santana acababa de demostrarles a todos que se preocupaba por mí hasta cierto punto, pero no quería exactamente caminar conmigo de su brazo. Mi pecho dolía, necesitaba tener espacio. Hubo un tiempo en el que aprendí a recluirme en mi pequeño mundo en el que confiaba en mí y sólo en mí. Nadie más. Una vez que estuvimos fuera del salón de baile y lejos de miradas curiosas, me liberé de Santana y puse algo de distancia entre nosotras. Crucé los brazos sobre el pecho y me quedé mirándome los pies. No estaba segura de si mirarla era una buena idea. No había tenido tiempo para disfrutar de lo guapa que se veía en un esmoquin negro. Había  estado esforzándome al máximo para no mirarla. Ahora que estaba aquí mismo, delante de mí, vestida como iba, mientras yo iba vestida de camarera, cubierta de aceite de caracol, la enorme diferencia entre nuestros mundos era evidente.
—Brittany, lo siento. No esperaba que algo así sucediera. Ni siquiera sabía que ella tenía problemas contigo. Voy a hablar con Nan acerca de esto, tengo la sensación de que tiene algo que ver con esto.
—La pelirroja me odia por el interés de Woods en mí. Nan no tiene nada que ver con esto y tú tampoco. Santana no respondió de inmediato. Me preguntaba si sólo debiera girarme y caminar de regreso a la cocina.
—¿Woods sigue molestándote? ¿En serio estaba preguntándome eso? Yo estaba allí de pie, cubierta de caracoles con mantequilla, ¿y estaba preguntándome si otro chico estaba coqueteando conmigo? Ni siquiera sabía si todavía tenía un trabajo. Eso fue todo. Había tenido suficiente. Me di la vuelta y me dirigí a la cocina. Santana no me dejó llegar muy lejos. Su mano salió disparada y agarró mi brazo.
 —Brittany, espera, lo siento. No debería haber preguntado eso. Ese no es el problema ahora mismo. Quería asegurarme de que estabas bien y ayudarte a limpiarte. —Su voz fue quebrándose en la última parte. Suspiré, me di la vuelta y esta vez la miré a los ojos.
—Estoy bien. Tengo que ir a la cocina y ver si aún tengo trabajo. Me habían advertido esta mañana que algo así podría suceder por Woods y que sería culpa mía. Así que, ahora mismo tengo problemas más grandes que tu repentina necesidad de ser posesiva conmigo. Lo cual es ridículo, ya que estabas haciendo lo mejor que podías para ignorarme hasta que ocurrió este incidente. O me conoces o no, Santana. Elige.
 —El dolor en mi voz no había sido fácil de enmascarar. Tiré de mi brazo, liberándolo de su mano y me dirigí hacia la cocina.
—Tú estabas trabajando. ¿Qué querías que hiciera? —gritó y me detuve
—. Reconociéndote le había dado una razón a Nan para atacarte. Estaba protegiéndote. El hecho de que llegara a admitir eso decía mucho. Nan iba primero. Estaba ignorándome y así manteniendo feliz a Nan. Por supuesto, lo había esperado. Yo sólo era la cita de sexo. Nan era la hermana. Ella hizo bien en elegirla por encima de mí. ¿Cómo podía verme como algo más cuando había caído tan fácilmente en su cama? 
—Tienes razón, Santana. Tú ignorándome mantendrá a Nan lejos de atacarme. Yo sólo soy la chica que te follaste las últimas dos noches. A fin de cuentas, no soy tan especial. Soy una de tantas. No esperé a que dijera más. Corrí por las puertas de la cocina chocando contra ellas antes de que las lágrimas en mis ojos se liberaran.
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Mensaje por JVM Mar Jul 19, 2016 4:58 pm

Necesitamos saber que es lo que pasa entré San y Nan y tratar de comprender su comportamiento...... Porque mas que su hermana la trata como su pareja algo raro no se....
Y a Britt creó le esta cayendo lo que ya sabía, el mantener algún tipo de "relación" con San seria complicado.....
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Mensaje por 3:) Mar Jul 19, 2016 8:56 pm

ya es jodiendo necesario saber que pasa entre nan y san???
britt tenia una leve esperanza en que pueda llegar a elegirla,..
a ver que pasa con san, nan y todo???

PD; después me puedes pasar el nombre del autor, por fa para recomendarse lo a una amiga, le gusta este tipo de libros y ya me vació mi biblioteca jajajaja


Última edición por 3:) el Mar Jul 19, 2016 10:06 pm, editado 1 vez
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