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(Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
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(Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Todos los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX.
¡Que lo disfruten!
¡Que lo disfruten!
...
“Prologo”
La primera vez que Kurt vio a Blaine, tendría aproximadamente cinco años de edad.
Él, sus padres y hermano mayor recién se habían mudado del soleado Phoenix, a un pueblo pequeño de Ohio. Lima para ser más exactos. Los motivos, desgraciadamente Kurt los desconocía debido a su tan corta edad, aunque nadie tampoco se tomó la mínima molestia de explicárselos. No es que hiciera falta. Claro que no, todo porque era demasiado pequeño como para entender los dilemas tan complicados que los adultos debían lidiar cada día.
Pero Kurt era demasiado inteligente y despierto para ser engañado tan fácilmente. Extrañaría su viejo hogar. Extrañaría pasar esas entretenidas tardes cuando solía organizar fiestas de té, aún cuando Finn, varios años mayor, insistía eran juegos exclusivos para niñas. También añoraría los momentos bajo aquel frondoso árbol del jardín trasero donde su mamá se sentaba sin falta a leerle divertidos cuentos.
Pero no había nada de eso aquí. Ya no. Debieron dejarlo atrás para comenzar otra vez en esa ciudad donde los consideraban extraños.
El nuevo vecindario donde ahora vivirían, caía fácilmente en la categoría de suburbio sin exagerar demasiado, gracias al estilo en que había sido construido. Casas bellamente erguidas una a cada lado, calles limpias, cercas blancas, patios delanteros estéticamente cuidados y buzones alineados casi a la misma altura en las aceras. Mirase donde mirase, el menor de los Hummel sentía crecer cada vez más su descontento.
Mientras los enormes hombres uniformados con overoles grises, continuaban trabajando en descargar los dos camiones pertenecientes a la mudanza contratada para trasladarles sus pertenencias, Kurt miró en todas direcciones buscando a su madre. A primera vista, no consiguió ubicarla. Encontró a Finn, entretenido con una pelota lanzándola al aire repetidas veces mientras ignoraba las constantes peticiones que el padre de ambos le profería. Él patriarca Hummel parecía tener serios problemas con sacar varias cajas debidamente rotuladas, cuyas letras negras rezaban “juguetes”. Quería hacer responsable al jovencito de llevarlas, sin éxito alguno.
Haciendo pucheros, caminó lentamente hacia la cerca que dividía su casa nueva, de la siguiente. Y entonces la vio. Igual que siempre, bellamente ataviada con un sencillo vestido rosa pálido, favoreciendo el color de su cabello y pálida piel. Ella charlaba amenamente con un hombre bastante alto, cuya amable sonrisa brindaba confianza. El otro adulto a simple vista parecía agradable, lo cual se acentuaba más aún porque llevaba entre sus fuertes brazos a un niño cuyo cabello le hizo recordar a Kurt ese horripilante vegetal verde que a veces le hacían comer.
Ninguno parecía haberse percatado del hecho de que estaba ahí, no al menos hasta haber tomado sin demasiada fuerza la parte baja del vestido que llevaba puesto su progenitora, pretendiendo así llamar su atención. Respondiendo, ella sonrió tras inclinarse y tomarlo así entre sus brazos.
—Señor Anderson, quiero presentarle a mi hijo menor —dijo moviéndose varios centímetros para así brindarle vista completa del hombre considerablemente alto. Pero Kurt siempre fue demasiado tímido con los extraños. En respuesta, terminó escondiendo la cara entre el hombro y cabello de su madre ocasionando risitas enternecidas—. Oh Kurt, no sucede nada cariño.
—Es un verdadero placer conocerte, Kurt —saludó el señor Anderson, sonriendo. Buscando romper cualquier clase de tensión, se acercó dos pasos hasta casi topar con la cerca y señaló con un ligero movimiento al otro infante que ocupaba una posición muy similar a la propia, quien curioso, observaba detenidamente sin perderse nada—. Él es Blaine.
—Cielo —habló la señora Hummel frotándole en círculos pequeños la espalda—. Blaine y tú tienen la misma edad, por eso, estoy segura se llevaran bastante bien.
—Puedes venir a jugar cuando quieras, Kurt. ¿Eso te gustaría? —Kurt buscó autorización primero, y tras obtenerla, asintió al señor Anderson quizá demasiado dudoso—. ¡Sería encantador tenerte en casa! —luego, agregó—. También sería un honor si aceptaran una invitación a cenar, para darles la bienvenida al vecindario.
—¡Por supuesto! Sólo necesitaríamos organizar unas cuantas cosas referentes a la mudanza y asunto arreglado.
—Bien —en ese momento, el señor Anderson consultó el reloj que llevaba adherido a la muñeca—. ¡Oh Dios, es tardísimo! Debo marcharme ahora mismo, mi hijo mayor está por salir del colegio —explicó apresurado aunque sin perder los modales—. Señora Hummel, un verdadero placer conocerla. Espero que su estancia en Lima sea como lo planearon.
—Se lo agradezco mucho. Pase buen día.
Utilizando una pequeña agitación educada con su mano desocupada, el señor Anderson se despidió, llevándose a Blaine con él. Conforme la señora Hummel también regresaba a lo propio, Kurt siguió con sus relucientes ojos azules el automóvil de los vecinos hasta que se perdió calle abajo, desapareciendo por completo.
Las siguientes dos semanas previas a la mudanza resultaron ser verdaderamente extenuantes y caóticas para todos los Hummel. Entre limpiar, ordenar, desempacar, reorganizar, colocar cada cosa en su respectivo sitio, equipar la cocina, distribuir habitaciones e incluso buscar escuelas cercanas para Kurt y Finn, les hizo terminar agotados a niveles insospechables.
Afortunadamente para Burt y los chicos, todo terminó cuando Elizabeth Hummel consideró haber realizado un excelente trabajo al decorarlo todo. Llevó su requerido tiempo porque la casa era amplia; contaba con cocina multifuncional conectada con una acogedora estancia-comedor. En total, había cuatro habitaciones individuales en la parte superior, dos baños, uno en cada piso y también un ático. Finn, tras saber existía posibilidad, guiado por el ímpetu tan propio en los niños pequeños, terriblemente terco exigió tener su propio espacio porque le parecía demasiado exagerado continuar compartiendo recamara con Kurt.
Él ya es lo suficientemente grande, decía, Kurt debe aprender a dormir solo, alegaba. Las diferencias entre edades a veces significaba un mundo entero para ambos chicos Hummel. Así pues, tras breves discusiones, diversas charlas incómodas y hasta negativas rotundas fue que finalmente Kurt obtuvo su primera habitación. Todo un lugar para si mismo. Quizá al inicio le resultó incómodo porque demasiado acostumbrado estaba a la presencia de Finn, sin embargo, también lo emocionaba.
Elizabeth, por consejo de Burt, necesitó invertir especial atención y cuidado en aquel lugar, porque era el único cuarto con balcón. Éste, se hallaba situado en la parte izquierda de la casa justo frente a otro idéntico, sólo separado de la propiedad vecina quizá por unos buenos cuatro metros. También se interponía un frondoso roble que pese a su imponente tamaño, permitía perfecta visibilidad entre los dos sitios. Ella también se encargó de hablar con su hijo menor. Era algo que solían llamar charlas de corazón a corazón. Elizabeth pidió expresamente jamás salir solo al balcón y también le hizo prometérselo. Todo pactado al final con una pequeña unión de sus dedos meñiques.
El pequeño Hummel siempre respetaba las promesa porque consideraba eran importantes. Su madre así se lo había inculcado desde que podía recordar.
Entonces, poco a poco vivir en Lima se volvió muy agradable.
La escuela era divertida con muchos niños y niñas dispuestos a jugar durante los recreos. Las personas parecían amables, sobre todo los señores Anderson. Pronto, los Hummel forjaron ciertos lazos bastante estrechos con ellos. A Kurt le gustaban los señores Anderson; siempre sonreían, eran buenas personas y ayudaban cuando les era posible.
No obstante, Kurt encontró ciertas diferencias entre ambas familias aún sin ser consiente lo que eso significaba.
El pequeño se preguntaba a veces los motivos del por qué ellos tenían un papá y una mamá, mientras Cooper y Blaine simplemente dos papás.
Sin lugar a dudas, ese fue el primer momento incómodo que Kurt Hummel afrontaría a lo largo de toda su vida. Elizabeth, esa misma noche respondió a sus dudas justo mientras cenaban. Explicó con muchísimo tacto existían personas que expresaban su amor de manera diferente, aunque físicamente fuesen parecidos. El amor puro, real, sincero y desinteresado, decía ella, nunca podría dañar a nadie. Más bien, hacia feliz a muchos. Kurt quizá entendió la mitad, pero fue suficiente. No notó cómo su propio padre les miró con cierta incertidumbre brillándole en los ojos, tan parecidos a los del pequeño castaño.
Kurt comprendió al nivel que su dedad le permitía, que dar amor no era algo malo. Al contrario. Y quedó satisfecho al menos durante esos momentos.
Así pues las reuniones entre ambas familias se convirtieron en costumbre recurrente todos los sábados. Eso les brindó oportunidad a los chicos conocerse muchísimo mejor. Cooper, hijo mayor nacido seis años antes que Blaine, encontró un excelente compañero de juegos en Finn. Así como también Kurt y Blaine hicieron lo propio congeniando casi al instante.
Blaine y Kurt, justo como sucedía con Cooper y Finn, eran extraordinariamente afines a casi las mismas cosas. Adoraban ver películas Disney cantando a coro cada canción, les fascinaban las fiestas de té, los emparedados de mantequilla de maní y el chocolate caliente. Entonces, sucedió lo inevitable; los dos se volvieron completamente inseparables. Incluso Blaine solía quedarse a dormir en casa de los Hummel casi tan seguido como Kurt en la de los Anderson. Eran mejores amigos.
Nada les preocupaba. Eran niños felices compartiendo momentos fabulosos, hasta que, en el cumpleaños número ocho de Kurt, los Hummel sufrieron una pérdida terrible.
Sin dudas no sería la única situación dura que le esperaba a Kurt.
La señora Hummel comenzó a enfermarse lentamente. En un inicio, ella decidió restarle importancia adjudicándoselo a la demandante tardea de educar dos pequeños diablillos traviesos, los cuales, solían exprimirle cada gramo disponible de energía. No fue así. Todo empeoró. Visitar al médico se convirtió en rutina diaria, obligándola a permanecer más tiempo del necesario en cama. Ya no leía cuentos, tampoco daba besos o abrazos de buenos días y ni hablar sobre compartir tiempo con sus dos hijos.
Incluso, había ocasiones en las cuales nisiquiera se levantaba. Kurt, con la inocencia propia de la infancia, creía todo mejoraría. Lo creía fervientemente aún cuando escuchaba llorar a su padre en la estancia quedamente, buscando aliviar un dolor insoportable. Seguía creyendo incluso pese a notar todo ese enojo infinito que Finn parecía tener contra el mundo. Pero sobre todo, se aferraba a creerlo porque esa esplendida mujer, claramente desmejorada, le susurraba sin cansarse siempre estaría con él, acompañándole desde lo más profundo de su corazón.
Y entonces, una mañana especialmente brillante de primavera, Elizabeth Hummel perdió la batalla contra la terrible enfermedad que durante años la carcomió sin darse apenas cuenta.
Kurt sólo sintió tristeza rondándole. También lágrimas, lamentaciones y constantes palabras vacías de consuelo. Muchas personas acudieron a despedirse, lo cual ninguna sorpresa significó para los Hummel. Elizabeth siempre poseyó carisma innato para ganarse sin problemas la confianza de otros, así que, el funeral estuvo lleno de aquellos quienes le conocieron, apreciaron y respetaron mientras vivía.
Los señores Anderson, Cooper y Blaine también estuvieron ahí, brindándoles apoyo incondicional. Fue Blaine quien sostuvo su mano todo el tiempo. Fue Blaine quien pacientemente se quedó a su lado, negándose bajo cualquier circunstancia a dejarle solo porque él también en cierta manera había perdido lo más parecido que tuvo a una madre. Blaine tampoco entendía mucho sobre la muerte o los motivos por los cuales sucedían aquellas cosas, aún así, estuvo ahí, aferrándose a él. Brindándole consuelo.
Eventualmente, Kurt Hummel perdió la fe en Dios. ¿Por qué ese ser supremo supuestamente tan bueno se llevó lo más preciado en su vida? ¿Acaso era justo que alguien tan buena, terminase de aquella manera? Las preguntas seguían, una tras otra, sin respuesta especifica. Kurt simplemente decidió olvidarse del tema para siempre.
Un año transcurrió rápido luego de que Elizabeth falleciera y los tres Hummel parecían desmoronarse a pedazos lentamente. Burt siempre fue un hombre fuerte, decidido y dispuesto a hacer todo cuanto estuviese a su alcance para lograr la felicidad en sus dos hijos. Pero nunca estuvo preparado en afrontar los problemas de criar solo a los niños mientras intentaba conservar el empleo que brindaba sustento al hogar fracturado.
Cabía mencionar los señores Anderson representaron un gran apoyo, porque ayudaban en lo que podían. Incluso Kurt aprendió a hacer ciertas tareas domesticás con intenciones de aligerar la carga. Le era fácil limpiar, lavar ropa e incluso cocinar cosas sencillas. Fueron tiempos difíciles, sobretodo porque Finn adoptó un constante estado rebelde ignorando todo lo sensato. Nisiquiera Cooper lograba ningún avance positivo.
Y un año se convirtió en dos, y dos en tres y tres en seis. Así como Kurt comenzaba la adolescencia, Finn a su vez se convertía cada vez más en hombre imponiendo una infranqueable barrera cada vez más amplia entre los dos. Sus gustos tan diferentes solían ocasionar constantes conflictos demasiado severos en los que Burt apenas podía intervenir. Dolía verlos tan enemistados, los amaba demasiado a ambos y soñaba con verlos realmente unidos algún día.
Kurt también deseaba eso, sin embargo, veía las posibilidades remotamente lejanas. Finn incluso parecía detestar permanecer en una misma habitación si se encontraba presente. Sonaba mal decirlo pero, se sintió mejor cuando Finn debió marcharse a la universidad.
Afortunadamente para el pequeño Hummel, había alguien de su entera confianza con quien charlar respecto a sus problemas, sino todo hubiese sido un verdadero infierno. Blaine siempre le escuchaba y tenían una relación de amistad que cualquier muchacho normal pudiese desear.
Como sus habitaciones se encontraban ubicadas una frente a la otra separadas por ambos balcones, solían mantener largas conversaciones, disfrutando las cálidas tardes del verano. Conforme crecían, desarrollaron ciertos gustos diferentes pero eso no les incomodaba en lo absoluto. Kurt amaba los musicales, Blaine también aunque prefería películas de ciencia ficción donde sus superhéroes favoritos se movían en pantalla. Kurt prefería mirar programas sobre moda y Blaine disfrutaba los apasionantes partidos de fútbol. Eran tan iguales como desiguales al mismo tiempo. Aunque no por ello menos compatibles.
Por otra parte, Kurt adoraba cantar. Blaine también lo hacía y su voz era ciertamente hermosa aunque los gustos musicales entre ambos chicos difiriesen a veces. Blaine también desarrolló cierto gusto por algunos instrumentos musicales y ambos solían pasarse horas completas entonando diferentes melodías entre risas e interrupciones graciosas.
Ingenuamente el jovencito creyó todo se tornaba normal otra vez. Nunca, ni en un millón de años se imaginó que, luego de perder a Elizabeth, sobrellevar la adolescencia se convertiría para él en el segundo gran sufrimiento más significativo de su vida.
Él, sus padres y hermano mayor recién se habían mudado del soleado Phoenix, a un pueblo pequeño de Ohio. Lima para ser más exactos. Los motivos, desgraciadamente Kurt los desconocía debido a su tan corta edad, aunque nadie tampoco se tomó la mínima molestia de explicárselos. No es que hiciera falta. Claro que no, todo porque era demasiado pequeño como para entender los dilemas tan complicados que los adultos debían lidiar cada día.
Pero Kurt era demasiado inteligente y despierto para ser engañado tan fácilmente. Extrañaría su viejo hogar. Extrañaría pasar esas entretenidas tardes cuando solía organizar fiestas de té, aún cuando Finn, varios años mayor, insistía eran juegos exclusivos para niñas. También añoraría los momentos bajo aquel frondoso árbol del jardín trasero donde su mamá se sentaba sin falta a leerle divertidos cuentos.
Pero no había nada de eso aquí. Ya no. Debieron dejarlo atrás para comenzar otra vez en esa ciudad donde los consideraban extraños.
El nuevo vecindario donde ahora vivirían, caía fácilmente en la categoría de suburbio sin exagerar demasiado, gracias al estilo en que había sido construido. Casas bellamente erguidas una a cada lado, calles limpias, cercas blancas, patios delanteros estéticamente cuidados y buzones alineados casi a la misma altura en las aceras. Mirase donde mirase, el menor de los Hummel sentía crecer cada vez más su descontento.
Mientras los enormes hombres uniformados con overoles grises, continuaban trabajando en descargar los dos camiones pertenecientes a la mudanza contratada para trasladarles sus pertenencias, Kurt miró en todas direcciones buscando a su madre. A primera vista, no consiguió ubicarla. Encontró a Finn, entretenido con una pelota lanzándola al aire repetidas veces mientras ignoraba las constantes peticiones que el padre de ambos le profería. Él patriarca Hummel parecía tener serios problemas con sacar varias cajas debidamente rotuladas, cuyas letras negras rezaban “juguetes”. Quería hacer responsable al jovencito de llevarlas, sin éxito alguno.
Haciendo pucheros, caminó lentamente hacia la cerca que dividía su casa nueva, de la siguiente. Y entonces la vio. Igual que siempre, bellamente ataviada con un sencillo vestido rosa pálido, favoreciendo el color de su cabello y pálida piel. Ella charlaba amenamente con un hombre bastante alto, cuya amable sonrisa brindaba confianza. El otro adulto a simple vista parecía agradable, lo cual se acentuaba más aún porque llevaba entre sus fuertes brazos a un niño cuyo cabello le hizo recordar a Kurt ese horripilante vegetal verde que a veces le hacían comer.
Ninguno parecía haberse percatado del hecho de que estaba ahí, no al menos hasta haber tomado sin demasiada fuerza la parte baja del vestido que llevaba puesto su progenitora, pretendiendo así llamar su atención. Respondiendo, ella sonrió tras inclinarse y tomarlo así entre sus brazos.
—Señor Anderson, quiero presentarle a mi hijo menor —dijo moviéndose varios centímetros para así brindarle vista completa del hombre considerablemente alto. Pero Kurt siempre fue demasiado tímido con los extraños. En respuesta, terminó escondiendo la cara entre el hombro y cabello de su madre ocasionando risitas enternecidas—. Oh Kurt, no sucede nada cariño.
—Es un verdadero placer conocerte, Kurt —saludó el señor Anderson, sonriendo. Buscando romper cualquier clase de tensión, se acercó dos pasos hasta casi topar con la cerca y señaló con un ligero movimiento al otro infante que ocupaba una posición muy similar a la propia, quien curioso, observaba detenidamente sin perderse nada—. Él es Blaine.
—Cielo —habló la señora Hummel frotándole en círculos pequeños la espalda—. Blaine y tú tienen la misma edad, por eso, estoy segura se llevaran bastante bien.
—Puedes venir a jugar cuando quieras, Kurt. ¿Eso te gustaría? —Kurt buscó autorización primero, y tras obtenerla, asintió al señor Anderson quizá demasiado dudoso—. ¡Sería encantador tenerte en casa! —luego, agregó—. También sería un honor si aceptaran una invitación a cenar, para darles la bienvenida al vecindario.
—¡Por supuesto! Sólo necesitaríamos organizar unas cuantas cosas referentes a la mudanza y asunto arreglado.
—Bien —en ese momento, el señor Anderson consultó el reloj que llevaba adherido a la muñeca—. ¡Oh Dios, es tardísimo! Debo marcharme ahora mismo, mi hijo mayor está por salir del colegio —explicó apresurado aunque sin perder los modales—. Señora Hummel, un verdadero placer conocerla. Espero que su estancia en Lima sea como lo planearon.
—Se lo agradezco mucho. Pase buen día.
Utilizando una pequeña agitación educada con su mano desocupada, el señor Anderson se despidió, llevándose a Blaine con él. Conforme la señora Hummel también regresaba a lo propio, Kurt siguió con sus relucientes ojos azules el automóvil de los vecinos hasta que se perdió calle abajo, desapareciendo por completo.
Las siguientes dos semanas previas a la mudanza resultaron ser verdaderamente extenuantes y caóticas para todos los Hummel. Entre limpiar, ordenar, desempacar, reorganizar, colocar cada cosa en su respectivo sitio, equipar la cocina, distribuir habitaciones e incluso buscar escuelas cercanas para Kurt y Finn, les hizo terminar agotados a niveles insospechables.
Afortunadamente para Burt y los chicos, todo terminó cuando Elizabeth Hummel consideró haber realizado un excelente trabajo al decorarlo todo. Llevó su requerido tiempo porque la casa era amplia; contaba con cocina multifuncional conectada con una acogedora estancia-comedor. En total, había cuatro habitaciones individuales en la parte superior, dos baños, uno en cada piso y también un ático. Finn, tras saber existía posibilidad, guiado por el ímpetu tan propio en los niños pequeños, terriblemente terco exigió tener su propio espacio porque le parecía demasiado exagerado continuar compartiendo recamara con Kurt.
Él ya es lo suficientemente grande, decía, Kurt debe aprender a dormir solo, alegaba. Las diferencias entre edades a veces significaba un mundo entero para ambos chicos Hummel. Así pues, tras breves discusiones, diversas charlas incómodas y hasta negativas rotundas fue que finalmente Kurt obtuvo su primera habitación. Todo un lugar para si mismo. Quizá al inicio le resultó incómodo porque demasiado acostumbrado estaba a la presencia de Finn, sin embargo, también lo emocionaba.
Elizabeth, por consejo de Burt, necesitó invertir especial atención y cuidado en aquel lugar, porque era el único cuarto con balcón. Éste, se hallaba situado en la parte izquierda de la casa justo frente a otro idéntico, sólo separado de la propiedad vecina quizá por unos buenos cuatro metros. También se interponía un frondoso roble que pese a su imponente tamaño, permitía perfecta visibilidad entre los dos sitios. Ella también se encargó de hablar con su hijo menor. Era algo que solían llamar charlas de corazón a corazón. Elizabeth pidió expresamente jamás salir solo al balcón y también le hizo prometérselo. Todo pactado al final con una pequeña unión de sus dedos meñiques.
El pequeño Hummel siempre respetaba las promesa porque consideraba eran importantes. Su madre así se lo había inculcado desde que podía recordar.
Entonces, poco a poco vivir en Lima se volvió muy agradable.
La escuela era divertida con muchos niños y niñas dispuestos a jugar durante los recreos. Las personas parecían amables, sobre todo los señores Anderson. Pronto, los Hummel forjaron ciertos lazos bastante estrechos con ellos. A Kurt le gustaban los señores Anderson; siempre sonreían, eran buenas personas y ayudaban cuando les era posible.
No obstante, Kurt encontró ciertas diferencias entre ambas familias aún sin ser consiente lo que eso significaba.
El pequeño se preguntaba a veces los motivos del por qué ellos tenían un papá y una mamá, mientras Cooper y Blaine simplemente dos papás.
Sin lugar a dudas, ese fue el primer momento incómodo que Kurt Hummel afrontaría a lo largo de toda su vida. Elizabeth, esa misma noche respondió a sus dudas justo mientras cenaban. Explicó con muchísimo tacto existían personas que expresaban su amor de manera diferente, aunque físicamente fuesen parecidos. El amor puro, real, sincero y desinteresado, decía ella, nunca podría dañar a nadie. Más bien, hacia feliz a muchos. Kurt quizá entendió la mitad, pero fue suficiente. No notó cómo su propio padre les miró con cierta incertidumbre brillándole en los ojos, tan parecidos a los del pequeño castaño.
Kurt comprendió al nivel que su dedad le permitía, que dar amor no era algo malo. Al contrario. Y quedó satisfecho al menos durante esos momentos.
Así pues las reuniones entre ambas familias se convirtieron en costumbre recurrente todos los sábados. Eso les brindó oportunidad a los chicos conocerse muchísimo mejor. Cooper, hijo mayor nacido seis años antes que Blaine, encontró un excelente compañero de juegos en Finn. Así como también Kurt y Blaine hicieron lo propio congeniando casi al instante.
Blaine y Kurt, justo como sucedía con Cooper y Finn, eran extraordinariamente afines a casi las mismas cosas. Adoraban ver películas Disney cantando a coro cada canción, les fascinaban las fiestas de té, los emparedados de mantequilla de maní y el chocolate caliente. Entonces, sucedió lo inevitable; los dos se volvieron completamente inseparables. Incluso Blaine solía quedarse a dormir en casa de los Hummel casi tan seguido como Kurt en la de los Anderson. Eran mejores amigos.
Nada les preocupaba. Eran niños felices compartiendo momentos fabulosos, hasta que, en el cumpleaños número ocho de Kurt, los Hummel sufrieron una pérdida terrible.
Sin dudas no sería la única situación dura que le esperaba a Kurt.
La señora Hummel comenzó a enfermarse lentamente. En un inicio, ella decidió restarle importancia adjudicándoselo a la demandante tardea de educar dos pequeños diablillos traviesos, los cuales, solían exprimirle cada gramo disponible de energía. No fue así. Todo empeoró. Visitar al médico se convirtió en rutina diaria, obligándola a permanecer más tiempo del necesario en cama. Ya no leía cuentos, tampoco daba besos o abrazos de buenos días y ni hablar sobre compartir tiempo con sus dos hijos.
Incluso, había ocasiones en las cuales nisiquiera se levantaba. Kurt, con la inocencia propia de la infancia, creía todo mejoraría. Lo creía fervientemente aún cuando escuchaba llorar a su padre en la estancia quedamente, buscando aliviar un dolor insoportable. Seguía creyendo incluso pese a notar todo ese enojo infinito que Finn parecía tener contra el mundo. Pero sobre todo, se aferraba a creerlo porque esa esplendida mujer, claramente desmejorada, le susurraba sin cansarse siempre estaría con él, acompañándole desde lo más profundo de su corazón.
Y entonces, una mañana especialmente brillante de primavera, Elizabeth Hummel perdió la batalla contra la terrible enfermedad que durante años la carcomió sin darse apenas cuenta.
Kurt sólo sintió tristeza rondándole. También lágrimas, lamentaciones y constantes palabras vacías de consuelo. Muchas personas acudieron a despedirse, lo cual ninguna sorpresa significó para los Hummel. Elizabeth siempre poseyó carisma innato para ganarse sin problemas la confianza de otros, así que, el funeral estuvo lleno de aquellos quienes le conocieron, apreciaron y respetaron mientras vivía.
Los señores Anderson, Cooper y Blaine también estuvieron ahí, brindándoles apoyo incondicional. Fue Blaine quien sostuvo su mano todo el tiempo. Fue Blaine quien pacientemente se quedó a su lado, negándose bajo cualquier circunstancia a dejarle solo porque él también en cierta manera había perdido lo más parecido que tuvo a una madre. Blaine tampoco entendía mucho sobre la muerte o los motivos por los cuales sucedían aquellas cosas, aún así, estuvo ahí, aferrándose a él. Brindándole consuelo.
Eventualmente, Kurt Hummel perdió la fe en Dios. ¿Por qué ese ser supremo supuestamente tan bueno se llevó lo más preciado en su vida? ¿Acaso era justo que alguien tan buena, terminase de aquella manera? Las preguntas seguían, una tras otra, sin respuesta especifica. Kurt simplemente decidió olvidarse del tema para siempre.
Un año transcurrió rápido luego de que Elizabeth falleciera y los tres Hummel parecían desmoronarse a pedazos lentamente. Burt siempre fue un hombre fuerte, decidido y dispuesto a hacer todo cuanto estuviese a su alcance para lograr la felicidad en sus dos hijos. Pero nunca estuvo preparado en afrontar los problemas de criar solo a los niños mientras intentaba conservar el empleo que brindaba sustento al hogar fracturado.
Cabía mencionar los señores Anderson representaron un gran apoyo, porque ayudaban en lo que podían. Incluso Kurt aprendió a hacer ciertas tareas domesticás con intenciones de aligerar la carga. Le era fácil limpiar, lavar ropa e incluso cocinar cosas sencillas. Fueron tiempos difíciles, sobretodo porque Finn adoptó un constante estado rebelde ignorando todo lo sensato. Nisiquiera Cooper lograba ningún avance positivo.
Y un año se convirtió en dos, y dos en tres y tres en seis. Así como Kurt comenzaba la adolescencia, Finn a su vez se convertía cada vez más en hombre imponiendo una infranqueable barrera cada vez más amplia entre los dos. Sus gustos tan diferentes solían ocasionar constantes conflictos demasiado severos en los que Burt apenas podía intervenir. Dolía verlos tan enemistados, los amaba demasiado a ambos y soñaba con verlos realmente unidos algún día.
Kurt también deseaba eso, sin embargo, veía las posibilidades remotamente lejanas. Finn incluso parecía detestar permanecer en una misma habitación si se encontraba presente. Sonaba mal decirlo pero, se sintió mejor cuando Finn debió marcharse a la universidad.
Afortunadamente para el pequeño Hummel, había alguien de su entera confianza con quien charlar respecto a sus problemas, sino todo hubiese sido un verdadero infierno. Blaine siempre le escuchaba y tenían una relación de amistad que cualquier muchacho normal pudiese desear.
Como sus habitaciones se encontraban ubicadas una frente a la otra separadas por ambos balcones, solían mantener largas conversaciones, disfrutando las cálidas tardes del verano. Conforme crecían, desarrollaron ciertos gustos diferentes pero eso no les incomodaba en lo absoluto. Kurt amaba los musicales, Blaine también aunque prefería películas de ciencia ficción donde sus superhéroes favoritos se movían en pantalla. Kurt prefería mirar programas sobre moda y Blaine disfrutaba los apasionantes partidos de fútbol. Eran tan iguales como desiguales al mismo tiempo. Aunque no por ello menos compatibles.
Por otra parte, Kurt adoraba cantar. Blaine también lo hacía y su voz era ciertamente hermosa aunque los gustos musicales entre ambos chicos difiriesen a veces. Blaine también desarrolló cierto gusto por algunos instrumentos musicales y ambos solían pasarse horas completas entonando diferentes melodías entre risas e interrupciones graciosas.
Ingenuamente el jovencito creyó todo se tornaba normal otra vez. Nunca, ni en un millón de años se imaginó que, luego de perder a Elizabeth, sobrellevar la adolescencia se convertiría para él en el segundo gran sufrimiento más significativo de su vida.
...
Oh bueno, traigo un proyecto relativamente nuevo. Es sólo un prototipo de prueba, así que espero les gustara. En este fic no quise pedir ayuda para un beta, quiero comenzara implementar los puntos desarrollados luego de las correcciones con mi otra historia. Muy bien, no sé exactamente cada cuando actualizaré, pero igual espero hacerlo seguido.
¿Les ha gustado? Si es así, déjenmelo saber en un mensajito. Su opinión es importante.
Última edición por whiteflower el Mar Ene 07, 2014 3:42 am, editado 16 veces
Invitado- Invitado
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
toda una historia, pobre kurt
en fin, al menos tiene a blaine
veamos a donde llega esto ^^
en fin, al menos tiene a blaine
veamos a donde llega esto ^^
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
el apoyo de Blaine es grandioso para esos momentos, espero el primer capitulo
rekanchi********-* - Mensajes : 880
Fecha de inscripción : 04/10/2012
Edad : 31
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
ame el fic me encanto, la historia es genial cuanta a detalle la vida de kurt y como sufrio con la muerte de su madre :( pero aun asi es maravilloso y blaine simpre a estado con el *O* ya quiero saber cual es la segunda desgracia. actualiza pronto :)
logan martinez***** - Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 26/11/2011
Edad : 28
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
ame todo eso fue hermoso sabes como llamar mi atencion y bueno estoy muy feliz de que kurt tenga a blaine con el
linaklaine********- - Mensajes : 738
Fecha de inscripción : 31/07/2012
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Mary Alexander escribió:toda una historia, pobre kurt en fin, al menos tiene a blaine veamos a donde llega esto ^^
Hola Mary Alexander y bienvenida al fic. ¡Muchas gracias por leer! Bueno, sí, todos sabemos cuanto sufrió Kurt por la muerte de su mamá, pero quería describirlo en el universo del Fic porque representaba puente importante para comenzarlo en si. Que Kurt tenga a Blaine desde tan pequeño...bueno, quizá no le resulte tan bueno a fin de cuentas.
¡Y sí, ya veremos a dónde llega esto! ¡Gracias por leer!
¡Y sí, ya veremos a dónde llega esto! ¡Gracias por leer!
rekanchi escribió:el apoyo de Blaine es grandioso para esos momentos, espero el primer capitulo
Bienvenida al fic Rekanchi y gracias por comentar. La verdad en este universo Blaine es el mejor amigo del mundo entero, pero también el idiota más grande del universo. ¡Espero no desepcionarte! Otra vez gracias por leer.
logan martinez escribió:ame el fic me encanto, la historia es genial cuanta a detalle la vida de kurt y como sufrio con la muerte de su madre :( pero aun asi es maravilloso y blaine simpre a estado con el *O* ya quiero saber cual es la segunda desgracia. actualiza pronto :)
Hola Logan. Gracias por tomarte tiempo de leer mi nuevo proyecto. Como comenté antes, la amistad de Blaine resultará contradictoria para Kurt. Por otra parte, las "desgracias" o "eventos" ocurrirán conforme avance el fic. Sólo necesito manejarlos adecuadamente para gusto de todos ustedes.
¡Nuevamente agradezco tus palabras. ¡Espero seguir leyendote por aquí! ¡Saludos!
¡Nuevamente agradezco tus palabras. ¡Espero seguir leyendote por aquí! ¡Saludos!
linaklaine escribió:ame todo eso fue hermoso sabes como llamar mi atencion y bueno estoy muy feliz de que kurt tenga a blaine con el
Me alegra haber llamado tu atención. ¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad la amistad de Kurt y Blaine es muy bonita, pero tendrá sus partes malas también.
Nos seguimos leyedo. ¡Besos!
Nos seguimos leyedo. ¡Besos!
Invitado- Invitado
I
Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Todos los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy y FOX.
¡Que lo disfruten!
¡Que lo disfruten!
...
Capítulo I
“Conversaciones Incómodas”
“Conversaciones Incómodas”
Kurt cursaba su segundo año de secundaria cuando Brooke Williams, un chico idiota con quien compartía casi las mismas clases, creyó extremadamente divertido llamarlo marica un día caluroso mientras jugaban, por disposición del profesor, a los quemados.
Al inicio, conforme Kurt continuaba esquivando como mejor podía los potentes balonazos lanzados con saña en todas direcciones, le pareció curioso ser nombrado de tal manera pues nunca en toda su vida había escuchado semejante palabra antes, e ignoraba lo que significaba. No obstante, pronto se daría cuenta tal apodo ofensivo terminaría convirtiéndose en algo permanentemente asociado a él. Lo cual, desencadenaría distintas reacciones negativas en entre otros jovencitos, cual reguero de pólvora encendida.
Bien, realmente nunca fue bueno relacionándose con otras personas. Blaine no contaba porque ambos se conocían desde pequeños y tampoco esa adorable anciana que vivía a sólo dos casas de su propia casa, a quien solía ayudar los fines de semana con su adorable mascota Robert, un perezoso Cocker Spaniel color blanco. Po eso, no debieron interesarle esos comentarios despectivos o los constantes cuchicheos descarados. Pero lo hizo.
Esa misma noche, mientras cenaban tranquilamente en la cocina, Kurt consideró varias veces traer a colación ese asunto que casi se le había convertido en una especie de obsesión. Tenía demasiadas dudas agolpándosele una tras otra, cada una con cierto grado de complejidad aún peor que la anterior. Pero sentía cierta vergüenza por preguntar. Burt siempre intentó ser bastante abierto referente a multitud de temas con ambos chicos Hummel. Mejor obtener respuestas fiables a experimentar y obtener espantosas consecuencias. Kurt sabía su padre era sabio e inteligente, dispuesto a guiarlo por el camino correcto, sin embargo, decidió callar.
Una vez cada plato estuvo limpio, seco y acomodado en su respectivo sitio, Kurt dio las buenas noches dirigiéndose inmediatamente hacia su habitación. Ese refugio personal donde solía olvidarse del mundo con frecuencia. Nada más verle cruzar el umbral, Blaine depositó una preciosa guitarra con la cual estuvo trabajando sobre la cama, para dirigirse inmediatamente al exterior del balcón sonriéndole como siempre, brindándole ese simple gesto desinteresado que lograba transformar toda tristeza del contratenor en alegría infinita. Blaine solía tener ese efecto en otras personas, sin embargo, reservaba ciertas actitudes solamente para Kurt.
—Hey —Blaine apoyó ambos brazos sobre la baranda de seguridad e inclinó su cuerpo hacia adelante en el proceso. Se veía relajado, quizá porque llevaba desordenados los risos que tanto decía odiar y vestía ropa cómoda. Pantalón deportivo azul oscuro y camiseta sencilla blanca. A juicio de Kurt, el moreno incluso podía enfundarse un saco sucio de patatas y aún así seguiría luciendo genial—¿Qué tal la cena?
—Estuvo bien —respondió Kurt encogiendo ambos hombros, restándole importancia. ¿Eran imaginaciones suyas o encontraba sumamente incómodo Blaine estuviese tan interesado en hacerle preguntas justo ahora?—. Bastante bien, a decir verdad.
—Claro —casi sin creerle nada, buscó otro ángulo más privilegiado desde donde pudiese mirar mejor como su mejor amigo se movía constantemente por toda la habitación, sin buscar nada especifico. Tal comportamiento le hizo comprender al moreno sin demasiado esfuerzo, algo serio estaba molestando a Kurt. Conocía demasiado bien al castaño y notaba con facilidad los bruscos cambios de actitud—. Sólo cuéntame ya, blue.
Kurt soltó una risita al escucharlo nombrarle de aquella manera. Ese inocente sobrenombre cariñoso se lo había ganado con los años entre los Anderson gracias al color tan característico que poseían sus ojos. Aunque también quiso odiarlo por decirlo. Maldito Blaine y todos esos métodos tan efectivos para lograr sonsacarle información.
—¿Qué cosa? —pretendiendo fingir inocencia, Hummel salió sintiendo de inmediato la briza suave acariciarle las mejillas. Blaine por otra parte, teniéndolo relativamente cerca se permitió arquear su poblada ceja derecha y ensanchar la sonrisa no burlona que todavía mantenía entre los labios. Esa expresión Kurt la conocía bastante bien. Justo como sucedía con Anderson, el contratenor también sabía interpretar cada gesto del muchacho parado justo frente a él.
—Sabes puedes decirme cualquier cosa, ¿cierto? —recordó tanteando terreno conocido con cautela. Sí, quizá estaba intentando presionarle, situación bastante infrecuente porque desde mucho tiempo atrás pactaron mantener reservados ciertos temas para si mismos. Todos mantenían secretos ocultos. Esos pequeños detalles íntimos incapaces de revelarse sin temor a ser juzgados. Blaine respetaba la privacidad de Kurt y viceversa, sin embargo, sentía que debería insistir. Además, se veía tan incómodo e incluso evitaba mantener contacto visual directo. Definitivamente sí lo inquietaba un asunto importante—. ¿Confías en mi?
La cabeza de Kurt movió en dirección del moreno como si una cuerda invisible hubiese tirado de ella, logrando el efecto deseado—. ¡Por supuesto!
—Entonces habla conmigo —pidió Blaine—. Siempre hemos sido muy abiertos entre nosotros y créeme cuando te digo comenzaré a preocuparme en serio sino me dices qué te sucede.
Kurt, avergonzado, capturó entre los dientes su labio inferior todavía indeciso. ¿Igual no podría suceder nada malo si preguntaba, cierto? Era un simple término utilizado sin pensar durante el calor y confusión en un juego tonto, ¿verdad? Blaine jamás se reiría de sus inquietudes. Creyendo estar adoptando una actitud ridícula ante tal situación posiblemente insignificante, decidió hacerlo—. ¿Tú conoces la palabra —intentando oír mejor, Blaine se acercó tanto como la barandilla le permitió sin caerse—...marica?
Al principio pensó el moreno no había alcanzado a escucharle debido a que casi susurró lo último, pero, en cuanto notó esa expresión endurecida surcarle las siempre gentiles facciones, se asustó. ¡Entonces no era nada simple!
—¿Dónde has escuchado eso, Kurt? —quiso saber apretando quizá demasiado fuerte ambas manos en sendos puños. El tono utilizado para preguntarle sonó a su propia percepción tembloroso e irritado, todo gracias a la potente furia que lo inundó por entero haciéndole sentir mucho calor. Incluso supo tal comportamiento inusual discordaba con su calmada personalidad y asustaría al menor de los Hummel, no obstante, necesitaba saberlo. ¡Era importante!
—¡Olvídalo! —moviendo nervioso ambas manos como si hiciera malabares con varios objetos al mismo tiempo, Kurt retrocedió dos pasos de manera inconsciente. Necesitaba huir. Quería regresar dentro del dormitorio y pretender nada de aquello sucedió realmente. Una vez Blaine comenzaba a fruncir el seño no significaba nada bueno—. Nadie ha mencionado tal cosa aquí, ¿correcto? —soltó atropelladamente—. ¿Podríamos cambiar el tema?
—¿Fue en la escuela? —preguntó terco, rehusándose terminantemente a hacerlo. El otro joven palideció. Kurt Hummel era malo diciendo mentiras—. No me obligues a ir hasta ahí y sonsacártelo —advirtió firmemente—. ¿Quién te llamo de tan horrible manera?
—¡Nadie! —exclamó temblando sin saber los motivos exactos por los cuales le afectaba tanto—. Casualmente escuché a dos chicos decirlo en clases, nada más. ¡Lo juro!
—Escucha —Blaine se masajeó la frente varias veces, claramente alterado—, será mejor conversemos sobre esto mañana —el castaño casi dejó escapar un suspiro aliviado —con mis padres.
—¡¿Te has vuelto loco?! —Kurt estaba bastante seguro que gritó debido a la impresión. Con ello bien pudo haber despertado a Burt, quien a esas horas ya se encontraba durmiendo. Pero el mayor de los Hummel siempre poseyó sueño tremendamente ligero y solía despertar ante cualquier ínfimo ruido. Ignorando tal posibilidad, continuó—: No puedes simplemente decirles, Blaine. ¿Qué tal si mi papá llegase a enterarse? ¡Suficientes problemas debe lidiar ya con Finn!
Al notar cuan desesperado hablaba Kurt, Blaine quiso dejar las cosas tal y como estaban porque los argumentos del contratenor eran ciertos. A diferencia de Kurt, desde el fallecimiento de Elizabeth, Finn adquirió cierta reticencia a relacionarse demasiado con casi todo el mundo, incluida su propia familia.
—De acuerdo —dijo pasándose los dedos entre el cabello, desordenándoselo aún más si era posible—. No lo haré.
—Promételo —pidió el jovencito, asegurándose—. Prométeme no le dirás nada a nadie.
Era todo. Aquello terminó de confirmarle a Blaine que Kurt no había escuchado semejante palabra espantosa casualmente. Ahorrándose otras vente preguntas, terminó rindiéndose y así lo hizo—. Te lo prometo.
—Gracias.
—Mejor vamos a dormir —recomendó frotándose parte del cuello y hombro como si repentinamente cada músculo comenzara a dolerle por haber cargado demasiado peso.
Deseándose mutuamente buenas noches, cada quien regresó a su respectiva habitación. Tras despejar la cama, Blaine se recostó e inmediatamente apagó las luces permitiendo que las sombras inundaran cada rincón del lugar. Acomodándose boca arriba con ambas manos bajo su cabeza, observó durante varias horas el techo.
Entendía hasta cierto punto los temores de Kurt. Temía ser juzgado. Blaine mejor que nadie conocía tales inseguridades porque conocía cuán crueles llegaban a ser ciertas personas cuya reacción hacia comportamientos, creencias u estilo de vida fuese diferente a lo normal. El haber crecido con dos padres homosexuales hizo que Cooper y él sufrieran desde siempre interminables burlas e insultos constantes todos los días. Mientras profesores, padres u otros adultos les miraban y comentaban sobre cómo les afectaría vivir bajo la mala influencia de dos hombres gay, los chicos se encargaron de lo peor.
Blaine soportó guardando silencio.
Cooper, mientras tanto, reaccionó quizá menos diplomáticamente. Cada tarde llegaba a casa con el uniforme roto, ojos morados, labios partidos, nudillos destrozados y notas disconformes del consejo escolar.
Les tomo buen tiempo entender (luego de varias charlas dirigidas a ambos y castigos constantes para Cooper) nada malo existía en que dos hombres demostraran afecto justo igual que cualquier otro matrimonio en Ohio. Les enseñaron que tener prejuicios sólo significaba ser ignorante y debían aprender encontrarían personas iguales o incluso peores durante su vida. Y ni ellos, ni nada cambiaría ese infinito amor que los señores Anderson profesaban hacia sus dos hijos.
Eso hizo decidir a Blaine antes de caer rendido debido al agotamiento que, por primera vez, rompería una promesa hecha a Kurt. Kurt era su mejor amigo. Los amigos debían cuidarse entre sí.
Así que, la mañana siguiente, Blaine se levantó mucho más temprano pese a haber pasado casi toda la noche dándole vueltas al mismo asunto. Para cuando terminó de ducharse, aplacar sin demasiado éxito sus rebeldes cabellos y se colocó el uniforme, bajó a tomar desayuno. Nada más llegar a la planta inferior, encontró a uno de sus padres preparando huevos revueltos, tocino y salchichas. Sintiendo intensos gruñidos provenirle desde el estómago, acortó distancias hacia el primer asiento vacío disponible.
—Buenos días —saludó amable girándose sólo breves instantes, regresando luego toda atención a la sartén. De ambos hermanos Anderson, Blaine era quien definitivamente se parecía más al hombre que se movía con total naturalidad por la cocina. Los dos poseían el mismo color de ojos hazel. Grandes, profundos, enmarcados por gruesas pestañas y ceja poblada. También compartían idéntica tonalidad oscura de cabello. La únicas diferencias radicaba en que Blaine era bajo para su edad, además de los horribles risos. Posible herencia de esa mujer desconocida cuyo vientre le permitió venir al mundo—. ¿Has dormido bien, hijo?
—Hola pa —respondió educado, colocando la mochila en el suelo sin demasiado cuidado—. Digamos no fue mi mejor noche.
Ben Anderson sonrió divertido y negó con su cabeza brevemente—. ¿Kurt y tú estuvieron discutiendo otra vez sobre cuál ha sido la mejor actuación protagónica femenina entre Moulin Rouge y Burlesque?
—Dice Cristina Aguilera pudo haberlo hecho mucho mejor, pero yo discrepo totalmente —Ben soltó una carcajada alegre ante el tono indignado, sirviéndole luego una generosa porción del desayuno en un plato frente a él—. Pero no, ese es otro asunto.
—¿Entonces? —quiso saber acercándose al frigorífico. Se quedó parado admirando dentro del mismo durante varios segundos, indeciso aún sobre qué debería tomar—. No me digas que se han peleado —adivinó sacando una jarra con jugo de naranja natural—. La última vez debimos suspender nuestras reuniones familiares porque ustedes no paraban de discutir.
Blaine soltó una risita recordándolo, mientras comenzaba a comer—. En realidad estoy preocupado por él.
—¿Por qué? — Ben notó el bolso y una sola mirada bastó para que Blaine terminase colgándolo resignado sobre el respaldar de la silla donde se encontraba sentado. Entonces, ubicándose frente a él, deslizó sobre la meza un rebosante vaso con jugo.
—Gracias…—bebió varios sorbos antes de continuar—. Anoche hablamos luego de cenar — Ben asintió. Conocía los rituales de esos dos niños bastante bien—, y casualmente mencionó que un chico en su escuela dijo una de las palabras “prohibidas”.
—Pequeño, tu padre y yo te hemos negado decir tantas palabras que será difícil adivinar.
Blaine, incómodo, dejo el cubierto sobre el plato y miró al mayor con latente intranquilidad—. ¿Prometes no enfadarte demasiado?
—Depende de lo que estemos hablando y lo sabes.
—Ok —ahora quien dudaba era Blaine. Dentro de nada estaría traicionando la confianza del contratenor—. Kurt oyó a alguien decir la palabra marica.
Un profundo silencio se instaló aumentando los nervios del pequeño Anderson. Ben frunció el seño y justo estaba por abrir la boca dispuesto a responderle, cuando Carl Anderson ingresó al lugar luciendo impecable. A juicio de cualquiera, aquel atractivo hombre era casi idéntico a Cooper, sólo que varios años mayor. Nada más verlos, Carl sonrió ampliamente e interrumpió su rutina de beber café a primera hora en la mañana.
—Hola —acercandose, presionó los labios entre los risos del menor ganándose ciertas protestas. Seguidamente, besó también la mejilla de Ben aún cuando antes se hubiesen saludado nada más despertar—. ¿Qué sucede? —los señaló extrañado ante tan notoria tensión.
—Será mejor te sientes, cariño —recomendó Ben palmeando dos veces el sitio junto a él. Carl obedeció mirándolos como si repentinamente le hubiesen revelado había sido secuestrado por extraterrestres.
—Por lo general cuando tenemos charlas tan temprano es porque traman algo grande —dijo haciendo muecas graciosas, ganándose expresiones alegres—. Ya en serio… ¿A qué se debe tanto misterio?
Ben suspiró pesadamente, dejando a un lado las payasadas de su marido—. ¿Hijo, serías tan amable de repetir otra vez dónde dices qué Kurt escuchó esa palabra?
Y entonces, Blaine supo que nada más revelado ese asunto, inevitablemente sus padres deberían mantener con Burt y Kurt Hummel la primera de muchas conversaciones incómodas que se sucitarían entre ambas familias, a lo largo de los próximos años venideros.
...
Bien, primer capítulo. Llevo buen ritmo considerando mi otro proyecto y tengo planeadas bastantes cosas para este fic. ¡Muchas gracias por sus comentarios! Lo aprecio realmente.
Como dije antes, sólo era un prototipo por tanto ahora he cambiado el titulo (basado en una canción con el mismo nombre) y la descripción. ¿Les ha gustado? Bien, si es así háganmelo saber por medio de un mensajito. Suelen hacerme feliz.
¡Cuídense y hasta otra!
Como dije antes, sólo era un prototipo por tanto ahora he cambiado el titulo (basado en una canción con el mismo nombre) y la descripción. ¿Les ha gustado? Bien, si es así háganmelo saber por medio de un mensajito. Suelen hacerme feliz.
¡Cuídense y hasta otra!
Última edición por whiteflower el Sáb Abr 06, 2013 11:58 pm, editado 15 veces
Invitado- Invitado
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Acabo de leer el prologo y el primer capitulo y me parece un fic muy interesante, estare esperando el siguiente capitulo, quiero saber donde termina esto
darckel********-*- - Mensajes : 1028
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Edad : 27
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
me gusto mucho espero que Kurt no sufra mucho, me gusta la relacion entre las familias. espero la actualizacion
gabiigleek********- - Mensajes : 783
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Edad : 31
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
no tengo imaginación para escribir un buen comentario. lo siento
pero si me gusto ^^
pero si me gusto ^^
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
ok ven una pareja de homosexuales es mejor que una hetero cuidan mejor a sus hijos que nadie
y hay kurt debe de decir lo que le dijeron
y hay kurt debe de decir lo que le dijeron
linaklaine********- - Mensajes : 738
Fecha de inscripción : 31/07/2012
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
hay las charlas van a ser complicadas, esperemos que Kurt no sufra demasiado y que no se enoje con Blaine por contar pero es necesario, claro que me gusto el cap
rekanchi********-* - Mensajes : 880
Fecha de inscripción : 04/10/2012
Edad : 31
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
darckel escribió:Acabo de leer el prologo y el primer capitulo y me
parece un fic muy interesante, estare esperando el siguiente capitulo,
quiero saber donde termina esto
¡Hola Darckel! ¡Muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar! Realmente me hace feliz saber que les parecen interesantes todas mis locuras.
¡De nuevo gracias por leer!
gabiigleek escribió:me gusto mucho espero que Kurt no sufra mucho, me
gusta la relacion entre las familias. espero la actualizacion
¡Hola Gaviigleek! Pues, ¿qué puedo decirte? En este fic habrá bastante drama así que lamentablemente Kurt si sufrirá un poquito. Pero no todo será tan malo.
¡Muchas gracias por leer!
Mary Alexander escribió:no tengo imaginación para escribir un buen comentario. lo siento
pero si me gusto ^^
¡No hay problema! Mientras te gustase el capítulo, yo encantada. ¡Gracias por tu comentario!
linaklaine escribió:ok ven una pareja de homosexuales es mejor que una hetero cuidan mejor a sus hijos que nadie. y hay kurt debe de decir lo que le dijeron
Yo pienso que en toda familia, sea heterosexual o gay, mientras los niños sean felices no importa nada más. ¿No crees?
¡Gracias por tu comentario!
rekanchi escribió:hay las charlas van a ser complicadas, esperemos que
Kurt no sufra demasiado y que no se enoje con Blaine por contar pero es
necesario, claro que me gusto el cap
Bueno, la charla será mas bien vergonzosa. Y Kurt si se enoja con Blaine, pero luego lo perdona. Se quieren demasiado esos dos como para estar molestos mucho tiempo. En fin, ¡soy feliz porque te gustó el capítulo! ¡Gracias por leer!
¡Saludos!
Última edición por whiteflower el Mar Abr 09, 2013 11:30 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que ser Klaine.
¡Que lo disfruten!
¡Que lo disfruten!
Capítulo II
“Promesas rotas”
Kurt ya puede decir exactamente qué se siente cuando alguien cercano te traiciona. Será la primera vez de muchas, no obstante, esa horrible sensación pesada e incómoda revoloteándole insistente dentro del pecho seguro siempre será igual, aunque en diferentes grados de intensidad dependiendo quién produjera el daño.
A veces será ínfimo, restándole importancia a los motivos. Otras tantas, justo como aquella, causarían cicatrices imborrables. Aún así, pese al dolor producido por la acción, se mantiene indemne pretendiendo nada malo ha sucedido porque quiere mostrarse fuerte. Pretende auto convencerse aún cuando internamente sólo quiere liberar los reprimidos deseos que tiene por ponerse a gritar.
Y, sin percatarse apenas, aprende a construir inconscientemente ciertos muros con afán de protegerse.
A sí mismo, también debe reconocerse a si mismo jamás sabrá lidiar con la vergüenza. Ese tipo de vergüenza total y aplastante cuya fuerza inaudita le golpeó con la velocidad de una avalancha, pese a permanecer sentado inmóvil cual estatua justo en la cocina con su padre, donde ya ha estado varias veces antes aunque en circunstancias totalmente diferentes.
Burt se muestra amable mientras conversan, nunca pierde la paciencia o reclama nada e intenta explicárselo todo de la manera más simple posible. Tampoco exige respuestas permitiéndole libertad de considerar si quiere contestar o mejor guardarse ciertos comentarios. Kurt confiaría hasta su propia vida en las manos del maravilloso hombre sentado frente a él, porque intentará buscar siempre las maneras adecuadas para guiarle, resolver sus dudas e inseguridades lo mejor posible. No hay nada por lo cual temer. Pese a ello, le resulta imposible hablar tan abiertamente.
—Muchacho, entiendo cuán penoso debe resultar dadas las circunstancias pero, quiero ayudarte —dice Burt utilizando tono cariñoso aunque ligeramente cansado. El dueño del taller mecánico Hummel Tires & Lube consideró necesaria tal charla tras escuchar los sólidos motivos que Ben Anderson le comentó hacia apenas unas cuantas horas, recomendándole tomar en sus manos la situación con prontitud—. No te has metido en problemas, hijo.
—¿En verdad? —le interesa saber a Kurt con voz firme, o eso cree—. ¿Entonces por qué pareces molesto?
—Pequeño —apoyando ambos antebrazos sobre la meza, Burt entrelazó sus dedos buscando así meterse dentro del campo visual de Kurt, sin demasiado éxito—, preocupado sería el termino más adecuado —entonces, inclinó más la cabeza hacia abajo ganándose finalmente la atención del castaño—. ¿Quieres decirme qué sucedió?
Kurt apretó los labios y mirando a esos ojos azules tan parecidos a los propios, se decidió—. Estábamos en clase de deportes jugando quemados y Brooke Williams, un chico irritante e idiota se le ocurrió decirlo —miente a medias. Kurt detesta las mentiras, sobre todo si es él quien debe decirlas—. Sé significa algo ofensivo. Blaine fue bastante obvio anoche cuando se lo pregunté anoche —dice sarcástico, arqueando ambas cejas como si mencionar al chico Anderson le provocase malestar estomacal inmediato.
De hecho, así era. Estaba furioso con Blaine por traicionarle.
—¿Y ese jovencito a quién llamó así?
—A nadie específicamente —segunda mentira. Aunque Kurt jamás fue nada bueno ocultando la verdad, mucho menos a su padre, se obliga a intentarlo porque lo que menos desea es preocuparle.
—Bueno, pues Blaine tuvo razones justificadas para molestarse —suspiró agotado—. Esa palabra es utilizada por muchas personas intolerantes a modo de insulto hacia los homosexuales.
—Como los padres de Blaine —murmura meditabundo.
—Exacto —asiente él, dándole nuevamente razón—. Desgraciadamente, no sólo en Lima todavía existen centenares de familias tradicionalistas, religiosas o estúpidas que creen mantener un estilo de vida diferente a lo común significa una aberración.
—¿Por qué nunca lo había escuchado antes dado el caso?
—Kurt —comienza rogándole a Lizzy que, desde donde se encuentre le brinde sabiduría suficiente para expresarse de manera correcta—, Ben y Carl siempre han sido excepcionalmente discretos respecto a su relación. Consideraron importante protegerlos a los cuatro —dijo refiriéndose a Blaine, Cooper, Finn y Kurt mismo—. Aún así sucedían situaciones desagradables y los dos niños Anderson debieron soportar durante años bromas e insultos crueles, incluso Finn fue testigo dos o tres veces —entonces recordó esos días cuando su hijo mayor solía llegar golpeado tras buscar pelea con otros niños que hicieron comentarios hirientes relacionados con los Anderson—. ¿Ahora entiendes?
—Sí —asiente. La vergüenza es reemplazada por culpa y cree comprender mejor a Blaine—. Gracias papá.
—Ese es mi trabajo —sonríe orgulloso de hacerlo bien al menos con Kurt—. ¿Quieres ver una película? —ofreció señalando hacia la estancia buscando aligerar tanta tensión—. Haremos palomitas y te dejaré elegir esta vez.
—Claro.
Durante al menos tres horas, los dos Hummel se atrincheraron frente al televisor disfrutando una comedia que Kurt sabía les gustaría a ambos.
A veces hacían comentarios ocasionales aunque no incómodos sobre la trama, otras tantas, sólo reían ante los constantes estira y afloja románticos entre ambos protagonistas. Para cuando terminaron era casi media noche. Al contratenor en serio le gustaba pasar tiempo de calidad con su padre, siempre fueron bastante unidos y más aún con Finn estudiando en la universidad de Illinois.
Tras ordenar un poco los sofás, Kurt deseó buenas noches e inmediatamente se dirigió hacia su habitación. Mientras subía los peldaños de la escalera poco iluminada, se dijo a si mismo los verdaderos motivos por los cuales decidió quedarse mirando televisión hasta tan tarde estaban relacionados con Blaine. Estuvo dándole vueltas durante bastante rato y concluyó tras varias negativas, lo más sensato era disculparse.
Nada más labrir la puerta, Kurt encontró el sitio a oscuras y las sombras reinantes eran ligeramente rotas por un tenue resplandor difuso preveniente del alumbrado público, brindándole cierta ventaja. Aunque Blaine poseía rigurosos hábitos referentes a muchos aspectos, no le sorprendió nada verlo despierto. El ventanal del balcón contrario se hallaba abierto permitiéndole vista privilegiada del otro muchacho que, impaciente, caminaba de derecha a izquierda cual león enjaulado esperando cualquier señal por parte suya.
Entonces, Kurt encendió las luces. Como si hubiese sido llamado aún sin que nadie pronunciara su nombre en voz alta, Blaine elevó los ojos hazel del suelo enfocándolos luego hacia la alcoba del contratenor.
—Kurt, lo lamento —se apresuró a decir Blaine una vez salió al balcón—. En serio lamento muchísimo haber roto nuestra promesa y…
—Tranquilo, no estoy enojado contigo —interrumpiendo las explicaciones, enfatizó lo anterior brindándole la mejor de sus sonrisas. E hizo más qué eso. Generalmente, si alguno de los dos estaba demasiado asustado o triste siendo más pequeños, solían utilizar el frondoso roble como método de cruce y así llegar a la habitación del otro. Con agilidad propia de quien ha hecho lo mismo varias veces antes, bajó a la recamara ajena ante las muecas inquietadas que Blaine le dirigía—. Hola.
—Hola —saludó también, sonriéndole de vuelta.
—Ven conmigo —Kurt sujetó la mano del moreno guiándolo dentro—. Escucha, inicialmente me sentí traicionado porque les comentaste a tus padres —dijo dejándose caer sobre el mullido colchón donde Blaine dormía cada noche, y, abrazando contra su pecho un esponjoso cojín a juego con la colcha, prosiguió—. Entonces hoy mantuve una charla con mi papá que dejó ciertas cosas bastante claras. Por eso…—exhaló reuniendo valor—, soy yo quien debería disculparse.
—¡No! —exclamó Blaine, colocándose junto a Kurt.
—Sabes bien es así —corrigió el castaño sin dudarlo—. Siempre intentas protegerme y pocas veces te agradezco lo suficiente, al contrario, suelo portarme malcriado e incluso egoísta contigo.
—¿Entonces, estamos bien? —curioseó Blaine en voz baja tanteando terreno, señalando ese pequeño espacio entre ambos como si ahí se encontrasen todas las respuestas a sus dudas.
—¡Claro que sí, tonto! — cuando los hombros del moreno se desplomaron aliviados, Kurt notó cuan agotado estaba, así que, extendió el brazo y comenzó a masajearle la espalda con suaves círculos ayudándole a liberar cierta tensión.
—¿Quieres quedarte? —preguntó apoyándose contra el cálido hombro de Kurt—. Hay suficiente espacio.
—Bueno, considerando no has crecido tanto supongo lo hay —susurró sobre el cabello rizado de su amigo, infinitamente agradecido de que Blaine fuera tan comprensivo. En respuesta a la broma, lo sintió hacer pucheros fingiendo enfado—. Suena tentador, pero mejor me voy —empujándolo con suavidad lejos, se puso de pie—. No quiero darles más problemas a tus padres.
—Nunca les darias problemas, Kurt.
—Lo sé, pero desde hace mucho dejamos de ser niños y me parece inadecuado compartir la misma cama —objetó emprendiendo el regreso a su propio balconcillo—. Además roncas, Anderson.
—¡Oye! ¡Eso no es cierto! —se quejó conteniendo una risita divertida viéndole moverse entre las ramas del árbol con maestría—. Blue…
—¿Díme? —dijo Kurt ya en la seguridad de su habitación justo antes de cerrar el ventanal.
—Duerme bien.
—Igual tú.
Ubicándose cada quien en su respectiva cama, procedieron a entregarse al sueño tranquilos porque, aunque sabían enfrentamientos parecidos o peores se sucintarían entre ambos con el tiempo, siempre, sin importar cómo, encontrarían la mejor manera de solucionarlos.
A veces será ínfimo, restándole importancia a los motivos. Otras tantas, justo como aquella, causarían cicatrices imborrables. Aún así, pese al dolor producido por la acción, se mantiene indemne pretendiendo nada malo ha sucedido porque quiere mostrarse fuerte. Pretende auto convencerse aún cuando internamente sólo quiere liberar los reprimidos deseos que tiene por ponerse a gritar.
Y, sin percatarse apenas, aprende a construir inconscientemente ciertos muros con afán de protegerse.
A sí mismo, también debe reconocerse a si mismo jamás sabrá lidiar con la vergüenza. Ese tipo de vergüenza total y aplastante cuya fuerza inaudita le golpeó con la velocidad de una avalancha, pese a permanecer sentado inmóvil cual estatua justo en la cocina con su padre, donde ya ha estado varias veces antes aunque en circunstancias totalmente diferentes.
Burt se muestra amable mientras conversan, nunca pierde la paciencia o reclama nada e intenta explicárselo todo de la manera más simple posible. Tampoco exige respuestas permitiéndole libertad de considerar si quiere contestar o mejor guardarse ciertos comentarios. Kurt confiaría hasta su propia vida en las manos del maravilloso hombre sentado frente a él, porque intentará buscar siempre las maneras adecuadas para guiarle, resolver sus dudas e inseguridades lo mejor posible. No hay nada por lo cual temer. Pese a ello, le resulta imposible hablar tan abiertamente.
—Muchacho, entiendo cuán penoso debe resultar dadas las circunstancias pero, quiero ayudarte —dice Burt utilizando tono cariñoso aunque ligeramente cansado. El dueño del taller mecánico Hummel Tires & Lube consideró necesaria tal charla tras escuchar los sólidos motivos que Ben Anderson le comentó hacia apenas unas cuantas horas, recomendándole tomar en sus manos la situación con prontitud—. No te has metido en problemas, hijo.
—¿En verdad? —le interesa saber a Kurt con voz firme, o eso cree—. ¿Entonces por qué pareces molesto?
—Pequeño —apoyando ambos antebrazos sobre la meza, Burt entrelazó sus dedos buscando así meterse dentro del campo visual de Kurt, sin demasiado éxito—, preocupado sería el termino más adecuado —entonces, inclinó más la cabeza hacia abajo ganándose finalmente la atención del castaño—. ¿Quieres decirme qué sucedió?
Kurt apretó los labios y mirando a esos ojos azules tan parecidos a los propios, se decidió—. Estábamos en clase de deportes jugando quemados y Brooke Williams, un chico irritante e idiota se le ocurrió decirlo —miente a medias. Kurt detesta las mentiras, sobre todo si es él quien debe decirlas—. Sé significa algo ofensivo. Blaine fue bastante obvio anoche cuando se lo pregunté anoche —dice sarcástico, arqueando ambas cejas como si mencionar al chico Anderson le provocase malestar estomacal inmediato.
De hecho, así era. Estaba furioso con Blaine por traicionarle.
—¿Y ese jovencito a quién llamó así?
—A nadie específicamente —segunda mentira. Aunque Kurt jamás fue nada bueno ocultando la verdad, mucho menos a su padre, se obliga a intentarlo porque lo que menos desea es preocuparle.
—Bueno, pues Blaine tuvo razones justificadas para molestarse —suspiró agotado—. Esa palabra es utilizada por muchas personas intolerantes a modo de insulto hacia los homosexuales.
—Como los padres de Blaine —murmura meditabundo.
—Exacto —asiente él, dándole nuevamente razón—. Desgraciadamente, no sólo en Lima todavía existen centenares de familias tradicionalistas, religiosas o estúpidas que creen mantener un estilo de vida diferente a lo común significa una aberración.
—¿Por qué nunca lo había escuchado antes dado el caso?
—Kurt —comienza rogándole a Lizzy que, desde donde se encuentre le brinde sabiduría suficiente para expresarse de manera correcta—, Ben y Carl siempre han sido excepcionalmente discretos respecto a su relación. Consideraron importante protegerlos a los cuatro —dijo refiriéndose a Blaine, Cooper, Finn y Kurt mismo—. Aún así sucedían situaciones desagradables y los dos niños Anderson debieron soportar durante años bromas e insultos crueles, incluso Finn fue testigo dos o tres veces —entonces recordó esos días cuando su hijo mayor solía llegar golpeado tras buscar pelea con otros niños que hicieron comentarios hirientes relacionados con los Anderson—. ¿Ahora entiendes?
—Sí —asiente. La vergüenza es reemplazada por culpa y cree comprender mejor a Blaine—. Gracias papá.
—Ese es mi trabajo —sonríe orgulloso de hacerlo bien al menos con Kurt—. ¿Quieres ver una película? —ofreció señalando hacia la estancia buscando aligerar tanta tensión—. Haremos palomitas y te dejaré elegir esta vez.
—Claro.
Durante al menos tres horas, los dos Hummel se atrincheraron frente al televisor disfrutando una comedia que Kurt sabía les gustaría a ambos.
A veces hacían comentarios ocasionales aunque no incómodos sobre la trama, otras tantas, sólo reían ante los constantes estira y afloja románticos entre ambos protagonistas. Para cuando terminaron era casi media noche. Al contratenor en serio le gustaba pasar tiempo de calidad con su padre, siempre fueron bastante unidos y más aún con Finn estudiando en la universidad de Illinois.
Tras ordenar un poco los sofás, Kurt deseó buenas noches e inmediatamente se dirigió hacia su habitación. Mientras subía los peldaños de la escalera poco iluminada, se dijo a si mismo los verdaderos motivos por los cuales decidió quedarse mirando televisión hasta tan tarde estaban relacionados con Blaine. Estuvo dándole vueltas durante bastante rato y concluyó tras varias negativas, lo más sensato era disculparse.
Nada más labrir la puerta, Kurt encontró el sitio a oscuras y las sombras reinantes eran ligeramente rotas por un tenue resplandor difuso preveniente del alumbrado público, brindándole cierta ventaja. Aunque Blaine poseía rigurosos hábitos referentes a muchos aspectos, no le sorprendió nada verlo despierto. El ventanal del balcón contrario se hallaba abierto permitiéndole vista privilegiada del otro muchacho que, impaciente, caminaba de derecha a izquierda cual león enjaulado esperando cualquier señal por parte suya.
Entonces, Kurt encendió las luces. Como si hubiese sido llamado aún sin que nadie pronunciara su nombre en voz alta, Blaine elevó los ojos hazel del suelo enfocándolos luego hacia la alcoba del contratenor.
—Kurt, lo lamento —se apresuró a decir Blaine una vez salió al balcón—. En serio lamento muchísimo haber roto nuestra promesa y…
—Tranquilo, no estoy enojado contigo —interrumpiendo las explicaciones, enfatizó lo anterior brindándole la mejor de sus sonrisas. E hizo más qué eso. Generalmente, si alguno de los dos estaba demasiado asustado o triste siendo más pequeños, solían utilizar el frondoso roble como método de cruce y así llegar a la habitación del otro. Con agilidad propia de quien ha hecho lo mismo varias veces antes, bajó a la recamara ajena ante las muecas inquietadas que Blaine le dirigía—. Hola.
—Hola —saludó también, sonriéndole de vuelta.
—Ven conmigo —Kurt sujetó la mano del moreno guiándolo dentro—. Escucha, inicialmente me sentí traicionado porque les comentaste a tus padres —dijo dejándose caer sobre el mullido colchón donde Blaine dormía cada noche, y, abrazando contra su pecho un esponjoso cojín a juego con la colcha, prosiguió—. Entonces hoy mantuve una charla con mi papá que dejó ciertas cosas bastante claras. Por eso…—exhaló reuniendo valor—, soy yo quien debería disculparse.
—¡No! —exclamó Blaine, colocándose junto a Kurt.
—Sabes bien es así —corrigió el castaño sin dudarlo—. Siempre intentas protegerme y pocas veces te agradezco lo suficiente, al contrario, suelo portarme malcriado e incluso egoísta contigo.
—¿Entonces, estamos bien? —curioseó Blaine en voz baja tanteando terreno, señalando ese pequeño espacio entre ambos como si ahí se encontrasen todas las respuestas a sus dudas.
—¡Claro que sí, tonto! — cuando los hombros del moreno se desplomaron aliviados, Kurt notó cuan agotado estaba, así que, extendió el brazo y comenzó a masajearle la espalda con suaves círculos ayudándole a liberar cierta tensión.
—¿Quieres quedarte? —preguntó apoyándose contra el cálido hombro de Kurt—. Hay suficiente espacio.
—Bueno, considerando no has crecido tanto supongo lo hay —susurró sobre el cabello rizado de su amigo, infinitamente agradecido de que Blaine fuera tan comprensivo. En respuesta a la broma, lo sintió hacer pucheros fingiendo enfado—. Suena tentador, pero mejor me voy —empujándolo con suavidad lejos, se puso de pie—. No quiero darles más problemas a tus padres.
—Nunca les darias problemas, Kurt.
—Lo sé, pero desde hace mucho dejamos de ser niños y me parece inadecuado compartir la misma cama —objetó emprendiendo el regreso a su propio balconcillo—. Además roncas, Anderson.
—¡Oye! ¡Eso no es cierto! —se quejó conteniendo una risita divertida viéndole moverse entre las ramas del árbol con maestría—. Blue…
—¿Díme? —dijo Kurt ya en la seguridad de su habitación justo antes de cerrar el ventanal.
—Duerme bien.
—Igual tú.
Ubicándose cada quien en su respectiva cama, procedieron a entregarse al sueño tranquilos porque, aunque sabían enfrentamientos parecidos o peores se sucintarían entre ambos con el tiempo, siempre, sin importar cómo, encontrarían la mejor manera de solucionarlos.
Notas:
¿Qué puedo decir? Cortito, pero bonito. O eso creo yo. Me gusta mostrarlos tan unidos, es algo que considero bonito dada la amistad que tienen dese pequeños. En fin, si les gustó, ya saben, sus palabras me hacen tan feliz que mantengo una sonrisa durante días. ¡Cuídense!
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Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
aww amo tu fic y el cap estubo genial :D no puedo creer que no comente la actualizacion pasada yo pense que si :( pero bueno como dije me encanto el cap y hay algo que tengo que decir dede que lei el fic "los padres de blaine se me afiguran a bryan y david de new norman" *O*
actualiza pronto
actualiza pronto
logan martinez***** - Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 26/11/2011
Edad : 28
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
si ami igual se me a figuran a bryan y david pero todo es tan hermoso y bueno kurt debe dejar de mentir
linaklaine********- - Mensajes : 738
Fecha de inscripción : 31/07/2012
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
me gusto mucho el capitulo, fue muy lindo, amo su amistad son tan unidos y los amo, y como dijeron antes los padres de Blaine se men hacen como bryan y David de the new normal, actualiza pronto
darckel********-*- - Mensajes : 1028
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Edad : 27
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
logan martinez escribió:aww amo tu fic y el cap estubo genial :D no
puedo creer que no comente la actualizacion pasada yo pense que si :(
pero bueno como dije me encanto el cap y hay algo que tengo que decir
dede que lei el fic "los padres de blaine se me afiguran a bryan y david
de new norman" *O*
actualiza pronto
Hola Logan. Bienvenido nuevamente al fic. ¡Soy feliz de saber te gustan mis ideas locas! No te preocupes sino puedes comentar, igual con que continues leyendo puedo darme por bien servida.
Con respecto a lo que mencionas de los padres de Blaine, cuando les di rostro en mi mente nunca creí los relacionarian con Bryan y David de la igualmente famosa serie New Normal. ¡Ellos también son taaan tiernos!
Bueno, espero la actualización te guste. ¡Gracias por comentar!
linaklaine escribió:si ami igual se me a figuran a bryan y david pero
todo es tan hermoso y bueno kurt debe dejar de mentir
¡Muchas gracias por comentar, LinaKlaine! A decir verdad Kurt mintió porque tenía cierto miedo, pero Burt siempre suele sonsacarle la verdad muy a su manera. Sobre los padres de Blaine y la comparación con los personajes de New Normal me parece bastante atinada. !He visto varios videos sobre ellos dos y me encantan!
Otra vez gracias por leer.
darckel escribió:me gusto mucho el capitulo, fue muy lindo, amo su
amistad son tan unidos y los amo, y como dijeron antes los padres de
Blaine se men hacen como bryan y David de the new normal, actualiza
pronto
Hola Darckel. Sí, los dos son muy unidos pero su amistad es la que les ocasionará diversos problemas conforme avance el fic. ¡Ahora que ya me han dicho los dos se parecen tanto a mis personajes, comenzaré a creerlo!
¡Gracias por comentar!
Invitado- Invitado
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que ser Klaine.
¡Que lo disfruten!
¡Que lo disfruten!
Capítulo III
"Visita"
"Visita"
—¿Estás listo? —escucha a Blaine hablarle cariñosamente buscando infundirle valor, una vez la puerta del automóvil ha sido abierta. Kurt entrecierra los ojos debido a que los rayos del sol matutino parecen demasiado brillantes, casi como si estuviesen burlándose.
Apartando tales ideas tontas, asiente haciéndole saber por fin ha reunido valor suficiente para continuar aún cuando nada más abandonar el transporte, un terrible nudo se atora en su garganta impidiéndole respirar.
Ambos chicos caminan tranquilos, silenciosos, cabizbajos. Ninguno cree conveniente decir nada, conocen bastante bien la mecánica e incluso el camino a seguir. Siete años realizando ese mismo recorrido les brindaba cierta experiencia. Conforme continúan avanzando, Blaine comprende ahora por qué los Hummel deciden hacer aquello de manera individual.
Era un acuerdo mutuo impuesto siete años atrás, acuerdo donde se proponían acudir cada quien cuando creyesen conveniente aprendiendo así a lidiar con su propio dolor. Ellos podían expresarse a solas sin sentirse avergonzados porque cada uno sobrellevaba la pérdida de manera diferente. Ya fuese llorando, hablando, recordando, gritando o bien guardando silencio.
Al inicio Blaine opinó cuan inadecuado sería acompañar a Kurt por obvios motivos. Ese día pertenecía sólo a la familia Hummel, no obstante, Kurt solía decirle Elizabeth fue también su madre y donde quiera que ella se encontrase, amaría saber solían visitarla juntos. Quince minutos transcurrieron para cuando llegaron a la lapida correspondiente.
Los amigos notaron Burt ya había estado ahí apenas algunas horas antes debido al bonito arreglo floral elaborado con tulipanes que, indemnes, reposaban sobre el frío material marmolado que conformaba la lápida, convirtiéndose en testigos mudos de su presencia.
Los padres de Blaine hicieron lo propio dejando justo al lado dos sencillas rosas blancas. Kurt murmuró un breve “gracias” y entonces, contemplando ese reducido espacio donde yacía una de las personas que más había amado, se arrodilló importándole muy poco estropear los pantalones que lleva puestos. Aún dolía saber jamás volverá a verle ni mucho menos escuchar su melodiosa voz que tantas veces le arrulló hasta hacerle caer profundamente dormido.
Y comienza a hablar.
Quizá parecería bastante desquiciante para otras personas saber solía charlar largamente con una tumba, no obstante, él no lo consideraba así. Ella siempre supo escucharle cuando pequeño no importando fuesen tonterías propias de la niñez, por eso, creía fervientemente seguía haciéndolo aunque ya no estuviese ahí de manera física.
Así, Kurt comentó sobre la escuela, sobre cómo su padre y él conviven cada día sobrellevando los altibajos y otro montón de trivialidades más. Blaine escucha atento, ríe otras tantas divertido tras recordar las discusiones entre ambos Hummel, peleas que serán arregladas sin falta posteriormente porque están tan acostumbrados al otro que les es imposible enojarse durante demasiado tiempo. Luego, Kurt cree conveniente decir ciertas cosas relacionadas con Finn, evitando ser demasiado explicito al respecto.
El pequeño Anderson sabe con certeza Finn era casi siempre un tema muy sensible para su mejor amigo.
Desde la desafortunada muerte de Elizabeth Hummel, él decidió injustamente romper muchos lazos que lo unían a su familia. Raramente llamaba a Burt, Kurt nisiquiera parecía importarle porque pasaba meses sin tener noticias suyas. Quizá los únicos motivos del por qué el patriarca Hummel no sucumbía ante la constante preocupación era gracias a Cooper. Como casi hermanos, Cooper y Finn decidieron postular a la misma universidad aunque eligiendo profesiones distintas, debido a ello, brindaba noticias constantes relacionadas con ese “idiota” muy seguido, prometiendo mantenerlo vigilado y evitarle meterse en problemas graves. Al menos les quedaba el consuelo de que se encontraba bien.
Abordando otros temas, Blaine también decide conversar. Narra ciertos acontecimientos importantes, entre ellos pronto comenzarán la preparatoria esperando vivir experiencias únicas, deseando hacerla sentir orgullosa. Entonces Kurt se derrumba. Buscando refugio seguro entre los protectores brazos de aquel chico cuyo conforte sabe siempre obtendrá, permite a las lágrimas caer una tras otra, dándole oportunidad a sus emociones emerger sin inhibición. Y Blaine le sostiene. Blaine se queda allí, ofrece su hombro permitiéndole desahogarse, ofrece comprensión y nunca, nunca le juzga. Quizá no murmura palabras reconfortantes ni tampoco dice mentiras prometiéndole todo estará bien pero no hace ninguna falta. Kurt entiende por qué motivos evita hacerlo.
Luego de minutos que parecen horas, los sollozos disminuyen convirtiéndose en leves jadeos entrecortados. Estrechándole contra su pecho una vez más antes de apartarlo, Blaine se inclinó dos centímetros esperando con tal acción verle el rostro. Ojos hinchados, nariz roja, mejidas sonrosadas empapadas y semblante descompuesto son lo primero que encuentra, sin embargo, poco o nada importa. No realmente. Brindándole la mejor sonrisa, extrae un pequeño pañuelo azul del interior de su chaqueta, ofreciéndoselo. En momentos así agradece a sus padres haberle impuesto tal costumbre. Kurt sonríe comenzando enjugarse el llanto.
—¿Mejor? —pregunta Blaine amable, tomándole firmemente la mano. El castaño asiente luciendo apenado. Cada aniversario del fallecimiento de Elizabeth terminaba de manera parecida—. ¿Quieres irte ya?
—Por favor —pide creyéndose incapaz de permanecer más ahí sin que los recuerdos dolorosos siguieran atormentándolo. Poniéndose en pie, emprende el camino de regreso sin soltar a su amigo.
—¿Tienes hambre? — le interesa saber al moreno. Recibiendo ligeros movimientos negativos con la cabeza, intenta otra cosa—. ¿Te parece mejor ver una película? —sugiere con intenciones de animarle—. Mis papás trabajarán hasta tarde, si quieres podemos asaltar su repertorio de músicales y verlos hasta hartarnos.
—Suena bien —aunque Kurt parece poco entusiasmado valora el esfuerzo del otro muchacho—. ¿Blaine?
—¿Dime?
—Gracias —Blaine detiene abruptamente sus pasos. Girándose lo suficiente, encara a Hummel regalándole una mirada llena de cariño y aprecio absoluto—. En verdad agradezco tanto tenerte conmigo durante momentos tan difíciles.
—Para eso estoy aquí.
Una hora después, los dos chicos arribaron al domicilio Anderson siguiendo el plan que trazaron durante su visita al cementerio. Liquidando al chofer del taxi que les traslado, prepararon todo cuanto creyeron necesitarían y procedieron a encerrarse en el dormitorio del moreno iniciando así su maratón completa, eligiendo primero con Rent.
Eventualmente la tarde murió anunciando la llegada del anochecer.
Ninguno se dio cuenta ambos señores Anderson regresaron a casa. Tampoco notaron que Ben ingresó cautelosamente a la recamara de Blaine a media noche, encontrándola tenuemente iluminada por la azulada luz del televisor encendido. Sonriendo ante la tierna imagen de ambos niños acurrucados juntos, durmiendo apacibles, evitó producir cualquier ruido que pudiese perturbarles y los arropó. Después, apagó el televisor prosiguiendo a abandonar el sitio cerrando la puerta con cuidado. Todavía manteniendo aquella extensa sonrisa sobre los labios, volvió a su propia habitación disponiéndose a descansar.
—¿Ya se habían dormido? —Carl le preguntó nada más verle entrar, suspendiendo la lectura del libro que tenía entre las manos. Desde hacia buen rato decidió meterse a la cama una vez se aseguró de llamar a Burt e informarle Kurt se quedaría con ellos esa noche.
—Sí —asintió apartando las sábanas haciéndose espacio—. Sabes bien este día suele ser bastante duro. Especialmente para los muchachos.
—Lo es para todos, cariño —mustió Carl retirándose las gafas del rostro creyendo conveniente olvidarse de la lectura. Colocando un separador entre las páginas, vio a Ben asentir apenado dándole razón—. Oh, ven aquí —pidió extendiéndole los brazos como si se encontrasen alejados varios metros y no escasos centímetros de distancia, olvidando el libro justo al costado del colchón. Ben reaccionó recorriéndose sobre su trasero hasta situarse justo al lado del otro hombre, apoyándose sobre aquel fuerte pecho adorando ese delicioso aroma que desprendía la piel tan conocida—. Te amo.
—Y yo a ti —Ben cerró los ojos encontrando la nueva posición extremadamente relajante. Durante la época del año cuando debían visitar el cementerio, solía ponerse bastante nostálgico. Rememoraba las constantes tardes cuando Elizabeth y él platicaban durante horas completas sobre temas tontos, triviales o importantes. Él profesó profundo cariño hacia tan maravillosa mujer que no merecía haber partido tan pronto, dejando atrás tantos asuntos pendientes. Sobre todo porque dos niños aún la necesitaban, su esposo emocionalmente inestable, confundido y aterrado también. Aunque lograron salir adelante, nisiquiera imaginaba concebir los sentimientos de la familia Hummel. Burt sobre todo. Ben apostaría cualquier cosa a que aquella noche sería demasiado larga para el mecánico.
—Casi puedo escucharte pensar —murmuró Carl ladeando la cabeza levemente—. ¿Qué sucede?
—Yo…—comenzó creyendo sería mejor cambiar el tema—, sólo me decía Kurt y Blaine pronto comenzarán la preparatoria.
—Lo sé —asintió proporcionándole ligeras caricias circulares al moreno desde el hombro hasta parte del cuello—. Comencé a buscar escuelas hace poco.
—Quizá sea buena idea enviarlo a Dalton —dijo jugando distraído con los continuos pliegues de la camisa desgastada que su marido usaba para dormir, ocasionando que Carl arqueara la ceja sorprendido ante tan repentina idea. Le pareció raro porque recién pocos meses antes habían tenido esa misma conversación que nunca acabó con decisión específica.
—Creo recordar dijiste una escuela pública estaría bien —comentó acercándolo más, reduciendo así cualquier posible distancia entre sus cuerpos. Ben, encantado, lo permitió como si estar ahí compartiendo casi un mismo sitio con el hombre que amaba, fuese lo más confortable del planeta entero.
—Cambié de parecer. Quiero nuestro hijo disfrute una adolescencia normal. Sabes bien los chicos en esta edad suelen ser menos discretos cuando de expresar opciones se trata —dice circunspecto haciéndole ver a Carl existían motivos poderosos al respecto—. No me gustaría verle pasar malos ratos en una escuela llena de intolerantes —continuó acariciándole las mejillas—. Además, ya es casi tradición los hombres de ésta familia acudan a Dalton. Digo, tu abuelo asistió, tu padre, tú mismo, Cooper y ahora nuestro pequeño Blaine. ¡Se verá fantástico con ese uniforme puesto!
—Me parece bastante bien —Carl ríe divertido ante la emoción palpable del moreno, infinitamente agradecido de tenerlo y seguir enamorándose cada día siempre de manera diferente—. Prepararé los trámites correspondientes nada más sea momento oportuno. ¿Qué haces? —pregunta tras notar las caricias viajan más allá del obvio límite impuesto por el pantalón del pijama que lleva puesto.
—Bueno, considerando no te he visto durante el día —añade Ben coqueto, regalándole una mirada profunda llena de apasionado deseo —, quisiera recuperar las horas pérdidas.
—¿Te das cuenta Kurt y Blaine se encuentran durmiendo dos habitaciones más allá? —le susurra enronquecido, tentado ante la posibilidad.
—¿Sin travesuras entonces?
—Lo lamento —disculpándose, deposita un casto beso sobre los labios del otro degustándolos durante prolongados minutos.
Sonriéndose mutuamente con infinito cariño, apagan las luces disponiéndose así a entregarse al necesitado reposo otorgado por el sueño. Mientras caen rendidos ante Morfeo, ninguno es consciente que considerar la Academia Dalton como primera y única opción para brindarle una mejor educación a su hijo menor, estarían desencadenando diversos eventos cuya importancia marcarían no sólo los caminos de ambas familias significativamente, sino también la amistad que Kurt y Blaine creían perduraría por siempre.
...
Notas:
Hola lectores. Quiero agradecerles infinitamente su espera, pero conforme continuaba revisando el contenido del fic me di cuenta cometí un error argumental tremendo y ahora debo solucionarlo a la brevedad posible. La verdad, estaba pensando remover el fic de este sitio porque también lo he estado publicando en otra página, sin embargo, creo lo dejaré aquí durante algún tiempo más a ver cómo resulta.
En fin, ¿les gusta? ¿no les gusta? Háganme saber su opinión al respecto. ¡Siempre aprecio sus comentarios!
¡Hasta pronto!
Última edición por whiteflower el Miér Abr 24, 2013 10:57 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
hay se me paso comentar el anterior capitulo, pero en fin, pobre Kurt lo de su mamá le dio muy duro, y sobre la amistad de ellos va a ser un largo camino. A mi me encanta tu fic pero es tu decisión si lo cambias, te apoyo en lo que decidas. SALUDOS
rekanchi********-* - Mensajes : 880
Fecha de inscripción : 04/10/2012
Edad : 31
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
particularmente a mi me encanta, el fic es genial gracias por escribir.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
tengo que decirlo...me hiciste llorar con la parte de cementerio :( esubo super tierna awww y mas que blaine y kurt se sllan quedado dormidos :3 pero no quiero que se separen blaine tiene que ir con kurt a la misma escuela :(
logan martinez***** - Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 26/11/2011
Edad : 28
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Me encanta la idea de que blaine tenga padres gays ya que en muchos fics que lei el padre de blaine siempre era el malo de la pelicula muy original continualo Saludos
@gleeklaine***** - Mensajes : 204
Fecha de inscripción : 22/04/2013
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
sabes pensé que ya había comentado, lo lei hace días el capitulo, bueno en fin, el capitulo fue muy lindo y pues si que les dio duro a kurt y su familia la muerte de Elizabeth, y también a los Anderson, esperare el próximo capitulo
darckel********-*- - Mensajes : 1028
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Edad : 27
Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"
Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que ser Klaine.
Agradecimientos especiales: Hoy desgraciadamente no tengo mucho tiempo de responder los mensajes uno a uno, así que lo hago de este modo a: rekanchi, Kenigal, logan martinez, @gleeklaine y darckel. Muchas, muchas gracias por continuar conmigo en esta historia.
Agradecimientos especiales: Hoy desgraciadamente no tengo mucho tiempo de responder los mensajes uno a uno, así que lo hago de este modo a: rekanchi, Kenigal, logan martinez, @gleeklaine y darckel. Muchas, muchas gracias por continuar conmigo en esta historia.
Capítulo IV
“Blazer”
—¿Por qué debes asistir a una escuela privada? —sabe aquella pregunta debió haberle tomado desprevenido, sin embargo, no lo hace. Blaine puede atribuirlo quizá al considerable tiempo que necesitó esperar para escucharla y, reaccionando lo más naturalmente posible, se sienta de manera india sobre un banco del parque al cual asistieron después de comprar un helado. Los últimos meses de clases habían transcurrido relativamente rápido para ambos amigos y aún cuando Blaine los sobrellevó sin ningún acontecimiento importante, Kurt continuó escuchando ciertos comentarios groseros e insultos varios, los cuales aprendió era mejor ignorar porque quienes los proferían eran chicos idiotas incapaces de llegar a ninguna parte.
Ahora, después de la graduación, cada estudiante libre de obligaciones se pasaba casi todo su tiempo libre intentando escapar del sofocante calor tan propio de aquellos meses, disfrutando a su vez, las semanas previas a comenzar otra etapa que probablemente sería la más importante en muchos aspectos distintos, tanto para bien como para mal.
—Bueno —comienza a decir Blaine, acomodándose mejor sobre el duro hormigón hasta encontrar una vista privilegiada del castaño que prestaba quizá demasiada atención a unos cuantos niños jugando pelota varios metros más allá—, mis padres creyeron conveniente sería mejor así.
Y Kurt entiende. Demonios, claro que lo entiende. Las personas prejuiciosas eran horribles y para Blaine, quien era hijo de un matrimonio homosexual —algo inaceptable para muchos—, sería demasiado duro asistir a una escuela pública cuyos ocupantes no dudarían dos veces en expresar tales o cuales ideas hirientes aprendidas de sus propios progenitores conforme crecieron. Los señores Anderson estaban siendo sensatos, buscaban evitarle a Blaine futuros conflictos innecesarios justo como había sucedido con Cooper y Finn tiempo atrás. Pero eso no significaba deseara menos asistir a la misma escuela que su mejor amigo. Ansiaba vivir juntos cada nueva experiencia, aprender basándose en ellas, apoyarse mutuamente ante cualquier situación difícil. Desgraciadamente para el joven Hummel, su padre no podía permitirse costear una matrícula tan costosa.
Y nada puede hacer al respecto—. No es justo —murmura girando entre sus dedos el cono de helado con cierta tristeza—. En verdad tenía muchas esperanzas de que pudiésemos inscribirnos en la misma preparatoria.
—Lo sé blue, igual yo —dice sonando conciliador, frotando pequeños círculos sobre la espalda del castaño intentando reconfortarle—. ¡Pero no será tan malo! Dalton está a sólo media hora de distancia en automóvil así que podremos seguir viéndonos durante las tardes. Nada cambiará entre nosotros.
—¿Y no sería demasiado complicado trasladarte todos los días de un sitio a otro? —Kurt se muestra curioso manteniendo todavía los ojos puestos en cualquier otra parte, evitando mirar al pequeño Anderson todo cuanto puede—. Recuerdo Cooper solía decir ese colegio era algo parecido a un internado, quizá sería mejor si…
—Nisiquiera se te ocurra —lo amonesta el moreno fingiendo molestia—. Sí, es cierto Dalton posee dormitorios compartidos, sin embargo —agregó alargando la "o" durante segundos extra, como si estuviese revelándole un secreto nacional—, yo prefiero regresar a casa. Extrañaría horrores mi habitación, a mis padres y por supuesto a ti.
—Me da miedo —confiesa el joven de ojos claros consiguiendo ahora si sorprender a Blaine—. Temo que al marcharte comenzarás a olvidarme —explica sintiendo repentinamente inusitada vergüenza por exponer todas esas estúpidas inseguridades infundadas—. Tú eres genial Blaine. A diferencia mía, posees una increíble capacidad de adaptación y apuesto en Dalton conseguirás hacer muchos amigos —conforme habla, poco a poco su voz desciende hasta convertirse en un suave murmullo—, luego, con tantas personas geniales rondándote yo dejaré de ser importante para ti y…
—Hey, ya fue suficiente —Blaine interrumpe tan descabellada explicación al notar Kurt casi llegaba al borde del colapso emocional.Desde el fallecimiento de Elizabeth, Kurt perdió total capacidad de reaccionar bien ante las pérdidas y los dos eran tan cercanos que, sólo pensar podría alejarse progresivamente aterrorizaba a Hummel hasta límites insospechables. El muchacho de cabellos oscuros olvidó durante breves instantes el helado, centrando toda atención en el joven castaño—. ¿Hablas en serio? —le preguntó preocupado, ganándose un asentimiento afirmativo. Entonces, Blaine toma la pálida mano de Kurt importándole poco o nada encontrarse rodeados de desconocidos—. Escúchame bien —pide obligándole a mirarlo. Azul y ámbar se encuentran, reconociéndose—: tú eres mi mejor amigo. Siempre serás mi mejor y más preciado amigo. Sé conforme crezcamos conoceremos otras personas e incluso podremos tomar caminos diferentes, aún así, yo estaré para ti cada que me necesites sin importar nada.
—¿De verdad?
—Por supuesto que sí, tontito —asegura juguetón, rozando a propósito la nariz ajena con la borla del dulce frio consiguiendo sacarle una risita divertida—. Ese es el Kurt Hummel que yo conozco —dijo fraternal—. Nunca dudes eres una persona increíble y, en cierto modo, quien debería temer ser olvidado debería ser yo —los dos comienzan a reír mientras Kurt limpiaba los restos del helado en su rostro—. Por cierto —quitándole despreocupado el sorbete sabor vainilla porque sabe ya no lo comerá, Blaine procede a vaciar también el propio en un basurero cercano, regresando igual de rápido—. Tengo algo para ti —ante esto, obtuvo cierta expresión interrogante—. Llamémoslo un regalo post graduación —con inusitada calma, extrajo una pequeña cajita plana color azul grisáceo del bolsillo de su pantalón. Ésta no era demasiado grande, por lo tanto, Kurt nisiquiera notó la llevaba consigo en primer lugar. Tendiéndosela, fue tomada como si le hubiese entregado al otro muchacho la cosa más bonita del mundo entero—. Adelante: ábrela.
Con dedos temblorosos, Kurt obedeció revelando el contenido. Reposando entre suave terciopelo blanco, encontró una hermosa pulsera de plata. Poseía gruesos aunque no toscos eslabones que se enroscaban entre si, formando espirales continuos entrelazando dos hileras perfectas. Y justo en la parte superior, tenía adherida una plaquita grabada con finas letras cursivas—. Oh Blaine, es preciosa —sin darle tiempo a nada, Anderson sacó del estuche la pieza procediendo a colocarla donde correspondía.
—Lo que tiene escrito —señaló el "confortare" que relucía sobre la superficie—, es latín y significa coraje. Tú has sido excepcionalmente valiente desde que puedo recordar Kurt, por eso —comentó cerrando el broche, asegurándola—, si sientes tristeza o dudes sobre cualquier cosa quiero mires esto y recuerdes siempre existen motivos para seguir adelante.
Sumamente conmovido, Kurt admiró su regalo fascinado—. Pero yo no tengo nada para ti.
—No hace ninguna falta —le resta importancia—. Verte sonreír así es todo cuanto necesito —reduciendo cualquier distancia, Kurt se abalanza sobre él propinándole un fuerte abrazo que acepta gustoso.
—Muchas gracias.
—El placer es mío.
Después del emotivo momento entre ambos jovencitos, decidieron lo mejor sería emprender el camino de regreso a casa. Como el viaje en bicicleta lo realizaron bromeando y riendo, les tomó aproximadamente veinte minutos llegar a sus respectivas residencias. El sol comenzaba recién a ocultarse, así que, tras asegurar los transportes utilizados dentro del garaje, prometieron hablar más tarde antes de dormir. Despidiéndose, Kurt cruzó esa breve intersección que separaba ambas propiedades sabiendo perfectamente bien estaría solo durante al menos otro par de horas más, por tanto, tendría oportunidad de ordenar un poco antes de comenzar con los preparativos de la cena.
Aproximadamente a las nueve, Burt arribó a su domicilio completamente exhausto aunque feliz por haber concluido su respectiva jornada laboral. Depositando sin cuidado las llaves dentro del contenedor dispuesto para ello en el recibidor, se desplazó despacio hacia la cocina creyendo esa felicidad aumentaba mil niveles al ver a Kurt esperándole con la meza puesta y servida. Mientras comían, los dos Hummel abordaron diversos temas desde los casos más extraños que recibió el taller, hasta los próximos inicios de clases del castaño en la preparatoria William MaKinley.
—Me agrada —señala Burt con el cubierto que sostiene entre los dedos la pulsera que Kurt lleva puesta—. ¿La has comprado con tus ahorros? No creo habértela visto puesta antes.
—Fue un regalo —Kurt explicó sintiendo un repentino calor treparle directo al rostro. Fingiendo demencia, chequeó a distancia los pequeños interruptores instalados en una pared cercana que regulaban el aire acondicionado. Casi juraba mágicamente se habían deslizado por cuenta propia, disminuyendo la potencia del aparato—. ¿Recuerdas te dije Blaine y yo iríamos a pasear? —Burt asiente masticando parte del filete que Kurt cocino aquella noche—. Bueno, recién me lo entrego hoy —es hasta entonces que el patriarca Hummel deja su comida tranquila mirando al menor suspicaz.
—¿Eso es plata, no?
—Creo —responde regresándole el gesto imitándole casi de manera perfecta. Kurt sabe los pensamientos que maquinan la mente de su padre, y evitándose cualquier sermón, decide adelantarse—. Puedo regresársela si te hace sentir mejor
—Sería grosero —concluye elevando de más el vaso con té helado, bebiendo después largos tragos—. ¿Y puedo saber por qué decidió obsequiártela? Tu cumpleaños no es —llevándose dos dedos a la barbilla, finge meditar—. ¿O sí?
Kurt río—. No papá, no lo es —niega jugando con los irregulares pliegues del mantel—. Según me dijo compró esto desde la graduación pero creyó buena idea dármela hasta ahora, ya sabes, con todo eso de que iremos a escuelas diferentes.
—¿Y? ¿Qué tal llevas eso?
—Bien, supongo. Estuve pensándolo y creo exageré demasiado las cosas; Blaine irá a Dalton, no al Polo Norte.
—Es bueno saberlo, muchacho.
Kurt le sonríe y procede a sacar el postre del refrigerador zanjando la conversación sobre el brazalete. Acabada la cena, los dos trabajan juntos limpiando la cocina. Ya con todo listo, subieron a dormir. Generalmente Burt se quedaba más tiempo abajo mirando televisión, pero estaba demasiado cansado y lo único que quería era darse una larga ducha y meterse a la cama cuanto antes. Entre bostezos, pidió expresamente al castaño apagar las luces temprano. Dándole gusto, Kurt deseó buenas noches dirigiéndose así hacia su propia habitación.
Nada más entrar, se quitó los zapatos acomodándolos donde no pudiesen estorbarle y prosiguió a cambiarse las ropas que llevaba puestas por un cómodo conjunto de algodón que usaba para dormir, después, abrió las delgadas puertas del ventanal dándose paso hacia el balcón. Esperó cinco minutos y ninguna señal del moreno—. ¿Blaine?
—Ahora salgo —gritó desde un punto ciego, causándole cierta curiosidad.
—¿Qué haces?
—Me pruebo mi nuevo uniforme —le dijo a distancia lo suficientemente fuerte, haciéndose escuchar—. Papá lo recibió ésta tarde y no resistí la tentación —en ese momento, Blaine apareció ajustándose un elegante blazer azul con rojo, llevaba puesta también una corbata a juego y pese a la distancia, Kurt pudo entrever la pulcra camisa blanca enfundada dentro de los pantalones grises y el cinturón oscuro. Pero eso no era todo. Oh, claro que había decidido peinarse los indomables rizos utilizando gel, consiguiendo darse a si mismo un espectacular aspecto pulcro, aseado y elegante—. ¿Luzco mal?
Santa madre de…
—¿Ah? —Kurt apenas fue consciente de la pregunta. Blaine, tímido, giró sobre si mismo mostrándole una imagen completa del atuendo. Y el muchacho cuya piel pálida solía caracterizarle tan a menudo, creyó olvidar respirar correctamente porque, teniendo al moreno ahí parado, vistiendo aquel conjunto tan particular, casi como si le hubiese retirado una venda notó lo atractivo que Blaine era. El cabello oscuro contrastaba perfecto con su tez aceitunada, los ojos bondadosos cuyas tonalidades cambiaban entre tonos amielados, verdes o cafés eran enmarcados por perfectas cejas pobladas. Y esos labios. ¡Dios! ¡¿En qué rayos pensaba?!
—¿Te sientes bien, blue?
—Y-yo, sí…por supuesto —balbuceó esforzándose en no parecer demasiado evidente—. Te queda perfecto.
—Me gusta.
—También a mi —entonces, paranoico, se apresuró a corregirse—. ¡El uniforme!...es lo que me gusta, digo…tú te vez elegante…¡no! la chaqueta es la refinada….espera, intento decirte….
—Tranquilo, entendí —río medio confundido ante tan inusual comportamiento—. Y agradezco los cumplidos.
Reprimiendo los fuertes deseos de llevarse ambas manos al rostro debido a la increíble vergüenza, se une a las risas del otro joven disimulando su latente nerviosismo. Kurt es un adolecente inexperto, no sabe nada sobre el amor, ni mucho menos cuales sentimientos o reacciones son comunes cuando se está frente a la persona que llama tu atención de manera especial, no obstante, ignora completamente en esos instantes, experimentaba por primera vez en su vida la famosa sensación de "tener mariposas revoloteándole dentro del estómago".
La cual seguiría acompañandole constantemente durante los siguientes años y, quizá, muchos otros más.
Ahora, después de la graduación, cada estudiante libre de obligaciones se pasaba casi todo su tiempo libre intentando escapar del sofocante calor tan propio de aquellos meses, disfrutando a su vez, las semanas previas a comenzar otra etapa que probablemente sería la más importante en muchos aspectos distintos, tanto para bien como para mal.
—Bueno —comienza a decir Blaine, acomodándose mejor sobre el duro hormigón hasta encontrar una vista privilegiada del castaño que prestaba quizá demasiada atención a unos cuantos niños jugando pelota varios metros más allá—, mis padres creyeron conveniente sería mejor así.
Y Kurt entiende. Demonios, claro que lo entiende. Las personas prejuiciosas eran horribles y para Blaine, quien era hijo de un matrimonio homosexual —algo inaceptable para muchos—, sería demasiado duro asistir a una escuela pública cuyos ocupantes no dudarían dos veces en expresar tales o cuales ideas hirientes aprendidas de sus propios progenitores conforme crecieron. Los señores Anderson estaban siendo sensatos, buscaban evitarle a Blaine futuros conflictos innecesarios justo como había sucedido con Cooper y Finn tiempo atrás. Pero eso no significaba deseara menos asistir a la misma escuela que su mejor amigo. Ansiaba vivir juntos cada nueva experiencia, aprender basándose en ellas, apoyarse mutuamente ante cualquier situación difícil. Desgraciadamente para el joven Hummel, su padre no podía permitirse costear una matrícula tan costosa.
Y nada puede hacer al respecto—. No es justo —murmura girando entre sus dedos el cono de helado con cierta tristeza—. En verdad tenía muchas esperanzas de que pudiésemos inscribirnos en la misma preparatoria.
—Lo sé blue, igual yo —dice sonando conciliador, frotando pequeños círculos sobre la espalda del castaño intentando reconfortarle—. ¡Pero no será tan malo! Dalton está a sólo media hora de distancia en automóvil así que podremos seguir viéndonos durante las tardes. Nada cambiará entre nosotros.
—¿Y no sería demasiado complicado trasladarte todos los días de un sitio a otro? —Kurt se muestra curioso manteniendo todavía los ojos puestos en cualquier otra parte, evitando mirar al pequeño Anderson todo cuanto puede—. Recuerdo Cooper solía decir ese colegio era algo parecido a un internado, quizá sería mejor si…
—Nisiquiera se te ocurra —lo amonesta el moreno fingiendo molestia—. Sí, es cierto Dalton posee dormitorios compartidos, sin embargo —agregó alargando la "o" durante segundos extra, como si estuviese revelándole un secreto nacional—, yo prefiero regresar a casa. Extrañaría horrores mi habitación, a mis padres y por supuesto a ti.
—Me da miedo —confiesa el joven de ojos claros consiguiendo ahora si sorprender a Blaine—. Temo que al marcharte comenzarás a olvidarme —explica sintiendo repentinamente inusitada vergüenza por exponer todas esas estúpidas inseguridades infundadas—. Tú eres genial Blaine. A diferencia mía, posees una increíble capacidad de adaptación y apuesto en Dalton conseguirás hacer muchos amigos —conforme habla, poco a poco su voz desciende hasta convertirse en un suave murmullo—, luego, con tantas personas geniales rondándote yo dejaré de ser importante para ti y…
—Hey, ya fue suficiente —Blaine interrumpe tan descabellada explicación al notar Kurt casi llegaba al borde del colapso emocional.Desde el fallecimiento de Elizabeth, Kurt perdió total capacidad de reaccionar bien ante las pérdidas y los dos eran tan cercanos que, sólo pensar podría alejarse progresivamente aterrorizaba a Hummel hasta límites insospechables. El muchacho de cabellos oscuros olvidó durante breves instantes el helado, centrando toda atención en el joven castaño—. ¿Hablas en serio? —le preguntó preocupado, ganándose un asentimiento afirmativo. Entonces, Blaine toma la pálida mano de Kurt importándole poco o nada encontrarse rodeados de desconocidos—. Escúchame bien —pide obligándole a mirarlo. Azul y ámbar se encuentran, reconociéndose—: tú eres mi mejor amigo. Siempre serás mi mejor y más preciado amigo. Sé conforme crezcamos conoceremos otras personas e incluso podremos tomar caminos diferentes, aún así, yo estaré para ti cada que me necesites sin importar nada.
—¿De verdad?
—Por supuesto que sí, tontito —asegura juguetón, rozando a propósito la nariz ajena con la borla del dulce frio consiguiendo sacarle una risita divertida—. Ese es el Kurt Hummel que yo conozco —dijo fraternal—. Nunca dudes eres una persona increíble y, en cierto modo, quien debería temer ser olvidado debería ser yo —los dos comienzan a reír mientras Kurt limpiaba los restos del helado en su rostro—. Por cierto —quitándole despreocupado el sorbete sabor vainilla porque sabe ya no lo comerá, Blaine procede a vaciar también el propio en un basurero cercano, regresando igual de rápido—. Tengo algo para ti —ante esto, obtuvo cierta expresión interrogante—. Llamémoslo un regalo post graduación —con inusitada calma, extrajo una pequeña cajita plana color azul grisáceo del bolsillo de su pantalón. Ésta no era demasiado grande, por lo tanto, Kurt nisiquiera notó la llevaba consigo en primer lugar. Tendiéndosela, fue tomada como si le hubiese entregado al otro muchacho la cosa más bonita del mundo entero—. Adelante: ábrela.
Con dedos temblorosos, Kurt obedeció revelando el contenido. Reposando entre suave terciopelo blanco, encontró una hermosa pulsera de plata. Poseía gruesos aunque no toscos eslabones que se enroscaban entre si, formando espirales continuos entrelazando dos hileras perfectas. Y justo en la parte superior, tenía adherida una plaquita grabada con finas letras cursivas—. Oh Blaine, es preciosa —sin darle tiempo a nada, Anderson sacó del estuche la pieza procediendo a colocarla donde correspondía.
—Lo que tiene escrito —señaló el "confortare" que relucía sobre la superficie—, es latín y significa coraje. Tú has sido excepcionalmente valiente desde que puedo recordar Kurt, por eso —comentó cerrando el broche, asegurándola—, si sientes tristeza o dudes sobre cualquier cosa quiero mires esto y recuerdes siempre existen motivos para seguir adelante.
Sumamente conmovido, Kurt admiró su regalo fascinado—. Pero yo no tengo nada para ti.
—No hace ninguna falta —le resta importancia—. Verte sonreír así es todo cuanto necesito —reduciendo cualquier distancia, Kurt se abalanza sobre él propinándole un fuerte abrazo que acepta gustoso.
—Muchas gracias.
—El placer es mío.
Después del emotivo momento entre ambos jovencitos, decidieron lo mejor sería emprender el camino de regreso a casa. Como el viaje en bicicleta lo realizaron bromeando y riendo, les tomó aproximadamente veinte minutos llegar a sus respectivas residencias. El sol comenzaba recién a ocultarse, así que, tras asegurar los transportes utilizados dentro del garaje, prometieron hablar más tarde antes de dormir. Despidiéndose, Kurt cruzó esa breve intersección que separaba ambas propiedades sabiendo perfectamente bien estaría solo durante al menos otro par de horas más, por tanto, tendría oportunidad de ordenar un poco antes de comenzar con los preparativos de la cena.
Aproximadamente a las nueve, Burt arribó a su domicilio completamente exhausto aunque feliz por haber concluido su respectiva jornada laboral. Depositando sin cuidado las llaves dentro del contenedor dispuesto para ello en el recibidor, se desplazó despacio hacia la cocina creyendo esa felicidad aumentaba mil niveles al ver a Kurt esperándole con la meza puesta y servida. Mientras comían, los dos Hummel abordaron diversos temas desde los casos más extraños que recibió el taller, hasta los próximos inicios de clases del castaño en la preparatoria William MaKinley.
—Me agrada —señala Burt con el cubierto que sostiene entre los dedos la pulsera que Kurt lleva puesta—. ¿La has comprado con tus ahorros? No creo habértela visto puesta antes.
—Fue un regalo —Kurt explicó sintiendo un repentino calor treparle directo al rostro. Fingiendo demencia, chequeó a distancia los pequeños interruptores instalados en una pared cercana que regulaban el aire acondicionado. Casi juraba mágicamente se habían deslizado por cuenta propia, disminuyendo la potencia del aparato—. ¿Recuerdas te dije Blaine y yo iríamos a pasear? —Burt asiente masticando parte del filete que Kurt cocino aquella noche—. Bueno, recién me lo entrego hoy —es hasta entonces que el patriarca Hummel deja su comida tranquila mirando al menor suspicaz.
—¿Eso es plata, no?
—Creo —responde regresándole el gesto imitándole casi de manera perfecta. Kurt sabe los pensamientos que maquinan la mente de su padre, y evitándose cualquier sermón, decide adelantarse—. Puedo regresársela si te hace sentir mejor
—Sería grosero —concluye elevando de más el vaso con té helado, bebiendo después largos tragos—. ¿Y puedo saber por qué decidió obsequiártela? Tu cumpleaños no es —llevándose dos dedos a la barbilla, finge meditar—. ¿O sí?
Kurt río—. No papá, no lo es —niega jugando con los irregulares pliegues del mantel—. Según me dijo compró esto desde la graduación pero creyó buena idea dármela hasta ahora, ya sabes, con todo eso de que iremos a escuelas diferentes.
—¿Y? ¿Qué tal llevas eso?
—Bien, supongo. Estuve pensándolo y creo exageré demasiado las cosas; Blaine irá a Dalton, no al Polo Norte.
—Es bueno saberlo, muchacho.
Kurt le sonríe y procede a sacar el postre del refrigerador zanjando la conversación sobre el brazalete. Acabada la cena, los dos trabajan juntos limpiando la cocina. Ya con todo listo, subieron a dormir. Generalmente Burt se quedaba más tiempo abajo mirando televisión, pero estaba demasiado cansado y lo único que quería era darse una larga ducha y meterse a la cama cuanto antes. Entre bostezos, pidió expresamente al castaño apagar las luces temprano. Dándole gusto, Kurt deseó buenas noches dirigiéndose así hacia su propia habitación.
Nada más entrar, se quitó los zapatos acomodándolos donde no pudiesen estorbarle y prosiguió a cambiarse las ropas que llevaba puestas por un cómodo conjunto de algodón que usaba para dormir, después, abrió las delgadas puertas del ventanal dándose paso hacia el balcón. Esperó cinco minutos y ninguna señal del moreno—. ¿Blaine?
—Ahora salgo —gritó desde un punto ciego, causándole cierta curiosidad.
—¿Qué haces?
—Me pruebo mi nuevo uniforme —le dijo a distancia lo suficientemente fuerte, haciéndose escuchar—. Papá lo recibió ésta tarde y no resistí la tentación —en ese momento, Blaine apareció ajustándose un elegante blazer azul con rojo, llevaba puesta también una corbata a juego y pese a la distancia, Kurt pudo entrever la pulcra camisa blanca enfundada dentro de los pantalones grises y el cinturón oscuro. Pero eso no era todo. Oh, claro que había decidido peinarse los indomables rizos utilizando gel, consiguiendo darse a si mismo un espectacular aspecto pulcro, aseado y elegante—. ¿Luzco mal?
Santa madre de…
—¿Ah? —Kurt apenas fue consciente de la pregunta. Blaine, tímido, giró sobre si mismo mostrándole una imagen completa del atuendo. Y el muchacho cuya piel pálida solía caracterizarle tan a menudo, creyó olvidar respirar correctamente porque, teniendo al moreno ahí parado, vistiendo aquel conjunto tan particular, casi como si le hubiese retirado una venda notó lo atractivo que Blaine era. El cabello oscuro contrastaba perfecto con su tez aceitunada, los ojos bondadosos cuyas tonalidades cambiaban entre tonos amielados, verdes o cafés eran enmarcados por perfectas cejas pobladas. Y esos labios. ¡Dios! ¡¿En qué rayos pensaba?!
—¿Te sientes bien, blue?
—Y-yo, sí…por supuesto —balbuceó esforzándose en no parecer demasiado evidente—. Te queda perfecto.
—Me gusta.
—También a mi —entonces, paranoico, se apresuró a corregirse—. ¡El uniforme!...es lo que me gusta, digo…tú te vez elegante…¡no! la chaqueta es la refinada….espera, intento decirte….
—Tranquilo, entendí —río medio confundido ante tan inusual comportamiento—. Y agradezco los cumplidos.
Reprimiendo los fuertes deseos de llevarse ambas manos al rostro debido a la increíble vergüenza, se une a las risas del otro joven disimulando su latente nerviosismo. Kurt es un adolecente inexperto, no sabe nada sobre el amor, ni mucho menos cuales sentimientos o reacciones son comunes cuando se está frente a la persona que llama tu atención de manera especial, no obstante, ignora completamente en esos instantes, experimentaba por primera vez en su vida la famosa sensación de "tener mariposas revoloteándole dentro del estómago".
La cual seguiría acompañandole constantemente durante los siguientes años y, quizá, muchos otros más.
...
Hemmm...
No tengo mucho por decir, la verdad no pensaba actualizar hasta haber terminado el capítulo de mi otra historia (que casi llevo a la mitad), pero en vista de que hoy en Glee tendremos conversación entre Blaine y Burt, no pude resistirme. ¡Yo espero con tantas ansias esa escena!
Como mencioné anteriormente, en el siguiente capítulo comenzará de lleno la trama de la historia, así que espero le guste tanto o más que a mí. Por otra parte quiero agradecer a todas las personas que comentan ¡me alegran el día y los amo por ello!
¡Hasta otra!
Invitado- Invitado
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