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Mensaje por 3:) Vie Mayo 05, 2017 8:21 pm

hola morra,...

no me jodas,.... quien es esa vieja con la que esta san ahora????
se me hace que esto no va a terminar de todo bien!!!
a ver que hace britt ahora??

nos vemos!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por micky morales Vie Mayo 05, 2017 10:19 pm

ok pero ya va, Brittany ni siquiera vio si Santana correspondio a las intenciones de la serpiente que tenia enroscada en su garganta asi que esperemos a ver!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 597186406 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 296517876 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2446003554
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por JVM Sáb Mayo 06, 2017 6:25 pm

Pues Britt descubrió una faceta de la vida de San antes de que llegara a su vida ..... Y pues en parte tiene razón no hay ningún tipo de compromiso entre ellas pero eso no quita que le duela
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Mensaje por 23l1 Sáb Mayo 06, 2017 7:12 pm

3:) escribió:hola morra,...

no me jodas,.... quien es esa vieja con la que esta san ahora????
se me hace que esto no va a terminar de todo bien!!!
a ver que hace britt ahora??

nos vemos!!



Hola lu, nadie lo sabe...ni kiero saber yo la vrdd ¬¬ Nose xq pienso igual que tu =/ O pelea por lo suyo o lo deja ir xq no sabe q es suyo xD jajajaajajaj. Saludos =D





micky morales escribió:ok pero ya va, Brittany ni siquiera vio si Santana correspondio a las intenciones de la serpiente que tenia enroscada en su garganta asi que esperemos a ver!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 597186406 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 296517876 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2446003554



Hola, tienes un muy buen punto, quizás y eso la ayude y no haga cosas a locas... pero son las brittana no se sabe con ellas... solo q se pertenecen ajajajaj. SAludos =D





JVM escribió:Pues Britt descubrió una faceta de la vida de San antes de que llegara a su vida ..... Y pues en parte tiene razón no hay ningún tipo de compromiso entre ellas pero eso no quita que le duela




Hola, si q si.. si q si otra vez =/... esperemos a ver q pasa entonces =/ Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Mía II (Adaptada) Cap 7

Mensaje por 23l1 Sáb Mayo 06, 2017 7:15 pm

Capitulo 7


—No sé qué te da mi hermana, pero si, cuando acabe contigo, acudes a mí, te daré más.

El silencio fue interrumpido por una sensual voz que le susurró al oído.

Brittany se pegó tal susto que, de no haber sido por la mano que la cogió de la cintura, se habría caído del embarcadero.

—Eeeh…, tranquila.

Brittany se giró hacia la voz, que ya sabía de quién era.

Quinn la acorraló, poniéndole las manos en los costados para evitar que huyera.

—¿Qué…, qué me dices?

Aquella mujer no le afectaba lo más mínimo, pero no le hacían ninguna gracia las confianzas que se estaba tomando.

—Te pagaré. La suma que me digas y del modo que elijas.

Aquella mirada tan fría la hizo estremecer.

¡Dios mío!

Le estaban dando arcadas.

Tragó saliva y observó aquel rostro con aspecto de deidad, incapaz de creer que se le estaba insinuando.

Como si fuera una ramera.

Una furcia.

Una prostituta.

En su interior la ira se despertó como un ave fénix y empezó a aumentar y a hacerse cada vez más intensa. Una rabia incontenible le nubló la visión y su cuerpo comenzó a temblar.

—A Santana no le importará—le aseguró Quinn, poniéndole la mano sobre el hombro.

Su comentario le atravesó el cuerpo entero y la hizo saltar.

Pero ¿qué mierda se pensaban las López?

¿Que podían comprar a toda mujer a la que se quisieran tirar?

Echó el brazo hacia atrás y le pegó un tortazo… con todas sus fuerzas.

Al golpear su arrogante rostro sonriente se produjo un chasquido que irrumpió en la oscuridad casi silenciosa, retumbando en la paz de la noche.

—Rachel tenía razón. Eres una víbora—le espetó temblando de rabia.

—¿Rachel? ¿Rachel Berry?—Quinn estaba atónita.

No sabía si se había quedado así por la bofetada o por oír el nombre de Rachel, pero tampoco le importaba.

La apartó de un empujón y echó a correr. Se salió del camino iluminado y corrió por el césped recién segado hasta llegar a la entrada de la casa.

Corrió entre los coches buscando a Blaine, que esperaba pacientemente en el Mercedes. Abrió la puerta del coche y se instaló en el asiento del copiloto.

—Llévame a casa, por favor—le rogó con un nudo de lágrimas en la garganta que le quebraba la voz—Por favor.

—¿Se encuentra bien, Britt?

Aunque estaba oscuro y no podía verle la cara supo por la voz del chófer que estaba preocupado.

—No me encuentro bien. Tengo que irme a casa—afirmó incapaz de ocultar
la desesperación con la que se lo pedía.

—¿Puedo hacer algo por ti?

—Sí. Llévame a casa. Me pondré bien.

No se pondría bien.

Ni ahora ni mañana.

Seguramente tardaría mucho tiempo en recuperarse, pero eso no se lo dijo.

El bueno de Blaine no le hizo más preguntas. Arrancó el vehículo y se dirigió
directo al piso.

A Brittany le temblaban las manos y se aferró con fuerza a los zapatos que
llevaba en el regazo mientras se esforzaba por que las lágrimas que le inundaban los ojos no rebosaran.

No podía llorar.

No tenía motivos para hacerlo.

Las López tan solo estaban haciendo lo que para ellos era normal. La que tenía el problema era ella.

Había hecho una absoluta estupidez: no había logrado resistirse a enamorarse de Santana López.

Estaba locamente enamorada.

La amaba con una pasión y un desenfreno que en nada se parecían al amor que había sentido por su ex.

Este amor la tenía hecha un lío, le arañaba el alma y le revolvía las entrañas; era el tipo de amor que la haría sufrir.

Y mucho.

Reprimió un amargo sollozo mordiéndose el labio hasta que se hizo sangre y giró la cabeza a la derecha para ver pasar la ciudad por la ventana del coche que la llevaba a casa.

«Ya te has enfrentado antes a la pérdida, Brittany. Lo superarás».

A raíz del fallecimiento de sus padres se había acostumbrado a recurrir a palabras de ánimo y arengas para superar las batallas más arduas.

Hasta ahora siempre le habían funcionado.

Al fin y al cabo había llegado hasta aquí, ¿no?

«La olvidarás. El tiempo lo cura todo».

Notó que un peso insoportable se instalaba en su pecho y la aplastaba.

Por primera vez en la vida Brittany Pierce sintió que se estaba mintiendo a sí misma.



[centre]***[/center]


—¡Brittany!—vociferó Santana dando un portazo tras entrar en el piso.

Tiró las llaves sobre la encimera de la cocina sin ningún cuidado. Vio que había una tarjeta y un pequeño regalo envuelto con cuidado, pero la ignoró y continuó corriendo por el piso como una posesa.

—¡Brittany!

Siguió gritando su nombre hasta quedarse afónica, pero todos los cuartos estaban vacíos.

El dormitorio de ella estaba intacto; tan solo faltaba su mochila.

—¡Mierda!

Volvió a la cocina y, al coger la tarjeta y el paquete envuelto en papel de colores, encontró un cheque de Brittany por un valor de noventa mil dólares y una nota.


Te devolveré el resto en cuanto encuentre un trabajo. He dejado todos tus regalos excepto un par de vaqueros y algunas camisas. Gracias por todo. Siempre te estaré agradecida.
Brittany.


¿Qué era eso?

No quería su gratitud…, sino a ella.

Arrugó el papel con fuerza hasta que se le quedaron los nudillos blancos.

¿La había dejado?

Sin darle una explicación.

Sin despedirse.

Se había… esfumado.

Cogió el regalo y la tarjeta y se fue al salón a servirse una copa. Se tomó un
whisky de un trago antes de servirse otro y se sentó en un sillón de cuero tras dejar la copa en una mesita a su lado.

Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos.

Deseaba volver al momento en el que Brittany y ella habían salido del piso para ir a la fiesta.

Si pudiera volver atrás, se habría comportado de otra manera: no habrían salido de casa.

Esa noche había estado a punto de matar a su hermana.

Le había dado una paliza tras enterarse de que había intentado algo con Brittany.

No le había costado mucho averiguarlo: Brittany había desaparecido y Quinn llevaba la marca de una bofetada en la cara que obviamente le había propinado alguna mujer cabreada.

Se había pasado de la raya: le había hecho creer a Brittany que a Santana no le importaría que Quinn se la follara.

Quinn iba como una cuba cuando le había confesado lo ocurrido y Santana había perdido los papeles de tal modo que no le había importado lo más mínimo lo borracha que estuviera: la había tirado al suelo y no había dejado de golpearla hasta que su mamá se había interpuesto entre ellas.

Era la primera vez que su hermana y ella llegaban a las manos.

Quinn jamás le había puesto un dedo encima y Santana nunca se hubiera imaginado pegando un puñetazo a su hermana.

Hasta ese día.

Hasta que llegó Brittany.

La idea de otra persona tocándola le hacía perder los estribos.

Santana no se sentía mejor porque Brittany hubiera rechazado a Quinn y le hubiera pegado semejante guantazo.

Seguramente se había sentido agredida y confundida.

Encima, la había abandonado.

Solo de pensarlo le entraban ganas de volver a la casa para pegarle otra paliza a la imbécil de su hermana.

Abrió los ojos al darse cuenta de que había arrugado la tarjeta.

La extendió y la abrió.


Santana,
¡Feliz cumpleaños! Quería regalarte algo sin gastarme tu dinero, algo que fuera especial. Se me ocurrió este regalo porque sé que tienes una colección de monedas.
Es de mi papá. Era su penique de la suerte. Lo encontró el día que conoció a mi mamá. Juraba y perjuraba que lo había encontrado pocos segundos antes de verla por primera vez. Siempre decía que gracias a ese penique había tenido la inmensa suerte de conocerla.
Siempre lo he llevado conmigo. He llegado hasta aquí, así que supongo que
me ha dado suerte.
No es gran cosa, pero quiero que lo tengas tú. Sé que en realidad no necesitas tener suerte, pero me sentiré mejor si sé que lo tienes. Espero que te proteja.
Brittany.


Santana rompió el envoltorio y se quedó mirando con mucha concentración la cajita de plástico gastado.

Finalmente la abrió para ver mejor la moneda.

Perpleja, le dio una vuelta y después otra.

Madre mía, era un penique de cuño doblado de 1955 y estaba en muy buen estado. No era una tasadora profesional, pero estaba convencida de que tenía bastante valor.

¿Era consciente la loca de Brittany de que había estado yendo por ahí con una pieza tan singular?

Una moneda que, si la vendiera, tendría para comer varios meses.

Probablemente no.

Además, sabía que Brittany preferiría morirse antes que vender un objeto con tanto valor sentimental.

Pero se la había dado a ella.

Había renunciado a algo que era muy valioso para ella para regalárselo por su cumpleaños.

Cerró la cajita y apretó la moneda entre los dedos antes de ponérsela sobre el corazón.

Sintió que el dolor le atravesaba el esternón: ¿por qué se había desprendido de una moneda que había pertenecido a su papá?

¿Por qué se la había dado a ella?

El instinto le decía que para la rubia era un objeto especial, tanto que siempre
lo había llevado consigo.

Santana se acabó la segunda copa de whisky y se guardó la moneda. No se separaría de ella hasta que pudiera devolvérsela.

En persona.

Cogió el móvil y llamó a su jefe de seguridad. Hudson respondió al segundo
toque.

—¿La están siguiendo?—preguntó Santana con brusquedad, sin preocuparse de las formalidades.

—Por supuesto. No sabía qué estaba ocurriendo, pero la hemos seguido y parece haber encontrado un lugar para pasar la noche. Es un buen barrio, la casa es decente y pertenece a una tal doctora Berry—informó Hudson.

—Se ha marchado. Que la siga un equipo las veinticuatro horas del día. Quiero saber hasta cuándo estornuda.

—Muy bien, jefa. Así será.


Santana colgó con un suspiro.

Era evidente que había ido a dormir a casa de su amiga Rachel.

Ahí estaría bien.

De momento.

No le había contado a Brittany que llevaba escolta desde el día del incidente de la clínica.

El equipo de Hudson trabajaba por turnos para vigilarla y permanecía alerta cada minuto del día.

La policía no había detenido a los hombres que le habían disparado en la clínica y Santana no estaba dispuesta a correr ningún riesgo.

Brittany los había visto de cerca y había ayudado a la policía a realizar los retratos robot.

Tenía que estar protegida hasta que pillaran a esos capullos.

Santana necesitaba asegurarse de que Brittany estaba a salvo.

Todos sus instintos, cada célula de su cuerpo, la instaban a ir a buscarla para traerla de vuelta, en brazos si fuera necesario.

Estaba deseando hacerlo, pero sabía que no saldría bien.

Era obvio que el incidente con Quinn la había disgustado y sería mejor que le diera un poco de tiempo.

Arrastrarla a su casa solo solucionaría el problema temporalmente y Santana no estaba interesada en el corto plazo.

Necesitaba a Brittany y quería tenerla para siempre.

No se contentaría con otra cosa.

Si hace unas semanas alguien le hubiera dicho que conocería a una mujer sin la cual no podría vivir, se habría desternillado de la risa.

Pero en ese momento no le hacía ninguna gracia.

Brittany era lo más importante en su vida y era incapaz de plantearse un futuro sin ella.

¿Qué tipo de vida había llevado antes de conocerla?

Frunció el ceño recordando a todas las mujeres que se había tirado en el pasado.

Mujeres que tenían que beber y ser agasajadas con regalos prohibitivos para ofrecerle sus cuerpos.

Habían sido experiencias vacías con personas que toleraban sus actos a cambio de dinero.

Aquellos tratos habían satisfecho de forma temporal sus necesidades, pero le habían dejado un inmenso vacío, que ni siquiera había notado antes de conocer a Brittany.

Había descubierto lo que suponía estar con una mujer que la deseaba de verdad y ya no había vuelta atrás.

Necesitaba a Brittany más que al aire que respiraba.

Santana puso a Dios por testigo de que, a pesar de que no la merecía, la recuperaría.

Hizo un esfuerzo para ir al dormitorio, se desnuda y se dirigió hacia la cama. Se dio la vuelta con brusquedad y volvió a la pila de ropa que había dejado en el suelo para rebuscar en el bolsillo del abrigo. Sacó la moneda que Brittany le había regalado, cerró la mano y, aunque estaba totalmente desvelada, se metió en la cama deseando que el sueño la ayudara a olvidarse de todo.

La partida de Brittany era como una tortura cruel.

La casa estaba demasiado silenciosa, demasiado vacía.

Desde que había cruzado la puerta por primera vez, su presencia había sido palpable y Santana percibía el fantasma de su esencia y los ecos de su risa.

Metió la moneda bajo la almohada y se tumbó de espaldas. Estaba agitada y rezó para que el sueño se la llevara…, pero Dios debía de estar ocupado porque se pasó en vela casi toda la noche, buscando la mejor estrategia para recuperar a Brittany.

La recuperaría.

Era la única opción que se planteaba.

Tan solo tenía que encontrar la mejor forma de alcanzar su objetivo.


Cuando por fin consiguió dormirse ya despuntaba el día, pero no logró descansar, ya que las visiones de Brittany la atormentaron en sueños.





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 3:) Sáb Mayo 06, 2017 7:47 pm

hola morra,...

no me jodas una noche mas de mierda no pudo tener britt!!!
quinn literalmente se fue al carajo!!! merecía mas que una simple golpista,..
san ya se dio cuenta que no vive sin britt,.. a ver si se lo reconoce a britt y si vuelve sobretodo!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por micky morales Dom Mayo 07, 2017 9:23 am

Me imagine que Quinn seria una perra, en fin.... Santana solo tiene que aceptar que esta enamorada e ir a conquistar a Britt (que ya esta conquistada por cierto) espero no se tarde mucho!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 07, 2017 7:11 pm

3:) escribió:hola morra,...

no me jodas una noche mas de mierda no pudo tener britt!!!
quinn literalmente se fue al carajo!!! merecía mas que una simple golpista,..
san ya se dio cuenta que no vive sin britt,.. a ver si se lo reconoce a britt y si vuelve sobretodo!!!

nos vemos!!!



Hola lu, no q no =/ y es tonto pensar q mejorara, no¿? =/ Si q si, se cree por tener esos ojazos, esa voz y ese cuerpo puede hacer todo, nononono... Ese es un gran paso ya! y esperemos se lo haga saber o al menos hacer todo lo posible para hacer q vuelva... Saludos =D





micky morales escribió:Me imagine que Quinn seria una perra, en fin.... Santana solo tiene que aceptar que esta enamorada e ir a conquistar a Britt (que ya esta conquistada por cierto) espero no se tarde mucho!!!!!




Hola, si, tienes razón. Había una posibilidad y lo fue =/ JAjajaajajajajajajj xD no tuvo q hacer nada para q al rubia cayera en sus encantos, asik tiene la mitad del "juego" a su favor, y esperemos tengas razón y haga las cosas bn! Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Mía II (Adaptada) Cap 8 - Último

Mensaje por 23l1 Dom Mayo 07, 2017 7:14 pm

Capitulo 8 - Último


Brittany cerró a sus espaldas la pesada puerta de madera del despacho del gerente de un restaurante.

Se apoyó en ella y suspiró al borde de la desesperación.

Era la undécima entrevista que hacía en diez días y todas, incluida esta, habían sido una auténtica pérdida de tiempo.

Nadie quería contratar a una universitaria que tardaría pocos meses en acabar la carrera.

Ningún restaurante estaba interesado en una camarera que posiblemente dejara el trabajo en seis meses para buscar un puesto relacionado con su vocación.

Brittany no podía culparlos por ello, pero necesitaba un trabajo como el comer.

Volvió a salir avergonzada del despacho de otro gerente que no estaba dispuesto a contratarla ni siquiera a media jornada y, al pasar por la parte trasera del restaurante, escuchó sonidos que le resultaron extremadamente familiares: el ruido de platos al chocar, los bufidos de los cocineros y los comentarios mordaces de los camareros.

Vale, tampoco se iba a morir de hambre.

Aún tenía diez mil dólares en su cuenta, el préstamo que se había quedado de Santana.

Se mordió el labio inferior al sentir de nuevo el terrible dolor que la invadía cada vez que pensaba en ella.

Abrió la puerta principal del restaurante y se apoyó en el frío ladrillo para poner sus pensamientos en orden tras la catastrófica entrevista.

En realidad tenía más de diez mil dólares en su cuenta: nueve días antes, en su cumpleaños, Santana había contratado a varios hombres y un mensajero para que llevaran a la casa de Rachel todos los objetos que había dejado en su piso.

Los porteadores apenas podían cargar con todas sus posesiones —todas regalo de Santana —, y el mensajero le entregó un ramo enorme con docenas de rosas rojas y un sobre con una nota.


Brittany,
Te devuelvo el cheque. Por favor, acéptalo como un regalo de cumpleaños de mi parte y no te pelees con los porteadores. Les he ordenado que dejen las cajas donde tú les digas o en la misma puerta. Como trabajan para mí, obedecerán mis instrucciones.
Lamento lo ocurrido con Quinn. Vuelve a casa, por favor.
Feliz cumpleaños. Ojalá pudiéramos pasarlo juntas.
Con mucho cariño,
Santana.


Al recordar la escena Brittany reprimió un sollozo e inconscientemente se frotó la parte superior del muslo para sentir el papel de la nota, que siempre llevaba en el bolsillo.

«Voy a tener que hablar con ella».

Había confiado en que con el tiempo se sentiría más estable y menos propensa a la depresión, pero le había ocurrido todo lo contrario: cada día que pasaba sin verlo le parecía una eternidad y se estaba engañando a sí misma si pensaba que con una semana o dos lograría superar el anhelo que sentía.

De hecho, con cada día que pasaba se hundía más en la oscuridad.

«Tengo que hablar con ella. Debe aceptar el cheque. Hay que aclarar cómo le voy a devolver el dinero que me ha prestado. Tengo que devolverle todo lo que me ha comprado».

Brittany se había puesto a berrear como un bebé cuando había abierto el portátil que Santana le había regalado y había visto que le había descargado todos los juegos a los que ella había jugado en la sala de informática.

Myth World —los dos juegos—encabezaba la lista.

Furiosa consigo misma por no saber contenerse, se secó con brusquedad una lágrima que le corría por la mejilla.

Sabía que tenía que dejar de pensar en Santana López, lo que no sabía era cómo lo iba a lograr.

Se emocionaba cada vez que pensaba en todos los detalles que Santana había tenido —como dedicar su tiempo a descargar todos esos juegos—, ya que demostraban lo atenta que había sido con ella.

Pero entonces se acordaba de la rubia acercándose a los labios de Santana en el porche de Quinn y se volvía a cabrear.

¿Cómo podía una mujer ser tan atenta y tan mujeriega a la vez?

—Hola, Brittany.

Una voz rasposa retumbó a su lado y, al girar la mirada, vio a Quinn López
apoyada en la pared.

Reaccionó de manera instintiva, retrocediendo varios pasos para poner distancia entre ella y una mujer que no le gustaba y en la que no confiaba.

Quinn avanzó varios pasos, pero sin acercarse demasiado.

—¿Qué quieres?—preguntó Brittany con brusquedad, interponiendo una mano entre ellas para evitar que se aproximara más.

Quinn elevó una ceja al verla comportarse a la defensiva.

—Solo quiero hablar.

Aunque llevaba unos vaqueros y una sencilla camiseta negra, tenía el mismo
aire de arrogancia que en la fiesta. Sin embrago, notó cierto remordimiento en sus palabras y sus brillantes ojos verdes parecían sinceros.

—Por favor.

Viniendo de Quinn, esa petición sonó dolorosa, como si le hubiera costado pronunciarla.

—No te conozco y no tengo nada que decirte—le respondió ansiosa por alejarse de la ojiverde.

Lo último que le apetecía en el mundo era mantener una conversación con Quinn López.

—No pienso marcharme hasta que hables conmigo, así que supongo que lo
mejor es que lo hagamos ya y así acabamos con esto.

Se sentía tan frustrada que le entraron ganas de pegar un pisotón en el suelo, pero se negaba a darle esa satisfacción.

—Dime lo que hayas venido a decirme y lárgate.

Quinn señaló la puerta del restaurante.

—Un café no me vendría nada mal. He tenido un día muy largo.

Brittany negó con la cabeza.

—Acabo de hacer una entrevista ahí. No me apetece lo más mínimo volver a entrar.

Quinn señaló un restaurante al otro lado de la calle:

—Podemos ir a ese.

Brittany puso los ojos en blanco y respondió:

—Ahí también he estado, otra entrevista. He pedido trabajo en todos los locales de este barrio.

Quinn la cogió del brazo con delicadeza y la llevó al sitio de comida rápida que les quedaba más cerca. Se zafó de su brazo, pero lo siguió, ya que estaba claro que no la dejaría en paz hasta que no le dijera lo que se había propuesto decirle.

Tenía la mirada obstinada típica de las López, la que ponía Santana cuando no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer.

Pidieron dos cafés en la barra y Quinn eligió una mesa discreta en una esquina.

Antes de sentarse frente al Brittany se detuvo para echarse leche y azúcar. Estuvo un rato toqueteando la taza de cartón antes de levantar la mirada y entonces vio que Quinn la estaba observando con la intensidad de un halcón dispuesto a atacar a su presa.

Se revolvió inquieta en la silla, pero decidió mantener la mirada.

El rostro de Quinn no insinuaba nada sexual; más bien parecía estar examinando un curioso microbio con una lupa. Si se proponía realizar una investigación exhaustiva de su personalidad, adelante; ella no había hecho nada malo, su único fallo había sido enamorarse de Santana López.

Le sorprendió que quien cediera fuera Quinn.

—Lo siento—murmuró desviando la mirada. Era una disculpa sincera que, obviamente, no estaba acostumbrado a pronunciar—Me comporté como una
gilipollas en el cumpleaños de Santana. Estaba tan borracha que apenas lograba mantenerme en pie, pero eso no es excusa. Una mujer tiene que responsabilizarse de sus acciones, esté borracha o no.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Te ha dicho Maribel que vengas a pedirme perdón? No le he contado nada. No sé cómo se habrá enterado.

Desde aquella noche Brittany solo había hablado una vez con la mamá de Quinn y no le había mencionado su impresentable actitud.

Quinn la fulminó con una mirada oscura.

—Mi mamá lo sabe todo, pero te agradezco que no lo hayas mencionado. Estabas en tu derecho. Santana no tardó en atar cabos y, cuando se lo confesé, me pegó una buena paliza. Poco después de que te fueras entré a casa y la subsiguiente pelea de taberna dio la fiesta por concluida—titubeó antes de tomar un sorbo de café—Y no, no me ha enviado mi mamá. Estoy aquí porque quiero. Estoy aquí porque Santana está hecha polvo y porque me comporté mal. No sabe que he venido y probablemente me daría otra paliza si supiera que me he acercado a ti—giró la cabeza para mirar por la ventana.

Brittany se quedó mirándola y se percató de los moratones que aún tenía sobre el ojo izquierdo y la mejilla derecha.

Para que diez días después de la pelea aún tuviera marcas en la cara —que ella no había visto antes por falta de atención— Santana debió de haberla dejado hecho un cuadro.


—¿Por qué? ¿Por qué haría Santana algo así? En la fiesta estaba ligando con una mujer, intentando añadir una más a su colección. Cuando salí al jardín la vi besarla en la terraza. No tiene sentido.

Quinn giró la cabeza para mirarla:

—No estaba ligando con nadie. ¿Cómo era la chica?

—Baja, delgada, rubia y maquilladísima, aunque seguramente sin maquillaje estaría igual de guapa—frunció el ceño—Era preciosa.

Quinn asintió con la cabeza.

—Dani. La vi entrar cuando salí de la fiesta. Quise seguirte cuando te vi salir a la terraza, pero no pude porque un cliente me entretuvo unos minutos. Si te hace sentir mejor, Santana no aceptó su oferta. Dani volvió a la fiesta hecha un basilisco y mi hermana ya no estaba en la terraza—bajó la mirada y empezó a trastear con la taza medio vacía—Santana jamás se tiraría a Dani. Está casada con una mujer que podría ser su abuela, pero la abuela no es muy generosa con su dinero. Mi hermana no se acuesta con mujeres casadas. Y si estaba foll…, o sea… Si tenía una relación contigo, te aseguro que no estaría iniciando otra. Puede que Santana no se comprometa con las mujeres, pero solo está con una mujer a la vez.

Brittany se atragantó y casi escupe el café.

No se esperaba el comentario sobre la falta de compromiso de Santana. Sí creía que la morena no tuviera aventuras con mujeres casadas. Por alguna razón sabía que no haría algo así.

Puede que Santana no creyera en las relaciones ni en el matrimonio en lo que a él respectaba, pero no tenía pinta de ser el tipo de persona que traspasa esos límites.

Pero ¿acaso importaba?

Puede que se sintiera mejor sabiendo que Santana no se había pasado las últimas noches atando, tapando los ojos y metiéndole caña a la despampanante rubia digna del póster central de una revista porno que lo había besado en la fiesta, pero, aun así, seguía sin creer en las relaciones.

Sentía tal conexión con Santana que le costaba respirar.

A largo plazo, cuando consiguiera pasar página, acabaría hecha polvo.

—Gracias por contármelo. Y por pedirme disculpas—dijo Brittany tratando de ocultar la emoción de su voz.

Quinn la miraba juntando las cejas con cara de preocupación.

—Le importas. Yo no estaba al corriente de eso; de lo contrario, no te habría
hecho esa oferta.

—¿Por qué me la hiciste? Seguro que hay un montón de mujeres que te tiran
los trastos a diario.

—Porque soy multimillonaria—respondió indignada y asqueada consigo mismo—Vi lo feliz que estaba Santana desde que te fuiste a vivir con ella. También mi mamá me había hablado mucho de ti. Supongo que pensé que, cuando rompieran, podría tener un pedacito de esa felicidad. Estaba borracha. Mi vida me parecía una mierda. Soy una gilipollas. Eres la primera mujer que le importa a mi hermana y le he traicionado. Encima, te he insultado. No te lo merecías.

Brittany se apoyó en el duro respaldo de plástico sin dar crédito a lo que acababa de oír.

—A Santana no le importo en ese sentido. Pero tengo que admitir que sí que me sentí insultada. No puedes comprar a todas las mujeres que desees, Quinn. Y ni siquiera creo que me desearas.

La ojiverde exhaló un suspiro.

—Deseaba… tener algo. Supongo que estaba tan borracha y tan deprimida
que estaba dispuesta a todo. En toda mi vida solo he conocido a una mujer a la que no le importara mi dinero. Y la cagué—su voz estaba llena de dolor, tristeza y remordimiento—¿Aceptas mis disculpas?—esbozó otra de sus radiantes sonrisas y se le iluminó la cara.

La Diosa que Brittany había visto en la fiesta estaba de vuelta, pero, curiosamente, ya no le molestaba.

Quinn estaba consternada y la sonrisa radiante que le estaba dedicando no era más que la máscara tras la cual se ocultaba una mujer a la que le interesaba mucho más la vida que el beneficio económico.

Brittany había encontrado una pequeña grieta en su fachada impertérrita.

—Sí, las acepto. Supongo que cuando bebemos todos hacemos y decimos
cosas que normalmente no haríamos.

El comentario le recordó el día que, después de un par de copas en un restaurante, le había dicho a Santana que tenía un cuerpazo y que la deseaba.

—Lo que no entiendo es por qué te importa.

Brittany se dispuso a levantarse para marcharse, pero Quinn la miró con desesperación sujetándola de la muñeca.

—Brittany, a Santana le importa. Lo ha pasado muy mal y puede que no sepa expresarlo, pero le importa. No juzgues a mi hermana porque yo me comportara como una gilipollas, por favor.

La estaba reteniendo, pero lo hacía con delicadeza. Tiró del brazo y la soltó suplicándole con la mirada.

Maldita sea.

No podía dejar que Quinn pensara que todo era por su culpa.

No lo era.

Estaba enamorada de Santana López y habría terminado igual de mal aunque Quinn no hubiera aparecido en escena.

Lo único que había hecho era adelantar la ruptura.

—No es por ti, Quinn. No es por lo que hiciste…—negó con la cabeza y cogió su mochila.

—¿Por qué es? Cuéntamelo. Lo arreglaré —insistió desesperada.

Brittany soltó una breve carcajada sin gracia.

A fin de cuentas puede que las hermanas no fueran tan diferentes, hablaba igual que Santana.

¿Las dos pensaban que todo se podía arreglar con dinero?

—No puedes. Pero quiero que quede claro que no ha sido culpa tuya.

«No. Es culpa mía por ser tan tonta como para enamorarme de Santana López ».

—No te caigo bien ni me tienes ningún respeto, ¿verdad?—preguntó con un
tono resignado y abatido.

Con la mochila al hombro, lista para marcharse, giró el cuerpo hacia Quinn
para responderle:

—No te conozco lo suficiente como para decidir si me caes bien o mal. Y te
aseguro que mi respeto no se compra con dinero—esbozó una leve sonrisa al ver el asombro en los ojos de Quinn—Pero te tengo mucho respeto por querer tanto a tu hermana.

Se quedó mirándola mientras respondía con brusquedad:

—¿De dónde has sacado que la quiero? Es una grandeza de mujer. Me dejó la cara hecha un cromo y no he podido salir de casa en una semana.

Brittany le sonrió con tristeza y puso la mano sobre la suya.

—Lo siento. Sé que Santana y tú son íntimas y por nada del mundo querría ser la causa de que se distanciaran.

Quinn se encogió de hombros.

—Hemos tenido malas rachas antes. Lo superaremos.

Brittany retiró la mano.

—¿Se hablan?

Quinn se rio sin fuerzas.

—Intercambiamos insultos. Es un comienzo.

—¿Sabes qué le pasó? ¿Por qué tiene esas cicatrices?

Las palabras se le escaparon de los labios sin que le diera tiempo a retenerlas.

Quinn se quedó con la boca abierta, asombrada.

—¿Le has visto las cicatrices? ¿Todas? ¿Por eso la estás evitando?

Brittany se enfureció y le entraron ganas de darle otro bofetón.

—¡Madre de Dios! ¿De verdad piensas que soy tan superficial?—intentó contener la irritación y prosiguió—Tu hermana es la persona más atractiva que he visto en la vida, con y sin cicatrices. Está tan buena que me la comería con patatas. Es obvio que sufrió un trauma terrible y eso me da mucha pena, pero sus cicatrices me importan un bledo.

—¿Te parece más guapa que yo?

Aunque era una arrogante por hacerle esa pregunta, parecía encantada con que Brittany solo tuviera ojos para su hermana.

—Sí. No hay punto de comparación. Lo siento—respondió con brusquedad, pero en el fondo le parecía conmovedora lo encantada que parecía Quinn. Se quedó ensimismada pensando en sus cosas y mordiéndose el labio—¿Podrías darle a Santana una cosa de mi parte?

Quinn se encogió de hombros y la miró con curiosidad.

—¿El qué?

—Un cheque. Le debo dinero.

Quinn soltó una risilla antes de esbozar una sonrisa traviesa:

—¿Tan buena era?

—Me ingresó dinero en la cuenta. Quiero devolverle la mayor parte. Le daré lo que me falta cuando consiga un trabajo—respondió ignorando la indirecta.

Aunque la hermana de Santana pareciera un angelito Brittany sabía que sus abundantes tirabuzones rubias ocultaban cuernos de diablo.

—¿Quieres darle dinero a Santana? Por si no te habías dado cuenta, ¡noticia de última hora!: es multimillonaria. Si quería que te quedaras con ese dinero, yo no pienso aceptarlo—alzó las manos al aire como si se estuviera defendiendo de un golpe—Ya me ha dado una vez y sigue de muy mal humor. No pienso arriesgarme.

Brittany se encogió de hombros y le dedicó una débil sonrisa.

—Tienes razón. No lo había pensado. No deseo que se cabree contigo. Solo
quería devolvérselo.

—¿Sin tener que hacerlo en persona?—acababa de dar en el clavo—Me temo que tendrás que hacerlo tú misma.

Parecía entusiasmada con la idea.

—Será mejor que me ponga en marcha. Tengo que estudiar—se puso de pie.

Quinn se levantó y bajó la mirada para mirarla a los ojos.

—¿Vives con Rachel Berry? Bajita. Morenita. Guapa—pronunció las dos últimas palabras como si estuviera extasiada.

—Sí—afirmó sorprendida.

Quinn no parecía ni la mitad de hostil hacia Rachel que su amiga hacia la ojiverde.

—¿Cómo está?—preguntó cómo sin darle importancia, pero Brittany vio un
destello de dolor en sus ojos entornados.

No sabía cómo responder, ya que no quería traicionar a Rachel.

—Muy bien. Tiene una clínica privada y también trabaja en una clínica gratuita para niños.

—Lo logró. Acabó la carrera de Medicina—lo dijo en voz baja, como si estuviera hablando consigo misma.

Parecía admirar a Rachel.

—Sí. Es uno de los médicos más profesionales y simpáticos que he conocido
en la vida. Y además es una amiga maravillosa.

Brittany se dio cuenta de que Quinn tenía intención de hacerle más preguntas que no quería contestar, así que pasó por delante de la ojiverde para dirigirse a la puerta.

—Cuídate, Quinn. Adiós—sin aminorar la marcha tiró el vaso de plástico en la papelera y empujó la pesada puerta de vidrio.

Una vez fuera Brittany se dio cuenta de que había anochecido y suspiró aliviada al sentir una brisa de aire fresco en el rostro.

Después de su conversación con Quinn todo había cambiado y todo seguía
igual.

Se alegraba mucho de que Santana no hubiera tenido una aventura con la rubia de la fiesta, pero eso no solucionaba el problema: seguía estando pillada por una mujer que no estaba interesada en mantener relaciones a largo plazo, por lo que tenía dos opciones: sufrir ahora o acabar hecha polvo más adelante.

Santana era una buena mujer y Quinn le había dicho que ella le importaba.

Puede que fuera cierto, pero no era suficiente.

«Vuelve a casa, por favor».

Esa frase de la carta de Santana le retumbaba en la cabeza y sentía como si un puño le apretara el corazón y le impidiera respirar.

¡Madre mía!

Lo que daría por volver a casa junto a Santana.

Habían iniciado… algo.

Sabía que se había ganado su confianza porque la había dejado tocar su piel desnuda, ver sus cicatrices y follar sin ataduras.

Ojalá tuviera el valor necesario para seguir ayudando a Santana a librarse de su pasado, pero Brittany tenía un instinto de supervivencia muy desarrollado que la forzaba a alejarse de los peligros y que le repetía una y otra vez que si ayudaba a Santana, que si la amaba, acabaría destruyéndose a ella misma.

Hizo un esfuerzo para poner en marcha su cuerpo magullado con tantas emociones y se dirigió a casa de Rachel.

Estaba tan ensimismada y cabizbaja que dejó de prestar atención a su entorno.

Brittany, que había crecido en un barrio conflictivo de la ciudad, rara vez cometía ese error y pagó cara esa falta de concentración.

Dos hombres surgieron de la nada y la rodearon. La cogieron por los brazos y la arrastraron por la acera antes de que ella pudiera siquiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Brittany forcejeó y pataleó tratando de zafarse de los bestias que la empujaban por la calle. Se quedó petrificada al percatarse de que la estaban llevando hacia un vehículo oscuro que la esperaba con la puerta abierta.


Aunque era de noche la luz de las farolas le permitió reconocer los rostros de los hombres que la habían atracado en la clínica.

«Van a matarme. Voy a morir. Tengo que defenderme».

Empezó a gritar como una descosida para llamar la atención de quien estuviera por la zona y siguió dando patadas, esta vez apuntando a las zonas más vulnerables de los dos hombretones.

—¡Cállate, zorra!—exigió una voz aterradora y amenazante poco antes de
que Brittany le pegara una patada en la rodilla.

En respuesta a ese golpe y sin dejar de arrastrarla ni por un instante, le propinaron un puñetazo en la cara.

El golpe fue tan fuerte que, por un momento, Brittany se quedó helada e indecisa.

«Resístete, joder. Defiéndete».

Los drogadictos la cogieron en volandas para meterla en el coche, pero ella levantó las piernas y puso un pie en la puerta y el otro en la carrocería, junto a la puerta abierta.

«Que no consigan meterte en el coche. De lo contrario, estás muerta».

Los pies se le empezaron a resbalar y uno de los hombres la cogió del pelo y comenzó a golpearle la cabeza contra la chapa de metal de la puerta abierta.

El sonido que producía su cráneo al chocar con el metal era ensordecedor y empezó a darle vueltas la cabeza y a nublársele la vista.

«Debería haberle dicho a Santana que estoy enamorada de ella».

Brittany seguía chillando, pero los despiadados esfuerzos de los hombres por dejarla inconsciente hacían que los gritos fueran cada vez más débiles.

—¡Cabrones!—gritó una que Brittany reconoció.

Un brazo la agarró de la cintura y la apoyó contra un pecho para librarla de los dos matones. Aunque la cabeza le daba vueltas como si acabara de bajarse de una atracción de feria, levantó la mirada y pudo distinguir a Quinn que la dejó con delicadeza en la acera antes de echar a correr enfurecida hacia el coche.

A Brittany le entró un ataque de pánico al darse cuenta de que se proponía atacar ella solo a los dos tipos.

Esa mujer era tan delicada que la iban a matar son una mano.

Por increíble que parezca los dos hombres no supieron cómo reaccionar.

«Tengo que ayudarlo. Tengo que levantarme».

No podía permitir que mataran a Quinn después de que le hubiera salvado la vida.

Se puso de rodillas y trató sin éxito de recuperar la visión. Como no lograba ponerse de pie, empezó a arrastrarse hacia el coche mientras Quinn atacaba a uno de los hombres golpeándole con fuerza en la cara.

Claro, cómo pudo olvidarlo.

Las López sabían defensa personal-

Sintió unas pisadas fuertes que se le aproximaban por la acera y vio cómo dos desconocidos se metían en la pelea: cogieron a Quinn en volandas y aplacaron al hombre al que estaba golpeando.

—No le hagan daño a Quinn—gimoteó temiendo que le hirieran con la confusión.

—Disculpe, señorita. No lo había reconocido—se excusó el hombre mientras
soltaba a Quinn.

Uno de los desconocidos que se había unido a la refriega tenía a un drogata tumbado en el suelo boca abajo. El otro delincuente corrió a refugiarse en el asiento del conductor mientras apuntaba con una pistola temblorosa a Quinn y al otro rescatador.

—No. No.

Las lágrimas le corrían por las mejillas y el corazón se le iba a salir del pecho mientras rogaba en silencio que ni Quinn ni el otro héroe inocente provocaran al ladrón.

Quinn se abalanzó hacia el delincuente, pero este ya había pisado el acelerador y el vehículo arrancó a toda velocidad. La puerta se cerró mientras el coche derrapaba por la calle oscura y desaparecía de su vista en un abrir y cerrar de ojos.

Brittany observó la escena aterrada y vio que tanto sus dos rescatadores como Quinn estaban ilesos.

La hermana de Santana corrió hacia ella soltando una retahíla de barbaridades.

—¡Brittany! ¿Estás bien? ¡Joder! Estás sangrando por la cabeza. ¿Qué intentabas hacer?—la tendió con delicadeza sobre la acera y trató de calmarla con susurros mientras le apartaba el pelo de la cara.

—Quería ayudarte —logró decir con la garganta seca.

—Estás como un cencerro—negaba con la cabeza, pero su voz era dulce y cariñosa. Entonces, con un tono autoritario y seco ordenó—Llamen a una ambulancia. Ahora mismo. Está herida.

La oscuridad empezó a nublarle la visión por completo, pero Brittany se resistía a perder el conocimiento:

—Dile a San…—no pudo continuar, ya que tenía la boca tan seca que la lengua se le quedaba pegada en el paladar.

Trataba sin éxito de mantener los párpados abiertos.

Intentó centrarse en Quinn, pero no veía más que un borrón desenfocado y suspiró cuando la cogió de la mano—que fuerza tenían las hermanas— y refunfuñó:

—Puedes decírselo tú misma. Está de camino y tiene un cabreo que no te
imaginas.

«¿Santana está de camino?».

Se le paró el corazón por un instante y apretó débilmente la mano de Quinn.

Un zumbido apareció de la nada y fue aumentando de volumen hasta que le resultó tan ensordecedor que apenas pudo distinguir el alarido de las sirenas que se acercaban en la noche.

—Brittany. ¿Sigues aquí conmigo?—Quinn parecía asustada, desesperada… y lejana.

Cuando el ensordecedor zumbido alcanzó su punto álgido, un manto de oscuridad la cubrió por completo.

—Santana—susurró su nombre sin saber siquiera si alguien la oiría y, entonces, cayó en la oscuridad más absoluta y se sumió en un plácido silencio.

Continuará…





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 3:) Dom Mayo 07, 2017 7:55 pm

hola morra,...

no jodas por que corta ahi????
a ver que tan grabe fue el golpe de britt,.. por suerte que llego quinn!!!
muy buen gesto de quinn por ir a pedirle perdón a britt por lo que dijo,..

nos vemos!!!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por micky morales Lun Mayo 08, 2017 7:59 am

ya va, ULTIMO???? y continuara.... noooooo voy a morir sin saber que pasara!!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 23l1 Lun Mayo 08, 2017 11:24 pm

3:) escribió:hola morra,...

no jodas por que corta ahi????
a ver que tan grabe fue el golpe de britt,.. por suerte que llego quinn!!!
muy buen gesto de quinn por ir a pedirle perdón a britt por lo que dijo,..

nos vemos!!!




Hola lu, jajajaja no lo se xD jajaajajajaj. =o esperemos y no sea grave =/ aunk si es la cabeza... SI!!!! no era tan mala después de todo, no¿? Si q si x eso dije lo de recien jaajajaj. SAludos =D





micky morales escribió:ya va, ULTIMO???? y continuara.... noooooo voy a morir sin saber que pasara!!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551




Hola, si q si xD kiere decir algo bueno no¿? jaajajajajajaj, JAjaajajaj lo siento, pero aquí dejo el siguiente cap! Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Mía III (Adaptada) Sinopsis

Mensaje por 23l1 Lun Mayo 08, 2017 11:26 pm

Sinopsis



Brittany atraviesa el peor momento de su vida.

Santana tiene una propuesta difícil de rechazar.

Pero la pasión no estaba en el trato.

«Te quiero», le había dicho Brittany justo antes de perder el conocimiento de camino al hospital tras ser atacada en plena calle.

Santana recuerda una y otra vez esas palabras.

Brittany se ha convertido en una obsesión que es incapaz de controlar.

«Como si fueras mía y tuviera que protegerte. Eres la única mujer en el mundo que me ha hecho sentir así. No hay vuelta atrás», piensa Santana.

Hace tiempo que Brittany debería haber dejado de negar la realidad y haber aceptado que era incapaz de no involucrarse sentimentalmente con Santana.

La pregunta era: ¿siente la morena la misma atracción irresistible y fascinante que siente Brittany en la cama y fuera de ella?

Lo que Brittany no sabe es que Santana se siente superado por la necesidad de apoderarse de ella, de demostrar al mundo que es suya.

«Eres mía y quiero que sea oficial. ¿Quieres casarte conmigo?».




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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 3:) Lun Mayo 08, 2017 11:37 pm

hola morra,...

a no,... A NO!!! esos finales de cada capitulo!!!
bueno britt el te quiero se lo dijo aunque pase a mejor vida,.. pone le!!!
san va por todo!!!!y mucho menos la va a dejar ahora ( espero que no la cague)

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por JVM Mar Mayo 09, 2017 11:17 am

:o .....
Que bueno que llego Quinn , aunque la estaba siguiendo para encontrar a Rachel jajajaja
Y pues haber como salen las cosas.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por micky morales Mar Mayo 09, 2017 7:47 pm

bueno abra que esperar ese reencuentro, y no solo ese sino tambien el de quinn y rachel!!!!
micky morales
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 23l1 Mar Mayo 09, 2017 11:30 pm

3:) escribió:hola morra,...

a no,... A NO!!! esos finales de cada capitulo!!!
bueno britt el te quiero se lo dijo aunque pase a mejor vida,.. pone le!!!
san va por todo!!!!y mucho menos la va a dejar ahora ( espero que no la cague)

nos vemos!!!



Hola lu, XD jajajajaaj nos dejan con el corazón en la boca, no¿? xD jajaajajajaja. Algo es algo y san no se tiene q hacer la tonta y reconocer tmbn! ajajjaajaja. Y eso es ma´s q bueno! bn ai x la morena! jajajajaja y eso es aun mejor! jajajajaj.(NO! ni q lo digas q pasa!) Saludos =D





JVM escribió::o .....
Que bueno que llego Quinn , aunque la estaba siguiendo para encontrar a Rachel jajajaja
Y pues haber como salen las cosas.    




Hola, ufff si! jajajajaajaj pero ajajajjaajaj xD ajajajajaja no ai escusas xD Espero y bn, no¿? Saludos =D





micky morales escribió:bueno abra que esperar ese reencuentro, y no solo ese sino tambien el de quinn y rachel!!!!




Hola, si =/ xD pero aquí dejo el otro cap para saber mas! ajjajaajaj. Jajajajajajaj espero lo mismo la vrdd xD jajaaja. Saludos =D



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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: Mía III (Adaptada) Cap 1

Mensaje por 23l1 Mar Mayo 09, 2017 11:33 pm

Capitulo 1



Brittany abrió los ojos despacito y parpadeó varias veces tratando de despejar la vista.

Tenía la desagradable impresión de que le estaban atornillando el cráneo y se sentía desorientada.

Se llevó la mano a la cabeza para darse unos golpecitos de prueba y entonces se percató de que tenía la frente envuelta en una gasa.

¿Y eso?

Empezó a recuperar la memoria y poco a poco fue rescatando fragmentos de lo que había ocurrido: la disculpa de Quinn, la agresión, Quinn y los dos desconocidos salvándole la vida.

Recordó haberse despertado varias veces en urgencias y que en esos breves lapsos de tiempo Santana había estado a su lado, cogiéndole de la mano, murmurando palabras de ánimo, mientras ella…

¡Ay, Dios!

¿De verdad le había vomitado encima?

Después de la agresión todo había sido muy intenso: los vértigos, las náuseas, la visión nublada, el deseo de volver a dejarse llevar por la oscuridad y por el bendito alivio que le proporcionaba el sueño.

Gracias a la luz que provenía de un pequeño foco cuadrado colocado sobre la puerta llegó a la conclusión de que se encontraba en una habitación de hospital.

Observó el cuarto en penumbra: se trataba de una habitación doble, pero la cama contigua estaba vacía y sin deshacer.

En urgencias se había encontrado tan mal que, en comparación, el agudo dolor de cabeza que sentía ahora le parecía una nimiedad.

Tenía el estómago un poco revuelto y, obviamente, una herida abierta en la frente, pero estaba viva.

Temblorosa, tomó una profunda bocanada de aire para ir soltándolo poco a poco mientras una ola de adrenalina le recorría el cuerpo entero.

Era evidente que estaba sufriendo un trastorno de ansiedad provocado por lo que había ocurrido hace…, eh…, ¿hace cuánto?

«¡Maldita sea! ¡Necesito saber qué ha ocurrido!».

Miró de reojo el reloj y vio que eran las cuatro de la mañana.

Habían pasado nueve horas desde la terrorífica experiencia que la había dejado sola en una habitación de hospital.

Daba las gracias por seguir en el mundo de los vivos.

Al mover el brazo izquierdo sintió un dolor punzante en el dorso de la mano y, al mirar, se percató de que tenía una vía.

«¡Qué daño!».

Volvió a poner el brazo en la misma posición que antes y trató de estirar el otro con cuidado, pero entonces se dio cuenta de que estaba metido en una cápsula cálida, aprisionado en una cárcel.

—Santana—susurró con dulzura al darse cuenta de que no estaba sola.

Posó los ojos en el lugar en el que sus pieles estaban en contacto y vio que
tenían los dedos entrelazados y que la morena apoyaba la cabeza en ellos con los ojos cerrados.

El corazón le dio un vuelco mientras la recorría con la mirada y contemplaba
cada centímetro de aquel rostro perfecto tan amado.

Se regodeó en aquella vista con la sensación de que llevaba una vida entera sin ver sus atractivas facciones.

Parecía tensa y agresiva incluso cuando dormía y lo único que suavizaba sus rasgos era un mechón de pelo rebelde que se le salía de la coleta y que le caía por la frente.

Brittany retiró la mano con cuidado y le acarició el cabello, recreándose con la textura de su grueso pelo.

¿Había pasado la noche aquí?

¿Se había ido en algún momento del hospital?

Llevaba un uniforme de enfermera de color azul claro; prueba irrefutable de que el recuerdo que tenía de vomitarle encima del jersey, que seguramente era carísimo, debía ser cierto.

«Te quiero».

Al recordar que había pronunciado esas palabras justo después de sufrir una
terrible arcada y justo antes de creer que se iba a morir, sintió tal ansiedad que se le puso el cuerpo entero en tensión y dejó de acariciarle el pelo.

«Dios mío. ¿De verdad le he dicho eso?».

Sí, se lo había dicho.

Eso lo recordaba con una nitidez absoluta.

Entonces, al ser consciente de que le había balbuceado esa frase, alejó la mano de la de la morena, preguntándose cómo se habría tomado esas palabras, si es que había llegado a oírlas.

En urgencias había temido tanto por su vida que había sentido la necesidad de decírselo, de hacerle saber lo que sentía por Santana.

Como no tenía ni idea de lo graves que eran las heridas, no había dudado en confesárselo.

Necesitaba que supiera lo mucho que le importaba por si le ocurría algo.

Ahora que sabía que iba a sobrevivir, no tenía tan claro que declarársele, que desnudar así su alma, hubiera sido una buena idea.

—¡Britt!—Santana se incorporó de inmediato y, como si fuera un acto reflejo, volvió a cogerla de la mano y a entrelazar los dedos con los suyos.

Se había despejado por completo y la observaba sin ocultar su preocupación:

—Estás despierta.

Brittany tenía la garganta seca y con la sensación de que la lengua estaba tan hinchada que apenas le cabía en la boca.

Estiró el brazo para coger un vaso de agua que había en la mesita de noche, pero Santana se le adelantó levantándose de un salto.

Quitó el envoltorio a una pajita y la metió en el vaso de plástico antes de acercárselo a la boca. Tomó varios sorbos y posó la mano sobre la de la pelinegra mientras el líquido se deslizaba despacio por la lengua.

—¿Dónde estoy?—preguntó en voz baja, lamiéndose los labios húmedos.

Santana le dio explicaciones sobre el hospital en el que se encontraban y sobre los resultados dentro de la normalidad del TAC, pero que tenía que pasar la noche en observación.

—Tienes varios puntos en la frente. Por lo que me ha contado Quinn, tuviste suerte de que no te partieran el cráneo—le comentó con la voz ronca y cierta
irritación.

—Tengo la cabeza muy dura—respondió para quitar hierro al asunto.

Se acordaba perfectamente de lo fuerte que le habían golpeado y le sorprendió que las únicas consecuencias fueran un par de puntos en la frente y un dolor de cabeza agudo.

Santana la miró molesta.

—Ya me había dado cuenta—posó el vaso en la mesilla y se la quedó mirando—No volverás a alejarte de mí. De ahora en adelante siempre estarás a mi lado.

A Brittany se le cortó la respiración, mientras lo miraba fascinada, incapaz de interrumpir esa apasionante comunicación silenciosa.

—Siempre es mucho tiempo—respondió al no encontrar una respuesta más
inteligente.

Los ojos de Santana empezaron a echar chispas, como cuando estaba a punto de ponerse testaruda.

—Me importa un pimiento. Vas a volver a casa conmigo. No pienso confiar tu seguridad a un puñado de incompetentes. Si Quinn no hubiera estado…

—Me salvó la vida, San. Tu hermana arriesgó la vida por mí—murmuró agradeciendo a Quinn en silencio que hubiera estado ahí y que hubiera logrado evitar que esos hombres la metieran en el coche—Si no llega a ser por ella, estaría muerta.

Incapaz de ocultar la frustración, Santana se soltó el pelo y peinó la melena con los dedos antes de refunfuñar:

—Quinn debería haberte acompañado a casa. Los escoltas no tenían suficiente experiencia. Deberían haber estado tan cerca de ti que hubieran oído hasta tu respiración. El tiempo que tardaron en reaccionar es inaceptable.

—Me marché sin dar la oportunidad a Quinn de ofrecerse a llevarme a casa. Empezó a hacerme preguntas sobre Rachel y me sentí incómoda. Los guardaespaldas no tardaron en llegar, pero los desalmados esos actuaron muy rápido. Ocurrió todo en cuestión de segundos.

«Aunque a mí me parecieran horas».

—Si Quinn no hubiera ido a buscarte a la salida de ese restaurante, habrías
llegado a casa sana y salva—estaba tan alterada que le vibrada hasta el pecho.

Brittany le apretó la mano.

—Eso no lo sabes. Puede que me hubieran alcanzado de todos modos. Si Quinn no hubiera estado ahí, habría sido peor. Por favor, no culpes ni a tu hermana ni a los guardaespaldas. Estoy muy agradecida a todos.

—Bueno, dejémoslo estar. Mañana vendrás a casa conmigo y a partir de ahora tendrás más escoltas que el presidente de Estados Unidos. Rachel también piensa que estarás más segura en mi piso. Aunque no tengo claro que le haga especial ilusión que vivas tan cerca de una López—volvió a sentarse en la silla sin dejar de apretarle la mano ni relajar la intensa mirada de inquietud.

—¿Ha venido Rachel?—preguntó sorprendida, ya que no sabía cómo se habría enterado de que la habían agredido.

—Se fue hace una hora o dos. La llamé yo. Ha pasado toda la tarde aquí. ¿No lo recuerdas?

Negó con la cabeza.

—Después de la agresión lo único que recuerdo son fragmentos sueltos e
inconexos. ¿Te he vomitado encima?

—¿De eso sí te acuerdas?—la observó la cara en busca de algo, como si quisiera adivinar qué recordaba y qué no—Cuando te metieron en la habitación, Rachel me trajo este uniforme de enfermera y me indicó un lugar donde ducharme.

—¡Madre mía! ¡Cuánto lo siento!

¿Había algo más bochornoso que vomitar encima a una mujer como Santana López?

—¿Por qué? No lo hiciste a propósito. Además, me sentí aliviada porque al
menos estabas despierta.

Brittany estaba sorprendida de que una mujer hubiera permanecido a su lado mientras ella tenía arcadas y que, además, hubiera estado sujetándole una
palangana sin morirse del asco.

—¿Quinn se encuentra bien?

—Sí—soltó una escueta carcajada carente de gracia—El único problema es que ha tenido que permanecer en la misma habitación que Rachel Berry. Estaba nerviosísima y Rachel la miraba como si tuviera ganas de matarla con algún método lento y doloroso.

—Ojalá supiera qué pasó entre ellas—comentó pensativa.

Hizo una mueca de dolor al comprobar que el pinchazo que sentía en la cabeza iba en aumento, y acabó teniendo la sensación de que una enorme boa constrictora le apretaba el cráneo sin piedad.

Santana frunció el ceño.

—¿Quieres un analgésico? Llamaré a la enfermera—estiró el brazo para pulsar el timbre.

—No. Espera—respiró hondo tratando de coger fuerzas para decirle lo que le tenía que decir: volver a su piso con ella no estaba en sus planes—No puedo ir a casa contigo, San. Volveré a la de Rach. No pasará nada. Han arrestado a uno de los tipos y lo más probable es que el otro esté huyendo despavorido. Dudo de que ir a por mí sea su prioridad en este momento.

A Santana se le tensó el cuerpo entero, desde el semblante hasta los dedos, que apretaron con más fuerza la mano de Brittany.

—No hay discusión que valga—le clavó una mirada amenazante—Vas a venir conmigo—repuso enfadada marcando cada una de las palabras.

Brittany soltó un bufido de frustración.

—No eres mi guardia particular. No necesito que nadie me proteja. Llevo
sola mucho tiempo.

Sola, añorando a Santana, si bien en aquella época aún no sabía a quién
añoraba.

«Alejarme de ella ha sido tan doloroso que no podría superar otra despedida. Pasar tiempo junto a Santana es peligroso, ya que, cuando se vaya de mi lado, me dolerá el doble y, cuando vuelva a estar sola, tendré aún más recuerdos con los que torturarme».

—Ya, bueno, pues tendrás que acostumbrarte a la compañía, cariño—bufó
con una mirada posesiva y un gesto salvaje, casi animal—Mientras corras peligro, no me separaré de ti. Siempre estarás protegida.

Brittany se estremeció tratando de zafarse de su mano.

No le estaba haciendo daño, de hecho, ni siquiera le incomodaba la forma en que la estaba agarrando.

Más bien lo contrario.

Santana la hacía sentirse a salvo, la hacía sentirse querida, y era precisamente eso lo que la asustaba.

Ese miedo la impulsaba a luchar con todas sus fuerzas contra la posibilidad de acostumbrarse a esa sensación.

—No puedes darme órdenes. Hace tan solo unas semanas que nos conocemos. ¿Por qué te preocupas por mí?—preguntó sin andarse con rodeos, pero incapaz de ocultar una emoción tan intensa que se parecía al pánico.

Tenía que distanciarse, pero le costaba hacerlo.

Después del suceso de la noche anterior se sentía desamparada e indefensa, y lo que más le apetecía en el mundo era lanzarse a aquellos brazos cálidos para refugiarse ahí hasta recuperar el equilibrio.

—¡Llevo más de un año preocupándome por ti, joder!—le soltó con voz aterciopelada—No ha habido ni un solo día en todo ese tiempo en el que no me haya obsesionado con si estarías a salvo o no.

—Pero si nos conocemos desde hace unas semanas…—contestó confusa en un murmullo imperceptible.

Exhaló un suspiro irregular y la incertidumbre le transformó el semblante mientras desviaba la mirada hacia un lado y concentraba la atención en la desnuda pared blanca que tenía delante.

—Mi mamá hablaba de ti sin parar. Un día, hace más de un año, estábamos
en el restaurante y me dijo quién eras—suspiró como si renunciara a continuar con la explicación—No lo puedo explicar porque no lo entiendo ni yo, pero desde aquel momento me sentí en la obligación de cuidar de ti. ¡Hasta te seguía a casa cada noche para asegurarme de que llegabas bien a tu departamento!

Atónita, preguntó con voz temblorosa:

—¿Como si fuera amiga tuya porque lo era de tu mamá?

Santana se giró hacia ella y le dedicó una de sus miradas apasionadas.

—No. Como una obsesión que era incapaz de controlar. Como si fueras mía y tuviera que protegerte.

Entonces le dedicó su mirada de «Quiero follarte hasta que te vuelvas loca» y Brittany sintió las oleadas de calor que transmitía su cuerpo.

¿Debería enfadarse porque Santana hubiera estado espiándola y siguiéndola como una acosadora?

Quizá debería estar enfadada, pero no lo estaba.

Por extraño que resulte, contemplando su cara acongojada, se sintió totalmente relajada y notó cómo el corazón se le derretía en el pecho.

Santana se había mantenido en segundo plano, vigilándola en silencio como un ángel de la guarda sin esperar nada a cambio.

Recordó la conversación que había tenido con Maribel en el restaurante y se sintió aliviada al comprobar que los instintos protectores de la Santana rescatadora seguían intactos.

—¿Por qué yo? Seguro que hay un montón de mujeres a las que tu protección les vendría muy bien.

Santana se encogió de hombros, pero su intensa mirada bastó como explicación.

—No tengo ni la menor idea. Eres la única mujer del mundo que me ha hecho
sentir así—pronunció las últimas palabras como si le avergonzaran.

Era obvio que ser incapaz de controlar sus sentimientos no le hacía la menor gracia.

Sacudió ligeramente la cabeza intentando asimilar que Santana llevara un año tratando de protegerla.

¿Qué clase de persona hacía algo así?

¿Qué apuesta multimillonaria dedicaba su tiempo a preocuparse por una don nadie, por una mujer que no llamaba la atención y que, en principio, no estaba a su altura?

No es que se considerara inferior a nadie por ser pobre…, pero era realista: las personas de la clase social de Santana no se fijaban en personas como ella.

Estaban demasiado ocupadas acumulando riqueza y reinando en sus imperios.

—Cuidar de mí porque soy amiga de tu mamá ha sido muy dulce por tu parte. Pero no puedes protegerme eternamente.

Se levantó de la silla y se sentó con delicadeza en la cama para que estuvieran cara a cara.

—No lo pillas, ¿verdad? No soy una mujer dulce—sus movimientos contradijeron a sus palabras, ya que le colocó un mechón por detrás de la oreja con suma delicadeza mientras le rozaba la sien con el dedo índice y le acariciaba la mejilla con la suavidad de una pluma—No me he comportado así porque sea generosa o altruista. Quería follarte. A mi modo de ver, es un motivo bastante egoísta—comentó con aridez burlándose de sí mismo.

Brittany reprimió una sonrisa, preguntándose por qué le daba tanta rabia que le dijeran que era dulce.

—Si eso era lo que te motivaba, ¿por qué no lo hiciste? Podías haberme abordado o haber pedido a tu mamá que nos presentara. Creo que es bastante obvio que me atraes.

«Es mucho más que atracción».

Santana apartó la mano de su rostro y desvió la mirada.

—Me he olvidado de pedirte el analgésico. Seguro que te duele—pulsó el botón para llamar a la enfermera y una voz joven de mujer respondió de inmediato a través del pequeño altavoz situado al lado del timbre:

—¿Qué desea?

Santana se puso de pie para ofrecer una respuesta tajante.

—La señorita Pierce necesita un analgésico—ordenó.

—Enseguida—respondieron.

Brittany seguía sin entender por qué había ignorado su pregunta de esa manera.

¿O acaso la había evitado a propósito?

Inclinó la cabeza para mirarla a la cara.

Tenía el ceño fruncido y una expresión implacable.

Brittany se cruzó de brazos y se enfrentó a su feroz mirada con una leve sonrisa.

—Tu táctica ya no funciona conmigo—le advirtió con tranquilidad.

—¿Qué táctica?—bufó cruzándose de brazos como ella para retarla con una
expresión indescifrable.

—La táctica que utilizas para que me sienta como Caperucita Roja ante el Lobo Feroz—elevó una ceja manteniéndole la mirada.

Santana López podía gruñir, refunfuñar y bufar todo lo que quisiera, pero Brittany sabía cómo era en realidad.

Bajo esa máscara de borde mandona se ocultaba una capa de compasión y bondad que probablemente jamás mostraría en público.

Pero la rubia la había visto, la había descubierto: si lo único que hubiera querido hubiera sido tirársela, podría haberse presentado y haberla conocido en persona; de ese modo, se habría ahorrado mucho tiempo.

Santana se inclinó hacia ella despacio, tan despacio que a Brittany se le cortó la respiración. Sus ojos oscuros brillaban con llamas de pasión y la miraron fijamente hasta hacerla estremecer.

Las vibraciones que transmitía eran tan intensas que el cuerpo pálido reaccionó de forma instintiva.

Acercó la boca a su oreja y Brittany sintió en el cuello y en la mejilla la calidez de su aliento.

Aquella amenaza en forma de susurro le produjo un escalofrío que le recorrió
la columna vertebral de un extremo al otro.

No sentía miedo, sino un anhelo que le abatió el cuerpo entero con la fuerza de un huracán.

Cuando una enfermera entró en el cuarto, Brittany exhaló un suspiro trémulo y Santana tuvo que incorporarse y alejarse de la cama.

La mujer le proporcionó a Brittany la medicina, antes de medirle las constantes vitales con gran eficiencia. Tras realizar una evaluación rápida y preguntar si necesitaban algo más, se marchó.

—Me extraña no estar compartiendo habitación—murmuró Brittany una vez que la enfermera hubo salido—Este hospital suele estar bastante lleno.


Había hecho prácticas en ese centro y sabía que las habitaciones siempre
estaban ocupadas en esa época del año.

Santana dio la vuelta a la silla y se sentó al revés, con los brazos apoyados
sobre el respaldo de madera.

Por primera vez desde que Brittany había abierto los ojos sonrió.

—Ser una multimillonaria que casualmente dona generosas sumas de dinero a ONG relacionadas con la sanidad tiene sus ventajas.

La silla estaba muy cerca de la cama, por lo que Brittany vio sus ojos traviesos en la penumbra.

—¿Así que como colaboras con la causa pides una habitación privada?—intentó reprenderla, pero sus labios no pudieron contener una sonrisa.

Santana se encogió de hombros.

—Yo, no. Quinn se encargó de la habitación mientras yo me estaba duchando.

Y dudo de que fuera una petición.

Brittany puso los ojos en blanco, convencida de que Quinn López rara vez pedía algo.

Siempre exigía y esperaba que la gente hiciera todo lo que ordenaba.

Sin embargo, al igual que su hermana, bajo las capas de hielo Quinn escondía un corazón de oro.

Le empezaron a pesar los párpados a causa de la potente medicación.

Bostezó mientras Santana la cogía de la mano y rozaba su palma con el pulgar.

—Es el analgésico. No estoy acostumbrada—masculló.

De pronto se sentía agotada.

—Duerme. No me moveré de aquí—respondió con voz ronca y tono de preocupación.

—Deberías irte a casa a dormir. Llevas aquí toda la noche. Estoy bien.

—No me iré a casa hasta que puedas acompañarme—repuso cerrándose en banda.

—No voy a ir a casa contigo—masculló aleteando los párpados.

—Eso ya lo veremos. Ahora duerme—susurró con suavidad.

Su entonación relajante y calmada no la engañó ni por un instante.

Sabía que cuando se despertara volvería a la carga con toda la artillería.

Como en ese momento no le quedaban ni fuerzas ni ganas para pelearse con la morena, cedió al sueño.



Horas después Santana utilizó todos los recursos a su alcance para convencerla de que volver a su casa era la mejor opción.

Recibió visitas de Rachel, Maribel, Quinn, el médico y el agente Puckerman.

Todos subrayaron lo importante que era que se encontrara en un entorno seguro e insistieron en que el piso de Santana sería el lugar en el que estaría más protegida.

Rachel se lo aconsejó a regañadientes; obviamente la idea no le hacía mucha gracia, pero pensaba que era el lugar en el que estaría más a salvo.

«¿Qué habrá hecho para que el agente Puckerman y el médico insistan en que su casa es la mejor opción?».

Cuando se quedaron a solas, Santana le dijo que, si se negaba a ir con ella, se la cargaría al hombro y se la llevaría en volandas sin importarle lo mucho que gritara o pataleara.

Lo que la convenció para subirse en el Mercedes y permitir que Blaine los llevara al piso no fue la amenaza de Santana ni el hecho de que no tuviera adónde ir, sino la mirada salvaje a caballo entre el agotamiento y la desesperación que le dedicó Santana cuando le pidió que se fuera con ella.

Tenía pinta de no haber pegado ojo ninguna noche: su atractivo rostro hacían mella el cansancio y el estrés.

«Tiene miedo. Se preocupa por mí».

Le parecía tan tierna que se le partía el corazón con solo pensar en lo mucho que se inquietaría si no iba con ella a su casa, así que dio su brazo a torcer.

Ya se preocuparía más adelante por el dolor adicional que sentiría cuando volviera a llegar la hora de separarse.

De momento lo único que tenía en mente era que Santana se relajara, durmiera y comiera.

La mirada de desesperación en el rostro de la pelinegra le hacía más daño que cualquier dolor que pudiera sentir en el futuro.

«Tendré que superarlo».

En realidad, ¿qué opciones tenía?

Podía quedarse de brazos cruzados mientras Santana sufría o preocuparse más adelante por el dolor.

Eligió la segunda opción y la cara de alivio de Santana compensó todo el dolor que pudiera padecer en el futuro.






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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 3:) Mar Mayo 09, 2017 11:52 pm

hola morra,...

san si es posible se le pega con pegamento para no separarse de britt!!!
bueno san ya blanqueo la pequeña gran obsesión de por britt jaja

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por monica.santander Miér Mayo 10, 2017 12:15 am

Pobre Britt, pero que Cabeza dura!!!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por micky morales Miér Mayo 10, 2017 8:57 am

Pero que terca es Brittany, por Dios!!!!! y si tantas dudas tiene porque no le pregunta de una vez que siente Santana por ella y ya!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por JVM Miér Mayo 10, 2017 12:59 pm

Es obvio que Briit todavía tenga dudas, la ideas que tiene sobre San no se irán de la noche a la mañana ...
Al menos estarán juntas de nuevo, haber como van las cosas
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 10, 2017 10:17 pm

3:) escribió:hola morra,...

san si es posible se le pega con pegamento para no separarse de britt!!!
bueno san ya blanqueo la pequeña gran obsesión de por britt jaja

nos vemos!!!



Hola lu, jajajajajajajajajajaa y sería lo mínimo xD jajaajajajajaja. Jajajajaja va avanzando más q bn xD ajajajaja. Saludos =D





monica.santander escribió:Pobre Britt, pero que Cabeza dura!!!!
Saludos



Hola, si =( jajaajajajajaj otro punto ai jajajajaaj xD Saludos =D





micky morales escribió:Pero que terca es Brittany, por Dios!!!!! y si tantas dudas tiene porque no le pregunta de una vez que siente Santana por ella y ya!!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN - Página 4 2414267551



Hola, un poco si la vrdd xD jajaajajaja. Mmmm podría ser, podría ser... pero quizás y termina la historia ai xD ajjajajaaj. Saludos =D





JVM escribió:Es obvio que Briit todavía tenga dudas, la ideas que tiene sobre San no se irán de la noche a la mañana ...
Al menos estarán juntas de nuevo, haber como van las cosas



Hola, toda, pero toda la razón. Xq no es q se conocieran de toda la vida y esas cosas, no¿? Eso si q es bueno! ajajajajaj. Aquí otro cap para saber! Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Mía III (Adaptada) Cap 2

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 10, 2017 10:19 pm

Capitulo 2


Varias noches después Santana estuvo dando vueltas y cambiando de postura en su inmensa cama hasta que quedó tumbada de espaldas mirando el techo.

Se sentía frustrada y tenía los ojos abiertos de par en par cuando deberían estar cerrados para compensar lo que no había dormido los días previos.

Desde que Brittany la había abandonado tan solo conseguía dormir unas pocas horas al día y, ahora que había regresado, seguía sin lograr conciliar el sueño.

«Te quiero».

La confesión que le había hecho en forma de susurro resonaba en su mente
cada minuto del día.

¿Lo había dicho en serio?

¿Se estaba dirigiendo a ella?

¿A Santana?

En Urgencias Brittany había estado tan confusa y desorientada que no tenía claro ni dónde se hallaba.

Santana ni siquiera sabía si recordaba haber pronunciado esas palabras, así que ¿cómo iba a estar seguro de qué quería decir con ellas?

Quizá tan solo se trataba de un balbuceo inconsciente como consecuencia de la agresión.

Además, tampoco sabía si quería que esas palabras se dirigieran a ella.

«¡Bueno claro que sí!».

Gruñó en voz baja, se puso otra almohada bajo la cabeza e intentó hacer caso omiso de su cuerpo excitado.

¿Es que no podía pensar en Brittany sin que se le pusiera el cuerpo a mil?

En realidad, sí; sabía que sí podía.

Después de la agresión había estado tan asustada que se había olvidado por completo del sexo.

Verla tan frágil, pálida e indefensa en la cama de un hospital la había destrozado y le habían dolido partes del cuerpo situadas por encima de la cintura.

Durante varios días la apremiante necesidad que sentía de protegerla y defenderla había sido su principal motivación.

Esbozó una tímida sonrisa al recordar lo mucho que se había ofendido Brittany al enterarse de que había llamado a la universidad para explicar la situación y había logrado que aceptaran que se ausentara durante una semana para descansar.

Lo había hecho para echarle un cable, para que no tuviera que preocuparse por nada y dispusiera de tiempo para recuperarse, pero la loca de su chica había dado por hecho que volvería a la universidad en cuanto le dieran el alta en el hospital.

Le había plantado cara y la había puesto a parir por interferir en su vida.

A Brittany no le daba miedo decirle las cosas a la cara y a esa actitud le resultaba de lo más provocativa.

Quizá —solo quizá— a una parte incluso le gustara.

Jamás una mujer se había negado a obedecerle, ni le había cuestionado sus actos o su modo de comportarse.

Las mujeres siempre la habían utilizado y, a cambio, le habían dejado que usara sus cuerpos. A ninguna de ellas le había importado lo suficiente como
para echarle nada en cara.

«Estoy coladita por ella. No hay vuelta atrás».

Sentía que algo se estaba revolviendo por dentro y no le parecía una sensación agradable.

«Follar. Pagar. Pasar a la siguiente».

Así es como se había relacionado con las mujeres desde que tenía uso de razón, pero Brittany estaba cambiando todo eso y le estaba tentando a que se fiara de la rubia.

¡Y vaya si estaba tentado!

Aunque le resultara muy doloroso cuando la miraba como si fuera capaz de leerle el alma, saber que se preocupaba por ella como para hacerlo le cautivaba hasta la intoxicación.

A la rubia le importaban un bledo sus cicatrices, su dinero y su elevada posición social.

«Y piensa que estoy tan buena que me comería enterita».

Quinn le había contado todo lo que le había dicho Brittany; entre otras cosas, que era la que estaba más bueno de las López.

Su hermana y ella nunca habían competido.

Todo lo contrario: siempre habían trabajado juntos; primero para sobrevivir y después para prosperar. Aunque discutieran a menudo Santana adoraba a su hermana.

Con todo su ser.

Vale, Quinn era una capullo con las mujeres, pero no podía echarle eso en cara porque era igual.

Puede que incluso peor.

Sin embargo, tenía que admitir que se había alegrado al enterarse de que Brittany le había echado un jarro de agua fría a su hermana cuando tomaron un café antes de la agresión.

«Te quiero».

Le chirriaron los dientes y se tumbó de lado. Ahuecó la almohada para tratar de ponerse cómoda.

Tenía que olvidarse de todo eso, reprimir sus sentimientos y dejar de desear algo más que su presencia.

Debía contentarse con saber que estaba a salvo.

¿Acaso no era suficiente?

Al menos ya no se subía por las paredes por no saber dónde se encontraba o si se hallaba en peligro.

Un aullido desgarrador la hizo incorporarse sobresaltada con todos los músculos en tensión y el corazón a mil por hora.

«¡Brittany!».

Se quedó varios segundos paralizada por el pánico mientras los chillidos aumentaban en volumen e intensidad.

Apoyó los pies en el suelo y echó a correr hacia su dormitorio a oscuras por el pasillo mientras el instinto de protegerla enviaba adrenalina a cada centímetro de su cuerpo.

Encendió la luz sin detenerse un instante y frenó en seco a los pies de la cama.

Brittany se estaba abrazando a sí misma como si tratara de protegerse de una amenaza. Las lágrimas corrían como ríos por su dulce rostro, tenía el pelo enmarañado y la cabeza gacha. Gimoteaba y respiraba con dificultad.

—¿Qué ha pasado, cariño?—preguntó sentándose a su lado.

Las sábanas estaban revueltas en una maraña, como si la tercera guerra mundial se acabara de librar en ese colchón.

—Estaba soñando—susurró como si todavía no se lo creyera del todo y tuviera que convencerse a sí misma—He tenido una pesadilla.

Santana la cogió en brazos y la sentó en su regazo, atrayendo el cuerpo sumiso y tembloroso hacia el suyo para transmitirle calor y serenidad. La estrechó entre los brazos con el corazón acelerado y le apoyó la cabeza en su cuello.

—¿Con qué estabas soñando?—le acarició la melena deslizando las yemas de los dedos entre los sedosos mechones de cabello mientras ella respiraba hondo para tratar de apaciguar su alterado corazón.

—Con la agresión. Parecía tan real…—murmuró estremeciéndose junto a su cuerpo.

—Ya ha pasado. Estás a salvo. Siempre lo estarás.

«Aquí. Conmigo».

La apartó de su regazo y se dispuso a levantarse, pero los brazos de la rubia se tensaron alrededor de su cuello para sujetarla con todas sus fuerzas.

—¡No! ¡No te vayas todavía, por favor!

Aquel grito de vulnerabilidad se le clavó en las entrañas como un cuchillo.

«Me necesita».

Y no dejaría de estar a su lado por culpa de las inseguridades.

—Tranquila. No me voy. No te dejo sola.

«Jamás te dejaré sola».

Brittany siguió sujetándola del cuello mientras ella se reclinaba, la cogía en brazos y se ponía de pie, tratando de no prestar atención al diminuto camisón de seda rosa y encaje que apenas le cubría el trasero.

Contuvo un gemido y, al atraer su cuerpo hacia el suyo, sintió el encaje arañándole el pecho y la seda acariciándole la piel.

Salió del dormitorio y recorrió el pasillo para dirigirse a su cuarto con el ser al que más apreciaba en la vida entre los brazos.

Como Brittany seguía aferrada a su cuello, Santana tuvo que agacharse para
dejarla en la inmensa cama.

El pavor empezó a remitir y Brittany relajó los brazos, de modo que Santana pudo taparla con las sábanas y el edredón. Se metió en la cama a su lado y la abrazó con todo su cuerpo, envolviéndola y protegiéndola con sus cálidos brazos.

Brittany suspiró y se relajó en la calidez que le proporcionaba Santana, posando la cabeza en su hombro y saboreando la seguridad que ofrecía su cuerpo.

—¿Te encuentras mejor?—preguntó con voz queda y, al hacerlo, la despeinó con el aliento.

—Sí. Siento haberte despertado. Volveré enseguida a mi cama.

Brittany no quería irse de ahí, quería quedarse tal y como estaba —calentita y a salvo en sus brazos—, pero respetaba que Santana necesitara su espacio para dormir.

—No irás a ninguna parte —replicó haciendo volar su melena.

—Pero así no conseguirás dormir—protestó sintiéndose egoísta por querer quedarse.

—Al revés. No conseguiré pegar ojo si no estás aquí. Estas dos últimas semanas no he dormido un carajo—la atrajo cogiéndola por la cintura y, como no dejó ni un hueco entre sus cuerpos, Brittany notó dos bultos en su espalda.

—Estás desnuda.

—Sí, siempre duermo desnuda. Tendrás que acostumbrarte, cariño—murmuró con sensualidad—¿Quieres contarme lo que has soñado?

Aunque en realidad lo que quería era olvidar esa pesadilla, se dio media vuelta entre sus brazos, desesperada por abrazar aquel cuerpo cálido.

Brittany no era una mujer pequeña ni frágil, pero, cuando enterró la cara en su pecho se sintió como tal.

—Estaba soñando con lo que pasó, pero en la pesadilla sí lograban meterme en el coche. Iban a violarme antes de pegarme un tiro en la cabeza. Me resistí con todas mis fuerzas, pero lograron arrancarme la ropa. Eran mucho más fuertes que yo. Lo único en lo que pensaba era en que quería morirme antes de que me violaran, pero el que logró escapar se me subió encima mientras el otro me apuntaba con una pistola en la sien—sacudió la cabeza tratando de no alterarse.

Tan solo había sido una pesadilla.

No había ocurrido de verdad.

—¡Parecía tan real! Sentía su olor corporal, veía sus ojos perversos… Me desperté justo cuando…—fue bajando de volumen hasta que su voz se redujo a un suspiro trémulo.

Santana la meció y le acarició la espalda con una mano como si estuviera consolando a una niña pequeña.

—Chsss... Tranquila, cariño. Estás a salvo. Ya no pueden acercarse a ti.

La pesadilla la hacía estremecerse sin descanso, y lo único que le apetecía hacer en ese momento era olvidarse de todos esos agrios recuerdos, deleitarse en las sensaciones y disfrutar del increíble cuerpo que tenía la mujer que la estaba consolando.

La única mujer que, con sus sensuales manos, podía hacerle olvidar todo lo que había pasado los últimos días.

—Hazme el amor. Ayúdame a olvidar—susurró con una voz seductora y temblorosa.

La empujó con suavidad para que se tumbara de espaldas y notó cómo su cuerpo entero se tensaba. Recorrió su pecho con las manos, deleitándose con su piel tensa y caliente.

Palpó despacio cada centímetro de su cuerpo, desde los hombros, los pechos hasta el vientre.

—¡No podemos hacerlo!—exclamó Santana frustrada agarrándole con fuerza las aventureras manos—No hay nada más agradable que sentir tus manos por todo mi cuerpo, pero acaban de darte el alta.

—Me la dieron hace días y ya no me duele nada. Me encuentro bien. Tan solo tengo un pequeño corte en la frente. La única parte del cuerpo que me duele está bastante más abajo.

Santana no opuso resistencia cuando la rubia separó las piernas y la colocó entre sus muslos ardientes.

Puede que la estuviera presionando demasiado, puede que le estuviera pidiendo algo que no podía ofrecer, pero le daba igual; necesitaba que Santana la poseyera, necesitaba sentirla.

—Por favor—le rogó con desesperación mientras se zafaba de su mano y bajaba el brazo para coger su húmedo sexo.

—¡No, por favor! Si me tocas, me corro—explicó con la voz entrecortada mientras cogía la mano de la rubia y la ponía entre sus pechos. Con la mano que tenía entre los muslos de la ojiazul apartó el elástico de su diminuta braguita y deslizó los dedos con facilidad entre sus pliegues mojados—Estás empapada. Estás muy excitada.

—Porque te necesito—gimió mientras sus dedos la exploraban, frotando sensualmente su clítoris y la mullida carne que lo rodeaba.

Un deseo frenético le mordía el cuerpo entero y no era capaz de pensar, solo de reaccionar a la acuciante necesidad que palpitaba en su interior, así que se quitó la braguita empapada, la abandonó entre las sábanas y se subió encima, sentándose a horcajadas.

Le puso las manos a ambos lados de la cara y la besó.

Estaba encima, besándola en los labios y lista para perderse en las sensaciones de su tacto, pero un instante después… se encontró tumbada boca arriba.

Santana le había dado la vuelta y había arrancado su boca de la de ella.

—No. No puedo—se lamentó con aspecto atormentado—No puedo, joder—le sujetaba las muñecas por encima de la cabeza y la aplastaba para que no pudiera moverse.

Respiraba con gran dificultad y, al tratar de introducir y expulsar aire de los pulmones, emitía sonidos guturales.

Brittany sacudió la cabeza para disipar la niebla erótica que la había cegado y miró a la figura que la sujetaba: una mujer que sufría un terrible tormento.

«Mierda. ¿Qué he hecho? ¿Le he forzado demasiado?».

La luz de la luna entraba por la ventana, pero no era suficiente para verle los
ojos… aunque no le hacía falta vérselos.

La voz, la respiración, el cuerpo tembloroso y la manera de sujetarla por las muñecas le decían que acababa de enviarla de cabeza a su propia pesadilla.

—San, soy yo: Brittany—trató de mover los brazos, pero no logró zafarse de
sus manos—Háblame.

—Sé quién eres, pero no puedo hacerlo, joder.

A excepción de su pecho, que se hinchaba y deshinchaba, el resto de su cuerpo permanecía inmóvil.

—Bésame—seguía atrapada bajo su cuerpo, sometida a su dominio y sin saber qué podría mitigar su pavor.

No le estaba haciendo daño, pero quería devolverla al aquí y al ahora.

No sabía qué había hecho, pero la había herida sin proponérselo y eso había desatado un ataque de pánico.

Tenía el corazón a cien por hora y la sensación de que llevaban así una eternidad cuando por fin Santana agachó la cabeza y posó la boca sobre la suya.

La besó como quien acaba de recuperar la compostura y le metió la lengua en la boca como un látigo, conquistándola una y otra vez.

Su actitud salvaje y dominante despertó un instinto animal en ella, como si su cuerpo respondiera de manera instintiva.

Empujó la lengua contra la suya y se rindió a su sometimiento, permitiéndole ser la amo.

—Britt—susurró su nombre tras separar la boca de sus labios y enterrar la cabeza en un costado de su cuello.

—Sí. Solo tú y yo, San. Solo nosotras.

—Necesito follarte—su atronadora voz quedó amortiguada por el contacto con el cuello.

—Hazlo. Tal y como estamos.

Lo que había detonado esa extraña reacción era que ella se hubiera puesto encima y hubiera controlado la situación, pero el deseo seguía ahí.

—Lo siento, cariño. Me estaba gustando mucho, pero es que no pude…

—Déjalo. Da igual. Ahora solo quiero sentirte—separó las piernas y trató de mover los brazos—¿Puedes soltarme?

Fue soltándola despacio a medida que se movía entre sus muslos.

—Sí, creo que sí—respondió con un tono que revelaba gran inquietud.

Brittany tuvo sentimientos indecisos mientras liberaba las muñecas de sus manos, que prácticamente la habían soltado de todo, y le rodeaba el cuello con los brazos.

—Solo quiero abrazarte. Tú tienes el control.

—Contigo siempre lo pierdo—murmuró en voz baja mostrándose reacio a resignarse.

—Hazme el amor, San.

Ya no le importaba rogarle.

El ataque de pavor y la vulnerabilidad de Santana habían acabado de un plumazo con sus instintos de protegerse a sí misma.

Tenía que ayudarlo a liberarse, a borrar ese secreto que lo tenía prisionero.

Era una mujer demasiado buena, una persona demasiado generosa como para permanecer atrapada en el pasado, incapaz de seguir adelante.

«Por no mencionar que la amo y que la deseo tanto que me duele».

Hacía tiempo que debería haber dejado de negar la realidad y haber aceptado que era incapaz de no involucrarse sentimentalmente con Santana.

Se había comportado con cobardía y egoísmo porque le daba tanto miedo acabar destrozada que había preferido negar el brutal magnetismo que ejercía sobre ella.

Y la sensación era mutua.

No era la única que se estaba resistiendo a esa tentación sin saber cómo enfrentarse a ella.

¡Por el amor de Dios!

Santana llevaba más de un año detrás de ella, tratando de protegerla. La había sacado de la calle, literalmente, y le había puesto en bandeja todas las cosas con las que una mujer podría soñar, y no solo materiales.

La consolaba cuando estaba disgustada y se quedaba a su lado cuando se encontraba enferma.

La escuchaba como si todas sus preocupaciones, sus ideas y sus sueños fueran importantes para la morena.

Era obvio que sentía algo.

La pregunta era: ¿sería la misma atracción irresistible y fascinante que sentía ella?

Esa química mística y misteriosa que la había seducido había crecido a una velocidad vertiginosa hasta convertirse en un amor que le arañaba las entrañas, le cortaba la respiración… y le robaba hasta el sentido común.

—Tócame, preciosa. Por favor.

Más que una petición, su voz arisca y crispada expresaba una orden desesperada motivada por el deseo y el anhelo.

Las manos de Brittany se movían despacio, acariciando sus hombros, palpando cada centímetro saboreando la fuerza que irradiaba su poderoso cuerpo.

Recorrió la columna vertebral con las manos hasta alcanzar la nuca. Le tiró del pelo para que inclinara la cabeza y le recorrió la clavícula con besos ligeros mientras lo peinaba con los dedos.

Gimió levemente antes de llevar la boca a su palpitante cuello y, al inhalar su aroma, una calidez erótica se propagó por todo su cuerpo. Respiró hondo para que su fragancia la consumiera mientras el sensual latido que galopaba bajo sus labios le aseguraba que sentía la misma necesidad que ella.

Santana emitió un gemido antes de poner en marcha su cuerpo.

Se deslizó entre sus muslos para que sus sexos estuvieran unidos y se rozaran a la perfección.

Sintió que cada una de sus terminaciones nerviosas entraba en combustión en el momento en que Brittany abrió más las piernas, rogándole en silencio que la saciara, que satisficiera ese anhelo acuciante que le arañaba por dentro sin descanso.

La morena se incorporó sin previo aviso y Brittany gimoteó al sentirse privada del calor que desprendía, buscó el dobladillo de su ínfimo camisón, se lo quitó por la cabeza y lo tiró al suelo.

—Así ya no hay nada entre nosotras—bramó antes de volver a inclinarse sobre ella.

Brittany gimió al sentir de nuevo su ardiente cuerpo contra el suyo, desde el
pecho hasta las caderas, y saboreó la dulce sensación de rozar piel con piel.

—Mía. Eres mía. Dilo—se le escapó la exigencia entre los labios como si no
fuera capaz de contenerse.

Santana la Dominante había vuelto para la revancha y Brittany se estremeció.

Estaba claro que le encantaba controlar la situación, pero eso no tenía nada que ver con su pasado.

Era, simplemente, Santana en todo su esplendor.

La morena se empezó a mover muy despacio.

—Dilo—repitió con mayor exigencia y un tono más posesivo.

¡Dios mío, adoraba esa potencia, ese dominio!

—Soy tuya. Te necesito.

Para recompensarla empujó las caderas uniéndolas completo. El momento era tan carnal que a Brittany le faltó poco para alcanzar el clímax.

—¡Joder! ¡Cómo me pones!—se alejó ligeramente para volver a moverse y rozarse—No sé si sé hacer el amor. Lo único que sé es follar.

Brittany se aferró a sus hombros en busca de algo de equilibrio y cordura.

—Yo tampoco sé si lo sé hacer. Supongo que tendremos que aprender juntas—respondió con el escaso aliento que le quedaba.

Le abrazó la cintura con las piernas tratando de acercarse aún más. Santana
emitió un sonido gutural que reverberó en su garganta, mientras echaba las caderas de nuevo hacia atrás para volver a embestirla.

Una y otra vez.

Agachó la cabeza para buscarla con los labios y conquistarla con la lengua y, al hacerlo, capturó con la boca el gimoteo de la rubia.

Cada roce de su lengua, cada embestida de sus caderas la marcaba a fuego y la reclamaba como suya.

Y Brittany poco podía hacer ante eso más que rendirse.

Arrancó la boca de la de ella para tomar aire, algo que las dos necesitaban, y sus caderas continuaron embistiéndola mientras gritaba:

—¡Eres mía!

Cuando le mordisqueó el cuello, un deseo animal hizo estremecer el cuerpo
de Brittany, que levantó las caderas para salir al encuentro.

Gimió mientras deslizaba los dedos por su cabello antes de clavárselos en la espalda. Le hincó sus cortas uñas cuando Santana cambió de postura sin disminuir en lo más mínimo el ritmo frenético y apasionado con el que empujaba con furia sus caderas.

La necesitaba con tal desesperación que estaba a punto de ponerse a gritar de frustración, pero entonces Santana comenzó a frotar con fogosidad su ingle contra la de ella, de modo que con cada movimiento estimulaba sus clítoris.

Brittany sintió que se quemaba por dentro y pronunció un grito que le desgarró la garganta, pero la boca de Santana se lo tragó a cambio de un gemido, que vibró en la boca de ella, mientras su cavidad latía alrededor de la de la morena.

Posó la boca en su hombro y empezó a jadear como un descosido:

—Notar que te corres conmigo es la mejor sensación del mundo.

Sin dejar de estremecerse a causa de la explosión orgásmica Brittany sintió que los músculos de Santana se tensaban y que su cuerpo empezaba a temblar a medida que inundaba la inundaba un calor abrasador.

«Te quiero».

La abrazó con fuerza sintiendo que no quería soltarla jamás y se le fueron llenando los ojos de lágrimas a medida que la emoción en su interior aumentaba de intensidad y trataba por todos los medios de encontrar una vía de escape.

Brittany la reprimió con un grito ahogado, luchando con todas sus fuerzas contra la arrolladora necesidad de decir esas palabras en voz alta.

—¿Estás bien?—le preguntó preocupada y jadeante.

Santana se echó a un lado y ella, aunque no soportaba esa mínima distancia entre ellas, la soltó a regañadientes para permitirle que se tumbara a su lado.

—Estoy bien.

Obviamente había pensado que la estaba aplastando.

¡Ni que fuera una delicada flor!

Era más alta que ella, incluso descalza.

Mientras suspiraba la atrajo hacia ella sin hacer un gran esfuerzo y tapó con las sábanas sus cuerpos enredados. Brittany se acurrucó junto a la morena, dejó caer la cabeza sobre su hombro y apoyó un brazo entre sus pechos.

Santana la acercó aún más, cogiéndola de la cintura con su brazo.

—Hemos hecho el amor—refunfuñó con voz cansada.

Brittany esbozó una leve sonrisa al percibir contrariedad en sus palabras y se limitó a responder un simple «sí».

Hacer el amor no tenía tanto que ver con los movimientos como con las emociones; aunque debía admitir que la parte física del acto a Santana se le daba estupendamente.

No importaba cómo se tocaran o qué hicieran para alcanzar el orgasmo; lo que conmocionaba a Brittany era la intensidad de la experiencia y las emociones que le generaba.

En realidad el sexo de aquella noche no había diferido en absoluto del que habían tenido hasta entonces: había sido igual de explosivo, emotivo y arrollador.

Cada vez que lo hacían se le ponía el mundo patas arriba.

Nunca habían echado un polvo indiferente o distante.

Siempre habían hecho el amor de un modo salvaje, apasionado e intenso.

Al menos eso le parecía a ella.

«Ojalá confiara en mí».

Supo que estaba dormida porque respiraba profundamente y a un ritmo regular.

«Pasito a pasito».

Santana jamás dormía con una mujer ni permitía que nadie se metiera en su cama cuando se sentía vulnerable.

El hecho de que estuviera durmiendo plácidamente con ella pegada a su cuerpo como una calcomanía no era un pasito, era más bien una gran zancada.

Se apartó un poco para ponerse cómoda y el corazón le dio un vuelco cuando Santana reaccionó mascullando una protesta y atrayéndola de nuevo hacia ella.

Sí.

Mañana tendrían que hablar de sus traumas.

Necesitaba saber qué le había ocurrido de adolescente para que ahora reaccionara así.

Le resultaba imposible luchar con un fantasma del pasado que ni veía ni entendía.

No quería volver a ver jamás a Santana sufriendo un ataque de pánico, perdido en un miedo desconocido.

Verla tan vulnerable le había partido el corazón y, cuando cerró los ojos agotada, sintió un implacable instinto de protegerla.

«Me evitará y tratará de eludir el tema. No querrá hablar de ello».

Si no estaba preparada para contárselo, de acuerdo.

Esperaría hasta que se fiara lo suficiente de ella como para hacerlo.

Convencida de que todo saldría bien, bostezó feliz junto al cuerpo de Santana y su respiración no tardó en acompasarse a la de la pelinegra.

Aquella vez durmió a pierna suelta sin tener un solo sueño en toda la noche.







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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Mía IV (Adaptada) Cap 5 - FIN

Mensaje por 3:) Miér Mayo 10, 2017 11:04 pm

hola morra,..

ya no es pasito a pasito!!! ya es EL salto de confianza final seria???
me gusta cuando estan juntas y cuando san la cuida!!!
a ver como van las cosas???

nos vemos!!!
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