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(Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor" - Página 2 Primer15
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Mensaje por darckel Jue Mayo 02, 2013 5:25 pm

lo ame, que bueno ya este descubriendo sus sentimientos hacia Blaine. ya quiero el siguiente capitulo
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Mensaje por logan martinez Jue Mayo 02, 2013 5:38 pm

me encanto :3 blaine es una mor con kurt y ahh la pulsera me encanto y mas la parte del uniforme de dalton jaja actualiza cuando puedas :)
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Mensaje por gabiigleek Jue Mayo 02, 2013 7:43 pm

ay me encanto el capitulo, me encanta tu fic me di cuenta que no comente el capitulo anterior mil perdones tambien me gusto mucho. sigue asi y espero y esta amistad no termine por la distancia.
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Mensaje por linaklaine Vie Mayo 03, 2013 7:21 pm

aa no puedo creer que no me aya leido estos cap son hermoso me encanta la historia es muy bella y perdon por olvidarme de leer aa es tan hermoso todo y hay blaine si se veia bien sexy con el uniforme de dalton y kurt te entiendo estaba como tu
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Mensaje por rekanchi Vie Mayo 03, 2013 7:27 pm

hay hay hay como me gusta este fic, mariposas en el estomago eso es muy muy emocionante, ahhh quiero saber mas
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Mensaje por Invitado Sáb Mayo 11, 2013 10:08 pm

darckel escribió:lo ame, que bueno ya este descubriendo sus sentimientos hacia Blaine. ya quiero el siguiente capitulo

Hola de nuevo Darckel, me hace muy feliz saber que te gusta mi fic. Kurt descubrirá sus sentimientos poco a poco y Blaine, bueno, también lo hará en el camino. ¡Aquí tienes ya el siguiente! Lamento la descomunal espera, pero luego del final de temporada quedé destrozada y pues, quería traerles algo medio bonito.

¡Gracias por leer!


logan martinez escribió:me encanto :3 blaine es una mor con kurt y ahh la pulsera me encanto y mas la parte del uniforme de dalton jaja actualiza cuando puedas :)

¡Logan, bienvenido de nuevo! Blaine SIEMPRE es un amor, como quiera que lo pongan siempre lo es. La pulsera tiene cierto papel importante para que suceda un evento más adelante, así que me alegro te gustara. Con respecto lo del uniforme, recuerdó pase horas sentada frente a mi computadora pensando cómo sería la priemra vez que Kurt viese a Blaine en ese Blazer que todos amamos, me hace feliz saber te gusto tanto. ¡De nuevo gracias por comentar!

gabiigleek escribió:ay me encanto el capitulo, me encanta tu fic me di cuenta que no comente el capitulo anterior mil perdones tambien me gusto mucho. sigue asi y espero y esta amistad no termine por la distancia.

Gabiigleek, tranquila sino puedes comentar, mientras leas y te guste esta historia yo puedo darme por bien servida. La amistad de ambos es fuerte, pero deberán pasar muchos problemas para mantenerla estable. ¡Gracias por comentar!

linaklaine escribió:aa no puedo creer que no me aya leido estos cap son hermoso me encanta la historia es muy bella y perdon por olvidarme de leer aa es tan hermoso todo y hay blaine si se veia bien sexy con el uniforme de dalton y kurt te entiendo estaba como tu

Hola de nuevo LinaKlaine. No hay problema, como siempre suelo decir, si aún continuan leyendo yo encantada. ¡Gracias por los halagos! Y Blaine se ve sexy con lo que se ponga, o al menos yo lo veo así en muchos sentidos. ¡Gracias por leer!

rekanchi escribió:hay hay hay como me gusta este fic, mariposas en el estomago eso es muy muy emocionante, ahhh quiero saber mas

Hola de nuevo, me alegra que te gusten mis locuras. Muchas, muchas gracias. Pues creo mariposas en el estómago no será lo único que Kurt sienta. ¡Gracias por leer!

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Mensaje por Invitado Sáb Mayo 11, 2013 10:28 pm

Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que ser Klaine.

¡Que lo disfruten!

...



Capítulo V
William McKinley High School







—Hola Kurt —el saludo de William Shuester sonó quizá demasiado alegre para ser un lunes por la mañana y, por algún motivo desconocido, Kurt Hummel estúpidamente quiere creer obtendrá ayuda en ésta ocasión. Se equivocaba. Enviando constantes miradas desesperadas de los neandertales que minutos antes creyeron sería una excelente idea intimidarle, al miembro del personal docente, comprende casi como si le hubiesen propinado un despiadado puñetazo que nada cambiará los planes originales ideados por quienes, sin falta, se encargaban de atormentarle cada día. Y también aprende nadie nunca estaba demasiado interesado en resolver problemas relacionados con otras personas. O al menos, fingían no verlos aún pese a tenerlos justo enfrente—. ¡Me parece excelente todos ustedes sean tan amigos! —dice feliz, mostrando su dedo pulgar en el gesto universal de aprobación.

—¡Por supuesto, míster Shue! —responde uno de los fornidos futbolistas cuyo mohicano resulta intimidante. Los demás le siguen la corriente, fingiendo camaradería. El hombre adulto, manteniendo una gran sonrisa complacida, se aleja con dirección al edificio principal perteneciente a McKinley, perdiéndose entre otros tantos estudiantes apresurados. Es entonces cuando Kurt sabe nada terminará bien. Al menos para él—. Muy bien Hummel —no lo imagina, ese sujeto sonó demasiado ansioso por comenzar a hacerle la vida miserable, justo igual a sus otros compañeros—, creo ya va siendo hora de jugar.

Kurt retrocede varios pasos, aunque tampoco es que pueda llegar demasiado lejos. Y sin percatarse apenas cuanto se ha alejado, choca contra un contenedor de basura apreciando a tan corta distancia el nauseabundo hedor proveniente desde el interior del mismo. Reprimiendo varias arcadas, frenético piensa en escapar, lo cual sería suicidio porque lo superan en número, corren más rápido y saben dónde encontrarle. Resignado, aferra la correa de su mochila. ¿Debía ser justo hoy? ¡Recién había conseguido una chaqueta increíble en línea!

Verlos avanzar otro poco, le hizo apegarse contra el inmundo cubo metálico—. ¡Por favor! —ruega, aunque igual sabe sus súplicas serán ignoradas—. Ésta chaqueta pertenece a la última colección Marc Jacobs —explica. En realidad, lo fue dos temporadas atrás pero esos idiotas ignorantes nisiquiera sabían sobre qué hablaba, por lo tanto, intento probar suerte—. Al menos déjenme quitármela.

—Rápido Hummel, no tengo tu maldito tiempo —objeto el chico más alto y corpulento del variopinto grupo. Interpretando tal respuesta cual señal divina, Kurt se despoja rápido de la chaqueta tras casi lanzar directo al rostro de Pukerman su mochila—. Ahora si, espero te agrade convivir con basura porque es ahí donde te corresponde estar.

En momentos así, el pálido jovencito detesta con fuerza inaudita poseer compleción delgada y físicamente débil. Odia cuán fácil les resulta sostenerle firmemente impidiendo pueda realizar cualquier movimiento voluntario. Uno lo sujeta por los tobillos, mientras que el otro, pasando ambos brazos por la parte posterior de su delgado torso le eleva sin complicaciones. Segundos después, Hummel reposa boca arriba entre incontables bolsas negras cuyo contenido prefiere continuar ignorando.

Afuera, escucha constantes risas victoriosas, palmas chocando entre si celebrando tal audacia y, evidentemente, también el sonido de sus cosas tras ser arrojadas contra el duro hormigón del estacionamiento. Ahora, deberá esperar veinte minutos más metido ahí antes de siquiera plantearse abandonar tan desagradable sitio.

Los minutos transcurren lentos, cada alumno parece haber ingresado ya a la escuela. El aparcamiento, silencioso, brinda ya suficiente tranquilidad para que él pueda salir. Y eso hace. Los siguientes pasos próximos a segyur serán tomar sus pertenencias, dirigirse al baño más cercano para intentar deshacerse al menos del olor para después comenzar las clases sobrellevando esas horas siguientes de la mejor manera posible. Ya es una rutina bastante bien establecida.

Cuando Kurt avanza entre los autos inmóviles, lentamente se topa con el frontis del edificio escolar y necesitó reprimir los súbitos deseos que sintió de volver sobre sus propios pasos, dirigirse a casa, fingir cualquier enfermedad creíble y encerrarse en su habitación aproximadamente veinticuatro horas más obteniendo una tan necesitada negación. Ajustándose la chaqueta, entiende suena excelente, pero no puede hacerlo. Aquello era algo con lo cual debía aprender a lidiar, era necesario afrontarlo valientemente porque como bien decía su ya fallecida madre, los Hummel nunca se rendían. Nunca. Sin embargo, Hummel quería gritar tan alto haciéndose escuchar entre tantas injusticias. Pero elevar la voz generalmente contraía problemas y el joven castaño no quería preocupar a quienes amaba.

Esas eran ciertas desventajas de una escuela pública.

Kurt podía ser todo menos idiota y cualquiera con dos dedos de frente notaba desde un inicio cómo era que las cosas funcionaban en McKinley. Los deportistas y animadoras ocupaban dentro de la cadena social el estatus más alto. Eran populares, tenían ciertos privilegios, nadie se metía con ellos sin pagar serias consecuencias y eran sumamente deseados entre casi el noventa por ciento de las chicas o chicos solteros disponibles. Popularidad, respeto, envidia, temor; todo cuanto adolecente deseaba, ellos lo tenían. Mientras tanto, otro pequeño puñado de alumnos suertudos formaban parte de ciertos sitios “provechosos”. Neutralidad absoluta, le llamaban algunos. Nadie les odiaba ni admiraba. Sólo eran gente común pasando desapercibida, cuya estadía en la preparatoria nadie recordaría. Y finalmente estaban aquellos cuya mala suerte solía seguirles allá donde quiera que fueran. Nerds, frikis, punks e inadaptados eran blancos seguros si alguien mostraba suficiente interés en realizarles bromas pesadas.

Y más allá, mucho muy por debajo se hallaban los miembros del coro.

Populares o no, todos en McKinley High les conocían. Nadie perdía oportunidad de humillarles si existía ocasión, les consideraban soñadores, perdedores con aires de grandeza e ideales que jamás llegarían a cumplirse. Sin embargo, pese a saberlo, Kurt Hummel después de pensarlo mucho decidió esa misma semana estaría uniéndose al club. Sí, escuchó diversas opiniones sobre que hacerlo sería parecido a cometer suicidio social, sin embargo, poco le importó. Lo haría porque simplemente adoraba cantar. Vaya que a Kurt le fascinaba cantar. Además de la moda, el canto se encontraba entre sus gustos más arraigados. Elizabeth les había heredado a ambos hermanos Hummel tan apreciado don, sin embargo, Kurt creía ser especial porque la familia de su madre descendía de una larga estirpe cuyos hombres poseyeron rango vocal idéntico al propio. Su abuelo fue contratenor, ahora, él también.

Existían muchas diversas maneras de honrarles pero, esa era la mejor.

Acariciando dos veces la pulsera que rodeaba su muñeca izquierda repitiéndose esa palabra en latín grabada en ella, procede a cruzar las puertas metálicas e internarse dentro de McKinley, esperando sobrevivir hasta finalizadas las clases. Afortunadamente para Hummel, no enfrentó ningún otro contratiempo. Casi al final, aprovechando una hora libre adiciona para New Directions junto a tres chicas y un muchacho en silla de ruedas. Will Shuester es quien dirigirá el coro ahora, y aunque Kurt sigue molesto con él por su descarada indiferencia, se enfoca en lo que hará. Y Kurt canta seguro de su gran talento, sin nervios ni inseguridades.

Luego, recibiendo educados aplausos al terminar, míster Shue le pide paciencia hasta que tome una decisión y publique posteriormente los resultados.

Y entonces Kurt tiene permitido regresar a casa, donde debe afrontar otra clase de problemas. El camino de vuelta, lo realiza en un profundo estado distraído y hasta ausente. Cuando por fin arriba a la seguridad del único sitio donde se siente inmune e intocable, cree conveniente proceder con los quehaceres pendientes utilizándolos cual método de distracción más que nada. En realidad no son demasiados, los dos únicos Hummel viviendo ahí eran bastante ordenados y organizados, le tomará poco tener cada elemento en su respectivo sitio. Pronto, tras la actividad realizada su estómago reclama comida. Preparándose un emparedado, divaga libremente sobre ciertos asuntos turbadores, todos ellos, relacionados con Blaine Anderson, a los cuales nisiquiera es capaz de encontrar respuesta.

Porque últimamente, cada que compartía cualquier momento en compañía de Blaine era demasiado consciente de su presencia a niveles insospechados e inquietantes. Lograba confundirle. Y si Kurt agregaba las inquietantes dudas referentes al sexo femenino dentro del dilema, todo se complicaba. Kurt era un adolecente, obvio a esas alturas notaba ciertas cosas. Por ejemplo, apreciaba los hermosos detalles que poseía el cuerpo femenino en estructura, imagen y forma, sin embargo, no le atraía como se suponía debería hacerlo. ¿Significaba era diferente? No sabía. Incluso varias veces meditó hablar sobre ello con los señores Anderson o su padre mismo, no obstante, lo descartó de inmediato ya que le avergonzaba hasta límites insospechados siquiera tocar el tema.

¡Blaine quedaba descartado también!

Pronto, Kurt escucha el claro sonido del timbre flotar hasta la estancia, donde ha estado sumergido entre diversos pensamientos turbios que sólo logran crearle más conflictos internos difíciles de resolver. Emitiendo un suspiro cargado de pura resignación, camina sin prisas hacia la puerta de entrada dispuesto a recibir a su mejor amigo, quien siempre puntual, competía con la increíble precisión de un costoso reloj suizo. Con nada más abrirle la puerta, Blaine sonríe nada más verle. Realiza inconscientemente esas expresiones faciales adorables cada que tiene a Kurt enfrente, iluminando no sólo cada lugar donde deleita con su presencia, sino también, cual gentil rayo de sol brinda luz y alegría al joven e inexperto corazón del contratenor que, desbocado, late incontrolablemente fuerte dejándolo sin aliento.

Hummel lucha por prestar atención a los diversos comentarios sobre todo o nada mientras ambos se dirigen escaleras arriba con destino a su habitación. Blaine ha estado allí muchas veces antes en el pasado, sin embargo, Kurt cree hoy será diferente gracias a que las emociones revoloteándole dentro del pecho cual pajarillo ansioso de libertad han cambiado, transformándose en algo más intenso que sólo un gran cariño hacia quien prácticamente creció acompañándole cada instante, forjando profundos lazos fraternos inquebrantables.

Mientras Blaine, como siempre, se mueve ansioso por toda la recamara buscando un sitio adecuado para sentarse, Kurt lo admira silencioso, continuando con las dudas. Comprendía eso del afecto, el cariño y aprecio, pero ese específico sentimiento le resultaba desconocido, incomprensible y aterrador.

¿Blaine mostraría enfado si decidiera contarle sobre sus turbaciones? Desecha la idea casi de inmediato y alejando cualquier escenario resultado de tal confesión lo bastante lejos, el joven castaño procede a instalarse lo suficientemente lejos del otro, dispuesto a centrarse en los deberes escolares pendientes. Media hora después, Kurt comprende será difícil, sobre todo cuando Blaine intenta repetidas veces entablar diversas conversaciones sobre Dalton, los maravillosos chicos que allí ha conocido, las rigurosas políticas anti acoso y qué o cuáles clubs serían buenas opciones si considerarse unirse durante el transcurso del año escolar. Kurt mentalmente emite gemidos derrotados, fingiendo escuchar atento, comentando de vez en cuando utilizando cortos monosílabos regresando instantes después toda atención a los gruesos libros cuyo contenido nisiquiera puede asimilar correctamente.

Y es ahí cuando Blaine se dice a si mismo algo va mal.

Desde bastante rato atrás notó un comportamiento inusual en Kurt, posiblemente debía atribuirlo a algún posible problema cuya seriedad logró afectar de manera tan profunda a su mejor amigo. El muchacho de Dalton conocía demasiado bien al castaño, sabía entrever perfecto los intentos del otro por fingir nada malo sucedía. Kurt siempre tuvo esa rara manera de actuar, prefería soportar en solitario su propio dolor si con ello lograba “proteger” a quienes amaba. Craso error. Desde pequeños, Blaine se consideró un apoyo para Kurt y si necesitaba sonsacarle la verdad logrando con ello hacerle sentir mejor, lo haría.

—Muy bien —comenta con calma absoluta, hablándole con tanta suavidad al contratenor que casi sonó como un murmullo. Abandonando esa aburrida lectura sobre la segunda guerra mundial, mira directamente al pálido rostro cuyo dueño apenas le presta atención pues parece entretenido en seguir tomando notas—. ¿Quieres decírmelo ya o prefieres terminar con los deberes primero?

—No sé de qué estás hablando —responde desinteresado, sin dejar ni un minuto de garabatear incoherencias sobre las blancas hojas de papel, tachoneando diversas palabras repetidas veces cada que cree cometer un error. Y los ojos color avellana de Anderson clavados en él no ayudan en nada.

—Oh, sí lo sabes —como si sostuviese un poderoso escáner que podía mágicamente revelarle los motivos de tan inusual actitud, Blaine movió su mano de arriba hacia abajo, señalándole—. Estás actuando muy raro hoy.

—Sin impresiones tuyas, nada más —un fuerte malestar estomacal se manifiesta en su estómago por ocultarle las cosas al moreno, sin embargo, son temas personales que prefiere mantener en secreto, pero, por la manera en que Blaine siguió observándolo supo no le había convencido nada—. Tal vez, sólo me siento ansioso.

—Me di cuenta —asiente cariñoso, incomodando sin querer a Kurt—. ¿Tuviste dificultades en McKinley? —le interesa saber.

Los labios y lengua del contratenor hormiguean anticipándose ansiosos, impacientes por conjugar las palabras adecuadas comenzando así a revelar la verdad que obstinadamente se ha aferrado en seguir ocultando. Reprimiendo los repentinos accesos de sinceridad cuya increíble fuerza amenazan con salir en cualquier instante, Kurt piensa frenético necesitará desviar el tema o terminará cometiendo una terrible tontería—. No —dice olvidándose al fin del bolígrafo que mantenía apretado entre los dedos demasiado fuerte—. Más bien es por mi audición al coro que estoy así.

—¡Eso es genial, blue! —exclama feliz, sacudiendo el universo de Kurt en cada sentido posible—¿Cuál canción cantaste?

—Mr. Cellophane —la contestación arranca una sonora carcajada divertida a Blaine.

—¿Me creerás si te digo también estoy considerando unirme al coro de Dalton? —dice pensativo, cambiando páginas al azar del grueso volumen de historia universal—. Aún no estoy muy seguro sobre ello.

—¿Por qué? Tu voz es tan… —interrumpiéndose, Kurt cree decir “hermosa” sonaría raro debido a las recién descubiertas emociones hacia su amigo, así que, cambiando de opinión elige otra palabra más acorde—, increíble. Dudo sean tan tontos en darse el lujo de rechazarte siendo tan talentoso.

Blaine suelta una risita halagada—. No creas, ellos son fenomenales y casi se les consideran estrellas de rock.

—¿Son populares? —pregunta impresionado. Cuando Blaine asiente, Kurt creyó tener atorado un gran nudo dentro de la garganta mientras compara situaciones entre instituciones. Si formaban el club, deberían sobrellevar muchos obstáculos difíciles.

—¿Seguro te sientes bien?

—Sí, sólo me preguntaba si te gustaría quedarte a cenar —dice consultando ese pequeño reloj que reposaba sobre el escritorio, percatándose las horas transcurrieron demasiado rápidas—. Si comienzo ahora podré hacer soufflé de chocolate.

—Aunque suena muy tentador, tendré que resistirme a tus maravillas culinarias —decepcionado, reunte todas sus pertenencias dentro del bolso café que siempre utilizaba para el instituto—. Mis padres trabajaron toda la semana pasada y ahora que tienen tiempo libre, planearon secuestrarme —bromea aún cuando Kurt apenas y lo encuentra gracioso—. Los tres iremos a un pequeño restaurante Italiano en Westerville, pero siempre podemos charlar más tarde antes de irnos a dormir.

—Mejor mañana, Westerville está lejos y apuesto cuando regresen a Lima será ya bastante tarde.

—Bien —acompañando al moreno hasta la salida, se despiden demorando minutos extras hasta que finalmente Blaine procede a retirarse y Kurt le mira alejarse hasta perderse entre los pequeños arbustos decorativos del jardín delantero de su casa.

Kurt bloquea la puerta, amortiguando cada sonido nocturno proveniente desde el exterior y, apoyándose contra la plana superficie de madera, cierra los ojos debido a esa fuerte opresión que impide pueda respirar correctamente. Dejando escapar jadeos entrecortados, vagamente recuerda debe preparar la comida pues su padre pronto regresará, sin embargo, se queda allí prado, inmóvil. Llevándose ambas manos al pecho justo comienza a cuestionarse si acaso aquello era lo que los grandes autores describían como amor, si realmente ese concepto universal relativo a la afinidad entre seres estaba sucediéndole a él precisamente. ¿Acaso Kurt empezaba a conocer ese poderoso sentimiento cuya intensidad brindaba tanto fortalezas y debilidades por igual, convirtiéndote en mejor o peor persona, dando cualquier cosa para hacer feliz a quien creías era la mitad de tu propia alma, esa persona especial que complementaba todo cuanto eras o esperabas ser? ¿Sentía eso por Blaine o sólo se equivocaba?

Kurt lo desconocía, inclusive muestra reticencia a atravesar tal etapa con el moreno involucrado porque jamás podría perdonarse perderlo debido a sus tontas confusiones adolescentes. Alejarse del chico más asombroso, increíble, talentoso y amable que la vida pudo ponerle en el camino literalmente lo mataría de tristeza.

Y allí, acompañado por la soledad del recibidor, promete anteponer su amistad con Blaine sobre cualquier otra cosa siempre, sin tener conciencia que con aquella promesa él mismo ponía dentro del tablero de juego que el destino tenía preparado, su propio corazón.





...



Notas:
Bueno, después del final de Glee he quedado medio desorientada así que aquí les traigo otro nuevo capítulo. Quizá no tiene nada de interesante pero fue necesario para inducir a Kurt dentro de McKinley. ¡Espero les gustara! Estoy incursionando en una nueva manera de narrar, me gustaría saber qué piensan ustedes.
He estado inspirada con este fic de un tiempo para acá, así que le he estado realizando muchos cambios que originalmente descarté o simplemente no tenía.

Sin más, sería todo. Saludos y cuídense.





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Mensaje por darckel Sáb Mayo 11, 2013 11:50 pm

un capitulo realmente deconsertante, no me gusta pensar en las escenas de la primera temporada en donde pasaba eso, eran muy feas
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Mensaje por linaklaine Sáb Mayo 11, 2013 11:59 pm

ooo es hermoso y bueno pobre kurt todo lo que sufre y sufrio en glee enserio me dolía mucho ami y me sentía tan mal cuando veía eso pero espero que eso ya no pase y se quede con blaine con su amor

PD: yo llore con el ultimo cap de la 4 tempo enserio no tolere lo que dijo mi amor brittany eso me hizo llorar y despues con lo de klaine aaa llore mucho
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Mensaje por gabiigleek Dom Mayo 12, 2013 2:03 am

me gusto el capitulo, ya Kurt empieza a sentir cosas muy fuertes espero que Blaine empiece a sentir tambien. bueno me gusta mucho sigue escribiendo besos
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Mensaje por logan martinez Dom Mayo 12, 2013 9:04 pm

El 1 ame el capitulo y 2 sabias que leeo tu histria desde fanficton?? solo que no le entiendo y no comento porque no se como ._____________. pero las comento aquie :D me encanto sigue con el siguiente cap ;)
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Mensaje por Invitado Mar Mayo 28, 2013 8:39 pm

darckel escribió:un capitulo realmente deconsertante, no me gusta pensar en las escenas de la primera temporada en donde pasaba eso, eran muy feas

Hola Darckel, gracias por comentar. Pues sí, lamentablemente en los próximos capítulos habrá menciones nada agradables respecto a lo que Kurt debió sufrir en la escuela. Pero prometo intentar manejar bien la línea argumental.

¡Gracias por leer!



linaklaine escribió:ooo es hermoso y bueno pobre kurt todo lo que sufre y sufrio en glee enserio me dolía mucho ami y me sentía tan mal cuando veía eso pero espero que eso ya no pase y se quede con blaine con su amor

PD: yo llore con el ultimo cap de la 4 tempo enserio no tolere lo que dijo mi amor brittany eso me hizo llorar y despues con lo de klaine aaa llore mucho

Un gusto tenerte todavía por aquí Linaklaine. A mi también me parecía muy feo todo cuanto Kurt debió sufrir en la escuela. Y pues la verdad los dos deberán pasar por mucho antes siquiera de considerar estar juntos. ¡Yo también lloré con el final de la cuarta temporada! Me quedaron ganas de buscar a RM, y créeme, no sería nada bonito. En fin, tengo fe nos regrese a Klaine pronto.

Gracias por leer.



gabiigleek escribió:me gusto el capitulo, ya Kurt empieza a sentir cosas muy fuertes espero que Blaine empiece a sentir tambien. bueno me gusta mucho sigue escribiendo besos

Bienvenida de vuelta, Gabiigleek. Blaine comenzará a sentir cosas, sí, pero todavía no. Más adelante. ¡Muchas gracias por tus bellos comentarios!

logan martinez escribió:El 1 ame el capitulo y 2 sabias que leeo tu histria desde fanficton?? solo que no le entiendo y no comento porque no se como ._____________. pero las comento aquie :D me encanto sigue con el siguiente cap ;)

Uno, gracias, muchas gracias por comentar y me hace feliz saber que te gusta. Dos, ¿de verdad lees en fanfiction? La verdad es muy sencillo moverte por el sitio una vez le encuentras el truco, cuando quieras, puedes enviarme un MP por aquí mismo y con mucho gusto puedo ayudarte a entenderle mejor.

¡Gracias por leer!
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cerrado Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"

Mensaje por Invitado Mar Mayo 28, 2013 9:00 pm


Advertencia:Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que estar en HBO.








...






Capítulo VI
Primeras Veces





Kurt no sabe exactamente cuánto tiempo ha desperdiciado sentado allí, contemplando ausente como diversas personas desconocidas caminaban en diferentes direcciones, conforme la luz del sol lentamente moría, coloreando de hermosos tonos cálidos el cielo vespertino.

Quizá la señora Williams, alarmada ante su inusual tardanza habría llamado ya a su padre buscando obtener noticias suyas, consiguiendo así alarmarlo, considerando cuan específico era respecto a los horarios establecidos para estar fuera. Suspiró pesaroso, cuando por primera vez no le importa demasiado tal hecho. Ni le interesa tampoco recibir un posible castigo después; todavía necesitaba aclarar ciertos asuntos relacionados con los complicados sentimientos recién descubiertos referentes a Blaine, antes siquiera plantearse la posibilidad de regresar.

El muchacho castaño sostiene con mayor firmeza la delgada correa unida al bonito collar torno al peludo cuello de Robert que, completamente ajeno a cualquier posible preocupación, descansaba acurrucado junto a sus pies, disfrutando como sólo los canes ponían hacerlo la apacible tranquilidad del parque donde solían llevarle cada fin de semana a pasear. Y Kurt en momentos así, aprecia mucho tal compañía silenciosa. Le ayudaba a pensar con mayor claridad, calmándole en consecuencia esa rabia inaudita que aún le carcome por dentro, quemándole las entrañas y nublándole el sentido común.

Y Kurt está bastante seguro que nunca, a su corta edad, vivió un día repleto de tantas primeras veces. La mayoría malas si era sincero.

Al ser ya una costumbre establecida entre los Anderson y Hummel, cada sábado sin falta solían reunirse en casa de cualquiera de las dos familias para llevar a cabo sus usuales reuniones. Generalmente preparaban abundante comida, charlaban sobre cada acontecimiento sucintado durante la semana sacando siempre el lado amable aunque no hubiese ninguno, organizaban algún divertido juego o bien terminaban mirando cualquier partido interesante que estuviera transmitiéndose en televisión. Sin embargo, aquella vez fue diferente.

Carl creyó buena idea integrar a un muy buen amigo suyo también abogado, los dos estudiaron juntos en la universidad y puesto que habían pasado muchos años desde la última vez que tuvieron contacto, le extendió la invitación. Ambos Hummel no tuvieron inconveniente. A final de cuentas, esa ocasión los Anderson fungirían rol como anfitriones y al ser su casa el punto de reunión conjunto, podían recibir a quienes ellos quisieran.

Cuando el señor y señora Jenkins arribaron, no lo hicieron solos. La encantadora pareja tenía una única hija cuya edad era exactamente la misma que Kurt y Blaine. Ella era sin dudas una chica preciosa, encantadora e inteligente. Físicamente representaba la mezcla perfecta entre sus progenitores; poseía corto cabello negro amoldado en un corte moderno, cuerpo delicado, piel bronceada e increíbles ojos verde mar. Posiblemente al joven contratenor le hubiese caído muy bien, sobre todo porque parecía conocer suficientes temas relacionados con diseñadores decentes, sin embargo, conforme transcurrían las horas, Kurt comenzó realmente a odiar esa manera en que la muchacha "soy toda sonrisas" Jenkins, le coqueteaba a su mejor amigo.

No era descarada, pero sí enfermizamente obvia. Pese a la señales que incluso un radar detectaría, Blaine ni por enterado sobre cuán atractivo le resultaba a la chica. Kurt, luego de varios intentos fallidos por integrarse en las conversaciones, creyó más útil observarlos desde una distancia prudente, ignorando siquiera estaba experimentando la primera de muchas etapas de horrendos celos que tendría en su vida. Creía que un aterrador monstruo se le retorcía dentro del estómago clamando sangre, nada más ver las insolentes manos femeninas posarse despreocupadas ya fuese sobre la pierna o espalda de Blaine. Eran toques inocentes, pero Kurt no culpaba a Blaine. Le fueron inculcados modales demasiado específicoss, él solía comportarse gentil y amable casi por naturaleza. ¡A esa tipa si podía!

Para mitad de la reunión, Kurt no lo soportó más. Ningún derecho tenía a comportarse malcriado aún cuando creía tener razones justificadas, así que, disculpándose, alegó haber olvidado la señora Williams le pidió realizar una importante diligencia y emprendió la retirada pese a las constantes protestas de Blaine. Creyó sería lo mejor o acabaría llorando y luego vendrían preguntas que todavía no era capaz de responder.

Así pues, Hummel caminó casi cuatro cuadras. Encontró provechosa la distancia entre domicilios, así impuso cierto orden sobre sus emociones encontradas. La señora Williams era una agradable mujer viuda que conoció a Elizabeth por mera casualidad en una tienda especializada de jardinería, desde entonces, profesó inmenso cariño no sólo hacia ella, sino también a sus pequeños hijos. A Kurt le fascinaban los animales y nada más enterarse le era imposible a la anciana prestarle ciertos cuidados al can que le hacía compañía, creyó buena idea ayudarle. A partir de allí, los dos formaron ciertos lazos afectivos mutuos. No obstante, la viuda Williams también se caracterizaba por ser excepcionalmente sabia, intuía cuando preguntar, cuando proporcionar los espacios adecuados y momentos oportunos, debido a eso, si notó o no el estado deprimido que Kurt irradiaba nada más abrirle la puerta, prefirió guardar silencio.

Haciendo entrar al castaño, charlaron durante breves minutos sobre meras trivialidades y después éste volvió a marcharse acompañado por Robert.

El haragán can lucia resignado ante la sola idea de dar un largo paseo.

Inicialmente Kurt sí ejercitó al Cocker Spaniel, pero nada más concluir con una primera vuelta al parque, terminó rindiéndose y ocupó una banca vacía, dispuesto a perderse en sus pensamientos. Desde entonces no se había movido, aunque Robert no se quejaba mucho tampoco.

Ahora, más tranquilo, logra sacar conclusiones nada alentadoras; por primera ocasión consigue entrever la gran diferencia entre su gran cariño fraternal por otro más grande hacia Blaine, cuya intensidad le robaba completamente el aliento. Deja de lado la imagen inocente del moreno, pasándolo a ver como el muchacho más divertido, encantador, dulce, comprensivo y apuesto que ha tenido oportunidad de conocer jamás. Tales conjeturas le obligan entonces a aceptar se siente atraído por su amigo con la misma intensidad que el metal a un poderoso imán.

Y eso le convierte en alguien diferente. Kurt Hummel es completamente diferente a los demás.

Aterrado ante los nuevos descubrimientos, lejos de sentirse feliz, una profunda pena le embarga. Lo sabe. Él estaba enamorado de Blaine y nunca, nisiquiera volviendo a nacer, sería correspondido de la misma forma. Mareado, Kurt formula millones de motivos: Porque eran mejores amigos, porque no soportaría perderlo gracias a un amor sin futuro, porque a Blaine le gustaban las chicas, porque Blaine preferiría elegir a alguien mejor, alguien capaz de mostrar en público sin temor, ni prejuicios, ni obstáculos. La lista resulta interminable, desolándolo.

Tocando desesperado ese hermoso regalo adherido a su muñeca, se obliga a tener coraje para sobrellevar la situación sin derrumbarse. Y es así que lleva a cabo la segunda promesa más egoísta hecha a su propia persona: cree guardar silencio será lo más sensato e inteligente. Así sería. Aunque sólo fuese suyo, atesoraría ese amor tan especial tanto cuanto hiciera falta, importándole muy poco sufrir altibajos durante la travesía. *Porque Kurt sería feliz si la persona que más amaba del mundo entero era feliz, aunque no fuese con él.

Su amistad sería siempre lo primero y más importante.

Tan centrado estaba entre sus propias cavilaciones, que no notó la presencia de Blaine acercándosele por detrás. No hasta después de tener esos fuertes brazos rodeándole los hombros. Emitiendo un grito asustado, Hummel brincó alejándose todo cuanto le fuera posible jalando en consecuencia la correa del Cocker Spaniel. Robert fue arrastrado al menos dos o tres pasos, arrancándole chillidos ahogados tras ser tomado por absoluta sorpresa.

Reconociendo a su "atacante", Kurt sobre reaccionó, aunque para mal—. ¡Maldita sea, Anderson! —gritó agudizando su voz varios decibeles, evidentemente molesto—. ¿Acaso pretendes provocarme un infarto, torpe? ¡Me asustaste muchísimo! —regañó, llevándose una mano al pecho, percatando los rápidos latidos de su corazón desbocado.

—Lo siento —la disculpa suena sincera mientras Blaine mostraba ambas palmas abiertas en alto, pretendiendo demostrar inocencia absoluta—. Nunca pretendí provocarte semejante exabrupto.

Kurt bufa molesto—. Da igual —dice poniendo los ojos en blanco—. ¿Qué haces aquí? —pregunta y quizá suena demasiado brusco, despertando diversas alarmas en la mente del muchacho de Dalton, cuyos ojos avellana lucieron confundidos ante semejante actitud defensiva.

—Pues, considerando cuan tarde es y la cantidad de tiempo que estuviste ausente, me preocupé —explicó señalando al cielo nocturno cuyas estrellas plateadas comenzaban a titilar débilmente, anunciando su presencia. Luego, acuclillándose, proporcionó suaves caricias tras las grandes orejas de Robert cuya mirada grisácea parecía todavía indignada ante los malos tratos que debió soportar anteriormente—. Podemos llevarlo juntos si quieres.

—Soy perfectamente capaz de hacerlo yo solo, muchas gracias —espeta cruzándose ambos brazos contra el pecho, imponiendo cierta barrera invisible entre ambos. Kurt se comportaba grosero pero no es precisamente su intención, resulta inconsciente puesto que todavía sufría los crecientes efectos de los celos cuya influencia lograban cegarle toda sensatez—. Será mejor regreses cuanto antes, seguro la señorita Jenkins estará preguntándose dónde rayos te habrás metido —comenta, sarcasmo goteando entre cada palabra mientras se aleja aún cuando poca idea tiene respecto a qué lugar debe dirigirse exactamente, casi llevando a rastras al pobre Robert, cuyas pequeñas patitas cortas apenas y podían avanzar como correspondía.

Blaine se levantó al instante, siguiéndole—. ¿Por qué pareces tan molesto? —le interesa saber, sonriendo de manera bobalicona, irritando sin querer los nervios del contratenor.

—Imaginaciones tuyas.

—Vamos blue, te conozco —discrepa, sujetándole de la muñeca incitándolo a detenerse y hablar. Robert paró en seco ganándose otra desagradable sacudida provocada por su molesta correa. Emitiendo un gemido lastimero, ruega como mejor puede a ambos chicos parar tal tortura, aunque igual es ignorado olímpicamente—. ¿Tú actitud tiene que ver con Angelina?

—Ahora resulta ser Angelina —pone los ojos en blanco, disponiéndose a continuar, sin embargo Blaine consiguió actuar más rápido bloqueándole cualquier posibilidad de escape. Robert, indignado, prefiere sentarse sobre sus cuartos traseros negándose bajo cualquier circunstancia a dar otro paso y mueve la blanca cabeza peluda entre los dos, sin comprender—. Ustedes pueden hacer lo que quieran, no podría importarme menos.

Mentiras. Kurt odia decirlas, pero todos mentían en algún momento ¿no? —Ella sólo intentaba ser amigable, Kurt —dice, deslizando las yemas de los callosos dedos hasta conseguir entrelazar las manos de ambos, acoplándolas perfectamente. Parecen piezas de un complicado rompecabezas que fueron hechas para conectar sin problemas—. Lamento si te hice sentir excluido —el castaño acaba cerrando sus ojos, repentinamente derrotado, maldiciendo no soportar enfadarse demasiado tiempo con Blaine. Estaban tan acostumbrados a tenerse cerca que resultaba imposible.

—Perdón —se disculpa sintiéndose cien años más viejo, si eso era posible—. Dejé salir la horrible drama queen que llevo dentro—correspondiendo al gentil gesto, sonríe—. Soy un verdadero idiota.

—Quizá sólo un poquito —bromea, ganándose un ligero empujón en venganza—. Anda, volvamos antes de provocarles un infarto masivo a nuestros padres. No quisiera darles motivos para clausurar nuestros balcones definitivamente —dice al recordar graciosamente cada travesura realizada siendo apenas pequeños niños cuya ansia por aventurarse al exterior era insaciable, ganándose debido a ello diversos castigos, entre los cuales figuraba mantener las respectivas puertas de cada uno bajo llave durante meses.

Kurt asiente, completamente de acuerdo e ignorando los constantes intentos del testarudo Cocker Spaniel por escapar, le levanta, aprisionándolo contra su pecho. Robert gruñe, aunque abandona cualquier modo hostil tras darse cuenta no deberá caminar—. Angelina es bonita —murmura inseguro de pronto, captando la atención del moreno —. Parecías agradarle.

—Bueno —le resta importancia encogiendo sus hombros despreocupado—. No es precisamente mi tipo —y aquella bestia salvaje que Kurt creyó tener dentro ronronea complacida, regodeándose satisfecha ante tal declaración—. ¿A ti te interesaba? ¿Por eso tanto alboroto?

Hummel considerando tal idea repugnante, arruga la nariz y apresurado niega repetidas veces. Blaine estaba mucho muy alejado de cualquier realidad cercana—. Para nada —entonces, cierta zona de su cerebro maquina una idea descabellada. Sonará estúpido en cuanto lo diga, e inclusive un poco loco, sin embargo, le interesaba saber qué opinaba el otro joven al respecto—. Oye —comienza dudoso, captando la completa atención del tenor—. ¿Tú crees estábamos destinados a conocernos?

Blaine guarda silencio, meditando la pregunta—. No lo sé —revela como si fuese un sabio cuya única misión consistía en descifrar los grandes misterios del universo—. Pero siempre he creído todos tenemos un destino. También puedo asegurarte que si no hubiésemos coincidido, tarde o temprano la vida se habría encargado de unirnos —menciona regalándole su más bella sonrisa, y, utilizando su pulgar, acaricia el dorso de la mano del castaño en breves círculos imaginarios—. Creo firmemente que aún sin saber sobre tu existencia yo todavía te estaría buscando. ¿Sabes por qué? —Kurt evita responder, manteniéndose expectante—. Porque tú me comprendes en muchos sentidos Kurt. Eres mi mejor amigo.

Entonces una cálida sensación se derrama rápidamente dentro del corazón del pálido estudiante de McKinley, llenándolo de suaves e intensas emociones indescriptibles. Y agradece la oscuridad reinante, así Blaine no puede verle el rostro sonrojado.

Ese comentario desarma cada pared emocional construida torno suyo cuyo objetivo consistía en protegerle, pero lejos de hacerlo sentir miserable, lo reconforta. Su amor por Blaine siempre estuvo allí, escondido, esperando el momento adecuado para salir y mientras lo hacía se alimentada de continuas esperanzas e ilusiones, creciendo apenas sin ser percibido, convirtiéndose en una fuerza tan poderosa que bien podría destruirlo, así como también sacarlo del infierno más profundo. Pero Kurt calla. Callará debido al miedo; miedo de arruinarlo, miedo a perder a Blaine.

Le causa pánico siquiera considerar perder al chico que ama—. Sin importar nada, siempre seremos amigos, ¿verdad?

—Verdad —agrega Anderson sin titubeos y Kurt percibe clara honestad en las orbes avellanas.

—¿Para siempre?

—Para siempre.

Tal vez, sólo tal vez, ese día no estuvo lleno de tantas primeras veces tan desastrosas. Afortunadamente, así como existieron en el pasado muchas "primeras veces" entre los dos, en un futuro no muy lejano sucederían otras tantas más. Muchas más, ya fuesen buenas o malas.





...





*Este pequeño parrafo hace referencia a una linea del manga Card Captor Sakura. He estado leyendolo de nuevo y no pude evitar integrarla.

¡Gracias por leer!
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Mensaje por Pariizy Miér Mayo 29, 2013 11:10 am

Me encanta esta historia, escribes genial.
Actualiza pronto por favor xoxo...
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Mensaje por gabiigleek Miér Mayo 29, 2013 1:55 pm

me encanto el capitulo y me encanta la historia haces que me imagine que puede llegar a pasar luego, por favor no te demores y las cosas que dice Blaine a veces parece que estuviera enamorado.
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Mensaje por linaklaine Vie Mayo 31, 2013 5:39 pm

me encanto y bueno que mal por angelina pero bueno ellos se aman lose yo lose jaja ok no pero si estan destinados a estar juntos
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Mensaje por rekanchi Vie Mayo 31, 2013 11:57 pm

awww las cosas que dice Blaine me derriten Angelina correte que no es tu lugar jajjaja espero el siguiente
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Mensaje por Invitado Vie Jun 21, 2013 3:11 am

Pariizy escribió:Me encanta esta historia, escribes genial.
Actualiza pronto por favor xoxo...




Hola Pariizy. ¡Que bueno que te gusta el fic y sobre todo mi manera de escribir! No a muchos les agrada en realidad. Espero el capítulo de hoy te guste. ¡Saludos!




gabiigleek escribió:me encanto el capitulo y me encanta la historia haces que me imagine que puede llegar a pasar luego, por favor no te demores y las cosas que dice Blaine a veces parece que estuviera enamorado.




Hola de nuevo Gabiigleek. Me causa mucha felicidad saber que te gusta tanto el fic, en realidad he estado teniendo problemas con el porque tengo que re-editarlo porque el original tenía muchas fallas, pero intento mejorarlo sólo para que puedan disfrutarlo mejor cada vez que actualizo. Bueno, respecto a la actitud de Blaine...eso lo veremos más adelante. ¡Paciencia!

¡Gracias otra vez por leer!




linaklaine escribió:me encanto y bueno que mal por angelina pero bueno ellos se aman lose yo lose jaja ok no pero si estan destinados a estar juntos





¡Gracias! Bueno, Blaine es encantador. ¿Quién no quisiera toquetearlo aunque fuese un poco? (manita arriba si estás de acuerdo xD) ¡Y por supuesto que mis bebés están destinados a estar juntos, aún cuando RM se empeñe en separarlos. ¡Klane Forever!

¡Gracias por leer!




rekanchi escribió:awww las cosas que dice Blaine me derriten Angelina correte que no es tu lugar jajjaja espero el siguiente




¡Todo Blaine es un encanto! Angelina, bueno, vio oportunidad e intentó aprobecharla. ¿Pero quién no?

¡Gracias por leer!
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Mensaje por Gabriela Cruz Vie Jun 21, 2013 3:16 am

Ojalá y pronto aparezca Klaine, espero que actualizes pronto.
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Mensaje por Invitado Vie Jun 21, 2013 3:27 am

Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, Glee definitivamente ESTARÍA en HBO.

Agradecimientos especiales: Nuevamente a todos los maravillosos mensajes, gente bonita que toma minutos de su valioso tiempo a dedicarme breves palabras de aliento. También a los que leen o siguen sin comentar, saber están ahí me alienta a seguir escribiendo.

Por último, quisiera decir, este capítulo tendrá ligeras menciones Niff. Para los que son afines a esta pareja, pues espero haberlo hecho bien y no salirme tanto del canon que se ha creado torno  a ellos dos.

¡Que lo disfruten!




...





Capítulo VII
“The Dalton Academy Warblers”









Aunque los acordes correspondientes a la canción que eligió con meticuloso cuidado días atrás concluyen, Blaine no quiere abrir sus ojos por temor a lo que podría encontrarse nada más hacerlo. El pequeño salón —donde fue citado varios días atrás cuando mostró interés en aquel peculiar club extracurricular—, permaneció calmo e inusualmente silencioso, lo cual contribuyó a alimentar cual fuego abrazador los crecientes nervios del muchacho, hasta alcanzar niveles insospechados. Porque, por primera vez en mucho, mucho tiempo, Blaine estaba asustado. Experimentaba un irracional miedo a fracasar.

Generalmente, engañaba demasiado fácil al mundo entero mostrando una falsa actitud de seguridad que casi siempre estaba demasiado lejos de sentir. La realidad era otra. Nunca tenía idea qué hacía en realidad, aunque fingiera era así, debido a ello, le aterraba pensar nada más enfrentarse a todos los presentes encontraría rostros molestos o inclusive expresiones reprobatorias, símbolos inequívocos del rechazo. Si ellos creían no era apto, entonces Blaine debería abandonar el sitio cargando sobre los hombros esa incipiente derrota, deseando jamás haber aceptado adicionar. Todo porque detestaba  perder.

Es entonces que el tenor piensa en Kurt. ¡Estaría tan decepcionado! Después de tanto practicar juntos su versión acústica de Don't Dream It's Over, seguro Hummel reaccionaría de dos maneras posibles: o se enfadaría muchísimo o sin duda alguna acabaría deprimiéndose y los dos, resignados, ahogarían sus penas con carbohidratos en forma de helado y musicales a todo volumen.

Alejando tales ideas nefastas, se aferró al poco valor que aún le quedaba y Blaine finalmente abre los ojos enfrentando así la realidad, sorprendiéndose bastante ante lo que puede ver. Ahí, sentados sobre lujosos sofás y rodeados por decoración elegante, quince chicos le observaban gratamente impresionados e incrédulos. Gracias a los florecientes nervios, Anderson sonríe cual idiota y sin saber cómo reaccionar, sólo atina a realizar una pequeña reverencia torpe, esperando cualquier otra reacción. Fuese buena o mala.

Tras varios angustiantes segundos en continuo suspenso, alguien parece salir del shock inicial, por lo cual,  evidentemente entusiasmado regala fuertes aplausos rompiendo así el extraño ambiente reinante. Blaine, agradecido hasta la medula, dirige un asentimiento leve al muchacho rubio cuyo peinado le cubría parte de la frente. Entonces, todos los demás siguen su ejemplo, llenando cada rincón con el fuerte sonido de diversas palmas chocando entre si y, bueno, podría sonar ridículo pero, Blaine experimenta tanta dicha que cree podría darle un infarto. Parece haber causado la impresión adecuada. Una pequeña luz de esperanza lo inunda, llenándolo por entero, recorriéndole cada parte del cuerpo cálidamente.

Más allá, los tres miembros del consejo tomaban notas, susurrando palabras inentendibles aunque, según intuye, parecen aprobatorias.  Blaine ruega a cualquier Dios existente le permitan unirse porque realmente quiere hacer esto. Demasiado. Quiere formar parte del grupo del cual todos hablaban maravillas; él anhelaba convertirse en un Warbler.

—Excelente demostración, señor Anderson —elogia cordial uno de los miembros del consejo cuyo fuerte aspecto asiático logra intimidar al moreno, pese a su tono educado y muy correcto al momento de hablar—. Eso sería todo por ahora —Blaine asiente quizá demasiado enérgico—. Le haremos saber nuestra respuesta en cuanto deliberemos, por favor, éste al pendiente durante la semana si es tan amable.

Blaine abrió su boca dispuesto a agradecer, cuando ese mismo chico rubio de minutos antes se puso en pie luciendo notoriamente indignado, ganándose así ciertas miradas resignadas—. ¡Oh, por favor! —exclamó, e importándole poco parecer grosero apuntó directo al tenor que retrocedió dos pasos, amedrentado—. Él ha sido lo mejor que hemos escuchado hoy día. ¿Por qué simplemente no dicen “sí” y asunto arreglado? —otro muchacho moreno tomó la mano del valiente Warbler, incitándole a sentarse otra vez, sin embargo, parecía tan determinado que lo ignoró de manera descarada.

—Jeffery —interrumpió otro integrante; un chico afroamericano cuya ancha sonrisa derrochaba confianza total—. Debo recordarte, nuevamente —leves risas fueron emitidas debido al comentario—, somos nosotros tres quienes tomamos las dediciones aquí. Cuando alcances el nivel académico correspondiente y te hayas ganado el derecho, se te dará la oportunidad de ocupar con orgullo cualquiera de estos sitios, sólo hasta entonces podrás proceder como mejor creas conveniente —concluyó, cerrando su libreta. Un evidente sonrojo inundó las mejillas del rubio que no tuvo ningún otro remedio más que sentarse—. Mientras tanto, Anderson deberá esperar.

Blaine movió su cabeza afirmativamente. ¿No tenía alternativa, o sí?

—Muy bien Warblers, eso será todo por ahora —comenta el asiático, estrellando un pequeño mazo contra la meza finalizando así la sesión. Todos comenzaron a reunir sus respectivas pertenencias, disponiéndose a marcharse. Blaine, aún algo desconcertado, se cruzó su bolso escolar café al pecho. Sonriendo, algunos Warblers se acercaron para felicitarle, diciéndole había realizado una presentación espectacular, entre ellos ese tal Jeffery, acompañado de otro joven de cabellos oscuros.

—Hola —saludó, tendiéndole la mano—. Mi nombre es Jeff Sterling —se presentó, regalándole una enorme sonrisa de casi mil vatios—. Él es Nick Duval, mi novio —agregó y Nick también imitó el gesto anterior. Blaine, sorprendido, los miró a ambos como si repentinamente tuviese enfrente un extraterrestre morado con manchas naranjas. Duval frunció el entrecejo suspicaz ante semejante actitud e inmediatamente, sujetó la cintura del rubio en un acto protector evidente.  

—¿Algún problema?  —quiso saber receloso.

—No —negó dándose cuenta del error—. Yo…es la primera vez que conozco una pareja gay de mi misma edad —declaró—. Mis padres son gay también, así que, no soy homofóbico ni nada.

—Eso es bueno —entonces, Jeff le miró con tanta intensidad que logró hacerle sentir incómodo—. ¿Cuál es tú nombre? Allá adentro sólo dijeron tu apellido.

—Cierto —rió ante su total falta de buenos modales—. Blaine, Blaine Anderson.

—Mucho gusto en conocerte Blaine, y permíteme ser el primero en darte la bienvenida a los Warblers.

—Pero aún no sé si me aceptarán —comenta dudoso, señalando hacia donde antes estuvieron los tres miembros del consejo—. Ellos lo dijeron hace un momento, debo esperar.

—¡Tonterías! —exclamó, restándole importancia—. Tu voz es fenomenal.

—Por lo general Wes, David y Thad deben mostrarse estrictos por el bien conjunto del grupo, en cierta manera ellos nos tienen bajo su responsabilidad  —explicó Nick sabiamente, ganándose una mirada cariñosa por parte de su novio—. Pero son buenas personas.

Jeff puso los ojos en blanco—. Sobre todo cuando Wes no tiene al alcance ese espantoso mazo que lleva a todas partes —bromeó haciéndoles reír—. ¿Eres de primer año, Blaine? —este asintió—. ¿Por qué hasta recién decidiste adicionar?

—No iba a hacerlo —explicó él, repentinamente apenado tras reconocerse esa total falta de confianza en si mismo era lo que solía frenarle constantes veces. Ahora, luego de pensarlo mejor, le parecía irónicamente ridículo haber pasado tanto miedo. Kurt tuvo razón siempre; nada malo sucedería con sólo intentar—, pero alguien muy importante para mi insistió muchísimo —explicó sonriéndoles, recordando cada interminable conversación referente al tema donde Hummel siempre salía ganando.  

—Siendo así, deberías agradecerle de parte nuestra a esa personita tan especial —recomendó Jeff, pegándole tres manotazos quizá demasiado entusiastas en la espalda del menor Anderson, dejándole sin respiración durante breves instantes—. Sólo Dios sabe cuánta falta nos hacen voces decentes —finalizó dramático, mientras elevaba ambos brazos al cielo, casi buscando apoyo divino.

Blaine asiente divertido, tomando plena nota mental respecto a hacerlo nada más se encontrara nuevamente con el muchacho de ojos azules, lo cual sería precisamente aquella misma tarde. Incluso, cree sería buena idea retribuirle tanto esfuerzo invertido al invitarle a una larga maratón de películas francesas antiguas. Él sabía cuánto adoraba Kurt tales filmes y sólo imaginar la carita feliz de su mejor amigo era suficiente para hacerlo sonreír complacido. Sí, seguro estaría más que encantado ante tan genial idea.

Así pues, los ahora tres nuevos amigos se encaminaron apresurados hacia el comedor principal, donde si tenían suerte disfrutarían un almuerzo tardío, ignorando por completo los desagradables acontecimientos que ocurrían en otro sitio muy distinto a Dalton, lugar donde las reglas y normas eran interpretadas de formas demasiado diferentes.

En el amplio estacionamiento perteneciente a la preparatoria pública William Mckinley, zona alejada, silenciosa y perfectamente adecuada para quienes buscaban propinar efectivo escarmiento a ciertos inadaptados que poco o nada entendían cuál era su respectivo sitio dentro del arraigado estatus social ya antiguamente establecido, seis corpulentos chicos, todos ellos altos, fuertes e indudablemente ataviados con chaquetas deportivas, acorralaban sin misericordia a cierto castaño cuyo impecable sentido de la moda parecía provocarles una imperdonable ofensa personal.

Pero a Kurt no le importaba. Pese a formar parte del vasto cuerpo estudiantil desde apenas pocas semanas, aprendió a conocer las crueles rutinas que sus hostigadores solían hacerle pasar cada maldito día de clases y, aún cuando pudo haber intentado luchar contra esos dos estúpidos neandertales que, nada más divisarle entre los concurridos pasillos, creyeron sería sumamente interesante arrastrarlo (literalmente) fuera del edificio principal sin consideración posible, no lo hizo. Les permitió llevarle allá donde quiera que tenían planeado porque, estaba al tanto significaría perder valiosas energías en el proceso. Ellos siempre ganaban. Ellos siempre solían salirse la suya, terminando intactos.

Ahora, parado allí, rodeado e indefenso, Hummel sólo espera lo inevitable. Su visita a un apestoso basurero estaba más que asegurada—. Esperen —suelta repentinamente, retrasándolos apenas breves instantes. Dirigiéndoles miradas altivas a cada uno, arrojó su mochila directo al suelo  importándole muy poco arruinar cualquier cosa del interior—. Algún día, todos ustedes trabajaran para mí —espetó alzando la barbilla orgulloso, altanero, demostrándoles pese a las constantes burlas él era mucho más que cualquiera de los presentes.

Sin tomar en cuenta tales palabras, le sujetaron sin demasiado esfuerzo.

—¡Ustedes, puñado de idiotas! —varias cabezas, incluidas la del pequeño Hummel, giraron directo hacia donde provenía esa fuerte voz autoritaria femenina que osó insultarles. Gran asombro se llevó Kurt al encontrarse con nada más y nada menos que Santana López, una de las animadoras más populares y deseadas hasta el momento, siendo apenas superada por Quinn Fabray y Brittany S.Pears. Confundido ante tan repentina intervención, notó ella parecía irritada ante lo que presenciaba—. Vi a Beastie dirigirse hacia acá —informó señalando donde sabían la entrenadora frecuentemente aparcaba su automóvil—. Si yo fuera ustedes, dejaría a labios de chica por ahora.

Inconformes ante la posible intervención adulta, los atletas le dejaron caer contra el duro pavimento y Kurt gimió quedamente al golpearse bruscamente un codo—. Esto no se quedará así, Hummel— advirtió Pukerman, amenazante. Perfecto, simplemente perfecto, el siempre cumplía sus amenazas.

—La verdad —dijo Kurt, levantándose cuan alto era, sacudiéndose las ropas dignamente—, no sé si deba agradecerte o insultarte por lo que acabas de hacer.

—¿Qué te hace pensar lo he hecho para ayudarte, pequeño poni? —espetó la muchacha cuya marcada apariencia  latina inspiraba mucho temor,tras cruzarse ambos brazos contra su voluptuoso pecho, procediendo así a marcharse sin dirigirle otra palabra. Kurt suspiró. Santana resultaba ser un verdadero misterio; sobre todo ahora que por voluntad propia decidió integrarse al club Glee, arriesgando así esa conocida reputación que le precedía. Poco después, Quinn y Brittany siguieron el mismo ejemplo.

Y aunque Mr. Shuester pretendiera otra cosa, cada quien intuía debía existir algún motivo sumamente poderoso para que la “malvada trinidad”” pasase a formar parte de las reducidas filas del club menos apreciado en todo McKinley. Sue Silvester seguro era responsable. Esa loca enemiga pública número uno de cualquier programa educativo relacionado con artes, sería capaz de cualquier cosa si lograba mantener seguros e intactos económicamente hablando a sus preciosos Cherioos.

Igual daba. Hummel tenía ya tenía suficientes problemas por los cuales preocuparse. Shuester debía encargarse porque era el único que poseía autoridad hacerlo.

Dirigiéndose a clases procurando bajo cualquier circunstancia evitar cruzarse con cualquier deportista, se reunió con Mercedes Jones, una chica increíble y su primera amiga dentro de “preparatoria infierno”, mejor conocida como McKinley. Los dos congeniaron al instante, podían charlar desde ropa hasta diseñadores durante largas horas y el muchacho de ojos azules irremediablemente comenzaba a tomarle muchísimo cariño. Sobre todo porque también compartía cierta aversión natural hacia Rachel Berry, la supuesta líder autoproclamada del club.  

Las horas transcurrieron lánguidas y para cuando llegó el momento de acudir al ensayo, Mr. Shuester les esperaba acompañado por una mujer rubia bastante “particular”. Según relató el emocionado profesor, los dos fueron antiguos compañeros escolares y también miembros indiscutibles de Glee. La bomba estalló cuando se les informó April Rodes estaría uniéndoseles durante algunos días; cabía resaltar nadie estuvo contento ante semejante idea descabellada. Pronto, diversas discusiones tomaron forma cual amenazadora tormenta, provocando serios disgustos, inconformidades y diversas discusiones. Insatisfechos argumentos volaban de un lado a otro dentro del aula, calentando los ánimos a niveles peligrosos.

Al final, sin decidir nada concretamente, Kurt estaba muy feliz cuando escuchó sonar la campana entre tantas voces emitiendo juicios al mismo tiempo. Ignorándoles, pensó por fin podría marcharse a casa.

De camino hacia su Navigator, Kurt, acompañado de Mercedes charlaron sobre hacerse espacio suficiente durante algún día entre semana, y así, dedicarlo enteramente a visitar el centro comercial. Necesitaban distraerse, buena falta les hacía a fin de cuentas porque tanto drama vívido en Glee agotaba. Despidiéndose, Hummel caminó tranquilo con la guardia demasiado baja. Craso error. Tarde notó como Pukerman y Ázimo le seguían. Cayendo en pánico total, su primer instinto fue echarse a correr, y eso hizo; moviéndose rápido, avanzó entre los pasillos tan pronto le fue posible y por obra divina, logró sacarles cierta ventaja.  ¡Podría escapar!

Sin embargo, cualquier vestigio de alegría murió cuando al pisar el estacionamiento vacío, distinguió a lo lejos una conocida figura ataviada con un característico blazer azul y rojo. ¡Blaine había ido a buscarle! Aterrorizado, apresuró sus torpes pies llamando la atención del muchacho cuyos ojos pardos se posaron sobre él, nada más tenerlo enfrente—. Hola —saludó sonriente, demostrándole cuan feliz le hacía verle, sin embargo, Kurt nisiquiera respondió. Siguió de frente hasta casi estrellarse contra el otro cuerpo aparatosamente—. Hey, tranquilo Blue. ¿Dónde está el fuego? —preguntó bromista, estabilizándolo.

—Súbete al coche —casi ordenó con voz estrangulada, desactivando la alarma. Una vez con los seguros deshabilitados, se metió al auto creyendo en cualquier segundo les darían alcance Pukerman y compañía.

—Claro pero…

—¡Ahora! —el  tono del muchacho castaño fue expedido con austera autoridad que no admitía replica alguna posible. Atónito, Blaine decidió sería mejor obedecer y solicitar explicaciones más tarde. Una vez dentro de la seguridad que brindaba el automóvil, Kurt sin previo aviso arrancó el motor procediendo segundos después a salir del sitio donde se encontraban, envueltos entre diversos sonidos molestos producidos por los neumáticos al friccionarse intencionadamente contra la sobrecalentada calzada. Los siguientes diez minutos compartidos entre ambos amigos resultó ser incómodo, ninguno parecía reunir suficiente valor para iniciar cualquier tipo de conversación. Y la verdad, Hummel agradecía en secreto tan inusual renuencia, todo porque no tenía idea si lograría mostrarse sereno ante las posibles inquietudes que quizá Blaine ya estaría  considerando plantearle.  

Deteniéndose frente a un semáforo cuya brillante luz roja así lo requería  casi cuatro cuadras lejos de McKinley, Kurt dejó escapar el aire que hasta apenas ese instante notó había estado reteniendo. Ahora, más sosegado luego del tremendo susto, comprendió actuó como un autentico desquiciado. Resultó demasiado evidente, a decir verdad; es entonces cuando comienza a pensar febrilmente cualquier explicación o motivo creíble para justificar su conducta. Blaine era inteligente, difícilmente podría engañarle considerando todos esos años conviviendo juntos. Él no podía enterarse sobre cuán miserables solían ser los días que asistía a la escuela—. ¿Puedo saber qué sucede contigo? —preguntó Blaine debatiéndose entre la preocupación y miedo que le provocó el agitado escape.

—Nada —Kurt respondió apretando demasiado fuerte el volante entre sus empalidecidos dedos. Aunque eso no es todo. Blaine puede notar con extrema facilidad cuan inseguras suenan las palabras porque conoce cada matiz en aquella voz ajena casi tanto o más que la suya propia—. Todo está bien.

Pero el muchacho de Dalton sabe nada parece estar bien con Kurt. Evaluando detenidamente a su acompañante,  Blaine percibió casi al instante Hummel temblaba cual frágil hoja expuesta al gélido viento que, amenazador, pretendía hacerla caer en cualquier instante, alejándola del seguro árbol donde nació. También vio destilaba tanto nerviosismo puro por cada poro disponible de su piel blanca que, bien podría compararlo con un pequeño animal asustado. Blaine intuía algo muy malo debería estarle sucediendo a Kurt para reducirle su confianza a tal grado casi inexistente. Y él no quería decirle nada.

Además, nisiquiera cuando tenían discusiones debido a malos entendidos, el castaño nunca le había gritado de semejante horrible manera antes. Siempre fue un chico dulce, tranquilo, amable y considerado. Entristecido, Anderson percibió como fuertes presiones asfixiantes le atacaban directo al corazón al tiempo que una descomunal importancia le invadía al saberse incapaz de brindarle cualquier ayuda o consejo posible, puesto que ignoraba cuál era problema.

Blaine podía indagar, existía suficiente confianza entre los dos, sin embargo, las cosas así no funcionaban precisamente con Kurt; si advertía cualquier tipo de presión acabaría retrocediendo, cerrándose en consecuencia cada vez más y más. No. La opción más acertada consistía en brindarle cierto tiempo, permitirle así calmarse, aclarar cada idea confusa y Kurt lentamente reaccionaría de manera  positiva ante futuras intervenciones suyas.

Debía ser paciente—. Cambia lugares conmigo —pidió, lo cual sonó ridículamente descabellado a oídos del contratenor cuya mente parecía haber viajado miles de Kilómetros muy lejos de allí, tomándole desprevenido.

—¿Qué cosa? —soltó estúpidamente, tras regresar a la realidad.

—Yo conduciré —dijo utilizando un tono tan tranquilo y cariñoso que Kurt sintió unos terribles deseos de ponerse a llorar. Demasiadas emociones contradictoras le aquejaban, resultado de diversas emociones contradictorias alimentadas durante semanas completas  por un acoso que parecía no tener fin. Terminó aceptando. En respuesta, recibieron al menos dos descontentos bocinazos del conductor enfadado ubicado justo tras ellos, quien, impaciente, esperaba continuasen avanzando una vez la luz cambió a verde otra vez.

—¿A dónde vamos? —quiso saber confundido al darse cuenta no se dirigían exactamente a sus respectivos hogares.

—Te llevaré a Breadstix —informó siguiendo esa conocida ruta que permitiría llegasen al respectivo sitio antes mencionado—. Necesitamos comer algo; especialmente tú. Parece como si se te hubiese bajado el azúcar repentinamente—avergonzado, Kurt se removió repetidas ocasiones sobre su asiento.

Realmente, apreciaba muchísimo los esfuerzos de Blaine por alegrarle, sin embargo, le era imposible calmarse del todo aunque lo intentara. Anderson, percatándose, procedió a extender el brazo sobre la palanca de cambios e intentó tomarle la mano. Sólo quería brindarle cierta confianza. Aún así, el joven cuyos claros ojos azules reflejaban tristeza evidente, rehuyó todo contacto físico posible.

“Paciencia” se dijo, aún pese a que tal gesto le afectó hondamente. Desde que lo conocía, Kurt jamás  hizo algo así.

—Estaré bien —susurró sin mirarle.

—Lo sé —aceptó él, consiente sobre cuán fuerte podía ser al enfrentar situaciones difíciles—. Aún así iremos: hoy es lunes de pasta especial —sonrió entusiasmado—. Enviaré mensajes a nuestros respectivos padres nada más estemos ahí.

Pasar la tarde en Breadstix resultó ser mucho más agradable de lo que Kurt creyó al inicio. Los dos ocuparon un sitio alejado permitiéndoles gozar cierta privacidad, así pues, entre charlas sobre cualquier tontería sin importancia, bromas conjuntas y abundante comida, casi olvidaron existían otras personas presentes  aparte de ellos dos. Kurt sabía aquello era posible gracias a Blaine; tenerle cerca era como bálsamo curativo que le brindaba una paz inaudita, aún cuando al día siguiente debería regresar y soportar la misma mierda. Esa noche necesitaría pensar detenidamente el modo de afrontar cualquier “escarmiento” que esos “neandertales” le tuviesen preparado.

Para cuando se dispusieron a regresar, las farolas del alumbrado público ya comenzaban a encenderse advirtiendo pronto la noche caería. Blaine, todavía al volante, aparcó  frente a su propia casa por mera costumbre y, sin prisa alguna, apagó el motor  cediéndole las llaves a Kurt—. Gracias —dijo mirándole entre la penumbra reinante. En respuesta, Hummel prefirió desviar los ojos hacia otro lado menos atrayente.

De pronto le abordó una inusitada timidez.

A la media luz, Anderson lucia pecaminosamente encantador. Todo en Blaine atraía a Kurt cual potente imán: desde el corto cabello oscuro estilizado, hasta ese condenado uniforme elegante cuya corbata y camisa desalineada le brindaba cierto aspecto despreocupado. Ante tan fascinante visión, el corazón comenzó a palpitarle desbocado, golpeándole fuerte las costillas, dejándolo sin respiración. Con la cara ardiendo, Kurt se preguntó por qué Blaine tenía que ser tan atractivo. Pero, lo suyo iba más allá de cualquier atracción física cualquiera, también amaba la increíble calidad humana con la cual gozaba su amigo.

Infortunadamente, sólo soñando aspiraría a disfrutar cada cualidad del moreno de la manera en que él  en realidad quería.

—Gracias a ti —susurró—. A veces suelo ser una completa molestia, ya lo sabes —Blaine frunció el entrecejo ante tal comentario—. ¿Tus padres se encuentran en casa? —pregunta cambiándole la conversación, y suena tonto porque pueden ver perfecto luces encendidas provenientes del domicilio Anderson.

—Lo están, pero —dijo alargando las vocales—, si tú quisieras podría seguir haciéndote compañía.

—Claro, incluso …—quedándose a medias, Hummel entrecerró los ojos creyendo detectar ciertos detalles extraños en su propia casa, ubicada varios metros más allá. Emitiendo un gritito indignado, abandonó el vehículo emitiendo diversas maldiciones, puesto que tuvo serias dificultades cuando intentó abrir la puerta.

Extrañado, Blaine preguntó qué sucedía sin comprender tan repentina reacción, no obstante, sólo necesitó ver correr a Kurt justo frente al Navigator para darse cuenta nada bueno debía ser. Luchando contra su cinturón de seguridad, falló miserablemente dos ocasiones antes de liberarse e intentar ir tras el contratenor; le costó poco darle alcance porque Kurt se detuvo justo frente a su propia residencia,  en completo estado aprensivo.

Y Blaine compartió la misma sensación.

El domicilio perteneciente a los Hummel había sido banalizado.

El verde césped siempre tan bien cuidado tenía inconfundibles marcas de ruedas continuas, creando serpenteantes líneas café bastante notorias; era como si alguien hubiese creído sería divertido utilizar aquel pequeño espacio cual pista de carreras para una o quizá dos motocicletas.

La senda pavimentada que conducía a la puerta principal, antes poseía farolillos eléctricos decorativos que debido al desastre yacían rotos o  torcidos, cuyos fragmentos yacían esparcidos en todas direcciones haciendo resplandecer suavemente bajo los escasos parches de luz artificial proveniente de casas vecinas, los cristales rotos con los cuales antes contaban.

Desgraciadamente, eso no era todo: gran parte del porche fue arruinado con pintura purpura en aerosol, con la cual trazaron garabatos informes formando palabras que ninguno de los dos jóvenes presentes pudieron entender. Por otra parte, incontables tiras de papel higiénico adornaban cada espacio alto disponible, brindándole al sitio cierto aspecto chocante.

Kurt, incapaz de soportarlo más, cayó sobre sus rodillas derrotado al darse cuenta nisiquiera las azaleas que su madre cultivó con tanto amor y empeño pudieron salvarse. Rechinando los dientes, tragó un descomunal nudo formado por furia, dolor e indignación pero sólo consiguió mantenerlo atorado contra la garganta, imposibilitándole respirar. Entonces, con la vista borrosa cerró ambas manos en sendos puños apretados, arrastrando consigo tierra seca y hierva; ¡él sabía quiénes habían sido los responsables de cometer seméjate barbaridad!

Recuperándose al fin de semejante impresión inicial, el moreno, regresó apresurado sobre sus propios pasos dispuesto a avisar a sus padres; los señores Anderson se exaltaron al ver a Blaine irrumpir tan repentinamente la quietud del salón-comedor donde disfrutaban bebidas refrescantes para mitigar el excesivo calor tan propio del mes. Sobraba decir tardaron en comprender cada apresurada oración que el menor profería a alta velocidad, sin embargo, angustiantes instantes después, los convenció de acompañarlo y mostrarles así tan terrible desastre.

Ambos adultos, anonadados ante la escena procedieron a levantar un reporte a las autoridades desde el teléfono móvil que Carl siempre solía llevar consigo—. ¿Hijo, dónde está Kurt? —preguntó Ben preocupado por la seguridad del otro niño. Temía aún anduviesen cerca los responsables y pudieran lastimarlo.

—Hace sólo un minuto estaba aquí —respondió angustiado, avanzando escasamente hasta visualizarlo hincado entre desiguales montículos de verdes plantas caídas, cuyas flores blancas adornaban gran parte del terreno circundante. Kurt, casi siempre tan quisquilloso respecto a su aspecto personal, parecía no preocuparle demasiado ensuciarse conforme arrancaba unas cuantas azaleas aún en pie. Padre e hijo, alarmados, avanzaron hasta él dispuestos a detenerle.

—Ya basta —Ben exigió nada más apreciar largos hilos rojizos recorrían la pálida piel— ¡Suficiente, te estás haciendo daño!

Aferrándole del brazo, quiso detenerle pero Kurt se soltó bruscamente—. ¡No! —enfurecido, continuó con lo suyo descolocando a los dos presentes—. Todo cuanto amo siempre acaba escapándose de mis manos —dijo, removiendo más ramas y hojas—. ¡Si esto también se irá, entonces deberá hacerlo bien!

Ben retrocedió incapaz de hacer nada más. Buscando ayuda silenciosa en Blaine, este también cayó al suelo, al lado del inestable muchacho de cabellos cobrizos—. Blue, por favor —no sabía cómo consiguió hablar debido al tremendo nudo que tenía atorado en la garganta. Ver así a Kurt, tan abrumadoramente alterado y roto le desgarraba el alma—. Te lo suplico, detente —murmuró tragándose a duras penas los sollozos. Hummel, resistiéndose, se apartó porque le era insoportable tenerlo tan cerca y al mismo tiempo endemoniadamente lejos. Lo dañaba. Demasiado—. Cariño, mírame —Blaine sujetó gentil esos hombros temblorosos sin hacerle daño, instándole a parar—: todo saldrá bien —aseguró envolviendo las lastimadas manos ajenas entre las suyas, transmitiéndole seguridad—. Prometo todo estará bien.  

Casi como si despertara de una espantosa pesadilla, Kurt regresó al mundo real y automáticamente, agotado, perdió balance hasta desplomarse  contra su propio trasero. Exhalando arrítmicas respiraciones pesadas, parece perdido, confundido y tan lastimado que despierta el poderoso instinto protector del joven Anderson, quien sólo atinó a estrecharle ofreciendo seguridad, negándose a soltarlo pese a los constantes, aunque débiles empujes que Kurt propinaba contra su pecho.

Tomó pocos minutos para que Carl se les uniera también—. He reportado esto a la policía —informó mirando acongojado a los adolescentes—. Burt también viene en camino — prestando atención al hecho de que Kurt sangraba, continuó—. Vamos, será mejor revisarle esos feos cortes o podrían infectarse si no les desinfectamos cuanto antes —Blaine estuvo de acuerdo y obedeció sin pensárselo demasiado.

Durante todo el tedioso proceso de curación, Kurt mantuvo su boca cerrada y los ojos en el suelo negándose a contestar cualquier pregunta, inclusive las realizadas por Blaine. Sobre todo esas. Burt arribó casi diez minutos más tarde; aún cuando los uniformados enviados a investigar los hechos, dijeron no podían hacer demasiado porque no podían inculpar a nadie, pero prometieron un auto patrulla vigilaría la zona e informaría sobre cualquier posible anormalidad. El patriarca Hummel, resignado, aceptó inconforme; nada podía hacer al respecto de todas maneras.

Profesando infinita gratitud hacia los Anderson, Burt intercambió breves palabras con ellos antes de que procedieran a marcharse también, pese a que Blaine mostró implacable reticencia a irse sin antes haber hablado primero con Kurt. Ben, conociendo cuan impetuoso podía ser el carácter del moreno cuando así se lo proponía, necesitó argumentar bastantes motivos muy sólidos para hacerle desistir; Kurt necesitaba en esos momentos estar solo.

Blaine no tuvo ninguna otra alternativa más que ceder, sin embargo, en cuanto estuvieron en su propia casa, rechazó toda sugerencia sobre cualquier cosa y prácticamente corrió escaleras arriba ansioso por encerrarse en el dormitorio que había ocupado durante tantos años.  

Una vez allí, encendió las luces y procedió a abrir las delgadas puertas que permitían salida al palco; descorazonado comprobó Kurt no mostraba ninguna señal de vida al otro lado, y apostaba, evitaría hacerlo durante posiblemente varios días más. Maldiciendo entre dientes, arrojó el blazer contra la cama sin delicadeza, como si este fuese culpable directo de todo cuanto sucedió. Dirigiendo ansiosas miradas al otro lado, pensó seriamente el escabullirse utilizando las ramas del frondoso roble que lo vio hacer lo mismo infinidad de veces en el pasado, no obstante, desecho tal idea.

Nisiquiera sabía si Kurt, previéndolo, creyó conveniente asegurar la entrada impidiéndole tener acceso a su alcoba.  

¡¿Qué más podía hacer, entonces?!

Perdería la cordura seguro,  pero decidió esperar. Manteniendo constante vigilancia en el otro balcón, una hora transcurrió convirtiéndose en dos, y pronto dos pasaron a ser tres y, sin percatarse apenas, pronto comenzó a cabecear, rindiéndose ante tanto agotamiento acumulado gracias a los acontecimientos suscitados esa misma tarde. Para media noche, Blaine ya no pudo soportarlo más. Decepcionado e inclusive triste, tomó un cambió de ropa limpia y luego de ducharse, se fue a dormir cayendo en sueños intranquilos que le impidieron descansar completamente.

Despertó constantes ocasiones, todas ellas durante breves lapsos pero, cuando lo hizo por cuarta vez creyó escuchar breves golpeteos amortiguados.

Adormecido, abrió los ojos apenas lo suficiente para pretender determinar de dónde provenía el sonido. Su nublado cerebro reaccionó al instante. Apartando las mantas, avanzó a trompicones hacia el balcón e inmediatamente abrió, encontrándose con Kurt, ataviado con un pijama que debía ser necesariamente al menos dos tallas más grandes.

Se vía tan derrotado. Tan frágil —. Sé no debería estar aquí considerando cuan tarde es —Blaine giró escasos centímetros comprobando en el reloj de su buró eran las tres de la madrugada—, pero yo…

—Pasa —instó dándole espacio suficiente, permitiéndole avanzar. Kurt ingresó al dormitorio  donde tantas veces antes compartió momentos maravillosos con el moreno, sintiéndolo raramente ajeno, irreconocible. Quedándose quieto, no supo qué hacer—. Ven aquí —entrelazando sus manos que encajaron perfecto cual pieza de rompecabezas, Blaine lo guió hacia la cama. Recostándose uno frente al otro, cubiertos por las mismas sábanas y utilizando una sola almohada, ambos chicos intercambiaron profundas miradas de absoluto entendimiento.

—Perdóname —el susurro del castaño sonó amortiguado, débil, quebrado debido al llanto que al fin se permitió liberar. Blaine negó, sonriendo conciliador y cariñosamente comprensivo, enjugando con sus dedos las rebeldes lágrimas cuyo recorrido terminaba entre la esponjosa tela bajo ellos.

—No hay nada por lo cual deba perdonarte, Blue —dice, acercándose más, hasta chocar rodilla con rodilla.

—Es que tú no entiendes —Kurt sollozó. Sí, había dolido muchísimo que le arrebataran un montón de intolerantes el último recuerdo existente de que su madre estuvo viva alguna vez. Pero eso sólo representaba la punta de un gigantesco iceberg. Kurt estaba perdiendo lo más importante en su vida: primero Elizabeth, consumida por esa terrible enfermedad que le llevó directo al cementerio, también Finn, cuyo frío desinterés lo hizo marcharse lejos, luego su dignidad ante los miserables buscapleitos que disfrutaban acosándole, y, finalmente, él mismo ponía en peligro la bella amistad que tenía con Blaine. Y Kurt no soportaría perderlo. No podría—. Blaine…

El moreno extendió sus brazos en plena invitación y Hummel acortó cualquier distancia, aferrándose a la ligera playera que su amigo vestía. Acariciando los suaves cabellos castaños, creó un breve camino hasta la espalda, trazando círculos imaginarios con los dedos, notando la calidez del cuerpo más delgado—. Shhh —susurró apenas audiblemente—. Estoy aquí, Blue, shhhh —lo meció cual niño pequeño—. Yo siempre estaré aquí… siempre.

Kurt sabe será así, al menos hasta que se enterase de los sentimientos tan intensos que profesaba por él.
Horas más tarde, Blaine despertó una quinta ocasión cuando los cálidos y brillantes rayos del sol matutino le acariciaron la piel.

Removiéndose aún bajo efectos que le provocó disfrutar durante las últimas horas un descanso prolongado y completo, comenzó a tantear sobre el colchón, pretendiendo localizar el otro cuerpo que aún debería estar compartiendo aquella cama con él, sin embargo, comprobó estaba solo. Adormilado,  se incorporó e infantilmente, removió sus desordenados risos preguntándose dónde podría haberse metido Kurt.
El primer impulso que tuvo fue verificar su balcón.

Al hacerlo, pudo darse cuenta Kurt mantenía abierto el suyo, permitiéndole a Anderson tener vista completa del otro lado. No necesitó esperar demasiado cuando Hummel apareció, ya cambiado y arreglado para comenzar una nueva jornada escolar. Y Blaine reconocía Kurt lucia despampanantemente impecable; llevaba puestos unos ajustados pantalones blancos, estos parecían casi pintados sobre la piel porque realzaban los lugares correctos. Mirara donde mirara, notaba cada perfecta curva sin excepción.

También eligió una camisa gris plata que contrastaba perfecto con los preciosos ojos azules que Kurt poseía. Aún se le notaba había estado llorando, sin embargo, todos esos productos cosméticos hicieron buen trabajo ocultando el enrojecimiento y ojeras—. Oh, buenos días —le saludó, obsequiándole una genuina sonrisa cariñosa.

—Buen día —Blaine colocó una mano sobre su frente a modo de pantalla. ¿Era su imaginación o la luminosidad reinante casi hacia resplandecer al castaño? Todo parecía tan brillante—.Te has levantado temprano —comentó, apoyándose contra la baranda de seguridad, inclinándose ínfimos centímetros.

—No podía seguir durmiendo —colocándose un estiloso chaleco blanco que hacia juego con los pantalones, complementó así el conjunto. El joven de ojos pardos, le recorrió con interés desde la cabeza hasta los pies—. ¿Blaine?

—¿Qué? —seguro debió sonar como verdadero idiota, pero en realidad no escuchó del todo al otro muchacho—.Perdona —se disculpó arrepentido—.  ¿Dijiste algo?  

Emitiendo una risita divertida, Kurt asintió—. Sí —entonces, pareció cohibirse al adoptar casi la misma posición del moreno, aunque del lado contrario debido a que cada balcón estaba justo uno frente a otro—. Quería agradecerte por lo de anoche…yo…—dudó, mirando hacia abajo, donde aún se apreciaban ciertos estragos—. Me comporté como un verdadero lunático, seguro tus padres pensarán necesito ayuda psicológica o algo…

—Yo no creo eso —aseguró, sonriéndole—. Ellos, al igual que yo se preocuparon mucho por ti Blue —dijo conciliador—. Sabes nosotros siempre estaremos para ti cuando lo necesites —asegura con autentica sinceridad—. Por cierto —cambiándole el tema, desvió la conversación hacia otra dirección más agradable—, debido a lo de ayer perdí toda oportunidad de comentarte —Kurt le dirigió una mirada expectante—. Adicioné para los Warblers.

El rostro de Hummel pareció iluminarse ante tan buena noticia—. ¡Eso es estupendo, Blaine! —exclamó emocionado—. ¿Y? ¿Te han dado respuesta?

—Dijeron debería esperar —encogió sus hombros, despreocupado—. Siendo sincero, creo no existen demasiadas posibilidades de que me acepten.  

—Eso no lo sabrás hasta que ellos te lo digan —dice, completamente seguro que su mejor amigo estaba subestimándose, otra vez. En ese instante, un leve pitido proveniente del celular de Kurt, quien consultó la hora—. Debo irme, el desayuno no se preparará solo —intentó bromear sin demasiados resultados—. Nos veremos más tarde, te recomendaría fueses a ducharte —dándose la vuelta, caminó al interior del dormitorio—. ¡Y por amor a Dios, controla esos risos Anderson!

Aprovechando no podía verle, Blaine le sacó la lengua infantilmente, aunque igual obedeció. Luego de asearse y comer (sólo cereal y jugo, pese a las protestas emitidas por Ben), pidió prestado el automóvil para dirigirse a Dalton. Una vez allí, cada clase transcurrió aparentemente normal, sin posibles anormalidades hasta que, justo antes del almuerzo, cuando Blaine estaba por comprarse café y acompañarlos con deliciosos panecillos de arándano, Jeff lo interceptó impidiéndole hacerlo.

Se veía tan emocionado como un niño de cinco años justo en el día de navidad. El Warbler prácticamente arrastró a Anderson al salón de ensayos, hablando tan rápido que Blaine tuvo serias dificultades para comprenderle.

Sorpresa inaudita se instaló en su rostro cuando, casi sin darse cuenta, estaba frente a los tres miembros del consejo Warbler—. Hola de nuevo, Blaine —comenzó David, amedrentando un poco al moreno—. Mis compañeros y yo aquí presentes —abrió los brazos, enfatizando las palabras—, hemos discutido suficiente sobre tu audición. Normalmente solemos pensar con mayor detenimiento a quienes aceptamos dentro del club puesto que gozamos de excelente reputación no sólo dentro de estos muros, sino también fuera—entrelazando las manos sobre el escritorio, continuó—. Espero entiendas tenemos una excelente reputación y durante diversas generaciones ha sido respetada y honrada —Blaine asentía apenas. Se veía tan rígido y pálido que Jeff, sentado al fondo, creía vomitaría en cualquier segundo—. Te digo esto porque, personalmente, quisiera darte la bienvenida oficial a Los Warblers —sonrió amigable. Los otros integrantes presentes, aplaudieron contentos de tener una voz tan extraordinariamente talentosa entre ellos.

¡Blaine simplemente no podía creerlo!

—Silencio —la sonora voz del chico asiático logró restaurar el orden—. Nuestras sesiones destinadas a las prácticas suelen ser muy rigurosas, pero considero podrás acostumbrarte rápidamente; para que puedas seguir formando parte del club, demandamos constancia, puntualidad y actitud adecuada antes, durante e incluso después de cada presentación, así como también al momento de interactuar con tus ahora compañeros de grupo.

—Mañana mismo comenzaras a integrarte a las mezclas que realicemos según sea tu rango vocal y, si demuestras buen desempeño, quizá con el tiempo puedas ganarte el derecho a cantar un solo —comentó Thad, alentándole.

—Haré mi mejor esfuerzo —asegura emocionado. Jeff y Nick, también complacidos, hicieron el gesto universal de aprobación al levantar ambos pulgares apuntando al cielo.

Así pues, Blaine se integró a las filas Warblers. Durante toda la hora restante que duró la reunión, donde trataron ciertos detalles para las siguientes competencias, Anderson no pudo evitar sonreír bobaliconamente. ¡Kurt se pondría feliz! ¡Sus padres estarían tan orgullosos! ¡Casi le hormigueaban los dedos por enviarle mensajes al castaño! Cuando finalizaron, Blaine creyó podía lograr cualquier cosa que se propusiera, sin importar cuán compleja pudiese ser.

—Muy bien, Blaine Warbler —canturreó Jeff animoso, enroscándole un brazo torno a los hombros, aprovechando tan obvia diferencia entre estaturas—. Debemos festejar tu ingreso al coro —empuñando su mano cual poderoso conquistador tras obtener otra indiscutible victoria, hizo reír a sus dos acompañantes—. ¿Qué tal comida china? Nick me ha llevado a excelentes restaurantes cercanos a Dalton —este le concedió razón—. Podemos ir luego de clases, si quieres.

—Claro, porqué no — conforme, piensa en Kurt—. ¿Podría llevar a alguien? —Jeff entornó los ojos y comenzó a propinarle ligeros toques en las costillas.

—¡Picarón! —acusó con tono jocoso—. ¿Alguna novia quizá?

—¿Qué? ¡No! —espetó avergonzado—. Es mi mejor amigo —se explicó apresurado—. Fue quien me convenció de adicionar.

—¡Siendo así, bienvenido será! —justo entonces, el teléfono celular de Blaine comenzó a sonar interrumpiendo la palabrería del rubio. A juzgar por el tono que emitía el aparato, Anderson adivinó de quién se trataba.

—Hablando de…—susurró más para si mismo—. Hola extraño —saludó, transmitiendo arrolladora alegaría—. ¿Kurt? —preguntó verificando si le escuchaba correctamente al otro lado debido al extraño silencio.

—Humm, hola —respondió una suave voz femenina. Blaine frunció su entrecejo, confuso —. Tú debes ser Blaine Anderson, ¿cierto?

—Sí —dijo alargando demasiado la “i”, consiguiendo despertar cierta curiosidad en Jeff y Nick, que poco o nada entendían al respecto—. ¿Podría saber por qué marca desde este número? —sonaba educado pero autoritario, no pretendía comportarse grosero ni nada, sin embargo, comenzaba a angustiarse al recibir semejante llamada tan extraña.

—Mi nombre es Emma Pillsbury —explicó apresurada—: soy la orientadora de McKinley —continuó causándole aún más confusión al menor—. Kurt Hummel me comentó podía contactarte ya que su padre no ha respondido mis llamadas —al escucharla decir “Kurt”, “Burt” y “no ha respondido”, despertaron potentes alarmas dentro del tenor, cuya reacción fue apretar tan fuerte el celular  casi hasta dejarse blancos los nudillos. Nick y Jeff notaron el cambio tan evidente y acortaron distancias, intentando averiguar qué rayos sucedía exactamente.

—¿Él está bien? —quiso saber elevando más allá de lo normal su tono—. ¿Qué sucedió?

—Verás—ella pareció dudar, causándole infinita desesperación al moreno ante tanta zozobra—, es un tema delicado y realmente necesito contactar al señor Hummel cuanto antes —dijo—. Estamos en el hospital.

La palabra “hospital” retumbó en cabeza de Blaine como un autentico cañonazo, haciéndole tambalearse inestablemente. Si no hubiese sido por Jeff, quien se apresuró a sujetarle y a Nick, que le guió hacia una pequeña banca cercana, seguro habría caído de bruces contra el duro suelo. Diversas ideas fatídicas pasaron casi en cámara rápida en su mente, dándole espantosas  ideas respecto a qué pudo propiciar Kurt acabase en un centro médico—. Voy para allá —murmuró apenas—. Intentaré contactar a Burt en el camino.  

—De acuerdo pero…

—Estaré ahí lo más pronto posible. Por favor señorita Pillsbury, le pido encarecidamente me mantenga informado si sucede cualquier cambio respecto a la salud de Kurt —impidiéndole a la mujer agregar nada más, Blaine cortó toda comunicación y prácticamente arrancó con dirección al aparcamiento del colegio, disponiéndose a acudir cuanto antes al hospital.

Hostil preocupación recorrió su febril alma adolescente; él necesitaba cerciorarse personalmente Kurt estaría bien, sólo así tendría paz. Si algo malo llegase a sucederle, si Kurt había resultado herido de cualquier manera grave, Blaine enloquecería. ¡No lo podría soportar! —. Hey hombre, espera —pidió Nick firme apenas le dio alcance, cruzándoosle justo enfrente impidiéndole avanzar más—. Antes de considerar ponerte tras un volante, necesitas calmarte primero.

—¡No puedo darme el lujo de perder más tiempo aquí! —exaltado, se movió tratando de evadirle—. Mi mejor amigo está en un hospital y sólo Dios sabe qué pudo haberle ocurrido —explicó atropelladamente—. ¡Debo irme ya!

—No puedes conducir en ese estado —señaló Jeff y de último minuto tomó una decisión—. Iremos contigo —Nick asintió, completamente de acuerdo—. Yo conduciré.

Blaine, funcionando casi en piloto automático, apenas y recordaba haberle entregado las llaves de su auto al rubio, mucho menos percató al hecho de que abandonaron Dalton casi en tiempo record. Ausente, Anderson rebuscó entre sus contactos el número del patriarca Hummel y ponerle al tanto, sin apenas alcanzar a comprender esos dos maravillosos chicos que le acompañaban compartirían un interminable número de acontecimientos importantes, tanto ahora, como en un futuro lejano, a su lado.
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Última edición por whiteflower el Vie Jun 21, 2013 4:11 am, editado 4 veces
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cerrado Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"

Mensaje por Gabriela Cruz Vie Jun 21, 2013 3:34 am

Actualiza pronto, quiero saber que le paso a Kurt.
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cerrado Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"

Mensaje por Veronica Everett Criss Vie Jun 21, 2013 9:00 pm

Nueva lectora...
Pobre Kurt, actualiza pronto quiero saber que le paso, espero este bien...
Cuidate; chao :)
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cerrado Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"

Mensaje por gabiigleek Sáb Jun 22, 2013 2:47 pm

Kurt en el hospital? nooooo que le paso?. debo decirte que me habia olvidado de este fic hasta que vi la actualizacion y lei de nuevo los capitulos y me acorde y recorde lo mucho que me encantaba por favor te suplico y no te tardes porque ahora no me sacare de la cabeza tu fic. Amo a Blaine como amigo de Kurt es taaaaan dulce. NO TARDES
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cerrado Re: (Fic Klaine) "“I Knew I Loved You” "XIi" "Hermano Mayor"

Mensaje por Invitado Sáb Jul 20, 2013 3:12 am

Gabriela Cruz escribió:
Actualiza pronto, quiero saber que le paso a Kurt.

En este capítulo tus dudas serán despejadas.

¡Gracias por tu constante apoyo al fic Gabi! Significa mucho para mi.

Veronica Everett Criss escribió:Nueva lectora...
Pobre Kurt, actualiza pronto quiero saber que le paso, espero este bien...
Cuidate; chao :)

¡Bienvenida al fic! Tranquila, Kurt está bien, sólo sufrió las consecuencias de demasiados excesos. ¡Gracias por leer!

gabiigleek escribió:Kurt en el hospital? nooooo que le paso?. debo decirte que me habia olvidado de este fic hasta que vi la actualizacion y lei de nuevo los capitulos y me acorde y recorde lo mucho que me encantaba por favor te suplico y no te tardes porque ahora no me sacare de la cabeza tu fic. Amo a Blaine como amigo de Kurt es taaaaan dulce. NO TARDES

Gracias por continuar leyendo esta locura mía. Sé que tardo un poco en actualizar, pero lo que sucede es que me gusta traerles cosas bien elaboradas para deleite de ustedes. ¡Yo también adoro a Blaine! Sigo preguntandome dónde podré conseguirme uno para navidad.

¡Espero te guste el capítulo!
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cerrado IX

Mensaje por Invitado Sáb Jul 20, 2013 3:25 am

Advertencia: Este fic ha sido elaborado siguiendo gran parte de la línea argumental original de la serie, exceptuando algunos detalles que provienen directamente de mi cabeza. También contendrá Original Character. Los personajes de Glee pertenecen a Ryan Murphy, colaboradores y FOX. Si algo fuese mío, todo Glee tendría que ser Klaine.



¡Importante! Comentarios al final del cpítulo. ¡Si llegas hasta allí, te agradecería leer!


¡Disfruten la lectura!



...





Capítulo IX
"Lecciones Aprendidas"


Emma Pillsbury podía considerarse a si misma como una mujer absolutamente fuerte, cuyas maravillosas cualidades y aptitudes le permitían sobrellevar diversas situaciones complicadas con un extraordinario grado de éxito, sin embargo, que un chico de primer año, desorientado y claramente ebrio hasta la medula le vaciara sin recato alguno todo el contenido de su estómago directamente sobre los pies, iba mucho más allá de lo que siquiera creía intentar soportar.

Cualquier persona habría reaccionado bastante mal ante tan desagradable acción —ella simplemente necesitó al menos cuatro baños químicos profundos para olvidarse del asunto— pero, además de eso, también sintió desmedida curiosidad. Según los expedientes que solían entregarle cada nuevo inicio de semestre en McKinley, Kurt Hummel era un estudiante modelo cuya actitud siempre fue intachable. Nunca antes se metió en serios problemas.
 
Hasta ahora.

Emma era plenamente consciente sobre cuán grave era el asunto. Si bien el delicado tema del alcoholismo entre adolescentes resultaba muy común actualmente, no por ello dejaba de ser menos alarmante. Además, Kurt al siendo menor ante las leyes y haber obtenido la bebida clandestinamente empeoraban todo aún más. Hummel estaba metido en muchos problemas, pero eso por desgracia era apenas el principio; Kurt había consumido alcohol dentro de las instalaciones escolares, lo cual estaba rotundamente prohibido. Desgraciadamente nadie podía mantener la boca cerrada y las malas noticias volaron demasiado rápido hasta llegar a oídos del director Figgins, hombre bueno aunque preferencial, apegado al reglamento cuando recordaba disponían con uno.

Figgins creyó un justo escarmiento echar fura de McKinley al castaño. Eso brindaría cierta advertencia a otros estudiantes, evitándoles hacer algo parecido en un futuro. Sobraba decir Emma estuvo en total desacuerdo; prácticamente le costó tediosas horas al teléfono así como interminables métodos persuasivos para hacerle desistir, incluso se comprometió a trabajar personalmente con Hummel todo cuanto hiciera falta y así lograr solucionar ese asunto sin necesidad de ser tan extremistas. El director aceptó sólo si concretaba una cita con el padre del irresponsable jovencito cuanto antes.
Pillsbury no tuvo más remedio que acatar la petición, entrando casi en pánico cuando sus constantes llamadas no fueron atendidas.

Según le informó el personal médico correspondiente, debieron someter a Kurt a un lavado de estómago puesto que el alcohol ingerido fue mezclado con otras sustancias extrañas. Si bien sólo representaban verdadero riesgo si eran consumidas continuamente, prefirieron limpiarlo todo a arriesgarse a cualquier reacción contraproducente. Asimismo, dijeron era estrictamente necesario localizar a los tutores legales del adolescente porque necesitaban encargarse del papeleo protocolario correspondiente; Emma pidió tiempo, sin estar realmente segura si durante ese lapso conseguiría algo.
Justo transcurrió media hora cuando estuvo a punto de realizar la llamada número veinte al móvil perteneciente al señor Hummel, cuando cierta escena particular captó notablemente su atención: tres muchachos, todos ellos ataviados con pulcros uniformes escolares, se dirigieron a toda prisa directo hasta recepción. El joven más bajo y peinado con ridículas cantidades de gel, solicitó informes a la encargada sin molestarse en disimular cuan alterado estaba, tanto que incluso le costaba articular frases completas.

Quizá Emma le habría restado importancia, era un hospital a fin de cuentas, muchas personas entraban ahí a diario preocupadas por sus respectivos familiares o amigos, no obstante, cuando casualmente oyó el apellido del contratenor creyó necesitaba hablarles.

Aproximándose, intentó interrumpir sin mostrarse demasiado grosera—. ¿Disculpen? —dijo, invadiendo el campo visual de los chicos, quienes le miraron interrogantes. Ahora, teniéndoles más de cerca, consiguió identificar sin mayores problemas a Anderson, cuyos grandes ojos pardos parecían acuosos debido a lágrimas contenidas—. Tú debes ser Blaine, ¿cierto? —quiso saber educadamente. Jeff y Nick optaron por hacerse a un lado, permitiéndoles interactuar—. Soy Emma Pillsbury, charlamos vía telefónica hace poco.

—Señorita Pillsbury, ¿qué sucedió? —olvidando repentinamente sus arraigados modales, comenzó a preguntar un montón de cosas, como si cada respuesta del planeta entero le pudiese ser proporcionado por aquella menuda mujer pelirroja —. ¿Él se encuentra bien?

—Tranquilo —pidió Emma moviendo las manos con ligereza, indicándole debía bajar la velocidad con que hablaba. Entonces, dándose cuenta la recepcionista nada contenta ante tanto desorden en una sección donde el ruido estaba prohibido, le dirigía constantes miradas fulminantes sin ningún disimulo—. Muchachos, vengan conmigo por favor —ansiosos, los tres Warblers siguieron obedientes a la orientadora que les condujo directamente hacia el amplia sala de espera. Blaine, inquieto, necesitaba escuchar respuestas cuanto antes o estallaría en los siguientes cuarenta segundos—. Escuchen: Kurt estará bien —Anderson condescendió a sus pulmones dejar escapar una profunda y prolongada bocanada de aire, todo gracias al poderoso alivio que lo recorrió entero. Mareado, agradeció al cielo en secreto, pero Emma no tenía precisamente más buenas noticias que darles—. Aún así mucho me temo él deberá enfrentar serias consecuencias por lo que ha hecho.

—¿Lo que hizo? —pese a no conocer personalmente al recién mencionado, Jeff exteriorizó cierta repentina curiosidad de saber los motivos por los cuales el mejor amigo de Blaine requirió ser trasladado directo a una sala de urgencias.

—Kurt ingirió exorbitantes cantidades de bebidas alcohólicas en instalaciones pertenecientes a la escuela —explicó con sumo tacto y cuidado, ante las más que evidentes expresiones sorprendidas de cada jovencito ubicado frente a ella—. Yo estaba dirigiéndome a mi oficina cuando le vi teniendo problemas para abrir su casillero —continuó, rememorando cada detalle nada agradable—. Fue entonces que percibí cierto olor característico en él; estaba tan bebido que apenas y se mantenía correctamente en pie.

Anderson, incrédulo ante semejante anécdota poco verosímil, agitó la cabeza negando vehemente al cerrar los ojos, haciendo ese característico gesto universal de alto—. Un minuto —interrumpió—, aquí debe haber un muy grande error, señorita Pillsbury —dirigiéndole a la mujer claras sonrisas sardónicas, creyó ella mentía. ¡Kurt tenía tolerancia cero al alcohol, por el amor de Dios! Blaine recordaba que en celebraciones como Navidad o Año Nuevo, el castaño evitaba consumir nada con posible contenido etílico porque no podía asimilarlo del todo.

¿Por qué, de buenas a primeras Kurt...?

Oh…


Relegando cualquier posible réplica, Blaine vio cada recuerdo relacionado con los desagradables sucesos del día anterior aglomerarse en su memoria con la impresionante velocidad de un tren bala a toda marcha. Descorazonado, cayó finalmente en la cuenta. Sintiéndose de pronto muy cansado, emitió sin querer un profundo gemido derrotado. Aunque Hummel actuó aparentemente normal frente a él aquella mañana —durante los cortos minutos que interactuaron—, con absoluto consternación y tristeza Anderson comprendió ya demasiado tarde Kurt estada todo menos bien. ¡¿Cómo pudo ser tan estúpido?! Debió haberlo intuido; sobre todo porque esa visita nada usual en su habitación a altas horas de la madrugada resultó ser un indicador bastante obvio.

Dolido, Blaine comprobó nada contento Kurt supo engañarlo magistralmente, despertándole cierta turbadora vergüenza. ¡Se suponía era quien mejor conocía al joven de ojos claros! Desde niños, hasta casi podía decirse adivinaban los pensamientos del otro, complementándose entre si. ¡No encontraba ningún sentido a cómo carajos terminaron así! Tragándose un amargo nudo que tenía atorado en la garganta, Anderson requirió luchar contra sus propias emociones desatadas, incapaz de comprender porque Kurt decidió sobrellevar todo solo, sin pedirle ayuda.

Invadido de pronto por una inaudita determinación, se dijo a si mismo que en absoluto, bajo ninguna circunstancia volvería a ser tan tonto y se dejaría engañar así otra vez. Pero en realidad, estaba siendo demasiado ingenuo sin apenas percatarlo. Las circunstancias le conducirían precisamente a eso.

—¿Blaine? —Emma, intranquila ante el continuo mutismo del moreno, inclinó su cuerpo apenas unos ínfimos centímetros teniendo así vista completa del masculino rostro perfectamente afeitado—. Tú eres cercano a Kurt —afirmó, a lo cual apenas y Blaine respondió moviendo su cabeza levemente—. Siendo así, si crees tener cualquier posible idea sobre qué pudo propiciarle a hacer esto, te agradecería me lo dijeras. Cualquier detalle serviría muchísimo, te lo aseguro.

—Yo…—titubeó nervioso. Jeff, solidario, ubicó su mano sobre el hombro de Blaine en afán de transmitirle valor. Funcionó al instante porque el nuevo integrante Warbler pareció recobrar parte de la compostura perdida—. Necesito verlo—dijo, evitando contestar la pregunta realizada por Emma apenas segundos antes—. Contacté al padre de Kurt mientras veníamos hacia acá, prometió llegaría cuanto antes —informó firme, aunque con voz ligeramente estrangulada.

Emma, apenada, estuvo a punto de decirle esa clase de decisiones no dependían de ella, cuando un médico ataviado con pulcra bata blanca y aspecto cansado les abordó—. Señorita Pillsbury —dijo, dirigiéndose directamente a la orientadora, aunque también prestó cierta curiosa atención a los tres nuevos desconocidos acompañándola, por cortesía más que nada—. ¿Aún sin noticias del tutor legal? —quiso saber—. Lamento mencionarle preciso entregar esos documentos y créame si le digo no van a firmarse solos.

—El ya viene  en camino, Doctor —anunció. Entonces, aprovechando la oportunidad que se presentaba, realizó un rápido movimiento nada acorde con su frágil compleción y sujetó a Anderson casi obligándole a avanzar dos o tres pasos—. Sólo una cosa más —continuó, evitándole al residente marcharse—. ¿Sería posible consentirle a este chico entrar a ver al paciente? —el confundido hombre pasó sus exhaustos ojos marrones de la pelirroja al estudiante uniformado consecutivamente—. Resulta que Blaine muy cercano a Kurt, son mejores amigos desde hace muchos años y viajó desde muy lejos sólo para cerciorarse nada grave sucedía —explicó inyectando cierto toque dramático, impresionando a los tres muchachos de Dalton.

El residente dudó. Conocía las reglas, si acaso era sorprendido infringiendo cualquiera de ellas seguro le impondrían como castigo atender horas extras en medicina general y, ningún médico en su san juicio, se arriesgaría voluntariamente a terminar entre patéticos casos de falsas urticarias en zonas vergonzosas o hemorragias nasales inofensivas. Escalofríos de pura insatisfacción lo recorrieron. ¡Primero prefería encargarse del papeleo durante un mes completo—. Desafortunadamente, según las políticas internas sólo familiares pueden realizar visitas.

—Yo no comparto lazos sanguíneos con él y aún así me permitió entrar —contraatacó Pillsbury. Era famosa entre quienes le conocían por obstinarse cando otros tomaban caminos más sencillos. Y no paraba hasta conseguir lo que quería; esta vez, tampoco sería excepción—. Diez minutos, sólo eso me atrevería a solicitarle.

—Le recuerdo, hice cierta excepción con usted porque era prioritario contactara a cualquier familiar que hiciera efectivos los trámites correspondientes —comenzó, enumerando los motivos utilizando sus dedos—. En segundo, personalmente recomendaría esperasen al señor Hummel, o seré yo quien tendrá problemas —Emma intercambió otros tantos argumentos muy válidos, aún así, no pudo hacerle cambiar de parecer, sacándole a la orientadora muecas resignadas—. Si me disculpan, tengo otros pacientes a los cuales atender. Les agradecería me hicieran saber cuando el señor Hummel llegue.

—Lamento mucho esto, chicos —ofreció disculpas—. Hice todo cuanto pude.

El moreno la tranquilizó diciéndole eran cosas que debían aceptar. Instantes después, creyéndose incapaz de continuar manteniéndose en pie durante mucho más tiempo, redujo toda distancia hasta dejarse caer sin elegancia sobre una dura silla plástica del área de espera. Nick y Jeff, viéndole tan derrotado, al instante acudieron a su lado con prontitud. Emma, mientras tanto, prefirió guardar cierta distancia prudente y darles cierta privacidad.

—Oye… —Jeff habló sonando verdaderamente preocupado, cuando ocupó el asiento adyacente al que Blaine eligió. Nick, mientras tanto, optó por permanecer frente a los dos, infundiéndoles así cierta sensación de apacible seguridad. El rubio, dándose cuenta, sólo atinó a mirarle con infinito cariño. Estaban en una misma página; Blaine necesitaba mucho apoyo moral y gustosamente se lo brindarían—. ¿Te encuentras bien?

Blaine negó. Le resultaba difícil pensar claramente—. Tengo demasiadas dudas —dijo, apoyándose contra sus rodillas—. Y también estoy muy enfadado.

—Quizá él evitó decirte nada porque no quería preocuparte —ciertamente Nick se arrepintió segundos más tarde de lanzar ese razonamiento, ya que nada más escucharlo, Anderson apretó tan fuerte los puños que éstos adquirieron un intenso y nada saludable aspecto pálido, debido a la incorrecta circulación sanguínea.

—Esas son patrañas —desesperado, se mordió el labio inferior tan fuerte que casi consigue hacerlo sangrar—. Se supone somos amigos, yo podría haber intentado aconsejarle, los dos juntos podríamos haber resuelto cualquier problema. ¡Kurt debió pensar primero en otras opciones antes de ahogarse en alcohol! —espetó—. ¡¿Por qué rayos no confió en mi?

—A veces existen situaciones que creemos es mejor sobrellevarlas nosotros mismos —dijo Sterling, regalándole ligeras palmaditas conciliadoras en la espalda—. Aún no conozco personalmente a Kurt, sin embargo, a juzgar por la manera en que siempre te expresas puedo apostarte cualquier cosa tú eres tan importante para él, como él lo es para ti —explicó con paciencia—. Y aún cuando sean tan unidos, aún si su fuerte lazo de amistad fue forjado desde hace tanto, debes recordar deberán librar ciertas batallas individualmente —Blaine entendió el punto al instante.

Y Jeff tenía razón. Aunque se había prometido al morir Elizabeth siempre trataría de proteger a Kurt, existirían ocasiones en las cuales Kurt querría tomar sus propias decisiones sin consultarlas con nadie, aunque las posibles consecuencias resultasen ser desastrosas. Lo mismo aplicaba para él. Siempre estarían allí, al lado del otro si es que acaso llegasen a tropezarse durante el proceso.

Aún así, Blaine intuía existían otros motivos mucho más poderosos e inquietantes. Apartándolos lejos, sonrió a los dos Warblers—. Muchas gracias —Jeff y Nick regresaron el gesto —, apenas nos conocemos y ustedes se han portado excelente conmigo. Casi creo estoy aprovechándome o algo..

—Nada de eso —Duval le tranquilizó, obteniendo inmediata aprobación de Jeff—. Eres uno de los nuestros, y una vez se es un Warbler…

—Lo serás para siempre —terminó la frase el rubio, sonsacándoles risitas divertidas—. Además, nos caes bien. Eres demasiado encantador —dijo apretándole una mejilla juguetonamente.

—¡Hey! —reprendió Nick al rubio fingiendo molestia—. Recuerda estoy presente, cariño.

—Por eso mismo.

Divertido ante el comportamiento de sus amigos, Blaine les escuchó brevemente intercambiar audaces comentarios con intenciones de molestarse mutuamente. Dejándoles continuar con sus asuntos, él aprovechó ese breve momento para desviar sus actuales pensamientos hacia otra parte, repasando qué rayos diría nada más tuviese a Kurt enfrente. No será sencillo, lo sabe. Por una parte, Anderson se inclinaba demasiado en reclamarle hasta quedarse ronco por cuan irresponsable fue, sin embargo, levantarle la voz al joven de ojos claros le parece poco acertado. ¿Sería mejor seguir los acertados consejos de Jeff? Esa vocecita insistente proveniente seguro desde su conciencia, decía sería mejor hacerlo así. Evitaría conflictos futuros, transformando el asunto en otro aún mayor y más complicado.

Bueno, eso suponiendo Burt permitiese al nuevo Warbler verle, puesto que el dueño de Hummel Tires & Lube mostraría poca indulgencia nada más supiera qué había ocurrido e impondría severo castigo a su hijo indefinidamente.

Casi quince minutos más tarde, Burt Hummel atravesó cual veloz rayo la recepción ubicada casi en la entrada del centro clínico, siguiendo exactamente la misma ruta que los tres estudiantes de Dalton recorriesen anteriormente. Alterado y nervioso, el hombre ataviado con ropa sencilla de trabajo buscó respuestas en esa antipática recepcionista, cuyas contestaciones nada concretas sólo contribuyeron a alimentar la siempre latente preocupación paterna del mecánico. Blaine, poniéndole fin a una posible discusión, salió a su encuentro para explicarle lo ocurrido con mayores detalles.
Cabía mencionar Burt atravesó diversos estados emocionales nada alentadores; primero, Blaine pudo reconocer gran desconcierto invadiéndole las facciones, luego este se transformó hasta convertirse en infinito alivio absoluto al saber el castaño no corría ninguna clase de peligro real, hasta finalizar en evidente enfado mal disimulado.

Emma, como bien Blaine constató después, con su educada intromisión empeoró todo. El hijo menor del matrimonio Anderson pocas ocasiones había visto a Burt tan disgustado. Ni siquiera cuando, siendo más pequeños, él y Kurt escaparon durante la noche sólo para presenciar una hermosa lluvia de estrellas, regresando casi al amanecer.
Si Elizabeth no hubiese intervenido, defendiéndoles, seguro habrían acabado encerrados hasta los dieciocho en sus respectivas habitaciones.

El médico residente acudió rápidamente al escuchar sobre su arribo al centro clínico y entabló una breve conversación con Burt, donde explicó inmediatamente cómo se encontraba Kurt. Como bien les dijera antes, sólo familiares tenían permitido entrar y al ser Burt tutor absoluto le concedieron acceso automático, no sin antes mencionarle luego debía pasar a revisar y firmar los formatos reglamentarios para otorgarle al joven contratenor su alta definitiva. Blaine, atento a cada palabra proferida por los adultos, esperanzado se mantuvo muy cerca del hombre que también lo vio crecer, pidiendo en silencio acompañarle. El patriarca Hummel no tuvo corazón para negarle aquello.

Así pues, evitando decir nada, ambos recorrieron los blancos y pulcros pasillos de urgencias contemplando la gran labor de hombres y mujeres que día a día dejaban su vida entera entre aquellas paredes, hasta internarse en un área espaciosa cuyo mobiliario pese a ser escaso, lucía abarrotada. Estrechas camillas móviles reposaban casi a medio metro de distancia entre si. Los espacios eran divididos con largas cortinas plásticas y reducidas mezas metálicas exponían esterilizados instrumentos empleados principalmente para atender heridas menores.

En uno de esos espacios, Kurt yacía recostado casi totalmente contra su respectiva camilla, mirando sin prestar mucha atención al techo. Blaine se permitió estudiarle desde la distancia, conforme se acercaban. Él lucía terriblemente pálido, desmejorado y deprimido. Blaine apostaba una resaca sumada a un profundo lavado estomacal debían desvanecer los ánimos a cualquiera, no obstante, también se inclinaba a creer Kurt experimentaba "resaca emocional" y ésta parecía afectarle más que cualquier otro malestar físico.

Al tenerles enfrente, el pálido muchacho apenas elevó su mirada clara del suelo porque sentía demasiada vergüenza aquejándole—. Hola —de todas las posibles cosas que pudo decir, quizá esa fue la opción menos acertada. Pero Kurt, demasiado nervioso, no tenía idea sobre cómo hablar o comportarse, y más aún teniendo a Blaine admirando en primera fila su descarada demostración de debilidad.

—¿Cómo te sientes? —siendo el primero en hablar, Burt evaluó cada detalle de su hijo minuciosamente. Desde los cabellos despeinados, hasta la los pies cubiertos con una ligera sábana blanca, verificando por si mismo Kurt se encontrase bien.
—He tenido días mejores —respondió evitando utilizar sarcasmo. Suficientes problemas suponía tener ya, agregarle mala actitud a la ecuación sólo conseguiría acarrearle más—. Lo siento mucho, papá.

—Tú y yo ya resolveremos esto en casa, Kurt —dijo sin alterarse ni un ápice, luchando horrores para lograrlo. Resignado ante su inevitable suerte, Hummel respiró apesumbrado—. Ustedes dos pueden hacerse compañía mientras termino con el papeleo —encantado de librarse al fin del asunto, el residente mostró a Burt hacia dónde dirigirse—. Por favor, intenten no pelear niños.

Sin más, les dejaron solos, compartiendo un mismo lugar cuyo aire reinante cambió casi al instante, cargándolo con cierto pesado ambiente nada agradable.

Y Kurt, al percatarse Blaine comenzaba a fruncir demasiado el entrecejo, pronosticaba se avecinaba una conversación incómoda y poco agradable—. Estás molesto —se aventuró a saber, no era precisamente una pregunta. Al ser mejores amigos durante tanto tiempo, poseían suficiente capacidad de conocer cada reacción, emoción, comportamiento, gustos, debilidades y hasta fortalezas del otro.

—No puedes imaginarte cuanto —su respuesta fue emitida por un irresistible arranque de poderosa sinceridad, haciéndolo sonar demasiado cortante. Kurt lo resiente al instante. Restregando sus pálidas manos entre, evidenció incomodidad absoluta, y Blaine creyó estar haciéndolo mal. Cerrando los ojos, Anderson buscó entre las profundidades de su sistema paciencia suficiente para sobrellevar aquello sin ponerse a discutir—. Considero sería mejor y más prudente dejásemos pasar esto por ahora. Necesitas descansar primero, reponer fuerzas —caminando los escasos metros restantes que les separaban, haciéndolos parecer abismos interminables, Blaine terminó posicionándose al lado del contratenor—. Si iniciamos una pelea sólo impondremos más distancia entre nosotros, y créeme Blue, eso es lo que menos pretendo hacer.

Kurt, casi en cámara lenta, notó Blaine tenía intenciones de sentarse sobre la camilla, impidiéndole cierta movilidad. Asustando ante las potentes descargas eléctricas siempre presentes cada que Anderson le tocaba, rehuyó el contacto y apenas notó esa expresión herida en el rostro del moreno. Pero Blaine creyó sería mejor suprimir sus impulsos negativos y, moviéndose rápido evitándole al otro muchacho reaccionar, lo envolvió en un abrazo tan apretado que casi dejó a Kurt sin respiración.

—Blaine…

—Nunca más —dijo. Voz afectada debido al llanto no liberado fue fácilmente reconocible para el castaño—. Jamás vuelvas a hacerme algo parecido nuevamente —enterrando su rostro entre ese suave hueco del cuello ajeno, Blaine reconoció la deliciosa colonia que Kurt solía usar, encontrándola embriagadora y maravillosamente adictiva—. Por favor, Blue.

—Perdóname —murmuró regresándole el abrazo, aferrándose al blazer azul desde atrás casi creyendo que si lo soltaba podría desvanecerse entre espesas capas de humo informe—. En verdad lamento mucho causarte tanta preocupación.

—Estaba asustado —deslizando las manos hasta situarlas sobre los hombros ligeramente más anchos de su mejor amigo, le impulsó hacia atrás permitiéndose así encararlo—. Fue horrible.

—Lo sé y lo siento. Me comporté como un absoluto imbécil, dejé que aspectos sin importancia influyeran demasiado en mí. ¡Juro en mi vida volveré a beber una sola gota de alcohol! —Blaine sonrió, proporcionando ligeras caricias circulares a los nudillos de Kurt con infinita ternura—. Ahora sólo queda esperar qué harán conmigo ahora.

—La señorita Pillsbury mencionó el director de McKinley no estaba nada contento ante tus actos inapropiados —resumió—. Supongo durante las siguientes semanas sólo podremos vernos a escondidas.

—Eso creo.

Los dos tuvieron razón al respecto. Luego de permitirle marcharse a casa tras darle una severa advertencia, Burt, actuando justo como cualquier padre responsable lo haría, obligó al contratenor a mantener largas charlas incómodas donde le explicaba por qué merecía ser castigado. Si bien Kurt aprendió su lección y prometió evitar consumir bebidas embriagantes otra vez, desafortunadamente no fue suficiente. En McKinley, Figinns consideraba expulsarle era lo mejor, sin embargo, Emma y Burt lograron sólo reducirlo a dos semanas en detención y sesiones extras con la orientadora para tratar "su problema".

A Kurt no le quedó otra alternativa.

Tal y como predijera Blaine, Burt clausuró el balcón del castaño durante un mes completo impidiéndoles hablar. Tampoco tenía derecho a tener acceso telefonico, internet, televisión ni ningún otro medio de comunicación posible, y ayudaría en el taller mecánico durante las tardes exceptuando fines de semana, que era cuando visitaría a la señora Williams. La anciana mujer encontraba apoyo en Kurt para ciertas diligencias durante esos días, Burt podía ser estricto más nunca un tirano y permitió siguiera viéndola.

El club Glee era otro asunto aparte. Muchos rumores corrían torno a su estado alcoholizado, y pese a que Kurt pretendía nada sucedió, los chicos y hasta el mismo profesor a cargo mostraron constante interés. El contratenor prefirió guardar silencio. Quería evitarse más problemas, sobre todo porque April Rodes parecía nerviosa e inquieta ante la posibilidad de que decidiera contar ella tenía relación directa con su actual situación. Mejor olvidarse del asunto.

Así, cada día continuó transcurriendo monótono, dividido entre sus clases, los castigos, las sesiones adicionales con Emma y el pesado trabajo del taller. Al comenzar el fin de semana, Kurt tuvo permitido salir durante unas cuantas horas. Feliz, dejó toda herramienta grasienta olvidada sobre los autos aún descompuestos y salió disparado dispuesto a quitarse cada gramo de suciedad con una buena ducha. Le tomó casi treinta minutos quedar perfeco y emprender el camino conocido con dirección a casa de la señora Williams, demasiado feliz como para percatarse alguien le seguía.

La residencia de Alice Williams era modesta, pero preciosa. Contaba con un maravilloso jardín delantero repleto de flores en distintos colores, un sendero empedrado que guiaba a la entrada y sillones de mimbre decorando parte del porche. Parecía salida de una postal puesto que no encajaba con las otras viviendas adyacentes.

Sonriendo bobaliconamente, Kurt presionó el botón correspondiente al timbre esperando Alice le recibiera. No necesitó esperar demasiado, ella abrió la puerta instantes después mostrándose feliz de verle—. ¡Kurt, cariño! —exclamó alegre, haciéndose a un lado, permitiéndole entrar—. Bienvenido pequeño —Kurt ingresó haciendo gala de sus perfectos modales—.Disculparas el desorden reinante, pero últimamente he estado tan ocupada que me resulta imposible mantener esta casa descente.

El castaño contempló que la siempre familiar decoración interior había sido removida. Múltiples cajas adornaban parte del suelo alfombrado, los muebles habían sido cubiertos con sábanas blancas y mucho papel periódico y cinta empleada en embalaje reposaban sobre una meza cercana—. ¿Va a mudarse señora Williams? —quiso saber, contradictoria confusión invadiéndole. Aunque era evidentemente obvio.

—Es Ali, cariño. Ya te lo he dicho muchas veces antes —regalándole un mimo en las mejillas, prosiguió a adentrarse lentamente hasta la estancia, sitio donde continúo empacando sus pertenencias—. Y sí mi niño, pronto estaré residiendo en otro sito muy distinto a Ohio.

—¿A dónde irá? —entristecido, Kurt miró torno suyo casi creyendo haber escuchado una mala broma.
—Gracias a Dios mi hijo menor sentó cabeza hace unos cuantos años. Él y su esposa pronto serán bendecidos con un nuevo miembro en nuestra familia, por tanto, quieren vaya a vivir con ellos cuando nazca —declaró ilusionada ante la idea. Ali, notando Kurt lució entristecido ante la idea de que se marchaba. Interrumpió sus actividades, Ali ocupó trabajosamente un espacioso sofá y palmeó luego el sitio disponible junto a ella. Kurt obedeció—. Voy a extrañarte muchísimo cariño, pero no creas me olvidaré de ti tan fácil. Esperaré cartas tuyas cada tanto.

—El correo norteamericano suele ser muy deficiente hoy día Ali —señaló con aires de trabajador postal—. Además, eso ya poco se utiliza.

—Entonces podrás enviarme esos dichosos mensajes por computadora, cuyo nombre no recuerdo ahora—rebatió revoleando los ojos—. Seguro mi hijo estará encantado de leerlos para mí cuando se lo pida, además, tengo tu número telefónico. Seré anciana, pero un equipo celular sí que se utilizarlo —Kurt soltó risitas amortiguadas ante las ocurrencias de la mujer—. ¿Sabes? En mis tiempos era mucho más significativo recibir cartas escritas, sobre todo si éstas provenían de esa personita especial —cómplice, le guiñó un ojo.

—¿Usted y su esposo hacían eso?

—¡Claro que sí, mi niño! —admitió con claros ojos soñadores, retrocediendo entre el tiempo, regresando a esos años compartidos con el ya fallecido Brad Williams—. Él era un romántico empedernido —suspiró—. Solía darme poemas hermosos; los enviaba a escondidas sin que mis padres se enterasen. Eran momentos emocionantes para nosotros.

Kurt sonrió. Eso exactamente era lo qué él buscaba y anhelaba con ahínco. Añoraba vivir una historia de amor emocionante cuyo final feliz incluyese también a Blaine. Las posibilidades resultaban ínfimas, aún así, fantaseaba con la idea. Blaine siempre sería su mejor amigo, sólo eso, entonces ¿acaso encontraría otra persona capaz de hacerle feliz? ¿Existiría acaso?

—¿Aún lo extraña? —preguntó cautelosamente, evitando hacerla sentir mal.

—Cada minuto —reconoció sin tristeza ni amargura, sino más bien dijo cada palabra impregnada con evidente ternura—. Al inicio resultó muy difícil acostumbrarse; cada ínfimo detalle se encargaba de recordármelo. Durante las noches lloraba desconsolada, aferrada a su almohada hasta quedarme dormida, agotada por tanto derramar lágrimas —relató—. Fueron épocas difíciles. Entonces, tras constantes etapas depresivas comprendí él siempre continuaría viviendo aquí —señalándose el pecho, a la altura del corazón, prosiguió—. Brad era un hombre increible. Me entregó muchos obsequios invaluables mientras estuvimos juntos; nuestros hijos son claro ejemplo —Kurt, maravillado, admiró en silencio cuan especial era Ali—. Sin importar nada, voy a atesorarlo como lo más valioso e importante en mi vida.

—¿Usted sabía? —tímido, dirigió su atención a un retrato antiguo desde donde una Ali notablemente más joven posaba elegantemente a la cámara—. ¿De qué manera concluyó era el indicado? ¿Nunca tuvo dudas? Quiero decir, ¿Cómo estar seguro si encontraste a quién crees está destinado a ti?

Alice suavizó sus facciones y mirada repletas de paciencia y cariño. Desde hacía algún tiempo venía esperando aquella conversación; Kurt depositaba sobre ella suficiente confianza para conversar sobre temas importantes, y teniéndole allí, confundido e inseguro, intentaría despejarle cada posible duda presente porque Elizabeth así lo hubiese querido. Además, Ali podía tener casi ochenta años, más no era ciega. El joven contratenor poseía demasiada inocencia; difícilmente engañaba a cualquiera—. Mira —estrechándole ambas manos entre las propias, comenzó—. Cada pregunta tenderá a tener respuesta conforme continúes creciendo, mi niño. Al compartir ciertas experiencias nada más encuentras al indicado, sabrás si estarás tomando decisiones correctas o erradas —Kurt, con cara confundida consiguió hacerla reír—. La vida puede parecerse a una emocionante montaña rusa; a veces podrás estar arriba y otras abajo. No será sencillo porque factores negativos influirán en contra, aún así, si posees suficiente seguridad y confianza sobre tus propios sentimientos no deberás preocuparte —dijo regalándole suaves toques sobre la rodilla—. ¿Entiendes?

—Eso creo.

—¿Y Blaine tiene idea? —preguntó emocionada de pronto, arqueándole las cejas semejando un acto coqueto—. ¿Se lo has dicho ya?

Kurt creyó acabaría ahogándose con su propia saliva ante la recién revelada declaración. Casi como si fuese lava ardiente, la sangre viajó demasiado rápido agolpándosele contra las mejillas coloreándolas de un rojo intenso muy revelador—. ¡¿Perdón?! —soltó demasiado alto, voz chillona elevándose varios decibeles sobre lo normal—. ¡Blaine nada tiene que ver en esto, señora Williams!

—Oh tesoro, conmigo siéntete libre de admitirlo —agregó conciliadora. No parecía molestarle en absoluto saber Kurt profesaba profundo interés por otro muchacho, muchacho que incluso, resultaba ser su mejor amigo—. Mi niño, cualquiera con suficiente inteligencia notaría Blaine te gusta, y si me permites mencionártelo, creo elegiste bien; Blaine Anderson es un chico excelente —entusiasmada, enumeró utilizando los dedos—. Es atractivo, educado, considerado, amable, dulce e inteligente. Tiene sonrisa de ensueño y sus ojos son hermosos. ¡Hasta podría jurar salió de un cuento! ¿Qué más podrías pedir?

El castaño boqueó anonadado pensando a toda velocidad cualquier posible excusa. Nada coherente salió de sus labios entreabiertos, no obstante—. Yo...creí era…en verdad…

—Sabes ocultar tus sentimientos muy bien Kurt, sin embargo, haber vivido tanto me brinda cierta experiencia extra.
—No…bueno —dudó—. ¿No le molesta?

—¿Por qué diantres debería? —negó vehemente—. Eres un jovencito excepcional Kurt, me encariñé contigo desde el principio y créeme si te digo soy creyente ferviente de que gozamos suficiente libertad para amar a quien se nos dé nuestra regalada gana. Si eres gay o heterosexual, tu calidad humana, lo que llevas ahí dentro —apoyó su mano contra el tibio pecho del contratenor—, es lo que te definirá. La gente es ignorante. Podrán atacarte, arrojarte montones de basura podrida e incluso intentar aplastarte, pero debes saber nunca lograrán nada si mantienes firmes tus convicciones e ideales.
Enternecido, Kurt le regaló a la anciana una sonrisa—. En verdad aprecio estés diciéndome esto Ali, significa mucho puesto eres la primera en saber sobre mis sentimientos hacia Blaine —afligido, pareció demasiado interesado en admirar el pulcro suelo alfombrado bajo sus propios pies—, sin embargo, nosotros sólo podemos ser amigos.

—¡Tonterías! Son los adolescentes más adorables del planeta ¡Ustedes hacen una pareja perfecta!

—Blaine es heterosexual —explicó evitando hacerse ilusiones—. Cometí el grave error de enamorarme sabiendo mis posibilidades eran nulas. Supongo deberé esperar, abandonar poco a poco mis sentimientos y después intentarlo con otra persona dispuesta a corresponderme de igual manera.

—Nunca digas nunca, cariño —Ali aconsejó sabiamente—. Puedes llevarte grandes sorpresas.

—Lo tendré en cuenta, gracias —entonces, escaneó cada parte de la estancia buscando algo, prefiriendo dejar la conversación—. ¿Dónde está Robert? Si gustas, luego de pasearlo podría ayudarte a empacar.

—No te preocupes Kurt, sólo trasladaré ciertos objetos importantes, todo lo demás permanecerá en esta casa —restándole importancia, procedió a levantarse teniendo ciertas dificultades. El castaño inmediatamente acudió en su ayuda, obteniendo sincera gratitud—. Eres muy amable mi niño. Por cierto, tomando en cuenta a ese haragán sin remedio, quisiera hacerte una propuesta — Kurt escuchó atentamente—. Verás, mi nuevo hogar será un lujoso complejo departamental —dijo, creando la figura imaginaria del enorme edificio—, y según comentó Richard, no permiten mascotas, por lo tanto, será imposible Robert me acompañe.

—¿Me lo obsequiará? — dedujo ultra emocionado ante la posibilidad. Siempre quiso una mascota, sin embargo, apenas hasta hoy le pareció atractiva la idea de adoptar al can. Necesitaría consultarlo con su padre primero, apostando a ganar él estaría de acuerdo.

—Aunque parezca que no, Robert te quiere mucho y eres, además de mi, el único capaz de hacerle obedecer. Si te quedas con él, podré marcharme tranquila al saber lo cuidaras como corresponde. ¿Y bien? ¿Te gustaría?

—¡Claro! —exclamó entusiasta—. Haré mi mejor esfuerzo para mantenerlo contento.

—Siendo así, ve por tu nuevo amiguito y vayan a dar un largo paseo. Comiencen a acostumbrarse el uno al otro, yo estaré aquí cuando regresen — y Kurt hizo exactamente eso.

Claro que no resultó ser trabajo sencillo. Robert, mostrando inaudita rebeldía, se resistió a abandonar la confortable comodidad que ofrecía su ultra acolchada camita, ignorando olímpicamente al castaño. Decidido a enseñarle cierta disciplina en cuanto le tuviese consigo, Kurt enganchó sin titubeos una larga correa plateada al collar del Cocker, haciéndole obedecer sin rechistar. Fastidiado, Robert procedió a seguirle lanzando largos bostezos descarados.

Los dos acudieron al parque donde solían pasear y Kurt, como castigo, ejercitó al can hasta agotarlo. Inicialmente Robert respondió bien, mantuvo paso constante además de fluido complaciendo las indicaciones realizadas por Hummel, no obstante, media hora después se negó a continuar caminando. El joven contratenor supo sería batalla pérdida seguir insistiendo, debido a ello, resignado les guió hacia un área arboleada provista con generosa sombra. Sentándose sobre el pasto tras asegurarse su preciada ropa estaría a salvo, descansaron tranquilos, disfrutando la suave brisa vespertina.

—No tienes remedio —dijo, dirigiéndose a Robert, cuyas peludas orejas blancas reposaban extendidas a cada lado de su blanco rostro adormilado—. A todos los perros les gusta correr. ¿Qué clase de can eres tú entonces? —obviamente ninguna respuesta le fue ofrecida, sólo miradas cansadas—. Eres un caso raro, Rob…

—Eso mismo pensará la gente si te ven hablar solo, Blue —Kurt sintió cada músculo del cuerpo tenso. Reconocía esa voz, lo haría donde en cualquier parte sin equivocarse—. Hola —saludó Blaine colocándose frente al chico de ojos azules, ocasionándole graves aceleraciones cardiacas. A percepción del castaño, Blaine se veía sensacional. Siendo sábado, reemplazó el uniforme por una camisa gris cuello redondo simple y jeans oscuros almidonados.

Azorado, Kurt rehuyó contacto visual directo, esperando su sonrojo pasara inadvertido—. Vaya guardian resultaste ser —reclamó entre dientes al Cocker. Robert, ajeno a todo, rodó sobre si mismo cómicamente hasta terminar recostado sobre su espalda, exponiendo las diminutas patitas hacia el cielo despejado. Parecía disfrutarlo—. Hola Blaine —contestó fingiendo sorpresa—. ¿Cómo supiste estaría aquí?

—Fácil, cada sábado desde que teníamos diez sueles visitar a la señora Williams —explicó acuclillándose y procedió a proporcionar cosquilladas caricias sobre la barriga de Robert—. He esperado aquí cerca de dos horas —Blaine trazó diversos movimientos provocando Rob emitiera gemiditos complacidos—, necesitaba verte —cambiando la posición, acabó sentado sobre su perfecto trasero justo frente a Kurt, situando a su vez el instrumento donde no estorbara—. ¿Cómo estás? Seguro sobrellevar tu castigo debe ser duro.

—Estoy bien —dijo convencido—. Sí, es bastante duro pero como bien sabemos mi papá tampoco es un villano o algo peor.

—Extraño nuestras charlas antes de dormir.

—Yo también — aceptó, concediéndole razón. Un pesado silencio prosiguió a continuación, haciéndoles sentir incómodos, lo cual raras veces sucedía entre ellos. Armándose de valor, Kurt decidió despejar sus dudas—. ¿Sigues molesto?

Blaine le regaló una mueca teñida de tristeza—. Estos días sin verte me sirvieron para meditar, y sin engañarte puedo decirte ya no lo estoy —reveló—. Sólo que últimamente me resulta tan complicado comprenderte —dijo—. Te comportas tan distante, frío, desinteresado. ¿Acaso dije o hice algo malo para ofenderte? Si así es, ofrezco disculpas porque quiero regresar a como éramos antes, cuando solíamos contárnoslo todo, sin secretos —señalando ese escaso espacio separándoles, pareció debatirse entre infinitas posibilidades. Kurt reconoció escalofriante culpa recorriéndolo ante los certeros argumentos. Si se ponía a analizarlo desde la perspectiva del tenor, sonaba terrible. Cruel. Ellos dos crecieron juntos, cielo santo, compartieron millones de experiencias maravillosas y un gran lazo les unía. Independientemente sobre sus sentimientos hacia Blaine, Kurt no tenía derecho a lastimarlo tanto—. Sé asistimos a escuelas diferentes —continuó—, formamos parte de otras personas, aún así, eso no significa debamos alejarnos Blue —declaró. Sinceridad pura brillando desde sus ojos hazel—. Me haces falta…

Afectado, Hummel colocó las manos sobre su regazo—. Mi intención nunca ha sido hacerte esto, Blaine.

—Entonces dime —moviéndose sobre sus rodillas, se colocó lo más cerca posible del contratenor—. ¿Tienes problemas en McKinley? ¿Por eso creíste buena idea embriagarte hasta perder la conciencia? —Kurt, aún ocultándose, negó con brusquedad—. Te lo suplico Blue, ¡habla conmigo! Sólo dejáme ayudarte...

Robert, percibiendo el ambiente circundante cambió de manera drástica, procedió a levantarse y apoyó su cabecita contra una pierna de su nuevo amo, infundiéndole valor—. Estaré bien —el castaño aseguró, sacando fuerzas de un sitio desconocido—. Lamento muchísimo haberme comportado así, a veces suelo dramatizar demasiado y creo está vez superó lo que soy capaz de manejar arrastrándoles a ustedes también.

Blaine en verdad creerle, sin embargo, una diminuta espinita de duda le incomodaba, impidiéndole confiar—. ¿Vendrás a mí, cierto? —preguntó apesadumbrado —. Si decides sincerarte ¿vendrás a mi?

—Lo haré —prometió sujetando entre sus brazos a Robert, que le lamió afectuosamente la mejilla—. Dalo por hecho.

Mentiras.

El Cocker Spaniel durante meses escucharía muchas de ellas ser emitidas por los propios adolecentes que ahora parecían tan unidos; pero él, siguiendo su naturaleza guardaría silencio. Resguardaría celosamente infinitos secretos y largas conversaciones nocturnas importantes, reveladoras, manteniéndolas seguras. Y sin pedirlo, sin habérselo propuesto, acabaría compartiendo constantes lágrimas con el pálido muchacho que, próximamente, se convertiría en su nuevo universo.





...






Bueno, primero que nada agradezco amigo lector y paciencia para leer esta nueva entrega del fic, pero mi retraso tiene justificación de bastante peso.

Hace poco, a un miembro muy querido de mi familia debieron hospitalizarle debido a que sufrió un infarto que prácticamente lo dejó en estado crítico. Fueron momentos muy difíciles, sobre todo porque no nos daban muchas esperanzas. Durante todo ese tiempo, me resultó complicado administrar mi tiempo, tanto así que casi consideré la idea de abandonar el fandom.

Créanme, se me partía el alma sólo imaginarlo.

Sin embargo, tras meditarlo concluí este suele ser mi escape seguro de la realidad, escribir es algo que siempre he tenido entre mis gustos más arraigados y dejar de hacerlo sería como evitar respirar. Lamentablemente ahora tardaré más tiempo en actualizar, sin embargo, no duden cada capítulo lo hago con muchísimo cariño para que puedan leerlo. Ustedes son una segunda extensión de mi misma, gracias a ustedes sigo aquí y eso será para largo.

Ahora bien, sé muchos fans estamos devastados tras la muerte de Cory, por ello, los siguientes dos capítulos serán dedicados a él. Los hermanos mayores de ambas familias regresarán y harán su aparición propiamente dicha dentro de este Universo Alternativo.


Bien, creo no me queda más que decir, simplemente millones de gracias por continuar aquí y compartir conmigo sus valiosas opiniones.

¡Cuídense! Les mando muchos, muchos besos y abrazos. :3


Última edición por whiteflower el Miér Jul 24, 2013 11:53 pm, editado 3 veces
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