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Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
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Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Hola mi nombre es Paola soy de México, me gustaría compartir esta historia con ustedes, es una adaptación de un libro, espero que les guste y dependiendo de la aceptación veré si subo el segundo capitulo. Bueno sin mas preámbulos, comienzo.
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CAPITULO 1
Entré en Biología y me quedé con la boca abierta. Misteriosamente adherida a la pizarra estaba una muñeca Barbie, con Ken a su lado. Habían sido obligados a unir los brazos y estaban desnudos excepto por hojas artificiales situadas en algunas zonas estratégicas.
Garabateado sobre sus cabezas en gruesas letras rosas de tiza estaba la invitación:
BIENVENIDOS A LA REPRODUCCIÓN HUMANA (SEXO)
A mi lado, Rachel Berry dijo:
- Ésta es exactamente la razón por la que el instituto prohíbe móviles con cámara. Fotos de esto en eZine serían toda la prueba que necesito para hacer que la cámara de
educación cortara por lo sano con la Biología. Y entonces tendríamos esta hora para
hacer algo productivo, como recibir tutorías individuales de chicos mayores monos.
- ¿Cómo, Rach? - Dije. - Habría jurado que estabas esperando con ansias esta unidad todo el semestre. Rachel bajó las pestañas y sonrió torvamente.
- Esta clase no va a enseñarme nada que no sepa ya.
- ¿Rach? ¿No eres virgen?
- No tan alto. - Guiñó el ojo justo cuando sonó el timbre, enviándonos a las dos a nuestros asientos, que estaban al lado en nuestra mesa compartida.
El Entrenador McConaughy cogió el silbato que colgaba de una cadena de su cuello y
sopló.
- ¡A sus asientos, equipo! - El Entrenador consideraba enseñar Biología de décimo curso un deber secundario a su trabajo como entrenador del equipo de baloncesto, y todos lo sabíamos - Tal vez no se les haya ocurrido, chicos, que el sexo es más que un
viaje de quince minutos al asiento trasero de un coche. Es ciencia. ¿Y qué es la ciencia?
- Aburrida. - Gritó un chico del fondo de la clase.
- La única clase que suspendo. - Dijo otro.
Los ojos del Entrenador rastrearon la primera fila, deteniéndose sobre mí.
- ¿Brittany?
- El estudio de algo. - Dije.
Se acercó y golpeó el dedo índice sobre la mesa delante de mí.
- ¿Qué más?
- Conocimiento adquirido a través de la experimentación y la observación.
Encantador.
Sonaba como si estuviera en una audición para el audiolibro de nuestro libro de texto.
- Con tus propias palabras.
Toqué mi labio superior con la punta de la lengua y busqué un sinónimo.
- La ciencia es una investigación. - Sonaba como una pregunta.
- La ciencia es una investigación. - Dijo el Entrenador, frotándose las manos - La ciencia requiere que nos transformemos en espías.
Dicho así, la ciencia casi sonaba divertida. Pero había estado en clase del Entrenador lo suficiente como para no albergar esperanzas.
- Ser buenos sabuesos requiere practica. - Prosiguió.
- También el sexo. - Vino otro comentario del fondo de la sala.
Todos ahogamos la risa mientras el Entrenador apuntaba al ofensor con un dedo
acusatorio.
- Eso no va a ser parte de los deberes de hoy. - El Entrenador me devolvió su atención - Brittany, has estado sentada al lado de Rachel desde el comienzo del curso.
Asentí, pero tenía un mal presentimiento de a dónde nos estaba llevando esto.
- Ambas estáis juntas en el eZine del instituto. - Una vez más, asentí – Me apuesto a que saben bastante la una de la otra.
Rachel me dio una patada por debajo de nuestra mesa. Sabía lo que estaba pensando. Que él no tenía ni idea de hasta qué punto sabíamos cosas la una de la otra. Y no me refiero solo a los secretos que enterramos en nuestros diarios. Rach es mi no-gemela. Tiene ojos oscuros, pelo marron oscuro y una gran nariz.
Yo soy una rubia de ojos azules. Pero sí hay un hilo invisible que nos une; las dos juramos que el vínculo empezó mucho antes del nacimiento. Las dos juramos que continuará en su sitio durante el resto de nuestras vidas.
El Entrenador alzó la vista a la clase.
- De hecho, me apuesto a que cada uno de ustedes conoce lo bastante bien a la persona al lado de la cual se sienta. Escogieron los asientos que escogieron por una razón, ¿verdad? Familiaridad. Qué mal que los mejores sabuesos eviten la familiaridad. Anula el instinto investigador. Que es la razón por la que hoy vamos a crear una nueva asignación de asientos.
Abrí la boca para protestar, pero Rach se me adelantó.
- ¿Qué demonios? Es Abril. Es decir, es casi fin de curso. No puede sacar este tipo de
cosas ahora.
El Entrenador mostró un atisbo de sonrisa.
- Puedo sacar este tipo de cosas hasta el último día del semestre. Y si suspendéis mi
clase, estaréis de vuelta aquí el año que viene, donde estaré sacando este tipo de cosas
otra vez.
Rach lo fulminó con la mirada. Es famosa por esa mirada. Es una expresión que lo hace todo salvo sisear audiblemente. Aparentemente inmune a ella, él Entrenador se trajo el silbato a los labios y captamos la idea.
- Cada compañero sentado en el lado izquierdo de la mesa..., es decir, vuestra
izquierda..., que se mueva un asiento hacia adelante. Esos en la fila de adelante..., sí,
incluida tú, Rachel..., al fondo.
Rachel metió su libreta dentro de la mochila y cerró la cremallera. Yo me mordí el labio y le dediqué un breve adiós con la mano. Después me volví levemente, revisando la sala detrás de mí. Sabía los nombres de todos mis compañeros... excepto de una. La transferida. El Entrenador nunca la llamaba en clase, y ella parecía preferirlo así. Estaba sentada apoltronado una mesa detrás, los fríos ojos negros mirando siempre hacia delante. Justo como siempre. Ni por un momento me creí que simplemente se Sentara ahí, día tras día, mirando al vacío. Estaba pensando en algo, pero el instinto me decía que probablemente no quería saber en qué.
Dejó su libro de Biología sobre la mesa y se deslizó en la antigua silla de Rachel. Sonreí.
-Hola. Soy Brittany.
Sus ojos negros cortaron a través de mí, y las comisuras de sus labios se elevaron. Mi
corazón dio un pequeño salto y en esa pausa, la sensación de una oscuridad sombría
pareció deslizarse como una sombra sobre mí. Se desvaneció en un instante, pero
todavía estaba mirándola. Su sonrisa no era amistosa. Era una sonrisa que anunciaba
problemas. Como una promesa.
Me concentré en el encerado. Barbie y Ken me devolvieron la mirada con unas sonrisas extrañamente alegres.
El Entrenador dijo:
- La reproducción humana puede ser un asunto pegajoso...
- ¡Agh! - Gruñó un coro de alumnos.
- Requiere manejarla con madurez. Y como toda ciencia, la mejor aproximación es
aprender siendo sabuesos. Durante el resto de la clase, practicad esta técnica a base de
averiguar tanto como podáis sobre vuestro nuevo compañero. Mañana, traed por escrito vuestros descubrimientos, y creedme, voy a revisar su autenticidad. Esto es Biología, no lengua, así que ni se os ocurra trabajar con la ficción en vuestras respuestas. Quiero ver intención de verdad y trabajo en equipo. - Había un “o si no” implícito.
Me senté perfectamente quieta. La pelota estaba en su campo ―yo había sonreído, y
mira lo bien que eso había resultado. Arrugué la nariz, intentando averiguar a qué olía.
Cigarrillos no. Algo más intenso, más apestoso. Puros.
Encontré el reloj en la pared y di golpecitos con mi lápiz a tiempo con el segundero.
Planté mi codo en la mesa y apoyé la barbilla sobre el puño. Solté un suspiro.
Genial. A este ritmo iba a suspender.
Tenía los ojos clavados delante, pero oí el suave deslizamiento de su bolígrafo. Estaba
escribiendo, y quería saber qué. Diez minutos de sentarnos juntos no lo cualificaba para asumir nada sobre mí. Lanzando una mirada de reojo, vi que en su papel había varias líneas, y creciendo.
- ¿Qué estás escribiendo? - Pregunté.
- Y habla. - Dijo mientras lo garabateaba, cada movimiento de su mano al mismo tiempo suave y descuidado.
Me incliné tan cerca de ella como pude, intentando leer lo que había escrito, pero dobló el papel por la mitad ocultando la lista.
- ¿Qué has escrito? - Exigí.
Estiró la mano hacia mi papel sin usar, deslizándolo a través de la mesa hacia ella. Lo
arrugó formando una bola. Antes de que pudiera protestar, lo lanzó a la papelera al lado del escritorio del Entrenador. El tiro entró de lleno. Me quedé mirando a la papelera un momento, dividida entre la incredulidad y el enfado. Después abrí mi libreta en una página en blanco.
- ¿Cómo te llamas? - Pregunté, el lápiz preparado para escribir.
Alcé la vista a tiempo para ver otra sonrisa oscura. Ésta parecía retarme a sonsacarle
algo.
- ¿Tu nombre? - Repetí con la esperanza de que fueran imaginaciones mías el que mi voz temblara.
- Llámame San. Lo digo en serio. Llámame.
Me guiñó el ojo al decirlo, y estaba bastante segura de que se estaba riendo de mí.
- ¿Qué haces en tu tiempo libre? - Pregunté.
- No tengo tiempo libre.
- Asumo que este trabajo es para nota, ¿así que me haces el favor?
Se inclinó hacia atrás en su asiento, doblando los brazos detrás de la cabeza.
- ¿Qué clase de favor?
Estaba bastante segura de que era una insinuación, y busqué desesperadamente la forma de cambiar de tema.
- Tiempo libre. - Repitió, pensativa - Hago fotos.
Escribí Fotografía en mi folio.
- No había terminado. - Dijo - Tengo toda una colección sobre una columnista de eZine que cree que hay una verdad en comer orgánico, que escribe poesía en secreto, y que se echa a temblar ante la idea de tener que escoger entre Stanford, Yale y... ¿cuál es esa grande con la H?
Me quedé mirándolo un momento, sacudida por lo acertada que estaba. No tenía la
sensación de que fuera una suposición afortunada. Lo sabía. Y yo quería saber cómo
―justo ahora.
- Pero al final no irás a ninguna de ellas.
- ¿Ah, no? - Pregunté sin pensar.
Enganchó los dedos bajo el asiento de mi silla, arrastrándome más cerca de ella. No muy segura de si debería apartarme y mostrar miedo, o no hacer nada y fingir aburrimiento, escogí la última. Dijo:
- Incluso aunque triunfarías en las tres escuelas, las desprecias por ser un cliché del éxito. Juzgar es tu tercera gran debilidad.
- ¿Y mi segunda? - Dije con rabia muda.
¿Quién era esta ella? ¿Era esto algún tipo de chiste perturbador?
- No sabes cómo confiar. Retiro eso. Confias... solo que en toda la gente equivocada.
- ¿Y mi primera? - Exigí.
- Mantienes a la vida atada muy corto.
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Tienes miedo de lo que no puedes controlar.
Se me puso de punta el pelo de la nuca, y la temperatura de la clase pareció bajar.
Normalmente habría ido derecha al escritorio del Entrenador a solicitar una nueva
asignación de asientos, pero me negaba a dejar que San pensara que podía intimidarme o asustarme. Sentía una necesidad irracional de defenderme y decidí en ese mismo momento y lugar que no me echaría atrás hasta que lo hiciera ella.
- ¿Duermes desnuda? - Preguntó.
Mi mandíbula amenazaba con caerse, pero la mantuve en su sitio.
- Difícilmente eres la persona a la que se lo diría.
- ¿Alguna vez has ido al psiquiatra?
- No. - Mentí.
La verdad es que estaba yendo a sesiones con el psicólogo del instituto, el Dr.
Hendrickson. No era elección mía, y no era algo sobre lo que me gustara hablar.
- ¿Has hecho algo ilegal?
- No. - Saltarme ocasionalmente el límite de velocidad no contaría. No con ella - ¿Por qué no me preguntas algo normal? Como... ¿mi música favorita?
- No voy a preguntar lo que puedo adivinar.
- Tú no sabes el tipo de música que escucho.
- Barroco. Contigo, es todo sobre el orden, el control. Me apuesto a que tocas... ¿el cello?
Lo dijo como si lo hubiera adivinado de la nada.
- Incorrecto. - Otra mentira, pero ésta envió un escalofrío por mi piel que me dejó los
dedos temblando.
¿Quién era ella en realidad? Si sabía que tocaba el cello, ¿qué más sabía?
- ¿Qué es eso? - San dio un toquecito con su bolígrafo en la parte interna de mi muñeca.
Me aparté instintivamente.
- Una marca de nacimiento.
- Parece una cicatriz. ¿Eres suicida, Britt? - Sus ojos conectaron con los míos, y podía
sentirlo riéndose - ¿Padres casados o divorciados?
- Vivo con mi madre.
- ¿Dónde está tu padre?
- Mi padre falleció el año pasado.
- ¿Cómo murió?
Me encogí.
- Fue... asesinado. Esto es territorio personal, si no te importa.
Hubo un momento de silencio y la acidez de los ojos de San pareció suavizarse un poco.
- Eso debe de ser duro. - Sonaba como si lo dijera en serio.
Sonó el timbre y San estaba en pie, de camino a la puerta.
-Espera. - Grité. No se giró - ¡Disculpa! - Salió por la puerta - ¡San! No conseguí nada de ti.
Se dio la vuelta y caminó hacia mí. Tomando mi mano, garabateó algo en ella antes de que se me ocurriera apartarme.
Bajé la vista a los siete números en tinta roja sobre mi palma e hice un puño a su
alrededor. Quería decirle que de ningún modo iba a sonar su teléfono esta noche. Quería decirle que era culpa suya por gastar todo el tiempo interrogándome a mí. Quería un montón de cosas, pero me limité a quedarme allí de pie como si no supiera cómo abrir la boca. Al final dije:
- Esta noche estoy ocupada.
- Yo también. - Sonrió de oreja a oreja y se fue.
Me quedé clavada en el sitio, digiriendo lo que acababa de pasar. ¿Se comió todo el
tiempo interrogándome a propósito? ¿Para que yo suspendiera? ¿Creía que una sonrisa brillante lo redimiría? Sí, pensé. Sí, lo creía.
- ¡No llamaré! - Grité detrás de ella - ¡Nunca!
- ¿Has terminado tu columna para el plazo de entrega de mañana? - Era Rachel. Vino a mi lado, apuntando notas en la libretita que llevaba a todas partes - Estoy pensando en escribir la mía sobre la injusticia de las asignaciones de asientos. Estoy de pareja con una chica que dijo que acabó el tratamiento contra los piojos esta misma mañana.
- Mi nueva compañera. - Dije, apuntando al pasillo, a la espalda de San.
Tenía una forma de andar irritantemente confiada. Era una chica de Levi’s oscuros, cazadora oscura, botas oscuras.
- ¿La transferida de último curso? Supongo que no estudió lo bastante la primera vez. O la segunda. - Me lanzó una mirada cómplice - A la tercera va la vencida.
- Me da escalofríos. Sabía mi música. Sin ninguna pista en absoluto, dijo “Barroco”. -
Imité bastante mal su voz grave.
- ¿Suposición afortunada?
- Sabía... otras cosas.
- ¿Cómo qué?
Solté un suspiro. Sabía más de lo que quería contemplar cómodamente.
- Cómo meterse debajo de mi piel. - Dije al fin - Voy a decirle al Entrenador que tiene que volver a cambiarnos.
- Ve a por ello. Podría usar un gancho para mi próximo artículo del eZine. “Alumna de décimo devuelve el golpe.” Aún mejor, “Asignación de asientos recibe una bofetada en la cara.” Mmm. Me gusta.
Al final del día, fui yo la que recibió una bofetada en la cara. El Entrenador rechazó mi súplica de volver a pensarse la asignación de asientos. Parecía que estaba atascada con San.
Por ahora.
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Bueno este es el primer capitulo, espero que les guste, espero comentarios y aprobaciones para seguir actualizando
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SILENCIO
CAPITULO 1
Entré en Biología y me quedé con la boca abierta. Misteriosamente adherida a la pizarra estaba una muñeca Barbie, con Ken a su lado. Habían sido obligados a unir los brazos y estaban desnudos excepto por hojas artificiales situadas en algunas zonas estratégicas.
Garabateado sobre sus cabezas en gruesas letras rosas de tiza estaba la invitación:
BIENVENIDOS A LA REPRODUCCIÓN HUMANA (SEXO)
A mi lado, Rachel Berry dijo:
- Ésta es exactamente la razón por la que el instituto prohíbe móviles con cámara. Fotos de esto en eZine serían toda la prueba que necesito para hacer que la cámara de
educación cortara por lo sano con la Biología. Y entonces tendríamos esta hora para
hacer algo productivo, como recibir tutorías individuales de chicos mayores monos.
- ¿Cómo, Rach? - Dije. - Habría jurado que estabas esperando con ansias esta unidad todo el semestre. Rachel bajó las pestañas y sonrió torvamente.
- Esta clase no va a enseñarme nada que no sepa ya.
- ¿Rach? ¿No eres virgen?
- No tan alto. - Guiñó el ojo justo cuando sonó el timbre, enviándonos a las dos a nuestros asientos, que estaban al lado en nuestra mesa compartida.
El Entrenador McConaughy cogió el silbato que colgaba de una cadena de su cuello y
sopló.
- ¡A sus asientos, equipo! - El Entrenador consideraba enseñar Biología de décimo curso un deber secundario a su trabajo como entrenador del equipo de baloncesto, y todos lo sabíamos - Tal vez no se les haya ocurrido, chicos, que el sexo es más que un
viaje de quince minutos al asiento trasero de un coche. Es ciencia. ¿Y qué es la ciencia?
- Aburrida. - Gritó un chico del fondo de la clase.
- La única clase que suspendo. - Dijo otro.
Los ojos del Entrenador rastrearon la primera fila, deteniéndose sobre mí.
- ¿Brittany?
- El estudio de algo. - Dije.
Se acercó y golpeó el dedo índice sobre la mesa delante de mí.
- ¿Qué más?
- Conocimiento adquirido a través de la experimentación y la observación.
Encantador.
Sonaba como si estuviera en una audición para el audiolibro de nuestro libro de texto.
- Con tus propias palabras.
Toqué mi labio superior con la punta de la lengua y busqué un sinónimo.
- La ciencia es una investigación. - Sonaba como una pregunta.
- La ciencia es una investigación. - Dijo el Entrenador, frotándose las manos - La ciencia requiere que nos transformemos en espías.
Dicho así, la ciencia casi sonaba divertida. Pero había estado en clase del Entrenador lo suficiente como para no albergar esperanzas.
- Ser buenos sabuesos requiere practica. - Prosiguió.
- También el sexo. - Vino otro comentario del fondo de la sala.
Todos ahogamos la risa mientras el Entrenador apuntaba al ofensor con un dedo
acusatorio.
- Eso no va a ser parte de los deberes de hoy. - El Entrenador me devolvió su atención - Brittany, has estado sentada al lado de Rachel desde el comienzo del curso.
Asentí, pero tenía un mal presentimiento de a dónde nos estaba llevando esto.
- Ambas estáis juntas en el eZine del instituto. - Una vez más, asentí – Me apuesto a que saben bastante la una de la otra.
Rachel me dio una patada por debajo de nuestra mesa. Sabía lo que estaba pensando. Que él no tenía ni idea de hasta qué punto sabíamos cosas la una de la otra. Y no me refiero solo a los secretos que enterramos en nuestros diarios. Rach es mi no-gemela. Tiene ojos oscuros, pelo marron oscuro y una gran nariz.
Yo soy una rubia de ojos azules. Pero sí hay un hilo invisible que nos une; las dos juramos que el vínculo empezó mucho antes del nacimiento. Las dos juramos que continuará en su sitio durante el resto de nuestras vidas.
El Entrenador alzó la vista a la clase.
- De hecho, me apuesto a que cada uno de ustedes conoce lo bastante bien a la persona al lado de la cual se sienta. Escogieron los asientos que escogieron por una razón, ¿verdad? Familiaridad. Qué mal que los mejores sabuesos eviten la familiaridad. Anula el instinto investigador. Que es la razón por la que hoy vamos a crear una nueva asignación de asientos.
Abrí la boca para protestar, pero Rach se me adelantó.
- ¿Qué demonios? Es Abril. Es decir, es casi fin de curso. No puede sacar este tipo de
cosas ahora.
El Entrenador mostró un atisbo de sonrisa.
- Puedo sacar este tipo de cosas hasta el último día del semestre. Y si suspendéis mi
clase, estaréis de vuelta aquí el año que viene, donde estaré sacando este tipo de cosas
otra vez.
Rach lo fulminó con la mirada. Es famosa por esa mirada. Es una expresión que lo hace todo salvo sisear audiblemente. Aparentemente inmune a ella, él Entrenador se trajo el silbato a los labios y captamos la idea.
- Cada compañero sentado en el lado izquierdo de la mesa..., es decir, vuestra
izquierda..., que se mueva un asiento hacia adelante. Esos en la fila de adelante..., sí,
incluida tú, Rachel..., al fondo.
Rachel metió su libreta dentro de la mochila y cerró la cremallera. Yo me mordí el labio y le dediqué un breve adiós con la mano. Después me volví levemente, revisando la sala detrás de mí. Sabía los nombres de todos mis compañeros... excepto de una. La transferida. El Entrenador nunca la llamaba en clase, y ella parecía preferirlo así. Estaba sentada apoltronado una mesa detrás, los fríos ojos negros mirando siempre hacia delante. Justo como siempre. Ni por un momento me creí que simplemente se Sentara ahí, día tras día, mirando al vacío. Estaba pensando en algo, pero el instinto me decía que probablemente no quería saber en qué.
Dejó su libro de Biología sobre la mesa y se deslizó en la antigua silla de Rachel. Sonreí.
-Hola. Soy Brittany.
Sus ojos negros cortaron a través de mí, y las comisuras de sus labios se elevaron. Mi
corazón dio un pequeño salto y en esa pausa, la sensación de una oscuridad sombría
pareció deslizarse como una sombra sobre mí. Se desvaneció en un instante, pero
todavía estaba mirándola. Su sonrisa no era amistosa. Era una sonrisa que anunciaba
problemas. Como una promesa.
Me concentré en el encerado. Barbie y Ken me devolvieron la mirada con unas sonrisas extrañamente alegres.
El Entrenador dijo:
- La reproducción humana puede ser un asunto pegajoso...
- ¡Agh! - Gruñó un coro de alumnos.
- Requiere manejarla con madurez. Y como toda ciencia, la mejor aproximación es
aprender siendo sabuesos. Durante el resto de la clase, practicad esta técnica a base de
averiguar tanto como podáis sobre vuestro nuevo compañero. Mañana, traed por escrito vuestros descubrimientos, y creedme, voy a revisar su autenticidad. Esto es Biología, no lengua, así que ni se os ocurra trabajar con la ficción en vuestras respuestas. Quiero ver intención de verdad y trabajo en equipo. - Había un “o si no” implícito.
Me senté perfectamente quieta. La pelota estaba en su campo ―yo había sonreído, y
mira lo bien que eso había resultado. Arrugué la nariz, intentando averiguar a qué olía.
Cigarrillos no. Algo más intenso, más apestoso. Puros.
Encontré el reloj en la pared y di golpecitos con mi lápiz a tiempo con el segundero.
Planté mi codo en la mesa y apoyé la barbilla sobre el puño. Solté un suspiro.
Genial. A este ritmo iba a suspender.
Tenía los ojos clavados delante, pero oí el suave deslizamiento de su bolígrafo. Estaba
escribiendo, y quería saber qué. Diez minutos de sentarnos juntos no lo cualificaba para asumir nada sobre mí. Lanzando una mirada de reojo, vi que en su papel había varias líneas, y creciendo.
- ¿Qué estás escribiendo? - Pregunté.
- Y habla. - Dijo mientras lo garabateaba, cada movimiento de su mano al mismo tiempo suave y descuidado.
Me incliné tan cerca de ella como pude, intentando leer lo que había escrito, pero dobló el papel por la mitad ocultando la lista.
- ¿Qué has escrito? - Exigí.
Estiró la mano hacia mi papel sin usar, deslizándolo a través de la mesa hacia ella. Lo
arrugó formando una bola. Antes de que pudiera protestar, lo lanzó a la papelera al lado del escritorio del Entrenador. El tiro entró de lleno. Me quedé mirando a la papelera un momento, dividida entre la incredulidad y el enfado. Después abrí mi libreta en una página en blanco.
- ¿Cómo te llamas? - Pregunté, el lápiz preparado para escribir.
Alcé la vista a tiempo para ver otra sonrisa oscura. Ésta parecía retarme a sonsacarle
algo.
- ¿Tu nombre? - Repetí con la esperanza de que fueran imaginaciones mías el que mi voz temblara.
- Llámame San. Lo digo en serio. Llámame.
Me guiñó el ojo al decirlo, y estaba bastante segura de que se estaba riendo de mí.
- ¿Qué haces en tu tiempo libre? - Pregunté.
- No tengo tiempo libre.
- Asumo que este trabajo es para nota, ¿así que me haces el favor?
Se inclinó hacia atrás en su asiento, doblando los brazos detrás de la cabeza.
- ¿Qué clase de favor?
Estaba bastante segura de que era una insinuación, y busqué desesperadamente la forma de cambiar de tema.
- Tiempo libre. - Repitió, pensativa - Hago fotos.
Escribí Fotografía en mi folio.
- No había terminado. - Dijo - Tengo toda una colección sobre una columnista de eZine que cree que hay una verdad en comer orgánico, que escribe poesía en secreto, y que se echa a temblar ante la idea de tener que escoger entre Stanford, Yale y... ¿cuál es esa grande con la H?
Me quedé mirándolo un momento, sacudida por lo acertada que estaba. No tenía la
sensación de que fuera una suposición afortunada. Lo sabía. Y yo quería saber cómo
―justo ahora.
- Pero al final no irás a ninguna de ellas.
- ¿Ah, no? - Pregunté sin pensar.
Enganchó los dedos bajo el asiento de mi silla, arrastrándome más cerca de ella. No muy segura de si debería apartarme y mostrar miedo, o no hacer nada y fingir aburrimiento, escogí la última. Dijo:
- Incluso aunque triunfarías en las tres escuelas, las desprecias por ser un cliché del éxito. Juzgar es tu tercera gran debilidad.
- ¿Y mi segunda? - Dije con rabia muda.
¿Quién era esta ella? ¿Era esto algún tipo de chiste perturbador?
- No sabes cómo confiar. Retiro eso. Confias... solo que en toda la gente equivocada.
- ¿Y mi primera? - Exigí.
- Mantienes a la vida atada muy corto.
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Tienes miedo de lo que no puedes controlar.
Se me puso de punta el pelo de la nuca, y la temperatura de la clase pareció bajar.
Normalmente habría ido derecha al escritorio del Entrenador a solicitar una nueva
asignación de asientos, pero me negaba a dejar que San pensara que podía intimidarme o asustarme. Sentía una necesidad irracional de defenderme y decidí en ese mismo momento y lugar que no me echaría atrás hasta que lo hiciera ella.
- ¿Duermes desnuda? - Preguntó.
Mi mandíbula amenazaba con caerse, pero la mantuve en su sitio.
- Difícilmente eres la persona a la que se lo diría.
- ¿Alguna vez has ido al psiquiatra?
- No. - Mentí.
La verdad es que estaba yendo a sesiones con el psicólogo del instituto, el Dr.
Hendrickson. No era elección mía, y no era algo sobre lo que me gustara hablar.
- ¿Has hecho algo ilegal?
- No. - Saltarme ocasionalmente el límite de velocidad no contaría. No con ella - ¿Por qué no me preguntas algo normal? Como... ¿mi música favorita?
- No voy a preguntar lo que puedo adivinar.
- Tú no sabes el tipo de música que escucho.
- Barroco. Contigo, es todo sobre el orden, el control. Me apuesto a que tocas... ¿el cello?
Lo dijo como si lo hubiera adivinado de la nada.
- Incorrecto. - Otra mentira, pero ésta envió un escalofrío por mi piel que me dejó los
dedos temblando.
¿Quién era ella en realidad? Si sabía que tocaba el cello, ¿qué más sabía?
- ¿Qué es eso? - San dio un toquecito con su bolígrafo en la parte interna de mi muñeca.
Me aparté instintivamente.
- Una marca de nacimiento.
- Parece una cicatriz. ¿Eres suicida, Britt? - Sus ojos conectaron con los míos, y podía
sentirlo riéndose - ¿Padres casados o divorciados?
- Vivo con mi madre.
- ¿Dónde está tu padre?
- Mi padre falleció el año pasado.
- ¿Cómo murió?
Me encogí.
- Fue... asesinado. Esto es territorio personal, si no te importa.
Hubo un momento de silencio y la acidez de los ojos de San pareció suavizarse un poco.
- Eso debe de ser duro. - Sonaba como si lo dijera en serio.
Sonó el timbre y San estaba en pie, de camino a la puerta.
-Espera. - Grité. No se giró - ¡Disculpa! - Salió por la puerta - ¡San! No conseguí nada de ti.
Se dio la vuelta y caminó hacia mí. Tomando mi mano, garabateó algo en ella antes de que se me ocurriera apartarme.
Bajé la vista a los siete números en tinta roja sobre mi palma e hice un puño a su
alrededor. Quería decirle que de ningún modo iba a sonar su teléfono esta noche. Quería decirle que era culpa suya por gastar todo el tiempo interrogándome a mí. Quería un montón de cosas, pero me limité a quedarme allí de pie como si no supiera cómo abrir la boca. Al final dije:
- Esta noche estoy ocupada.
- Yo también. - Sonrió de oreja a oreja y se fue.
Me quedé clavada en el sitio, digiriendo lo que acababa de pasar. ¿Se comió todo el
tiempo interrogándome a propósito? ¿Para que yo suspendiera? ¿Creía que una sonrisa brillante lo redimiría? Sí, pensé. Sí, lo creía.
- ¡No llamaré! - Grité detrás de ella - ¡Nunca!
- ¿Has terminado tu columna para el plazo de entrega de mañana? - Era Rachel. Vino a mi lado, apuntando notas en la libretita que llevaba a todas partes - Estoy pensando en escribir la mía sobre la injusticia de las asignaciones de asientos. Estoy de pareja con una chica que dijo que acabó el tratamiento contra los piojos esta misma mañana.
- Mi nueva compañera. - Dije, apuntando al pasillo, a la espalda de San.
Tenía una forma de andar irritantemente confiada. Era una chica de Levi’s oscuros, cazadora oscura, botas oscuras.
- ¿La transferida de último curso? Supongo que no estudió lo bastante la primera vez. O la segunda. - Me lanzó una mirada cómplice - A la tercera va la vencida.
- Me da escalofríos. Sabía mi música. Sin ninguna pista en absoluto, dijo “Barroco”. -
Imité bastante mal su voz grave.
- ¿Suposición afortunada?
- Sabía... otras cosas.
- ¿Cómo qué?
Solté un suspiro. Sabía más de lo que quería contemplar cómodamente.
- Cómo meterse debajo de mi piel. - Dije al fin - Voy a decirle al Entrenador que tiene que volver a cambiarnos.
- Ve a por ello. Podría usar un gancho para mi próximo artículo del eZine. “Alumna de décimo devuelve el golpe.” Aún mejor, “Asignación de asientos recibe una bofetada en la cara.” Mmm. Me gusta.
Al final del día, fui yo la que recibió una bofetada en la cara. El Entrenador rechazó mi súplica de volver a pensarse la asignación de asientos. Parecía que estaba atascada con San.
Por ahora.
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Bueno este es el primer capitulo, espero que les guste, espero comentarios y aprobaciones para seguir actualizando
Última edición por dianna rivera el Vie Ago 09, 2013 12:10 am, editado 12 veces
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Wow! Me declaro lectora de tu fic!
Me encanto el primer capitulo!
Santana es extraña o.o ....... Me gusta :)
Yo tambien soy de mexico :3
Espero la actualizacion!
Realmente me encanto :D saludos
Me encanto el primer capitulo!
Santana es extraña o.o ....... Me gusta :)
Yo tambien soy de mexico :3
Espero la actualizacion!
Realmente me encanto :D saludos
aimechinita1*** - Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 30/06/2012
Edad : 29
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
me gusto mucho el primer capitulo , busque el resumen del libro y me enamore de la historia me encanto de verdad , tienes una fiel lectora , espero leerte seguido
saludossss :D
saludossss :D
brittana-bitches!!!***** - Mensajes : 228
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Edad : 27
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Me gusto mucho. *w*
Santana es muy misteriosa .____.
Espero tu actualización. ;)
Santana es muy misteriosa .____.
Espero tu actualización. ;)
Invitado- Invitado
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Bueno primero que nada *-* FELICIDADES ! Me encanto la adaptación , ya eh leído la saga original y has hecho un gran trabajo *-* me encanta , tienes que seguirlo *-* , ya tienes una fan :3 , yo también soy de México me llamo Carmen mucho gusto paola :3 y ya pues espero tu actualización pronto *-* saludos .
CarmenSchafer* - Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 23/11/2012
Edad : 29
BRITTANA SILENCIO CAPITULO II
Antes que nada muchisimas gracias por sus comentarios, por lo menos se que ahora tengo el apoyo de cuatro hermosas personitas, de verdad muchas gracias. Les dejo el segundo capitulo
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CAPITULO 2
Mi madre y yo vivimos en una granja del siglo XVIII llena de corrientes de aire a las afueras de Coldwater. Es la única casa en Hawthorne Lane, y los vecinos más cercanos están a más de un kilómetro de distancia. A veces me pregunto si el constructor original se dio cuenta de que de todos los solares disponibles, eligió construir la casa en medio de una misteriosa inversión atmosférica que parece aspirar toda la niebla de la costa de Maine y trasplantarla a nuestro jardín. La casa estaba en este momento velada en unas sombras que parecían espíritus escapados y merodedores.
Me pasé la tarde plantada en un taburete de bar en la cocina en compañía de los deberes de álgebra y Dorothea, nuestra ama de llaves. Mi madre trabaja para la Compañía de Subastas Hugo Renaldi, coordinando subastas de propiedades y antigüedades a lo largo de toda la Costa Este. Esta semana estaba en Charleston, Carolina del Sur. Su trabajo requería muchos viajes, y pagaba a Dorothea para cocinar y limpiar, pero yo estaba bastante segura de que el contrato de Dorothea incluía el mantener un ojo atento y parental pendiente de mí.
- ¿Qué tal el colegio? - Preguntó Dorothea con un ligero acento alemán.
Estaba en el fregadero, frotando una lasaña de una cacerola.
- Cambiamos de compañero en Biología.
- ¿Esto es algo bueno, o algo malo?
- Rachel era mi antigua compañera.
- Hum. - Restregó con más vigor, y la carne de la parte superior del brazo de Dorothea
tembló - Algo malo, entonces - Suspiré, de acuerdo - Háblame de la nueva compañera.
¿Cómo es esta chica?
- Es alta, morena e irritante. - E inquietantemente cerrada pensé.
Los ojos de San eran esferas negras. Absorbiéndolo todo y no ofreciendo nada. No es
que yo quisiera saber más sobre San. Ya que no me había gustado lo que había visto en la superficie, dudaba que me fuera a gustar lo que se escondía en la profundidad.
Solo que esto no era exactamente cierto. Me gustaba mucho de lo que había visto.
Músculos largos y esbeltos a lo largo de sus brazos, hombros anchos pero relajados, y una sonrisa que era en parte juguetona y en parte seductora. Estaba en una alianza insegura conmigo misma, intentando ignorar lo que había empezado a encontrar
irresistible.
A las nueve en punto Dorothea terminó su tarde y cerró con llave al salir. Como adiós, encendí y apagué las luces del porche dos veces; debieron de penetrar en la niebla, porque ella respondió con un bocinazo. Estaba sola.
Hice inventario de los sentimientos en mi interior. No tenía hambre. No estaba cansada. Ni siquiera estaba tan sola. Pero sí estaba un poco nerviosa por mis deberes de Biología.
Le había dicho a San que no iba a llamar, y seis horas atrás lo decía en serio. Todo en lo que podía pensar ahora era que no quería suspender. La Biología era mi asignatura más dura. Mi nota vacilaba problemáticamente entre un sobresaliente y un notable. En mi mente, ésa era la diferencia entre una beca parcial y una completa en mi futuro. Fui a la cocina y descolgué el teléfono. Miré lo que quedaba de los siete dígitos todavía tatuados en mi mano. Secretamente, esperaba que San no respondiera a mi llamada. Sino estaba disponible o cooperadora con los trabajos, eran pruebas que podía usar en su contra para convencer al Entrenador para que deshiciera la asignación de asientos.
Sintiéndome con esperanzas, tecleé su número.
San respondió al tercer toque.
- ¿Qué pasa?
En un tono práctico dije:
- Estoy llamando para ver si podemos vernos esta noche. Sé que dijiste que estabas ocupada, pero...
- Britt - San dijo mi nombre como si fuera el broche final de un chiste - Crei que no
ibas a llamar. Nunca.
Odiaba estar tragándome mis palabras. Odiaba a San por restregármelo. Odiaba al entrenador y a sus locos trabajos. Abrí la boca, con la esperanza de que saliera algo inteligente.
- Bueno. ¿Podemos vernos o no?
- Resulta que no puedo.
- ¿No puedes, o no quieres?
- Estoy en medio de una partida de billar. - Oí la sonrisa en su voz – Una partida de billar importante.
Por los ruidos de fondo que oía de su lado, creía que estaba diciendo la verdad sobre la partida de billar. El si era o no más importante que mi trabajo era un tema para debate.
- ¿Dónde estás? - Pregunté.
- El Arcade de Bo. No es tu tipo de sitio.
- Entonces hagamos la entrevista por teléfono. Tengo una lista de preguntas justo...
Me colgó.
Me quedé mirando al teléfono con incredulidad, después arranqué de mi libreta una hoja de papel en blanco. Garabateé estupida en la primera línea. En la línea debajo de ésa añadí, Fuma puros. Morirá de cáncer de pulmón. Ojalá que pronto. Excelente forma física. Inmediatamente taché la última observación hasta que fue ilegible.
El reloj del microondas pasó a anunciar las 9:05. Tal y como yo lo veía, tenía dos opciones. O bien inventaba mi entrevista con San, o bien conducía hasta el Arcade de Bo. La primera opción tal vez fuera tentadora, si tan solo pudiera bloquear la voz del
Entrenador advirtiendo que revisaría todas las respuestas en busca de autenticidad. No sabía lo suficiente sobre San como para lanzarme el farol de una entrevista completa.
¿Y la segunda opción? Nada tentadora, ni en lo más mínimo.
Retrasé el tomar una decisión lo bastante como para llamar a mi madre. Parte de nuestro acuerdo para que ella trabajara y viajara tanto era que actuara con responsabilidad y no fuera el tipo de hija que requiere supervisión constante. Me gustaba mi libertad, y no quería hacer nada para darle a mi madre una razón para aceptar una reducción de sueldo y tomar un trabajo local para mantenerme un ojo encima.
En el cuarto toque, su buzón de voz cogió la llamada.
- Soy yo. - Dije - Solo llamaba para ver qué tal. Tengo unos deberes de Biología que
terminar, después me voy a la cama. Llámame mañana en la comida, si quieres. Te
quiero.
Después de colgar, encontré una moneda de veinticinco centavos en el cajón de la cocina. Mejor dejarle al destino las decisiones complicadas.
- Si es cara voy. - Le dije al perfil de George Washington - Si es cruz me quedo.
Lancé la moneda al aire, la paré contra el dorso de mi mano y osé echarle un vistazo. Mi corazón estrujó un latido extra, y me dije a mí misma que no estaba segura de lo que eso significaba.
- Ahora no está en mis manos. - Dije.
Decidida a acabar con esto tan rápido como fuera posible, agarré un mapa de la nevera, cogi mis llaves, y eché atrás mi Fiat Spider por el camino que llevaba a la carretera. El coche probablemente había sido una monada en 1979, pero no me entusiasmaba demasiado la pintura marrón chocolate, el óxido extendiéndose sin control por el parachoques trasero, y los asientos blancos de cuero agrietado.
El Arcade de Bo resultó estar más lejos de lo que me habría gustado, situado cerca de la costa, a treinta minutos en coche. Con el mapa estirado contra el volante, metí el Fiat en el aparcamiento detrás de un edificio de bloques grises con una señal eléctrica
centelleando
EL ARCADE DE BO, LOCO PAINTBALL NEGRO Y LA SALA DE BILLAR DE OZZ.
Grafitis salpicaban las paredes, y había colillas por todo el suelo. Claramente el local de Bo no estaba lleno de futuros alumnos de las mejores universidades y ciudadanos modelo. Intenté mantener mis pensamientos altaneros y despreocupados, pero mi
estómago se sentía un poco incómodo. Revisando que hubiera cerrado todas las puertas, entré. Me coloqué en la fila, esperando a pasar las cuerdas. Mientras el grupo delante de mí pagaba, me escurrí por en medio andando hacia el laberinto de sirenas a todo volumen y luces centelleantes.
- ¿Crees que te mereces una entrada gratuita? - Aulló una voz endurecida por el humo.
Me di la vuelta y parpadeé al cajero sobre-tatuado. Dije:
- No estoy aquí para jugar. Estoy buscando a alguien.
Gruñó.
- Si quieres pasar por delante de mí, pagas. - Puso las palmas sobre el mostrador, donde una tabla de precios había sido pegada con celo, mostrando que debía quince dólares.
Solo efectivo.
No tenía efectivo. E incluso si tuviera, no lo habría gastado para pasar unos pocos
minutos interrogando a San sobre su vida personal. Sentí cómo me enfadaba al pensar
en la asignación de asientos y por tener que estar aquí, en primer lugar. Solo tenía que
encontrar a San, después podríamos mantener la entrevista fuera. No había conducido
hasta aquí para volver con las manos vacías.
- Si no estoy de vuelta en dos minutos, pagaré los quince dolares. - Dije.
Antes de poder ejercitar un mejor juicio o reunir un poco más de paciencia, hice algo totalmente fuera de sitio y me colé entre las cuerdas. No me detuve ahí. Me apresuré a través del arcade, manteniendo los ojos bien abiertos en busca de San. Me dije a mí misma que no me podía creer que estuviera haciendo esto, pero era como una bola de nieve, ganando velocidad y fuerza. Llegados a este punto sólo quería encontrar a San y salir de allí.
El cajero me siguió, gritando:
- !Eh!
Segura de que San no estaba en el piso principal, corrí abajo, siguiendo señales para la
Sala de Billar de Ozz. Al final de las escaleras, una luz tenue iluminaba varias mesas de poker, todas en uso. Humo de puro casi tan espeso como la niebla envolviendo mi casa nublaba el techo bajo. Situadas entre las mesas de poker y el bar había una fila de mesas de billar. San estaba estirada a través de la que estaba más lejos de mí, intentando un tiro complicado.
- !San! - Grité.
Justo cuando hablé, disparó hacia delante su palo de billar clavándolo en el tapete. Su cabeza se levantó de repente. Se me quedó mirando con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
El cajero bajó ruidosamente por las escaleras, detrás de mí, atrapando mi hombro en su mano.
- Arriba. Ahora.
La boca de San se movió formando otra sonrisa que apenas estaba ahí. Difícil decir si
era burlona o amistosa.
- Ella está conmigo.
Esto pareció tener algún poder con el cajero, que aflojó su agarre. Antes de que pudiera cambiar de idea, me sacudí su mano y zigzagueé entre las mesas hacia San. Di los primeros pasos amplios y seguros, pero encontré que mi confianza desaparecía a medida que me acercaba a ella.
Fui consciente de inmediato de que había algo diferente en ella. No podía captar exactamente qué, pero podía sentirlo como electricidad. ¿Más animosidad? Más confianza. Más libertad para ser ella misma. Y esos ojos negros me estaban llegando. Eran como imanes aferrándose a cada movimiento mío. Tragué saliva discretamente e intenté ignorar la danza nerviosa de mi estómago. No podía captar exactamente qué, pero algo en San no estaba bien. Algo en ella no era normal. Algo no era... seguro.
- Perdón por colgar. - Dijo San viniendo a mi lado - La cobertura no es genial aquí abajo.
Sí, claro.
Con un giro de cabeza, San les indicó a los demás que se fueran. Hubo un silencio incómodo antes de que nadie se moviera. La primera en marcharse me golpeó el hombro al pasar. Retrocedí un paso para recuperar el equilibrio y alcé la vista justo a tiempo para recibir las frías miradas de las otras das jugadoras mientras se iban.
Genial. No era culpa mía el que San fuera mi compañera.
- ¿Bola ocho? - Le pregunté alzando las cejas e intentando sonar completamente segura de mí misma, de mi entorno. Tal vez ella tuviera razón y el Arcade de Bo no fuera mi tipo de sitio. Eso no quería decir que fuera a salir disparada hacia las puertas - ¿Cómo están de altas las apuestas?
Su sonrisa se amplió. Esta vez estaba bastante segura de que se estaba burlando de mí.
- No jugamos por dinero.
Dejé mi bolso en el borde de la mesa.
- Qué mal. Iba a apostar todo lo que tengo en tu contra. - Levanté mi trabajo, dos líneas ya completas - Unas pocas preguntas rápidas y me voy.
- ¿Estupida? - San leyó en voz alta, apoyándose en su palo de billar - ¿Cáncer de
pulmón? ¿Se supone que eso es profético?
Abaniqué el trabajo en el aire.
- Asumo que contribuyes a la atmósfera. ¿Cuántos puros por noche? ¿Uno? ¿Dos?
- No fumo. - Sonaba sincera, pero no me lo tragué.
- Mm-hmm. - Dije colocando el papel entre la bola ocho y la morada lisa.
Empujé accidentalmente la morada lisa al escribir Definitivamente puros en la línea tres.
- Estás estropeando el juego. - Dijo San, todavía sonriendo.
La miré a los ojos y no pude evitar igualar su sonrisa ―brevemente.
- Espero que no en tu favor. ¿Tu mayor sueño?
Estaba orgullosa de ésa porque sabía que le bajaría los humos. Requería reflexionar.
- Besarte.
- Eso no es gracioso. - Dije, sosteniéndole la mirada, agradecida por no haber tartamudeado.
- No, pero te hizo ruborizar.
Me impulsé sobre el lateral de la mesa, tratando de parecer imperturbable mientras lo
hacía. Crucé las piernas, usando la rodilla como tablero de escritura.
- ¿Trabajas?
- Limpio mesas en el Borderline. El mejor mexicano en la ciudad.
- ¿Religión?
No pareció sorprendido por la pregunta, pero tampoco pareció entusiasmado por ella.
- Creí que habías dicho unas pocas preguntas rápidas. Ya estás en la número cuatro.
- ¿Religión? - Pregunté con más firmeza.
San deslizó una mano pensativamente por la línea de su mandíbula.
- Religión no... culto.
- ¿Perteneces a un culto? - Me di cuenta demasiado tarde de que, aunque había sonado sorprendida, no habría debido.
- Y resulta que tengo necesidad de sacrificar a una mujer sana. Había planeado atraerla para que confiara en mí antes, pero si estás lista ahora...
Toda sonrisa que aún quedara en mi rostro desapareció.
- No me estás impresionando.
- Aún no he empezado a intentarlo.
Me bajé de la mesa y me planté delante de ella. Era una cabeza más alta que yo.
- Rachel me dijo que vas al último curso. ¿Cuántas veces has suspendido la Biología de segundo año? ¿Una? ¿Dos?
- Rachel no es mi portavoz.
- ¿Estás negando haber suspendido?
- Te estoy diciendo que no fui al instituto el año pasado. - Sus ojos se mofaban de mí.
Eso solo me hizo más determinada.
- ¿Faltaste sin autorización?
San dejó su palo de billar sobre el tapete y me hizo un gesto con el dedo para que me
acercara. No lo hice.
- ¿Un secreto? - Dijo en tono confidencial - Nunca antes he ido a la escuela. ¿Otro
secreto? No es tan aburrida como esperaba.
Estaba mintiendo. Todo el mundo iba a la escuela. Había leyes. Estaba mintiendo para
sacarme de quicio.
- Crees que estoy mintiendo. - Dijo alrededor de una sonrisa.
- ¿No has ido a la escuela, nunca? Si eso es cierto, y tienes razón, no creo que lo sea,
¿qué te decidió a venir este año?
- Tú.
El impulso de sentirme asustada palpitaba a través de mí, pero me dije a mí misma que eso era exactamente lo que San quería. Manteniéndome firme en el sitio, intenté en vez de eso actuar irritada. Aún así, me llevó un momento encontrar mi voz.
- Ésa no es una respuesta de verdad.
Debió de acercarse un paso, porque de pronto nuestros cuerpos estaban separados tan solo por nada más que un estrecho margen de aire.
- Tus ojos, Brittany. Esos fríos ojos azul pálido son sorprendentemente irresistibles. – Inclinó la cabeza a un lado, como para estudiarme desde un nuevo ángulo - Y esa tremenda boca curva.
Sorprendida no tanto por su comentario, sino porque una parte de mí respondiera positivamente a ella, me aparté.
- Eso es suficiente. Me voy.
Pero tan pronto como las palabras estuvieron fuera de mi boca, sabía que no eran ciertas. Sentía la necesidad de decir algo más. Escogiendo entre los pensamientos enredados en mi mente, intenté encontrar qué era lo que sentía que tenía que decir.
¿Por qué era tan desdeñosa, y por qué actuaba como si yo hubiera hecho algo para merecérmelo?
- Pareces saber mucho sobre mí. - Dije, haciendo la subestimación del año - Más de lo
que deberías. Pareces saber exactamente qué decir para ponerme incómoda.
- Me lo pones fácil.
Se disparó una chispa de furia en mi interior.
- ¿Admites que estás haciendo esto a propósito?
- ¿Esto?
- Esto. Provocarme.
- Di “provocar” otra vez. Tu boca se ve provocadora cuando lo haces.
- Hemos terminado. Termina tu partida de billar. - Agarré su palo de billar de la mesa y lo empujé hacia ella. No lo cogió. - No me gusta sentarme a tu lado. - Dije - No me gusta ser tu compañera. No me gusta tu sonrisa condescendiente. - Mi mandíbula se apretó, algo que normalmente pasaba solo cuando mentía. Me pregunté si estaba mintiendo ahora.
Si era así, quería pegarme una patada - No me gustas tú. - Dije tan convincentemente como pude, y empujé con fuerza el palo contra su pecho.
- Me alegro de que el Entrenador nos pusiera juntas. - Dijo.
Detecté una levísima ironía en la palabra “Entrenador”, pero no pude interpretar ningún significado oculto. Esta vez sí cogió el palo de billar.
- Estoy trabajando para cambiar eso. - Repliqué.
San pensaba que esto era tan gracioso que enseñó los dientes en la sonrisa. Alzó la mano hacia mí, y antes de que pudiera apartarme, desenredó algo de entre mi pelo.
- Un papel. - Explicó, dejándolo caer al suelo.
Al alzar la mano, vi una marca en la cara interna de su muñeca. Al principio asumí que era un tatuaje, pero un segundo vistazo reveló una marca de nacimiento marrón rojiza, algo levantada. Era de la forma de una salpicadura de pintura.
- Ése es un desafortunado sitio para una marca de nacimiento. - Dije, más que un poco molesta de que estuviera en un lugar tan similar al de mi propia marca.
San se bajó la manga casual pero perceptiblemente sobre la muñeca.
- ¿La preferirías en algún lugar más privado?
- No la preferiría en ningún sitio. - No estaba segura de cómo sonaba esto y lo volví a intentar - No me importaría si no la tuvieras en absoluto. - Lo intenté por tercera vez – No me importa tu marca de nacimiento, punto.
- ¿Alguna pregunta más? - Preguntó - ¿Comentarios?
- No.
- Entonces, te veré en Bio.
Pensé en decirle que nunca me volvería a ver. Pero no iba a tragarme mis palabras dos
veces en un día. Más tarde esa noche un ¡crack! me sacó de mi sueño. Con la cara contra mi almohada, me quedé quieta, todos mis sentidos en alerta máxima. Mi madre estaba fuera de la ciudad por lo menos una vez al mes por trabajo, así que estaba acostumbrada a dormir sola, y habían pasado meses desde que imaginara por última vez el sonido de pisadas por el pasillo hacia mi habitación. La verdad es que nunca me sentía completamente sola.
Justo después de que mataran a mi padre de un tiro en Portland mientras compraba el
regalo de cumpleaños de mi madre, una extraña presencia entró en mi vida. Como si
alguien estuviera orbitando en mi mundo, observando desde una distancia. Al principio la presencia fantasma me había aterrorizado, pero cuando nada malo vino de ella, perdí la ansiedad. Empecé a preguntarme si habría algún propósito cósmico por la forma como me estaba sintiendo. Tal vez el espíritu de mi padre estaba cerca. El pensamiento solía ser reconfortante, pero esta noche era diferente.
La presencia se sentía como hielo sobre la piel.
Girando la cabeza un poco, vi una forma de sombras estirarse por mi suelo. Me giré rápidamente para mirar la ventana, el blanquecino rayo de luna era la única luz en la
habitación capaz de formar una sombra. Pero allí no había nada. Apreté con fuerza la
almohada contra mí y me dije que era una nube pasando sobre la luna. O un trozo de
basura volando en el viento. Aún así, me pasé los siguientes minutos esperando a que se me calmara el pulso. Para cuando reuní el valor para salir de la cama, el jardín debajo de mi habitación estaba silencioso y quieto. El único sonido procedía de tres ramas rozando contra la casa, y de mi propio corazón atronando contra mi piel.
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Espero que les guste chicas y también espero sus comentarios sigan siendo tan buenos como ahora (: Besos.
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CAPITULO 2
Mi madre y yo vivimos en una granja del siglo XVIII llena de corrientes de aire a las afueras de Coldwater. Es la única casa en Hawthorne Lane, y los vecinos más cercanos están a más de un kilómetro de distancia. A veces me pregunto si el constructor original se dio cuenta de que de todos los solares disponibles, eligió construir la casa en medio de una misteriosa inversión atmosférica que parece aspirar toda la niebla de la costa de Maine y trasplantarla a nuestro jardín. La casa estaba en este momento velada en unas sombras que parecían espíritus escapados y merodedores.
Me pasé la tarde plantada en un taburete de bar en la cocina en compañía de los deberes de álgebra y Dorothea, nuestra ama de llaves. Mi madre trabaja para la Compañía de Subastas Hugo Renaldi, coordinando subastas de propiedades y antigüedades a lo largo de toda la Costa Este. Esta semana estaba en Charleston, Carolina del Sur. Su trabajo requería muchos viajes, y pagaba a Dorothea para cocinar y limpiar, pero yo estaba bastante segura de que el contrato de Dorothea incluía el mantener un ojo atento y parental pendiente de mí.
- ¿Qué tal el colegio? - Preguntó Dorothea con un ligero acento alemán.
Estaba en el fregadero, frotando una lasaña de una cacerola.
- Cambiamos de compañero en Biología.
- ¿Esto es algo bueno, o algo malo?
- Rachel era mi antigua compañera.
- Hum. - Restregó con más vigor, y la carne de la parte superior del brazo de Dorothea
tembló - Algo malo, entonces - Suspiré, de acuerdo - Háblame de la nueva compañera.
¿Cómo es esta chica?
- Es alta, morena e irritante. - E inquietantemente cerrada pensé.
Los ojos de San eran esferas negras. Absorbiéndolo todo y no ofreciendo nada. No es
que yo quisiera saber más sobre San. Ya que no me había gustado lo que había visto en la superficie, dudaba que me fuera a gustar lo que se escondía en la profundidad.
Solo que esto no era exactamente cierto. Me gustaba mucho de lo que había visto.
Músculos largos y esbeltos a lo largo de sus brazos, hombros anchos pero relajados, y una sonrisa que era en parte juguetona y en parte seductora. Estaba en una alianza insegura conmigo misma, intentando ignorar lo que había empezado a encontrar
irresistible.
A las nueve en punto Dorothea terminó su tarde y cerró con llave al salir. Como adiós, encendí y apagué las luces del porche dos veces; debieron de penetrar en la niebla, porque ella respondió con un bocinazo. Estaba sola.
Hice inventario de los sentimientos en mi interior. No tenía hambre. No estaba cansada. Ni siquiera estaba tan sola. Pero sí estaba un poco nerviosa por mis deberes de Biología.
Le había dicho a San que no iba a llamar, y seis horas atrás lo decía en serio. Todo en lo que podía pensar ahora era que no quería suspender. La Biología era mi asignatura más dura. Mi nota vacilaba problemáticamente entre un sobresaliente y un notable. En mi mente, ésa era la diferencia entre una beca parcial y una completa en mi futuro. Fui a la cocina y descolgué el teléfono. Miré lo que quedaba de los siete dígitos todavía tatuados en mi mano. Secretamente, esperaba que San no respondiera a mi llamada. Sino estaba disponible o cooperadora con los trabajos, eran pruebas que podía usar en su contra para convencer al Entrenador para que deshiciera la asignación de asientos.
Sintiéndome con esperanzas, tecleé su número.
San respondió al tercer toque.
- ¿Qué pasa?
En un tono práctico dije:
- Estoy llamando para ver si podemos vernos esta noche. Sé que dijiste que estabas ocupada, pero...
- Britt - San dijo mi nombre como si fuera el broche final de un chiste - Crei que no
ibas a llamar. Nunca.
Odiaba estar tragándome mis palabras. Odiaba a San por restregármelo. Odiaba al entrenador y a sus locos trabajos. Abrí la boca, con la esperanza de que saliera algo inteligente.
- Bueno. ¿Podemos vernos o no?
- Resulta que no puedo.
- ¿No puedes, o no quieres?
- Estoy en medio de una partida de billar. - Oí la sonrisa en su voz – Una partida de billar importante.
Por los ruidos de fondo que oía de su lado, creía que estaba diciendo la verdad sobre la partida de billar. El si era o no más importante que mi trabajo era un tema para debate.
- ¿Dónde estás? - Pregunté.
- El Arcade de Bo. No es tu tipo de sitio.
- Entonces hagamos la entrevista por teléfono. Tengo una lista de preguntas justo...
Me colgó.
Me quedé mirando al teléfono con incredulidad, después arranqué de mi libreta una hoja de papel en blanco. Garabateé estupida en la primera línea. En la línea debajo de ésa añadí, Fuma puros. Morirá de cáncer de pulmón. Ojalá que pronto. Excelente forma física. Inmediatamente taché la última observación hasta que fue ilegible.
El reloj del microondas pasó a anunciar las 9:05. Tal y como yo lo veía, tenía dos opciones. O bien inventaba mi entrevista con San, o bien conducía hasta el Arcade de Bo. La primera opción tal vez fuera tentadora, si tan solo pudiera bloquear la voz del
Entrenador advirtiendo que revisaría todas las respuestas en busca de autenticidad. No sabía lo suficiente sobre San como para lanzarme el farol de una entrevista completa.
¿Y la segunda opción? Nada tentadora, ni en lo más mínimo.
Retrasé el tomar una decisión lo bastante como para llamar a mi madre. Parte de nuestro acuerdo para que ella trabajara y viajara tanto era que actuara con responsabilidad y no fuera el tipo de hija que requiere supervisión constante. Me gustaba mi libertad, y no quería hacer nada para darle a mi madre una razón para aceptar una reducción de sueldo y tomar un trabajo local para mantenerme un ojo encima.
En el cuarto toque, su buzón de voz cogió la llamada.
- Soy yo. - Dije - Solo llamaba para ver qué tal. Tengo unos deberes de Biología que
terminar, después me voy a la cama. Llámame mañana en la comida, si quieres. Te
quiero.
Después de colgar, encontré una moneda de veinticinco centavos en el cajón de la cocina. Mejor dejarle al destino las decisiones complicadas.
- Si es cara voy. - Le dije al perfil de George Washington - Si es cruz me quedo.
Lancé la moneda al aire, la paré contra el dorso de mi mano y osé echarle un vistazo. Mi corazón estrujó un latido extra, y me dije a mí misma que no estaba segura de lo que eso significaba.
- Ahora no está en mis manos. - Dije.
Decidida a acabar con esto tan rápido como fuera posible, agarré un mapa de la nevera, cogi mis llaves, y eché atrás mi Fiat Spider por el camino que llevaba a la carretera. El coche probablemente había sido una monada en 1979, pero no me entusiasmaba demasiado la pintura marrón chocolate, el óxido extendiéndose sin control por el parachoques trasero, y los asientos blancos de cuero agrietado.
El Arcade de Bo resultó estar más lejos de lo que me habría gustado, situado cerca de la costa, a treinta minutos en coche. Con el mapa estirado contra el volante, metí el Fiat en el aparcamiento detrás de un edificio de bloques grises con una señal eléctrica
centelleando
EL ARCADE DE BO, LOCO PAINTBALL NEGRO Y LA SALA DE BILLAR DE OZZ.
Grafitis salpicaban las paredes, y había colillas por todo el suelo. Claramente el local de Bo no estaba lleno de futuros alumnos de las mejores universidades y ciudadanos modelo. Intenté mantener mis pensamientos altaneros y despreocupados, pero mi
estómago se sentía un poco incómodo. Revisando que hubiera cerrado todas las puertas, entré. Me coloqué en la fila, esperando a pasar las cuerdas. Mientras el grupo delante de mí pagaba, me escurrí por en medio andando hacia el laberinto de sirenas a todo volumen y luces centelleantes.
- ¿Crees que te mereces una entrada gratuita? - Aulló una voz endurecida por el humo.
Me di la vuelta y parpadeé al cajero sobre-tatuado. Dije:
- No estoy aquí para jugar. Estoy buscando a alguien.
Gruñó.
- Si quieres pasar por delante de mí, pagas. - Puso las palmas sobre el mostrador, donde una tabla de precios había sido pegada con celo, mostrando que debía quince dólares.
Solo efectivo.
No tenía efectivo. E incluso si tuviera, no lo habría gastado para pasar unos pocos
minutos interrogando a San sobre su vida personal. Sentí cómo me enfadaba al pensar
en la asignación de asientos y por tener que estar aquí, en primer lugar. Solo tenía que
encontrar a San, después podríamos mantener la entrevista fuera. No había conducido
hasta aquí para volver con las manos vacías.
- Si no estoy de vuelta en dos minutos, pagaré los quince dolares. - Dije.
Antes de poder ejercitar un mejor juicio o reunir un poco más de paciencia, hice algo totalmente fuera de sitio y me colé entre las cuerdas. No me detuve ahí. Me apresuré a través del arcade, manteniendo los ojos bien abiertos en busca de San. Me dije a mí misma que no me podía creer que estuviera haciendo esto, pero era como una bola de nieve, ganando velocidad y fuerza. Llegados a este punto sólo quería encontrar a San y salir de allí.
El cajero me siguió, gritando:
- !Eh!
Segura de que San no estaba en el piso principal, corrí abajo, siguiendo señales para la
Sala de Billar de Ozz. Al final de las escaleras, una luz tenue iluminaba varias mesas de poker, todas en uso. Humo de puro casi tan espeso como la niebla envolviendo mi casa nublaba el techo bajo. Situadas entre las mesas de poker y el bar había una fila de mesas de billar. San estaba estirada a través de la que estaba más lejos de mí, intentando un tiro complicado.
- !San! - Grité.
Justo cuando hablé, disparó hacia delante su palo de billar clavándolo en el tapete. Su cabeza se levantó de repente. Se me quedó mirando con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
El cajero bajó ruidosamente por las escaleras, detrás de mí, atrapando mi hombro en su mano.
- Arriba. Ahora.
La boca de San se movió formando otra sonrisa que apenas estaba ahí. Difícil decir si
era burlona o amistosa.
- Ella está conmigo.
Esto pareció tener algún poder con el cajero, que aflojó su agarre. Antes de que pudiera cambiar de idea, me sacudí su mano y zigzagueé entre las mesas hacia San. Di los primeros pasos amplios y seguros, pero encontré que mi confianza desaparecía a medida que me acercaba a ella.
Fui consciente de inmediato de que había algo diferente en ella. No podía captar exactamente qué, pero podía sentirlo como electricidad. ¿Más animosidad? Más confianza. Más libertad para ser ella misma. Y esos ojos negros me estaban llegando. Eran como imanes aferrándose a cada movimiento mío. Tragué saliva discretamente e intenté ignorar la danza nerviosa de mi estómago. No podía captar exactamente qué, pero algo en San no estaba bien. Algo en ella no era normal. Algo no era... seguro.
- Perdón por colgar. - Dijo San viniendo a mi lado - La cobertura no es genial aquí abajo.
Sí, claro.
Con un giro de cabeza, San les indicó a los demás que se fueran. Hubo un silencio incómodo antes de que nadie se moviera. La primera en marcharse me golpeó el hombro al pasar. Retrocedí un paso para recuperar el equilibrio y alcé la vista justo a tiempo para recibir las frías miradas de las otras das jugadoras mientras se iban.
Genial. No era culpa mía el que San fuera mi compañera.
- ¿Bola ocho? - Le pregunté alzando las cejas e intentando sonar completamente segura de mí misma, de mi entorno. Tal vez ella tuviera razón y el Arcade de Bo no fuera mi tipo de sitio. Eso no quería decir que fuera a salir disparada hacia las puertas - ¿Cómo están de altas las apuestas?
Su sonrisa se amplió. Esta vez estaba bastante segura de que se estaba burlando de mí.
- No jugamos por dinero.
Dejé mi bolso en el borde de la mesa.
- Qué mal. Iba a apostar todo lo que tengo en tu contra. - Levanté mi trabajo, dos líneas ya completas - Unas pocas preguntas rápidas y me voy.
- ¿Estupida? - San leyó en voz alta, apoyándose en su palo de billar - ¿Cáncer de
pulmón? ¿Se supone que eso es profético?
Abaniqué el trabajo en el aire.
- Asumo que contribuyes a la atmósfera. ¿Cuántos puros por noche? ¿Uno? ¿Dos?
- No fumo. - Sonaba sincera, pero no me lo tragué.
- Mm-hmm. - Dije colocando el papel entre la bola ocho y la morada lisa.
Empujé accidentalmente la morada lisa al escribir Definitivamente puros en la línea tres.
- Estás estropeando el juego. - Dijo San, todavía sonriendo.
La miré a los ojos y no pude evitar igualar su sonrisa ―brevemente.
- Espero que no en tu favor. ¿Tu mayor sueño?
Estaba orgullosa de ésa porque sabía que le bajaría los humos. Requería reflexionar.
- Besarte.
- Eso no es gracioso. - Dije, sosteniéndole la mirada, agradecida por no haber tartamudeado.
- No, pero te hizo ruborizar.
Me impulsé sobre el lateral de la mesa, tratando de parecer imperturbable mientras lo
hacía. Crucé las piernas, usando la rodilla como tablero de escritura.
- ¿Trabajas?
- Limpio mesas en el Borderline. El mejor mexicano en la ciudad.
- ¿Religión?
No pareció sorprendido por la pregunta, pero tampoco pareció entusiasmado por ella.
- Creí que habías dicho unas pocas preguntas rápidas. Ya estás en la número cuatro.
- ¿Religión? - Pregunté con más firmeza.
San deslizó una mano pensativamente por la línea de su mandíbula.
- Religión no... culto.
- ¿Perteneces a un culto? - Me di cuenta demasiado tarde de que, aunque había sonado sorprendida, no habría debido.
- Y resulta que tengo necesidad de sacrificar a una mujer sana. Había planeado atraerla para que confiara en mí antes, pero si estás lista ahora...
Toda sonrisa que aún quedara en mi rostro desapareció.
- No me estás impresionando.
- Aún no he empezado a intentarlo.
Me bajé de la mesa y me planté delante de ella. Era una cabeza más alta que yo.
- Rachel me dijo que vas al último curso. ¿Cuántas veces has suspendido la Biología de segundo año? ¿Una? ¿Dos?
- Rachel no es mi portavoz.
- ¿Estás negando haber suspendido?
- Te estoy diciendo que no fui al instituto el año pasado. - Sus ojos se mofaban de mí.
Eso solo me hizo más determinada.
- ¿Faltaste sin autorización?
San dejó su palo de billar sobre el tapete y me hizo un gesto con el dedo para que me
acercara. No lo hice.
- ¿Un secreto? - Dijo en tono confidencial - Nunca antes he ido a la escuela. ¿Otro
secreto? No es tan aburrida como esperaba.
Estaba mintiendo. Todo el mundo iba a la escuela. Había leyes. Estaba mintiendo para
sacarme de quicio.
- Crees que estoy mintiendo. - Dijo alrededor de una sonrisa.
- ¿No has ido a la escuela, nunca? Si eso es cierto, y tienes razón, no creo que lo sea,
¿qué te decidió a venir este año?
- Tú.
El impulso de sentirme asustada palpitaba a través de mí, pero me dije a mí misma que eso era exactamente lo que San quería. Manteniéndome firme en el sitio, intenté en vez de eso actuar irritada. Aún así, me llevó un momento encontrar mi voz.
- Ésa no es una respuesta de verdad.
Debió de acercarse un paso, porque de pronto nuestros cuerpos estaban separados tan solo por nada más que un estrecho margen de aire.
- Tus ojos, Brittany. Esos fríos ojos azul pálido son sorprendentemente irresistibles. – Inclinó la cabeza a un lado, como para estudiarme desde un nuevo ángulo - Y esa tremenda boca curva.
Sorprendida no tanto por su comentario, sino porque una parte de mí respondiera positivamente a ella, me aparté.
- Eso es suficiente. Me voy.
Pero tan pronto como las palabras estuvieron fuera de mi boca, sabía que no eran ciertas. Sentía la necesidad de decir algo más. Escogiendo entre los pensamientos enredados en mi mente, intenté encontrar qué era lo que sentía que tenía que decir.
¿Por qué era tan desdeñosa, y por qué actuaba como si yo hubiera hecho algo para merecérmelo?
- Pareces saber mucho sobre mí. - Dije, haciendo la subestimación del año - Más de lo
que deberías. Pareces saber exactamente qué decir para ponerme incómoda.
- Me lo pones fácil.
Se disparó una chispa de furia en mi interior.
- ¿Admites que estás haciendo esto a propósito?
- ¿Esto?
- Esto. Provocarme.
- Di “provocar” otra vez. Tu boca se ve provocadora cuando lo haces.
- Hemos terminado. Termina tu partida de billar. - Agarré su palo de billar de la mesa y lo empujé hacia ella. No lo cogió. - No me gusta sentarme a tu lado. - Dije - No me gusta ser tu compañera. No me gusta tu sonrisa condescendiente. - Mi mandíbula se apretó, algo que normalmente pasaba solo cuando mentía. Me pregunté si estaba mintiendo ahora.
Si era así, quería pegarme una patada - No me gustas tú. - Dije tan convincentemente como pude, y empujé con fuerza el palo contra su pecho.
- Me alegro de que el Entrenador nos pusiera juntas. - Dijo.
Detecté una levísima ironía en la palabra “Entrenador”, pero no pude interpretar ningún significado oculto. Esta vez sí cogió el palo de billar.
- Estoy trabajando para cambiar eso. - Repliqué.
San pensaba que esto era tan gracioso que enseñó los dientes en la sonrisa. Alzó la mano hacia mí, y antes de que pudiera apartarme, desenredó algo de entre mi pelo.
- Un papel. - Explicó, dejándolo caer al suelo.
Al alzar la mano, vi una marca en la cara interna de su muñeca. Al principio asumí que era un tatuaje, pero un segundo vistazo reveló una marca de nacimiento marrón rojiza, algo levantada. Era de la forma de una salpicadura de pintura.
- Ése es un desafortunado sitio para una marca de nacimiento. - Dije, más que un poco molesta de que estuviera en un lugar tan similar al de mi propia marca.
San se bajó la manga casual pero perceptiblemente sobre la muñeca.
- ¿La preferirías en algún lugar más privado?
- No la preferiría en ningún sitio. - No estaba segura de cómo sonaba esto y lo volví a intentar - No me importaría si no la tuvieras en absoluto. - Lo intenté por tercera vez – No me importa tu marca de nacimiento, punto.
- ¿Alguna pregunta más? - Preguntó - ¿Comentarios?
- No.
- Entonces, te veré en Bio.
Pensé en decirle que nunca me volvería a ver. Pero no iba a tragarme mis palabras dos
veces en un día. Más tarde esa noche un ¡crack! me sacó de mi sueño. Con la cara contra mi almohada, me quedé quieta, todos mis sentidos en alerta máxima. Mi madre estaba fuera de la ciudad por lo menos una vez al mes por trabajo, así que estaba acostumbrada a dormir sola, y habían pasado meses desde que imaginara por última vez el sonido de pisadas por el pasillo hacia mi habitación. La verdad es que nunca me sentía completamente sola.
Justo después de que mataran a mi padre de un tiro en Portland mientras compraba el
regalo de cumpleaños de mi madre, una extraña presencia entró en mi vida. Como si
alguien estuviera orbitando en mi mundo, observando desde una distancia. Al principio la presencia fantasma me había aterrorizado, pero cuando nada malo vino de ella, perdí la ansiedad. Empecé a preguntarme si habría algún propósito cósmico por la forma como me estaba sintiendo. Tal vez el espíritu de mi padre estaba cerca. El pensamiento solía ser reconfortante, pero esta noche era diferente.
La presencia se sentía como hielo sobre la piel.
Girando la cabeza un poco, vi una forma de sombras estirarse por mi suelo. Me giré rápidamente para mirar la ventana, el blanquecino rayo de luna era la única luz en la
habitación capaz de formar una sombra. Pero allí no había nada. Apreté con fuerza la
almohada contra mí y me dije que era una nube pasando sobre la luna. O un trozo de
basura volando en el viento. Aún así, me pasé los siguientes minutos esperando a que se me calmara el pulso. Para cuando reuní el valor para salir de la cama, el jardín debajo de mi habitación estaba silencioso y quieto. El único sonido procedía de tres ramas rozando contra la casa, y de mi propio corazón atronando contra mi piel.
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Espero que les guste chicas y también espero sus comentarios sigan siendo tan buenos como ahora (: Besos.
Última edición por dianna rivera el Dom Jul 28, 2013 11:40 am, editado 1 vez
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Wow! Me declaro lectora de tu fic!
Me encanto el primer capitulo!
Santana es extraña o.o ....... Me gusta :)
Yo tambien soy de mexico :3
Espero la actualizacion!
Realmente me encanto :D saludos
me gusto mucho el primer capitulo , busque el resumen del libro y me enamore de la historia me encanto de verdad , tienes una fiel lectora , espero leerte seguido
saludossss :D
Me gusto mucho. *w*
Santana es muy misteriosa .____.
Espero tu actualización. ;)
Bueno primero que nada *-* FELICIDADES ! Me encanto la adaptación , ya eh leído la saga original y has hecho un gran trabajo *-* me encanta , tienes que seguirlo *-* , ya tienes una fan :3 , yo también soy de México me llamo Carmen mucho gusto paola :3 y ya pues espero tu actualización pronto *-* saludos .
MUCHISIMAS GRACIAS POR SUS HERMOSOS COMENTARIOS ESPERO LES GUSTE EL SEGUNDO CAPITULO. MIL GRACIAS POR SEGUIR ESTA HISTORIA. BESOS.
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Ash me cae gorda Santana! Su actitud, y como trata y le habla a Brittany.
Hasta tu próxima actualización. (:
Hasta tu próxima actualización. (:
Invitado- Invitado
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Hola!
Estaba con unas ganas de leer y apenas leí una linea de tu fic me enganche *o*
Esta genial! Siempre me quise comprar el libro pero por cosas de la vida nunca pude. Ahora que esta en versión Brittana ya no hay necesidad n.n
Espero que no tardes :) Me encanto.
Besos!
Estaba con unas ganas de leer y apenas leí una linea de tu fic me enganche *o*
Esta genial! Siempre me quise comprar el libro pero por cosas de la vida nunca pude. Ahora que esta en versión Brittana ya no hay necesidad n.n
Espero que no tardes :) Me encanto.
Besos!
Twinkle Dani-*-* - Mensajes : 3020
Fecha de inscripción : 23/03/2012
Edad : 29
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
NUEVA LECTORA!!
WOOOW!!!!
YA ME ENGANCHASTE!! ME ESTÁ GUSTANDO MUCHO ESTE FIC!!!
BUSQUÉ LA SAGA A LA QUE PERTENECE EL LIBRO QUE ESTAS ADAPTANDO! y ESTÁ GENIAL!! OJALA ADAPTES LA SAGA COMPLETA!! SERÍA UN PLACER LEERLO COMPLETO.............
GRACIAS POR SUBIRLO!! ESPERO LA ACTU!!
SALUDOS! NAT !
WOOOW!!!!
YA ME ENGANCHASTE!! ME ESTÁ GUSTANDO MUCHO ESTE FIC!!!
BUSQUÉ LA SAGA A LA QUE PERTENECE EL LIBRO QUE ESTAS ADAPTANDO! y ESTÁ GENIAL!! OJALA ADAPTES LA SAGA COMPLETA!! SERÍA UN PLACER LEERLO COMPLETO.............
GRACIAS POR SUBIRLO!! ESPERO LA ACTU!!
SALUDOS! NAT !
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Ohhh vamos! Que si se metió a estudiar por Britt es que la debe conocer de antes ... jejejejee
Sigue!!!!
Sigue!!!!
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Perdon por no comentar antes!
Me gusto mucho el capitulo (otravez)
Santana esta coqueteando con Brittany!!! :O
Jjejeje Brittany algun dia va a caer
Actualiza pronto, saludos :)
Me gusto mucho el capitulo (otravez)
Santana esta coqueteando con Brittany!!! :O
Jjejeje Brittany algun dia va a caer
Actualiza pronto, saludos :)
aimechinita1*** - Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 30/06/2012
Edad : 29
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Muchas gracias, prometo, intentar seguir con la saga completa sería un completa honor para mi, prometo que lo intentare (:naty_LOVE_GLEE escribió:NUEVA LECTORA!!
WOOOW!!!!
YA ME ENGANCHASTE!! ME ESTÁ GUSTANDO MUCHO ESTE FIC!!!
BUSQUÉ LA SAGA A LA QUE PERTENECE EL LIBRO QUE ESTAS ADAPTANDO! y ESTÁ GENIAL!! OJALA ADAPTES LA SAGA COMPLETA!! SERÍA UN PLACER LEERLO COMPLETO.............
GRACIAS POR SUBIRLO!! ESPERO LA ACTU!!
SALUDOS! NAT !
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
MUCHISIMAS GRACIAS POR SUS HERMOSOS COMENTARIOS Y APOYO, PROMETO ACTUALIZAR CADA DÍA Y DÍAS COMO HOY EN QUE NO TENGO NADA QUE HACER, PROCURARE SUBIR HASTA DOS CAPITULOS, AUNQUE ESPERO NO ME MATEN SI UN DÍA NO PUEDO ACTUALIZAR, DE VERDAD MUCHISIMAS GRACIAS A TODAS! ENSEGUIDA EL CAPITULO NÚMERO TRES! (:
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
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CAPITULO 3
El Entrenador McConaughy se mantuvo ante la pizarra hablando monótonamente sobre algo, pero mi mente estaba lejos de las complejidades de la ciencia.
Estaba ocupada formulando razones de por qué San y yo no deberíamos ser compañeras y estaba haciendo una lista sobre ellas en la parte trasera de un Viejo examen. Tan pronto la clase terminara, le presentaría al Entrenador mis argumentos. No es cooperadora con las asignaturas, escribí. Demuestra poco interés en trabajar en equipo. Pero eran las cosas no enlistadas las que me preocupaban más. Encontré inquietante la localidad de la marca de nacimiento de San y estaba asustada por el incidente en mi ventana la noche anterior. No estaba completamente segura de que San me estaba espiando, pero no podía ignorar la coincidencia de que estaba casi segura de que vi a alguien mirando por mi ventana solo horas después de que me encontré con ella.
El pensar que San me está espiando me provocó alcanzar el interior del compartimiento delantero de mi mochila, sacar dos píldoras de hierro de la botella y tragármelas enteras. Por un momento se quedaron atoradas en mi garganta, pero luego lograron bajar. Por el rabillo del ojo, cacheé a San arqueando sus cejas.
Consideré explicar que soy anémica y que tengo que tomar hierro varias veces al día,
especialmente cuando estoy bajo estrés, pero luego decidí no decir nada. La anemia no era una amenaza contra mi vida… siempre y cuando tomara hierro regularmente. No estaba paranoica hasta al punto de pensar que San querría hacerme daño, pero de
alguna manera, sentía que era mejor guardar en secreto mi vulnerable condición médica.
- ¿Brittany?
El Entrenador se detuvo en el frente del salón, con su mano extendida en un gesto que
mostraba que estaba esperando por algo ―mi respuesta. Un suave incendio se abrió camino hasta mis mejillas.
- ¿Podría repetir la pregunta? - Pregunté.
La clase rió.
- ¿Qué cualidades te atraen en una potencial pareja? - Dijo el Entrenador con un poco de irritación.
- ¿Una potencial pareja?
- Vamos, que no tenemos toda la tarde.
Podía escuchar a Rachel riendo tras de mí. Mi garganta pareció estrecharse.
- ¿Quieres que mencione las características de…?
- De una posible pareja, sí, eso ayudaría bastante.
Sin proponérmelo, miré a San de soslayo. Ella estaba recostada en su silla, estudiándome con satisfacción. Luego mostró una de sus sonrisas piratas y me dijo por lo bajo
- Estamos esperando.
Yo puse mis manos sobre la mesa, esperando lucir con más compostura de la que en
realidad sentía.
- Nunca he pensado sobre ello.
- Bueno, pues piensa rápido.
- ¿Podrías preguntarle a otro primero?
El Entrenador señaló con impaciencia a mi izquierda.
- Tu turno, San.
Contraria a mí, San habló con seguridad, posicionó su cuerpo de una manera que quedaba levemente inclinada hacia mí y nuestras rodillas estaban a solo pulgadas de distancia.
- Inteligente. Atractiva. Vulnerable.
El Entrenador estaba ocupado escribiendo los adjetivos en la pizarra.
- ¿Vulnerable? - Preguntó. - ¿Cómo así...?
Rachel habló.
- ¿Esto tiene algo que ver con lo que estamos estudiando? Porque en el libro no aparece nada sobre las características deseadas en una pareja.
El Entrenador dejó de escribir y miró sobre sus hombros.
- Todo animal en el planeta atrae a la pareja con el propósito de reproducirse. Los sapos inflaman sus cuerpos. Los gorilas machos golpean su pecho. ¿Alguna vez has visto a una langosta macho levantarse sobre las puntas de sus patas y chasquear sus pinzas, para llamar la atención de la hembra? Atracción es el primer elemento de toda la reproducción animal, incluyendo a los humanos. ¿Por qué no nos das tu lista, señorita Berry?
Rachel levantó cinco dedos.
- Guapo, rico, indulgente, fieramente protector y un poquito peligroso. - Cada vez que
mencionaba una descripción, bajaba un dedo.
San rió por lo bajo.
- El problema con la atracción humana es que no se sabe si ésta será correspondida.
- Excelente punto - Dijo el Entrenador.
- Los humanos son vulnerables - Continuó San - porque son capaces de ser heridos.
Al decir eso, la rodilla de San chocó con la mía y yo me alejé porque no me atrevía a
permitirme pensar qué quiso decir con ese gesto.
El Entrenador asintió.
- La complejidad de la atracción humana y la reproducción es una de las cosas que
nos apartan de las otras especies. - Creí escuchar a San bufar, pero fue un sonido muy
suave, así que no podía estar muy segura. El Entrenador continuó - Desde el comienzo de los tiempos, la mujer ha sido atraída a hombres con fuertes destrezas de supervivencia ―como inteligencia y fuerza física― porque los hombres con esas cualidades tienen más probabilidades de traer a casa cena al final del día. - Él levantó sus pulgares y sonrió abiertamente - Cena equivale a supervivencia, equipo.
Nadie rió.
- Además, - Él continuó - los hombres están atraídos por la belleza porque eso indica
salud y juventud. No tiene sentido emparejarse con una mujer enfermiza que no durará mucho para criar a los hijos.
El Entrenador acomodó sus gafas en el puente de su nariz y soltó una risa ahogada.
- Eso es tan sexista. - Protestó Rachel - Dime algo que se relacione con la mujer del siglo XXI.
- Si observas la reproducción con ojos científicos, señorita Berry, verás que los hijos son la llave de la supervivencia de nuestra especie. Mientras más hijos tengas, mayor es tu contribución para los genes.
Prácticamente escuché a los ojos de Rachel ponerse en blanco.
- Creo que finalmente nos estamos acercando al tema de hoy. Sexo.
- Casi. - Dijo el Entrenador, alzando un dedo - Antes del sexo viene la atracción, pero antes de la atracción viene el lenguaje corporal. Tienes que comunicarle a tu potencial pareja que estás interesada, pero debes hacerlo sin muchas palabras.
El Entrenador señaló al lado mío.
- Muy bien, San. Digamos que estás en una fiesta. La habitación está llena de chicas de toda clase de formas y tallas. Ves rubias, morenas, pelirrojas y unas cuantas con pelo negro. Algunas son habladoras, mientras que otras parecen tímidas. Has encontrado una chica que encaja con tu perfil: atractiva, inteligente y vulnerable. ¿Cómo le dejas saber que estás interesada?
- La saco aparte y hablo con ella.
- Bien. Ahora la gran pregunta: ¿Cómo sabes que ella está interesada o solo quiere que te vayas?
- La estudio. - Dijo San - Descubro qué está pensando y sintiendo. Ella no va a decirme las cosas directamente, por lo cual debo prestar mucha atención. ¿Inclina su cuerpo hacia mí? ¿Me mira directo a los ojos y luego mira a otra parte? ¿Se muerde el labio y juega con su pelo de la manera que Brittany está haciendo justo ahora?
La risa aumentó en todo el salón. Yo dejé caer mis manos en mi regazo.
- Ella está interesada. - Dijo San, dándole otra vez a mi pierna.
De todas las cosas que pude hacer, me sonrojé.
- ¡Muy bien! ¡Muy bien! - Dijo el Entrenador con voz cargada y sonriendo abiertamente por nuestra atención.
- Los vasos sanguíneos de la cara de Brittany se están ensanchando y su piel se ha acalorado. - Dijo San - Ella sabe que está siendo evaluada. A ella le gusta la atención, pero no está segura de cómo lidiar con ello.
- Yo no me estoy sonrojando.
- Ella está nerviosa. - Dijo San - Ella está acariciando su brazo para desviar la atención de su cara y llevarla hacia su cuerpo o quizá su piel. Ambos son puntos fuertes de interés.
Yo casi me ahogo. Ella está bromeando, me dije a mí misma. No, ella está loca. No tengo experiencia lidiando con lunáticos y ahora se ha presentado. Sentí como si hubiera pasado la mayor parte de nuestro tiempo juntos mirando boquiabierta a San. Si tenía alguna ilusión de ponerme a la par con ella, iba a tener que encontrar alguna otra manera para lograrlo.
Situé mis manos sobre la mesa, puse mi mentón en alto y traté de parecer que aún me
quedaba algo de dignidad.
- Esto es ridículo.
Estirando su brazo con exagerada lentitud, San lo acomodó en el respaldo de mi silla.
Tuve la extraña sensación de que esto era un reto dirigido directamente a mí y que a ella le importaba poco lo que la clase pensara. Ellos rieron, pero ella pareció no escucharlo, mirándome directamente a los ojos y sosteniendo la mirada de una manera que casi creí que ella había creado para nosotros un pequeño y privado mundo que nadie podia alcanzar.
Vulnerable, ella articuló sin pronunciar palabra.
Yo junté mis tobillos a las patas de mi silla y me incliné hacia delante, sintiendo el peso de su brazo caer tras la silla. Yo no era vulnerable.
- ¡Y ahí lo tienes! - Dijo el Entrenador - Biología en marcha.
- ¿Podríamos ahora hablar sobre sexo? - Preguntó Rachel.
- Mañana. Lee el capítulo siete y prepárate para discutirlo.
La campana sonó y San arrastró su silla hacia atrás.
- Eso fue divertido. Repitámoslo en alguna otra ocasión.
Antes de que pudiera decirle algo menos lamentable que ‘no gracias’, ella se fue detrás de mí y desapareció por la puerta.
- Estoy comenzando una petición para que despidan al Entrenador. – Dijo Rachel mientras se acercaba a mi mesa - ¿Qué pasó con la clase de hoy? Esto fue como porno. Prácticamente os acostó a ti y a San sobre la mesa de laboratorio, horizontalmente, sin ropa y haciendo el gran acto…
La corté en seco con una mirada que decía, ¿Parezco que quiero que me lo recuerden?
- Cielos. - Dijo Rachel retrocediendo.
- Necesito hablar con el Entrenador. Te veré en las taquillas en diez minutos.
- Seguro.
Me abrí camino hacia el escritorio del Entrenador en donde él estaba inclinado sobre un libro de jugadas de baloncesto. A primera vista, todas las X y O parecían como si él hubiera estado jugando al tic-tac-toe.
- Hola, Brittany. - Él dijo sin mirar - ¿Qué puedo hacer por ti?
- Estoy aquí para decirte que el cambio de compañeros y el plan de clase me está haciendo sentir incómoda.
El Entrenador se echó para atrás en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza.
- Me gusta cómo están acomodados casi tanto como esta nueva jugada que estoy trabajando para el juego del sábado en la noche.
Puse justo sobre el libro de jugadas una copia sobre los derechos del código de conducta escolar.
- Por ley, ningún estudiante debería sentirse amenazado en propiedad escolar.
- ¿Te sientes amenazada?
- Me siento incómoda y me gustaría proponer una solución. - Como el Entrenador no me interrumpió, respiré con más seguridad - Seré tutora de cualquier estudiante de cualquiera de tus clases de Biología, si me sientas otra vez junto a Rachel.
- San podría usar un tutor.
Resistí tronar mis dientes.
- Eso contradice mi punto.
- ¿La viste hoy? Ella estaba envuelta en la discusión. Nunca la había escuchado decir ni una palabra en todo el año, pero la siento a tu lado y bingo. Sus calificaciones aquí van a mejorar.
- Y las de Rachel van a empeorar.
- Eso es lo que pasa cuando ya no puedes mirar hacia tu lado para saber la contestación correcta. - Él dijo secamente.
- El problema de Rachel es falta de dedicación. Seré su tutora.
- No puedes hacer eso. - Mirando a su reloj, dijo - Llego tarde a una reunión. ¿Tienes algo más que decir?
Me quedé con la boca abierta a medias, escurriendo mi cerebro para que escupiera algún otro argumento, pero parecía que estaba falto de inspiración.
- Vamos a darle un par de semanas al asunto de los compañeros de silla. Ah, y estaba hablando en serio acerca de ser la tutora de San. Estoy contando contigo.
El Entrenador no esperó por mi respuesta, comenzó a silbar la tonada de Jeopardy y salió por la puerta.
A las siete de la tarde el cielo se puso azul oscuro y subí la cremallera de mi abrigo buscando más calor. Rachel y yo salíamos del cine, después de ver El Sacrificio, y nos dirigíamos al estacionamiento. Mi trabajo en el eZine era hacer reseñas de películas, y como ya había visto todas las demás películas en cartelera, nos resignamos a ver lo último del cine urbano.
- Ésa - Dijo Rachel - fue la película más grotesca que he visto en mi vida. Como norma, ya no volveremos a ver nada que tenga que ver con terror.
Bien por mí. Estaba comenzando a sentirme un poco paranoica tomando en consideración que anoche alguien estuvo acechando tras la ventana de mi cuarto y a eso le sumamos que hoy vimos una película que trata sobre un acosador.
- ¿Puedes imaginar - Dijo Rachel - vivir toda tu vida sin saber que la única razón por la cual sigues con vida es porque serás usada como un sacrificio?
Ambas nos estremecimos.
- ¿Y qué pasa con ese altar? - Ella continuó, sin darse cuenta de que me estaba fastidiando y de que preferiría hablar sobre el ciclo de vida de los hongos antes de hablar sobre la película - ¿Por qué el chico malo prendió la piedra en fuego antes de atarla a ella? Cuando escuché su piel chisporrotear…
- ¡Ya está bien! - Prácticamente grité - ¿A dónde vamos ahora?
- ¿Y puedo decir que si alguna vez un chico me besa así, vomitaré? Repulsivo ni siquiera describe qué estaba pasando con su boca. ¿Eso era maquillaje, verdad? O sea, nadie tiene una boca así en la vida real…
- Mi reseña tiene que estar lista para la media noche. - Dije parándome frente a ella.
- Ah. Sí. A la biblioteca entonces. - Rachel abrió las puertas de su Dodge Neon del 95 color violeta - Estás siendo demasiado susceptible ¿Lo sabías?
Me deslicé en el asiento del pasajero.
- Culpa a la película.
Culpa a Tom el Espía, que estaba anoche en mi ventana.
- No estoy hablando solamente de hoy. He notado - Dijo ella con una mueca traviesa - que durante los últimos dos días has estado inusualmente malhumorada por una buena media hora después de la clase de Biología.
- Eso también es fácil. Culpa a San.
Los ojos de Rachel se posaron en el espejo retrovisor, lo ajustó para ver mejor sus dientes, los lamió y luego dio una sonrisa practicada.
- Tengo que admitir que su lado oscuro llama mi atención.
Yo no tenía ningún deseo de admitirlo, pero Rachel no era la única. Me sentía atraída por San de una manera que nunca había sentido por nadie. Entre nosotros había un siniestro magnetismo. Cuando estaba cerca de ella me sentía atraída al borde del peligro.
Se sentía como si en cualquier momento ella podría empujarme por el abismo.
- Escucharte decir eso me hace querer…
Hice una pausa, intentando pensar qué era exactamente lo que nuestra atracción hacia San me hacía querer hacer. Algo no placentero.
- Dime que no crees que ella es guapa - Dijo Rachel - y prometo nunca más hablar de ella.
Extendí la mano para encender la radio. Con tantas cosas que hacer, debe haber algo mejor que arruinar nuestra noche hablando abstractamente de San. Sentarme una hora al lado de ella todos los días, cinco días a la semana, era más de lo que podia soportar. Tampoco le iba a dar mis noches.
- ¿Y bueno? - Presionó Rachel.
- Ella puede ser guapa, pero yo seré la última en saberlo. En esto soy un jurado corrupto, lo siento.
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Significa que no soporto su personalidad. Ninguna cantidad de belleza podría arreglar eso.
- No es belleza. Ella es… difícil de explicar. Sexy.
Yo puse mis ojos en blanco.
Rachel sonó la bocina y frenó en seco mientras otro coche se ponía frente a ella.
- ¿Qué? ¿No estás de acuerdo, o es que no es tu tipo?
- No tengo un tipo. - Dije - No soy tan estrecha.
Rachel rió.
- Tú, nena, eres más que estrecha. Estás confinada. Hacinada. Tu espectro es tan ancho como uno de los micro-organismos del entrenador. En la escuela hay pocas chicas, si es que hay alguna, de las cuales podrías enamorarte.
- Eso no es cierto. - Dije automáticamente. No fue hasta que lo dije que me pregunté cuán ciertas eran mis palabras. Nunca he estado interesada en nadie. ¿Tan rara era? - No tiene que ver con las chicas, es sobre… amor. No lo he encontrado.
- No se trata de amor. - Dijo Rachel - Se trata de divertirse.
Dudosa, junté mis cejas.
- Besar una chica, no sé. No me interesa. ¿Es divertido?
- ¿No has estado prestando atención a la clase de Biología? Es mucho más que besarse.
- Ah. - Dije como si hubiera descubierto el mayor de los conocimientos – La población humana ya está bastante elevada sin tenerme a mí para contribuir a ello.
- ¿Quieres saber quién creo que sería muy buena en eso?
- ¿Buena?
- Buena. - Repitió con una sonrisa indecente.
- No quiero saberlo.
- Tu compañera.
- No le llames así. - Dije - Compañera tiene una connotación positiva.
Rachel acomodó su coche en un espacio cerca de las puertas de la biblioteca y apagó el motor.
- ¿Alguna vez has fantaseado con besarla? ¿Alguna vez la has visto de reojo y has imaginado lanzarte y cerrar tu boca con la suya?
Yo la miré con una mirada que deseé que luciera bastante alarmada.
- ¿Tú lo has hecho?
Rachel sonrió abiertamente.
Traté de imaginar qué haría San si supiera esta información. Con lo poco que sabía de ella, sentía que su aversión hacia Rachel era lo suficientemente concreta como para tocar.
- Ella no es lo suficientemente buena para ti.
Ella gimió.
- Cuidado. Solo estás haciendo que lo desee más.
Dentro de la biblioteca ocupamos una mesa en el primer nivel, cerca de la sección de ficción para adultos. Abrí mi ordenador portátil y escribí: El Sacrificio, dos estrellas y media. Dos y media era probablemente demasiado bajo, pero tenía tantas cosas en mi mente que no me sentía particularmente equitativa.
Rachel abrió una bolsa de frituras de manzana.
- ¿Quieres?
- Estoy bien, gracias.
Ella miró a la bolsa.
- Si no te las comes tendré que hacerlo yo, y en realidad no quiero.
Rachel estaba en la dieta de frutas. Tres frutas rojas diarias, dos azules y muchas verdes…
Ella alzó una fritura y la examinó.
- ¿Qué color? - Le pregunté.
- Verde-hazme-vomitar. Creo.
Justo en ese momento Lexie Millar, la única estudiante de segundo curso que logró ser porrista en la historia de Coldwater High, se sentó en la esquina de nuestra mesa. Su cabello rojizo estaba recogido en trenzas y, como siempre, su piel estaba cubierta por media botella de maquillaje. Estaba segura de que había acertado en la cantidad de maquillaje porque no se notaban sus pecas. No he vuelto a ver ninguna de sus pecas desde séptimo grado, el mismo año que descubrió Mary Kay. Había tres cuartos de pulgada entre el final de su falda y el comienzo de su ropa interior… si es que llevaba puesto algo.
- Hola nariz grande. - Le dijo Lexie a Rachel.
- Hola fenómeno. - Le contestó Rachel.
- Mi madre está buscando modelos en esta semana. El pago son nueve dólares la hora. Pensé que estarías interesada. - La madre de Lexie maneja el JCPenney local y en los fines de semanas tiene a Lexie y al resto de las porristas desfilando bikinis en las vitrinas que dan a la calle - Se le ha hecho muy difícil conseguir modelos para ropa interior de talla grande. - Dijo Lexie.
- Tienes comida atorada en tus dientes. – Rachel le dijo a Lexie - En la grieta que ha entre tus dos dientes frontales. Parece como chocolate laxante…
Lexie lamió sus dientes y se bajó de la mesa. Mientras ella se alejaba ostentosamente, Rachel ―a espaldas de Lexie― metió su dedo en la boca y fingió que se provocaba el vómito.
- Tiene suerte de que estamos en la biblioteca. - Me dijo Rachel - Tuvo suerte de que no nos hubiéramos encontrado en un callejón oscuro. Última oportunidad, ¿quieres una fritura?
- Paso.
Rachel se fue para tirar las frituras. Minutos más tardes regresó con una novela de romance.
Se sentó al lado mío y, mostrando la carátula, dijo: Algún día éstas vamos a ser nosotras. Violadas por dos vaqueros medio desnudos. Me pregunto cómo se sentirá besar labios tostados por el sol y manchados de barro…
- Sucio. - Murmuré mientras seguía escribiendo en mi portátil.
- Hablando de sucio. - Y alzó la voz inesperadamente - Ahí está nuestra chica.
Dejé de escribir, miré sobre mi portátil y mi corazón soltó un latido. San estaba parada al otro lado de la habitación, haciendo fila para llevarse un libro. Como si ella sintiera que lo estaba mirando, se volvió y nuestros ojos se encontraron por tres segundos. Yo fui la primera en mirar a otra parte, pero no sin antes recibir una lenta sonrisa.
Mi corazón comenzó a latir erráticamente y me dije a mí misma que me tranquilizara. Yo no iba a seguir por este camino. No con San. De ninguna manera, a menos que estuviera loca.
- Vámonos. - Le dije a Rachel mientras cerraba mi portátil, lo guardaba y metía mis libros dentro de mi mochila, dejando caer unos cuantos mientras lo hacía.
Rachel dijo:
- Estoy intentando leer el título del libro que tiene… espera… Cómo ser un Acosador.
- Ella no se va a llevar un libro con ese título. - Pero no estaba segura.
- Es eso o Cómo Ser Sexy Sin Intentarlo.
- ¡Shhh! - Silbé entre dientes.
- Cálmate, ella no puede escucharnos. Está hablando con la bibliotecaria. Está registrando el libro para llevárselo.
Confirmando esto con una rápida mirada, me di cuenta de que si nos íbamos ahora probablemente nos encontraríamos con ella en la salida y entonces tendría que decirle
algo. Me acomodé de nuevo en la silla y comencé a buscar en mis bolsillos ninguna cosa en particular mientras ella terminaba el proceso del libro.
- ¿Crees que será raro que ella esté aquí a la misma vez que nosotras? - Preguntó Rachel.
- ¿Tú lo crees así?
- Yo creo que te está siguiendo.
- Yo creo que es una coincidencia. - Esto no era del todo cierto.
Si tuviera que hacer una lista de los primeros diez lugares en donde pensaría encontrar a San en cualquier noche, la biblioteca no sería uno de ellos. La biblioteca no estaría ni en los primeros cien lugares. Entonces, ¿qué estaba haciendo ella aquí?
La pregunta era particularmente perturbadora después de lo que pasó anoche. No se lo había mencionado a Rachel porque pensaba que se iba a reducir y marchitar en mi memoria hasta que dejara de existir. Punto.
- ¡San! - Susurró Rachel teatralmente - ¿Estás acosando a Britt?
Yo planté mi mano en su boca.
- Deja eso y lo digo en serio. - Le dije adoptando una expresión severa.
- Apuesto a que te está siguiendo. - Dijo Rachel apartando mi mano - Apuesto a que ya tiene un historial en esto. Apuesto a que ha tenido órdenes de alejamiento.
Deberíamos colarnos en la oficina, podría estar todo en su archivo estudiantil.
- No nos vamos a meter en la oficina.
- Yo podría crear alguna distracción. Soy buena en eso. Nadie te vería entrando. Podríamos ser como espías.
- Nosotras no somos espías.
- ¿Sabes cuál es su apellido? - Preguntó Rachel.
- No.
- ¿Sabes algo sobre ella?
- No, y me gustaría mantenerlo así.
- Ay, vamos. Te encantan los misterios y éste no podría ser mejor.
- Los mejores misterios están relacionados con cadáveres. No tenemos un cadáver.
- ¡Todavía! - Chilló Rachel.
Saqué de la botella dos píldoras de hierro y me las tragué.
Después de las nueve y treinta, Rachel estaba entrando en la carretera de su casa, apagando el motor y sacudiendo las llaves enfrente mío.
- ¿No me vas a llevar a casa? - Le pregunté.
Una pérdida de aliento porque ya sabía qué iba a responder.
- Hay neblina.
- Neblina parcial.
Rachel sonrió abiertamente.
- Ay, niña. Estás pensando en ella. No te culpo. Personalmente, espero soñar con ella esta noche. Y la neblina siempre se pone peor cerca de tu casa. - Continuó Rachel - Me asusta cuando ya es de noche.
Agarré las llaves.
- Muchas gracias.
- No me culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que existe este nuevo club llamado civilización y vosotras podríais uniros.
- Supongo que mañana te tengo que recoger para ir a la escuela. ¿Cierto?
- A las siete y media estaría bien. Haré el desayuno.
- Más vale que sea bueno.
- Sé buena con mi bebé. - Ella acarició el dash del Neon - Pero no demasiado buena. No quiero que piense que hay alguien mejor que yo.
Mientras conducía a mi casa, me permití pensar un poco en San. Rachel tenía razón, algo en ella era increíblemente seductor y también increíblemente espeluznante. Mientras más pensaba en ello, más me convencía de que algo en ella era… extraño. El hecho de que a ella le gustara contrariarme no era exactamente algo nuevo, pero había una diferencia cuando a molestarme en la clase se le suma el que posiblemente me esté siguiendo a la biblioteca para contrariarme aún más. No mucha gente se tomaría tantas molestias… a menos que tenga una muy buena razón.
A mitad de camino, la lluvia comenzó a caer, dividiendo mi atención entre el camino y el volante, mientras intentaba localizar los limpia parabrisas.
Las luces de la calle comenzaron a parpadear y me pregunté si se avecinaba alguna tormenta más fuerte. El clima cambia constantemente estando tan cerca del océano y un aguacero puede rápidamente convertirse en una inundación. Decidí acelerar el Neon. Las luces de afuera volvieron a parpadear. Una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina. Mi sexto sentido gradualmente se puso en alerta máxima. Me pregunté si pensaba que estaba siendo perseguida. Por mi retrovisor no veía ninguna luz y al frente tampoco había ningún coche. Estaba completamente sola.
No era un pensamiento muy reconfortante. Aceleré el coche a cuarenta y cinco.
Encontré los limpia parabrisas, pero aunque estaban a velocidad máxima, no podían contra la pesada lluvia. La luz del semáforo que estaba más al frente cambió a amarillo.
Me detuve lentamente, verifiqué que no hubiera tráfico y luego atravesé la intersección.
Escuché el impacto antes de que registrara la oscura silueta deslizarse a través del techo del coche.
Grité y frené en seco. La silueta dio un golpazo contra el parabrisas y lo agrietó. Por impulso, moví el volante bruscamente hacia la derecha. La parte trasera del Neon patinó, haciéndome dar vueltas en la intersección. La silueta dio vueltas y desapareció en el borde del techo.
Yo estaba aguantando la respiración, apretando el volante entre los nudillos blancos de mis manos. Levanté mis pies de los pedales y el coche se detuvo.
Él estaba agachado a poca distancia, observándome. Él no parecía para nada… herido.
Estaba vestido completamente de negro y se confundía con la noche, haciendo difícil ver cómo era. Al principio no pude distinguir ningún rasgo facial y luego me dí cuenta de que llevaba puesta una máscara de esquiar. Él se paró y aminoró la distancia entre ambos. Plantó su mano en el cristal de la ventana del conductor y nuestros ojos se encontraron a través de los agujeros de su máscara. Una sonrisa letal pareció crecer en los suyos. Nuevamente aporreó el cristal y éste vibró entre nosotros.
Arranqué el coche, intenté sincronizarlo poniendo el cambio en primera, apretando el
pedal de gasolina y soltando el embrague. El motor hizo el intento de prender, pero
luego se volvió a apagar.
Arranqué el motor una vez más, pero estaba distraída por un gemido metálico y desentonado. Observé con horror cómo la puerta comenzaba a arquearse. Él la estaba arrancando.
Con fuerza, puse la palanca de cambio en primera. Mis zapatos resbalaban en los pedales. El motor comenzó a gruñir y el contador de revoluciones subió hasta la zona roja. Su puño atravesó la ventana con una explosión de vidrios. Su mano pasó torpemente por mi hombro y luego se aferró a mi brazo. Lancé un ronco grito, pisé fuerte el pedal de gasolina y me liberé de su agarre. El Neon comenzó a moverse haciendo chillidos. Él por un tiempo se mantuvo corriendo al lado del coche y agarrando mi brazo, pero luego me soltó. Aceleré más actuando bajo los efectos de la adrenalina. Miré por el espejo retrovisor para asegurarme de que él no me estaba siguiendo y luego giré el espejo para que diera a otra a parte. Tuve que morderme los labios para evitar sollozar
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Bueno chicas aquí les dejo el tercer capitulo, espero les guste y lo disfruten, hasta el siguiente capitulo. Besos
CAPITULO 3
El Entrenador McConaughy se mantuvo ante la pizarra hablando monótonamente sobre algo, pero mi mente estaba lejos de las complejidades de la ciencia.
Estaba ocupada formulando razones de por qué San y yo no deberíamos ser compañeras y estaba haciendo una lista sobre ellas en la parte trasera de un Viejo examen. Tan pronto la clase terminara, le presentaría al Entrenador mis argumentos. No es cooperadora con las asignaturas, escribí. Demuestra poco interés en trabajar en equipo. Pero eran las cosas no enlistadas las que me preocupaban más. Encontré inquietante la localidad de la marca de nacimiento de San y estaba asustada por el incidente en mi ventana la noche anterior. No estaba completamente segura de que San me estaba espiando, pero no podía ignorar la coincidencia de que estaba casi segura de que vi a alguien mirando por mi ventana solo horas después de que me encontré con ella.
El pensar que San me está espiando me provocó alcanzar el interior del compartimiento delantero de mi mochila, sacar dos píldoras de hierro de la botella y tragármelas enteras. Por un momento se quedaron atoradas en mi garganta, pero luego lograron bajar. Por el rabillo del ojo, cacheé a San arqueando sus cejas.
Consideré explicar que soy anémica y que tengo que tomar hierro varias veces al día,
especialmente cuando estoy bajo estrés, pero luego decidí no decir nada. La anemia no era una amenaza contra mi vida… siempre y cuando tomara hierro regularmente. No estaba paranoica hasta al punto de pensar que San querría hacerme daño, pero de
alguna manera, sentía que era mejor guardar en secreto mi vulnerable condición médica.
- ¿Brittany?
El Entrenador se detuvo en el frente del salón, con su mano extendida en un gesto que
mostraba que estaba esperando por algo ―mi respuesta. Un suave incendio se abrió camino hasta mis mejillas.
- ¿Podría repetir la pregunta? - Pregunté.
La clase rió.
- ¿Qué cualidades te atraen en una potencial pareja? - Dijo el Entrenador con un poco de irritación.
- ¿Una potencial pareja?
- Vamos, que no tenemos toda la tarde.
Podía escuchar a Rachel riendo tras de mí. Mi garganta pareció estrecharse.
- ¿Quieres que mencione las características de…?
- De una posible pareja, sí, eso ayudaría bastante.
Sin proponérmelo, miré a San de soslayo. Ella estaba recostada en su silla, estudiándome con satisfacción. Luego mostró una de sus sonrisas piratas y me dijo por lo bajo
- Estamos esperando.
Yo puse mis manos sobre la mesa, esperando lucir con más compostura de la que en
realidad sentía.
- Nunca he pensado sobre ello.
- Bueno, pues piensa rápido.
- ¿Podrías preguntarle a otro primero?
El Entrenador señaló con impaciencia a mi izquierda.
- Tu turno, San.
Contraria a mí, San habló con seguridad, posicionó su cuerpo de una manera que quedaba levemente inclinada hacia mí y nuestras rodillas estaban a solo pulgadas de distancia.
- Inteligente. Atractiva. Vulnerable.
El Entrenador estaba ocupado escribiendo los adjetivos en la pizarra.
- ¿Vulnerable? - Preguntó. - ¿Cómo así...?
Rachel habló.
- ¿Esto tiene algo que ver con lo que estamos estudiando? Porque en el libro no aparece nada sobre las características deseadas en una pareja.
El Entrenador dejó de escribir y miró sobre sus hombros.
- Todo animal en el planeta atrae a la pareja con el propósito de reproducirse. Los sapos inflaman sus cuerpos. Los gorilas machos golpean su pecho. ¿Alguna vez has visto a una langosta macho levantarse sobre las puntas de sus patas y chasquear sus pinzas, para llamar la atención de la hembra? Atracción es el primer elemento de toda la reproducción animal, incluyendo a los humanos. ¿Por qué no nos das tu lista, señorita Berry?
Rachel levantó cinco dedos.
- Guapo, rico, indulgente, fieramente protector y un poquito peligroso. - Cada vez que
mencionaba una descripción, bajaba un dedo.
San rió por lo bajo.
- El problema con la atracción humana es que no se sabe si ésta será correspondida.
- Excelente punto - Dijo el Entrenador.
- Los humanos son vulnerables - Continuó San - porque son capaces de ser heridos.
Al decir eso, la rodilla de San chocó con la mía y yo me alejé porque no me atrevía a
permitirme pensar qué quiso decir con ese gesto.
El Entrenador asintió.
- La complejidad de la atracción humana y la reproducción es una de las cosas que
nos apartan de las otras especies. - Creí escuchar a San bufar, pero fue un sonido muy
suave, así que no podía estar muy segura. El Entrenador continuó - Desde el comienzo de los tiempos, la mujer ha sido atraída a hombres con fuertes destrezas de supervivencia ―como inteligencia y fuerza física― porque los hombres con esas cualidades tienen más probabilidades de traer a casa cena al final del día. - Él levantó sus pulgares y sonrió abiertamente - Cena equivale a supervivencia, equipo.
Nadie rió.
- Además, - Él continuó - los hombres están atraídos por la belleza porque eso indica
salud y juventud. No tiene sentido emparejarse con una mujer enfermiza que no durará mucho para criar a los hijos.
El Entrenador acomodó sus gafas en el puente de su nariz y soltó una risa ahogada.
- Eso es tan sexista. - Protestó Rachel - Dime algo que se relacione con la mujer del siglo XXI.
- Si observas la reproducción con ojos científicos, señorita Berry, verás que los hijos son la llave de la supervivencia de nuestra especie. Mientras más hijos tengas, mayor es tu contribución para los genes.
Prácticamente escuché a los ojos de Rachel ponerse en blanco.
- Creo que finalmente nos estamos acercando al tema de hoy. Sexo.
- Casi. - Dijo el Entrenador, alzando un dedo - Antes del sexo viene la atracción, pero antes de la atracción viene el lenguaje corporal. Tienes que comunicarle a tu potencial pareja que estás interesada, pero debes hacerlo sin muchas palabras.
El Entrenador señaló al lado mío.
- Muy bien, San. Digamos que estás en una fiesta. La habitación está llena de chicas de toda clase de formas y tallas. Ves rubias, morenas, pelirrojas y unas cuantas con pelo negro. Algunas son habladoras, mientras que otras parecen tímidas. Has encontrado una chica que encaja con tu perfil: atractiva, inteligente y vulnerable. ¿Cómo le dejas saber que estás interesada?
- La saco aparte y hablo con ella.
- Bien. Ahora la gran pregunta: ¿Cómo sabes que ella está interesada o solo quiere que te vayas?
- La estudio. - Dijo San - Descubro qué está pensando y sintiendo. Ella no va a decirme las cosas directamente, por lo cual debo prestar mucha atención. ¿Inclina su cuerpo hacia mí? ¿Me mira directo a los ojos y luego mira a otra parte? ¿Se muerde el labio y juega con su pelo de la manera que Brittany está haciendo justo ahora?
La risa aumentó en todo el salón. Yo dejé caer mis manos en mi regazo.
- Ella está interesada. - Dijo San, dándole otra vez a mi pierna.
De todas las cosas que pude hacer, me sonrojé.
- ¡Muy bien! ¡Muy bien! - Dijo el Entrenador con voz cargada y sonriendo abiertamente por nuestra atención.
- Los vasos sanguíneos de la cara de Brittany se están ensanchando y su piel se ha acalorado. - Dijo San - Ella sabe que está siendo evaluada. A ella le gusta la atención, pero no está segura de cómo lidiar con ello.
- Yo no me estoy sonrojando.
- Ella está nerviosa. - Dijo San - Ella está acariciando su brazo para desviar la atención de su cara y llevarla hacia su cuerpo o quizá su piel. Ambos son puntos fuertes de interés.
Yo casi me ahogo. Ella está bromeando, me dije a mí misma. No, ella está loca. No tengo experiencia lidiando con lunáticos y ahora se ha presentado. Sentí como si hubiera pasado la mayor parte de nuestro tiempo juntos mirando boquiabierta a San. Si tenía alguna ilusión de ponerme a la par con ella, iba a tener que encontrar alguna otra manera para lograrlo.
Situé mis manos sobre la mesa, puse mi mentón en alto y traté de parecer que aún me
quedaba algo de dignidad.
- Esto es ridículo.
Estirando su brazo con exagerada lentitud, San lo acomodó en el respaldo de mi silla.
Tuve la extraña sensación de que esto era un reto dirigido directamente a mí y que a ella le importaba poco lo que la clase pensara. Ellos rieron, pero ella pareció no escucharlo, mirándome directamente a los ojos y sosteniendo la mirada de una manera que casi creí que ella había creado para nosotros un pequeño y privado mundo que nadie podia alcanzar.
Vulnerable, ella articuló sin pronunciar palabra.
Yo junté mis tobillos a las patas de mi silla y me incliné hacia delante, sintiendo el peso de su brazo caer tras la silla. Yo no era vulnerable.
- ¡Y ahí lo tienes! - Dijo el Entrenador - Biología en marcha.
- ¿Podríamos ahora hablar sobre sexo? - Preguntó Rachel.
- Mañana. Lee el capítulo siete y prepárate para discutirlo.
La campana sonó y San arrastró su silla hacia atrás.
- Eso fue divertido. Repitámoslo en alguna otra ocasión.
Antes de que pudiera decirle algo menos lamentable que ‘no gracias’, ella se fue detrás de mí y desapareció por la puerta.
- Estoy comenzando una petición para que despidan al Entrenador. – Dijo Rachel mientras se acercaba a mi mesa - ¿Qué pasó con la clase de hoy? Esto fue como porno. Prácticamente os acostó a ti y a San sobre la mesa de laboratorio, horizontalmente, sin ropa y haciendo el gran acto…
La corté en seco con una mirada que decía, ¿Parezco que quiero que me lo recuerden?
- Cielos. - Dijo Rachel retrocediendo.
- Necesito hablar con el Entrenador. Te veré en las taquillas en diez minutos.
- Seguro.
Me abrí camino hacia el escritorio del Entrenador en donde él estaba inclinado sobre un libro de jugadas de baloncesto. A primera vista, todas las X y O parecían como si él hubiera estado jugando al tic-tac-toe.
- Hola, Brittany. - Él dijo sin mirar - ¿Qué puedo hacer por ti?
- Estoy aquí para decirte que el cambio de compañeros y el plan de clase me está haciendo sentir incómoda.
El Entrenador se echó para atrás en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza.
- Me gusta cómo están acomodados casi tanto como esta nueva jugada que estoy trabajando para el juego del sábado en la noche.
Puse justo sobre el libro de jugadas una copia sobre los derechos del código de conducta escolar.
- Por ley, ningún estudiante debería sentirse amenazado en propiedad escolar.
- ¿Te sientes amenazada?
- Me siento incómoda y me gustaría proponer una solución. - Como el Entrenador no me interrumpió, respiré con más seguridad - Seré tutora de cualquier estudiante de cualquiera de tus clases de Biología, si me sientas otra vez junto a Rachel.
- San podría usar un tutor.
Resistí tronar mis dientes.
- Eso contradice mi punto.
- ¿La viste hoy? Ella estaba envuelta en la discusión. Nunca la había escuchado decir ni una palabra en todo el año, pero la siento a tu lado y bingo. Sus calificaciones aquí van a mejorar.
- Y las de Rachel van a empeorar.
- Eso es lo que pasa cuando ya no puedes mirar hacia tu lado para saber la contestación correcta. - Él dijo secamente.
- El problema de Rachel es falta de dedicación. Seré su tutora.
- No puedes hacer eso. - Mirando a su reloj, dijo - Llego tarde a una reunión. ¿Tienes algo más que decir?
Me quedé con la boca abierta a medias, escurriendo mi cerebro para que escupiera algún otro argumento, pero parecía que estaba falto de inspiración.
- Vamos a darle un par de semanas al asunto de los compañeros de silla. Ah, y estaba hablando en serio acerca de ser la tutora de San. Estoy contando contigo.
El Entrenador no esperó por mi respuesta, comenzó a silbar la tonada de Jeopardy y salió por la puerta.
A las siete de la tarde el cielo se puso azul oscuro y subí la cremallera de mi abrigo buscando más calor. Rachel y yo salíamos del cine, después de ver El Sacrificio, y nos dirigíamos al estacionamiento. Mi trabajo en el eZine era hacer reseñas de películas, y como ya había visto todas las demás películas en cartelera, nos resignamos a ver lo último del cine urbano.
- Ésa - Dijo Rachel - fue la película más grotesca que he visto en mi vida. Como norma, ya no volveremos a ver nada que tenga que ver con terror.
Bien por mí. Estaba comenzando a sentirme un poco paranoica tomando en consideración que anoche alguien estuvo acechando tras la ventana de mi cuarto y a eso le sumamos que hoy vimos una película que trata sobre un acosador.
- ¿Puedes imaginar - Dijo Rachel - vivir toda tu vida sin saber que la única razón por la cual sigues con vida es porque serás usada como un sacrificio?
Ambas nos estremecimos.
- ¿Y qué pasa con ese altar? - Ella continuó, sin darse cuenta de que me estaba fastidiando y de que preferiría hablar sobre el ciclo de vida de los hongos antes de hablar sobre la película - ¿Por qué el chico malo prendió la piedra en fuego antes de atarla a ella? Cuando escuché su piel chisporrotear…
- ¡Ya está bien! - Prácticamente grité - ¿A dónde vamos ahora?
- ¿Y puedo decir que si alguna vez un chico me besa así, vomitaré? Repulsivo ni siquiera describe qué estaba pasando con su boca. ¿Eso era maquillaje, verdad? O sea, nadie tiene una boca así en la vida real…
- Mi reseña tiene que estar lista para la media noche. - Dije parándome frente a ella.
- Ah. Sí. A la biblioteca entonces. - Rachel abrió las puertas de su Dodge Neon del 95 color violeta - Estás siendo demasiado susceptible ¿Lo sabías?
Me deslicé en el asiento del pasajero.
- Culpa a la película.
Culpa a Tom el Espía, que estaba anoche en mi ventana.
- No estoy hablando solamente de hoy. He notado - Dijo ella con una mueca traviesa - que durante los últimos dos días has estado inusualmente malhumorada por una buena media hora después de la clase de Biología.
- Eso también es fácil. Culpa a San.
Los ojos de Rachel se posaron en el espejo retrovisor, lo ajustó para ver mejor sus dientes, los lamió y luego dio una sonrisa practicada.
- Tengo que admitir que su lado oscuro llama mi atención.
Yo no tenía ningún deseo de admitirlo, pero Rachel no era la única. Me sentía atraída por San de una manera que nunca había sentido por nadie. Entre nosotros había un siniestro magnetismo. Cuando estaba cerca de ella me sentía atraída al borde del peligro.
Se sentía como si en cualquier momento ella podría empujarme por el abismo.
- Escucharte decir eso me hace querer…
Hice una pausa, intentando pensar qué era exactamente lo que nuestra atracción hacia San me hacía querer hacer. Algo no placentero.
- Dime que no crees que ella es guapa - Dijo Rachel - y prometo nunca más hablar de ella.
Extendí la mano para encender la radio. Con tantas cosas que hacer, debe haber algo mejor que arruinar nuestra noche hablando abstractamente de San. Sentarme una hora al lado de ella todos los días, cinco días a la semana, era más de lo que podia soportar. Tampoco le iba a dar mis noches.
- ¿Y bueno? - Presionó Rachel.
- Ella puede ser guapa, pero yo seré la última en saberlo. En esto soy un jurado corrupto, lo siento.
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Significa que no soporto su personalidad. Ninguna cantidad de belleza podría arreglar eso.
- No es belleza. Ella es… difícil de explicar. Sexy.
Yo puse mis ojos en blanco.
Rachel sonó la bocina y frenó en seco mientras otro coche se ponía frente a ella.
- ¿Qué? ¿No estás de acuerdo, o es que no es tu tipo?
- No tengo un tipo. - Dije - No soy tan estrecha.
Rachel rió.
- Tú, nena, eres más que estrecha. Estás confinada. Hacinada. Tu espectro es tan ancho como uno de los micro-organismos del entrenador. En la escuela hay pocas chicas, si es que hay alguna, de las cuales podrías enamorarte.
- Eso no es cierto. - Dije automáticamente. No fue hasta que lo dije que me pregunté cuán ciertas eran mis palabras. Nunca he estado interesada en nadie. ¿Tan rara era? - No tiene que ver con las chicas, es sobre… amor. No lo he encontrado.
- No se trata de amor. - Dijo Rachel - Se trata de divertirse.
Dudosa, junté mis cejas.
- Besar una chica, no sé. No me interesa. ¿Es divertido?
- ¿No has estado prestando atención a la clase de Biología? Es mucho más que besarse.
- Ah. - Dije como si hubiera descubierto el mayor de los conocimientos – La población humana ya está bastante elevada sin tenerme a mí para contribuir a ello.
- ¿Quieres saber quién creo que sería muy buena en eso?
- ¿Buena?
- Buena. - Repitió con una sonrisa indecente.
- No quiero saberlo.
- Tu compañera.
- No le llames así. - Dije - Compañera tiene una connotación positiva.
Rachel acomodó su coche en un espacio cerca de las puertas de la biblioteca y apagó el motor.
- ¿Alguna vez has fantaseado con besarla? ¿Alguna vez la has visto de reojo y has imaginado lanzarte y cerrar tu boca con la suya?
Yo la miré con una mirada que deseé que luciera bastante alarmada.
- ¿Tú lo has hecho?
Rachel sonrió abiertamente.
Traté de imaginar qué haría San si supiera esta información. Con lo poco que sabía de ella, sentía que su aversión hacia Rachel era lo suficientemente concreta como para tocar.
- Ella no es lo suficientemente buena para ti.
Ella gimió.
- Cuidado. Solo estás haciendo que lo desee más.
Dentro de la biblioteca ocupamos una mesa en el primer nivel, cerca de la sección de ficción para adultos. Abrí mi ordenador portátil y escribí: El Sacrificio, dos estrellas y media. Dos y media era probablemente demasiado bajo, pero tenía tantas cosas en mi mente que no me sentía particularmente equitativa.
Rachel abrió una bolsa de frituras de manzana.
- ¿Quieres?
- Estoy bien, gracias.
Ella miró a la bolsa.
- Si no te las comes tendré que hacerlo yo, y en realidad no quiero.
Rachel estaba en la dieta de frutas. Tres frutas rojas diarias, dos azules y muchas verdes…
Ella alzó una fritura y la examinó.
- ¿Qué color? - Le pregunté.
- Verde-hazme-vomitar. Creo.
Justo en ese momento Lexie Millar, la única estudiante de segundo curso que logró ser porrista en la historia de Coldwater High, se sentó en la esquina de nuestra mesa. Su cabello rojizo estaba recogido en trenzas y, como siempre, su piel estaba cubierta por media botella de maquillaje. Estaba segura de que había acertado en la cantidad de maquillaje porque no se notaban sus pecas. No he vuelto a ver ninguna de sus pecas desde séptimo grado, el mismo año que descubrió Mary Kay. Había tres cuartos de pulgada entre el final de su falda y el comienzo de su ropa interior… si es que llevaba puesto algo.
- Hola nariz grande. - Le dijo Lexie a Rachel.
- Hola fenómeno. - Le contestó Rachel.
- Mi madre está buscando modelos en esta semana. El pago son nueve dólares la hora. Pensé que estarías interesada. - La madre de Lexie maneja el JCPenney local y en los fines de semanas tiene a Lexie y al resto de las porristas desfilando bikinis en las vitrinas que dan a la calle - Se le ha hecho muy difícil conseguir modelos para ropa interior de talla grande. - Dijo Lexie.
- Tienes comida atorada en tus dientes. – Rachel le dijo a Lexie - En la grieta que ha entre tus dos dientes frontales. Parece como chocolate laxante…
Lexie lamió sus dientes y se bajó de la mesa. Mientras ella se alejaba ostentosamente, Rachel ―a espaldas de Lexie― metió su dedo en la boca y fingió que se provocaba el vómito.
- Tiene suerte de que estamos en la biblioteca. - Me dijo Rachel - Tuvo suerte de que no nos hubiéramos encontrado en un callejón oscuro. Última oportunidad, ¿quieres una fritura?
- Paso.
Rachel se fue para tirar las frituras. Minutos más tardes regresó con una novela de romance.
Se sentó al lado mío y, mostrando la carátula, dijo: Algún día éstas vamos a ser nosotras. Violadas por dos vaqueros medio desnudos. Me pregunto cómo se sentirá besar labios tostados por el sol y manchados de barro…
- Sucio. - Murmuré mientras seguía escribiendo en mi portátil.
- Hablando de sucio. - Y alzó la voz inesperadamente - Ahí está nuestra chica.
Dejé de escribir, miré sobre mi portátil y mi corazón soltó un latido. San estaba parada al otro lado de la habitación, haciendo fila para llevarse un libro. Como si ella sintiera que lo estaba mirando, se volvió y nuestros ojos se encontraron por tres segundos. Yo fui la primera en mirar a otra parte, pero no sin antes recibir una lenta sonrisa.
Mi corazón comenzó a latir erráticamente y me dije a mí misma que me tranquilizara. Yo no iba a seguir por este camino. No con San. De ninguna manera, a menos que estuviera loca.
- Vámonos. - Le dije a Rachel mientras cerraba mi portátil, lo guardaba y metía mis libros dentro de mi mochila, dejando caer unos cuantos mientras lo hacía.
Rachel dijo:
- Estoy intentando leer el título del libro que tiene… espera… Cómo ser un Acosador.
- Ella no se va a llevar un libro con ese título. - Pero no estaba segura.
- Es eso o Cómo Ser Sexy Sin Intentarlo.
- ¡Shhh! - Silbé entre dientes.
- Cálmate, ella no puede escucharnos. Está hablando con la bibliotecaria. Está registrando el libro para llevárselo.
Confirmando esto con una rápida mirada, me di cuenta de que si nos íbamos ahora probablemente nos encontraríamos con ella en la salida y entonces tendría que decirle
algo. Me acomodé de nuevo en la silla y comencé a buscar en mis bolsillos ninguna cosa en particular mientras ella terminaba el proceso del libro.
- ¿Crees que será raro que ella esté aquí a la misma vez que nosotras? - Preguntó Rachel.
- ¿Tú lo crees así?
- Yo creo que te está siguiendo.
- Yo creo que es una coincidencia. - Esto no era del todo cierto.
Si tuviera que hacer una lista de los primeros diez lugares en donde pensaría encontrar a San en cualquier noche, la biblioteca no sería uno de ellos. La biblioteca no estaría ni en los primeros cien lugares. Entonces, ¿qué estaba haciendo ella aquí?
La pregunta era particularmente perturbadora después de lo que pasó anoche. No se lo había mencionado a Rachel porque pensaba que se iba a reducir y marchitar en mi memoria hasta que dejara de existir. Punto.
- ¡San! - Susurró Rachel teatralmente - ¿Estás acosando a Britt?
Yo planté mi mano en su boca.
- Deja eso y lo digo en serio. - Le dije adoptando una expresión severa.
- Apuesto a que te está siguiendo. - Dijo Rachel apartando mi mano - Apuesto a que ya tiene un historial en esto. Apuesto a que ha tenido órdenes de alejamiento.
Deberíamos colarnos en la oficina, podría estar todo en su archivo estudiantil.
- No nos vamos a meter en la oficina.
- Yo podría crear alguna distracción. Soy buena en eso. Nadie te vería entrando. Podríamos ser como espías.
- Nosotras no somos espías.
- ¿Sabes cuál es su apellido? - Preguntó Rachel.
- No.
- ¿Sabes algo sobre ella?
- No, y me gustaría mantenerlo así.
- Ay, vamos. Te encantan los misterios y éste no podría ser mejor.
- Los mejores misterios están relacionados con cadáveres. No tenemos un cadáver.
- ¡Todavía! - Chilló Rachel.
Saqué de la botella dos píldoras de hierro y me las tragué.
Después de las nueve y treinta, Rachel estaba entrando en la carretera de su casa, apagando el motor y sacudiendo las llaves enfrente mío.
- ¿No me vas a llevar a casa? - Le pregunté.
Una pérdida de aliento porque ya sabía qué iba a responder.
- Hay neblina.
- Neblina parcial.
Rachel sonrió abiertamente.
- Ay, niña. Estás pensando en ella. No te culpo. Personalmente, espero soñar con ella esta noche. Y la neblina siempre se pone peor cerca de tu casa. - Continuó Rachel - Me asusta cuando ya es de noche.
Agarré las llaves.
- Muchas gracias.
- No me culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que existe este nuevo club llamado civilización y vosotras podríais uniros.
- Supongo que mañana te tengo que recoger para ir a la escuela. ¿Cierto?
- A las siete y media estaría bien. Haré el desayuno.
- Más vale que sea bueno.
- Sé buena con mi bebé. - Ella acarició el dash del Neon - Pero no demasiado buena. No quiero que piense que hay alguien mejor que yo.
Mientras conducía a mi casa, me permití pensar un poco en San. Rachel tenía razón, algo en ella era increíblemente seductor y también increíblemente espeluznante. Mientras más pensaba en ello, más me convencía de que algo en ella era… extraño. El hecho de que a ella le gustara contrariarme no era exactamente algo nuevo, pero había una diferencia cuando a molestarme en la clase se le suma el que posiblemente me esté siguiendo a la biblioteca para contrariarme aún más. No mucha gente se tomaría tantas molestias… a menos que tenga una muy buena razón.
A mitad de camino, la lluvia comenzó a caer, dividiendo mi atención entre el camino y el volante, mientras intentaba localizar los limpia parabrisas.
Las luces de la calle comenzaron a parpadear y me pregunté si se avecinaba alguna tormenta más fuerte. El clima cambia constantemente estando tan cerca del océano y un aguacero puede rápidamente convertirse en una inundación. Decidí acelerar el Neon. Las luces de afuera volvieron a parpadear. Una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina. Mi sexto sentido gradualmente se puso en alerta máxima. Me pregunté si pensaba que estaba siendo perseguida. Por mi retrovisor no veía ninguna luz y al frente tampoco había ningún coche. Estaba completamente sola.
No era un pensamiento muy reconfortante. Aceleré el coche a cuarenta y cinco.
Encontré los limpia parabrisas, pero aunque estaban a velocidad máxima, no podían contra la pesada lluvia. La luz del semáforo que estaba más al frente cambió a amarillo.
Me detuve lentamente, verifiqué que no hubiera tráfico y luego atravesé la intersección.
Escuché el impacto antes de que registrara la oscura silueta deslizarse a través del techo del coche.
Grité y frené en seco. La silueta dio un golpazo contra el parabrisas y lo agrietó. Por impulso, moví el volante bruscamente hacia la derecha. La parte trasera del Neon patinó, haciéndome dar vueltas en la intersección. La silueta dio vueltas y desapareció en el borde del techo.
Yo estaba aguantando la respiración, apretando el volante entre los nudillos blancos de mis manos. Levanté mis pies de los pedales y el coche se detuvo.
Él estaba agachado a poca distancia, observándome. Él no parecía para nada… herido.
Estaba vestido completamente de negro y se confundía con la noche, haciendo difícil ver cómo era. Al principio no pude distinguir ningún rasgo facial y luego me dí cuenta de que llevaba puesta una máscara de esquiar. Él se paró y aminoró la distancia entre ambos. Plantó su mano en el cristal de la ventana del conductor y nuestros ojos se encontraron a través de los agujeros de su máscara. Una sonrisa letal pareció crecer en los suyos. Nuevamente aporreó el cristal y éste vibró entre nosotros.
Arranqué el coche, intenté sincronizarlo poniendo el cambio en primera, apretando el
pedal de gasolina y soltando el embrague. El motor hizo el intento de prender, pero
luego se volvió a apagar.
Arranqué el motor una vez más, pero estaba distraída por un gemido metálico y desentonado. Observé con horror cómo la puerta comenzaba a arquearse. Él la estaba arrancando.
Con fuerza, puse la palanca de cambio en primera. Mis zapatos resbalaban en los pedales. El motor comenzó a gruñir y el contador de revoluciones subió hasta la zona roja. Su puño atravesó la ventana con una explosión de vidrios. Su mano pasó torpemente por mi hombro y luego se aferró a mi brazo. Lancé un ronco grito, pisé fuerte el pedal de gasolina y me liberé de su agarre. El Neon comenzó a moverse haciendo chillidos. Él por un tiempo se mantuvo corriendo al lado del coche y agarrando mi brazo, pero luego me soltó. Aceleré más actuando bajo los efectos de la adrenalina. Miré por el espejo retrovisor para asegurarme de que él no me estaba siguiendo y luego giré el espejo para que diera a otra a parte. Tuve que morderme los labios para evitar sollozar
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Bueno chicas aquí les dejo el tercer capitulo, espero les guste y lo disfruten, hasta el siguiente capitulo. Besos
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Wow! Realmente es extraño tu fic pero me gusta :)
Jajajaj me alegra que no te tardes tanto en actualizar
“Como ser un acosador” un libro? Ahora todo tiene sentido
Actualiza pronto y no dejas de sorprenderme :3 bye
Jajajaj me alegra que no te tardes tanto en actualizar
“Como ser un acosador” un libro? Ahora todo tiene sentido
Actualiza pronto y no dejas de sorprenderme :3 bye
aimechinita1*** - Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 30/06/2012
Edad : 29
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Es bastante extraño y muy vicioso jajjajjaa esta muy buenoo ya estoy deciando leer el proximo capitulo . Que onda el hombre que aparecio de la nada????? Jajajajaa
brittana-bitches!!!***** - Mensajes : 228
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Edad : 27
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Es bastante extraño y muy vicioso jajjajjaa esta muy buenoo ya estoy deciando leer el proximo capitulo . Que onda el hombre que aparecio de la nada????? Jajajajaa
brittana-bitches!!!***** - Mensajes : 228
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Edad : 27
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Hola... n.n.. Nueva lectora.. No sabia de tu fic hace un rato que lo termine de leer en poco tiempo.. jaja.. Amo la saga de Hush-Hush, es mi favorita y que lo hagas un fic con Britt y San fue una re buena idea.. Amo la actitud de San.. n.n.. me encanta que sea asi misteriosa y tipo que enoje a Brittany.. jajaja.. Espero que actualices pronto... n.n..
Besoo.. n.n...
Besoo.. n.n...
Len104********- - Mensajes : 772
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Holiis ... nueva lectora C:
me gustó el fic.. no he leido el original así que me tienes intrigada...
Me gusta la actitud de San :)
Espero tu actualización...
Besos :3
Alii ;)
me gustó el fic.. no he leido el original así que me tienes intrigada...
Me gusta la actitud de San :)
Espero tu actualización...
Besos :3
Alii ;)
Alisseth***** - Mensajes : 254
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Hola :)
Me gusta tu fic ;)
Sigue actualizando
Cuidate, un beso :D
Me gusta tu fic ;)
Sigue actualizando
Cuidate, un beso :D
LoveyouHemo******* - Mensajes : 403
Fecha de inscripción : 23/09/2012
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
CHICAS MUCHAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS Y UNA DISCULPA POR NO ACTUALIZAR AYER, ENSEGUIDA SUBO LOS CAPITULOS 4 Y 5 EL D AYER Y EL D HOY TAMBIEN BESOS (:
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
NO ME ODIEN TUVE UN PEQUEÑO PROBLEMA CON MI PAREJA Y NO ESTOY MUY BEIN DE ANIMO ): ACTUALIZARE ENRE MAÑANA Y PASADO LO PROMETO! BESOS
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic BRITTANA "SILENCIO" CAPITULO 12
Lo siento, lo siento, lo siento mil veces!!! Tuve un problema con mi pareja y estoy un poco mal, pero bueno, aquí les dejo el cuarto capitulo, espero poder subir el cuarto hoy mismo.
Besos.
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CAPITULO 4
Conduje Hawthorne a toda velocidad hasta llegar a mi casa y luego di la vuelta y me dirigí al centro de Coldwater, atajando por Beech y utilicé el marcado rápido de mi celular para llamar a Rachel.
- “Pasó algo… yo… él… eso salió de la nada… el Neón…”
- “Te estás entre cortando. ¿Qué?”
Me limpié la nariz con la parte trasera de mi mano. Estaba temblando de la cabeza a los pies. - “Él salió de la nada.”
- “¿Quién?”
- “Él…” Intenté juntar mis pensamientos y formularlos en palabras. “¡Él saltó frente al auto!”
- “Ay, hombre. Ay-dios-ay-dios-ay-dios. ¿Golpeaste un venado? ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a Bambi?” Ella mitad gimió y mitad gruñó. “¿El Neón?”
Yo abrí la boca, pero Rachel me interrumpió.
- “Olvídalo. Lo tengo asegurado. Solo dime que no hay pedazos de venado sobre mi bebé… no los hay ¿cierto?”
Cualquiera que fuera la respuesta que le iba a dar se quedó atrás. Mi mente estaba dos pasos adelantados. Un venado. Quizá podría fingir que impacté a un venado. Quería contarle la verdad a Rachel, pero tampoco quería parecer una loca.
¿Cómo iba a explicar que vi al chico que impacté ponerse en pie y arrancar la puerta del auto? Gire mi cuello hacia un lado de mi hombro. Hasta donde podia ver, no había marcas en dónde él me había agarrado…
De repente reflexioné. ¿De verdad estaba considerando negar lo que había pasado? Yo sé lo que vi. No fue mi imaginación.
- “Ay rayos,” dijo Rachel. “No me estas respondiendo. El venado está pegado en los focos del auto ¿cierto? ¿Estás conduciendo por ahí con él atascado en el frentecomo si fuera una pala para la nieve?”
- “¿Puedo dormir en tu casa?” Quería salir de las calles. Fuera de la oscuridad. Con una súbita inhalación me di cuenta de que para ir a casa de Rachel tendría que volver a la intersección en donde lo impacté a él.
- “Estoy en mi cuarto,” dijo Rachel. “Puedes venir. Te veo en un rato.”
Con mis manos fuertemente apretadas contra el volante, conduje el Neón a través de la lluvia, rezando para que el semáforo en Hawthorne estuviera verde en mi favor. Lo estaba y pasé la intersección mirando directamente hacia el frente, pero a la vez mirando con el rabillo del ojo las sombras de los lados de la carretera. No había ninguna señal del chico con la máscara de esquiar.
Diez minutos más tardes estaba estacionando el Neón frente a la casa de Rachel. El daño en la puerta fue mucho y tuve que patearla para poder salir. Luego corrí hasta la puerta de entrada, entré a toda prisa y bajé corriendo las escaleras
hasta el sótano.
Rachel estaba sentada en su cama con las piernas cruzadas, tenía un cuaderno sobre sus rodillas, llevaba puesto audífonos y su iPod estaba encendido.
- “¿Quiero ver el daño hoy, o debería esperar a dormir al menos siete horas?” Me preguntó a través de la música.
- “Quizá deberías escoger la opción número dos.”
Rachel cerró su cuaderno y se quitó los audífonos.
- “Terminemos con esto de una vez.”
Cuando salimos, me quedé mirando al Neón por un largo rato. No era una noche cálida, pero el clima no era la causa del escalofrío que recorrió mis brazos. La ventana del conductor no estaba rota. Tampoco la puerta.
- “Algo no está bien,” dije. Pero Rachel no me estaba escuchando. Ella estaba ocupada inspeccionando cada pulgada del Neón.
Yo me adelanté para inspeccionar la ventana del lado del conductor. Cristal sólido. Cerré mis ojos. Cuando los volví a abrir, la ventana seguía intacta. Caminé hasta la parte de atrás del auto, casi terminaba de rodearlo cuando de repente me paré en seco. Había una pequeña grieta en el parabrisas.
Rachel lo vio al mismo tiempo.
- “¿Estás segura que no fue una ardilla?”
Mi mente volvió a los letales ojos tras la máscara de esquiar. Ellos eran tannegros que no podia distinguir las pupilas. Eran negros como los de… San.
- “Mírame, estoy llorando de alegría,” dijo Rachel, tumbándose de forma poco elegante en el Neón para abrazarlo. “Una pequeña grieta. ¡Eso es todo!”
Yo fingí que sonreía, pero mi estómago estaba revuelto. Cinco minutos antes, el cristal de la ventana se había deshecho y la puerta estaba encorvada. Ahora, mirando al auto, todo eso parecía imposible. No, parecía una locura. Pero yo vi como atravesó el cristal con su puño y sentí como sus uñas se clavaban en mi hombro.
¿Verdad?
Mientras más intentaba recordar el accidente, menos podía. Pequeñas lagunas de información perdida llenaban mi memoria. Los detalles se estaban perdiendo.
¿Era él alto? ¿Bajo? ¿Delgado? ¿Musculoso? ¿Me dijo algo?
No podía recordar. Esa era la parte más aterradora.
A la mañana siguiente, Rachel y yo salimos a las siete y quince y conducimos a Enzo’s Bristol para tomar un desayuno de leche vaporosa. Con mis manos envueltas alrededor de mi tasa china, intenté aliviar el frío que recorría el interior de mi cuerpo. Sí me bañé y me puse una camisola y un cardigan que me prestó Vee, también me puse un poco de maquillaje, pero casi ni recuerdo cuando lo hice.
- “No mires ahora,” dijo Rachel, “pero el señor Suéter Verde sigue mirando para acá, estimando tus largas piernas a través de tus jeans… Ah! Me acaba de saludar. No estoy bromeando. Me acaba de dar un pequeño saludo militar, de esos que hacen con dos dedos. Que adorable.”
Yo no la estaba escuchando. El accidente de anoche se estuvo repitiendo en mi cabeza durante toda la noche, llevándose consigo toda posibilidad de dormir.
Mis pensamientos estaban enredados, mis ojos estaban pesados y no podia concentrarme.
- “El señor Suéter Verde se ve normal, pero su copiloto parece un chico muy malo,” dijo Rachel. “Emite cierta señal de no-jodas-conmigo. Dime que no parece al hijo de Drácula. Dime que estoy imaginando cosas.”
Alzando mis ojos lo suficiente como para verlo sin parecer que lo estaba viendo, me fijé en las facciones finas y atractivas de su rostro. El pelo rubio colgaba hasta sus hombros. Sus ojos eran de color del cromo. No estaba afeitado. Estaba impecablemente vestido con una chaqueta a la medida y unos jeans oscuros de diseñador.
-“Estas imaginando cosas,” dije.
- “¿No te fijaste en ese par de ojos profundos? ¿En esa forma de uve que la raíz de su cabello deja en su frente, al estilo Drácula? ¿En su cuerpo alto y delgado? Él puede que sea hasta más alto que yo.”
Rachel mide casi seis pies de alto y le encantan los tacones. Tacones altos. También tiene la costumbre de no salir con chicos más bajos que ella.
- “Bueno ¿cuál es el problema?” Preguntó Rachel. “Te has vuelto incomunicable. ¿Esto no tiene que ver con la grieta en mi parabrisas, verdad? ¿Qué importa que hayas golpeado un animal? Le pudo haber pasado a cualquiera. Aunque está comprobado que las probabilidades hubieran sido menos si tu mamá se mudara fuera de la jungla.”
Le iba a contar a Rachel lo que había pasado de verdad. Pronto. Solo necesitaba un poco de tiempo para juntar los detalles. El problema era que no veía cómo podría hacerlo. Los únicos detalles que recuerdo estaban incompletos. Era como si un borrador hubiera dejado mi memoria en blanco. Pensando, recordé que un aguacero caía en cascada sobre las ventanas del Neón, causando que todo afuera se viera borroso. ¿Habré golpeado de verdad a un venado?
- “Mmm, mira eso,” dijo Rachel “el señor Suéter Verde se está levantando de su silla. Vaya, eso sí es un cuerpo que visita el gimnasio regularmente. Definitivamente está caminando hacia nosotras. Sus ojos están buscándote.”
Medio latido después, fuimos saludadas con un simpático, - “Hola.”
Rachel y yo lo miramos al mismo tiempo. El señor Suéter Verde estaba parado tras nuestra mesa, sus pulgares estaban enganchados en los bolsillos de sus jeans.
Tenía ojos azules y el pelo rubio estratégicamente despeinado caía sobre su frente.
- “Hola a ti,” dijo Rachel. “Soy Rachel y esta es Brittany Pearce.”
Miré seriamente a Rachel. No me gustó que ella diera mi apellido, se sintió como si hubiera violado el contrato entre chicas y mejores amigas cuando se encuentran con chicos desconocidos. Hice un leve movimiento de mano como saludo y llevé la tasa a mis labios, quemando mi lengua inmediatamente. Él arrastró una silla de la mesa de al lado y se sentó al revés, sus brazos descansando en donde se suponía que estuviera su espalda. Extendiendo una mano en mi dirección, dijo, - “Soy Elliot Saunders.”
Sintiéndome demasiado formal, le estreché la mano. - “Y este es Finn,” añadió, alzando su barbilla en dirección a su amigo, al cual Rachel subestimó cuando le llamó ‘alto’.
Finn inclinó todo su cuerpo y se sentó en una silla al lado de Rachel, y bajo Su cuerpo la silla parecía muy pequeña.
Ella le dijo, - “Creo que eres el chico más alto que he visto en mi vida. En serio. ¿Cuánto mides?”
- “Seis pies, diez pulgadas,” masculló Jules, hundiéndose en su silla y cruzándose de brazos.
Elliot aclaró su garganta.- “¿Puedo comprarles algo para comer?”
- “Estoy bien,” dije, levantando mi taza. “Ya ordené.”
Rachel me pateó bajo la mesa. - “Ella quiere una dona rellena de crema de vainilla. Que sean dos.”
- “¿No es eso demasiado para tu dieta?” Le pregunté a Rachel.
- “El grano de la vainilla es una fruta. Una fruta marrón.”
- “Es una legumbre.”
- “¿Estás segura sobre eso?” No lo estaba.
Finn cerró los ojos y se apretó el puente de su nariz. Aparentemente él estaba tan contento de estar sentado con nosotras, como yo lo estaba por tenerlos a ellos allí.
Mientras Elliot caminaba hacia el mostrador, permití que mis ojos lo recorrieran. Definitivamente él estaba en la secundaria, pero nunca antes lo había visto en CHS. Lo hubiera recordado. Él tiene una personalidad carismática y llevadera, de esas que no pasan desapercibidas. Si no me hubiera sentido tan trastornada, definitivamente me hubiera interesado para una amistad, o tal vez para algo más.
- “¿Vives por aquí?” Le preguntó Rachel a Finn.
- “Mmm.”
- “¿Vas a la escuela?”
- “Kinghorn Prep.” Había un aire de superioridad en la manera en que él lo dijo.
- “Nunca he oído de ella.”
- “Es una escuela privada en Portland. Comenzamos a las nueve.” El levantó su manga y miró su reloj.
Rachel sumergió un dedo en la espuma de la leche y luego lo lamió.- “¿Es cara?”
Por primera vez, Finn la miró directo a los ojos. Sus ojos se estrecharon, mostrando un poco de blanco alrededor de los bordes.
- “¿Eres rico? Apuesto que lo eres,” ella dijo.
Finn miró a Rachel como si ella hubiera matado una mosca en su frente. Él alejó su silla un par de pulgadas, distanciándose de nosotras.
Elliot regresó con una caja con media docena de donas.
- “Dos cremas de vainilla para las damas,” él dijo, empujando la caja hacia mí, “y cuatro glaseadas para mí. Supongo que me tengo que llenar ahora porque no sé cómo es la cafetería de Coldwater High.”
Rachel casi escupe su leche. - “¿Vas a ir a CHS?”
- “Comenzaré hoy. Me acabo de transferir de Kinghorn Prep.”
- “Britt y yo vamos a CHS,” dijo Rachel. “Espero que aprecies tu buena suerte. Cualquier cosa que necesites saber -incluyendo a quién deberías invitar para el baile de primavera- solo pregunta. Britt y yo no tenemos pareja…todavía.”
Decidí que era tiempo para separarnos. Finn estaba obviamente aburrido y molesto, y el estar en su compañía no ayudaba a mi ya agotado ánimo. Hice un gran espectáculo mirando al reloj de mi celular y dije, “Será mejor que nos vayamos a la escuela, Rachel. Tenemos que estudiar para el examen de bilogía. Elliot, Finn; fue un placer conocerles.”
- “Nuestro examen de bilogía es para el viernes,” dijo Rachel.
Mi interior se estremeció, pero aún así sonreí entre dientes. - “Correcto. Me refería a que tengo un examen de inglés. Las obras de… Geoffrey Chaucer.” Todo el mundo supo que estaba mintiendo.
De una manera lejana, mi rudeza me molestó un poco, especialmente porque Elliot no había hecho nada para merecerlo. Pero no quería estar sentada aquí por más tiempo. Quería seguir adelante, distanciándome de lo que paso anoche. Tal vez la desvanecida memoria no era tan mala después de todo. Mientras más temprano olvidara lo que pasó, más rápido mi vida volvería a retomar su normalidad.
- “Espero que pases bien tu primer día de clases y quizá nos veamos en el almuerzo,” le dije a Elliot.
Luego tomé a Rachel por el codo, la obligué a levantarse y la conduje hasta la puerta.
El día escolar casi se había acabado, solo quedaba biología y me dirigí a la clase después de que hiciera una parada rápida en mi casillero para cambiar los libros. Rachel y yo llegamos antes que San, ella se deslizó en su silla vacía y buscó en su mochila, sacando una caja de Hot Tamales.
- “Por aquí va una fruta roja,” ella dijo, ofreciéndome la caja.
- “Déjame adivinar… ¿La canela es una fruta?” Alejé la caja.
- “Tampoco almorzaste,” dijo Rachel, frunciendo el entrecejo.
- “No tengo hambre.”
- “Mentirosa. Siempre tienes hambre. ¿Esto tiene que ver con San? ¿No piensas que ella de verdad te esta acosando, verdad? Porque anoche solo estaba bromeando con todo ese asunto en la biblioteca.”
Comencé a masajearme circularmente las sienes. El sordo dolor que tomó por residencia mis ojos aumentó por la mención de San. “San es lo menos que me preocupa,” dije. Eso no era exactamente cierto.
- “Mi asiento, si no te molesta.”
Rach y yo miramos simultáneamente al sonido de la voz de San. Ella sonó lo suficientemente simpática, pero siguió observando a Rachel mientras colgaba su mochila en su hombro y parecía que ella no se podía mover lo suficientemente rápido porque San movió su brazo hacia el lado, invitándola a que se saliera del medio.
- “Luciendo bien, como siempre,” ella me dijo mientras se sentaba en su silla. Se recostó en ella, extendiendo sus piernas. Sabía que era alta, pero nunca me había puesto a medirlo. Ahora, mirando sus piernas, supuse que medía más de seis pies. Quizá seis y una pulgada.
- “Gracias,” respondí sin pensar e inmediatamente quise retirar lo dicho.
¿Gracias? De todas las cosas que pude haber dicho, ‘gracias’ era la peor. No quería que San pensara que me gustaban sus cumplidos. Porque no me gustaban…la mayor parte de ellos. No se necesitaba mucha percepción para darme cuenta que era problemática y ya tenía demasiados problemas en mi vida. No tenía necesidad de invitar más. Quizá si lo ignoraba, eventualmente ella dejaría de intentar iniciar conversaciones y entonces podríamos sentarnos una al lada de la otra en silenciosa armonía, como los demás compañeros del salón.
- “También hueles bien,” dijo San.
- “Se llama tomar una ducha.” Yo estaba mirando directamente hacia el frente. Cuando ella no contestó, miré hacia el lado. “Jabón. Champú. Agua caliente.”
- “Desnuda. Sé el proceso.”
Abrí mi boca para cambiar el tema, pero la campana me interrumpió.
- “Aparten sus libros,” dijo el entrenador desde detrás de su escritorio. “Les voy a repartir un examen corto para prepararlos para el examen del viernes.” Él se detuvo frente a mí, lamiendo sus dedos mientras intentaba separar las hojas de los exámenes. “Quiero quince minutos de silencio mientras responden las preguntas. Luego, discutiremos el capítulo siete. Buena suerte.”
Trabajé con las primeras preguntas, respondiéndolas con un rítmico desplazo de hechos memorizados. Si no fue otra cosa, el examen robó mi concentración, apartando el accidente de anoche y la voz que cuestionaba mi salud mental.
Haciendo una pausa para quitarme el calambre que le había dado a la mano con la que escribía, sentí a San inclinada hacia mí.
- “Te ves cansada. ¿Tuviste una noche agitada?” Susurró.
- “Te vi en la biblioteca.” Tuve el cuidado de mantener mi lápiz moviéndose sobre mi examen, pareciendo que estaba trabajando duramente.
- “Lo más destacado de mi noche.”
- “¿Me estabas siguiendo?”
Ella movió su cabeza hacia atrás y rió suavemente.
Intenté otro ángulo. - “¿Qué estabas haciendo allí?”
- “Buscando un libro.”
Sentí los ojos del entrenador sobre mí y me dediqué a mi examen. Después de contestar otras cuantas preguntas, miré disimuladamente a la izquierda y me sorprendí al descubrir que San me estaba mirando. Ella sonrió. Mi corazón dio un inesperado vuelco, sorprendida por su extrañamente atractiva sonrisa. Para mi horror, estaba tan desconcertada, que se me calló el lápiz, rebotó varias veces sobre la mesa y luego rodó hasta el borde. San se dobló para tomarlo, lo sostuvo en la palma de su mano y tuve que concentrarme en no tocar su piel mientras lo tomaba.
- “Después de la biblioteca,” susurré, “¿a dónde fuiste?”
- “¿Por qué?”
- “¿Me seguiste?” Exigí en tono bajo.
- “Luces un poco agitada, Britt. ¿Qué pasó?” Sus cejas se juntaron con preocupación, pero era todo fingido porque había un brillo burlón en el centro de sus negros ojos.
- “¿Me estas siguiendo?”
- “¿Por qué querría perseguirte?”
- “Contesta la pregunta.”
- “Brittany.” La advertencia en la voz del entrenador hizo que me volviera a concentrar en mi examen. Pero no pude evitar especular sobre cuál hubiera sido su respuesta y eso hizo querer alejarme de San, estar lejos de ella en el salón. Al otro lado del mundo.
El entrenador sopló su silbato.
-“Se acabó el tiempo. Pasen sus exámenes al que está en frente. Esperen preguntas similares en el examen del viernes. Ahora,” él juntó sus manos y el sonido seco que causó, hizo que me estremeciera,
“a la lección de hoy. Señorita Berry ¿quieres decir cuál será nuestro tema?”
- “S-e-x-o,” anunció Rachel
- “Precisamente”.
Luego de que ella hablara, yo me desconecté. ¿San me estaba persiguiendo? ¿Era su cara la que estaba tras la máscara de esquiar, si es que había una cara tras ella? ¿Qué quería? Abracé mis codos, sintiendo súbitamente frío. Quería que mi vida volviera a ser como era antes de que San irrumpiera en ella.
Al final de la clase, detuve a San antes de que se fuera. - “¿Podemos hablar?”
Ella ya estaba parado, así que se sentó en el borde de la mesa. - “¿Qué pasa?”
- “Yo sé que tú tampoco quieres sentarte conmigo y creo que el entrenador consideraría cambiar nuestros asientos si tú hablas con él. Si le explicas la situación…”
- “¿La situación?”
- “Nosotras no somos… compatibles.”
Ella pasó su mano sobre su mandíbula, un calculador gesto con el cual ya me he familiarizado en el poco tiempo que he ido conociéndolo. - “¿No lo somos?”
- “No estoy anunciando que se partió la tierra.”
- “Cuando el entrenador me pidió las características que deseo en una compañera, le di las tuyas.”
Mi boca se abrió levemente. - “Retira lo dicho.”
- “Inteligente. Atractiva. Vulnerable. ¿No estás de acuerdo?”
Ella estaba haciendo esto con el único propósito de contrariarme y eso solo me puso más nerviosa.
-“¿Le pedirás al entrenador que nos cambie de asiento o no?”
- “Yo paso. Me he acostumbrado a ti.”
¿Cómo se supone que respondiera a eso? Obviamente su objetivo era que yo reaccionara, lo cual no era difícil porque nunca sabía cuando esta bromeando o hablando en serio.
Traté de que mi voz sonara tranquila. - “Creo que estarás mejor sentada con otra persona y creo que lo sabes.” Sonreí tensa, pero cortésmente.
“Creo que podría terminar sentado con Rachel.” Su sonrisa parecía igual de cortés que la mía “No voy a presionar mi suerte.”
Rachel apareció al lado de nuestra mesa, mirándonos a mí y a San. - “¿Interrumpo algo?”
- “No,” dije, cerrando mi mochila. “Le estaba preguntando a San sobre la lectura de esta noche. No recuerdo cuáles fueron las páginas que el entrenador asignó.”
- “La asignación está en la pizarra, como siempre. Como si no lo hubieras leído.”, dijo Rachel. San rió, pareció que estaba compartiendo una broma privada con ella misma. Sin ser la primera vez, deseé saber qué estaba pensando. Porque a veces estaba completamente segura de que esas bromas tenían todo que ver conmigo. - “¿Algo más, Britt?”
- “No,” dije. “Te veo mañana.”
- “Eso espero.” Ella guiñó. De verdad guiñó.
Después de que San estuviera lo bastante lejos par que no pudiera escuchar, Rachel agarró mi brazo. - “Buenas noticias. Lopez. Ese es su apellido. Lo vi en la lista del entrenador.”
- “¿Y eso es algo por lo cual alegrarse porque…?”
-“Todo el mundo sabe que los estudiantes tienen que registrar en la enfermería las medicinas recetadas.”
Ella tiró del bolsillo frontal en mi mochila, en donde yo guardaba mis píldoras de hierro. “Además, todo el mundo sabe que la oficina de la enfermera esta convenientemente localizada dentro de la oficina principal, donde, da la casualidad, están también guardados los archivos de los estudiantes.”
Con los ojos brillantes, Rachel enlazó su brazo con el mío y me arrastró hacia la puerta. - “Es hora de hacer trabajo detectivesco de verdad.”
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Chicas espero les guste, como les mencione al principio si puedo subo el capitulo cinco. besos
dianna rivera* - Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 28/07/2013
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