Fic brittana " Encuentro Explosivo"- capitulo 12

Dicen que el amor puede nacer en cualquier circunstancia, momento o lugar menos esperados, es simplemente ver a esa persona , y darte cuenta la conexión instantánea que pueden tener, perderte en sus ojos, por milésimas de segundos y saber que quieres estar perdida  en ellos por siempre.

No existe la persona perfecta, pero si existe la persona correcta, pero ¿Qué pasa si encuentras a esa persona ideal, en las  peores circunstancias?

Brittany S.Pierce es la hija de un científico poco conocido, pero prestigioso,  una chica de 18 años, normal, tiene buenos amigos, sale de vez en cuando, es una fanática del baile y esta estudiando danza en uno de los mejores institutos de Nueva York. Su madre murió en un accidente hace muchos años y su padre viaja mucho. Así que pasa la mayoría del  tiempo sola, ¿Pero qué pasaría si un día es secuestrada? ¿si la culpa la tiene su padre? ¿si para remediarlo debe escoger entre su hija o la seguridad de la raza humana? ¿Y si la secuestradora no es tan mala como parece? ¿ si se enamora de ella? ¿Y si es correspondida? .

Era un lunes por la mañana cuando una rubia bajaba corriendo las escaleras porque, como siempre, llegaba tarde.
-       Cariño, espera un momento - la llamó su padre.
-       Papá, llego tarde, hablamos luego ¿vale? – dijo abriendo la puerta de casa.
-       No creo que luego podamos hablar. – bufó y miró su reloj, aún le quedaban 10 minutos para entrar a clase, si corría un poco podría llegar.
-       Tienes un minuto- dijo mientras cerraba la puerta.
-       Seré rápido, lo prometo.- Mathew se la quedó mirando unos instantes, negó con la cabeza disipando sus pensamientos- Nena… Me voy.
-       ¿No que me querías decir algo?
-        Me voy de la ciudad.
-       ¿Otra vez?- dijo entendiendo a que se refería. “Sola, otra vez.”
-       Sí, cariño. Lo siento pero ya sabes como son estas cosas.
-       ¿Cuándo te vas?- preguntó ella haciendo caso omiso a las disculpas de su padre.
-       Ahora.- contestó este.
-       ¡Joder papá! ¡Siempre igual! Vienes, me dices que me has echado de menos, te quedas un mes y te largas tres. Y encima no te puedo llamar porque claro, el señor hace experimentos peligrosos que necesitan el máximo de concentración. Que mamá muriera no fue culpa tuya, papá. Asúmelo. Que pasara una vez no quiere decir que…
Un sonido sordo impactó contra la cara de la rubia haciendo que callara.
- yo, Perdón, no quería- dijo el hombre intentando remediar la situación - Sabes que me pongo  muy nervioso con ese tema y…
-       No te preocupes papá.- interrumpió ella.- Me voy, llego tarde- salió lo mas rápido que pudo de esa habitación, cerrando la puerta con un fuerte golpe tras ella.
Y así se fue, sin despedirse con su típico “que te vaya bien papá, te extrañaré, Te quiero.”

 Por otro lado
Santana López llamaba a esa conocida puerta de metal y tras escuchar un “adelante” entró al despacho de su jefe Will Schuester. Se sentó en la butaca de piel blanca que combinaba perfectamente con el resto del despacho decorado en tonos blancos y cremas.
-       Buenos días agente López – Santana asintió con la cabeza, devolviéndole el saludo - Tengo un nuevo caso para usted. ¿Recuerda a Mathew Pierce?
-       ¿El loco que cree poder alterar la genética?- preguntó ella con curiosidad
-       Parece que no está tan loco. Tiene una hija.- dijo lanzándole una carpeta.- Míralo.
Santana leyó por encima la información básica. El nombre, la edad, el instituto, dirección…
-       ¿Qué se supone que debo hacer con esto?- preguntó ella confusa.
-       Fácil. Secuéstrala.
-       ¿Qué?- preguntó atónita.- Este no era el trato. Yo no puedo…
-       El trato era que harías todo para lo que te hubiésemos entrenado a cambio de lo que tú pidieras ¿no? Pues yo te he entrenado para esto y vas a hacerlo. La encerrarás en una casa a las afueras de la ciudad, por mucho que grite  nadie la va a escuchar. Empiezas ya.- acabó diciendo a la vez que una chica tomaba santana del brazo y se la llevaba.

Llegó al instituto un par de minutos antes de entrar a clase, por lo que le dio el tiempo justo de tomar sus cosas y dirigirse al aula. Se sentó en su sitio tras saludar a algunos compañeros  levantando levemente la cabeza y preparó las cosas para la hora. Rachel se acercó a su mesa con cara preocupada. Ella era su mejor amiga de toda la vida, una chica bajita, con el pelo castaño. Tiene unos ojos marrones combinados con verde preciosos y unas pestañas negras envidiables. Tiene un cuerpo bien definido, aunque a veces habla más de la cuenta,es una chica que hace amigos fácilmente una buena amiga, muy leal. Su novia Quinn también es muy amiga de Brittany, una chica rubia, de ojos verdes  con una personalidad muy especial, le encanta hacer reír a los demás, según Rachel ella es lo que siempre deseó en una novia.
-       Hey, ¿Estás bien?- preguntaba  Rachel mientras se sentaba a su lado.
-      hola rach,  Todo bien.- dijo fingiendo una sonrisa.
-       ¿Es por tu padre de nuevo? - simplemente asintió.- Nena, ya sabes como es. No debes preocuparte  ¿sí?  Sé que duele pero… No es la primera vez y no será la última. Eso  lo sabes mejor que nadie.
Suspiró.
-       Esta vez ha sido diferente – dijo bajando la vista
-       ¿A qué te refieres?- pregunto Rachel curiosa
-       Exploté, rach, no lo aguanté más y exploté.- dije mirándola a los ojos, Rachel simplemente la abrazó. Lo necesitaba y ella lo sabía.
Al poco tiempo Entró el profesor, haciendo que haciendo que se separaran y empezando una aburrida clase de matemáticas.

Tras sentarse en el avión abrió la carpeta azulada que le habían entregado. Secuestrar es algo que nunca había hecho y no le agradaba la idea. Pero debía hacerlo. Empezó a leer el informe, fijándose más en los detalles. Hobbies, trabajos, su vida desde que nació. La verdad es que no concretaban nada, era una chica reservada y no le gustaba dar explicaciones de nada. Le gustaba bailar y se le daba bastante bien. Trabajaba en un McDonalds un poco alejado de su casa para poder pagar los gastos ya que con el sueldo de su padre solo alcanzaba para pagarle el instituto. Su madre murió cuando ella era pequeña aunque no se daban demasiados datos sobre eso o quizá no les interesaba que ella lo supiera.
Llegó a la ciudad al atardecer, por lo que decidió ir directamente a la casa que le habían proporcionado. Era una buena casa. No muy grande, poco luminosa y con el espacio justo. Claro, una buena casa para retener a alguien. Dejó la pequeña maleta y la mochila con sus pertenencias en la entrada y fue a explorar. Era un solo piso, totalmente de madera, simulando una cabaña antigua. Tenía lo básico, un sofá, una pequeña cocina, un baño y una sola habitación. Mier*da, tendría que dormir en el sofá a saber cuanto tiempo, cosa que le dañaría la espalda más de lo que la tenía. Decidió ir a dormir y ocuparse de la chica al día siguiente.

Al día siguiente Brittany llegó al instituto, como de costumbre. Fue en busca de su taquilla mientras saluda a algunos compañeros y amigos. Anoche llego tarde de trabajar y no había dormido nada bien. Las ojeras le llegaban al suelo y la cara de pocos amigos que traía no ayudaba a mejorar su aspecto. Se había recogido el pelo ya que suelto era algo parecido a la selva amazónica. Llegó a la taquilla y buscó sus libros de historia y química, mientras dejaba algunos otros. Se fijó en la foto que tenía colgada antes de cerrarla. En ella aparecían su padre, su madre y ella unos días antes del accidente. Acarició la foto e inconscientemente sonrió. Los echaba tanto de menos a ambos, echaba de menos aquella época en que estaban los tres.
-       ¡Bu! – gritó Rachel a sus espaldas.
-       Buenos días Rach.- dijo ella cerrando de golpe la taquilla.
-       ¿Nunca conseguiré asustarte?-preguntó ella con una mueca graciosa que hizo sonreír a su amiga. Prácticamente cada mañana desde que la conocía había hecho eso.
-       Nunca.- contestó sonriendo.
-       ¡No me rendiré! ¿Estás bien?- volvió a preguntar señalando sus ojeras.
-       Un poco cansada. Artie me obligó a quedarme anoche hasta tarde. Espero que me pague las horas. – dijo apoyándose en la taquilla.
-       ¡Acepta de una buena vez que Artie está loco por ti! Solo hace que te quedes para pasar más tiempo contigo. – dijo Rachel imitando el movimiento de su amiga.
-       Podría pensar en mis horas de sueño también. A este paso acabaré dormida en cualquier esquina.- dijo Brittany suspirando.
-       Exagerada. Pídele una cita, a lo mejor así te deja salir a tu hora. Además, siempre dijiste que era guapo, caballeroso e inteligente.- dijo Rachel como si fuera obvio-  Yo creo que si salieras con el, fuera del trabajo, podrían llegar a algo.- continuo parándose frente a ella.
-       Puede. Ya lo pensaré.
Escucharon a Quinn gritar el nombre de Rachel al fondo del pasillo.
-       Te reclaman por ahí.- dijo sonriendo. Rachel se giró para ver a qué se refería y sonrió. Se despidió con un beso en la mejilla y fue corriendo al encuentro de su novia.

Santana Llegó al instituto diez minutos antes de la entrada de los alumnos. Fue explorando las aulas una por una para no perderse. Era un gran instituto, la verdad. Fue vagando por los pasillos, memorizando diferentes atajos por si acaso. Estar entre esos pasillos le recordó su época de instituto. Más bien la que nunca llegó a tener, la que no le dejaron experimentar. Negó  con la cabeza pasándose los dedos por el largo cabello negro, gesto que hacía muchas veces ya sea para peinarse de verdad, por nerviosismo o simplemente para coquetear. Cuando los alumnos empezaron a llegar fue fijándose detenidamente en los rostros de todas las chicas, intentando recordar si alguna era la rubia que estaba buscando , siguió caminando hasta que de repente chocó con alguien.
-       Lo siento iba distraída.- dijo sin apenas fijarse con quien hablaba.
-       No hay problema.- dijo ella. Al escuchar esa dulce voz giró su cabeza para comprobar quién era. Ella empezaba a alejarse cuando la cogió de un brazo haciendo que se girara. Necesitaba mirarla un poco más para saber si de verdad erala persona que buscaba. La miraba con confusión como si esperara algo de ella. Claro, no podía hacerla girar sin decirle nada.
-       Esto… mm… ¿Sabes dónde está la secretaria?- fue la primera pregunta que se le ocurrió , pero bastante típica para los primeros días de un semestre. Alumnos nuevos llegaban y muchos se perdían. Santana se elogió a sí mismo por su acertada e improvisada pregunta. Ella rió un poco y santana torció el gesto. ¿De qué reía?
-       Te has perdido bastante.- contestó sin dejar de sonreír.- Es el primer piso, tienes que ir  como si fueras a salir del recinto, está justo al lado de la puerta de entrada.- Y entonces santana rió también. No había recordado que estaba en el tercer piso y que ahí era poco probable encontrar la secretaria. Lo más lógico era que estuviera cerca de la puerta, al igual que el despacho del director y la sala de profesores, para cuando los padres o alumnos necesitaran ayuda sea más fácil encontrarlo.
-       Gracias.- contestó sonriendo aún.
-       No hay de…qué.- contestó  bajando cada vez más el tono de voz mientras veía que aquella atractiva desconocida ya estaba lo suficientemente lejos como para no escucharla.- Ya ni los desconocidos me dejan hablar.- suspiró y se dirigió corriendo a clase, llegaba tarde.
Paso el resto de la semana como si no hubiera pasado nada. Como si no se hubiera topado con su secuestradora. Claro que ella no lo sabía.



El lunes siguiente, cuando salió de trabajar, era tarde, muy tarde. Se tendría que plantear eso de decirle que sí a Artie, quizá la dejaba salir antes de verdad. No es que le diera miedo pero tenía otras cosas que hacer. Deberes, por ejemplo.
Siguió pensando en otras tonterías de vuelta a casa cuando escuchó el sonido de una rama romperse y, no sabe muy bien porqué, aceleró. Y escuchó unos pasos tras ella. Y aceleró más. Y los pasos también. Y se asustó. Miraba hacia atrás cada pocos minutos convenciéndose de que no había nadie pero aún así aceleró más. El sonido de los pasos aumentaba cada vez más hasta hacerse totalmente audible. Por suerte, llegó a casa y sin darse la vuelta para ver quién la seguía, entró  y cerró todas las puertas y ventanas, subió a su habitación y cogió el teléfono inalámbrico. Marcó el número de su padre mientras se sentaba cerca de la ventana. Un tono, dos tonos. Al tercero una voz sonó tras el teléfono.
-       ¿Diga?- preguntó su padre.
-       Papá, soy yo. Te echo de menos.- dijo rápidamente mientras escondía media cara tras la cortina para poder mirar si había alguien, sin ser vista.
-       Yo también. Pero sabes que no me gusta que me llames al trabajo ¿sí?- contestó su padre de forma brusca.- Sabes lo que puede pasar. No llames más ¿vale?
-       Vale.- contestó ella fríamente.
-       Ya te llamaré yo.- intentó suavizar las cosas al reconocer el tono de voz de su hija.- Te quiero.- acabó de decir mientras colgaba.
Algunas lágrimas se le escaparon al escuchar el tono de su padre y sentirse sola otra vez. Miró por la ventana. Vio una sombra moverse. Se frotó los ojos, apartándose las pocas lágrimas que le quedaban y volvió a mirar. Nada. Decidió irse a la cama, su imaginación le estaba pasando una mala jugada.

Santana:

Joder! La había visto, seguro. Había sido una imprudente, por miedo a perderle la pista empezó a correr sin darse cuenta del ruido que hacía. Y luego le había visto la sombra en el jardín, aunque quizá con un poco de suerte no haya logrado identificarla, a pesar de eso, pudo notar las lagrimas que soltaba la rubia No entendía porqué lloraba. Pero lo averiguaría. Averiguaría quién era el responsable que podía hacerla llorar en tan solo unos segundos.

Brittany llevaba unos días extraños. Lo único que hacía era ir de casa al instituto, de ahí al trabajo y de nuevo a casa. Apenas comía y según ella notaba que alguien la seguía. Escuchaba ruidos, suspiros y susurros. A veces notaba que la observaban. Rachel decía que estaba paranoica aunque Quinn  algunas veces le había dado la razón con lo de escuchar ruidos. Estaban hablando las tres en la puerta del instituto, comentando las novedades del día.
-       Y entonces el Sr. Williams dijo que la próxima vez que abriera la boca me echaba de clase.- acabó de contar britt,  porque la habían expulsado de la clase.
-       No lo entiendo. Solo tenias que estar callada ¿no?- preguntó Quinn como si fuera la cosa más fácil del mundo.
-       Y eso hice.
-       Cuéntalo bien, nena.- replicó Rachel -  Dijo “¡como usted diga señorito!”- imitando el tono de britt - y se sentó.
-       ¡Encima de que le quito años se queja!- soltó britt como si fuera obvio
Quinn soltó una carcajada, y no fue la única. Al escuchar otra risotada volteó a mirar quién había sido. Nadie parecía poner atención a su conversación.
-       ¿escucharon eso?- preguntó mirando a su alrededor.
-       ¿El qué?- preguntó poniendo una cara graciosa Rachel
-       La risa.- contestó Brittany un poco alterada.
-       Si, ¿y qué? – contestó Quinn extrañada
-       ¿Cómo que y qué? Alguien nos escuchaba.- volvió a responder de la misma forma.
-       Cariño, estamos rodeados de personas aquí sí, pero nadie nospretaba atención . – intervino Rachel intentando calmarla.
-       Pero…- intentó reprochar ella de nuevo.
-       Se reirían de otra cosa, britt, estas muy paranoica estos días - la paró Quinn sabiendo que aquella conversación iría a parar a lo mismo de las últimas tres semanas. “Alguien la espía.” No es que  sea alguien que suele mentir pero era algo improbable y raro. ¿Quién iba a espiar a una adolescente de 18 años? Cualquiera se volvería loco y más si la adolescente en cuestión es ella, no es que sea aburrida o algo así, al contrario. Una vez que la conoces es agradable y divertida pero por mucho contacto que tengas con ella seguirá siendo una persona dura, seca y, a veces, desagradable. Quinn lo había aprendido a base de chocar siempre con el mismo muro.

Brittany había construido un muro artificial en el que escondía sus sentimientos, pensamientos y a ella misma. Un muro que nadie había conseguido derribar. Ni siquiera Rachel, por mucho que lo pareciera, la única diferencia con los demás es que ella sabe cuál es el límite de confianza que puedes llegar a tener con la rubia.

Santana  
Mier*da, mier*da y más mier*da. En las tres últimas semanas no había hecho más que espiar a Brittany cometiendo un error tras otro. Que si pisa una rama y cruje, que si luego se pone a reír por uno de sus comentarios ingeniosos, que si le contesta sus preguntas, que si suspira… Definitivamente secuestrar no es para santana. “Oh, joder! ¿Dónde está ahora?” Se despista un momento y la pierde de vista. “A ver, hoy es viernes y acaba de salir del instituto así que ahora le toca ir al trabajo”. Mientras santana  caminaba hacia McDonald’s sonreía al ver que se sabía de memoria el horario dela rubia.

Habían sido tres semanas duras,era una chica un poco rara pero agradable y entretenida de observar aunque eso no hacia menos dura la tarea. Muchas noches se quedaba despierta trazando un plan para capturarla sin ser vista u oída. Eso sumado a que no paraba de recibir llamadas de sus superiores metiendo presión, no le ayudaba en nada.

La tarde pasó rápido. Se sentó en una de las mesas de McDonald’s y pidió algo para comer. Era habitual ya en ella. Era más fácil observarla así y no agachada detrás de un matorral dónde a duras penas se veía algo. Britt se le acercó con un menú en la mano y una sonrisa puesta. Santana no pudo más que devolverle la sonrisa.

-       Buenas noches. ¿Sabe ya lo que va a tomar o prefiere mirar algo del menú?- preguntó ella mientras se recogía un mechón de pelo tras la oreja.
-       ¿Qué me recomiendas tú? - preguntó santana sin poder evitar que saliera un tono de voz sexy. Automáticamente se reprendió mentalmente por ello.
-       La verdad es que la comida de aquí no me gusta mucho. Pero depende del hambre que tengas.- dijo levantando la vista del suelo para mirar a su cliente. Al hacerlo, sonrió burlonamente.
-       ¿Qué pasa? – volvió a preguntar santana extrañada al ver que ella sonreía de aquella manera.
-       ¿Tú no eras la que buscaba la secretaria en el tercer piso? – dijo sin dejar de sonreír.
Santana comprendió su sonrisa burlona y soltó una pequeña risa. Si que tiene memoria, pensó.
-       ¡Esa soy yo!
-       No te he visto más por el instituto.
Mier*da. Ahora debería contestar y empezar una charla. No es que le importara, aunque no lo acepte y probablemente nunca lo hará, le parecía alguien muy interesante con quien hablar. Alguien muy maduro para su edad y con las ideas muy claras. Pero no debía hablar con la víctima puesto que se  podían desarrollar sentimientos y eso lo dificultaría todo. Aun así, no tenía más remedio que contestar.
-       Solo fui a entregar papeleo. Ya no estudio.
-       ¿En serio? Te ves joven. No te echo más de 18.- dijo ella  extrañada.
-       Tengo 19.- contestó santana con una sonrisa de medio lado irresistible.- Tienes buena memoria.- continuó intentando dar por finalizada esa pequeña charla.
Ella se encogió de hombros.
-       Lo malo sería no tenerla con mi edad, ¿no?- santana simplemente se encogió de hombros.- Bueno, ¿Qué vas a pedir?
-       Creo que una simple hamburguesa con queso estará bien. Con un café con leche.
-       Hamburguesa… Queso… ¡Café! – Murmuraba mientras lo apuntaba todo con la lengua hacia afuera, gesto que santana adoró.- En seguida lo tienes.- acabó de escribir algo y sonrió por última vez, alejándose sin ser consciente de su sexy movimiento de caderas.

Se giró lentamente para darle a Mike , uno de los que cocinaban esa noche, el pedido de la morena sexy . Después de entregar el pedido salió a ver si había más clientes y Artie, el supervisor y un gran amigo, se plantó ante ella.
-       Es una noche tranquila.- dijo él sonriendo. Bueno tenía que aceptar que su sonrisa era impresionante.- Quizá te deje salir antes y… bueno… podriamos ir a tomar algo por ahí.
Brittany suspiró. No es que Artie no le gustara. Era un chico encantador, y muy agradable que la trataba bien. Había considerado seriamente la posibilidad de salir con él pero siempre había algo que la echaba hacia atrás. No sabía qué era.
Antes de que pudiera contestar nada, una carcajada se escuchó e inmediatamente ambos dirigieron su atención al propietario de la risa grotesca. Britt sonrió, Al ver que que la chica morena estaba atenta a su conversación y negó lentamente.
-      Artie , yo…- empezó a decir ella llamando la atención del chico.- estoy muy cansada.- acabó la frase y al ver la cara de decepción del chico se arrepintió en seguida de haberlo rechazado… otra vez.- Pero mañana estoy libre todo el día. Si quieres, podemos hacer algo por la tarde.
Pensó más detalladamente lo que acababa de decir mientras veía a Artie ensanchar su sonrisa y a la chica de ojos oscuros fruncir el ceño.
Supuso que quedar con Artie no le haría daño.
-       Por mí encantado.- contestó al fin Artie.- ¿Paso por tu casa a las cuatro?
-       Mejor quedamos en el parque de en frente. ¿Sabes cuál digo?
Artie asintió rápido y efusivamente. Había insistido en quedar con ella desde hacía un par de meses y aunque al principio no lo decía muy en serio con el paso del tiempo fue le agarrando cariño a  Brittany hasta crear un extraño vínculo con ella.
Charlie llamó a britt avisándole que el pedido de la mesa seis estaba listo. Ella le sonrió, como si se disculpara por algo y fue a buscar la bandeja. Tomó unas cuantas bolsitas de Kétchup y se dirigió a la mesa de la chica sexy.

Santana
Miraba todo el tiempo a Brittany, sin disimular. La vio llegar a su mesa y le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa mientras dejaba la bandeja en la mesa.
-       Así que mañana tienes una cita.- le dijo burlonamente.
-       Te he traído unas bolsas de kétchup, por si quieres echarte.- dijo ella ignorándolo.
-       ¿Has aceptado por pena? – inquirió santana  poniendo el dedo en la llaga.
-       ¿Sabes? Las bolsas tienen truco. Tienes que empezar a estrujar des de abajo, así seguro que sale todo.
-       No sabes evadir preguntas. – dijo la morena  sin quitar la sonrisa burlona de su rostro.
-       Cállate.- giró sobre sí misma y se fue de allí, de nuevo, con su sugerente baile de caderas.

Brittany
-       ¿Lo conoces de algo?- le preguntó Artie señalando con la cabeza a la chica morena sacándola de sus pensamientos.
-       Hace unas semanas vino al instituto a hacer no se qué.- contestó Brittany de mala gana
-       Ah. Y… ¿Cómo ha sido ese cambio repentino sobre quedar conmigo?- comentó Artie como quien no quiere la cosa mientras al mismo tiempo apoyaba sus manos en las caderas de ella y se acercaba más de lo debido.
-sonrió al ver las intenciones del chico. Se encogió de hombros.
-       Simplemente he querido.- Esbozó una sonrisa pequeña y se acercó más a Artie . Él juntó sus frentes y empezó a jugar con sus narices.
-       ¿Te he dicho alguna vez que eres hermosa?- acabó de decir Artie al tiempo que acortaba la poca distancia que los separaba. Pero ella fue más rápida. Giró la cara y le dio un tierno beso en la mejilla.
-       ¿Acaso crees que soy tan fácil?- le susurró en el oído mientras se alejaba.

Santana
Había visto toda la escenita que habían montado delante de todos. La gente los miraba y, al ver que ella le giró la cara algunos rieron. Incluyéndose. Quizá no rió por la situación si no, más bien, soltó una risa nerviosa, de alivio. Alivio de no haber visto como lo besaba. Santana se paso los dedos por el cabello y disipó así los pensamientos que le empezaban a surcar la mente. Pensamientos que no debía tener. Vio la cara de decepción del chico rechazado. Sonrió imaginándose la cara que pondrá cuando vea que mañana lo habrán plantado. No queriendo, claro. Quizá nunca sepa la verdad de porque Pierce lo rechazó. Pero eso a ella no le importa. Observó que Brittany ya salía completamente cambiada y que iba a marcharse. Se apresuró a pagar y salió corriendo. Debía llegar antes que ella al punto de caída.

jaja a San ya le esta comenzando a gustar Britt, pobre Artie :c
bueno sigue actualizando, quiero saber que pasa, me has dejado intrigada :)
cuidate, un beso

Santana
No recordaba ningún momento en su vida en el que hubiera corrido más que ese día. Llegó al punto justo de tiempo. Sacó el hilo de pescar de su bolsillo trasero y rápidamente lo ato a una farola. Hizo un fuerte nudo y llevó el otro extremo del hilo a la otra punta, atándolo a una pequeña pero resistente rama. Tensó el hilo lo suficiente como para hacer tropezar a alguien que fuera caminando, caería sí o sí. Se escondió tras unos matorrales.


Brittany
Era una apacible noche de primavera. Empezaba a hacer calor. tarareaba una canción mientras volvía a casa. Pensaba en Artie. En el casi beso. Y en la chica de ojos oscuros. En lo que le había dicho. ¿Había aceptado por pena? No, por supuesto que no. A ella no le gustaría que le hicieran eso por lo tanto no lo iba a hacer. Artie de verdad le gustaba. Era muy guapo y tenían muchas cosas en común. Era agradable estar con él y en ese casi beso había sentido un cosquilleo en la boca del estómago. Definitivamente le gustaba, pero solo un poquito.
De repente, tropezó con algo haciéndola caer. Cayó al suelo e intentó levantarse pero su tobillo se lo impidió. Estaba concentrada moviéndolo con cuidado, le dolía mucho, cuando unas manos le pusieron un trapo en la cara. Lo siguiente que sintió fue alguien atrapándola en sus brazos.


Santana
Cuando la vio caer se apresuró a ponerse tras ella. Se tocaba el tobillo, al parecer se lo había torcido. Rápidamente cogió el paño humedecido antes con cloroformo y le tapó la cara con él. Inmediatamente la cogió en brazos y  la llevó al coche. Condujo por dos horas en total silencio, solo se escuchaba la radio. Una maratón de Coldplay sonaba, cosa que le alegró el viaje. Al mínimo movimiento por parte de la rubia le acercaba de nuevo el trapo.

Cuando llegó a la casa, la llevó a la habitación. La echó en la cama y le ató los pies y las manos, la amordazó y le tapó los ojos. Acto seguido, salió de la habitación. Se preparó un sándwich y, más tarde, se tumbó en el sofá cayendo rendido en un sueño para nada plácido.

Brittany despertó dos horas después. Tenía la boca seca y respiraba con dificultad. Se le habían dormido las manos y los pies. Abrió los ojos pero no veía nada. Intentó abrir la boca pero algo le impidió hacerlo. Y entonces recordó su caída, el dolor del tobillo y aquellos brazos que la cogían mientras la llevaban al coche. Intentó gritar, empezaba a sudar. ¿Qué demonios había pasado?

Santana despertó un par de horas después, empapada de sudor. Había tenido una pesadilla. Se levantó rápidamente del sofá y sacó un cigarrillo. Se lo encendió y dio la primera calada. Oh Dios, el sofá le había destrozado la espalda. Ojalá todo el asunto de Pierce se solucionara pronto o su espalda lo pagaría caro .joder! , la había llamado por su nombre. Primera norma de un secuestrador, nunca llamar a la víctima por su nombre, se desarrollan sentimientos no deseados por ella. Pero nunca había cumplido las reglas y esta no iba a ser una excepción. Aunque pronto se arrepentiría.

Cuando acabó el cigarrillo, se puso el pasamontañas  se dirigió a la habitación.
Brittany  escuchó los pasos de alguien. Intentó tranquilizarse. Se volvió a poner en la posición en la que se encontraba inicialmente. O al menos lo intentó. Simuló que dormía.

Santana entró en la habitación y la miró. Sonrió al darse cuenta de que fingía dormir.
-       Actúas fatal.- dijo dejando ir una risa ronca. La siguió mirando, dándose cuenta de que era hermosa.- Mira yo… No me gusta hacer esto pero no tengo más remedio. Así que procura portarte bien ¿vale? No me obligues a hacer algo que no quiero. Si prometes no gritar te quitó la cinta.

Brittany asintió efusivamente. Sin ella quererlo, un  par de lágrimas le rodaron por las mejillas. Secuestrada, la habían secuestrado. ¿Por qué? Su familia no tenía mucho dinero y no podrían pagar una buena recompensa. Se dijo a si misma que sería fuerte y que lograría escapar de donde fuera que estuviese. Se prometió a si misma que saldría de ahí con vida.
Santana sintió una punzada de culpabilidad al verla llorar. Ahí se dio cuenta de que el tiempo que la retuviera no iba a ser agradable y que lo pasaría mal. Le quitó la cinta aislante de la boca.

Esperaba un grito, un discurso, una aglomeración de palabras de las que no se entendería nada o un leve tartamudeo. Pero nada de eso sucedió.  Tosió, se relamió los labios e intentó tragar saliva. Santana estaba desconcertada. Ella pensaba. Intentaba guardar la calma, eso despistaría al secuestrador y le daría tiempo. O al menos eso pasaba en las películas. Aunque la verdad no le estaba costando mucho conservar la calma. Nadie que ella conociera tenía el suficiente dinero como para pagar un buen rescate y cuando se dieran cuenta de eso la dejarían marchar. Si eso no pasaba, alguien se daría cuenta de su ausencia. O eso trató de creer. Fin del asunto. Escuchó los pasos de su secuestrador alejarse. Segundos después, volvió a entrar.

-       Traigo un vaso de agua.- dijo santana acercándose a ella. Tras trabajar toda una tarde en McDonald’s, olía a frambuesa. Sonrió al notarlo.- Abre la boca.- Ella obedeció al instante. Poco a poco se lo fue acercando y ella bebió, lentamente. Cuándo se lo acabó, fue a buscar otro y, luego, otro más.
-       Ya no quiero más.- anunció ella al escuchar que santana iba a por el cuarto vaso.
-       Lo estás haciendo muy bien. Esto va a durar poco, lo prometo.- dijo santana sentándose a los pies de la cama.
-       ¿Se supone que tengo que creerte?-preguntó ella retóricamente sin poder aguantarse. Santana soltó una risa seca. – britt frunció el ceño, esa risa le resultaba familiar.
-       Creo que para ti no soy de fiar. Pero tranquila, tú tampoco lo serás para algunos dentro de poco.


Santana salió de la habitación, dejando a Brittany con la duda de a qué se refería. No tardaría en averiguarlo. Mientras había estado con santana , había urdido un pequeño plan de lo que pasaría a partir de entonces. Como muy tarde se sabría de su desaparición el lunes, cuando no apareciera en clases y Rachel la llamara para comprobar que le pasaba. Al no contestar, ella iría a su casa y al ver que no estaba, avisaría a su padre y este a la policía. Si tenía suerte, Artie se asustaría al no asistir a su cita  y todo ese proceso se adelantaría un par de días. La verdad es que todo esto solo lo decía para tranquilizarse a sí misma. Solo estaba segura de una cosa. Su secuestrador, quien quiera que sea, tenía una voz extremadamente sexy.

Artie se dirigía apresurado al parque. Era su primera cita con Brittany y no quería llegar tarde, al menos no demasiado. Al ver que ella aún no había llegado, suspiró de alivio, sonrió y se sentó en uno de los bancos a esperar. Pasaron cinco minutos, luego diez. Hasta que decidió llamarla. Sabía que era alguien que suele llegar tarde, pero siempre llamaba para hacer saber el porqué de su retraso. Un tono, dos, tres. Colgó.


Santana y Brittany


Tras la corta conversación que mantuvieron, ambas durmieron o, como mínimo, lo intentaron. Horas después el teléfono de cierta rubia sonó. joder! , pensó santana . Había olvidado por completo la sustracción de objetos personales. Fue corriendo a la habitación donde se encontraba Brittany y sonrió al ver aquella imagen. La rubia trataba de tomar el teléfono del bolsillo de su pantalón y, al tener las manos atadas a la espalda, se le hacía imposible. Finalmente, santana decidió ir a cogerlo. Introdujo una de sus manos en el bolsillo, asustando a la rubia, que no se había dado cuenta de su presencia. Santana miró quien llamaba justo cuando la llamada se cortaba. Soltó una leve risa al darse cuenta de quién era.

-       Era Artie.- le dijo.- Volverá a llamar. lo vas a atender y dirás que no puedes ir y que no tienes tiempo para explicarlo. Luego colgaremos y por muchas veces que llame no lo vamos a coger más. ¿Estamos?
Ella asintió. Santana se sentó en una silla cerca de ella y empezó a curiosearle el móvil. Bastante música y muchas fotos. Miró detenidamente la que tenía de fondo de pantalla. Supuso que era ella con sus padres.
Apenas le dio tiempo de acordarse de los  pocos años que compartió  con su familia cuando la melodía de Swagger Jagger empezó a sonar. Una foto de Artie apareció en la pantalla. Miró a Brittany que se mordía el labio inferior. Le dio al botón verde y lo puso en manos libres.

-  ¿Dónde estás? Llegas tarde, mucho. Aunque debí imaginarlo.- dijo Artie soltando una risa nerviosa.
-       Lo siento muchísimo Artie , de verdad. Siento no haberte avisado antes pero no puedo ir.
-       ¿Por qué?- preguntó él perspicaz.
-       No puedo contártelo ahora.- respondió ella vacilante.
-       Oye si no querías quedar conmigo solo tenias que decírmelo. No hacía falta esperar hasta el último momento.
-       No, te juro que yo quería ir pero…
Santana cortó la conversación. Ahí se dio cuenta  de lo que quiso decir con dejar de ser de confianza.
-       No tenias derecho a cortar de esa manera.- dijo ella bruscamente.
-       No sé si te has dado cuenta de que estás secuestrada.- dijo santana un poco sorprendida por el atrevimiento de ella.- SE-CUES-TRA-DA.- repitió alargando y delimitando las silabas.- Eso es que yo puedo hacer lo que quiera, que tengo autoridad sobre ti y si tú te rebelas… ¡PUM!– acabó sobresaltándola.
- rió un poco, amargamente.
-       ¿Eso era una amenaza de muerte?- dijo ella burlona.
¿Cómo es posible que estando secuestrada pueda mantener la calma de esa manera?
-       ¿No tienes miedo?- preguntó santana sorprendida
-       ¿Debería?- respondió ella en el mismo tono
-       Supongo que no.- dijo sonriendo de medio lado la morena. ¿A quién quiere engañar? No iba a matarla… a menos que se lo pidieran.
Hubo un silencio incómodo. Ninguna sabía qué decir, aunque pensándolo mejor, no tenían porque decir nada. Al fin y al cabo, eran secuestradora y secuestrada. No sería normal. Pero ninguna era normal.
Santana le daba vueltas al móvil de la chica sin poder sacar la vista del fondo de pantalla. De pequeña se veía adorable y, ahora, era la viva imagen de la señora de la fotografía.

-       En el fondo de pantalla… ¿Eres tú? – rompió santana  el silencio, no pudo evitarlo. Era obvio que era ella pero sentía tanta nostalgia de ese tiempo que le fue arrebatado ,que quería disfrutarlo de los recuerdos de otra persona.
-       Sí, hace diez años. Con mis padres.- no supo porque le contestaba, simplemente no encontraba una buena razón para no hacerlo. Sí, la había secuestrado, pero notaba algo extraño en aquella chica . Le hablaba como si nada pasara, la trataba bien (dentro de lo cabe) y se preocupaba por ella.
Su estómago rugió. Se le subieron los colores. Llevaba sin comer desde el día anterior  al mediodía, todo por no cenar hamburguesa otra vez. Escuchó como se iba de la habitación. Se estiró en la cama. Trataba de no pensar en la situación. Las manos y los pies cada vez le dolían más. Empezaba a preocuparse seriamente.
Oyó como volvían a entrar a la habitación y se sentó en la cama como pudo.

-       Te he traído algo para comer.- dijo santana mientras le metía algo en la boca. Ella engulló el sándwich sin miramientos. Le había sabido a comida de dioses.- Entonces… dices que hace diez años de la foto. – dijo ella cuando se acabó el sándwich. La verdad es que no era un buena cocinera.
-       Sí, en verano, el 12 de agosto.
-       Menuda memoria.
-       Es difícil olvidar el día en que muere tu madre.- respondió Brittany con tristeza.


Santana salió de la habitación corriendo y luego, de la casa. Se encendió un cigarrillo. Detestaba tener que hacer esto. Detestaba su trabajo, su jefe y a esa chica. Esa chica a la que había espiado tres semanas y, probablemente, la conociera mejor que nadie. Y ahora entendía el por qué de ese muro contra todas las personas. Por miedo. Miedo a perder de nuevo a alguien. Y ella la entendía. Porque  tampoco había tenido una infancia fácil. Porque también echaba de menos a su familia. Porque la quería.

Acabó el cigarro y entró de nuevo a la casa.
Brittany pensaba en la reacción de su secuestradora . ¿Por qué había salido corriendo? Quizá había sido un poco brusca pero ¡vamos! ¡La tiene secuestrada! ¡La ha espiado durante semanas! ¿¡No se supone que debería saber estas cosas!? Había algo raro en todo este asunto.
Pasó el domingo, el lunes y el martes. Santana y Brittany solo habían tenido contacto para dos cosas: el estómago y el esfínter de ella. Santana había decidido hacer bien su trabajo. Le confiscó los objetos personales, la volvió a amordazar y dejó de hablar con ella. Tres días, eso duró su propósito. Durante esos días, el teléfono de la rubia no paró de sonar. Santana miró la pantalla malhumorada. Rachel. Otra vez. Llevaba llamando desde el lunes. Igual que Artie. Suspiró y cortó la llamada. Decidió llamar a su jefe.
-       Joder López. ¿Acaso ahora no sabes acatar órdenes?- respondió un hombre con la voz áspera.
-       Lo siento, señor. La llaman.
-       ¿Quién?
-       Una amiga.
-       Córtale.
-       Ya lo hago señor. Lleva tres días. Igual que su compañero de trabajo. Creo que llamarán a la policía.
-       Mier*da. Entonces ya sabes que hacer. Hoy lo llamaremos.
-       Está bien.
Santana cortó la llamada y suspiró. Cerró los ojos e intentó relajarse. Fue a la habitación donde tenía a la rubia . La miró. Tenía rozaduras en los tobillos y las muñecas a causa de la presión de las cuerdas. Las comisuras de sus labios empezaban a resecarse. Sus mejillas tenían restos de lágrimas secas.
-       Tu amiga y tu jefe no paran de llamar. Cuando vuelvan a hacerlo les dirás que…
-       No voy a mentir más.- lo cortó ella.
Santana suspiró de nuevo. Aquella chica la traía por la calle de la amargura. ¿No la entendía, o qué?
-       Mira niña, vamos a hacer las cosas bien ¿ok? Hoy llamarán a tu padre. Le informaran sobre esto y supongo que cederá y te liberaré. Pero ahora debes hacerme caso ¿sí? Sólo quiero que cuando llame Rachel, le digas que estás con tu padre. Que te llamó y te dijo de irte con él un tiempo, no sabes cuánto, y que fue tan rápido que no pudiste avisarla. Y le dices que no te llame más, que lo harás tú cuando regreses. Y si Artie vuelve a llamar le dices lo mismo.

-       Mi padre no tiene dinero. No les podrá dar mucho por mí.- dijo Brittany de mala gana.
-       No quieren dinero.
-       ¿Quieren? ¿Quién? ¿Tú?- pregunto alterada
-       Yo no.
El teléfono volvió a sonar.
-Por favor.- susurró santana.
Ella suspiró mientras santana le daba a la tecla verde. Puso el altavoz.
-       Oh, Dios, ¿dónde demonios estás metida?- dijo Rachel chillando como una histérica.
-      rach , tranquila yo…
-       ¡¿Tranquila?! ¡Creía que te había pasado algo! ¡Quiero una explicación ya!- respondió Rachel sin calmarse
-       Pásame a Quinn.
-       ¿Qué? Nena, sé que lo pasas mal y tal pero nos tienes preocupados a todos. Anda, dime dónde estás. Fui a tu casa y no…
-       Pásame a Quinn.- interrumpió. Rachel suspiró. Se escucharon unas voces y ruidos.
-       Hey, ¿Cómo estás?- preguntó Quinn  con su dulce voz, cómo si no hubiera desaparecido.
-       Todo bien. ¿Y ustedes ?- contestó ella sonriendo. Le encantaba Quinn, le transmitía paz. Era alguien divertida y, aunque seguro que estaba preocupada, no lo demostraba. Porque sabía que eso la agobiaría más.
-       Bueno yo un poco preocupada, Rachel casi llama al FBI.- dijo riendo un poco. Al segundo se escuchó un golpe y un “ay” por parte de Quinn. Brittany rió un poco imaginando la escena.- Entonces, ¿dónde dices que estás?
-       Ummm… Estoy con mi padre. Me propuso venir con él una temporada. Aún no sé cuándo volveré. Dile  a Artie que estaré ausente un tiempo.
-       Qué raro… ¿Cómo ha sido?- preguntó Quinn extrañada.
-       Eh… Fue confuso. Lo llamé y me lo dijo y bueno… No lo pensé mucho.- dijo ella poniéndose cada vez más nerviosa.
-       ¿Pero no dijo que después de… ya sabes qué -rectificó rápidamente al darse cuenta de lo que iba a decir.- no iba a llevarte más?
-       Ya, no sé. Mi padre es raro.
-       Mira quién fue a hablar.- Quinn soltó una pequeña carcajada.- ¿Quieres que te pase a rach?
-       En realidad tengo que irme ya… Oh, casi lo olvido. No llames más. No quiero que se repita lo de la última vez.
-       Descuida. Entonces, nos vemos pronto.
-       Eso espero. Las  quiero.
-       Y nosotros a ti.
Santana cogió el teléfono y lo cerró de un golpe. Brittany  Inevitablemente, lloraba. Demasiados recuerdos le invadieron la mente.
-       Lo has hecho muy bien.
-       Rachel me odiará después de esto.
-       No debe importarte. Las personas nacemos y morimos solas. La gente que nos encontramos a mitad de camino no son importantes.
-       Eso lo dices porque tu vida es una mier*da. Porque secuestras, amenazas y seguro que has matado. Porque para ti la vida no tiene valor. Pero para mí, ellos son importantes. Rachel, Quinn y Artie son las únicas personas que se han preocupado por mí desde lo de mi madre. Son los únicos que, dentro de lo que cabe, me entienden. Y tú me los has arrebatado. Dices eso para sentirte mejor, pero sabes que no es así.
Una rabia incontenible le recorrió todo el cuerpo a santana.
-       No sabes lo que dices.- susurró apretando los dientes, intentado que su ira no saliera a flote. Pero no pudo hacerlo. Agarró a Brittany de los brazos, clavándole las uñas.- No sabes nada.
Santana la miró y, de golpe, la realidad le abrumó. Todos los pensamientos que había estado evitando le vinieron a la mente. E inevitablemente, empezó a llorar. Las lágrimas le resbalan por las mejillas. Brittany  frunció el ceño sin entender muy bien qué pasaba.  La morena Aflojó el agarre pero no la soltó.
-       Yo… realmente siento todo esto. El secuestro y lo de tus amigos. Lo siento. Pero no puedo negarme. He hecho un trato y debo cumplirlo. – un silencio un poco incómodo invadió el lugar. - ¿Sabes? Yo… tenía una familia genial. Nos llevábamos tan bien… Aunque apenas lo recuerdo. Era tan pequeña cuando sucedió todo que…- santana suspiró. Sin darse cuenta, por primera vez en su vida, le estaba abriendo el corazón a alguien. Deshizo el agarre y se sentó a su lado. - Yo tenía cuatro años. Solía jugar todas las tardes en un parque que había cerca de casa con mi hermano. Él era dos años mayor que yo. Un día, fui sola. No recuerdo bien por qué. Un hombre vino a buscarme, yo no quería ir con él pero… No sé como acabé metido en esto. A cambio, me prometen volver con mi familia algún día. Pero cada vez veo esa promesa más rota. Cada vez soy más ilusa. Me niego a pensar que no volveré a verlos.

Cuando acabó de hablar, las mejillas de santana estaban completamente empapadas. En mitad de la explicación había desistido sobre su idea de evitar las lágrimas y había dejado que éstas fluyeran. Brittany se había quedado atónita. No sabía que decir. Aunque la chica la había secuestrado, era una confesión muy fuerte. Si le hubiera pasado a ella probablemente hubiera optado por la vía rápida y habría acabado con su vida hace mucho. Había estado un tiempo buscando las palabras adecuadas qué decir, no encontró nada en su mente que la convenciera pero decidió intentarlo igual.

-       Has sido muy valiente. Yo creo que no habría sido capaz de hacer esto. Ni siquiera por mi familia. Habría desistido. Pero tú has seguido adelante por ellos.
-       ¿Eso es ser valiente? Yo creo que soy una *****.
-       Para la gente a la que le haces esto puede que lo seas. A mí me lo parecías. Pero tienes una buena razón para hacerlo. No te rindas, estoy segura de que algún día volverás a reunirte con tu familia.
-       Siento de verdad esto. Prometo que volverás con tu padre.- dijo santana soltándola completamente y sentándose a un lado.
-       No hagas promesas que no puedes cumplir.
-       Lo intentaré.- dijo santana mientras le apartaba un mechón de la cara.
-       Sé que no depende de ti pero, gracias igual.- santana soltó una risita.
- ¿Qué pasa? – preguntó Brittany sonriendo inconscientemente.
-       Me parece irónico que me des las gracias. Quiero decir ¡te he secuestrado!
Ella rió un poco.
-       Bueno, no soy muy normal que digamos.
-       Ya lo veo.
-       Quizá voy a abusar de… tu confianza.- dijo la rubia intentando buscar la palabra adecuada aunque no la encontró.- pero… Me gustaría darme una ducha. ¿Puedo?
Santana suspiró. Le había abierto su corazón a la chica. Había infringido todas las normas de lo que se debe hacer. ¿Por qué negarle un baño? Empezó a desatarle las cuerdas de los pies y luego imitó el gesto con las de las manos. Ella se frotó las marcas, adolorida.
-       ¿Crees que me quedará cicatriz?- Dijo palpándose las marcas.
-       Puede ser.- santana la levantó y la guió hasta el baño. Ella tanteaba las manos por el aire, aguantándose por las paredes.- Vale, te dejo en el baño. En quince minutos llamo a la puerta y me dices como vas. No salgas sin que yo te lo diga. Hay toallas en el estante de abajo. Procura no caerte y partirte algo.
-       ¡Oye! No soy tan torpe.- le reprochó ella.
-       El miércoles pasado caíste por las escaleras de la biblioteca.- le recordó santana divertida.
-       Resbalé.- contestó ella intentando defenderse.
-       Que tengas un buen baño.- cortó la pequeña discusión encerrándola en el baño.

Capitulo 6

Se quito la venda de los ojos. Empezó a desvestirse y dejó la ropa cuidadosamente apilonada encima del váter. Se miró al espejo. Estaba hecha un asco. El pelo lo tenía extremadamente grasiento y el sudor se le pegaba al cuerpo dejando olor a frito. Era normal, llevaba unos cinco o seis días sin ducharse. Dejó de mirarse al espejo y abrió el grifo. El agua salía fría, mucho. Poco a poco fue calentándose hasta adquirir una buena temperatura. Se metió dentro y dejó que el agua fluyera por cada parte de su cuerpo. Relajó los músculos, uno a uno, deshaciéndose así de la tensión acumulada. Cuando estuvo relajada del todo, dio paso a los pensamientos que trataba de ahuyentar desde hacía días. ¿Qué demonios había pasado hacia tan solo unos minutos? ¿Por qué le había contado todo eso? ¿Sería verdad? Claro que era verdad, estaba llorando, le temblaba la voz. ¿Por qué tenía tanta confianza con la mujer que la ha secuestrado?, al fin y al cabo era lo único que sabia, que era mujer ¿Por qué se siente tan segura con ella? Decidió pensar en cosas más importantes, en cómo salir de allí por ejemplo. No porque haya estado de confesiones con su secuestradora iba a quedarse ahí.

Santana  

Tras dejar a Brittany  en el baño se tiró en el sofá. ¿Qué acababa de hacer? ¿Le había contado su vida a la rubia? ¿Le había prometido que volvería con su padre? ¿Se había disculpado? Había roto con todas y cada una de las normas que le habían impuesto . Pero no se arrepentía. Se sentía liberadoa, a gusto con lo que había hecho. Se puso a pensar en ella. La chica con la que había compartido los últimos cinco días. La que bailaba yendo a todos lados. La que no confiaba en nadie. La que odiaba las matemáticas  y adoraba la literatura. La que trabajaba en un McDonald’s, odiando la comida basura. La que al hablar, no puede evitar soltar alguna frase irónica. La que tiene la sonrisa más bonita. La que cuando ríe a carcajadas todos se giran para ver de donde proviene el sonido. La que se estaba duchando. ¿Por qué lo dice todo en pasado? Cómo si no volviera a hacer ninguna de esas cosas nunca más… Quizá no lo haga. Debía asumir que quizá, solo quizá, su padre no aceptaba el trato y… moriría. Y debería matarla ella. Santana  se peino el cabello sacudiendo la cabeza. Eso no iba a ocurrir. Por supuesto que su padre aceptaría. Era su hija, no va a dejar que muera y mucho menos cuando ambos pasaron por la muerte de su madre.

-       ¡Ya estoy! – santana sonrió al escuchar la voz ¿Cuánto había pasado? Veinte minutos… Había olvidado ver como iba.
-       ¿Te has vuelto a poner la venda?- preguntó mientras se dirigía al baño.
-       ¡Sí!- contestó gritando.
-       No me fio demasiado pero…- santana abrió la puerta y se la encontró sentada en la taza del baño, con la venda puesta, la levantó y se puso tras ella. Le deshizo el nudo de la venda. Ella pudo ver sus manos. Unas manos delicadas llenas de pulseras. Santana volvió a anudar la venda tras la cabeza de Brittany.- mucho mejor.- dijo cuando acabó de hacer el nudo.

Britt suspiró y se dejó conducir hasta la habitación. Santana la sentó en la cama, cogió una silla y se sentó en frente. Agarró las cuerdas que anteriormente le había quitado y, a la vez, tomó sus pies colocándolos encima de sus piernas. Empezó a rodearlos con las cuerdas cuando ella  quitó los pies de golpe.

-       No me ates, por favor.-suplicó en un susurro.- prometo portarme bien.- añadió después con media sonrisa.
Santana se la quedó mirando durante unos instantes. Su pelo goteaba manchando el suelo de la habitación. Luego suspiró. Soltó las cuerdas y continúo mirándola. No pudo evitar pensar que era hermosa por fuera y, aunque la hubiera conocido de una manera un tanto extraña y Brittany no supiera apenas nada de ella, también lo era por dentro.

-       ¿En qué piensas? – preguntó ella mientras movía sus pies a un lento compás.
-       En que te conozco como si hubiéramos estado juntos toda la vida y tú no sabes nada de mí.- contestó santana  con toda la confianza del mundo.
-       Eso se arregla rápido. Cuéntame algo.- sugirió la rubia de lo más normal como si se tratara de una amiga cualquiera.
-       Me gusta el cine.- soltó  santana sin pensarlo mucho.
Ella sonrió complacida al escuchar eso. Hablaron de cine, literatura y teatro. Criticaron la telebasura. Luego hablaron de música y, por último, cayeron rendidos en los brazos de Morfeo.


El sonido de un teléfono móvil empezó a sonar despertando a santana de su hermoso sueño. Siempre soñaba lo mismo. Entraba en una gran casa con jardín y una verja de hierro oxidado y, tras esta, su familia la esperaba. Esta vez había una diferencia. Antes de entrar en la casa se giraba, agarraba la mano de alguien y entraban juntas. Pero no le veía la cara a ese alguien.
Tras cerciorarse de que brittany seguía dormida salió de la habitación sin hacer ruido y le dio a la tecla verde. Bostezó.

-       ¿Diga?- preguntó aún medio dormida.
-       El  doctor quiere hablar antes con la niña.- espetó de malas formas su jefe.
-       No es una niña.- susurró ella entre dientes.
-       Vamos, santana ¡no me digas que te pone!– bromeó su jefe. Al ver que ella no decía nada continuó hablando.- Lo llamaron ayer. Le ofrecieron el trato ya sabes. La chica por el material. Al principio no nos creyó pero… sabe que somos capaces de cualquier cosa por eso. Aunque quiere hablar con ella antes de hacer nada. Lo haremos esperar hasta el lunes. Para hacerlo sufrir un poco más. Ponle un chip al teléfono, para que podamos escuchar la conversación.

-       De acuerdo.- contestó secamente santana.
-       ¿Estás bien? Te noto rara… ¿Te está dando problemas? Puedo enviar a Sam  para sustituirte, hay otros trabajos que puedes hacer y…
-       No, no. Todo va bien. No hace falta que venga Sam.- interrumpió él antes de que lo sacaran de la operación,
-       Volveré a llamar.
Al escuchar los toques de fin de llamada, lanzó el teléfono contra el sofá.
-       ¿Quién era?- escuchó preguntar a Brittany a la vez que salía de la habitación tanteando con las manos a su alrededor para no chocar con nada.
-       Nadie importante.- sonrió san al verla.
-       No sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí. Con esta maldita venda no veo nada.- protestó ella haciendo un mohín.
-       Por mucho que protestes no te la voy a quitar.- contestó santana divertida.
-       ¡Oh, vamos! Prometo no gritar, no correr y tampoco me echaré a llorar.
-       ¿Por qué ibas a hacerlo?- preguntó desconcertada la morena.
-       De lo fea que eres. Sino no encuentro explicación por la que no quieras quitarme la venda.- explicó la rubia como si fuera la cosa más obvia del mundo. Santana lanzó una carcajada. Hacía tiempo que no se reía así. Y le gustaba. Le gustaba ese cosquilleo en la boca del estómago.

-       Anda, vamos para adentro.- dijo santana mientras la empujaba hacia adentro. La echó en la cama. Britt resopló.
-       ¿Quién es sam? - preguntó ella mientras se acomodaba en la cama.
-       Un compañero de trabajo.- contestó mientras se sentaba cerca de ella.
-       ¿Es una empresa o algo así?- volvió a preguntar mientras abrazaba sus piernas y apoyaba el mentón en ellas.
-       Sí, algo así.- contestó de nuevo santana mientras la miraba.
El teléfono de santana volvió a sonar. Miró la pantalla sonrió y lo cogió.
-       ¡Hey! ¿Cómo estás? El jefe me ha dicho que estabas raro.- Habló puck desde el otro lado del teléfono.
-       Estoy bien, tranquilo. No hacía falta que llamaras.- contestó santana un poco molesta.
-       Vale.- dijo puck alargando la primera silaba.- ¿No estaré interrumpiendo algo con la secuestrada, verdad? Mira que no es bueno hacer cosas en contra de su voluntad que luego pasa lo que pasa.- bromeó
-       ¡puck, joder!- replicó santana mientras veía como Brittany  reía por el comentario.- Habla más bajo.
-       ¿Qué más da? Si estás sola perdida en medio de la nada.- hubo una pausa incómoda.- Oh, dios. ¡Santana!
-       ¿Qué?- preguntó desconcertada.
-       No, no, no. ¿Qué has hecho?- preguntó empezando a alterarse puck.
-       ¿Qué he hecho de qué?-santana, quién cada vez estaba más nervioso, no entendía nada.

Tut, tut, tut. Puck había colgado. Santana, que mientras hablaba se había levantado y puesto a andar por la habitación, se giró a mirar a Brittany. Seguía en la misma posición de antes.

-       Parece alguien un poco loco.- dijo ella soltando una risita.
-       Un poco pero en el fondo es buena persona.- contestó santana mientras suspiraba y se sentaba a su lado.