(FIC-Klaine) TRUE LOVE IS TRUE LOVE Cap. 4

Tres días habían pasado desde entonces. Blaine aun no lograba tomar una decisión. Por un lado estaban esas diecisiete personas de curriculums extensos y notables experiencias, y por el otro, estaba Kurt. Ese pequeño castaño que ha estado dando vueltas en su cabeza durante días, ni siquiera las constantes quejas de Sebastian pudieron evitar que dejara de pensar en él. No podía, simplemente no podía destruir las ilusiones del ojiazul, pero tampoco podía ser injusto con personas que en verdad estaban calificadas para el puesto. No entendía como Kurt en quince minutos logró suavizar la actitud fría e impenetrable que tantos años le costo construir y hacer respeta. No entendía muchas cosas respecto al castaño pero algo dentro de él le decía que no debía hacerle daño.

–… ¿Blaine, acaso me estas escuchando? –Sebastian pasó su mano varias veces frente a los ojos del moreno–. ¡Te estoy hablando hace más de cinco minutos! Diablos ¿en qué tanto estas pensando?

–Yo-no-que? Disculpa ¿qué me decías?

–Creo que encontré a la indicada. –mencionó señalando uno de los papeles sobre la mesa.

Blaine le había pedido a Sebastian que lo ayudara a escoger un nuevo asistente. El castaño más alto acepto ya que, prácticamente, estaba todo el día en el departamento haciendo absolutamente nada.

–¿Jenna? –frunció el entrecejo–. No me gusta.

–¡Vamos, Blaine! –el hombre de ojos verdes suspiro profundamente–. Escucha… 25 años… graduada en administración de empresas y diseño grafico… trabajó en tres revistas diferentes y-y tiene buenas referencias como asistente en Elle ¡En Elle, Blaine!

–No lo sé, no me convence.

–Dices lo mismo de todos –puso los ojos en blanco–. Y mira… ¡es asiática! Seguro es muy eficiente.

–Dije que no me convence Sebastian –Blaine comenzó a pensar que tal vez no fue buena idea involucrarlo en su trabajo–. ¿Qué opinas de el? –una sonrisa se dibujo en su moreno rostro.

–¿Kurt… Hummel? –Sebastian comenzó a reír y la sonrisa de Blaine se borró–. ¿En serio? ¡Es un niño!... Apenas termino la secundaria ¿qué te pasa?

–Necesitamos sangre nueva en Vogue –mintió–. y yo creo que-

–Yo creo que eso es una tontería y que Jenna es perfecta para el puesto, así que toma –le entrego un teléfono celular–. Llámala y dile que tiene el empleo… ¡Ah! Y luego compra helado porque ya comienza el maratón de “Being Bobby Brown” ¿okey? –dijo para luego dirigirse a su habitación.

Blaine miro el celular que descansaba en su mano y luego la foto de Kurt junto a su número telefónico. Había dejado que Sebastian manejara su vida por demasiado tiempo, era hora tomar sus propias decisiones. –¿Hola?... ¿Kurt Hummel?

Kurt pasaba cada segundo del día observando su teléfono celular, queriendo con todas sus fuerzas escuchar una vez más esa voz. El siempre había deseado trabajar en una revista de moda pero hace tres días tuvo una nueva razón para necesitar ese empleo; una razón con ojos color hazel. El castaño tenía la ilusión de que el Sr. Anderson se convirtiera en una especie de mentor. Kurt nunca tuvo un amigo gay que lo aconsejara y creía que el moreno podría llegar a serlo, más allá de la diferencia de edad.

–Kurt, ¿puedes dejar de caminar? –Rachel observaba a su amigo caminar de un lado al otro hace casi diez minutos–. Me pones nerviosa.

–¿Qué? Ah-si. –desordeno su castaño cabello en señal de frustración y tomo asiento en el sofá.

–¿Te llamaron?

–¡Claro que si, Rachel! Es solo que me encanta ver mi fondo de pantalla cada cinco segundos.

–Kurt –suspiro ante la actitud de su amigo–. Relájate ¿quieres?

El castaño cerró los ojos e inhalo una gran bocanada de aire para luego exsalarla. –Creo… creo que tienes razón. Lo siento, todo este tema del empleo me deprime.

–Está bien –acaricio dulcemente la mejilla de su amigo–. y… ¿sabes cuál es la mejor cura para la depresión?

–¿El suicidio?

–¿Qué? ¡NO!... Luego la dramática soy yo... Me refería a un paseo en-

–¿Un paseo? –se burló–. ¿Esa es tu mejor idea?

–Si Kurt, un paseo. Llevas días sin ver la luz del sol y creo que te hará bien estirar las piernas un poco… y… ¡mírate! Creí que era imposible pero estas más pálido de lo común.

–¿Sabes? Tu idea no es tan horrible –mencionó mientras se ponía de pie.

–¿Gracias?

–Nos vemos luego Rach –beso la morena mejilla de Rachel y se dispuso a salir del departamento.

–¡Espera! ¿Saldrás vestido así? –dijo refiriéndose al desalineado estilo del castaño.

–Ya no estamos en Ohio. La gente pensara que estoy drogado y no se me acercara, eso es mejor para mí.

Y con eso Kurt comenzó a caminar por el pasillo del edificio. Estaba tratando de alejar ciertos ojos color avellana de su mente cuando oyó una canción. Perfect de P!nk. Era el tono de su celular, y, sin pensarlo corrió devuelta a su departamento para encontrar a Rachel con el aparato en la oreja.

–No… Habla Rachel Berry, futura estrella de Broad-… No, él acaba de irse… –el ojiazul intento frenéticamente arrebatarle el teléfono a Rachel empujándola a un lado cuando lo consiguió.

–¡HOLA! –carraspeo–. Disculpe ¿hola?
–Hola, habla Blaine Anderson.
–¡SÍ! Umh quiero decir… ¿en qué puedo ayudarlo Sr. Anderson?
–Solo quería avisarte que el lunes tienes que estar puntual en mi oficina a las 7:00 am. ¿De acuerdo?
–¿Qué-yo-no-que? ¿Tengo el empleo?
–Eso creo –Corto la llamada y rio para sus adentros; el castaño le causaba ternura.

Una semana después Kurt estaba listo para comenzar su primer día en la revista Vogue. Se había estado alistando desde las 5:00 de la mañana, en verdad quería darle una buena impresión a su jefe... y a todos en general, claro.

Llego al edificio y se dirigió al sexto piso, donde se encontraba la oficina del Sr. Anderson. Suspiró y miró todo a su alrededor, el lo había conseguido.

–Disculpa ¿te puedo ayudar en algo? –la voz de una mujer llamo su atención. Era Isabelle Wright la co-directora de la revista Vogue y una de las personas más influyentes según la revista Time junto con Michelle Obama y Oprah Winfrey.

–Eres-eres… ¡tú! –exclamó exaltado.

–Sí, soy yo… y ¿quién es este chico guapo con el que tengo el placer de hablar? –pregunto divertida ante la actitud de euforia del castaño.

–Soy Ku… Ku-Kurt Hummel –agitó la mano de la mujer frenéticamente.

–Yo soy Isabelle Wri-

–¡Se quién es usted! –su voz sonó aun más aguda de lo normal–. Dios, yo siento yo…

–Está bien –rio. Kurt parecía un teletubbie a punto de vomitar arcoíris–. ¿Y qué te trae por aquí, Kurt?

–Soy el nuevo asistente del Sr. Anderson –afirmó con una gran sonrisa.

–¿Nuevo asistente?

–Así es…

–Espera aquí –pidió con una mueca de preocupación y luego se dirigió a su oficina.

Kurt no sabía cómo interpretar la expresión de la Srta. Wright, decidió permanecer en su lugar.

No puso en qué momento ni porque pero ahora todas las personas que se encontraban a su alrededor comenzaron a correr por todo el sexto piso, limpiando y ordenando frenéticamente sus escritorios. Apilando cajas de zapatos Jimmy Choo y colgando en delicados percheros lo que parecía ser la nueva colección de Dolce & Gabbana. Gritaban cosas como “¡Esta aquí! o “¡Llego antes de tiempo!” combinado con varias maldiciones. Las mujeres comenzaron a arreglar su maquillaje y a cambiar sus sandalias por tacones extremadamente altos. El descontrol comenzó a marear a Kurt.

–Oiga –toco el brazo de una mujer aparentemente asiática que cargaba una taza de café y tres grandes libros–. ¿Qué está pasando?

–¿Qué eres tú? –preguntó con una mueca de desagrado–. Perdón… ¿quién eres tú?

–Mi nombre es Kurt –le regalo a la asiática su mejor cara de bitch–. ¿Tu, eres?

–No sé dónde está tu mami niño –quito al castaño de su camino y siguió esquivando a la multitud para dirigirse a la oficina del Sr. Anderson.

–¿Disculpa? –exclamó indignado mientras perseguía a la chica.

–Escucha, “señorita” –colocó el café y los libros perfectamente alineados sobre el imponente escritorio–. No sé quién eres y tampoco quiero saberlo, pero aquí en Vogue somos personas adultas ¿okey? Personas adultas con responsabilidades y mucho trabajo que hacer para también tener que lidiar con adolescentes y sus tontos sueños… Así que, “pequeño poni”, si dejaras de esparcir tu polvo de hadas por todo mi alrededor de lo agradecería.

Kurt quedo atónito. Había soportado el maltrato en la secundaria pero ¿en su trabajo? ¿en la ciudad de sus sueños? Claro que no.

–Abre bien tus pequeños ojos de alcancía y pon mucha atención a lo que voy a decir, copia barata de Lucy Liu, quizás Jackie Chan este demasiado ocupado filmando películas para enseñarle modales a su hija pero eso no te da el derecho de tratar a las personas así ¿Quién te crees que eres? ¡Oh, sí! Disculpa, lo olvide, “chica de los cafés”. Yo y mi polvo de hadas vamos a permanecer aquí por mucho tiempo así que por lo que a mí respecta te puedes meter tu soberbia en-

–¡Jenna!... ¡Kurt! ¿Qué ocurre? –pregunto una alarmada Isabelle.

–Nada…

–Solo estábamos hablando. Sera un placer trabajar con mi nueva amiga Jenna ¿no es así, Jenna? –Kurt pasó su brazo alrededor de la cintura de la asiática y oprimió levemente. Ambos con la más fingida de las sonrisas.

–¿Ah? Si-si claro. Un placer –pellizco el pálido brazo del castaño disimuladamente.

–Chicos acerca de eso…

–¿Por qué hay tantas personas en mi oficina? –Blaine entro vistiendo un gran abrigo de piel sintética y unas gafas oscuras. Puso ambas manos en sus caderas y espero una explicación.

–Buenos días Sr. Anderson. Creo… creo que tenemos un problema aquí. –menciono asintiendo hacia los castaños.

Blaine subió sus gafas por encima de sus rizos. –No veo cual es el problema…

El color del mar y el color de la miel se fundieron en uno solo por segunda vez causando que un escalofrió les recorriera todo el cuerpo.

–Usted sabe bien lo que ocurre ¿Por qué contratar a dos personas para el mismo puesto, Blaine? –pregunto una enfadada Isabelle. El castaño frunció el seño en confusión.

–Sr. Anderson. –corrigió eventualmente el moreno–. Contrate otro asistente porque Jamie no puede hacerse cargo de todas las tareas que le asigno.

–Me llamo Jenna.

–¿Debo recordarte que las decisiones las tomo yo, Isabelle? –preguntó asiendo caso omiso a su asistente.

–Usted tiene razón Sr. Anderson, disculpe. Entonces el… –señalo al ojiazul–. ¿es el asistente de tu asistente?

–¿Asistente de un asistente? –pregunto Kurt con cierto recelo en su voz.

–¿Te crees demasiado bueno para ese puesto? –Blaine se acerco al castaño peligrosamente.

–En realidad, si…

–Es el que tienes.

–Eso lo tengo bien en claro Sr. Anderson.

–Lo tomas o lo dejas.

–Es que tengo ¿no? –respondió desafiantemente.

–Isabelle muéstrale al niño su escritorio –se acerco aun más al ojiazul–. Bienvenido a mi infierno –susurro–. Kurt trago duro y siguió a la amable mujer.

–Bien, Kurt este será tu espacio… esta un poco descuidado pero tu sabrás como solucionarlo. –sonrió. El escritorio estaba en una habitación continua a la oficina de Blaine y justo enfrente del escritorio de Jenna.

–Gracias Srta. Writgh. –Kurt le devolvió la sonrisa.

–Por favor dime Isabelle.

–Claro… Isabelle, y… háblame un poco del Sr. Anderson ¿Cómo es trabajar para él?

Hizo una mueca. –Es extremadamente reservado con su vida privada, así que lo único que sabemos es que es gay. Y trabajar para él es… interesante.

–¿En serio?

–En realidad no, si se tiñera algunos rizos de blanco y usara delineador seria la versión masculina de Cruela De Vil.

Ambos rieron y miraron a Blaine que se encontraba discutiendo con algún desafortunado por teléfono. Kurt se dio cuenta de que, mientras la puerta estuviera abierta, desde su escritorio tenía la vista perfecta de su jefe.

–¡Jamie! –exclamo Blaine desde su oficina–. ¡JAMIE!

–Se refiere a ti… –susurro Isabelle.

–¿A mí? –la mujer asintió alentadoramente–. Okey –Kurt se dirigió un poco confundido a la oficina de su jefe–. ¿Me necesitaba Sr. Anderson?

Una sonrisa se dibujo en el rostro de Blaine cuando vio esos finos mechones castaños asomarse a su puerta, una sonrisa que inmediatamente borro para convertirla en su habitual expresión fría.

–Por algo te llame ¿no?

–Eso creo –el castaño torció la boca incómodamente.

–¿Dónde está Jamie?

–Jenna…

–Como sea ¿dónde está?

–¡Aquí estoy Sr. Anderson! –exclamó Jenna entrando casi corriendo a la oficina.

–Oh ¿acaso olvidaste que trabajas aquí?

–No señor yo…

–Quiero que vayas al restaurante de la esquina y me compres comida china, seguro tu familia te hace un buen descuento.

–Mi familia es coreana.

–Luego discutimos sobre su “visa” de inmigrante… también necesito que veas que le ocurre a mi ¡Pod y lo arregles –dijo agitando el aparato a centímetros del rostro de la castaña–. ¿Entendido?

–Yo no-no sé cómo se arregla.

–¿Qué? ¡Porque! Aquí dice made in china… ¿no deberían enseñarte a hacer estas cosas en la escuela?... hablando de eso ¿sabes preparar sushi?

–¡El sushi es japonés! –exclamo Jenna cruzándose de brazos y mirando enfadada a su jefe.

–¿Nunca le dijeron que usted es un poco racista? –soltó Kurt de la nada inquietando la tensión.

–¿Disculpa? –Blaine levando una ceja.

–Eso… que usted es un poco racista.

–Tú me llamaste “pequeños ojos de alcancía” ¿acaso eso no es racista también? –susurró/gritó la castaña en el oído de Kurt.

–Y tú me llamaste “señorita” y “pequeño poni” ¿acaso eso no es homofóbico? –contesto el ojiazul de la misma manera, justificándose.

–¿Tu sabes quién soy, niño? –pregunto el moreno con una clara indignación en su voz.

–Claro…

–Recuérdamelo.

–Blaine Anderson, director general de la revista Vogue. –contesto el ojiazul como si fuera un niño al que acaban de regañar.

–Correcto ¿y tú eres?

Suspiró. –Kurt, tu asistente.

–Compórtate como tal.

–Pero también somos personas y esta no es forma de tratar a una ¿sabe?

–Me-mejor sigue con tu trabajo ¿de acuerdo? –Blaine no puso que responder, era la primera vez que alguien le hacía frente de esa manera.

–Eso hare –el castaño sonrió hipócritamente y se dirigió a su escritorio.

El moreno no pudo concentrarse en todo lo que quedo de la jornada, solo se sentó y observó a Kurt atender los teléfonos pacíficamente. No podía desatar el nudo de culpabilidad que tenía en la garganta por haberlo tratado de esa forma, pero no podía mostrar favoritismo por él, pero ¿por qué lo haría? Ese castaño era un empleado más como los otros cientos que hay en su empresa ¿Qué tenia de especial ese niño? Blaine miro detenidamente cada uno de los delicados rasgos de Kurt, desviando la mirada avergonzado cuando el ojiazul se daba cuenta de que lo estaba mirando. –Mierda ¿Cuántos años tengo? ¿dieciséis? –se cuestionaba a sí mismo. En realidad, si parecía de dieciséis años cuando se trataba de Sebastian. Tarde o temprano el moreno siempre terminaba haciendo lo que el hombre de ojos verdes quería, por el simple miedo a herir sus sentimientos, por esa misma razón Jenna era su asistente.

–Sr. Anderson, tiene que hacer el informe sobre las pérdidas y las ganancias de este año –Nicholas Duval, el director de finanzas y administración lo saco de sus pensamientos.

–Seguro –respondió distraídamente sin quitarle los ojos al castaño.

–¿Qué estas mirando? –interrogo Nick y luego se posiciono detrás de Blaine para ver lo que estaba mirando–. Oh… ¿el nuevo? Es lindo. Si lo invito a salir ¿crees que acepte?

–¡Que! No. Es decir, sabes perfectamente que está prohibido “salir” con personas del trabajo, Nick. –se froto las sienes en señal de frustración.

–Oh claro que lo sé, creo que usted también debería saberlo.

Nick se fue dejando a un confundido y desorientado Blaine. El ojimiel no dejaba de preguntarse a que se refería realmente Nick con esa última frase.

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N/A: ¡Hello everybody! Lamento la tardanza... larga historia, pero aquí estoy nuevamente. Las cosas se pondran más interesantes en el próximo capítulo así que tranquilos (?) no siempre será todo aburrido ¡See you later!